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Nacionalismo.

Eric Hobsbawn.

Instituto Superior “La Sagrada Familia”.


Historia Contemporánea.
Prof.: Roberto Orellana.
Abril de 2018.

Alumnos:
Belizan, David.
Gay, Salma.
Rodriguez, Fernanda.
Introducción.

En este trabajo se abordará el nacionalismo desde su génesis, el


protonacionalismo, desde 1848 en una segunda etapa y desde 1870 en
adelante. A mediados de siglo XVIII la Revolución Francesa dio pie a una
nueva ideología, el Nacionalismo. Europa comienza a sentar las bases de lo
que sería el nuevo Estado Nación de finales de siglo. Nuevas ideologías
comienzan a aparecer y estas se arraigaban en un sector particular; los
intelectuales, la clase media. La masa popular quedaba fuera por el hecho de
que se sentían enfrentados con la clase burguesa que más que nada buscaba
ampliar o mantener las relaciones comerciales con otros lugares del continente.

En el siglo XIX, el nacionalismo fue un movimiento decisivo y es difícil


encontrar una región en donde no jugó algún papel. Pero ¿Cuáles son los
elementos que componen el nacionalismo? Los conceptos de raza, etnicidad,
cultura o lengua no resultaron elementos suficientes para considerar a todos
hijos de una misma patria. Las distintas regiones europeas eran pluri-étnicas,
pluri-religiosas y hablaban distintos dialectos dentro de una misma zona. Para
el autor serán entonces más allá de las características citadas estas tres; a
saber, la asociación histórica con un estado, la existencia de una antigua élite
cultural y la probada capacidad de conquista.

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Desarrollo.

El nacionalismo fue un proceso, la consecuencia de un concepto que


Eric Hobsbawn propone bajo el nombre de “protonacionanalismo”. Con este
concepto el autor identifica al movimiento que finalmente daría su fruto o
tendría como producto termina al moderno Estado-Nación

No es lo mismo un estado nación, que el nacionalismo y mucho menos


que el protonacionalismo. Este último fue la razón, el germen para concretar el
estado nación. La revoluciones de 1848 fueron una afirmación de la
nacionalidad, pero a pesar de fracasar, sus aspiraciones se extenderían por 25
años. No sólo se fabricaron naciones en Europa sino también en otras partes
del mundo: la guerra civil americana fue para unificar a Estados Unidos,
también sucedió en Japón y un poco más tarde en Latinoamérica.

Las “naciones” previas a la Revolución Francesa se definieron según el


territorio, su historia, cultura, composición étnica y su lenguaje. Europa se
hallaba dividida en “naciones” cuya fundación de estados tenía pocas dudas y
otras donde había una gran incertidumbre.

Francia, Inglaterra, España y Rusia eran naciones identificadas por su


lenguaje. Hungría y Polonia eran naciones porque dentro del imperio de los
Habsburgo, Hungría tenía reino propio y Polonia un estado. Alemania era
nación, porque sus numerosos principados formaron por mucho tiempo
Federaciones Alemanas y los alemanes cultos compartían el mismo lenguaje y
la misma literatura. Italia contaba con la más antigua cultura literaria común en
su minoría selecta.

El nacionalismo hacía referencia a que ningún pueblo debía ser


explotado y gobernado por otro junto con la identificación de las instituciones
con el Pueblo. Lo fundamental era el sentimiento del Pueblo, en especial en su
orgullo y herencia folclórica.

El estado nación no solo debía ser nacional sino también progresiva,


para desarrollar una economía, tecnología, organización estatal y fuerza militar
viable. Por esto algunos planteaban que los pueblos pequeños y “atrasados”
debían sumarse a las grandes naciones para reducirse a provincias o incluso
desaparecer.

Las grandes naciones estaban destinadas a prevalecer y a vencer en la


lucha de la existencia. Las más pequeñas serían vencidas, se podría negar la
legitimidad o su experiencia en conjunto, o podrían reducirlas a movimientos en
pro de la autonomía, o un último camino era aceptarlas como realidades
innegables pero ingobernables.

El Bismarck unifica a Alemania, primero se cierran las fronteras

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comerciales (aduanas) para que los pueblos principados comercien entre sí. A
pesar de no ser nacionalista logró la unificación alemana. Todos los
movimientos proponían cambios más o menos ambiciosos, lo que los hacía
nacionalistas.

