EN AMÉRICA LATINA
LA TERCERA ETAPA
EDITORIAL ITACA
ISBN: XXX-XXX-XXXX-XX-X
Silvana Andrea
Manuel Jesús
Víctor Álex
Pedro Emanuel
Presentación 13
Introducción 17
Bibliografía 291
1. Insuficiencias y aciertos
de los monopolios en la explicación
1
Vale la pena hacer notar que Marx hace aparecer los procesos de con-
centración y centralización del capital en el capítulo 23 del tomo I, de El
Capital, tomo dedicado al proceso de producción, en tanto proceso que tiene
lugar en el seno de una relación social, la cual a su vez es afectada por la
producción.
2
En palabras de V. Lenin: “La competencia se transforma en monopolio.
De ahí resulta un gigantesco progreso en la socialización de la producción.
Se socializa en particular, el proceso de los inventos y perfeccionamientos
técnicos” (s/f: 323). Argumentaremos que el afán de ganancia extraordi-
naria apunta hacia la privatización de los conocimientos relacionados con
3
He intentado una cuenta relativamente amplia del proceso que lleva a
esta división del trabajo en Figueroa (1986).
4
De este modo emplean el concepto de “investigación y desarrollo” la Office
of Management and Budgets, the National Science Foundation y la Ameri-
can Association for de Advancement of Science (AAAS). Véase AAAS, http://
www.asss.org/spp/rd/define.htm
5
En este punto, Lenin (1974) retoma las proposiciones formuladas en El de-
sarrollo del capitalismo en Rusia sobre la desproporcionalidad y el comercio
exterior, buscando hacerlas compatibles con al argumento de la ganancia.
Allí había sostenido que “las diferentes ramas de la industria que hacen de
‘mercados’ unas para otras no se desarrollan de manera uniforme, sino que
se sobrepasan unas a otras, y la industria más adelantada busca el mercado
exterior (...) Ello informa de la falta de proporcionalidad en el desarrollo de
las distintas ramas. Con otra distribución del capital nacional esa misma
cantidad de productos podría ser realizado dentro del país” ( pp. 52-53). El
enfoque tiene implicaciones teóricas que no discutiremos aquí.
6
C = capital constante; V = capital variable, y P = plusvalor. i = trabajo
inmediato, g = trabajo general
7
Esta fórmula no pretende describir una ausencia de trabajo general en el
valor del producto del país subdesarrollado ni que ningún trabajo de ese
tipo se realiza bajo el subdesarrollo, sino sólo que éste no es significativo,
además de que en buena parte está realizado por empresas extranjeras.
8
Conclusión a la que se puede arribar teniendo en mente la polémica ge-
nerada a partir del trabajo de Emmanuel Arghiri (1974) y en la cual inter-
vinieron autores como Charles Bettelheim, Samir Amin, Christian Palloix,
1981) y Ernest Mandel (1980a). Una discusión de este asunto exigiría lar-
gos desarrollos, pero no es relevante para los efectos del presente trabajo.
9
Las armas también ofrecen ejemplos de cómo los países empujados por ra-
zones políticas pueden ganar en capacidad para producir avance, más allá
del signo de estas razones. En la actualidad llama la atención la reacción de
Corea del Norte frente a la amenaza que representa para ese país la política
estadounidense, que lo ha ubicado como parte de un “eje del mal”. Pero to-
davía están frescos en las memorias casos con significados políticos distin-
tos, como el de Sudáfrica, que levantó su industria militar en gran medida
acuciada por el aislamiento que le impuso la lucha contra el apartheid.
5. Imperialismo y naturaleza
10
“Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el
simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por comple-
to el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social
vigente” ( Marx y Engels, s/f: 381).
11
En noviembre de 2000 Irak había decidido negociar su petróleo en euro,
abandonando los tratos en dólar.
12
Seigniorage era el nombre que se asignaba en Inglaterra al derecho de la
Corona a percibir un porcentaje de los lingotes que entraban en la casa de
moneda para su acuñación.
