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1 – El problema del deseo del analista

Este trabajo continúa una reflexión sobre la noción de


deseo del analista, iniciada hace ya un tiempo con el
artículo "Un grano de poesía" publicado en el primer
número de la revista "Relatos de la clínica".
Unos cuantos años antes ya había señalado el impasse en
que suelen caer aquellos abordajes que pretenden resolver
la cuestión por la vía de una "definición" del "deseo del
analista". Puede consultarse, al respecto, en el primer
número de Acheronta (de mediados de 1995), la tercera de
las clases dedicadas a la lectura del Parménides, la parte
titulada ¿"La doctrina secreta de Lacan sobre el
Parménides"?. Se encontrará ahí un debate con los
planteos hechos por Jacques-Alain Miller en su seminario
"El banquete de los analistas" 1, y reproducidos en aquél
número especial de l’Anne 2 donde se publicara la carta
"Acier ouvert" 3, en particular con su posición respecto del
pase. Miller escribía, en esa ocasión, que la apuesta del
pase y del AE era la de "llegar a cernir el ser-un-analista,
fuera de la función". Mas precisamente, verificar que un
sujeto que ha completado su análisis está "en condiciones
de querer lo que un analista debe querer" 4. Y para
entender qué es "lo que un analista debe querer", Miller
señala que "hay un deseo de saber de un tipo especial
que merece ser designado como el deseo del analista"
(todos los subrayados son míos). El deseo del analista,
entonces, era un deseo de saber (de un "tipo" 5 "especial")
Descartando, no solo definiciones como estas (que, por
otra parte, me parecen absolutamente contradictorias con
la enseñanza de Lacan), sino la vía misma del abordaje
por la definición, me ha resultado más útil trabajar la noción
del deseo del analista en su articulación con otras nociones
o problemas. De hecho, y en concordancia con esto, nunca
encontraremos en Lacan una definición del deseo del
analista, sino párrafos y/o desarrollos donde esa noción se
mezcla con otras.
En "Un grano de poesía" seguí el hilo de la comparación
que hace Lacan entre un análisis y un "relato". Según
Lacan, esta comparación sería válida en la medida en que
dicho "relato" 6 fuese el lugar de un "encuentro"; para el
caso, un "encuentro" de deseos: "Este deseo del sujeto, en
tanto deseo de deseo, abre sobre el corte, sobre el ser
puro, aquí manifestado bajo su forma de falta. Este deseo
de deseo del Otro, es al fin de cuentas.. ¿a qué deseo
va a afrontarse en el análisis si no es al deseo del
analista?" (Jacques Lacan, "El deseo y su interpretación",
sesión del 1 de julio de 1959) (subrayado mío)
Como señalaba en ese artículo, todas las teorías
psicoanalíticas han abordado el problema de la naturaleza
de la relación entre analista y paciente, para, a partir de
ahí, precisar el nivel de la acción del analista. Entre los
postfreudianos, dos concepciones han predominado. Por
un lado, la psicología del yo, que ubica el nivel de eficacia
de la acción analítica en la alianza entre el área sin
conflictos del yo del paciente, y el yo (sano) del analista.
Por el otro, los kleinianos, que han sostenido y
desarrollado el planteo freudiano de la comunicación de
inconsciente a inconsciente.
El planteo lacaniano difiere de estos en la medida en que
ubica el eje al nivel del deseo: el deseo es el deseo del
Otro. En los Escritos lo plantea de un modo muy claro:
"esa condición que tiene el sujeto de encontrar la
estructura constituyente de su deseo en la misma hiancia
abierta por el efecto de los significantes en aquellos que
para él vienen a representar al Otro " 7
En la medida en que el dispositivo analítico implica la
reproducción de la operación de constitución del sujeto, se
comprende la pregunta (que citábamos mas arriba) con
que nos despide Lacan en la última sesión del seminario
sobre el deseo: "Este deseo del sujeto, deseo de deseo del
Otro, es al fin de cuentas.. ¿a qué deseo va a afrontarse
en el análisis si no es al deseo del analista?"