Los nacionalismos viejos se podrían hasta considerar multi-


nacionalismos. No tenían conflictos internacionales, sólo conflictos internos. El
principal apoyo para el nacionalismo provino de la clase “intermedia”, no de las
masas populares.

Existen otras formas de nacionalismo: las actividades culturales y


económicas desarrolladas en territorio checo generaban términos propios que
luego serían utilizados para las manifestaciones nacionalistas. También las
rebeliones de campesinos y montañeses contra el gobierno extranjero
uniéndoles la conciencia de opresión, la xenofobia y la vieja identidad étnica.

Las naciones no eran un desarrollo espontáneo sino elaborado. Las


instituciones debían imponer uniformidad nacional (el servicio militar del
ejército, la educación y los trabajos estatales. Se extendió a mayor parte de la
población la educación universitaria, secundaria y primaria (en Alemania ésta
última aumentó un 145%), a pesar de ser baja en comparación con nuestra
época. A partir de ellas el “idioma nacional” se transformó realmente en el
idioma hablado. Al formar una propia nación también formaba el contra-
nacionalismo por parte de los sectores que no se identificaban con ella.

La base del nacionalismo de todo tipo era la misma: la voluntad de la


gente de identificarse emocionalmente con su nación y de movilizarse
políticamente como checos, alemanes, italianos, entre otros, voluntad que
podía ser explotada políticamente.

La esencia del nacionalismo de derechas que apareció en los estados-


nación ya existentes era reclamar el monopolio del patriotismo para la extrema
derecha política, y en consecuencia calificar a todos los demás grupos de
traidores. Ese fenómeno era nuevo ya que durante la mayor parte del siglo 19
el nacionalismo se ha identificado con los movimientos liberales y radicales y
con la tradición de la Revolución Francesa.

La causa nacional no era incompatible con otra causa por ejemplo se


podía ser al mismo tiempo marxista revolucionario con conciencia de clase y un
patriota irlandés.

Hubo 3 cambios en el nacionalismo político:

El primero fue la aparición del nacionalismo y el Patriotismo como una


ideología de la que se adueñó la derecha política.

El segundo de esos aspectos es el principio, totalmente ajeno a la fase


liberal de los movimientos nacionales, de que la autodeterminación nacional

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incluyendo la formación de los estados soberanos independientes podría ser
una aspiración no sólo de algunas naciones sino de todos los grupos que
afirman ser una nación.

El tercer aspecto era la tendencia creciente a considerar que la


autodeterminación nacional no podía ser satisfecha por ninguna forma de
autonomía que no fuera la independencia total.

Las numerosas nacionalidades existentes en los estados constituidos no


planteaban un grave problema político a excepción del imperio Habsburgo y tal
vez del imperio otomano.

A pesar de que los movimientos nacionalistas se incrementaron en


Europa a partir de 1870, lo cierto es que durante los 40 años anteriores al
estallido de la Primera Guerra Mundial se formaron pocos estados nacionales
nuevos y los que se crearon no tenían gran importancia como Bulgaria,
Noruega o Albania. De todas maneras, adquirió mayor fuerza la identificación
de las masas con la nación y el problema político del nacionalismo comenzó a
ser más difícil de afrontar tanto para los estados como para sus adversarios no
nacionalistas.

Resulto muy importante a largo plazo la transformación de la definición y


el programa del nacionalismo. La lengua era un criterio de nacionalidad entre
muchos otros (antes de 1870). Las lenguas nacionales en las que descubrían
el carácter fundamental de sus naciones, eran, muy frecuentemente, una
creación artificial, es decir que el nacionalismo lingüístico fue una creación de
aquellos que escribían y leían la lengua no de quienes la hablaban. Las
lenguas están estrechamente vinculadas con los territorios e instituciones.

La identificación de las naciones con un territorio exclusivo provoco


problemas en amplias zonas del mundo afectadas por la emigración masiva. El
nacionalismo era entonces considerado como un fenómeno inherente no a un
fragmento concreto del mapa en el que se asentaba un núcleo determinado de
población, sino a los miembros de aquellos colectivos de hombres y mujeres
que se consideraban pertenecientes a una nacionalidad, con independencia del
lugar donde vivía. Los hombres y mujeres estaban enraizados en un lugar al
que llamaban patria (en el s. XVII) pero la patria era el centro de una
comunidad real (aldeas, familias, parroquias, barrios), no de una comunidad
imaginaria que crea un cierto tipo de vínculo entre miembros de una población
de millones. El nacionalismo y el estado aplicaron los conceptos asociados de
familia, vecino y suelo patrio a unos territorios y poblaciones de un tamaño y
escala tales que convirtieron esos conceptos en simples metáforas.

