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DL: MA – 363 - 2003

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Los escépticos han atacado la Biblia y han retrocedido en
confusión. Los agnósticos se han burlado de sus enseñanzas, pero son
incapaces de presentar argumentos intelectuales honrados. Los ateos
han negado su validez, pero deben aceptar su exactitud histórica en la
confirmación arqueológica. La arqueología nunca ha descubierto algo
que impugnase las Escrituras. (Billy Graham)
Evidentemente, los teólogos y los arqueólogos tienen que trabajar
en estrecha colaboración para comprender e interpretar el sentido de
la Biblia. La arqueología ya ha proporcionado a la investigación
bíblica numerosas e incuestionables pruebas, ayudándole a aclarar
cuestiones dudosas. En la actualidad, ya nadie puede afirmar que la
Biblia no es más que una colección de leyendas entrelazadas con los
mitos. La arqueología bíblica nos confirma que, en muchos aspectos, la
Biblia es una historia de personas que vivieron en realidad. Casi se la
podría utilizar como guía turística. Lo que, por ejemplo, nos dice
Lucas (2, 8-12) sobre una comarca de pastores cerca de Belén es
realmente cierto y, si tenemos en cuenta sus palabras, experimentamos
ese paisaje con mucha mayor intensidad. Igualmente, cuando leemos a
Mateo (4, 10), surge en nuestra mente lo ocurrido en Cafarnaúm, en la
orilla norte del mar de Galilea, donde Jesús encontró a sus primeros
discípulos, Simón y Andrés, diciéndoles: «Venid conmigo, y os haré
pescadores de hombres». También comprendemos lo ocurrido en el
monte Tabor, donde los israelitas vencieron a los cananeos; las alturas
del Carmelo, con su extraordinario panorama sobre Haifa, el valle de
Armagedón, por debajo de las alturas de Sharon, donde, se reunirán
las potencias de la Oscuridad para luchar contra los defensores de la
Luz...
(Hans Einsle “El misterio bíblico”)

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PRÓLOGO
Dice Roger E. Dickson:
“El universalmente famoso arqueólogo Nelson Gluek hizo en una ocasión la
siguiente afirmación: «Nunca se ha hecho ningún descubrimiento arqueológico que
contradiga o contravenga las afirmaciones históricas de las Escrituras.» Los críticos se
han visto silenciados en más de una ocasión por el golpe de una piqueta contra un
monumento recién descubierto. Una vez tras otra los acontecimientos de las Escrituras
han sido demostrados como exactos mediante hallazgos arqueológicos. Así que ¿no sería
razonable admitir la exactitud de aquellos acontecimientos que no tienen respaldo ar-
queológico? Si cien pasajes han sido demostrados ciertos mediante la evidencia externa,
¿podemos dudar con justicia de un pasaje que pueda carecer de apoyo externo? En años
recientes, la arqueología bíblica se ha dirigido más hacia el campo de la crítica textual.
Se han hecho incontables descubrimientos que arrojan luz sobre el significado de
palabras griegas y hebreas. Estos estudios ayudan en gran manera a los estudiosos de la
Biblia en la comprensión del texto de la Biblia. La arqueología bíblica como un todo es
una evidencia externa en el estudio de las evidencias cristianas. Y es una de las más po-
derosas evidencias que apoyan la veracidad de la Biblia, de toda la Biblia
Se han descubierto monedas, documentos de tiesto o de piedra que relacionan
los nombres de Poncio Pilato, Sergio Paulo, Herodes el Grande, Herodes Antipas, Agri-
pa I y II, Berenice e incontables más que añaden a la tesorería de la arqueología bíblica.
Los descubrimientos se han acumulado hasta tal punto en las últimas décadas que se han
tenido que escribir libros nuevos cada año acerca de la arqueología bíblica para man-
tener la situación al día. En 1958, W. F. Albright, uno de los más grandes arqueólogos
conocidos en tiempos modernos, dijo:
“Gracias a la moderna investigación ahora reconocemos su historicidad
sustancial [esto es, de la Biblia]. Las narraciones de los patriarcas, de Moisés y del
Éxodo, de la conquista de Canaán, de los jueces, la monarquía, exilio y restauración, ha
quedado todo ello confirmado e ilustrado hasta un punto que se hubiera considerado
imposible hace cuarenta años”.
Cada año se hacen nuevos descubrimientos que nos dan un pequeño atisbo de
edades pretéritas. De manera especial, siguen aflorando a la superficie pequeños
fragmentos de información que arrojan nueva luz sobre las costumbres y lenguajes de
los tiempos bíblicos. Examinaremos algunos de los principales descubrimientos que se
han hecho en el pasado. Se trata de descubrimientos que han silenciado la mayor parte
de los ataques de los escépticos. De hecho, es en raras ocasiones que se oye en la
actualidad a nadie negar la exactitud histórica de la Biblia. Se ha desarrollado tal
atmósfera centrada sobre la historia de la Biblia gracias a los descubrimientos
arqueológicos que se ha acallado la boca de cada escéptico.
Para que la Biblia sea inspirada tiene que ser históricamente precisa. Otros libros
de historia pueden ser históricamente exactos. Si su registro histórico contradice la
arqueología, entonces su credibilidad cae. Si se pudiera encontrar que la Biblia estuviera
en contradicción con la historia revelada a través de la arqueología, entonces su
inspiración podría ser puesta en cuestión. Pero, para descorazonamiento de muchos
escépticos, no es este el caso. La Biblia está en armonía con la historia. La revista Life
hizo la siguiente afirmación acerca de la Biblia en un artículo titulado «Man's Eternal
Dialogue With God» (El eterno diálogo del hombre con Dios):
(La Biblia) es, globalmente, una historia notablemente fiable del pueblo hebreo
y del período primero de la iglesia cristiana. Todos los hallazgos recientes de la

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erudición han tendido a elevar, no a rebajar, la posición de la Biblia como historia. Las
tabletas cuneiformes nos proveen ahora con un extenso testimonio no hebreo de muchas
batallas bíblicas, y de migraciones y pueblos bíblicos que los racionalistas habían
considerado «míticos»; lo mismo sucede con otros descubrimientos en Egipto,
Babilonia, Turquía y otros lugares.''
El artículo proseguía diciendo:
“Los descubrimientos siguen llegando y expandiéndose -hasta el punto en que
nos quedamos cegados, a decir de un laborioso experto en paleografía- y enriquecerán
de una manera constante nuestro conocimiento de todas las eras, lugares y creencias de
la Biblia. Pero este enriquecimiento no es la caída de la Biblia. Es como añadir
instrumentos a una orquesta o cuerdas más graves a una partitura musical."
Los descubrimientos arqueológicos mencionados en este libro son sólo unos
pocos entre los miles que se han hecho en años pasados. Estos son solo ejemplos de las
montañas de artefactos disponibles para su estudio por el estudioso sincero de la Palabra
de Dios. La evidencia histórica en apoyo de la historicidad de la Biblia ha sido tan
fuerte en las últimas décadas que la voz del escéptico se ha visto casi totalmente
silenciada en esta área de la crítica. Sí, la Palabra de Dios sigue siendo históricamente
exacta.
En Palestina se sacan a la luz del día sitios y ciudades frecuentemente
mencionados en la Biblia. Aparecen y están situados tal y donde la Biblia dice. En las
antiquísimas inscripciones y edificaciones excavadas, los arqueólogos encuentran cada
vez más personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Los bajorrelieves de aquella
época revelan las imágenes de pueblos cuya existencia sólo conocíamos por los
nombres asirios. Sus rasgos fisonómicos, su indumentaria, sus armas, toman ahora
cuerpo para la posteridad. Estatuas y figuras colosales nos muestran a los hititas de
ancha nariz, a los filisteos esbeltos y de elevada estatura, a los elegantes príncipes
cananeos con los carros de hierro, tan temidos de Israel, a los reyes de Mari,
contemporáneos de Abraham, de sonrisa tan pacífica. A través de los milenios, los reyes
asirios no han perdido nada de su ceño adusto: Tiglatpileser III, conocido en el Antiguo
Testamento con el nombre de Ful; Senaquerib, que destruyó a Lakis y puso cerco a
Jerusalén; Aaradón, que hizo encadenar al rey Manasés, y Assurbanipal, el grande y
célebre Asnafar del Libro de Esdras. Igual que a Nínive y Nemrod, la antigua Kalah, a
Assur y a Tebas, que los profetas llamaban No – Amón. Los investigadores despertaron
de las brumas de la Antigüedad a la execrada Babel de la Biblia y su torre legendaria.
En el delta del Nilo los arqueólogos encontraron las ciudades de Pitón y Rameses,
donde los israelitas padecieron odiosa esclavitud; sacaron a la luz las capas de fuego y
de destrucción que acompañaron a los hijos de Israel en la conquista de Canaán, y en
Guibá la fortaleza de Saúl, en cuyos muros el joven David cantó con su arpa; en
Meguiddo dieron con unas inmensas caballerizas del rey Salomón, quien tenía doce mil
soldados de a caballo… Del mundo del Nuevo Testamento reaparecieron las magníficas
construcciones del rey Herodes, en el corazón de la antigua Jerusalén se encontró el
pavimento elevado mencionado por el evangelista San Juan, en el cual Jesús estuvo ante
Pilatos. Los asiriólogos descifraron, en las tablas estelares de Babilonia, los datos
exactos de observación de la estrella de Belén… Estos hallazgos y descubrimientos tan
asombrosos e inabarcables por su profusión, han modificado bastante nuestra manera de
concebir la Biblia. Acontecimientos que hasta hoy día se consideraban como “leyendas
piadosas” adquieren de repente un prestigio histórico. Por lo general, los resultados de
la investigación coinciden exactamente con los relatos bíblicos hasta en los más
mínimos detalles. No sólo confirman, sino que aclaran al propio tiempo los sucesos
históricos sobre los que se basan el Antiguo Testamento y los Evangelios. Está muy

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generalizada la idea de que la Biblia es exclusivamente Historia Sagrada, una base de la
fe para los cristianos de todo el mundo. Pero al propio tiempo es también un libro de
hechos que tuvieron auténtica realidad. En este aspecto, es, ciertamente, incompleta,
pues el pueblo judío escribió su historia sólo en relación con Yahvé, es decir, la historia
de sus pecados y su expiación. Pero estos acontecimientos son históricamente
verdaderos y se han comprobado con exactitud verdaderamente asombrosa. Así, por
ejemplo, el monte Ararat, mencionado en el relato bíblico del Diluvio, ha sido objeto de
verdaderas expediciones en serie. El monte Ararat está situado en la parte oriental de
Turquía muy cerca de las fronteras de Irán y de la antigua Unión Soviética. Su cumbre,
que se eleva 5.156 metros, está cubierta de nieves perpetuas. El relato de una expedición
turca del año 1833 al monte Ararat hablaba de la proa de madera de una embarcación,
que en tiempo de verano se dejaba ver en los ventisqueros del sur del monte… Otro que
parece haberla visto, el arca de Noé, es el Dr. Nouri, arcediano de Jerusalén y Babilona.
Este dignatario eclesiástico emprendió en 1892 un viaje de exploración a las fuentes del
Éufrates. A su regreso anunció haber visto los restos de un navío entre las nieves
perpetuas. “Su interior - escribe- estaba lleno de nieve. Su pared exterior era de un color
rojo oscuro”. Durante la Primera Guerra Mundial, un oficial de aviación ruso, llamado
Roskowitzki, anunció que había visto desde su avión en la falda sur del Ararat “los
restos de un navío singular”. En plena guerra, el zar Nicolás II envió inmediatamente a
un grupo expedicionario. Esta expedición, no sólo vio un navío, sino que lo fotografió.
Pero todas las pruebas y documentos desaparecieron durante la Revolución de Octubre.
Existen también varias panorámicas desde avión conseguidas durante la última guerra.
Se deben a un piloto soviético y a cuatro aviadores americanos.
La ciudad bíblica de Najor ha quedado situada con sus alrededores conocidos.
Los hallazgos de Mari comprueban cuán exactos son estos datos de la Biblia. En efecto,
1900 años antes de Jesucristo, según los datos contenidos en el archivo de palacio, Jarán
y Najor eran ciudades florecientes. Los documentos del reino de Mari suministran por
primera vez una prueba hasta ahora nunca oída. Las historias de los patriarcas
contenidas en la Biblia no son, como a menudo han sido consideradas por alguno,
“leyendas piadosas”, sino sucesos y descripciones de hechos históricos, perfectamente
enmarcados en el tiempo. Según nuestros conocimientos actuales de la topografía del
Delta oriental, el relato de la partida, para el Éxodo que se hace en el libro de Moisés
(Éxodo 12, 37; 13, 20) es completamente exacto por lo que hace a la descripción del
terreno. Nuevas pruebas acerca del carácter esencialmente histórico del relato del
Éxodo, sobre el paso por los territorios del Sinaí, Madián y Cadés, no resultará difícil
obtenerlas, gracias a nuestros conocimientos, cada día más precisos, sobre la topografía
y la arqueología. Por ahora tenemos que contentarnos con la seguridad de que la postura
hipercrítica que por parte de algunos existe aún sobre estos extremos, como existía antes
sobre las primitivas tradiciones históricas de Israel, carecen ya en absoluto de
fundamento. Hasta la propia fecha de la huída, que durante tiempo fue objeto de
polémicas, puede ser ahora determinada dentro de límites no demasiado imprecisos… Si
la fijamos en el año 1290 a. C. apenas podemos equivocarnos, ya que desde 1301 a
1234 a.C., los primeros años de Ramsés II, estuvieron en su mayor parte ocupados por
una gran actividad constructiva que se desarrolló en la ciudad a la cual dio su nombre, la
Rameses de la tradición israelita. La notable coincidencia entre esta fecha y la
indicación contenida en (Éxodo 12, 40) de 430 años (la estancia de los hijos de Israel en
Egipto duró 430 años) hace suponer que su entrada en Egipto debió de tener lugar hacia
el año 1720 antes de la era cristiana, cosa que puede ser casual, pero no deja de ser una
coincidencia muy notable: El gobierno de Ramsés II representa la época de la opresión

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y de la servidumbre de Israel; pero, al propio tiempo, aquella en que surge el gran
liberador Moisés…
Después que Darwin publicó su teoría de la evolución, (falsa teoría que dice que
el hombre procede del mono, lo que es falso, porque bíblica y científicamente todo está
en contra de esta teoría falsa atea) se puso en duda el contenido histórico de la Biblia.
El arqueólogo Leonard Woolley dijo: “Surgió para finales del siglo XIX una escuela
extremada de críticos que estuvo dispuesta a negar el fundamento histórico de casi todo
lo que se relata en los primeros libros del Antiguo Testamento”. Algunos incluso
apuntaban que la escritura no entró en Israel sino hasta el tiempo de Salomón, o
después. En 1892 dijo uno de estos partidarios: “El tiempo, del cual tratan las
narraciones de antes de Moisés, es suficiente prueba de su carácter legendario. Aquel
tiempo precedió a todo conocimiento del arte de escribir”. Pero en los últimos tiempos
se han hecho descubrimientos arqueológicos en gran cantidad que prueban lo contrario,
o sea, que la escritura estaba en Israel desde hace muchísimo tiempo, como dice la
Biblia. “De nuevo tenemos que reafirmar- dice el arqueólogo William Foxwell Albright-
que la escritura alfabética hebrea se empleó en Canaán, y en los distritos vecinos desde
la era patriarcal en adelante, y que la rapidez con que cambiaron las formas de los
caracteres es prueba clara de que se empleaban comúnmente”. Otro famoso arqueólogo
dijo también: “Ahora nos parece absurdo el que se pusiera en tela de juicio alguna vez el
que Moisés hubiera sabido escribir”.
Todos los hechos históricos de la Biblia se han ido confirmando con los
descubrimientos arqueológicos que prueban la historicidad real de la Biblia, contra los
que dicen que sólo son relatos fantásticos.
El rey asirio Sargón era conocido históricamente sólo por el relato de Isaías 20,
1. Los críticos de primeros del siglo XIX consideraban este relato como falto de
fundamento real y verdaderamente histórico. Posteriores excavaciones pusieron al
descubierto los restos del famoso palacio de Sargón en Korsabad, justo a muchas
inscripciones que hablaban de su Imperio…
Moshe Pearlman, historiador israelí, escribió: “De súbito, escépticos que habían
dudado de la autenticidad de hasta las partes históricas del Antiguo Testamento,
empezaron a modificar sus puntos de vista”. En 2 Reyes, 17, 6 dice: “En el año noveno
de Oseas, el rey de Asiria tomó a Samaria y entonces condujo a Israel al destierro”. El
historiador antes citado, Pearlman dijo: “Aquí teníamos, pues, dos informes en los
anales del conquistador y del vencido. ¿Deberían coincidir, pues, estas inscripciones
totalmente con la Biblia?... No, ya que las partes que escribían los sucesos eran
distintas. Dice Pearlman: “Esta clase de idéntico reportaje bélico desde ambos lados era
extraordinario en el Oriente Medio de la antigüedad (y a veces también lo es en tiempos
modernos). Ocurría únicamente cuando los países en conflicto eran Israel y uno de sus
vecinos, y sólo cuando Israel era derrotado. Cuando Israel ganaba, en las crónicas del
enemigo, no aparecía ningún registro de fracaso”… De ahí que cuando Senaquerib fue
vencido en Israel, los relatos asirios no digan nada de eso, sólo de los hechos relevantes
y positivos para ellos. En un prisma de arcilla dice: “En cuanto a Ezequías, el judío, él
no se sometió a mi yugo, puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes. A Él mismo lo hice
prisionero en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula. Subyugué a
su país, pero todavía aumenté el tributo y los regalos - katrú (debidos) a mí (como su)
amo”. Coincide este relato con la Biblia, en cuanto los asirios vencen, pero cuando los
asirios son vencidos, como la muerte de 185.000 soldados en una sola noche, por un
ángel, eso no lo dice, ni que tuvo que retirarse sin tomar Jerusalén debido a esta
matanza (2 Reyes 18, 13-19, 36; Isaías 36, 1; 37, 37).

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La Biblia en (2 Reyes 19, 36, 37) dice que dos de los hijos de Senaquerib habían
dado muerte a su padre, Senaquerib. Sin embargo, tanto el relato del rey babilonio
Nabonides, como el del sacerdote babilonio Beroso, mencionan un solo hijo implicado
en este asesinato…
¿Quién tenía razón, la Biblia o los relatos babilónicos?...
En un descubrimiento reciente se descubrió que la Biblia tenía razón y fueron
dos hijos del rey Senaquerib los implicados en su asesinato. Philip Biberfield
comentando estas inscripciones halladas dijo: “Sólo el relato bíblico resultó estar
correcto. Fue confirmado en todo mínimo detalle por la inscripción de Esar- hadón (rey
que sucedió a Senaquerib), y resultó más exacto en cuanto a este acontecimiento de la
historia babilonia y asiria que las mismas fuentes babilonias. Este es un hecho de gran
importancia para la evaluación de hasta fuentes contemporáneas que no estén de
acuerdo con la tradición bíblica”.
Los críticos que juzgaban la historicidad de la Biblia, decían que el relato del rey
Baltasar, cuando la caída de Babilonia, era falso, era fantástico, porque en aquel
entonces estaba como rey Nabonides, y no Baltasar o Belsasar. Pero en nuevos
descubrimientos arqueológicos se hallaron escritos que mencionaban que Belsasar o
Baltasar era hijo de Nabonides y reinaba con él como corregente, o segundo rey. De ahí
que Baltasar ofreciera a Daniel, el profeta, el cargo de “tercer gobernante del reino”, ya
que él era el segundo, y su padre, Nabonides, el primero (Daniel 5, 16, 29) R. P.
Dougherty, profesor de la Universidad de Yale, al comparar el libro bíblico de Daniel
con otros escritos antiguos, dijo: “Se puede interpretar que el relato bíblico es más
minucioso, más real, porque emplea el nombre de Belsasar, o Baltasar y porque
reconoce que existía una gobernación binaria en el reino”.
Algunos historiadores escépticos dudaban de la historicidad de la existencia de
Poncio Pilatos, decían que era pura fantasía…en una expedición a Cesárea, el año 1979,
Michael J. Howard, expedicionario en la misma, dijo: “Durante 1900 años Pilato
existió únicamente en las páginas de los Evangelios y en los recuerdos vagos de
historiadores romanos y judíos. No se conocía casi nada acerca de su vida. Algunos
decían que ni siquiera había existido alguna vez. Pero en 1961 una expedición
arqueológica italiana trabajó en las antiguas ruinas del antiguo teatro roano de Cesárea.
Un obrero dio vuelta a una piedra que había sido usada en una de las escaleras. En el
reverso estaba la siguiente inscripción parcialmente oscurecida, en latín:
“Caesariensibus Tiberium Pontius Pilatos Praefectus Iudaeae” (Al pueblo de Cesárea
Tiberio Poncio Pilato prefecto de Judea)… Aquello fue un golpe mortífero a las dudas
en cuanto a la existencia de Pilato. Por primera vez hubo prueba epigráfica
contemporánea de la vida del hombre que ordenó la crucifixión de Cristo” (Juan 19, 13
– 16).
Werner Keller, escribió un libro antibíblico, o sea, diciendo que la Biblia no era
histórica, y, paradójicamente, le puso el título a este libro, no sé si con ánimo de
engañar: “Y la Biblia tenía razón”… Pues bien en 1964 escribió este autor, que los
camellos de los que habla la Biblia en el pasaje de Rebeca, no eran tales camellos sino
asnos porque en aquellas fechas no se había domesticado aún a este animal. En 1978
Moshe Dayan, líder militar israelí y arqueólogo probó que los camellos ya servían de
medio de transporte en aquellos tiempos y que la Biblia tenía razón. Explicó Dayan que
“un relieve del siglo XVIII a. C. hallado en Biblos, en Fenicia, pinta a un camello
puesto de rodillas. Y en sellos cilíndricos descubiertos recientemente en Mesopotamia,
pertenecientes al período de los patriarcas, aparecen jinetes sobre camellos”.
No se han encontrado evidencias arqueológicas del paso del Mar Rojo por el
pueblo israelita, ni otras derrotas egipcias, asirias, etc….

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Es lógico, los pueblos derrotados sólo hacían mención a sus victorias, nunca a
sus derrotas. Observamos cómo sus victorias, que la Biblia sí narra, aparecen también
en restos y ruinas arqueológicas. Así vemos como en el templo de Karnak, de Egipto,
aparece la invasión de Judá por el faraón Sisac, en el reinado del Roboam, el hijo de
Salomón. Asimismo se ha encontrado en la llamada Estela Moabita, el relato del rey
moabita Mesa contra Israel, relato que coincide con el bíblico (2 Reyes 3, 4 – 27). En
los Museos se mencionan, por restos arqueológicos encontrados, reyes de Judá e Israel
tales como Ezequías, Manasés, Omri, Acaba, Peka, Menahem, Oseas, etc. etc. También
se ven estatuas de Augusto, Tiberio, Claudio, mencionados en el Nuevo Testamento
(Lucas 2, 1; 3, 1; Hechos 11, 28; 18, 2). También se ha encontrado un denario de plata
con la efigie de Tiberio César, igual que la que Jesús pidió a los judíos que querían
probarlo.
La Biblia describe minuciosamente las tierras de Israel, de manera que el doctor
Ze´ev Shemer, expedicionario y arqueólogo en Israel dijo en cierta ocasión: “Por
supuesto, tenemos nuestros propios mapas y planos de examen geodésico, pero en los
casos en que la Biblia y los mapas se contradicen optamos a favor de la Biblia”…
Frederick Kenyon, exdirector del Museo Británico dijo: “La Arqueología no ha
dicho todavía su última palabra; pero los resultados ya logrados confirman lo que la fe
sugería, que la Biblia sólo puede salir ganando por un aumento de conocimiento
arqueológico”.
“Nelson Gluek, famoso arqueólogo, dijo también: “Puede declararse
categóricamente que ningún descubrimiento arqueológico ha contradicho nunca una
referencia bíblica. Se han hecho veintena de hallazgos arqueológicos que confirman en
líneas generales claras o en detalle exacto declaraciones históricas que se hallan en la
Biblia”.
Todo esto nos muestra cómo la Biblia no es un cuento de hadas, sino algo que
puede tomarse en serio, pues hay base arqueológica - histórica para ello.
¿Cómo se comportan las Sagradas Escrituras en relación con los resultados
obtenidos por la arqueología, en la medida en que ésta roza el espacio de la Biblia?
Esta pregunta recibió una contestación clara y precisa en la encíclica Divino
afflante Spiritu del Papa Pío XII, el 30 de Septiembre de 1943. «... Los once primeros
capítulos del Génesis son verdaderamente históricos, en una medida que todavía deben
investigar y determinar los exégetas, aun cuando no concuerden del todo con los
métodos de la historiografía utilizados en nuestra época por historiadores y especialistas
de la historia griega y latina; estos capítulos, utilizando un lenguaje sencillo y gráfico,
adaptado a la capacidad de comprensión de un pueblo poco cultivado, nos transmiten las
verdades más importantes, que son de una importancia fundamental para nuestra
salvación eterna, mientras que por otro lado son el informe de un pueblo sobre el origen
de la Humanidad y el desarrollo del pueblo elegido. Si los autores del Antiguo
Testamento crearon su texto a partir de narraciones populares (como así sucedió), no
debemos olvidar que lo hicieron apoyados por la inspiración divina, que les preservaba
de todo error tanto en la elección como en el enjuiciamiento de cada documento. Así
pues, las partes procedentes de narraciones populares e incluidas en la Sagrada
Escritura, no se deben comparar en modo alguno con las mitologías de otros testimonios
similares, que eran antes el reflejo de la fuerza de expresión que el resultado del
esfuerzo por exponer la verdad con sencillez, algo que caracteriza de un modo tan claro
a los libros del Antiguo Testamento que debemos conceder una preeminencia pública a
nuestros hagiógrafos, en comparación con los antiguos escritores profanos...
»De no menor importancia es el descubrimiento e investigación de papiros, un
hecho que se produce con tanta frecuencia en nuestros días, y que tanta luz arroja sobre

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el conocimiento de la literatura y la organización de la vida pública y privada,
especialmente sobre la época de nuestra Tierra Santa. Además, se han descubierto y
publicado cuidadosamente manuscritos de los libros sagrados. Las traducciones con
errores deben dejar paso a las traducciones mejoradas.
»La tarea de la crítica de textos debe consistir en contrastar con toda la exactitud
posible el texto sagrado con el texto original, reproduciéndolo, librándolo de los errores
que haya podido cometer el copista. El exégeta católico, provisto de todos los
conocimientos posibles sobre las lenguas antiguas, debe abordar la tarea de hallar y
explicar el verdadero sentido de los libros sagrados...»
Son palabras muy claras. La Iglesia admite la existencia de géneros literarios y
de una historia en el más amplio sentido. Esta declaración permite que los nuevos
conocimientos adquiridos por las ciencias y por la arqueología estén en concordancia
con las palabras de las Sagradas Escrituras.
Exceptuando el Cantar de los Cantares, libro poético, y el Apocalipsis, muy
simbólico y figurativo, aunque encerrando grandes verdades, todos los demás libros de
la Biblia, incluído, y muy particularmente, el Génesis, son libros que nos narran hechos
ciertos, fidedignos, históricos. Frente a una corriente actual, fuera y dentro de la
Iglesia... que intenta ver toda la Biblia como un libro de mitos, cuentos, y metáforas,
incluído el Nuevo Testamento, lo que ya es una aberración contra la Verdad de Dios,
quiero en este libro exponer una serie de hechos, datos y narraciones, así como
descubrimientos arqueológicos y hasta paleontológicos que nos hacen ver que lo que
dice la Biblia es verdad, que ocurrió históricamente, como se demuestra en la actual
Israel donde los israelíes haciendo caso a la Biblia, hallan pozos, ruinas, etc. y de todo
lo que la Biblia decía que existía en ese lugar en especial. Así quiero demostrar, en
virtud de esos hallazgos, cómo la Biblia no narra hechos figurados, anecdóticos,
carentes de historicidad sino que todo lo que dice la Sagrada Escritura, tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento, ocurrió de verdad y fue histórico. Kenyon que fue director
del Museo Británico de Londres, señala que la investigación arqueológica moderna ha
corroborado la verdad de las Escrituras. "Puedo afirmar categóricamente – dice - que
jamás hallazgo arqueológico alguno ha desmentido una referencia bíblica. Docenas y
docenas de descubrimientos arqueológicos realizados han venido a confirmar asertos
históricos de la Biblia".

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CREACIÓN DEL UNIVERSO
Hace algún tiempo se habló de la teoría de Frederick Hoyle sobre el origen del
Universo. Se llama Universo estacionario. Sir Fred Hoyle era hijo de padres ateos y en
su vida tampoco había sitio para Dios. Sin embargo, en 1983 sorprendió al mundo
publicando un libro sensacional: <<El Universo inteligente>>, donde apunta la
necesidad de la existencia de Dios. La revista norteamericana <<TIME>>, en un
artículo de Arthur White lo anunciaba con este título: <<El astrónomo que ha visto la
LUZ>>. La LUZ con mayúsculas, se refiere a Dios. El subtítulo era: <<Según Hoyle,
una inteligencia superior guía la Naturaleza>>. En este libro, Fred Hoyle reconoce las
dificultades de su teoría hasta el punto de abandonarla, como afirma el profesor de
Astronomía de la Universidad de Harvard (EE.UU.) Donald H. Menzel. La teoría del
Universo estacionario de Fred Hoyle no cuenta con ninguna prueba experimental hasta
el presente. Este modelo está hoy abandonado por las insalvables dificultades
encontradas. Está hoy tan abandonado, que Nigel Henbest astrónomo inglés de la
Universidad de Oxford en su libro <<El Universo en explosión>> titula uno de los
capítulos: <<Muerte de la teoría del Universo estable>>. La teoría del Universo
estacionario de Fred Hoyle debe ser abandonada. Hoy en día casi todo el mundo supone
que el Universo comenzó con el Big-Bang... <<Roger Perose y yo mostramos como la
teoría de la relatividad general de Einstein implicaba que el Universo debía tener un
principio>>. Dice Robert Jastrow, investigador, astrónomo y cosmólogo norteamericano
contemporáneo: <<Prácticamente está eliminada la teoría del Universo estacionario de
Fred Hoyle, obligándonos a aceptar la de la gran explosión inicial>>. Esta teoría se
llama del Big-Bang o del Universo en expansión. La desviación hacia el rojo en el
espectro de la luz de las galaxias demuestra que el Universo está en continua expansión.
Esta expansión de las galaxias, como la explosión de una bomba, nos lleva a pensar que
estas galaxias debieron partir de un punto común. Esta teoría tiene a su favor tantos
datos experimentales que hoy es aceptada, casi sin excepción, por todos los físicos y
astrónomos contemporáneos. Cabe incluso hacer una especie de cuenta atrás hasta el
momento en que el Universo nació. La mayoría de los cosmólogos están de acuerdo en
que el Universo se inició con una gran explosión hace unos 15.000 millones de años.
Por eso la mayoría de los astrónomos aceptan el Big-Bang, como lo llaman los
anglosajones. Es decir, la gran explosión en el comienzo del cosmos. Después del Big-
Bang la radiación se condenso en partículas, y éstas al unirse formaron protones y
neutrones que después formaron los átomos de hidrogeno, helio, etc. <<La teoría de que
el Universo nació en una gigantesca explosión o Big-Bang, ya no es una simple
hipótesis académica, cada vez se hace más difícil prescindir de ella si se quiere dar
cuenta de las propiedades fundamentales del Universo como hoy se observa. El
extraordinario éxito de la teoría del Big-Bang está relacionado con su poder de
predicción y con las brillantes confirmaciones que las observaciones han aportado a sus

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predicciones.(...)La teoría del Big-Bang ha adquirido categoría de ciencia>>. <<La
teoría del Big-Bang, ha pasado, de hipótesis estrafalaria, a ser respetada teoría científica,
merecedora de la más preciada distinción para los físicos de hoy>>. Esta teoría la
defienden los astrofísicos más acreditados, como Allan Sandage del Observatorio de
Monte Palomar (California), especialista en la investigación sobre los quásares y
radiogalaxias; Chushiro Hayashi, Profesor de Astrofísica de la Universidad de Tokio
(Japón); Arthur Code, Director del proyecto OAO-II de la NASA, y Yakov Zeldovitch,
de la Academia de Ciencias de la URSS. Y también por Martin Ryle, catedrático de
Radioastronomía en la Universidad de Cambridge, y Premio Nobel de Física en 1974.
El científico español que trabaja para la NASA americana, D. Juan Oro, dijo por Radio
Nacional de España el 7 de octubre de 1983 a las 7'30 de la tarde en el espacio Directo,
directo, que la teoría del Big-Bang es una confirmación de la creación del cosmos por
Dios. <<Esta teoría del origen del Universo es aceptada por la inmensa mayoría de la
comunidad científica, porque es la que mejor se ajusta a lo que se puede observar en la
realidad>>. Prácticamente todos los astrónomos aceptan hoy la teoría de que el
Universo apareció en un instante de creación mediante la violenta explosión de una bola
de fuego, hace unos 15 o tal vez 20 mil millones de años. <<El "Universo estacionario"
de Hoyle también exige un comienzo de materia (creación). Yakov Zeldovitch afirma
que es ineludible admitir que el Universo ha tenido un comienzo. El proceso de la
NADA a la existencia de la materia solamente nos es posible describirlo con la palabra
CREACIÓN. Para que la materia comience a existir se requiere un agente no material
de infinito poder: UN CREADOR>>. <<Físicos y astrónomos apuntan a la conclusión
de que el Universo fue creado en una inmensa explosión (Big-Bang) hace unos 20.000
millones de años>>. Para hacernos una idea de lo que es todo este tiempo, si reducimos
la historia del universo a un año, el nacimiento de Cristo hace dos mil años, sucedería en
el último minuto del último día del año. El astrónomo Phillip Morrison confesaba en
una intervención ante la BBC de Londres: <<Me gustaría poder rechazar la teoría del
Big-Bang, pero tengo que rendirme a la evidencia>>. Precisamente el Premio Nobel de
Física de 1978 se concedió a los radioastrónomos Arno Penzias y Robert Wilson,
especialistas en microondas, por haber recogido por primera vez en la historia el eco
que queda de la gigantesca explosión que tuvo lugar en el comienzo de la creación del
cosmos. El catedrático de Física Teórica de la Universidad Complutense de Madrid, D.
Alberto Galindo, califica este hallazgo como uno de los más importantes de la
astrofísica del siglo XX, sobre el comienzo de la creación del cosmos. Gracias a esta
radiación de fondo sabemos que hubo una creación instantánea. El profesor F. Graham
Smith, astrónomo real británico y director del Observatorio del Jodrell Bank, manifiesta
que el ruido cósmico captado proviene del Big-Bang, la gran explosión que dio origen
al Universo. El 23 de Abril de 1992 un equipo de investigadores, dirigidos por Jorge
Smoot, anunciaba el descubrimiento de fluctuaciones en el fondo cósmico de radiación,
detectadas por medio del satélite COBE (Cosmic Background Explorer )...Este fondo de
radiación refleja el momento de la expansión del universo en el que tuvo lugar el
acoplamiento entre materia y energía. El mismo Jorge Smoot, astrofísico de la
Universidad de Berkeley (California), dijo en una conferencia de prensa en la Sociedad
de Físicos de Estados Unidos en Washington: Lo que hemos hallado es una prueba del
comienzo del Universo. Ha sido como ver a Dios. La teoría del Big-Bang es
actualmente la más aceptada por los científicos para explicar el origen del cosmos,
especialmente tras la presentación por parte de Jorge Smoot, de unas fotografías de la
"explosión inicial" que puede considerarse como una imagen del Big-Bang. Por eso a
Jorge Smoot se le ha llamado el hombre que fotografió el nacimiento del Universo con
el satélite COBE. El COBE ha fotografiado con distintos colores fluctuaciones de

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temperaturas de irradiación situadas hace 15.000 millones de años luz. Todo esto
confirma la teoría de la expansión del Universo expuesta por primera vez por el
sacerdote científico belga Jorge Lemaître, por los años 30 de este siglo. Los días 26 y 27
de octubre de 1990 asistí en Madrid a un Simposium sobre Física y Religión. Uno de los
científicos que hablo allí fue Julio A. Gonzalo, Catedrático de Física de la Universidad
Autónoma de Madrid. Hizo esta afirmación: El Big-Bang ha pasado de ser hipótesis a
ser teoría científica. Las observaciones del satélite COBE indican que no hay una teoría
alternativa al Big-Bang sobre el origen del Universo. El astrónomo John Mather explico
en la reunión anual de la Sociedad Astronómica Americana que las informaciones
obtenidas por el satélite COBE no dejan dudas de que el Universo surgió a partir de una
gigantesca explosión (Big-Bang). La teoría del Universo pulsante, de sucesivas
expansiones y contracciones, es puro parto de la fantasía. No tiene ninguna
confirmación científica. Mientras que la teoría del Big-Bang, del Universo en
expansión, tiene multitud de comprobaciones científicas. El 29 de agosto de 1985 asistí
en Loen a una conferencia del Profesor Carlos Sánchez del Río, Catedrático de Física de
la Universidad Complutense de Madrid, y dijo: La expansión del Universo está
confirmada por multitud de datos científicos experimentales, pero hoy no tenemos
ningún dato científico experimental para afirmar que en el cosmos después de una
expansión vendrá una contracción. Que a la expansión no sucederá una contracción se
puede ver siguiendo los pasos que da el Catedrático de la Universidad de Roma,
Director del Observatorio Armellini, que podríamos resumir diciendo: Las galaxias no
volverán nunca a caer hacia atrás, pues su velocidad de fuga es tres veces mayor que la
velocidad crítica. Hay procesos irreversibles: un huevo frito jamás puede volver a ser un
huevo crudo. <<Es físicamente sin sentido el hablar de volver al pasado>>. El
astrónomo James Jeans, uno de los mayores genios de la época actual dice: Un universo
cíclico está en completo desacuerdo con el principio bien establecido de la Segunda Ley
de la Termodinámica que nos enseña que el universo cíclico es imposible. (...) Al
remontarnos hacia atrás en el tiempo llegaremos por necesidad al momento antes del
cual no existía el universo presente. Además esta hipótesis del universo pulsante no
excluye la idea de creación, pues en estas sucesivas expansiones y contracciones,
siempre hay pérdida de energía, es decir, antes o después se llegará al final. Cuando en
pleno siglo XX, los científicos teóricos y los experimentadores descubrieron la
necesidad de admitir un principio del Universo, los sabios materialistas bregaron como
verdaderos diablos..., pues saben muy bien que si logra imponerse la tesis del principio
del Universo, el fin del materialismo habrá llegado. Si la Astrofísica conduce a admitir
que el Universo ha comenzado alguna vez..., entonces el ateísmo no sería admisible.
La Ciencia explica cómo fue el origen del cosmos. Pero en el instante
inmediatamente anterior al Big-Bang no hay Universo; no existe el objeto de la Ciencia
Física. Ésta no puede, por consiguiente, entender de lo que es ajeno a su jurisdicción.
Como dice Cloud, "de dónde puede haber provenido la bola, cuya explosión dio origen
al Universo, es una cuestión que trasciende los límites de la Ciencia...; pertenece a la
Metafísica y a la Teología”. Entre otros muchos, existe un libro científico que trata
sobre el origen del cosmos. Se titula Los tres primeros minutos; es una vista moderna
del origen del Universo, por Steven Weinberg, Profesor de Ciencias de la Universidad
de Harvard, Premio Nobel de Física 1980. De este libro dice el Premio Nobel de Física
T. D. Lee: Este libro presenta el tema con claridad y gran precisión científica. Y un
comentarista del New Yorker, afirma: Cuando antes se creía que era una locura pensar
en la Creación, después de leer este libro lo que parece locura es no aceptar la creación.
Robert Jastrow, científico y autor internacionalmente reconocido, que es el
fundador del Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA, Profesor de

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Astronomía y Geología en la Universidad de Columbia, y Profesor de Ciencias de la
Tierra en el Dartmouth College, que ha sido una figura relevante en el Programa
Espacial Norteamericano desde su comienzo, y fue el Presidente del Comité de
Exploración Lunar de la NASA, dice: El repentino nacimiento del Universo es un hecho
científico probado... Fue literalmente el momento de la Creación. Y en su libro Dios y
los Astrónomos dice: Cuando el astrónomo llega a la cumbre de sus conocimientos del
origen del cosmos, le dan la bienvenida los teólogos que estaban allí desde hace
muchísimos siglos. Los teólogos han dicho siempre lo que hoy dicen los astrónomos:
que el cosmos comenzó por un acto de creación. El P. Antonio Romañá, S.I. treinta años
Director del Observatorio de Astrofísica del Ebro, que tenemos los jesuitas en Tortosa,
me dijo a mí, y yo lo dije en Televisión Española citándole a él: Hoy en Astrofísica
nadie excluye la idea de creación. Es evidente que el Universo ha tenido un principio.
En Ciencia, al igual que en la Biblia, el cosmos empieza con un acto de creación... Todo
esfuerzo para hablar de un Universo eterno con materia eterna se estrella contra los
datos científicos. No supone ninguna falacia afirmar que el tiempo comenzó con el Big-
Bang junto con el espacio que nuestro Universo ocupa
Ian Barbour, profesor de Ciencias en Carleton enseña que el Big-Bang del
Universo es una forma de creación divina.
El Big-Bang es el grito del Universo al nacer.
Que el Universo tuvo principio en un momento dado está confirmado por el
mayor acelerador de partículas del mundo (LEP) inaugurando el 13 de noviembre de
1989 para simular las condiciones que dieron origen al Universo.
En 1973, Jean Heidmann, Astrónomo titular del Observatorio de París, publicó
un libro titulado <<Introducción a la Cosmología>>, en el que después de muchas
páginas de fórmulas matemáticas termina hablando del origen de la materia y dice esta
frase: <<Esto es en toda su sencillez el fiat lux, expresión bíblica del momento de la
creación>>. En el XXI Congreso de Premios Nobel celebrado en Lindau (Alemania),
habló el Profesor de la Universidad de Cambridge, Paul Dirac, Premio Nobel de Física,
que murió en Octubre de 1984, uno de los físicos más destacados del siglo XX, en frase
del también célebre científico británico Fred Hoyle. Está considerado como uno de los
fundadores de la mecánica ondulatoria, y descubridor de la antimateria, al intuir la
existencia del positrón (electrón positivo) que más tarde fue descubierto por David
Anderson también Premio Nobel. Más tarde, otro Nobel Emilio Segre descubrió el
antiprotón (protón negativo). Dirac afirmó que es necesario admitir la existencia de
Dios en la creación del Universo, pues atribuirlo a la casualidad, no es científico. Hoy a
muchos hombres cultos y entregados a la investigación científica, la fe religiosa no les
parece inconciliable con las certezas científicas. <<Es falso creer que la fe es algo
perteneciente al pasado más remoto de nuestra civilización. Yo sostendría lo contrario.
Hoy día la mayor parte de los científicos, empezando por los físicos nucleares, tienen
una actitud muy respetuosa ante la Religión, o son ellos mismos cristianos practicantes.
Bernard Lowell, el astrónomo de Jodrell Bank, me decía que nadie se atreve hoy a
formular teorías de tipo positivista o materialista sobre el origen o el fin del universo>>.
El doctor Pascual Jordán, español de nacimiento, Catedrático de Física Atómica en la
Universidad de Hamburgo, varias veces candidato a Premio Nobel de Física,
especialista en cuestiones cosmológicas y biofísicas, colaborador de Einstein y Max
Planck en las teorías de la relatividad y mecánica cuántica, es en la actualidad uno de
los científicos de mayor prestigio internacional. Recientemente ha publicado un libro en
el que afirma que <<la Física Moderna no sostiene ya más un concepto materialista del
Universo basado en la negación de la existencia de Dios>>. Max Planck, Premio Nobel
de Física, Profesor de Física Teórica y Director del Instituto Físico en la Universidad de

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Berlín, indiscutible patriarca de la Física de nuestro siglo y llamado con razón <<el
padre de la Física moderna>>, dice: <<Lo que nosotros tenemos que mirar como la
mayor maravilla es el hecho de que la conveniente formulación de esta ley produce, en
todo hombre imparcial, la impresión de que la Naturaleza estuviera regida por una
voluntad inteligente>>. El hombre puede conocer como fue el origen del cosmos, pero
la explicación del como no excluye el por qué. Es decir, siempre queda en pie la
necesidad de un Ser Inteligente, Autor de las leyes del cosmos. Todo esto acontece
como si este Universo nuestro fuera la obra de un compositor. Alberto Einstein, muerto
en 1965, uno de los mayores físicos y matemáticos de nuestro tiempo, Premio Nobel de
Física en 1921, que demostró matemáticamente que la velocidad de la luz es velocidad
límite y no se puede superar, era creyente. Reconoció su humilde admiración hacia un
espíritu superior e ilimitado. Afirmaba que el hombre de ciencia tiene que ser
profundamente religioso. Decía con frecuencia: <<La Ciencia sin Religión es coja, y la
Religión sin Ciencia es ciega>>. Edmundo Whittaker, Profesor de la Universidad de
Edimburgo, se convirtió al catolicismo <<como fruto de sus investigaciones sobre el
origen del Universo>>.
Dice P. Carreira, S.I., Profesor de Física y Astronomía en la Universidad de
Cleveland (EE.UU.): <<Tenemos una perfecta concordancia entre la ciencia moderna y
la idea bíblica y cristiana de la creación. El Universo comienza por creación. El
concepto de creación está en perfecto acorde con la Física y la Astrofísica modernas.(...)
La ciencia moderna lleva naturalmente, por las medidas experimentales, y también por
el desarrollo teórico de la Astrofísica, a la idea de un Universo creado. La ciencia
moderna afirma, como dato científico, que el Universo tiene una edad limitada, que hay
un tiempo máximo de las estructuras que observamos, y que antes no hay estructura
material que se pueda describir por las leyes físicas>>. Pío XII les dijo a los científicos
del mundo entero reunidos el 22 de noviembre de 1951, que <<la Ciencia de hoy ha
confirmado con la exactitud propia de las pruebas físicas, que nuestro Universo es obra
de un CREADOR>>.

