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La Entrevista Psicológica:

Técnicas directivas y no directivas,


el proceso empático con el paciente

1.- Definición de entrevista


La entrevista psicológica es una conversación directa y/o relación interpersonal
entre dos o más personas, con unos objetivos determinados, en la que alguien
solicita ayuda y otro la ofrece, lo que configura una diferencia explicita de roles
en los intervinientes. Estos roles marcan una relación asimétrica, puesto que
uno es el experto, el profesional, y otro es el que necesita de su ayuda.
La entrevista se caracteriza por ser una técnica previa al diagnóstico e incluso
previa a cualquier modalidad de intervención, imprescindible en el proceso
de evaluación por la cantidad de información y conocimiento personal que
aporta del sujeto en un breve espacio de tiempo. Se desarrolla a través de
una conversación con una finalidad, no se buscan solo datos precisos y
contrastados de los problemas, sino información acerca de como percibe el
propio sujeto el malestar por el que consulta. Esta información es por un lado
amplia y general y por otro especif́ ica y concreta, lo que convierte a
esta técnica en un instrumento insustituible de la evaluación.
La finalidad del psicólogo entrevistador es identificar y clarificar la demanda,
comprender los problemas y sentimientos del demandante, elaborar
las hipótesis pertinentes sobre la consulta, confirmarlas en sucesivas sesiones
o con otras técnicas a fin de proponer estrategias de resolución del conflicto o
de promoción de salud. En un prefijado espacio de tiempo y lugar se intenta
comprender y dar respuesta a las necesidades de la persona que demanda.
La entrevista cumple una serie de funciones. Tiene una función motivadora, al
establecer una relación que estimula y posibilita el cambio,
una función clarificadora, porque al exponer los problemas y ponerles nombre
permite que el sujeto se clarifique en su propia demanda, y
una función terapéutica, por verbalizar lo que preocupa y porque
el psicólogo ofrece alternativas y estrategias de cambio al paciente o un punto
de vista diferente que por sí mismo modifica la cognición del problema e
indirectamente la conducta que se pretende cambiar.

1.1.- Tipos de Entrevista Psicológica


Estructurada:
El entrevistador se ajusta a un guión preestablecido y generalmente
estandarizado a la hora de formular las preguntas. Dentro de esta existen dos
modalidades importantes: la entrevista mecanizada, en la que el paciente
se sitúa ante un ordenador para responder a las preguntas, y el cuestionario
guiado por el entrevistador, donde el paciente va respondiendo al interrogatorio
del examinador o contesta por sí mismo, pudiendo preguntar las dudas al
examinador.
Semiestructurada:
El entrevistador tiene un guión previo con cierto grado de libertad para
proponer cuestiones al momento durante la entrevista.
Libre:
El entrevistador permite hablar al entrevistado en función de sus propias
necesidades, formulando preguntas abiertas, de amplio espectro.
1.2.- Etapas de la Entrevista Psicológica
 Pre-entrevista
Los profesionales en su trabajo público o privado no reciben a un paciente
directamente, sino que existe algún otro profesional que recepciona la solicitud
de consulta del paciente. Cuando se recibe a un paciente se conoce de él al
menos el motivo de consulta y algún otro dato más. En los
servicios públicos existe personal especializado que toma nota de los datos
personales, del motivo de la consulta y del profesional que lo deriva si es el
caso.
Después esta persona llama al paciente para precisar la fecha y hora de
consulta asignada por el psicólogo. En los servicios privados el propio
profesional u otra persona atiende igualmente a las
llamadas telefónicas recogiendo los datos. Así en la preentrevista se
recoge información sobre:
Paciente: se anota quién llama, si es el propio paciente o alguna otra persona
̃ s y datos para contactar con él.
en su nombre, sus ano
Motivo de la consulta

 Entrevista

Primera fase de mutuo conocimiento:


Hay tres aspectos básicos en esta primera parte de la entrevista:
contacto fiś ico, saludos sociales y tentativas de conocimiento mutuo.
En esta fase se suceden los saludos y las presentaciones. Se aconseja que la
actitud acogedora, cálida y empática se cuiden con esmero, así como
la comunicación no verbal. El clima de confianza va a ser determinante y va a
condicionar el proceso de la entrevista. Tras el momento de saludos se toma
asiento y se indica al paciente cuál es el suyo. Se abre la entrevista clarificando
los objetivos de la misma, el tiempo que vamos a invertir y el conocimiento que
tenemos de su demanda.
Segunda fase de exploración e identificación del problema:
Esta fase es el cuerpo de la entrevista, en el que el consultante explica su
demanda, formula un problema y solicita una ayuda, por lo que el
evaluador deberá realizar un análisis de las demandas, quejas y metas.
El tiempo que transcurre desde que el paciente explica lo que le preocupa
hasta que el psicólogo clarifica e identifica la naturaleza e importancia del
problema y elabora las hipótesis pertinentes no es homogéneo, pero en general
una entrevista no suele durar más de 50 o 60 minutos, por lo que esta fase
suele ocupar alrededor de 40 minutos más o menos.
La actuación del entrevistador en este tiempo es la de observar, escuchar y
vivenciar la conducta del paciente, atendiendo a sus verbalizaciones, a
la comunicación no verbal, elaborando hipótesis y tratando de confirmarlas
progresivamente y a medida que avanza el proceso
de evaluación psicológica. Además utilizará estrategias comunicacionales a fin
de conseguir los objetivos.
Tercera fase despedida:
Los tres aspectos básicos de esta última parte de la entrevista son: encuadre o
plan de trabajo, nueva cita y despedida fiś ica. Conviene antes de despedirse,
clarificar con el paciente cuál va a ser el modo de trabajo que se va a realizar
en la próxima o próximas sesiones, horarios, coste económico… Esta fase final
es bastante diferente de unos pacientes a otros.

 Post-entrevista
Tras despedir al paciente conviene que el psicólogo trate de completar las
notas que ha tomado, anote sus impresiones y formule un mapa conceptual
sobre los problemas que le han consultado.
Las hipótesis deberán comprobarse a través de
las técnicas de evaluación que serán aplicadas en siguientes sesiones a fin de
confirmar o rechazar dichas hipótesis.

1.3.- Objetivos de la Entrevista Psicológica

́ n de algún modo en función del


Los objetivos de la entrevista inicial varia
modelo teórico del profesional, pero existe un acuerdo en considerar
que deberiá n tenerse en cuenta los siguientes:
- Guiar la entrevista al objetivo establecido. Establecer un buen rapport (clima
de confianza).
- Percibir al paciente tal y como es, atendiendo a sus conductas verbales y no
verbales y registra el grado de coherencia entre ambas.
- Contener la angustia y ansiedad del entrevistado.
- Escuchar.
- Obtener información, lo más exacta y válida posible, sobre el problema.
- Estimular la expresión verbal del paciente.
- Captar lo que el paciente está solicitando a través de sus problemas.
- Lograr una comprensión del problema, hacer insight con el problema del
consultante.
- Conocer las tentativas de solución que se han implementado hasta el
momento y los resultados obtenidos de las mismas.
- Establecer hipótesis diagnósticas en los términos que cada profesional
entienda en función de su marco teórico.
- Planificar el proceso de evaluación psicológica.
- Tras finalizar la entrevista, conviene que el profesional dedique un tiempo a
reflexionar y elaborar una representación gráfica o mapa conceptual que
estructure el caso y aporte una explicación y comprensión del mismo.

2.- Técnicas directivas y no directivas


Son técnicas verbales para obtener información del paciente en el proceso
terapéutico.

2.1.- TÉCNICAS DIRECTIVAS

Intervenciones verbales en las que el mensaje está organizado en función del


sistema de referencia del terapeuta, y no de acuerdo con el sistema de
referencia del paciente.

SONDEO:

Pregunta que se refiere directamente a los problemas del paciente.


Suele contener la partícula qué, cómo, cuándo, dónde o quién.
Adopta la modalidad abierta: ofrece al paciente la posibilidad de responder de
acuerdo con sus categorías y valores.

Objetivos:
1. Comenzar la entrevista.
2. Animar al paciente a revelar o elaborar información.
3. Demandar la expresión de los sentimientos u opiniones del paciente.
4. Promover ejemplos concretos sobre la conducta, las ideas o los
sentimientos del paciente, explicitando así las condiciones que inciden
sobre el problema.

