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/ COMEDIAS ESCOGIDAS

D. JUAN RUIZ DE ALARCON.

INCIDI DE LI U U lUDEMU I S H M J .

TOMO PRIMERO.

MADRID
': IMPRENTA NACIONAL
V 1867.
BIBLIOTECA SELECTA

DE

AUTORES CLÁSICOS ESPAÑOLES.

IV.
ß . 161 о иг
3

COMEDIAS ESCOGIDAS

DIE

D. JUAN RUIZ DE ALARCON.


EDICIÓN DE l i REA! ACADEMIA ESPAÑOLA.

TOMO PRIMERO.

MAD.RID

IMPRENTA NACIONAL.
1807.
CARÁCTER DRAMÁTICO

DE

DON JUAN RUIZ DE ALARCON.

U s o es discreto y u r b a n o , e n la culta sociedad


introducido, presentar, tinas á otras las personas con-
forme llegan, anunciando el nombre y condición de
cada u n a , á fin de darle s u p u e s t o y consideración
respectivos, y de prevenir situaciones empeñadas.
A l h a b e r de a n u n c i a r en la sociedad literaria
que viene á componer esta «Colección de A u t o r e s
clásicos» , acordada por la Real Academia Española,
al de las obras que contiene el presente tomo, apenas
puede salirse de la fórmula u s a d a e n casos semejan-
tes , á s a b e r :
D . J U A N R m z DE ALARCON , Relator del Consejo
de Indias y poeta dramático del siglo x v n .
É l caudal de noticias que p a r a s u biografía t e n e -
mos, merced á las pesquisas de nuestro ilustrado
VI

amigo y compañero Sr. D. Aureliano Fernandez


G u e r r a , sé reduce : á que nació en Méjico (ignórase
el a ñ o ) y murió en M a d r i d á 4 de Agosto de 1639,
calle de las Urosas : hizo gran parte de sus estudios
en la Universidad de su p a í s : el año 1600 se g r a -
duó en Salamanca de Bachiller en Cánones, y el
1602 en Leyes : allí continuó su c a r r e r a , siendo
pasante por los años de 1 6 0 5 : al siguiente estaba
en Sevilla, abogando con n o m b r a d l a , y uñido á
Gervantes en los pasatiempos literarios de la j u -
ventud de entonces: le trajeron á la Corte p r e -
tensiones cuyo logro se dilató l u e n g a m e n t e : y consu-
midos sus recursos, sin duda por esta dilación, le
forzó la necesidad á escribir comedias: las princi-
pales de las q u e , t a n luego como fueron escritas y
conocidas, le defraudaron los impresores y libreros.
Estos hechos desnudos y aislados es c u a n t o , por
nuestra p a r t e , conocemos hasta a h o r a de la vida de
t a n preclaro autor.
E l alejarse en busca de p a n , de su p a t r i a ,
adonde iban tantos en b u s c a de o r o ; el ver desaten-
didas sus pretensiones en la C o r t e ; el sentirse luego
despojado de sus únicos y t a n queridos bienes, con-
cluyentes indicios son de u n a existencia azarosa y
a m a r g a d a , que se infiere sin dificultad, pero que no
se descubre p l e n a m e n t e , porque la historia sólo h a
dejado estrechas rendijas p a r a verla.
Mas h a dejado u n a ventana abierta de par en
par, desde donde podemos contemplar su figura.
VII

E r a doblemente corcobado, corcoba celebrada á


la vez por los primeros ingenios de la Corte, en por-
ción de composiciones p o é t i c a s , que cual otras t a n -
tas mazas de c a r n a v a l , le colgaron.
Lo entero de nuestra simpatía.hacia él nos r e t r a -
j e r a de mencionar este agravio de la naturaleza, á no
ser por la r a r a celebridad que adquirió y por lo que,
á nuestro j u i c i o , trascendió á la información de sus
obras dramáticas. A l encontrar entre los tejedores
de aquella especie de corona de espinas, puesta entre
insultos y sarcasmos á su figura física y literaria,
sujetos t a n piadosos y respetables como Lope de
V e g a , M i r a de A m e s c u a , Pérez de Montalvan, Salas
Barbadillo y Velez de G u e v a r a , era imposible des-
conocer, que acto de hostilidad colectiva t a n m a n i -
fiesta a r r a n c a b a de conspiración particular y miste-
riosa. Concíbese que Tirso y Quevedo, desenvueltos
y fáciles p a r a el maldecir, se hubiesen holgado con
aquel tema de inspiración ; pero Lope d e V e g a y
P é r e z de Montalvan, de suyo benévolos y que h a b i a n
hecho acabada j u s t i c i a , el uno en su Laurel de Ápoloi
y el otro en su Para todos, á las calidades y mereci-
mientos literarios de A l a r c o n , no e r a de presumir
contradijesen, sin poderoso motivo, lo que t a n solem-
nemente habian afirmado. Húbole en efecto, b a s t a n t e ;
y esclarecido está, merced á las diligentes y atinadas
pesquisas del Sr. D . J u a n Eujenio H a r t z e n b u s c h :
fué u n a b u r l a (bien poco caritativa) ó vejamen, de
los que se usaban á la sazón, en las academias y cer-
VIH

támenes de literatura. Habiendo faltado Alarcon á


una cita donde le esperaban varios amigos, el desaire
que su ausencia había inferido á todos, fué la Musa
común que les inspiró aquella literaria venganza.
Afortunadamente p a r a la sociedad á que le p r e -
sentamos ahora, m u y otra es su figura de la que tan
amargas zumbas le atrajo de sus desapiadados ami-
gos; pues si el estilo es el hombre, más lo es el drama,
que agrega al estilo la i d e a , el p l a n , la experiencia,
el corazón y el carácter del escritor. Y si nacen de
la belleza las creaciones bellas, corno nacen de la
virtud los actos virtuosos, las obras dramáticas de
Alarcon a r g u y e n , que dentro de aquella desapostura
corporal, plugo á Dios aposentar u n a alma, delicia y
admiración de la posteridad. E m p e r o no aspiramos
á ponderar su valor sino á reseñar su figura en la
3

república literaria. Decir el puesto que allí le corres-


ponde, y títulos especiales que se lo granjean, es tan
difícil como designar, en la gloriosa procesión de
nuestros escritores, la huella de cada u n o ó la piedra
por cada cuál aportada al gigantesco edificio de
nuestro teatro. Barajadas y confundidas hasta ahora
varias producciones, entre sí contemporáneas, des-
conocidos ó disputados sus verdaderos autores, enri-
quecido alguno con las ajenas, defraudado otro en
las propias, s u legítima adjudicación demandaría
más recio y prolijo trabajo que el presente, y a des-
proporcionado á mis fuerzas. E l Sr. Hartzenbusch,
último que con su a p t i t u d , detenimiento y celo co-
IX

nocidos h a hecho p a r a el teatro de Alarcon la p e s -


quisa y trabajo más concienzudo, le atribuye íudis-
putadamente

Los favores del mundo.


La industria y la suerte-
Las -paredes oyen.
El semejante á sí mismo.
La cueva de Salamanca.
Mudarse por mejorarse.
Todo es ventura.
El desdichado enjingir.
Los empeños de un engaño.
El dueño de las estrellas.
La amistad castigada.
La manganilla de Sevilla.
Ganar amigos.
La verdad sospechosa.
El Antecristo.
El Tejedor de Segoviq,
Los pechos privilegiados.
La.prueba de las promesas.
La crueldad por el honor.
El examen de maridos.
La culpa busca la pena.
Quien mal anda en mal acaba.
No Jtay mal que por bien no venga.

Renunciando, p u e s , á reconocer la moneda que


puso en circulación, probemos á ensayar la ley de-la
X

que lleva su busto, ensayo que no se extenderá á


todas, y a que TÍO han de incluirse en esta colección
las que reputemos de menos mérito, ó de litigiosa
propiedad. Vamos á estudiarlas ligeramente p r o c u -
rando apreciarlas en sí, y con relación á las de su
tiempo; pues partícipe el drama de las formas líricas,
merced á los personajes; y de la épica, merced á la
acción que desenvuelve, funde é identifica el carácter
del poeta que lo escribe, y el espíritu de la sociedad
que lo aplaude. Y á la manera que p a r a medir el
valor moral de u n h o m b r e , hánse de comparar sus
palabras á sus acciones, pues sólo de su congruencia
resulta el verdadero, así p a r a medir el de u n a obra
dramática, háse de examinar y definir la vida que
absorbe de la sociedad en que n a c e , y el organismo
que le atribuye la inspiración del autor. Porque,
dado que admiremos igualmente producciones de
distinta índole artística, de cierto no será lo mismo
lo admirado en ellas, si son hijas de contrarios pro-
cedimientos. P u e s si h a y en la Ciencia unos que
pretenden explicar la Creación por la Criatura y
otros la C r i a t u r a por la Creación, h a y en el A r t e
quien hace que lo ideal, figurándose en la imagina-
ción, descienda á la realidad y allí se incorpore; y
quién hace que lo real, apurándose en la imaginación,
ascienda á la idealidad y allí se espiritualize. A p l a u -
sos encontraron al fin de estos dos caminos, Calderón
y Moratin, por h a b e r fundido el espíritu y la n a t u -
raleza, ora realizando lo ideal, con dar al pensa-
XI

miento cuerpo proporcionado y e n t e r o , ora ideali-


zando lo real, con dar al hecho alma viva y apropiada.
L a sociedad expuesta en nuestro t e a t r o , notoria-
mente viciada de obrepción y subrepción, como se
dice en el foro, es en muchos de sus elementos fan-
tástica y convencional. E r a , sin d u d a , entonces tan
preciado y sabroso ser español, que no es e x t r a ñ o
creyesen nuestros autores lisonjear el gusto público,
poblando n u e s t r a escena, más que de hombres con
sus flaquezas y pasiones naturales, de españoles, con
las exorbitancias del fanatismo, por su D i o s , por su
E e y y por su D a m a .
A la m a n e r a que en la sociedad cristiana h a y
u n a v i r t u d , la c a r i d a d , fundamento y r e s u m e n d e
todas las v i r t u d e s , en la sociedad española h a b i a
o t r a ; el valor, símbolo, germen y compendio d e todas
las bondades y excelencias: y al modo que el cris-
tiano trae al mundo u n pecado original, el Caballero
español traia esta v i r t u d original; la heredaba de
sus ascendientes; procedia de la sangre. E n ella se
fundaban los primeros móviles de las acciones: g r a n -
des , hidalgas y dignas h a b í a n de ser las del noble:
m a l a s , ruines ó miserables las del pechero. Siendo
la estirpe u n a verdadera predestinación, era la v i r t u d
dote p u r a m e n t e social, asunto de fama, ajeno de m o -
r a l i d a d , sin r a í z , ni asiento en la conciencia.
Regíanse los Caballeros por el Honor, ídolo social
- cuyo grito ahogaba las voces de la moral, del derecho
y de la ley: Argos cuyos cien ojos acechaban los m e -
XII

ñores movimientos; m o n s t r u o , cuyos ciegos apetitos


r a r a vez se satisfacían sin sangre.
L a s mujeres, recluidas e n el hogar y tapadas e u
la calle ansiaban quebrantar la cadena que asian
cuidadosos y tirantes los padres ó los hermanos. R e -
ducíanse sus deberes á la obediencia y á la guarda
de la honestidad, ó más bien de su f a m a ; t a n quis-
quillosa y quebradiza, que la malparaba u n coloquio
á solas con u n h o m b r e , y atraía explicaciones a r -
madas entre su padre ó hermano y el interlocutor
favorecido.
Las madres no e x i s t í a n : faltaba con ellas- el p r i -
mer afecto, la p r i m e r a obligación; l a piedra a n -
gular de la familia. D e los verdaderos Dioses Lares
que la fundan y protegen, el u n o , que es el senti-
m i e n t o , ausente la m a d r e , no se veia n u n c a : el
otro, que es el deber, acompañaba siempre austero
y desabrido al padre. A p u n t a r siquiera de pasada
cuánto y cómo debió de trascender aquella ausencia
al pensar, sentir y obrar dramático de padres, hijos
y hermanos, fuera labor ardua é inoportuna: sin em-
b a r g o , t a n abultadas son y t a n trascendentales al-
gunas de sus consecuencias y t a n emparentadas con
otros h e c h o s , por nosotros apreciados, que rio po-
demos omitirlas.
Echábanse d e m e n o s , ante todo, el amor de
esposa: y luego el de madre y el de hijo; los santos
de todos los amores; manantiales de todo lo tierno,
grande, heroico, y cima la más encumbrada á que es
sin

capaz de elevarse el sentimiento con las alas del co-


razón. L a s violaciones de la paz doméstica, por d i -
ferencia de edades, condiciones, caracteres, ideas,
gustos y educación, ó por los vicios, flaquezas ó e x -
travagancias de u n o y otro cónyuge, que h a n dado
asa en n u e s t r a época á t a n cómicas é interesantes
piezas, tampoco se veian en el teatro. Considerándole
mero sitio p a r a divertirse de los cuidados y ocupa-
ciones de la vida, y teniendo á la risa por el primero
y más capital resorte de diversión, al tantear los su-
y o s , nuestros autores dramáticos se detuvieron ante
la santa figura de la Madre.
Pensaron acaso, y con r a z ó n , que no podía ser
risible momento alguno de su existencia, y p a r a que
no la profanase la m i r a d a de u n público tan poco
dispuesto á gozar sin reir, la cubrieron con el s u -
dario de la muerte.
Aparece, por lo tanto, solo el amor profano; y no
como planta espontánea y libre de los campos, sino
como flor de estufa, cultivada únicamente p a r a em-
bellecer u n a corona nupcial. N o e s , las más veces,
comunicación de dos almas que viven u n a en otra,
sino lazo de i n t r i g a , origen de perturbaciones y p e -
ligros , especie de maldición como entre los griegos.
Imposibilitado el comercio entre hombres y mujeres
con la ausencia de las m a d r e s , convertidas las casas
en fortalezas, cuyos alcaides y guarnición eran los
padres y los hermanos , había que enamorarse de le-
jos, en las calles y tiendas, no en los salones; por los
XIV

ojos, no por los oídos. Privados del trato social, ali-


mento de las almas y manjar único del amor hones-
t o , el ansioso afán de verse que les acosaba y que t a n
r a r a y dificultosamente satisfacian, les forzaba á b u s -
car ocasiones de lograrlo, por azarosas que fueran.
Las p r e p a r a b a , atraia y facilitaba entonces como
ahora la mujer, andando con eso g r a n trecho del ca-
mino p a r a su perdición. Y h a s t a la que veia u n a
liviandad en dar la m a n o á su a m a n t e , n o escrupuli-
zaba mayormente el darle u n a cita n o c t u r n a , abrién-
dole las p u e r t a s de s u aposento, lo cual equivalía
p a r a su estimación, á abrirle también las de su
honestidad.
E r a el amor p a r a los hombres la posesión m a t e r i a l ;
p a r a las mujeres, achaque de emulación ó cálculo.
Todo mozo noble, valeroso y de buen talle, era a d e -
cuado aspirante á la más gentil y principal don-
cella de su clase; pues aunque se proclamaba l a
igualdad ante la ley del amor, cada tentativa por apli-
carla les valia á las damas alguna reclusión, y á los
galanes algunas estocadas. D e todo lo cual se deduce,
que la pasión del amor se sustanciaba, si se nos
permite esta frase forense, por leyes de m u y espe-
ciales procedimientos.
Los p a d r e s , que nos recuerdan involuntariamente
la patria potestad r o m a n a , eran jefe único y absoluto
de la familia; jefatura que los hijos compartían y en
su caso, heredaban sobre las hermanas. E l afecto y la
confianza se traslucían en ellos r a r a v e z : el mando y
XV

la vigilancia siempre: la cordialidad y la t e r n u r a


nunca.
Tales son los principales rasgos de la moral d r a -
mática que presentaba el teatro por los tiempos de
Alarcon. Resta que apuntemos brevemente los modos
de aplicarla, á la sazón u s a d o s ; porque las composi-
ciones dramáticas, como que tienen u n fin externo y
social tan inmediato, no dejan al escritor l a libertad
que las líricas, épicas y novelescas. Se la m e r m a el
gusto del público, que se convierte en coautor y
asume g r a n p a r t e de responsabilidad, toda vez que
con su concurrencia y aplauso ó con su ausencia ó
reprobación, marca el derrotero á los autores y les
t r a z a , por lo t a n t o , la via de arrancarles su favo-
rable fallo.
E l espectáculo más digno del h o m b r e , es el h o m -
b r e m i s m o ; pero v a r í a n y se g r a d ú a n las faces bajo
que se presenta. No se le contempla entero desde
luego; ni en sus más preciadas p a r t e s , ni en sus más
escogidos momentos. L a contemplación de las fuerzas
y formas físicas precede á las de las formas y fuerzas
morales. Según vamos entrando en el conocimiento
y posesión de nosotros mismos, van cambiando los
resortes de nuestro sentido esthético, y h a n de cam-
b i a r necesariamente los cuadros que le afecten y
encanten. L a risa es el goce de las almas n i ñ a s ; el
llanto el de las almas adultas. P o r eso lo ridículo
llega al t e a t r o , m u c h o áutes que lo sublime; los i n -
ofensivos tropiezos de la v i d a , antes que las grandes
XVI

tempestades del corazón: en una palabra, á la sim-


patía del públieo y á la inspiración del artista, ocurre
antes el Paso de las aceitunas, que García del Gas-
tañar:
Para desenvolver en la escena aquella vida hen-
chida por la Religión, la Monarquía, el Honor, la
Amistad, el Amor, la Galantería y el Valer, ocupa-
ban sin coto el tiempo y el espacio. A l Drama religio-
so ponían mano el Cielo, los Aires y la Tierra, el
Purgatorio, el Paraíso y el Infierno; los Angeles y
los Diablos; los Santos y los Reprobos ; los Espíritus
y los Hombres. «Las edades bíblicas, dice propia-
mente el Sr. Hartzenbusch, las fabulosas; las anti-
guas y la media; todas eran iguales para nuestros
poetas cómicos: Judíos y Griegos, Cartagineses y
Turcos, Babilonios é Indios occidentales, todos en el
teatro eran españoles con ropilla y ferreruelo, va-
lientes y discretos, enamorados y católicos Celosos
creyentes, subditos entusiastas, caballeros pundono-
rosos, eran en general todos los galanes de nuestras
comedias antiguas, porque estas cuatro pasiones ó
afectos eran los que animaban á la sociedad españo-
la : la dama era amante con preferencia á todo; sa-
gaz, artificiosa y resuelta muchas veces, dulce y
tierna otras, discreta siempre. Viejos alentados, her-
manos tutores, criadas locuaces y un gracioso, agu-
.dísimo por lo común e impertinentes con frecuen-
cia, completaban los personajes que de ordinario
aparecían en una fábula escénica, tejido maravilloso
XVII

de lances de amor, lleno de astucias y tropelías,


de disfraces, escondites y cuchilladas; cuajado todo
de madrigales y epigi'amas, odas y rasgos épicos.»
Desconocida la Crítica, aunque estudiados y sabi-
dos los preceptos literarios a n t i g u o s , la libertad que
usaron nuestros poetas en la elección de materia e x -
tendieron al modo de figurarla, no mirando á u n a
n i á o t r a , p a r a establecer los géneros y clasificar las
piezas teatrales. Comedia l l a m a r o n , indistintamente,
á la oposición entre el intento de u n a persona y los
medios, que para lograrlo le suministran sus c a p r i -
chos ó flaquezas ; al choque de intereses ó pasiones,
que llegan á transigir y -concertarse en esta v i d a ; á
la l u c h a entre ideas ó sentimientos, que no pueden
concillarse más que en la otra. E l cuadro de la debi-
lidad, del vicio y del crimen recibieron el mismo
nombre.
De suerte q u e , los escritores españoles, c u y a
doctrina y erudición eran las clásicas de Aristóteles
y Horacio, hubieron de sacrificar sus reglas al gusto
ó, según decimos ahora, á la opinión pública, que no
pedia su observancia, ó al menos se pasaba perfecta-
mente sin ella. T a l sucedió, en orden al fondo del
d r a m a , con la simultánea exhibición de lo cómico y
de lo serio, llevados á veces hasta la risa y el l l a n t o ;
y en orden á la forma, con las célebres unidades de
tiempo y de lugar.
Graves acusaciones h a n hecho con este motivo
los clásicos á nuestro t e a t r o , pretendiendo extender
b
xvín

y apretar por increíble extremo el yugo de la unidad,


no sólo al tiempo y al lugar de la acción, sino á los
útiles y materia p a r a encarnarla. Que su vida y m o -
vimientos parciales se comidieran y acompasaran al
t o t a l ; que los miembros se proporcionaran al todo y
entre sí, condiciones eran naturales al arte y á la b e -
lleza: pero pretendían además que se uniformaran
con ella: que las prendas de su a r r e o , si se permite
esta imagen, fuesen todas de u n mismo color; en u n a
palabra, que la comedia contuviese elementos sólo có-
micos y la tragedia sólo trágicos: como si esa pureza
de cada uno y esa separación entre ambos existiese
en la realidad, como si á cada momento de nuestra
vida pudiésemos aplicarle el r e f r á n : dime con quién
a n d a s , te diré quién eres. Absurdo h a b r í a sido p a r a
este sistema revestir la fábula tristísima y amarga en
el fondo del Ingenioso Hidalgo, con las chistosas y
festivas formas, que le dio su incomparable autor.
Nunca pidió nuestro público ese divorcio ; nunca
vio nuestra antigua escena apartamiento semejante.
P o r el contrario: alternaba lo risueño con lo g r a v e , y
frecuentemente medraba ó reia u n o , mientras y con
lo mismo que perdía y se desesperaba otro: fre-
cuentemente convenían en u n diálogo las más puras
aspiraciones del espíritu y los más groseros apetitos
del cuerpo. Y tal yuxta-posicion de ideas y senti-
mientos contraíaos se extendía a personas, clases y
situaciones. Igualábanse con frecuencia el noble y el
plebeyo; pues igualarse es hacer el amo al criado
XIX

confidente do sus secretos y ocuparle en oficios pro-


pios únicamente de los íntimos amigos: más es ; á
veces r e ñ í a n comunes b a t a l l a s , comunidad que h u -
biera puesto grave escándalo é indignación en el áni-
mo de D . Quijote de la Mancha. Estas naturales
oposiciones que para el d r a m a en general nacen de
la esencia y realidad misma de la acción, en cuanto
la acción es la v i d a , uacian r a r a el nuestro de otras
dos peculiares causas: la gravedad española, que
había de aparecer siempre; y la diversión, que n o
h a b í a de degenerar nunca.
Crecía la gravedad, á medida que se d e p u r a b a el
gusto, y se elevaba el sentido moral de las preaciones
d r a m á t i c a s : pero como el pueblo seguía viendo en el
teatro u n espectáculo semejante á los torneos, ca-
ñas y toros, si bien de más apacible regocijo, h u b o
de conservarse el especialmente diputado p a r a p r o -
moverle , el gracioso, verdadero representante de es-
tos intereses populares.
L a s unidades de tiempo y lugar fueron siempre
violadas, sin enojo del espectador, que ni entonces n i
ahora las h a estimado negocio suyo, sino de la acción
que se representa: la cual las lleva en s í , como la
imaginación que la crea y desenvuelve lleva también
en sí su espacio y tiempo especiales, reducidos p a r a
el placer y dilatados p a r a el dolor.
L o más reparable es que faltaba á veces unidad
en el p l a n y estructura de las creaciones d r a m á t i c a s ;
p u e s dejándose arrebatar nuestros autores de la l u -
XX

josa espontaneidad de su fantasía, sin dirigirla ni po-


darla, no daban lo suyo á la reflexión en el orden y
partes de la materia que l a b r a b a n : y cuando falta la
reflexión, no se deciden con exactitud conveniente el
mímero, especie, proporciones y situación de cada
organismo dramático, ó se les dan movimientos i n n e -
cesarios ó ajenos, ó independientes del fin á que h a n
de conspirar. Nótase entonces complicación excesiva
en ios argumentos, prodigalidad en los recursos d r a -
máticos y redundancia de personajes. D e aquí el im-
pertinente papel de algunos que sobreponen su in-
dividuo al interés parcial que representan, y se curan
sólo ele sí,-cual existencias propias j l i b r e s , ó sólo del
público que los escucha y no de la acción á que con-
tribuyen. De aquí las pesadas exposiciones cometidas
á u n a sola persona y que deben aligerarse, r e p a r -
tiéndolas ; la m u l t i t u d de pormenores, á lo épico y
cspansiones á lo lírico, del todo extrañas á la integri-
dad de la acción.
Y n a t u r a l es que en tales casos, nazca el lenguaje
del discurso y de la imaginación, primero que de
la situación ó del sentimiento y participe de la m i s -
ma exuberancia, profusión, impropiedad y extra-
vio. Diálogos de honor, cortesía, y particularmente de
amor, se hallan en nuestros autores, que son continuo
certamen escolástico, vistoso alarde dialéctico, suti-
lísima gimnasia de ingenio.
Descúbrense entre las sin par bellezas del teatro
nacional manchas de este linaje: j algunas alcanzaron
XXI

también á nuestro autor, según veremos en el juicio


crítico, que acompaña á cada uno de sus poemas. Los
apuntamos a q u í , como quien habiendo de escribir la
historia de u n a reforma legal, bosquejara las costum-
bres é instituciones que le h a b í a n precedido.
Y es p a r a el caso este reformador, a r r u m b a d o en
la escena española por largo tiempo D . JUAN RUIZ
DE ALARCON,

Preclaro ingenio poético y alta inspiración d r a m á -


tica fueron los ricos dones de espíritu con que quiso el
ciclo compensarle la injusta parcialidad de la n a t u r a -
leza. P e r o esa misma parcialidad le limitó la forma de
u s a r l o s , como quiera que la vida corpórea y la moral
aparecen y funcionan paralela y acompasadamente.
Así el cuerpo q u e , sin oprimir ni menoscabar en lo
mínimo el albedrío del a l m a , afecta á la inteligencia
y al sentimiento, no determina n u e s t r a vocación,
pero influye en el modo de responder á ella. U n a or-
ganización enfermiza, pobre ó viciosa, que cohibida
por el exceso de reflexión nos trasporta á la m a d u r e z
de la vida, sin habernos detenido en sus verdores, á
la pesadumbre de sus cuidados, sin conocer el hechizo
de sus ilusiones, aliquebrando nuestro espíritu, más
que auxilio es embarazo p a r a su libertad. L a confor-
mación de nuestro Poeta le r e t r a í a de la sociedad
placeres y lucimiento con que b r i n d a n á la vida en su
comienzo la belleza, el vigor y la j u v e n t u d . Lejos
de sus pretensiones y desprovisto de sus halagos y
brillo, concentrado dentro de sí mismo, en la profe-
XXII

sion del derecho, se consagró á sus más secas y des-


carnadas funciones: á la anatomía forense que divide,
ordena y compone los hechos y las tesis, y es capaz,
cual no otra, de corregir y disciplinar la fantasía más
atrevida y lozana: en su inspiración artística ingirió
la severidad,, regimiento y m e s u r a del que no gasta
y consume su existencia en frivolos goces y hermosos
devaneos, sino en adquisiciones útiles y duraderas.
L a n a t u r a l e z a , de consiguiente, la vocación y el
hábito formaron su genio d r a m á t i c o , circunspecto
sobrio y disciplinado: y esta imagen moral suya ha-
bía de estampar en sus o b r a s ; que sólo en los percan-
ces del mundo suele divorciar el interés á las ideas,
palabras, sentimientos y acciones.
Precedido de Lope de Vega en aquel ciclo poético
y seguido de Calderón de la B a r c a , sobrado prosaico
y sencillo debió de parecer á sus contemporáneos,
atónitos en medio de los prodigios y m a r a v i l l a s , con
que aquellos venían fascinándolos. Mas como el ge-
nio traspasa los confines de su siglo para vivir en to-
dos, por camino á la sazón desconocido, iba acer-
cándose á nosotros. L a sencillez, que por defecto sin
duda se reputaba entonces y que de prosaísmo se til-
daría, era la g r a n dote, y el apretado vínculo que á
nosotros, posteridad s u y a , le referia y enlazaba.
Alejarse de aquel mundo caballeresco p u r a m e n t e
fantástico, en b u s c a del h u m a n o , era aproximarse
á nosotros, aproximación que constituye á nues-
tros ojos su progresivo y principal valor. Porque el
XXIII

hombre tiene derecho á creer que todo ser y toda


vida y toda forma son más perfectos cuanto más se
acercan á é l : y nosotros, la generación p r e s e n t e , á
pensar que n u n c a h a valido el hombre t a n t o como en
el d i a , porque estudiándose y conociéndose cada vez
m á s , v a ensanchando la esfera de su vida m o r a l , y
obligándose cada vez más á nuevos merecimientos y
perfecciones.
Cuando la c u l t u r a llega á cierta elevación, ó los
pueblos á cierta edad, no se satisfacen con espectácu-
los p a r a los sentidos: buscan otros que les levanten y
purifiquen el alma. P o r eso fué Alarcon t a n cuida-
dosamente esmerado en introducir u n esqueleto m o -
ral á sus dramáticas hermosuras.
L a energía y excelencia de la v i r t u d , contrares-
taudo y venciendo la pasión más desatentada, se pro-
puso mostrar en los Pechos privilegiados; lo pasajero
é inseguro de las arterías y triunfos del Mal, y lo se-
g u r o y duradero de los del B i e n , en Quien mal anda
en mal acaba: el castigo del egoismo, en Mudarse por
mejóreme: la gran v i r t u d y fecundidad de u n a r r e -
pentimiento sincero, en No hay mal que por bien
no venga: los encantos y ventajas de la amistad,
en El examen de maridos: las grandezas y bondades
del honor, en Ganar amigos: el escarmiento de la in-
gratitud y de la presunción cortesana, en La prueba
de las promesas: la supremacía de las dotes del alma
sobre las del cuerpo, en Las paredes oyen: la instabi-
lidad de las cosas h u m a n a s , para no ensoberbecerse
XXIV

con lo b u e n o , ni abatirse con lo m a l o , en Los favores


del mundo: la fealdad é inconvenientes del mentir, en
La verdad sospechosa.
A l colocarse Alarcon en este m u n d o moral subió
á la cumbre donde se posan las águilas; pero allí su-
ben también los reptiles; y fuerza es observar su
movimiento, para saber si volaba ó si repaba, cuando
descendía á la escena. P u e s el pensamiento, por alto
y filosófico que sea, no e n t r a ñ a en sí excelencia al-
guna artística, b a s t a que la imaginación lo figura y
anima, y el discurso y la palabra lo d i s t r i b u y e n , r e -
gularizan y comunican. E l juicio del filósofo apreciará
en más La vida es sueño, que La verdad sospechosa,
El desden con el desden, El lindo D. Diego y o t r a s ;
pero el artista repugnará esta apreciación, porque el
arte opuestamente á la ciencia, no se prenda de lo
general, sino cuando logra particularizarlo.
P u d o , por lo t a n t o , Alarcon concebir gigantescas
ideas y no acertar á encarnarlas. Mas por v e n t u r a no
fué así: su hábito de definir cuestiones, descomponer
hechos y aislarlos y unirlos alternativamente, ayudó
á su genio mesurado, reflexivo y organizador á deter-
minar y medir con pulso, á la sazón r a r o , la vida que
cada pensamiento dramático pedia; el organismo apa-
rente para cada vida; los miembros naturales de cada
organismo; las funciones propias de cada m i e m b r o ; el
resorte adecuado para cada función; en u n a palabra,
le ayudó á dar á sus obras aquella alma artística, que
irradiando del centro á la circunferencia, del todo
XXV

á la p a r t e , forma la verdadera belleza y funda el


interés y el atractivo.
Los aspectos que ofrece la vida presenta el d r a m a
y presentaba la escena española; lo serio que caia á
veces en lo trágico; y lo cómico, que muchos de n u e s -
tros a u t o r e s , en obsequio al público, confundieron á
lo grotesco.
Relativamente al primero, h a dejado en fábulas
bellas, no menos bellas personificaciones, con p r o -
pia vida é individual determinación del C r i s t i a n o , del
Caballero, del P r í n c i p e , del Vasallo, del P a d r e , d e l
H e r m a n o , del Amigo y del A m a n t e ; porque donde
luce y campea es en el d r a m a , al cual, según hemos
visto, antes que á lo enredoso y festivo, le inclinaba
lo circunspecto de su carácter y lo sesudo de s u i n -
genio.
Así es que cultivó también el género trágico. Á
él pertenecen: El antecristo, La crueldad por el honor,
El dueño de las estrellas, y El célebre tejedor de Se-
govia, d r a m a verdaderamente r o m á n t i c o , que presen-
t a la venganza de la m u e r t e de u n p a d r e y de la des-
h o n r a de u n a h e r m a n a , en u n cuadro vigoroso y de
s a m o interés y movimiento. Fanatizado por el H o n o r ,
lo divinizó en sus creaciones, y le tributó el culto de
s a n g r e , que no h a cesado de tributarle a ú n la socie-
dad presente. N o abonó los excesos y rigores á que lle-
v a b a el extraviado celo por la Religión y la M o n a r -
q u í a : fué sólo cantor entusiasta de sus verdaderas
bondades,
XXVI

Ostenta el poder de la devoción religiosa en los


Favores del mundo, desarmando á u n enemigo furioso
y extinguiendo en su corazón la sed de venganza*
sólo con invocar el nombre santo de la Virgen. Hace
amable al Rey absoluto en Ganar amigos, identi-
ficándole con la justicia, que se cierra á todo favor y
se abre á todo merecimiento: con sin p a r maestría
p i n t a en la propia pieza los milagros del honor, que
obligan al marqués D. F a d r i q u e á proteger y salvar
á su rival en amor y homicida de su hermano. E t e r n o
ejemplo de vasallos dignos, y tipo insigne de honrados
favoritos ofrece en Los pechos privilegiados, Rodrigo
de Villagómez, salvando á su rey, después de h a b e r
éste querido matarle injustamente y por su propia
mano. E n t e r o valor, p u r a lealtad y nobilísima a b n e -
gación se r e t r a t a n en el acomodado D. Domingo de
don Blas de No hay mal que por bien no venga. L a
amistad no h a tenido pintor más aventajado: su más
noble ejemplar presentan el conde D . Carlos y el
marqués D . F a d r i q u e en el Examen de maridos. E l
amor p a t e r n a l , mezcla de oculto afecto y de aparente
a u s t e r i d a d , encuentra el trasunto de más incom-
parable verdad y belleza en el B. Beltran, de La
verdad sospechosa. E l amor con toda su delicadeza,
bondad y rendimiento personifica D. Juan de Men-
doza, en Las paredes oyen. E l de la mujer suele bos-
quejarlo fria y débilmente; y en la época de La es-
clava de su galán y de El amor y el amistad, no
puede alegarse que se encerrara aquella pasión en
xxvn

límites convencionales. Entonces, como ahora, rompía


trabas, hollaba fueros, desatendía miramientos. A l a r -
con pudo no conocer bastante al bello sexo, retraído
acaso de su t r a t o , por lo desgraciado de su figura;
probablemente ignoraría en su candor é inexpe-
riencia, que es la mujer u n a flor, que coge quien más
asiduamente la cultiva, y a sea hermoso ó feo, y a rico
ó p o b r e , y a necio ó advertido. Quizás también con-
tribuyera á retraerle de su t r a t o , ó de pintarlas con
más amables caracteres el conocimiento que de ellas
tenia, por razón de su oficio, destinado por lo común
á conocer tipos de vicio y de corrupción, no de vir-
tud y de dignidad.
Tocante á la chispa c ó m i c a , á lo que despierta,
sostiene y aviva el interés y provoca la r i s a , n u n c a
falta la de Alarcon á las situaciones falsas, equívocas
ó contradictorias, y á los casos de ridicula gravedad
ó fingido desabrimiento que las requieren; halla fá-
ciles, diestros y graciosísimos contrastes, y a porque
cegando á los personajes el fin que persiguen, des-
atinan en la apreciación de medios á que lian de
ajustar su conducta p a r a lograrle, y obran contra
sus intereses, y a porque se creen más próximos á él,
cuando más se h a n alejado, y a porque le j u z g a n p e r -
dido, c u a n d o acaban d e salvarle.
Con h a b e r infiltrado á todo el d r a m a u n pensa-
miento filosófico relevó al gracioso de la incumbencia
de filosofar á su capricho y deparó otra á sus obli-
gados chistes y gracejos: la de reponer al espectador
xxvm

en el alegre campo de que le desalojaba á veces lo


serio, interrumpiendo y quebrantando la tirantez y
aprieto de las situaciones: en u n a p a l a b r a , puso en
sus Labios, á semejanza de sus contemporáneos, la
protesta de la comedía, siempre que se veia arrollada
por el drama.
P a r a conseguirlo, quitóle aquella independencia
que antes gozaba, especie de autonomía, que sin ena-
jenarle de la acción le permitía eludirla, á título de
bufón, predicador ó filósofo, por no ser el gracioso,
según dijimos, tanto exigencia del drama que se re-
presentaba, como del público que le veia. Hízole
parte integrante de la fábula, destinándole, por lo
común, á servir al personaje principal de quien era,
bajo el aspecto filosófico, complemento humano y
bajo el dramático, cómica oposición. Encomendóle,
respecto á aquel y á la totalidad de la acción, los ofi-
cios que encomendara Cervantes á Sancho, respecto á
Don Quijote y sus a v e n t u r a s ; lo que hace la reflexión
al lado del entusiasmo y el egoísmo al lado de la
virtud.
Inferior á L o ¿ e en la fecundidad y á Calderón en
la fantasía, era su discurso dramático más premioso
y escaso; pero más regular y verdadero. Notable es
de todo punto, la contextura y animación de algu-
nas de sus obras. Ganar amigos, Las paredes oyen,
El examen de maridos, El tejedor de Segovia, y sobre
todo La verdad sospechosa, muestran la poderosa uni-
dad de acción t a n precisa al drama, porque es la raíz
XXÍX

del interés que brota luego en el espectador: la va-


riedad en que aquella unidad se resuelve, mediante
la serie de ideas, sentimientos y actos que forman las
escenas ó m a r c h a de la acción y conducta de cada
personaje: la armonía ó proporcionado compás, con
que cada u n o , en su índole y condición, secunda el
movimiento, apareciendo su proceder coordinado al
de los otros y subordinado á las constantes y variadas
exigencias de la acción, dictadora única de todas las
leyes y reglas dramáticas. Allí se ve la artificiosa na-
turalidad, con que los caracteres y situaciones que
importa la acción, van esforzando las oposiciones que
la dificultan: como el vicioso, maniático ó criminal,
movidos de su vicio , m a n í a ó pasión, caminan á su
particular intento: y si se encuentran, es por distinto
itinerario ó con diversa m i r a , y cuando logran la que
se p r o p o n í a n , no es por su esfuerzo individual ais-
l a d o , sino por la cooperación de todos: como desata
el n u d o , con las propias fuerzas morales que lo ata,
sirviéndose del mismo móvil que produjo las acciones
intermedias conducentes al conflicto, p a r a producir
también las que atraen el restablecimiento y des-
agravio de la ley moral envuelto eu todo desenlace.

Si
Las gracias del alma
Son almas de las del cuerpo,
según afirma nuestro autor, visto el r u m b o y concor-
- dancia que ciaba al proceso de sus poemas d r a m a -
XXX

ticos, fácilmente inferiremos las condiciones de su e x -


presión, esto es, de sus diálogos, estilo y lenguaje.
P o r q u e claro es el de quien discurre con lucidez;
acalorado, el del que siente con vehemencia; sereno,
el del que oye la voz de la r a z ó n ; pintoresco, el del
que vuela tras de la fantasía.
Las escenas, que v a n llamándose naturalmente
u n a s á otras, y componiendo, cual otras t a n t a s fac-
ciones, la fisonomía del d r a m a , se suceden en diá-
logos vivos, discretos y proporcionados, con o p o r t u n í -
simos chistes en las situaciones ó personajes cómicos;
con v a l e n t í a , miramiento y dignidad en los serios;
con pasión, entereza y valor sobrenatural en los t r á -
gicos. Exposiciones y ejemplos de sencillez b r e -
vedad y conveniencia h a y en Mudarse por mejorarse,
y en Quien mal anda en mal acaba; divisiones de a c -
tos, con el corte más oportuno y adecuado en Las
paredes oyen y Ganar amigos; variedad riquísima,
bajo la más potente unidad en El examen de maridos
y La verdad sospechosa.
S u lenguaje, semejante al lago, cuya superficie
deja ver los cielos que le cubren, las márgenes que le
ciñen, los rostros que á él se asoman y las piedras
q u e y a c e n en su fondo, traduce los conceptos más
sencillos, las más ataviadas imágenes y los más fer-
vorosos afectos. Provisto de las naturales imágenes
que forman la materia del lenguaje poético, no las
prodiga con tal exuberancia que destruyan la cla-
r i d a d del pensamiento, ahogándole en pormenores de
XXXI

expresión, n i sofoquen el calor de los afectos, bajo el


peso de equívocos, metáforas y alegorías. N i pudiera
su atentado paso dar mas que r a r a vez este tropiezo,
que tan bien habia definido y motejado, diciendo en
la Industria y la Suerte, por boca de J i m e n o :

N o como algún presumido


E n cuyos humildes versos,
H a y cisma de alegorías
Y confusión de concetos.
Retruécano de p a l a b r a s ,
T i q u i - m i q u i y embeleco,
P a t a r a t a del oido
Y engañifa del i n g e n i o ;
Que bien mirado, señor,
E s música de instrumentos
Que suena y no dice nada.

Rivalizan con A l a r c o n , y a u n le vencen otros


poetas en a l g u n a s condiciones d r a m á t i c a s ; en la
limpieza, desembarazo y t e r s u r a de estilo; en lo cor-
tés, selecto y apurado de su lenguaje, n i n g u n o : el de
Ganar amigos y el de Quien mal anda en mal acaba,
pueden competir con cualesquiera. M a r c a el período
más brillante del castellano; es entre los escritores
dramáticos, como entre los p r o s i s t a s , el del Símbolo
de la Fe, Pérsües y Stgismunda y la Perfecta ca-
sada. Y por penoso que sea de confesar á nuestro
a m o r propio, el del dia mismo no le iguala en m u c h a s
ocasiones. Las comedias que ahora publicamos v e r i -
ficarán nuestro aserto.
XXXII

No se agotan los aspectos de la obra literaria del


genio, que ofreciendo siempre á la consideración n u e -
vas, más interesantes y más expresivas bellezas, pa-
rece en cierto modo infinita: y el análisis, cuando
quiere rastrear el origen de ellas y seguir su gene-
ración, se sume eu tantas confusiones que se fatiga y
pierde como en tenebroso laberinto. Otorgó al arte
Dios alas con que se remontara basta el S o l ; pero no
á la critica vista, que n o se cegara ante sus rayos.
E n r e s u m e n : fué D . J u a n R u i z de Alarcon el
poeta dramático más filosófico y doctrinal de su
época: el que más constantemente moralizó el propó-
sito de sus creaciones: el que estableció mayor con-
cierto, subordinación y p r o x i m i d a d , entre los m e -
dios y fines artísticos: el que enseñó á sus personajes
habla más sencilla, despejada, correcta y popular.
L a índole de este escrito no admite análisis y
comprobaciones, que h a n de hallar en otro su apro-
piado lugar. Á poder crearse la belleza dramática, por
virtud de documentos ó ministerio de leyes aprendi-
das, mucho pudiera enseñar el estudio de nuestro
poeta.
Si parcial fuese nuestro j u i c i o , excesiva nuestra
admiración, ó cómplice de ella nuestro patriotismo,
no h u b i e r a alcanzado entre otros, á tres de los más
grandes escritores de la edad clásica francesa. P . Cor-
neille, que introdujo en su escena la Verdad'sospe-
chosa, medio refundida y medio copiada, con el título
del Emhtstero, decia «que el asunto le había parecido
XXXIII

t a n ingenioso y bien compuesto, que h u b i e r a dado


por su invención, dos de sus mejores obras.» Moliere,
el creador de la comedia moderna escribia á Eoileau
«que La verdad sospechosa le habia revelado la verda-
dera comedia, y que sin ella acaso no h u b i e r a escrito
El misántropo.)) P o r último, Voltaire, que se admiraba
de pocas cosas, y p e r m i t i a difícilmente á su a d m i r a -
ción traslucir, le llamaba «maravilla del a r t e , á que
nada se parecía entre antiguos y modernos.»
Posteriormente Philarete Chasles, P u i b u s q u e ,
O h a c k , Ticknor y otros en juicios más ó menos mo-
tivados, y con relación á u n a s ú otras piezas sxxy&s,
afirman que es uno de los poetas de mayor mérito,
ingenio y pericia dramática en el siglo de oro del
teatro español.
E n t r e nosotros del propio sentir son: Alcalá Ga-
l i a n o , García S u e l t o , Gil de Zarate, L i s t a , Martínez
do la Rosa, Mesonero , Ochoa y el a r t i s t a , crítico y
e r u d i t o , que con fecha más reciente, estudio más
profundo y m á s indisputada competencia h a hecho la
colección de las obras de nuestro a u t o r , Sr. D . J u a n
Eujenio H a r t z e n b u s c h .
N o es p o r lo tanto inmotivada y g r a t u i t a la ala-
b a n z a que le tributamos, ni original y exclusivamente
n u e s t r a la apreciación de su valor literario. Ya hemos
visto que le h a n apreciado antes muchos de suprema
competencia. P e r o , ¿qué i m p o r t a llevar la palma de
la primacía y de la originalidad en la ocasión p r e -
sente? L o que i m p o r t a y satisface es lo justo y m e r e -
c
cido de la alabanza; pues la h o n r a de que nos p r i v a
el no ser los primeros á entonarla, sobradamente se
compensa con el orgulloso placer de u n i r n u e s t r a
voz al concierto de los que cantan con a m o r las glo-
rias de su patria.

ISAAC NUÑEZ DE A R E N A S .
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS;

PERSONAS.

EL REY DE LEÓN, galán, LEONOR, dama.


RODRIGO DE Y1LLAGÓMEZ, E L V I R A , dama.
galán. J1MENA, vitlana.
EL REY DON SANCHO, ¡/oía». UN P A J E .
RAMIRO, galán. JIENDO, cortesano.
E L CONDE MELEKDO, viejo OTRO CORTESANO.
grave. FORTUN, criado del Bey don
BERSIUDO, su hijo. Sancho.
KUÑO, criado del Conde. DOS VILLANOS.
CUARESMA, gracioso.

La escena es en León y en una Aldea.

ACTO P R I M E R O .

Salon del Real alcázar de León.

ESCENA PRIMERA.

EL CONDE. RODRIGO.

RODRIGO.

Famoso Melcndo, Conde


De Galicia, no penséis
Que la pretensión que veis, ,
Sólo al a m o r corresponde
De mi adorada L e o n o r ,
.Que vuestra firme amistad
TOMO I.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Tiene más autoridad


En mi pecho q u e su amor.
Por esto me resolví
Á lo q u e el alma desea,
Porque parentesco sea
Lo q u e amistad hasta aquí.

C0>'DB.

Bien pienso, noble Rodrigo


De Villagomez, que estáis
Seguro d e q u e gozáis
El p r i m e r lugar conmigo
De amistad; bien lo h e mostrado
Con u n a y otra fineza,
Pues yo h e sido de su alteza
A y o , tutor y p r i v a d o ;
Y a u n q u e el a m o r h e entendido
Que os tiene su majestad,
Eslimo vuestra amistad
T a n t o , q u e n o me h a n movido
Á que del quiera apartaros
Los celos do su p r i v a n z a ;
Que esta es la mayor probanza
Que de mi fé puedo d a r o s ;
Que es alta razón de estado,
Si bien n o conforme á ley,
No sufrir cerca del Rey
Competidor el p r i v a d o ;
Porque la ambición inquieta
Es de ían vil calidad,
Que ni atiende á la amistad,
Ni el parentesco respeta.
LOS PECHOS PMVILEGIADOS. 3

Mas a u n q u e es tan verdadera


Mi amistad , n o por amigo
Me obligáis; q u e por Rodrigo
De Villagómez os diera
También de Leonor la m a n o ,
Alegre y desvanecido
De lo q u e con tal marido
Gana mi hija, y y o gano.

nODJUGO.

Las p l a ñ í a s , Melendo, os beso


Por la merced que me hacéis.

CO*DE.

Alzad , alzad; q u e ofendéis


Vuestra estimación con eso;
' Pues ni el reino de León
Ni España toda averigua
Ó calidad m á s a n t i g u a ,
Ó más ilustre blasón
Que vuestra prosapia ostenta ,
A q u i e n , para eternizallos,
Dan Tuerza tantos vasallos,
Y laníos lugares renta.

RODRIGO.

T o d o , g r a n Melendo, es poco
Para q u e alcanzar pretenda
De vuestra sangre u n a prenda ,
Cuyo bien mo vuelve loco :
Y a s í , con vuestra licencia,
Al Rey la quiero p e d i r ;
4 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Que no basta á resistir


El deseo la paciencia.

CONDE.

Y yo llevar al instante
La alegre nueva á Leonor,
De que es mi amigo mayor
Su más verdadero amante. [ Jase. ]

ESCENA II.

RODRIGO.

En tanto b i e n , pensamiento,
¿Qué resta que desear,
Sino sólo refrenar
Los impulsos del contento ?
Que según del alma mia
La capacidad excede,
Como la tristeza, puede
Matar también la alegría.
Al Rey quiero hablar..... Él viene:
Su licencia y mi ventura
La esperanza me asegura
En el amor que me tiene.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 5

ESCENA III

EL REY. RODRIGO.

BEY.

¡Rodrigo!

RODRIGO.

i Señor!

REY.

Agora
Á buscaros e n v i a b a ;
Que ya sin vos dilataba
Á muchos siglos u n hora.

RODRIGO.

¿ C u á n d o p u d e merecer,
Señor, gozar tan crecido
Favor?

REY.

Á tiempo h e venido
En q u e el vuestro h e menester.

RODRIGO.

Hoy mi v e n t u r a de n u e v o
Comenzaré á celebrar,
Si e n algo empiezo á pagar
Lo m u c h o , señor, que os debo.
6 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

HE Y.

En algo n o ; 011 lodo, amigo ,


Ale daré por satisfecho.

RODRIGO.

Acabe pues vuestro pecho


De ser liberal conmigo.

REY.

Yo estoy (por decirlo tocio


De una vez) enamorado;
Y es tan alto mi cuidado,
Que no puedo tener modo
De remediar mi pasión,
Si vos no sois el tercero,
Porque las prendas que quiero,
•Prendas de Melendo son.

RODRIGO. [Ap.]

¡ Ay de mí! Leonor será;


•¿Quién lo duda?

REY.

Yos, Rodrigo,
Sois tan familiar amigo
Del Conde, que no podrá
Darme mayor confianza
Otro que v o s , ni tener
Ocasión de disponer
Los medios á mi esperanza,
Que como á su bien mayor,
LOS PECIIOS PRIVILEGIADOS. 7

Á los favores aspira


De la hermosa Doña Elvira. '

RODRIGO. [Ap.]

Cobró ia vida mi amor.'

REY.

Este es el bien que pretendo


Por vuestra mano alcanzar.

RODRIGO.

¿Teméis que os ha de negar


La de su hija Melendo,
Si os queréis casar, señor?
Declaraos con él; que es cierto
Que alcanzareis, por concierto
Lo que intentáis, por amor.

REY.

¿En tan poco habéis creído


Que me estimo, que os pidiera, .
Si ser su esposo quisiera ,
El favor .que os he pedido ?

RODRIGO.

¿Y en tan poca estimación


Os tengo y o , que debia
Presumir que en vos cabia
Injusta imaginación?
¿Y en tan poco me estimáis,
Ó me estimo yo, qué crea '
Que para una cosa fea
8 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Yaleros de mi queráis ?
Y al fin, ¿ t a n poco entendéis
Que estimo al Conde, que entienda
Que vuestra afición le.ofenda,
Si ser su yerno podéis ?

REY.

Á mí y al Conde y á vos,
Rodrigo, estimar es j u s t o ;
.Mas ni tiene ley el gusto,
Ni razón el ciego Dios.
Y cuando Sancho García,
Conde de Castilla, intenta
(Porque así la paz aumenta
E n t r e su gente y la m i a )
Darme de doña Mayor,
Su hermosa hija, la m a n o ,
Y el leonés y el castellano,
Tuvieran por loco error,
Pudiendo, no efectuallo,
¿Con qué disculpa ó qué ley
Trocará su igual u n Rey
Por la'hija de u n vasallo?

RODRIGO.

Pues si en eso corresponde


Á la razón vuestro pecho,
¿ Por qué también no lo ha hecho
Para n o ofender al Conde?
REY.

Porque lo primero fundo


En buena razón de estado,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 9

Y en estar e n a m o r a d o ,
Que es sinrazón , lo segundo.
Esto habéis de hacer por m í ,
Si es q u e ini vida eslimáis,
Y si el lugar deseáis
Pagar q u e e n el alma os di.

RODRIGO.

Señor! mirad

REY.

Ciego e s t o y :
No m e aconsejéis, Rodrigo.
Esto h a c e d , si sois mi amigo.

RODRIGO.

Alfonso, p o r q u e lo soy,
Os pongo de la verdad
Á los ojos el espejo;
Que se v é e n el b u e n consejo
La verdadera amistad.

REY.

Yo me doy por advertido,


Y del consejo obligado;
Mas p u e s , habiéndole dado,
Con q u i e n sois habéis cumplido ,
Determinándome yo
Á n o tomalíe, Rodrigo,
Debe a y u d a r m e mi amigo
Á lo mismo que culpó.
LOS PI5CHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO

Nunca disculpa la ley


De la amistad eJ e r r o r .

REY.

¿Disculpa queréis m a y o r
Que hacer el gusto del R e y ?

RODRIGO.

Antes seré m á s c u l p a d o ;
Y de eso mismo se a r g u y e ,
P o r q u e del Rey se a t r i b u y e
Siempi'e el e r r o r al privado.
Y con razón ; q u e es m u y cierto
Que el divino n a t u r a l
Que dá la sangre Real
No puede hacer desacierto,
Si al genio bien inclinado
De quien sólo bien se a g u a r d a ,
Hacen dos ángeles guarda,
Y aconseja u n b u e n privado.

REY.

¡ Libre os Dios q u e la pasión


Del amor sujete al R e y !
Que ni h a y consejo, n i ley,
Ni s a n g r e , ni inclinación;
Antes llega á enfurecer
Con tanta mayor violencia,
Cuanta m a y o r resistencia
Tuvo el a m o r que vencer.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. Ü

V puesto que me v e n c i ó ,
Y lie llegado á resolverme,
Os loca y a obedecerme,
Si aconsejarme os tocó.

RODRIGO.

Señor, la misma razón


Por qué á mí me lo encargáis ,
Hace, si bien lo m i r á i s ,
La m a y o r c o n t r a d í c i o n ;
Que si á Elvira puedo hablar,
Por ser amigo del C o n d e ,
Con eso mismo os responde
Mi fé q u e m e h e de e x c u s a r ;
Pues ni y o fuera Rodrigo
De Yülagómez, n i fuera
Digno de que en mí cupiera
El n o m b r e de vuestro amigo ,
Si sólo por daros gusto
En u n caso t a n mal h e c h o ,
Hiciera á u n amigo estrecho
Un agravio tan injusto.

REY.

Si os sentís m á s obligado
A su amistad q u e á la inia ,
Serviráme esta porfía
De h a b e r m e d e s e n g a ñ a d o ;
Pero si valgo, Rodrigo
De Yülagómez, con vos
Más q u e el Conde, u n a de dos:
Hacerlo ó n o ser mi amigo.
12 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO.

Si yo no lo he merecido
Por mi sangre y m i valor,
Muy caro dais el favor,
Á precio de honor v e n d i d o ;
Que ese es modo con q u e suele
Levantarse á la privanza
Del Rey, sólo quien n o alcanza
Otras alas con q u e v u e l e ;
Mas n o quien p u d o llegar
Por sus partes á subir,
Y merece con servir,
Y no con lisonjear.

REY.

Vuestra opinión os e n g a ñ a ;
Que á quien lisonjas desea,
Sirve quien le lisonjea
Más q u e quien le desengaña.
Y p a r a q u e os reduzgais,
Advertid, q u e es necedad
Perder de u n Rey la amistad
Por lo que n o remediáis;
Que para este fin, Rodrigo,
Mil vasallos tendré yo
Sin dificultad; vos n o
Fácilmente u n Rey amigo.

HODIUGO.

Para hacer yo lo q u e d e b o ,
Sólo á lo q u e debo m i r o ;
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 43

Ni á otros efetos aspiro,


Ni de otras causas me muevo.
Lo q u e y o solo n o h a g o ,
Decís que muchos h a r á n ;
Mas esos mismos d a r á n
Lustre á la deuda q u e pago;
Pues cuando os p i e r d a , señor,
Dirán que entre tantos fui
Sólo y o , quien me atreví
Á. perderos p o r mi honor.
Los malos h o n r a n los b u e n o s ,
Como h o n r a la noche al d i a ;
Que sin tinieblas, tendría
El m u n d o la luz en menos.

REY.

Basta; que es poco respeto


Tanto a r g u m e n t a r conmigo;
Y a d v e r t i d , si como amigo
Os descubrí m i secreto,
Supuesto q u e os resolvéis
A n o h a b l a r á la q u e adora
Mi p e c h o , que os m a n d o agora ,
Como Rey, q u e lo calléis
Y n o m e volváis á v e r ;
Que s i , á precio del h o n o r
Juzgáis caro mi favor,
Debiérades e n t e n d e r
Que en ésta c u m b r e que toco
Es el m á s alto interés
Ser m i a m i g o ; y si lo e s ,
Nunca mucho costó poco. [ Vase.]
14 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA I?.

