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IHSTOHlA DE I, A ~T(Sl C,\

L' na ll i stori ~ de la .\hh,ira ctJ doee lll lleuoo vol•ín tcttes. obra cada u11o de ello:; dr
5 HlSTORIA DE LA _\tfÚSICA
1111 especialistA di,t into. ,., .sin dudn u11a no,·Niad eH el panorama de lo., esrudio.s
nnbicales. Y nucvn y m·i!(i Hal qu iere :>ci· In r:.tructur<J de l<J obr11 por la particula r
atención prc, tüda a los lwchos históricos. polítiL"o~. socia le~' art ístico.; quf' rnlllar-
/Ju ren=o Bianconi
cnn Pi hecho musical ' In figu ra de s u' prowgon istas. l ~a dr•cisiótt de publicar ct•
u11 ap~ud i ce una atJtolo¡!Í'l de tt.'xlO, , obre tcnub mu,icalf's rdat ivos 11 la época
tratada es indicativa dr la perspecti vo desde la que"" pla ntea esta obra.
EL SIGLO X Vl r
Aunque esta l listoria po"N' 1111 wráctrr informati,·o y d idácrico. 110 por dio q uiere
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n·nun<·inr a una fnncitlll más anÜ.>iciooa : In de ofrecf'r UJI iJbtnuHcnto qur 110 ,e
li 111ite a enllntcrar datoo o a exponer e,qut·nws culturalf's ~-a ,uprrudo, . oino que
orpa indagar r u lo q ue de má:; ,.i,•o cx.i:;ll' r n todo acont rrimit•tll o artístico.

I ~ L. SICLO XVII ..
lAte ,·olu mrn f'o iÚ dt•d icado al ~xa t n c n Je 1111 siglo c11 f'l qu r ~c-.producl' 111111 prú-
funda crisis <·11la hi,toria de la músi('a curopr·a . .Los rlcntrnto; dr cout inuidad con
d pa oarlo S!' ÍJJlerficn'n y supcrponeu con nm·pdnd ~;; radicale; . Se rx t i ngu~n n·adi-
cioucs lllii>Ícalrs mu~· auti!:!llas ,- >C erran otras (•'luc rcspoa df'n a funciones SOL'iuleo
dil'rrcutt·•) al tirrnpo qur ,r productn ruultitud df' •·pi,odios eñJJ.H'l'Oo. a unque ~i ¡(­
nificat ivunwntr YinculMio' ('O JJ los 11<·om cci 11lirntos idenl<;ígil:os e lt ist<Íricos d<'l
siglo. E l madrigal polifónico a lrnnza rou ;\ lomevrn li u;1 .1:-'Ta.do df' sofioticación
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art ístie¡¡ sr llJL'janÚ a l de la po~,ía couccpt unl de .Ylar ino' autl'> dr C<'der ou puesto
a la Jlll l'\ll e:;t ructu rn cou<·crtanlt' dr la rompo.si<:ión musiqd . .\ lirnrra, !u l!(IPsia de
la C:ontrarrefonna. 11 mi tnd dr ca niino l'ntn• m(toicn litúrgica ~- práetica.s de dt•,·o-
ciún. til'ne qtw c n fr~ ntarsr coJJ muir idud dP c o l ilos lu•tl'rog~nro,;. la u11Ísica a le-
JJJI\11a uknnza. gra('ias al lmeruno Schütt.. u11a nta durcz llrtíst ica ¡1ue tf'nd rú tUl
tnrdío ~ magnífico·rcfiPjo eu la,. figuras d" Lully ~- l'urcr·ll. Por últiH1o. a tuediados.
d c siglo sr asiste a l11 propagación. sorpr<·ndnli L'J llC'HI!' rápida " 11·naz (~11 lm lia
primero " múo wn lf'. bajo formas diversw•. ru toda E n ropa) de una no' edad de
incalculable alca11rr artíotico ,. histórico: f' i teatro dP ópera.

E L ,\CTQR
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Loren zo Flia tlt'OI1i nnció en .VIittu;,io (S niz:t) t·n 19-tú. Doctor por la l nivProirlad' de
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J k idellwnr. ha rrnhajado en los Institut o> Cn iwr.,it ar io;; de .\l usicologín : LÍe
Pnlernw, ~·o1110 im't'>l i¡.mdor ( 197:~) . ~· Prin<:eton. <'OJJJO doccntr (1977) . a~f ¿pj'uo .
rll d lstit uro Storit·o Crrmanico dr Hot JJa y ('JJ el Centro 'f,·dc·sco di St ndi
\'1' 11 czi :~n i . lksde 19?7 rs prol'f',Or ('11 l11 [nÍ\'t'roidad dr llolonia. ,. drsdf' 1980: f'<~- •
trdrático de la Fundt~d dt ,\ lap:i>tt'rio df' Arezzo. L),sdt• 1973 u 1979 trabajó ('ll i'a •.
Rirista ltalia11U di .1/usicologia. y actualmente rootpmw la din·ccióu de los S tudi 1
e /psti jJf'l' la .Horia del/a mu.sica ,. df' los .11ortllllll'llfi IIIUsicali italiw1i.

