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Cubierta Haiti Final 12-10-2015

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El Código Rural de Haití
de 1826

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Archivo General de la Nación
Volumen CCXLV

Traducción al español y notas


Francisco Bernardo Regino Espinal

El Código Rural de Haití


de 1826
Edición bilingüe español-francés

Santo Domingo, R. D.
2015

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Título original en francés: Code Rural d’Haïti
Traducción al español y notas: Francisco Bernardo Regino Espinal
Cotejo de la traducción con el original en francés: Diógenes Céspedes
Cuidado de la edición: Janley Rivera Mejías
Cotejo y corrección: Ibis Acosta Medina
Diseño de cubierta y diagramación: Enrique F. Hernández Gómez
Motivo de la cubierta: Equilibrio y justicia

De la traducción al español:
© Francisco Bernardo Regino Espinal

De esta edición
© Archivo General de la Nación (Vol. CCXLV)

ISBN: 978-9945-586-40-4
Impresión: Editora Centenario, S. R. L.

Archivo General de la Nación


Departamento de Investigación y Divulgación
Área de Publicaciones
Calle Modesto Díaz No. 2, Zona Universitaria,
Santo Domingo, República Dominicana
Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110
www.agn.gov.do

Impreso en la República Dominicana • Printed in the Dominican Republic

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Índice

A modo de presentación, Diógenes Céspedes .....................… 9

Prólogo a la traducción de Bernardo Regino


del Código Rural de Haití, Wenceslao Vega Boyrie ................... 17

Notas sobre el Código Rural de Haití


o Código Rural de Boyer, Francisco Bernardo Regino Espinal ..... 23

I. Introducción ……………….................................... 23
II. Estructura del Código Rural de Haití ....................... 26
III. Impacto del Código Rural de Haití
en el hato dominicano ............................................ 28
IV. El Código Rural de Boyer
visto por los historiadores ....................................... 30
1. Historiadores haitianos .............................. 30
2. Historiadores dominicanos ....................... 34
3. Otros historiadores .................................... 39
V. Conclusiones ........................................................... 41

Carta al conde Bathurst ……................................................... 43

Código Rural de Haití (español) ………..................................55

-7-

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8 Índice

Code Rural d’Haïti (francés) ……........................................ 103

Glosario de términos usados


en el Código Rural de Haití ……….......................... 145

Índice onomástico ……..........................................………… 171

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A modo de presentación

Es la primera vez que se publica en el país y en español


una traducción del célebre Código Rural de Haití, promulgado
por Jean-Pierre Boyer en 1826 orientado a normar las relacio-
nes laborales entre trabajadores y propietarios agrícolas en la
nueva república proclamada en 1804, ya que la agricultura fue
considerada como el renglón más importante del Estado para
pagar la deuda de indemnización de guerra que Francia impu-
so a ese país para poder reconocerle su independencia.
Los antecedentes de ese y otros códigos elaborados por
potencias europeas esclavistas se remontan a 1685, cuando
Luis XIV proclamó un llamado Código Negro que normaba las
relaciones de amos y esclavos en los dominios del Rey Sol y,
a medida que el mundo imperial se hizo más complejo, se le
añadieron centenas de artículos hasta que en 1724 logró ha-
cerse casi ilegible, excepto para la burocracia.
Desde su nacimiento como república, Haití imitó lo que se
hacía en Francia. Primero acogió en sus constituciones inicia-
les la divisa de la República Francesa: una e indivisible y copió
parte de su bandera. Luego, a semejanza de Napoleón, Des-
salines se proclamó emperador; Christophe, rey en el norte y
Soulouque emperador. Finalmente, Haití es hoy una repúbli-
ca parlamentaria con su Primer Ministro, pero en realidad es

-9-

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10 A modo de presentación

un régimen presidencialista como el que impera en los demás


países de Iberoamérica. Y el Código Rural no fue una excepción
a ese mimetismo.
Los acontecimientos políticos de la parte española de la
isla se precipitaron velozmente cuando se pasó del dominio
francés al español con la reincorporación de Santo Domingo
a España y, luego de un interregno de malestar ante esta situa-
ción, José Núñez de Cáceres proclamó, sin abolir la esclavitud,
la primera independencia de esta parte este de la isla.
Dejar intacta la esclavitud fue visto como un peligro por
las autoridades de Haití que habían logrado con Boyer la
unificación de su república dividida entre Pétion en el sur y
Christophe en el norte, y el partido prohaitiano, muy fuerte
desde la época de la lucha de Juan Sánchez Ramírez, se movió
­rá­pidamente y comunicó a Boyer la decisión —aprobada por
una amplia capa de la población cibaeña y fronteriza encabeza-
da por 95 comandantes militares— de que se hacía imperiosa
una unión con Haití en vista de que Núñez de Cáceres no ha-
bía abolido la esclavitud, liquidada desde 1801, pero restable­
cida por el dominio francés en 1802, y por el español en 1811.
Con esta excusa, Boyer desplegó un poderoso ejército por
el sur, el norte y el centro de la isla, y proclamó la unión de
la parte este, llamada ahora Departamento del Ozama, con la
República de Haití. Núñez de Cáceres se vio obligado, al no
contar con apoyo social, a entregar las llaves de la ciudad al
mandatario haitiano antes de embarcarse a Venezuela.
En ese contexto se produjo la aprobación por el Parlamen-
to y la promulgación del Código Rural de Haití que, aunque de
estricta aplicación para la parte oeste, su radio de acción fue
menor en la parte este de Santo Domingo, porque desde hacía
más de tres siglos existía un sistema colonial, cultural y ­político
muy distinto al implantado por Francia en la parte oeste. Fue
de más rigurosa aplicación en Haití, aunque también fue un
fracaso, aun cuando Toussaint estableció en 1801 una socie-
dad basada en un sistema de producción rural muy exigente

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Código Rural de Haití 11

y ­militarizado con el objetivo de mantener la productividad.


Dessalines siguió la misma ruta, pero el reparto de las mejores
tierras a sus generales provocó la fragmentación del campo, lo
que indujo el desarrollo de una agricultura de subsistencia y,
por otro lado, el uso de una mano de obra servil o de trabajo
forzado (la corvée) en beneficio de los grandes terratenientes
militares. Esta estructura agraria y la forma de Estado que gene-
ró han sido muy bien estudiadas por numerosos investigadores
haitianos y extranjeros, y entre los dominicanos.1
En el prólogo a la edición de esta obra, Wenceslao Vega
afirma que la aplicación del Código Rural de Haití en la parte
este tuvo poca incidencia. Por el contrario, Emilio Cordero
Michel ha ponderado en su libro La revolución haitiana y Santo
Domingo,2 y ha realzado, en un artículo posterior,3 los logros
no solo del Código Rural sino del cambio político que él llama
unificación política, allí donde otros historiadores prohispanos
hablan de ocupación, invasión o dominación, disputa de difí-
cil dilucidación a causa de sus vectores ideológicos. El mismo
Frank Moya Pons vacila en su Manual de historia dominicana4 en-
tre invasión, unión y dominación.
Dice Cordero Michel, luego de enumerar las medidas más
importantes implantadas por Boyer:

En conclusión, con la unificación política de la isla


de Santo Domingo, en febrero de 1822, se inició en la
historia dominicana un trascendental período, ya que
fue durante ese proceso que los principios adoptados

1
R. Brea, La formación del estado capitalista en la República Dominicana y Haití,
Taller, Santo Domingo, 1983.
2
Emilio Cordero Michel, La revolución haitiana y Santo Domingo, Taller, Santo
Domingo, 1974.
3
Emilio Cordero Michel, «Proyecciones de la revolución haitiana en la so­cie­
dad dominicana». Ecos 3 (1994), pp. 79-91.
4
Frank Moya Pons, Manual de historia dominicana, 11ª ed., Caribbean Publishers,
Santo Domingo, 1997, pp. 22-254.

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12 A modo de presentación

por la Revolución Francesa y la haitiana no solamente


se proyectaron sino que se implantaron en la sociedad
dominicana, provocando tan profundas y radicales
modificaciones en su seno que aún perviven en nues-
tros días.5

Las conquistas más significativas, según Cordero Michel,


fueron la abolición de la esclavitud; la proclamación de los dere-
chos del hombre y del ciudadano; el otorgamiento «a la mujer
de la igualdad jurídica, política y social, lo que la convirtió en
sujeto de derecho con capacidad para contraer obligaciones»,
pero luego de la separación de 1844 estos derechos no fueron
reconocidos por la Constitución de San Cristóbal; así como el
reparto de tierra a razón de «un mínimo de 5 carreaux o 102.6
tareas dominicanas, equivalentes a unas 6.5 hectáreas».6
Pero para Patrick Pierre-Louis, el Código Rural en su país
fue la formalización por parte del Estado de la codificación de
las relaciones de clases de las que él es expresión, y que «esta
relación de sumisión del individuo a la institución estatal (Art.
3) está regulada por un mecanismo de control donde el Juez
de Paz (Art. 4) y la Policía Rural se unen para filtrar el despla-
zamiento de los campesinos a la ciudad o encubrirlo», y como
dispositivo jurídico-estatal es excluyente, pues «no reconoce la
calidad de hombres o ciudadanos» a los campesinos».7
Mientras que Jean Marie Théodat, al examinar en su ar-
tículo «État et territoire: la question de la naissance de la Ré-
publique dominicaine»,8 califica de invasión la ocupación de
Boyer y aclara las razones:

5
Emilio Cordero Michel, La revolución haitiana…, p. 90
6
Ibídem, pp. 87-90.
7
Patrick Pierre-Louis, «Le système coutoumier haïtien», in Génèse de l’État
haïtien (1804-1859), ed. Michel Hector y Laënnec Hurbon, Unesco, París,
2009, p. 214.
8
Jean Marie Théodat, «État et territoire: la question de la naissance de la
République dominicaine», obra editada por Hector y Hurbon, p. 297.

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Código Rural de Haití 13

Tan pronto nació [Haití], el país debió encarar un


dilema: franquear la línea de demarcación que le se-
paraba de la colonia española de Santo Domingo o
contentarse con el marco estrecho de la antigua colo-
nia francesa de Saint-Domingue. Se trata a la vez de
una opción estratégica y moral. Una invasión del terri-
torio vecino ofrecía la ventaja, al concluir la tarea de
liberación del territorio insular de toda presencia ex-
tranjera, de liberar a Haití de la amenaza de un ataque
terrestre, difícil de prevenir. Pero esto no podía reali-
zarse sin transformarse a su vez en invasor y opresor
de otro pueblo: los hispano-dominicanos, sin defensa
luego del retiro de España de Santo Domingo en 1795.

Por otro lado, el trabajo de Quisqueya Lora H.9 muestra


que la aplicación del Código Rural en la parte este, al igual que
lo mostraron Ardouin y Dorsainvil para la parte oeste, tuvo
«escaso éxito […] por falta de visión de los legisladores que
no tomaron en cuenta que el pueblo haitiano tenía ya 20 años
disfrutando de la libertad de cultivar según su voluntad en su
tierra».10 Y también Ardouin creyó que los funcionarios encar-
gados de aplicar el Código, al ser analfabetos, no pudieron ha-
cer el trabajo con los cultivadores, con quienes tenían contacto
directo. Además, las autoridades locales haitianas advirtieron
al gobierno la dificultad de aplicar dicho Código en el este.11
Sin embargo, la autora, aunque con menos entusiasmo
que Cordero Michel, pondera en su obra algunas conquistas
para el caso de Higüey en el período estudiado, y que se resu-
men en lo siguiente: 1) múltiples contratos entre propietarios

9
Quisqueya Lora H., Transición de la esclavitud al trabajo libre en Santo Domingo:
el caso de Higüey (1822-1827). Academia Dominicana de la Historia, Santo
Domingo, 2012, pp. 126-155.
10
Ibídem, p. 126.
11
Ibídem.

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14 A modo de presentación

y cultivadores; 2) acceso a la tierra, aunque no a su propiedad,


por parte de antiguos esclavos y libertos; 3) pago en dinero a
los contratados, lo que fue importante en el futuro estableci-
miento de una mano de obra libre después de la independen-
cia de 1844; 4) paso rápido de los esclavos a la condición de
aparceros y contratados con nuevas garantías, aunque en Hi-
güey no se produjo la anunciada repartición de tierras; 5) «La
incorporación de un discurso republicano y hasta cierto punto
revolucionario, así como la desaparición del lenguaje de dife-
renciación racial y social, fueron elementos de considerable
impacto en la vida comunal»;12 6) «El hecho de que los grupos
privilegiados locales se vieran obligados a aceptar a oficiales
negros haitianos en la jefatura o gobernación de las armas en
cada una de las comunes, planteó una ruptura importante
con los patrones de diferenciación social y racial española»;13
7) cambios importantes en la «organización de la estructu-
ra de la función pública en la parte este, ya que se fundaron
nuevas instituciones y se supervisó el trabajo y el comercio
y se garantizaron deberes y derechos por medio de patentes y
contratos»; 8) «Los antiguos esclavos fueron favorecidos por
una nueva legislación que les dio el estatus de ciudadanos y les
ofreció garantías. En consecuencia negociaron y buscaron las
ventajas que pudieron obtener»; y, 9) «Se beneficiaron de la
abundancia de tierras que sus propietarios no podían poner a
producir del todo».14
Para la valoración de los hechos sucedidos con la unifica-
ción de la isla no funcionan ideologías y creencias. Hay que
hacer abstracción de ellas y ni siquiera ver los logros desde
el punto de vista del pensamiento racionalista del progreso
o el atraso, sino determinar si esas medidas contribuyeron a
mejorar las condiciones de vida de los campesinos dominica-

12
Ibídem, p. 52.
13
Ibídem.
14
Ibídem, 155.

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Código Rural de Haití 15

nos con el reparto de tierras o si las capas urbanas mejoraron


también sus estándares de vida.
En conclusión, habrá que realizar estudios bien documen-
tados en toda la geografía del país, como el realizado por Lora
H., a fin de determinar si la invasión, ocupación, dominación
o unificación de la parte este de Santo Domingo obtuvo bene-
ficios materiales y culturales, políticos y sociales como conse-
cuencia de aquel hecho histórico.

Diógenes Céspedes,
Agosto, 2015.

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Prólogo a la traducción
de Bernardo Regino
del Código Rural de Haití

Parece intrascendente traducir y comentar un código revo­


cado hace más de cien años y que no tiene vigencia alguna ni
en su país de origen, Haití, ni en la República Dominicana.
Pero no es así. El Código Rural de Haití promulgado en el año
1826 tiene importancia para comprender la Historia y el De-
recho dominicanos, muchos años después de que en el país
dejara de aplicarse. Veamos por qué.
El Código Rural de 1826 tiene su antecedente en el que
dictó Toussaint Louverture en el año 1800. Ese último código
surge de la abolición de la esclavitud decretada tras la Revolu-
ción Francesa y que dio a la colonia de Saint-Domingue, una
autonomía administrativa, presidida por el propio Toussaint
como gobernador vitalicio.
Tanto el código de Toussaint del 1800, como el de 1826
promulgado durante la presidencia de Jean-Pierre Boyer, se ca-
racterizaron por el intento de cambiar el sistema de esclavitud
en las plantaciones por uno donde el antiguo esclavo estuviera
adscrito a dicha plantación, en un sistema que difiere poco de
su esclavitud anterior. Es decir, cambiar el sistema esclavista por
uno de hombres libres, pero atados al trabajo agrícola.
La riqueza y prosperidad de la antigua colonia de Saint-Do-
mingue se basó en la explotación extensiva de tierras para el

- 17 -

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18 Prólogo a la traducción de Bernardo Regino del Código Rural de Haití

c­ ultivo de caña de azúcar y café principalmente, destinados


ambos productos a la exportación hacia la metrópoli, para lo
que necesitaba gran cantidad de esclavos adscritos a la propie-
dad como parte de los activos del dueño.
Este sistema quedó suprimido con la abolición de la escla-
vitud en el año 1793, que significó, por supuesto, el descalabro
casi total de la economía de Saint-Domingue, puesto que al
ser destruidas las plantaciones, junto con sus ingenios y demás
activos, la economía basada en esa agricultura destinada a la
exportación se vino abajo.
Toussaint entendía que para recuperar la prosperidad
anterior era necesario restablecer el sistema de la plantación,
aunque sin esclavitud, pues había sido abolida. Pero, ¿cómo
crear sin esclavos un nuevo sistema de explotación masiva en
las plantaciones? La esclavitud había sido el sostén del antiguo
régimen. Sin el trabajo duro, constante y supervisado de hom-
bres y mujeres en los distintos aspectos de los procesos agroin-
dustriales, el sistema simplemente no funcionaría.
La legislación de Toussaint del 1800 quiso resolver este
problema sin restablecer la esclavitud, pero en el que los anti-
guos esclavos debían permanecer adscritos a la tierra, ya como
hombres libres y sujetos a un salario, pero de igual dureza y
con parecidas sanciones a las que existían anteriormente. A
Toussaint no le resultó fácil establecer este sistema, pues a los
antiguos esclavos les pareció muy similar al de su anterior ser-
vidumbre. De ahí la dureza de sus sanciones.
Durante más de diez años la colonia estuvo en total desor-
den. La guerra de 1792 entre mulatos y negros, los años caó-
ticos entre 1793 y 1800, la expedición de Leclerc en 1802, la
prisión y exilio de Toussaint en ese mismo año, y la guerra
de independencia conducida por Dessalines que culminó con
victoria haitiana en el 1804, marcaron el futuro de Haití por
muchas décadas.
Dessalines, al contrario de Toussaint, propugnó por dar
a cada uno de los antiguos esclavos una pequeña porción de

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Código Rural de Haití 19

t­ierra propia para asentar su familia y un cultivo de subsisten-


cia. Ese tan añorado derecho de propiedad favoreció la fide-
lidad de los haitianos a Dessalines, pero derrumbó de nuevo
la economía de Haití que había dependido de la agricultura
extensiva para la exportación, como única forma de ingreso
para el nuevo Estado haitiano.
El período siguiente a la independencia haitiana de 1804
fue también de mucha agitación, incluyendo un período en
que el país se dividió en dos, con una monarquía en el norte
regida por Christophe y una república en el sur gobernada por
Pétion, que mantuvo el sistema de propiedad de Dessalines,
de la pequeña propiedad rural con agricultura de subsisten-
cia. Esto le dio mucha popularidad entre los antiguos esclavos
convertidos en campesinos, pero de igual manera mantuvo
la economía haitiana en un bajo nivel, porque la ausencia de
plantaciones de agricultura masiva para la exportación fue
casi inexistente. Pétion murió en 1818, y le sucedió Jean Pierre
­Boyer, quien logró la reunificación de Haití en 1820, luego del
suicidio de Christophe.
Por un lado, hay similitud entre el sistema de tenencia de
tierra de Toussaint y el de Boyer, como la hay entre el de Des-
salines y el de Pétion; el primero, de la gran explotación agrí-
cola donde el trabajador del campo vivía adscrito a la tierra en
una semiesclavitud llamada la grande culture; y el segundo, de
la propiedad fraccionaria, de agricultura de subsistencia con
pequeños lotes de tierra propiedad de los propios campesi-
nos, a la que denominaron la petite culture. Cada sistema tuvo,
como vimos, sus ventajas y desventajas, sus propugnadores y
sus detractores, e inevitablemente, sus consecuencias políticas
y económicas distintas.
A la muerte de Pétion en 1818, le sucedió Boyer, quien no
tardó en realizar un cambio radical en el sistema de tenencia
de la tierra en Haití. Boyer creía, al igual que Toussaint, que
sin agricultura extensiva su país no podía prosperar. El mismo
argumento de Toussaint le llevó a preparar la legislación para

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20 Prólogo a la traducción de Bernardo Regino del Código Rural de Haití

establecer un sistema coercitivo de la agricultura en el año 1825.


Esa legislación fue el Código Rural que se promulgó el 6 de mayo
del año 1826.
Este Código tuvo poco éxito en su aplicación. Más bien
se puede decir que fue un fracaso, tanto en la parte haitiana
como en la dominicana. Sus muchos requisitos, prohibiciones,
exigencias y sanciones lo volvieron impracticable. Los funcio-
narios encargados de aplicarlo casi no lo hicieron. En la parte
dominicana no hubo cooperación alguna y el sistema de los
terrenos comuneros prevaleció a pesar de esa legislación que
quiso eliminarlo.
Sin embargo, ese Código tuvo herederos tanto en Haití
como en la República Dominicana. Los haitianos lo modifica-
ron en 1862 y luego en 1863. Los primeros gobernantes domi-
nicanos heredaron el concepto de que la agricultura extensiva
era la panacea, buscaron extenderla en el país y aplicar reglas
para su éxito. Así se vio que la República Dominicana dictó
en 1848 la Ley sobre la Policía Urbana y Rural, que copió muchas
de las disposiciones de la legislación haitiana.
El cultivo de la tierra se hizo obligatorio para quien no tuvie-
ra una profesión o industria. El ocio fue reprimido y se estable-
cieron sanciones a quienes violaran sus preceptos. Se restringió
la libertad de tránsito, sujetándola a permisos, y se estable­cieron
medidas coercitivas a cargo de los comandantes de armas, ins-
pectores de agricultura, comisarios de la policía y alcaldes. La
única diferencia que la ley dominicana de 1848 tuvo con el Códi-
go Rural haitiano es que reglamentó más profusamente los cor-
tes de madera, los trabajos en los hatos, y la limpieza y cuidado
de los pueblos y aldeas.
El dominicano estuvo obligado a trabajar gratuitamente
para el Estado en la apertura y mantenimiento de caminos.
Esta ley como sus sucesoras de los años 1855, 1865 y 1908
mantu­vieron al campesino dominicano en un estado de semi-
servidumbre durante toda la Segunda República. La vida cam-
pesina giró alrededor de dichas leyes más que sobre ­cualquier

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Código Rural de Haití 21

otra y su obediencia era exigida por encima de la propia Cons-


titución.
El alcalde pedáneo, como máxima autoridad en los cam-
pos dominicanos, fue en realidad «batuta y Constitución» en el
ámbito rural. Todo esto se derivó del sistema que encar­naron
los códigos haitianos de principios del siglo xix, herencias fu-
nestas de la ocupación que padecimos entre 1822 y1844.
Finalmente, en cuanto al delicado trabajo realizado por
Francisco Bernardo Regino Espinal, nos queda solo admira-
ción y alabanza. Regino tradujo al español, con esmero y cui-
dado, el texto escrito en francés con términos muy difíciles de
traducir, dándoles el sentido más correcto para que nosotros
podamos comprender en el siglo xxi. Regino ha sido muy cui-
dadoso en la traducción de los términos, especialmente los ju-
rídicos como atelier, cultivateur, clôtures, conducteur, denrée, épave,
fermier, gérant, habitation, récoltes, etc., logrando, a mi juicio, las
traducciones exactas.
Ese esfuerzo del amigo Regino permitirá, a quienes lea-
mos esta traducción, adentrarnos en una realidad social, eco-
nómica, cultural y política como la de Haití en 1826, y que
aquí heredamos por muchos años.
No me queda más que congratular a Regino por su tra-
bajo. Asimismo, felicitar a los que lean esta obra, porque les
dará el conocimiento necesario de una época que aunque muy
pasada, tiene su presencia aún en los pueblos que comparten
la isla ­Española.

Wenceslao Vega Boyrie,


Santo Domingo, 2010.

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Notas sobre el Código Rural de Haití
o Código Rural de Boyer
A don Emilio Cordero Michel,
hombre íntegro, historiador y maestro.
B. R.

I. Introducción

Un código es «un conjunto de leyes sobre una materia deter-


minada»1 y una ley es un «precepto establecido por una au-
toridad, en que se manda, regula o prohíbe una cosa».2 En
el Código Rural de Haití de 1826, la materia que se trata está
relacionada con la producción del campo, principalmente en
sus componentes agrícolas y pecuarios, que definían los prin-
cipales rubros de generación de riquezas de la isla en el primer
cuarto del siglo xix.
La que fuera la isla Española se denominó en toda su ex-
tensión con el nombre de República de Haití, desde el 9 de
febrero de 1822 hasta el 27 de febrero de 1844, como conse-
cuencia de la incorporación de la parte del este a la ya existen-
te República de Haití, que ocupaba la parte del oeste.
La República de Haití había proclamado su independen-
cia de Francia el 1º de enero del año 1804, después de derro­
tadas las tropas enviadas por Napoleón Bonaparte en la
expedición al mando de su cuñado Charles Víctor Emmanuel

1
Gran Enciclopedia Espasa-Calpe, Vol. 5, Espasa, S. A., Colombia, 2005, p. 2818.
2
Ídem, Vol. 12, p. 7034.

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24 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

Leclerc, muerto en noviembre de 1802, y que capitularon bajo


el mando del general Donatien Rochambeau a finales de 1803.
La Parte del este había proclamado su independencia de
España el 1º de diciembre de 1821, en una acción encabezada
por el licenciado José Núñez de Cáceres, quien intentó incor-
porar la nueva República a la federación de la Gran Colom-
bia que bajo la dirección de Simón Bolívar se conformaba en
Tierra Firme, en los territorios de Sudamérica. Los escasos
setenta días que transcurrieron entre el 1º de diciembre de
1821 y el 9 de febrero de 1822, fueron suficientes para que los
historiadores hayan catalogado como «efímera» la primera in-
dependencia de los dominicanos.
Para su comprensión plena, el Código Rural de Boyer debe
verse en el contexto de sus predecesores franceses, «domin-
gueses» y haitianos, es decir, considerando «el edicto de 1685
nombrado Código Negro Francés»;3 las declaraciones de aboli-
ción de la esclavitud en Saint-Domingue en 1793 de los co-
misionados franceses Polverel (Puerto Republicano, 27 de
agosto) y Sonthonax (Cabo Francés, 29 agosto); los regla-
mentos agrícolas establecidos por Toussaint Louverture en su
Constitución colonial de 1801 (Título VI, «De los cultivos y del
comercio», Artículos del 14 al 18);4 la primera Constitución
haitiana de 1805, promulgada por Jean-Jacques Dessalines; 5 el
Código Napoleón 6 de 1804; y el Código Henri7 de 1812, promulga-
do durante el reinado de Henri Christophe, quien dominaba
el norte de Haití bajo el nombre de Henri I.

3
Victor Schoelcher, Vie de Toussaint Louverture, 1ª ed., París, Karthala, 1982,
p. 6; Jacques Adélaïde-Merlande, Collection Reliée, p. 6.
4
Toussaint Louverture, Les Lois de Toussaint Louverture, Port-au-Prince, Presses
Nationales d’Haïti, Collection Angle Droit, 2008, pp. 17-18.
5
Luis Mariñas Otero, Las constituciones de Haití, 1ª ed., Madrid, Ediciones
Cultura Hispánica, 1968.
6
Rafael Luciano Pichardo, El Código Napoleón en la Historia. Bicente­nario1804-2004.
Su influencia en la República Dominicana, 1ª ed., Santo Domingo, Amigo del
Hogar, 2005.
7
Code Henri (Código Henri). 1ª ed., Haití, Cap-Henry, chez P. Roux, 1812.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 24 12/10/2015 15:29:02


Código Rural de Haití 25

El Código Rural de Haití es conocido también entre los domi-


nicanos como el Código Rural de Boyer, por haberse promulgado
durante la presidencia de Jean-Pierre Boyer, quien sucedió al
morir a Alexander Sabes Pétion en 1818 como presidente en
la parte sur de Haití, la cual bajo un régimen republicano se
había separado de la parte norte que se hallaba bajo el mando
de Henri Christophe.
La muerte de Jean-Jacques Dessalines en 1806, fue conse-
cuencia de las conspiraciones de Pétion y Henri Christophe,
quienes disgustados por la forma en que este dirigía Haití, de-
cidieron provocar su eliminación física. Después de la muerte
de Dessalines, las rivalidades entre Pétion y Henri Christophe
se agudizaron hasta el punto de provocar la división de Haití,
manteniendo el sur la modalidad republicana con la dirección
de Pétion, y el norte fue adoptando un perfil monárquico, bajo
el mando de Henri Christophe, quien acabó proclamándose rey
en 1811, con el nombre de Henri I. En 1820 el presidente Boyer
unificó las partes norte y sur de Haití, como consecuencia del
suicidio de Henri Christophe.
El Código Napoleón promulgado en 1804 y que los france-
ses llevaron a sus colonias, es una pieza jurídica que se aplicó
en las colonias y que sirvió de modelo para las legislaciones de
esos territorios una vez separados de Francia. Para Saint Do-
mingue, convertida en Haití y en enemiga de Francia por su
independencia en el mismo año de la promulgación del Código
Napoleón, no se impuso este código, aunque los haitianos lo to-
maron como modelo para sus legislaciones. Basta examinar el
Código Henri 8 de 1812, puesto en vigencia en el norte de Haití
por Henri Christophe, para ver la influencia del Código Francés y
la Constitución colonial de Toussaint Louverture en lo relativo
al ordenamiento agrícola.

8
Ídem. Copias facsimilares, con introducción e índice por Francisco Bernardo
Regino Espinal, pueden consultarse en el Archivo General de la Nación y en
la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2008 (BR).

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26 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

En la Constitución haitiana de 1805 se establecen linea-


mientos para la producción agrícola, tomando elementos de la
Constitución colonial de Toussaint. En Santo Domingo espa-
ñol, bajo el poder francés para 1804 y con la dirección del ge-
neral Louis Ferrand, llega el Código Napoleón. Ferrand gobierna
y tiene control de toda la parte este de la isla hasta el inicio de
la Guerra de Reconquista o de Reincorporación a España, en la
segunda mitad del año 1808.

II. Estructura del Código Rural de Haití

El Código Rural de Haití está compuesto por seis leyes, iden-


tificadas como Ley 1, Ley 2, Ley 3, Ley 4, Ley 5 y Ley 6. La
versión original del Código no tiene índice. Hemos preparado
para la traducción al español el índice, tomando los encabe-
zados o títulos de cada una de las leyes para identificarlas con
sus números, así como los nombres de títulos, capítulos y sec-
ciones según se ordenan en el cuerpo de las leyes.
Las seis leyes no guardan el mismo formato en su presen-
tación, a partir de la similitud de su estructura, estas tienen las
siguientes características:

a) Sin divisiones de títulos, capítulos o secciones: Leyes 1


y 5.

No tienen divisiones de títulos, capítulos o secciones. Los


artícu­los están redactados identificados únicamente por un
número.

• Ley 1. Sobre las disposiciones generales relacionadas


con la agricultura. Comprende catorce (14) artículos,
numerados del 1 al 14 en el Código.
• Ley 5. Sobre el cuidado y la conducta de los animales,
y sobre los daños que ellos cometan en los campos.

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Código Rural de Haití 27

Comprende diecinueve (19) artículos, numerados del


100 al 118 en el Código.

b) Con divisiones de títulos, capítulos y secciones: Ley 6.

Tiene divisiones con títulos, a los cuales se subordinan los


capítulos y dentro de estos las secciones.

• Ley 6. Sobre la Policía Rural. Comprende ochenta y


cuatro (84) artículos, numerados del 119 al 202 en el
Código.

c) Con divisiones de capítulos y secciones: Leyes 2, 3, 4.

Tienen divisiones de capítulos a los cuales se subordinan las


secciones. Los artículos están redactados identificados por un nú-
mero, independientemente del número de párrafos que tengan.

• Ley 2. Sobre la administración general de los estable-


cimientos agrícolas. Comprende treinta (30) artícu-
los, numerados del 15 al 44 en el Código.
• Ley 3. Sobre los contratos sinalagmáticos entre los pro-
pietarios o inquilinos principales y los agricultores,
cultivadores o trabajadores, y sobre las obligaciones
reci­procas entre ellos. Comprende dos (2) capítulos,
cuarenta y un (41) artículos, numerados del 45 al 85 en
el Código.
• Ley 4. Sobre los hatos. Comprende dos (2) capítulos
y catorce (14) artículos, numerados del 86 al 99 en el
Código.

d) Fechas relevantes del Código Rural de Haití

El período transcurrido entre la aprobación del Código


por la Cámara de los Comunes y el Senado, la promulgación

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28 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

por el Presidente y su impresión, cubrió cuatro meses inician-


do en abril de 1826 y finalizando en julio de 1826.

• 21 de abril de 1826: aprobación del Código por la Cá-


mara de los Comunes de la República de Haití, repre-
sentada por su presidente Muzaine, y los secretarios
Junca y Ardouin.
• 4 de mayo de 1826: aprobación por el Senado, repre-
sentado por su presidente Rouanez y los secretarios
Gayot y Dubreuil.
• 6 de mayo 1826: aprobación por el Presidente de la
República, representado por el presidente Boyer, y su
secretario Inginag.
• Julio de 1826: impresión para su difusión pública, en
Puerto Príncipe, por la imprenta del Gobierno.

III. Impacto del Código Rural de Haití en el hato


dominicano

Los dominicanos pasaron a ser haitianos a partir del 9 de


febrero de 1822, por la voluntad política del presidente Jean
Pierre Boyer, sucesor de Pétion (1818) y de Henri I (1820), uni-
ficador del Haití que fuera Saint-Domingue colonia francesa,
y unificador de la isla al incorporar a la República de Haití
la colonia española reconquistada en 1809 por la clase hatera
dominicana encabezada por Juan Sánchez Ramírez.
De manera que el Código Rural de Haití de 1826, es de im-
portancia capital para los dominicanos, porque permite enten-
der las nuevas relaciones de producción que creó al establecer
las condiciones del sistema de producción. Los hateros, comer-
ciantes, hacendados, cultivadores y guardadores de rebaños,
se vieron afectados de alguna manera por las disposiciones
que regulaban la producción agrícola y pecuaria. La imposi-
ción del Código Rural se extendió durante todo el período de

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Código Rural de Haití 29

la ocupación haitiana que finalizó en febrero de 1844, con el


establecimiento de la República Dominicana.
La Ley 4 del Código Rural de Boyer creó una clara separación
entre el hato (la pecuaria) y la plantación agrícola, indicando
en su Artículo 86 que: «Los hatos no podrán ser establecidos
(más) que en los lugares suficientemente alejados de las hacien-
das cultivadas con alimentos, y a una legua de distancia por
lo menos». Esta disposición planteaba en principio una incom-
patibilidad entre la ganadería que simbolizaba la principal ac-
tividad del hato y la agricultura que sostenía las plantaciones.
Los cultivos de las plantaciones o haciendas, estaban orientados
fundamentalmente hacia la exportación, con lo que se incor-
poraba a la antigua parte del este a los circuitos de la economía
mundial por vía de las relaciones establecidas por el gobierno
haitiano y sus productores.
De igual manera, la creación de nuevos hatos fue condi-
cionada por el Código Rural, el cual estableció en su Artículo 87
que: «En el futuro, para establecer un hato, se deberá ser pro-
pietario por lo menos de cincuenta carreaux de tierra cubierta
de los pastos necesarios para ganado, y de veinticinco carreaux
para puercos». El carreaux de tierra equivalía a poco más de
veinte tareas (20.4 tas.), por lo que era necesario poseer unas
mil tareas para establecer un hato de ganado vacuno, y unas
quinientas tareas para un hato de cerdos.
Los hateros también se vieron limitados en lo relativo al
número de guardadores que podían mantener en sus posesio-
nes. El Artículo 88 señalaba que: «El número de guardadores
de los hatos no podrá exceder de cinco hombres, incluido el
maestro hatero, teniendo con ellos a sus esposas e hijos». De
la lectura del Código Rural puede inferirse que el nombre dado
a los trabajadores dedicados a la producción agrícola en las
plantaciones y haciendas es el de «cultivadores», y el de los
dedicados a la producción pecuaria y cuidado de los rebaños
en los hatos es el de «guardadores». (Art. 88).

