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El documento describe dos enfoques para construir una teoría del caso: el enfoque clásico y el moderno. El enfoque moderno, propuesto por Paul Bergman, describe siete etapas para construir una teoría del caso, comenzando con la generación de un relato de hechos que contenga información sobre quién, cómo, cuándo, por qué, a quién, con qué, para quién, para qué, dónde y qué. Luego, el documento explica cómo trabajar estratégicamente con los hechos, incluyendo identificar temas y p
Deskripsi Asli:
Extractado de “Teoría del caso”,
Leonardo Moreno Holman
El documento describe dos enfoques para construir una teoría del caso: el enfoque clásico y el moderno. El enfoque moderno, propuesto por Paul Bergman, describe siete etapas para construir una teoría del caso, comenzando con la generación de un relato de hechos que contenga información sobre quién, cómo, cuándo, por qué, a quién, con qué, para quién, para qué, dónde y qué. Luego, el documento explica cómo trabajar estratégicamente con los hechos, incluyendo identificar temas y p
El documento describe dos enfoques para construir una teoría del caso: el enfoque clásico y el moderno. El enfoque moderno, propuesto por Paul Bergman, describe siete etapas para construir una teoría del caso, comenzando con la generación de un relato de hechos que contenga información sobre quién, cómo, cuándo, por qué, a quién, con qué, para quién, para qué, dónde y qué. Luego, el documento explica cómo trabajar estratégicamente con los hechos, incluyendo identificar temas y p
Respecto de este tema, existen dos posturas o sistemas: el
clásico y el moderno.
El sistema clásico, distingue tres elementos:
- Lo fáctico, referido a los hechos que rodean la teoría del
caso, sus circunstancias de tiempo, espacio y modo que concurren. - Lo jurídico, se refiere al Derecho aplicable a nuestra teoría. El litigante debe preocuparse de aquellas cuestiones relativas a la acción, la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad, así como también de las circunstancias modificatorias de la responsabilidad penal. - Lo probatorio, se refiere al conjunto de elementos personales, documentales y ornamentales que demuestran un hecho que hemos tenido por cierto en nuestra teoría fáctica.
La postura moderna (de Paul Bergman) señala que en la
estructura de la teoría del caso se comprenden las siguientes siete etapas:
1.- LA GENERACIÓN DE UN RELATO DE HECHOS.
Como ya se ha señalado, la teoría del caso se comienza a
aplicar desde el primer contacto que el litigante toma con el caso, contacto que puede provenir de una querella, denuncia, parte policial, relato de la víctima, del propio imputado, testigos, etc., y que luego se va complementando con diligencias de investigación propias del proceso penal. Con estas informaciones preliminares, el abogado comienza a trazar su teoría del caso o sus varias teorías y debe elaborar un relato, la historia que se justifica en la evidencia acumulada. Acá es cuando el litigante realiza el primer filtro de información que debe ofrecer al tribunal.
1.1.- Información que debe contener el relato de hecho:
Ahora bien, el relato del litigante debe tener la propiedad
de persuadir a sus receptores, se debe tener presente que nuestro objetivo es el esclarecimiento de las interrogantes del caso que nos hemos planteamos al momento del primer contacto. La narración debe contener los hechos y circunstancias de modo, tiempo y lugar que sean jurídicamente relevantes, es decir, todos aquellos hechos que tengan capacidad de producir efectos jurídicos. Se deben narrar solamente los hechos que conduzcan a demostrar las pretensiones o los supuestos de hecho de la teoría del caso que nosotros propongamos. Este relato debe ser capaz, cuando corresponde, de dar respuesta a las siguientes preguntas: Quién, cómo, cuándo, por qué, a quién, con qué, para quién, para qué, dónde, qué, etc. Y una vez que se le han dado respuesta, casi inmediatamente podremos confirmar la efectividad o no de nuestra teoría primitiva.
