OBERTURA
El Pensamiento Ambiental Sur se detiene a senti-pensar cómo han sido las maneras
de habitar la tierra, de construir moradas, villas, pueblos y ciudades; de usar y
transformar la naturaleza, y de cómo hemos asumido nuestro existir en la tierra.
Toda civilización construye su habitar a partir de la tierra que la sustenta, de la
tierra madre, suelo, hábitat que, a manera de bucle primordial, crea, se re-crea en
tanto es habitada. El sentir-pensar con la tierra (Escobar, 2014), el senti-pensar-nos
cuerpos-tierra (Noguera, 2012), y el senti-pensar desde la tierra, nos coloca en una
tonalidad en clave del Pensamiento Ambiental, propuesto por Augusto Ángel-Maya
(1996), y desplegado en un Pensamiento Ambiental Sur.
Se trata de un corazonar-tierra que emerge como conspiración ante la urgencia de
pensar en tonalidad telúrica y no en tonalidad metafísica. Conspiración radical ante
una forma institucional, global y mercantil, de pensar lo ambiental como recursos
naturales renovables y no renovables. Conspiración poético-política, ante la
reducción de la naturaleza a objeto externo al hombre. Conspiración crítica ante el
extractivismo de los saberes que habitan las profundidades de la tierra, de los seres
que la habitan, con nosotros, animales humanos, quienes hemos abusado de las
fuerzas bienhechoras del agua, la luz del sol, el aire, la naturaleza mineral-vegetal-
animal, que SOMOS. Pensamiento Ambiental Sur que vibra con aquellos saberes de
la tierra, profundos, densos y complejos; y resuena con los tiempos incontables; con
las geografías que se pliegan y repliegan, y hacen metamorfosis permanentes de
todo cuanto existe, guardando enigmas que los paradigmas de la ciencia
calculadora, nunca podrán resolver.
2.- Ojalá
La crisis ambiental como expresión de una crisis aún mayor, la crisis civilizatoria,
exige una preocupación-otra por la tierra que habitamos. Tierra que hemos perdido,
en tanto hemos perdido el cuerpo. Esta pérdida es en metáfora la pérdida del
paraíso. El poeta que somos habita en la nostalgia del otro-lo otro. La condición de
nuestro tiempo oscila entonces entre la nostalgia y la melancolía: nostalgia del
cuerpo-tierra perdido cuando el humano occidental decidió distanciarse de la tierra,
romper amarras con la naturaleza y convertir en mercancía la vida… y melancolía de
lo otro –el otro-otro radical: la tierra-naturaleza-vida– que, en palabras de Withman
y Pessoa, es esa plétora de alteridades que me habitan y que habito.
El pensamiento ambiental es esa obligatoria reflexión que debe realizar hoy todo
aquel que se pregunta el por qué y el para qué conocemos. Es ese imperativo moral
surgido del abismo ante el cual estamos hoy como partícipes de este planeta, como
hilos de la trama de la vida, como moradores de nuestro barrio, nuestra ciudad,
nuestro país, nuestro continente, nuestro planeta y nuestro universo. A medida que
van cambiando las formas del habitar la tierra, a medida que surgen problemas,
surgen formas de estudiar y de solucionar dichos problemas.
El pensamiento ambiental se despliega en la integralidad de los modos de ser del
ser, mientras que el pensamiento moderno aparece como dominio de unos modos
de ser sobre otros. El pensamiento ambiental invita a la construcción de saberes
solidarios, mientras que el pensamiento moderno exige la competencia y dominio de
unos saberes sobre otros. El pensamiento ambiental realiza cruces, transversaliza
ideas, hace «costuras de distintas telas». El pensamiento moderno escinde, separa,
no permite salirse de la direccionalidad. La transversalidad y la interdisciplina
caracterizan la educación desde el enfoque ambiental; la linealidad caracteriza la
educación dentro del pensamiento moderno.