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TEMA 6.

-EL SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL

I.- CONCEPTO Y ESTRUCTURA ACTUAL DEL SISTEMA.

El Sistema de Seguridad Social es un Sistema organizado de protección social frente a


los riesgos o contingencias que pueden afectar a los trabajadores, dejándolos en una situación
de necesidad ya sea por defecto de renta o exceso de gastos. El Sistema otorga a las personas
comprendidas en su campo de aplicación, bien por realizar una actividad profesional, en la
modalidad contributiva, bien por cumplir los requisitos exigidos, en la modalidad no
contributiva, así como a los familiares o asimilados que tuvieran a su cargo, la protección
adecuada, siempre que las contingencias estén contempladas por la Ley.

La Seguridad Social es resultado de la evolución histórica:

 Primera fase: Los riesgos sociales se protegían por la familia, la Iglesia, las comunidades en
un sistema de beneficencia o asistencia social (Estado abstencionista).

 Segunda fase: Tras la Revolución Industrial y el posterior movimiento obrero se hace


evidente la intervención del Estado en las relaciones de trabajo. En este contexto, en
Alemania se instaura un sistema de protección de riesgos que se denomina “Sistema
Bismarckiano” (1883) basado en los “seguros sociales” que presenta las siguientes
características:

 Seguros obligatorios.
 Financiación tripartita (excepto A.T.).
 Gestión Pública.
 Delimitación legal del ámbito subjetivo de protección.
 Limitación legal del ámbito objetivo de cobertura.

 Tercera fase: Con el fin de la II Guerra Mundial en Europa se replantea el modelo de


protección de los riesgos sociales ampliando el ámbito social (Estado del Bienestar: Estado
intervencionista que reconoce por primera vez los derechos sociales). El diseño del sistema
de protección se funda en el Informe “Beveridge” (Inglaterra, 1941-1944). El sistema de
“Beveridge” tiene las siguientes características:

 Unificación de los Seguros Sociales: gestión centralizada.


 Universalización del ámbito subjetivo de protección.
 Generalización del ámbito objetivo de protección.
 Financiación tripartita: importancia creciente de la aportación estatal.
1.1. Regulación legal

1º) El art. 41 Constitución Española (CE): « Los poderes públicos mantendrán un régimen
público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y
prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de
desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.”

2º.) Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley General de Seguridad Social (TRLGSS).

1.2. Características.

1º.- Sistema público: el Estado es el que viene a cubrir las necesidades de los sujetos
necesitados de protección. El sistema público de Seguridad Social implica que ha de existir una
gestión por entes públicos, pero no excluye ni los seguros privados, ni colaboración por sujetos
privados.

2º.-Principio de Universalidad: el régimen ha de proteger a todos los ciudadanos que se


encuentren en situación de necesidad. Si bien dicha universalidad ha de interpretarse en
conexión con otros preceptos constitucionales que apuntan a la protección de contingencias
propias de aquellos trabajadores que han contribuido al sistema siendo el sistema profesional.

3º.-Principio de suficiencia, que exige que las prestaciones sean cuantitativamente adecuadas
a la situación de necesidad. Ello se traduce en que en el nivel contributivo las cuantías de las
prestaciones deben acercarse a las rentas salariales y en el asistencial a lo que se denomina
nivel mínimo de subsistencia.

4º.-Carácter mixto, conjuga prestaciones contributivas (para acceder a ellas es necesario haber
cotizado previamente) y no contributivas (para acceder a ellas no es necesario haber cotizado
previamente).

1.3.- Estructura actual del Sistema.

Existen dos niveles de protección:

En el nivel contributivo se va a proteger a aquellos sujetos que desarrollan ciertas actividades


profesionales, siempre y cuando hayan contribuido al sistema de Seguridad Social a través de
sus cotizaciones. Si el trabajador cumple con los requisitos para acceder a la prestación la
percibirá, independientemente de que esté o no en situación de necesidad.
En el nivel asistencial el ámbito de protección deja de ser estrictamente profesional, pudiendo
acceder a las prestaciones de Seguridad Social cualquier ciudadano que resida en España; con
independencia de que haya o no contribuido al sistema de la Seguridad Social; siempre y
cuando, se encuentre en situación de necesidad, situación que se objetiva por la carencia de
rentas económicas suficientes; es decir, para acceder a las mismas deben tener unas rentas o
ingresos inferiores a una cuantía mínima fijada por el legislador.

Dentro del nivel contributivo se encuentran diferentes Regímenes en función de las diferentes
condiciones profesionales de los beneficiarios (art 9 y 10 TRLGSS)

1º.Régimen General (R.G.), que incluye a los trabajadores por cuenta ajena y asimilados
comprendidos en el art 7.1 TRLGSS; es decir, se acude al concepto de trabajador del artículo
1.1 ET, cualquiera que sea el tipo de relación laboral

2º.Regímenes Especiales (RR.EE.), que se establecen para aquellas actividades profesionales


en las que, por su naturaleza, sus peculiares condiciones de tiempo y lugar, o por la índole de
sus procesos productivos, se hace necesario un tratamiento especial, para dispensar la
protección del Sistema.

Para evitar la generalización de los RR.EE. se han establecido diversos criterios:

 Homogeneización del sistema SS: artículo 10. 3 y 4 TRLGSS y D.A. 1ª TRLGSS.

 Integración en el R.G. o en otro Régimen Especial: artículo 10.5 TRLGSS.

Posteriormente se ha procedido a un proceso que fomenta la tendencia a la unidad del sistema


SS y desaparición de los RR.EE. (artículo 10.5 TRLGSS). El último paso lo ha dado la Ley
27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema de S.
Social (01-01-2012), que ha dejado el actual cuadro de Regímenes especiales en los que siguen:

a) Trabajadores por cuenta propia o autónomos.


b) Trabajadores del mar.
c) Funcionarios públicos, civiles y militares.
d) Estudiantes.
e) Los demás grupos que determine el Mº de Empleo y Seguridad Social por considerar
necesario su establecimiento.
II. CAMPO DE APLICACIÓN: SUJETOS PROTEGIDOS

A efectos de las prestaciones de MODALIDAD CONTRIBUTIVA, están incluidos dentro del


campo de aplicación del Sistema de la Seguridad Social, cualquiera que sea su sexo, estado civil
y profesión, los españoles que residan en España y los extranjeros que residan o se encuentren
legalmente en España, siempre que, en ambos supuestos, ejerzan su actividad en territorio
nacional y sean:

 Trabajadores por cuenta ajena:


 Trabajadores por cuenta propia o autónomos.
 Socios trabajadores de Cooperativas de Trabajo Asociado.
 Estudiantes.
 Funcionarios públicos, civiles y militares

A efectos de las prestaciones de MODALIDAD NO CONTRIBUTIVA, están incluidos en la


aplicación del Sistema de la Seguridad Social todos los españoles residentes en territorio
nacional y los extranjeros que residan legalmente en territorio español, en los términos
previstos en la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los
extranjeros en España y su integración social y, en su caso, en los tratados, convenios,
acuerdos o instrumentos internacionales aprobados, suscritos o ratificados al efecto.

Hay una serie de ampliaciones que le afectan y que suponen la inclusión de sujetos que no
realizan una actividad productiva y que se encuentran incluidos en la modalidad contributiva.
Así, en primer lugar, tenemos a los diferentes supuestos de alta asimilada, situación a la que
nos referiremos posteriormente; o también hay supuestos de trabajadores asimilados: sujetos
que no pueden considerarse incluidos en ninguno de los grupos profesionales protegidos, que
en realidad no desarrollan actividad profesional, sino actividades de diferente carácter, pero
que, por decisión del legislador, se asimilan al trabajo por cuenta ajena. Pueden señalarse así a
los senadores y diputados, ministros de la Iglesia católica o de otras confesiones religiosas
(evangélicas, israelitas, islámicas, testigos de Jehová), o miembros de Corporaciones Locales
con dedicación exclusiva.
Otro colectivo especialmente relevante es el de los familiares de sujetos protegidos.

De otro lado, deben señalarse cómo los pensionistas y beneficiarios de prestaciones periódicas
de la Seguridad Social son también sujetos protegidos.

Los ciudadanos comunitarios (incluidos los del Espacio Económico Europeo y en su caso
también los ciudadanos de terceros países que puedan verse afectados por algún tratado de
asociación con la UE) que residen en nuestro país se encuentran en situación de absoluta
equiparación respecto de los españoles, siéndoles de aplicación la normativa de Seguridad
Social (tanto a nivel contributivo como no contributivo) en situación de igualdad.

Por lo que respecta a los ciudadanos extracomunitarios, debemos distinguir entre protección
contributiva y no contributiva. En cuanto a la modalidad contributiva, están protegidos todos
los trabajadores extranjeros en situación de igualdad respecto a los españoles, tal como se
deduce de los artículos 7.1 TRTRLGSS y 14.1 LO 4/2000, lógicamente siempre que residan
legalmente en España y desarrollen alguna de las actividades profesionales señaladas en el art.
7.1 TRTRLGSS.

Ahora bien, ¿qué ocurre con aquellos extranjeros que se encuentren en España que de una u
otra manera se encuentran en situación irregular? Debemos distinguir entre aquellos con
permiso de residencia, pero sin permiso de trabajo, que sí tendrán derecho a las prestaciones
de Seguridad Social en situación de igualdad respecto de los españoles. Respecto de los
trabajadores extranjeros en situación de ilegalidad (sin permiso de residencia y,
consecuentemente, sin permiso de trabajo), están protegidos tan sólo a efectos de riesgos
profesionales.

III.-LOS ACTOS DE ENCUADRAMIENTO DE LOS SUJETOS EN EL SISTEMA.

