Identidad y desarrollo
posibilidades en el contexto latinoamericano para la representación de
nuevas actores.
27/08/18
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ÍNDICE
Introducción....................................................................................................................................... 3
Desarrollo y Estado ........................................................................................................................... 4
Contexto latinoamericano y sociedad civil ...................................................................................... 6
Identidad de los grupos sociales ..................................................................................................... 10
Feminismo en la emergencia de problemáticas sociales .............................................................. 13
A modo de conclusiones .................................................................................................................. 16
Bibliografía ...................................................................................................................................... 17
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Introducción
A partir de las transformaciones sociales que han ocurrido en la región
latinoamericana en los últimos años, ha surgido la importancia de analizar el período y los
contextos locales desde una mirada sociológica para adentrarse en los elementos y variables
que componen los fenómenos presentes en la composición social y el desarrollo (tanto social
como económico) del territorio.
Una de las facilidades que es posible encontrar para poder realizar cualquier análisis,
es el entender que los procesos tanto políticos como sociales existentes en la región han
sucedido casi uniformemente, en el sentido que los contextos históricos de los países han
tenido una trayectoria similar (considerando las etapas de gobiernos populares, dictaduras,
transiciones y democracias) y las emergentes líneas investigativas que van de la mano con la
composición social y la aparición de nuevos actores (como los movimientos sociales o las
preocupaciones por temas locales). Es entonces relevante observar y analizar cuáles han sido
las variables desde el aspecto social que permiten diferenciar a los países. Los contextos
nacionales tienen una alta carga identitaria que generan la sucesión de movilizaciones
sociales, la agrupación de los individuos bajo un interés, una necesidad o una problemática
que no ha sido respondida por parte de las administraciones centrales. Si bien en esta
identificación de problemáticas no satisfechas es posible identificar el aspecto económico y
político como ordenamiento y estratificación principales de las sociedades, los aspectos
culturales y sociales tienen una repercusión directa en lo que es la cotidianeidad en la que se
desenvuelven los sujetos y los roces y hostilidades que se generan al observar las
desigualdades existentes para ciertos grupos (en lo que se ha caracterizado principalmente en
la visión eurocentrista patriarcal, en que se han generado jerarquías de inferioridad para los
sujetos de la región, este desmedro a las identidades indígenas y a la mujer)
Es por esto, que el objetivo del presente ensayo es entrever cómo el desarrollo local
(con una visión principalmente estatal) de los países latinoamericanos han permitido (tanto
como en acción como en omisión) la emergencia de grupos identitarios bajo las coyunturas
históricas, enfatizando en la problemática contingente de la consolidación del feminismo en
la zona. De esta manera, se partirá por desarrollar el contexto en relación con el Estado
neoliberal y las condiciones para el desarrollo de los países. Luego se adentrará en los
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postulados sobre sociedad civil en Latinoamérica. El siguiente apartado tratará sobre los
elementos constitutivos de la identidad en los grupos sociales. Para finalmente describir los
procesos del desarrollo del feminismo en la región frente a las problemáticas presentes.
Desarrollo y Estado
En el contexto de la región latinoamericana, primeramente, es importante señalar la
implementación del neoliberalismo como sistema socioeconómico a partir de las dictaduras
(entre los ochenta y noventa), en que se instala un proyecto neoliberal donde se perpetúa la
desigualdad social como condición necesaria para que los individuos puedan asegurar su
libertad y su capacidad de competencia, en un sistema que subordina las esferas de la política
y lo social a la economía (Garretón M. A., 2012), el mercado será entonces la instancia basal
en la que se realizarán las relaciones sociales y políticas, marcando la pauta de las sociedades
y de la forma en que perseguirán sus intereses. En este sentido, el sistema neoliberal tiene
esta estampa mercantil en que las relaciones económicas con el sector privado serán
esenciales, por lo que la capacidad de la administración estatal se ve reducida y los nexos
políticos tendrán influencia directa desde el sector económico, entendiendo la primacía del
pensamiento de la libre competencia y la mercantilización de todo tipo de servicios.
