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tiva y la evolución de las diferentes clases sociales del campo.

En 20 años, la población activa agraria se ha reducido a la mitad. El campo ha actuado como un verdadero
«ejército de reserva» de las zonas industriales del país, usando una expresión económica que designa la masa
disponible para futuras (y eventuales) labores industriales. Es evidente que esta emigración masiva no ha sido
planificada y que, por tanto, ni el emigrante estaba preparado para afrontar las nuevas actividades productivas ni
las ciudades disponían de los medios y servicios adecuados para que pudiesen llevar una vida digna.
Pero además este proceso ha sido selectivo en dos sentidos: 1º muchas zonas y muchos municipios rurales
han quedado prácticamente desiertos, con lo que los servicios y condiciones de vida se han hecho insoportables
para los que no partieron. 2º han emigrado los más jóvenes. Esto quiere decir que la población campesina está
envejeciendo a un ritmo anormal. Más de la mitad de los agricultores tienen hoy más de 55 años.
Esto da una idea de las dificultades que existen y existirán para introducir innovaciones técnicas y para
cambiar, voluntariamente, las estructuras productivas.

LAS CATEGORÍAS SOCIO-ECONÓMICAS

De acuerdo con el cuadro nº 3 se mantiene cons-


tante el número de agricultores que cultivan directa-
mente la tierra (empresarios sin asalariados). Por el
contrario, el número de pequeños agricultores (lla-
mados «ayuda familiar») disminuye, a la vez que au-
menta el número de jornaleros. Este fenómeno es ló-
gico dentro de un sistema agrario de tipo capitalista:
los agricultores abandonan su pequeña explotación
porque no es «rentable» (en términos capitalistas) y
se van proletarizando progresivamente al trabajar para
otros agricultores más grandes, de forma provisional
o definitiva. Si trabajando de forma parcial fuera de
su explotación, este pequeño agricultor puede aguantar sin dejar la suya, llamaremos a esta situación agricultura a
tiempo parcial. Se da especialmente cerca de las zonas turísticas o industriales, donde el agricultor puede trabajar
temporalmente en estos sectores sin desplazarse muy lejos. La magnitud de este problema no cesa de aumentar en
la actualidad. En Catalunya, por ejemplo, alrededor del 40% de los agricultores están en esta situación.
Otro factor que lleva a la proletarización del agricultor es la llamada «integración». Los contratos de integra-
ción entre las industrias agrarias (casas de piensos, fábricas de conserva, etc.) y los agricultores, le aseguran un
precio a la producción convirtiéndose éste en un trabajador del complejo industrial integrador, pero sin las ventajas
de un trabajador fijo: vacaciones, seguridad social, etc.
Dejando aparte a las capas rurales más minoritarias, tanto al propietario rico (que tiene jornaleros de forma
fija y que no trabaja directamente la tierra) como el agricultor acomodado (que tiene jornaleros pero participa
directamente en la explotación y tiene los medios de producción suficientes) e incluido el jornalero, agricultor sin
tierra, podemos descubrir que la capa social cuantitativamente más importante de este sector es actualmente la de
los agricultores, cultivadores directos. Esta capa forma la llamada «empresa familiar». Su sistema de producción
es la parcela, en la cual es muy difícil pensar en una división del trabajo y mucho más en la introducción de mejoras
técnicas. La causa de su explotación es precisamente la forma actual de división de las parcelas y las formas de
propiedad de la tierra que no permiten al agricultor ni ampliar ni modernizar la explotación, obligándole a que
finalmente se reconvierta a la agricultura a tiempo parcial o a la integración. En el sistema económico actual, la
evolución de su sistema deja lamentablemente muy poco margen al optimismo: sólo la ganadería industrial, el
cooperativismo y el trabajo en común de la tierra, pueden hacer que se mantenga momentáneamente en el sector.

CAPITALISMO EN EL CAMPO

Monopolios de suministro de materias primas

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