Anda di halaman 1dari 146

SERIE:

PROGRAMA DE FORMACIÓN MINISTERIAL


POR EXTENSIÓN

EDUCACIÓN CRISTIANA
INTEGRAL

Prof. Noemí M. Elías

PUBLICACIONES PROFORME
Buenos Aires 2009
Elias, Noemí Marta
Educación cristiana integral. - 1a ed. - Buenos Aires : Publicaciones Proforme,
2009.
283 p. ; 22x15 cm. - (Programa de Formación. Ministerial por Extensión / Pablo
Deiros)

ISBN 978-987-1689-00-2

1. Teología Eclesiastíca. 2. Formación Ministerial. I. Título


CDD 260

Educación cristiana integral


© 2009 Noemí M. Elías
noemimartaelias@yahoo.com.ar

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la


transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier
medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros
métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por
las leyes 11.723 y 25.446.

Las citas bíblicas corresponden a la Nueva Versión Internacional (NVI), 1999.

Publicaciones PROFORME es el programa de publicaciones del Programa de


Formación Ministerial por Extensión del Seminario Internacional Teológico Bau-
tista. Este programa produce los materiales educativos necesarios para el desarro-
llo de los cursos de PROFORME, que están orientados a la formación de lideraz-
go cristiano en las iglesias evangélicas de América Latina. Informaciones en:
Ramón L. Falcón 4080, (c1407aan), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argen-
tina.

Contactos:

Programa de Formación Ministerial por Extensión: (54 11) 4636-1737


Extension@sitb.edu.ar; sitb@sitb.edu.ar / www.sitb.edu.ar

Impreso en la Argentina. Printed in Argentina.


Serie Programa de Formación Ministerial por Extensión
Esta Serie de materiales para la formación ministerial de pastores, evangelis-
tas, misioneros y líderes cristianos en el mundo de habla castellana responde a la
urgente necesidad de materiales para la formación de liderazgo cristiano en las
iglesias emergentes a lo largo y a lo ancho del continente latinoamericano. Los
libros sirven como libros de texto y material de trabajo para el desarrollo de los
cursos del Programa de Formación Ministerial por Extensión (PROFORME) del
Seminario Internacional Teológico Bautista (Buenos Aires, Argentina). Este Pro-
grama involucra a miles de estudiantes a lo largo y a lo ancho de América Latina.
Los libros procuran ofrecer una interpretación y aplicación latinoamericana a los
problemas fundamentales de la labor ministerial, con una perspectiva misiológica
y ministerial.
La Serie Programa de Formación Ministerial por Extensión cuenta con la
edición general del Dr. Pablo A. Deiros, rector del Seminario Internacional (Bue-
nos Aires, Argentina), y la participación del Prof. Pablo Lewczuk, Director del
Programa de Extensión de esta institución, como editor asociado. El Comité Edi-
torial está integrado por la Dra. Sonia Abarca, profesora en la Universidad Evan-
gélica de las Américas (San José, Costa Rica), el Dr. Tito Paredes, director del
Centro Orlando Costas (Lima, Perú) y el Prof. Juan Lee, rector del Seminario a
las Naciones (Ciudad Juárez, México). Los autores de la mayoría de los libros de
esta Serie son docentes en el Seminario Internacional y especialistas en los temas
que abordan.
La Serie desarrolla un programa completo de formación ministerial orientado
a la capacitación de hombres y mujeres con un llamamiento de Dios para cumplir
con un servicio pastoral, misionero, evangelizador y/o de servicio en la iglesia
local. Sus contenidos están orientados al ejercicio práctico del ministerio, y si-
guen dos líneas curriculares básicas: un área de reflexión y un área de acción. Se
espera que con el cumplimiento de todos los objetivos establecidos para cada
curso, el discípulo logre un nivel de formación que le ayude a cumplir mejor el
ministerio al cual el Señor lo está llamando.
La Serie Programa de Formación Ministerial por Extensión se publica a tra-
vés de Publicaciones PROFORME, cuyo fin es publicar libros y otros materiales
orientados a la formación ministerial de cristianos que sirven a Dios y al prójimo
en el mundo de habla castellana. Estos materiales están orientados a iluminar la
mente, nutrir el espíritu, desafiar la conciencia, y sobre todo, “capacitar al pueblo
de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo” (Ef. 4.12,
NVI).
Títulos de la Serie
1. El Dios que adoramos.
2. Mi experiencia con Dios.
3. La comunidad de adoración.
4. Modalidades de adoración.
5. El evangelio que proclamamos.
6. Comunicación del evangelio.
7. El evangelio en el mundo hoy.
8. Dones y ministerios.
9. Panorama bíblico.
10. ¿Cómo entender la Biblia?
11. La enseñanza del evangelio.
12. La enseñanza a todas las personas.
13. Servicio cristiano en el Nuevo Testamento.
14. Liderazgo cristiano.
15. Sanidad integral cristiana.
16. Servicio integral cristiano.
17. La Iglesia como comunidad de personas.
18. Sanidad social y sico-social.
19. Los valores del reino: ética personal y social.
20. La comunidad del reino en la historia.

Para mayor información acerca de éstos y otros títulos, dirigirse a:


extension@sitb.edu.ar
CONTENIDO
Abreviaturas
Abreviaturas ................................................................
................................................................................................
.................................................................................
.................................................9
................. 9
Uso de este libro................................
libro ................................................................
.............................................................................................
.............................................................1
............................. 11
Presentación ................................................................
................................................................................................
...................................................................
...................................1
... 13

INTRODUCCIÓN GENERAL................................
GENERAL ................................................................
.......................................................................
.......................................15
....... 15

UNIDAD 1 – Los marcos de la educación cristiana................................


cristiana .........................................
.........................................17
......... 17

Capítulo 1: Algunos alcances de la educación cristiana ...................................


...................................19
... 19
Los fundamentos de la educación cristiana.
Los líderes de la educación cristiana.
Las estructuras de la educación cristiana.
El alcance de la educación cristiana.
Las modalidades de la educación cristiana.
La personalización de la educación cristiana.

Capítulo 2: El docente cristiano ................................................................


......................................................................
......................................39
...... 39
Su perfil.
Sus necesidades.
Sus estrategias.
Su clase.

Capítulo 3: El proceso de enseñanza aprendizaje................................


aprendizaje .............................................
.............................................61
............. 61
Los términos.
La historia.
Los conceptos.

Capítulo 4: El concepto de grupo ................................................................


....................................................................
....................................81
.... 81
Características del grupo.
Liderazgo del grupo.
Conflictos en el grupo.

UNIDAD 2: Los recursos teórico


teórico-
rico-prácticos de la educación cristiana ............ 103

Capítulo 5: Organización de la tarea docente................................


docente .................................................
................................................. 105
El orden educativo.
Los proyectos educativos.
Las estrategias educativas.
Los materiales educativos.
Las actitudes educativas.
Capítulo 6: El desarrollo ético
ético-moral ............................................................
............................................................ 127
La incorporación de reglas de conducta.
La educación para la cultura de la paz.
La educación como líder de cambio.

UNIDAD 3: Etapas del desarrollo de los protagonistas


de la educación cristiana
cristiana ................................................................
...............................................................................
............................................... 145

Capítulo 7: La primera etapa de la vida .........................................................


......................................................... 147
147
El niño.
La sala.
La clase.

Capítulo 8: El preescolar ................................................................


..............................................................................
.............................................. 167
El desarrollo del niño preescolar.
La clase de preescolares.
La enseñanza a preescolares.
Las experiencias de los preescolares.

Capítulo 9: El escolar ................................................................


...................................................................................
................................................... 189
La clase de escolares “A” (6 a 8 años).
La clase de escolares “B” (9 a 12 años).
Hacia un perfil diferencial.
El escolar y los valores.

Capítulo 10:.El preadolescente................................


preadolescente................................................................
......................................................................
...................................... 209
El preadolescente.
Todo es nuevo.
La enseñanza a los preadolescentes.

Capítulo 11: El adolescente ................................................................


..........................................................................
.......................................... 227
La identidad del adolescente.
Las relaciones del adolescente.
La evolución del adolescente.
Los conflictos del adolescente.
La esperanza para el adolescente.

Capítulo 12: El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad.................


edad................. 253
El adulto joven.
El adulto de mediana edad.
El adulto de la tercera edad.

Tareas para el hogar ................................................................


................................................................................................
..................................................................
.................................. 273
BIBLIOGRAFÍA ................................................................
................................................................................................
......................................................................
...................................... 281
CAPÍTULO 7

La primera etapa
de la vida

“Cuando observamos a un niño en


sus actividades cotidianas,
nos resulta difícil darnos cuenta
del enorme esfuerzo que está realizando
para convertirse en un individuo adulto.”
Juan Delval, El desarrollo humano.57

Como desarrollaremos más adelante, ésta es una etapa muy riesgosa para el
éxito de la propuesta educadora de la iglesia. Es bastante común que se desestime
la posibilidad de este niñito tan pequeño de aprender significativamente la Biblia.
Pues bien, si pensamos así, nos sorprenderemos al ver la forma sabia en que Dios
mismo ha diseñado nuestras capacidades primarias, a fin de que lo conozcamos,
profunda y sencillamente, desde tan temprana edad.

EL NIÑO

Desde su nacimiento y hasta los tres años, el niño encuentra su lugar de edu-
cación cristiana en la sala cuna. Este es el lugar en el que comienza el proceso de
la educación cristiana. Los alumnos son los niñitos en sus primeros meses de vi-
da. Esa personita tan esperada por fin llegó. Hasta no hace mucho tiempo, sus
padres estaban ansiosos por el nacimiento de su hijito o hijita, y sentían que los
últimos días eran eternos. Deseaban sinceramente que el bebé naciera pronto.
Hoy en día debemos pensar en tres y hasta cuatro tipos de padres en esta dulce
espera.

57
Juan Delval, El desarrollo humano (Madrid: Siglo XXI, 2004).
148 – Educación cristiana integral

• Los que han vivido un tiempo desde su matrimonio hasta la lle-


gada del primer hijo, afianzando así su relación de pareja.
• Los que anticiparon las cosas y llegaron al matrimonio a causa
de la materno-paternidad.
• Las madres solas.
• Las madres niñas.

Por lo generalizado de los tres últimos tipos, es muy común que en la iglesia
recibamos a estas personas, quienes necesitan de la compañía amorosa de Dios y
de su infinita misericordia. Pero, además, estas personas necesitan de la compañía
cuidadosa de los hermanos en Cristo, a fin de que puedan enfrentar las conse-
cuencias difíciles de sus problemas, con la autoridad que proporciona la restaura-
ción del amor de Cristo.
En el primer caso, pasados los primeros días desde el parto la familia asiste a
la iglesia. Los padres tal vez hayan decidido no llevar al bebé a la sala cuna. La
maestra deberá ser muy paciente con esta situación, de ninguna manera pensando
que desconfían de su capacidad de atender bien a su bebé. En realidad, se trata de
la necesidad de la mamá de tener cerca a su bebé todo el tiempo posible. Recor-
demos que durante los meses de gestación, ella se acostumbró a llevarlo en su
cuerpo y éste extraña la ausencia amada. No generes conflictos reclamándole a la
madre la entrega del bebé. Sólo con sumo cariño hazle saber que hay un lugar
reservado para él o ella, cuando ella como madre lo estime conveniente. (Desarro-
llaremos este tema más adelante).

EJERCICIO 26

Características del niño

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Necedad:
2. Inconstancia:
3. Humildad:
4. Dependencia:
5. Necesita ser alimentado:
6. Necesita instrucción:
7. Juego:
8. Necesita de Jesús:
9. Necesita disciplina:
10. Necesita de tutores:

Pasajes: Números 14.12; Proverbios 22.6; Proverbios 22.15; Proverbios 29.17; Zacarías
8.5; Mateo 18.2-4; Marcos 10.13-16; Gálatas 4.1-2; Efesios 4.14; Hebreos 5.12-14.
La primera etapa de la vida – 149

La importancia de la sala cuna

Es interesante notar que, cada vez que se propone un taller para maestros de
sala cuna, la reacción suele ser similar. ¿El tema da para tanto? Veamos, si abor-
damos la cuestión desde la idea de que la sala cuna es un lugar físico, donde per-
sonas llenas de ternura y paciencia, generalmente abuelas o jovencitas, se dedican
a cuidar bebés de 0 a 3 años, a fin de que sus mamás participen tranquilas del
culto, sin duda un taller sobre el tema es una ambición desmedida. Tal vez una
charlita sobre puericultura y ambientación sería suficiente. Pero la verdad es que
la sala cuna es mucho más que eso, y cuando comenzamos a analizar la cuestión
desde otros ángulos, ésta tiene alcances sorprendentes.

Mucho más que biberón y chupete. Analicemos esta situación frecuente. La


mamá primeriza ha tenido su bebé hace alrededor de veinte días. Todo marchó
perfecto. Hay alegría en la familia y en la iglesia. La mamá y su esposo son
miembros de la iglesia. Hoy la vemos entrar al templo, lenta y cuidadosa, llevan-
do en sus brazos una preciosa carga envuelta en puntillas y batista. Esa carga es
su bebé, el que hasta hace veinte días guardaba feliz en ella misma. Ella sonríe.
En su rostro hay felicidad. Pero, ¿qué pasa en su corazón? ¿Qué de sus vivencias
más íntimas? Veamos, a medida que su panza fue creciendo, ella fue sintiendo las
variaciones rápidas de su cuerpo. Esto se tradujo en cambios de postura, mayor
lentitud en los movimientos y la necesidad de re-aprender el espacio en relación
con su nuevo cuerpo. Ya no pasaba como antes por espacios reducidos, ni se po-
día agachar con la misma comodidad. La conciencia de ser nido se fue haciendo
presente en ella y sin pensarlo estableció nuevos códigos en nombre de una adap-
tación necesaria.
Aunque su razón le decía que esto era por un corto tiempo, su corazón y su deseo
no lo creían del todo. Tan pronto deseaba que su bebé naciera de una buena vez,
como sentía el deseo intenso de guardarlo para siempre a fin de preservarlo de
peligros.
Ahora, ya nacido el bebé, esta mamá, se enfrenta a temores nuevos. “¿Me
despertaré de noche?,” se pregunta. “¿Escucharé su llanto?” “¿Me podré desem-
peñar bien?” “¿Y si no lo comprendo?” “¿Y si me equivoco?” Estos y tantos otros
temores generan cierto grado de ansiedad, que se combina permanentemente con
la enorme felicidad de haber logrado la maternidad. Pero, ahora el nido quedó
vacío y su cuerpo, que había aprendido a darle forma al precioso habitante, ahora
debe re-aprender la ausencia. En medio de esta avalancha de emociones, la mamá
debe llevar a su bebé a la sala cuna o por lo menos esto es lo que todos esperan
que ella haga. Creemos que en este punto, se centra el trabajo principal del maes-
tro de la sala cuna, para el cual deberá prepararse con mucha dedicación y cariño.

Un lugar especial. La sala estará acondicionada para recibir a los demás niñi-
tos. Recordemos que generalmente concurren chicos desde el nacimiento hasta
los tres años, por lo que será muy oportuno contar con cunas prolijas y sábanas
limpias. Estas últimas deberán ser colocadas el mismo día y con recambios sufi-
150 – Educación cristiana integral

cientes como para reemplazar alguna que se ensucie, ya que los bebés necesitan
estar en un sitio adecuado, bien alimentados, limpios y con la posibilidad de dor-
mir cómodos. Completarán la ambientación, juegos y juguetes para los más gran-
decitos, elegidos con sumo cuidado, a fin de que los niños que a esta edad llevan
todo a la boca, no corran ningún tipo de peligro. Se descartarán juguetes con par-
tes pequeñas que puedan desprenderse y causar accidentes indeseados. Grandes
cubos de espuma de goma forrados con telas son excelentes recursos. Además,
siempre debemos recordar que los pequeños deambuladores gustan de arrojar los
juguetes, por lo cual es muy importante controlar que éstos no sean de materiales
duros, a fin de no ocasionar lesiones.
La sala deberá contar con una alfombra y almohadones, que habrá que mante-
ner muy limpios. La decoración deberá ser sencilla y es necesario contar con mu-
cho espacio libre. Todo esto permitirá acondicionar bien el ambiente. Alguna
mesita muy baja y sillitas acordes completarán el mobiliario. El niño no las usará
espontáneamente para los juegos, pero serán útiles para el momento de la alimen-
tación, ya que es muy importante fomentar los buenos hábitos alimenticios. Re-
cordemos que entre los 12 a los 18 meses los niños comienzan a caminar, pero
prefieren el piso para sus juegos, y esto es así pues aún no han superado la cua-
drupedia. El suelo les da seguridad y les permite ser más rápidos en los despla-
zamientos. Esta tendencia será completamente superada de a poco, pero no antes
de los cuatro años.
Como ya dijimos, esta franja de tres años que abarca la sala cuna, es la etapa
de la vida en la que se producen cambios mayores en el desarrollo general de los
niños. Su cuerpo se transforma fortaleciéndose. Sus movimientos gruesos (se
llama así a los grandes movimientos que se realizan con todo o casi todo el cuer-
po) avanzan desde la torpeza e incoordinación inicial, hacia ajustes que asocia-
mos con la intencionalidad.

L. J. Stone y Joseph Church:


Church “A los deambuladores les gusta transportar,
empujar, arrastrar, hacer rodar y en general poner en movimiento los ob-
jetos que los rodean, y cuanto más grandes mejor. Preferirán transportar
algo grande, que requiera el uso de las dos manos, y no una cosa peque-
ña; y llevar consigo dos objetos pequeños, uno en cada mano, en lugar de
uno solo. Esta es la edad en que el niño corre arrastrando o empujando
los juguetes mecánicos que producen sonido o entran en acción. Es posi-
ble que quiera llevar sus muñecos de paseo en un carrito y tenga dificul-
tades porque el manubrio y las ruedas delanteras están diseñadas para ti-
rar del coche y no para empujarlo, mientras que el deambulador prefiere
empujar para poder ver los muñecos.”58

58
L. J. Stone y Joseph Church, El niño de 15 meses a dos años (Buenos Aires: Editorial
Paidos, 1977), 15.
La primera etapa de la vida – 151

La inteligencia y el lenguaje del niño

Evolución de la inteligencia
inteligencia sensorio-
sensorio-motora. Este proceso se caracteriza por
el juego-ejercicio. Durante los primeros cuatro meses, el bebé sostenía el interés
en los objetos mientras los veía. Al ocultarse éstos de su vista, actuaba como si no
hubieran existido. Pero a partir de alrededor de los cuatro y hasta los ocho meses,
ya sigue con la vista al objeto e intenta encontrarlo tras el lugar por donde se
ocultó parcialmente. Entre los ocho y los doce meses, el niño buscará el objeto
totalmente oculto que se acaba de esconder. Es interesante saber que lo buscará
en el lugar donde se ocultó la primera vez, aunque hayamos luego cambiado el
sitio ante sus ojos. Entre los doce y los quince meses, el niño buscará el objeto en
los lugares sucesivos donde fue ocultado, pero no considerará los desplazamien-
tos que no observó. Entre los quince y los dieciocho meses, el niño buscará el
objeto en todos los lugares conservando el interés aunque no lo vea.

El lenguaje oral. A través del lenguaje oral, el niño construirá una gran canti-
dad de vocablos en los primeros tres años de vida, tanto que elaborará, además,
pequeñas frases de su interés para comunicarse. Entre los dieciocho a los veinte
meses, el niño comunicará claramente a su madre sus deseos, aunque la organiza-
ción del lenguaje sea muy torpe y a menudo sólo sus allegados lo comprendan.
Pero él intentará una y otra vez la comunicación. Hablará de sí mismo en tercera
persona: “El nene quiere…”

L. J. Stone y Joseph Church:


Church “Bastantes niños, antes o después de haber
comenzado a emplear palabras aisladas, hablan en una ‘jerga expresiva’
que imita los sonidos y las cadencias del lenguaje adulto, a menudo con
tanta fidelidad que es casi comprensible, como la jerga de un comedian-
te. En realidad es posible hacerse una idea bastante completa de lo que
dice el niño, guiándose por el contexto y por las palabras verdaderas in-
cluidas en la jerga. Sin embargo, la jerga expresiva es un atajo de utili-
dad limitada, y la mayoría de los niños emplean solo frases de una sola
palabra (holofrases).”59

El lenguaje se desarrolla a lo largo de la vida, pero es de destacar que durante


los primeros seis años se estructura y establece la base del mismo. Además, re-
cordemos que, como ya hemos dicho, su dominio no proviene del desarrollo natu-
ral o biológico, sino que se trata de un código acordado socialmente, por lo cual
es muy importante enseñarlo y estimular su buen desarrollo. Es muy importante
destacar que por tratarse del principal recurso de la comunicación, el lenguaje
cobra una enorme relevancia.

59
Ibid., 26.
152 – Educación cristiana integral

EJERCICIO 27

Hablando como niño

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Cuando éramos niños, hablábamos como niños:


2. No debemos ser niños en el modo de pensar, pero sí en la malicia:
3. De los labios de los pequeños y de los niños de pecho sale la perfecta alabanza:
4. Un niño que todos los que le oían se asombraban de lo que decía:
5. Lo primero que dice un niño es “papá” y “mamá”:

Pasajes: Isaías 8.4; Mateo 21.16; Lucas 2.46-47; 1 Corintios 13.11; 1 Corintios 14.20.

Facilitadores del lenguaje oral. Por lo dicho más arriba, ofreceremos a conti-
nuación algunas sugerencias de actividades que podrán realizarse con los niños y
que contribuirán a estimular la buena adquisición lingüística:

• Cuentos breves, abundantes en repeticiones, fraseos y onomato-


peyas (ejemplos de onomatopeya son expresiones como:
“pum”; “miau”; “chucu, chucu ,chu”).
• Juegos verbales.
• Poemas cortos para escuchar y fraseos para repetir.
• Juegos con títeres y muñecos (a esta edad no es necesario que el
titiritero se esconda).
• Lectura de libros de imágenes.
• Nombrar objetos.
• Conversación.
• Hablar lento, modulado, con mucha expresión y pausar bien.

A continuación ofrecemos algunos ejemplos de cuentos y poemas adecuados a


esta edad:

Martha de Cappelmayer y Lilia de Menegazzo:


Menegazzo “Había una vez una Margarita
Blanca que vivía debajo de la tierra en una cuevita oscura, caliente y tranquila.
Un día oyó unos golpecitos en la puerta:
- Tras, tras, tras.
- ¿Quién llama?
- Es la lluvia.
- ¿Qué quiere la lluvia?
- Entrar en la casa.
La primera etapa de la vida – 153

- ¡No se pasa! ¡No se pasa!


Dijo la Margarita Blanca que tenia mucho miedo del frío. Después de muchos
días llamaron a la ventana:
- Chus, chus, chus.
- ¿Quién llama?
- Es el sol.
- ¿Qué quiere el sol?
- Entrar en la casa.
- ¡Aún no se pasa! ¡Aún no se pasa!
Dijo la Margarita Blanca, porque era invierno.”60

Juegos verbales. La maestra elige un cuento en el que participen varios anima-


les y atribuye a cada niño o grupito de ellos el papel de un animal. Luego, explica
qué es lo que hacen los patos, de modo que, cuando éstos aparezcan en el relato,
los niños deben decir “cuá, cuá”. Los que representan a las vacas deben decir
“muu, muu”. Al comenzar con el cuento, los niños representarán con el sonido
correspondiente a los animales cuando estos son mencionados.61
Por otra parte, en el niño pequeño, la boca es fundamental para conocer los
objetos. Por eso llevará todo a ella. A esta etapa le llamamos oral y su principal
recurso es la succión. Este reflejo ha acompañado al niño desde su vida intraute-
rina.
Es interesante también entender la importancia de estos avances. Veamos, el
niño desea un objeto que no alcanza. Intenta estirarse, pero no logra llegar a él. La
madre o quien lo acompaña capta el deseo y le acerca el objeto. El adulto se
transforma así en mediador espontáneo entre el objeto y el bebé. Poco a poco, el
niño internalizará la acción mediadora. Entonces ya no intentará tomar el objeto,
sino que lo señalará para que se lo alcancen. En tal circunstancia es muy impor-
tante estimularlo a intentar resolver el problema por sí mismo, en tanto el adulto
vea que es posible, a fin de estimular la independencia.
Es muy importante destacar que si bien resolverá estas cuestiones por si solo,
y además será capaz de subirse a sillas no muy altas con éxito a partir de los dos
años, sin embargo, cuando desee ser alzado extenderá sus brazos para que el adul-
to lo eleve. Aunque le sea posible, no lo hará por sí solo. Recordemos, además,
que esta es la etapa del gran imitador y que se extenderá durante el período prees-
colar en toda su expresión. El niño, en forma natural, ensayará tonos de voz, pos-
turas y actitudes de los demás que le rodean. El docente podrá aprovechar esta
condición natural de la etapa empleándola desde el juego para fijar hábitos salu-
dables.

60
E. Fortún, La Margarita Blanca, citado en Martha de Cappelmayer y Lilia de Menegaz-
zo, La iniciación a la lectoescritura (Buenos Aires: Latina, 1975), 24.
61
Ibid., 24, 25.
154 – Educación cristiana integral

Algunas ideas más. Será muy importante transformar alguna pared de la sala
cuna en pizarrón ya que apenas el niño deambule, tenderá a escribir en las pare-
des. De este modo, se le podrá enseñar a usar ese lugar con las tizas, evitando que
decore todas las paredes. Recordemos que el egocentrismo es el gran eje de su
vida, por lo cual intentará ejercer su poder sobre todos los que lo rodean. Él es el
centro del universo y todos los demás deberán comportarse como sus súbditos
leales. Recuerda, entonces, que fijar límites claros, en forma agradable pero fir-
me, será lo más adecuado, a fin de formar su carácter y ayudarle en este período
que se prolongará por demás si no estimulamos y guiamos la socialización.
Música suave, gestos y tonos de voz agradables, mucha dedicación personal,
sumo amor y paciencia son las actitudes adecuadas para estos niñitos llenos de
curiosidad, que enfrentan al mundo creyendo en el esplendor de su egocentrismo.
Como ya dijimos, ellos piensan que son el centro del universo, amos y señores de
objetos y personas. Todo lo que podamos hacer para el desarrollo de su inteligen-
cia y lenguaje en esta etapa, será una gran contribución para su desarrollo como
personas.

LA SALA

La sala y su programa

Los temas que podemos tratar con estos niños en la sala cuna son los que los
llevarán a hacerse amigos de Jesús. Otro tema que es fundamental es la Creación.
Pero cada criatura será motivo de una lección. Recuerda que estos niños pueden
comprender un solo contenido por clase, y deben ver y manipular objetos que les
faciliten una experiencia a través de la cual aprendan.
Los juguetes serán livianos, confeccionados en una sola pieza, sin ojos o pe-
queñas partes que puedan desprenderse y ocasionar un accidente. Recordemos
que estos niños llevan todo a la boca. Por otra parte, durante este tiempo de sus
vidas, los niños están en plena dentición. Esto produce neuralgias y molestias,
que les llevan a morder con fuerza en busca de alivio. Este es otro de los motivos
por el cual debemos cuidar los objetos que llegan a sus manos y a sus bocas.
La sala cuna es la sala que debe contar con la mayor cantidad de maestros, ya
que los niños necesitan atención constante. Será muy importante, pues, proveer de
un buen equipo docente. Como verás, nos referimos a maestros y no sólo a maes-
tras. Es bastante común ver que se destacan las mujeres en esta actividad. Sin
embargo, es muy importante que los varones que lo deseen puedan cumplir fun-
ciones en esta clase. He conocido encantadores abuelitos acompañando esta etapa
de sus nietos y los he visto hacerlo muy bien. Es necesario que el hombre se inte-
gre en este tiempo, y no sólo por él, sino por los niños que necesitan de un refe-
rente masculino aun en este momento de sus preciosas vidas.
También es fundamental la música. Investigando entre personas nacidas y
crecidas en el ambiente evangélico, hemos descubierto que en la mayoría de los
casos el primer recuerdo que se tiene está asociado con alguna canción cantada en
La primera etapa de la vida – 155

su clase cuna o de párvulos (preescolar). Debemos recordar que en los niños todo
recurso lúdico favorece el aprendizaje.

La sala y su ambientación

Tan importante como los maestros, los juegos y los juguetes es la ambienta-
ción de la sala cuna. El niño pequeño necesita un lugar preparado especialmente
para él. Llamamos ambientación a todo lo que decora el lugar y aun el mobiliario
con que lo acompañamos. Veamos paso a paso algunos elementos de ambienta-
ción en relación con las necesidades del niño en la clase cuna. Algunas formas de
ambientación adecuadas son las siguientes:

El ambiente físico. Comencemos por la elección del lugar. Para la sala cuna
debemos contar con el aula más grande del edificio de la iglesia. Pensemos que el
lugar debe tener acceso fácil, ya que los niños no llegan solos. Además, la sala
deberá tener proximidad con el resto del edificio, a fin de contar con la cercanía a
los baños y la cocina.

Las paredes. Deben estar pintadas con colores pastel, de ser posible. Se procu-
rará pintarlas una vez por año, ya que se hace necesaria la desinfección perma-
nente, y la pintura cumple con este cometido. En su defecto, podrán ser lavadas
ante cada cambio de estación con agua clorada. Además, se ventilará el lugar en
forma habitual. Es muy útil el empleo de los desinfectantes en aerosol, los cuales
ayudan al cometido de la prevención. Recordemos la importancia de que el color
de base sea delicado ya que está comprobado que los colores del ambiente inci-
den en el humor y el comportamiento, porque impresionan en nuestros sentidos.

La decoración de las paredes. Los paneles decorativos son ideales para la de-
coración. Deben ser grandes, como mínimo del tamaño de una hoja de papel afi-
che y de colores alegres. No es necesario respetar los colores naturales. Por ejem-
plo, a esta edad no es importante que un león sea verde o rojo, pero es muy im-
portante que eliminemos los detalles de las figuras limitando la cantidad de trazos
que puedan confundir y recargar la imagen. Además, es conveniente eliminar los
sombreados que dan dimensión y perspectiva. Esto no es relevante a esta edad.
Las figuras serán grandes. Pensemos que el niño realiza una mirada global de las
cosas, por lo cual es necesario que se eliminen los detalles del dibujo. Recorde-
mos que la expresión gráfica es muy importante en cada edad y debe acompañar
el estadio de desarrollo en que se encuentra el niño, a fin de complementar ade-
cuadamente el trabajo del docente. Además, estos detalles acompañarán la prime-
ra impresión del niño y su mamá, facilitando la adaptación de ambos.
Evitaremos recargar el ambiente, por lo que con un panel en cada pared será
suficiente. Recordemos la conveniencia de utilizar colores atractivos y siluetas de
buen tamaño. No debemos ambientar la sala con textos escritos. El ambiente debe
ser preparado para el niño y a esta edad él no lee letras, pero sí se va a sentir
atraído por los dibujos, estos son íconos que se irán acostumbrando a reconocer y
156 – Educación cristiana integral

con el tiempo les adjudicará un mensaje. Alrededor de los tres años, el niño recu-
rrirá a menudo a las expresiones gráficas de los paneles para inventar breves his-
torias.

Las cortinas. Deberán ser confeccionadas con telas lavables, ya que periódi-
camente requerirán de una limpieza adecuada. Recordemos que las cortinas retie-
nen el polvo y esto favorece las alergias. Los niños son muy sensibles a esto.

Los pisos. En esta etapa el piso es muy importante, ya que el niño pasa en él
muchas horas. De hecho, es su lugar favorito. Ya sea que el piso esté hecho de
madera, cerámica o baldosas es muy importante que cuente con una higiene muy
cuidada. Fuera del horario de clases, deberá ser baldeado con agua clorada a fin
de eliminar o disminuir los agentes infecciosos y desalentar a los insectos rastre-
ros, que suelen acompañar a estos ambientes que se usan poco en la semana. De-
ben evitarse las ceras y otros elementos de embellecimiento, que pueden ser muy
agresivos, ya que los niños apoyan sus caritas y llevan a la boca casi todas las
cosas.
En algunos casos, puede ocurrir que la sala todavía no cuente con un piso ter-
minado o alisado. Aquí deberemos poner mucha atención. Algunos recursos ade-
cuados para mejorar la superficie son los pisos desplegables tipo linóleo. Estos
recubrimientos no son caros y presentan la posibilidad de ser higienizados con
facilidad. Evita, de ser posible, las alfombras fijas, pues demandan gran esfuerzo
para su limpieza y nunca quedan bien limpias.
Algo muy importante es no utilizar venenos en ninguna de sus formas. Los ae-
rosoles son problemáticos, porque tienen acción residual, y los niños apoyan sus
boquitas en todas partes. Por más que repasemos o lavemos el piso, puede quedar
algo del venero. En el caso de otros insecticidas sólidos, como pastillas o semilli-
tas, puede ocurrir que, aunque las contemos al colocarlas, éstas pueden ser des-
plazadas y al no encontrarlas también generen dificultades si el niño las ingiere.
El niño deberá ser libre en el ambiente físico de la sala y tendremos que arbitrar
los medios para que esté protegido.

Las alfombras. Siempre nos parecen útiles y realmente lo son, pero debemos
tener algunos cuidados, que facilitarán su empleo con menos riesgos. Uno de los
problemas de las alfombras es la higiene de las mismas. Cuando son gruesas o de
pura lana se hace más difícil la limpieza. De este modo, diferimos su lavado y
sólo las sacudimos creyendo que esto es suficiente. Lo cierto es que, aunque limi-
temos la cantidad de polvo con el sacudido, no actuamos contra las bacterias que
libremente se desarrollan entre los pelos.
Por lo dicho, sugerimos que las alfombras sean pequeñas, evitando los tejidos
delicados, que no pueden ser lavados con frecuencia. Un recurso muy bueno es el
de los trapos de piso. Generalmente se les pide a las mamás que pongan en la
bolsita de su niño un trapo de piso de tejido grueso. El niño lo usará en la clase y
luego volverá en su bolsita a casa, a fin de que su mamá realice la higiene necesa-
La primera etapa de la vida – 157

ria. Ante cada cosa que deseemos usar, primero pensemos en la funcionalidad que
nos permitirá no sólo su uso sino también su higiene y conservación.

El mobiliario. Es muy importante contar con los muebles necesarios, pero no


excederse en la cantidad de ellos. La sala cuna, como ya dijimos, necesita mucho
lugar libre, para que los deambuladores puedan desplazarse por el espacio total.
Recordemos que ellos deben aprehender el espacio, es decir tomar noción de él
(internalizar), a fin de poder usarlo adecuadamente.
Los muebles necesarios son: cunas, moisés y otros elementos para el descanso
de los bebés. Algunas mamás cuentan con cuna o moisés de viaje, por lo cual sólo
necesitaremos un lugar alto para apoyarlo. Hará falta algún cajón para los jugue-
tes, a fin de guardarlos al final del día, protegiéndolos de la intemperie. Además,
será importante contar con un mueble para guardar los elementos de uso en la
clase, como lápices de colores o crayones, hojas y diversos materiales habituales.
El perchero de pared será útil para que los niños cuelguen sus pertenencias. Po-
demos separar el lugar de descanso del de juegos con algún mueble tipo estante-
ría, que permita además a los maestros apoyar lejos del alcance de los niños sus
propios útiles. Además, como ya dijimos, una pequeña mesa y algunas sillitas
acordes completarán el lugar. Este sector podrá ser empleado para la merienda.

Los juguetes. Aunque ya hemos hablado en general de ellos es importante


acotar que deben ser lavables, de tal modo que cada semana puedan presentarse a
los niños, limpios y en buen estado. También debemos revisar su estado de con-
servación, ya que los primeros dientes de los niños son filosos y pueden ir dete-
riorando partes de estos juguetes. Habrá que reemplazar los juguetes rotos po-
niéndolos fuera del alcance de los niños. Esto será necesario a fin de preservar a
los pequeños de cualquier daño. Es también importante observar si los juguetes
son pintados por sobre el material de base, ya que muchas veces las pinturas son
peligrosas pues contienen químicos nocivos. Para tener todas estas cosas bajo
control es necesario leer los envoltorios o cajas de los juguetes. Los fabricantes
están obligados a advertir sobre estas cuestiones.

EJERCICIO 28

La sala cuna
Responde en tus palabras la siguiente pregunta:

¿Qué cuestiones tendrías en cuenta para organizar la sala cuna?


158 – Educación cristiana integral

LA CLASE

La clase es para cada docente un pequeño universo cargado de sorpresas her-


mosas. Seres todos diferentes nos invitan a recorrer juntos el camino del descu-
brimiento. Y esto es así, porque tengan la edad que tengan, los integrantes de
nuestra clase serán nuestros compañeros de reflexión y experiencia en relación
con la Palabra de Dios.

La clase y los recursos didácticos materiales

Los niños, desde muy pequeños, gustan manipular diversos materiales, los
primeros que podemos ofrecerles son tizas y crayones gruesos, ya que éstos per-
miten que cualquier parte del recurso deje trazos. Como comprenderemos, un
niño de 18 ó 20 meses necesitará explorar y reconocer el material y sus posibili-
dades por algún tiempo, hasta que pueda acceder a lápices que trazan en forma
selectiva.
Alrededor de los dos años y por toda la etapa preescolar (llamaremos así a to-
do el tiempo escolar anterior a los seis años), el niño también gustará de manipu-
lar masas de diversas texturas. En este sentido, le serán útiles la masilla, la plasti-
lina, las masas caseras y también gustará de técnicas como la dáctilo-pintura que
aplicará con sus deditos sobre grandes papeles. Más adelante ofreceremos algunas
recetas caseras). Recordaremos que siempre debemos usar materiales atóxicos, a
fin de preservar la salud de los niños. A tal fin, los colorantes pueden ser vegeta-
les, como los que se usan en repostería.
En realidad, el dibujo, la pintura y el modelado son expresiones muy propias
del ser humano. Desde tiempos remotos y a temprana edad, el ser humano empleó
estos recursos para manifestar su creatividad y comunicarse. De hecho, muchos
pueblos fundamentan su escritura en recursos icónicos. Pero aun hay mucho más
para decir de estas expresiones. Veamos los conceptos literales fundados en el
pensamiento de Platón que nos ofrece:

Marta Noemí Casullo de Más Vélez:


Vélez “El arte es el equilibrio entre inte-
lecto y emoción, es la válvula de escape de muchos problemas y tensio-
nes. Educar artísticamente no es producir artistas o tener alumnos que
terminen trabajos para producir exhibiciones. El objetivo perseguido es
llevar al niño a expresarse, a volcar sus contenidos interiores utilizando
al máximo sus habilidades, sus destrezas y sus posibilidades.”62

La clase y algunas técnicas útiles

El niño necesita de variados estímulos que le permitan, a través de diversas


manipulaciones, tomar contacto con distintas texturas, temperaturas y formas.

62
Marta Noemí Casullo e Irene Pellicciotta, El niño y los medios de expresión (Buenos
Aires: Enciclopedia Práctica Preescolar Latina, 1971), 10.
La primera etapa de la vida – 159

Esto le permitirá acercarse a la realidad e incorporar experiencias que estimulen


el desarrollo de su motricidad y de su pensamiento.

Modelado. Es muy adecuado para el niño el ejercicio de amasar. Las masas


son diversas y pueden ser, además, de texturas diferentes. Por masas nos referi-
mos a materiales como la masilla, la plastilina, la arcilla y otros. Además, apor-
tamos aquí dos recetas económicas. La primera es una masa blanda que dura alre-
dedor de una semana, mientras que la segunda endurece rápido, por lo cual dura
mucho tiempo más, pero no se puede volver a amasar.

Masa blanda:
- 4 tazas de harina común.
- 2 tazas de agua.
- 2 tazas de sal fina (esta contribuye a la conservación).
- Para dar color se utilizarán colorantes vegetales disueltos en
el agua.

Masa que endurece:


- 1 taza de harina.
- 1 taza de sal fina.
- 1 taza de alumbre en polvo.
- Se puede colorear igual que la masa anterior.

Dáctilo-
Dáctilo- pintura. Esta técnica se emplea con los deditos. Se le pide al niño que
elija uno de sus dedos para pintar. Una vez preparada la pasta de pintura, se le
ofrece un papel grande, que puede ser una hoja de papel de diario, y con sus de-
dos se “expresará” con la pasta de color sobre el papel. Para la preparación de la
pasta de color hace falta:

- 1 envase de cola plástica con color.


- Harina en cantidad necesaria.
- Se mezclan ambos elementos hasta formar una pasta blanda.
- Cualquiera de estos recursos pueden ser empleados en niños
de hasta seis años.

Recordemos que, aunque estas técnicas pueden ser usadas en otras etapas de
vida, en este caso estamos hablando de niños de hasta tres años. Esto significa
que el amasado no perseguirá el logro de formas o construcciones concretas, sino
la manipulación por el placer de realizarla y la ejercitación de las habilidades mo-
toras finas. Llamamos motricidad fina al empleo de la pinza de los dedos y la
manipulación general que se hace con dedos y manos.
Más allá del placer que representa el poder manipular estas masas, hay otras
razones que nos invitan a ofrecer a los niños estos recursos:
160 – Educación cristiana integral

• Se estimula el desarrollo estético y la sensibilidad.


• Se facilita el desarrollo del pensamiento, especialmente el crea-
tivo.
• Se provee de una forma rica de comunicación, que irá contribu-
yendo a la afirmación personal.
• Se propicia el desarrollo integral del niño a través de su expre-
sión artística.

Debemos comprender que, si bien no todas las personas tienen habilidad artís-
tica, todas manifiestan alegría ante la posibilidad de manipular elementos artísti-
cos sin la presión de producir algo significativo para terceros.

