I. INTRODUCCIÓN 1
II. DESARROLLO 2
LA COPROPIEDAD 2
1. DEFINICIÓN: 2
2. CUOTAS DE LA COPROPIEDAD 2
2.1 LA CUOTA IDEAL EN LA COPROPIEDAD: 2
2.2 PRESUNCIÓN DE IGUALDAD DE CUOTAS: 4
3. LA ADMINISTRACIÓN DE LA COPROPIEDAD 4
a. CLASES DE ADMINISTRACIÓN: 5
3. CARACTERES 6
a. Pluralidad de sujetos: 7
b. Derecho real: 7
c. Unidad de objeto: 7
d. Imprescriptible: 8
e. Imposibilidad de ejercer la propiedad material de una parte del bien común: 8
f. Derecho fraccionado en cuotas ideales: 8
g. Carece de persona jurídica: 8
4. CON OTRAS FIGURAS 9
a. La copropiedad y la sociedad: 9
b. La copropiedad y la sucesión indivisa (hereditaria): 9
c. La copropiedad y la propiedad horizontal: 12
d. La copropiedad y la servidumbre: 13
e. La propiedad y el patrimonio conyugal: 14
f. La copropiedad y la propiedad de las comunidades campesinas: 14
5. CLASIFICACIÓN DE LA COPROPIEDAD 16
a. La copropiedad normal u ordinaria: 16
b. La propiedad con indivisión forzosa: 16
c. Otras clasificaciones: 17
6. DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS COPROPIETARIOS 18
a. Derecho de uso (ius utendi): 18
b. Derechos de disfrute (ius frutendi): 19
c. Derecho a la disposición de la cuota ideal (ius abutendi): 19
d. Derecho a defender el bien común: 20
e. Derecho a la usucapión: 20
f. Derecho a introducir mejoras: 21
g. Derecho de retracto: 21
h. Derecho a la servidumbre: 22
i. Derecho a la división y partición: 22
7. OBLIGACIONES: 22
a. Saneamiento por evicción: 22
b. Gastos de conservación y cargas del bien común 23
c. Administración de la copropiedad 23
8. DIVISIÓN Y PARTICIÓN 24
a. DEFINICIÓN: 24
b. NATURALEZA JURÍDICA DE LA DIVISIÓN Y PARTICIÓN 25
c. TIPOS DE PROCEDIMIENTOS 26
d. EXTINCIÓN DE LA COPROPIEDAD 28
e. ANEXOS: 29
III. BIBLIOGRAFÍA: 37
I. INTRODUCCIÓN
Antes de entrar al tema de materia de estudio es menester señalar que la
doctrina sostiene que el derecho de propiedad es una institución jurídica de
mayor sensibilidad a las alteraciones económicas y sociales en el tiempo,
contribuyendo así a la transformación del concepto de propiedad, mediante el
cual se observa el predominio de los intereses generales, sobre los intereses
particulares.
Todos estos cambios han dado lugar a que algunos autores aboguen por la
creación de nuevos derechos reales destinados a configurar las nuevas
prácticas del mercado, como es el caso de la copropiedad y la propiedad
horizontal. Sin embargo, cuando hablamos de la copropiedad, estamos
tratando indiscutiblemente de una forma del derecho de propiedad, por mucho
que los autores sostengan de que se trata de un instituto diferente e
independiente de la propiedad.
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II. DESARROLLO
LA COPROPIEDAD
1. DEFINICIÓN:
La copropiedad es un derecho real en el que el derecho de propiedad
corresponde a varias personas sobre un bien que no está dividido.
Nuestro Código Civil de l984 en su art. 969 señala “Hay copropiedad
cuando un bien pertenece en cuotas ideales a dos o más personas” de
tal modo que cada copropietario conoce la proporción de su derecho de
propiedad pero no conoce en qué parte de la cosa o del bien recae su
derecho.
2. CUOTAS DE LA COPROPIEDAD
2.1 LA CUOTA IDEAL EN LA COPROPIEDAD:
La cuota ideal es aquella representación ideal, abstracta, o como se
dice, puramente intelectual del fraccionamiento del derecho de
propiedad a favor de cada propiedad a favor de cada copropietario.
Sobre el particular se presenta el problema, de carácter teórico y
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práctico, siguiente: ¿puede haber derecho real sobre algo ideal,
subjetivo o abstracto? Respondiendo a la pregunta, tenemos que la
cuota ideal no es parte material o física del bien, porque el derecho
de cada copropietario abarca a todo el bien como unidad física del
bien, porque el derecho de cada copropietario abarca a todo el bien
como unidad física en conjunto. Con otras palabras, desde la óptica
de la cuota, ésta es la parte de cómo está fraccionado el derecho de
copropiedad para cada condueño sobre el bien común.
Hemos dicho que en la copropiedad, el copropietario es dueño de todo y
al mismo tiempo de nada, razón es, para que algunos la califiquen como
el ejercicio anormal de la propiedad. Esta anomalía, como dice BORDA,
es porque, “todo aquello se debe a que el condominio no ha surgido
como una construcción lógica de los juristas –luego agrega- que no es
un producto elaborado en gabinetes o bibliotecas, sino que se ha ido
conformando en los hechos, en la vida real, del modo que mejor llenase
sus necesidades y satisficiera los intereses prácticos y económicos
implicados, aunque la construcción total no resulte siempre de una lógica
impecable”. Cuando el artículo 977 del Código Civil, expresa que cada
copropietario puede disponer de su cuota ideal y de los respectivos
frutos e incluso puede gravarlos, en realidad no es por una enajenación
material, sino solo está autorizando la transferencia de los derechos de
acuerdo a la cuota ideal que ostenta el copropietario; es decir, el
condueño está facultado para disponer sus derechos y acciones a favor
de quien quiera, y el adquirente se sustituirá en el lugar del transferente,
y si los grava también será solo sobre sus derechos del copropietario.
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2.2 PRESUNCIÓN DE IGUALDAD DE CUOTAS:
Se presume que todo aquel que es condueño tiene su participación
que está representada en cuotas ideales en una porción de igualdad
(fracciones o porcentajes). En la copropiedad según el artículo 970
del Código Civil se ha previsto que las cuotas tengan que presumirse
iguales, salvo prueba en contrario (iuris tantum). Asimismo el
concurso de cada copropietario en los beneficios como en las cargas
está en proporción a sus cuotas respectivas. Pero ¿qué podría pasar
si no se determina con claridad el valor de la cuota-parte del
copropietario?; la respuesta tiene que estar fundada en el principio
“la duda favorece al copropietario de la cuota cuestionada”. En suma,
los valores de las cuotas en la copropiedad, se presumen iguales.
