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COMUNICACIÓN, DISCURSO Y PRÁCTICAS DEL BULLYING

EN ESTUDIANTES ADOLESCENTES. CASO 4º Y 5º DE


SECUNDARIA DE LA IE. MARÍA AUXILIADORA
INDICE

Protocolo de tesis

Presentación

1. Sobre la construcción de la percepción sobre el bullying en el contexto escolar.


Investigación en relación al bullying
Investigación sobre las percepciones sociales
Comunicación y bullying
1.1 Definición del bullying
1.2 Caracterización del bullying
1.3 Bullying, problema psicosocial
1.4 El Acoso escolar y la adolescencia
1.5 La convivencia y los estudiantes de educación secundaria

2. El Bullying como producto socio cultural


2.1 Las mediaciones sociales
2.2 La interacción y la Comunicología posible
3.1 El fenómeno del bullying desde la mirada comunicológica

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COMUNICACIÓN, DISCURSO Y PRÁCTICAS DEL BULLYING
EN ESTUDIANTES ADOLESCENTES. CASO 4º Y 5º DE
SECUNDARIA DE LA IE. MARÍA AUXILIADORA

PREGUNTA PROBLEMA DE LA INVESTIGACIÓN:

¿Cómo los estudiantes adolescentes de la Institución Educativa María Auxiliadora – Lima


Este1 influyen y son influenciados por el discurso y las prácticas del Bullying dentro de la
convivencia estudiantil?

1. ÁREA TEMÁTICA

Comunicación, bullying, representaciones sociales, convivencia escolar, adolescencia.

2. PROBLEMA DE TESIS

La comunicación dentro de la convivencia estudiantil es la base para la construcción


de significados y prácticas propias del bullying.
3. RAZÓN DE LA TESIS
Comprender el proceso de legitimación del bullying en la convivencia estudiantil a partir de la
identificación y diferenciación de procesos comunicacionales que ayudan a dar
representación a este fenómeno social. Este nivel de comprensión podrá permitir el hallazgo
de ventanas de ingreso hacia posibles intervenciones comunicacionales.

3.1 QUÉ INVESTIGO

Las percepciones y significaciones sobre el bullying en la convivencia estudiantil,


en estudiantes adolescentes de nivel secundaria de la IE. María Auxiliadora: Sus
actitudes, valoraciones, opiniones, creencias, percepciones en general sobre este
fenómeno social que condiciona el proceso de su formación.

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Lima Este, es un gran sector de nuestra capital, donde la incidencia del bullying es mayor. Se convirtió en
refugio de las victimas que inmigraron de provincias hacia la capital producto de la época de violencia
terrorista en nuestro país.

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4. JUSTIFICACIÓN

La violencia a través del tiempo ha llegado a obtener la categoría de pandemia social


(OMS, 2008). Su creciente injerencia en los distintos ámbitos de la convivencia social
ha logrado efectos e impactos alarmantes.
En ese sentido, mirar las escuelas como un espacio afectado por esta problemática no
es una acción que desmerece ser atendida, ya que la escuela representa un lugar
donde se reproduce muchos de los tipos de violencia que existen en el entorno social.

Según un estudio realizado en estudiantes de secundaria en el 2007 por la Comisión


Nacional para el Desarrollo y vida sin drogas“ una constatación de los hechos en el Perú
develan que uno de cada cuatro escolares (24.3%) ha sido víctima de una o más
agresiones físicas en lo que va de su vida escolar: el 15.3% señala que el agresor o los
agresores fueron compañero(a)s de clase, mientras que el 9.9% manifiesta que fue un
profesor, auxiliar u otra autoridad escolar”.

En el año 2008, se publicó en la Revista Peruana de Pediatría, un estudio denominado


“Violencia escolar (bullying) en colegios estatales de primaria en el Perú”. Este estudio,
realizado en cuatro regiones de nuestro país, reconoce que la incidencia de este
problema social ocurre en el 47% en los estudiantes de este nivel.