* * *

Durante el tiempo en que se estaba escribiendo la Biblia, entre los hombres


había razonamientos infundados en cuanto a cómo estaba sostenida en el espacio la
Tierra. Por ejemplo, algunos creían que la Tierra estaba sostenida por cuatro elefantes,
que estaban plantados sobre una enorme tortuga marina. Sin embargo, la Biblia, en vez
de reflejar los puntos de vista imaginativos y no científicos que existían cuando estaba
siendo escrita, sencillamente declaró: “Dios está extendiendo el norte sobre el lugar
vacío, COLGANDO LA TIERRA SOBRE NADA” (Job 26, 7). Sí, más de 3.000 años
atrás la Biblia señaló correctamente, que la Tierra no tiene apoyo visible, un hecho que
está en armonía con las leyes de la gravitación y la moción, que han sido entendidas en
tiempos relativamente recientes. “El hecho de cómo supo Job la verdad-declaró cierto
docto religioso- es una cuestión que no pueden resolver fácilmente los que niegan la
inspiración de la Sagrada Escritura”.
En cuanto la forma de la Tierra, “The Encyclopedia Americana” dice: “La más
temprana imagen mental conocida de la tierra entre los hombres era que esta era una
plataforma plana y rígida en el centro del Universo. El concepto de una Tierra esférica
no fue aceptado extensamente sino hasta el Renacimiento”. ¡Navegantes del pasado
hasta temían caerse junto con sus embarcaciones de vela desde el borde de la Tierra
plana! Pero después la introducción de la brújula y de otras mejoras hizo posible
efectuar viajes oceánicos más largos. Estos viajes de descubrimiento mostraron que el

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mundo era redondo, no plano como había creído la mayoría de la gente. Sin embargo,
mucho antes de tales viajes, en realidad unos 2.700 años atrás la Biblia dijo: “Hay Uno
que mora por encima del CÍRCULO de la Tierra, los moradores de la cual son como
saltamontes” (Isaías 40, 22). La palabra hebrea “chugh”, traducida “círculo”, también
puede significar “esfera”, como lo muestran obras de referencia como el Analytical
Hebrew and Chaldee Lexicin (Léxico analítico hebreo y caldeo) de Davidson. Por tanto,
otras traducciones dicen “el globo de la tierra” (Franquesa- Solé), y “el orbe terrestre”
(Biblia de Jerusalén). Como se ve, la Biblia no estuvo bajo la influencia del concepto
erróneo de una tierra plana, que era el punto de vista general cuando la Biblia fue
escrita. La Biblia fue exacta.
Durante mucho tiempo los hombres han notado que los ríos fluyen a los mares y
a los océanos y sin embargo la profundidad de los mares y los océanos no aumenta.
Algunos creían, hasta cuando se aprendió que la Tierra es esférica, que esto se debía a
que desde los extremos de la Tierra se estaba derramando y perdiendo una cantidad
igual de agua. Más tarde se aprendió que cada segundo el Sol eleva como por bombeo
miles de millones de litros de agua desde los mares, en la forma de vapor de agua. Esto
produce nubes que son llevadas por el viento sobre las zonas terrestres, donde la
humedad se precipita como lluvia y nieve. El agua entonces se escurre hacia los ríos y
fluye de nuevo a los mares. Este maravilloso ciclo, aunque por lo general era
desconocido en la antigüedad, se menciona en la Biblia: “LOS RÍOS DESEMBOCAN
EN EL MAR Y ESTE NUNCA SE LLENA, Y EL AGUA VUELVE A LOS RÍOS Y
NUEVAMENTE FLUYE HACIA EL MAR” (Eclesiastés 1, 7)
Respecto al origen del Universo, la Biblia declara: “En el principio creó Dios los
cielos y la tierra” (Génesis 1, 1). Pero para muchos científicos esto no estaba en armonía
con la ciencia, pues ellos decían que el Universo no había tenido principio. Sin
embargo, el astrónomo Robert Jastrow, señalado la información más reciente, explica:
“La esencia de estos extraños descubrimientos es que el Universo tuvo, en algún
sentido, un principio…que empezó en cierto momento en el tiempo”… Jastrow aquí se
refiere a una creencia comúnmente aceptada ahora, la teoría de la “gran explosión”. Él
añade: “Ahora vemos que la prueba procedente de la astronomía conduce a un punto de
vista bíblico del origen del mundo. Los detalles difieren, pero los elementos esenciales
en el relato astronómico y el relato bíblico de Génesis son iguales”… ¿Qué reacción han
causado tales descubrimientos? “El dato curioso es que los astrónomos están
perturbados - escribe Jastrow - Sus reacciones suministran una interesante demostración
de la respuesta de la mente científica, supuestamente una mente muy objetiva, cuando la
prueba descubierta por la ciencia misma conduce a un conflicto con los artículos de fe
de nuestra profesión. Resulta que el científico se comporta como nosotros lo hacemos
cuando nuestras creencias están en conflicto con la prueba. Nos imitamos, fingimos que
el conflicto no existe, o lo cubrimos con fiases que carecen de significado”. Pero sigue
en pie el hecho de que aunque la prueba descubierta por la ciencia “no concordaba con
lo que los científicos habían creído por mucho tiempo en cuanto al origen del Universo,
confirmaba lo que se había escrito en la Biblia milenios atrás.
La Biblia dice que en los días de Noé un gran diluvio cubrió las más altas
montañas de la Tierra y destruyó toda la vida humana que se hallaba fuera de la enorme
arca construida por Noé (Génesis 7, 1-24). Muchas personas se han burlado de este
relato. Sin embargo, en elevadas montañas se hallan caparazones de organismos
marinos. Y la gran cantidad de fósiles y cuerpos muertos depositados en lodo congelado
es prueba adicional de que el Diluvio de proporciones inmensas ocurrió en el pasado no
muy distante. “Muchos de estos animales estaban perfectamente frescos, completos y
sin daño, y todavía de pie o por lo menos levantados sobre las rodillas. Aquí hay un

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cuadro verdaderamente impresionante para la manera como pensábamos antes-dice
“The Saturday Evening Post”- Grandísimas manadas de bestias enormes y bien
alimentadas que no estaban específicamente diseñadas para el frío extremo estaban
alimentándose plácidamente en pastos soleados. De repente todas fueron muertas sin
señal visible alguna de violencia y antes que pudieran siquiera tragar un último bocado
de alimento, y entonces fueron congeladas con tanta rapidez que cada célula de sus
cuerpos está perfectamente conservada. Esto encaja con lo que sucedió en el Gran
Diluvio. La Biblia lo describe de este modo: “Fueron rotos todos los manantiales de
vasta profundidad acuosa y las compuertas de los cielos fueron abiertas”. La
precipitación acuosa inundó abrumadoramente la Tierra, e indudablemente estuvo
acompañada de vientos helados en las regiones polares (Génesis 1, 6-8; 7, 11, 19). En
estos lugares el cambio de temperatura sería el más rápido y drástico. Así fueron
anegadas y conservadas en el barro helado diversas formas de vida. Puede que una de
estas haya sido el mamut que fue descubierto por los excavadores en Siberia, después de
miles de años, todavía tenía vegetación en la boca y en el estómago, y su carne podía
comerse tras de ser congelada.
Mientras más cuidadosamente se examina la Biblia más sorprendentemente es su
notable exactitud. La Biblia da las etapas de la creación en el mismo orden que la
ciencia ahora confirma, un hecho difícil de explicar si la Biblia fuera sencillamente de
origen humano. Este es otro ejemplo de los muchos detalles de la Biblia que han sido
confirmados por el conocimiento que avanza. Con mucha razón uno de los más grandes
científicos de todos los tiempos, Isaac Newton, dijo: “No hay ciencia mejor atestiguada
que la religión de la Biblia”.

PENTATEUCO, HISTORICIDAD Y
AUTENTICIDAD
Hay muchos datos arqueológicos, estructurales, étnicos, geográficos, etc. que
prueba que fue Moisés quien escribió el Pentateuco, algo que pudo hacer perfectamente
porque como príncipe egipcio estaba preparado para realizar esta labor, pudo ser
ayudado por escribas, pero dirigidos por él.
Entre las pruebas, entre otras muchas, que se pueden citar para legitimar la
paternidad de Pentateuco de Moisés, y todo su contenido histórico, sapiencial y
narrativo, tenemos las siguientes.
- Las formas de pactos que aparecen en Éxodo, Deuteronomio y Josué siguen el
modelo de los vigentes en el siglo trece a.C. -el período de Moisés y Josué- y no los del
primer milenio a.C.
- Albright observa: “Los datos arqueológicos y de inscripciones han establecido
la historia de innumerables pasajes y declaraciones del Antiguo Testamento; la cantidad
de tales casos es muchas veces mayor que la de aquellos en los que ha demostrado lo
contrario, o en que tal cosa ha sido mostrada probable”.
- El Antiguo Testamento enseña que el monoteísmo, lejos de haber ido
evolucionando a través de los siglos de la historia de Israel, es uno de los conocimientos
dados por revelación al pueblo del pacto por el mismo solo y único Dios».
- Es imposible que la religión israelita pueda ser explicada diciendo que fue
tomada de las religiones vecinas. Cada nueva publicación de textos mitológicos
cananeos hace que el abismo entre las religiones de Canaán y la de Israel se haga más

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profundo. Un medio geográfico común, una cultura material común y un lenguaje
común no fueron suficientes para apagar la chispa luminosa de fe israelita en el Dios de
Moisés, ni para asimilar el culto de Yahweh al de Baal. Las historias babilónicas de la
creación están impregnadas de un craso politeísmo. Hablan no sólo de sucesivas
generaciones de dioses y diosas procedentes de Apsú y Tiámat, teniendo todos ellos
necesidad de alimento físico, por consistir de materia además de espíritu, sino que
hablan también de diferentes creadores. En contra de todo esto, los capítulos iniciales de
Génesis, además del Antiguo Testamento en general, hacen referencia a sólo un Creador
y Sustentador de todas las cosas, un Dios que creó y trasciende toda la materia cósmica.
No hay en todo el Antiguo Testamento ni trazas de una teogonía [batalla de los dioses]
como las que encontramos, por ejemplo, en Enúma elish y en Hesiodo. A esta fe jamás
llegaron los babilonios. Las religiones de Israel y Canaán estaban separadas por un
abismo tan profundo como grande es la semejanza entre sus culturas materiales y
literatura poética. La crasa mitología y culto de los cananeos «fueron reemplazados por
Israel, con su simplicidad nomádica [aunque no eran nómadas] y pureza de vida, su
exaltado monoteísmo y su severo código ético».
-El código mosaico tiene que pertenecer a la edad que le asigna la tradición,
presuponiendo las condiciones históricas que describe la narración bíblica. Las
circunstancias políticas y sociales bajo las que pretende haber surgido son las únicas en
las que pudo haber sido recopilado.
- Algunos opinan que Moisés tomó sus leyes del Código de Hammurabi. Sin
embargo, una comparación de los dos códigos ha convencido a la mayor parte de los
críticos que hay esenciales diferencias y que las leyes del Antiguo Testamento no
dependen en ningún aspecto esencial del código babilónico. Las diferencias entre la
Torá y el Código de Hammurabi son mucho más notables que las semejanzas. Las
diferencias proceden mayormente de la ideología enteramente diferente a la que se
adherían cada una de dos culturas. Además, en las leyes hebreas se da un gran valor a la
vida humana, se discierne una consideración más estricta del honor de la condición
femenina, y se ordena un trato más humano de los esclavos. El Código Babilónico, por
el contrario, no tiene nada en él que se corresponda con el doble hilo de oro que
atraviesa toda la legislación de Moisés: el amor a Dios y al prójimo (Mt. 22:37-40). Las
leyes de Hammurabi están adaptadas a la cultura de irrigación y a la sociedad urbana
sumamente comercial de Mesopotamia. En cambio, las normas mosaicas son apropiadas
para un pueblo pastoral y agrícola simple de una tierra seca como Palestina, mucho
menos avanzada en el desarrollo social y comercial, pero profundamente consciente en
todas las fases de vivir su llamamiento divino. El Código Hebreo contiene muchas
instrucciones puramente religiosas y normas rituales. El Código de Hammurabi es civil.
No hay una verdadera conexión entre las leyes de Moisés y el Código de Hammurabi.
Esto fue reconocido por G.A. Baron, un profesor liberal de la Universidad de
Pennsylvania, que dijo: "Una comparación del Código de Hammurabi como un todo con
las leyes del Pentateuco como un todo, en tanto que revela unas ciertas similitudes,
convence al estudioso de que las leyes del Antiguo Testamento no dependen de una
manera esencial de las leyes de Babilonia..." Sayce, un asiriólogo, llega a la conclusión
de que «la diferencia entre los dos códigos es característica de una diferencia que
transcurre por la totalidad de ambos, y hace que el contraste entre los mismos sea
mucho mayor y más notable que cualquier concordancia que pueda ser señalada».
-Una gran cantidad de evidencias indirectas muestran que los relatos concuerdan
con el trasfondo de su era, tal como la dicha era puede ahora ser recuperada gracias a las
nuevas fuentes disponibles de conocimiento, y que las costumbres que aparecen en los
relatos prevalecían en el mundo en el que estaban situados los patriarcas. Recientes

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descubrimientos arqueológicos han demostrado ser directamente relevantes en cuanto a
la cuestión de la historicidad de las tradiciones patriarcales, tal como están en las
narraciones del Génesis.
-Los últimos descubrimientos en Mari en el Eufrates Medio... han confirmado de
una manera notable las tradiciones israelitas según las cuales sus antecesores hebreos
fueron a Palestina desde la región de Harán en la Mesopotamia noroccidental. La
excavación de Mari comenzó en 1933, bajo la dirección de André Parrot. Situada en el
Eufrates Medio, Mari era uno de los más importantes centros de la vida semítica
noroccidental de los tiempos patriarcales. Parrot, en 1936, exhumó muchos miles de
tabletas cuneiformes que databan principalmente de alrededor del 1700 a.C., y que están
ahora en curso de ser estudiadas y publicadas. Estas tabletas arrojan una luz directa
sobre el trasfondo de las tradiciones patriarcales del Génesis. La "ciudad de Nacor", que
juega un papel secundario al de Harán en las narraciones patriarcales (Gn. 24:10),
aparece mencionada frecuentemente junto a Harán en los documentos de Mari alrededor
del 1700 a.C. El nombre de un príncipe de Mari, Arriyuk, es evidentemente el mismo
que el Arioc de Génesis 14. "Benjamín aparece frecuentemente como nombre tribal en
Mari.» Dossin y Jean están editando los miles de tabletas de Mari; cada nueva
publicación de ellos nos ayuda a comprender mejor la vida y los tiempos de los
Patriarcas hebreos. Abraham, Isaac y Jacob ya no parecen más figuras aisladas, y
mucho menos aún reflejos de la posterior historia israelita. Aparecen ahora como hijos
de su edad, llevando los mismos nombres, moviéndose por el mismo territorio,
visitando las mismas ciudades (especialmente Harán y Nacor), practicando las mismas
costumbres que sus contemporáneos. En otras palabras, las narraciones patriarcales es
un núcleo histórico de arriba abajo.
-Hemos llegado a comprender muchas de las acciones de los patriarcas mediante
los códigos legales de los hititas, que ejercían una gran influencia en la cultura en aquel
tiempo. Los relatos de Génesis 23 exhiben un conocimiento tan exacto del
procedimiento hitita como para llevar al convencimiento de que el episodio fue anterior
a la destrucción del poder hitita en el siglo trece a.C. De manera similar, una cantidad de
incidentes anteriormente nada claros, asociados con los patriarcas, han sido ahora
clarificados por la arqueología resultando que eran normales a principios del segundo
milenio. Ya hemos visto que el regateo de Abraham con Efrón acerca de la compra de
la Cueva de Macpelá estaba en conformidad con la común práctica de la antigüedad.
Evidentemente, Abraham quería comprar sólo la cueva en la que enterrar a su mujer,
Sara. Sin embargo, gobernado por las prácticas hititas, tuvo que comprar no sólo la
cueva, sino además la tierra y los árboles que estaban en ella. Esta asunción de
obligaciones feudales descrita en Génesis 23:1-20 está totalmente en armonía con los
documentos hititas recuperados en Boghazkóy, en los que se destacan estos detalles.
-El descubrimiento de todo el archivo de textos legales y sociales en Nuzi, un
pequeño lugar en el Irak nororiental, al sudeste de Nínive, ha revelado que el trasfondo
de la era patriarcal queda reflejado con precisión y sumo detalle en las narraciones
patriarcales del Antiguo Testamento. Los nuzianos eran hurritas (los hóreos bíblicos),
que antiguamente habían sido considerados como "cavernícolas", y que ahora son
considerados como armenoides no indoeuropeos de la Mesopotamia septentrional, que
florecieron en los 1500 y 1400 a.C. Aunque los patriarcas no eran nuzianos, las culturas
de ambos eran semejantes debido a la identidad de tiempo y lugar. Por ello, las tabletas
de Nuzi nos ayudan a comprender a Abraham, Isaac y Jacob. Las tabletas de Nuzi
dilucidan muchas costumbres típicas de la era patriarcal en el segundo milenio a. C.,
pero no de la vida israelita en el primero. Gracias a los textos de Nuzu, o Nuzi, como
también se le llama, podemos sentirnos confiados en que las instituciones sociales nos

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han sido transmitidas de una manera fidedigna. ¿Qué ejemplos específicos podemos ver
en los que las Tabletas de Nuzu nos sean de ayuda para interpretar Génesis? En primer
lugar, en las historias patriarcales encontramos varios relatos extraños de una esposa
estéril que le pidió a su marido que le diera un hijo mediante su criada. Así lo hicieron
Sara y más tarde las dos mujeres de Jacob, Raquel y Lea. Hoy día sabemos que esta
práctica no era inusual durante la era patriarcal. Las leyes de aquel tiempo, así como los
antiguos contratos matrimoniales, la mencionan. Por ejemplo, en un contrato
matrimonial de Nuzi, la desposada Kelim-ninu promete por escrito procurarle a su
marido Shennima conseguirle una segunda esposa si ella no le podía dar hijos. Promete
también que no expulsará a los hijos de tal unión. En ningún otro período aparte de la
era patriarcal encontramos esta extraña costumbre. Los contratos cuneiformes de Nuzu
han demostrado que las instituciones sociales de los patriarcas son genuinas y
premosaicas. No pueden haber sido inventadas por ningún postmosaico. En el artículo
de Gordon «Biblical Customs and the Nuzu Tablets», encontramos la explicación de
otra costumbre: “Era usual en Nuzu que las personas sin hijos adoptaran un hijo que les
sirviera mientras vivieran, y que los sepultara y llorara cuando murieran. A cambio de
estos servicios, el hijo adoptado era designado heredero… Una vez conocemos esta
estipulación, tenemos el sentido legal de la contestación de Dios en Génesis 15:4: "No
te heredará éste (e1 esclavo), sino un hijo tuyo (lit., el que saldrá de tus lomos) será el te
heredará".» Albright concluye acerca de la valía de las tabletas de Nuzu: “Cuando
añadimos el hecho de que nuestro presente conocimiento de las instituciones y
costumbres sociales en otra parte de la Mesopotamia septentrional en el siglo quince
(Nuzu) ha iluminado de manera brillante muchos detalles en las historias patriarcales
que no concuerdan con la tradición postmosaica en absoluto, nuestro caso en favor de la
historicidad sustancial de la tradición de los Patriarcas queda afianzado.»
-Contexto sociocultural. Las costumbres sociales que se reflejan en las historias
concuerdan con el período patriarcal; también concuerdan con la región de donde
afirman proceder los patriarcas. La imagen de los movimientos en el país montañoso de
Palestina, de migraciones periódicas entre el Negev y la Palestina central, y de viajes
fáciles entre Mesopotamia y Egipto, se halla, por tanto, tan perfectamente en armonía
con las condiciones de la Edad de Bronce Media, que está totalmente injustificado el
escepticismo histórico. Los que han puesto en tela de juicio el carácter histórico de los
patriarcas han cuestionado la migración de Abraham desde Ur de los caldeos a la tierra
de Canaán, y también la expedición militar desde Babilonia a Palestina, como se indica
en Génesis 14, debido a que, según ellos insisten, no se conocían en aquella época los
viajes largos. Pero los excavadores de Babilonia [en Mari] han descubierto una tableta
que muestra que había mucho intercambio entre estas tierras en aquel entonces. Joseph
P. Free incluso menciona la costumbre de tener macizas puertas en la época de Lot.
Menciona Génesis 19:9, donde los malvados hombres de Sodoma no pudieron abrirse
paso a la casa de Lot. Keil y Albright estudiaron Tell Beit Mirsim, el Quiriat-sefer de la
Biblia, y encontraron que las paredes y puertas de los años 2200 a 1600 a.C. eran
pesadas y resistentes. En el período de 900 a 600 a.C. los hogares habían empleado
probablemente arcadas o cortinas, pero no se habían encontrado puertas. En la época de
Lot, la policía no debía ser tan eficaz, y se precisaba de puertas de seguridad. Pero con
una ley y orden enérgicos, no se precisaba de puertas para la protección. Las pesadas
puertas de Lot concuerdan precisamente con este período. Los críticos, sin embargo,
datan el escrito de los relatos de Abraham en los siglos noveno y octavo a.C. ¿Cómo
sabía el escritor las condiciones de mil años o más antes de su tiempo? Numerosas y
recientes excavaciones en localidades de este período en Palestina, suplementadas por

19
hallazgos en Egipto y Siria, nos dan una idea notable y precisa de la Palestina patriarcal,
lo que concuerda bien con la situación que se nos da en Génesis.
-El contexto geotopográfico.- Unger se refiere a la precisión de la topografía en
Génesis, y muestra que «es también significativo, en relación con esto, que las alusiones
topográficas en las historias patriarcales concuerdan con las indicaciones arqueológicas
de la Edad del Bronce Medio (2000-1500 a.C.) extremadamente bien».
Y, además: «Las cinco ciudades de la llanura (círculo) del Jordán -Sodoma,
Gomorra, Adma, Zeboim y Zoar- pertenecen también a la era patriarcal temprana. La
información bíblica de que el distrito del Jordán, en el que estaban emplazadas estas
ciudades, era sumamente fértil y poblado alrededor del 2065 a.C., pero que no mucho
después fue abandonado, está totalmente de acuerdo con los hechos arqueológicos.»
Académicos pasados mantenían que el Valle del Jordán apenas si estaba poblado
en tiempos de Abraham. Archer, sin embargo, señala que «Nelson Glueck ha
desenterrado en épocas recientes más de siete localidades en el Valle del Jordán, algunas
de ellas remontándose al 3000 a.C.».
Archer prosigue diciendo que «en cuanto a la vida de Abraham en Palestina, las
excavaciones en Siquem y Betel muestran que estaban habitadas en tiempos de
Abraham». Prácticamente todas las ciudades relacionadas con Abraham (como Siquem,
Ai, Betel) han sido excavadas, y los hallazgos muestran que se remontan a la época de
Abraham. Las listas de Génesis 10 y 11 han sido iluminadas por la arqueología, por
cuanto muchos nombres permanecían ausentes de fuentes externas hasta que se
descubrió material reciente. El hecho de que las ciudades mencionadas en relación con
Abraham resultan, en base a la arqueología, confirmadas como existentes en época de
Abraham constituye un argumento decisivo de la precisión del trasfondo de los relatos
abrahámicos en las Escrituras. Los monumentos arqueológicos han dado los nombres de
los pueblos y países mencionados en este registro (Génesis 10) Muchos de ellos eran
desconocidos hasta que fueron descubiertos en antiguos registros arqueológicos. En-
contramos que los documentos dan testimonio de:
Túbal en la forma Tabal
Mesec como Mushke
Ashkenaz como Ashkunz
Togarma como Tegarama
Elisa como Alashi (Alashiyah)
Tarsis como Tarsisi (la Tarshish asiria)
Cus como Kusi (pronunciado Kush en asirio)
Put como Putu
Dedán como Ddn
Acad como Akkadu
Sinar como Shanghar
Son muchos más los paralelos que aparecen en los monumentos, y esta
evidencia conduce al doctor Albright a la conclusión de que La Tabla de Naciones
persiste como un documento asombrosamente preciso. El hecho, pues, de que las
ciudades mencionadas en relación con Abraham resultan, en base a la arqueología,
confirmadas como existentes en época de Abraham constituye un argumento decisivo de
la precisión del trasfondo de los relatos abrahámicos en las Escrituras.
- Dicen los “progresistas” que Abraham no estuvo en Egipto porque estaba
terminantemente prohibido terminantemente a los extranjeros entrar en aquel país...
Pero la Biblia dice que sí. Y también los documentos arqueológicos, que muestran que
había gentes de la región de Palestina y Siria que acudían a Egipto en tiempos de
Abraham. Esto queda claramente indicado por un fresco en una tumba en Beni Hassan,

20
que data de algo después del 2000 a.C. Muestra a semitas asiáticos que habían acudido a
Egipto... Además, las indicaciones históricas y arqueológicas de la llegada de los hicsos
a Egipto: 1900 a.C. provee otra pieza de evidencia que muestra que los extranjeros
podían entrar en el país. Su entrada fue casi contemporánea a la de Abraham. La Biblia
está en lo cierto en esta indicación, y las que la niegan, se equivocan.
-Génesis 14, un ejemplo adicional.- Una área que era un continuo blanco de
críticas con respecto a su historicidad era el recóndito capítulo 14 de Génesis. Este
capítulo narra la victoria de Abraham sobre Quedorlaomer y los reyes de Mesopotamia.
La primera persona en aplicar la «crítica racionalista alemana» a Génesis 14 fue
Theodore Noldeke (1826-1930). Escribió un panfleto titulado «El carácter ahistórico de
Génesis 14», en el que lo califica de fraude, describiendo la expedición como «ficticia».
Julius Wellhausen escribe acerca de su «infiabilidad histórica»: Que "en los días
de Abraham" cuatro reyes provenientes del Golfo Pérsico llevaran a cabo una incursión
hasta la misma península del Sinaí; que en aquella ocasión sorprendieran y capturaran a
cinco príncipes de ciudades que reinaban en el Mar Muerto; que finalmente Abraham, a
la cabeza de 318 siervos, cayera sobre los vencedores en su viaje de vuelta y recuperara
lo robado, es un cúmulo de imposibilidades.»
William F. Albright escribió en 1918 un artículo titulado «Historical and Mythical
Elements in the Story of Joseph». Llegaba a la conclusión que el capítulo 14 «tiene que
ser considerado como un panfleto político, designado para fortalecer las manos de los
judíos patriotas que estaban apoyando la rebelión de Zorobabel en contra del monarca
persa». Albright llega a la conclusión de que «el material hebreo fue o bien tomado de
leyendas ya existentes como la saga de las ciudades de la llanura y la leyenda de
Melquisedec, o inventado mediante un proceso hagádico». Sin embargo, como resultado
de sus propios descubrimientos arqueológicos en 1929, cambió sus puntos de vista
escépticos de una manera radical, concluyendo que «este relato muestra al ejército
invasor marchando abajo desde Haurán a través del Galaad oriental y Moab hacia la
parte suroriental de Palestina. Anteriormente, este escritor consideró que esta
extraordinaria ruta era la mejor prueba del carácter legendario de la narración. Sin
embargo, en 1929 descubrió una línea de montículos de las Edades Baja y Media de
Bronce, entre el desierto y el bosque de Galaad. Además, las ciudades de Haurán
(Basán) con las que comienza el relato de la campaña, Astarot y Karnaim, estaban
ocupadas en este período, como se puede ver por el examen arqueológico de sus
emplazamientos. Lo mismo sucede con el Moab oriental, donde el escritor descubrió
una ciudad del Bronce Bajo-Medio en Ader en 1924. Esta ruta, llamada «el Camino del
Rey» en la posterior tradición israelita, no parece haber sido empleada por ejércitos
invasores en la Edad de Hierro». Lo que sigue es indicativo de su cambio de punto de
vista, cuando escribe que Génesis 14 «no puede ser más considerado como ahistórico,
en vista de las muchas confirmaciones de detalles que debemos a recientes hallazgos».
- El contexto desértico de Éxodo-Números.-Éxodo, Levítico y Números están
bien evidentemente dirigidos a un pueblo morando en el desierto, no a una nación de
agricultores ya establecidos durante siglos en su tierra prometida. En otro caso, las
frecuentes y detalladas descripciones del tabernáculo portátil serían absurdas. Las
meticulosas instrucciones para el acampado (Números 2:1-31) y para la marcha
(Números 10:14-20) carecerían de relevancia para una nación asentada, pero serían
eminentemente prácticas para la experiencia del desierto. Las referencias al desierto son
abundantes, incluyendo las instrucciones sanitarias para la vida en el desierto
(Deuteronomio 23:12, 13) y el envío del macho cabrío al desierto (Levítico 16:10)
-Influencia egipcia en partes del Pentateuco.- Mucho del material en Génesis y
Éxodo tiene un trasfondo evidentemente egipcio. Sería de esperar si fue escrito por

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Moisés (criado en la corte egipcia) poco después del Éxodo israelita de Egipto. Pero
sería difícilmente explicable si hubiera sido escrito, como lo pretenden los progresistas,
más de 400 años después de que los hebreos dejaran Egipto. Esta influencia egipcia se
manifiesta al menos en estas diferentes áreas:
a) Geografía.- La geografía de Egipto y Sinaí es familiar para el autor de estas
narraciones (esto es, Génesis 37-Números 10). Muchas localidades auténticas que han
sido confirmadas por la moderna arqueología son mencionadas por el autor. A la
inversa, este autor sabe poco de la geografía palestina, excepto por la tradición
patriarcal. Por ejemplo, en Génesis 13, cuando el autor quiere comunicar una
descripción de la tierra de Canaán, la compara con Egipto (v. 10). De manera similar, en
un pasaje el autor hace referencia a Hebrón por su nombre preexílico de Quiryat-arbá
(Génesis 23:2). Y su fundación es explicada por el autor en Números 13:22, donde el
autor hace referencia a la edificación de Zoán en Egipto. La referencia a Salem, «una
ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán» (Génesis 33:18, LXX), es
improbable para un escritor cuyo pueblo hubiera morado en Canaán durante siglos. El
escritor del Pentateuco considera generalmente a Palestina como un país nuevo en el
que entrarán los israelitas en el futuro. Este íntimo conocimiento de la geografía egipcia
es especialmente patente en el caso del segundo libro. El escritor de Éxodo tenía un
pleno conocimiento del territorio de Egipto. Conocía el papiro egipcio (Éxodo 2:3), el
carácter de la ribera del Nilo y estaba bien familiarizado con el arenoso desierto (Ex.
2:12). Conocía lugares como Ramesés, Sucot (Éxodo 12:37), Etam (Éxodo 13:20) y Pi
– hahirot (Éxodo 14:2). La mención en Éxodo 14:3 de que «el desierto los ha
encerrado» muestra un íntimo conocimiento de la geografía de Egipto. De hecho, el
capítulo 14 no puede ser comprendido sin un conocimiento o de la geografía de Egipto.
b) Dicción. – El autor de Génesis y Éxodo emplea un mayor porcentaje de
palabras egipcias. Por ejemplo:
a) La expresión abrek (Gn. 43 – 43, traducida "¡Doblad la rodilla!"-) es
evidentemente el término egipcio ´b rk (“¡Oh corazón, inclínate!”), aunque se han
propuesto muchas otras explicaciones para este término;
(b) Pesos y medidas, como zeret (un palmo) de drt, "mano"; 'éfah ("un décimo
de un homer") de 'pt; hin unos veinte litros) de hnw;
(c) góme' ("papiro") de kmyt;
(d) qemah (harina): " de kmhw (una especie de pan);
(e) ses ("lino fino") de ss ("lino");
(f) yeor (Nilo, río") de 'trw, "río" (que viene a ser eioor en copto).»
Este autor hace también uso de numerosos nombres que son distintivamente
egipcios. Éstos incluyen:
a) Potifera (Génesis 41:45; 46:20) y su forma más breve Potifar (Génesis 37,
39:1), significando «a quien Ra (el dios Sol) dio».
b) Safnat-paneaj (Génesis 41:45), nombre que el faraón impuso a José. La LXX
lo interpreta como «salvador del mundo» -un título adecuado para el que libró a Egipto
del hambre.
c) Asenat (Génesis 41:45, 50), la esposa de José.
d) On (Génesis 41:45, 50; 46:20), el antiguo nombre egipcio para Heliópolis.
e) Ramesés (Génesis 47:11; Éxodo 1, 11; 12:37; Números 33:3, 5).
f) Pitom (Éxodo 1:11), probablemente la ciudad egipcia Pi-Tum, mencionada
por primera vez en los monumentos de la Decimonovena Dinastía, tal como lo registra
aquí Éxodo.
c) Nombres de reyes egipcios.-Unos pocos egiptólogos mantenedores de la
postura crítica radical han argumentado que un autor antiguo hubiera ciertamente

22
mencionado los nombres de los reyes egipcios contemporáneos. Pero la verdad es que la
ausencia de tales nombres en la literatura hebrea hasta la época de Salomón apoya en
realidad lo antiguo de su redacción. La costumbre del lenguaje oficial egipcio en el
Nuevo Imperio era la de referirse al rey simplemente como «Faraón», sin unir su
nombre al título. Mientras los israelitas estuvieron en Egipto, se amoldaron a esta
práctica.
También vale la pena señalar aquí que la antigüedad del Antiguo Testamento es
sustentada en la mención de que los personajes reales llevaban un anillo de sello y una
cadena de oro como señal de autoridad (Génesis 41:42; Ester 3:10, 12; 8:2, 8, 10;
Daniel 5:29). Esta práctica era desconocida en Israel, pero existía en el antiguo Egipto,
Persia y Babilonia.
-Arcaísmos lingüísticos.- Ciertas palabras y frases empleadas en el Pentateuco
quedaron anticuadas y fuera de uso después de la era de Moisés. Albright dice acerca
del capítulo 15 de Génesis: «El relato del pacto entre Yahweh y Abraham está... repleto
de arcaísmos. Aquí tenemos un ejemplo del puesto central mantenido en la primitiva
religión hebrea por parte del Dios especial de un hombre con el que había hecho un
solemne pacto, en base a que el Dios lo protegería a él y a su familia a cambio de un
juramento de adhesión. Ésta es una forma primitiva del tratado de soberanía... En la
Edad de Bronce Superior aparece la palabra beritu, hebreo berit, un convenio, en Siria y
Egipto (país éste donde se tomó del semítico) en relación con contratos de trabajo y
empleo contractual de personas relacionadas en un documento determinado.» Otros
ejemplos de arcaísmos: «...la palabra para el pronombre "ella" se deletrea
frecuentemente HW' en lugar de la forma regular HY'. También nos encontramos con
NR en lugar de la forma femenina NRH para "muchacha joven". Ocasionalmente (esto
es, dos veces en Génesis) HLZH (hallazeh) aparece para el demostrativo "aquel" en
lugar de hallaz, que es la forma empleada en Jueces, Samuel, y posteriormente. El verbo
"reír" se escribe SHQ (en Génesis y Éxodo) en lugar de SHQ; "cordero" es KSB en
lugar del posterior KBS (kebes).»Este cuerpo de evidencia debería incluir también el
hecho de que hay lugares en el Antiguo Testamento en que se mencionan detalles trivia-
les que sería improbable que fueran mencionados por un autor posterior, Por ejemplo,
cuando José y los egipcios fueron separados de los hermanos de José a la mesa, se
incluye la nota explicativa: «porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos,
lo cual es abominación a los egipcios» (Gn. 43:32). ¿Acaso un autor posterior habría
incluido esto? Así, juzgando por las evidencias internas del texto del Pentateuco, somos
llevados a la conclusión de que el autor debe haber sido originalmente un residente de
Egipto (no de Palestina), un testigo ocular contemporáneo del Éxodo y de las
peregrinaciones por el desierto, y poseyendo un grado muy elevado de educación,
erudición y capacidad literaria.
- El Código del Pacto. - Mendenhall dice: “Es difícil concebir un código legal
que pueda divergir más de lo que conocemos de la cultura cananea que el Código del
Pacto (Ex. 21-23)... Las ciudades cananeas eran predominantemente comerciales,
rígidamente estratificadas en su estructura social... El Código del Pacto no muestra
ninguna estratificación social, porque los esclavos mencionados no son miembros de la
comunidad, con la sola excepción de la hija que es vendida como amah, o esclava-
esposa (que queda intensamente protegida por la ley)... Las leyes del Código del Pacto
reflejan las costumbres, moralidad y obligaciones religiosas de la comunidad israelita (o
quizá de alguna comunidad israelita específica del norte) antes de la Monarquía... por
cuanto exhibe precisamente aquella mezcla de jurisprudencia y de leyes apodícticas
(técnica y política, respectivamente) que encontramos en pactos de fuentes hititas y
asimismo en códigos mesopotámicos; cualquier estudio que presuponga que aquí

23
tenemos un montaje posterior, artificial, en base a fuentes literarias originalmente
independientes, puede ser asignado más bien a un ingenio racional que a la realidad
histórica.» Albright establece asimismo la antigüedad del Código del Pacto: «Además,
el Código de Eshnunna, que es casi dos siglos más antiguo que el Código de
Hammurabi, contiene el primer paralelo exacto de una antigua ley bíblica (Ex. 21:35,
que trata de la partición de los bueyes después de un combate fatal entre los animales).
Por cuanto el código de Eshnunna es, en base a cualquier teoría racional, al menos cinco
siglos anteriores al Libro del Pacto, este paralelo viene a ser particularmente interesante.
Naturalmente, se está aceptando extensamente en la actualidad que el trasfondo cultural
del Libro del Pacto recae en la Edad de Bronce, no en la de Hierro: esto es, tiene que
remontarse sustancialmente a la era de Moisés.»
- Transacción de tierras registrada en Génesis 23.- Archer trata de la
antigüedad de este procedimiento en particular. Génesis 23 describe la desgana de
Abraham en comprar toda una finca de Efrón heteo, deseando sólo la cueva de Macpelá
y el terreno inmediato a ella. El descubrimiento del Código Legal Hitita (que data del
1300 a.C.) presenta paralelos asombrosos, y explica que el propietario de toda una finca
debe llevar a cabo los deberes del servicio feudal, incluyendo las observancias religiosas
paganas. Así, es evidente que Abraham rehusó comprar nada más que una sección de la
finca, para evitar involucrarse en absoluto con otros dioses que Yahweh. Esta narración
refleja un conocimiento tan íntimo de las costumbres hititas que hace sumamente
probable que fuera anterior a la caída de los hititas en el siglo 13.
- Tres costumbres a que se hace referencia en Génesis 16, 27, 31.- Archer
señala que la antigüedad de tres costumbres a que se hace referencia en Génesis
(capítulos 16, 27 y 31, respectivamente), ha quedado establecida por la arqueología.
Muchas de las antiguas costumbres de Génesis han sido demostradas comunes en el
segundo milenio a.C., pero no en el primero. Nuzu dio una gran cantidad de documentos
legales del siglo 15 a.C. refiriéndose a engendrar hijos legítimos mediante criadas como
en el caso de Abraham con Agar); a un testamento oral en el lecho de muerte como
vinculante (como en el caso de Isaac a Jacob); y a la necesidad de poseer los terafines
de la familia (como los que Raquel quitó a Labán) para demandar los derechos de
herencia.
- Meredith Kline da una conclusión apropiada: “La historia de la arqueología
bíblica del siglo veinte es la historia del silenciamiento de la voz clamorosa de los
antiguos montículos orientales. La trama de la historia estaría más clara si no fuera por
la desgana de los eruditos críticos a abandonar sus enseñanzas tradicionales. Pero ahora
todos están obligados a admitir que la realidad dista mucho de que las narraciones
bíblicas de los días patriarcales y mosaicos estén fuera de su sitio en el segundo milenio
a.C., donde la cronología bíblica los sitúa; al contrario, estarían completamente fuera de
lugar en el primer milenio a.C. La secuencia bíblica de Ley y Profetas ha quedado
vindicada.»
-Empleos específicos de varios nombres divinos.- El empleo del nombre de
Dios, en Pentateuco bajo distintas denominaciones, implica que no fue Moisés quien
escribió el Pentateuco sino varios autores distintitos y tardíos al tiempo de Moisés.
Cada nombre divino en Pentateuco, en Israel, tenía un significado especial, y no
eran necesariamente sinónimos. El autor de Pentateuco empleó Jehová, Elohim o
Jehová-Elohim según el contexto del pasaje. Por ello, hay un verdadero propósito
detrás del empleo aislado de los nombres divinos, y no una elección al azar. Elohim es
el nombre más general de la Divinidad; lo distingue sólo en su plenitud de poder sin
referencia a su personalidad o cualidades morales a ninguna especial relación en la que
esté con los hombres, ya sea por los beneficios que otorga, o por las demandas que hace.

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Con respecto a esto, allí donde Dios ha dado testimonio de sí mismo y es
verdaderamente conocido, se añade otro nombre a Elohim: el de Jehová, peculiar al
pueblo que recibió su revelación y su pacto... El nombre Jehová es ininteligible a todos
los que no están familiarizados con el desarrollo de la esencia divina que está
representado en ella; en tanto que Elohim, distinguiéndolo como Dios en aquellos
respectos que son conocidos de todos los hombres, es universalmente inteligible... El
nombre Jehová es el nomen propium [nombre propio] de Dios, y, siendo uno que
expresa el núcleo más íntimo de su esencia, es sólo inteligible donde Dios se ha
manifestado, habiendo abierto los recesos de su corazón y habiendo permitido a sus
criaturas contemplarlos, de manera que, en lugar de un ser oscuro e indefinido, de quien
sólo se conoce y afirma que es poderoso y magno, se exhibe como la más personal de
todas las personas, el más característico de todos los caracteres.»
Umberto Cassuto, el erudito judío y ex profesor de la Universidad hebrea,
continúa: “Consideremos primero los caracteres de los dos Nombres. No son del mismo
tipo. La designación 'Elóhí"m era originalmente un nombre común, apelativo, que se
aplicaba tanto al Un Dios de Israel como a los dioses paganos (como también sucedía
con el nombre 'El). En cambio, el nombre YHWH es un nombre propio, el nombre
específico del Dios de Israel, el Dios que los israelitas reconocían como el Soberano del
Universo y como la Divinidad que los había elegido como Su pueblo. Permítaseme citar
un paralelo como ilustración. Una cierta ciudad puede ser llamada Jerusalén o,
simplemente, ciudad. La apelación ciudad es común a ella y a todas las otras ciudades;
el nombre Jerusalén le pertenece sólo a ella. Cuando los antepasados del pueblo judío
se dieron cuenta de que hay sólo Un Dios, y que sólo 'YHWH, él es Elóhim' (I Reyes
18, 39), entonces el sustantivo común Elóhim adquirió para ellos también el significado
de nombre propio, y vino a ser sinónimo del nombre YHWH. Si Jerusalén hubiera sido
la única ciudad del mundo de aquellos que hablaban hebreo, entonces naturalmente la
palabra ciudad hubiera devenido un nombre propio, sinónimo con Jerusalén.» La
literatura clasificada como poética emplea normalmente YHWH. Algunos poemas que
pertenecen a la literatura sapiencial o que han sido influenciados por ella son una
excepción. En los libros segundo y tercero, conocidos como los libros Elohísticos, el
empleo de 'El o de Elohim está en mayoría. La literatura narrativa tal como se
encuentra a través del Pentateuco, de los Profetas Anteriores, Job, Jonás, etc. emplea
frecuentemente tanto Yahweh como Elohim en estrecha proximidad. En aquellas
categorías que tienen un carácter puramente israelita, sólo aparece el Tetragrámaton
[Yahweh], siendo el nombre nacional de Dios, expresando el concepto personal de Dios
exclusivo de Israel. Incluso en el hebreo moderno, dice Cassuto, «actuamos con
precisión en nuestra elección de las palabras: empleamos el Tetragrámaton [Yahweh]
cuando tenemos en mente la idea tradicional judía de la Divinidad, y el nombre Elohim
cuando queremos expresar el concepto filosófico o universal de la Divinidad». En
Génesis uno, Dios aparece como Creador del universo físico y como Señor del mundo,
ejerciendo dominio sobre todas las cosas. Todo lo que existe está ahí debido a su solo
mandato, sin contacto directo entre El y la naturaleza. Así, se aplica aquí la regla de que
se debe emplear Elohim.
En la historia del Huerto del Edén encontramos a Dios como Gobernante moral
debido a que Él impone ciertas normas sobre el hombre. Asimismo, se presenta una
faceta personal de Dios en su relación directa con el hombre. Yahweh es lo que se ajusta
bien aquí, como sería de esperar. El único pasaje en el que se emplea Elohim es cuando
habla la serpiente y cuando la mujer está hablando a la serpiente. Se evita el nombre
Yahweh por reverencia hacia el Dios nacional de Israel.