3. LA ADMINISTRACIÓN DE LA COPROPIEDAD
En la copropiedad cada propietario es dueño de su parte indivisa en el bien
común, manteniendo poderes de disposición sobre las cuotas ideales, por cuya
razón resulta casi imposible que todos asuman el pleno uso y disfrute del bien
o ejercer en conjunto la coposesión. Esta situación hace que el bien sea
sometido a la administración, el arrendamiento o el gravamen. Aquí surge la
pregunta ¿Quién debe administrar el bien común?; la respuesta está en el
artículo 973 del Código Civil, en cuanto señala: “Cualquiera de los
copropietarios puede asumir la administración y emprender los trabajos para la
explotación normal del bien, si no está establecida la administración
convencional o judicial y mientras no sea solicitada alguna de ellas”. De la
norma se advierte la administración voluntaria y necesaria, así como la judicial.
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de representación de los copropietarios, con todas las facultades y las
obligaciones que le asigna la ley.
a. CLASES DE ADMINISTRACIÓN:
El código civil no consigna norma alguna que le otorgue una mayor fluidez
sistémica a la regulación de la administración de la copropiedad, tan es así,
que no existen dispositivos que precisen las diferentes clases de
administración, por lo que, tenuemente se puede advertir, y sin mayor precisión
normativa del artículo 973 del Código Civil, que las clases de administración
son:
i. Administración convencional:
A esta administración alude el Art. 972 del Código Civil, que a la letra dice: “La
administración judicial de los bienes comunes se rige por el Código Procesal
Civil”. Obviamente, se halla regulada por la ley procesal, utilizando el proceso
no contencioso y su objeto es según el Art. 77º, inc. 1, del código mencionado,
el nombramiento del administrador judicial. Si los copropietarios no se ponen
de acuerdo en la designación de un administrador convencional, se solicitará al
juez para que proceda al administrador judicial, recayendo en la persona de un
copropietario o un tercero designado por los copropietarios será el juez quien
designe al administrador de la copropiedad.
3. CARACTERES
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La copropiedad, considera como uno de los derechos reales principales
se presenta como un instituto jurídico con caracteres propios –si bien es
cierto compartiendo de los caracteres de la propiedad individual o
unitaria-, o con ciertas notas peculiares que la diferencian de los demás
derechos reales. Como las que pasamos a mencionar:
a. Pluralidad de sujetos:
Esta es la característica de mayor relevancia que le
proporciona a la copropiedad una fisonomía propia dentro de
los derechos reales. Significa que deben necesariamente
existir dos o más personas que en común ejerzan derechos
abstractos o ideales sobre un determinado bien corpóreo.
Determinación que es solo en cuanto al conjunto físico del
bien mueble o inmueble. La pluralidad de sujetos
(copropietarios), sin duda, recorta la exclusividad de la
propiedad entre los mismos copropietarios; pero frente a
terceros rige plenamente la exclusividad.
b. Derecho real:
Como derecho real –la copropiedad- nace de la ley, bajo la
denominación del sistema numerus clausus (artículo 881 y 969
el Código Civil). La naturaleza de derecho real deriva del
derecho real de propiedad, esto quiere decir, que la
copropiedad goza de las mismas características de la
propiedad –real, absoluta, perpetua, excluyente-, desde luego,
con la adaptación a sus características propias. Situación que
la mantendrá mientras ninguno de los condueños pida su
liquidación, o en su caso el acreedor de cualquiera de ellos.
c. Unidad de objeto:
La copropiedad recae sobre un objeto considerado como una
unidad en su conjunto; al respecto LAFAILLE, dice, <<la
unidad consiste en que los titulares reunidos ejercen el
dominio sobre los mismos elementos, sin que esté deslindada
la parte material de cada uno; ni menos puede establecerse,
cuando hay varios sujetos, cuál de ellos corresponde a
determinada persona>>. Lo que se explica, a través de este
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carácter, es que el derecho de copropiedad es ejercido sobre
un determinado bien o bienes, sin que exista una parte
materializada o individualizada a favor de uno o más
copropietarios, manteniéndose esta situación hasta que
sobrevenga la liquidación o desaparición del estado de
copropiedad.
d. Imprescriptible:
La copropiedad es imprescriptible entre los copropietarios y
sus sucesores sea extinta (o liberatoria) o adquisitivamente (o
usucapión). Por consiguiente, a la copropiedad no le afecta el
tiempo; de ahí que resulta también imprescriptible la
pretensión de división y partición (artículo 985 del Código
Civil).
e. Imposibilidad de ejercer la propiedad material de una
parte del bien común:
Ninguno de los copropietarios puede ejercer su derecho a título personal en una parte
determinada o material del bien, de lo contrario no habrá copropiedad por estar
desnaturalizado el concepto de cuota ideal. La copropiedad materialmente –bien
común- pertenece a todos los condueños, en conjunto. Es obligación de todo
condueño no practicar actos que importen el ejercicio de propiedad exclusiva sobre el
bien común, en todo caso este acto tendrá validez, siempre que posteriormente se le
adjudique a quien lo practicó (artículo 978 del Código Civil).
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es porque lo hace en defensa del bien común, y porque la ley
lo autoriza (artículo 979 del código Civil).
4. CON OTRAS FIGURAS
El propósito del rubro es evitar confusiones, reflejadas sobre todo en la
práctica, de la copropiedad con otras figuras jurídicas análogas como la
sociedad, sucesión indivisa o hereditaria, propiedad horizontal,
servidumbre, patrimonio conyugal, comunidad campesina, etc.
a. La copropiedad y la sociedad:
Tienen marcadas disimilitudes, así:
i. En la sociedad existe un apersona jurídica distinta a los
socios que la integran.
En la copropiedad no existe ninguna persona jurídica, son los
copropietarios quienes ejercen el derecho de la propiedad por
cuotas ideales.
ii. En la sociedad se le conoce al socio un derecho
personal.
En la copropiedad se ejerce un derecho real plural.
iii. La sociedad rige su vida jurídica por la ley, su estatuto y
reglamento.