Asimismo se registró que el 34% de los escolares agredidos “no comunican a nadie el
drama que estaban viviendo”. Si a esto se le suma un similar porcentaje de compañeros
que “no les interesa defender o protestar por el maltrato que están observando”, y
“…el 25% de maestros y padres de familia que no reaccionan ni “protegen” a las
víctimas”, nos encontramos ante una estructura legítima y legitimante de violencia, con
nuevos y más actores que la perpetúan y reproducen en un gran discurso catalizador de
conductas y concepciones violentas.

En ese sentido nuestra investigación tiene interés en la incidencia del bullying los
colegios de Lima Metropolitana, en especial en Lima Este donde el estudio “Violencia
escolar (bullying) en colegios estatales de primaria en el Perú” la toma como un lugar
de incidencia en Lima Metropolitana y además porque son varios los estudios que en la
capital se hacen de manera frecuente pero de manera aislada.

Si bien muchas de las investigaciones en nuestro país y en algunos países de


Latinoamérica y Europa entre países que llevan la vanguardia en las investigaciones de
este fenómeno, nos revelan que el bullying es un problema psicosocial, por las causas y
riesgos que a nivel de salud ocasiona. Sin embargo, nuestra investigación tiene el
interés por comprender e indagar cómo el estudiante adolescente es influido e influye
en y desde su percepción acerca del bullying dentro del contexto de convivencia en una
escuela secundaria ubicada en uno de los distritos catalogados con mayor incidencia de
bullying.

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4.1 PARA QUÉ INVESTIGO

a. Comprender el fenómeno de bullying en y desde las percepciones de los


alumnos y alumnas de una escuela secundaria.
b. Reconocer la dimensión comunicativa del bullying en el escenario de
interacción cotidiana que es la escuela.
c. Reconocer la importancia de la interacción comunicativa como elemento
principal en la construcción de sujetos y sus percepciones.

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Presentación
Nuestra comprensión de los fenómenos sociales parte de una mirada crítica a la realidad. Hechos
como el bullying y toda sus consecuencias perjudiciales para la integridad de la persona no son
parte de una realidad que se debe aceptar. Si los contextos nos han hablado de la evidente
práctica de la violencia en todos los ámbitos no por eso vemos con agrado cuantos niños, niñas y
adolescentes, frustran su desarrollo y formación. Si de algo nos ha permitido este contexto, es
poder conocer y comprender los fenómenos que ocurren dentro de la sociedad con mayor
amplitud.

La realidad de las escuelas y los colegios demuestran que no escapan a ser la proyección en
pequeño de una realidad violenta. No obstante, lo que ocurre dentro de estos espacios lo
construyen seres con percepciones y actitudes distintas, que desde su diferencia aportan de varias
formas a la convivencia estudiantil.

Nosotros no concebimos solamente un ser humano autómata, condicionado y determinado a


actuar de una forma. Creemos que desde la más mínima interacción sea consciente o inconsciente
ya sea en cualquier espacio o lugar de convivencia, está construyendo la realidad, un modo de ver
el mundo.

Este mundo lleno de símbolos, de percepciones, de opiniones, de valoraciones de la vida es la que


pretendemos comprender.

La representación social sobre bullying es una acción. No solo es una idea fijada en el tiempo y en
el espacio; es una acción. Los que la conciben acuden a su bagaje de experiencias, vivencias, para
formar una opinión, un parecer frente a esta realidad.

Es poco probable que nuestro público objetivo, los adolescentes, detecten fácilmente que en la
interacción diaria es donde y cuando se construye sistemas de convivencia, de influencias. La
relación del bullying acosador – acosado habla de dos roles identificables, que han sido mediados
por los lugares de interacción, formando hábitos y sobretodo una percepción. En esta
construcción estuvo la comunicación como escenario, como el establecimiento de relaciones.

La comunicación otorga a la acción humana el sentido. Le da identidad, le da forma. La


comunicación no es abstracta. Ésta se encuentra en el mensaje que transmite cada acción, en el
proceso de legitimarse y consolidarse como una práctica común y aceptada por los actores de una

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comunidad. Se habla de procesos de negociación implícitos donde los actores del bullying ponen
en común sus miedos, sus prejuicios, sus maneras de concebir la violencia, en este caso al acoso y
hostigamiento.

