Anda di halaman 1dari 44

Módulo 3

El objeto de la
relación jurídica
privada y los
hechos jurídicos

1
7. El objeto de la relación
jurídica privada
7.1 El objeto
7.1.1El objeto de la relación jurídica

Puesto que las relaciones jurídicas y los derechos subjetivos que ellas contienen
son de diferente naturaleza, el objeto variará según la clase de relación y de
derecho subjetivo de que se trate.
Así, en las relaciones que tienen por contenido los derechos personalísimos o
los derechos humanos, el objeto está dado por las diversas manifestaciones o
proyecciones que integran la personalidad de la persona física, como su honor,
libertad, integridad física o espiritual; en las que tienen por contenido los
derechos subjetivos potestativos, el objeto está dado por el conjunto de
deberes y prerrogativas de los padres para la educación y pleno desarrollo de la
personalidad de sus hijos. En las que tienen por contenido los derechos reales,
el objeto es la cosa, objeto material susceptible de valor, sobre las que se
ejercen las facultades o prerrogativas del titular.
Por otro lado, en las relaciones jurídicas que recaen sobre derechos personales
o de crédito, el objeto se proyecta sobre la conducta del deudor, denominada
prestación y por último, en los derechos intelectuales el objeto es la obra
científica, literaria o artística, la expresión de ideas, procedimientos, es decir, el
producto del intelecto humano.
En una palabra, objeto de las relaciones jurídicas puede ser: cosas, hechos u
objetos inmateriales. (Tagle, 2002).

7.1.2Definición de bienes y cosas

De la lectura de los fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial


de la Nación se sigue que se identifica a los bienes con la valoración económica.
Se explica allí que, para este fin, no es determinante si son materiales (cosas) o
inmateriales, porque lo que interesa es que tengan valor, y este elemento es
económico y no afectivo. Así, la noción de bien está estrechamente vinculada al
enfoque económico y, por lo tanto, no podría aplicarse a los bienes
ambientales, o al cuerpo, o partes del cadáver.

2
En relación a las cosas, se las define como los objetos materiales susceptibles
de tener un valor. Desde el punto de vista físico, cosa es todo lo que existe; no
sólo los objetos que pueden ser propiedad del hombre, sino también todo lo
que en la naturaleza escapa a esta apropiación exclusiva: el mar, el aire, el sol,
etc. Desde el punto de vista jurídico, esta noción se ha circunscripto para no
abarcar toda la materialidad ni la utilidad, y por ello “debemos limitar la
extensión de esta palabra a todo lo que tiene un valor entre los bienes de los
particulares”1.
El artículo 16 del código único prevé que los derechos individuales pueden
recaer sobre bienes susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se
llaman cosas y las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía
y a las fuerzas naturales susceptibles de ser puestas al servicio del hombre.

7.2 Distintas clasificaciones


7.2.1 Importancia e interés práctico

El Código Civil y Comercial contiene varias clasificaciones de las cosas


consideradas en sí mismas: a) muebles e inmuebles; b) cosas divisibles e
indivisibles; c) cosas principales y accesorias; d) cosas consumibles y no
consumibles; e) cosas fungibles y no fungibles.
La importancia de estas clasificaciones radica en que, según el estatuto que
reciba la cosa, el régimen jurídico que se le aplique variará.

 Así por ejemplo, la distinción entre muebles e inmuebles tiene


importancia desde diferentes aspectos:

a) Por un lado, la determinación de la ley aplicable.Las cosas inmuebles se rigen


por la ley del lugar de su situación (art. 2663 del CCCN), mientras que las cosas
muebles se rigen por el domicilio del demandado si se trata de las cosas que
lleva consigo o son de uso personal, o bien por el lugar de situación de los
bienes(arts. 2665 y 2666 del CCCN).
b) También tiene incidencia en relación al régimen de prescripción adquisitiva,
que es un modo de adquirir el dominio por la continuación de la posesión en
forma pública, pacífica, continua e ininterrumpida durante el tiempo que
establece la ley. Así, las cosas inmuebles se adquieren por la posesión continua
de diez años cuando ésta es con justo título y buena fe (art. 1898 CCCN) o bien,
veinte años sin necesidad de título y buena fe por parte del poseedor (art. 1899
CCCN). Ahora bien, el dominio sobre cosa mueble se adquiere por la simple

1
Nota al artículo 2311 del Código Civil Argentino derogado por ley 26994.

3
posesión de buena fe, salvo que se trate de cosas muebles hurtadas o perdidas,
en cuyo caso el dominio se adquiere por la posesión continua y de buena fe de
dos años (art. 1898).Si no hay justo título y buena fe y se trata de una cosa
mueble registrable, se adquiere si se posee durante diez años (art. 1899).
c) Asimismo, esta clasificación influye en los derechos reales. Así por ejemplo, el
derecho real de propiedad horizontal sólo puede recaer sobre inmuebles (art.
2037), tal como el derecho de superficie (art. 2114) y el de hipoteca (art. 2205).
En tanto, el derecho real de prenda sólo puede recaer sobre cosas muebles no
registrables o créditos instrumentados (art. 2219).

 En relación a la división de cosas fungibles y no fungibles, habrá


contratos como el de locación, en virtud del cual se entrega a otra
persona el uso y goce temporario de una cosa a cambio del pago de un
precio en dinero (art. 1187); el alquiler o arrendamiento deberá recaer
sobre una cosa no fungible, es decir sobre una cosa que conserve su
individualidad, pues la persona que recibe una cosa para usarla estará
obligada al término del contrato a restituir la misma cosa que le fue
entregada y no otra. Lo mismo sucede en el comodato, acerca del cual,
el art. 1533 expresamente establece “hay comodato si una parte se
obliga a entregar a otra una cosa no fungible, mueble o inmueble, para
que se sirva gratuitamente de ella y restituya la misma cosa recibida”2.

Mientras que el contrato de mutuo, por ejemplo, sólo puede recaer sobre cosas
fungibles, pues el mutuario, al término del contrato, no estará obligado a
devolver lo mismo que recibió sino igual cantidad de cosas de la misma calidad
y especie (art. 1525).

La distinción entre cosas consumibles y no consumibles tiene


importancia debido a que determinados contratos sólo pueden tener
por objeto a las primeras y otros únicamente a las segundas, como el
mutuo y el comodato, respectivamente.
Además, la distinción es importante en materia de derechos reales, pues el
usufructo sólo puede recaer sobre cosas no consumibles, puesto que el
usufructuario y el usuario pueden usar y gozar de la cosa ajena sin alterar su
sustancia.

 La clasificación entre cosas divisibles y no divisibles tiene importancia


pues, al dividirse un condominio o la partición de una herencia, sólo las
cosas divisibles pueden ser objeto de partición en especie.

7.2.2 Criterios de distinción

2 Art. 1533 del CCCN.

4
El Código Civil y Comercial realiza una clasificación de las cosas:
a) Cosas consideradas en sí mismas; distingue inmuebles y muebles, cosas
fungibles y no fungibles, cosas principales y accesorias, cosas consumibles y no
consumibles, frutos y productos, entre otros.
b) Bienes con relación a las personas; distingue los bienes pertenecientes al
dominio público, al dominio privado del Estado y los bienes de los particulares.
c) Bienes con relación a los derechos de incidencia colectiva; relativizando los
derechos individuales en función de la protección de los derechos de incidencia
colectiva.

7.2.3 Inmuebles y muebles. Distintas clases


Los artículos 225 y 226 del Código Civil y Comercial determinan qué debe
entenderse por inmuebles y el art. 227, por muebles.

 Art. 225:Inmuebles por su naturaleza. Son inmuebles por su


naturaleza el suelo, las cosas incorporadas a él de una manera
orgánica y las que se encuentran bajo el suelo sin el hecho del
hombre.3
 Art. 226: Inmuebles por accesión. Son inmuebles por accesión
las cosas muebles que se encuentran inmovilizadas por su
adhesión física al suelo, con carácter perdurable. En este caso, los
muebles forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto
de un derecho separado sin la voluntad del propietario.
No se consideran inmuebles por accesión las cosas afectadas a la
explotación del inmueble o a la actividad del propietario.4

Así, son inmuebles por su naturaleza: el suelo, es decir la corteza terrestre, lo


incorporado orgánicamente a él, como los vegetales, y lo que está debajo de él,
es decir los árboles, ríos, minerales enterrados, etc.
Son inmuebles por accesión: las cosas muebles que se encuentran
inmovilizadas por su adhesión física al suelo con carácter de perdurabilidad,
como son todas las clases de construcciones, casas, edificios, obras de
infraestructuras en general. Las cosas muebles que se incorporan de manera
permanente a todas estas construcciones, como las estufas de una casa, las
ventanas de un edificio, las barandas, etc. son también inmuebles por accesión,
mientras permanezcan en esa condición (Rivera y Medina, 2014).
El precepto mencionado (art. 226) establece la regla general de que “los
muebles forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto de un derecho
separado sin la voluntad”, por lo que, celebrado un negocio jurídico sobre el

3 Art. 225 del CCCN.


4 Art. 226 del CCCN.

5
inmueble, todo lo que esté en él, adherido e inmovilizado con carácter
perdurable, forma parte de la contratación, salvo acuerdo en contrario.
Ahora bien, no se consideran inmuebles por accesión las cosas que se adhieren
transitoriamente al suelo (una carpa), ni las afectadas a la explotación del
inmueble o a la actividad del propietario, como ser las semillas puestas
intencionalmente por el dueño del inmueble, o los utensilios o máquinas de
labranza, los animales puestos para el cultivo, entre otros.

 Art. 227: “Cosas muebles. Son cosas muebles las que pueden
desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa”.5

Este concepto engloba las cosas que pueden transportarse fácilmente de un


lugar a otro, movidas ya por una influencia extraña, como son los automóviles,
o por sí mismas, como son los animales que se denominan semovientes.

7.2.4 Cosas divisibles y no divisibles

En cuanto a las primeras, según el art. 228:

Cosas divisibles. Son cosas divisibles las que pueden ser divididas
en porciones reales sin ser destruidas, cada de las cuales forma
un todo homogéneo y análogo tanto a las otras partes como a la
cosa misma.
Las cosas no pueden ser divididas si su fraccionamiento convierte
en antieconómico su uso y aprovechamiento. En materia de
inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento parcelario
corresponde a las autoridades locales.6

Así las cosas, para que una cosa sea divisible deben darse los siguientes
presupuestos:
 Que la cosa pueda dividirse de hecho.

 Que las cosas obtenidas formen un todo homogéneo.

 Que sean análogas a las demás partes y a toda la cosa.

Todas estas particularidades deben presentarse conjuntamente, pues, de lo


contrario, podría llegarse a conclusiones desacertadas, como sostener que un
automóvil es divisible pues se pueden separar el volante, las ruedas, las puertas
y esos objetos forman un todo homogéneo. Pero falta el requisito de que sean
análogas en todas las partes y a toda la cosa, por lo que no es una cosa divisible.

