mis reflexiones, gira en torno a la responsabilidad frente a los procesos de formación que la instituciones educativas asumen con los individuos y la sociedad, y ante esta inquietud aprecio con gran satisfacción, como, desde la Escuela de Comunicación Social y Periodismo, de la seccional Santa Marta y desde la Universidad misma, se ofrecen respuestas acertadas para formar profesionales con una impronta muy singular que permite el reconocimiento de un sergista en el lugar en que se desempeñe.
Los argumentos que prueban que tal afirmación
no es una utopía, tienen que ver con la apuesta por la formación humanística, la implementación del modelo crítico social y el sentido de la participación, como un compromiso que debe conducir a la consecución del bienestar y del desarrollo personal y colectivo.
En este espectro, también, están presentes la
conciencia y capacidad de liderazgo y la inmersión de valores, como: la veracidad, el respeto por el otro y la honestidad. Igualmente, el propósito de trabajar, desde todas las aristas, para formar profesionales en los diversos saberes y con capacidad de interactuar en un mundo complejo que les exige tomar decisiones y poner al servicio una serie de competencias y conocimientos para la solución de los problemas propios de las dinámicas de los nuevos tiempos.
En definitiva, la conjunción de los aspectos
mencionados, que forman parte de la responsabilidad social del Programa, me despejan el panorama y me confirman que a la Escuela la avala un proyecto pedagógico que parte de mirar al ser humano en sus distintas dimensiones, que no desconoce la incertidumbre que permea todo el accionar, y que existe la voluntad y la disposición de los recursos para propender por la transformación social y la materialización del compromiso misional.