El niño empieza a acumular anticuerpos de la madre porque que habrá microbios y virus
afuera.
Se prepara una reserva de fierro porque el niño sabe que la leche será su único alimento
por muchos meses y que la leche carece del fierro necesario para producir glóbulos rojos.
La cabeza del niño gira hacia abajo y se orienta mejor hacia el canal de nacimiento.
Se deposita una buena cantidad de grasa bajo la piel en preparación para el cambio desde
un ambiente donde la temperatura es constante a otro donde puede haber considerables
diferencias de temperatura.
Los movimientos fetales son más fuertes y frecuentes y el tamaño del útero crece mucho
durante este último periodo del embarazo. Todo esto centra la atención de la madre en el
niño y le recuerda la realidad del nacimiento: el niño va a venir y ella debe prepararse
para recibirlo.
El patrón de dormir del feto se vuelve más similar al ritmo solar de la madre, preparando
al niño para entrar en nuestra escala de tiempo con su división en día y noche.
EL PARTO
El también llamado nacimiento, es la culminación del embarazo, hasta el periodo de salida del
bebé del útero materno.
El parto es considerado el inicio de la vida de una persona. Se considera que una mujer inicia el
parto con la aparición de contracciones uterinas regulares, que aumentan en intensidad y
frecuencia, acompañadas de cambios fisiológicos en el cuello uterino.
El proceso del parto humano natural se categoriza en tres fases: el borramiento y dilatación del
cuello uterino, el descenso y nacimiento del bebé y el alumbramiento de la placenta.
TRABAJO DE PARTO
El trabajo de parto es de naturaleza rítmica: recurre a intervalos fijos, con contracciones uterinas,
que por lo general aparecen con lapsos de aproximadamente 15 a 20 minutos para luego disminuir
a intervalos de tres a cuatro minutos cuando el parto está en proceso. Además, la duración total
de cada contracción se incrementa de menos de medio minuto a más de uno.
La expulsión del tapón mucoso, o descarga del tapón mucoso que sella el cuello del útero puede
preceder al inicio del parto hasta por 72 horas. En otros momentos, es una indicación de que ha
empezado el trabajo de parto.
En ocasiones, el primer signo de la inminencia del parto es la ruptura del saco amniótico (la bolsa
de aguas), seguida por una filtración o goteo de líquido acuoso de la vagina. En la octava parte de
todos los embarazos, especialmente en los primeros, las membranas amnióticas se rompen antes
de que empiece el parto. Cuando esto sucede, el parto tendrá lugar de seis a 24 horas más tarde si
la mujer se encuentra a unos cuantos días del término.
Sin embargo, aproximadamente la mitad de las veces la bolsa de agua no se rompe sino hasta las
últimas horas del parto.
La duración promedio del parto para las mujeres primíparas (para las que era su primer parto) era
de 10.6 horas, para las mujeres multíparas (se refiere a todos los partos después del primero), era
de 6.2 horas.
PARTO NORMAL
En el parto normal la cabeza del bebé sale primero, mientras que el cuerpo rota para que salga
primero un hombro y luego el otro, lo que permite que el resto del cuerpo del bebé salga sin
dificultad. La nariz, boca y faringe del bebé son aspiradas con una jeringuilla para eliminar el
moco y fluidas y Ayudar a establecer la respiración. Al cordón umbilical se le colocan dos grapas,
se cortan entre ellas, y se ata. Normalmente, los obstetras recomiendan que se realice una
episiotomía en N casi todas las pacientes primerizas.
Posiciones del bebe
Los bebés se colocan para nacer en posición cefálica, es decir, cabeza abajo, con la barbilla
apoyada sobre el pecho, las nalgas arriba y las piernas y los brazos flexionados y pegados al
cuerpo. Esta posición es la más natural, pues facilita el paso del bebé por el canal de parto.
Cabeza poco flexionada. Consiste en que el bebé no tiene la barbilla pegada al tórax y al
mantener la cabeza poco flexionada dificulta su salida. El parto puede desarrollarse por vía
vaginal, pero será más lento debido a que el cráneo presiona sobre el hueso sacro de la madre al
hacer fuerza para salir y provocar dolor de espalda a la madre.
De cara o frente. Suele producirse cuando existen malformaciones uterinas. El niño está boca
abajo, pero en lugar de la coronilla, es la cara o la frente la que asoma por el canal del parto. En
esta posición, el bebé tiene la cabeza algo levantada dificultando la expulsión. Debido a que la
cabeza no está flexionada sobre el tórax, el diámetro que ofrece es demasiado grande para
atravesar los huesos de la pelvis. Una cesárea suele ser el método de elección en estos casos.
Posición podálica o de nalgas. En este caso, las nalgas, los pies o ambos a la vez asoman por el
canal del parto. Los bebés suelen adoptar esta postura cuando disponen de un cordón umbilical
demasiado corto, la placenta en lugar de estar en la parte alta del útero, está en la parte inferior o
el útero tiene alguna malformación.
Posición transversal. En este caso, el bebé se presenta acostado en posición horizontal o cruzado.
Generalmente, es necesario recurrir a la cesárea, ya que la expulsión por vía vaginal se hace
imposible. No obstante, en el momento de empezar las contracciones, estos bebés giran y suelen
colocarse en posición cefálica.
El parto suele desarrollarse por vía vaginal, salvo algunas excepciones: si la cabeza del bebé sea
demasiado grande para atravesar los huesos de la pelvis materna o si existe algún motivo materno
que lo impida como una enfermedad cardiaca materna, una dilatación insuficiente o una dificultad
para empujar.
POSPARTO
El puerperio o post-parto es el periodo después del parto en el que el organismo recupera la
situación previa al embarazo; comprende las seis semanas siguientes al parto.
Durante el puerperio (“la cuarentena”) la madre va a tener pérdidas de sangre (loquios), que son
las diferentes secreciones uterinas que debe expulsar, pueden durar unos 30-40 días, durante los
cuales irán cambiando de aspecto.
Depresión Postparto
La depresión es un problema, que afecta en primera instancia a la mujer, pero después afecta de
una manera casi delincuencial al pobre niño, y la vida simbiótica que tiene con su madre se ve
truncada y hace caer el ego primario del niño, con lo cual se le puede causar una depresión
anaclitica.
La depresión post parto se presenta en las mujeres puede ser considerada como una respuesta
psicológica y física compleja a las demandas de la vida diaria de muchas mujeres. Las depresiones
se presentan dos semanas después del parto, pero en algunos casos también se puede presentar
hasta el tercer mes.
Continuum y Simbiosis
El continuum es la primera fase de vida extrauterina, que puede considerarse una fase autística
normal de la unidad madre-hijo, da paso a la fase simbiótica propiamente dicha. Deben emprender
el camino en una vida simbiótica, (simbiosis del latín: una vida juntos), esta vida simbiótica
corresponderá al momento en el cual se logra una integración básica cuerpo-mente y adquiere un
conocimiento fundamental acerca del nuevo ambiente.
La confianza básica en el ambiente es el primer pilar del ego psicológico y ya debe estar presente
en los primeros 2 meses de vida".
En las primera 6-8 semanas el niño debe tener una vida simbiótica, lo cual describe una relación
especial de dos seres vivos que se necesitan porque cada uno de ellos da y recibe algo
absolutamente necesario para la continuación y calidad de sus vidas, este escenario transmitido al
de madre-hijo: la madre proporciona el alimento y el apego, mientras el recién nacido da a la
madre la tranquilidad de que lo que salió de su cuerpo no se perdió.
Existen tres formas de contacto en la vida simbiótica:
• Tomar en brazos
• Manejo del bebe
• Alimentación
FUNCIONAMIENTO FISIOLÓGICO
Si bien la mayoría de los neonatos no ganaría ningún concurso de belleza, son criaturas notables
con sus sistemas que ya funcionan de manera independiente. Tiene que respirar tan pronto como
emergen a un medio aéreo; al principio la respiración puede ser rápida, superficial e irregular,
pero gradualmente adquiere un ritmo más regular. El niño puede toser y estornudar para limpiar
de moco las vías aéreas.
Desde el final de la sexta semana de gestación, el bebé tiene un sistema circulatorio independiente,
con un corazón que bombea sangre al embrión .Al nacer, el sentido cardiaco aún está acelerado
alrededor de 120 a 150 latidos por minuto. La presión sanguínea empieza a estabilizarse
aproximadamente a los 10 días.
El bebé tiene un poderoso reflejo de succión que le permite tomar la leche. Sin embargo, los
pechos de la madre no secretan leche en los dos o tres días posteriores al nacimiento. Entre tanto,
producen un líquido delgado, acuoso, rico en proteínas, al que se conoce como calostro y que es
rico en nutrientes y contiene anticuerpos que permiten que el niño se defienda de las infecciones.