5 Art. 227 del CCCN.


6 Art. 228 del CCCN.

6
Son cosas divisibles el dinero, en general los granos, los líquidos; y no son
divisibles, por ejemplo, los libros. (Rivera y Medina, 2014, p. 507).
Ahora bien, las cosas no podrán ser divididas, aunque se den todos los
requisitos desarrollados anteriormente, si su división convierte en
antieconómico su uso. Esto puede ocurrir con una colección de monedas, por
ejemplo, o con la división de la tierra en parcelas que impidan su adecuado
aprovechamiento (en tal caso, ello dependerá de las características del suelo,
pues puede influir, para determinar si es divisible o no, cuán fértil sea la tierra o
la extensión del terreno o el clima).
Es por ello que, en materia de inmuebles, la reglamentación del
fraccionamiento parcelario les corresponde a las autoridades locales, pues es
un problema de política económica agraria.

7.2.5 Cosas principales y accesorias

El artículo 229 dispone: “Cosas principales. Son cosas principales las que
pueden existir por sí mismas”7. Por su parte el art. 230 prevé:

Cosas accesorias. Son cosas accesorias aquellas cuya existencia y


naturaleza son determinadas por otra cosa de la cual dependen o
a la cual están adheridas. Su régimen jurídico es el de la cosa
principal, excepto disposición legal en contrario.
Si las cosas muebles se adhieren entre sí para formar un todo sin
que sea posible distinguir la accesoria de la principal, es principal
la de mayor valor. Si son del mismo valor no hay cosa principal ni
accesoria.8

Así, son cosas principales las que tienen una existencia propia e independiente
de cualquier otra (por ejemplo un auto); y accesorias las que jurídicamente
carecen de existencia propia por depender de otras, por ello siguen la suerte de
la principal.

La calidad de accesorias de las cosas puede manifestarse:


a) Por la accesión física: es el caso de las cosas que natural o artificialmente están
adheridas al suelo del que son accesorias, por ejemplo un edificio.
b) Por la dependencia: es el caso de las cosas muebles adheridas a otras cosas
muebles con el fin de uso, adorno, complemento o conservación. Así, en los
anteojos, las lentes son lo principal y el marco lo accesorio. La calidad de
accesorio se determina por la función o el fin para el que se ha unido, y sólo

7
Art. 229 del CCCN.
8
Art. 230 del CCCN.

7
cuando no pueda distinguirse la cosa principal de la accesoria se tendrá por
principal la de mayor valor, y si son iguales, no habrá cosa principal o accesoria.

7.2.6 Cosas consumibles y no consumibles

Dispone el art. 231:

Cosas consumibles. Son cosas consumibles aquellas cuya


existencia termina con el primer uso. Son cosas no consumibles
las que no dejan de existir por el primer uso que de ellas se hace,
aunque sean susceptibles de consumirse o deteriorarse después
de algún tiempo. 9

Así pues, existen dos clases de cosas consumibles:


a) Las cosas que se extinguen con el uso que de ellas se haga, como los alimentos.
b) Las que dejan de existir para su propietario, como el dinero.

Las cosas no consumibles no se extinguen con el primer uso, aunque puedan


consumirse o deteriorarse por el uso más o menos prologado, como los
muebles de una casa, la vestimenta, etc.

7.2.7 Cosas fungibles y no fungibles

Art. 232:“Cosas fungibles. Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo
de la especie equivale a otro individuo de la misma especie, y pueden
sustituirse por otras de la misma calidad y en igual cantidad”. 10
De la definición legal resulta que la expresión “fungibles” significa
“equivalentes”, “sustituibles”, con lo que las cosas fungibles presentan dos
características esenciales: cada cosa es perfectamente equivalente a otra y
pueden ser sustituidas las unas por las otras, siendo de la misma especie y
calidad. Así, una tonelada de arroz o diez kilos de azúcar de determinada marca
son fungibles.
Ahora bien, este carácter no sólo está dado por la naturaleza de la cosa, sino
también depende de la voluntad del sujeto, pues un libro nuevo es equivalente
a otro de iguales características, pero no lo es si se trata de un ejemplar con una
especial dedicatoria.

9Art. 231 del CCCN.


10Art.232 del Código Civil y Comercial de la Nación- Honorable Congreso de la Nación
Argentina.

8
Por el contrario, no son fungibles aquellas cosas que tienen características que
las hacen únicas y, por ende, no pueden ser sustituidas por otras de
características exactamente idénticas, como ser un caballo de carrera, puesto
que éste tiene particularidades.

7.2.8 Frutos y productos

Dispone el art. 233:

Frutos y productos. Frutos son los objetos que un bien produce,


de modo renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia.
Frutos naturales son las producciones espontáneas de la
naturaleza.
Frutos industriales son los que se producen por la industria del
hombre o la cultura de la tierra.
Frutos civiles son las rentas que la cosa produce.
Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los frutos civiles.
Productos son los objetos no renovables que separados o
sacados de la cosa alteran o disminuyen su sustancia.
Los frutos naturales o industriales y los productos forman un
todo con la cosa, si no son separados. 11

Los frutos y los productos son cosas que produce la cosa, pero
entre ambas categorías existen diferencias sustanciales: a) los
frutos se producen y reproducen en forma periódica y regular;
los productos no se reproducen; b) la extracción de los frutos no
altera ni disminuye la sustancia de la cosa, que continúa siendo la
misma; la extracción de los productos, por el contrario, trae
como consecuencia la extinción paulatina de la cosa (Tagle, 2002,
p. 67).

Por ejemplo, una vaca produce leche como fruto y carne como producto.
La norma clasifica los frutos en:

Frutos naturales: son los que la cosa produce espontáneamente, como las crías
de ganado, la leche de los animales.
Frutos industriales: son los que se producen por la industria del hombre o de la
cultura de la tierra, como ser la soja o el trigo que se obtienen de una cosecha.
Frutos civiles: las rentas de una cosa, como el alquiler de un inmueble.

11 Art. 233 del CCCN.

9
Por último, debe señalarse que los frutos naturales e industriales y los
productos no son accesorios de la cosa, sino que forman un todo con ella
mientras estén unidos, pero, una vez separados, adquieren existencia propia e
independiente y deben ser considerados cosas principales.

7.2.9 Bienes dentro y fuera del comercio

El art. 234 prevé “Bienes fuera del comercio. Están fuera del comercio los
bienes cuya transmisión está expresamente prohibida:
a) Por la ley;
b) Por actos jurídicos, en cuanto este Código permite tales prohibiciones”.12

Los bienes están dentro o fuera del comercio. Esta cualidad no depende de las
características intrínsecas de la cosa sino de disposiciones legales. En general,
los bienes están dentro del comercio, salvo los casos en que la ley o un acto
jurídico así lo disponen.
En general, están fuera del comercio los bienes de dominio público del Estado; y
por acto jurídico se puede impedir temporalmente también la enajenación de
una cosa (Rivera y Medina, 2014).

7.2.10 Clasificación de los bienes con relación a las


personas. Distintas clasificaciones.
Desde el punto de vista de las personas que los poseen, cabe distinguir: a)
bienes pertenecientes al dominio público; b) bienes del dominio privado del
Estado y c) bienes de los particulares.

Los bienes pertenecientes al dominio público son muebles o inmuebles que,


siendo de propiedad del Estado Nacional, de losestados provinciales o de los
municipios, están destinados a satisfacer una finalidad de utilidad pública y
afectados al uso general y gratuito de todos los particulares.
El Estado no tiene sobre ellos un derecho de dominio, sino que tiene la facultad
de reglamentar su uso. Además puede ejercer algunas de las facultades
semejantes a las de dominio privado, como por ejemplo ejercer el derecho de
reivindicación, ejercer acciones posesorias, disponer de los frutos, etc (Tagle,
2002).
Los bienes de dominio público del Estado, de conformidad a lo prescripto por el
art. 237 del CCCN, son:
Inenajenables: pues no pueden ser vendidos, ni gravados con hipoteca, ni
objeto de acto de disposición, ni pueden ser embargados. Esta inenajenabilidad

12 Art. 234 del CCCN.

10
no impide que se conceda la explotación de parte de la cosa, siempre que no
importe vedar su uso y goce al público en general, ni tampoco impide la
percepción y venta de los frutos por parte del Estado.
Imprescriptibles: ya que las cosas de dominio público no pueden adquirirse por
prescripción adquisitiva, pues no pueden ser poseídos.
Y son de uso público general por parte de todos los habitantes. Sin embargo,
ello no quita que el Estado pueda disponer que deba pagarse un canon a esos
efectos, directamente a él o a un concesionario a quien le fue asignada la
explotación por un período de tiempo.
Finalmente, debe señalarse que el carácter nacional, provincial o municipal de
los bienes de dominio público será establecido por la Constitución Nacional, la
legislación federal o el derecho público local.
Dispone el art. 235:

Bienes pertenecientes al dominio público. Son bienes


pertenecientes al dominio público, excepto lo dispuesto por leyes
especiales:
a. el mar territorial hasta la distancia que determinen los
tratados internacionales y la legislación especial, sin perjuicio del
poder jurisdiccional sobre la zona contigua, la zona económica
exclusiva y la plataforma continental. Se entiende por mar
territorial el agua, el lecho y el subsuelo;
b. las aguas interiores, bahías, golfos, ensenadas, puertos,
ancladeros y las playas marítimas; se entiende por playas
marítimas la porción de tierra que las mareas bañan y desocupan
durante las más altas y más bajas mareas normales, y su
continuación hasta la distancia que corresponda de conformidad
con la legislación especial de orden nacional o local aplicable en
cada caso;
c. los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por
cauces naturales, los lagos y lagunas navegables, los glaciares y el
ambiente periglacial y toda otra agua que tenga o adquiera la
aptitud de satisfacer usos de interés general,
comprendiéndoselas aguas subterráneas, sin perjuicio del
ejercicio regular del derecho del propietario del fundo de extraer
las aguas subterráneas en la medida de su interés y con sujeción
a las disposiciones locales. Se entiende por río el agua, las playas
y el lecho por donde corre, delimitado por la línea de ribera que
fija el promedio de las máximas crecidas ordinarias. Por lago o
laguna se entiende el agua, sus playas y su lecho,
respectivamente, delimitado de la misma manera que los ríos;
d. las islas formadas o que se formen en el mar territorial, la zona
económica exclusiva, la plataforma continental o en toda clase de
ríos, estuarios, arroyos, o en los lagos o lagunas navegables,
excepto las que pertenecen a particulares;

11
e. el espacio aéreo suprayacente al territorio y a las aguas
jurisdiccionales de la Nación Argentina, de conformidad con los
tratados internacionales y la legislación especial;
f. las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra
obra pública construida para utilidad o comodidad común;
g. los documentos oficiales del Estado;
h. las ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos.13

Por otro lado, están los bienes de dominio privado del Estado, que son
aquellos sobre los cuales éste ejerce un derecho de dominio regido por las
normas de derecho privado, aun cuando corresponda distinguir aquellos bienes
que, por estar directamente afectados a un servicio público, no son susceptibles
de ser embargados, de aquellos no afectados a un servicio público y, por ende,
embargables y prescriptibles.
El Estado ejerce sobre los bienes que integran su dominio privado un derecho
de propiedad regido por las normas del derecho privado. Estos bienes no están
afectados al uso general; sin embargo, los que están afectados a un servicio
público, están sujetos a un régimen especial (Tagle, 2002).

