significado absoluto que le da la reducción fenomenológica: todo lo que no es parte del "yo", todo
lo que no es el hombre. Y por otra parte, en modo más concreto, sería la realidad como
experiencia, la realidad empírica y objetiva.
El término latino mundus 'ordenado, limpio' se empleó para traducir el término griego κόσμος
kósmos '[buen] orden, arreglo, ajuste, compostura, perfección'. Estos términos reflejan la noción
prefilosófica de que el mundo en sentido filosófico constituía una construcción intencionada bien
organizada. Por eso en la noción grecolatina existían dioses y entes encargados del mantenimiento
de la estructura y buen orden del mundo.
En filosofía, el término mundo posee varios posibles significados. En algunos contextos, se refiere
a todo lo que conforma la realidad o el universo físico. En otros, puede tener un específico
significado ontológico. Mientras que aclarar el concepto de mundo ha estado siempre entre las
tareas básicas de la filosofía occidental, este tema parece haber surgido explícitamente solamente
al inicio del siglo XX2 y ha sido objeto de continuos debates. La cuestión sobre lo que es el mundo
aún no ha sido resuelta.
Para Francisco Miró Quesada hay tres ejes para clasificar las distintas concepciones filosóficas del
mundo: el eje materialista-espiritualista, el eje finalista-contingencialista y el eje esencialista-
existencialista.3 Por ejemplo, Marx veía al mundo de una forma «materialista finalista»
(materialismo dialéctico) mientras que las religiones ven al mundo desde una óptica «espiritualista
finalista» (escatología y el fin del mundo) ya sea en su vertiente esencialista (Santo Tomás) o
existencialista (Gabriel Marcel). El mecanicismo ve al mundo de una forma «materialista
contingencialista», es decir, en el universo no hay razón o finalidad específica para el cual las leyes
de la naturaleza sean de una manera, pues pudieran haber sido de otra.3
Parménides
Parménides argumenta que la percepción diaria de la realidad del mundo físico tal y como es
descrito en la doxa, esto es, en la opinión común, está errada, y la realidad del mundo es ser como
es descrito en alétheia: un todo inalterable, inengendrable e indestructible.
Platón
En su mito de la caverna, Platón distingue entre formas variables e ideas inmutables e imagina dos
mundos distintos: el mundo sensible y el mundo tangible.
Hegel
Schopenhauer
Wittgenstein
"El mundo es todo lo que acaece" o, en otras traducciones, "es el caso", escribió Ludwig
Wittgenstein en su influyente Tractatus Logico-Philosophicus, publicado por primera vez en 1922.
Esta definición serviría como la base del empirismo lógico, que se la suposición de que hay
exactamente un mundo, consistente en la totalidad de los hechos, sin importar la interpretación
que cada individuo haga de ellos.
Heidegger
Martin Heidegger, entre tanto, argumentaba que "el mundo circundante es diferente para cada
uno de nosotros y, sin embargo, nos movemos en un mundo común".4 El mundo, para Heidegger,
era aquel en el que siempre éramos "lanzados" y con el que nosotros, como seres en el mundo,
debemos llegar a acuerdos. Su concepción de "divulgación mundial" fue elaborada más
notablemente en su trabajo de 1927 Ser y Tiempo.
Freud
En respuesta, Sigmund Freud propuso que no nos movemos en un mundo común, sino en un
proceso de pensamiento común. Él creía que todas las acciones de una persona estaban
motivadas por una sola cosa: la libido. Esta fuerza condiciona toda nuestra visión del mundo o de
la realidad, que es fruto del pulso entre tendencias instintivas inconscientes y tendencias
represoras superconscientes.
David Lewis
Algunos filósofos, a menudo inspirados por David Lewis, argumentan que los conceptos
metafísicos como la posibilidad, la probabilidad y la necesidad son mejor analizados al comparar el
mundo a un rango de mundos posibles; un punto de vista comúnmente conocido como realismo
modal. Para él existe un número infinito de mundos causalmente aislados y el nuestro es tan sólo
uno de ellos.
Markus Gabriel
Para el filósofo Markus Gabriel el mundo no existe pues lo considera un superobjeto. La existencia
de un objeto, por definición, se trata de su aparición con características propias que lo distinga de
otros objetos en un contexto dado. No así ocurre con el concepto de superobjeto o mundo pues
este tendría toda las características de todos los objetos que contiene haciéndolo indistinguible y,
por lo tanto, inexistente.5 Gabriel, al proclamar que no existe un superobjeto o Mundo, termina
adoptando una postura filosófica pluralista.5
Para el filósofo español José Ortega y Gasset el mundo es inseparable del yo: "Yo soy yo y mi
circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo". Y todas las conciencias están interconectadas
a través de un sistema de perspectivas cuya integración constituye el mundo, la realidad misma.
El mundo es para el Catecismo de la Iglesia católica uno de los tres "enemigos del alma": mundo,
demonio y carne. Esta conceptualización negativa del mundo constrasta con el concepto
grecolatino positivo de mundus 'todo ordenado, organizado, limpio'. Para la concepción teológica
judeocristiana el mundo representa lo "material" o la esfera de la "vida profana", como lo opuesto
a lo celestial, espiritual, trascendental o sacro.6 Así, los monjes y monjas de clausura que se
encierran en los monasterios renuncian al "mundo". El "fin del mundo" se refiere a los escenarios
de la culminación de la historia humana, a menudo en contextos religiosos