6. Puntos a destacar
CUADRO 2.1
OBJETIVOS DEL FINANCIAMIENTO EN IYD
(PORCENTAJES)
Objetivos 1976 1982
I. Tierra, mar y espacio 14.8 6.7
II. Agricultura 1.9 2.6
III. Desarrollo industrial 1.5 0.4
IV. Energía 9.6 6.7
V. Transportes y comunicaciones 2.9 2.3
VI. Servicios educativos 0.5 0.3
VIII. Servicios socioeconómicos 1.1 0.9
IX. Medio ambiente 1.3 0.5
X. Avance del conocimiento 3.8 3.9
XI. Otros 0.6 –
XII. Defensa 49.6 64.3
Fuente: UNESCO (1980 y 1990).
1977 1987
País Exp. Imp. Exp. Imp.
EUA 13.9 11.9 10,8 17.5
Canadá 3.6 4.2 4.2 3.8
Japón 6.0 7.4 9.8 6.2
Francia 6.4 5.9 6.3 6.5
Alemania Occidental 8.7 10.7 12.5 9.4
Italia 4.4 4.3 5.0 5.2
G. Bretaña 5.6 5.4 5.6 6.4
Fuente: FMI (1984 y 1989).
4. Capital y naturaleza
5. Para concluir
Y abunda:
4. Contradicciones internas
5. Regímenes políticos
en la tercera etapa
1
Así por ejemplo, la OIT en su Conferencia de 1993 (la XV) no pudo definir el
estatus del empleo doméstico y dejó a los países la decisión de incorporarlo
o no al trabajo informal.
1. La sobreoferta laboral
en las corrientes de pensamiento
2
En efecto, incluye: “Trabajos o empleos no registrados (…) remunerados
en efectivo que evaden el pago de impuestos y/o las contribuciones a la se-
guridad social; Contrabando de mercancías; Juegos ilegales; Trabajos de
inmigrantes ilegales; Tráfico de drogas, tabaco y alcohol; Operaciones de
trueque de bienes y servicios; Prostitución ilegal (…); Préstamos por fue-
ra del mercado financiero (usualmente a tasas usureras y no registradas);
Transacciones de bienes y servicios no reportados o subreportadas a la au-
toridad fiscal (automóviles usados, terrenos, casas, trabajos domésticos);
Sub o sobrefacturación de exportaciones e importaciones; Corrupción, etc.
(CEESP, 1987: 14-15).
3
El desempleo en los países citados por J. Nun asciende en 2005 a 5.8% en
Suecia, 4.6% en Noruega, 5,9% en Austria, 4.3% en Suiza y 4.4% en Japón.
Para 2010, el desempleo se elevó en Suecia (8.9%) y en Japón (4.9%); se
redujo en Noruega (3.5% ) y en Suiza (3.6%), y se mantuvo en Austria. Para
la zona del Euro, el desempleo total alcanzó 9.9% en enero de 2011.
4
En un informe de la Organización Internacional del Trabajo se puede leer:
“En cierto número de países el comercio más libre ha reemplazado o re-
ducido la industria y la agricultura doméstica, desplazando trabajadores,
mientras los Programas de Ajuste Estructural (PAE) han restringido el gasto
estatal para reducir el desempleo. La creación de empleos en algunos países
bajo los PAE ha ido detrás del crecimiento en el número de desempleados,
y un resultado neto de estas pérdidas de empleos ha sido que un número
más grande de personas carece de oportunidades de trabajo decente en sus
países” (OIT, 2004).
5
También algunos organismos internacionales han debido tomar nota de
esta función de la migración. Así, en un texto del Celade se puede leer: “En
los Estados Unidos, la inmigración de latinoamericanos parece haber propi-
ciado la flexibilización laboral requerida para afianzar la competitividad de
su economía” (Celade, 2002).
6
No se trata de que la fuerza de trabajo se pague por debajo de su valor,
sino que este valor ha sido establecido en un nivel más bajo. Hemos discuti-
do esta cuestión en Figueroa, 1986.
7
Estas diferencias en el valor de la fuerza de trabajo abren varias alternati-
vas al análisis de la reproducción internacional de las familias. Por ejemplo,
permiten que el migrante provea mayor consumo a su familia en el lugar
de origen, aun destinando una proporción menor de su ingreso que la que
el obrero en ese mismo lugar destina a la suya. También, como en la deter-
minación del valor de la fuerza de trabajo intervienen factores culturales,
el migrante puede hacer crecer el ingreso disponible para su familia si con-
tinúa consumiendo en el país receptor como lo hacía en su comunidad de
origen, etcétera. Sin embargo, no nos ocuparemos aquí de este asunto que
reclama una investigación especial.