Estos bienes están enumerados en el art. 236 del Código Civil y Comercial, que
dispone:
Bienes del dominio privado del Estado. Pertenecen al Estado
nacional, provincial o municipal, sin perjuicio de lo dispuesto en
leyes especiales:
a. los inmuebles que carecen de dueño;
b. las minas de oro, plata, cobre, piedras preciosas, sustancias
fósiles y toda otra de interés similar, según lo normado por el
Código de Minería;
c. los lagos no navegables que carecen de dueño;
d. las cosas muebles de dueño desconocido que no sean
abandonadas, excepto los tesoros;
e. los bienes adquiridos por el Estado nacional, provincial o
municipal por cualquier título.14

Finalmente, están los bienes de los particulares. Así, el art. 238, reza:

Bienes de los particulares. Los bienes que no son del Estado


nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o
municipal, son bienes de los particulares sin distinción de las
personas que tengan derecho sobre ellos, salvo aquellas
establecidas por leyes especiales. 15

13
Art. 235 del CCCN.
14 Art. 236 del CCCN.
15 Art. 238 del CCCN.

12
Es decir que los bienes que no pertenecen al dominio público ni al dominio
privado del Estado, pertenecen a los particulares y están sujetos al régimen
ordinario del Código, por lo que cabe remitirse a la normativa específica de los
derechos reales y a la del resto del Código, en cuanto refiere a cosas y bienes en
general.
El art. 239 por su parte, prevé:

Aguas de los particulares. Las aguas que surgen en los terrenos


de los particulares pertenecen a sus dueños, quienes pueden
usar libremente de ellas, siempre que no formen cauce natural.
Las aguas de los particulares quedan sujetas al control y a las
restricciones que en interés público establezca la autoridad de
aplicación. Nadie puede usar de aguas privadas en perjuicio de
terceros ni en mayor medida de su derecho. Pertenecen al
dominio público si constituyen cursos de agua por cauces
naturales. Los particulares no deben alterar esos cursos de agua.
El uso por cualquier título de aguas públicas, u obras construidas
para utilidad o comodidad común, no les hace perder el carácter
de bienes públicos del Estado, inalienables e imprescriptibles. El
hecho de correr los cursos de agua por los terrenos inferiores no
da a los dueños de éstos derecho alguno.16

Como se advierte, el artículo regula el régimen de aguas que “surgen” en los


terrenos de los particulares, es decir las que aparecen o nacen en su superficie.
En tanto no formen un curso natural, sus dueños pueden usar libremente de
ellas. No obstante, están sujetas al control y las restricciones que en interés
público establezca la autoridad de aplicación, lo que encuentra explicación en la
enorme importancia que tiene el agua dulce, y su escasez a nivel global (Rivera
y Medina, 2014, p. 532).

7.2.11 Bienes con relación a los derechos de incidencia


de colectiva. Noción. Modo de compatibilizarlos con los
derechos individuales sobre los bienes.

El artículo 240 del código único relativiza el ejercicio de los derechos


individuales en función de la protección de los derechos de incidencia colectiva.
El mencionado artículo otorga un importante margen de incidencia a las

16 Art. 239 del CCCN.

13
normas de derecho administrativo dictadas en interés público, tanto nacionales
como locales.
El Código antepone, a los derechos individuales, los de incidencia colectiva:
flora, fauna, biodiversidad, agua, valores culturales, paisaje, entre otros, siendo
meramente ejemplificativa la enumeración que realiza la norma en comentario.
Los derechos de incidencia colectiva, consagrados en el art. 43 de la
Constitución Nacional, tienen vías específicas de protección, como ser el
amparo colectivo.

7.3El patrimonio
7.3.1 Definición. Caracteres

El patrimonio constituye una unidad jurídica compuesta por elementos


singulares que lo integran, los cuales pueden ingresar o egresar, aumentar o
disminuir o aun ser nulos, sin que el patrimonio deje de ser tal.
El patrimonio como universalidad jurídica está integrado por los bienes
materiales (cosas), inmateriales (prestaciones, derechos) y por las relaciones
jurídicas y derechos que se ejercen sobre ellos, existiendo acuerdo en que
integran la categoría de derechos patrimoniales: los derechos crediticios, reales,
y de propiedad intelectual (Rivera y Medina, 2014).
El patrimonio, conjunto de bienes susceptibles de valoración económica del que
es titular la persona, junto con las cargas que lo gravan, responde al concepto
de patrimonio general, al que se contrapone el de los patrimonios especiales,
conjunto de bienes afectados a un fin determinado y sometidos a un régimen
especial.
El patrimonio general presenta los siguientes caracteres:
Es único e indivisible: la persona no puede ser titular de más de un patrimonio
general.
Es inalienable e intransmisible: no puede ser enajenado ni transmitido en su
totalidad como unidad.
Es idéntico a sí mismo: las variaciones en los elementos singulares que lo
componen no alteran al patrimonio como unidad o universalidad jurídica.

Por otro lado, los patrimonios especiales son conjuntos de bienes que están
afectados a un fin determinado y sujetos a un especial régimen legal. En cuanto
a sus caracteres, podemos decir:
Su existencia depende de la ley: la voluntad del titular de los bienes no es
suficiente por sí sola para crear un patrimonio especial, sino que se trata de
supuestos previstos por la ley.
Está sujeto a un régimen legal especial: el patrimonio especial es
independiente del patrimonio general, los bienes que lo integran sólo
responden por determinadas deudas. (Tagle, 2014).

14
Podemos citar, como ejemplos de patrimonios especiales, el patrimonio de la
sociedad, el patrimonio del causante mientras se mantiene separado del
patrimonio de los herederos, el patrimonio del emancipado constituido por los
bienes recibidos a título gratuito, el patrimonio del declarado presuntamente
fallecido durante el período de prenotación, entre otros.

7.3.2Naturaleza jurídica del patrimonio

Siguiendo a Tagle (2014), se expondrá la naturaleza jurídica del patrimonio.


Dos concepciones se desarrollaron el siglo XIX para explicar la naturaleza
jurídica, caracteres y composición del patrimonio: la denominada doctrina
clásica o personalista y la doctrina moderna o finalista.

a) Doctrina clásica o personalista:para esta doctrina, el patrimonio es una


emanación de la personalidad; es el conjunto de los bienes de una persona que
forman una universalidad de derecho, sometida al arbitrio de una sola y misma
voluntad. Así, para esta postura, el patrimonio es una universalidad jurídica y
todos los elementos que lo componen forman un conjunto abstracto; es un
atributo de la personalidad jurídica, es una emanación de la personalidad y está
compuesto por derechos subjetivos y deberes jurídicos.
Lo que se le critica a la doctrina clásica es que exagera el lazo que existe entre la
noción de patrimonio y la personalidad hasta el punto de confundir ambas
nociones.

b) Doctrina moderna o finalista: esta doctrina concibe al patrimonio como una


unidad constituida por un conjunto de derechos económicamente valiosos
denominados “bienes”, que se independizan de la persona de su titular y
reciben un tratamiento unitario en razón del fin al que están afectados.
Así, la persona puede ser titular de un patrimonio general y de patrimonios
especiales; además, pueden existir patrimonios sin titular, como la herencia
vacante.
Lo que se le critica a esta tesitura es que ha desvinculado en exceso al
patrimonio de su titular y no tiene en cuenta que los derechos no pueden ser
concebidos sin un sujeto titular.

En definitiva, las concepciones actuales consideran como características


esenciales del patrimonio:
a) El patrimonio es el conjunto de derechos, bienes y obligaciones susceptibles de
apreciación pecuniaria de los que es titular una persona física o jurídica, unidos,
cohesionados, vinculados entre sí, aprehendidos como unidad.
b) La persona puede ser titular de un patrimonio general y constituir patrimonios
especiales afectados a fines determinados, en la medida en que estén
permitidos por la ley.

15
7.3.3Función de garantía
El artículo 242 del Código Civil y Comercial dispone:

Garantía común. Todos los bienes del deudor están afectados al


cumplimiento de sus obligaciones y constituyen la garantía
común de sus acreedores, con excepción de aquellos que este
Código o leyes especiales declaran inembargables o
inejecutables. Los patrimonios especiales autorizados por la ley
sólo tienen por garantía los bienes que los integran. 17

Este artículo consagra un principio general de nuestro derecho:el patrimonio


del deudor es la prenda común de los acreedores.Es decir que el deudor
responde por las obligaciones contraídas ante sus acreedores con el conjunto
de bienes que conforman su patrimonio, tanto presentes como futuros (art. 743
del CCCN).
La función de garantía del patrimonio implica que, cuando el deudor no cumpla
en forma voluntaria las obligaciones con sus acreedores, estos van a poder
lograr en forma compulsiva dicho cumplimiento, ya sea a través de una
ejecución individual o de una colectiva.
La ejecución individual tiene por objeto solucionar un incumplimiento
obligacional específico y las consecuencias de su ejercicio no se extienden a
todo el patrimonio del deudor.La ejecución colectiva, por su parte, ya
presupone el “estado de cesación de pagos” del deudor (concepto del derecho
concursal) y tiene por objeto solucionar una situación de insolvencia,
persiguiendo la satisfacción de todas las deudas del concursado en la medida de
lo posible, y sus efectos se propagan a toda la universalidad del patrimonio.
(Rivera y Medina, 2015).

7.3.4Bienes excluidos

La garantía de los acreedores alcanza a todos los bienes que integran el


patrimonio del deudor, salvo los que expresamente son inembargables o
inejecutables por disposición de la ley.
Así, son inembargables y por ende están excluidos de la garantía común, de
acuerdo a lo previsto por el art. 744 del CCCN, las ropas y muebles de uso
indispensable del deudor, de su cónyuge o conviviente y de sus hijos; los
instrumentos necesarios para el ejercicio personal de la profesión, arte y oficio
del deudor; los sepulcros afectados a su destino; los bienes afectados a

17Art. 242 del CCCN.

