Dicen que existió hace tiempo, un lugar, donde había una gran bondad… llamado el pabellón

blanco. ‘Logia blanca’.

Mansos venados retozaban entre espíritus y sonrientes. Los sonidos de la inocencia y la alegría
inundaban el aire.

Cuando llovía, caía un dulce un néctar que colmaba el corazón, de deseos de una vida de verdad y
de belleza.

En términos generales, un HORRENDO lugar que sudaba el olor amargo de la virtud, agobiante y
rebosante del murmullo de las plegarias de madres arrodilladas, niños lloriqueando y no podrían
faltar idiotas, jóvenes y viejos que juraban hacer el bien sin razón.

Pero, me complace señalar que nuestro cuento no termina en este abyecto lugar de excesos
cariñosos. Porque había otro lugar, su opuesto. Su antítesis.

Un lugar de poder casi inimaginable, saturado de fuerzas oscuras y repugnantes secretos.

¡JAJAJAJA!

Dicen que no hay plegaria que entrara a ese pestífero antro. Los espíritus no buscaban buenas
acciones o invocaciones rituales porque lo mismo te arrancaban la carne de los huesos que
‘desearte’ los buenos días.

PERO CONTROLADOS, estos espíritus de esta tierra oculta de gritos desaforados y corazones rotos,
te darían un poder tan VASTO que el poseedor podría reordenar su vida misma a su placer, y que
de igual forma te darían poder.

Ahora, este lugar del que les hablo se conoce como el ‘pabellón negro’, logia negra.

Y voy a encontrarlo.