CURSO: ECONOMIA
Soy un coronel del ejército de Guatemala con 25 años de servicio a esa institución
que me da de comer a mí y a mi familia. Soy fiel admirador del coronel Jacobo
Arbenz Guzmán, el Soldado del Pueblo, principal ideólogo de la Revolución de
octubre de 1944…
A lo largo del libro subyace una narrativa que da cuenta de una división dentro del
ejército que tiene sus orígenes en el derrocamiento del coronel Jacobo Árbenz en
1954. Por un lado, estaban los oficiales del Ejército, nacionalistas y fieles a la
institución y al gobierno; por el otro, los traidores, los liberacionistas apoyados por
Estados Unidos. Esta división interna es poco conocida para la mayoría en
Guatemala pero ha estado latente por más de sesenta años. La disciplina militar
es muy efectiva para silenciar el disenso, pero eso no significa que dentro de las
filas del Ejército exista consenso absoluto. Además, han ingresado al Ejército
jóvenes que crecieron después de la guerra quienes seguramente tendrán otras
inquietudes, aspiraciones y motivaciones.
El circo político
El autor nos enseña como los partidos políticos en Guatemala son una franquicia
que compra cada cuatro años la oligarquía y que por ello, tenemos una
democracia de papel, una república cooptada por un grupo de familias que
controlan al Estado vía los políticos y los políticos insertos en las diferentes
instituciones del gobierno, quienes en su momento, tiene que pagarles la factura
de sus cargos con defensa de sus intereses, omisión de los delitos de saqueo al
Estado y favores, para poder robar las riquezas nacionales, sin ninguna
responsabilidad.
El pobre papel de algunas universidades privadas, que más que enseñar son
empresas lucrativas donde lo que menos importa es la calidad de la educación.
El papel de ejército
Con más de treinta años de pertenecer a las fuerzas armadas del país, el autor
desnuda al Ejército de Guatemala en toda su podredumbre y estima que el mismo,
además de corrupto y criminal, sólo ha sido un capataz y verdugo de los
guatemaltecos al servicio de la oligarquía nacional, quienes lo han usado cuando y
como les conviene, como sus feroces cancerberos en momentos de crisis, para
después desecharlos en el fondo de la basura, como al general Otto Pérez Molina.
Señala también Rubio, que el Ejército no ha cumplido con su papel de garante de
la soberanía guatemalteca y que en la actualidad, gracias a su sombría alianza
con universidades clasistas y racistas, se han convertido en simples empresarios.
Tres pensamientos para aterrizar