16
cualquier religión reconocida por el Estado; los derechos de usufructo, uso y
habitación, así como las servidumbres prediales; las indemnizaciones que
corresponden al deudor por daño moral y por daño material derivado de
lesiones a su integridad psicofísica; la indemnización por alimentos que
corresponde al cónyuge, conviviente, y a los hijos.
Asimismo, son inembargables la vivienda única (art. 244), los sueldos y salarios
en determinada proporción, al igual que las jubilaciones y pensiones; las
indemnizaciones por accidente de trabajo, despido y falta de preaviso, entre
otros.

7.4Vivienda

7.4.1Definición

Los fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación,


refieren en relación a este instituto:

El derecho de acceso a la vivienda es un derecho humano


reconocido en diversos tratados internacionales. Esto justifica
que se dedique un Capítulo especial para la vivienda; el régimen
proyectado sustituye al del bien de familia de la ley 14.394. Las
modificaciones son importantes, en tanto: (a) se autoriza la
constitución del bien de familia a favor del titular del dominio sin
familia, atendiendo a la situación, cada vez más frecuente, de la
persona que vive sola; se permite que el bien de familia sea
constituido por todos los condóminos, aunque no sean parientes
ni cónyuges; (b) la afectación también puede ser decidida por el
juez, a petición de parte, en la resolución que atribuye la vivienda
en el juicio de divorcio o en el que resuelve las cuestiones
relativas a la conclusión de la convivencia, si hay beneficiarios
incapaces o con capacidad restringida; c) se amplía la lista de los
beneficiarios al conviviente; (d) se prevé expresamente la
subrogación real, reclamada por la doctrina y recogida en
diversos pronunciamientos judiciales, que permite adquirir una
nueva vivienda y mantener la afectación, así como extender la
protección a la indemnización que provenga del seguro o de la
expropiación; (e) se resuelven problemas discutidos en la
doctrina, los cuales son: la situación de la quiebra, adoptándose
el criterio según el cual el activo liquidado pertenece sólo a los
acreedores anteriores a la afectación, y si hay remanente se
entrega al propietario; la admisión de la retroprioridad registral,

17
en tanto se remite a las normas de la ley registral que así lo
autorizan; la inoponibilidad a los créditos por expensas en la
propiedad horizontal y a los créditos alimentarios, etcétera.18

El régimen legal de protección de la vivienda, regulado en el art. 244 del CCCN,


tiene un alcance amplio, pues no sólo protege la vivienda donde reside la
familia, sino también la persona individual.
La característica fundamental de este régimen es que, una vez afectada la
vivienda e inscripta en el Registro de la Propiedad, la misma se torna
inembargable e inejecutable por deudas que contraiga su titular, aun en caso de
concurso o quiebra e independientemente de cuál sea la causa de la obligación,
si ésta es posterior a la afectación.

7.4.2Régimen de afectación: presupuestos fácticos

De acuerdo al art. 244 del código unificado, puede afectarse un inmueble


destinado a vivienda por su totalidad o hasta una parte de su valor. Es decir que
la ley permite una protección parcial a quien posee un inmueble de gran valor,
lo que, por un lado, asegura la vivienda y, por otro, evita el abuso que significa
proteger la vida lujosa del deudor mientras su acreedor no puede cobrar lo que
es legítimamente debido.
Por otro lado, tampoco puede afectarse más de un inmueble, por lo que, si
alguien es propietario único de dos o más inmuebles, debe optar por la
subsistencia de uno solo dentro del plazo que fije la autoridad de aplicación, so
pena de considerar afectado el constituido en primer término.

7.4.3Inscripción en el registro de la propiedad


La afectación del inmueble al régimen de vivienda debe inscribirse en el registro
de la propiedad inmueble para su adecuada publicidad frente a terceros.
Asimismo, la inscripción produce el efecto de prioridad temporal de la
afectación, la que se rige por las normas contenidas en la ley nacional del
registro inmobiliario (ley 17.801); de esta manera se permite la retroactividad
de la registración a través del sistema de reserva de prioridad regulado en dicha
normativa.

7.4.4Legitimados

18 Fundamentos del Anteproyecto del CCCN.

18
Según el art. 245 del CCCN, la afectación de la vivienda puede constituirse:

a) Por actos entre vivos.


En este caso se requiere ser titular dominial o, si hay condominio, la solicitud
debe ser efectuada por todos los cotitulares.

b) Mortis causa.
Se prevé que la constitución puede hacerse por actos de última voluntad y,
aunque el Código no lo diga, el único acto por el que podría hacerse la
afectaciónes a través de testamento. En este caso, el juez debe ordenar la
inscripción a pedido de cualquiera de los beneficiarios, del Ministerio Público o
de oficio en el caso de que hubiere incapaces o personas con capacidad
restringida.

c) Constitución judicial.
Finalmente, se prevé que la afectación pueda ser decidida por el juez, a petición
de parte, en la resolución que atribuye la vivienda en el juicio de divorcio o que
resuelve las cuestiones relativas a la conclusión de la convivencia, si hay
beneficiarios incapaces o con capacidad restringida.

7.4.5Beneficiarios

Según el art. 246 del CCCN, son beneficiarios del régimen las siguientes
personas:
a) El constituyente
b) Su cónyuge
c) Su conviviente
d) Los ascendientes o descendientes del constituyente
e) En caso de que el constituyente no tenga cónyuge, conviviente, ascendientes, ni
descendientes, pueden ser beneficiarios los parientes colaterales del
constituyente siempre que convivan con él.

7.4.6. Desafectación y cancelación de la inscripción.


La desafectación ycancelación de la inscripción proceden (art. 255):

a) A solicitud del constituyente; si está casado o en unión convivencial


inscripta, se requiere el asentimiento del cónyuge o del conviviente; si
éste se opone, falta, es incapaz o tiene capacidad restringida, la
desafectación debe ser autorizada vía judicial.

19
b) A solicitud de la mayoría de los herederos, si la constitución se dispuso
por acto de última voluntad. Ahora bien, en los casos que exista cónyuge
supérstite o conviviente, o beneficiarios incapaces o con capacidad
restringida, el juez resolverá lo que estime más conveniente.

c) A instancia de cualquier interesado o de oficio, si no subsisten los


recaudos previstos o fallecen el constituyente y todos los beneficiarios.

d) En caso de expropiación, reivindicación o ejecución autorizada.

Desafectada y cancelada la inscripción registral, la vivienda dejará de gozar de


los beneficios que concede el régimen estudiado y, por lo tanto, la misma será
ejecutable y embargable.

8. Los hechos jurídicos


8.1 El hecho jurídico

8.1.1Definición de causa eficiente de los derechos


Además de las ideas cardinales de sujeto y objeto de las relaciones jurídicas,
tenemos también otra noción cuya importancia procuraremos destacar: la
causa eficiente, en virtud de la cual las relaciones jurídicas nacen, se modifican,
transforman, transmiten o extinguen.
Los hechos jurídicos son todos los acontecimientos que, según el ordenamiento
jurídico, producen el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas (art. 257 CCCN).

Cuando nos referimos a los hechos jurídicos como causa eficiente, debe
entenderse que el suceso o acontecimiento está previsto de antemano por la
ley, para que,según las circunstancias y siempre que se reúnan los requisitos
que impone una determinada norma, produzca efectos jurídicos.
Por ejemplo, el nacimiento con vida es causa eficiente porque, luego de que se
produce, el ser humano adquiere automáticamente, con carácter definitivo e
irrevocable, la personalidad jurídica.

20
En el Código Civil y Comercial se encuentran regulados en el Título IV del Libro I,
Parte General; en este título se trata con gran extensión la teoría de los hechos
y actos jurídicos.

Los hechos jurídicos se clasifican en hechos externos o naturales y hechos


humanos. Los primeros son aquellos en los que no interviene para nada la
conducta humana, como el nacimiento, la muerte, la destrucción natural de una
cosa, el derrumbe de un edificio por un terremoto, etc. Estos, si bien son
hechos en los que no intervino la voluntad del hombre, son jurídicos en tanto
producen consecuencias para el derecho.

Los hechos jurídicos humanos son voluntarios o involuntarios. Se considera


que son voluntarios si son realizados con discernimiento (capacidad general de
razonar, de conocer, que aumenta a medida que el sujeto crece o madura),
intención (la posibilidad de dirigir la voluntad hacia lo querido o deseado sobre
la base del discernimiento) y libertad (la posibilidad de movimiento, libertad
física, y la posibilidad de decidir sin presión externa, libertad moral). Los hechos
involuntarios, son los ejecutados sin discernimiento o sin intención o sin
libertad y no producen obligaciones salvo que causaran daño en otro y se
enriqueciera con ello el autor del hecho; la obligación se producirá según la
medida de ese enriquecimiento.

Los hechos voluntarios, a su vez, se dividen en lícitos e ilícitos, según sean


conformes o contrarios a la ley. Los hechos voluntarios ilícitos pueden ser:
delitos (se supone la intención de causar un daño) o cuasidelitos (se causa el
daño aunque no haya habido intención; es por culpa: imprudencia, negligencia
o impericia), y los lícitos son los actos jurídicos y pueden ser los simples actos
lícitos.

8.1.2 Diferencia entre simple acto lícito y acto jurídico

El artículo 258 del código único define al simple acto lícito“como la acción
voluntaria no prohibida por la ley, de la que resulta alguna adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”19; mientras que
el art. 259 del mismo cuerpo legal brinda el concepto de acto jurídico y refiere
que “es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.”20

Así las cosas, la principal diferencia entre ambos es que el simple acto lícito no
tiene por fin inmediato crear, modificar o extinguir relaciones o situaciones
jurídicas, sino que, por el contrario, carece de este fin inmediato y sus efectos

19 Art. 258 del CCCN.


20 Art. 259 del CCCN.

21
jurídicos se darán prescindiendo de la voluntad del agente y por la simple
circunstancia de haberse colocado en la situación prevista por la norma como
supuesto de hecho. Por ejemplo, el que hace reparaciones urgentes en la
propiedad de un amigo ausente no tiene en miras (o sea, no tiene por fin
inmediato) entablar una relación jurídica (el arreglo de una casa), sino
simplemente prevenir un perjuicio patrimonial al amigo ausente. La ley es
entonces la que establece, más allá de la intención de esta persona, que el
beneficiado por esa reparación debe indemnizar al amigo benefactor y dentro
de la medida del beneficio que obtuvo por los gastos hechos por su amigo.
Por su parte, los actos jurídicos tienen por fin inmediato adquirir, modificar,
extinguir relaciones o situaciones jurídicas. Es decir que el acto jurídico es el
acto de autonomía privadamediante el cual simplemente se persigue un fin
práctico autorizado por el ordenamiento.