RODRIGO.
¿Esto es s e r v i r ? ¿Estos son
Los premios de la fineza,
Los fines de la g r a n d e z a ,
Los frutos de la ambición?
¿ De modo q u e la razón
No ha de ser ley, sino el gusto,
Y q u e , cuando el Rey n o es j u s t o ,
Quien conserva su privanza
Viene a dar cierta probanza
De que también es injusto?
Pues n o , n o p e r d á i s , honor,
La alabanza m á s s e g u r a ;
Que ser privado es v e n t u r a , •
No quererlo ser, valor.
El p r i v a r es resplandor
De ajenos rayos prestado,
Y es luz propia h a b e r mostrado
Que quiso ser más Rodrigo
Rucn amigo de su a m i g o ,
Que de su Rey mal privado.
Perdí su gracia y mi a m o r
Á Leonor; q u e es justa ley
Que sin licencia del Rey
No m e dé el Conde á Leonor.
Su indignación y m i h o n o r
Pedilla me h a n impedido,
Pues su sangre h e ya entendido
Que quiere el Rey ofender;
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 15

Mas el valor en p e r d e r
Hace lograr lo perdido.
Perdiendo p u e s , c o r a z ó n ,
Ganemos la m a y o r gloria;
Que es la m á s alia victoria
Vencer la propia pasión.
Combátame la a m b i c i ó n ,
Aflíjame el a m o r loco;
Que e n estas desdichas toco
De la virtud el valor;
V si es ella el bien m a y o r ,
Nunca mucho costó poco. - [ Vase.)

Calle.

ESCENA V.

RAMIRO. CUARESMA.

CUARESMA.

¿Al fin eres ya privado


Del Rey ?
RAMIRO.

Sí.
CUARESMA.

¿Y cómo, señor,
Díme, has de ser en su amor
Privado? ¿ p u r o ó a g u a d o ?

RAMIRO. . •

No entiendo esa distinción.


16 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

CUARESMA.

Va la explicación. Aquel
Que tratando el Rey con él
Sólo las cosas q u e son
De gusto, vivo seguro
De quejosos maldicientes
Y cansados p r e t e n d i e n t e s ,
Llamo yo privado p u r o ;
Mas el triste á quien le dan
Un trabajo t a n e t e r n o ,
Que es del peso del gobierno
Un lustroso g a n a p á n
(Aunque al poeta desmienta
Que suele llamarlo A t l a n t e ,
Pues no h a y cosa m á s distante
Del cielo (pie éste .sustenta,
Que la carga del gobierno,
Que infierno se h a de llamar,
Si es q u e el eterno p e n a r
Se puede llamar infierno);
Este p u e s , que siempre lidia
Con t a n t o s , tan diferentes
Cuidados, que á los p r u d e n t e s
Dá compasión, y n o envidia;
É s t e , q u e n o h a y desdichado
Caso, a u n q u e sin culpa s u y a ,
Que el vulgo no le a t r i b u y a ,
Llamo y o privado a g u a d o ;
Pues como quita el sabor
Al vino el agua , es tan grave
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Su p e n a , q u e n o le sabe
El ser privado á favor.

RAMIRO.

Yo, según ese a r g u m e n t o ,


Yengo á ser privado p u r o ,

CUARESMA.

Con eso tendrás seguro


El gusto, poder y aumento.
Mas d i , ¿ cómo la afición
Del Rey pudiste alcanzar?

RAMIRO.

Eso n o has d e p r e g u n t a r ;
Que es secreta la ocasión.

CUARESMA.

¿Secreta?

RAMIRO.

Cuaresma, sí.

CUARESMA.

¿Y n o la puedo saber?

RAMIRO.

No.

CUARESMA.

¡Qué tal debe d e ser,


Pues q u e la encubres de m i !
TOMO I.
18 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RAMIRO.

Sólo te he de declarar
Que en el lugar q u e perdió
Yillagóniez, entro y o ;
Que al Rey n o supo agradar,
Y con ser del tan bien visto,
De sus ojos le ha apartado.

CUARESMA.

¿ Con expulsión has e n t r a d o ,


Y de u n h o m b r e también quisto?
i Oh!.... ¡ lo que d i r á n de tí!

RAMIRO.

Si ha sido gusto del Rey,


Y el obedecerle es ley,
¿Por qué h a n de culparme á mí?

CUARESMA.

P o r q u e , según h e entendido,
El vulgo mal inclinado
Siempre condena al p r i v a d o ,
Siempre disculpa al caido.
Mas del Conde Galiciano
Es esta la casa.

RAMIRO.

k Elvira
Quiero h a b l a r : quédate y mira
Que si viniere su h e r m a n o
LOS PECHOS PRIVILEGIA DOS.

Ó su p a d r e , al mismo instante
Me avises.

CUARESMA.

Si e n eso está
El s e r v i r t e , n o será
Un soplón m á s vigilante. [ Vanse,

Sala en casa del Conde Melendo.

ESCENA VI.

RAMIRO.

En lo q u e vengo á e m p r e n d e r
Sirvo al R e y , si al Conde ofendo:
Y a s í , p e r d o n e Melendo;
Que al Rey h e de obedecer.
Elvira es esta, y me ofrece
La soledad c o n y u n t u r a :
Parece q u e la v e n t u r a
Á los Reyes favorece.

ESCENA VII.

ELVIRA. RAMIRO.

ELVIRA.

R a m i r o , sin avisar,
¡ Hasta aquí os habéis entrado I
20 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RAMIRO.
¿ Cómo ha cíe h a b e r avisado
Quien sola os p r e t e n d e h a b l a r ?
Del Rey soy, hermosa E l v i r a ,
Secretario y mensajero
Del amor m á s verdadero
Que el tiempo en su curso admira.
Mis razones p e r d o n a d ,
Si poco adornadas s o n ;
Que el ser •veloz la ocasión
Dio á la lengua brevedad.
El Rey, e n fin, confiado,
Si n o le mienten señales,
De q u e n o son desiguales
Su pena y vuestro c u i d a d o ,
Os pide tiempo y lugar
Para poder visitaros,
P o r q u e entre m o r i r ó hablaros
Ya n o h a y medio q u e esperar.

ELVIRA.

R a m i r o , a u n q u e las señales
No h a n engañado á su alteza,
Nunca olvidan su nobleza
Las mujeres principales.
Mi padre ha sido tutor
Del Rey, y el h a b e r pasado
Juntos la niñez ha dado
Con la edad fuerza al amor:
No lo niego: antes estoy
Tan rendida y abrasada,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. ti

Que mil veces despechada,


Me pesó d e ser quien soy.
Esto decid á su alteza
Porque alivie sus enojos;
Y q u e volviendo los ojos
Á mi heredada nobleza,
Si e n m i obligación rao ofendo,
Me alegro e n mi p r e s u n c i ó n ;
Que n o es el Rey de León
Mejor q u e el Conde Melendo.
Y teniendo confianza
De q u e puedo ser su esposa,
Si es la obligación p e n o s a ,
Es dichosa la esperanza
Que me dá mi calidad;
Y a s í , si Alfonso me q u i e r e ,
Sin ser m i esposo, n o espere
Conquistar mi honestidad;
Que si con tal sangre y fama
Para esposa m e juzgó
P e q u e ñ a , m e tengo y o
Por g r a n d e para su dama.

RAMIRO.

Al fin, ¿ n o daréis lugar


De que os h a b l e ?

ELVIRA.

Si arriesgara
La o p i n i ó n , ¿ qué m e q u e d a r a ,
Teniendo amor que negar ?
Públicamente me vea
¿2 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Si la mano quiere d a r m e ;
Que si n o , yo h e d e g u a r d a r m e
De quien mi infamia desea.
Y adiós, R a m i r o , que viene
Gente.

ESCENA VIII.

RAMIRO.
Adiós.—Esta es L e o n o r ;
Mas ocultalla m i a m o r
Á los intentos conviene
Del R e y ; que p o r q u e á sentir
No llegue el C o n d e , que aspira
Á los amores de E l v i r a ,
A mí me m a n d a fingir,
En lo p ú b l i c o , su a m a n t e ,
Para e n c u b r i r su afición.
Callemos p u e s , c o r a z ó n ,
Si puede en amor constante. [Vase.]

ESCENA IX.

LEONOR. ELVIRA.

LEONOR.

Mucha novedad m e h a hecho


El ver á Ramiro aquí.

ELVIRA.

Agora sabrás de mí
Lo que n o cabe e n mi pecho.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 23

Ya n o rne quejo , Leonor:


Dichoso es ya mi cuidado;
Que Alonso se h a declarado,
Y paga mi firme a m o r ;
Y d e su parte ha venido
Ramiro á solicitar
Que ie conceda lugar
De verme.

LEONOR.

¿ Y q u é has respondido ?

ELVIRA.

Dije Mas este es Rodrigo


De Yillagómez: después
Lo sabrás. [ Vase,]

ESCENA X.

RODRIGO. LEONOR.

RODRIGO.

(Ap. Turbados pies,


Aquí el m a y o r enemigo
De vuestra honrosa partida
Os présenla el ciego a m o r ;
Mas pasos que dá el h o n o r ,
No es bien q u e a m o r los impida.)
Cuando os pensaba pedir,
Leonor, el bien soberano
De vuestra adorada m a n o ,
Del me vengo á despedir
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Y de vos, para u n a ausencia


Tan forzosa, q u e con ser
Vos mi d u e ñ o , la h e de hacer
Aunque no me deis licencia.

LEONOR.

Pues ¿ q u é ocasión?

RODRIGO.

Leonor bella,
La ocasión n o p r e g u n t é i s ;
Que es grave entender podéis,
Pues os pierdo á vos por ella.
Ni puedo menos hacer,
Ni m á s os puedo decir.

LEONOR.

Más me dais á presumir


Que de vos puedo s a b e r ;
Que el q u e u n secreto pondera
Y lo calla, hace m á s daño
Dando ocasión á u n e n g a ñ o ,
Que declarándolo hiciera:
Y a s í , quien p r u d e n c i a alcanza,
Ó n o ha de dar á e n t e n d e r
Que h a y secreto q u e saber,
Ó ha de hacer del confianza;
Que n o ha de dar el discreto
Causa al discursivo e r r o r
Del que n o tiene valor
Para íialle u n secreto.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO.

S e ñ o r a , cuando es forzoso
Disculpar yo la m u d a n z a
De u n a t a n cierta esperanza
De ser vuestro amado esposo,
¿ Cómo n o os d a r é á entender
Que h a y causa d o n d e h a y efeto?
Y si es la causa u n secreto
Que vos n o podéis saber,
¿Cómo puedo yo dejar
De tocarlo y de callarlo ?

LEONOR.

Resolviéndoos á fiarlo
De q u i e n os h a de culpar
De m u d a b l e y e n t e n d e r
?

Que p u e s calláis la ocasión


De u n a t a n injusta acción,
Es p o r n o h a b e r l a , ó n o ser
Bastante: q u e es desvarío
P e n s a r q u e q u e r r á u n discreto,
Por n o fiarme u n secreto,
Infamar su h o n o r y el mío.
¿ Q u é puedo yo, q u é León
De u n a tan fácil m u d a n z a
Pensar, si della n o alcanza
La verdadera ocasión,
Sino q u e habéis descubierto
Defetos en m í , y q u e h a n sido
Muy g r a v e s , p u e s h a n rompido
T a n asentado concierto ?
26 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

No tuvo firme afición


Quien tan fácil se h a m u d a d o ;
Que con ella el agraviado
Ama la satisfacción
Y si me culpa la f a m a ,
Esta fuera ley forzosa,
No sólo a m á n d o m e esposa,
Pero sirviéndome dama.

RODRIGO.

Ni es mudable mi afición ,
Ni la fama se os a t r e v e ,
Ni es la ocasión que m e m u e v e
Sujeta á satisfacción;
Y si puede peligrar
Vuestro h o n o r , c u l p a d , Leonor,
Mi fortuna, n o m i a m o r ;
Que ella m e obliga á callar.

LEONOR.

Pues si ni os m u e v e mi daño
Ni satisfacción q u e r é i s ,
A u n q u e el secreto ocultéis
No ocultéis el desengaño.
Partid p u e s ; q u e estando a u s e n t e
Poco pienso p a d e c e r ;
Que es m u y fácil de p e r d e r
Quien ine pierde fácilmente. [Casu.]

RODRIGO.

Aguardad, Leonor hermosa.—


Fuese, i Oh inviolable preceto!
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

i Oh d u r a ley del secreto,


Cuanto precisa, enojosa!

ESCENA XI.

EL CONDE. RODRIGO.

CONDE.

Rodrigo, la larga ausencia


Vuestra m e daba cuidado,
Y e n palacio os h e buscado
Sin fruto y con diligencia.
RODRIGO.

Muy o t r o , C o n d e , me veis
Del que pcnsastes j a m á s ;
Ya en cualquiera parto, m á s
Que e n palacio, me hallareis.
CONDE.

Pues ¿ qué novedad se ofrece


E n vuestras cosas?
RODRIGO.

Melendo,
No se m e r e c e s i r v i e n d o ;
Agradando se merece.
Del Rey por cierta ocasión
La gracia, Conde, h e p e r d i d o :
Bien sabe Dios que n o h a sido
La culpa de mi intención.
Por esto pues a u s e n t a r m e
De la corte es ya forzoso,
Y esto el tálamo dichoso
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

De Leonor pudo q u i t a r m e ;
Que ni pedir fuera justo
Licencia al Rey enojado,
Ni á Leonor en este estado
Me daréis contra su gusto.

CONDE.

¿Cómo n o ?

RODRIGO,

De vuestro a m o r
El mayor esceso fio;
Pero n o os p e r m i t e el mió
Por m í el disgusto menor.

CONDE.

Ó el Rey'os h a de volver
Á su gracia, ó ¡ vive Dios,
Caro a m i g o , q u e por vos
Yo también la h e d e p e r d e r !

RODRIGO.

No intentéis ser mi t e r c e r o ;
Que del Rey la indignación,
Mientras d u r e la ocasión,
Ni puede cesar, ni quiero.
Yo parto á Valmadrigal,
Donde entre vasallos m i o s ,
Ni temeré los desvíos
Ni el aspecto desigual
Del Rey Alfonso, a u n q u e vos
Con vuestra penosa ausencia
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 29

Solicitéis mi impaciencia.
Dadme los b r a z o s , y adiós.
CONDE.

¿ Que n o puedo yo saber


La ocasión desto, Rodrigo ?
RODRIGO.

Pues sois mi m a y o r amigo


Y callo, debe de ser
Imposible d e c l a r a r m e ;
Mas si sabéis d i s c u r r i r ,
Harto os digo con partir,
Con callar y n o casarme. [Vase.]

ESCENA XII.

EL CONDE.
Cuando fué á pedir licencia
Al Rey de casarse, ¡ vuelve
E n su desgracia, y resuelve
Hacer, sin casarse, ausencia!
¡ Cielos! ¿ Qué puedo pensar,
Si mi m á s estrecho, amigo
Dice tras e s o : «Harto os digo
Con p a r t i r y con callar
Y n o casarme?» Sin duda
Que es p r e n d a del Rey Leonor,
P o r q u e u n h o m b r e del valor
De Yillagómez n o m u d a
F o r t u n a , lugar é intento
Con m e n o s grave ocasión;
Y estos efetos n o son
30 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Sino del furor violento


De los celos y el a m o r .
¡ Ali Alfonso! ¿ E n ofensas tales
Pagan personas Reales
Los servicios de u n t u t o r ?
Que claro está, pues tratáis
En Castilla casamiento,
Que es de ofenderme el intento
Que amando ó Leonor, lleváis.
¿ Quién, quién pudiera esperar
Esto de u n R e y ? Mas n o quiero
Precipitarme, p r i m e r o
Que lo llegue á averiguar.

ESCENA XIII.

BERMUDO. EL CONDE.

BERMÜDO.

Confuso, p a d r e , y turbado
Vengo de t a n g r a n m u d a n z a ;
Que dicen q u e á la privanza
De Alfonso se h a levantado
R a m i r o , y q u e desvalido
Con él Rodrigo, se ausenta.

CONDE.

Hijo, ¡ ay de mí I ¡ que mi afrenta


La causa de todo ha sido!

BERMUDO.

¿Quién p u d o para afrentarte


Tener tan osado pecho ?
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 31

CONDE.

No lo s é , a u n q u e lo sospecho.

BERMUDO.

Acaba de declararte;
Sácame de confusión.

CONDE.

De Leonor h e sospechado
Que está el Rey e n a m o r a d o ;
Y si lo está, es su intención
A f r e n t a r m e , p u e s q u e trata
E n Castilla de casarse;
Y conviene averiguarse
Si Leonor resiste i n g r a t a ,
Ó muestra pecho ligero
Á su intento enamorado.

BERMUDO.

Hoy de Ramiro u n criado


Hablaba con el portero
De casa; y si bien allí
E n ello n o r e p a r é
P o r q u e n a d a sospeché,
Caigo ahora en q u e de mí
Se recelaron los dos.

CONDE.

No me digas m á s , B e r m u d o :
Llámale q u e n a d a dudo
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Ya del caso. ¡Vive Dios! [Vase Bermudo.]


Que es tercero e n la afición
Del Rey el traidor R a m i r o ,
Y la privanza q u e m i r o
Procede desta ocasión.
Cielos, ¿por qué se h a n de ciar
Honras, á precio de gustos ?
¿Por qué con medios injustos
Se alcanza u n alto l u g a r ?

ESCENA XIV.

BERMUDO. ÑUÑO. EL CONDE.

BERMUDO.

Aquí está Ñ u ñ o , señor.

CONDE.

Ñ u ñ o , el premio y el castigo
Te muestro : pueda contigo,
Si n o el amor, el temor.
Si me dices la v e r d a d ,
No sólo espera el p e r d ó n ,
Mas el mayor galardón
Que se debe á la lealtad.

ÑUÑO.

Hidalgo soy y obligado


De t í , y el a m o r ofendes,
Si amenazarme p r e t e n d e s ,
Mayor, q u e se vio e n criado.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

CONDE.

Di me p u e s : ¿ q u é te quería
Ramiro ?
ÑUÑO.

Señor, a g u a r d a ;
Que el que en la respuesta tarda ,
ó es culpado, ó desconfía
Del crédito, ó piensa engaños
Con que e n c u b r i r la verdad ;
Y n o arriesgo mi lealtad
A n i n g u n o destos daños.
A Elvira Ramiro a d o r a ;
Y boy, señor, habló con ella
En tu ausencia, y para vella
Sola, esta noche á deshora,
Que le abriese m e pidió :
Como su poder t e m í ,
La lengua dijo q u e s í ,
Pero la intención q u e n o ;
Teniendo el dalle esperanza
Y excusar con u n engaño
Su efeto, por m e n o r daño
Que arriesgarme á su v e n g a n z a ,
Y á q u e el negocio tratase
Con otro m e n o s fiel
Criado t u y o , y con él
Lo q u e le estorbo alcanzase.
Esto p a s a ; y si en mi pecho
Ha sido culpa callarlo,
La esperanza de estorbarlo
Sin darte p e n a , lo h a hecho.
Tosió (.
34 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

CONDE.

Dame los brazos; ¿ q u é esperas?


Amigo y a , n o c r i a d o ,
Hoy á gozar de mi lado
En mi cámara s u b i e r a s ,
Sí n o tuviera segura
Con tal portero mi casa;
Pero n o ha de ser escasa
Mi m a n o ni t u v e n t u r a .
De Betánzos la Alcaidía
Es tuya.

amo.
Dame los pies.

CONDE.

Esto es pequeño i n t e r é s ;
Gozarle m a y o r confía.
Mas d i n i e , ¿ q u é h a y de L e o n o r ?
¿Quién la sirve ó la desea?

ÑUÑO.

Si lo s u p i e r a , n o crea
Tu pecho de m í , señor,
Que lo callara. Esto s é ,
Y n o otra cosa.

CONDE.

(Ap. P e r d o n a ,
Rey, si tu sacra persona
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 35

Injustamente c u l p é :
E r r o r fué, q u e n o malicia,
Presumir culpa de u n Rey,
Que es la vida de la ley
Y el alma d e i a justicia.)
TTijo, ¿ q u é h a r é ? Que a u n q u e viejo,
Me tiene tal la pasión ,
Que es fuerza en mi confusión
Yalerme de t u consejo.

DERMCDO.

.Señor, pues es importante


Averiguar si mi h e r m a n a
Es con Ramiro l i v i a n a ,
P o r q u e m u e r a con su a m a n t e ,
Cumpla con él lo tratado
Ñ u ñ o ; y los dos estaremos
Donde ocultos escuchemos
Y demos m u e r t e al culpado.

CONDE.

Dices bien. Hoy h a s de ser


T ú , Ñ u ñ o , q u i e n la h o n r a u ñ a
Restauro.

ÑUÑO.

E n mi fé confía.

CONDE.

V é n ; sabrás lo que has de hacer. [ Vanse. ]


36 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS,

Calle.

ESCENA XV.

EL REY y RAMIRO, de noche.

RAMIRO.

Al fin quedó persuadido


El portero de Melendo
Á q u e soy yo quien pretendo
Á Elvira.
REY.

Cautela ha sido
I m p o r t a n t e , p o r q u e así
Esté secreto mi a m o r ;
P o r q u e tengo por mejor
Que tenga queja de tí
Que d e m í el Conde, si acaso
Algo viene a sospechar.

RAMIRO.

Eso me obligó á callar


El amor en q u e me abraso
Á Leonor.
REY.

Si mi favor
Es la fortuna, confía
Que, ó se ha de m u d a r la m i a ,
Ó ha de ser tuya Leonor.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RAMIRO.

Donde tu poder se e m p e ñ a ,
Cierta m i dicha s e r á .
Á la puerta estamos ya
Del Conde.

REY.

Pues haz la seña


Que concertaste. ¡ Ay a m o r !
[¡face Bamiro una seña.]
Muestra tu poder aquí.

ESCENA XVI.

ÑUÑO. — DICHOS.

ÑUÑO.

¿Es Ramiro?

RAMIRO.

¿Es Ñ u ñ o ?

ÑUÑO.

Sí.
Bien podéis e n t r a r , señor.

RAMIRO.

¡Oh cuánto me has obligado!


38 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ÑUÑO.

¿No venís solo?

RAMIRO.

Conmigo
Viene u n verdadero amigo,
De quien el mayor cuidado
Con justa causa confío.

ÑUÑO.

Pues seguidme; que ya el sueño


Sepulta á mi anciano dueño.

RAMIRO.

¿ Y el hermoso cielo mió ?

ÑUÑO.

Elvira estará despierta;


Que es m u y dada á la lición
De libros.

REY.

Esmaltes son
De su belleza. [ Vanse.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 39

Sala en casa de Melendo.

E S C E N A XVII.

EL REY. RAMIRO. ÑUÑO.

ÑUÑO.

La puerta
Es esta d e su aposento.

REY.

La del mismo cielo, dí.

ÑUÑO.

Abierta está; veisla allí,


Ajena d e vuestro i n t e n t o ,
Los ojos entretenidos
E n u n libro.

RAMIRO.

Idos, y estad
En espía, y avisad
Si de alguien somos sentidos.

ÑUÑO.

Perded cuidado; que á mí


Me importa. [Vase.]

RAMIRO.

Ya nos sintió
Elvira.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

E S C E N A XVIII.

ELVIRA. D I C H O S .

ELVIRA.

¿ Quién está aquí ?

REY.

No te alteres; q u e y o soy.

ELVIRA.

¡ Ay de m í ! ¡ Qué a t r e v i m i e n t o !

REY.

Señora

ELVIRA.

¡ Qué confusión!

REY.

Escucha.
ELVIRA.

Sí d e mi p a d r e
Conocéis el g r a n valor,
¿ Cómo á u n exceso t a n loco
Os atrevisteis los dos ?

REY.

Perder, por v e r t e , la vida


Es la v e n t u r a m a y o r
Que me puede suceder.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 41

ELVIRA.

¿Cómo entrastes? ¿Quién a b r i ó ?

REY.

No gastes p u n i o s tan breves


E n larga averiguación.
Pierde el temor, d u e ñ o m i ó :
Yo le adoro y soy q u i e n s o y :
Si acusas mi a t r e v i m i e n t o ,
Ese mismo alego yo
Para que por él te informes
De la fuerza de mi amor.

ELVIRA.

I d o s , por Dios, señor, ¡(los;


Idos, si valgo con vos.

REY.

La ocasión t e n g o , s e ñ o r a :
No h e de p e r d e r la ocasión.
Tu voluntad me conceda
Lo q u e tomar puedo yo.

ELVIRA.

Llamaré á mi padre.

REY.

Llama,
Y serán tus daños d o s ;
Que á él le quitaré la v i d a .
Y tú perderás tu honor.
42 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA XIX.

EL CONDE y BERMUDO, con hachas encendidas


y eradas desnudas. DICHOS.

CONDE.

i Muera el aleve R a m i r o !

RAMIRO.

Perdidos somos, señor.

BERMUDO.

¡ Mueran!

ELVIRA.

i Ay de m í !

REY.

¡ Teneos
Al Rey!

CONDE.

¿Al R e y ?

REY.

Sí.
[Deja caer la espada el Conde.]

CONDE.

El Rey sois.....
Aunque n o lo parecéis;
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Pero conmigo bastó,


Para q u e suelte el acero,
Sólo el oir q u e sois vos.
Y a u n q u e pudiera este agravio,
Puesto q u e tan noble soy
Como v o s , m o v e r la espada
Á vengar mi deshonor,
Si el Rey dobe estimar menos
La v i d a , que la opinión
De j u s t o , el soltarla agora
Me da venganza m a y o r ;
Pues c u a n d o , m á s a g r a v i a d o ,
Más leal m e muestro y o ,
Me vengo m á s , p u e s os muestro
Tanto m á s injusto á vos.
Pero yo

BEY.

Basta; q u e á yerros
Nacidos de ciego amor,
El amor les da disculpa,
Y la prudencia perdón.
El misino exceso q u e veis
Os informe d e mi a r d o r ;
Si n u n c a fuistes a m a n t e ,
Al m e n o s p r u d e n t e sois:
Cese el justo sentimiento;
Y p u e s vuestra reprensión
Tan castigado me deja,
Déjeos satisfecho ú v o s ;
Que esta ofensa h a acrisolado,
No m a n c h a d o , vuestro honor.
U LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Pues Elvira resistiendo,


De quilates le subió :
Y a s í , pues con el intento
Sólo os h e ofendido y o ,
Basten penas de palabra
Para culpas de intención.

CONDE.

Basten, p o r q u e sois mi Rey ;


Que a u n las p a l a b r a s , señor,
Quisiera volver a) p e c h o ,
S¡ es que alguna os ofendió.

REY.

Ya pues mi e r r o r estimemos,
Pues n o s descubre mi error,
E n Elvira á vos tal hija,
Y á mí tal vasallo e n vos.
Y advertid que pues Elvira
Está inocente, y causó
Mi poder toda la c u l p a ,
No sienta vuestro rigor;
Que me toca su defensa.

CONDE.

Della satisfecho estoy;


Que su resistencia h e visto.

REY.

P u e s , Melendo a m i g o , adiós.
Dadme l a m a n o , y quedemos
Más amigos desde h o y ;
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Que de las pendencias suele


Nacer la amistad mayor.

CONDE.

Tomaré para besalla


La vuestra; mas v e d , señor,
Que dar La mano, y violar
La amistad es vil acción;
Y así ha de quedar seguro
De vos, desde aqui, mi honor.

REY.

Yo os lo prometo, Melendo.
Aquí el amor feneció
De Elvira , porque ya en mí
Fuera bajeza , y no amor.
Proseguir mi ciego intento
Viendo tal lealtad en v o s ,
En ella tal resistencia,.
Y en mí tal obligación,

ELVIRA. [Ap.]

¡ Ah falso!

CONDE.

De vos confío.

REY.

Quedaos, Melendo.

CONDE.

¡ Señor!
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS*

BEY,

Quedaos.

. CONDE.

Permitid q u e al m e n o s
Llegue á la calle con v o s ,
Porque quien salir os viere
Entienda que mereció
Esta visita Melendo,
Y n o su hija.

BEY.

Yos sois
Tan p r u d e n t e como digno
De q u e os haga ese favor.
Adiós, E l v i r a : y merezca
Mi atrevimiento p e r d ó n ,
Pues q u e la enmienda propongo.

ELVIRA.

Por ser efeto de a m o r


Perdono el atrevimiento
(Ap, Mas el propósito no.)
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS-

ACTO SEGUNDO.

Salón de palacio.

ESCENA PRIMERA.

EL C O N D E . RODRIGO.

CONDE.

Esto me p a s ó , Rodrigo,
Con Alfonso, y declararos
Este secreto, es mostraros
La obligación de u n a m i g o ;
Y p u e s su Alteza m e h a dado
La palabra de m i r a r
Por mi h o n o r y de olvidar
Á Elvira, con que h a cesado
De vuestro retiramiento
Y su enojo la ocasión,
Y de m u d a r la intención
Del tratado casamiento,
Con vuestra licencia quiero
Pedilla al Rey, p a r a daros
Á mi Leonor, y alcanzaros
El alto lugar primero
Que e n su gracia habéis t e n i d o ,
Y perdido sin r a z ó n ;
Que este es el fin, la ocasión
Es esta, q u e m e h a movido
Á hacer que por la ciudad
48 LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS.

Hoy, para veros conmigo,


Hayáis trocado, Rodrigo,
Del campo la soledad,
Por n o poder, para v e r o s ,
Yo de la corte faltar,
Ni estas cosas confiar
De cartas ni mensajeros.

RODRIGO.

Ni de vasallo la ley
Ni la de amigo c u a d r a r a ,
Si en vuestra verdad dudara
Ó e n la palabra del R e y ;
Y en fé desta confianza,
Lo q u e pedís os p e r m i t o ,
Si b i e n , Melendo, os limito
El volverme á la privanza.
La gracia sí m e alcanzad
(Que ésta es forzoso q u e p r e c i e ,
Pues n o hacerlo fuera especie
De locura ó deslealtad;)
Pero el asistirle n o ;
P o r q u e si Faetón v i v i e r a ,
F u e r a necio si volviera
Al carro q u e le abrasó.
CONDE.

Estáis agora enojado.


RODRIGO.

Corriendo el t i e m p o , n o h a y duda
Que el enojado se m u d a ;
Pero no el desengañado.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 49

CONDE.

Bien está: n o h e de exceder


Vuestro gusto; que á Leonor
Codicio en vos el valor,
No la fortuna y poder.

RODRIGO.

Siempre me honráis.

CONDE.

Voy á hablar
Al Rey.

RODRIGO.

Partid satisfecho;
Que aguardo con igual pecho
El contento y el pesar. [Vase.

ESCENA I I .

EL CONDE.

Apenas llevo esperanza


De conseguir mi intención.
¡ Oh terrible condición
Del poder y la privanza!
Y o , que el agraviado h e sido,
Vengo á ser el temeroso;
Que aborrece el poderoso
Al q u e del está ofendido.
El Rey es éste, y á solas
T O M O I. 4
50 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Viene hablando con Ramiro.


Á esta parte me r e t i r o ,
Porque las soberbias olas
De su dicha y valimiento
No m e atrevo ya á romper,
Y á solas h e menester

Decir á Alfonso m i intento. [Retírase.]

ESCENA I I I .

EL REY. RAMIRO. EL CONDE.


RAMIRO.

Si vuestra alteza del suceso m i r a


Las circunstancias, hallará q u e lí Elvira
Adora Yillagómez; q u e otra cosa
No p u d o ser con él t a n poderosa,
Que le hiciese oponerse á vuestro gusto,
Pues lo q u e m a n d a el Rey n u n c a es injusto.
Y b i e n mostró el efeto
Que al Conde reveló vuestro secreto,
Pues desvelado, atento y p r e v e n i d o ,
Y á deshoras vestido,
De B e r n m d o , su hijo, a c o m p a ñ a d o ,
Nos asaltó en el h u r t o enamorado.

REY.

Bien dices, claro está; p o r q u e Rodrigo


No quisiera ser m á s del Conde amigo
Que de su Rey. Sin duda fué locura
Del amor, n o de la amistad fineza,
Arrojarse á perder tanta g r a n d e z a ,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 51

Siendo mi gracia su m a y o r v e n t u r a .
Vengaréme, Ramiro ¡ por los cielos!
No sufriré mi ofensa ni mis celos,
A u n q u e m e a t r e v a , pues palabra h e d a d o ,
Á oprimir el impulso enamorado.

RAMIRO. [Ap.]

Esto está b i e n ; m i pretensión consigo,


Indignando á su alteza con Rodrigo;
Que me obligó á temer justa m u d a n z a
El cesar la ocasión de mi p r i v a n z a ,
Puesto q u e quiere el Rey determinado
La palabra cumplir q u e al Conde h a dado.

REY.

Melendo está en la sala.

RAMIRO.

Y me parece
Que aguarda retirado
Que vuestra alteza esté desocupado.
Quiero dalle l u g a r ; y p u e s se ofrece
Ocasión, h o y espero
La m a n o de Leonor con tal tercero.

REY.

T u y a será, R a m i r o ; m a s es justo
Que la obligues p r i m e r o , y q u e su gusto
Dispongas; y que vamos paso á paso
Pide también la gravedad del caso;
Que se juzga violento
Hecho de priesa u n grande casamiento.
0% LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RAMIRO.

Sólo á tal prevención y á tal prudencia

Se puede responder con la obediencia. [Tase.]

ESCENA IV.

EL REY. EL CONDE.
CONDE. [Ap.]

Ya quedó solo el Rey.

REY.

Melendo amigo

CONDE.

Si de esa suerte os h u m a n á i s conmigo,


Si ese n o m b r e m e r e z c o , no h a b r á cosa
Que juzgue en m i favor dificultosa.

REY.

Á lo difícil n o vuestra p r i v a n z a ,
Á lo imposible atreva su esperanza.

CONDE.

Dos cosas, g r a n señor, h e d e p e d i r o s :


Una es h o n r a r m e a m í , y otra es serviros.
Que á Yillagómez perdonéis es u n a ,
Y en esta os s i r v o ; q u e de su fortuna
Siente la adversidad el pueblo todo,
Y obligareis al reino de este m o d o ;
Y yo no sólo quedaré pagado
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 53

De mis servicios, n o , más obligado;


Que á mi hija Leonor le h e p r o m e t i d o ,
Y es m u y justo q u e cumpla lo ofrecido.
Y a s í , señor, es la segunda cosa
Que espero de esa m a n o poderosa
Que permitáis que salga, haciendo dueño
De Leonor á Rodrigo, deste empeño.

REY. [Ap.]
¿Que es Leonor la q u e a d o r a , y n o es Elvira ?
filas y a entiendo los fines á q u e aspira.
Temiendo mi venganza, pues m e ofende,
Así mis celos desmentir p r e t e n d e ,
Que siendo él h o m b r e , q u e en su h o n o r y fama
No sufrirá u n escrúpulo p e q u e ñ o ,
Sabiendo q u e pretendo p a r a dama
Á Elvira y n o para ini justo d u e ñ o ,
t

No quisiera á su h e r m a n a para esposa,


Á no obligarle causa tan forzosa.

CONDE.

Mucho d u d á i s ; ya teme mi e s p e r a n z a ;
Que especie de n e g a r es la tardanza.

REY.

Conde, m u c h o me admira q u e á Rodrigo


La ley, mejor que á m í , guardéis de amigo ,
Anteponiendo á mi opinión su gusto,
Pues el n o m b r e de fácil y el de injusto
Queréis q u e me dé ol m u n d o ; q u e es forzoso,
Si al que aparté de mí tan riguroso
Vuelvo á mis ojos, que tendrán por llano
S4 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Q u e , ó fui en culpar injusto, ó fui liviano


En volver á mi gracia al q u e perdella
Mereció por su error, estando en ella.
Si le habéis vuestra hija p r o m e t i d o ,
Yo de mi m a n o la d a r é m a r i d o ;
Que n i á vos está' b i e n , ni os lo m e r e z c o ,
Que emparentéis con h o m b r e que aborrezco.
Y no de lo q u e os niego estéis sentido,
Pues cuando vuestro intento m e h a ofendido,
Melendo, y yo con vos n o me h e i n d i g n a d o ,
No es poco lo q u e habéis de mí alcanzado.
[ l'ase.]

ESCENA V.

EL CONDE.

¡ Ay Melendo infeliz! ¡ Ay h o n o r m i ó !
Ya d e la fe y palabra desconfío
Del R e y : la causa d u r a y el i n t e n t o ,
Pues el efeto vive y el enojo.
Proseguir quiere su liviano antojo;
Que impedir de Rodrigo el casamiento
Es temer q u e le estorbe tal cuñado
Lo q u e á impedir tal p a d r e n o h a bastado.
Aquí n o h a y que esperar; q u e es bien q u e m u e r a
Quien la amenaza vé y el golpe espora.
Melendo, el Rey vuestra deshonra p i e n s a :
Huid; q u e con u n Rey n o h a y más defensa.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA VI.

BERMUDO. EL CONDE.

BERMUDO.

Cuidadoso estoy, señor,


De saber cómo te k a hablado
El Rey, ó q u é indicio h a dado
De la mudanza en su amor.

CONDE.

Hijo, cierto es nuestro daño.:


Echada la suerte.está:
Que por m u c h a s causas ya
La sospecha es desengaño.
Alfonso es Rey, bien lo v e o ;
P r o m e t i ó , mas es a m a n t e ;
No h a y propósito constante
Contra u n constante deseo.
El remedio está e n la ausencia;
Que al furor d e u n Rey, B e r m u d o ,
La espalda ha de ser escudo,
Y la fuga resistencia.
De señor m e hice vasallo
Por la ley del homenaje;
Pero su injuria y mi ultraje
Me obligan á renunciallo.

' BERMUDO.

Bien dices, p a d r e : á Galicia


P a r t a m o s ; que allí serás
56 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Solo el señor, y tendrás


En tus manos tu justicia;
Pues sí la naturaleza
Renunciares de León,
Sabrá el Rey q u e iguales son
Tu poder y su grandeza.

CONDE.

Por lo m e n o s determino
Salir de la corte luego;
Y p o r q u e el Rey, q u e está ciego,
No nos impida el c a m i n o ,
No quiero agora p a r t i r m e
Á Galicia, m a s fingiendo
Que en Yalmadrigal pretendo
Descansar y d i v e r t i r m e ,
Le a s e g u r a r é , y allí
Dispondré secretamente
Mi partida con la gente
De Villagómez; q u e así
No prevendrá mi intención
Alfonso.

BERMUDO.

Bien lo h a s trazado.

CONDE.

Ya que v a y a mal pagado,


Iré honrado de L e ó n . [Vanse.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 57

Sala en casa de Rodrigo, en Valmadrtgal.

ESCENA VIL

VILLANOS, cantando y bailando; R O D R I G O vestido


de campo; . I I M E N A .

V I L L A N O S . [Cantando.]
Quien se quiera solazar
Véngase á Valmadrigal.
Mala pascua é malos años
Para curtes é ciudades:
Aqui ahondan las verdades,
Allá ahondan los engaños;
Los bollicias é los daños
Allá non dejan vagar.
¿ Quién se quiere solazar?

JIMENA.

Non bailedes ende m á s ;


Non fagades m á s festejo;
Que finca el mueso señor
Todo a m a r r i d o é mal trecho.
Tiradvos; q u e en poridad
Yo, q u e por fijo le t e n g o ,
Con él quiero departir
Sobre sus cuitas é duelos.

VILLANO

Bien digo y o , que n o n praccn


Folguras al mueso d u e ñ o .
58 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

VILLANO 2.°

Pues se ha venido á la villa,


Fecho le h a b r á n algún tuerto.
[Vanse los villanos.]

ESCENA VIII.
RODRIGO. JIMENA.

JIMENA.

Mi Rodrigo ¿ q u é tenedes?
Esfogad conmigo el p e c h o ,
Si vos m i e m b r a q u e del mió
Vos di el p r i m e r alimento.
Ama vuesa s ó , Rodrigo;
Á n a d i e el vueso secreto
Podedes mejor fiar;
Que como m a d r e vos quiero.

RODRIGO.

De tu a m o r y t u i n t e n c i ó n ,
J i m e n a , estoy satisfecho;
Mas n o h a y alivio en mis p e n a s .
Ni en mis desdichas remedio.
Si descansara en contarlas,
Las fiara de t u p e c h o ;
Mas con la memoria crece
El dolor y el sentimiento.

JIMENA.

Si alguno desmesurado
Vos ha fecho algún denuesto,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

É por secreto jo'icio


Non vos c u m p r c desfacello
Por vuesas m a n o s , Rodrigo,
Maguer q u e ha tollido el tiempo
Tanta posanza á las m i a s ,
E que só fembra, m e ofrezco
Á magollar á p u ñ a d a s
A quien vos p r a z a , los huesos ;
Que en toda muesa m o n t a ñ a
Non y e león bravo é fiero
Á q u i e n yo , con ios mis brazos
Non d é la m u e r t e sin fierro.

RODRIGO.

Ya sé tus valientes b r í o s ,
Y los sabe todo el r e i n o ;
Pero la suerte se sufre,
No se vence con esfuerzo;
Que bien conoces del mió
Q u e , á ser h u m a n o sujeto
Quien me ofende, sin t u a y u d a ,
Supuesto que te agradezco
La voluntad , me vengara.

ESCENA IX.

UN PAJE, DICHOS.

US PAJE.

Un hidalgo forastero
A solas te quiere hablar.
60 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO.

Entre. — Y t ú , Jiinena, luego [Vase el paje.]


Á verme puedes volver.

JIMENA.

De b u e n grado. (Ap. Pues secreto


Quiere fabrar, escochar
Sus poridatles p r e t e n d o ;
Quizás desta malandanza
P o d r é saber el comienzo.)
[Retirase y se pone detrás de una puerta á escuchar.]

ESCENA X.

EL REY DON SANCHO, de camino. RODRIGO.


JIMENA, al paño.

DON SANCHO.

Rodrigo de Villagómez,
¿Conoceisme?

RODRIGO.

Si n o niego
Crédito á los ojos m i o s ,
Y si en lugar t a n pequeño
T a n t a grandeza c u p i e r a ,
Juzgara q u e es el q u e veo
Don S a n c h o , Rey de Navarra.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

DON SANCHO.

El mismo soy.

RODRIGO.

Pues ¿ que" es esto ?


¡ Vuestra majestad, señor,
Solo y fuera de su r e i n o !

JIMENA [Ap. al paño.]


i Válasme, San Salvador!

DON SANCHO.

Yillagómez, mis sucesos


Me trajeron á L e ó n ,
Y á Valmadrigal los vuestros.
Mas n o estéis a s í ; cubrios.

RODRIGO.

Señor

DON SANCHO.

Rodrigo, cubierto
Ha de estar el q u e merece
Que u n Rey le visite.

RODRIGO.

Harélo
P o r q u e vos me lo m a n d á i s ;
Que si el estar descubierto,
Rey don S a n c h o , es respetaros,
Cubrirme es obedeceros. [Cúbrese.]
62 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

DON SANCHO.

Si fuérades mi vasallo,
Hiciera con vos lo m e s m o ;
Que de vuestra ilustre casa
Sé bien los merecimientos.
Mas, p o r q u e esta novedad
Con causa os tendrá s u s p e n s o ,
Os diré en breves razones
La ocasión.

RODRIGO.

Ya estoy atento.

DON SANCHO.

La bella Mayor, infanta


De Castilla, á cuyo empleo
Aspiré, solicitó
De suerte mis p e n s a m i e n t o s ,
Que yo en persona partí
Á Castilla á los conciertos,
Para obligar con finezas
Más q u e con merecimientos.
Mas n o por esto h e dejado
De malograr mis deseos,
Porque á los más diligentes
Ama la fortuna menos.
El Conde Sancho García,
Su p a d r e , al fin ha resuelto
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Hacer al Rey d e L e ó n ,
Alfonso el Q u i n t o , su yerno.
Yo, perdida esta esperanza,
De Castilla partí l u e g o ;
Y p o r q u e es tiempo de dar
Sucesores á mi r e i n o ,
Á Doña Teresa, h e r m a n a
De Alfonso, los pensamientos
Volví; y q u e r i e n d o informar
Por los ojos el deseo,
Quise pasar por L e ó n ,
Disfrazado y e n c u b i e r t o ,
Por ver primero á Teresa,
Que declarase m i intento.
Prevención fué provechosa,
Pues la libertad y el seso
He perdido p o r E l v i r a ,
Hija del conde Melendo;
Y p o r q u e d e la ventaja
No d u d a s e , ordenó el cielo
Que con la Infanta la viese.
Al fin , la v i ; q u e con esto,
P u e s la conocéis, Rodrigo ,
He dicho lo q u e padezco,
Y q u e á darle la corona
De N a v a r r a me resuelvo.
Pues como para tratarlo
Os eligiese, sabiendo
Que del Conde de Galicia
Sois amigo tan estrecho,
De la m u d a n z a del Rey
Y vuestro retiramiento
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Me h a n informado ; y así
Con dos fines partí á v e r o s :
U n o , pedir que tratéis
Mis intentos con Melendo;
Y otro ofreceros, n o sólo
Un estado, mas u n r e i n o ,
Si á Navarra queréis i r o s ,
Y si ganaros merezco,
Cuando Alfonso n o rehusa
Perder tanto con perderos.

JIMENA. [Ap. al paño.]


¿Que al Rey tenedes s a ñ u d o ,
Rodrigo? Mas en el s u e l o ,
¿ Quién si n o n el Rey podiera
De mal talante p o n e r v o s ?

RODRIGO.

Señor, e n c u a n t o á mí toca,
La merced os agradezco;
Pero de Alfonso hasta aquí
Ni m e a g r a v i o , ni m e q u e j o ,
Para que m e ausente del;
Que de su privanza es dueño ,
Y la agradezco gozada,
Y perdida n o m e ofendo.
E n cuanto á E l v i r a , señor.....
{Ap. Pues con ilícito intento
La adora Alfonso, y don Sancho
Para legítimo d u e ñ o ,
Perdone si en estas bodas
Quiero servir de tercero.)
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

DON SANCHO.

Rodrigo, ¿ d u d á i s ?

RODRIGO.

Estoy
Pensando q u e es ofenderos
Admitir la tercería;
Que vuestros merecimientos,
Vanidad, n o dicha sola,
Darán á Elvira y Mclcndo:
Y a s í , n o es bien que mostréis
Desconfianza. Vos mesmo
G a n a d , s e ñ o r , las albricias
De su v e n t u r a con ellos.

DON SANCHO.

No os hago porque me falte


Confianza mi t e r c e r o ,
Sino porque nadie sepa
Que estoy e n León.

RODRIGO.

E n eso
Del Conde podéis fiar
Lo q u e fiáis de mi pecho.

Толю I.
66 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA XI.

UN PAJE, DICHOS.

EL PAJE.

En Yalmadrigal ha entrado
Agora el Conde Melendo
Con sus dos hijas hermosas.

RODRIGO.

; Válgame Dios! (Ap. Ya recelo


Alguna gran novedad.)
Él ha venido á b u e n tiempo.
Yo le salgo á recibir
Y apercibirle el secreto,
Para q u e en v i é n d o o s , sefior,
Disimule el conoceros. [ Vase.]

DON SANCHO.

Id delante; q u e yo os sigo. [ Vase.]

JIMENA.

¡ Rodrigo, el Conde Melendo,


Sus fijas y el Rey d o n Sancho
En Valmadrigal! ¿ Q u é y e esto?
Ó la fortuna ensandece,
Ó León finca revuelto. [ Fase.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Salón de palacio en León.


ESCENA XII.
RAMIRO. CUARESMA

CUARESMA.

E n efeto, ¿la privanza


Bel Rey animó tu amor
Para p o n e r en Leonor
Atrevido la esperanza?

RAMIRO.

En m i valor y nobleza
No fuera amarla delito;
Mas por pobre necesito
De la gracia de su alteza
Para alcanzar su beldad.

CUARESMA.

Está b i e n ; mas fuera justo


No tomar cosas de gusto
Con tanta incomodidad;
Que r o n d a r la noche toda,
Señor, sin h a b e r c e n a d o ,
Es q u e r e r u n desposado
Más su m u e r t e q u e su boda.

RAMIRO.

¿Aún dura?....

CUARESMA.

¿No ha de durar,
68 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Pues a ú n el desmayo d u r a ?
¿Piensas que soy por v e n t u r a
Cuaresma por a y u n a r ?
Ayunar á la cuaresma
Es precepto, m a s n i n g u n o
Podrá decir q u e al a y u n o
Está obligada ella mesma.

RAMIRO.

Haz pues en tí consecuencia;


Que por cuaresma ó por santo
No te a y u n a r á n , pues tanto
Aborreces la abstinencia.

CUARESMA.

Antes y o siempre entendí


Que comiendo b i e n , seré
Un s a n t o : —y lo p r o b a r é ,
Si escucharme quieres.

RAMIRO.

Di.

CUARESMA.

Quien come b i e n , bebe b i e n ;


Quien bien b e b e , concederme
Es forzoso que bien d u e r m e ;
Quien d u e r m e , n o peca; y quien
No peca, es caso notorio
Que si bautizado está,
Á gozar del cielo v a ,
Sin tocar el purgatorio.
LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS.

Esto arguye periecion:


Luego según los efetos,
Si son santos los perí'etos,
Los que comen b i e n , lo son.

RAMIRO.

Cal vino solo aconseje


Amar esa santidad.

CUARESMA.

La h a m b r e es necesidad
Y tiene cara de hereje,
Y fué tal la que pasé
Del miedo n o digo nada.
Pero ya que está pasada,
D i m e , ¿ d e q u é fruto fué
Tanto trasnochar?

RAMIRO.
De hacer
Méritos con mi Leonor.

CUARESMA.

¿Si no ío sabe, señor?


RAMIRO,

¿Ño lo pudiera saber?

CUARESMA.

Sacó la espada u n valiente


Contra u n gallina, y huyendo
El c o b a r d e , iba diciendo:
«Hombre ¡que me has m u e r t o ! tente.»
70 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Acudió gente al r u i d o ,
Y u n o , q u e llegó á buscarle
La herida para c u r a r l e ,
Viendo q u e n o estaba h e r i d o ,
Dijo: « ¿Qué os pudo obligar
Á decir, si n o os h i r i ó ,
Que os ha m u e r t o ? » Y respondió.
«¿No m e pudiera m a t a r ? » —
Así tú porque pudiera
Saberlo doña L e o n o r ,
Haces lo m i s m o , señor,
Que hicieras, si lo supiera.

RAMIRO.

Dices b i e n , y u n papel quiero


Que le diga mi cuidado,
Y q u e Ñ u ñ o , su criado,
Le lleve.
CUARESMA.

¿No es el portero
De su casa?
RAMIRO.

S í : á llamalle
Parte al punto con secrete.

CUARESMA.

Eso yo te lo prometo.
Mándame, señor, q u e calle,
Que es u n a virtud que pocos
Gozan; y n o sin cenar
Trasnochar y pelear;
Que esas son cosas de locos. (Tose.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 71

RAMIRO.
¿Que dilate el Rey n ú i n t e n t o ,
P u d i e n d o , si el labio m u e v e ,
Reducir á u n p u n t o b r e v e
Tantos siglos de t o r m e n t o ?

ESCENA XIII.

EL REY. RAMIRO.

REY.

Ramiro amigo

RAMIRO.

Señor

REY.

Ya conozco en mi impaciencia
Que es la misma resistencia
Incentivo del amor.
Prometí m u d a r i n t e n t o ;
Pero con la privación
Ha crecido la pasión
Y menguado el sufrimiento;
Y c u a n d o mal ios desvelos
Resistía del amor,
Llegaron con más rigor
Á la batalla los celos.
Los celos que me ha causado
Yillagómez m e h a n vencido;
Que a u n q u e á Lenor ha pedido
Y se muestra e n a m o r a d o ,
72 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Bien sé que sale esta flecha


De la aljaba del temor,
Y finge amor á Leonor,
Por desmentir la sospecha.
¿ Qué h a r é en confusión igual,
Cuando me obliga á m o r i r
El amor, ó á no cumplir
La fe y palabra Real ?

IIAMIRO.

¿Que Villagómez pidió


Á Leonor?

REY.

El Conde ayer,
Para hacerla su mujer
Á. pedirme se atrevió
Licencia.

RAMIRO.

¿ Y q u é respondiste ?

REY.

Neguéla; q u e n o m e olvido
De q u e te la h e prometido.

RAMIRO.

No menos merced me hiciste


Que provecho á tu afición,
Si has de seguir tu cuidado;
Porque es tan l o c o , d e h o n r a d o ,
Rodrigo, y en su opinión
LOS I'ECIIOS PRIVILEGIADOS.

Los breves álomos m i r a


Con tan necia sutileza,
Que estorbará á vuestra alteza,
Siendo cuñado de Elvira,
Como si su esposo fuera;
Sin advertir q u e las l e y e s ,
En las manos de los Reyes
Que las h a c e n , son de c e r a ;
Y que puede u n Rey, q u e intenta
Que valga por ley su gusto,
Hacer lícito lo injusto
Y hacer honrosa la afrenta ;
Pues del vasallo al señor
Es tanta la diferencia,
Que con ella es la indecencia
Recompensa del e r r o r .

REY.

Ramiro, con justa ley


Te doy el lugar primero
Por amigo v e r d a d e r o ,
Y vasallo q u e del Rey
Venera la majestad
Y conoce la distancia;
Pues n o hacerlo es a r r o g a n c i a ,
Que se atreve á deslcaltad;
Sepa á lisonja ó engaño
Lo q u e dices; q u e en efelo
Es la lisonja respelo
Y atrevido el desengaño.
7i LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA XIV.

MENDO, de camino, con dos pliegos. DICHOS,

MENDO.

Dame, gran señor, los pies.

REY.

Vengas m u y en hora b u e n a ,
Mendo; que estaba con pena
De tu tardanza,

MENDO.

Esta es
Del Conde Sancho García,
Y las capitulaciones
De las bodas que dispones,
En este pliego te envia. [Dale los pliegos.]

REY.

¿ Cómo está ?
MENDO.

Bueno está el Conde.

REY.

¿Y Mayor?

MENDO.

También

REY.

¿Es bella?
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 75

MENDO.

La fama, señor, por ella


Sin lisonja te responde.

ESCENA XV.

CUARESMA. DICHOS,

CUARESMA. [Ap. á Ramiro, mientras el Rey lee.]

Señor
RAMIRO.

¿Qué tenemos?

CUARESMA.

Nada,
Y mucho peor.

RAMJRO".

No e n t i e n d o ;
Habíame claro.
R CUARESMA.

Melendo
Nos ha dado cantonada.

RAMIRO.

¿ Cómo ?

CUARESMA.

Con su casa el Conde


D é l a corte se ha partido.
76 LOS PECUOS PRIVILEGIADOS.

RAMIRO.

¿Qué dices?

CUARESMA.

Lo que has oido.

RAMIRO.

¿Y has sabido para adonde?

CUARESMA.

Dicen que á Valmadrigal


Se retira.

RAMIRO. [Ap.]

¡ Oh santos cielos!
¿Esto más porque á mis celos
Crezca la furia mortal ?

REY.
)

Estas capitulaciones
Importa comunicar
Con Melendo.

RAMIRO.

Si á esperar
Su parecer te dispones,
Según agora h e sabido,
Á Valmadrigal, señor,
Con Elvira y con Leonor
Esta m a ñ a n a h a partido.
tOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 77

REY.
¿Qué dices? ¡Sin mi licencia
Se ha ausentado de León;
Y para darme ocasión
Á que pierda la paciencia,
Sin recelar mis enojos,
Á quien sabe que m e ofende
Busca! Sin duda pretende
Quebrarme el Conde los ojos,
Y sabe á poca lealtad
Y á conspiración su intento.

RAMIRO.

Tan breve r e t i r a m i e n t o ,
Señor, sin t u v o l u n t a d ,
Ó m u c h a resolución,
Ó poco respeto ha sido.

REY.

De cólera estoy perdido.


Ya n o sufre el corazón
El incendio, y a la m i n a
De celos y amor r e v i e n t a ;
Que pues el Conde se ausenta
Sin m i licencia, imagina
Que mi palabra rompía
— Y ya lo h a r á mi pasión;
Que quita la obligación
Quien muestra que desconfía.
Y é n , Ramiro; que al dolor
Más dilación n o permito.
73 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RAMIRO.

Lícito es cualquier delito


Para n o morir de amor.
[Vanse.]

Campo de Valmadrigal.

ESCENA XVI.

JIMENA. ELVIRA. LEONOR.

JIMENA.

Por la mi fe, Leonor, q u e yo vos quiero


Tanto de corazón, p o r q u e el mió fijo
Plañe por vueso amor, que n i n otero,
Nin p r a d o , fuente, b o s q u e , n i n cortijo
He solazan sin v o s ; é compridero
Fuera a d e m á s , maguer que el Rey non quijo
Donar para ías bodas su m a n d a d o ,
Que las fagades v o s , mal de su grado.
¿ Qué puede lacerar en las sus tierras
Rodrigo, si por novia vos alcanza ?
De caza ahondan estas altas sierras,
Frutos ofrece el valle en abastanza:
F u y a dende las Cortes é las g u e r r a s ,
Viva e n t r e sus pecheros con folganza ,
Su mosto estruje, siegue sus espigas.
Goce su esposa, é déle al Rey dos figas.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

LEONOR.

Resuella es la villana.

ELVIRA.

Es á lo menos
Desengañada.

LEONOR.

Con el Rey, J i m e n a ,
Tienen por deshonor los h o m b r e s b u e n o s
Solo u n punto exceder de lo que ordena.

JIMENA.

Non y e caso, Leonor, de valer m e n o s ,


Nin traspasa la j u r a , n i n de pena
Justa será merecedor por e n d e ,
Si face tuerto el Rey, quien n o le atiende.
É Rodrigo además tiene posanza
Si le asmare facer desaguisado,
Para q u e n i n le venga m a l a n d a n z a ,
Nin cuide ser por armas astragado.
É ¡ á Dios pluguiera q u e su a v e n t u r a n z a
Estuviera e n la lid , m a g u e r que h e andado
Lo más ya del v i v i r ! q u e á fe de b u e n a ,
Que León se m e m b r a r a de Jimena.
Alfonso m e p e r d o n e ; q u e ensañada
Fablo lo q u e n i n debo n i n ficiera;
Mas como por mió fijo esto a r r a b i a d a .
Esfogo el mió dolor e n tal manera.
80 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ELVIRA. [Ap.]

