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ACCION PENAL

¿QUÉ ES ACCIÓN PENAL?

La acción penal es aquella que se origina a partir de un delito y que supone la imposición

de un castigo al responsable de acuerdo a lo establecido por la ley. De esta manera, la

acción penal es el punto de partida del proceso judicial.

ACCIÓN PENAL

Los orígenes de la acción penal se remontan a los tiempos en que el Estado se hizo

acreedor del monopolio del uso de la fuerza; al inaugurar la acción penal, ésta reemplazó

a la venganza personal y a la autodefensa, al ser el Estado quien asume la defensa y el

resarcimiento de sus ciudadanos.

La acción penal, por lo tanto, supone un ejercicio de poder por parte del Estado y un

derecho a la tutela para los ciudadanos que sufren las consecuencias de un delito cometido

contra su persona.

En un sentido filosófico, la acción penal es una de las formas que tiene el Estado para

reestablecer la paz social que fue alterada por la comisión de un delito. La promoción de

una acción penal puede ser ejercida tanto por el poder estatal como por particulares.

Una vez iniciada una acción penal, su primera etapa consiste en la investigación (la

búsqueda de pruebas), la persecución (el ejercicio de la acción ante el tribunal

competente) y la acusación (se exige un castigo). Durante el juicio, cada uno de estos

pasos es concretado y, en base a la acción, el juez se encarga de dictar la resolución

conforme a lo estipulado por las leyes vigentes.


TIPOS Y FORMAS DE LA ACCIÓN PENAL

Existen dos tipos de acción penal, la pública y la privada. La primera hace referencia a lo

que concierne al ministerio público, sin perjuicio de la participación de la víctima y la

segunda le corresponde a la víctima específicamente.

Existe, además, un tipo de acción que recibe la clasificación de acción pública penal a

instancia privada que existe cuando el ejercicio de la acción pública depende

estrictamente de una instancia privada, en tal situación el ministerio público debe

presentar una instancia para poder representar dicha acción.

Los hechos que pueden perseguirse por la acción privada son las violaciones de la

propiedad, la injuria o infamación que afecte a un individuo o la violación de la propiedad

industrial.

Por su parte, la instancia privada puede perseguir las vías de hecho, los golpes y heridas

que dejen lesiones, las amenazas, los robos sin armas y sin violencia, las estafas y las

falsificaciones de escrituras o documentos, entre otros. En este caso, la acción nace

cuando la víctima presenta una denuncia y, a partir de ese momento, se comienza con la

persecución de los imputados.

Cuando el hecho punible ha sido llevado a cabo contra un incapaz o un menor por parte

de alguno de sus padres o tutores, que serían teóricamente sus representantes, por

evidentes razones es el ministerio público el que ejerce la acción.

Existen casos en los que la acción penal puede extinguirse, como cuando fallece el

imputado o la víctima (siempre y cuando sus herederos no continúen con la acción), se

ofrece la amnistía, se abandona la acusación, se vence el plazo de la suspensión

condicional del procedimiento penal o prescripción o desistimiento de la instancia privada

(si es que de ella depende la acción pública).


Es importante señalar también que la acción civil puede ejercerse de forma simultánea

con la penal, siempre y cuando se respeten las normas pautadas en el código procesal

penal. A veces se las trata de forma conjunta y otras, por separado en los tribunales civiles;

en este último caso se paraliza el ejercicio hasta que se dicta un veredicto.

¿CUÁNDO SE EXTINGUE LA ACCIÓN PENAL EN UN DELITO POLÍTICO?

El ejercicio del jus puniendi del Estado se encuentra regulado por diferentes principios

que son el resultado de un largo proceso de lucha por la libertad, la democracia y los

derechos humanos. Los principios penales de legalidad, lesividad, proporcionalidad y

humanidad, entre otros, surgieron en la necesidad de controlar el uso arbitrario y

prepotente del control penal por parte del Estado y de sus órganos delegados de poder.