Ahora bien, ¿para qué determinar la distinción entre actos jurídicos y simples
actos lícitos? Ello así, por el régimen aplicable. En efecto, si estamos frente a
una categoría como la de los simples actos lícitos, que producirá efectos por
designio legal y con independencia del querer del sujeto, no serían entonces
aplicables las normas del Código en materia de elementos, vicios e ineficacia de
los actos jurídicos, quedando cada acto regido por lo que se disponga en cada
hipótesis. Esto nos lleva a señalar otra distinción entre el acto jurídico y el
simple acto lícito: el primero siempre es voluntario, mientras que el segundo es
indiferente que lo sea, requiriéndose cuanto mucho que el sujeto cuente con
discernimiento. (Rivera y Medina, 2014).

Hechos naturales o externos.


Por ej.: muerte, nacimiento,
destrucción total de una cosa
Hechos jurídicos
Actos voluntarios Simple acto lícito
(art. 257) (art. 260) (art. 258)
Hechos humanos
Acto jurídico (art.
259)

Actos involuntarios
(art. 261)

Fuente: Buteler Cáceres, 2000, p. 200.

8.2 La voluntad jurídica

22
8.2.1Definición. Importancia
La voluntad individual apreciada en el mundo de las relaciones jurídicas juega
un papel fundamental.
Así, Buteler Cáceres (2000) explica que, si partimos de los atributos de las
personas y, dentro de ello, de la capacidad, se advierte que la voluntad o la
aptitud de voluntad es el presupuesto primario, indispensable de la capacidad
de hecho.

Asimismo, señala que, si se tiene en cuenta el domicilio, dentro de éste se


encuentra el real o voluntario, el que se constituye por la voluntad soberana de
una persona capaz, en cuanto esté materializada de un modo concreto.
En relación a los contratos, hay contrato cuando dos o más partes manifiestan
su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales (art. 957 CCCN).
En definitiva, lo que quiere poner de manifiesto el mencionado autor es que la
voluntad individual, mirada en sí misma y a través de su ejercicio efectivo, a
través de su declaración y condicionada de antemano por la ley, es el factor
predominante destinado a reglar las relaciones jurídicas de carácter privado.

8.2.2Enunciación de los elementos internos y externos


El artículo 260 del Código Civil y Comercial prevé “Acto voluntario. El acto
voluntario es el ejecutado con discernimiento, intención y libertad, que se
manifiesta por un hecho exterior”.21

Los actos voluntarios son aquellos ejecutados con discernimiento, intención y


libertad, presupuestos estos que integran el elemento moral o interno del acto
voluntario, además del elemento material o externo, que es la manifestación de
la voluntad.
Cada elemento interno, como se verá, puede verse obstado por determinadas
circunstancias como la minoridad, la declaración de incapacidad o vicios, o el
error, dolo o violencia, que afectarán a uno o varios de esos
elementos,ocasionando la involuntariedad del acto.

21 Art. 260 del CCCN.

23
Fuente:Tagle, 2002, p. 89

8.3 Elementos internos

8.3.1El discernimiento. Definición

Discernimiento

Internos Intención

Elementos de la Libertad
Voluntad jurídica

Manifestación
Externos
de la voluntad

El discernimiento se refiere a la aptitud general de conocer, es decir, a la


madurez intelectual para razonar, comprender y valorar el acto y sus
consecuencias. Se trata, en definitiva, de tener una conciencia cabal de nuestras
propias acciones, de su conveniencia e inconveniencia, de su bondad o maldad,
de su licitud o ilicitud (Buteler Cáceres, 2000).
Esta aptitud depende del grado de madurez que se haya alcanzado y puede
faltar por la edad o por cuestiones de salud mental.

El discernimiento debe ser distinguido de la capacidad pues, en tanto el primero


es una cualidad o aptitud natural del sujeto de conocer, razonar y comprender,
la capacidad es la cualidad o aptitud jurídica de obrar, de ejercer actos válidos.
En una palabra, se puede tener discernimiento y ser sin embargo incapaz, como
los menores mayores de diez años que, conforme la ley (art. 261, inc. “b” del

24
CCCN), poseen discernimiento para ejecutar actos ilícitos y por ende son
responsables de sus consecuencias, y sin embargo son incapaces de obrar, por
lo que no pueden celebrar actos jurídicos válidos por sí mismos (Tagle, 2002).

8.3.2 Causas obstativas del discernimiento

El artículo 261 del código único reza

Acto involuntario. Es involuntario por falta de discernimiento:


a) el acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la
razón;
b) el acto ilícito de la persona menor de edad que no hay
cumplido diez años;
c) el acto lícito de la persona menor de edad que no ha
cumplido trece años, sin perjuicio de lo establecido en
disposiciones especiales. 22

Tal como hemos señalado anteriormente, el discernimiento es uno de los


elementos necesariospara que exista voluntad jurídica, por lo que la ausencia
de éste conlleva la involuntariedad del acto.
La falta de discernimiento determina la falta de aptitud del sujeto para hacer
uso de la autonomía privada y no se produce a raíz de vicio alguno sino por una
circunstancia inherente a la aptitud intelectual general del sujeto.

Las causas que obstan el discernimiento pueden agruparse en dos grandes


grupos: aquellas que presuponen un desenvolvimiento insuficiente de la
inteligencia (minoridad, en tanto inmadurez; puntos “b” y “c”) y las que
importan considerar que el sujeto no estaba en pleno uso de sus facultades
intelectuales al realizar el acto (privación de la razón, punto “a”).

Respecto a la privación de razón, ésta puede ser de dos clases según la falta de
razón refleje alguna clase de patología más o menos permanente o bien un
oscurecimiento del intelecto temporal o accidental y sólo relacionado con el
acto en cuestión; circunstancias que incidirán en los extremos a acreditar en un
eventual juicio y, todo ello, debiendo tener en cuenta los alcances concretos de
la inhabilidad del sujeto en caso de que hubiera sido objeto de una declaración
(Rivera y Medina, 2014).

En relación a la edad, debe señalarse que,de acuerdo al sistema que adopta el


Código Civil y Comercial, según el cual se presume, sin admitir prueba en

22 Art. 261 del CCCN.

25
contrario, que las personas obran con discernimiento a partir de determinadas
edades, éstas deben ser capaces de distinguir entre actos lícitos y actos ilícitos.

En el caso de actos ilícitos, la ley ha entendido que el ser humano capta antes la
noción de lo bueno y de lo malo que la apreciación de lo que para él puede ser
conveniente o inconveniente y, por ello, presume, sin admitir prueba en
contrario, que los menores mayores de diez años tienen discernimiento para
ejecutar actos ilícitos y por ende habrán de responder por sus consecuencias, es
decir que responderán civilmente con su propio patrimonio.Esto, sin perjuicio
de la responsabilidad de los padres y del derecho de repetición que, en razón
de este discernimiento, estos tienen contra sus hijos (art. 1754 CCCN).

En cambio, respecto de los actos lícitos, la ley considera que se tiene


discernimiento desde los trece años, pero no para todos los actos, sino sólo
para que aquellos que la ley expresamente les permite realizar, como ser: la
persona adolescente de entre trece y dieciséis años puede tomar decisiones
respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos; a partir de los
dieciséis años, el adolescente puede tomar decisiones sobre el cuidado del
propio cuerpo (art. 26 CCCN); puede ejercer profesión si ha obtenido título
habilitante aunque sea menor de edad (art. 30 CCCN).

8.3.3La intención. Definición

Se ha definido la intención como el discernimiento aplicado al acto concreto de


que se trata. Es representarse los motivos determinantes de la acción y tener
conocimiento concreto del estado de casos (Buteler Cáceres, 2000).

Aun cuando haya discernimiento, puede faltar la intención. Ya veremos, más


adelante, que pueden concurrir vicios como el error o la ignorancia o bien el
dolo y en ese caso faltará la intención. Pero, a la inversa, la intención presupone
siempre el discernimiento, ya que no se puede concebir intención sin
discernimiento (Buteler Cáceres, 2000).
En una palabra, es la conciencia plena y cabal del acto de los alcances de un
acto determinado.

8.3.4La libertad. Definición

La libertad consiste en el imperio de sí, en la posibilidad de elección sin


coacción, en la determinación propia, la independencia de la voluntad. Consiste

26
en la posibilidad de elegir entre distintas opciones sin presiones de ninguna
naturaleza.
Este concepto comprende dos aspectos: la libertad física y la libertad moral o
libre albedrío.
Así, la libertad moral es la espontaneidad en la determinación adoptada por la
persona, sin ningún influjo extraño que pueda torcerla o desvirtuarla.
La libertad física es el poder material de hacer lo que de antemano se ha
resuelto hacer, o bien, abstenerse de hacer lo que de antemano se ha resuelto
no hacer.

8.4 Elemento externo


8.4.1 La manifestación de la voluntad: noción

Tal como hemos señalado anteriormente, la voluntad jurídica debe


manifestarse a través de un hecho exterior. Esta exigencia luce razonable, dado
que, de no existir alguna exteriorización, el mero suceso interno no puede ser
valorado por el ordenamiento. Es decir que una voluntad no manifestada no es
de interés para el derecho, ya que, sin exteriorización, no sólo no puede haber
hecho voluntario, sino tampoco involuntario: a los efectos legales, en ambos
casos no habría modificación alguna susceptible de ser aprehendida por el
derecho (Rivera y Medina, 2014).

Ahoradebemos preguntarnos: ¿qué sucede en aquellos casos en los que la


voluntad interna no coincide con la declarada?

Es importante, como se ha sostenido anteriormente, que los elementos


internos y el elemento externo se sumen para lograr efectos en el mundo del
derecho. Sin embargo, puede haber falta de coincidencia;por ejemplo, cuando
se expresa algo que no se tiene la intención de expresar, algo diferente a lo
querido. En estos casos se plantean cuestiones relativas a la posibilidad de que
esos actos sean válidos y, además,a los criterios de interpretación que se deben
utilizar para determinar qué es lo correcto, si lo que se quiso o lo que se
manifestó. Respecto de este dilema se han planteado teorías que trataron de
dar respuesta y que son explicadas con gran claridad por Tagle (2002).
Señala la mencionada autora que, en la doctrina jurídica moderna, el problema
de la divergencia es resuelto por dos teorías opuestas: la teoría de la voluntad y
la teoría de la declaración.

 La teoría de la voluntad, también conocida como teoría francesa,


expuesta originariamente por el alemán Savigny, considera que el efecto

27
jurídico se produce por consecuencia de la voluntad interna y no por la
declaración que de ella se hace. Es decir que, para este teoría, el
elemento importante es el elemento interno o voluntad real, en tanto
que la declaración o elemento externo no es más que el medio de dar a
conocer la voluntad real, por lo que, en caso de divergencia, debe darse
preeminencia a la intención efectiva del agente.

 Por otro lado, la teoría de la declaración, o teoría alemana, sostiene que


la voluntad interna carece de relevancia jurídica puesto que no es
conocida por el derecho sino a través de sus manifestaciones exteriores,
por lo que sólo la declaración de voluntad tiene valor y merece respeto.