En este contexto, las relaciones existentes en los países son de tensión frente a la
estructura que propone y permite el neoliberalismo, de profundas desigualdades sociales. La
tensiones económicas, sociales y políticas tienen relación con la implantación de sistemas de
alianzas y conflictos, en que el Estado al realizar sus funciones no presenta una capacidad
completamente racional (Faletto, 1993), ya que los Estados latinoamericanos se gestaron y
crecieron de una manera “desordenada”. El contexto social será un indicador primordial en
que la acción estatal se desarrolle de ciertas formas, las funciones y actividades se realizarán
mediante la necesidad de responder circunstancialmente a los problemas que se presentan,
por lo que la conformación de una línea política estatal se verá en constante revisión por las
diversas aristas que están entrelazadas en el desarrollo de los países. Esto genera que las
políticas no puedan abarcar de una manera global y sostenidas de en el tiempo proyecciones
para disminuir la desigualdad social.
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La inequidad social que se presenta en la región tiene una alta relación con las crisis
que han existido en los mecanismos de integración interna (que es posible identificar en las
diferencias en la distribución de ingresos, las diferencias de modos de vida y ausencia de
valores impartidos que constituyan una identidad nacional (Faletto, 1993)). En este sentido,
el desafío actual hace relación con la recomposición de las relaciones entre Estado y sociedad
civil, en que exista un fortalecimiento de la ciudadanía, se necesita que exista in cambio de
sentido en las sociedades sobre la política, para poder así observar de una manera íntegra la
temática del desarrollo hacia la construcción de regímenes democráticos (Garretón M. A.,
2012)
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Contexto latinoamericano y sociedad civil
Y no es extraño entender que son las capas bajas las que se organizan y movilizan en
pos de la transformación social, ya que al considerarse estos en las políticas de desarrollo,
serán estos los principales beneficiarios, con resultados más eficientes para su realidad. El
problema que presentan al organizarse es que el apoyo necesario es amplio, no siempre
lográndose para generar cambios, por lo que las demandas suelen seguir postergándose,
impidiendo que mejoras en la igualdad social.
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En este sentido existe una tensión y un debate entre la democracia y los derechos
ciudadanos en base a la interpretación de estos últimos como una cosa encapsulada dentro de
la noción de ciudadanía como una cantidad determinada de derechos individuales (visión
principalmente neoliberal) o colectividades extremadamente pequeñas, de esta forma la
relación ciudadanía y democracia, es decir, ciudadanía y comunidad política no existe
(Garretón M. A., 2015). En este sentido la democracia seria no solo una cantidad de derechos
ciudadanos, sino, la integración de esta categoría a la cuestión del orden de la sociedad y la
conformación del poder político, logrando dotar de un contenido colectivo (en base a las
distintas relaciones sociales y formas convivencia) a la ciudadanía. Y este elemento es
extremadamente preocupante en tanto, este carácter, no es común en las democracias
latinoamericanas.
El concepto de ciudadanía surge también como parte de la base social que le entrega
legitimidad al Estado democrático, en tanto el nuevo plano político de este, está constituido
por tres nuevos actores: ciudadanía, identidades e individuos. Estos tres actores finalmente
convergen en la base del Estado denominada “sociedad civil” (Garretón M. A., 2015).
“Para entender cómo y por qué los grupos (auto) identificados por género, raza y etnia, así
como por la orientación sexual y la falta de propiedades (…) llegan a movilizarse por
derechos y beneficios, primero debemos observar los sesgos estatales en la
distribución/asignación de derechos y beneficios” (Wickham-Crowley & Eckstein, 2017,
pág. 54)
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Según lo anteriormente planteado, la baja capacidad del Estado en garantizar una
ciudadanía compleja, y la relación de los estratos genera el agenciamiento de distintos
movimientos menos privilegiados, entre ellos las mujeres.