Sin embargo, el proceso de configuración y consolidación de límites y garantías contra el

poder punitivo del Estado, conoce también un desarrollo formal no menos significativo a

través de las llamadas causales de extinción de la acción penal y de la pena. Se trata de

un conjunto de circunstancias diferentes de carácter político, legal, natural o privado, que

son ajenas al hecho punible, pero que extinguen su posibilidad de persecución (acción

penal) o de sanción efectiva (ejecución de la pena). Corno afirma Cuello Calón: «Las

causas de extinción de la responsabilidad penal son determinadas circunstancias que

sobrevienen después de la comisión del delito y anulan la acción penal o la pena. Se

diferencian de las causas de exención de responsabilidad penal en que estas son anteriores

a la ejecución del delito (corno la infancia, la locura), o coetáneas, es decir, surgen en el

momento de su realización, mientras que las causas de extinción de la responsabilidad

penal sobrevienen no sólo después de delito sino aún después que la justicia ha

comenzado su persecución y, en ciertos casos, con posterioridad a la sentencia

condenatoria». Precisando más tales diferencias Roy Freyre ha sostenido también que:

«la diferencia está en que las causas "extintivas" cancelan una responsabilidad penal que
se supone ya surgida o que se tuvo por incuestionable; por tanto, miran al pasado. En

cambio, las causas "eximentes" impiden el nacimiento de una responsabilidad penal; en

consecuencia, tienen en perspectiva el futuro».

Como suele ocurrir en otros ámbitos de la dogmática de las consecuencias jurídicas del

delito, la denominación que se otorga a las causales que estamos analizando no es

uniforme. Si bien resulta frecuente que se les designe como causales de extinción de la

acción penal y de la pena, también es común detectar que se les denomina causas de

extinción de la responsabilidad penal. 5 Sin embargo, en la doctrina coexisten otras

nomenclaturas como la de condiciones de operatividad de la coerción penal que utiliza

Zaffaroni.

En el derecho penal peruano se ha optado por la primera de las denominaciones

mencionadas. Es así que tanto en el Código Penal de 1924 (Título XV del Libro Primero)

como en el de 1991 (Título V del Libro Primero) el legislador nacional se ha referido a la

extinción de la acción penal y de la pena. ¿Sólo en el Código Penal de 1863 el legislador

no organizó estas causales bajo una denominación común? Resulta anecdótico recordar

la preocupación que mostraba Cornejo en torno a que las causales que analizamos no

podían extinguir la acción penal, por lo que su denominación correcta debería ser causales

de extinción del delito: da acción no es susceptible de extinción, y que no puede impedirse

su ejercicio aun cuando llegare a faltar el fundamento de la pretensión correlativa. Cuando

la ley penal o civil habla de la extinción de la acción, entiende referirse, no a la facultad

de pretender un derecho, sino a la relación jurídica objeto de la pretensión; o al delito (si

se trata de relación personal) pero no como hecho -que históricamente no puede

suprimirse- sino como ente jurídico, según la concepción de Carrara. Esto equivale a decir

que lo que propiamente se extingue es la relación de que el delito como ente, es

elemento».
Cabe señalar, finalmente, que otros sistemas jurídicos nacionales de nuestro hemisferio

se han inclinado también por denominaciones similares a la acordada en nuestra

legislación peruana. Así, por ejemplo, el Código Penal argentino se refiere a Extinción de

Acciones y Penas (Título X del Libro Primero) y el Código Penal colombiano de 1980

trataba De la Extinción de la Acción y de la Pena (Capítulo V, del Título IV del Libro

Primero). En cambio, el Código Penal mejicano adopta el término Extinción de la

Responsabilidad Penal (Título Quinto del Libro Primero), muy semejante, pese a su

diferencia cronológica, al que emplea el Código Penal cubano que alude a La Extinción

de la Responsabilidad Penal (Título VIII del Libro I).

Ahora bien, según Bustos Ramírez «es mucho más correcto hablar de extinción de la

responsabilidad criminal y no de extinción de la responsabilidad penal. Las causas de

dicha extinción no están necesariamente vinculadas exclusivamente con el sentido y

función de la pena, sino con el sentido y función de la responsabilidad en términos

generales, esto es, con el sentido y función del derecho penal. Se trata de dilucidar cuales

son los principios que informan el problema de la fundamentación y límites de la

intervención penal. Tales principios no son otros que el de la dignidad de la persona, el

de los bienes jurídicos y el de la necesidad de la pena.

LAS CAUSALES DE EXTINCIÓN EN EL CÓDIGO PENAL DE 1991

Siguiendo igual sistemática que su antecesor, el Código Penal vigente trata, por separado,

a las causales de extinción de la acción penal (Art. 78°) y a las causales de extinción de

la ejecución de la pena (Art. 85°).