 En otro orden de ideas se encuentran las teorías intermedias, que


advierten que, llevadas a sus extremos, la teoría de la voluntad real y la
de la declaración resultan inaceptables; la primera porque protege
exclusivamente el interés del autor de la declaración, dándole la
posibilidad de impugnarla cuando no coincide con la voluntad interna, lo
que atenta contra la seguridad jurídica. La segunda, a la inversa, lesiona
el principio de autonomía de la voluntad sobre el que se construye toda
la teoría del acto jurídico.

De tal modo, las teorías intermedias, partiendo de uno u otro punto, elaboran
soluciones que combinan la necesidad de respetar la real intención de las
partes con la seguridad y confianza que deben prevalecer en las relaciones
jurídicas. Así, la teoría de la responsabilidad considera que debe respetarse la
voluntad interna, a menos que la divergencia entre la manifestación y la
voluntad real sea producto de la negligencia del declarante, en cuyo caso, éste
deberá soportar las consecuencias. Por otro lado, la teoría de la confianza
afirma que la declaración debe prevalecer sobre la voluntad interna cuando
haya suscitado legítima expectativa en el destinatario, y siempre que éste no
haya obrado culposamente al no poner la debida atención que le habría
permitido captar los elementos objetivos que indicaban la falta de voluntad.

Ahora bien, descrito el debate, debemos preguntarnos ¿qué ocurre en el


Código Civil y Comercial Argentino?

Si bien nuestro Código no contiene precepto alguno que expresamente


establezca cómo debe resolverse la cuestión, diversas disposiciones demuestran
que se ha acogido como principio rector la doctrina de la voluntad, haciendo
predominar la voluntad real del agente sobre la declaración. Esto se evidencia
en la reglamentación de la teoría general del acto voluntario, en la recepción de
la teoría general de los vicios de la voluntad, en la consagración del respeto al

28
principio de la autonomía de la voluntad que importa la facultad de los
particulares de reglar sus relaciones jurídicas.

Sin embargo, este principio de respeto a la voluntad interna se encuentra


atenuado en diversas disposiciones particulares, en resguardo del valor
seguridad en el tráfico jurídico, y tienen eficacia ciertas declaraciones de la
voluntad no obstante su discordancia con el íntimo querer del sujeto que las
realiza.

Así, por ejemplo, en diversas normas, la ley hace prevalecer la buena fe, la
confianza o la responsabilidad a fin de proteger al destinatario de la
declaración. Ello sucede en la adopción del error reconocible (arts. 265 y 266),
en la preeminencia dela buena fe en el ejercicio de los derechos –como en la
ejecución e interpretación de las relaciones jurídicas (arts. 9, 10) –, así como en
el no amparo del dolo recíproco (art. 272) ni de la simulación dirigida a
perjudicar terceros (Arts. 333 y 334). (Rivera y Medina, 2015).

8.4.2 Los diversos modos de manifestación de la


voluntad

El elemento externo es la declaración de voluntad, la conducta por la cual el


sujeto exterioriza o manifiesta su voluntad. A este elemento alude el art. 262
del Código Civil y Comercial “Manifestación de la voluntad. Los actos pueden
exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución
de un hecho material”.23

Este precepto contempla la manifestación de la voluntad expresa, que se da


cuando hay un signo exterior sensible emitido por el declarante con el único
objeto de dar a conocer su voluntad concreta.
Esta declaración positiva puede concretarse a través de:
a) Manifestación verbal. La manifestación de la voluntad por medio de la palabra
hablada, si bien es un medio que traduce exactamente la voluntad interna del
emisor, tiene el inconveniente de que éste puede más tarde negar o alterar lo
dicho, haciendo muy difícil probar su existencia, por lo que sólo se utiliza en
actos de menor importancia.
b) Manifestación escrita.Ésta se traduce en la exteriorización de la voluntad en un
cuerpo de escritura que contiene la voluntad de quien la emite. Es la que
mayores garantías ofrece, ya que da certeza plena, pudiendo estar contenida en
instrumento público o privado. Es la más conveniente sin dudas, pues, al quedar

23
Art. 262 del CCCN.

29
consagrada por escrito, adquiere fijeza y por ende otorga seguridad, ya que
facilita la prueba de la declaración de voluntad.
c) Manifestación por signos. Esta declaración consiste en la utilización de gestos o
actitudes dirigidos a otro u otros respecto de determinados objetos,
permitiendo lograr un significado único e inconfundible. Es decir, hay una
actitud física del sujeto que no deja lugar a dudas sobre su voluntad interna. Por
ejemplo, quien levanta la mano en un remate para hacer una postura, o quien
levanta la mano en la votación de una asamblea.
d) La última parte del artículo alude a “hechos materiales”; aquí salimos, sin
embargo, del campo de las declaraciones para pasar al de la mera
manifestación, con lo cual se ingresa al terreno de la exteriorización tácita de la
voluntad (Rivera y Medina, 2014, p. 602).

Por otro ladoy en continuidad con el punto “d”, tenemosla manifestación tácita
o indirecta de la voluntad, que, a diferencia de la positiva, no tiene por fin dar a
conocer la voluntad de manera directa, sino que ésta se infiere del
comportamiento del sujeto.

El artículo 264, prevé: “Manifestación tácita de la voluntad. La manifestación


tácita de la voluntad resulta de los actos por los cuales se la puede conocer con
certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la convención exigen una
manifestación expresa”. 24
Debemos señalar que, para que exista manifestación tácita de la voluntad, hay
tres condiciones que deben darse: a) que se trate de actos por los que se puede
conocer con certidumbre la existencia de la voluntad, es decir que se pueda
inferir la existencia de una voluntad en determinado sentido; b) que no se exija
una expresión positiva y c) que no haya una declaración expresa contraria.
Ejemplos de este tipo de manifestación son la remisión de deuda del acreedor
que devuelve a su deudor el pagaré sin protesta o reserva, la adquisición por
parte de quien ha recibido mercadería y la consume, llevar materiales al lugar
de una obra para realizarla.

Por último, tenemos el silencio como manifestación de voluntad. En primer


lugar, debemos decir que hay silencio en sentido jurídico cuando una persona
no manifiesta su voluntad con relación a un acto jurídico, ni por una acción
especial destinada a este efecto ni por una acción de la que se pueda inferir la
voluntad. Es decir, es la abstención, la omisión, callar.

El artículo 263 del Código Civil y Comercial dispone

24 Art. 264 del CCCN.

30
Silencio como manifestación de la voluntad. El silencio opuesto
a actos o a una interrogación no es considerado como una
manifestación de voluntad conforme al acto o la interrogación,
excepto en los casos en que haya un deber de expedirse que
puede resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos
y prácticas, o de una relación entre el silencio actual y las
declaraciones precedentes.25

Conocemos el viejo adagio que dice “el que calla, otorga”. Este adagio no tiene
vigencia dentro del orden jurídico, donde la regla es que el silencio es un signo
negativo: el que calla ni afirma ni niega. El silencio sólo excepcionalmente
puede constituir un modo de manifestación o declaración de la voluntad tácita.

Estos casos de excepción son:


a) Cuando haya obligación legal de expedirse. Cuando la ley impone la
obligación de pronunciarse y el obligado guarda silencio, éste es considerado
como una manifestación de voluntad. Por ejemplo, quien, debiendo absolver
posiciones, no concurre o se niega a responder, queda confeso en todos los
hechos que surgen de la relación de preguntas (art. 417 del CPCCN).
b) Cuando las partes hubieren dispuesto un deber de expedirse en el marco de
un contrato.Si nos inclinamos por el efecto obligatorio de los contratos,
estaríamos frente a un supuesto similar al primero; sin embargo, también es
posible considerar que ese silencio es una declaración, ya que podría haberse
pactado que el silencio tenga ese valor, en tanto signo inequívoco particular
(Rivera y Medina, 2014).
c) Cuando los usos y costumbres impongan el deber de expedirse. En los casos
donde el ordenamiento positivo prevé que la costumbre es fuente de derecho
(art. 1) e impone el deber de pronunciarse, el silencio será considerado como
manifestación tácita de voluntad. Es decir, nuevamente estaríamos ante un caso
donde hay deber legal de manifestarse.
d) Cuando hay una obligación de explicarse a causa de una relación entre el
silencio actual y las declaraciones precedentes. Cuando se puede relacionar el
silencio actual con la conducta precedente del sujeto, las circunstancias
autorizan a presumir que el silencio importa una manifestación de voluntad
concordante con sus manifestaciones precedentes. Así, por ejemplo, si me
proveo de libros con una de las tantas editoriales que trabajan en Córdoba y
tengo de antemano este trato: que todas las obras de derecho civil que
aparezcan mes a mes, me las deben enviar; si al mes siguiente no las devuelvo,
ello significará que las he comprado y deberán cargarlos en mi cuenta. El
silencio está de antemano erigido en declaración de voluntad.

25 Art. 263 del CCCN.

31
8.5Vicios de los actos voluntarios

8.5.1 Los vicios de la voluntad

Al tratar los vicios de la voluntad resulta necesario recordar la definición de


voluntad jurídica según la cual: es la voluntad sana y manifestada que genera,
modifica, transforma o extingue relaciones o situaciones jurídicas.

Esta voluntad, tal como señalamos anteriormente, está condicionada por la


trinidad de: discernimiento, intención y libertad.
Ya dijimos que el discernimiento es la aptitud general de conocer, la facultad de
discurrir, es tener conocimiento pleno de las consecuencias de los actos.

Respecto del discernimiento, éste existe o no en caso de que hayan causas


obstativas, pero no es pasible de vicios.
En cambio, en relación a los otros dos elementos, intención y libertad, sí
pueden concurrir vicios. Así, respecto a la intención, pueden afectarla los vicios
de error o ignorancia o el vicio del dolo. En estos casos, no habrá intención. Y,
respecto de la libertad, pueden concurrir la fuerza irresistible o la intimidación.

8.5.2 El error. Noción

El primero de los vicios que afecta la intención es el error, y consiste en un


conocimiento inexacto de la realidad.Es el falso conocimiento o la falsa noción
acerca de alguno de los elementos de las circunstancias vinculadas al acto que
se ejecuta o a su régimen legal.

Cabe distinguir entre error de derecho y error de hecho, según el falso


conocimiento se dé respectode una norma jurídica aplicable a una determinada
situación o relación jurídica o se le dé un alcance distinto; o sobre las
circunstancias o elementos fácticos que hacen al negocio o relación jurídica de
que se trate.

También se distingue entre error espontáneo o provocado, según la persona


haya cometidola falsa noción por ella misma o haya sido inducida a la falsa
creencia.Y entre error esencial o accidental: el primero es el que recae sobre la
naturaleza del acto, su objeto, la causa principal, las cualidades sustanciales de
la cosa ola persona del otro contratante;el segundo es el que recae sobre algún
accesorio de la cosa.Finalmente, el error puede ser excusable o inexcusable,
según haya habido culpa o no del agente en el yerro (Rivera y Medina, 2014).

