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Colegio Gimnasio Campestre San Sebastián

SÍNTESIS
NOMBRE: _________________________________________ GRADO: _______
ÁREA: Ciencias Sociales FECHA: ____________________ PERIODO: Cuarto
DOCENTE: Juan Pablo Santos Florez

El nacionalismo fue una doctrina filosófica que sirvió de fundamento a las


revoluciones liberales. A principios del siglo XIX, las campañas napoleónicas al
ocupar gran parte de Europa estimuló el sentimiento nacionalista de los pueblos
conquistados para que lucharan contra el invasor francés en nombre de la
nación.

La ideología nacionalista

Simbología nacional francesa

El término nación adquirió una dimensión política durante el siglo XIX. Así,
muchos empezaron a reivindicar que las fronteras de los Estados coincidieran con
las fronteras raciales, lingüísticas, históricas, etc. Sobre esta base, el movimiento
nacionalista oponía el principio de soberanía nacional frente al de legitimidad
dinástica. Originalmente, la idea de nación tuvo dos concepciones distintas:
 La nación como concepto cultural. Sostenía que la nación era un ser vivo
creado en el transcurso de los tiempos, con una cultura, una lengua y una
historia comunes. Esta concepción fue la base de un nacionalismo
orgánico en grandes grupos nacionales, como los alemanes o los italianos,
que estaban disgregados en diversos Estados o en nacionalidades que se
encontraban agrupadas artificialmente bajo un gran Estado multinacional
como los Imperios austrohúngaro y otomano. En estos casos, los
intelectuales fomentaron la valoración y la difusión de manifestaciones
culturales que mantenían la unidad.
 La nación como concepto político. Surgió durante la Revolución francesa
y señalaba que la nación surgió por la decisión voluntaria de un conjunto de
ciudadanos que, más que una cultura, están ligados por el contrato social
que dio origen al Estado y comparten las mismas leyes. Esta concepción
sostuvo un nacionalismo voluntarista o liberal, especialmente en
naciones ya constituidas como Estados como Francia o Estados Unidos.

Los movimientos nacionalistas

La ideología nacionalista originó los siguientes movimientos:

 La política nacionalizadora de los Estados. Los Estados nacionales


buscaron desarrollar el sentimiento nacional y el orgullo patriótico de sus
habitantes a través de mecanismos como la educación pública y la
obligatoriedad del uso de la lengua nacional.
 Los movimientos nacionalistas disgregadores. Ocurrieron en grandes
Estados integrados por pueblos diversos. Fueron los casos de los Imperios
austrohúngaro y otomano. En el primero surgieron movimientos
nacionalistas, pero que no lograron disolver la unidad del Imperio en el siglo
XIX. En cambio, el Imperio otomano se fragmentó a lo largo del siglo:
Grecia se independizó en 1829, y luego Serbia, Rumania, Montenegro,
Bulgaria y Albania.
 Los movimientos unificadores. Motivaron la unificación de grupos
nacionales antes divididos. Fueron los casos de Italia y Alemania.

La unificación italiana

En el siglo XIX se produjo un despertar nacionalista italiano conocido como el


Resurgimiento. Este sentimiento fue estimulado por las invasiones napoleónicas
y la difusión de las ideas de la Revolución francesa. Ello generó la formación de
sociedades secretas como la de los Carbonari, que buscaban la unidad italiana.
Después de las revoluciones de 1848, Víctor Manuel II, rey de Piamonte, tomó la
iniciativa de la unificación. Junto con su ministro Cavour, logró una alianza con
Napoleón III de Francia para enfrentar al Imperio austriaco, que en ese momento
dominaba el norte de Italia. La unificación se consiguió entre 1859 y 1861 en tres
fases: las derrotas austriacas en Magenta y Solferino; las rebeliones populares
en Parma, Módena y Toscana, que derrocaron a sus príncipes; y la incorporación
de Nápoles y Sicilia gracias a la labor de Giuseppe Garibaldi. En 1861, el
Parlamento le otorgó a Víctor Manuel el título de rey de Italia. En 1866 fue
incorporado el Véneto, hasta entonces bajo el poder austriaco. En 1871, a pesar
de las protestas del papa, Roma fue ocupada y se convirtió en la capital del reino
de Italia.