Como los recién nacidos no tienen grasa debajo de la piel, pierden el calor muy rápidamente, por
lo que les cuesta trabajo mantener la estabilidad de la temperatura corporal. El llanto y la actividad
física les ayudan a controlar la temperatura.
Algunos niños desarrollan ictericia fisiológica por un tiempo debido a la inmadurez del hígado. .
El recién nacido suele llegar al mundo muy despierto. Las dos o tres horas que siguen al parto
constituyen un período en el que el bebé está muy atento a lo que ocurre a su alrededor. Desde
este momento, se sucederán en el bebé diferentes estados sujetos a ritmos naturales que irán
variando con el tiempo y generarán pautas de sueño, vigilia, actividad y alimentación.
Aunque los ritmos del bebé en un principio no coinciden con los del adulto, poco a poco se van
sincronizando. En el inicio, el ciclo de sueño tranquilo y activo se repite cada 50 o 60 minutos y
los ciclos de vigilia se dan cada 3 o 4 horas. Entre los 3 y 4 meses la pauta de sueño nocturno y
vigilia diurna suele estar establecida con claridad y aunque el bebé duerme las mismas horas, lo
hace de forma seguida durante la noche.
Tacto y dolor
Se dispone de fuerte evidencia de la existencia de la sensibilidad táctil de los neonatos, sin
diferencias discernibles entre los sexos. Si se acaricia la mejilla del recién nacido, volverá la
cabeza en esa dirección. Al estimularle la planta del pie, flexiona los dedos. Cada padre sabe que
una manera de tranquilizar a los niños es cargarlos y acariciarlos.
Estudios recientes indican que los bebés también son sensibles al dolor, y que esta sensibilidad se
incrementa en los primeros cinco días.
El llanto
El llanto provoca incluso respuestas fisiológicas en la madre como un aumento del ritmo cardiaco
y un aumento de la segregación de leche. Dado que el adulto suele responder de forma casi
inmediata al llanto del bebé, éste aprende pronto que dispone de un instrumento que le permite
controlar su medio. Por otra parte, el llanto constituye un mecanismo de aprendizaje. A través del
llanto el bebé consigue que el adulto le acerque el mundo cuando él todavía no puede desplazarse
por sí mismo para explorarlo.
En un principio el llanto que emiten los recién nacidos es muy básico y presenta características
típicas de ritmo y grado.
El llanto es un indicador del funcionamiento del sistema nervioso central. Muy pronto los bebés
se especializan en el tipo de llanto que emiten y su significado varía. En general, se distinguen
tres o cuatro tipos de llanto: el llanto de hambre, el llanto de dolor, el llanto que reclama el
contacto humano y el de miedo o enfado. Estos llantos varían en intensidad, ritmo entre los
sollozos y manera de comenzar y los adultos son capaces de reconocerlos basándose en estas
diferencias.
La sonrisa
La sonrisa es otro instrumento que los bebés aprenden a manejar muy pronto. En un principio, la
sonrisa de los recién nacidos es un gesto involuntario que sólo refleja bienestar, pero hacia los
dos meses aparece la denominada sonrisa social que constituye una pauta aprendida. Este nuevo
gesto se aprende al asociarse con una respuesta externa positiva, es decir, con la reacción de
admiración y alegría que expresan los adultos cuando ven a un bebé sonreír. A partir de ahí, el
bebé aprenderá que cuanto más sonríe más refuerzo recibe. A partir de los tres a cuatro meses las
sonrisas se hacen más amplias y los bebés empiezan a reír, sobre todo en situaciones de
interacción social. Estas pautas, que parecen ser universales, son el inicio de la vida emocional
que los bebés despliegan prácticamente desde el nacimiento.
Desarrollo cerebral.
El cerebro humano está al principio más desorganizado que el de cualquier otra especie. Esto
significa que aunque al nacer ya disponga de los cien mil millones de células nerviosas, todavía
faltan por establecerse la mayor parte de las conexiones que serán vitales para el desarrollo. Esta
desorganización inicial podría parecer un inconveniente, puesto que necesita de un período de
desarrollo postnatal mucho más largo. Sin embargo, constituye una ventaja porque permite un
desarrollo mucho más flexible, es decir, mucho menos sujeto a la determinación genética y mucho
más abierto a la experiencia. Las experiencias que los bebés van registrando a partir del
nacimiento son las que conformarán gran parte de sus conexiones neuronales y la enorme variedad
y especificidad de vivencias explica que la configuración de cada cerebro humano sea única.
El cerebro comienza a formarse durante la vida intrauterina. La mayor parte de las neuronas se
producen entre las semanas 12 y 28 de gestación. La producción de neuronas es en un principio
excesiva y más tarde el propio cerebro se encargará de ajustar su número.
Todas las neuronas se producen cerca del centro del cerebro y luego deben emigrar hacia el
exterior. Aunque se desconoce el mecanismo por el que se produce este fenómeno migratorio, sí
se sabe que finaliza hacia los siete meses de gestación. Una vez que las neuronas han completado
la migración empiezan a formar conexiones con otras neuronas
Si bien la actividad cerebral ya existe durante la gestación, es durante los dos primeros meses de
vida cuando el cerebro alcanza su mayor nivel de actividad. Durante los doce primeros meses el
cerebro crece más rápido que cualquier otro órgano y llega a alcanzar los tres cuartos del tamaño
de un cerebro adulto. Entre el nacimiento y la vida adulta, el tamaño del cerebro se habrá
cuadruplicado.
Otro acontecimiento ligado a la maduración del cerebro tiene que ver con el proceso de
mielinización. La mielina es una sustancia que recubre una parte de las neuronas y facilita la
conducción del impulso eléctrico. Además, la mielinización es uno de los factores que
contribuyen al aumento del volumen del cerebro que se observa durante el desarrollo. Mientras
el cerebro sigue madurando también sigue produciendo mielina, de forma que esta producción
varía en función de las áreas cerebrales. Por ejemplo, las áreas que controlan la adecuación de los
movimientos motores siguen produciendo mielina hasta los 4 años, mientras que las que regulan
la atención y la conciencia lo siguen haciendo hasta la pubertad.
Durante los tres primeros años de vida del infante, esté genera más conexiones neurales y con
mayor facilidad, que las que forma un adolecente en pleno desarrollo y un adulto completamente
desarrollado. La corteza cerebral al nacer y a los 3 meses de edad, se observa que las conexiones
neuronales entre las dendritas (neurona-neurona) tienen un auge monstruoso, pero después de esta
etapa viene en un decline muy lento, ya no se generan enlaces con la facilidad y cantidad como
se hizo, en los 3 primeros meses, y como se hará en los 3 primeros años de vida.
Una vez nacido el individuo el cerebro deja de lado la generación de neuronas y se enfoca en
actuar sobre las conexiones y esto es hasta finales de los 3 años, durante este periodo el cerebro
del infante es estimulado principalmente por estimulación ambiental.
Entre los primeros meses y el primer año, como los dos posteriores, son de los más
importantes para el infante, el desarrollo neuronal durante esta etapa del desarrollo condiciona
e igual que su inteligencia, si bien es cierto que durante esta etapa, la inteligencia como tal no
se ve, los enlaces simbióticos por parte de las neuronas son más fructíferos que las de años
posteriores, esto se logra gracias a la correcta guía en la psicomotricidad del bebé, la cual se
refiere, a cada uno de los movimientos dados por los infantes.
El niño tiene ciertas necesidades básicas, para poder lograr un desarrollo psicológico íntegro
y sin eventualidades.
Durante los primeros años de la vida, el niño va adquiriendo poco a poco una serie de
habilidades: aparece la primera sonrisa, da el primer paso, dice la primera palabra, etc. Este
proceso de aprendizaje se conoce como desarrollo. Podemos distinguir 4 aspectos o áreas en
el desarrollo:
Crecimiento físico.
Los niños crecen más rápido durante los tres primeros años, en especial durante los primeros
meses, que en cualquier otro momento. El peso de un niño varón a los cinco meses ha duplicado
el peso de nacimiento y para el año casi lo triplica. Esta tasa de crecimiento disminuye durante
el segundo y tercer año.
La estatura de un niño por lo general se incrementa en 25 cm durante el primer año casi 12.5
cm durante el segundo y un poco más de 7.5 cm en el tercer año.
La dentición por lo general comienza alrededor de los tres o cuatro meses, cuando los bebés
empiezan a agarrar casi todo para llevarlo a la boca, pero el primer diente puede no aparecer
sino hasta algún momento entre los cinco y los nueve meses.