32
8.5.3 El error de derecho. Definición. Principio general

El error de derecho consiste en desconocer la existencia o contenido de una


norma jurídica, o interpretar su significado de una manera distinta a la real, o
hacer una aplicación inexacta de esa norma a una situación jurídica que no la
regula, o atribuir a un hecho o una situación jurídica una calificación jurídica
incorrecta, o suponer en vigor una norma inexistente. En una palabra, es la
defectuosa imputación de las consecuencias jurídicas vinculadas a una
determinada relación o negocio, en razón de una falsa noción sobre el alcance,
sentido y significación de la ley (Tagle, 2002).

El artículo 8 del Código Civil y Comercial dispone “Principio de inexcusabilidad.


La ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su cumplimiento, si la
excepción no está autorizada por el ordenamiento jurídico”.26

De este modo, el precepto establece el principio general de que nadie, so


pretexto de ignorancia, podrá impedir la fuerza obligatoria de la ley o eludir las
sanciones o responsabilidades que la ley impone en razón de nuestros propios
actos. Ello así, pues, si a cada uno le fuese permitido aducir el desconocimiento
de las leyes para eludir las consecuencias que emanan de sus prescripciones
(para sustraerse de las obligaciones que la ley impone), estaríamos ante un
verdadero caos jurídico, pues ningún derecho podría subsistir y no habría
seguridad jurídica.
Ahora bien, este principio no es absolutamente rígido, ya que puede ceder ante
excepciones que contemple el ordenamiento jurídico;así también cuando, por
una interpretación judicial, se pueda hacer mérito de las situaciones de
vulnerabilidad.

8.5.4 Error de hecho. Definición. Caracteres

El error de hecho, tal como ya referimos, es la falsa noción que recae sobre los
elementos o circunstancias fácticas vinculadas al negocio o a la relación jurídica
de que se trate. Éste puede recaer en el contenido o presupuesto del acto, así
como en la identidad de las personas, en la naturaleza o características de las
cosas o los hechos materiales constitutivos de la conducta.
El error de hecho que vicia la voluntad debe ser espontáneo y esencial, ello de
acuerdo lo prescribe el art. 265 del código único, que prevé “Error de hecho. El
error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es
bilateral o unilateral recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el
destinatario para causar la nulidad”. 27

26 Art. 8 del CCCN.


27 Art. 265 del CCCN.

33
Así las cosas, para que el error de hecho pueda ser invocado por quien lo ha
sufrido, debe tratarse de un error esencial, espontáneo y además reconocible.

El error es esencial si recae sobre la naturaleza del acto, sobre un bien o un


hecho diverso o de distinta especie que el que se pretendió designar, o una
calidad, extensión o suma diversa a la querida; sobre la cualidad sustancial del
bien que haya sido determinante de la voluntad jurídica según la apreciación
común o las circunstancias del caso; sobre los motivos personales relevantes
que hayan sido incorporados expresa o tácitamente; sobre la persona con la
cual se celebró o a la cual se refiere el acto si ella fue determinante para su
celebración (art. 267 del CCCN); en una palabra, sobre los aspectos primordiales
del acto.

El error es espontáneo si se ha cometido por una falsa noción de la persona


misma y no porque la otra parte del negocio jurídico la indujo a error, pues sería
un error provocado.
Es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo pudo conocer según
la naturaleza del acto, las circunstancias de persona, tiempo y lugar (art. 266 del
CCCN).El error debe ser reconocible en los actos jurídicos bilaterales –por
ejemplo el contrato– y en los actos unilaterales recepticios, en los que la
declaración va dirigida a otra persona y, una vez conocida por ella, comienza a
producir efectos (por ejemplo una oferta contractual, una notificación de la
cesión del deudor cedido).

Este requisito de la reconocibilidad significa que cada persona debe


comportarse diligentemente, y sólo se habilita la anulación del acto a favor del
emisor cuando el yerro tendría que haber sido conocido por el receptor de
haber actuado con diligencia. Es decir que lo que hay que determinar es si la
persona afectada por la declaración del que yerra estuvo o no en condiciones
de percibir que el emisor se había equivocado y, en consecuencia, de haberle
advertido, ya que, de ser efectivamente así y no haberlo hecho, sería anulable
el acto por haber actuado de mala fe.

Lo que la ley pretende es que ambas partes sean diligentes al celebrar un


negocio y leales la una con la otra: al emisor se le exige que no declare
cualquier cosa sin medir las expectativas que genera y al receptor, que, de
percibir que se está incurriendo en error, se lo advierta a la otra parte para que
pueda rectificar, so pena de poder incurrir en reticencia dolosa (art. 271 CCCN).
(Rivera y Medina, 2014).

En una palabra, que sea reconocible por el destinatario de la declaración


implica que, si ella no conoció el error ni lo pudo conocer actuando con una
normal diligencia, el acto viciado por error y, por ende, involuntario, produce la
plenitud de sus efectos.

34
8.5.5 Clases de error. Efectos.

Hemos puesto de relieve anteriormente que hay distintas clases de error.


Así, tenemos por un lado la gran distinción entre error de hecho y error de
derecho; tal como señalamos, el primero recae sobre los elementos o
circunstancias fácticas vinculadas al negocio o a la relación jurídica de que se
trate, sobre el dato de hecho, contenido o presupuesto del acto, sobre la
identidad de las personas; mientras que el error de derecho consiste en
desconocer la existencia o contenido de una norma jurídica o interpretar su
significado de una manera distinta a la real o hacer una aplicación inexacta.

Ahora bien, dentro del error de hecho caben dos categorías: error esencial y
error accidental.

El error esencial, regulado en el art. 267 del Código Civil y Comercial, es el que
afecta los aspectos primordiales del acto. El precepto contempla distintos
supuestos.

a) Error en la naturaleza del acto: es aquel que recae sobre la especie jurídica del
acto que se celebra, produciéndose una divergencia o falta de concordancia
entre la declaración o comportamiento de una de las partes y la representación
de lo declarado o actuado. Por ejemplo, cuando alguien presta algo a quien
entiende que se lo están regalando.

b) Error sobre el objeto: este error se produce cuando el sujeto cree celebrar un
negocio jurídico respecto de un determinado objeto o de un determinado
hecho y, en realidad, se trata de una cosa o hecho distinto. Puede afectar la
individualidad de la cosa, por ejemplo: creo estar comprando un terreno en un
determinado lugar y lo estoy comprando en otro; en su especie: por ejemplo,
en una venta de granos, el vendedor ha entendido que se trata de cebada y el
comprador de trigo; error sobre la cantidad, extensión o suma, este error de
cantidad no debe consistir en un mero error en el cálculo.

c) Error en la sustancia: debe entenderse por sustancia o cualidades sustanciales


de una cosa, todas las partes y todas las propiedades de una cosa, sin las cuales
dejaría de ser lo que ella es. Es decir, no sólo debe tratarse de una cualidad de
la cosa sino que esa cualidad se ha tenido en mira al contratar, es decir, no debe
ser accidental. En una palabra, habrá que ver en cada caso cuáles son las
cualidades esenciales de la cosa, que son aquellas que las partes esperaron
encontrar en el objeto adquirido y que fueron especialmente tenidas en cuenta,
como también el supuesto de que, sin esas cualidades, el acto no se habría
celebrado, cuestión que debe ser apreciada conforme a las circunstancias del
caso.

35
d) Error en la causa: se trata del error que recae sobre el elemento moral, es decir,
el motivo interno que ha inclinado a ejecutar el acto. Al pertenecer al fuero
interno de cada sujeto, los motivos sólo pueden llevar a una anulación cuando
surjan expresa o implícitamente del acto, ya que, de lo contrario, se estaría
perjudicando a la otra parte, que no tiene forma de conocer lo que pensaba el
otro. Así, quien compra un automóvil creyendo por error que el suyo no tiene
arreglo no podría, una vez advertido de la realidad de las cosas, demandar la
nulidad del acto, ya que se trata de motivos ajenos al vendedor.

e) Error en la persona: el error sobre la persona es aquel que recae sobre alguno
de los sujetos o partes del negocio, ya sea respecto de la identidad de uno de
ellos o de sus cualidades. Este error es causa de nulidad solamente cuando la
consideración de la persona ha sido causa determinante para su celebración,
como la donación hecha a una persona a quien se toma por otra, o en las
obligaciones intuitae personae; pero no es causa de nulidad cuando la persona
del contratante es indiferente, como en el caso de un prestamista, vendedor o
locador.

Por otro lado, el art. 270 del Código prevé el error en la declaración y el error
en la transmisión. El primero consiste en que lo querido queda desvirtuado en
su manifestación externa por distracción, apresuramiento o inadvertencia. Esta
categoría tiene dos variantes: la primera, cuando hay una divergencia entre la
voluntad interna y la declaración, que puede darse al haber escrito algo
incorrecto (lapsus calami) o empleado palabras no queridas (lapsus linguae),
por ejemplo, si escribo “compro” cuando, en realidad, quiero decir “vendo”. La
segunda variante se da cuando ni siquiera tenía la intención de manifestar algo,
por ejemplo:si alguien ingresa a una sala de remate y levanta la mano para
saludar, y se interpreta que está ofertando.

El error en la transmisión se origina en una persona distinta del emisor que,


encargada de trasmitir la declaración de voluntad del sujeto dueño del negocio
jurídico, la expresa desvirtuándola.
Ambos errores, tanto en la declaración como en la transmisión, pueden
referirse a cualquiera de los casos de error esencial y, por ende, invalidar el
acto. (Rivera y Medina, 2014).

Por último, es dable señalar que el error de hecho esencial y reconocible es el


que justifica la nulidad del acto y por ende puede ser invocado por quien lo ha
sufrido a fin de que se deje sin efecto el acto celebrado, pues se ha viciado la
voluntad o, más precisamente, el elemento interno “intención”.

Ahora bien, si la otra persona afectada por el acto acepta realizarlo en la


manera en que la entendió el otro, el error en la práctica desaparece y el
negocio deviene exactamente lo que la víctima del yerro pensaba celebrar

36
desde un principio. Así las cosas, desaparecido el error, desaparece la causa que
da origen a la anulación y el consecuente derecho a reclamarla por parte de
quien antes se veía afectado, todo ello de conformidad al art. 269 del código
único.

Por otro lado, está el error accidental, que es el que recae sobre las cualidades
no sustanciales de las cosas o sobre los motivos no determinantes del acto, por
lo que no acarrea la nulidad.
El artículo 268 del Código Civil y Comercial prevé “Error de cálculo. El error de
cálculo no da lugar a la nulidad del acto, sino solamente a su rectificación,
excepto que sea determinante del consentimiento”.28

El error de cálculo es un tipo de error accidental que se da cuando, en el acto,


se establecen las bases para fijar el precio, pero se realiza mal el cálculo para
fijarlo, se adicionan mal las cuotas que integran el saldo del precio, etc. En la
práctica, este error no invalida el negocio jurídico, pues del acto mismo se
puede llegar a la voluntad real y determinar que es un error. Esto es así siempre
que no fuera determinante del consentimiento, pues en ese caso se convertiría
en error esencial y habilitaría a la nulidad del acto (Rivera y Medina, 2014).