En efecto, las investigaciones sobre el bullying hablan de actores protagónicos y pasivos, es decir
el acosador, el acosado y los “espectadores” o “testigos”. No es necesario ser un sujeto activo para
saber que es el acoso y opinar sobre este tema. Esto psicológicamente se percibe. Sin embargo,
conocer sus secuelas si lleva a una reflexión profunda.

A continuación la línea histórica de investigación sobre este fenómeno del que mucho se sabe
pero poco se conoce, y que ahora más visible que antes, gracias a los medios de comunicación y a
los grandes esfuerzos de los gobiernos e instituciones mundiales por frenar este mal, veremos
plasmada en sus distintos avances.

1. Estudios sobre el bullying.


El estudio del acoso escolar presenta una abundante bibliografía especializada así como
investigaciones científicas hechas en varios países del mundo incluso en el nuestro y en
diferentes épocas. Desde la Europa escandinava donde dos estudiosos de la psicología
humana, Peter Heinemann y Dan Olweus le dieron el nombre de mobbing, pasando por
los aportes de los psicólogos londinenses Peter Smith y Sonia Sharp quienes acuñaron por
primera vez la palabra bullying, hasta los observatorios de violencia y convivencia escolar
en varios países del mundo, el acoso escolar2 no ha dejado de ser objeto de interés
científico. “Desde entonces este interés creciente ha ido centrándose en diferentes
tópicos que abarcan desde el estudio de la naturaleza del fenómeno y las variables que en
ella influyen, hasta el diseño de modelos de intervención - prevención en el ámbito escolar
(Ortega et al; 2001).
Sin embargo, hemos podido identificar, al margen de los crecientes pero menos visibles
estudios transdisciplinarios de este fenómeno como la tesis de Antonio J. Rodríguez
Hidalgo realizada el 2010, “Violencia escolar en sociedades pluriculturales (…)”, que la gran
línea de investigación del fenómeno viene desde el campo de la psicología clínica y social

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Acoso escolar: Uno de los tantos significados que se le da al significado de bullying. Abordaremos más
adelante y con más detalle este término de origen anglosajón.

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(Trautmann, 2008; Fuensanta Cerezo, 2006; Landázuri Wurst, 2007; Daza Navarrete,
2007, entre otros), interesada en descubrir la incidencia del acoso escolar, así como la
detección de sus causas y efectos en perjuicio de la salud de las víctimas.
También en el Perú, se vienen realizando investigaciones sobre el bullying a través de las
tesis (Mezones Valdez, 2010; Ccoicca Miranda, 2010) y en las investigaciones universitarias
que tratan el tema en distintas sectores de Lima Metropolitana y del país en general
(Oliveros et al, 2008; Becerra et al, 2009; Amemiya, 2009). Además se encontró nuevas
investigaciones en torno al bullying a través de las TIC’s, en una última investigación
realizado por la Universidad Nacional de San Marcos (García el al, 2010) titulado
“Cyberbullying en escolares de educación secundaria en Lima Metropolitana”. Todas estas
investigaciones corroboran el interés en nuestro país, a propósito de la creación de una
asociación civil denominada Observatorio sobre la violencia y la convivencia en la Escuela
donde se pudo hallar información especializada acerca de este fenómeno social.

En relación a los estudios sobre las percepciones y significados de temas y problemáticas


sociales teniendo como objeto la interacción y la vida cotidiana, existen investigaciones
desde la disciplina de la Psicología Social así como de la llamada Sociología
fenomenológica.

A través de la Psicología Social se ha venido trabajando una serie de investigaciones que


tienen como soporte la Teoría de las Representaciones Sociales, de Serge Moscovici
(1961)3. Es de destacar que el uso de este enfoque investigativo no se limita solamente a
fines teóricos sino también metodológicos (Vargas Quintero, 2008), entre cuyas
características

“merece destacarse que son construcciones mentales que actúan como motores
del pensamiento, que funcionan y perduran con independencia de tales o cuales
individuos concretos y generan conductas relacionadas con ellas. Es decir, este
tipo de pensamiento desempeña funciones sociales específicas, orientando la
interpretación/construcción de la realidad y guiando las conductas y las relaciones
sociales entre los individuos” (Hebe Lacolla, 2005)

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El libro que dio inicio a la elaboración de este modelo teórico metodológico fue realizada en 1961 con el
nombre de El psicoanálisis, su imagen y su público, publicado en Francia, teniendo en 1979 en Argentina, su
primera versión en castellano.