De otro lado, el hecho de que los trabajadores estén incluidos en uno de los Regímenes
que otorgan protección, no es suficiente para tener derecho a las prestaciones que ofrece:
además, hay que cumplir con un conjunto de requisitos. Estos requisitos son distintos en
función de cada una de las prestaciones existentes, si bien podemos señalar cuáles son los
requisitos generales: afiliación, alta o alta asimilada y exigencia de un período de carencia o
cotización mínimo.

3.1.-Afiliación de trabajadores.

Este es un acto administrativo que se realiza ante la Tesorería General de la Seguridad


Social (TGSS), por el que los sujetos quedan incluidos en el ámbito de protección de la
Seguridad Social. Este acto administrativo tiene las siguientes características:

1. Se trata de un acto obligatorio para todos los sujetos incluidos en el ámbito de


aplicación de la Seguridad Social.

2. Es un acto único y general, que sirve para todos los Regímenes del sistema, de manera
que el cambio de Régimen no requiere una nueva afiliación.

3. Además, es un acto vitalicio, de modo que si un trabajador cesa en el desarrollo del


trabajo y queda fuera del ámbito de protección de la Seguridad Social, si
posteriormente vuelve al trabajo, no requiere de nueva afiliación.

4. Es el empresario el sujeto obligado a afiliar a sus trabajadores a la Seguridad Social; si


bien, ante la falta de afiliación (al margen de la sanción económica que se imponga al
empresario), esta puede ser solicitada directamente por el trabajador.
3.2.-Altas de los trabajadores.

Acto administrativo por el que se reconoce el inicio de una actividad profesional de la que
deriva la inclusión actual del sujeto en el ámbito de protección de la Seguridad Social, debiendo
tramitarse ante la TGSS. En la primera ocasión que un sujeto desarrolle prestación de trabajo,
los actos de afiliación y alta se realizan al mismo tiempo. Sus características son:

1. Es un acto obligatorio.

2. No es ni única ni general; de modo que si el sujeto protegido desarrolla distintas


actividades profesionales que implican su inclusión en diferentes Regímenes de
Seguridad Social, deben solicitarse distintas altas en cada uno de ellos (situación
de pluriactividad); de igual manera si realiza diferentes prestaciones de trabajo
dentro de un mismo Régimen, tendrá que solicitar tantas altas como actividades
(situación de pluriempleo).

3. No es un acto vitalicio, pues la situación de alta sólo se mantiene mientras que


se desarrolla la prestación de trabajo o la actividad profesional: cuando se cesa
en la misma se pasa a situación de baja ante la Seguridad Social; y si la actividad
se reinicia posteriormente, hay que solicitar el alta nuevamente.

3.2.1.-Alta asimilada.

Se trata de supuestos en los que un sujeto que está incluido en el ámbito de protección de
alguno de los Regímenes, cesa en la actividad profesional temporal o definitivamente, por lo
que incumple un requisito esencial para acceder a la mayoría de las prestaciones: estar en
situación de alta. Técnicamente estos sujetos se encuentran en situación de baja ante la
Seguridad Social; sin embargo, en algunos casos el legislador decide extender la situación de
alta a sujetos que han cesado en la actividad, son los supuestos de asimilación al alta (artículo
166 TRLGSS).

3.2.2.- Alta presunta o de pleno derecho.

Regulada por el artículo 166.4 TRLGSS. Dicho precepto establece que aún cuando no se hayan
cumplido por parte del empresario sus obligaciones de afiliación y alta, se van a considerar
en alta de pleno derecho los trabajadores a los efectos de prestaciones derivadas de riesgos
profesionales, las prestaciones por desempleo y la asistencia sanitaria por enfermedad común,
maternidad y accidente no laboral.

3.2.3.-Alta especial.

Es la situación de alta asimilada que existe en los supuestos de huelga y cierre patronal.
3.3.- Período de carencia.

Es regla común para poder acceder a las prestaciones contributivas que se exija a los
solicitantes de las mismas que hayan aportado al Sistema de Seguridad Social recursos
económicos a través de la cotización. Ello supone que sólo tendrán derecho aquellos que
hayan contribuido de manera suficiente a la financiación de las prestaciones. Cada una de las
prestaciones establece diferentes períodos mínimos de cotización para generar el derecho a las
mismas. Debe tenerse en cuenta que no se exige cotización previa cuando la prestación se
genera por riesgos profesionales (accidente de trabajo o enfermedad profesional), o cuando
se genera por accidente no laboral.

IV. GESTIÓN DE LAS ENTIDADES GESTORAS. FINANCIACIÓN: LA COTIZACIÓN. LA


RECAUDACIÓN DE CUOTAS

4.1 Gestión de las entidades gestoras

Según el art. 41 CE, la gestión del Sistema de Seguridad Social ha de ser pública. En virtud de
este mandato, la gestión del Sistema se encomienda a las denominadas Entidades Gestoras,
que son instituciones de naturaleza pública, controladas por la Administración, a las que se
reconoce capacidad y autonomía para realizar sus funciones.

4.2.-Enumeración (artículo 66 TRLGSS):

a) El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), para la administración de las


prestaciones económicas del sistema de la Seguridad Social, con excepción de las que se
atribuyen al IMSERSO y al SPEE.

b) El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA), para la administración y gestión de


servicios sanitarios.

c) El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), para la gestión de las pensiones de


invalidez y de jubilación, en sus modalidades no contributivas, así como de los servicios
complementarios de las prestaciones del sistema de la Seguridad Social (personas mayores,
discapacitados, población marginada).

d) A las anteriores hay que añadir al Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE) que gestiona
la prestación por desempleo (art. 294 TRLGSS).
Hay que tener en cuenta que las competencias de algunas de estas entidades, como es el caso
del INGESA y del IMSERSO, han sido transferidas a la totalidad de las Comunidades Autónomas
(salvo las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla), quienes han creado sus propios organismos
de gestión al efecto. En estos ámbitos geográficos la gestión se desarrolla, por tanto, a través
de las entidades gestoras de cada Comunidad Autónoma.

Junto a estas Entidades Gestoras, la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) desarrolla
el papel de Servicio Común a las mismas, esencialmente en las materias financieras y de
recaudación de cotizaciones (principio de caja única), de registro de trabajadores y empresas
(afiliaciones, altas y bajas de trabajadores e inscripción de empresas) y de apoyo informático.

La adscripción y tutela de estas Entidades Gestoras y del Servicio Común está encomendada al
Ministerio de Empleo y Seguridad Social, salvo en el caso del Instituto Nacional de Gestión
Sanitaria, que está adscrito al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Las Entidades Gestoras tienen la naturaleza de entidades de Derecho público y gozan de


capacidad jurídica para el cumplimiento de los fines que les están encomendados (art. 68
TRLGSS), carácter que también ostenta el servicio común TGSS.

Junto a las Entidades Gestoras hay de señalar también cómo las empresas pueden participar
colaborando en la gestión de la Seguridad Social. El art. 79 de la TRLGSS establece que son
Entidades Colaboradoras en la gestión de la Seguridad Social las siguientes:

a) las Mutuas colaboradoras en la cobertura de contingencias profesionales y además en la


cobertura de la prestación económica por incapacidad temporal derivada de contingencias
comunes;
b) las Empresas, individualmente consideradas, en relación con su propio personal
(autoaseguradoras);
c) las Asociaciones, Fundaciones y Entidades públicas y privadas, inscritas en un registro
público especial.

4.3 Financiación: la cotización.

El Sistema de Seguridad Social acoge un modelo mixto de financiación. Las aportaciones


fundamentales del Sistema provienen de dos fuentes distintas:

A) Presupuestos Generales del Estado, con lo que en última instancia, la fuente son los
impuestos que pagan los ciudadanos. Constituye aproximadamente el 30% del total y se
destina fundamentalmente a sufragar las prestaciones no contributivas.

B) Las cotizaciones que han de realizar los trabajadores y empresarios, en distinta medida.
Constituye aproximadamente el 70 % del total y se destinan a sufragar las prestaciones
contributivas.
El principio vigente en el sistema financiero (art. 110 TRLGSS) de todos los Regímenes que
integran el Sistema de la Seguridad Social es el de reparto y no el de ahorro. El sistema de
reparto implica que cada generación paga con sus cotizaciones las prestaciones de la
generación anterior. Por el contrario, el sistema de ahorro o de seguro implica que cada
generación de trabajadores vaya generando un fondo económico con el cual se abonarán sus
propias prestaciones. Ahora bien, este sistema de reparto no se sigue en materia de
accidentes de trabajo. Por tanto, puede decirse que en el sistema financiero de la Seguridad
Social española se sigue un principio de reparto, si bien atenuado.

4.3.1 Concepto de cotización

La cotización puede definirse como la aportación dineraria que los sujetos obligados deben
realizar para el sostenimiento económico del Sistema. Sujetos obligados son las personas
físicas o jurídicas a las que se impone el cumplimiento de la obligación de cotizar a la Seguridad
Social; concretamente empresarios y trabajadores, aunque sujeto responsable solo es el
empresario.

4.3.2 Los elementos de la cotización

1.-La Base de Cotización:

La base de cotización se calcula añadiendo a las retribuciones mensuales que tenga derecho a
percibir el trabajador, o que realmente perciba, de ser éstas superiores, la parte proporcional
de las pagas extraordinarias y las demás percepciones de vencimiento superior al mensual o
que no tengan carácter periódico y se satisfagan en el ejercicio. Se computarán todas las
percepciones recibidas por los trabajadores, en dinero o en especie, que retribuyan el trabajo
efectivo o los períodos de descanso computables como de trabajo, así como los importes que
excedan de las cuantías que no computan en la base de cotización.

