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1.

La vida y la Muerte

Vida equivale es movimiento desarrollo y crecimiento; el hombre recibió el soplo


del Espíritu Santo para que además de estar en el mundo cumpliendo pulsiones
naturales como las demás especies, se sujete a las leyes de Dios y administre
sabiamente la autoridad que les fue conferida

Cada quien llega a un punto en el que debe plantearse si pervive como dominador
de la creación pero sujeto a las leyes del Reino de Dios, o da rienda suelta a su
desenfreno sin ningún miramiento moral, en cualquier caso, la libertad de elección
está presente y los consabidos resultados están garantizados.

Vida es asimismo iniciativa, decisión y desafío que sin embargo encuentra al ser
humano limitado para desarrollarse en plenitud sin recurrir a la fuente y Hacedor
de lo existente, Cristo Jesús, por lo cual para caminar, operar satisfactoriamente
son imperativos los preceptos del cielo. Adicionalmente vida es productividad, se
manifiesta en fruto continuo y de calidad; es en ese orden que cuando un árbol
muere, su primer indicador es el dejar de ser fructífero hasta ser derribado, es la
metáfora del hombre sin Dios, quien se convierte en un ser inerte del que nada
bueno se espera, acabando por marchitarse y fenecer su memoria para siempre.

La Muerte por su parte es interpretada como hecho consustancial al ser humano y


a todo lo existente, ése hálito de vida que por Dios fue conferido pero que acaba
por ser retirado, es entonces cuando todo acaba.

En general el hombre quisiera perpetuarse, vivir es lo que desea y se aferra con


todo su ser a la tierra. Es el único ser que ser consciente de su inminente deceso y
tal condición no es en lo absoluto grata, sin embargo es necesario destacar que en
los primeros pasos de la humanidad, la muerte era un asunto ajeno a la realidad
tanto desde lo conceptual como práctico; la vida era plena e ininterrumpida, hasta
que por engaño llegó el pecado, entonces morir se convirtió en una certeza
biológica inevadible.

Además del plano físico, se manifiesta la muerte espiritual, un alejamiento


permanente de Dios por cuenta de la no aceptación de la salvación en Jesucristo
(Hebreos 2:3), un resultado de una existencia carnal que como resultado trae
consigo condenación. Empero existe una connotación positiva de la muerte, y
tiene que ver con la renuncia a la vida de pecado de este mundo (Juan 12:24),
estar crucificados juntamente con Cristo para no ser conducidos por pasiones
desordenadas ni vivir livianamente, es apegarse a la ley del Espíritu de Vida en
Cristo Jesús, que nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte, entonces que
al haber muerto a la ley del pecado por el sacrificio expiatorio de nuestro Señor y
Jesucristo, no hay argumento o acta de decretos que nos acuse haciéndonos
portadores de la vida de Dios (Colosenses 2:14).
2. El Sheol

Más allá de la realidad material, diversas religiones y culturas a lo largo de los


tiempos han sabido especular en torno al destino final de los hombres, la vida
después de la muerte o la vida después de la vida, en ése cavilar a veces
especulativo, filosófico, pragmático o espiritualista, está el reconocimiento en
mayor o menor grado del bien y el mal, y a partir de ésa consideración el eventual
premio o castigo por las actuaciones.

El Sheol es entonces un lugar al que las almas de los hombres acuden luego de
su fallecimiento, su alusión es de oquedad, profundo vacío y soledad, se le conoce
también como el lugar del silencio, su descripción no es precisa pero está
relacionada con el Hades griego, un sitio remoto en las profundidades de la tierra,
el lugar de no retorno en el que las almas quedan cautivas por la eternidad.

El Sheol está emparentado con la muerte y no cesa de reclamar victimas para sus
macabras habitaciones, sin importar el acervo cultural todos han de llegar a ése
desolado lugar, ricos y pobres, anónimos y poderosos, la cita con la región de los
muertos es incluyente; aunque para los hebreos la vida es valiosa y su
prolongación es prueba del favor de Dios para una persona, es preciso asumir la
existencia del Sheol como un hecho superior a la imaginaria condición espectral
de los difuntos o a su lucidez o letargo cognitivo, hay un tratamiento diferenciado
entre justos e impíos, la muerte de aquellos no es más que aparente, el justo no
perece del todo, el rescate del justo para vida eterna, el Sheol no lo contiene por
siempre, la recompensa es el Reino, la vida es devuelta y la oquedad es
reemplazada por la compañía celestial.

