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Inculturación

¿Qué le pasa al mundo?


A lo largo de los miles de años de existencia del hombre, el ser humano ha
tenido que adaptarse a todo tipo de situaciones, hielos, desiertos, guerras,
epidemias, terremotos, sequías, etc. La falta de comunicación entre unos
grupos y otros, fue desarrollando modos de vida muy diversos. Las culturas
que han aparecido por los continentes en el tiempo expresan las formas de
ver a Dios, la propia existencia y de entender la naturaleza muy diversas. El
mundo moderno ha acortado estas distancias, pero dado que Dios creó al
hombre uno, único e irrepetible, jamás habrá una uniformidad en la cultura
humana. Quizá una enorme riqueza en el hombre sea justamente esta
diversidad. Debemos aprender no sólo a respetar concepciones diferentes,
sino a apreciarlas. Si el mensaje de Cristo es de amor y es absolutamente
universal, debemos buscar las formas de transmitirlo dentro de la cultura de
cada uno. San Pablo decía: “Haceos todo a todos para ganarlos a todos para
Dios”.

Hay algunos principios que todo misionero deberá seguir, para ser
instrumento de Dios en servicio a sus hermanos:

a. Fiel a Dios y fiel a los hombres. La enseñanza debe ser fiel a Dios
transmitiendo toda su doctrina; debe ser fiel a Dios siguiendo todas las
inspiraciones que nos vengan del Espíritu Santo; debe ser fiel al mensaje
de Dios para presentarlo tal y como aparece en la Tradición, en la
Escritura y en el magisterio de la Iglesia; debe ser fiel al ritmo de Dios,
siguiendo el paso de la gracia; debe ser fiel a dios, aunque cueste
humillación y rechazo ocasional. Pero también tiene que ser fiel al
hombre, porque es a quien debemos catequizar. Y somos fieles al
hombre aceptando sus valores culturales; adecuándonos a su ritmo de
crecimiento en la fe; ayudándole a superarse integralmente, en lo
humano y en lo cristiano, aún a costa de nuestro sacrificio; hablándole
claramente de las exigencias de su compromiso bautismal.

b. Transmitir la fe en sus dimensiones. El misionero busca educar


la fe. Pero la fe tiene dos dimensiones: la recepción del mensaje
evangélico y su aceptación. Es decir, la fe se logra recibiendo el mensaje
de Dios en la inteligencia y también aceptándolo en la voluntad. Hay que
lograr ambas cosas.

c. Equilibrar el uso de criterios teológicos y de criterios


humanos. Necesitamos seguir criterios teológicos porque la Catequesis
es una acción salvífica, no solamente humana. Pero también debemos
seguir criterios humanos, porque es una acción en la el misionero y el
destinatario son humanos.

d. Adaptación e inculturación. Podemos definir la Catequesis, desde


un punto de vista descriptivo, como la adaptación del mensaje
evangélico a un grupo humano. La tarea fundamental del misionero es
precisamente presentar el mensaje de Cristo de modo que sea captado y
comprendido por el alumno. Si el misionero hace una presentación
adecuada a un individuo, está haciendo una adaptación. Si el Catequista
hace una presentación adecuada a toda una comunidad, está haciendo
una inculturación.

Inculturar es unir el Evangelio y la cultura de un pueblo. Es unir los valores


del Evangelio con los valores de un grupo humano. De este modo, se
aprovechan todos los valores humanos que tiene una cultura y se enriquecen
con los valores evangélicos. El éxito de la inculturación, es conservar los
valores del hombre y los del Evangelio, sin traicionar a ninguno de ellos.
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