Una vez al mes, los hombres grises me inmovilizaban con sogas y alambres. Me
encerraban en la jaula y lavaban mi celda mientras yo me quejaba de dolor. Yo era
un prisionero sin derechos.
Todas las noches me preguntaba qué delito había cometido para estar allí. Creí
erradamente que yo no era diferente a los guardias o a la gente que visitaba el
Parque. No veía mucha diferencia entre ellos y yo, y esto me hacía no encontrar
respuestas a mi encierro.
Un día, cuando los guardias lavaban mi celda con la puerta abierta, las cuerdas que
me apretaban se cortaron y me atreví a salir de mi jaula.
Decidí subir por un sendero, ya que pensé que sería mejor adentrarme entre los
árboles.
Por primera vez vi mi celda desde arriba y la de un oso muy viejo que sufría una
enfermedad que nadie trataba. Desde mi jaula, siempre oían sus quejidos.
Por varios días sentí mi cabeza enorme, y lloré por el dolor y porque, posiblemente,
perdí la única oportunidad de escapar de mi prisión. Ese golpe en la cabeza produjo
en mí un cambio importante, por primera vez deseé con todas mis fuerzas
convertirme en un simio libre.
2 Los siguientes meses
Una noche Palmides se acercó a mi celda mientras bebía alcohol de una botella.
Me culpaba de su suerte y de su ocupación que lo desmerecía. Él quería ser taxista
o manejar un autobús, pero sus escasos estudios solo le permitieron ser guardia de
zoológico y de eso era culpable yo. Me lanzó alcohol a la cara y me refugie al fondo
de mi celda. Desde allí lo escuche insultarme por horas.
Creo que en esa mirada de ambos, surgió algo. Su novio la tomó del brazo y se la
llevó.
Pensé que no la volvería a ver, pero apareció una semana después. Estaba sola en
el mirador llorando. Tiempo después, supe que había terminado con su novio.
Por primera vez no me sentí prisionero. Cuando M. terminó, tuve que bajar la cabeza
para que no se diera cuenta que yo también lloraba.
Esos días fueron los más felices. Una noche me di cuenta que estaba enamorado
de M., sin embargo deseaba escapar y eso significa alejarme de ella. Fue una época
de muchas emociones.
Una mañana M. apareció muy temprano y presenció las torturas que yo sufría al
limpiar mi celda. M. se enfureció frente a Palmides el Grande y le dijo que el animal
era él, Palmides se retiró furioso del lugar, pero M. lo siguió.
Al día siguiente M. apareció con una carta de reclamo que me leyó y me dijo que
haría algo más y sería la solución definitiva a mi problema. Mientras reclamaba a
los directivos del parque, la hicieron esperar en la oficina, donde tomó un juego de
llaves, tenía la esperanza que alguna podría abrir mi celda, solo debía probar una
por una.
Pero un día llegó M. y me dijo que debía ir hacia los cerros. Estaba nerviosa y
comenzó a probar las llaves. Entonces apareció Palmides el Grande anunciando
que cerrarían el Parque. M. sopló todo el aire y arrojó las llaves dentro de la celda.
Me miró a los ojos, y sentí que ese sería su último intento por salvarme y sería la
última vez que nos veríamos. Yo intenté mirarla para demostrarle mi gratitud y amor.
Palmides se acercó mirando con desprecio a M., quien se retiró. Cuando Palmides
se acercó a la jaula me senté rápidamente sobre el juego de llaves. Me preguntó si
tenía hambre burlonamente y sacó un sándwich que se comió lentamente frente a
mí.
4 M. no apareció al día siguiente
M. no volvió a mi jaula, ni la comida tampoco. Pero no me movía para proteger mi
secreto. Aquella noche comencé a probar las llaves con las pocas fuerzas que me
quedaban, hasta que la puerta se abrió.
Quedé paralizado y luego me deslicé por el sendero, pero no hacia el cerro, como
me aconsejó M., yo me creía un humano, y regresaría al mundo de los humanos
desde donde alguien me había arrancado injustamente.
Estaba expectante y por primera vez contemplé la ciudad desde el mirador. Aquel
paisaje me dio fuerza y supe lo que debía hacer. Me dirigí a la bodega junto a la
oficina, donde había escuchado que estaba la comida.
