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UNIVERSIDAD ECLESIÁSTICA SAN DÁMASO

MATRIMONIO JUDÍO

Alumno: JESÚS COLADO RODRÍGUEZ

Asignatura: LA LITURGIA JUDÍA - CELEBRACIONES EN FAMILIA Y EN LA SINAGOGA


Prof: D. MIGUEL ÁNGEL MEDINA ESCUDERO
BIENIO DE LITURGIA
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Introducción
En la vida del hombre hay ciertos hitos que marcan acontecimientos importantes
en su vida. Y esto es común a cualquier cultura o religión. El judaísmo, claro está,
tampoco es una excepción. De manera que, así como cada cultura tiene sus
particularidades, también el pueblo judío cuenta con sus propios ritos.
Para este trabajo vamos a centrar nuestra atención en la celebración del
matrimonio judío. Y es que dentro de los citados hitos no puede faltar uno de los más
importantes, por ser éste la unión de dos personas en una vida común.
Veremos los detalles más significativos de la boda judía, si bien de una forma
sucinta, para descubrir no solo el aspecto ritual de la misma, sino también el sentido
subyacente tanto a los ritos como al concepto mismo de matrimonio para el judío.

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1. Consideraciones iniciales sobre el matrimonio judío

Para poder entender mejor el matrimonio judío debemos primeramente hacer


unas breves aclaraciones. De no actuar así corremos el riesgo de equiparar ciertos ritos y
ciertos nombres a prácticas que no son mucho más cercanas –tanto temporal como
ideológicamente– como por ejemplo la celebración de un matrimonio en la liturgia
católica o la de un matrimonio civil en la sociedad occidental.
La primera consideración es que para el judaísmo el matrimonio no tiene el
mismo valor de indisolubilidad que tiene por ejemplo en la Iglesia Católica. De hecho el
divorcio está permitido. Tampoco implica un valor sacramental (si es que puede usarse
tal categoría para referirse a cualquier parte de la liturgia judía).
El segundo aspecto que debemos dejar claro antes de comenzar a analizar el
tema que nos ocupa es lo relativo a la poligamia. Para los judíos, si bien en un momento
de su historia estaba permitida, ya desde la Edad Media quedó prohibida. También en la
actualidad.
Dicho esto, pasemos a analizar los distintos elementos que conforman la
celebración del matrimonio en la comunidad de Israel.

2. Primera parte: el ‘erusím (compromiso) y el šidúj.

Ya desde el principio debemos matizar la palabra que da título a este epígrafe.


Aunque hemos traducido ‘erusím con la palabra «compromiso», ésta tiene unas
connotaciones que son ligeramente diferentes a lo que comúnmente solemos pensar.
De hecho, para la comunidad judía el ‘erusím no conlleva ningún tipo de
obligación y puede ser invalidado en cualquier momento. En sí lo que expresa es una
intención. Para el establecimiento de este compromiso no es necesaria la presencia (y de
hecho raramente se da) de la autoridad oficial. Incluso si los novios que declaran este
compromiso lo hacen sin presencia de nadie más, éste sigue siendo válido.
Tras este compromiso viene el šidúj, o contrato ante un posible matrimonio. Éste
sí que supone ya una decisión. Es un tipo de alianza prematrimonial. De hecho se firma
un contrato y las condiciones que figuran en el mismo deben cumplirse aun cuando el
compromiso se anule. Cabe destacar que actualmente es común que tanto el ‘erusím
como el šidúj se tengan lugar durante la misma celebración matrimonial. De todos
modos el espacio de tiempo entre šidúj y matrimonio no podía ser muy largo.

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3. Preparativos.

