I. Introducción
Abogado por la Universidad de Lima. Asesor Jurisdiccional del Tribunal Constitucional del Perú.
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Una posición interesante y que compartimos es la sustentada por nuestro compañero de trabajo y amigo
Mijail Mendoza Escalante quien nos ha ilustrado con sus aportes para la elaboración del presente artículo, y
que ha desarrollado la tesis de someter al control jurisdiccional de constitucionalidad las normas emitidas por
las organizaciones privadas. Puede revisarse su interesante trabajo titulado “Las normas privadas y el
problema de su control de constitucionalidad”, en CASTAÑEDA OTSU Susana, “Derecho Procesal
Constitucional”, Tomo I, Lima; Jurista Editores, 2004, pp. 431 y ss.
(v gr. el proceso de amparo entre particulares) y, un especial énfasis en el desarrollo
jurisprudencial –a través de una exposición de causas y los derechos vulnerados– que ha
realizado el Tribunal Constitucional desde sus primeras sentencias, en particular, en los
casos de los procedimientos disciplinarios en las personas jurídicas de derecho privado
(asociaciones de todo tipo) que es precisamente el ámbito en el cuál más se ha plasmado
ésta materia, aunque su desarrollo doctrinal ha sido establecido en controversias de índole
estrictamente laboral, v gr. los casos Llanos Huasco y Sindicato Unitario de Trabajadores de
Telefónica del Perú2.
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Cfr. STC N.os 0976-2001-AA/TC, Fundamentos N.os 4 a 9; y, 1124-2001-AA/TC Fundamentos N.º 6 y 7,
respectivamente.
Hoy, desde luego, los derechos fundamentales que la Constitución del Estado
reconoce son derechos subjetivos pero también constituyen manifestación de un orden
material y objetivo de valores constitucionales en los cuales se sustenta todo el
ordenamiento jurídico. Esta última dimensión objetiva de los derechos fundamentales se
traduce, por un lado, en exigir que las leyes y sus actos de aplicación se realicen conforme a
los derechos fundamentales (efecto de irradiación de los derechos en todos los sectores del
ordenamiento jurídico) y, por otro, en imponer, sobre todos los organismos públicos, un
deber de tutelar dichos derechos.
Este especial deber de protección que se deriva de esta concepción objetiva de los
derechos fundamentales, impone como una tarea especial del Estado su intervención en
todos aquellos casos en los que éstos resulten vulnerados, independientemente de dónde o
de quiénes pueda proceder la lesión. Con lo cual, entre los sujetos pasivos de los derechos
ya no sólo se encuentra el Estado, sino también a los propios particulares. En ese sentido, el
Tribunal Constitucional ha manifestado en múltiples ocasiones que, en nuestro sistema
constitucional, los derechos fundamentales vinculan tanto al Estado como a los particulares.
Pero el efecto horizontal o inter privatos que detentan los derechos fundamentales
no sólo se deriva del artículo 1º de la Constitución, sino que se trata, además, de una
consecuencia que se deriva, en todos sus alcances, del propio artículo 38º de la
Constitución, conforme al cual, “Todos los peruanos tienen el deber (…) de respetar,
cumplir (…) la Constitución (…)”. Esta norma establece pues que la vinculatoriedad de la
Constitución se proyecta erga omnes, no sólo al ámbito de las relaciones entre los
particulares y el Estado, sino también a aquéllas establecidas entre particulares.
Por lo demás, si los derechos tienen una eficacia directa en las relaciones entre
particulares, es un asunto que la misma Constitución se ha encargado implícitamente de
resolver. En efecto, aunque la Norma Suprema no contenga una cláusula expresa que lo
prescriba, tal eficacia directa puede deducirse de los preceptos constitucionales a los que
antes se ha hecho referencia, y, además, del inciso 2) del artículo 200°, donde se preceptúa
que "la acción de amparo, (...) procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier
(...) persona". Que cualquiera pueda interponer un amparo contra acciones u omisiones
provenientes de una persona (natural o jurídica de derecho privado), quiere decir que los
derechos constitucionales vinculan directamente esas relaciones inter privatos y,
precisamente porque vinculan, su lesión es susceptible de repararse mediante esta clase de
procesos.
