Conoce aquí la leyenda del Jilguerillo, una de las menos conocidas, pero que posee
elementos que reflejan parte de los antepasados de Guatemala.
Un día este guerrero se propuso buscar esposa y eligió a una mujer joven y hermosa
llamada Jilgue. Ella acostumbraba a pasear por el bosque cantando como un pajarillo.
Jilgue se enteró de las intenciones que tenía Batsu hacia ella, quien conociendo la crueldad
del guerrero decidió huir y esconderse en el bosque.
Cuando Batsu se enteró de que Jilgue había desaparecido se enfureció y envió a todos sus
guerreros en busca de ella. Luego de buscar por un tiempo, escucharon el canto de Jilgue.
Pero cuando creyeron estar cerca del lugar de dónde venía el canto, Jilgue desapareció.
Batsu estalló en cólera y ordenó que se quemara el bosque. Cuando las llamas comenzaban
a expandirse le gritó a Jilgue que si salía podía salvarse, pero ella le respondió que antes
prefería la muerte, el fuego se hacía cada vez más fuerte. Luego se pudo observar cómo
Jilgue, inconsciente, caía al suelo. Pero un pajarillo color ceniza, con patas y pico rojo,
comenzó a cantar sin cesar.
Luego se dieron cuenta de que no era el canto de un pajarillo, era la voz de Jilgue que desde
entonces se sigue escuchando en el canto de los jilgueros que hoy habitan los bosques de
las tierras de Guatemala.
Leyenda de los penitentes de la
Recolección en Guatemala
09 diciembre 2016 11:25 am | Por: Gabriela
(Foto: El País)
Una de esas noches, Fabio, un labrador del pueblo, decidió regresar solo a su casa,
aprovechando que había comprado una bicicleta, la noche estaba muy oscura porque no
había Luna y los postes de alumbrado tenían los faros rotos.
Fabio justo a mitad de camino iba pedaleando lento, cuando de pronto vio algo que le
pareció como un borracho tendido en mitad del camino, se preocupó por el posible estado
de aquel hombre, así que se bajó de su bicicleta y le gritó: “¡Despertate!”.
Como no pasó nada, Fabio se acercó más y le dio una ligera patada, cuál sería su sorpresa
cuando sintió que no era el cuerpo de un hombre, era como un bulto, de consistencia
gelatinosa, que al ser pateado, salió flotando hacia la finca, los cabellos de Fabio se erizaron
y un escalofrío recorrió su cuerpo.
(Foto: elmejorplandelmundo.com)
La borrachera se le fue inmediatamente y como pudo, agarró su bicicleta e intentó pedalear
pero la cadena se había zafado, así que la arrojó y salió corriendo como alma que lleva el
Diablo y gritando por todo el camino.
Al llegar a casa, su mamá le abrió las puertas y él cayó desmayado y nunca más volvió a
regresar tarde del pueblo.