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En el mismo pasaje encontramos Yahweh relacionado con Elohim, debido a que
ahora las Escrituras tienen el deseo de identificar a Elohim con Yahweh: «En otras
palabras, que el Dios del mundo ético no es otro que el Dios del mundo físico, que el
Dios de Israel es el Dios de todo el universo, que los nombres YHWH y Elohim señalan
sólo a dos aspectos diferentes de Su actividad, o a las maneras diferentes en que Él se
revela a los hijos de los hombres.» Esto explica el doble empleo, y en pasajes
subsiguientes se emplean los nombres de modo individual conforme al contexto:
- La tumba de José es otra prueba de que lo que se narra en la Biblia es real,
verídico. Según los últimos capítulos del Génesis se narra cómo a su muerte, José dejó
encargado que cuando saliera el pueblo israelita de Egipto se llevaran su cadáver para
enterrarlo en la Tierra Prometida. En (Josué 24, 32) se cuenta cómo su cuerpo fue
enterrado en Siquem. Hace poco tiempo aquella tumba fue abierta y se encontró un
cuerpo momificado según la costumbre egipcia, y, entre otras cosas, se encontró una
espada como la que llevaban los funcionarios egipcios.
- Determinados “progresistas” sostienen que el pueblo israelita no desarrolló
ninguna batalla en la conquista de la Tierra Prometida, sino que todo fue más bien una
introducción, paulatina, pacífica y nunca violenta. Las excavaciones arqueológicas de
Betel, Laquis, Jericó, Hazor y Debir, entre otras localidades de la antigua Canaán,
derrumban este punto de vista, por cuanto estas poblaciones fueron destruidas
violentamente alrededor del 1400 antes de Cristo. La evidencia arqueológica sustenta la
postura de que las tradiciones bíblicas se desarrollaron en base a una conquista histórica
bajo Josué a fines del siglo quince a.C. Ciertas poblaciones cananeas que no fueron
tomadas por los israelitas como Bet-seán, Taanac y Meguido, según se narra en la
Biblia (Josué 17, 11), han confirmado, en las excavaciones arqueológicas, que carecen
de restos de incendios o destrucción masivas de esta época.
- Ciertas historias en el Pentateuco son consideradas como repetidas en dos
ocasiones. De otras historias se dice que tienen detalles contradictorios (esto es, la
Creación: Génesis 1-2:4a-P; 2:4bss.-J; Diluvio: Génesis 6,1-8; 7:1-5, 7-10,12,16b, 17b,
22, 23; 8:2b-3a, 6-12,13b, 20-22-J; Génesis 6, 9-22; 7:6, 11, 13-16a, 17a [excepto
«cuarenta días»], 18-21, 24; 8:1-2a, 3b-5, 13a, 14-19-P).
Los supuestos dobles y triples relatos de la misma historia son en realidad
diferentes historias con detalles similares. Estos relatos no son verdaderamente
paralelos. Algunos de ellos son meramente acontecimientos similares, como los dos
casos en que Abraham mintió con respecto a su esposa, y la misma acción llevada a
cabo por Isaac. En otros casos hay una repetición desde una perspectiva diferente,
como sucede con el caso de relato de la Creación en Génesis 2, desde la perspectiva del
Dios de la revelación y de la providencia. En algunos casos la repetición es una
característica del estilo hebreo, que a menudo hace una declaración general a guisa de
introducción, y luego la amplifica.
Los supuestos detalles contradictorios en ciertas historias son de hecho detalles
suplementarios y son vistos como contradictorios sólo cuando las historias se
interpretan mal. Por ejemplo, entre los dos relatos de la Creación se da una discrepancia
con respecto a la secuencia de la creación, una discrepancia con respecto al empleo de
los nombres divinos, una diferencia en el concepto de Dios, y una diferencia de estilo.
En Génesis 2:19 no hay justificación explícita en el texto para suponer que la creación
de los animales aquí tuviera lugar inmediatamente antes de que fueran nombrados (esto
es, después de la creación del hombre); tal cosa es eiségesis, no exégesis. El equivalente
apropiado en castellano para el primer verbo en Génesis 2:19 es el pluscuamperfecto
(“había formado..."). Así desaparece la dificultad artificial acerca del orden de los
acontecimientos.» Hay una diferencia esencial en los dos relatos que tiene que ser apre-

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ciada: Génesis uno describe la creación del mundo, en tanto que Génesis dos detalla y
describe adicionalmente la creación específica de Adán y su medio inmediato en el
Huerto del Edén. Esto queda destacado por la frase introductoria en Génesis 2:4: «Estas
son las generaciones de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, en el día que
Jehová Dios hizo tierra y cielos». A lo largo de Génesis, esta frase «Estas son las
generaciones» aparece en nueve ocasiones más, introduciendo en cada una de ellas un
relato de la descendencia proveniente de un antecesor específico. Así, esto indicaría que
en los versículos después de Génesis 2, 4 encontraremos un relato de la descendencia de
los cielos y la tierra después de que tuviera lugar la creación inicial. Y esto es
precisamente que encontramos aquí en el caso de Adán y Eva (v. 7: «Yahweh formó al
hombre de polvo de la tierra»).. Se tiene que destacar que aquí no tenemos un ejemplo
de repetición incompatible. Tenemos un ejemplo de un bosquejo esqueletal de la
creación como un todo, seguido por un enfoque detallado sobre el último punto del
bosquejo: el hombre. El dejar de reconocer este común artificio de la literatura hebrea
bordea el oscurantismo». La arqueología ha sacado a la luz este tipo de pauta literaria.
Porque precisamente esta pauta literaria se encuentra comúnmente en otros textos del
antiguo Oriente Medio. Sobre la Estela Poética de Karnak, en Egipto, el memorial de
Amun al rey Tuthmosis III se descompone así:
Párrafo uno: expresando su supremacía general.
Párrafo dos: una expresión poética de supremacía más precisa
La Estela de Gebel Barker es similar:
Párrafo uno: supremacía real en general.
Párrafo dos: triunfo en Siria- Palestina.
Varias de las inscripciones reales de Urartu son asimismo iluminadoras:
Párrafo uno: la victoria sobre tierras específicas adscrita al carro del dios Haldi.
Párrafo dos: Una repetición detallada de la descripción de estas victorias, esta
vez conseguidas por el rey
Así como ni se oye hablar en los círculos académicos de asignar las varias
secciones de estos textos egipcios a diferentes documentos, igual de absurdo es practicar
una disección de fuentes en su literatura coetánea hallada en Génesis uno y dos.
-La aparente discrepancia en el pozo de Beerseba también es tenida en cuenta
por los “progresistas” para invalidar la autoría de Moisés, cuando sólo es una
discrepancia aparente. En realidad en Génesis nos encontramos con dos historias del
nombramiento del pozo en Beerseba -primero por Abraham en Génesis 21:31 y luego
por Isaac en Génesis 26:33. Pero no hay evidencias de que se trate de dos versiones
reales del mismo episodio original. A la luz de los hábitos nómadas de Abraham e Isaac,
es más probable que el pozo fuera cegado por los enemigos de Abraham al partir él, sólo
para volver a ser abiertos por Isaac cuando regresó a la vieja tierra de pastos de su
padre. Y es razonable ver a Isaac reviviendo el antiguo nombre y reconfirmando el
antiguo tratado que le daba el derecho al pozo.
- El empleo de arameísmos (aparentes arameísmos) en el Pentateuco es una
“prueba” para los “progresistas” para invalidar la autoría de Moisés. La Cautividad
Babilónica (607-538 a.C.) marcó el inicio del abandono por parte de los judíos de su
ancestral lenguaje hebreo en favor de la más extendida lengua aramea. Por ello, los
críticos sostenían que la presencia de una palabra aramea en el texto bíblico era
evidencia de que el pasaje tenía un origen posterior al Exilio. Afirmaban que muchos de
estos «arameísmos» aparecen de hecho en el Pentateuco. Esto apoya la teoría de ellos de
un origen tardío para sus fuentes escritas. Pero no es así. Archer ofrece esta evidencia
filológica:«Una gran cantidad de palabras hebreas que ellos [los documentarios] han
clasificado como arameísmos resultan, bajo un examen riguroso, presentar buenas

27
evidencias de ser auténticas palabras hebreas, o ser derivables de dialectos fenicios,
babilónicos o asirios, y no del arameo. Por ejemplo, muchos críticos han dado por
supuesto, con gran descuido, que los nombres hebreos que acaban en -ón son
necesariamente arameos debido a que la terminación -dn es tan frecuente en arameo. Sin
embargo, la realidad es que esta terminación se encuentra también con una buena
frecuencia en babilónico y árabe, y se precisa de pruebas adicionales para demostrar que
no pudo haber sido realmente hebrea procedente de los tiempos cananeos.» El
académico judío concluye de manera similar: «Ha estado de moda entre los escritores
sobre este tema etiquetar de arameísmo cualquier palabra hebrea infrecuente que se
encuentre con mayor o menor frecuencia en dialectos arameos. La mayor parte de
arameísmos son tan nativos en hebreo como en arameo. Muchos de ellos se encuentran
también en otros lenguajes semitas.»Kautzsch (Die Aramaismen im Alten Testamente)
ha relacionado alrededor de 350 palabras como de posible origen arameo. Sobre esta
base se asigna una fecha tardía a más de 1.500 versículos del Antiguo Testamento en
que aparecen estas palabras. Sin embargo, la exhaustiva erudición de R.D. Wilson ha
revelado la siguiente información:
(a) 150 de estas 350 palabras jamás se encuentran en ningún dialecto arameo.
(b) 235 de estas 350 palabras jamás se encuentran en la literatura aramea antes
del siglo segundo d.C.
(c) Sólo 40 de estas que se encuentran antes del segundo siglo a.C. son
exclusivas del arameo entre las lenguas del Medio Oriente. (d) Sólo 50 de la lista de 350
palabras se encuentran en el Pentateuco. (e) Más de dos terceras partes de estas 50
palabras «arameas» en el Pentateuco tuvieron que ser sustituidas por una palabra
genuinamente aramea para que pudieran ser inteligibles en las traducciones arameas.
(f) La mayor parte de las palabras que no fueron sustituidas en las traducciones
arameas siguen siendo no exclusivamente arameas entre las lenguas del Medio Oriente.
- La diversidad de temática, estilo y dicción no implica que un autor, en este
caso Moisés, no pudiera dominar todos esos campos de la literatura, algo que vemos
que hizo unos siete siglos antes de la época de Moisés, Khety (o Akhtoy) hijo de Duauf,
escritor que vivió en la época de Amenemhet I (alrededor del 1991-1962 a.C.). Este
versátil escritor combinaba evidentemente las funciones de educador, poeta y propa-
gandista político, y escribió la Sátira de las Profesiones como texto para ser empleado
por los estudiantes en las escuelas de escribas. Fue probablemente comisionado para dar
forma literaria a la Enseñanza de Amenhemet I, un panfleto político popular entre las
dinastías dieciocho a veinte como ejercicio para su copia por parte de los niños en edad
escolar. Además, puede haber sido el autor de un popular Himno al Nilo, que junto con
las obras anteriores era también frecuentemente copiado por los escribas. Así, está bien
claro que no es en absoluto imposible que una persona con talento se haya dedicado
durante el período de Amarna a la clase de actividad literaria tradicionalmente adscrita a
Moisés. En cuanto al estilo, el cambio de estilo depende de la temática, no de las
diferentes fuentes. Finalmente, los datos arqueológicos indican que la existencia de
diferencias de estilo en una obra literaria era una característica en gran parte del antiguo
Oriente. Uni, un funcionario egipcio (2400 a.C.) contiene una fluida narración, unas
declaraciones sumarias, un himno de victoria y dos refranes diferentes que se repiten
con frecuencia. Sin embargo, permanece el hecho de que no se trata de documentos
diferentes en la inscripción monumental que fue tallada en piedra bajo orden de aquel
que es allí conmemorado. Otro útil paralelo es el que se encuentra en las inscripciones
reales de los reyes de Urartu. Se da una fórmula establecida para la salida del dios
Haldi, una triple fórmula para la salida del rey, una declaración compacta de triunfo o
narración en primera persona y con frecuencia aparecen estadísticas del ejército de

28
Urartu o de los despojos conseguidos. Y no hay, sin embargo, dudas de la unidad de este
documento, por cuanto no tiene ninguna prehistoria ni protoautor rival, y es un estilo
que persistió durante un siglo.
-La unidad del Pentateuco.- La totalidad del Pentateuco se basa sobre una
unidad de disposición, está ligado dentro de un todo orgánico, con infrecuentes
solapamientos y reelaboraciones debido a lo progresivo de la revelación de Dios a
Moisés. La mayor parte de las leyes de los libros centrales del Pentateuco constituyen
esencialmente un todo homogéneo. Génesis posee todas las características de una obra
homogénea: su articulación, el empleo inconsciente de formas y pautas sintácticas que
indican el medio lingüístico y geográfico del escritor, la función de las partículas, y en
particular el artículo determinado que pasa a través de etapas desde demostrativo hasta
definitivo, así como aquí el estado fluido del género gramatical. El escritor de Génesis
fue un hombre tan dotado literariamente que casi sugiere una facilidad y dedicación a
modelos en otros medios literarios. Tiene todas las características de un genio: variedad
y diversidad, multiplicidad de alternativas, amplia gama de colores, toda una escala de
notas explotadas con una destreza admirable. Nadie ni soñaría ahora en deducir por la
diversidad de estilo una diversidad de paternidad; la diversidad forma parte de la misma
textura del genio. No es en la uniformidad de dicción o estilo sino en la uniformidad de
la calidad que se discierne la unidad. Es más fácil creer en un solo genio que creer que
existió un grupo de hombres poseyendo dones tan preeminentes que, habiendo
producido tal obra, hubieran quedado en el anonimato. Este genio literario no fue ni más
ni menos que Moisés, el elegido de Dios para liberar a su pueblo del poder de Egipto y
llevarlo a la Tierra Prometida.

EL DILUVIO
El diluvio del Génesis ha sido atacado desde los cuatro costados. Algunos dicen
que no fue un diluvio universal, sino una inundación limitada a la región de
Mesopotamia. Otros mantienen que el arca habría podido contener dos de cada tipo de
animal en el mundo en la actualidad. Y otros, incluso algunos profesos creyentes en la
Biblia, echan el relato del diluvio a un lado como un mito de los antiguos. Se dice que el
registro del Génesis no es literal. «Es un mito», dicen. Pero un entendimiento pleno del
relato bíblico del diluvio revela que fue universal y que las fuerzas geológicas produci-
das por él son explicaciones adecuadas para la mayor parte de los fenómenos
geológicos. Señalemos ahora algunos puntos clave del diluvio del Génesis en relación
con la geología. ¿Qué es lo que tiene que decir la Biblia acerca del diluvio?

A. Un Diluvio Universal, no una inundación local

Muchos han afirmado, en años recientes, que el diluvio del Génesis fue una
inundación local que cubrió sólo el valle del Tigris - Éufrates. Pero este ataque se
enfrenta con numerosos problemas. Aquí relacionamos unos pocos:

1. Se hace un énfasis definido en el relato mismo en una inundación


universal cubriendo toda la tierra.

Las siguientes citas de Génesis 6 y 7 lo muestran con claridad:

29
“Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está
llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra... Y he
aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que
haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá... Porque
pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y
raeré de sobre la faz, de la tierra a todo ser viviente que hice... Y sucedió que... las aguas
del diluvio vinieron sobre la tierra. Y subieron las aguas, y crecieron en gran manera
sobre la tierra... y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos
que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos... Y murió toda carne que se
mueve sobre la tierra... todo reptil... Y todo hombre... Todo lo que tenía aliento de
espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió... fue destruido
todo ser que vivía sobre la faz, de la tierra... fueron raídos de la tierra, y quedó
solamente Noé, y los que con él estaban en el arca (Génesis 6:13, 17; 7:4, 10, 15-23).
Uno no puede leer la narración anterior y decir que la Biblia presenta el diluvio
sólo como un acontecimiento local.

2. E1 concepto de un Diluvio Universal es presentado también por otros


escritores bíblicos.

Dios, por medio de Isaías, reafirmó que no permitiría que las aguas cubrieran
otra vez la tierra como en los días de Noé (Isaías 54:9). Pedro escribió acerca del diluvio
que por la palabra de Dios «el mundo de entonces pereció anegado en agua» (2 Pedro
3:6). El término griego utilizado en este pasaje, kataklustehis, significa literalmente
«derrumbar con agua». Y es la palabra de la que derivamos nuestro término castellano
cataclismo. El mundo que era entonces, así, se vio destruido por un cataclismo.

3. La Biblia afirma con claridad que toda carne, con excepción de la familia
de Noé, murió.

Pedro dice que sólo ocho personas fueron salvadas en el arca (1 Pedro 3:20).
Esto es lo que Moisés había dicho en Génesis 7:23. Dios no perdonó al resto del mundo
(2 Pedro 2:5). Y el registro del Génesis afirma con claridad que murió toda la carne que
estaba fuera del arca (Génesis 7:19-22, 8:21, 22; 9:8-17). Jesús enseñó que todos los que
estaban fuera del arca murieron (Lucas 17:26-30; Mateo 24:39). Y ésta es una
confirmación suficiente.

4. Si el Diluvio fue sólo local, entonces el arco iris y el pacto que simbolizaba
pierden su aplicación universal.

Pero la Biblia afirma que el pacto del arco iris fue concertado entre Dios, Noé y
todas las generaciones vivientes después de Noé (Génesis 9:8-12). Fue un pacto entre
Dios y el hombre que Dios no iba a destruir más toda carne de sobre la faz de la tierra
(Génesis 9:11, 15-17). Pero si uno mantiene la teoría del diluvio local, está diciendo que
este pacto no existe hoy entre Dios v toda la Humanidad.

5. Si el Diluvio del Génesis fue sólo una catástrofe local, ¿por qué Dios
ordenó a Noé que construyera un arca?

Whitcomb y Morris dicen: «No obstante, tenemos que estar de acuerdo en que el
inmenso tamaño del arca abruma la imaginación. De hecho, éste es precisamente el

30
mismo centro de nuestro argumento: que Noé hubiera construido una nave de tal
tamaño sólo con el propósito de escapar de un diluvio local es algo inconcebible.» ¿Por
qué no emigraron Noé y los animales a otro lugar? «Todo el procedimiento de construir
una nave de este tipo, involucrando más de 100 años de planificación y trabajo,
simplemente para escapar de una inundación local apenas si se puede describir de otra
manera que como algo absolutamente insensato e innecesario.» Parece que si el diluvio
fue sólo local y su familia hubieran podido huir de aquella zona, de la misma manera en
que Lot y su familia huyeron de Sodoma v Gomorra-
Si el diluvio del Génesis, entonces, fue local y no universal, tenemos que llegar
a la conclusión de que el registro no quiere decir lo que claramente dice; que Dios
actuó insensatamente con Noé al ordenarle que construyera el arca; que Jesús y los
escritores de la Biblia entendieron mal el registro del diluvio -en Génesis; y que el
pacto del arco iris no es válido en la actualidad.
Pero si el diluvio del Génesis fue universal, ¿cómo podría la Biblia haberlo
afirmado con más claridad? «Tan frecuente es la utilización de los términos
universales y tan tremendos son los puntos de comparación ("montes altos" y "todos
los cielos"), que es imposible imaginar qué se pudiera haber dicho más de lo que se
dijo realmente para expresar el concepto de un diluvio universal. » Y, con respecto a
lo que realmente tuvo lugar, Frederick A. Filby afirma que sólo podemos comprender
el diluvio como teniendo implicaciones universales.
“…la tremenda y continua precipitación de lluvia, las convulsiones eviden-
temente violentas del lecho oceánico -las fuentes del abismo- y no unos ríos
meramente crecidos, la dirección de la deriva del arca, y el lecho de que se asentó en
una región montañosa y no en una llanura fangosa cerca del Golfo Pérsico, y el largo
período de tiempo para el abatimiento de las aguas, todo ello pone perfectamente en
claro que ninguna inundación del valle del Tigris - Éufrates cumpliría jamás las
condiciones exigidas por el relato del Génesis.

B. Evidencias de fuerzas universales

Nunca deberíamos subestimar las magnas fuerzas que fueron desencadenadas


durante el diluvio del Génesis. Génesis 7:11 afirma... «todas las fuentes del gran
abismo» fueron rotas. «Las cataratas de los cielos fueron abiertas» (Génesis 7:11).
Bvron C. Nelson traduce literalmente Génesis 8:3 de la siguiente manera: «Y las
aguas iban y venían de sobre la tierra.» Esto nos da una idea de que el diluvio no fue
una tranquila lluvia. El poder de arrastre del agua es inmenso. Desatada en una
magnitud como la del diluvio del Génesis, podemos asumir que el divino Cirujano
Plástico rehizo la tierra mediante las aguas. Como lo dijo Pedro: «E1 mundo de
entonces pereció anegado en agua» (2 Pedro 3:6). «Evidentemente, por tanto, la Biblia
pone muy en claro que los acontecimientos asociados con el diluvio fueron de una
inmensa potencia geológica y tienen que haber provocado profundos cambios
geológicos.»
Aquí tenemos una breve descripción gráfica de lo que la Biblia implica con
respecto a la acción del diluvio del Génesis.
1. Lluvias de extensión universal: Hubo una fantástica lluvia de extensión
universal que duró cuarenta días y cuarenta noches. La tremenda cantidad de agua
liberada por esta lluvia hubiera sido enorme.
2. Actividad artesiana global: La apertura de las fuentes del gran abismo es
claramente indicadora de actividad volcánica y sísmica. Se derramaron grandes reservas

31
de agua subterránea. Se desató la actividad volcánica. La tierra gimió con convulsiones
tectónicas.
3. Erosión universal. La erosión cortó, trabajó y reformó el mundo antiguo.
Inmensas cantidades de roca, tierra y fango fueron transportadas, redepositadas y
vueltas a depositar (Génesis 8:3).
4. Agrandamiento global de los mares: Las cuencas oceánicas fueron agrandadas
y Dios estableció sus límites (Isaías 40:12).
5. Fosilización global: Todos los seres vivos, plantas, animales v hombres,
fueron ahogados, sepultados y muchos de ellos fosilizados. Otros quedaron
comprimidos para formar capas de carbón.
Las fuerzas combinadas de los puntos anteriores indudablemente cambiaron la
estructura geográfica del mundo antiguo. Y vemos evidencia de ello hoy en día en las
grandes cantidades de sedimentación, cañones, yacimientos fósiles, océanos y montes.
Whitcomb describe la acción del diluvio de la siguiente forma:
“Las abundantes «aguas sobre la expansión» se precipitaron a través de lo que es
gráficamente expresado en las Escrituras como «las cataratas de los cielos», hinchiendo
los ríos y avenidas de aguas e iniciando la erosión y el transporte de vastas cantidades de
sedimentos continentales. Al mismo tiempo, aguas y probablemente magmas estaban
abriéndose paso explosivamente a través de las rotas fuentes del gran abismo
subterráneo. En los mares estas “fuentes” no sólo hicieron surgir sus aguas y materiales
volcánicos, sino que los correspondientes desplazamientos de tierra tienen que haber
generado de continuo poderosos tsunamis (olas de aguaje).
Esta tremenda combinación de fuerzas, distróficas e hidrodinámicas, tiene que
haber alterado profundamente, sin duda alguna, la topografía antediluviana y la geología
de la corteza terrestre.”

C. Completa confirmación bíblica de un diluvio universal

Este punto ya ha sido brevemente considerado. Pero se tiene que volver a


destacar para manifestar lo serio de la postura de aquellos que niegan el registro del
diluvio en Génesis. Se tiene que poner en claro que no sólo el libro de Génesis afirma
un diluvio universal, sino que también lo hace el resto de la Biblia. Esto presenta un
gran problema para los que mantienen que el diluvio es sólo un mito. Isaías creía y
predicó el diluvio de la época de Noé (Isaías 54:9). Ezequiel creía que Noé era real y no
un carácter ficticio (Ezequiel 14:14, 20). Jesús creía y predicaba la factualidad de Noé y
del diluvio del Génesis (Mateo 24: 37-39). Lucas y Mateo registraron las enseñanzas de
Jesús acerca del diluvio (Lucas 17:26, 27). El autor de Hebreos afirmó el diluvio
(Hebreos 11:7), lo mismo que Pedro (1 Pedro 3:20; 2 Pedro 2:5).
Si negamos el diluvio del Génesis, tenemos que decir que Jesús y otros profetas
de la Biblia eran falsos. Estaban en un error al referirse a Noé y al diluvio como siendo
un hombre histórico y un acontecimiento histórico verdaderos. Uno no puede
mitologizar Génesis sin mitologizar toda la Biblia. Si el primer libro de la Biblia es tan
indigno de confianza, ¿qué es lo que nos hace pensar que el resto sea nada mejor?

D. El invernadero universal

Al estudiar el relato bíblico del diluvio uno se queda impresionado de inmediato


por el hecho de que el diluvio armoniza con hallazgos científicos. Aunque la Biblia no
da explicación de muchos aspectos del diluvio ni de las condiciones del mundo antes del

32
diluvio, podemos hacernos una imagen bastante coherente a partir de lo que sí se dice. Y
ciertamente las condiciones de la tierra antediluviana eran muy distintas de las que
observamos en la actualidad.
Muchas personas cualificadas creen que las condiciones anteriores al diluvio
eran muy diferentes de las que experimentamos en la actualidad. Se cree que entonces el
clima era mucho más benigno. Estas condiciones benignas son atribuidas a lo que se
llama «el efecto de invernadero».
Indudablemente, antes del diluvio la tierra estaba cubierta por una cubierta de
vapor de agua. Génesis 1:6, 7 indica que Dios creó tal capa al principio -«las aguas que
estaban sobre la expansión»- (cp. Job 38:9).
Antes del diluvio, Génesis 2:6 parece indicar que no había precipitación de
lluvia, sino una neblina que subía de la tierra. Esto puede explicar en parte por qué
muchos no creyeron a Noé cuando él les predicaba acerca de un gran diluvio que había
de venir. Y esto explicaría también la aparición del arco iris después del diluvio
(Génesis 9:14).
La cubierta de vapor de agua sobre la tierra habría inducido un efecto de
invernadero sobre la tierra. Esto es, la tierra capturaría y retendría el calor del sol de la
misma manera como queda encerrado dentro de un automóvil cerrado puesto al sol.
Donald W. Patten afirma que la atmósfera antediluviana contenía entre 6 y 8 veces más
de dióxido de carbono que la actual. A1 afirmar esto, llega a la conclusión de que la
tierra tenía una atmósfera compuesta de una elevada cantidad de agua y de dióxido
carbónico. Una atmósfera de este tipo capturaría y retendría mucho más calor que la at-
mósfera actual.
Esta cubierta habría actuado también como un escudo filtrando los rayos
ultravioletas. Coppedge explica:
“Se hipotetiza que esta [cubierta] habría filtrado los rayos ultravioletas, algunos
de los cuales ahora llegan a pasar a través del escudo de ozono y que pudieran estar
involucrados en el proceso de envejecimiento. Esto explicaría las largas vidas de las
personas que vivían antes del diluvio, según la Biblia. Inmediatamente después del
diluvio, la duración de la vida fue disminuyendo gradual, pero rápidamente, hasta el
nivel actual."
Por ello, «la disminución del período de vida después del diluvio parece
concordar perfectamente con nuestro concepto de la disipación de la cubierta protectora
de la tierra durante el diluvio». «Después del diluvio, la cubierta había sido precipitada,
sus efectos protectores mayormente eliminados, y comenzó una larga decadencia en
salud y longevidad generales, sólo parcialmente neutralizada en décadas recientes
gracias a los avances médicos y de ingeniería sanitaria pública.»
Como se ha dicho antes, esta cubierta produciría un clima cálido. El clima cálido
sería de extensión universal. No habrían existido zonas glaciales en los polos. Y esto es
exactamente lo que afirman los registros arqueológicos y geológicos. Michael W.
Ovenden, evolucionista, dijo: «En las eras geológicas del pasado una lujuriosa
vegetación crecía en Groenlandia, y se ha sugerido que este hecho fue resultado de una
excesiva actividad volcánica que lanzó dióxido carbónico a la atmósfera, aumentando
así la temperatura en la superficie al aumentar la eficacia de la acción de invernadero de
la atmósfera.» V. L. Westberg añade: «Como ya se ha señalado en los estudios sobre los
pinos gigantes Redwood, el hallazgo de huellas de helechos y palmas en carbón incluso
en los polos es indicación de que un clima cálido prevaleció por todo el mundo antes del
diluvio, y de que era de extensión mundial. W. J. Miller, refiriéndose al pasado,
escribió: «La distribución general y el carácter de las rocas y sus contenidos fósiles
señalan unas condiciones climáticas más uniformes que las que vemos en la

33
actualidad.» La vida prosperaba florecientemente antes del diluvio. Los animales
crecían hasta mayores tamaños. Génesis 6:4 afirma que el hombre era de mayor tamaño.
Y los fósiles demuestran que los gigantes existieron. Pero el diluvio cambió todo esto.
La cubierta protectora fue condensada para producir los cuarenta días de lluvia del
diluvio. Las cuencas oceánicas se agrandaron para contener el exceso, de aguas. Y así
hemos llegado a las actuales condiciones.

E. Datación y el Diluvio del Génesis

Las condiciones de invernadero antediluvianas afectarían en alto grado los


actuales métodos de datación. Tomemos por ejemplo el método del C-14. Brown afirma
que la atmósfera antediluviana tuvo probablemente un contenido más elevado de dióxido
carbónico. En relación a esto, afirma él:
“Una planta o animal que hubiera vivido en una época en la que la biosfera
contuviera la misma cantidad de carbono—-14 pero ocho veces la cantidad de carbono
no radiactivo característico de condiciones nuevas tendría a su muerte una edad
radiocarbónica de 17.190 «años» en comparación con nuestros materiales
contemporáneos.
En otras palabras, el porcentaje de radiocarbono en el dióxido de carbón de la
atmósfera antes del diluvio era evidentemente menor que en la actualidad. Era menor
debido a la cubierta protectora. Y así, al ser menor en proporción al carbono no
radiactivo, menos cantidad entraba a formar parte de los organismos vivos. Por ello,
cualquier edad de fósiles antediluvianos determinada mediante el contenido actual de C-
14 establecería una edad mucho mayor que la real. Si la fecha de un fósil de un
organismo que murió en el diluvio fuera comparada con un organismo fosilizado que
muriera un año después del diluvio, la fecha del organismo muerto en el diluvio daría un
resultado de miles de años más. Esto daría cuenta del hecho de que las dataciones de
más de 4.000 años mediante el C-14, según Libby (el inventor del método) son muy
susceptibles de error.

F. La edad de la civilización y la fecha del Diluvio

Al negar el diluvio del Génesis uno se encuentra ante el problema poblacional.


Para el tiempo del diluvio, se ha calculado prudentemente que la población del mundo
debía estar alrededor de los mil millones de personas. Así, alrededor de mil millones de
personas murieron en el diluvio. La tierra fue repoblada por la familia de Noé.
Según todos los registros históricos que podemos examinar en la actualidad, la
evidencia de estos registros muestra que la historia del hombre se remonta hasta
alrededor del 3.000 a.C.2 Si el hombre hubiera estado en la tierra durante cientos de
miles de años, es de preguntarse por qué ha registrado la historia sólo desde el 3.000
a.C.
Si el hombre, tan inteligente como es hoy, ha estado aquí durante 100.000 ó
200.000 años, ¿por qué todas las evidencias de civilización y de lo que llamamos un
período genuinamente «histórico» surgen repentinamente, y tan tardíamente como los
años 5.000 ó 6.000 a.C.? ¿Qué ha estado haciendo este inteligente hombre durante todos
estos miles de años, si es que ha estado aquí?
Aunque algunos, como se indica en la anterior cita, se remontan hasta 5.000 ó
6.000 años a.C. como la fecha del inicio de la civilización, la fecha más comúnmente

34
aceptada para el diluvio es alrededor del 3.000 a.C., con un error de unos pocos cientos
de años en más o en menos. Naturalmente, no podemos establecer una fecha precisa.
Pero el crecimiento estadístico de la población del mundo parece dar apoyo a estas
cifras. No es importante cuán precisas sean estas fechas. Lo que es importante es que su
recencia destruya la teoría de que el hombre ha estado multiplicándose sobre la tierra
durante cientos de miles de años.
Utilizando cifras prudentes del actual crecimiento demográfico, incluyendo
enfermedades y guerras, muchos que han estudiado este asunto llegan a techas de un
poco más de 3.300 a.C. como fecha de nacimiento de la actual población mundial.
Morris presenta la fecha de 4.300 en la siguiente cita:
Así, llegamos a la conclusión de que lo que se conoce actualmente acerca de las
poblaciones presentes o pasadas puede ser explicado muy razonablemente sobre la base
de un comienzo hace sólo 4.300 años, admitiendo ampliamente los efectos de guerras y
de catástrofes naturales. Sin embargo, la suposición hecha por los evolucionistas de que
el hombre apareció por primera vez hace un millón de años o más se hace totalmente
absurda cuando se examina a la luz de la estadística demográfica.
En base de un estudio de crecimiento demográfico, llegamos a una clara
situación de que la existencia del hombre sobre la tierra es sorprendentemente corta. Si
el hombre ha estado en la tierra durante cientos de miles de años, la población de la
tierra tendría que ser enorme.

G. La controversia acerca de la gran nave

Muchos han atacado el registro bíblico del diluvio sobre la base de que el arca
simplemente no habría podido ser lo suficientemente grande como para contener todas
las actuales especies y el alimento preciso. Pero hay varios factores a considerar aquí y
que invalidan los argumentos de los escépticos.
1. No todas las variedades actuales de vida estaban presentes durante el diluvio.
Hay cientos de variedades de perros, gatos y palomas. Pero todas estas variedades
provinieron de su «naturaleza» específica que Noé tomó a bordo del arca. De todas las
clases que Noé tomó en el arca, provienen las actuales variedades. Así que en realidad
no podemos decir que Noé tomara todas las variedades conocidas de perro o de gato o
de cualquier otra cosa a bordo del arca. El tomó a dos de cada clase o «naturaleza», no
especies ni variedades. Tenemos que tener esto presente.
2. El arca era de un tamaño enorme. Medía 30 x 50 x 300 codos, lo que es 13,33
x 22,23 x 133,35 metros, o aproximadamente 39.500 metros cúbicos, asumiendo que el
codo sean 44.45 centímetros (Génesis 6:15). Esto sería lo mismo que 522 vagones
estándar de carga de un tren. Los hay que han calculado que no habría más de 35.000
vertebrados individuales que llevar en el arca. Y una suposición justificable es que el
tamaño medio de los animales fuera el de una oveja; al menos éste es el tamaño medio
en la actualidad. Y, naturalmente, se hubiera podido tomar a los animales jóvenes de
cada especie, en lugar de tomar a los animales adultos. Así, estos 35.000 animales
habrían cabido probablemente en 75 vagones de la capacidad total de 522 del arca. Y
habría habido capacidad de sobras para la comida. Tenemos que considerar también la
posibilidad de que estos animales hubieran podido hibernar durante su estancia en el
arca.
Al considerar el arca, podemos ver de cierto que era capaz de llevar todo lo que
Génesis dice que llevó. No hay aquí ningún problema entre lo que el registro afirma y la
posibilidad de que ello fuera así.

35
Si el diluvio del Génesis no hubiera tenido nunca lugar, no esperaríamos
encontrar leyendas históricas o registros de ello. Pero si realmente ocurrió sería de
esperar que un acontecimiento tan espectacular no fuera fácilmente olvidado por la
Humanidad. Esperaríamos encontrar alusiones acerca de este acontecimiento en las
historias de los distintos grupos humanos. Y al estudiar las antiguas civilizaciones es
esto precisamente lo que hallamos.
Casi todas las civilizaciones han tenido algún tipo de relato diluvial en su
historia. Éste es un fenómeno de la antropología. Nelson escribía: «La existencia entre
todas las razas de historias o tradiciones de un gran diluvio que destruyó toda la
Humanidad ha sido cosa conocida desde hace largo tiempo y considerado por aquellos
familiarizados con ellas como una notable confirmación de 1a Verdad del relato del
diluvio en Génesis." Y ciertamente es evidencia de ello.
Uno de los relatos más destacables del diluvio que se dan en la corrompida
historia pagana es el de la Épica de Gilgamés. La Épica de Gilgamés es un producto de
los babilonios semitas. Se remonta hasta una fecha entre 1700 v 2000 a.C.
Este relato, que fue hallado en la biblioteca de Assurbanipal, habla de las
aventuras de Utnapistim. E1 dios Ea le ordenó que construyera una nave para salvarse él
mismo y «la simiente de todas las cosas vivientes». Esta nave tenía que tener 120 x 120
x 120 codos. Tenía nueve cubiertas. Cuando Utnapistim hubo terminado la em-
barcación, él, su familia, parientes y los animales entraron. La puerta fue cerrada y
llovió durante seis días. Cuando la lluvia hubo cesado, fue soltada una paloma, después
una golondrina, y a continuación un cuervo. Y después de la prueba, Utnapistim ofreció
un sacrificio.
Este relato del diluvio está más cercano a los acontecimientos reales de Génesis
que cualquiera de las otras historias diluviales paganas. Es notablemente similar en los
aspectos generales de ambas narraciones.
Nuestro interés no es aquí considerar las antiguas tradiciones del diluvio, sino
llamar la atención al hecho de su existencia. ¿Qué dirían los escépticos si no hubiera
relatos del diluvio del Génesis a excepción sólo del registro bíblico? Los escépticos
podrían creer que ello sería un punto fuerte para su argumentación, aun a pesar de que la
Biblia es un documento histórico fiable. Pero tenemos estos relatos. ¡Existen! Y este
autor demanda una explicación de parte de los escépticos acerca de la existencia de
estas historias diluviales. ¿De dónde provinieron?
Los escépticos tienen que dar respuesta al fenómeno de la existencia de leyendas
acerca del diluvio. Pero en cuanto a esto están enfrentándose con una evidencia
abrumadora. Briggs Dengman afirmó: «Las tradiciones acerca de un diluvio
cataclísmico que tuvo lugar mucho ha son transmitidas por muchos pueblos. Se ha
descubierto la existencia de tribus aisladas en todas partes del mundo poseyendo estas
tradiciones «Miremos en el continente que miremos», dijo Daniel G. Brinton,
«hallaremos el mito de una Creación o construcción primordial, de un Diluvio o
destrucción, y de una esperada Restauración».
La historia del Diluvio ha llegado ciertamente a los confines de la tierra. Se
extiende a través de Asia desde Turquía hasta Siberia, China, Japón e Indonesia. Se
encuentra en Australia, Nueva Zelanda y las islas del Pacífico. Es prolífica en una
diversidad de versiones tanto en Norte como en Sudamérica, desde Alaska hasta Tierra
del Fuego. Es más infrecuente en África, aunque se encuentra desde Egipto a Nigeria y
desde el Congo hasta El Cabo. Finalmente, ha cruzado Europa desde Grecia a Irlanda e
Islandia... no hay ninguna otra historia de un acontecimiento antiguo en todo el mundo
que sea tan extensamente aceptada.

36
El diluvio del Génesis es una explicación adecuada para los fenómenos
paleontológicos. De hecho, mucha parte del registro paleontológico sólo puede
explicarse en términos de catastrofismo. No hay ninguna otra explicación, ninguna otra
respuesta. Los siguientes puntos son hechos que demandan catastrofismo. Por ello, se
levantan en apoyo del diluvio del Génesis.

A. La mera existencia de los fósiles

La misma existencia de los fósiles es evidencia de catástrofes o de una sola


catástrofe. Los restos vegetales y animales pueden ser preservados sólo si son sepultados
rápidamente. Sí no es así, los basureros y la descomposición terminarán pronto con todo
aquello de lo que pudiera constituirse un fósil. Pero en 1a corteza de la tierra hay
millones de restos fósiles. Millones de fósiles han sido sepultados totalmente intactos.
Muchos han sido sepultados en hielo antes de que pudieran comenzar a descomponerse.
La misma existencia de estos fósiles constituye evidencia en contra de la doctrina del
actualismo. A1 mismo tiempo constituyen evidencia de catástrofes.
En relación con la existencia de fósiles, la mayor parte de los evolucionistas
reconocen un hecho singular acerca del registro paleontológico mismo. Este hecho
singular es que el registro fósil da evidencia de una o más grandes catástrofes en algún
tiempo de la historia de la tierra. Johnson, Laubengayer, DeLanny y Cole, todos ellos
evolucionistas, señalan esto en su libro de texto.
Hay una gran discontinuidad en el registro fósil entre las rocas del Proterozoico
y del Paleozoico que nunca ha sido explicada de manera adecuada. Puede ser que
hubiera una destrucción de fósiles a gran escala antes de la formación de las rocas del
Cámbrico.

B. La evidencia de los fósiles poliestráticos

Los fósiles poliestráticos son fósiles que se extienden a lo largo de varias capas
sedimentarias. N. A. Rupke tenía razón al decir: «Solamente un insólito proceso de
sedimentación puede dar explicación a condiciones de este tipo. »
¿Puede el actualista explicar un fenómeno así? ¿Cómo puede un lento proceso de
sedimentación a lo largo de millones de años dar cuenta de fósiles poliestráticos? Una vez
más, la única explicación adecuada es una catástrofe que sepultara estos seres vivos antes
de que pudieran descomponerse. Los árboles que atraviesan varias capas de roca tuvieron
que ser sepultados en un lapso de tiempo muy corto. Rupke añade: «Personalmente, soy
de la opinión que los fósiles poliestráticos constituyen un fenómeno crucial tanto en
relación con la realidad como con el mecanismo de deposición cataclísmica.

C. Silbando a través del cementerio de fósiles

Por todo el mundo hay cementerios de fósiles -lugares donde fósiles han sido
acumulados en una masa, sepultados y fosilizados.
La cuenca del río Green (Eoceno) de Colorado, Wyoming, es considerada como
parte de un antiguo lecho de un lago. En esta formación se encuentran masas de peces
fósiles, muchos más de los que se pueden explicar mediante los procesos actuales.
Sobre la base de su excelente preservación y grandes cantidades, la explicación más
lógica es un rápido sepultamiento.

37
Immanuel Velikovsky habla acerca de los animales prehistóricos que fueron
congelados en la tierra guanosa del norte de Alaska, cerca de Fairbanks. «Estos
animales perecieron en una época más bien reciente... millones y millones de animales
fueron descuartizados miembro a miembro y mezclados con árboles desarraigados.»
«La cantidad de ellos es asombrosa. Yacen congelados en masas enredadas, -
entremezclados y desmembrados y luego consolidados bajo condiciones cataclísmicas.»
Estos cementerios pueden ser sólo explicados a la luz del catastrofismo. Y los
actualistas están solamente silbando al atravesar este cementerio cuando deciden ignorar
estos hechos. El diluvio del Génesis es aquí una respuesta adecuada para los
cementerios fósiles.

D. La muerte repentina contradice el actualismo

Estrechamente relacionadas con el punto anterior, las siguientes evidencias


vuelven a ilustrar la manera en que los animales y las plantas de la prehistoria murieron.
Y una vez más estos fenómenos producen evidencia cierta que es contraria a cualquier
concepto actualista.
Los animales prehistóricos murieron violentamente, no pacíficamente. Los
mamuts, bisontes, ovejas, caballos y muchos otros animales florecieron en tiempos
prehistóricos en las regiones septentrionales de Siberia y Alaska. Toda la evidencia
indica que estas regiones habían tenido una vegetación lujuriante. E1 clima era mucho
más cálido que en la actualidad. Pero algo sucedió. Algo cambió el medio escénico de
estos grandes animales. Henry Howorth, que no cree en el diluvio del Génesis, dijo:
Un cataclismo de una enorme magnitud abrumó una gran parte de la superficie
terrestre. Una inmensa inundación sepultó grandes cantidades de animales bajo capas de
limo y grava y hubo un repentino cambio climático en regiones como Siberia y Alaska.
Con respecto a estos animales, Filby añade:
El examen muestra que algunos murieron de un choque repentino con los ojos y
los vasos sanguíneos violentamente distendidos. Los expertos estiman que se
encontraron repentinamente golpeados por un extremado frío del orden de los - 150"F
(alrededor de - 101° C) que congeló a estos enormes animales antes de que pudiera
iniciarse ninguna descomposición."
Este increíble acontecimiento es aún más destacado por Velikovsky:
En 1797 se encontró el cuerpo de un mamut, con carne, piel y pelo, en el noreste
de Siberia, y desde entonces se han exhumado cuerpos de otros mamuts del terreno
congelado en varias partes de la región. La carne tenía apariencia de buey recién
congelado; era comestible, y lobos y perros de tiro de trineo se alimentaron de ella sin
daño alguno... En los estómagos y entre los dientes de los mamuts se encontraron
plantas y hierbas que no crecen en el norte de Siberia.
El diario Saturday Evening Post informaba de esta asombrosa imagen de muerte
repentina diciendo:
Aquí tenemos una imagen verdaderamente chocante -para nuestra anterior
manera de pensar-. Vastas manadas de enormes y bien alimentados animales no
designados específicamente para fríos extremos, alimentándose plácidamente en
soleados pastos, arrancando campanillas de una manera delicada a una temperatura a la
que probablemente no habríamos necesitado siquiera de un abrigo. De repente todos
fueron aniquilados sin ninguna muestra visible de violencia y antes de que pudieran
siquiera tragar el último bocado de comida, y luego fueron congelados de manera tan
rápida que cada célula de sus cuerpos ha quedado perfectamente preservada.

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Estos relatos siguen y se repiten. Hay casos de aves, lagartos, peces y cientos de
otros tipos de animales que fueron repentinamente muertos y rápidamente sepultados,
sin descomposición alguna. Leakey expresó correctamente el pensamiento de los
evolucionistas al decir: «Estas son cosas que hacen que un paleontólogo se frote los ojos
de asombro...»
Ningún actualista estricto puede dar respuesta alguna para tales fenómenos
paleontológicos. Pero el diluvio del Génesis es una respuesta adecuada. Naturalmente,
no estábamos allí cuando sucedió. Pero cuando el diluvio llegó, es indudable que
millones de animales fueron sepultados repentinamente. Muchos se vieron
repentinamente congelados en las abrumadoras aguas. Desconocemos los mecanismos
que Dios utilizó para provocar esta repentina congelación. Pero «el sepultamiento de
tales cantidades de tan gran número de criaturas demanda literalmente alguna forma de
acción catastrófica ». Y desde luego ello va en contra de la doctrina del actualismo.

E. Deposición de evidencia

El registro paleontológico está por lo general compuesto de organismos más


simples en los estratos inferiores y de organismos más complejos en los estratos
superiores, aunque hay muchas excepciones a esta norma. Pero por lo general el registro
muestra una aparente progresión desde las formas de vida más simples a las más
complejas. Este ha sido uno de los grandes argumentos que los evolucionistas han
utilizado para proteger su teoría.
Pero esto es también lo que sería de esperar si tales organismos fueron
sepultados por un diluvio.
El hecho de que, por lo general, los fósiles se encuentran segregados en con-
juntos de tamaños y formas similares es exactamente lo que sería de esperar como
resultado de un proceso diluvial, debido a que el agua turbulenta es un agente
clasificador sumamente eficaz.
Por ello, sería razonable esperar que la actividad hidráulica de un Diluvio
universal tendiera a depositar organismos de tamaños y formas similares juntamente, y
que la profundidad del sepultamiento fuera en orden de complejidad en aumento desde
el fondo hacia arriba. Además, esto va directamente en paralelo a la elevación del
hábitat normal de los organismos.
«Y aún más, la movilidad de los animales está estrechamente relacionada con su
complejidad, de manera que los animales superiores escaparían durante más tiempo al
sepultamiento.»
Así, esta evidencia que se utiliza comúnmente en apoyo de la evolución puede
ser igualmente utilizada en apoyo del Diluvio del Génesis.
¿Cómo apoya el registro geológico el Diluvio del Génesis? Hay muchos fenómenos en
la geología del mundo que pueden ser mejor explicados en términos de catastrofismo
que de actualismo. Consideremos algunos de ellos.

A. La sedimentación y la evidencia estratificada

Casi toda la sedimentación que se encuentra en el mundo ha tenido lugar en el


seno del agua. Ello es, superficialmente, evidencia de aguas de inundación. Es
indudable que se formaron estratos debido a la obra de Dios durante la creación inicial
del mundo (Génesis 1:1, 2) y por la obra de Dios durante los seis días de la creación

39
cuando formó y separó las aguas de la tierra (Génesis 1:6-13; Salmo 104:6-9). Aunque
mucha de la sedimentación del mundo actual fue causada por las anteriores obras,
tenemos que atribuir la mayor parte de la apariencia geológica de la tierra al diluvio del
Génesis.

B. Cañones

Los actualistas pretenden que los cañones fueron cortados por los ríos durante
millones de años. Pero la existencia de cañones, como el Gran Cañón mismo, puede ser
explicada más adecuadamente por la geología bíblica. El libro de texto de biología,
Biology: A Search for Order in Complexity, explica:
Una mejor explicación según los creacionistas es que (el Gran Cañón) fue
formado rápidamente al cortar las aguas a través de un material no consolidado que
había sido depositado por el diluvio de la época de Noé. Esta explicación es superior
debido a que se conforma a los principios de la hidrodinámica. Estos principios afirman
que el agua no puede formar meandros al mismo tiempo que está formando un canal
profundo. El canal del río Colorado es a la vez profundo y serpenteante.
Morris y Whitcomb añaden:
Parece mucho más probable que los sedimentos fueron todos ellos depositados
más o menos rápida y continuamente, lo que fue seguido de un gran y único
levantamiento regional. Siguió a continuación una rápida modelación del cañón, la
excavación de sus canales, mientras los sedimentos eran aún relativamente blandos y los
ríos transportaban mucho más caudal.