Es la técnica privilegiada por el análisis funcional de la conducta, pero su


empleo se recomienda siempre que el objetivo fundamental sea identificar en
qué consiste el problema.

AFIRMACIÓN DE LA CAPACIDAD:

El entrevistador pone de manifiesto, a través de un enunciado verbal, la


capacidad habitual del paciente para realizar una actividad concreta.

Objetivos:
1. Animar al paciente a realizar algo en los casos en los que carece de
confianza o iniciativa.
2. Ampliar la conciencia del paciente respecto a sus capacidades o
habilidades.
3. Poner en primer plano la acción potencialmente beneficiosa para el
paciente.

CONFRONTACIÓN:

Intervención verbal, mediante la que el terapeuta describe algunas


discrepancias o distorsiones que aparecen en los mensajes y/o conductas del
paciente, mediante la descripción de la contradicción o incongruencia.

Objetivos:
1. Identificar las descalificaciones que emite el paciente de manera
habitual.
2. Explorar otras formas en que el paciente puede percibir una situación o
concepción de sí mismo.

INTERPRETACIÓN:

Emisión verbal en la que el terapeuta ofrece al cliente una forma distinta de


concebir el problema o una explicación de sus conductas y actitudes.
Se diferencia de otras técnicas de la entrevista en que recoge los aspectos
implícitos de los mensajes o conductas del paciente.

Objetivos:
1. Identificar y mostrar las relaciones implícitas entre los mensajes y la
conducta.
2. Ofrecer una explicación alternativa de la conducta del paciente.
3. Ampliar la autocomprensión del paciente cuando ésta le va a ayudar a
superar las dificultades.
INSTRUCCIONES:
Uno o más enunciados a través de los cuales el terapeuta pretende instruir,
dirigir o indicar al paciente, cómo debe de hacer algo.
Las instrucciones pueden estar dirigidas a algo que el paciente puede realizar
durante la entrevista o fuera de ella.

Su contenido puede referirse a las ideas, los sentimientos o a las conductas


observadas.

Objetivos:
1. Influir o ayudar al paciente para que se comporte de una manera
determinada.
2. Proporcionarle la información necesaria para que le sea posible adquirir,
mantener o eliminar una conducta concreta.
Importante: Comprobar que el paciente ha entendido las instrucciones. Se le
puede preguntar de manera directa o pidiéndole que las repita.

ENCUADRE:

Intervención con la que el entrevistador trata de predisponer al paciente para


que considere una situación o suceso desde una perspectiva determinada.

En la práctica los contenidos se restringen a la noción de psicoterapia y a las


etapas del proceso terapéutico.

Su tono ha de ser moderadamente optimista, pues se trata de expresar ideas


positivas respecto al cambio, a las posibilidades concretas que tiene el paciente
de cambiar o a la forma en que puede lograrlo.

Objetivos:
1. Motivar al paciente para que permanezca en la situación de entrevista o
en el tratamiento.
2. Ayudarle para que comprenda los objetivos generales y específicos del
tratamiento.
La motivación del paciente, su grado de compromiso y la evitación de los
sentimientos negativos durante la psicoterapia, dependen de sus expectativas

El terapeuta debe comprobar que el paciente ha comprendido su mensaje:


puede pedirle que describa sus expectativas en función del contenido del
encuadre.

INFORMACIÓN:
Consiste en transmitir al paciente datos referidos a hechos, experiencias,
sucesos, alternativas o personas con objeto de:

1. Identificar alternativas.
2. Evaluar alternativas.
3. Disipar mitos.
La importancia de ésta técnica es mayor cuando se trata de niños perturbados,
pacientes que han permanecido mucho tiempo hospitalizados, etc., pues,
muchas de sus deficiencias provienen de la carencia de información.

2.2.- TÉCNICAS NO DIRECTIVAS

Todas ellas denotan que el terapeuta está escuchando atentamente el discurso


del paciente, y que presta la debida atención al proceso de interacción que
mantiene con él.
Sus enunciados se construyen en función del sistema de referencia del
paciente.