Ante todo debe tenerse en cuenta que hay días y períodos en los que no puede
celebrarse el matrimonio. No puede celebrarse el matrimonio en šabbat, ni en
festividades, ni tampoco durante las tres semanas de duelo por un difunto, entre otras
fechas. El sentido de estos días en los que no se pueden celebrar matrimonio es el de
compartir con toda la comunidad judía tanto el dolor como la alegría. Dado que las
fiestas y los días de luto para Israel son de carácter comunitario, el individuo debe
alegrarse o dolerse junto con su pueblo.
Pasando a la preparación de los novios, éstos deben ayunar desde el día antes de
la boda. Este ayuno es riguroso, ya que no se permite comer ni beber nada, aunque es
cierto que si se hace coincidir con un día en que esté prohibido el ayuno no será
necesario cumplir con esta prescripción. El significado que encierra este ayuno es el
mismo que procura el ayuno antes del Yom ha-Kippúr. Al igual que dentro de la
preparación seria y de la llamada importante a la santidad que está en el centro de la
celebración de Kippúr, los futuros esposos están llamados a tomar conciencia de la
importancia de cumplir con el mandamiento de contraer matrimonio. Esto no es algo
banal y sin sentido, ya que con la unión del hombre y la mujer el ser humano vuelve a
estar completo.
Pocos días antes de la boda tanto el novio como la novia deben tomar el baño
ritual en la mikváh. La novia debe hacer la triple inmersión. Este rito no responde en
modo alguno a una exigencia higiénica, sino que tiene un carácter santo. Es un modo de
dejar claro (desde el carácter nacional que tiene el realizar este baño ritual en la mikváh
del pueblo) que la finalidad del mismo no es otra que elevar la vida conyugal en sentido
moral y religioso.

4. El día de la boda.

La ceremonia matrimonial recibe el nombre de Quiddušin, que significa decisión


santa. Ya no nos hallamos ante un compromiso o una suerte de contrato, sino que –
aunque el matrimonio en Israel sea una cuestión puramente de derecho civil judío sin
ningún carácter sacramental– éste reviste una dimensión sobrenatural de cumplimiento
del mandamiento «creced y multiplicáos» y de bendición por parte de Dios, así como de
la alegría de la comunidad por aquellos que se unen en matrimonio.

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En cuanto al derecho judío, para que la boda se considere legal deben concurrir
tres elementos: dar un objeto de cierto valor (késef), dar un acta escrita de los acaecido
(shétar) y la convivencia (bi’áh). Estas tres acciones legales deben hacerse frente a la
autoridad, que no tiene por qué ser un rabino. El oficiante, llamado messader quiddušin
es quien dirige la ceremonia, si bien es también necesaria la presencia y el testimonio de
dos testigos. Éstos no pueden ser de la familia de los novios, y su presencia es tan
importante que –a pesar de que se pueda celebrar el matrimonio sin el oficiante– no
pueden faltar en ningún caso los testigos.
El lugar donde se celebra el matrimonio no tiene por qué ser la sinagoga. De
hecho, muchos eligen otros lugares que consideran dignos para tal evento. La
celebración puede ser al aire libre o en el interior. En cualquier caso hay que colocar
una especie de tienda o baldaquino llamado juppáh. Su significado es el de ser el techo
de la casa de los nuevos esposos, santuario doméstico. Pasemos ahora a analizar la
ceremonia en sí. Ésta consta de dos partes: el ‘erušin (del que ya hemos hablado y que
frecuentemente se hace el mismo día de la boda) y el nisu’in, que es la boda
propiamente dicha. Entre una y otra parte suele haber una pausa.
Justo antes de la celebración, el novio y la novia permanecen en habitaciones
separadas acompañados de sus familiares y amigos. Es en este momento cuando el
novio y los testigos firman el contrato nupcial propiamente dicho, la ketubah, contrato
en el que se especifican (en arameo) los deberes del novio para con la novia.
Tras la firma de la ketubah el novio y sus acompañantes se dirigen a la
habitación donde está la novia. Una vez dentro, el novio se acerca a la novia y le cubre
la cara con el velo. Acto seguido el novio se dirige a la juppáh junto a sus padres. Allí
esperará a la novia para dar comienzo a la ceremonia.
El rito lo inicia el oficiante, que tras unas palabras de exhortación pronuncia la
bendición sobre una copa llena de vino. Le sigue la bendición del compromiso, mientras
que los novios beben un trago de vino de la misma copa. Es importante que sea una
misma copa, ya que simboliza que desde ese día vaciarán juntos la copa de la vida. Una
vez acabada la bendición, uno de los testigos saca un anillo sin adornos que dará al
novio. Éste, diciendo en hebreo: «Con este anillo me has sido confiada, según la ley de
Moisés y de Israel», pondrá el anillo en el dedo índice de la mano derecha de la novia.