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U.CONAClJLTA < 0\SI·..IO \ \L IO\ \l. 1'\H \ l.\ C.l I.Tl H \ \ L \~ \HTEs
PLAN D I~ LA OBRA HISTORIA DE LA MlJSICA
a mrgo de lo Sociedad /t aliona de !llusicologío

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l A! 1111Ísicu en la culturo p;riep;u )' 1'01/talla, d1• Ciovnnn i Conwtl i

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Tonw :~ Lorenzo Bianconi


/} nwdíoe/'0. SPgunda pmt1•. di' F. Alhrno Callo

' lhnw -+ EL SIGLO XVII


/Jo ¡>poi'!! del 1/umlliiÍslliU y del Uer/1/rtllliento, de C.: land io Call iw

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El siglo 1'1 11. de· Lort>nzo Bi a 11cull i

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Edici<Ín cspaíioJa
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1:1 s1~lo \II. Pri111r ra pa rl \'. d<' lknat o Di Bl'll<'dl·tto
coordina da y rcvi1;a da por
Andrés Ruiz 1'am::::of/a
Tonw 9
h'l siglo .\I\. Sl'¡!lltllla ptll'lc', d1· Claudio Cns in i
Traducido por
l l illlO 1o Oaniel Zimbo.ldo
U s<y:fo .1.1. Prinwra 1>< 1rt'·· dt· C t1id o S,dvr tti

Tont o 11
o Sl~lu .\'.\. s,.~lllld/1 pa rl l'. dc' Cianfmnco \ 'ina\'

Tolllo 1:2
f} .víg lu rr. ' lh !'Pnt ll<lrlt•, de Andrl'a La liZa

1). C .1·: . / Tl B \ ¡.: B l.lll llOS


CO\'S E.IO \ ,\ CI0\ .\ 1. 1'.\B ·\ 1..\ Cl I.Tl iB,\ \' l. \S \ BTI·:S
INDICE

Págs.
Presentación de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Palabras previas a la edición española. ..... .... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIII
Nota del autor .................................. ...... .. . ...................... · XVII

I. EL COMIENZO DEL SIGLO

l. El Madrigal en el siglo XVII. ....... ..... .... . ................ . 3


2. Giovan Battista Marino y la poesía para música ....... -.. 8
. . h F \) T: (:('san· Dapitoo. 3. La música para voz sola .......... ...... ......... ....... .. .... .
. , . I' I'Z 1' 11 \taha 1"" ' .. . 15
l'llhl i··ado por 1'" 11111 ' " • • . 1 1\' . JI s.·ircll/0
4. Claudio Monteverdi, hasta 1620... .............. ..... ...... .
. ~-, {¡riu (/,·1/u "" '"'~'~'· 'o .
• 1O."
COII (' 1 11\lt . 21
5. La <<crisis .. del siglo xvu ................ ..... ............. ... . 27
© I !Jí\2 1-~ - D. T. IJ)IZI0:\1 di ' lé•ritoo 6. <<Concierto»....... .... ............. .. ........... .. .............. . 31
7. Claudio Monteverdi después de 1620 ......... ...... . · · · · · · 34
' . , ... .· . II)'II'H 1ll ( ..u l\111• .<1 ¡.¡,
1• . ' . •.\rh·s
( ',¡H•dirit'HI: ( (llt~l'jO ¡ ~111\IHI.l
'. .. (' , ,,.,..,¡ .¡,. ¡> 11 \Jiinll'llllll'~
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DII '(•(.'C'IOII ,( 1 '


Tunu·r Li\Jro,. S. \ . Il. PROBLEMAS DEL SIGLO XVII MUSICAL

.. . . ' \ ¡ <)t)l)
8. Clasificación de los estilos ................... ................ . 45
\). B.© lnn H'r L1h 11 " · S . · .. 9. Ciencia y teoría musical.. ................ .. ................. .. 51
10: Teoría y práctica .. ........ .. .................................. .. 56
- () ( ' )· "-+-7;)()(>- \Bl-h (T. \')
~ -()( l h> () (
ISB'\: Tunwr:l-+-.·> >- .- ·(O'•.( o')· 'l~0-11\-:Ih:\2-0 ('1'- \'), 11. Publicidad de la música ............................. .......... . 63
' CouandiH <)"70- 1g.:l(,?? - -t · '· . .
12. Editorial y coleccionismo ..................................... . 70
13. Condición social del músico.............. ........ ............ . 77
Dqoú,;it o IP¡ral: \ 1·-+ 1·(' l'''-1'1()'1
'- 14. Música instrumental y música de danzas ................ .. 85
('\ On·m ,. 11 S. \.. ¡> 11 lí~o11o l;r"''"
l lll¡>l'f''ll o•ll ·~ "',H'.: 1' 1
P<ll'::\1"11 (' \los 1 1' , Hl o\11 '
(·~ l·¡;lrid)
. •
VII
Págs.

III. LA MUSICA DE IGLESIA


15. La música en la liturgia católica....... ....... ............... . 101
16. Músicas devocionales católicas ..... .......... .... ... .... · · .. 114
17. La música luterana: Heinrich Schütz ................... · · · · 125
18. Música sacra de Estado: Francia e Inglaterra ......... ··· 137

IV. EL TEATRO DE OPERA


19. Historiografía del teatro de ópera ... .................... ···· 151
20. La ópera antes de 1637 ...... .. ................... ........ · ... 158
21. Los teatros de ópera de Venecia ......................... ··· 167 PRESENTACION DE LA OBRA
22. La difusión de la ópera en Italia .... . .................... · .. · 175
23. Convenciones formales y dramatúrgicas. El lamento . · · 188 Ante esta obra el lector, como Hércules en la encrucijada, quizá se pre-
24. La ópera en Jos países alemanes: Viena y Hamburgo. · · 202 gunte: ¿otra Historia de la Música? O bien: ¿finalmente una Historia de la
25. La .. Tragedie lyrique»: Jean-Baptiste Lully .............. . 216 Música? En tomo a este doble interrogante gira el parecer sobre la activi-
26. Músicas teatrales en Inglaterra y en España .......... · · · 229 dad emprendida por la Societa Italiana di Musicología (Sociedad Italiana de
Musicología). ¿Se trata acaso de repetir una perorata conocida con el fin de
Lecturas ....................................................................... . 239 incrementar, con un nuevo producto inútil y superfluo, el mercado del papel
301 impreso? ¿O bien se trata de un discurso animado por la presunción de de-
Bibliografía ............ .. · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ber y poder hacer algo para modificar una realidad que a veces nos parece
Indice de nombres .............................. ....... ...................... . 309 incluso humillante? No vamos a ser nosotros quienes pronunciemos la últi-
ma palabra en el debate que aquí se ha abierto; serán los lectores, es decir,
los consumidores de este «bien», quienes nos dirán implícita o explícitamen-
te si valía la pena llevar adelante la operación en estos términos, pero ten-
gamos en cuenta, en primer lugar, que esta operación ha sido no sólo pro-
puesta, sino impuesta como moción de orden por la Asamblea de Socios (Bu-
Jonia, 1975), conscientes de que la falta de instrumentos didácticos adecua-
dos constituye la causa primera del atraso musical de Italia. A nosotros nos
queda un último deber (que en realidad se identifica con el primero, el nús-
mo que nos empujó a realizar una idea que cultivábamos desde hace tanto
tiempo): explicar por qué se puso en marcha esta Historia de la Música.
La situación, precaria desde hace mucho tiempo, en la que se debate la
escuela italiana a todos los niveles; la ya mencionada ignorancia del fenó-
meno musical como portador de ideas; el rechazo generalizado a acercarse
al libro de asunto musical, al que se considera instrumento inútil o pleonás-
tico, que puede sustituirse fácilmente por la propia música .(la cual, así, se
ve privada de su apoyatura cultural natural); la falta de una educación his-
tórica adecuada y, por el contrario, la insist encia en proponer una historia
musical que no tiene en cuenta s u relación con el mundo circundante, que
se agota en listas insignificantes de nombres y cosas, que reduce la noción
a barómetro de la historia y no hace ningún esfuerzo para justificar de ma-
nera lógica la aparición de ésta, que desde hace demasiado tiempo organiza

