Entrevista
Post-entrevista
Tras despedir al paciente conviene que el psicólogo trate de completar las
notas que ha tomado, anote sus impresiones y formule un mapa conceptual
sobre los problemas que le han consultado.
Las hipótesis deberán comprobarse a través de
las técnicas de evaluación que serán aplicadas en siguientes sesiones a fin de
confirmar o rechazar dichas hipótesis.
SONDEO:
Objetivos:
1. Comenzar la entrevista.
2. Animar al paciente a revelar o elaborar información.
3. Demandar la expresión de los sentimientos u opiniones del paciente.
4. Promover ejemplos concretos sobre la conducta, las ideas o los
sentimientos del paciente, explicitando así las condiciones que inciden
sobre el problema.
AFIRMACIÓN DE LA CAPACIDAD:
Objetivos:
1. Animar al paciente a realizar algo en los casos en los que carece de
confianza o iniciativa.
2. Ampliar la conciencia del paciente respecto a sus capacidades o
habilidades.
3. Poner en primer plano la acción potencialmente beneficiosa para el
paciente.
CONFRONTACIÓN:
Objetivos:
1. Identificar las descalificaciones que emite el paciente de manera
habitual.
2. Explorar otras formas en que el paciente puede percibir una situación o
concepción de sí mismo.
INTERPRETACIÓN:
Objetivos:
1. Identificar y mostrar las relaciones implícitas entre los mensajes y la
conducta.
2. Ofrecer una explicación alternativa de la conducta del paciente.
3. Ampliar la autocomprensión del paciente cuando ésta le va a ayudar a
superar las dificultades.
INSTRUCCIONES:
Uno o más enunciados a través de los cuales el terapeuta pretende instruir,
dirigir o indicar al paciente, cómo debe de hacer algo.
Las instrucciones pueden estar dirigidas a algo que el paciente puede realizar
durante la entrevista o fuera de ella.
Objetivos:
1. Influir o ayudar al paciente para que se comporte de una manera
determinada.
2. Proporcionarle la información necesaria para que le sea posible adquirir,
mantener o eliminar una conducta concreta.
Importante: Comprobar que el paciente ha entendido las instrucciones. Se le
puede preguntar de manera directa o pidiéndole que las repita.
ENCUADRE:
Objetivos:
1. Motivar al paciente para que permanezca en la situación de entrevista o
en el tratamiento.
2. Ayudarle para que comprenda los objetivos generales y específicos del
tratamiento.
La motivación del paciente, su grado de compromiso y la evitación de los
sentimientos negativos durante la psicoterapia, dependen de sus expectativas
INFORMACIÓN:
Consiste en transmitir al paciente datos referidos a hechos, experiencias,
sucesos, alternativas o personas con objeto de:
1. Identificar alternativas.
2. Evaluar alternativas.
3. Disipar mitos.
La importancia de ésta técnica es mayor cuando se trata de niños perturbados,
pacientes que han permanecido mucho tiempo hospitalizados, etc., pues,
muchas de sus deficiencias provienen de la carencia de información.
CLARIFICACIÓN:
PARÁFRASIS:
Enunciado que repite, con palabras del terapeuta, el contenido cognitivo del
mensaje del paciente (deslindándolo de los aspectos emocionales).
Objetivos:
1. Ayudar al paciente a centrar su atención en el contenido conceptual de
su mensaje.
2. Destacar los contenidos cognitivos del mensaje, cuando se considera
prematura o inadecuada la atención directa sobre los sentimientos.
Su empleo se aconseja: Siempre que el terapeuta desee evitar que el paciente
se vea desbordado por la expresión de sus sentimientos.
REFLEJO:
Intervenciones en las que el terapeuta recoge la parte afectiva del mensaje del
paciente, incluyendo el tono emocional empleado por éste durante su emisión.
Funciones:
1. Animar al paciente a que exprese sus sentimientos Þ Refuerza la
expresión emocional.
2. Intensificar la experiencia del paciente respecto a sus propios
sentimientos.
3. Favorecer la toma de conciencia del cliente, en relación con la
naturaleza de los sentimientos que le dominan o son más frecuentes en él.
Es importante elaborar el enunciado seleccionando términos que aludan a los
sentimientos del paciente con la misma amplitud e igual profundidad que
la expresada por él. Resulta útil elaborar una escala semántica de términos con
valor afectivo o emocional, en función de 3 grandes categorías: odio, amor y
miedo.
La mayor dificultad que implica su uso es saber identificar el momento
adecuado para su empleo (antes de devolver a un paciente su propio estado
emocional es conveniente que el entrevistador se pregunta si le resultará
beneficioso o si agudizará su problema).