Necesidades Básicas del niño
1. Contacto directo con la madre, para ser aceptado con hijo(a), para recibir el alimento que
necesita y para establecer una comunicación y un lazo afectivo y de confianza con la madre, este
punto está bien desglosado en continuum y simbiosis. El niño en sus primeras etapas de
desarrollo es una especie de "egocentrista", todo gira en torno a él y poco a poco, va asumiendo
que vive en un contexto social. Esto quiere decir que se irá "descentrando" de esa postura, para
sentirse parte de un todo.
2. Respeto por los ritmos biológicos, el niño debe recibir el alimento cuando en realidad este
hambriento, no cuando los horarios lo indiquen, debe dormir cuando lo requiera, para con lo
cual pueda ser capaz de gobernar su ritmo de sueño y evita las perturbaciones del niño y su
comportamiento futuro.
3. El orden en el cual se realizan las cosas, debe destinarse un sitio único para la alimentación,
para el cambio de pañales, etc. como nos lo dice Montessori (1991): “Uno de los periodos
sensitivos más importantes y más misteriosos es el que hace al niño sensible al orden”.
4. Suficiente espacio para ver y moverse sin restricción, él bebe es muy atento y capaz de
concentrarse y necesita aprender a enfocar sus ojos, y lo logra, observando los objetos presentes
en la habitación, pero los barrotes presentes en las cunas en las cuales los padres encierran a
los bebés, les impide hacer esta tarea y su respectivo goce y triunfo por la acción en sí.
5. La necesidad de explorar el nuevo ambiente con todos los sentidos, el niño no necesita
dormir tanto como se piensa, él bebe necesita estar expuesto a estimulaciones de nivel medio,
pues si no los consigue se aburrirá y llorara en busca del estímulos sociales o biológicos, un error
que cometen infinidad de padres es que cuando el bebé llora, interpretan esto como falta de
alimento.
Entre los tres y los dieciocho meses de vida nace y se confirma el estrecho lazo individual entre
el lactante o infante y las personas con las que está relacionado , esta vinculación es la condición
necesaria para que se desenvuelva sin perturbaciones las fases posteriores de maduración de la
conducta".
Desarrollo psicomotor
El desarrollo motor (llamado también psicomotricidad) es el entrenamiento para desarrollar,
fortalecer y dar flexibilidad al cuerpo por medio de ciertos ejercicios que le permiten al bebé
tener control de sus movimientos.
El desarrollo motor Se divide en grueso y fino. El primero se refiere a los cambios de posición
del cuerpo y la capacidad de mantener el equilibrio; el segundo, en cambio, hace referencia a la
coordinación entre ojos y manos.
La característica más importante del desarrollo psicomotor es que la edad a la que aparecen las
distintas habilidades o logros, es distinta de un niño a otro. No todos los niños se sientan, andan
o hablan a la misma edad. Sin embargo, todos los niños aprenden en el mismo orden: primero
se sientan, luego andan y finalmente corren.
Existen variaciones del desarrollo: La más conocida es la ausencia de gateo, pero existen otras.
Logros importantes en el desarrollo
Vamos a describir algunas de las habilidades o logros más importantes del desarrollo en cada
una de las áreas y la edad en que la mitad o más de los niños los tienen.
Durante estos primeros doce meses, los cambios que experimentará el bebé son espectaculares,
ya que duplicará su peso y talla y crecerá más rápido que en toda su vida. En esta etapa, el niño
debe recibir los mejores cuidados, atención y afecto.
Debemos estar seguros de su bienestar en todas sus esferas de desarrollo: lenguaje, físico,
mental y social.
Aunque todavía es muy pequeño, en estos primeros meses de vida comienza a forjarse su
personalidad, empieza a desarrollarse su inteligencia y aparecen las primeras bases de su
comportamiento. A modo de pequeños detalles podrás vislumbrar cómo será el pequeño
cuando sea mayor.
1 mes: Al colocarse boca abajo despega la nariz de la cama. Hace movimientos como si quisiera
gatear pero no interviene en los movimientos de su cuerpo ya que su sistema nervioso es
inmaduro, sus huesos son suaves y no puede controlar sus músculos.
2 meses: En posición boca abajo levanta la cabeza 45º por unos segundos, (esto es importante
para fortificar los músculos de la espalda y cuello).
Los controles reflejos comienzan a desaparecer, mientras que las acciones se van
volviendo más voluntarias.
Mueve como pataleando brazos y piernas suavemente.
Cuando se alza verticalmente por el tronco trata de mantener la cabeza firme y derecha.
Comienza a descubrir sus manos y su movimiento.
Puede mantener objetos agarrados por segundos.
Alza la cabeza estando boca-abajo.
Se puede mover de una posición lateral a la de boca-arriba.
4 meses: Se sienta con soporte; sus esfuerzos están dirigidos a aprender a sentarse y a usar las
manos.
5 meses: Reacciona a las voces de las personas y se da vuelta para ver a la persona que está
hablando.
Deja de llorar cuando oye la voz de su madre. Sonríe y balbucea para llamar la atención.
Imita los movimientos que ve que otras personas hacen, protesta cuando alguien trata
de quitarle un juguete o cuando alguien lo disgusta.
Desea tocar, agarrar y saborear objetos, logra pasar un objeto de una mano a otra.
Se lleva los pies a la boca y se chupa los dedos.
Se da vuelta para quedar sobre la espalda.
Se desplaza balanceándose, meciéndose o girando sobre la espalda, lo hace pateando
sobre una superficie plana.
Cuando se le sienta, la cabeza está firmemente balanceada y la mantiene
constantemente erguida.
Puede sostener el biberón con una o dos manos.
6 meses: En el sexto mes se producen grandes avances. El bebé sabe rodarse completamente y
mantenerse sentado aunque no se puede poner en esta posición por el mismo, apoyado de una
almohada, en la cuna o en una silla.
Si se le sujeta, quiere sostenerse sobre sus pies. Tiende a gatear, girar, agacharse y
mecerse sobre sus rodillas.
Transfiere fácilmente un objeto de una mano a la otra.
Es capaz de sentarse solo, sin ayuda, inicialmente por poco tiempo y luego por 30
segundos o más.
Agita las cosas para ver si puede hacer ruido. Deja caer cosas de su cuna o silla para
bebés y quiere que se las devuelvan inmediatamente.
Trata de comer utilizando sus manos.
Si se le sienta en una silla se “bambolea”.
7 meses: Puede levantarse por sí mismo, apoyándose en las manos o los pies, preparándose
para gatear.
8 meses: La curiosidad del bebé está creciendo a medida que va explorando el ambiente que lo
rodea. El impulso de treparse en los muebles, camas, cajones abiertos y subir escaleras; es cada
vez más fuerte.
9 meses: Se levanta hasta sentarse y tiene buen control de la cabeza y el cuerpo. Gatea bastante.
Agarra y manipula objetos con destreza. Entiende la relación entre objetos, tales como
tapa y frasco, llave y cerradura.
El bebé ya desea pararse y caminar, pero probablemente todavía no pueda hacerlo bien
sin soporte
Saca y mete a su boca objetos a su antojo.
Puede subir escaleras gateando.
Se sienta correctamente en una silla.
Puede caminar a lo largo de los muebles, agarrándose a medida que da pasitos.
Trata de atraer la atención y aprobación, y puede hacer actividades para que lo vean.
Puede caminar con un adulto sosteniéndolo de las manos.
Puede sentarse firmemente, sin ayuda, durante largos lapsos de tiempo.
Aprende a sentarse estando en posición de pie.
10 meses: Tan pronto sabe sostenerse sólo sobre sus pies, el bebé intenta andar sin aguantarse.
Sube muebles y escaleras cada vez que puede. Experimenta con objetos caseros y cualquier otra
cosa que encuentre.
Saca los libros de los libreros, voltea las plantas, deja caer artículos en el inodoro y otras cosas.
Habilidad para sostenerse partiendo de la posición “en pie”.
Da pasos y comienza a caminar solo.
11 meses: Practica diferentes posiciones de pararse. Puede ponerse de pie por sí mismo.
Algunos niños comienzan a caminar antes, lo que le permite caminar sin ayuda a esta edad.
Pasa gran parte de su tiempo caminando, parado o dando vueltas por la casa. Le encanta subir
escaleras. Coopera cuando se viste.
Se puede agachar a coger un objeto
Le gusta quitarse la ropa tanto dentro como fuera de la casa. Agarra objetos usando los dedos
como pinzas, arroja objetos y los busca.
Sigue órdenes sencillas. Juega e imita las acciones. En esta etapa se resisten a tomar siestas y
puede que te forme berrinches cuando lo acuestas a dormir.
Se interesa más en la compañía de otros niños aunque sólo esté a su lado mirando lo que hacen.
Aunque camina, a veces prefiere gatear como una manera más eficiente de locomoción.
13-18 Meses
Desarrollo cognitivo
Estos datos serán interpretados por el niño, y por el adulto que le irá indicando que datos deben
interpretarse de una manera o de otra, aprendizaje.