¡Pluguiera ¡í Dios que el alma enamorada .


Como descansas, descansar p u d i e r a ,
Diciendo mi dolor y s e n t i m i e n t o ,
A u n q u e las quejas se llevara el v i e n t o !
¡Ah falso Alfonso! Si tu amor constante
Borrar de la memoria has prometido,
¿Cuándo ha cumplido verdadero amante
Palabra en q u e el a m o r es ofendido?
Advierte p u e s , q u e en cada b r e v e instante
Siglos perdiendo v a s ; q u e combatido
Es de otro Rey mi p e c h o , y se defiende
Mal de u n a m o r q u e obliga, amor que ofendo.

ESCENA XVII.

RODRIGO. DICHAS.

RODRIGO.

Náyades bellas desta fuente fria,


Ninfas que gloria sois desta espesura,
¿Por qué esta soledad merece el día?
Por qué goza este soto la luz p u r a
De vuestros claros soles? Leonor m i a ,
Bien de mi a m o r , si n o de mi v e n t u r a ,
¿Por q u é , si al campo d a n flores tus ojos,
Amor, en vez de flores, pisa abrojos?

LEONOR.

Porque u n amante tan considerada,


Que entre la pretensión de los favores
Atento vive á la razón de estado,
LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS. 81

Pisar merece abrojos, y n o flores.


Holgáramc que hubierais escuchado
Á .limeña culpar vuestros temores.
Mas n o teme quien a m a ; y así puedo
Culpar en vos más el a m o r que el miedo.
AI Rey, n i digo y o , n i fuera acierto
Que os opongáis, ni y o os lo consintiera;
Mas c u a n d o , amante Júpiter, advierto
Que trocó al suelo la estrellada esfera,
Echo m e n o s en vos el desconcierto
Que u n a afición engendra v e r d a d e r a ,
Y ver quisiera en vuestros pensamientos,
Si n o la ejecución', los movimientos.
No temió la v e n g a n z a , n o la ira
Del fuerte Alcídes el Centauro Neso,
Cuando ciego de amor, por Deyanira
Despreciando la vida perdió el seso,
Y por h u i r la venenosa v i r a
Del ofendido, con el dulce peso
C o r r i ó , y m u r i e n d o al fin, vino á p e r d e l l a ,
Mas n o la gloría de m o r i r por ella.
Si resistir al Rey fuera injusticia,
Huir del Rey n o fuera resistencia;
Y trocar por León y por Galicia
Á Alfonso y á León, n o es diferencia
Tan g r a n d e , q u e debiera la codicia
Y ambición ser estorbo de la ausencia.
Mas n o lo hagáis; que ya me habéis perdido,
Pues n u n c a u n mal amante es b u e n marido.
[Vase.]
RODRIGO.

A g u a r d a , luz hermosa de mis ojos.


TOMO I. e
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

JIMENA.

Huyendo va como emplumada vira.

RODRIGO.

Sigúela, mi J i m e n a , y sus enojos


Aplaca, m i e n t r a s hablo con Elvira.

JIMENA.

Si vos m i s m o , a r r é p i s o , los hinojos


Fincados, n o n Ürades la su i r a ,
¡Mal año para v o s , q u e d e u n a p e n a
Tan cabal guarcscades por J i m e n a ! [\ ase.]
r

RODRIGO.

(Ap. Solo p u e d e culparme q u i e n ignora


La precisa ocasión q u e me refrena
Y m á s cuando al N a v a r r o , que la a d o r a ,
Muestra Elvira d e s d e n , con q u e á mi pona
Aumenta los temores; pues si agora
No puedo persuadirla, m e condena
Á sospechar del todo q u e suspira
Por el amor de Alfonso.) Escucha, Elvira.
[Hablan bajo.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA XVIII.

EL REY. RAMIRO Y CUARESMA de camino


sin reparar en RODRIGO Y ELVIRA.

CUARESMA.

Á gozar de la frescura
Del s o t o , según m e h a n dicho
Unos villanos, las dos
Con u n a ama de Rodrigo,
Del lugar se h a n alejado.

REY.

Suerte dichosa h a b r á sido,


Si ofrece la soledad
Ocasión al u n designio
De los d o s , que de León
Á. esta villa me h a n traído.

RAMIRO.

¿No era mejor, pues v e n i s t e ,


Señor, á p r e n d e r t ú mismo
Á Rodrigo, receloso
De q u e pierda á tus ministros
El r e s p e t o , y se declare
Desleal y vengativo,
En su poder y el del Conde
Confiado y atrevido,
Ejecutarlo p r i m e r o ?
84 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

REY.

De mis i n t e n t o s , R a m i r o ,
El m á s principal es ver
Á Elvira, pues es motivo
De los d e m á s , y si tengo
Tanta dicha, q u e el sombrío
Bosque en soledad m e ofrezca
Ocasión, m e determino
Á no perderla.

CUARESMA.

Detente;
Que á Villagómez h e visto.

REY.

¡Y está con él soln Elvira!


¡Vive Dios!....

RAMIRO-

Mira si h a n sido
Mentirosas mis sospechas.

REY.

Ya el rabioso desatino
Do los celos m e enloquece.
Mas oigamos escondidos,
Pues ayuda para hacerlo
La espesura de este sitio,
Lo que platican los dos.
[Escóndense entre unos árboles el Rey, Ramiro
y Cuaresma.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO.

Elvira, m u c h o me admiro
De q u e con tal resistencia
De liviana des indicios.
Sin duda el a m o r d e Alfonso
Te obliga á tal desvarío;
Que ¿ p o r cuál otra ocasión
Despreciaras u n marido
Que u n a corona te ofrece?

R E Y . [Ap, á Ramiro.]

¡Ah cielos! Corona ha dicho.

RAMIRO.

Ved si la conspiración
Alevosa que imagino
Es cierta.

RODRIGO.

Vuelve en tu a c u e r d o ;
Cobra, Elvira, los sentidos;
Mira q u e Alfonso se casa
E n Castilla, y q u e contigo
Solo e n tu infamia pretende
Alcanzar gustos lascivos;
Y es locura q u e desprecies
Por u n g a l á n , u n marido
Que te adora y es tu igual.
86 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

REY.

Que es mi igual, dice Ramiro. [Ap.


¡Mataréle, vive Dios!

RAMIRO.

Bien lo merece.

ELVIRA.

Rodrigo,
Mucho me espanta y ofende,
Que os arrojéis atrevido
Á decirme q u e pensáis
Que de liviana resisto;
Que esa licencia le toca
Solo al p a d r e ó al m a r i d o ,
Y al deudo cercano a p e n a s ;
Y v o s , n i sois deudo m i ó ,
Ni mi esposo habéis de ser.

REY.

Ya la sospecha confirmo
De q u e es él quien la pretende.

RAMIRO.

Bien claramente lo h a dicho.

RODRIGO.

Si n o h e de ser vuestro esposo,


Tengo, por ser el amigo
Más estrecho de Melendo.
Esta licencia.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 87

ESCENA XIX.

JIMENA. D I C H O S ,
HMENA. [Ap. á Rodrigo.]
Rodrigo,
Calad q u e unos cortesanos
E n zaga de esos alisos
Á vucsas labras a t i e n d e n :
Yo con estos ojos mismos
Los vi p a s a r , é á sabiendas
En pos dellos h e v e n i d o ,
Cuidadosa que os empezcan,.
Para vos dar este aviso.
RODRIGO.

¿Y me habrán oido?
JIMENA.

i Aosadas!
Que están á ojo.
RODRIGO.

Pues idos
Las dos; que quiero saber
Quién s o n , y si me h a n oido,
E x a m i n a r su intención
Y p r e v e n i r mi peligro.
ELVIRA.

J i m e n a , vamos. [Fase.]
JIMENA.

Elvira
Caminad; que ya vos sigo.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

(Áp, Á la fe cuido ende al;


Que de mal talante he vido
Los cortesanos, faciendo
Asechanzas á Rodrigo,
É fasta en cabo, cobierta
Fincaré entre estos lentiscos.) [Retírase.]

ESCENA XX.

EL REY. RODRIGO. RAMIRO. CUARESMA. JIMKNA,


oculta.

REY.

Elvira se va ; mas ya
Villagómez nos ha visto.

nAMIRO.

¿Qué determinas?

HE Y-

Matarle;
Que estoy loco de ofendido.

RODRIGO.

¡Válgame Dios! ¿No es el Rey?


¡Vos, gran señor!....
REY.
¡ Atrevido,
Falso, alevoso!....
RODRIGO.
Señor,
Advertid que soy Rodrigo
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 89

De V i l l a g ó m e z ; y q u i e n
De mi lealtad h a y a dicho
Ó pensado cosa injusta ,
De v o s a b a j o , h a m e n t i d o .

REY.

Mis oidos y m i s ojos


Han escuchado y h a n visto
Con Elvira y contra mí
Vuestros aleves d e s i g n i o s ;
Y p o r q u e u n vil d e s c e n d i e n t e ,
Con el público suplicio
N o m a n c h e la sangre ilustre
De tantos n o b l e s a n t i g u o s ,
P u e s es por las m a n o s proprias
Del R e y h o n r o s o el c a s t i g o ,
Quiero ocultar vuestra c u l p a ,
Y daros m u e r t e y o m i s m o .
Soca la daga y tírale una puñalada, y Rodrigo con la
mano izquierda le tiene el brazo.]

RODRIGO.

T e n e d el b r a z o , señor.

REY.

Soltad.—Matadlc, Ramiro.
[Sacan las espadas, y Rodrigo la saca con la derecha"
sin soltar al Rey.]
90 LOS PECHOS PIUVILEG1ADOS.

RAMIRO.

; Al Rey te atreves I ¿ La espada


Sacas contra el R e y ?

RODRIGO.

Contigo
La saco, n o con el Rey.

JIMENA. [Saliendo de entre las matas.]


¡ Ah malas fadas! Rodrigo ,
Yo m e t e n d r é con Alfonso,
Vos tenedvos con Ramiro.
[Coge en brazos al Rey, y llévaselo.]

REY.

¡Suelta, villana. ¡Á t u Rey


Te atreves!

JIMENA.

Rey, el mió fijo


Defiendo, n o n vos ofendo.
[Éntranse acuchillando Rodrigo y Ramiro.]

CUARESMA.

Á m a l a r t i r a n , por Cristo.
Yo m e v o y á confesar,
Y vuelvo á m o r i r contigo.
LOS P1LCHOS PRIVILEGIADOS. 91

ACTO TERCERO.

Campo de Valmadrigal.

ESCENA PRIMERA.

R O D R I G O , de villano. JIMENA.

RODRIGO.

Cuéntame cómo escapaste;


Que con el Rey en los brazos
Te dejé, y con g r a n disgusto
Me ha tenido este cuidado.

JIMENA.

Si yo n o n pusiera mientes
Á q u e era el Rey, ¡ malos años
Para m í , si n o n podiera
Como á u n pollo espachurrallo!
Asaz lo pricíé de recio,
É dije: « ¿ Tan mal recado
Fizo Rodrigo en servir
De mandadero á d o n Sancho
Con E l v i r a , q u e tirarle
La vida hayades asmado?
92 LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS.

Si el Rey de Navarra á Elvira


Quiere e n d o n a r la su m a n o ,
¿ E n q u é vos lia escarnecido,
Que fincades tan amargo ? »
— E n t o n c e s me semejó
Que le falleció u n cuidado,
É otro le empezó a d e m á s ;
Que pescudó con espanto
Si fablábades á Elvira
En persona d e d o n Sancho
Por su a m o r ; é á mala vez
Le repuse q u e s í , c u a n d o
Con m a y o r afincamiento
Quiso escapar de mis brazos,
Dijendo: «Suelta, villana.»
Mas yo, q u e le vi a r r a b i a d o ,
Dije: «Alfonso, n o n cuidedes
Que vos l a r g u e , fasta en tanto
Que pongades preitesía
De n o n facer ende daño
Al mi Rodrigo.» Á la c i m a ,
Bien de fuerza ó bien de g r a d o ,
Fizo el pleito, é yo otrosí
Tiróle luego el embargo,
É homillosamente dije,
Con los hinojos fincados:
«Rey, ama só de Rodrigo;
Estos pechos le c r i a r o n ;
E n mi a m o r semejo m a d r e :
Si atendiendo como sabio
É como n o b r e , q u e amor
Torna enfurecido é sandio,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Vos n o n prace p e r d o n a r m e ,
Yédesme al vuestro mandado, »
¡Oh divino encrinamienlo!
i Oh pergeño soberano
De los Reyes, q u e ofendidos
Muestran su nobreza en cabo !
Rodrigo, la nombradla
Que e n d o n a r o n los ancianos
D e Rey d e las alimañas
Al L e ó n , n o n y e por tanto
Que en la posanza las venza
De las sus guarnidas m a n o s ,
Si n o n por ser además
De corazón tan fidalgo,
Que n o n fiere al homildoso,
Maguer q u e finque rabiando.
Alfonso d e sí respuso
Con talante m e s u r a d o :
« Por ser fembra, é p o r q u e amor
Vos desculpa, n o n m e e n s a ñ o ,
É vos dono perdonanza.»
Así me fablaba, c u a n d o
Volvió á le buscar Ramiro,
Dijendo q u e los villanos
Con el roído bollian
Soberbiosos é alterados,
É q u e á n o n le guarir v o s ,
Fincara m u e r t o á sus manos.
Sin departir ende a l ,
Sobieron en sus caballos
Amos á d o s , é en el bosque
Á m a s a n d a r se alongaron.
94 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Desta guisa aconteció.


Con su preito ha asegurado
Non vos empecer Alfonso;
Pero si v o s , sin e m b a r g o ,
Non tenedes s e g u r a n z a ,
Idvos con el Rey don S a n c h o ,
Pues vos endonar promete
En la su tierra u n b u e n algo;
Que maguer que la palabra
Obriga a los Reyes t a n t o ;
Como n í n venganza c a b e ,
Nin afrenta en ser t a n a l t o ,
Pues n o n y e cosa q u e pueda
Oscurar al sol los r a y o s ;
Sandio, Rodrigo, seredes
En atender confiado
Nin la fé d e u n ofendido,
Nin la piedad de u n contrario.

RODRIGO.

Tus consejos y tu a m o r
Me obligan, J i m e n a , t a n t o ,
Cuanto m e alegra que Alfonso
Haya t u e r r o r perdonado.
Mas ¿dijístele q u e estaba
En Valmadrigal don Sancho ?

JIJWENA.

N o n , Rodrigo; que los cielos


Más sesuda m e guisaron.
Non semejo fembra y o ,
íi me mandastes callarlo.
LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO.

P O P conocerte, de t í ,
J i m e n a , n o m e recato.
Mas de Leonor, ¿ q u é me dices?
¿Está triste? Han eclipsado
Las n u b e s de mis desgracias
De sus dos ojos los r a y o s ?

JIMENA.

Maguer q u e el su a m o r cobija
E n vuesa presencia t a n t o ,
Non fallece de plañir
Su laceria é vuesos d a ñ o s ,
Agora que vos n o n ve.

RODRIGO.

¡Ay mi Leonor! Si los hados


Se o p o n e n á mis deseos,
¿Cómo podré contrastarlos?

JIMENA.

Escochar quiero otrosí,


Yillagómez, vuestros casos.

RODRIGO.

Ya viene el Conde Melendo,


Y también q u e r r á escucharlos.
96 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA II.

EL CONDE. Dicnos.

CONDE.

¡Rodrigo! Bien puede u n día


De ausencia pedir los brazos.

RODRIGO.

Solo p o r gozar los vuestros


Á lo q u e veis m e b e arriesgado,

CONDE.

Supuesto que de Jimena


He sabido los agravios
Que intentó haceros el Rey,
Y "como para libraros
Ella con él se abrazó
Atrevida, y vos sacando
Contra Ramiro la espada
Os defendisteis, a g u a r d o ,
Rodrigo, que me informéis
De lo restante del caso.

RODRIGO.

Ramiro esgrimió el acero


Con ánimo t a n bizarro
Y con t a n valiente b r i o ,
Que n o s u e n a n de Vulcano
Los martillos m á s apriesa,
Que los golpes de su brazo.
LOS PECIIOS PBIVILEGIADOS.

Es verdad que yo intentaba


Defenderme, n o matarlo;
Que respetaba en su pecho
Á Alfonso, cuyo mandato
Era m a n o de su espada,
Como de su vida amparo.
Nunca las valientes lanzas
De escuadrones africanos
El rostro pálido y feo
De la m u e r t e me e n s e ñ a r o n ,
Y la vi en la fuerte espada
De R a m i r o , ó por ser tanto
Su valor, ó p o r q u e y o
En ella miraba u n r a y o ,
Como es Júpiter el Rey,
Por su m a n o fulminado.
Al fin, como el bosque espeso
Parece q u e procurando
P o n e r n o s e n paz, formaba
Á nuestros golpes r e p a r o s ,
Poniendo en medio á las dos
Espadas troncos y r a m o s ;
Y nuestros agudos filos,
Sin advertir e n su d a ñ o ,
Sus árboles despojaban
De los adornos de Mayo;
Querelloso estremecía
Los montes y valles, dando
Con cada r a m o u n gemido,
Si con cada golpe u n árbol.
Ó la fama ó el estruendo
Convocó de los villanos
Толп I.
98 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Un ejército sin u r d e n ;
Y como precipitado
Con la avenida el a r r o y o ,
Á q u i e n la lluvia e n v e r a n o
Da con el caudal soberbia,
Con que presas r o m p o , campos
I n u n d a , troncos a r r a n c a ,
Lleva de encuentro peñascos;
No de otra suerte la turba
De mis furiosos vasallos
Penetró el bosque, rompiendo
Los jarales intrincados;
Y cual la rabiosa tigre
En los desiertos hircanos
Embiste á q u i e n le pretende
Quitar el pequeño p a r t o ;
Así en favor y en venganza
De su d u e ñ o , se arrojaron
Á d a r la m u e r t e á Ramiro
Todos juntos los villanos.
Mas y o , que sólo atendia
Á librarme del Rey, dando
Evidencias del respeto
Y la lealtad que le guardo ,
En defensa de Ramiro
El acero v u e l v o , y hago
Escudo suyo ini pecho,
Y mi vida su s a g r a d o ;
Y n o m á s fácil serena
Las tempestades el arco
Que de cambiantes colores
La frente corona el a u s t r o ,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Que ya el amor, ya el temor


Que me tienen mis vasallos,
De su embravecida furia
Reprimió el ardiente brazo.
Yo , vuelto á Ramiro entonces,
Le dije: a Bien b e mostrado
Que ha sido el intento mió
Defenderme, no mataros.
Volved á buscar al Rey,
Y haced, R a m i r o , á su lado
El oficio que yo al vuestro
Hice con vuestros contrarios;
Que terciar y o en los conciertos
De Elvira y el Rey don S a n c h o ,
Ni es de su respeto injuria,
Ni de su amor es agravio;
Pues antes hiciera ofensa
Á su grandeza, si cuando
De olvidar á doña Elvira
S u Real palabra h a d a d o ,
Gobernase p o r su a m o r
Mis acciones, pues mostrando
De su fé desconfianza,
Le hiciera notorio agravio. »
Él me respondió: « Rodrigo,
Su enojo causó u n e n g a ñ o ,
Con equívocas razones
Que os escuchó, acreditado;
Entendió q u e para v o s ,
Y n o para el Rey N a v a r r o ,
De la hermosa doña Elvira
Conquistábades la m a n o .
100 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Mas fiad; que pues á u n tiempo


En vos, Yillagóinez, hallo
Obligación para m í ,
Y para el Rey desengaño,
Han de mostrar mis finezas
Que n o puede hacer ingratos
La competencia ambiciosa
Los corazones hidalgos.»
Dijo, y partióse R a m i r o ;
Pero y o , considerando
Que es necia la confianza,
Y que es p r u d e n t e el r e c a t o ,
Me determiné á ocultarme,
Hasta q u e el tiempo ó los casos
Aplaquen del Rey la ira :
Y p a r a este fin, trocando
Con u n villano el vestido,
Á las fieras y peñascos
De la montaña pedí
De mis desdichas a m p a r o ;
Y agora en la obscuridad
Y en el disfraz confiado,
Atropello mi deseo
Los peligros, por hablaros.
Conde amigo, aconsejadme,
Cuando padecen naufragio
Mis pensamientos confusos
De vientos t a n encontrados;
Que si resuelvo pasarme
Fugitivo á reino e x t r a ñ o ,
El m o s t r a r m e temeroso,
Es confesarme culpado;
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Y ni la amistad permite
En esta ocasión dejaros,
Ni ausentarme d e Leonor
El deseo de su m a n o ;
Y si en las tierras d e Alfonso
Su resolución a g u a r d o ,
Es mi Rey, tiene poder,
Es mozo y está enojado.

CONDE.

Villagómcz, y o no puedo
Por agora aconsejaros;
Que estoy también de consejo,
Como v o s , necesitado;
Pues p o r q u e esté m á s confuso,
Presumo q u e el Rey don S a n c h o ,
Por los indicios, de Alfonso
El amor ha sospechado :
Y a s í , resuelvo, Rodrigo,
Dejar h o y de ser vasallo
De Alfonso, según los fueros
E n este reino guardados,
Por poder h a c e r l e , u n i e n d o
Mi poder al del N a v a r r o ,
Ó sin deslealtad la g u e r r a ,
Ó la paz con desagravio:
Y a s í , lo m á s conveniente
Es q u e aguardéis retirado
Á que os dé mejor consejo
Lo q u e resulte del c a s o ;
F u e r a d e q u e , estos sucesos
El reino m u r m u r a t a n t o ,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Que espero que brevemente


El Rey, para sosegarlo,
Á su gracia ha de volveros.
Y con esto retiraos;
Que ya la rosada a u r o r a
Anuncia del sol los r a y o s ;
Y para q u e n o arriesguéis
Vuestra p e r s o n a , bajando
Vos al lugar, decid dónde
Cuando importe podré hallaros.

RODRIGO.

E n la parte donde tiene


Principio en duros peñascos
La fuente q u e entre los olmos
Baja al valle.

JIMENA.

Yo h e pisado
Mil vegadas esas peñas.

CONDE.

Adiós pues.

JIMENA.

Á acompañaros
Iré con mandado vueso,
Hasta vos poner en salvo.
[Vunse.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Salón del palacio de León.

ESCENA III.

RAMIRO. CUARESMA.

RAMIRO.

¿ Cómo, siendo tan c o b a r d e ,


Has tenido atrevimiento
Para ponerte á mis ojos ?

CUARESMA.

¿Engañóte y o ? ¿ Q u é es esto?
¿ Díjete que era valiente?
¿Derramé juncia y poleo?
Dos mil veces ¿ n o te he dicho
Que al lado ciño el acero
Sólo por bien parecer,
Y q u e soy el mismo miedo ?
¡Aquí de Dios! ¿En qué engaña
Quien desengaña con tiempo ?
Culpa á u n bravo bigotudo,
Rostriamargo y hombrituerto
Que en sacando la de J u a n e s ,
Toma las de Villadiego;
Culpa á u n viejo avellanado
Tan v e r d e , que al mismo tiempo
Que está aforrado de martas
Anda haciendo Madalenos;
Culpa al que de sus vecinos
Se q u e r e l l a , n o advirtiendo
'10í LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Que n u n c a los tiene malos


El q u e los merece b u e n o s ;
Culpa á u n r u i n con oficio,
Que con el poder soberbio,
Es u n gigantón del Corpus,
Que lleva u n picaro d e n t r o ;
Culpa al que siempre se queja
De q u e es envidiado, siendo
Envidioso universal
De los aplausos ajenos ;
Culpa á u n avariento r i c o ,
Pobre con m u c h o d i n e r o ,
Pues es tenerlo y n o usarlo
Lo mismo que n o tenerlo;
Culpa á aquel q u e , de su alma
Olvidando los defetos,
Graceja con apodar
Los que otro tiene en el c u e r p o :
Culpa, al fin, cuantos e n g a ñ a n ;
Y n o á m í , q u e ni te m i e n t o ,
Ni te e n g a ñ o , pues conformo
Con las palabras los hechos.

RAMIRO.

Basta : bien te has disculpado:


Convénceme el a r g u m e n t o ;
Mas admírame que falte
Valor á quien sobra ingenio.

CUARESMA.

Dios n o lo da todo ¡i u n o ;
Que piadoso y justiciero,
LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS.

Con divina providencia


Dispone el repartimiento.
A! que le plugo de dar
Mal c u e r p o , dio sufrimiento
Para llevar cuerdamente
Los apodos de los necios;
Al que le dio cuerpo grande,
Le dio corlo entendimiento;
Hace malquisto al dichoso,
Hace al rico majadero.
Próvida naturaleza,,
Nubes congela en el v i e n t o ,
Y repartiendo sus lluvias,
Hiega el árbol más pequeño.
No en sólo u n Oriente nace
El sol; que en giros diversos
Su luz comunica á todos;
Y según están dispuestos
Los terrenos , así engendra
Perlas en Oriente, incienso
E n Arabia, e n Libia sierpes.
En las Canarias camellos;
Da seda á los g r a n a d i n o s ,
Á los vizcaicos h i e r r o ,
Á los valencianos fruta,
Y nabos á los gallegos.
Así reparte sus dones
Por su proporción el cielo;
Que á los demás agraviara
Dándolo todo á u n o mesino.
Mostróle á Cristo el demonio
Del mundo todos los r e i n o s ,
106 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Y díjole : « Si me a d o r a s ,
Todo cuanto ves te ofrezco.»
¡ Todo á u n o ! Propio d o n
De diablo, dijo u n discreto;
Que á Dios, p o r q u e los r e p a r t e .
Oponerse quiso en esto.
Solo ingenio m e dio á m í :
Pues en las cosas de ingenio
Te sirve de m í , y de otros
E n las que piden esfuerzo;
Pues u n caballo se estima,
No más q u e por el p'aseo,
P o r q u e h a b l a , u n papagayo,
Y u n m o n o , p o r q u e hace gestos.

RAMIRO.

Bien has dicho. Mas el Rey


Es este.

CUARESMA.

Escurrirme q u i e r o ;
Que sin valor es indigno
De su presencia el ingenio.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA IV.

EL REY, doblando un papel. RAMIRO.

REY.

Ramiro..,..

11 A S U R O .

Señor

REY.

León
* Contra m í , según h e sido
Informado, da atrevido
Rienda á la m u r m u r a c i ó n ;
Que en mi gracia lleva mal
De Rodrigo la m u d a n z a ,
Que por sus parles alcanza
Aplauso tan general.
Y puesto q u e fué engañosa
La sospecha vuestra y m í a ,
Pues a Elvira pretendía
Hacer del Navarro esposa,
Y q u e en su abono responde
Que se atrevió, confiado
En la palabra que he dado
De olvidar mi amor, al Conde;
La ocasión quiero evitar
Que me malquista, y hacer
Que el reino lo vuelva á ver
108 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Gozando el mismo lugar


Á mi laclo, que solía.
Mas no por esto penséis
Que vos e n mí

RAMIRO.

No paséis
Adelante; que sería
Tan ingrato á la nobleza
De Yillagómez, señor,
Cuanto indigno del favor
Que me hace vuestra alteza,
Si de esa justa intención,
Que tanto llega á importaros,
Procurase y o apartaros
Por celos de la ambición ;
Fuera de que yo confío
De su condición hidalga ,
Que el favor suyo me valga
Para conservar el mió;
Que aunque es mi competidor
En amor, inás ha podido
En mi pecho agradecido
La obligación que el amor :
Y así, no me habéis ganado
Por la mano en ese intento;
Que si oculté el pensamiento,
Fué por veros enojado.

REY.

Agora sí sois mi amigo,


Y digno favor os doy;
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 109

Que a u n q u e n o del todo, estoy


Aplacado con Rodrigo.
Vuestro b u e n celo m o s t r á i s :
Y a s í , desle intento os quiero
Hacer á vos el tercero;
Y para que le podáis
Obligar, si teme en vano
Mi rigor, a q u e se parta
Seguro a v e r m e , esa carta
Le llevareis de mi m a n o ; [Dale una carta.]
Y partid luego á buscarle.

R A M 1110.

Si del reino se ha ausentado


Temeroso, mi cuidado
Con alas h a de alcanzarle. [ Vase.]

REY.

Ál fin, es forzosa ley,


Por conservar la opinión ,
Vencer de su corazón
Los sentimientos el Rey.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA V.
EL CONDE. MENDO. UN CORTESANO. EL REY.

CONDE.

Aquí está el Rey.

HIENDO.

Justo h a sido
Hasta aquí el acompañaros,
Y agora lo es el dejaros;
Que á negocio habréis venido.
CONDE.

No os v a i s ; q u e pide testigos
Lo que tratarle pretendo.

MENDO.

Pues aquí tenéis, Melendo,


Para serio, dos amigos.

CONDE.

Vuestra alteza, g r a n señor,


Me d é los pies.
REY.

Conde, alzad.

CONDE.

Hasta alcanzar u n favor,


Si lo merece el amor
Con que á vuestra majestad
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. \ 11

He servido, n o mandéis
Que del suelo me levante.

REY.

La confianza ofendéis
Que á mi estimación d e b é i s ,
Con prevención semejante.

CONDE.

Sólo quiero suplicaros


Que del negocio á q u e vengo
Me prometáis no indignaros.

REY.

[Áp. ¡Ay Elvira! ya prevengo


Mi desdicha.) Declararos
Podéis; que sois tan discreto
Y tan sabio en mi opinión,
Que seguro lo p r o m e t o ,
Pues cosa contra razón
No cabe en vuestro sujeto.

CONDE.

Yo os lo a s e g u r o : y así,
Alfonso, fiado en eso,
Por mis hijos y por mí
La m a n o real os beso [Bésale la mano.]
Y de vos, Rey, desde aquí
Nos despedimos, y ya
No somos vuestros vasallos, [Levántase y cúbrese.]
Según asentado esta
Por los fueros.
tOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

REY. ,
El guardallos
Forzoso, Conde, s e r á ;
Pero
CONDE.

Promesa habéis hecho


De n o i n d i g n a r o s : la furia
Reprima el ardiente pecho.
Supuesto q u e á nadie injuria
Quien usa de su derecho.

REY.

Melendo, n o receléis
Que n o os cumpla la promesa,
Pues n o pierdo en lo que hacéis
Nada y o ; y sólo m e pesa
De ver que desobliguéis
Mi a m o r con tal desvarío,
Pues ya tengo de trataros
Como á e x t r a ñ o ; y yo confío
Que algún tiempo ha de pesaros
De n o ser vasallo mío. [Foíe.]

CONDE. [Ap.]

Defienda y o la opinión
De mi hija, á quien procura
Infamar vuestra afición;
Que Navarra m e asegura,
Si m e amenaza León. [Vanse.]
LOS PECnOS P R I V I L E G I A D O S . Íí3

Sala en casa del Conde Melendo, en Valmadrigal.

ESCENA VI.

LEONOR. EL YIRA.

ELVIRA.

Yo n o puedo m a s , L e o n o r ;
Ya me Taita la paciencia;
Humana es mi resistencia,
Divino el poder de amor.
Ya q u e habernos de p a r t i r
Á N a v a r r a , de León,
Por última citación
Me pretendo despedir
De Alfonso; y ya q u e su alteza
Me niegue la m a n o , el pecho
Parla al menos satisfecho
De q u e supo mi firmeza.

LEONOR.

Ni de tu resolución,
Ni de tu pena m e admiro.
Mas aquí viene Ramiro.

ELVIRA.

Gozar quiero la ocasión.


TOMO I. 8
iií LOS PECHOS P R I V I L E G I A DOS.

ESCENA VII.

RAMIRO. DICHAS.

RAMIRO.

Elvira y Leonor h e r m o s a s ,
P o r q u e sé q u e h a n de agradaros
Las n u e v a s q u e vengo á d a r o s ,
Para todos v e n t u r o s a s ,
No aguardé v u e s t r a licencia.
Alfonso, ya de Rodrigo,
Más satisfecho y a m i g o ,
Sufrir n o p u e d e su ausencia,
Y con seguro á llamarle
De p a r t e s u y a m e c n v i a :
Y a s í , de las dos q u e r r í a
Saber d ó n d e podré hallarle.

LEONOR.

A u n q u e en s a n g r e generosa
No puede caber cautela ,
P e r d o n a d si se recela
Quien aguarda ser su esposa,
De q u e tracéis sus agravios.

RAMIRO.

(Áp. Mostró su a m o r ; selle el m i ó ,


Pues del favor desconfio,
E n esta ocasión los labios.)
SÍ de m í n o os confiáis,
Con esta firma del Rey, [Hímslra la caria.]
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Que tiene fuerza de ley,


Es bien que el temor perdáis;
Y d e m í , Leonor, podéis, -
Pues lo ofrezco aseguraros;
Que m e v a en n o disgustaros
Más de lo q u e vos sabéis.

ELVIRA.

No h a c d l o fuera agraviar
Tan hidalgo y noble pecho.
J i m e n a , según sospecho,
H e r m a n a , sabe el lugar
Donde se oculta Rodrigo:
Hazla llamar.

LEONOR.

La fé mia
En la vuestra se confía.

RAMIRO.

Yo soy noble y soy su amigo. [ Vase Leonor.

ESCENA V I I I .

ELVIRA. RAMIRO.
ELVIRA.

R a m i r o , la brevedad
Del tiempo y d e la ocasión
No permite dilación.
Decidle á su majestad
Que pienso que mi partida
446 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

A Navarra se a p r e s u r a ,
Y q u e mi pecho p r o c u r a
Mostralle, por despedida,
Las verdades de mi amor,
Aliviando mis enojos
Con publicar a sus ojos
Con mi llanto m i dolor:
Y a s í , p o r favor le pido
Que venga á verme.

RAMIRO.

Señora,
Señalalde puesto y h o r a ;
Que por v e r o s , persuadido
Estoy, q u e n o h a d e enfrenalle
El m a y o r inconveniente.

ELVIRA.

M a ñ a n a , j u n t o á la fuente
Del b o s q u e , saldré á csperalle
Con mi h e r m a n a , al declinar
Del s o l , p u e s nos asegura
La soledad, la espesura
Y distancia del lugar.

RAMIRO.

Quede así.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA IX.

LEONOR. JIMENA. DICHOS.

LEONOR.

Jiiiiena os v a ,
Ramiro, á servir de guia.

JIMENA.

En vuesa mesura fía


Mi fé; é catad q u e n o n ha
Mi pecho pavor de e n g a ñ o ,
Nín b a r a t a ; é n o n cuidcdes
Que vivo á León t o r n c d e s ,
E n asmando facer daño
Á Rodrigo.

RAMIRO.

Confiada
Vén de mí Y dadme las dos
Licencia.

ELVIRA.

Yo estoy de vos
Satisfecha.

LEONOR.

Yo obligada. [ Vase Ramiro.


LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

JIMENA.

¡Lijosos los fados vuesos,


Si atendedes á e n g a ñ a r !
Que yo vos cuido astragar
l)c u n a p u ñ a d a los huesos. [ Tose.]

ESCENA X.

ELVIRA. LEONOR.

ELVIRA.

¿ Q u é dices dcsla m u d a n z a
Del Rey ?

LEONOR,

Que h a echado d e v e r
Que Rodrigo ha menester
Mucho m á s que él su privanza.

ELVIRA.

Mañana ini a m o r dudoso


Su verdad h a de p r o b a r ;
Que se ha de d e t e r m i n a r
Á perderme ó ser mi esposo.

LEONOR.

Pues ¿dónde piensas hablalle?


LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ELVIRA.

Ramiro es el mensajero
De q u e en la fuente le espero
Que baja del bosque al valle.

LEONOR.

¿No temes su ceguedad,


Si se vé solo contigo?

ELVIRA.

T ú , Leonor, irás conmigo,


Y por más seguridad,
Irá Jimena también.

LEONOR.

Á mucho te obliga amor.

ELVIRA.

Ó h a de vencerle el favor,
Ó castigarle el desden. [ Vanse.]

Salón de palacio en León.

ESCENA X I .

EL REY. CUARESMA.

REY.

¿Cómo, Cuaresma, no fuiste


Con Ramiro á esta j o r n a d a ?
120 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

CUARESMA.

De aquella ocasión pesada


Que en Valmadrigal tuviste
Con Rodrigo, procedió
No seguillc en esta ausencia.

REY.

¿Cómo?
CUARESMA.

Anduve en la pendencia
Como u n cristiano debió,
P o r q u e viéndome apretado
De Rodrigo, fui á buscar
Un clérigo en el lugar
Para m o r i r confesado:
Y ha dado en q u e r e r m e mal.

REY.

Tu temor lo h a merecido.

CUARESMA.

Pues ¿ q u é loco n o ha temido,


Yiviendo en c a r n e m o r t a l ?

REY.

El noble n u n c a temió.

CUARESMA.

Por la experiencia averiguo


Que es eso hablar á lo a n t i g u o ;
Que noble conozco y o ,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 121

Infante ele C a m ó n ,
Bravo solo con mujeres.
Mas supuesto que tú eres
El más noble de León,
Te probaré, que aun á tí
No ha perdonado el temor.
¿Nunca á*una vela, señor,
Quitaste el pábilo?

REY.

Si.

CUARESMA.

Luego es fuerza confosar


Que á tener miedo has llegado;
Que nadie ha despabilado,
Que no temiese apagar.

REY.

¡ Qué desatino!

CUARESMA.

Pregunto:
¿Nunca medias te pusiste?
Y aunque eres Rey, ¿no temiste
Hallarles suelto algún punto ?
¿Nunca la amorosa llama
Te tocó?

REY.

Y aun me abrasó.
LOS PECUOS PRIVILEGIADOS.

CUARESMA.

Pues ¿ q u é amante n o temió


Hallar-con otro su dama?
— Pero Yillagómez es-
Quien con Ramiro ha llegado.

ESCENA XII.

RAMIRO. RODRIGO. EL REY. CUARESMA.

RAMIRO.

A cumplir lo que h a s mandado ,


Humilde llega á tus pies
Rodrigo.

REY.

La diligencia
Te agradezco.

RODRIGO.

Dad , s e ñ o r ,
La m a n o á quien el favor
De gozar vuestra presencia
Ha podido merecer.

REY.

Puesto que os h a b r á informado


R a m i r o , de que engañado
Tal exceso' pude hacer,
Os doy los brazos y el pecho.
LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS.

RODRIGO.

Previniendo yo q u e haría
El desengaño algún .dia
El efeto q u e h o y h a hecho ,
Me defendí del violento
F u r o r q u e intentó mi d a ñ o ,
Que f u é , advirtiendo el e n g a ñ o ,
Servicio, y n o atrevimiento.
La obediencia lo h a p r o b a d o ,
Y humildad con q u e rendido
Á vuestros pies h e v e n i d o ,
E n viéndoos desengañado.

H E Y.

Satisfecho estoy, Rodrigo:


Y a s í , quiero q u e ocupar
Volváis el alto lugar
Que habéis gozado conmigo.

RODRIGO.

Por tan g r a n m e r c e d , señor,


Los pies os vuelvo á pedir,-
Si bien no puedo admitir
E n t o d o , vuestro favor.
Vuestra gracia es la v e n t u r a
Que estimo h a b e r alcanzado ;
Mas volver escarmentado
Á la privanza es locura;
Que aquel á quien fulminó
De Jove la airada m a n o
Con las armas q u e Vulcano
\ 24 LOS TECHOS PRIVILEGIADOS.

E n sus fraguas fabricó ,


Tales temores y enojos
Concibo, q u e p r e v e n i d o ,
AI trueno cierra el o i d o ,
Y al relámpago los ojos.
Yillamet, Yalmadrigal,
Sania Cristina y la tierra
Que en las faldas d e la sierra
Bebe líquido c r i s t a l ,
Me d a n vasallos, r i q u e z a ,
Poder y antigaos blasones
Con q u e h o n r a r m e , y los pendones
Ensalzar d e vuestra alteza
Cuando serviros i m p o r t e ,
Sin mendigar m á s a u m e n t o s ,
Expuesto ó los escarmientos
Y mudanzas de la c o r t e :
Y a s í , con vuestra licencia,
Me vuelvo á Yalmadrigal.

REY.

A u n q u e q u e sé q u e m e esta m a l ,
Yíllagómez, vuestra a u s e n c i a ,
La p e r m i t o , p o r q u e entiendo
Que a u n tenéis de mis enojos
El sentimiento ó los ojos:
Y así, yo también pretendo
Que el tiempo vaya entregando
Vuestras quejas al olvido.
Mas en cambio desto, os pido
Una cosa, y dos os m a n d o ;
Que del reino n o salgáis,
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Y á veros vengáis conmigo


Muchas veces, s o n , Rodrigo,
Las quo os m a n d o ; y q u e impidáis
Que se ausente de León
Melendo, os p i d o ; advirtiendo
Que n o ha de saber Melendo,
Que os h e dado esta intención.

RODRIGO.

Yo, como leal vasallo,


En cuauto á m í , os obedezco ;
En cuanto al Conde, os ofrezco
IntentaJlo, n o alcanzallo. [Yose.]

ESCENA XXII.

EL REY. RAMIRO. CUARESMA.

UEY.

¿ Qué te parece ?

RAMIRO.

Que está
De tu indignación s e n t i d o ,
Y por eso ha resistido ;
Mas el tiempo aplacará
Sus quejas.
REY.

Porque consigo
El fin asi q u e intentó
(Pues sí la corto le ve
Algunas veces conmigo,
426 LOS PECnOS PRIVILEGIADOS.

Cesa la murmuración.
De mi m u d a n z a y su ausencia)
No hice m á s resistencia
Al partirse de León.

RAMIRO.

Que se partiese de tí
Deseaba y o , por darte
. Una orabajada do parle
De Elvira.

REY.

Ramiro, di,
Di p r e s t o ; q u e n o h a y paciencia
Donde h a y amor.

RAMIRO.

Hoy te aguarda
Para hablarle.

BEY.

Un siglo tarda
Cada instante do su ausencia.
P a r t i r luego determino
Disfrazado.

RAMIRO.

Bien harás.

REY.

Vamos pues; que lo demás


Me dirás en el camino.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

CUARESMA.

¿ Tengo y o d e acompañar
Á los d o s ?
REY.

Cuaresma, sí.

CUARESMA.

Pues advierto desde aquí


Que no voy a pelar, ¡Tanse.]

Campo de Valmadrigal.

ESCENA XIV.
ELVIRA. LEONOR. JIMENA.

ELVIRA.

P o r u n a parte esperanzas,
Por o t r a , Leonor, t e m o r e s ,
Me acobardan y m e a n i m a n
Con afectos desconformes.

LEONOR.

Cerca está el plazo si Alfonso,


Como d e b e , corresponde
A la obligación, Elvira,
Que en querelle hablar, le pones.

ELVIRA.

Escucha, amiga .Timena. [Hablan bajo.]


№ LOS PECnOS P R I V I L E G I A D O S .

ESCENA XV.

DON SANCHO y FORT UN, retirados. DICHAS.

DON SANCHO.

Mis celos y mis pasiones


Me traen siguiendo sus pasos
Por la espesura del b o s q u e ,
Por ver si alguna ocasión
La soledad me dispone,
En que ver mis desengaños
Ó conquistar sus favores.

ELVIRA.

Con este fin te h e traido


Conmigo.

J I ME N A.

Alfonso perdone;
Que facer su b a r r a g a n a
Á u n a infanzón» tan n o b r e ,
Non y e facienda de Rey.

ELVIRA.

Si intentare algún desorden,


En tu defensa confío.

«MENA.

Yo faré lo que m e t o q u e ,
Mas á la fé, doña Elvira,
Rehurtid vos sus a m o r e s ;
LOS PEOnOS PRIVILEGIADOS. 129

Que con dueña q u e reprocha,


Non ha facimiento el home.

DON SANCHO.

Confirmóse mi sospecha;
Que según estas razonas,
Esperan á Alfonso a q u í ;
Y.¡ vive Dios, si nos pone
Solos á los dos la suerte
E n el campo dcste b o s q u e ,
Que h a de ser n u e s t r a estacada!
Parte volando, y al Conde
L l a m a , F o r t u n , de m i p a r t e ,
Y dile que á Yillagómez
Traiga consigo, si acaso
Ha vuelto ya de la corte.

FORTUN.

¿ Diréle lo que recelas ?

DON SANCHO.

Sí, F o r t u n : dile q u e corre


Riesgo su honor,

FORTUN.

Hoy se e n c u e n t r a n
Las b a r r a s y los leones. [ Vase]

Ton o I, 9
4 30 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

ESCENA XVI.

DON SANCHO. EL REY [ D E L E Ó N ] . RAMIRO y


CUARESMA, vestidos de labradores. DICHOS.

REY.

Con ellas está Jimcna.

CUARESMA.

Á m i m e toca.

REY.

Disponte,
Sí pretendiere impedir
De los dos las intenciones,
Ó á delenella con fuerzas,
ó á engañalla con amores.

CUARESMA.

¡Triste y o í No sé cuál es
Mas fácil de esas facciones.
¿ Un monstruo quieres que v e n z a ,
Ó que u n a vieja enamore?

ELVIRA.

Este os el Rey.

REY.

¡Bella E l v i r a !
LOS PECIIOS P R I V I L E G I A DOS. 131

ELVIRA.

¡Rey y señor!....
[Apartase cada uno con la que le toca.]

REY.

Los temores
De tu ausencia m e h a n traído
Con alas desde la corte.

ELVIRA.

En la tardanza h a y peligro.
Escucha las ocasiones
De mi pona.

RAMIRO.

Ya e! silencio,
Leonor, los candados rompe.
Óyeme sin enojarte,
Si el poder de a m o r conoces.

CUARESMA.

J i m e n a , ¡válgame Dios,
Qué linda estás! ¿ Qué te p o n e s ,
Que al rubio de Dafne amante
Desafías á esplendores?

JIMENA.

Callad, juglar, en mal h o r a ;


Que si u n r a m o tiro á u n r o b r e ,
De vuesas chocarrerías
Faredes q u e enmienda tome.
132 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

CUARESMA.

Sin duda que te ha cansado


Lo culto de mis r a z o n e s ;
Que entendimientos vulgares
Es forzoso q u e lo i g n o r e n ,
E i g n o r á n d o l o , lo c u l p e n ,
¥ gerigonza lo n o m b r e n ;
Mas yo te hablaré e n tu lengua.

ELVIRA.

Y pues don Sancho me escoge


P a r a Reina de N a v a r r a ,
Es bien que ó t u m a n o estorbe
Mi ausencia , ó tu desengaño
Dé fin á mis confusionas.
Aquí te h a s de resolver
Á q u e te pierda ó te cobre ;
Que este es el último plazo.

REY.

¡ Ay d e m í !

ELVIRA.

¿Dudas? Responde.

REY.

¿Qué h e de responderte, Elvira,


Si las capitulaciones
Hechas con la Castellana
Quiere mi suerle q u e estorben
Darte la m a n o , y mi amor
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 133

Sentirá menos el golpe


De mi m u e r t e , que tu ausencia?

ELVIRA.

Pues la Castellana goce


Vuestra alteza muchos a n o s ,
Y Navarra me corone. [Quiere irse.]

REY.

Eso n o ; detente.

ELVIRA.

Suelta.

REY.

P e r d o n a ; q u e pues conoces
Que tu amor me tiene ciego,
Y en esta ocasión m e p o n e s ,
He de llevarte á León
Y gozar de tus favores;
Y vengan luego á vengarte
El lley don Sancho y el Conde.
RAMIRO.

P e r d o n a , Leonor.
CUARESMA.

Jiinena,
Perdona.
[Cada uno se abraza con la suya para llevarla.]

DON SANCHO.

Alfonso, este bosque,


tu LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

De tu sangre escrito, al m u n d o
Publique tus sinrazones.
[Sacan las espadas y acuchillansc]

REÍ'.

¡Al Rey de Leou te a t r e v e s !

DON SANCUO.

Yo soy tu i g u a l : ¿ n o conoces
Al Rey de Navarra ?

ESCENA XVII.

EL CONDE, BERMUDO y RODRIGO, sacando las


espadas. D I C H O S .

CONDE.

Alfonso,
Ya n o es tu vasallo el Conde.
Pues la palabra real
Tan injustamente r o m p e s ,
Con t u m a n o ó con t u vida
Mi honor es fuerza que cobre.

RODRIGO.

Eso n o , mientras viviere


Rodrigo de Yillagómez.
[Pénese Rodrigo al lado del Rey]
LOS PUCHOS PRIVILEGIADOS. 135

CONDE.

¡Ah Rodrigo!

RODRIGO.

No h a y ofensas,
No h a y amistades, ni a m o r e s ,
Que en tocando á la lealtad,
No olviden los pechos nobles.

CUARESMA.

Temblando estoy.

J HIENA.

Endonadme;
D u e ñ a , esta espada. Vos, C o n d e ,
[Quita Jimena la espada a Cuaresma, y púnese delante
del Rey, defendiéndole de D. Sancho y el Conde.]
É v o s , d o n Sancho, a r r e d r a o s ;
P o r q u e Jimena n o n sofre
Q u e , en contra de su Rey, cuide
Orgullecer n i n g ú n borne.
Guardad vucsas nobres v i d a s ,
Rey Alfonso é Yillagómez;
Que mí valor sobejano
Fará tremer estos montes. [AcucMUanse.]

CUARESMA.

¡Ah m a c h o r r a !

ELVIRA.

Ten, Jimena.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

JIMENA.

Si son don Sancho é el Conde


Porfiosos, perdonad.

ELVIRA. [Poniéndose en m i d i ó . ]
Tened, por Dios; que en los nobles
No h a n de tener más imperio
Las armas q u e las razones.
¿Por qué pretendéis, Alfonso,
Con exceso t a n enorme
Perder el n o m b r e de Rey,
Cobrar de b á r b a r o el n o m b r e ?
Si h a n de coronar la Infanta
De Castilla tus leones,
¿ P o r qué impides q u e el Navarro
La de Galicia corone?
Una p a r a esposa eliges,
Y otra para dama escoges.
¿ E r e s cristiano? ¿ e r e s R e y ?
¿Eres noble.... ó eres h o m b r e ?
Por u n intento que n u n c a
Has de alcanzar, pues conoces
Que no puede en mí la m u e r t e
Más q u e mis obligaciones,
¡El suelo y el cielo ofendes!
Vuelve en tí, R e y ; corresponde
Á quien e r e s , y á tí mismo
Te v e n c e , pues eres noble ;
Ó m u e v e el luciente acero
Contra m í , si te dispones
Á impedir q u e de mi mano
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

El Rey de Navarra goce;


Que yo se la doy. Yo soy
Quien te ofende; q u e n o el Conde
Mi p a d r e , ni el Rey don Sancho.
— Dadme ta mano

CUARESMA.

Arrojóse.

REY.

T e n t e , Elvira ; q u e mis celos,


A u n q u e perdiese del orbe
La m o n a r q u í a , no sufren
Que ¡í mis ojos te desposes
Con otro ; y p o r q u e n o pueda
Quejarse tu p a d r e el Conde
De mi palabra rompida,
Dame la m a n o , y perdone
La Infanta doña Mayor,
Y el Rey de Navarra logre
Con ella sus pensamientos.

DON SANCHO.

Don S a n c h o , Alfonso, responde


Que es admitirlo forzoso.

CONDE.

Falta que á mí me p e r d o n e s .
138 LOS I'ECIIOS PUIVILEGIADOS.

REY.

Llegad , Melendo, á mis b r a z o s ;


Que disculpados errores
Son los q u e causa el honor.

ELVIRA.

Permitid que á Villagómez


Le dé la mano mi h e r m a n a .

RAMIRO.

Tu promesa n o lo estorbe,
S e ñ o r ; q u e n o quiero esposa
Que ajenas prendas adore.

REY.

Dalde la m a n o , Rodrigo;
Y porque del todo os h o n r e , .
Y quede memoria y fama
De Jimena, y de que ponen
Á los pechos q u e los crian
Tal valor los Yillagómez,
Ella y cuantas merecieren
Dar á los Infantes nobles
De vuestro linaje el pecho,
De h o y en adelante gocen
Privilegio de nobleza,
Para que el m u n d o los n o m b r o
Los pechos privilegiados.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

JIMENA.

Nunca tle vuesos loores


l a fama fallecerá.

RODRIGO.

Aun hoy cuenta en sus blasones,


Senado, esle privilegio
La casa de Yillagómez.
Y esta verdadera historia
Dé fin a q u í , y sus errores
Suplica humilde el autor
Que el auditorio perdone.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Difícil seria al que oyese este titulo y aun al que hubiera


leído ol drama hasta el desenlace, conocer su verdadera
significación, á no haberse fijado en los últimos versos. Y
decimos aunque le hubiera leido, porque sin llegar á su finí
todo el está respondiendo á otra interpretación que algunos
de los personajes nos obligaa á darle. Hablándose de pechos
privilegiados, cualquiera presumiría fundadamente, que se
hablaba de la elevación y grandeza de Jimena y de Rodrigo
de Yillagómez. Y sin embargo, á lo que alude el titulo, no
es á los sentimientos, al corazón, sino á los pechos do la
mujer, tí los pechos que amamantan. Se refiere al privilegio
de nobleza, que se supone concedido por el Rey á ¡as amas
que criasen á los descendientes de la ilustre familia de V i -
llagómez. La munificencia Real no podia traer, por más des-
usado camino, ni otorgar por más radical manera, su g a -
lardón á la hidalguía do sentimientos.
El título pues, contra lo que comunmente sucede, no r e -
sume ni anuncia el pensamiento capital de la obra: se contrae
ú un cabo de su desenlace. Pero después de la anterior e x -
plicación, no puede uno menos de preguntar: ¿qué hombre
es ese, ó cómo es el valor de ese hombre que tal premio
grangea del monarca, á la que en su concepto se lo ha in-
fimdido? Y vamos derechos al fondo de la pieza, que anuncia
raros y peregrinos merecimientos, virtud esclarecía y l e -
vantada.
Y como eso es más meritoria, cuanto es más difícil y e o s -
1¿2 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

tosa, en ninguna parle lo será tanto, como donde más se


ejercite, y más batallas riña, y más victorias alcance. Palenque
es pues para ella de aparentes condiciones la Corle, el Pa-
lacio de los Reyes, donde hallan, por lo común, la adulación
su asiento, la hipocresía su máscara, la intriga su telar y la
ambición su escala. Y allí la coloca el autor, cual en sitio pre-
ferente, para el lucimiento de su celsitud y excelencia, y le
da por aliados, mejor diría por contrincantes, al amor y
á la amistad. Para juzgar de sus triunfos sobre pasiones
fervorosas y desatentadas, conviene reseñar, siquiera lige—
rísimamcnte, la historia que los implica y la ocasión en que se
suceden.
Tiene el Conde Melendo dos hijas: Leonor y Elvira. Ama
á la primera correspondido de ella y aceptado por el Padre,
Rodrigo de Yillagómez, favorito del Monarca, que piensa
hacerla su esposa. Ama á la segunda el Rey Alonso V de
León, que piensa hacerla su querida. Acude éste á "Villa—
gómez, para que, á título de amigo y cuñado futuro de El-
vira, le ayude á lograr sus torcidos propósitos, pero acude
en vano: se niega á ello el Privado: pierde por ende su pri-
vanza, y como no podía casarse sin ucencia Real, ni quería
revelar á nadie por qué se la negaban, determina alejarse de
la Corte.
Según acontece en semejantes casos, no falta al Roy
otro servidor más flexible y complaciente; pero tercia en
las regias aventuras con escasa suerte, pues Elvira, aun-
que ama á Alonso V, sólo 1c consiente amores por la via con-
yugal. Varia fortuna corren entre tanto los de D. Rodrigo,
con haberse ausentado , sin dar explicaciones á la familia de
su prometida, y siguen las alternativas, hasta que aclarada su
conducta y convencidos el Rey y Leonor do su lealtad, le
vuelven á su gracia y se dispone la boda. Entonces Alonso V,
más que llevado de su afecto, ofendido en su amor propio,
y picado y temeroso de perder á Elvira, cuya mano ha pe-
dido Sancho, Rey de Navarra, resuelve darle la suya, y se
verifican ambos matrimonios.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. H3

Pronta, fácil y liábilmonte comienza la acción, pues ape-


nas acaban el Conde y D. Rodrigo de concertar el matri-
monio de éste, aparece el Rey con la confianza de su amor,
pidiéndole ayuda y mediación, y (¡ene que negárselas. Oigá-
mosle :

¿Y en tan poca estimación


Os tengo y o , que debia
Presumir que en vos cabía
Injusta imaginación?
¿ Y en tan poco me estimáis
ó me estimo yo, que crea
Que para una cosa fea
Valovos de mí queráis?
Y ai fin ¿tan poco entendéis
Que estimo al Conde, que entienda
Que vuestra afición le ofenda
Si ser su yerno podéis?

BEY.

Esto habéis de hacer por mí,


Si es que mi vida estimáis,
Y si el lugar deseáis
Pagar, que en el alma os di.
RODRIGO.

Señor, mirad
REY.

Ciego estoy:
No rae aconsejéis, Rodrigo.
Esto haced, si sois mi amigo.

RODRIGO.

Alfonso, porque lo soy


Os pongo de la verdad
Á los ojos el espejo,
Que se vé en el buen consejo
La verdadera amistad
Pues ni y o fuera Rodrigo
De Villagómez, ni fuera
Digno de que en mí cupiera
El nombre de vuestro amigo,
Í U LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

Si solo por daros gusto,


.En' nn caso tan mal hecho,
Hiciera á un amigo estrecho
Un agravio tan injusto.

REV.

Una de dos;
Hacerlo, ó no ser mi amigo.
RODRIGO.

Si yo no lo he merecido
Por mi sangre y mi valor.
Muy caro dais el favor,
A precio de honor vendido:
Que esc es modo con que suele
Levantarse a la privanza
Del Rey, solo quien no alcanza
Otras alas con que vuele:
Mas no quien pudo llegar
Por sus partes á subir,
Y merece con servir
Y no con lisonjear
Para hacer yo lo que debo
Solo á lo que debo miro:
Ni á otros efelos aspiro
Ni de otra causa me muevo.