Comí lo que más pude para recuperar fuerzas. Allí encontré ropa de los jardineros,
un sombrero de paja y un par de zapatillas blancas.
Luego salté las rejas y llegué a la calle. Me erguí lo más que pude y me alejé del
lugar al que esperaba no regresar jamás.
5 Cuando amaneció
Llegué sin saber, al centro de la ciudad, y decidí quedarme en una plaza central
rodeada por árboles, frente a una catedral.
La gente caminaba acelerada y nadie pareció preocuparse por mí. Trepé a un árbol
y permanecí el resto del día descansando y tratando de obtener información que
me ayudara para comenzar mi nueva vida.
Me di cuenta que lo más importante era caminar despreocupado de los demás, sin
mirarlos a los ojos, distraído y veloz.
Cierto día, cuando buscaba alimento en los tarros, un hombre me habló, era un
camarero que fumaba un cigarro. Me contó que trabajaba todo el día, y debía viajar
una hora para llegar a su hogar y que cuando llegara, su esposa e hijas estarían
durmiendo. Parecía triste y quise consolarlo, pero yo no podía expresar mis
sentimientos y solo emití un suave gruñido. El hombre dijo que lo esperara y volvió
con una bolsa de comida caliente. Luego entendí que el mesero me había dado un
obsequio, sin esperar nada a cambio, como M. había tenido actos desinteresados
conmigo. Fue mi primer plato de comida caliente, afortunadamente me
acostumbraba con facilidad a todo lo nuevo que enfrentaba.
6 Los siguientes días
Los siguientes días fueron casi iguales, de día sobre los árboles de la plaza, de
noche recorriendo la ciudad vestido de jardinero.
Los únicos que me descubrían cuando miraban hacia arriba eran los niños.
A las 2 semanas cuando ya tenía más confianza, observé que cerca de la estatua
del alcalde Mansur, se encontraba un grupo de hombres muy parecidos a mí.
Vestían de manera sencilla, y con zapatos muy gastados. Su existencia era lenta y
relajada. Dormían en las bancas y se alejaban de vez en cuando, para regresar a
calentarse al sol.
Algunos eran hoscos pero la mayoría eran tranquilos. Los estudie para entender de
qué vivían y logré entender que eran mendigos, es decir, viven de pedir a los demás.
Su esposa no podía tener hijos, y la golpeaba sin razón. Un día llegó a su casa y
solo encontró una nota “Me voy porque te dejé de amar”. Se fue a un bar y peleó
con un tipo que le metió 6 balas. Pasó 5 meses en el hospital y salí decidido a
cambiar su vida.
Así llegó al rincón del alcalde Mansur. Se sentía respetado por ellos, y a cambio,
trataba de ayudarlos.
El librero se acercó y me dijo que había notado que yo era un buen lector, porque
acariciaba los libros. Yo solo emití un gruñido y él pensó que yo era un extranjero,
pero eso no le importó porque él también era extranjero y me contó su vida, pues
había llegado hace muchos años huyendo de una guerra civil.
Finalmente me dijo que cerraría la librería porque era tarde, pero antes me regaló
un libro que me ayudaría a mejorar el idioma.
No volví a ver al Duque. Cierto día escuché a unos vagabundos decir que El Duque
no volvería, pues las heridas fueron muy graves. Comprendí lo que decían, pues ya
conocía el concepto de la muerte.
Me deprimí por varios días, estaba sin ánimo de bajar de mi árbol y no quería comer.
Conocí la muerte en el zoológico, en la jaula del oso pardo que durante años gritaba
de dolor por las noches. Cierta noche se me ocurrió imitar sus gritos para apoyarlo
en su sufrimiento.
9 Al bajar de mi árbol
Bajé poco de mi árbol. Me sentía desanimado por la pérdida de El Duque.
Una mañana apareció en la plaza una mujer acompañada de un hombre muy serio
y delgado.
La señora Dama, como la llamaba el hombre, estaba ofreciendo trabajo a los vagos,
pues necesitaba un jardinero. Todos los vagos se alejaban, ya que para ellos
significaba una ofensa.
Acepté sin saber a qué se refería, pero antes subí a mi árbol a buscar mi única
pertenencia, mi libro.