Los procesos o habilidades básicas que surgen durante el primer año de vida son las siguientes:
- Atención y observación
- Imitación
- Memoria
- Simbolización y juego simbólicas
Estas son las habilidades básicas durante este primer año y medio de vida, con ejercicios
adecuados y observando las conductas del bebé para comprobar que avanza cognitivamente.
Piaget nos comenta que existen periodos de desarrollo cognitivo motriz, los cuales van del
nacimiento del niño hasta los 16 años, estos periodos son el Período Sensorio motriz que van
del nacimiento hasta los 2 años, el Período Pre operacional que va de los 2 años hasta los 6 años.
Según Piaget este periodo consta de estadios por los cuales debe pasar el niño para alcanzar un
desarrollo cognoscitivo integro:
Cuando nace el bebé, esté viene cargado de funciones motoras o reflejos innatos como por
ejemplo la prensión, abrazo de Moro, rotación, succión y demás, este tipo de movimientos traen
consigo el instinto nativo de la supervivencia y la generación del vínculo simbiótico con la madre.
Algunos de estos movimiento reflejos desaparecerán (abrazo de Moro), algunos otros
evolucionaran y algunos pocos se mantendrán atreves de toda la vida del infante
Durante esta etapa el niño prácticamente duerme todo el día y responde con llanto a sus
necesidades básicas de alimentación, dolor y cambio de temperatura.
El bebé "a partir del 15° día de vida, el niño empieza a fijar; es un ejercicio funcional propio de
la vista, y él bebe pronto dirigirá su mirada hacia determinados objetos, explorándolos
visualmente antes de explorarlos con el tacto”. El proceso de mielinización de las fibras nerviosas
es muy rápido y empieza con los músculos oculares. El niño aprende a controlarlos en un mes.
Durante esta etapa los reflejos implican cierta pasividad del organismo éstos se encuentran
inactivos, hasta que algo los estimula.
Mirada y expresión vagas e indirectas durante las horas en que se encuentra despierto.
Recuerda los objetos que reaparecen en dos y medio segundos.
Espera la alimentación cada cierto intervalo.
Llora deliberadamente para pedir ayuda.
Se calla cuando lo alzan o ve rostros.
se queda observando un objeto, pero no lo busca.
Coordina el movimiento de los ojos hacia los lados.
Los reflejos se van volviendo más eficientes.
Responde positivamente a la comodidad y satisfacción, y negativamente al dolor.
Reacciones circulares primarias (1 a 4 meses)
Una reacción circular se produce cuando el lactante intenta repetir una experiencia que se ha
producido por casualidad". Durante esta etapa, las acciones que hacia el bebé, que en principio
eran simple reflejo, ahora la vuelve un hábito, ejemplo de esta es la succión que se inicia como
un chupeteo, pero al descubrir la satisfacción de esta hecho la empieza a repetir una y otra vez.
Las reacciones circulares secundarias se dan cuando el bebé descubre que existe satisfacción
más allá de su cuerpo, por ejemplo al agitar una sonaja, al golpear los juguetes y que estos
produzcan ruido, este hecho le impresionara e intentara reproducirlo, y cuando lo logre, lo
repetirá una y otra vez causándole tal gratificación que reirá mientras lo hace.
El niño ya es capaz de distinguir entre medios y fines, o lo que es lo mismo, distingue el objetivo
que se propone y los medios para conseguirlo. Lo que no es capaz es de inventar nuevos medios
sino que pone en funcionamiento aquellos que conoce (sonreír, gritar, llorar...). Podemos hablar
en este estadio de Inteligencia propiamente dicha.
El llanto del recién nacido no tiene intención comunicativa, es la entrada de aire en los pulmones
por los que el neonato va a empezar a respirar y provoca ese sonido. El llanto o el grito al nacer
es indicador de buena salud, lo valoran los neonatólogos o el servicio de neonatología con el
test de Apgar, al igual que otros indicadores de salud que tienen que estar presente y si no lo
estás indican dificultades o patologías en el recién nacido.
Dos aspectos o requisitos básicos indispensables tienen que ir apareciendo durante este primer
año y medio de vida son:
Expresiones que comunican algo: quejas, sonidos, vocalizaciones para decir que necesita o
quiere algo, el llanto a medida que crece debe ser el último recurso de comunicación para
solicitar cosas. Los niños lloran por necesidades fisiológicas o malestar fisiológico o psicológico.
Pero en general tienen que comunicarse con sonrisas, miradas, vocalizaciones, gruñidos, quejas
hasta que aparece el lenguaje hablado que empezará a comunicarse con palabras:
Orales: los sonidos son cada vez más claros y parecidos a la lengua materna
Gestuales: sonrisas, miradas, expresiones de la cara.
Motrices: Movimientos globales con el cuerpo, con los brazos y a finales del primer año
empieza a señalar con el dedo.
Comprensión del lenguaje
En un principio es la atención que mantiene sobre lo que hacen y dicen los demás y a medida
que crece la posibilidad de realizar acciones solo y con los demás, lo que le da una cantidad de
información sobre el mundo de los sonidos y el mundo de la comunicación con otros. Esta
información que se repite de forma habitual, en todas las interacciones que se producen es la
que finalmente va interpretando y comprendiendo, de tal manera que un sonido que se repite
y hace referencia a algo termina siendo ese algo.
Los órganos que tienen esa función están sanos, no hay lesiones cerebrales ni otro tipo
de trastornos o patologías.
El entorno, el mundo que le rodea, le transmite ese código que es el idioma, el lenguaje
para que aprenda a comunicarse con ellos verbalmente.
Las características progresivas del desarrollo del lenguaje verbal en los diferentes niveles de
edad, se adscriben a las etapas del desarrollo integral del niño, encontrándose estrechamente
asociado a los siguientes aspectos:
1. Al proceso de maduración del sistema nervioso, tanto al central (SNC) como al periférico,
correlacionándose sus cambios progresivos con el desarrollo motor en general y con el aparato
fonador en particular.
1. Etapa pre-lingüística
Denominada también como la etapa pre verbal, comprende los primeros 10 a 12 meses de edad.
Se caracteriza por la expresión buco-fonatoria que de por sí apenas tiene un valor comunicativo.
Otros la consideran como la etapa del nivel fónico puro, debido a que el infante emite sólo
sonidos onomatopéyicos.
Durante esta etapa, que abarca el primer año de vida, la comunicación que establece el niño con
su medio (familia), especial y particularmente con su madre, es de tipo afectivo y gestual. De allí
que para estimularlo lingüísticamente la madre deba utilizar, junto con el lenguaje afectivo y
gestual, el lenguaje verbal. La palabra debe acompañar siempre al gesto y a las actividades de la
madre con su hijo.
Desde que nace hasta más o menos, el final, del primer mes, la única expresión que se oye del
bebé es el llanto, que es la primera manifestación sonora puramente mecánica o refleja y, como
tal, indiferenciada en cuanto al tono, sea cual fuere la razón de su estado.
Pasando este período, por lo general al inicio del segundo mes, el llanto ya no es un fenómeno
o manifestación mecánica e indiferenciada, sino que el tono del sonido cambia con el contenido
afectivo del dolor, el hambre u otra molestia; Con, el llanto el bebé logra comunicar sus
necesidades al mundo que le rodea y, como se da cuenta de que gracias al llanto sus necesidades
son satisfechas, lo usará voluntariamente, ya no siendo entonces un mero reflejo o sonido
indiferenciado.
Al inicio del tercer mes el bebé produce vagidos, sonidos guturales y vocálicos que duran de 15
a 20 segundos. Responde a sonidos humanos mediante la sonrisa y, a veces, con arrullo o
murmullo. Aquí la forma característica del grito del bebé puede ser una llamada expresiva
relacionada con alguna necesidad, tal como el grito de incomodidad.
A esta edad ya distingue entre los sonidos: /pa/, /ma/, /ba/, /ga/. Sus vocalizaciones ya pueden
mostrar alegría; sus manifestaciones de placer las expresa mediante consonantes guturales
"ga.ga", "gu.gu", "ja.ja", mientras que su displacer mediante consonantes nasalizadas como
"nga", "nga".
El bebé sabe distinguir, también, las entonaciones afectivas, reaccionando con alegría, sorpresa
o temor ante el tono de voz, especialmente de sus padres.
A los tres meses aparece el balbuceo o lalación, que consiste en la emisión de sonidos mediante
redoblamiento de sílabas como "ma...ma", "ta...ta" y otras.
al iniciar el 4to. Mes, el niño supera la etapa denominada de las reacciones circulares primarias,
que son características de los tres primeros meses de vida, en las que el objeto de sus actividades
estaba centrado y dirigido hacia su propio cuerpo, pasando a la siguiente etapa de las reacciones
circulares secundarias, en las que el objeto de sus actividades ya no es su propio cuerpo sino
algo externo a él (sonajero o cualquier otro juguete).