Se consideran percepciones en especie la utilización, consumo y obtención, para fines


particulares de bienes, derechos o servicios de forma gratuita o por precio inferior al normal de
mercado, aun cuando no supongan un gasto real para quien la empresa que voluntariamente
las conceda a sus trabajadores. Como ejemplo de percepciones en especie se consideran (art.
23.1 Reglamento General de Recaudación) el uso de vivienda, de vehículos, concesión de
préstamos, manutención, viajes de turismo o similares, primas de contrato de seguro, excepto
accidente de trabajo y responsabilidad civil, contribuciones planes de pensiones y alternativos,
gastos de estudio y manutención excepto los exigidos por el trabajo, derechos especiales como
los reservados a promotores de sociedades, plazas de garaje, bolsa de Navidad, juguetes); e)
Las percepciones por matrimonio;

No se computarán en la base de cotización mensual (art. 23, n.º 2, Reglamento General de


Cotización):
a) Las dietas y asignaciones para gastos de viaje y gastos de locomoción, así como los pluses de
transporte urbano y de distancia, en la cuantía exenta de IRPF;
b) Las indemnizaciones por fallecimiento y las correspondientes a traslados, suspensiones y
despidos, dentro de los límites establecidos en el art. 109 LGSS;
c) Las prestaciones de la Seguridad Social, así como sus mejoras y las asignaciones
asistenciales;
d) Las horas extraordinarias, salvo la cotización por accidente de trabajo y enfermedad y
profesional de la Seguridad Social.

En la determinación de la cuota, la base de cotización no es unitaria, sino que se diferencia


según se trate de la cotización por contingencias comunes, por contingencias profesionales,
por conceptos que se recaudan conjuntamente con las cuotas de Seguridad Social (FOGASA,
Desempleo y Formación Profesional) y por horas extraordinarias. Existen así diversas bases de
cotización, a las que aplicar los correspondientes porcentajes. Las distintas cuantías así
obtenidas, sumadas, dará como resultado la cuota a ingresar.

Base de cotización, mínimas y máximas: Anualmente se establecen bases de cotización


(mensuales o diarias) mínimas y máximas para las distintas contingencias y categorías
profesionales de los trabajadores (grupos de cotización), la base de cotización de un trabajador
no puede superar la base máxima ni estar por debajo de la base mínima.

Tope máximo y tope mínimo de cotización: límites en la base de contingencias profesionales,


que son únicos para todas las actividades, categorías profesionales

2.-El tipo de cotización

El Tipo de cotización es el porcentaje (%) que se aplica a las bases de cotización para la
obtención de las cuotas de la Seguridad Social. El tipo de cotización se distribuye entre
empleador y empleado, salvo las correspondientes a Accidentes de Trabajo y Enfermedades
Profesionales y Fondo de Garantía Salarial, que van a cargo exclusivamente de la empresa. Los
tipos de cotización se fijan anualmente por la Ley de Presupuestos Generales del Estado.

3.-La cuota.

Las cantidades a ingresar a la Seguridad Social, llamadas cuotas, se calculan aplicando a la base
de cotización del trabajador el porcentaje o tipo de cotización que corresponde a cada
contingencia protegida.

4.4.-Procedimiento de cotización
Deben cotizar los trabajadores comprendidos dentro del Régimen General de la Seguridad
Social y los empresarios por cuya cuenta trabajen, salvo por las contingencias de accidentes de
trabajo y enfermedades profesionales y Fondo de Garantía Salarial, en cuyo caso la cotización
completa correrá a cargo exclusivamente de los empresarios, siendo estos últimos los
responsables de retener de las nóminas las cantidades que deba aportar cada trabajador y
presentar la correspondiente documentación e ingresar el importe de las cuotas, tanto por sus
aportaciones como por las de sus trabajadores.

La obligación nace desde el momento en que se inicia la actividad laboral. Permanece mientras
dura la actividad laboral, incluso en las situaciones de incapacidad temporal, riesgo durante el
embarazo, maternidad o períodos de prueba. Se extingue cuando se produce el cese en la
prestación de servicios, siempre que la comunicación de la baja del trabajador a la Dirección
Provincial de la Tesorería General de la Seguridad Social o Administración de la misma se
efectúe en la forma y plazos establecidos. La obligación de cotizar se suspenderá durante las
situaciones de huelga y cierre patronal.

La cotización se efectuará dentro del mes siguiente al de devengo, por mensualidades vencidas
y en un solo acto.

Es el empresario es el responsable del ingreso de la cotización propia y de la de sus


trabajadores, para lo cual descontará del salario de sus trabajadores las aportaciones que les
correspondan en el momento de su abono.

4.5. La recaudación de cuotas

La gestión recaudatoria se lleva a efecto por la Tesorería General de la Seguridad Social, a


través de sus órganos de recaudación o colaboradores.

Las cuotas de la Seguridad Social y los demás conceptos que se recaudan conjuntamente, se
liquidarán por mensualidades y se ingresarán dentro del mes siguiente de su devengo. La
presentación de los documentos de cotización para el ingreso de las cuotas se puede realizar
en cualquier Entidad Financiera (Bancos, Cajas de Ahorros, Cooperativas de Crédito o Cajas
Rurales) autorizada para actuar como Oficina Recaudadora.

La cotización se realizará en los modelos oficiales de cotización establecidos al efecto (TC-1 y


TC-2). Los obligados al pago presentarán los documentos que contengan la liquidación
correspondiente en la entidad colaboradora en la que se efectúe el pago.

Aunque no se ingresen las cuotas, deben presentarse los documentos de cotización dentro del
plazo reglamentario de ingreso en la Administración de la Tesorería General de la Seguridad
Social. La presentación de los documentos sin ingreso dentro del plazo reglamentario,
permitirá a los sujetos responsables la compensación de las prestaciones económicas
satisfechas en régimen de pago delegado (colaboración obligatoria), aunque no la deducción
por la aplicación de los beneficios en la cotización, procediendo la aplicación de los
correspondientes recargos de mora.

Se podrán conceder aplazamientos o fraccionamientos en el pago de deudas por cuotas de la


SS (art. 23 TRLGSS).

Transcurrido el plazo reglamentario establecido para el pago de las cuotas a la Seguridad Social
sin ingreso de las mismas, se producen los siguientes efectos:

 La improcedencia de compensación de las cantidades abonadas por pago delegado


(salvo presentación de doc. de cotización).
 Imposición de sanciones administrativas.
 Aplicación de los recargos.
 Pérdida de reducciones o bonificaciones en las cuotas ingresadas tardíamente.
 Devengo de los intereses de demora.

Se devengarán automáticamente los siguientes recargos e intereses de demora (arts. 30 y 31


TRLGSS):

a) Con presentación de los documentos de cotización dentro del plazo reglamentario:

 10% de la deuda => si se abonasen las cuotas debidas dentro del primer mes natural
siguiente al del vencimiento del plazo para su ingreso.
 20% de la deuda => si se abonasen las cuotas debidas a partir del segundo mes natural
siguiente al del vencimiento del plazo para su ingreso.

b) Sin presentación de los documentos de cotización dentro del plazo reglamentario:

 20 % de la deuda => si se abonaran las cuotas debidas antes de la terminación del plazo
de ingreso establecido en la reclamación de deuda o acta de liquidación.
 35 % de la deuda => si se abonaran las cuotas debidas a partir de la terminación de
dicho plazo de ingreso.

En caso de incumplimiento de la obligación de ingreso por los obligados al pago y demás


responsables del pago de deudas con la Seguridad Social en el período voluntario de
recaudación, ésta se efectuará en vía ejecutiva, un procedimiento administrativo para la
recaudación ejecutiva de las deudas por cuotas y demás recursos del Sistema de la Seguridad
Social por la Tesorería General de la Seguridad Social, en su condición de titular de la función
recaudatoria en el Sistema de la Seguridad Social.
El procedimiento se inicia mediante providencia de apremio que realiza el Servicio Común
remitiendo la correspondiente reclamación de cuota. Iniciado este procedimiento se
devengarán además intereses de demora y costas.

En determinados supuestos se procede a la formulación de actas de liquidación en las deudas


por parte de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, además de las actas de infracción que
practique por los mismos hechos, por cuotas originadas por:

a) Falta de afiliación o de alta de trabajadores.

b) Diferencias de cotización por trabajadores dados de alta, cuando dichas diferencias no


resulten directamente de los documentos de cotización presentados dentro o fuera del plazo
reglamentario.

c) Por derivación de la responsabilidad del sujeto obligado al pago.

d) Por aplicación indebida de bonificaciones en las cotizaciones de la Seguridad Social previstas


para la financiación de las acciones formativas del subsistema de formación profesional para el
empleo.

5.- EL CONTENIDO DE LA ACCIÓN PROTECTORA.

5.1. Contingencias protegidas


5.2. Prestaciones
5.2.1.- Asistencia sanitaria.
5.2.2.- Prestaciones contributivas de la Seguridad Social:
5.2.2.1 Incapacidad temporal.
5.2.2.2 Maternidad, paternidad y riesgo durante el embarazo y la lactancia.
5.2.2.3 Incapacidad permanente.
5.2.2.4 Jubilación.
5.2.2.5 Muerte y supervivencia.
5.2.2.6 Desempleo.
5.2.3.- Prestaciones no contributivas de la Seguridad Social.