Cuando al fin llegamos a la casa, pensé que allí vivían gigantes, era una casa de
varios pisos rodeada por extenso patio.
Sabía que tenía ventajas sobre los demás humanos, aunque aún me consideraba
especial y no un ser diferente.
Recogí las hojas con entusiasmo y vi a la señora que me miraba con satisfacción
por mi trabajo.
Ha escrito más de una decena de libros, de los cuales destacan los títulos Quique Hache,
detective, La obra literaria de Mario Baldini, Vidas ejemplares, Cuentos con walkman y
McOndo. Sus obras lo han hecho acreedor de importantes reconocimientos, tales como el
Premio Lengua de Trapo en España, finalista del premio Rómulo Gallego y ganador del
premio El Barco de Vapor 2008.
Síntesis de la obra:
Una vez afuera, y disfrazado con ropas de jardinero, encontró un árbol en medio de una
agitada y concurrida calle; eso le serviría de refugio.
Más tarde, vivió junto a los vagabundos de una plaza cercana, quienes no se percataron
de las diferencias físicas que el disfrazado simio presentaba. Ahí se
encontró con el Duque, su primer amigo, quien le ofreció ayuda sin pedir nada a cambio.
Fue en aquel lugar donde recibió como regalo un libro titulado “El conde de Montecristo”.
Su vida dio un nuevo giro al no poder emitir un “no” por respuesta a la oferta de trabajo de
la elegante señora Dama. Desde ese entonces, y hasta el fallecimiento de la señora, el
simio vivió alegremente como jardinero y mayordomo en una gran casa. Ahí compartió
gratos momentos con Estebito, nieto de la señora Dama, aprendió a leer, a fotografiar
paisajes cercanos a la casa y aceptó su realidad.
Yo, simio es una emotiva novela que, a pesar de ser aparentemente inverosímil, presenta
gran similitud respecto a los sentimientos que el lector puede experimentar con temas como
la libertad, el paso del tiempo y la aceptación personal.
A través de un relato en primera persona, el autor realiza una crítica social respecto al
respeto y cuidado animal y a la convivencia tanto entre seres humanos como entre humanos
y animales.
La obra, además, presenta gran cercanía para lectores chilenos, ya que se refiere
implícitamente a lugares del país.
Por último, es destacable la referencia de obras literarias que realiza el autor, ya que
menciona títulos que refieren a temas y circunstancias muy importantes en la historia del
simio. Esto, a su vez, ayuda al lector a conocer hipotextos necesarios para comprender a
mayor cabalidad el escrito, así como también permite acceder al imaginario colectivo
1. ¿En qué país se sitúa la historia? Responde refiriendo, al menos, dos datos que entrega
el libro y que apoyan tu respuesta.
Ámbito de la lectura: 2d, comprensión del sentido global del texto, integrando
información explicita e implícita.
También pudo darse cuenta de las distintas formas de vida que tenían las
personas al comparar la vida de los vagabundos, de la gente del barrio
periférico y de las personas que vivían en casa de la señora Dama. Así
también pudo percatarse de las diferencias existentes entre las actitudes
de niños y adultos.
4. Imagina que eras amigo/a de M. cuando el simio aún permanecía en su jaula, y que
decidiste escribir una noticia en la cual dabas a conocer las injusticias vividas en el
zoológico. Elabora tu noticia incluyendo, al menos, dos hechos descritos en el libro que
apoyen tu trabajo.
Habilidades
Ámbito de la lectura: 2d, comprensión del sentido global del texto, integrando información
explicita e implícita.
Ámbito de la producción de textos: 1d, escritura de textos de intensión literaria y no
literaria para argumentar.
Tema: 9, convivencia social.
6. ¿Qué quería decir el primate al entregar sus fotos al alcalde que visitaba a señora Dama?
¿Las realidades que mostraban las fotos del simio se asemejan a las situaciones de la
sociedad en que vives? Fundamenta con, al menos, un argumento.
Habilidades
Ámbito de la lectura: 2d, comprensión del sentido global del texto, integrando información
explicita e implícita; 6d, opinión sobre lo leído comparando el contexto sociocultural
representado con el propio o con la actualidad.
Tema: 9, convivencia social.