La copropiedad se supedita a actos de administración
generados por las decisiones de los copropietarios en
conjunto, y las que se establecen en las leyes (Código Civil).
b. La copropiedad y la sucesión indivisa (hereditaria):
La sucesión indivisa es el caso más frecuente de indivisión,
emerge del hecho de la muerte del causante o testador. Para
que se produzca la indivisión sólo es necesaria la concurrencia
de una pluralidad de herederos, sin que tenga importancia la
calidad de los coherederos. En la indivisión universal –
constituye patrimonio autónomo- el derecho del causahabiente
o heredero incide sobre la universalidad y no sobre los bienes
determinados que integran esa universalidad.
El derecho moderno se entiende que la cuota parte que tiene el
coheredero –es como se ha dicho-, recae sobre la universalidad
de los bienes, pero no en bienes determinados (como ocurre en la
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copropiedad ordinaria). Así por ejemplo, si Luis y Sandro son
herederos en partes iguales sobre la masa hereditaria que está
integrada por un fundo, una casa, un tractor, no podemos decir
que cada uno de ellos sean propietarios en la proporción de una
mitad del fundo, de la mitad de la casa o de la mitad del tractor,
porque sencillamente la cuota parte recae en la universalidad de
los bienes del causante, o como dice, SOMARRIVA, <<recae en
ese continente que es diverso del contenido, es decir, de los
bienes que lo componen. Ellos se explica porque la indivisión
recae en un patrimonio que en manos de su anterior titular era
distinto de los bienes que lo componían: la situación no puede
variar por el hecho de que ese patrimonio cambie de pasar a
manos de los indivisarios.
El artículo 57 del código Procesal Civil, instituye la denominada
sucesión indivisa, como patrimonio autónomo, al expresar: <<toda
persona natural o jurídica, los órganos constitucionales
autónomos y la sociedad conyugal, la sucesión indivisa y otras
formas de patrimonio autónomo, pueden ser parte material en un
proceso>>. Sin embrago como figura jurídica nueva, conviene
suscritamente ser establecida, bajo la pregunta: ¿En qué consiste
la sucesión indivisa como patrimonio autónomo, frente a la
copropiedad? Respondiendo diremos que la sucesión indivisa o
comunidad de herederos surge cuando dos o más personas
adquieren por sucesión universal mortis causa el patrimonio de su
común testador o causante, por halarse todas ellas instituidas
como herederos. Si tal herencia contiene un fundo, un crédito,
podrá parecer que los mismos sujetos se encontrarán en una
misma situación semejante a la de la copropiedad, sin embargo
dice PUIG BRUTAU, no es difícil advertir la marcada diferencia
que separa de uno y otro caso (se refiere a la copropiedad
convencional y a la sucesión hereditaria), en el primer supuesto
(propiedad convencional) la situación de comunidad se da por
separado respecto de cada situación jurídica; es decir, los bienes,
derechos y obligaciones en virtud de una causa jurídica unitaria.
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En consecuencia, en el supuesto de existir varios herederos no ha
de considerarse que a cada uno corresponda una participación
indivisa sobre cada objeto del caudal hereditario, sino que la
pertenencia pro indiviso está referida globalmente al derecho
sobre la herencia. Como también se podrá advertir, la herencia
indivisa es un patrimonio que transitoriamente se conserva en tal
estado en garantía de los acreedores de la herencia, que
precisamente tienen reconocido el derecho de oponerse a la
división y partición hasta que se les pague o se les preste fianza
sobre el importe de las deudas y otras obligaciones de la
sucesión. La sucesión indivisa por no referirse a bienes concretos
es denominada derecho hereditario en abstracto el que
corresponde a cada coheredero.
En la sucesión indivisa la herencia está conceptuada como una
universitas o como una unidad abstracta que está integrada por
bienes y obligaciones, sobre los cuales, en unidad, los herederos
tienen la titularidad, que pertenece a todos los coherederos con
las cuotas que tengan en la sucesión, al respecto explican DÍEZ –
PICAZO y Antonio GULLÓN: <<las cuotas, por tanto, se
proyectan en la titularidad de la masa hereditaria conceptuada
como como unidad, y no sobre todos y cada uno de los bienes o
derechos que la componen. El coheredero no será titular, por
ejemplo, por su cuota de inmueble que haya en la herencia, como
un comunero en una comunidad ordinaria. En cambio sí es titular
de una cuota en la titularidad del patrimonio hereditario, y en este
concepto la podrá gravar o enajenar y es susceptible de
embargos>>.
La sucesión indivisa o llamada comunidad de herederos ofrece
ciertas características que le proporcionan su propia fisonomía
como son: a) es una comunidad universal; b) es una comunidad
incidental; c) es forzosa; d) es transitoria.
La sucesión indivisa es el estado de copropiedad hereditaria que
surge como consecuencia del hecho de la muerte del causante o
testador y se presenta cundo hay varios herederos y pera en
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correspondencia o proporción a la cuota que tenga derecho cada
uno de los coherederos. Estas afirmaciones las deducimos del
contenido de la norma del artículo 844, y de la norma remisiva
prevista en el numeral 845 del Código Civil, el cual establece que
las normas de la copropiedad tienen el carácter de supletorias
para regular el tipo de la comunidad indivisa.
Los bienes que integran la comunidad de herederos, como
patrimonio autónomo, por referirse la herencia a todos los bienes,
derechos y obligaciones que no se extingan por la muerte del
causante, la comunidad de herederos comprenderá todos estos
objetos y relaciones jurídicas que los adquirió todavía el causante.
Finalmente, las diferencias, y también vinculaciones, entre
copropiedad e indivisión hereditaria son las mismas que existen
entre copropiedad y patrimonio autónomo, y es que si cada uno
tiene nacimiento diferenciado –la copropiedad nace por contrato o
ley en cambio la sucesión indivisa nace mortis causa-, la
participación o no de las cuotas ideales en la esencia de cada uno
es hito diferenciador entre ellos. El reconocimiento –ya dijimos- de
la sucesión indivisa como patrimonio autónomo en nuestro
sistema jurídico aparece del artículo 57 del Código Procesal Civil.
c. La copropiedad y la propiedad horizontal:
Entre estas instituciones se dan diferencias y vinculaciones al
mismo tiempo, como son:
i. En la copropiedad existe una pluralidad de personas,
con derechos fraccionados en cuotas ideales, sobre un
bien común.
En la propiedad horizontal existen propietarios independientes
o exclusivos en cuotas ideales, sobre un bien común.
ii. En la propiedad horizontal el propietario tiene goce y
disfrute individual del bien (concentra la posesión
material y la propiedad), puede disponer, gravar,
arrendar, etc.