IX
perezosamente la materia en contenedores prefabricados sin dar cabida a la i~perialista) de la cultura, que se resiste a morir. Pero aquí debemos jus-
variedad y a la dialéctica. Estos son algunos de los por qués de esta Histo- tifi~ una aparente contradicción, es decir, por qué en un panorama con-
ria, que hemos querido llevar adelante de acuerdo con un patrón concreto, cebtdo de esta manera no había lugar, en rigor de términos, para la música
que resultase útil, informativo y -naturalmente- formativo, y que tuviese griega. Sin embargo, si lo que se deseaba en realidad era situar de nuevo
en cuenta, de alguna manera, a todos los componentes históricos y ambien- la historia de la música en el contexto vivo de la sociedad y de la cultura
tales, que la mayoría de las veces se omiten en las historias musicales ha- europeas, no podíamos dejar a un lado el papel de la herencia greco-romana
bituales. Una historia para los «estudiantes,, en suma, entendiendo por es- en el desarrollo de esta sociedad y de esta cultura, y si es verdad que el
tudiante todo aquel que desee (o deba) acercarse a la historia musical para p~oces~ de reapropiación y reelaboración, siempre renovado, de esa heren-
comprobar su importancia y valorar su peso en el mundo de la cultura y del cta ha stdo uno de los ejes de su desarrollo, también es verdad que en este
arte. desarrollo participaron con frecuencia, en primera persona, precisamente
Debemos confesar que tuvimos grandes quebraderos de cabeza cuando, los músicos, como activos «operadores culturales» en el seno de la socie-
una vez hubimos llegado a un acuerdo con el editor (al que nunca agrade- dad (pr~eba de ello es el mito _recurrente de la música griega, siempre que
ceremos bastante la valentía demostrada al dar comienzo a su camino edi- se tr~to de tomar nuevos cammos). De aquí la decisión (el compromiso, si
torial precisamente con la cultura musical), intentamos subdividir la mate- se qutere) de anteponer al conjunto de la Historia de la Música un volumen
ria dar un contenido a cada uno de los volúmenes, proporcionar un proyec- de introducción que dibujase de nuevo una imagen objetiva, no mítica, de
to 'de metodología que no volviese a calcar pasivamente otros modelos, qui- esa cultura greco-romana que veía en la música una de sus nervaduras fun-
zá incluso ilustres, pero que se habían convertido ya en algo inerte Y árido. damentales. Hemos hecho otra excepción, en este caso al final de nuestro
Quienes emprendieron esta tarea tenían en común dos presupuestos fun- itinerario, respecto del jazz: justificador por la necesidad de ofrecer un tra-
damentales (y en la fidelidad a éstos hay que situar el elemento unificador tamiento orgánico de la cultura musical americana.
de una obra que, por otro lado, se presenta rica en puntos de vista, tantos Para dar una. mayor concreción a la exposición de los hechos, y para po-
por lo menos cuantos son los volúmenes en los que se articula). El primer der co~ocer me¡or la_ realidad de la época examinada, hemos creído opor-
presupuesto era derribar los muros de la ciudadela de la especialización, en tuno e mdtspensable mcluir, como complemento, en cada volumen, un bre-
la que esta disciplina ha quedado encerrada hasta hoy día, por lo que la his- ve pero significativo cuerpo de documentos contemporáneos, no necesaria-
toria de la músic;:. se ha concebido de manera determinista, como abstracta mente los más importantes, sino los que podían servir mejor para ilustrar
evolución de formas, géneros y estilos o, de manera idealista, como gale- un momento determinado de la exposición del autor. Y, pensando en que la
ría, también abstracta, de «personalidades» con fin en sí mismas. Derribar obra debía tener una fmalidad eminentemente práctica, y por lo tanto didác-
esos muros, buscar los nexos que unen íntimamente los fenómenos musi- tica Ypropedéutica, se ha intentado que la exposición fuese, sobre todo, sen-
cales con la multiforme realidad de su tiempo, mostrar cómo éstos contri- cilla, aligerándola de notas y citas bibliográficas. Asimismo, y tan sólo para
buyen también a fonnar esa realidad: tal ha sido la meta hacia la que han no faltar al principio que considera a la bibliografía fuente real del proceso
tendido los autores, aun cuando cada uno tuviese sus propios criterios Ymé- histórico, se ha añadido al final una nota bibliográfica básica. Incluso el lec-
todos y, por lo tanto, obtuviese resultados diferentes, de acuerdo con su tor menos avisado podrá constatar que, en realidad, tales notas bibliográfi-
actitudes, predisposiciones y orientaciones personales, y también con las so- cas, :n las que predominan aplast~ntemente los textos en alemán, inglés y
luciones particulares y diferentes que la materia iba imponiendo en cada trances, son la prueba en contrano de la necesidad de iniciar en Italia un
caso. discurso de historia musical que pueda constituir la base para sucesivos in-
El segundo presupuesto era que el tratamiento de la obra tenía que per- tentos didácticos a un nivel aceptable.
manecer dentro del ámbito cronológico y geográfico propio de la historia de Corresponde a los lectores la decisión última respecto a la posibilidad de
la música, concebida como disciplina específica: es decir, tenía que perma- realizar los mencionados «intentos sucesivos»; si por fin se llega a un con-
necer dentro de los lúnites de la música europea y a cuento de ella emigró s~nso, Y si lo permiten los tiempos, emprenderemos esta nueva tarea, te-
y echó raíces al otro lado del Atlántico. Queda implícito, en esta toma de ruendo en cuenta en esta ocasión los aspectos más concretos de la historia
postura, el rechazo del plan historiográfico tradicional, que incluye también musical: desde la etnología (que habríamos querido incluir en el plano •his-
materias - la música de las civilizaciones europeas antiguas y de las orien- tórico», si no hubiésemos temido quemar demasiado de prisa un abundan-
tales- que pertenecen más bien al campo de la llamada musicología com- tfsimo patrimonio merecedor de una atención muy particular) a la acústica
parada; las incluye, pero al mismo tiempo las relega a una situación subal- d~ la estética a la psicología, de la organología a la notación, dé la praxi~
terna y marginal, revelando así una concesión eurocéntrica (por no decir e¡ecutiva a la exposición razonada de las fuentes, de la liturgia a la sociolo-

