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Un poco de Historia

-Comenzaremos por la historia de la Iglesia, en los primeros siglos se nos


cuenta como algunos cristianos visitaban los “Santos Lugares”, la primera
de todas según dice la tradición fue la Virgen María, pero no es la única ,
San Gregorio de Tours (In gloria martyrum, carmen XII) nos cuenta de
una matrona romana que visitaría los Santos Lugares para traer con ella
la Sangre de Juan el Bautista. Posteriormente tenemos evidencia de que
en el siglo IV d.C la monja Egería visito los santos lugares:

“esta bienaventurada monja Egeria, inflamada con el deseo de la divina


gracia y ayudada por la majestad del Señor, emprendió con intrépido
corazón y con todas sus fuerzas un larguísimo viaje por todo el orbe. Y
así, caminando despacio, guiada por el Señor, llegó a los sacratísimos y
suspirados lugares del nacimiento, pasión y resurrección del Señor, y,
por diversas provincias o ciudades, a los sepulcros de innumerables
santos mártires, para hacer allí oración y encontrar motivo de
edificación” (ARCE, A., Itinerario de la virgen Egeria, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos 1980).

Pero será el gran San Jerónimo quién más nos hable de estas visitas
realizadas por cristianos a los santos lugares en sus epístolas. San
Jerónimo nos narra como Santa Paula visitó los Santos lugares en su
viaje desde Antioquia a Egipto: visitó el lugar de la Anástasis
(Resurrección), subió a Sión y contempló el sitio de la flagelación. En
Belén visitó el lugar del nacimiento de Cristo (Carta 10). Incluso llega a
afirmar : ¿Qué nación hay cuyas gentes no vengan a los Santos
Lugares?» (carta 108) dando asi a entender que la peregrinación a los
Santos Lugares era ya conocida en su tiempo. Estas peregrinaciones se
hacían para conocer más y mejor al Señor. Nosotros ahora con el Via-
Crucis también recordamos estos Santos Lugares, las estaciones por las
cuales paso el Señor en su Pasión, muerte y Resurreción, de manera que
sin tener que ir a visitar estos lugares podemos contemplarlos y situarnos
espiritualmente en ellos para palpar y vislumbrar como si estuviéramos
presentes todo lo que le aconteció a nuestro Señor.

Profundizando en las Escrituras:

El Via-Crucis tiene 14 estaciones que ahora comenzaremos a analizar y a


dar las citas bíblicas correspondientes:
En primer lugar Via Crucis significa “camino de la cruz” esta
basado en el texto bíblico siguiente:
Y El, cargando su cruz, Salio al Lugar Llamado de la Calavera, y en
hebreo, Gólgota;
Juan 19,17
Es decir, Cristo, salió camino de la Cruz, o sea del Gólgota donde sería
crucificado.Podemos ver que las caidas que se narran se ajustan a lo que
enseña el libro de los proverbios:

Porque siete Veces cae el justo, y Vuelve A Levantarse;


Mas los impíos caerán en el mal.
Proverbios 24,16

Podemos ver las siete caídas de Cristo en: Primera Caída, Segunda Caída,
Tercera Caída, Jesús se encuentra con su Madre, Jesús y la Verónica,
Jesús y Simón de Cirene, Jesús y las Mujeres de Jerusalén, siendo más
importante el acontecimiento que la caída, al final se han dejado solo tres
caída, sustituyendo las otras cuatro por los sucesos descritos
anteriormente.

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte.

3 Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban
aún más, diciendo: !!Sea crucificado!
24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto,
tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy
yo de la sangre de este justo; allá vosotros.
25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y
sobre nuestros hijos.
26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó
para ser crucificado.
Mateo 27,23-26

Segunda Estación: Jesús Toma la Cruz


Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y
Pilato les dijo: !!He aquí el hombre!
Juan 19,5

17 Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en


hebreo, Gólgota;
Juan 19,17

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez

4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;


y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por
su camino; mas Yavhe cargó en él el pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al
matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no
abrió su boca.
Isaias 53,4-7
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Mateo 11,29-30

Cuarta estación: Jesús se encuentra con su Madre

34 Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está


puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para
señal que será contradicha
35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados
los pensamientos de muchos corazones.
Lucas 2,34-35

Sal 22, 7-11: 7 Pero yo soy un gusano, no un hombre; la gente me


escarnece y el pueblo me desprecia;8 los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: 9 «Confió en el Señor,
que él lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto». 10 Tú, Señor, me sacaste del seno
materno,
me confiaste al regazo de mi madre;11 a ti fui entregado desde mi
nacimiento,
desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.

Is 49,14-17: «¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de


querer al hijo de sus entrañas?»

Quinta Estación, Simón de Cirene le ayuda a llevar la Cruz

26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo,


y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
Lucas 23,26
Sexta estación, Verónica limpia en rostro a Jesús

Este pasaje no lo encontramos en las Escrituras, si en la tradición y en los


evangelios apócrifos como el evangelio de Nicodemo. Sin embargo
podemos dar un pasaje que puede situarnos en el contexto en el que esto
sucedió:

7 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y


hacían lamentación por él.
28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis
por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las
estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a
los collados: Cubridnos.
31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se
hará?

Lucas 23, 27-31

Otras citas pueden ser:

Sal 27,8-9 : Mi corazón sabe que dijiste: Busquen mi rostro».


Yo busco tu rostro, Señor,9 no lo apartes de mí.