1.2.- Tipos de defensa que se pueden adoptar frente a un caso:
Ahora bien, la elección del tipo de defensa tendrá directa
relación con nuestra teoría del caso, así, distinguimos al menos dos criterios que nos permiten clasificar las estrategias en la defensa. El primero de ellos es según si la defensa impone o no la obligación de generar una versión de hechos distinta a la sostenida por la fiscalía en su imputación, ésta puede ser:
i.- Pasiva o negativa: La experiencia ha demostrado que en un
número no despreciable de casos, el defensor conjuntamente con el imputado, lo que harán al determinar su estrategia para enfrentar el proceso será ampararse fundamentalmente en la presunción de inocencia y en que la carga de la prueba recae en juicio sobre el Ministerio Público, de manera tal que su labor será, fundamentalmente, atacar aquellos puntos débiles de la teoría del caso fiscal, con la finalidad de introducir en el juzgador la duda razonable respecto de la versión de hechos de la fiscalía que lo lleve a absolver. En otras ocasiones, la defensa no discutirá el sustrato fáctico del caso, sino las consecuencias jurídicas que de esos hechos se desprenden, proponiendo que en el caso en concreto las consecuencias jurídicas planteadas por la fiscalía al tribunal no son las correctas. Las situaciones descritas anteriormente corresponden a una defensa pasiva, en que el defensor no realiza un esquema de hipótesis, sino que trabaja sobre la realizada por el Ministerio Público o contraparte, estudiándola detalladamente y buscando las incoherencias y falencias que permitan debilitar la acusación fiscal. En palabras de Traversi, la defensa se limitará a negar los cargos, objetando la credibilidad de las pruebas de cargo o la coherencia lógica del teorema acusatorio. ii.- Activa o positiva: a diferencia de la anterior, nos encontramos en este caso con dos hipótesis contrarias o alternativas en el juicio. El defensor ya no se limita solo a buscar las falencias de lo realizado por la contraria, sino que presenta su propia teoría que competirá con aquélla. Optar por esta línea de defensa implica que el defensor deberá no sólo elaborar la plantilla íntegra de su teoría del caso, sino que también le impone desplegar las actividades de investigación y de recopilación de evidencias que fueren necesarias y suficientes para acreditar esa versión de hechos ante el tribunal de juicio.
El segundo criterio, según si las estrategias se utilizarán
antes del juicio o durante éste.
Según los autores, es posible distinguir y diferenciar el
tipo de defensa dependiendo de la etapa del juicio, de esta forma, si el abogado decide iniciar su estrategia antes del inicio del juicio oral, nos encontraremos con una defensa previa al juicio y que se relaciona con todas aquellas herramientas encaminadas a dilatar, entorpecer o evitar la realización de audiencia de juicio tales como, excepciones, alegaciones de nulidad, prescripciones, cuestiones previas y prejudiciales, etc.
1.3.- Trabajando estratégicamente con los hechos del caso.
Una vez que hemos proyectado el relato de los hechos,
debemos abocarnos a otras cuestiones de importancia con el objetivo de hacerlo más convincente y persuasivo, y que son de vital importancia:
a.- Identificación del o los temas del caso:
Corresponde tratar de relacionar el caso con alguna razón, principio, bien, jurídico, o valor moral o ético ampliamente compartido, que trascienda el caso y que permita enarbolar esa temática ante el tribunal de juicio como un criterio adicional. Se trata de buscar un componente que dé un motivo más a los jueces, incluso más allá de lo estrictamente jurídico, para favorecer al litigante con su decisión. No sólo el derecho o la legislación en particular está de su parte sino que existe un imperativo jurídico, social o ético por el cual el fallo debe ser el que el litigante solicita, por ejemplo, se alude a la autodeterminación sexual o a la indemnidad sexual en casos de violación o estupro, a la discriminación social o al racismo, a la salud pública, al medio ambiente, al abuso de autoridad entre otros. b.