5.1. Contingencias protegidas: Contingencias comunes y profesionales

Una de las características del nivel contributivo de la Seguridad Social, es que la regulación
establece una importante diferencia según que las prestaciones se originen por riesgos
profesionales (accidente de trabajo o enfermedad profesional) o por riesgos comunes
(accidente común y enfermedad no laboral).
El accidente de trabajo (A.T.) se define por el art. 156 TRLGSS como “(…) toda lesión corporal
que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta
ajena”. Se exigen pues tres requisitos:

a) debe existir una “lesión corporal”,


b) debe desarrollarse prestación de trabajo por cuenta ajena,
c) debe establecerse un nexo de causalidad entre el trabajo desarrollado y la lesión sufrida.

El concepto de A.T. se amplía a:

 accidente “in itinere” (es decir, aquel que se sufre al ir o al volver del lugar de trabajo,
siempre y cuando haya sucedido en el trayecto habitual del trabajador y no se
produzcan interrupciones de importancia en el trayecto) (art. 156.2 a) TRLGSS).
 accidentes sufridos con ocasión o como consecuencia del desempeño de cargos
electivos de carácter sindical (art. 156.2 b) TRLGSS).
 el que se sufre el trabajador con ocasión o consecuencia de tareas distintas de las
propias de su categoría profesional; pero que se ejecuten en cumplimiento de las
órdenes del empresario o espontáneamente en interés del buen funcionamiento de la
empresa (art. 156.2 c) TRLGSS).
 los accidentes ocurridos en actos de salvamento y naturaleza análogo cuando tengan
conexión con el trabajo (art. 156.2 d) TRLGSS).
 enfermedades, que no teniendo la consideración de enfermedades profesionales, se
originan por el trabajo (art. 156.2 e) TRLGSS).
 enfermedades o defectos padecidos con anterioridad al accidente, pero que se agravan
como consecuencia del accidente (art. 156.2 f) TRLGSS).

La interpretación es tan flexible que finalmente el art. 156.3 TRLGSS establece una presunción
iuris tantum de que todo accidente ocurrido en la empresa y durante el tiempo de trabajo, se
considera accidente de trabajo.

En cuanto a la enfermedad profesional, el concepto se encuentra recogido en el art. 157


TRLGSS y es tremendamente restringido, pues no es enfermedad profesional toda la que se
produzca como consecuencia del trabajo, sino que requiere que se cumplan tres requisitos:

a. que la enfermedad sea contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por


cuenta ajena.
b. que se trate de una actividad laboral de las específicamente recogidas en el RD
1299/2006, de 10 de noviembre, por el que se aprueba el cuadro de
enfermedades profesionales (modificado por RD 1150/2015, de 18 de
diciembre).
c. que esté provocada por la acción de los elementos o sustancias indicadas en el
citado RD para cada enfermedad profesional.
La importancia que tiene esta cuestión deriva de las ventajas que en nuestro sistema de
Seguridad Social tiene la consideración de que una prestación procede de un riesgo
profesional, que son las siguientes:

a) no se exige requisito de carencia para acceder a las prestaciones (tampoco se exige en


caso de accidente no laboral);
b) el cálculo de la cuantía de las prestaciones es más beneficioso para el trabajador
cuando la prestación deriva de un riesgo profesional;
c) la posibilidad de acceder al recargo de prestaciones cuando el accidente de trabajo o
enfermedad profesional haya sido provocada por el incumplimiento de obligaciones
empresariales de la normativa preventiva (art. 164 TRLGSS);
d) la aplicación del alta presunta o de pleno derecho aun cuando el empresario hubiese
incumplido la obligación de dar de alta al trabajador (art. 168.4 TRLGSS).

5.2.2. Prestaciones

5. 2.1. Asistencia sanitaria.

La asistencia sanitaria es el conjunto de mecanismos dispuestos para solucionar la


contingencia de alteración de la salud. Consistirá en la prestación de servicios médicos y
farmacéuticos dirigidos a conservar y restablecer la salud, así como a la rehabilitación física,
independientemente de que el origen de la alteración de la salud se deba a accidente o
enfermedad y sin tener en cuenta el origen profesional o no de la misma.

A tenor de esta regulación, tienen derecho a la protección de asistencia sanitaria todos los
sujetos incluidos en el campo de aplicación de la ley. Así pues, la asistencia sanitaria en
España, con cargo a fondos públicos, a través del Sistema Nacional de Salud, se garantizará a
aquellas personas que ostenten la condición de asegurado y beneficiarios de un asegurado. A
estos efectos serán asegurados, según el Real Decreto 1192/2012, de 3 de agosto, por el que
se regula la condición de asegurado y de beneficiario a efectos de la asistencia sanitaria en
España, con cargo a fondos públicos, a través del Sistema Nacional de Salud, aquellas personas
que se encuentren en alguno de los siguientes supuestos:
a) Ser trabajador por cuenta ajena o por cuenta propia, afiliado a la Seguridad Social y en
situación de alta o asimilada a la de alta.
b) Ostentar la condición de pensionista del sistema de la Seguridad Social.
c) Ser perceptor de cualquier otra prestación periódica de la Seguridad Social, incluidas la
prestación y el subsidio por desempleo.
d) Haber agotado la prestación o el subsidio por desempleo y figurar inscrito en la oficina
correspondiente como demandante de empleo, no acreditando la condición de asegurado por
cualquier otro título
e) Personas titulares o beneficiarias de los regímenes especiales de la Seguridad Social
gestionados por la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado, la Mutualidad
General Judicial y el Instituto Social de las Fuerzas Armadas, que mantendrán su régimen
jurídico específico
En aquellos casos en que no se cumpla ninguno de los supuestos anteriormente establecidos,
las personas de nacionalidad española o de algún Estado miembro de la Unión Europea, del
Espacio Económico Europeo o de Suiza que residan en España y los extranjeros titulares de una
autorización para residir en territorio español, podrán ostentar la condición de asegurado
siempre que acrediten que no superan el límite de ingresos determinado reglamentariamente.

Igualmente, tendrán la condición de beneficiarios de un asegurado, siempre que residan en


España, el cónyuge o persona con análoga relación de afectividad, que deberá acreditar la
inscripción oficial correspondiente, el ex cónyuge a cargo del asegurado, así como los
descendientes a cargo del mismo que sean menores de 26 años o que tengan una discapacidad
en grado igual o superior al 65%.

Los extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España, recibirán asistencia


sanitaria en las siguientes modalidades:
a) De urgencia por enfermedad grave o accidente, cualquiera que sea su causa, hasta la
situación de alta médica.
b) De asistencia al embarazo, parto y postparto. En todo caso, los extranjeros menores de
dieciocho años recibirán asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los españoles.

Aquellas personas que no tengan la condición de asegurado o de beneficiario del mismo


podrán obtener la prestación de asistencia sanitaria mediante el pago de la correspondiente
contraprestación o cuota derivada de la suscripción de un convenio especial.
No se exige período de cotización para acceder a la protección de asistencia sanitaria.

Debe tenerse en cuenta que el art. 156.3 TRLGSS establece la situación de alta presunta
cuando la asistencia sanitaria deriva de riesgos profesionales o comunes, o cuando deriva de
maternidad.

Las prestaciones que incluye la asistencia sanitaria son:

— Atención médica.
— Prestaciones farmacéuticas.
— Prestaciones complementarias (atención ortoprotésica, dietética y transporte sanitario).
— Servicios de información y documentación sanitaria.

El derecho a recibir la prestación de asistencia sanitaria se inicia el día de la afiliación del


trabajador, teniendo derecho tanto él como los familiares de él dependientes; el derecho se
conserva mientras el trabajador continúe en situación de alta.

El Real Decreto 1192/2012 establece la extensión de la cobertura de la asistencia sanitaria a las


personas sin recursos suficientes, españoles o extranjeros, que tengan fijada su residencia en
territorio nacional y carezcan de recursos económicos suficientes. Para ello es necesario
solicitar el reconocimiento del derecho. La prestación se otorga con idéntico contenido que la
asistencia sanitaria antes estudiada.

5.2.2. PRESTACIONES CONTRIBUTIVAS DE LA SEGURIDAD SOCIAL

5.2.2.1 Incapacidad temporal.

Definición:

Es la prestación económica que perciben los trabajadores en caso de accidente o enfermedad


que requiere de la prestación de asistencia sanitaria, cuando a consecuencia del mismo no
pueden desarrollar su prestación de trabajo, si bien dicha imposibilidad de trabajar es
transitoria.

Hay que tener en cuenta que a tenor del artículo 169.1 TRLGSS hay diferentes situaciones
protegidas:

a) Las debidas a enfermedad común o profesional y accidente, sea o no de trabajo, mientras


el trabajador reciba la asistencia sanitaria de la Seguridad Social y esté impedido para el
trabajo. En este caso la duración máxima es de trescientos sesenta y cinco días, prorrogables
por otros ciento ochenta días.

b) Los períodos de observación de enfermedad profesional en los que se prescriba la baja en


el trabajo. Se produce la baja por razones preventivas, pues a juicio del médico es necesario
que el trabajador sea objeto de estudio, detección y diagnosis de una posible enfermedad
17
profesional, siempre con la finalidad de facilitar el adecuado tratamiento a la misma. En este
caso la duración será de seis meses, prorrogables por otros seis cuando se estime necesario.

Requisitos:

Para tener derecho a la prestación los trabajadores deben estar:

1.- Afiliados y en situación de alta o asimilados al alta.

2.- Además, es necesario haber cubierto el período mínimo de cotización cuando se trate de
enfermedad común: ciento ochenta días dentro de los cinco años inmediatamente anteriores
al hecho causante .

La base reguladora de esta prestación se va a calcular sobre las bases de cotización por
contingencias comunes (si deriva de accidente no laboral o enfermedad común) o
profesionales (si deriva de accidente de trabajo o enfermedad profesional) correspondientes al
mes natural anterior al de la fecha de inicio de la incapacidad temporal.