D-M…P…M’-D’
8
De hecho, el tráfico ilegal adopta varias formas: a) declaración de precios
inferiores a los reales; b) declaración de cantidades de mercancías inferiores
a las realmente introducidas; c) ingreso de mercancías prohibidas; d) in-
greso de mercancías sin declarar, y otras. La historia del capital comercial
comienza colmada de episodios de violencia y trapacería y continúa en la
actualidad colmada de acciones ilegales.
9
Ha existido una intensa y variada actividad al respecto en la región. Bo-
livia ha buscado acuerdos con Argentina y Chile para contener la intro-
ducción ilegal de mercancías; México ha insistido en discutir el tema con
China; Brasil buscó construir un muro para cubrir una parte de la frontera
con Paraguay donde el tráfico es muy activo; Centroamérica construye una
legislación común contra el contrabando, etc. En el plano de las relaciones
internas se está avanzando en el diseño de mecanismos que castiguen al
consumidor.
6. ¿Y el servicio doméstico
para los hogares?
7. Para concluir
1. El carácter no capitalista
de la economía campesina
1
El autor también define la pequeña producción campesina como un “ves-
tigio”, noción que no tiene cabida en el marco del colonialismo industrial,
aunque su implicación, que vincula a este tipo de producción con formas no
capitalistas, es válida.
2
La traducción y las últimas cursivas son nuestras. Whereas the small capi-
talist, who does almost all the work himself, seems to obtain a very high rate
of profit in proportion to his capital, what happens in fact is that, if he does
no employ a few workers whose surplus labor he appropriates, he actually
makes no profit at all and his enterprese is only nominally a capitalist one
(...) What distinguishes him from the wage worker is that, because of his
nominal capital he is indeed the master and owner of his own conditions of
labour and consequently has no master over him; and hence he appropriates
his whole labour time himself instead of it being appropriated by someone
else; what appears to be profit here, is merely the excess (of his income) over
ordinary wages, an excess which results from the fact that he appropriates
his own surplus labour. However, this phenomenon belongs exclusively to
those spheres which have not as yet been really conquered by the capitalist
mode of production.
3
Al decir de Lenin: “Las clases son grandes grupos de personas que se dife-
rencian unas de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción
social históricamente determinado, por su relación (en la mayoría de los
casos fijada y formulada en la ley) con los medios de producción, por la
magnitud de la parte de la riqueza social de que disponen y el modo en que
la obtienen” ( 1987, vol. 3: 228). Esta definición puede ser válida para cual-
quier sociedad de clases. Por eso es abstracta. El estudio de las clases bajo
el capitalismo exige establecer como presupuesto la differentia specifica,
así como la dinámica determinada por ella, de este “sistema de producción
social históricamente determinado”. Si se pierde de vista esta especificidad,
el análisis se enfrenta irremediablemente al riesgo de pasar por alto los ele-
mentos que definen la historicidad de las clases mismas que corresponden
a cada modo de producción.
2. De la producción campesina
a la de infrasubsistencia
CUADRO 1
REPRESENTACIÓN ESQUEMÁTICA
DE LA PRODUCCIÓN CAMPESINA AL MOMENTO 1
Tipo Rendimiento por Precio Valor
de producción hectárea (qq) por quintal del producto
Capitalista 21 10 dls 210
Campesina 14 10 dls 140
4
Los datos relacionados con los distintos rendimientos corresponden a la
situación existente en Chile hacia fines de los setenta, según Álvaro Rojas.
El mismo autor informa de las diferencias de rendimientos para otros pro-
ductos, en los siguientes términos:
CUADRO 2
REPRESENTACIÓN ESQUEMÁTICA
DE LA PRODUCCIÓN CAMPESINA AL MOMENTO 2
Tipo Rendimiento por Precio Valor
de producción hectárea (qq) por quintal del producto
Capitalista 26 8.08 dls 210
Campesina 14 8.08 dls 113
la economía empezó a dejar atrás los efectos del periodo especial abierto por
el gobierno de la Unidad Popular a principios de la década. El precio del
trigo era de 2 240 pesos en 1974 y cayó a 780 pesos en 1981 (Rojas, 1984:
158|159).