- Identificar el denominado punto de inclinación o focal del caso: Como hemos reiterado, debemos contar una historia, un relato, su hipótesis de los hechos, pero debemos hacerlo sin perder de vista su objetivo principal, que es el de persuadir y convencer al tribunal de que su historia es la verdadera. El Fiscal no es neutro y debe sólo destacar aquellos hechos que le son interesantes y aportantes en la configuración de su teoría del caso. El relato tiene que ser coherente y lógico en su desarrollo y se debe intentar buscar el punto de inclinación, que explicado en palabras del profesor Donald Fielder, consiste en una línea de piezas de dominó puestos una al lado de la otra de manera vertical; si empujamos una de ellas (lo que llama inclinación) se desencadena la caída progresiva de otras piezas del dominó o una secuencia de acontecimiento en un determinado orden (lo que él denomina efecto) que originarán a su vez determinadas consecuencias o resultados jurídicos, normalmente los hechos a juzgar (lo que él denomina consecuencia) que nos llevarán finalmente a determinar la resolución de la historia (lo que él llama conclusión). En síntesis, la determinación del punto de inclinación, permite finalmente entender por qué los hechos ocurrieron de una determinada forma, cuál es la razón de que los acontecimiento pasen de una situación de “normalidad” a una secuencia de hechos que culminan con el ilícito a juzgar. Si el litigante no es capaz de identificar este punto y generar a partir de allí una explicación de los sucesos posteriores, difícilmente podrá elaborar una historia creíble y persuasiva para el tribunal.
c.- Asignación de etiquetas:
Según Thomas Mauet, las etiquetas son las marcas o improntas que se dejan en las personas, hechos y cosas implicadas en el caso. Las palabras transmiten imágenes. Llamar a alguien “la víctima” “ofendido” transmite una imagen diferente a si lo llaman “Sra Rosa” o “don Juan”. Señalar que en un evento murió una persona es diferente a decir que alguien fue asesinado; llamar a un accidente un “incidente” o “evento” es distinto a decirle una “colisión” o “un choque”. En estos ejemplos, el Fiscal tendrá que usar las palabras que dejen una gran impronta emocional, y el defensor tendrá que usar la palabra menos llamativa (…) estas etiquetas deben aplicarse en las declaraciones de apertura, emplearse cuidadosamente durante los exámenes de testigos y acentuarlas durante los alegatos finales. Se trata de finalmente de evitar conceptos normativos vacíos de contenido emocional o narrativos. d.- Identificando la naturaleza de los hechos jurídicamente relevantes: positivos, negativos, neutros e inamovibles: Según Moreno, una vez elaborado el relato fáctico, el litigante debe analizarlo, ojalá con otras personas (no necesariamente abogados) de manera de iniciar un proceso de “lluvia de ideas” y que procedan a identificar cuáles hechos, jurídicamente relevantes, representan respecto de nuestra versión acerca de lo ocurrido el carácter de hechos positivos, negativos, neutros e inamovibles, lo anterior, con la finalidad de abordar de manera eficiente el caso. - Hechos positivos: Favorables para la versión propia, para nuestra teoría del caso, deben ser acreditados en juicio y ser relevantes en nuestros alegatos. - Hechos negativos: Perjudican nuestra teoría, le restan fuerza. Ante esto podemos presentar evidencia propia destinada a desvirtuar estos hechos negativos. No logrando lo anterior, podemos intentar aminorar la importancia de esos hechos en la teoría de la contraria, reducir su impacto. Una tercera forma es desacreditar la fuente de donde emana la información. Otra, es reconocer los hechos malos, incluso presentando prueba propia, pero indicar que no son decisivos en la teoría adversa. - Hechos neutros: Se trata de aquellos circunstanciales, al lugar en donde ocurrieron los hechos, condiciones climáticas, fecha, hora, distancias, etc.. - Hechos inamovibles o indiscutibles: No pueden ser modificados por los litigantes. La importancia en identificarlos radica en evitar que el litigante gaste tiempo y recursos probatorios en actividades que le serán inconducentes, tales como, la existencia de un cadáver, droga o arma.