En cuanto al porcentaje que ha de aplicarse a la base reguladora son los siguientes:

a. En caso de contingencias comunes:

- Los tres primeros días de incapacidad temporal no hay protección por incapacidad temporal.

- Desde el cuarto día hasta el vigésimo día, inclusive, a contar desde el inicio del perítodo de
baja enel trabajo, se percibirá una prestación equivalente al 60% de la base reguladora.

- Desde el vigésimo primer día en adelante, se percibirá una prestación equivalente al 60% de
la base reguladora.

Desde ese cuarto día a partir de la baja, hasta el decimoquinto día de baja, ambos inclusive, la
prestación se abonará a cargo del empresario. A partir del decimosexto día de baja se abonará
a cargo de la Entidad Gestora.

b. En caso de accidente de trabajo o enfermedad profesional (incluyéndose los períodos de


observación por enfermedad profesional): el 75% de la base reguladora desde el día siguiente
al de la baja médica, siendo el día de la baja médica retribuido por el empresario como día de
trabajo

En cuanto a la gestión de la prestación, la entidad encargada del reconocimiento del derecho a


la prestación es el INSS. Junto a él también puede reconocer el derecho las Mutuas, tanto si
tiene origen en riesgos profesionales como en comunes, siempre que estos riesgos hayan sido
asegurados ante una Mutua por parte del empresario.

18
5.2.2.2 Prestaciones de maternidad, paternidad y riesgo durante el embarazo

Definición:

La prestación de maternidad se abona a la trabajadora o el trabajador que disfrute del período


de descanso por maternidad, adopción o acogimiento.

Situaciones protegidas:

 La maternidad biológica, incluidos los alumbramientos que tengan lugar tras más de
180 días de vida fetal, con independencia de que el feto nazca vivo o muerto.
 La adopción y el acogimiento familiar, tanto preadoptivo como permanente o simple,
de conformidad con el Código Civil o las leyes civiles de las CCAA que lo
regulen, siempre que, en este último caso, su duración no sea inferior a 1 año, y aunque
dichos acogimientos sean provisionales, de: Menores de 6 años y mayores de 6 años
pero menores de 18 con diversidad funcional o que, por sus circunstancias y
experiencias personales o por provenir del extranjero, tengan especiales dificultades de
inserción social y familiar, debidamente acreditadas por los servicios sociales
competentes. A estos efectos, se entiende que presentan alguna diversidad funcional,
cuando ésta se valore en un grado igual o superior al 33%.

Los requisitos para acceder a la prestación son los de afiliación, alta (o alta asimilada) y haber
cotizado un período de carencia. Este depende de la edad del trabajador o trabajadora: si tiene
menos de 21 años no se exigirá período de carencia; si tienen entre 21 y 26 años serán 90 días
cotizados en los siete años inmediatamente anteriores al inicio del descanso, o
alternativamente 180 días a lo largo de toda su vida laboral; si es mayor de 26 años serán 180
días dentro de los siete años anteriores, o alternativamente, 360 días a lo largo de su vida
laboral.

La prestación consiste en un subsidio o prestación económica de carácter temporal y se calcula


de idéntica manera que en la incapacidad temporal común, pero aplicando desde el primer día
un porcentaje del 100%.

Su duración coincide con la suspensión del contrato de trabajo por maternidad. Durante el
percibo de la prestación se mantiene la obligación de cotizar a la Seguridad social aunque no se
desarrolle prestación de trabajo.

En la actualidad se ha incorporado a nuestro ordenamiento una prestación de paternidad, que


asegura una renta económica durante el disfrute de la suspensión del contrato por paternidad
regulada en el E.T.: cuatro semanas, ampliables en el supuesto de parto, adopción o
acogimiento múltiples en dos días más por cada hijo a partir del segundo.

Tienen derecho a esta prestación los trabajadores por cuenta ajena que disfruten de la
suspensión, cumplan con los requisitos de afiliación, alta y hayan cotizado 180 días en los siete
años anteriores o, alternativamente, 360 días a lo largo de su vida laboral.
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Respecto a la cuantía de la prestación, se calcula de idéntica manera a la prestación por
maternidad.

La prestación por riesgo durante el embarazo se abona en aquellos casos en los que el
desarrollo de la prestación de trabajo puede perjudicar el desarrollo del embarazo, en cuyo
caso, si no es posible cambiar a la trabajadora de puesto de trabajo o suprimir el riesgo sobre el
embarazo, se suspende el contrato de trabajo y se establece una prestación económica para
mantener una renta económica en beneficio de la trabajadora. Los requisitos son los mismos
que se exigen para el acceso a la prestación de incapacidad temporal derivada de riesgos
profesionales (afiliación y alta, no exigiéndose período de carencia). La prestación consiste en
un subsidio equivalente al 100 por 100 de la base reguladora equivalente a la establecida para
la incapacidad temporal derivada de riesgos profesionales. Durante el percibo de la prestación
se mantiene la obligación de cotizar a la Seguridad social.

Durante el período de suspensión del contrato por riesgo durante la lactancia natural se
establece una prestación, idéntica a la prestación por riesgo durante el embarazo (tanto en
requisitos como en cuantía de la misma), que se abona como máximo hasta que el hijo cumpla
los nueve meses.

5. 2.2.3 Pensiones de incapacidad permanente

Definición:

La incapacidad permanente es la situación del trabajador que tras ser sometido al tratamiento
médico presenta reducciones anatómicas o funcionales que disminuyen o anulan su capacidad
para el trabajo. Ello implica la necesidad de facilitar a los inválidos una renta económica que
sustituya la imposibilidad de acceder a un salario a través del trabajo.

Hay que tener en cuenta que existen diferentes GRADOS de incapacidad:

1.-La INCAPACIDAD PERMANENTE PARCIAL (IPP) implica una incapacidad no inferior al 33%,
pero que no alcanza a ser incapacidad total, y no imposibilita para realizar las tareas
fundamentales de su profesión habitual. Es importante destacar que esta incapacidad se
refiere sólo a la profesión habitual. Por profesión habitual se entiende, en caso de accidente, la
desempeñada normalmente por el trabajador en el momento del accidente; mientras que si
deriva de enfermedad, la profesión a la que se dedicaba fundamentalmente durante los doce
meses anteriores a la fecha de inicio de la incapacidad temporal de la que deriva la invalidez.

2.-La INCAPACIDAD PERMANENTE TOTAL (IPT), es la que supone una incapacidad del 100%
para la profesión habitual, aún cuando puede desarrollar otro trabajo distinto. Si además, el
trabajador tiene una edad superior a los 55 años, se estima que ante la incapacidad que tiene y
la edad, será prácticamente imposible que pueda encontrar otro trabajo, por lo que se
considera en situación de incapacidad permanente total cualificada.

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3.-En tercer lugar tenemos la INCAPACIDAD PERMANENTE ABSOLUTA (IPA), que implica una
incapacidad del 100% para el desarrollo de cualquier actividad profesional.

4.-Por último, la GRAN INVALIDEZ (GI) supone una incapacidad permanente en la que, además
de la reducción de su capacidad para trabajar, el beneficiario requiere de una tercera persona
para el desarrollo de los actos esenciales de la vida (vestirse, alimentarse, etc.).

En cuanto a los requisitos para tener derecho a las prestaciones de incapacidad permanente,
son tres fundamentalmente:

1. Haber sido declarado en situación de incapacidad permanente.


2. Estar afiliado y en alta o situación asimilada al alta.
3. Tener cubierto un período de carencia.

En cuanto a la declaración de incapacidad permanente, una vez agotada la incapacidad


temporal, el trabajador pasa a ser valorado por el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI),
que analiza su situación y emite un informe a la Dirección Provincial del INSS, que es quien
otorga la declaración, si se estima pertinente.

Los períodos de cotización son diferentes según el grado de incapacidad, como también son
diferentes las cuantías de la prestación:

 En caso de IPP se exigen 1800 días de cotización comprendidos en los 10 años inmediatamente
anteriores a la finalización de la incapacidad temporal de la que deriva.

 Para los supuestos de IPT, IPA o GI, si el trabajador estaba en situación de alta, el período de
carencia se fija en función de la edad del beneficiario:

o Si tiene menos de 31 años, se exige 1/3 del tiempo transcurrido entre la fecha en
que cumplió 16 años y el día del hecho causante del que deriva la incapacidad
permanente.

o Si tiene cumplidos los 31 años, se exige 1/4 parte del tiempo transcurrido entre
la fecha en que cumplió 20 años y el día del hecho causante del que deriva la
incapacidad permanente y en todo caso un mínimo de cinco años. En este supuesto,
al menos la quinta parte del período de cotización exigible debe estar comprendida
dentro de los diez años inmediatamente anteriores al hecho causante (es lo que se
llama una carencia específica).

 Para las prestaciones de IPA y GI, cuando los trabajadores no estén en situación de alta o alta
asimilada, se exige un período de carencia de 15 años, de los cuales tres años deben haberse
cotizado en los diez inmediatamente anteriores al hecho causante.

21
Respecto a la cuantía de la prestación, también debemos diferenciar entre los diferentes
grados (arts. 196 y 197 TRLGSS):

A) Si es una incapacidad permanente parcial, se percibe una cantidad a tanto alzado (art.
196.1 TRLGSS) igual a 24 mensualidades de la base de cotización utilizada para calcular la
prestación de incapacidad temporal.