Resulta pues inadmisible y carente de todo sentido pretender que porque una
determinada organización de particulares se rige por sus propias normas internas, resulta
invulnerable o inmune al control constitucional. Si como se ha dicho, los derechos
fundamentales no sólo vinculan a los poderes públicos, sino a todas las personas, sean estas
públicas o privadas, queda claro que cualquier afectación sobre su contenido es susceptible
no sólo de revisión en sede constitucional, sino de tutela en las circunstancias en que tal
violación o amenaza de violación quede manifiestamente acreditada, respetando, desde
luego, el procedimiento legal-estatutario –en el caso de organizaciones particulares– si lo
hubiere. Así también, al interior de una institución privada, que como en el caso de autos
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MENDOZA ESCALANTE, Mijail. “Los efectos Horizontales de los Derechos Fundamentales en el
Ordenamiento Constitucional Peruano”. Ponencia presentada en el VIII Congreso Iberoamericano de Derecho
Constitucional; Sevilla, 3 al 5 de diciembre de 2003. En : www.congreso.us.es
constituye una asociación civil de derecho privado, se impone el deber de respetar los
derechos fundamentales.
Negar que los derechos fundamentales puedan tener eficacia en las relaciones entre
privados importaría tanto como afirmar, como se hiciera en el siglo XIX, que la
Constitución sólo es un documento normativo cuyo ámbito de aplicación sólo comprende a
las diversas dependencias estatales. Naturalmente, semejante definición no se corresponde
con nuestro concepto de Carta Magna, según el cual la Constitución es la Ley Fundamental
de la Sociedad y, como tal, vincula y a ella quedan vinculados todos los poderes públicos e,
incluso, los propios particulares.
4
Cfr. STC N.º 1124-2001-AA/TC
5
Idem.
presentarse, sea mediante normas privadas, sea mediante actos concretos de aplicación de
tales disposiciones.
En ese sentido, a diferencia de lo que sucede en otros países, en los que se ha tenido
que apelar a la teoría de la eficacia "indirecta" de los derechos fundamentales y, a partir de
allí, formalizar una construcción indirecta de control constitucional por la vulneración de
derechos entre privados, en el Perú el tópico ha sido resuelto explícitamente por la misma
Constitución, al preverse que los procesos constitucionales de la libertad, como el amparo,
no sólo pueden plantearse cuando los derechos resulten lesionados o amenazados de
lesionarse por actos u omisiones de parte de cualquiera de los poderes públicos, sino
también, y en iguales condiciones, si es que el agravio lo ocasiona cualquier "persona"
(artículo 200°, inciso 2).
A estos efectos, el concepto "persona", en los términos que señala el inciso 2) del
artículo 200.° de la Constitución, engloba a cualquier particular, independientemente de que
a este se le haya encargado o no la prestación de un servicio público o que, respecto a éste,
el afectado se encuentre en una relación de subordinación. Los derechos constitucionales,
como antes se ha dicho, deben respetarse en las relaciones entre particulares y, en caso de
que se abuse de ellos o resulten vulnerados, las puertas del amparo están abiertas para que
en esa sede se dispense la tutela correspondiente.
Lo anterior, desde luego, no quiere decir, en primer lugar, que el amparo termine
sustituyendo a los procesos ordinarios y, en ese sentido, deba entenderse que cualquier
problema que se plantee en el orden civil o, mejor aún, que sea regulado por el llamado
derecho privado, pueda ser objeto, sin más, de dilucidación en el seno del amparo
constitucional. Evidentemente, ni en el proceso de amparo, ni en ningún otro de los que
forman parte de la jurisdicción constitucional de la libertad, tienen por finalidad proteger
cualquier clase de derechos o intereses subjetivos, sino, solamente, aquellos que se han
reconocido en la Norma Suprema del Estado. Por ello, para que eventuales abusos en las
relaciones entre privados sean planteados en el ámbito de los procesos constitucionales, no
basta que se produzca un mero abuso del derecho o que se haya vulnerado un interés o
derecho subjetivo de orden estrictamente legal, sino que es preciso que ello repercuta
directamente en un derecho cuyo contenido sea constitucionalmente protegido.
En definitiva, ello significa que en nuestro país los derechos fundamentales tienen
eficacia en las relaciones entre particulares, ya sea de manera directa o indirecta. Lo que
vale tanto como afirmar que dichas controversias pueden resolverse bien en sede
constitucional o bien en la justicia ordinaria.