ATUROREVELACIÓN:
Objetivos:
INMEDIATEZ:
Objetivos:
1. Discutir con el paciente los sentimientos relativos a la interacción, que
hasta ese momento habían permanecido implícitos.
2. Proporcionar al paciente un feedback inmediato sobre un momento
concreto de la entrevista.
Funciones:
Sirve para desenmascarar los juegos con los que el paciente suele eludir
los conflictos.
Integración de los sentimientos que surgen en la relación terapéutica
(éstos sentimientos resultan peligrosos si inhiben, la comunicación y la
confianza).
Rogers, aconseja limitar su uso a casos críticos en los que de no hacerse,
acabaría por envenenar la interacción y por hacer inefectivo el tratamiento.
3.- El proceso empático con el paciente
Las tres características que todo psicoterapeuta debería tener a la hora de
relacionarse con un paciente son empatía, aceptación incondicional y
autenticidad.
Más allá de las técnicas psicológicas que se apliquen y del método que se siga,
la psicoterapia siempre implica una relación profunda con otra persona, un
vínculo que tiene un poder sanador en sí mismo.
De hecho, a lo largo de los últimos años se han realizado numerosos estudios
cuyo objetivo era evaluar la eficacia de los diferentes enfoques
psicoterapéuticos y la mayoría de ellos han llegado a la conclusión de que gran
parte del poder sanador de la psicoterapia radica en el vínculo que el psicólogo
establece con el paciente.
En realidad, este resultado no es sorprendente, ya que la psicoterapia es,
básicamente, un proceso en el cual el psicoterapeuta acompaña a la persona a
lo largo de un camino que le lleva a solucionar sus conflictos y desarrollar la
autonomía emocional. Cuando no se establece un vínculo adecuado, la
persona se sentirá insegura y el psicoterapeuta (y por lo tanto también el
paciente) no podrá avanzar en la terapia. Al contrario, cuando se establece un
vínculo sano que potencia la sensación de seguridad, el paciente se sentirá
aceptado, confiará en el psicoterapeuta y bajará las barreras defensivas.
3.1.- Más allá de la empatía: La sintonía
Las personas experimentamos una necesidad natural de relacionarnos con los
demás porque a través de estas interacciones nos construimos, adquirimos
determinadas habilidades y desarrollamos la imagen que tenemos de nosotros
mismos. Mediante estas relaciones establecemos vínculos afectivos, pero hay
ocasiones en que esos lazos no nos satisfacen, sino que generan sentimientos
de malestar y frustración. En esos casos, mientras peor sea la calidad de
nuestras relaciones, más necesidad de afecto tendremos; lo cual nos sumerge
en un círculo vicioso muy dañino que puede conducirnos a la dependencia
emocional.
El vínculo que se establece con el terapeuta rompe este círculo vicioso porque
proporciona la cantidad de protección, confianza y seguridad necesarios como
para que la persona desarrolle su autonomía emocional. Este vínculo se va
consolidando en cada sesión y se basa en la confianza mutua. No obstante,
para lograr este tipo de relación es imprescindible que el terapeuta sea capaz
de sintonizar con la persona.
La sintonía implica la existencia de la empatía, pero va un paso más allá. De
hecho, la capacidad de identificarse con las necesidades y sentimientos del
paciente no es suficiente en la psicoterapia, es necesario que el psicoterapeuta
o psicólogo sea capaz de comunicar esa empatía, no solo a través de las
palabras sino también mediante su lenguaje no verbal. Solo entonces tiene
lugar la sintonía, que no es más que la capacidad de unirse plenamente con el
paciente durante el tiempo que dure la terapia psicológica.
Cuando la sintonía se consolida, la persona puede llegar a conectar con
algunas partes de sí que daba por desaparecidas o que no expresaba por
miedo al rechazo. Una vez que el paciente se siente seguro y confía
plenamente en el psicoterapeuta, elimina las defensas y logra ventilar
emociones y/o experiencias que son importantes para el proceso de sanación.
3.2.- ¿Cómo se crea un vínculo sanador entre psicoterapeuta y paciente?
Cada persona demanda un tipo de interacción diferente, por lo que el secreto
para establecer una relación que conduzca a la resolución del problema radica
en saber adaptarse a las necesidades del paciente. No obstante, en sentido
general, el psicoterapeuta debe ser capaz de validar las experiencias,
pensamientos y emociones de la persona, haciéndole sentir que es plenamente
aceptado.