8.5.6 El dolo. Diversas acepciones


La palabra dolo tiene en derecho distintas acepciones: a) como elemento
intencional del acto ilícito, es la intención o propósito de causar un daño; b) en
el ámbito obligacional, el dolo es la deliberada intención de no cumplir
pudiendo hacerlo y c) como vicio de la voluntad, en tanto interviene en la
formación del acto jurídico, consiste en maniobras engañosas empleadas por
una de las partes para inducir a la otra a celebrar un determinado acto jurídico.

8.5.7 Definición de dolo como vicio de la voluntad.


Requisitos

El régimen legal aplicable al dolo como vicio que afecta la intención en los actos
voluntarios está contenido en los arts. 271 a 275 del Código Civil y Comercial.
El art. 271 expresa:

Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo


falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o
maquinación que se emplee para la celebración del acto. La

28 Art. 268 del CCCN.

37
omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa,
cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia u
ocultación.29

De tal modo, el dolo es toda maniobra tendiente a engañar, a fin de inducir a


alguien a la realización de un acto que no habría sido celebrado de no mediar
este vicio. Puede consistir tanto en una acción como en una omisión dolosa. En
el primero se realizan maniobras o ardides destinados a provocar una falsa
visión en la víctima para que realice un acto que, de otra manera, no habría
decidió ejecutar; en tanto, en el segundo, se aprovecha el engaño de otro, pese
a no haber realizado nada concreto para que cayera en el mismo.

Para que el dolo provoque la invalidez del negocio jurídico, será imprescindible
que concurran las siguientes circunstancias:
a) Que el dolo haya sido esencial, es decir grave, determinante de la voluntad.
b) Que haya ocasionado un daño importante.
c) Que no haya habido dolo recíproco, es decir de ambas partes.

8.5.8 Dolo esencial e incidental. Efectos

El artículo 272 del Código prevé “Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la
nulidad del acto si es grave, es determinante de la voluntad, causa un daño
importante y no ha habido dolo por ambas partes”30.

De tal modo, el dolo esencial es el que ha sido causa determinante, causa


eficiente del consentimiento del engañado para la celebración del acto y puede
ser invocado para anularlo. Para determinar si el dolo es esencial, habrá que
verificar que se reúnan los cuatro requisitos que fija el precepto:

Que sea grave: la gravedad del dolo alude a la entidad del engaño, astucia o
ardid. La conducta o maniobra empleada debe ser apta para inducir a engaño a
una persona que pone la diligencia necesaria en los asuntos, calidad que ha de
ser evaluada en función de las circunstancias y condiciones personales del
sujeto engañado.
Debe ser determinante de la voluntad: ello es así cuando, de no haber
mediado el engaño, el sujeto no hubiere celebrado el negocio jurídico. Ésta es la
principal diferencia con el dolo incidental que seguidamente veremos.
Debe probar un daño importante: el artículo no sólo requiere que la víctima
haya sufrido un daño, sino que éste haya sido de relevancia, con cierta

29 Art. 271 del CCCN.


30 Art. 272 del CCCN.

38
significación para la persona que lo sufre, pero no sólo de significación
económica, pues puede tratarse de un daño moral. (Tagle, 2002).
Ausencia de dolo de ambas partes: quien obra con dolo no puede pretender
que se anule el acto alegando el cometido en su perjuicio por la otra parte. Ello
así, pues se trata de una exigencia negativa, cuyo fundamento radica en la regla
de que nadie puede alegar la propia torpeza. Además, se trata de un deber
moral que deben presidir las relaciones entre las personas, por ello “quien juega
sucio no tiene derecho a exigir juego limpio” (Rivera y Medina, 2014, p. 626).

Por su parte, el dolo incidental es aquel en el que le faltan uno o más requisitos
que exige el art. 272 para que el dolo sea apto para actuar como vicio. El dolo
incidental no afecta la celebración del acto, sino sus condiciones. Es decir, la
parte que lo sufre lo habría celebrado aun de no haber mediado el engaño,
aunque en condiciones distintas; por ende, no es causa de invalidez del acto,
aunque quien lo comete debe resarcir los daños causados de conformidad al
art. 275 del Código Civil y Comercial.

Finalmente, debemos señalar que el dolo esencial y el dolo incidental pueden


ser directo, si es cometido por una de las partes del acto jurídico, su
dependiente o representante; o indirecto, si proviene de la conducta de un
tercero ajeno a la relación de que se trata para beneficiar a alguna de las partes.
Una y otra clase de dolo afectan la validez del acto (art. 274 del CCCN).

39
Error Hecho Esencial y
reconocible

Derecho Principio general:


inexcusable
Vicios de la intención

Esencial, grave, daño


Dolo importante y ausencia de
dolo recíproco

Fuente:Tagle, 2002, p. 94 y 95

8.5.9 La violencia. Noción

La libertad como tercer requisito de la voluntad es aquélla que permite


autodeterminarse sin influencias mayores a las habituales. Precisamente, la
violencia importaría una influencia superior a la tolerable: consiste en ejercer
coerción sobre una persona para obligarla a realizar un acto.

Nuestro Código emplea los términos “fuerza irresistible” e “intimidación”para


referirse a la violencia como vicio de la voluntad que excluye la libertad. Así, la
violencia en términos jurídicos es la coerción que por distintos medios se
emplea sobre una persona para obligarla a ejecutar un acto que no estaba
dispuesta realizar. La violencia se presenta en dos formas diferentes: la fuerza
irresistible, que tiene lugar cuando se excluye la voluntad mediante el empleo
de una presión física irresistible o de malos tratamientos corporales; o bien, la
intimidación o amenazas que inspiran en la víctima el temor fundado de sufrir
un mal inminente y grave que suprime su libertad en el obrar.

8.5.10 Clases. Efectos

El artículo 276 del Código Civil y Comercial prevé:

40
Fuerza e intimidación. La fuerza irresistible y las amenazas que
generan el temor de sufrir un mal grave e inminente que no se
pueden contrarrestar o evitar en la persona o bienes de la parte
o de un tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las
amenazas debe ser juzgada teniendo en cuenta la situación del
amenazado y las demás circunstancias del caso. 31

Así, de acuerdo al precepto mencionado, la violencia se puede ejercer a través


de dos modalidades: la fuerza irresistible y las amenazas o intimidación.

La fuerza irresistible es la coacción física o material que suprime la libertad


constriñendo al sujeto a obrar en determinado sentido o a dejar de hacerlo. Se
trata de una fuerza suficientemente grave como para impedir a la víctima
repelerla (Tagle, 2002).

Esta fuera gravita sobre la persona de quien la padece a modo de


reducirla a mero instrumento pasivo de la voluntad y del designio
de otro. Indiscutiblemente invalida el acto jurídico. Por una
parte, entenderemos que el acto no sólo no es voluntario, sino
que antivoluntario y por otra parte, que en este caso se configura
un tipo penal, vale decir cuando se ha ejercitado violencia sobre
una persona humana. (Buteler Cáceres, 2000, p. 259).

Por otro lado, tenemos la violencia moral o intimidación, que consiste en


inspirar temor por medio de amenazas para infundir miedo, alterando el ánimo
y la libertad de obrar para que el amenazado ceda en perjuicio de sus propios
intereses.

Estas amenazas deben ser graves, es decir, deben tener aptitud para crear el
temor racionalmente fundado, lo que se valorará de acuerdo a la situación del
amenazado y las demás circunstancias del caso (art. 276 del CCCN).
La gravedad se valorará teniendo en cuenta los bienes jurídicos –que pueden
ser de naturaleza patrimonial o no; la vida, la salud, la honra, la reputación, la
intimidad, etc.–del propio amenazado, así como de cualquier otro sujeto en
tanto y en cuanto se demuestren aptos para alterar la conducta del afectado.
Asimismo, el mal amenazado ha de ser inminente, no necesariamente presente
o actual, pero sí de realización en un lapso más o menos próximo, de modo que
no pueda evitarse a tiempo ni reclamarse el auxilio de la autoridad pública para
impedir la amenaza o defenderse de ella.

Sin embargo, es menester atribuir al término de “inminente” un significado más


amplio, pues, en ocasiones, el factor tiempo carece ciertamente de relevancia.

31 Art. 276 del CCCN.

41
La amenaza puede recaer sobre cuestiones que el amenazado no quiere revelar
(deshonra por la revelación de hechos inmorales, intimidades indicativas de
hechos de esa naturaleza) o situaciones en que las características de las
amenazas obstan a que la persona se decida a recurrir a la autoridad pública o
adoptar otro tipo de medidas para contrarrestarlas. En definitiva, lo relevante
no es siempre la temporalidad próxima, sino la convicción de la dificultad o
imposibilidad para contrarrestarlas o evitarlas.

Aunque la ley no lo diga expresamente, la violencia, en cualquiera de sus


modalidades, debe haber sido la causa determinante de la ejecución del acto,
pues, si el sujeto, por otros motivos, igualmente lo habría celebrado, no puede
considerare que el vicio de violencia haya excluido la voluntariedad.

Tanto la fuerza irresistible como las amenazas pueden provenir de una de las
partes del acto o de un tercero (art. 277 del CCCN) y el autor debe reparar los
daños (art. 278 del CCCN).

A diferencia de lo que ocurre con el dolo, la existencia de daños


no es un requisito para que se configure el vicio de violencia. Sin
embargo, en la práctica al ser un ataque a la integridad de la
persona, la violencia siempre apareja un daño al menos de
naturaleza moral.
Quien deberá resarcir será la parte del acto o el tercero autor de
la violencia; ahora bien, si proviene de un tercero, pero ésta era
conocida por la otra parte, se le atribuye la condición de
cómplice y responde solidariamente, aun cuando hubiera
tomado conocimiento a posteriori y guardara silencio al respecto
(Rivera y Medina, 2014, p. 638).

42
Amenazas graves de sufrir
Intimidación un mal inminente

Vicios de la
libertad

Coacción física o material


Fuerza física que suprime la libertad
irresistible de obrar en determinado
sentido.

Fuente: Tagle, 2002, p. 95

43
Referencia
Buteler Cáceres, J. (2000).Manual de Derecho Civil. Córdoba: Advocatus.

Rivera, J. y Medina, G. (2014).Código Civil y Comercial de la Nación


Comentado,I. Buenos Aires: La Ley.

Tagle, M. V. (2002). Derecho Privado, I. Córdoba: Alveroni.

44

Anda mungkin juga menyukai