Dibujo. Considerando la edad del niño de la sala cuna, diremos que recién
alrededor de los dos años tendrá un interés fugaz en realizar pequeñas rayas en
algún papel. Su atención, sumamente limitada, impedirá que se interese por más
tiempo en el trabajo de dibujo. Pero hacia los tres años, se incrementará este inte-
rés iniciando el camino del garabato. No debemos esperar expresiones concretas
ni es conveniente guiarlo a producir algo que nosotros deseemos. Este proceso de
adquisición de la realidad es muy largo e irá concretándose a través del tiempo, y
los diversos estímulos que iremos ofreciendo para que internalice las formas de la
realidad. Estos estímulos están ligados a guiar la observación de los detalles. Por
ejemplo, con un niño de alrededor de tres años observamos sus juguetes, y lla-
mamos la atención a un auto y destacamos que tiene ruedas, luces, puertas, etc. Al
mirarse el niño en un espejo, reconoceremos con él sus ojos, su boca, etc. Del
mismo modo podemos hacer al mirar a otros. Así, y a través de canciones y poe-
mas con gestos que estimulemos, el niño irá internalizando estos componentes
que luego enriquecerán naturalmente su expresión gráfica. Es muy importante
destacar que este proceso de la adquisición de la forma llevará muchos años y se
desarrollará en la medida en que estimulemos su observación y facilitemos múlti-
ples experiencias.
Recordemos que, más que guiarlo a que se exprese por escrito, deberemos
alentar el reconocimiento en el espacio y en la realidad, ya que una vez represen-
tado algo en su mente lo podrá expresar bien en el papel.

Pintura. Uno de los trabajos de expresión que el niño aprecia es el de la pintu-


ra. Al comienzo no empleará pinceles, sino sólo sus dedos, ya que así podrá reco-
nocer por contacto la naturaleza del material. Papeles grandes, tipo hojas de dia-
rios o afiches, serán los adecuados. Tampoco será necesario en esta etapa, que
tenga variedad de colores. Un solo color le ayudará a expresarse bien. El niño
iniciará su trabajo realizando manchas, que a menudo llegarán a perforar la hoja.
Esto es natural, ya que aún no conoce el material. También ocupará sólo un sector
de la hoja desconociendo el resto.
La primera etapa de la vida – 161

No debemos preguntar que hizo, porque habitualmente la expresión no guarda


relación con algo intencional. Dejaremos que el niño libremente nos relacione o
no con su expresión. De todos modos, más adelante, alrededor de los cuatro años,
ya explicará sus producciones. Debemos alentar las mismas en esta etapa. Por
largo tiempo, el niño necesitará la aprobación y sentirá alegría ante el estímulo de
sus mayores.

Otras técnicas. Hay varias otras técnicas que podremos utilizar con los niños
en el desarrollo de la clase. Entre las más frecuentes, mencionamos las siguientes:
Tiza. Las tizas de colores pueden ser empleadas sobre grandes papeles, pisos o
paredes pintadas para ser usadas como pizarrón. A los niños les gusta expresarse
de este modo y les ayuda a conquistar los grandes espacios.
Tiza mojada en leche. Esta técnica es sumamente agradable. Los niños de
alrededor de tres años gustan mucho de realizar sus trabajos en el suelo con pape-
les grandes. Las tizas de colores se remojan en leche por alrededor de 15 minutos
y luego son empleadas sobre los papeles. Recomendamos permitir que los niños
se expresen libremente sobre el papel, sin condicionamientos de ninguna especie.
También las tizas blancas pueden ser empleadas sobre papeles negros o de colo-
res oscuros.
Esponjas. Esta es una linda técnica de pintura. Se emplean trozos de esponja,
que pueden o no tener formas. Pero el corte debe ser pequeño. Entonces el niño
mojará la esponja en la pintura, acuarela o témpera, y plasmará en el papel su
expresión.
Colas plásticas con color. Otro recurso muy bonito es el de la cola plástica a
la que damos color con témperas. El empleo de este material es similar a los ante-
riores. Al secar, el material deja un acabado brilloso que gusta mucho a los niños.
Su textura es más pastosa y agradable al tacto.

Presentación de la técnica. Del mismo modo que la libertad es imprescindible


a la hora de expresarse, la orientación es importante al presentar la técnica que el
maestro va a utilizar. El docente deberá, a través de un juego, hacer reconocer al
niño sus manos y dedos con los cuales trabajará, y tendrá a mano toallas y demás
elementos que sirvan para la higiene posterior al uso. Debemos preveer siempre
la técnica desde el inicio de su aplicación, es decir, la presentación de la misma,
hasta su fin, que se concreta con la higiene del niño y del lugar. Esto se realizará
junto con los niños. A pesar de su edad, los chiquitos de alrededor de tres años
están capacitados y generalmente dispuestos a ayudar, y así fijarán desde peque-
ños buenos hábitos de higiene. Algo muy importante para tener en cuenta: es muy
bueno que estos trabajos sean enriquecidos por un ambiente cálido, que en gran
parte mejoraremos si lo acompañamos con música de ambiente emitida en forma
suave.
162 – Educación cristiana integral

La clase y algunos recursos especiales

El cambiador. Es muy necesario contar con un lugar para cambiar a los bebés.
Generalmente, las mamás de niños que ya no los usan, suelen prestar o donar sus
catres o mesas de baño. Estos recursos se emplean muy bien como cambiadores.
Se tendrá en cuenta su higiene y deberá contarse, además, con toallitas húmedas,
fécula, pañales y muda de ropa, que no se acopiará en la sala sino que se le pedirá
a la mamá que la traiga con su nene. Se deberá tener especial cuidado de no dejar
al niño solo en este lugar por ningún motivo, ya que puede caerse. Con los niños
nunca se sabe lo que puede ocurrir, por lo cual se preparará todo lo necesario an-
tes de ubicar al chiquito sobre el lugar, especialmente si no tiene barandas.

La alimentación. Cada mamá proveerá el alimento de su bebé lactante y se


empleará su propia mamadera, del mismo modo que el chupete si lo usara. En
cuanto al resto de los niños, se les podrá servir algún refresco en verano o leche
en invierno, acompañada de algunas galletitas. Siempre habrá que consultar pre-
viamente con las madres, a fin de saber si el niño puede consumirlas.

Los animales en la sala. En la sala podemos contar con algún animalito real,
pero es conveniente que recordemos algunas cuestiones importantes:

• Ningún animal debe quedar por el resto de la semana en la sala.


• Las aves son muy delicadas y además transmisoras de algunas
enfermedades, por lo cual no deben ser manipuladas por los ni-
ños.
• Las tortugas de tierra son las menos riesgosas, ya que su única
defensa es esconderse dentro de su caparazón, los niños podrán
manipularlas sin riesgos para ellos o para las tortuguitas. Ade-
más, podrán alimentarlas con lechuga, zanahoria y otras hortali-
zas. De todos modos, no podrán quedar solas durante la semana
en la sala.

La clase y algunas medidas preventivas

El mapa de riesgo. Una vez organizada la sala, los maestros deberán elaborar
juntos el mapa de riesgos. Para ello, recorrerán el lugar observando y registrando
aquellas cuestiones que puedan resultar de riesgo para los niños. Estas cuestiones
son: enchufes al alcance de los niños, escalones sin señalización, borduras bajas
en los muebles, pasajes reducidos, y otras cosas que sólo la observación dedicada
permitirá ver. Una vez detectados estos riesgos potenciales, se resolverá la mejor
manera de proteger el lugar.
La primera etapa de la vida – 163

EJERCICIO 29

El mapa de riesgo

Responde a la siguiente pregunta:

¿Qué implicancias tiene, según tu opinión, la elaboración de un mapa de riesgo?

La motricidad gruesa. Este pequeño niño es sumamente torpe en cuanto a su


motricidad gruesa. No tiene economía de esfuerzos y no puede saltar bien. Cuan-
do lo intenta, todo su cuerpo acompaña el movimiento con exageración, eleva sus
bracitos y se impulsa con grandes movimientos. Recordemos que llamamos mo-
tricidad gruesa al movimiento del cuerpo en general. Debemos decir que este pe-
queño todavía no conoce su propio cuerpo y no sabe dónde comienza y termina.
Por eso, como ya hemos dicho, el niño no se desprende fácilmente de sus objetos,
el abrigo, la bolsita del jardín, algún juguete que esté sosteniendo en sus manos.
El niño, en esta etapa de su vida, deberá con mucho esfuerzo ir conquistando
básicamente tres muy importantes aspectos de la misma: el movimiento, el espa-
cio y el tiempo. (Desarrollaremos estos aspectos al hablar del preescolar, ya que
esta etapa que se inicia alrededor de los tres años es tan extensa, que alcanza al
niño en la etapa primaria.)

La clase y la noción de objeto

Decimos que se tiene noción de objeto cuando la persona puede:

• Considerar al objeto por sí mismo, es decir, como algo separado


de su propio cuerpo.
• Recordar al objeto aunque esté oculto.
164 – Educación cristiana integral

Desde su nacimiento, para el niño los objetos son percepciones fugaces, son
elementos reales mientras los pueda ver. Al desaparecer de su vista, el niño ya no
los recuerda. Esta manera de percibir los objetos es, en parte, responsabilidad de
su egocentrismo extremo y de su inconsciencia. Si recordamos los seis estadios
desarrollados en esta obra al referirnos a Piaget en el Capítulo 3, veremos la rela-
ción de lo descrito allí en general, pero ahora aplicado a la percepción de los obje-
tos.
Entre los primeros 18 a 24 meses, el bebé transita el llamado período sensorio
motriz. Así, se proponen seis estadios, a fin de analizar las fases de este desarro-
llo. Veamos:

Primer estadio. La noción de objeto no existe. El niño funciona por el meca-


nismo de estímulo respuesta. El reflejo de succión, que es el primero en estar des-
arrollado, está permanentemente activo, de tal modo que funcionará aunque no
tenga nada en su boca. Ante el contacto con la tetina o el pezón materno, el niño
reaccionará prendiéndose para alimentarse. Pero esto será sólo un acto reflejo
carente de intencionalidad.

Segundo estadio. El niño se interesa en el objeto mientras lo ve. Si éste es es-


condido, no lo buscará. Para él es como si el objeto no existiera.

Tercer estadio. Entre el cuarto y el octavo mes, el niño juega con el objeto.
Alguien, delante de sus ojos, lo esconde tras una cortina. El niño queda observan-
do turbado y al instante se distrae con otra cosa. Aquí se ha iniciado, por breves
momentos, un intento de conservación de la imagen del objeto. Pero aún el objeto
no existe para él cuando no lo ve y su conducta está directamente relacionada con
la acción no con el objeto.

Cuarto estadio. Entre el octavo y el décimo mes, ante un juguete escondido


ante sus ojos detrás de la cortina y luego, siempre frente a él, debajo de una silla,
el niño busca el objeto con su mirada, primero detrás de la cortina. Aún en esta
etapa, el niño sigue más ligado a la acción que al objeto.

Quinto estadio. En el décimo mes y hasta alrededor de los 13 meses, ante el


mismo ejercicio anterior, el niño busca el objeto donde se lo ocultó en segundo
lugar.

Sexto estadio. En este estadio el niño busca el objeto aunque no lo haya visto
antes, es decir, no necesita que alguien lo oculte ante sus ojos. Él recuerda el ob-
jeto y lo busca hasta encontrarlo. Aquí decimos que el niño ha alcanzado la con-
servación de la imagen del objeto, aunque aún el egocentrismo no le permita tener
una percepción tan real del mismo.
La primera etapa de la vida – 165

EJERCICIO 30

La noción de objeto

Explica en tus propias palabras la noción de objeto:


CAPÍTULO 8

El preescolar

“Los juguetes del niño y las razones


del adulto son frutos de dos estaciones.”
William Blake.

En este capítulo veremos aspectos importantes del desarrollo del niño que
surca la etapa de socialización anterior a la de la educación básica primaria. Su
recurso de vida es el juego y a través de él se recrea y aprende diversas cosas. El
interés crece y va pasando a través de los aprendizajes, de la dependencia absolu-
ta a algunas autonomías sumamente satisfactorias.
El egocentrismo, que aún controlará gran parte de sus vivencias irá haciendo
trabajosamente, lugar a una actitud social que se verá con más claridad a partir de
los cuatro años y medio en adelante. La clase bíblica le ayudará a integrarse al
grupo y fomentará su amistad con Jesús. Como ya veremos, esta edad es ideal
para alimentar el buen vínculo con el Señor y facilitar actos de fe que estimulen el
crecimiento de ella.

EL DESARROLLO DEL NIÑO PREESCOLAR

En este proceso de desarrollo, que no se interrumpe, podremos ver con clari-


dad la distancia transitada por el niño, desde la estructura inicial de su pensamien-
to a estas nuevas formas de organización que se permite a partir de los estímulos
que le ofrecemos a través del juego.

Hacia el ser social: evolutiva del juego

La clase de preescolares incluye a los niños de tres, cuatro y cinco años. Las
diferencias en las características de cada edad son muy notorias y el desarrollo es
vertiginoso. Con sólidas conquistas en todos los planos, además de los grandes
cambios, los niños nos obligan a analizar este período prácticamente año por año.
168 – Educación cristiana integral

El juego es el recurso por excelencia en la vida del niño, al punto que su espacio
es ocupado por el trabajo en la vida adulta. Es por eso que lo utilizaremos como
eje en nuestro estudio.
A los tres años, este niñito conserva sus conductas individuales fundadas en el
egocentrismo del que ya hablamos. Aunque se encuentre entre varios niños, no
intentará relacionarse espontáneamente con ellos. A este período lo llamamos la
etapa del juego solitario.

El juego solitario. Este período dura hasta alrededor de los tres años. El niño
no necesita a otros pares, aunque si los encuentra se alegra temporalmente. Juega
solo con los objetos o con un adulto que lo consienta. La carencia de lenguaje
para explicarse colabora con el desarrollo de berrinches que, de ser consentidos,
serán usados como instrumentos de dominación y control. Al contactarse en la
clase con otros pares y mediante una adecuada intervención de los maestros,
quienes deberán conducir los juegos como integrantes de ellos, el niño irá ingre-
sando a la siguiente etapa, que es la del juego paralelo.

El juego paralelo. Esta etapa dura hasta alrededor de los tres años y medio. El
niño necesitará y gustará de tener a otros pares cerca, pero seguirá jugando solo y
peleará por tener para sí todos los juguetes, aunque estos estén repetidos. Su len-
guaje se habrá ampliado, pero aun así continuará prefiriendo el lenguaje corporal
y gestual. Por eso, a esta etapa también la llamamos la etapa del juego simbólico.
El rol docente seguirá siendo el de una amplia participación, pero a medida que
los niños vayan aceptándose y generando sus propios juegos, el maestro irá ocu-
pando lentamente el rol de observador pasivo, facilitando así las interacciones
espontáneas de los niños. La actitud adecuada, en este caso, será la de todos ju-
gando a lo mismo con el maestro. Cuando este tipo de actividad se afirma, alre-
dedor de los tres años y medio, el maestro dividirá al grupo en dos y un mismo
juego abarcará dos acciones diferentes. Por ejemplo, unos venden y otros com-
pran. Así, el rol docente irá siendo más pasivo a medida que los niños conquisten
su autonomía.

El juego social. A partir de los cuatro años y medio a los cinco años, los niños
ya serán capaces de jugar en grupos sin dificultad. Organizarán, planificarán el
juego y lo llevarán adelante con buenos logros, disfrutarán mucho, expresarán su
felicidad y sus conflictos. Si el docente es observador podrá descubrir, a través
del juego, muchos aspectos de la vida de su alumno, que tal vez nunca conocería
de otro modo, ya que el juego es muy revelador de situaciones personales y fami-
liares de los chicos. Muchas veces, estas situaciones no se comentan abiertamen-
te. Además, una intervención adecuada por parte del adulto puede hacer que el
niño corrija comportamientos inadecuados, tales como falta de constancia, trata-
mientos incorrectos, intemperancias, etc. Recordemos que las conductas fijadas
durante el juego se transforman en comportamientos habituales, que se reflejan
muy bien luego en la vida del trabajo adulto.
El preescolar – 169

Irene Pellicciotta:
Pellicciotta “El juego infantil es la expresión de la relación del niño
con la totalidad de la vida, el niño va adaptándose en mayor o menor me-
dida, al grupo familiar y al medio socio- ambiental que lo circundan,
creándose en consecuencia situaciones de relación, de comunicación, de
adaptación, que van a ir configurando la estructura caracterológica del in-
dividuo, en la formulación de sus expectativas con respecto al mundo, y
en la determinación de su actitud frente a otras personas.”63

EJERCICIO 31

El niño preescolar y el juego

Completar el cuadro que sigue indicando cuáles son las características del juego a los
tres, a los cuatro y a los cinco años.

EDAD CARACTERÍSTICAS
Tres años
Cuatro años
Cinco años

La crisis de los cuatro años

Alrededor de esta edad, el niño se muestra más dinámico que de costumbre,


muy ruidoso y gran conversador. Manifiesta miedo, desea que alguien lo acom-
pañe a los lugares oscuros durante la noche, llora y reclama la presencia de los
padres a menudo en horarios nocturnos y solicita dormir con la luz encendida. En
realidad, éstas y otras manifestaciones similares nos indican que ha ingresado a la
crisis de los cuatro años. Esta crisis es tan intensa como la de los adolescentes,
pero no se advierte tanto a causa de la carencia de lenguaje para expresarla y de la
falta de conductas autónomas para definirse. De este modo el niño comienza a
percibir tres cuestiones que lo confunden y llenan de conflictos.

El origen de la vida. El niño expresa esta cuestión con la pregunta: “¿De dón-
de vienen los nenes?” Algunos padres suelen pensar que aún es pequeño para
estos temas y responden ligeramente como para salir del paso. Pero este es un
gran requerimiento y merecería una respuesta cuidadosa y comprometida con la
verdad. Recuerda que el niño no reclama una clase de biología o de sexología. El
sólo necesita saber dónde se formó. El Dios de amor que nos creó es el autor de la

63
Casullo y Pellicciotta, El niño y los medios de expresión (Buenos Aires: Enciclopedia
Práctica Preescolar Latina, 1971), 77.
170 – Educación cristiana integral

gestación, esa gloriosa manera de reproducir vida desde nuestro propio cuerpo
con su bendición y a través del amor entre dos personas, los papás. ¿No crees que
el niño debería saber estas cosas? Lo real es que, satisfecha su curiosidad, queda-
rá la puerta abierta para que consulte a sus padres y no a otros sobre temas tan
delicados. Recuerda que no debes abundar en detalles desde tu propio pensamien-
to como adulto. Sólo debes responder nada más que lo que se te pregunta con la
verdad, mucho cariño y desde lo mejor según tu parecer.

La muerte.
muerte. El niño comienza a percibir que la muerte es una separación pro-
longada y percibe, además, el dolor de los familiares que quedan. Antes de esta
edad, hubiera podido estar en un sepelio sin que recibiera mayores impresiones,
pero en esta etapa se llena de angustia y sufre. Su pregunta habitual frente a esto
es: “¿Dónde está?” Generalmente la respuesta es: “En el cielo”. Algunos niños
suelen pedir detalles de ese lugar desconocido. Este es el momento de responder-
les de acuerdo a la Palabra del Señor. De todos modos, aconseje a los padres evi-
tar en esta etapa llevar a los niños a los velorios y sepelios, ya que aún no pueden
entender cómo es que el fallecido está en el cielo y se lo ve dormido en un cajón o
si presencia el acto de la sepultura. Recuerda que sólo los cristianos tenemos una
respuesta esperanzada frente a la muerte, ya que por medio de la fe podemos lo-
grar la paz ante este interrogante universal. Las personas sin Cristo tienen un pro-
fundo problema no resuelto con la muerte, porque considerando que aprendemos
por medio de la experiencia, al faltarnos experiencia directa con la muerte no po-
demos concretar la resolución del problema. Los creyentes, a través de la fe y la
Palabra de Dios, como dijimos, contamos con la posibilidad de resolver este con-
flicto tan generalizado.
Les comparto la experiencia de Sergio y sus padres. El papá y dos tíos de Ser-
gio, que contaba con cuatro años y ocho meses, fueron a pescar un fin de semana.
Cuando regresaban, la camioneta en que viajaban volcó. Uno de los tíos de Sergio
perdió la vida en el acto, mientras que su papá se fracturó una pierna y tuvo gol-
pes de diversa consideración, por lo que quedó internado en observación aunque
fuera de peligro. El otro tío resultó ileso. En medio del dolor, la mamá de Sergio,
que no tenia como dejarlo a fin de atender a su esposo internado, y asistir al vela-
torio y sepultura de su cuñado, llevó al niño a todos esos lugares. Cuando Sergio
preguntaba si su papá iba a morir, la mamá le decía que no. A la pregunta en
cuanto a dónde estaba el tío fallecido, la mamá le decía que en el cielo. Lo cierto
es que el niño comenzó a presentar serios problemas de conducta en el jardín de
infantes. Se volvió violento y muy agresivo con sus compañeros, y aun con la
maestra. Entonces decidí entrevistarlo a solas, a fin de ver realmente lo que ocu-
rría y me sorprendió su respuesta, Sergio dijo: “Mi mamá es una mentirosa, por-
que ella dijo que mi tío se fue al cielo, pero lo pusieron en un pozo porque se mu-
rió y mi papá se va a morir porque está en el hospital.” Entonces le respondí: “No,
Sergio, tu papá no va a morir, sólo lo están cuidando hasta que se ponga bien.” A
lo que el niño me contestó: “Sí, eso dijo mi mamá, pero ella es mentirosa.” Este
diálogo está tomado literalmente del registro de entrevistas.
El preescolar – 171

Como vemos, al niño se le quebró la confianza, ya que nunca le fue explicada


la situación en forma adecuada. Por otra parte, se le llevó a los lugares difíciles
sin dedicarse a hablar con él y se lo enfrentó con situaciones que no lograba com-
prender desde su edad y en plena crisis. El niño había sido educado en un concep-
to de verdad, lo cual está muy bien, pero aún antes de poder comprender dema-
siado sobre este concepto y su relación con la realidad, y frente al temor por la
vida de su papá, su reacción fue agredir como un pedido de auxilio. Completo
esta historia contando que el niño y su mamá fueron atendidos profesionalmente a
fin de brindar las respuestas posibles y sobre todo se trabajó en recuperar la con-
fianza del niño en su mamá.
Deseamos destacar que aunque los niños pequeños no hablan demasiado sobre
lo que viven, de todos modos son impresionados por los sucesos y los procesan
de acuerdo a las posibilidades que tienen por su estadio de vida y por la informa-
ción con la que colaboremos para situarlo. De cualquier forma, esto nos lleva a
comprender que necesitamos observarlos mucho y acompañarlos en consecuen-
cia.

Dios. En relación con Dios, generalmente le decimos al niño que él es el ser


superior. Esto despierta una gran curiosidad en este niño, que tiene actitudes mís-
ticas en su búsqueda. Es notable como esta inquietud no sólo se observa en pe-
queños educados con influencia religiosa, sino también en los hijos de personas
declaradas agnósticas y aun ateas. Muchas veces, escuchamos decir a maestros
cristianos que a esta edad lo único que puede hacerse es entretener o recrear a los
niños porque éstos no entienden. En realidad, es a esta edad que podemos ense-
ñarles mucho y bien sobre el amor de Cristo y la posibilidad de ser sus amiguitos,
entre otras historias bíblicas que alimentarán su devoción. Ya hemos desarrollado
el tema de la devoción en el niño, pero por la naturaleza e implicancia que esto
tiene, permítanme reforzar la idea de la importancia que tiene atender con serie-
dad el aspecto espiritual del niño en esta etapa de su vida. Generar su participa-
ción en los cultos, orientar su conducta espiritual y guiarlo a una relación confia-
da y satisfactoria con Dios harán de este niño de entre cuatro y cinco años, un
entusiasta participante activo de la vida de la iglesia y no sólo un espectador obli-
gado y sin compromiso significativo.

La organización de la realidad

Comenzaremos diciendo que todos nosotros a lo largo de nuestra vida vamos


construyendo el concepto de la realidad. En verdad, nunca la conocemos tal cual
es, pero nos aproximamos a ella a medida que vamos obteniendo herramientas,
que incorporamos a través del conocimiento y que provee principalmente la cul-
tura en que vivimos a través de la experiencia. Hay varias cuestiones ligadas con
la organización de la realidad por parte del niño, que debemos considerar.

Egocentrismo. El niño pequeño cuenta mayormente con su egocentrismo, el


cual le hace sentirse único rey del universo y para él éste está compuesto por lo
172 – Educación cristiana integral

que lo rodea y conoce. Esto facilita que él crea que con sólo desear o pensar una
cosa ésta es así. Por esa causa es que aseguramos que el niño de esta edad no
miente, ya que no tiene posibilidad de aplicar intencionalidad al acto. Simplemen-
te cree que las cosas son como él las imagina. A esta conducta le llamamos fabu-
lación. Por ejemplo, hay niños que relatan con lujo de detalles el nacimiento de
un hermanito y son hijos únicos, otros hablan y juegan con amigos imaginarios
con todo realismo. Esto es normal a esa edad. Con el tiempo, el niño irá encon-
trando las herramientas adecuadas para aprehender los aspectos necesarios de la
realidad. Recordemos, además, que la imitación aún juega un papel preponderan-
te en la vida de estos niñitos, por lo que debemos reconocer y recordar que somos
modelos permanentes en todos los aspectos. Otras de las características a tener en
cuenta son: el animismo, la reversibilidad, la globalización y la transducción.

Animismo. Este niñito, desde muy pequeño extendió su propia vida a los ob-
jetos. De este modo, hace hablar a sus muñecos con su propia voz, creyendo que
lo hacen. Por eso, también le cuesta tanto desprenderse de sus objetos, abrigos o
mochila al llegar a un lugar, y no es capaz de establecer la diferencia entre un
objeto y un sujeto, por lo que les presta sus propios atributos humanos a fin de
que vivan. Del mismo modo, el niño puede compartir un diálogo con un títere
manejado a la vista por su titiritero, sin que establezca ni le llame la atención el
ver todo el procedimiento. En realidad, él sólo verá al títere e interactuará sin
problemas.

Reversibilidad. Se trata de la posibilidad del pensamiento humano de analizar


situaciones atribuyéndoles una causalidad real. Por ejemplo, Matías sabe que si
está enfermo, su mamá lo va a llevar al médico. La razón por la que visita al mé-
dico es porque está enfermo. No obstante, la posibilidad de analizar con autono-
mía las causas de la realidad no se adquiere fácilmente. Es necesario para esto
que el niño pueda ir y venir durante el análisis, transitando por diversos momen-
tos del pensamiento a fin de explicar la realidad. El niño no es capaz de comenzar
a hacer esto sino hasta sus cinco años. Allí veremos progresos significativos en
este campo. Sin embargo, alrededor de los cuatro años, el niño se vuelve tan ver-
borrágico, que parece que hubiera logrado alcanzar la reversibilidad, porque se
expresa aparentemente bien. Pero sus expresiones son sólo imitaciones sin inten-
cionalidad. Por ejemplo, Lucas dice: “El avión voló y se fue por el aire.” La ma-
estra le pregunta: “¿Por qué?” Y él responde: “Porque el viento sopló fuerte y se
lo llevó.”

Globalización y transducción. Se trata de la visión en bloque de las cosas. A


esta edad, hasta los cinco y hacia los seis años, el pequeño es incapaz de ver las
partes antes del todo. Él ve a las cosas, a las personas y a las situaciones en forma
global y hasta podríamos decir que atomizadas. No puede establecer grandes rela-
ciones y tampoco lo intenta. Después de todo, las cosas son como él quiere que
sean. Él es el centro del universo y éste es lo que él mismo puede ver y controlar.
El preescolar – 173

De todos modos y a través de muchos juegos deberemos ir acercándolo a la reali-


dad que, sin embargo, tardará en vislumbrar.

EJERCICIO 32

El niño preescolar

Sintetiza en un escrito de cien palabras los aspectos más destacados de esta edad.

El lenguaje como expresión del pensamiento

Ya antes nos hemos referido al lenguaje como recurso comunicador por exce-
lencia. En este caso, desarrollamos la idea del lenguaje oral como el más preciso
entre otros, porque no sólo nos comunica con los demás, sino que permite la
construcción del pensamiento en nosotros. Antes de formular diversas opiniones,
las construimos en nuestro interior (mente). Para ello, y aun en silencio, articula-
mos a través del lenguaje, una serie de hipótesis sobre las cuales nuestra mente
acciona, seleccionando, probando y recorriendo diversos caminos, a fin de encon-
trar estrategias comunicables al resto. A estos productos comunicables los llama-
mos conceptos.
Por otra parte, constantemente y aun para las cuestiones más domésticas y
cotidianas, elaboramos ideas buscando evidencias y motivos. Pues bien, el len-
guaje es indispensable para que estos procesos puedan cumplirse mas allá de que
los verbalicemos o no. Las palabras, a la hora de la comunicación, son verdaderas
herramientas de precisión, y funcionan como ninguna otra acercando las ideas a
la realidad posible.
174 – Educación cristiana integral

Además, cada cultura contiene y enseña, de acuerdo a pautas propias, sus pa-
trones o modelos de pensamiento. Pero todas cumplen con ciertas premisas bási-
cas que son: modelo, explicación, interacción y realimentación. Y es que en todas
las culturas se cuenta con ejemplos del buen pensar, explicaciones acerca de có-
mo llegar a hacerlo, la posibilidad de intercambiar experiencias a fin de construir
el modelo y la posibilidad de la reconstrucción permanente mediante el reflujo
social.

1 Corintios 14:8-
14:8-10:
10 “Y si la trompeta no da un toque claro, ¿quién se va a
preparar para la batalla? Así sucede con ustedes. A menos que su lengua
pronuncie palabras comprensibles, ¿cómo se sabrá lo que dicen? Será como
si hablaran al aire. ¡Quién sabe cuántos idiomas hay en el mundo, y ninguno
carece de sentido! Pero si no capto el sentido de lo que alguien dice, seré
como un extranjero para el que me habla, y él lo será para mí.”

LA CLASE DE PREESCOLARES

En ella jugamos, cantamos y reímos, pero por sobre todas las cosas facilita-
mos los acercamientos tempranos al Dios amoroso que nos creó. Jesús será el
amiguito querido y él mismo, amorosamente, se ocupará de estimular y alimentar
la fe de sus pequeños.

Principios organizadores de la clase

Recordemos que los temas para estos pequeños son aquéllos que los acercan a
Jesús y su relación con él, además de las historias bíblicas del Antiguo y Nuevo
Testamentos. Algo muy adecuado es que el relato contenga un personaje central y
no más de dos secundarios. Toda lección debe ser presentada con materiales que
acerquen al niño a experiencias observables y lo más próximas que sea posible a
la realidad. Las lecciones deben ser breves y el narrador muy expresivo. Debe
jugar con tonos de voz, silencios y gestos acentuados.
En cuanto a la actividad posterior, evita que sea repetitiva, como pintar la
hojita de la lección en todas las clases. Hay diversas posibilidades, que les permi-
ten a los niños trabajar con libertad. Puedes usar elementos de deshecho, colas
vinílicas, papeles diversos, tijeritas para cortar papel, crealina, masilina y masa de
sal. Déjalos actuar y verás qué hermosas producciones logran. (Ver algunas técni-
cas en el capítulo anterior.) Recuerda que cada lección tendrá, además de la histo-
ria, una enseñanza de vida. Los mayores problemas que debe superar este niño
son los que se relacionan con su socialización. Comprender que él es uno entre
otros será un lento y progresivo trabajo, que se estimulará orientándolo a compar-
tir, esperar, negociar y ceder, entre otras cosas. Estas serán virtudes que el niño
deberá aprehender en este trayecto hacia la socialización.
Por otra parte, recordemos que su condición de fabulador, su animismo, ego-
centrismo y visión globalizada de las cosas le impiden un correcto sentido de la
El preescolar – 175

realidad. Por lo cual será infructuoso hablar de la mentira. Esto no alcanzará a


comprenderlo, por lo antes dicho. Sólo hacia los seis años acercaremos más estí-
mulos de los que le habíamos provisto antes, a fin de acompañar su maduración
con recursos significativos.

Las conservaciones lógicas y otras adquisiciones

Como ya dijimos en el capítulo anterior al hablar de la noción de objeto, el


niño pequeño necesita explorar los materiales diversos a fin de encontrar, lenta-
mente, las relaciones que el objeto le ofrece. Es así que, aprovechando la capaci-
dad de movimiento de este niño de entre tres y cinco años, ofreceremos gran va-
riedad de juegos y juguetes, que le permitan construir en su interior esas caracte-
rísticas propias de cada objeto. Recordemos que este niñito necesita observar y
manipular los objetos, por lo que deberemos ofrecerle siempre aquellos que no
configuren un riesgo.

La conservación del color. Uno de los trabajos a realizar a partir de los tres
años es estimular el reconocimiento de los colores. Partiremos de su ropa, jugue-
tes y objetos diversos que él pueda ver. Por ejemplo, podemos decirle al niño: “Te
sacamos tu saco azul,” o “¿Me das el autito rojo?” Como ves, asociamos en prin-
cipio el objeto con su color. Por otra parte, el niño no desprenderá, al comienzo,
el color del objeto. Es decir, no asociará a todos los objetos azules, aunque sean
de diferentes categorías. Sólo el ejercicio que planteamos le irá permitiendo inter-
nalizar la generalización.
Más adelante, hacia los cinco años, cuando el reconocimiento sea satisfacto-
rio, avanzaremos hacia la búsqueda del color por el idéntico. Ya no será un solo
objeto sino que entre varios diferentes deberá encontrar el idéntico. En este caso,
la consigna será: “Vamos a poner juntos los que van juntos.” Así el niño se ejerci-
tará reuniendo, por ejemplo, todos los autos, flores, mariposas, o lo que sea de
color rojo.
El niño de cuatro años seguirá trabajando con el color empleando algunas
consignas propias de los tres años, pero su seguridad irá dando paso a otros avan-
ces que se verán muy bien en el ejercicio diario. Necesitará, entonces, nuevos
recursos que le ayuden a continuar sus avances. Por eso, ofrecemos a continua-
ción algunas ideas. No sólo juguetes comprados serán útiles para esta ejercita-
ción. Muchos elementos de descarte como cajas, envases de huevos y otros, todos
ellos pintados o forrados con colores primarios al comienzo y luego ampliando la
variedad, serán muy adecuados. Además, podrán complementarse con bolitas
diversas, no muy pequeñas, pintadas de los colores de las cajas para realizar las
correspondencias. Cajas de diversas formas con sus tapas, además de la asocia-
ción por color, permitirán que ejercite la motricidad fina a fin de enroscar, ajustar
o encastrar. El niño de cinco años ya empleará con independencia y seguridad los
colores y habrá logrado desprender esta categoría de las otras, es decir, señalará
colores independientemente de las formas o tamaños de los objetos.
176 – Educación cristiana integral

La conservación de la forma. Este es otro de los aspectos importantes a con-


quistar. Del mismo modo que ocurre con el color, el niño de tres años aún no tie-
ne incorporado el concepto de la forma, no sólo por falta de lenguaje sino por
falta de experiencias suficientes. Por ejemplo, el niño a esta edad no es capaz de
insertar a simple vista un elemento en el orificio que le corresponde a su tamaño y
grosor. Es así que se necesitará ofrecer múltiples experiencias a fin de que vaya
construyendo la habilidad óculo-manual, es decir, la capacidad de relacionar pri-
mero visualmente el espacio con el objeto. Esta es una habilidad muy necesaria
en el ser humano ya que le permitirá, entre otras cosas, conocer su entorno y ubi-
carse en él.
Esta constancia se trabaja muy bien con los recursos cotidianos que nos ofrece
la vida, las frutas de una frutera, los cubiertos en el cajón, etc. Todas estas cosas
serán buenos recursos aprovechables para facilitar la adquisición del concepto de
forma. A medida que el niño va conquistando el conocimiento a través de las
múltiples experiencias, se le irá complejizando la experiencia a través de los re-
cursos. Así, hacia los cinco años, el niño logrará manejar con mayor destreza y
habilidad la cuestión de las formas, de tal modo que reconocerá fácilmente aun
las formas geométricas. Es muy importante destacar que la estimulación adecuada
y bien graduada guarda total relación con la rápida y buena adquisición de cual-
quiera de estas conservaciones.

La conservación del tamaño, peso, textura, temperatura y sabor. Éstas, entre


otras, son importantes categorías de los objetos, que el niño en principio no podrá
reconocer y que corresponden conjuntamente a lo que llamamos conservación de
la sustancia. A partir de los tres años, el niño comenzará a poner su atención en
los contrastes y hacia los cuatro años logrará reconocer sus semejanzas. Es por
eso que el lenguaje pasará a tener suma importancia, ya que será el recurso por
excelencia a la hora de precisar la información. Se tendrá muy en cuenta la esti-
mulación del lenguaje oral a modo de acompañamiento de estos nuevos y tras-
cendentes aprendizajes, que este importante recurso ayudará a construir con pre-
cisiones. Alto, bajo; grande, pequeño; dulce, salado; caliente, frío; suave, áspero o
rugoso; grueso, delgado; liviano, pesado; son categorías que incorporará en forma
completa hacia el fin de sus tres años. Ya a los cuatro años, construirá la conser-
vación de los términos medios y a los cinco manejará muy bien, relacionándolos
con la realidad, los conceptos de: mediano, tibio, agrio, etc.
Sin embargo, y aún con cinco años, el niño tendrá dificultades en la síntesis de
esas categorías. Por ejemplo, jugando con una persona mayor, ésta le entregará
una masa en forma de pelota, le permitirá manipularla y jugar con ella. Luego,
ante sus ojos, el adulto tomará la masa y la extenderá sobre la mesa dándole for-
ma alargada y le preguntará: “¿Aquí hay más o menos masa que antes?” Veremos
que el niño todavía contestará que hay más en la masa alargada que en la redonda.
A fin de estimular el afianzamiento de estas conservaciones debemos emplear
juegos, que le permitan observar y accionar intencionalmente con el propio cuer-
po, con el de los otros y con los objetos. Los ejercicios de amasado permitirán
muy bien acercar a los niños las conservaciones de cantidad, peso y textura. El
El preescolar – 177

resto de los juegos didácticos propuestos más adelante estimularán alternativa-


mente las demás nociones.
Debemos recordar la necesidad de:

• Complejizar las propuestas a medida que se logran los objeti-


vos.
• Facilitar materiales variados y abundantes.
• Acompañar el desarrollo.
• Observar los logros y las dificultades.
• Favorecer las experiencias personales.
• Intervenir sólo cuando es necesario facilitando la autonomía.

Todas éstas serán participaciones adecuadas que facilitarán los mejores resul-
tados. Recordemos que el juego es el recurso más valioso a través del cual el niño
desarrollará su autonomía social, moral y espiritual. La libertad es una premisa
fundamental, pero recordemos que el adulto, aunque persiguiendo esa premisa,
debe conducir y aun guiar con autoridad cada momento del desarrollo del niño, a
fin de que los principios no negociables sean parte de su actitud según correspon-
da a la etapa que transite. El valor no estará en liberarlo desde el principio, sino,
como ya hemos visto al hablar del desarrollo ético-moral, el valor estará en saber
cuando pasaremos de la presión a la cooperación para concluir en la autonomía
con valores internalizados, es decir, sólidamente aprehendidos.

Construyendo las nociones de espacio, causalidad y tiempo

El niño pequeño carece de una ubicación témporo-espacial. Un ejemplo en


cuanto al tiempo son las expresiones: “Ayer voy a ir a ver a mis abuelos” o “Ma-
ñana nació mi hermanito.” Un ejemplo en cuanto al espacio es que el niño no
recorre el espacio total ofrecido y ocupa un pequeño sector de una gran hoja al
dibujar. Por esto mismo, tampoco puede relacionar las causas con los efectos que
ellas provocan. A lo largo de su vida irá construyendo estas nociones con cierta
dificultad.
Según Piaget, es necesario el conocimiento de los objetos para alcanzar estas
nociones, sobre todo la espacial. Por otra parte, las nociones de espacio y tiempo
se construyen paralelamente y en ocasiones interactúan, de modo que están estre-
chamente ligadas.
Durante los primeros dieciocho meses de vida (período senso-motor), el niño
no logra relacionar el espacio personal con el macroespacio. Cuando se alimenta,
su boca es el espacio y a medida que va logrando avanzar en la independencia de
movimientos el único espacio que reconoce es el que él alcanza. Como vemos,
estas categorías no son propias del niño desde su nacimiento, sino que se trata de
adquisiciones que irá logrando a lo largo de sus primeros años de vida con esfuer-
zo. Las estimulaciones familiares, y además las formales que provee el jardín de
178 – Educación cristiana integral

infantes, ayudan al afianzamiento de la ubicación del niño en el espacio, el tiem-


po y la causalidad.
Durante los primeros estadios de su desarrollo (ver los seis estadios de Piaget
en el Capítulo 7 y en el Capítulo 3), el niño vive desde su egocentrismo extremo,
como si su cuerpo fuera el único que existe. A pesar de estar entre otros, no los
reconoce como pares. A medida que se afiance en los diversos aspectos que hacen
al control y dominio del propio cuerpo, el niño irá reconociendo que él es uno
entre otros. Recién allí comenzará a establecer las diferencias entre él y los otros
objetos y sujetos que se mueven.
Los juegos propios de la etapa ambulatoria, como arrastrar, arrojar, acercar,
alejar, rodar y hacer rodar, entre otros, son los que irán contribuyendo al afianza-
miento de la noción de espacio. Recordemos que este niño, que sólo reconoce
bien el ambiente de su propia casa, considera que ése es el espacio total. Pero, en
realidad, se trata del espacio parcial que configura lo que él conoce, y además, no
es el único. Sin embargo, debemos destacar que estos ensayos, que permiten el
crecimiento, están muy lejos de considerarse nociones de espacio ya logradas.
Podremos considerarlo así sólo cuando exista representación, es decir, cuando el
niño pueda accionar con el espacio anticipando desplazamientos propios y ajenos,
y actuar desplazando los objetos sin torpezas. En este caso, sólo diremos que el
niño está manejando relaciones espaciales. Estas relaciones con el espacio se van
logrando a través de las experiencias múltiples y variadas, que le van orientando
hacia la representación. Así, el niño va relacionando, además, la causa con el
efecto, lo cual va impulsando la experiencia hacia el nuevo aprendizaje.
Durante el sexto estadio el niño alcanza la posibilidad de evocar. Esto le per-
mite relacionar las nuevas experiencias con lo conocido: desplazamientos, lugares
y posiciones. Por una cuestión de ordenamiento de esta obra, desarrollaremos más
adelante todo lo referente al trabajo con el propio cuerpo, ya que éste es de suma
importancia para el desarrollo de las nociones básicas. Pero tengamos en cuenta
que desde allí parte la ejercitación para llegar al plano o al papel una vez que el
niño ha internalizado el dominio del propio cuerpo.