X XI
gía, de la gramática y sintaxis del lenguaje musical al estudio de la teóricas
y de los sistemas musicales, incluidos los extraeuropeos; de las cronologías
comparadas a los «anales» de la historia musical, y así hasta llegar a las mo-
nografías especializadas en formas y géneros, países y civilizaciones, músi-
cos y corrientes poéticas, escuelas e instituciones. Y en la ilusión del s ueño
nos parece estar tocando ya con nuestras manos algo de ese proyecto, des-
de el momento en que -aunque sólo sea esto- nuestra Historia de la Mú-
sica es ya una realidad, una realidad que expone al lector dubitativo el últi-
mo y más importante de los porqués que nos han llevado por este camino:
el de la esperanza en un futuro más al tanto de las virtudes del lenguaje
musical.
Alberto Basso
PALABRAS PREVIAS A LA EDICION ESPAÑOLA
Presidente de la Socicta Italiana di Musicologia
La lectura de la Historia de la música, elaborada por la Sociedad Italiana
de Musicología, lectura detenida por razones obvias, ha sido para nosotros
una experiencia apasionante y en alto grado provechosa. Nos habíamos acos-
tumbrado a leer un tipo de «Historias•• trazadas por musicógrafos más o me-
nos ilustres, a veces con la mejor voluntad del mundo, pero casi siempre
carentes de seriedad metodológica y, sobre todo, de rigor científico.
Y sin duda, e sto de ahora era «otra cosa».
En nuestro siglo se ha incrementado de forma espectacular la investiga-
ción sistemática y la interpretación y estudio directo de las fuentes y de los
viejos tratados de música.
Acerca del canto gregoriano y la polifonía medieval y renacentista, pa-
sando por el concierto, la ópera, el oratorio, la sonata, el lied, la sinfonía,
la música de cámara, el ballet, la música sacra, hasta las grafías contempo-
ráneas o las nuevas posibilidades de los instrumentos tradicionales en nues-
tros días, el número de publicaciones y estudios especializados, de carácter
general o analítico, es enorme e n la actualidad.
A través de muy variados esfuerzos y descubrimientos, la historiografía
del siglo XX ha dado un importantísimo salto hacia adelante, comenzando por
el rechazo de la concepción del fenómeno musical en términos evolutivos.
Conceder la misma importancia a todas las épocas de la historia música!, con-
siderar la música e n el contexto cultural, económico y social de cada etapa,
son conquistas de nuestro tie mpo.
La Sociedad Italiana de Musicología, presidida por el insigne bachiano Al-
berto Basso (autor aquí de un insuperable volumen sobre la época de Bach
y de Haendel), ha incorporado todo ese progreso con perfección inusitada,
porque, además de una justa historia de las formas musicales, es un pene-
trante tratado sobre la estética y el lenguaje musical. Diez volúmenes (el
primero y el último divididos en dos partes), preparados por doce ilustres
musicólogos italianos, cubren con la mayor amplitud --dentro de la breve-
dad de unos libros casi de bolsillo, cuyos destinatarios han de ser mayori-