Las mujeres no eran consideradas como sujetas de ninguna forma de derecho directo
(seguridad social, por ejemplo), ni tampoco en términos de sujetos económicos o ciudadanas
plenas, su identidad había sido designada al cuidado y reproducción de la familia (Aguinaga,
Lang, Mokrani, & Santillana, 2011). De esta forma, el enfoque que se plantea desde el
feminismo hace relación a abordar simultáneamente dos conceptos: Anticapitalismo y
antipatriarcado. Superando también de plano la noción de jerarquización de contradicciones:
“Este enfoque es constructivista con una perspectiva integral que observa la organización
social, económica y política de la sociedad, no pone a las mujeres en el centro de su análisis,
sino que “cuestiona la presunción de una categoría social homogénea «mujeres»”. Enfatiza
que ambos géneros son construcciones sociales, más allá del sexo biológico, y que las otras
mujeres son marcadas no solamente por el género, sino por otras categorías de dominación,
como su origen étnico-cultural, su orientación sexual, su edad, etc. (Aguinaga, Lang,
Mokrani, & Santillana, 2011, pág. 61)”
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la especificidad histórico-estructural; Segundo, invisibilizar las experiencias de resistencia
por ser consideradas “marginales” o incluso primitivas, convirtiendo así, el único horizonte
posible el desarrollo del primer mundo. Además, destaca la crítica al desarrollo mediante “la
heterosexualidad reproductiva como forma de organización social dominante, productora y
reproductora de los sistemas de dominación patriarcal y colonial” (Aguinaga, Lang, Mokrani,
& Santillana, 2011)
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Identidad de los grupos sociales
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El contexto local ha sido definitorio para la creación de las identidades, entendiendo
en origen de la colonización y el ímpetu hispanista avasallador de la cultura existente en la
región. En este aspecto, globalmente existe una apreciación a lo que es el pensamiento, estilo
de vida, tradiciones y cultura hispanista (y en general de los países del norte) en un constante
desmedro de lo que es la realidad latinoamericana con una oposición al indigenismo.
Considerando lo europeo racional- ilustrado y lo latinoamericano simbólico- dramático
(Larraín, 2000). La cultura y realidad de lo popular latinoamericano se considera como una
modernidad no acabada, en tanto tiene elementos antimodernos y promodernos (en cuanto se
entiende el carácter alienante y deshumanizador de la modernidad y en relación con el avance
efectivo que se tiene en las condiciones y calidad de vida, respectivamente) (Larraín, 2000)
Por otro lado, es posible desprender de lo anterior cómo desde la visión de los países
del norte, se niega de alguna manera la existencia de individuos en el sur, ya que al eliminarle
categorías y posibilidades virtuosas, se crea la idea que los sujetos no son capaces de
entenderse y organizarse en comunidades (siendo cualidad de sujeto que un individuo esté
inserto en una colectividad y tenga la posibilidad de convertirse en actor colectivo). El sujeto
latinoamericano como tal es algo sin valor. (Martuccelli, 2010)
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Es posible entender hasta el momento que las identidades pasan por ser colectividades
o individualidades, por lo que aparece la reflexión de la noción de ciudadanía en un contexto
de modernidad en que ya no se intenta observar la realidad latinoamericana en homogenizarse
con la realidad europea, sino que se entienda desde la diferencia. (Rivera Cusicanqui, 2010)
Lo que han intentado hacer los grupos que dominan y controlan la hegemonía ha sido tratar
de organizar la sociedad a imagen y semejanza de lo europeo, en una intención de
implementar un sistema multicultural, que sólo oculta nuevas formas de colonización.
(Rivera Cusicanqui, 2010)
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Feminismo en la emergencia de problemáticas sociales
Otra caracterización hace referencia con lo tratado en puntos anteriores, pero específicamente
en el concepto de “desarrollo de la sociedad civil”. No existe un desarrollo del concepto de
sociedad civil desde los años 30. Esto a determinado de que existe una ausencia de
movimientos sociales estrictamente autónomos de la política institucional (partidos
políticos), en tanto la acción colectiva (y así no necesariamente su génesis), esta enraizada
en la “imbricación” de diferentes estructuras partidarias y organización social o el caso
específico de una cantidad determinada de factores sociales (Garretón M. A., 2015). Así
también lo ven las autoras García y Valdivieso en el movimiento de mujeres al plantear que
“La compleja y diversa realidad de América latina dificulta la construcción política autónoma
del movimiento de mujeres, pues algunos de sus grupos dependen del Estado mientras otros
lo confrontan (García & Valdivieso, 2018, pág. 42)”
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De esta forma existen dos categorías de movimientos analizadas por García y Valdivieso que
recogen las aprensiones anteriormente señaladas: El movimiento de mujeres y el movimiento
feminista como ejemplos distintas de autonomía.
En tanto el primero la autora plantea que: “se reconoce como un movimiento heterogéneo,
con presencia desigual en la escena social, con demandas ambiguas y muchas veces
contradictorias expresadas a través de formas tradicionales y novedosas modalidades de
lucha que no siempre llegan a articularse. Muchas veces estos movimientos no se consideran
feministas” (García & Valdivieso, 2018, pág. 42). En el caso del movimiento feminista, se
entiende como una configuración autónoma de la lucha consciente y organizada de las
mujeres contra el sistema patriarcal.