El psicoterapeuta no asume el rol del juez, sino que debe figurar como un
acompañante incondicional. Cuando la persona se siente aceptada, no solo
comienza a conectar con el terapeuta, sino que empieza a aceptar esos
deseos, necesidades y/o problemas que antes negaba. En este punto
comienza la verdadera resolución del conflicto.
Obviamente, el psicólogo o psicoterapeuta no se limita a ser empático y
sintonizar con el paciente, al ser alguien ajeno a la problemática, aporta una
visión más objetiva. Por tanto, el psicoterapeuta no solo conecta
emocionalmente con la persona sino que, a la misma vez, mantiene la distancia
necesaria para poder ayudarle. Siente empatía y comprende sus emociones,
pero aún así, no permite que estas le embarguen, por lo que puede reaccionar
de una manera más adaptativa e indicarle la vía más adecuada para resolver
sus problemas.
Muchos aspectos de las patologías de los pacientes se expresan en su forma
de relacionarse con el psicólogo. De hecho, la relación terapéutica paciente
terapeuta funciona como herramienta diagnóstica y también como herramienta
de curación
3.3.- La relación entre el psicólogo y el paciente: principales requisitos
Entendemos por relación terapéutica al vínculo de tipo profesional que se forja
entre terapeuta y paciente y que va dirigida a tratar uno o más aspectos o
problemas concretos que dificultan la calidad de vida del paciente o de su
entorno y que el primero quiere cambiar. Este relación debe estar basada
siempre en el respeto mútuo, y especialmente centrada en la figura del
paciente o usuario.
Si la relación terapéutica es positiva, se facilita la consecución de los resultados
independientemente de la técnica a emplear, el sujeto no se siente confundido
y comparte con facilidad sus pensamientos y emociones con el profesional y
promueve la disposición al cambio. Se busca generar un clima y un entorno en
que el paciente pueda sentirse protegido.
A nivel de terapeuta, es necesario manifestar cierto nivel de proximidad en la
que el sujeto pueda llegar a sentirse aceptado y escuchado. La presencia de
empatía y cordialidad en el profesional también ayudan. Asimismo la
autenticidad también es relevante: la capacidad de ser uno mismo y responder
de manera sincera a las preguntas que se generen en consulta.
Por último, cabe destacar la ausencia de juicio hacia el paciente, la escucha
activa, el interés por el otro y la búsqueda de su bienestar como elementos
básicos de esta relación.
Si esto es así es por un buen motivo: la relación entre ambas personas busca
que el paciente logre solventar una problemática que no se ve capaz de
resolver por sí mismo, y precisa de una ayuda profesional en la que el
psicólogo debe ser objetivo por tal de buscar una vía que permita lograr el
bienestar del paciente. Asimismo, una de las partes tiene toda la información
sobre la otra mientras que esta segunda no sabe prácticamente nada de la
otra.
Transferencia y contratransferencia:
Dos de los conceptos más famosos y a la vez más importantes en lo que
respecta a la relación entre psicólogo y paciente provienen del psicoanálisis,
siendo estos los términos transferencia y contratransferencia.
La transferencia hace referencia a la proyección por parte del paciente de los
patrones de comportamiento, crianza, afecto o deseo que sintió hacia otra
persona en la figura del terapeuta. Si bien la transferencia en sí es hasta cierto
punto positiva ya que permite exteriorizar dichas informaciones, lo cierto es que
llevado al extremo puede hacer llegar a pensar en la existencia de fuertes
sentimientos que no pueden verse correspondidos debido al tipo de relación
que ambas personas poseen. Dicho de otra manera, puede considerarse la
transferencia como el conjunto de reacciones que genera el terapeuta en el
paciente.
La transferencia es entendida como un elemento positivo que nos permite
trabajar diversas temáticas que de otro modo podrían no surgir.
Sin embargo hay que valorar que la transferencia también puede llevar a la
aparición de sentimientos excesivamente intensos hacia el terapeuta, hasta el
punto de surgir enamoramientos u odios. Estos deberán ser trabajados en
terapia.
Por otro lado podemos encontrar la contratransferencia, o el** conjunto de
emociones y sentimientos que el paciente puede llegar a despertar en el
terapeuta**. Aunque evidentemente va a aparecer cierta contratransferencia en
la mayoría de procesos terapéuticos, el profesional deberá ser capaz en primer
lugar de identificar estas emociones y posteriormente actuar de la manera más
objetiva posible, y en caso necesario debería derivar al paciente. Esta
contratransferencia suele ser valorada como negativa, puesto que limita la
objetividad del psicólogo y puede generar un efecto en la propia relación
terapéutica.