Capítulo 2
Un resumen
Este modelo no es preceptivo, pero intenta proveer una forma para que el terapeuta de
juego pueda conceptualizar el proceso de la terapia de juego. Es útil para la mayoría de los
terapeutas de juego, dado que permite el reflejo y el uso de numerosos modelos teóricos, siendo
ecléctico en su naturaleza. Este modelo es un modelo de toma de decisiones y es una herramienta
para planificar el tratamiento. Guía al terapeuta para identificar completamente los elementos
críticos del proceso de la terapia de juego. Hay tres hipótesis predominantes que son
fundamentales en esto: en primer lugar, cada niño es único, tomando en cuenta sus habilidades y
aptitudes; en segundo lugar, todos los niños siguen un sendero común en su desarrollo; y en
tercer lugar, el terapeuta de juego tiene un rol central en facilitar el cambio y optimizar el
crecimiento. Específicamente, la meta principal de este modelo es ayudar a los terapeutas de
juego a responder quién, qué, cuándo, por qué y cómo del proceso de la terapia de juego.
*Escribiré sobre “el niño” y “el terapeuta” para simplificar la traducción, a pesar que los
autores no realizan distinción de género.
mayores niveles de conciencia hacia menores niveles y viceversa. El juego del niño puede ser muy
directo y literal, acompañado por verbalizaciones, indicando que el niño juega con un cierto nivel
de percepción consciente*. En otros momentos, el niño necesita distancia y protección de
pensamientos o sentimientos molestos, y utiliza los escenarios de juego y los objetos de una
manera menos consciente y más simbólica.
Seríamos descuidados si nos referimos a la dimensión consciente sin considerar las teorías
psicodinámicas y la terapia de juego analítica Jungiana (Peery, 2003). Aunque que los niños no
siempre están conscientes de ello, ellos proyectan energía interna hacia los objetos que utilizan
para jugar. Estos objetos o material de juego pueden simbolizar dichas energías. Lo que el/la
terapeuta decide hacer con dichas representaciones es otra materia. Un terapeuta de juego
influenciado por los constructos Jungianos identificará las influencias conscientes e inconscientes
y, en momentos durante el juego, realizará comentarios interpretativos e identificará varios
temas. El término de-integración (deintegration)* sería utilizado para indicar una posible regresión
para acceder a material inconsciente más profundo. Sin importar si el terapeuta adhiere a una
perspectiva terapéutica que explora totalmente el nivel de conciencia del niño o no, todos los
terapeutas toman decisiones sobre iniciar comentarios facilitadores para decidir cuándo, por qué y
cómo entrar al juego con el niño.
El terapeuta no intenta dirigir las acciones o conversación del niño de ninguna manera.
Tampoco intenta apurar la terapia, sólo establece las limitaciones que son necesarias para
anclar la terapia en el mundo real y hacer que los niños tomen conciencia sobre su
responsabilidad en la relación. (Cattanach, 2003, p.50)
Otros practicantes, tales como Landreth y Sweeney (1999) promueven aún más que Axline
en el trabajo no-directivo cuando describen el enfoque centrado en el niño en la terapia de juego.
Ellos se enfocan en el niño como persona, el terapeuta se involucra de una manera no diagnóstica
y no prescriptiva*, destacando la capacidad interna del niño para dirigir su propio crecimiento y
sanación. La terapia de juego centrada en el niño tiene un origen filosófico, y el terapeuta trabaja
para entender la percepción que el niño tiene sobre su realidad, más que imponer la visión del
terapeuta sobre la realidad del niño. Tal como Axline (1969), Landreth (2002}) sigue los
constructos de personalidad Rogerianos de: 1) la persona, 2) el campo fenomenológico, 3) el sí
mismo. Estos teóricos, entre otros, describen el sello del extremo no-directivo del modelo.