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30 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

IV. El Código Rural de Boyer visto por los historiadores

Por ser haitianos todos los habitantes de la isla en el perío-


do 1826-1844, tiempo en el que tuvo vigencia el Código Rural de
­Haití, resulta interesante leer y comparar los enfoques que sobre
el mismo han hecho los historiadores nacidos en las partes este y
oeste de las que fueran colonias españolas y francesas, y que hoy
constituyen dos naciones independientes y soberanas. ­Hemos
tomado algunos de los más representativos historiadores hai-
tianos y dominicanos para construir el perfil de la percepción
del Código, dejando que sean estos maestros de la historia de
esas naciones quienes hablen para formarnos un juicio fresco,
sin sesgos historiográficos nacionales, chauvinistas, racistas, xe-
nofóbicos o encubridores de realidades pasadas y presentes.
El Código Rural de Haití de 1826 hay que verlo como algo
dominicano por su incidencia real en el período en que todos
los dominicanos fueron haitianos. Soslayar su importancia, es
lo mismo que tratar de ocultar la verdad que se nos revela a
través del análisis de los hechos históricos. A casi dos siglos de
su puesta en vigencia, el eco de esta pieza de ordenamiento
jurídico toca a las puertas de nuestros investigadores históri-
cos para que se conozca y analice su impacto en nuestra histo-
ria económica, política y social. El hecho de haber localizado
y rescatado el Código, su traducción al español para que los
historiadores dominicanos la tengan a su disposición sin la ba-
rrera del idioma, y su publicación y difusión por el Archivo
General de la Nación, representa desde ya la síntesis de un es-
fuerzo facilitador para el análisis y compresión de un período
crucial de la historia dominicana.

1. Historiadores haitianos

En su Histoire d’Haïti, Jean Chrysostome Dorsainvil, refi-


riéndose a la obra legislativa de Jean Pierre Boyer, entre las

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Código Rural de Haití 31

cuales resalta el Código Civil (1825), el Código de Procedimiento Ci-


vil (1826), el Código Rural (1826) y el Código de Comercio (1826),
señala que: «De todas estas obras legislativas, excelentes en
su conjunto, es el Código Rural el que ha sido más criticado». Y
resume los reproches hechos al Código Rural con las siguientes
explicaciones:

Este Código puso en vigor una parte de los reglamentos


agrícolas de Toussaint, Dessalines y Christophe. Todo
un mundo de supervisores debía velar por la disciplina
en los asentamientos agrícolas, reprimir la vagancia,
la reparación de carreteras y caminos en el momento
oportuno. Los cultivadores firmaron contratos que les
ataban a su empleador por una duración variable de
seis meses a nueve años. Se les prohibía formalmente
los bailes y fiestas desde los lunes por la mañana hasta
el viernes por la noche. Todos los oficiales a cargo, los
comandantes de plazas, los comandantes de distrito,
tenían órdenes de inspeccionar periódicamente los
campos de su incumbencia, y registrar sus observacio-
nes en los informes que debían enviar a Port-au-Prin-
ce. Boyer tuvo la culpa de no entender que después de
doce años de gobierno liberal de Pétion, no podía, sin
peligro, volver a las medidas de fuerza de los regíme-
nes anteriores. El Código Rural descontentó a todo el
mundo. Los cultivadores, afectados en su libertad in-
dividual, no renovaron sus contratos. Los propietarios
estaban decepcionados; todos tenían la esperanza de
enriquecerse rápidamente gracias al trabajo forzado.
La popularidad de Boyer lo sufrió.9

9
Jean Chrysostome Dorsainvil, Manuel d’Histoire d’Haïti, Haití, Henri Deschamps,
1924, p. 192. La traducción es nuestra (BR). En el texto original se lee:
«Ce Code remettait en vigueur une partie des règlements des cultures de Toussaint,
Dessalines et Christophe. Tout un monde de surveillants devait assurer la discipline dans

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32 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

La crítica al Código Rural de Haití por parte de historia­dores


haitianos ayuda a comprender su impacto tanto al interior de
la antigua colonia francesa de la parte del oeste, independiza-
da por Jean-Jacques Dessalines el 1 de enero de 1804, con el
nombre de Haití, como dentro de la antigua colonia española
en la parte del este de la isla de Santo Domingo, independiza-
da de España por José Núñez de Cáceres el 1 de diciembre de
1821, con el nombre de Estado Independiente de Haití Espa-
ñol, ambas establecidas como estados republicanos.

Jean Price-Mars

Jean Price-Mars refiere como influyó el deseo de Boyer por


pagar a Francia una indemnización «que resultó de la acepta-
ción de la cifra de ciento cincuenta (150) millones de francos
impuesta por la ordenanza del 17 de abril»,10 como una con-
dición para que Francia reconociera la independencia de su
antigua colonia, la cual había ganado con la sangre de los ne-
gros que habían sido esclavizados hasta 1793, cuando el comi-
sionado francés Sonthonax declaró la abolición, y nuevamente
­sometidos al régimen esclavista en 1802 por la voluntad de Na-
poleón Bonaparte. La imposición a los habitantes de la parte

les ateliers, réprimer le vagabondage, faire réparer les routes et chemins en temps utile.
Les cultivateurs signèrent des contrats qui les liaient à leur employeur pour une durée
variable de six mois à neuf ans. Il leur était formellement interdit d’avoir des danses ou
des festins depuis le lundi matin jusqu’au vendredi soir. Tous les officiers en charge,
commandants de place, commandants d’arrondissement, avaient ordre d’inspecter
périodiquement les campagnes de leur ressort, et de consigner leurs remarques dans des
rapports qu’il fallait adresser à Port-au-Prince. Boyer eut le tort de ne pas comprendre
qu’après les douze ans du gouvernement libéral de Pétion, on ne pouvait, sans danger,
revenir aux mesures de rigueur des régimes précédents. Le Code Rural mécontenta tout
le monde. Les cultivateurs, atteints dans leur liberté individuelle, ne renouvelèrent point
leurs contrats. Les propriétaires furent déçus ; tous avaient espéré s’enrichir rapidement
grâce au travail forcé. La popularité de Boyer en souffrit».
10
Jean Price-Mars, La República de Haití y la República Dominicana, tomo I, 4ª
ed., Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc., 2000, p. 238.

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Código Rural de Haití 33

del este de compartir el compromiso de Boyer hacia los france-


ses, conforme al acuerdo de julio de 1825, es una de las espinas
que se clava en el orgullo de los dominicanos, y que desde la
perspectiva de Jean Price-Mars, «por lo menos constituyeron
el ambiente de oposición, descontento y conspiración de que
se aprovecharon los habitantes del este para fomentar el movi-
miento separatista».11
El Código Rural promulgado por Boyer «era una tentativa
de conciliación entre el antiguo y el nuevo régimen social. Ten-
tativa audaz e imprudente, en un momento en que el malestar
político se infiltraba en todas las clases de la comunidad».12
Esta consideración del historiador haitiano Jean Price-Mars,
coloca al Código Rural de Boyer de 1826 dentro de un contex-
to contradictorio, si se considera lo incompatible de los dos
regímenes sociales que se intentaban conciliar. El esclavismo
y la independencia del liberalismo republicano eran dos mo-
dalidades de organización social y económica que se negaban
mutuamente.

En efecto, ese Código Rural no tenía otro fin que obli-


gar a los trabajadores de la tierra a ligarse a las gran-
des y medianas propiedades con la división, a título
de compensación de salarios, «por cuartos, medios
cuartos, mitad de una parte y partes enteras», de los
productos cosechados después de la venta. Patrones y
empleados han de estar atados por contratos sinalag-
máticos establecidos ante escribano público.13

No hay lugar a dudas sobre el rol crucial dado a la agri-


cultura dentro del Estado haitiano dirigido por Boyer, el cual
queda claramente definido en el primer artículo de su Código

11
Ídem, p. 239.
12
Ídem, p. 44.
13
Ídem, pp. 244-245.

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34 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

Rural: «Art. 1. La agricultura es la principal fuente de prospe-


ridad del Estado, será esencialmente protegida y promovida
por las autoridades civiles y militares».14

Jean-Marie Théodat

Para este historiador contemporáneo, el impacto del Código


Rural de Boyer se hizo sentir en la parte este de la isla. Boyer tomó
una decisión para «satisfacer los intereses de un pequeño gru-
po, según un esquema que debía asegurar la supervivencia del
sistema de plantaciones» con la finalidad de «crear las condicio-
nes que le permitieran al Estado cumplir sus compromisos con
Francia», resultantes del acuerdo de 1825, para pagar ciento
cincuenta (150) millones de francos por el reconocimiento de
la independencia que habían ganado los negros que vencieron
las tropas del «Primer Cónsul» Napoleón Bonaparte a finales
de 1803. «El Código Boyer fue especialmente el último intento de
atraer a los trabajadores, los antiguos esclavos, que habían elegi-
do cultivar sus parcelas individualmente en lugar de permane-
cer atados a sus antiguas plantaciones».15

2. Historiadores dominicanos

Frank Moya Pons

Un valioso escrito que resume la esencia del Código Rural


de Haití fue publicado en su Historia del Caribe por Frank Moya

14
Roland Dennis Hussey (de la biblioteca de), The Rural Code of Haiti; in
French and English with a Prefatory Letter to the Right Hon. the Earl
Bathurst, K.G. [El Código Rural de Haití, en Francés e Inglés con una carta
preliminar al justo y honorable conde Bathurst, K. G.], 1st. ed., London,
Macmillan, Bow-Street, Covent-Garden, 1827, pp.1-2.
15
Jean-Marie Théodat, Haiti-République Dominicaine: Une île par deux 1804-1916.
1a ed., Karthala, Paris, Copans, Jean, Hommes et Sociétés, 2003, pp. 130-131.

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Código Rural de Haití 35

Pons.16 Para el año de 1826 en que se aprueba el Código Rural de


Haití, la población del Departamento del Este, como se llamó a
la parte dominicana, era relativamente reducida con respecto
a los demás departamentos que conformaban la República de
Haití.

En 1824, la población de la antigua parte francesa era


de 316,544 personas. De ellas, 126,617 eran propieta-
rios de tierras. La mitad restante estaba compuesta
por mujeres, niños y viejos dependientes de los prime-
ros, así como por una capa de aparceros, medianeros
y peones sin tierras. Un tercio de la población haitia-
na, por lo menos, trabajaba tierras ajenas en aparce-
ría o medianería, en adición a las suyas propias. En
estos casos, los agricultores siempre preferían poner
más atención a sus propios sembrados dentro de las
plantaciones que a los cultivos de exportación en que
estaban interesados los plantadores.17

Una situación parecida se presentaba en la parte del este,


a la que había que sumar sus peculiaridades culturales, de-
finidas por el idioma español, su adhesión a la fe cristiana y
en particular a la iglesia católica, costumbres con un fuerte
acento hispanófilo y rechazo a las condiciones obligadas de
trabajo que superaban dentro de la condicionada libertad, las
antiguas prácticas de trabajo a que estaba acostumbrado el
dominicano de color, negro o mulato.

En la parte dominicana, el Código tampoco funcio-


nó debido a que gran parte de la población rural de
Santo Domingo no había experimentado jamás el tipo

16
Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 1ª ed., Santo Domingo, Editora Búho,
2008, pp. 241-262.
17
Ídem, p. 255.

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36 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

de trabajo obligatorio a que Boyer la quería someter.


Santo Domingo poseía desde principios del siglo xviii
un campesinado independiente dedicado a la siembra
de tabaco en la parte central del país. La producción
tabacalera, tal como se practicaba en Santo Domingo,
hacía imposible la institución de un sistema de planta-
ciones como el contemplado por el Código Rural pues
el tabaco se cultivaba en pequeños predios familiares
que compartían la mano de obra comunitariamente
en tiempos de siembra y de cosechas. En los hatos ga-
naderos y en los cortes de madera de la parte domini-
cana las disposiciones del Código eran simplemente
inaplicables debido al carácter extensivo de esas ex-
plotaciones. Allí la gente también optó por ignorar sus
disposiciones.18

Lo descrito por Moya Pons presenta detalles de la impopu-


laridad de las leyes que contenía el Código Rural de Boyer, tanto
en la parte dominicana como en la haitiana. En cuanto a los
hatos de la parte del este, existe una apreciable cantidad de
pruebas documentales en los protocolos notariales (V. Gr. Ar-
chivos Reales de El Seibo e Higüey), que muestran las particu-
laridades de las contratas hechas conforme con el Código Rural
de Haití, donde se acuerda entre cultivadores (ex esclavos) y
propietarios de los hatos (ex amos), el esquema de relaciones
de producción que prevaleció durante el período de la ocupa-
ción haitiana a partir de la promulgación del Código.19

18
Ídem, pp. 255-256.
19
Francisco Bernardo Regino Espinal, «Conucos, hatos y habitaciones
en Santo Domingo, 1764-1827», Boletín del Archivo General de la Nación
(BAGN), Santo Domingo, año LXVIII, Vol. XXXI, Núm. 116 (septiem­
bre-diciembre, 2006), pp. 481-555. Véase documento anexo «El hato
Los Palitos: contrata de cultivadores bajo el Código Rural de Haití, 1827»,
pp. 550-553.

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Código Rural de Haití 37

Roberto Cassá

El Código Rural de Boyer conjugaba, entre otros, tres impor-


tantes segmentos de la sociedad haitiana, incluidos en ella los
dominicanos o pobladores de la parte del este: los propietarios
de las tierras, los cultivadores y las fuerzas militares. El Haití
que heredó Boyer de Pétion en 1818 y de Christophe en 1820,
no tenían las mismas condiciones en lo que respecta a las re-
laciones de producción entre propietarios y cultivadores. En
el sur de Pétion, se había hecho una mayor distribución de la
tierra entre los campesinos, mientras que en el norte del rey
Henri I, se había conservado en una mayor proporción la gran
propiedad, la plantación que se inscribía en su organización
y manejo en las mismas líneas de administración que la plan-
tación colonial. El norte y el sur representaban dos Haití dife-
rentes, en lo referente al sistema de producción y las relaciones
de producción que generaban. Por ser más productivo para
las recaudaciones y finanzas del Estado, dado que producía
excedentes para la exportación, el sistema del norte era pre-
ferido por Boyer, quien se vio apremiado por fondos, después
del pacto de compensación con Francia de 1825, para pagar el
precio de su independencia. Roberto Cassá señala que: «Boyer
representaba un matiz distinto al de Pétion, por cuanto cifraba
más esperanzas en los terratenientes que su predecesor. Es lo
que explica que no se dispusiese a desarticular a los hateros».20
Boyer privilegió los dueños de la gran propiedad de la
­tierra, tanto de la plantación como del hato, con miras a ob-
tener recursos por su incorporación a los circuitos mundiales
del comercio. Para el caso dominicano, sobre todo en el norte,
la existencia de un campesinado propietario disperso en la re-
gión produciendo para autoconsumo y para exportación (por

20
Roberto Cassá. Historia social y económica de la República Dominicana, tomo I,
6ª ed., Alfa & Omega, Santo Domingo, 2003, p. 319.

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38 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

ejemplo tabaco), dificultaba la aplicación del Código Rural. Bien


conocido es el período de privaciones de la parte del este previo
a la ocupación haitiana. Entre el Tratado de Basilea de 1795 que
puso en manos de Francia la colonia española y la declaración
de independencia de 1821, la incertidumbre y la pobreza carac-
terizó a los dominicanos. El período de la España Boba no pudo
dejar más débil la criatura que nació del desencanto y el aban-
dono, denominada Estado Independiente de Haití Español. Esa
debilidad y falta de coherencia de las fuerzas internas domini-
canas, en esa «fase de depresión», facilitaron la absorción po-
lítica del territorio dominicano. «Tras la fase de depresión de
las dos décadas previas, las medidas agrarias adoptadas por el
gobierno haitiano contribuyeron a incentivar la conexión con el
mercado de porciones del campesinado».21
La conclusión de Cassá sobre la aplicación del Código en
Santo Domingo, en su balance final, es negativa, tanto para
«la masa campesina» (compuesta por cultivadores y guarda-
dores de hatos), como para los propietarios de la tierra y de
hatos, debido, fundamentalmente, a las siguientes razones:

a) «La orientación agraria entraba en conflicto con


la mentalidad de los terratenientes hateros, no dis-
puestos a integrarse a relaciones de producción que
conllevasen requerimientos empresariales».22

b) «En consecuencia, la promulgación del Código Ru-


ral hizo más daño que bien, pues contribuyó a acen-
tuar la lejanía de la masa campesina del mercado y
creó un estado de incertidumbre en las relaciones
agrarias que dificultaba aún más la recuperación
de la productividad».23

21
Roberto Cassá. ob. cit., p. 320.
22
Ídem, p. 323.
23
Ídem, p. 322.

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Código Rural de Haití 39

Wenceslao Vega

El análisis bien ponderado del Código Rural de Haití de


1826 hecho por el jurista e historiador Wenceslao Vega, en-
marcándolo dentro del contexto general de las legislaciones
que ordenaron la vida de los dominicanos mientras fueron
haitianos (1822-1844), señala que:

Fue un intento ambicioso de modificar radicalmen-


te la producción agrícola en la Isla, aunque como se
habrá observado, implicó un retroceso en cuanto a
la independencia y la libertad de contratación de los
campesinos. Si bien no reimplantó la esclavitud, se
quiso llegar cerca.24

Vega anota seis causas para explicar el fracaso en la apli-


cación del Código, a saber: analfabetismo, complejidad, des-
interés de los trabajadores, desinterés de los militares para el
cumplimiento, carencia de fondos para vigilancia y castigo, e
imposibilidad de cumplimiento de algunas cláusulas.25

3. Otros historiadores

Carolyn Fick y David Nicholls

El Código Rural de Boyer fue una repetición en lo funda-


mental de la misma medida que había tomado Toussaint Lou-
verture en 1801, obligando a los cultivadores a permanecer
atados a la tierra, y como él, Boyer sabía que solo con la fuerza
militar podía tratar de lograrlo. Carolyn Fick, autora de uno

24
Wenceslao Vega Boyre, Historia del Derecho dominicano, 4ª ed., Amigo del
Hogar, Santo Domingo, 2003, p. 159.
25
Ídem, p. 160.

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40 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

de los textos que mejor describe la historia del pueblo haitia-


no, apunta que:

Toussaint sabía que la única forma que los administra-


dores podrían obtener la mano de obra requerida de
los trabajadores era a través de medidas coercitivas, y
su Código Rural reflejó esto. Fue a la vez una extensión
y un reforzamiento de los códigos anteriores promul-
gados por Sonthonax, Polverel y Hédouville.26

En referencia al Código Rural de Boyer, el historiador David


Nicholls presenta un elemento importante de la esencia eco-
nómica que motivó su creación, indicando que: «Boyer y la
claque de propietarios de tierras alrededor de él promulgaron
el Código con el propósito de mantener el suministro de mano
de obra barata, sujetando los trabajadores rurales a plantacio-
nes específicas y castigando la vagancia».27
Además de los terratenientes, los militares compañeros de
armas de Boyer también formaban parte de la clase beneficia-
da, tanto con la distribución de las tierras como del estado a
que se sometía la mano de obra de los cultivadores. Los jefes
militares haitianos tuvieron en el Código Rural de 1826 un ins-
trumento legal para legitimar su poder mediante el uso de la
fuerza y para ampliar su poder económico.

Boyer, sin embargo, fue atacado fieramente como «un


tirano» que había «abandonado el excelente sistema
democrático instaurado por Pétion» por una concep-
ción feudal y aristocrática de la sociedad, i­ ncompatible

26
Carolyn E. Fick, The Making of Haiti: The Saint Domingue Revolution from
Below, 4th. ed., Knoxville, The University of Tennessee Press, 1997, p. 208.
27
David Nicholls, From Dessalines to Duvalier: Race, Colour and National Inde­
pendence in Haiti, Rutgers University Press (Revised Edition), 1996, p. 68.
(La traducción es nuestra, BR).

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Código Rural de Haití 41

con las necesidades del pueblo haitiano. Por su Códi-


go Rural de 1826, Boyer había vuelto a introducir la
servidumbre, controlar el crecimiento económico y
«esterilizar la nación». Además, este presidente había
reforzado el prejuicio del color contra los negros.28

El aspecto del sometimiento a la servidumbre de los culti-


vadores y el aprovechamiento del poder militar para la apro-
piación y distribución de las tierras según sus conveniencias,
están entre las características relevantes del Código Rural de
Boyer.

V. Conclusiones

El Código de Boyer es un fruto híbrido de una coyuntura


histórica de los pueblos haitiano y dominicano. Por el lado hai-
tiano, la libertad condicionada de los cultivadores, atados a
la tierra, generó impopularidad contra el gobierno de Boyer.
Por el lado dominicano, el Estado Independiente de Haití Es-
pañol, surgió como consecuencia de problemas de la corona
española con Francia en la península y la indiferencia hacia
su colonia en América. La miseria del período de la España
Boba (1809-1821), los vientos de independencia que soplaban
en la América hispana y el abandono de la colonia, entre otras
causas, movieron a José Núñez de Cáceres y un grupo de nota-
bles, a declarar la independencia de España el 1 de diciembre
de 1821. Los dirigentes del Estado Independiente de Haití Es-
pañol, de carácter republicano, no abolieron la esclavitud en
Santo Domingo, lo cual restó fuerzas al movimiento entre la
mayor parte de la población, compuesta por mulatos y negros,
tanto libertos como esclavos.

28
Ídem, p. 115.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 41 12/10/2015 15:29:03


42 Notas sobre el Código Rural de Haití o Código Rural de Boyer

Resultaba chocante el encuentro entre una esclavitud sua-


vizada por las pocas exigencias de un sistema de producción
que no requería la explotación extrema de los esclavos para la
obtención de ganancias (parte del este), y un estado de liber-
tad condicionado por la movilidad social y las restricciones al
libre tránsito de los individuos, conjuntamente con la atadura
a la propiedad agrícola de los cultivadores, en condiciones de
casi esclavitud, con rígidos controles policiales y militares.
Las leyes haitianas fueron las leyes dominicanas durante
los veintidós años de ocupación, por lo que su estudio es de
interés histórico para los dominicanos, tanto por barreras que
se crearon entre los dos pueblos como por sus influencias en
el condicionamiento de la conducta nacional. Para 1827 los
militares haitianos gozaban de los privilegios de sus designa-
ciones como jefes militares y políticos, y se enriquecían con el
sistema económico imperante en Santo Domingo basado en
los hatos, y el haitiano del oeste basado en plantaciones (café,
cacao, azúcar, etc.).29

Francisco Bernardo R egino Espinal,


Santo Domingo, 30 noviembre, 2009.

29
Francisco Bernardo Regino Espinal, «El matrimonio de Desgrotte»,
Boletín del Archivo General de la Nación (BAGN), Vol. XXX, Núm. 1112005,
pp. 131-158. Ilustra el caso del general Henri Etienne Desgrotte Ypolita,
jefe de las tropas haitianas en Santo Domingo en 1844, en lo que respecta
a su riqueza al momento de su matrimonio con la ciudadana haitiana
María Adelaide Gentil Leduc en el año 1827, siendo comandante de la
Villa de El Seibo.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 42 12/10/2015 15:29:04


Carta al conde Bathurst

Al
Muy Honorable
Conde Bathurst, K. G.

Uno de los principales Secretarios de Estado de su Majestad,


Etc., etc., etc.

Mi Señor,

Debido a la alta posición que su Señoría ocupa, entre los


que tienen en sus manos el destino de nuestras colonias en las
Indias Occidentales, estoy confiado en que usted hará innece-
saria cualquier defensa que dirija con esta traducción del Códi-
go Rural de Haití. Su Señoría debe sentirse ansioso por obtener
todas las informaciones sobre un tema como el del trabajo en
los trópicos, tan necesarias para ser entendido a fondo; y, cuan-
do los que parecen ser los más profundamente interesados en
determinar la posibilidad de obtener un trabajo regular y cons-
tante en los climas tropicales han expuesto sus opiniones sin
coacción, resultante de la experiencia de treinta y seis años,
no es demasiado suponer el creer que su Señoría recibirá favo-
rablemente los medios para facilitar su familiarización con el
resultado de esa experiencia.

- 43 -

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 43 12/10/2015 15:29:04


44 Carta al conde Bathurst

El siguiente Código de Leyes ha sido promulgado, como sus


autores han dicho a sus conciudadanos, para la regeneración
de la agricultura. Declaran que es «justo y severo».*30 Para per-
mitir que su Señoría estime la utilidad de este Código de Leyes,
permita que un humilde y desconocido individuo llame respe-
tuosamente su atención acerca de las siguientes observaciones.
El Caballero Haitiano que proporcionó la copia del Código
Rural a partir de la cual ha sido hecha esta traducción declaró
que el Código había sido recibido en Haití sin mucho disgusto,
porque, si bien garantiza plenamente a los propietarios la po-
sesión de sus tierras, solo proporciona los medios para exigir
de la población trabajadora los esfuerzos requeridos de ellos
por las leyes anteriores. Este caballero dijo estar satisfecho con
la saludable restricción impuesta a sus trabajadores por el Có-
digo Rural.
La traducción se ha hecho lo más literal posible, y sin te-
ner en cuenta los modismos y formas de expresión del idioma
inglés, cuando la atención a estos puntos no habría tenido la
apariencia de ocultar el verdadero significado de una cláusu-
la. Esto se ha hecho con el fin de evitar reparos.
Haití ha permanecido desde hace algunos años como el
modelo perfecto sobre el cual las Indias Occidentales ten-
drán que reformar sus instituciones. El próspero estado de su
agricul­tura, la industria, la riqueza y la felicidad de su p
­ oblación

30
* La Cámara de Diputados de Haití en su discurso de despedida a sus
electores, al final de su existencia legislativa, el 10 de mayo de 1826,
publicada el 14 de mayo en el No. 20 de la Feuille de Commerce, en Puer-
to Príncipe, dice: «Hubiésemos temido siempre los cuidados del principio
conservador, si la «regeneración de nuestros cultivos» no hubiese sido
causada por «leyes que eran a la vez justas y severas». Sus mandatarios,
al entregar el Código Rural habían pensado «que el pueblo recibía un
beneficio». El texto original dice: «On n’eut pas pourvue aux soins du principe
conservateur, si la Régénération de nos cultures n’eut été «provoquée par des lois à
la fois justes et sévères. Vos mandataires, en rendant le Code Rural ont pensé» que le
people recevait un bienfait». (Los símbolos al inicio de cada párrafo de notas
aparecen en el texto en inglés. BR)

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Código Rural de Haití 45

libre conforman el tema que nunca falta en los discursos y es-


critos de esas personas incapaces de descubrir algún mérito en
el hombre blanco que vive en los trópicos. La ignorancia total
del resto del mundo, así como de todo lo que ha sucedido en
el interior de Haití durante los últimos treinta años, ha sido,
por desgracia, más favorable a tales declamadores. Pero esta-
mos para favorecer otro punto de vista detrás de la cor­tina;
que este punto de vista, por insignificante que sea, baste para
disipar todas las fábulas con las que el público ha sido engaña-
do. En lugar de encontrar la agricultura representada en ese
estado próspero, nos encontramos con los diputados haitianos
que proclaman a sus electores que se ven obligados a tratar
de regenerarla mediante la promulgación de «leyes justas y
severas». La economía de la población de Haití se encuentra
en una etapa que requiere los estímulos de la bayoneta. Su
riqueza, si se mide por la remuneración reservada para el tra-
bajador, resulta ser apenas suficiente para suministrar la sub-
sistencia a una escala no superior a la otorgada a los esclavos
del plantador británico en Jamaica. Y su felicidad, hasta donde
puede formarse una estimación de sus instituciones, es muy
inferior a la de la masa de la humanidad, como la felicidad del
salvaje ignorante es a la del hombre civilizado.
El Código de Leyes que tenemos a la vista es tal que solo po-
dría haber sido aprobado por una legislatura compuesta de
propietarios de la tierra que tienen a su disposición una fuerza
militar considerable, «de la que ellos mismos eran los líderes;
para una población que era necesario obligarla a trabajar, pero
cuyos prejuicios contra las formas particulares de expresión,
no era aconsejable para no ofender». El Código, para este fin,
se enmarca con mucho ingenio. Tras una inspección casual,
parece tratar a la ligera al trabajador, asegurándole al ­parecer
una remuneración justa por su trabajo, y un medio de sub-
sistencia suficiente para sus necesidades, y evitando herir sus
prejuicios, por lo que le permite la elección de un empleador;
mientras que al propietario de tierras se le impide reclutar su

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46 Carta al conde Bathurst

propia mano de obra (falta un verbo), ya él tiene por objeto


asegurar el esfuerzo continuo por parte del trabajador, el cual
es tan esencialmente necesario para garantizar un rendimien-
to adecuado del capital fijo invertido en la agricultura tropical.
Por otra parte, no aparecen cláusulas desagradables para la im-
posición de castigos corporales en este Código. Para lograr una
vuelta al trabajo obligatorio, aceptable para un pueblo acos-
tumbrado a la poca moderación en sus esfuerzos por más de
treinta y seis años, se consideró más prudente, para salir del
modo de infligir castigo, dejarlo a la discreción de los que es-
tán encargados de imponer la obediencia, ¡los soldados!
Pero cuando este Código de Leyes es examinado con aten-
ción, nos encontramos con que la elección de un patrón, aun-
que expresamente reservado para el trabajador, es modificado
en gran medida por las cláusulas que restringen al trabajador
el abandono de la sección del campo a la que pertenece; y de
la ausencia de cualquier cláusula forzando los propietarios a
contratarlo; de modo que el cultivador debe dar su consenti-
miento para obligarse a quien esté dispuesto a contratarlo, o
permanecer en la cárcel, para ser empleado con los convictos
como un recogedor de basura pública.*31
Una vez más, nos encontramos con que al trabajador le es
permitido por Ley atarse él mismo por algún período de tiem-
po que le plazca.†32 Pero este privilegio es modificado también
por los defectos mencionados arriba. La consecuencia nece-
saria es que estos compromisos prácticamente serán por un
tiempo tal que pueda adaptarse a los propósitos del dueño; y
desde luego nunca se extienden más allá del período durante
el cual las fuerzas del trabajador pueden habilitarlo para ser
útil a su empleador; después de lo cual puede ser despedido
sin los medios de apoyo; los salarios que recibe, que parecen

31
* Pour la propreté de la ville. Véase Artículo 177 del Código.
32
† Véanse los Artículos 45 y 46 del Código.

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Código Rural de Haití 47

ser insuficientes para que pueda hacer provisión para la vejez,


y el trabajador no tiene derecho sobre la tierra que se le asignó
(que ha estado cultivando, tal vez durante los mejores años
de su vida), más allá del período de su contratación. Muchos
casos similares de la técnica con la que se enmarca este Código
de Leyes, a efecto, y sin embargo, para enmascarar su propósito,
chocará a todo el que lo consulte con atención.
Sería imposible dar a su Señoría una idea general de este
Código de Leyes, en el marco limitado de una carta, sin dar una
especie de resumen de todo el Código. La importancia del
tema me lleva a implorar la indulgencia de su Señoría, mien-
tras lo intento.
El Código se inicia (Artículo 1) declarando que la agri-
cultura es el fundamento de la prosperidad nacional. Luego
decreta (Artículo 3) que todas las personas, con excepción de
los soldados y servidores del Estado, profesionales, artesanos,
y servidores domésticos,*33 cultivarán la tierra. La siguiente
cláusula (Artículo 4), prohíbe a los pobladores del campo de-
jarlo para residir en pueblos o aldeas; y todo tipo de comercio
mayorista o minorista está prohibido (Artículo 7) si es ejerci-
do por las personas que habitan en el campo. El Artículo 9
prohíbe la construcción de casas o chozas en cualquier lugar,
excepto en pueblos o aldeas reconocidos, o en las plantacio-
nes, mediante la imposición de un impuesto sobre ellas; y para
completar la restricción impuesta a la gente del campo, les está
prohibido (Artículo 10), llevar a cabo el comercio de cabotaje,
o emplearse en la pesca, excepto para el uso de la plantación
a la que pertenecen. ¿Puede alguien concebir duda de que
el objeto de estas regulaciones es la de limitar el trabajo de
la población del campo de manera rígida para el cultivo de la
tierra?

33
* Por el Código Civil de Haití, el servicio doméstico (domestique á gages), no
goza de todos los privilegios de un ciudadano.

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48 Carta al conde Bathurst

Las cláusulas siguientes de importancia, relacionadas direc-


tamente con los trabajadores, son los Artículos 36, 37, 38 y 39.
Ellas ordenan la entrega de tierras a los trabajadores. No sería
extraño el comprobar que estas cláusulas han sido copiadas en
espíritu, y casi literalmente en el lenguaje, de la Ley Consolidada
del Esclavo de Jamaica, aprobada en 1816 (57 Geo. III. C. 25). He
insertado las cláusulas de esa ley que estipulan una disposición
similar para el esclavo y al calce donde se hallan los Artículos
mencionados anteriormente.
Los Artículos 45 y 46 decretan que dichas personas, se-
gún lo exige el Artículo 3, para cultivar la tierra, se unen a
sí mismos como trabajadores, a algún terrateniente, por un
período de años, que varía, según la naturaleza del cultivo;
y los Artículos 73 y 74, autorizan acuerdos similares con las
personas que no tienen tierra, pero que pueden emplear inter-
mediarios para conseguir trabajadores para otros (los trabaja-
dores empleados en esta forma en Jamaica, son llamados «una
cuadrilla de ejecución de obra»). Tenemos, pues, (Art. 50 y
ss.) varias cláusulas que señalan la medida de la remuneración
que se permite al trabajador: tenemos aquí una distinción en-
tre aquellos que son contratados por un maestro de obra, y los
que están obligados al propietario mismo; el primero se llama
une compagnie travaillante à moitié, y tienen derecho a recibir
la mitad de la producción, una vez deducidos los gastos de
cultivo: se encuentran en todo. Estos últimos se denominan
cultivateurs travaillants au quart; tienen tierras establecidas para
ellos, y tienen derecho a la mayoría de las ventajas reservadas
para los negros en Jamaica, «con excepción de la ropa, y todos
los suministros extranjeros». Ellos reciben una cuarta parte
de la producción total de su trabajo, de los que tienen que
conseguir lo que puedan necesitar, más allá de los productos
de su provisión de tierras. También están obligados al pago de
impuestos. Fácilmente puede ser demostrado que en una plan-
tación azucarera que emplea 300 personas, aunque de forma
hábil y gestionada con éxito, los salarios que deben pagarse a

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Código Rural de Haití 49

cualquiera de las categorías de los trabajadores, anteriormen-


te mencionadas, después de deducir un tercio de los impues-
tos, nunca excedería los 4l. 10s.*34 por año. Fuera de su infeliz
miseria, estos trabajadores haitianos han de proporcionarse
a sí mismos y a sus hijos casi todas las cosas, y establecer una
provisión para la vejez.
Los Artículos 88 y 96 limitan el número de personas a
ser empleadas en el cuidado de ganado, y requieren que estén
vinculados a sus empleadores de la misma manera que otros
trabajadores.
Los Artículos 155 a 164 inclusive se dedican a detallar las
funciones de «capataces» y «conductores». Los términos fran-
ceses utilizados son gérans et conducteurs. La primera de estas
expresiones (gérant) no admite duda o reparos en cuanto a
su significado propio. Es «capataz», y no hubo evidencia del
significado buscado, (donde) los deberes impuestos a tales
personas por este Código de Leyes, ampliarían la entrega de tal
defecto. La última palabra se utiliza en las islas de las Indias
Occidentales francesas como sinónima de la palabra comman-
deur (comendador, BR), para significar driver (conductor, BR).
La palabra conducteur (conductor, BR), es, sin embargo, aplica-
da con frecuencia a los conductores de mulas. En este Código,
la palabra conducteur es en un caso (Art. 116) usada para signi-
ficar un conductor de ganado.
El Artículo 173 dice que uno de los objetos de la Policía
Rural es la disciplina del trabajador. Este Artículo sirve de in-
troducción a las regulaciones para el trabajo diario, pero antes

34
* Esta estimación está hecha para una fértil plantación de azúcar bien
administrada en Jamaica, con un «gran capital fijo invertido» en obras,
edificios, maquinaria, existencias, etc. Si se aplica sin reserva a Haití,
conduciría a un error extravagante.
La tasa promedio de los salarios en Haití, calculada sobre «los rendimientos»
de la producción y la población haitiana, y calculando la producción a su
precio actual en el mercado de Londres, sería de unos 6s. por año para cada
persona.