Del todo a las partes y otra vez al todo

Cada objeto tiene aspectos que son invariables y propios de él. Pues bien, el
niño tiene que descubrir esos aspectos de invariabilidad, que hacen del objeto lo
que es y no otra cosa. Para esto, cuenta con su curiosidad natural y su motricidad
fina, mejor desarrollada desde los tres años y medio. Esto le será muy útil a la
hora de desarmar y volver a armar diversos objetos. Para ello será muy bueno
proveerle de recursos desarmables, como los rompecabezas, que progresivamente
irán desde las dos piezas en adelante.
Por otra parte, son muy útiles los encastres y ensartes auto-correctores. Éstos
son los que cuentan con piezas que tienen cortes dividiendo la figura en dos o tres
partes. Se construyen de la siguiente manera: sobre una base de madera se plantan
dos ejes. Se construye en madera o con una placa de poliuretano expandido grue-
so, un rectángulo y se le practican dos orificios verticales como para que ensarte
El preescolar – 179

adecuadamente en la base. Luego se dibuja algo sencillo en la superficie del cua-


drado y se le practica un corte o dos, según sea para tres o cuatro años, procuran-
do que cada pieza quede con alguna parte del dibujo. El niño, que primero desar-
mará el modelo correctamente armado, deberá encontrar la forma de ensartar las
piezas de modo de formar nuevamente el dibujo. Al comienzo, la tarea no será
fácil, pero el niño ensayará tantas veces como sean necesarias para concretar co-
rrectamente el ensarte. Para los niños mayores, podrá confeccionarse el auto- co-
rrector con un corte vertical y uno horizontal, cuidando de considerar la cuestión
de los cortes lógicos.

LA ENSEÑANZA A PREESCOLARES

Al considerar la enseñanza a los niños en esta etapa de la vida, es necesario


tomar en cuenta algunos elementos muy significativos.

De la importancia del dibujo

Es necesario considerar que el dibujo de la figura animal o humana, realizado


por el adulto a fin de ilustrar o ambientar, en todos los casos debe ser realizado en
forma completa, es decir, que no se debe dibujar sólo la cabeza o alguna otra par-
cialidad sino todo el cuerpo. Por otra parte, como ya dijimos, con respecto al esti-
lo de la expresión gráfica, no debe contar con sombreados o relieves, ni guardar
una estricta relación de proporciones, ya que el niño pequeño no requiere de ello
para comprender el mensaje. Cuanto más sencillo y esquemático es el dibujo in-
fantil mejor receptividad se logra.

De los cortes lógicos en los rompecabezas

Llamamos así, a la hora de realizar un material para los niños de esta edad, a
los cortes que deben realizarse de la figura humana o animal. Estos no deben rea-
lizarse de cualquier manera, sino respetando las partes del cuerpo de la siguiente
manera: hay que cortar por el cuello, por el bajo vientre al comienzo de las ex-
tremidades inferiores, y si deseáramos algún otro corte, debería ser a la altura del
final de los hombros, justo donde comienzan los brazos.

De los recursos lúdicos

Hay varios recursos lúdicos que los docentes de niños en esta etapa harían
bien en considerar y aplicar.

Loterías. También las llamadas loterías constituyen un muy rico elemento de


asociación por color, forma y tamaño. Se pueden realizar en forma casera con
cartones forrados con papel de color blanco y luego se divide la superficie forrada
trazando líneas que conformen seis cuadrados. Dentro de cada uno de los cuadra-
dos logrados se coloca una figura sencilla, por ejemplo, pelotas, mariposas, auti-
180 – Educación cristiana integral

tos, etc. En todos los cuadrados se colocará la misma figura, pero de diferente
color. Para que la superficie se conserve mejor, se termina pintando toda la super-
ficie con abundante cola vinílica. No te asustes, pues te parecerá que arruinaste el
trabajo, pero cuando seque verás qué lindo queda. Una vez pintado, deja secar la
hoja en un lugar alejado de la posibilidad de que se le peguen elementos indesea-
bles. De un día para el otro se secará muy bien. Por otra parte, corta cartones del
tamaño de los cuadrados de la lotería. Quedarán como para superponer en forma
individual y repite en cada uno el dibujo y el color de los de la lotería. Estos car-
tones recortados también se pintarán y una vez secos se incorporarán al lugar de
juego de los niños, para que puedan usarlos. Previamente se les enseñará a usar
bien el recurso.
Del mismo modo, se pueden construir dominoes con fichas dobles y simples,
pero con dibujos que se puedan asociar por color y/o forma y/o tamaño. Este re-
curso es útil desde los cuatro años, pero debe ser empleado luego de un buen tra-
bajo previo con loterías. Es muy importante recordar que debemos llevar a los
niños de lo más sencillo a lo más complejo, por lo cual será abundante el estímulo
con loterías antes de ofrecer los dominoes.

Dominó. Son muy útiles a la hora de estimular diversos aprendizajes. Se pue-


den construir en forma casera con cartones o placas de poliuretano expandido. Se
cortan rectángulos iguales. Para trabajar sobre una mesa o el piso sus medidas
deben ser de 10 cms. por 20 cms. o más. Se traza en cada ficha una línea que la
divide en dos partes iguales y en cada una se dibuja algo sencillo dependiendo del
objetivo que persigue el material, que puede ser asociar por color, forma o tama-
ño. Por ejemplo, cuando la asociación es por color se pueden dibujar barquitos de
distintos colores, rojo, amarillo y azul. Colocamos en algunas fichas dos del mis-
mo color, y en las restantes combinamos colores cuidando que la relación sea
pareja. Los niños deberán relacionar las fichas uniéndolas por el idéntico.

Cajas con sorpresa. Arma una caja, subdivídela en su interior con dos cartones
cruzados formando así cuatro compartimientos. Pinta cada compartimiento con
témpera de diferentes colores, siempre primarios. Luego, deja secar bien y elige
juguetes pequeños de cotillón de los colores con que pintaste los compartimien-
tos. El niño deberá ordenar, clasificando por color, los juguetes dentro de la caja.

Ensarte. Sobre una base de madera se ubican varios ejes pintados de diversos
colores. Si empleas clavos, fíjate de limar las puntas. Aparte se preparan formas
diversas con piecitas de madera u otro elemento que encontremos. Le damos el
color de alguno de los ejes cuidando de que todos tengan su correspondencia.
Verificamos que el orificio central de las piezas pueda insertarse cómodamente en
los ejes y ya está listo el recurso para ser empleado.

Plantado. Sobre una plancha de material para aislación acústica se preveerán


elementos que puedan ser plantados en dichos orificios, como tapas de bolígrafos,
lápices de colores, etc. Los niños deberán plantar estos elementos ajustándolos en
El preescolar – 181

cada caso y luego podrán, si lo desean, ensartar por color algunas argollas pinta-
das.

Enhebrado. Empleando un hilo de nylon (tanza), los niños insertarán en él


fideos grandes (mostacholes), con orificios amplios. Estos fideos pueden ser pre-
viamente pintados en colores primarios con témpera y secados en lugar no ex-
puesto a corrientes de aire. Tenga siempre en cuenta emplear pinturas que no con-
tengan tóxicos, ya que los niños aún conservan el hábito de llevar todo a la boca.
Témperas y acuarelas suelen ser las más indicadas. Se pueden fijar barnizándolas
con una mano de cola plástica.

Seriaciones. Se pueden confeccionar de diversas maneras, pero es importante


considerar que deben guardar relación y correlato cada una de las piezas con la
que le antecede y sucede. Se pueden utilizar tarjetas con dibujos. Estos deben ser
confeccionados con un mismo dibujo, pero graduado por tamaño. Por ejemplo,
una manzana pequeña, la siguiente mayor y así siguiendo las proporciones. Re-
cordemos que la cantidad de piezas depende de la edad del niño. Comenzamos
con seriaciones de tres y cuatro piezas con niños de tres años, para avanzar con
hasta diez piezas con niños de cinco años. Esto no depende tanto de la edad como
de la forma en que los niños superen las distintas propuestas. Sólo se aumenta la
cantidad de piezas cuando ha resuelto con facilidad las anteriores.

Encajes. A diferencia de los juegos de ensarte, éstos se manipulan sobre la


base en forma directa. Se pueden fabricar en forma casera con rectángulos de
cartón, madera terciada o balsa y poliuretano expandido. Una vez pintadas las
superficies, se procede así: corta dos rectángulos iguales del material elegido. A
uno lo pintas directamente con un color que actúe como base, al otro lo calas con
la figura elegida. Recuerda que el dibujo debe ser sencillo. Píntalo con el color
base elegido. Luego, pinta la figura resultante del calado con un color contrastan-
te, deje secar, y si fuera necesario, lima los contornos de la pieza resultante del
calado de modo que ésta ajuste bien dentro del rectángulo. Une los dos rectángu-
los superpuestos con algún pegamento y a jugar. La silueta deberá encajar justo
dentro del calado.
Estas son algunas propuestas de lo mucho que seguramente va a surgir de la
creatividad de cada persona dispuesta a servir con entusiasmo y alegría.
Muchos de estos recursos servirán, además, para estimular en el niño las nociones
de: arriba y abajo; adelante y atrás; a un lado y al otro. Los juegos propuestos
deberán partir del propio cuerpo y a medida que va logrando destreza, debemos
llevar al niño hacia los recursos materiales que sean útiles para seguir estas esti-
mulaciones.
182 – Educación cristiana integral

Algo más sobre la noción de causalidad

Esta noción es sumamente importante en la enseñanza a preescolares, porque


le dará al niño la posibilidad de continuar el camino hacia experiencias más signi-
ficativas. Con este dominio, el niño podrá anticipar resultados de situaciones y
con el tiempo irá creciendo en la posibilidad de predeterminar sus acciones. Entre
los ocho meses y el año, su placer será arrojar objetos al suelo. Se quedará obser-
vando el comportamiento del objeto y reclamará por él a los mayores. Esta con-
ducta se repetirá hasta los tres años, pero ya será capaz de buscar lo arrojado y
darle un lugar. A causa de su torpeza motora, debemos tener en cuenta el tipo de
objetos que dejamos a su alcance, ya que de no hacerlo puede ser que produzca
accidentes a sí mismo o a terceros. Alrededor de los dos años y medio, el niño
podrá establecer la causa a partir del efecto, aunque aún muchas de sus explica-
ciones estarán teñidas por el pensamiento mágico.
Será muy útil, a fin de estimular este desarrollo de su capacidad asociativa, el
ofrecerle tarjetas confeccionadas en cartón con un corte vertical. En cada lado de
la tarjeta colocaremos una figura que identifique la relación. Por ejemplo, de un
lado habrá un paisaje con lluvia y del otro un paraguas. En realidad, todos los
juegos y juguetes ofrecidos aquí son útiles para todos los niños pequeños. Lo que
debemos graduar es el nivel de dificultad a fin de que les estimule adecuadamen-
te. A los cinco años el niño será muy capaz de ordenar secuencias de tres y hasta
cinco consecuencias contando una pequeña historia.
En la etapa escolar la enseñanza de la historia seguirá cumpliendo el rol que
tuvieron estos ejercicios tempranos en la estimulación de las experiencias de cau-
salidad. La construcción de la realidad en el niño lleva muchos años y dedicación,
a fin de que construya una relación adecuada entre él mismo, los otros sujetos y
los objetos. En realidad, el niño de esta edad termina en sus objetos (ver animis-
mo), es decir que no reconoce bien los límites del propio cuerpo, por lo cual será
remiso a la hora de quitarse el abrigo o desprenderse de su mochila o bolsito. El
maestro deberá ganarse poco a poco su confianza a fin de que el pequeño le ceda
eso que considera parte de si mismo. No hay que obligarlo, pero sí es necesario
generar confianza explicando dónde los niños guardarán sus objetos. Hay que
organizar la sala de modo que el lugar para colgarlos esté a la vista. Esto será
muy adecuado, ya que en forma paulatina el niño irá desprendiéndose y aceptan-
do el desplazamiento. El conocimiento de la realidad de este pequeño y una buena
dosis de paciencia y comprensión harán de esta relación algo verdaderamente
significativo en ambas vidas, la del niño y la del adulto que re-aprenderá la ternu-
ra, la simpleza y la transparencia de los vínculos. Recordemos siempre que en
esta circunstancia, ambos aprenden.
El preescolar – 183

EJERCICIO 33

La enseñanza a los preescolares

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Debemos enseñarles lo que aprendimos delante de Dios:


2. Debemos enseñarles el camino bueno:
3. Debemos enseñarles las palabras de Dios:
4. Debemos enseñarles las cosas que Dios ha hecho:

Pasajes: Deuteronomio 4.9; Deuteronomio 4.10; Deuteronomio 11.9; Proverbios 22.6.

LAS EXPERIENCIAS DE LOS PREESCOLARES

Existen dos tipos de experiencias posibles. Están las que se realizan en forma
directa sobre el objeto de estudio, y las indirectas, que el maestro intenta recrear a
fin de facilitar el aprendizaje. Siempre que sea posible, la experiencia debe ser lo
más directa que podamos ofrecerla.

La expresión corporal

Del mismo modo que las demás formas de expresión, ésta constituye un im-
portante recurso para el desarrollo armónico de este ser humano tan complejo y a
la vez tan maravillosamente creado. Veamos algunos de los aportes que hace a la
causa del crecimiento integral esta cuestión de la expresión corporal.
Una de las cosas que más necesita este niño en crecimiento es el contacto con
el medio que lo rodea. Pero éste deberá ser un contacto activo, porque es en mo-
vimiento como el niño logrará ir conquistando el espacio, y es a través de la expe-
riencia como irá alcanzando las nociones imprescindibles para la vida. La curio-
sidad lo irá llevando a encarar la exploración del medio, pero la guía organizada
de sus padres y docentes lo conducirá con éxito a la superación de sus límites.
Tal vez nos preguntemos para qué nos sirve este tema a nosotros, que sólo
contamos con la presencia del niño quizás por una hora en una clase. Lo que ocu-
rre es que si logramos dar la clase con el niño activo, empleando recursos lúdicos
en lugar de someterlo a nuestro relato desprovisto de actividad, lo estaremos
guiando a apreciar no sólo el contenido transmitido, sino la experiencia integrado-
ra que es invalorable, sobre todo a estas edades.
Así, pues, consideraremos este tema desde tres importantes aspectos a tener
en cuenta para no desviarnos de la tarea.
184 – Educación cristiana integral

El tema del propio cuerpo. Una de las necesidades fundamentales del niño en
la primera infancia es alcanzar a comprender lo que le rodea, pero no puede aún
establecer dónde termina él y dónde comienza el resto. Por otra parte, como ya
explicamos, su naturaleza le lleva a proyectar su vida a los objetos. Pues bien, es
necesario guiarlo a través de múltiples experiencias a reconocer su propio cuerpo.
A través de canciones con mímica, ofreceremos la oportunidad de reconocer las
partes de su cuerpo: cabeza, tronco, extremidades, etc. Las llamaremos: cabeza,
cuerpo, brazos y piernas. El niño deberá tocar cada parte y ver su imagen en un
espejo. Así irá reconociéndose e internalizando su propio cuerpo.
Un paso siguiente será ir parte por parte, distinguiendo los ojos, la nariz y la
boca en la cara, las orejas y el cabello en la cabeza, el cuello. Del mismo modo
procederemos con el resto de su cuerpo. Esto se estimulará con ejercitaciones
múltiples. Emplearemos recursos como las canciones, espejos, movimientos ge-
nerales y mímica. Otros recursos serán correr, saltar, reptar (arrastrarse), rodar. Y,
para los niños más grandes (cinco años) los animaremos a salticar (saltar sobre un
pie). Además, recordemos que sólo a partir de esta edad los niños son capaces de
caminar para atrás.
Una vez estimulado este reconocimiento de su esquema corporal, siempre
considerando con ellos que Dios proveyó ese cuerpo y que es muy lindo porque
así lo hizo el Señor, pasaremos a ofrecer ejercitación variada siempre a través del
juego, que los conecte con el cuerpo del otro. Así ofreceremos juegos que lo lle-
ven a observar y señalar los detalles del cuerpo de sus amiguitos. Estos juegos
llevan el nombre de juegos en espejo, ya que se reemplaza el espejo que le permi-
tió observarse a si mismo, pero que ahora lo ayuda a observar el cuerpo de otro
ser humano.
A continuación ofrecemos un juego que resulta divertido. Se trata de lo que
denominamos como el dibujo del amigo. Uno de los niños se acuesta en el piso de
un patio o lugar que pueda ser higienizado con facilidad. Lo hace boca arriba y
con las piernas y brazos extendidos alejados del cuerpo. El otro niño copia la si-
lueta de su amigo con una tiza. Una vez concluido el trabajo, cambian de lugar y
repiten la acción en otro espacio cercano. Para concluir, cada uno completa dibu-
jando los detalles que falten y puedan recordar. Es muy importante no ayudar ni
sugerir acciones. El niño deberá ir internalizando, a través del trabajo espacial, lo
que luego plasmará en el plano. Si la actividad no fuera lo suficientemente satis-
factoria, se deberá volver a trabajar en el reconocimiento espacial, es decir, el
niño mismo con el espejo y el reconocimiento en el amigo.

El lenguaje del propio cuerpo. Toda la naturaleza se expresa. El ritmo es parte


de esa rica expresión, que también completa el sonido. El ritmo es esa cadencia
vital que es propia de cada ser vivo. El individuo aprende desde el vientre mater-
no a apreciar el ritmo a través de los latidos del sistema circulatorio de su madre,
su voz, la música y los sonidos externos que escucha aligerados por toda la pro-
tección que lo separa de ellos. Todo aporta a fin de que él conozca e internalice la
cuestión del ritmo. Luego, ya nacido, percibirá en forma presencial estos ritmos y
cadencias.
El preescolar – 185

La naturaleza está en permanente juego con los sonidos, de tal modo que lo
que llamamos silencio en realidad no es tal. Se trata sólo de la ausencia selectiva
de algunos ruidos que no deseamos. Pero si escucháramos con atención, podría-
mos reconocer algunos sonidos naturales que nos son agradables. En medio de un
bosque y solos, escuchamos el silencio que, sin embargo, está poblado de soni-
dos, como el viento entre las hojas de los árboles, el caer de alguna rama, el trino
de algún pájaro, etc.
Volviendo a la cuestión del ritmo, el niño mismo cuenta en su cuerpo con un
ritmo vital, que se traduce en las palpitaciones de su propio sistema circulatorio.
Esta cadencia debe ser encontrada a través del juego y con la participación de la
música. El niño irá encontrando así su propio ritmo y lo traducirá en armonía de
movimientos, que con el tiempo le permitirán coordinar sus desplazamientos, el
dominio de sus emociones y el control de su accionar general, y entre otros facto-
res, la construcción y el dominio del lenguaje.

Edgard Willems:
Willems “El ritmo está sin duda, más directamente unido al cuer-
po humano que la melodía, más tributaria de la emoción, y que la armonía,
que no puede existir sin la inteligencia. El niño encuentra en forma espon-
tánea la manera de expresar con su cuerpo cualquier estímulo musical, ca-
da persona imprime un ritmo propio a su vida, a su lenguaje, a su trabajo y
fundamentalmente, todo ser humano tiene ritmo desde el momento de na-
cer.”64

Edgard Willems, el gran músico terapeuta de origen belga, empleó estas no-
ciones en su trabajo con personas dis-rítmicas, niños con trastornos del desarrollo
intelectual, autistas y otros trastornos de conducta. Él nos cuenta que es notable el
avance que se logra con ellos al emplear la música y la expresión corporal en su
tratamiento. El dominio del esquema corporal, sumado al conocimiento del pro-
pio ritmo son facilitadores del desarrollo armónico de los procesos inteligentes, la
comprensión del mundo exterior, el establecimiento de las constantes temporales
y espaciales, la economía de esfuerzos en el movimiento, el aumento de las des-
trezas, la conquista de la libertad y la comprensión de los límites de ésta. Si
consideramos que el niño pequeño tiene por mucho tiempo gran torpeza de mo-
vimientos, de modo tal que emplea todo el cuerpo para realizar desplazamientos
pequeños y que sólo alrededor de los cinco años logra mejores destrezas, entende-
remos la importancia de estimular estos aprendizajes a través de buena ejercita-
ción.

El conocimiento del propio cuerpo. Hasta aquí nos hemos referido a la con-
quista del espacio amplio, pero aún y simultáneamente se encuentra la necesidad
de estimular las áreas internas y estos logros se alcanzan a través de ejercitaciones

64
Edgard Willems, tomado del taller dictado por el autor en el teatro Roma de Avellaneda
en 1970.
186 – Educación cristiana integral

musicales. Canciones hermosas que, realzando la preciosa creación de Dios, nos


permitan poner atención en lo creado y admirarlo. Estas canciones son indispen-
sables para este pequeño que debe crecer con armonía. En este caso, son tres los
aspectos a trabajar con esos coros y canciones: el pulso, el acento y el ritmo.
En primer lugar, está el pulso. En realidad, el pulso es una constante sonora
que se encuentra presente en todas las expresiones. Esto se puede mostrar al niño
haciéndole escuchar el tic-tac del reloj. Una vez escuchado, le pedimos que haga
con sus palmas como el reloj. Así lo guiaremos a realizar este ejercicio con otras
partes de su cuerpo, pies, balanceo de brazos, etc. Esta ejercitación debe ser va-
riada y abundante. Podremos reforzar diciendo la frase: “Siempre igual, siempre
igual”, y cuidando que los niños expresen esta condición. El siguiente paso será
incorporar obras musicales muy rítmicas, que en principio les permitan marcar el
pulso con diferentes partes de su cuerpo. Finalmente lo harán cantando. Destaca-
remos que esta progresión debe darse en esa misma secuencia, pero en varias cla-
ses. La condición para pasar al siguiente grado de dificultad es que los niños
hayan internalizado el anterior. Desde los tres años, el niño está en condiciones de
iniciar estos ejercicios, pero aun si fuera mayor, no debemos saltar este paso, para
que el niño acceda al reconocimiento del acento y del ritmo en un tiempo poste-
rior. El pulso, como dijimos, se incluirá durante los tres años; el acento a los cua-
tro años; para completar con el ritmo de los cinco años en adelante. Veamos una
representación para ejemplificar este punto:
__ __ __ __ __ __
Je sús es mi-a mi go

Cada guión es un golpe que marca el pulso, siempre igual o tic tac.

En segundo lugar, está el acento. También se manifiesta como una constante


sonora, pero se trata de golpear una vez en forma sonora y otra vez al aire. Si lo
hacemos con palmas, sería algo así: golpe de palmas, golpe en el aire (sin soni-
do). En cada acento caben dos pulsos. Cuando lo hagamos con canciones se nota-
rá bien la diferencia. Lo representamos así:
__ / __ / __ /
Je sús es mi-a mi go

Cada guión es un golpe y a cada línea cruzada la marcamos en el aire.

En tercer lugar, está el ritmo. En este caso se trata de seguir, con golpes de
palmas, la melodía. Tal vez nos sorprenda, pero tanto la palabra hablada como la
que es cantada tienen ritmo y melodía. Con los niños trabajaremos empleando la
música a fin de que puedan distinguir con facilidad la melodía y establecer el rit-
mo para seguirlo con las palmas. Estos ejercicios no sólo son útiles para la músi-
ca, sino que son usados con muy buenos resultados para enseñar silabeo y acen-
tuación en la escuela primaria durante las clases de lengua.
El preescolar – 187

La delicada cuestión de la salvación

De todas las experiencias que pueda tener un niño en esta etapa de su vida, la
más trascendente será su experiencia de salvación. En general, el niño obtiene la
conciencia de pecado más adelante, alrededor de los siete años, por lo que cuando
existen manifestaciones de fe previas, deberemos ser muy cuidadosos en verificar
su crecimiento espiritual a fin de corroborar que realmente haya tenido la expe-
riencia de salvación en la circunstancia que es referida. Algunos niños que son
hijos de cristianos, crecidos en el ambiente de la iglesia, pueden haber manifesta-
do su fe en Jesús, por ejemplo, en algún campamento a temprana edad. Tal vez
esto ocurrió porque otros lo hacían. Pero, luego, al experimentar genuinamente la
salvación advirtieron la diferencia. Recordemos que es indispensable la concien-
cia de pecado para que seamos guiados a un arrepentimiento real, y ésta se alcan-
za con posterioridad a cuestiones madurativas que se producen alrededor de los
siete años. De todos modos, es conveniente no desatender ni desestimar las situa-
ciones que el niño plantee. Más bien, es necesario que actuemos con sumo cuida-
do observando y verificando la naturaleza de las experiencias que se van concre-
tando a fin de acercar los recursos adecuados en tiempo y forma. Recordemos que
prejuzgar en estos casos puede llegar a transformarse en un acto de soberbia in-
admisible y lamentable ante un hecho tan importante. Cuando hablamos de pre-
juzgar estamos refiriéndonos a anteponer lineamientos científicos a la observa-
ción de la persona. Recordemos que dichos lineamientos nunca son rigurosos,
sino amplios y generales. Se refieren a la mayoría de los casos estudiados y no a
patrones fijos e incuestionables. Recuerda que tu niño es único, y esta cuestión es
suficientemente importante como para dedicarle oración y cuidado con observa-
ción. Una vez más, en torno a esta cuestión, caeremos en la cuenta de que la ma-
terno-paternidad es un proceso de característica presencial.

EJERCICIO 34

Formar grupos de seis miembros y discutir por unos veinte minutos el tema siguiente:

“La experiencia de salvación en los niños preescolares.”


CAPÍTULO 9

El escolar

“El mayor desafío que se presenta a los cristianos


en el campo de la educación es la reforma de la
mente y el corazón ante los profundos cambios de
orientación en curso.”
(Conclusión de CLADE IV, inspirada en Romanos 12.2).

A los fines de la Escuela de Educación Cristiana, esta etapa abarca desde los
seis a los doce años de edad. Aunque es una etapa extensa, se suele dividir en dos
clases: una de seis a ocho años y la otra de nueve a doce años. Es interesante con-
siderar que, a pesar de lo abarcador del período, y que dentro de él se producen
importantes cambios en el desarrollo tanto físico como intelectual del niño, el
mismo está transitando lo que llamamos un período de latencia. Es decir, sus in-
tereses están rondando las mismas cuestiones que ya hemos considerado, como el
juego, la escuela, sus amigos (que preferirá que sean del mismo sexo), y en gene-
ral todo lo que le produzca alegría y diversión.

LA CLASE DE ESCOLARES “A” (6 a 8 años)

Área del desarrollo motriz

En el aspecto motriz, estos niños han perdido impulsividad, dando paso a mo-
vimientos más controlados, donde la intencionalidad y la regulación han pasado a
ser más efectivas. A partir de los siete años se han vuelto más veloces y su coor-
dinación óculo-motora (vista-movimiento) se ha tornado mucho más precisa. El
niño mueve sus miembros superiores (brazos) e inferiores (piernas) con indepen-
dencia. También su coordinación auditivo-motriz ha progresado, pudiendo reco-
nocer y reproducir sonidos sin dificultad. Recordemos que alrededor de los cinco
años, el niño tiene una regresión visual, que recién superará alrededor de los seis
años promediando su primer grado escolar. La conquista del espacio amplio es
casi total, ya que se desplaza con seguridad y autonomía. En cuanto al espacio
190 – Educación cristiana integral

parcial, utiliza correctamente la hoja y aun el renglón, escribiendo correctamente


al dictado y realizando sencillas producciones.
El niño reconoce bien el concepto de derecha e izquierda en otros (visión en
espejo). Entre los siete y los ocho años logra un dominio más completo de la co-
ordinación fina de su brazo-mano-dedos, por lo cual perfeccionará su producción
gráfica, es decir, escribirá mejor. Entre los seis y los ocho años usará bien patines,
bicicletas y bolitas. El uso de estos elementos se irá perfeccionando hacia los
nueve años, cuando desarrollará capacidades para animarse a transitar con patine-
ta en un mejor empleo de su equilibrio.

Área de desarrollo intelectual

En este período, el niño afirma las operaciones básicas de suma, resta, multi-
plicación y división. Se maneja mejor con el tiempo remoto o lejano y hacia los
nueve años comprende bien los hechos ocurridos mucho tiempo atrás, o sea,
hechos históricos. Puede asociar sencillamente encadenando hechos en un orden
formal.
Por esto es muy importante que se le estimule al conocimiento de la historia
en general y la cristiana en particular, ya que el enhebrado de procesos estimulará
el desarrollo correcto de su pensamiento lógico.
A esta etapa la llamamos etapa de las operaciones concretas, ya que si bien el
pensamiento avanza rápidamente, se limita a operar con situaciones concretas.
Tal vez lo más importante y significativo de esta etapa es la capacidad de reversi-
bilidad. La reversibilidad del pensamiento es algo que ya hemos considerado.
Recordemos que se llama así a la capacidad de enunciar una idea, pudiendo ex-
plicar el por qué de ella y otras relaciones similares sin perder coherencia.
En cuanto al lenguaje, el mismo se afirma empleando vocablos y formas del
adulto. El niño se vuelve más rápido y preciso en las respuestas, pudiendo mante-
ner diálogos productivos y extensos. Es muy importante estimular el desarrollo
amplio del lenguaje, ya que será el recurso por excelencia de la comunicación
externa, pero, además, ayudará a la construcción interna. La construcción mental
se torna más interna y con mayor capacidad de síntesis, por lo cual esto también
favorece a la seguridad necesaria para que el niño se exprese con libertad. Es por
eso que a esta edad se debe estimular mucho y en forma pareja el desarrollo del
lenguaje oral y escrito. Recordemos que la mejor forma de hacerlo es facilitando
experiencias significativas a través de actividades que refuercen estos recursos,
que serán fundamentales para la buena comunicación en el momento y a futuro.

Área del desarrollo actitudinal

El desarrollo actitudinal tiene que ver con el desarrollo de la conducta. El niño


de esta edad, ya socializado, amplía su campo de relaciones y afectos a otros
adultos y sobre todo a sus pares, los cuales comparten mucho tiempo con él. La
amistad se expresa en un sentido muy amplio, y valores tales como la lealtad y el
El escolar – 191

compañerismo marcarán esta etapa de latencia. Sentimientos de rivalidad mutuos


entre ambos sexos establecerán fronteras en la relación mixta, que se manifesta-
rán con desinterés, indiferencia y algunas veces desprecio. Esto facilitará con el
tiempo (esto crecerá a lo largo de la etapa de latencia), la afirmación de su com-
portamiento de género. El pudor es un elemento que se hace presente a esta edad
y es acompañado por la vergüenza ante los errores.
En esta etapa del desarrollo, la cooperación de la que ya hablamos es factible
y acompaña el desarrollo moral hacia las conductas autónomas. En la Iglesia, este
niño es sumamente útil y orientado al servicio se vuelve incondicional. Acepta
compromisos y puede cumplirlos con esmero, pero necesita estímulo y afecto a
fin de afirmar sus logros. Se interesa mucho por las colecciones y gusta de colec-
cionar los objetos más insólitos. Por eso, sobre todo el varón, andará por la vida
con los bolsillos llenos de cosas reunidas por aquí y por allá. Las niñas serán más
selectivas y sus colecciones serán de figuritas y otros objetos de características
más estéticas.
Es muy importante que los adultos aprendamos a confiar y delegar razonablemen-
te, es decir, en el marco de la cooperación, actividades que le permitan al niño
sentirse realmente parte del grupo social de la iglesia. Es importante recordar que
para pertenecer hay que hacer. Los espectadores no forman parte del grupo; sólo
son observadores y generalmente críticos.

Área del desarrollo


desarrollo del interés

¿Cuáles son los temas que más le interesan al niño? ¿Qué es lo que más lo
atrae? Preferentemente se trata de historias de vida de personajes bíblicos y mi-
sioneros, que encierren arrojo y valor en sus actitudes. Es decir, gente que se haya
jugado por sus ideales. Hay que tener en cuenta que el niño puede ser, en general,
muy reflexivo, si lo estimulamos y gusta de expresar sus ideas respecto de los
temas. Es muy entusiasta concursando y memoriza muy bien los textos bíblicos.
No temas facilitar las memorizaciones de la Palabra de Dios a través de los tex-
tos. Esto es muy bueno, útil y necesario. Pero recuerda que es del mismo modo
importante que aprenda a razonar y explicar los contenidos con sus palabras.
Otro recurso excelente es el role-playing o la teatralización a partir de un relato.
Esta es una actividad de improvisación. Tus alumnos te sorprenderán y verás los
resultados. (Ver más sobre esto en la consideración de las estrategias de enseñan-
za.)

EJERCICIO 35

El niño de 6 a 8 años

En tus propias palabras, haz un perfil del niño de la clase de Escolares “A”.
192 – Educación cristiana integral

Área del desarrollo motriz

Área del desarrollo intelectual

Área del desarrollo actitudinal

Área del desarrollo del interés

LA CLASE DE ESCOLARES “B” (9 a 12 años)


años)

El desarrollo del niño

Esta etapa aún conserva las características de latencia mencionadas en la ante-


rior, pero se consolidan y afirman múltiples habilidades. El niño define gustos y
orientaciones generales, ratifica o descarta amistades y logra autonomías impor-
tantes en el campo ético si es convenientemente acompañado. Del mismo modo,
el niño afirma su compromiso espiritual. Conoce y refiere historias bíblicas con
cuyos personajes se identifica. Es autocrítico y severo consigo mismo y con los
otros. Establece reglas para sus juegos y organiza en forma autónoma aspectos de
su vida escolar. Las niñas son precoces a la hora de afirmar rasgos de escritura.
La causa es que su madurez motora se produce antes que en los varones. Además,
suelen expresarse oralmente con mayor facilidad. Se considera a los doce años
como la edad en que la escritura se consolida en forma definitiva.
A partir de los diez años, el niño comprende con claridad la mayoría de las
normas morales y puede explicarlas. También explicará las consecuencias de las
conductas, pero aún necesitará en varios casos de la cooperación de sus mayores
para afirmar las autonomías. Los temas bíblicos siguen siendo los de la etapa an-
terior, ya que necesita de héroes y heroínas que le ofrezcan modelos. Si no se los
damos en la iglesia y la familia los buscará afuera.
Si bien todavía los afectos evolucionan en forma natural y el niño aparece su-
miso y sereno, la adolescencia está próxima a llegar y con ella los grandes y nece-
sarios cambios en todo su ser. En este preciso límite se reúnen lo mejor y lo peor
que guarda el niño en sí mismo, para aflorar en el estallido adolescente. En este
proceso, el niño se replanteará integralmente en función de la construcción de un
nuevo desafío, que es transformarse en un adulto joven. Pero ahora aún sus pa-
dres siguen siendo los genios y más importantes modelos de su vida. Es necesa-
rio, entonces, aprovechar esta circunstancia para afirmar en su corazón, en su
El escolar – 193

mente y en su espíritu, aquellas normas principales que luego, seguramente en la


adolescencia cuestionará, pero que serán modelo y eje a la hora de definir su per-
sonalidad adulta.

Aportes útiles procedentes del ámbito teórico

A causa de su pertinencia con esta edad, y por la posibilidad de entramar estas


investigaciones con la práctica docente, se ha preferido incluir a estos autores
aquí y no en el Capítulo 3 con los demás marcos teóricos.

David W. Johnson y Roger T. Johnson: aprendizaje cooperativo. Ambos auto-


res son psicólogos, graduados en la Universidad de Columbia. Mientras David se
dedica a la investigación en el campo de la psicología social, su hermano Roger
es reconocido como un destacado docente en el campo de la investigación cientí-
fica. Son escritores de numerosas obras sobre los temas que los ocupan y algunos
volúmenes han sido escritos en conjunto. Su mayor dedicación está puesta en el
desarrollo de los aportes teóricos sobre el aprendizaje cooperativo, tema sobre lo
que ambos continúan investigando en la Universidad de Minessota.
En cuanto a las ideas principales de estos investigadores se destaca lo que
ellos denominan las interdependencias sociales. Los Johnson sostienen que las
relaciones vinculares entre pares son sumamente importantes para la persona. Las
buenas experiencias apoyan la adecuada afirmación de los componentes que irán
estructurando la personalidad desde pequeños. La educación debe encontrar en
las tareas grupales un sólido apoyo a su gestión, ya que aunque es muy importan-
te lo que ocurre en cada individuo, no es menos importante el aporte que hace la
socialización.
Según estos investigadores, dos son las formas en que se establece la interde-
pendencia social: la cooperativa y la competitiva. La falta de estimulación coope-
rativa introduce conductas individualistas que producen más aportes negativos
que positivos. En la primera, la interdependencia social cooperativa, el grupo se
identifica sin perder los rasgos individuales, pero tiene clara conciencia de que el
otro forma parte del mismo esfuerzo y lucha por el mismo resultado. Así, todos
los integrantes se ayudan mutuamente, a fin de alcanzar el objetivo común. En
cuanto a la segunda, la interdependencia social competitiva, es negativa y favore-
ce exactamente lo contrario de la anterior. En este sentido, promueve luchas por
el poder dentro del grupo. Los esfuerzos por trabar y perjudicar la acción del res-
to, y las permanentes distracciones de las metas son resultados esperables de la
competitividad negativa. Cuando no hay interdependencia social no hay inter-
cambio y el resultado es un individualismo negador del otro y su existencia.
Algunos aportes estratégicos del concepto de interdependencia social para
docentes, son los siguientes:

• Trabajos prácticos en equipo.


• Competencias por equipo, cooperación guiada.
• Rompecabezas.
194 – Educación cristiana integral

• Pequeños grupos de discusión.

Daniel Goleman: inteligencia emocional. Goleman es californiano de origen,


estudió psicología en las Universidades de Amherst y Harvard, donde se graduó
con honores. Actualmente vive en Massachussets (Estados Unidos). Este investi-
gador se ha mostrado interesado en el desarrollo de la personalidad. Finalmente,
se dedicó a investigar las emociones y su incidencia en los aprendizajes. Él en-
tiende que las emociones influyen en los resultados de la vida y afectan no sólo
emocionalmente sino también biológicamente a las personas. La inteligencia
emocional, sostiene Goleman, incide en la responsabilidad y la concentración de
las personas hacia el logro de sus objetivos. Las diversas emociones condicionan
a la persona para responder de determinada forma frente a los estímulos, y esto a
su vez condiciona el resultado. Estas investigaciones están muy influidas por los
aportes de Howard Gardner sobre inteligencias múltiples, ya que Goleman, al
igual que otros investigadores, apoya sus investigaciones en algunos aspectos
relevantes de sus aportes.65
Cinco puntos son los principales en cuanto a la inteligencia emocional:

• Conocer las propias emociones: el conocimiento de sí mismo


permite a la persona, anticipar sus reacciones y mediar sobre
ellas con habilidad.
• Capacidad de control: mediando sobre las reacciones emociona-
les naturales, la persona puede orientar su vida con autoridad
sobre sí misma, o sea, con dominio propio.
• La motivación intrínseca: el logro del dominio propio otorga
armonía y mayor capacidad para enfrentar las circunstancias re-
solviendo los inconvenientes de manera eficiente.
• Reconocer las emociones ajenas: a través del reconocimiento de
los múltiples lenguajes de las personas (gestos, tonos de voz,
etc.), se puede anticipar lo que experimentan y prever así las
posibles reacciones. Para este logro es necesario tener una sóli-
da afirmación de sí mismo, que permita despegar situándose en
lo que siente el otro.
• Control de las reacciones: la estabilidad emocional que surge de
una correcta afirmación del yo permite ejercer una sana relación
entre y con los otros, apreciando sus valores y estimulando la
generación de los espacios propios de desarrollo personal de to-
dos, y esto ocurre no sólo cuando se ejerce un liderazgo im-
puesto, sino desde cualquier rol y función.

65
Howard Gardner, Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica (Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1998).
El escolar – 195

Otra idea clave de Goleman es la alfabetización emocional. El investigador


considera, que es necesario educar el dominio de las emociones de manera for-
mal. Es decir que se debe educar en un lenguaje que permita expresar los senti-
mientos y explicarlos para poder controlarlos. Para ello es necesario analizar con
detenimiento nuestras formas de expresión de las emociones y las consecuencias
que acarrean para nosotros y para terceros, desarrollar métodos de control ade-
cuados considerando las fortalezas y debilidades que poseemos, y que condicio-
nan nuestros resultados.
Otra idea es la del auto-concepto, que se refiere a lo que la persona percibe,
piensa y actúa en relación consigo misma. La percepción y el pensamiento con-
forman un concepto sobre su propia persona, lo que siente, acciona a favor o en
contra de su autoestima, y ambas cuestiones inciden en su conducta para consigo
y para con los otros. Con respecto a este tema deseamos agregar un pensamiento
personal, que esperamos sea útil para comprenderlo mejor. En realidad, el próji-
mo más próximo que tenemos somos nosotros mismos. Mientras al actuar nega-
mos lo que nos avergüenza o no deseamos reconocer, nosotros mismos, que so-
mos partícipes necesarios del hecho, nos censuramos y criticamos en un acto in-
terno que nos desestabiliza y aparta de la verdad. Cuando siendo ya hijos de Dios,
el Espíritu Santo vive en nosotros, es él quien insiste en mostrarnos nuestro peca-
do esperando nuestro arrepentimiento, a fin de restaurar la relación armónica
Creador-criatura.