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Cfr. Artículo 5.2º del Código Procesal Constitucional (Causales de improcedencia) : No proceden los
procesos constitucionales cuando existan vías procedimentales específicas igualmente satisfactorias para la
protección del derecho constitucional amenazado o vulnerado.
7
Cfr. MENDOZA ESCALANTE, Mijail : “El control de constitucionalidad de las normas estatutarias
privadas en el ordenamiento jurídico peruano”, en CASTAÑEDA OTSU Susana, “Derecho Procesal
Constitucional”, Tomo I, Lima; Jurista Editores, 2004, pp. 470 y ss.
IV. El desarrollo jurisprudencial del Tribunal Constitucional : los
procedimientos disciplinarios en las personas jurídicas de derecho
privado (asociaciones)
Por ello, el debido proceso también se aplica a las relaciones inter privatos, dado
que las personas jurídicas de derecho privado, entre ellas, las asociaciones, se encuentran
sujetas a los principios, valores y disposiciones constitucionales, como cualquier ciudadano
o institución (pública o privada) que tiene la obligación de respetarlas, más aún cuando
éstas ejercen la potestad disciplinaria sancionadora. Por tanto, las asociaciones se
encuentran obligadas de observar una serie de garantías, formales y materiales, de muy
distinta naturaleza, cuyo cumplimiento garantiza que el procedimiento o proceso en el cual
se encuentra comprendida una persona pueda ser considerado como justo, tales como las
manifestaciones de derecho de defensa, doble instancia, motivación resolutoria u otro
atributo fundamental, debiéndolo incorporar a la naturaleza especial de los procesos
particulares que hubieran establecido.
De ahí que el Tribunal Constitucional haya establecido que el debido proceso y los
derechos que lo conforman rigen la actividad institucional de cualquier persona jurídica,
entendido desde su dimensión o vertiente fundamentalmente sustantiva, que exige
razonabilidad en la toma de decisiones y proscripción de todo comportamiento que denote
arbitrariedad.
12
Cfr. STC N.º 3312-2004-AA/TC
13
Cfr. STC N.º 5527-2007-PA/TC
b/. Derecho de defensa
14
Cfr. STC N.º 0083-2000-AA/TC
15
Cfr. STC N.º 1489-2004-AA/TC. Cabe precisar que, además, de este caso, se presentaron casi
sucesivamente alrededor de 30 demandas de amparo de otros asociados que también fueron expulsados de
manera inconstitucional.
16
Cfr. STC N.º 1515-2003-AA/TC
le debieron comunicar por escrito los cargos imputados y otorgarle un plazo a efectos que
pueda ejercer cabalmente su derecho de defensa.
El derecho a la doble instancia forma parte del derecho al debido proceso y, en ese
sentido, también es aplicable a las relaciones inter privatos, toda vez que las personas
jurídicas de derecho privado también se encuentran sujetas a las disposiciones
constitucionales. Por ello, las asociaciones deben incorporarlo a la naturaleza especial de
los procesos disciplinarios que hubiesen establecido, a efectos de garantizar un adecuado
ejercicio de la facultad sancionadora que ejercen.
20
Cfr. STC N.º 9588-2006-PA/TC
Delegados. En ese sentido, se vulneró el derecho del recurrente de acudir a la instancia
superior, ya que ésta se había pronunciado de manera previa sin permitirle ejercer su
derecho de defensa.
21
Cfr. STC N.º 0537-2007-PA/TC
El Tribunal Constitucional se ha pronunciado en reiteradas oportunidades sobre el
derecho a la jurisdicción predeterminada por la ley. Así, en el caso Teresa Mamani Condori
vs la Presidenta del Consejo de Administración de la “Asociación de Pequeños
Comerciantes del Sur” – APECOSUR 22, la demandante señalaba que la emplazada, de
manera unilateral, decidió expulsarla como socia, y por tanto, solicitaba se le restituya tal
condición así como la posesión de su puesto comercial ubicado en el distrito de La Victoria.
El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda, pues conforme a lo dispuesto en el
inciso j) del artículo 30º del estatuto de la emplazada, correspondía al Consejo de
Administración resolver la expulsión de los socios. Sin embargo, la demandante no fue
excluida por dicho Consejo sino tan sólo por su titular, produciéndose de esta manera la
vulneración de su derecho al debido proceso y, particularmente, el derecho a la jurisdicción
predeterminada por ley, pues incluso la apelación presentada por la actora también fue
denegada de manera unilateral, contraviniendo así lo previsto en el numeral 3) del artículo
139º de la Carta Magna.
