Sergei Rachmaninoff
(Novgorod, 1873 – Beverly Hills 1943)
Rachmaninoff es considerado como uno de los pianistas más influyentes del siglo XX.
Tuvo legendarias facilidades técnicas y manejo rítmico, y sus largas manos eran capaces
de cubrir la treceava. Además tenía la habilidad de tocar complejas composiciones con
sólo escucharlas una vez. Muchas presentaciones de las composiciones de Rachmaninoff
fueron grabadas por “The Victor Talking Machina Company”, así como también los
trabajos del repertorio estándar.
Como era tradicional en su familia, fue orientado musicalmente desde muy joven, y
recibió sus primeras clases de piano por parte de su madre a los seis años de edad. En
1886 entra en el Conservatorio de Moscú, donde sus profesores de piano incluyeron al
estricto Nikolay Zeverov y Aleksandr Silote, primo de Rachmaninoff quien le recomendó
a su propio maestro, el pianista y compositor húngaro Franz Liszt. Además, el autor
estudió con tres eminentes compositores rusos: Antón Arensky, Sergey Taneyev y su
mentor de música más importante, Peter Ilich Tchaikovsky.
Durante tres años deja de componer limitándose al trabajo como pianista y director.
Su Concierto para piano nº 2 en do menor (1900) marcó su regreso con un gran éxito.
Comienza aquí su triple carrera, como compositor, pianista y director, que le llevaría a
adquirir una fama sin precedentes. Fue director del Teatro Bolshói de Moscú, entre 1904
y 1906, y realizó varias giras por todo el mundo como pianista. A esta etapa de su vida
pertenecen sus obras más grandiosas: su Sinfonía nº 2 en mi menor (1906), el poema
sinfónico La isla de los muertos (1909), liturgia de San Juan Crisóstomo (1910) para coro
y la sinfonía coral Las campanas (1913).
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profesión de solista y director, tan necesaria para mantener su economía y la de su
familia, por lo que su faceta creativa se vio muy mermada. De sus escasas composiciones
posteriores a 1917 destacan Variaciones sobre un tema de Arcangelo Corelli (1934) para
piano, la Rapsodia sobre un tema de Paganini (1936) para piano y orquesta, la Sinfonía
nº 3 en la menor (1936) y el Concierto para piano nº 4 en sol menor (1937).
Preludios
Rachmaninov compuso un total de 24 preludios. Este número nos recuerda al clave bien
temperado de Bach, a quien le siguieron muchos otros. Sin embargo, de todos los
compositores que escribieron series de 24 piezas en todas las tonalidades, Rachmaninov
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parece ser el único que no tenía originalmente ese objetivo en mente. Los preludios fueron
escritos y publicados en momentos diferentes, en conjuntos diferentes.
Preludios Op.23
Son un total de diez preludios, compuestos en 1901.
Estos preludios abandonan la forma de preludio corto tradicional delineada por
compositores como Bach, Scriabin y Chopin. A diferencia del set de Chopin, formado por
algunos fragmentos musicales de media página, los Preludios Op.23 de Rachmaninov
duran varios minutos cada uno, expandiéndose en formas polifónicas complejas con
secciones musicalmente independientes. Las piezas tal vez representan una culminación
de la expresión romántica. El set refleja la experiencia de Rachmaninov como virtuoso
pianista y maestro compositor, probando las capacidades técnicas, tonales, armónicas,
rítmicas, líricas y de percusión del piano.
• N.º 1 en fa sostenido menor (Largo)
• N.º 2 en si bemol mayor (Maestoso)
• N.º 3 en re menor (Tempo di minuetto)
• N.º 4 en re mayor (Adagio)
• N.º 5 en sol menor (Alla marcia)
• N.º 6 en mi bemol mayor (Andante)
• N.º 7 en do menor (Allegro)
• N.º 8 en la bemol mayor (Allegro vivace)
• N.º 9 en re bemol menor (Presto)
• N.º 10 en sol bemol mayor (Largo)
Ciertas características de la serie, tales como la recurrencia al movimiento desde un
tono al próximo adyacente, acordes en común entre preludios adyacentes y la relación
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entre el primer y el último preludio (ambos marcados Largo, siendo el último el relativo
mayor del primero) sugieren que las obras podrían ser tocadas seguidas como una serie.