F. Herrera y otros:
otros “Hablando metafóricamente, podríamos decir que
nuestra personalidad es el vehículo que nos conduce por la vida, cuyo
motor sería el autoconcepto (aspecto cognitivo), su combustible la auto-
estima (aspecto afectivo) y su particular forma de conducirse, más o me-
nos acertada, la autoeficacia (aspecto conativo).”66

En definitiva, Goleman considera que la autoestima depende para su afirma-


ción de los estímulos que la persona reciba de su entorno familiar, escolar y so-
cial, por cuanto estos condicionan el resultado general de cada vida. Pensamos,
por lo dicho, en la importancia que cobra la familia, la escuela y la iglesia desde
esta mirada. Cada una de estas instancias debería transformarse en un agente de
estimulación permanente del desarrollo armónico y sano del ser, pues cuando la
persona encuentra y conoce a su Creador y, por consiguiente, alcanza a compren-
der para qué fue creada, recién allí inicia el camino de la armonía que deberá se-
guir construyendo con la participación del Espíritu Santo.
En el paneo general que hemos intentado en este capítulo, abordamos sólo al-
gunas de las teorías relevantes que alimentan el campo educativo. Debemos des-
tacar que en los últimos años son muchos los investigadores que, favorecidos por
la globalización informática tan avanzada, pueden divulgar sus avances práctica-
mente en el momento en que ellos se concretan. Ejemplo de esto son los tres úl-

66
Citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos del aprendizaje, 104.
196 – Educación cristiana integral

timos investigadores presentados en este capítulo. Cabe al lector analizar, compa-


rar, relacionar y organizar conceptos personales respecto de estos aportes, a fin de
fundamentar y desarrollar sus prácticas desde una base de sustentación más sóli-
da.

Howard Gardner: inteligencias múltiples. De origen europeo, la familia Gard-


ner llegó a los Estados Unidos escapando al régimen nazi. En 1943, en la ciudad
de Scranton, Pensilvania, nacía Howard. Estudiante de la Universidad de Har-
vard, se especializó en neuropsicología y psicología. Su trabajo se centró en la
investigación de las capacidades cognitivas en cada etapa del desarrollo humano.
Su teoría de las inteligencias múltiples arroja luz y abre nuevos e inexplorados
campos de estudio. Este destacado científico contemporáneo dicta sus cátedras en
las Universidades de Harvard y Boston, y es director del Project Zero en la Es-
cuela Superior de Educación de Harvard. Éstas, entre otras muchas participacio-
nes y gestiones, le han valido importantes reconocimientos en Norteamérica y en
el resto del mundo científico. Autor de diversos libros, Gardner insiste en sostener
que las personas son diferentes en sus maneras de emplear la inteligencia, depen-
diendo de diversas razones que él explica. Este investigador establece que la ra-
zón por la que las funciones mentales de las personas se desenvuelven de modos
tan diferentes es porque no existe una sola forma de inteligencia sino diversas.
Además, Gardner sostiene que existe un vínculo biológico con cada tipo de inte-
ligencia. De todas las que menciona, él distingue por el momento ocho inteligen-
cias diferentes y una media inteligencia. Ellas son:
Inteligencia lingüística: es la capacidad natural para explicar de manera com-
prensible y clara cualquier pensamiento en forma escrita u oral. Se evidencia en
escritores, abogados, políticos y periodistas entre otros.
Inteligencia lógico-matemática: es la que poseen los que emplean bien el ra-
zonamiento, y operan lúcidamente con las cuestiones numéricas. Se destacan los
matemáticos, ingenieros, contadores, entre otros. Esta ha sido considerada, en
general, como la inteligencia por excelencia, pero Gardner sostiene que no sólo
no es la única, sino que existe en medio de otras tan importantes como ella.
Inteligencia musical: se destaca en personas naturalmente hábiles para expre-
sarse musicalmente. El buen oído y la sensibilidad al ritmo, al tono y a la melodía
son constituyentes de esta inteligencia. Por supuesto, la poseen los músicos, com-
positores, cantantes y los niños prodigio, quienes suelen ser muy precoces en este
campo.
Inteligencia espacial: es la que poseen las personas con habilidad natural para
operar con el espacio y transformarlo desde una visión abstracta que recién luego
materializan. Se trata de esas personas que ven un terreno y diseñan en planos,
una casa. También algunos niños que de muy pequeños emplean el espacio gráfi-
co con dominio de la proporción, se destacan entre otros los arquitectos, decora-
dores, navegantes, entre otros.
Inteligencia cinestésica-corporal: se trata de la capacidad natural para trans-
formar objetos y comunicar ideas con el cuerpo. Son poseedores de ella los baila-
rines, alfareros, cirujanos, modistas, entre otros.
El escolar – 197

Inteligencia interpersonal: se trata de la capacidad natural para percibir los


sentimientos y las reacciones de los otros. Generalmente también permite antici-
parlas. La poseen los políticos, vendedores y líderes de masas en general.
Inteligencia intrapersonal: es la que permite el conocimiento de sí mismo.
Generalmente se manifiesta a través de otras que acompañan al poseedor. Se evi-
dencia en la afirmación natural de su personalidad y la seguridad de su conducta.
Gardner sostiene que es la más importante, ya que en tiempos de crisis ayuda a
encontrar el rumbo correcto.
Inteligencia naturalista: es la que poseen las personas con habilidad natural e
inclinación a comprender y operar con la naturaleza. Éstos son los biólogos, botá-
nicos, zoólogos, entre otros de sus exponentes.
Media inteligencia: actualmente se investiga la posibilidad de que exista una
inteligencia orientada a la capacidad natural de analizar y operar con cuestiones
espirituales tales como la existencia. Gardner la llama “media” porque aún no ha
logrado demostrar su existencia a nivel neurológico.
Es importante destacar que Gardner considera que:

• Todas las inteligencias son pasibles de ser desarrolladas en la


persona con buenos estímulos.
• La predisposición natural no invalida el desarrollo múltiple.
• En general, las inteligencias interactúan entre sí en una misma
persona.

David P. Ausubel: aprendizaje significativo. Este investigador contemporá-


neo, que nació en 1918, centra sus estudios en la interacción entre, conocimientos
previos y nuevos aprendizajes. También considera a la instrucción como valiosa y
propone el empleo con criterio de ambos recursos para lograr lo que él llama el
aprendizaje significativo. Él sugiere el empleo de la instrucción para lograr
aprendizajes en aquellas cuestiones que es necesario memorizar, como por ejem-
plo, las tablas de multiplicar, las fórmulas químicas, las fechas y lugares en la
enseñanza de la historia, los números telefónicos, etc. Por el contrario, hay otros
aprendizajes que por sus características, vuelven indispensable el empleo de otros
recursos, tales como el análisis, la comprensión y la posibilidad de relacionar el
nuevo conocimiento con los anteriores, generando así la comprensión personal y
creativa. Es a esto lo que Ausubel llama aprendizaje significativo.

Juan Ignacio Pozo:


Pozo “En otras palabras, un aprendizaje es significativo
cuando puede incorporarse a las estructuras de conocimiento que posee
el sujeto, es decir, cuando el nuevo material adquiere significado para el
sujeto a partir de su relación con conocimientos anteriores. Para ello es
necesario que el material que debe aprenderse posea un significado en sí
mismo, es decir, que haya una relación no arbitraria o simplemente aso-
ciativa entre sus partes. Pero es necesario, además, que el alumno dis-
198 – Educación cristiana integral

ponga de los requisitos cognitivos necesarios para asimilar ese significa-


do.”67

Joseph D. Novak y D. Bob Gowin:


Gowin “Aprendizaje significativo: incorpo-
ración sustantiva, no arbitraria y no verbalista de nuevos conocimientos
en la estructura cognitiva. Esfuerzo deliberado por relacionar los nuevos
conocimientos con los conceptos de nivel superior, más inclusivos, ya
existentes en la estructura cognitiva. Aprendizaje relacionado con expe-
riencias, con hechos u objetos. Implicación afectiva para relacionar los
nuevos conocimientos con aprendizajes anteriores.
Aprendizaje memorístico: incorporación no sustantiva, arbitraria y ver-
balista de nuevos conocimientos en la estructura cognitiva. Ningún es-
fuerzo por integrar los nuevos conocimientos con conceptos ya existen-
tes en la estructura cognitiva. Aprendizaje no relacionado con experien-
cias, con hechos u objetos. Ninguna implicación afectiva para relacionar
los nuevos conocimientos con aprendizajes anteriores.”68

Como vemos, David Ausubel centra su trabajo en el aprendizaje, el cual sos-


tiene que es una actividad cognitiva interna, única y propia de cada sujeto que
aprende. Como él mismo señala: “La esencia del aprendizaje significativo reside
en que las ideas expresadas simbólicamente son relacionadas de modo no arbitra-
rio, sino sustancial, con lo que el estudiante ya sabe. El material que aprende es
potencialmente significativo para él.”69
¿Cuáles son, entonces, las condiciones del aprendizaje significativo? En pri-
mer lugar, la significatividad lógica. Esto refiere a las condiciones del contenido,
las cuales deben guardar coherencia y estar bien graduadas con los conocimientos
anteriores necesarios para la comprensión. Ausubel completa ésto advirtiendo la
necesidad de que el docente sea claro y guarde una buena organización en la se-
cuenciación con que presenta el tema. En segundo lugar, la significatividad psico-
lógica. Esto indica las condiciones internas del estudiante, quien necesita un co-
nocimiento anterior (previo), próximo y sustantivo a fin de poder incorporar al
proceso el nuevo aprendizaje. Está también la motivación, que es una disposición
favorable del estudiante al aprendizaje, o sea, es el interés aplicado al objeto de
conocimiento. Por consiguiente, es algo que se cumple en el interior de cada es-
tudiante y guarda características propias y diferentes en cada caso. Se relaciona
con el valor que el estudiante dé al nuevo conocimiento en relación con la posibi-
lidad de empleo del mismo. El docente tiene la delicada misión de estimular di-
chas motivaciones a fin de que se logren resultados significativos. Por consi-
guiente, es indispensable que el docente explore los conocimientos previos de sus
alumnos a fin de acercar el nuevo conocimiento de la manera más adecuada, la
cual siempre será desde lo que los alumnos ya saben sobre el objeto de estudio.

67
Pozo, Teorías cognitivas del aprendizaje, 211.
68
Citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos del aprendizaje, 71.
69
Citado en Ibid., 69.
El escolar – 199

También la memoria es importante en este proceso, pero no sólo la mecánica


sino que la memoria comprensiva será la que acompañe significativamente la
mayor parte de este recorrido. A través de ella, el estudiante podrá explicar en
forma razonable, articulando de modo personal el nuevo conocimiento y relacio-
nándolo con otros aspectos conocidos, de manera que sea facilitado el empleo de
éstos, en la resolución adecuada de los diversos problemas.

EJERCICIO 36

Aportes útiles procedentes del ámbito teórico

Unir con una línea lo que corresponda:

D. W. Johnson y R. T. Johnson inteligencias múltiples

Daniel Goleman aprendizaje significativo

Howard Gardner inteligencia emocional

David P. Ausubel aprendizaje cooperativo

HACIA UN PERFIL DIFERENCIAL

Desde el comienzo de la era informática y ya desde la llegada de la televisión,


nos encontramos con un serio conflicto que plantea diversas propuestas éticas.
Muchas de ellas son irreconciliables entre sí. Por un lado, este niño, aún pequeño
para establecer por sí solo lo que está bien y lo que está mal, se encuentra con:

• La ausencia de sus padres del hogar durante muchas horas por


razones de trabajo.
• La participación de terceros, con la influencia de sus propios
valores, en su educación (empleadas domésticas, jardines ma-
ternales, otros docentes, etc.)
• La enorme influencia de los valores que sostienen los medios
masivos de comunicación social.
• Los valores que intenta transmitir la escuela.
• Los valores que intenta transmitir la iglesia.
• Los valores de su propia familia.
200 – Educación cristiana integral

Cuando los padres trabajan

En este capítulo estamos dedicándonos a los escolares. Sin embargo, este tema
es común a toda la infancia y la adolescencia. Lo cierto es que no puede fragmen-
tarse como todos los demás temas y es lo suficientemente importante como para
que lo abordemos con detenimiento. Varias son las variables que presenta esta
nueva conformación de la sociedad que nos toca vivir en el presente. Hoy en día
el trabajo se ha redimensionado en su práctica, retrocediendo a tiempos remotos
en los cuales se desarrollaba de sol a sol. En estas condiciones es impensable que
alguien se desempeñe sólo seis u ocho horas en el mismo. Tanto para mujeres
como para hombres la jornada laboral se ha extendido hasta diez o doce horas,
salvo algunas excepciones.
Si bien la letra escrita, es decir, el marco legal laboral, conserva el espíritu del
marco filosófico-sociológico que, fundado en diversas investigaciones de post-
guerra junto con el avance de la revolución industrial, surgiera a comienzos del
siglo XX, la realidad dista mucho de conservarse en ese espíritu. La cuestión de la
división del trabajo fue investigada por Frederick W. Taylor, entre otros. En sus
escritos, estos autores sostienen la necesidad básica del ser humano de contar con
ocho horas de trabajo en campo, ocho horas de descanso en sueño y ocho horas
de ocio creador, durante el cual se desarrollan actividades dispuestas libremente
por cada persona.
Pero lo antes dicho ha cambiado notablemente en tiempos más recientes, de
modo que los niños crecen sin la asistencia constante de alguno de sus padres.
Esta circunstancia permite que en forma natural, el niño reciba la influencia de
otras personas que, finalmente, terminarán liderando su formación integral, usos,
costumbres, ideas, valores, etc. en desmedro de lo que sus padres pudieran pensar
o desear. La identidad, un aspecto importante en nuestra vida, es la identificación
profunda y amplia con nuestras raíces, con quiénes somos, a qué cultura pertene-
cemos y qué sub-cultura nos debería atravesar. Ahora bien, los transmisores natu-
rales de estos principales recursos para el desarrollo armónico son los padres,
pero por las razones apuntadas hoy, no están al frente de este proceso.
Algunas expresiones de las madres, expresiones que pasan casi desapercibidas
por la sociedad hoy en día, sin embargo, dan cuenta de una seria inflexión que ha
dado la sociedad en cuanto al ejercicio de la materno-paternidad. Estas expresio-
nes hablan de madres al borde de un ataque de nervios ante las vacaciones de sus
hijos y que se preguntan: “Y ahora, ¿qué hago con el nene en casa todo el día?”
Lo peor del caso es que es tan aceptada esta situación, que en los medios masivos
de comunicación social se desarrollan programas enteros a fin de auxiliar a esta
pobre mujer en situación crítica. Lo cierto es que la maternidad forma parte natu-
ral de la vida, y el hogar paterno es el lugar donde todos los niños deberían estar
la mayoría del tiempo. Pero, además, son los padres quienes deberían constituirse
en portadores naturales de esta herencia sociocultural.
Tanto el ambiente en que crecemos como las personas que participan del
mismo forman parte vital del resultado, porque son vehículos fundamentales de
mensajes constantes, que el niño va internalizando y que transforma en sus pro-
El escolar – 201

pias maneras de ver la vida y el mundo. Aquello que desde la Biblia se nos dice:
“Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Pr.
22.6), se refiere a todos los aspectos de su preciosa vida. Y las cuestiones a las
que nos hemos referido son de transmisión permanente.
No podríamos concluir este aspecto que consideramos tan importante, sin
agregar lo siguiente. Cada familia sabe de su realidad y de sus necesidades prima-
rias insatisfechas, como alimento, vestimenta, escolaridad de los hijos, etc. En
razón de esto, cada familia deberá obrar en consecuencia. La sugerencia es la de
jerarquizar en cada circunstancia, es decir, poner primero lo que va primero. Pero
incluyendo en ese listado de prioridades a los hijos, porque ellos forman parte de
nuestra responsabilidad primaria ante la sociedad toda, pero fundamentalmente
ante Dios que los creó con tanto respeto y amor. Sin ninguna duda, el Señor nos
los confió, bendiciéndonos de forma extraordinaria y única con ellos.
A menudo, muchos padres incluyen dentro del paquete familiar a los hijos, sin
considerarlos por separado. Los incluyen en sus propias decisiones como si fue-
ran parte de sí mismos. Pero ellos son, desde su nacimiento, otros seres. Forman
parte de nuestra familia, pero no son parte de nosotros mismos. Tienen sus pro-
pias necesidades, gustos e intereses diferentes a los nuestros. Además, no menos
importante, es considerar esto comparándolo todo y conversar con los niños a fin
de ajustar las posibilidades de un acuerdo. Esto nos guiará, por una parte, a ense-
ñarles a negociar razonablemente dejando de lado los caprichos que devienen de
la insatisfacción, y por la otra, a entender en la práctica que ellos no son adultos
en miniatura sino niños con identidades en desarrollo, muy valiosas por cierto,
pero con características propias y diferentes a las nuestras. Esto es útil no sólo a la
hora de considerar el trabajo de ambos padres, sino para todas las decisiones que
arrastran, de alguna forma, a todo el núcleo familiar primario.

Cuando educan otros

Cuando los padres trabajan, generalmente delegan la educación de sus hijos


en terceros. Si estos terceros son algunos de los abuelos, en algún sentido, se re-
ducen los inconvenientes, aunque de todos modos los hay y los abordaremos al
hablar de los adultos. Pero, en general, cuando ambos padres trabajan, los niños
son atendidos por otras personas que no son los abuelos. Pueden ser las emplea-
das domésticas en el hogar o instituciones tales como jardines maternales o escue-
las de doble escolaridad.

La empleada doméstica. En el hogar, la empleada doméstica forma parte del


folklore urbano. Generalmente, se trata de una persona con cualidades domésti-
cas, que busca trabajo y llega a nuestras vidas a través de alguna recomendación.
Dejaremos de lado a aquéllas que han resultado personas con malos tratos pa-
ra con los niños o malos hábitos en general, y hablaremos de aquellas buenas per-
sonas que facilitan la gestión laboral de la pareja. Aun así, hay que considerar
algunas cuestiones importantes. Generalmente, la madre deja una cantidad de
lineamientos para ser considerados y respetados por todos. Estas indicaciones
202 – Educación cristiana integral

tienen que ver con horarios de comidas, tipos de alimentos, horarios de recrea-
ción, uso de la televisión, etc. ¿Qué programas está permitido ver? ¿Cuál es el
horario de estudio, para la higiene personal, y otras actividades? No obstante, los
padres rara vez encuentran que se ha respetado el cronograma o las pautas esta-
blecidas.
El niño, que es un gran negociador, encuentra las formas de ir modelando de
acuerdo a su interés este conjunto de normas, que no ejecuta quien las organizó o
estableció. La empleada doméstica recurrirá habitualmente al discurso en el que
recuerda que la orden provino de la mamá. Pero ahora ella no está y hasta que
llegue se habrá diluido el peso de la transgresión. Además, al recurrir permanen-
temente al recuerdo de la madre, esta empleada doméstica está desplazando la
autoridad que debería ejercer ella misma en alguien que no está presente, lo cual
la invalida frente al niño quien advierte que no hay quien regule en tiempo y for-
ma su conducta. Recordemos siempre que la conducción entre personas, en cual-
quiera de sus formas, es presencial. No puede conducirse a distancia. No existe el
control remoto en las relaciones humanas.
A medida que el niño crece, este pequeño ser va reordenando su entorno en
función de sus propios intereses, y su relación con la empleada doméstica tomará
más y más fuerza, desarrollándose un vínculo afirmado en el entramado cotidiano
que se va creando. El niño imitará, en general, el comportamiento de la empleada.
Tomará sus hábitos y reproducirá sus formas de expresión, y el lenguaje coloquial
que compartan. En la actualidad, hay muchos niños que fuertemente influidos por
esto, toman acentos o términos propios del lenguaje de otros países, aprendidos
de sus nanas o nodrizas extranjeras o de otras provincias. Pero, además, otros
conversan empleando el castellano neutro con el que nos llegan muchas series y
programas infantiles que provee la televisión. Si esto ocurre con algo tan rápida-
mente identificable como el idioma, pensemos en otras costumbres menos visi-
bles.
Recuerdo el caso de una niñita que pasaba todo el día con su nana o niñera.
Esta era una mujer paraguaya que amaba a la nena y ambas se entendían muy
bien. Pero, hasta el día de hoy, en que ella es una mujer grande, conserva la cos-
tumbre de su nana de andar siempre descalza. Ésta no era la costumbre de su fa-
milia. Otro caso de gran influencia de la niñera sobre los niños que cuida tiene
que ver con los miedos. Recursos tales como asustar al niño con el Cuco, el
Hombre de la Bolsa, el doctor y sus inyecciones, y otras cuestiones aparentemen-
te inocentes y muy arraigadas en algunas personas, van filtrándose en la educa-
ción que deseamos para nuestros hijos, modificando sensiblemente el resultado.
Repetimos, a fin de reforzar su enseñanza, que el rol de la materno-paternidad es
evidentemente presencial.
Con lo dicho no estamos expresando que no se debe trabajar. Lo que desea-
mos es instalar la reflexión acerca de la cantidad de tiempo en que ambos padres
se ausentan de la casa, y la necesidad de aplicar los cuidados necesarios a fin de
optimizar los resultados.
En cuanto a las instituciones como jardines maternales y escuelas de doble es-
colaridad debemos realizar el abordaje en forma separada.
El escolar – 203

Los jardines maternales. Estas instituciones son un buen recurso para aquellas
familias cuyas madres necesitan trabajar. Generalmente se encuentran incorpora-
das al sistema oficial, cuentan con inspecciones que controlan su funcionamiento
y leyes que regulan su ejercicio. Es muy importante que, antes de decidir por al-
guna de estas instituciones que atienden a los niños mayormente hasta los tres
años, revisemos las leyes que regulan la actividad a fin de informarnos conve-
nientemente de aquellas cosas que están obligados a ofrecer. Además, considere-
mos realizar una visita e interesarnos por toda la oferta, el personal idóneo y todas
aquellas cuestiones que consideremos importantes. Los niñitos que dejamos allí
son muy pequeños, ya que se reciben entre los 45 días y los tres años de edad, por
lo que será fundamental asegurarles una buena atención.
Estas instituciones, dentro de su proyecto educativo, deben contar con el dise-
ño del perfil de valores que sustentará su trabajo. Revisar esta cuestión es impor-
tante, ya que es el compromiso que realizan con el niño y la familia. Pero, ade-
más, es el elemento con el que contamos para saber si esos valores que serán en-
señados están de acuerdo con los que sostenemos nosotros mismos. Por otra par-
te, y aunque parezca extraño, deberemos acompañar el cumplimiento de este
compromiso de parte de la institución, considerando la marcha del mismo en la
práctica, ya que los docentes pueden no sostener completamente los mismos valo-
res. De ser así, el resultado será evidentemente otro, y algunas veces, no deseado.
Considerar y ejercer una buena supervisión, acompañando el proceso de enseñan-
za aprendizaje y velando por la coherencia, nos facilitará resultados adecuados a
las expectativas de logro prefijadas.

Las escuelas de doble escolaridad. En estas instituciones, el niño pasa la ma-


yor parte del día. Habitualmente son escuelas bilingües, por lo que durante la ma-
ñana realizan la cursada curricular en castellano y por la tarde cursan en el idioma
de la oferta educativa. El niño realiza, en este caso, hasta sus tareas para el hogar
en el ambiente escolar. Diversos docentes proveen los contenidos disciplinares en
cada circunstancia y además se cuenta con el comedor para su almuerzo y un pro-
grama recreativo que fomenta el compañerismo. Sin duda, para los padres que
trabajan, este tipo de instituciones ofrecen la posibilidad de que el niño esté asis-
tido por profesionales y a la vez el sistema ofrece una variada oferta lúdico-
educativa. No obstante, lo cierto es que algunos niños no se sienten cómodos ante
este programa, que finalmente se les torna una exigencia dura. Algunos extrañan
su casa, sus cosas y sobre todo a sus padres. Otros, aunque no se quejan, terminan
por presentar diversas reacciones frente a un programa tan exigido, sin posibili-
dad a elecciones personales en los ratos de ocio.
Estos niños necesitan siempre que, al volver al hogar, sus padres se interesen
en ellos, sus experiencias, las situaciones de vida y todo lo que desean contar.
Además, un tiempo de juego compartido, una salida cada tanto, y fines de semana
muy bien organizados en conjunto, sin estructuras rígidas, como para compartir y
enriquecer el vínculo, facilitarán el equilibrio necesario para sobrellevar bien las
ausencias cotidianas. En realidad, si no se compensa la ausencia semanal, serán
204 – Educación cristiana integral

pocos los que pasen sin acusar recibo de carencias de afecto familiar. Trastornos
de conducta, dificultades afectivas, fobias, niños taciturnos o extremadamente
locuaces suelen formarse en medio de esta situación no compensada.

EJERCICIO 37

El niño y el divorcio de sus padres

Formar grupos de seis miembros y discutir el siguiente tema por unos veinte minutos:

“El efecto del divorcio de sus padres sobre el niño de 9 a 12 años”

EL ESCOLAR Y LOS VALORES

Es imposible pensar en una infancia correctamente educada si no atendemos


adecuadamente a su formación en valores. Tampoco podemos pensar en una igle-
sia con presencia oportuna en la comunidad, si sus fieles no son guiados a refor-
mular sus vidas en función de los valores cristianos. Cualquier disciplina que en-
señemos tiene que estar cuidadosamente atravesada por las formas de conducta
adecuadas para ejercerla entre los otros. Es imperativo accionar con convicción
facilitando la educación en los valores.

Los valores sustentados por la escuela

La escuela, como institución formal, elabora su proyecto de valores para la


educación a partir de los que sustente la política educativa que les da origen. Es
decir que en realidad el proyecto está fundado en el espíritu de las normas que
gobiernan al país. Pero, además, está muy orientado hacia los intereses y linea-
mientos que establezca el poder gubernamental de turno. Es así que, muchas ve-
ces, entre el espíritu fundado en la Constitución Nacional de cada pueblo y la
realidad hay una enorme distancia, que casi nunca se recorre a la hora de evaluar
procesos.
Por otra parte, cada escuela es única, porque son únicos los seres que pertene-
cen a ella. Por lo cual, y aunque normadas de igual modo, en las escuelas no se
repiten en forma lineal los modelos educativos. Del mismo modo ocurre con los
valores que realmente sostiene y afirma la escuela en sus integrantes. Cuántas
veces uno escucha a docentes, auxiliares y aun alumnos repetir la tan conocida
frase, que dice: “Pero aquí es así.” Esta frase intenta explicar, de un modo gene-
ral, que las cosas en ese lugar se practican de diferente forma que en otros. Pero,
entonces, ¿qué es lo que tienen en común las escuelas con respecto a los valores?
Sin duda, la letra escrita. Como ya explicamos, la solidaridad, la justicia, la paz,
la igualdad, la libertad, entre otros, son valores sobre los cuales, seguramente
El escolar – 205

girará esa letra escrita e incluso habrá intención de respetar su enseñanza. Pero
sólo algunos sostendrán con actividades, proyectos, evaluaciones y replanteos,
estos lineamientos. Otros los transmitirán a través de lecciones teóricas y luego
permitirán que en la práctica no se verifique su aprendizaje. Y algunos otros ten-
drán otro pensamiento con respecto a la vida actual y sus nuevas formas de en-
frentarla, por lo cual abordarán el tema desde sus particulares maneras de ver.
Así las cosas, nos encontraremos, por ejemplo, con docentes que repriman en
el aula las diferencias de sus alumnos, proponiéndoles que las dejen para el re-
creo, sin advertir que ésa es una instancia importante de enseñanza aprendizaje
que tienen la oportunidad de mediar. Pero luego en el recreo, los niños solos y sin
mediación que les ayude a pensar y argumentar, es probable que resuelvan el con-
flicto recurriendo a los insultos y a los golpes, reproduciendo así lo que proba-
blemente conozcan y nada más. También nos encontramos, a menudo, con adul-
tos, padres y docentes, que ante la queja de un niño por ser maltratado por otro, le
responden que devuelva con la misma moneda, es decir, con violencia y con más
de lo mismo en lugar de tomarse el tiempo de educar a ambos niños en una rela-
ción más satisfactoria y civilizada.

Miguel Ángel Santos Guerra:


Guerra “Cada escuela es absolutamente irrepeti-
ble. Cada una lleva a la práctica de una forma peculiar las mismas leyes,
soporta de manera diferente las presiones, entiende y practica la tecnolo-
gía, recibe a los alumnos con ánimo diferente, coordina el trabajo con in-
tensidad variable, desarrolla los fines ambiguos en unos niveles de con-
creción particular … también es cierto que cada escuela tiene un tamaño
diferente, un emplazamiento único, unos profesionales más o menos in-
teresados por la tarea, una historia remota y cercana que permite enten-
der lo que en ella sucede en el momento presente.”70

Marcela Aguilar y Fernanda Comán:


Comán “Un modelo de sociedad que entra
en contradicción con las expectativas que ella misma pone en la escuela,
no significa que debamos desestimar un buen programa de educación pa-
ra el consumidor. Esto quiere decir que el ciudadano que formamos no
es el más preparado para subsistir en la sociedad de la que forma parte.
¿No será que debemos cambiar el modelo de sociedad y sustituirlo por
otro más acorde con los valores que promueve la escuela?”71

70
Miguel Ángel Santos Guerra, “Las relaciones en la escuela: perspectiva tridimensional,”
en Profesores y escuelas: hacia una reconversión de los centros y calidad docente, ed. por
Juan Manuel Escudero Muñoz, Juan Manuel Escudero y María Teresa González (Barcelo-
na: Ediciones Pedagógicas, 1994), 115, 116.
71
Marcela Aguilar y Fernanda Comán, La ley federal en palabra e imagen, vol. 1: Forma-
ción ético-ciudadana (Buenos Aires: Ediciones Docentes Argentinas, 1997), 6.
206 – Educación cristiana integral

Los valores sustentados por la iglesia

Ya sabemos cuáles son los valores que sustentan nuestra vida cristiana. Ellos
son los mismos que sostiene la iglesia, porque nos fundamos en las enseñanzas de
Jesús. Aun así, muchas veces nos encontramos con grandes luchas frente al gene-
ralizado y profundo cambio social. Y es que todos los grupos sociales en el mun-
do han dado un vuelco amplio hacia la subestimación de los valores cristianos. En
razón de esto, parecería que somos reprobados si no aceptamos, aunque sea con
silencio, a la homosexualidad, el concubinato, las familias mixtas o las disfuncio-
nales, la provisoriedad de la familia, y tantas otras cuestiones que generan nuevas
formas de valorar la vida y de organizarla. La Biblia es muy clara al respecto y ya
hemos desarrollado el tema, por lo cual resumimos esta cuestión señalando:

• Los valores no son ni antiguos ni modernos, las modas sí.


• Los principios tienen consecuencias; los respetados las generan
buenas y los no respetados las generan malas.
• Dios, lo creamos o no, existe y es el creador de todo y de las
normas, a las cuales generó a partir del conocimiento profundo
que tiene de su creación.

LECCIÓN 38

Valores cristianos que la iglesia del Señor sostiene:

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. El Señor es el Dios verdadero y viviente:


2. Cristo es el Salvador y Señor de las vidas:
3. El Espíritu Santo es la persona de Dios que convive con sus hijos:
4. La iglesia es el cuerpo de Cristo, del cual él es la cabeza:
5. Los cristianos debemos estar llenos de buenos frutos:
6. La Biblia es la Palabra de Dios:
7. Dios provee a cada creyente de los dones que necesita para servir a otros:

Pasajes: Salmos 119.105; Jeremías 10.10; Juan 10.17-18; 2 Corintios 3.17-18; Colosen-
ses 1.18; Santiago 3.17-18; 1 Pedro 4.10.

Daniel Schipani:
Schipani “La educación para la justicia y la paz requiere el para-
digma de la acción-reflexión en cuanto proceso dialéctico global de
aprendizaje, enseñanza y transformación. El paradigma de acción-
reflexión es más que una mera estrategia pedagógica, y abarca un amplio
espectro de actividades a tono con la misión misma de la iglesia en el
El escolar – 207

mundo. ‘Creer’ y ‘hacer’ deben visualizarse en conjunto, en una relación


dinámica de influencia mutua. Así, Sara Little indica que debe remarcar-
se el hacer la verdad evangélica con una actitud de pensamiento crítico
reflexivo que moldee y evalúe la acción; la ‘obra’ obediente debe mode-
lar y confirmar la ‘palabra’ creyente.”72

Los valores sustentados por la familia

Por otra parte, cada familia vive de acuerdo a su propio orden de valores (ver
Capítulo 6). Esto hace que el niño, que como ya hemos dicho, tarda muchos años
en desarrollar conductas autónomas, se mueva en un mundo que influye en su
vida con mensajes altamente contradictorios. En este caso, que siempre existió, la
familia era el parámetro en el cual el pequeño se apoyaba a fin de encontrar el
deber ser. Generalmente, su madre se ocupaba de la relación doméstica, la asis-
tencia a la escuela, las tareas, los útiles, los amigos, el alimento, el vestido, las
diversiones, los horarios, los mimos, el establecimiento de límites y tantas cosas
más. Hoy en día, esta transmisión cultural y sus consecuencias buenas en la vida
del pequeño han sido postergadas y aun reemplazadas por el aporte de quien sea
que se haga cargo del niño. Esto es algo muy importante, que rara vez se conside-
ra y que hay que empezar a analizar, a fin de encontrar soluciones que sean signi-
ficativas, porque el derrumbe de la familia es la precipitación de la sociedad.

Marcela Aguilar y Fernanda Comán:


Comán “Los fines educativos consideran a
la escuela como institución destinada a la corrección de los desequili-
brios sociales. Esto nos hace preguntar: ¿qué acercamiento existe entre la
labor de la escuela y el perfil de ciudadano que necesita nuestra socie-
dad? La tarea de organizar los contenidos nos preocupa como docentes,
ya que entendemos que debemos ver sus alcances y limitaciones, y sí,
podemos hacer algo para superar esas dificultades. Una de las limitacio-
nes o dificultades con las que nos encontramos es que la misma sociedad
que exige de la escuela la introducción de valores que prevengan las en-
fermedades y promuevan la salud es, precisamente, la que prospera sin
las herramientas que necesitan los ciudadanos para crecer en salud.
Cuando los chicos salen de la escuela se encuentran con una sociedad
que les demanda comportamientos opuestos. ¿Hemos de tener que
aprender a sobrevivir en esa sociedad que se mueve en complicidad con
los poderosos medios de comunicación que preparan para el consumis-
mo, la alimentación desequilibrada, el estrés, la ansiedad, el culto del
cuerpo, etc.?”73

72
Daniel Schipani, Teología del ministerio educativo (Buenos Aires: Nueva Creación,
1993), 162.
73
Aguilar y Comán, La ley federal en palabra e imagen, 1:6.
CAPÍTULO 10

El preadolescente

“Nuestra creatividad se atrofia porque


no permitimos que se rebasen los límites
de lo que nosotros mismos hemos impuesto.”
Marlene D. LeFever.

Como servidores de Cristo, y particularmente en la educación cristiana, somos


testigos y acompañamos el desarrollo de otros cuyas vidas son transformadas y
caminan hacia la perfección, según el propósito de eternidad que Dios tiene para
sus hijos. En el camino, existen dos etapas que podríamos denominar “las zonas
críticas” en cuestión evolutiva: la preadolescencia y la adolescencia. Toda iglesia
se enfrenta con la realidad que implica la búsqueda de “aquellos valientes” que se
decidan a trabajar con estas edades. Tal vez suene un tanto exagerado, pero mu-
chos temen integrarse al servicio con los adolescentes por un único motivo: te-
mor. Sí, es verdad, los jovencitos requieren tiempo, esfuerzo, amor, paciencia,
interés y muchas cosas más. ¿Pero quién no? A cambio de estas cosas, ellos ofre-
cen amor, paciencia, interés, esfuerzo y muchísimas cosas más.
Si estás preparado/a para seguir la voluntad de Dios, y dispones tu corazón
para darlo a estos jovencitos, que están dejando la niñez pero no tanto, que exigen
responsabilidades pero no tanto, que quieren hacer la voluntad de Dios o algo
parecido, te invito a que juntos recorramos uno de los tantos caminos para enten-
der un poco más a los Timoteos que el Señor está queriendo que acompañemos.

EL PREADOLESCENTE

¿Cómo son los preadolescentes?

Se considera preadolescente a una persona que tiene entre once y trece años
de vida, aunque esto depende del contexto cultural. Estas edades varían conside-
rablemente. La búsqueda de su identidad pasa a ocupar gran parte de su preocu-
pación. Esto llega a ser un juego permanente entre la inclusión social y la indivi-
210 – Educación cristiana integral

duación como sujeto único. La cuestión perturba al individuo, generando una


suerte de juego de ensayos que lo abstraen todo lo posible del resto del mundo.
Por otra parte, toda esta conducta está fundada en una suerte de crisis profunda,
que se funda en tres pilares dolorosos, que describió muy claramente la psicoana-
lista Arminda Aberastury. Ellos son:

El cuerpo de la infancia. El preadolescente siente angustia por abandonar el


cuerpo de su infancia. En definitiva, era su cuerpo conocido. Le resultaba cómodo
y lo manejaba bien; era tranquilo y no lo llenaba de mensajes inquietantes como
éste que ahora tiene. Si hubiera sido consultado, tal vez no lo hubiera aceptado.

Los padres de la infancia. El idealismo infantil lo llevó a construir una idea de


los padres que el adulto que se empieza a formar no puede sostener. Surge, enton-
ces, la necesidad de reformular la comprensión que se tiene de ellos a partir de la
aproximación a la realidad que le provee un psiquismo más desarrollado.

El rol de la infancia. Las características de su vida de niño ya no le sirven para


esta nueva etapa. Debe, simultáneamente, redefinir su rol y encontrar sus propias
formas de inserción social. Al vivir esta etapa, que se considera una etapa de tran-
sición hacia la adolescencia, los preadolescentes conservan ciertas características
infantiles. Entre ellas, puede señalarse que son inquietos, por lo que requieren de
mucha actividad física. Además, se cansan con facilidad, por lo que el discurso
debe adaptarse a sus necesidades y no pretender que aprendan en el contexto de
grandes prédicas.

La despedida de la infancia.
infancia. Los preadolescentes saben que la infancia va
quedando atrás y no hay posibilidad de retorno a ella. Sus intereses son variados,
aunque están marcados por una férrea voluntad de explorar aquello que hasta aho-
ra le ha sido negado. Durante esta primera etapa, el preadolescente comienza a
vivir cambios que van desde lo físico hasta lo psicológico y social. Esta es una
etapa de cambio escolar, lo que lo obliga a enfrentar nuevos grupos y crear lazos
diferentes. Es el momento de mostrarse y de ser aceptado. El desafío es lograr la
inclusión sin mayores costos, y con tal de conseguirlo, el preadolescente será ca-
paz de todo, en la medida que sus censuras procedentes del cimiento moral fami-
liar no regulen su conducta.

El desarrollo y el comportamiento desde una mirada evolutiva.


evolutiva. Abordaremos
bajo este tema la situación del individuo desde los diez años, a fin de ofrecer una
mirada comparativa. (El análisis continúa en el Capítulo siguiente considerando
al individuo de once a 16 años.)

A los diez años. Las niñas de diez años, en general, conservan su cuerpo de
niñas pero comienza a insinuarse el aumento de tamaño de sus mamas. Depen-
diendo de la zona donde nacieron y están creciendo, el desarrollo de sus órganos
genitales puede producirse antes. Es así que las niñas que habitan en zonas
El preadolescente – 211

próximas al ecuador y en lugares cálidos, desarrollarán antes que las que crecen
en zonas frías. Se ha estudiado el tema en diversas comunidades y estamos en
condiciones de afirmar que, por ejemplo, las niñas nórdicas se desarrollan, en la
mayoría de los casos, alrededor de los diecisiete años de edad, en tanto que las
nacidas en países como Brasil, que son bien cálidos, tienen una media de desarro-
llo alrededor de los nueve años. A esta edad, las niñas comienzan a interesarse
por sus órganos genitales; los están descubriendo desde otro punto de vista. Ya de
niñas habían tenido interés en sus heces, pero ahora descubren sensaciones diver-
sas que las comienzan a confundir e inquietar.
En cuanto a los varones, conservan una estatura media parecida. Su madura-
ción genital aún no da señales importantes y los intereses están más volcados a
sus amigos, sus colecciones diversas e insólitas alrededor de las cuales gira todo
su interés. Las chicas aún no les son importantes, aunque ellas sí comienzan a
mirarlos en secreto.

A los once años. Hacia los once años, los niños comienzan a desarrollar cierto
interés en las funciones de eliminación de su cuerpo. Tanto niñas como niños
tienen buen apetito y se alimentan bien. Es bastante común que a esta edad tien-
dan a engordar. Recordemos que su altura no se ha modificado aún de manera
especial, y aunque en el caso de las niñas, sus hormonas han iniciado un funcio-
namiento especial tendiente a facilitar el crecimiento hacia el siguiente estadio,
aún no se hace tan visible. Duermen bien y en promedio necesitan alrededor de
diez horas de descanso en sueño. Las niñas tardan más en dormirse que los niños.
En ambos casos, suelen tener algunas pesadillas.
Tanto varones como mujeres son muy remisos para la higiene. Es un tiempo
de regresión en este sentido. Nunca encuentran el momento o el interés en su
higiene personal. Aquí los padres libran una batalla sostenida con el preadoles-
cente casi adolescente, que no comprende la necesidad de bañarse. También es
desordenado en general y descuidado en su vestimenta. El preadolescente es tam-
bién muy curioso y puede llegar a fastidiar hasta el cansancio a los suyos, hasta
que hayan satisfecho su curiosidad. Se interesa por todo, es confiado, investiga
todo lo que le permita su educación y suele entusiasmarse rápido con las propues-
tas escolares que le sean atractivas. Cuando no es así, se aburre y lo manifiesta sin
mucho cuidado. Tiene urgencia de diversión.
El preadolescente se enoja por cuestiones muy puntuales y puede llorar oca-
sionalmente, pero en general es muy estable y de buen humor. Suele ser competi-
tivo, pero su principal interés está en sus amigos. Es muy vital y le gusta correr y
moverse en grandes espacios. Le gusta, además, pensar en posesiones a corto
plazo, por ejemplo, nuevos juegos y juguetes. En la actualidad, ocurre esto con la
computación; su pasión es Internet. Esto abre un nuevo espacio para que los pa-
dres ocupados e interesados en las relaciones con sus hijos se acerquen más a
ellos a fin de acompañar las nuevas problemáticas surgidas de este adelanto tec-
nológico. El acceso a la computadora e Internet puede traer grandes aportes al
buen desarrollo intelectual del niño, pero también puede generar serios problemas
al entorno familiar y al propio niño.
212 – Educación cristiana integral

El preadolescente está sumamente arraigado al presente. No tiene grandes


proyectos a futuro y cuando los manifiesta suele ser porque ha sido estimulado
para ello. Le gusta estar con amigos. Tiene comportamientos poco solícitos con
los mayores. A esta edad el niño y la niña manifiestan alegría, son desenvueltos y
es que han alcanzado una socialización adecuada gracias a los aportes de su fami-
lia, la escuela y la sociedad. Dejamos de lado aquí los casos marginales, que en la
actualidad crecen de manera alarmante. Estos son los niños que no tienen una
familia de contención o sus padres no ejercen la materno-paternidad por estar,
ellos mismos, fuera del sistema moral.
El preadolescente suele estar muy unido a sus padres, se muestra cariñoso y,
en general, expresa sus sentimientos a ellos, pero es más remiso con sus herma-
nos. Con ellos suele confrontar buscando aún la mediación paterna. Las niñas
tienen amigas con las cuales suelen tener diversas dificultades, malos entendidos,
celos y otras cuestiones que producen altibajos en los vínculos. Los varones, sue-
len ser más estables y menos complicados. La tendencia en ellos es a darle poca
importancia a los detalles.
Deseamos explicar que estas consideraciones corresponden a una media, que
en general se acerca a estas características. Pero como siempre decimos, el ser
humano no se caracteriza por repetir en forma lineal sus conductas, por lo que
esto está sujeto a algunas variaciones.