El feminismo de esta forma: “ha sido uno de los movimientos sociales e ideológicos más
visibles en la región durante las últimas décadas. Teniendo como antecedentes históricos las
luchas de las mujeres de inicios del siglo XX por el derecho al sufragio, condiciones laborales
igualitarias y leyes de protección al niño y a la madre, a partir de los años 70, "una inédita
combinación de activistas, mujeres de organizaciones no gubernamentales y académicas
feministas confluyeron con las militantes de partidos de izquierda y pobladoras organizadas
para la supervivencia, en espacios de acción y retroalimentación de experiencias, muchas
veces no exenta de tensiones" " (Barrig 2000).” (Panfichi, 2002, pág. 30)
En otro punto, la integración de las mujeres en las políticas de desarrollo fue como receptoras
pasivas y aun, en muchos casos, desde la labor “domestica”. Mientras que aun los recursos y
capacitación técnica seguían destinándose en hombres. Pero fue la caracterización anterior
en la que mediante conferencias y trabajo multiorganizaciónal se institucionalizó el enfoque
de las mujeres como parte del desarrollo, es decir, no se planteaba una crítica a la noción de
desarrollo, sino que se buscaba revertir la exclusión de las mujeres de las políticas del
desarrollo (Aguinaga, Lang, Mokrani, & Santillana, 2011).
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Por otro lado, el feminismo hegemónico también entiende desde una categorización de la
mujer “privilegiada” (blanca, occidental o de las elites locales), en este sentido Cumes plantea
que esta visión tiene un componente de normalización de lo “civilizado”, por ende, persiste
en su génesis la colonización y el racismo como constitutivos de su pensamiento. Este
feminismo perpetua la asimilación occidental que priva de las especificidades histórico-
estructurales (indígenas), exponiendo a las mujeres indígenas a un racismo y etnocentrismo
que sigue replicando la opresión patriarcal.
Por otro lado, Paredes ingresa la noción de la mujer como un minisector, es decir, el
imaginario patriarcal las mujeres se reducen y existen en lugares de protesta intrascendentes
(la figura del pataleo). En este sentido la mujer tiende a atomizarse y se le sitúa en políticas
sectoriales y especificas desproveyéndola de su sentido complejo y su relato interseccional
(Paredes, 2008).
En otro punto de la misma autora, plantea que la memoria es un eje constitutivo del quehacer
del movimiento feminista, en tanto aporta un relato histórico que provee a las nuevas luchas
de la contingencia de experiencias pasadas. Genera, en otras palabras, identidad que enlaza
a las mujeres con sus antepasadas. Haciendo, finalmente que la historia justifique y de sentido
a la posición tomada en relación con el “otro” (Paredes, 2008)
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A modo de conclusiones
El movimiento feminista tiene su génesis en procesos políticos con una influencia de
demandas más bien globales (como lo fue el derecho a voto) y que en sus inicios tuvo
repercusiones positivas para un grupo minoritario (que tiene relación con las mujeres de clase
acomodada).
La revisión bibliográfica que se realizó se enfoca en distinguir los procesos en los que
los países y sus Estados generan procesos y políticas en el marco del sistema neoliberal
imperante tomando en consideración las diferentes esferas de la sociedad. A considerar que
cuando los países que tienen un interés en generar políticas “desde abajo”, a partir de lo que
la sociedad civil manifiesta como necesidades insatisfechas, produce una mayor eficiencia
en la distribución de los recursos (humanos como materiales). La aplicación de las políticas
“desde arriba” mantiene un orden en que un sector de la sociedad esté al mando y desde una
posición alejada de la realidad produzca medidas que no se acercan a los contextos locales.
Más aún, cuando se considera que la mayoría de los países de la región mantiene en su
funcionamiento prácticas de discriminación hacia ciertos grupos minoritarios de la población
(principalmente a lo que han sido los pueblos originarios).
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Bibliografía
Aguinaga, M., Lang, M., Mokrani, D., & Santillana, A. (2011). Pensar desde el feminismo:
Críticas y alternativas al desarrollo. En Más allá del desarrollo. Grupo permanente
de Trabajo sobre alternativas al Desarrollo. Ediciones Abya Yala.
CEPAL. (2010). La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir.
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Martuccelli, D. (2010). ¿Existen individuos en el Sur? Santiago: LOM Ediciones.
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