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La pertinencia y validez del uso de esta teoría – metodología en las investigaciones de los
temas sociales ha calado en el interés de muchas disciplinas. Solo en nuestro país, a partir
de un repaso por los estudios que integran el gran estudio de las representaciones sociales
tenemos el campo de la salud (Flores Valdivia et al 2010; Torrejón Salmón, 2009; Chávez
Álvarez, 2007), en la cultura (Vasilachis de Gialdino, 2003; Rivera Torres, 1997), en la
educación (Orellana y García, 2008) entre otros. Asimismo en los estudios a nivel de la
lengua castellana así como en otros idiomas encontramos un gran contingente de
investigaciones científicas con inclinaciones disciplinarias propias.

En el ámbito del estudio de las percepciones de la violencia escolar, en especial en el tema


del bullying, en nuestro país no se han dado investigaciones en específico. En el recuento
de los estudios de este tipo, se dan por el lado descriptivo y cuantitativo como son las
investigaciones del Observatorio sobre la violencia y la convivencia en la escuela y las tesis
e investigaciones universitarias.

A nivel latinoamericano también ocurre similar situación donde los estudios sobre la
violencia escolar (bullying) desde las representaciones sociales y las percepciones de los
alumnos aún no tiene mayor abordaje (Salgado, 2009; Barceló, 2008).

Mientras tanto, se viene notando la presencia del abordaje de otras disciplinas en el tema
de la violencia escolar y específicamente del bullying como un hecho que nos pone en el
escenario desde donde miraremos la problemática del bullying.

Una de las investigaciones que más destacan son las de Carmen Castillo Rocha,
antropóloga y participante de proyectos de investigación en comunicología, quien
propone la mirada del abuso escolar desde la perspectiva comunicológica. En respuesta a
este tipo de abordaje transdisciplinario es que pretendemos seguir con nuevas pistas de
lectura desde la comunicología a nuestro objeto de estudio que es el bullying.

La necesidad de un estudio comunicológico que indague y comprenda modos de


construcción de las percepciones sociales sobre el bullying en los adolescentes, se da raíz
de la creciente sofisticación de las relaciones sociales, donde seguramente vemos la

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intervención de los medios de comunicación y las tecnologías de información y
comunicación (TIC’s), pero sin dar lugar a la comunicación interpersonal que por sí sola
tiene una gran complejidad, y desde donde ya nos proyectamos a decir que es la base de
la complejidad comunicativa, desde donde se crean modos de construcción del mundo y
de la vida cotidiana. En otras palabras es necesario ver la otra cara de la moneda cuando
se habla de violencia, no evadiendo el análisis de los influjos del sistema social
necesariamente, pero si indagando acerca de los que los individuos construyen en una
situación o contexto históricamente situados. Como señala Reguillo Cruz (2006): “…las
violencias [bullying] son mediaciones socioculturales que se inscriben en la dinámica de
una sociedad particular”, con una forma de comunicación y acción también particular.

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1.1 Definición del bullying
Es necesario hacer un rápido deslinde entre bullying y violencia escolar, ya que el
bullying, según muchas de las investigaciones, es una modalidad de violencia
escolar.

Nuestra aproximación al bullying, nos pone en un escenario donde existen muchas


definiciones. No es nuestro objetivo tratar de definir uno en especial, pero si
buscar una ruta de comprensión del bullying como fenómeno sociocultural.

En tal sentido, tomamos la definición de la investigación de la investigadora


peruana Lupe García (2010), quien denomina al bullying como intimidación
escolar, entendida:
“como la agresión sistemática que uno o más miembros de un
grupo ejerce sobre otro(s) de forma continua, con carácter
intencional y en la que existe desequilibrio de poder, expresado en
la relación dominio-sumisión; ocurre al interior de los centros
educativos, generalmente en las aulas, baños y patios de recreo,
los protagonistas de la intervención: agresores, víctimas y
espectadores generalmente guardan silencio sobre lo que sucede,
con motivaciones diferentes.”