Paralelamente con esto el niño va tomando conciencia de que sus fonaciones, gorgogeos,
manoteos y ruidos guturales diversos producen efectos en su rededor y aprende a comunicar
algo a alguien.
De esa forma el niño va progresando y aumentando sus vocalizaciones, las mismas que ya son
cercanas a la palabra y, como tal, van cargadas de intención comunicativa con la madre.
El balbuceo o primer intento de comunicación que apareció alrededor de los tres meses de edad,
se extiende hasta el octavo o noveno mes, progresando en el quinto y sexto mes hacia aquello
que se denomina "imitación de sonidos". Esto comienza en forma de auto imitaciones de los
sonidos que el mismo niño produce (reacción circular). Más tarde empieza a repetir sonidos que
el adulto u otro niño produce.
• /a/ y variantes próximas al fonema /e/, aunque antes suelen emitir sonidos similares a /oe/
De esta manera el niño al sexto mes suele emitir los primeros elementos vocálicos y
consonánticos, siendo un progreso importante con respecto a los gritos y distintos sonidos
laríngeos de los primeros meses de vida. Posteriormente, a medida que el niño progresa, poco
a poco irá sustituyendo la comunicación gestual por el lenguaje verbal.
Hasta los 6 o 7 meses el niño se encuentra como "polarizado", vigilante y pendiente del adulto.
Pero, el mismo niño que inició el contacto con el adulto mediante señales de llamada (gestos),
cambia notablemente a partir de los 7 u 8 meses debido al desarrollo de sus habilidades motoras
y posturales, "abandonando" un poco al adulto, iniciando su autoafirmación, basado en los
logros que obtiene con su nueva capacidad exploratoria, tanto en su propio cuerpo como en los
elementos próximos a su entorno.
En estos meses, los intercambios vocales que se dan entre la madre y el niño tienen un carácter
de "protoconversación". Esto es de gran importancia, dado que permite afirmar y mantener el
contacto social entre dichos interlocutores y que, aunque no son intercambios con contenidos
significativos, la estructura del tiempo de los intercambios vocales y su función, basada en los
principios de sucesión y reciprocidad, parecen ser ya los de una "verdadera conversación".
Bruner (1979) señala que entre los 7 y 10 meses el niño va pasando progresivamente de la
"modalidad de demanda" a la modalidad de intercambio y reciprocidad en las interacciones
madre-niño. El dar y el recibir objetos pronunciando el nombre de cada uno, mientras se miran
a la cara madre e hijo y miran conjuntamente el objeto, logra multiplicar y enriquecer la aptitud
lingüística y comunicativa del niño, constituyendo esta "conversación" un buen ejercicio de
entrenamiento para el habla, así como para su socialización naciente.
Comienza a utilizar los fonemas b y d,Se hacen cada vez más frecuentes las repeticiones de
sílabas continuas: tatata, bababa, pipipi, Articula palabras cortas por imitación: papa, bebé, tata,
etc.
En esta sub etapa puede que el niño empiece realmente a decir palabras cortas, pero
normalmente esto no es más que la repetición de lo que dicen los demás, pues es todavía
imitación. Aquí las respuestas del niño son ajustes diferenciales entre la muestra y la expresión
de los interlocutores que entran en relación con él, mostrando de una manera patente la
comprensión de algunas palabras y/o expresiones aisladas.
El niño muestra especial interés por imitar gestos y sonidos y por comunicarse, lo cual le induce
a aprender rápidamente el lenguaje. Esto hace que se entregue a repeticiones espontáneas que
suelen ser reforzadas por los padres, quienes también imitan y repiten varias veces con él.
Por otro lado, cabe señalar que la simbiosis afectiva madre-niño que se daba en forma
dominante durante los primeros ocho meses de vida, va disminuyendo gradualmente a partir
de los nueve meses, permitiendo al niño "ser" y conocerse como "uno entre otros". En esta edad
es cuando comienza entonces la conquista de sí mismo, de su "Yo", viéndose el niño en la
necesidad de aprender más rápidamente el lenguaje.
El niño de 11 meses cuenta en su repertorio lingüístico con más de cinco palabras. En esta edad
el niño emplea idénticas palabras que el adulto, pero no les atribuye el mismo significado.
Sin embargo, a medida que va progresando en este proceso, los significados que va atribuyendo
a las palabras se van aproximando a los significados atribuidos por el adulto.
Estas simplificaciones del lenguaje adulto que se observan en esta edad, según Stampe e Ingram
(1976), se deben atribuir al intento de reproducir las palabras del adulto y no a la imperfección
de las percepciones auditivas del niño. Tales simplificaciones pueden consistir en:
• Síntesis de un segmento o trozo del habla adulta: "caca" para decir: "mamá, dame bacín".
De esta forma el niño se ve obligado a simplificar el lenguaje adulto, sin que esto signifique que
no comprenda, sino que su capacidad expresiva es todavía bien limitada. a los 11 ó 12 meses el
niño suele articular ya sus primeras "palabras" de dos sílabas directas: "mamá", "papá", "caca",
"tata", dando inicio a la siguiente etapa denominada lingüística o verbal, sustituyendo
progresivamente el lenguaje gestual y "superando" la simplificación del lenguaje adulto a
medida que va incrementando su léxico.
Con respecto a la aparición de la "primera palabra", cabe aclarar que esto depende del momento
en que los padres lo identifiquen como tal y de lo que entienden por "palabra", ya que las
unidades de significación que el niño emplea se corresponden con segmentos del habla adulta.
Etapa lingüística
Este período se inicia con la expresión de la primera palabra, a la que se le otorga una legítima
importancia como el primer anuncio del lenguaje cargado de un propósito de comunicación.
Sin embargo, no se puede decir con precisión cuándo comienza, cuándo este anuncio del
lenguaje se precisa y confirma, cuándo se puede hablar de la "primera palabra".
No obstante, los diferentes especialistas estiman que la mayoría de los niños que van a hablar,
tal vez el 90 por ciento de ellos, dicen sus primeras palabras para cuando tienen 15 a 18 meses,
aunque esta afirmación no es exacta o concluyente por las razones antes expuestas.
Durante el primer año de vida el niño ha ido estableciendo toda una red de comunicación
gestual, vocal y verbal con la familia. Las primeras expresiones vocales eran simples sonidos con
una significación únicamente expresiva. Las expresiones verbales, sin embargo, son sonidos o
grupos de sonidos que ya hacen referencia a algunas entidades del medio (objetos, personas,
situaciones, acontecimientos, etc.). Empero, esta secuencia de sonidos no forman todavía parte
de la lengua; pues, tanto las expresiones vocales como las verbales son formas de expresión pre
lingüística
A partir de los 12 meses (un año), incluso desde los 11 meses, el niño comienza a producir
secuencias de sonidos bastante próximos a los elementos lexicales de la lengua adulta, o sea las
palabras. Estas formas verbales próximas a la palabra, van precedidas de producciones fónicas
estables que contienen elementos de significación, constituyendo estas emisiones un anticipo
de la capacidad del niño para utilizar un significante que comunique un significado.
De esta forma el niño comienza con el desarrollo lexical, contando en su repertorio lingüístico 3
a 5 palabras (mamá, papá, tata, caca, etc.).
Entre los 13 y 14 meses, el niño inicia la conocida etapa "holofrástica" (palabra-frase), en la que
emite frases de una sola palabra o elementos con varios significados. Por ejemplo, la palabra
"abe" (abrir) lo utiliza para expresar diferentes acciones:
Por esta época, los primeros pasos de comunicación verbal del niño se caracterizan por un
incremento en la "denominación", pues, ya sabe utilizar el nombre de las personas de la familia
y otros próximos a él, y cuando comienza su "conversación" emplea palabras que sirven de
reclamo o llamada: "¡mía, mía!" (Mira, mira), etc.
El niño comienza a comprender también los calificativos que emplea el adulto (bueno, malo,
agradable o desagradable). Igualmente comprende la negación y la oposición del adulto, e
incluso la interrogación como actitud.
De este modo el niño desde los 12 meses de edad inicia un largo y complejo proceso de
desarrollo y, poco a poco, los significados que atribuye a las palabras se van aproximando a los
significados atribuidos por el adulto.
A los 15 ó 16 meses el niño se encuentra en plena etapa Holo frástica (palabra-frase). Dentro de
su repertorio léxico cuenta con 5 a 15 ó 20 palabras, y cada vez demostrará mayor incremento
en su vocabulario por medio de las inflexiones de su voz al querer identificar algo.
En esta etapa surge el habla verdadera y señala que el niño utiliza palabras para producir
acontecimientos o llamar la atención de los demás.