27
Cfr. STC N.º 7704-2005-AA/TC
su incorporación se realizó de manera ilegal dado que no autorizó pertenecer a ella, y
menos el descuento por concepto de aportaciones que le efectuaban en su boleta. Por su
parte, el Casino de la Policía señaló que sus Estatutos tienen regulado el procedimiento a
seguir ante todo pedido formulado por los socios, por lo que el actor debió acudir a éste y
agotarlo antes de acudir a la vía judicial. El Tribunal Constitucional declaró fundada la
demanda de amparo y ordenó al demandado que proceda a aceptar la renuncia del
demandante a dicha organización así como se suspenda todo tipo de descuentos que se le
venían realizando, pues la libertad de asociación en un derecho que no sólo implica la
libertad de integración (libertad de asociarse en sentido estricto) sino que por correlato
también supone la facultad de no aceptar compulsivamente dicha situación (libertad de no
asociarse) o, simplemente, de renunciar en cualquier momento a ella, pese a haberla
aceptado en algún momento o circunstancia (libertad de desvincularse asociativamente).
28
Cfr. STC N.º 4520-2006-AA/TC
29
Cfr. STC N.º 3978-2007-AA/TC
Respecto al derecho a la libertad de trabajo y su relación con el derecho al debido
proceso, en el caso Carlos Enrique Mantilla Portocarrero vs el Cuerpo Técnico de
Tasaciones del Perú – CTTP30 el recurrente solicitaba que se deje sin efecto el acuerdo que
lo suspende por el plazo de doce meses como asociado, alegando que como perito tasador
se vería impedido de presentarse a convocatorias públicas y privadas como miembro del
Cuerpo Técnico de Tasadores del Perú. Al respecto, el Tribunal Constitucional declaró
infundada la demanda, tras considerar que al no existir alguna relación laboral concreta
que pudiera verse afectada como consecuencia de la sanción de suspensión, sino que, por el
contrario, el recurrente se limitaba a alegar una afectación a futuras y posibles relaciones
laborales, no se puede alegar una futura vulneración de derechos, dado que el artículo 2º del
Código Procesal Constitucional establece que cuando se invoque una amenaza de
vulneración de derechos, ésta debe ser cierta y de inminente realización, lo cual no se
configuró en el caso.
30
Cfr. STC N.º 7536-2006-AA/TC
31
Cfr. STC N.º 3312-2004-AA/TC
32
Cfr. STC N.º 3360-2004-AA/TC
penal del demandante, y que además, la sanción impuesta no afectaba ni amenazaba su
derecho de asociación, por cuanto continúa y conserva su vinculación con el Club.
Que la norma a inaplicarse tenga una relación directa, principal e indisoluble con la
resolución del caso, es decir, que ella sea relevante en la resolución de la
controversia.
40
Cfr. STC N.º 3978-2007-AA/TC
De la misma manera, en el caso Odila Yolanda Cayatopa Fernández vs la
Cooperativa de Servicios Múltiples del Sector Educación del Departamento de
Lambayeque41, la demandante solicitaba la inaplicación de los artículos 38º y 74º del
Estatuto de la emplazada, que condicionaban la aceptación de su renuncia al hecho de
asegurar mediante un compromiso escrito la inscripción de un socio o usuario sustituto que
asuma las obligaciones de la renunciante. El Tribunal Constitucional consideró que las
normas impugnadas representaban una intervención en el derecho de asociación negativa,
en tanto prohibía a un miembro el retiro de la Cooperativa hasta en tanto no haya propuesto
a otra persona para que pueda sustituirla, limitándose así de manera relativa el ejercicio de
la libertad negativa de asociación hasta que el socio pueda cumplir la referida condición,
contraviniendo el artículo 13.2º de la Carta Magna. Por tales razones, declaró fundada la
demanda e inaplicables a la actora lo dispuesto en los artículos 38º y 74º del Estatuto de la
emplazada.
41
Cfr. STC N.º 6730-2006-AA/TC
derecho privado, al elaborar sus Estatutos, y particularmente, al adoptar
decisiones que recaigan sobre sus asociados, están vinculados a la Norma
Fundamental.
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