Ahora bien, la oralidad puede existir sin el lenguaje pero no a la inversa… la escritura es
como un segundo modelado de la oralidad, que permite nuevas cosas.
”Los seres humanos de las culturas orales primarias (…) aprenden mucho, poseen y
practican una gran sabiduría, pero no ‘estudian’ ” (p. 18). La escritura permite el
metalenguaje, reflexionar sobre las pelotudeces que decimos.
Aunque las palabras estén fundadas en lo oral, la escritura las encierra tiránicamente para
siempre en un campo visual. Por ejemplo, si tengo que estudiar Ricoeur y después hablarlo,
posiblemente en mi mente tenga ‘estructurado’ el texto, como si me hubiese morfado el libro
y pueda ver las palabras escritas en mi mente.
“Sin la escritura, la conciencia humana no puede alcanzar su potencial más pleno (…) La
oralidad debe y está destinada a producir la escritura”. (p. 23-24).
1. Es inhumana porque establece fuera del pensamiento lo que solo puede existir dentro
de él
2. Destruye la memoria
3. No produce respuestas
El alfabeto fonético (tanto griego como fenicio) implica un nuevo orden de cosas: que la
palabra no es una cosa, un fonograma como era antes (por ej: la escritura egipcia), sino que es
un suceso posible de dividirse en elementos pequeños. Este alfabeto pierde todo vínculo real
con las cosas como tales.
La palabra escrita se separa de su contexto. Esto no sucede con la palabra oral, que debe
producirse con un determinado tono, dirigido a un pelotudo, con determinados gestos,
etcétera.
Precisión y distancia
”Las palabras escritas agudizan el análisis, pues se exige más de las palabras individuales”
(p. 105). Tenemos que ser precisos al escribir, porque no tenemos gestos ni tonos para
enfatizar lo que decimos… entonces tenemos que sacarle el jugo a cada palabra para que
aquello que decimos se entienda. Ej: caso de los mails o sms; a veces (o la mayoría de las
veces) se presentan a confusión.
“La escritura posibilita una introspección cada vez más articulada, lo cual abre la psique
como nunca antes, no sólo frente al mundo objetivo exterior, sino también ante el yo interior,
al cual se contrapone el mundo objetivo.” (p. 106).
1. La retórica
La tradición retórica representaba al antiguo mundo oral, mientras que la tradición filosófica
representaba las nuevas estructuras escritas del pensamiento.
Era un arte agonísitico, basado en la confrontación oral de discursos: el orador hacía frente a
otros adversarios.
Paradoja:
Lengua dominada por la escritura
Conservaba sus raíces de oralidad, ya que se buscaba producir no un escritor, sino un
orador.
La persistencia de la oralidad
Con los sistemas educativos estatales del siglo XIX basadas en una educación teórica,
comercial y doméstica, la tradición oral heroica y agonística quedó atrás. Y mientras esto
sucedía, las mujeres entraban cada vez más en el terreno académico.