“¿Que pasa con mi cuerpo?”


cuerpo?”

Esta es una pregunta frecuente tanto en mujeres como varones preadolescen-


tes. Durante la preadolescencia, el cambio más evidente se da justamente en el
cuerpo. Estas son transformaciones muy importantes, que implican el desarrollo
de su capacidad reproductora, la cual es un elemento fundamental para que en el
futuro el individuo entre en la adultez. Muchos confunden esta etapa evolutiva
con lo que los psicólogos llaman pubertad. El mal entendido radica en desconocer
que esta última es un fenómeno físico, por lo que, si bien forma parte del proceso,
no es una etapa en sí misma sino en conjunto con los procesos de cambios socia-
les y psicológicos que vive la persona.
Es muy importante tener en cuenta que los cambios en los preadolescentes son
producidos por las hormonas que afectan el aumento de la longitud corporal y el
desarrollo de los órganos reproductivos, pero también tienen que ver con la rela-
ción del niño con sus pares y todo el que lo rodea. La preadolescencia es también
una etapa en la que los seres humanos deciden qué posturas adoptarán en relación
a su estética corporal. Según una investigación realizada en el año 2003 y publi-
cada en la revista de psiquiatría Vertex, de los 380 alumnos consultados, el 49.6%
(61.3% mujeres) dijo estar disconforme con su peso, el 43% aseguró haber hecho
dieta alguna vez (el 46%, cuatro veces o más) y el 23.5% admitió haber recurrido
a medidas extremas para adelgazar. En ese sentido, según los datos recopilados
por los doctores Eduardo Leiderman y Fabián Triskier, el 66% de los alumnos
hizo ejercicio físico en exceso, el 21% se provocó vómitos o el 38% tomó laxan-
El preadolescente – 213

tes y el 19.5% ingirió medicamentos sin control médico.74 Según Leiderman, la


gran proporción de chicos disconformes con su peso y el alto porcentaje que rea-
liza conductas compensatorias inapropiadas para adelgazar, muestra un potencial
peligro de padecer trastornos alimentarios. El hecho de que un 5% se haya provo-
cado un vómito alguna vez para adelgazar me parece sumamente alarmante.
Frente a un fenómeno extendido como éste, ¿cuál es la postura de un conseje-
ro? Al trabajar con chicos y chicas preadolescentes y adolescentes, nos damos
cuenta que más vale la palabra en amor que la reprensión. Una sugerencia es no
retes al niño que se acerca a contarte que sufre algún trastorno alimenticio, porque
esto sólo provocaría que se sienta más culpable y que no busque más oportunida-
des para charlar. Acompáñalo, ora con él, aconséjalo en amor y busca algún espe-
cialista cristiano que pueda ayudarlo en el proceso de sanidad, entendiendo que
ésta deberá ser tanto espiritual como física. (Abordaremos el tema de los trastor-
nos alimentarios y las adicciones en forma más completa más adelante.)
Por otra parte, y sobre todo en el varón, su crecimiento ha sido muy abrupto.
En pocos días, los pantalones debieron ser alargados y mucha ropa fue descarta-
da. Las manos, las piernas, los pies y el tórax se desarrollaron de manera increí-
ble. El jovencito que ya había aprendido a conocer su cuerpo de niño y que se
manejaba muy bien con él, ahora confronta una nueva situación que le resulta por
demás de incómoda. Se vuelve torpe, choca con las cosas, no cabe en el pupitre
del colegio y no sabe dónde acomodar las piernas tan largas. Entonces se mueve
incómodo o deambula generando el disgusto de sus profesores que le llaman la
atención. ¡Qué disgusto! Encima todos le preguntan qué le pasa, cuando ni él
mismo lo sabe. De pronto, el mundo al que se había acomodado en su período
largo de latencia se ha transformado, y no le gusta. Desearía gritar de bronca,
pero ni eso le sale bien. Se siente el patito feo. En ningún lugar parece encajar.
Pues bien, a este casi niño y casi hombre habrá que enseñarle, con respeto y con-
sideración, que el patito no era feo, en realidad no era pato.
En este caso suele volver el lenguaje corporal de la primera infancia, depen-
diendo de su naturaleza y de su entorno. El preadolescente tratará de expresar sus
disgustos empujando, y tal vez hasta golpeando. Esto será posible de reacomodar
o corregir si le hemos prestado atención en etapas anteriores al buen desarrollo de
su lenguaje oral y escrito. Así, las chicas recurrirán a los conocidos diarios ínti-
mos, donde expresarán sus dudas y sentimientos más personales. Los varones, por
el contrario, serán más remisos a esto, pero encontrarán en algunas amistades la
posibilidad de compartir sus pensamientos y ensayos de vida.
En cuanto a las chicas, sus hormonas han hecho de las suyas. Aparecen nuevas
formas en sus pechos, su cintura que se afina cada día y sus piernas se tornan más
largas y formadas. ¿Cómo amigarse con este nuevo cuerpo que surge con prepo-
tencia y sin consultar?
Las risas de sus amigos, las bromas de sus mayores y la incomodidad de asis-
tir como espectadores a un fenómeno del que, en realidad, son protagonistas los

74
Vertex, publicación de distribución médico-psiquiátrica circunscripta al ámbito profe-
sional.
214 – Educación cristiana integral

carga de angustia. Ambos grupos, varones y chicas, necesitan pensar, sentir y


descubrir esta nueva forma de sí mismos, que condiciona de pronto todo su com-
portamiento y que pone en tela de juicio a todos sus intereses anteriores.
Las colecciones quedan en el olvido, los amigos de la infancia se reciclan y las
chicas para ellos y los chicos para ellas, pasan a ser el objetivo. ¡Qué interesantes
se volvieron de repente!
Entonces, los preadolescentes se aíslan, quieren soledad, para pensar, para
dejar pasar, para tratar de descubrir como salir de tanta incertidumbre. Y en me-
dio de esto, sus padres preocupados le incomodan. “¿Qué haces en el baño todo el
día?” “¿Otra vez en la cama?” “¿No tienes deberes o tareas que hacer?” Entre
tanto, chicos y chicas, se debaten entre la necesidad de compañía y el peso de la
soledad que ellos mismos se imponen en los momentos claves. Estas dicotomías
no habían surgido hasta ahora. Deben enfrentar solos los exámenes, el trabajo, las
relaciones diversas, la elección de los amigos y la barra o grupo de pertenencia.
Todo esto es delicado y novedoso. Pero, además, no recurrirán a sus padres como
en la infancia y tendrán que arreglárselas solos. Entonces surgirá la necesidad de
ponerlos afuera de éste su espacio y confrontarán con ellos a fin de buscar la for-
ma de afirmarse. En realidad, si se los consulta, los preadolescentes dirían con
firmeza que no tienen vocación de fracaso. Pero, ¡cuánto necesitan de apoyo para
lograr la victoria en sus preciosas vidas!

EJERCICIO 39

Pubertad y preadolescencia

Explica con tus propias palabras cuál es la diferencia entre pubertad y preadolescencia.

TODO ES NUEVO

Ni grande, ni chico. ¿Y entonces qué?, parecen preguntarse estos jovencitos o


jovencitas, sorprendidos e impactados por sus cambios. De pronto, todo es de-
manda. La escuela se ha complicado con nuevos contenidos. La familia les inclu-
ye responsabilidades. Pero él o ella no tienen serias preocupaciones y no saben
bien cómo explicar lo que les está pasando porque, en realidad, tampoco entien-
den bien de qué se trata.
El preadolescente – 215

Nuevos deberes

El preadolescente confronta nuevos deberes para con el ser social. Cada año,
miles de niños dejan de ser tales para el sistema educativo. Pasan a formar parte
del ciclo medio, que no es otra cosa que el nivel secundario. Los patios de esas
escuelas se pueblan de chicos cuyo deseo es jugar, pero que necesitan brindar una
apariencia más conveniente o adecuada para encajar. Este es el tiempo de la for-
mación e integración de los grupos. Un preadolescente hará todo lo posible por no
quedar afuera de un grupo, porque eso le implicaría morir socialmente hablando,
y a esta edad tal cosa sería vivida como una verdadera catástrofe. En la preado-
lescencia ya se vislumbra lo que luego los adolescentes exponen con mayor fuer-
za, y es que los chicos comienzan a organizarse en tribus, visten según estos gru-
pos y muchas veces olvidan sus propios deseos y opiniones en función de perte-
necer al grupo.
Hoy en día, muchas de estas tribus se contactan por Internet, lo cual presenta
una nueva opción pero, además, un nuevo peligro porque los chicos entablan vín-
culos más comprometidos antes de conocer realmente a su interlocutor. Del mis-
mo modo que existen fines nobles y sanos deseos de hacer amigos, existen fines
inconfesables que pueden llegar a complicar seriamente a los incautos introdu-
ciéndolos en redes de gran riesgo para sus vidas y seguridad. (Desarrollaremos el
tema al hablar de tribus urbanas.)
Lucía era parte del grupo de adolescentes de la iglesia (hace ya algún tiempo).
Una tarde de campamento, charlábamos sobre los gustos de cada una y ella me
decía que el color negro no le gustaba porque le parecía muy triste. ¡Como expli-
car mi sorpresa! Lucía era del grupo harcor de la iglesia, que se caracterizaba
por…¡vestir de negro y con tachas! En ese caso está bien claro el ejemplo. Pero
cuidado, sobran casos de chicos que usan la ropa de moda, pero preferirían ir por
la vida con un jean y zapatillas, y no lo hacen por las dudas, no sea que queden
excluidos de su círculo de relaciones.
La preadolescencia es también el momento en el que los motes hacen su apa-
rición estelar. Cada integrante del grupo tendrá un apodo que lo destaque positiva
o negativamente. El antropólogo Erwin Goffman entiende el desenvolvimiento
social como en una permanente puesta en escena, donde lo que cada persona rea-
liza es la interpretación de un personaje que le permita encajar. Si no lo consigue,
el individuo será penalizado con el temido estigma. En este contexto, los preado-
lescentes suelen caer en el error de enmascarar sus ideas, callar sus temores y
dejar a un lado sus propios gustos, por el sólo hecho de pertenecer. Esto represen-
taría lo normal entre chicos que desconocen la existencia de Dios. Pero como
consejeros cristianos, debemos ayudarlos a ver de qué modo somos valorados por
el Señor.
¿Y qué si el que impone las cargadas o bromas es el líder? Tal vez por falta de
conocimiento o por no darle la importancia adecuada, muchos de los que están
para ayudar a los chicos se encargan de imponerles motes o de reírse de ellos.
Recuerdo que cuando era adolescente, había en mi grupo un líder que cada vez
que hablaba de algo feo mencionaba a un amigo mío. Un cierto día, dijo: “¿Pue-
216 – Educación cristiana integral

des creer qué Dios nos ama tanto, que no se fija en nada? Para él, Estela, que es
tan linda, vale lo mismo que Santiago, que es tan feo.” ¿Qué se ganó ese líder?
Que nadie le tuviera confianza. Si ésta es la postura que has adoptado, te aconsejo
que pidas disculpas a los interesados y reveas tu actitud frente a los chicos. Ellos
son hermosas criaturas creadas por el Señor. Cada uno tiene en su corazón el po-
tencial de pasión y fuerza de David o Daniel. Y tú tienes el honor de pastorearlo,
cuidarlo y amarlo como lo haría Jesús en carne y huesos.

Nuevas emociones

En esta etapa de vida, los preadolescentes cambian su forma de ver el mundo.


Como ya dijimos, el cuerpo emprende una vorágine de cambios fisiológicos que
influirán en las emociones de los preadolescentes. Así, muchos padres se acerca-
rán a contarte que su hijo, que antes no pensaba más que en jugar al fútbol, hoy
habla horas por teléfono con sus amiguitas y que, al cortar, sus suspiros pueden
oírse desde Tanzanía. ¿Qué hacer en estas circunstancias? En general, cada igle-
sia opta por una postura común para aconsejar a los chicos y las chicas que
hablan de noviazgo durante esta etapa. La recomendación que suelo dar a los pre-
adolescentes y a sus padres es esperar ya que la que atraviesan es una etapa de
cambios e inestabilidades ¿Qué tan duradera puede ser una unión en un contexto
así? Sentarse, mate de por medio, a charlar informalmente estas cosas, no asustar-
se ni limitar preguntas o dudas, no ser doctoral en la comunicación es una buena
manera de comenzar a tratar la cuestión. En resumidas cuentas, se trata de abor-
dar con naturalidad algo que es natural y que se presenta inevitablemente en esta
etapa a todos los chicos. Esto hará que ganemos un espacio que, de lo contrario y
sin ninguna duda, será ocupado por la influencia de la calle, con todo lo que ello
implica.
Una buena idea es la de centrar la reflexión en la jerarquización de los proyec-
tos de vida; ¿Qué de todo lo que deseo o me conviene? ¿Podré alcanzar lo que me
he propuesto o después me será más difícil lograrlo? ¿Es bueno que estudie y me
prepare mejor para enfrentar la vida? ¿Sobre qué cimientos construiré una pareja
y una familia? ¿Tengo hoy la infraestructura necesaria para acercarme al logro
deseado? ¿Qué me falta? ¿En qué orden pondría mis deseos y aspiraciones?
Durante la preadolescencia, las hormonas femeninas y la testosterona mascu-
lina se manifiestan con especial intensidad, preparando al cuerpo para tiempos
futuros. Mientras tanto, estas alteraciones influyen en los cambios de humor, por
lo que hoy los preadolescentes están bien y mañana responden mal a una pregunta
cualquiera. Es importante llenarse de paciencia, no enfrentarlos, pero con tiempo,
llevarlos a pensar en lo bueno que es para ellos mismos el poder relacionarse de
una manera más estable.

Nuevo cuerpo

No hay desafío más grande para el preadolescente que conocer y llegar a que-
rer a su propio cuerpo. Uno de los primeros problemas que hay que ayudar a en-
El preadolescente – 217

frentar en esto del cambio físico es a reconocer los valores de este cuerpo que se
está renovando por alguna razón. Tal vez, el mayor conflicto se presenta en las
chicas cuando llega su primera menstruación, llamada menarca. Esto ocurre espe-
cialmente cuando las niñas no han sido convenientemente preparadas. Esa prime-
ra muestra de su cambio interno las enfrenta con la realidad de que sus ovarios,
con colaboración de las hormonas, han iniciado el proceso que prepara a la mujer
para la maternidad. En realidad, se trata del comportamiento de su cuerpo madu-
rando, para dar vida.
Veamos algunos de los aspectos a considerar, ya que lo que intimida y aun
atemoriza es el desconocimiento. En los ovarios se desarrollan unos pequeños
compartimientos llamados folículos. Dentro de ellos se encuentran los óvulos. Por
otra parte, en la base del cerebro, contamos con una de las glándulas endocrinas,
llamada pituitaria, que libera en la sangre unas hormonas llamadas folitropina y
luteinizante. La primera es la encargada de colaborar o estimular la maduración
del folículo que contiene al óvulo y la segunda es la que se ocupa de estimular al
folículo para la liberación del óvulo. El folículo, que una vez vacío pasa a ser
llamado cuerpo lúteo, produce la hormona, la progesterona. Ésta, junto con el
estrógeno que contiene el ovario, hincha la pared uterina preparándola para la
posibilidad de que el óvulo sea fecundado y se ubique en ese mullido lugar para
su desarrollo. Por otra parte, el óvulo liberado entra en el oviducto que conforma
cada una de las trompas de Falopio (una a la derecha y otra a la izquierda). Cabe
destacar que los ovarios rara vez funcionan simultáneamente. Lo habitual es que
produzcan un óvulo por mes y cada mes de uno u otro lado.
Así las cosas, el óvulo maduro llega al útero donde, si no ha sido fecundado,
es decir, si no ha sido interceptado por algún espermatozoide (célula masculina
pequeñísima y muy dinámica en forma de renacuajo), es eliminado junto con los
tejidos que se han formado en la pared uterina durante el mes para recibirlo. Estos
tejidos contienen abundante sangre, por lo cual ésta es la característica visible de
la menstruación. Superada esta instancia, el ciclo comienza nuevamente.
Hasta aquí una aproximación rápida a la información científica, que cada per-
sona podrá variar adecuando el nivel lingüístico a las posibilidades de compren-
sión de la interlocutora. Pero lo cierto es que nos queda mucho más para decir,
que es enhebrar esto con la voluntad maravillosa de Dios de hacernos partícipes
de su obra creadora, ya que cuando engendramos a un nuevo ser estamos partici-
pando del deseo del Señor de dar vida. Esto es de una generosidad inmerecida y
sublime. Es aquí donde debe centrarse la reflexión. Este es el contenido mínimo
que no puede faltar, y reforzamos la idea de que esta información debe ir crecien-
do desde antes de la llegada de la primera menstruación o menarca.
Otro de los aspectos fundamentales con respecto a este cambio fisiológico tan
importante, es enseñar a las niñas la correcta higiene y los recursos con que cuen-
ta para encontrar comodidad y desarrollar seguridad. Además, este tema debe
siempre ser tratado considerando que este es un hecho natural y no una enferme-
dad, que no es algo limitante y que debe ser vivido sin condicionamientos.
218 – Educación cristiana integral

Nueva cultura

La influencia de la cultura imperante sobre los preadolescentes es fundamen-


tal. Si nunca lo intentaste, te propongo un ejercicio práctico. Dedica un tiempo
para ver los programas televisivos que ven los preadolescentes, lee sus revistas y
visita sus exposiciones. Con este sencillo recorrido de su mundo podrás empapar-
te de todo el material que culturalmente forma a ese ex-niño, que ahora está
aprendiendo del mundo real. ¿Qué crees? ¿Qué ves? Probablemente tu respuesta
sea muerte, violencia y sexo, y todo esto servido en un paquete audiovisual antes
del horario de protección al menor. Si después de ver y oír esos mensajes que se
ríen de la virginidad, que naturalizan la droga y minimizan los costos de una vida
ligera, sigues pensando que todo esto forma parte de un fenómeno aislado, te in-
vito a leer el Evangelio según San Juan 10.10a: “El ladrón no viene más que a
robar, matar y destruir.”
Aquí está claramente diseñado el plan de Satanás. Esto es parte de la misma
cultura que lo obliga al preadolescente a elegir permanentemente entre mantener-
se dentro de los límites de la ética o cruzar la línea. Estos preadolescentes son,
como tú y yo, posibles víctimas de un enemigo que durante esta etapa de la vida
intentará robarles la alegría de su corazón, buscará por todos los medios matar esa
capacidad de asombro y la pasión por cada nueva iniciativa, con el objetivo de
destruirlos, haciendo añicos su identidad en Dios. Pero como siervos encargados
de acompañar a estos chicos ¿Cuál debe ser nuestro mensaje? Debemos enseñar y
practicar una vida al estilo de Cristo. Para esto es vital que seamos claros adap-
tando el mensaje para esta edad, sin eufemismos, con ejemplos sencillos sobre lo
que significa ser un hijo de Dios.
Muchas veces sucede que al no poder sostener lo que el Señor nos señala
como una vida en santidad, elegimos repetir prohibiciones de memoria: “Juancito,
te dije que no mires televisión”; “Susanita, está prohibido tener novio hasta tal o
cual edad.” Estaría bien que nos preguntemos si tanta negación sirve para algo.
No creo que debamos permanecer silenciados mientras muchos chicos desorien-
tados hacen y deshacen a su antojo. Pero creo que lo mejor que puede hacerse es
hablar de la libertad sabia de Dios, y emplear ejemplos bíblicos y personales. Na-
da mejor que hablar desde lo que Dios quiere, sabiendo que es él quién nos dio el
libre albedrío, pero también sabiendo que es él quien se interesa en que lo ejer-
zamos sabiendo hacia qué resultados marchamos.
Una cosa más que ha servido mucho en este ministerio es clamar por cada jo-
vencito delante de Dios, pedirle que los cuide del mal, que los devuelva al rebaño
y que les de sabiduría. Pide por ellos como por ti mismo. Esa es la garantía de un
trabajo eficaz.
El preadolescente – 219

EJERCICIO 40

Preadolescencia y cultura

Formar grupos de seis miembros y discutir el siguiente tema por unos veinte minutos:

“¿Cómo incide el entorno cultural en la conducta del preadolescente?”

LA ENSEÑANZA A LOS PREADOLESCENTES

Centrada en los intereses que vamos detallando aquí, podremos desarrollar


una enseñanza cuyo gran objetivo nos guíe a las victorias de este jovencito sujeto
a bombardeos imprudentes de todo tipo, pero pasible de ser gloriosamente trans-
formado a la imagen de Cristo.

La cuestión del tema y el método para una clase efectiva

Debemos recordar que los preadolescentes todavía conservan de la niñez una


necesidad marcada de movimiento. Esta es una etapa en que la clase debe mante-
ner cierto nivel de actividad física y creativa, para desarrollar los conceptos con
los que el maestro desea trabajar. Juegos de ingenio, destreza en equipos, compe-
tencias de todo tipo, son herramientas valiosas para romper el hielo en una clase
con preadolescentes, haciéndola más dinámica.
Si bien los temas son variados y cada maestro podrá desarrollar su propio
abanico de posibilidades, debe tenerse en cuenta que los requerimientos de la
edad han cambiado considerablemente. Por ello, es recomendable que cuestiones
sobre Internet, sexo, violencia, entre otros temas, estén en la agenda de quien en-
frente la tarea de enseñar. Por sobre todo y en cada clase, guiemos a los alumnos
a través de cada tema, hacia la autonomía en el control de su conducta. Debemos
procurar que su conducta esté sólo sometida al Señor, que lo acompañará en toda
circunstancia. Que ellos sepan que es Dios quien les verá siempre y que es sufi-
cientemente poderoso como para ayudarlos llevándolos hacia la victoria en sus
hermosas vidas.
La clase debe ser dinámica, sin extensos pasajes de “monólogo”, para evitar que
los chicos se cansen y dejen de prestar atención. Pero por nada debe obviarse el
uso de la Biblia.
220 – Educación cristiana integral

Alguna vez escuché este consejo: “Hay que aparecer “canchero”, y, entonces,
conviene dejar de lado la portación de la Biblia.” Pero sigo creyendo que la mejor
manera de contar lo que Dios quiere es abriendo su Palabra de frente a los pre-
adolescentes. Y esto no para leer todo un capitulo, pero sí para que se familiaricen
con su uso. Debemos permanentemente alentarlos a leerla, desafiarlos a escudri-
ñarla, provocarlos a investigarla, y estimularlos con intriga y curiosidad. Nunca
dudes que la preadolescencia es un excelente momento de la vida para que el jo-
vencito conozca, de primera mano, lo que Dios quiere de él o ella.

La cuestión del desarrollo de su pensamiento

Jean Piaget, de quien hemos hablado en el Capítulo 3, fundó sus investigacio-


nes en la pregunta: ¿cómo es posible pasar de un estado de menor conocimiento a
otro estado de mayor conocimiento? En los capítulos anteriores (8 y 9) hemos
desarrollado lo concerniente a esas etapas en los preescolares y los escolares.
Ahora veremos cómo deriva esta cuestión en esta edad de la preadolescencia.
A la etapa correspondiente a esta edad la llamamos etapa lógico formal, y este
nombre está inspirado principalmente en la capacidad de elaborar hipótesis que
estos chicos adquieren. Al comienzo se produce lo que llamamos egocentrismo
intelectual, porque ante estos ensayos lógicos esta persona casi adolescente se
centra en sí misma y sus puntos de vista se afirman allí. Esto es así porque es muy
necesario que reacomode su ser al medio ambiente. Lo que había alcanzado en la
etapa anterior ya no le es útil y ahora surge un nuevo desequilibrio a causa de los
profundos cambios biológicos que están ocurriendo. Éstos, a su vez, empujan
todo lo que deberá acomodar para alcanzar la maduración.
Al ejercitar la reflexión, el preadolescente irá confiando en sus capacidades y
se despegará hacia su deseo de acercarse a la realidad. La curiosidad y la obser-
vación lo ayudarán en este camino hacia la maduración del razonamiento lógico
formal. Como indica N. E. Elichiry: “La inteligencia exige: una serie de adapta-
ciones biológicas, un equilibrio entre el sujeto y el medio ambiente, una evolu-
ción gradual y una actividad mental.”75

Jean Piaget y Bärbel Inhelder:


Inhelder “La maduración consiste sobre todo en
abrir nuevas posibilidades y constituye una condición necesaria de la
aparición de ciertas conductas, pero sin proporcionar las condiciones su-
ficientes, ya que sigue siendo igualmente necesario que las posibilidades
así abiertas se realicen y, para ello, que la maduración se acompañe de
un ejercicio funcional y de un mínimo de experiencia.”76

75
N. E. Elichiry, ¿Dónde y cómo se aprende?: temas de psicología educacional (Buenos
Aires: Eudeba, 2001), citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos
del aprendizaje, 55.
76
Jean Piaget y Bärbel Inhelder, Psicología del niño (Madrid: Morata, 1997), citados en
Ibid., 57.
El preadolescente – 221

La necesidad de volver a socializarse libremente, pero ahora haciéndose cargo


de su pensamiento, será todavía un camino que el preadolescente ensayará cons-
tantemente, pero que aún quedará por lograr. Avanzará bien en este sentido si sus
otros lo ayudan sin bromas y sin rechazos constantes, y si sus padres dialogan
ofreciendo espacios para que exprese sus sentires. Ni grandilocuencias, ni discur-
sos severos ayudarán al jovencito a fortalecer su personalidad en esta nueva y
difícil, aunque gloriosa, etapa de su vida. Por el contrario, oídos atentos, actitudes
amistosas y sugerencias amables sostendrán este período de arenas movedizas en
la vida del jovencito y su familia. El muchacho y la chica necesitan de palabras
que les den seguridad, que los empujen suavemente a asumir sus responsabilida-
des y una presencia parental (de los padres) que demuestre seguridad y confianza
en el potencial de su hijo o hija. Todos estos elementos serán importantes recur-
sos para el vínculo sano.
Actividades conjuntas de disfrute, propuestas por papá a su hijo varón y mamá
a su hija mujer, donde puedan reír, charlar sobre cosas triviales y aun abordar
naturalmente sus inquietudes mutuas, serán muy significativas. Aunque el joven-
cito no hubiera logrado conversar sobre las cuestiones más delicadas que le pre-
ocupan, sentirá que hay allí un espacio con alguien que puede llegar a ayudarle
sin imposiciones, con proximidad y un especial deseo de que Dios concrete, con
libertad, la obra que inició el día que soñó a ese ser con todo su cariño.
¿Por qué incluimos este aspecto vincular y del campo de la afectividad en el
tema del desarrollo del pensamiento? Una vez más decimos que todo tiene que
ver con todo. Es tal la incidencia de lo afectivo emocional en el desarrollo de su
pensamiento, que muchas personas con malos estímulos o simplemente rodeadas
de desinterés pueden llegar a malograr sus resultados. Entendamos bien que lo
emocional actúa en forma directa, condicionando el desarrollo de nuestras capa-
cidades potenciales.

Joseph D. Novak:
ovak “Una educación acertada debe centrarse en algo más
que el pensamiento del aprendiz; los sentimientos y las acciones también
son importantes y hay que tener en cuenta estas tres formas de aprendi-
zaje, a saber: la adquisición del conocimiento (aprendizaje cognitivo), la
modificación de las emociones y los sentimientos (aprendizaje afectivo)
y la mejora de la actuación o las acciones físicas o motrices (aprendiza-
jes psicomotores), que incrementan la capacidad de la persona para en-
tender sus experiencias.”77

Como enseñan Jean Piaget y Bärbel Inhelder: “No existe ninguna conducta,
por intelectual que sea, que no entrañe, como móviles, factores afectivos; pero

77
Joseph D. Novak, Conocimiento y aprendizaje: los mapas conceptuales como herra-
mientas facilitadoras para escuelas y empresas (Buenos Aires: Alianza Editorial, 1998),
129.
222 – Educación cristiana integral

recíprocamente, no podría haber estados afectivos sin intervención de percepcio-


nes o de comprensión que constituyen la estructura cognoscitiva.”78

La cuestión de las emociones

Este jovencito preadolescente, que inicia esta larga etapa de desajustes físicos
y emocionales, se sumerge en esta crisis con las herramientas que le ha provisto
su propia historia personal. Esto incluye su educación, la participación de sus
padres y otros familiares, los amigos y la sociedad de su entorno, además del trato
recibido, las experiencias buenas y malas que han impactado en su vida y a lo
largo de ella. El amor recibido, la inclusión, el trato cálido con límites precisos, el
diálogo con su familia, el cuidado en cuanto a todos sus requerimientos básicos,
habrán contribuido a instalar en su vida buenos recuerdos, que facilitarán la cons-
trucción de este nuevo giro de su persona. Pero la crisis, por lo antes dicho, será
de todos modos una realidad.
Ahora bien, ¿qué pasa con los niños que han sido maltratados, no deseados,
humillados y heridos de diversas formas? Veamos con más detalle a este adoles-
cente con equipaje magro o deficitario. Esto, además, se aplica a las vidas no res-
tauradas en cualquier edad. Según Osvaldo Marino: “Hay sentimientos aparente-
mente negativos que son aceptables. Otros emanan del pecado.” Algunos de ellos
están motivados por la necesidad de plenitud y son aceptables.

EJERCICIO 41

Sentimientos negativos pero aceptables

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

• Angustia - profundo sentimiento frente a la adversidad, dolor por alguna pérdida,


búsqueda del alma:
• Pesar constructivo - actitud de contrición y pesar frente a errores cometidos que
producen cambios de conducta:
• Enojo - reacción frente a la injusticia que reprenderá el pecado con miras a vindicar
la santidad:
• Disconformidad razonable - preocupación sana que busca vencer obstáculos espe-
rando en Dios:
• Preocupación - planificación preventiva sobre un evento futuro:

Pasajes: Proverbios 6.6-8; Mateo 21.12-13; Marcos 14.72; Lucas 22.40-44; Filipenses
1.12-14.

78
Piaget e Inhelder, Psicología del niño, citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques
psicoeducativos del aprendizaje, 58.
El preadolescente – 223

Otros sentimientos están motivados por una situación de déficit emocional y


no son aceptables:

• Depresión: autocompasión, derrotismo, falta de acción por


otros.
• Culpa paralizante: sentimiento de inutilidad y auto castigo, que
no conduce a pasos positivos para corregir el problema.
• Resentimiento: conducta motivada por venganza; muchos soles
se han puesto sobre la ira.
• Frustración: una actitud de abandonarse, de no vale la pena in-
tentar, de rabia latente frente a problemas insolubles.
• Ansiedad: temor ante un evento que se anticipa como desagra-
dable; sentimiento que controla la conducta.79

Heridas. Todo lo que causa dolor y es difícil de restaurar se llama trauma o


herida. También se asocia con fuertes golpes, los cuales no siempre son físicos,
pero aunque lo sean siempre dejan huellas emocionales. A lo largo de la vida, los
traumas siempre están ligados con alguna forma de rechazo. Algunos se constru-
yen en la persona a través de las percepciones y se instalan en su inconsciente
liderando desde allí su conducta. Al llegar la adolescencia, esto crece y deviene
en comportamientos diversos, que manifiestan dificultades sostenidas para lograr
la adaptación esperada. Por ejemplo, los niños, al no poder explicar las discusio-
nes de sus padres o diversas cuestiones que les causan displacer, inmediatamente
se sienten culpables y esto afecta mucho su conducta.
Todo lo que es doloroso y no es sanado crece y se transforma en un enemigo
interno, que atenta contra el buen desarrollo psico-físico-emocional y espiritual.
Sueños recurrentes, miedos, fobias y tantas otras evidencias son recursos que de-
sarrolla el inconsciente para descomprimir la presión emocional. Durante el sue-
ño, las censuras se debilitan y permiten el paso de algunas de estas dolorosas
imágenes a los otros niveles.

Rita Cabeza:
Cabeza “Cualquier temor irracional, ansiedad o compulsión causa-
da por patrones construidos en el pasado, puede ser eliminado por medio
de la oración, siempre y cuando la persona esté haciendo todo lo que esté
a su alcance por disciplinar su vida de una manera cristiana. Una enfer-
mera psiquiátrica dijo que en cierta ocasión estaba orando por cierta mu-
chacha que sufría de sentimientos de inseguridad muy fuertes y de una
auto imagen desastrosa. La joven no recordaba de dónde venían estos
problemas. La enfermera que estaba orando tuvo, entonces, una imagen
mental muy clara y se la comunicó a la muchacha. Le dijo que vio a una
niña pequeña sentada en un montículo de basura. Al oír esto, la joven
rompió a llorar, diciendo que hasta ahora no había podido recordar ese

79
Osvaldo Marino, Neuiasis, una teoría bíblica: psicología de la personalidad con claves
precisas para la liberación (Buenos Aires: Doxa International University, 1991), 36.
224 – Educación cristiana integral

incidente. Contó que cuando tenía cuatro años, la madre, enojada con
ella, la había llevado al patio y la había colocado sobre la basura acumu-
lada allí. Le dijo que ella no servía para nada, que era basura y que por
eso la ponía allí. Era un episodio de su vida que había olvidado y que só-
lo recordó por medio de la visión de la enfermera que oraba por ella.”80

Humillaciones. Cuando el niño crece en un constante desprecio de sus valo-


res, cuando el contacto con los otros está lleno de descrédito, termina por creer lo
que se le dice. De este modo, el niño forma, habitualmente, una personalidad in-
segura, proclive al bochorno, a la vergüenza y a una seria dificultad para lograr
una autoestima adecuada de su persona. Lo que en la infancia era un rasgo natural
y propio, por ejemplo, la dependencia de la opinión de otros para organizar su
propia vida, ahora se torna en algo destructivo. El jovencito no se dirige hacia la
autonomía sino que continúa dependiendo del “¿Qué dirán?”. Tampoco filtra los
dichos ni quién los expresa. Sólo necesita y busca constantemente recibir direc-
ción en un evidente menosprecio de su propia persona.
Muchas veces estos resultados surgen de padres que no desearon a ese hijo y
de algún modo expresaron el disgusto que les causó su llegada. Otras veces estos
padres sólo reproducen su propia historia de vida. En otros casos, el niño despre-
ciado asimila esa violencia en el trato y la transforma en conductas agresivas, con
las cuales se comunica casi permanentemente. Suele ocurrir que, en algunas per-
sonas, no existen recuerdos puntuales de situaciones en las cuales se hayan senti-
do humilladas, pero prefieren la atmósfera opresora permanente creada a su alre-
dedor. Este es el caso de los hijos de personas alcohólicas. Toda o casi toda la
familia se vuelve parte del problema, y a fin de recompensar se acomoda como
puede a la situación.
Es muy importante guiar a estas personas, como ya hemos expresado en esta
obra, a una reflexión reparadora que les permita comprender que Dios no se dis-
trajo al crearles, que al hacerlo los donó con algunas capacidades, y que el reco-
nocimiento y empleo de ellas le permitirá desarrollar alegría y encontrar la armo-
nía con su Creador. Conviene aquí recordar algunos pasajes de las Escrituras,
como Proverbios 12.18: “El charlatán hiere con la lengua como con una espada,
pero la lengua del sabio brinda alivio.” Las palabras de Jesús en Lucas 4.18-19
son de gran consuelo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha un-
gido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a
los cautivos y a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pre-
gonar el año del favor del Señor.”

Fobias. Se trata de temores profundos y de angustias, que paralizan e impiden


un correcto desempeño. Enseñanzas insanas asociadas con el temor, experiencias
traumáticas y algunas otras impresiones impactan de tal modo en las emociones
que son éstas y no el recuerdo puntual de lo que las ocasionó, lo que crea este
malestar profundo, cuya raíz se encuentra alojada generalmente en el inconscien-

80
Rita Cabeza, Psicoterapia cristiana (Barcelona: Editorial CLIE, 1989), 77, 80.
El preadolescente – 225

te. Son muchísimas las fobias que se han podido describir clínicamente. Citare-
mos sólo algunas: a la oscuridad, al fracaso, a las aglomeraciones, a la muerte, a
la locura, a las alturas, a los viajes, a cometer pecados imperdonables, a enferme-
dades terminales, y tantas otras.

Osvaldo Marino:
Marino “Según el manual de diagnóstico de los trastornos men-
tales (DSM-IV), las fobias son consideradas dentro de los trastornos de
ansiedad. Se involucra también a otras categorizaciones, pero específi-
camente, se enmarca la mayor parte de la casuística dentro de crisis de
angustia, agarofobia, trastornos de angustia, fobia específica, y fobia so-
cial. Caracteriza básicamente a la fobia como la aparición de una crisis
de angustia desencadenada por el objeto o situación fóbica.”81

Rencores. Estos invasivos y destructivos sentimientos, que se arraigan en


nuestra vida y pasan a ocupar un espacio en nosotros aun sin que lo advirtamos,
se establecen, al decir de la Palabra de Dios, como raíces de amargura que no nos
permiten despegar de nuestras tristezas. Muchos cristianos encuentran la causa de
su depresión en estos sentimientos, que han tratado de negar considerando que así
lograban erradicarlos de su vida. Cuántas veces hemos escuchado a alguien narrar
una injusticia y corolar la idea expresando: “De todos modos, yo lo perdono.” O
tal vez, diciendo: “No importa, yo podré con esto.”
Otras personas se enferman de diversas patologías orgánicas que, sin embar-
go, no son de ese origen, sino que al buscar su raíz aparece algún rencor o frustra-
ción, que no han podido resolver porque en lugar de enfrentarlo, lo congelaron y
enterraron guardándolo en lo profundo de su ser. Algunas personas educadas con
actitudes rencorosas, guardan cuidadosamente en su memoria las acciones de
terceros, que le causaron ese rencor, sin advertir que los primeros perjudicados
son, precisamente, los portadores del rencor. Otras suelen evadirse expresando
que ya han perdonado, pero recuerdan y refieren el hecho revelando profundas
heridas.
Estas actitudes llevan, en algunos casos, a vengarse en forma instintiva emplean-
do para ello a lo que más se quiere. Este es el caso de muchos matrimonios duran-
te la separación. El o los hijos suelen ser los chivos expiatorios del conflicto y sin
ánimo de hacerlo, ambos padres terminan castigando en el hijo sus propios erro-
res.

La cuestión de lo que la Biblia nos ofrece

Sin duda, todo lo dicho nos enfrenta como líderes a la necesidad de ayudar a
nuestros chicos a realizar una mirada sincera a la cruz de Cristo. El Señor fue
capaz de morir por sus enemigos. Y cada uno de nosotros era su enemigo, antes
de que él mismo completara la parte más cruel y dolorosa del plan de Dios para

81
Osvaldo Marino, Traumatología: sanidad de los recuerdos (Buenos Aires: Doxa Inter-
national University, 1991), 28.
226 – Educación cristiana integral

rescatarnos del pecado y transformarnos a una vida nueva llena de su luz. El suyo
fue un recorrido de dolor a lo largo de cada circunstancia durante el camino al
monte Calvario. Allí estaban los que lo abucheaban e insultaban, los que lo gol-
peaban y lastimaban, sus amigos escondidos y siguiendo a distancia su trayecto
doloroso. Así sobrellevó él las injurias y el tormento. Y, sin embargo, él, Jesús,
que podía haberse vuelto enojado y decepcionado, que podía haber abandonado la
empresa por considerarla injusta e inmerecida, continuó adelante. Lo hizo, no
porque no pudiera obrar, sino por amor y convencimiento de que era la única sa-
lida para que nosotros pudiésemos acceder a la restauración de nuestras vidas.
La actitud de amor y de entrega de Jesús no quedó sin resultados. Estos frutos
de su sacrificio redentor están expresados en todo el Nuevo Testamento, pero
especialmente en los pasajes que se citan a continuación:

EJERCICIO 42

Sufrimiento redentor con frutos

Copia de tu versión bíblica preferida los siguientes pasajes:

Romanos 5.8-10:

1 Juan 3.1:

Juan 8.31-32:

Juan 14.23:

Lucas 5.32:
CAPÍTULO 11

El adolescente

“Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por


el camino del discernimiento.”
Proverbios 9.6.