Causales de extinción de la acción penal

Se encuentran reguladas en el artículo 78° del Código Penal. Estas causales

extinguen el derecho de persecución penal del Estado y con él la facultad del


Ministerio Público de ejercitar ante la autoridad judicial competente la acción

penal. Entendida esta última, como propone San l'vfartín Castro, como «Un poder-

deber de activar la jurisdicción penal, o sea de pedir al órgano jurisdiccional un

pronunciamiento concreto sobre una noticia criminal específica, y que, además,

se trata de una iniciativa típicamente procesal dirigida a la activación de la función

jurisdiccional para la actuación del derecho penal sustantivo». El legislador

nacional ha considerado las siguientes causales de extinción de la acción penal:

a. La muerte del imputado

b. La prescripción

c. La amnistía

d. El derecho de gracia

e. La autoridad de cosa juzgada

f. El desistimiento

g. La transacción

Cabe señalar que las dos últimas causales sólo son aplicables a los delitos

perseguibles por ejercicio privado de la acción penal, como los delitos contra el

honor (injuria, difamación o calumnia).

Causales de extinción de la ejecución de la pena

Estas circunstancias suprimen el derecho del Estado de hacer cumplir al

condenado la pena que le fue impuesta por una autoridad judicial competente. Sin

embargo, alguna de estas causales, como el indulto, operan directamente sobre la

ejecución efectiva de la pena, extinguiendo sus períodos regulares de

cumplimiento. Conforme al artículo 85° del Código Penal son causales de

extinción de la ejecución de la pena las siguientes:


a. La muerte del condenado

b. La amnistía

c. El indulto

d. La prescripción

e. El cumplimiento de la pena

f. La exención de la pena

g. El perdón del ofendido

La última de la causal mencionada tiene también una operatividad condicionada

a que la infracción cometida por el sentenciado corresponda a un delito de acción

penal privada.

Como se puede apreciar de ambos catálogos, coexisten causales de extinción que

poseen una doble función operativa en tanto pueden extinguir la acción como el

derecho de ejecución de la pena. En efecto, ello ocurre con la muerte del infractor,

con la amnistía y la prescripción.

¿QUÉ ES LA ABSOLUCIÓN?

Hablar de absolución equivale a hablar de sentencia absolutoria, es decir a que el juez o

la Sala al dictar sentencia desestima la pretensión civil del demandante o la acusación

penal del acusador. Se declara que el demandante o el acusador no tienen razón.

Lo importante en este momento es esa afirmación, independientemente de la posición

adoptada por el demandado o el acusado.

La absolución no parte de la necesaria estimación de la oposición del demandado o del

acusado. La absolución se apoya en que el demandante o acusador no tienen razón, por

no tenerla o por no haber probado los hechos en los que su pretensión o acusación se basa.
Es cierto que la normal actitud del demandado o acusado mira a la absolución, pero no es

presupuesto de la sentencia absolutoria la oposición del demandado o acusado. Puede ser

la sentencia absolutoria aun cuando el demandado o acusado hayan guardado silencio, o

incluso, cuando el demandado o el acusado (en los excepcionales supuestos en que hoy

es posible dictar sentencia en rebeldía del acusado en nuestro Ordenamiento procesal

penal [V. rebeldía]) esté declarado o se haya constituido en rebeldía.

La absolución puede estar fundada, claro es, en la oposición del demandado, y,

precisamente, cuando el demandado se opone lo hace con esa finalidad: para obtener una

absolución total o una condena parcial, con absolución, claro es de lo no incluido en la

condena. A tal efecto puede alegar hechos impeditivos, extintivos y excluyentes, e invocar

preceptos legales que contrarresten la efectividad de los allegados de contrario.

La absolución, pues puede estar fundada:

a. En la no prueba de los llamados hechos constitutivos de la pretensión del

demandante o acusación del acusador.

b. En que, desde el prisma legal, los hechos constitutivos alegados y probados por el

demandante no permiten acceder a su petición, bien porque entre esos hechos y la

petición no haya la causalidad legal necesaria, bien porque, aunque exista, dicha

petición no es amparada por el legislador, según la interpretación del juzgador.

c. En que el demandado haya alegado y probado alguno de los hechos impeditivos,

extintivos o excluyentes.

d. En que, aún sin alegación del demandado, al proceso hayan llegado y se hayan

probado hechos impeditivos y extintivos salvo que esa recepción procesal de esos

hechos se deba al conocimiento privado del juzgador.

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