El estado no solo creaba la nación sino que necesitaba crear la nación.


En ese periodo cada vez más democrático, la autoridad no podía confiar ya en
que los distintos órdenes sociales se sometieran espontáneamente a sus

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superiores en la forma tradicional ni tampoco en la religión tradicional como
garantía eficaz de obediencia social, y necesitaba unir a los súbditos del estado
contra la subversión y la disidencia. La nación constituía un nexo que unía a
todos los ciudadanos con el estado.

Podemos afirmar, que desde el punto de vista de la educación, el


periodo de 1870-1914 fue por encima de todo la era de la escuela primaria en
la mayor parte de los países europeos. Pero un sistema educativo nacional
exigía una lengua nacional de instrucciones. Así pues los estados crearon
patriotismo nacional y ciudadanos homogeneizados desde el punto de vista
lingüístico y administrativo. Pero esto contribuyo a definir las nacionalidades
excluidas de la nacionalidad oficial separando a aquellas comunidades que
oponían resistencia a la lengua y a la ideología oficial.

Pero ¿Por qué se resistían algunos, cuando muchos otros no lo hacían?

Una razón inequívoca que indujo a determinados miembros de algunas


nacionalidades a negarse a asimilarse era que no se les permitía convertirse en
miembros de pleno derecho de la nación oficial.

Los 50 años anteriores a 1914 fueron un periodo típico de xenofobia y,


por tanto, de reacción nacionalista ante ella porque fue una era de movilidad y
migración masiva y, de tensiones sociales abiertas u ocultas. Para la burguesía
el aflujo de extranjeros pobres dramatizaba y simbolizaba los problemas
planteados por el proletariado urbano en expansión. Ambos grupos eran vistos
como barbaros internos y externos que amenazaban con acabar con la
civilización tal como la conocían las gentes respetables. Quienes inmigraban a
países extranjeros sentían que se despertaba en ellos sentimientos
nacionalistas, tuvieran que sufrir o no la xenofobia local. Cuanto más intensos
están los movimientos migratorios y más rápidos el desarrollo de las ciudades y
la industria que enfrentaba a unas masas de desarraigados con otras, mayor
era la base para que surgiera una conciencia nacional entre esos
desarraigados. El neo-tradicionalismo era la fuerza que estimulaba el
nacionalismo sobre todas las naciones más pequeñas. Por ejemplo la iglesia
católica le brindó apoyo al nacionalismo vasco y flamenco. Los ideólogos de
derecha también tendieron a promocionar el regionalismo cultural de raíces
tradicionales.

Los campesinos, los burgueses y el nuevo proletariado no se


interesaban por este mini-nacionalismo. El progreso del nacionalismo en el
período que analizamos fue en gran medida un fenómeno protagonizado por
las clase media y media baja urbano.

Solo el poder político podía transformar el status de las lenguas o


dialectos menores. Solo la presión política podía conseguir para las lenguas no
competitivas un lugar como medio de educación o de comunicación pública no

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escrita. El mismo hecho de que nuevos sectores de las clases medias bajas e
incluso de la clase media hubieran sido educado en esloveno o flamenco hacia
destacar el hecho de que los puestos más elevados quedaban en manos de los
que todavía hablaban francés o alemán, aunque no se ocuparan de aprender la
lengua secundaria. Se hacía necesaria una mayor presión política para superar
esa dificultad. Lo que se necesitaba en realidad era poder político. Para
expresarlo con toda claridad, había que obligar a la gente a utilizar la lengua
vernácula para todas aquellas actividades en las que normalmente habría
preferido utilizar otra lengua. La reivindicación del territorio estatal
independiente era cada vez más inseparable de la lengua.

El nacionalismo estaba unido a las capas medias de la población debido


a que el extranjero simbolizaba la perturbación de los viejos hábitos y el
sistema capitalista que los perturbaba. El antisemitismo iba dirigido hacia los
banqueros, empresarios y otro se identificaba con la destrucción que el
capitalismo causaba en los hombres pequeños (judíos). La asociación del
nacionalismo con las derechas era consecuencia de la aparición de
movimientos socialistas que combatían sistemáticamente la xenofobia. De
manera que en esos sectores el rechazo de los extranjeros y de los judíos
tendía a ser más vergonzoso que en el pasado. El patriotismo se decantó hacia
la derecha política, no solo porque su sostén ideológico anterior, liberalismo
burgués sino también porque la situación internacional que permitía que el
liberalismo y el nacionalismo eran compatibles habían cambiado. Pasó de ser
hasta la década de 1870 una situación en la que podía afirmarse que la victoria
de un estado nación no significaba la derrota de otro, a ser una situación en la
que a partir de 1870, con la posibilidad de un conflicto global latente, el
nacionalismo veía a las otras naciones como una amenaza. Para reflejar este
hecho los hombres que se auto titulaban nacionalistas muchas veces fueron
impulsados a la acción por la experiencia de la derrota de sus estados en la
guerra.