Si durante la preadolescencia se inician los cambios físicos más evidentes, la


adolescencia es la etapa de cierre para estas modificaciones. Se caracteriza por ser
la etapa final de crecimiento corporal, que es el paso previo al ingreso en la edad
adulta. Para ello, el sujeto deberá encarar durante este período una serie de ajustes
que le permitirán su integración a la nueva realidad, que lo dejará totalmente fue-
ra de la infancia.
Entre los especialistas hay algunas discusiones relativas a los modos de expe-
rimentar estos cambios, que tienen los chicos y chicas de esta edad. Por ejemplo,
para el psicólogo Stanley Hall, la adolescencia es una etapa especialmente tor-
mentosa, en la que predomina la inestabilidad. En contra de esa postura, la antro-
póloga Margaret Mead publicó en 1928 una investigación sobre adolescentes de
Samoa, en la que asegura que ésta no es una etapa necesariamente inestable. Se-
gún ella, el carácter tormentoso de la adolescencia resulta del hecho de que los
jóvenes se enfrentan con un mundo lleno de limitaciones y los adultos no les pro-
porcionan los elementos adecuados para enfrentarlas. Este estudio permitió ter-
minar de definir la adolescencia como una instancia cultural, que no implica una
etapa biológica, sino un estadio propio de las sociedades en que se desarrolla.
En la actualidad, muchos científicos sitúan al adolescente en Occidente entre
los 14 y hasta los 28 años. Estas investigaciones señalan esa extensión en el pe-
ríodo de la adolescencia debido a la falta de independencia económica o a la falta
de madurez psico-emocional por parte del individuo. A continuación transcribi-
mos unos párrafos que, sobre el pensamiento de Anna Freud, célebre educadora y
psicoanalista, hija del médico neurólogo Sigmund Freud, escribiera Tom Butler-
Bowdon.

Tom Butler-
Butler-Bowdon:
Bowdon “El ego adolescente: Anna Freud observó que los
adolescentes a menudo se vuelven antisociales e intentan aislarse de los
otros miembros de la familia. Otro rasgo adolescente es su naturaleza vo-
luble. En ninguna época de su vida adoptan nuevos estilos de vestir o
nuevas maneras de peinarse con tanta rapidez y seriedad, pero también
228 – Educación cristiana integral

se crean intensos apegos a determinados ideales políticos o religiosos. Al


mismo tiempo, los adolescentes se ven como el centro del mundo y son
narcisistas. Se identifican con cosas y personas en lugar de verlas con
claridad y amarlas por lo que son.
Anna Freud observó que en cada época de la vida en la que hay un in-
tenso impulso sexual, hay un riesgo de trastorno neurótico o psicótico si
el ego no es capaz de procesar los deseos adecuadamente. Para el ego, el
aumento de los impulsos instintivos significa peligro y como respuesta a
ello hace todo lo posible por reafirmarse. Esta es su explicación respecto
a por qué los adolescentes son tan egocéntricos: es así como mantienen
su identidad contra el aluvión de sentimientos nuevos y poderosos que
parecen venir de no se sabe dónde.”82

LA IDENTIDAD DEL ADOLESCENTE

En nuestra cultura, durante la adolescencia, los chicos enfrentan una búsqueda


particularmente importante que determinará sus vidas en el futuro. Podríamos
entender esto como el intento por definir su lugar y encontrar quiénes son. En este
proceso influye todo el material de opiniones que cada uno ha acopiado, aquello
que piensa que sus padres, sus amigos y relaciones creen de él o ella. Los chicos
son especialmente susceptibles a ser arrastrados por la abrumadora cantidad de
ofertas diversas que reciben. Muchos de ellos llegan a esta etapa cargando con
mochilas de engaño sobre lo que son. Cualquiera que hable con un chico o chica
de estas edades podrá escuchar expresiones como: “Mi mamá siempre creyó que
soy una inútil”, “Mis compañeros dicen que soy rara”, “Soy un tonto.”
Es importante no restar importancia a estos signos de disvalor. Cada afirma-
ción de este estilo se apoya en engaños satánicos que como siervo o sierva de
Dios debes debelar y exponer ante los ojos de estas personas. Si estos engaños no
se resuelven y los afectados no entienden el nivel de mentira en que se manejan,
verán sus vidas seriamente marcadas por la amargura.
¿Cómo guiarlos hacia la sanidad? El líder debe acompañar a cada chico en un
proceso que incluya reconocer cuáles de estos pensamientos y creencias sobre sí
mismo guardan relación con la realidad. El paso siguiente está en ayudarlos a ver
dónde deben afirmar su identidad. En Dios hallaremos claridad para comprender
que somos hijos de un Padre que nos ama profundamente aun desde antes de na-
cer.

82
Tom Butler-Bowdon, 50 clásicos de la psicología (Buenos Aires: Sirio, 2007), 155.
El adolescente – 229

EJERCICIO 43

La sanidad de la identidad en el adolescente

Copia de tu versión bíblica preferida los siguientes pasajes:

Job 31.16-18:

Salmos 22.9-10:

Salmos 71. 5-6:

Salmos 139.13-16:

Isaías 44.2-4:

Isaías 49.1:

Isaías 49.5:

Jeremías 1.5-8:

Jeremías 31.3:
230 – Educación cristiana integral

El rol de la familia y de la iglesia

El filosofo alemán Michael Foucault, reconocido por sus teorías que hablan
sobre la inexistencia de Dios, señaló a la familia y a la Iglesia como dos institu-
ciones representativas de un poder que busca vigilar y dominar las voluntades
humanas. Si bien en el contexto de la vida cristiana esto es claramente opuesto a
nuestra fe, deberíamos pensar hasta qué punto no corremos el riesgo de transmitir
esa idea equivocada a nuestros chicos. Para no caer en el error de ejercer una au-
toridad a fuerza de coerción y presiones sobre la voluntad de los adolescentes,
debemos tener especial cuidado en enseñar aquello que Dios quiere, aprendiendo
a escuchar las inquietudes y sin forzar las respuestas que esperamos. En este pro-
ceso, que incluye la transmisión de valores fundamentados en la Biblia, la familia
tendrá una función ineludible que implicará la educación que cada adolescente
reciba por medio de los padres, que funcionarán como mediadores entre ellos y el
mundo, y de los cuales cada chico adoptará los modos de ser en sociedad, es de-
cir, los modelos a seguir.
La función paterna deberá centrarse, por un lado, en preparar a los chicos para
la toma de decisiones, por lo que deberá valorarse la confianza y la libertad, en un
sano equilibrio que permita al adolescente desarrollar sus nuevas responsabilida-
des sin que estas lo abrumen. En este proceso será fundamental una buena comu-
nicación entre líderes y papás. La idea será exponer límites claros, sin caer en la
rigidez absolutista, que den firmeza al terreno por el que los chicos transitan y les
permitan sentirse cuidados y respetados.
¿Por qué he citado anteriormente a Foucault? Porque en la búsqueda de cuidar
a los adolescentes se puede caer en la idea de imponer un parecer por el bien de
algo. La verdad es que ante el autoritarismo o el ejercicio del poder desmedido,
los chicos suelen responder con rebeldía o practicar cierto tipo de escapismo, que
les permita huir de situaciones de presión. Esta situación podría analizarse en los
altos índices de adolescentes que eligen el ciberespacio como lugar de desenvol-
vimiento social, abandonando el contacto con el mundo real. Por ello, debemos
ser abiertos a la hora de compartir las ideas, con una actitud de sugerencia más
que de imposición, ayudándolos a ver el amor que existe en nuestros consejos y la
importancia que sus vidas tienen para nosotros, ya seamos consejeros o padres.

Lo que los adultos callan y complica

En la iglesia a la que asisto hay un pastor muy mayor y muy sabio, que se
propuso hablar de ciertos temas con el grupo de adolescentes. En un clima de
confianza, una tarde entregó una encuesta a cada chico y pidió que la completaran
para devolvérsela sin firma. Estas preguntas caseras arrojaron que el 75% de los
adolescentes de mi congregación se masturbaban. Este pastor dedicó mucho
tiempo para hablar sobre la virtud de la santidad y la voluntad de Dios para el
cuerpo de cada persona. Luego, se acercó al grupo de maestros y con los papeles
en la mano nos pidió que valorásemos el servicio que prestamos, tanto como para
caminar por los temas más borrascosos.
El adolescente – 231

¿Cuántas veces escuchamos a los chicos comentando que sus papás nunca
hablaron de temáticas sexuales con ellos? Qué fácil sería si lo que parece tan te-
merario se conversara sinceramente en casa, para fortalecer la confianza que cada
adolescente debe forjar en sus padres. ¿Y los líderes qué? Podemos caer en el
error de creer que son temas que mejor es no tratarlos, porque podrían molestar a
los padres. Esos temores basados en pudores falsos de la edad media no han de-
mostrado grandes logros. A diferencia de ello, los chicos están cada vez más en
contacto con mensajes que pretenden explicar estos temas. Si no hablamos de
todo, empezando por lo que nos incomoda, no nos sorprendamos al escuchar que
muchos preadolescentes, adolescentes, jóvenes y aun adultos crean que “la homo-
sexualidad es físicamente posible y normal”, o que “debería legalizarse el abor-
to”, que “el sexo prematrimonial es saludable siempre que lo mantengas con la
persona que será tu esposo o esposa,” y algunas otras cosas más. Dios nos puso
para acompañar a estos chicos, y tenemos la responsabilidad de hacerlo en lo fácil
y en lo difícil.

Silvia Cinalli:
Cinalli “¿Por qué hay tanta confusión en materia de sexualidad?
Porque existe un triple mensaje. Por un lado, está la religión que dice:
‘No lo hagas.’ Por el otro, están las escuelas, que guardan silencio; y, fi-
nalmente, están los medios de comunicación masiva, que la exaltan des-
medidamente. Hay dos lugares donde debería hablarse acerca del tema
‘sexo’ con total libertad y sin prejuicios: el hogar y la iglesia. Paradóji-
camente, son los dos lugares donde menos se trata. Mal que nos pese
hemos transferido la responsabilidad de la educación sexual y la moral
de nuestros hijos a la TV y a otros medios masivos de comunicación. Sí,
son ellos, sumados a la influencia de los amigos en el colegio o el trabajo
los mentores de nuestros jóvenes. Los adolescentes saben mucho más
acerca del sexo de lo que usted imagina. Pero saben mal. Han sido mal
educados. Han incorporado a su vida valores anticristianos y amorales.
Y, a menos que los padres y la iglesia asuman el rol protagónico en este
aspecto, aquellos conceptos serán perjudiciales a su conducta y letales
para sus relaciones interpersonales.”83

Sí, somos responsables de lo que nuestros chicos piensan sobre estos y otros
temas, y debemos acompañarlos hacia la verdad, no desde la intolerancia, pero sí
desde la posición de Dios. Y debemos hacer esto con la claridad que la Biblia nos
brinda y con la sabiduría que nos fue provista nada más y nada menos que por su
autor. Sin prejuicios infames, pero con la verdad. Y, sobre todo, no sólo dejándo-
les información teórica sino encontrando juntos las herramientas a fin de que go-
biernen su propio cuerpo y no sean llevados a la rastra por él.

83
Silvia Cinalli, “¿Por qué hay tanta confusión en materia de sexualidad?” El Expositor
Bautista 101(julio 2008): 24.
232 – Educación cristiana integral

LAS RELACIONES DEL ADOLESCENTE

Esta época de la vida es tan rica y a la vez tan vulnerable, que merece un
abordaje muy cuidadoso al analizar los nuevos vínculos que estos jovencitos
construyen en esta nueva etapa de su vida.

El adolescente y su potencial

Muchos padres ven las reuniones de adolescentes como una manera de man-
tenerlos alejados del mundo y sus peligros. Desde esta postura, el encuentro de
adolescentes en la iglesia se transforma en un espacio donde los chicos pueden
jugar a ser grandes, pero sin salir de los límites físicos y la protección de las cua-
tro paredes santificadas. Muchos líderes también creen que esa es la finalidad de
las actividades para la edad. Por ello en vez de pensar en alternativas atractivas,
se proponen dar mayor valor al tiempo, que a los contenidos. ¡Esto es un grave
error! Y los chicos se dan cuenta de esto. Ellos entienden las diferencias y reco-
nocen nuestra actitud. Por eso, en vez de creernos sus custodias durante algunas
horas, deberíamos crear opciones interesantes que contengan tiempos de búsque-
da espiritual y a la vez sean divertidas.
Para esto debemos activar las neuronas, ponernos a pensar, orar y disponer
tiempo buscando cuáles son las cosas que quieren hacer nuestros chicos. Incluso
servirá invitarlos a participar del momento de organización de las reuniones, tanto
en la creación de los programas como en tareas de ornamentación, actuación, etc.
Lo ideal es que cada adolescente se sienta parte del grupo, entienda que es un
integrante importante. Si es así, sus gustos y deseos deberán ser escuchados y su
presencia y participación será fundamental.
Al preparar las clases o actividades de otra índole para adolescentes, imple-
menta los consejos dados en el capitulo anterior, tomando en cuenta que aun en
esta etapa ellos mantienen el interés por las actividades físicas y toda actividad
que implique competencia. No obstante, se los puede desafiar profundizando cier-
tos temas desde su propia experiencia. Un buen líder de adolescentes sabrá como
animarlos para llegar a ser todo lo que pueden llegar a ser en Cristo. Por eso, es
importante que como líder o consejero de adolescentes tomes seriamente en cuen-
ta el siguiente “Decálogo del Siervo”:

• Fomenta el respeto, respetando a los chicos.


• Escucha atentamente lo que los chicos quieren decir: la confianza es una
herramienta insustituible en el servicio de esta edad.
• No te ofendas ante las críticas, sino más bien aprende a corregir y a co-
rregirte.
• Se paciente, ora por ellos y por ti mismo.
• Aprende a pedir perdón cuando te equivocas; eso ayudará a devolver la
confianza.
Se un amigo fiel y sincero (Juan 15.13).
El adolescente – 233

• Enseña la libertad como ganancia a partir de su uso sabio.


• Recuerda que Dios perdona la equivocación, por eso enséñales a perdo-
narse.
• Pasa tiempo con los chicos y demuéstrales que te importan.
• Ámalos sinceramente; el resto podrás pulirlo.

El adolescente y el respeto

En los últimos tiempos, el respeto entre líder y liderados ha variado, no sólo


en su aplicación práctica sino también, en el aspecto conceptual. Está muy bien
que revisemos y permitamos la evolución de aspectos absolutamente secundarios
sobre el respeto. Pero cuando éste desaparece por completo, suele desbordar en
severas transgresiones cuyos costos son impensados, muy desagradables y aun
destructivos. Creemos que debe existir un eje central en esta cuestión, que permi-
ta que las buenas relaciones crezcan en equilibrio y armonía, siendo facilitadoras
de sinceras y sanas interrelaciones, que fomenten la alegría.
Veamos algunas de las formas de respeto a la luz de las escrituras bíblicas:

El respeto a Dios. Este es el nivel de respeto a la autoridad que está por sobre
todo otro nivel. Sin este nivel de respeto es imposible que la persona humana res-
pete a cualquier otro nivel, por digno que sea. Como señala Levítico 19.32: “Pon-
te de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios. Yo
soy el Señor.” El respeto a los mayores es consecuencia del respeto a Dios. En
Proverbios 9.10 leemos: “El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; co-
nocer al Santo es tener discernimiento.” El vocablo bíblico temor en estos versí-
culos se refiere precisamente a una actitud de respeto reverencial por Dios. Esta
palabra tan clara delimita muy bien algunas áreas del respeto que debemos consi-
derar también en otros niveles. Así, pues, en primer lugar está el respeto reverente
a Dios, que se pone de manifiesto en el deseo ferviente de andar de acuerdo a su
voluntad. El conocimiento de él nos acercará constantemente al nivel de vida que
el Señor desea que vivamos. Sólo en el Dios altísimo hay sabiduría y nos acerca-
mos a ella cuando nos cuidamos muy bien de no caer en pecado.

El respeto por uno mismo. Este es el siguiente nivel de respeto en la vida. Este
respeto por uno mismo está estrechamente ligado al respeto por los demás, de
suerte tal que si el segundo no existe es probable que sea porque falta el primero.
Como dice Santiago 2.8: “Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de
la Escritura: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’.” En realidad, esta ha sido
siempre la voluntad de Dios. Como ordena la Palabra en Levítico 19.18: “No seas
vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mis-
mo. Yo soy el Señor.”
Habitualmente empleamos estos pasajes para referirnos al debido amor y res-
peto por nuestro prójimo y la necesidad de tomarles en cuenta. Sin embargo, no-
temos que en ambos pasajes, uno que pertenece al Antiguo Testamento y el otro
234 – Educación cristiana integral

al Nuevo, se sostiene el concepto del amor por uno mismo. Muchas personas su-
ponen que todos nos amamos y respetamos. Sin embargo, aunque tengamos vo-
luntad de ello y aun sostengamos un discurso favorable, la realidad es que son
muy pocas las personas que se respetan a sí mismas con equilibrio.
En el caso de los adolescentes esta falta de amor y respeto por uno mismo es
muy notoria. Analicemos cómo es el trato que se dan unos a otros. Continuamen-
te surgen en los diálogos conceptos peyorativos y calificativos, que reemplazan al
nombre que cada uno tiene, pero que no se emplea. En su lugar, dos son los nom-
bres instalados y permanentemente elegidos. Y estos epítetos son degradatorios,
aunque como los chicos dicen, ellos no los empleen con este significado. Pero, de
todos modos, son degradatorios y con el tiempo uno termina creyendo lo que se
dice.
Este y otros elementos sutilmente incorporados al lenguaje van socavando la
autoestima. La cuestión es todavía más grave ya que esta autoestima en los ado-
lescentes aún está en formación y es especialmente frágil en esta etapa de tantos y
tan profundos cambios.
Por otra parte, es importante tomar en cuenta lo que brillantemente aconseja el
apóstol Pablo en Romanos 12.3: “Por la gracia que se me ha dado, les digo a to-
dos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino
más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le
haya dado.” Ahora bien, tanto en los dos primeros versículos como en éste se nos
señalan casi expresamente algunas condiciones previas imprescindibles para el
desarrollo maduro del la autoestima. En primer lugar, es necesario conocerse
bien. Esto es vital. Es una gestión que comienza con la vida, con padres que se
respetan a si mismos, que conocen sus debilidades y sus fortalezas, y que saben
trabajar sobre ellas a fin de crecer. Por lo tanto, estos padres son capaces de
transmitir a sus niños esa forma de construirse cotidianamente que resultará en
vidas con una autoestima balanceada. Además, se trata de personas que viven sus
vidas con una actitud Cristo-céntrica. Por lo tanto, saben que deben siempre bus-
car el motivo que Dios tuvo para crearlos. De ese modo, al conocer sus talentos
regalados por el Señor y al alinearse con el desarrollo de esas capacidades, en-
cuentran la armonía en la coherencia. En segundo lugar, es necesario valorar lo
que se tiene. Es importante agradecer a Dios cotidianamente por habernos creado
y aprender a aceptar las condiciones regaladas por el señor a nuestra vida.
Enseñar a los adolescentes a entender que Dios los hizo hermosos y que a él le
gustó hacerlos así, ayudará a que acepten lo que ven de su cuerpo y otros aspectos
de su vida. Estimularlos a observarse y rescatar sus fortalezas, como también a
enfrentar sus debilidades y trabajar por mejorar los ayudará a encontrar el camino
hacia una adecuada autoestima. Como nos anima Pablo en Efesios 2.10: “Porque
somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.”
Cuando gastamos tiempo en despreciar lo que vemos de nosotros, en realidad
estamos discutiendo con el Creador que vio hermosa su obra. Además, las buenas
obras que él mismo preparó para nosotros quedan inconclusas y, al no hacer lo
que debemos, perdemos la alegría y corremos el riesgo de caer en algunas pro-
El adolescente – 235

blemáticas que nos ponen en riesgo sin necesidad. Entre ellas están las adiccio-
nes, los trastornos de la alimentación y los suicidios.

El respeto por los demás. Este tema se ha desarrollado ya en el Capítulo 2. De


todos modos, agregaremos que es fácil respetar a nuestros semejantes y a otros
seres vivos que nos rodean, si el Señor tiene prioridad en nuestra vida y si nos
respetamos adecuadamente a nosotros mismos. Recordemos que para alcanzar
logros en nuestras relaciones con los otros debemos primero construirlos en noso-
tros mismos.

EJERCICIO 44

La necesidad del respeto

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Hay que ganarse el respeto de los que no son creyentes:


2. Hay que respetar a las personas ancianas y jóvenes:
3. Hay que respetar a los ancianos:
4. Hay que respetar al padre y a la madre:
5. Hay que respetar a los líderes de la iglesia:
6. Hay que respetar a los padres:
7. Hay que respetar la Biblia:
8. Hay que respetar a los discapacitados:
9. Hay que respetar a los patrones:
10. Hay que respetar a las autoridades:

Pasajes: Levítico 19.14; Levítico 19.32; Esdras 8.5-6; Proverbios 23.22; Romanos 13.6-7;
Efesios 6.1-3; 1 Tesalonicenses 4.12; 1 Tesalonicenses 5.12-13; 1 Timoteo 5.1-2; 1 Pedro
2.18.

LA EVOLUCIÓN DEL ADOLESCENTE

Crecer, crecer, crecer, esta es una constante que nunca se detiene. Facilitar ese
crecimiento y animar a estos chicos a superar la etapa, es la tarea fundamental de
padres y líderes. También es su responsabilidad animarlos a superar los temores
alentando las conductas autónomas. Ayudarlos a sentir seguridad en su potencial
y alentarlos a confiar en el Señor su preciosa vida, será la base principal del ejer-
cicio del liderazgo que lo acompañe bien. El desarrollo y el comportamiento de
los chicos va a ir cambiando año a año, a medida que van creciendo.
236 – Educación cristiana integral

A los 11 años

Las chicas. En general, se diferencian en forma individual en cuanto a su de-


sarrollo físico. Pero en casi todos los casos se inicia el crecimiento del vello en el
cuerpo y sobre todo en la zona pubiana. También sus mamas y sobre todo sus
pezones se desarrollan en tamaño. A esta edad ya tienen el 90% de su estatura
total. Se interesan y tienen curiosidad por los cambios físicos que se van produ-
ciendo. Además, tienen suficiente capacidad para que tanto la familia como la
iglesia puedan ofrecer información adecuada sobre los temas que atañen a su ge-
nitalidad y sexualidad, relacionándolos con la voluntad del Dios creador para sus
vidas.
Una charla amable y sincera, como ya adelantáramos, donde se dejen de lado
los silencios oscurantistas, y donde las chicas puedan hacer sus preguntas y alla-
nar sus dudas, puede ayudarlas a construir vidas más seguras y a tomar decisiones
más sabias.
Es sumamente importante enseñarlas a administrar su cuerpo, no por temores
a lo desconocido, sino por lo que conviene a una mejor elección y calidad de vi-
da. Hablar de las funciones físicas y relacionarlas con los mejores resultados a
partir de una ética responsable y superadora es responsabilidad del líder de ado-
lescentes. Y sobre todo, es su responsabilidad guiarlas a comprender que la
sexualidad no funciona aparte del resto de la vida, y que si la apresuramos por
cuerda separada del logro de una infraestructura adulta, será más compleja la ad-
quisición de resultados satisfactorios.

Los chicos. En cuanto a los chicos, aún conservan las características de la eta-
pa anterior. En general, son más lentos para hacer visibles las cuestiones del desa-
rrollo. Pero ya se puede observar un mayor crecimiento de su estructura ósea y
logran alcanzar el 80% de la estatura total. Hacia los doce años inician un interés
creciente por el sexo opuesto y les preocupa el desarrollo incipiente de sus órga-
nos sexuales, sobre todo porque comienzan a descubrir erecciones involuntarias y
no dependientes de estímulos eróticos. Es que su organismo inicia la preparación
del nuevo cuerpo adulto. Entonces hay que hablar, hablar y seguir hablando, y
ofrecerle seguridad frente a algo tan nuevo como lleno de opiniones divergentes a
su alrededor. Sí, es importantísimo y vital para el líder de adolescentes ganar el
espacio de la información correcta en este tiempo.

Las chicas y los chicos. En general, la salud de estos chicos y chicas es buena.
En razón de tanto crecimiento tal vez se presenten algunas infecciones leves, que
surjan de un déficit transitorio en sus defensas. Ellos necesitarán alrededor de
nueve horas de sueño promedio. Comienzan a preocuparse más por su aspecto,
aunque las chicas lo hacen antes que los varones. Parece que nunca tienen sueño
y son remisos a acostarse, pero lo mismo ocurre a la hora de levantarse ya que les
cuesta salir de la cama. Además, a esta edad pueden surgir algunos tics, general-
mente en la cara. En general, estos adolescentes son alegres, amistosos y tienen
El adolescente – 237

ideas firmes sobre la mayoría de las cosas. También es común que escapen a los
compromisos en el hogar.

A los 12 años

Las chicas. Ellas inician un crecimiento físico rápido. Su estatura y peso cor-
poral varían con bastante rapidez. Entre los doce y los trece años surge la menar-
ca o primera menstruación. Aumenta el vello en todo el cuerpo y sus formas se
definen mejor, aunque no es antes de los 16 años que, en general, las chicas lo-
gran su definición total. Sus mamas crecen y su cintura se afina, mientras sus
caderas se ensanchan. Es en este tiempo cuando cada chica toma las formas es-
tructurales aportadas por la herencia familiar.

Los chicos. En cuanto a los varones, también la herencia hace su tarea en sus
cuerpos. Al desarrollo estructural se agrega ahora el desarrollo genital. Surge en-
tonces, un profundo interés por su anatomía. Esta edad coincide con mayores
compromisos escolares y eso les lleva, algunas veces, a canalizar por la vía orgá-
nica (somatizar) diversos estados anímicos. Esto explica por qué suelen ser fre-
cuentes los dolores de estómago o de cabeza.

Las chicas y los chicos. Ambos tienen muy buen apetito, duermen bien (alre-
dedor de 9 horas) y tienen menos pesadillas. Las chicas y los chicos se vuelven
muy preocupados por su apariencia, y están pendientes de su peinado, ropa y cal-
zado (especialmente las primeras). Estas cuestiones les ocupan gran parte de su
tiempo. Gustan de pasar horas en el baño pintándose y peinando sus cabellos (las
chicas) o mirándose al espejo y contemplando sus músculos (los chicos). En ge-
neral, emplean bien el lenguaje y desarrollan mucho el lenguaje gestual. Suelen
hablar a los gritos y con abundancia de gestos. Están en plena búsqueda de un
estilo y a causa de ello son muy sofisticados y cambiantes. Colaboran en los que-
haceres de la casa a regañadientes.

A los 13 años

Las chicas. En general, el cuerpo femenino ya tiene una estructura que le per-
mitirá sostener por algún tiempo su peso, altura y contextura, por lo cual decrece
el ritmo de crecimiento que traía. Su vida intelectual se enriquece y su desarrollo
intelectual se agiliza con un buen estímulo escolar. Esta es la época de excelentes
logros en este campo. Se asienta la voz, que pasa a definirse en la tonalidad y el
timbre que tendrá de adulta. Hasta esta edad, las niñas (y los niños también) tení-
an lo que llamamos voz blanca, la cual se movía en el marco del registro de con-
tralto. Pero ahora, las hormonas ayudarán a definir el verdadero registro. Las chi-
cas se moverán entre el timbre soprano, que son las voces más agudas, y el con-
tralto, que son las voces femeninas más graves.
238 – Educación cristiana integral

Los chicos. En cuanto a los chicos, tienen un considerable aumento de sus ór-
ganos sexuales y aparece el vello pubiano. Como se indicó, también ellos experi-
mentan cambios significativos en la modulación de su voz. Quienes tienen un
timbre más alto estarán entre los tenores, que son las voces masculinas más agu-
das, y los bajos, que son voces masculinas más graves (este registro casi se ha
perdido). También hay voces que son consideradas como voces intermedias, y
que son alternativas a los varones (como el barítono) y a las chicas (como el me-
dio soprano). Si bien estos registros se consideran mucho a la hora de cantar,
también deberían tenerse en cuenta a la hora de hablar, ya que muchos problemas
de la fonación tienen sus raíces en una mala impostación del registro de voz, aun
para hablar.

Las chicas y los chicos. Tanto en las chicas como en los chicos surge un fuerte
sentimiento de pudor. Esto es algo que aparece desde lo natural, pero hoy sabe-
mos que una educación contradictoria que facilita la ingesta de alcohol y drogas,
además de la ausencia de los padres en el ámbito de diversión de los chicos, ha
facilitado la inhibición de este sentimiento natural. Este sentido de pudor permiti-
ría, de no taparlo como dijimos, que estos jovencitos pudieran controlar mejor sus
conductas. En cuanto al descanso, tanto chicas como chicos necesitan alrededor
de 9 horas de sueño, ya no tienen pesadillas y la tendencia es a tener sueños agra-
dables. Ambos dedican mucho tiempo a la higiene personal y se detienen mucho
con el cabello. Tanto chicas como chicos se preocupan sinceramente por su as-
pecto físico. Esto se relaciona con lo que hablamos antes, de una etapa narcisista
donde se vuelven a sí mismos porque deben conocerse. Son otra persona, no sólo
para los que los ven crecer, sino también para sí mismos y tienen urgencia de
auto-identificación.

A los 14 años

Las chicas. El cuerpo de la chica ya tiene el aspecto del de una mujer. Ade-
más, ha desarrollado las características necesarias para transformarse en madre.
Es aquí cuando surge la enorme dicotomía entre la madurez del cuerpo ya adulto,
y la inmadurez total en el campo afectivo, emocional y social que la jovencita
todavía está muy lejos de tener. Sin embargo, y con toda intensidad, esta mujer
niña se interesa por el sexo opuesto, la socialización de la sexualidad y la repro-
ducción. De allí la necesidad imperiosa de una adecuada orientación cristiana.

Los chicos. En cuanto a los varones, su apariencia aún no es la de un hombre.


Ellos tardan más en crecer y están en esa etapa intermedia en que aparecen altos,
muy delgados y cansinos, como si un gran cansancio los habitara aun después del
sueño reparador. Es que su crecimiento es rápido y mucho más intenso que el de
las chicas. Comienza así una época de grandes sudoraciones en las axilas, pies y
zonas genitales. Además, surge un nuevo conflicto, que sufren generalmente, en
silencio. Se trata de las poluciones nocturnas, que les crean un gran sentimiento
de culpa. Es algo que no pueden dominar y los avasalla. Aquí también es tiempo
El adolescente – 239

de hablar y ayudar a comprender su cuerpo nuevo, con nuevas reacciones y nue-


vos lenguajes, que aún no sabe como interpretar. No debemos permitir que el
nacimiento de algo tan trascendente en la vida de los chicos sea acompañado por
los de afuera a su manera y con sus propias intenciones. Este es un privilegio
otorgado por Dios a los padres. Enseñemos a los padres de hijos adolescentes a
disfrutar de un tiempo de compañerismo significativo con sus hijos.
Más allá de cualquier especulación, esto también es la vida, creada por Dios y
significativa para la etapa hermosa y responsable que se avecina.

Las chicas y los chicos. Tanto en las chicas como en los chicos surge el pro-
blema del acné o “los barritos”. Como sabemos, se trata de esas dificultades cutá-
neas, que son tan evidentes y molestas. Si fuera necesario, corresponderá consul-
tar al dermatólogo para encontrar una solución al problema. Además, despertarse
y levantarse será un suplicio para ellos y para sus padres, ya que buscarán de to-
das formas retardar el momento. Los adolescentes se muestran más irritables,
menos pacientes, y suelen rechazar el cariño materno, aunque en el fondo lo de-
sean. Se encuentran en una etapa de grandes dudas y por momentos desearían
volver al mundo de la infancia en el que, como ya descubrieron, se vivía mejor.
Por otra parte, se vuelven más solícitos en la casa. En cuanto a sus formas vincu-
lares, éstas son muy complicadas. Encerrados en sí mismos expresan fastidio por
las intervenciones de sus padres. Discuten, expresan molestias y son muy críticos
de todo.

A los 15 años

Las chicas. Las chicas afirman mejor sus formas corporales. Pero necesitan
conocer más sobre las relaciones existentes entre moral y sexualidad. En la actua-
lidad, este interés, que seria propio de la edad, se ve opacado por la gran libertad
con que, desde etapas de vida anteriores, las chicas y los chicos tienen otorgada
por sus padres. Esto hace que la práctica sexual se anticipe a las necesidades re-
ales y propias de la edad.

Los chicos. En cuanto al varón, se vuelve mucho más fuerte y afecto a ejerci-
tarse. Se fortalece la barba y el plantado del vello es más tupido en el rostro. A
diferencia de las chicas su preocupación en relación con el sexo radica en los as-
pectos sociales.

Las chicas y los chicos. En cuanto al apetito es muy bueno en ambos, pero
hay que estar atentos ya que suelen surgir problemas con la alimentación, asocia-
dos con dificultades para aceptar el propio cuerpo. Duermen bien, pero cuesta
mucho que se levanten, remolonean y demoran aún más en levantarse. A esta
edad el varón también se ocupa mucho de su aspecto. Los adolescentes se vuel-
ven más contestatarios y en muchos casos se tornan en defensores de las causas
perdidas. Son intransigentes y esto es así porque necesitan afirmarse. No obstante,
240 – Educación cristiana integral

mejoran en el orden y ayudan en el hogar, de modo que pueden hacerse cargo de


tareas fijas.

A los 16 años

Chicas y chicos afirman sus rasgos adultos y, si bien son todavía muy jóvenes,
ya se perfilan en esos rasgos, que será los definitivos en la vida adulta. El creci-
miento en estatura ha alcanzado a esta edad el 98% del total. En ambos casos ya
eligen sus amistades y si han sido bien orientados, lo harán con seguridad y con
fundamentos. También evidenciarán madurez al expresar sus sentimientos y per-
derán el pudor y la vergüenza, que al comienzo de la adolescencia tenían por las
demostraciones amorosas de sus padres.
Mejorará también su despertar y la responsabilidad alcanzará cierta autono-
mía, por lo cual no necesitará que se le insista para levantarse. Continúa la pre-
ocupación por su apariencia, pero el adolescente ya tendrá un cierto estilo propio.
Se preocupan más por cuidar sus pertenencias. Se muestran más desenvueltos y
seguros. Demuestran menos tensión y su trato es más cordial. Este jovencito asu-
me con seguridad y eficiencia las responsabilidades que le son delegadas. Los
amigos son muy importantes en su vida. Las relaciones familiares son mucho más
estables. Suelen hacerse cargo de acompañar a sus hermanos menores y lo hacen
con gusto, ya que a esta edad desarrollan un sentimiento protector. Se vuelven
más independientes y afirmados. Buscan ser felices. Tratan de afirmarse social-
mente.

LOS CONFLICTOS DEL ADOLESCENTE

Si bien los conflictos existieron siempre, en los tiempos actuales, nuevas pro-
blemáticas afectan a estas vidas jóvenes y habitualmente inexpertas. Los bombar-
deos mediáticos, la sofisticación cada vez mayor en las ofertas de drogas y sexo,
y la sociedad en general más comprometida con el comportamiento moral masivo
que con el compromiso razonado que facilite elecciones responsables, parecen
haber acrecentado las posibilidades de conflicto en la etapa adolescente de la vi-
da.

Adolescentes con conflictos


conflictos severos

Las adicciones. Se reconoce como adicción al abuso de sustancias que, como


veremos, es muy frecuente y alcanza a una gran cantidad y variedad. El gran fla-
gelo de los tiempos actuales es precisamente la drogadicción. Algunas de estas
drogas se han socializado de tal modo, que se consideran parte de la realidad y ya
no sólo no se combaten sino que se promocionan en los medios masivos como si
fueran chocolates. Tal es el caso del alcohol y los cigarrillos, los cuales son el
portón de entrada de otras drogas. Lo cierto es que el comportamiento de ambas
en el organismo genera una dependencia y adicción que nadie puede negar.
El adolescente – 241

Este flagelo existe desde tiempos remotos. El ser humano ha empleado diver-
sas drogas desde la antigüedad, extraídas de plantas, raíces y hojas de las plantas,
que le eran sumamente útiles para sanar dolencias y, en algunos casos, han sido
tan activas que contribuyeron a la sedación y a la alteración de su conciencia.
Recordemos que el opio es una de esas drogas. Consideradas como aportes de los
dioses para su bienestar, en muchos casos estas sustancias fueron empleadas co-
mo parte de los cultos. Jorge Mayoral Ordoñez, en su libro Ayuda y esperanza
para el toxicómano dice que los adictos a las drogas son los herederos de los le-
prosos de la Edad Media. Este autor hace esta asociación en relación a los pade-
cimientos extra que le agrega la sociedad a los adictos, ya que habitualmente los
considera como irrecuperables y los margina a fin de no ser contaminada por
ellos.
Muchas veces al hablar de drogas pensamos en aquellas que son ilegales, pero
no advertimos que son muchas más las que en forma de medicamentos se venden
sin ninguna clase de control. El asunto es muy serio y nos compete a todos, por-
que el adicto pierde sus límites y ataca a cualquier miembro de la sociedad. Así lo
vemos y lo sufrimos todos hoy en día.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) son 205 millones de per-
sonas quienes, en todo el mundo, consumen algún tipo de droga ilegal.
Además, se sostiene que la mayor incidencia de muertes en el mundo se debe
al cigarrillo. Enfisema pulmonar y cáncer de pulmón son las enfermedades más
frecuentes (el 8.8% de las muertes en un año). Luego le sigue el alcohol, que pro-
duce cirrosis, entre otras severas patologías (el 3.2% de las muertes en un año). Y
esto sin considerar al resto de las drogas, cuya incidencia es cada día más lamen-
tablemente significativa. Todo esto no solo afecta a quien las consume, sino que
atenta contra la vida de todos los habitantes del país, ya que resiente la vida labo-
ral, familiar y social del mismo.
Es interesante compartir los criterios que determinan la existencia de una
adicción según la (OMS). Se considera dependiente a aquel individuo que presen-
te por lo menos tres de las siguientes características:

• Deseo: existe una fuerte compulsión al consumo.


• Control: la persona presenta incapacidad para controlar el con-
sumo.
• Efectos: al suprimir el consumo se presentan signos del síndro-
me de abstinencia o compulsión hacia el consumo de otro susti-
tuto.
• Dosis: se presenta el síntoma de tolerancia, es decir, la persona
necesita aumentar la dosis o recurrir a otras sustancias más fuer-
tes.
• Obsesión: la persona deja todas sus otras actividades y se vuel-
ve compulsivamente al consumo.
242 – Educación cristiana integral

• Reincidencia: la persona continua con el consumo aunque sur-


jan severos problemas orgánicos que amenacen su salud y su
vida.

El adicto cree que la droga calma sus ansiedades y colma su vacío existencial.
Las inhibiciones que las sustancias producen en su sistema neuronal hacen muy
difícil el tratamiento, ya que el adicto está conforme al sentirse evadido de la rea-
lidad, por lo cual ve a su terapeuta y a los que se comprometen con su salud, co-
mo invasores que le agreden y desean robarle, precisamente, su bienestar.

Las razones. Hay ciertas razones que facilitan las adicciones y que están muy
ligadas a la relación entre el adicto y sus padres. Generalmente, se trata de una
relación incompleta, abusiva o negligente.

• Función parental incompleta: los padres por algún motivo no


trasmiten roles claros ni fijan límites precisos a su hijo. En al-
gunos casos, tampoco hacen control de gestión.
• Función parental abusiva: ante la duda, los padres asfixian al
hijo con mandatos excesivos y controles desmedidos por temor
a su crecimiento.
• Función parental negligente: algunos padres dejan a sus hijos
libres de su influencia, lo hacen antes de tiempo y no acompa-
ñan su crecimiento.

En cualquiera de estos casos, nos encontramos frente a un adolescente en ries-


go serio de caer en las adicciones, que no son otra cosa que formas de evasión. En
casos extremos, esta negligencia de parte de los padres puede llevar al adolescen-
te al suicidio.

Las funciones. Hay ciertas funciones parentales que están potencialmente li-
gadas con el ingreso del adolescente al consumo de drogas. Entre estas funciones
parentales conviene tener presente a las siguientes:

• Los padres no podemos olvidar que somos modelos para nues-


tros hijos.
• A través de nuestro ejemplo y nuestro trato facilitamos que los
niños construyan su personalidad y su identidad sexual.
• A través de nuestra participación amorosa y saludable facilita-
mos que el niño descubra quién es, y si esto sucede, no padece-
rá el vacío afectivo ni existencial que lleva al consumo de dro-
gas.
El adolescente – 243

Adolescentes en riesgo

No todos los adolescentes se encuentran en la misma situación de riesgo. Dos


cuestiones son las que facilitan el riesgo y ellas son:

• El retraso en comprender quién es: problema de identidad.


• El retraso en comprender cuánto vale: problema de autoestima.

Ambas cuestiones se resuelven en tiempo y forma cuando el niño crece en un


ambiente amoroso que lo contiene y le facilita el crecimiento, haciéndole sentir
que es amado y respetado. Pero, además y fundamentalmente, esto ocurre cuando
se le acerca al conocimiento de Dios. Que este niño llegue a la etapa adolescente
equipado con el sostén del Señor permitirá que canalice sus dificultades en la
convicción de que es profundamente amado y su experiencia cristiana disipará
cualquier duda que surja, en el marco de su autoestima e identidad.

Adolescentes adictos

Algunos signos clínicos del consumo. Todo líder que trabaja con adolescentes
debe conocer cuáles son algunos de los signos clínicos más frecuentes del consu-
mo de drogas. Poder leer e interpretar estos signos ayudará al líder a estar más
alerta y poder ayudar a los jovencitos a liberarse de esta atadura demoníaca. Al-
gunos de estos signos de adicción son los siguientes:

• Cambios repentinos de humor y conducta.


• Cambios repentinos de amigos, que no presenta u oculta.
• Irritabilidad.
• Insomnio y pesadillas.
• Disminución de peso.
• Pupilas dilatadas.
• Tomar distancia de los encuentros familiares.
• Desaparición de dinero y objetos de la casa.

Hay otros signos que también son indicadores de la presencia de una conducta
adictiva:

• Fobia a la luz diurna.