En el extremo derecho de la figura (diagrama de arriba), el terapeuta estaría
completamente inmerso desde la perspectiva del niño y por el involucramiento del terapeuta en la
actividad de juego estructurada por él/ella. Aunque por Kottman (2003ª) es definida como menos
directiva y más activa, la terapia de juego Adleriana demuestra el cambio en la dimensión de
*Esto se relacionaría con el concepto de “prescripción médica” según lo entendí.
directividad a través del proceso terapéutico, comenzando con un trabajo no-directivo y
paulatinamente pasando a un trabajo más directivo, a través del modelamiento y enseñanza de
habilidades sociales para ayudar al niño en la conexión con otros. Adler (1937, 1954, 1958)
sostenía que las personas son sociales por esencia, dirigidas a metas, subjetivas y creativas. Las
actividades terapéuticas podrían incluir técnicas de dibujo familiar, realizar preguntas al niño
sobre recuerdos tempranos, ayudar al niño a lograr insight personal y el uso de la
metacomunicación (en la cual el terapeuta realiza una interpretación directa sobre un patrón
interaccional observado). Las fases estructuradas destacan esta aproximación a la terapia de
juego, diferenciando estas actividades de las inestructuradas, no-directivas basadas en los
terapeutas de juego Rogerianos.
Otras aproximaciones teóricas como la terapia de juego Gestáltica (Oaklander, 2003),
Theraplay (Munns, 2000), terapia de juego ecosistémica (O´Connor, 1997), terapia de juego
cognitivo-conductual (Knell, 1999, 2003) y terapia de juego prescriptiva (Shaefer, 2003), podrían
estar representadas por el extremo derecho de la dimensión de directividad. Por supuesto, en la
medida que el terapeuta toma decisiones a través del proceso de juego, el grado de directividad y
la inmersión del terapeuta puede cambiar de dirección.
Cuadrante del extremo inferior izquierdo. Un terapeuta trabaja en este cuadrante, cuando
observamos que el niño inicia y dirige completamente el juego. Si un terapeuta trabaja
principalmente en este cuadrante, el juego es entendido desde su valor intrínseco y está orientado
al proceso. El terapeuta generalmente facilita el juego siguiendo la guía del niño. El terapeuta se
puede comprometer en el juego con respuestas de seguimiento como “ahora el bebé está siendo
alimentado” o realizar reflejos sobre un personaje o un estado emocional. El terapeuta no intenta
interpretar, hablar de lo que está pasando o traer temas o conflictos a la conciencia del niño.
Dependiendo de su orientación teórica, puede que participe o no del juego cuando el niño se lo
pide. Si decide incluirse luego de la invitación, el terapeuta tomará toda indicación del niño sobre
cómo jugar a su personaje, incluyendo lo que debe decir. El énfasis está puesto en la capacidad
interior del niño de procesar los traumas o eventos estresantes a través del juego sin la necesidad
de la intervención estructurada del terapeuta. El terapeuta permanece totalmente presente y
observador, e identifica las secuencias y temas en el juego del niño para el reflejo y el análisis
posterior de la sesión.
Este cuadrante es el más parecido al cuadrante II. Parece que hay una proporción similar
de terapeutas instruidos en el juego directivo como los hay en el juego no-directivo de terapia de
juego. El modelo de la dimensiones propuesto, considera a ambas aproximaciones igualmente
importantes y útiles, pues dependiendo del niño y del terapeuta, ambas podrían ser utilizadas en
una misma sesión.
Al observar a los niños jugando entre ellos, esto ocurre naturalmente. Cada uno agrega
algo y elabora el juego del otro. Ellos entretejen una historia y le proyectan ideas nuevas, temas,
conflictos y soluciones. Es la naturaleza interactiva del juego la que lo hace divertido. La actividad
en este cuadrante se relaciona más con quedarse en la fantasía y simbolismo del juego del niño.