En general, se recomienda que el litigante se concentre sólo
en los hechos positivos y no se desgaste en controvertir los hechos negativos y menos aún los inamovibles. Lo que no quiere decir que deba desatender completamente todos los puntos débiles de su teoría.
e.- Decidir desde qué momento o instante en el tiempo se
presentará la historia. Dependiendo de la naturaleza del caso, generalmente comenzaremos el relato de la historia a partir de la comisión del delito, para luego ir cronológicamente describiendo las actividades de investigación. Ahora bien, hay otros casos en que no resulta eficiente comenzar el relato de la historia desde la comisión del hecho ilícito. Puede que el centro emocional del caso o focal, también denominado punto de inclinación, ocurra con anterioridad al hecho delictual, y es nuestro deber entregar esta información al juez de manera ordenada y cronológica. Por el contrario, si no entregamos esta información de manera previa a la descripción del presunto hecho ilícito, será más difícil para el tribunal aceptar nuestra versión y darle credibilidad.
f.- Determinar en torno a qué evidencia se presentará el relato:
El litigante determinará, de todas las evidencias que posee,
cuál de ellas se transformará en el eje central de la presentación de su versión en el tribunal. La evidencia por excelencia para acreditar los hechos del juicio son las que pueden expresarse a través de declaraciones (testigos, víctima, peritos, acusado, etc.) que serán completadas con los demás elementos probatorios (objetos, fotografías, audios, documentos, etc.)
2.- DETERMINACIÓN DE LA TEORÍA JURÍDICA APLICABLE
Una vez elaborado el relato fáctico corresponde abordar una
segunda tarea, que es la de llevar esa historia, que tiene que ver con las vivencias reales de personas de carne y hueso, al ámbito en que se le presentará ante un tribunal con competencia en lo penal. Ello impone darle, a ese relato eminentemente fáctico, un contenido normativo y dogmático, pues sólo en la medida que el litigante sea capaz de hacerlo, y además justificarlo con evidencia que lo acredite, este conflicto humano tendrá carácter penal y deberá ser resuelto ante tribunales con esa competencia.
3.- ELABORACIÓN DE LAS PROPOSICIONES FÁCTICAS
Podemos conceptualizar una proposición fáctica como aquellas afirmaciones de hecho tomadas del relato elaborado por el litigante, que pueden ser reproducidas en juicio, ordinariamente a través del testimonio de un declarante y que dan cuenta de un elemente de la teoría jurídica. También es definida como una afirmación de hecho respecto de un (nuestro) caso concreto, que si el juez la cree, tiende a satisfacer un elemento de la teoría jurídica. Las proposiciones fácticas no deben ser abstractas y recuerdan al litigante que debe acreditar su versión de los hechos ante un tribunal y que para ello no basta que el litigante despliegue en juicio una aproximación general a la evidencia que sustenta su relato; lo que se le exige es acreditar en juicio algo mucho más específico, un relato concreto que refleje el contenido sustantivo penal presente en él y no uno abstracto, así por ejemplo, y como señala Moreno Holman, no basta con saber que se dispone como prueba de un testigo, perito o documento de manera general. Lo importante es conocer en detalle cuál es la información especifica que esa fuente de prueba puede aportar al tribual. Así un testigo puede decirnos que estuvo en el lugar y en el momento en que ocurrieron los hechos y nosotros asumir que es un testigo presencial, y resultar luego que en juicio, éste declare que en el momento preciso en que se produjo el hecho relevante, jurídicamente hablando, él estaba mirando para otro lado. Es decir, un testimonio considerado esencial por la parte que lo presenta, puede perder toda su fuerza probatoria porque en realidad no vió lo que la parte había presumido a partir de una afirmación genérica como haber estado en el lugar de los hechos.
4.- La selección de la evidencia a utilizar
Una vez que hemos determinado el objeto de la prueba y
cuáles afirmaciones de hecho son las que se acreditarán ante el tribunal, los litigantes deben proceder a establecer de qué manera lo harán, con qué evidencias. La práctica sugiere que la evidencia por excelencia para acreditar los hechos del juicio son las que pueden expresarse a través de declaraciones (testigos, víctima, peritos, acusado, etc.) que serán completadas con los demás elementos probatorios (objetos, fotografías, audios, documentos, etc.).