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En la copropiedad, el condueño, carece de la aprehensión
material de la parte o proporción que según su cuota-parte le
corresponde.
iii. La propiedad horizontal puede dar origen a una persona
jurídica, por ejemplo, un consorcio.
En cambio la copropiedad no es una persona jurídica, sino,
legalmente da origen a un patrimonio autónomo.
iv. La propiedad horizontal se halla regulada por una
normatividad especial como dispone el artículo 958 del
Código Civil (Ley 27157; Decreto Supremo 008-2000-
MTC.).
En cambio la copropiedad tiene su positividad –básicamente-
en la ley común.
d. La copropiedad y la servidumbre:
En la práctica se cree que el uso y disfrute de los predios
sirviente y dominante se ejercen como si se tratara de la
copropiedad, lo que no es así, y para ello hagamos las
diferencias:
i. Para que exista la servidumbre se requieren dos
propietarios, uno del predio dominante y el otro del
sirviente, y que además, se trate de inmuebles
contiguos; sin embrago, la servidumbre no tiene nada
de copropiedad; porque hablamos de propietarios
diferentes sobre bienes diferentes, aunque con
beneficios recíprocos.
En la copropiedad un mismo bien pertenece a una pluralidad
de propietarios.
ii. Entre los sujetos propietarios de los predios contiguos
no se puede configurar ninguna copropiedad, porque
cada uno conserva su pleno dominio sobre el predio
que le corresponde en propiedad.
En la copropiedad no hay dos predios contiguos, sino un
predio determinado y común, en el cual ejerce la propiedad
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material una pluralidad de personas. En la servidumbre cada
predio tiene su propietario, no tiene cuotas ideales.
e. La propiedad y el patrimonio conyugal:
En la práctica se confunden ambas instituciones tal vez por las
vinculaciones que tienen, fundamentalmente en cuanto al uso
y goce de los bienes adquiridos dentro de la sociedad
conyugal, de acuerdo a la sede normativa contenida en el
Código Civil, pero se advierte diferencias bien definidas, como:
i. La copropiedad nace de un contrato (Inter- vivos) o de
la ley.
En cambio, en la sociedad conyugal el patrimonio se origina a
través del matrimonio civil (patrimonio autónomo).
ii. En la sociedad conyugal la administración de los bienes
corresponden a cada uno de los cónyuges (artículo 313
del Código Civil).
En la copropiedad la administración puede ser voluntaria,
convencional o judicial, y las decisiones sobre el bien común
se adoptan por unanimidad o mayoría absoluta, según el caso.
iii. En la copropiedad la administración puede ser
voluntaria, convencional o judicial, y las decisiones
sobre el bien común se adoptan por unanimidad o
mayoría absoluta, según el caso
iv. El patrimonio de la sociedad conyugal puede recaer
sobre bienes de naturaleza corporal y derechos.
v. Los bienes de la comunidad conyugal son básicamente
indivisibles, están únicamente sometidos, en cuanto a
su extinción, a motivos determinados expresamente en
la ley.
La copropiedad puede extinguirse, en cualquier momento y a
sola petición de cualquiera de los copropietarios e inclusive de
un acreedor.
f. La copropiedad y la propiedad de las comunidades
campesinas:
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La confusión que se origina, entre copropiedad y propiedad
comunal es porque la copropiedad también recibe la
denominación de comunidad. De tal manera que en la práctica
jurídica surgen problemas, como por ejemplo, en la
celebración de contratos de transferencia de las tierras
comunales bajo el membrete de <<derechos y acciones>>,
que los notarios, sin ningún cuidado <<redactan>> y elevan a
escritura pública, e incluso cursan los partes a los registros,
como si realmente se trataran de <<derechos y acciones>>
(donde no existen). Entre la copropiedad i comunidad de
bienes y la propiedad comunal de las comunidades
campesinas, existen radicales diferencias como son:
i. Las comunidades son personas jurídicas de derecho
privado interno, con derechos y obligaciones,
establecidos en la legislación especial que comprenden
las leyes 24656 y 24657; así como los Decretos
Supremos 008-91-TR Y 009-92-TR. La copropiedad no
es una persona jurídica, es la presencia de una
pluralidad de personas que ejercen la copropiedad
sobre un bien común, cuotas ideales.
ii. La comunidad campesina como persona jurídica es la
única propietaria de todos sus bienes como son: las
tierras (que integran todo su ámbito territorial de cuerdo
a los títulos de propiedad y los planos catastrales o de
conjunto, que mantienen), el ganado en todas sus
especies, las construcciones, instalaciones,
plantaciones, maquinaria, etc. Los bienes urbanos u
otros no vinculados a la agricultura, son también de
exclusiva propiedad de la comunidad campesina. En
cambio, en la propiedad el bien pertenece a una
pluralidad de personas, con derechos representados en
cuotas ideales.
iii. En las comunidades campesinas no existe copropiedad
entre la comunidad y los comuneros o entre los mismos
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comuneros. Los comuneros (de nacimiento o
integrados), son aquellos reconocidos como tales por
haber cumplido los requisitos que exige la ley, el
estatuto y reglamento comunal. Siendo así, el
comunero sólo tiene el derecho a luso y goce de las
parcelas familiares determinadas por la asamblea
general de la comunidad de manera indefinida, mientras
no haya transgredido las normas legales, o las del
estatuto, que puede hacerle posible de una sanción o
de la pérdida de la condición de comunero. El
comunero, no es copropietario de ningún bien mueble o
inmueble de la comunidad. Sólo puede tener derecho
de propiedad sobre las mejoras necesarias y útiles que
haya introducido en el inmueble en que ejerce posesión
comunal (construcciones, instalaciones, plantaciones,
etc.).
5. CLASIFICACIÓN DE LA COPROPIEDAD
a. La copropiedad normal u ordinaria:
También se denomina copropiedad sin indivisión forzosa. Esta
puede ser objeto de extinción en cualquier momento y en
cuanto sea solicitada por uno o más copropietarios o por su
correspondiente acreedor.