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Con esto se pone fin a la primera parte. Durante la pausa se suelen cantar algunos
salmos –como el 100, el 128 y el 150– y se lee la ketubáh en voz alta.
Tras la pausa comienza el nissu’in. Éste da valor a la confirmación matrimonil
definitiva y simboliza tanto la entrada del novio en casa de la novia. Consta de siete
bendiciones en las que se piden la riqueza y la felicidad de la pareja y de Israel, y
recuerdan la descripción de la creación del hombre por parte de Dios, mandándole que
dominase la tierra y creciese y se multiplicase, como parte del plan de Dios para que el
hombre pueda ser aquél que fue creado a imagen y semejanza.
Finalmente el novio rompe la copa con el pie derecho. Si bien este rito no es
conditio sine qua non para la validez del matrimonio, es de vital importancia que,
mientras se pide la bendición de Dios para la nueva familia, se recuerde a Jerusalén y se
haga duelo por el templo destruido.
Al hacerlo tanto los novios entre ellos como los asistentes a la ceremonia
exlamarán con alegría: ¡mazzál tov! (literalmente «buena estrella», es un augurio de
buena suerte, de los mejores deseos para esta nueva unión que se ha dado en su pueblo).
El festejar a una pareja es un deber sagrado para Israel.
Con este grito de alegría se da fin a la ceremonia pero los nuevos esposos deben
aún hacer una cosa más para que esta unión sea válida. Éstos se retirarán por un breve
tiempo a una sala. Si bien esto es considerado como el signo de la unión marital (yihud),
de hecho lo que hará esta nueva pareja es comer algo juntos, compartiendo ya su
primera comida como marido y mujer, iniciando ya su nueva vida en común.
Ya fuera de la sala, se celebrará un banquete festivo como los celebrados para
las fiestas como el shabbat, la circuncisión u otras fiestas. En él todos se lavan las
manos y tras la bendición en la que se recita el salmo 126, toman un trozo de pan untado
con sal, así dan comienzo a los aperitivos y al resto del banquete. Antes de acabar de
comer, todo el mundo recita la acción de gracias. También con vino, por supuesto. Seis
bendiciones se pronuncian sobre la copa de la boda. Una más sobre la copa de la
bendición. Tras esto se junta el contenido de ambas copas y se da a los esposos para que
beban el contenido de esta última copa.
También hay tradición (especialmente en algunas familias) de continuar la
celebración de la boda los siete días siguientes a la celebración, con comidas donde el
ambiente festivo, así como las bendiciones, se repiten cada vez.

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Conclusión
Con este trabajo hemos podido comprobar ante todo las características propias
de la celebración del matrimonio judía. Asimismo, recorriendo uno a uno los diversos
ritos que se llevan a cabo hemos podido ver cómo la dimensión social del pueblo de
Israel está muy presente. Ya sea por la inclusión de la celebración en la historia del
pueblo judío (prohibiendo casarse en ciertas fechas o recordando el exilio, la
destrucción del templo,…) como por la certeza de llevar a cabo algo sagrado no solo
aquellos que contraen matrimonio, sino también aquellos que participan de dicha
alegría. Sería ciertamente deseable que también en las comunidades cristianas el
matrimonio de uno de sus miembros fuese motivo de conocimiento y alegría colectivos,
ya que –al menos actualmente– la celebración del matrimonio se concibe casi
exclusivamente como una celebración privada, limitada a la familia y los allegados de
los contrayentes.

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Bibliografía

MOLHO, M., Usos y costumbres en los sefardíes de Salónica (Madrid- Barcelona, 1950).

DE VRIES, S. PH., Ritos y símbolos judíos (Madrid, 2001).

AA. VV., Encyclopedia Judaica (Jerusalén 1972).

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Índice

Introducción .......................................................................................................................3
1. Consideraciones iniciales sobre el matrimonio judío ...................................................4
2. Primera parte: el ‘erusím (compromiso) y el šidúj. ......................................................4
3. Preparativos. .................................................................................................................5
4. El día de la boda. ..........................................................................................................5
Conclusión .........................................................................................................................8
Bibliografía ........................................................................................................................9

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