• Falta de concentración y memoria.
• Falta de coherencia en el pensamiento.
• Evasivas: el jovencito no informa acerca de sus nuevos amigos
y no se sabe bien dónde está cuando falta de la casa.
• Conductas delictivas.
244 – Educación cristiana integral

Cuando el adolescente se involucra en una adicción y ésta alcanza un grado


serio de dependencia, será necesario prestar atención a las conductas siguientes:

• Angustia silenciosa, que se produce por déficit o exceso de dro-


ga.
• Sistema social patológico, con el frecuentamiento de grupos
marginales, boliches y otros lugares de intercambio de drogas.
• El adolescente es naturalmente vulnerable y de fácil captación.
• Encapsulamiento de la realidad que resulta en aislamiento.

Algunas de las drogas más comunes. La cantidad de sustancias que hoy están
disponibles a los adolescentes es astronómica, y su número lejos de decrecer pa-
rece aumentar. En general, las drogas están clasificadas en cuatro grandes grupos:

• Narcóticos: opiáceos como la morfina, la heroína, el demerol, la


metadona y la codeína.
• Alucinógenos: LSD, marihuana, hachiss, mescal, peyote y deti-
rona.
• Estimulantes: cocaína, anfetaminas, metanfetaminas, benzedri-
na.
• Sedantes: todos los barbitúricos, seconal, librium, fenobarbital.

Todas las drogas son peligrosas y conducen a la dependencia y a la muerte.


Pero hay algunas que son consideradas como menos peligrosas, porque su acción
destructiva es más lenta. Otras, en cambio, son llamadas drogas duras porque su
acción destructiva es más rápida y contundente. Cabe destacar que muchas de
estas sustancias son fármacos, los cuales recetados y empleados con el correspon-
diente control médico pueden ser de gran ayuda para las personas. Pero su empleo
indiscriminado causa desastres.
En los últimos años, ha tenido y tiene gran penetración en la población infantil
(desde los siete u ocho años) y juvenil, el paco. Esta sustancia no es otra cosa que
el barrido de la cocaína que queda como residuo final, a la cual se le agrega rati-
cida, kerosene y vidrio molido, a fin de completar una droga muy barata. Su efec-
to es devastador. En poco tiempo destruye el sistema nervioso y lleva a la muerte
al consumidor. También y con fuerte impacto en la población infantil y adoles-
cente encontramos a los pegamentos, los cuales son aspirados causando daños
irreversibles y letales.
Debemos comprender que en ciertos casos, el adicto se encuentra en una si-
tuación de algún modo buscada y de la cual no quiere salir. Veamos lo que dice
Jacques Lacan sobre el particular:

Jacques Lacan:
Lacan “Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo
aborda, no digan que espera de él pura y simplemente la curación. Colo-
ca al médico ante la prueba de sacarlo de su condición de enfermo, lo
El adolescente – 245

que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté total-
mente atado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que
lo autentifiquemos como enfermo: en muchos casos viene, de la manera
más manifiesta, para demandarles que lo preserven en su enfermedad,
que lo traten del modo que le conviene a él, el que le permitirá seguir
siendo un enfermo bien instalado en su enfermedad.”84

EJERCICIO 45

La adicción al alcohol en la Biblia


Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Es mejor ser lleno del Espíritu que emborracharse con vino:


2. No conviene juntarse con los que beben mucho vino:
3. El vino lleva a la insolencia y el escándalo:
4. El alcohol abate y afea:
5. El alcohol aturde y hace tropezar:
6. El abuso del vino lleva a acciones obscenas:
7. Hay que evitar ser adictos al mucho vino:
8. El vino estaba prohibido para los sacerdotes cuando oficiaban:
9. El alcohol hace perder la razón:
10. El alcohol empobrece:

Pasajes: Génesis 9.20-21; Proverbios 20.1; Proverbios 21.17; Proverbios 23.20; Isaías
28.1; Isaías 28.7; Ezequiel 44.21; Oseas 4.10-11; Efesios 5.18; Tito 2.3.

LA ESPERANZA PARA EL ADOLESCENTE

En medio de todos los conflictos apuntados, ¿puede el cristiano hacer algo po-
sitivo por ayudar a los adolescentes a superarlos? Muchos de los problemas que
enfrenta el adolescente de hoy son verdaderos trastornos que ponen en peligro su
salud e incluso su vida.
La Biblia es la Palabra de Dios y como tal no guarda silencio sobre ninguno
de los conflictos y trastornos que asaltan al ser humano, incluidos aquellos que
afectan a los adolescentes. Veamos lo que dice la Biblia sobre cualquier conducta
humana destructiva del ser humano como creación de Dios y de su propósito
eterno para el mismo. En Proverbios 24.11-12 leemos una palabra que bien se
aplica al deseo de Dios de liberar a los jóvenes de todas aquellas circunstancias

84
Jacques Lacan, Psicoanálisis y medicina (Buenos Aires: Manantial, 1985), citado en
Marcelo Hekier y Celina Miller, Anorexia y bulimia: deseo de nada (Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1995), 45.
246 – Educación cristiana integral

que los llevan a una muerte segura. Dice el texto bíblico:”Rescata a los que van
rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque
digas, ‘Yo no lo sabía’, ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No
habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones!”

El caos social y la necesidad de Cristo

En general, la sociedad con sus mensajes consumistas ha precipitado una de-


formación de la vida, y al no existir un ideal desafiante, al haber perdido los mo-
delos adecuados y al dejar de jerarquizar los verdaderos valores, hemos sido
arrastrados a una irrealidad sumamente peligrosa y patológica. Es así como las
nuevas generaciones no tienen incentivos para desarrollar un espíritu de lucha,
que los tenga ocupados en organizar una vida posible. El exitismo y las presiones
laborales han sumergido a los jóvenes en un vértigo, que no les permite pensar ni
decidir por sí mismos.
Nos hacen creer que esto es la vida, cuando en realidad estamos transitando
un camino sin retorno a las neurosis, el estrés y las psicosis de todo tipo. Tal vez
sea tiempo de reaccionar y crear espacios de prevención real en nuestras iglesias,
enseñando a los chicos y las chicas que no quieran fracasar, a descubrir juntos
con la mediación maravillosa de Cristo, la vida que pueden vivir sin sustancias ni
conflictos con el cuerpo, haciéndose cargo de su realidad y desarrollando la va-
lentía para vivirla día a día.

El caos social y su labor destructiva

Son muchos los factores que atentan contra el propósito eterno de Dios en
Cristo para la vida de cada persona individual, y especialmente para cada adoles-
cente. Algunas consideraciones de la propuesta social actual son eminentemente
patológicas. Entre ellas cabe mencionar:

• Los logros deben ser rápidos de alcanzar.


• Cuanto menos se piense es mejor.
• Debemos tener éxito y perfección constante.
• El error y el fracaso no existen.
• Es mandatario alcanzar la belleza perfecta.
• Las dietas estrictas forman parte de la vida.
• Alto rendimiento económico y protagonismo.
• Individualismo laboral (alta competencia).
• Más se tiene, más se vale.
• Los vínculos deben ser distantes y superficiales.
• Desprestigio de la reflexión.
• El ideal es el consumismo.
El adolescente – 247

El caos social y la generación de trastornos

Otra situación crítica de los chicos, que resulta de la convulsión de la vida so-
cial que se vive son los trastornos de la alimentación. Aunque hoy día se trabaja
con muchas diversas patologías en relación con la alimentación, haremos un vue-
lo rápido sobre las dos más incidentes en nuestro país. Se trata de anorexia y la
bulimia nerviosa, a las que se les llama también deseo de nada.
La anorexia consiste en negarse a la comida. Esta enfermedad habitualmente
desemboca en reacciones bulímicas. En cuanto a la bulimia, se trata de atracones
compulsivos de comida. La persona no puede parar de comer con voracidad y
luego llega el desarrollo de mecanismos compensatorios entre los cuales están: el
ejercicio físico extenuante, el vómito, los laxantes y diuréticos, a fin de intentar
evitar los resultados de tal actitud, principalmente, el aumento de peso. Lo temi-
ble de estos actos radica en las compulsiones irrefrenables que los relacionan con
las adicciones y el riesgo físico que alcanza hasta el peligro de muerte. Lo cierto
es que se crea un círculo vicioso entre la bulimia y la anorexia, que hace que en
casi todos los casos funcionen articuladas. Asociadas con estas patologías están
también la mentira, la negación y las fabulaciones, entre otras. El profesor Jac-
ques Lacan sostiene que en realidad tras el trastorno se oculta una patología del
decir. El gran silencio que acompaña al enfermo en realidad oculta el deseo que
lo mueve y no puede expresar porque es un deseo de nada.

Marcelo Hekier y Celina Miller:


Miller “Si la anorexia y la bulimia se han con-
vertido en una patología paradigmática de nuestro tiempo, es porque,
predominantemente, nuestra cultura está objetalizada. Se intenta respon-
der a un ideal de completud, abundancia y progreso a través de una eco-
nomía de mercado planetarizada, donde el valor del intercambio es aque-
llo que cubre el orden de la necesidad, pero no aquello que responde al
orden del amor. Malestar en la cultura: confusa yuxtaposición entre ne-
cesidad, demanda y deseo en la que el sujeto es degradado a ser un obje-
to, reducido a valor de intercambio.”85

Lo cierto es que la persona que padece cualquiera de estas patologías tiene un


conflicto con su propio cuerpo. No lo acepta y el espejo le devuelve una imagen
distorsionada. La persona se ve gorda y aunque su delgadez sea evidente y denote
enfermedad es incapaz de comprenderlo. La persona seguirá viéndose inacepta-
blemente gorda.
Estos trastornos de la alimentación se han generalizado tanto, que se ha des-
arrollado una nueva clasificación de los mismos. Es así como se habla de una
anorexia nerviosa y de una bulimia nerviosa. Han surgido también varias otras
expresiones para describir los cuadros patológicos de estas enfermedades y tras-
tornos.

85
Ibid., 17, 18.
248 – Educación cristiana integral

Nueva clasificación de los trastornos de la alimentación

Anorexia nerviosa:
• Restrictiva: simplemente se deja de comer. La persona se niega a la ingesta de ali-
mentos o consume muy pocos y de pocas calorías, sin ningún criterio alimenticio.
• Purgativa: la persona consume laxantes y diuréticos sin control médico.

Bulimia nerviosa:
• Purgativa: la persona emplea laxantes, diuréticos o el vómito inducido.
• No purgativa: la persona emplea mecanismos de compensación, por ejemplo, ejerci-
cios físicos extenuantes.

EDNOS: Desórdenes Alimentarios no Especificados.

Binge Eating Disorders (BED): en castellano los llamamos atracones.


• Frecuencia del atracón: dos veces por semana durante seis meses, lo cual significa
comer mucho en poco tiempo, con descontrol durante el episodio.
• Sin mecanismos compensatorios.
• Otros trastornos de la alimentación no especificados.

El caos social y lo que la iglesia puede hacer

La Palabra de Dios nos anima a no permanecer indiferentes frente a los tras-


tornos que amenazan con destruir la vida de los jóvenes. En Proverbios 3.27-28
leemos: “No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo.
Nunca digas a tu prójimo: ‘Vuelve más tarde; te ayudaré mañana’, si hoy tienes
con qué ayudarlo.” Realmente la persona cautiva de cualquiera de las adicciones
y trastornos antes expuestos es un ser necesitado de Dios. Nadie como él sabe lo
que es padecer la angustia de no hallar significado en la vida. “¿Quién soy?”
“¿Cuánto valgo?” son preguntas que trata de responder a través del alimento o las
sustancias, porque cuando realiza la ingesta de lo que sea encuentra su respuesta:
“Soy comida” o “Soy sustancia” con el nombre de lo que consuma.
Muchas veces, por desconocimiento, al recibir a alguno de estos grandes ne-
cesitados del amparo amoroso de Cristo, miramos su aspecto exterior. El deterio-
ro evidente de una vida derrotada nos asusta y tratamos de negarlo paliando algu-
na necesidad superficial y deseando encontrar la forma de ponerlo fuera de nues-
tra vista. ¿Qué podríamos hacer por él o ella? Hay algunas cosas que se nos ocu-
rren, ya que otras surgirán de la creatividad de los corazones tocados por Dios y
llamados a esta tarea de amor y renunciamientos. Pero, en principio, creemos que
es necesario hacer lo siguiente desde nuestra fe:
El adolescente – 249

• Orar al Señor con sinceridad de corazón pidiendo un amor co-


mo el de Cristo para no dejar pasar de largo al sufriente. Sole-
mos orar por el otro, pero olvidamos orar por nosotros, ya que
el sufriente nos presenta un desafío que deberíamos abordar
como un ministerio responsable.
• Prepararnos para saber de qué se tratan estas problemáticas y
proceder a un abordaje competente.
• Generar programas locales de ayuda donde Cristo sea presenta-
do de persona a persona y podamos guiar a los sufrientes hacia
el rescate de su identidad en el Señor.
• Orar por otros hermanos, para que sientan el compromiso de la
iglesia hacia estas almas preciosas que Dios ama tanto.
• Escucharlos, sin prejuicios, y soñarlos instalados en la paz del
Señor.
• Entender que ésta no es una empresa fácil, que no es redituable
desde ningún lugar, y que no es siquiera rápidamente gratifican-
te.
• Comprender que estas personas podrán tener recaídas y además
severas diferencias con nuestras formas de pensar y ver el mun-
do.
• Por eso mismo, cerramos con lo que abrimos, nos será necesa-
rio el corazón de Cristo para no perder pie en semejante empre-
sa. De todos modos, si el Señor nos llamó, él mismo completará
la obra, primero en nuestras vidas para que seamos de real y
gloriosa bendición. ¡Adelante!

El caos social y el suicidio

El problema del suicidio es de una relevancia tal en la etapa adolescente, que


merece un tratamiento aparte. El incremento en las tasas de suicidio entre los jó-
venes ha llegado a niveles alarmantes. En su libro Postmodernidad, Antonio Cruz
nos acerca una significativa frase del libro El mito de Sísifo de Albert Camus.
Esta frase es la siguiente: “Sólo hay un problema filosófico verdaderamente im-
portante: el suicidio. … Suicidarse sería confesar que la vida ha dejado de tener
sentido, que se ha descubierto que no tiene ninguno y que, por lo tanto, se la deja
correr.”86
Para los sociólogos de comienzos del siglo pasado, el suicidio era producto
del malestar económico de la época. Muchos de ellos no dudaban de que con el
bienestar económico, las personas encontrarían la felicidad. En realidad, asocia-
ban la conducta suicida con las dificultades económicas y sus derivaciones. Entre
los autores más destacados en esta dirección encontramos a Emile Durkheim,
quien en su obra Le Suicide vaticinaba una disminución de los suicidios hasta

86
Cruz, Postmodernidad, 87.
250 – Educación cristiana integral

acabar con esa conducta, a raíz de que en Francia habían disminuido entre los
años de 1930 y 1950, momento en que se publica la obra.
De todos modos, la situación es aún hoy muy preocupante ya que jóvenes y
niños siguen decidiendo terminar con sus vidas. Algunos de los signos observa-
bles ligados con la intención de suicidio y que no debemos dejar pasar son los
siguientes:

• Alteraciones de humor desmedidas.


• Bajo nivel de autoestima.
• Trastornos del sueño.
• Cambios en el apetito.
• Dificultades diversas en la escuela.
• Tristeza y aislamiento voluntario.
• Depresión.

Junto con estas señales es necesario tener en cuenta algunos factores que pue-
den ser desencadenantes de una conducta suicida:

• Antecedentes de suicidio de seres queridos.


• Pérdida de algún ser muy querido.
• Falta o pérdida de autoestima.
• Episodios disciplinarios humillantes y frecuentes.
• Embarazo no deseado en las adolescentes.
• Diversos fracasos escolares.
• Pérdidas diversas que conllevan duelos no asumidos.
• Excesiva rigidez en el trato paterno.

Ante estas cuestiones, la persona se enfrenta a un vacío tan profundo, que le


impide encontrar dirección y razón en la vida. La falta de la presencia de Dios en
la vida completa la sensación de caos, que se vuelve insoportable. Una vez más
debemos afirmar con contundencia que el cristiano tiene algo más que respuestas
verbales a estas problemáticas. Sí, la iglesia de Jesucristo tiene la forma de ofre-
cer experiencia de vida abundante y así guiar a los sufrientes desde las tinieblas
que los rodean hacia la luz maravillosa de Cristo, el Señor Salvador de las vidas.
Debemos recordar que estas personas han crecido en medio de fuertes y sos-
tenidos rechazos, desprecios y críticas. Todo esto ha facilitado que crean que ya
no tienen salida. Entonces no ayudará que nos apoyemos en un discurso sancio-
nador, sino más bien en una postura restauradora. Ellos necesitan saber que hay
alguien que los ama y les ofrece una vida abundante. Pero antes debemos escu-
charlos para comprender los motivos que les impulsan a la derrota. La actitud de
escuchas nos hará creíbles. Recuerda que hay una enorme fragilidad en ellos. Por
eso, marcha a su lado con cariño y bríndales, a través de tu actitud facilitadora,
una esperanza de salida.
El adolescente – 251

EJERCICIO 46

La Biblia y el suicidio

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. El suicidio de Ajitofel:
2. El suicidio sugerido a Job por su esposa:
3. El suicidio de Judas:
4. El suicidio de Saúl:
5. El intento de suicidio del carcelero:
6. El suicidio de Zimri:
7. El rechazo del suicidio de Saúl:
8. El intento de suicidio de Jonás:

Pasajes: 1 Samuel 31.4-5a; 2 Samuel 17.23; 1 Reyes 16.18; 1 Crónicas 10.4; Job 2.8-9;
Jonás 1.12; Mateo 27.5; Hechos 16.27.
CAPÍTULO 12

El joven, el adulto
de la segunda y
de la tercera edad

“La gloria de los jóvenes radica en su fuerza;


y la honra de los ancianos, en sus canas.”
Proverbios 20.29.

En este último capítulo abordaremos el tema de los adultos desde la juventud


hasta la tercera edad. Cuántas situaciones de vida le quedan por resolver a estos
muchachos y chicas, que deberán tomar importantes decisiones en su vida. La
elección de una carrera u oficio a través de las cuales puedan afirmarse en la vida
adulta logrando independencias. La elección de la pareja con la cual fundarán la
familia, instalando un hogar propio. El desarrollo de estas responsabilidades pare-
ce ser, en estos tiempos, más difícil que antaño. Y, como veremos en el desarrollo
de los temas, los jóvenes tenderán a prolongar su adolescencia cambiando nota-
blemente el mapa familiar de origen y postergando su propia realización.
Pero el desafío de crecer y madurar no se completa en la etapa del desarrollo
juvenil, sino que continúa hasta el fin de la vida. El adulto de segunda edad o de
la mediana edad vive también experiencias nuevas, que demandan continuamente
la toma de decisiones que ponen a prueba su integridad y madurez. Finalmente, la
tercera edad no viene sin sus propias cargas y problemas. El proceso de enseñan-
za-aprendizaje continúa hasta que la muerte pone fin a esta parte de la experiencia
humana. De modo que la educación cristiana integral involucra una tarea que
nunca se termina y que, en cada etapa de la vida adulta, debe conducir a la perso-
na al más pleno desarrollo de su potencial humano, conforme a la voluntad de
Dios para su vida.
Intentaremos en este capítulo abrir el debate sobre estas cuestiones a fin de
reformular las estrategias a seguir en cada etapa de la adultez.
254 – Educación cristiana integral

EL ADULTO JOVEN

Como ya hemos visto, la adolescencia se considera hoy extendida a causa de


la demora en alcanzar responsabilidades autónomas en la juventud. En realidad,
sería un tanto simplista mirar este hecho únicamente desde esta posición o plan-
teo. Si bien esto ocurre en muchos casos, no es lo único que condiciona e incide
en el resultado. Es decir, el alargamiento de la adolescencia y las dificultades del
joven para actuar como un adulto no siempre son su responsabilidad. Hay varios
otros factores a tomar en cuenta al evaluar las dificultades para el joven en entrar
a la etapa adulta de su vida. ¿Qué le sucede al adulto de mediana edad, que siente
que personas más jóvenes puedan ocupar su lugar? ¿Facilita este adulto los espa-
cios para el ingreso de los jóvenes en el campo laboral? ¿Estimula la independen-
cia de los jóvenes? Y en el servicio en la iglesia, no ocurre algo similar?

Las dificultades
dificultades para ingresar a la adultez

Lo cierto es que el joven pugna por ingresar a la adultez confrontando serias


dificultades, como carreras universitarias interminables, crisis laborales por res-
tricción de oportunidades, falta de trabajo, indefiniciones diversas y esa conducta
postmoderna, que se vuelve pasiva e indiferente, de muchos jóvenes frente a la
vida. Todos estos y muchos otros factores más van marcando estos fuertes cam-
bios que expresa la sociedad y que afectan el proceso de maduración del joven.
Dos situaciones extremas aparecen hoy como indicadores del cambio social.
Por un lado, las madres niñas, de las cuales ya hemos hablado; y por el otro, los
jóvenes mayores de 28 años que aún no han concretado su independencia como
adultos. En ambos casos, los padres aparecen como herederos sorprendidos de las
consecuencias. Pero, ¿es realmente así? ¿Acaso no les cabe ninguna responsabili-
dad por la situación? La autoridad materno-paterna, a la cual nos hemos referido
en el Capítulo 6, está en crisis. Eso lleva a los adultos, por un lado, a facilitar
tempranamente a sus hijos libertades sin que hayan afirmado las conductas autó-
nomas básicas. Por el otro, hay padres que alientan la permanencia de sus hijos en
el hogar aligerando sus responsabilidades, a fin de extender su propia juventud.
En ambos casos aparecen marcos de responsabilidad en los resultados, que no
podemos soslayar.
Ya hemos dicho que los niños deben ser educados por sus padres. Dios instaló
esta modalidad y los hijos deben ser educados para la autonomía, no para la eter-
na dependencia. Pero esa independencia llegará a su tiempo. Si apuramos las co-
sas, lo único que lograremos es dificultar el proceso, frustrando el resultado. Co-
mo bien enseña Eclesiastés 3.1-2:”Todo tiene su momento oportuno; hay un
tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.”
El adulto joven tiene importantes decisiones de vida que tomar, entre las cua-
les consideramos como trascendentes la definición vocacional-laboral y la elec-
ción de su pareja para la fundación de una familia. Sabemos que ambas decisio-
nes conducen a la madurez y, por lo tanto, a la estabilidad de la persona. Pero los
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 255

creyentes pensamos y sostenemos que la segunda debe afirmarse para toda la vi-
da. Como ya dijimos: “Los hijos son para la vida; la pareja es para toda la vida.”

La definición vocacional-
vocacional-laboral

Esta elección es muy importante y de alguna manera condiciona los resultados


que se obtengan en la vida de las personas. Sin embargo, en los últimos años, se
ha restado importancia al tratamiento profundo del tema. Por un lado, existen
buenos programas de orientación vocacional, pero la mayoría son pagos y los que
resultan accesibles son insuficientes. Las escuelas de educación secundaria o me-
dia, en ocasiones, ofrecen un programa de estas características, pero su eficacia es
muy dispar y los chicos, salvando muy honrosas excepciones, salen de ellos tan
confundidos como entraron. Lo cierto es que aquí podríamos preguntarnos: ¿qué
puede hacer la iglesia por estos jovencitos que deciden, en ese tiempo, algo que se
espera los acompañe toda la vida? La iglesia puede implementar un servicio para
adolescentes, orientándolos para el desafío de la preparación, que derive en la
elección del trabajo en la etapa juvenil.
Un programa de esta naturaleza debería contener los siguientes elementos:

• La reflexión cuidadosa del motivo y la intención de Dios al cre-


ar a cada ser humano.
• La detección de cada talento donado a fin de realizar una elec-
ción que honre la voluntad del Señor.
• Encuestas y pruebas personalizadas para ver las inclinaciones
del individuo.
• La presentación de las diversas carreras y oficios con la expli-
cación de los marcos laborales que abarcan y las posibilidades
que ofrecen.

Abundan hoy las carreras cortas con salida laboral que, además de las tradi-
cionales, ofrecen un mercado laboral relativamente amplio. Pero también es cierto
que hay dificultades crecientes con el trabajo y la competencia cada vez es mayor.
Bástenos recordar que actualmente para aspirar a un cargo de auxiliar de tercera
(portero) de escuelas, se exige el certificado de estudios secundarios completos.
Del mismo modo ocurre con los puestos de repositores en los supermercados.
A medida que la sociedad se vuelve más exigente con las demandas, más se
dificulta la maduración personal, que supone el logro de la instalación de los jó-
venes en la vida del trabajo y, por consiguiente, el alcance de la independencia de
sus padres. Es común escuchar a los estudiantes secundarios plantear con des-
aliento la preocupación por la falta de posibilidades que creen que tendrán en el
campo laboral. Ellos se quejan del esfuerzo que les plantea el estudio ante la falta
de perspectiva de poder emplearlo alguna vez en su vida. Además, la extensión de
los requisitos para acceder a la jubilación hace que los puestos de trabajo estén
ocupados por más tiempo, y al no producirse vacantes naturales, la demanda de
trabajo es siempre mayor que la oferta. Ideologías desalentadoras por lo diversas,
256 – Educación cristiana integral

que son, bombardeadas desde los medios masivos de comunicación de tal modo,
que los jóvenes ya no toman en cuenta sus contenidos y fluctúan entre ellas sin
perder el sueño.
Todo lo que hemos descripto hasta aquí, ha provocado un desaliento sostenido
en los jóvenes, que se ha transformado en esta cultura del desinterés que parece
prevalecer hoy. No hay sueños y se acabaron las utopías. Parece generalizarse un
sentimiento de culpa de parte de los padres, que no logran comprender el estallido
de descontrol de la juventud postmoderna. Esto desata una necesidad compulsiva
de éstos, de consentir a sus hijos en todo lo que necesitan o quieren. Este grado de
sobreprotección impide que la necesidad desarrolle en estos jóvenes alguna clase
de impulso de superación.

Antonio Cruz:
Cruz “Los padres lavarían su mala conciencia mediante subven-
ciones y libertad sexual. Estarían dispuestos a pagar, a fondo perdido, el
consumo juvenil del ocio y a admitir que los hijos practiquen, casi libre-
mente, su espontánea genitalidad. Pero estos dos regalos estarían envene-
nados porque la subversión y la permisividad combinadas producen en los
jóvenes un síndrome de impotencia. Ya no les quedaría nada por lo que
luchar porque tienen todas las necesidades básicas satisfechas. No hay ten-
siones que motiven la acción. Millones de jóvenes de la postmodernidad
están físicamente saciados pero moralmente frustrados y, por lo tanto, con-
tinúan dependiendo de sus padres sin poder romper, de una vez y para
siempre, el cordón umbilical que les une.”87

La iglesia sigue teniendo mucho trabajo para hacer con estos muchachos y
chicas que necesitan recuperar la alegría y el sentido de su vida. La Palabra de
Dios tiene muchas respuestas y la iglesia debe heredarles la misión para que se
transformen en interesados artífices de la multiplicación del evangelio de poder y
libertad.

EJERCICIO 47

Características de un buen trabajador

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Hábil:
2. Diligente:
3. Empeñoso:
4. Bendecido:
5. Confiable:

87
Antonio Cruz, Postmodernidad (Barcelona: Editorial Clie, 1996), 140.
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 257

6. Honrado:
7. Incorruptible:
8. Fiel:
9. Justo:
10. Correcto:
11. Ahorrativo:
12. Alerta:
13. Esforzado:
14. Trabajador:
15. Sabio:

Pasajes: Génesis 39.4; Génesis 39.5; Levítico 19.35-36; 2 Reyes 12.15; Proverbios 10.4;
Proverbios 13.4; Proverbios 13.11; Proverbios 14.23; Proverbios 17.2; Proverbios 20.13;
Daniel 6.4; 2 Corintios 8.21; 2 Tesalonicenses 3.12; Hebreos 3.5; Hebreos 6.11.

La definición afectiva

Esto tiene que ver con la elección de la pareja con la que se ha de compartir la
vida. Esta es la segunda cuestión que preocupa mucho a los jóvenes. Encontrar
con quién compartir la vida supone estar decidido a acotar los límites de su propia
distancia social, a fin de asociarse a otra persona del sexo opuesto, tan diferente
en casi todo. Esto es una enorme aventura y un desafío muy grande. En los últi-
mos tiempos, favorecida por la difusión masiva de los medios, se ha instalado la
idea de que el amor se muere. ¿Cómo se logra vivir más de veinte años con la
misma persona? Sobre esto, hay algunas cuestiones que urge analizar con nues-
tros jóvenes.

La cuestión de la intencionalidad. Esta importante cuestión se compone de


varios aspectos. En primer lugar, parecería ser que muchos jóvenes están dicien-
do: “Lo que creo, eso hago.” Por lo cual, si abordamos la formación de la pareja
desde un concepto de provisoriedad, lo más probable es que ante las primeras
dificultades, no estemos dispuestos a resolver creativamente la prueba, apunta-
lando la unión.
Lo antes dicho también deja en claro que estaríamos contrariando el concepto de
Dios cuando dice en su Palabra: “Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto,
lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt. 19.6).
Esta mirada, no sólo nos obliga a arbitrar todos los medios para obtener victo-
ria en nuestras relaciones vinculares sin escapar de ellas rápidamente, sino que,
además, nos invita a comprender en profundidad la intención divina, al completar
en la pareja la identidad secundaria del ser humano. Hay una identidad primaria,
que es la del ser humano con Dios y consigo mismo. Y hay una identidad secun-
daria, que es la de la pareja humana. Consideramos muy importante la afirmación
258 – Educación cristiana integral

de la primera identidad, para que haya buenas posibilidades al conformar la se-


gunda instancia de identidad en la pareja.
En realidad, es dentro de este marco que debemos considerar el fracaso de la
pareja humana en constituirse o, una vez constituida, en disolverse. El divorcio,
que hoy en día no está indicado como ciertos medicamentos muy específicos sólo
en algunos casos muy extremos, genera una cantidad de dificultades que no lo
hacen algo deseable. Por consiguiente, la separación deja un sabor a fracaso, que
en muchas personas es muy difícil de superar. Cuesta desprenderse de la sensa-
ción de derrota y las cicatrices que quedan no permiten una recuperación fácil.
Pero, además, si quedan hijos de por medio, la situación se torna en algo mucho
más doloroso y grave. Habrá que tener un gran equilibrio para no caer en prácti-
cas lamentables que castiguen a los más débiles. Situaciones tales como fiestas de
divorcios o la celebración del divorcio contrarían y tratan de enmascarar el verda-
dero sentir de quienes no han podido conservar el vínculo.
Tras verdaderos desbordes que se expresan en actitudes de “¡Qué me impor-
ta!” hombres y mujeres se desgarran tratando de entender que les pasó. Lo cierto
es que la fiebre del matrimonio provisorio va dando paso a una mayor provisorie-
dad del vínculo, ya que muchas son las parejas que deciden convivir con prácticas
idénticas al matrimonio, en las que lo único que no concretan es la formalidad, o
sea casarse. En muchos casos, estas parejas suelen confesar que no lo hacen por-
que el matrimonio es la tumba del amor. ¡Que lamentable! Ellos mismos están
desconociendo la hermosa decisión de Dios de dar forma, en la pareja, a la cons-
trucción de un nido estable, para que la prole crezca sin riesgos y con serias posi-
bilidades de lograr la madurez desde la fortaleza de una familia propia, que no
tambalee.

¿Dónde empieza la pareja y la familia? Ya consideramos cómo, durante la


adolescencia, el cuerpo, las emociones y el ser todo se prepara para adquirir las
condiciones básicas, que le permitan la convivencia adulta con otra persona. En-
tonces llega el tiempo de ponerse de acuerdo y comienza así el noviazgo, que es
una etapa provisoria, la única que puede y debe serlo. Este es el tiempo de cono-
cerse, de compartir ideas, de negociar principios y de confrontar aspectos cultura-
les, que serán importantes a la hora de convivir en el matrimonio. Una vez pues-
tos de acuerdo, el tiempo irá llegando y la pareja decidirá concretar su unión defi-
nitiva.
La familia comienza en la pareja. La primera cosa de su creación que Dios ve
que no es buena, es que el varón esté solo. Evidentemente, en una creación tan
completa, el varón era único en su especie, por lo que no halló Adán, entre los
seres vivos ninguno que pudiera ser su ayuda idónea.

Génesis 2.18
18-20
18 20:
20 “Luego Dios el Señor dijo: ‘No es bueno que el hombre esté
solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.’ Entonces Dios el Señor formó de la
tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre pa-
ra ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres
vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 259

a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los ani-
males del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada
para el hombre.”

Entonces Dios, consciente de la necesidad de completar su creación recrea, a


partir del mismo Adán, un ser complementario, la varona. Es interesante notar
que no la hizo aparte ni la construyó independientemente de su par. En definitiva,
no la creó de la nada sino que la formó de Adán mismo y desde allí estaba afir-
mando su propósito de establecer entre ambos una identidad profunda y única en
su especie. (Gn. 2. 21-23). También y de inmediato se da origen a la pareja (Gn.
2.24). Nosotros sabemos que en un principio, Dios se creó en Adán a un amigo y
le dio sentido de eternidad a su vida. Pero a partir del capítulo 3 de Génesis po-
demos comprender cómo el pecado introdujo grandes y tristes cambios en la rea-
lidad de los seres humanos. Lo cierto es que la pareja es el comienzo, en la con-
cepción de Dios, para la conformación de la familia. En Génesis 2.24, Mateo 19.5
y Efesios 5.31 se refuerza el concepto de una sola carne. Nótese que no dice una
sola persona ni dice una sola manera de pensar o de actuar. Estos textos bíblicos
dicen una sola carne, “un solo ser” o “un solo cuerpo” (NVI). Y esto nos remite
necesariamente al amor, sentimiento indispensable para fortalecer los vínculos en
las diferencias y generar los mejores valores en cada uno de nosotros, con el fin
de alcanzar el enorme desafío de armonizar las diferencias. Somos o debemos ser
seres complementarios, no iguales. Es tan absurda la pérdida de tiempo y esfuer-
zos de los grupos feministas, que defienden la igualdad como si fuera necesaria
para afirmar a la mujer, cuando el verdadero valor está en las diferencias que nos
permiten completarnos. Aquí mismo comienza, entonces, a perfilarse la escala de
valores de Dios en relación con estos seres, a quienes finalmente propone multi-
plicarse.

EJERCICIO 48

Varón y mujer en matrimonio

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. La felicidad de hallar pareja:


2. La necesidad de la monogamia:
3. La conveniencia de estar casado y tener hijos:
4. La importancia de la fidelidad conyugal:
5. La bendición de ser un solo cuerpo:
6. La demanda del amor conyugal:
7. La fuerza del amor conyugal:
8. El deber de permanecer unidos:
9. El requisito de estar casado ante la ley:
260 – Educación cristiana integral

10. El placer de la vida en común:

Pasajes: Proverbios 18.22; Eclesiastés 9.9; Cantares 8.6-7; Romanos 7.1-3; 1 Corintios
7.10-11; Efesios 5.28; Efesios 5.31; 1 Timoteo 3.12; 1 Timoteo 5.14; Hebreos 13.4.

Organizando el vínculo matrimonial. En la relación de pareja, el hombre es


concebido por Dios liderando a su mujer (Ef. 5.21-31). Éste es su rol natural den-
tro de la pareja, y lo mejor que podemos hacer las mujeres es comprometer nues-
tra ayuda, a fin de que nuestros esposos ocupen este lugar en nuestras vidas. Por
lo cual, si alguno fuera tímido, indeciso o tal vez descuidado de este mandato
natural, nuestro deber no será opacarlo o desplazarlo de su rol implícito con la
excusa de que no se define. En realidad, nuestro deber será, primero, orar por
sabiduría, y luego, trabajar con él para que nuestra cabeza esté en su lugar.
Y aquí un párrafo aparte para las esposas de los siervos de Dios, y no sólo
hablamos de pastores, sino de cualquier liderazgo que produzca exposición públi-
ca.
Algunas veces es tan grande el deseo de que nuestro esposo no fracase, que ten-
demos a completar la tarea de él por nuestra cuenta. Tal vez porque nos sentimos
más operativas o nos parece que vemos más claramente algunas cosas. Pues bien,
oremos por nuestros esposos, hablemos con ellos privadamente y sobre todo tra-
bajemos por concientizarlos, pero no avasallemos su rol ni su función. Recorde-
mos que ellos son nuestra cabeza y lo peor que puede pasar es que aparezcamos
invadiéndolos. Si lo hacemos, generaremos en la congregación y aun en la familia
la idea de que él es nuestro muñequito-títere, y esto a la vez generará la desesti-
mación de ambos.
Mujer, si tu esposo no es todo lo dinámico, abarcador y líder que desearías,
debes ayudarlo en oración a él, no a su tarea. Recordemos a la mujer de Prover-
bios 31, definida como virtuosa. Ella era eficiente en todo y realizaba las labores
de su competencia, para que su marido estuviera confiado realizando la tarea de
prestigio que a ella también le alcanzaba (Pr. 31.11-12, 23).

Bill Hybels:
Hybels “El único tipo de matrimonio que concibe el autor de Proverbios
es un matrimonio de por vida. Escucharía pacientemente toda la charla actual
sobre divorcios fáciles y matrimonios sucesivos, y luego repetiría: ‘Alégrense
con el cónyuge de la juventud.’ Cuando se casen, permanezcan casados.
Hagan acuerdos. Busquen ayuda. Procuren resolver los problemas. Ayunen,
oren, prueben, prueben y vuelvan a probar. Hagan todo lo necesario para
mantenerse juntos. Hagan de su matrimonio lo mejor. No hay otra forma: los
matrimonios sólidos son la clave para las familias estables.”88

88
Bill Hybels, 1001 proverbios de Dios para una vida feliz (Buenos Aires: Editorial Cer-
teza, 2005), 200.
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 261

El lugar de la pareja en la familia.


familia En esto de cuidar la pareja, se hace muy
importante considerar que los hijos se transforman en dulces tiranos, cuyo mayor
deseo es estar en medio de sus padres acaparando su atención. Lo cierto es que en
las primeras etapas de la vida, esto es verdaderamente necesario. El niño pequeño
necesita cuidados especiales, que demandan a su mamá mucho tiempo. Pero si
formamos hábitos en este maravilloso ser, enseñando a respetar las horas del sue-
ño y el ambiente físico de sus padres, por ejemplo, el dormitorio entre otras cosas,
estaremos preservando nuestra pareja y dándole, en forma natural, continuidad al
vínculo que debe durar toda la vida.
Recordemos nuevamente que la familia es para la vida y la pareja para toda la
vida. En muchos casos, la madre, superada por las demandas de los hijos, declara
una especie de vacación para su pareja. La atención de la casa y los cuidados es-
peciales a los hijos van distrayéndola de su rol de esposa y compañera idónea,
que es el propósito inicial de Dios. Cuando pasan los años y los hijos se indepen-
dizan, ella se enfrenta a su esposo y descubre que está frente a un casi desconoci-
do.

Los roles en la pareja y la familia. Es evidente, por todo lo que venimos di-
ciendo, que los roles en la pareja no son los mismos que en el marco de la familia.
Mientras que en la pareja somos hombre y mujer, en la relación con los hijos so-
mos papá y mamá, es decir, dos roles que reclaman diferentes funciones. En Efe-
sios 6.1-4, el apóstol Pablo describe aspectos del vínculo parental, pero no dice
hijos obedezcan a su papá, sino que todas las advertencias muestran una paridad
en la autoridad que se hace muy necesario considerar. Lo propio ocurre con di-
versos pasajes aun del Antiguo Testamento.
La madre, por su relación doméstica con los hijos, generalmente está en cono-
cimiento de aspectos de sus vidas, que el padre no alcanza a conocer si no es por
ella. Desautorizarla, poniendo a la figura paterna como única autoridad, es teme-
rario y puede llevar, en ciertos casos, a una gran impunidad por parte de los hijos,
en etapas delicadas de la educación. Esto puede más tarde volverse en contra de
los resultados que se desean. Por ejemplo, son las nueve de la mañana y la madre
reta al hijo por algún error diciéndole: “¡Vas a ver cuando venga tu papá!” A las
nueve de la noche, cuando el padre llega, de lo último que se acuerda esta mujer
es de comentar el hecho de la mañana y pedirle a su marido que aplique al niño
una disciplina, lo que probablemente no hará. ¿Cuál es el resultado de todo esto?
El chico hizo lo que se le ocurrió en la mañana y no obtuvo un límite a su acción
en el momento en que lo necesitaba.
Por otra parte, están aquellas madres que se complican con los hijos a fin de
ocultar determinadas cuestiones al padre. Gravísima decisión. Su aliado natural es
el esposo y esto es algo que jamás se debe olvidar. Cuando se comportan de esta
forma, estas mujeres en realidad no sólo están dañando la relación paterno-
materna y traicionando el vínculo, sino que, además, están perjudicando seria-
mente al hijo, que aprenderá ese camino para transgredir sin que se le pongan
límites.
262 – Educación cristiana integral

A la hora del ejercicio de la materno-paternidad, la relación rol-autoridad de-


berá aparecer pareja, aunque bien armonizada y sin competencias que malogren el
efecto de equipo que debemos darle. En razón de esto, jamás discutiremos por las
decisiones que tomamos frente a los hijos, sino que mantendremos el ámbito de
intimidad para debatir y resolver las diferencias o armar estrategias de salida a los
conflictos. Para que en la práctica esto funcione bastante bien, primero, debe estar
sumamente claro el rol del hombre en la pareja, como cabeza de la mujer.
Por todo lo dicho, estamos en condiciones de afirmar que si el hombre es bue-
na cabeza de la mujer, ambos padres podrán ser buena cabeza de la familia. Re-
cordemos que el ser humano es un gran imitador y los niños desde muy pequeños
aprenden imitando, por lo que es necesario que los varones tengan un buen mode-
lo en su papá del mismo modo que las mujeres en su mamá, a fin de que su
sexualidad se eduque sin alteraciones. Recordemos que cuando no tenemos mo-
delos adecuados de materno-paternidad estamos facilitando también el desarrollo
de tendencias homosexuales. Hoy hay acuerdo bastante generalizado en afirmar
que la homosexualidad es el resultado de:

• Padres débiles o ausentes sin compensación de modelo.