C. Petróleo y Carbón

Los geólogos se han dividido acerca de cómo se formaron las capas de carbón.
Algunos mantienen que la vegetación creció localmente a lo largo de millones de años y
que fue cubierta por estratos. Otros mantienen que la vegetación fue depositada por
aguas diluviales. La evidencia parece apoyar este último punto de vista.
Las vetas de carbón se encuentran casi siempre en depósitos estratificados; ello
da así evidencia de aguas diluviales. Los fósiles poliestráticos, extendiéndose a través de
muchos metros de carbón, exigen también esta conclusión.
Estudios recientes han demostrado que no se precisa de grandes eras de tiempo
para formar carbón, a pesar de lo demandado por los geólogos actualistas. George R.
Hill, del Instituto Superior de Minas e Industrias Mineras de la Universidad de Utah,
demostró experimentalmente que el carbón se podía formar en muy poco tiempo.
Naturalmente, los evolucionistas necesitan millones de años para su teoría, de manera
que no aceptan experimentos que digan que el carbón se puede formar en unos pocos
miles de años.
Los geólogos nunca han encontrado una explicación adecuada para los depósitos
de petróleo. Estos depósitos se encuentran en prácticamente todas las eras geológicas. Y
ello significa que los depósitos de petróleo por todo el mundo deben haber sido
formados por un fenómeno universal. Así, ¿qué del diluvio de la época de Noé? ¿No
podría ser él la respuesta adecuada?

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D. Actividad volcánica

Con la rotura de las fuentes del gran abismo durante el diluvio del Génesis es
indudable que hubo actividad volcánica. Ello explicaría el hecho de que casi todos los
estratos geológicos contienen depósitos volcánicos.
Y la actividad volcánica daría cuenta de la mayor parte de las formaciones
geológicas que vemos en la actualidad. Nunca deberíamos subvalorar los cambios
geológicos que fueron causados por los volcanes en el pasado. Por ejemplo, el volcán
Paricutín de México entró en erupción en 1943, y siguió su erupción hasta 1952. Como
resultado se formó un monte de alrededor de 500 metros de altura. También se formó la
nueva isla, llamada Surtsey, frente a las costas de Islandia, debido a la actividad
volcánica, en 1963. Lo asombroso acerca de esta isla es que fue formada en sólo unos
pocos meses. Y sólo después de otros meses adicionales presentaba la apariencia de una
gran antigüedad, con playas arenosas, vida, y todo. Esto parecería desafiar cualquier
interpretación actualista de formaciones similares a través del mundo.
El diluvio del Génesis es la respuesta más lógica a los actuales fenómenos
geológicos. El concepto de un gran cataclismo hidráulico que fue acompañado por
tremendas actividades volcánicas y tectónicas, a escala mundial, provee una mejor
respuesta a las cuestiones presentadas por los fenómenos geológicos del mundo actual.
La filosofía del actualismo evolucionista simplemente no da respuesta a estas
cuestiones.
El registro bíblico apoya el diluvio del Génesis. El registro histórico apoya el
diluvio del Génesis. El registro paleontológico apoya el diluvio del Génesis. Y el
registro geológico apoya el registro del Génesis. En conjunto, hay una gran cantidad de
evidencia que demuestra el diluvio universal de la época de Noé. Y ello constituye
también una gran cantidad de evidencia que va en contra del actualismo de algunos
evolucionistas. Filby dijo con acierto: «Ciertamente, cuanto más procede uno al estudio
de Noé y del Arca a lo largo de principios simples y sanos de interpretación bíblica y a
la luz de los descubrimientos científicos y arqueológicos, tanto más razonable se vuelve
toda la historia.» A1 surgir más evidencias, tanto más evidencia hay para el Diluvio.

* * *

El señor Hugh Miller, en “Old Red Sandstone”, página 221, dice que sobre un
área de más de 19.000 Km. cuadrados hay restos de peces mostrando señales de una
muerte violenta… Se encuentran retorcidos… Hablando de los peces petrificados en los
Alpes, Buclads dice que siempre se encuentran enteros y muy juntos. Todos debían
haber muerto repentinamente y enterrados con el sedimento que ya estaba siendo
depositado (ordinariamente, los peces mueren comidos por otros, o si mueren de otra
manera sus restos son comidos por seres basureros… Y nosotros, añadimos ¿no es ésta
otra muestra del Diluvio de la Biblia?... La ciencia no puede contradecir a la Biblia,
puesto que tanto la Biblia, como la Ciencia, la verdadera Ciencia, son obras de Dios, así
que la Ciencia cada vez más irá dando la razón a la Biblia en todo lo que se dice en ella.
En las formaciones devónicas, hay restos abundantes de tiburones muertos como si
estuvieran nadando y machacados por el peso del barro encima de ellos… En Nebraska,
en una roca que solamente mide dos metros por tres, hay cráneos y huesos de 21
rinocerontes, y algunos huesos de otros animales. En muchos lugares del mundo hay
cementerios enormes de los fósiles de muchas clases de animales de tierra y mar. Los
depósitos de Lincoln County, Wyoming, Cumberland, Bone Cave de Maryland,
contienen los restos de animales de muchas especies y diferentes climas. En los

41
depósitos de lignito en Geisseltal, Alemania, se encuentran los restos de 6.000 animales
vertebrados, algunos con poca modificación química. Muestras de pelo, plumas y
escamas, revelan detalles de la estructura celular. Hasta el contenido de los estómagos
hacen posible identificar su alimentación. En el sur de África un paleontólogo estima
que hay millones de esqueletos vertebrados en la formación Karroo. En las formaciones
de Sicilia los fósiles de hipopótamos son tan abundantes que se han construido minas
para explotarlas con el descubrimiento de tales hallazgos científicos. Hay otros
depósitos igualmente espectaculares en Inglaterra, China, el desierto de Gobbi, hasta en
Australia. ¿Cómo pueden cuadrar estos hechos con la teoría, tan de moda en Geología
moderna, de la evolución, del uniformismo, que dice que todas las cosas y todas las
fuerzas continúan hoy como han sido desde el principio, y que no han habido cambios
catastróficos sobre la superficie de la tierra, o sea, cataclismos en gran escala?...
No olvidemos que el Diluvio no fue sólo en caer agua, sino también
hundimientos y elevaciones de continentes, incluso, parece ser que la desviación del eje
terrestre ocurrió en el Diluvio…

* * *

La cuestión de la naturaleza e historicidad del Diluvio de Noé es de inmensa


importancia en el cristianismo bíblico. El hecho del Diluvio es un pilar central en el
conflicto entre el cristianismo y sus antagonistas. Si la teoría de la evolución puede
explicar plenamente el Universo y todos sus habitantes, como pretenden sus
proponentes, entonces no hay necesidad de postular un Creador... La principal evidencia
que da apoyo al evolucionismo (la teoría que dice que el hombre procede del mono, lo
que es falso, pues el hombre y todo lo creado fueron hechos directamente por Dios y en
estado adulto, como narra la Biblia) es el conjunto de datos geológicos de supuestos
miles de millones de años de la historia de la Tierra, documentado en fósiles que se
hallan enterrados en rocas sedimentarias de la corteza terrestre, y no hay ocasión en este
modo de interpretación, para aceptar un Diluvio destructor del mundo. De modo que, si
este Diluvio ha ocurrido realmente, las suposiciones de uniformidad y evolución como
principios guías de la interpretación de la historia del mundo quedan por ello
demostrados como completamente engañosos y falsos. En los días de Noé, los hombres
se burlaban de los avisos del Diluvio inminente: en nuestros días, como entonces, los
hombres se burlan de la idea de un Diluvio histórico. Sin embargo, como dijo Jesús: "el
diluvio vino y los destruyó" (Lucas 17,27). Durante más de cien años los geólogos y
paleontólogos se han adherido a la teoría de la evolución como la fundación de su
interpretación de la historia del mundo. Esto es, creen que todas las cosas deben ser
explicadas en términos de un desarrollo y crecimiento lento a lo largo de las edades, por
la operación de los mismos procesos físicos que ahora están en vigor. Según esto, el
concepto del Diluvio universal es rechazado por completo, y eso lleva a nuestros
cristianos a intentar una componenda, un parcheo, entre la Biblia y la geología
evolucionista, explicando el Diluvio como un Diluvio local o gran inundación, que fue
causada por el río Eufrates o algún otro río en el Oriente Medio... La primera pregunta a
dilucidar es, pues, si los datos bíblicos describen un diluvio local o universal. Los datos
del Diluvio en el Génesis nos dan la indicación de proceder de un testigo ocular, escrito
originalmente por Noé o uno de sus hijos. A pesar de los esfuerzos de algunos
comentaristas para explicarlo como una inundación local, es evidente que el escritor
sagrado quiere hablarnos de algo que abarca a todo el mundo y es destructivo de modo
excepcional. De hecho, sería difícil imaginarse cómo el concepto de Diluvio universal
podría quedar mejor presentado que a través de las mismas palabras registradas en el
Génesis. La universalidad y totalidad del Diluvio queda subrayada en los versículos 21-

42
23 (Génesis 7,22) donde dice que "murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de
aves como de ganado y bestias, y todo lo que se arrastra sobre la tierra". Sólo se
salvaron los del Arca, que dicho sea de paso, hubiera sido innecesario si sólo se quería
que escaparan de la inundación de un río... bastaba con que Dios les hubiera dicho a
Noé y sus hijos, que se fueran a otro sitio, como ocurrió con Lot y familia en la
destrucción de Sodoma y Gomorra... La palabra hebrea corriente para "inundación"
nunca se emplea para describir el Diluvio de Noé, que es únicamente llamado "mabbul",
cuyo significado es esencialmente "catástrofe destructiva"... El Nuevo Testamento usa
una singular palabra "katakkuamus" o "cataclismo" para el Diluvio (Mateo 24,39; Lucas
17,27; II Pedro 2,5; 3,6) en vez de la palabra griega que significa “inundación”...
Incluso después de cuatro meses de descender las aguas del Diluvio, la paloma enviada
por Noé no pudo encontrar tierra seca donde posarse (Génesis 8,9), lo que implica que
no era una inundación local, sino universal. Jesús, aceptó la historicidad y universalidad
del Diluvio, haciendo de él incluso la señal y tipo del venidero juicio universal cuando
Él vuelva (Mateo 24: 37-39); Lucas 17, 26-27). En vista de todos estos hechos, ninguno
de los cuales puede ser explicado satisfactoriamente en términos de una inundación
local, es claro que la Palabra de Dios enseña de modo unívoco que el Diluvio fue
universal en su extensión y sus efectos. Debemos, pues, corregir las interpretaciones de
la evidencia geológica para hacerlas conforme a la revelación bíblica. Cualquier
disciplina científica que tenga relación con la historia de la Tierra, como la geología, la
paleontología, la arqueología, etc. debe dar plena consideración a los extensos efectos
del Diluvio en la interpretación de los datos con que ellas trabajan, si se quiere que esta
interpretación de la historia de la Tierra sea legítima. En su mayor parte, sin embargo,
este requerimiento ha sido rechazado o no ha sido tenido en cuenta por los modernos
científicos geólogos, sin base empírica para ello. Así, su interpretación de la historia de
la Tierra ha sido construida alrededor de la tesis de los evolucionistas, que
explícitamente niega que haya ocurrido ninguna catástrofe geológica como el Diluvio, y
considera que todas las formaciones geológicas fueron depositadas por los procesos
ordinarios de la naturaleza, que actuó a los mismos promedios aproximados que al
presente. A base de esta suposición, la cantidad inmensa de algunos depósitos parece
requerir millones de años para poderse acumular. Sin embargo, los mismos depósitos
pueden, en general, ser explicados igual o mejor en términos de una catastrófica
deposición resultante del Diluvio, lo que realmente pasó, siendo falsa la teoría del
actualismo, de la evolución, pues todo, tanto el Diluvio, como la creación del primer
hombre y la primera mujer ocurrió como dice la Biblia: nada de evolución, sino
directamente, y en estado adulto. La evolución es una teoría absurda inventada por los
ateos para negar a Dios.

* * *

La implicación científica más importante del Diluvio tiene que ver con los
fósiles. Las rocas sedimentarías que comprenden la mayor parte de la corteza terrestre
en las áreas continentales se han depositado en capas conocidas como estratos, por
sedimentación de agua en movimiento. Es por esto que se llaman rocas sedimentarias.
Encerrado dentro de estos sedimentos están los fósiles, restos de animales que vivieron
en otro tiempo en la Tierra. Muchas de estas clases de animales están extinguidas y, con
frecuencia, pero no siempre, se hallan en un orden más o menos regular, con fósiles más
simples en las capas inferiores y los más grandes y más complejos en las capas
superiores. Este tipo de fenómenos se ha interpretado como indicador de que la
evolución gradual de los seres vivo: desde las formas más simples a las más complejas
ha tenido lugar a lo largo de grandes edades de tiempo geológico. De hecho, ésta es la

43
línea importante que proporciona evidencia a favor de la teoría de la evolución orgánica.
Las edades geológicas se supone que están representadas por los respectivos estratos
que se hallan actualmente identificados y clasificados por los tipos de fósiles que
contienen. Pero hay una seria y trágica falsedad en esta interpretación. Los fósiles, por
necesidad, hablan de la muerte y estas rocas contienen literalmente millones y millones
de animales fosilizados. La muerte, a su vez, habla de pecado y juicio. "la paga del
pecado es la muerte", y, según la Biblia, no existía la muerte en el mundo antes del
pecado de Adán y de la maldición de Dios sobre toda la creación. ¡Estos fósiles tienen
que haber sido enterrados después de la caída de Adán! A su vez, esto significa que sólo
una muerte y sepultura en condiciones catastróficas pueden explicar la mayor parte de
ellos, y la única catástrofe que es adecuada en dimensión, variedad e intensidad es la
del Diluvio del Génesis. De modo que los fósiles, si se interpretan debidamente, se verá
que no son la prueba de una larga historia de desarrollo y evolución de la Tierra, sino
más bien un testimonio de gran poder y justo juicio de un Dios Soberano, manifestado
con majestad sin precedentes cuando "el mundo de entonces pereció anegado en agua"
(2 Pedro 3,6). Que la columna geológica y sus fósiles son debidos principalmente al
Diluvio queda apoyado por los siguientes hechos físicos:
1) Las rocas sedimentarias, que contienen los fósiles sobre los cuales se basan
las supuestas edades geológicas, fueron depositados a partir de aguas en movimiento,
después de haber sido transportados allí por agua desde su origen.
2) La mayoría de las formaciones geológicas son de tal carácter que requieren
fuerzas operantes mucho más intensas que las que se encuentran en el mundo moderno.
Muchos depósitos de grava y arena son de tales dimensiones que nunca podrían ser
producidos por los ríos modernos; muchas formaciones de rocas ígneas son
infinitamente mayores que las que los volcanes modernos podrían formar nunca; los
depósitos de los glaciares son muy superiores a los que los glaciares presentes podrían
producir; las formaciones que contienen carbón son mucho más vastas que las que se
podrían formar con el material vegetal que crece hoy en los pantanos de turba; las
reservas petrolíferas son tan extensas que no hay teoría que explique satisfactoriamente
el origen de este petróleo; las grandes cordilleras nunca podrían haber sido formadas por
los movimientos de la Tierra en marcha hoy en día. Lo mismo puede decirse de casi
cada tipo de formación geológica.
3) Los vastos depósitos de fósiles testifican de modo inequívoco en favor de
una sepultura catastrófica, rápida. La mayoría de los fósiles nunca podrían haber sido
preservados de otro modo, sino que habrían sido rápidamente destruidos por la
descomposición o por los animales que se alimentan de carroña. Con todo, hay algunas
localidades con millares, incluso millones de peces, reptiles, elefantes y rinocerontes, y
toda clase de animales que yacen enterrados en las rocas.
4) Todos los ríos y lagos del mundo llevaron, o contuvieron, en otro tiempo,
volúmenes de agua mucho mayores de los que tienen ahora, como lo indican los
depósitos en las llanuras aluviales; las terrazas de los antiguos ríos es otra evidencia.
Del mismo modo, los desiertos del mundo, dan evidencia de antigua humedad y
fertilidad.
5) Parece claro, a partir del estudio detallado de las formaciones geológicas, que
no ha habido interrupción a nivel mundial del depósito sedimentario durante la
formación de la columna geológica entera. Ya que, como se ha señalado antes, cada
formación individual fue depositada rápidamente, y como cada formación fue sucedida
por otra encima, sin interrupción, la serie entera fue formada continua y rápidamente.
Estos grandes lechos de roca y de fósiles, no sólo apoyan el relato de la Biblia del
Diluvio, sino que repudia la teoría de la evolución, la que dice que el hombre procede

44
del mono, lo que es falso, ya que, como dice la Biblia, toda la Creación, incluído el
hombre, fueron hechos directamente por Dios y en estado adulto.

PALEOECOLOGÍA Y EL DILUVIO
(HAROLD W. CLARK, M. A.)

Historia del Actualismo

El actualismo (evolucionismo) moderno fue introducido por James Hutton a la


Real Sociedad en Edimburgo en 1785. Imaginó un ciclo tras otro, y concluyó en que «el
resultado... de nuestra presente investigación es, que no hallamos vestigios de un
principio -ni perspectivas de un final».
La presentación de Hutton era tan difícil de seguir que se le prestó poca atención
hasta que John Playfair publicó su comentario acerca de ella en 1802. Arguyó en contra
de una «debacle», como se denominaba generalmente entonces al Diluvio, y propuso
una teoría puramente actualista. Esta idea fue refinada por Charles Lyell, que en 1830
publicaba su primer libro de texto de geología.
Los Principios de Geología de Lyell se hizo muy popular, tirándose varias
ediciones y siendo utilizado como libro de texto en facultades en Inglaterra y en
América por más de 50 años. Fue escrito con el propósito evidente de establecer la
teoría actualista de la geología. En la actualidad la interpretación de Lyell es casi
universalmente aceptada en los círculos científicos y enseñada en las Facultades y
Universidades de todo el mundo.
Pero el actualismo no fue aceptado sin oposición. Cuando Adam Sedgwick se
retiró de la presidencia de la Sociedad Geológica Británica, argumentó que la
distribución de la vida en los mares antiguos tiene que haber sido similar a la de los
mares modernos. Se oponía al punto de vista uniformista-actualista propuesto por Lyell.
La teoría de la sucesión regular de faunas y floras a lo largo de vastas épocas fue
atacada por Herbert Spencer en 1859. Desafió la teoría de las «capas de cebolla», como
él la llamaba, y argumentó que las zonas fósiles del mundo antiguo se hallaban
distribuidas tal como lo están en la actualidad. Naturalmente, no tenemos que llegar a
creer que Spencer fuera un creacionista (consideramos la Creación como dice la Biblia,
como obra directa de Dios, sin evolución, y en estado adulto), porque no lo era, pero él
si vio los fallos del creciente actualismo.
Estas críticas contra el actualismo parecen haber ejercido poco efecto, pero
estimularon el pensamiento de una joven mente reflexiva. En 1906, George McReady
Price asumió la idea bajo el mismo título utilizado por Spencer, Geología Ilógica. Price
enfatizó la falta de lógica en el actualismo, y continuó haciéndolo en sus posteriores
publicaciones. Por ejemplo, leemos: «Lo sencillo que se vuelve este problema, lo
natural que aparece todo el fenómeno, cuando vemos todas las series geológicas como
tan sólo las series taxonómicas antiguas de un mundo en el que vivían
contemporáneamente». Y, «Ellas (las formaciones geológicas) representan simplemente
una serie taxonómica, o de clasificación, del mundo antiguo».
A1 llegar a extenderse por todo el mundo la postura de Price, otros científicos
que aceptaban que el registro de Génesis del Diluvio era el registro de una catástrofe
universal se interesaron más y más en la interpretación diluvial. Empezaron a darse
cuenta de que la geología estratigráfica no debía interpretarse en términos de edades

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geológicas. La interpretación del Diluvio del Génesis puede ofrecer una explicación que
abarque todos los datos válidos, pero explicando la estratigrafía en términos de
diluvialismo.
Desde que Price escribió estas palabras, algunos diluvialistas han estudiado
considerablemente el problema de la paleoecología. Se utilizarán varios ejemplos y se
explicarán los hechos en términos de lo que se podrían denominar provincias
zoológicas, zonas de vida, hábitats, o asociaciones.

Ejemplo Uno: La compleja vida del Paleozoico

Debido a que estas rocas se hallan en el fondo de la secuencia geológica, sería de


esperar que, si la evolución fuera cierta, sus fósiles fueran sencillos. Pero este no es el
caso.
La complejidad de la vida Cámbrica perturba mucho a los paleontólogos. En
toda Norteamérica se hallan más de 1.200 clases de animales en estratos cámbricos,
representando a todas las principales filas a excepción de los vertebrados. Y tampoco
son sencillos, sino tan complejos como miembros de las mismas filas hallados en
estratos superiores.
Una de las formaciones más interesantes del Cámbrico es la pizarra Burgess
cerca de Field, en la Columbia Británica. Esta formación contiene los restos de muchos
animales de cuerpo blando aplanados como flores en una prensa, y perfectamente
preservados. Se han descrito tantas especies como 130 en un yacimiento de sólo unos
pocos metros de espesor.
En la fauna Olenellus, nombrada según un trilobite, hallamos, distribuida por
todo el mundo, animales como esponjas, calamares, corales, estrellas de mar, gusanos,
braquiópodos, bivalvos, y trilobites. Cómo pudo aparecer tan repentinamente este
elaborado conjunto de animales, sin ninguna evidencia de antecesores en el
Precámbrico, constituye un misterio.
Los estratos Ordovícicos se parecen mucho a los Cámbricos, con graptolitos,
corales, crinoides, briozoos, y almejas, animales nuevos, o en mucha mayor cantidad.
En la formación Niagarana del Silúrico se hallan arrecifes extendiéndose desde el Ártico
hasta el sur de Illinois, y hasta tan al este como la desembocadura del río San Lorenzo.
Su tamaño promedio es de unos ochocientos metros de sección transversal. Están
formados por corales, esponjas, crinoides, briozoos, trilobites, cistoides, y blastoides. La
mayor parte del petróleo de Alberta proviene de arrecifes con fósiles típicos del
Devónico.
Otra característica peculiar de los estratos del Paleozoico inferior es la aparición
de pizarras negras en muchas localidades. Muchos geólogos creen que se formaron de
antiguos suelos. Otra sugerencia hecha es que las pizarras negras del Cámbrico y del
Ordovicio parecen ser similares a los barros negros que se están formando actualmente
en depresiones del Mar Báltico, y otras áreas protegidas de los océanos, en las que se
conoce que se están acumulando sedimentos finos, principalmente cienos y barros, en
cuencas y canales en los que no hay suficiente corriente para perturbarlos.
Cuando tomamos todos estos hechos en consideración, y consideramos las rocas
del Paleozoico como un todo -Cámbricas, Ordovícicas, Silúricas, Devónicas y
Mississippianas- podemos ver como podrían haberse formado en aguas profundas y
quietas, indudablemente algunas de ellas antes del Diluvio. Después, cuando las aguas
del Diluvio empezaron su obra, enterraron rápidamente estas formas de vida de aguas
profundas en barros y cienos. Aquí tenemos un ejemplo de rocas que pueden explicarse,

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no por largas edades de sedimentos en gradual acumulación, sino por el sepultamiento
de los hábitats originales antes y durante el Diluvio.

Ejemplo Dos: Exterminaciones Paleozoicas

En las rocas del Cámbrico los trilobites son los fósiles dominantes. Son
abundantes en el Paleozoico inferior, pero no se conoce ninguno por encima del
Pérmico, e incluso en este solamente aparecen tres especies. ¿Por qué se extinguieron?
Las formaciones geológicas no contienen ninguna clave a este enigma. Es razonable
considerar estas rocas como representantes de un antiguo hábitat en lugar de un lapso de
tiempo de millones de años.
Los ammonites, una forma peculiar de molusco de concha arrollada, se ven por
vez primera en las rocas Pennsylvánicas, según algunas autoridades. No obstante, su
historia es muy peculiar. Los tipos llamados «primitivos» quedan representados en el
Devónico y en el Mississippiano.
Después, cuando los ammonites aparecen en gran profusión en las rocas del
Pérmico, los paleontólogos se quedan perplejos de que persistan tan pocas de las
especies del Pérmico. En las rocas del Triásico se hallan presentes familias nuevas y una
gran abundancia de especies dentro de ellas.
De nuevo, solamente unas pocas de éstas persisten en el Jurásico y Cretáceo,
pero aparecen hordas de nuevas especies en estas rocas. En el Cretáceo se pueden ver
muchas variaciones peculiares de forma de las conchas arrolladas. No hay ninguna de
ellas en las rocas del Cenozoico.
Esta peculiar pauta de distribución, mientras que provoca perplejidad a los
evolucionistas, es bastante fácil de explicar si comprendemos que estos diferentes
grupos son simplemente grupos ecológicos naturales a diferentes niveles en los mares
antiguos, que fueron sepultados por las aguas ascendentes del Diluvio.
Otro problema fascinante concierne a los peces del Paleozoico. Existían varios
tipos que son totalmente desconocidos en la actualidad, tales como los ostracodermos, o
peces acorazados.
Los ostracodermos son abundantes en las rocas del Silúrico y del Devónico.
Eran algo similares a los modernos cyclostomas, o lampreas. No tenían extremidades, o
estas eran muy pequeñas. Su coraza consistía en placas óseas, especialmente pesadas
enfrente del cuerpo. No tenían mandíbulas, y se considera que se alimentaban por
filtración o removiendo fango. Los placodermos eran muy parecidos a ellos, aunque
mayores.
Otros peces, tiburones y peces óseos, o teleósteos, se hallan en las rocas desde el
Devónico para arriba. Tan abundantes son ellos y los peces acorazados en las rocas del
Devónico que este sistema ha recibido el nombre de la «edad de los peces». Pero el
hecho peculiar es que en tanto que los peces acorazados quedaron totalmente
extinguidos en el Paleozoico, los tiburones y los teleósteos continúan en los estratos
superiores hasta llegar a nuestro tiempo. ¿Por qué es así?
Es bastante fácil imaginar que los lentos y pesadamente acorazados peces que
tenían su alimento en los fondos, removiendo fangos, quedarían abrumados y enterrados
en sedimentos fangosos, mientras que los peces activos como los tiburones y los
teleósteos podrían escapar, en buena parte, y sobrevivir hasta cierto punto a través de
toda la catástrofe diluvial. Digo «en buena parte» porque los teleósteos y tiburones
ciertamente no escaparon completamente. Muchos de sus restos se hallan en toda la
columna estratigráfica desde el Devónico para arriba. Pero la relación entre los

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tiburones y teleósteos de una parte, y los peces acorazados de la otra, es precisamente la
que deberíamos de esperar en base de la teoría Diluvial de la geología.

Ejemplo Tres: Sepultamiento de los bosques carboníferos

Los textos populares de geología describen que los yacimientos de carbón se


formaron en grandes pantanos, en los que cayeron helechos y árboles y muchas otras
formas de vegetación y quedaron enterrados en el fango del pantano. Pero la teoría de
los pantanos presenta muchas incoherencias, y es mucho más fácil comprender los
yacimientos de carbón como habiéndose originado de una manera totalmente diferente
debido a las aguas del Diluvio.
En muchas regiones carboníferas aparecen entre 50 y 100 capas alternadas de
pizarra y aluvión entre las vetas de carbón. Esto hubiera demandado el elevamiento y la
depresión de áreas de miles de kilómetros cuadrados una y otra vez a lo largo de
millones de años. Un fenómeno así es bastante difícil de comprender, y no se
correlaciona con otras evidencias de acción geológica en el pasado. Además, si tales
alteraciones hubieran tenido lugar, la región entera debería mostrar una serie repetida de
playas costeras; pero no se halla esta evidencia.
Otro hecho peculiar acerca de la «era del carbón» es que se asume que duró
alrededor de 50.000.000 de años, y que a pesar de todo el tiempo transcurrido, en tanto
que hubo diferencias bastante significativas en los tipos de vegetación, las plantas en los
yacimientos superiores no muestran cambio alguno que pudiera atribuirse a una
progresión evolutiva.
Las capas carboníferas de Europa y América no son uniformes en su
composición, sino que muestran diferencias en su composición de especies que los
geólogos atribuyen a cambios en las líneas costeras. Estas diferencias se pueden
explicar con igual facilidad como cambios en composición debido a una acción de onda
de avance y retroceso. Y también se hallan algunas especies de «tierras altas» mezcladas
con las especies de «tierras bajas» -de nuevo demostrativo de una violenta acción
hidráulica.
En la región de los Appalaches en Norteamérica las rocas exhiben un fenómeno
muy notable. Unas corrientes de agua ahora inexistentes, precipitándose desde las
tierras altas del este, depositaron una sucesión de pizarras, areniscas, y otros materiales
en los que se incluía mucha vegetación, pero poco material marino. Se formó una
inmensa serie de deltas, alcanzando toda la longitud de los Appalaches, desde tan abajo
como el sistema de rocas Devónico hasta el Pennsylvánico.
Los yacimientos de carbón en Nova Scotia y en New Brunswick, donde las rocas
Pennsylvánicas tienen un grosor de 4.000 metros, se describen como habiendo sido
depositadas en grandes cuencas entre las montañas. Todo el grupo es no-marino.
Pero en otras regiones carboníferas aparece una mezcla de tipos de tierra y mar.
Abundan varios tipos de mariscos. Otros invertebrados marinos, como la estrella de
mar, forman uno de los depósitos marinos más abundantes. Esto indica que aguas
marinas estuvieron implicadas en la formación de las rocas Pennsylvánicas.
Vemos que en todo la teoría Diluvial ofrece la explicación más satisfactoria a la
formación de las capas de carbón. Da una correlación razonable a evidencias
aparentemente contradictorias tales como material fuertemente macerado en algunas
capas y restos de plantas finamente preservados en otras, y una mezcla de formas
marinas y terrestres. Ola tras ola rompiendo contra la orilla arrancarían la tierra y se
llevarían grandes masas de árboles y otra vegetación para ser sepultadas en capas de

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arena y barro. La alternancia del carbón con la arenisca, la pizarra y el aluvión serían la
consecuencia natural de esta acción de las olas.

Ejemplo Cuatro: La muerte de los dinosaurios

Los reptiles presentan uno de los más importantes grupos de los tiempos
antiguos, con una gran variedad de tipos. Cuando se utiliza el término dinosaurio, la
mayor parte de personas piensa en grandes reptiles, como especies herbívoras, reptiles
voladores, reptiles ictíneos, etc. Algunos de ellos estaban adaptados a las llanuras
abiertas, otros a marismas, estanques y lagos. Los dinosaurios eran tan solamente uno
entre muchos tipos.
A fin de comprender la relación entre los dinosaurios y las condiciones
ambientales, tenemos que examinar la botánica fósil. Hallamos que la vida vegetal del
Triásico era similar a la del Pennsylvánico, aunque los árboles grandes no parecen haber
sido tan abundantes. Se sugiere que el medio ambiente consistía en sabanas a bajas
alturas, con valles y pantanos en los que se desarrollaban helechos y hierba estañera.
Cuando llegamos al Jurásico, donde los dinosaurios son más abundantes,
hallamos una situación distinta. Los helechos seminales persisten, y lo mismo sucede
con otros helechos. Pero se hacen evidentes nuevos conjuntos de árboles, como cícadas,
ginkgos, y coníferas. La Araucaria es la conífera más prominente.
Aparentemente, la vegetación consistía de bosques vastamente extendidos de las
tierras bajas húmedas, con plantas en crecimiento en y rodeando los pantanos. Por
encima de ellos se hallaban tierras forestadas más o menos abiertas y llanuras, donde
crecían las Araucarias y las cícadas. Las aguas del océano no tienen que haberse hallado
muy lejos, porque son comunes las faunas marinas. Parece que fue en este tipo de
ambiente que prosperaron los dinosaurios.
¿Por qué se desvaneció el lujurioso crecimiento «forestal» del Pennsylvánico de
la superficie de la tierra?
Y otra vez, ¿por qué quedó reemplazado tan rápidamente el Mesozoico medio
por tipos modernos? ¿Por qué se desvanecieron los dinosaurios?
«El evento más dramático y en muchos respectos el evento más enigmático de la
historia de la vida de la tierra», dice una autoridad eminente, fue la repentina
desaparición de ellos. La extinción simultánea de este gran conjunto de formas gigantes,
dice el geólogo Carl Dunbar, es difícil de explicar. Nos dice Edwin Colbert que mientras
que eran abundantes en los «tiempos» del Mesozoico, ninguno de ellos se ha hallado en
rocas posteriores al Cretáceo. Esta es una gran cuestión, dice él, para la que no se ha
propuesto ninguna respuesta satisfactoria.
Las tierras bajas estaban recubiertas de la peculiar vegetación que se preserva
ahora en los depósitos carboníferos. Se hallan restos de anfibios entre estas capas, que
naturalmente pertenecen a las húmedas tierras bajas. Hay pocos reptiles, como sería de
esperar. Pero tan pronto como pasamos a las rocas del Mesozoico, particularmente el
Jurásico y el Cretáceo, hallamos una gran hueste de reptiles. Después, en el Cenozoico,
han desaparecido los grandes reptiles.
¿Por qué «aparecieron» los dinosaurios tan repentinamente, y «desaparecieron»
tan repentinamente? Pudiera tener más significado si preguntáramos por qué
desaparecieron en absoluto. ¿Por qué no persistieron los dinosaurios hasta dentro del
Cenozoico?
De todo lo que podemos aprender, la parte superior de las capas Cretáceas
presentan un conjunto de plantas de apariencia muy moderna. Son la magnolia, el abeto,
el álamo, la haya, el arce, el roble, el avellano, la sequoia, y muchos arbustos. La hierba

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y las angiospermas son abundantes. Éstas continúan a través de toda la secuencia del
Terciario. ¿Por qué los dinosaurios no han continuado viviendo, y dejando sus restos en
las rocas del Terciario, si éstas representan secuencias de tiempo válidas?
Desde el punto de vista de la geología diluvial, la aparición de los dinosaurios en
las rocas marca la elevación de las aguas del Diluvio que empezaban a inundar sus
hábitats. La desaparición de los dínosaurios marca su extinción por la acción
catastrófica. Quizás parezca que esta explicación sea demasiado sencilla, pero ¿para qué
invocar complejas eras de progreso evolucionista y desaparición misteriosa cuando es
suficiente la simple interpretación diluvial?
En esta discusión he sugerido que el Diluvio finalizó alrededor del Cretáceo o
del Terciario anterior. Me doy cuenta de que otros investigadores creen que persistió
hasta el Pleistoceno, mientras que otros creen que cesó antes, incluso tan atrás como las
rocas del Pérmico.
No obstante, la tectónica del Pérmico no es lo suficiente grande. El llevar el
período post-diluviano tan atrás como el principio de los depósitos del Mesozoico
demandaría una acción demasiado violenta después del Diluvio.
De hecho, la mayor de las convulsiones de carácter mundial, la de las cordilleras
Americanas, los Alpes, y los Himalayas, tuvieron lugar alrededor del final del Cretáceo
y del Terciario anterior. Por esta razón, sitúo la muerte de los dinosaurios allí, en los
paroxismos concluyentes del Diluvio, en relación con estos movimientos convulsos de
la tierra.
Una evidencia adicional de este punto de vista se puede ver en la transición del
clima entre el principio del Terciario y su final. En la vida vegetal y animal, los
depósitos del Mioceno y del Plioceno dan evidencia de ser post-diluviales.

Ejemplo Cinco: La «Edad de los Mamíferos»

Los mamíferos han causado muchas dificultades a los diluvialistas. ¿Por qué -se
pregunta- se hallan los mamíferos solamente en las rocas terciarias, si no hubo sucesión
de vida a lo largo de las eras geológicas? ¿Por qué no se hallan, en la teoría diluvial de
la geología, mamíferos en el Mesozoico, por ejemplo, o incluso en el Pennsylvánico?
Es fácil comprender por qué no se hallan mamíferos en las rocas Pennsylvánicas,
porque estas rocas muestran un tipo de ambiente que no les era apropiado. De hecho,
casi los únicos vertebrados que se hallan en estas rocas son peces y anfibios, y unos
pocos reptiles pequeños. La presencia de anfibios se correlaciona con la creencia
general de que las «selvas carboníferas» del Pennsylvánico eran regiones densas,
húmedas, muy poco aconsejables para los mamíferos.
Pero, ¿por qué no hallamos mamíferos entre los restos de dinosaurios en las
rocas Jurásicas y Cretáceas? Si que los hallamos, y en tanto que es cierto que el mayor
número de mamíferos se halla en rocas del Cenozoico, los que se hallan en rocas del
Mesozoico son significativos, como veremos.
La formación Rética en Europa Occidental, que se halla en la línea fronteriza
entre el Triásico y el Jurásico, presenta unos pocos dientes de mamíferos en los barros y
las arenas. En América unos restos similares se hallan por el Jurásico, particularmente
en la formación Morrison, pero son pequeñas y «primitivas» en estructura. Simpson
proveyó una importante información acerca de este problema. En el Cretáceo inferior
solamente se han hallado fragmentos de dientes de mamíferos, pero en el Cretáceo
superior se hallan algunos marsupiales e insectívoros, como musarañas y topos.
Aquí permanece el hecho de que todos los mamíferos del Mesozoico son
«primitivos» o generalizados. Los marsupiales son lentos y estúpidos, y las musarañas y

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topos son tipos subterráneos o que frecuentan lugares bajos entre masas de vegetación.
No serían capaces de escapar a las aguas en su subida. Por otra parte, los animales
mayores podrían retirarse de la inundación y escapar hasta el final.
Dunbar habla del Cretáceo como de la «época de la gran extinción». Esto lo han
descrito algunos geólogos como la última gran transgresión de los océanos sobre la
tierra. Pero si ello es así, ¿dónde estaban los mamíferos? Tenemos que recordar que el
registro del Génesis da 40 días antes de que las tierras más altas quedaran cubiertas.
Hubo tiempo más que suficiente para la migración en masa de los tipos inteligentes.
Así, es posible que los mamíferos migraran hacia las tierras altas hasta que al fin
quedaran abrumados por las aguas. Por ello, la presencia de ellos en las rocas Terciarias
se ve en su mejor contexto como resultante de la migración de ellos y su destrucción
final que debido a su enterramiento en sus hábitats naturales.
¿Existe una tendencia hacia tipos modernos en el Terciario posterior? Parece que
sí, pero estas rocas se hallan tan interrumpidas en su distribución que es difícil
interpretar su disposición secuencial.
Los sedimentos que contienen los últimos restos de la vida antidiluviana
pudieran también contener huesos de los primeros animales que pasaron a la región
después del Diluvio. Existe evidencia de un período de una gran violencia durante
mucho tiempo después del Diluvio, y algunos de los depósitos rápidamente cambiantes
podrían fácilmente haber recibido reciclados así como nuevos materiales de los
animales vivientes.

Conclusiones

En 1946 sugerí que podríamos interpretar las secuencias fósiles en términos de


zonación ecológica en lugar de en términos de largas eras de evolución. Después, en
Fossils, Flood and Fire, se dedicó un capítulo entero a este tema. “El concepto es
sencillo, de hecho tan sencillo en sus aspectos principales que algunos pueden encontrar
difícil admitirlo. Pero su misma simplicidad lo hace aún más razonable. Se trata
meramente de una cuestión de área y no de tiempo.»

EL ARCA DEL DILUVIO

Monte Ararat (Armenia)

Actualmente, la investigación bíblica está de acuerdo en que la zona que la


Sagrada Escritura denomina Ararat, se corresponde con la altiplanicie de Eriván, junto
al río Araxes, en Armenia.

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El Ararat se encuentra en un macizo cuyo diámetro tiene cerca de cuarenta
kilómetros, dentro del cual el gran Ararat tiene el aspecto de un enorme cono,
ligeramente redondeado, cubierto por las nieves perpetuas. Las rocas son de
composición volcánica. La montaña siempre ha sido considerada como misteriosa. A los
armenios no les gusta, ya que la consideran mala porque desde siempre absorbe toda el
agua de la tierra y del cielo, no dejando una sola gota de humedad al seco territorio que
la rodea. Lo acumula todo en su interior, y este mar enorme que nadie conoce retumba a
menudo y entonces la tierra se estremece.
Sólo se necesitaba dar un pequeño paso para pasar de esta concepción a la
convicción de que el Ararat era el responsable de todos los terremotos que se producían
en la zona. Y, de hecho, no era precisamente pequeño el número de terremotos ocurridos
por allí.
Verano tras verano, se forman incontables torrentes en los neveros inferiores de
la montaña... y desaparecen bajo tierra. Hasta ahora, nadie ha podido seguir su rastro.
¿Hacia dónde desaparecen?... En el interior de la montaña, desde luego. Después de
haber estudiado el fenómeno, un investigador alemán llegó a la conclusión de que en el
interior de la montaña debía haber un lago inmenso.
Además, queda otra pregunta por aclarar:
A1 parecer, el volcán del monte Ararat ha permanecido apagado durante
milenios. No se dispone de un solo informe de tiempos antiguos en que se afirme que el
Ararat ha arrojado fuego y masas de lava. De este aspecto no se habla ni en la Biblia ni
en los más amplios escritos de griegos y romanos. Tampoco encontramos en la cultura
de los partos y los medos nada que nos permita suponer que el Ararat fue alguna vez un
volcán en plena actividad.
¡Por qué entonces, el 2 de Julio de 1840, el Ararat se transformó de repente en
una montaña que arrojó fuego? Esta pregunta todavía no se ha contestado de modo
satisfactorio. Durante varias horas se percibió un sordo retumbar, al que siguió un
terremoto. Después, la montaña arrojó masas de lava desde su interior, que destruyeron
la aldea de Achuri y el monasterio de San Jacobo, que tenía ochocientos años de
antigüedad. El terremoto afectó a una zona de casi trescientos kilómetros de diámetro.
Murieron miles de personas y otros muchos miles más quedaron sin hogar. El río Araxes
se salió de su cauce, y una avalancha de barro contribuyó a destrozar aún más la zona.
Las huellas de la catástrofe se pueden ver todavía en la actualidad.
Los científicos todavía no han encontrado respuesta a la cuestión de por qué el
Ararat se mantuvo dormido durante miles de años. Hasta ahora nadie ha expuesto este
argumento ni se ha planteado si las masas de agua que desaparecen en el interior de la
montaña no cumplirán una determinada tarea: la de restarle fuerza al fuego interior,
impidiendo así la erupción de masas de lava.
Berosso, griego al servicio del rey sirio Antíoco Soter, que el 270 a. de C. citó el
diluvio a partir de antiguos libros caldeos de historia, y habla de una montaña situada en
Armenia sobre la que quedó varada la embarcación cuyos restos aún se podían
contemplar. Según los habitantes de la zona, el betún extraído de ellos elimina el mal y
muchos lo utilizan como talismán, al considerarse que tiene algunos efectos curativos.
Los detalles concuerdan con los detalles. Año tras año aumenta la cadena de
pruebas científicas que corroboran la veracidad histórica de las afirmaciones contenidas
en las Sagradas Escrituras.
Inmediatamente después del desembarco de Noé, que se produjo un 27 de
Febrero, debieron de estallar las tormentas de invierno, habituales en este mes, sobre la
altiplanicie del Ararat. En otras palabras: el arca, por la que Noé ya no volvió a
preocuparse, según el informe del Génesis, debió de quedar cubierta en el transcurso de

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pocas semanas por una espesa capa de nieve que no tardaría en helarse. El suelo
protegido por el arca debió de ablandarse como consecuencia del agua de hielo fundida,
con lo que el arca se hundió más y más, la capa de nieve que la cubría se transformó en
hielo y el arca no tardaría en desaparecer en el glaciar.
Todo el mundo sabe que el hielo es el mejor conservante que existe, ya que mata
todos los gérmenes nocivos. Almacenados entre el hielo, los alimentos, e incluso las
verduras frescas, las bebidas y la carne, pueden soportar grandes períodos de tiempo sin
experimentar el menor daño.
Poco después del terremoto de 1840 las autoridades turcas enviaron columnas de
trabajadores al Ararat, con la intención de construir muros de contención para disminuir
el peligro de avalanchas.
Uno de los grupos encontró los restos de un barco muy antiguo. Imaginémonos
la escena. De pronto, un kurdo grita: «Aquí hay vigas de madera que salen del hielo».
«Serán los restos de un barco», explica otro.
La mayoría de ellos viven junto a las orillas del gran lago Van, que tiene 3.700
kilómetros cuadrados, situado no muy lejos del Ararat. Están acostumbrados desde
pequeños a ver tablones de barcos. Contemplan asombrados la madera y saben que, por
su forma y su disposición, tuvo que haber formado parte alguna vez de un barco.
Pero más tarde, cuando informan de su descubrimiento, todos se ríen de ellos y
no les hacen el menor caso, porque precisamente ahora, después de la erupción del
volcán, se considera la montaña como un enemigo peligroso e invencible que jamás
permitirá que se conozcan los secretos que encierra.
Más tarde se organizarán expediciones, y los que participaron en ellas también
informarán de haber encontrado restos de un barco. Sin embargo, tampoco se dio
crédito a tales informes.
El 8 de Agosto de 1883 otra fuerte erupción del Ararat atrajo la atención de
algunos científicos turcos. Mientras estaban trabajando en el macizo del Ararat,
comisionados por el Gobierno turco, vieron una viga de madera que surgía del glaciar y
que parecía tener unas medidas enormes. Como estaba embarrancada en un profundo
barranco, los hombres tuvieron que hacer grandes esfuerzos por llegar a los pies de los
restos del barco.
¿Cómo era posible que hubiera un barco en una montaña tan alta? Esta pregunta
fue la causa de que los miembros de la expedición se ocuparan intensamente del estudio
de los restos del barco.
Según comunicaron, la madera todavía se hallaba en bastante buen estado.
Cuando entraron en el interior, reconocieron claramente la existencia de tres
departamentos distintos, cada uno de los cuales tenía quince pies de altura. Como un pie
equivale en el sistema métrico decimal aproximadamente a treinta centímetros, resulta
que la altura total de los tres departamentos sería aproximadamente de catorce metros.
Como a esta cifra se le tendría que añadir el espesor de los suelos y los techos, resultaría
que la medida correspondería casi con toda exactitud con los treinta codos de altura
(14,85 m) de los que hablan las Sagradas Escrituras. Un hecho más que notable.
El abate Nourri, archidiácono de Babilonia y jefe de todos los cristianos
nestorianos, había seguido con cierto interés la controversia sobre los informes de los
científicos turcos que participaron en la expedición de 1883. Nourri era partidario de la
teoría de la existencia del arca, había ascendido dos veces al Ararat y deambulado
durante varios días por las nieves y los hielos perpetuos, aunque sin encontrar nada. En
1887 volvió a emprender el camino, dispuesto a buscar el arca.
En esta ocasión recorrió la parte noroccidental de la montaña, mucho más difícil
de escalar y, por lo tanto, menos investigada hasta entonces. Una grieta le cortó el

53
camino. Mientras reflexionaba sobre la mejor forma de rodearla, vio, apenas a
doscientos metros de distancia, la punta de la proa de un barco. Consiguió llegar hasta
allí y se encontró ante el barco más famoso del mundo. Estaba tumbado de costado y
casi completamente cubierto por la nieve.
En el año 1916, es decir, en plena guerra mundial, volvió a sonar el nombre del
Ararat.
El aviador ruso Wladimir Roskowitzky sobrevoló la montaña y descubrió en su
parte occidental, en medio de la nieve de un nevero, los restos de un barco enorme.
Aunque una parte del mismo estaba oculto por el hielo que lo rodeaba, el barco
mostraba uno de sus flancos.
Eso era precisamente lo que habían dicho treinta y tres años antes los miembros
de la expedición turca, quienes, al igual que ahora el ruso, hablaron entonces de una
puerta de dos alas a la que le faltaba una hoja.
El ruso hizo un informe completo. Sus superiores no tardaron en ponerse en
camino, sobrevolaron el Ararat y, efectivamente, en la parte occidental de la montaña, a
una altura de casi cuatro mil metros, distinguieron el casco destrozado, identificado sin
el menor género de dudas con los restos de un barco de grandes dimensiones.
El increíble informe de los oficiales pasó de un departamento a otro, y como
nadie sabía qué hacer, lo pasaba al departamento superior, hasta que finalmente llegó a
manos del zar Nicolás II, que lo leyó. El zar ordenó confeccionar un detallado protocolo
sobre todos los detalles recogidos hasta entonces, y dio la orden de que se preparara una
expedición para subir al Ararat.
El grupo estaba compuesto por expertos escogidos e iba acompañado por ciento
cincuenta soldados.
Gracias a los datos exactos proporcionados por los aviadores, los científicos
encontraron efectivamente los restos del barco. Desplegaron entonces una actividad
febril para medir, investigar, fotografiar y tomar pruebas de la madera, hicieron un
bosquejo exacto de la situación e incluso tuvieron en cuenta detalles poco importantes.
Cuando el informe científico de esta expedición llegó a San Petersburgo, toda la
opinión pública mundial pudo enterarse del acontecimiento. Pero los documentos más
importantes desaparecieron en la confusión de la guerra civil rusa, ¿o acaso fueron
enterrados por los soviéticos en un tesoro oculto?
¿Demostraban estos documentos la certidumbre del informe bíblico hasta tal
punto que los soviéticos decidieron ocultarlos ante el temor de que su publicación
contradijera su dogma ateo?
Un día, el mayor Jasper Maskelyn, jefe del servicio soviético de
reconocimiento, informó que, durante el transcurso de uno de sus vuelos sobre el Ararat,
se habían visto los restos de un barco, parcialmente enterrados en el hielo. Como
consecuencia de este comunicado, los soviéticos enviaron allí una expedición, que
también confirmó los informes anteriores y habló de los restos de un barco muy antiguo,
cuyas maderas eran tan negras como el carbón.
Sin embargo, la confirmación de este descubrimiento no fue publicada en la
Gran Enciclopedia Soviética. Al igual que se hiciera antes, allí se afirma que la historia
del arca de Noé y la del diluvio eran un mito que debía ser rechazado por la ciencia…
Algunos años más tarde, el inglés Egerton Sykes convirtió el monte Ararat y la
búsqueda de los misteriosos restos de un barco en la gran obsesión de su vida. Reunió
todos los informes y documentos que pudo sobre la montaña y el barco. Consiguió
recopilar más de seiscientos testimonios, de los que se desprendía que el arca de Noé
había descendido sobre el monte Ararat, donde todavía existían sus restos en la

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actualidad. Según Sykes, los restos del arca debían de estar en la ladera de la montaña
del Ararat, a una altura aproximada de tres mil quinientos metros.
Más adelante Ferdinand Navarro, acompañado de su hijo Rafael, de 11 años
pudo localizar el arca y extraer de ella un trozo de aproximadamente un metro y medio
de madera desbastada.
A partir de entonces se entabló entre los científicos una discusión que todavía no
puede darse por concluida. Porque, hasta entonces, el diluvio de Ur se había fechado
aproximadamente en el 5500 a. de C. Pero si ahora se establecía que el trozo de madera
extraído del arca de Noé sólo tenía una antigüedad de cinco mil años, eso quería decir
que entre ambos datos existía una diferencia de dos mil quinientos años.