XII XIII
tariamente profesores' y alumnos de academias, institutos, conservatorios bretos de ópera, podía dar lugar a una innecesaria traducción de los mis-
y universidades- las principales etapas de la historia de la música oc- mos, la cual en algunvs casos se ha incluido para ayudar al lector a captar
cidental. el séntido de la pieza, pero respetando siempre el más orientativo (a efec-
Es sintomático que los tres primeros tomos tengan como objeto la mú- tos de localización) original italiano.
sica en la cultura griega y romana y durante la Edad Media, pues ello nos En este sentido he de agradecer la buena disposición del magnífico equi-
parece indicativo de hasta qué punto esta historia quiere insertar lo musical po de traductores, que ha luchado a veces con textos muy complejos en lo
en las raíces mismas de la cultura europea. conceptual y en lo terminológico.
Pero también los tres tomos dedicados a estudiar el siglo XX con el ma- Nada más, s ino expresar la convicción sincera de que nos hallamos ante
yor detalle ejemplifican un poco común deseo de hacer justicia a los com- una historia modelo de concisión y equilibrio. Nos parece que por su ampli-
positores y corrientes de nuestro tiempo, no cual simple apéndice que de tud comprensiva de todos los aspectos del hecho musical y el lúcido enfo-
mala gana nos vemos obligados a incluir, sino como una parcela de enorme que de cada uno de ellos tardará en encontrar rival en nuestro mercado.
peso específico dentro de la historia total de la disciplina, como lo prueban
los trabajos de verdaderos especialistas recogidos aquí. Andrés Ruiz Tarazana
Al revisar la versión castellana del texto italiano, tan rico, por cierto, en
léxico propiamente musical, nos asaltaba la duda acerca de la conveniencia
o no de completar cada tomo con una parte específicamente ~spañola. Des-
pués de mucho pensarlo optamos por omitir esa aportación, tanto en el tex-
to como en la parte bibliográfica, amparados en diversos razonamientos.
El primero es el de no alterar el original, ya que de un tan acabado y
meditado producto se trata, de forma que cuando los compositores españo-
les aparezcan sepamos cuál es la importancia real que les conceden .Íos mu-
sicólogos italianos autores del libro, aunque ésta, en algunos casos, no sea
exactamente la que nosotros creemos les corresponde. A veces, la falta de
investigación y de ediciones en la música española, sobre todo la carencia
de ediciones, es la causa principal de que nuestros compositores no sean
apreciados como merecen. Es, por tanto, culpa de l escaso aprecio de la so-
ciedad española hacia la música.
Por otra parte, la reciente publicación en siete volúmenes (Alianza Mu-
sical) de una Historia de la música española, la cual ha sido confiada, en su
mayor parte, como la historia que ahora presentamos, a miembros relevan-
tes de la Sociedad Española de Musicología, nos eximía de extendemos so-
bre aspectos de la música española ya tratados allí certeramente y con
amplitud.
Sólo en casos de omisiones flagrantes, que podrían dar al lector la sen-
sación de una total ausencia de los españoles en ciertas etapas, géneros o
procesos estudiados, se han puesto brevísimas notas complementarias.
En la versión castellana de esta Historia de la música hemos respetado
los títulos originales de las obras musicales (traducidos entre paréntesis
cuando es conveniente), excepto en los casos en que el título español esté
ampliamente difundido. Como es sabido, el italiano es lenguaje universal de
los músicos, y al traducir un texto italiano referente a la música se crea cier-
ta confusión entre los ténninos técnicos que no deben traducirse y el texto
traducible. Algo parecido ocurre con las citas de arias o recitativos, que,
por ser el italiano durante el siglo XVIII y parte del XJX la lengua de los li-

