Un poco de historia
Las filmaciones de los Lumière o de otros pioneros que se
limitaban a capturar el paso de un tren o la salida de los
trabajadores de una fábrica carecían de montaje porque
simplemente registraban un hecho hasta que se terminaba la
película. Con el diseño de carcasas más grandes, que aportaban
mayor capacidad de almacenamiento, fue posible registrar
muchos más hechos o secuencias de hechos. Poco a poco la
necesidad de un montaje externo, de una ordenación y selección
de lo filmado, se hizo patente. Por otro lado, en la ficción, era
necesario retirar de la copia final las “colas” de inicio y de fin de
secuencia. El papel de un montador se iba haciendo, pues, más y
mas imprescindible. Para ese puesto se inventó la mesa de
montaje con moviola en 1924, pero ya antes, en 1915, el
visionario David W. Griffith había demostrado hasta dónde podía
llegarse con un montaje expresivo, gracias a la suma de todas sus
ideas e investigaciones narrativas, con ‘El nacimiento de una
nación’ (‘The Birth of a Nation’). En esa película se desarrollaba
como nunca hasta la fecha la noción de montaje en paralelo. Es
decir, dos hechos que compartían una misma unidad de tiempo
pero distinta localización. Pero también otros conceptos como el
plano detalle y el punto de vista:
Sí, aquí los negros (actores blancos con la cara pintada,
obviamente) son muy malos, y los heróicos miembros del Ku Klux
Klan acuden a salvar a los mártires blancos. Una acción (la defensa
en la cabaña) se superpone a otra en el tiempo (la cabalgada hacia
esa cabaña) en un contínuo que aceptamos como tal, aunque es
una mentira: no se puede asistir a dos hechos en dos lugares
diferentes si ocurren en el mismo tiempo. En aquella época muda,
otro importante “esteta” del montaje fue el ruso Eisenstein, tan
tendencioso, teatral y exagerado como Griffith, pero que a su vez
inventó otro estilo de montaje: el ideológico. Para Eisenstein el
cine era el conflicto entre dos o más imágenes, y sentía la
necesidad de dejarlo palpable para el espectador. Así, en ‘El
acorazado Potemkin’ (‘Bronenosets Potyomkin’, 1925), podemos
ver un plano medio en el que un oficial señala un jamón en
perfecto estado, y un plano detalle en el que vemos más cerca ese
jamón y al que parecen haberle brotado gusanos. Eisenstein hacia
del montaje una herramienta más mentirosa que nunca,
insertando elementos en su montaje analítico que no estaban
antes de un corte, e inventando el cine ideológico, basado en
planos-clave. Acertijos visuales. Ese en concreto “expresaba” lo
podrida que estaba Rusia…