5.- DETECCIÓN DE LAS DEBILIDADES DEL CASO
Podemos asegurar que a esta altura de la construcción del
caso, de nuestra teoría, nos encontramos con el trabajo prácticamente terminado, pues fácilmente podríamos ir a un juicio oral con nuestros objetivos principales y específicos, con las marcas y con la evidencia que vamos a utilizar. Sólo nos falta afinar los detalles para hacer una completa presentación, pondremos a prueba nuestro trabajo e intentaremos, de manera minuciosa, detectar las debilidades del mismo.
Este análisis nos permitirá decidir qué camino seguir y
estar preparado ante la ofensiva de la contraria, para ello debemos distinguir: 5.1.- Si la debilidad es detectada antes del cierre de la investigación: ¿De qué manera esa debilidad afectara nuestra teoría? ¿Cuánto influirá? ¿Será subsanable? i.- Si hemos detectado una debilidad que afecte seriamente nuestra teoría y no tenemos la posibilidad de obtener más evidencia a nuestro favor: - Redireccionar la investigación, con la finalidad de modificar la primera teoría del caso o definitivamente abandonarla por otra. - Derechamente estudiar la posibilidad de iniciar negociaciones con la contraparte a fin de terminar la causa a través de una salida alternativa o de un procedimiento especial, como el abreviado.
ii.- Si la debilidad aparece como subsanable:
Lo que corresponde en este caso es claramente fortalecer nuestra teoría introduciendo mejor y más evidencia y diversificarla, a fin de sostener de mejor manera nuestra proposiciones fácticas. Debemos justificar debidamente nuestras debilidades.
5.2.- Si pese a lo anterior, se ha cerrado la investigación,
tenemos evidencia para subsanar nuestra debilidad, pero esta subsiste y corresponde juicio oral, debemos adoptar una de las siguiente decisiones: i.- No utilizar la evidencia recopilada. Como señalamos anteriormente, ante un hecho negativo, uno de los caminos a seguir es derechamente centrarnos en las fortalezas del caso, focalizar la evidencia en acreditar nuestras proposiciones fácticas.
ii.- Anticipar el conocimiento de la debilidad. Se trata de
ganar credibilidad ante el Juez, evidenciar un pleno conocimiento de nuestra teoría, evitar el factor sorpresa impidiendo que sea la contraparte quien la exponga en su oportunidad.
iii.- Ocultar la debilidad. Es la decisión más riesgosa que
podemos adoptar, actuamos como si nuestra teoría no tuviera falencias pero con la contingencia incierta de que la contraparte no las ha descubierto.
6.- CLASIFICACIÓN DE LA EVIDENCIA
Para Bergman, existen dos criterios para clasificar la
evidencia: 6.1.- Según el contenido o naturaleza de la evidencia. 6.2.- Según su relación con los hechos a acreditar.
6.1.- Según el contenido o naturaleza de la evidencia.
Evidencia afirmativa: Es la que recae en los hechos que tienden a demostrar la exactitud de una proposición fáctica, ejemplo, la declaración de la víctima o de un testigo presencial. Evidencia de refutación: Es aquella destinada, fundamentalmente, a negar la existencia de un hecho o proposición fáctica alegada por la contraria, confrontar o debilitar las evidencias afirmativas aportadas por la contraparte. Evidencia explicativa: Es la que permita al tribunal comprender mejor o de la manera querida por el litigante, una proposición fáctica acreditada en el juicio. En estos casos el presentar evidencia sobre los móviles o motivaciones de una determinada conducta o pericias que permitan comprender determinados fenómenos físicos o psicológicos, permiten que el tribunal pueda razonadamente dar cuenta en su sentencia de por qué los hechos probados sucedieron de una determinada manera y no de otra. Evidencia emocional o persuasiva: No podemos desconocer que los jueces, por más imparciales que deban ser, tiene sus propias percepciones y valores de la realidad que, en mayor o menor medida, se ven reflejada en la parte considerativa y resolutiva de sus fallos. Ahora bien, podemos desconocer este interesante componente o utilizarlo estratégicamente en nuestro favor. Se trata, por lo tanto, de ser emotivo en la evidencia, intentar conmover al tribunal. Evidencia de credibilidad: Según Rodrigo Cerda, este tipo de evidencias permiten valorar la fiabilidad de un medio de prueba, permiten extraer una conclusión de la calidad de un elemento probatorio. En definitiva nos permitirá darle un mayor soporte y verosimilitud a nuestro relato.