Este modelo, pretende más que sólo llevar a los terapeutas a identificar el cuadrante en
que trabajan principalmente, sino más bien los invita a entender sus actividades terapéuticas
como dinámicas y basada en un número de factores como la etapa del proceso terapéutico,
respuestas del niño al terapeuta, la capacidad de juego del niño, el impulso del niño y la dirección
en la terapia, el contexto del problema actual, y las líneas de tiempo y sistema de parámetros. El
modelo plantea que los terapeutas pueden, pero no deben restringirse a un solo enfoque en la
práctica, más bien pueden considerar su rol y uso de sí mismos en las sesiones dentro de un
continuo y evolucionando, sesión a sesión, momento a momento. El modelo le permite a los
terapeutas utilizar intervenciones de varios estilos con los niños y elabora ideas presentadas en la
terapia de juego prescriptiva (Schaefer, 2003). Schaefer se refiere a la idea de incorporar las ideas
y teorías de diversas escuelas de terapia de juego teóricas y prácticas. Los terapeutas de juego
prescriptivos son incentivados a utilizar diversos modelos de terapia de juego e intervenciones
relacionadas para abordar un espectro de asuntos y problemas. El terapeuta entonces construirá
un plan de tratamiento individualizado basado en su conocimiento y en la investigación basada en
evidencia. Las actividades relacionadas a la conceptualización del caso son escogidas después.
Es una manera para que el terapeuta identifique el quién, qué, cuándo, por qué y cómo
del proceso de la terapia de juego en una base continua. Un clínico que se observe en un video
sería capaz de reconocer el uso del sí mismo e identificar en qué cuadrante estaba trabajando en
cualquier momento de la sesión y por qué. También podría examinar su propio movimiento a
través de los cuadrantes, al evaluar elementos como el grado de directividad y el nivel de
interpretación que realiza.
¿Cómo sabe un terapeuta que el niño progresa en la terapia? La mayoría que trabaja con
niños diría que nunca se conocen las variables exactas que contribuyen a la reintegración del niño,
la reorganización o el procesamiento, y de hecho, puede que no sea posible o necesario saberlo.
Sin embargo, es necesario conocer los indicadores de movimiento hacia la reorganización en la
terapia de juego. Un objetivo común en la terapia es ayudar a los niños a reorganizar y re-asimilar
(o asimilar por primera vez) varios pensamientos, emociones y conductas, dirigiéndolos hacia el
empoderamiento, y crecimiento y desarrollo óptimos. Goldfried (1998) en su encuesta sobre 12
enfoques terapéuticos, aseguró que la experiencia correctiva era considerada similarmente como
esencial, crucial, básica y crítica al proceso de cambio. El Modelo de Dimensiones puede
proporcionar un marco para observar y seguir el proceso de reorganización e integración del niño.
Cada cuadrante es identificado por la actividad del terapeuta y la dirección del niño y nivel
de conciencia durante la sesión de terapia de juego. Incluso cuando el terapeuta se identifica
principalmente con alguno de los cuatro cuadrantes un continuo de directividad y conciencia
existe al interior del cuadrante. El Modelo provee una guía para observar e identificar las metas y
lo que impulsa al niño en el juego. Hay una intersección entre dimensiones de directividad y no
directividad y conciencia e inconsciencia. Es esta intersección la que permite al terapeuta
categorizar qué es lo que ocurre y responder acorde a esto durante la sesión. Al tener en mente
las actividades típicas utilizadas en los distintos cuadrantes, es posible optimizar el flujo de
reorganización. Por ejemplo, un niño que está dirigiendo una escena en el juego a nivel altamente
metafórico (cuadrante III “respuesta no intrusiva”) y de pronto, él sale del juego metafórico y
comienza a hablar con el terapeuta directamente sobre su vida y una circunstancia específica. El
terapeuta podría elegir moverse del cuadrante III al cuadrante II, “Discusión abierta y exploración”.
El Modelo soporta movimiento entre los distintos cuadrantes durante la sesión, si el terapeuta
tiene una razón terapéutica para hacerlo, y si el cliente lo requiere; sin olvidar que se deben tomar
en cuenta las capacidades y nivel de desarrollo del niño.