Asimismo es necesario retornar a la comprensión originaria de Dan Olweus,


investigador noruego quien en base a un estudio longitudinal evaluó la incidencia
del fenómeno en su tierra natal, (Benitez y Justicia, 2006) allá por la década de los
‘70. Para Olweus (2006), bullying se define como:

“la conducta de persecución física o psicológica que realiza el


alumno o alumna contra otro, al que elige como víctima de
repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a las
víctimas en posiciones de las que difícilmente pueden salir por sus
propios medios. La continuidad de estas relaciones provoca en las
víctimas efectos claramente negativos: disminución de su
autoestima, estados de ansiedad e incluso cuadros depresivos, lo
que hace difícil su integración en el medio escolar y el desarrollo
normal de los aprendizajes”.

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1.2 Caracterización del bullying
La caracterización del bullying parte de la identificación clásica de tres tipos de
actores: agresor, agredido o víctima y los que participan en la relación de agresión
en distinto grado por acción u omisión, aunque sea como simples
espectadores(as).
Asimismo, según Becerra F. (2010) para que se dé una situación de bullying debe
existir una desigualdad de poder. El bullying también se puede entender como una
situación desigual y de indefensión por parte de la víctima.
A continuación Sara Becerra F, (2010) ciñe la caracterización del bullying a algunos
puntos clave para detectarlo:

“La acción agresiva tiene que ser repetida. Tiene que suceder durante
periodo largo de tiempo y de forma recurrente.
La agresión supone un dolor no sólo en el momento del ataque, sino de
forma sostenida, ya que crea la expectativa en la victima de poder ser
blanco de futuros ataques. Se manifiestan a través del ejercicio de
acciones negativas sobre la/s víctima/s. Estas acciones negativas pueden
tomar formas físicas, psicológicas, sociales o verbales. Lo más frecuente es
que combinen varias o todas estas formas.
Suelen ocurrir díadas reiterativas. Los/as que ejercen la agresión suelen
“emparejarse” de manera “enfermiza” con sus víctimas.
Los participantes en el acoso suelen compartir espacios relativamente
“cerrados” en los que están abocados a desenvolverse y de los que
difícilmente pueden salir por múltiples motivos.
Todas las conductas de acoso producen efectos de victimización muy
dañina a corto, medio y largo plazo a quien la sufre y también
consecuencias negativas en el resto de participantes. Ausencia de
provocación por parte de la víctima.
Tampoco es imprescindible que la agresión se manifieste de forma física y
palpable, sino que puede adquirir formas escondidas y sibilinas.”(Becerra
F; 2010)

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1.3 Factores psicosociales asociados al fenómeno de Acoso escolar
Los factores relacionados a la dinámica del bullying suelen ser de distinto tipo. A
través de la tesis doctoral “Nivel de implicación en bullying entre escolares de
educación primaria. Relación con el estatus socio métrico y la percepción del clima
familiar y escolar” (2009), Sanchez Lacasa registra dos importantes clasificaciones
de factores denominados “de riesgo”; uno que responden a las características
personales, tanto del agresor y el agredido, (sexo, edad, la inteligencia, la
impulsividad, la raza y los factores individuales e integración social) y otro, a las
características de los entornos sociales (sociedad, familia, escuela).

En esa misma línea Muro Mesones (2010) detalla y asocia al factor género con el
acoso escolar, explicando a través de varios autores las prácticas de agresión y sus
motivaciones propias de cada sexo; asimismo subraya el factor edad como un
componente asociado al bullying, ya que en muchos casos es un determinante que
complejiza los niveles de acoso, como en el caso de la adolescencia, “donde se
vincula la práctica de violencia como forma de reducir ciertas incertidumbres
acerca de la definición de su propia identidad entre otros.” (Muro Mesones, 2010)

A diferencia de Sánchez Lacasa, quien reconoce a la impulsividad como un factor


influyente dentro de la potencialidad de la agresión, Mesones señala al
temperamento, como un componente que tiene parte en la acción del acoso,
detallando entre los tipos de conducta a la impulsividad.