Un nacionalismo de esas características era el vehículo perfecto para


expresar los resentimientos colectivos de aquella gente que no podía explicar
con precisión su descontento. Los culpables de ese descontento eran los
extranjeros. Sin duda casi todo el mundo, incluso muchos socialistas e
intelectuales estaban profundamente sumergidos en el racismo esencial de esa
civilización y eran también vulnerables a las tentaciones qué surgen del hecho
de considerar que la clase o el pueblo al que uno pertenece tiene una
superioridad natural intrínseca sobre los demás.

Existe una diferencia entre el nacionalismo como ideología de


movimientos nacionalistas y de unos gobiernos deseosos de agitar la bandera
nacional, y el llamamiento más amplio de la nacionalidad. Los primeros sólo
tenían en cuenta la creación o el engrandecimiento de la nación. Su programa
era resistir, expulsar, derrotar, someter o eliminar al extranjero. Pero para la

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mayor parte de la gente el nacionalismo por sí solo no bastaba. En el período
que estudiamos, los movimientos nacionales que consiguieron un apoyo
auténtico de masas fueron, prácticamente siempre, los que conjugaron la
apelación a la nacionalidad y la lengua con algún otro interés poderoso o fuerza
movilizadora.

Hubo partidos cuyo objetivo original y fundamental era la liberación


internacional socialista y clasista qué se convirtió también en el vehículo de
liberación nacional, por ejemplo el partido socialista polaco de la segunda
internacional que logro su independencia.

En el transcurso de la guerra la mayor parte de las nacionalidades


intensificaron el descontento y los sentimientos revolucionarios, pero se
manifestaron, no en movimientos de Independencia nacional, sino de
revolución social. También el sentimiento antibelicista y el descontento social se
impusieron cada vez más sobre el patriotismo de los ejércitos. Estos ejércitos
no habían ido a la guerra llevados por el gusto de la lucha, de la violencia y del
heroísmo, ni para llevar adelante el egoísmo nacional y el expansionismo del
nacionalismo de la derecha. Por el contrario se hacía hincapié en qué las
naciones rivales representaban una amenaza mortal para los valores de
libertad y civilización que encarnaba su nación .

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Conclusión.

Las distintas etapas de la historia han llevado a que los conceptos


evolucionen. Esto pasó con el término nación. En una primera etapa se lo
definía por la historia vivida en determinada región, como la posición tomada
contra un grupo al que se considera opuesto, por el hecho de compartir una
lengua común o incluso por tener una historia común con distintos grupos.

Tiempo después estos factores fueron cambiando y lo que definía a la


nación era su fortaleza, la capacidad de dominar al colectivo mediante la
imposición de instituciones destinadas a este fin pero con el consenso de la
mayoría del pueblo, avasallando las voluntades de las minorías.

En la última etapa se puede ver más claramente que el nacionalismo se


expresaba más que nada en una conciencia social, nacional y política
arraigada que buscaban el engrandecimiento de la nación sojuzgando y
eliminando al extranjero.

En base al camino recorrido y a los protagonistas de esta ideología se podría


definir el moderno Estado-Nación como un producto de la voluntad general.
Una creación desde el pueblo hacia arriba, hacia las instituciones pero un
grupo de naciones donde la conciencia nacional se desarrolló desigualmente
entre los agrupamientos y las regiones.

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Bibliografía.

 Hobsbawn, Eric (2007). El Nacionalismo. En “La Era de la Revolución


(pp 138 150). Buenos Aires: Planeta.
 Hobsbawn, E. (2010) La construcción de naciones en “La Era del Capital
1848-1875” (pp 93-108).Buenos Aires: Planeta
 Hobsbawn, E. (2007) Banderas al viento: las naciones y el nacionalismo
en “La Era del Imperio 1875-1914” (pp152-174). Buenos Aires: Planeta.

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