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Historia El Chuzolango

Un hombre agricultor, tenía a su ganado pastando en el monte. De repente,


el cielo se obscureció anunciando una terrible tormenta.
El sujeto preocupado por sus animales les pidió a sus hijas que condujeran
al ganado al granero. Las muchachas hicieron lo que su padre les pidió y en
pocos minutos, encerraron a las reses en el lugar.
Las muchachas se dieron cuenta que de repente junto a ellas se encontraba
una extraña criatura de baja estatura, nariz larga exacta, orejas puntiagudas
y una larga cabellera de color gris.
Las muchachas gritaron con todas sus fuerzas, aunque desgraciadamente
nadie acudió para ayudarlas. Luego de varias horas y al percatarse de que
sus hijas no habían vuelto a la casa, el granjero salió acompañado de su
escopeta a buscarlas.
El pobre agricultor se encontró con una horripilante escena. Sobre el pasto
halló los cuerpos destrozados de sus hijas. A lo lejos pudo divisar como una
diminuta criatura se iba alejando poco a poco en dirección hacia el
horizonte. Se dice que este tipo de duende enfrenta a los hombres en el
bosque, cuando por alguna razón estos lo logran ver desnudo, pues es
demasiado pudoroso.
La minga de la ‘chamiza’
Tienen su propio ritual para rendir honores al Señor del
Terremoto. En este pequeño sector de Tungurahua, también
conocido como el “Valle de la Eterna Primavera”, la práctica
común es reunirse en una minga, con el objeto de juntar ramas
secas para la tradicional chamiza.
Integrantes de la Comisión de Chamiza se encargan de la
recolección. Consiste en cortar los arbustos que servirán para
quemarlos en la noche; luego con las yuntas se recorre la
población durante el desfile.
“Los chamiceros se reúnen desde muy temprano acompañados de
sus herramientas: machetes, barras, cuerdas, picos y palas.
Pretenden conseguir los mejores ejemplares de estas matas, tal
vez de la misma manera con que se preparan los arreglos florales
para ofrecerlos ante el Señor del Terremoto”, relató Miguel
Cárdenas, integrante de la comisión.
Estos arbustos son cortados de los terrenos por personas devotas
que los regalan sin ningún interés particular. La quema se realiza
en la noche del sábado 4 de febrero.
La chamiza se presentará en el último bloque del Desfile de
Integración Cultural y se quemará en la explanada junto al hotel
Patate, a partir de las 20:00.
El rey de la leña

La Hacienda Leito perteneció a Los Jesuitas de la Orden de San Ignacio en el período


de la Colonia, cuando América era parte de la Corona Española con Carlos III como
Rey.
Para los Jesuitas La Hacienda fue una de sus principales residencias y lugar de
descanso, a su expulsión, sus posesiones pasaron a cargo del comendador español
Baltasar Carriedo y Arce, mientras pertenecía al Reino de Quito. En 1730 a su muerte
pasó a manos de la Aristócrata familia Española Álvarez y Caza, en 1928 las 100.000
hectáreas fueron compradas por Marco Antonio Restrepo quien convirtió a Leito en una
de las más grandes Haciendas productoras de trigo, papas, ganado porcino, bovino y
lanar.
Su destreza y apego al trabajo le hizo ganarse el nombre del “Rey de la Leña”, por su
dedicación y eficiencia al sacar desde las tierras altas de la Hacienda los durmientes
de madera para el ferrocarril ecuatoriano, que contribuyó al desarrollo social y
económico del País.
El Rey de la Leña fue un estratega que basado en sus principios construyó un Reino de
prosperidad para toda la gente que vivía y trabajaba en sus tierras, creía en el trabajo como el
mejor medio de dignificar al hombre; dejando con su ejemplo una herencia de lucha y justicia
en muchas generaciones.

"LAS HACIENDAS SE DESARROLLARON DURANTE LA COLONIZACION ESPAÑOLA, CUANDO A LOS


CONQUISTADORES SE LES ASIGNABAN GRANDES EXTENSIONES DE TIERRA PARA SER
EXPLOTADAS Y RETRIBUÍAN SUS GANANCIAS A LA CORONA."