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Finalmente cierra el círculo de factores con el entorno familiar. Mesones
identifica causales presentes en el ámbito familiar de los agresores, entre
los que se hallaron:

"…desestructuración familiar, ausencia de uno de los progenitores,


malos tratos en el seno familiar, métodos de crianza con prácticas
laxas e inconsistentes o en otros casos extremadamente punitivas.
Estos factores podrían ser predictores de comportamientos
violentos dentro del aula" (Muro Mesones, 2010)

1.4 El Acoso escolar y la adolescencia

El acoso escolar si bien depende de factores importantes que lo legitiman, no


necesariamente resultan ser transversales. Por ejemplo el tema de la edad, no es
un factor limitante para la práctica del acoso escolar como iremos viendo más
adelante.
En ese sentido, la adolescencia ha sido tomada por muchos investigadores como la
etapa más proclive a producir y reproducir violencia. Es aquí donde se han dado
cierto debate.

Como señala Sánchez Lacasa (2010), algunos estudios buscan definir al fenómeno
en función de las edades. Unos circunscriben la mayor tendencia a practicar el
acoso en los 11 – 13 años de edad. Otros deslegitiman este criterio y ensanchan el
rango a los 9 – 15 años de edad, sosteniendo que existe una tendencia a que los
agresores sean siempre mayores que sus víctimas.

Otros estudios con quienes Sánchez Lacasa (2010) va deslindándose en su


argumento, señalan que a mayor edad el número de víctimas es menor. Lo que
invalida este argumento es que aún no se tienen hechos significativos.

La adolescencia no debe ser entendida como la condicionante biológica para las


prácticas del acoso escolar. Las investigaciones recientes como comenta Sanchez
Lacasa ya han mostrado la inconsistencia de muchos estudios que ven al acoso

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escolar en función de las edades. Se observa que hoy en día las situaciones de
acoso escolar se dan en edades tempranas.

Sin embargo, esto no quita que se estudie a la adolescencia y su relación con el


acoso escolar. Pues precisamente es en esta etapa de la vida, donde buscan
convertirse en personas con derecho propio, que a la par de los cambios
corporales se va creando una conciencia social. (Cabello Cádiz; 2010)
Es decir, en esta etapa4 donde se dan los primeros avances en la formación de una
propia forma de pensar y de actuar, donde las influencias externas pasan por los
filtros de una conciencia que ya discierne y donde se dan los primeros actos con
independencia. Como señala Cabello Cádiz (2010):

“[d]e modo que para entender la conducta de un/a adolescente se


debe tomar en cuenta su personalidad y su entorno, pero como
factores interdependientes. Es la suma de ambos, es decir, los
factores personales y ambientales en interacción forman el espacio
de vida (o espacio psicológico) y el comportamiento de la persona
está condicionado por la función de su espacio de vida.”

En efecto, nuestra reflexión nos lleva a repensar las propuestas de estudio sobre el
acoso escolar en la edad adolescente. El rótulo social que muchas veces el
adolescente se le fue impuesto, fue la de un individuo influenciado, víctima de la
sociedad, sin poca capacidad para decidir y formar un concepto de hacer sociedad.

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La adolescencia según García y Besteiro (2004) se clasifican en tres: adolescencia inicial (12 - 15);
adolescencia media (15 - 18) y la adolescencia tardía (18 - 21). Recogemos esta clasificación, debido a que
nuestra muestra poblacional de intervención posee las edades entre 15 – 18, es decir se sitúan en la
adolescencia media.

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Nuestra reflexión comparte con un párrafo que Rossana Reguillo, esboza en su
artículo: “Cartografía de las violencias juveniles. Escenarios, fronteras y desbordes”
(incluido en Miradas interdisciplinarias sobre violencia en las escuelas, 2006):

“¿Cómo pensar en este contexto de crisis evidente, las violencias


juveniles, cómo sacarlas del secuestro epidemiológico y la
perspectiva biotipológica y genetista, como argumentos a los que
suele acudirse para explicar su ocurrencia?
¿Cómo desnaturalizar el pensamiento causal que tiende a pensar
como sinónimos juventud y violencia? Y de manera especial,
¿cómo romper la linealidad en la aproximación a su comprensión y
explicación y construir un modelo multidimensional, multisituado
complejo, capaz de restituir complejidad al problema?
Indudablemente es fundamental no evadir el análisis sistémico y
asumir que las violencias no son un estado, ni una cosa fija, sino
una relación que se articula, toma formas y figuras concretas en
contextos históricamente situados.
Las violencias son mediaciones socioculturales que se inscriben en
la dinámica de una sociedad particular.”