CLARIFICACIÓN:

Pregunta que el entrevistador dirige al cliente para alcanzar alguno


de éstos objetivos:

1. Promover la elaboración que ha de realizar el paciente sobre los


contenidos de los que estaba hablando.
2. Comprobar que se han comprendido correctamente las palabras del
cliente.
La forma enunciativa consiste en una pregunta del tipo: "¿Quieres decir
que…?", o, "¿Lo que tratas de decirme es que…?".

La clarificación trata de hacer totalmente explícito el mensaje del paciente Þ Su


empleo se aconseja siempre que no estemos seguros de haber captado el
sentido del mensaje, y que deseemos evitar el riesgo de formular hipótesis
basadas en presuposiciones erróneas.

Su uso frecuente se aconseja durante las primeras entrevistas y cuando sea


necesario identificar un problema.

PARÁFRASIS:

Enunciado que repite, con palabras del terapeuta, el contenido cognitivo del
mensaje del paciente (deslindándolo de los aspectos emocionales).

Objetivos:
1. Ayudar al paciente a centrar su atención en el contenido conceptual de
su mensaje.
2. Destacar los contenidos cognitivos del mensaje, cuando se considera
prematura o inadecuada la atención directa sobre los sentimientos.
Su empleo se aconseja: Siempre que el terapeuta desee evitar que el paciente
se vea desbordado por la expresión de sus sentimientos.

REFLEJO:

Intervenciones en las que el terapeuta recoge la parte afectiva del mensaje del
paciente, incluyendo el tono emocional empleado por éste durante su emisión.

Funciones:
1. Animar al paciente a que exprese sus sentimientos Þ Refuerza la
expresión emocional.
2. Intensificar la experiencia del paciente respecto a sus propios
sentimientos.
3. Favorecer la toma de conciencia del cliente, en relación con la
naturaleza de los sentimientos que le dominan o son más frecuentes en él.
Es importante elaborar el enunciado seleccionando términos que aludan a los
sentimientos del paciente con la misma amplitud e igual profundidad que
la expresada por él. Resulta útil elaborar una escala semántica de términos con
valor afectivo o emocional, en función de 3 grandes categorías: odio, amor y
miedo.
La mayor dificultad que implica su uso es saber identificar el momento
adecuado para su empleo (antes de devolver a un paciente su propio estado
emocional es conveniente que el entrevistador se pregunta si le resultará
beneficioso o si agudizará su problema).

ATUROREVELACIÓN:

Enunciado a través del cual el terapeuta comunica al paciente, de manera


intencional, información sobre sí mismo. El contenido oscila de lo personal (no
íntimo) a lo más privado, y de los aspectos positivos a los negativos.

Objetivos:

1. Facilitar el establecimiento de un clima de interacción relajado, abierto y


propicio para la colaboración.
2. Favorecer que el paciente perciba al terapeuta como un ser humano,
reduciendo así la distancia que conlleva el rol del experto.
3. Incrementar el nivel de autorevelación del paciente (modelado).
4. Influir sobre las posibilidades de cambio conductual del paciente.
Restricciones para su empleo, según Cormier y Cormier:

INMEDIATEZ:

Observaciones y/o sentimientos concretos que experimenta el terapeuta en


relación consigo mismo, con el paciente y/o con los problemas de la relación
entre ambos, tal y como se presentan en el momento de realizar la
intervención.

Objetivos:
1. Discutir con el paciente los sentimientos relativos a la interacción, que
hasta ese momento habían permanecido implícitos.
2. Proporcionar al paciente un feedback inmediato sobre un momento
concreto de la entrevista.

Funciones:

 Sirve para desenmascarar los juegos con los que el paciente suele eludir
los conflictos.
 Integración de los sentimientos que surgen en la relación terapéutica
(éstos sentimientos resultan peligrosos si inhiben, la comunicación y la
confianza).
Rogers, aconseja limitar su uso a casos críticos en los que de no hacerse,
acabaría por envenenar la interacción y por hacer inefectivo el tratamiento.
3.- El proceso empático con el paciente
Las tres características que todo psicoterapeuta debería tener a la hora de
relacionarse con un paciente son empatía, aceptación incondicional y
autenticidad.
Más allá de las técnicas psicológicas que se apliquen y del método que se siga,
la psicoterapia siempre implica una relación profunda con otra persona, un
vínculo que tiene un poder sanador en sí mismo.
De hecho, a lo largo de los últimos años se han realizado numerosos estudios
cuyo objetivo era evaluar la eficacia de los diferentes enfoques
psicoterapéuticos y la mayoría de ellos han llegado a la conclusión de que gran
parte del poder sanador de la psicoterapia radica en el vínculo que el psicólogo
establece con el paciente.
En realidad, este resultado no es sorprendente, ya que la psicoterapia es,
básicamente, un proceso en el cual el psicoterapeuta acompaña a la persona a
lo largo de un camino que le lleva a solucionar sus conflictos y desarrollar la
autonomía emocional. Cuando no se establece un vínculo adecuado, la
persona se sentirá insegura y el psicoterapeuta (y por lo tanto también el
paciente) no podrá avanzar en la terapia. Al contrario, cuando se establece un
vínculo sano que potencia la sensación de seguridad, el paciente se sentirá
aceptado, confiará en el psicoterapeuta y bajará las barreras defensivas.
3.1.- Más allá de la empatía: La sintonía
Las personas experimentamos una necesidad natural de relacionarnos con los
demás porque a través de estas interacciones nos construimos, adquirimos
determinadas habilidades y desarrollamos la imagen que tenemos de nosotros
mismos. Mediante estas relaciones establecemos vínculos afectivos, pero hay
ocasiones en que esos lazos no nos satisfacen, sino que generan sentimientos
de malestar y frustración. En esos casos, mientras peor sea la calidad de
nuestras relaciones, más necesidad de afecto tendremos; lo cual nos sumerge
en un círculo vicioso muy dañino que puede conducirnos a la dependencia
emocional.
El vínculo que se establece con el terapeuta rompe este círculo vicioso porque
proporciona la cantidad de protección, confianza y seguridad necesarios como
para que la persona desarrolle su autonomía emocional. Este vínculo se va
consolidando en cada sesión y se basa en la confianza mutua. No obstante,
para lograr este tipo de relación es imprescindible que el terapeuta sea capaz
de sintonizar con la persona.
La sintonía implica la existencia de la empatía, pero va un paso más allá. De
hecho, la capacidad de identificarse con las necesidades y sentimientos del
paciente no es suficiente en la psicoterapia, es necesario que el psicoterapeuta
o psicólogo sea capaz de comunicar esa empatía, no solo a través de las
palabras sino también mediante su lenguaje no verbal. Solo entonces tiene
lugar la sintonía, que no es más que la capacidad de unirse plenamente con el
paciente durante el tiempo que dure la terapia psicológica.
Cuando la sintonía se consolida, la persona puede llegar a conectar con
algunas partes de sí que daba por desaparecidas o que no expresaba por
miedo al rechazo. Una vez que el paciente se siente seguro y confía
plenamente en el psicoterapeuta, elimina las defensas y logra ventilar
emociones y/o experiencias que son importantes para el proceso de sanación.
3.2.- ¿Cómo se crea un vínculo sanador entre psicoterapeuta y paciente?
Cada persona demanda un tipo de interacción diferente, por lo que el secreto
para establecer una relación que conduzca a la resolución del problema radica
en saber adaptarse a las necesidades del paciente. No obstante, en sentido
general, el psicoterapeuta debe ser capaz de validar las experiencias,
pensamientos y emociones de la persona, haciéndole sentir que es plenamente
aceptado.
El psicoterapeuta no asume el rol del juez, sino que debe figurar como un
acompañante incondicional. Cuando la persona se siente aceptada, no solo
comienza a conectar con el terapeuta, sino que empieza a aceptar esos
deseos, necesidades y/o problemas que antes negaba. En este punto
comienza la verdadera resolución del conflicto.
Obviamente, el psicólogo o psicoterapeuta no se limita a ser empático y
sintonizar con el paciente, al ser alguien ajeno a la problemática, aporta una
visión más objetiva. Por tanto, el psicoterapeuta no solo conecta
emocionalmente con la persona sino que, a la misma vez, mantiene la distancia
necesaria para poder ayudarle. Siente empatía y comprende sus emociones,
pero aún así, no permite que estas le embarguen, por lo que puede reaccionar
de una manera más adaptativa e indicarle la vía más adecuada para resolver
sus problemas.
Muchos aspectos de las patologías de los pacientes se expresan en su forma
de relacionarse con el psicólogo. De hecho, la relación terapéutica paciente
terapeuta funciona como herramienta diagnóstica y también como herramienta
de curación
3.3.- La relación entre el psicólogo y el paciente: principales requisitos
Entendemos por relación terapéutica al vínculo de tipo profesional que se forja
entre terapeuta y paciente y que va dirigida a tratar uno o más aspectos o
problemas concretos que dificultan la calidad de vida del paciente o de su
entorno y que el primero quiere cambiar. Este relación debe estar basada
siempre en el respeto mútuo, y especialmente centrada en la figura del
paciente o usuario.
Si la relación terapéutica es positiva, se facilita la consecución de los resultados
independientemente de la técnica a emplear, el sujeto no se siente confundido
y comparte con facilidad sus pensamientos y emociones con el profesional y
promueve la disposición al cambio. Se busca generar un clima y un entorno en
que el paciente pueda sentirse protegido.
A nivel de terapeuta, es necesario manifestar cierto nivel de proximidad en la
que el sujeto pueda llegar a sentirse aceptado y escuchado. La presencia de
empatía y cordialidad en el profesional también ayudan. Asimismo la
autenticidad también es relevante: la capacidad de ser uno mismo y responder
de manera sincera a las preguntas que se generen en consulta.
Por último, cabe destacar la ausencia de juicio hacia el paciente, la escucha
activa, el interés por el otro y la búsqueda de su bienestar como elementos
básicos de esta relación.