6
En México, según el censo agrícola y ganadero de 1970, la producción de
maíz en las unidades de hasta cinco hectáreas era de 901 k, y de más de 1
100 k en las unidades privadas de más de cinco hectáreas. Tales eran los
rendimientos promedio para los ciclos de invierno y verano. El censo de
1991 arrojó los siguientes resultados: Ciclo de verano: 1 088 k por hectárea
en las unidades de hasta cinco hectáreas, contra 1 357 k en las unidades
de más de cinco hectáreas. Ciclo de invierno: 1 165 k y 1 856 k, respectiva-
mente. Estos datos no se refieren a realidades sociales significativas, puesto
que éstas no están necesariamente definidas por la extensión de la tierra,
pero son expresión de las desventajas de la pequeña producción. Según la
8
La distribución de tierras en la región empieza a tener lugar en la fase
temprana del desarrollo del capitalismo. En Paraguay, por ejemplo, el Es-
tado dictó en 1926 una ley que explícitamente recogía la necesidad de dis-
tribuir tierras en cantidad suficiente para el sostenimiento del productor y
su familia, es decir, reconocía la necesidad de organizar productivamente a
aquella parte de la población que no podía ser absorbida por el capital, un
reconocimiento que la revolución había impuesto en México años antes. En
Panamá este proceso de asentamiento en el campo tuvo motivos peculiares,
pero reveladores. A. Gandásegui (hijo) describe el proceso en los siguientes
términos: “Las gigantescas obras de la construcción del ferrocarril tran-
satlántico, a cargo de una empresa norteamericana, del canal en el Istmo
por los franceses y de la construcción del Canal de Panamá, además de
la expansión de la producción bananera de la provincia de Boca del Toro,
promovieron la inmigración de una gran masa laboral. La sola construcción
del Canal de Panamá atrajo a más de cien mil trabajadores extranjeros.
Concluidos los trabajos, una parte de la fuerza laboral emigró, otra buscó
refugio en las ciudades y “miles de trabajadores se desplazan al campo”.
Obreros cesantes se transformaban así en pequeños productores rurales.
De ahí que para el autor “el campesino era prácticamente un proletariado
refugiado en el campo” (Marco A. Gandásegui, 1985). Pero ¿qué otra cosa
es el trabajador separado de los medios de producción que busca hacerse de
una parcela porque no tiene acceso al trabajo asalariado? El hecho de que
antes de hacerse de una parcela haya trabajado o no como asalariado no
cambia en nada la esencia de las cosas.
9
En sus investigaciones, Roger Bartra encontró que “con cierta cantidad
de trabajo invertida y una suma de dinero más o menos pequeña, se obtie-
3. Efectos sociales
del neoliberalismo en el campo
10
Detrás de estas diferencias, hay un uso muy dispar de insumos y una dis-
tancia que no cede significativamente al respecto. Por. ejemplo, para ocho
países desarrollados (Canadá, Estados Unidos, Bélgica, Noruega, Francia,
Suecia, Reino Unido e Italia) se ha observado un uso de 6.28 tractores por
cada cien trabajadores en promedio en 1970. En 1990, el número de trac-
tores había aumentado a 13.24. En 10 países latinoamericanos (Uruguay,
Argentina, Venezuela, Chile, Brasil, Costa Rica, México, Paraguay, Colom-
bia y Guatemala), el número de tractores que se usaba en 1970 era de 0.39
por cada cien trabajadores (o 3.90 por cada mil), cifra que aumentó apenas
a 0.69 veinte años después. Lo mismo ocurre con los fertilizantes. En el
primer grupo de países se emplearon en promedio 120.6 kilógramos de ferti-
lizantes por hectárea en 1970, y 136.0 en 1990. En el mismo grupo de países
de la región se consumieron 6.97 y 16.85 en los años indicados.
11
El movimiento político de los productores del campo en México ha encon-
trado diversas expresiones, las cuales corresponden a las diferencias objeti-
vas que existen entre ellos. Una expresión más adecuada a la producción de
infrasubsistencia es el movimiento zapatista surgido en Chiapas. A su vez,
3. El gobierno
4. La transformación de la universidad
6. En resumen
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