Para decirlo de un modo tan sencillo como burdo: si para la
escuela americana la relación es de yo a yo, y para la
escuela inglesa la relación es entre inconscientes, para la
escuela lacaniana, la relación entre paciente y analista se
ubica entre deseos. Y al pensar la relación analítica como
una relación de deseos, en forma lógica, surge la pregunta
por el deseo del analista, en tanto uno de los polos de la
misma.
Si se percibe que la pregunta por el deseo del analista
surge por esta vía, se comprenderá entonces cómo esa
noción acompañará, necesariamente, en sus desarrollos e
impases, todos los matices que tomará, a lo largo de la
enseñanza de Lacan, la fórmula "el deseo es el deseo del
Otro".
Para decirlo de otro modo, la noción de deseo del analista
es inseparable de la noción de deseo del Otro, puesto que
el deseo del analista importa en tanto ocupa el lugar del
deseo del Otro en la relación analítica.
Para decirlo en los propios términos de Lacan: "las
coordenadas que el analista debe ser capaz de alcanzar
para simplemente ocupar el lugar que es el suyo, el cual
se define como el lugar que él debe ofrecer vacante al
deseo del paciente para que se realice como deseo del
Otro" 8 (subrayado mío).
Evidentemente, una de las fuentes de malentendidos
radica en que, en la expresión "deseo del analista", como
en la expresión "deseo del Otro", el "del" interviene con
una determinación subjetiva. Por lo tanto, así como se trata
del Otro en tanto deseante, también se trata del analista en
tanto deseante. Y el problema radica, justamente, en que
esto puede dar pie a diferentes variantes de lo que podría
llamarse "psicología del analista". De hecho, plantear que
el deseo del analista es un "deseo de saber" (aunque fuese
de un "tipo" "especial"), no deja de ser una "psicología" del
analista; como también lo será cualquier otro planteo que
pretenda tipificar las "características" o "atributos" de dicho
deseo.
Digo que es un problema, porque si bien la referencia al
Otro (a ese Otro, que no por escribirse con mayúsculas es
menos particular, puesto que es el Otro particular de cada
paciente, constituido, como señalábamos mas arriba, a
partir de aquella "hiancia abierta por el efecto de los
significantes en aquellos " que para el paciente hicieron la
vez de Otro) es ineliminable de la noción de deseo del
analista, esa noción no deja de implicar también la
particularidad de cada analista.
Dicho de otro modo, aunque el deseo del analista sea un
lugar vacante ofrecido al deseo del paciente para que el
mismo "se realice como deseo del Otro", es decir, algo
topologizable, formalizable, eso no elimina el problema de
que, ese lugar, para existir y operar, requiere también el
"alguien" particular que lo "ofrezca", el "alguien" particular
que sea "capaz" de brindarlo.
En suma, según la consistencia que le demos a ese
"alguien" (y "su" deseo) habremos virado, o no, hacía una
psicología del analista (de modo análogo a como Lacan
habla del "viraje" del significante al signo en "Radiofonía"
9)
Ahora bien, si volvemos a aquella primera referencia al
deseo del analista (la del final de la última sesión del
seminario "el deseo y su interpretación"), lo que parece
preocuparle a la Lacan respecto de la función de corte es
la consistencia de esa falla, de ese "ser puro" en el corte.
La respuesta, en ese momento, es ofrecida por la vía
poética de una contrepétrie de Désiré Viardot (que inspiró
el título de mi artículo): "la femme a dans sa peau un grain
de phantaisie" 10.
El párrafo que voy a abordar en esta ocasión se encuentra
al final de la sesión del 21 de junio de 1961, la última
sesión del seminario sobre "la transferencia".
El vuelco que vamos a encontrar en este seminario
respecto del "encuentro" de los deseos planteado en el
seminario sobre "el deseo y su interpretación", puede
medirse comparando las citas de aquél seminario con esta
otra donde, recurriendo a la escena entre Alcibíades y
Sócrates, Lacan propone la siguiente síntesis: "ante todos
es develado, en su rasgo mas secreto, más chocante, el
último resorte del deseo, que obliga siempre, en el amor, a
disimularlo mas o menos: su objetivo es la caída del Otro,
A, en otro, a" ("devant tous est dévoilé dans son trait le
secret le plus choquant, le dernier ressort du désir, qui
oblige toujours dans l’amour à le dissimuler plus ou moins
– sa visée est la chute de l’Autre, A, en autre, a")11
(subrayado mío)
Como lo señala el propio Lacan desde el comienzo de este
seminario, ya no estamos en el campo de la
"intersubjetividad", y la preocupación es ahora la relación
del deseo con el objeto.