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50 Carta al conde Bathurst

de tratarlas, nos encontramos con varios artículos que recapi-


tulan las disposiciones para obligar a la masa de la población a
cultivar la tierra. Estas señalan que cualquier persona que viva
en el campo, sin ser el propietario u ocupante de la tierra, y no
teniendo obligación en la forma indicada en los Artículos 45 y
46, se considerará un vagabundo, será arrestado y llevado ante
la justicia, que, después de leerle la Ley, la encarcelará, hasta
que se comprometa de acuerdo a la Ley. Después de ocho días
de detención, si el preso aún se niega a comprometerse, será
sometido a trabajos forzados como un recogedor de basura.
Luego, seguir las normas para regular el trabajo diario, las
cuales, con las regulaciones ya detalladas, muestran claramen-
te lo que intenta ser la condición de la población trabajadora
de Haití. No debe llamarla esclavitud; la palabra es objetable,
pero algunos de los ingredientes de la esclavitud parecen ser
deseables. Tenemos toda una población a la que le está es-
trictamente prohibido el ejercicio de cualquier otro modo de
industria que no sea el cultivo de la tierra; expulsada de las
ciudades y pueblos, y obligada a permanecer en la sección en
la que ha nacido; se le prohíbe construir casas o chozas en
cualquier lugar, excepto en las plantaciones; obligada a unirse
a sus empleadores, capataces y conductores establecidos por la
Ley para ordenarla, y dirigir sus trabajos, y proveerle tierras
para que se establezcan, para ser trabajadas por ellos mismos,
«durante sus días y horas de descanso». Ellos están por otra
parte sujetos al pago de todos los impuestos.
Los Artículos 183 y ss., decretan que el trabajo se inicia-
rá en la madrugada del lunes, y no cesará hasta la puesta del
sol del viernes; «y, en caso de necesidad, se podrá proseguir
hasta el sábado por la noche, bajo circunstancias en que el
patrón parece ser el único juez». El trabajo diario debe comen-
zar al romper el día, y continuar hasta la puesta del sol, con
intervalos de media hora para el desayuno, y dos horas para
la cena. A las mujeres embarazadas se les permite un descan-
so ­adicional, y los distintos reglamentos funcionales incluso

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Código Rural de Haití 51

limitan la ­diversión de los trabajadores y otorgan poder a los


patronos para autorizar la ausencia del trabajador.
Ya he llamado la atención de su Señoría acerca de la sin-
gular coincidencia entre algunos de los Artículos de este Có-
digo de Leyes y algunas de las cláusulas de la Ley Consolidada
del Esclavo de Jamaica, aprobada en 1816. La semejanza aquí se
hace aún más sorprendente; las horas de trabajo y de descan-
so, y las restricciones a la libertad personal del trabajador, son
similares en espíritu, y casi similares en los modos de expre-
sión; cuando la diferencia es perceptible, está a favor de la Ley
de Jamaica. Los reglamentos que respetan el tratamiento de
las mujeres embarazadas son extremadamente similares a los
probados en la práctica general en Jamaica, por la evidencia
de personas interrogadas ante el Comité de la Cámara de la
Asamblea, sobre la Ley de Registro, parece no ser improbable
que se hayan enmarcado en esa evidencia.
Extractos de la Ley de Jamaica, (67 Geo. III. C. 25) se in-
sertan como notas a lo largo de esta traducción, al pie de las
páginas donde concurren los Artículos similares del Código.
Su singular parecido, tanto en expresión como en significado,
debe impresionar a todos.
El modo designado para llevar a efecto este Código de Leyes
no es menos notable que los decretos anteriores, si nos fija-
mos en él como aplicable a un pueblo libre. Pero si el Código
se diseñó para coaccionar la mano de obra de negros en las
presentes circunstancias de las Indias Occidentales, puede ser
calculado para efectuar su objeto, «donde el capital fijo de los
europeos no está en juego». El modo es por la inspección mi-
litar, y la coacción militar. El siguiente es un breve compendio
de los principales Artículos que crean esta institución militar.
El Artículo 120 enumera las autoridades militares encarga-
das de administrar la Policía Rural. Ellos son comandantes de
distritos y comandantes de comunes; y sus instrumentos son, ca-
pitanes y tenientes de línea, (Art. 140), y los guardias, ­armados
con carabinas y sables, (Art. 154), gendarmes, y ­tropas de línea.

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52 Carta al conde Bathurst

Los comandantes de los distritos están investidos de autoridad


suprema en los asuntos agrícolas, y son responsables de la pros-
peridad de la agricultura. Están obligados a inspeccionar sus
respectivos distritos cada año. Los comandantes de las comu-
nes tienen un poder similar dentro de sus comunes; tienen la
misma responsabilidad, y están obligados a inspeccionar mi-
nuciosamente cada sección, tres veces al año. Las comunes se
dividen en secciones, y un oficial militar situado en el mando
de cada sección; se le ordena visitar cada plantación dentro de
su sección, una vez por semana, y enviar a uno de sus soldados
para visitar también, una vez a la semana; de modo que cada
plantación deberá ser inspeccionada por los militares, por lo
menos dos veces por semana. Para mostrar que estas visitas no
están destinadas a ser simples visitas formales, sino estrictos
controles militares, debo referir a su Señoría al Artículo 148.
En caso de enfermedad, las funciones de este oficial deben
ser completadas por otro oficial, desde el regimiento de línea
de acantonadas en el distrito. Algunas cláusulas se encargan de
las armas, pertrechos, uniformes y pago de estas tropas de la
policía, que también están expresamente declaradas responsa-
bles ante sus superiores militares solamente, ante quien se han
juramentado.
Cada disposición del Código de Leyes que tenemos a la vista
está dirigida a ser cumplida por los militares, ya sea en prime-
ra instancia o como último recurso. Sus poderes son ilimitados
y se extienden hasta el más mínimo detalle, entre el trabaja-
dor y su empleador; y los rangos inferiores de las fuerzas mi-
litares están dirigidos a mantenerse preparados día y noche
para obedecer el llamado de los propietarios, inquilinos, o ma-
gistrados. Su autoridad no está limitada al cumplimiento del
trabajo, sino que se extiende a todos los asuntos agrícolas. A
los comandantes de distritos y comunes, y al oficial de mando
de la Policía Rural, se les ordena ver las tierras recientemente
concedidas a personas por el Estado, y cuando, en su opinión,
el cultivo, como lo indica la Ley, no ha sido hecho dentro del

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Código Rural de Haití 53

tiempo limitado por la Ley, «a este tribunal militar se le orde-


na retirar la concesión y confiscar los bienes».
En algunos casos, se considera necesario hacer alguna de-
mostración del poder civil. En caso de cualquier disputa que
surja entre un propietario y sus trabajadores agrícolas, capata-
ces, o conductores, la disputa se refiere, en primera instancia, al
oficial al mando de la Policía Rural, quien, si no puede resolver
la disputa mediante argumentos, ni por el arbitraje, someterá el
caso a la justicia, quien debe decidir dentro de 24 horas. «Si la
Ley debe guardar silencio sobre el asunto, la justicia debe hacer
una ley para atender el caso» (véase el Artículo 84). Un Conse-
jo de Agricultura previsto por el Código de Leyes debe ser elegi-
do anualmente, para cada sección, «por el comandante de la
común», asistido por el Consejo de Notables. Las funciones de
este Consejo se limitan principalmente a una especie de espio-
naje. Ellos tienen que informar a las autoridades militares y ci-
viles; en definitiva, toda la institución es un despotismo militar.
El Código concluye, mediante la promulgación de algunas
normas para la reparación de las carreteras: Aquí encontramos
de nuevo a las autoridades militares ordenando reunir a los tra-
bajadores que necesitan las plantaciones vecinas, en rotación.
En mitad del Código encuentro algunos Artículos que esta­
blecen, para un grupo limitado y favorecido, un sistema de tra-
bajo libre, no controlado; son los Artículos 75 a 80 inclusive.
Ellos disponen que a los soldados que no estén en servicio activo
se les permitirá que hagan tales compromisos con las personas
en propiedades que habitan, por escrito o verbales, para traba-
jar por mes, semana, día o la hora, lo que les plazca; y que sus
salarios deberán pagarse antes que los de cualquier otra clase.
Cuando uno de esta clase privilegiada no puede cumplir su con-
trato, su patrón no está obligado a pagarle su salario.
Ahora, mi Señor, le he dado un breve esbozo de este ­Código
de Leyes. Los detalles se encontrarán para ponerse de acuerdo
en cada caso particular. Mi objetivo no ha sido degradar a los
habitantes de Haití, por la presente exposición de su Ley para

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54 Carta al conde Bathurst

el control del trabajo, sino que hagan uso del testimonio que
este pueblo independiente ha dado libremente, de la deses-
peranza de obtener de los negros, sin coacción, el grado de
esfuerzo regular y constante que es indispensable para garan-
tizar una rentabilidad adecuada para las inversiones de capital
fijo por plantadores europeos en las Indias Occidentales. Poco
importa, bajo qué nombre el trabajo obligatorio sea adquiri-
do, si bajo el nombre de «esclavitud», o en virtud de la perí-
frasis de «cultivadores, trabajadores al cuarto». El principio es
todavía el mismo que obliga a un trabajador, que no tiene el
capital, a dedicar su fuerza física al servicio de otro hombre,
dotado de capital, de tal manera, como para procurar para
cada uno de ellos, una mayor parte de la producción de la
tierra, que bien pudo haber obtenido por sus esfuerzos indi-
viduales. Pero, si puede ser demostrado que, de los dos inten-
tos que se han hecho en las Indias Occidentales, para obtener
este resultado, lo que ha sido el más exitoso, por lo que quiero
decir, lo que ha producido las mayores ventajas para ambas
partes, es el sistema adoptado en nuestros establecimientos de
las Antillas, no dudo en decir que el intento de ahora para
abolir ese sistema, sin tener debidamente en cuenta el interés
fijo de los capitalistas, es mucho para ser obsoleto. El Senado
y los diputados de Haití parecen haber resuelto la cuestión de
que la coacción es necesaria para obtener el trabajo regular y
constante en las Indias Occidentales, en su estado actual de la
población.
Tengo el honor de ser, de su Señoría, el más obediente,
humilde servidor.

El Traductor.

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Código Rural de Haití

Puerto Príncipe,
Imprenta del Gobierno,
julio, 1826.

Libertad. Igualdad.

República de Haití.

Código Rural

La Cámara de Diputados, a propuesta del Presidente de Haití,


oído el informe de su Sección de lo Interior, ha aprobado las
seis leyes siguientes que constituyen el Código Rural de Haití.

Ley No. 1

Acerca de las disposiciones generales relativas a la agri­


cultura.

A rt. 1. La agricultura es la principal fuente de prosperidad del


Estado y será protegida y promovida fundamentalmente
por las autoridades civiles y militares.*35
A rt. 2. Los ciudadanos de profesión agrícola no pueden ser dis-
traídos de su trabajo, salvo en los casos previstos por la Ley.
A rt. 3. Los ciudadanos están obligados a contribuir al sos-
tenimiento del Estado, sea mediante sus servicios o su

35
* Las autoridades militares aparecen en la misma primera cláusula del
Código. ¿Qué tienen que ver las autoridades militares con la agricultura?
(Estas notas y las siguientes corresponden al autor de la traducción al inglés;
los símbolos que aparecen al inicio de cada párrafo de notas son los usados
en esa traducción. BR).

- 55 -

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56 Código Rural de Haití

habilidad y deberán cultivar la tierra los que no sean em-


pleados civiles o llamados al servicio militar; los que no
ejerzan una profesión sujeta al pago de patente; los que
no trabajen como obreros o servidores domésticos; los
que no estén empleados en el corte de madera para la
exportación; y, finalmente los que no puedan justificar
sus medios de existencia.†36
A rt. 4. Los ciudadanos de profesión agricultor no podrán aban-
donar el campo para vivir en las ciudades o pueblos sin
una autorización del Juez de Paz de la común que desean
abandonar y del de la común donde desean establecerse.
El Juez de Paz dará la autorización después de haberse ase-
gurado de que el solicitante es de moral intachable, que
ha observado una conducta regular en el cantón que se
dispone a abandonar y que posee los medios de existencia
en la ciudad donde desea vivir. Quienes no cumplan con
las normas establecidas anteriormente serán considerados
como vagabundos y tratados como tales.
A rt. 5. Los niños de los dos sexos cuyos padres sean agricul-
tores y deseen enviarles a las ciudades o pueblos para su
aprendizaje o educación no podrán ser aceptados por los
empresarios, los maestros de escuelas o por particulares si
no presentan un certificado del Juez de Paz. Dicho certifi-
cado se otorgará a petición del propietario o hacendado
principal del lugar, del Oficial de Policía Rural, del padre
o de la madre del niño.
Toda violación a las presentes disposiciones será objeto
de una multa de veinticinco gourdes, pagadera por quien
haya recibido al niño sin autorización.
A rt. 6. Los reclutamientos militares deben llevarse a cabo úni-
camente por órdenes del Presidente de Haití y nunca se
aplicará a los ciudadanos ligados a la agricultura, salvo

36
† Véanse los Artículos 45 y 46, y los Artículos 174, 175, 176 y 177.

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Código Rural de Haití 57

que la orden del Jefe de Estado no esté motivada por un


peligro inminente expresamente especificado.
A rt. 7. No se podrá crear ninguna tienda al mayor o al detalle
ni tampoco podrá establecerse con ningún pretexto en
el campo ningún comercio de frutos del país; están ex-
ceptuados de esta disposición los azúcares en bruto que
se entregan a las refinerías, los jarabes para destilerías; el
algodón bruto entregado a los molineros para despepitar.
A rt. 8. Sin embargo, los buhoneros ambulantes provistos de
patentes que residan o salgan de las ciudades o pueblos
podrán vender provisiones, mercancías extranjeras y
quincallas en el campo.
A rt. 9. Las casas o bohíos que los particulares ya hayan cons-
truido en las comunes, allí donde no existan poblados
regulares, sino solo un conjunto de bohíos, ya sea para
vivir ellos, sea para alojar a otros, estarán sujetos al im-
puesto sobre el valor del alquiler de viviendas, como en
las ciudades o pueblos.
En el futuro, ningún bohío podrá ser construido en los
campos donde no haya poblado reconocido, si esta no es
dependiente de un asentamiento rural.
A rt. 10. Ningún propietario del litoral podrá tener botes, o
embarcaciones, que no sean para el transporte de estos
productos para la ciudad o pueblo vecino; y para lo que él
obtendrá, del Juez de Paz de la común, una licencia que
será expedida gratis; estos botes no podrán hacer, con
ningún pretexto, el cabotaje de los otros puertos o islotes
vecinos, ni la pesca, excepto para el propio uso de la ha-
cienda de dicho propietario.
A rt. 11. Las multas y confiscaciones previstas por el Código
Rural serán pronunciadas por los Jueces de Paz, siempre
que no excedan el valor de cien gourdes, y por los tribu-
nales civiles, cuando excedan esa cantidad. La mitad de
dichas multas y confiscaciones irá al erario y la otra mitad
a quien haya denunciado el delito.

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58 Código Rural de Haití

A rt. 12. El Día de la Agricultura, los grupos de c­ ultivadores


de cada sección se presentarán en el lugar donde se-
sione el Consejo de Notables, con las muestras de sus
trabajos. Los Consejos de Notables, en presencia de las
autoridades reconocerán al agricultor que mejor haya
cultivado su predio en cada sección, y en cada especie
de cultivo, y recibirá un premio como estímulo. En es-
tas ceremonias se levantará un acta que será de conoci-
miento público.*37
A rt. 13. Cada año, el 1º de septiembre, los Consejos de Nota-
bles enviarán un informe detallado al Presidente de Hai-
tí acerca del estado de los cultivos de cada común, con
sus observaciones sobre cómo mejorar dichos cultivos.
A rt. 14. Al final del año, los Comandantes de Distrito ren-
dirán cuenta igualmente al Presidente de Haití acerca
del estado de los cultivos de los distritos y también del
estado de los caminos y vías públicas.

Ley No. 2

Acerca de la administración general de los diversos esta-


blecimientos de agricultura.

Capítulo I

Acerca de las reglas relativas a la administración territo-


rial de los establecimientos de agricultura.

Sección primera

Acerca de los límites, demarcaciones y establecimientos.

37
* Véase el Artículo 125, donde se repite esta regulación y el asunto que hay
que informar queda establecido minuciosamente.

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Código Rural de Haití 59

A rt. 15. Los terrenos situados en el campo, y provenientes de


las concesiones hechas por el Estado, sea a título de pro-
piedad nacional, sea a título de donación parcial que no
hayan sido mensurados hasta la fecha, deberán de estarlo
en el lapso de un año a partir de la fecha de la promul-
gación del presente Código, so pena de una multa de un
gourde por cuadrado de tierra, pagadero por los propie-
tarios.
Para lograr la ejecución de la disposición citada más arri-
ba, el Juez de Paz de la común, conforme a la declaración
que se le hará, después de la expiración del plazo fijado,
requerirá un agrimensor debidamente autorizado para
medir y levantar el plano de las concesiones no mensura-
das, a expensas de los concesionarios en falta; entonces la
multa será pronunciada y percibida junto con los gastos
de agrimensura.
A rt. 16. A partir de la misma promulgación, ninguna venta de
propiedad ubicada en los campos podrá ser aprobada ante
notario si esta propiedad no ha sido previamente mensu-
rada o si las demarcaciones no son positivamente recono-
cidas por los títulos. En todos los casos, cualquier venta
parcial no podrá tener lugar si el terreno no fue previa-
mente mensurado. Los notarios que contravengan esta de-
fensa, se expondrán a las penas previstas por la Ley.
A rt. 17. Toda concesión de tierra acordada a la fecha de la pro-
mulgación del presente Código y que, un año después,
no haya iniciado su establecimiento agrícola; y toda con-
cesión posterior al presente Código, que no haya iniciado
su establecimiento agrícola un año después de la fecha
del título de esta concesión, dichas concesiones pasarán a
poder del Estado y el título será retirado al propietario y
devuelto al Gobierno.
A rt. 18. Para que el Gobierno adquiera la propiedad mencio-
nada en el Artículo precedente, el Oficial de Policía Ru-
ral, conjuntamente con el Consejo de Agricultura, hará

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60 Código Rural de Haití

un informe al Juez de Paz y al Comandante Militar de la


común acerca del estado de abandono de la concesión.
Después de asegurarse dichos funcionarios de la exacti-
tud del informe, lo aprobarán y lo enviarán al Coman-
dante del Distrito, quien, después de tener la prueba del
hecho, retirará el título y lo enviará al Gobierno.
A rt. 19. Un establecimiento agrícola se reputará iniciado cuan-
do en él haya un conuco cultivado dentro de las normas
establecidas por la Ley, y cuya capacidad sea proporcional
al número de obreros agrícolas ligados a la propiedad.
A rt. 20. Los propietarios de las tierras cultivadas, y los que les
queden contiguos, están obligados, con gastos comunes,
a cercar convenientemente su respectiva propiedad. Quie-
nes se nieguen, serán obligados a hacerlo por la vía legal.
A rt. 21. Los propietarios de inmuebles rurales están obligados
a colocar, durante las operaciones de agrimensura hechas
a su solicitud, los bornes de hierro sólido, en albañilería o
en madera incorruptible, so pena de una multa de cinco
gourdes por cada borne faltante en su lugar.
A rt. 22. Los propietarios que hayan descuidado la ejecución
del Artículo anterior, luego de pagar la multa, estarán
obligados a pagar al obrero que haya sido empleado, por
orden del Juez de Paz de la común, para establecer los
bornes necesarios.

Sección II

Acerca de las obligaciones impuestas a los propietarios o


a aquellos que son responsables de la administración de pro-
piedades rurales.

A rt. 23. Está especialmente prohibida la tala de árboles en la


cresta de las montañas a cien pasos de su falda, en la ca-
becera y el entorno de las fuentes o en las riberas de los
ríos; los propietarios de las tierras regadas por las fuentes

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Código Rural de Haití 61

de los ríos deberán rodear la cabecera de dichas fuentes,


y plantar las riberas de los ríos de plátanos, bambúes y
otros árboles adecuados al mantenimiento de la frescura
del ambiente.
A rt. 24. El propietario que quiera quemar un bosque nuevo,
un campo viejo de cañas, las sabanas o cualquier otro te-
rreno, deberá informar con veinticuatro horas de antici-
pación a los vecinos limítrofes, so pena de responder de
los daños que el fuego pudiera causar.
A rt. 25. Cuando un incendio se declare en una propiedad,
los propietarios y los obreros agrícolas vecinos tendrán
la obligación de transportarse al lugar a fin de ayudar a
sofocar su progreso.
A rt. 26. Está prohibido encender fuego en las sabanas, los
campos o conucos de las haciendas, sin el permiso expre-
so de los propietarios, inquilinos, administradores o los
encargados de los mismos.
A rt. 27. Solo podrán mantenerse en las propiedades destina-
das a la agricultura, a las manufacturas u otro estableci-
miento, las bestias necesarias para su explotación, o para
el uso de los propietarios, administradores, encargados,
inquilinos, o los obreros agrícolas; pero estos animales
deberán ser guardados durante el día en los rebaños, y
por la noche en los recintos o sabanas cerradas.
A rt. 28. Las bestias caballares, el ganado, cerdos, etc., destina­
dos a la reproducción solo podrán mantenerse en los ha-
tos establecidos en virtud de la Ley No. 4 relativa a los
hatos.
A rt. 29. Ningún propietario, inquilino o administrador de ha-
cienda podrá crear en su propiedad un sistema contrario
al orden establecido por la Ley.
A rt. 30. Ningún grupo o asociación de obreros agrícolas asen-
tados en una misma hacienda podrá arrendar la totali-
dad de la propiedad donde viven para administrarla por
sí mismos en sociedad.

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62 Código Rural de Haití

A rt. 31. Los bohíos o alojamientos de los obreros agrícolas solo


podrán ser construidos en el mismo sitio de la hacienda a
la que serán anexados.

Capítulo II

Acerca de los cultivos en general.

A rt. 32. Los cultivos principales consisten en establecimientos


de plantas y árboles que producen los alimentos propios
para ser exportados al extranjero, y en granos de todas
las calidades y especies de víveres o raíces destinados a la
subsistencia de la población.
A rt. 33. Quienes se ocupan de los cultivos principales no están
sujetos a impuestos territoriales y de la tierra sobre la masa
de los alimentos que han cosechado para la exportación.
A rt. 34. Los cultivos secundarios son únicamente los cultivos de
huertas, flores, árboles frutales, víveres y forraje, siempre
que se produzcan en las propiedades donde la hacienda no
tenga por objetivo el cultivo de los productos principales.
A rt. 35. En una hacienda, quienes se ocupen especialmente
de los cultivos secundarios estarán sujetos al impuesto
terri­torial y fiscal sobre el valor estimado de su produc-
ción semestral.
A rt. 36. En cada hacienda rural es necesario cultivar víveres,
granos, árboles frutales, tales como castañas, etc., suficien-
tes para la alimentación de las personas empleadas allí.*38

38
* La Consolidated Slave Law of Jamaica (Ley Consolidada de Esclavos de Jamaica),
57 Geo. III. C. 25, sección 6,1816, después de instruir acerca de la inspección
de los terrenos provistos, explica que: «puede suceder que en algunas
haciendas o hatos, asentamientos y pueblos, en esta isla, no existan tierras
adecuadas para el cultivo de provisiones, o cuando por la larga duración
de la sequía, los suelos del esclavo queden improductivos; entonces, y solo
en ese caso, los dueños, los propietarios o poseedores harán, por algunos
otros medios y formas, una provisión buena y amplia para los referidos
esclavos como las que ellos poseían, igual al valor de 3s. 4d. en moneda

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Código Rural de Haití 63

A rt. 37. Todos los conucos, sean de alimentos, sean de víveres


o granos, deben ser cuidadosamente mantenidos bajo la
responsabilidad del propietario agricultor, o un adminis-
trador que, en caso de negligencia, podrá ser condenado
a multa de tres a quince gourdes.†39
A rt. 38. En cada hacienda, los obreros agrícolas que allí estén
agregados y trabajen a la cuarta deberán tener, para su
uso personal, un conuco de víveres que cultivarán duran-
te sus horas o días de descanso.
A rt. 39. Al efecto del Artículo anterior, los propietarios, inqui-
linos o administradores estarán obligados a poner a dis-
posición de los obreros agrícolas los terrenos necesarios
para la creación de sus conucos particulares.*40
A rt. 40. Los diques, estanques y canales de distribución utiliza-
dos para brindar el agua necesaria a los habitantes, tanto
para el riego como para cualquier otra utilidad, serán man-
tenidos por los interesados, quienes tendrán la obligación
de contribuir con los trabajos de su mantenimiento. Nadie
podrá negarse a estos trabajos ni disponer de la porción de

por semana por cada esclavo, con el fin de que puedan ser debidamente
apoyados y mantenidos, so pena de multa de cincuenta libras». No hay
ninguna disposición tan humana y excelente como esta en todo el Código
Rural. (N. del T.).
39
† La primera parte de la cláusula de la Ley Consolidada del Esclavo de 1816,
citada en la nota anterior, dice: «Que cada amo, propietario o poseedor
de cualquier esclavo o esclavos, o de su capataz o administrador en
jefe, deberá, bajo pena de diez libras de multa por cada negligencia,
inspeccionar personalmente la condición de los terrenos del esclavo, al
menos una vez cada mes, para constatar que el mismo esté cultivado y
mantenido de forma adecuada, de lo cual será hecho juramento, como se
indica a continuación en esta disposición».
40
* «Cualquier amo, etc., deberá, so pena de cien libras de multa por cada
negligencia, etc., declarar bajo juramento que ha inspeccionado terrenos
del esclavo (donde los terrenos de dicho esclavo estén asignados), de la
plantación, hato o hacienda, de acuerdo a las instrucciones de esta Ley, y
que cada esclavo en la propiedad esté suficientemente provisto con tierras»
(57 Geo. III. C. 25, Sec. 8).

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64 Código Rural de Haití

agua de su vecino sin su consentimiento. Toda infracción


a las disposiciones anteriores pagará una multa de diez a
cincuenta gourdes y deberá, además, reparar, a sus costos y
gastos, el canal que hubiese obstruido o destruido.
Art. 41. Cuando los productos estén a punto de ser colocados en
sacos, embalados en fundas o empaquetados en una propie-
dad rural, el Oficial de Policía Rural de la sección tendrá el
derecho de examinar dichas mercancías a fin de garantizar
que no ha habido fraude; y, en caso de que lo haya, él deten-
drá la entrega y hará de inmediato su informe al Juez de Paz
de la común; si solo están mal empacados, él impedirá el
transporte y obligará al hacendado a rehacerlos.
A rt. 42. El Juez de Paz, al recibir el informe citado en el Artí-
culo anterior, nombrará los expertos para revisar el pro-
ducto y si hay fraude y este se comprueba, los productos
serán confiscados en beneficio del Estado.
A rt. 43. Los productos de exportación podrán salir de las ha-
ciendas para ser llevados a las ciudades o pueblos y ser
entregados al comercio, únicamente con un permiso de
los propietarios, cuando estos residan en su propiedad, y
para aquellas haciendas donde los propietarios no residie-
ran, del Oficial de Policía Rural de la sección. Los permi-
sos serán expedidos gratuitamente en papel sin sello por
el Oficial de Policía, quien estará obligado a registrarlo.
A rt. 44. Cualquier producto transportado en contravención al
Artículo anterior, será detenido en la carretera y llevado al
Juez de Paz de la común, quien se asegurará si el producto
no ha sido robado, con el fin de entregarlo al propieta-
rio y perseguir el presunto culpable. En caso de que sea el
propietario del producto quien haya dejado de entregar el
permiso, pagará una multa de tres a cinco gourdes.

Ley No. 3

Acerca de los contratos sinalagmáticos entre los propieta-


rios o inquilinos principales y los agricultores, cultivadores, o

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Código Rural de Haití 65

trabajadores, y acerca de las obligaciones recíprocas de unos


y otros.

C apítulo I

Disposiciones generales.

A rt. 45. Las personas que no están en actividad al servicio


del Estado, como militares, obreros o empleados de cual-
quier tipo, y cuya profesión sea la de cultivar la tierra, o
de trabajar en los cortes de madera para la exportación,
estarán obligados, en virtud de la garantía mutua de sus
intereses, a firmar un contrato sinalagmático con el pro-
pietario o el inquilino principal de la propiedad rural, o
del corte, propiedad donde deberán ejercer su actividad.
El contrato podrá ser firmado colectiva o individualmen-
te a voluntad de los contratantes.
A rt. 46. La duración de los contratos no podrá ser por un tiem-
po menor de dos años, ni más largo de nueve años para
el cultivo secundario y las manufacturas; por un tiempo
menor que tres años, ni más largo de nueve para los otros
cultivos; menor de seis meses ni más largo de un año para
el corte de madera para la exportación.*41

41
* Estas personas enfeudadas a sus empleadores, ¿en qué difieren de los
esclavos si no es en el nombre? La sustancia de la esclavitud está aquí; el
nombre no está muy lejos. Véase la sección 15 Geo. III. C. 28, para el nombre
dado por el Parlamento británico a los comprometidos voluntarios de esta
descripción. Véanse los Artículos 96 y ss.; y para las excepciones, véanse los
Artículos 75 y ss. Los principios, en cuanto a la conexión entre el trabajo
y el empleo rentable de capital fijo, aquí expuestos, son muy importantes.
El Código sabiamente extiende el período en que los contratos de trabajo
han de estar en vigor, a medida que una mayor proporción de capital fijo
dependa de la mano de obra para su empleo provechoso. En la tala de
árboles, se emplea poco capital fijo y, en ese caso, el plazo legal para el
compromiso con el trabajador es «el más corto».

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66 Código Rural de Haití

A rt. 47. El contrato se hará en papel timbrado ante un notario,


quien guardará la minuta y deberá explicar ­claramente
las condiciones acordadas entre los contratantes y estos
podrán introducirles las estipulaciones que juzguen con-
venientes, siempre que no sean contrarias a las disposicio-
nes del presente Código.
Art. 48. Cualquier propietario, inquilino o administrador de ha-
cienda que reciba (en ella) o transportare (hacia ella) obre-
ros agrícolas sin haber firmado con ellos el contrato exigido
por los Artículos 47 y 49, será condenado por la primera
vez a una multa de diez gourdes por cada persona introduci-
da sin contrato; el doble, en caso de reincidencia y, además,
el propietario, inquilino o administrador no podrá ejercer
ninguna acción judicial en contra de los obreros agrícolas
que hayan faltado a sus acuerdos verbales con él, y se proce-
derá del mismo modo con respecto a los obreros que traba-
jan en los cortes de madera para la exportación.*42
A rt. 49. Cualquier contrato firmado con un obrero agrícola y
cuyo contrato anterior aún no haya llegado a su término,
será nulo de pleno derecho; y el obrero agrícola que fir-
mare el segundo contrato relativo a la propiedad donde
estaba comprometido, lo renovará a su costa, y estará su-
jeto a la multa fijada por el Artículo 48.
A rt. 50. Los jefes de las compañías que trabajan cosechas a la
media deberán compartir igual porción con el propieta-
rio principal de la hacienda y todo lo que se recolecte en
la tierra, entregado a la media, tales como frutos, víveres,
legumbres, granos y demás productos.*43
A rt. 51. Como en las plantaciones azucareras el trabajo se hará
a la media, el propietario separará, antes de dividir, un

42
* Las excepciones a estas normas están hechas en favor de una clase particu­
lar, por los Artículos 75 a 80 inclusive.
43
* Siempre que sean mencionadas las partes que cultivan la tierra para producir
a la media, su jefe es la persona con quien el propietario ha firmado el contrato
y, en virtud del Artículo 161, es designado como su encargado (conducteur).

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Código Rural de Haití 67

quinto de la renta bruta para hacer las veces de alquiler


de las fábricas o aperos, bestias, etc., empleados para la ex-
plotación o gastos de reparación; en los otros cultivos, el
importe de los gastos ocasionados por la depreciación, o
gastos de explotación, será apartado antes de la partición.
A rt. 52. Los obreros agrícolas que trabajen a la cuarta parte
de los ingresos producidos por ellos participarán de un
cuarto del producto bruto en todo lo que cultiven y goza-
rán de la totalidad de los frutos cosechados en su conuco
particular trabajados por ellos durante las horas o días de
descanso.*44
A rt. 53. Cuando a los grandes productores de azúcar, café,
algodón e índigo, la estación exija que los trabajos sean
acelerados, las diversas asociaciones a la media que se en-
cuentren en la misma hacienda deberán ayudarse entre
sí en su trabajo, dándose mutuamente el mismo número
de días de trabajo; el administrador de la propiedad re-
glamentará estos tipos de compensación.
A rt.54. Cuando los cultivos de productos alimentarios, ya sean
fabricados o cosechados, sea que procedan de trabajos
hechos a la cuarta, o en asociación a la media, el des-
plazamiento no podrá efectuarse de la propiedad que los
haya producido, sino después que la partición en especie
haya ocurrido entre el propietario o el inquilino princi-
pal y los obreros agrícolas que trabajan a la cuarta o aso-
ciados a la media.
A rt. 55. En las plantaciones cañeras, la división de las porcio-
nes relativas a los obreros agrícolas deberá hacerse des-
pués de enrollar cada pieza de caña; en las fincas donde
solo se cultive víveres o granos, se corte leña, carbón,
madera de marquetería, de construcción, de forraje o

44
* Estos dos Artículos distinguen claramente entre las dos clases de trabaja­
dores, como ahora existe en Jamaica. El Artículo 51 se refiere a las cuadrillas
de ejecución de obras; el Artículo 52, a los esclavos que pertenecen a la
hacienda.

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68 Código Rural de Haití

de otras explotaciones irregulares, las reparticiones a los


obreros agrícolas se harán cada seis meses; en las demás
fincas tales como cafetales, algodonales, cacaotales, de
índigo, etc., las particiones se harán al final de las cose-
chas de café, añil, cacao, algodón, etc.
A rt. 56. Cuando llegue el momento de la repartición del di-
nero referente a los obreros agrícolas, el Oficial de Poli-
cía Rural de la sección donde esté situada la hacienda,
será llamado por el propietario, el inquilino principal o
el administrador para que sea testigo de la partición; se
presentarán las cuentas de los productos manufacturados
y otros productos cosechados, así como el certificado de
precios corrientes y el comprador de las mercancías men-
cionadas en el Artículo 55. Se hará la lista de los coparti-
cipantes y los productos serán contados.
A rt. 57. Cada uno de los coparticipes será anotado en la lista
de división que se escribirá para la primera, segunda y
tercera clases, en razón de su fuerza, actividad y tiempo
de su trabajo.
El dinero que se repartirá será dividido en cuartas partes,
mitad de partes y partes enteras.
Los conductores de los trabajos a la cuarta o los jefes de
asociaciones a la media, tendrán tres partes enteras.
Los maestros azucareros, los constructores de carretas y,
en una palabra, cada maestro, tendrán dos partes. Los
buenos trabajadores de primera clase, hombres o ­mujeres,
tendrán una parte y media.
Los de segunda clase, tendrán una parte. Los de tercera
clase, tendrán tres cuartas partes.
Los niños de doce a dieciséis años de edad cumplidos,
utilizados según su capacidad, y los viejos que trabajen
pobremente, tendrán media parte.
Los niños de nueve a once años de edad cumplidos, em-
pleados de acuerdo a su edad o sus fuerzas, y los enfer-
mos, tendrán un cuarto de parte.

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Código Rural de Haití 69

Las fuentes de dinero resultantes de la formación de las


partes servirán para aumentar la porción de los obreros
agrícolas que hayan demostrado la mayor precisión y per-
severancia en su trabajo.
A rt. 58. Se les proporcionará a los obreros agrícolas, por día, las
libretas donde constarán sus días de asistencia al trabajo.*45
Cada semana las libretas diarias serán retiradas y sustitui-
das por las libretas semanales, las que serán ajustadas, con-
forme a las partes del dinero proveniente de las rentas.
A rt. 59. En ningún caso, el Oficial de Policía Rural de la sec-
ción podrá retirar de la totalidad que hay que distribuir
ninguna porción para atribuírsela; él levantará un acta
de estas particiones de acuerdo a las piezas probatorias,
al Consejo de Notables de la ciudad a fin de ser utilizadas,
si es necesario.
A rt. 60. Los propietarios, inquilinos principales o administra-
dores no podrán otorgar permiso a un obrero agrícola
o a un subinquilino para viajar a la misma común, para
ausentarse de su domicilio y su trabajo por más de ocho
días; el referido permiso será gratis y hecho en papel sin
sello, y visto por el Oficial de Policía Rural. Cuando se
tenga un permiso por un espacio de tiempo más largo, el
propietario, inquilino principal o administrador, lo refe-
rirá al Comandante de la común.*46

C apítulo II

Acerca de las obligaciones de los propietarios, inquilinos o


administradores con los agricultores.