Ofendido el Rey de semejante lenguaje, le prohibe que


vuelva á su presencia, y le manda que guarde secreto.
Ocioso es ponderar la entereza con que arrostra inflexible
las exigencias del Monarca: j lástima que no se pague un poco
menos de sil pero este es achaque común de todos nuestros
antiguos caballeros: no conocían la modestia en materia de
alcurnia, ni de valor. Balzac ha dicho que hablará una mujer
de amor, es hacerlo el amor, como ahora se dice: pues nues-
tros galanes sin duda pensaban, que hablar de valor era
tener valor: y así no se encuentra en el teatro antiguo un
valiente, que no encarezca sus hazañas efectivas y posibles; que
no diga baladronadas. Son restos de la Caballería andante,
que anunciaba el valor como una profesión social.
LOS PECJJOS Pili VILEGIA DOS. U 5

Cuando el Conde Melendo sabe la caida de su amigo y


presupuesto hijo Yillagómez, Ic ofrece negociar su reconci-
liación con el Rey, en la cual fundadamente confia: pero
aquel escarmentado ., le contesta lleno de respeto y cordura:
La gracia, sí me alcanzad;
(Que esta es forzoso que precie,
Pues no hacerlo fuera especie
De locura ó deslealtad;)
Pero el asistirle, no:
Porque si Faetón viviera
Fuera necio, si volviera
Ai carro que le abrasó.
CONDE.

Estáis agora enojado.


RODRIGO.
Corriendo el tiempo, no hay duda
Que el enojarlo se muda :
Pero no el desengañado.
Retraído á sus estados de Valmadrigal, donde Jimena su
nodriza le quiere, cuida y agasaja como á hijo, vá á visi-
tarle el Rey Sancho de Navarra, á fin de que influya con el
Conde, para que le otorgue la mano de su hija Elvira á
quien ama; y noticioso de su injusta desgracia con el Monarca
Leonés, le propone se vaya á Navarra, donde le satisfará
todas sus ambiciones: á lo cual dice:

RODRIGO.

I Señor! en cuanto á mí toca


La merced os agradezco:
Pero de Alfonso hasta aquí
Ni me agravio, ni me quejo
Para que me ausente del:
Que de su privanza es dueño:
Y la agradezco gozada,
Y perdida no me ofendo.

Mas á pesar de no haber querido tornar á ella, como se


lo manifestó respetuosamente al Rey en persona, veamos su
TOMO I. 10
146 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

conducta con él, cuando por Elvira riñe con el de Navarra,


á cuyo lado se pone el mismo Conde, que se había desnatu-
ralizado : y no olvidemos que el Rey había intentado matarlo
sin razón, y por su propia mano:

CONDE.

Alfonso,
Ya no es tu vasallo el Conde:
Pues la palabra Real
Tan injustamente rompes,
Con tu mano, ó con tu vida
Mi honor es fuerza que cobre.
RODRIGO.

Eso no, mientras viviera


Rodrigo de Villagómez, (Púnese al lado del Bey.)
CONDE.
| A h Rodrigo!
RODRIGO.

No hay ofensas.
No hay amistades ni amores,
Que, en tocando á la lealtad,
No olviden los pechos nobles.

Después de Rodrigo, el personaje que descuella, es su


ama Jimena, creación caprichosa y original, aunque no fuera
mas que por el dialecto que habla, tan ajeno de la unidad
de lenguaje que naturalmente pide todo drama, como propio
del lugar en que se coloca la escena. ¿Pero qué importa (no
acertamos á ser severos), si parece que estamos oyendo h a -
blar á Don Alfonso el Sabio y contemplando en aquella h u -
milde mujer la bondad, entereza y bravia virtud de la más
rica fembra de Castilla?
Si á los sentimientos pudiera hallárseles Ja filiación, y
fuese cierto que se nos trasmiten más ó menos intensamente
algunos de las que á sus pechos nos crían, bien pudiéramos
encontrar en ella el origen de los que ostenta luego Rodrigo
en las críticas situaciones. Pero escuchamos las palabras á su
ahijado, que parecen inspiradas por el genio de los primitivos
romances.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. U 7

JUIEKA.

Mi Rodrigo ¿qué tcnedes?


Esfogad conmigo el pecho,
Si vos miembra que del mió
Vos dí el primer alimento.
Ama vuesa só, Rodrigo:
A nadie el vueso secreto
Podedes mejor fiar:
Que como madre vos quiero.

Asustada con que no se le haya fiado, pretende averiguarlo


á toda costa para consolarle, defenderle ó ayudarle, y le
consagra solicitud verdaderamente maternal: por do quiera
le sigue y aun le acecha. Así al anunciarle el Rey de N a -
varra que quiere hablarle á solas, según hemos visto, retí-
rase ella, pero se pone á escuchar tras de la puerta.
Y no es perdida su vigilancia: que llega el Rey á Valma-
drigal á probar fortuna nuevamente con Elvira, y por acaso
la divisa en un bosque con Roárigo, de quien está celoso:
escóndese á cierta distancia, y entreoyendo parte de su con-
versación con ella, é interpretándola torcidamente, acaba de
alucinarse y enfurecerse hasta el punto de querer matarle:
en cuyo acto sale ella de su emboscada y se lo lleva en bra-
zos mientras dice:

ItEY.

Suelta, villana, ¿á tu Rey


Te atreves?
JIMENA.

Rey, el mió fijo


Defiendo, nos vos ofendo.

Cargar con un Rey en brazos, y arrebatarlo así de la escena


atrepellando, no ya el prestigio de la monarquía, sino la segu-
ridad civil y el respeto público es un paso verdaderamente de
saínete: pero que no faltará quien aplauda en una forzuda
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

montañesa, que vé amenazado de muerte en lucha desigual é


inicua al hijo á quien tiene amor tan entrañable y orgulloso.
Contando luego á Rodrigo lo que le paso con el Rey
cuando quedaron á solas, después de haberle hecho desapa-
r e a r de la escena, por tan grotesca máquina, en medio de
que desconoce todo lo interior det negocio, hace traslucir
perfectamente el cambio que sus explicaciones produjeron en
el ánimo del Monarca, Merece que la oigamos:

Alfonso non cuidedes


Que vos largue, hasta en tanto
Que pongades preitesía
De non facer ende daño
Al mi Rodrigo. A la cima,
Bien de fuerza ó bien de grado
Fizo el pleito; é yo otro si
Tiréle luego el embargo,
É homildosamenle dije
Con los finojos fincados:
Rey: ama so de Rodrigo;
Estos pechos le criaran:
En mi amor semejo madre:
Si atendiendo como sabio
E como nobre, que amor
Torna enfurecido é sandio,
Vos non prace perdonarme,
Vedesme al vuestro mandato.
Y concluye diciendo:

Y maguer que la palabra


Obriga á los Reyes tanto,
Como ni venganza cabe,
Nin afrenta en ser tan alto,
Pues non ye cosa que pueda
Obscurar al sol los rayos:
Sandio Rodrigo seredes,
En atender confiado
Nin la fé de un ofendido,
Nin la piedad de un contrario.

Mas á pesar de estos temores y desconfianzas, cuando


los Reyes llegaron á las manos, cogió la espada de Cuaresma
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 149

y se puso delante de Alfonso á defenderle contra don Sancho


y el Conde, satisfaciendo así con creces el agravio que le
había hecho.
Notable es p o r el respeto, dignidad y p u n d o n o r que i n s -
pira la escena en que el Conde Melendo y su hijo sorprenden
en el cuarto de la victoriosa, aunque atraicionada Elvira, al
Rey que les dice, viendo que v a n á acometerle:

¡ Teneos
Al R e y !
CONDE.
¿Al R e y ?
REY.
Si.
CONDE. (Deja caer la espada.)
El Rey sois
Aunque no lo parecéis:
Pero conmigo b a s t ó ,
Para que suelte el acero,
Solo el oir que sois vos.

REY.
Quedaos.
CONDE.
Permitid que al menos
Llegue á la calle con vos :
Porque quien salir os v i e r e
Entienda que mereció
Esta visita Melendo,
Y no su hija

Muy en su lugar está la observación del .cortesano, para


cubrir las apariencias de su honra. La Majestad Real es la
que queda h a r t o mal parada en esa escena de pecador a r -
repentido, y más si se atiende, á que no sale ganando ni la
Moral, pues no sigue luego la enmienda al arrepentimiento
Es Cuaresma de los más donosos y agudos de su linaje,
150 LOS PECHOS PRIVILEGIADOS.

según se v é en los razonamientos que hace para defender su


cobardía y la necesidad y el deber de comer bien. En fin, son
distinguidos todos los personajes de esle drama, sembrado
cual pocos de bellezas al pormenor: especie de traje de no
mu y ceñida hechura, pero de riquísima tela cortado y c u -
bierto de preciosa argentería. La experiencia, el ingenio y
la discreción brotan por todas partes.
Dice la corrupción cortesana :

Sin advertir que las leyes.


En las manos de los Reyes
Que las hacen, son de cera:
Y que puede un Rey, que intenta
Que valga por ley su gusto,
Hacer lícito lo injusto,
Y hacer honrosa la afrenta.

Dice la discreta Leonor :

Más me dais á presumir


Que de vos puedo saber:
Que el que un secreto pondera
Y lo calla, hace más daño,
Dando ocasión á un engaño,
Que declarándolo hiciera:
Y así, quien prudencia alcanza,
Ó no ha de dar á entender
Que hay secreto que saber,
Ó ha de hacer del confianza.

Dice la cortesía de Rodrigo:


Harélo,
Porque vos me lo mandáis:
Que si el estar descubierto.
Rey don Sancho, es respetaros,
Cubrirme es obedeceros.

La virtud de Jimena dice:


Alfonso perdone:
Que facer su barragana
A una infanzona tan nobre
Non y e facienda de Rey.
LOS PECHOS PRIVILEGIADOS. 151

Yo faré lo que me toque:


Mas á la fé doña Elvira :
Rehurtid vos sus a m o r e s ;
Que con dueña que reprocha
Non há facimiento el home.

Dice la experiencia del Conde:

Aquí no h a y que e s p e r a r :
Que es bien que m u e r a
Quien la amenaza v é y el golpe espera

Alfonso es Rey, bien lo v e o :


Prometió m a s es amante;
No h a y propósito constante
Contra un constante deseo.
El remedio está en la ausencia;
Que al furor de un Rey, Bermudo,
La espalda ha de ser escudo,
Y la fuga resistencia.

Así dice Lista : «este es el drama en que Ruiz d e Alarcon


desplegó más conocimientos morales y políticos: a b u n d a en
excelentes principios expresados con toda la dignidad de la
tragedia. P o r lo que no se recomienda tanto es por el m o v i -
miento de su acción que no es todo lo acompasado y g r a d u a l
que'se requiere.» Entretiene mas bien con el interés que ins-
pira cada persona por sí y en sí, que con relación al interés
dramático total. E n cambio luce un lenguaje y una versifica-
ción de lo más apurado y. escogido, según podemos juzgar por
las muestras acaso excesivas que v a n presentadas.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.
NO HAY MAL ODE POR BIEN NO VENGA ;
DON DOMINGO DE DON BLAS.

PERSONAS.
BON JUAN, galán. L E O N O R , dama.
BON DOMINGO DE DON »LAS- CONSTANZA, dam«.
E L PRINCIPE DON GARCIA. INES, criada.
DON RAMIRO, viejo grave. BELTRAN, gracioso.
E L REY DON ALFONSO I I I DE UN SOMBRERERO.
L E O N , cíiijo. UN SASTRE.
Ñ U Ñ O , criado. UN GENTILHOMBRE.
MAURICIO, criado. CRUDOS.

La escena es en Zamora.

ACTO PRIMERO.

Calle en que está la casa de D, Ramiro y otra desalquilada.

ESCENA PRIMERA.
DON JUAN con unas llaves, y BELTRAN : amóos
a la puerta de la casa inhabitada.

DON JUAN.

La casa no puede ser


Más alegre y bien trazada.

BELTRAN.

Para tí fuera extremada,


Pues vinieras á tener
456 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Pared en medio á Leonor;


Mas piden adelantados
Por i m año cien ducados,
Y estás sin b l a n c a , señor.

DON JUAN.

Yo pierdo mil ocasiones


Por tener tan poca suerte.

BELTRAN.

Pues ya n o esperes valerte


De trazas y de invenciones.
No h a y e m b u s t e , n o h a y enredo
Que puedas lograr agora,
Porque todos ya en Zamora
Te señalan con el dedo:
De s u e r t e , q u e me admiró
Que n o temiese el empeño
De sus llaves, cuando el dueño
De la casa te las dio.

DON JUAN.

Nada me tiene afligido


Como v e r q u e he de perder
Á Leonor, después de h a b e r
Sus favores merecido,
Y después que me ha coslado
Tanta hacienda el festejarla,
Servirla y galantearla.
NO JIAY MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

BELTRAN.

Con eso m e has acordado


Una bien graciosa historia,
Que h a s d e oir, a u n q u e estés triste.—
Bien pienso q u e conociste
A Pedro Nuñez de Soria.

DON JUAN.

En Castilla le traté,
Y era h o m b r e amable y gustoso.

BELTHAN.

Ese pues poco dichoso,


Tan pobre en u n tiempo fué,
Que por alcanzar apenas
Para el sustento, jugaba
La m o h a t r a , y se adornaba
Todo d e ropas ajenas.
Riñó su dama con é l ,
Y en u n cuello q u e traía
Ajeno, como solía,
Hizo u n destrozo cruel.
El d u e ñ o , cuando entendió
La desdicha sucedida,
A la dama cuellicida
F u é á buscar, y así la h a b l ó :
« Una advertencia he de haceros,
Por si acaso os enojáis
Otra v e z , y es q u e riñáis
Con vuestro galán en cueros ;
Que cftando la furia os v i e n e ,
458 N 0 HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Si vestido le embestís,
Haced cuenta que reñís
Con cuantos amigos tiene.»

DON JUAN.

Bueno es el c u e n t o ; m a s d i ,
¿ Á qué propósito ha sido ?

BELTBAN.

¿Pues a ú n no lo has entendido?


Estás tú sintiendo aquí
El dinero que has gastado
En celebrar á Leonor,
Y lo p u d i e r a n mejor
Sentir los que lo h a n prestado.

DON JUAN.

¿Era m i hacienda.tan poca,


Que n o puede entrar e n c u e n t a ?

BELTRAN.

No, pero deja que sienta


Cada cual lo que le toca.

DON JUAN.

I Qué bien sabes discurrir


Contra m í !

BELTRAN,

¿Puedes culpar,
Pues q u e te ayudo á pecar,
Que te ayude á arrepentir ?
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. i S9

DON JUAN,

E n t r a , y m i r a si á Leonor
Puedo hablar, y aquí te espero. [Vase Beltran]

ESCENA II.

ÑUÑO. DONJUÁN.

ÑUÑO [Mirando la casa desalquilada.]


Esta se alquila, y parece
Á medida del i n t e n t o ,
Si es tan b u e n a de aposento
Como la fachada ofrece.
El d u e ñ o debe de ser
E s t e , q u e á la p u e r t a está
Con las llaves : bien s e r á ,
Si agora la puedo ver,
Llevar della relación.
Quiero liablalle.—Caballero,
Para cierto forastero
Quisiera, si es ocasión,
Ver esta casa.

DON JUAN.

Es m u y c a r a ;
Que h a n de darse adelantados
Por u n año cien ducados.

NÜÑO.

No importa; que no repara


Mi d u e ñ o , que mucho más
160 N 0 IIAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Puede dar en i n t e r é s ,
Si es á su gusto.

DON JUAN.

¿Y quién es?

ÑUÑO.

Don Domingo de Don Blas.

DON JUAN.

¿ De Don Blas?

ÑUÑO.

Sí.

DON JUAN.

¡Qué apellido
Tan e x t r a ñ o !

ÑUÑO.

Extraño y n u e v o
Es sin d u d a ; m a s m e atrevo
Á apostar, q u e el m á s lucido
Linajudo caballero
Deste reino le t o m a r a ,
Como el n o m b r e le importara
Lo q u e importa al forastero.

DON JUAN.

Si n o os llama algún cuidado


Que requiera brevedad,
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Lo q u e apuntáis me contad,
Y dcjarcisme obligado.

ÑUÑO.

Es dar gusto granjeria


Tan hidalga, que supuesto
Qc tanto mostráis en eslo,
Á m a y o r costa lo baria.
Cuando en las ardientes fuerzas
Y en los invencibles bríos
Del ya anciano r e y Alfonso
(Que guarde Dios largos siglos)
Hallaba España triunfos,
Y el moro hallaba castigos,
Siendo su cuchilla asombro
De pendones berberiscos,
Don Blas, hidalgo tan noble
Cuanto el q u e m á s presumido,
En León de ilustre sangre
Cuenta blasones a n t i g u o s ,
Le fué á servir en las talas
Que al moro extremeño h i z o ,
Llevando en su compañía
Por soldado á d o n Domingo,
Que era su s o b r i n o , y e r a ,
A u n q u e fué don Blas, su t í o ,
Valiente cuanto n i n g u n o ,
Su emulación su sobrino.
Llegaron á saquear
Á Mérida, donde quiso
La suerte que le tocase
De u n moro alfaquí tan rico
Tono 1 14
i 62 N O IT A Y MAL QUE POR, BIEN N 0 VENGA.

La casa á don Blas, que el oro


Que halló en ella, satisfizo
La sed con q u e despreciaba
De ia g u e r r a los peligros,
Á su vida y su v e n t u r a
Llegó el plazo estatuido,
Quedando por heredero
De sus bienes d o n Domingo,
Mi señor, Á q u i e n tenia
Obligación por s o b r i n o ,
Y amor por su educación,
Que le crió, desde n i ñ o .
Cuatro mil ducados fueron
De r e n t a , d e los q u e hizo
Un vínculo en su cabeza
(Hacienda que en este siglo
Ilustrara algún s e ñ o r ) ,
Con estatuto preciso
De q u e , el n o m b r e de Don Blas
Tomase por apellido
Cualquiera que el mayorazgo
Por derecho sucesivo
Herede, por evitar
Las injurias del olvido
En origen de su n o m b r e .
Ya de su estado os h e dicho:
Agora os h e de contar
Su condición, p o r serviros.
En la g u e r r a , cuando p o b r e ,
Nadie mejor satisfizo
La obligación de su s a n g r e ;
Nadie fué con los moriscos
N0 HAY MAL QUE POR BIEN N0 VENGA.

Más a u d a z , n i n g u n o fué
Al trabajo más sufrido,
Ó al peligro más valiente;
Mas después que se vio r i c o ,
Solo á la comodidad,
Al gusto del apetito,
Al descanso y al regalo
Se e n c a m i n a n sus designios;
T a n t o , q u e el acomodado
Se suele llamar él m i s m o ;
Y en orden á ejecutar
Eslo a s u n t o , es tan prolijo
El discurso de las cosas
Q u e , por n o cansar, n o os digo
Que ni basta á referirlas
El m á s elegante estilo,
Ni el ingenio á imaginarlas,
Ni á sumarlas el guarismo.

DON JUAN.

Ni es el asunto m u y n e c i o ,
Ni es m u y bobo don Domingo;
Que p i e n s o , que si p u d i e r a n
Hicieran todos lo mismo.—
Pero las llaves t o m a d :
Ved la casa; q u e imagino
Que le h a de a g r a d a r , si acaso
No le descontenta el sitio.

ÑUÑO.

Antes por ser retirado


Es conforme á sus designios. [Vt
164 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

ESCENA I I I .

DON JUAN, y luego BELTRAN.

DON JUAN.

¡ Ah vil fortuna! ¡ Con otros


Tan l i b e r a l , y conmigo
Tan a v a r a ! Pues ¡ por Dios!
Que h e de ver, si mi artificio
P u e d e vencer t u s rigores;
Pues estoy y a t a n p e r d i d o ,
Que n i me espantan los años
Ni m e enfrenan los peligros.
¿ Q u é tenemos? [Sale licllran.]

BELTRAN.

Nada.

DON JUAN.

¿Cómo?

BELTRAN.

Ni Leonor h a parecido,
Ni I n é s , ni doña Constanza.

DON JUAN.

No i m p o r t a ; que agora aspiro


Á otro i n t e n t o , á que pudiera
Ser estorbo habernos visto.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Tú r e t í r a t e , Beltran;
Que conviene que conmigo
No te vean.

JIELTIIAN.

¿ Hay tramoya ?

DON JUAN.

y tan b u e n a , q u e imagino
Que estas fiestas m e h a de ver
En la plaza tan lucido
Leonor, q u e como hoy.favores,
La merezca desatinos.

BELTRAN.

Si n o ruedas.

DON JUAN.

No por eso
El mérito h a b r é p e r d i d o ;
Antes i m p o r t a r m e p u e d e ;
P o r q u e si solo el peligro
Es medio para obligar,
Más obliga el daño mismo.
Pero vete ya, q u e importa.

BELTRAN.

Á este zaguán m e retiro. [Vase.]


166 NO H A Y M A L Q U E POR B I E N NO VENGA.

ESCENA IV.

LEONOR e INÉS á la celosía. DON JUAN.

LEONOR.

¿ Que está don J u a n en la calle 'í

INÉS.

Tus ojos te lo d i r á n . .

LEONOR.

i Quó cuidadoso g a l á n !
I n é s , ¡quién pudiera habí alie!

INÉS.

De esta espesa celosía


P u e d e , coa v e r l e , tu amor
Descansar; q u e mi señor
Está en casa, y no sería
Delito q u e perdonara
(Pues su condición cruel
Conoces y a ) si con él
Hablando acaso le hallara.

LEONOR.

De sujeción tan penosa


¿ Cuándo libre me v e r é ?
NO XIU MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 167

INÉS.
Cuando la m a n o te de.

LEONOR.

Nunca seré tan dichosa.

ESCENA V.
ÑUÑO, que sale con las llaves y se las dá á D. JUAN.
LEONOR é INÉS, á la celosía.

ÑUÑO.

La casa h e visto, y n o creo


Que pueda hallarla mejor
Don Domingo mi señor.

DON JUAN.

Pues si iguala su deseo,


El efecto importaría
Abreviar, p o r q u e á Zamora
Llegó con su gente agora
El principe don García,
Y perderá la ocasión
Sí desla gozar desea.

RUÑO.

Hasta q u e con él m e vea


Y le haga relación
De la casa, solamente
La dilación puede ser,
Y de la que h e de hacer
No dudo q u e le contente.
168 N 0 HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON JUAN.

¿Dónde vive? [Hablan los dos bajo.]

LEONOR.

¿ Si ha comprado
Don J u a n esta casa, I n é s ?

DON JUAN.

La posada s é , y después
Que la noche h a y a ocultado
Al sol, p o r q u e las regiones
Gozen su luz del ocaso,
Le b u s c a r é ; y por si acaso
No dan mis ocupaciones
Lugar, irá u n escribano
De q u i e n mis negocios fío
Y q u e tiene poder m i ó ,
Y correrá p o r su m a n o
' El concierto y la escritura,
Y se le podrá entregar
Erdinero.

NUNO.

¿ Ha de llevar
Señas ?

DON JUAN.,

Persona es s e g u r a ;
Pero lo q u e entre los dos
Hemos tratado será
Lo q u e por señas dará,
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

ÑUÑO.

Así queda.

DON JUAN.

Adiós.

ÑUÑO.

Adiós.

ESCENA VI.

LEONOR. INÉS.

INÉS.

Bien se ha visto en el concierto


Que es suya.

LEONOR.

Sin duda es
Más rico d o n J u a n , I n é s ,
Que cuenta la f a m a .

INÉS.

Es c i e r t o ,
Pues después que al viento h a dado
T a n t a s libreas y galas,
Dorando al a m o r las alas
Con q u e vuela á t u cuidado ,
Posesión d e tal valor
Ha c o m p r a d o , q u e pudiera ,
170 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Para q u e á gusto v i v i e r a ,
Estimarla u n gran señor.

LEONOR.

Yo en efeto, si á don J u a n
Doy la m a n o , soy dichosa.

INÉS.

Claro está; q u e siendo esposa


De h o m b r e tan rico y galán,
Noble y que te quiere b i e n ,
La v e n t u r a de t u empleo
Excederá á t u deseo,
Y m á s gozando d e q u i e n
Tan enamorada estás.

LEONOR.

Ese es el p u n t o mejor;
P o r q u e si falta el amor,
Sobra todo lo demás. [Quítame de la ventana.]

Habitación del príncipe D. García en Zamora.

ESCENA VII.

EL PRÍNCIPE. DON RAMIRO.


PRÍNCIPE.

La reina mi m a d r e ha sido
Quien m e ha puesto esta intención ,
Y para la ejecución
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA; Í7l

Su favor mu ha prometido:
Que mi padre la ha obligado ,
Con su condición esquiva,
Á fabricar vengativa
Esta mudanza de estado.
Demás de q u e , en mis intentos
T e n d r é el favor popular
De mi p a r t e , por estar
De mi p a d r e descontentos
Por tantas imposiciones
Como á pagar les obliga;
Y para la oculta liga
Previene sus escuadrones
Ñuño F e r n a n d e z , el conde
De Castilla , suegro m i ó ;
Y así, pues de vos m e fío,
Si vuestra fé corresponde,
Como s u e l e , á la ocasión
Y amistad que me d e b é i s ,
Presto en mis sienes veréis
La corona de León.
[Apártase de Ramiro, dejándole que reflexione.]

DON RAMIRO.

(Ap. i Cielos! ¡Esta tempestad


De inquietudes y cuidados
Á los términos cansados
Les faltaba de mi edad!
Mas ¿ qué h e de hacer, si García
Es sol q u e empieza á nacer,
Y el Rey se ve y a esconder
E n el sepulcro del d í a ?
i 72 N0 IIA Y MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

Poder y resolución
Tiene el P r í n c i p e , y si quiero
Resistirle, considero
Mi m u e r t e en su indignación.
Del Rey don Alonso estoy
Mal satisfecho; y García,
Pues q u e d e m í t a n t o fía
Y t a n su privado soy,
Pondrá en mi m a n o el gobierno
Del r e i n o , y con su poder
Y mi i n d u s t r i a , podré hacer
MÍ casa y mi n o m b r e eterno.
Pues ¿ q u é tiene q u e d u d a r
Quien aspira á tanto bien ?
Aventure mucho quien
Mucho pretende ganar.)
Quien reconoce deberos
Lo q u e y o , siendo obediente
Y callado solamente,
Señor, h a de responderos.
Solo os advierto fiel
Que tengo de plata y oro
Acumulado u n tesoro,
Si importa serviros del.

PRÍNCIPE.

No es el saberme obligar
E n vuestra fineza n u e v o .

DON RAMIRO.

Ofreceros lo q u e os debo
No es obligar, es pagar.
NO HAT MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

PRÍNCIPE.' •

Pues, Ramiro, una m e m o r i a

Con cuidado habéis de hacer,

De cuantos m e p u e d a n ser
Para alcanzar l a V i t o r i a
Importantes : n o olvidéis
Hombre, q u e p o r principal,
O por su m u c h o caudal

Poderoso imaginéis.
Y á estos tales (porque quiero
Para poder confiarles
Mis pensamientos, ganarles
Las voluntades p r i m e r o )
Los convidad de mi parte
Para las fiestas q u e agora
Tengo de hacer e n Zamora ;
Que la estimación es arte
De obligar, y deste m o d o ,
Pues y o entro e n ellas, obligo,
Igualándolos c o n m i g o ,
Los nobles y al pueblo todo.
Las inclinaciones g a n o ,
Honrando las fiestas y o ,
P o r q u é siempre deseó
Príncipe alegre y h u m a n o ;
Y después i r é , Ramiro ,
Declarando á cada cual
Hombre rico y principal
La novedad á q u e aspiro.
Mas advertid , que de suerte
Ha de ser, que me aseguro
474 NO H A T M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

Del q u e resistir p r o c u r o ,
Ó su prisión ó su m u e r t e ,
Antes que pueda ei secreto
Publicar; y así, escuchad
Cómo la seguridad
Encamino deste efeto.
Á cada cual m a n d a r é
Que en u n puesto de Zamora
Yaya á e s p e r a r m e á deshora;
Y de allí le llevaré
Á vuestra p o s a d a , donde
Prevendréis para este intento
" U n retirado aposento;
P o r q u e si n o correspondo
Á mi g u s t o , lia de quedar
Preso e n é l , y vos seréis
Su alcaide, p o r q u e estorbéis
Que nadie le pueda hablar,
Hasta conseguir m i intento.

DON RAMIRO.

Así se asegura todo;


P o r q u e mi casa do modo
Es copiosa de aposento,
Que cuantos en la ciudad
Nobles son g u a r d a r p u d i e r a ,
Sin que jamás lo entendiera
La m a y o r curiosidad.

PRÍNCIPE.

Esto quede así, y agora


Sabed, q u e p o r q u e n o obligo
N 0 HAY MAL Q U E POR B I E N N 0 VENCÍA.

A nadie más por amigo


Que á v o s , Ramiro , e n Zamora ,
Me ba hecho su intercesor
Don J u a n B c m i u d e z , que esposo
Quiere ser, por ser dichoso,
De vuestra hija Leonor.
Va sabéis que es tan valiente,
Tan noble y e m p a r e n t a d o ,
Que n a d i e , para el cuidado
De la novedad p r e s e n t e ,
Puede importar ¡i los dos
Más que don Juan.

DON RAMIRO.

Es verdad,
Pero

PRÍNCIPE.

Don R a m i r o , hablad.
Que n i n g u n o m á s que vos
Es mi a m i g o , ni h a y á quien
No deba yo preferiros.

DON RAMIRO.

¿ B a s t a r á , señor, deciros
Que á Leonor n o la está b i e n ?

PRÍNCIPE.

Bastará; mas q u e d a r é
Querelloso, con r a z ó n ,
De e n t e n d e r q u e en la ocasión
No os confiáis de mi fé.
176 ¡SO H A Y M A L Q U E POR B I E N NO VENGA.

DON RAMIRO.

Pues ya con apremio tal


Á decirlo me condeno;
Que aunque es de mí tan ajeno
Hablar de ninguno mal,
Cesa aquí la obligación
De reparar en su ofensa,
Pues va en ello mi defensa
Y vuestra satisfacción.
Sepa, señor, vuestra alteza
Que, de quién es olvidado
Don Juan, ha degenerado
De suerte de su nobleza ,
Que por su engañoso trato
Y costumbres, es agora
La fábula de Zamora;
Y atiende tan sin recato
Solo á hacer trampas y enredos,
Que ya faltan en sus menguas
Para murmuralle lenguas,
Y para apuntalle dedos.
Pródigamente gastó
Innumerable interés
Suyo en fiestas, y después
Que su hacienda consumió ,
Fué en la ajena ejecutando
Lances de poca importancia;
Pero como la ganancia
Ó el gusto le fué cebando,
El error que perdonó
Más afrentoso y horrible,
NO H A Y MAL Q U E POR B I E N N 0 VENGA.

Por n o poder encubrirle


F u é , por vergonzoso no.
Y como le da osadía
La experiencia, q u e ha mostrado
Que por ser t a n respetado
P o r su sangre y v a l e n t í a ,
N i n g u n o , de sus agravios
Justicia pide ni e s p e r a ,
Antes la queja siquiera
Aiín n o se atreve á los labios;
Tanto la rienda permite
Á su malicia, que dól
Solo está seguro aquel
Que n o tiene q u é le quite.
Este e s , señor, el esposo
Que dar queréis á Leonor.

TRÍNCIPE.

Él p r o b a r a mi rigor
Si n o fuera tan dichoso ,
Que conviniese á mi intento
Agora n o disgustallo;
Pero si llego á lograllo,
Dará público escarmiento.

DON RAMIRO.

Eso está bien advertido,


Como también lo será
Que supuesto q u e nos da
Con proceder t a n perdido
Avisos t a n declarados
De lo poco q u e podéis
TOMO i. \%
178 N O H A Y MAL Q U E POR B I E N NO VENGA.

Fiaros del, no le deis


Parte de vuestros cuidados.
Demás q u e , á la majestad
Del Rey vuesto p a d r e lia sido
Tan. afecto, y le ha servido
Siempre con tanta lealtad,
Que es m u y cierto, si se fia
Del vuestra alteza, q u e es d a r
Contra sí mismo lugar
Dentro del pecho á u n a espía.

PRÍNCIPE.

Mi norte habéis de ser v o s ;


Seguiré vuestro consejo.

DON RAMIRO.

Como leal, como viejo


Y amigo os le doy.

PRÍNCIPE.

Adiós,
Y empezad luego, R a m i r o ;
Que importa lograr los dias.

DON RAMIRO.

Confiad q u e como m í a s ,
Señor, vuestras cosas miro.

PRÍNCIPE.

Yo h e perdido u n g r a n soldado
En don Juan. ¿ Q u i é n entendiera
Que t a n ciegamente hubiera
NO HAY MAL QUE POR B I E N N 0 VENGA. 179

Su noble sangre infamado


Un h o m b r e de tal valor?
En abriendo el pecho al vicio,
El más pequeño resquicio
Da puerta franca al e r r o r .

ESCENA VIII.

DON JUAN. EL PRÍNCIPE.

D O N JUAN.

(Ap. al salir. Ya don R a m i r o , salió,


Y ya la v e n t u r a mía
Es cierta pues don García
Por su cuenta la tomó.)
De mi v e n t u r a , señor,
Las gracias os vengo á dar,
Pues n o la puedo d u d a r ,
Siendo vos mi intercesor.

PRÍNCIPE.

Asegurarlo podría
Mi a m o r y vuestra lealtad;
Mas la ajena voluntad
No está, don J u a n , en la mia.
De cuanto h e podido hacer
Vuestra amistad me es deudora ;
Mas Ramiro por agora
No está dése p a r e c e r ;
Pero perder no es razón
-*
180 N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

La confianza por esto;


Que en cosas tales, n o presto
Se toma resolución.
Mucho alcanza la porfía:
De vuestra parte obligad
Yos, d o n J u a n , su v o l u n t a d ;
Que y o lo h a r é de la mia. [Fose.]

ESCENA IX.

DON JUAN.

Ya m e falta la paciencia
¡ Que n i m i s a n g r e y valor,
Ni del Príncipe el favor
Conquisten su resistencia!
Yeme p o b r e , y es avaro.
¡ Ah cielos! i Que el interés
Oscurezca así á quien es
Por su linaje tan claro!
Pues Leonor ha de ser m i a ,
¡ Yive Dios! á su p e s a r ;
Medio n o me ha de quedar
Que n o intente mi porfía.
Ciego estoy, y estoy p e r d i d o ,
Y y a la resolución
Llegó á la imaginación
Que mil veces h e tenido.
NO HAY MAL QUE P 0 H B I E N NO VENGA.

ESCENA X.

BELTRAN. DON JUAN.

BELTJUN.

¿ Á solas estás h a b l a n d o ,
Señor ?

DON JUAN.

S í , Beltran; que el fuego


De la rabia en q u e me a n e g o ,
Del pecho estoy exhalando.
Don Ramiro ha resistido
Á la intercesión que ha hecho
Por m í el Príncipe.

BELTBAN.

Sospecho
Que tuya la culpa ha sido;
Que si luego que llegaste
Á Zamora la p i d i e r a s ,
Cuando de tantas banderas
Victorioso en ella e n t r a s t e ,
Y cuando á su calidad
Igualaba t u r i q u e z a ,
Sin que hubiese á tu nobleza
Hecho la necesidad
Olvidar su obligación,
Y dar en tales abismos
Á tus enemigos mismos
18.2 N 0 H A Y MAL Q U E POR B I E N N 0 VENGA.

Lástima y á tu o p i n i ó n ,
No te negara á Leonor
Don Ramiro.

DON JUAN.

¿ Agora das
En p r e d i c a r m e ?

BELTRAN.

¿No estás
E n g a ñ a n d o ? Esto e s , señor.
Discurrir; q u e yo n o soy
Tan n e c i o , q u e predicando
Culpara t u s vicios, cuando
De la misma tinta estoy.

DON JUAN.

Que lo e r r é B e l t r a n , es cierto;
Mas, por fineza mayor,
Quise alcanzar p o r amor
Lo que pude por concierto.
Mostróse al principio d u r a
Leonor, y quedar corrido
Temí si n o era admitido;
Y así quise mi v e n t u r a
Asegurar, y en su pecho
Vencer la dificultad
Antes que la voluntad
De su padre : y a está h e c h o ;
Ya n o h a y r e m e d i o ; y a estoy
En tan miserable estado,
Que del empeño obligado,
NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O VENGA.

De u n abismo en otro doy.


Ya ni la opinión me enfrena,
Pues la tengo tan p e r d i d a ,
Ni puede ofender mi vida
Más mi m u e r t e q u e mi p e n a ;
Y así n o me ha de quedar,
Pues n o queda q u e temer,
Piedra alguna que m o v e r ;
Y resuelvo ejecutar
Un desatinado intento
Que hasta agora h e r e p r i m i d o ,
Puesto q u e m e lo ha ofrecido
Mil veces el pensamiento.

BELTRAN.

Dílo si te h e de ayudar,
Como e n lo d e m á s , en él.

DON J U A N .

Si Ramiro tan cruel


Me desprecia, es por estar
Él t a n rico y verme á mí
Tan p o b r e ; p o r q u e su avara
Condición solo r e p a r a
En el i n t e r é s ; y a s í , é

Desto es solo empobrecerle


El remedio. ¡ Vive Dios,
Que hemos de trocar los d o s
F o r t u n a , y que h e de ponerle
Y p o n e r m e en tal estado,
Que me r u e g u e con Leonor!
•184 NO H A T MAL Q U E POR B I E N NO V E N G A .

BELTRAN.

¿ Cómo ? Que el m e d i o , señor,


Si es posible, es extremado.

DON JUAN.

Nada el rigor dificulta;


Que en la opinión n o reparo.
Cuanto tesoro el avaro
En cofres d e h i e r r o oculta
Robarle u n a noche quiero.

BELTRAN.

Tal modo de remediar


Llaman e n Castilla echar
La soga tras el caldero.

DON J U A N .

Yo, Beltran, he resistido


Cuanto p u d e este deseo;
Mas agora que m e veo
Ya tan del todo p e r d i d o ,
He de aliviar mis cuidados,
Á costa d e m á s excesos.

BELTRAN.

Mas ¿ q u é será v e r n o s presos


Por ladrones declarados ?
N O H A T U A L Q U E P O U B I E N NO V E N G A .

DON JUAN.

Calla. ¿ Q u i é n se ha de atrever
Á mi sangre y mi valor ?

BELTRAN.

Claro está. Yo soy, señor,


Solo quien ha de correr
Ciento de rifa, q u e soy
Lo m á s delgado.

DON J U A N .

Eso fuera,
Si seguro n o te diera
El amparo q u e te doy.

BELTRAN.

Y si las desdichas mías


Lo ordenasen de tal suerte
( P o r q u e h a y en efeto m u e r t e )
Que te alcance y o de d i a s ,
Dime ¿ q u e será d e m í ?

DON JUAN.

Tan funesta prevención


No es digna de la afición,
Ni de tu pecho c r e í ,
Pues en mi mal se declara.

BELTRAN.

¿ Mis burlas tomas de v e r a s ,


Sabiendo q u e si m u r i e r a s ,
186 NO HAY MIL QUE POR BIEN NO VENGA.

Por seguirte ine m a t a r a ?


Ordena cómo ha de ser,
Y en las obras daré muestras
De m i fe.

DON JUAN.

Llaves maestras
Para el efeto h e de hacer.

BELTBAN.

Eso es fácil.

DON JUAN.

Ya el lucero
De la noche empieza á d a r
Luz por el sol: v é á cobrar
De don Domingo el dinero.

BELTBAN.

¡Pagarálo de contado,
Que poca m a ñ a sería
Que él esté e n Zamora u n dia
Sin habérsela pegado! [ Vanse. ]
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 187

Sola en casa de D. Domingo.

ESCENA XI.

MAURICIO v UN SOMBRERERO, con un sombrero largo


para noche en la mano; después DON DOMINGO.

MAURICIO.

* Don Domingo mi s e ñ o r ,
Saldrá ahora.

SOMBRERERO.

Saber quiero
Si le agrada este s o m b r e r o ;
Que ni de hechura mejor,
Ni lana m á s bien obrada
En Zamora le h a l l a r á ,
Según pienso.

MAURICIO.

Él sale ya.

[Sale D. Domingo en cuerpo, sin sombrero y sin golilla]

SOMBRERERO.

Ved s¡ la forma os agrada


Deste sombrero.
188 NO H A Y MAL Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

DON DOMINGO.

Primero
Se ponga el suyo.

SOMBRERERO.

Si h a r é ,
Pues lo mandáis.

DON DOMINGO.

¿Yo m a n d é
Hacer coroza ó sombrero?

SOMBRERERO.

No h u b i e r a desagradado
Á n i n g u n o sino á vos;
Que es pintado, ¡vive Dios!

DON DOMINGO.

Pues n o Le quiero pintado,


Sino á mi gusto, y de lana.

SOMBRERERO.

Este es el uso q u e agora


Está válido en Zamora.

DON DOMINGO.

Esa es razón m u y liviana.


NO H A T M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

Cualquier uso ¿ no empezó


Por uno?

SOMBRERERO.

Sí.

DON DOMINGO.

Pues ¿ por qué


Si uno basta, no podré
Comenzarle también yo?
¿Que me ponga queréis vos,
Bebiendo sor el sombrero,
Para no cansar, ligero,
Uno que pese por dos ?
El vestido ha de servir
De ornato y comodidad:
Pues si basta la mitad
Deste sombrero á cumplir
Con el uno y otro intento,
¿Para qué es bueno que ande,
Si me lo pongo tan grande,
Forcejeando con el viento;
Y si en una parte quiero
Entrar que es baja, obligarme
Á descubrirme, ó doblarme,
Ó topar con el sombrero?
El vestido pienso yo
Que ha de imitar nuestra hechura;
Porque si nos desfigura,
Es disfraz, que ornato no.
Muy bajo y nada pesado
Labrad otro; que no quiero
'190 NO H A Y M A L Q U E P O H B I E N N O VENGA.

Comprar yó por mi dinero


Cosa que m e cause enfado.

SOMBRERERO.

Creed q u e acertar q u e r r í a
Á daros gusto. [ Terse.]

DON DOMINGO, i Á los criados que están dentro. ]


Alumbrad.
; Hola! ¿Qué hacéis? Acabad.

ESCENA XII.
DON DOMINGO. MAURICIO.
MAURICIO.

Mira que esa cortesía


Del [imite justo pasa.

DON DOMINGO.

¿Qué me debe á m í , Mauricio,


El que vive de su oficio
Y va á comer á su casa ?

MAURICIO.

Solo en la comodidad
Te juzgaba diferente
De los demás.

DON DOMINGO.

Solamente
Lo soy en eso, es v e r d a d ;
Mas por ella soy cortés.
N O H A T M A L Q U E POR R Í E N NO V E N G A .

MAURICIO.

¿ E n qué lo fundas?

DON DOMINGO.

Advierto.
Honrando yo desta suerte
Con lo q u e tan fácil e s ,
Las voluntades conquisto,
Y mil veces asegura
De u n a grave desventura
Á u n h o m b r e el estar bienquisto.
Dime t ú , ¿pudiera ser
Que viniendo yo á deshora
Por las calles de Zamora,
Me q u i e r a alguno ofender
Con ventaja, y al r u i d o
Acaso llegara q u i e n ,
Por cortés, m e quiera b i e n ,
Y con su espada, atrevido,
De tan fiera tempestad
Me l i b r a r a ?

MAURICIO.

Ser podría.

DON DOMINGO.

Mira si la cortesía
Viene á ser comodidad.
Mauricio, el más necio engaño
E s , p u d i e n d o , no g a n a r
Corazoues con gastar
192 NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N 0 VENGA.

Un sombrero cada a ñ o ;
Que si obligar voluntades
La m a y o r riqueza es, "
Riesgos busca el descortés,
Y el cortés seguridades.

MAURICIO.

Sentencias son.

DON DOMINGO.

Así muestro
Que n o es tema todo e n mí.
¿Quién es?

ESCENA XIII.

UN SASTRE. DICHOS.

MAURICIO.

El sastre está aquí.

DON DOMINGO.

Cúbrase el señor maestro.

SASTRE.

Así estoy bien.

DON DOMINGO.

Nunca fué
El replicar cortesía.
Cúbrase, por vida mia.
PÍO I I A Y M A L Q U E P O R BIEN NO VENGA.

SASTRE.

Porque lo mandáis lo h a r é .

DON DOMINGO.

¿Qué es m e n e s t e r ?

SASTRE.

La medida

De la capa.

DON DOMINGO.

Llegad pues.

SASTRE.

¿QuerÉisIa así?
[Tómale la medida hasta el tobillo.]
DON DOMINGO.

¿Hasta los pies?


¿En qué tengo y o ofendida
El arte q u e ejercitáis,
Que con medida t a n larga,
Á q u e sustente u n a carga
De p a ñ o , me condenáis?
La capa q u e el m á s curioso
Y el más grave lia d e t r a e r ,
Tosió I. 43
Í94 NO H A Y M A L Q U E POR B I E N NO VENGA.

Modesto adorno ha de s e r ,
Y n o embarazo penoso.
Puesto á caballo, la siíla
Apenas ha de b e s a r ;
Al suelo n o ha de tocar
Si pongo e n él la rodilla;
Si la t e r c i o , cuando me es
Forzoso sacar la espada,
Deste lado d e r r i b a d a ,
No h a d e embarazar los pies;
Y si la quiero tomar
Por escudo, d e u n a vuelta
Que se dé sola, revuelta
E n el brazo h a d e q u e d a r ;
Que si es larga, sobre el daño
Que e n la dilación ofrece,
Mientras la cojo, p a r e c e
Que estoy d e v a n a n d o p a ñ o .

SASTRE.

Siendo a s í , n o h a de pasar
De la espada.

DON DOMINGO.

Así h a de s e r :
Vos tendréis m e n o s q u e h a c e r ,
Y y o m e n o s q u e pagar.
A l u m b r a d , ¡hola!

SASTRE.

Allá fuera
Hay l u z , y excedéis en esto.
NO H A T M A L Q Ü E POR B I E N NO V E N G A . 195

DON DOMINGO.

No me vestiréis t a n presto
Si rodáis por la escalera , -
Y así mi negocio hago. [ Vase el sastre.]

ESCENA XIV.

DON DOMINGO. MAURICIO.

DON DOMINGO.

Dime las p a r t e s , Mauricio,


Desa casa.

MAURICIO.

El edificio
E s nuevo.

DON DOMINGO.

Me satisfago,
Si el riesgo pasó p r i m e r o
De sus humedades o t r o ,
Porque ni domar el p o t r o ,
Ni estrenar la casa quiero.
4 96 N0 HAY MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

MAURICIO.

Habitada ha sido.

DON DOMINGO.

Pasa
Adelante.

MAURICIO.

Cuartos tiene
Bajo y alto.

DON DOMINGO.

No conviene
Para mi gusto esa casa;
Que e n bajo quiero v i v i r ,
P o r q u e en habiendo escalera,
No m e atrevo á salir fuera,
Por n o volverla á subir.

MAURICIO.

El remedio es fácil: vive


E n el bajo t ú ; y tu gente
E n el alto s e aposente.

DON DOMINGO.

¿Y q u é gusto m e apercibe
Un almirez ai m o l e r ,
Y u n lacayo al p a t e a r ?
NO H A V M A L Q U E l'OIl B I E N N O VENGA.

MAURICIO.

¿Pues h a y mas que condenar


Lo q u e viniere á caer
Sobre t u vivienda ?

DON DOMINGO.

Di,
¿Qué es condenarlo?

MAURICIO.

Teucllo,
Para n o servirse dolió ,
Cerrado, se llama así.

DON DOMINGO.

Condenado ¿ h e de pagarlo ?

MAURICIO.

Claro está.

DON DOMINGO.

Pues saber quiero


En q u é pecó mi d i n e r o ,
Que longo de condenarlo.
Ií)8 NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO VENGA.

ESCENA XV.

B E L T R A N , con barba negra crecida, anteojos


y escribanía. N U N O . DICHOS.

ÑUÑO.

El escribano está a q u í ,
Que viene & hacer la escritura,
Si te agrada por v e n t u r a
Aquella casa que vi.

DON DOMINGO.

Señor secretario, venga


En b u e n h o r a .

BELTRAN.

Apenas soy
Escribano.

DON DOMINGO.

Yo le doy
Lo que es m u y justo que tenga.
Portugués debe de ser.

BELTRAN.

Pues ¿ p o r q u é ?

DON DOMINGO.

De lo prolijo
De la b a r b a , lo colijo.
N 0 H A Y M A L Q U E POR B I E N NO VENGA.

BELTRAN.

Es luto por mi mujer.

DON DOMINGO.

¿Viudo está?

BELTRAN.

Desdichas mias
He dieron t a n triste estado;
Que n u n c a el bien ha d u r a d o .

DON DOMINGO.

Quien gozó tales dos dias,


Que envidia pueden c a u s a r ,
Hace mal en enlutarse.

BELTRAN.

¿Cuáles son?

DON DOMINGO.

El de casarse
U n o , y otro el de enviudar.

BELTRAN.

Por eso lo siento así.

DON DOMINGO.

¿Por q u é ?

BELTRAN.

P o r q u e se lian pasado.
200 N 0 H A Y MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

DON DOMINGO.

No es del todo desdichado:


El del casamiento si
Pasó; q u e el de la viudez
No verá la noche oscura
Mientras n o q u i e r a , pues d u r a
Hasta casarse otra vez.

BELTRAN.

Vamos al negocio y a ;
Que el tiempo en vano se pasa.

DON DOMINGO.

Haced, Nuiío, de la casa


Relación.
ÑUÑO.

En sitio está
De la ciudad retirado.

DON DOMINGO.

Está b i e n ; q u e es fastidioso
El r u i d o , y n o forzoso
Ha de s e r , sino b u s c a d o ;
Y el q u e variar desea,
Lo alcanza con eso l o d o ,
Pues q u e vivo dése modo
En ta ciudad y en la aldea.
NO HAY MAL QUE POR RÍEN N 0 VENGA.

ÑUÑO.

Hasta ahora no hay labrado


Mas de lo bajo.

DON DOMINGO.

Eso es bueno.

ÑUÑO.

Tiene un jardín.

DON DOMINGO.

Lo condeno
Si no está m u y retirado;
Que si está cerca, es forzosa
La guerra de los mosquitos;
Y los pájaros con gritos,
Cuando sale el alba hermosa,
Me atormentan los oidos.
Otros oyen su armonía;
Mas y o , por desdicha mia,
Soío escucho los chillidos.

ÑUÑO.

Pues, señor, bastantemente


Está del cuarto distante
El jardín.

DON DOMINGO.

Pasa adelante.
202 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

ÑUÑO.

Hay u n a famosa fuente.

DON DOMINGO.

Enfados n o habrá m a y o r e s
Si está e n el patio primero;
Que es eterno batidero
De muchachos y aguadores.

ÑUÑO.

Libre está de esos enfados;


Y conforme á tus intentos,
Muy lejos los aposentos
Que h a n de habitar los criados.

DON DOMINGO,

Ese es u n gentil aliño


De u n a casa; q u e a u n q u e fuera
Hijo m i ó , n o sufriera
Llorando á la oreja u n n i ñ o ,
Cuanto mas el de u n criado.
Ñ u ñ o , tal gusto m e ofrece
Esa casa, que parece
Que y o m i s m o la h e labrado;
Pero d i m e , ¿hay herrador
Cerca de ella? ¿Hay carpintero?
¿Hay campanario? ¿Hay herrero?
¿Hay cochera?

ÑUÑO.

No señor.
NO HAY MAL QUE POH BIEN NO VENGA. 203

DON DOMINGO.

Haced la e s c r i t u r a , entrad ,
Y el d i n e r o o s contaré.

BELTRAN. [Ap.]

S i n contar lo t o m a r é ,
A u n q u e falte la m i t a d ;
Que temo que ha de e n t e n d e r ,
Si m e d e t e n g o , la flor. [Pose.]

ÑUÑO.

Una a d v e r t e n c i a , s e ñ o r ,
De a q u e l b a r r i o te h e de h a c e r ,
Q u e te p u e d e ser m o l e s t a ,
E n q u e ahora h e r e p a r a d o :
Que h a y m u c h o s p e r r o s .

DON DOMINGO.

¡Qué enfado!
Mas c o m p r a d m e u n a ballesta;
Q u e el fastidio q u e e s c u c h a r l o s
Me p u d i e r a á mí c a u s a r ,
Les p i e n s o y o , Ñ u ñ o , dar
Á s u s d u e ñ o s c o n matarlos;
P o r q u e , según imagino,
La comodidad o r d e n a
Q u e n o sufra y o la p e n a
Que p u e d o echar al v e c i n o .
204 N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO VENGA.

ACTO SEGUNDO.

Sala en casa de D. Ramiro,

ESCENA PRIMERA.

LEONOR. CONSTANZA.

LEONOR.

De s u e r t e , Constanza, estoy,
Que me falta el sufrimiento.

CONSTANZA.

En tan justo sentimiento


Ningún consuelo te doy.

LEONOR.

Pensar que podrá el temor


Hacerme sufrir su ausencia ,
Ni q u e tendrá mi obediencia
Jurisdicción e n mi a m o r ,
Es engaño conocido.
P r i m a , d o n J u a n me v e r á ,
Ó m o r i r é ; q u e n o está
En n u e s t r a m a n o el olvido.

CONSTANZA.

No h a y consejo q u e le cuadre
A quien se abrasa de a m o r ;
Pero si es c i e r t o , Leonor,
N O H A Y M A L Q U E POÍl B I E N N O VENGA.

Lo que te ha dicho tu padre


De don J u a n , ¿ será razón
Que el furor íc desenfrene,
Y le pierdas por quien tiene
Tan perdida la o p i n i ó n ?

LEONOR.

¡Ay p r i m a ! n o has p e n d r a d o
De mi padre los intentos:
Trazas son y fingimientos,
Que fabrica su cuidado,
Los delitos con q u e aírenla
Á don J u a n por n o c a s a r m e :
Que tanto llega á d a ñ a r m e
Su condición avarienta,
Que por n o apartar de sí
El dote que del espero,
Lo resiste; q u e al dinero
Tiene más amor que á mí.
E s t a , p r i m a , es la ocasión ;
Que don J u a n n o puede ser
Que deje de proceder
Conforme á su obligación.

CONSTANZA,

¿Qué delito n o se espera


De la vií necesidad ?
Si h e de decirte v e r d a d ,
No es esta la vez primera
Que á d o n J u a n le h a n imputado
206 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENÍS A.

E n mi presencia, e n Zamora,
Más excesos q u e t ú ahora
A tu padre has escuchado.

LEONOR.

No puede s e r , n o , Constanza;
Hablada vienes sin duda
De m i p a d r e , y en su ayuda
Solicitas mi m u d a n z a ;
Que está d o n J u a n t a n sobrado,
A u n q u e por servirme h a sido
Pródigamente p e r d i d o ,
Que estas casas h a comprado,
Que pared e n medio e s t á n .
En q u e d o n Domingo habita.
¡Mira t ú si necesita
De hacienda ajena d o n J u a n !

CONSTANZA.

Puede s e r ; mas yo te digo


Lo q u e de la fama o í ,
Y d e q u e lo cuenta a s í ,
Al tiempo d o y por testigo.

LEONOR.

Mi suerte le h a b r á imputado
Falsas culpas; q u e b a s t ó ,
Constanza, q u e r e r l e y o ,
Para ser tan desdichado.
NO HAT MAL QUE POR BIEN N0 VENGA.

ESCENA II.

INÉS. DICHAS,

INES.

Don Domingo de Don Blas


Licencia a g u a r d a , señora.

LEONOR.

Eso me faltaba ahora.

CONSTANZA.

A n t e s , prima , porque estás


Disgustada, será bien
Divertirte; que rail cosas
Del me h a n contado gustosas.

LEONOR.

Ha dado e n q u e r e r m e b i e n ,
V a u n q u e tiene calidad
Y es m u y rico y n a d a necio,
Por figura le desprecio; •
P o r q u e la comodidad
Con tal cuidado p r o c u r a ,
Que e n esta vida n o tiene
Otra a t e n c i ó n , y así viene
El extremo á ser locura.

CONSTANZA.

Por eso m i s m o , L e o n o r ,
P u e s , como dices, le a d o r a ,
20S NO H A Y MAL Q U E POR B I E N N 0 VENGA.

Le hemos de probar ahora,


Y ver si en é l , al amor
La comodidad prefiere.
¿ Q u é arriesgas en ello puesto
3

Que no volverá tan presto


Tu p a d r e ?

INÉS.

Y y o , si v i n i e r e ,
Te daré aviso.

LEONOR.

Entre pues;
Que n o reparo e n si es j u s t o ,
S i e n d o , Constanza, tu gusto.
Ponto á esa v e n t a n a , Inés.

ESCENA I I I .

D O N D O M I N G O , con capa hasta la espada, sombrero


•muy bajo y ele muy poca ala, y valona sin golilla.
ÑUÑO. DICHAS.

DON DOMINGO.

Ya con razón colegia,


De tardarse la licencia,
Que e n t r a r á vuestra p r e s e n c i a ,
S e ñ o r a , n o merecía.

LEONOR.

F u é forzoso: si ha tardado
La licencia, perdonad.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON DOMINGO.

No lia sido incomodidad;


Que la aguardaba sentado.

LEONOR. [Ap. á Constanza.]


Mira si de sus extremos
Se olvida, prima.

DON DOMINGO.

Y agora f

Si dais licencia, s e ñ o r a ,
Será b i e n q u e nos sentemos;
Que yo n o apruebo el decir
Que debemos enseñarnos
Á estar e n p i é , y á c a n s a r n o s ,
Para podello sufrir
Cuando es fuerza; porque ¿á qué
Pueden á mí condenarme,
Si es fuerza, mas que á cansarme
Entonces y estarme en pié?
Y pudiendo n o llegar
Jamás la fuerza, el enfado
Habré sin fruto pasado
Que m e pudiera excusar.

CONSTANZA.

No lo funda mal.

DON DOMINGO. [ Ap. & NufíO. ]


Leonor,
Ñ u ñ o , es bizarra y es bella;
TOMO I. " 14
%\ O NO H A T M A L Q U E P O R B I E N NO VENGA

Pero la q u e está con ella


No m e parece peor.