Rafael, de 11 años, posa junto al trozo del arca extraído. A la derecha, trozo del arca

Los unos afirman que no puede tratarse de los restos del arca. Los otros, por el
contrario, aseguran que el diluvio no se produjo hacia e15.500 a. de C., sino en un
período muy posterior, alrededor del 3000 a. de C.
¿Acaso no había una serie de voces que seguían afirmando que el diluvio bíblico
se produjo hacia e1 3000 a. de C.?
Pero para arrancarle al Ararat este gran misterio se necesitaba una cosa: tomar
mediciones en el mismo lugar, hacer dibujos, tomar fotografías y películas. Todo eso
ayudaría a aclarar de una vez por todas si se trataba realmente de los restos de un barco,
o bien sólo era una construcción muy antigua.
¿Una construcción? Cualquiera podría decir que la contestación a esta pregunta
era negativa, sin necesidad de viajar al Ararat. Ya que, ¿por qué razón iba a levantarse
una construcción tan grande a tal altura?
Los alpinistas que conocen el Ararat aseguran que sería imposible transportar a
tres mil o tres mil quinientos metros de altura maderos tan largos y pesados.
¡Se trataba, pues, de los restos de un barco? Pero, en tal caso, ¿cómo llegó hasta
tales alturas en medio de la montaña? Sólo una gigantesca inundación pudo haberlo
llevado hasta allí. Y sólo había existido una inundación similar, la citada por la tradición
bíblica. Y en tal caso sólo un barco hizo tierra sobre el monte Ararat: el arca de Noé.
Cuando Navarra presentó el madero perteneciente al arca, entre las personas que
dudaron se encontraba también André Parrot, el descubridor del palacio de Mari (Siria).
Los geólogos también opusieron reparos, ya que les parecía imposible que un barco de
tales características hubiera podido resistir el paso del tiempo sin experimentar daños a
los terremotos ocurridos en el Ararat (el propio Navarra había estimado su peso
aproximado en unas cincuenta toneladas).

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El 6 de Julio de 1955, cuando Navarra y su hijo Rafael tenían ya en sus manos el
madero del arca, para no despertar sospechas entre las autoridades turcas, serraron el
madero en tres partes de aproximadamente el mismo tamaño, las metieron en las
mochilas, después de haberlas vaciado de todos los objetos que llevaban, y hacia las
diez y media emprendieron el regreso.
Durante el viaje de regreso a París, Navarra hizo escala en El Cairo. Allí hizo
que un especialista del museo revisara su descubrimiento. Sin saber de dónde había
conseguido Navarra los maderos, el experto calculó que la edad de aquellos maderos era
de aproximadamente cinco mil años.
El alquitrán -la Biblia habla de asfalto o betún- y el polvo de morrena tuvieron
que haber sido la causa de que los maderos se conservaran en el hielo, y no se pudrieran
en el agua derretida durante el verano.
Nuevas investigaciones confirmaron que los maderos no procedían de troncos de
árboles fosilizados, sino que se trataba de maderos desbastados a mano, cuya antigüedad
se estimó en unos cinco mil años. Tras una detallada investigación también llegó al
mismo resultado la central francesa para el estudio de las dataciones por radiactividad
mediante el C 14.
Cinco mil años de antigüedad significaba que los maderos procedían
aproximadamente del 3000 a. de C. Ya con anterioridad, los científicos habían estimado
que en esta misma época se produjo el diluvio bíblico.
Así pues, ¡era cierto que el diluvio se produjo en esta fecha, y que aquellos
restos eran verdaderamente del arca de Noé!
(Hans Eimsle- “El Misterio Bíblico”)

EBLA
En 1976, entre las 17000 tablillas encontradas en las ruinas de la ciudad de Ebla
(en el norte de Siria), que datan de dos mil trescientos años antes de Cristo,
descubrieron una que habla de la Creación, y según el profesor Giovani-Pettiato, de la
Universidad de Roma, en su conferencia en la Universidad de Michigan (USA),
expresó el contraste que existe entre estas tablillas y las de Babilonia (escritas
después) y su declinación a un politeísmo novelesco. La tablilla de Ebla, referente a la
creación, solamente menciona un Ser Supremo, "Lugal" (quiere decir "El Grande"),
quien hizo de la nada el cielo, la tierra, y también la luz (“Ebla Tablets, Secrets of a
Forgotten City", Dr. Clifford Wilson).

* * *

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BABEL – BABILONIA

La torre de Nimrud.

Cuando Koldewey en Enero de 1899 inició la excavación se preguntó hasta qué


punto habrían exagerado los escritores antiguos en sus afirmaciones sobre Babilonia. No
tardó en darse cuenta de que tales informes no habían sido en modo alguno sacados de
la nada.
Lo primero que descubrió Koldewey fue la muralla defensiva descrita por
Herodoto (484-425 a. de C.). Herodoto, el «padre de la historia» había viajado por todo
el mundo conocido en su tiempo, y también había visitado Babilonia. La ciudad que
describió era la Babilonia de Nabucodonosor, y lo hizo como un enorme cuadrado
cuyos lados debían de tener ciento veinte estadios (veintidós kilómetros). Así pues, la
superficie total de la ciudad debía de tener alrededor de los 500 kilómetros cuadrados.
Así pues, la antigua Babilonia era mayor en su tiempo que el Londres de 1900 d. de C.
Entre los mejores éxitos de las excavaciones de Koldewey se encuentran los
restos de la puerta de Ishtar. Se trataba de una puerta doble de dos construcciones de
torre doble, unidas por una obra de mampostería intermedia, adornadas de arriba abajo
con bajorrelieves esmaltados. Además, Koldewey descubrió una suntuosa avenida, el
primer puente y una torre, todo ello de un tamaño como jamás se había visto con
anterioridad.
Esta suntuosa avenida -que ostentaba el nombre de «Aubursha-bu»-, estaba
cubierta de piedra caliza y de pequeñas placas de piedra de color rojo y blanco, y
empezaba inmediatamente después de la puerta de Ishtar. Cerca de esta avenida se
encontraron los restos de la torre de Babilonia. La Biblia dice que el constructor de esta
torre fue el rey Nimrud. Las investigaciones arqueológicas han confirmado este dato.

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La famosa torre de Babel apareció en tiempos de Hammurabi. En honor de la
antigua torre se construyó la nueva, en el mismo lugar. Se trata de la misma de la que
Herodoto dice que estaba compuesta por ocho torres superpuestas, que, de terraza en
terraza, se iban haciendo cada vez más pequeñas. En lo más alto se hallaba la torre más
pequeña, desde la que se podía contemplar todo el paisaje. Y en esta última torre había
un templo, el santuario del dios. Herodoto dice: «El fundamento tenía un estadio de
longitud y un estadio de anchura. Y la última torre es un templo. Los ladrillos cocidos
estaban pintados de un color azul brillante. El techo estaba cubierto de oro puro.
Orgullosa se elevaba la torre escalonada con sus pirámides superpuestas, hasta que, en
la más pequeña de todas, se levantaba el templo, y su juego de luces lanzaba destellos
sobre la llanura del Éufrates».
Koldewey y Meissner sólo excavaron los fundamentos, que tenían una planta
cuadrada de 91,5 metros. No obstante, por el ángulo de inclinación de las tres subidas de
escalera se puede deducir que la torre debió de tener aproximadamente entre noventa y
cien metros de altura.
Esta pirámide escalonada sumerio-babilónica poseía siete torres superpuestas, y
no ocho como escribió Herodoto. Se elevaba en medio de lujosos palacios sacerdotales,
con paredes blancas y puertas de bronce, rodeada por cientos de torres de vigilancia y
un muro defensivo que se contaba entre los mayores del mundo.
Nabupolasar creó en Babel el nuevo imperio babilónico que alcanzó una mayor
grandeza aún con su hijo Nabucodonosor. Apenas existió ninguna otra ciudad que se
comparara a Babilonia en cuanto a hermosura y grandeza.
De todo ello nos informa la Biblia, y el propio Herodoto llegó a la misma
conclusión; fue Koldewey, sin embargo, quien se encargó de confirmar ambas
descripciones, gracias a los medios científicos empleados.
Nabucodonosor murió después de haber reinado durante cuarenta y tres años, en
el 562 a. de C. Tal y como solía ocurrir, le sucedió su hijo, que no fue digno de tan gran
herencia. En el 538 a. de C., es decir, veinticuatro años después de la muerte de
Nabucodonosor, Babilonia fue conquistada por los persas. De este modo, Babilonia se
convirtió en un estado vasallo del imperio persa, perteneció después al imperio de
Alejandro Magno y, tras su muerte, pasó bajo la soberanía siria.
Babilonia ya no volvió a jugar un papel importante. Antes al contrario: los
palacios se desmoronaron y el número de habitantes fue disminuyendo década tras
década. Esta gran ciudad de otros tiempos no tardó en dejarle al mundo un gran nombre,
pero los testimonios de su grandeza se perdieron entre las arenas del desierto, que se
fueron posando en capas cada vez más gruesas sobre las ruinas.
Las potentes voces de Babilonia, que habían sido tan decisivas durante tanto
tiempo en el curso de la historia, se convirtieron en murmullos apenas audibles, hasta
que finalmente se apagaron por completo.
El hecho de que Koldewey lograra descubrir y poner al descubierto los
fundamentos de la torre de Babel contribuyó mucho a confirmar la verdad histórica del
Antiguo Testamento.
(Hans Einsle – “El misterio bíblico”)

* * *

58
HISTORICIDAD DE LAS CIUDADES DE GÉNESIS
14
La historicidad de estas ciudades y de sus reyes ha sido largamente puesta en
duda por los académicos críticos. Pero en las primeras etapas de la excavación de
Ebla salieron a luz evidencias que arrojaban luz importante acerca de la historicidad
de estas ciudades.
Los descubrimientos arqueológicos nos muestran paso a paso que el registro
bíblico queda corroborado y recomendado como fiable.

Excavaciones en Tell- es- Sultán (Jericó)

JERICÓ
En la Biblia se cita a la joven Rahab, de la que se dice que vivía en una casa
situada junto al muro de la ciudad. Durante las excavaciones se encontraron varias casas
cuya parte posterior formaba la pared del muro de la ciudad. Así pues, desde allí
siempre era posible descolgarse por las ventanas y abandonar la ciudad, como hicieron
dos de los exploradores de Josué.
La Biblia sigue informando sobre Jericó: «El pueblo clamó y se tocaron las
trompetas. Al escuchar el pueblo la voz de la trompeta, prorrumpió en gran clamor, y el
muro se vino abajo. La gente escaló la ciudad, cada uno frente a sí, y se apoderaron de
ella. Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres,
jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada» (Jos. 6, 20-21).
El hecho de que hubiera una ciudad llamada Jericó no asombró a nadie, ya que
el Antiguo Testamento informaba detalladamente sobre su existencia. Sin embargo, lo

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sorprendente fue descubrir que los datos de la Biblia eran correctos. Según ellos, Josué
había conducido a los israelitas hacia Palestina entre el 1450 y el 1400 a. de C.
(erupción del Santorini, las diez plagas de Egipto, el desmoronamiento del imperio
minoico).

* * *

La Biblia narra la caída de Jericó, en el libro de Josué, capítulo 6. El ejército


israelita marchó alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Al séptimo día
dieron la vuelta a la ciudad siete veces. Siete sacerdotes hicieron sonar trompetas y todo
el pueblo israelita gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. Los atacantes
procedieron a tomar la ciudad, la arrasaron y la quemaron. La Biblia aclara cuándo
ocurrió todo esto. Según I Reyes 6, 1, el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel
fue 480 años después que salieron de Egipto, o sea, a los 440 años de haber entrado en
la Tierra Prometida. El cuarto año del rey Salomón fue alrededor de 960 a.C. Por tanto,
los muros de Jericó cayeron 440 años antes, aproximadamente en el 1400 a.C. En la
excavación de Jericó, pues, se esperaría hallar indicios de que algún estrato de la ciudad
representaría su destrucción en aquella época. Pero según la mayoría de los
arqueólogos, no había ninguna ciudad en Jericó alrededor de la cual hubieran podido
marchar los israelitas aproximadamente en el año 1400 a.C. Afirman que Jericó fue
destruida entre 150 y 200 años antes de Josué y que en su tiempo ya había dejado de
existir. Este concepto se basa en gran parte sobre los hallazgos de la extinta y muy
eminente arqueóloga inglesa Kathleeen Kenyon. Kenyon dijo que su excavación
arqueológica en Jericó no arrojó luz alguna sobre la destrucción de los muros de la
ciudad tan vivamente descrita en el libro de Josué. La conclusión de la arqueóloga
Kenyon de que en tiempos de Josué la ciudad de Jericó no existía, fue aceptada por la
mayoría de sus colegas. Ahora bien, esto planteó un problema para quienes piensan que
los datos históricos de la Biblia son correctos. El arqueólogo Bryant G. Word subrayó la
importancia del dilema de Jericó. Muy sencillamente dijo: “Las pruebas arqueológicas
estaban en contradicción con la versión bíblica… más aún, la desmentía”. El Dr. Wood
explicó que habida cuenta de la fama de la Dra. Kenyon como acertada investigadora
científica, los eruditos en su mayoría descartaron el testimonio bíblico como “poco más
que folklore y retórica religiosa”. Toda una generación de estudiosos relegó la versión
bíblica a la categoría de mito, y así quedó el asunto de Jericó durante los últimos años…
El Dr. Wood ha reexaminado el trabajo de la arqueóloga Kenyon en Jericó. Su
conclusión, contraria a la opinión de ella, es que la ciudad fue destruida alrededor del
año 1400 a.C. lo cual confirma la versión de la Biblia. Según el Dr. Wood, había una
“concordancia bastante notoria” entre las pruebas arqueológicas en Jericó y la
descripción bíblica de cómo fue destruida.
Ahora cabe preguntar por qué la Dra. Kenyon llegó a una conclusión tan
diferente. Por no haber encontrado en Jericó cierto tipo de cerámica importada, la
arqueóloga Kenyon concluyó que en 1400 a.C. la ciudad estaba deshabitada…En
cambio, Jericó era una ciudad pequeña, situada lejos de las principales vías comerciales
de su época, y no tenía por qué tener una cerámica importada costosa. Por otro lado,
excepto las fechas controvertidas, los descubrimientos de la Dra. Kenyon en el nivel IV
de Jericó guardan una extraordinaria concordancia con lo relatado en la Biblia. Jericó es
conocida como la ciudad cuyos muros se derrumbaron. Fuera del muro de contención de
Jericó, la Dra. Kenyon encontró ladrillos provenientes de este segundo muro superior
que se había caído…Estos “ladrillos rojos de adobe cayeron rodando sobre el muro de

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contención externo en la base del promontorio”, escribió el Dr. Wood, concluyendo que
los “muros de Jericó efectivamente se cayeron tal como lo narra la Biblia”.
La Dra. Kenyon también descubrió que el nivel IV de la ciudad fue destruido por
un gran incendio. Sobre toda la zona excavada encontró una capa de escombros que
medía aproximadamente un metro de espesor. En palabras de la Dra. Kenyon, “los
muros y los pisos estaban ennegrecidos o enrojecidos por el fuego, y todos los cuartos
estaban llenos de ladrillos caídos, así como de vigas y utensilios domésticos; en la
mayoría de los cuartos los escombros se veían muy quemados”. Esta descripción dice
Wood, confirma la versión bíblica de que la ciudad fue arrasada por fuego. Una vez que
lograron el acceso a la ciudad, los israelitas “consumieron con fuego la ciudad y todo lo
que en ella había” (Josué 6, 24). En su zona de excavación limitada, la Dra. Kenyon
recuperó 210 litros de grano enana sola temporada. Esto es único en los anales de la
arqueología palestina. Los recipientes llenos de grano indican que cuando la ciudad
llegó a su fin, había alimentos en abundancia. Esto significa que Jericó había sucumbido
pronto, y no después de un largo sitio en el cual se habrían agotado las existencias de
grano. Esto también está de acuerdo con el relato bíblico, el cual declara que Jericó fue
destruida después de sólo siete días. Normalmente, los vencedores se habrían llevado el
grano después de conquistar la ciudad. Pero a los israelitas se les había prohibido tomar
para sí el grano de Jericó (versículos 17,18, 21).Esto podía explicar por qué quedó tanto
grano cuando la ciudad llegó a su fin. Para que hubiera tal cantidad de grano
almacenado, la destrucción de la ciudad tuvo que haber sido en la primavera, poco
después de la cosecha, no antes, explicó el Dr. Word. El asalto de los israelitas contra
Jericó fue precisamente en esta época del año, de acuerdo con la Biblia (Josué 5, 10).
Como muestra de lo anterior, Rahab estaba en el tejado secando manojos de lino recién
cosechado (Josué 2, 6). Basado en tales hallazgos, el Dr. Wood conceptúo que la
correlación entre las pruebas arqueológicas y la narración bíblica es sustancial.
Todo esto nos muestra cómo ante quienes consideran la Biblia como un “cuento
de hadas”, como un “mito oriental”, la Arqueología, la Historia, les está haciendo ver
que no, que la Biblia fue narración histórica que puede perfectamente comprobarse por
los restos arqueológicos, verdaderas fuentes inequívocas narradoras de hechos pasados
en la Historia de la Humanidad.

SIQUEM
Los trabajos arqueológicos realizados en el año 1960 en Siquem, revelaron
que la ciudad y su gran templo de Baal habían sido destruidos en el siglo XII a. C.
Este es precisamente el período indicado por la Biblia para la destrucción de Siquem
por Abimelec, hijo del juez Gedeón. La evidencia arqueológica – fragmentos de
cerámica, pone su fecha alrededor del 1150 a.C. La concordancia entre las dos
fechas, una obtenida mediante evidencias bíblicas y la otra mediante datos
arqueológicos, difícilmente pudiera haber estrado más aproximada. Éste es
ciertamente un motivo de satisfacción para los arqueólogos bíblicos.

61
CONQUISTA DE JERUSALÉN POR EL REY
DAVID
El conocimiento dado por la arqueología es de utilidad en las áreas de precisión
de manuscritos, del entendimiento de las palabras técnicas y para el desarrollo de
léxicos más fiables.
La arqueología actúa como elemento verificador en el área de los estudios críticos
(tanto radicales como conservadores)
H.M. Orlinsky discurre en Ancient Israel acerca de cómo se ha desarrollado una
nueva actitud con respecto a los resultados negativos de anteriores críticas radicales:
«Una y otra vez la anterior actitud de que los datos bíblicos eran sospechosos y
probablemente falsos, a no ser que fueran corroborados por hechos extrabíblicos, va
dando paso a otra actitud, en la que se mantiene, mayormente, que los relatos bíblicos
son más probablemente verdaderos que falsos, a no ser que una clara evidencia
procedente de fuentes exteriores a la Biblia demuestre lo contrario.»
E1 erudito del judaísmo reformado Nelson Glueck ha afirmado: <<Vale la pena
destacar que en todo este trabajo ningún descubrimiento arqueológico ha contradicho
nunca una sola declaración bíblica propiamente entendida.»
L.H. Grollenberg añade que ella ilumina en gran manera el marco bíblico de
muchos pasajes:
«Las posturas (de los antiguos críticos documentarios) procedían de una
aplicación demasiado apresurada de la pauta evolucionista y se basaban con demasiada
exclusividad en la crítica textual. Gracias al trabajo de los arqueólogos, el moderno
académico tiene un contacto más estrecho con el mundo real en el que Israel tenía sus
raíces... Hoy... muchos académicos sienten una renovada confianza en los diestros
narradores de los capítulos 12-50 de Génesis..., las historias de los patriarcas tienen que
estar basadas en memorias históricas.»
El profesor Raymond A. Bowman, de la Universidad de Chicago, señala que la
arqueología sirve para establecer un equilibrio entre la Biblia y las hipótesis críticas:
«La confirmación de la narración bíblica y la mayor parte de los casos ha conducido a
un nuevo respeto hacia la tradición bíblica y a una concepción más conservadora
acerca de la historia bíblica.»
Dice Albright, en «Archaeology Confronts Biblical Criticism», que «los datos
arqueológicos y de las inscripciones han establecido la historicidad de innumerables
pasajes y declaraciones del Antiguo Testamento».
Millar Burrows de Yale reconoció el valor de la arqueología para confirmar la
autenticidad de las Escrituras: «La Biblia está apoyada una y otra vez por la evidencia
arqueológica. Globalmente, no puede ponerse en duda que los resultados de las exca-
vaciones han aumentado el respeto de los académicos para con la Biblia como colección
de documentos históricos. Su confirmación es tanto general corno específica. E1 hecho
de que el relato puede ser tan frecuentemente explicado o ilustrado mediante datos
arqueológicos muestra que concuerda en el marco de la historia como sólo podría
hacerlo un producto genuino de la vida antigua. Además de esta autenticación general,
nos encontramos con el relato verificado una y otra vez en puntos específicos. Salen a la
luz nombres de lugares y de personas en los lugares justos y en los períodos que les
pertenecen.»
Joseph Free comenta que una vez «repasó todo el libro de Génesis y marcó
mentalmente que cada uno de los cincuenta capítulos de que consta está o iluminado o
confirmado por algún descubrimiento arqueológico. Lo mismo se podría decir de la

62
mayor parte de los restantes capítulos de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento».
En «History, Ancient World and the Bible», A.T. Olmstead habla acerca del
desarrollo de la Hipótesis Documentaria: «Mientras que los Altos Críticos del Antiguo
Testamento hilvanaban sus teorías haciendo disecciones cada vez más y más detalladas,
y asumían una actitud cada vez más y más agnóstica hacia los hechos relatados, esta
actitud quedaba abiertamente desafiada por los excitantes descubrimientos del Oriente
Medio.»
La arqueología ayuda a ilustrar y explicar los pasajes bíblicos. Potencia nuestro
conocimiento del marco económico, cultural, social y político de los pasajes bíblicos.
Además, la arqueología contribuye a nuestra comprensión de las otras religiones que
rodeaban Israel.
S.H. Horn da, como arqueólogo, un excelente ejemplo de cómo ayuda la evidencia
arqueológica en el estudio bíblico:
«Las exploraciones arqueológicas han arrojado interesante luz sobre la conquista de
Jerusalén por parte de David. Los relatos bíblicos de esta conquista (2 S. 5:6-8 y 1 Cr.
11:6) son más bien imprecisos sin la ayuda aportada por la evidencia arqueológica.
Tomemos por ejemplo Segundo de Samuel 5:8, que dice: "¿Quién llegará hasta las
canales, y herirá al jebuseo, y a los cojos y ciegos, a los cuales el alma de David
aborrece?" Añádase a esto la declaración de Primero de Crónicas 11:6: "El que primero
hiriere al jebuseo, será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y
fue hecho jefe."
“Hace algunos años vi un cuadro que representaba la conquista de Jerusalén, en
el que el artista mostraba a un hombre trepando por una cañería metálica de desagüe.
Esta pintura era absurda, porque las murallas de las ciudades antiguas no tenían ni
desagües ni cañerías para ello, aunque tenían unos agujeros de drenaje en los muros
para permitir la salida del agua. La Biblia de las Américas, producida con posterioridad
a la clarificación de la situación gracias a los descubrimientos arqueológicos de campo,
traduce los pasajes pertinentes: "Todo el que quiera herir a los jebuseos, que suba por el
túnel del agua y llegue a los cojos y a los ciegos, a los cuales el alma de David
aborrece." "Y Joab, hijo de Sarvia, subió primero, y fue hecho jefe." ¿Cuál fue este túnel
de agua por el que Subió Joab?
En aquellos días, Jerusalén era una pequeña ciudad que ocupaba un solo risco de
los montes por los que más tarde llegaría a extenderse. Su posición era prácticamente
inexpugnable, debido a que estaba rodeada por profundos valles por tres de sus
costados. Es por esta razón que los jebuseos se jactaban de que hasta los ciegos y los
cojos podrían repeler los ataques contra la ciudad, incluso en contra de poderoso ejército
atacante. Pero el suministro de agua de la ciudad era deficiente; la población dependía
enteramente de un manantial que se encontraba fuera de la ciudad en la ladera oriental
del monte.
A fin de poder conseguir agua sin tener que ir hasta donde estaba el manantial,
los jebuseos habían construido un elaborado sistema de túneles a través de la roca.
Primero habían cavado un túnel horizontal, comenzando desde el manantial y
dirigiéndose hacia el centro de la ciudad. Después de cavar unos treinta metros, dieron
con una cueva natural. Desde la cueva cavaron un pozo vertical de unos quince metros
de altura, y desde el final de este pozo un túnel en pendiente, de 40 metros de longitud,
y una escalinata que terminaba en la superficie de su ciudad, a 34 metros por encima del
nivel del agua del manantial. El manantial fue a continuación cegado para que ningún
enemigo pudiera detectarlo. Para conseguir agua, las mujeres jebuseas descendían por el
túnel superior y bajaban sus odres de agua por el pozo para sacar agua de la cueva, a la

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que llegaba por su curso natural por el túnel horizontal que conectaba la cueva con el
manantial. Sin embargo, quedaba una cuestión por resolver. Las excavaciones de R.A.S.
Macalister y J.G. Duncan, hacía unos cuarenta años, habían dejado al descubierto una
muralla y torre que se creía que eran de origen jebuseo y davídico, respectivamente.
Este fragmento de muralla iba a lo largo de la cumbre de la colina de Ofel, al oeste de la
entrada del túnel. Así, la entrada quedaba fuera de la protección de la muralla de la
ciudad, expuesta a los ataques e interferencia de los enemigos. ¿Por qué no había sido
hecho el túnel dentro de la ciudad? Este enigma quedó resuelto por las recientes
excavaciones de Kathleen Kenyon en el Ofel. Descubrió que Macalister y Duncan le
habían asignado fechas erróneas al muro y a la torre que habían descubierto; en realidad
pertenecían al período helenístico. Ella descubrió una verdadera muralla jebusea algo
más abajo de la ladera de la colina, al este de la entrada del túnel, lo que ahora sitúa la
entrada a salvo dentro del área de la ciudad antigua.
David, natural de Belén, a seis kilómetros al sur de Jerusalén, puede haberse
enterado acerca del manantial y de su sistema de túneles cuando de joven visitaba la
región. Posteriormente, ya rey, basó su ataque por sorpresa en el conocimiento de ello, y
prometió que el primero que entrara en la ciudad a través del túnel del agua sería el
comandante en jefe del ejército. Joab, que era ya el general del ejército, no quería perder
esta posición quinta y por ello condujo personalmente el asalto. Aparentemente, los
israelitas penetraron en el túnel inferior, treparon por el pozo, y entraron en la ciudad
antes de que ninguno de los asediados se hubiera dado cuenta de que se había trazado un
plan tan atrevido.
Este sistema hidráulico, construido hace más de tres mil años, sigue
existiendo, y puede ser visto por cualquier turista. Algunos buenos escaladores han
trepado por el pozo en tiempos modernos, aunque no es fácil, porque las paredes
rocosas son lisas y resbaladizas, y no dan muchos agarraderos para manos o pies.
Además, el pozo es difícil para treparlo cómodamente, como pude ver por mi fallido
intento de subir.
La arqueología ayuda también a suplementar áreas que no se tratan en la Biblia.
Un buen ejemplo ahí es el del período intertestamentario, y los reyes, campañas
militares e imperios no mencionados en las Escrituras.
En Archaeology and Bible History, Joseph Free da respuesta a la pregunta acerca
de la relación de la arqueología con la Biblia: «Hemos señalado que numerosos pasajes
de la Biblia que habían dejado perplejos a los comentaristas han dado rápidamente su
sentido cuando se ha arrojado sobre ellos la nueva luz de los descubrimientos
arqueológicos. En otras palabras, la arqueología ilumina el texto de las Escrituras,
haciendo por ello valiosas aportaciones a los campos de la interpretación y exégesis
bíblica. Además de iluminar la Biblia, la arqueología ha confirmado innumerables
pasajes que habían sido rechazados por críticos como ahistóricos u opuestos a hechos
conocidos.»
La arqueología ha mostrado que muchos principios de la crítica radical son
inválidos, y ha puesto en tela de juicio lo que ha sido frecuentemente enseñado como
«los resultados seguros de la alta crítica».
Albright comenta acerca de la evidencia en favor de la extensión del imperio de
Salomón, que había sido puesta en tela de juicio por los críticos radicales. Escribe él:
«Una vez más descubrimos que la crítica radical del pasado medio siglo tiene que ser
corregida drásticamente.»
Los hay que harán la infundada afirmación de que los sobrenaturalistas y los no
sobrenaturalistas nunca podrán estar de acuerdo acerca de los resultados de la
arqueología debido a que existen en dos planos totalmente diferentes. Por ello, algunos

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llegan a la conclusión de que uno interpreta los hallazgos arqueológicos en base al
propio punto de vista.
Joseph Free responde a esta afirmación de un modo muy convincente en
«Archaeology and Higher Criticism». «En base a este punto de vista», mantiene Free,
«un hallazgo arqueológico dado significa una cosa para un sobrenaturalista, y otra
diferente para un no sobrenaturalista, y que por ello la arqueología tiene sólo una
incidencia superficial en toda la cuestión de la apologética.
»En realidad, ahí no tenemos toda la realidad. Para ilustrarlo: en el siglo
diecinueve, el crítico bíblico radical podía mantener con buenos argumentos que nunca
hubo un Sargón, que los hititas jamás existieron o que eran de entidad nula, que los
relatos patriarcales tenían un fondo histórico tardío, que el candelabro de siete brazos
del tabernáculo era un concepto tardío, que el imperio davídico no fue tan extenso como
la Biblia implicaba, que Belsasar jamás existió, y que existía en el registro bíblico una
multitud de otros supuestos errores e imposibilidades.
»Los descubrimientos arqueológicos mostraron, bien al contrario, que Sargón sí
existió, y que había vivido en un suntuoso palacio a unos veinte kilómetros al norte de
Nínive, que los hititas no sólo existieron, sino que fueron un grupo significativo, que el
marco histórico de los patriarcas concuerda con el tiempo indicado en la Biblia, que el
concepto del candelabro de siete brazos existía en la Baja Edad de Hierro, que una
ciudad importante nombrada en el registro del Imperio de David se encuentra lejos
hacia el norte, que Belsasar sí existió y gobernó sobre Babilonia, y que una multitud de
otros supuestos errores y contradicciones no lo eran en absoluto.
»Naturalmente, es cierto que en ciertas áreas periféricas la teología que uno
mantenga tendrá influencia en su interpretación de un dato determinado o de un
descubrimiento arqueológico concreto. Pero globalmente considerado, así como en una
multitud de pequeños detalles, los hechos son hechos, tanto si son descubiertos por un
sobrenaturalista como por un no sobrenaturalista. Este autor no conoce a ningún no
sobrenaturalista que siga argumentando que Sargón jamás existió, que nunca hubo
hititas, o que Belsasar sigue siendo una leyenda. Hay muchos extremos en los que
pueden concordar los académicos íntegros, sea cual sea su teología. Hay ciertas áreas,
empero, donde los liberales no han tenido suficientemente en cuenta la evidencia,
arqueológica o de otra naturaleza. Esto es así, creemos, en el ámbito de la teoría
documentaria y en la cuestión de paternidad literaria, fecha e integridad de los libros de
la Biblia.»

LA INSCRIPCIÓN DE SISAC
Tenemos que examinar ahora otro significativo descubrimiento acerca de la
relación de Israel con Egipto en el siglo X a.C. En monumentos erigidos en Egipto se
atribuye a Sisac la fundación de la 22ª Dinastía de faraones egipcios. Al final de la 21ª
Dinastía, que quedó marcada por la muerte de Pasebkhanu II, Sisac accedió al trono de
Egipto. Su reinado se extendió desde el 945 hasta el 924 a.C.
En 1 Reyes 11 se registra que cuando Salomón se enemistó con Jeroboam, éste
se vio obligado a huir a Egipto. Este acontecimiento tuvo lugar durante el reinado de
Sisac. Así, Jeroboam estuvo en Egipto mientras Sisac era faraón. Cuando Salomón
murió, Jeroboam volvió a Palestina para gobernar sobre las diez tribus del norte de
Israel. Esto fue en cumplimiento de una profecía hecha por Ahías (1 Reyes 11:31 y ss.).
Al mismo tiempo, Roboam reinó sobre las tribus meridionales de Israel. Roboam había

65
estado en el trono de Judá durante unos cinco años cuando Sisac comenzó su saqueo
de Palestina. En 1 Reyes 14:25 leemos:
“Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, y
tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo;
también se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho (cp. 2 Crónicas 9:1-
5),
Jerusalén fue salvada de una destrucción total a manos de Sisac. Pero todas las
riquezas de la ciudad fueron tomadas y los judíos de Judá quedaron como tributarios del
rey de Egipto (2 Crónicas 12:8). En los muros del templo de Amón, en Karnak, Egipto,
Sisac dejó inscripciones describiendo sus campañas en el territorio israelita. Las
inscripciones presentan a Sisac trayendo a 156 prisioneros palestinos maniatados ante el
dios Amón. Se cree que cada uno de estos presos representa una ciudad en Palestina. Se
hace una especial mención de la ciudad de Megido, situada a unos veinticuatro
kilómetros al sudeste del monte Carmelo en Palestina, cuando Megido fue excavada
hace algunos años por el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, se encontró
una estela rota (una placa de piedra escrita) que daba relatos de Sisac. También mostraba
que Sisac pudiera haber erigido un monumento memorial en Palestina. En la pared
meridional del templo de Amón dejó también Sisac una lista de ciudades despojadas, no
sólo de Judá, sino también de Israel.
La evidencia de las inscripciones de Sisac proclama que el rey Sisac hizo guerra
contra el pueblo de Dios en la tierra de Canaán. El reinado de Sisac en Egipto fue
contemporáneo con los reinados de Jeroboam y Roboam en Palestina. Esto es
precisamente lo que la Biblia ha estado afirmando durante miles de años.

LA ESTELA MOABITA
El 19 de Agosto de 1868, le mostraron a un misionero alemán en Palestina,
llamado F. A. Klein, una gran piedra negra de 1,20 metros de altura, 60 centímetros de
anchura, y con un grosor de 27 centímetros. En aquel tiempo Klein no tenía ni idea de la
verdadera importancia de esta piedra ni del significado de su preciadísima inscripción.
Pero sentía curiosidad por saber de qué se trataba.
Klein volvió a Alemania para conseguir dinero para comprar la piedra a los
árabes. Durante el tiempo que estuvo en Alemania, un erudito francés llamado
Clermont-Ganneau, que estaba trabajando en Jerusalén, oyó del descubrimiento del
misionero alemán y en el acto emprendió la marcha hacia Dibón, Moab, donde había
sido descubierta la piedra.
Rodeado de árabes hostiles, Clermont-Ganneau consiguió un recalco (esto es,
una reproducción facsímil) de la inscripción. (Somos afortunados de que la consiguiera.
Después de haber conseguido el recalco, los árabes calentaron la piedra y echaron agua
fría sobre ella para romper en pedazos lo que ellos creían era un ídolo supersticioso.)
Cuando Clermont-Ganneau volvió para ofrecer a los árabes alrededor de dos mil dólares
(unas cinco veces el precio que les ofrecía Klein), la piedra ya había desaparecido.
Después de muchos meses de búsqueda sólo se descubrieron alrededor de dos terceras
partes de la inscripción. Pero seguía existiendo el recalco de la inscripción completa que
había hecho Clermont-Ganneau.
Este monumento fue tallado durante el reinado de Mesa, rey de Moab (alrededor
del 850 A.C.). Se trataba de un tributo a Quemós, la deidad moabita. Este Mesa es el
mismo Mesa de 2 Re-ves 3:4, 5. El mensaje básico de la inscripción cuenta como

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Quemós, la deidad moabita, se enojó contra Moab y los entregó a servidumbre bajo los
israelitas. Habla de cómo las ciudades y tierras de Moab fueron devueltas a Mesa en sus
días. Revela también cómo Mesa se rebeló contra Acab, rey de Israel.
La inscripción contiene treinta y nueve líneas de escritura en moabita, un
lenguaje estrechamente relacionado con el hebreo bíblico. El alfabeto es el antiguo o
paleohebreo, como el utilizado para la Inscripción de Siloé y las Cartas de Laquis».
Melvin Kyle destaca la importancia de lo avanzado del escrito de esta inscripción al
escribir:
“Siendo su excelente y sumamente desarrollado alfabeto superior en aquella
importantísima combinación de legibilidad y simplicidad a cualquiera incluso de los
pretendidos alfabetos científicos de hoy, les ha parecido a muchos que señala a un
desarrollo literario que bien podría cubrir todo el período pasado de la historia nacional
de Israel hasta el mismo Éxodo. El posterior descubrimiento de la inscripción de Siloé,
de la tableta del Calendario de Gezer, y otros fragmentos de menor importancia, en
tanto que no añaden demasiado, si algo, a la evidencia proveída por la estela moabita, sí
que sirven uniformemente para fortalecer y confirmar esta previsión de información
acerca del carácter literario de la era precedente.”
Lo que sigue es una parte de la inscripción como la presenta A. H. Sayce en la
International Standard Bible Encyclopedia:
“Yo [soy] Mesa, hijo de Quemós-melech, rey de Moab, el dibonita. Mi padre
reinó sobre Moab durante 30 años y yo reiné después de mi padre. He hecho este
monumento para Quemós en Qorhah, un monumento de salvación, porque él me salvó
de todos los invasores, y me dejó ver mi deseo sobre todos mis enemigos. Omri era rey
de Israel, y oprimió muchos días a Moab, porque Quemós estaba enojado con su país.
Su hijo [Acab] le siguió y también dijo: Yo oprimiré a Moab. En mis días [Quemós]
dijo: Yo veré (mi deseo) sobre él y su casa, e Israel de cierto perecerá para siempre.
Omri tomó la tierra de Medeba [Números 21:30], e [Israel] vivió en ella durante sus días
y la mitad de los días de su hijo, 40 años en total. Pero Quemós (dio) la de vuelta en mis
días. Yo construí Baal-Meon [Josué 13:17] e hice en ella los fosos; yo construí
Quiriataim [Números 32:37]. Los hombres de Gad vivían en la tierra de Ataroth [Nú-
meros 323:3] desde la antigüedad, y el rey de Israel construyó allí (la ciudad de Ataroth;
pero yo hice guerra contra la ciudad y la tomé... Y tomé de allí los Arels de Yahweh y
los llevé ante Quemós.
A lo largo de esta inscripción Mesa habla de muchas ciudades que él construyó.
También registra cómo construyó muchos canales y acueductos para proveer de agua a
su pueblo. Mesa utilizó también el término hebreo Yahweh, una referencia al Dios de
Israel. Evidentemente, Mesa estaba familiarizado con el Dios de Israel.
La inscripción cuenta también como Quemós se enojó contra el pueblo de Moab
y permitió a Omri, rey de Israel, que los venciera y los obligara a pagar tributo. Habla
de la recuperación de la independencia por parte de los moabitas tras la muerte de Acab,
rey de Israel.
Es evidente, así, que este singular descubrimiento confirma varios hechos del
Antiguo Testamento. Omri queda confirmado como rey de Israel. La utilización de la
palabra Yahweh en referencia al Dios de Israel constituye evidencia de que Dios era
conocido entre las naciones. Queda confirmado el sometimiento de Moab a Israel (2
Reyes 3). Mesa queda confirmado como rey de Moab. Este monumento afirma que
Acab y Mesa fueron reyes contemporáneos. Así, la estela de Moab constituye una
significativa evidencia que apoya la exactitud histórica de la Biblia.

67
EL OBELISCO NEGRO DE SALMANSAR III
En 1846 un joven abogado llamado Henry Layard, de Constantinopla, hizo un
descubrimiento que abrió las puertas del conocimiento de la antigua historia de Asiria.
Se podría decir que fue uno los más valiosos descubrimientos hechos por la menor
inversión jamás pagada. Cuando Layard dejó Constantinopla tenía sólo 120 dólares para
gastos. Parece casi asunto de suerte que llegara siquiera a sobrevivir, no ya a llevar a
cabo un descubrimiento que atraería e1 interés de todo el mundo.
Mientras llevaba a cabo sus excavaciones de aficionado en Nimrod, situada en la
región alta de Mesopotamia, se encontró un monumento memorial u obelisco hecho por
Salmansar III, rey de Asiria, El obelisco era un pilar cuadrado de limolita negra de dos
metros de altura. Presentaba cinco hileras de burdos bajorrelieves inscritos en sus lados.
Arriba y abajo de las inscripciones había explicaciones de los relieves escritas en
cuneiforme.
Este obelisco era una conmemoración de las victorias de Salmansar III. Las
inscripciones de este monumento nos son de gran valor en la actualidad por su mención
de Jehú, rey de Israel. Estas inscripciones representan a Jehú inclinándose ante
Salmansar III. Esta es, de pasada, la única figura que tenemos representando a un rey de
Israel. Jehú reinó en Israel desde el 841 hasta el 814 a.C. Salmansar III reinó en Asiria
desde el 859 hasta el 824 a.C. El monumento verifica que estos dos reyes fueron
contemporáneos. Werner Keller escribe así tocante a este obelisco:
“El pilar, u obelisco como se le llama, fue erigido en un lugar público cerca del
palacio de Salmansar para conmemorar los logros de los primeros treinta y un años de su
reinado. Los relieves muestran representantes de cinco regiones sometidas a Salmansar
trayéndole tributo. En la segunda hilera de relieves delante del obelisco vemos a Jehú
rey de Israel arrodillándose ante Salmansar.
En tres ocasiones en el monumento se menciona que Salmansar subió contra la
coalición de reyes de Damasco y Palestina, a todos los cuales derrotó. Damasco, cuyo
rey era Hazael (2 Reyes 8:7 y ss.) e Israel, cuyo rey era Acab, tenían un pacto para
luchar juntos contra las fuerzas invasoras. Esta información se da en el monumento. Se
dice que en el año decimoctavo del reinado de Salmansar éste subió contra un solo rey,
el de Damasco. Acab había muerto en la batalla de Karkar (853 a.C.) y evidentemente
Israel dejó de mantener la alianza con Hazael, rey de Damasco. El obelisco menciona a
«Acab, rey de Israel» como teniendo los más poderosos ejércitos del grupo militar que
luchó contra Salmansar en Karkar. Esto constituye una confirmación del reinado de
Acab en el siglo IX a.C. Cuando Jehú vino a ser rey de Israel decidió pagar tributo en
vez de luchar contra Salmansar. La inscripción dice: «Tributo de Jehú hijo de Omri;
plata, oro, tazones de oro, cálices de oro, ánforas de oro, plomo, un cetro real, estacas,
yo recibí de él.»
Salmansar utiliza la expresión «hijo de Omri» en referencia a Jehú como sucesor
de Omri, no como hijo literal de Omri. Ococías y Joram reinaron después de Acab y
antes de Jehú. Omri reinó antes de Acab. Elmer Mould escribió lo siguiente acerca del
tributo pagado por Jehú:
“Durante unos cinco años Jehú permaneció a salvo en la protección pagada a
Asiria. Luego, en el 839 a.C., Salmansar volvió al ataque sobre el reino de Damasco. En
esta ocasión pudo conquistar cuatro ciudades sirias, aunque no pudo tomar Damasco.
Tomó tributo de Tiro y Sidón pero no se hace ninguna mención de exacción alguna a
Jehú, quizá debido a que Jehú estuviera pagando con regularidad, o quizá debido a que
Salmansar se retiró antes de que pudiera cobrar.”