45
* Este Artículo se refiere a la clase de los trabajadores reconocidos en el
Artículo 75 y ss.
46
* Ley Consolidada de Esclavos, 57 Geo. III. C. 25, Sec. 30 establece que nin­
gún esclavo podrá viajar sin un permiso de su amo; y Sec. 31, dice que «no
se dará permiso a ningún esclavo, o esclavos, para un período superior a un
mes calendario». Véanse los Artículos 180 y 187.

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70 Código Rural de Haití

Art. 61. Los propietarios, inquilinos o administradores solo


podrán emplear para trabajos agrícolas a aquellos que de-
penden de ellos, o sea, los cultivadores que tengan con-
tratos con ellos y deberán tratarles como buenos padres
de familia.
Art. 62. Los propietarios o inquilinos principales proporciona-
rán por cuenta propia y a su costa herramientas o instru-
mentos para arar a los obreros agrícolas que trabajen a la
cuarta. Estas herramientas solo podrán ser reemplazadas
cuando se justifique que están gastadas o rotas al servicio
de los propietarios. Sin embargo, el cultivador que pier-
da las herramientas que le hayan sido confiadas estará
obligado a sustituirlas; si no lo hiciera, se le suministrarán
otras, pero el valor le será deducido de su porción del
ingreso.
Art. 63. El propietario o el inquilino principal estarán obliga-
dos a suministrar, sin costos, a los obreros agrícolas que
trabajan a la cuarta, los medios de transporte desde sus
porciones de productos hasta el lugar donde serán vendi-
dos; los socios a la media harán el transporte por cuenta
propia.*47
Art. 64. Cuando el propietario o inquilino principal se en-
cargue de vender o realizar la venta de la parte de los
productos relacionados con los obreros agrícolas que tra-
bajan a la cuarta o que pertenezcan a los socios a la me-
dia, él estará obligatorio hacer constar, de la forma más
legítima, el precio normal de los productos al momento
en que dicho propietario o inquilino principal venderá o
hará vender las porciones correspondientes a esos obre-
ros agrícolas y se procurará, luego de la partición de estos
últimos, el certificado del adquiriente, así como la cons-
tancia del precio normal.

47
* Véase la nota a los Artículos 51 y 52.

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Código Rural de Haití 71

Art. 65. Cuando las porciones de productos pertenecientes a los


obreros agrícolas que trabajan a la cuarta o la media sean
vendidos por los encargados de los asentamientos agrícolas
o los jefes a la media, estos estarán igualmente obligados a
constatar el precio actual de la mercancía en el momento
de la venta, y mostrar el certificado del adquiriente, como
se establece en el Artículo anterior, a fin de probar que los
coparticipantes reciben justamente la parte a la que tienen
derecho sobre el producto de su trabajo.
Art. 66. En cualquier caso, los propietarios o inquilinos prin-
cipales no podrán tomar ninguna porción de la parte co-
rrespondiente a los obreros agrícolas que trabajan a la
cuarta, o a los socios a la media para pagar a sus encarga-
dos. El salario de dichos encargados será pagado a cuenta
del propietario o del inquilino principal.
Art. 67. Los propietarios o inquilinos estarán obligados, so
pena de una multa de cinco a quince gourdes, a adquirir
un seguro con un funcionario de los servicios de salud a
fin de cuidar a los obreros agrícolas; y a suministrar los
medicamentos necesarios, cuando los haya en la común;
estos medicamentos serán suministrados gratuitamente a
los obreros agrícolas cuando sean contratados a la cuarta;
serán reembolsados al precio de costo cuando se suminis-
tren a los socios que trabajan a la media o como subinqui-
linos.*48
Art. 68. Los propietarios o arrendatarios principales de propie-
dades rurales deberán velar para que los niños pequeños
que se encuentren en la propiedad sean bien cuidados.
A este efecto, uno o más guardianes serán expresamente
asignados a esta tarea; el pago de la atención será costea-
do por los obreros agrícolas, en razón de la cantidad de
hijos que posean.

48
* Véase la nota a los Artículos 51 y 52.

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72 Código Rural de Haití

Capítulo III

Acerca de las obligaciones de los agricultores con los pro-


pietarios, inquilinos o administradores.

A rt. 69. Los obreros agrícolas serán sumisos y respetuosos


frente a los propietarios, inquilinos y administradores
que les hayan contratado.
A rt. 70. Los agricultores deberán cumplir con celo y precisión
los trabajos agrícolas que les sean ordenados por los pro-
pietarios, arrendatarios o administradores que les hayan
contratado.
A rt. 71. Los agricultores, sin importar a qué título o condición
hayan sido contratados, estarán obligados a dedicar todo
su tiempo a los trabajos a su cargo y a no distraerse de
ellos en ningún caso, y solamente con el consentimien-
to de los propietarios, los inquilinos principales o el ad-
ministrador, podrán ausentarse de su domicilio desde el
sábado en la mañana hasta el lunes antes de salir el sol;
para los demás días laborables, se les exigirá un permiso
del propietario, inquilino principal o administrador, si
deben salir de la común; en caso contrario este permiso
será autorizado por el Oficial de Policía Rural de la sec-
ción y el Comandante de la plaza.*49
Art. 72. Los cultivadores que trabajan a la cuarta o socios a la
media en los productos deberán preparar y aplicar para
entrega la porción de productos del propietario o inqui-
lino principal, conducir dichos productos al lugar de la
entrega, pero el propietario o inquilino principal propor-
cionará los medios de transporte.

49
* Véase el Artículo 187.

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Código Rural de Haití 73

Capítulo IV

De las subcontrataciones entre los agricultores a la media


y los cultivadores empleados por ellos.

Art. 73. Los subarrendatarios y los jefes de asociaciones en las


haciendas tendrán la facultad de subcontratar directa-
mente a los obreros agrícolas, pero siguen siendo respon-
sables ante el propietario o el arrendatario principal de
los actos de los subcontratantes.
Art. 74. El número de subcontratantes no podrá exceder de
diez por cada subinquilino o jefe de asociación.*50

Capítulo V

De las reglas relativas a los que están al servicio de la Repú-


blica y que permanecen y trabajan en las propiedades rurales.

Art. 75. Los militares en servicio activo, u otras personas em-


pleadas por el Estado, pueden hacer arreglos con los
propietarios o subarrendatarios principales, los jefes de
asociaciones a la media o subarrendatarios para trabajar
en la agricultura, ya sea a la cuarta o a la media o como
subinquilinos: en este caso, estarán sujetos a todas las obli-
gaciones que han contraído y que sean compatibles con
sus deberes públicos.
Art. 76. Cuando los militares, u otros empleados al servicio del
Estado, que han fijado su residencia en una finca o hacien­da
no tuviesen ningún contrato con el propietario o el arren­­
datario de esta propiedad, podrán adoptar verbalmente

50
* Este y el Artículo anterior saborean vigorosamente la esclavitud personal.
Aquí tenemos a personas que no tienen tierra propia, a las que se les
permite buscar a otros para unirse a ellos, y estos últimos están autorizados
a vender los trabajos de esos siervos.

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74 Código Rural de Haití

con él, o por escrito, los acuerdos para trabajar por sema-
na, por mes, o a la empresa, según los precios y condicio-
nes que sean convenidos entre ellos; pero estos militares
estarán obligados a contribuir, sin pago particular, a todos
los trabajos relativos al mantenimiento de los canales de
riego y demás, de los pozos y cisternas de la propiedad, del
entorno o empalizadas de los conucos y sabanas, y al man-
tenimiento del buen orden en la propiedad.
Art. 77. Cuando los militares, u otros empleados al servicio del
Estado, no se ajustaran con los propietarios o inquilinos
principales de las propiedades en las que residen a los
Artículos 75 y 76 de la presente Ley, podrán ser devueltos
de la referida propiedad.
Art. 78. Los militares, u otros empleados al servicio del Esta-
do, que firmen contratos con los propietarios o inquilinos
para trabajar comprometidos por semana o de otra mane-
ra, deberán respetar a los referidos propietarios, inquili-
nos o administradores de la propiedad donde trabajan, y
obedecerlos.
Art. 79. Cuando los militares, u otros empleados al servicio del
Estado, hayan sido requeridos por el propietario, el inqui-
lino principal o un administrador para trabajar por día,
por semana en la empresa o en un campo cultivado por
los obreros agrícolas que trabajan a la cuarta, para ayudar
a la fabricación o para cosechar los alimentos, los salarios
pagados a este tipo de obreros agrícolas serán deducidos
de la masa del ingreso procedente de este trabajo, antes
de que sea deducido el cuarto correspondiente a los obre-
ros agrícolas.
Art. 80. Cuando los trabajadores, tales como los mencionados
en el Artículo anterior, sean requeridos por los jefes de
asociaciones a la media, a fin de ayudarles en sus trabajos,
los salarios pagados a estos trabajadores serán percibidos
por la parte imputable a los socios a la media antes de que
la partición pueda efectuarse entre ellos.

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Código Rural de Haití 75

Si estos trabajadores dejaran antes del fin de semana por


voluntad propia el trabajo para el que fueron requeridos,
no tendrán nada que reclamar por el tiempo que hubie-
sen trabajado desde el comienzo de esa misma semana.*51

Capítulo VI

Acerca del modo de reglamentar y terminar las dificulta-


des entre los propietarios, inquilinos, administradores y los
obreros agrícolas, socios a la media, subarrendatarios, etc.

Art. 81. Cuando ocurran desacuerdos entre propietarios agrí-


colas, inquilinos principales, administradores y los obre-
ros agrícolas, socios a la media o subinquilinos, las partes
llevarán en primer lugar sus quejas o reclamaciones ante
el Oficial de Policía Rural de la sección, quien será auxi-
liado, si es necesario, por el Consejo de Agricultura del
lugar,*52 y este último se ocupará inmediatamente de ter-
minar amigablemente los desacuerdos, en lo que sea de
su competencia.
Art. 82. En el caso de que las diferencias sean de naturaleza
que no puedan resolverse a través de la intervención del
Oficial de Policía Rural, auxiliado por el Consejo de Agri-
cultura, se invitará a las partes a escoger árbitros, en la
misma sección, para regular y terminar sus diferencias.
Art. 83. En caso de que los desacuerdos no puedan terminarse
a través del arbitraje en los lugares, o que las partes no hu-
bieran nombrado sus árbitros, el Oficial de Policía Rural
esperará un sábado, o un domingo, para reenviar las par-
tes ante el Juez de Paz de la común: todo deberá hacerse
dentro del plazo de los seis días o más.

51
* Este, y los nueve Artículos anteriores, reconocen una clase de trabajadores
que son los únicos trabajadores libres en Haití.
52
* Véase el Artículo 165 para cierta descripción de este Consejo.

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76 Código Rural de Haití

Art. 84. El Juez de Paz estará obligado a decidir la controversia


y no podrá, so pena de denegación de justicia, argumen-
tar el silencio de la Ley sobre el caso presentado para su
decisión.
Art. 85. El Juez de Paz deberá pronunciar su sentencia en el
plazo de veinticuatro horas, o más, después de la compa-
recencia de las partes.

Ley No. 4

Sobre los hatos.

Capítulo I

Acerca de los establecimientos y administración de los hatos.

Art. 86. Los hatos solo podrán establecerse en los lugares su-
ficientemente alejados de las haciendas cultivadas de ali-
mentos, a una legua de distancia por lo menos.
Art. 87. En el futuro, para establecer un hato se deberá ser pro-
pietario por lo menos de cincuenta cuadrados de t­ierra
cubierta de los pastos necesarios para ganado astado, y de
veinticinco cuadrados de tierra para crianza de cerdos.
Art. 88. El número de peones de los hatos no podrá exceder
de cinco hombres, incluido el encargado del hato, conta-
das las esposas e hijos.*53
Art. 89. Cualquier peón de hato que encontrara en los
rebaños confiados a su cuidado, o en las sabanas del
hato sobre el cual está empleado, animales extraños a
los que cuida, estará obligado a notificar en el campo
a los hateros vecinos, y si estos animales no son de su

53
* Esta limitación está destinada, sin duda, a comprobar la inclinación
natural de la población negra a una vida de indolencia. Esta cláusula está
concebida en el mismo espíritu que el Artículo 7.

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Código Rural de Haití 77

respectivo hato, lo notificará al Oficial de Policía Rural


de la sección.
Art. 90. Después que los animales mencionados en el Artículo
anterior se quedaran tres meses en la sabana de un hato,
sin ser reclamados por su propietario, serán conducidos
por el hatero al Juez de Paz de la común, con el fin de
conducirlos a los ejidos.
Art. 91. Tan pronto como un animal de un hato haya sido
atacado por una enfermedad contagiosa, y comprobado
el hecho, so pena de una multa de diez a veinte gourdes a
pagar por el hatero, se deberá separar al animal y aislarlo
de toda comunicación con las otras bestias a fin de ser
tratado hasta su recuperación o su muerte.
Art. 92. Cualquier animal que muriese de una enfermedad
contagiosa o epizoótica en un hato, será quemado o en-
terrado.
Art. 93. Está prohibido, so pena de una multa de diez a veinte
gourdes a pagar por el infractor, quemar las sabanas de
los hatos sin el permiso del Oficial de Policía Rural de la
sección.
Art. 94. Cuando llegara a ocurrir que las bestias mueran en
las haciendas a causa de enfermedades comunes, o por
accidente, si el propietario o el inquilino principal del
hato no está presente, el encargado del hato estará obli-
gado a notificar al Oficial de Policía Rural, o los vecinos,
la muerte del animal. La piel, con la estampa o la marca,
será presentada al propietario y, a falta de esta, deberá
sustituir el animal.
Art. 95. Los animales tanto de los hatos como aquellos que
sirven a la explotación de las haciendas solo podrán ser
estampados con estampas moldeadas; está prohibido ha-
cer, sobre estos animales, marcas con la mano.

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78 Código Rural de Haití

Capítulo II

Acerca de los contratos entre propietarios o arrendatarios


de hatos, y aquellos que se adjuntan.

Art. 96. Los propietarios o arrendatarios de hatos no podrán


emplear en sus hatos a guardianes u otras personas que
previamente no hayan contratado, de conformidad con
el Artículo 47 de la Ley No. 3.
Art. 97. Las obligaciones impuestas recíprocamente a los pro-
pietarios o inquilinos rurales, así como a los que cultivan
conucos, serán comunes a los propietarios o inquilinos de
hatos y sus empleados en todo lo que se referirá al buen
orden y la Policía general.
Art. 98. Los encargados de hatos, o los demás hateros, no po-
drán recibir (pagos) en los hatos donde están empleados
por utilizar (para otros) animales o bestias, sin el consen-
timiento del propietario o inquilino del hato.
Art. 99. Los encargados de hatos ni los demás hateros podrán
mover o vender ningún animal del hato sin tener la apro-
bación por escrito del propietario o arrendatario y sin un
permiso, en papel sellado, del Oficial de Policía Rural de
la sección, quien estará obligado a registrar el permiso
con la estampa de los animales.

Ley No. 5

Acerca de la custodia y la conducta de los animales y sobre


los daños que cometan en los campos.

Art. 100. Las bestias de los cultivadores serán guardadas en


rebaños con las del propietario, y los cuidadores serán
pagados de su salario, la mitad a cargo del propietario y la
otra mitad por cuenta de los obreros agrícolas.

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Código Rural de Haití 79

Art. 101. Está prohibido mutilar, estropear o matar las bestias


de carga o las bestias astadas que pudieran encontrarse
en los predios cultivados o conucos por haber cruzado o
forzado las empalizadas.
Art. 102. Está igualmente prohibido herir o matar ganado ove-
juno y caprino que se introduzca en los conucos cultiva-
dos y cercados.
Art. 103. Está permitido matar los cerdos y el ganado caprino
encontrado en los conucos cultivados y cercados.
Art. 104. Las bestias mencionadas en los Artículos 101 y 102
del presente Capítulo que sean encontradas en los conu-
cos cultivados, serán conducidas ante el Juez de Paz vein-
ticuatro horas después de su detención para enviarlas a
los ejidos de la común, si antes de ese plazo el propietario
de los animales apresados no los retira del recinto de la
plantación en cuyos conucos los detuvieron.
Art. 105. El Oficial de Policía Rural de la sección estará obli-
gado, dentro de las veinticuatro horas de la declaración
de las partes interesadas, a levantar un acta contentiva
de los daños cometidos por los animales y enviará dicha
acta al Juzgado de Paz si la indemnización de los daños
no es pagada voluntariamente al propietario del conuco
dañado.
Art. 106. El Oficial de Policía Rural tendrá el cuidado de diri-
gir al Juez de Paz de la común el acta reglamentaria men-
cionada en el Artículo 105 a fin de que el Juez de Paz
establezca lo que sea legítimo.
Art. 107. Los peones que hayan dejado escapar a los animales
mencionados en el Artículo 27, confiados a su guarda,
estarán obligados a pagar el precio de dichos animales,
según la tarifa establecida por la Ley.
Art. 108. Expresamente depende de los propietarios, inquili-
nos o administradores de las haciendas no usar ninguna
de las bestias apresadas en su conuco, durante el tiempo
que permanezcan en su predio, antes de ser enviadas a los

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80 Código Rural de Haití

ejidos; toda infracción en este sentido será castigada con


una multa de cinco a quince gourdes.
Art. 109. La captura de los animales mencionados en los Ar­
tículos 101 y 102 de la presente Ley, en los conucos, cuan-
do estos animales hayan sido conducidos hasta los ejidos
de la común, serán pagados como sigue: cada bestia ca­
ballar, un gourde; cada asnal, setenta y cinco céntimos;
cada bestia astada, un gourde cincuenta céntimos; cada
carnero u oveja, veinticinco céntimos, de los que la mitad
pertenecerá al que captura y la otra mitad a los guardias
campestres.
Art. 110. Cuando los animales apresados en los conucos ha-
yan sido retirados del recinto de la hacienda antes de ser
enviados a los ejidos, el propietario pagará entonces a los
captores, por su captura, solamente la mitad del impuesto
establecido en el Artículo anterior.
Art. 111. Si un animal apresado en un conuco, y conducido
al recinto de la hacienda, llegara a morir por accidente o
de otro modo, durante el poco tiempo que deba perma-
necer allí, o si el animal muriera en el trayecto de la ha-
cienda a la residencia del Juez de Juez Paz de la común, el
Oficial de Policía deberá hacer constar, mediante testigos,
las causas de la muerte del animal.
Art. 112. En el caso donde la muerte del animal hubiera sido
causada por negligencia, por falta de alimentos, o por vio-
lencia, el propietario, inquilino o administrador de la ha-
cienda deberá rembolsar el valor del animal, precio que
será determinado por los árbitros nombrados por el Juez
de Paz de la común. El importe así pagado se enviará, en
lugar del animal, al Ministerio Público competente para
ser remitido al propietario, si se presenta, o pagado al era-
rio. En cualquier caso, los daños cometidos por el animal
serán pagados sobre este producto.
Art. 113. Cuando los animales apresados en los conucos, en
virtud del Artículo 104, sean conducidos al Juez de Paz de

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Código Rural de Haití 81

la común, para ser enviados a los ejidos, si el propietario


consintió en pagar los daños cometidos por el animal, así
como los gastos de captura, antes de la entrada a los eji-
dos, el Juez de Paz deberá estar de acuerdo en esto.
Art. 114. Los que conducen ganado de una común a otra, ya
sea para el comercio o para la agricultura, deberán pro-
veerse de un permiso que certificará la naturaleza y la
cantidad de animales que llevan, sus señales y estampas.
Art. 115. Los permisos serán expedidos por los Comandantes
de las comunes, o autorizados por ellos en los permisos
de los propietarios, o en los certificados de los Oficiales
de Policía Rural de las secciones donde sean sacados los
animales. Los permisos serán registrados por aquellos a
quienes se les entreguen, y autorizados por los Coman-
dantes de las comunes por donde pasen los rebaños.
Art. 116. Los conductores*54 de rebaños que sean encontrados
por la Policía Rural o la gendarmería estarán obligados
a cumplir con el pedido que se les haga de mostrar su
permiso; y en caso de que el número de animales y sus
señales no estuvieren de acuerdo con lo enunciado en
el permiso que porten, si hay causas de sospecha contra
ellos, serán detenidos y conducidos junto a los animales al
puesto más cercano para ser llevados ante el Juez de Paz
de la común.
Art. 117. Si las personas conducidas ante el Juez de Paz no
prueban su derecho de propiedad sobre los animales para
los que no tenían permiso, si ellos no aportan una garan-
tía válida para informar en el plazo que les sea acordado,
y que no podrá exceder los quince días, para la prueba de
este derecho de propiedad, serán enviados a prisión y los
animales apresados serán llevados a los ejidos.

54
* Esta expresión es también aplicada al hombre que encabeza un grupo de
trabajadores (cabecilla).

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82 Código Rural de Haití

Art. 118. Dentro de un mes a partir de la fecha de la detención,


el Juez de Paz estará obligado a escribir al Juez de Paz de
la común de donde haya salido esta persona, o al Oficial
de Policía Rural de la sección (si es en la misma común)
a fin de obtener las informaciones sobre la persona y los
animales detenidos; dichas informaciones serán enviadas,
una vez recibidas, al Ministerio Público con las actas del
Juez de Paz y formarán parte del archivo de cargos contra
el prevenido, si tiene lugar la reclamación.

Ley No. 6

Acerca de la Policía Rural

Título primero

Disposiciones generales.

Art. 119. La Policía Rural abarca todo lo que se ocupa de la ad-


ministración y la prosperidad de las propiedades rurales.
Art. 120. La Policía Rural funciona bajo la inspección de los
Comandantes de Distrito y los Comandantes de las co-
munes, auxiliados por los Oficiales de Policía Rural nom-
brados al frente de las secciones de cada común, por los
guardias campestres, la gendarmería y, de ser necesario,
los destacamentos de tropas de línea.
Art. 121. Los Jueces de Paz ejercen también las funciones de
Policía Rural en los casos previstos por la Ley.
Art. 122. Los Consejos de Notables de las comunes y los Con-
sejos de Agricultura auxilian, si es preciso, a las autorida-
des en el mantenimiento perfecto de la vigilancia de la
Policía Agrícola.

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Código Rural de Haití 83

Título II

Acerca de la vigilancia.

Capítulo I

Acerca de la alta inspección de los Comandantes de


­Distrito.

Art. 123. El Comandante del Distrito militar se ocupa de la


inspección general de los cultivos del Distrito a su cargo y
goza de la autoridad necesaria para poner en actividad la
agricultura. Él es responsable:

1. Del estado de deterioro de los cultivos en la demarca-


ción a su cargo.
2. De la ejecución de todo o parte del Código de Agricultu-
ra en la demarcación de su distrito.
3. De las negligencias de los Comandantes de las comu-
nes a sus órdenes y relacionadas con la supervisión de
la agricultura en la común que les es confiada, cuando
no haya reprimido esta negligencia.

Art. 124. El Comandante del Distrito está obligado a girar una


visita una vez al año a las secciones rurales de las dife-
rentes comunes que componen su demarcación a fin de
asegurarse por sí mismo del cumplimiento de las leyes, el
progreso y la situación de los trabajos en curso y rendirá
un informe detallado al Presidente de Haití.*55
Art. 125. El informe que debe rendir anualmente el Coman­dan­
te de Distrito al Presidente de Haití detallará la ­cantidad de

55
* Parece que se omitió alguna palabra aquí. He sido cuidadoso al copiar el
Código Rural literalmente de la copia impresa, conservando incluso todos
sus fallos del francés.

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84 Código Rural de Haití

haciendas de cada sección, cómo se mantienen, su tipo


de cultivo, sus mejoras, o su deterioro y, en fin, el estado de
las carreteras y vías públicas y particulares.*56

Capítulo II

Acerca de la inspección de los Comandantes de lugares y


comunes.

Art. 126. El Comandante de la plaza o de la común es el en-


cargado de la inspección principal de los cultivos de la
común a su cargo; si tiene a sus órdenes los cantones o pa-
rroquias erigidas como puestos militares, los Comandan-
tes de estos puestos estarán encargados de la inspección
particular de la agricultura en la demarcación a su cargo.
Art. 127. El Comandante de la común es responsable de la
disminución de la demarcación a su cargo, por lo que
procederá a actuar cuando haya negligencia en algunas
partes del servicio.
Art. 128. El Comandante de la plaza o de la común está obli-
gado a realizar tres veces al año la visita a las diferentes
secciones de su demarcación.
Art. 129. El Comandante de la común, en sus viajes, visitará los
conucos de los alimentos, de víveres, las empalizadas, las
nuevas haciendas y estará atento a todos los detalles pre-
vistos por el Código Rural; se asegurará de que el Oficial de
Policía Rural de la sección haya cumplido las obligaciones
exigidas por la Ley. Castigará las negligencias, las irregula-
ridades que encuentre y de todo será levantada un acta en
la forma prescrita para cada sección y enviará una copia al
Comandante del Distrito.

56
* Véase también el Artículo 14.

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Código Rural de Haití 85

Capítulo III

Acerca de las secciones rurales, Oficiales de Policía Ru-


ral, guardias campestres, administradores y encargados de
haciendas.

Sección primera

Acerca de las secciones rurales.

Art. 130 Mediante un reglamento particular del Presidente de


Haití, las comunes serán divididas, por cada distrito mili-
tar, en secciones agrícolas de alrededor de cuatro leguas
en las llanuras y en las montañas, según sea la naturaleza
del terreno.
Art. 131. Cada sección será designada con un nombre que le
será propio; sus límites y demarcaciones serán determi-
nados.
Art. 132. Inmediatamente después de la formación de las sec-
ciones, el Comandante de la común constituirá el Con-
sejo de Notables, y uno de los agrimensores particulares
detallará en triplicado, en los cuadernos numerados por
el Juez de Paz, la lista de las propiedades rurales que se
encuentren situadas en cada sección, con la designación
de los nombres de los propietarios, la capacidad de cada
propiedad y el tipo de cultivo que produce. Uno de los
cuadernos será depositado en la oficina del Comandante
de la común, uno en el Consejo de Notables y el otro en
manos del Oficial de Policía Rural de la sección.
Art. 133. El Consejo de Notables proporcionará al Juez de Paz
de la común una copia cotejada del cuaderno depositado
en su registro. El Comandante de la común proveerá al
Comandante del Distrito una copia del mismo cuaderno
depositado en su oficina. El Comandante de Distrito, des-
pués de haber reunido los papeles de las propiedades de

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86 Código Rural de Haití

las secciones de las comunes que componen el distrito a


su cargo, confeccionará un cuaderno del cual enviará una
copia certificada al Presidente de Haití.
Art. 134. En cada cambio de propiedad de un bien rural situa-
do en una sección, a cada cambio de cultivo, el Oficial de
Policía Rural avisará al Comandante de la común, quien
hará mención del papel depositado en su oficina y trans-
mitirá el aviso al Comandante del Distrito, quien, por sí
mismo, después de haber hecho inscribir el cambio en
la copia del papel del cual es el depositario, informará al
Gobierno.
Art. 135. El Consejo de Agricultura de la sección notificará al
Consejo de Notables de la común el aviso mencionado en
el Artículo anterior; y el Consejo de Notables, después de
haber tomado nota, lo dará a conocer al Juez de Paz, que
inscribirá el cambio en la copia de la lista depositada en
su registro.
Art. 136. Cada año, del primero al quince de febrero, los Ofi-
ciales de la Policía Rural de cada sección recibirán de los
agentes de la administración de las finanzas de su común
una cantidad determinada de los censos de población en
blanco, y sellos, los cuales están obligados a suministrar al
propietario, inquilino o administrador de cada hacienda
de la sección antes del fin del mismo mes, y recibirán el
precio del sello que pagarán al agente de la administra-
ción de finanzas; esta distribución se hará como sigue: los
dueños de las haciendas que tengan hasta diez cuadrados
de tierra, el censo de población será de un sello de doce
céntimos y medio; para aquellos de once hasta veinte
cuadrados de tierra, será de veinticinco céntimos; para
­aquellos que tengan desde veinte y un cuadrados de tierra
en adelante, de cincuenta céntimos.
Art. 137. Los propietarios, arrendatarios o administradores
de haciendas están obligados a remitir al Oficial de Poli-
cía Rural el censo de población rellenado, de la manera

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Código Rural de Haití 87

en que le será indicada, a más tardar el veinte de marzo


siguiente, so pena de una multa que no será menor de
quince ni excederá cincuenta gourdes por cada falta.
Art. 138. El Oficial de Policía Rural de cada sección estará
obligado a remitir al Consejo de Notables de cada común,
los censos de población de su sección, o de señalar los
infractores, el cinco de abril o más tarde, so pena de ser
pasible, él mismo, de la multa determinada en el Artículo
anterior.
Art. 139. Cada año, el primero de mayo, el Consejo de Nota-
bles de cada común enviará al Gobierno los originales de
los censos de población que haya recibido, en virtud de lo
que dispone el Artículo anterior.

Sección II

Acerca de los Oficiales de Policía Rural y los de los guar-


dias campestres.

Art. 140. En cada sección rural será nombrado por el Pre-


sidente de Haití un oficial militar de grado subalterno
(desde subteniente hasta capitán) a fin de que se encar-
gue de la supervisión de la sección y de la Policía corres-
pondiente.
Art. 141. Los Oficiales de Policía Rural de las diferentes sec-
ciones serán independientes unos de otros y no habrán
de informar más que al Comandante de la común, y al
del Distrito, a cuyas órdenes están subordinados; por otro
lado, ellos estarán en comunicación con las autoridades
civiles y se someterán a sus requerimientos.
Art. 142. La residencia del Oficial de Policía Rural será fijada
en el centro de la sección de la que está encargado y en la
vía pública que la cruza.
Art. 143. El Oficial de Policía Rural está especialmente encar-
gado de hacer prosperar la agricultura en la sección a su

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88 Código Rural de Haití

cargo y de hacer respetar las leyes y propiedades. Es res-


ponsable de la demarcación de su sección y, además:

1. De la ejecución del Código Rural en todo lo que él ob-


serve que es de su competencia, así como en los otros
actos del Gobierno relacionados con la agricultura o
la Policía Rural.
2. De todas las negligencias en la supervisión y el trabajo
manual de las haciendas de la sección.
3. De todos los vagabundeos, desórdenes e infracciones
de policía en la demarcación de su sección, cuando no
los haya reprimido o señalado a la autoridad superior.
Prestará juramento, antes de entrar en funciones, ante
el Comandante del Distrito.

Art. 144. El Oficial de Policía Rural tendrá a sus órdenes, y


en puesto fijo, tres guardias campestres; uno de los cua-
les tendrá el rango de sargento de caballería, y hará la
función de secretario; el otro con el grado de cabo; y el
tercero, un simple soldado raso. Los referidos guardas
campestres serán juramentados; el juramento será presta-
do ante el Comandante del Distrito.
Art. 145. El Oficial de Policía Rural deberá realizar semanal-
mente el recorrido y visita de cada hacienda de su sección.
Art. 146. El Oficial de Policía Rural atenderá a todos los re-
querimientos de los propietarios, inquilinos, o adminis-
tradores de las haciendas de su sección, ya sea de día o de
noche y enviará guardias campestres para la ejecución de
la Ley y el mantenimiento del orden.
Art. 147. Uno de los guardias campestres repetirá semanal-
mente en cada hacienda de su sección, la visita del Oficial
de Policía Rural, de suerte que estas haciendas sean visita-
das al menos dos veces cada semana.
Art. 148. Cuando el Oficial de Policía Rural o los guardias
campestres en sus recorridos ordinarios se presentaran en

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Código Rural de Haití 89

una propiedad, se dirigirán primero al propietario, si está


presente; al inquilino principal, o al administrador, en la
ausencia del propietario para informarse si todo está en
orden. Después de esta formalidad deberán examinar los
trabajos para asegurarse si se ejecutan dentro de la norma
conveniente; comprobarán si todos los trabajadores están
en la obra; inquirirán las causas de la ausencia de aquellos
que no sean encontrados en el trabajo y actuarán según
dicte la Ley.
Art. 149. En caso de que el Oficial de Policía Rural de su sec-
ción se halle impedido, por causa legítima, de realizar el
recorrido y visita indicada en los Artículos 145 y 146, ten-
drá la obligación de avisarlo al Comandante de la común,
quien le hará sustituir por un oficial de gendarmería, o de
la tropa de línea de la guarnición de la común, mientras
dure la causa del impedimento.
Art. 150. El Oficial de Policía Rural que, sin impedimento
legítimo, se dispensara de hacer los recorridos y visitas
exigidas por los Artículos 145 y 146, será pasible de un
castigo que le impondrá el Comandante de la común; en
caso de reincidencia y negligencia, será reportado al Co-
mandante del Distrito, quien estará obligado a informar
al Presidente de Haití.
Art. 151. Cada domingo por la mañana el Oficial de Policía
Rural estará obligado a presentarse en persona, o enviar
a uno de los guardias campestres a sus órdenes con un
informe escrito al Comandante de la común a fin de in-
formarle acerca de lo más importante que haya sucedido
en su sección.
Art. 152. El Oficial de Policía Rural y los guardias campestres
recibirán su nombramiento y su sueldo según su grado,
cada vez que a la tropa de línea se le pague por actividad
en el servicio.
Art. 153. El Estado proveerá a los guardias campestres arma-
mento, equipo y ropa, al igual que a las tropas de línea.

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90 Código Rural de Haití

Art. 154. El uniforme de los Oficiales de Policía Rural está


formado por chaqueta verde con solapas invertidas, bol-
sillos transversales, cuello y puños rojos, ribete rojo, fo-
rro blanco, botones blancos, una media curva, con un
cuerno de la abundancia coronado por el gorro de la
libertad con la leyenda «República de Haití» y sombrero
de tres picos.
Llevarán además, en plata, las hombreras y franjas de su
grado, chaleco y pantalones blancos, con botas de montar.
El uniforme de los guardias campestres estará formado
por chaqueta, tela del mismo color y la misma forma que
la de los Oficiales de la Policía Rural, con las marcas de su
grado, galones de plata o de lana blanca, cascos plateados
y tendrán por armadura el sable de soldado raso, la car-
tuchera y el mosquetón y llevarán de derecha a izquier-
da una bandolera roja, sobre la cual se escribirá en letras
azul «Fuerza de la Ley».

Sección III

Acerca de los administradores y encargados*57 de haciendas.

Art. 155. En cada hacienda donde no reside el propietario y


donde no haya un inquilino principal residente, habrá un
administrador elegido por el propietario o por el inquili-
no principal.
Art. 156. El propietario o el inquilino principal, después de haber
realizado la elección del administrador de su conveniencia,
deberá firmar con dicho administrador un contrato sinalag-
mático, ante notario, con las condiciones señaladas según su
voluntad, después de lo cual, le presen­tará el administrador
al Oficial de Policía Rural de la sección.

57
* Véase el Artículo 116, donde esta palabra se utiliza para significar los
conductores de ganado.