La extinción opera mediante la división y partición judicial o
extrajudicialmente, o en su caso, vendiendo el mueble o
inmueble y luego dividiendo el precio obtenido en la proporción
que corresponde a cada copropietario. No olvidemos, que
cualquiera de los copropietario puede enajenar, permutar,
donar, gravar, etc., su alícuota, sin requerir del consentimiento
de los demás, si esto se produce será el adquirente quien
sustituya a su transferente, como el nuevo copropietario. Esta
clase de copropiedad es la que tiene duración temporal.
b. La propiedad con indivisión forzosa:
En esta clase de copropiedad, los coparticipes no pueden
afectar el bien común con la partición o el fraccionamiento
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material del bien, es decir, no se extingue por la partición, o
simplemente no es posible la partición. En la indivisión forzosa
impone la ley la obligación de mantener la indivisión del bien
común, también tiene lugar cuando los copropietarios se ponen
de acuerdo para celebrar esa indivisión, por el plazo legal no
mayor de cuatro que puede ser renovado cuanta veces lo
deseen los copropietarios. (art.993 del CC).
i. La copropiedad agraria:
Positiva y doctrinalmente el derecho agrario ha
instituido la propiedad y la posesión agrarias,
informadas por el común denominador de lo agrario -
actividad agraria- desde luego igual suerte ostenta la
copropiedad agraria, que como todo instituido ius
agrario tiene fuerte contenido económico en los bienes
de naturaleza productiva, de ahí que no participe de la
copropiedad ordinaria civil.
La copropiedad agraria, por la propia naturaleza de los objetos
agrarios –llenos de vida animal o vegetal- (suelo agrario,
cultivos, plantaciones, construcciones, instalaciones ganado,
cría de animales, etc.), no puede ser sometida al tratamiento
normativo de los bienes urbanos.
c. Otras clasificaciones:
i. Por su naturaleza: Para esta clasificación nos basta
recordar las teorías romana y germana (supra 397), la
primera, como la comunidad por cuotas o partes
indivisas (cuota indivisa o legal), y; la segunda, como la
comunidad en mano común o condominio solidarista.
La naturaleza jurídica de la copropiedad adoptada por
nuestro Código Civil, es la de comunidad de cuotas
ideales e indivisas.
ii. Por su origen: La copropiedad por su origen puede ser
voluntaria o legal. La primera, por acto jurídico, cuando
una pluralidad de personas que adquieren un bien. La
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segunda, tiene como fuente la ley, como en el caso de
la adquisición de la propiedad por la unión o mezcla de
bienes muebles (art.937 del CC)
iii. Por sus efectos:
a) La copropiedad normal o romanista, que termina o se extingue
por la indivisión o partición, a no ser que exista pacto de
indivisión (art. 993 del CC), que en todo caso no podrá
permanecer por tiempo indefinido;
b) La copropiedad con indivisión forzosa, es la que no admite
ninguna partición, por ejemplo, la medianería.
El Código Civil regula la copropiedad inspira en la doctrina
romana (supra 258) así se desprende de la propia definición
legal que contiene en el artículo 969 del Código Civil.
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Cuando el uso del bien común es por dos o más copropietarios sobre
una misma área bien común, se da la figura de la coposesión.
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copropiedad es absoluto, en tal sentido, puede vender, permutar,
gravar o dejar en herencia su cuota ideal.
e. Derecho a la usucapión:
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poseedores como propietarios o para sí, sino como copropietarios. En
cambio, un tercero, o el que no es copropietario, si pude usucapir.
g. Derecho de retracto:
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tercero, es básicamente para consolidar el derecho de propiedad
acrecentando su cuota ideal.
h. Derecho a la servidumbre:
El derecho a establecer servidumbre en un bien inmueble sujeto a
copropiedad se ubica en artículo 1042 del código civil.
7. OBLIGACIONES:
Las obligaciones del copropietario son:
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Se trata del saneamiento legal que conlleva todo negocio jurídico
traslativo de propiedad, y concierne al transferente o enajenante la
obligación al saneamiento por evicción.
c. Administración de la copropiedad
La copropiedad mantiene diferencias claras con la sociedad,
aquella no es persona jurídica, en ella solo existe pluralidad de
titulares frente al bien común; en cambio, en la sociedad la
pluralidad no existe, sino es la persona jurídica la que vela por la
marcha de la administración de la sociedad, es decir, es única y
distinta a los socios o miembros.
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ideales, por cuya razón resulta casi imposible que todos asuman el pleno
uso y disfrute del bien o ejercer en conjunto la coposesión.
8. DIVISIÓN Y PARTICIÓN
Una de las causas de extinción de la copropiedad de bienes es la división
del objeto común sin embargo esta división puede ser limitada por el
pacto de indivisión, el mismo que es establecido por plazo determinado.
Según el Art. 993 de Código Civil el plazo de indivisión no puede ser
mayor de 4 años. Cuando la totalidad de un inmueble se divide en dos o
más porciones, cada una de estas porciones se inscribe como una nueva
unidad generando su propia partida registral dejando constancia o
anotación en la partida matriz.
a. DEFINICIÓN:
De conformidad con el Art. 983 del Código Civil por partición permutan los
copropietarios, cediendo cada uno el derecho que tienen sobre los bienes
que no se le adjudiquen a cambio del derecho que le ceden en los que se
le adjudican.
b) Para otros, la acción tiene carácter personal, pues tiende al ejercicio del
derecho personal que tienen los copropietarios de requerir de los otros
copropietarios, la división de la cosa común.
c) Tesis mixta,
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adjudicatario, la parte que les corresponde. Los que consideran que es
un acto declarativo, señalan que los derechos atribuidos al copropietario
adjudicatario, éste los ha tenido desde el inicio de la copropiedad y que
los propietarios cedentes jamás han tenido dicha parte como su
propiedad, sostienen que ésta no produce efectos traslativos sino que se
limita a declarar, fijar o dar certeza de la situación de cada titular.
c. TIPOS DE PROCEDIMIENTOS
Los tipos de procedimientos de partición son:
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Se debe adjuntar al Registro, a efectos de realizar la inscripción
copia certificada de la resolución arbitral y la constancia de
notificación.
Recientemente, en el XCIX Pleno registral, realizado los días 15
y 16 de noviembre del 2012, se ha adoptado el siguiente
precedente de observancia obligatoria “Las instancias
registrales no pueden calificar la validez ni la eficacia objetiva o
subjetiva del laudo o de los actos procedimentales realizados por
los árbitros. En ese sentido, el Registro no puede cuestionar las
decisiones motivadas del árbitro o tribunal arbitral de incorporar a
un tercero al procedimiento arbitral, o de extender los efectos del
laudo a dicho tercero. El árbitro o tribunal arbitral asume exclusiva y
excluyente responsabilidad por dichas decisiones”.
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sentencia de división y partición cuando no existe adecuación en
cuanto a la titularidad de dominio del predio, entre el título y la
partida registral”.
