del personal para la ejecución de la estrategia es un asunto de alta importancia, pues todos éstos integran la capacidad de ejecución estratégica, y por efecto sinérgico, tienen la capacidad porque desempeñan en cierto grado de excelencia las funciones que les corresponden, y obviamente, tienen debilidades o áreas de oportunidad. Pero aun cuando en conjunto tengan una capacidad de ejecución aceptable, ésta se ve mermada si el talento humano no cuenta con el liderazgo que motive a tomar propiedad de los objetivos anuales. Es fundamental contar con líderes que sepan adaptar su estilo de gestión, dirección y conducción a cada perfil: deben saber sacar lo mejor de cada colaborador. Los líderes deben reconocer que no todos los empleados son iguales. Cada perfil, incluso cada colaborador requiere motivadores e incentivos diferentes que el líder debe saber reconocer para poder ganarse su confianza y encaminarlo al logro. Una herramienta que complementa al liderazgo y que sirve para hacer objetiva la medición de la ejecución es contar con un proceso de evaluación del desempeño formal en toda la organización, por medio del cual se mida a nivel individual: el cumplimiento de las funciones del puesto, desarrollo de competencias y avance hacia el logro de los objetivos. Es necesario que cada colaborador conozca lo que se espera de él: las expectativas de su desempeño y de su desarrollo, y los objetivos que le son encomendados (desde el momento en que se le asignan). Se deben establecer acuerdos y apoyos necesarios para su cumplimiento. Las empresas que quieren potenciar su capacidad de ejecución estratégica integran en su gestión del talento procesos y metodologías sistémicas de evaluación del desempeño que permiten analizar a cada persona en relación con el cumplimiento de objetivos, funciones de puesto y desarrollo de competencias. Sirven para determinar: eficiencia, eficacia, calidad, resultados, impacto y sostenibilidad en la capacidad de ejecución.