La referencia al deseo del analista, ahora, cambiará
aquella asociación poética con la contrepétrie, por la
sugerencia de una relación (no menos enigmática que
aquél "grano de fantasía") con el duelo, es decir, la pérdida
de un objeto.
Sobre el final del seminario VIII encontramos estas dos
frases 12:
 "es aquí el duelo en torno de lo cual está centrado el
deseo del analista" («c’est ici le deuil autour de quoi
est centré le désir de l’analyste»)
 "He ahí la función del analista con lo que ella
comporta de un cierto duelo" (« Voilà la fonction de
l’analyste, avec ce qu’elle comporte d’un certain
deuil»)
En el trabajo de lectura que ahora seguirá, buscando
precisar esta relación entre deseo del analista y duelo,
recorreré los siguientes materiales:
 algunos párrafos de la última sesión del seminario
VIII sobre "la transferencia"
 uno de los casos que presenta Money-Kyrle en el
artículo "Contratransferencia normal y algunas de sus
desviaciones" (publicado en el volumen XXXVII del
International Journal of Psychoanalysis, de julio-
octubre de 1956) y los comentarios que al respecto
hace Lacan en la sesión del 8 de marzo de 1961 del
seminario VIII "La transferencia".
 uno de los casos que presenta Lucía Tower en el
artículo "La contratransferencia", publicado en el
volumen IV del Journal of the American
Psychoanalytic Association, de 1956 (el mismo año
que el artículo de Money-Kyrle), y los comentarios
que hace Lacan en la sesión del 27 de marzo de
1963, del seminario X "la angustia"
 un párrafo de los Escritos (de "Subversión del sujeto
y dialéctica del deseo") donde Lacan da un consejo
clínico, con el nombre de "vacilación calculada".
Comencemos entonces ese recorrido
Continúa en ...
Notas
1 Seminario 1989-1990
2 Casi todos los materiales de ese número especial de
"l’Anne" fueron traducidos y publicados en el número 3 de
la revista argentina "El Murciélago", que dirige Germán
García.
3 La estrategia política de las cartas "abiertas" ni es nueva
en Miller, ni, por supuesto, es original.
4 Como sorprendernos luego por las consecuencias de la
instrumentación institucional de afirmaciones como estas.
Se anticipaba aquí, negro sobre blanco (estas cosas se
escribían en el 91 o 92), que el pase sería el dispositivo por
el cual la institución iba a verificar, para su posterior
certificación en la nominación del AE, que ese analista
quiere "lo que debe querer un analista".
5 Con un poco de malicia podríamos recordar que el
término "tipo" también significa "hombre" o "persona" de
sexo masculino. Es decir, que esa frase podría leerse
como que el deseo del analista debe ser igual al deseo de
saber de un hombre en particular y "especial". A cada cual
el juego de ponerle un nombre propio a ese hombre
"especial" cuyo "deseo de saber" pasa a ser el patrón de
ajuste del "deseo" de los analistas.
6 "un relato que fuera tal que el relato mismo fuese el lugar
del encuentro del que se trata en el relato" ("un récit qui
serait tel que le récit lui-même soit le lieu de la rencontre
dont il s’agit dans le récit"). Sesión del 1 de julio de 1959
7 Escritos II, página 608
8 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert,
Edition Seuil de mars 1991, sesión del 11 de enero de
1961, página 128. Traducción mía.
9 Jacques Lacan, "Radiophonie", Scilicet 2/3, page 66
10 Para el análisis de la referencia de Lacan, ver mi
artículo “Un grano de poesía”, y para “contrepétrie”
consultar en
http://worldserver2.oleane.com/fatrazie/contrep+.html
11 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert,
Edition Seuil de mars 1991, página 209
12 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert,
Edition Seuil de mars 1991, página 460

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