Una ayuda profesional:


Hay que tener en cuenta una cosa: un psicólogo es un profesional que está
ofreciendo un servicio y que está cobrando por ello. Ello implica que estamos
en medio de una relación de tipo profesional, en la que si bien es inevitable y
es deseable que aparezca cierta vinculación o incluso afecto no debemos
confundir dicho vínculo con otro tipo de relaciones. Así, la relación entre
psicólogo y paciente no es ni de amistad ni de otro tipo que no sea profesional.

Si esto es así es por un buen motivo: la relación entre ambas personas busca
que el paciente logre solventar una problemática que no se ve capaz de
resolver por sí mismo, y precisa de una ayuda profesional en la que el
psicólogo debe ser objetivo por tal de buscar una vía que permita lograr el
bienestar del paciente. Asimismo, una de las partes tiene toda la información
sobre la otra mientras que esta segunda no sabe prácticamente nada de la
otra.
Transferencia y contratransferencia:
Dos de los conceptos más famosos y a la vez más importantes en lo que
respecta a la relación entre psicólogo y paciente provienen del psicoanálisis,
siendo estos los términos transferencia y contratransferencia.
La transferencia hace referencia a la proyección por parte del paciente de los
patrones de comportamiento, crianza, afecto o deseo que sintió hacia otra
persona en la figura del terapeuta. Si bien la transferencia en sí es hasta cierto
punto positiva ya que permite exteriorizar dichas informaciones, lo cierto es que
llevado al extremo puede hacer llegar a pensar en la existencia de fuertes
sentimientos que no pueden verse correspondidos debido al tipo de relación
que ambas personas poseen. Dicho de otra manera, puede considerarse la
transferencia como el conjunto de reacciones que genera el terapeuta en el
paciente.
La transferencia es entendida como un elemento positivo que nos permite
trabajar diversas temáticas que de otro modo podrían no surgir.
Sin embargo hay que valorar que la transferencia también puede llevar a la
aparición de sentimientos excesivamente intensos hacia el terapeuta, hasta el
punto de surgir enamoramientos u odios. Estos deberán ser trabajados en
terapia.
Por otro lado podemos encontrar la contratransferencia, o el** conjunto de
emociones y sentimientos que el paciente puede llegar a despertar en el
terapeuta**. Aunque evidentemente va a aparecer cierta contratransferencia en
la mayoría de procesos terapéuticos, el profesional deberá ser capaz en primer
lugar de identificar estas emociones y posteriormente actuar de la manera más
objetiva posible, y en caso necesario debería derivar al paciente. Esta
contratransferencia suele ser valorada como negativa, puesto que limita la
objetividad del psicólogo y puede generar un efecto en la propia relación
terapéutica.

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