El uso que hace el terapeuta sobre el sí mismo es a menudo reflejado por la naturaleza de
su involucramiento en el juego. Se pueden observar diferentes grados de inmersión del terapeuta,
sin importar las actividades y conductas que éste tiene durante la sesión de juego. Durante una
sesión de terapia de juego ¿se encuentra el terapeuta al interior de la experiencia interactiva de
juego? O más bien ¿está presente desde el reflejo y no se encuentra enganchado en el juego
mismo? No existe una versión “correcta” de inmersión sino el terapeuta debe decidir cuándo,
cómo y en qué grado debe involucrar el sí mismo para facilitar el crecimiento y el cambio en el
cliente. El grado de inmersión: el Uso del Terapeuta de la Escala del Sí Mismo (Apéndice B)
identifica cinco categorías de inmersión y es descrito en el capítulo 10.
Landreth (2002) describe el rol del terapeuta como facilitador y una forma de estar con los
niños. Los terapeutas centrados en el niño no son directivos, tampoco entran a resolver problemas
y no preguntan ni piden explicaciones al cliente. Estos terapeutas se observarán menos inmersos
de manera evidente, enfocándose principalmente en el proceso y en seguir la dirección del niño.
En el nivel más bajo de la escala de inmersión, el terapeuta se involucra a través de su presencia
emocional y física y a través de sus respuestas. Esta manera de estar en terapia es representada
por el cuadrante III “repuesta no-intrusiva”.
El uso del sí mismo en los terapeutas de juego Jungianos también se puede apreciar como
parte de un continuo (Peery, 2003). Principalmente dirigido al niño, este tipo de terapeuta es muy
juicioso sobre qué tan activa es su participación en el juego del niño. Al estar sensible a los temas
simbólicos y arquetípicos, este terapeuta corrobora ciertas hipótesis y en ocasiones puede realizar
alguna interpretación desde el nivel metafórico. Puede incluirse al juego si el niño lo invita, pero
tratará de ir a la par en el juego y reflejar la intensidad del niño - sin importar el contexto del
juego. En un ambiente de juego seguro y protegido la adherencia al inconsciente del niño, la
transferencia y contratransferencia, son consideraciones importantes. Este tipo de terapeuta,
suele moverse entre los cuadrantes I “utilización activa”, cuadrante III “respuesta no-intrusiva” y
cuadrante IV “co-facilitación”. El grado de inmersión dependerá según la actividad que escoge el
terapeuta para participar dentro de la sesión.
Dado que los terapeutas Ericksonianos valoran altamente el poder del inconsciente en
relación al cambio en el cliente, ellos se identificarían con los cuadrantes III “respuesta no-
intrusiva” y IV “co-facilitación”. En el modelo, los cuadrantes inferiores (III y IV) permiten el trabajo
por más tiempo con los procesos inconscientes del niño en contraste a los cuadrantes superiores (I
y II), donde el foco está en traer los temas a un nivel consciente. Por lo tanto, los terapeutas
Ericksonianos utilizarían una inmersión moderada y menos directiva en las sesiones, dependiendo
de la necesidad del cliente.
Hay variadas aproximaciones a la terapia de juego, y los ejemplos presentados son sólo
algunos respecto al uso del sí mismo (self) y los distintos grados de inmersión de cada uno. Sin
embargo, hay muchas formas de utilizar el sí mismo en terapia de juego. ¿Qué tan inmerso se
encuentra el terapeuta y por qué razón? Esta es una pregunta que debe responderse si uno desea
intervenir con niños y familias en un nivel consciente y considerado.
¿Qué tan interpretativo es el terapeuta? Esta pregunta tiene relación con el grado de
inmersión. Cada enfoque de terapia de juego dirige al terapeuta a considerar el contexto y valor
de la interpretación. Algunos enfoques son relativamente no-interpretativos, mientras otros
interpretan bastante. Las interpretaciones globales son habitualmente realizadas a modo de
conceptualización del caso, mientras que los comentarios y verbalizaciones interpretativas forman
parte del tratamiento directo. Las interpretaciones pueden realizarse y permanecer al interior de
la metáfora en el juego, al interior de la relación terapéutica o generalizadas a materias que se
relacionan con el mundo externo del niño. El uso de interpretación por el terapeuta es visto como
una forma del mecanismo de cambio terapéutico.