ÑUÑO.

¿ Si mudaste pensamiento ?
[Siéntanse, quedando Leonor en medio.'

DON DOMINGO.

Por si habéis i m a g i n a d o ,
De haberos y o visitado,
Que fué todo atrevimiento
Del a m o r p o r quien s u s p i r o ,
Sabed, que viniendo agora
De fuera, s u p e , s e ñ o r a ,
Que fué el señor don R a m i r o ,
Vuestro p a d r e n o b l e , á v e r m e ;
Y yo con esta ocasión,
Pagando mi obligación,
Della h e querido valerme
Para e n t r a r donde os ofrezca
Sacrificios mi cuidado;
P o r q u e ya que n o p a g a d o ,
Contento al m e n o s padezca.

CONSTANZA. [A¡i. á ella.}


P r i m a , en la comodidad
Le prueba.
LEONOR.

Nunca entendiera
Que tan atrevido fuera ,
Ni con tanta libertad,
NO HAY MAL Q U E POR B I E N N0 VENGA.

Siendo la primera vez


Que me veis, se declarara
Vuestro a m o r , q u e cara á cara
Y con tanta d e s n u d e z ,
Quien dice su v o l u n t a d ,
Más q u e e n a m o r a , desprecia.

DON DOMINGO,

No os espantéis; q u e se precia
De desnuda la v e r d a d ;
Y como ya mis enojos,
Mirándoos, dije algún d i a ,
Me pareció q u e n o habia
Siempre de h a b l a r con los ojos.
Y al fin deciros mi a m o r ,
Puesto q u e a b r a s a r m e v e o ,
E r a mi m a y o r deseo;
Y así tuve p o r mejor
Que atrevido á declarallo,
Sufráis vos mi a t r e v i m i e n t o ,
Que padecer yo el tormento
Que m e daba el deseallo.

LEONOR.

Según e s o , ¿ vuestro antojo


Preferís á mi respeto ,
Y hace en vos m a y o r efeto
Vuestro gusto que m i enojo?
Basta: por hoy pasará
El haberos yo escuchado,
Y h a b e r m e vos visitado
Con esta ocasión , que os da
212 N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

La obligación que decis


Que á mi p a d r e le pagáis;
Pero quiero q u e advirtáis,
Si e n m i afición proseguís,
Que tan'difícil conquista
E n mi esquiveza e m p r e n d é i s ,
Que apenas alcanzaréis
Una palabra, una vista,
Sin q u e , para merecellas,
Más veces el alba os halle
Dando quejas en m i calle,
Que contéis al cielo estrellas.

CONSTANZA. [Ap.]

Aquí es ello.

DON DOMINGO.

No entendéis,
Según colijo, L e o n o r ,
El fin á q u e aspira a m o r ,
Pues tal condición ponéis.
Cuando paguéis mi cuidado
T r a s d e tanto t r a s n o c h a r ,
¿ Qué fruto podéis sacar
De amante t a n serenado?
Si os h a n de tocar mis d a ñ o s ,
¿No es mejor q u e r e r m e a h o r a ,
Cuando tengo y o , señora,
Más salud y menos a ñ o s ?

LEONOR.

No os juzgué tan material.


NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

DON DOMINGO.

Por dicha ¿será cordura


Que e n material h e r m o s u r a
Busque y o gusto m e n t a l ?
Pienso q u e y e r r a el camino
Quien trueca u n orden tan l l a n o :
Lo h u m a n o quiero á lo h u m a n o ,
Lo divino á lo divino.
¥ al fin, p o r q u e mis intentos
E n t e n d á i s , e n vuestro amor
Gustos p r e t e n d o , L e o n o r ,
Que n o pretendo tormentos.
Mirad, p u e s , si es acertado
Que negocie mi esperanza
Placeres e n confianza
Con pesares de contado.
Cuando miro u n pretendiente
Que con m u c h o afán procura
La comodidad futura,
Despreciando la p r e s e n t e ,
Le digo: « Necio ambicioso ,
Contra tus intentos pecas,
Pues buscas el b i e n , y truecas
Lo cierto por lo dudoso.
¿ Sabes t ú q u e gozarás
Lo p o r v e n i r que apercibes?
Acomoda lo que vives,

Y no lo que vivirás.»
Y así, Leonor bella , advierto,
A u n q u e aspiro á tal favor,
Que el bien presente m e n o r
%\b NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O VENGA.

Prefiero al m a y o r incierto.
Hoy vivo: esperanza es v a n a
La de m a ñ a n a , y n o doy
Las certidumbres d e h o y
Por las dudas de m a ñ a n a .

LEONOR.

Quien n o quiere padecer


No merecerá jamás.

DON DOMINGO.

Atormentarse n o mas
¿Es medio d e m e r e c e r ?
¿No h a y regalos? ¿No h a y servicios?
¿No h a y fiestas? ¿No h a y galanteos?
¿No merecen los deseos?
¿No obligan los beneficios?
¿ P o r fuerza h e de t r a s n o c h a r ?
¿ Qué m e h u b i e r a á mí importado
Haber dos veces pagado
Esa casa, si el estar
Á la vuestra tan cercana
No ha de excusar que me halle,
Como decis, e n la calle
Tantas veces la m a ñ a n a ?

LEONOn.

¿Dos veces la habéis pagado ?

DON DOMINGO.

Un l a d r ó n , u n embustero ,
Un sutil Caco, el dinero
NO H A Y MAL Q U E POR B I E N NO V E N G A . 215

Cobró de mí adelantado,
No siendo s u y a , de u n a ñ o ;
Y otra vez se la p a g u é ,
Porque dclla me a g r a d e ,
Al dueño. [ Levántase Leonor con furia. ]

LEONOR.

(Áp. Cierto es mi d a ñ o ,
Cierta es d e don J u a n la afrenta;
Testigo soy della y o ,
Y con esto confirmó
Cuanto del la fama cuenta.)
Idos con Dios, idos p r e s t o ,
Don Domingo de Don Blas:
No quiero escucharos m á s ;
Que m e habéis m u e r t o . [ Vase. ]

DON DOMINGO.

¿ Q u é es esto?
Que m e juzga considero
Ya su esposo: bien lo a r g u y o ,
Pues que siente como suyo
El gasto de mi dinero.
Decidla q u e tal cuidado \Á Constanza.]
No la do mi desperdicio,
Porque en siendo en su servicio,
Daré por m u y bien empleado
Mucho más. E n t r a d , entrad.

CONSTANZA.

Si d i r é , m a s sin creer
216 NO HAY BUL QUE POH BIEN NO VENGA.

Que lo h a r é i s ; q u e os puede ser


De alguna incomodidad.

DON DOMINGO.

Engañada estáis, por Dios,


Que el gasto m á s opulento"
Hiciera y o m u y contento
Por cualquiera de las dos.

CONSTANZA.

¿ P o r mí t a m b i é n ?

DON DOMINGO.

La beldad
Que en vos miro lo merece.

CONSTANZA.

Querer á dos os parece


Sin duda comodidad. \ Fase."

DON DOMINGO.

Sábeme, Ñ u ñ o , q u i é n es
Esta dama.
NUNO.

Tu intención
Conozco e n tu condición:
Saberlo es fácil de Inés. [Vase.]
N O H A Y M A L QUE P O R B I E N NO VENGA. 217

; INÉS

Mi señor viene. [Vctse.]

DON DOMINGO.

Saldré
Á recibiüe. Favor
F u é sin duda q u e Leonor
Lo sintiese, si n o fué
De condición recatada
El disgusto q u e m o s t r ó ,
Sintiendo q u e gaste yo
Por n o quedar obligada.

ESCENA IV.

DON RAMIRO. DON DOMINGO.

DON RAMIRO.

¿Vos e n mi casa, señor


Don Domingo?

DON DOMINGO.

Haber sabido
Que p r i m e r o h e merecido
De vos el mismo favor
Fué causa de anticiparme
Á pagar mi obligación,
Por saber si es la ocasión
Tener algo q u e m a n d a r m e .
218 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON RAMIRO.

El príncipe d o n García
Para las fiestas q u e agora
Trata de hacer e n Zamora
Á convidaros m e e n v í a :
Esta la ocasión h a sido
De buscaros.

DON DOMINGO.

Tal favor
Del príncipe m i señor
¿ Cuándo yo lo h e merecido ?
Yo aceto d e b u e n a gana
Lo q u e á m í m e está t a n b i e n ;
Mas vos haced q u e m e d e n
Á la sombra la ventana.

DON RAMIRO.

¿ Q u é v e n t a n a ? Estáis e r r a d o :
Cañas habéis de j u g a r .

DON DOMINGO.

¿Eso llamáis convidar?


Errado habéis .el recado.
Convidar d i c e , R a m i r o ,
Fiesta e n q u e tengo de holgarme;
Que habiendo yo de c a n s a r m e ,
No es c o n v i t e , sino tiro.
NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO VENGA.

DON RAMIRO.

Pues también á torear


De parte s u y a , os convido.

DON DOMINGO.

¿ E n q u é le tengo ofendido,
Que quiere v e r m e r o d a r ?
Apenas capaz me hallo
De gobernar solo á m í ,
¡ Y iré á gobernar allí
AI toro, á mí y al caballo!
No h a y cosa de que me asombre
Con más razón , que del uso
Que la ley del duelo puso
E n t r e u n a fiera y u n h o m b r e .
Si á mi posada viniera,
R a m i r o , el toro á b u s c a r m e ,
A u n entonces el v e n g a r m e
Puesto e n razón pareciera;
Mas si y e n d o y o á buscallo,
No estando del ofendido,
El toro es t a n comedido,
Que hiere solo al caballo,
Y n o á m í , ¿ p o r qué el cruel
F u e r o del duelo m e obliga
Á que arriesgado le siga,
Y me acuchille con él?
Si á u n h o m b r e que tanto vale
Como v a l g o , determino
Desafiar, u n p a d r i n o
Que las armas nos iguale
220 NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O VENGA.

Al campo llevo c o n m i g o ,
¿Y h e de r e ñ i r con la espada
Contra fuerza aventajada,
Siendo u n b r u t o mi enemigo?
Doy q u e y o llegue á matallo:
¿Es b i e n q u e arriesgue la vida
Uno por vengar la herida
Que u n toro le dio á u n caballo?
E n t r e dos h o m b r e s j a m á s
Pongo p a z , por n o a r r i e s g a r m e ;
¿Y u n caballo ha de obligarme?
¿ Vale p o r v e n t u r a m á s ?
El peligro de la vida
Quiero dejar, y dejar
La desdicha de rodar
La p e n a d e la caida.
¿Hay cosa m á s desdichada
Que u n h o m b r e medio a t u r d i d o ,
Bañado en polvo el vestido,
Y con la gorra abollada,
Esforzarse y n o acertar
Con la g u a r n i c i ó n , turbado
El color, y rodeado
De mil picaros, buscar
El toro, los acicates
Arando el suelo, y formando
Rayas, quizá p r o c u r a n d o
Escribir sus disparates ?
Si á estos gustos m e convida,
El príncipe me p e r d o n e :
Quien la vida á riesgo pono
Donde n o le v a la vida,
NO ü A y MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

Hace m u y gran necedad.


Siempre q u e á n a d a r e n t r é ,
B a m i r o , fui haciendo pié
Hacia la profundidad,
Con gran tiento c a m i n a n d o ;
Y cuando el agua sentí
Al pecho, luego volví
Hacia la orilla nadando.
No h e de arriesgar con los toros
La vida; q u e n o arriesgara
Más, si vencer m e i m p o r t a r a
U n ejército de moros.

DON RAMIRO.

Al príncipe lo diré
Desa suerte..
DON DOMINGO.

Más compuesta
Le podéis d a r la respuesta.
Decidme, ¿cuánto podré
Gastar y o para lucir
Estas fiestas?
DON RAMIRO.

Mil ducados.

DON DOMINGO.

Luego os los traerán'contados;


Con ellos quiero servir
Á su alteza, que sospecho
Que está con necesidad,
222 NO Ü.AY M A L Q U E P O R B I E N NO VENGA.

Y así rn¡ comodidad


Resultará en su provecho,
Y e n mi disculpa: q u e entiendo
Que m á s gusto le h e de hacer
En dárselos sin c a e r ,
Que con gastarlos cayendo.

DON RAMIRO.

Injusto n o m b r e os ha dado
La fama, que loco os l l a m a ;
Que mejor puede la .fama
•Llamarosdesengañado. [ Vanse.]

Calle.

ESCENA V.

DONJUÁN. BELTRAN.

RELTBAN.

De allí salió, y o le vi.

•DON JUAN.

¿Ramiro le admite y a ,
Y la licencia le dá
Que jamás y o merecí ?
Él lo codicia, Beltran,
Para esposo de Leonor.
¡Ah d o n R a m i r o ! ¿Es mejor
Don Domingo que don J u a n ?
N O H A T M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

BELTRAN.

Para serlo basta ser


El m á s r i c o : bien lo f u n d o ,
Puesto q u e n o tiene el m u n d o
Más linaje q u e tener.

DON JUAN.

La riqueza importa poco,


Si de loco la opinión
La deslustra.

BELTRAN.

Socarrón
Le llamo y o , que no loco.

DON JUAN.

Beltran, yo resuelvo e n t r a r
Á hablar á doña Leonor:
Si es el q u e dice su amor,
Las o b r a s lo h a n d e mostrar.
Si es firme su p e n s a m i e n t o ,
Si p o r esposo m e q u i e r e ,
Déme la m a n o , y n o espere
Que de su padre avariento
La insaciable condición
Á don Domingo la e n t r e g u e ,
Y á mi amor con esto niegue
El cabello la ocasión.
%U NO H A Y M A L Q U E POH B I E N NO VENGA.

BELTBAN.

¿Pues mudas y a p a r e c e r ,
Señor?

DON JUAN.

¿;Cómo?

BELTBAN.

¿No decías
Que á d o n Ramiro q u e r í a s ,
Robándole, empobrecer,
Para q u e él mismo te ofrezca
Á doña Leonor así,
Haciéndote rico á tí
Lo mismo q u e le empobrezca ?

DON JUAN.

S í , Beltrán; m a s el postrero
Ese remedio ha de s e r ,
Si d e otra suerte vencer
La dificultad n o espero.
Y por lo m e n o s , agora
Me conviene averiguar,
Para poderlo estorbar,
Si don Domingo la adora,
Y gozar su m a n o espera;
Porque si u n a vez la alcanza,
Tarde el remedio viniera.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

BELTRAN.

Él viene allí.
DON JUAN.

Pues yo quiero
Agora notificarle
Mi a m o r , Belfran, por quitarle
Estorbos al bien q u e espero.

ESCENA VI.

DON DOMINGO. ÑUÑO. DICHOS.

DON DOMINGO.

¿En fin, se llama Constanza


La que estaba con Leonor,
Y es su p r i m a ?
ÑUÑO.

Sí, señor.

DON DOMINGO.

Es hermosa.
ÑUÑO.

La mudanza
Colegí de tu cuidado
En m a n d á n d o m e informar.
TOMO I . 15
226 NO H A Y MAL Q U E POR B I E N NO VENGA.

B O N DOMINGO.

Mudanza n o lias de llamar


Á la q u e es razón de estado.
Ñ u ñ o , q u i e n solo u n caballo
Tuviere y solo u n amor,
Será esclavo del temor
De perdello ó de cansallo.
Querer sin apelación
E s forzosa t i r a n í a ,
Y el a m o r que desconfía
Crece con la emulación.
Tenga Leonor á sus ojos
Quien castigue su rigor,
Y y o al lado de Leonor
Quien mitigue sus enojos.
No rae pareció Constanza
Menos q u e su p r i m a , bella:
En Leonor p o n d r é y e n ella
Igualmente mi esperanza.
La que me quiera h e de amar,
La que n o , no h e de q u e r e r ;
Que en esto, corresponder
Quiero m á s q u e conquistar.

ÑUÑO.

Bien harás si te permite


El a m o r esa elección.

DON DOMINGO.

No permito á la pasión
Yo j a m á s que me la quite.
NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

Un papel has de llevar


Luego á Constanza.

ÑUÑO.

Si amor
Tienes á e n t r a m b a s , señor,
Entrambas las perderás.

DON JUAN.

Si m u y de prisa n o vais,
Señor d o n Domingo, oid
Una palabra.
DON DOMINGO.

Decid;
Que lo q u e vos importáis,
Señor don J u a n , lo primero
Ha de ser.
DON JUAN.

Nadie e n Z a m o r a ,
Según es público, ignora
Que por la belleza m u e r o
De doña Leonor, la hermosa
Hija de Ramiro; y siendo
Yo quien soy, con causa entiendo
Que es obligación forzosa
De cualquiera caballero
No oponerse á mi afición.

DON DOMINGO.

Digo que es obligación ,


Y que de mi parte quiero
228 NO H A T M A L Q U E P O R B I E N N O VENGA.

Cumplirla; que a u n q u e es verdad


Que yo su amor pretendía
Porque el vuestro n o sabía,
Preferir la antigüedad
Es cortesano respeto.
(Ap. Nada p i e r d o , pues Constanza
Me obligaba á esta mudanza.)
Y a s í , olvidarla prometo.
¿Queréis m á s ?

DON JUAN.

Fío de vos
Que lo haréis.
DON DOMINGO.

Como quien s o y ;
Dello la palabra os doy.

DON J U A N .

Dios os guarde. [ Vanse D. Juan y Bellran.]

DON DOMINGO.

Guárdeos Dios.

ÑUÑO.

¡Qué fácil y q u é sin p e n a


La dejas!
DON DOMINGO.

No era r a z ó n ,
Sino especie de l o c u r a ,
Reñir por u n a hermosura
N O H A Y M A L Q U E P O l t B I E N N0 VENGA. 229

Que tiene achaque de ajena.


Si en esto culparme q u i e r e s ,
Es necedad conocida;
Porque n o h a y más de u n a v i d a ,
Ñ u ñ o , y h a y muchas mujeres. [ Vartse.]

Sala en casa de D. Ramiro.

ESCENA V I I .

DON JUAN. BELTRAN, y luego LEONOR.

BELTRAN.

Este estorbo ya ha cesado.


Mas ¿cómo te entraste así?
¿Quieres q u e te e n c u e n t r e aquí
Ramiro?
DON JUAN.

Desesperado,
Y sin paciencia m e v e o :
Ó á Leonor h e de p e r d e r ,
Ú obligarla á resolver
Á dar fin i mi deseo.

BELTRAN.

Esto es h e c h o : ya Leonor
Está aquí. [Sale Leonor.]
LEONOR.

Don J u a n , ¿ q u é intento
230 NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

Os ha dado atrevimiento
De e n t r a r e n mi casa?

D O N JOAN.

Amor,
T o r m e n t o , r a b i a , despecho,
F u r i a , desesperación;
Que no sufre la pasión
Ya las prisiones del pecho.
E n los peligros son años
Los p u n t o s sin dilaciones,
Breves determinaciones
Remedian eternos daños.
Resuelto v e n g o , Leonor.
Ramiro á m i voluntad
Se o p o n e ; mas si es verdad
Que me queréis, y el a m o r
lia conformado á los dos,
Mostradlo a q u í ; que os prometo
Que ó sin vos volveré m u e r t o ,
Ó vivo, Leonor, con vos.

LEONOR.

Mientras batallan, d o n J u a n ,
Dos contrarias calidades,
Las" mismas contrariedades
Materia á sus fuerzas d a n ;
Mas e n llegando á vencer
Una dellas, la vencida,
Cuanto más pierde la v i d a ,
Más fuerza aumenta al poder,
Incentivo á la v e n g a n z a ,
N O D A Y M A L Q U E P O B B I E N NO VENGA.

Materia á la actividad
De la opuesta calidad
Que della victoria alcanza.
Así el a m o r q u e os tenia,
Mientras á las persuasiones
De tantas m u r m u r a c i o n e s
Que os infaman resistía,
E n ellas mismas hallaba
Ocasión de estar m á s ciego,
Y la resistencia el fuego
De mi pecho acrecentaba.
Mas al fin, con tal violencia
Verdades claras, q u e son
Noche d e vuestra opinión,
Vencieron mi resistencia,
Que cuanto fué de quereros
Más incentivo el a m o r ,
Tanto es materia m a y o r
Agora de aborreceros.
¿Mi pecho ha de preferir,
Mi afición ha d e estimar,
Mis ojos h a n de m i r a r ,
Mis oidos h a n de oir
Á quien deslustra su fama
Con u n a y otra bajeza,
Y su n a t u r a l nobleza
Con sus costumbres infama?
¿Y á quien y a causarme enojos
Tampoco llega á temer,
Que n o recela p o n e r
Sus afrentas á mis ojos?
Pues la m á s vecina casa
232 NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O VENGA.

(Porque ni él pueda negar


Sus infamias, ni i g n o r a r
Pudiese y o lo que pasa,)
No siendo s u y a , lia a r r e n d a d o ,
Para q u e e n su afrenta v i l ,
Caco embustero y sutil,
Atrevido el engañado
Le llamase e n mi presencia,
Sin saber q u e m e ofendía.
¿La m a n o p r e t e n d e mia
Quien da tan franca licencia
De m u r m u r a r su o p i n i ó n ?
Teniendo y o por marido
Á quien tanto la h a p e r d i d o ,
¿Mereciera estimación
Ni a u n de vos? No soy tan necia,
Que quiera d a r m e á e n t e n d e r
Que estimará á su mujer
Quien su mismo h o n o r desprecia.
Idos de a q u í , persuadido
Á q u e y a de vuestro amor
Solo me queda el dolor
De haberos favorecido. [ Vass.]

ESCENA VIII.

DON JUAN. BELTRAN.

DON JUAN.

Espera, escucha, señora.


NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O V E N G A .

BELTRAN.

Es por demás.
DON JUAN.

¡ Ay de m i !
¿ Posible es que tal oí ?

BELTRAN.

Estamos buenos ahora.

DON JUAN.

Esto, rigorosos cielos,


E n mis desdichas faltaba.
¿Mi p e n a n o me b a s t a b a ?
¿No m e sobraban mis celos ?
De los mismos desvarios
Que en lisonja de tu amor
Cometí, ingrata L e o n o r ,
¿Haces desméritos mios?

BELTRAN.

Siempre, ¡vive Dios! temí


Este ü n .
DON JUAN.

Pues ¿ q u i é n pensara
Q u e , ya que Leonor culpara
Los yerros que cometí,
No hubiera al menos e n cuenta
Del descargo recibido
Ver que yo n o h a y a t e m i d o ,
Por servirla m á s , mi afrenta?
234 NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O V E N G A .

BELTRAN.

Bien lo pudiera entender


Quien la fabulilla vieja
Supiera de la c o r n e j a ,
Que h á mucho y a , q u e por ser
Tan común nadie contó,
Y de p u r o no contada,
Es de muchos i g n o r a d a ,
Y así h e de contarla yo,
P o r q u e al caso se acomoda;
Y t ú , para disculpar
Á Leonor, la has d e escuchar.
Asistir quiso á la boda
Del águila, mas se halló
La corneja t a n sin galas ,
Que adornó el cuerpo y las alas
De varias plumas q u e h u r t ó
Á otras aves: de m a n e r a
Que apenas llegó á las b o d a s ,
Cuando conocieron todas
Sus p l u m a s , y la primera
El águila la embistió
Á cobrarlas con tal furia,
Que para la misma injuria
Ejemplo á las otras dio.
«Detente: ¿ q u é rabia es esta?
(Dijo la corneja) Advierte
Que solo por complacerte,
Y por v e n i r á t u fiesta
Más b r i l l a n t e , las hurté.»
Y el águila r e s p o n d i ó :
N O IUY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

« Necia, ¿por v e n t u r a yo
Pudiera culpar tu fé,
Siendo tu fortuna escasa?
Cuando galas n o trujeras,
Ó con las tuyas v i n i e r a s ,
Ó estuviéraste e n tu casa.»
Y al fin, como t ú saliste
Castigado del desden
De Leonor, salió también
Corrida, desnuda y triste.
Y ¡pluguiera á Dios q u e dieran
Siempre con igual rigor
Esta p e n a al mismo e r r o r !
Que y o sé b i e n , q u e advirtieran
Menos falsos m á s de c u a t r o ,
Que con ajeno vestido
El aplauso h a n merecido
Del pulpito y del teatro.

DON JUAN.

Lo hecho, Beltran, y a es h e c h o :
Lo q u e resta es remediar
Lo p o r v e n i r , y dejar
Esto agravio satisfecho
De don Domingo, que habló
Tan libremente de mí
Á doña Leonor.
BELTRAN.

Si á tí
Caco sutil te llamó,
236 N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

¿ Qué nombre dará á Bcltran,


Que eché la llave al enredo?

DON JUAN.

Muy presto sabrá , si p u e d o ,


Cómo ha de hablar de don Juan. [ Vanse. ]

Sala en casa de D. Domingo.

ESCENA IX.

DON DOMINGO, quitándose capa y espada; ÑUÑO


Y MAURICIO, en traje de noche.

MAURICIO.

Señor, si quieres c e n a r ,
Es h o r a ya.

DON DOMINGO.

Majadero,
llora es cuando yo q u i e r o :
El tiempo ha de señalar
El reloj, q u e n o d a r l e y e s ;
Que en esta puntualidad
Contra la comodidad
NO H A Y MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Tengo lástima a los reyes.


El manjar me sabe m á s
Cuando yo lo h e menester,
Y n o tengo de c o m e r ,
Porque comen los demás.
El uso c o m ú n dispuso
Hora en esto señalada,
Voluntaria, n o forzada;
No h a de obligarnos el uso;
Bastará q u e nos lo a c u e r d e ;
Que q u i e n antes de tener
H a m b r e , se pone á comer,
No sabe lo q u e se pierde.
Dime, d i m e , ¿recibió
El billete?
MAURICIO.

Recibióle,
Y n o sin gusto.

DON DOMINGO.

¿Y leyóle,
Ñuño amigo?
ÑUÑO.

Y le leyó.

DON DOMINGO.

Y ¿ qué respondió Constanza ?

ÑUÑO.

La respuesta fué m u y corta.


238 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON DOMINGO.

¿Y q u é fué?
ÑUÑO.

Callar.

DON DOMINGO.

No i m p o r t a :
Yida tiene m i esperanza.
Ñ u ñ o , n o camina mal
Á su puerto mi deseo,
Si aquel epigrama creo
Que hizo d e Nevia Marcial.
« Escribí, n o respondió
Nevia; luego d u r a está;
Mas pienso q u e m e q u e r r á ,
Pues lo q u e escribí leyó.»
Haz que me den de c e n a r ,
Mauricio , agora; que agora,
Que tengo y o g a n a , es hora.

ÑUÑO.

¡ Qué poco tardó en llegar!

DON DOMINGO.

Lo q u e faltaba t a r d ó ,
Que es g a n a , y su n o m b r e infiere
Que viene cuando ella q u i e r e ,
Y n o cuando quiero yo.
N0 П А Т MAL Q U E POR B I E N NO V E N G A . 239

MAURICIO.

Un mancebo , al parecer
I l u s t r e , q u e te ha buscado
Esta tarde con cuidado,
Dice que te quiere ver.

DON DOMINGO.

¿ Qué m e querrá ?

MAURICIO.

Yo sospecho
Que u n papel te viene á dar.

DON DOMINGO.

¿ Papel antes de cenar ?


¡ Oh q u é disgusto m e has hecho 1
Carta ó billete jamás
Me des en tal ocasión,
Que m e quita la sazón
El cuidado que me das.
E n t r e ; que ya lo has errado
Con darme las nuevas d e l ,
Y n o me dará el papel
Más disgusto que el cuidado.
240 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

ESCENA X.

UN GENTILHOMBRE. DICHOS.

GENTILHOMBRE.
Este e n secreto m i r a d ;
Que á su d u e ñ o h e de ilevaHe
La respuesta.
(Da un papel á D. Domingo; él toma una luz, y lee
aparte.)

DON DOMINGO.

[Lee.] «En vuestra calle


«Esta noche m e a g u a r d a d ,
»Luego q u e s u sombra fría
»Ocupe de nuestro polo
»La m i t a d , secreto y solo.—
»E1 príncipe d o n García.»
¡El príncipe! Letra es esta
De s u m a n o . Que aguardar
No tenéis, d o n d e es callar
Y obedecer la respuesta.
¡Hachas, hola!
GENTILHOMBRE.

¿Adonde vais?

DON DOMINGO.

Á acompañaros i r é
Como debo.
GENTILHOMBRE.

No saldré
Yo de aquí, si n o os quedáis.
NO H A Y M A L Q U E POTl B I E N NO V E N G A .

DON DOMINGO.

Servir es obedecer,
Y no obliga quien porfía.
El príncipe don García
Mi persona ha menester.
Sacadme presto u n a espada,
Una cota y u n broquel.
[Ap. Si h e de ir acaso con él
Á alguna ocasión pesada,
Es cordura ir prevenido.)

ÑUÑO.

¿No quieres c e n a r , señor?

DON DOMINGO-

En tocando el p u n d o n o r ,
Ñ u ñ o , de todo me olvido,
• Siempre vivo á lo que estoy,
Según mi sangre, obligado;
Que por sor acomodado,
No dejo de ser quien soy.

ÑUÑO.

Es la cota m u y pesada;
No la sufrirás, señor.

DON DOMINGO-

En tocando al p u n d o n o r ,
Ñ u ñ o , no m e pesa nada.
[Saca Mauricio las amas. ]
Tomo I. 1G
NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N O V E N G A

NÜÑO.

¿Es acaso desafío?

DON DOMINGO.

Nada me lias de p r e g u n t a r .

MAURICIO.

¿liémoste de a c o m p a ñ a r ?

DON DOMINGO.

Solo h e de ir.
ÑUÑO.

De tí confio "
Que de todo bien saldrás.

DON DOMINGO.

E n tocando al p u n d o n o r ,
Ñ u ñ o , revive el valor,
Y m u e r e e n m í lo demás. [Fanse.]
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 243

Calle.

ESCENA XI.

BELTRAN, coñun billete, Y D. JUAN, denoche.

DON JUAN.

E n t r a , Beltran, y el billete
Le entrega en su propia m a n o .

BELTRAN.

Pienso que os intento v a n o ,


P o r q u e su opinión prometo
Que á estas horas acostado
Estará y a ; que la fama,
Como sabes, n o le llama
Sin causa, el acomodado.
Y si esta misma razón
Considero, desconfió
De q u e acete el desafio;
P o r q u e de su condición,
S e ñ o r , p r e s u m i r es justo
Que por respuesta h a d e dar,
Que n o suele trasnochar
Para cosas de más gusto.
Y si acaso es tan cobarde 1

Como lo colijo del,


Solo servirá el papel
De avisarle que se guarde.
244 NO H A T MAL Q U E P O R . B I E N NO V E N G A .

DON JUAN.

Dices bien.
BELTRAN.

Señor, espera,
Que u n a luz llega al zaguán.

DON JUAN.

Él sale fuera, Beltran.

BELTRAN.

¡Y solo! ¿Quién tal creyera?


La llave á la p u e r t a ha echado
Por defuera.

DON JUAN.

Quiero hablalle.

BELTRAN.

Su cuidado está en su calle,


Pues en ella se ha parado.

ESCENA XII.

DON D O M I N G O , de noche. DICHOS.

DON JUAN.

Ya tengo m á s ocasión
Que á la venganza m e obligue;
Que esto muestra q u e prosigue
NO HAY MAL QUE POB. BIEN NO VENGA.

La comenzada afición
De Leonor.
BELTBAN.
Infieres bien.

DON DOMINGO.

Gente viene: ¿si será


Ei príncipe este? ¿Quién vá?

DON JUAH.

Señor don Domingo, q u i e n


Os buscaba con cuidado.

DON DOMINGO.

¿Es d o n J u a n ?
DON JUAN.

Sí.

DON DOMINGO.

Y a me habéis
Hallado: ¿ q u é me queréis?

DON JUAN.

No es lugar acomodado
Este para lo q u e os quiero;
Solos al campo los dos
Salgamos; que allí con vos
Tengo u n negocio.

DON DOMINGO.

Yo espero
Una precisa ocasión
246 N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

E n este mismo l u g a r ,
Á que n o puedo faltar;
Decidme aquí la razón
Que tenéis de sentimiento,
Que os obligue á desafio;
Que s i , como yo confio,
Es injusto el fundamento,
Con desengañaros, quiero
No faltar y o á la ocasioh
Que espero, y la obligación
Que d e sacar el acero
Nos pondrá el h a b e r salido
Al campo, excusar, supuesto
Que si os engañáis e n esto,
No m e doy p o r ofendido.

DON JUAN.

P o r q u e sé q u e la ocasión
De mi agravio es v e r d a d e r a ,
La d i r é ; q u e si pudiera
Esperar satisfacción,
La callara hasta salir
Al c a m p o ; q u e el a g u a r d a r
Satisfacción es m o s t r a r
Poca gana de r e ñ i r .
Vos, cuando á Leonor hablasteis,
P o r q u e a r r e n d a d o os había
Esta casa sin ser m í a ,
Caco sutil me llamasteis.

DON DOMINGO.

N u n c a la verdad n e g u é .
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON JUAN.

Esta es la ofensa que quiero


Que sustente vuestro acero.

DON DOMINGO.

¿Luego p o r q u e os igualé
AI sutil Caco, ofendido,
Don J u a n , me desafiáis?

DON JUAN.

Siendo quien sois, ¿no juzgáis


Cuan grande esc agravio ha sido ?

DON DOMINGO.

Pues el pensamiento m i ó ,
Según eso, m e engañaba.

DON JUAN.
Cómo?
DON DOMINGO.

P o r q u e n o esperaba
De Caco este desafio.

DON JUAN.

¡Que os atreváis dése modo


Á agraviarme!

DON DOMINGO.

Si á r e ñ i r
Al campo hemos de salir,
Reñiremos sobre todo.
%&& NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N N0 VENGA.

DON JUAN. .

Vamos p u e s ; q u é n o permite
Mi enojo más dilación.

DON DOMINGO.

Ni á mí cierta obligación
Que deste puesto m e quite,
Como h e dicho, por ahora;
Y a s í , p o r q u e y o n o sé
Cuánto e n él m e d e t e n d r é ,
Señalad el puesto y h o r a
Para m a ñ a n a , y veréis
Que salgo, como quien soy,
Á buscaros; dello os doy
La palabra.

DON JUAN.

No saldréis;
Que el ser m u y acomodado
Arguye poco valor.

DON DOMINGO.

En tocando al p u n d o n o r ,
Estáis, don J u a n , engañado.
Conmigo el valor n a c i ó ,
Las fuerzas h e de a d q u i r i r ;
Que ellas h a n de conseguir
Lo que el valor emprendió.
Y cuanto más me acomodo
Cuando inquietudes no tengo,
Tantas más fuerzas prevengo
NO HAY MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

Á mi valor para todo.


Y solo advertiros q u i e r o ,
Que podéis echar de ver
Cuánto me va en n o perder
Lo q u e en esta calle espero,
Pues dilato la venganza
Del agravio que me hacéis
En mostrar que n o tenéis
De mi valor confianza.

DON JUAN.

Ya, según exageráis


Que os importa n o salir
Desta calle, á colegir
Llego q u e m e quebrantáis
La palabra; p o r q u e aquí
¿Qué puede sino el a m o r ,
Deteneros, de Leonor?

DON DOMINGO.

Nunca á lo q u e prometí
Falté, y reservo también
Ese agravio al desafio.

DON JUAN.

No tiene paciencia el m i ó :
Aguardar n o m e está bien
Ocasiones dilatadas,
Cuando me importa vengarme.

DON DOMINGO.

Pues si n o podéis sacarme


250 NO HAY MAL QUE POR BIEN N 0 VENGA.

De la calle á cuchilladas,
Es v a n a vuestra porfía.

BELTRAN.

¿ Qué esperamos ?

DON JUAN.

El acero
No saques t ú ; q u e n o quiero
Heñir con superchería.
[Acuchillanse D. Domingo y D. Juan.]

DON DOMINGO.

No i m p o r t a : a m i l como á d o s ,
Basto solo cuando llego
Á sacar la espada.

BELTRAN. [Ap.]

¡ Fuego!
U n r a y o e s , vive Dios:
En Cantalapiedra ha dado
Don J u a n . Pero ¿Quién pensara
Que á todo se acomodara
Tan bien el acomodado ?

DON JUAN.

i No vi t a n valiente acero
Jamás 1
DON DOMINGO.

Don J u a n , gente v i e n e ,
Y advertid q u e no os c o n v i e n e ,
Si es acaso quien espero,
NO HAT MAL Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

Que os halle e n esta ocasión


Que ya lograr no podéis,
Y n o es bien q u e m e estorbéis
Que cumpla mi obligación,
Sin f r u t o ; y pues os mostré
Con tanto valor agora
Que m a ñ a n a al puesto y hora
Que m e señaléis i r é ,
Señaladle, y cese a q u í
La cuestión; q u e me daréis
Á entender si n o lo hacéis,
Que medroso ya d e m í ,
Queréis q u e esta gente sea
Medianera e n t r e los dos.

DON JUAN.

Bien decís; y así con vos


Se v e r á , como desea
Mi pecho á esta misma hora
Mañana: e s p e r a d m e a q u í ,
P o r q u e quitemos así
Sospechas, y de Zamora
Solos y j u n t o s los dos,
Á la estacada saldremos
Que entonces señalaremos.
DON DOMINGO.

Yo os aguardo.
DON JUAN.

Adiós.
DON DOMINGO.

Adiós.
252 NO H A Y MAL Q U E POR B I E N NO V E N G A .

BELTRAN.

Valor tiene.
DON JUAN.

Viyo ó m u e r t o
He de salir de cuidado.

BELTRAN.

Huélgome q u e hayas sacado


Mi blanca deste concierto.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA, 253

ACTO TERCERO.

Corredor en casa de D. Ramiro.

ESCENA PRIMERA.

DON JUAN Y BBLTRAN, de noche, con linterna,

BELTRAN.

Si así te vas quitando inconvenientes


Por h a m b r e vencerás á don Ramiro.

DON JUAN.

Á ejecutar la inclinación aspiro


De q u e b e tenido impulsos t a n valientes,
Que cuando otros motivos n o t u v i e r a ,
Es cierto q u e lo h i c i e r a ,
Solo por ver cumplido este deseo,
De que sin rienda fatigarme veo.

BELTBAN.

En e r r a r ó acertar esta j o r n a d a
Te va ser César esta noche, ó nada.

DON JUAN.

Siempre ayuda al osado la fortuna.


254 N O H A Y MAL Q U E POR B I E N NO VENGA.

BELTRAN.

Y en esto pienso y o , sin duda-alguna,


Que los mismos doblones
Que entramos á r o b a r , con avisarnos
Á voces donde están, h a n de a y u d a r n o s ,
Por salir de t a n lóbregas prisiones;
Pues según don Ramiro los e n c i e r r a ,
No sirve de moneda agora el oro
Más que cuando o c u p ó , inútil tesoro,
El centro oscuro en su nativa tierra.

D.ON JUAN.

Comencemos la e m p r e s a ; q u e Morfco
Sepulta en las corrientes del Leteo
Los h u m a n o s sentidos.

BELTBAN.

Envidia tengo á los q u e están dormidos;


Que de sueño me tienen alcanzado
Las noches que nos hemos desvelado,
Buscando á don Domingo inútilmente.

DON JUAN.

El cobarde temió.

•BELTRAN.

¡ Que t a n valiente
Riñendo aquella noche se m o s t r a s e ,
Y q u e después trocase
Tanto en temor el b r i o ,
Que n o solo faltase al desafío,
N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A . 255

Pero se h a y a ocultado
De s u e r t e , que la industria y el cuidado
Y el desvelo h a y a sido
En buscalle p e r d i d o !

DON JUAN.

¿Qué más venganza quiero ? ¿Puedo dalle,


Bcltran, m a y o r castigo q u e obligalle
Á vivir escondido y temeroso?

BELTRAN.

Él pienso y o q u e ha sido el victorioso,


Pues e s t a r á , conforme á su c o s t u m b r e ,
Donde quiera q u e esté, sin p e s a d u m b r e ,
Puesto e n acomodarse su cuidado ,
Mientras los dos nos hemos desvelado.
[ Don Juan alumbra, y Bcltran va sacando llaves
y abriendo.]

DON JUAN.

Vengan las llaves.

BELTRAN.

P r u e b o la p r i m e r a
En el postigo: si estampada en cera
La original se h u b i e r a fabricado
Nos sacara m á s presto de cuidado.

DON JOAN.

Lo mismo es ser maestra.


256 N O H A Y M A L Q U E POH B I E N N 0 VENGA.

BELTRAN.

El cfeto lo m u e s t r a ,
Pues n o le h a n resistido
Las g u a r d a s , y la puerta se ha rendido.

DON JUAN.

Entremos pues pisando l e n t a m e n t e ,


Porque somos perdidos , si la gente
De Ramiro despierta.

BELTRAN.

Paso para su cuarto es esta puerta.

DON JUAN.

Ábrela p u e s , Beltran; que es a v a r i e n t o ,


Y en los que están detrás de su aposento,
Por guardarlo m e j o r , tendrá el tasoro.
[Abre Beltran.]

BELTRAN.

Las llaves pienso q u e habilita el oro.

DON JUAN.

Pasemos a d e l a n t e ,
P o r q u e en el aposento m á s distante
Del de Ramiro hemos de e n t r a r p r i m e r o ;
Que h a y menos riesgo, y tiene por v e n t u r a
La distancia m a y o r p o r más segura.
NO HAY MAL QUE POB BIEN N 0 VENGA. 257

BELTRAN.

Este en el corredor es el postrero.


Alumbra. Esta no cabe, [Probando llaves.]
La cerraja es p e q u e ñ a ; m e n o r llave
Es m e n e s t e r : entro como en su casa.

DON JUAN.

Entra m u y quedo.

BELTRAN.

Aquí n o bay nada.

DON JUAN.

Pasa
Al otro m á s adentro.

BELTRAN.

Mas ¿ q u é fuera
Que Ramiro tuviera
Debajo de su cama su d i n e r o ?

DON JUAN.

No está seguro allí; roballo espero.

BELTBAN.

¿Y si despierta, y deíendello intenta?

DON JUAN.

Será su vida precio de mi afrenta.


[Abren una puerta, y sale D. Domingo en jubón sin espa-
da ; al verle sacan las espadas D. Juan y Deliran ]
Tono I. 47
258 SO HAT MAL QUE POB BIEN NO VENGA.

ESCENA II.

DON DOMINGO. DICHOS.

DON DOMINGO.

¿Quién CS?
DON JUAN,

Sentidos somos.

DON DOMINGO.

Don R a m i r o ,
¿Á m a t a r m e venís?

DON JUAN.

¡Qué es lo q u e m i r o !
¿No es d o n Domingo ?

BELTRAN.

Él e s , i por Dios!
DON JUAN.
Cobarde
¿Así á Leonor pusisteis en olvido?
¿ Así vuestra palabra habéis cumplido,
Que p o r q u e nada pueda disculparos,
En el mismo delito vengo á hallaros?
1

DON DOMINGO.

Escuchadme, don Juan.


DON JUAN.

Desafiado,
NO H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A . 259

No salisteis al c a m p o , y por sagrado


¡ La misma casa donde
Aumentáis mis ofensas, os esconde!
¿Es esta la ocasión que os impedía
Salir al campo á fenecer la mia ?
Para romper la f o q u e promctisles,
¡Treguas y dilaciones!
Juzgad vos vuestra culpa, y las razones
Que tengo de mataros y vengarme.

DON DOMINGO.

T e n e d , nada arriesgáis en escucharme,


Pues sin armas m e veis con q u e os lo impida.
No es, don J u a n , e n defensa de mi vida
Lo q u e deciros q u i e r o :
Btas importa que y o ; pues caballero
Sois, n o os importa m e n o s ; esto os pido,
Y tened el acero prevenido
Porque i n t e r r u m p a con rigor violento
Su p r i m e r movimiento,
Para v e n g a r , d o n J u a n , vuestros agravios,
Los últimos acentos de mis labios.

DON JUAN.

Tan encendida furia


Me provoca á vengar de vuestra injuria ,
Que tengo de escucharos,
Solo por dilataros
La pena desta s u e r t e ;
Que del castigo es término la m u e r t e ,
Y la v e n g a n z a , es cierto
Que la siente el m o r i r , n o el haber muerto.
260 NO H A Y M A L Q U E POR B I E N N 0 VENGA.

DON DOMINGO.

Ved p u e s , don J u a n , primero


Este papel, que quiero
[Dale un papel, y D. Juan lee. ]
Que m e sirva de caria do creencia,
Porque no pongáis duda en la evidencia
De lo q u e h e de contar.

DON JUAN.

Ya lo h e leido,
Y la firma conozco de su alteza.

D O N DOMINGO.

La noche p u e s , que v o s , d e mí ofendido ,


Para satisfacer la injuria vuestra
Del campo libre á la marcial palestra
Provocasteis mi acero, e n cumplimiento
Deste que veis preciso m a n d a m i e n t o ,
Al príncipe aguardaba
E n aquel puesto y h o r a :
Mirad, d o n J u a n , agora
Si con razón j u z g a b a ,
Siendo la suya ley t a n poderosa,
Más que las vuestras ocasión forzosa.
Llegó su alteza p u e s , de cuyo intento
No solo n o tenia
El indicio m e n o r , mas no podía ,
A u n q u e muchos t u v i e r a ,
Pensar j a m á s que tan extraño fuera.
«Venid ( m e dijo el príncipe) conmigo.»
N O H A Y M A L Q U E P O R B I E N NO V E N G A .

To obedezco, y le sigo,
Y en llegando á la p u e r t a
De R a m i r o , p a r ó , y en u n momento
La v i , d o n J u a n , abierta.
E n t r a m o s , y Ramiro su p r i v a d o ,
Con paso recatado
Y silencio confuso,
En este sitio en q u e me halláis , nos puso.
Solos aquí los t r e s , rompió su alteza
Á los labios el sello,
Y dijo No podréis, d o n J u a n , creello,
Pues y o , a u n q u e reconozco su grandeza ,
Cuando intentos oí t a n atrevidos
Pensé q u e se engañaban mis oidos,
Y agora al referiros esta historia
Crédito apenas doy á la memoria.—
«Ya sabéis, dijo, que mi p a d r e Alfonso,
Deste n o m b r e el tercero,
Rey de L e ó n , el ya eansado acero
Al ocio rinde y e n la vaina olvida,
Como quien ve el ocaso de su v i d a ,
Cuando contra las huestos sarracenas
El juvenil orgullo basta apenas.
También sabéis, que su caduca mano
Del reino intenta gobernar en v a n o
El timón, q u e de fuerza necesita
Que con Neptuno y Aquilón compita ;
Y así y o , p o r q u e espero
Sucederle en el r e i n o , y considero
Que es mejor p r e v e n i r inconvenientes
Que daños remediar ya sucedidos,
Resuelvo trasladar de la persona
262 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

De mi p a d r e k m i frente la c o r o n a ,
Sin a g u a r d a r su muerte. Prevenidos
Tiene ya en mi favor sus escuadrones
Castilla; facilitan prevenciones
De la r e i n a mi m a d r e mis intentos;
Y mis vasallos todos, m a l contentos
De Alfonso, m e a s e g u r a n ;
Y cuantos ricos, nobles, poderosos
Esta ciudad conoce, deseosos
Del bien c o m ú n , conmigo se conjuran;
Y este fué de llamaros el intento ,
Para q u e , haciendo el mismo j u r a m e n t o
Que los demás, conmigo
Quedéis por aliado y por amigo.»
N u n c a , don J u a n , pensara
Que la lealtad dormida
E n ocios de la v i d a ,
Con t a n ardiente furia despertara
Á u n a voz h a l a g ü e ñ a ,
Que el daño esconde cuando el premio enseña.
¿Veis cómo en sus e n t r a ñ a s
El alquitrán oculto disimulan
Cuando en las c u m b r e s , que al Olimpo emulan
Ostentan blanca nieve las m o n t a ñ a s
Que d a n tumba á la vida y al deseo
Del soberbio sacrilego Tifeo;
Y si es entonces de centella b r e v e
Concitado el azufre, espesa n u b o
Y ceniza es después cuanto fué n i e v e ,
Dando el asombro tantos escarmientos,
Cuanto el estruendo espantos á los vientos?
Pues el incendio v e i s , y veis la furia
N0 H A T MAL Q U E POR B I E N NO VENGA.

Con que mi pecho r e v e n t ó , á la injuria


De la lealtad que guarda mi nobleza
Á mi r e y n a t u r a l ; que a u n q u e es su alteza
Primogénito s u y o , y la corona
Espera de León, mientras no herede
Con legítimo título, n o puede
Presumir que n o toca á su persona
Tan bien como á la mía
La obligación de subdito y vasallo;
A n t e s , si la piedad ha de juzgailo,
Es más culpable en él la alevosía;
Que conspirando otro vasallo, sola
La fe q u e b r a n t a q u e á su r e y le d e b e ,
Y él á su p a d r e , y á su r e y se atreve.
Y si en la edad anciana
De Alfonso funda la razón tirana
De anticipar la sucesión, en eso
Fundo y o m á s la culpa de su exceso;
Porque si t a n vecina
La m u e r t e d e su p a d r e considera ,
¿Por q u é n o espera lo q u e presto espera?
¿ P o r q u é la ley h u m a n a y la divina
Quiere violar, anticipando el plazo
Que y a limita de la parca el brazo?
Al fin, don J u a n , y o r e s p o n d í , y o hice
Lo que podéis pensar del q u e esto os dice ,
En que n i la amenaza de la m u e r t e
Me halló menos leal ó monos fuerte.
Y ora fuese piedad, ora cautela
Permitirme la v i d a ,
Su alteza, que recela
Que mi lealtad le impida,
%U NO CAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Con publicarlo, su atrevido i n t e n t o ,


Me entregó a la prisión deste aposento,
Que Ramiro visita
Solo, y el alimento cotidiano
Él me ministra con su propia m a n o .
Estos mis casos s o n , esta mi historia;
Y pues el cielo permitió q u e os vea
(El medio y la ocasión cual fuere s e a ) ,
Volved, d o n J u a n , volved á la memoria
Los timbres heredados
De vuestros altos, ínclitos pasados.
Despierte en el leal heroico pecho
El v a l o r , á despecho
De los divertimientos q u e dormido
Con engañoso halago le h a n tenido.
Proponga ejemplo, emulación proponga
Al valor vuestro el m í o ,
Pues e n regalos sepultado y frió,
No h a y riesgo, n o h a y trabajo que n o emprenda,
No h a y m u e r t e que me e s p a n t e ,
Cuando fui c e r a , ya siendo diamante.
E n advirtiendo que m a n c h a r intenta
El cristal p u r o de mi h o n o r la afrenta,
De la sangre leal el fuego ardiente
Que al n a c e r informó, don J u a n valiente,
No se apaga j a m á s ; solo so oculta
Cuando el vicio e n cenizas se sepulta;
Y en vos, si oculto y a c e , yace vivo
E n t r e los yerros el valor nativo.
Produzca p u e s incendios cuando el viento
De la traición, con animoso aliento,
De vuestra sangre incita la centella,
NO HAY MAL Q U E POR R Í E N NO V E N G A . 265

Pensando hallar en ella


Del fuego que v i v i ó , muerta ceniza.
No la n a t u r a l e z a ,
En quien principio halló vuestra nobleza,
Se r i n d a á la costumbre advenediza ;
Mostrad, librando al r e y , que los errores
Que h a n desmentido en vos vuestros m a y o r e s ,
No de la inclinación fueron defetos,
Sino del ocio vil propios efetos;
Y q u e de la ocasión solicitado ,
Sois el mismo que fuisteis.
Gozad esta ocasión, pues os la ha dado
Tan oportuna el cielo ,
De cobrar la o p i n i ó n , pues la perdisteis;
Ponga u n lustroso v e l o ,
Don J u a n , á los borrones que os afean
Esta hazaña l e a l , para que vean
Los émulos en ella restauradas
Las glorias adquiridas y heredadas. .

DON. JUAN.

Basta: callad, si n o queréis que el pecho,


Que ya a tantos fervores viene estrecho ,
Reviente en vivas voces,
Cuando requieren casos tan atroces
Antes, para el castigo que yo o r d e n o ,
Del rayo el golpe que la voz del trueno.
Dadme esos brazos: pero no los b r a z o s ;
Que n o merezco t a n heroicos lazos:
Esas plantas m e dad, p o r q u e mi boca
Imprima en ellas agradecimientos
De los nobles y altivos pensamientos
266 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Á que vuestra elocuencia me provoca.


¡ Ah ilustre caballero,
En el valor y la lealtad primero !
¿ Q u é espíritu d i v i n o ,
Qué aliento celestial, á vuestros labios
Consejos dicta en m i favor tan sabios,
Que n o solo a m i ciego desatino
Dan a r r e p e n t i m i e n t o ,
Pero sin el castigo el escarmiento ?
Por vos gané lo q u e por mí h e perdido :
Seré m u r i e n d o , el q u e naciendo h e sido.
E n la misma nobleza q u e h e h e r e d a d o ,
Otra vez vuestra lengua me h a e n g e n d r a d o ;
Y pues con eso , n o igualarse p r u e b o
Lo que de vos m e quejo á lo q u e os d e b o ,
Yo olvido los agravios
Que con razón m e hicieron vuestros labios;
Que si yo fabriqué mi propia m e n g u a ,
Y o , que la causa os d i , os moví la lengua.
Amigo os llamo ya ; q u e fuera necio
Si en tal ganancia recatara el p r e c i o ;
Y j u r o , p o r lograr vuestra fineza,
* Que h e de trazar al p u n t o prevenciones
Que impidan los intentos de su alteza;
De que me da evidentes presunciones,
Fuera del justo débito q u e os d e b o ,
G r a n copia d e soldados castellanos
Que ocupan y a los muros zamoranos.

DON DOMINGO.

P a r t i d , don J u a n ; que y o , p o r q u e á su alteza


No demos ocasiones,
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 267

Faltando yo de a q u í , de recelarse,
Prevenirse y g u a r d a r s e ,
Preso m e h e de q u e d a r ; que esfuerzo tengo
Con q u e á mayores males me prevengo,
Por salir con la empresa. Mas decidme,
¿Cómo entrasteis a q u í ?

DON JUAN.

Pasos errados
Á fines me trajeron acertados.'
No os puedo decir m á s , y a d i ó s , amigo;
Que yo á l i b r a r o s , ó morir m e obligo.

DON DOMINGO.

Librad al r e y , como d e vos se espera,


Don J u a n ; q u e poco importa que yo m u e r a .
[ Vuélvese al cuarto de que salió.]

ESCENA III.

DON JUAN. BELTRAN.

DON JUAN.

Ve cerrando las p u e r t a s ,
Porque hallarlas abiertas
A don Ramiro n o le dé recelos.

BELTRAN.

¿ Y el h u r t o queda en cierne ?

DON JUAN.

Ya los cíelos
268 NO H A T M A L Q U E POR B I E N NO V E N G A .

Mi inclinación m u d a r o n ,
Que al fuego de lealtad m e acrisolaron;
De q u e vengo á e n t e n d e r , q u e p o r q u e hubiese
Quien de Alfonso los daños impidiese,
Permitieron mi e r r o r , p o r q u e se vea
Que mal n o s u f r e n , q u e p o r bien n o sea.

BELÍRAN.

Si tú vas convertido , yo admirado


De ver tan valeroso acomodado. [ Vanse. ]

Sala en la habitación del Príncipe.

ESCENA IV.

EL PRINCIPE. DON RAMIRO. ÑUÑO Y MAURICIO.

PRÍNCIPE.

¿ Fueron R a m i r o , á llamarle 1

DON RAMIRO.

No puede t a r d a r , señor.

PRÍNCIPE.

Quiero con este color


Prenderle sin enojarle;
Que habiendo tanta r a z ó n ,
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Pues con u n o y otro indicio


Se comprueba el maleficio,
Para ponerlo en p r i s i ó n ,
No podrá d o n J u a n c u l p a r m e ;
Y con esto de su acero,
Por ser fan valiente, quiero
En mi intento asegurarme ;
Porque llegado al efeto,
Tanto por no haberle dado
Noticia d e mi c u i d a d o ,
Como por ser tan afeto
Á mi p a d r e , él solamente
Á estorbarlo bastará.

DON RAMIRO.

Es v e r d a d , y así será,
S e ñ o r , prevención p r u d e n t e
Que al resolver su p r i s i ó n ,
De sentimiento le deis
Indicios, y le mostréis
Piedad en la ejecución.

PRÍNCIPE.

Él viene ya.

ESCENA V.

DON JUAN. DICHOS.


DON JUAM.

Gran señor,
¿Qué me manda vuestra alteza?
270 NO HAY MAL QUE POR BIEN N 0 VENGA.

PRÍNCIPE.

Lo q u e por vuestra nobleza


Está sintiendo mi amor.
Mas es fuerza que limite
La justicia á la piedad :
Don J u a n , á Ñ u ñ o escuchad;
Tú lo q u e has dicho repite.

ÑUÑO.

Una t a r d e , h a b r á seis d í a s ,
Don Domingo, mi s e ñ o r ,
De visitar en su casa
Á d o n Ramiro salió;
Y aquella misma d o n J u a n
(Que celoso por L e o n o r ,
Según lo mostró el efecto
Desta visita, quedó)
Después d e h a b e r declarado
Á don Domingo su a m o r ,
Le pidió de n o estorbarle
La p a l a b r a , y él la dio.
Despidiéronse; y la noche
Siguiente, cuando el reloj
Una m e n o s de las horas
Que la d i v i d e n , contó,
U n g e n t i l h o m b r e , la vez
Tercera (porque otras dos
De aquella tarde le había
Buscado y a ) le llevó
Un papel de desafío
Sin d u d a , de que el color
NO HAY MAL QUE POIt RÍEN NO VENGA.