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Código Rural de Haití 91

Art. 157. Cualquier propietario o inquilino principal de una


propiedad rural que no resida en su propiedad, que no
hubiese nombrado y elegido un administrador de la pro-
piedad, si el número de obreros agrícolas está por encima
de diez, será pasible de una multa de diez a cincuenta
gourdes, según la extensión de la propiedad: si el número
de obreros agrícolas no excede de diez, la administración
podrá ser confiada a un encargado.
Art. 158. Las obligaciones del administrador son supervisar,
en el interés del propietario que le emplea, los trabajos
de la hacienda de la cual está encargado.
Art. 159. Los administradores de hacienda serán responsables
ante los propietarios o arrendatarios principales de las ne-
gligencias, abandono de trabajos donde estén empleados
y serán, en este caso, perseguidos por quien les asista el
derecho.
Art. 160. El administrador gozará del respeto de todos los obre-
ros agrícolas de la propiedad en la cual esté empleado.
Art. 161. Sobre una propiedad o las tierras o conucos, cada
jefe de asociación a la media o cada subarrendatario se
convierte en encargado de su asentamiento agrícola o de
su asociación y es responsable de los trabajos de los miem-
bros de su asociación.
Art. 162. Los deberes de los encargados son hacer ejecutar los
trabajos en los asentamientos agrícolas a su cargo, dirigi-
dos siempre por los propietarios, arrendatarios principa-
les o administradores.
Art. 163. Los encargados serán responsables de la negligencia
en los trabajos, de la ausencia de los trabajadores cuando
esta ausencia no haya sido legítimamente autorizada y de
los desórdenes y vagabundeos de los obreros agrícolas si
no los informa a tiempo a la autoridad competente.
Art. 164. Los encargados serán pagados con el producto de los
ingresos recaudados por los establecimientos agrícolas que
dirigen, de acuerdo con el Artículo 57 de la Ley, No. 3.

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92 Código Rural de Haití

Capítulo IV

Acerca de los Consejos de Agricultura en las secciones rurales.

Art. 165. En cada común, el Comandante de la misma, el Juez


de Paz y el Consejo de Notables, elegirán de común acuer-
do, el primero de mayo de cada año, día de la Fiesta de
la Agricultura, en cada sección rural, tres ciudadanos de
los más notables, quienes deberán ser propietarios, inqui-
linos principales o administradores, a fin de que formen
parte del Consejo de Agricultura de la sección.
Art. 166. La selección de los miembros del Consejo de Agri-
cultura será comunicada inmediatamente por el Coman-
dante de la común al Comandante de Distrito, quien
presentará un informe al Gobierno.
Art. 167. Los miembros de los Consejos de Agricultura ejerce-
rán sus funciones durante un año a partir de su elección
y podrán ser reelegidos cada año, en razón del celo que
hubiesen mostrado en sus funciones el año anterior.
Art. 168. Los Consejos de Agricultura estarán compuestos de
propietarios hacendados, obreros agrícolas interesados
en el buen orden en el servicio rural y cada miembro
debe, sin alterar esencialmente sus propios trabajos, in-
formarse de lo que pase en su sección, con el fin de ren-
dir el informe al Consejo de Notables.
Art. 169. Las atribuciones de los Consejos de Agricultura son:

1. Velar que las disposiciones de las leyes relativas a la


agricultura no sean interrumpidas en su ejecución;
2. Propender al aumento progresivo de los resultados a tra-
vés de nuevas experiencias y a través del mantenimiento
de la armonía entre los interesados en la agricultura;
3. Señalar al Consejo de Notables y a las autoridades mi-
litares los abusos o negligencias que ocurran en la sec-
ción donde viven.

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Código Rural de Haití 93

Art. 170. Los miembros del Consejo de Agricultura aunarán


esfuerzos, individual o colectivamente, junto a los fun-
cionarios o las autoridades con los que deben mantener
relaciones.
Art. 171. Las funciones de miembro del Consejo de Agricultu-
ra son honoríficas.

Título III

Acerca de la Policía Rural.

Art. 172. La Policía Rural opera especialmente a través de los


oficiales encargados de las secciones rurales de las comu-
nes, auxiliados por los guardias campestres.
Art. 173. La Policía Rural tiene como objetivo:

1. La represión de la vagancia;
2. El orden y la ayuda al trabajo campesino;
3. La disciplina en los establecimientos agrícolas;
4. El mantenimiento y reparación de los caminos públi-
cos y privados;

Capítulo I

De la represión de la vagancia.

Art. 174. Todas las personas que no sean propietarios o arren-


datarios de los bienes rurales donde residan, o que no ha-
yan firmado un contrato con el propietario o el inquilino
principal, serán consideradas vagabundas y serán deteni-
das por la Policía Rural de la sección donde se encuen-
tren y conducidas ante el Juez de Paz de la común.*58

58 * Véanse los Artículos 3, 45 y ss.

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94 Código Rural de Haití

Art. 175. El Juez de Paz, después de haber interrogado y escu-


chado a la persona conducida ante él, le hará conocer los
Artículos de la Ley que le obliga a poseer un contrato a
fin de procurarse una de las ocupaciones agrícolas. Des-
pués de esta advertencia, la enviará o detendrá en la cár-
cel hasta que presente dicho contrato, según los términos
de la Ley.
Art. 176. El Juez de Paz velará que el detenido firme su con-
trato con un propietario, un inquilino o subarrendatario,
o con un jefe de asociación agrícola, según su elección.
Art. 177. Si después de ocho días de prisión, el detenido no
ha elegido una cualquiera de las ocupaciones agrícolas,
será empleado en las obras públicas, para la limpieza de
la ciudad o pueblo donde esté situada la cárcel, y allí será
empleado hasta que se decida a firmar el referido con-
trato para emplearse en los trabajos del campo. Quien-
quiera que desvíe a estos detenidos de las obras públicas
para emplearles en trabajos particulares, será pasible de
una multa de cincuenta gourdes, de los cuales la mitad será
asignada al detenido demandante.
Art. 178. Si la persona detenida fuera un niño menor de edad,
el Juez de Paz se informará acerca de su padre y madre, y
le enviará a unírseles para seguir el desarrollo normal de
su vida.
Art. 179. Tres meses después de la publicación del presente
Código, se aplicará todo el rigor de la Ley contra los de-
lincuentes.
Art. 180. Cualquier persona residente en el campo como agri-
cultor que sea encontrada, durante las horas de trabajo,
un día laborable sin actividad conocida, o en excursiones
y paseos por las vías públicas, será considerada como ocio-
sa y, en consecuencia, será detenida y conducida ante el
Juez de Paz, quien la enviará a prisión durante veinticua-
tro horas, la primera vez y, en caso de reincidencia, a las
obras públicas de la ciudad.

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Código Rural de Haití 95

Art. 181. Los Oficiales de Policía Rural velarán para que los
vagabundos y los ociosos no se escondan uniformados de
militares de los diferentes cuerpos: cuando se encuen-
tren, en las secciones bajo su supervisión, los hombres
que ellos no conocieren personalmente para estar en
servicio activo en el cuerpo del que llevan el uniforme,
les detendrán y les enviarán al Comandante Militar de la
común para verificar si la persona detenida con el unifor-
me de un cuerpo es en realidad parte de él. En el caso en
que el individuo no sea militar, será encarcelado según el
Artículo 175 hasta que haya formalizado un contrato para
trabajar en la agricultura.
Art. 182. Los Oficiales de Policía Rural se asegurarán de que,
en la demarcación de las secciones a su cargo, nadie se
quede en la ociosidad; a tal efecto, están autorizados a
preguntar a los individuos por qué no se encuentran en
su trabajo, el género de su ocupación, y si estos individuos
no prueban que cultivan la tierra, o son empleados de los
hatos, según la Ley No. 4, serán considerados como gente
sin permiso y detenida como vagabundos.

Capítulo II

Acerca del orden y de la asiduidad en los trabajos de los


campos.

Art. 183. Los trabajos en los campos comenzarán el lunes en la


mañana y se detendrán el viernes en la tarde (a excepción
de los días festivos oficiales) incluso en los casos extraordina-
rios, tanto en interés de los propietarios como de los obreros
agrícolas, el trabajo se prolongará hasta el sábado.*59

59
* Y que sea además promulgado por la citada autoridad, que desde
y después de la apertura de esta ley, los esclavos que pertenecen a un
propietario, y están empleados en cualquier hacienda, más allá de los días

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96 Código Rural de Haití

Art. 184. En los días laborables los trabajos regulares de los


campos comenzarán en la mañana al amanecer y durarán
hasta el mediodía; en el intervalo, los agricultores se to-
marán media hora para el almuerzo, que se hará siempre
en el mismo lugar o donde esté ocupado un trabajador.
Por la tarde, el trabajo comenzará a las dos y durará hasta
la puesta del sol.*60
Art. 185. Las mujeres serán empleadas únicamente en trabajos
ligeros y aquellas que estén embarazadas y hayan alcan-
zado el cuarto mes de gestación, no estarán obligadas a
trabajar en los campos.
Art. 186. Cuatro meses después del parto, las mujeres deberán
reanudar el trabajo, pero solamente volverán a los cam-
pos una hora en la mañana después del amanecer, para

feriados que se mencionarán en lo sucesivo, les será permitido un día en


cada quincena para que cultiven su propio conuco y tengan provisiones,
excluyendo los domingos, excepto durante el tiempo de la cosecha, so
pena de veinte libras que serán recuperadas por el capataz o la persona
que tenga el cuidado de esos esclavos. Siempre con la condición de que el
número de días que permitió a los esclavos para el cultivo de su conuco,
sea al menos veinteiséis en el año.
Y que sea promulgado por la citada autoridad, que no solo los esclavos,
como hasta ahora se estila, sean exentos durante la cosecha de su trabajo
en la hacienda o finca durante los domingos, sino que ningún molino
esté trabajando o sea puesto a trabajar, entre las horas de siete de la
noche del sábado y cinco de la mañana del lunes, so pena de veinte
libras que serán deducidas del salario del capataz o de la persona que
tenga a su cargo esos esclavos. Ley Consolidada de Esclavos de Jamaica, 57
Geo. III. C. 25, Sec. 4 y 5.
60
* Y que sea además promulgado por la citada autoridad que a los esclavos
de campos, en cualquier hacienda o asentamiento, debe permitírseles en
días de trabajo media hora para el desayuno y dos horas para la cena; y
que los esclavos no sean obligados a realizar ninguna forma de trabajo de
campo en una hacienda antes de las cinco de la mañana o después de las
siete de la noche, excepto durante el tiempo de la cosecha, so pena de 50£
que serán deducidas del salario del capataz o de la persona que tenga a su
cargo esos esclavos.

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Código Rural de Haití 97

salir a las once, y en la tarde solo laborarán dos horas y


saldrán una hora antes de la puesta del sol.*61
Art. 187. Ningún obrero agrícola asignado a una propiedad
rural podrá ausentarse del trabajo que le sea encomen-
dado sin el permiso del administrador o en ausencia del
propietario o inquilino principal, quien concederá este
permiso solo cuando el caso sea urgente.*62

Capítulo III

Acerca de la disciplina de los obreros (talleres).

A rt. 188. Los obreros de las propiedades rurales deberán obede-


cer a los encargados de los trabajos, jefes de asociación a la
media, subinquilinos, inquilinos principales, p ­ ropietarios

61
* La Legislatura de Jamaica, después de una investigación muy cuidadosa, no
piensa que sea necesario aprobar ninguna regulación sobre el tema de este
Artículo y el anterior; pero se han publicado las pruebas que han recibido,
sobre la práctica general de la Isla, y la Legislatura Haitiana ha incorporado
esa práctica en estos dos Artículos. Los siguientes son los encabezados de
las pruebas de algunos de los testigos: (1) Las mujeres embarazadas son
sometidas a trabajos ligeros, y continúan así hasta dentro de un corto tiempo
del parto, pues la experiencia ha demostrado que esas mujeres tienen el
tiempo de labor de parto más fácil y dan a luz niños más sanos y ellas se
mantienen en un estado moderado de ejercicio. Vuelven al trabajo ligero
alrededor de seis semanas después del parto. Examen de William Murray,
Esq. (2) Se permite una gran indulgencia con respecto a las horas de trabajo
de la mujer embarazada. Examen de R. W. Harris, Esq. (3) Las mujeres emba­
razadas suelen ser empleadas en algún trabajo ligero hasta que han llegado
a cinco o seis meses de embarazo o en actividades menores por parte del amo.
Examen de James Stewart, Esq. Véase el Acta de Pruebas tomadas bajo juramento
ante el Comité de la Ley de Registro de Esclavos, en Jamaica, 1815.
62
* Sección 30, que a ningún esclavo, con la única excepción de ir y regresar del
mercado, se le tolerará, en lo sucesivo, salir de la hacienda o asentamiento
de su amo o ama, o propietario, o viajar de un pueblo a otro, a menos que
dicho esclavo tenga un permiso de su amo.
La Sección 31ª, [dice] que se no concederá permiso a ningún esclavo o
esclavos por tiempo superior a un mes calendario. Ley Consolidada de Esclavos,
aprobada en 1814, (57 Geo. HI. C. 25). Ver Art. 60.

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98 Código Rural de Haití

y administradores cada vez que sean solicitados a fin de


realizar los trabajos para los que fueron contratados.
A rt. 189. Cualquier desobediencia e insulto de parte de un tra-
bajador al que se le ordene realizar un trabajo y que esté
sujeto a un contrato, o a un acuerdo recíproco, será cas-
tigado con prisión, según la gravedad del caso, mediante
sentencia del Juez de Paz de la común.
Art. 190. Los sábados, los domingos y días festivos están a dis-
posición de los obreros agrícolas, (quienes) no podrán
abandonar sus labores los días laborables para participar
en bailes o fiestas, ni de día ni de noche. Los infractores a
esta disposición serán pasibles de tres días de prisión por
la primera vez y el doble en caso de reincidencia.*63

Capítulo IV

Acerca del mantenimiento y reparación de las vías públicas.

A rt. 191. Las vías públicas serán mantenidas y reparadas por


los obreros agrícolas, rotándose toda la sección que atra-
viesen, todas las veces que su estado de deterioro requie-
ra reparación. Las vías particulares usadas habitualmente
por los obreros agrícolas de los asentamientos de la sec-
ción serán igualmente mantenidas por ellos.
Art. 192. Tan pronto como una vía pública o particular requie-
ra trabajos especiales de reparación, el Oficial de Policía
Rural lo avisará al Comandante de la común.

63
* Sección 21, que en el futuro, a todos los esclavos les será permitido el número
habitual de días feriados que les fueron permitidos en las acostumbradas
temporadas de la Navidad, la Pascua y Pentecostés. Sección 36. Pero nada
de lo aquí contenido será interpretado para impedir que cualquier amo o
capataz conceda libertad a los esclavos para jugar y divertirse en cualquier
entretenimiento inocente, únicamente en su hacienda, cuando y tan a
menudo como les plazca, siempre que tales diversiones se les ponga fin a las
diez de la noche. (57 Geo, III, C, 25).

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Código Rural de Haití 99

Art. 193. El Comandante de la común ordenará el trabajo si


es parcial, o de poca importancia; él dará aviso al Coman-
dante del Distrito. Si el trabajo requiere de un gran con-
curso de brazos para su rápida realización, el Consejo de
Agricultura de la sección notificará al Consejo de Nota-
bles de la común los trabajos que se realizarán.
Art. 194. De acuerdo con la lista de las haciendas de las seccio-
nes mencionadas en el Artículo 132, se tomará el ­número
de obreros agrícolas necesarios para ejecutar los trabajos
de reparación en proporción a la población que labora
en cada hacienda y que debe contribuir con su labor.
Art. 195. Los propietarios que no posean la cantidad de cuatro
obreros agrícolas vinculados a su propiedad proporcio-
narán, en cualquier caso, uno solo para los trabajos de
reparación de las vías.
Art. 196. Cualquier agricultor enviado para un trabajo de re-
paración de carretera que no se presente a esta labor pa-
gará seis gourdes semanales de multa o permanecerá una
semana en prisión y no estará exento del trabajo la sema-
na siguiente.
Art. 197. Cualquier propietario, inquilino principal o adminis-
trador de hacienda que haya recibido la solicitud de trabaja-
dores para reparación de la vía y no los haya remitido, será
pasible de una multa de tres gourdes por semana por cada
trabajador no remitido, la mitad para la caja de las multas y
la otra mitad para ayudar a reemplazar los trabajadores.
Art. 198. Los trabajadores comisionados para los trabajos
de reparación de caminos deberán presentarse con las
herra­mientas e instrumentos de arar usados en la hacien-
da o, de lo contrario, se les proporcionarán a los que no
los tuvieran, por parte del Oficial de Policía Rural que
los recibirá de la administración. En el informe que se
hará al Juez de Paz de la común, este último condenará al
propietario de la hacienda del trabajador en falta o su re-
presentante rembolsará a la administración el valor doble
de las herramientas proporcionadas.

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100 Código Rural de Haití

Art. 199. Cuando los trabajos de reparación de las vías públicas


o particulares exijan transportes, los propietarios donde
haya carretas o carretillas estarán obligados a proporcio-
narlas y a falta de carretillas o carretas, proporcionarán
las bestias de carga.
Art. 200. El suministro de ocho bestias de carga equivaldrá al
suministro de una carreta con su yunta.
Art. 201. Nadie podrá, en su interés particular, distraer a los que
sean enviados a los referidos trabajos. Cualquier infractor
a esta disposición pagará una multa de cincuenta gourdes
por cultivador distraído, aunque solo fuese un día. Cada
mañana, el director de los trabajos del día, pasará lista de
los trabajadores enviados a fin de constatar su presencia.
Art. 202. Los obreros agrícolas comisionados para los trabajos
deberán presentarse en la mañana del lunes, para no de-
jarlo, mientras dure el trabajo, para la noche del viernes.

Dada en la Cámara de Diputados, en Puerto Príncipe, el


21 de abril de1826, Año 23 de la Independencia.

Presidente de la Cámara,
(firmado) Muzaine.
Los Secretarios,
Pre. Junca y Ardouin.

El Senado decreta la aprobación del Código Rural de Haití


y su remisión al Presidente de Haití dentro de las próximas
veinticuatro horas para su promulgación, según lo establecido
por la Constitución.

En el Palacio Nacional de Puerto Príncipe, el 4 de mayo


de 1826, Año 23 de la Independencia.

El Presidente del Senado,


P. Rouanez.

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Código Rural de Haití 101

Los Secretarios,
Gayot y F. Dubreuil.

En el nombre de la República:

El Presidente de Haití ordena que a las leyes aquí mencio-


nadas, que constituyen el Código Rural de Haití, les sea colocado
el sello de la República, promulgadas y ejecutadas.
Dado en el Palacio Nacional de Puerto Príncipe, el 6 de
mayo de 1826, Año 23 de la Independencia.

Boyer,
por el Presidente.

El Secretario General,
B. Inginag.

Impreso por B. McMillan, Bow-Street, Covent-Garden,


Londres.

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Code Rural d’Haïti

Port-au-Prince,
De l’imprimerie du Gouvernement,
juillet, 1826.

Liberté. Égalité.

République d’Haïti.

Code Rural

La Chambre des Représentans des Communes, sur la proposition


du Président d’Haïti, et ouï le rapport de sa Section de l’Intérieur,
a rendu les six lois suivantes formant le Code Rural d’Haïti.

Loi No. 1

Sur les dispositions générales relatives à l’agriculture.

Art. 1. L’agriculture étant la source principale de la prospéri-


té de l’Etat, sera essentiellement protégée et encouragée
par les autorités civiles et militaires.
Art. 2. Les citoyens de profession agricole ne pourront être
détournes de leurs travaux, que dans les cas prévus par
la Loi.
Art. 3. Tous les citoyens étant obligés de concourir à soute-
nir l’Etat soit par leurs services, soit par leur industrie,
ceux qui ne seront pas employés civils ou requis pour le
service militaire; ceux qui n’exerceront pas une profes-
sion assujettie à la patente; ceux qui ne seront pas ou-
vriers travaillant, ou employés comme domestiques ceux
qui ne seront pas employés à la coupe des bois propres à

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104 Code Rural d’Haïti

l’exportation; ceux enfin qui ne pourront pas justicier


leurs moyens d’existence devront cultiver la terre.
Art. 4. Les citoyens de profession agricole, ne pourront quitter
les campagnes pour habiter les villes ou bourgs, sans une
autorisation du Juge de Paix de la commune qu’ils vou-
dront quitter, et de celui de la commune où ils devront se
fixer y le Juge de Paix ne donnera l’autorisation qu’après
s’être assuré que le réclamant est de bonnes’ mœurs, qu’il
a tenu une conduite régulière dans le canton qu’il se dis-
pose à quitter, et qu’il a des moyens d’existence dans la
ville qu’il veut habiter. Tous ceux qui ne se conformeront
pas aux régies ci-dessus établies, seront considérés comme
vagabonds et traités comme tels.
Art. 5. Lies enfans des deux sexes que leurs parens, attachés
à la culture, désireront envoyer dans les villes ou bourgs
pour leur apprentissage ou pour leur éducation, ne pour-
ront être reçus soit par les entrepreneurs, soit par les ins-
tituteurs publics ou particuliers, qu’avec un certificat du
Juge de Paix; lequel certificat sera accordé sur la demande
soit du propriétaire ou fermier principal du lieu, soit de
l’Officier de la Police Rurale, soit du père ou de la mère
de l’enfant. Toute contravention aux présentes disposi-
tions sera assujettie à une amende de vingt-cinq gourdes,
payables par celui qui aura reçu l’entant sans autorisation.
Art. 6. Les recrutemens militaires qui no doivent se faire qu’en
vertu des ordres du Président d’Haïti, n’auront jamais
lieu sur les citoyens attachés à la culture, si l’ordre du chef
de l’Etat, motivé par un danger imminent, ne lu expres-
sément spécifié.
Art. 7. Aucune boutique en gros on en détail ne pourra être éta-
blie, aucun commerce de denrées du pays ne pourra être
fait dans les campagnes, sous quelque prétexte que ce soit.
Sont exceptés de cette disposition, les sucres bruts que
l’on livre aux raffineries, les sirops aux guildiveries; le co-
ton en pierre, que l’on porte aux moulins à égrener.

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Code Rural d’Haïti 105

Art. 8. Néanmoins, les pacotilleurs patentés ambulans, rési-


dant et sortant des villes ou bourgs, pourront vendre des
provisions, marchandises étrangères, quincaillerie, en
parcourant la campagne.
Art. 9. Les maisons ou cases que les particuliers ont déjà fait
établir dans l’intérieur des communes, là où il n’existe
pas de bourgades régulières, mais seulement une réunion
de cases, soit pour habiter par eux-mêmes, soit pour louer
à autrui, seront assujetties à l’imposition sur la valeur lo-
cative des maisons, comme dans les villes ou bourgs.
A l’avenir, aucune case ne pourra être bâtie dans les cam-
pagnes, là où il n’y aura pas de bourgade reconnue, si elle
n’est dépendante d’un établissement rural.
Art. 10. Aucun propriétaire riverain de la mer, ne pourra avoir
de canots ou embarcations que pour le transport de ses
denrées à la ville ou bourg voisin: et pour ce, il aura, du
juges de paix de la commune, une licence qui sera déli-
vrée gratis: sous aucun prétexte, ces canots ne pourront
taire le cabotage des autres ports ou ilots voisins, ni la
pêche, si ce n’est pour le propre usage de l’habitation.
Art. 11. Toutes les amendes confiscations prévues par le Code
Rural, seront prononcées par les Juges de Paix, lorsqu’elles
n’excéderont pas une valeur, de cent gourdes et par les
tribunaux civils, lorsqu’elles excéderont cette somme. La
moitié desdites amendes et confiscations appartiendra à
la caisse publique, et l’autre moitié à celui qui aura fait
‘connaître le délit.
Art. 12. Le jour de la Fête de l’Agriculture, des groupes de
cultivateurs de chaque section se présenteront au lieu où
siège le Conseil des Notables, avec, des échantillons de
leurs travaux.
Les Conseils des Notables, en présence de toutes les auto-
rités, couronneront le cultivateur qui aura mieux cultivé
son champ dans chaque section, et dans chaque espèce
de culture, lequel recevra un prix d’encouragement. Il

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106 Code Rural d’Haïti

sera dressé, de ces cérémonies, des procès-verbaux qui se-


ront rendus publics.
Art. 13. Chaque année, au premier septembre, les
Conseils des Notables adresseront un rapport circonstancié au
Président d’Haïti, sur l’état des cultures de chaque commune,
avec leurs observations sur ce qui pourrait tendre à l’améliora-
tion desdites cultures.
Art. 14. A la fin de l’année, les Commandans d’Arrondis-
sement rendront également compte au Président Haïti, de
l’état des cultures des arrondissemens, et en outre de l’état’
des chemins et routes publiques.

Loi No. 2

Sur l’administration en général des divers etablissemens


d’agriculture.

Chapitre premier

Des règles relatives à l’administration foncière des, établis-


semens d’agriculture.

Section premier

Des limites, abornemens et etablissemens.

Art. 15. Tous les terrains situés dans les campagnes et prove-
nant des cessions faites par l’Etat, soit à titre de propriété
nationale, soit à titre de don partiel, qui n’auraient pas
été arpentés jusqu’à ce jour, devront l’être dans, l’espace
d’une année, à compter de la date de’ la promulgation
du présent Code, sous peine d’une amende d’une gourde
par carreau de terre, payable par les propriétaires.
Afin de parvenir à l’exécution de la disposition ci-dessus
prescrite, le Juge de Paix de la commune, sur la ­déclaration

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Code Rural d’Haïti 107

qui lui en sera faite, après l’expiration du délai fixé, re-


querra un arpenteur dûment commissionné, pour mesu-
rer et lever le plan des concessions non arpentées, aux
frais des concessionnaires en défaut; alors l’amende sera
prononcée et perçue avec les frais d’arpentage.
Art. 16. A partir de la même promulgation, aucune vente de
propriété, sise dans les campagnes, ne pourra être passée
pardevant notaire, si cette propriété n’a été préalable-
ment arpentée, ou si les abornemens n’en sont positive-
ment reconnus par les titres. Dans tous les cas, toute vente
partielle ne pourra avoir lieu, que le terrain ne soit pré-
alablement arpenté. Les notaires qui contreviendront à
cette défense, encourront les peines de droit.
Art. 17. Toute concession de terre accordée jusqu’à la pro-
mulgation du présent Code, et qui, un an après, n’aura
pas un commencement d’établissement; et toute conces-
sion postérieure ai présent Code, qui n’aura pas, un après
la date du titre de cette concession, un commencement
d’établissement, seront réunies aux domaines de l’État: le
titre sera retiré et renvoyé au Gouvernement.
Art. 18. Pour parvenir à la réunion mentionnée en l’Article
précédent, l’Officier de la Police Rurale, conjointement
avec le Conseil d’Agriculture, fera le rapport au Juge de
Paix et au Commandant Militaire de la commune, de
l’état d’abandon de la concession: ceux-ci, après s’être
assurés de l’exactitude du rapport, le viseront et l’adres-
seront au Commandant de l’Arrondissement, qui, après
avoir acquis la preuve du fait, retirera le titre, et l’enverra
au Gouvernement.
Art. 19. Un établissement sera réputé commencé, lorsqu’il
y aura un jardin de travaillé dans les règles établies par
la Loi, et dont la contenance sera proportionnelle au
nombre des cultivateurs attachés à la propriété.
Art. 20. Les propriétaires des terrains cultivés et qui sont
contigus, seront tenus, à frais communs, de faire clôturer
convenablement leurs propriétés.

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108 Code Rural d’Haïti

Celui qui s’y refusera Sera contraint par des voies de droit.
Art. 21. Les propriétaires des biens ruraux son tenus de faire
placer, lors des opérations d’arpentage, faites à leur réqui-
sition, des bornes solides en fer, en maçonnerie ou en vois
incorruptible, sous peine d’une amende de cinq gourdes
pour chaque borne, manquant à sa place.
Art. 22. Les propriétaires qui auront négligé l’exécution de l’Ar-
ticle précédent, seront, après avoir payé l’amende, obligés
de payer l’ouvrier qui aurait été employé, par l’ordre du
Juge de Paix de la commune, à établir la borne nécessaire.

Section II

Des obligations imposées aux propriétaires ou à ceux qui


sont chargés dé l’administration des propriétés rurales.

Art. 23. Il est spécialement défendu d’abattre des bois sur la


crête des montagnes, jusqu’à cent pas de leur chûte ni à
la tête et à l’entoir des sources ou sur le bord des rivières:
les propriétaires des terrains arrosés par des sources ou
rivières, devront entourer la tête de ces sources, et planter
les bords des rivières de bananiers, bambous, ou autres
arbres propres à entretenir la fraîcheur.
Art. 24. Le propriétaire qui voudra brûler un bois neuf, un
champ de vieilles cannes, des savannes, ou tout autre ter-
rain, sera, tenu d’en avertir vingt-quatre heures d’avance,
tous les voisins limitrophes, sous peine de répondre de
tout le dommage que le feu pourrait occasionner.
Art. 25. Lorsqu’un incendie se déclarera, sur une propriété,
les propriétaires et agriculteurs voisins seront tenus de s’y
transporter, afin d’aider à en arrêter les progrès.
Art. 26. Il est défendu d’allumer dit feu dan les savannes, les
champs ou jardins des habitations, sans la permission
expresse des propriétaires, fermiers, gérans, ou conduc-
teurs d’icelles.

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Code Rural d’Haïti 109

Art. 27. II ne pourra être entretenu sur les propriétés desti-


nées à la culture, aux manufactures, ou autres l’établisse-
mens, que les bestiaux nécessaires à leur exploitation ou
à l’usage des propriétaires, gérans, conducteurs, fermiers
ou agriculteurs; mais tous ces animaux devront être gar-
dés le jour en troupeaux, et, la nuit, dans les pares ou
savannes closes.
Art. 28. Les bêtes cavalines, les bêtes à cornes, cochons, etc.,
destinés à la multiplication, ne pourront être gardés que
sur des battes établies, en vertu de la Loi No. 4, relative
aux hattes.
Art. 29. Aucun propriétaire, fermier, ou gérant d’habitation,
ne pourra établir chez lui un système contraire à l’ordre
établi par la Loi.
Art. 30. Aucune réunion ou association de cultivateurs fixés
sur une même habitation, ne pourra se rendre fermière
de la totalité du bien qu’ils habitent, pour l’administrer
par eux-mêmes en société.
Art. 31. Les cases ou logemens des cultivateurs ne pourront
être construits que sur un même point de l’habitation à
laquelle ils seront attachés.

Chapitre II

Des cultures en général.

Art. 32. Les cultures principales consistent dans les établisse-


mens des plantes et arbres qui produisent des denrées
propres à tire exportées à l’étranger, et en grains de toutes
qualités; en toutes espèces de vivres ou racines destines à
la subsistance de la population.
Art. 33. Tous ceux qui s’occupent de principales cultures,
ne sont assujettis à l’imposition territoriale et foncière
que sur la masse des denrées qu’ils auront recueillies, et
propres à l’exportation.

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110 Code Rural d’Haïti

Art. 34. Les cultures secondaires sent: la culture seulement des


potagers, des fleurs, des arbres fruitiers, des vivres et du
fourrage, lorsque ces exploitations ont lieu sur des biens,
dont l’établissement n’a pas pour but la culture des den-
rées principales.
Art. 35. Tous ceux qui, dans un établissement, s’occupent spé-
cialement des cultures secondaires, sont assujettis à l’im-
position territoriale et foncière, sur la valeur estimative de
leurs productions de cheque semestre.
Art. 36. Sur Chaque établissement rural, on sera tenu de culti-
ver des vivres, grains, arbres fruitiers, tels qu’arbres à pain,
etc., suffisans pour la nourriture des personnes qui y sont
employées.
Art. 37. Tours les jardins, soit de denrées, soit de denrées, soit
de vivres ou grains, devront être soigneusement entrete-
nus, sous la responsabilité du propriétaire, fermier ou gé-
rant qui, en cas de négligence, pourra être condamné à
l’amende, depuis trois, jusqu’à quinze gourdes.
Art. 38. Sur chaque habitation, les cultivateurs y attachés tra-
vaillant au quart, seront tenus l’avoir, pour leur usage
personnel, un jardin de vivres, qu’ils cultiveront pendant
leurs heures ou jours de repos.
Art. 39. A l’effet de l’Article précédent, les propriétaires, fer-
miers ou gérans, seront tenus de mettre à la disposition
des agriculteurs, le terrain nécessaire pour l’établisse-
ment de leurs jardins particuliers.
Art. 40. Les digues, bassins de distribution et canaux qui
servent à fournir l’eau nécessaire aux habitans, tant pour
l’arrosage que pour toute autre utilité, seront entretenus
par tous les intéressés, lesquels seront tenus de contribuer
à tous les travaux pour leur entretien. Nul ne pourra se re-
fuser à ces travaux, ni disposer de la portion d’eau de son
voisin sans son consentement. Tout contrevenant aux dis-
positions ci-dessus, paiera une amende de dix à cinquante
gourdes, et sera tenu, en outre, de réparer, à ses frais et
dépens, le canal qu’il aura obstrué ou détruit.

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Code Rural d’Haïti 111

Art. 41. Lorsque les denrées seront sur le point d’être ensa-
chées emballées enfutaillées, ou empaquetées, sur une
propriété rurale l’Officier de Police Rurale de la section
aura le droit d’examiner lesdites denrées, afin de s’assu-
rer qu’elles ne sont pas fraudées; et dans le cas où elles
le seraient, il en arrêtera la livraison, et en fera immédia-
tement son rapport au Juge de Paix de la commune. Si
elles sont seulement mal préparées, il en empêchera le
transport, et obligera l’habitant à les renettoyer.
Art. 42. Le Juge de Paix, en recevant le rapport, nommera des
experts, pour prendre connaissance de la denrée, et s’il
y a fraude, et qu’elle soit constatée, la denrée sera confis-
quée au profit de l’Etat.
Art. 43. Les denrées d’exportation ne pourront sortir des ha-
bitations, pour être portées dans les villes ou bourgs, et
être livrées au commerce, que sur un permis des proprié-
taires, lorsqu’ils résideront sur leurs biens, et pour celles
des habitations où les propriétaires ne résideront pas, de
l’Officier de la Police Rurale de la section. Le permis sera
délivré gratis sur papier libre, par l’Office Police qui sera
tenu de l’enregistrer.
Art. 44. Toute denrée transportée en contravention à l’Article
précédent, sera arrêtée sur la route, et conduite chez le
Juge de Paix de la commune, qui s’assurera si la denrée
n’a pas été volée, afin d’en faire remise au propriétaire, et
de poursuivre le présumé coupable.
Dans le cas où ce serait le propriétaire de la denrée qui au-
rait manqué de donner le permis, il paierait une amende
de trois à cinq gourdes.

Loi No. 3

Sur les contrats synallagmatiques entre les propriétaires ou


fermiers principaux et les agriculteurs, cultivateurs, ou travail-
leurs, et su les obligations réciproques des uns envers les autres.

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112 Code Rural d’Haïti

Chapitre premier

Disposition générales.