6.2.- Según su relación con los hechos a acreditar.
Evidencia directa: Es aquella que una vez incorporada en Audiencia de Juicio, es suficiente para acreditar por si sola una proposición fáctica, es decir, será evidencia directa en la medida que el tribunal no deba realizar ningún razonamiento especial para dar por cierto un hecho. Según Bergman, demuestra una proposición fáctica sin necesidad de que haya una inferencia. Evidencia indiciaria o circunstancial: A diferencia de la anterior, este tipo de evidencia no es más que un indicio para nuestra teoría que requiere por lo tanto un razonamiento especial del tribunal, no acredita nuestra proposición fáctica, pero si va unida a una evidencia directa o varias circunstanciales, podríamos llegar a una sola conclusión única y razonable. 7.- LA FORMA DE PRESENTACION DE LA EVIDENCIA
El litigante que ha determinado el tipo de evidencia de que
dispone, deberá establecer el orden en que la reproducirá en juicio, los bloques de tiempo, los tipos de relato y el trato que se le dará a la evidencia indiciaria.
7.1.- El orden o secuencia en la producción de evidencia en
juicio. Lo primero que debemos indicar es que todo litigante debe ser proactivo en su alegato, y que aun teniendo la razón y se respalde de buena evidencia, debe ser lo más eficiente posible para asegurar un fallo favorable en juicio. Leonardo Moreno lo explica que el litigante en su alegato de apertura debe trazar los límites del rompecabezas que va a presentar al tribunal y que luego mediante la producción de su evidencia vaya colocando cada una de las piezas en su lugar exacto, y que finalmente en su clausura indique por qué esas piezas calzan en ese relato distinto. Incluso debe indicar al tribunal como en aquellos lugares donde no colocó todas las piezas del rompecabezas es posible generar esa porción del relato o imagen, recurriendo a criterios de razonamiento universalmente reconocidos como: la lógica, las máximas de la experiencia, el sentido común, las generalizaciones, y otros.
7.2.- Determinar cuál será la evidencia eje en torno a la
cual se presentará nuestro relato. Este punto esta estrechamente ligado con la selección de la evidencia y dijimos que la evidencia por excelencia para acreditar los hechos del juicio son las que pueden expresarse a través de declaraciones (testigos, víctima, peritos, acusado, etc.) que serán completadas con los demás elementos probatorios (objetos, fotografías, audios, documentos, etc.)
7.3.- Determinar qué evidencia se presentará primero y el
orden consecutivo de las demás. La práctica habitual y la lógica nos indican que en primer lugar debemos presentar la evidencia eje, la que será el centro de nuestro relato. Si bien así debe ser en la mayoría de los casos, es positivo estratégicamente hablando, darle a nuestra evidencia principal una antesala con indicios de credibilidad, así por ejemplo, antes de presentar al testigo, podemos incorporar evidencia sobre su seriedad, fama, BIBLIOGRAFIA
Mauet, Thomas A., Trial Techniques, Wolters Kluver Law &
Business, Aspen Publishers, New York, 7° edición 2007,
Vial Campos, Pelayo, Técnicas y fundamentos del contraexamen en
el proceso penal chileno, Librotecnia, 2006,
Moreno Holman, Leonardo, Teoría del caso, colección Litigación y
enjuiciamiento penal adversarial,
Baytelman A, Andrés y Duce J., Mauricio, Litigación penal, juicio
oral y prueba. Bergman, Paul, La defensa en juicio, defensa penal y la oralidad, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1989.