Columnistas
Martes 02 de octubre de 2018
Ganó el Sí
"Si esta hubiese sido la noticia el 6 de octubre de
1988, el destino de Chile habría sido muy diferente, y
más sombrío. Sería hora de que quienes lo
defendieron lo admitan".
Su triunfo hubiese sido objetado por las fuerzas del No, que se habrían movilizado
para denunciar el fraude. El régimen habría estado obligado a usar la represión
para contener las protestas, desbaratando la ilusión de presentar a Pinochet como
un gobernante democrático "normal". La postura del PC, reacio a participar en el
plebiscito justamente por el riesgo de fraude, habría parecido justificada. Lo mismo
su rechazo a una negociación para una transición pacífica y gradual. Los
dirigentes políticos favorables al No habrían sido desalojados y sustituidos por
partidarios de la línea dura.
CRÍTICA GASTRONÓMICA
Por Mario Riveros M.
Un aporte.
Sumo Sushi Bar,
Paicaví 127
Si bien las sensaciones del enamoramiento son bien conocidas por mucho seres
humanos, quizá valdría la pena mirar más de cerca el cómo funcionan estas
reacciones a nivel fisiológico.
En primer lugar, cabe aclarar que el amor es una droga. Literalmente. Los centros
neuronales que se activan con el encuentro de la persona amada son
exactamente los mismos que aquellos que se activan por el consumo de alcohol,
tabaco y otras sustancias adictivas (a saber, los centros localizados en el sistema
límbico, ligado con las "recompensas").
Una vez que comenzó el enamoramiento, hay que tomar en cuenta que una de las
zonas más importantes de liberación de dopamina es el área tegmental ventral,
localizada cerca de la base del cerebro. Ésta área, 70% más grande en mujeres,
se activa durante el orgasmo en una relación sexual; el que las mujeres tengan
orgasmos más duraderos que los hombres y que se involucren emocionalmente
con sus parejas sexuales es atribuible a esta notoria diferencia de tamaños.
Sin embargo, hay un lado triste a toda historia de amor. Calixto explica que con el
tiempo, los receptores de la dopamina comienzan a perder su sensibilidad. Así,
asegura que en un periodo aproximado de tres años, éstos dejarán de responder
al estímulo inicial que desencadenaba la reacción placentera del encuentro con
esa persona especial.