3. “La Santidad es una Fuerza Sobrenatural y misteriosa que confiere a


ciertas personas y ciertos casos una cualidad especial”

Aceptar semejante definición equivaldría a considerar que existen personas de


primero, segundo o tercer orden, hombres y mujeres dotados con habilidades
espirituales superlativas y desde esa perspectiva, reconocer que Dios sí hace
acepción de personas. Si nos remontamos a la historia bíblica encontraremos
personajes como Moisés que a pesar de sus limitaciones se santificó para el
Señor, misma invitación que recibió el pueblo pero que de tajo fue rechazada por
este, inmerso en temores e inestabilidades.

Dios es perfectamente sabedor de las limitaciones humanas y por lo mismo


Jesucristo vino al mundo, se hizo hombre y murió por nuestros pecados,
legándonos además su Espíritu Santo para que podamos perfeccionarnos cada
día hasta alcanzar la estatura de Cristo. No hay misterios ni sombras en el tema
de la santidad, Dios no es excluyente para dotar a pocos con cualidades
particulares, el precepto clave es que habiendo recibido el Espíritu Santo cada
persona debe comprometerse en la administración de su vida espiritual en
concordancia con los mandatos divinos (2 Pedro 1:16).
Entonces entendiendo la santidad como un estilo de vida legado desde Jesucristo,
el que pocas personas en el mundo caminen en santidad tiene que ver con dotes
espirituales particulares sino con decisiones no tomadas, ausencia de sobriedad
falta de carácter para empeñarse en obedecer a la palabra y rehusarse a trasegar
dando rienda suelta a los deseos de la carne, en un entorno cada día más
tolerante y proclive a los comportamientos manifiestos de impiedad.

En suma, quien ha gustado la benignidad del Señor, y entiende que ha sido


rescatado por la sangre preciosa de Jesucristo, se conduce rectamente
reverenciando al Padre con la existencia, no haciendo del pecado su estilo de
vida, sino exponiendo continuamente esa naturaleza incorruptible propia de un
verdadero hijo de Dios.

Por otra parte, la Santidad es propia de Dios, es su esencia (1 Samuel 2:2), nadie
pudo conferírsela puesto que Él esta sobretodo y nadie hay en el universo que
pueda aportar algo que Dios ya no posea, es más es el Señor quien santifica y
perfecciona (Génesis 2:3; Éxodo 31:13), derivado de lo hasta aquí expuesto es
posible afirmar que quien santifica al hombre y la obra de sus manos es superior a
todos, y que para santificarse ése hombre debe apoyarse en su Creador,
expresando la perfección absoluta de Dios.
1 ¿Qué es la vida y la muerte?

Vida como esplendor, Muerte fatalidad, punto final de la existencia. Son dos
conceptos presentes en la naturaleza y humanidad.
La vida es expresión de lo sublime del cielo, un don manifiesto que permite la
emergencia y prosperar, emprender proyectos, relacionarse con otros, es
manifiesta por el crecimiento y la multiplicación. Se entiende en dos planos, uno
físico, barro que un día fue colocado sobre la tierra, pero que ha de tener su cenit
en pocos años, en segundo término la dimensión espiritual, en la que además de
un alma inmortal le ha sido conferida al hombre la capacidad de relacionarse con
Dios.