Art. 45. Les personnes qui ne seront pas en activité au service


de l’Etat, comme militaires; ouvriers, ou employés quel-
conques, et dont la profession sera de cultiver la terre,
ou de travailler aux coupes des bois d’exportation, seront
tenues, pour la garantie mutuelle de leurs intérêts, de
passer un contrat synallagmatique, avec le propriétaire ou
fermier principal de la propriété rurale, ou de la coupe
sur laquelle elles devront exercer leur industrie.
Le contrat pourra être passé collectivement ou indivi-
duellement, au gré des contractans.
Art. 46. La durée des contrats ne pourra être pour un temps
moindre que deux ans ni plus long que neuf années, pour
la culture secondaire et les manufactures; pour un temps
moindre que trois années, ni plus long que neuf, pour les
autres cultures; moindre que six mois ni plus long qu’un
an, pour les coupes de bois pour l’exportation.
Art. 47. Le contrat sera fait sur papier timbré, pardevant no-
taire, lequel en gardera la minute: il devra expliquer clai-
rement toutes les conditions arrêtées entre les contractans
qui pourront y faire telles stipulations qu’ils jugeront
convenables, pourvu qu’elles ne soient pas contraires aux
dispositions du présent Code.
Art. 48. Tout propriétaire, fermier, ou gérant d’habitation qui
y recevra ou y souffrira des cultivateurs ou agriculteurs,
sans avoir tait avec eux le contrat exigé par les Articles
47 et 49, sera condamné pour la première fois à une
amende de dix gourdes par chaque personne reçue sans
contrat; du double, en cas de récidive, et, en outre, ce
propriétaire, fermier, ou gérant, ne pourra exercer au-
cune action en justice contre les agriculteurs qui auraient
manqué envers lui à leurs conventions verbales. Il en sera

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Code Rural d’Haïti 113

de même à l’égard des ouvriers travaillant aux coupes des


bois d’exportation.
Art. 49. Tout contrat passé avec un agriculteur dont le contrat
antérieur n’était point encore arrivé à son terme, sera nul
de plein droit; et l’agriculteur qui aurait passé ce second
contrat, sera reconduit, à ses frais, sur la propriété où il
s’était engagé, et sera assujetti à l’amende fixée par l’Ar-
ticle 48.
Art. 50. Les chefs des compagnies travaillant de moitié dans
les produits, devront partager, par égale portion, avec le
propriétaire principal de l’habitation, tout ce qu’ils ré-
colteront sur la terre donnée de moitié, en fait de fruits,
vivres, légumes, grains et denrées quelconques.
Art. 51. Lorsque, dans les habitations sucreries, le travail se
fera de moitié, le propriétaire pré lèvera, avant partage,
un cinquième du revenu brut, pour tenir lieu de loyer des
usines ou ustensiles, bestiaux, etc., employés à l’exploita-
tion, ou frais de réparation: dans les autres cultures, le
montant des dépenses occasionnées par la faisances-va-
loir ou frais d’exploitation, sera prélevée avant le partage.
Art. 52. Les cultivateurs travaillant au quart des revenus par
eux produits, participeront pour un quart brut dans tout
ce qu’ils produiront: ils jouiront en totalité des fruits ré-
coltes dans leurs jardins particuliers, travaillés, par eux
aux heures ou jours de repos.
Art. 53. Lorsque, dans les grandes manufactures en sucreries, ca
fériés, cotonneries, indigoteries, la saison exigera que les
travaux soient poussés avec activité les diverses sociétés de
moitié qui se trouveront sur la même habitation, devront
s’entr’aider dans leurs travaux, en se donnant mutuelle-
ment un même nombre dé journées de travail: l’adminis-
trateur de la propriété réglera ces sortes de compensation.
Art. 54. Lorsque les denrées ou récoltes, quelles qu’elles
soient, seront fabriquées ou ramassées, soit qu’elles pro-
viennent de travaux faits au quart ou en société de moitié,

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114 Code Rural d’Haïti

le déplacement ne pourra s’effectuer de la propriété qui


les aura produites, qu’après que le partage en nature aura
eu lieu entre le propriétaire ou fermier principal et les
agriculteurs travaillant au quart, ou associés de moitié.
Art. 55. Sur les habitations sucreries, le partage des portions
afférentes aux cultivateurs devra se faire après la roulai-
son de chaque pièce de cannas; sur les habitations ou l’on
ne cultive que des vivres ou grains, où se fait la coupe du
bois à brûler, le charbon, ou la coupe des bois de mar-
queterie ou de construction, du fourrage, ou d’autres ex-
ploitations irrégulières, les répartitions ne se feront aux
travailleurs que tous les six mois; sur les autres habitations
telles que caféries, cotonneries, cacaoyères, indigoteries,
etc.; les partages auront lieu à la fin des récoltes de café,
indigo, cacao, coton , etc.
Art. 56. Lorsque les époques de la répartition des deniers affé-
rens aux cultivateurs, arriveront l’Officier de la Police Ru-
rale de la section dans laquelle sera située l’habitation, sera
appelé par le propriétaire, fermier principal, ou leur gé-
rant pour être témoin du partage. Les comptes des denrées
fabriquées ou autres produits récoltés seront exhibés, ainsi
que le certificat du prix courant, et celui de l’acquéreur
des denrées mentionnées nées en l’Article 55. La liste des
copartageans géra établie, et les deniers seront comptés.
Art. 57. Chacun des copartageans sera porté sur la liste de par-
tage à taire par première, seconde, et troisième classe, en
raison de leur force et activité, et du temps de leur travail;
Les deniers à partager seront divisés en quarts de part,
demi-parts, et parts entières. Les conducteurs des travaux
au quart, ou les chefs des sociétés de moitié, auront trois
parts entières;
Les maîtres-sucriers, les maîtres-cabrouettiers, et en un
mot toute maistrance, auront deux parts;
Les bons travailleurs de première classe, hommes ou
femmes, auront une part et demie;

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Code Rural d’Haïti 115

Ceux de seconde classe auront une part;


Ceux de troisième classe auront trois quarts-de part;
Les enfans de douze à seize ans révolus, qui sont utilisés
selon leurs capacités, et les vieillards qui ne travaillent que
médiocrement, auront demi-part;
Les emans de neuf à onze ans révolus, qui sont occupés
selon leur âge ou leurs forces, les infirmes, auront un
quart de part.
Les forts deniers résultans de la formation des parts, ser-
viront à augmenter la portion des travailleurs qui auront
montré le plus d’exactitude et de persévérance dans leurs
travaux.
Art. 58. Il sera fourni aux travailleurs journaliers des cartes,
pour constater leurs journées de présence au travail.
Chaque semaine les cartes journalières seront retirées et rem-
placées par des cartes de semaine, lesquelles seront ré-
glées, lors des partages des deniers provenant des revenus.
Art. 59. En aucun cas, l’Officier de la Police Rurale de la
section ne pourra retirer de la masse à partager aucune
portion pour se l’attribuer. Il dressera procès-verbal de
ces partages, qui sera adressé, avec les pièces à l’appui,
au Conseil des Notables de la commune, pour y avoir re-
cours au besoin.
Art. 60. les propriétaires, fermiers principaux, ou gérans, ne
pourront donner un permis à un agriculteur ou sous-fer-
mier, pour voyager dans la même commune, pour s’ab-
senter de son domicile et de ses travaux, pour plus de huit
jours; lequel permis sera délivré gratis sur papier libre et
visé par l’Officier de la Police Rurale. Lorsqu’il faudra un
permis pour un plus long espace de temps, le proprié-
taire, fermier principal, ou gérant, en référa au Comman-
dant de la commune.

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116 Code Rural d’Haïti

Chapitre II

Des obligations des propriétaires, fermiers ou gérans en-


vers les agriculteurs.

Art. 61. Les propriétaires, fermiers ou gérans, ne pourront


employer qu’à des travaux agricoles ou à ceux qui en dé-
pendent, les cultivateurs qui auront contracté avec aux.
Ils devront les traiter en bons pères de famille.
Art. 62. Les propriétaires, ou fermiers principaux fourniront,
à leurs frais et dépens, les outils ou instrumens aratoires
aux cultivateurs travaillant au quart: ces outils ne pour-
ront être remplacés qu’en justifiant qu’ils sont usés ou
brisés au service des propriétaires.
Cependant le cultivateur qui perdra les outils qui lui au-
ront été fournis, sera tenu de les remplacer; s’il ne le fait
pas, il lui en sera fourni d’autres, dont la valeur sera rete-
nue sur sa portion de revenu.
Art. 63. Lé propriétaire ou fermier principal sera obligé de
fournir, sans frais, aux agriculteurs travaillant au quart
les moyens de transporter leurs portions de denrée au
lieu où elle sera vendue. Les associés de moitié feront les
transports à leurs propres frais.
Art. 64. Lorsque le propriétaire ou fermier principal se char-
gera de vendre ou faire vendre la portion des denrées af-
férentes aux cultivateurs travaillant au quart, ou revenant
aux associés de moitié, il sera tenu de faire constater, de
la manière la plus légale, le prix courant des denrées au
moment où il vendra ou fera vendre les portions de ces
cultivateurs, et de produire, lors du partage des deniers,
le certificat de l’acquéreur, ainsi que l’attestation du prix
courant.
Art. 65. Lorsque les portions de denrées revenant aux agricul-
teurs travaillant au quart ou de moitié, seront vendues par
les conducteurs des ateliers ou chefs de moitié, ­ceux-ci ne

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Code Rural d’Haïti 117

seront pas moins obligés de faire constater le prix cou-


rant de la denrée au moment de la vente, et d’exhiber le
certificat de l’acquéreur, comme il est établi en l’Article
ci-dessus, afin de prouver que les copartageans reçoivent
justement la part à laquelle ils ont droit sur le produit de
leurs travaux.
Art. 66. Dans aucun cas, les propriétaires ou fermiers princi-
paux ne pourront prélever aucune portion sur la part affé-
rente aux cultivateurs travaillant au quart, ou aux associés
de moitié, pour paver leurs gérans: le salaire desdits gérans
sera au compte du propriétaire ou fermier principal.
Art. 67. Les propriétaires ou fermiers seront obligés, sous
peine d’une amende de cinq à quinze gourdes, de s’abon-
ner avec un officier de santé, pour soigner leurs agricul-
teurs, et de fournir les médicamens nécessaires, lorsqu’il
y en aura dans la commune: ces médicamens seront four-
nis gratis aux cultivateurs, lorsqu’ils auront contracté au
quart; ils seront remboursés au prix coûtant, lorsqu’ils se-
ront fournis à des sociétés travaillant de moitié ou comme
sous-fermiers.
Art. 68. Les propriétaires ou fermiers principaux de biens ru-
raux, devront veiller à ce que les enfans en bas âge qui
se trouveront sur la propriété, soient bien soignés. A cet
effet, une ou plusieurs gardiennes seront exprès affectées
à ce soin: le paiement de ces soins sera supporté par les
agriculteurs, en raison du nombre de leurs enfans.

Chapitre III

Des obligations des agriculteurs envers les propriétaires,


fermiers ou gérans.

Art. 69. Les agriculteurs seront soumis et respectueux en-


vers les propriétaires et fermiers avec lesquels ils auront
contracté, ainsi qu’envers les gérans.

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118 Code Rural d’Haïti

Art. 70. Les agriculteurs devront exécuter avec zélé et exacti-


tude tous les travaux agricoles qui leur seront comman-
dés par les propriétaires, fermiers ou gérans avec lesquels
ils auront contracté.
Art. 71. Les agriculteurs, à quelque titre ou condition qu’ils
aient contracté, seront obligés de consacrer tout leur
temps auxdits travaux, et de ne s’en détourner aucune-
ment: ils ne pourront s’absenter de leur demeure que
du samedi matin au lundi avant le lever du soleil, sans
le consentement des propriétaires, fermiers principaux,
ou gérans; pour tous les autres jours ouvrables, ils seront
tenus d’avoir un permis du propriétaire, fermier princi-
pal ou gérant, s’ils ne doivent pas sortir de la commune;
dans le cas contraire, ce permis sera visé de l’Officier de
la Police Rurale de la section, et du Commandant de la
place.
Art. 72. Les cultivateurs travaillant au quart, ou associés de
moitié dans les produits, seront tenus de préparer et
mettre en état de livraison la portion des denrées du pro-
priétaire ou fermier principal; de conduire cette denrée
au lieu de la livraison, moyennant que le propriétaire ou
fermier principal fournisse les moyens de transport.

Chapitre IV

Des Sous-traités entre les agriculteurs de moitié et les culti-


vateurs employés par eux.

Art. 73. Les sous-fermiers et les chefs de société sur les ha-
bitations, auront la faculté de sous-traiter directement
avec les agriculteurs; mais ils demeureront responsables
envers le propriétaire ou le fermier principal des faits des
sous-contractans.
Art. 74. Le nombre des sous-contractans ne pourra excéder
celui de dix par chaque sous-fermier ou chef de société.

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Code Rural d’Haïti 119

Chapitre V

Des règles relatives à ceux qui sont au service de la Répu-


blique, et qui demeurent et travaillent sut les propriétés rurales,

Art. 75. Les militaires en activité de service ou autres personnes


employées par l’Etat, pourront prendre des arrangemens
avec des propriétaires ou sous-fermiers principaux, des
chefs de société de moitié ou sous-fermiers, pour travail-
ler à l’agriculture soit au quart ou à la moitié, soit comme
sous-fermiers: dans ce cas, ils seront soumis à toutes les
obligations qu’ils auront contractées et qui seront compa-
tibles avec leurs devoirs publics.
Art. 76. Lorsque les militaires ou autres employés au service
de l’Etat, qui ont fixé leur demeure sur une habitation,
n’auront aucun contrat avec le propriétaire ou fermier
de cette propriété, ils pourront prendre avec lui verbale-
ment bu par écrit , des arrangement pour travailler, par
semaine, par mois, ou à l’entreprise, d’après las prix et
conditions qui seront convenus entre eux; mais ces mi-
litaires seront obligés de concourir, sans paiement parti-
culier, à tous les travaux relatifs à l’entretien des canaux
d’arrosage et autres des puits et citernes de la propriété,
des entourages ou clôtures des jardins et savannes, et au
maintien du bon ordre sur la propriété.
Art. 77. Lorsque les militaires ou autres employés au service de
l’Etat, ne se conformeront pas, envers les propriétaires ou
fermiers principaux des biens sur lesquels ils résideront,
aux Articles 75 et 76 de la présente Loi, ils pourront être
renvoyés de ladite propriété.
Art. 78. Les militaires ou autres employés au service de l’Etat,
qui contracteront avec des propriétaires ou fermiers pour
travailler à gages, par semaine ou autrement, devront res-
pecter lesdits propriétaires, fermiers ou gérans de la pro-
priété sur laquelle ils travailleront, et leur obéir.

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120 Code Rural d’Haïti

Art. 79. Lorsque les militaires ou autres employés au service


de l’Etat, auront été requis par le propriétaire, fermier
principal, ou gérant, pour travailler à la journée, à la se-
maine, à l’entreprise ou autrement, dans un champ culti-
vé par des agriculteurs travaillant au quart, ou pour aider
a la manufacture ou à faire la récolte des denrées, les
gages payés à ces sortes de travailleurs, seront déduits de
la masse du revenu provenant de ce travail, avant que le
quart afférent aux cultivateurs soit prélevé.
Art. 80. Lorsque des travailleurs, tels que ceux mentionnés en
l’Article précédent, seront requis par des chefs de société
de moitié, afin de les aider dans leurs travaux, les gages
payés à ces travailleurs seront prélevés sur la portion re-
venant aux associés de moitié, avant que le partage puisse
s’effectuer entre eux.
Si ces travailleurs quittaient, de leur propre volonté, le travail
pour lequel ils auraient été requis, avant la fin de la se-
maine, ils n’auront rien à prétendre pour le temps qu’ils
auront travaillé pendant le commencement de cette
même semaine.
.
Chapitre VI

Du mode pour régler et terminer les difficultés entre les


propriétaires, fermiers, gérans, et les agriculteurs, associés de
moitié, sous-fermiers etc.

Art. 81. Lorsqu’il surviendra entre des propriétaires agricoles,


fermiers principaux, gérans, et les agriculteurs, associés
de moitié ou sous fermiers, des différends, les parties por-
teront d’abord leurs plaintes ou réclamations pardevant
l’Officier de la Police Rurale de la section, lequel, assisté,
si besoin est, du Conseil d’Agriculture du quartier, s’occu-
pera de suite de terminer à l’amiable les différends, en ce
qui sera de sa compétence.

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Code Rural d’Haïti 121

Art. 82. Dans le cas ou les différends seraient de nature à ne


pas être terminés par l’intervention de l’Officier de la
Police Rurale, assisté du Conseil d’Agriculture, il invitera
les parties à se choisir des arbitres, dans la section même,
pour régler, et terminer leurs différends.
Art. 83. Dans le cas où les différends ne pourraient pas encore
se terminer, par l’arbitrage, sur les lieux, ou que les par-
ties n’auraient pas nommé leurs arbitres, l’Officier de la
Police Rurale attendra un samedi ou un dimanche pour
renvoyer les parties devant le Juge de Paix de la commune.
Le tout devra se faire dans le délai de six jours au plus.
Art. 84. Le Juge de Paix sera tenu de décider du différend,
et ne pourra, sous peine de déni de justice, arguer du
silence de la Loi sur le cas qui sera présenté à sa décision.
Art. 85. Le Juge de Paix devra prononcer, dans le délai de vingt-
quatre heures, au plus, près la comparution des parties.

Loi No. 4

Sur les hattes.

Chapitre I

Des établissemens et de l’administration des hattes.

Art. 86. Les hattes ne pourront être établies que dans les lieux
suffisamment éloignés des habitations cultivées en den-
rées, et à une lieue de distance au moins.
Art. 87. A l’avenir, pour établir une hatte, il faudra être pro-
priétaire au moins de cinquante carreaux de terre garnie
des pâturages nécessaires pour bêtes à cornes, et de vingt-
cinq carreaux pour pourceaux.
Art. 88. Le nombre des gardeurs des hattes, ne pourra excéder
cinq hommes, y compris le maître-hattier, ayant avec eux
leurs femmes et enfans.

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122 Code Rural d’Haïti

Art. 89. Tout gardeur de hatte qui trouvera dans les troupeaux
confiés à ses soins, ou dans les savannes de la hatte sur la-
quelle il est employé, des animaux étrangers à ceux qu’il
garde, sera tenu d’en avertir sur le champ les hattiers voisins;
et si ces animaux ne sont pas de leurs hattes, il en sera donné
connaissance à l’Officier de la Police Rurale de la section.
Art. 90. Après que les animaux mentionnés en l’Article
ci-dessus, seront restés trois mois dans la savanne d’une
batte, sans être réclamés par leur propriétaire, ils seront
conduits par le hattier au Juge de Paix de la commune,
afin de les faire mener aux épaves.
Art. 91. Aussitôt qu’un animal d’une hatte sera reconnu être
attaqué d’une maladie contagieuse, il devra , sous peine
d’une amende de dix à vingt gourdes, payable par le hat-
tier, être séparé et mis hors de toute communication avec
les autres bestiaux, pour être traité jusqu’à sa guérison ou
sa mort.
Art. 92. Tout animal mort sur une hatte d’une maladie conta-
gieuse ou épizootique, sera brûlé ou enterré.
Art. 93. Il est défendu, sous peine d’une amende de dix à vingt
gourdes, payable par tout contrevenant, de brûler les sa-
vannes des hattes sans la permission de l’Officier de la
Police Rurale de la section.
Art. 94. Lorsqu’il arrivera que des bestiaux mourront sur les
habitations de maladies ordinaires ou par accident, si le
propriétaire ou fermier principal de la hatte n’est pas pré-
sent, le maître-hattier sera tenu de faire constater, par’
l’Officier de la Police Rurale ou des voisins, la mort de
l’animai; la peau, ayant l’étempe ou la marque, sera pro-
duite au propriétaire; à défaut de quoi, il sera tenu dé
remplacer l’animal.
Art. 95. Les animaux, tant de hattes que ceux servant à l’ex-
ploitation des habitations, ne pourront être étempés
qu’avec des étempes moulées: il est défendu de faire, sur
ces animaux des marques à la main.

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Code Rural d’Haïti 123

Chapitre II

Des contrais entre les propriétaires ou fermiers de hattes


et ceux qui y sont attachés.

Art. 96. Les propriétaires ou fermière de hatte ne pourront


recevoir, sur leurs hattes, aucuns gardiens ou autres gens,
qu’au préalable ils n’aient contracté avec eux, conformé-
ment à l’Article 47 de la Loi No. 3.
Art. 97. Les obligations imposées réciproquement aux proprié-
taires ou fermiers ruraux, ainsi qu’à ceux qui cultivent,
seront communes aux propriétaires ou fermiers de hattes
et leurs employés, en tout ce qui concernera le bon ordre
et la police générale.
Art. 98. Ne pourront les maîtres hattiers, ou les autres hattiers,
recevoir sur les hattes où ils seront employés, pour autrui,
des animaux ou bestiaux, sans le consentement du pro-
priétaire ou fermier de la hatte.
Art. 99. Ne pourra le maître hattier ni les autres hattiers, dé-
placer ou vendre aucun animal de la hatte, sans avoir, par
écrit, l’agrément du propriétaire eu fermier, et sans un
permis, sur papier timbré, de l’Officier de la Police Ru-
rale de la section, qui sera tenu d’enregistrer le permis
avec l’étampe des animaux.

Loi No. 5

Sur la garde et la conduite des animaux, et sur les dégâts


qu’ils commettent dans les champs.

Art. 100. Les bestiaux des cultivateurs, seront gardés en trou-


peaux avec ceux du propriétaire, et les gardiens seront
payés de leur salaire, moitié par le propriétaire et moitié
par les agriculteurs.

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124 Code Rural d’Haïti

Art. 101. Il est défendu de mutiler, estropier, ou tuer les bêtes


de charge ou les bêtes à cornes, que l’on pourrait trouver
dans les champs cultivés ou jardins, pour en avoir franchi
ou forcé les clôtures.
Art. 102. 11 est également défendu de blesser ou de tuer les
moutons qui se seront introduite’ dans des jardins en
culture et clôturés.
Art. 103. Il est permis de tuer les cochons et cabris trouvés
dans les jardins cultivés et clôturés.
Art. 104. Les bestiaux mentionnés aux Articles 101 et 102 du
présent chapitre, qui seront trouvés dans des jardins en
culture, seront conduits, vingt-quatre heures après leur
arrestation, au Juge de Paix pour les envoyer aux épaves
de la commune, si, avant ce délai, le propriétaire des ani-
maux arrêtés ne les fait retirer du parc de l’habitation
dans les jardins de laquelle ils auraient été arrêtés.
Art. 105. L’Officier de la Police Rurale de la section sera tenu de
constater, par procès-verbal, dans les vingt-quatre ­heures
de la déclaration des parties intéressées, les dégâts com-
mis par les animaux, et d’envoyer procès-verbal au Juge
de Paix, si l’indemnité du dégât n’est pas volontairement
payée au propriétaire du jardin ravagé.
Art. 106. L’Officier de la Police Rurale aura soin d’adresser au
Juge de Paix de la commune le procès-verbal en bonne
forme mentionné en l’Article 105, pour être, par ledit
juge dé paix, statué ce que de droit.
Art. 107. Les gardeurs qui auront laissé échapper les animaux
mentionnés en l’Article 27, confiés à leur garde, seront
tenus de payer la prise desdits animaux, d’après le tarif
établi par la Loi.
Art. 108. Il est expressément défendu aux propriétaires, fer-
miers ou gérans des habitations, de se servir aucunement
des bestiaux arrêtés dans leurs jardins, pendant le tems
qu’ils resteront dans leurs parcs, avant d’être envoyés aux

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Code Rural d’Haïti 125

épaves; toute contravention à cet égard géra punie d’une


amende de cinq à quinze gourdes.
Art. 109. La prise des minimaux, mentionnée aux Articles 101
et 102 de la présente Loi, dans les jardins, lorsque ces ani-
maux auront été conduits jusqu’aux épaves de la commune,
sera payée comme suit: chaque bête cavaline, une gourde;
chaque asine, soixante-quinze centimes; chaque bête à
cornes, une gourde cinquante centimes; chaque bélier ou
brebis, vingt-cinq centimes: dont la moitié appartiendra au
capteur, et l’autre moitié aux gardes champêtres.
Art. 110. Lorsque les animaux arrêtés dans les jardins, auront
été retirés du parc de l’habitation, avant d’être envoyés aux
épaves, alors on ne paiera qu’aux capteurs seuls, pour leur
prise, la moitié de la taxe établie en l’Article précédent.
Art. 111. Si un animal arrêté dans un jardin, et conduit au
parc de l’habitation, vient à mourir par accident ou au-
trement, pendant le peu de temps qu’il doit y rester, ou
si l’animal mourait dans le trajet de l’habitation à la de-
meure du Juge de Paix de la commune, l’Officier de la
Police devra faire constater, par témoins, les causes de la
mort de l’animal.
Art. 112. Dans le cas où la mort de l’animal aurait été provo-
quée par négligence, par défaut de nourriture ou par vio-
lences, le propriétaire, fermier ou gérant de l’habitation,
devra rembourser la valeur de l’animal, à dire d’arbitrés
nommés par le Juge de Paix de la commune.
Le montant ainsi payé sera adressé en place de l’animal, au mi-
nistère public du ressort, pour être remis au propriétaire,
s’il se présente, ou versé à la caisse: dans tous les cas, les
dégâts commis par l’animal seront payés sur ce produit.
Art. 113. Lorsque des animaux arrêtés dans les jardins, en ver-
tu de l’Article 104, seront conduits chez le Juge de Paix de
la commune, pour être envoyés aux épaves, si le proprié-
taire consentait à payer les dégâts commis par l’animal,
ainsi que les frais de prise, avant l’entrée aux épaves, le
Juge de Paix devra y acquiescer.

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126 Code Rural d’Haïti

Art. 114. Ceux qui conduisent des troupeaux de bestiaux


d’une commune à une autre, soit pour le commerce, soit
pour l’agriculture, seront tenus de se munir de permis,
mentionnant la nature et la quantité d’animaux qu’ils
mènent, leurs signalemens et étampes.
Art. 115. Les permis seront délivrés par les Commandans des
communes, ou visés par eux sur les permis des proprié-
taires ou sur les certificats des Officiers de la Police Rurale
des sections d’où seront sortis les animaux. Les permis
seront enregistrés par ceux qui les délivreront, et visés par
les Commandans de toutes les communes où passeront
les troupeaux.
Art. 116. Les conducteurs de troupeaux qui seront rencontrés
par la Police Rurale ou la gendarmerie, seront tenus, sur
la demande qui leur sera faite, d’exhiber leur permis, et
dans le cas où le nombre des animaux et leurs signale-
mens ne seraient pas d’accord avec l’énoncé du permis
ils pourront, s’il y a des causes de suspicion contr’eux,
être arrêtés et conduits au poste le plus voisin, avec les
animaux, pour être menés pardevant le Juge de Paix de
la commune.
Art. 117. Si les personnes menées pardevant le Juge de Paix ne
prouvent par leur droit de propriété sur les animaux pour
lesquels il n’y aurait pas de permis; si elles ne donnent pas
de caution valable pour rapporter dans le délai qui leur
sera accordé, et qui ne pourra excéder la quinzaine, la
preuve de ce droit de propriété, elles seront envoyées à
la maison d’arrêt, et les animaux arrêtés seront conduits
aux épaves.
Art. 118. Dans le mois à dater du jour de l’arrestation, le Juge
de Paix sera tenu d’écrire au Juge de Paix de la commune
d’où serait sortie cette personne, ou à l’Officier de la Po-
lice Rurale de la section (si c’est dans la même commune),
afin d’avoir des renseignements tant sur la personne que
sur les animaux arrêtés, lesquels renseignemens seront

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Code Rural d’Haïti 127

adressés, à leur réception, au ministère public avec le pro-


cès-verbal de la justice de paix, et feront pièces au dossier
à charge contre le prévenu, s’il y a lieu à le poursuivre.

Loi No. 6

Sur la Police Rurale.

Titre premier

Dispositions générales.

Art. 119. La Police Rurale embrasse tout ce qui tient à l’admi-


nistration et à la prospérité des propriétés rurales.
Art. 120. La Police Rurale se fait sous l’inspection des Com-
mandans d’Arrondissement et des Commandans des
communes, par des Officiers de Police Rurale placés dans
les sections de chaque commune, par les gardes cham-
pêtres, par la gendarmerie, et, au besoin, par des détache-
mens de troupes de ligne.
Art. 121. Les Juges de Paix exercent aussi la Police Rurale dans
les cas prévus par la Loi.
Art. 122. Les Conseils des Notables des communes et les
Conseils d’Agriculture assistent, au besoin, toutes les au-
torités pour le maintien parfait de, la surveillance de la
Police Agricole.

Titre II

De la surveillance.

Chapitre premier

De la haute inspection des Commandans d’Arrondissement.

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128 Code Rural d’Haïti

Art. 123. Le Commandant d’Arrondissement militaire ayant


l’inspection générale sur les cultures de l’arrondissement
qui lui est confié, il réunit toute l’autorité nécessaire pour
la mise, en activité de la culture, il est responsable:

1. De l’état de dépérissement des cultures dans l’étendue


de son commandement;
2. De l’exécution du tout ou partie du Code d’Agriculture,
dans l’étendue de son arrondissement;
3. De la négligence des Commandans des communes
sous se ordres, relativement à la surveillance sur l’agri-
culture dans la commune qui leur est confiée, lorsqu’il
n’aura pas réprimé cette négligence.

Art. 124. Le Commandant d’Arrondissement est obligé de


faire, une fois chaque année, sa tournée dans toutes les
sections rurales des différentes communes composant
l’arrondissement, afin de s’assurer par lui-même de l’exé-
cution des lois, des progrès et de la situation des travaux,
et en faire le rapport détaillé au Président d’Haïti.
Art. 125. Le rapport que doit faire le Commandant d’Arron-
dissement, chaque année, au Président d’Haïti, fera men-
tion de la quantité d’habitations de chaque section qui
sont entretenues, de leur genre de culture, de leur amé-
lioration ou de leur dépérissement, et enfin de l’état des
routes et chemins publics et particuliers.

Chapitre II

De l’inspection des Commandans dé place et commune.

Art 126. Le Commandant de place du de commune a l’ins-


pection principale des cultures de la commune qui lui
est confiée: s’il a sous ses ordres des cantons où paroisses
érigés en postes militaires, les Commandans de ces postes

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Code Rural d’Haïti 129

ont l’inspection particulière de la culture dans l’étendue


du territoire qui forme leur commandement.
Art. 127. Le Commandant de la commune est responsable des
décroissemens des cultures, dans l’étendue de son com-
mandement, lorsque le fait proviendra de la négligence
de quelques parties du service.
Art. 128. Le Commandant de place ou de commune est obligé
de faire trois fois chaque année la tournée des différentes
sections dans l’étendue de son commandement.
Art. 129. Le Commandant de la commune, dans ses tournées,
visitera les jardins de denrées, de vivres, les clôtures, les
nouvelles plantations; il entrera dans tous les détails pré-
vus par lé Code Rural, en s’assurant si l’Officier de la Police
Rurale de la section a satisfait à tous les devoirs qui lui sont
imposés par la Loi: il réprimera les négligences, les irrégu-
larités qu’il reconnaîtra; et du tout il sera dressé procès-ver-
bal dans la forme prescrite pour chaque section. Le double
en sera adressé au Commandant d’Arrondissement.

Chapitre III

Des sections rurales, des Officiers de la Police Rurale, des


gardes champêtres, des gérans et conducteurs d’habitations.

Section première

Des sections rurales.

Art. 130. Les communes seront, par un règlement particulier


du Président d’Haïti, pour chaque arrondissement mi-
litaire, divisées en sections agricoles; dans la plaine, de
quatre lieues environ; et dans les mornes, suivant la na-
ture du terrain.
Art. 131. Chaque section sera désignée par un nom qui lui
sera propre; ses limites et abornement seront déterminés.

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130 Code Rural d’Haïti

Art. 132. Aussitôt après la formation des sections, il sera dres-


sé par le Commandant de la commune, le Conseil des
Notables, et un des arpenteurs particuliers, en triple, sur
des cahiers cotés par le Juge de Paix, le rôle de toutes les
propriétés rurales qui se trouveront situées dans chaque
section, avec désignation des noms des propriétaires, de
la contenance de chaque propriété et du genre de culture
qui s’y fait.
Un des cahiers sera déposé au bureau du comandant de
la commune, un au Conseil des Notables et l’autre ès
mains de l’Officier de la Police Rurale de la section.
Art. 133. Le Conseil des Notables fournira au Juge de Paix de
la commune, une copie collationnée du cahier déposé en
son greffe. Le Commandant de la Commune fournira au
Commandant de l’Arrondissement une copie; du même
cahier déposé en son bureau.
Le Commandant d’Arrondissement, après avoir réuni les
rôles des propriétés de toutes les sections des communes
composant l’arrondissement sous ses ordres, en formera
un cahier, dont il adressera copie certifiée au Président
d’Haïti.
Art. 134. A chaque mutation de propriétaire d’un bien rural
situe dans une section; à chaque changement de culture;
l’Officier de la Police Rurale en donnera avis au Com-
mandant de la commune, qui en fera mention sur le rôle
déposé en son bureau, et en transmettra l’avis au Com-
mandant de l’Arrondissement, qui lui-même, après avoir
fait inscrire le changement à la copie du rôle dont il est
dépositaire, en informera le gouvernement.
Art. 135. Le Conseil d’Agriculture de la section donnera au
Conseil des Notables de la commune, l’avis mentionné en
l’Article précédent, et le Conseil des Notables, après en
avoir pris note, en donnera connaissance au Juge de Paix
qui fera inscrire la mutation sur la copie du rôle déposée
en son greffe.

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Code Rural d’Haïti 131

Art. 136. Chaque année, du premier au quinze février, les Of-


ficiers de la Police Rurale de chaque section recevront des
agens de l’administration des finances de leur commune,
un nombre déterminé des états de population en blanc
et timbrés, qu’ils seront tenus de fournir au propriétaire,
fermier ou gérant de chaque habitation de la section,
avant la fin du même mois, en recevant le prix du timbre
qu’ils verseront à l’agent de l’administration des finances.
Cette répartition se fera comme suit: aux propriétaires
des biens contenant jusqu’à dix carreaux de terre, l’état
de population sera du timbre de douze centimes et demi;
à ceux depuis onze, jusqu’à vingt carreaux, vingt-cinq
centimes, à ceux contenant depuis vingt un carreaux et
au-dessus, cinquante centimes.
Art. 137. Les propriétaires, fermiers ou gérans d’habitation,
seront tenus de remettre l’état de population rempli de
la manière qui leur sera indiquée, à l’Officier de la Po-
lice Rurale, au plus tard le vingt mars suivant, sous peine
d’une amende qui ne sera pas moindre de quinze, et qui
n’excédera pas cinquante gourdes, par chaque délin-
quant.
Art. 138. L’Officier de la Police Rurale de chaque section sera
tenu de faire remise au Conseil des Notables de chaque
commune des états de population de sa section, ou de
signaler les délinquans, le cinq avril, au plus tard, sous
peine d’être passible lui-même de l’amende déterminée
en l’Article précédent.
Art. 139. Chaque année, au premier mai, les Conseils des No-
tables de chaque commune adresseront au Gouverne-
ment les originaux des états de population qu ils auront
reçus, en vertu de l’Article précédent.

Section II

Des Officiers de la Police Rurale, et des garder champêtres.

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132 Code Rural d’Haïti

Art. 140. Dans chaque section rurale, il sera placé, par le choix
du Président d’Haïti, un officier militaire de grade subal-
terne (depuis sous lieutenant jusqu’à capitaine), lequel
officier sera chargé de la surveillance de la section et la
Police y relative.
Art. 141. Les Officiers de la Police Rurale des différentes sec-
tions, seront indépendans les uns des autres, et l’auront
de rapport qu’avec le Commandant de la commune et
celui de l’arrondissement sous les ordres desquels ils sont
places: ils correspondront en outre avec les autorités ci-
viles et déféreront à leurs réquisitions.
Art. 142. La résidence de l’Officier de la Police Rurale sera
fixée au centre de la section dont il est chargé, et sur le
chemin public qui la traverse.
Art. 143. -L’Officier de la Police Rurale est spécialement char-
gé de faire prospérer la culture dans la section qui lui est
confiée, d’j faire respecter les lois et les propriétés.
Il est, responsable dans l’étendue de cette section:

1. De l’exécution du Code Rural, en ce qui le regarde, ain-


si que de tous autres actes du gouvernement relatifs à
l’agriculture ou à la Police Rurale;
2. De toutes négligences dans la surveillance et le travail
manuel des habitations de la section;
3. De tous vagabondages, désordres, contraventions de
police, dans l’étendue de la section, lorsqu’il ne les
aura pas réprimés ou signalés à l’autorité supérieure.
Il prêtera serment, avant d’entrer en fonctions, entre
les mains du Commandant de l’Arrondissement.