Preludios Op.32
Para 1910, Rachmaninoff definitivamente había decidido completar el conjunto de
24, publicando 13 preludios, op. 32, que cubre las 13 tonalidades restantes:
• N.º 1 en do mayor (Allegro vivace)
• N.º 2 en si bemol menor (Allegretto)
• N.º 3 en mi mayor (Allegro vivace)
• N.º 4 en re menor (Allegro con brio)
• N.º 5 en sol mayor (Moderato)
• N.º 6 en fa menor (Allegro appassionato)
• N.º 7 en fa mayor (Moderato)
• N.º 8 en la menor (Vivo)
• N.º 9 en la mayor (Allegro moderato)
• N.º 10 en si menor (Lento)
• N.º 11 en si mayor (Allegretto)
• N.º 12 en sol sostenido menor (Allegro)
• N.º 13 en re bemol mayor (Grave – Allegro)
En comparación con la colección anterior, muchas de las piezas son técnicamente más
complicadas y exigentes musicalmente. Mientras que los episodios líricos tienen colores
cada vez más trágicos, el mundo sonoro se vuelve más sofisticado y exquisito.
Los Preludios son una parte importante de su obra para piano, que, con su lenguaje
de sonido melancólico y patético, incrementos dramáticos y clímax dinámicos,
representa la culminación final de la música para piano romántica tardía y sigue siendo
un desafío para los grandes pianistas.
Etudes-tableaux op. 33 y 39
Las dos series de Etudes-tableaux, separadas por la I Guerra Mundial y por la
Revolución Rusa, se consideran convencionalmente como un corpus unitario. La op. 33
se completó en agosto de 1911 y la op. 39 en febrero de 1917. Son poemas sinfónicos
miniaturizados, evocaciones de estímulos visuales cuyo programa Rachmaninov declinó
narrar en beneficio de la imaginación de su público y de sus intérpretes. En una carta de
2 de enero de 1930 Rachmaninov otorga a Respighi la inspiración de estas piezas, lo que
ha provocado algunos conflictos suplementarios para la explicación coherente de la
colección de Études-tableaux, una exploración sistemática y multidireccional de las
posibilidades cromáticas del piano que tanto ha fascinado a los mejores pianistas de la
postguena mundial.
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el carácter tranquilo de este estudio. Es necesaria una ejecución delicada para
evitar que la música llegue a resultar monótona. La elaboración técnica del
estudio está en la métrica 2 sobre 3, el cruce de manos y el largo tramo de figuras
arpegiadas en la mano izquierda. El final es trágico y poético.
• N.º 3 en fa sostenido menor: Allegro molto
• N.º 4 en si menor: Allegro assai
• N.º 5 en mi bemol menor: Apassionato. Este estudio requiere de dedos
muy fuertes y manos grandes. El tema principal apasionado y turbulento se
afirma enfáticamente. A continuación, el tema es presentado en un volumen
mucho más tranquilo. Esto finalmente conduce a una melodía nostalgia segunda.
Esta melodía es inestable debido al incansable acompañamiento en el bajo. El
tema principal se recapitula y conduce a un clímax. La música se calma y el
carácter pasa de apasionado a sombrío. La música se vuelve más desolada para
terminar finalmente con una tercera de picardía en mi bemol mayor.
• N.º 6 en la menor: Allegro. Esta agresiva e intimidante pieza comienza con
una amenazante octava en escala cromática descendente en el teclado,
contestada por unas figuras rápidas y agudas parloteantes que con el tiempo se
transforman en una marcha. La música se vuelve frenética y una vez que ha
alcanzado el presto parece casi fuera de control. El efecto de la obra es
aparentemente misterioso, aunque a la vez completamente unificado. Conocida
como «Caperucita roja y el lobo», la pieza concluye con la escala cromática,
sonando como si el lobo se hubiese tragado a caperucita roja entera.
• N.º 7 en do menor: Lento
• N.º 8 en re menor: Allegro moderato. Este es un estudio lírico y musical
de las notas dobles. Exige precisión en el pedal, figuras flexibles e independientes
y agilidad. La obra contiene líneas melódicas muy largas y definidas en legato,
que contrastan con una sección intermedia en staccato.