XIV XV
NOTA DEL AUTOR

Son ciertamente innumerables los defectos que en este volumen encon-


trará hasta el menos severo de los lectores: sobre aquéllos deberá él medir
el grado de su propia benevolencia antes incluso que sobre las fallas del au-
tor respecto al tema - sólo cronológicamente modesto- anunciado por el
título. Entre los defectos, tres son, sin embargo, conscientes, más aún, de-
liberados. Es necesario, por tanto, advertir sin más a los usuarios del libro.
Ante todo: el tratamiento de la historia musical del siglo XVII dado aquí
peca de italocentricidad, Jo cual, en estos años, no es aún sinónimo de ex-
centricidad; está en efecto fuera de duda que en Italia, y no en otra parte,
suceden algunos de los hechos capitales de la época; baste citar entre otros
el nombre de Monteverdi, o la institución del teatro de ópera, o el concepto
mismo de concierto. La Italia musical del siglo XVII es un centro de impor-
tancia europea: lo prueban el interés de Jos nórdicos -simples turistas, o
grandes compositores como Schütz- por todas las novedades musicales ita-
lianas, lo prueba la afluencia de los músicos y de los manuscritos italianos
hacia las cortes y las capitales de Europea. Pero precisamente la Italia mu-
sical del seiscientos es un centro, y ya no -como en· cambio en el siglo
XVI- el centro musical de Europa. La misma inversión de las corrientes mi-
gratorias - no son ahora Jos ultramontanos los que van a buscar trabajo y
fama a Italia, sino que es Italia, afectada por una creciente superproducción
de músicos, quien exporta más allá de los Alpes mano de obra musical ex-
cedente- es indicio de vigor, pero también de debilidad, de una periferici-
dad que (con la sola excepción parcial del teatro de ópera) Jos siglos XVIII y
XIX ratificarán clamorosamente. Los síntomas del proceso que en el trans-
curso de un siglo proporciona semejante vuelco de Jos centros de gravedad
de la vida musical europea están recogidos en el presente libro, sí, pero pre-
cisamente desde una perspectiva italiana; lo que falta es, en cambio, una vi-
sión menos fugaz y fragmentaria, más aproximada y circunstanciada, de
cuanto, en positivo, se va edificando al norte de los Alpes. Lo cual, si bien
no siempre deleita el oído (no desagrade la presencia latente en estas pá-
XVII
ginas de Samuel Friedrich Capricomus y otr-os como él), e s no obstante a vale con mayor razón porque, si el término «clasicismo» tiene al menos una
su vez, el indicio cierto de un reajuste en curso a escala europea. Un !Wico ciudadanía de larga data en la literatura musical, <<barroco" es en cambio un
atenuante: quizá no sería fácil escribir una historia de la música italiana del concepto estilístico e historiográfico que se ha sedimentado en torno a la
siglo XVII estando en Alemania, en Francia o en Inglaterra, pero seguramen- arquitectura romana de mediados del siglo XVII y a sus derivaciones, y so-
te es imposible escribir una historia completa de la música europea estando lamente a aquélla y a éstas se aplica con propiedad: es dudoso que su ex-
en Italia, por la buena razón que, si era escasa la irúormación de la música tensión a todo el arte del período que va desde el 1600 al 1750, o directa-
transalpina de esa época -antes de su supremacía en el siglo XVIII--en la mente su extensión a la historia de la música, aun cuando legítima, sea crí-
Italia de entonces, igualmente escasa es la acumulación de libros y de par- ticamente fructuosa. Puede tal vez que lo sea cuando .se desean contrapo-
tituras en los estantes, que nuestras bibliotecas musicales reservan hoy día ner, en un gran esquema de conjunto, los caracteres dominantes de la edad
a los contemporáneos de Sweelinck, Dowland, Schütz, Lully y Purcell, así <<barroca» con aquellos del renacimiento, del gótico o de uno de los tantos
como a ellos mismos. El lector está entonces advertido: costará algún tra- clasicismos. No lo es en absoluto si en cambio se trata de tomar, en el in-
bajo procurarse las músicas de éstos (y la bibliografía sobre ellos), es ver- terior de un siglo, el perfil contrastado y recortado de tantas corrientes, tra-
dad, pero solamente así podrá él corregir la visión necesariamente sesgada dicionales y fenómenos diversos y tal vez antitéticos que coexisten pacífica
que este libro le dará del siglo XVIII europeo. o conflictivamente. La <<forma del tiempo» (como explica el áureo pequeño
De una segunda, pero más fácil, corrección de perspectiva se deja la ta- libro homónimo de George Kubler, trad. it. Einaudi, Torino, 1976) no
rea al lector. Poquísimas son las páginas dedicadas aquí al examen de la mú- es la que, rectilmea, uniforme y fluida, corriente que las categorías histo-
sica instrumental, que, sin embargo, pasa habitualmente por ser una de las riográficas y estilísticas sobreentienden como «barroco». La << historia de las
grandes conquistas del siglo xvn musical. El autor no puede callar la sospe- cosas» producidas por el hombre -y ante todo «cosas", o bien artículos
cha de que solamente la preeminencia durante el siglo XVIII y (aún más) el hechos a mano, son las obras de arte musicales- es una historia multifor-
XIX, de la música instrumental sobre la vocal, haya sucedido a los historia- me y discontinua, como multiforme y discontinua es la historia del uso que
dores de la música a sobrevalorar las anticipaciones del XVII de un reperto- ha hecho de ellas. Si el presente libro logra dar algunos informes no insig-
rio tal ilustre. De igual modo, la institución concertística moderna -que al- nificantes de las vicisitudes del siglo XVII de esta historia, éste habrá alcan-
rededor del repertorio de los siglos XVIII y XIX ha nacido y crecido- garan- zado el máximo fin que podía prefijarse razonablemente.
tiza hoy día a la música instrumental del seiscientos chances de difusión pú- Consejos preciosos y materiales de todo tipo -desde documentos de
blica infinitamente mayores que las consentidas a toda la otra música de primerísima mano a la simple obtención de fotocopias- me han dado mu-
aquel siglo. Lo que es de importancia verdaderamente capital, y difícilmen- chos amigos y colegas. Agradezco en particular a: Paolo Emilio Carapezza,
te valorable en el seiscientos es la facultad, experimentada de lleno por vez Thomas Walker, Giovanni Morelli, Angelo Pompilio, Mercedes Viale Ferre-
primera, de producir una estructura musical no basada en un texto, de con- ro, Silke Leopold, Elvidio Surian, Claudio Annibaldi, Iain Fenlon, Osear Mis-
cebir una invención, un discurso musical que tengan en sí, y sólo en sí, las chiati, Renato Bossa, Paolo Fabbri ...
razones de su propia fraseología, morfología y sintaxis (que son, pues, para Dedico este libro a mi esposa, Giuseppina - que amorosamente ha pro-
decirlo brevemente, las razones de la armonía tonal y de su organización piciado su concepción en 1975, y hoy su finalización- , y a nuestro hijo Car-
rítmica y métrica). Es obvio que la música instrumental se favorecía enor- Io, nacido en el capítulo 22: arrellanado sobre mis rodillas, me ha ayudado
memente con esto: pero la cuestión es de naturaleza radical, y atañe no só- a extender más de una de las páginas restantes.
lo a la música instrumental sino al conjunto de los problemas estilísticos del L. B.
siglo, problemas vocales Gustamente por la alteridad que se insinúa entre Palermo, 22 de noviembre de 1981.
estructura verbal y estructura musical) in primis. Queda por constatar la re-
levancia en conjunto modesta (también estadísticamente) de una producción
instrumental que -contrariamente al uso abundante que hacen hoy de ella
los cultivadores de la música «barroca»- en el siglo XVII es todavía neta-
mente minoritaria.
Finalmente, no se maraville demasiado el lector si, contra toda expec-
tativa y deseo, encuentra escrita la palabra <<barroco" solamente en esta pá-
gina del libro. Vale para esto lo que del término <<clasicismo•• dice sabia-
mente Giorgio Pestelli en el prefacio al séptimo volumen de esta serie. Y