Todo m u d a d o , y las a r m a s
Que para salir pidió,
El recato y el secreto ,
Y decirme que al h o n o r
Le importaba salir solo ,
Dieron clara información.
Partióse al fin; y el cuidado
Que nos causaba el a m o r
Que á nuestro dueño , leales,
Tenemos Mauricio y yo ,
Nos tuvo en u n a v e n t a n a
Hechos Argos á los d o s ,
Por seguirle con los ojos,
Ya que con las plantas n o
Vimos, q u e habiendo salido,
Y debajo de u n balcón
De d o n R a m i r o , parado
Don Domingo, se llegó
Uno de dos q u e en la calle
Le a g u a r d a b a n , q u e en la voz
Y e n las razones que oir
El silencio permitió
De la n o c h e , e r a d o n J u a n ;
Y habiendo hablado los dos
Un r a t o , el desnudo acero
Fin á la plática d i o ;
Y acuchillándose entrambos
Con destreza y con v a l o r ,
Dieron á la calle vuelta;
Y con esto los perdió
De vista nuestro cuidado,
Sin que dasla confusión
272 NO HAY MAL QUE POR BIEN N 0 VENGA.

Nos pudiésemos librar


Con salir e n su favor:
Porque é l , al salir de casa,
Por defuera la c e r r ó ,
Recelando q u e á seguirle
Nos obligara su amor.
Nunca después deste caso
Le vimos, ni del halló,
Vivo ó m u e r t o , u n breve indicio
La diligencia mayor.
Y a s í , p u e s tantos convencen
Á don J u a n de q u e éi le dio
La m u e r t e , y d e que el cadáver
Oculta con intención
De ocultar el homicidio,
Os suplicamos, s e ñ o r ,
Que le obliguéis á sacarnos
De t a n triste confusión.

PRÍNCIPE.

Con lo que habéis escuchado


Solo os puedo decir y o ,
Que os pongáis en mi l u g a r ,
Y os juzguéis vos mismo á vos. '
Con indicios tan vehementes,
Que casi evidentes s o n ,
Mal g u a r d a r á la justicia
Privilegios al a m o r ;
Y a s í , m i e n t r a s la verdad
No se a v e r i g ü e , en prisión
Es fuerza, don J u a n , estéis.
NO IIAV MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON JUAN.

(M - ¿ Q h e do hacer ? ¡ Válgame Dios


1 u e

Si callo y dejo p r e n d e r m e ,
Pongo á riesgo la ocasión.
De librar al r e y Alfonso;
Si declaro q u e los dos
Tienen preso á don Domingo,
Por entendido me doy
De sus aleves i n t e n t o s ,
Y es el peligro m a y o r ;
Mas de la misma verdad
He de vestir la ficción.)
Como disteis u n oido
Á la c u l p a , d a d , señor,
Otro al descargo.

PRÍNCIPE.

Decid;
Que nada en esta ocasión,
Según os estimo, puede
Hacerme gusto mayor
Que t e n e r l a , de mostraros
En mi piedad mi afición.

DON JUAN.

Pues preguntadle á Ramiro


Por don Domingo , señor;
Que él en su casa le oculta-
TOMO I. 1S
274 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON RAMIRO.

¡ Qué decis!

PRÍNCIPE. [Ap.]

¡ Válgame Dios l
[Hablan á ecccusas de los criados el Príncipe y don
Ramiro.]

DON RAMIRO.

¿Quién de caso t a n secreto


Noticia á don J u a n le dio?

PRÍNCIPE.

¿Si sabe y a mis intentos?

DON JÜAN. [Ap.]

Turbados están los dos.

PRÍNCIPE.

Don J u a n , ¿cómo lo sabéis?

DON JUAN.

Lo que el criado contó


Es verdad; mas remitimos
Del caso la conclusión
Para la noche siguiente,
Porque aquella lo estorbó
G e n t e , que á la calle vino.
Demás, q u e cierta ocasión
Que le importaba, m e dijo
Que a g u a r d a b a , y m e pidió
N0 HAY MAL QUE POR BIEN PÍO VENGA.

Don Domingo que cesase


Por entonces la cuestión;
Y más por averiguar
La sospecha que m e dio
De q u e la ocasión sería
Verse con doña Leonor,
Que por hacerle ese gusto,
Consentí la dilación.
Y a s í , apartándome del,
Tuvo ( a u n q u e es ciego el amor)
Tantos ojos como celos,
Y en la oscura confusión
De la n o c h e , oculto vi
Que don Domingo llegó,
Y otro con él, á la puerta
De d o n R a m i r o ; y los dos,
Después de hacer u n a seña
Que la puerta les a b r i ó ,
E n t r a r o n d e n t r o ; y con esto
Acrecentando el furor
De mis celos, como quien
El agravio averiguó,
Á la venganza resuelto
Le aguardaba; y de los dos
Salió el q u e le acompañaba,
Pero don Domingo n o .
Aunque allí me halló esperando
Del aurora el resplandor,
Ni en cuantas vueltas al cielo
Ha dado después el sol,
Ha vuelto á pisar la calle;
Que n u n c a della faltó
276 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Una centinela m í a ;
Y así, es llana presunción ,
(Supuesto que tal exceso
No es creíble de L e o n o r ) ,
Que d o n Ramiro le oculta ,
Temiendo la ejecución
De mi brazo vengativo ¡
Que le toca este temor,
Como interesado e n ello
Porque es más rico que yo
Don Domingo, y le q u e r r á
Para esposo de Leonor.

PRÍNCIPE.

(Ap. Por su engaño y mi ventura


Gracias á los cíelos doy.)
Escuchad, Ramiro.

DON JUAN, [Ap.]

Bien
Disfrazó con la invención
La verdad; y el rostro feo
Les hice ver del temor.

PRÍNCIPE, [Ap. á D. Ramiro.]

En albricias de q u e ignora
La causa de la prisión
De d o n Domingo don J u a n ,
Quiero, R a m i r o , que vos
Con su engaño os conforméis,
Para evitar la ocasión
De a p u n t a r esta materia.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 277

DON RAMIRO.

Mucho más c a r o , señor,


Hubiera comprado el vernos
Libres de esta confusión. [En voz- alta.]
Don Juan ha dicho verdad.

PRÍNCIPE.

Pues sabiendo lo que yo


Estimo á don Juan R a m i r o ,
f

No habéis tenido razón


En n o excusarme el disgusto
Que el que yo le d i , me dio.
De veros libre de c u l p a ,
Don J u a n , tan alegre estoy ,
Que el pesar que recibí
Agradezco: idos con Dios ,
Y advertid que son m a ñ a n a
Las íicstas.
DON JUAN.

Pienso, s e ñ o r ,
Que no podré entrar en ellas.
PRÍNCIPE.

No h a n de hacerse sin vos:


No lo dejéis por d i n e r o ,
Don J u a n , pues lo tengo yo.

DON JUAN.

(Ap. En vano obligarme intentas.)


• Mil años os guarde Dios:
No es ese el impedimento.
278 N0 HAY MAL QUE POR BIEN N0 VENGA.

PRÍNCIPE.

¿Pues cuál?

DON JUAN.

Pensar con razón


Que m e culparéis vos mismo
Sí t a n poco siento y o ,
Valiendo Ramiro t a n t o ,
Haber perdido á Leonor. [ Vase. ]

ESCENA VI.

EL PRÍNCIPE. DON RAMIRO. NÜÑO Y MAURICIO.

PRÍNCIPE.

Sentido está de perder


Vuestra hija.

DON HAMIBO.

Culpas son
De sus costumbres.

ÑUÑO.

¿ Q u é es esLo?
¿Cómo su alteza dejó
I r libre á don J u a n ?

PRÍNCIPE.

Los pechos
Podéis sosegar los dos;
Que vuestro d u e ñ o está vivo
NO HAY MAL Q U E POR B I E N NO VENGA. 279

Y seguro; y tomo yo
Su vida y seguridad
Por mi cuenta.

ÑUÑO.

¿Qué temor
Podrá oponer sus tinieblas
Á la luz que nos dais vos ? [ Vanse. ]

Sala en casa de D. Juan.

ESCENA VII.

BELTRAN, con botas y espuelas. DON JUAN.

DON JUAN.

Vengas, amigo Beltran,


Mil veces en hora buena.

BELTRAN.

Hora, q u e es ñ n de la pena
Que dá el ansioso batan
De u n a posta e n d e m o n i a d a ,
Buena se puede llamar.

DON JUAN.

¿Qué h a y del rey ?

BELTRAN.

Ya en el lugar
Estuviera, si la enlrada
280 N 0 HAY MAL QUE POIl BIEN NO VENGA.

No le impidiera el ruido
Y el alboroto que o y ó ,
Que efecto lo receló
Del rebelión p r e v e n i d o ;
Y así viene por espía
Perdida con u n criado
S u y o , q u e volvió, informado
De q u e el estruendo nacía
De los t o r o s , á avisarle,
Y y o á t í , porque ya el sol
Se esconde al suelo español,
Y podemos ya esperarle.

DON JUAN.

Loco m e tiene el contento.

BELTItAN.

¡ Oh cómo tu carta o b r ó !
Apenas la recibió,
Cuando en juvenil aliento
Sus años vi r e n o v a r s e :
Postas m a n d ó p r e v e n i r ,
Y solo tardó en partir
Lo que ellas en ensillarse.
Todo el caso le c o n t é ,
Y le dije, que el quedarte
Á prevenir por tu parte
Las cosas, la causa fué
De que t ú mismo en persona
La nueva n o hayas llevado;
Y viene t a n obligado,
Que te dará su corona.
NO UAV MAL QUE POR RÍEN NO VENGA. 281

DON JUAN.

¡ Oh qué gran gusto mo h a s h e c h o ,


Y ;'i qué b u e n tiempo has v e n i d o !
Pero ya siento ruido
En el zaguán.
BELTRAN.

Ya sospecho
Que llegó su majestad..

ESCENA VIII.

EL REY ALFONSO I I I DE LEÓN, con b o l a s y a s p a d a s ,


y dos CRIADOS. DICHOS.

REY.

¡Don J u a n , amigo!

DON JUAN.

¡Señor!

Dadme esos pies.

REY.

Al amor
Que debo á vuestra lealtad
Los brazos, don J u a n , prevengo.
282 NO HAY MAL Q U E POR BIEN NO VENGA.

DON JUAN.

Gomo r e y , s e ñ o r , m e honráis.

REY.

Las órdenes q u e me dais


He g u a r d a d o ; y así vengo
Á apearme con secreto
En vuestra casa.

DON JUAN.

Ha importado
No despertar el cuidado,
Para impedir el efeto ,
Al príncipe don García;
Y del remedio d u d a r a ,
Si solamente tardara
Vuestra majestad u n dia.

REY.

¿ Cómo ?
DON JUAN.

Sin n ú m e r o son
Los castellanos que esconde
Zamora; que a y u d a el conde
En esta conspiración
Á su alteza, q u e h o y h a hecho
Estas fiestas por g a n a r
El aplauso p o p u l a r ;
Y así, con razón sospecho
Q u e , p o r q u e la dilación
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

No mitigue esta alegría,


Ha de q u e r e r d o n García
Abreviar la ejecución.

REY.

¡El mismo que y o e n g e n d r é


Es mi m a y o r enemigo!
Matarlo será el castigo ,
Si culpa engendrarlo fué.

DON JUAN.

Vamos; q u e y a de la obscura
Noche el silencio, s e ñ o r ,
Nos llama.

BEY.

Vuestro valor
El remedio me asegura.

DON JUAN.

En casa de su privado
Ramiro le prenderéis
Sin riesgo; que le hallaréis
Sin defensa y descuidado;
Que n u n c a el alba repite
Lisonjas de su belleza
Al m u n d o , sin que su alteza
En su casa le visite;
Y yo sin dificultad
284 ISO HAY MAL QUI5 POR BIJirí NO VENGA.

Os la h a r é franca, seííor;
Que los medios de mi amor
Sirven hoy á mi lealtad.

BEY.

T a n t o , don J u a n , me obligáis,
Que está mi poder cobarde
Al premiaros.
DON JUAN.

Dios os guarde.
Solo os pido, q u e advirtáis
Q u e , adorando yo á L e o n o r ,
Pudo vuestra majestad
Hacer q u e por mi lealtad
Haga esta ofensa á su a m o r ,
Pues que de la alevosía
Que á su padre ha infamar
La mancha le ha de alcanzar.

REY.

Eso está por cuenta m i a ,


Como lo d e m á s , don J u a n ,
Que os tocare.
BELTRAN.

Yo entro ahí.

IUÍY.

No me olvidaré de tí.
NO IIAV MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

BELTRAN.

j AI¡I siglos vivas!

DON JUAN.

Bellran,
Advierte que has do llevar
Una espada que le des
A don Domingo.

BELTIUN.

No es
Su valor para olvidar.

DON JUAN.

No t e m o , j u n t o s los dos,
Todo el resto de Zamora.

BELTRAN. [Hablando aparte con su amo.]

Contempla, s e ñ o r , agora
La providencia de Dios.
¡ Quién pensara q u e las llaves
Que hicimos para r o b a r ,
Nos vinieran á importar
P a r a negocios tan graves!
¡Y que h u b i e r a n remediado
Peligros de tanto peso
Un h o m b r e , que es tan travieso,
Y o t r o , tan acomodado!
286 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

DON JUAN.

No h a y suceso q u e n o tenga
Prevención en Dios, Beltran.

BELTRAN.

Por eso dijo el r e f r á n :


«No h a y n i a l , q u e p o r bien n o venga.» [Vanse.

Sala en casa de D. Ramiro.

ESCENA IX.

EL PRÍNCIPE. DON RAMIRO. LEONOR


Y CONSTANZA, con luces.

PRÍNCIPE. [A Leonor. ]

Esto habéis de hacer p o r mí.


Ya sabéis q u e la persona
De d o n Domingo m e r e c e ,
Por su sangre generosa,
Por su valor y sus partes,
Pues como veis, las abona
Vuestro p a d r e , q u e le deis,
Leonor , la m a n o d e esposa,
Puesto q u e n o conocemos
Otro m á s rico e n Zamora
En quien poder emplearos;
Y porque á los dos nos consta
NO HAY M A L QUE POR BIEN NO VENGA.

Que os tiene a m o r , pretendemos


Que tal p r e n d a le disponga
A. conformarse conmigo
En cierto intento que agora
Sabréis, pues do publicarse
Ya el peligro n o lo estorba,
Pues la ejecución aguarda
Solo la p r i m e r aurora.

LEONOR.

Yo lo hiciera; mas Constanza


Es con él m á s poderosa.

PRÍNCIPE.

¿Cómo?
LEONOR.

Después q u e la v i d o ,
Á mí m e olvida, y la adora.
Dilo, prima.
CONSTANZA.

S¡ u n papel
Suyo verdades informa,
Yo soy d u e ñ o de su amor.

PRÍNCIPE.

Si es así, Constanza, goza


La ocasión , y nuestro intento
Tu blanca m a n o disponga.
2.S8 NO HAT MAL QUE POR BIEN N0 VENGA.

CONSTANZA.

Si ha de obedecer el pecho,
No ha de responder la boca.

PRÍNCIPE.

Llamadle p u e s , clon Ramiro. [Vaso 0. Ramiro.]

LEONOR.

No pienso q u e es fácil cosa


Hallarle; que h á algunos días
Que su familia le llora
Ausente ó muerto.

PRÍNCTPE.

Mi imperio
E s , L e o n o r , quien le aprisiona
En tu casa.

ESCENA X.

DON RAMIRO. DON DOMINGO. DICHOS. '

DON DOMINGO.

¿ Qué m e m a n d a
Vuestra alteza?

PRÍNCIPE.

El alba hermosa
En mis sienes ha de hallar
Deste reino la corona.
Para nada os puede ser
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

La obstinación provechosa:
En u n a balanza os pongo
La m a n o de la q u e adora
[Señalando á Constanza.]
Vuestro pecho, y mi amistad,
Y os pongo la m u e r t e en o t r a :
Escoged y resolveos.

DON DOMINGO.

No es la vez primera a h o r a ,
Que mi lealtad amenazas
Despreciadas acrisolan.
Constanza es premio q u e estimo,
Y por la propuesta sola,
Obligado cuanto p u e d o ,
Pongo en vuestros pies la boca ;
Pero con tal condición,
Ni le importó ni le importa
Que n o viva con mi gusto
Quien h a de vivir sin h o n r a .
Esta es m i resolución.

PRÍNCIPE.

Y la mia q u e proponga
Vuestra cabeza m a ñ a n a
Escarmientos á Zamora.

DON DOMINGO.

Muriendo h a de sustentar
La voz de Alfonso m i boca.
Tono I. 19
290 NO HAY MAL QUE POR BIEN N 0 VENGA.

ESCENA XI.

El REY. CRIADOS; después DON JUAN Y BELTRAN.


DICHOS.

REY.

Y y o la vida de quien
Con lealtad tan generosa
Defiende á su rey.

DON RAMIRO.

i Qué es esto 1

PRÍNCIPE.

Perdido soy. [Salen D. Juan y BeUran.]

BELTBAN.

Aquí es Troya.

REY.

Dadme esa espada, García.

PRÍNCIPE-

S e ñ o r , yo

REY.

Si me provoca
Vuestra obstinación, s e r é ,
A u n q u e sois mi sangre p r o p i a ,
Enemigo q u e se v e n g a ,
Y n o p a d r e q u e perdona.
PiO HAY MAL QUE P0& BIEN N0 VENGA. 291

DON JUAN.

Don Domingo

DON DOMINGO.

Caro amigo

DON JUAN.

Tomad esa espada.

DON DOMINGO.

Agora
Llueva el cielo conjurados.

DON RAMIRO. [ Ap ].

De u n a vez la vida y h o n r a
He perdido.
PRÍNCIPE.
¿ Qué h e de hacer
Sin defensa? [Da la espada el principe.]

REY.

No se l o g r a n ,
P r í n c i p e , intentos impíos,
Que al cielo y la tierra enojan.—
Al castillo de Gauzon [Á los criados.]
Llevad presa la persona
Del príncipe.
PRÍNCIPE.

Si á m o r i r
Me lleváis, vuelen las h o r a s ;
*
292 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Que á q u i e n desdichado vive •

Da vida la m u e r t e sola. [ Llévanle. ]

CONSTANZA.

Temblando estoy.

LEONOR.

Yo estoy muerta.

DON RAMIRO.

Si á la m a n o poderosa
De u n príncipe

REY.

Don R a m i r o ,
Callad; n o daño la boca
Con disculpas á quien sé
Que n o h a n culpado las o b r a s ;
Que don J u a n d e la lealtad
De vuestro pecho m e informa,
Y q u e vos le descubristeis
Del príncipe la alevosa
I n t e n c i ó n , p o r q u e él á mí
Me avisara; y así agora,
Pues que dar premio á los dos
Deste servicio m e toca,
El d e don J u a n h a de ser
Darle á Leonor por esposa,
NO H A Y MAL Q U E POR B I E N N 0 VENGA.

Y dos villas q u e él mismo


En todo mi reino escoja ;
Y el v u e s t r o , daros por hijo
Á quien mi privanza goza,
Y á quien debéis mi amistad,
Y á quien como v e i s , os h o n r a .

DON J U A N . [Ap.]

¡ Qué p r u d e n c i a !

BELTRAN. [Ap.]

¡ Qué c o r d u r a !

DON JUAN. [Ap.]

¡ Con q u é b u e n medio la nota


De la infamia le h a excusado,
P o r q u e n o toque á la esposa
De d o n J u a n la m a n c h a misma!

DON RAMIRO.

Con ganancia t a n n o t o r i a ,
E n vuestras plantas señor,
Humilde pongo la boca ,
Y á d o n J u a n los brazos doy.

DON JUAN.

¿Habéis conocido agora


Si soy b u e n o p a r a amigo ?

DON RAMIRO.

Fuerza es ya que me conozca


Obligado, y á Leonor
294 N0 HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

En ser v u e s t r a , venturosa.
Dadle la m a n o .

LEONOR.

Segura
Os la doy p u e s os mejora
Su majestad la fortuna,
Que mejorareis las obras.

• DON JUAN.

Por ganarte me p e r d í ;
Ya te h e g a n a d o , s e ñ o r a :
Con q u e es fuerza q u e á q u i e n soy
Y á q u i e n eres corresponda.

REY.

Don Domingo, ¿ q u é aguardáis,


Cuando hazaña tan heroica
Tan obligado me tiene?

DON DOMINGO.

S e ñ o r , vuestras plantas solas


Piden p o r merced mis labios,
Y á Constanza por esposa.

REY.

Si b a s t o , Constanza, yo
NO HAY MAL QUE POR BIEN N 0 VENGA.

Á alcanzarlo , de ambas bodas


Seré padrino.

CONSTANZA.

Señor,
Yo me confieso dichosa:
Esta e s mi m a n o .

BELTRAN.

¿Qué hacéis?
Mirad que n o se acomoda,
D o n Domingo , q u i e n se casa.

DON DOMINGO.

Quien alcanza el bien q u e adora,


Pues cumple ardientes deseos,
Comodidades negocia.

BELTRAN.

Ahora faltan las m í a s ,


Si tenéis en la memoria ,
(irán s e ñ o r , vuestra promesa.

REY.

Piensa tú lo que le importa


Segun tu estado ; q u e á mí
Me importa pedir ahora
P e r d ó n , porque tenga fin
Esta verdadera historia.
NO IIAY MAL QUE POR BIEN N0 VENGA.

UELTnAN.

¡Contempla, señor, agora


La Providencia de Dios!
1 Quién pensara que las llaves
Que hicimos para robar,
Nos vinieran á importar
Para negocios tan graves!
¡ Y que Hubieran remediado
Peligros de tanto peso
Un hombre, que es tan travieso,
Y otro tan acomodado!

Estos versos esclarecen y compendian el verdadero y


total pensamiento de la Comedia, á saber: que el arrepenti-
miento sincero de las culpas puede ser taa eficaz y fecundo,
que los mismos medios, destinados para la consumación de un
delito, se conviertan en manantiales de provechosísimos bienes;
y los mismos criminales, en instrumentos, empleados por la
mano de Dios, para la salvación de grandes intereses.
Sinteticemos la fórmula dramática empleada al efecto por
el autor.
D. Juan Bermudez, arruinado y lleno de trampas por
festejar lucidamente á Doña Leonor, pretende casarse con
ella: casamiento á que se opone su padre D. Ramiro, por
la pobreza del galán. Convencido 6 indignado éste de que
las riquezas sean el único obstáculo al logro de su amor,
decide removerlo, quitándoselas, á fin de que el mismo padre
vaya á rogarle con la hija. Mas al registrar su casa, donde se
ha introducido con llaves falsas buscando el dinero, encuen-
tra encerrado en un aposento á D. Domingo de Don Blas,
298 NO H A Y M A L Q U E P O R R Í E N NO VENGA.

con quien traía pendientes cuentas de rivalidad amorosa,


en. orden á la misma Leonor. Confirmado con esto en sus
sospechas le insulta: pero D. Domingo (de quien h a b l a r e -
mos después) le satisface refiriéndole, como le ha preso allí
D. Ramiro, cabeza de la conspiración del príncipe D. Gar-
cía, para destronar á su padre D. Alfonso III de León, por
no haber querido asociarse á ella. Recuérdale, con este motivo,
jos deberes de lealtad de todo buen vasallo, para con su rey;
y le exhorta á que ayude, con su valor, á la causa de la legiti-
midad, lavando así las manchas que oscurecen su nobleza,
y rehabilitando su mal parada fama. Convertido D. J u a n á
t a n levantadas ideas é ilustres sentimientos, introduce al r e y
á la presencia de su hijo, en casa de D. Ramiro, á favor de las
llaves falsas que le proporcionaron el hallazgo de D. Domingo
y desbarata la conspiración, asegurándose antes de que no
quedará infamado el nombre d e su futuro suegro. Hasta aquí
los pasos precisa y directamente enlazados con el pensamiento
fundamental.

Examinemos la índole y carácter de este personaje:


D. J u a n , noble, pundonoroso y valiente, dá en su m o r a -
l i d a d , p o r culpa del amor, dos traspiés que merecen e x a m i -
narse. El uno es alquilar una casa, sin ser suya, á D. D o -
mingo, aprovechando el error del mayordomo de éste, Ñuño,
que le cree dueño, por verle á la puerta, con las llaves en la
mano: el otro allanar la morada d e D. Ramiro, p a r a apo-
derarse de sus riquezas, sirviéndose de llaves falsas.
¿Son actos que le infaman definitivamente? ¿Que no c o n -
sienten habilitación? ¿Que no pueden atribuirse al héroe de
un p o e m a , sin violar las leyes de la moralidad artística ?
Véamoslo:
El alquilar la casa fué una casualidad que se le vino a l a
m a n o , y aprovechó sin escrúpulo, como una chanza que le
hacia la suerte; no un proyecto de estafa, que él hubiera con-
cebido y premeditado. La mitad del camino se lo dio andado
Ñ u ñ o : el reslo, se lo Liizo andar la angustia de su situación.
Cierto es que no hay moral que le disculpe, y que fué alia-
NO HAY.MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 299

mente vituperable su conducta; pero no es un hecho de los


que imprimen carácter en la juventud: mientras no se con-
signa en papel sellado, eso se llama en el mundo una cala-
verada, no un crimen.
El apoderarse de las riquezas de D. Ramiro no pasó ele
tentativa; y fué con ánimo do empobrecerte, circunstancia
que altera esencialmente la naturaleza del delito, quitándole
el carácter de robo; porque el empobrecer al robado nunca
lia sido el propósito del ladrón, el cual toma lo ajeno para
apropiárselo, no para que le falte á otro. Demás, que r o -
bar dinero al padre de una hija única el que aspira á casarse
con ella ¿no es robar á su esposa ? ¿no viene á ser robarse
á sí mismo? Y sobre todo ¿ n o se v é que aquello es un r e -
curso insensato, un medio desesperado de enlazarse con la
mujer que ha llegado á ser.la necesidad de su existencia?
Por último ¿necesitaremos recordar, que estamos en el ter-
reno de la poesía y no en el de la historia ? ¿ aplicando la crítica
y no el Código penal ?
No aparece de consiguiente acto vil y deshonroso el discu-
tido, sino de irreflexión y atolondramiento como él otro, c o n -
curriendo en ambos la circunstancia atenuante del amor, que
tanto ciega y precipita.
Agrégase á esto y os el primer título d e legitimidad de
esos dos actos, porque es el primer criterio, según el cual
han de juzgarse, que son medios subalternos, impuestos y
regidos por un fin principal; que DO tienen existencia por sí
ni para sí, sino para el drama en cuyo cuadro entran, á fuer
de sombra indispensable, como quiera que un nial es lo que
se proponía convertir en bien: y un pecador, no un inocente
habia de ser quien se arrepintiera.
Á D. Domingo de Don Blas, el acomodado, según le llama
la Coinedia, porque gustaba mucho de su comodidad, no
puede juzgársele bien, más que leyendo los pormenores á que
alcanza, y en que se muestra su vida dramática.
Original, independiente, despreocupado, cauteloso, franco,
valiente, hidalgo, es como decimos hoy, un hombre excéntrico
300 NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

que nos recuerda más de una vez nuestros refranes donde


no piensa el galgo, salta la liebre, y debajo de una mala capa
se esconde un buen bebedor. Pero la sorpresa que arguye
este mismo recuerdo ¿significa falta de unidad, ó rasgos de
inconsecuencia en su carácter ? ¿ Significa que lo que con el
tiempo, y según las circunstancias, v á dando de sí aquel h o m -
bre singular, no lo importa desde luego, ó que lo repugnan
sus antecedentes?
Ninguna de las genialidades que le granjean el título de
acomodado, ninguna de las suspicacias y prevenciones de su
egoísmo en lo pequeño, ahoga, coarta, ni se opone á su abne-
gación en lo grande; á las proporciones que despliega, cuando
se trata del valor, de la honra y de la lealtad á su rey. A d e -
más de que él explica bien, que se rodeaba d e tantas p r e -
cauciones y se prevenía de tantos cuidados, para que las
ocasiones le encontraran apercibido y entero, cuando le n e -
cesitasen. Y por cierto, no le engañó su previsión, ni se per-
dieron sus cuidados; que las ocasiones llegaron y en ellas se
elevó él, no á la virtud, al heroísmo. Su unidad moral y dra-
mática había asentado ya la afabilidad, cortesía y miramiento
con el pechero, para que dedujéramos luego su independen-
cia, austeridad y altivez con el rey.
Dos lunares quitaríamos de buen grado á D. Domingo.
Cuando al explicar á D. Juan el motivo de su escondite ó e n -
cierro e a casa de D. Ramiro, le cuenta la conspiración de
que es víctima, por no haber querido asociarse á ella, la tal
explicación está llena de un lirismo estrambótico, sentimental
y falso, ajeno de su carácter positivo, é impropio de la situa-
ción. Así aplaza el fin á que se dirige; se extravía de la acción,
y se aleja del magnífico terreno á donde se encamina luego,
de convertir á su rival, en favor de la causa legítima. T a m -
poco nos agrada que califique seriamente de afortunados, el
dia de casarse y el de enviudar: á hombre tan bueno y tan
grave no cuadra esa calificación humorística: estuviérale
bien al gracioso.

Nada decimos de los alardes que hace de valor y de lo


NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA. 301

preciado que del suyo se muestra, porque sabido es, y repe-


tido está por nosotros, que ¡os valientes de nuestra antigua
escena pecaban de presumidos y fanfarrones.
Si el rivalizar en interés dos personajes de un drama
pudiera afectar á la unidad de su acción, motivos habría de
escrúpulos acerca de la presente, porque son D. Juan y don
Domingo, á cual más principal y á cual más interesante. Pero
si bien durante la marcha de la acción, sobresale D. Do-
mingo, por su carácter origioal, altas prendas y conducta
toda, D. Juan á quien persuade al cabo, se eleva á toda la
altura de una perfecta conversión y es el verdadero instru-
mento déla salvación del trono. Así vence el autor la grave
dificultad que se habla suscitado á sí mismo, y devuelve á
D. Juan toda la importancia, que le mermara D. Domingo.
Para haberse propuesto el autor un improvidencia!, quo
pudiera muy bien lograrse, fuera de todas las vias de los
acontecimientos ordinarios; para hacer únicamente que los
Cielos mudasen la inclinación de D. Juan, según él dice,
fuerza es conocer, que están muy bien concertados los medios
humanos que se utilizan. La trama dramática vá diestramente
urdida: en particular el acto tercero, que presenta tres ó
cuatro conflictos naturales y de gran interés, se resuelven
y atraen el desenlace, por la más oportuna y concordada
manera. La salida que dá D. Juan al apuro de la Escena V
en que llega á estribar todo, no puede mejorarse.
De particular belleza son todos los diálogos en que inter-
viene D. Domingo. Beltran, totalmente adherido á su sefior,
es uno de los más serviciales y discretos criados, y á la vez
uno de los más agudos y modestos graciosos. No recordamos
epigrama, que aventaje al que en sus labios puso el autor, al
principio de la Comedia. Lamentábase D. Juan de que iba á
perder á Leonor, después de haber perdido la hacienda en
festejarla, y le dice Beltran:

Con eso me has acordado


Una bien graciosa historia
NO HAY MAL QUE POB. BIEN NO YENGA.

Que has ele oir, aunque estés triste:


Bien pienso que conociste
Á Pedro Nuñez de Soria.
DON JUAEÍ.

En Castilla le trate"
Y era hombre afable y gustoso.
BELTRAN.

Ese pues, poco dichoso.


Tan pobre en un tiempo fué.
Que para alcanzar apenas
Para el sustento, jugaba
La mohatra, y se adornaba
Todo de ropas ajenas.
Riñó su dama con él,
Y en un cuello que traia
Ajeno, como solía.
Hizo un destrozo cruel.
El dueño, cuando entendió
La desdicha sucedida,
A la dama cuellicída
Fué á buscar, y así la habló:
Una advertencia he de haceros,
Por si acaso os enojáis
Otra vez, y es que riñáis
Con vuestro galán en cueros:
Que cuando la furia os viene,
Si vesLido le embestís
Haced cuenta, que reñis
Con cuantos amigos tiene.
GANAR AMIGOS.
GANAR AMIGOS.

PERSONAS.
EL M A R Q U É S DOH FADRIQUE, ENCINAS, gracioso.
gafan. R I C A R D O , criado.
DON FER3ANDO D E GODOY, UN SECRETARIO.
gafan, UH J U E Z .
DON P E D R O D E LUNA., galán. UN CORCHETE.
EL R E Y DON P E D R O E L JUS- U N E S C U D E R O , viejo.
TICIERO. UN PREGONERO.
DON D I E G O , galán. GUARDIAS.
D O N A FLOR, dama. SOLDADOS.
DONA ANA, dama. CORCHETES.
I N É S , criada.

La escena es en Sevilla.

ACTO PRIMERO.

Calle.

ESCENA PRIMERA.

DOÑA FLOR É I N É S , con mantos.

DOÑA FLOR.
¿ Qué dices?
INÉS.

Digo, s e ñ o r a ,
Que es él.
DONA FLOR.

¡Desdichada soy !
TOMO I . so
306 GANAR AMIGOS.

¡ Don F e r n a n d o de Godoy,
Cielos, en Sevilla a g o r a !
La fortuna m e persigue.
Cúbrete.
INÉS.
Ya es excusado;
P o r q u e muestra su cuidado
Que conoce lo que sigue.

DOÑA FLOR.

Cuando el Marqués p r o m e t í a ,
Abrasado de amoroso,
Pasar mi estado dichoso
De merced á señoría,
¡Viene á ser impedimento
De tanto b i e n d o n F e r n a n d o !

INÉS.

Pues ¿ por q u é lo h a de ser ?

DOÑA FLOR.

Dando,
Pues h a de seguir su i n t e n t o ,
Ocasiones d e celar
Al Marqués; y es cierta cosa
Que á su pasión cuidadosa
Nada al fin se ha de ocultar;
Que a u n q u e don F e r n a n d o , es llano
Que a m a n t e secreto h a sido ,
El disgusto sucedido
En Córdoba con mi h e r m a n o
Fué público en el l u g a r ;
GANAR AMIGOS. 307

Y lo que entonces pasó,


Para sospechar b a s t ó ,
Si no para condenar:
Y esto será impedimento
Á la m a n o q u e p r o c u r o ;
Que es el h o n o r cristal p u r o ,
Que se enturbia del aliento.

INÉS.

Pues desengáñalo luego,


Y pide q u e n o te quiera
Á don Fernando.

DOÑA FLOR.

Eso fuera
Poner á la m i n a fuego,
Y hacerle esparcir al viento
Secretos de amor d e s n u d o s ;
Que ni son los celos m u d o s ,
Ni es sufrido el sentimiento.

INÉS.

Él llega.
DOÑA FLOR.

¡ Suerte i n h u m a n a !
¿ Cómo m e podré librar ?

INÉS.

En esta tienda ha do estar


Aguardándote doña Ana.
308 GANAR AMIGOS.

ESCENA I I .

DOÑA ANA, con manto. DICHAS.

DOÑA ANA.

¡ Gracias á Dios q u e te v e o !
Ya t u tardanza acusaba.

DOÑA FLOR.

No imagines que me daba


Menos priesa mi deseo;
Pues q u e mi h e r m a n o , sabiendo
Que á v e r t e , a m i g a , venía...,.

DOÑA ANA.

I Oh q u é cansada porfía I

ESCENA III.

DON FERNANDO. ENCINAS. DICHAS.

DON FERNANDO.

Hablarla agora pretendo.

ENCINAS.
Llega pues.
• DOÑA FLOR. [Ap. a Inés,]
Inés, procura,
Mientras h a b l o , e n t r e t e n e r
A doña Ana,
DON FERNANDO.

Si el poder
GANAR AMIGOS. 309

Igualase á la h e r m o s u r a ,
Yo fuera, damas hermosas,
Esta ocasión, por igual
Yenturoso y liberal.

ENCINAS.

Elias fueran las dichosas.

DON FERNANDO.

Mas puesto q u e no h a y hacienda


Que iguale á tanta b e l d a d ,
Si lo m e r e z c o , tomad
Lo q u e os sirváis de la tienda.

ENCINAS.

¿ Qué es esto? Nunca te vi


Ser galán tan de provecho.
S e ñ o r a s , milagro h a n hecho
Vuestras deidades a q u í ;
Pero según t u s estrellas
Que n u n c a des h a n dispuesto,
Hoy, epae tú q u i e r e s , apuesto
Que n o lo reciben ellas.

INÉS.

Doña Ana h e r m o s a , ¿ no tiene


Gracia el bufón?
ENCINAS.

No m e llamo
Sino Encinas.
DOÑA ANA.

(Jp. La del amo


3*0 GANAR AMIGOS.

Con m á s razón me e n t r e t i e n e :
Sabré al descuido quién es.)
Agradado m e has de s u e r t e ,
Que estimara conocerte,
P o r q u e algunos ratos des
Alivio á tristezas mías.

ENCINAS.

Harélo y o , si te doy
Gusto e n eso.
DOÑA ANA.

Sí; q u e soy
Sujeta á melancolías.

ENCINAS.

Oye pues. {.Ap. Buena ocasión


Doy á mi señor con esto.)
[Hablan aparte doña Ana y Enemas.]

INES. [Ap.]

Lindamente se h a dispuesto.

DON FERNANDO. [Ap. á doña Flor.]


Dueño de mi corazón

DOÑA FLOR.

Tu afición, Fernando mió ,


Proceda más recalada;
Porque ni desa c r i a d a ,
Ni de esa amiga m e fío.
GANAR AMIGOS.

DON F E R N A N D O .

Ya con esa prevención


Á hablarte llegué, mostrando
No conocerte.
DOÑA FLOR.

Fernando,
Los nobles amantes son
Centinelas del h o n o r
De sus damas.
DON FEBNANDO.

Pues ¿ por q u é ,
Si has conocido mi fé,
Me previenes eso, Flor ?

DOÑA FLOR.

T ú , F e r n a n d o , eres testigo
De lo que nos sucedió,
Cuando en Córdoba te halló
Mi h e r m a n o , hablando conmigo.
Entonces, para aplacar
Los bandos y desafíos
E n t r e tus deudos y m í o s ,
Prometiste n o llegar
Á esta ciudad e n dos años,
Donde, en aquella ocasión,
A empezar su pretensión
Y acabar aquellos daños
Mi h e r m a n o partió conmigo,
Por estar su majestad
Despacio en esta ciudad.
GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO.

Y t ú , F l o r , eres testigo
Que mi palabra , á despecho
De mi paciencia, h e cumplido.

DOÑA FLOR.

Pues ya q u e tan n o b l e h a s s i d o ,
No deshagas lo q u e has hecho.

DON FERNANDO.
¿Cómo?
DOÑA FLOR.

Ocasionando agora
Nuevos disgustos; y a s í ,
Solo u n a cosa por mí
Has d e h a c e r , m i bien.

DON FERNANDO.

Señora,
No m a n d e s q u e del amor
Que idolatra t u h e r m o s u r a
Desista, y pide segura
El imposible mayor.

DOÑA FLOR.

Tú verás en lo q u e pido,
Que encamino tu esperanza.

DON FERNANDO.

Siendo así, de tu tardanza


Está mi amor oCendido.
GANAII AMIGOS-

DOÑA FLOR.

Ya con el r e y sus intentos


Tiene e n b u e n p u n t o mi h e r m a n o ,
Y de los suyos es llano
Que h a n de p e n d e r mis aumentos.
Dá fuerza á su pretensión
Y á su razón calidad,
De mi h o n o r y honestidad
La divulgada o p i n i ó n ;
Y p o r q u e temo, y n o en v a n o ,
Que h a n d e causar t u s pasiones
Al lugar m u r m u r a c i o n e s ,
É inquietudes á mi h e r m a n o ,
Quiero q u e , como quien e r e s ,
Me prometas q u e j a m á s ,
F e r n a n d o , á nadie dirás
Que te q u i e r o , ni m e q u i e r e s ;
Que vivirán en tu pecho
Secretas nuestras historias,
Solicitando tus glorias,
Ó celoso ó satisfecho,
Tan cauto y t a n recatado ,
Q u e , en el m a y o r sentimiento ,
Solo con tu pensamiento
Comuniques tu cuidado.
Esto le importa á mi honor
Y á tu amor.

DON FERNANDO.

Yo te p r o m e t o ,
Como quien soy, el secreto ,
314 GANAR AMIGOS.

Mi gloria, de nuestro amor.


¿Estás contenta?
DOÑA FLOR.

Sí estoy.

DON FERNANDO.

¿ Confías q u e cumpliré
Mi palabra ?
DOÑA FLOR.

Sí; q u e sé
Que eres sangre de Godoy.

DON FERNANDO.

Di p u e s agora q u é estado
Tiene contigo mi amor.

DOÑA FLOR.

Déjalo á tiempo mejor;


Que estoy aquí con cuidado.

DON FERNANDO.

Di, ¿cómo el v e r n o s dispones


E n t r e esas dificultades ?

DOÑA FLOR.

Á conformes voluntades
Nunca faltan ocasiones:
Búscalas; q u e y o prometo
Hacerlo también.

DON FERNANDO.

Á tí
GANAR AMIGOS.

Toca el trazarlas, y á mí
El gozarlas con secreto.

DOÑA FLOR.

F e r n a n d o , adiós.

DON FERNANDO.

Flor, advierte
E n la firme fé q u e tengo
Tras tanta ausencia , y q u e vengo
Á Sevilla solo á verte.

DOÑA FLOR.

Y o soy la misma q u e fui.


[Ap, ¡Nunca pluguiera á los cielos
Vinieras á darle celos
Al Marqués, y pena á m í ! )

DON FERNANDO [Ap.]

¿Quién dice q u e las mujeres


No son firmes? Peñas son.

DOÑA ANA. [ Á EfíCinaS. ]

Doña Ana soy de L e ó n :


Si por v e n t u r a t u v i e r e s ,
Que eres forastero al fin,
Alguna necesidad,
Conocerás m i verdad,

ENCINAS.

Pon e n mi boca el chapín.


316 GANAR AMIGOS.

INÉS.

¿Cómo habéis quedado?

DOÑA FLOR.

Inés,
El medio q u e p u d e d a r
He d a d o , para evitar
Sentimientos al Marqués. [ Vanse las tres.]

ESCENA IV.

DON FERNANDO. ENCINAS.

ENCINAS.

¿Qué tenemos?

DON FERNANDO.

Nada.

ENCINAS.

¿Nada?

DON FERNANDO.

Ya n o m e trates j a m á s
De doña Flor.
ENCINAS.

¡Bueno estás!
¡Bien logramos la j o r n a d a !

DON FERNANDO.

Al p u n t o que entienda yo
GANAR AMIGOS.

Que nadie d e ti lia sabido


Que algún tiempo la h e s e r v i d o ,
Ni la historia que pasó
En Córdoba, pagarás
Con la vida. ( A p . Así el preceto
Ejecuto del secreto.)

ENCINAS.

Que lo diga Barrabás,


Supuesto" q u e soy testigo
De la furia de t u a c e r o ,
Y q u e sabes dar, p r i m e r o
Que la amenaza, el castigo. [ Vanse,]

ESCENA V.

EL MARQUÉS v RICARDO, de noche.

RICARDO.
Sin seso estás.
MARQUÉS.

¿No es razón
Estar de contento loco,
Cuando con mis manos toco
Tan dichosa posesión?
Esta noche ¡ oh santo cielo!
Permitid q u e llegue á vella!
Gozo de la flor m á s bella,
Que dio primavera al suelo.
Esta noche, mis empleos
Logran su larga e s p e r a n z a ,
Y" mi firme a m o r alcanza
318 GANAR AMIGOS.

El fin d e tantos d e s e o s .
E n esta v i d a , ¿ qué bien
Puede igualar á la gloria
Be conseguir la V i t o r i a
De u n dilatado desden?

RICARDO.

¡ Oh quién te viera, señor,


Libre destas mocedades!

MARQUÉS.

¿Agora me persuades?

RICARDO.

Juzgo que fuera m e j o r ,


Cuando te ves tan privado
Del r e y d o n P e d r o , gozar
De su favor, y asentar
El paso, tomando estado.

MARQUÉS.

No: m i e n t r a s viva mi h e r m a n o ,
Ricardo, á q u i e n j u s t a m e n t e ,
Por h o n r a d o , por valiente,
Por discreto y cortesano,
Como t i e r n o p a d r e q u i e r o ,
¡ No quiera Dios q u e , casado,
Á mi c a s a , n i á mi estado
Solicite otro heredero 1
Yo tengo por Flor l a v i d a ,
Por Flor desprecio la m u e r t e ;
Mas si el a m o r de otra suerte
GANAR AMIGOS. 319

Con sus glorias me convida


Sin que me caso, n o es justo
Quitar la herencia á uii h e r m a n o ;
Que n o siempre con la m a n o
Se debe comprar el gusto.

ESCENA VI.

DON FERNANDO, alborotado, con la espada desnuda.


Drcnos.

DON FERNANDO.

Si sois nobles por v e n t u r a ,


Mostrad los pechos hidalgos
En dar favor á quien tiene
Todo el m u n d o p o r contrario.
Dadme esa capa por esta,
Cuyo color es el blanco
Que siguen mis enemigos:
Daréis vida á u n desdichado.

MARQUÉS.

No es menester donde estoy.


Caballero, sosegaos.

DON FERNANDO.

¿Es el marqués don F a d r i q u e ?

MARQUÉS.
El mismo soy.
DON FERNANDO.

Vuestro amparo
Es puerto de mi esperanza.
320 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

Contadme el caso: fiaros


Podéis de mí.

DON FERNANDO.

Un hombre he muerto,
Y el lugar alborotado
Cierra las puertas furioso,
Y airado sigue mis pasos.

MARQUÉS.

¿ F u é b u e n o á b u e n o la m u e r t e ?

DON FERNANDO.

Los dos solos desnudamos


Cuerpo á cuerpo las espadas,
Y el otro fué el desdichado.

MARQUÉS.

Siendo a s í , y o os libraré.

DON FERNANDO.

Prospere Dios vuestros años.


(UÑAR AMIGOS.

ESCENA VII.

UN JUEZ, con linterna. CORCHETES. DICHOS.

UN CORCHETE.

AHÍ h a y gente.

DON FERNANDO.

La justicia
Es aquella.

MARQUES.

Reportaos;
Seguro estais.

EL JUEZ.

Esos hombres
Conoced.

CORCHETE.

T é n g a n s e , hidalgos,
Á la justicia. ¿Quién e s ?

RICARDO.

Excusad el linternazo;
Que es el marqués don Fadrique.

JUEZ.

¿Vais, señor, también buscando


Acaso al fiero homicida
De vuestro infeliz h e r m a n o ?
TOMO I 21
GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

¡ Qué decís! ¿ Mi h e r m a n o es m u e r t o ?

JUEZ.

P e r d o n a d m e , si os h e dado
Con tal n u e v a , tal pesar.

DON FERNANDO. [Ap.]

¡ Qué es esto cielos! ¡ Hermano


E r a del Marqués el m u e r t o !
¡ Favor pedí al agraviado!

MARQUÉS.

¿ Cómo sucedió ?

JUEZ.

Señor,
. Dos testigos, q u e se hallaron
P r e s e n t e s , dicen que u n h o m b r e
De color, estaba hablando
Á la v e n t a n a de Flor.

MARQUÉS. [Ap.]

¡Esto m á s , crueles h a d o s !

JUEZ.

Pasó en aquella ocasión


El sin v e n t u r a don Sancho;
Y sobre quitarle ei puesto
Y defenderlo el c o n t r a r i o ,
Desnudaron las espadas,
GANAR AMIGOS. 323'

Y cuerpo á c u e r p o , gran rato


R i ñ e r o n , hasta q u e el cielo
D i o permiso al triste caso.
Huyó luego el homicida;
Mas fiad de mi cuidado
Que le tengo de prender,
Si n o se escapa volando.

DON FERNANDO. [Ap.]

Aquí es mi muerte.

MARQUÉS.

Seguidle,
Y n o dejéis, hasta hallarlo,
Piedra alguna por mover.

CORCHETE. [Ap. al Juez.]

Señor, si yo no m e engaño,
Las señas del delincuente
Tiene aquel, que recatado
Detrás del Marqués se esconde.

JUEZ.

Calla, necio. ¿Del h e r m a n o


Del muerto había de ampararse ?

CORCHETE.

Indicios dan su recato


Y el color de su vestido.
¿ Q u é se pierde en preguntallo?
324 GANAR AMIGOS.

JUEZ.

Bien mereceré p e r d ó n ,
Si por vengar vuestro agravio
Ofendo vuestro decoro.
Señor Marqués, ese hidalgo
Que el cuerpo y el rostro esconde
Con sospechoso cuidado (

¿ Puede saberse quién es ?

DON FERNANDO. [A]h]

I Perdido soy!

MARQUÉS.

¿No está claro


Que n o será quien m e ofende,
Pues q u e conmigo le traigo ?

DON FERNANDO. [Ap]

¡ Qué n u n c a visto valor!

JUEZ.

Las señales me e n g a ñ a r o n :
Disculpad mi inadvertencia;
Y porque pide este caso
Diligencia, p e r d o n a d ,
Si n o os quedo acompañando.
[Vase y con él los corchetes.]
GANAD AMIGOS. 325

ESCENA VIII.

EL MARQUÉS. DON FERNANDO. RICARDO.

DON FERNANDO. [Ap.]

¡ Cielo santo! ¿ Si querrá


Vengar él mismo á su h e r m a n o ,
Y por eso m e libró
De la justicia ?

RICARDO. [Ap.]

¡ Qué extraño
Suceso! ¿ Que h a r á el Marqués
En lance tan apretado ?

MARQUÉS.

{Ap. i Que mí h e r m a n o es m u e r t o , y Flor


F u é la ocasión d e mi agravio,
Y q u e éste fué el homicida!)
Déjanos solos, Ricardo.

RICARDO. [Ap.]

Habérselas quiere á solas:


Temiendo voy u n gran daño. [rase.].

ESCENA IX.
EL MARQUÉS. DON FERNANDO.

MARQUÉS. [Ap.]

¡Oh adversa fortuna m í a ,


Ved los tormentos que paso!
326 GANAR AMIGOS.

¡ Noche en q u e esperé alcanzar


De a m o r los bienes m á s altos,
De sentimiento m e ahogo,
Cuando de celos m e abraso!
Disimulando tenerlos,
Me conviene averiguarlos.

DON FERNANDO. [Ap.]

La espada y el corazón
Apercibo á todo.

MARQUÉS.

Hidalgo

DON FERNANDO.

¡Señor Marqués!....

MARQUÉS.

Ap. Pierdo el seso.)


¿Estamos solos?

DON FERNANDO.

Sí estamos.

MARQUÉS.

Un h e r m a n o m e habéis m u e r t o .

DON FERNANDO.

Un h o m b r e h e m u e r t o , ignorando
Quién e r a ; y agora supe
Que e r a , Marqués, vuestro h e r m a n o .
GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

No os disculpéis.

DON FERNANDO.

No penséis
Que el temor busca r e p a r o s ;
Que inventa el respeto excusas,
Ó la obligación descargos:
Porque es verdad os la h e dicho,
De que á vos testigo os h a g o ,
Pues después de conoceros,
Á vos mismo os pedí a m p a r o ,
Para q u e sepáis así
Á lo que estáis obligado.

MARQUÉS.

Si imagináis que os h e dicho


No os disculpéis, de indignado
Y resuelto á la v e n g a n z a ,
No doy lugar al descargo;
Engañaisos: advertid
Que e n eso m e hacéis agravio,
Pues mostráis que habéis creído
Q u e , por el dolor me aparto
De cumpliros la palabra
Que os h e dado de libraros;
Yo os la d i , y h e de cumplida.

DON FERNANDO.

La tierra q u e estáis pisando


Será el altar do mi boca.
328 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

Caballero, levantaos:
No m e deis gracias por esto,
Supuesto que n o lo hago
Yo p o r v o s , sino p o r m í ,
Que la palabra os h e dado.
Cuando os la d i , os obligué :
Cumplirla n o es obligaros;
Que es pagar mi obligación,
Y nadie obliga pagando.
De esto procedió el deciros
iVo os disculpéis, por mostraros
Q u e , sin q u e excuséis la ofensa
Ni disculpéis el agravio,
Basta para que yo cumpla
Mi p a l a b r a , haberla dado.

DON FERNANDO.

Ejemplo sois de valor


Y do p r u d e n c i a ; y n o en v a n o
Ocupáis en la privanza
Del r e y el lugar m á s alto.

MARQUÉS.

Dejad lisonjas; y a g o r a ,
Supuesto que h e de l i b r a r o s ,
Me decid quién sois y cuál
F u é la ocasión de este caso.
¿ Q u é empeño tenéis con Flor,
GANAR AMIGOS.

Para haberos obligado


Á defender el lugar
De su ventana á mi h e r m a n o ?

DON FERNANDO.

N o , s e ñ o r : no me está b i e n ,
Cuando así os tengo indignado,
Decir quién soy. La ocasión
Ya la oísteis; declararos
De ella m á s , es imposible
[Ap. Que á Flor la palabra guardo
Que del secreto la d i ;
Y a u n q u e de celos me a b r a s o ,
No á romper obligaciones
Dan Ucencia los agravios.)

MARQUÉS.

Pues ¿ n o es j u s t o ?

DON FERNANDO.

Yo os suplico
Pues sois n o b l e , q u e evitando
Más dilaciones, cumpláis
La palabra q u e habéis dado.
Prometido habéis l i b r a r m e ,
Y á vos mismo os h e escuchado,
Que el haberlo prometido
Basta para ejecutarlo.
Advertid, que no lo hacéis
330 GANAR AMIGOS.

En pidiendo nada en cambio;


Que ponerme condiciones
Es modo de quebrantarlo.

MARQUÉS.

Es verdad ; mas no os las pongo;


Que pidiendo, no obligando,
Pregunté, porque me importa
Saberlo, si á vos callarlo.
Y en prueba desto, seguidme;
Que aunque, en mi valor fiado
Me lo queráis decir, antes
Que lo escuche he de libraros.

DON FERNANDO.

Ya os sigo.

MARQUÉS. [Ajh]

¡ Ah Dios! ¡ Que en un noble,


Cuando de celoso rabio,
Y de lastimado m u e r o ,
La palabra pueda tanto! ' [Vanse.]
GANAR AMIGOS.

Sala en casa de D. Diego.

ESCENA X.
DONDIEGO. DOÑA FLOR. INÉS, con

DON DIEGO.
Flor
DOÑA FLOR.

¿ H e r m a n o ?....

DON DIEGO.

Inés
INÉS.
¿Señor?

DON DIEGO. [Ap.]

¡ El ciclo m e dé prudencia !
Cuando anegan la paciencia
Tempestades del honor,
Ni discurre el p e n s a m i e n t o ;
No sé por dónde comience
La averiguación; q u e vence
Al discurso el sentimiento.

DOÑA FLOR. [Ap.]


Confusa estoy.
DON DIEGO.

Entra, Inés,
En esa cuadra.
INÉS.
¿Señor?.,..
332 GANAR AMIGOS.

DON DIEGO.
Entra y calla.

INÉS. [Ap.]

De temor

Muevo sin alma los pies. [Vase.]

ESCENA XI.

DON DIEGO. DOÑA FLOR.


DON DIEGO.

Yo p e n s é , Flor, q u e los daños


Que otra vez tu liviandad
Ocasionó e n la ciudad
De Córdoba, h a b r á dos a ñ o s ,
De freno h u b i e r a n servido
Para n o causar a q u í
La desdicha q u e p o r t i ,
Enemiga, h a sucedido.
Esta noche al m á s experto
De E u r o p a , al mejor soldado,
Caro h e r m a n o del privado
Del rey, por tu causa h a n m u e r t o :
Mira t ú ¡ q u é fin espero
Del daño que h a sucedido,
Si es tan fuerte el ofendido,
Y es el r e y tan justiciero! —
No llores, Flor; que no es eso
Lo que agora ha de a p l a c a r m e ;
Lo que importa es declararme
GANAR AMIGOS.

La verdad dcste suceso,


Porque sepa yo qué medio
Tendré para d a r seguro
Prevención a lo futuro,
Y á lo pasado remedio.
Solos estamos: advierte,
Si á tan justa confesión
No te m u e v e la r a z ó n ,
Que te ha de obligar la muerte.
No te refrene el temor,
Y piensa q u e , en caso i g u a l ,
Oye el médico tu m a l ,
Y tu culpa el confesor.
Mira sí negar i n t e n t a s ,
Á informarme obligarás
De los criados, y h a r á s
Públicas nuestras afrentas:
Y así es mejor informarme
Secretamente de t í ,
Y q u e se resuelva aquí
Lo que i m p o r t e , que obligarme
Á u n a gran demostración,
Si m e doy por entendido
De que t u locura h a sido
Deste daño la ocasión.

DOÑA FLOR.

H e r m a n o , á q u i e n justamente
Pueden d a r n o m b r e de padre
Los honrosos sentimientos
Que acompañan tus piedades,
Sabe ( q u e a u n q u e la vergüenza
334 GANAR AMIGOS.

Me e n f r e n e , es preciso l a n c e ,
Cuando amenazan los d a ñ o s ,
Manifestar las v e r d a d e s ) ,
Sabe q u e desde aquel d i a ,
Dos años h á , que llegaste
Á esta excepción de los tiempos,
Envidia de las ciudades
¡Pluguiera á Dios q u e p r i m e r o
Que mirase y admirase
De sus altos edificios
Los soberbios homenajes;
¡Pluguiera á Dios que p r i m e r o
Q u e , en la región de las aves ,
Contemplase de fortuna
En la Giralda u n a i m a g e n ,
Pues cual Diosa habita el cielo,
Y solo el viento mudable
Es ia r a z ó n imperiosa
De su movimiento fácil;
¡Pluguiera á Dios que primero
Que patentes sus umbrales
Diesen permiso á mis pasos,
Y á su r u i n a hospedaje
Sus altos m u r o s , sirviendo
Á su paraiso d e á n g e l ,
Túmulo funesto diesen
A mis obsequias fatales!
P u e s , desde aquel mismo dia,
Empezaron á e n g e n d r a r s e
Deste incendio las centellas,
Deste daño las señales;
Que apenas la vez p r i m e r a
GANAR AMIGOS.