Asimismo, el Tribunal Registral ha establecido que “para la
inscripción de la resolución judicial que dispone la adjudicación por
división y partición de un predio en dos unidades inmobiliarias en
las que existirían bienes comunes, constituyen acto previo la
declaratoria de fábrica, el reglamento interno y la independización
de ambos inmuebles”.
Considérese que en los tres casos puede ser necesaria la
realización de actos previos, como declaratoria de fábrica,
independización, reglamento interno, subdivisión por lo que deberá
acompañarse al Registro la documentación técnica
correspondiente para inscribir la modificación física del inmueble.
d. EXTINCIÓN DE LA COPROPIEDAD
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iv. Destrucción total o pérdida del bien, esta causal, es
generalmente para bienes muebles, ya que el inmueble
está constituido tanto por el terreno como por la fábrica,
llámese construcción (se puede destruir la fábrica pero el
terreno siempre queda).
v. Enajenación del bien a un tercero, en este caso los
copropietarios se ponen de acuerdo y transfieren
contractualmente (ya sea onerosa o gratuitamente) a un
tercero.
vi. Perdida del derecho de propiedad de los propietarios,
este definitivamente es a través de un proceso judicial, en
caso de ejecución de garantías o para el pago de una
obligación.
En síntesis, la copropiedad se extingue de manera material, a través
de una transferencia gratuita u onerosa, acuerdo de voluntades.
Si es un inmueble a través de una escritura pública, o a través de un
proceso judicial, llámese división y partición, ejecución de garantías
etc.
e. ANEXOS:
Corte Suprema de Justicia de la República
Lima Norte
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fecha diecisiete de octubre del año dos mil seis, que declara fundada en
parte la demanda de nulidad de acto jurídico, en consecuencia nulo el acto
jurídico contenido en el contrato privado de resolución de contrato y
transferencia de inmueble de fecha veinticinco de enero del año dos mil
dos, con lo demás que al respecto contiene. FUNDAMENTOS DEL
RECURSO.‐ Esta Sala Suprema, mediante resolución obrante a fojas
treintitres del cuadernillo formado por esta Sala Suprema, de fecha once
de abril del año dos mil ocho, ha declarado procedente el recurso de
casación por las causales contempladas en los incisos primero y segundo
del artículo trescientos ochentiséis del Código Procesal Civil, relativas a la
aplicación indebida de una norma de derecho material e inaplicación de
una norma de derecho material, bajo los siguientes argumentos: 1) La
aplicación indebida del inciso primero del artículo novecientos setentiuno
del Código Civil, sosteniendo que la sentencia impugnada se funda en el
numeral denunciado, según el cual para disponer de los bienes comunes
se requiere unanimidad de los copropietarios, por lo cual el impugnante
sostiene que dicha norma ha sido indebidamente aplicada para resolver
esta causa, pues, si bien en el documento de fecha veinticinco de enero
del año dos mil dos, que contiene el acto jurídico materia de esta acción,
no guarda relación con los acuerdos que las partes han establecido en el
punto B de la cláusula tercera del citado contrato en donde expresamente
se consigna lo siguiente: “Se deja establecido que el señor Enrique Santa
María Contreras por el mérito del presente contrato nada tiene que ver
respecto a los bienes que le corresponde a la señora María Magdalena
Briceño Bazán, por cuanto estoy renunciando sobre los derechos y
acciones que a mi persona le asiste”; por tanto, afirma que no se ha
tomado en cuenta el claro contenido de esta cláusula en donde
específicamente se deja establecido que la transferencia que realiza
Enrique Santa María Contreras está referida a sus acciones y derechos
sobre los lotes de terrenos números once y doce, de la manzana N Dos, de
la Urbanización Los Naranjos, II Etapa, Distrito de San Martín de Porres, y
se deja a salvo la parte de las acciones y derechos que corresponden a la
demandante; en consecuencia, al no haberse transferido la totalidad del
inmueble sino solamente las acciones y derechos que le corresponde al
copropietario, la norma para resolver este conflicto ha sido aplicada
incorrectamente, cuando debió aplicarse correctamente el artículo
novecientos setentitrés del Código Civil; y, 2) La inaplicación de los
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artículos novecientos setentitrés del Código Civil y sesentitrés de la Ley
General de Sociedades – Ley número veintiséis mil ochocientos
ochentisiete, sosteniendo que la norma de derecho material aplicable al
caso debe ser el numeral denunciado, debiendo entenderse que se refiere
al artículo novecientos setentisiete de dicho Código, el mismo que
establece que “Cada copropietario puede disponer de su cuota ideal y de
los respectivos frutos. Puede también gravarlos”; agregando que el punto
b) de la tercera cláusula del contrato de fecha veinticinco de enero del año
dos mil dos, está referido concretamente a la transferencia de acciones y
derechos efectuada por Enrique Santa María Contreras a su favor,
respecto de los lotes de terreno números once y doce de la manzana N
Dos, de la Urbanización Los Naranjos, II Etapa, Distrito de San Martín de
Porres, y entonces el contrato no adolece de vicio alguno puesto que el
vendedor ha dispuesto su cuota ideal que le correspondía sobre dichos
bienes, respetándose los derechos y acciones que le corresponde a la
demandante; por otro lado, sostiene que debió de aplicarse el numeral
sesentitrés de la Ley General de Sociedades – Ley número veintiséis mil
ochocientos ochentisiete, referida a la decisión de los socios, ya que
establece que los acuerdos se toman por mayoría de votos y que tales
acuerdos son válidos aun cuando el socio no haya
concurrido. CONSIDERANDO: Primero.‐ La causal de aplicación indebida
de una norma de derecho material se presenta generalmente cuando
existe error en el diagnóstico de los hechos obrantes en el proceso materia
de juzgamiento, aplicándose por tanto una norma impertinente y dejándose
de aplicar la norma correspondiente. En ese sentido, habrá aplicación
indebida de una norma de derecho sustantivo cuando se presenten los
supuestos siguientes: (i) Cuando se aplica al caso una norma que no lo
regula, dejando de observar la norma verdaderamente aplicable, la cual es
violada lógicamente por inaplicación. Es decir, se aplica una norma
impertinente en vez de la que jurídicamente corresponde; (ii) Cuando se
aplica al caso materia del litigio una norma derogada en sustitución de la
vigente; (iii) Cuando no se aplica una norma jurídica nacional por entender
que la norma aplicable es la extranjera; y, (iv) Igualmente, dentro de esta
causal se inscribe la causal consistente en la aplicación indebida del