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Después de los ataques de Asiria sobre Damasco, Hazael, en venganza, comenzó
su campaña contra Israel. En 2 Reyes 10:32 se afirma: «En aquellos días comenzó
Jehová a cercenar el territorio de Israel.» Este fue el comienzo del fin para Israel por
haber abandonado su confianza en Jehová y ponerse en manos de un rey extranjero.
Los registros de Salmansar III no contradicen la Biblia; la confirman. Es una
evidencia más de la integridad histórica de las Escrituras.

LOS ANALES DE SARGÓN II


En Isaías 20:1 Isaías data uno de sus oráculos en el año en que Sargón envió a su
comandante en jefe para someter la ciudad de Asdod. «En el año que vino el Tartán a
Asdod, cuando lo vio Sargón rey de Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó.» En este
pasaje Sargón es llamado rey de Asiria. Los críticos decían que la Biblia era inexacta en
este punto. Pero era poco lo que se sabía acerca del imperio de Asiria cuando se hizo
esta crítica. La crítica estaba basada en el hecho de que no se encontraba el nombre de
Sargón entre los reyes de Asiria.
Pero a mediados del siglo XIX todo ello cambió. Fue en este período que Paul-
Emile Botta, un cónsul francés, descubrió las ruinas del palacio de Sargón II en
Korsabad, situada en el extremo septentrional del río Tigris. Sus expediciones
condujeron más tarde al descubrimiento de muchos y valiosos documentos que relataban
las campañas de Sargón a lo largo de su reinado. Se descubrieron un total de 22.000
tabletas en Korsabad y regiones a su alrededor. Estas tabletas han dado una gran
cantidad de conocimiento con respecto a los tiempos bíblicos. Examinemos algunos
detalles relevantes.
El 725 a.C. Salmansar V puso sitio a Samaria, la capital de Israel. Luchó en
contra de la ciudad durante un tiempo de aproximadamente tres años. A1 acabar el sitio,
Salmansar desapareció misteriosamente de la escena y Sargón II terminó la tarea de
destruir la ciudad. En 2 Reyes 17:3 se atribuye a Salmansar el comienzo del asedio
contra Israel. En el versículo seis se afirma simplemente que «el rey de Asiria» acabó el
asedio de Samaria. En sus registros personales, Sargón afirma la victoria final.
No hay contradicción aquí entre la Biblia y la historia secular. Los anales de
Sargón simplemente prosiguen allí donde la Biblia acaba. Salmansar comenzó la guerra
contra Israel y su capital, y Sargón II, que más tarde vino a ser rey de Asiria, acabó la
tarea. Después de haber capturado la ciudad, los registros de Sargón afirman que se
llevó a 27.290 prisioneros al cautiverio. «Asedié y capturé Samaria, llevándome a
27.290 prisioneros que vivían allí. 50 carros recogí de entre ellos...»
Comentando acerca de la guerra de Asiria contra Israel, D. J. Wiseman dice:
«Sargón deportó a algunos de los prisioneros de Samaria a Gozan o Guzana (Tell
Halab), donde las excavaciones han mostrado evidencia de la presencia de los exiliados
judíos. También registra el reasentamiento en la ciudad de gentes traídas de partes
distantes de su imperio.» Esto es exactamente lo que la Biblia dice en los siguientes
pasajes:
“En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel
cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozan, y en las ciudades de
los medos (2 Reyes 17:6).
Y trajo el rey de Asiría gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de
Sefarvaim, v los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y
poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades (2 Reyes 17:24).

69
En Isaías 20:1 leemos que Sargón envió al Tartán para luchar en contra de Asdod.
Hasta allí donde el relato de la Biblia lo muestra no sabemos la razón de este ataque. Pero
en los anales de Sargón esto queda más explicado. Los anales dicen:
“Azuri, rey de Asdod, planeó en su corazón no pagar tributo. En mi ira marché
contra Asdod con mi usual guardia de corps. Conquisté Asdod y Gat. Tomé sus tesoros y
su pueblo. Establecí allí gentes de las tierras del este. Tomé tributo de Filistea, Judá, Edom
y Moab.”
Isaías 20:1 y los anales de Sargón parecen armonizar perfectamente aquí.
Además, las fechas de las ciudades, pueblos y países encontrados en los anales
de Sargón se corresponden de manera sorprendente con la época que la Biblia les
atribuye. Los países de Egipto, Elam, Moab, Edom, y los medos, filisteos y sirios son
mencionados en los documentos de Sargón. Las ciudades de Asdod, Damasco, Tiro,
Gaza, Carquemis, Arpod y Hamat son también mencionadas en estas valiosas
inscripciones. Por el descubrimiento de los anales de Sargón, «muchos de los pueblos y
lugares, y algunos de los personajes, de una mención relativamente oscura en la Biblia,
fueron identificados, y su verdadera importancia se hizo evidente.` Muchos de los
lugares mencionados en los anales que también aparecen en la Biblia se relacionan a
continuación:
Ararat (2 Reyes 19:37; Isaías 37:38; en asirio, Urartu). Mesec (Ezequiel 27:12;
32:26; 38:2, 3; 39:1; asirio, Mushki). Tubal (Isaías 66:10 y anteriores referencias en
Ezequiel; asirio, Tabal. Mini, mencionada con Ararat (Jeremías 51:27; los manneos de
los registros de Sargón). Kue o Cilicia (1 Reyes 10:28).
Como se ve de la información dada y de mucha más que no ha sido presentada,
Sargón II fue uno de los más grandes reyes de Asiria. Su reinado es muy importante para
los estudiosos de la Biblia. Los anales que se descubrieron en Korsabad y otros
documentos asirios son de gran valor en lo que nos cuentan del ambiente en que vivían
los israelitas.
Se puede decir con seguridad que uno que no esté bien familiarizado con Sargón
II y sus tiempos difícilmente está en una posición para apreciar plenamente ni la historia
religiosa ni la política de la Monarquía Dividida, ni el ministerio anterior y los mensajes
del gran profeta Isaías.

EL TÚNEL DE EZEQUÍAS Y EL PRISMA DE


SENAQUERIB
Ezequías, Senaquerib y Esarhadón son tres reyes que desarrollan un capítulo
muy interesante en la historia antigua. Después de la muerte de Sargón II, Senaquerib,
su hijo, subió al trono de Asiria. Reinó desde el 705 al 681 a.C. Aprovechando el
cambio sucesorio en Asiria, Ezequías, rey de Judá, «se rebeló contra el rey de Asiria, y
no le sirvió» (2 Reyes 18:7).
Después de su rebelión, Ezequías recibió aviso de que Senaquerib iba a
reimponer su tiranía sobre Jerusalén (2 Crónicas 32:2). Al enterarse de ello, Ezequías
tomó medidas inmediatas para fortificar la ciudad de Jerusalén. En 2 Crónicas 32:3, 4,
leemos:
“(Ezequías) tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar
las fuentes de aguas que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Entonces se
reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del

70
territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando
vengan?
Ezequías cavó un túnel desde el estanque de Gihón, que estaba fuera de los
muros de la ciudad, hasta el estanque de Siloé, que estaba dentro de los muros. Una
afirmación que se hace al final de su reinado dice específicamente qué es lo que hizo:
«Este Ezequías cubrió los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia

el occidente de la ciudad de David» (2 Crónicas 32:30). Ezequías cubrió entonces el


estanque de Gihón a fin de que los asirios no tuvieran agua durante el asedio de
Jerusalén. La última información que tenemos de este túnel en la Biblia está al final del
reinado de Ezequías: «Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el
estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Judá?» (2 Reyes 20:20).
Irónicamente, este túnel se perdió con el transcurrir de la historia. La última
mención que se hace de él es en el libro de Eclesiástico (Eclesiástico 48:17 - escrito
alrededor del 200 a.C.). Es evidente que el túnel era desconocido durante la época de
Josefo (37-115 d.C.) por cuanto él no hace ninguna mención del tal en sus escritos ni en
su descripción de Jerusalén. El redescubrimiento del túnel fue hecho por Edward
Robinson, un erudito americano, y Eli Smith, un misionero en Siria. Hacia el principio
del siglo diecinueve anduvieron toda la longitud del conducto y vieron que tenía una
longitud total de 533 metros. Otras características del túnel eran su curso en zig-zag y su
altura media de alrededor de 1,80 metros.
El descubrimiento más significativo acerca del túnel fue hecho accidentalmente
por un jovencito en 1880. Mientras jugaba cerca del estanque de Siloé, resbaló y cayó.
Desde donde estaba tendido se dio cuenta de la existencia de unas marcas hechas
burdamente en el lado de la pared. El jovencito le dijo a su maestro, Conrad Schick, lo
que había descubierto. Cuando Schick investigó esta inscripción vio que las marcas
cubrían una área aproximadamente del mismo tamaño que un diario, de alrededor de 75
centímetros de longitud. Después de más investigación se descubrió que la inscripción
estaba escrita en hebreo clásico.
Para la erudición mundial, esta inscripción «constituye un importante artículo en
la colección más bien escasa de material disponible para el paleógrafo hebreo». G.
Ernest Wright dijo, acerca de la importancia de la inscripción, que «ha sido durante
muchos años la pieza más monumental de escritura en palestino israelita, y otras
inscripciones hebreas han sido datadas ella». La inscripción fue escrita en caracteres
cursivos. Esta escritura era contemporánea de los días de Ezequías, alrededor del 700
a.C. La inscripción dice así:
“El túnel está acabado. Esta es la historia del túnel. Mientras que tos picadores
levantaban el pico, cada uno hacia su vecino (desde los extremos opuestos), y mientras
estaban aún a una distancia de tres codos, se oía la voz del uno llamando al otro; y

71
después de esto pico chocó contra pico: y las aguas fluyeron desde la fuente al estanque,
1.200 codos, y 100 codos era la altura de la roca encima.”
Otro descubrimiento importante que se ha conseguido mediante la inscripción es
la cantidad de centímetros por codo. En la inscripción se da la longitud del túnel como
1.200 codos. Midiendo el túnel y comparando los centímetros con los codos se descubre
que un codo mide alrededor de 45,5 centímetros.
Pero vayamos ahora de vuelta a la pendencia entre Ezequías y Senaquerib.
Después de la rebelión de Ezequías frente a Asiria, Senaquerib comenzó su saqueo de
Judá. En 2 Reyes 18:13 leemos: «A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib
rey de Asiría contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó» (cp. 2 Crónicas
32:1; Isaías 36:1). Una de las últimas ciudades en caer en manos de Senaquerib fue la
ciudad de Laquis. A mediados del siglo diecinueve, A. H. Layard descubrió en Nínive
trece losas de piedra con bajorrelieves exhibiendo un ataque contra una ciudad bien for-
tificada. Es indudable que se trataba de la ciudad de Laquis. Este bajorrelieve
encontrado en el palacio de Senaquerib exhibe la presentación de los despojos de la
ciudad de Samaria ante Senaquerib, que se encuentra en su trono.
Esperando conseguir más tiempo de Senaquerib, Ezequías «envió a decir al rey
de Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me
impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de
plata, y treinta talentos de oro» (2 Reyes 18:14). Aunque Senaquerib recibió tributo de
Ezequías siguió persistiendo en sus esfuerzos de saquear Jerusalén, lo que él
consideraba como punto culminante de su campaña en Judá.
Pero ahí es donde hubo un giro desafortunado de los acontecimientos para
Senaquerib. Aquí es donde la importancia del prisma de Senaquerib se hace patente.
Este prisma, también conocido como el Prisma de Taylor, es un monumento de seis
caras que fue hecho por Senaquerib en el 691 a.C. Contiene los últimos relatos de Se-
naquerib acerca de sus campañas en Judá. En el monumento Senaquerib habla de esta
manera de su campaña contra Jerusalén:
“En cuanto a Ezequías, el judío, él no se sometió a mi yugo, puse sitio a 46 de
sus ciudades fuertes y a las incontables aldeas de su vecindad, y las conquisté mediante
rampas de bien apisonada (tierra), y arietes traídos cerca (de los muros) (en
combinación con) el ataque de soldados de infantería, (utilizando) minas, brechas así
como con trabajos de zapa. Expulsé (de ellos) 200.150 personas, jóvenes y viejos,
varones y hembras, caballos, mulas, asnos, camellos, ganado mayor y menor incontable,
considerando (los) botín. A él mismo lo hice prisionero en Jerusalén, su residencia real,
como un pájaro en una jaula.”
En ningún lugar pretende Senaquerib haber conseguido una victoria definitiva
sobre Jerusalén. Esto no aparece en su prisma. Pero la Biblia prosigue allí donde él
acaba. En 2 Reyes 19:35 leemos: «Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel
de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y
cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.» Cuando
Senaquerib cercaba Jerusalén, Ezequías fue a Dios en oración (2 Reyes 19:14-19). Dios
respondió a esta oración destruyendo el ejército de Senaquerib.
Después de su terrible derrota, « Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a
Nínive, donde se quedó» (2 Reyes 19:36). Su fin es registrado en 2 Reyes 19:37: «Y
aconteció que mientras él adoraba en el campo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer
sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar
Esarhadón su hijo.» Para desaliento de muchos escépticos, se han descubierto en los
Anales de Esahadón las siguientes palabras que se corresponden a la perfección con el
relato bíblico:

72
“...se rebelaron. A fin de ejercer la autoridad real dieron muerte a Senaquerib. Yo
me convertí en un león rugiente, mi mente era una furia... Estos usurpadores... huyeron
a una tierra desconocida. Alcancé el muelle sobre el Tigris, envié mis tropas a través del
ancho río como si fuera un canal. En Adar (diciembre)... alcancé Nínive bien
complacido. Ascendí al trono de mi padre con gozo. El viento del sur estaba soplando...
cuyas brisas son propicias para la autoridad regia... Yo soy Esarhadón, Rey del mundo,
Rey de Asiria... hijo de Senaquerib.
Los anales de Esarhadón muestran la asombrosa precisión de las Escrituras. ¿No
es ésta una prueba más de que la Biblia es históricamente exacta?

LA DESTRUCCIÓN DE JUDÁ POR


NABUCODONOSOR
Había muchos “eruditos” que ponían en duda la destrucción de las ciudades de
Judá por Nabucodonosor en los años 605, 597 y 587 – 586 a.C.
Pero la evidencia arqueológica muestra cómo muchas de las ciudades de Judá
fueron destruidas y no volvieron a ser reconstruidas, como se ha visto especialmente en
las excavaciones de las localidades de Azecá, Bet- semés y Quiriat- sefer. Esto queda
sólidamente demostrado por la evidencia de la cerámica (que sirve a los arqueólogos
como los fósiles sirven a los geólogos para la datación de períodos), confirmado ello por
una cantidad en creciente aumento de inscripciones de los últimos años del Reino de
Judá. Los óstraca (restos cerámicos) de Laquis arrojan una vívida luz sobre estos
acontecimientos, así como otros documentos recientemente descubiertos”.
Así los datos arqueológicos han demostrado la originalidad sustancial de los
Libros de Jeremías y Ezequiel, Esdras y Nehemías más allá de toda duda.

CAUTIVIDAD DE BABILONIA
Hay quienes ponen en duda de que el pueblo judío, con su rey Joaquín, a la
cabeza, fuera llevado cautivo a Babilonia, pero la arqueología dice:
“En las ruinas del edificio abovedado cerca de la Puerta de Ishtar se
desenterraron unas 300 tablillas cuneiformes. Estudiadas, han resultado proceder de
entre los años 595 y 570 a. C. conteniendo listas de raciones como de cebada y aceite
pagados a artesanos y cautivos que vivían en, y cerca de Babilonia en aquellos tiempos.
Pero el nombre de mayor significación para nosotros no es otro que el de Yaukin, rey de
Judá, con quien también se relacionan cinco príncipes reales. Yaukin es el mismo
Joaquín. Es significativo que Joaquín siga siendo llamado “rey de Judá” en estos
documentos oficiales de Babilonia”.

EL CILINDRO DE CIRO
Isaías profetizó durante los años 739 a 695 a.C. Durante este tiempo dio una
profecía concerniente a un hombre llamado Ciro. «Así dice Jehová a su ungido, a Ciro,

73
al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos
de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán» (Isaías 45:1). Esta
profecía se dio aproximadamente 200 años antes de su cumplimiento.
Veamos ahora cómo se cumplió esta profecía. Ante todo, consideremos Daniel
5:25-28. Aquí Daniel está hablando acerca de la caída de Belsasar.
Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Ésta es la
interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL:
Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado
a los medos y a los persas.
La inspirada interpretación de Daniel de este escrito en la pared del palacio de
Babilonia decía que el reino de Belsasar llegaba a su fin. Aquella misma noche después
de haber sido pronunciada la profecía, Belsasar fue muerto y Darío de Media comenzó a
reinar (Daniel 5:30, 31). Algunos creen que Darío de Media fue el hombre puesto sobre
la ciudad de Babilonia por Ciro, que era el gobernante del imperio de Medo-Persia y
ahora del imperio babilónico.
Surge la cuestión, ¿cómo se correlaciona arqueológicamente la caída de
Babilonia con la Biblia? Veamos. En la última parte del siglo diecinueve, Hormuy
Rossam descubrió un cilindro de barro de forma barriloide que describe la actuación
política de Ciro y cómo se apoderó de Babilonia. Una parte de la inscripción acerca de
la caída de la ciudad de Babilonia dice lo siguiente:
“Marduk... miró por todo el país buscando un conductor religioso... Él pronunció
el nombre de Ciro, rey de Ansán, y lo declaró el gobernante de todo el mundo... lo puso
de camino a Babilonia, caminando a su lado como un verdadero amigo. Sus numerosas
tropas -su cantidad, como la del agua de un río, no podía ser calculada- paseaban al
lado, con sus armas enfundadas. Sin ninguna batalla, él (esto es, Marduk) le hizo (Ciro)
entrar en su ciudad (de Marduk), Babilonia, ahorrando ninguna calamidad a Babilonia.
Entregó en sus manos a Nabunaid, el rey que no lo adoraba”.
Evidentemente, Ciro tomó la ciudad de Babilonia sin ninguna batalla -tanto la
narración bíblica como el anterior relata indican esto-. La fecha dada de esta conquista
es el 539 a.C." Una vez más, esto fue aproximadamente 200 años después de la profecía
dada por Isaías.
También en la inscripción están las palabras: «Yo soy Ciro, rey de todos, el gran
rey, el poderoso rey, rey de Babilonia, rey de Sumer y Acad, rey de las cuatro esquinas
de la tierra...»" Estas palabras de Ciro se registran también en el segundo libro de
Crónicas, así como Esdras 1:20 - casi dicen lo mismo que la inscripción:
“Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos
los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que están
en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba
(2 Crónicas 36:23).
De este pasaje descubrimos que Ciro era un humanitario, esto es, tenía cuidado
del pueblo, y quería que cada uno estuviera cómodo en su propia tierra. Su política de
dejar que los pueblos cautivos volvieran a sus tierras de origen queda claramente
exhibida en su cilindro monumental.
“En cuanto a la región desde... y hasta tan lejos como Assur y Susa, Acad,
Eshununna, las ciudades Zanban, Me-Turnu, Der, así como la región de los Gutios,
devolví a estas ciudades sagradas en el otro lado del Tigris, los santuarios de las cuales
han estado en ruinas por largo tiempo, las imágenes que solían vivir en ellos, y las
establecí como santuarios permanentes. También reuní a todos sus antiguos habitantes y
los volví a sus habitaciones. Además, por mandato de Marduk, el gran señor, reasenté a
todos los dioses de Sumer, y Acad, a los que Nabuniad ha traído a Babilonia para ira del

74
señor de los dioses (esto es, Marduk) sin daños, a sus anteriores capillas, los lugares que
les hacían felices.”
La política de Ciro era exactamente la opuesta a la de los reyes asirios y
babilónicos. Ellos tomaban a los pueblos de las tierras que conquistaban y los
dispersaban por todo el imperio. En cambio, Ciro dejaba que los exiliados volvieran a
sus propias tierras para morar en ellas en paz. Esto es exactamente lo que afirma la
Biblia. E Isaías había profetizado estos eventos 200 años antes de su cumplimiento.

ESDRAS – NEHEMÍAS
El libro de Esdras – Nenas es una secuela de Crónicas, y fue escrito por el
cronista (II Crónicas 36: 22 ss, es repetido literalmente en Esdras (1, 1 – 3). Relata la
historia de los judíos durante el siglo que transcurrió desde el edicto de Ciro
permitiendo a los exiliados regresar a su patria (538 a.C. ) hasta la segunda visita de
Nehemías a Jerusalén (432 a.C.).
Todo esto se ponía en duda ya que el lenguaje empleado en estas cartas era de un
arameo posterior al que figuraba en estos escritos.
Sin embargo, el descubrimiento de las “Cartas de Elefantina” en una isla en el
río Nilo, evidenció de que el arameo de Esdras se remontaba fácilmente al cuarto siglo,
si no a fines del quinto, a.C. con lo que vino a demostrar que la Biblia tenía razón, y
estos documentos de Esdras eran del tiempo que afirmaba engañándose los que la
ponían en duda.

Mezquita de Omar en Jerusalén. Bajo sus cimientos se encuentran las


ruinas del Templo judío.

75
DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y EL TEMPLO
Poco antes de la fiesta de la Pascua del año 70 d. de C., y sin tener en cuenta la
tregua de estas fiestas estallaron enfrentamientos en Jerusalén, que intranquilizaron la
ciudad. En aquel entonces, Tito tenía treinta y un años de edad. Flavio Josefo nos
informa de la existencia de tres partidos judíos, cada uno de los cuales ocupó una parte
de la ciudad, combatiendo entre sí con encarnizamiento.
Tal y como había predicho el propio Jesús, los judíos habían convertido el
Templo en «abominación de la desolación», corrompiéndolo. El evangelista Mateo nos
transmite las palabras de Jesús como sigue: «Cuando veáis, pues, la abominación de la
desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo (el que lea,
que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes ... ».
Cuando se endureció la guerra civil y se multiplicaron las noticias sobre la
llegada de las fuerzas armadas romanas, los cristianos, de acuerdo con estas palabras,
abandonaron la ciudad. Pensaban también en la advertencia que había hecho Jesús dos
días antes de la última Cena, cuando contemplando la ciudad desde el monte de los
Olivos, dijo: «El que esté en el terrado, no baje a recoger las cosas de su casa: y el
que esté en el campo, no regrese en busca de su mano... Porque habrá entonces una
gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo...».
Los cristianos emigraron en dirección a Pella, una ciudad griega de la Decápolis,
una de las «diez ciudades» situadas al sudeste del lago de Genesaret, y allí fueron
recibidos amistosamente por sus habitantes.
Sólo después de la conquista de Jerusalén regresaron y se sintieron felices al ver
que no habían sido destruidos sus lugares de reunión, la casa de la madre del evangelista
Marcos, así como la mayoría de las casas situadas en el barrio de Sión.
La guerra civil que estalló en Jerusalén en el 70 d. de C. se endureció cada vez
más. Según informa Josefo, los partidos en disputa determinaron a su libre albedrío el
nombramiento de un nuevo sumo sacerdote, que, sin embargo, no demostró cualidades
para el alto cargo que debía ocupar. Los sumos sacerdotes destituidos se pusieron a la
defensiva y azuzaron a sus partidarios para que se opusieran a aquella ilegalidad.
Los ciudadanos se sentían inquietos por las murmuraciones, se hablaba de
señales y visiones y se decía que por la noche aparecía un cometa, lo que siempre era
considerado como un signo de desastre inminente. Muchos hablaron de un fenómeno
luminoso en el cielo nocturno. Los eruditos, a los que se preguntaba casi a diario a
consecuencia de estos fenómenos, explicaron que significaba el incendio del Templo,
que no tardaría en producirse.
Josefo también nos habla de un sencillo campesino, hijo de Anneo, que cuatro
años antes de que estallara esta guerra acudió a Jerusalén durante la fiesta de los
Tabernáculos y se dedicó a recorrer las calles día y noche, gritando: «¡Ay de
Jerusalén!».
Las murmuraciones y las visiones, junto con las luchas callejeras de los partidos
que se combatían encarnizadamente, inquietaron mucho a la ciudad y crearon una
situación de desconcierto y consternación, lo que hizo que las fuerzas romanas se
pusieran a la defensiva.
En Jerusalén, los partidos judíos seguían luchando por el poder, mientras las
legiones romanas, actuando con rapidez, construían un enorme arsenal de instrumentos
técnicos de asedio.
El general romano Tito, que más tarde sería emperador, conquistó y destruyó la
ciudad en el año 70 d. de C. Y todavía en la actualidad las inscripciones del Arco de

76
Tito, en Roma, nos informan sobre esta victoria: «El senado y el pueblo de Roma
agradecen al emperador Tito que sometiera al pueblo judío y destruyera la ciudad de
Jerusalén, que generales, reyes y pueblos anteriores habían intentado someter
inútilmente»
El asedio romano a la ciudad fue horroroso y los casos de hambre en la
población llegaron al paroxismo: Hubo madres que, alocadas por el hambre, no
dudaron en comerse a sus bebés… Hubo un millón cien mil muertos en la ciudad, y
unos 97. 000 fueron llevados como esclavos. No debe extrañar tal matanza, porque
como se celebraba la Pascua, Jerusalén estaba llena de peregrinos judíos, propios y de
otras ciudades. En cuanto al templo, pese a que se dio orden a los soldados romanos, en
un principio, de respetarlo, no fue así: un soldado, en el fragor del combate lanzó una
antorcha dentro del templo y éste ardió, cumpliéndose al pie de la letra la profecía de
Jesús: “No quedará del templo piedra sobre piedra”…
Flavio Josefo, judío superviviente, y testigo presencial del desastre, habla así
sobre la ruina de la ciudad y del templo:
“En el año 67 d. de C. se produjo en Palestina un gran levantamiento de los
judíos contra los romanos, que fue reprimido por Vespasiano. Cuando en el 69 d. de C.
las legiones eligieron emperador a Vespasiano, su hijo Tito continuó la guerra contra los
judíos, sitió Jerusalén y en el 70 d. de C. conquistó la ciudad. El Templo fue incendiado
y la ciudad arrasada”
“Cuando el 8 de Agosto del año 70 las dos legiones romanas terminaron de
construir las murallas, Tito ordenó llevar los arietes de asalto contra la galería occidental
del patio interior del Templo. Pero ni el ariete más fuerte había podido desmoronar los
muros en seis días de trabajo ininterrumpido... Mientras tanto, una parte de los soldados
intentó minar los muros maestros de la puerta septentrional... En cuanto los primeros
soldados llegaron a las alturas, los defensores cayeron sobre ellos, rechazaron a algunos
y acuchillaron a otros...
Cuando Tito se enteró de que respetar los edificios del Templo, tal y como había
ordenado, era causa de bajas entre sus soldados, ordenó incendiar las puertas. La plata
se derretía por todas partes, y las llamas prendieron en las vigas de madera y en los
pórticos. Cuando los judíos vieron esto, disminuyó su valor...
Los soldados persiguieron a los judíos, empujándolos hacia los verdaderos
edificios del Templo. Entonces, uno de los atacantes, sin esperar la orden... cogió una
antorcha y la lanzó dentro del propio Templo. Cuando las llamas empezaron a elevarse,
los judíos gritaron y corrieron a apagarla con desprecio de sus vidas. Todos estaban
poseídos por una gran exasperación... Como los soldados pensaron que, tras el incendio
del Templo ya no tenía sentido alguno respetar los edificios que lo rodeaban,
incendiaron igualmente los restos de los pórticos y de las puertas... »

LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO


En los montes del extremo noroccidental del Mar Muerto, alrededor de
comienzos del mes de marzo de 1947, dos pastores beduinos hicieron accidentalmente
uno de los descubrimientos más significativos y entusiasmantes de toda la historia.
Descubrieron lo que más tarde llegó a conocerse como los Rollos del Mar Muerto.
Descubiertos en cuevas cercanas a la comunidad de Qumrán en el Mar Muerto, estos
rollos y fragmentos se contaban por miles. «En total, los fragmentos de manuscritos
constituyen más de 400 libros, unos cuantos de ellos casi intactos, y más de 40.000

77
fragmentos. Noventa de estos libros pertenecen a la Biblia, encontrándose representados
en ellos cada uno de los libros del AT (Antiguo Testamento) excepto el de Ester. »
Lo asombroso acerca de estos fragmentos y rollos es lo antiguo de su fecha. «A
la luz de toda la evidencia, escribía William S. La Sor, la mayor parte de los eruditos
están convencidos de que los materiales de Qumrán deben ser datados en el período
entre el 175 a.C. y el 68 d.C., probablemente con varias décadas dentro de estos
márgenes límite en cada caso.» Ya que nuestros manuscritos más antiguos del texto del
Antiguo Testamento antes del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto se
remontaban al 800 0 900 d.C., es muy grande la importancia de este descubrimiento.
Cuando los rollos de las cuevas del Mar Muerto fueron comparados con los de los siglos
noveno y décimo, sólo se constataron diferencias mínimas. Ello da testimonio de la
exactitud con que se ha copiado la Biblia.

LA SEPTUAGINTA
La Septuaginta es una de las ayudas de mayor valor que tenemos en el campo de
la crítica textual. Fue la primera traducción completa del Antiguo Testamento en otro
idioma. Esta traducción del hebreo al griego fue iniciada alrededor del 280 a.C., con la
traducción del Pentateuco por unas setenta personas en Alejandría, Egipto. El resto del
Antiguo Testamento fue traducido a lo largo de los siguientes cien años. Es
comúnmente denotada con los números romanos LXX, indicando los setenta hombres
que la tradujeron. La palabra Septuaginta es un término latino que significa «Setenta».
Hay algunos hechos muy interesantes que rodean a la Septuaginta y que tenemos
que recordar. Ésta era la versión utilizada por los judíos en la época de Cristo y fue un
importante factor para preparar al hombre para la venida del Redentor. Jesús y los
apóstoles citaron de la Septuaginta. Los más antiguos fragmentos que tenemos de la
Septuaginta en la actualidad se encontraron sobre una momia egipcia, y se remontan a
alrededor del 150 a.C. Así, tenemos una traducción de porciones del Antiguo
Testamento que se remonta a unos pocos cientos de años del cierre del canon del
Antiguo Testamento.

LA HEXAPLA
La Hexapla contenía una traducción del Antiguo Testamento efectuada por
Orígenes además de otras cinco traducciones dispuestas en seis columnas. La
distribución era: el texto hebreo corriente, una transliteración del texto hebreo,
traducciones de Aquila (128 d.C.), Símaco (200 d.C.) y Teodoción (180 d.C.). Incluía
también la Septuaginta. Este trabajo fue llevado a cabo en Cesárea y fue finalizado
alrededor del 240 d.C. La Hexapla, debido a su gran extensión nunca fue copiada como
un todo. La copia de Orígenes fue guardada en la Biblioteca de Cesárea. San Jerónimo
la vio y estudió en el siglo cuarto d.C. La quinta columna, que era la revisión de la
Septuaginta llevada a cabo por Orígenes, fue copiada en muchas ocasiones, pero sólo
porciones de ella existen en la actualidad.

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EL PAPIRO NASH
El Papiro Nash consiste en cuatro fragmentos de los diez mandamientos y de
Deuteronomio 6:4-9. Está datado entre el siglo segundo a.C. y el siglo primero d.C. Y,
de pasada, era la parte más antigua conocida del Antiguo Testamento antes del
descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto.

LA VULGATA LATINA
La Vulgata es una traducción del hebreo al latín hecha por San Jerónimo alrededor
del 382 d.C. La Vulgata fue traducida con una estrecha consideración a la Septuaginta y
a la Hexapla de Orígenes. En la actualidad existe una antigua copia de la Vulgata en la
Biblioteca Vaticana en Roma. Es considerada como el texto oficial de la Iglesia
Católica.

LOS CÓDICES
Originalmente, “Codex” significaba «un canon de ley». Pero este término se
aplica comúnmente a los antiguos manuscritos de la Biblia que contienen en forma de
libro bien la totalidad o grandes secciones del texto del Antiguo y Nuevo Testamento.
Lo que sigue son algunos de los más importantes códices de los dos Testamentos, el
Antiguo y el Nuevo, junto con sus respectivas fechas, lugar de descubrimiento y
contenido. Contienen traducciones del Antiguo Testamento al griego.
1. Codex de El Cairo: Este códice fue descubierto en Tiberias en la ribera
occidental del Mar de Galilea. Data de alrededor del 895 d.C. Y contiene los Profetas
Anteriores y Posteriores.
2. Codex de Leningrado: Data del 1008 d.C. Contiene los Profetas Posteriores. Es
el más grande y único completo manuscrito del Antiguo Testamento.
3. Codex Vaticanus: El Vaticanus data de alrededor de mediados del siglo cuarto
d.C. Contiene casi la totalidad del Antiguo y del Nuevo Testamento.
4. Codex Alexandrinus: Data del siglo quinto d.C. (alrededor del 450 d.C.).
Contiene toda la Biblia excepto por diez hojas en el Antiguo Testamento, veinticinco
hojas del Evangelio de Mateo, dos de Juan y tres de 2 Corintios.
5. Codex Sinaiticus: Fue descubierto en un monasterio al pie del Monte Sinaí por
Constantine Tischendorf. Data de alrededor del 340 d.C. Y contiene fragmentos del
Antiguo Testamento y de casi todo el Nuevo Testamento.
6. Codex Ephraemi: Data de alrededor del 450 d.C. y contiene sesenta y cuatro
hojas del Antiguo Testamento. 2 Tesalonicenses, 2 Juan y otras secciones están ausentes
del Nuevo Testamento.
Se podría hacer una relación de otros manuscritos y versiones que destacarían el
hecho de que la evidencia textual es muy fuerte en apoyo de nuestro Antiguo
Testamento. También existen antiguas versiones arameas, siríacas, coptas y góticas del
Antiguo Testamento que reciben consideración en la crítica textual. Así que cuando
hablamos acerca de la evidencia textual del Antiguo Testamento no nos referimos a la
evidencia de unas pocas copias desgastadas del texto. Estamos refiriéndonos a un
cúmulo de material que puede ser utilizado para la comparación.

79
HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS
El Evangelio de San Juan coincide con los hallazgos de todas las excavaciones.
Tiene una descripción del templo exacta, se encontraron las dos piscinas de Betsaida y
de Siloé, se encontró incluso el Litróstotos. Todo esto nos lleva de la mano a una
conclusión: el Evangelio de San Juan no es el producto de una fabulación subjetiva,
sino un conjunto de recuerdos de un testigo privilegiado. Con todos estos datos en la
mano no podemos admitir una fabulación en las narraciones evangélicas...
Hubo antes de Jesús y después, muchos caudillos nacionalistas que se levantaron
contra la ocupación romana. Pero todos quedaron en el olvido. ¿Por qué el éxito de
Jesús?... Ninguno de ellos logró una descendencia ideológica tan profunda como la de
Jesús. Desaparecieron de la Historia como la espuma. A Jesús se le tributó culto desde el
principio. Se le da el título de KYRIOS, que trasciende toda divinidad pagana. A los
pocos años de su muerte nos habla San Pablo: "Dóblese toda rodilla al nombre de
Jesús"... Y esto sucede en un ambiente judío, donde el monoteísmo era un principio
inconmovible, enraizado profundamente en el alma religiosa del pueblo. Si esto
sucediese en un ambiente helenístico, no tendría tanta importancia. Para el mundo
helenístico un dios más o menos era algo sin trascendencia. En el mundo judío era
inconcebible. Los Evangelios sinópticos (Lucas, Marcos y Mateo) y los Hechos nos
hablan de un Jesús histórico. Los relatos de la Pasión son admitidos como los núcleos
más antiguos. Y en esos relatos aparece la historia por todas partes: hay toponímicos
con una abundancia abrumadora, hay una coincidencia con las costumbres y
disposiciones jurídicas tanto romanas como judías. Palestina era entonces un mundo
complicado: dominación romana, reyezuelos con más o menos independencia. Y esos
documentos nunca caen en contradicciones con estos datos intrincados de la Geografía,
de la Historia y de la Religión. Todo esto, no hay duda, es una prueba de que los
Evangelios, la Biblia, no es algo inventado, sino algo real, histórico, verdadero. En los
Evangelios encontramos una cronología rigurosa y una toponímica exacta: son éstos
datos los que alejan siquiera la suposición de que los Evangelios, la Biblia, haya sido
inventada; expone hechos reales, cronológicos, perfectamente asimilables y
demostrables por la Historia, por la Arqueología, cosa que sería imposible si la Biblia,
los hechos que se narran en ella, no fueran verdad. En cambio, en la Biblia predomina el
estilo escueto y lacónico. Ya es tópica la concisión externa en los relatos de la Pasión.
Para un fabulador la materia se prestaría al maravillosismo. Sin embargo, ahí está la
Pasión con un estilo cortado, casi telegráfico, lo que es una muestra de verdad, de
sinceridad, de realidad. Cuando uno lee a San Juan se lleva la sorpresa de encontrarse
con un Evangelio de una estructura totalmente distinta de la de los sinópticos. El
Evangelio de San Juan es una síntesis intelectual, no una narración que siga un orden
cronológico. Este estilo es apto más que ninguno para un subjetivismo más acentuado,
para una fabulación más perfecta. Pero incluso en San Juan encontramos una precisión
cronológica, unos itinerarios de Jesús. Con todos estos datos, nos confirmamos cada vez
más y más en la exactitud de la Biblia, de sus relatos, de su historicidad, de su realidad,
de su verdad. La fabulación, lo falso, tiende a la exaltación, a la amplificación, al
maravillosismo. No ocurre así en la Biblia, en los Evangelios. La primera comunidad de
Jerusalén es creyente; cree en la divinidad de Jesús. Y, sin embargo, no hay exaltación.
Todo se desarrolla con naturalidad, con una naturalidad fascinadora. Un ambiente
campesino sencillo, bucólico. Se habla de siembras, de mieses, de viñadores, de bodas.

80
No puede obrar milagros en su tierra por falta de fe. Sus parientes lo tachan de loco...
Parece rebajar al héroe, Jesús aparece humano, tan humano que llega a sentir miedo ante
la Pasión. Llora como cualquier humano ante la tumba de Lázaro, su amigo. Siente el
hambre como uno de nosotros. Incluso siente el abandono supremo del Padre en la cruz.
Aquí no aparece por ninguna parte el héroe, el superhombre forjado en una fabulación
exultante. Al contrario, nos encontramos con un Jesús a nuestra medida, humano.
¿Y los suyos, los apóstoles? Tampoco aparecen como héroes. Todo lo contrario.
Son medrosos como niños. De una rudeza y una cerrazón intelectual perfecta para
entender a Jesús. Rezuman un espíritu pueblerino. Son envidiosos cuando se trata de los
puestos que han de ocupar en un reino material terreno. Tenemos que repetir lo mismo.
Nos encontramos con una ausencia total de elementos fabuladores y míticos en las
narraciones evangélicas. Todos estos datos son duros golpes para una concepción
fabuladora y mítica de Jesús. Una de las características del mito es que necesita
bastante tiempo para su gestación. Desde luego más de una generación. El mito
comienza desde el momento en que no existen testigos que puedan testimoniar el hecho
histórico, purificado de toda adherencia fabuladora. De lo contrario el mito encontraría
una resistencia invencible para su difusión y su misma formación. Cuando San pabilo
escribe una síntesis de las creencias cristianas (I Corintios 15, 1 – 10) cita como testigos
a muchos que todavía viven. Es decir, que cuando se consignan por escrito los misterios
de Jesús, todavía existen muchos testigos del hecho histórico. Por esos años la doctrina
de Jesús está extendida por muchas partes. Con estos datos a la vista, nos preguntamos:
¿en un espacio tan reducido de tiempo, un mito sobre Jesús tendría oportunidad para
formarse y para extenderse por tantos sitios? El mito, la fábula, necesita tiempo para su
gestación. También necesita de la desaparición de testigos históricos. Aquí nos
encontramos con un período de unos veinte años y con la supervivencia de muchos
testigos de los tiempos de Jesús. ¿Es aceptable, en estas circunstancias, una explicación
de fabulación subjetiva (mítica) respecto a Jesús? Nos parece sencillamente que no.
Sería forzar demasiado los hechos y prescindir de ellos. Por todas partes encuentra la
teoría mítica (la que dice que la Historia de Jesús no es real, sino fantasiosa) una red de
contradicciones de las que no puede liberarse, y no puede liberarse porque lo que se
narra es verdad. Otro punto de credibilidad, que aleja a la Biblia de la fantasía, de lo
mítico es la resurrección de Jesús, y la predicción consecuente del mensaje cristiano.
Basta leer a San Pablo para caer en la cuenta de la importancia de la resurrección "Si
Cristo no resucitó, nuestra fe es inútil". Los datos bíblicos nos dicen que hacia el año 33
un grupo de creyentes afirmó que "Jesús ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado
al tercer día". Después de la muerte de Jesús hay una explosión de cristianismo que se
extendió rápidamente. Hay que buscar una causa a este hecho...: la resurrección de
Jesús. Los apóstoles, miedosos, asustadizos, cobardes, antes de la resurrección de Jesús,
tras esta, tras ver con sus propios ojos, creen y predican lo que han visto: a Jesús
resucitado, a Dios crucificado y resucitado. Los seguidores de Jesús tienen primero una
duda profunda. Y llegan después a una certeza profunda de que vive. Por tanto, sucedió
algo que les hizo pasar de la incredulidad a la certeza. Tanto más cuanto que la muerte
en cruz para un judío era un juicio condenatorio por parte de Dios sobre la culpabilidad
del reo. "Maldito el que pende de un madero". Un judío tenía que sacar esta
consecuencia de ver a Jesús en cruz: Jesús era un falso profeta. ¿Por qué, entonces, este
grupo de judíos llegó a la certeza de que Jesús vivía y era el bendito del Padre?... : la
resurrección de Jesús nos explica esta certeza, esa seguridad de los apóstoles, sin ella no
hubiera habido ni certeza, ni predicación, dado el carácter asustadizo, cobarde,
pusilánime, de los apóstoles, tras la muerte de Jesús en la Cruz. Se dice que la
resurrección pudo ser una alucinación de los discípulos...Pero una alucinación no

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explica la transformación operada en los apóstoles. Sobre todo aquel cambio tan radical,
tan profundo, de un mesianismo terreno y nacionalista a un mesianismo espiritual y
universal. Tampoco una alucinación explica el que los apóstoles saliesen de aquella
postración tan profunda que refleja, por ejemplo, el relato de los discípulos de Emaús:
"Nosotros esperábamos..." Ya no hay ni rastro de esperanza...Con ese desánimo, esa
desesperanza, los apóstoles no están predispuestos para alucinaciones. Para ellos sería
más natural rechazar esas apariciones que aceptarlas. Estaban en un ambiente totalmente
opuesto al nuestro, después de tantos siglos de Cristianismo. El mismo lenguaje sencillo
de la resurrección nos hace ver cómo se narra algo verídico: la verdadera resurrección
de Jesús. De tratarse de un fraude, nos hubiesen hablado los apóstoles en un estilo más
apocalíptico y barroco: Un Jesús saliendo del sepulcro, una losa que se levanta...pero no
es así. El lenguaje es sencillo, conciso, claro, sin fabulaciones: esto nos hace ver que se
narraban hechos verídicos, no fantásticos, no inventados. Por otro lado, San Pablo habla
de muchos testigos que entonces aún vivían, testigos de la aparición de Cristo, tras la
resurrección, hasta unos quinientos juntos, quinientos que no estaban predispuestos para
la resurrección, fenómeno para el cual apenas había fundamentos claros en el Antiguo
Testamento ni aún siquiera en el mundo pagano, para el que eran tan refractarios los
judíos.
Como consecuencia de todo lo dicho hemos de reconocer que la Biblia no es
algo mítico, fabulado, fantástico, inventado, sino algo real, histórico, verdadero.

LOS PAPIROS DE OXFORD (EVANGELIO DE SAN


MATEO)
Son tres pequeñísimos fragmentos de papiro escritos en griego y que fueron
comprados en Luxor (Egipto) en 1901, por el capellán inglés local Charles Huleatt y
donados a la Biblioteca del Magdalen College, Oxford, Los papirólogos que habían
examinado estos fragmentos opinaban que eran del siglo II después de Cristo. Con esta
datación, los fragmentos no tendrían especial significación, puesto que poseemos
muchos otros papiros de Evangelios de esas fechas. Pero recientemente un especialista
en manuscritos de papiros antiguos, el profesor Carsten Peter Thiede, se desplazó a
Oxford para examinar más de cerca dichos papiros, llegando a la conclusión de que eran
mucho más antiguos de lo que se había pensado. Para él, y apoyándose sobre todo en el
tipo de letra, los papiros podrían ser de hacia el año 70 (poco antes o después).Estamos
pues sólo a unos 40 años después de la muerte de Cristo. Como además estos papiros se
habían encontrado en Egipto, era necesario contar con unos años más, para que pudieran
llegar allí desde Siria o Palestina donde se habría escrito el Evangelio. Esta datación
supondría que hay que adelantar en algunos años la fecha de composición del Evangelio
de San Mateo, fecha que la opinión corriente de los exégetas actuales sitúa en torno al
año 80. Este adelanto sería, como dice el citado articulo de Time, "Un paso más cerca de
Jesús". La historicidad del Evangelio tendría un argumento más a su favor, puesto que
en el año 70 podrían vivir todavía muchos de los contemporáneos de Jesús.