Y'ieron mis ojos sus calles,


Cuando el m a r q u é s d o n F a d r i q u e ,
Ese castigo de alarbes,
Ese honor d e castellanos,
Rayo de t u r c o s alfanges;
Ese espejo d e l a s damas
Y envidia de los galanes,
Á combatirme empezó
Con medios t a n eficaces,
Que ha u s u r p a d o l a opinión
Mi corazón a l diamante.
Si al fin sus continuas quejas.
Si al fin sus bizarras partes
Correspondencia engendraron
E n mi pecho, n o te espante;
Que por doña Ana te h e visto
De t u valor olvidarte,
Regar la t i e r r a c o n llanto,
Romper con quejas los aires.
Pues si eres h o m b r e , don Diego,
Y la fuerza de amor sabes,
De sus V i t o r i a s despojo,
Víctima de s u s altares,
¿Qué mucho q u e u n a mujer
Contra su p o d e r no b a s t e ,
Y más si obligan t e m o r e s ,
Y esperanzas p e r s u a d e n ?
Que el Marqués, si amante h u m i l d e ,
Conquistador a r r o g a n t e ,
Mezclaba ( A p . Esta falsa culpa
Le imputo por disculparme.)
Las amenazas crueles
336 GANAR AMIGOS.

Á las promesas s u a v e s ,
Y el poder y la ambición
Igualmente m e combaten.
Temo venganzas injustas
En mí opinión y en tu s a n g r e ,
Espero q u e á ser m i esposo
Le obliguen mis calidades;
Y al fin , estas fuerzas todas,
Á empresa m a y o r b a s t a n t e s ,
A darle esta noche entrada
Pudieron determinarme.
No te alteres: o y e , h e r m a n o ;
Que en caso t a n i m p o r t a n t e ,
No en ligeras confianzas
F u n d a b a mis liviandades.
Prevenida m e a r r o j a b a ,
O r d e n a n d o , q u e ocupasen
Tres testigos, de mi cuarto
Ciertos ocultos l u g a r e s ,
Con intención de pedirle
Palabra de esposo, antes
Que en la fuerza de mi h o n o r
Le hiciese el amor alcaide;
Y si la diese, ó movido
De su afición y mis p a r t e s ,
Ó p r e t e n d i e n d o , fiado
En el secreto, e n g a ñ a r m e ,
Tener testigos con quien
Convencerle, y obligarle
Al cumplimiento, q u e puesto
Que su poder me acobarde,
El rey don Pedro es el r e y ,
GANAR AMIGOS.

Y justicia á lodos hace


Tan igual, que ha merecido
Que el Justiciero le l l a m e n ;
Y si á su i n t e n t o quisiese,
Sin obligarse, obligarme,
Tener quien diese socorro
Á mi resistencia frágil.
Este fué mi pensamiento;
Y envuelta en cuidados tales,
Esta n o c h e , autora triste
De lamentoso d e s a s t r e ,
Tuve abierta esa ventana ,
Sin que u n punto de ella aparte
La v i s t a , esperando señas
Y temiendo novedades;
Cuando hacia la reja u n h o m b r o
Yi cuidadoso llegarse,
Cuyo recato atrevido
Me daba de amor señales.
Pensé (¡desdichado engaño!)
Que era el Marqués, y al instante
Á hablarle llego; y apenas
El engaño se deshace,
Cuando su infeliz h e r m a n o ,
Que p o r el Marqués a m a n t e ,
Más q u e h e r m a n o , fiel a m i g o ,
Honda celoso la calle,
Le llegó á reconocer;
Y sobre querer quitarle
De la reja, s u s aceros
Dieron rayos á los aires.
El oculto pretendiente
TOMO I .
338 GANAR AMIGOS.

F u é m á s dichoso; q u e á nadie
Más valiente q u e al difunto
Celebraron las edades.
Esta es mi c u l p a : mi pena
Ó tu castigo m e m a t e ,
Pues q u e venturoso m u e r e
El q u e desdichado nace.

DON DIEGO.

¡ Hay más d u r a confusión!


¿Que a ú n son mayores mis males
Qué pensé? ¿Que es el Marques,
Y n o d o n S a n c h o , tu a m a n t e ?
De modo q u e tengo agora
Que librarte y que librarme
{Demás do lo q u e amenaza
Una desdicha tan g r a n d e )
De la venganza furiosa
De los celos q u e causaste
Al M a r q u é s , y d e la ofensa
Que e n pretenderte m e hace.
¡Ah Dios! ¿Qué fuerzas h a b r á
Que con vida y h o n r a saquen
Mi o p i n i ó n , de entre los brazos
De tantas adversidades?
No p u e d e ser. P u e s , valor
Heredado de mis padres,
Para tales ocasiones
Vive en el pecho la sangro.
Mas d i , ¿quién fué el homicida?
GANAR AMIGOS. 339

DOÑA FLOR.

Ni rostro, ni voz, ni talle


Conocí.
DON DIEGO.

¿Cómo es posible?

DOÑA FLOR.

Fueron breves los instantes


Del caso; lo m á s te h e dicho,
Y n o h a y para q u é callarte
Lo d e m á s , si lo supiera.
( Ap. La verdad quiero negalle;
Que me adora don F e r n a n d o ,
Y me obliga, a u n q u e me agravie.)

DON DIEGO.

¿ Cómo sabré que tu lengua


Me ha referido v e r d a d e s ,
Flor?
DOÑA FLOR.

Si el crédito me niegas,
Inés y Alberto lo s a b e n ;
Mas si probanza procuras
Más secreta, por no darte
Por e n t e n d i d o , papeles
Del Marqués guarda esta llave,
Que de la verdad q u e digo
Podrán mejor informarte. [Bale una llave.]
340 GANAR AMIGOS.

DON DIEGO.

Maestra, y piensa q u e n o rompe


Mi espada tu pecho infame,
P o r q u e n o digan q u e empiezo
Por la mujer a vengarme.

DOÑA FLOR.

Si mi triste fin deseas,


No importa q u e n o m e mate
Tu espada; q u e espada son
De la m u e r t e mis pesares. [ Vanse. ]

Campo.

ESCENA XII.

EL MARQUÉS. DON FERNANDO.

MARQUÉS.

Ya os saqué de la ciudad;
Ya en este campo desierto
Alcanza seguro puerto
Por mí vuestra l i b e r t a d ;
Y para poder seguir
La derrota q u e os agrada,
Tenéis postas en Tablada,
Barcos en Guadalquivir.
Y p o r q u e tengo a d v e r t i d o ,
GANAR AMIGOS. 341
Que no pudo á intento igual
Lo súbito desle mal
Hallaros apercebido j
Porque n o os impida acaso
Algo la necesidad,
Estas cadenas l o m a d , [ Dale dos. ]
Que os faciliten el paso.

DON FERNANDO.

Cuando la ocasión que veis


No m e obligara á aceptar,
Lo hiciera, por no agraviar
La largueza que ejercéis.
Por mil modos dejais presa
Mi voluntad.

MARQUÉS.

Ya h e cumplido
Mi palabra.
DON FERNANDO.

Y excedido
El efeto á la promesa.

MARQUÉS.

Ya, pues q u e n o m e podéis


Oponer esa excepción,
Pedir puedo con razón
Que quién sois me declaréis;
Que digáis qué os ha pasado
Con mi h e r m a n o y doña F l o r ,
Porque sepa mi valor
342 GANAR AMIGOS.

Á lo que estoy obligado;


Que será b i e n , pues por ella
lía sucedido este m a l ,
Y soy la parte formal
En seguilla ó defendella,
Que entre los dos brevemente
La causa aquí sustanciada,
Ó la perdone culpada,
Ó la disculpe inocente.
(Ap. Así averiguo mis celos,
Sin dar á entender mi amor.)

DON FERNANDO.

El n u n c a visto valor
De que os dotaron los cielos ,
Por igual engendra en mí
El recelo y confianza;
Que amenaza la venganza ,
Supuesto q u e os ofendí,
Cuando mi pecho confia
De que le tendréis también
Para perdonar á quien
No supo q u e os ofendía.
Y así, ó perdonad mi ofensa,
Marqués, ó el no declararme;
Que h a de ser el ocultarme
De vos, mi mayor defensa.

MARQUÉS.

Ved q u e me habéis agraviado,


Pues dais en eso á entender
GANAR AMIGOS.

Que os engendra mi poder ,


Y n o mi valor, cuidado.

DON FERNANDO.

¿ Cómo ?
MARQUÉS.

Clara es la razón
E n q u e este argumento fundo;
Que si las leyes del m u n d o
Piden la satisfacion
Como fué la ofensa, es llano
Que cuerpo á cuerpo los dos
Debo v e n g a r m e , pues vos
Matasteis así ó mi h e r m a n o .

DON FERNANDO.

Es así.
MARQUÉS.

Pues si es a s í ,
Y que estamos h o m b r e á h o m b r e ,
Querer ocultarme el n o m b r e
Cuando os tengo á vos a q u í ,
Y decir que de esa s u e r t e ,
Si n o os quiero perdonar
Mi ofensa, pensáis librar
Vuestra vida de la m u e r t e ,
¿No es evidente probanza
De q u e pensáis q u e pretendo
Saber quién sois, remitiendo
Á otra ocasión mi venganza?
3U GANAR AMIGOS.

Pues si teniéndoos p r e s e n t e ,
Pensáis que n o quiero aquí
Vengarme de vos por m í ,
Dais á entender c l a r a m e n t e ,
Que os pretendo conocer,
Porque pueda en m i ofensor,
Lo que agora n o el valor ,
Hacer después el poder.

DON FERNANDO.

Vuestro valor solo lia sido


El que me obliga á o c u l t a r m e ;
Que supuesto que librarme
Prometistes, h e creído
Que está seguro mi pecho
Esta vez de vos a q u í ;
Pues se h a de e n t e n d e r así
La promesa que habéis hecho.

MARQUÉS.

N o : de mi palabra es esa
Muy larga interpretación;
Conforme á la relación
Se h a de entender la promesa,
Vos dijistes, que alterado
Os perseguía el l u g a r ;
Del os prometí l i b r a r ,
Y del os h e y a l i b r a d o ;
Y vos mismo agora aquí
Confesasles que h e cumplido
Mi p a l a b r a , y excedido
Aún de lo q u e os prometí.
GANAR AMIGOS.

Según esto, n o h a y razón


Que declararos i m p i d a ,
Si ha de quedar fenecida
La causa e n esta ocasión.

DON FERNANDO.

En albricias de eso, os quiero


Besar los heroicos p i e s ,
Porque si acaso, Marqués,
Aquí á vuestras m a n o s m u e r o ,
Me será m á s conveniente
Que vivir sobresaltado
Siempre del duro cuidado
De u n contrario t a n valiente.
Y si os m a t o , á mi valor
Doy cuanto en la fama c u p o ,
Venciendo á quien n u n c a supo
Sino salir vencedor.
Y pues ya n o me está mal
Decir mi n o m b r e , y o soy
Don F e r n a n d o de Godoy,
De Córdoba natural.

MARQUÉS.

En vuestro valor advierto


La sangre que os h a animado.

DON FERNANDO.

Bien pienso que lo ha probado


Quien á vuestro h e r m a n o ha muerto ,
Pues si con igual hazaña
Os m a t o , decir podré
346 GANAR AMIGOS.

Que en u n a noche q u e b r é
Entrambos ojos á España.
Con esto os h e declarado
Lo q u e mandáis.

MARQUÉS.

Resta agora
Que digáis lo que con Flora
Y don Sancho os h a pasado.

DON FERNANDO.

De vuestro h e r m a n o ya oistes
Que por q u e r e r m e quitar
De u n a v e n t a n a el lugar
Que o c u p a b a , le perdistes.
En cuanto á Flor, lo primero
Pensad, q u e jamás su h o n o r
Sufrió la duda m e n o r ;
Luego, como caballero
Y g a l á n , me decid vos
S i , dado caso que fuera
Yo tan dichoso, que hubiera
Secretos entre los d o s ,
¿ Diera el descubrillos fama
Á m i h o n o r , si e s , según s i e n t o ,
Inviolable sacramento
El secreto de la dama ?

MARQUÉS.

Pues si callar os p r o m e t o ,
El ser quien soy ¿ n o me a b o n a ?
GANAR AMIGOS.

DON F E R N A N D O .

No hay excepción de persona


En descubrir un secreto :
En vano estáis porfiando.

MARQUÉS.

Advertid, que con callar,


Me dais más que sospechar
Que podéis dañar hablando ,
Si al constante desvario
En que dais, de doña Flor
Os ha obligado el honor.

DON FERNANDO.

No me obliga sino el mió;


Ni temo que sospechéis
De su honor, por eso mal;
Que sois noble, y como tal
La sospecha engendraréis;
Y cuando n o , de no hablar
Nace sospecha dudosa,
Siendo tan cierta y forzosa
La afrenta de no callar.
Y porque más adelante
No paséis, mi pecho es
En este caso, Marqués,
Un sepulcro de diamante.

MARQUÉS.

Ya no basta el sufrimiento;
(Ap. Que añade la resistencia
348 GANAR AMIGOS.

Á los celos impaciencia


Y furias al sentimiento.)
Mas con esta espada yo.
El diamante r o m p e r é ,
Y e n vuestro pecho v e r é
Lo q u e en vuestra boca n o . [ Acuchíllame. ]

DON FERNANDO.

¡ Ah Marqués! m u c h o valor
Pusieron e n vos los cielos.

MARQUÉS. [Ap.]

La espada a n i m a n los celos,


Y el corazón el dolor. [Abrázanse y luchan.]

DON FERNANDO.

Si os igualo en valentía,
Vos e n fuerza m e excedéis.

MARQUÉS.

No os e s p a n t e , cuando veis
La razón d e parte mia. [Cae debajo D. Fernando.]

DON FERNANDO.

¡ Ah cielos! Vencido soy.

MARQUÉS.

Decid, pues lo estáis a g o r a ,


Qué os ha pasado con Flora.

DON FERNANDO.

Resuelto á callar estoy.


GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

¿ Que os resolvéis en efeto ,


Si con la m u e r t e os obligo ,
Á n o decirlo?

DON FERNANDO.

Conmigo
Ha d e m o r i r mi secreto.

MARQUÉS.

Levantad ¡ ejemplo raro


De fortaleza y v a l o r !
¡ Alto blasón del h o n o r !
¡ De nobleza espejo claro!
Vivid: ¡ n o permita el cielo
Que q u i e n tal valor alcanza ,
Por u n a ciega venganza
Deje de dar luz al suelo!
Para con vos quedo bien
Con e s t o ; p u e s si sabéis
Que sé q u e m u e r t o m e habéis
Mi h e r m a n o , sabéis también
Quo cuerpo á cuerpo os v e n c í ;
Y si ya pude mataros ,
Hago m á s en p e r d o n a r o s ,
Pues también m e venzo á mí.
Para con el m u n d o nada
Satisfago, si aquí os diera
Muerte, pues nadie supiera
Que fué la autora mi e s p a d a ,
Por el secreto q u e ofrece
350 GANAR AMIGOS.

Esta muda obscuridad;


Y en tanto que la verdad
De mi ofensor se obscurece,
No tengo yo obligación
De daros m u e r t e , si bien
La tengo de i n q u i r i r quién
Hizo ofensa á mi opinión.
Guardaos, si viene á saberse
Que fuistes vos mi ofensor,
P o r q u e en tal caso mi h o n o r
Habrá de satisfacerse;
Mientras n o , para conmigo
No solo estáis p e r d o n a d o ,
Pero os q u e d a r é obligado,
Si me queréis por amigo.

DON FERNANDO.

De eterna y firme amistad


La palabra y m a n o os doy.

MARQUÉS.

Don F e r n a n d o d e Godoy,
Idos con Dios; y pensad
Que puesto que y a la m u e r t e
De mi h e r m a n o sucedió,
Que m á s q u e á mí quise y o ,
Os estimo d e tal s u e r t e ,
Que trueco alegre y u f a n o ,
Á mi suerte agradecido ,
El h e r m a n o q u e h e perdido
Por el amigo que gano.
GANAR AMIGOS.

ACTO SEGUNDO.

Sala en el real alcázar.

ESCENA PRIMERA.

EL REY. EL MARQUÉS. DON PEDRO.

REY.

Marqués, cuando solicito


Consolaros dcste m a l ,
Hallo que yo por igual
De consuelo necesito.
Vos perdistes u n h e r m a n o ,
Yo u n amigo v e r d a d e r o ,
Por cuya lealtad y acero
Di terror al africano;
Y advertiréis, q u e n o y e r r a
La comparación q u e líe hecho,
Pues me defendió su p e c h o ,
Y mi h e r m a n o me hace guerra.
Mas ¿tenéis del agresor
Noticia? Que solamente
La p e n a del delincuente
Dará alivio á mi dolor.

MARQUÉS.

Hasta agora se ha ignorado


El homicida; mas y o ,
Puesto que ya sucedió
352 GANAR AMIGOS.

El d a ñ o , y está probado
Que d e s n u d a r o n los dos
Los aceros m a n o á m a n o ,
Y d a r á mi triste h e r m a n o
Menos dicha quiso Dios,
Solo m e h o l g a r a , s e ñ o r ,
Que el agresor pareciera
Para q u e á vos os sirviera
Un h o m b r e de tal v a l o r ;
Que q u i e n á m i fuerte h e r m a n o
Cuerpo á cuerpo m a t a r p u d o ,
Pondrá á esos p i e s , n o lo d u d o ,
Todo el imperio otomano:
Y así os p i d o , que los dos
Le perdonemos a q u í ;
Dalde vos perdón p o r m í ;
Que yo se le doy por vos.

REY.

Hija de vuestro valor


Solo, y de vuestra amistad
Es tal acción. L e v a n t a d ,
Caballerizo m a y o r .

MARQUÉS.

P o n d r é donde vos los pies


> La boca.
REY.

Así h e comenzado
A pagaros el soldado
Que d a r m e q u e r é i s , Marqués.
GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

Tan recto os mostráis, s e ñ o r ,


Que a u n los intentos pagáis.

REY.

Y porque á mi cuenta hagáis


Á quien debí tanto amor
Las exequias funerales,
Las alcabalas os doy
De Córdoba.
MARQUÉS.

Hechura soy
De esas manos liberales.
Pero decidme, señor ,
Si habéis perdonado ya
Al agresor.
REY.

Bien está.

MARQUÉS. [Ap.]

¡Qué justicia!

DON PEDRO.

(Ap. ¡Qué valor!)


Mil a ñ o s , Marqués , gocéis
Tanto favor.

MARQUÉS.

Mi f o r t u n a ,
Señor don P e d r o de L u n a ,
Que es vuestra también sabéis.
TOMO 1.
354 GANAR AMIGOS.

REY.

Don P e d r o , haced p r e v e n i r
La caza al p u n t o ; q u e intento
Divertir mi sentimiento.

DON- PEDRO.

Voite, s e ñ o r , á servir. [ Vase.]

ESCENA II.

EL REY. EL MARQUÉS.
REY.

¿Estamos solos?

MARQUÉS.

Señor,
Solo está tu majestad.

REY.

Siempre de vuestra lealtad


Fié el secreto mayor.
Marqués, don Pedro de Luna ,
Según informado h e sido ,
Con mi favor atrevido,
Y fiado e n su fortuna,
Q u e b r a n t a n d o la clausura
De mi palacio r e a l ,
E n t r a á gozar desleal
De u n a dama la hermosura.
Pena de la vida tiene :
GANA H AMIGOS. 355

Mi justicia le condena ;
Mas n o ejecutar la p e n a
Públicamente c o n v i e n e ;
Que tiene deudos y amigos
Sin n ú m e r o , y desa s u e r t e
Cobrara con u n a m u e r t e
Vivos muchos enemigos,
Cuando por las disensiones
De m i h e r m a n o , es t a n dañoso
Ocasionar rigoroso
En mi reino alteraciones:
Y a s í , yo os m a n d o , y cometo
Á ese valor y p r u d e n c i a ,
Que ejecutéis la sentencia
Con bi'evedad y secreto.

MARQUÉS.

Señor

REY.

No me repliquéis;
Obedeced y callad.
Conozco vuestra piedad,
Mi justicia conocéis. ['' '"-]
as

ESCENA I I I .

EL MARQUÉS.
¿Qué justicia, q u é r i g o r ,
Sí bien se m i r a , consiente
Castigar tan d u r a m e n t e
Yerros causados de a m o r ?
356 GANAR AMIGOS.

Para ejecutor cruel


De la pena del que lia errado
Por a m o r ¡han señalado
Á quien y e r r a m á s por él!
Válgale al menos conmigo
Saber la fuerza de a m o r ,
Ya q u e en su alteza el rigor
Hace inviolable el castigo.
Válgale: p e c h o , trazad
Gomo tengáis igualmente,
Ni piedad inobediente,
Ni ejecutiva c r u e l d a d ;
Que entrambos fines consigo
Si algún medio puedo hallar
Con q u e dilate, sin dar
Enojo al R e y , el castigo;
P o r q u e h u m a n e el tiempo en él
Este rigoroso i n t e n t o ,
Ó ponga otro impedimento
Á la ejecución cruel. —
¡Ricardo!

ESCENA IV.

RICARDO. EL MARQUÉS.

RICARDO.

Señor

MARQUÉS.

¿Qué dice
De esa desdicha el lugar?
GANA II AMIGOS.

RICARDO.

Todo es sentir y llorar


Suceso tan iuFeUce.
Ignórase el homicida;
Mas es público q u e Flora
Fué del daño causadora.

MARQUÉS.

Calla, Ricardo: en tu vida ,


Si n o quieres d a r m e enfado,
Me n o m b r e s esa mujer.

RICARDO.

¿Qué dices?

MARQUÉS.

Esto has de hacer.

RICARDO.

¿Estás agora enojado?

MARQUÉS.

Resuelto, Ricardo, estoy.


Ni recado n i papel
De esa liviana inñel
Me des ya.

RICARDO.

K los cielos doy


Gracias por esa m u d a n z a ;
Que tú sabes q u e yo h e sido
35S GANAR AMIGOS.

Quien siempre te ha persuadido


Que gozases t u privanza
Sin dar que decir de t í ;
Y y a q u e resuelto estás,
Para q u e confirmes más
Este i n t e n t o , escucha.

MARQUÉS.

Di.

RICARDO.

Otra vez dicen q u e dio


E n Córdoba, h a b r á dos a ñ o s ,
Ocasión á grandes daños
Doña F l o r , p o r q u e la halló
S u h e r m a n o ( q u e y a sabrás
S u m u c h o valor) h a b l a n d o
De noche con don F e r n a n d o
De Godoy.

MARQUÉS.

No digas más.
¡Que tan antiguo es e l m a l !
Lo dicho dicho, R i c a r d o :
No deje este a m o r bastardo
E n mí la m e n o r señal.
Ya mi h e r m a n o desdichado
Es m u e r t o : casarme quiero ;
Daré á mi casa h e r e d e r o ,
Daré quietud á m i estado.
A doña Inés d e Aragón
Quiero_en palacio s e r v i r :
CANAIl AMIGOS. 359

Que bien puede divertir


Su belleza y discreción
El m á s firme pensamiento.;
Y si merezco su m a n o ,
Nunca bien más soberano
Alcanzó el merecimiento.

RICARDO.

Bien harás.

MARQUÉS.

Para q u e entiendas
Que a r r e p e n t i r m e n o a g u a r d o ,
Toma esa llave, Ricardo,
Y los papeles y prendas
De Flor entrega al momento
Al fuego.

RICARDO.

Á servirte voy.

MARQUÉS.

Lleve sus cenizas h o y ,


Pues lleva su a m o r , el viento. [Vasc Ricardo.]

ESCENA V.

• DON DIEGO. EL MARQUÉS.


DON DIEGO.

(Ap. Solo está: b u e n a ocasión


De hablarle es esta.} Los pies
Os beso, señor Marqués.
360 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

¡Señor clon Diego!

DON DIEGO.

A u n q u e son
Tiempos tales dedicados
Solo á sentir y l l o r a r ,
No me dejan dilatar
Esta ocasión mis cuidados.
No os encarezco, s e ñ o r ,
Lo q u e este caso h e s e n t i d o ,
P o r q u e ambos hemos tenido
Igual causa de dolor;
Que u n h e r m a n o perdéis v o s ,
Yo u n a h e r m a n a . ¡Á Dios pluguiera
Que de la pérdida fuera
Igual el modo e n los d o s !
Pues es cosa conocida
Que es más pesada y más Tuerte,
E n q u i e n es n o b l e , la m u e r t e
Del h o n o r , q u e d e la v i d a ;
Y n o s é , cuando os contemplo
De p r u d e n c i a , de nobleza ,
De justicia y fortaleza
Muro fuerte y vivo ejemplo,
Cómo es posible q u e fui
Yo solo t a n desdichado,
Que quien á todos ha h o n r a d o ,
Solo m e deshonre ó mí.
Señor Marqués, Flor causó
La m u e r t e de vuestro h e r m a n o ;
GANAR AMIGOS.

Pero vuestro amor liviano


Causa á mi deshonra dio.
Conozco vuestro p o d e r ,
Vos conocéis mi v a l o r ,
Del r e y los dos el r i g o r :
Mirad lo q u e habéis de hacer.

MARQUÉS.

Señor d o n Diego , testigo


Es el cielo soberano
Que de mi difunto h e r m a n o
No pudo el dolor conmigo
Lo que el pesar d e h a b e r dado
Causa , á q u e en s.u deshonor
Se hablase d e doña Tlor.
Bien lo mostró mi c u i d a d o ,
Pues primero la avisé
Que n o hiciese n o v e d a d ;
Primero desta ciudad
Á la justicia e n c a r g u é
Que á vuestra casa guardase
Las debidas exenciones,
Y q u e en las informaciones
El n o m b r e de Flor callase,
Que del muerto h e r m a n o mío
Causa en mí d e tal d o l o r ,
Me llevase el vivo a m o r
Á ver el cadáver frío.

DON DIEGO.

Confieso q u e ese cuidado


Os tengo q u e agradecer.
362 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

Ya sucedió: n o h a y poder
Que revoque lo pasado.
Mi culpa yo'os la confieso ;
Pero si de a m o r sabéis,
No dudo que disculpéis
Con su locura mi exceso.
Solo falta d a r u n medio
Con q u e vos tengáis seguro
Prevención en lo f u t u r o ,
Y e n lo pasado remedio.

DON DIEGO.

Eso intento.

MARQUÉS.

Ceda p u e s
Mi pasión á v u e s t r o ' h o n o r ,
Á vuestra amistad m i a m o r ,
Mi gusto á vuestro interés. '
{Ap. Supuesto q u e yo conmigo
No ver á Flor proponía,
Con lo que de balde h a c i a ,
Quiero g a n a r u n amigo.)
Yo os d o y , como caballero,
P a l a b r a , n o solamente
De oprimir m i a m o r a r d i e n t e ,
Y de q u e t e n d r á primero
Nuevas de mi m u e r t e Flor
Que indicios de mi cuidado;
Mas de n o admitir r e c a d o ,
GANA.it AMIGOS.

Mensajero, ni favor
Que venga de parte s u y a ;
Y p o r q u e si nota ha dado
Lo q u e mi a m o r lo ha q u i t a d o ,
Mi poder le r e s t i t u y a ,
Haré que su majestad
T a n t o , d o n Diego, os aumente ,
Que hecho u n sol resplandeciente,
Vuestra hermosa claridad
Ilustre á F l o r , y en su llama
Los rayos vuestros c o n s u m a n
Los vapores q u e p r e s u m a n
Quitar la luz á su fama.

DON DIEGO.

Con esos dos medios voy


S e g u r o , y soy vuestro amigo.

MAHQUÉS.

De cumpliros lo q u e digo
Otra vez palabra os doy.

DON DIEGO.

Pues p o r q u e os muestre mi pecho


Cuanto della se confia,
Estos testigos tenía
Del daño que me habéis hecho
(Saca unos papeles y dás< los. j
Tomaldos: ¡ n o q u i e r a Dios,
Si á vuestro valor m e obligo,
Que quiera y o m á s testigo
Que á vos m i s m o , c o n t r a v o s !
364 GANAR AMIGOo.

MARQUÉS,

Pagaré esa confianza


Con amistad verdadera.

DON DIEGO.

Y la vuestra hasta q u e m u e r a
Vivirá en mí sin mudanza. [Ka-»sc]

Calle.

ESCENA VI.

ENCINAS.
¡Válgate Dios, confusión
Y embeleco d e Sevilla!
¿Es posible que se e n c u b r a
Don F e r n a n d o tantos d i a s ,
Sin q u e n i deudos ni amigos
Del me h a y a n dado noticia?
Mas es la c o r t e , y en ella
Estas m a ñ a s son antiguas.
Un h o m b r e conozco y o
Que es t a h ú r , y desde el dia
Que á u n desdichado inocente
E n el garito emprestilla,
Se va al de otro b a r r i o , que es
Como pasarse á Turquía :
Cursa en él hasta pegarle
Á otro blanco con la m i s m a ,
GANAI1 AJÍÍIG0S.

Y va visitando así
Por sus turnos las ermitas;
Y en acabando la rueda ,
Se vuelve á la m á s a n t i g u a ,
D o n d e , como los tahúres
Se trasiegan cada dia,
Ó no va ya su a c r e e d o r ,
Ó él hace del q u e se olvida ,
Ó tiene conchas la deuda ,
Del tiempo largo proscripta.

ESCENA VIL
DON FERNANDO, d e p e r e g r i n o . ENCINAS.

DON FERNANDO.

[Ap. Encinas está á la puerta


De F l o r , y n o pronostica
Estar en ella seguro
Mal suceso á m i s desdichas.)
¡Hidalgo!....

ENCINAS.

¿Quién es?

DON FERNANDO.

Un h o m b r e
Que saber de vos q u e r r i a .
Si vivís en esta casa.

ENCINAS.

¡Sefiorl Señor de mi vida!


¿Es posible q u e te veo?
366 GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO.

Quedo. ¿No m e conocías?

ENCINAS.

T u voz conoció el o í d o ;
Que n o t u cara la v i s t a :
Tanto el disfraz desfigura.

DON FERNANDO.

Huélgome; que algunos días


Importa á ciertos intentos
Andar oculto en Sevilla.'

ENCINAS.

¿No m e dirás q u é te h a s h e c h o ?
¿Así te vas y me olvidas?
¿ Á Encinas con la traspuesta ?
¡ Luego q u e r r á s q u e n o diga
De los cordobeses m a l !

DON FERNANDO.

Mal discurres, cuando admiras


Mi ausencia y estos disfraces;
Que e n tanto q u e se averigua
Quién fué del valiente h e r m a n o
Del Marqués el homicida ,
Me h e de o c u l t a r ; q u e h a b e r sido
Yo a m a n t e de Flor me indicia
De c u l p a d o : y a s í , quiero
GANAR AMIGOS.

Que en este caso me digas


Lo que p a s a , q u é h a y de F l o r ,
Y qué se dice e n Sevilla.

ENCINAS.

Como v i n o la m a ñ a n a ,
Y t ú , señor, no venías,
Salí á b u s c a r t e , ofreciendo
Á Dios e n hallazgo misas.
Hallé toda la ciudad
Alborotada y sentida
De la m u e r t e d e don S a n c h o ;
Y que el vulgo discurría ,
Ignorando el a g r e s o r ,
Si bien la fama publica ,
Que fué doña Flor la causa.
De aquí tomó la malicia
Ocasión de divulgar
La q u e en Córdoba ella misma
Dio p o r t í , agora há dos a ñ o s ,
Á semejantes desdichas.
Mas no por esto, á su casa
Se h a atrevido l a j u s t i c i a :
Del lastimado Marqués
Prevención b i e n a d v e r t i d a ;
A u n q u e della, y de n o h a b e r
Faltado algunos q u e d i g a n ,
Que el Marqués mismo a y u d ó
A escaparse al homicida ,
Y que ha pedido a su alteza
Que de p e r d o n a r se sirva
Al d e l i n c u e n t e , h a y algunos
368 GANA n AMIGOS".

Maliciosos q u e colijan,
Que quitaron á su h e r m a n o
Por orden s u y a la v i d a ,
Por celos d e doña F l o r :
Congetura que confirman
Las circunstancias, p u e s fué
Sobre hablarla la mohína.
Este es el p u n t o en que están
Estas cosas: de las mias
Sabrás q u e , desesperado
De n o hallar de tí noticia,
Y apretado, Dios lo s a b e ,
De la pobreza e n e m i g a ,
Me resolví, y h o y d e Flor
Yine á saber si sabía
De t í . y pedir que socorra
Mi necesidad esquiva.
Hállela t r i s t e , y hallé
Que su noble h e r m a n o había
Tripulado los sirvientes,
Del juego de amor malillas.
E n t r ó d o n Diego, y hallóme
Con ella; mas n o h a y quien finja
Artificiosos remedios
En desgracias r e p e n t i n a s ,
Como la mujer. Al p u n t o
Le dice F l o r , que yo había
Tenido, de que biiscaba
U n e s c u d e r o , noticia,
Y e n t r é , por estar sin d u e ñ o ,
Á pedir que me reciba.
Conocióme; que los dos
GANAR AMIGOS.

En la edad poco entendida


En Córdoba hicimos j u n t o s
Más de dos garzonerías;
Y con esto quiso Dios
Q u e , ó n u n c a s u p o , ó se olvida
De que h e sido tu criado ,
Y el ser de su patria misma
A justa piedad le m u e v e ,
Y á recebirme le obliga.
Quedé por criado al fin
De don Diego de Padilla,
Si tan suyo como d e b o ,
Tan tuyo como sol/a.

DON FERNANDO.

¿ Que el Marqués pidió á su alteza


El perdón del homicida?

ENCINAS.
Así dicen.
DON FERNANDO.

(Ap. ¡ G r a n valor!
¡Por cuántos modos ine obliga!)
Y el r e y , ¿ q u é le respondió?

ENCINAS.

Con severidad esquiva


Dijo solo: «Bien está.»
Ya conoces su justicia.

DON FERNANDO.

¿Bien está? Pues no está bien.


TOMO I.
370 GANAR AMIGOS.

En fin, ¿ e s d o n Diego, E n c i n a s ,
Tu d u e ñ o ?
ENCINAS.

Desde h o y acá;
Más t u teniente dirías
Mejor. Ya v e s , fué forzosa
La ocasión.
DON, FERNANDO.

Que lo prosigas
Lo es t a m b i é n , p o r evitar
Sospechas.
ENCINAS.

Bien advertida
Prevención.
DON FERNANDO.

Y p o r q u e salgas
Del empeño en q u e estos dias
Te h a b r á s puesto esa cadena
(

Recibe.
[ Dale una de las que le dio el Marqués. ]

ENCINAS.

Señor ¿es fina?

DON FERNANDO.

¿No lo parece?
ENCINAS.

En el pobre
Pasa el oro por alquimia.
GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO.

SJ quien rne la dio supieras,


Su valor n o dudarías.

ENCINAS.

¿Fué mujer?

DON FERNANDO.

No, sino u n h o m b r e
A quien le debo la vida.

ENCINAS.

¿ Cómo, señor ?

DON FERNANDO.

Más espacio
Quiere el caso. Agora mira
Si p u e d o , p o r q u e me i m p o r t a ,
Hablar á Flor.
ENCINAS.

¿No decias
Qué renunciabas su a m o r ?

DON FERNANDO.

Y otra vez lo d i g o , Encinas.


Otro es mi intento.

ENCINAS.

Pues e n t r a ;
Que agora no hay quien lo impid;
372 GANAR AMIGOS.

Que no tienen más criado


Que á mí. Sal presto, y evita
El peligro de su h e r m a n o ;
Que yo m e pongo en espía.

DON FERNANDO.

Ardiendo y temblando llego


Á mi adorada enemiga;
Que si mis celos m e enojan ,
Su enojo me atemoriza. [ Vanse.]

Sala en casa de D. Diego.

ESCENA VIII.

DOÑA FLOR, y luego DON FERNANDO.

DOÑA FLOR.

¿Es posible que el Marqués


Ni m e vea, ni m e escriba?
¡ Cielos! ¿ Se venga celoso,
0 agraviado se retira? [ Sale D. Fernando. ]
¿ Q u é es esto? ¿ Q u i é n e s ?

DON FERNANDO.

E s , Flor,
Quien de lo que ser solía
Solo tiene la m e m o r i a ,
Porque de infierno le sirva.
GANAR AMlliOS. 373

DONA FLOR.

¿Es don F e r n a n d o ?

DON FERNANDO.

¿ Hasta agora,
Cruel, no me conocías?
¿ T a n del todo tu mudanza
De mi firmeza te oívida?
¿ Es posible que en u n pecho
Á quien nobie sangre a n i m a ,
Ya que la mudanza c u p o ,
Quepa también la m e n t i r a ?
Falsa, ¿ p o r q u é m e engañaste?
¿ P o r qué el infelice dia
Que, tras de tantos de ausencia,
Llegué m á s firme á t u vista ,
No me distes desengaños,
Que r e m e d i a n , si lastiman,
Aprovechan, a u n q u e ofenden,
Y a u n q u e a t o r m e n t a n , obligan ?
Hiciéraslo si me quieres,
Porque guardase la v i d a ,
Y si n o , p o r q u e dejasen
De cansarte mis porfías.
¿ F u é más cordura obligarme
Con tus palabras fingidas
Al peligro en que m e viste ,
Y á la desgracia q u e m i r a s ?
Más ¿cómo fueras i n g r a t a ?
¿Cómo fueras e n e m i g a ,
Cómo mujer , si n o fueras
Contraría á la razón misma ?
374 GANAR AMIGOS.

DOÑA FLOR.

Basta, d o n F e r n a n d o , b a s t a ;
Que te engañas si imaginas,
Anticipando tus q u e j a s ,
Cerrar ei paso á las mías.
Si tú me cumplieras, falso,
La palabra prometida,
Mi fama y tu a m o r gozaran
Más quietos y dulces dias.
El secreto me j u r a s t e ,
Y al p r i m e r l a n c e , perdida
Ó la memoria ó la fé,
¿Me ofendes y lo publicas?

DON FERNANDO.

¿Yo lo he publicado?

DOÑA FLOR.

Sí;
Que lo mismo es q u e lo digan
Las obras que las palabras.
¿ Tu l e n g u a , a l e v e , podía
Decir m á s claro tu amor,
Que lo dijo vengativa
Tu espada , locos tus celos,
Precipitadas tus i r a s ?
DON FERNANDO.

¡Bien por Dios! Lo q u e hice yo


Para obligar, ¡desobliga!
Para disculpar las tuyas
¿ F i n g e s , falsa, culpas m i a s ?
GANAR AMIGOS. 375

Saqué la espada callando,


Puse á peligro la vida
Por n o descubrirme á quien
Conocerme p r e t e n d í a ,
Solo por guardarle así
El secreto, ¡ y tú lo aplicas
Á lo c o n t r a r i o ! ¡Qué clara
Se conoce tu malicia!

DOÑA FLOR.

Evitaras el peligro,
Pues la resistencia v í a s ,
Que á mayor publicidad
Daba ocasión tan precisa.
Dejaras el p u e s t o , h u y e r a s ;
Que pues no te c o n o c í a n ,
Nada perdieras en ello.

DON FERNANDO.

Sin duda mi sangre olvidas.


Ser secreto p r o m e t í ,
No cobarde; q u e n o habia
De aceptar quien nació noble
Cosas q u e lo contradigan.
No importa n o conocerme;
Que yo á mí m e conocía ,
Y la misma sangre noble
Es fiscal contra sí misma.
Y si tú m e conociste,
¿ Q u é más ocasión q u e r í a s ?
¿ H a y más m u n d o para m í ?
¿Hay más h o n r a ? ¿Hay m á s estima?
376 GANA» AMIGOS.

DOÑA FLOtt.

Conmigo n a d a p e r d i e r a s ,
Si por mi opinión lo hacías.

DON FERNANDO.

Conocida e r a la fuga,
La intención n o conocida;
Y acción q u e es mala por s í ,
En duda la aplicarías
A lo p e o r : claro está ;
Que conozco mi desdicha.
Y dada ya la sospecha
De q u e t u a m o r merecía
Quien contigo á tu v e n t a n a
De noche hablaba , ¿ n o m i r a s
Que á nadie infamara m á s ,
H u y e n d o y o , que á tí m i s m a ,
Pues con causa te acusaran
De que á u n cobarde querías ?
¿Yes mí r a z ó n ? ¿Ves tu afrenta?
¿Yes cómo quedas v e n c i d a ?
¿Yes cómo de culpas tuyas
Hoy n a c e n las penas mías?
Tus engaños cometieron
El delito q u e m e aplicas;
Que á n o tener otro a m a n t e ,
Y á n o d e c i r , fementida,
Que e r a s q u i e n fuiste, n o hubiera
Sucedido esta r u i n a .
GANAR AMIGOS.

DOÑA FLOR.

¿ Yo otro a m a n t e ?

DON FIÍRNANDO.

Y aun querido;
Que n a d i e , sin q u e le a d m i t a n ,
Celoso g u a r d a la calle,
Furioso arriesga la vida.

DOÑA FLOR.

Ilcsdeñado u n poderoso ,
Convierte el amor en ira.

DON FERNANDO.

En v a n o para conmigo
Falsas disculpas m a q u i n a s .
Quédate por s i e m p r e , i n g r a t a ,
Liviana, alove, fingida ,
Mudable, t i r a n a , fiera,
Tigre b i r c a n a y sierpe libia;
Quédate; que solo vine
Á exhalar las llamas vivas
Q u e , d e t u ofensa e n g e n d r a d a s ,
Dentro de mi pecho ardían ,
Con decirte sola á tí
Tus infamias, tus mentiras,
Mudanzas y liviandades,
Ya que el ser quien soy me priva
De r o m p e r , con p u b l i c a r l a s ,
La palabra prometida;
Que yo ofendido la g u a r d o ,
378 GANAR AMIGOS.

Y t ú obligada la olvidas;
Y así para n o v e r m á s
Falsedades t a n indignas
De quien eres y q u i e n soy,
No m e verás en t u vida. [Quiere irse.]

DOÑA FLOR.

¡ Y e t e , ocasión de mis m a l e s ,
Yete ¡y los cielos p e r m i t a n
Que n i el eco de t u n o m b r e
Vuelva otra vez á Sevilla!

DON FERNANDO.

¡ Cómo, t r a i d o r a , te huelgas
Que de tu amor m e despida!
¿ Mi n o m b r e ofende tu oido,
Y mi presencia t u vista ?
Pues ¡ vive Dios, q u e por eso,
A u n q u e arriesgara mil vidas,
He de ser e t e r n a m e n t e
Una sombra que te siga,
Porque me vengue e n lo mismo
Con q u e á venganza m e incitas!

DOÑA FLOR.

Pues y o , si en eso te v e n g a s ,
Sabré hacer
GANAR AMIGOS. 379

ESCENA IX.

ENCINAS. DICHOS.

ENCINAS.

Señora, mira
Que viene tu hermano.

DOÑA FLOR.

¡Ay triste!
Vete, Fernando.

DON FERNANDO.

Enemiga,
Mi muerte y la tuya espero.

ENCINAS.

Pues duélete de la mía.


Vete, señora á tu cuarto,
Y t ú , señor, te retira
A mi aposento.

DOÑA FLOR.

¿ Veré,
Antes que muera, algún dia
Que por tu causa no tenga
Alborolos y desdichas?
380 GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO.

Y y o ¿ sin m u d a n z a s tuyas
Veré alguno? [ l a s e Doña Flor.]
ENCINAS.

Señor, mira
Que llega don Diego.

DON FERNANDO.

Llegue,
Y ¡á sus m a n o s vengativas
Muera y o , E n c i n a s , p r i m e r o
Que á las d e su h e r m a n a v i v a !

ENCINAS.

Acaba; que á toda ley


Es b u e n o g u a r d a r la vida. [ Vanse.]

Sala en casa de Doña Ana.

ESCENA X.
DOÑA ANA. INÉS.
DOÑA ANA.

¿Hácete Flor soledad ?

INÉS.

Mal p u e d o , señora m í a ,
Sentirla en t u compañía.

DOÑA ANA.

Pagas, I n é s , mi amistad.
GANAR AMIGOS.

INÉS.

Solo siento la tristeza


Que con mi ausencia padece.

DOÑA ANA.

Á fé que no la merece.

INÉS.

Es pensión de su belleza.—
Pero ya viene el Marqués.

DOÑA ANA.

Bien su palabra ha cumplido.

ESCENA XI.

EL MARQUÉS. DICHAS.

MARQUÉS.

Alegre y desvanecido
Vengo á serviros.

DOÑA ANA.

Los pies
Os beso por tal favor.

MARQUÉS.

Comenzad pues á m a n d a r m e ;
Que si queréis obligarme
Ese es el medio mejor.
382 GANAR AMIGOS.

Pedido me habéis que os v e a :


Advertid, doña Ana h e r m o s a ,
Que n o h a de ser para cosa
Que m u y difícil n o sea.

DOÑA ANA.

La nobleza y cortesía
Que en vos celebra la faina,
P o r q u e es mujer la que os llama ,
Disculpara su osadía;
Y eso mismo me asegura
Que tendrá en esta ocasión
Efeto mi p r e t e n s i ó n ,
Y mi esperanza v e n t u r a .
Señor Marqués, doña Flor,
. E n cuyo constante pecho
I n h u m a n o estrago h a n hecho
Vuestra ausencia y vuestro amor,
Como os habéis retirado
Tan del todo d e sus ojos,
Que a u n n o alivia sus enojos
De parte vuestra u n recado ,
Está oprimida de s u e r t e ,
De pesar y s e n t i m i e n t o ,
Que perdido el s u f r i m i e n t o ,
Pide el remedio á la muerte.
Y o , q u e estimo su amistad
Y en vuestra nobleza fio,
He tomado á cargo mió
Amansar vuestra crueldad.
Merezca u n a vez siquiera
Veros el r o s t r o , por ser
GANAR AMIGOS. 383

Vos noble y ella mujer,


Y y o , Marqués, la tercera.

MARQUÉS.

íAp. ¡Ay Flor! bien, saben los ciclos


Que á tantos rayos de a m o r ,
Á n o resistir m i h o n o r .
río resistieran mis celos.
Di mi p a l a b r a ; ¡maldiga
El cíelo al necio imprudente
Que con enojo presente
Á lo futuro se obliga!)
S e ñ o r a , lo q u e p e d í s ,
Á ser difícil lo b a r i a ;
Mas e s , por desdicha min,
Imposible.
DOÑA ANA.

¿ Qué decís?

MARQUÉS.
Digo

ESCENA XII.

DON DIEGO Y ENCINAS, quedándose á la puerta,


sin ser vistos. Dicnos.

ENCINAS. [Aparte á D. Diego.]


Pues s e ñ o r , ¿ así
Te cuelas ?
DON DIEGO.

Ya ¡V la impaciencia
384 GANAR AMIGOS.

Se rindió la resistencia:
Mas el Marqués está aquí.

ENCINAS.

E n Cantalapiedra lias dado.

DON DIEGO.

Quedo. Pues n o m e h a n sentido,


Quiero aplicar el oido;
Que á celos toca el cuidado.

MARQUÉS.

Según esto, no os espante


Mi resolución.

DOÑA ANA.

Señor

MARQUÉS.

T r a t a r m e agora de a m o r
Es ablandar u n diamante.

DOÑA ANA.

Acabad ; cesen enojos:


No p u e d a n tanto los celos.

DON DIEGO. [Ap.]

¡ P o r Dios, q u e le r u e g a ! ¡ Cielos!
¿ Tal vienen á ver mis ojos ?

MARQUÉS.

Doña Ana , en vano os cansáis.


GANAR AMIGOS.

DOÑA ANA.

Rogado ¿os e n d u r e c é i s ?
No á la sangre que tenéis
La condición conformáis.

DON DIEGO.

Ello es cierto.
MARQUÉS.

Lo que os pido
Es que n o me tratéis m á s
De esa m a t e r i a . .
DOÑA ANA.

Jamás
Me hubiera y o p e r s u a d i d o ,
Si n o lo llegara á v e r ,
Y a u n lo dudo a u n q u e lo toco,
Que con vos puedan tan poco
Los ruegos de u n a mujer.
¿No daréis, Marqués, lugar
Á las disculpas siquiera ?

INÉS.

Esto es justo.
MARQUÉS.

Yo lo h i c i e r a ,
Si m e pudiera m u d a r .

DOÑA ANA.

¡ Maldiga Dios á don Diego,


Que á u n a determinación
Tan cruel dio la ocasión!
TOMO I .
386 GANAR AMIGOS.

ENCINAS (Ap. á D. Diego.)

¿Oyes e s t o , s e ñ o r ?

DON DIEGO.

¿Luego .
El Marqués, por celos mios
La trata con tal r i g o r ?
Ahora b i e n : ya q u e el a m o r
No ayuda mis desvarios,
Á u n engaño me apercibo
Con q u e , p u e s n o soy dichoso,
Lo que n o alcance a m o r o s o ,
Alcanzaré vengativo.
Aquí m e importa q u e des
A entender, q u e eres criado
Del Marqués.

ENCINAS.

Ese cuidado
Me deja , q u e fácil e s ;
Que p u e s hasta aquí por tuyo
No m e conocen , saldré
Con é l , y así pasaré
Plaza de criado suyo.

DON DIEGO.

Pues al punto q u e él se ausento


Vuelve á e n t r a r , y de su parte
Estos doblones reparte [Dale un bolsón.]
En la familia sirviente
De doña A n a ; y al q u e fuere
GANAR AMIGOS. 387

Más codicioso, dirás


Que el Marqués le ofrece m á s ,
Porque esta noche le espere
Á la puerta de doña A n a ;
Que á deshora quiere hablalle:
Y el secreto h a s de encargalle.

ENCINAS.

No será t u industria v a n a
Por mi parte

DON DIEGO.

Btcn d e tí
Sé lo que puedo fiar.
Yo q u i e r o , p o r n o causar
Sospeclias, irme de a q u í ,
Pues n o me h a n visto. [ Vase.]

DOÑA ANA.

Bien sé
Que á doña Inés de Aragón
Servís ya.

MARQUÉS.

Y en su afición
Vive contenta mi fé;
Mas con todo, si p u d i e r a ,
Os dejara m á s gustosa.

DOÑA ANA.

Nunca os pediré otra cosa,


Pues h e errado la p r i m e r a .
388 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

¿ Q u é decís? P e r d ó n os pido,
Y que os quejéis de esa s u e r t e , .
Si en mí pudiera la m u e r t e
Lo q u e vos n o habéis podido. [Fose.]

ESCENA X I I I .

DOÑA ANA. INÉS. ENCINAS.

DOÑA ANA.

¡Terrible r i g o r !

ENCINAS.

Inés,
Quédate con Dios.

INÉS.

¿ Aquí
Estabas, Encinas ?

ENCINAS.

Sí;
Que v i n e con el Marqués.

INÉS.

¿'Pues qué ? ¿ Le sirves ?

ENCINAS.

Y soy
Quien priva m á s en su pecho."
GANAR AMIGOS. 389

DOÑA ANA.

Dime, E n c i n a s , ¿ q u é se ha hecho
Don Fernando de Godoy ?

ENCINAS. [Volviéndose hacia laí'pucrta.]


¿ Q u é ? ¿ Me Rama el Marqués ? Sí.
Ya voy ¡ Qué presto mé echó
Menos! Juráralo y o :
No vive u n punto sin mí.
Perdonad; hasta otro día. [Tase.]

DOÑA ANA.

Buen gusto tiene el Marqués.

DOÑA INÉS.

Siempre con señores es


Feliz la bufonería. [Vanse.]

Sala en el real alcázar.

ESCENA XIV.

DON PEDRO.
¿ Negocio tiene conmigo ,
Cuando le da la afición
De doña Inés de Aragón
En mí un oculto enemigo?
Él la sirve, y yo en secreto
La gozo , y he de callar,
390 GANAR AMIGOS.

No se venga á sospechar
El delito q u e cometo.
¡ Gran t o r m e n t o ! Mas él viene.

ESCENA XV.

EL MARQUÉS. DON PEDRO.

MARQUÉS.

¡ Señor don P e d r o !

DON PEDRO.

E n cuidado,
Señor Marqués, u n recado
De parte vuestra m e tiene
¿Hay en qué os sirva ?

MARQUÉS.

• Creed
Que pago vuestra amistad,
Y sé con la voluntad
Que en todo m e hacéis merced.
Hoy h a llegado u n correo
(Ya lo sabréis) de G r a n a d a ,
De la m u e r t e desdichada
De d o n Miguel Carabeo,
Nuestro general valiente;
Y al p u n t o , para ocupar
Tan importante lugar,
Hallé que era conveniente
Vuestra p e r s o n a : mirad
Si os disponéis á acctallo,
GANAR AMIGOS.

Porque quiero consultalio


Luego con su majestad.
(Ap. Con este piadoso medio
Quiero dilatar su m u e r t e ;
Porque e n t r e tanto la suerte
Le disponga otro remedio.)

DON PEDRO.

(Ap. Darme lo q u e y o n o p i d o ,
No teniéndole obligado,
Cuando sé q u e á nadie h a n dado
Cargo q u e n o h a y a pedido,
No es por bien. ¿ Q u é ü n tendrá
En ausentarme el Marqués?
Celos n o de doña I n é s ;
Que oculto m i amor está.
Mí poder y su m u d a n z a
Teme sin d u d a ; alejarme
Quiere del rey, por cortarme
El hilo de mi privanza.)
Conozco la obligación,
Marqués, en que me ponéis;
Mas a d v e r t i d , q u e daréis
De quejas justa ocasión,
Dándome lo que podrán
Pretender mil caballeros,
Cuyos valientes aceros
Terror á los moros dan.
Yo vivo alegre en m i estado:
Ni más g r a n d e , n i m á s rico
Quiero ser, y así os suplico
Me tengáis por excusado.
392 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

(Ap. ¡ Triste d e v o s , q u e os perdéis!)


Esto al servicio conviene
Del Rey.

DON PEDRO.

Sin n ú m e r o tiene
Soldados en q u i e n podéis
También como e n m í , el bastón
Emplear.

MARQUÉS.

Decid ¿ e n q u i é n ?

DON PEDRO.

En el señor de Bailen.

MARQUÉS.

Parte á servir á Aragón.

DON PEDRO.

En don Sancho ¡Víarmolejo,

MARQUÉS.

Lleva á Francia la embajada.

DON P E D R O .

En d o n Francisco d e Estrada.

MARQUÉS.

Está enfermo y es m u y viejo.


CAÑAR AMIGOS.

DON PEDRO.

En don F e r n a n d o Manrique.

MARQUÉS.

Ocupaciones forzosas
Son las s u y a s en las cosas
Del infante d o n E n r i q u e .
Yo, en fin, lo h e mirado b i e n :
No me a r g u y á i s ; aceptad
El cargo y mi voluntad ,
Y advertid q u e os está bien.

DON PEDRO.

Más parece q u e os conviene


Á v o s , según m e apretáis.

MARQUÉS,

En eso n o os e n g a ñ á i s ;
Que quien es mi amigo t i e n e ,
Don P e d r o , en mi corazón
Tanta p a r t e , q u e deseo
Como propio, lo q u e veo
Que ha de a u m e n t a r su opinión.

DON PEDRO.

Yo agradezco la a m i s t a d ;
Pero os advierto, Marques,
Que para mi n o lo es.
394 GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

[Ap ¡Oh quién pudiera!....) Mirad


Que os aconsejo

DON PEDRO.

No habléis
Misterioso. (Ap. En su porfía
Crece la sospecha mia.)
Y para que no os canséis,
Por último desengaño
Digo, que estoy satisfecho
De que trazáis mi provecho;
Pero yo quiero mi daño.

MARQUÉS. [Ap.]

Cuanto resiste obstinado,


Tanto piadoso deseo
Remedialle, porque veo
Que yerra de enamorado.

DON PEDRO.

¿ Mandáis otra cosa ?

MARQUÉS.

En esto
Pido solo que os miréis,
Y adiós.

DON PEDRO, [Ap.]

Pues vos me queréis


Quitar del dichoso puesto
GANAR AMIGOS.

En q u e con el r e y estoy,
Yo del vuestro os quitaré.

MARQUÉS. [Ap.]

De la m u e r t e os l i b r a r é ,
Ó no seré yo quien soy.
396 GANAR AMIGOS.

ACTO TERCERO.

Calle.

ESCENA PRIMERA.

DON DIEGO T ENCINAS, de noche.

DON DIEGO.

Solo aquel q u e t u hidalgo nacimiento,


Tu fuerte c o r a z ó n , tu entendimiento
Y h o n r a d o proceder como y o s a b e ,
Confiara de tí caso tan grave.

ENCINAS.

Tu confianza á mucho más me obliga.

DON DIEGO.

¡ Permita a m o r que mi intención consiga!

ENCINAS.

Estará p u n t u a l el escudero.
¡Qué g r a n negociador es el d i n e r o !
Cercáronme al p a r t i r de los doblones,
Como á la flor la b a n d a d e abejones.
GANAR AMIGOS. 397

Con cada escudo que á cualquiera d a b a ,


Un ojo á los demás se les saltaba;
Mas éste á quien di parte de tu i n t e n t o ,
No vi m i r ó n de pintas más atento.
Veré si aguarda. [ Vase.]

DON DIEGO.

A y u d a , noche o s c u r a ,
Á quien vengarse de u n desden p r o c u r a .
Pues doña Ana al Marqués a d o r a , i n t e n t o ,
Fingiendo s e r l o , e n t r a r en su aposento,
Donde, lo q u e n o amor, m e dé el engaño.
Loco e s t o y : remediar quiero mi d a ñ o ;
Y á quien le pareciere exceso g r a v e ,
No me c o n d e n e , si de a m o r n o sabe;

ESCENA II.

ENCINAS, que vuelve hablando con UN ESCUDERO.


DON DIEGO.

ENCINAS. [Al Escudero.]

Pues sabéis su poder y su p r i v a n z a ,


Tened de grandes premios confianza;
Mas sabedle obligar.

ESCUDERO.

¡ Cómo! La vida
En servirle daré por bien p e r d i d a ,
Porque de liberal y agradecido
Tiene el n o m b r e q u e nadie ha merecido.
398 GANAR AMIGOS.

ENCINAS.

Llegad.

ESCUDERO.

¿Es el Marqués?

ENCINAS.

Sí.

ESCUDERO.

Señor m í o ,
¿ Qué m e queréis m a n d a r ?

DON DIEGO.

De vos me fío,
V vos fiad de m í .