En algunos niños bastante adelantados, suele observarse el empleo de algunas frases con dos
palabras, principalmente de objetos o acciones, sin descartarse en ciertos casos, también, el uso
de adjetivos (calificadores). Sin embargo, antes de ser capaz de hacer combinaciones de dos
palabras, frecuentemente seguirá empleando una sola palabra para referirse a muchos objetos.
Esta extensión semántica en las vocalizaciones infantiles le seguirá acompañando por largo
tiempo. Pero a medida que vaya incrementando su léxico y evolucionando su habla, irá
reduciendo progresivamente tal extensión semántica.
Desde los 16 ó 17 meses hasta los dos años de edad, hará cada vez más frecuentemente el uso
de combinaciones espontáneas de varias palabras y frases, incrementando el caudal de palabras
en su expresión.
A los 17 meses el niño extiende cada vez más su repertorio lingüístico y comienza a hacer
combinaciones de dos palabras. En esta edad, la identificación y denominación de objetos,
figuras y diferentes partes del propio cuerpo, son ejercicios muy recomendables para el
desarrollo del lenguaje verbal del niño.
Desarrollo social – afectivo:
Durante el primer año y medio de vida el desarrollo social afectivo gira en torno al desarrollo de
las capacidades innatas que son las que permiten establecer relaciones y lazos afectivos con
otros: mirada, sonrisa, sonidos de reconocimiento frente al otro. Y el inicio de conductas de
autonomía personal, de independencia, de individualización.
La mayoría de conductas de autonomía personal dependen en este primer año de vida y durante
bastante tiempo de la motricidad, los niños sanos, sin dificultades en su desarrollo motor, ni en
otras áreas del desarrollo, van exigiendo que se les deje hacer las cosas solo.
De 0 a 3 meses
Aparece la sonrisa social, sonríe a las personas o a los objetos que presentan un aspecto
agradable-afectivo
No sonríe a los objetos o personas con aspecto desagradable, aversivo o que invaden
excesivamente su territorio personal: si se le acercan mucho a la cara, rehúye.
Cuando se producen estímulos que le molestan se queja.
La mayoría de las respuestas defensivas en estos primeros meses son respuestas
biológicas que más adelante se transforman en respuestas individuales, personales y
aprendidas.
De 3 a 9 meses
De 9 a 18 meses
Aumenta la capacidad para hacer cosas por sí mismo, ya que empiezan a gatear, o a
sentarse manejarse bien sentado y jugando en el suelo, empiezan a andar, las manos
están muy desarrolladas y los dedos se han independizado, así que el mundo es para
tocar y coger y chupar y andar de un lado para otro.
El bebé, el niño, tiene que querer tocar las cosas, chuparlas, moverse, tocarlo todo, y el
adulto ir diciendo aquello que puede y no puede hacer.
Se aparta de las personas desconocidas, tanto si está en brazos de sus familiares, y otro
quiere cogerlo, suelen echarse hacia atrás y si les cogen aunque estén los familiares
delante suelen quejarse o llorar.
Es un indicador de la confianza que han depositado en los familiares y de la capacidad
de dividir el mundo entre lo familiar y lo desconocido, lo cual indica que está
estableciendo lazos sociales-afectivos, con lo desconocido ya verá lo que hace. Se está
socializando.
Inicia el juego simbólico solo, y juega a cosas cotidianas: dar de comer a un muñeco,
mecerle para que duerma, lavarle.
Segundo Año
El crecimiento se produce de forma más lenta y gradual que en sus primeros años. En líneas
generales, el niño aumenta unos 3 o 4 kilos de peso y crece alrededor de 5 centímetros. La altura
y el peso dependen también de la alimentación y de factores genéticos. Las piernas y los brazos
del niño se estilizan y los músculos de las extremidades se desarrollan. Esto es gracias, a que el
niño practica más actividades físicas: andar, correr, saltar.
El cuello se alarga (se diferencia mejor la cabeza del cuerpo) y el tronco pierde corpulencia. En
general el niño adquiere un aspecto más proporcionado.
La cara se afina (el niño pierde los mofletes característicos de los bebés) y la dentadura, por lo
general, se completa. Los dientes que le faltan suelen brotar durante esta etapa.
También notarás que el aspecto de sus pies cambia, ya que empieza a desaparecer la almohadilla
de grasa en la planta del pie bajo el arco, típica de los bebés. Esta almohadilla le daba una
apariencia de pies planos.
DESARROLLO PSICOMOTOR
Los niños de dos años desprenden una enorme vitalidad. A esta edad desarrollan mucho sus
habilidades motoras. Aprende a correr, saltar, trepar, andar a la pata coja e incluso bailar sin la
ayuda de sus padres. Todo esto hace que el niño sea cada vez más autónomo.
El niño realiza gran parte de sus desplazamientos corriendo de un lado para otro. De hecho, si
la madre o el padre le piden que recoja algún objeto del suelo, correrá en su búsqueda, en lugar
de ir caminando.
Si se cae, lo normal es que se vuelva a levantar y lo intente de nuevo. Esto contribuye a fortalecer
su cuerpo y a mejorar la coordinación, pero sobre todo favorece su autonomía.
Su enorme curiosidad le invita a explorar todos los rincones de la casa y de la calle. En esta etapa
del desarrollo infantil está más expuesto a sufrir accidentes, ya que aún no es consciente del
peligro que entraña el mundo que le rodea.
Su mayor sentido del equilibrio, les permite caminar y llevar objetos en las dos manos sin caerse.
El niño ya no utiliza los brazos para equilibrarse como hacía en su primer año de vida, aunque a
veces se tambalea un poco
Saltar, trepar, brincar y correr. El niño de 2 a 3 años cada vez corre con más seguridad, aunque
son inevitables algunas caídas. Le encanta trepar por los columpios, subir a los bordillos de las
aceras y a los bancos del parque.
Sostenerse sobre una sola pierna. Al principio de los dos años es posible que pierda el equilibrio
y se caiga con frecuencia, pero al final del tercer año controlará con mayor precisión sus
movimientos.
Chutar una pelota. En los momentos de juego se divierte chutando la pelota y lanzándola con
fuerza al aire.
Subir y bajar escaleras. Puede subir y bajar las escaleras sin ayuda. Hasta el momento,
necesitaba la mano de un adulto para hacerlo. Al final del tercer año sube y baja las escaleras
alternando las dos piernas. Algunos niños experimentan por vez primera la sensación de vértigo,
por lo que puede que les guste subir escaleras, pero no bajarlas o deslizarse desde grandes
alturas.
Desplazarse en triciclo. Al principio, se centra sobre todo en mover y dirigir el volante. Poco a
poco, irá colocando los pies en los pedales y conseguirá poner el triciclo en movimiento, gracias
a la mejor coordinación entre los pies y las manos.
Bailar. A todos los niños, sean tímidos o extrovertidos, les encanta la música. En seguida captan
el ritmo y se ponen a bailar
Desarrollo cognitivo
Tiene más desarrollada la percepción de ojo mano, por lo cual tendrá una mejor
coordinación al manipular objetos.
Realiza tareas sencillas de clasificación basadas en una dimensión (separan peluches de
bloques).
Descubre causa y efecto.
Desarrollan más el sentido de permanencia de objetos (saben dónde se encuentra papi
y mami, buscan objetos escondidos en el último lugar en el que encontraron algo
escondido).
Tiene un mejor esquema corporal, por lo cual reconocerán, expresarán y localizarán sus
dolores.
Comienza el desarrollo de la capacidad semiótica (interpretación de los símbolos)
Comienza a asociar imágenes y palabras con sus significados correspondientes. Por eso,
el niño comienza a hablar, pues va adquiriendo su lenguaje representativo.
Comienza el juego simbólico, que no es más que la representación de un objeto por otro
(una crayola por una motora) o la imitación del niño por algo o alguien.
Reconoce y nombra objetos de libros ilustrados, y como parte del juego simbólico puede
que finjan sacar algo de una página para probarlo u olerlo.
La psicomotricidad tiene un valor cognitivo vital, para la correcta formación de la conducta del
infante en etapas posteriores de su desarrollo.
Se expone cinco puntos por los cuales la motricidad y la construcción de la psique del infante
van siempre de la mano:
Fe básica en uno mismo. Loa niños tienen libertad de movimiento sienten que pueden seguir
sus propias ideas e intereses, así es como se desarrolla un ego fuerte, un ser humano capaz de
enfrentar con éxito los problemas de la vida.
Confianza en uno mismo. La situación psicológica seguirá siendo la misma; algo nos interesa,
necesitamos hacer algo para satisfacer este interés y confiamos que tenemos la capacidad de
hacerlo.
Sentido de independencia y autonomía. Los niños se vuelven cada vez más capaces de satisfacer
todas sus necesidades sin tener que pedir ayuda externa.