La unificación alemana

En 1815, parte de Europa Central quedó organizada en la Confederación


Germánica, compuesta por 39 Estados, entre los que sobresalían Austria y
Prusia. Pero el deseo de que los Estados alemanes formaran una sola nación se
había instalado con fuerza, a partir de la lucha común contra el avance de
Napoleón y el interés de unir a quienes hablaban la misma lengua y compartían el
“espíritu popular”. El protagonismo correspondió al poderoso Estado de Prusia,
que en 1834 organizó una unión aduanera, o Zollverein, de la que Austria estaba
excluida. En 1848, el Parlamento de Fráncfort le ofreció la Corona de una
Alemania unificada al rey de Prusia, pero este la rechazó.

A partir de 1862, el proceso de unificación se vio acelerado por el rey de Prusia


Guillermo I y su canciller Otto von Bismarck, quien estaba convencido de que la
unidad solo sería posible a través de la imposición de la hegemonía prusiana y la
exclusión del Imperio austriaco. El punto de partida de la política de Bismarck fue
la reforma del ejército prusiano con la finalidad de crear un Estado nacional
alemán unificado, con Prusia a la cabeza. Con ese poderoso ejército, entre 1863 y
1870, Bismarck sometió la resistencia interna de los Estados alemanes y disputó
territorios a Dinamarca, Austria y Francia. Entre 1870 y 1871, Prusia derrotó a
Francia en la guerra franco-prusiana y anexó para sí los territorios de Alsacia y
Lorena.

Finalizados estos conflictos, en 1871, Guillermo I de Prusia fue proclamado


Emperador o Káiser del Imperio alemán o Reich.

El poder estatal europeo a finales del siglo XIX

Al tiempo que sucedían los procesos de unificación en Europa, en Gran Bretaña y


Francia se consolidó el liberalismo político y el sistema democrático, mientras que
en el Imperio ruso, austrohúngaro y alemán se afianzó el autoritarismo.

Gran Bretaña en la era victoriana

Durante el siglo XIX, Gran Bretaña fue la principal potencia mundial debido a su
estabilidad política, su poderío industrial y la extensión de su Imperio. El reinado de
Victoria I, entre 1837 y 1901, coincidió con el apogeo británico a nivel mundial. En
el aspecto político, la Reina delegó el gobierno al Parlamento y permitió el equilibrio
entre los conservadores o tories, que eran principalmente terratenientes; y los
liberales o whigs, que eran en su mayoría industriales. Este sistema estuvo
acompañado de un proceso de ampliación del sufragio. En 1832 se otorgó el voto a
los empresarios industriales y, en 1867, a los obreros. A finales del siglo XIX, este
derecho se amplió a otros sectores sociales. Así, este régimen representativo, sin
ser democrático, permitió la estabilidad política. También se desarrollaron reformas
sociales y políticas de inspiración liberal como la organización del Movimiento
Obrero, el ascenso de los sectores medios y la modernización de la burocracia.

Francia: de Imperio a República

Después de la Revolución de 1848 y la caída del rey Luis Felipe I, se estableció la


Segunda República (1848-1852). En ella, Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del ex
emperador Napoleón, ganó la presidencia. Pero en 1852, tras un golpe de Estado,
se hizo coronar Emperador bajo el nombre de Napoleón III. Este Segundo Imperio
tuvo una primera etapa autoritaria (1852-1863), en la que una eficiente y leal
burocracia fortaleció el poder del Estado y del Emperador. En la segunda etapa
(1863-1870), Napoleón III liberalizó su política, devolvió poderes a la Asamblea
Legislativa e incluso restableció la libertad de prensa. En 1870, la derrota francesa
en la guerra franco-prusiana provocó la caída del Imperio y la formación de la
Tercera República, que se estableció en 1880. En este último período se consolidó
la democracia liberal.

Naciones en el Imperio austro-húngaro

Los Estados autoritarios

En Europa, los más importantes regímenes autoritarios fueron:

 El Imperio ruso. En este Estado, el Zar mantenía un férreo sistema


absolutista, en el que la nobleza, la Iglesia ortodoxa y el ejército
monopolizaban los cargos de poder.
 El Imperio austrohúngaro. Desde 1867, este Estado se convirtió en una
monarquía dual: Austria y Hungría tenían gobiernos y Parlamentos
independientes, pero compartían la política exterior, la educación y el
ejército. Este Imperio tenía sometidas a distintas nacionalidades, lo que
provocó levantamientos nacionalistas.

Las relaciones exteriores europeas

Entre 1871 y 1890, las relaciones internacionales en Europa se caracterizaron por


la búsqueda constante del equilibrio entre las potencias a través de un complejo
sistema de alianzas. A su vez, el nacionalismo, la modernización y la expansión
colonial configuraron cambios importantes en Estados no europeos que empezaron
a buscar un lugar en el sistema internacional impuesto por Europa.