Prólogo del Libro “El Rey de la leña: “Marco Antonio Restrepo Jaramillo quien había instaurado
un novedoso sistema administrativo diametral, distinto al caduco sistema vertical de las demás
haciendas de la serranía… había instaurado ya los principios de libertad, igualdad y fraternidad
que para otros no pasaban de ser sueños quiméricos… Con absoluta certeza creemos que el
autor de esta obra nos ha dejado un mensaje con fondo ejemplarizador y contenido vigente un
mensaje profundo para las presentes y futuras generaciones del valor inmenso de este paraíso
sudamericano con condiciones absolutas para salir adelante siendo forjadores de nuestro
destino personal y partícipes del progreso de todos”
El tesoro de los Llanganates

Cuenta la Historia que en tiempos de la conquista Española,


“Los invasores arrestaron a Atahualpa el príncipe heredero
del Tahuantinsuyo, su General Rumiñahui había reunido
todas las riquezas en oro del Imperio Inca para pagar por la
vida de Atahualpa, pero mientras Rumiñahui transportaba
el preciado cargamento le llegó la noticia de la muerte de
Atahualpa, y ordenó entonces esconder la fortuna en un
lugar secreto en los inaccesibles Llanganates, donde nadie
podría encontrarla ni disfrutar de ella...”
Los enigmáticos Llanganates han guardado desde entonces
celosamente este tesoro. Desde épocas de la Colonia
cientos de expediciones se han organizado y buscado el
tesoro Inca, entre lagunas y cerros inaccesibles, ¿flora y
fauna salvaje sin encontrar más que osamentas antiguas…de
Incas o de otros exploradores?
"¡Para muchos la historia del tesoro Inca en los Llanganates
ha sido solo una leyenda, para usted será una experiencia
inolvidable! Desde hace más de 10 años la historia la
escriben nuestros privilegiados clientes.
Las Andanzas del animero
Una tradición que se conserva en Patate desde la época de la colonia
es el recorrido del Animero, quien, ataviado de vestidura blanca,
con una vara, recorre desde las 21:00 de todas las noches, por
quince días antes del 2 de noviembre (día de los fieles difuntos), las
calles del centro de la ciudad y también de algunos sectores rurales,
acompañado de al menos cinco personas que son sus sucesores.
Luis Artemio Guamán, 71 años, es el animero oficial de Patate; junto
a Luis Guambo, Luis Pascual Guamán, Luis Valencia, Fabián Tustón
y Cristian Caicedo, empiezan el recorrido y regresan al cementerio
de la ciudad. En cada esquina se paran para convocar a la población
a rezar un Padre Nuestro y un Ave María por el descanso eterno de
las almitas que se encuentran en el purgatorio.
“Lo que hacemos es orar por aquellas almas olvidadas y por todos
quienes han partido de este mundo para que sus almas tengan
descanso”, dice Guamán, para quien esta es una tradición que lo
heredó de su abuelo, Jacobo Guamán, quien era El Animero hace 90
años, luego le siguió su padre Angel Guamán y que también los
traspasa a su hijo Luis Pascual Guamán, que el año anterior fue
también nombrado para que siga la tradición. Al escuchar el
llamado del animero hay gente que sale de su casa y se une al rezo,
Angel Villafuerte manifestó que es una buena ocasión para orar por
los seres queridos que se adelantaron en el viaje al otro mundo, que
por esa razón espera que esta
tradición no se pierda en Patate,
aunque está consciente que a la
juventud les interesa otras cosas
que este tipo de actividades que
se enmarcan en la religiosidad
del pueblo.
El recorrido del animero se
extiende por lo menos por tres
horas, al final él y sus acompañantes se ubican al pie de una tumba,
en donde rezan por las almitas y porque no falta el pan de cada día
en las familias.
Espíritus Guerreros Vigilan la Cascadas
Yadira Ilescas, Patate (Tungurahua)

El trinar de los pájaros acompaña al visitante a lo largo de


los 45 minutos que dura el recorrido desde San Pablo. La
fuerza del viento agita a los árboles que adornan el
sendero que lleva hasta la mítica cascada de Mundug, en
el cantón Patate, provincia de Tungurahua.
Los suaves olores de las flores silvestres se entremezclan
durante el paseo, que se realiza por un terreno lodoso en
invierno y accesible en verano. La cascada está entre los
linderos del Parque Nacional Llanganates, donde según la
leyenda supuestamente habría enterrado sus tesoros
Rumiñahui, el guerrero inca cuyo nombre verdadero era
Pillahuaso II.
Tras más de 500 años de historia de los ancestros, aún sus
memorias perduran. Según José Segundo Punina,
conocedor de las antiguas leyendas, los incas recorrían los
territorios de Patate y Píllaro, que forman parte del parque
nacional. Incluso a Rumiñahui le gustaba hacer ceremonias
para renovar energías o perderse con sus concubinas en
las cascadas.

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