Juan 4:5-14
Introducción: Esta es una bella historia que nos muestra que Jesús puede hacer de cualquier
pecador una persona salva, toda vez estemos dispuestos a hacer lo que Él nos pide.
Ilustración: Imagínese usted que va caminando bajo un intenso sol y la hora de medio día y
está cansado y tiene sed, le pediría usted agua a un extraño, a un desconocido. Estoy seguro
que sí, pero usted y yo solo lo haríamos para calmar nuestra sed, en cambio en este caso el
que va a dar mucho más es el sediento, pues dará el regalo más grande de la tierra, que es,
la salvación, la vida eterna.
Oración de transición: ¿Por qué Jesús se sentó y le pidió agua a la mujer samaritana?
I. ¿Por qué Jesús pide agua a una mujer pecadora? Vs. 5-8
Aquí tenemos a nuestro Señor Jesús sujeto a la fatiga normal de los viajeros. Así vemos que
era verdadero hombre, vemos su humanidad. El trabajo agotador vino con el pecado; por
tanto, Cristo, habiéndose sido hecho maldición por nosotros, estuvo sujeto al cansancio.
Además, era pobre y realizó todos sus viajes a pie.
En efecto, éste es tal vez la más humana de todas las escenas de la historia terrenal de
nuestro Señor. Parece que estamos a su lado, escuchando todo lo que aquí está relatado.
Ninguna pintura, por perfecta que fuera, podría hacer más que rebajar la concepción que
este exquisito relato transmite al lector.
Ilustración: La alabanza dice: “Cansado del camino, sediento de Ti, un desierto he cruzado,
vengo a Ti”. Muchos de nosotros hemos llegado a Cristo porque hemos andado perdidos en
el mundo, cansados de tanto luchar, Jesús no estaba cansado espiritualmente, sino
físicamente. La alabanza hace referencia más que todo a un cansancio por el sufrimiento
debido a la falta de Dios en sus vidas.
c) ¿Cuál era su propósito de pedir agua?
Porque el calor de mediodía había secado sus labios. Aunque el propósito de Jesús va más
allá del hecho de que le den agua para calmar su sed por la hora del medio día. Él tiene un
propósito, y es el de enseñarle una lección a la mujer samaritana, como lo hace a nosotros
en nuestro tiempo.
Cristo aprovechó la ocasión para enseñarle cosas divinas: Convirtió a esta mujer
demostrándole su ignorancia y pecaminosidad y su necesidad de un Salvador. Él quiere que
todos seamos salvos, que ninguno se pierda.
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. (Lucas 19:10)
II. ¿Por qué Jesús sabiendo que judíos y samaritanos no se trataban entre si le pide agua
a la samaritana?
Lo que Jesús dijo figuradamente, ella lo entendió literalmente. Cristo señala que el agua del
pozo de Jacob daba una satisfacción de breve duración. No importa cuáles sean las aguas
de consolación que bebamos, volveremos a tener sed. Pero a quien participa del Espíritu de
gracia, y del consuelo del evangelio, nunca le faltará lo que dará abundante satisfacción a
su alma.
a) Pero el “agua” que Cristo da, la vida espiritual, mana de las mismas profundidades de
nuestro ser, haciendo del alma no un aljibe, que contenga el agua vertida en él desde
fuera, sino una fuente (la palabra habría sido mejor traducida así, para distinguirla de
“pozo”, v. 11), que salta, brota, burbujea y fluye desde dentro de nosotros, siempre
fresca, siempre viva. La presencia del Espíritu Santo dentro del creyente, como el
Espíritu de Cristo, es el secreto de esta vida con sus energías constantes y satisfacciones,
como se dice expresamente (cap. 7:37-39). “Para siempre no tendrá sed”, entonces,
quiere decir sencillamente que tales almas tienen las provisiones en sí. Para vida
eterna—llevando los pensamientos arriba desde la frescura y vitalidad eternas de estas
aguas hasta el gran océano en el cual tienen su gran confluencia. “¡Que llegue yo allá!”
Conclusión: Solo Jesús tiene el agua de vida eterna, solo Jesús es la solución a la sed del
hombre. El agua que Él nos da es para vida eterna, cuando nosotros bebemos de esa agua
(significa que bebemos de Él) tendremos la vida eterna.