La Europa de Bismarck

Luego de la guerra franco-prusiana, el Imperio alemán se convirtió en la potencia


de Europa continental. Esto fue posible por la gran habilidad política de su canciller
Otto von Bismarck, así como por la rápida industrialización y el fortalecimiento
militar del país. La política de Bismarck tuvo como objetivos:

 Evitar el estallido de una guerra en Europa. Para ello, era necesario aislar
diplomática y militarmente a Francia, ya que los franceses buscaban
vengarse, con la ayuda de sus aliados, de la derrota militar de 1871 y
recuperar los territorios de Alsacia y Lorena. También era importante mediar
en los conflictos entre los Imperios ruso y austrohúngaro, enfrentados por
consolidar su influencia en la explosiva zona de los Balcanes. Además, era
vital reforzar el poderío militar de Alemania y así aumentar su capacidad de
disuasión.
 Evitar enfrentarse con Gran Bretaña en la expansión colonial. Por esta
razón, Alemania tuvo una política colonialista limitada.

Sobre esta base, la Alemania de Bismarck desarrolló un complejo sistema de


Alianzas. Así, hacia 1890, Alemania había firmado acuerdos militares paralelos con
Austria-Hungría e Italia conocido como la Triple Alianza. Con el tiempo, para hacer
contrapeso a esta Alianza, Inglaterra, Francia, y Rusia consolidaron en 1907 un
acuerdo político y militar conocido como la Triple Entente.

Esta complicada arquitectura diplomática estuvo favorecida por el aislamiento que


Gran Bretaña se había autoimpuesto respecto a las alianzas militares europeas. Sin
embargo, cuando a fines de la década de 1880 la carrera imperialista alcanzó su
auge, las relaciones entre las potencias se fueron haciendo más tensas. Esta
tensión política estimuló una carrera armamentista y exacerbó el patriotismo
nacionalista de la educación escolar y la prensa. De esa manera, se empezó a
incubar la futura Primera Guerra Mundial.
Sociedad y cultura en la segunda mitad del siglo XIX

La formulación científica y filosófica más influyente de la época fue la teoría de la


evolución del científico inglés Charles Darwin (1809-1882). Esta teoría afirmó que
el factor principal de la evolución de las especies estaba en su capacidad de
adaptación a la naturaleza y a la lucha por su supervivencia. Según Darwin, esto
daba origen a una selección natural que eliminaba a los más débiles e inadaptados.
Sus planteamientos ejercieron una importante influencia en el análisis social y
cultural a través del llamado darwinismo social.

En el ámbito de las ciencias sociales fue importante el Positivismo, corriente


filosófica formulada por Auguste Comte (1798-1857). Este pensador sostenía que
las sociedades estaban regidas por leyes que pueden ser descubiertas a partir del
análisis social. Además, Comte creía que los avances científicos permitirían dominar
la naturaleza y, de esta manera, contribuir a solucionar los problemas de la
humanidad.

El desarrollo científico afianzó la idea de progreso que surgió con la Ilustración. En


esta época arraigó la idea de que la humanidad había avanzado de un pasado
primitivo y bárbaro a un presente más civilizado, y que seguiría avanzando hacia un
futuro gobernado solo por la razón y la ciencia.

La expansión de la educación
El avance del alfabetismo

A lo largo del siglo XIX tuvo lugar un fenómeno inédito en la historia: la drástica
reducción del analfabetismo en las sociedades europeas. Dos factores influyeron
en este proceso:

 La industrialización, que proporcionó una motivación práctica para la


educación, ya que el desarrollo tecnológico requería de un mayor nivel de
aprendizaje de la clase obrera.
 El fortalecimiento del Estado nacional y del secularismo. Los dirigentes
nacionales vieron en la escuela un instrumento para transmitir los valores
que antes se adquirían en las iglesias y las comunidades rurales. Así, la
escuela se convirtió en el mejor medio de control social y de formación
nacionalista. Por todo eso, comenzó a desarrollarse un sistema de educación
popular dirigido por el Estado. Además, prosperaron los grandes centros de
investigación, como academias y liceos.

La cultura urbana

El crecimiento de la población y la expansión de las ciudades provocaron el


surgimiento de una nueva forma de sociedad: la sociedad de masas. Esto implicó
cambios profundos en la vida cotidiana: los cafés, los casinos y los clubes se
convirtieron en lugares de encuentro y diversión. Surgieron, además, formas
modernas de ocio. Así, por ejemplo, los burgueses y los aristócratas iniciaron la
costumbre del veraneo: se desplazaban durante largas estancias al campo, las
playas y los balnearios en busca de una vida más sana.

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