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Universidad de Santiago

Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales


Chile y América en el siglo XIX

Estudiante: Catalina Peñailillo


Fecha: Miércoles 4 de abril de 2018

Ficha bibliográfica N°1

Autor: Hugo Contreras Cruces

Título: “Artesanos mulatos y soldados beneméritos. El batallón de Infantes de la Patria en


la Guerra de Independencia de Chile, 1795-1820”

Revista: “Historia” N°44, Tomo I de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Lugar de edición: Santiago de Chile

Editorial: Instituto de Historia PUC

Fecha de edición: 2011

Identificación de autor de la obra:

Hugo Contreras, historiador chileno de la Universidad de Valparaíso y magíster en Historia


de la Universidad de Chile. Las líneas de investigación que trabaja principalmente son la
historia colonial de Chile y América e historia indígena de Chile, realizando también trabajos
de etnohistoria. A lo largo de su carrera, se ha desarrollado como docente en diversas casas
de estudios universitarios entre ellas la Universidad Católica y la Universidad Academia de
Humanismo Cristiano.

Identificación de tesis central:

Conformación del Batallón de Infantes de la Patria y su posterior desarrollo en Chile, desde


la segunda mitad del siglo XVIII, como opción por parte de castas inferiores, es decir, negros
y mulatos principalmente, para alcanzar un nivel de prestigio político y social desde las
autoridades.
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Chile y América en el siglo XIX

Resumen del texto:

Introducción.

El texto nos plantea como objeto principal el Batallón de Infantes de la Patria, el cual
corresponde a una tropa de hombres artesanos mulatos, quienes tienen participación activa
en el proceso de independencia desde sus acciones como milicias, la cual se intenta
visibilizar a lo largo del trabajo.

Como primera característica, el autor señala la particularidad de este batallón, ya que


“estaba formado por la población negra y mulata libre de la capital” (pp: 53) lo que, si bien,
los diferenciaba del resto de los batallones que tuvieron incidencia en el proceso
independentista chileno, en un principio no les significo una aceptación inmediata, de
hecho, las características raciales o étnicas de quienes formaban parte de dichas tropas
era un factor determinante de segregación (pp: 53).

Como se señala en un principio, dentro de los objetivos del texto se encuentra el dar
visibilidad a estos grupos, ya que “esta es una historia que prácticamente está olvidada y
de la cual no solo faltan los estudios historiográficos, sino que además la mayoría de los
que hay cae en distorsiones y errores, que en buena parte contribuyen a oscurecer más la
vida de estos hombres y mujeres”(pp: 54); además de realizar un análisis a los objetivos e
intereses colectivos e individuales que conglomera la conformación del Batallón de Infantes
de la Patria, como por ejemplo, aspiraciones de carácter político y social.

Las milicias de negros y castas libres en la ciudad de Santiago. La búsqueda del prestigio.

En 1760, miembros de la compañía “del Río”, formada por afrodescendientes pidieron al


gobernador de turno, Manuel Amat, el permiso para poder conformar una compañía nueva,
la de Granaderos, siendo su principal característica, la presencia exclusiva de hombres
mulatos denominados los Húsares de Borbón, ahora artilleros. Esta condición dentro del
orden militar, les permitía un mejor alcance de sus objetivos de posicionamiento social y
político dentro de la sociedad colonial, debido a su buen desempeño, como señala el autor:
“se caracterizó, en comparación con las compañías milicianas de la capital no segregadas
racialmente, por la regularidad de su servicio, el uso de uniforme y fornituras en perfectas
condiciones” (pp: 57).

Bajo el contexto de las reformas borbónicas, se dicta el Reglamento de milicias de Cuba en


1769, el cual impacta a nivel de “las compañías urbanas como eran la de los pardos y
morenos santiaguinos, haciéndolas depender directamente del capitán general” (pp: 57).

Ya hacia 1780, se aumenta el número de compañías de casta en Santiago, las cuales


serían: granaderos, artilleros, húsares y fusileros. Desde ese entonces, como otro factor de
cambio, la comandancia de las compañías ya no estaría en manos de oficiales blancos,
sino que de miembros de las mismas, siendo el primero: Gregorio José de Arenas. El rol de
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estos milicianos mulatos, les permitió obtener ciertas regalías respecto diversos bienes
derivados de su lealtad hacia la corona Española. Esto último se refleja en la donación de
salarios a la corona bajo el contexto de la guerra contra Francia en 1793.