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FIABILIDAD HISTÓRICA DEL NUEVO
TESTAMENTO
Mientras McDowell daba una conferencia en la Universidad Estatal de Arizona,
un profesor, acompañado de unos estudiantes de su seminario graduado sobre literatura
universal, se le acercó, después de una conferencia de «libertad de palabra» al aire
libre,. y le dijo: «Señor McDowell, usted está basando todas sus pretensiones acerca de
Cristo en base de un documento del siglo segundo que es obsoleto. Hoy mostré yo a mi
clase que el Nuevo Testamento fue escrito tanto tiempo después de Cristo que no podía
ser preciso en lo que registraba.» Su opinión acerca de los registros que tratan de Jesús
se originaba de las conclusiones de varios críticos que dan por supuesto que la mayor
parte de las Escrituras del Nuevo Testamento no fueron escritas hasta bien entrado el
siglo segundo d.C. Habían llegado a la conclusión de que estos escritos procedían de
mitos o leyendas que se habían desarrollado durante el prolongado intervalo entre la
época de la vida de Jesús y la época en que estos relatos quedaron registrados por
escrito.
McDowell le contestó: «Señor, sus opiniones o conclusiones acerca del Nuevo
Testamento tienen un atraso de 25 años.»
Por cuanto el Nuevo Testamento provee la fuente histórica primaria para la
mayoría de la información acerca de Jesús, es importante determinar su precisión
tocante a lo que informa.
Cuando uno tiene una fe religiosa que apela a la verdad y que está basada en la
búsqueda de la verdad y dedicada a la preservación de este conocimiento, tiene un
condicionante que le lleva a la preservación de su integridad a lo largo de los años. El
cristianismo bíblico tiene este condicionante para investigar y preservar la verdad.
Por ejemplo, en Juan 8:32 se declara: «Conoceréis la verdad.» No dice que la
debemos ignorar. Dice: «Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.» En 2
Timoteo 2:15, el apóstol Pablo amonesta al creyente a que procure «con diligencia
presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja
rectamente la palabra de verdad». En todo el Nuevo Testamento hay un énfasis en la
verdad y en preservar la verdad. Cuando se compara la Biblia con otra literatura de la
antigüedad, la evidencia en favor de la Biblia es abrumadora. Si otra literatura tuviese la
misma evidencia, nadie pondría en duda su autenticidad y fiabilidad. Pero a la Biblia se
le hacen dos objeciones. En primer lugar, que es un libro religioso, y que por tanto no
puede confiarse en él. Segundo, presupone la existencia de lo sobrenatural. Para muchas
personas, la evidencia histórica no es la clave. Para muchas personas (no todas)
involucradas en crítica del Nuevo Testamento, la clave es ésta: si hay algún elemento
sobrenatural, entonces es no-histórico.
Debido a este criterio, muchos críticos, durante los siglos 19 y 20, han atacado la
fiabilidad de los documentos bíblicos. Parece haber una constante andanada de
acusaciones que no tienen ningún fundamento histórico o que han quedado desfasados a
causa de los descubrimientos e investigaciones de la arqueología.
Muchas de estas opiniones acerca de los registros referentes a Jesús se basan en
las conclusiones de un crítico alemán, F. C. Baur. Baur presupuso que la mayor parte de
las Escrituras del Nuevo Testamento no fueron escritas hasta un tiempo tardío en el
siglo segundo d.C. Llegó a la conclusión de que estos escritos procedían básicamente de
mitos o leyendas que se habían desarrollado durante el prolongado período entre la vida
de Jesús y la época en que estos relatos fueron registrados por escrito.

83
Sin embargo, durante el siglo 20 los descubrimientos arqueólogos habían llegado
a dar extensa confirmación de la precisión histórica de los manuscritos del Nuevo
Testamento, y su origen en el primer siglo. Los descubrimientos de antiguos
manuscritos sobre papiro (el manuscrito de John Ryland, 130 d.C.; los Papiros de
Chester Beatty, 155 d.C., y los Papiros de Bodmer II, 200 d.C.) sirvieron para cubrir el
vacío entre la época de Cristo y los manuscritos existentes de época posterior.
El arqueólogo Millar Burrows de Yale ha dicho que un resultado de la
comparación del griego del Nuevo Testamento con el lenguaje de los papiros es un
aumento de la confianza en la transmisión precisa del texto del Nuevo Testamento
(Millar Burrows, What Mean These Stones, New York: Meridian Books, 1956, pág. 52).
William F. Albright, que fue uno de los más descollantes arqueólogos bíblicos
del mundo, escribe: «Podemos ya decir de manera enfática que no hay ninguna base
sólida para datar ningún libro del Nuevo Testamento después del 80 d.C., dos
generaciones enteras antes de la fecha entre el 130 y 150 dados por los críticos más
radicales del Nuevo Testamento de hoy en día (William F. Albright, Recent Discoveries
in Bible Lanas, New York: Funk and Wagnall, 1955, pág. 136).
Sir William Ramsay fue considerado uno de los más grandes geógrafos que
jamás haya vivido. Estudió en la escuela histórica alemana que enseñaba que el Libro de
los Hechos era producto de mediados del segundo siglo d.C., y no del primer siglo,
como pretende ser. Después de leer la crítica moderna acerca del Libro de los Hechos,
se convenció de que no era un relato fiable de los hechos del tiempo justo antes de
Cristo (50 d.C.) y que por ello era indigno de consideración por parte de un historiador.
Así que en su investigación acerca de la historia de Asia Menor Ramsay prestó poca
atención al Nuevo Testamento. Sin embargo, su investigación le llevó finalmente a
considerar los escritos de Lucas. Observó la meticulosa precisión de sus detalles
históricos, y, gradualmente, comenzó a cambiar su actitud hacia el Libro de los Hechos.
La evidencia le obligó a llegar a esta conclusión: «Lucas es un historiador de primera
fila... este autor debería ser puesto a la altura de los más grandes historiadores» (Sir
William Ramsey, The Bearing of Recent Discoveries on the Trustworthiness of the New
Testament, Londres: Hodder and Stoughton, 1915, pág. 222). Debido a la precisión de
Lucas, Ramsay concedió finalmente que Hechos no podía ser un documento del siglo II,
sino más bien un relato histórico de mediados del siglo I.
El doctor John A. T. Robinson, profesor de Trinity College, Cambridge, ha sido
durante años uno de los más distinguidos críticos de Inglaterra. Robinson aceptó al
principio el consenso tipificado por la crítica alemana de que el Nuevo Testamento fue
escrito años después del tiempo de Cristo después del primer siglo. Pero, como «poco
más que una broma teológica», decidió investigar los argumentos acerca de la datación
tardía de todos los libros del Nuevo Testamento, un campo mayormente inactivo desde
principios del siglo veinte.
Los resultados le asombraron. Dijo que debido a «gandulería» académica, a la
«tiranía de las presuposiciones no contrastadas» y a una «ceguera casi voluntariosa» de
autores anteriores, muchos de los razonamientos del pasado eran insostenibles. Llegó a
la conclusión de que el Nuevo Testamento es obra de los apóstoles mismos o de
contemporáneos que trabajaron con ellos, y que todos los libros del Nuevo Testamento,
incluyendo Juan, tuvieron que ser escritos antes del 64 d.C. (John T. Robinson, Redating
the New Testament, Londres: SCM Press, 1976, pág. 221).
Robinson retó a sus colegas a que tratasen de refutarlo. Si los académicos
vuelven a abrir esta cuestión, está convencido de que los resultados obligarán «a
reescribir muchas introducciones al Nuevo Testamento -y en último término, muchas
teologías del mismo» (ibid.).

84
Se puede también dar un poderoso argumento en favor de la fiabilidad de las
Escrituras desde una perspectiva legal. El principio referente a los «documentos
antiguos» bajo las Normas Federal sobre Evidencias (publicado por West Publishing
Co., St. Paúl, 1979, Norma 901 [b] [8]) permite la autenticación de un documento
mostrando que aquel documento (1) tiene aquellas condiciones que no crean sospechas
acerca de su autenticidad; (2) estaba en un lugar donde, si era auténtico, era probable
que estuviese; y (3) ha existido 20 años o más en la época en que es presentado.
El doctor John Warwick Montgomery, abogado y teólogo y decano de la Escuela
de Leyes Simón Greenleaf, comenta acerca de la aplicación de la regla de «documentos
antiguos» a los documentos del Nuevo Testamento: «Aplicado a los registros
evangélicos y reforzado por la responsable crítica baja (textual), esta norma establecería
su competencia en cualquier corte de justicia» (John Warwick Montgomery, «Legal
Reasoning and Christian Apologetics,» The Lew Above the Law, Oak Park, IL:
Christian Legal Society, 1975, págs. 88, 89).
Algunos críticos argumentan que la información acerca de Cristo pasó de boca
en boca hasta que fue redactada en la forma de los Evangelios. Aunque el período fue
mucho más breve que lo que se creía anteriormente, llegan a la conclusión de que los
relatos de los Evangelios asumieron la forma de cuentos y mitos.
Sin embargo, el período de tradición oral (tal como la definen los críticos) no es
suficientemente largo para haber permitido las alteraciones en la tradición que alegan
estos críticos. El doctor Simón Kistemaker, profesor de Biblia en Reformed Seminary,
escribe así: «Normalmente, la acumulación de folklore entre las personas de culturas
primitivas precisa de muchas generaciones; es un proceso gradual extendido a lo largo
de siglos. Pero en conformidad con la manera de pensar del crítico de las formas, hemos
de concluir que las historias de los Evangelios fueron producidas y recogidas dentro de
poco más que una generación. En términos del enfoque de la crítica de las formas, la
formación de las unidades individuales de los Evangelios ha de ser comprendida como
un proyecto a grandes saltos con un curso acelerado de acción» (Simón Kistemaker, The
Gospeis in Current Study, Grand Rapids, ML Baker Book House, 1972, págs. 48, 49).
A. H. McNeile, anterior Profesor Regius de Teología en la Universidad de
Dublín, señala que los críticos de las formas no tratan con la tradición de las palabras de
Jesús de una manera tan rigurosa como debieran. Un examen cuidadoso de 1 Corintios
7:10, 12, 25 muestra la cuidadosa preservación y la existencia de una genuina tradición
de registrar estas palabras. En la religión judía era costumbre que un estudiante
memorizase las enseñanzas del rabí. Un buen discípulo era como «una cisterna encalada
que no pierde una gota» (Misná, Aboth, 2:8) (A. H. McNeile, An Introduction to the
Study of the New Testament, Londres: Oxford University Press, 1953, Pág. 54).
Además, si nos apoyamos en la teoría de C. F. Birney (en The Poetry of Our
Lord, 1925), podemos suponer que mucha de la enseñanza del Señor fue dada en forma
de poesía aramea, haciendo fácil su memorización.
Existe un poderoso testimonio interno de que los Evangelios fueron escritos en
una época temprana. El Libro de los Hechos registra la actividad misionera de la Iglesia
Primitiva y fue escrito como secuela por la misma persona que escribió el Evangelio
según Lucas. El Libro de Hechos termina con Pablo aún vivo en Roma. No se registra
su muerte.
Esto nos llevaría a pensar que fue escrito antes de su muerte, porque los otros
acontecimientos principales de su vida han sido registrados. Tenemos razones para creer
que Pablo fue ejecutado durante la persecución nerónica del 64 d.C., lo que significa
que el Libro de Hechos fue redactado antes de esta fecha.

85
Si el Libro de Hechos fue escrito antes del 64 d.C., entonces el Evangelio de
Lucas, del que Hechos es una secuela, tuvo que ser redactado algún tiempo antes,
probablemente a finales de los cincuenta o a principios de los sesenta del primer siglo.
La muerte de Cristo tuvo lugar alrededor del 30 d.C., lo que hace que la redacción del
Evangelio de Lucas tuvo lugar como mucho dentro de los 30 años después de los
acontecimientos.
La Iglesia Primitiva enseñaba generalmente que el primer Evangelio redactado
fue el de Mateo, lo que nos acercaría aún más al tiempo de Cristo. Esta evidencia nos
conduce a creer que los primeros tres Evangelios fueron todos redactados dentro de 30
años desde el tiempo en que tuvieron lugar los acontecimientos, un tiempo cuando
todavía vivían testigos oculares hostiles que hubiesen podido contradecir su testimonio
si no era preciso (Josh McDowell y Don Stewart, Answers to Tough Questions, San
Bernardino, CA: Here's Life Publishers, 1980, págs. 7, 8).
Los hechos implicados en este asunto llevaron a W. F. Albright, el gran
arqueólogo bíblico, a declarar: «Cada libro del Nuevo Testamento fue escrito... entre los
cuarenta y los ochenta del primer siglo d.C. (muy probablemente en un periodo entre el
50 y el 75 d.C.» (William F. Albright, Christianity Today, Vol. 7, 18 Enero, 1963, pág.
3).
La fiabilidad histórica de las Escrituras debería ser ensayada por los mismos
criterios empleados para ensayar todos los documentos históricos. El historiador militar
C. Sanders hace una relación de tres principios básicos de historiografía: la prueba
bibliográfica, la prueba de la evidencia interna y la prueba de la evidencia externa (C.
Sanders, Instroduction to Research in English Literary History, New York: MacMillan
Company, 1952, págs. 143 ss.).
La prueba bibliográfica es un examen de la transmisión textual mediante la que
nos llegan los documentos. En otras palabras, al no tener los documentos originales,
¿cuan fiables son las copias que tenemos con respecto al número de manuscritos y el
intervalo de tiempo entre los originales y las copias existentes?
Un error común es el concepto de que el texto de la Biblia no nos ha venido tal
como fue escrito originalmente. Abundan las acusaciones de monjes celosos cambiando
el texto bíblico a lo largo de la historia de la iglesia.
Afortunadamente, el problema no es que haya carencia de evidencias. Cuando se
completó la investigación acerca de la fiabilidad de la Biblia y editamos “Evidencia que
demanda un veredicto” en 1973, pudimos documentar 14.000 manuscritos y porciones
sólo del griego y de antiguas versiones del Nuevo Testamento. Recientemente, pusimos
al día y reeditamos “Evidencia” en inglés, debido a la enorme cantidad de nuevos
materiales de investigación disponible. Ahora podemos documentar 24.633 manuscritos
y porciones del Nuevo Testamento solo.
El significado del número de manuscritos que documentan el Nuevo Testamento
es todavía mayor cuando uno se da cuenta de que en toda la Historia, el segundo libro
en términos de autoridad manuscrita es La Ilíada, de Hornero. Y de ésta sólo sobreviven
643 manuscritos.
El Nuevo Testamento fue redactado originalmente en griego. Hay
aproximadamente 5.500 copias en existencia que contienen todo o parte del Nuevo
Testamento. A pesar de que no poseemos los originales, existen copias desde épocas
muy tempranas. El fragmento más antiguo data de alrededor del año 120 d.C., mientras
que alrededor de 50 otros fragmentos datan dentro de los 150 - 200 años desde el tiempo
de la redacción.
Dos manuscritos principales, el Codex Vaticanus (325 d.C.) y el Codex
Sinaiticus (350 d.C.), una copia completa, aparecen dentro de 250 años de la época de

86
redacción. Esto puede parecer un largo período de tiempo, pero es mínimo en
comparación con la mayoría de las obras antiguas. La primera copia completa de la
Odisea es de 2.200 años después que fuese escrito. El erudito en griego del Nuevo
Testamento, J. Harold Greenlee, añade: “Por cuanto los académicos aceptan como
generalmente fiables los escritos de los antiguos clásicos, aunque los MSS más antiguos
fueron escritos tanto tiempo después de los escritos originales, y que el numero de MSS
existentes es en muchos casos sumamente pequeño, es evidente que la fiabilidad del
texto del Nuevo Testamento queda asimismo asegurada (J. Harold Greenlee,
Introduction to New Testament Textual Criticism, Grana Rapids, MI: William B.
Eerdmans Publishing Co., 1964, pág. 15).
Muchos antiguos escritos nos han sido transmitidos mediante un mero puñado de
manuscritos (Cátulo -tres copias; la más antigua es de 1.600 años después de ser escrito;
Herodoto - ocho copias y 1.300 años).
Muchas personas consideran a Tucídides como uno de los más precisos de los
antiguos historiadores, y sólo han sobrevivido ocho manuscritos. De Aristóteles
teníamos 37, pero ahora se han encontrado otros 12, con lo que han sobrevivido 49
manuscritos. ¿Y qué pasa con el Nuevo Testamento?
No sólo tienen los manuscritos del Nuevo Testamento más evidencia manuscrita
y un intervalo de tiempo más estrecho entre la redacción y la copia más antigua, sino
que además fueron traducidos a varios otros idiomas en época temprana. La traducción
de un documento a otro idioma era cosa infrecuente en el mundo antiguo, por lo que se
trata de una verificación textual adicional para el Nuevo Testamento. El número de
copias de estas versiones excede a 18.000, y posiblemente llegue a 25.000. Esto es una
evidencia adicional que nos ayuda a establecer el texto del Nuevo Testamento.
Hace menos de 10 años, se podían documentar 36.000 citas de las Escrituras por
parte de los primeros Padres de la Iglesia. Pero más recientemente, y como resultado de
una investigación efectuada en el Museo Británico, podemos ahora documentar en los
escritos de la Iglesia primitiva 89.000 citas del Nuevo Testamento. Sin ninguna Biblia ni
manuscritos - podrían tirarse o quemarse todos- se podría reconstruir todo el Nuevo
Testamento a excepción de once versículos, en base de un material escrito dentro de los
150 y 200 años de la época de Jesucristo.
El académico especialista en Nuevo Testamento, F. F. Bruce, hace la siguiente
observación: “La evidencia en favor de nuestros escritos del Nuevo Testamento es
muchísimo mayor que la evidencia en favor de muchos escritos de autores clásicos,
cuya autenticidad nadie ni sueña en poner en tela de juicio” Y añade: Y si el Nuevo
Testamento fuese una colección de escritos seculares, su autenticidad sería
generalmente considerada como fuera de toda duda (F. F. Bruce, The New Testament
Documents: Are They Reliable? Ed. rev., Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans
Publishing Co., 1977, pág. 15. Hay edición en castellano: ¿Son fidedignos los
documentos del Nuevo Testamento?).
Sir Frederic Kenyon, ex-director y principal bibliotecario del Museo Británico,
era uno de los principales expertos en manuscritos antiguos y su autoridad. Poco antes
de su muerte, escribió esto acerca del Nuevo Testamento: “El intervalo entre las fechas
de la redacción original [del Nuevo Testamento] y la evidencia existente más antigua se
hace tan pequeño que de hecho se torna despreciable, y ha quedado ahora eliminada la
última base para cualquier duda de que las Escrituras nos hayan venido sustancialmente
tal como fueron escritas. Tanto la autenticidad como la integridad general de los libros
de la Biblia pueden considerarse como establecidas definitivamente (Sir Frederic
Kenyon, The Bible and Archaeology, New York: Harper and Row, Publishers, 1940,
págs. 288, 289).

87
Acerca de la Ilíada de Hornero, nos observa Bruce Metzger: “En toda la gama de
literatura griega y latina antigua, la Ilíada se destaca a continuación del Nuevo
Testamento como la segunda obra con mayor testimonio manuscrito (Bruce Metzger,
Chapters in the History of New Testament Textual Criticism, Grand Rapids, MI:
William B. Eerdmans Publishing Co., 1963, pág. 144).
Y añade: “De todas las composiciones literarias de los griegos, los poemas
homéricos son los más idóneos para su comparación, con la Biblia (ibid., pág. 145).

Obra Escrita en Primera Tiempo Nº de


copia transcurrido copias
Homero 900 a. C. 400 a. C. 500 años 643
(Ilíada)
Nuevo 40 – 100 d. 125 d. C. 25 años Más de 24.
Testamento C. 000

La prueba bibliográfica determina sólo que el texto que tenemos ahora es el que
fue registrado al principio. Uno tiene que determinar, sin embargo, si el registro escrito
es creíble, y hasta qué punto es creíble.
La crítica interna, que es la segunda prueba de la historicidad que da C. Sanders,
trata de la credibilidad del texto.
Hay dos factores que guían la aplicación de esta prueba. El primero es que en el
caso de una aparente imprecisión o discrepancia, el crítico literario sigue el dictado de
Aristóteles de que «el beneficio de la duda ha de ser dado al documento mismo, y no
debe arrogárselo el crítico para sí mismo». En otras palabras y tal como John W.
Montgomery frecuentemente recapitula en sus conferencias, «Uno debe dar atención a
las afirmaciones del documento bajo análisis, y no suponer fraude o error excepto si el
autor se descalifica por contradicciones o por inexactitudes tactuales conocidas» (John
Warwick Montgomery, History and Christianity, Downers Grove, IL: Intervarsity Press,
1971, pág. 29). Así como una persona es inocente hasta que se prueba que es culpable,
del mismo modo un documento es inocente hasta que, por una discrepancia, inexactitud
o error absolutos, se demuestra que no es digno de confianza.
Pero cuando se descubren unas pretendidas discrepancias o errores, o surge un
problema, hay determinadas preguntas que hacer. 1° ¿Hemos comprendido bien este
pasaje, el uso correcto de los números o de las palabras? 2° ¿Poseemos todo el
conocimiento posible acerca de esta cuestión? 3° ¿Podemos arrojar alguna luz adicional
sobre ello a través de la investigación textual o de la investigación histórica? Estas tres
consideraciones contribuyen a investigar la veracidad textual.
El doctor Robert Hom lo expresa de esta manera: “Las dificultades han de ser
afrontadas y los problemas deben llevarnos a ver la clara luz. Pero hasta el momento en
que tengamos una luz total y definitiva acerca de esta cuestión, no estamos en posición
de afirmar que haya un error demostrado, lo que sería una objeción incuestionable frente
a una Biblia infalible. Es de conocimiento común que incontables objeciones han sido
resueltas de forma plena desde el comienzo de este siglo (Robert M. Hom, The Book
that Speaks for Itself, Downers Grove, IL.: InterVarsity Press, 1970, págs. 86, 87).
Cuando se hace frente a una aparente contradicción interna, se apela a la
evidencia manuscrita, a la evidencia bíblica interna, a la evidencia lingüística
documentada y a los cánones de la crítica textual. El espacio no nos permite el lujo de
tratar con detalle cada una de estas áreas.

88
El segundo factor de la prueba de la evidencia interna es que la proximidad de
los testigos tanto geográfica como cronológicamente con los acontecimientos
registrados afecta a la credibilidad de los escritores. ¿Cómo afecta esto al Nuevo
Testamento. Los relatos del Nuevo Testamento de la vida y enseñanzas de Jesús fueron
registrados por hombres que o bien habían sido testigos oculares ellos mismos, o que
bien registraron los relatos de testigos oculares.
El doctor Louis Gottschalk, antiguo Profesor de Historia en la Universidad de
Chicago, bosqueja su método histórico en Understanding History (Entendiendo la
Historia), una guía usada por muchos para la investigación histórica. Gottschalk observa
que la capacidad del escritor o del testigo para decir la verdad es útil para que el
historiador determine la credibilidad, «incluso si está contenido en un documento
obtenido por la fuerza o por fraude, o si en cambio es impecable, o si está basado en
evidencia de segunda mano, o si es un testimonio interesado» (Louis R. Gottschalk,
Understanding History. New York: Knopf, 1969, 2a. ed., pág. 150).
Esta «capacidad de decir la verdad» está estrechamente relacionada con la
proximidad del testigo tanto geográfica como cronológicamente a los acontecimientos
registrados. Los relatos del Nuevo Testamento acerca de la vida y enseñanzas de Jesús
fueron registrados por hombres que habían sido o bien testigos oculares ellos mismos, o
que registraron los relatos de testigos oculares de los acontecimientos reales o de las
enseñanzas de Cristo.
Lucas 1:1-3 «Puesto que muchos han tomado a su cargo el compilar un relato
ordenado de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos las
transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la
Palabra, me ha parecido bien también a mí, después de haber investigado todo con
esmero desde su origen, escribirte ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que te
percates bien de la solidez de las enseñanzas en las que fuiste instruido.»
2" Pedro 1:16 «Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de
nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas ingeniosamente inventadas, sino como
habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.»
1ª Juan 1:3 «Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos también; para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente
es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.»
Juan 19:35 «Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él
sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis.»
Lucas 3:1 «En el año decimoquinto del reinado de Tiberio César, siendo Poncio
Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de
la región de Iturea y de Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilinia.»
Esta proximidad a los relatos que se registran es una manera extremadamente
eficaz de certificar la precisión de lo que se retiene como testigo. No obstante, el
historiador tiene también que tratar con testigos oculares que de forma consciente o
inconsciente dicen falsedades aunque esté cerca del acontecimiento y sea
suficientemente competente para decir la verdad.
Los relatos que da el Nuevo Testamento de Cristo fueron circulados dentro del
período de vida de sus coetáneos. Estas personas podrían haber confirmado o negado la
exactitud de estos relatos. Al presentar su alegato por el Evangelio, los apóstoles habían
apelado (incluso cuando se enfrentaban a duros opositores) al conocimiento que se tenía
en común acerca de Jesús. No sólo decían: «Mirad, nosotros vimos esto» u «oímos
aquello...», sino que tomaron las tablas y delante mismo de críticos y enemigos decían:
«Vosotros también sabéis de esto... las visteis; vosotros mismos lo sabéis.» Se ha de ir

89
con cuidado cuando se afirma delante de los que se oponen a uno: «Vosotros también lo
sabéis», porque si no se es preciso en los detalles, habrá una pública contradicción.
En Hechos 2:22, Pedro se encontraba delante del pueblo judío, y les dijo:
«Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón acreditado por Dios entre
vosotros.» O sea, no sólo a nosotros, sino un hombre «acreditado por Dios entre
vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de
él». Observemos esto: «entre vosotros... como vosotros mismos sabéis». Ahora bien, si
ellos no hubiesen visto aquellos milagros y aquellas señales, Pedro no habría salido vivo
de allí, ni mucho menos miles habrían acudido a Cristo. Pablo actuó igual. En Hechos
26:24-26 Pablo fue obligado a comparecer delante del rey, y le dijo, en mi propia
paráfrasis libre: Me alegra comparecer delante de ti, porque sabes de mi vida desde mi
infancia, y tú conoces las costumbres de los judíos. Y comenzó a presentar la evidencia
del cristianismo. Y fue interrumpido. Mientras Pablo estaba diciendo esto en su propia
defensa, el gobernador Festo le dijo en voz alta: «Pablo, estás loco. Tu gran erudición te
está haciendo enloquecer.» Ellos ya sabían que Pablo era un gran erudito. Había
estudiado bajo Gamaliel, y había estudiado en Tarso. Pero Pablo dijo: «No estoy loco,
excelentísimo Festo, sino que digo palabras sobrias y veraces.» Y esta frase, «sobrias y
veraces», en griego son literalmente «verdad y racionalidad». Y luego observa lo que
hace Pablo: añade estas palabras: «Estoy persuadido de que ninguna de estas cosas
escapan a la noticia del rey (Agripa), porque esto no ha sido hecho en un rincón.»
Cuando estudio historia y quiero comprobar la precisión del escritor, hay varias
cosas que pregunto. En primer lugar, ¿Tiene un buen carácter? Segundo, ¿hay
consistencia en sus escritos? Y en tercer lugar, ¿hay confrontación? En otras palabras,
¿fue el material escrito o presentado en un tiempo en el que había personas viviendo que
conocían los hechos alrededor de aquellos acontecimientos o declaraciones que se
registran?
En cuanto al valor de fuente primaria de los registros del N. T., el académico
británico especializado en el Nuevo Testamento, de la Universidad de Manchester, F. F.
Bruce, dice: “Y los primeros predicadores no sólo habían de tener en cuenta a los
testigos oculares amistosos; había otros menos bien dispuestos que estaban también
familiarizados con los principales hechos del ministerio y de la muerte de Jesús. Los
discípulos no podían permitirse el lujo de cometer inexactitudes (por no hablar de
manipulaciones voluntariosas de los hechos) que serían en el acto denunciadas por los
que estarían bien satisfechos de poderlo hacer. Al contrario, uno de los puntos fuertes en
la predicación apostólica original es el confiado llamamiento al conocimiento de los
oyentes; no sólo decían: «Somos testigos de estas cosas», sino también: «como vosotros
también sabéis» (Hechos 2:22). Si hubiese habido alguna tendencia a apartarse de los
hechos en algo material, la posible presencia de testigos hostiles en las audiencias habría
servido como correctivo adicional (Bruce, Documents, pág. 33).
Robert Grant, erudito del Nuevo Testamento de la Universidad de Chicago,
concluye de la siguiente forma: “En la época en que [los evangelios sinópticos] fueron
escritos o se puede suponer que lo fueron, había testigos oculares, y su testimonio no
fue totalmente dejado de lado. ... Esto significa que los evangelios han de ser
considerado como unos testimonios mayormente fiables de la vida, muerte y
resurrección de Jesús” (Robert Grant, Historical Introduction to the New Testament,
New York: Harper and Row, 1963, pág. 302)
Mientras que la multiplicidad de testigos oculares del Nuevo Testamento no es
una garantía de fiabilidad al cien por ciento, sería sumamente difícil argumentar que
cada uno cometió el mismo error de identificación. Los relatos de los testigos oculares

90
de haber visto a Cristo vivo tras su resurrección serían muy convincentes en un tribunal,
especialmente a la vista de lo extenso de los testimonios.
La obra Handbook of the Law of Evidence (Manual de las leyes de la evidencia)
de McCormick es un excelente tratado acerca del análisis de las evidencias, y hace la
observación de que la insistencia del sistema legal acerca de emplear sólo las fuentes
más fiables de información se manifiesta bien en la norma que demanda que un testigo
que da testimonio de un hecho que pueda ser percibido por los sentidos tiene que haber
observado el hecho (McCormick, Handbook of the Law of Evidence, Edward W.
Cleary, ed., St. Paúl: West Publishing Co., 1972, págs. 586, 587).
En énfasis de esta norma de los rumores es que el rumor no es admisible como
evidencia en un tribunal. La obra. “Normas Federales de Evidencias” afirma que un
testigo ha de dar testimonio de aquello que sepa de manera directa, y no de lo que ha
llegado a conocer de otras fuentes (Federal Rules of Evidence, Normas 801 y 802).
En lo concerniente al valor de que uno testifique «de su propio conocimiento»,
el doctor John Montgomery señala que desde una perspectiva legal los documentos del
Nuevo Testamento cumplen los requisitos de una evidencia de «fuente primada».
Escribe él que el registro del Nuevo Testamento queda: totalmente vindicado por las
constantes declaraciones de sus autores de estar declarando aquello que hemos oído, lo
que hemos visto con nuestros ojos, que hemos mirado y que nuestras manos han tocado
(John Warwick Montgomery, «Legal Reasoning and Christian Apologetics», págs. 88,
89).
En el Nuevo Testamento, nos viene por conocimiento de primera mano. Por
ejemplo, cuando María acudió al sepulcro, se le apareció el ángel, y le dijo: «No está
aquí: ha resucitado.» Cuando María lo repitió, fue porque no le había visto; sólo había
oído acerca de ello. Pero después. Jesús se apareció a María. Esto lo sacó de la categoría
del rumor, y lo constituyó en fuente primaria.
Ahora bien, junto a estos testigos oculares, nos es necesario introducir un poco
de la perspectiva psicológica. Hoy día, en el campo legal se está introduciendo todo un
nuevo campo acerca de la constitución psicológica de los testigos, y lo que puede y no
puede recordar. La doctora Elizabeth Loftus, profesora de psicología en la Universidad
de Washington, escribió lo siguiente en una revista: «Las personas que son testigos de
acontecimientos terribles recuerdan los detalles de los mismos con menor precisión que
en el caso de acontecimientos ordinarios. La tensión o el temor perturban la percepción
y por ello mismo la memoria. La tensión puede también afectar la capacidad de la
persona para recordar algo observado o aprendido durante aquel período de relativa
tranquilidad» (Elizabeth S. Loftus, «The Eyewitness on Trial [El testigo ocular a
juicio]», Triáis, Vol. 16, No. 10, Oct. 1980, págs. 30-35).
Sus observaciones, en realidad, fortalecen los relatos de los testigos oculares del
Nuevo Testamento. No se encuentra ahí una observación pasajera de un extraño en la
oscuridad de un callejón blandiendo una daga o una pistola. Los seguidores de Cristo
pasaron tiempo con alguien a quien conocían y amaban. Varias veces Jesús les dijo: «No
temáis», por lo que debían estar bajo tensión en estas ocasiones. Y atemorizados. Pero
hubo también la repetición de las apariciones -se les apareció durante cuarenta días.
Como testigos oculares durante cuarenta días, sus memorias se hicieron tanto más
indelebles.
El número múltiple de los testigos oculares del Nuevo Testamento, y todas las
apariciones, una de ellas, por ejemplo, ante 500 testigos a la vez, no nos da una
certidumbre al cien por ciento de que los testigos fuesen exactos. Sin embargo, sería
sumamente difícil, y contrario a todo lo que conocemos en la Historia, argumentar que
cada uno de ellos cometiese el mismo error de identificación. Tomemos este ejemplo de

91
500 testigos a la vez. Llevémoslos a un tribunal de justicia. Démosles sólo seis minutos
a cada uno de ellos. Ahora bien, ¿cuándo fue la última vez que estuviste en un tribunal y
viste que a un testigo ocular le diesen sólo seis minutos? Pues démosle sólo seis
minutos. Tomemos 500 de ellos, multipliquémoslo por seis minutos, y esto nos da tres
mil minutos de testimonio ocular. Dividamos esto por 60 minutos, una hora, y llegamos
a tener 50 horas de testimonio ocular. Sólo para la resurrección.
Hay un área de la prueba de la evidencia interna relacionada con los apóstoles
que a menudo se pasa por alto – la resurrección y su efecto sobre sus vidas.
Hay dos cuestiones cruciales que se relacionan con la fiabilidad del registro
bíblico que tenemos en la actualidad:
1) ¿Es lo que tenemos ahora lo que en realidad fue escrito hace 2.000 años? En
otras palabras, ¿ha sido cambiado el mensaje original con el paso de los siglos?
2) ¿Era cierto lo que fue registrado por escrito? ¿O fue distorsionado,
aumentado, embellecido o retocado por sus seguidores, para que coincidiese con su
propia teología o comprensión de la teología?
Lo que sigue trata este segundo punto.
La tradición histórica más rigurosa nos habla de doce hombres judíos, once de
los cuales murieron como mártires en tributo a una cosa: un sepulcro vacío y las
apariciones de Jesús de Nazaret vivo después de su muerte por crucifixión. Durante
cuarenta días después de su resurrección, estos hombres anduvieron con Él y vivieron
con Él y comieron con Él (Hechos 1:3). Su resurrección fue acompañada de muchas
pruebas indubitables. La frase “pruebas indubitables” significa una evidencia
abrumadora, convincente, empleada en los tribunales de justicia de aquella época.
El crítico dirá que los apóstoles murieron por una mentira, pero si la resurrección
era una mentira, había doce hombres que sabían que era una mentira.
Andre Kole es considerado como el más grande ilusionista del mundo; a menudo
es designado como el mago de los magos. Nunca ha sido confundido por ningún otro
ilusionista o mago. Ha creado y vendido más de 1.400 efectos de ilusionismo.
Cuando Andre no era cristiano, estudió psicología. Y fue instruido en ilusión y
magia. Le desafiaron a aplicar su conocimiento experto a los milagros de Jesucristo,
para racionalizarlos. Aceptó el reto. Pudo racionalizar algunos de ellos, pero no la
mayoría. Y me dijo:
-Y uno de ellos, Josh, no pude siquiera aproximarme a racionalizarlo.
-¿Cuál? -le pregunté.
-La resurrección de Jesucristo -me repuso.
Dijo que no hay manera alguna en que Jesús pudiese haber engañado a sus
apóstoles mediante efectos de ilusionismo o de magia. Hay demasiados factores de
seguridad implicados. Y dijo que si la resurrección fuese falsa, ellos habrían de saberlo.
Aunque es cierto que a lo largo de la Historia miles de personas han muerto por
una mentira, lo hicieron pensando que se trataba de la verdad. Y si la resurrección fuese
mentira, estos hombres no sólo murieron por una mentira, sino también sabiendo que
era mentira.
Como dijo el antiguo Padre de la Iglesia, Tertuliano: «Nadie estaría dispuesto a
morir, excepto por lo que supiese que era la verdad.» ¿Qué les había sucedido a estos
hombres? El autor doctor Michael Green, de Inglaterra, observa que «la resurrección fue
la creencia que transformó a unos seguidores frustrados y descorazonados de un Rabí
crucificado en los valerosos testigos y mártires de la Iglesia primitiva. Es la creencia
singular que separó a los seguidores de Jesús de los judíos y que los transformó en la
comunidad de la Resurrección. Puedes encarcelarlos, azotarlos, pero no puedes hacer
que nieguen su convicción de que al tercer día Él resucitó» (Michael Green, «Prefacio

92
del Editor», en / Believe in the Resurrección of Jesús, por George Eldon Ladd, Grand
Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Co., 1975, pág. 3; hay traducción
castellana. Creo en la Resurrección de Jesús, Ed. Caribe, Miami, 1977).
Kenneth Scott Latourette, que durante muchos años fue catedrático de historia
en Yale, observaba que «de hombres y mujeres abatidos por el desaliento y la
desilusión, que entristecidos miraban atrás a los días en que Jesús estaba ahí y en los
que esperaban que Él redimiría a Israel, fueron transformados en una compañía de
entusiasmados testigos» (Kenneth Scott Latourette, A History of Christianity, New York,
Harper and Row, Publishers, 1937, 1:59).
El doctor Simón Greenleaf fue una de las grandes mentes legales de nuestro
país. Fue el famoso Profesor Real de Ley en Harvard. Su conocimiento experto era en el
área de reducir la credibilidad de un testigo en un tribunal de justicia para mostrar que
estaba mintiendo. Después de examinar el cristianismo y la resurrección, devino
cristiano y pasó a escribir un libro explicando la evidencia que le había llevado a la
conclusión de que la resurrección es un acontecimiento histórico bien establecido
(Simón Greenleaf, An Examination Of the Testimony of the Four Evangelists by the
Rules of Evidence Administered in the Courts of Justice, Grand Rapids, MI: Baker
Book House, reimpresión de 1965 [primera edición, 1874], pág. 29).
Greenleaf hizo esta observación en apoyo de la veracidad e integridad del
testimonio de los discípulos: «Los anales de las campañas militares apenas si dan un
ejemplo semejante: heroica constancia, paciencia y valor impasible. Tenían todos los
motivos posibles para revisar cuidadosamente el terreno sobre el que se mantenían, y las
evidencias de las grandes realidades y verdades que declaraban» (ibid).
Los críticos declaran también que morir por una gran causa no constituye
demostración de aquella causa.
Es cierto que muchos han muerto por grandes causas. Pero la gran Causa de los
apóstoles murió en la cruz. Volvámonos atrás en la Historia a antes del tiempo de Cristo
para ver por qué muchos de los judíos coetáneos de Jesús lo rechazaron como Mesías.
Los judíos pensaban que habría dos Mesías, no uno. El primero sería el Mesías sufriente
que moriría por los pecados de Israel. El otro sería el Mesías reinante, político, que los
liberaría de la opresión, el hijo de David. Jesús negó esto, declarando que no iba a haber
dos Mesías: habría un Mesías que vendría dos veces. Jesús vino a significar: «Vengo a
morir por vuestros pecados, y volveré otra vez, para reinar sobre todo el mundo.»
Antes de la época de Cristo, la jerarquía del judaísmo se había vuelto muy
convencida de su propia rectitud. Cristo los acusó de ser sepulcros blanqueados. Estaban
bajo la tiranía de los romanos, de modo que para mantener la adhesión del pueblo, les
enseñaron que no necesitaban al Mesías sufriente, y que cuando llegase el Mesías, sería
el Mesías político para reinar. Él haría descender los carros de guerra y la caballería
montaña abajo; emplearía todas las armas posibles, y echaría a los romanos. Y esto es lo
que la gente creía. Por esta razón les costaba mucho a los apóstoles comprender qué era
lo que Jesús estaba diciendo. Les decía: «He de morir. Debo ir a Jerusalén. Voy a sufrir.
Voy a ser crucificado y sepultado.» Ellos no podían comprenderlo. ¿Por qué? Desde la
infancia les habían inculcado que cuando el Mesías llegase, reinaría políticamente.
Pensaban que iban a contemplar cosas realmente magníficas. Ellos iban a reinar con Él.
Lo creían.
El profesor E. F. Scott observa este punto cuando dice que «para el común de la
gente, su Mesías era lo que había sido para Isaías y sus coetáneos, el Hijo de David, que
traería la victoria y la prosperidad a la nación judía. A la luz de las referencias del
Evangelio, difícilmente se puede dudar de que el concepto popular del Mesías era

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principalmente nacional y político» (Emest Findiay Scott, Kingdom and the Messiah,
Edinburgh: T. and T. Clark, 1911, pág. 55).
El doctor Joseph Klausner, erudito judío, observó «que el Mesías vino a ser
considerado más y más no sólo un gobernante político preeminente, sino también un
hombre de cualidades morales preeminentes» (Joseph Klausner, The Messianic Idea in
Israel, New York: Mcmillan Co., 1955, pág. 23).
Otro erudito judío, el doctor Jacob Gardenhus, dice que los judíos esperaban el
Mesías como aquel que los liberaría de la opresión romana. El Templo con su servicio
sacrificial estaba intacto, y los romanos no interferían en los asuntos religiosos de los
judíos, y la esperanza mesiánica giraba básicamente en torno a la liberación nacional.
Un redentor de un país oprimido.
La Enciclopedia Judía registra que los judíos «anhelaban por el libertador
prometido de la casa de David, que los liberaría del yugo del aborrecido usurpador
extranjero, que pondría fin al mundo de impiedad, y que establecería su propio reinado
de paz y justicia en su lugar» (The Jewish Enciclopedia, New York: Funk and Wagnalls
Co., 1906, Vol. 8, pág. 508).
Ésta fue también la actitud de los discípulos. ¿Estaban esperando ellos un Mesías
sufriente? ¡No! Estaban esperando un Mesías reinante, político. Y así, cuando Cristo
murió, sin haber establecido un reino con poder, se hundieron en el desaliento. Su gran
causa había sido literalmente crucificada. Frustrados, se volvieron a sus casas.
Pero entonces algo sucedió. Al cabo de pocos días, sus vidas quedaron
revolucionadas. Todos ellos menos uno murieron mártires por la causa del hombre que
había dejado el sepulcro vacío y que se les apareció después de haber muerto. La
resurrección es el único acontecimiento que pudo haber cambiado a estos hombres
asustados y desalentados en hombres dispuestos a dedicar sus vidas a difundir el
mensaje. Cuando quedaron convencidos de ello, jamás se volvieron atrás. Doce
hombres diferentes, once de ellos muertos como mártires, nunca negando su testimonio
a través de toda la agonía, dolor y tortura de la muerte de los mártires.
Harold Mattingly escribe, en su historia: «Los apóstoles, San Pedro y San Pablo,
sellaron su testimonio con su sangre» (Harold Mattingly, Román Imperial Civilization,
Londres: Edward Arnold Publishers, Ltd., 1967, pág. 226). Tertuliano escribió que
«nadie estaría dispuesto a morir, excepto por lo que supiese que era la verdad» (Gastón
Foote, The Transformation of the Twelve, Nashville: Abingdon Press, 1958, pág. 12).
Pasaron por la prueba de la muerte para determinar su veracidad. Prefiero confiar en el
testimonio de ellos antes que en la mayoría de las personas con que me encuentro hoy
en día, que no están dispuestos a atravesar la calle por lo que creen, y mucho menos a
ser perseguidos y a morir por la verdad de lo que escribieron.
La evidencia interna señala que los documentos fueron escritos no mucho
después de los acontecimientos que narran, y que además fueron escritos dentro del
período en que había muchos testigos oculares vivos. La conclusión ineludible de la
evidencia interna es que se puede confiar en la imagen que se da de Cristo en el Nuevo
Testamento. Puedo poner mi vida sobre ello.
El fallecido historiador Will Durant, experto en la disciplina de la investigación
histórica, y que había pasado su vida analizando los registros de la antigüedad, escribe
así: «A pesar de prejuicios y preconcepciones teológicas de los evangelistas, ellos
registran muchos incidentes que unos meros inventores habrían ocultado -la
competición de los apóstoles por puestos altos en el Reino, su huida tras el arresto de
Jesús, la negación de Pedro, el hecho de que Cristo no pudo obrar milagros en Galilea,
las referencias de algunos autores a que se le achacaba que estaba fuera de sí, su primera
incertidumbre acerca de su misión, su confesión de desconocimiento acerca del futuro,

94
sus momentos de amargura, su clamor de desolación en la cruz; nadie que lea estas
escenas puede dudar de la realidad de la figura detrás de ellas. Que unos hombres
simples hubiesen podido inventar una personalidad tan poderosa y atrayente, tan
elevada y ética, y una visión tan inspiradora de fraternidad humana, seria un milagro
mucho más increíble que cualquiera de los que se registran en los Evangelios. Después
de dos siglos de Alta Crítica, los bosquejos de la vida, carácter y enseñanzas de Cristo
permanecen razonablemente claros, y constituyen el rasgo más fascinante en la historia
del hombre occidental» (Will Durant, «Caesar and Christ», The Story of Civilization,
New York: Simón and Schuster, 1944, 3:557).
La tercera prueba es la de la evidencia externa. La cuestión aquí es si otros
materiales históricos confirman o niegan el testimonio interno de los documentos
mismos. En otras palabras: ¿Qué fuentes hay, aparte de la literatura bajo análisis, que
apoyen su exactitud, fiabilidad y autenticidad?
Dos amigos del apóstol Juan afirman la evidencia interna de los relatos de Juan.
El historiador Eusebio preserva escritos de uno de ellos, Papías, obispo de Hierápolis
(130 d.C.): «El Anciano [el apóstol Juan] solía decir también esto: "Marcos, que había
sido el intérprete de Pedro, escribió con precisión todo lo que éste [Pedro] mencionaba,
fuesen dichos o actos de Cristo, pero no en orden. Porque no fue ni oyente ni
compañero del Señor; pero después, como he dicho, acompañó a Pedro, que adaptaba
sus enseñanzas según la necesidad lo demandaba, no como haciendo una recopilación
de los dichos del Señor. De modo que Marcos no cometió errores, escribiendo de esta
manera algunas cosas tal como las presentaba; porque sólo prestó atención a una cosa:
no omitir nada que hubiese oído, y no incluir ninguna falsa declaración entre ellas"»
(Eusebio, Historia Eclesiástica, 3:39).
El segundo es Ireneo, obispo de Lyón (180 d.C.), discípulo del apóstol Juan, que
preserva los escritos de Policarpo, obispo de Esmirna, que había sido cristiano durante
86 años: “Tan firme es la base sobre la que están estos evangelios que los mismos
herejes dan testimonio de los mismos, y, comenzando a partir de ellos, cada uno intenta
establecer su propia doctrina particular” (Ireneo, Contra Herejías, 3:1:1).
Lo que está diciendo Policarpo ahí es que los cuatro relatos evangélicos acerca
de lo que dijo Cristo eran tan precisos (firmes) que incluso los herejes no podían negar
el registro que ellos daban de los acontecimientos. En vez de atacar el registro
escriturario, lo que hubiese resultado infructífero, los herejes comenzaban con las
mismas enseñanzas de Cristo, y desarrollaban sus propias interpretaciones heréticas.
Debido a que no podían decir: «Jesús no dijo esto...», en su lugar decían: «Esto es lo
que quería decir...» Uno está sobre un terreno bien sólido cuando los que no están de
acuerdo actúan de esta manera.
La arqueología provee también a menudo evidencias externas poderosas.
Contribuye a la crítica bíblica, no en el área de la inspiración y revelación, sino
proveyendo evidencia de precisión acerca de acontecimientos registrados. El arqueólogo
Joseph Free escribe así: «La arqueología ha confirmado incontables pasajes que habían
sido rechazados como no históricos por los críticos, o como contradictorios a hechos
conocidos» (Joseph Free, Archaeology and Bible History, Wheaton, IL: Scripture Press,
1969, pág. 1).
Parte de su mensaje era: «Nosotros fuimos testigos oculares de esto.»
Observemos en Lucas 3, versículo 1, que hay quince referencias que da Lucas y que se
pueden contrastar acerca de su precisión: «En el año decimoquinto [una referencia
histórica] del reinado de Tiberio César [dos referencias], siendo Poncio Pilato [tres]
gobernador [cuatro] de Judea [cinco], Herodes [seis] tetrarca [siete] de Galilea [ocho],

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su hermano Felipe [nueve] tetrarca [diez] de la región de Iturea y de Traconítide [once y
doce], y Lisanias [trece] tetrarca [catorce] de Abilinia [quince].»
Quince referencias históricas en un versículo, y todas ellas se pueden contrastar
respecto a su precisión histórica.
En tiempos pasados. Lucas fue considerado incorrecto, al referirse a los
gobernantes de Filipos como praetors. Según los «eruditos», la ciudad habría sido
gobernada por dos duumvirs. Sin embargo, como de costumbre quien tenía la razón era
Lucas. Unos descubrimientos han demostrado que el título de praetor era el empleado
para designar a los magistrados de una colonia romana.
La elección que hace Lucas de la palabra procónsul como título de Galión
también se ha demostrado correcta, como se evidencia en la inscripción de Delfos que
dice en parte: «Así como Lucio Junio Galión, mi amigo y procónsul de Acaya...»
La inscripción de Delfos (52 d.C.) nos da un período preciso de tiempo para
establecer el ministerio de Pablo de un año y medio en Corinto. Sabemos esto por el
hecho, de otras fuentes, que Galión asumió su puesto el 1 de Julio, de que su
proconsulado duró sólo un año, y que aquel mismo año coincidió con la obra de Pablo
en Corinto.
Lucas da a Publio, el hombre principal de Malta, el título de «el hombre
principal de la isla». Se han desenterrado inscripciones que también le dan el título «el
primer hombre».
Aún otro argumento en pro de la fiabilidad de Lucas es su empleo del término
politarcas para denotar a las autoridades civiles de Tesalónica. Por cuanto no se
encuentra el término politarcas en la literatura clásica, se mantenía que Lucas estaba
equivocado. Sin embargo, se han descubierto ahora unas 19 inscripciones que emplean
este título. Cosa interesante, cinco de ellas se refieren a gobernantes de Tesalónica.
Los arqueólogos pusieron al principio en tela de juicio la implicación de Lucas
de que Listra y Derbe estaban en Licaonia, y que Iconio no. Basaban esta postura en los
escritos de romanos como Cicerón, que indicaban que Iconio se encontraba en Licaonia.
Por ello, los arqueólogos mantenían que el libro de los Hechos no era fiable. Sin
embargo, Sir William Ramsay encontró un monumento que evidenciaba que Iconio era
una ciudad de Frigia. Descubrimientos posteriores confirmaron este extremo.
Entre otras referencias históricas hechas por Lucas hay la de «Lisanias, tetrarca
de Abilinia» al comienzo del ministerio de Juan el Bautista en el 27 d.C. El único
Lisanias conocido por los especialistas de historia antigua era el que había sido muerto
en el 36 a.C. Sin embargo, una inscripción hallada cerca de Damasco hace referencia al
«Liberto de Lisanias el tetrarca», y está fechada entre el 14 y el 29 d.C.
No es sorprendente que E. M. Blaiklocl, profesor de clásicos en la Universidad
de Auckland, concluye que «Lucas es un historiador consumado, y debe ser puesto por
propio derecho entre los grandes escritores griegos».
F. F. Bruce, de la Universidad de Manchester, observa lo siguiente: «Allí donde
se ha sospechado de inexactitud por parte de Lucas, y su exactitud ha quedado
vindicada por alguna evidencia de inscripciones, se puede decir de manera legítima que
la arqueología ha confirmado el registro del Nuevo Testamento.»
Bruce hace este comentario acerca de la precisión histórica de Lucas: «Un
hombre cuya precisión puede quedar demostrada en cuestiones que sí podemos someter
a prueba es susceptible de ser exacto incluso ahí donde no tengamos a disposición
medios para ponerlo a prueba. La precisión es un hábito de la mente, y sabemos por
experiencias felices (o infelices) que algunas personas son habitualmente exactas, así
como otras podemos predecirlas como inexactas. El registro de Lucas le da derecho a

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ser considerado como un escritor de exactitud habitual» (Josh McDowell, The
Resurrection Factor, San Bernardino, CA: Here's Life publishers, 1981, págs. 34, 35).
Hubo un tiempo en mi vida en que intenté destruir la historicidad y validez de
las Escrituras. Pero he llegado a la conclusión de que son históricamente fiables. Si
alguien descarta la Biblia como infiable en este sentido, entonces tiene que descartar
casi toda la literatura de la antigüedad. Un problema con el que me enfrento
constantemente es el deseo de parte de muchos de aplicar una norma o prueba a la
literatura secular, y otra a la Biblia. Debemos aplicar la misma prueba, tanto si la
literatura bajo investigación es secular o religiosa. Habiendo hecho esto, creo que
podemos decir: «La Biblia es digna de confianza e históricamente precisa en su
testimonio acerca de Jesús».
Ahora comprendo por qué el historiador de la Roma clásica, el doctor A. N.
Sherwin - White, escribe así: «Para el libro de los Hechos, en el Nuevo Testamento, la
confirmación de la historicidad es abrumadora... Cualquier intento de rechazar su
historicidad básica, incluso en cuestiones de detalle, ha de ser considerado actualmente
como absurdo. Los historiadores de Roma hace tiempo que lo dan por supuesto» (A. N.
Sherwin- White, Román Society and Román Law in the New Testament, Oxford:
Clarendon Press, 1963, pág. 189).
El doctor Clark Pinnock, profesor de interpretación en la Universidad
McMasters en Canadá, concluye tras una prolija investigación: «No existe ningún
documento procedente del mundo antiguo, testificado por un conjunto tan excelente de
testimonios textuales e históricos y ofreciendo un cúmulo tal de datos históricos en base
del que se pueda tomar una decisión inteligente. Una persona honrada no puede echar a
un lado una fuente así. El escepticismo acerca de las credenciales históricas del
cristianismo se basa en un prejuicio irracional» (Clark Pinnock, Set Forth Your Case,
Nutley, N.J.: Craig Press, 1968, Pág. 58).
Se puede llegar a la conclusión de que el Nuevo Testamento da un retrato
ajustado de Cristo. Este relato histórico sobre Él no puede ser racionalizado con
pensamientos especulativos, manipulaciones históricas o maniobras literarias.

