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Las aguas oceánicas

Es el agua que rodea todos los continentes y las islas y de esta manera forma la unidad oceánica,
que se encuentra comunicada por diferentes estrechos. Para facilitar el estudio de esta gran masa
de agua se le ha dividido en cuatro grandes océanos: Pacífico con una superficie de 188 millones
de Km2, Atlántico con 94 millones de Km2, Índico con 74 millones de Km2 y Glaciar Ártico con 14
millones de Km2 de extensión.

Sobre los litorales adyacentes, los océanos forman penetraciones de diferentes magnitudes
llamadas mares, golfos, bahías o ensenadas. A todo este conjunto se le llama aguas oceánicas.

Corriente marina

Una «corriente oceánica» o «corriente marina» es un movimiento superficial de las aguas en los
océanos y en menor grado, de los mares más extensos. Estas corrientes tienen multitud de causas,
principalmente, el movimiento de rotación terrestre (que actúa de manera distinta y hasta
opuesta en el fondo del océano y en la superficie) y por los vientos constantes o planetarios, así
como la configuración de las costas y la ubicación de los continentes.

Suele quedar entendido que el concepto de corrientes marinas se refiere a las corrientes de agua
en la superficie de los océanos y mares (como puede verse en el mapa de corrientes) mientras que
las corrientes submarinas no son sino movimientos de compensación de las corrientes
superficiales. Esto significa que si en la superficie las aguas superficiales van de este a oeste en la
zona intertropical (por inercia debido al movimiento de rotación terrestre, que es de oeste a este),
en el fondo del océano, las aguas se desplazarán siguiendo ese movimiento de rotación de oeste a
este. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las aguas en el fondo submarino se desplazan con
la misma velocidad y dirección que dicho fondo, es decir, con la misma velocidad y dirección que
tiene la superficie terrestre por debajo de las aguas oceánicas. En el fondo oceánico, la enorme
presión de las aguas es lo que origina una temperatura uniforme de dichas aguas en un valor que
se aproxima a los 4 ºC, que es cuando el agua alcanza su máxima densidad. Como resulta obvio, no
existirá ningún desplazamiento relativo entre el fondo del océano y las aguas que lo cubren
porque en el fondo oceánico, tanto la parte terrestre como oceánica, se desplazan a la misma
velocidad. La excepción se presenta en las corrientes frías de la zona intertropical que se deben al
ascenso de aguas frías procedentes del fondo submarino.

Corrientes marinas en la superficie de los océanos y mares. Las corrientes marinas cálidas
aparecen en color rojo y amarillo, el afloramiento de aguas profundas y frías en las costas
occidentales de los continentes, así como las corrientes que este afloramiento origina, en color
verde, y la capa superficial de hielo oceánico está identificada con líneas de color
aproximadamente morado o violeta. La dirección de las corrientes aparece indicada en flechas de
color negro.

El movimiento de compensación de las corrientes marinas no solo se produce entre la superficie y


el fondo submarino, sino también en la propia superficie que, al contrario de lo que sucede en las
corrientes que se originan en las costas occidentales de los continentes en la zona intertropical
que, después de un viaje de miles de km cruzando los principales océanos llegan a convertirse en
corrientes cálidas al llegar a las costas orientales de los continentes (Asia, África, América).

Marea

La marea es el cambio periódico del nivel del mar producido principalmente por las fuerzas de
atracción gravitatoria que ejercen el Sol y la Luna sobre la Tierra. Aunque dicha atracción se ejerce
sobre todo el planeta, tanto en su parte sólida como líquida y gaseosa, nos referiremos en este
artículo a la atracción de la Luna y el Sol, juntos o por separado, sobre las aguas de los mares y
océanos. Sin embargo, hay que indicar que las mareas de la litosfera son prácticamente
insignificantes, con respecto a las que ocurren en el mar u océano (que pueden modificar su nivel
en varios metros) y, sobre todo, en la atmósfera, donde puede variar en varios km de altura,
aunque en este caso, es mucho mayor el aumento del espesor de la atmósfera producido por la
fuerza centrífuga del movimiento de rotación en la zona ecuatorial (donde el espesor de la
atmósfera es mucho mayor) que la modificación introducida por las mareas en dicha zona
ecuatorial.