1.5 La convivencia y los estudiantes de educación secundaria


Dentro de nuestro marco de investigación nos es de suma importancia
conceptualizar lo que significa la escuela secundaria así como su transversalidad
en el análisis de la legitimación de la violencia entre pares (bullying).

En efecto, la escuela secundaria no solo es un lugar de adaptación del estudiante,


sino y en mayor sentido, un escenarios de múltiples convivencias. Las relaciones
entre sus actores que diariamente se dan, componen una estructura de normas,
consensos, conflictos, que juntos construyen una identidad así como una cultura
propia. Una de ellas es la convivencia entre estudiantes. Situándonos en la
educación secundaria, es necesario hacer ciertos ajustes argumentativos que
puedan iluminar el estudio de la población que congrega un grupo etéreo en
particular, que son los adolescentes.

Pensamos que toda observación que cataloga a la escuela secundaria solamente


como un espacio donde los individuos reproducen sus múltiples influencias
estructurales sesga el rigor definitorio de lo que significa ser una escuela en la

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atención de sus educandos que vienen desarrollando los cambios propios de su
edad. (Reyes Juárez, 2009)

Es decir, no hace más falta seguir omitiendo dentro de la escuela secundaria


los procesos de construcción y reconstrucción de los estudiantes como
sujetos juveniles, si se persiste en seguir observando solamente una sola
cara de la moneda.
De esta forma, podemos sustentar la desvictimización de los actos y
percepciones de los adolescentes, donde las miradas por encasillarlos en un
estatus de minusvalía social no tiene sentido, sabiendo el potencial creador
de individuos en este edad.
Por lo tanto, los discursos que se puedan intercambiar o intersectar dentro
del tejido la escuela secundaria, ya sean normados o no, en este último
caso, en la figura del acoso escolar o bullying, pertenecen a autorías
propias, a percepciones de la vida diferenciables e identificables, que
negocian legitimidad a través de la puesta en común, es decir de la
expresión.

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2. Bullying como producto sociocultural

Teniendo presente las investigaciones realizadas sobre el bullying o acoso escolar entre
pares que se han venido desarrollando con mayor interés en la actualidad, ponemos a
disposición de un análisis teórico la línea de investigación que canaliza las investigaciones,
no pretendiendo deslegitimarlas sino abrir su campo de comprensión.

Pensamos que el bullying lejos de ser un problema localizado geográficamente en la


escuela, es un hecho social, que responde a un sistema escolar en crisis creando una
modalidad de violencia, que se confunde con la cultura institucional, deslegitimando así el
rol social formador de los futuros ciudadanos y ciudadanas.

La escuela es una institución que es responsable de la formación y seguridad de sus


estudiantes durante el tiempo que permanecen con ella. (Amemiya, 2009). Como
institución social se ve en la responsabilidad de la formación de la ciudadanía.

Sin embargo, existe un gran problema estructural que es la actual crisis de las instituciones
sociales. Traemos a la discusión este referente contextual, ya que las problemáticas sociales
se hacen más agudas, por la ausencia de garantías dentro de la misma sociedad que regulen
su propia construcción en la vida diaria.

Rossana Reguillo (2006), señala que “las grandes tendencias estructurales que marcan y
definen las opciones juveniles y que, sin ser causales “directas”, configuran el escenario en
el que ellas se manifiestan como alternativa viable e incluso legítima para grandes sectores
de jóvenes.”. Recogemos esta preocupación de Reguillo en tanto la misma estructura social
va perdiendo el poder “regulador”, “garante” de las prácticas de sus mismos ciudadanos.

Por lo tanto el bullying es un hecho social que aparece dentro de una estructura escolar
débil en el reconocimiento y garantización de las mejores prácticas que aporten a la
formación del educando.