Art. 144. L’Officier de la Police Rurale aura à ses ordres, et


à poste fixe, trois gardes champêtres, dont un sera au
grade de maréchal des logis et fera fonction de secrétaire,
l’autre au grade de brigadier, et le troisième simple dra-
gon. Les susdits gardes champêtres seront assermentes; le

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Code Rural d’Haïti 133

serment sera prêté entre les mains du Commandant de


l’Arrondissement.
Art. 145. L’Officier de la Police Rurale devra faire, une fois
chaque semaine, la tournée et visite de chaque habitation
de la section.
Art. 146. L’Officier de la Police Rurale se rendra à toutes les
réquisitions des propriétaires, fermiers ou gérans des ha-
bitations de la section soit de jour, soit de nuit, ou y enver-
ra des gardes champêtres pour l’exécution de la Loi et le
maintien de l’ordre.
Art. 147. Un des gardes champêtres répétera chaque semaine,
sur chaque habitation de la section, la visite de l’Officier
de la Police Rurale, de sorte que ces habitations seront
visitées au moins deux fois chaque semaine.
Art. 148. Lorsque l’Officier de la Police Rurale ou les gardes
champêtres, dans leurs tournées ordinaires, se présen-
teront sur une propriété, ils s’adresseront d’abord au
propriétaire, s’il est présent, au fermier principal ou au
gérant, en l’absence du propriétaire, pour s’informer si
tout est dans l’ordre; après cette formalité, ils se mettront
en devoir d’inspecter les travaux pour s’assurer s’ils s’exé-
cutent dans la régie convenable. Ils vérifieront si tous les
travailleurs sont à l’ouvrage; ils prendront connaissance
des causes d’absence de ceux qui ne se seront pas trouvés
au travail, et agiront suivant la Loi.
Art. 149. Dans le cas où l’Officier de Police Rurale d’une sec-
tion sera, par cause légitime, empêché de faire la tournée
et visite indiquée par les Articles 145 et 146, il sera tenu
d’en donner avis au Commandant de la commune qui le
fera remplacer, pendant que durera la cause de l’empê-
chement, parmi officier de gendarmerie, ou de la troupe
de ligne en garnison dans la commune.
Art. 150. L’Officier de la Police Rurale qui, sans empêche-
ment légitime, se dispenserait de faire les tournées et
visites exigées par les Articles 145- et 146, sera passible

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134 Code Rural d’Haïti

d’une, punition que lui infligera le Commandant de la


commune: en cas de récidive et de négligence, il sera si-
gnalé au Commandant d’Arrondissement qui sera tenu
d’en rendre compte au Président d’Haïti.
Art. 151. Tous les dimanches matin, l’Officier de la Police Ru-
rale sera’ tenu de se présenter eu personne ou d’envoyer
un des gardes champêtres sous ses ordres, avec un rap-
port écrit au Commandant de la Commune, pour lui faire
connaître ce qui se sera passé de plus remarquable dans
la section.
Art. 152. L’Officier de la Police Rurale et les gardes cham-
pêtres recevront leurs appointemens et soldes, suivant
leurs grades, à chaque fois que l’armée 4e ligne en activité
de service sera soldée.
Art. 153. L’Etat fournira aux gardes champêtres l’armement,
l’équipement, et habillement comme aux troupes de ligne.
Art. 154. L’uniforme des Officiers de la Police Rurale, sera
habit vert retroussé, à revers, poches en travers, collet et
paremens rouges, passepoil rouge, doublure blanche,
boutons blancs bombés à moitié avec une corne d’abon-
dance surmontée du bonnet de la liberté ayant pour lé-
gende, République d’Haïti; chapeau retapé.
Ils porteront’ en outre, en argent, les épaulettes et franges
de leurs grades; gilet et pantalon blanc, avec des bottes à
l’écuyère.
Celui des gardes champêtres sera habit veste, drap de
même couleur et même façon que ceux des Officiers de
la Police Rurale, avec les marques de leurs grades, en ga-
lons d’argent, ou de laine blanche, casques argentés; ils
auront: pour armure le sabre de dragon, la giberne et le
mousqueton: ils porteront de droite à gauche une ban-
doulière rouge, sur laquelle il sera écrit en lettrés bleues,
force à la Loi.

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Code Rural d’Haïti 135

Section III

Des gérans et conducteurs d’habitation.

Art. 155. Sur chaque habitation où le propriétaire ne résidera


pas, et où il n’y aura pas un fermier principal résidant, il
y aura un gérant au choix du propriétaire ou du fermier
principal.
Art. 156. Le propriétaire, ou fermier principal, après avoir fait
choix du gérant qui lui conviendra, devra passer avec ce
gérant un contrat synallagmatique, devant notaire; les
conditions duquel sont laissées à leur volonté; après quoi,
il fera connaître le gérant à l’Officier de la Police Rurale
de la section.
Art. 157. Tout propriétaire ou fermier principal d’un bien ru-
ral ne résidant pas sur leur 1’propriété ou ferme en état
de culture, qui n’auront pas nommé et choisi un gérant
pour la propriété, si le nombre des cultivateurs est au-des-
sus de dix, seront passibles d’une amende de dix à cin-
quante gourdes, suivant l’étendue de la propriété; si le
nombre des cultivateurs n’excède pas dix, l’administra-
tion pourra être confiée à un conducteur.
Art. 158. Les obligations du gérant sont de surveiller, dans l’in-
térêt du propriétaire qui l’emploie, les travaux de l’habi-
tation dont il est chargé.
Art. 159. Les gérans d’habitation seront responsables, envers
les propriétaires ou fermiers principaux, de toutes négli-
gences, abandon de travaux où ils seront employés: ils se-
ront, dans ce cas, poursuivis par qui de droit.
Art. 160. Le gérant jouira du respect de tous les agriculteurs
de la propriété sur laquelle il est employé.
Art. 161. Sur une propriété où les terres ou jardins seront distri-
bués par sociétés de moitié ou à des sous-fermiers, chaque
chef d’association de moitié, ou chaque sous-fermier,

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136 Code Rural d’Haïti

­ evient conducteur de son atelier ou de sa société. Il est


d
responsable des travaux des membres de sa société.
Art. 162. Les devoirs des conducteurs sont de faire exécuter
les travaux par les ateliers qui leur sont confiés, sous la di-
rection des propriétaires, fermiers principaux, ou gérans.
Art. 163. Les conducteurs seront responsables de toutes les
négligences dans les travaux, de toute absence des travail-
leurs, lorsque-cette absence n’aura pas été légitimement
autorisée; de tous désordres et vagabondages des cultiva-
teurs, lorsqu’ils ne les auront pas fait connaître à 1 auto-
rité compétente.
Art. 164. Les conducteurs seront payés sur les produits de re-
venus recueillis par les ateliers qu’ils dirigent, suivant l’Ar-
ticle 57 de la Loi No. 3.

Chapitre IV

Des Conseils d’Agriculture dans les sections rurales.

Art. 165. Dans chaque commune, le Commandant d’icelle,


le Juge de Paix et le Conseil des Notables conjointement
choisiront, chaque année au premier de mai, jour de la
Fête de l’Agriculture, dans chaque section rurale, trois
citoyens les plus notables et qui seront propriétaires,
fermiers principaux ou gérans, pour former le Conseil
d’Agriculture de la section.
Art. 166. Le choix des membres du Conseil d’Agriculture sera
aussitôt communiqué, par le Commandant de la com-
mune au Commandant d’Arrondissement qui en rendra
compte au gouvernement.
Art. 167. Les membres des Conseils d’Agriculture n’exercent
leurs fonctions que pendant l’année; ils pourront être,
chaque année, réélus, en raison du zèle qu’ils auront ap-
porté dans leurs fonctions pendant l’année précédente.

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Code Rural d’Haïti 137

Art. 168. Les Conseils d’Agriculture étant composés d’habitans


cultivateurs intéressés au bon ordre dans le ­service rural,
chacun des membres doit, sans se déranger ­essentiellement
de ses pro près travaux, s’enquérir de tout ce qui se passe
dans sa section, afin a d’eu faire le rapport au Conseil des
Notables.
Art. 169. Les attributions des Conseils d’Agriculture sont:

1. De veiller à ce que les dispositions des lois relatives à la


culture ne soient pas tronquées dans leur exécution;
2. De chercher, par des expériences nouvelles, et par le
maintien de la concorde entre tous les intéressés à la
culture, à augmenter progressivement ses résultats;
3. De signaler au Conseil des Notables et aux autorités
militaires, tous les abus ou négligences qui, pourront
avoir lieu dans la section qu’ils habitent.

Art. 170. Les membres du Conseil d’Agriculture corres-


pondent individuellement, ou collectivement avec les
fonctionnaires ou autorités, avec lesquels ils doivent avoir
des rapports.
Art. 171. Les fonctions de membre du Conseil d’Agriculture
sont honorifiques.

Titre III

De la Police Rurale.

Art. 172. La Police Rurale se fait spécialement par les officiers


chargés des sections rurales des communes, assistés des
gardes champêtres.
Art. 173. La Police Rurale a pour objet:

1. La répression du vagabondage;
2. L’ordre et l’assiduité dans les travaux des champs;

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138 Code Rural d’Haïti

3. La discipline des ateliers;


4. L’entretien et les réparations des routes publiques et
particulières.

Chapitre premier

De la répression du vagabondage.

Art. 174. Toutes personnes qui ne seront pas propriétaires ou


fermiers du bien rural où elles sont fixées, ou qui n’au-
ront point fait un contrat avec un propriétaire ou fermier
principal, seront réputées vagabonds, et seront arrêtées
par la Police Rurale de la section dans laquelle elles se-
ront trouvées, et conduites devant le Juge de Paix de la
commune.
Art. 175. Le Juge de Paix, après avoir interrogé et entendu la
personne menée devant lui, lui fera connaître les Articles
de la Loi qui l’obligent à contracter pour se livrer à des
occupations agricoles; et, après cet avertissement, l’enver-
ra en détention dans la maison d’arrêt, jusqu’à ce qu’elle
ait contracté, aux termes de la Loi.
Art. 176. Le Juge de Paix veillera à ce que le détenu contracte
avec un propriétaire, un fermier principal ou sous-fer-
mier, ou avec un chef de société agricole à son choix.
Art. 177. Si après huit jours de détention, le détenu n’avait pas
pris un parti pour se livrer à des occupations agricoles,
il sera envoyé aux travaux publics pour la propreté dé la
ville ou bourg où sera située la maison d’arrêt, et y sera
employé jusqu’à ce qu’il se décide à contracter pour se
livrer aux travaux de la campagne.
Quiconque détournera ces détenus dés travaux publics,
pour les employer à des travaux particuliers, sera passible
d’une amende de cinquante gourdes, dont moitié sera al-
louée an détenu plaignant.

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Code Rural d’Haïti 139

Art. 178, Si la personne arrêtée était un enfant en minorité, le


Juge de Paix s’enquerra de ses père et mère, et l’enverra
les rejoindre pour suivre leur condition.
Art. 179. Trois mois après la publication du présent Code, la
rigueur sera employée contre les délinquans.
Art. 180. Toute personne fixée dans les campagnes comme
agriculteur, qui sera trouvée un jour ouvrable et pendant
les heures de travail dans l’inaction, ou en courses et pro-
menades sur les chemins publics, sera considérée comme
oisive sera en conséquence arrêtée et conduite chez le
Juge de Paix qui l’enverra en prison pendant vingt-quatre
heures pour la première fois, et, en cas de récidive, aux
travaux publics de la ville.
Art. 181. Les Officiers de la Police Rurale veilleront à ce que
des vagabonds et des oisifs ne se cachent pas sous l’uni-
forme des militaires des différens corps: lorsqu’ils trouve-
ront, dans les sections sous leur surveillance, des hommes
qu’ils ne connaîtront pas personnellement pour être en
activité de service dans le corps dont ils porteront l’uni-
forme, ils les arrêteront et les enverront au Commandant
Militaire de la commune, pour vérifier si la personne ar-
rêtée avec l’uniforme d’un corps en fait partie. Dans le
cas où l’individu ne serait pas militaire, il sera déposé en
prison, suivant l’Article 175, jusqu’à ce qu’il ait formé un
contrat pour travailler à la culture.
Art. 182. Les Officiers de la Police Rurale veilleront à ce que,
dans l’étendue des sections sous leur direction, personne
ne demeure dans l’oisiveté: à cet effet, ils sont autorises à
se faire rendre compte par les individus qu’ils ne trouve-
ront pas an travail, du genre de leurs occupations, et si cas
individus ne prouvent pas qu’ils cultivent la terre, ou sont
employés sur des hattes, suivant, la Loi No. 4, ils seront re-
gardés comme gens sans aveu et arrêtés comme vagabonds.

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140 Code Rural d’Haïti

Chapitre II

De l’ordre et de l’assiduité dans les travaux des champs.

Art. 183. Les travaux des campagnes commenceront le lundi


matin, pour ne cesser que le vendredi au soir (les jours de
fêtes légales exceptés), néanmoins dans les cas extraor-
dinaires, tant dans les intérêts des propriétaires que des
agriculteurs, le travail se prolongera jusqu’au samedi.
Art. 184. Aux jours ouvrables les travaux ordinaires des champs
commenceront le matin à la pointe du jour, pour durer
jusqu’à midi: dans l’intervalle, il sera pris une demi-heure
pour le déjeuner qui se fera toujours dans le lieu même
où l’on sera occupé à travailler.
L’après-midi, le travail commencera à deux heures pour durer
jusqu’au coucher du soleil.
Art. 185. Les femmes ne seront employées qu’à des travaux
légers, dès qu’elles seront enceintes; et, lorsqu’elles au-
ront atteint, le quatrième, mois de leur grossesse, elles ne
seront pas assujetties à travailler aux champs.
Art. 186. Quatre mois après leurs couches, elles seront te-
nues de reprendre le travail, mais elles ne se rendront
aux champs, le matin, qu’une heure après le lever du
soleil, pour quitter à onze heures et l’après-midi qu’à
deux heures, pour quitter une heure avant le coucher
du soleil.
Art. 187. Nul agriculteur fixé sur une propriété rurale, ne’
pourra s’absenter du travail qui lui sera assigné, sans la
permission du gérant, eu l’absence du propriétaire ou
fermier principal, lequel n’accordera cette permission
que lorsque le cas sera urgent.

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Code Rural d’Haïti 141

Chapitre III

De la discipline des ateliers.

Art. 188. Les ateliers sur les propriétés rurales, devront être
obéissans envers leurs conducteurs des travaux, chefs de
société de moitié, sous fermiers, fermiers principaux,
propriétaires et gérans, chaque fois qu’ils seront requis
d’exécuter les travaux pour lesquels ils auront contracté.
Art. 189. Toute désobéissance et toute insulte de la part d’un
travailleur commandé pour faire un travail auquel il serait
assujetti par un contrat ou une convention réciproque,
sera pain de la prison, selon l’exigence des cas, d’après
décision du Juge de Paix de la commune.
Art. 190. Les samedis, les dimanches et jours de fêtes étant à
la disposition des agriculteurs ils ne pourront, les jours
ouvrables, abandonner leurs travaux pour se livrer à des
danses ou festins, ni jour ni nuit. Les délinquans à cette
disposition seront passibles de trois jours de prison pour
la première fois, et du double en cas dé récidive.

Chapitre IV

De l’entretien et de la réparation des routes publiques.

Art 191. Les routes publiques seront entretenues et réparées;


par les agriculteurs, à tour de rôle, de toute la section
qu’elles traverseront, toutes les fois que leur état de dété-
rioration exigera la réparation.
Les routes particulières seront également entretenues par
ceux des agriculteurs des établissemens de la section qui
se serviront habituellement des dites roules.
Art. 192. Aussitôt qu’une route publique ou particulière
nécessitera des travaux de réparation, l’Officier de la

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142 Code Rural d’Haïti

Police Rurale en donnera avis au Commandant de la


commune.
Art. 193. Le Commandant de la commune ordonnera le travail,
s’il est partiel ou de peu d’importance. Il en donnera avis
au Commandant d’Arrondissement, si le travail exige un
grand concours de bras, afin d’être promptement accéléré;
le Conseil d’Agriculture de la section avisera le Conseil des
Notables de la commune des travaux qui se feront.
Art. 194. D’après le rôle des habitations des sections mention-
né a’, l’Article 132, il sera pris le nombre de travailleurs
nécessaires pour exécuter les travaux de réparation, en
proportion de la population travaillante de chaque habi-
tation, qui doit toute concourir au travail.
Art. 195. Les propriétaires qui n’auront pas le nombre de
quatre travailleurs attachés sur leur propriété, n’en four-
niront, dans tous les cas, qu’un seul pour les travaux de
réparation de route.
Art. 196. Tout agriculteur, commandé pour un travail de répa-
ration de route, qui ne se rendra pas à ce travail, paiera
six gourdins par semaine d’amendé, ou sera détenu une
semaine en prison, et ne sera pas pour cela exempt du
travail, la semaine suivante.
Art. 197. Tout propriétaire, fermier principal ou gérant d’ha-
bitation qui, ayant reçu la demande des travailleurs pour
réparation de route, n’en fournirait pas, sera passible
d’une amende de trois gourdes par semaine pour chaque
travailleur non fourni, la moitié à la caisse des amendes
et l’autre moitié pour servir à remplacer les travailleurs.
Art. 198. Les travailleurs commandés pour les travaux de ré-
paration de route, devront se présenter avec les outils et
instrumens aratoires, dont on se sert sur l’habitation, sans
quoi , il en sera fourni à ceux qui n’en auraient pas, par
l’Officier de la Police Rurale qui les recevra de l’adminis-
tration, et sur le rapport qui en sera fait au Juge de Paix

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Code Rural d’Haïti 143

de la commune, il condamnera le propriétaire de l’habi-


tation du délinquant ou son représentant à rembourser
l’administration la valeur double des outils tournis.
Art. 199. Lorsque les travaux de réparation de routes publiques
ou particulières exigeront des transports, les propriétés
où il y aura des cabrouets ou tombereaux seront obligées
d’en fournir: à défaut de tombereaux ou cabrouets on
fournira des bêtes de charge.
Art. 200. La fourniture de huit bêles de charge équivaudra à la
fourniture d’un cabrouet attelé.
Art. 201. Nul ne pourra, dans un intérêt particulier, détourner
ceux qui seront envoyés auxdits travaux.
Tout contrevenant à cette disposition paiera une amende
de cinquante gourdes par cultivateur détourné ne fût-ce
qu’un jour.
Tous les matins, le directeur des travaux de la journée,
fera l’appel des travailleurs commandés, afin de constater
leur présence.
Art. 202. Les travailleurs commandés pour, les’ travaux, de-
vront s’y présenter le lundi matin, pour ne quitter, tant
que durera le travail, que le vendredi au soir.

Donné en la chambre des communes, au Port-au-Prince,


le 21 avril 1826, An 23e de l’Indépendance.

Le Président de la Chambre,
(signé) Muzaine.

Les Secrétaires,
Pre. Junca et Ardouin.

Le Sénat décrète l’acceptation du Code Rural d’Haïti; le-


quel sera, dans les vingt-quatre heures, expédié au Président
d’Haïti, pour avoir son exécution, suivant le mode établi par
la Constitution.

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144 Code Rural d’Haïti

A la Maison Nationale, au Port-au-Prince, le 4 mai 1826,


An 23e de l’Indépendance.

Le Président du Sénat,
P. Rouanez.

Lès Secrétaires,
Gayot et F. Dubreuil.

Au nom de la République

Le Président d’Haïti ordonne que les lois ci-dessus for-


mant le Code Rural d’Haïti soient revêtues du Sceau de la Répu-
blique, et qu’elles soient publiées et exécutées.
Donné au Palus National du Port-au-Prince, le 6 mai 1826,
An 23e de l’Indépendance.

Boyer,
Par le Président.

Le Secrétaire-Général,
B. Inginag.

Imprimé par B. McMillan-Bow Street, Covent Garden,


Londres.

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Glosario de términos usados
en el Código Rural de Haití
de 1826

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Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
1 Administrateurs Administradores, Encargados de la dirección o admi- Art. 53.
(v. gérants). gerentes, nistración de las haciendas o estable-
cimientos agrícolas. Representaban a

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encargados.
los propietarios de las plantaciones o
haciendas, generalmente un absen-
tista. Se les denominaba tanto admi­
nistradores (administrateurs) como
gerentes (gerants).
2 Agriculteurs Agricultores Obreros agrícolas. Cultivadores de Art. 25, 27, 39;
(v. cultivateurs). (v. cultivadores). la tierra. Ley 3, Art. 48,
49, 54, 61, 63,
65, 67-71, 73,
79, 81, 100, 160,
180, 183, 187,
190, 191, 196.
3 Amende(s). Multa(s). Penalización impuesta a las personas Art. 5, 11, 15, 21,
(físicas y jurídicas) por incumpli- 37, 40, 44, 48, 49,
miento de las leyes. 67, 91, 93, 108,
137, 138, 157,
177, 196, 197,
201.

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Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
4 Arpenteur. Agrimensor. Persona que tiene como oficio hacer Art. 15, 132.
las mediciones de los terrenos, para
identificarlos y diferenciarlos, esta-
bleciendo su localización, extensión,

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 148


propiedad y cualesquiera otras carac-
terísticas que requiera el Estado.
5 Arpentes. Mensura, Medición de los terrenos para iden­ Art. 15.
mensura catastral. tificarlos y diferenciarlos entre ellos.
6 Arrondissement. Distrito. Una división política dentro del área Art. 14, 123-125,
geográfica correspondiente a un de- 129, 130, 133,
partamento de la República de Haití 134, 141, 143,
(Ej. región, departamento, distrito, 144, 150, 166,
común, sección, pueblo, poblado). 193.
7 Ateliers (v. Dotación «Llamamos atelier al conjunto de los Art. 65, 161, 162,
cultivateurs, (de esclavos cultivadores de una habitación» (v. 164, 173, 188,
établissement). o trabajadores). Schoelcher, Vie de Toussaint Louverture, Ley 6 (Cap. III).
p. 25). La dotación de esclavos o traba-
jadores de una hacienda o plantación;
conjunto de los obreros de un estable-
cimiento (v. Ley 6, Cap. III). También:
talleres, unidades de producción, es-
tablecimientos agrícolas. (v. établisse-
ment). Taller o centro de trabajo.

12/10/2015 15:29:10
8 Bêtes a cornes Bestias con Se refiere al ganado que tiene cuer- Art. 28.
cuernos, ganado nos, en particular, vacas, bueyes, toros,
astado. chivos; así se diferencian del ganado
caballar (cavalines o chevalines).

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 149


9 Bêtes cavalines, Bestias caballares. Se refiere a las bestias de montura, Art. 28.
Bêtes chevalines en particular a los caballos, yeguas,
(v. Bêtes de asnos y mulos, los cuales también se
charge ). empleaban para cargar productos.
10 Bêtes de Bestias de carga. Se refiere a los animales o bestias Art. 200.
charge (v. Bêtes empleadas para la carga de pro­
cavalines, bêtes ductos, tales como bueyes, asnos,
chevalines). mulos, caballos y yeguas.
11 Biens ruraux. Inmuebles o Terrenos localizados fuera de las vi- Art. 21, 68.
bienes rurales. llas, ciudades y poblados, con voca-
ción para la producción agrícola o
pecuaria.
12 Bois a brûler. leña, madera Madera cortada o recogida para que- Art. 55.
para quemar. mar, para usar como combustible.
13 Bornes. Bornes, hitos o Marcas sembradas en el suelo para Art. 16, 21, 22,
mojones. establecer los límites de las propie- 131.
dades. Hechas de piedras, mampos-
tería, madera, hierro.

12/10/2015 15:29:10
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
14 Bourg(s), Pueblo(s), División política, geográfica; más re- Art. 4, 5, 8-10,
bourgade(s). poblado(s). ducida en población que una villa o 43, 177.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 150


ciudad.
15 Brigadier. Cabo de Grado militar; rango del segundo Art. 144.
caballería, de los tres guardias campestres que
de policía o tenía un puesto fijo de la Policia Ru-
gendarmería. ral, bajo el mando de un Oficial de
Policía Rural.
16 Cabotage. Cabotaje. Comercio acuático, hecho de puer- Art. 10.
to en puerto dentro de un territorio
perteneciente a un dominio, país o
reino.
17 Cabrouet(s), (v. Carreta(s) (v. Carros de dos ruedas para transpor- Art. 199, 200.
tombereaux). carretillas). tar productos (la caña de azúcar, el
azúcar y cualesquiera otros produc-
tos agrícolas), generalmente tirado
por un animal (buey, caballo, burro,
etc.).

12/10/2015 15:29:10
18 Cabrouettier(s). Carretero(s). El que conduce una carreta. El maï- Art. 57.
tre-cabrouetier es el jefe de los carreteros
o quien construye carretas. Por exten-
sión usado como carretillero(s).

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 151


19 Canton (v. Cantón (v. División administrativa y geográfica Art. 4, 126.
commune). común). como la común, pero con referencia
a lo militar.
20 Carreaux, Cuadrados, Medida agraria empleada en el Código Art. 15, 87, 136.
carreaux de cuadrados de Rural de Haití para indicar la exten-
terre. tierra. sión de los terrenos que se poseen,
dados en concesión o que son parte
de una operación de compra y venta.
En los documentos del período de la
ocupación haitiana (1822-1844), apa-
rece como carreau, carró y carreaux.
«El cuadrado equivale, pues, a 2058
varas conuqueras cuadradas, 4 varas
castellanas y 2 pulgadas cuadradas, o
sea 20 6/10 tareas» (Cfr. C. Armando
Rodríguez, Geografìa de la Isla de Santo
Domingo y reseña de las demás Antillas,
2a. ed., Santo Domingo, Sociedad Do-
minicana de Bibliófilos, 1976, p. 114.

12/10/2015 15:29:10
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
21 Chambre de Cámara de Una de las dos cámaras del sistema p. 1.
Représentants. representantes. parlamentario. La de reprentantes

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 152


o diputados también es llamada hoy
día cámara baja. La de senadores es
llamada cámara alta.
22 Chemins (v. Caminos (v. Caminos en áreas rurales. Vías se- Art. 14, 125, 142,
routes). carreteras). cundarias; equivaldrían a los actua- 180.
les caminos vecinales.
23 Clôtures. Cercados, cercas, Barreras físicas construidas para de- Art. 20, 76, 101-
palizadas, vallas, limitar un terreno de otro, o para 103, 129.
tapias. impedir o limitar el paso de anima-
les o personas. Huertos rodeados de
una valla. Cerca que rodea un huer-
to, lacou, conuco o corral.
24 Code Rural. Código Rural. Conjunto de leyes que disponen el Preámbulo, pág.
ordenamiento de la propiedad y uso 1, Art. 11.
de las tierras localizadas en el campo,
en las afueras de las ciudades o urbes.

12/10/2015 15:29:10
25 Commandant Comandante Autoridad militar dentro de la divi- Art. 18, 60.
militaire de la militar de la sión política denominada común.
commune. común. Subordinado a la autoridad del co-
mandante de distrito.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 153


26 Commandants Comandante Autoridad militar dentro del área Art. 14, 18.
d’arrondissement. de distrito. geográfica denominada distrito. Su-
perior de los comandantes de las co-
munes.
27 Commandeurs Comendador. Comendador; el que manda por en- P. XI
(v. gerants, cargo de otro. Persona que recibía
administrateurs). la encomienda de dirigir a los traba-
jadores (esclavos o libres). También
usado para referirse al gerente o ad-
ministrador de una propiedad agrí-
cola (hacienda).
28 Commune (v. Común, División política geográfica, dentro Art. 4, 5.
canton). municipio (v. del distrito; en Santo Domingo tam-
cantón militar). bién se le conoce como municipio.
29 Compartageants. Copartícipes. Partes en un acuerdo o contrato, por Art. 57.
Ej., los cultivadores y los propietarios
de un establecimiento agrícola.

12/10/2015 15:29:10
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
30 Concessions. Concesiones. Transferencia de tierra hecha por el Art. 15.
Estado a particulares para su explo-

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 154


tación agrícola.
31 Conducteur(s), Conductor(es), Capataz, supervisor de la dotación Art. 26, 57, 181
conducteurs conductores de trabajadores de una plantación o
de travaux de trabajos (v. hacienda.
(v. drivers, supervisores).
overseers).
32 Confiscation. Confiscación. Apropiación por parte del Estado de Art. 11.
bienes de particulares por causa de
violación a las leyes. Comiso.
33 Conseil Consejo de Junta o Consejo de Agricultura Art. 81, 82, 135,
d’Agriculture Agricultura (de la (del distrito, común o sección); or- 165-171.
(du quartier, sección, común). ganismo que auxilia en la solucion
commune). de diferencias entre propietarios,
arrendatarios y agricultores.
34 Conseils des Consejo de Grupo de personas distinguidas, con Art. 12, 59.
Notables. Notables. prestigio para representar a la comu-
nidad, con autoridad civil.

12/10/2015 15:29:10
35 Contrat. Contrato. Acuerdo formal, hecho sobre papel Art. 45, 46, 47,
por ante notario, en el cual se hace 49.
constar las obligaciones y derechos
de las partes que lo acuerdan, en
particular, cultivadores o agriculto-

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 155


res y propietarios o administradores.
36 Cultivateur (v. Cultivador (v. Persona dedicada a la profesión agrí- Art. 2, 6.
agriculteur). agricultor). cola. Dedicado al cultivo de la tierra.
Ciudadano atado a la tierra por su
oficio; obrero agrícola.

37 Culture. Cultivo. Cultivo o producción agrícola en Art. 5, 6, 12-14,


sentido amplio; la agricultura. Cuan- 27, 32-35, 46,
do se identifica, cultivo se refiere a 48, 51, 102, 104,
un bien en particular producido 123, 125, 126,
dentro de una propiedad agrícola. 132, 134, 143,
169, 181.
38 Cultures Cultivos de Se refiere a los productos cultivados Art. 34, 43
des denrées productos para exportación; azúcar, café, ca-
principales. principales. cao, añil, algodón, alcoholes.

12/10/2015 15:29:10
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
39 Cultures Cultivos Se refiere a los cultivos de hortali- Art. 34, 35, 36.
secondaires. secundarios. zas, flores, frutales, víveres, forrajes,
granos. Generalmente cultivados en

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 156


los conucos de los hatos (parte del
este) y en el jardin o lacou (laku) de
las habitaciones o plantaciones de la
parte oeste. Cultivos para consumo
interno para diferenciarlo de los cul-
tivos para exportación.
40 Denrées (v. Alimentos, Alimentos cultivados, productos de Art. 54.
récoltes). víveres o cultivos. la tierra. Cultivos.
41 Dragon, simple Soldado simple, Grado militar; rango del tercero de Art. 144.
dragon (v. poste raso (v. puesto los tres guardias campestres fijos que
fixe). fijo). tenía un puesto fijo de la Policia Ru-
ral, bajo el mando de un oficial de
Policía Rural.
42 Drivers (v. Capataces, Capataz, supervisor de la dotación Art. 50, nota ix;
conducteur, supervisores (v. de trabajadores de una plantación o Art. 116, 161.
overseers). conductores) hacienda. Conductor de ganado (v.
Art. 116). Supervisor de un grupo
de agricultores (v. nota traductor al
inglés Art. 116).

12/10/2015 15:29:10
43 Épaves. Ejidos, pecios. Ejidos o terrenos propiedad de la Art. 90, 104, 108-
También común, usados para que el ganado 110, 119.
restos, pedazos, de paso pudiera pastar o descansar.
residuos, Lugar donde se mantenían los ani-
males vagabundos o sin dueños iden-

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 157


derrelictos.
tificados al ser capturados. Dícese de
las cosas abandonadas o derrelictos.
Restos o desechos de alguna cosa.
44 Épaves de la Ejidos, terrenos Terreno comunal de una villa. «Cam- Art. 104, 109.
commune. comunales. po común de todos los vecinos de un
pueblo, lindante con él, que no se
labra, y donde suelen reunirse los
ganados o establecerse las eras». (Pe-
queño Larousse Ilustrado, 1972, p. 380.
45 Établissements Asentamientos Unidad económica especializada en Ley 2.
d’agriculture agrícolas, la producción de bienes agrícolas.
establecimientos Establecimientos o empresas dedi-
agrícolas. cados al cultivo de la tierra. Propie-
dad rural dedicada a la producción
agrícola. Habitación, plantación, ha-
cienda.

12/10/2015 15:29:10
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
46 Établissements Asentamientos Véase definición de établissements Art. 9.
rurale (v. rurales (v. d’agriculture.
établissements establecimientos

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 158


d’agriculture). agrícolas).
47 Fermier Inquilino El arrendatario más importante de Art. 45.
principal. principal; una propiedad rural; implica la exis-
arrendatario de tencia de otros arrendatarios dentro
una propiedad de la misma propiedad destinada a
agrícola; granjero. la producción.

48 Fermier(s). Inquilino(s) o Nombre dado a los inquilinos o Art. 26, 29.


arrendatario(s); arrendatarios de las propiedades
granjero(s). agrícolas, para diferenciarlos de los
propietarios y los cultivadores.
49 Fermiers (sous). Subinquilinos, Nombre dado a los inquilinos o arren- Art. 67.
subarrendatarios. datarios de las propiedades agrícolas,
cuya obligación contractual es con
el inquilino principal del estableci-
miento agrícola o con el propietario,
lo que lo diferencia de los propieta-
rios y los cultivadores. Granjeros.

12/10/2015 15:29:10
50 Fête de la Día de la Día de fiesta dedicado a la celebra- Art. 12, 166.
Agriculture. Agricultura, ción de la agricultura, celebrado el
Fiesta de la día primero de mayo. Fiesta para
Agricultura celebrar y premiar los logros de los
agricultores en sus cosechas.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 159


51 Gardeurs. Guardadores, Personas encargadas de guardar o Art. 88.
guardianes. vigilar los bienes en una hacienda,
hato, plantación o habitación. De
modo particular se aplica el nombre
a los encargados de cuidar el ganado
y bestias, tanto en el hato como en la
plantación o hacienda.
52 Gérants (v. Administrador, Encargados de la dirección o admi- Art. 26, 29.
administrateurs, gerente, nistración de las haciendas(planta-
commandeur). encargado de ciones o haciendas). Representaba
la plantación o al propietario, generalmente un ab-
hacienda. sentista.También se les denominaba
administradores (administrateurs) y
en algunos casos comandantes (com-
mandeurs).

12/10/2015 15:29:10
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
53 Gourde. Gourde. Moneda haitiana usada durante el Art. 5, 11, 15, 21,
período en que entró en vigencia el 37, 40, 44, 48,
Código Rural de 1826. 67, 91, 93, 108,

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 160


109, 137, 157,
177, 196, 197,
201.
54 Guildiveries. Destilerias, Fabricas donde se destila ron. Art. 7.
guildivias (Cfr.
guildiveri,
aguardiente,
ron).
55 Habitation, Hacienda, Hacienda o plantación dedicada a Art. 26.
habitánt. hacendado. la producción agrícola o pecuaria.
Nombre dado por los franceses a las
explotaciones agrícolas durante los
períodos coloniales. Habitánt era el
hacendado o dueño de la hacienda.
56 Hattes. Hatos. Terrenos rurales dedicados en gene- Art. 28, 86, 87,
ral a la crianza de ganado, principal- 88, 89, 90, 92, 94,
mente vacuno, caballar y cerdos. 95, 96, 97,98, 99.
57 Hattier. Hatero. Propietario del hato. Art.91, 94.

12/10/2015 15:29:11
58 Jardin, jardin de Jardín, jardín de Conuco o lacou; pequeña área de- Art. 19, 26, 37,
travaille. trabajo, conuco, dicada a producir viveres y frutos 38, 39.
lacou. menores para la subsistencia de los
trabajadores del establecimiento
agrícola y anexo al área del gran cul-

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 161


tivo o explotación.
59 Jardins de Jardín de víveres, Área de terreno relativamente peque- Art. 129.
denrées (v. conuco o lacou ña con respecto a la plantación o hato,
jardins; v. (v. jardin, jardin dedicada a producir viveres y frutos
denrées). de trabajo; menores empleados para alimentar
v. alimento, a los trabajadores del establecimiento
agrícola (plantación o hato).
víveres).
60 Juge de Paix. Juez de Paz. Autoridad civil judicial dentro de Art. 5, 18, 41, 42,
una división política o geográfica. 44, 83, 84, 85, 90.
61 Maître-hattier. Maestro hatero. Persona encargada del hato y de di- Art. 94, 98, 99.
rigir a los cultivadores y guardianes
del hato; nombrado por el hatero
o propietario, o por el inquilino o
arrendatario del hato.