B) Si se trata de incapacidad permanente total, la prestación consiste en una pensión vitalicia;


ésta se calcula de distinta manera en función de que estemos en incapacidad derivada de
riesgos profesionales o comunes:

 En el caso de riesgos profesionales la base reguladora equivale al promedio del salario


real de trabajador percibido el año anterior al accidente o enfermedad profesional. En
todo caso, la cuantía del salario no puede ser superior o inferior a los topes máximo y
mínimo de cotización vigentes en el momento de sobrevenir la invalidez.
 Si es un supuesto de enfermedad común, la base reguladora equivale al resultado de
dividir por 112 la suma de las 96 bases de cotización por riesgos comunes, de las cuales
se actualizan las 72 bases más antiguas. Si existiesen períodos en los que no se cotizó, a
los solos efectos del cálculo de la prestación, las lagunas se integrarán tomando las bases
mínimas de cotización existentes en cada momento. A la cuantía así obtenida se le
aplicará el porcentaje que corresponda en función de los años de cotización, según la
escala del art. 210,1 TRLGSS. Se consideran como cotizados los años que le queden para
cumplir la edad ordinaria de jubilación vigente en cada momento.
 Si se trata de accidente no laboral, la base reguladora equivale al resultado de dividir por
28 las 24 bases de cotización, ininterrumpidas, elegidas por el propio beneficiario dentro
de los 7 años anteriores al momento en que se causa el derecho a pensión.

A estas bases reguladoras se aplica un porcentaje del 55%, que asciende al 75% cuando el
beneficiario cumpla los 55 años de edad (en este caso la prestación es absolutamente
incompatible con el trabajo). El resultado será la cuantía de la prestación.

C) Si se trata de incapacidad permanente absoluta, la base reguladora se calcula de idéntica


manera a la incapacidad permanente total, pero aplicando un porcentaje del 100%.

Hay que tener en cuenta que al poder accederse a la IPA sin estar en alta, cuando la causa de la
prestación sea una enfermedad común o un accidente no laboral, el legislador señala que la
base reguladora en estos casos se calcula siguiendo la regla de dividir las últimas 96 bases de
cotización por 112.

C) Si es gran invalidez, la base reguladora calculada de idéntica manera a las bases reguladoras
de la IPA según el origen de la prestación. La cuantía de la prestación se calcula de idéntica
manera a la incapacidad permanente absoluta, pero se adiciona un complemento (es decir, el
100% de la base reguladora más el complemento). La forma de calcular este complemento es
un tanto compleja: será equivalente al resultado de sumar el 45% de la base mínima de
cotización vigente en el momento del hecho causante y el 30% de la última base de cotización
del trabajador correspondiente a la contingencia (común o profesional) de la que derive la
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incapacidad permanente. En ningún caso el complemento podrá ser un importe inferior al 45%
de la pensión percibida.

Los efectos económicos de la prestación son diferentes en función del grado: en la IPP, la
prestación se hace efectiva en un solo pago tras la resolución del INSS que la declara, en los
casos de IPT, IPA y GI, si la invalidez surge tras una incapacidad temporal (que es lo normal), los
efectos económicos se fijan con la fecha de la propuesta de resolución que declara la invalidez;
no obstante, si la cuantía de la pensión es mayor que la prestación de incapacidad temporal
percibida por el trabajador, se retrotraen los efectos económicos al momento de la extinción
de la incapacidad temporal (recordemos que durante el período máximo de tres meses de
calificación de la invalidez que se producen tras la finalización de la incapacidad temporal, se
sigue cobrando esta última prestación aún cuando se haya agotado su duración máxima).

La duración de la prestación es indefinida, pues se trata de una pensión. El pago de la


prestación en caso de contingencias profesionales se realiza en doce mensualidades (las pagas
extraordinarias se prorratean), pero si la pensión deriva de contingencias comunes, el pago se
realiza en doce mensualidades más las dos extraordinarias.

Hemos de tener en cuenta que, en principio, la incapacidad es permanente por definición; sin
embargo, cabe la posibilidad de revisar la declaración de invalidez, de manera que se
incremente o disminuya el grado de incapacidad, o incluso que desaparezca por haberse
recuperado la capacidad para trabajar. Todo ello puede suponer importantes consecuencias
económicas para el beneficiario, pues puede ver como se incrementa el grado y la cuantía de la
pensión; o lo contrario (pudiendo perder, incluso la pensión si hay recuperación total).

Por último, también debe tenerse en cuenta que la incapacidad permanente es compatible con
el trabajo: la IPP es compatible con todo trabajo, la IPA es compatible con un trabajo distinto
del habitual (salvo en caso de IPT cualificada), la IPA y la GI son compatibles con cualquier
trabajo (lógicamente residual) que no suponga un cambio para la capacidad de trabajo y sean
compatibles con la situación de invalidez (incompatible cuando alcance la edad de jubilación,
según art. 3 de L 27/2011).

5.2.2.4 Pensión de jubilación

Definición:

Esta es la prestación económica que se abona al trabajador una vez que cesa en el desarrollo
de su trabajo al cumplir una determinada edad. Para tener derecho a la prestación deben
cumplirse los requisitos señalados en el art. 205.1 TRLGSS, que son cumplir la edad de 67 años
(o 65 si se acreditan 38 años y 6 meses de cotización) y haber cotizado al menos 15 años a la
Seguridad social. No obstante, hay que tener en cuenta la D.T.7ª de la TRLGSS sobre aplicación
paulatina de la edad de jubilación y años cotizados, de manera que desde el 1 de enero de

23
2013 existe un incremento de la edad de jubilación, a lo largo de un período transitorio, que
implicará que a partir del año 2027 la edad de jubilación se fije en 67 años.

Recordemos que, al menos en el Régimen General, no existe obligación de jubilarse, de manera


que el trabajador puede seguir trabajando aún cuando haya cumplido la edad antes señalada.
Así pues, esta edad puede reducirse en determinadas actividades profesionales que resultan
especialmente peligrosas, penosas o tóxicas; o en personas con cierto grado de discapacidad,
así como cabe la posibilidad de jubilaciones anticipadas, o de la jubilación parcial vinculada a
los contratos de relevo.

Junto con la edad de jubilación, es necesario cumplir un segundo requisito en forma de


período mínimo de cotización. Concretamente se exige que el trabajador haya cotizado al
menos quince años, de los cuales dos deben ser inmediatamente anteriores al momento de
hecho causante de la pensión (cotización específica).

No se exige acceder a la pensión de jubilación desde la situación de alta o situación asimilada al


alta (art. 205.3 TRLGSS), ello supone que puede accederse a la pensión de jubilación sin estar
trabajando, por el hecho de haber cumplido los 65 años, siempre que se haya cubierto el
período de cotización.

Por último, hay que señalar, que dado que la jubilación es una prestación que se abona como
consecuencia del cese en el trabajo al cumplir una determinada edad, es requisito
indispensable que se haya cesado en la prestación de trabajo, tal como señala expresamente
el art. 204 TRLGSS.

Establece el art 204 TRLGSS que la acción protectora derivada de la prestación de jubilación
consiste en el abono de una pensión vitalicia. La cuantía de la prestación se calcula, aplicando a
una base reguladora un determinado porcentaje que es distinto en función del número de
años que el trabajador ha cotizado a la Seguridad Social.

En cuanto a la base reguladora, la regla es la siguiente (art. 209 TRLGSS): como regla general
es el resultado de dividir por 350 las 300 bases de cotización mensual anteriores al momento
del cese en el trabajo (las bases correspondientes a los 24 meses anteriores al mes previo a la
jubilación se computan por su valor nominal, pero las restantes bases se actualizan de
conformidad al IPC según la fórmula del art. 209.1 TRLGSS). Pero esta base reguladora se
ampliará de forma gradual, según la DT 8ª, a partir del 1 de enero de 2013 y hasta el 1 de
enero de 2022 (Durante 2018 será el resultado de dividir por 294 las bases de cotización
durante los 252 meses inmediatamente anteriores al mes previo al del hecho causante). Caso
de existir lagunas de cotización (por el hecho de que el trabajador, durante dicho período de
trabajo no haya desarrollado trabajo en algún momento), se integrarán las lagunas (las
primeras 48 mensualidades se integrarán con la base mínima y el resto con el 50% de dicha
base mínima).

A dicha base reguladora se aplicará un porcentaje que varía en función del número de años
cotizados a la Seguridad Social (art. 210 TRLGSS)

24
El derecho a la pensión de jubilación, si se cumplen los requisitos, nace con el cese de la
actividad laboral, de manera que los efectos económicos de la misma empiezan a disfrutarse a
partir del día siguiente al cese de la actividad. Para ello es necesario solicitar la prestación (se
puede presentar anticipadamente). El derecho a la prestación se mantiene hasta el
fallecimiento del beneficiario, salvo si regresa al trabajo.

Hay diversos mecanismos de jubilación anticipada, fundamentalmente son los siguientes:

a) Jubilación a la edad fijada por la ley vinculada a que se contrate a un trabajador para
sustituir al jubilado (contrato de relevo): art. 215.2 TRLGSS

b) Acceso a la jubilación anticipada por causa no imputable al trabajador: art. 207 TRLGSS

c) Acceso a la jubilación anticipada que deriva de la voluntad del interesado: art. 208 TRLGSS

d) Jubilación anticipada de trabajadores que desarrollen actividad en profesiones


excepcionalmente penosas, tóxicas, peligrosas o insalubres; o los que tenga un grado de
discapacidad igual o superior al 65%, o superior al 45% pero con apreciable reducción de la
esperanza de vida (art. 206 TRLGSS).

Cabe la posibilidad de jubilación parcial, manteniendo parte de la actividad laboral (art. 215
TRLGSS.