Is 50,6-7: Ofrecí... mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro


no hurté a los insultos y salivazos... por eso puse mi cara como el
pedernal».

Is 53,1-5: «Varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante


quien se oculta el rostro, despreciable y no le tuvimos en cuenta».

Séptima estación: Jesús cae por segunda vez


Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado.
Hebreos 4,15

En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó;


en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos
los días de la antigüedad.
Isaías 63,9
Octava estación: Jesús consuela a las mujeres

27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y


hacían lamentación por él.
28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis
por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las
estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a
los collados: Cubridnos.
31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se
hará?

Lucas 23, 27-31

Novena estación: Jesús cae por tercera vez.

Sal 37: tus flechas se me han clavado, tu mano pesa sobre mi...; mis
culpas sobrepasan mi cabeza, son un peso superior a mis fuerzas;
...siento palpitar mi corazón, me abandonan las fuerzas...

Sal 69,3 «...me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer


pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente».

Decima estación, Jesús es despojado de sus vestiduras


Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron su manto y lo
partieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. Tomaron
también la túnica, la cual no tenía costura, sino que era de una sola
pieza, tejida de arriba abajo.
24 ―No la dividamos —se dijeron unos a otros—. Echemos suertes para
ver a quién le toca.
Juan 19,23-24

Undecima estación: Jesús es clavado en la Cruz


Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto
con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.
34 ―Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen.[d]
Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de
Jesús.
35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los
gobernantes estaban burlándose de él.
Lucas 23,33-35
Duodecima estación: Jesús muere en la cruz

28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y


para que se cumpliera la Escritura, dijo:
―Tengo sed.
29 Había allí una vasija llena de vinagre; así que empaparon una
esponja en el vinagre, la pusieron en una caña[c] y se la acercaron a la
boca. 30 Al probar Jesús el vinagre, dijo:
―Todo se ha cumplido.
Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
Juan 19,28-29

Decimotercera estación, Jesús es bajado de la Cruz


Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús.
José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos.
Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo. 39 También Nicodemo, el
que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro
kilos de una mezcla de mirra y áloe
JUAN 19,38-39

Decimocuarta estación: Jesús es enterrado.

Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana que había


comprado, y lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar
una piedra a la entrada del sepulcro. 47 María Magdalena y María la
madre de José vieron dónde lo pusieron.
Marcos 15,46-47

Después de cada estación se dice:

Te adoramos, Cristo y te bendecimos. Porque por tu santa Cruz


redimiste al mundo.
Esto se basa en:

he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: !!Salve! Y ellas,


acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.
Mateo 28,9
según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido
encomendado.
1timoteo 1,11
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero ,
Galatas3,13
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
matando en ella las enemistades.
Efesios 2,16

Finalmente se reza el Padre Nuestro que lo encontramos en Mateo 6, el


ave Maria que viene casi literalmente en las escrituras: Lucas 1,26-28,
Lucas 1,42 ,Lucas 1,43 y Juan 2,3-5. El gloria también se desprende de las
escrituras:2Cor 13,13, Hechos 7,55, Ezequiel 3,12.
Por la señal de la Santa Cruz... Señor mío Jesucristo...

O en su lugar:

En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Ofrenda a la Virgen: «Dame tu mano, María»


(Gerardo Diego)

La oración en el Huerto
(Gerardo Diego)

Oración inicial

Nosotros, cristianos, somos conscientes de que el vía crucis del Hijo de Dios no fue
simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del
Condenado, cada gesto o palabra suya, así como lo que vieron e hicieron todos aquellos
que tomaron parte en este drama, nos hablan continuamente. En su pasión y en su
muerte, Cristo nos revela también la verdad sobre Dios y sobre el hombre.

Hoy queremos reflexionar con particular intensidad sobre el contenido de aquellos


acontecimientos, para que nos hablen con renovado vigor a la mente y al corazón, y
sean así origen de la gracia de una auténtica participación. Participar significa tener
parte. Y ¿qué quiere decir tener parte en la cruz de Cristo? Quiere decir experimentar en
el Espíritu Santo el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo. Quiere decir
reconocer, a la luz de este amor, la propia cruz. Quiere decir cargarla sobre la propia
espalda y, movidos cada vez más por este amor, caminar... Caminar a través de la vida,
imitando a Aquel que «soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la
diestra del trono de Dios» (Hb 12,2).

Pausa de silencio

Oremos: Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo,
para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra
redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y
resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. [Juan Pablo II]

Primera Estación
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi


R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]

«Reo es de muerte», dijeron de Jesús los miembros del Sanedrín, y, como no podían
ejecutar a nadie, lo llevaron de la casa de Caifás al Pretorio. Pilato no encontraba
razones para condenar a Jesús, e incluso trató de liberarlo, pero, ante la presión
amenazante del pueblo instigado por sus jefes: «¡Crucifícalo, crucifícalo!», «Si sueltas a
ése, no eres amigo del César», pronunció la sentencia que le reclamaban y les entregó a
Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.

San Juan el evangelista nos dice que, pocas horas después, junto a la cruz de Jesús
estaba María su madre. Y hemos de suponer que también estuvo muy cerca de su Hijo a
lo largo de todo el Vía crucis.

Cuántos temas para la reflexión nos ofrecen los padecimientos soportados por Jesús
desde el Huerto de los Olivos hasta su condena a muerte: abandono de los suyos,
negación de Pedro, flagelación, corona de espinas, vejaciones y desprecios sin medida.
Y todo por amor a nosotros, por nuestra conversión y salvación.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.

Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.

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