Participación social. Los niños ayudan a mantener la vida en su ambiente y, por lo tanto, pueden
ser útiles a los demás. La presencia de los niños se vuelve importante y necesaria, lo cual
despierta el sentido de responsabilidad hacia el ambiente en que viven y actúan". (176-179)
La conducta del lenguaje, cuando se habla del lenguaje se engloba todo tipo de comunicación
visible o audible. La conducta de lenguaje incluye también la imitación y comprensión de los
significados posibles de lo que expresan las otras personas. La faz pre verbal prepara la verbal.
Las in-articulaciones son las precedentes de las palabras.
Las primeras palabras de un niño incluyen por lo general los nombres de los objetos o
acontecimientos más destacados de su mundo. Personas importantes para él, tales como mamá,
papá y la abuelita; sus alimentos predilectos, como plátanos, galletas y zumo de frutas, y los
momentos más notables de su vida cotidiana, como los baños y los de aseo en general. De igual
manera empiezan a aprender los nombres de los animales comunes: perro, gato, caballo, vacas
y los ruidos que producen.
El desarrollo del lenguaje en el niño, el cual poco a poco se irá asemejando más al que
empleamos nosotros en nuestro día a día. Hasta ahora nuestro pequeño emitía frases de una
sola palabra, iba ampliando su repertorio de sonidos, su capacidad de imitación le permitía
repetir nuestras vocalizaciones o expresiones faciales, y su comprensión también se veía
aumentada al poder discriminar mejor sonidos de su entorno.
Ahora, en la etapa que va desde los dos hasta los tres años, nuestro hijo seguirá enriqueciendo
sus aptitudes lingüísticas. Veamos más detalladamente cómo lo hace:
La mayoría de los niños cuentan con un vocabulario mayor a 50 palabras, pasando a combinar 2
a 3 palabras en una frase, dándose inicio al habla, es decir, el niño comienza a articular palabras
en frases y oraciones simples.
Hacia los dos años el niño posee un vocabulario aproximado de 300 palabras. En sus expresiones
suele observarse, también, el inicio de la utilización de los pronombres personales "Yo" y "Tú" y
el posesivo "Mi" y "Mío". Sus frases expresan intención y acción: "hace lo que dice y dice lo que
hace".
Con la capacidad simbólica, los gestos y las expresiones verbales del niño comienzan a referirse
cada vez con mayor frecuencia a realidades más abstractas, haciéndose más dominante en el
lenguaje.
Los símbolos (significantes) vienen a desempeñar un papel singular en el desarrollo posterior del
niño, ya que éstos son los que van a permitir construir los códigos sobre los cuales se configuran
las bases de las funciones superiores. Mediante estos códigos es que accedemos a las
emociones, a las realidades abstractas, al lenguaje y a convertir lo implícito en explícito.
La capacidad de imitación verbal y gestual poco a poco va siendo más precisa, siendo ahora
cuando nuestro hijo podrá repetir versos sencillos que escuche, podrá imitar modelos de
acciones sencillas que vea en una imagen, podrá repetir modelos rítmicos sencillos o incluso,
debido a que su capacidad de elaboración de frases está evolucionando, podrá imitar
correctamente frases de hasta tres palabras.
También será ahora cuando comience a reconocer e identificar los nombres de las categorías
familiares básicas (padre, madre, hermano…) y reconocer los nombres de la mayor parte de los
objetos familiares y sus representaciones gráficas. Con respecto a él mismo, conocerá su propio
nombre y apellidos.
La comunicación poco a poco va siendo más eficiente, pudiendo contar ahora algún
acontecimiento reciente que le ocurriese, o responder a preguntas del tipo “¿qué es…?”, “¿qué
hace…?”, “¿dónde está…?”, “¿de quién es…?” o “¿quién es…?”. En general, podemos apreciar
como nuestro hijo dirige sus acciones a través del lenguaje, no sólo mediante monólogos
mientras realiza una acción (aunque no estemos nosotros presentes para oírlo), sino explicando
situaciones en las que usa principalmente nombres de cosas, acciones y personas. Además,
dependiendo de la entonación de su voz, podrá otorgar a sus palabras un significado u otro,
dependiendo de su estado interno.
Por naturaleza, los niños de esta edad pueden estar más preocupados por sus propias
necesidades y hasta actuar de manera egoísta. Con frecuencia, se rehúsan a compartir cualquier
cosa que les interese y no interactúan fácilmente con otros niños, aun cuando juegan juntos, a
menos que sea para permitir que su compañero de juegos sepa que desean un juguete u objeto
para ellos solos.
A los dos años, los niños ven el mundo casi exclusivamente a través de sus propias necesidades
y deseos. Ya que todavía no pueden comprender cómo otras personas se podrían sentir en la
misma situación, asumen que todos piensan y sienten exactamente como ellos. Además, en esas
ocasiones cuando se dan cuenta de que se salen de los límites, no pueden controlarse a sí
mismos. Por estas razones, es inútil intentar formar el comportamiento del niño usando
aseveraciones como "¿Te gustaría que te hiciera lo mismo?". Guarde estos comentarios hasta
que el niño sea mayor; luego podrá comprender realmente cómo las demás personas piensan y
sienten y son capaces de responder a dicho razonamiento.
Entre los 2 y 3 años de edad el mundo del niño se abre enormemente. La figura materna empieza
a no ser tan importante. El niño se considera autosuficiente. Desea hacer todo por sí mismo.
Aprenderá a comer solo, a desnudarse, a vestirse. Los conflictos debidos a este deseo de
autonomía son la causa de los berrinches y pataletas propios de esta edad.
También es la etapa en la que se inicia el control de esfínteres. En primer lugar, el diurno (entre
los 2- 3 años). En muchos niños también el nocturno. A partir de los 3 a 4 años ya desean ir ellos
solos al baño aunque a veces pidan ayuda para limpiarse.
En esta época muchos niños acuden por primera vez a la guardería y Empiezan a relacionarse
con otros niños.
El juego empieza a ser simbólico o de imitación. Da vida a los objetos y juguetes. A través de
ellos, imita el mundo de los mayores.
El juego solitario del niño de 2 años va convirtiéndose en juego con sus iguales. Primero en
paralelo y más adelante en grupo. Pueden aceptar normas y reglas.
Estos son los principales avances que se producen en el niño entre los dos y los tres años.
A los dos años
Sentido de la propiedad. Con dos años, el niño empieza a manifestar interés por el sentido de
la propiedad, tiene un fuerte sentido de lo que es suyo pero tiene un débil sentido de lo que es
de los demás. El sí mismo lo tiene muy ensalzado, lo quiere todo para él y le cuesta compartir.
Egocéntrico. Es muy egocéntrico y tiene dificultar para entender los sentimientos de los demás.
Le gusta reclamar la atención de los adultos diciendo por ejemplo "mírame".
Muy impaciente. Suele ser muy impaciente y le cuesta esperar su turno, tiende a querer
dominar e imponer su voluntad.
Enfados. Llora de rabia y se enfada con los objetos, por ejemplo, cuando se da un golpe con una
ventana le suele insultar y le pega.
Distinción entre sí mismo y los demás. Con dos años y medio empieza a distinguir muy
levemente entre sí mismo y los demás, puede reconocer perfectamente su imagen en un espejo.
Juega en solitario. Tiende a realizar más bien juegos en solitario ya que, suele ser muy reservado
con respecto a los demás y es difícil que ceda a las demandas de los otros niños. Con esta edad
actúa pensando en sus intereses y esto es lo que le mueve a actuar. A veces tiene
manifestaciones de cariño espontáneas y por iniciativa propia.
Tercer año
Durante su tercer año de vida, el niño experimenta cambios físicos muy evidentes. Su cuerpo
se estiliza y gana en proporción, pasando a tener aspecto de niño pequeño. Recuerda que no
todos los niños se desarrollan a la misma velocidad.
El inicio de la inteligencia como tal, vera materializado su camino con la entrada de los tres años,
y una aspecto por el cual esto se dará de manera positiva, es el desarrollo social-afectivo, otro
aspecto al cual ayudara el desarrollo social afectivo es que los padres le enseñen al niño,
seguridad y aprobación, hará que el niño para cuando crezca se convierta en un hombre con
capacidades intelectuales importantes.
La conducta y los juegos son dos aspectos que generalmente van de la mano, unos es
condicionante del otro, al niño se le deben presentar iniciativas de sociabilidad y compañerismo
en los juegos.
Su inteligencia también avanza puesto que los esquemas le permiten resolver problemas
simples a través del uso de principios o reglas generadas por ellos mismos. Hasta este momento
el niño aprendía mediante mecanismos de observación y prueba error.
A lo largo de estos años, los niños siguen aumentando el peso y la talla, pero a menor velocidad
que hasta ahora. Poco a poco se van a ir adquiriendo las proporciones corporales de un adulto.