XVIII XIX
l. EL COMIENZO DEL SIGLO
l. EL MADRIGAL EN EL SIGLO XVII

Considerando globalmente la situación de la vida musical en Italia en los


dos primeros decenios del s iglo XVII, saltan a la vista algunas novedades,
algunos «hallazgos» destinados a un futuro fecundo (como lo demuestra el
conocimiento de Jo acontecido en el resto de aquel siglo): la técnica com-
positiva del bajo continuo; el canto para voz sola con acompanarniento ins-
trumental; la ó~ra. Como enseña el analísis de los cambios musicales del
siglo XVI, estos «hallazgos» son en realidad la irrupción de prácticas y ex-
perimentaciones que recorren, subterráneamente, una larga parte del siglo
precedente. Si (a nuestros ojos y a los de los contemporáneos) estas no-
vedades se perfilan con tanta nitidez alrededor de los años 1600-1602, es
por virtud de la imprenta musical, que sólo en estos años comienza a mos-
trarse ejemplar y eficaz: baste recordar la publicación de los Cento concerti
ecclesiastici... con il basso continuo per sonar nell'organo, de Ludovico de
Viadana (1602); las Nuove musiche para voz sola, de Giulio Caccino (1602);
las dos diferentes Musiche... sopra rEuridice del sig. Ottavio Rinuccini (una
versión de Jacopo Peri y la otra de Giulio Caccini, ambas aparecidas en el
invierno de 1600-1601); la Reppresentazione di Anima et di Corpo, de Ernilio
de' Cavalie ri (1600), ediciones todas dotadas de prólogos amplios y quizá po-
lémicos, docume ntos explícitos del conocimiento de los autores de anunciar
n~ades r elevantes, documentos que de hecho entran en espacio de po-
cos años y, de manera estable, en la lústoriografía musical.
A los contemporáneos estas novedades debieron parecerles todavía más
extraordinarias (pero en el momento, tal vez, menos decisivas) que a no-
sotros, s i se tiene en cu r ta Jo realmente extraordinario de impresos se-
mejantes en el panoram de la edición musical de aquellos primeros años
del siglo: un panorama q e, para la música erudita, continuaba siendo aque-
llo muy vasto y uniforme, valientemente cultivado, asiduamente frecuenta-
do, del madrigal polifónico. Haciendo un breve resumen, decenio por dece-
nio, de las ediciones todavía supervivientes de los libros de madrigales po-
lifónicos para voces solas, observaremos que no hubo ninguna fractura, si-