ESCUDERO.

Dejad rodeos,
Y probad en mis obras mis deseos.

DON DIEGO.

Doña Ana ¿está acostada ?

ESCUDERO.

Y recogidos
Todos en casa ya.

DON DIEGO.

Sin ser sentidos,


Los dos hemos de e n t r a r e n su aposento.
GANAR AMIGOS.

ESCUDERO.

¿ Qué pretendéis ?

DON DIEGO.

Sin p r e g u n t a r m i intento
Lo haced, para obligarme deste m o d o ,
Que m i poder os sacará de todo.

ENCINAS.

Por él lo h a c é i s , y él mismo os asegura.


No repliquéis; q u e os busca la v e n t u r a .

ESCUDERO.

Yo temo

ENCINAS. [Ap. á D. Diego.]

El carro g r u ñ e , importaría
Untarlo.

DON DIEGO. [Ap.. á Encinas.]

Hoy repartí cuanto tenia.


¿Tienes dinero t ú ?

ENCINAS.

No tengas p e n a :
Suplir puede la falta esta cadena,
Que m e dio u n amo á quien serví primero.
[Da la cadena á D. Diego, y éste al Escudero.]
400 GANAR. AMIGOS.

DON DIEGO.

Pagaros parte de m i deuda quiero.


Tomad.

ESCUDERO.

¿Á q u i é n n o venceréis? Callando
Venid.

DON DIEGO. [Áp.]

Las luces m a t a r é en e n t r a n d o .

ENCINAS.

i Dios n o s saque con b i e n !

DON DIEGO.

Si los criados
Viéredes por v e n t u r a alborotados,
Y quisieren e n t r a r , vos e n mi n o m b r e
Los detened y amenazad.

ESCUDERO.

No h a y h o m b r e
E n esta c a s a , q u e por vos n o m u e r a .

ENCINAS. [Ap.]

¡ Qué engañado se hallara quien lo hiciera!


[ Vanse.]
GANAR AMIGOS.

Sala en el real alcázar.

ESCENA III.

EL REY. EL MARQUÉS.

MARQUÉS.

No puede e n esta ocasión


Ocupar persona alguna,
Como don Pedro de Luna
De general el bastón ;
Que vistos y examinados
Los demás en quien podéis
Emplearle, los tenéis
Donde i m p o r t a n ocupados;
Y la valerosa espada
De don Pedro solamente
Basta á ceñiros la frente
Con el laurel de Granada.

REY.

Las órdenes que yo os doy


¿Ejecutáis de esa s u e r t e ?

MARQUÉS.

Dispuesto á darle la m u e r t e ,
Como habéis m a n d a d o , estoy;
Mas por la nueva ocasión
Os le consulto de nuevo.
TOMO I.
№ GANAR AMIGOS.

REY.

Marqués, la piedad a p r u e b o ;
Condeno la remisión.

MARQUÉS.

Vos mandáis que con secreto


Le m a t e ; y bien podéis ver
Que n o es fácil disponer
Con brevedad el efeto :
Y así, en mí la dilación
No" nace de resistencia,
Mas de buscar con prudencia
El tiempo á la ejecución ;
F u e r a de q u e , bien m i r a d o ,
Alguna vez el rigor
De la justicia, señor,
Cede á la razón de estado.

REY.

Es así.

MARQUÉS.

Pues siendo así,


¿ Dónde podrá la razón
Derogar la ejecución
De la ley, mejor que a q u í ?
Con justa causa lo infiero,
Porque n o es m á s conveniente
Castigar u n d e l i n c u e n t e ,
Que ganar u n reino entero.
Demás de q u e , no os priváis
GANAR AMIGOS.

Así de cumplir con t o d o ;


Que el castigo d e este modo
Diferís, n o p e r d o n á i s ;
Y pues que con auscntalle
El delinquir cesará,
Allá aprovecha, y acá
No daña el no castiga lie.

REY.

Tiene en mí tanto valor


Ver en vos esa amistad ,
Que se d a , á vuestra piedad
Por vencido, mi rigor.
Vaya don Pedro á G r a n a d a ;
Goce el honroso b a s t ó n ,
Más por vuestra intercesión
Que por su valiente espada.

MARQUÉS.

Es el m á s alto favor
Que de vuestra majestad
Recibí jamás.
REY.

Alzad,
Mi mayordomo mayor.

MARQUÉS

Hechura soy vuestra.

REY.

Quiero
Teneros siempre á mi lado;
GANAR AMIGOS.

Que pues el m u n d o m e ha dado


R e n o m b r e de justiciero,
Por merecerle mejor,
Sin q u e el esceso m e d a ñ e ,
Es bien q u e en todo acompañe
Vuestra piedad mi rigor.

ESCENA IV.

DON PEDRO. DICHOS.

DON PEDRO. [Ap.]

En estando solo el r e y
Le daré del caso cuenta;
Que pues d e r r i b a r m e i n t e n t a ,
La defensa es justa ley.

MARQUES.

Don Pedro viene.

DON PEDRO.

Los pies
Me dé vuestra majestad.

REY.

Mi g e n e r a l , levantad.

DON PEDRO. [Ap.]

¡Qué clara muestra el Marqués


Su envidiosa emulación!
GANAR AMIGOS.

REV.

Luego os partid á Granada ;


Que importa allí vuestra espada.

DON PE URO.

{Ap. Tomada resolución ,


No h a y replicar, más cordura
Es mostrarme agradecido.)
De n u e v o los pies os p i d o ,
Donde hallé tanta ventura.

UNO. [Dentro.]

Detente, mujer, aguarda.

ESCENA V.

D O Ñ A A N A , con manto. DICHOS.

DOÑA ANA.

Los oidos y las puertas


Ha de tener siempre abiertas
Un r e y q u e justicia guarda.
— Rey poderoso y sabio,
Recto, n o b l e , católico y p r u d e n t e ,
Castigo del a g r a v i o ,
De la v i r t u d amparador valiente,
Á q u i e n , p o r ser tan justo y tan severo.
Propios y extraños llaman justiciero:
Yo soy, señor invito,
Doña Ana de León, q u e los blasones
De mi estirpe acredito
406 GANAti AMIGOS.

Con montañesas bandas y Icones :


De aquel árbol soy rama; siempre en ellas
Fulminaron desdichas las estrellas.
Don Fernando de Castro,
Asombro de las huestes otomanas,
Que á piras de alabastro
Da presunción con sus cenizas vanas,
Me dio el ser y la dicha que importuna
Mira al merecimiento la fortuna.
Su fin arrebatado
Me dejó solo en orfandad funesta
Para elegir estado,
No la prudencia, sí la edad dispuesta;
Y así mi juventud poco entendida
Pasaba en muda confusión la vida,
Cuando no sé qué s i n o ,
Qué adversa estrella, qué planeta airado,
Para mi .mal, previno
Que ai marqués don Fadrique, ese que al lado
Vuestro es Atlante desta monarquía,
Me fuese á visitar, á instancia mía.
Para u n intento ajeno
Le llamé, bien lo sabe. ¡Quién creyera
Que allí el mortal veneno
De mi opinión y honestidad bebiera!
Bien dicen 1 que la suerte está constante
En tablas esculpida de diamante.
Despidióse, encubriendo
Su aleve intento, y ya determinado
Para el delito horrendo,
Se encomendó á la industria de u n criado,
Y por su astuta mano, de los mios
GANAR AMIGOS,

Con dones conquistó los albedríos.


¿Cómo es posible, c ó m o ,
Cuando ostentáis la rigurosa espada,
Desde la p u n t a al pomo
De incesable suplicio e n s a n g r e n t a d a ,
Que i n c u r r a en más culpable atrevimiento
Quien más de cerca mira el escarmiento ?
Las cumbres ya del polo
Pisaba de traición la negra a u t o r a ,
y yo en mi lecho solo
Los rayos aguardaba de la a u r o r a ,
Bañándome las u r n a s de Morfeo
En las dulces corrientes del Leteo,
Cuando el Marqués tirano
Mis castas puertas a b r e , poco fuertes
Á su pródiga m a n o ,
Que esparce dones y amenaza muertes
Á la familia v i l , m i e n t r a s al dueño
Vuestra justicia aseguraba el sueño.
Oculto d e mi faina
El robador en la tiniebla o b s c u r a ,
Llegó á mi honesta cama.
¡ Ojalá fuera triste s e p u l t u r a ,
Y publicara la inscripción sangrienta
Al m u n d o antes m i fin , q u e yo mí afrenta
De sus brazos apenas
Sentí el inusitado atrevimiento,
Cuando con voces llenas
De confusión, temor, duda y t o r m e n t o ,
Pido favor, pregunto quién me ofende:
Nadie responde, nadie me defiende.
Solo el Marqués a l e v e ,
Í08 GANAR AMIGOS.

E n baja v o z , q u e al fin, como t r a i d o r a ,


Tímido aliento m u e v e ,
«El m a r q u é s don F a d r i q u e , soy, s e ñ o r a , »
Dijo; y p o r q u e á defensas m e apercibo ,
Fuerzas aplica á su furor lascivo.
Yo á su apetito ciego
Culpo h u m i l d e , resisto valerosa;
Enternecida r u e g o ,
Amenazo c r u e l , lloro a m o r o s a ;
Vuestro rigor le traigo á la m e m o r i a ,
Ultima apelación de mi Vitoria.
Ni amenazas, ni q u e j a s ,
Ni ruegos p e n e t r a r o n solo u n grado
Por las sordas orejas
AI pecho en sus intentos obstinado;
Antes daba á su indómita violencia
Más insano furor mi resistencia:
Al fin, su fuerza m u c h a ,
Débil mi cuerpo , mi defensa poca,
E n la prolija lucha
Al pecho aliento y voces á la boca
N e g a r o n : lo d e m á s , si es bien c o n t a r l o ,
La vergüenza lo dice con callarlo.
Luego el traidor Tarquino
Me dejó en cambio la tiniebla o b s c u r a ;
Yo, con el desatino
De t a n incomparable d e s v e n t u r a ,
Á tener al ladrón tiendo los b r a z o s ,
Y á vanas sombras doy vanos abrazos.
Así quedé llorando
Sin mi culpa el ajeno desvarío ,
La suerte blasfemando
GANAR AMIGOS.

Que á u n tirano poder sujetó el mió ;


Solo ya el pensamiento en mi venganza,
Fundo en vuestra justicia la esperanza.
¡ Justicia , rey, justicia!
Muestre tanto m á s VÍYOS sus e n o j o s ,
Cuanto es m á s la malicia
Del que sus a r a s ofendió á sus ojos,
Pues vibra Jove el r a y o vengativo
Más ardiente al peñasco m á s altivo.
¡ Pruebe el desnudo acero
Este q u e al cielo se atrevió gigante!
Y el n o m b r e justiciero,
Que en el delito despreció a r r o g a n t e ,
Ya q u e n o fué bastante á rerrcnallo,
¡Baste para v e n g a r m e y castigallo!

MARQUÉS.

Por el sagrado laurel


Que os ciñe la frente altiva,
¡ Así c o r o n a d a v i v a
Infinitos años déi!
Que es engaño y falsedad
Cuanto ha dicho.

DOÑA ANA.

¿Podrá ser,
Gran señor, que su poder
Obscurezca mi verdad ?

REY.

No, doña A n a ; mi corona


Fundo en tener la malicia
410 GANAR AMIGOS.

Refrenada. E n mi justicia
N o h a y e x c e p c i ó n de persona.
¡ Ah de mi g u a r d a !

MARQUÉS.

Creed,
Gran s e ñ o r

REY.

M a r q u é s , callad.
E n juicio v o s l e a c u s a d ;
Vos e n j u i c i o o s defended.

ESCENA VI.

GUARDAS. DICHOS.

GUARDAS.

¿Qué mandáis?

REY.

Vaya el Marqués
Preso al cuarto d e la torre.

DON PEDRO. [A$.]

La fortuna m e s o c o r r e ;
M o v e d , v e n g a n z a , los pies.
La ocasión tengo e n la m a n o
Para a c u m u l a r l e a g o r a ,
Q u e é l , por los celos d e Flora
Hizo matar á s u h e r m a n o .
GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

¿ Cómo , dona A n a , h a cabido


Tan g r a n t r a i c i ó n e n t u p e c h o ?

DOÑA. ANA.

¿Cómo á n e g a r lo q u e h a s h e c h o ,
T i r a n o , te h a s atrevido ?

MARQUÉS.

Ella está loca.

DOÑA ANA.

Él se fía
E n s u poder.

MARQUÉS.

Brevemente
Haré m i v e r d a d patente.

DOÑA ANA.

y y o probaré la m í a . [Fanse.]
412 GANAR AMIGOS.

Callo.

ESCENA VII.

DON DIEGO. ENCINAS, de donado francisco,


coa anteojos.

ENCINAS.

¿Voy b u e n o ?

DON DIEGO.

E n c i n a s , advierte
Si es tu deuda conocida,
Pues cuando puedo rni vida
Asegurar con tu m u e r t e ,
Tanto d e tu pecho fío,
Que dejo en esta ocasión
En t u lengua mi opinión,
Y m i vida en t u albedrío.

ENCINAS.

De hidalgos padres nací


En Córdoba; tú lo sabes,
Y q u e de mil casos graves
Honrosamente salí.
F u e r a de q u e te asegura
Este disfraz y mi ausencia.
Si á t a n d u r a contingencia
Viniese mi d e s v e n t u r a ,
Que m e p r e n d i e s e n , de mí
Puedes fiar, que primero
GANAR AMIGOS.

Mi pecho al verdugo fiero


Diera mil a l m a s , q u e u n sí.

DON DIEGO.

La vida á entrambos nos va.

ENCINAS.

Gran y e r r o , por Dios, hiciste.


¿Cómo, d i , n o previniste
Lo q u e sucediendo está?

DON DIEGO.

No pensé q u e resistiera
Doña A n a , cuando emprendí
El e n g a ñ o ; antes creí
Que alegre tálamo diera
Al Marqués. Vime en sus brazos,
Toqué marfiles b r u ñ i d o s ,
Gusté labios defendidos
Y gocé esquivos abrazos:
Creció el apetito, el fuego,
El furor Lo mismo hiciera
Si la espada al cuello viera,
Ó el amor n o fuera ciego.

ENCINAS.

ÉL fué bocado costoso;


Mas paciencia, y al r e p a r o ;
Que Adán lo comió más c a r o ,
Y á la fé menos costoso.
GANAR AMIGOS.

DON DIEGO.

T ú , mi h e r m a n a , y y o n o m á s ,
Sabemos q u e me has s e r v i d o :
Coa q u e vivas escondido
Estoy s e g u r o , y lo estás.

ENCINAS.

Eso i m p o r t a , y la mancilla
Caiga en el pobre Marqués.

DON DIEGO.

Poderoso, E n c i n a s , e s ,

Y saldrá al fin á la orilla.

ENCINAS.

Y la verdad le valdrá.

DON DIEGO.

Y á nosotros la p r u d e n c i a ,
La industria y la diligencia.

ENCINAS,

Adiós: q u e desta se va
Fray Bartolo. Hasta ,1a vuelta
Me arroja tu bendición.
Mas escucha ese p r e g ó n ;
Que anda la corte revuelta.
GANAR AMIGOS. 415

ESCENA VIH.

UN P R E G O N E R O , dentro. DICHOS.

PREGONERO. [DetÚVO.]

«El rey, nuestro señor, promete dos mil ducados


» á quien entregare preso á J u a n de E n c i n a s , natural
» de Córdoba; y á él m i s m o , si se p r e s e n t a r e , con
» perdón do todos sus delitos; y m a n d a q u e nadie !e
» ampare ni e n c u b r a , pena de la vida. Mándase pre-
J> gonar p o r q u e , etc.»

ENCINAS.

¿Qué dices del pregoncete


Y de los dos mil ?

DON DIEGO.

De prisa
Debe de a n d a r la pesquisa.
E n c i n a s , amigo, vete.

ENCINAS.

¡ Dos mil ducados y verme


Seguro de esta aflicción l
¡ Por Dios, q u e es gran tentación!
Muy cerca está de vencerme.
416 GANAR AMIGOS.

DON DIEGO.

¿Qué es lo que dices?

ENCINAS.

Si puedo
Pescar esta cantidad
Y vivir con libertad,
¿ Quién m e mete e n tener m i e d o ,
A n d a r retirado y solo,
Fugitivo , alborotado,
Bandido y sobresaltado,
Hecho el h e r m a n o Bartolo?
Señor, p e r d o n a : allá va
T u disfraz y tu dinero. [Hace que se desnuda.]

- DON DIEGO.

¿ Estás loco ? Tente.

ENCINAS.

Quiero,
Pues Dios su m a n o me d a ,
Yerme libre de pobreza
Y justicia.

DON DIEGO.

¿Esta es lealtad?
¿ Esta es ley ?

ENCINAS.

La c a r i d a d ,
Señor, de sí misma empieza.
GANA TI AMIGOS.

DON DIEGO.

Yo le daré n m c h o m á s
De m¡ hacienda.

ENCINAS.

¿Y el perdón
De mi culpa?

DON DIEGO.

¿Del pregón
Te fías?

ENCINAS.

Pues ¡ q u é ! ¿ d i r á s
Que es e n g a ñ o ?

DON DIEGO.

Sí.

ENCINAS.

E n los reyes
La palabra es ley.

DON DIEGO.

No liay ley,
Encinas, que obligue al rey,
Porque es autor de las leyes.

ENCINAS.

Cuando en público se obliga,


Empeña su autoridad.
TOMO I.
GANAR AMIGOS.

Resuelto estoy. ¡Libertad!


¡Libertad! [Hace que se desnuda.]

DON DIEGO.

¡ Suerte enemiga!
¡ Mirad de q u i é n m e h e fiado!
¡ Muera y o , p u e s q u e indiscreto
Quise fiar mi secreto!

ENCINAS.

Lindamente la h a s tragado.

DON DIEGO.

¿ Qué dices?

ENCINAS.

T u confianza
Probé c o n este picón.

DON DIEGO.

Muy pesadas burlas s o n ;


Pero n u n c a t u m u d a n z a
Creí del todo.

ENCINAS.

Señor,
Tienen los pobres criados
Opinión de interesados,
De poco peso y valor.
¡Pese á quien lo piensa! ¿ a n d a m o s
De cabeza los sirvientes?
¿Tienen almas diferentes
GANAR AMIGOS.

E n especie nuestros amos?


Muchos criados ¿ no h a n sido
Tan nobles como sus dueños ?
El ser grandes ó p e q u e ñ o s ,
El servir ó ser servido f

En más ó menos riqueza


Consisto sin duda a l g u n a ,
Y es distancia de fortuna ,
Que n o de naturaleza.
Por esto me cansa el ver
E n la coinedia afrentados
Siempre á los pobres criados
Siempre h u i r , siempre temer
— Y por Dios que ha visto Encinas
En m á s de cuatro ocasiones
Muchos criados Icones
Y muchos amos gallinas.

DON DIEGO.

Bien dices. Yete con Dios,


Y más peligro n o esperes.

ENCINAS.

Adiós; que donde m u r i e r e s


Hemos de m o r i r los dos. [Terse O. Diego.]
Hoy h a n de ser restaurados
E n s u opinión, p o r m i fé,
Los q u e s i r v e n ; h o y seré
Un Pelayo de criados.
420 GANAR AMIGOS.

ESCENA IX.

INÉS con manto; Y DON FERNANDO. ENCINAS.

INÉS.

Oye, hermano.

ENCINAS. [Ajh]

(¡Pese á mí.)
Inés y F e r n a n d o son.

INÉS.

Tenga.

DON FERNANDO.

Escuche. ¿Qué pregón


Es el orne se ha dado acruí?
Que importa sabello.

INÉS.

El es
Sordo, ó tonto.

ENCINAS. [Ap]

¡ Que h a y a sido
T a n ' d e s d i c h a d o ! Perdido
S o y , si me conoce Inés.
GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO. [Ap.]

El cielo en él retrató
Á Encinas.

ENCINAS. [Af.)

Aquesto es hecho.

INÉS. [Ap.]

Otra v e z , según sospecho,


Esta cara h e visto y o .

ENCINAS. [Ap.]

Acabóse: el mismo diablo


Los trajo aquí. Deste modo
Me escaparé; que del todo
Me h a n de conocer, sí hablo.
[Rácese cruces y vase.]

ESCENA X.

INÉS. DON FERNANDO.

DON FERNANDO.

Tenga.

INÉS.

Aguarde.

DON FERNANDO.

Tentación
Debes de darle sin duda ,
GANAR AMIGOS.

P u e s , hace la lengua m u d a ,
Cruces e n el corazón.

INÉS.

¿Yo tentación?

DON FERNANDO.

Juraría
Que e r a Encinas.

INÉS.

Yo también.

DON FERNANDO.

Alas á s e r i o , y o sé bien
Que n o se m e encubriría.

INÉS.

Otro n o s informará.

DON FERNANDO.

Prosigue.

INÉS.

Hanle a c u m u l a d o ,
Á la fuerza, q u e ha m a n d a d o
Matar su h e r m a n o , y está
Probado ya , q u e escondió
El mismo al fiero homicida:
GANAR AMIGOS.

Y a ú n dicen m á s ; q u e la vida
Al matador le quitó
Para cncubrillo.

DON FERNANDO.

¡Qué e n g a ñ o !

INÉS.

Apretado está el Marqués:


Don Pedro d e Luna es
Quien le ha hecho lodo el daño
Por ser su competidor
En privanza.

DON FERNANDO.

¿No fué ya
Á Granada ?
INÉS.

Ya estará
Dando á los moros teuior.

DON FERNANDO.

¡ Qué notables exlrañezas


Me cuentas!
INÉS.

¿ Dónde has estado


Que esto ignoras?

DON FERNANDO.

Retirado
Me lian tenido mis tristezas.
GANAR AMIGOS.

INÉS.

Si las h a causado F l o r ,
Muda intento por tu vida ;
Que el Marqués, a u n q u e la olvida ,
Es quien la abrasa de amor.

DON FERNANDO.

Hasta agora pensé y o


Que era su h e r m a n o el a m a n t e
De Flor.

INÉS.

Causa bastante
Su m u e r t e á ese y e r r o dio :
Y adiós; q u e el tiempo n o es m i ó ,
Con las desdichas q u e ves.

DON FERNANDO.

Lo q u e e n mí h a s tenido Inést

Tendrás siempre.

INÉS.

A s i l o fío. [ Vase.]

ESCENA XI.

DON FERNANDO.
¿ Qué hemos de h a c e r , corazón ,
En u n t a n confuso estado ?
El q u e la vida me h a d a d o ,
Por m i culpa está e n prisión.
GANAR AMIGOS. ' 425

Á Flora perdí por é l ;


Mas él ¿ en que me ofendió,
Si mi afición ignoró?
Palabra de amigo fiel
Le di y me dio, y ha cumplido
Él la s u y a : pues mi vida
Será primero p e r d i d a ,
Que yo en amistad vencido. [ Vase.

Salón de palacio.

ESCENA XII.

EL REY Y UN SECRETARIO.

REY.

Esto es justicia.

SECRETARIO.

Señor,
Por indicios solamente .
¿Ha de morir u n pariente
Yuestro, de tanto valor?

REY.

No os dé necia confianza
Ser sus delitos dudosos,
Que contra los poderosos
Los ÍDÚÍCÍOS son p r o b a n z a .
Contra el Marqués, ¿ q u é testigo
426 GANA 11 AMIGOS.

Queréis vos que se declaro,


Sin q u e el temor le r e p a r e
De tan valiente enemigo?
F u e r a de q u e , muchos son
Los indicios y v e h e m e n t e s ;
Y estos dos son accidentes
Que hacen plena información.
P r u é b a s e , que el mismo dia
Á doña Ana visitó;
Que á su gente repartió
Dineros cuando salía.
La cadena que al criado
Á abrir obligó la p u e r t a ,
Era s u y a , cosa es cierta:
Tres testigos lo h a n j u r a d o .
Demás desto, 1c condena
La pública voz y fama;
Tirano el vulgo le llama ,
Y á voces pide su p e n a ;
Que p o r m á s justo q u e s e a ,
Siempre aborrece, al p r i v a d o ,
Y como ocasión h a h a l l a d o ,
Hace ley lo q u e desea.
Juzgad agora si quiero
Con razón y causa u r g e n t e ,
Castigar u n delincuente
Y aquietar u n reino entero.
(Ap. Para aclarar la verdad
Conviene tanto r i g o r ,
Y h o y la experiencia m a y o r
Tengo d e hacer.) Escuchad.
[ Habla al oido al secretario, \
GANAR AMIGOS. 427

ESCENA XIII.
DON PEDRO Y SOLDADOS, con banderas moriscas,
arrastrando á son de cajas. EL REY,

DON PEDRO.

Vuestra majestad me dé
Sus pies.

REY.

Don Pedro de L u n a ,
¿Qué es esto?

DON PEDRO.

Que h o y la fortuna
Africana os besa el pié.
Supo el moro de Granada
La m u e r t e del general
Don Miguel; mas por su mal
Se le encubrió mi llegada
Al campo, q u e sin cabeza
Juzgó e n g a ñ a d o : embistió
Animoso; m a s vencié
Brevemente vuestra alteza.
Vuestra es Granada y su t i e r r a ;
Y así yo á serviros vengo
En la p a z , p o r q u e n o tengo
Que hacer agora en la guerra.

REY.

Servicio tan excesivo


En extremo me ha obligado:
GANAR AMIGOS.

Y así con igual cuidado .


Á premiaros me apercibo;
Y por justo galardón
De la Vitoria que gano
Hoy por vos , os doy la m a n o
De doña Inés de Aragón.

DON PEDBO.

Es el premio sin medida,

BEY,

Lo que en dote quiero daros


No m e n o s ha de alegraros.

DON P E D R O .

Ya lo espero.

BEY.

Es vuestra vida.

DON PEDBO.

¡Mi vida! ¿ C ó m o , s e ñ o r ?

BEY.

Id al m a r q u é s d o n F a d r i q u e ,
Y decidle q u e os explique
Su piedad y vuestro error.

DON PEDRO.

Yos ¿ n o podéis declarallo ?


GANAR AMIGOS. 429

REV.

Tanto á castigar m e incito,


Que s é , si n o m b r o el delito,
Que no podré perdonallo.

DON PEDRO.

El Marqués n o lo d i r á ,
Si fué entre los dos secreto,
Sin u n firmado decreto.

REY.

Este sello lo será ; [ Dale una sortija. ]


Y hoy conoceréis la fé
De quien liabeis perseguido.

DON PEDRO [Ap.]

El rey sin duda ha sabido


Que el palacio quebranté. [ Vanse.)

Sala en casa de Doña Flor.

ESCENA XIV.

DON FERNANDO. DOÑA FLOR.

DON FERNANDO.

Yo s é , hermosa doña F l o r ,
Que al Marqués tu pecho adora ;
No vengo á quejarme agora
430 GANAR AMIGOS.

De tu m u d a n z a y su a m o r ;
Que la desesperación
Ha dado m u e r t e al cuidado.

DOÑA FLOR.

Nunca m á s rayos ha dado


De su luz tu discreción.

DON FERNANDO.

Solo vengo á q u e me des


Relajación del secreto
Que te ofrecí, y te prometo
Darte libre á t u Marqués.

DOÑA FLOR.

Pues cuando puedas librallc


De la m u e r t e de su h e r m a n o
Que le i m p u t a n , ¿ n o está llano
Que es imposible excusalle
La q u e e s p e r a , condenado
Á ella y a p o r el exceso
De la fuerza?

DON FERNANDO.

F l o r , en eso
Deja el cargo á mi cuidado.

DOÑA FLOR.

Si la libertad así
Ha de conseguir, supuesto
GANAR AMIGOS.

Que n u n c a el favor honesto


Cuando te quise excedí,
Y que solo te encargué
Que el amor nuestro callases ,
Porque al Marqués n o estorbases
Que la mano q u e esperé
Me diese, y ya lo h a sabido,
No h a y en ello qué p e r d e r :
Y así, puedes ya r o m p e r
El secreto prometido.

DON FERNANDO.

Yo aceto la permisión ;
Que h o y pienso al m u n d o m o s t r a r
De qué modo lian de pagar
Los nobles su obligación.

DOÑA FLOR.

Bien ves si cumplo la m i a ,


Pues que pudiendo librallo
Con h a b l a r , padezco y callo
Por la que yo te tenia.
Líbrale, y me pagarás
Lo que m e debes e n esto.

DON FERNANDO.

De agradecido m u y presto
La prueba mayor verás. [Vaso Doña Flor.
432 GANAR AMIGOS.

ESCENA XV.

DON DIEGO. DON FERNANDO.

DON DIEGO.

(Ap. ¡ Encinas preso ! Yo soy


P e r d i d o , confesará
Sin duda ) Mas aquí está
Don F e r n a n d o de Godoy.

DON FERNANDO.

Con diligencia os b u s c a b a ,
Señor don Diego.

DON DIEGO.

¿Hay en qué
Os sirva ?

DON FERNANDO.

O i d , y os diré
La ocasión q u e m e obligaba.
Vos n o debéis ignorar
Del Marqués el triste estado.

DON DIEGO.

No.

DON FERNANDO.

Pues la vida me ha d a d o ,
Y la vida le h e de dar.
GANAR AMIGOS.

DON DIEGO.

Es justa correspondencia.
Pero y o , ¿ q u é parle soy
En esto?

DON TURNANDO.

Tnrornuido estoy
Que el revocar la sentencia ,
Que á muerte le ha condenado
Por la fuerza, está n o más
De en probarse , que jamás
Encinas fué su criado.
Á mí me consta, que el dia
Que el delito sucedió
Á que Encinas a y u d ó ,
A vos, don Diego, os servia ,
Y me consta que habéis sido
Ciego amante de doña Ana ;
Y así eá congo tura llana
Que v o s lo habéis cometido.

DON DIEGO.

Quien dijere

DON FERNANDO.

Detened
El arrojado furor,
Y para prueba m a y o r
De lo que digo, sabed
Toan I.
43 i GANAR AMIGOS.

Que yo por uiis ojos vi


Hablar á vuestro criado
En hábito disfrazado
Con vos m i s m o ; y a u n q u e allí
Con el disfraz m e e n g a ñ ó ,
P o r q u e n o estaba advertido
Del caso, haberlo sabido
Del e n g a ñ o me sacó.
Mirad lo q u e habéis de h a c e r ,
Sin fiaros del s e c r e t o ,
P o r q u e el Marqués e n efeto
P o r vos n o h a d e p a d e c e r ;
Y m á s c u a n d o y a ocultar
No es posible vuestro exceso,
Pues está ya Encinas p r e s o ,
Y al fin lo h a d e confesar.

DON DIEGO. [Ap.]

¿ Q u é h e d e h a c e r ? La culpa es grave :
Noble y m u j e r la ofendida:
Justiciero el r e y Perdida
Miro esta mísera nave ,
E n t r e fieras tempestades
É inevitables bajíos.
¡Oh terribles desvarios
De amorosas ceguedades!

DON FERNANDO.

Don Diego ¿ q u é os detenéis


En discursos sin provecbo?
GANAR AMIGOS.

Disponed el noble pecho


Que tan sin remedio veis,
Haciendo en esta ocasión
Virtud la necesidad,
Á u n a bizarra piedad
Que os dé inmortal opinión.

DON DIIÍGO.

¿ Cómo ?

DON FERNANDO.

Si os sentís c u l p a d o ,
Pues encubrillo queréis
En vano , cuando sabéis
Que h a n preso á vuestro criado ,
Antes que él v e n g a , haced vos
Lo que y o , y en las historias
Borraremos las memorias
De ajena faina los dos.

DON DIEGO.

¿ Que lo que vos haga ?

DON FERNANDO.

Sí.

DON DIEGO.

Empezadlo á disponer;
Que v o s , ¿ q u é podéis hacer
Que no me esté bien á mí ?
Í3G GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO.

Pues venid conmigo.

DON DIEGO.

Voy.

(-ip. La fuerza h a r é voluntad.)

DON FERNANDO.

De agradecida amistad
Claro ejemplo al m u n d o soy. [I'anse.]

Sala rm la cárcel donde osla preso el'Marques.

ESCENA XVI.

EL REY Y EL SECRETARIO, á una ventana


ó mirador, que da á la prisión.

SECRETARIO.

Don Pedro entró á visitar


Agora al M a r q u é s , señor.

REY.

Deste oculto mirador


Á los dos quiero escuchar.
Vos haced lo que ordené.
GANAR AMIGOS. 437

SECRETARIO.
Voy al punto. [l'tise.l
REY.

La experiencia
De la culpa ó la inocencia
Del Marqués, con esto h a r é .

ESCENA XVII.

EL MARQUÉS. DON PEDRO. EL RUY,


ooulto en el mirador.

MARQUÉS.

Pues el sello me enseñáis


De su alteza , su decreto
Obedezco, y el secreto
Os diré que preguntáis.
Supo el Rey que d e s l e a l ,
Don P e d r o , en la noche obscura
Quebrantasteis la clausura
De su palacio r e a l ;
Y por causas que advirtió
(Ap. Estas no pienso decille;
Que n o es justo descubrille
Que su majestad t e m i ó ) ,
Determinó su rigor
Daros la m u e r t e en secreto :
Y a s í , cometió el cfeto
De su intento á mi valor.
Mas y o , vuestro (irme a m i g o ,
Piadoso empecé á trazar
Medios para dilatar,
GANAR AMIGOS.

Hasta evitar el castigo.


Dios, q u e ayuda liberal
La bien fundada intención ,
Quiso entonces que el bastón
Vacase de g e n e r a l ,
P o r q u e m ¡ amistad fiel,
Venciendo la voluntad
Vuestra y de su.majestad,
Os diese la vida en él.

DON PEDRO.

Basta: no queráis que el pecho


Me r o m p a el dolor extra fio,
Antes que remedie el d a ñ o ,
Que sin razón os h e hecho.
Marqués , quitadme la vida
Que engañada os ha ofendido,
Y como víbora ha sido
De quien se la d a , homicida.
P e r d o n a d m e , ¡ejemplo raro
De valor y de piedad!
¡Símbolo de la amistad!
De nobleza espejo claro.
¡Gloria del n o m b r e español!.
P e r d o n a d m e ; que pensandb
Que vuestro p e c h o , envidiando
Yerme tan cerca del sol
Gozar de los r a y o s bellos
De su favor y p r i v a n z a ,
Maquinaba m i m u d a n z a
Cuando me apartaba dellos,
Os h e perseguido: tal
(iÀN'Ali AMHJOS. №
Es de la envidia el r i g o r ,
Que della a u n solo el temor
Es bastante á tanto mal.

ESCENA XVIII.
DON FERNANDO. DON DIEGO. DOÑA FLOR , con
manto. EL MARQUÉS. DON PEDRO. EL REY,
en el mirador,

DON FERNANDO.

Esperad; que hablando están


Él y don Pedro de Luna. [Qukluse á la ¡ntertu.)

DON PEDRO.

Mas ni tiempo ni fortuna


De vos, M a r q u é s , t r i u n f a r á n ,
Si yo puedo. Condenado
Estáis á m u e r t e , severo
Rigor del rey justiciero;
Vos la vida me habéis dado ;
Á vos os debo el bastón
Y la alcanzada V i t o r i a ,
Y por vos llego á la gloria
De doña Inés de A r a g ó n :
La vida y la libertad
He d e daros.
MARQUÉS.

Para hacello,
¿Qué imagináis?
DON P E D R O .

Pues el sello
h ÍO GANA 11 AMIGOS.

Tengo de su majestad ,
Sacaros de la prisión
Quiero con é l , y q u e d a r
Yo e n ella para mostrar
Que es amistad, no t r a i c i ó n ,
Por quien cometer ordeno
Tal e r r o r contra su alteza.

BEV. [Ap.]

Agradezco la fineza ,
Si la doslealtad condeno.

DON I'EDRO.

¿ Q u é decís?

MAKQLUÍS.

Que ese ha do ser


Mayor daño de los d o s ;
Que si quedáis preso v o s ,
Yo, d o n P e d r o , ¿ q u é h e de hacer
Sino á la misma prisión
Yol verme para libraros ?
Pues de otra suerte pagaros
No podré esta obligación.
Demás q u e , estoy confiado
De que al fin ha de librarme
Mi inocencia; y ausentarme
lis confesarme culpado.
GANAR AMIGOS.

DON PEDRO.

No es sino el golpe evitar


Que tan cerca os amenaza.

MARQUÉS.

Pues decidme v o s , ¿ q u é (raza


Del rey m e p u e d e librar ?
¿ No ha d e volver á p r e n d e r m e .
Y desta culpa tendréis
La p e n a , sin que logréis •
El fin de favorecerme ? ,

DON PEDRO.

¿Pues no h a y , m a r q u é s don F a d r i q u c ,
Otros reinos ? Y está claro
Que alegre os d a r á su a m p a r o
El infante don E n r i q u e .

MARQUÉS.

Don P e d r o , ¡ n o q u i e r a el cielo ,
Cuando está toda la tierra
Ardiendo en continua g u e r r a ,
Que yo v a y a á d a r recelo
Y duda de m i lealtad,
Por h u i r cierto castigo ,
Buscando en reino enemigo
De mi r e y , la libertad!
No: m u y m a l lo habéis m i r a d o ;
Que m e n o r inconveniente
Será morir inocente
Que vivir mal opinado.
GANAR AMIGOS.

REY. [Ap.]
¡ G r a n valor!

DON PEDRO.

¿ Q u é h a r é i s , supuesto
Que h o y , si el mal n o se remedia,
Vuestra mísera tragedia
Verá el teatro funesto ?

MARQUÉS.

¿ Q u é ? Morir, si castigar
Sufre el cielo la inocencia.

ESCENA XIX.
EL SECRETARIO Y DOÑA ANA , con manto. EL
MARQUÉS. DON PEDRO. DON FERNANDO. DON
DIEGO Y DOÑA FLOR, á una puerta; EL REY
en el mirador.

SECRETARIO.

Mostrad , M a r q u é s , la paciencia
Que el valor suele a d o r n a r ;
Que al p u n t o m a n d a su alteza
Q u e , pues vuestra culpa es l l a n a ,
Le deis la m a n o á doña Ana ,
Y al verdugo la cabeza.

REY. [Ap.]
Si resiste al casamiento
Á vista ya de la m u e r t e ,
De su inocencia me advierte.
GANAR AMIGOS.

MARQUÉS.

Morir sin casarme i n t e n t o :


Llegue el verdugo i n h u m a n o
Á ser mi fiero h o m i c i d a ;
Que al cielo debo la v i d a ,
Mas no á doña Ana la m a n o .

DOÑA A S A .

I Hay tal maldad!

SECRETARIO.

Del suplicio
Ya los ministros aguardan.

MARQUÉS.

P u e s , secretario, ¿ q u é tardan ?
Vamos: haced vuestro oficio.
[Adelántame D. Pedro y D, Fernanda.]

DON PEDRO.

Aguardad.

DON FERNANDO.

¡ No quiera Dios
Que padezca u n inocente!

DON DIEGO.

i Muera solo el delincuente !


444 GANAR AMIGOS.

SIÍCRETARO.

Pues ¿ q u i é n lo ha sido?

DON FERNANDO Y DON DIEGO.

Los dos.

DON DIEGO.

Yo ciego, loco, abrasado ,


F u i , doña A n a , el robador
Oculto de vuestro honor.
Encinas fué mi criado ,
No del M a r q u é s ; bien lo sabe
Don F e r n a n d o de Godoy
Y Flora.

DON FERNANDO.

Testigo soy.

DOÑA FLOR.

Yo también.

. DON FERNANDO.

Y p o r q u e acabe
Esta ciega confusión,
Yo á Encinas di la c a d e n a ,
Por quien al Marqués condena
La v e h e m e n t e p r e s u n c i ó n ;
Que el Marqués me la dio a mí
La noche que yo á su h e r m a n o
Maté; que fué tan h u m a n o
Cuanto yo i n h u m a n o fui;
GANAR AMIGOS.

Pues n o solo perdono


La ofensa, pero piadoso,
Magnánimo y g e n e r o s o ,
Del peligro m e sacó ;
Y tal su valor h a sido,
Que el cuchillo ya p r e s e n t e ,
Antes m o r i r inocente
Que c o n d e n a r m e , ha q u e r i d o .
Tanto le debo ; y así
Me acuso yo por pagarle
•Muriendo por é l , y darle
La vida que él m e dio á mí.
Yo maté á su h e r m a n o , y o ;
Y la malicia h a mentido
Cuando informar ha querido
De que el Marqués lo o r d e n ó :
Yo le m a t é ; culpa es mía ,
Porque me quiso agraviar ,
Echándome del lugar
Que en la v e n t a n a tenia
De doña F l o r , á quien sigo
Tres años há firmemente,
Si mal pagado : presente
Esta solo á ser testigo.
Decildo, Flor.

DOÑA FLOR.

Esta es
La verdad.

DON FERNANDO.

Pues confesamos,
GANAR AMIGOS.

Los dos culpados m u r a m o s ,

Y n o sin culpa el Marqués.


SECRETA n i O. [Ap.]
¡ Gran v a l o r !

REY. [Ap.]
Notable hazaña.

DON PEDRO.
Libre estáis, Marqués.

MARQUÉS.

N o estoy.
A g o r a , d o n Pedro , s o y
Con fineza tan extraña
Más p r e s o ; q u e a n t e s lo era
Del c u e r p o , y del alma y a ,
Que es n o b l e ; y antes dará
Mil v i d a s , q u e consintiera
Que den la m u e r t o á los d o s ,
Que por m í la vida ofrecen,

DON PEDRO.
Ellos c o n razón padecen ,
Y. estáis inocente v o s .

MARQUÉS.
Y o , don Pedro , solo v e o
Que por mí se h a n ofrecido :
Esta deuda h e c o n o c i d o ,
Y esta pagarles deseo.
GANAR AMIGOS.

DON FERNANDO.

Los dos s o m o s los culpados.

DON DIEGO.

El q u e d e l i n q u i ó padezca.

REY. [Ap.]

. De mi justicia a m a n e z c a '
El sol e n t r e estos n u b l a d o s . [Vase del mirador.]

ESCENA XX.

EL SECRETARIO. DOÑA ANA. EL MARQUÉS.


DON PEDRO. DON FERNANDO. DON DIEGO
Y DOÑA FLOR.

DOÑA FLOR.

;Qué p e n a !

DOÑA ANA.

¡Qué confusión!

DON FERNANDO.

S e ñ o r s e c r e t a r i o . dad
Noticia a s u majestad
D e esta n u e v a dilación ,
Y él e n todo ordenará
Lo q u e importe.

MARQUÉS.

Deteneos.
(¡ANAR.AMIGOS.

SECRETARIO.

Señor M a r q u é s , resolveos;
Que se pasa el plazo ya
Que para la ejecución
Señaló su majestad.

DON PEDRO.

Yo v o y á hablarle.

ESCENA XXI.

EL REY. DICHOS.

REY.

Aguardad.

SECRETARIO.

El rey.
DON PEDRO.

Haced relación,
Secretario, deste caso.

REY.

Á lodo h e estado presento.

DON PEDRO.

Sol de E s p a ñ a , cuyo oriente


No teme el obscuro ocaso,
Vuestra grandeza m o s t r a d :
GANAR AMIGOS. 449

Ó on el público teatro
Dad la m u e r t e á todos cuatro ,
Ó á todos los perdonad.

VOCES. [Dentro.]

Entrad.

REY.

¿ Qué es esto ?

ESCENA XXII.

Dos GUARDIAS. con ENCINAS, en hábito de donado.


DICHOS.

UN GUARDIA.

Este es
Juan de E n c i n a s , el criado
Que p r e n d e r habéis m a n d a d o
Por el caso del Marqués.
Ó está loco ó finge estallo;
Que desde q u e le p r e n d i m o s ,
Sólo á cuanto le decimos
Nos da por respuesta: Callo.

DON DIEGO.

Yo estoy de tu lealtad ,
Encinas, bien satisfecho;
Mas y a niegas sin provecho :
Decir ( H i e d e s la v e r d a d .
TOMO I. id
Í50 GANAR AMIGOS.

Supuesto que y a mi e r r o r
He confesado.

ENCINAS.

Con eso
Yo t a m b i é n , s e ñ o r , confieso
Que es don Diego quien su honor
Le robó á doña A n a , y y o
Quien fingiendo ser criado
Del M a r q u é s , por su m a n d a d o
Los de su casa engañó.

DON FERNANDO.

Di lo q u e sabes de Flor
Y de mí.

ENCINAS.

Su a m a n t e has sido
Tres a ñ o s , y n o h a tenido
Más que esperanza tu amor.

DON P E D R O .

Así está ya ia verdad


Bien clara, señor; pues vas
Las disculpas de los tres ,
Muestra en ellos tu piedad.

DOÑA FLOR.

P e r d o n a , amiga, á mi h e r m a n o ;
Queda con h o n r a y casada,
Y n o sin ella y vengada.
GANAR AMIGOS.

DOÑA ANA.

S e ñ o r , dándome la m a n o
Don Diego , le doy perdón.

MARQUÉS.

Yo de la m u e r t e le doy
A don F e r n a n d o , pues soy
Parte formal desta acción.

REY.

Caballeros valerosos ,
De España gloria y h o n o r ,
En cuyos heroicos pechos
Cuatro espejos m i r a el s o l ,
De justiciero me p r e c i o ;
río h e d e serlo m e n o s h o y :
Justicia tengo de h a c e r ,
Y premiar vuestro Valor.
Al que es único en u n a r t e
Ulii á las g e n t e s , dio
La l e y , de cualquier delito,
Por u n a vez r e m i s i ó n ;
Que el derecho p r e v e n i d o
Más conveniente j u z g ó
Conservar el bien de m u c h o s ,
Que castigar u n e r r o r .
De vosotros p u e s cualquiera
Es tan único en v a l o r ,
Que niega á los mismos ojos
Crédito la admiración.
Pues ¿cuál arte puede dar
452 GANAR AMIGOS.

Á u n reino fruto m a y o r
Que el v a l o r , pues por los c u a t r o
Miro ya en mi sujeción
Las cuatro partes del m u n d o ?
Luego bien p r u e b o q u e os doy
La libertad por d e r e c h o ,
Y por justicia el p e r d ó n .

MARQUÉS.

Dilate el cielo t u imperio.

DON FERNANDO.

Des á la envidia temor.

DON P E D R O .

Celebre el tiempo tu n o m b r e .

DON DIEGO.

Y la fama t u opinión.

REY.

Dad pues la m a n o de esposo,


Don Diego á doña A n a ; y vos
Escoged esposo, Flora ;
Que la perdida opinión
Es justicia restauraros.

DOÑA FLOR.

El Marqués la causa dio


Á q u e en mi fama tocase
El vulgo m u r m u r a d o r ;
Que ¿ quien con poder pretende .
GANAR AMIGOS.

Le juzga en la posesión :
Y así él es solo quien pueJe
Y debe ilustrar mi honor.

MARQUÉS.

Por pagar así á don Diego,


Vuestro hermano, que ofreció
Su vida por darme vida,
Sin eso os ia diera, Flor.

ENCINAS.

Y á mí ¿me alcanza la ley


De lo del arte y valor ?

REY.

Por ser único en lealtad


Perdón merece tu error.

ENCINAS.

Y pues solo por serviros


Se ha desvelado el autor,
Siendo nobles, por justicia ,
Os puede pedir perdón.
GANAR AMIGOS.

El que funde la belleza dramática en la verosimilitud, y


la verosimilitud, en la conformidad de los hechos humanos á
las leyes de la razón pura, condene desde luego este drama,
ó mejor dicho, todo el teatro español antiguo, que solo pre-
sentará á su criterio engendros y monstruos, destituidos de
toda regularidad y merecimiento. Afortunadamente son ya
pocos los prohibicionistas, que no permitan la entrada á solo
un género literario. La crítica cada vez más esclarecida y
discreta conoce mejor los factores permanentes del gusto, y
todas las formas legítimas de la bella producción literaria,
considerablemente multiplicadas, con haberle abierto las dos
vias, de realizar lo ideal, y de idealizar lo real; y con ha-
berse proclamado, que en la poesía hay tanta verdad como
en la historia, y que la verdad histórica, para ser poética,
necesita ser verosímil,
Al tenor de estos principios, que no nos cumple desenvol-
ver ni comprobar aquí, ha do juzgarse la presente comedia,
que hemos llamado drama, por ser los sentimientos, más bien
que las costumbres, el alma de toda su vitalidad.
El caballerismo y el agradecimiento, el amor y la amistad
o engendran, sostienen, complican y desenlazan, formando
una galería de figuras, á cual más interesantes y perfectas,
dentro de su particular atributo, y según el plano y térmi-
nos en que les cumple funcionar. Pero la que entro todas
descuella nobilísima, heroica, ideal, es la del Marqués á quiun
GANAR AMIGOS.

D. Fernando de Godoy, perseguido y acosado p o r la justicia


encuentra y le dice :

DON FERNANDO.

Los dos solos, desnudamos


Cuerpo á cuerpo las espadas,
Y el otro fué el desdichado.

MARQUÉS.

Siendo asi, yo os libraré.

E n t r e hidalgos, estas palabras equivalen para el «no á d e -


claración j u r a d a : para el otro, á inviolable compromiso.
Ahora b i e n : el muerto es hermano menor y único del M a r -
qués, que le sirve de p a d r e en el amor y en el cuidado: y la
causa de la m u e r t e fué el h a b e r querido impedir á D. F e r -
nando, que hablase con doña Flor á la ventana. E s decir, que
además era rival amoroso del Marqués. Convengamos en
que responden á estas posiciones, con la hidalguía, entereza y
dignidad á que vienen dramáticamente tenidos. E n aquella
lucha, emprendida entre las obligaciones del favorecido y los
derechos del favorecedor, complicada con una m u e r t e , un
a m o r y unos celos, no cabia mostrar m a y o r altivez que la que
muestra el p r i m e r o , cuando estaba más comprometido; ni
se ha visto cristiana longanimidad semejante á la del segundo,
cuando m á s en su poder tenia á quien le agraviaba, ni valor
parecido en ambos.
Recordemos que el Marqués pregunta á D . Fernando, cosa
bien natural, quién es y qué historia con Doña Flor fué la que
dio origen al trágico lance ocurrido al pié de su ventana.
Reclamando entonces D. F e r n a n d o la libertad incondicio-
nal que le ha p r o m e t i d o , se niega á satisfacer su curiosidad,
observándole, que aquellas preguntas hechas antes d e p o n e r l e
en salvo, semejan condiciones, y que no habiéndosele impuesto
de antemano, no está en el caso de atenderlas. Rácele fuerza al
Marqués este razonamiento y cede : pónele en seguridad, le
da unas cadenas de oro (por no llevar encima, á la sazón
OANAU AMICUS. 457

dinero) para que se socorra: y luego que ha cumplido su


palabra con exceso, según él mismo dice, y con suma deli-
cadeza, añadiremos nosotros, vuelve á sus primeras pregun-
tas , y D. Fernando á sus anteriores negativas.
Cediendo al cabo á las reiteradas instancias del Marqués
le declara su nombre: pero le oculta el de Doña Flor, que
con igual empeño pretende aquel averiguar.
Á consecuencia de esta terca ocultación, vienen á las ma-
nos: cae debajo D. Fernando, y acosado con nueva insisten-
cia para que le descubra, dice:

DON FERNANDO.

Resuelto á callar estoy.

MARQUÉS,

¿ Que os resolvéis en efeto


Si con la muerte os obligo,
A no decirlo?

DON FERNANDO.

Conmigo
Ha de morir mi secreto.

No podía hacerse mayor sacrificio, ni llevar más allá el


miramiento á la reputación de una señora.
El Marqués dá cumplimiento á su palabra d e no descubrir
á D. Fernando, como matador de su hermano, hasta un extre-
mo, que debería sorprendernos, si no hubiésemos anunciado
desde luego el idealismo á que se remontan las virtudes que
aparecen en esta obra. No puede en efecto pasar d e donde
llega al decir al rey :

MARQUÉS.

Hasta agora se ha ignorado


El homicida; mas y o ,
Puesto que ya sucedió
El daño, y está probado
458 GANAR AMIGOS.

Que desnudaron los dos


Los aceros, mano á mano,
Y dar á mi triste hermano
MODOS dicha quiso Dios ,
Solo me holgara, señor.
Que el agresor pareciera
Para que á vos os sirviera
Un hombre de tal valor.

Pero la nobleza del Marques y su bondad no se muestran


solo para con D. Fernando de Godoy. Noticioso el rey de
que D. Pedro de Luna tenia en palacio relaciones amorosas,
por las que merecía pena de la v i d a , comete al Marqués la
ejecución breve y secreta de esta sentencia. No permitiéndole
su lealtad contradecirle, ni su virtud obedecerle, busca al de
Luna, le propone ir á mandar una expedición: este lo inter-
preta por celos: se niega y le mira en adelante como enemigo:
el cual, sin embargo, era su principal favorecedor y más ce-
loso abogado.
He aquí algunas facciones, no la gran figura del Marqués
desprendida del cuadro. Por una serie de enredos y conspi-
raciones, se v e decaído d e la real gracia, preso y condenado
á muerte, por supuesta violación de Doña Ana, que le acusa
ante el rey. Apurados los reveses de la suerte, principia á
cojer el fruto de lo que habia sembrado. Sabida su desgracia,
á que todos involuntariamente han contribuido, principia el
desenlace, ostentando cada uno tan altas virtudes, como m e -
recía la nobleza y generosidad del que con su propio ejemplo,
se las habia enseSado. D. Fernando y D. Diego, después de
confesar la verdad que respectivamente les Locaba, se ofre-
cen á morir por él. D. Pedro de Luna le propone fugarse,
quedándose él preso en su lugar. Por cierto que no se dá ma-
yor lealtad y patriotismo que los del Marqués en su respuesta
á esta proposición. Dice:

Don Pedro, jno quiera el cielo,


Cuando está toda ta tierra
Ardiendo en continua guerra,
CANAH AMIGOS.

Que yo vaya á ciar recelo


Y duda de mi lealtad,
Por huir cierto castigo,
Buscando en reino enemigo
De mi r e y , la libertad!
N o : muy mal lo habéis mirado:
Que menor inconveniente
Será morir inocente, ¿
Que vivir mal opinado.

Restablecida la verdad délos hechos, y juslilicado el Mar-


qués, devuélvele el rey su gracia y perdona á los demás, en
consideración á la virtud y abnegación de cada uno.
El teatro no ofrece composición dramática en que más
abunden los caracteres levantados: por eso hemos dicho,
desde un principio, que si el mérito ha de medirse por la ve-
rosimilitud, y la verosimilitud, por la realidad histórica, el
presente drama pertenecerá al mundo de las eternas aspira-
ciones del espíritu, no al mundo del cuerpo y de los sentidos.
Hasta dónde obligaba en los antiguos tiempos la palabra
de un caballero, difícilmente se pinta mejor que en la serie
de favores hechos por el Marqués á D. Fernando: la lirmeza
y extremo de la amistad, en la conducta de éste con aquél,
durante su desgracia; los sacrificios que el agradecimiento
sugiere á las almas bien nacidas, en D. Pedro de Luna: en
una palabra, tipos de virtud sobrehumana son los que ofrece
esta pieza de esos que refrigeran el alma y la manifiestan
en toda su excelencia y dignidad. Solo Doña Flor presenta
la parte flaca de la humanidad. E s mujer ligera y aun livia-
na, que aparentando amar en secreto á D. Fernando, para
que calle sus antiguas relaciones con ella, hace cara pública-
mente al Marqués, con quien aspira á casarse. Su proyecto
para la cita nocturna que le habia dado y que le'explica á su
hermano D. Diego, es indigno y bien impropio de quien dice
al principio que

Es el honor cristal puro,


Que se enturbia del aliento.
i 60 GANAP. AMIGOS.

Aquella explicación de lo que sabe, como testigo presencial


acerca de la muerte del hermano del Marqués, si bien es
oportuna y buena en consideración, á la marcha general del
drama, pues tanto lo que dice acerca del Marqués, como lo
que calla acerca de D. Fernando conducen al nudo y al inte-
rés, bajo el punto de vista déla forma, es mala; está llena de
un impropio y fastidioso lirismo que la alejau del punto á
que quiere y debe encaminarse: y dilata largamente y enfria
la contestación, que pretende y se ve forzada á dar.
Bajo el aspecto del fondo, es sobremanera censurable. Sin
duda que la moral y las costumbres eran á la sazón muy dis-
tintas de las nuestras. ¿Quién de nosotros, aunque no ejer-
cemos sobre nuestras hermanas el tiránico imperio que aque-
llos hermanos ejercían sobre las suyas, habría oido como
D. Diego, sin reprender, ¿qué digo sin reprender? sin ex-
trañar siquiera, los pormenores de aquella emboscada á que
con el reclamo de su cariño y con el cebo de su honra, ó por
mejor decir, de su deshonra que había de consumarse ante
testigos, se habia propuesto Doña Flor atraer al Marqués?
Ni hubieran osado decírnoslo á nosotros, ni habría consen-
tido el público ese medio de enamorar en una señora; y lo
que es más y mejor aún, ni entre nuestras mujeres habría,
á no descender á la hez de la sociedad, una que aspirase al
matrimonio, por tan vergonzosa y criminal artería.
La acción fecunda y compleja, pero clara y unida marcha
sin embarazo y acompasadamente al nudo que no cabe apre-
tar más: y se desata natural, fácil y ordenadamente, ofre-
ciendo todos los personajes, iacluso el criado Encinas, ejem-
plos de rara abnegación, según hemos dicho.
Ocioso es detenernos á encarecer la naturalidad del diá-
logo, la tersura de la versificación, y lo selecto y despejado
del lenguaje.
ÌNDICE
BE L A S COMEDIAS T JUICIOS CRÍTICOS DE ESTE TOMO.

PÍCISAS.

Carácter dramático do Alarcon v


Los pechos privilegiados *
Juicio crítico -•-
No hay mal que por bien n o venga V55
Juicio crítico
Ganar amigos 305
Juicio crítico
Esta obra, que consta de tres tomos, se vende en
el despacho de libros de la Academia Española, calle
de Valverde, número 2 6 , y en el de la Imprenta
Nacional, calle de Carretas, á 3 6 reales.

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