Milicias, oficios y redes sociales.

Volviendo a la imagen de Gregorio José de Arenas, se vislumbran las relaciones existentes


entre a participación en la milicias por parte de mulatos y el cumplimiento de sus
obligaciones de oficio. Se entiende que parte de su desempeño laboral está sumido en una
red de organización sobre un oficio en particular, en el caso de Arenas, una red de barberos;
es por esto que gran parte de las relaciones sociales y económicas que se establecían
durante la segunda mitad del siglo XVIII tenían un carácter multidimensional, entrelazando
la milicia y el oficio, lo que daba paso a diversos órdenes. “Estos individuos no constituyeron
un conjunto cerrado aglutinado en torno a las milicias, sino que su propia actividad artesanal
y su participación en los cuerpos castrenses de color les permitieron ir construyéndose
como un grupo de referencia principal, privilegiando al momento de establecer una red
social y , en algunos casos, económica”(pp: 61)

Las redes sociales que se establecían bajo estas dinámicas repercutieron incluso en la
conformación familiar, ya que se generaban lazos entre familias, por motivos, por ejemplo,
religiosos e incluso económicos. El autor alude estos fenómenos en base a los registros en
testamentos, donde el rol de miembro de la milicia, se entrecruza con el oficio y las
relaciones entre un grupo familiar y otro. Esta dinámica permitió que el orden económico
fuera más estable y se potenciara de acuerdo a las diversas relaciones que se iban
desarrollando o en base a los albaceas: “todavía a principios del siglo XIX algunos de los
maestros mulatos que participaron en las antiguas milicias de pardos seguían vigentes en
términos económicos” (pp: 63)

“Estos hombres habían forjado a través de los años una red social que, combinada con el
ejercicio militar, podía brindar grandes beneficios a quienes pudieran aprovechar” (pp: 64)

El Batallón de Infantes de la Patria durante las primeras campañas emancipadoras, 1810-


1814. Una oportunidad para la lealtad.

Bajo el contexto de la conformación de la Junta de Gobierno en 1810, como medida de


prevención o preparación para las batallas que se proyectaban bajo la inestabilidad del
poder monárquico y la insurgencia de la elite criolla como una fuerza política rupturista; las
milicias son llamadas a acuartelarse como parte de la estrategia bélica, siendo considerado
el Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos. Es por esto que para 1812, “los milicianos
mulatos combinaban sus actividades laborales con los ejercicios doctrinales propios de la
vida castrense” (pp: 67); lo que a largo plazo generó complicaciones para este grupo en
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términos económicos, debido a su ausentamiento durante periodos de acuartelamientos en


sus labores de oficio.

El autor señala como un aspecto relevante a analizar, los intereses de la elite criolla para
con los mulatos, no precisamente relacionado con las aspiraciones de estos sujetos en
términos políticos y económicos, sino que como parte de la integración de ellos a las milicias
y a un mejor rango social, se daba paso a un cambio en las relaciones por ejemplo raciales,
interpretando esta integración como un reestructuramiento de la lógica de orden social. Sin
embargo se problematiza, como expone Contreras (pp: 69) que los caracteres
discriminatorios que ya se desarrollaban bajo la tutela monárquica, seguirán presentes en
la nueva etapa que comienza a forjarse posterior a la Junta, y por tanto se generará una
contradicción significativa entre las políticas implementadas por la elite patriota, con tal de
diferenciarse de la monarquía, y su verdadero interés por los relegados, orientado a la idea
de igualdad social.

Así como se vislumbran las verdaderas intenciones de los dominantes por sobre los
mulatos, también se conforma un batallón de infantería de esclavos, los denominados,
Ingenuos de la Patria. Todo esto tenía como incentivo la liberación de los esclavos, por lo
que hubo complicaciones en su constitución, relacionado con los intereses y el valor de
estos personajes como bienes para sus amos.

Aun así, el batallón anterior logra consolidarse regularmente y al igual que el Batallón de
Infantes de la Patria, juegan un rol bastante activo en diversas batallas, por ejemplo, en la
retirada patriota posterior a la derrota en Rancagua, resguardando al grupo. Sin embargo,
este pequeño protagonismo, comenzó a disgregarse debido a las condiciones de la guerra
y las dificultades que implicaba el cruce de los Andes en el nuevo contexto, la Reconquista.
De esta forma la unidad de los batallones de fragmenta y sus integrantes corren distintas
suertes como parte de nuevas organizaciones, militares ya sea patriotas o realistas, como
también la deserción y muerte.