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Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
62 Maîtres. Maestros. Maestros o expertos en un arte u ofi- Art. 57, 94.
cio. Maîtres-sucrieres (maestros azuca-
reros), maîtres-cabrouettiers (maestros

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 162


carreteros), maître-hattier (maestro
hatero).
63 Maîtres- Maestros Personas encargadas de las carretas Art. 57.
cabrouettiers. carreteros. y de los carreteros que las conducen.
Se dice también del que construye
carretas
64 Maîtres-sucriers. Maestros Personas encargadas de la produc- Art. 57.
azucareros. ción o manufactura del azúcar en la
fase industrial.
65 Maréchal des Sargento de Grado militar; rango del primero de Art. 144.
logis (v. poste caballería o los tres guardias campestres fijos que
fixe). de artillería (v. tenía un puesto en la Policia Rural,
puesto fijo). bajo el mando de un oficial de esta.
66 Moitié (de). A media, a mitad. Sistema de compensación de los cul- Art. 54, 63, 65,
tivadores atados a la tierra, mediante 80, 81, 161.
el cual se les pagaba la mitad de la
producción obtenida en la habita-
ción (plantación o hato). Forma de
aparcería (a parte, 1 de 2, o el 50%).

12/10/2015 15:29:11
67 Notaire. Notario. Notario público que da fe de la rea- Art. 16, 47.
lización de una operación entre per-
sonas. Fedatario.
68 Officier de la Oficial de Policía Autoridad militar dentro de una divi- Art. 5, 18, 41,

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 163


Police Rurale. Rural. sión política o geográfica. Un oficial 43, 56, 59, 60,
militar de grado subalterno, desde 71, 81-83, 89,
subteniente hasta capitán, designa- 93-94, 99, 105-6,
do por el Presidente de Haití, encar- 111, 115, 118,
gado de la supervisión de la sección
120, 132, 134,
y de la policía correspondiente.
136, 138, 141-
151, 154, 156,
181-2, 192, 198 .
Véase Art. 140 y
siguientes.
69 Officier de santé. Oficial de Autoridad pública supervisora de Art. 67.
sanidad. las condiciones de salud de la pobla-
ción.
70 Overseers Supervisores, Capataz, supervisor de la dotación Ver nota traduc­
(v. drivers, capataces. de trabajadores de una plantación o tor, p. XI-XII
conducteurs). hacienda.

12/10/2015 15:29:11
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
71 Pacotilleurs Vendedores Personas dedicadas a la profesión Art. 8.
patentés. con licencia o de vender mercancías (provisiones,

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 164


patentados. importaciones, quincallas, etc.) de
manera ambulante o fija, con la au-
torización del Estado (patente).
72 Papier libre. Papel libre. Papel sin sellar. Papel c­ orriente usa- Art. 60.
do para otorgar permisos o autoriza-
ciones por particulares (propie­tarios,
inquilinos o subencargados) a los
agricultores, sin costo alguno. Térmi-
no usado para diferenciarlo del papel
sellado u oficial (papier timbré).

73 Papier timbré. Papel timbrado, Papel timbrado o sellado usado con Art. 99.
papel sellado. caracter oficial en los actos protoco-
lares por los notarios y autoridades
oficiales.

12/10/2015 15:29:11
74 Partage en Partición en División del fruto de la cosecha en- Art. 54.
nature. especie, partición tre el propietario o inquilino prin-
en naturaleza. cipal y los cultivadores aparceros, a
cuarto o a media.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 165


75 Pièces a l’appui. Documentos, Documentos que apoyan o sopor- Art. 59.
piezas de apoyo. tan las actas (o procesos verbales)
levantadas por los Oficiales de Po-
licía Rural.
76 Police Rurale. Policía Rural. Organismo público para la adminis- Art. 119, Ley 6,
tración, el orden y la prosperidad de Art. 172.
los propietarios rurales, instituida
por la ley.
77 Poste fixe (de Puesto fijo (de Puesto fijo de la Policía Rural en Art. 140, 144.
Police Rurale). Policía Rural). las secciones agrícolas, compuesto
por cuatro militares: un oficial de la
Policía Rural (de subteniente hasta
capitán), un sargento, un cabo y un
dragon simple (soldado raso).
78 Procès-verbal. Acta. Proceso Tomar nota de la declaración verbal Art. 105, 129.
verbal. de un hecho. Levantar un acta sobre
un suceso; el acta misma. Tomar una
autoridad las declaraciones de un in-
teresado sobre un hecho.

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Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
79 Propriétaire. Propietario, Dueño de un establecimiento, ha- Art. 5, 10. 15,
dueño. cienda o hato. Quien posee el título 20-27, 29, 37, 39,

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 166


de propiedad de un bien. 43, 44, 45, 48,
50, 51, 54, 56,
60-79, 81, 87, 90,
94, 96-100, 104,
105, 108, 112,
113, 115, 132,
136, 137, 146,
148, 155-159,
162, 165, 174,
176, 183, 187,
188, 195, 197,
198.
80 Quart (au). A cuarta. Sistema de compensación de los cul- Art. 38, 52, 54,
tivadores atados a la tierra, mediante 57, 62-67, 72, 75,
el cual se les pagaba el cuarto de la 79.
producción obtenida en la habita-
ción (plantación o hato). Forma de
aparcería (a parte, 1 de 4, ó el 25%).

12/10/2015 15:29:11
81 Quartier Sección (rural), Lugar o sección geográfica donde se Art. 81.
(v. canton). barrio (urbano), encontraban los asentamientos agrí-
cuartel (v. cantón). colas (habitaciones); barrio de una
ciudad o villa. Cuartel (militar).
82 Racines Raíces Tubérculos o raíces producidos ge- Art. 32.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 167


(v. vivres). (v. víveres). neralmente en conucos o jardines
para consumo de subsistencia. Vivres
ou racines, víveres o raíces.
83 Récoltes Alimentos, viveres Alimentos cultivados, productos de Art. 54.
(v. denrées). (v. cultivos). la tierra. Cultivos. Víveres, raíces, tu-
bérculos, legumbres, plátanos, hor-
talizas, frutos.
84 Routes Rutas o vías Carreteras o vías principales de co- Art. 14, 173, 191,
publiques. públicas. municación terrestre, de dominio 199.
público, usadas para la circulación
de personas, animales y medios para
el transporte de productos.
85 Société de moitié Sociedad de Acuerdo o sociedad entre propieta- Art. 54, 63, 65,
(v. de moitié). mitad, sociedad a rios y cultivadores, mediante el cual 80, 81, 161.
media. se distribuía el ingreso de la produc-
ción a la mitad o a media entre am-
bos. Forma de aparcería que otorga
el 50% (la mitad) de la producción al
dueño y el 50% restante al cultivador.

12/10/2015 15:29:11
Artículo
No. Palabra Traducción Definición
o Pág., Ref.
86 Synallagmatique. Sinalagmático(a). Bilateral. Dícese del contrato hecho Art. 156.
entre dos partes, por Ej., entre culti-

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 168


vadores y dueños o administradores
de establecimientos agrícolas, por
ante notario.
87 Titre. Título. Documento que contiene la infor- Art. 16-18.
mación relacionada con la propie-
dad, tenencia o concesión de la
tierra, y los detalles que la individua-
lizan.
88 Tombereaux (v. Carretillas, Carretillas o volquetas empleadas Art. 199.
cabrouets) volquetas (v. para mover mercancias.
carretas).
89 Troupes de ligne. Tropas de línea. Se refiere al ejército regular, cuya Art. 149, 152,
función es defender las fronteras del 153.
país y la soberanía nacional.
90 Ville(s). Villa(s), División política, geográfica; de Art. 4, 5, 8-10,
ciudad(es). mayor extensión que los pueblos 44, 177, 180.
(bourgs) y poblados (bourgades).

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91 Vivres. Víveres o raíces. Bienes agrícolas cultivados para la Art. 32, 34, 36-
subsistencia de la población. Cul- 38, 50, 55, 129.
tivos hechos por lo general en los
conucos o jardines (lacou), para el
consumo familiar. Vivres ou racines,

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víveres o raíces.
92 Voies de droit. Vías de derecho, Medios que otorga la ley para obligar Art. 20.
medios legales. a realizar lo que las leyes y normas
públicas determinan. Imposiciones
para forzar el cumplimiento de la
ley. Recurrir al uso o aplicación de
las leyes para lograr el cumplimiento
o ejecución de una acción prevista
por la ley.
93 Agriculture (v. Agricultura. Cultivo de la tierra. Art. 1, 12, 18, 48,
culture). 60, 75, 81, 82,
114, 122, 123,
135, 143, 165,
166-171, 193.

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Índice onomástico

A C

Adélaïde-Merlande, Jacques 24 Cassá, Roberto 37-38


Ardouin (secretario de la Cá- Céspedes, Diógenes 15
mara de los Comunes, Christophe, Henri (rey Hen-
Haití) 13, 28, 100, 143 ri I de Haití) 9-10, 19,
24-25, 28, 31, 37
Cordero Michel, Emilio 11-13,
B 23

Bathurst, Earl (conde) 34, 43


Bolívar, Simón 24 D
Bonaparte, Napoleón 9, 23,
32, 34 Desgrotte Ypolita, Henri Etien-
Boyer, Jean Pierre 9-12, 17, ne 42
19, 25, 28, 30-34, 36-37, Dessalines, Jean-Jacques (em-
39-41, 101, 144 perador Jacques I de Hai-
Brea, R. 11 tí) 9-10, 18-19, 24-25, 31-32
Dubreuil (secretario del Se-
nado, Haití) 28, 101, 144
Dorsainvil, Jean Chrysostome
13, 30-31

- 171 -

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172 Índice onomástico

F Lora H., Quisqueya 13, 15


Luis xiv 9
Ferrand, Louis 26 Luciano Pichardo, Rafael 24
Fick, Carolyn 39-40

M
G
Mariñas Otero, Luis 24
Gayot (secretario del Senado, Moya Pons, Frank 11, 34-36
Haití) 28, 101, 144 Muzaine (presidente de la
Gentil Leduc, María Adelaide Cámara de los Comunes,
42 Haití) 28, 100, 143

H N

Hédouville 40 Nicholls, David 39-40


Hussey, Roland Dennis 34 Núñez de Cáceres, José 9, 24,
32, 41

I
Inginag, B. 101, 144 P

Pétion, Alexander Sabes 10,


J 19, 25, 28, 31-32, 37, 40
Pierre-Louis, Patrick 12
Junca (secretario de la Cáma- Polverel (comisionado francés)
ra de los Comunes, Hai- 24, 40
tí) 28, 100, 143 Price-Mars, Jean 32-33

L R

Leclerc, Charles Víctor Emma­ Regino Espinal, Francisco Ber-


nuel 18, 23-24 nardo 17, 21, 24, 36, 42

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Código Rural de Haití 173

Rochambeau, Donatien 24 T
Rodríguez, C. Armando 150
Rouanez, P. (presidente del Se- Théodat, Jean-Marie 12, 34
nado, Haití) 28, 100, 144 Toussaint Louverture, Fran-
çois-Dominique 10, 17-19,
24-26, 31, 39-40
S

Sánchez Ramírez, Juan 10, 28 V


Schoelcher, Victor 24, 147
Sonthonax, Léger-Félicité 24, Vega Boyrie, Wenceslao 11,
32, 40 21, 39
Soulouque, Faustino (empera-
dor Faustino i de Haití) 9

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Publicaciones
del Archivo General de la Nación

Vol. I Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846.


Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1944.
Vol. II Documentos para la historia de la República Dominicana. Colec-
ción de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944.
Vol. III Samaná, pasado y porvenir. E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945.
Vol. IV Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.
Rodríguez Demorizi, Vol. II, C. T., 1945.
Vol. V Documentos para la historia de la República Dominicana. Colec-
ción de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1947.
Vol. VI San Cristóbal de antaño. E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santia-
go, 1946.
Vol. VII Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir). R.
Lugo Lovatón, C. T., 1951.
Vol. VIII Relaciones. Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y
notas por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951.
Vol. IX Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850.
Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1947.
Vol. X Índice general del «Boletín» del 1938 al 1944, C. T., 1949.
Vol. XI Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Es-
crita en holandés por Alexander O. Exquemelin, traducida de
una famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A.
Rodríguez; introducción y bosquejo biográfico del traductor
R. Lugo Lovatón, C. T., 1953.
Vol. XII Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956.
Vol. XIII Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de
E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957.

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176 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. XIV Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy,


García Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros. 1795-1802.
Edición de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.
Vol. XV Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección
de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.
Vol. XVI Escritos dispersos. (Tomo I: 1896-1908). José Ramón López. Edi-
ción de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.
Vol. XVII Escritos dispersos. (Tomo II: 1909-1916). José Ramón López. Edi-
ción de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.
Vol. XVIII Escritos dispersos. (Tomo III: 1917-1922). José Ramón López.
Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.
Vol. XIX Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición
de E. Cordero Michel, Santo Domingo, D. N., 2005.
Vol. XX Lilí, el sanguinario machetero dominicano. Juan Vicente Flores,
Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXI Escritos selectos. Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Edición
conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reser-
vas, Andrés Blanco Díaz (editor), Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXII Obras escogidas 1. Artículos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de
A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXIII Obras escogidas 2. Ensayos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de
A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXIV Obras escogidas 3. Epistolario. Alejandro Angulo Guridi. Edición
de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXV La colonización de la frontera dominicana 1680-1796. Manuel
Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXVI Fabio Fiallo en La Bandera Libre. Compilación de Rafael Darío
Herrera, Santo Domingo, D. N., 2006.
Vol. XXVII Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (1680-1795).
El Cibao y la bahía de Samaná. Manuel Hernández González, Santo
Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXVIII Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño. Compilación de
José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXIX Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXX Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), experiencia
fundacional del Nuevo Mundo. Miguel D. Mena, Santo Domin-
go, D. N., 2007.
Vol. XXXI Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501. Fray
Vicente Rubio, O. P. Edición conjunta del Archivo General
de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del
Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2007.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 177

Vol. XXXII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos sobresa-


lientes en la provincia). Compilación de Alfredo Rafael Hernán-
dez Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXXIII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización
de la provincia post Restauración). Compilación de Alfredo Ra-
fael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXXIV Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo xvii. Compilación
de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXXV Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Santo Do-
mingo, D. N., 2007.
Vol. XXXVI Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922.
Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXXVII Documentos para la historia de la educación moderna en la Repú-
blica Dominicana (1879-1894). Tomo I, Raymundo González,
Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXXVIII Documentos para la historia de la educación moderna en la Repú-
blica Dominicana (1879-1894). Tomo II, Raymundo González,
Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XXXIX Una carta a Maritain. Andrés Avelino. Traducción al castellano e
introducción del P. Jesús Hernández, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XL Manual de indización para archivos, en coedición con el Archi-
vo Nacional de la República de Cuba. Marisol Mesa, Elvira
Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz
Meriño, Jorge Macle Cruz, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XLI Apuntes históricos sobre Santo Domingo. Dr. Alejandro Llenas.
Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XLII Ensayos y apuntes diversos. Dr. Alejandro Llenas. Edición de
A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XLIII La educación científica de la mujer. Eugenio María de Hostos,
Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. XLIV Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546). Compila-
ción de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. XLV Américo Lugo en Patria. Selección. Compilación de Rafael Darío
Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. XLVI Años imborrables. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Santo Do-
mingo, D. N., 2008.
Vol. XLVII Censos municipales del siglo xix y otras estadísticas de población.
Alejandro Paulino Ramos, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. XLVIII Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo I.
Compilación de José Luis Saez, S. J., Santo Domingo, D. N.,
2008.

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178 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. XLIX Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo II.
Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. L Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo III.
Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LI Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilina-
rias. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo
Domingo, D. N., 2008.
Vol. LII Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo Me-
jía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LIII Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de
A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LIV Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominica-
na. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LV Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández,
Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LVI Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LVII Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LVIII Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de J. Gal-
ván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LIX Textos reunidos 4. Cartas, Ministerios y misiones diplomáticas. Manuel
de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo,
D. N., 2008.
Vol. LX La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Tru-
jillo (1930-1961). Tomo I, José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo,
D. N., 2008.
Vol. LXI La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Tru-
jillo (1930-1961). Tomo II, José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo,
D. N., 2008.
Vol. LXII Legislación archivística dominicana, 1847-2007. Archivo General
de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXIII Libro de bautismos de esclavos (1636-1670). Transcripción de José
Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXIV Los gavilleros (1904-1916). María Filomena González Canalda,
Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXV El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones
económicas. Manuel Vicente Hernández González, Santo Do-
mingo, D. N., 2008.
Vol. LXVI Cuadros históricos dominicanos. César A. Herrera, Santo Domin-
go, D. N., 2008.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 179

Vol. LXVII Escritos 1. Cosas, cartas y... otras cosas. Hipólito Billini. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXVIII Escritos 2. Ensayos. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco
Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXIX Memorias, informes y noticias dominicanas. H. Thomasset. Edi-
ción de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXX Manual de procedimientos para el tratamiento documental. Olga
Pedierro, et. al., Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXXI Escritos desde aquí y desde allá. Juan Vicente Flores. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXXII De la calle a los estrados por justicia y libertad. Ramón Antonio
Veras (Negro), Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXXIII Escritos y apuntes históricos. Vetilio Alfau Durán, Santo Domingo,
D. N., 2009.
Vol. LXXIV Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista. Salva-
dor E. Morales Pérez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXV Escritos. 1. Cartas insurgentes y otras misivas. Mariano A. Ceste-
ro. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N.,
2009.
Vol. LXXVI Escritos. 2. Artículos y ensayos. Mariano A. Cestero. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXVII Más que un eco de la opinión. 1. Ensayos, y memorias ministeriales.
Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz,
Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXVIII Más que un eco de la opinión. 2. Escritos, 1879-1885. Francisco
Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Do-
mingo, D. N., 2009.
Vol. LXXIX Más que un eco de la opinión. 3. Escritos, 1886-1889. Francisco
Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Do-
mingo, D. N., 2009.
Vol. LXXX Más que un eco de la opinión. 4. Escritos, 1890-1897. Francisco
Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Do-
mingo, D. N., 2009.
Vol. LXXXI Capitalismo y descampesinización en el Suroeste dominicano. Angel
Moreta, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXXIII Perlas de la pluma de los Garrido. Emigdio Osvaldo Garrido,
Víctor Garrido y Edna Garrido de Boggs. Edición de Edgar
Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXXIV Gestión de riesgos para la prevención y mitigación de desastres en
el patrimonio documental. Sofía Borrego, Maritza Dorta, Ana
Pérez, Maritza Mirabal, Santo Domingo, D. N., 2009.

El Código Rural de Haití 12-10-2015.indd 179 12/10/2015 15:29:12


180 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. LXXXV Obras. Tomo I, Guido Despradel Batista. Compilación de Al-


fredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXXVI Obras. Tomo II, Guido Despradel Batista. Compilación de
Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXXVII Historia de la Concepción de La Vega. Guido Despradel Batista,
Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. LXXXIX Una pluma en el exilio. Los artículos publicados por Constancio Ber-
naldo de Quirós en República Dominicana. Compilación de Cons-
tancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XC Ideas y doctrinas políticas contemporáneas. Juan Isidro Jimenes
Grullón, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCI Metodología de la investigación histórica. Hernán Venegas Delga-
do, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCIII Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo I. Compilación de
Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCIV Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo II. Compilación de
Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCV Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo III. Compilación
de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCVI Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición. Ramón Anto-
nio, (Negro) Veras, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCVII Escritos reunidos. 1. Ensayos, 1887-1907. Rafael Justino Castillo.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCVIII Escritos reunidos. 2. Ensayos, 1908-1932. Rafael Justino Castillo.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. XCIX Escritos reunidos. 3. Artículos, 1888-1931. Rafael Justino Castillo.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. C Escritos históricos. Américo Lugo. Edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2009.
Vol. CI Vindicaciones y apologías. Bernardo Correa y Cidrón. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. CII Historia, diplomática y archivística. Contribuciones dominicanas.
María Ugarte, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. CIII Escritos diversos. Emiliano Tejera. Edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Vol. CIV Tierra adentro. José María Pichardo, segunda edición, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Vol. CV Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Diógenes Valdez,
Santo Domingo, D. N., 2010.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 181

Vol. CVI Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la Repúbli-


ca Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de
Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CVII Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. Estudios,
1983-2008. Consuelo Varela. Edición de Andrés Blanco Díaz,
Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CVIII República Dominicana. Identidad y herencias etnoculturales indí-
genas. J. Jesús María Serna Moreno, Santo Domingo, D. N.,
2010.
Vol. CIX Escritos pedagógicos. Malaquías Gil Arantegui. Edición de An-
drés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CX Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación. Compila-
ción de Natalia González, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXI Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo y artículos contra
el régimen de Trujillo en el exterior. Compilación de Constancio
Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXII Ensayos y apuntes pedagógicos. Gregorio B. Palacín Iglesias. Edi-
ción de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXIII El exilio republicano español en la sociedad dominicana (Ponencias
del Seminario Internacional, 4 y 5 de marzo de 2010). Reina
C. Rosario Fernández (Coord.) Edición conjunta de la Acade-
mia Dominicana de la Historia, la Comisión Permanente de
Efemérides Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXIV Pedro Henríquez Ureña. Historia cultural, historiografía y crítica
literaria. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXV Antología. José Gabriel García. Edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Vol. CXVI Paisaje y acento. Impresiones de un español en la República Domini-
cana. José Forné Farreres. Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXVII Historia e ideología. Mujeres dominicanas, 1880-1950. Carmen
Durán. Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXVIII Historia dominicana: desde los aborígenes hasta la Guerra de Abril.
Augusto Sención (Coord.), Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXIX Historia pendiente: Moca 2 de mayo de 1861. Juan José Ayuso,
Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXX Raíces de una hermandad. Rafael Báez Pérez e Ysabel A. Pauli-
no, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXI Miches: historia y tradición. Ceferino Moní Reyes, Santo Domin-
go, D. N., 2010.

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182 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. CXXII Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo I, Octavio A. Ace-


vedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N.,
2010.
Vol. CXXIII Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo II, Octavio A. Ace-
vedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N.,
2010.
Vol. CXXIV Apuntes de un normalista. Eugenio María de Hostos. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXV Recuerdos de la Revolución Moyista (Memoria, apuntes y documentos).
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXVI Años imborrables (2da ed.) Rafael Alburquerque Zayas-Bazán.
Edición conjunta de la Comisión Permanente de Efemérides
Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D.
N., 2010.
Vol. CXXVII El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la dicta-
dura de Trujillo. Tomo I. Compilación de Alejandro Paulino
Ramos. Edición conjunta del Archivo General de la Nación y
la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D.
N., 2010.
Vol. CXXVIII El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la dictadura
de Trujillo. Tomo II. Compilación de Alejandro Paulino Ramos.
Edición conjunta del Archivo General de la Nación y la Acade-
mia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXIX Memorias del Segundo Encuentro Nacional de Archivos. Santo Do-
mingo, D. N., 2010.
Vol. CXXX Relaciones cubano-dominicanas, su escenario hemisférico (1944-1948).
Jorge Renato Ibarra Guitart, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXXI Obras selectas. Tomo I, Antonio Zaglul. Edición conjunta del
Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXII Obras selectas. Tomo II, Antonio Zaglul. Edición conjunta del
Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXIII África y el Caribe: Destinos cruzados. Siglos xv-xix, Zakari Drama-
ni-Issifou, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXIV Modernidad e ilustración en Santo Domingo. Rafael Morla, Santo
Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXV La guerra silenciosa: Las luchas sociales en la ruralía dominicana.
Pedro L. San Miguel, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXVI AGN: bibliohemerografía archivística. Un aporte (1867-2011). Luis
Alfonso Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2011.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 183

Vol. CXXXVII La caña da para todo. Un estudio histórico-cuantitativo del desarro-


llo azucarero dominicano. (1500-1930). Arturo Martínez Moya,
Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXVIII El Ecuador en la Historia. Jorge Núñez Sánchez, Santo Domingo,
D. N., 2011.
Vol. CXXXIX La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia,
1849-1856. Wenceslao Vega B., Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXL Max Henríquez Ureña. Las rutas de una vida intelectual. Odalís G.
Pérez, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLI Yo también acuso. Carmita Landestoy, Santo Domingo, D. N.,
2011.
Vol. CXLIII Más escritos dispersos. Tomo I, José Ramón López. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLIV Más escritos dispersos. Tomo II, José Ramón López. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLV Más escritos dispersos. Tomo III, José Ramón López. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLVI Manuel de Jesús de Peña y Reinoso: Dos patrias y un ideal. Jorge
Berenguer Cala, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLVII Rebelión de los Capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno.
Roberto Cassá, edición conjunta del Archivo General de la
Nación y la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Santo
Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLVIII De esclavos a campesinos. Vida rural en Santo Domingo colonial.
Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLIX Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1547-1575). Gena-
ro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CL Ramón –Van Elder– Espinal. Una vida intelectual comprometida.
Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo
Domingo, D. N., 2011.
Vol. CLI El alzamiento de Neiba: Los acontecimientos y los documentos (febrero
de 1863). José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, Santo Do-
mingo, D. N., 2011.
Vol. CLII Meditaciones de cultura. Laberintos de la dominicanidad. Carlos
Andújar Persinal, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CLIII El Ecuador en la Historia (2da ed.) Jorge Núñez Sánchez, Santo
Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLIV Revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe (1789-1854).
José Luciano Franco, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLV El Salvador: historia mínima. Varios autores, Santo Domingo, D.
N., 2012.

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184 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. CLVI Didáctica de la geografía para profesores de Sociales. Amparo Chan-


tada, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLVII La telaraña cubana de Trujillo. Tomo I, Eliades Acosta Matos,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLVIII Cedulario de la isla de Santo Domingo, 1501-1509. Vol. II, Fray
Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General
de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del
Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLIX Tesoros ocultos del periódico El Cable. Compilación de Edgar
Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLX Cuestiones políticas y sociales. Dr. Santiago Ponce de León. Edi-
ción de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXI La telaraña cubana de Trujillo. Tomo II, Eliades Acosta Matos,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXII El incidente del trasatlántico Cuba. Una historia del exilio republica-
no español en la sociedad dominicana, 1938-1944. Juan B. Alfon-
seca Giner de los Ríos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXIII Historia de la caricatura dominicana. Tomo I, José Mercader,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXIV Valle Nuevo: El Parque Juan B. Pérez Rancier y su altiplano. Cons-
tancio Cassá, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXV Economía, agricultura y producción. José Ramón Abad. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXVI Antología. Eugenio Deschamps. Edición de Roberto Cassá,
Betty Almonte y Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N.,
2012.
Vol. CLXVII Diccionario geográfico-histórico dominicano. Temístocles A.
Ravelo.Revisión, anotación y ensayo introductorio Marcos
A. Morales, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo,
D. N., 2012.
Vol. CLXVIII Drama de Trujillo. Cronología comentada. Alonso Rodríguez De-
morizi. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N.,
2012.
Vol. CLXIX La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I, volu-
men 1. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXX Drama de Trujillo. Nueva Canosa. Alonso Rodríguez Demorizi.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012
Vol. CLXXI El Tratado de Ryswick y otros temas. Julio Andrés Montolío. Edi-
ción de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXII La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I, volu-
men 2. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 185

Vol. CLXXIII La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III, volu-


men 5. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXIV La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III, volu-
men 6. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXV Cinco ensayos sobre el Caribe hispano en el siglo xix: República Do-
minicana, Cuba y Puerto Rico 1861-1898. Luis Álvarez-López,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXVI Correspondencia consular inglesa sobre la Anexión de Santo Domingo
a España. Roberto Marte, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXVII ¿Por qué lucha el pueblo dominicano? Imperialismo y dictadura en
América Latina. Dato Pagán Perdomo, Santo Domingo, D. N.,
2012.
Vol. CLXXVIII Visión de Hostos sobre Duarte. Eugenio María de Hostos. Compila-
ción y edición de Miguel Collado, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXIX Los campesinos del Cibao: Economía de mercado y transformación
agraria en la República Dominicana, 1880-1960. Pedro L. San
Miguel, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXX La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II, volu-
men 3. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXI La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II, volu-
men 4. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXII De súbditos a ciudadanos (siglos xvii-xix): el proceso de formación de las
comunidades criollas del Caribe hispánico (Cuba, Puerto Rico y Santo Do-
mingo). Tomo I. Jorge Ibarra Cuesta, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXIII La dictadura de Trujillo (1930-1961). Augusto Sención Villalo-
na, San Salvador-Santo Domingo, 2012.
Vol. CLXXXIV Anexión-Restauración. Parte 1. César A. Herrera. Edición con-
junta entre el Archivo General de la Nación y la Academia
Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXV Anexión-Restauración. Parte 2. César A. Herrera. Edición con-
junta entre el Archivo General de la Nación y la Academia
Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXXVI Historia de Cuba. José Abreu Cardet y otros, Santo Domingo,
D. N., 2013.
Vol. CLXXXVII Libertad Igualdad: Protocolos notariales de José Troncoso y Antonio
Abad Solano, 1822-1840. María Filomena González Canalda,
Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXXVIII Biografías sumarias de los diputados de Santo Domingo en las Cortes
españolas. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXXIX Financial Reform, Monetary Policy and Banking Crisis in Domini-
can Republic. Ruddy Santana, Santo Domingo, D. N., 2013.

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186 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. CXC Legislación archivística dominicana (1847-2012). Departamento


de Sistema Nacional de Archivos e Inspectoría, Santo Domin-
go, D. N., 2013.
Vol. CXCI La rivalidad internacional por la República Dominicana y el com-
plejo proceso de su anexión a España (1858-1865). Luis Escolano
Giménez, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCII Escritos históricos de Carlos Larrazábal Blanco. Tomo I. Santo
Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCIII Guerra de liberación en el Caribe hispano (1863-1878). José Abreu
Cardet y Luis Álvarez-López, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCIV Historia del municipio de Cevicos. Miguel Ángel Díaz Herrera,
Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCV La noción de período en la historia dominicana. Volumen I, Pedro
Mir, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCVI La noción de período en la historia dominicana. Volumen II, Pedro
Mir, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCVII La noción de período en la historia dominicana. Volumen III, Pe-
dro Mir, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCVIII Literatura y arqueología a través de La mosca soldado de Marcio Veloz
Maggiolo. Teresa Zaldívar Zaldívar, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCIX El Dr. Alcides García Lluberes y sus artículos publicados en 1965 en
el periódico Patria. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo
de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CC El cacoísmo burgués contra Salnave (1867-1870). Roger Gaillard,
Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CCI «Sociología aldeada» y otros materiales de Manuel de Jesús Rodríguez Varo-
na. Compilación de Angel Moreta, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CCII Álbum de un héroe. (A la augusta memoria de José Martí). 3ra edi-
ción. Compilación de Federico Henríquez y Carvajal y edición
de Diógenes Céspedes, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CCIII La Hacienda Fundación. Guaroa Ubiñas Renville, Santo Do-
mingo, D. N., 2013.
Vol. CCIV Pedro Mir en Cuba. De la amistad cubano-dominicana. Rolando
Álvarez Estévez, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CCV Correspondencia entre Ángel Morales y Sumner Welles. Edición de
Bernardo Vega, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CCVI Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico. Julio Mina-
ya, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CCVII Catálogo de la Biblioteca Arístides Incháustegui (BAI) en el Archivo
General de la Nación. Blanca Delgado Malagón, Santo Domin-
go, D. N., 2013.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 187

Vol. CCVIII Personajes dominicanos. Tomo I, Roberto Cassá. Edición con-


junta del Archivo General de la Nación y la Comisión Perma-
nente de Efemérides Patrias, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCIX Personajes dominicanos. Tomo II, Roberto Cassá. Edición con-
junta del Archivo General de la Nación y la Comisión Perma-
nente de Efemérides Patrias, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCX Rebelión de los Capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno. 2da edi-
ción, Roberto Cassá. Edición conjunta del Archivo General
de la Nación y la Universidad Autónoma de Santo Domingo,
Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXI Una experiencia de política monetaria. Eduardo García Michel,
Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXII Memorias del III Encuentro Nacional de Archivos. Santo Domingo,
D. N., 2014.
Vol. CCXIII El mito de los Padres de la Patria y Debate histórico. Juan Isidro
Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXIV La República Dominicana [1888]. Territorio. Clima. Agricultura.
Industria. Comercio. Inmigración y anuario estadístico. Francisco
Álvarez Leal. Edición conjunta del Archivo General de la
Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Do-
mingo, D. N., 2014.
Vol. CCXV Los alzamientos de Guayubín, Sabaneta y Montecristi: Documentos. José
Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXVI Propuesta de una Corporación Azucarera Dominicana. Informe de
Coverdale & Colpitts. Estudio de Frank Báez Evertsz, Santo Do-
mingo, D. N., 2014.
Vol. CCXVII La familia de Máximo Gómez. Fray Cipriano de Utrera, Santo
Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXVIII Historia de Santo Domingo. La dominación haitiana (1822-1844).
Vol. IX. Gustavo Adolfo Mejía-Ricart, Santo Domingo, D. N.,
2014.
Vol. CCXIX La expedición de Cayo Confites. Humberto Vázquez García. Edición
conjunta del Archivo General de la Nación, de República Do-
minicana y la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba, Santo
Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXX De súbditos a ciudadanos (siglos xvii-xix): El proceso de formación de
las comunidades criollas del Caribe hispánico (Cuba, Puerto Rico y
Santo Domingo). Tomo II, Jorge Ibarra Cuesta, Santo Domin-
go, D. N., 2014.
Vol. CCXXII Bromeando. Periodismo patriótico. Eleuterio de León Berroa,
Santo Domingo, D. N., 2015.

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188 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. CCXXIII Testimonios de un combatiente revolucionario. José Daniel Ariza


Cabral, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXXIV Crecimiento económico dominicano (1844-1950). Arturo Martínez
Moya, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXXV Máximo Gómez. Utopía y realidad de una República. Yoel Cordoví
Núñez. Edición conjunta del Archivo General de la Nación,
de República Dominicana y la Editora Historia, de La Haba-
na, Cuba, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXXVI Juan Rodríguez y los comienzos de la ciudad de Nueva York. Anthony
Stevens-Acevedo, Tom Weterings y Leonor Álvarez Francés.
Traducción de Angel L. Estévez. Edición conjunta del Archivo
General de la Nación, de República Dominicana y el Instituto
de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de
Nueva York (CUNY DSI), Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXXVII Gestión documental. Herramientas para la organización de los archi-
vos de oficinas. Olga María Pedierro Valdés, Santo Domingo,
D. N., 2014.
Vol. CCXXVIII Nueva historia mínima de América Latina. Biografía de un conti-
nente. Sergio Guerra Vilaboy, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXXIX La olvidada expedición a Santo Domingo, 1959. María Antonia
Bofill Pérez, Santo Domingo, D. N., 2014.
Vol. CCXXX Recursos de Referencia de Fondos y Colecciones. Departamento de
Referencias, Santo Domingo, D. N., 2015.
Vol. CCXXXI Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1575-1578). Gena-
ro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2015.
Vol. CCXXXII Cuando amaban las tierras comuneras. Pedro Mir, Santo Domin-
go, D. N., 2015.
Vol. CCXXXIII Memorias de un revolucionario. Tomo I, Fidelio Despradel, San-
to Domingo, D. N., 2015.
Vol. CCXXXIV Memorias de un revolucionario. Tomo II, Fidelio Despradel, San-
to Domingo, D. N., 2015.

Colección Juvenil

Vol. I Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. II Heroínas nacionales. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N.,
2007.
Vol. III Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos, Santo
Domingo, D. N., 2007.
Vol. IV Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá, Santo Do-
mingo, D. N., 2008.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 189

Vol. V Padres de la Patria. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N.,


2008.
Vol. VI Pensadores criollos. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. VII Héroes restauradores. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N.,
2009.
Vol. VIII Dominicanos de pensamiento liberal: Espaillat, Bonó, Deschamps
(siglo xix). Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2010.

Colección Cuadernos Populares

Vol. 1 La Ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Juan Isidro


Jimenes Grullón, Santo Domingo, D. N., 2009.
Vol. 2 Mujeres de la Independencia. Vetilio Alfau Durán, Santo Domin-
go, D. N., 2009.
Vol. 3 Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína. Rafael García Bidó,
Santo Domingo, D. N., 2010.

Colección Referencias

Vol. 1 Archivo General de la Nación. Guía breve. Ana Féliz Lafontaine y


Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. 2 Guía de los fondos del Archivo General de la Nación. Departa-
mentos de Descripción y Referencias, Santo Domingo, D. N.,
2012.
Vol. 3 Directorio básico de archivos dominicanos. Departamento de Siste-
ma Nacional de Archivos, Santo Domingo, D. N., 2012.

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Esta edición de El Código Rural de Haití de 1826, se terminó de imprimir en
los talleres gráficos de Editora Centenario, S. R. L., en el mes de octubre
de 2015, con una tirada de 1,000 ejemplares, Santo Domingo, República
Domicana.

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