A nivel cerebral las áreas corticales que maduran de una forma más evidente son las
relacionadas con la motricidad fina. Los niños controlan de forma separada grupos musculares
más pequeños. Esto se traduce en la aparición de la capacidad para hacer trazos verticales,
circulares u horizontales. Al principio, estos trazos serán grandes y vacilantes y con los meses,
los niños podrán hacerlos más cortos, pequeños y precisos. Al final de esta etapa, si se han
asentado todos estos desarrollos, es el momento ideal para iniciar al pequeño en el aprendizaje
de la escritura.
Esta es también la época del asentamiento y definición de la lateralidad. Hay niños que a los 3
años “parecen” ser diestros o zurdos pero no es hasta los 5 cuando este proceso se da por
finalizado.
Psicomotricidad
En estudios hechos por ellos sueltan resultados que el género se asocia con el desempeño motor
fino y grueso. "Las niñas muestran una mayor facilidad para la realización de tareas de
motricidad fina, mientras que los niños la tienen en la motricidad gruesa.
Esta diferencia en el rendimiento motor entre niños y niñas y sugieren que esto puede ser el
reflejo de la influencia de la escuela, la familia y los medios de comunicación para condicionar
cierto tipo de conductas frente a otras de acuerdo con el género.
Las principales capacidades o logros que deben tener los niños de esta edad son:
Todo este avance en las distintas áreas contribuye a generar lo que se llama “esquema corporal”.
Lo podemos definir como la representación que se hace el niño de su propio cuerpo, de sus
distintas partes, de sus posibilidades de acción o sus limitaciones. Es una representación mental
imprescindible que les ayuda a moverse en el espacio y de la que normalmente ni niños ni padres
somos conscientes. Este esquema se crea a partir de la información visual que recibimos de
nuestro propio cuerpo, pero también con información interna de nuestros movimientos, nuestra
posición en el espacio, el equilibrio y la experimentación con el cuerpo de los otros,
principalmente el de papá y mamá.
Esta circunstancia les permite no sólo moverse en todas las dimensiones que su cuerpo les
ofrece, sino adquirir conocimiento del mundo que les rodea y desarrollar la inteligencia. Se habla
entonces de un desarrollo Pico-Motor porque son las dos caras de una misma moneda.
Desarrollo Socio-Afectivo
La conducta personal-social son las reacciones las cuales el infante tiene frente a la cultura con
la cual convive.
Describe el desarrollo socio-afectivo como la evolución constate del niño, la cual se traduce en
la expresividad, como se comunica otras personas, su nivel cognitivo, su madurez biológica y en
cada una de sus acciones. Esto si diagnostica en la ejecución regulada de dichas funciones, es
decir, el infante planea sus actividades y el nivel de atención que emplea en ellas, con todo lo
anterior, se manifiesta su identidad y aprendizaje.
La figura humana tendrá para el niño, la respuesta a una necesidad muy primitiva de contacto,
lo cual queda confirmado claramente cuando un bebé no esconde su descontento y hasta cierta
tristeza cuando el rostro de su madre o alguien familiar a él se aleja o desaparece.
Cada niño expresa de manera distinta su identidad, pero todas se determinan y se miden por las
manifestaciones corporales e intentos comunicativos. Cuando el infante comienza con los
juegos de rol, o juegos simbólicos está dejando ver su desarrollo, además que, fortalece su
dimensión cognitiva y comunicativa. Mejía (2009) dice que la dimensión cognitiva empieza a
traducirse a través de su relación y acción con los objetos, y la mediación que ejercen las
personas de su contexto familiar.
De los 15 hasta los 30 meses de edad los niños desarrollan la capacidad de diferenciarse de los
demás, algo que en los niños de 10 meses por ejemplo no sucede, los infantes de esta edad son
capaces de percibir estados de ánimo que no son los propios. Mientras que antes se echaba a
llorar cuando otro bebe lloraba, a los 18 meses en niño tiene la capacidad de actuar sobre el
ánimo del que llora y procura consolarle.
La actitud del adulto debe ser siempre inspirar seguridad y aprobación, ya que los niños
pequeños son muy sensibles al tono en que se les habla, incluso a la forma en que se les mira.
Hay que mantenerlos en un clima activo, atento, hacerlos reír, señalar sus éxitos y no burlarse
de sus fallos.
Un ambiente rico en estímulos, tanto motores, como afectivos, que activen sus capacidades y
exploten sus capacidades, tendrá como resultado un desarrollo socio-afectivo, además que el
infante crecerá emocionalmente seguro y feliz, con lo cual se abrirá la senda, para que logre su
autonomía e independencia en un tiempo menor. Los niños al tener autonomía, individualidad,
podrán integrarse en mejor medida en su entorno social, adoptar su cultura a la cual pertenecen.
En este sentido, se asume que el niño o niña aprende y progresa cuando actúa, comparte y
disfruta de su entorno, de la compañía de su familia, docentes y demás sujetos adultos.
Lenguaje y Comunicación
En muchos casos parece como si el niño identificara el significado de la palabra con solo una
propiedad del objeto: su forma, su sonido o su tamaño. Utiliza entonces las palabras para
referirse entonces la palabra para referirse a todos los objetos que comparten dicha propiedad
Los infantes comienzan usando palabras generalizadoras, con lo cual se intenta referir que los
niños en primera instancia no pueden expresar diferencias entre un tulipán y una rosa, para él
todas son flores, más sin embargo, conforme se va desarrollando su capacidad de lenguaje
aprende nombres más específicos, dejando de lado esas categorías generales que tenía en
primera instancia.
El aprendizaje del lenguaje no termina a los dos años, por supuesto. Los tres años de edad son
importantes para algo llamado sobre-regularización. La mayoría de los lenguajes tienen
irregularidades, pero a los niños de tres años de edad les encantan las reglas y se saltarán
algunas de las irregularidades que aprendieron cuando eran más pequeños, p. ej. "yo cabo" por
"yo quepo". Los niños de tres años pueden hablar en frases de cuatro palabras y pueden usar
1000 palabras.
Se produce un incremento rápido del vocabulario, incremento que es mucho mayor que lo que
ocurrirá posteriormente, llegando a tener un promedio de 896 palabras y a los tres años y medio
1222 palabras.
El niño en sus expresiones verbales ya emplea verbos auxiliares "haber" y "ser" y da cierta
prevalencia al artículo determinado. En el curso de esta edad comienza a utilizar las
proposiciones y el niño ya tiene un lenguaje comprensible, incluso para personas ajenas a la
familia, manifestando un dominio de la mayor parte de la gramática de su lengua materna
(sintaxis), por lo que los especialistas suelen denominarlo como el período de la "competencia
sintáctica".
Como se sabe la conversación del infante comenzara por medio de balbuceos, sonidos que para
los adultos parecerán sin sentido, para después articular sus primeras palabras, se recomienda
que al bebe se le hable y comunique de manera continua, para lo cual nos dicta los siguientes
puntos que podrían ayudar, durante el proceso de adquisición del lenguaje:
Responda verbalmente y con mucho afecto a los sonidos producidos por el bebé.
Haga juegos de labio para que él lo imite, haga sonidos y soplos, imite y refuerce también
los sonidos producidos por el bebé tratando de estimular la producción de palabras.
Ponga énfasis al vocalizar las sílabas o palabras, la articulación debe ser clara y lenta.
Enséñele canciones sencillas y cortas acompañadas de gestos y palmadas.
Enséñele cómo se llaman lo objetos que señala o interesan al niño.
Juegue a producir sonidos onomatopéyicos (sonidos de animales perro, gato, pato, etc.)
Muéstrele láminas, fotos, cuentos, para aumentar el vocabulario del niño.
El desarrollo cognitivo:
Las características del desarrollo cognitivo abracan de: aprendizaje, razonamiento, resolución
de problemas.
Desarrollo sexual
Entre los dos y tres años el niño aprende a conocer su cuerpo. Se interesa por todas sus partes
incluidos los genitales. Su curiosidad le lleva a manipularlos.
Más adelante puede mostrar interés en los genitales de otros niños o de sus padres, y en querer
tocarlos.
Hacen preguntas sobre el porqué de las diferencias entre sexos. Sobre la reproducción. Sobre el
origen de los bebés. Observan con atención lo que sucede entre los adultos que los rodean,
tanto en la propia familia como en la televisión o en el cine. Y es normal que a partir de los cuatro
años tengan lugar los juegos sexuales infantiles (jugar a médicos o a papás y mamás).
A los 3 años los niños descubren sus genitales el interés por las diferencias entre los sexos es lo
que más llama la atención de los niños a esta edad. Ellos intentan reafirmar de qué sexo son,
imitando el comportamiento de la madre si es niña, e imitando el del padre si es niño.