• Madres absorbentes y demasiado presentes.
• Niños de sexo no deseado tratados como si fueran lo que se de-
seaba.
• Niños abusados.

Es muy importante destacar que estas elecciones, como la homosexualidad, no


son naturales, sino que son facilitadas por una educación deficitaria o una imagen
distorsionada de la materno-paternidad. Por eso, para un ejercicio sano de la ma-
terno-paternidad el eje debe ser la interacción del amor y los límites. Esta interac-
ción nos permitirá construir vínculos sanos y perdurables, a pesar de las diferen-
cias que se sucederán con nuestros hijos en diversos momentos de su crianza (Ef.
5.28-33). Además, y en relación con los hijos, será muy importante considerar la
enseñanza de los valores cristianos como práctica de vida, y los valores físicos,
psíquicos, emocionales y espirituales. Recordemos, además, que cuidar comienza
por conocer, facilitar, limitar y gratificar, en definitiva, educar. Como Pablo ense-
ña en Efesios 6.4: “Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos
según la disciplina e instrucción del Señor.”

EJERCICIO 49

Ejemplos de adultos jóvenes ejemplares

Colocar el pasaje bíblico que corresponda:

1. Samuel:
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 263

2. La hija de Jefté:
3. José:
4. Rut:
5. David:
6. Ester:
7. Joás:
8. Timoteo:
9. Josías:
10. Las hijas de Felipe:
11. María, la madre de Jesús:
12. Marta y María de Betania:

Pasajes: Génesis 41.38-39, 46; Jueces 11.34-40; Rut 1.14-16; 1 Samuel 3.1; 1 Samuel
17.33-37; 2 Crónicas 24.1; 2 Crónicas 34.1-3; Ester 4.15-16; Lucas 1.26-27; Lucas 10.38-
42; Hechos 21.8-9; 1 Timoteo 4.11-12.

EL ADULTO DE MEDIANA EDAD

Acostumbrados a mirar la crisis adolescente por lo ruidosa que algunas veces


resulta, olvidamos que sus padres también transitan una etapa crítica. Su naturale-
za es diferente, pero habitualmente complica su situación y les agrega dificulta-
des. Veamos algunas de sus características.

La crisis de la mediana edad

Los adultos de mediana edad se enfrentan a la crisis de sus hijos adolescentes,


en medio de su propia crisis. En la mayoría de los casos, estos padres tienen entre
45 y 55 años. La menopausia en la mujer y la andropausia en el hombre son im-
portantes referentes de esta etapa de vida. Un nuevo gran desorden hormonal en
sentido inverso al de la adolescencia incide en su conducta, carácter y reacciones.
Además, los duelos se vienen a agregar a la vida de este adulto que, generalmen-
te, pierde a sus mayores o asiste a las pérdidas parciales y permanentes de sus
capacidades, transformándose así en padres de sus padres. Un rol novedoso y
muy difícil surge entonces, porque deberá construir otra relación basada en el
respeto, pero a la vez deberá desarrollar un grado mayor de autoridad sobre ese
adulto que fue antes su propio referente de autoridad. Es muy importante destacar
que ese adulto, padre o madre, rara vez acepta la declinación a la que se enfrenta
y trata de defender su independencia como puede. De este modo, insiste en vivir
solo, causa preocupación y no alcanza a comprender que está ignorando las res-
ponsabilidades familiares de su hijo o hija, que ya no es un niño y que tiene su
casa, trabajo, hijos y que desea beneficiarle.
Esto le plantea al adulto de mediana edad serios dilemas ¿Hasta dónde llegar?
¿Qué debe y qué no debe hacer en esta nueva forma de vínculo con sus padres ya
264 – Educación cristiana integral

mayores? Y en medio de todo esto, está confrontando la crisis adolescente de sus


hijos. “¿Qué hice yo para ganarme todo esto?” se pregunta este adulto, que al
igual que Tupac-Amarú siente que su realidad lo tironea hacia diversos lados a la
vez. En medio de todo esto, que genera un nuevo movimiento de asimilación que
necesita urgente acomodación, está el punto de vista no siempre facilitador de su
esposo o esposa. ¿Qué hacer con tantos conflictos? ¿Cómo jerarquizar a alguno si
todos resultan igualmente importantes?
En todos estos casos, la iglesia puede y debe enseñar al adulto de mediana
edad, a través de sus organizaciones educativas. Acompañar al hermano o herma-
na compartiendo la Palabra de Dios, orando juntos y destacando los temas que
alimenten la seguridad, reafirmen el rol tan delicado que tiene que cumplir y
afiancen su confianza en el Señor, estos serán los pasos a seguir desde el ámbito
educativo.
Lamentablemente, muchos creen que la Escuela de Educación Cristiana es para
los niños solamente. Para algunos, parece que los adultos no tuviésemos cosas
que aprender, revisar y replantearnos. En realidad, lo mejor que podemos hacer es
conservar ese espacio de reflexión de vida, a partir de la Palabra de Dios, que en
todas las edades es útil para dar seguridad y orientarnos en sabiduría.

El abuelazgo

Tal vez una de las más bellas expectativas luego de la materno-paternidad, es


la de ser abuelos. Surgen sentimientos nuevos, que se parecen a los de la propia
paterno-maternidad, pero que llegan en otro tiempo, cuando las responsabilidades
deberían ser diferentes y el disfrute podría ser mayor. En realidad, los abuelos
están en la vida de los niños para consentir aquellas cuestiones que los padres
deben limitar. Cuando los abuelos no ejercen como padres de sus nietos, el rol
que cumplen es el de divertir y distraer a los niños, mimarlos y, como ya dijimos,
consentirlos más que los padres. Esto resulta en una suerte de válvula de escape
de la presión que, necesariamente, impone la educación.
En la actualidad, este privilegio ha quedado reducido a unos pocos, ya que
hoy día, las demandas laborales de la mayoría de las parejas han llevado a los
abuelos a hacerse cargo de la atención y crianza de los nietos, ante la ausencia de
los padres. Esto significa para los adultos mayores la imposición de asumir un
nuevo rol social como los abuelos-padres. En medio de la cuestión de las crisis de
la mediana edad, llegan los nietos. Hay dos formas significativas de este nuevo y
especial momento de la vida. En primer lugar, hablaremos de los padres que tie-
nen que hacerse cargo del hijo no deseado de su hija adolescente; y, en segundo
lugar, nos referiremos a los abuelos que deciden ayudar a sus hijos que trabajan,
cuidando a los nietitos durante el día.
En el primer caso, diremos que son muchas y cada vez más las adolescentes
que tras una sucesión de decisiones equivocadas, terminan engendrando hijos no
deseados. Muchas veces estudiantes y muy jovencitas, sus padres terminan
haciéndose cargo de ambos, a fin de que la chica continúe con su vida de estu-
diante y logre forjarse un porvenir. En la mayoría de los casos, los chicos con que
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 265

comparten la materno-paternidad son tan jóvenes e insolventes como ellas, por lo


que es imposible pensar en que se hagan cargo de la situación, dado que aún no se
hacen cargo de sí mismos. En estos casos es la familia materna la que sale a ocu-
parse de la madre niña y su bebé. Estos abuelos actúan como si hubieran tenido
otro hijo. Recordamos una entrevista con una de estas abuelas. Ella hablaba de su
nieto como si fuera su hijo menor y justificaba a su propia hija-madre diciendo
que seguía su vida normal como antes de tener el bebé, porque era joven y no
podía condenarse a estar encerrada. El niño crece sabiendo quién es su mamá,
pero el ejercicio del rol de madre lo lleva adelante la abuela. Tal vez nos sorpren-
da saber que estos casos abundan cada vez más.
El otro caso es el de los abuelos que, con todo cariño, se comprometen a ayu-
dar a sus hijos en el cuidado de los pequeños mientras ellos salen a trabajar. Los
padres marcan su impronta educativa, expresan sus deseos en cuanto a la educa-
ción de hábitos, alimentos y descanso. Cuando los niños son más grandes, los
padres intervienen en cuanto a la disciplina escolar, es decir, que tienen un com-
promiso formal con la crianza de su niño. Pero sus compromisos laborales impi-
den que estén presentes en todas las actividades. Entonces los abuelos se trans-
forman en ayudas verdaderamente significativas, ya que son confiables y los pa-
pás pueden sentirse seguros al compartir con ellos algún tiempo de la crianza de
sus hijos. Acompañar a estos abuelos, escucharlos y alentar su tarea será un buen
trabajo para sus consejeros y maestros en la iglesia.

EJERCICIO 50

Palabras de aliento para el adulto de la mediana edad

Copia de tu versión bíblica preferida los siguientes pasajes:

Salmos 31.21-22:

Salmos 56.8-9:

Salmos 62.1-2:
266 – Educación cristiana integral

Salmos 91.2-4:

Salmos 107.28-30:

Salmos 128.1-4:

Salmos 138.1-3:

El ADULTO DE LA TERCERA EDAD

En cuanto a los adultos de la tercera edad, ellos ya han definido muchas de las
cuestiones antes tratadas, pero se enfrentan a otras nuevas, entre las que están:

• La soledad.
• El replanteo de su rol social.
• La jubilación.
• Su familia desplazada hacia sus propias nuevas familias.
• La decadencia de sus fuerzas y su salud.
• Las necesidades básicas insatisfechas o satisfechas por otros.
• La cuestión de la muerte, que vuelve como algo cercano, que
produce curiosidad en algunos y angustia en otros, y en el cre-
yente hasta un progresivo deseo.

La soledad

En el tiempo actual, es muy frecuente ver personas que superan los 80 años.
Generalmente se mueven bien, con relativa independencia, pero después de haber
criado a sus hijos y haber llevado adelante junto a sus esposos o esposas la vida
familiar, ahora se enfrentan a la soledad. En realidad, lo que ha ocurrido es que
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 267

los hijos se casaron formando así sus propias familias y al fallecer uno de los dos
ancianos, el que le sobrevive asiste a esta experiencia. En algunos casos, nunca
habían estado tan solos. De la casa paterna habían llegado a través del matrimonio
a la formación de su propia familia y ahora, ya jubilados, deben iniciar un nuevo
aprendizaje.
Es evidente que nuestra sociedad no está preparada para considerar a estos
abuelos. Curiosamente surge una contradicción seria y es que la ciencia ha permi-
tido, con su desarrollo y avance, extender la vida de las personas, pero por otro
lado, la sociedad no considera su responsabilidad de hacerles un lugar significati-
vo en ella. ¿Y qué pasa en la iglesia? Gracias a Dios son muchas las congregacio-
nes que consideran la necesidad del espacio de encuentro social de los abuelos,
generando actividades que los recrean y divierten. Esto es muy bueno. Debemos
cuidar mucho el aspecto afectivo y emocional de estos preciosos seres. Por eso,
los círculos de plata y otras agrupaciones por el estilo, han llegado a ser tan efec-
tivas no sólo para facilitar un encuentro más en el marco de un culto, sino que los
estimulan con encuentros creativos, paseos y aun espacios donde pueden seguir
empleando sus talentos. Conocemos de coros, grupos de teatro, de deportes y
otros más que honran a los adultos de la tercera edad.

El replanteo de su rol social

No es fácil para quienes desempeñaron roles de liderazgo en diversas áreas


del quehacer humano y que lo hicieron con gusto y eficiencia, comprender que ya
no pueden seguir ocupando esos lugares. Menos fácil todavía es haber liderado
una familia, guiado a los hijos y ahora transformarse en un espectador eventual de
lo que ellos mismos hacen con los suyos. El rol parecería volverse pasivo. Muy
delicada es la cuestión de reemplazar lo que fue motivo y razón de ser a lo largo
de muchos años, por otras actividades.
Pero es importante lograr una reformulación de la vida y sobre todo de los
intereses que ella nos puede ofrecer. Más que ayudarlos a aferrarse a los ideales
del pasado, lo que deberemos hacer como consejeros y maestros es ayudarlos a
lograr la apertura de nuevos horizontes. Nuestra tarea es que las personas en esta
etapa de sus vidas puedan ver y revisar con qué cuentan en el momento, a fin de
organizar con lo disponible una nueva forma de felicidad. Para ello, será bueno
recordarles las bellas palabras de Proverbios 20.29b: “La honra de los ancianos
[está] en sus canas.” Será también importante guiarlos a aceptar el desafío del
Señor de vivir con alegría y buen humor cada día, a fin de dar crédito a la Palabra
de Dios. Ésta será una buena forma de ayudarlos a transitar un tan importante
cambio de etapa.

La jubilación

A lo largo de más de treinta años, en la mayoría de los casos, las personas han
seguido hábitos que se arraigaron en su vida, respondieron a responsabilidades
laborales puntuales, entramaron firmes vínculos, desarrollaron un fuerte sentido
268 – Educación cristiana integral

de pertenencia y, ahora, como un premio, llega la jubilación. Este es un momento


muy importante en la vida de la persona y su entorno, y despierta múltiples sen-
saciones, Por un lado, hay una enorme alegría porque a raíz del cansancio y las
tensiones lo primero que se piensa es en liberarse de toda responsabilidad laboral.
Pero apenas pasan las primeras sensaciones de placer, la persona advierte que
tiene mucho tiempo libre, que hay cosas que ha dejado de hacer por falta de tiem-
po, pero ahora no sabe cómo encarar la resolución de los problemas que le aca-
rrea esta necesidad de redistribución de tiempos y actividades, las cuales no sabe
bien si está dispuesto a encarar. Es en esta situación que surgen reproches y man-
datos de todos los seres que lo quieren y que desean, con la mejor intención, for-
mar parte de su nuevo tiempo disponible.
En medio de toda esta incertidumbre comienza la nostalgia, y se percibe que
el cambio exige nuevos planteos y nuevas decisiones. Por lo menos eso es lo que
todo el mundo, cercano al jubilado y no tanto, le hace sentir. Pero, ¿él o ella de-
sean algo de esto? ¿Es lo que sueña para su nueva etapa? Una vez más, como en
su adolescencia, el jubilado siente que le pesan las urgencias del mundo exterior.
Es urgente que los jubilados y las jubiladas sean acompañados con mucho cariño,
escuchados y, eventualmente, se ministre también a sus familias. El cambio exigi-
rá un reajuste en la vida familiar y la persona necesitará un buen espacio creativo
y adecuado a esta nueva vida que le espera.
Recordemos que todo cambio implica crisis y no sólo del que vive el cambio,
sino de todo su entorno. Una pastoral que ayude a las situaciones que surjan y
deban ser acomodadas resultará en beneficio de todos. Es importante que, en lo
posible, se anticipe y trabaje sobre este tema antes de que se produzca la dificul-
tad.

Su familia desplazada hacia sus propias nuevas familias

Los hijos se casaron y, en realidad, ése era el deseo de sus corazones. Ambos
soñaban con los hijos realizados, adultos y crecidos. Por lo menos, ésa era la idea
que los animaba, pero como todas las ideas, ésta formaba parte de un ideal y en
ellos habitualmente no incluimos toda la realidad. Sólo realizamos un recorte de
ella, dejando las cosas bellas y positivas, pero los sentimientos encontrados, la
sensación de “¿Dónde me coloco ahora?” y de “¿Qué hago con tanta añoranza?”
parecen crecer. Estas preguntas aparecen justo en el momento en que la realidad
irrumpe con todo lo que es y no con lo que nosotros creemos que es. En tales cir-
cunstancias, surge el recuerdo de algunas frases, tales como:”Cómo se pasa la
vida” o “Se me voló la vida.”

La decadencia de sus fuerzas y salud

Al igual que en el paso de la niñez a la preadolescencia, en esta circunstancia


de vida hay nuevos y grandes cambios vitales, que anuncian que las fuerzas ya no
son las mismas que las de antes. Dificultades en la vista quitan precisión y se de-
be recurrir a los anteojos, a los cuales hay que acostumbrarse. Esto, aunque no
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 269

siempre se advierte, representa una importante dificultad, ya que se necesita el


tiempo que demanda calzarse los lentes para ver y eso los vuelve lentos. Una es-
tructura ósea no siempre firme lleva al individuo a moverse con mayor cuidado, y
eso hace que los desplazamientos manifiesten cierta torpeza. En algunos casos,
dificultades auditivas generan cierto aislamiento al no poder participar de todo lo
que sucede por no poder oír con claridad. En muchos casos, estas declinaciones
generan desgano en la persona. Pero también surgen nuevas maneras o focos de
interés, si logramos una buena estimulación de la persona entendiendo su nueva
realidad. Tal vez ya no disfrute de deportes o largas caminatas, pero seguramente
se entusiasmará si logramos proponer actividades sencillas y tranquilas, que le
acerquen recuerdos de su juventud. Por ejemplo, la música y otros elementos de
recreación que el adulto mayor pueda realizar acompañado por sus pares.
Muchas de estas personas están afectadas por diversas dolencias, algunas cró-
nicas y otras que surgen y deben ser sobrellevadas. Generalmente, estas molestias
están acompañadas de dolores. Estas patologías demandan de una atención extra.
Pues bien, recordemos que será tan importante atender a esto como a los cuidados
médicos, y velar por la salud emocional y espiritual de estos ancianos, que se
conservan por la voluntad de Dios en este mundo. Cariño, comprensión y enorme
respeto harán de ellos mejores personas.

Las necesidades básicas insatisfechas o satisfechas por otros

Estos ancianos, en muchos casos deben ser asistidos económicamente por su


familia. A todas las situaciones y preocupaciones que hemos intentado describir
en los puntos anteriores se agrega la del dinero. Estas personas, que a lo largo de
la vida fueron proveedores de sus hijos, deben ahora aceptar que éstos se trans-
formen aun en este sentido en sus propios padres. No todos los ancianos aceptan
de buen grado esta situación. Algo en ellos se resiste a la dependencia. Sienten,
además, que son estorbos improductivos. Compartir con ellos, guiándoles a acep-
tar con gratitud al Señor por los hijos que les dio, instarles a ser agradecidos con
ellos y comprender que antes ellos mismos lo hicieron por sus hijos, será una
buena manera de gratificar y quitar cargas a estos ancianos que transitan un tiem-
po especial.
La iglesia puede hacer mucho por ellos, proveyéndoles de un lugar en algún
ministerio que les sea propicio, como consejeros o integrantes de los grupos de
oración, es decir, intercesores permanentes. En fin, hay tareas que ni siquiera re-
quieren de poder caminar, ya que aun desde sus camas ellos pueden sentir que
sirven al Señor y a sus hermanos. Un buen ministro de oración cuidará que nunca
les falte una buena lista de motivos de intercesión y valorará la tarea realizada por
los que ya no pueden, tal vez, hacer otra cosa. Lo dijimos antes y lo repetimos
ahora, es inútil enrolarse en la obra de Dios sin haber logrado un verdadero lla-
mado del Padre, que se efectivizará cuando logremos el corazón amoroso de Cris-
to para poder honrar su obra.
270 – Educación cristiana integral

La cuestión de la muerte

Un grado mayor de expectativa curiosa surge en los ancianos cristianos con


respecto a la muerte. Su interés por los temas que muestran, desde la Biblia, las
expectativas de los que esperan ir al cielo, los llena de secreto deseo. Secreto,
porque muchas veces guardan el sentimiento para no lastimar a quienes les aman.
Pero la realidad es que desean el momento de vivir aquello en lo que creen con
todo su corazón. Algunos dudan, no saben si desear estar con Cristo es lo mejor,
ya que su familia, al menos lo que conocen por el momento, les atrae y desean
seguir sin innovar demasiado. De todos modos, estos creyentes no temen partir,
porque ellos también saben a dónde van. En cuanto a los que no creen en el Se-
ñor, éstos se tornan habitualmente ásperos, descreídos y cuando les es posible
revelan un gran temor a la muerte.

EJERCICIO 51

Palabras de aliento para el adulto de la tercera edad

Copia de tu versión bíblica preferida los siguientes pasajes:

Salmos 6.2-4:

Salmos 18.6, 16, 28-29:

Salmos 18.31-32:

Salmos 71.17-18:

Salmos 92.12-14:
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 271

Salmos 102.27-28:

Salmos 116.3-6:

Salmos 121.5-8:

Los temas para tratar en la clase

Los temas adecuados para estas personas son precisamente los que devienen
de sus intereses, que ya hemos expresado. Siempre debemos alentar la vivencia
del Señor en sus vidas frente a cada situación por incierta que sea y revisar per-
manentemente el marco ético-doctrinal. En cuanto a las personas mayores, es
importante reforzar el recuerdo de las abundantes promesas de Dios, estimulándo-
los a apropiarse de ellas. Esto será muy adecuado y fortalecedor para ellos. Fi-
nalmente, diremos que paciencia, respeto y amor serán los cimientos adecuados
para una clase de adultos de la tercera edad, que honre al Señor Jesús, el Maestro
de maestros.
Tareas para el hogar

El maestro o tutor asignará las tareas a medida que se vaya desarrollando el pro-
grama del curso. Las tareas aparecen indicadas siguiendo el bosquejo general del
curso. Podrán ser entregadas por el discípulo durante el desarrollo del mismo o al
final, a criterio del maestro o tutor.
El discípulo podrá utilizar los espacios en este libro para cumplimentar sus
tareas o preferentemente hará uso de un cuaderno de actividades. El cumplimien-
to satisfactorio de todas las tareas asignadas es fundamental para la aprobación
del presente curso.

UNIDAD 1 — Los marcos de la educación cristiana.

Capítulo 1: Algunos alcances de la educación cristiana.

Tarea 1

1. Selecciona e Integra en una síntesis de cien palabras los principales pensa-


mientos del texto de este capítulo. Puedes hacerlo abordando tus ideas perso-
nales sobre, por lo menos, tres temas tratados en el texto.

2. Considera el ministerio educativo de tus sueños para los niños y elabora una
agenda anual de actividades que los contenga.

3. Considera el tema de la educación formal, no formal e informal, y analiza en


cuál de ellas ubicarías las propuestas educativas de tu iglesia.

4. Analiza con cuidado el contenido de este capítulo y responde a la pregunta


siguiente: ¿Por qué no se puede emplear la misma conducta en el ejercicio
del rol centralizador que en el descentralizador? Ofrece ejemplos de tu expe-
riencia.

5. Señala en un texto breve la forma en que Jesús personalizaba la educación.

Capítulo 2: El docente cristiano.

Tarea 2

1. Prepara un resumen seleccionando de este capítulo los aspectos que conside-


res son más relevantes.
274 – Educación cristiana integral

2. Analiza el contenido del texto y elije no menos de diez textos bíblicos que
creas que refuerzan los conceptos expresados respecto del perfil docente cris-
tiano.

3. Analiza y vuelca en una redacción propia aquellos aspectos de la sociedad


actual y del comportamiento de las personas, y compáralo con los conceptos
vertidos bajo el subtítulo “Orden del pensamiento cristiano”.

4. Fundado en el tema de los facilitadores nefastos y los facilitadores virtuosos


desarrolla tus propios conceptos sobre el mismo. Ilustra con ejemplos de tu
experiencia personal.

Capítulo 3: El proceso de enseñanza aprendizaje.

Tarea 3

1. Luego de una lectura comprensiva del capítulo, elabora una síntesis de dos-
cientas palabras consignando la diferencia entre la concepción de aprendizaje
que sostienen los conductistas, por un lado, y los constructivistas, por el otro.
Incluye todas las diferencias que encuentres.

2. Describe en tus propias palabras el proceso de enseñanza-aprendizaje según


Piaget.

Capítulo 4: El concepto de grupo.

Tarea 4

1. Explica con tus palabras las características de un grupo.

2. Analiza críticamente la siguiente afirmación a la luz del contenido textual


estudiado: “La Iglesia es un espacio libre de conflictos.”

3. Relata tres ejemplos de abuso de poder a la luz de tu experiencia personal.

4. Resuelve el siguiente conflicto: “El hermano Juan es un maestro de adoles-


centes con años de experiencia en la iglesia. La joven María hace dos años
que está a cargo de un grupo de adolescentes desempeñando tareas recreati-
vas. Hoy Juan ha recibido una nota en la que María le solicita una entrevista
para conversar sobre los jovencitos bajo su responsabilidad.
Juan piensa: “Esta chica debe necesitar ayuda y sugerencias para desarrollar
su tarea dada mi vasta experiencia.”
Tareas para el hogar – 275

María piensa: “Ojalá Juan entienda mi planteo, porque los chicos me confia-
ron que sus clases no les gustan, que son poco atractivas y que no confían en
él para plantearle sus problemas, porque critica mucho a esta generación.”

a. Describe los varios aspectos del encuentro entre Juan y María.


b. Anticipa cuáles pueden ser sus reacciones y dichos posibles.
c. Actúa como mediador en el conflicto que surgirá. ¿Qué dirías? ¿Qué harí-
as?
d. Concluye evaluando las actuaciones de cada uno

UNIDAD 2 — Los recursos teórico-prácticos


de la educación cristiana.

Capítulo 5: La organización de la tarea docente.

Tarea 5

1. Elabora un proyecto de clase a partir de la propuesta de este capítulo. Emplea


un material bíblico a tu elección e indica cuál es.

2. Confecciona un mapa conceptual a partir de un tema a tu elección.

3. Describe y expresa tu criterio personal respecto de las dificultades que tienen


algunos líderes con la descentralización.

4. Considera y analiza el tema de las estrategias didácticas en un escrito breve


(no más de cien palabras).

Capítulo 6: El desarrollo ético-moral.

Tarea 6

1. Selecciona tres ejemplos de desorden en la conducta infantil por falta de


atención de los padres y descríbelos.
a. Analiza las posibles consecuencias de cada uno a la luz del texto de
este capítulo.
b. Expresa tu pensamiento de lo que se debería haber hecho en cada
caso.

2. Explica el desarrollo ético moral y expresa tu opinión de lo que ocurre en la


sociedad, a la luz del contenido de este capítulo.
276 – Educación cristiana integral

3. Analiza desde la perspectiva de la educación integral cuáles son aquellos


recursos que no cumplen con los requisitos y por qué. (Enfatiza el tema de
los medios masivos de comunicación.)

4. Tomando a la educación como eje del cambio, elabora tres propuestas que
entiendas que serían útiles para revertir los problemas planteados.

UNIDAD 3 - Etapas del desarrollo de los


protagonistas de la educación cristiana.

Capítulo 7: La primera etapa de la vida.

Tarea 7

1. Elabora con tus propias palabras conceptos acerca del desarrollo de la inteli-
gencia sensorio-motora durante el primer año de vida.

2. Visite la sala cuna de tu iglesia y elabora un mapa de riesgo describiendo el


ambiente. Establece los aciertos y las desventajas que observes.

3. Analiza la siguiente situación a la luz del presente capítulo. Explica cuál de-
bería haber sido la conducta adecuada:

María ha tenido su bebé hace dos semanas. María y Juan son


miembros de la iglesia y asisten hoy por primera vez con Lucas, su bebé.
Juana y Silvia son las maestras de la sala de cuna y amigas de ambos.
Apenas los nuevos padres ingresan al templo, con gran alboroto
y júbilo, Juana y Silvia se abalanzan sobre los padres para manifestarles
su alegría y ponderar la belleza del nuevo integrante familiar. En un
momento, ambas casi a la vez intentan repasar con la mamá las instan-
cias del parto, la instalación en su casa y esta llegada al templo. La situa-
ción se completa cuando Juana le toma el bebé de los brazos a María,
explicando que lo llevará a la sala cuna, esto último, sin el consentimien-
to explícito de la sorprendida mamá. En el camino, Silvia le comenta a
Juana:
-¿No te parece que deberíamos haberle propuesto primero que
nos lo diera?
-¡Por favor, Juana, somos amigas de toda la vida! ¿Por qué va a
tener
problemas?
-No sé. Me pareció que no le gustó mucho nuestra actitud.
-Sería muy desubicado de su parte no confiar en nosotras. Nos
conoce y tiene que saber que lo cuidaremos bien.
Tareas para el hogar – 277

Capítulo 8: El preescolar.

Tarea 8

1. Caracteriza la crisis de los cuatro años según lo indicado en este capítulo.

2. Describe algunos de los recursos didácticos que se pueden emplear.

3. ¿Cuál es el rol del maestro de tres, de cuatro y de cinco años?

4. ¿Con qué estrategias de juego se puede trabajar en cada una de estas edades?

5. Explica con tus palabras qué es animismo, reversibilidad, globalización y


transducción.

6. ¿En qué consisten las conservaciones lógicas?

7. Aborda, en un breve texto, el tema de la expresión corporal en el preescolar.

8. Desarrolla el tema del lenguaje y sus implicancias a la edad preescolar.

Capítulo 9: El escolar.

Tarea 9

1. Haz un perfil del niño de Escolares “A” y Escolares “B”. Establece algunas
de las diferencias entre ambos.

2. Describe las características propias de esta etapa en cuanto a su desarrollo


intelectual.

3. Expresa en un texto breve las características del área actitudinal propias de la


edad escolar.

4. ¿En qué consiste el aprendizaje cooperativo que desarrollaron los hermanos


Johnson?

5. ¿Cuáles son los conceptos principales de la propuesta de Daniel Goleman


sobre inteligencia emocional?

6. ¿Cuál es el abordaje que hace Howard Gardner sobre el tema de inteligencias


múltiples?
278 – Educación cristiana integral

7. Explica en un texto breve la posición de Ausubel respecto del aprendizaje


significativo.

8. Plantea, a la luz del presente capítulo, el tema de la situación de los niños de


padres que trabajan ambos, y asocia esto con el tema de los valores.

Capítulo 10: El preadolescente.

Tarea 10

1. Explica por qué es importante la confianza en la identificación del preadoles-


cente con su líder.

2. Desarrolla un proyecto de clase para preadolescentes, considerando las pro-


puestas del capítulo 5 y lo antes dicho.

3. Explica la importancia del uso de la Biblia en el desarrollo de una charla con


estos chicos.

4. Investiga entre las niñas de tu grupo social las siguientes preguntas:


¿Cuándo y quienes te informaron acerca del cambio fisiológico de su cuerpo?
¿Qué piensan ellas acerca de su menstruación? ¿Cómo abordan la cuestión?
Realiza una puesta final crítica, comentando los resultados de tu muestra y
plantea formas de revertir las cuestiones que consideres son negativas.

5. Explica cómo incide lo emocional en la función intelectual. Establece la dife-


rencia entre emociones negativas aceptables y no aceptables. Emplea ejem-
plos.

6. Define lo que significa trauma y aplica el concepto a las emociones.

7. Aborda el tema de la humillación, desarrolla lo que implica en la vida de las


personas. Elige y narra algunos ejemplos.

8. Desarrolla el tema de las fobias. Relata algún caso que sea de tu conocimien-
to.

9. Desarrolla el tema del rencor, busca tus propios textos bíblicos y fundamenta
a través de ellos tu postura sobre el tema.

10. En función de estos temas y considerándote maestro de preadolescentes, de-


sarrolla una clase que aborde alguno de los temas de los puntos anteriores.
Tareas para el hogar – 279

Capítulo 11: El adolescente.

Tarea 11

1. Realiza un cuadro sinóptico desarrollando el tema de las drogas.

2. Explica los criterios elaborados por la OMS para definir a un adicto.

3. Sintetiza los principales conceptos del tema drogadicción.

4. ¿Qué puede hacer la iglesia por las personas adictas? Aplica tus propias
ideas.

5. Aplica el siguiente texto al análisis breve de la conducta que debería tener el


líder: “No basta con decir que uno es discípulo de Jesucristo porque lee, es-
tudia o memoriza las Escrituras. Lo que se aprende tiene que ser traducido a
un estilo de vida.” Herbert E. Elpp.

6. Explica sobre qué pilares debe apoyarse la identidad individual y por qué.

7. ¿Cuáles son los riesgos de ejercer poder sobre la vida de los adolescentes?

8. ¿Por qué es importante la buena comunicación entre padres y líderes?

9. Desarrolla tus conceptos personales empleando como soporte el decálogo del


siervo.

10. Analiza el contenido del punto: “La evolución del adolescente” y completa
el cuadro siguiente:

Crecimiento Sueño Comportamiento Emotividad Relac. Humanas


-------------------------------------------------------------------------------------------------
11
Años
12
Años
13
Años
14
Años
15
Años
16
Años
280 – Educación cristiana integral

Capítulo 12: El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad.

Tarea 12

1. Elabora, de acuerdo a lo tratado en este capítulo, los siguientes planes de


clase:

• Plan para jóvenes: elige un tema que consideres significativo y desarróllalo.


• Plan para adultos: elige un tema que consideres significativo y desarróllalo.
para adultos de tercera edad: elige un tema que consideres significativo y
desarróllalo.

2. Sintetiza los conceptos que reconozcas como básicos del capítulo.

3. De acuerdo a lo tratado en este capítulo, explica los duelos del adulto.

4. Desarrolla en un escrito breve el tema: “Pareja y familia”.


Bibliografía

Aguilar, Marcela y Fernanda Comán. La ley federal en palabra e imagen. Buenos Aires:
Ediciones Docentes Argentinas, 1997.
Ausubel, David P., Helen Hanesian y Joseph D. Novak. Psicología educativa: un punto de
vista cognoscitivo. México: Trilla,1983.
Beal, John M., Joe M. Bahlen y J. Neil Raudabaugh. Conducción y acción dinámica del
grupo. Buenos Aires: Editorial Kapeluz, 1964.
Bleger, José. Psicología de la conducta, ed. corregida y aumentada. Buenos Aires: Centro
Editor de América Latina, 1970.
Bruner, Jerome Seymour. Hacia una teoría de la instrucción. México: Unión Tipográfica
Editorial Hispano América, 1972.
Bullón, Fernando. Presencia cristiana en el mundo académico. Buenos Aires: Editorial
Kairós, 2001.
Butler-Bowdon, Tom. 50 clásicos de la psicología. Buenos Aires: Editorial Sirio, 2007.
Cabeza, Rita. Psicoterapia cristiana. Barcelona: Editorial CLIE, 1989.
Cabib, Sofia L. P. de y E. G. de Culebra Masón. Manual teórico-práctico de psicología
educacional. Buenos Aires: Editorial Kapeluz, 1979.
Camilloni, Alberto. “Sobre los aportes de la psicología del aprendizaje a la didáctica,”
Novedades Educativas 84 (1997).
Campbell, Doak S. El maestro eficiente. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1974.
Cappelmayer Martha de y Lilia de Menegazzo. La iniciación a la lectoescritura. Buenos
Aires: Latina, 1975.
Casullo, Marta Noemí e Irene Pellicciotta. El niño y los medios de expresión. Buenos Ai-
res: Enciclopedia Práctica Preescolar Latina, 1971.
Cinalli, Silvia. “¿Por qué hay tanta confusión en materia de sexualidad?” El Expositor
Bautista 101 (julio 2008).
Coll, César. Psicología y currículum: una aproximación psicopedagógica a la elaboración
del curriculum escolar. México: Paidos Mexicana, 1991.
Cruz Suárez, Antonio. Postmodernidad: el evangelio ante el desafío del bienestar. Barce-
lona: Editorial CLIE, 1996.
Culebra Mason, Susana E. G. de y Sofía L. P. de Cabib. Manual teórico-práctico de psico-
logía educacional. 2da ed. Buenos Aires: Editorial Kapeluz, 1988.
Deiros, Pablo A. Liderazgo Cristiano. Buenos Aires: Publicaciones PROFORME, 2008.
Delval, Juan. El desarrollo humano. Madrid: Siglo XXI Editores, 2004.
Dobson, James. Como criar a un niño de voluntad firme. Miami: Editorial Unilit, 2005.
Domínguez Chillón, Gloria. Los valores en la educación infantil. Madrid: Editorial La
Muralla, 1999.
Elichiry, N. E. ¿Dónde y cómo se aprende?: temas de psicología educacional. Buenos
Aires: Editorial Eudeba, 2001.
Escudero, Juan Manuel y María Teresa González. Profesores y escuela. Barcelona: Edi-
ciones Pedagógicas, 1994.
Fainholc, Beatriz. Introducción a la sociología de la educación. Buenos Aires: Humanitas,
1979.
Faure, Edgar. Aprender a ser: la educación del futuro. Madrid: Alianza/UNESCO, 1973.
Ferreyra, Horacio A. y Graciela B. Pedrazzi. Teorías y enfoques psicoeducativos del
aprendizaje: aportes conceptuales. México: Ediciones Novedades
Educativas, 2007.
282 – Educación cristiana integral

Ferreyra, Horacio A. y Virginia Batiston. El currículum como desafío institucional: apor-


tes teórico-prácticos para construir el microcurrículum. México: Edi-
ciones Novedades Educativas, 1997.
Ford, LeRoy. Modelos para el proceso de enseñanza-aprendizaje. El Paso: Casa Bautista
de Publicaciones, 1985.
Foucault, Michael. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores Argentina, 2002.
Gadino, Alfredo. ¿Cómo ayudar a los niños a que sean inteligentes? México: Ediciones
Novedades Educativas, 1995.
Gallo, Mauro Alonso. Ideario, proyecto y currículo institucional: líneas para un plan de
formación docente. Buenos Aires: Ediciones Don Bosco Argentina,
1996.
Gardner, Howard. Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica. Buenos Aires: Editorial
Paidos, 1998.
Girard, Kathryn y Susan Koch. Resolución de conflictos en las escuelas. Barcelona: Edito-
rial Granica, 1999.
Goffman, Erwin. Actuaciones en la presentación de la persona en la vida cotidiana.
Hekier, Marcelo y Celina Miller. Anorexia-bulimia: deseo de nada. Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1995.
Hernandez, F. y M Ventura. La organización del currículum por proyectos de trabajo.
Hill, Windfred. Teorías contemporáneas del aprendizaje. Buenos Aires: Editorial Paidos,
1971.
Hybels, Bill. 1001 proverbios de Dios para una vida feliz. Buenos Aires: Editorial Certeza,
2005.
Lacan, Jacques. Psicoanálisis y medicina. Buenos Aires: Manantial, 1985.
LeFever, Marlene. Métodos creativos de enseñanza. Miami: Editorial Patmos, 2004.
Lyon, David. Cristianismo y sociología. Buenos Aires: Certeza Argentina, 1979.
Moreno Marimón, Monserrat. Una mirada constructivista. Barcelona: Fontalba, 1994.
Marino, Osvaldo. Neuiasis, una teoría bíblica: psicología de la personalidad con claves
precisas para la liberación (Buenos Aires: Doxa International Univer-
sity, 1991.
Marino, Osvaldo. Traumatología, sanidad de los recuerdos. Buenos Aires: Doxa Interna-
tional University, 1991.

Mead, Margaret. Adolescencia y cultura en Samoa. 3ra ed. Buenos Aires: Editorial Paidos,
1967.
Novak, Joseph D. Conocimiento y aprendizaje: los mapas conceptuales como
herramientas facilitadoras para escuelas y empresas (Madrid: Alianza Editorial, 1998.
Novak, Joseph D. y D. Bob Gowin. Aprendiendo a aprender. Barcelona: Martínez Roca,
1988.
Obiols, Guillermo A. y Silvia Di Segni de Obiols. Adolescencia, postmodernidad y escuela
secundaria. Buenos Aires: Editorial Norma-Kapeluz, 2000.
Obiols, Silvia Di Segni de. Psicología: uno y los otros. Buenos Aires: AZ Editores, 1994.
Palladino, Enrique. La teoría y la práctica: un enfoque interdisciplinario para la acción.
Buenos Aires: Espacio Editorial, 2002.
Panza Doliani, Osvaldo y Pablo G. Ponzano. Violencia escolar. Buenos Aires: Editorial
Ciencia Nueva, 2000.
Perkins, David, Sari Tishman y Jay Eileen. Un aula para pensar: aprender y enseñar en
una cultura de pensamiento. Buenos Aires: Editorial Aique, 1998.
Piaget, Jean. El criterio moral en el niño. Barcelona: Editorial Fontanella, 1972.
Bibliografía – 283

Piaget, Jean y Inhelder Bärbel. Psicología del niño. Madrid: Morata, 1997.
Pinillos, José Luis. Psicopatología de la vida urbana. Madrid: Espasa-Calpe, 1977.
Planchard, Emile. La pedagogía contemporánea. 4ta ed. Madrid: Ediciones Rialp, 1966.
Pozo, Juan Ignacio. Teorías cognitivas del aprendizaje. Madrid: Morata, 1996.
Price, Eugenia. Descubrimientos. Barcelona: Editorial CLIE, 1977.
Price, J. M. Jesús el Maestro. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1950.
Rummey, Jay y Joseph Maier. Sociología: la ciencia de la sociedad. Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1980.
Russell, Bertrand. Ensayos sobre educación. Madrid: Espasa- Calpe, 1967.
Sacristán, Jimeno y Ángel Pérez Gómez. Comprender y transformar la enseñanza. Ma-
drid: Morata, 1998
Santos Guerra, Miguel Ángel. “Las relaciones en la escuela: perspectiva tridimensional,”
en Profesores y escuelas: hacia una reconversión de los centros y ca-
lidad docente, ed. por Juan Manuel Escudero Muñoz,
Juan Manuel Escudero y María Teresa González. Barcelona: Ediciones Pedagógicas, 1994.
Schipani, Daniel. Teología del ministerio educativo. Buenos Aires: Nueva Creación, 1993.
Sin autor. Más allá de la escuela dominical: curso para maestros cristianos. Miami: Edi-
torial Caribe, 1997.
Stone, L. J. y Joseph Church. El niño de 15 meses a 2 años. Buenos Aires: Editorial Pai-
dos, 1977.
Stössner, Arturo. Psicología pedagógica. 2da ed. Buenos Aires: Editorial Losada, 1951.
Stott, John R. W. La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos. Buenos Aires y
Grand Rapids: Nueva Creación, 1991.
Tishman, Shari, David N. Perkins y Eileen Jay. Un aula para pensar: aprender y enseñar
en una cultura de pensamiento. Buenos Aires: Editorial Aique, 1997.
Tonucci, Francesco. La escuela como investigación. Buenos Aires: Miño y Dávila Edito-
res, 1979.
Whitehead, A. N. Los fines de la educación y otros ensayos. 2da ed. Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1961.

Anda mungkin juga menyukai