La reconstitución del batallón y sus beneméritos soldados: 1817-1820

Una vez ya recuperado o más bien comenzado el proceso de consolidación del poder por
parte de la elite criolla patriota, se establece nuevamente un orden administrativo, social y
obviamente militar. Bajo este último aspecto, se reconstruye el Batallón de Infantes de la
Patria, esta vez conformado por negros, mulatos y zambos libres de la ciudad de Santiago
(pp: 79), siendo sus principales oficiales ex miembros la milicia, es decir, maestros
artesanos.

Como teniente, es designado Santiago Bueras, quien dentro de los principales cambios que
pretende impulsar para este batallón, es la iniciativa de transformarlo en un cuerpo de línea,
es decir, implicaba un nuevo orden para el grupo que lo conformaba, teniendo en cuenta
que las condiciones del batallón eran consideradas una excepción al resto de los cuerpos
militares; primeramente por el carácter voluntario de participación en él y la flexibilidad que
existía de acuerdo a la labor en oficios de los artesanos que lo conformaban.
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Para este tiempo, el Batallón de Infantes de la Patria ya contaba con cierto prestigio que le
permitía tener de alguna forma, presencia con las autoridades, y debido a su historial de
lealtad y compromiso, les era fácil a sus miembros poder establecer relaciones o acuerdos
con los grupos de comando. Bajo esa coyuntura se propone un proceso de consulta
respecto al nuevo orden que se pretendía implementar por parte de Bueras, siendo
aprobado en 1817. Como consecuencia, “creaba una figura hibrida en el ejército, pues si
bien el Infantes de la Patria era reconocido como cuerpo de línea, es decir, se le asimilaba
a los batallones veteranos, al mismo tiempo se ordenaba que a sus hombres solo les
enteraran sueldos cuando cumplieran con alguna labor especifica o fueran movilizados para
la guerra” (pp: 81)

Si bien varios de los miembros del batallón se retiraron ante la amenaza de la guerra y se
sostuvo bajo diversos cambios en los comandos, su labor, al igual que la de otros
batallones, “mereció una nota de distinción por parte del general San Martín” (pp: 85),
siendo considerados sujetos beneméritos, por tanto su condición era aún más privilegiada
y reconocida en memoria de quienes habían dado incluso la vida batallando. Se llegó
además a otorgar un fuero militar, el cual fue defendido activamente por los artesanos
mulatos de Santiago, que a plazo les permitió, por ejemplo, privilegios en asuntos judiciales,
la mayoría solo desarrollándose en tribunales militares.

Referencias del autor a otras obras:

El autor principalmente utiliza fuentes primarias para referirse a características, fenómenos


y contextos generales de la época, como cartas, decretos, testamentos e invitaciones.
Todas estas son más que nada descriptivas y no abarcan grandes periodos de tiempo, son
más que nada coyunturales; al no ser trabajos historiográficos la inexistencia de registros
sobre ciertas temáticas va dejando vacíos o etapas sujetas a la formulación de hipótesis
respecto a los hechos.

Por otra parte, si bien señala el poco desarrollo de trabajos historiográficos sobre el tema,
toma como referencia “Las revoluciones blanqueadoras: elites mulatas haitianas y pardos
beneméritos venezolanos, y su aspiración a la igualdad, 1789-1812” de Alejandro Gómez,
con la intención de hacer una analogía entre los procesos de participación de los artesanos
mulatos en las milicias y su posterior ascenso social, con lo ocurrido en otras zonas de
continente americano.

Cometarios personales:

Gracias al análisis que realiza el autor, respecto a este grupo social o étnico que por lo
general es invisibilizado, se puede comprender, tanto su conformación y consolidación de
identidad en el periodo de independencia, como su participación e incidencia en la
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estructuración de un nuevo orden a nivel social de la República de Chile en el siglo XIX


gracias a su participación como bloque militar. Claramente se entrecruza y evidencian los
intereses de la elite patriota, que más que nada, veía en ellos un elemento a favor para el
impulso de su proyecto independentista, caracterizándolo como integrador, sacando
provecho de la labor desempeñada por los mulatos artesanos y otros grupos relegados en
términos bélicos y en procesos de cambios en los órdenes sociales.

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