Otros fenómenos ocasionales, como los vientos, las lluvias, el desborde de ríos y los tsunamis
provocan variaciones del nivel del mar, también ocasionales, pero no pueden ser calificados de
mareas, porque no están causados por la fuerza gravitatoria ni tienen periodicidad.

Ola

Las olas son ondas que se desplazan a través de la superficie de mares, océanos, ríos, lagos,
canales, etc.

 Explicación física

Hay que distinguir dos movimientos. El primero es la oscilación del medio movido por la onda, que
en este caso, como hemos visto, es un movimiento circular. El segundo es la propagación de la
onda, que se produce porque la energía se transmite con ella, trasladando el fenómeno con una
dirección y velocidad, llamada en este caso velocidad de onda.

En realidad se produce un pequeño desplazamiento neto del agua en la dirección de propagación,


dado que en cada oscilación una molécula o partícula no retorna exactamente al mismo punto,
sino a otro ligeramente más adelantado (respecto al sentido de propagación de la onda). Es por
esta razón por la que el viento no provoca solamente olas, sino también corrientes superficiales.

 Causa de la Ola

Estela de ola formada por el paso de un barco.

El fenómeno es provocado por el viento, cuya fricción con la superficie del agua produce un cierto
arrastre, dando lugar primero a la formación de rizaduras (arrugas) en la superficie del agua,
llamadas ondas u olas capilares, de sólo unos milímetros de altura y hasta 1,7 cm de longitud de
onda. Cuando la superficie pierde su lisura, el efecto de fricción se intensifica y las pequeñas
rizaduras iniciales dejan paso a olas de gravedad. Las fuerzas que tienden a restaurar la forma lisa
de la superficie del agua, y que con ello provocan el avance de la deformación, son la tensión
superficial y la gravedad. Las ondas capilares se mantienen esencialmente sólo por la tensión
superficial, mientras que la gravedad es la fuerza que tensa y mueve las olas más grandes.

Cuanto mayor es la altura de las olas, mayor es la cantidad de energía que pueden extraer del
viento, de forma que se produce una realimentación positiva. La altura de las olas viene a
depender de tres parámetros del viento, que son su velocidad, su persistencia en el tiempo y, por
último, la estabilidad de su dirección. Así, los mayores oleajes se producen en circunstancias
meteorológicas en que se cumplen ampliamente estas condiciones.

Una vez puestas en marcha, las olas que se desplazan sobre aguas profundas disipan su energía
muy lentamente, de forma que alcanzan regiones muy separadas de su lugar de formación. Así,
pueden observarse oleajes de gran altura en ausencia de viento.

Las olas disipan su energía de varias maneras. Una parte puede convertirse en una corriente
superficial, un desplazamiento en masa de un gran volumen de agua hasta una profundidad
considerable. Otra parte se disipa por fricción con el aire, en una inversión del fenómeno que puso
en marcha las olas. Parte de la energía puede disiparse si una velocidad excesiva del viento
provoca la ruptura de las crestas. Por último, la energía termina por disiparse por interacción con
la corteza sólida, cuando el fondo es poco profundo o cuando finalmente las olas se estrellan con
la costa.

Al llegar a la costa, las olas sufren unas últimas transformaciones antes de disiparse como las
siguientes:

- encrespándose si encuentran un obstáculo marcado en la franja costera, como un banco


de arena o taro, una roca o formación rocosa o un arrecife. Dependiendo del obstáculo, su
forma y tamaño, y la fuerza y velocidad de la ola, así como el punto de marea, las olas
costeras pueden adquirir diferentes expresiones de tamaño, velocidad, forma o
movimiento.
- la contraola es un efecto destacado llamado resaca del agua que, llevada por las olas hasta
la orilla de tierra firme o la orografía costera, rebota o se desliza de nuevo hacia el mar,
creando una ola en dirección opuesta al golpe de mar; es decir, una ola que parte de la
costa. Generalmente se disipan o estrellan con las otras olas en algunos metros adelante.

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