principio relativo a la jerarquía de las normas, contenido en el artículo
ciento treintiocho de la Constitución Política del Estado. Segundo.‐ Por
otra parte, la causal de inaplicación de una norma de derecho material se
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configura cuando concurren los siguientes supuestos: a) El Juez, por
medio de una valoración conjunta y razonada de las pruebas, establece
como probado ciertos hechos; b) Que estos hechos guardan relación de
identidad con determinados supuestos fácticos de una norma jurídica
material; c) Que no obstante esta relación de identidad (pertinencia de la
norma) el Juez no aplica esta norma sino otra, resolviendo el conflicto de
intereses de manera contraria a los valores y fines del derecho y,
particularmente, lesionando el valor justicia. Tercero.‐ Para efectos de
determinar si los juzgadores han incurrido en error in iudicando, es
necesario precisar que la presente discusión se centra en establecer si
procede declarar la nulidad de los actos jurídicos contenidos en el contrato
privado de resolución de contrato y transferencia de inmueble, de fecha
veinticinco de enero del año dos mil dos, celebrado entre los demandados
Enrique Santa María Contreras y Ángel Serapio Guerra Contreras, el cual
simultáneamente deja sin efecto el contrato privado de fecha dieciséis de
julio de mil novecientos ochentiocho, y además, celebra la transferencia de
los lotes de terreno número once y doce de la manzana N Dos,
urbanización Los Naranjos, II etapa, San Martín de Porres. Cuarto.‐ Es del
caso señalar que el contrato cuya nulidad se pretende contiene en realidad
dos actos jurídicos, el primero, el acto jurídico que resuelve el contrato de
fecha dieciséis de julio de mil novecientos ochentiocho, el cual creaba una
sociedad comercial, y el segundo, la compraventa de dos lotes de
terreno. Es más, la pretensión de nulidad de acto jurídico se sustenta en
causales diferentes, pues, respecto al primer acto jurídico, se sostiene que
no habría participado la actora pese a que ella formó parte del contrato que
creó la sociedad mercantil y, respecto al segundo acto jurídico, se sustenta
en que dicha transferencia se realizó sin la intervención de la demandante
pese a ser copropietaria conjuntamente con el demandado Enrique Santa
María Contreras de los inmuebles mencionados. Quinto.‐ En relación a la
causal de aplicación indebida del inciso primero d el numeral novecientos
setentiuno del Código Civil, es del caso precisar que esta denuncia
cuestiona la decisión adoptada por las instancias de mérito relacionada
con el segundo acto jurídico, esto es, la compraventa de los predios en
litigio, pues, según las sentencias de mérito, la decisión de disponer los
predios mencionados debieron adoptarse por unanimidad, toda vez que se
trataban de bienes comunes; no obstante, en este caso, el copropietario
demandado dispuso de dichos predios sin la participación de la otra
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copropietaria, esto es, de la demandante. Sexto.‐ Es necesario precisar
que los predios consistentes en los lotes de terreno números once y doce
de la manzana N Dos, de la Urbanización Los Naranjos, II etapa, San
Martín de Porres, pertenecen conjuntamente a los señores María
Magdalena Briceño Bazán y Enrique Santa María Contreras, es decir, se
trata de una copropiedad, según es de verse de los documentos obrantes
de fojas seis a nueve. Por otra parte, se desprende del contrato objeto de
nulidad que efectivamente don Enrique Santa María Contreras transfiere la
propiedad de los mencionados lotes de terreno a favor de Ángel Serapio
Guerra Contreras, mediante el cual el primero de los nombrados recibe la
suma de diez mil dólares americanos – ver cláusula tercera A), C), D) y E);
sin embargo, debemos establecer que conforme a la cláusula tercera B),
de dicho contrato, las partes aclaran que el transferente, es decir, Enrique
Santa María Contreras, deja expresamente establecido que “…el mérito
del presente contrato nada tiene que ver respecto a los bienes que le
corresponden a la Sra. María Magdalena Briceño Bazán, por cuanto estoy
[está] renunciado sobre los derechos y acciones que a mi [su] persona me
[le] asiste” (El resaltado es de esta Sala), con lo cual queda establecido
que el codemandado, Enrique Santa María Contreras, sólo dispuso de la
cuota ideal que le correspondía sobre dichos predios, dejando a salvo los
derechos que pertenecen a la demandante; en tal orden de ideas, se
concluye que la Sala Superior se equivocó en el diagnóstico de los hechos
obrantes en el proceso materia de juzgamiento, pues, equivocadamente
sostuvo que el demandado Enrique Santa María Contreras transfirió la
totalidad de los inmuebles en litigio; por consiguiente, este error en la
calificación de los hechos ha originado la aplicación de una norma
impertinente, conforme se explicará a continuación. Séptimo.‐ Nuestro
ordenamiento jurídico regula la figura de la “copropiedad”, pues, según lo
dispuesto en el artículo novecientos sesentinueve del Código Civil se
considera que “hay copropiedad cuando un bien pertenece por cuotas
ideales a dos o más personas”. La copropiedad se caracteriza por la
existencia de una pluralidad de sujetos, pues, la misma norma señala que
la copropiedad corresponde a “dos o más personas”; también se
caracteriza por la unidad de objeto, toda vez que recae sobre un bien
común y, asimismo, por la existencia de cuotas ideales, esto es, el derecho
de cada copropietario lo es “por cuotas ideales”, es decir, por un porcentaje
de interés en el bien común. La copropiedad origina el ejercicio de
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derechos colectivos e individuales por parte de los copropietarios. En
cuanto al ejercicio de los derechos colectivos, entendido como el conjunto
de actividades dirigidas al aprovechamiento de los bienes comunes para
satisfacer las necesidades o incluso para el desarrollo personal de cada
propietario, ha sido tratado por el Código Civil bajo la denominación de
administración de los bienes. El inciso primero del numeral novecientos
setentiuno del Código Civil regula los casos de la gestión convencional de
los bienes comunes, por cuanto se refiere específicamente al caso en que
dicha gestión se realiza de modo directo por los copropietarios y, según el
cual, las decisiones sobre el bien común se adoptarán por unanimidad,
para disponer, gravar o arrendar el bien, darlo en comodato o introducir
modificaciones en él. Empero, en el caso en concreto no se está
cuestionando la esfera de actuación colectiva de los copropietarios sobre
el bien común, esto es, sobre la administración convencional de los predios
en litigio, pues, no ha sido objeto de probanza si efectivamente existe una