5.2.2.5 Pensiones de viudedad y orfandad

Definición:

Se trata de prestaciones económicas que se abonan ante el fallecimiento del trabajador o


causante; es decir, el objetivo de estas prestaciones es el de establecer ciertos niveles de
protección de los familiares ante la falta de renta provocada por el fallecimiento del causante.

Para poder acceder a la prestación hay requisitos que recaen tanto sobre el causante como
sobre el beneficiario.

Con carácter general, al causante se le exige cumplir los requisitos generales de estar afiliado y
en alta (o alta asimilada) y haber cubierto un período de cotización si el fallecimiento se
produce por enfermedad común (500 días dentro de los cinco años inmediatamente anteriores
al fallecimiento). Si se trata de supuestos de fallecimiento por enfermedad profesional o por
accidente de trabajo o accidente común no se exige período de carencia. En aquellos casos de
riesgos profesionales con incumplimiento de las obligaciones empresariales de afiliar o dar de
alta, se aplica el principio de alta presunta o de pleno derecho (art. 166.3 TRLGSS).

Pese a la exigencia general de afiliación y alta, se establece la posibilidad de que aquellos


causantes que no estuviesen en alta y su fallecimiento se deba a riesgos comunes, puedan

25
generar derecho a las prestaciones de muerte y supervivencia, siempre que acrediten un
período mínimo de cotización de 15 años.

Los beneficiarios deben cumplir a su vez las exigencias que establece el ordenamiento.

a) En el caso de viudedad (art. 219 TRLGSS)

Pueden acceder a la prestación de viudedad, el cónyuge supérstite, sea hombre o mujer, sin
que pueda establecerse en este sentido discriminación alguna. No obstante, se ha de
demostrar que habían contraído matrimonio.

Además, si se trata de fallecimiento debido a enfermedad común originada antes del


matrimonio, es necesario demostrar alguna de estas tres exigencias:
1º) que el matrimonio se había celebrado al menos un año antes del fallecimiento
2º) que existen hijos comunes
3º) que se pruebe una convivencia (como pareja de hecho inscrita en registro público, más el
período de matrimonio) superior a dos años.
Si el supérstite no tiene derecho a la pensión por no poder acreditar esta última exigencia,
tendrá derecho a una prestación temporal de igual cuantía que la viudedad, con una duración
de dos años (art. 222 TRLGSS).

También tendrá derecho a la prestación la pareja de hecho (debidamente inscrita en registro


público) en el momento del fallecimiento, siempre que acredite una situación de dependencia
económica respecto del causante: con carácter general, que sus ingresos durante el año
natural anterior al fallecimiento no alcanzaron el 50% de la suma de los propios y de los del
causante dentro del mismo período. Dicho porcentaje será del 25% si no había hijos comunes
con derecho a la pensión de orfandad. Además se exige que la convivencia haya sido
ininterrumpida durante cinco años anteriores al matrimonio, y que no tengan vínculo
matrimonial con otra persona o que no estén inscritos como pareja de hecho con un tercero.

La separación o el divorcio del causante no implica para el beneficiario/a la pérdida de


derechos a la viudedad (salvo que se hayan contraído nuevas nupcias o se haya constituido
una pareja de hecho); en todo caso, si se ha producido separación o divorcio, se exigirá al
beneficiario para tener derecho a la pensión de viudedad, que tengan derecho a la pensión
compensatoria regulada en el art. 97 del Código Civil. Si tras la separación o divorcio, el
causante contrae nuevo matrimonio (o entabla una relación de hecho), nuestro ordenamiento
concede una única pensión para el supérstite y para el excónyuge; que deberá repartirse entre
ambos en proporción al tiempo convivido por cada uno de ellos con el causante,
garantizándose un mínimo del 40% de la cuantía para el supérstite.

En cuanto al contenido de la prestación de viudedad, la base reguladora es diferente en


función de que estemos ante riesgos comunes o profesionales. A la base reguladora se le
aplicará un porcentaje del 52%, que constituirá la cuantía de la pensión.

Las pensiones de viudedad son compatibles con el trabajo y con pensiones de jubilación o
invalidez.
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b) En cuanto a los beneficiarios de la pensión de orfandad (art. 225 TRLGSS) se les exige que
sean menores de 18 años, si bien esta edad se eleva a 22 años cuando el hijo no efectúa
trabajos lucrativos con ingresos equivalentes al 75% del salario mínimo interprofesional,
pudiendo elevarse a 24 años cuando haya orfandad absoluta (tanto de padre como de madre),
o diversidad funcional igual o superior al 33%. Además, también es posible que accedan a la
pensión los hijos del cónyuge superviviente aportados al matrimonio, siempre que, además de
la edad antes señalada, dicho matrimonio se haya celebrado dos años antes del fallecimiento,
que convivieran con el causante y a sus expensas, que no tengan derecho a otra pensión de
Seguridad Social ni haya familiares con obligación de prestar alimentos, y que el otro
progenitor (que no es cónyuge del causante), haya muerto.

En cuanto a la cuantía de la pensión de orfandad, la base reguladora se calcula de idéntica


manera a la pensión de viudedad, si bien el porcentaje será del 20% para cada huérfano. Caso
de no existir beneficiario de la pensión de viudedad, los huérfanos pueden acrecer su
prestación con la que le habría correspondido al beneficiario de viudedad (en este caso, si son
varios huérfanos el incremento se distribuye entre ellos proporcionalmente).

Debe tenerse en cuenta que la suma de las pensiones de viudedad, más las de orfandad, no
pueden superar todas juntas el 100% de la base reguladora sobre las que se calculan; de
manera que si se superan deberán reducirse las de orfandad y mantenerse la de viudedad.

Además de las pensiones de viudedad y orfandad, existen diferentes prestaciones a favor de


familiares recogidas en el art. 226 TRLGSS (nietos, hermanos, madres, abuelas, padres,
abuelos, o hijos y hermanos de pensionistas de jubilación o invalidez), indemnizaciones
especiales a tanto alzado en caso de riesgos profesionales (art. 227 TRLGSS), así como el auxilio
por defunción, que es una prestación a tanto alzado dirigida a compensar los gastos del sepelio
(art. 218 TRLGSS).

5.2.2.6 Desempleo

Definición:

El desempleo es una prestación económica limitada temporalmente que se abona a quienes


pudiendo y queriendo trabajar, pierden su empleo o ven reducida su jornada ordinaria de
trabajo (art. 262 TRLGSS). La regulación de esta prestación se encuentra en los arts. 262 y ss
TRLGSS, normativa desarrollada por el RD 625/1985, siendo esta normativa aplicable a los
diferentes regímenes de Seguridad Social que otorga protección a las prestaciones por
desempleo y no sólo a los del Régimen General.

Existen dos clases de desempleo (art. 262 TRLGSS):

 El desempleo total se genera cuando el trabajador cesa totalmente su prestación de trabajo;


pudiendo tener carácter definitivo o temporal (por ejemplo, cuando hay una suspensión del
contrato de trabajo ex art. 47.1 ET).

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 El desempleo parcial se genera cuando el trabajador ve reducida temporalmente su jornada
ordinaria de trabajo, a través de expediente de regulación de empleo (se requiere, por tanto,
autorización administrativa), entre un mínimo del 10% y un máximo del 70%; siempre que el
salario se reduzca en un porcentaje análogo.

Una cuestión especialmente importante es la relativa a la gestión de esta prestación, que no le


corresponde al INSS ni a la TGSS, sino que le corresponde al Servicio Público de Empleo Estatal
(SPEE).

Además, hay dos niveles distintos de protección: el contributivo y el asistencial; si bien, pese a
la denominación, hay que señalar que en realidad el desempleo asistencial no es una
prestación no contributiva, pues como vamos a ver se exige previa cotización de los
trabajadores.

A. El nivel contributivo tiene como objetivo facilitar prestaciones sustitutivas del salario como
consecuencia de la pérdida del empleo, la suspensión del contrato o la reducción de la jornada
de trabajo. La prestación asistencial tiene carácter complementario, ya sea por cobrarse una
vez que ha finalizado la prestación contributiva, o bien por no tener el beneficiario derecho a la
prestación contributiva.

En cuanto al nivel contributivo, los requisitos exigidos para tener derecho a la prestación, son
los siguientes (art. 266 TRLGSS):
- Los beneficiarios deben estar afiliados y en situación de alta o situación asimilada al alta
- Que el trabajador haya cubierto un período mínimo de cotización de 360 días dentro de los
seis años anteriores a la pérdida o reducción de la jornada de trabajo.
- No haber cumplido la edad general de jubilación. Esto significa que no es posible tener
derecho a la prestación cuando se haya cumplido esta edad.
- Que se encuentren en situación legal de desempleo. Con carácter general se estiman como
situación legal de desempleo la extinción de la relación laboral por diferentes vías, la
suspensión del contrato por expediente de regulación de empleo (art. 47 ET), reducción de la
jornada ex art. 47 ET y otros supuestos diferentes.
-Acreditar formalmente su disposición para buscar empleo, firmando el compromiso de
actividad.