Es entonces la vida física una sombra u preludio de la verdadera vida (eterna), sin
embargo, las decisiones que sean tomadas sobre la tierra (lugar de peregrinaje),
habrán de determinar su destino.
En esencia, la vida material a la cual se aferra el común de los mortales es tan
solo como neblina (Santiago 4:14), por lo señalado, Dios entregó estatutos
(palabra) para que quien los acoja, consiga la verdadera plenitud que es en
Jesucristo. (Juan 3:36)

De otro lado está la muerte, temida por muchos pero cierta e implacable, descrita
como separación, sentencia para el polvo hecho carne que al transcurrir pocos
años vuelve a la tierra de la que fue formada, desde ésa mirada la vida se
desvanece. Es entonces que apoyándose en una definición de la medicina legal,
se interpreta la muerte como la desaparición de las operaciones vitales sin
posibilidad de reanimación, resultado final del debilitamiento de las funciones
orgánicas.

Sin embargo, desde una perspectiva teológica, es inaceptable circunscribir la


muerte a un asunto puramente natural, en tal estado de cosas, existe una relación
directa entre la muerte y el pecado. Así pues, nadie es capaz de evadir una
muerte definitiva, es necesaria la intervención de Dios, su gracia expresada por
Jesucristo quien derramó su sangre para dar vida eterna a quien desee recibirla.

2 Sheol

El término suele definirse como el sepulcro o estado invisible. El lugar en el que


toda esperanza perece, se le identifica también con el Hades y el infierno en la
medida que son lugares de oscuridad, soledad y tormento.
Existen tres lecturas básicas que desde la biblia se realizan de aquél lugar:

En primera instancia es el sitio al que acuden todos los hombres después de


cumplir con sus días sobre la tierra, buenos o malos, tengan o no virtudes, sus
sueños, esperanzas, amores y odios perecen con ellos y todos van al mismo
lugar. Esta visión se concentra en la realidad presente, el porvenir luce sombrío y
sin mayores expectativas. (Isaías 38:18)

Una segunda apreciación algo más compleja tiene al Sheol como un sitio ávido de
muerte, que reclama para sí a los hombres sin control, puede interpretarse como
una personificación de la potestad de la muerte, su primacía final sobre los
anhelos de vida humana (Proverbios 17:20), reclama a todos sin excepción para
estos ámbitos de oscuridad; sin embargo Cristo que descendió a los lugares
profundos tomó a los suyos y sometió al que tenía el imperio de la muerte.

En tercer lugar, el Sheol o sepulcro, es explicado como la morada final de los


pecadores, aquellos que se rebelan contra la palabra de Dios que cierran su oído
al llamado del Señor y de forma temeraria y si se quiere absurda desafían su
autoridad suprema (Números 16:33; Proverbios 5:5; Salmos 9:17).

Para los que se pierden el Sheol es la materialización eterna de su actitud


continua de distanciamiento y ausencia de Dios, para los santos redimidos por la
sangre del Cordero, un dormir, ausencia de los asuntos de este mundo, pero
antelación de una resurrección próxima para reinar con Cristo por la eternidad.

3 El Santo, es el nombre de Dios Alto y Sublime como ninguno, santidad es su


esencia y no tiene parangón (Isaías 57:15), Él es quien da vida y por su presencia
santifica personas y lugares (Éxodo 3:4; 1 Corintios 1:2).
Por la palabra de Jesucristo, la verdad absoluta, somos santificados, limpiados,
purificados y hechos aptos para relacionarnos con el Padre celestial, no se basa
en fuerzas misteriosas que selectivamente santifican a los hombres, la acción del
Señor por su Espíritu Santo es determinante, pero requiere la disposición y
compromiso de cada persona para que Dios haga los ajustes correspondientes, se
requiere buena conciencia, testimonio fiel, bien que hemos recibido lo mejor de
Dios, es la tarea diaria incorporar las promesas de la palabra a la mente y el
corazón, limpiándonos de toda contaminación siendo perfeccionados en el temor
reverente (santidad), obediencia continua.

Siendo hombres imperfectos somos purificados y santificados por la palabra, sin


embargo éste trabajo es inacabado dada la naturaleza carnal en la que nos
movemos, es imperativo que cada quien decida caminar conforme al Espíritu,
desarrollando el carácter de Cristo y creciendo en el Señor siempre, quien camina
por la ruta de la santidad es porque sin dejar de ser humano, ha aprendido la
dependencia de Dios y está dispuesto a obedecer sin salvedad alguna.

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