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Ahora bien, no solo es la escuela el espacio débil y sin reglas claras donde fenómenos
sociales, como el bullying se puedan congregar. Reguillo menciona tres factores
determinantes entre los que se encuentra la escuela, en la construcción de la violencia y su
legitimación en los jóvenes:

“la pobreza estructural, el repliegue del Estado social y los múltiples fracasos de las
instituciones modernas –como la escuela, los partidos políticos, la propia familia-
como garantes de la incorporación, de socializaciones “exitosas” y como
escenarios para la construcción de ciudadanía.”

2.1 Las mediaciones sociales

A través de este apartado pretendemos comprender la construcción social y cultural


de la subjetividad individual y colectiva en etapa de la adolescencia, así como su
percepción social. Es también un primer acercamiento al abordaje desde la
comunicación, que irá definiéndose de acuerdo al interés de la presente
investigación. En este itinerario se presenta un nuevo actor que también participa
en la propagación del bullying a través de la producción de estereotipos y mensajes
de conducta ligados a la violencia que se convierten en referentes más cercanos al
adolescente.

Martin Jesús Barbero, en su libro de “los medios a las mediaciones” (2003) nos pone
en un plano de la arquitectura social, donde resalta en primer lugar la importancia
de los medios¸ entendida como los usos y herramientas usadas por el hombre para
emitir sus mensajes, por donde la cultura hegemónica de nuestra sociedad actual
se ha ido posicionando en el imaginario colectivo. Sin embargo, su análisis no queda
allí, ya que esta cultura hegemónica, según Babero, los valores del capitalismo, que
es recepcionada a través de los grandes medios de comunicación, hablando desde la
actualidad, es transformada e interpretada por los actores sociales (audiencias) de
acuerdo a sus propias realidades y puntos de vista, lo que permite que al final de
cuentas se convierta en las acciones que cambiaran su entorno.

En ese sentido, las mediaciones son ámbitos de influencia cultural, desde la cual los
significados y sentidos son producidos y apropiados por los que los miembros que la

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conforman. Sea la familia, la escuela, el barrio, los espacios donde interacciona el
individuo, son ámbitos de múltiples mediaciones por donde se canalizan los
mensajes y discursos fuerza que rigen la sociedad, para ser adoptados y utilizados
en la transformación de los propios ámbitos que la contienen.
¿No será este el sistema y sus respectivos flujos y procesos por donde la violencia
llega a legitimarse en las escuelas?
Pensamos que esta es una realidad cotidiana, pero se deja en claro que no son las
estructuras las que predominan, sino el poder de las mediaciones, de la redundancia
de los discursos, la propagación de los mensajes que se dan indefectiblemente
través de la interacción que finalmente construye un nuevos tipos de vida, de
símbolos, de convivencia.
En efecto, podemos esbozar tres caminos de estudio que nos permitan llegar hacia
una interpretación desde la comunicología: interacción, procesos de comunicación y
construcción del mundo.

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3. Lectura desde la Comunicología posible

La comunicología posible es el reinvención de los estudios en la comunicación. Su gran


objeto de estudio, la comunicación interpersonal, la define como una propuesta teórica
que busca su objeto de estudio legítimo.
Desde esta mirada teórica, es posible observar el entramado de la comunicación detrás de
cada fenómeno de estudio. En una frase de Jesús Galindo (2004), impulsor de la
mencionada teoría, se señala que “aquello de todo está relacionado con todo, es
comunicación”

3.2 La relevancia de la Comunicología posible

A partir de uno de las cinco dimensiones que propone esta teoría, nos apoyaremos
para trabajar el análisis de las percepciones de los estudiantes.

3.2.1.1 Interacción. La comunicación desde la interacción es “el proceso básico


para la construcción de la vida en sociedad, como mecanismo activador del
diálogo y la convivencia entre sujetos sociales. Hablar de comunicación, así
entonces, supone acercarse al mundo de las relaciones humanas, de los
vínculos establecidos y por establecer, de los diálogos hechos conflicto y
de los monólogos que algún día devendrán diálogo. La comunicación es la
base de toda interacción social y, como tal, es el principio básico -la
esencia- de la sociedad.” (Rizo, 2006)

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BIBLIOGRAFIA

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REFERENCIAS

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