• N.º 9 en re mayor: Allegro moderato, Tempo di Marcia
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2. Andante cantabile (Re mayor): Este nocturno reflexivo tiene solo 74
compases de largo. La textura es menos engorrosa en la versión revisada; las
armonías siguen siendo las mismas, pero se animan con notas cromáticas
ocasionales.
3. Allegro scherzando (F♯ menor → F♯ mayor) [Versión 1917: allegro
vivace]: Rachmaninoff reemplazó una apertura inicialmente gris con un pasaje
fortísimo que alternaba entre los compases de 9/8 y 12/8. Este movimiento
tiene forma de rondó-sonata, en el cual el desarrollo es una sección larga en mi
bemol mayor. En la revisión se eliminó un resurgimiento maestoso del tema
principal del concierto. En la versión original, había intentado utilizar este tema
en un tratamiento secuencial ascendente similar a lo que haría más adelante en
los Conciertos Segundo y Tercero. El problema aquí era que el tema no se
prestaba tan fácilmente a este tratamiento, por lo que parecía artificial.
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piano solo lo conduzca hacia el agitado primer tema. La excitación muere y el
oboe y las violas introducen un tema de gran lirismo. El segundo tema está
basado en el segundo tema del primer movimiento. Tras un largo periodo de
desarrollo la tensión crece considerablemente. Cerca del final, Rachmaninov
recupera el segundo tema en una gran y poderosa orquestación. Finalmente,
una rápida coda conduce al concierto a su fin.
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Concierto para piano y orquesta nº4
Sergéi Rajmáninov completó este concierto en 1926 y la obra actualmente existe en
tres versiones. Tras su poco exitoso estreno realizó cortes y otros arreglos antes de su
publicación en 1928. Debido a la continua falta de éxito, abandonó la obra, revisándola
y republicándola finalmente en 1941. La versión basada en el manuscrito original fue
lanzada en el año 2000 por los sucesores de Rachmaninov para que fuera publicada y
grabada.
Comparado con sus predecesores, el cuarto concierto contiene perfiles temáticos
más nítidos junto con un refinamiento de texturas en el teclado y la orquesta. Estas
cualidades no conducen a una mayor simplicidad sino a un tipo diferente de
complejidad. También fue una continuación del crecimiento creativo de largo alcance de
Rachmaninov: el Tercer Concierto y el Primer Concierto revisado fueron menos
orquestados que el Segundo Concierto. De acuerdo con su carácter general, el Cuarto
Concierto es aún más ligero, aunque más oblicuo.
El concierto consta de tres movimientos:
• Allegro vivace (Sol menor).
• Largo (Do mayor)
• Allegro vivace (Sol menor → Re bemol mayor → Sol mayor)
Rachmaninov ya había estado haciendo un uso más extenso de motivos temáticos
cortos y fuertes patrones rítmicos en sus Preludios Op.32, en lugar de lo que se llamó la
"inquietud inconmensurable" que hizo de su obra, especialmente los conciertos, una
experiencia angustiante para algunos músicos.
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19 a 24 forman la última sección. Se pueden asociar estas tres secciones con los tres
movimientos de un concierto para piano.
La obra comienza con una introducción en la que crea una gran expectación en el
oyente, expectación que se resolverá más adelante cuando aparezca el tema principal.
Muy juguetonamente, Rachmaninov no expone el tema en primer lugar, sino que
presenta la primera variación antes que el tema. Esta variación la llama precedente. Así,
rompe las expectativas que nos había creado, pues tras la tensión, esperábamos la
exposición del tema, pero no es así. La variación I no es más que una presentación del
esqueleto armónico del tema de Paganini, con entradas más o menos inesperadas de los
instrumentos y con muy poco material melódico. Armónicamente, es una alternancia
entre la tónica y la dominante, hasta el compás 8, seguida de una caída de quintas que
se repite dos veces. En la presentación del tema, la orquesta toca el tema original de
Paganini y el piano la acompaña con un patrón similar al de la variación anterior. El tema
consiste en un antecedente de 8 compases, seguido de un consecuente de 16 compases.
Muy sutilmente el piano enuncia un motivo que, sometido a diversas transformaciones
melódicas y rítmicas, aparecerá con mucha frecuencia. Está formado por una cuarta
descendente (la-sol-fa-mi). A continuación suceden las 24 variaciones.
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