* * *

Cuatro Evangelios y Hechos.- Alfred Chester Beatty nació en 1875 en Nueva York
(EE.UU.). Era de ascendencia escocesa, irlandesa e inglesa. A1 cumplir los 32 años
había amasado ya una gran fortuna como ingeniero de minas y consultor. A lo largo de
su vida utilizó sus muchos recursos para reunir artículos de gran belleza y excelencia.
Cuando en 1968 murió, a los 92 años de edad, Beatty legó toda su colección al pueblo
de Irlanda.
Para los amantes de la Biblia, el mayor tesoro de Chester Beatty lo constituye
su enorme colección de manuscritos bíblicos antiguos y medievales. Los manuscritos
bellamente iluminados reflejan la paciencia y maestría de los escribas que los copiaron
a mano. Los libros impresos dan prueba de la habilidad y artesanía de los primeros
encuadernadores e impresores. Por ejemplo, la impresión de la Biblia Latina en
Nuremberg en el año 1479 fue obra de un contemporáneo de Johannes Gutenberg,
Anton Koberger, al que se describe como "uno de los primeros impre sores más
importantes y activos".
Una pieza destacada de la Biblioteca Chester Beatry es un manuscrito en vitela
de principios del siglo cuarto, obra de Efrén, un erudito sirio. Efrén cita extensamente
de una versión del siglo segundo llamada el Diatessaron, en la que el escritor Taciano
mezclaba los relatos de la vida de Jesús recogidos en los cuatro Evan gelios en una

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sola narración armoniosa. Escritores posteriores hicieron referencia al Diatessaron,
pero no se conserva ninguna copia del mismo. En el siglo XIX, algunos estudiosos
incluso dudaban de su existencia. Sin embargo, en 1956 Beatty descubrió el
comentario de Efrén sobre el Diatessaron de Taciano, hallazgo que se sumó a las
pruebas existentes de 1a autenticidad y veracidad de la Biblia.
Beatry coleccionó también una enorme cantidad de manuscritos en papiro,
tanto religiosos como seglares. Más de cincuenta códices son de fecha anterior al siglo
m de nuestra era. Algunos fueron rescatados de entre grandes montones de papiros -en
realidad vertederos de papel- que pasaron siglos sin ser descubiertos en el desierto
egipcio. Muchos de los documentos se hallaban muy fragmenta dos cuando fueron
puestos a la venta. Los vendedores aparecían con cajas de cartón llenas de restos de
papiros. "Quien tenía interés en comprar simplemente metía la mano y sacaba el
fragmento más grande con la mayor cantidad de escritura", indica Charles Horton,
conservador de las colecciones occidentales de la Biblioteca Chester Beatry.
El "descubrimiento más sensacional" de Beatty, según explica Horton, consta
de preciosos códices bíblicos entre los que "había algunas de las copias más antiguas
que se conocen del Nuevo y el Viejo Testamento cristianos". Los mercaderes que
conocían bien el valor de los códices posiblemente los fragmentaron para poder
venderlos a varios compradores. Sin embargo, Beatty logró comprar la mayoría.
¿Cuánta importancia tienen dichos códices? Sir Frederic Kenyon describe su
descubrimiento como "sin duda el más importante" desde que Tischendorf descubrió
el Códice Sinaítico en 1844.
Estos códices datan aproximadamente de los siglos I a IV de nuestra era. Entre
los libros de las Escrituras Hebreas en la versión Septuaginta griega se hallan dos
copias de Génesis. Tienen un valor especial, afirma Kenyon, "porque el libro [de
Génesis] está prácticamente ausente de los códices Vaticano y Sinaítico", los
manuscritos en vitela del siglo IV. Tres de los códices contienen libros de las Escritu -
ras Griegas Cristianas. En uno se hallan la mayor parte de los cuatro Evangelios y
gran parte del libro de Hechos. El segundo códice, con hojas adicionales que Beatty
obtuvo posteriormente, contiene un ejemplar casi completo de las cartas del apóstol
Pablo, incluida su epístola a los Hebreos. El tercer códice cuenta con una tercera parte
del libro de Revelación (Apocalipsis). De acuerdo con Kenyon, dichos papiros han
"reforzado de forma tangible la base -muy fuerte ya- de nuestra confianza en el texto
del Nuevo Testamento tal como ha llegado hasta nosotros".
Los papiros bíblicos Chester Beatty muestran que los cristianos comenzaron a
utilizar el códice, o libro de hojas, en vez del complicado rollo en fecha muy temprana,
probablemente antes de finales del siglo I a. C. Los papiros también muestran que dada
la escasez de materiales de escritura, los copistas solían reutilizar a menudo las hojas
viejas de papiro. Por ejemplo, un manuscrito copto de parte del Evangelio de Juan está
escrito "en lo que parece ser un libro de ejercicios escolares que contiene sumas en
griego". Estos documentos no son de una belleza deslumbrante, pero su valor es
incalculable. Constituyen un vínculo ' evidente y tangible con los mismísimos inicios
del cristianismo. Charles Horton afirma: "Aquí, frente a sus propios ojos, puede usted
ver cómo eran los libros que utilizaron, y que atesoraban, algunas de las primeras
comunidades cristianas" (Proverbios 2:4, 5). Si tiene la oportunidad de examinar al-
gunos de estos tesoros en la Biblioteca Chester Beatty, no quedará decepcionado.

* * *

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Evangelio de San Lucas. - Antigua inscripción evangélica –- Por vez primera, un
equipo de investigadores de Palestina ha descubierto un versículo de las Escrituras
Griegas Cristianas inscrito en una tumba antigua, dice el rotativo alemán Frankfarter
Allgemeine Zeitnng. Tal hallazgo ocurrió por casualidad en la llamada tumba de
Absalón cuando la luz difusa de una fotografía tomada al ponerse el Sol reveló al antro-
pólogo Joe Zias lo que parecía una inscripción desgastada. Tras aplicársele un simple
parche de papel machacado y humedecido, se descifró el versículo bíblico, que
corresponde a Lucas 2:25, según el Códice Sinaítico, que data del siglo rv Lo
sobresaliente del descubrimiento es que la inscripción de textos bíblicos en lápidas no
se hizo común sino hasta el año 1000 de nuestra era.

EVANGELIO DE SAN MARCOS


El Evangelio según San Marcos fue seguramente escrito en Roma antes del año
52. La milenaria tradición de la Iglesia ha afirmado siempre que tal Evangelio fue
escrito por San Marcos, discípulo de San Pedro, que San Marcos había recogido lo que
San Pedro había predicado a la primea generación cristiana. La tradición de la Iglesia ha
afirmado siempre que los Evangelios han registrado el testimonio directo de los que
vieron y oyeron a Jesús. Pero en los últimos años ha arreciado en la Iglesia una
interpretación “progresista” liberal según la cual los Evangelios no pudieron ser escritos
antes del año 70… Esta interpretación fue construida del prejuicio según el cual los
Evangelios no contienen palabras y hechos de Jesús, sino palabras y hechos elaborados
(o sea imaginados e inventados…) por la primera comunidad cristiana…
¡Evidentemente, según esta errónea tesis, para hacer esto es necesitó tiempo!... Tal
interpretación ha contagiado un poco a todos nuestros estudiosos y a las enseñanzas de
los Seminarios. Así es que muchísimos sacerdotes de hoy dicen: el Evangelio de la
comunidad de San Marcos, el Evangelio de la comunidad de San Mateo, el Evangelio
de la comunidad de San Lucas, para decir que San Marcos, San Mateo y San Lucas son
testaferros de los Evangelios que, en cambio, fueron escritos por desconocidos
miembros de algunas comunidades cristianas…En 1972 José O´Callaghan, sacerdote
arqueólogo, descubrió un fragmento del evangelio según San Marcos escrito
seguramente más o menos en el año 50…El fragmento fue denominado 7Q5. Se trata de
un pequeño fragmento de papiro encontrado en la séptima gruta de Qumrán. El
descubrimiento era verdaderamente clamoroso, tanto así que el Papa Pablo VI quería
darle un anuncio solemne. Pero la mayor parte de los estudiosos de aquella
interpretación logró convencer al Papa… Durante 19 años se mantuvo sobre el
descubrimiento de Callaghan una plúmbea censura de parte de los estudiosos…
Efectivamente, aquel descubrimiento derribaba el plan principal de todas las
construcciones progresistas, racionalistas, de ellos. Pero gracias a Dios ahora la noticia
del descubrimiento de O´Callaghan volvió nuevamente a la luz, fue confirmada por
eminentes papirólogos, y ya está aceptada por un gran grupo de estudiosos católicos y
protestantes. No sólo eso, sino que también ha sido identificado con seguridad un
fragmento de la I Carta a Timoteo de San Pablo. Tal fragmento fue escrito más o menos
en el año 50. El fragmento 7Q5 es Marcos 6, 52, 53: “dado que no habían comprendido
el hecho de los panes y sus corazones se habían endurecido. Y cuando hubieron hecho la
travesía, fueron a Genesaret y atracaron”. El fragmento 7Q4 es I Timoteo 4, 1: “Se
dirigirán a espíritus mentirosos y a las enseñanzas de los demonios”. En Eicstaett
(1991), tuvo lugar una mesa redonda sobre los dos fragmentos y un grupo numeroso de
estudiosos firmó una solicitud al Gobierno de Israel para que permita nuevas búsquedas

99
en la zona de la gruta 7 de Qumrán, dado que se sospecha que haya otros fragmentos.
Tal sospecha es debida al hecho de que los dos preciosísimos fragmentos de la gruta 7
estaban contenidos en una ánfora que se rompió y sobre la cuál estaba grabada la sigla
“r w m”, quizás es la sigla del nombre de Roma escrita en hebraico. Los fragmentos
encontrados en la gruta 7 son 14.José O´Callaghan identificó los dos mencionados
arriba. El que dirige la parte adversaria es Kurt Aldan, quien había contribuido
muchísimo a oscurecer el descubrimiento de O´Callaghan… Kurt Aland sostiene que
ningún escrito del Nuevo Testamento puede ser anterior al año 68. Tal afirmación no ha
sido nunca explicada o demostrada por él o por los demás, sino que se trataba de un
prejuicio o de una tesis suya según la cual los Evangelios y los otros escritos del Nuevo
Testamento fueron “elaborados” por las primeras comunidades cristianas. Aland y todos
los adversarios fueron invitados al Simposio Internacional que tuvo lugar desde el 18
hasta el 20 de Octubre de 1991 en la Universidad de Eicstaett, en Baviera, pero no
asistieron… Un eminente papirólogo, el profesor Herbert Hunger de la Universidad de
Viena declaró en el Simposio: “Para mí la atribución del fragmento 7Q5 a Marcos 6, 52
– 58 es auténtica. Yo razono científicamente. Son los teólogos y los exégetas
(progresistas) los que están oponiendo una resistencia muy poco razonable. El por qué
es simple: tendrían que volver a darle una fecha a los Evangelios, fechas que ellos
erróneamente le atribuyeron.

PROFECÍAS CUMPLIDAS
El futuro es algo impredecible para el hombre, sólo Dios puede decirnos,
adelantarnos, lo que va a ocurrir. Ni siquiera el diablo puede saber el futuro, cuando lo
predice esta mintiendo descaradamente: sólo Dios y aquél a quien Dios se lo ha
revelado, puede adelantarnos lo que va a ocurrir, y siempre con una finalidad buena, de
salvación, de aviso, no como "hobby", como pasatiempo... En la Biblia hay muchísimas
profecías, y todas se han cumplido, o se han ido cumpliendo, hasta nuestros días... Unas
de las que ahora se están cumpliendo son: la apostasía general, la corrupción
generalizada, la gran avenida de falsos profetas (sectas), hambre en muchos países,
terremotos, etc.: "Y por sus vicios - nos dijo Jesús - se enfriará la caridad de muchos",
"Y vendrán muchos falsos profetas", "Cuando venga el Hijo del Hombre ¿encontrará fe
en la tierra?". Y hay otras muchas más que ya se cumplieron como la que Jesús le dijo
a sus apóstoles, cuando éstos admiraban la grandiosidad del templo de Jerusalén:
«Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca
su desolación.
Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio
de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella;
Porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una
gran calamidad sobre la tierra, y Cólera contra este pueblo;
Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y =
Jerusalén = será = pisoteada por los gentiles, = hasta que se cumpla el tiempo de los
gentiles (Lucas 19, 20 – 24)
En el año 66 d. C. el general romano Cestio Galo marchó contra Jerusalén y la
cercó, pero, inexplicablemente, y pese a ser muy favorable el ataque, levantó el sitio y
se fue... Los cristianos, sin embargo, vieron en el cerco de la ciudad un aviso de la
profecía de Jesús y huyeron de Jerusalén. Cuatro años más tarde, en el año 70, el

100
general Tito cercó de nuevo la ciudad, esta vez sin levantar el cerco y sin permitir salir a
nadie, porque la había rodeado de estacas puntiagudas. Tras un cerco horroroso de cinco
meses (hubo madres que se comieron a sus hijos...) murió aproximadamente 1.100.000
judíos, y unos 97. 000 fueron llevados como esclavos: la ciudad estaba llena porque
estaban celebrando la Pascua... Y para que veamos cómo esta profecía de Jesús sobre el
templo se cumplió punto por punto, diremos que el general Tito, artífice de la
destrucción de Jerusalén, dio orden de que se respetara el templo, pero un legionario en
el fragor de la batalla arrojó una tea encendida por uno de los ventanales y el templo
quedó, como predijo Jesús, hecho ruinas: no quedó de él piedra sobre piedra...
Actualmente, en Roma, se puede ver aún el Arco de Tito, levantado por los romanos el
año 81 d. C. para conmemorar aquel hecho luctuoso para Jerusalén y que demuestra
cómo las palabras de Jesús, Dios hecho Hombre, se cumplieron al pie de la letra.
Otra profecía cumplida fue la resurrección de Jesús al tercer día, en contra de las
artimañas diabólicas de los fariseos que habían querido ocultar el hecho, sin
conseguirlo, ya que se hizo manifiesto a toda Jerusalén, pues Jesús se apareció a
muchos particularmente y a muchos en conjunto, incluso hasta una multitud de 500
discípulos y discípulas juntos: no olvidemos tampoco la Sábana Santa de Turín que nos
muestra el hecho de la muerte de Jesús e incluso de la resurrección (Sábana que en
nuestros días han querido desprestigiar con pruebas falsas los ateos, sin conseguirlo
tampoco, igual que no lo consiguieron los fariseos en su tiempo). Son muchísimas las
profecías cumplidas que nos hacen ver cómo la palabra de Dios es exacta y se cumple:
una de las condiciones fundamentales que se exigen para que una profecía sea de Dios
es su cumplimiento: si una profecía no se cumple, no es de Dios. Por eso podemos ver
cómo los testigos de Jehová, y los mormones, son falsos profetas: no se ha cumplido
ninguna de las profecías que ellos hicieron sobre el fin del mundo, etc.
Vemos a lo largo de la Biblia el cumplimiento exacta de muchas otras profecías,
pero nos vamos a detener sólo en unas cuantas para que veamos la exactitud y
minuciosidad con que todas las profecías dadas por Dios, por medio de los profetas, se
cumplieron.
Había unas profecías de Zacarías y Ezequiel que hablaban de la destrucción de
Tiro, por haber actuado traicioneramente contra Israel. En Zacarías (9, 4) se dice "He
aquí que el Señor va a apoderarse de (Tiro) ello: hundirá en el mar su poderío, y ella
misma será devorada por el fuego". Efectivamente, Alejandro Magno, en el año 332 a.
C. conquistó la Tiro continental y para conquistar la Tiro insular (Tiro estaba formada
por una parte continental y otra insular donde guardaban sus tesoros). Con los
escombros de la Tiro continental destruida Alejandro Magno hizo una especie de
pasarela que unía el continente con la isla. Con este terraplén, hecho con los escombros
de la Tiro continental Alejandro, sin saberlo, cumplió la profecía que Dios, por medio de
Ezequiel y Zacarías, había dado varios centenares de años antes (250 años Ezequiel, y
200 Zacarías), con lo que efectivamente la ciudad "fue hundida en el mar"...
Isaías (150 años antes) y Jeremías (40 años antes) predijeron la cautividad del
pueblo israelita en Babilonia por sus pecados y rebeldía contra los Mandamientos de
Dios; también predijeron la caída de Babilonia, y la vuelta del pueblo hebreo, después
de 70 años de cautividad, a su tierra, y, más adelante la desolación de Babilonia.
Jeremías predijo que los soldados de Babilonia, en su caída, no opondrían resistencia a
los invasores, y tanto Jeremías como Isaías que las aguas del río Eufrates, que servían
de foso protector de la ciudad, sería secado... "¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque
tierra de ídolos es aquélla, y por sus Espantos pierden la cabeza!”(Jeremías 50, 38);
"Yo confirmo la palabra de mi siervo y hago que triunfe el proyecto de mis mensajeros.

101
Yo digo a Jerusalén: «Serás habitada», y a las ciudades de Judá: «Seréis reconstruidas.»
¡Yo levantaré sus ruinas!
Yo digo al abismo: «¡Sécate! Yo desecaré tus ríos.»
Yo soy el que dice a Ciro (Isaías da aquí incluso el nombre del conquistador) :
«Tú eres mi pastor y darás cumplimiento a todos mis deseos, cuando digas de Jerusalén:
"Que sea reconstruida" y del santuario: "¡Echa los cimientos!"» (Isaías 44, 26 – 28); "
Así dice Yahvé a su Ungido Ciro, a quien he tomado de la diestra para someter ante él a
las naciones y desceñir las cinturas de los reyes, para abrir ante él los batientes de modo
que no queden cerradas las puertas." (Isaías 45, 1)
Los medos y los persas atacaron Babilonia en el año 539 a. C. El conquistador
Ciro desvió las aguas del río Eufrates, de manera que sus soldados pudieron pasar a pie
enjuto las aguas de aquel caudaloso río que servía de defensa a la ciudad. Asimismo
los medos encontraron las puertas de la ciudad abiertas, porque los babilonios estaban
de fiestas y orgías, y fueron tomados todos por sorpresa. Ciro, como habían profetizado
Isaías y Jeremías devolvió a los israelitas a su tierra.
Isaías y Jeremías habían predicho también la desolación en que quedaría la
ciudad de Babilonia... Hoy día sólo quedan montículos de arena donde antes había
estado aquella impía ciudad...
Hay muchas, muchísimas profecías más que se cumplieron, se están cumpliendo,
y se cumplirán, porque la palabra de Dios no puede fallar, pero sirvan estas muestras
que hemos puesto, de cómo tras la "casualidad" está Dios.

PONCIO PILATOS

Esta inscripción, hallada en Cesárea, confirma que Poncio Pilato fue gobernador de Judea.

Cesárea está situada al norte de Tel Aviv. El historiador judío Flavio Josefo
describió con toda exactitud esta Caesarea Marítima, y dijo que su puerto era mayor
incluso que el de El Pireo, el puerto de Atenas.
Un grupo italiano de investigación, en colaboración con arqueólogos de la
Universidad Hebrea de Jerusalén, emprendió aquí excavaciones y, siguiendo los datos
ofrecidos por Josefo, descubrió el teatro y el templo que Herodes hizo construir en
honor del emperador Augusto y de Dea Roma, la diosa de la ciudad de Roma.
Descubrieron los edificios públicos y el puerto. Casi produjo sensación según un
informe de Nannah Petor, «el descubrimiento de una piedra, incrustada en los muros del
teatro... Tiene aproximadamente ochenta centímetros de altura y sesenta centímetros de
espesor y muestra graves daños. A pesar de todo, se consiguió descifrar una parte de la
inscripción de consagración, que ocupaba tres líneas: "...Tiberieum... tius Pilatus... ectus

102
Judaea...". Se trata, pues, del primer testimonio escrito de la existencia de Poncio Pilato,
que administró Judea desde el 26 a135 d. de C. Este descubrimiento fue citado por la
Enciclopedias Britannica, en su "Libro del Año", como el más importante efectuado en
1961 ».

LA TUMBA DE SAN PEDRO


UNA TRADICIÓN CONFIRMADA POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

En la Iglesia Católica siempre ha habido la certeza de que San Pedro murió


mártir en Roma. Ya el Papa San Clemente, tercer sucesor de San Pedro, hacia el año 96,
hablando de los apóstoles Pedro y Pablo explica que fueron víctimas de la persecución
de Nerón. San Ignacio de Antioquia, hacia el año 107, hace alusión a este martirio en la
ciudad de Roma, en una carta dirigida a los romanos. A partir del siglo II se multiplican
los testimonios. La importancia que tiene para la Iglesia Católica - aunque no sea
esencial para la doctrina del Primado- el estar fundada sobre la tumba de Pedro, explica
los esfuerzos de algunos para desacreditar esta tradición. Los valdenses, Lutero y otros
recientemente la han negado. Pertenecía providencialmente a nuestros días el confirmar
científicamente la tradición.

El martirio de San Pedro

En el Evangelio de San Juan (21, 28), Jesús anuncia a Pedro con qué muerte
“había de glorificar a Dios”. La tradición cristiana sitúa el suplicio en el Vaticano. Un
tremendo incendio se inicia en Roma la noche del 18 al 19 del Julio del año 64. Durará
nueve días. Nerón se encuentra entonces a orillas del mar Tirreno. El pueblo empieza a
sospechar de que el emperador haya sido instigador de la catástrofe, al ver que proyecta
enseguida fastuosas construcciones para sustituir las ruinas, y una espléndida casa
imperial: la “domus aurea”. Para desviar las sospechas, Nerón acusa a los cristianos, y
con una feroz persecución finge castigar a los culpables de la desgracia, al tiempo que
proporciona al pueblo diversiones crueles muy a su gusto. Tácito nos habla de cristianos
cubiertos con pieles de animales, muriendo desgarrados por los perros, de crucificados,
de quemados como antorchas vivas para iluminar los festejos. Todo esto en el campo
Vaticano donde Nerón tenía unos jardines y un circo. Deducciones recientes y muy
plausibles, debidas la científica señora Guarducci, hacen pensar en el 13 de Octubre del
64 como fecha del martirio de San Pedro.

Al encuentro del siglo IV

Pío XI había manifestado el deseo de ser sepultado lo más cerca posible de la


tumba de San Pedro. Los sondeos hechos con este fin en el subsuelo de la Basílica
Vaticana revelaron elementos arqueológicos de sumo interés. El nuevo Papa, Pío XII, se
sintió empujado a tomar una valiente decisión el 28 de Junio de 1939: la exploración
sistemática de la zona de la tumba de San Pedro. La primera etapa de los trabajos se
concluyó en 1949. En la vigilia de Navidad de 1950, clausurando el Año Santo, Pío XII
pudo anunciar a todo el mundo que la tumba de San Pedro había sido encontrada. A una
profundidad aproximada de 7 metros por debajo del nivel de la basílica actual, se ha

103
descubierto una necrópolis con numerosos mausoleos, la mayor parte de los siglos II y
III. En el siglo IV, Constantino tomó una iniciativa que ningún emperador romano
hubiese tomado sin tener un motivo gravísimo: destruyó una parte del cementerio
situado en la pendiente del monte Vaticano y rellenó de tierra otra parte, para obtener
una explanada suficiente para la construcción de una basílica en honor de San Pedro.
Más de cuarenta mil metros cúbicos de tierra removidos y la certeza de enemistarse
gravemente con las familias que tenían alli sus mausoleos- pudiendo construir sin
dificultad su basílica a poca distancia- hacen entender que un sitio concreto, y él solo,
era lo que interesaba: la tumba de San Pedro.

Hasta la tumba misma

Debajo del actual altar del Papa, ya sitio de honor en la primitiva Basílica
Constantiniana, por ser, según la tradición, lugar de la sepultura de San Pedro, se
encontraron sucesivamente los vestigios impresionantes de un monumento construido
por Constantino, antes de la basílica, como homenaje al Apóstol San Pedro. Y, debajo de
éste, el primer monumento, muy sencillo, pero expresivo, construido por los cristianos
del siglo II y conocido con el nombre de “Trofeo de Gaio”, porque un eclesiástico
romano erudito, llamado Gaio, habla de él en una carta. Debajo de este monumento se
encontró una tumba sencilla como se hacía para la gente pobre: una trinchera y unas
tejas para cubrir el túmulo. Esta tumba era lo que no habían perdido de vista los
primeros cristianos, a la que honraron con monumentos sucesivos, sin destruir los
precedentes, sino incluyéndolos en uno más importante. Pero esta tumba estaba
revuelta y vacía. Pío XII anunció entonces que se había encontrado la tumba de San
Pedro. No podía decir más. Se interrumpieron los trabajos en 1951.

Pedro está aquí

En 1952 se interesa por las excavaciones un nuevo equipo. Habiendo hallado


unas inscripciones muy antiguas, interviene también- y será providencial- la titular de la
cátedra de epigrafía griega de la Universidad de Roma, señora Margherita Guarducci.
Detrás del “Trofeo de Gaio” se encuentra una pared de la misma época, llamada por los
excavadores “muro rosso”, a causa de su revoque color rojo. A la derecha del
monumento y perpendicularmente al “muro rosso”, se encuentra otra pared que tiene 97
cm. de largo y 45 de ancho. Fue levantada en el decurso del siglo III con una finalidad
discutida entre los arqueólogos: es el “muro G”, que en su parte exterior estaba cubierto
de inscripciones rudimentarias. Descifrarlas una por una costó seis años a la
especialista: invocaciones a Cristo, a Pedro, a la Virgen María, debidas a cristianos que
visitaron la tumba entre los años 290 al 315. En esta pared halló la investigadora un
escondite debajo de las inscripciones. Cuando lo encontró estaba vacío. Pero tuvo
noticia de una inscripción hallada en el revoque del “muro rosso”, que constituye una de
las paredes del escondite. Se podía leer en griego: “Petros eni”, que podía significar:
“Pedro está aquí”. Intuyó que los restos mortales de San Pedro habían sido depositados
en aquel escondite. Pero ahora ya no estaban.

Una nueva pista

Uno de los dos empleados de la Basílica que habían ayudado al primer equipo de
investigaciones, dijo a la señora Guarducci que, durante la primera fase de las
excavaciones, Monseñor Kaas, responsable moral de la empresa, pasaba cada día a

104
recoger lo que no convenía tirar con los escombros, en particular los huesos. En una de
estas inspecciones, Giovanni Segoni, así llamado dicho empleado, se dio cuenta de que
había unos huesos en el escondite del “muro G”. Monseñor Kaas los hizo sacar y
colocar en una caja de madera. Con los huesos dejó un papel indicando su procedencia.
La caja fue a juntarse con otras semejantes en un depósito. Pero Monseñor Kaas había
muerto, y hacía más de diez años que la caja se encontraba en el húmedo depósito.
Giovanni pudo fácilmente identificarla, y la Señora Guarducci encontró en ella el papel
indicando su procedencia. La caja contenía: huesos humanos incrustados de tierra,
fragmentos de revoque rojo, dos moneditas medioevales, restos de tejido rojizo con
hilos de oro… Era el 25 de Septiembre de 1953. Con el consentimiento de Pío XII, los
huesos fueron confiados al profesor Venerando Correnti, eminentísimo antropólogo. El
resultado de su examen llegó en Junio de 1963: los huesos humanos pertenecían a un
solo individuo, de sexo masculino, de constitución robusta, de sesenta a setenta años de
edad. El profesor dio su conclusión ignorando la procedencia de los huesos sometidos a
examen. La tierra incrustada en los huesos era la misma que la de la fosa primitiva,
situada bajo el “Trofeo de Gaio”. Los restos de púrpura con hilos de oro indicaban la
veneración con que se trataron estos restos mortales: telas semejantes eran propias de
reyes.

Reconstrucción histórica

A partir de estos y otros indicios se pudo deducir la historia de las reliquias.


Cuando Constantino quiso construir su primer monumento, que envolvería el ya
existente de Gaio, hizo abrir la tumba. Él no podía dudar de que contenía las reliquias
del Apóstol: la continuada veneración por parte de los fieles lo hacían demasiado
evidente. Constantino no quiso dejarlas en una fosa en la que podía correr el agua, y las
hizo sacar. Las reliquias fueron envueltas en un paño precioso de púrpura y depositadas
en un escondite practicado en el “muro G”. Antes de cerrarlo, uno de los presentes
escribió sobre el revoque del muro las palabras. “Pedro está aquí.” Gesto providencial
para nuestro tiempo. Constantino centró su monumento, y después su basílica,
exactamente sobre el escondite. La actual Basílica ha conservado como centro este
mismo punto que la tradición decía, con toda razón, ser la tumba de San Pedro. El gran
deseo de Pío XII se realizaba en el pontificado de Pablo VI, quien pudo anunciar el 28
de Junio de 1968 que se habían encontrado las reliquias de San Pedro. Era la clausura
del Año de la Fe. Al día siguiente, por voluntad del Santo Padre, las reliquias volvían al
escondite del “muro G”. En ningún lugar mejor se puede ostentar la prolongación a
través de los siglos de la promesa de Cristo:”Tu eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”.
(Mensajes de Fe, nº 82. Obra Cultural)

TUMBA DE SAN PABLO


En Diciembre de 2006 el Vaticano anunció el hallazgo del sarcófago de San
Pablo bajo el altar mayor de la basílica romana San Pablo de Extramuros, que según la
tradición se había levantado donde fue enterrado el Apóstol, sin que hasta ahora hubiera
pruebas. El sarcófago, que data al menos del año 390, yacía entre los estratos de los
templos construidos uno sobre el otro bajo la inscripción Paulo apostolo mart (Pablo

105
apóstol mártir). Sólo el Papa puede decidir su apertura y aún no se ha expresado sobre
ello.

Detalle del altar debajo del cual se encuentra la tumba de San Pablo

Obras de restauración de la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma han


permitido redescubrir el sarcófago en el que, según la tradición, se encuentran los restos
de Pablo de Tarso. Así lo explicó el cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo,
arcipreste de la citada Basílica, al presentar en una rueda de prensa los resultados de
estas investigaciones arqueológicas. «Desde hace veinte siglos se da una absoluta
concordancia en el hecho de que la tumba de San Pablo se encuentra allí. Nadie lo ha
puesto nunca en duda y nadie lo ha contradicho», aclaró el purpurado italiano de 81
años. «Este sarcófago nunca se ha abierto ni estudiado, pues se encontraba encerrado en
un bloque de cemento, realizado en los años 1838-1840», añadió.
La actual restauración ha permitido sacar a la luz algunos restos arqueológicos
cubiertos desde que se alzó el edificio del siglo XIX. De este modo, «ha aparecido ese
gran sarcófago del que se habían perdido las huellas y que se consideraba la tumba de
San Pablo. Se trata de un sarcófago de una longitud de 2´55 metros, de una anchura de
1,25 metros y de una altura de 97 centímetros. El grueso de la lápida es de 30
centímetros.

UN TESORO DE MANUSCRITOS BIBLICOS


Los dos últimos siglos han traído a la luz grandes tesoros de la Antigüedad.
Estos descubrimientos han contribuido grandemente a la mejor inteligencia de la Biblia.
Son conocidos los descubrimientos de Qumrám, las excavaciones en Cafarnaún, en el
Calvario, en Nazaret, etc. Pero quizás poco se conoce sobre la Guenizá del Cairo. El
nombre "Guenizá" podría traducirse como "alacena" o también "cuarto trastero". En
algunas sinagogas judías estas guenizás servían para almacenar los manuscritos bíblicos
viejos que ya no servían para el uso litúrgico, Los rabinos veneraban tanto estos
manuscritos que no los tiraban, sino que, o bien los quemaban o los encerraban en estos
lugares. En muchas ocasiones tapiaban estas alacenas y una de ellas es la que se
encontró en 1890 en una sinagoga de Egipto (El Cairo). El edificio había sido primero
una iglesia copta, después pasó a ser sinagoga judía. En una reparación del edificio se
encontró casualmente una guenizá llena de manuscritos bíblicos. En ella estaban

106
almacenadas miles de piezas manuscritas de la Biblia que se remontaban a varios siglos,
algunas veces superando en antigüedad a los textos más antiguos que poseíamos. Este
hallazgo ha supuesto disponer de una serie de testimonios que confirman la fidelidad y
veracidad de los textos bíblicos que poseemos del Antiguo Testamento. Los manuscritos
bíblicos encontrados suman varios miles, algunos en pequeños fragmentos (200.000)
que vienen siendo identificados y publicados desde 1890. Entre los manuscritos bíblicos
hallados está el texto hebreo de los libros proféticos de la Biblia. La conformidad con
los textos que se nos han transmitido en otros es sustancial.
Otro de los manuscritos encontrados contiene fragmentos del Targum
Palestinense, es decir, de la traducción del hebreo al arameo que se hacía en la sinagoga
tras la lectura del texto bíblico. Estos fragmentos, a veces capítulos enteros, sirven para
verificar el texto del Targum Palestinense llamado " Neofiti I" encontrado en la
Biblioteca Vaticana e identificado por el Profesor Alejandro Díez Macho en 1956.
También se han encontrado fragmentos de los apócrifos. Pero el más importante de los
textos encontrados fue el texto hebreo del Eclesiástico. De este libro que forma parte del
canon de la Iglesia Católica, sólo se conocía el texto griego. Desde este descubrimiento
tenemos el original hebreo de este libro inspirado. Tanto los manuscritos encontrados en
la Guenizá del Cairo como en Qumrán y otros muchos lugares (Monasterio de Santa
Catalina en el Sinaí, Códice de Alepo, etc. ) nos muestran el exquisito cuidado que
pusieron los copistas judíos para transmitirnos el texto de la Biblia lo más fielmente
viable. Otro tanto se puede decir de los copistas del Nuevo Testamento. El hecho de
considerar estos libros como sagrados les ha hecho transmitirlos y conservarlos
religiosamente. En el caso de la Guenizá del Cairo, los que almacenaban con respeto los
textos en la alacena y los que después la tapiaron, no podían siquiera imaginar que
estaban reservando para la posteridad textos cuyo valor nos resulta inestimable.

ACEPTAR LA BIBLIA
La actitud de un cristiano ante la Biblia debe ser de estudio, de profundización,
pero sobre una base de incondicional aceptación de la Sagrada Escritura como palabra
de Dios: Dios ha inspirado la Biblia de manera que aunque ha usado el factor humano
para su elaboración, en último término es Dios Quien ha guiado a los escritores
sagrados para que cada uno en su materia escribiera su libro, que junto con los demás
libros sagrados componen la Biblia. Cada autor es producto de su época, puede tener su
estilo literario, su forma de narrar, de explicar, pero a la hora de exponer el tema
doctrinal, ese autor ha sido inspirado por Dios, por el Espíritu Santo. Digo esto porque
hay quienes fijándose en esos aspectos humanos, en esos estilos literarios de los
distintos autores de los diversos libros de la Biblia, le niegan la autoridad para
esclarecer o exponer determinadas materias teológicas, morales o doctrinales. Estos
tales que se rebelan, que ponen en duda la doctrina expuesta por el autor sagrado de
algún texto de la Biblia, en realidad no niegan a ese autor sagrado: niegan a Dios, Quien
ha sido el Inspirador de esa doctrina: quien pone en duda cualquier materia doctrinal
expuesta en la Biblia, fijándose sólo en el aspecto humano del autor sagrado, falla
peligrosamente, y se expone a perder la fe y su alma, por no aceptar con sencillez, con
humildad, lo que el autor sagrado, inspirado por Dios, dice.
Puede llegar un momento en que un pasaje de la Biblia nos resulte algo confuso,
difícil de entender, pero, si queremos ser fieles a la palabra de Dios, a su voluntad,
hemos de aceptarlo con sencillez, con humildad, con confianza, sabiendo que Dios no

107
nos va a engañar, y que únicamente en Dios, en la Biblia, tenemos la Verdad, el Camino,
la Vida. El mismo San Pedro en (2 Pedro 3, 15-16; 2 Pedro 1, 20-21) habla de las
dificultades que ciertos pasajes bíblicos presentan y la necesidad de que alguien con
autoridad en este campo nos guíe y clarifique:
“La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo escribió
también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada.
Lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque
hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan
torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición.”
“Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede
interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad
humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de
Dios.”
La Iglesia Católica, guiada por el Espíritu Santo, interpreta correctamente la
Biblia, de manera que ni puede engañarse ni engañarnos. Estas interpretaciones fiables
se recogen en el Dogma y Moral católicos.
En la Biblia, pues, está la Verdad, el Camino, la Vida; quien rechaza por soberbia
la palabra de Dios caerá en las tinieblas del error, del vicio, de la corrupción, de la
condenación eterna: seamos, pues, humildes, y aceptemos la voluntad de Dios
manifestada en su palabra: la Biblia, y confiemos en Dios que no nos va a engañar, pues
su amor por nosotros ha sido puesto a prueba en la Cruz, donde murió tras horrorosos
tormentos para abrirnos las puertas de un Paraíso que el pecado de soberbia habían
cerrado.

LA BIBLIA ES HISTORIA, NO CUENTO


Cuando Yahvé habló a Moisés en la zarza ardiente del Sinaí prometió que
llevaría a los hijos de Israel a "una tierra fértil y espaciosa, una tierra que mana leche y
miel. Parece como si hoy se hubiera cumplido la profecía. Las vacas de Tierra Santa
baten hoy todos los récords de producción de leche: un rendimiento anual de 8.000
litros por animal. El israelí bebe al año un promedio de 200 litros de leche. Tocante a la
apicultura, existen en Israel actualmente 100.000 colmenas cuidadas por 800
apicultores. Cada colmena produce un promedio de 30 a 35 kilos de miel al año. Casi el
75 % de la miel proviene de las abundantes flores de cítricos: naranjo, limonero y cidro,
y es de la más alta calidad. El resto procede de una amplia gama de flores y hierbas
silvestres: cardos, eucaliptos y legumbres. Además las abejas tienen otra función
económica importante para la fecundación de los cultivos de aguacates, melones,
pepinos, girasoles, fresas y hortalizas. Esta última faceta tiene más importancia
económica que la producción de miel.

108
ÍNDICE

CREACIÓN DEL UNIVERSO --------------------------------- 10


PENTATEUCO, HISTORICIDAD Y AUTENTICIDAD --------------- 16
EL DILUVIO -------------------------------------------- 29
PALEOECOLOGÍA Y EL DILUVIO ---------------------------- 45
EL ARCA DEL DILUVIO ----------------------------------- 51
EBLA -------------------------------------------------- 56
BABEL – BABILONIA ------------------------------------- 57
HISTORICIDAD DE LAS CIUDADES DE GÉNESIS 14 ------------ 58
JERICÓ ------------------------------------------------ 59
SIQUEM ------------------------------------------------ 61
CONQUISTA DE JERUSALÉN POR EL REY DAVID --------------- 62
LA INSCRIPCIÓN DE SISAC ------------------------------- 65
LA ESTELA MOABITA ------------------------------------- 66
EL OBELISCO NEGRO DE SALMANSAR III -------------------- 68
LOS ANALES DE SARGÓN II ------------------------------- 69
EL TÚNEL DE EZEQUIAS Y EL PRISMA DE SENAQUERIB ------- 70
LA DESTRUCCIÓN DE JUDÁ POR NABUCODONOSOR -------------- 73
CAUTIVIDAD DE BABILONIA ------------------------------- 73
EL CILINDRO DE CIRO ----------------------------------- 73
ESDRAS – NEHEMÍAS ------------------------------------- 75
DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y EL TEMPLO ----------------- 76
LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO ----------------------------- 77
LA SEPTUAGINTA ---------------------------------------- 78
LA HEXAPLA -------------------------------------------- 78
EL PAPIRO NASH ---------------------------------------- 79
LA VULGATA LATINA ------------------------------------- 79
LOS CÓDICES ------------------------------------------- 79
HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS ------------------------ 80
LOS PAPIROS DE OXFORD (SAN MATEO) -------------------- 82
FIABILIDAD HISTÓRICA DEL NUEVO TESTAMENTO ------------- 83
EVANGELIO DE SAN MARCOS ------------------------------- 99
PROFECÍAS CUMPLIDAS ----------------------------------- 100
PONCIO PILATO ----------------------------------------- 102
TUMBA DE SAN PEDRO ------------------------------------ 103
TUMBA DE SAN PABLO ------------------------------------ 105
UN TESORO DE MANUSCRITOS BIBLICOS --------------------- 106
ACEPTAR LA BIBLIA ------------------------------------- 107
LA BIBLIA ES HISTORIA, NO CUENTO ---------------------- 108

109
110

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