gestión convencional respecto del bien común; sino lo que es objeto de
litigo es si procede declarar la nulidad del acto jurídico de compraventa de
la cuota ideal que ostenta el demandado, Enrique Santa María Contreras;
en tal orden de ideas, esta Sala Suprema llega a la conclusión que las
instancias de mérito habrían aplicado una norma impertinente,
concretamente, el inciso primero del artículo novecientos setentiuno del
Código Civil, a lo que es materia de controversia; por ende, este extremo
del recurso resulta amparable. Octavo.‐ En relación a la causal de
inaplicación de lo dispuesto en el artículo novecientos setentisiete del
Código Civil, según el cual cada copropietario puede disponer de su cuota
ideal y de los respectivos frutos, debemos tener presente que de lo
regulado en el Código Sustantivo se desprenden los principios rectores de
la institución comentada (copropiedad), esto es, el principio de autonomía
privada; principio de proporcionalidad; principio democrático y el de la
libertad individual (que es el que nos interesa para el caso en concreto),
según el cual “Cada copropietario conserva su libertad individual con
respecto a su cuota, la cual puede ser transferida, gravada o dispuesta por
el comunero sin necesidad de pedirle autorización a los otros(…)” . En tal
virtud, dicho principio rector está consagrado en el numeral novecientos
setentisiete del Código Civil, el cual regula respecto de la titularidad de la
propia participación en la copropiedad de la denominada cuota ideal, que
debe ser entendida como la medida de la participación de cada quien en la
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propiedad del bien común, siendo que el Código Civil faculta a dicho
copropietario a disponer de su cuota ideal, lo que permitirá sustituir al
actual copropietario por el adquirente de la cuota ideal, posición que
también es asumida en la jurisprudencia de esta Corte Suprema al
sostener que “(…) se debe destacar que la ley sustantiva ha considerado
que por cuestiones del tráfico patrimonial (principio de circulación de la
riqueza) el copropietario puede disponer o gravar su cuota ideal así como
los respectivos frutos, tal como prescribe el artículo 977 del Código Civil;
de esta manera, se concibe el derecho a la cuota ideal como un derecho
amplio pues cada condómino tiene la aptitud de transferir a título gratuito u
oneroso su cuota ideal, o constituir sobre ella un derecho de usufructo o
afectarla con garantía real” ; en tal virtud, se concluye que el numeral
glosado permite a cada copropietario disponer de su denominada “cuota
ideal” del bien común; situación que se ha comprobado en el presente
caso, conforme se desprende de lo expuesto en el considerando sexto de
la presente resolución; por consiguiente, esta denuncia también resulta
amparable. Noveno.‐ Finalmente, el recurrente también cuestiona la
decisión de las instancias de mérito respecto del contrato objeto de nulidad
en el extremo que resuelve el acto jurídico de fecha dieciséis de julio de mil
novecientos ochentiocho, mediante el cual se creó una sociedad
mercantil. El impugnante denuncia la inaplicación de lo dispuesto en el
artículo sesentitrés de la Ley General de Sociedades – Ley número
veintiséis mil ochocientos ochentisiete, referida a la decisión de los socios,
pues, establece que los acuerdos se toman por mayoría de votos y que
tales acuerdos son válidos aún cuando el socio no haya
concurrido. Décimo.‐ Sobre el particular, es del caso señalar que Enrique
Santa Maria Contreras, Maria Magdalena Briceño Bazán y Ángel Serapio
Guerra Contreras constituyeron lo que se denomina una sociedad irregular,
mediante el contrato privado que obra a fojas doce, de fecha dieciséis de
julio de mil novecientos ochentiocho, cuya existencia consta en prueba es
crita, pero que no ha sido constituida por escritura pública; no obstante, los
señores Enrique Santa María Contreras y Ángel Serapio Guerra Contreras
pretenden dejar sin efecto la creación de dicha sociedad mercantil
mediante la celebración del contrato privado de fecha veinticinco de enero
del año dos mil dos, que es objeto de nulidad, sin la participación de la
parte demandante; sin embargo, debe observarse que las relaciones
internas de dicha sociedad irregular deben regirse por el pacto social o por
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la ley; por tanto, su disolución y liquidación debe sujetarse a lo previsto en
el pacto social y, en su defecto, a las reglas generales contenidas en la Ley
General de Sociedades; situaciones que no han sido observadas por la
parte demandada; por consiguiente, al no haberse observado las
formalidades previstas por la Ley General de Sociedades para disoluciones
de las sociedades, no resulta pertinente la aplicación del numeral
sesentitrés de la Ley General de Sociedades, referida a la adopción de
acuerdos; por tal razón, este extremo del recurso resulta
infundado. Décimo Primero.‐ Consecuentemente, esta Sala Suprema llega
a la conclusión de que las instancias de mérito han incurrido en error in
iudicando; por lo que corresponde amparar el recurso interpuesto, y
proceder conforme a lo normado en el inciso primero del artículo
trescientos noventiseis del Código Procesal Civil. Por los fundamentos
anteriormente expuestos y en aplicación de lo dispuesto en el inciso
primero del artículo trescientos noventiseis del Código Procesal Civil:
declararon FUNDADO el recurso de casación interpuesto a fojas
quinientos sesenticinco por Ángel Serapio Guerra Contreras; en
consecuencia, CASARON la sentencia de vista obrante a fojas quinientos
cincuenta, su fecha veinte de septiembre del año dos mil siete; y, actuando
en sede de instancia CONFIRMARON la resolución apelada obrante a
fojas cuatrocientos sesenticuatro, su fecha diecisiete de octubre del año
dos mil seis, en el extremo que declara: Nulo el contrato de privado de
resolución de la sociedad irregular y que declara Infundada la
indemnización de daños y perjuicios; y, la REVOCARON en el extremo que
declara Nulo el contrato de transferencia de los derechos y acciones de los
predios en litigio; y, REFORMANDOLA declararon INFUNDADA la
demanda en tal extremo; la CONFIRMARON en lo demás que contiene;
DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial
“El Peruano”, bajo responsabilidad; en los seguidos por María Magdalena
Briceño Bazán contra Ángel Serapio Guerra Contreras y otro, sobre
nulidad de acto jurídico; y los devolvieron; Vocal Ponente señor Castañeda
Serrano.‐
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Rps. Gunther Gonzales Barrón. Curso de Derechos Reales. Jurista
Editores. Lima‐Perú, 2003. p. 676.
III. BIBLIOGRAFÍA:
Gonzáles Linares, Nerio. “Derecho Civil Patrimonial: Derechos Reales”. Palestra
Editores. Junio 2007.
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