La cuantía de la prestación se regula en el art. 270 TRLGSS y es el resultado de aplicar a la base


reguladora el porcentaje que corresponda. La base reguladora se calcula dividiendo por 180 la
suma de las bases de cotización por desempleo (excluido el importe de las horas
extraordinarias) correspondientes a los últimos 180 días anteriores al momento en que se
produce la situación de desempleo o al momento en que cesó la obligación de cotizar.
Los porcentajes varían en función de la duración de la prestación: los 180 primeros días de
prestación se aplica el 70% y el 50% desde el día 181 en adelante.
La cuantía está sujeta a topes máximos y mínimos: el máximo es equivalente al 175% del
IPREM y si hay un hijo a cargo será el 200%, con dos o más hijos es el 225%. El mínimo será el
107% del IPREM si hay hijos a cargo o el 80% cuando no tenga hijos a cargo. Se entiende por
hijo a cargo, el menor de 26 años o mayor de dicha edad incapacitado, que carezca de rentas
de cualquier naturaleza superiores al SMI.
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La duración de la prestación depende de los períodos de cotización estableciéndose una
escala: el período mínimo es de 120 días cuando se haya cotizado entre 360 y 539 días, el
máximo 720 días de prestación cuando se ha cotizado al menos 2.160 días. Dicha escala se
recoge en el art. 269 TRLGSS.
Durante el percibo de las prestaciones contributivas, además se cotiza a la Seguridad Social

B. En cuanto al nivel asistencial, consta de una prestación económica y del abono por la
Seguridad Social de las cotizaciones para las prestaciones de asistencia sanitaria, protección a
la familia y jubilación (es, por tanto, una cotización reducida). Existen diferentes modalidades
de la prestación asistencial por desempleo, de manera que los requisitos para acceder a cada
una de ellas, la duración y cuantía de la prestación varían en función de la modalidad del
subsidio. Estas modalidades son: subsidio por desempleo, subsidio por desempleo para
mayores de 52 años; subsidio especial para trabajadores mayores de 45 años que hayan
agotado una prestación de desempleo (contributiva) de 24 meses.

En primer lugar nos encontramos con el subsidio por desempleo (art. 274 TRLGSS).
Tienen derecho al mismo, aquéllos que figuren inscritos como demandantes de empleo, al
menos durante un mes, sin que hayan rechazado oferta de empleo adecuado, ni haberse
negado a participar en acciones de formación profesional. También se requiere que el
beneficiario carezca de rentas de cualquier tipo, superiores al 75% del SMI (excluida la parte
proporcional de las pagas extraordinarias). Además, el beneficiario ha de encontrarse en
alguna de las siguientes situaciones:
1º Haber agotado prestación del nivel contributivo y tener responsabilidades familiares (se
entiende por ellas tener a cargo al cónyuge, hijos menores de 26 años o mayores
incapacitados, así como menores de 18 años acogidos, cuando la renta familiar incluida la del
solicitante, dividida por el número de miembros de la unidad familiar, no supere el 75% del SMI
excluida la parte proporcional de las pagas extraordinarias).
2º Haber agotado prestación del nivel contributivo, no tener responsabilidades familiares y ser
mayor de 45 años.
3º Ser emigrante retornado a España y no tener derecho a prestación contributiva de
desempleo.
4º Haber sido liberado de presión y no tener derecho a la prestación contributiva de
desempleo, siempre que la privación de libertad haya sido por tiempo superior a 6 meses.
5º Haber sido declarado capaz o inválido en grado de invalidez permanente parcial como
consecuencia de una revisión del grado de invalidez.
6º Estar en situación legal de desempleo, no tener derecho a la prestación contributiva por
falta de carencia, haber cotizado al menos tres o seis meses e inscripción como demandante de
empleo.

En estos casos el beneficiario tiene derecho a una prestación equivalente al 80% del IPREM.
Como regla general, la duración de la prestación es de 6 meses, prorrogables hasta los 18
meses, si bien existen diferentes reglas especiales recogidas en el art. 277 TRLGSS.

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En segundo lugar encontramos el subsidio de mayores de 55 años, al cual pueden
acceder los desempleados inscritos como demandantes de empleo y que hayan firmado el
compromiso de actividad, siempre que hayan cumplido los 55 años, que hayan cotizado
durante al menos seis años a lo largo de su vida laboral y que carezcan de rentas superiores al
75% del SMI. Tales sujetos podrán acceder a la protección por desempleo cuando se
encuentren en alguno de estos supuestos:
1º Haber agotado una prestación contributiva.
2º Ser emigrante retornado sin derecho a pensión.
3º Ser liberado de prisión, siempre que no tenga derecho a prestación contributiva y haya
permanecido en prisión más de seis meses.
4º Haber sido declarado capaz o inválido en grado de invalidez permanente parcial como
consecuencia de una revisión del grado de invalidez.
5º Estar en situación legal de desempleo y no tener derecho a la prestación contributiva, por
no haber cubierto el período de carencia.
6º Haber permanecido inscrito como demandante de empleo desde el agotamiento de una
prestación contributiva o subsidio asistencial, hasta cumplir los 55 años.
En estos casos el beneficiario tiene derecho a una prestación equivalente al 80% del IPREM,
manteniéndose el percibo del mismo hasta alcanzar la edad general de jubilación

En tercer lugar está el subsidio especial para mayores de 45 años que hayan
agotado una prestación del nivel contributivo de desempleo de 24 meses de duración.
En este caso los requisitos exigidos consisten en tener cumplidos los 45 años, haber agotado
una prestación por desempleo contributivo de 720 días de duración y carecer de rentas de
cualquier naturaleza superior al 75% del SMI.
La cuantía de la prestación consiste en un 80% del IPREM cuando no tenga familiares a su cargo
o se tenga un familiar a cargo; si son dos familiares a cargo la cifra se eleva al 107% del IPREM;
y si son tres o más familiares, se eleva al 133%. La duración de esta prestación es de seis
meses.

5.2.3. NIVEL NO CONTRIBUTIVO DE LA SEGURIDAD SOCIAL.

El nivel no contributivo es un mecanismo de protección no profesional, no está pensado para


los que desarrollan prestación de servicios, sino para aquellos que están fuera del mercado de
trabajo. No obstante, también protege a todos aquellos que siendo trabajadores no tienen
derecho a la protección contributiva por carecer de cotizaciones suficientes. No se exige como
requisito para otorgar la protección, que se encuentre en situación activa, ni que se haya
cotizado. En consecuencia, el cálculo de la cuantía de las prestaciones no tiene en cuenta las
aportaciones que hayan podido realizarse a la Seguridad Social.

En la actualidad la protección no contributiva de Seguridad Social alcanza fundamentalmente a


las pensiones de invalidez y jubilación, si bien también existen prestaciones no contributivas
familiares (de muy escasa entidad) y la asistencia sanitaria no contributiva para personas sin
recursos (que tengan rentas económicas inferiores al salario mínimo interprofesional), así
como de maternidad. Como vemos la protección es bastante reducida en cuanto a las
prestaciones que se otorgan.
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a) Maternidad (181 y 182 TRLGSS): Prestación no contributiva. Si se reúnen todos los requisitos
a excepción de periodo de carencia, puede solicitarse una prestación económica equivalente al
100% del indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM) en vigor siempre que la base
reguladora calculada no llegue a dicha cuantía.

b) En cuanto a las pensiones de invalidez no contributiva, los requisitos están regulados en los
arts. 363 y 364 TRLGSS:
- El beneficiario debe tener, al menos, 18 años, y como máximo, 65 años (si se cumple la
pensión de invalidez pasa a considerarse jubilación no contributiva).
- Debe haber residido legalmente en territorio español durante al menos cinco años, de los
cuales dos de ellos han de ser inmediatamente anteriores a la fecha de la solicitud de la
pensión.
- Debe estar afectado por una minusvalía igual o superior al 65%.
Junto con los requisitos anteriores, también existe un requisito de carácter general, aplicable
tanto a las pensiones de jubilación o invalidez en su modalidad no contributiva, encontrarse en
situación de necesidad, lo cual se objetiva de una manera relativamente simple: estimando que
se encuentra en dicha situación todo aquél que carezca de recursos económicos suficientes. A
estos efectos se fija un límite mínimo de renta, de manera que si el solicitante queda por
debajo del mismo, se tendrá derecho a la protección; concretamente, para el año 2018, está
fijado en 5.178,60 euros anuales.

En cuanto a la cuantía de la prestación, se determina a través de la Ley de Presupuestos


Generales del Estado de cada año. Para el 2018 se ha fijado, por el Real Decreto 1079/2017, de
29 de diciembre, sobre revalorización de pensiones de Clases Pasivas, de las pensiones del
sistema de la Seguridad Social y de otras prestaciones sociales públicas para el ejercicio 2018,
en 5.178,60 euros anuales, fraccionándose en 12 pagas mensuales más dos extraordinarias.
Concretamente el procedimiento de cálculo es relativamente simple, pues al coincidir la
cuantía con el límite de renta antes señalado, la cuantía de la prestación será diferente en
función de las rentas de cada beneficiario: esta se calculará para cada supuesto, restando a
dicho límite de rentas, las rentas del beneficiario. Las cuantías son compatibles con las rentas o
ingresos anuales que no superen el 35% del importe anual de la cuantía. Por este
procedimiento se conseguirá que cada beneficiario tenga derecho a una prestación por cuantía
diferente; pero finalmente todos tendrán una renta global (la personal más la pensión)
equivalente a la cuantía del límite mínimo de renta.

c) Pensión no contributiva de jubilación, se regula en los arts. 369 y ss. de la TRLGSS. A tenor
de este precepto, tienen derecho a esta pensión las personas que:
- Hayan cumplido los 65 años de edad.
- Carezcan de rentas o ingresos en cuantía superior a los límites establecidos en el art. 363
TRLGSS; es decir, el límite de rentas analizado en la pensión no contributiva de invalidez.
- Deben haber residido legalmente en territorio español durante diez años entre la edad de
dieciséis y la edad del devengo de la pensión, de los cuales dos han de ser consecutivos e
inmediatamente anteriores a la solicitud de la prestación.

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La cuantía de la prestación se calcula de idéntica manera a la analizada en la prestación no
contributiva de invalidez no contributiva.

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