3
/
1

XVII, que se funda en la coexistencia, muy a menudo contradictoria, de es-


no solamente una merma gradual en la producción madrigalesca después del tilos, géneros, tradiciones, lenguajes y prácticas musicales diversas, y no
año 1600: sobre su alternancia armoniosa.
También en el extranjero la imagen conjunta de la música italiana está
entregada en gran medida al madrigaL Allí está ante todo la rica presencia
Primeras Ediciones Madrigales Total de la editorial musical veneciana, con muchísimos libros de madrigales en
ediciones sucesivas Total concertados global
(*/**) el mercado alemán, en las ferias del libro de Frankfurt: pero está, aun más
(*) (**)
todavía, la iniciativa editorial de los impresores musicales de Nuremberg,
de Múnich, de Amberes que, cuando no atraen a s u <<escudería" a músicos
De los comienzos italianos de paso hacia el Norte (como el joven Frescobaldo, que se presen-
al1550 ...... .... ........ 82 46 128
ta al mundo en 1608 con un libro de madrigales impreso por Phalese en Am-
1551-1560 ..... ............ 70 61 131
224 heres) recogen de las novedades editoriales italianas antologías de madri-
1561-1570................. 139 85
177 l(llles de títulos pintorescos (Gemma musicalis, Musica divina, Harmonía
1571-1580 ................. 125 52
96 367 l"tJleste, Melodía olympica, Paradiso musicale, Il vago alboreto, Ghirlanda di
1581-1590..... ··········· · 271
193 68 261 Madrigali, Nervi d'Orfeo, Hortus musicalis, Novi frutti musicali, Il Parnas-
1591-1600. ................
107 264 11 275 ~o. Il H elicone) o bien reimprimen en bloque todos los madrigales a cinco
1601-1610................. 157
118 57 175 46 221 voces de Marenzio (Nuremberg, 1594) o los Balletti cantados a cinco y a
1611-1620 .................
24 21 45 69 114 tres voces de Giovan Giacomo Gastolcli que, aparecidos en Venecia en 1591
1621-1630.................
4 9 13 56 69 y 1594, suman en total una treintena de reimpresiones holandesas, alema-
1631-1650... ······ ··· ·····
tlilS, y francesas, de 1596 a 1664. La polifonía madrigalesca italiana se vuel-
vt• en el curso de estos años en una especie de lenguaje musical culto tran-
ltluropeü,SupranaCíonal~ que también los músicos no italianos cultivan y las
La totalidad de tos libros de madrigales aparecidos en el pri~er dece~io (Urte~y las cmdades allende losAlpes bus(;u¡.
del nuevo siglo supera holgadamente a los totales de los ~eceruos antena- El rey Cristian IV de Dinamarca (el destinatario de las Veghe di Siena,
res del boom del 1581-1590; la merma de las primeras edtclOn~s.• del 1591 vt•rdadero juego de sociedad puesto en música, de Vecchi), en el intento
1 1620 no es verdaderamente una ruptura; la suma de_ las ediCiones nu~­ dt• dotar de una vida musical a la page (*) a la corte de Copenhague, hace
~as y r~impresas en el primer decenio del s_i~lo es parec1da a la del deceru? Imprimir en 1605-1606 en la capital, dos lujosas antologías (dos Giardini no-
recedente (allí figuran, por supuesto, reedlclones frecuentes de_ los madn- l!i bellissimi di varii fiori musicali sceltissimi) de madrigales italianos recien-
~alistas más famosos de comienzos del1600, como Luca Maren~10). El ve;- loll, y en 1599 y 1602 manda a Venecia, a la escuela de Giovani Gabrieli, a
dadero «desplome" del género madriga~esco sucede_, en cambto, despues
k111 mejores músicos daneses, que se presentaron luego, al menos, con un
d 1621 y ni los nuevos libros de madrigales de vanas vo~es concertadas,
: mends ~ún las pocas decenas (respectivamente, a partir de 1602: dos, Ubro de madrigales cada uno: con Hans Nielsen, llamado Fonteiio; Magnus
cinco, seis, cuatro) de libros de música pa~a voz sola pue?en enmascarar l'rderson; llamado Petreo, Johann Brachrogge, encontramos en la escuela
'd Una curva editorial análoga, culminante en el penodo 1591-1600, dt Gabrieli también a los alemanes Johann Grabbe, Christoph Clemsee y,
esta cat a. d ., d 1 f s su 111viado del landgrave de Hasse, Heinricb_Schütz, que en 1611, bajo el nom-
y decreciente sólo después de 1621, marca la pro uc~1on e as orma _-
baltemas del madrigal, compuestos sobre textos estrofi~os (~anzo~ette, VI- bn• italianizado detE¡;.jco Sagittario:Publica en Venecia su primera obra im-
llanescas). Sin duda el madrigal polifónico concluye su c1clo v1tal b1en aden- presa, un libro de madrigales. Otros músicos nórdicos, Hans Leo Hassler
trado ya el nuevo siglo, y éste continúa delinean~o. marcadamente el hon- (1596, 1600), Jan Tollius (1597), Comelis Schuyt (1600, 1611), Comelis
zonte cultural del músico (ya sea composttor, teo~~~· cantante u oyent~) Vordonck (1603), hayan hecho o no su aprendizaje en Italia, envían al ex-
de comienzos del siglo xvn. Convendrá entonce~ IniCiar desde _este tenaz, llnnjero (a Nuremberg, Arnsterdam, Leyden, Amberes) madrigales italia-
macroscópico elemento de persistencia y de co~tmUlda? con el s1glo XVI ¿ t tv••· A menudo los asocian, es verdad, a_g§leros «nacionales» diversos (así,
madrigal polifónico italiano- el analísis de la VIda mus1cal europea del s1glo porlljemplo, las Rimes franfaises et italiennes mises en musique, por Jan Pie-
llnrzoon Sweelinck en el 1612); o, incluso, intenta una asimilación literaria,
M La edición más antigua llegada a nosotros (no siempre igual a la primera
original). . . . * e•) Al día. (En francés en el original. )
(**) Las reimpresiones sucesivas a ( ).
5
4
como en los ~_zfsjes (Besos) a 3-5 voces del holandés Comelis Padbrué nos» como Giovan Maria Bononcini (1678) o Alessandro Scarlatti son auto-
(f63í). En el caso del madrigal inglés, la absorción del modelo italiano es res también de madrigales polifónicos.
total, al extremo que una publicación colectiva como el Trionfo di Dori, com- Por otra parte, durante todo el siglo continúan circulando los madrigales
puesto en 1592 a la gloria de la esposa de un patricio veneciano, es imitada de Gesualdo en la partitura preparada por un editor genovés en 1613: la par-
idénticamente en los Triumphs of Oriana (1601), donde Oriana (la hija del Utura los sustrajo del olvido que a veces pronto cubrió a casi toda la res -
rey de Gran Bretaña, amada de Amadis de Gaula) es una trans parente ale- tante producción del quinientos y del primer seiscientos, impres a s iempre
goría de la soberana Isabel I Tudor, la virginal destinataria de esta patrió- tan sólo en partes separadas. La partitura de 1613 tuvo a s u vez una fun-
tica empresa musical. ción didáctica: los artificiosísimos madrigales del príncipe napolitano se vol-
El madrigal es también un óptimo instrumento de didáctica de la com- vieron objeto de estudio del contrapunto florido y desenfrenado, del croma-
posición. Es conveniente (se han citado ya a Schütz y Frescobaldi) que un Uamo subsistente, y en tomo a éstos se cristalizó la imagen del madrigal
joven músico se presente al mundo con una edición de madrigales (¡y de del siglo XVII. También las esporádicas ediciones de madrigales después de
hecho, cuántos se han quedado sólo en eso!). 1625 (cuando hubo ediciones: el mercado por entonces había decaído y de
los espléndidos, terriblemente cromáticos madrigales de Michelangelo Ros-
En el madrigal, la escritura polifónica y la práctica del contrapunto pro· al sobrevivieron solamente dos manuscritos jamás impresos, mientras que
vocan en el joven compositor la posesión del oficio, la observación de las de su no menos rara tocata para clavicémbalo se hiceron cuatro ediciones)
reglas, la maestría formal, al igual que cualquier otra composición polifónica oalán a menudo en partitura, no en partes separadas. El mismo Scarlatti
(una misa, un motete, un salmo). Además -y esto es decisivo-- les de- (también sus madrigales quedaron manuscritos) confirma, en una carta de
sarrolla con facilidad el sentido de la invención de los temas musicales, di- 1706, haberse deleitado frecuentemente en cantar y estudiar los madrigales
rigiendo el interés artístico hacia la r epresentación de las imágenes poéti- de Cario Gesualdo; Schütz en una carta de 1632, pedia que le mandasen de
cas. La supresión de las normas del contrapunto ortodoxo es legítima, es Italia copias de madrigales de Gesualdo y de s us secuaces napolitanos, mien-
más, obligada si la s ugiere el texto, y, sin embargo, la audacia está inten- trns sonaban en las violas los madrigales de Gesualdo en roma en la época
cionadamente calculada: la supresión (la disonancia audaz, el entramado exu- de Frescobaldi, en casa Barberini. Los madrigales del príncipe de Venosa
berante de las partes, la alteración cromática de los temas, etc.) se percibe ontran entonces con pleno derecho e n una historia de la música del siglo
y debe quedar explicable como tal, no como algo arbitrario; la violación de XVII, si bien haya también motivo para creer que los aparecidos en imprenta
la norma no invalida; si acaso, presupone y confirma la validez. aólo en 1611 fuesen en realidad ya compuestos al terminar el siglo
Con fines didácticos se reimprimen hasta finales del siglo algunos exem- prt•cedente.
pla primitivos y clásicos del género, en los cuales se obtienen los rudimen- Baste, pues, examinar aquí (de manera s umaria) un madrigal gesualdia-
tos de la polifonía madrigalesca. Del primer libro de madrigales a cuatro vo- no, a título de paradigma de la pecularidad compositiva que distinguen el ma-
ces de Arcadelt (1538) se conocen 53 reimpresiones, de las cuales 19 apa- drigal del siglo XVII de aquel siglo XVI (también en la sustancial homogenei-
recieron entre 1601 y 1654 (una fue supervisada por el mismo Montever- dad del género). A tal fin importa ante todo ilustrar la articulación musical
di); los dúos de Jhan Gero (hacia 1540) se editan 13 veces entre 1609 y dal texto. Esta se funda en la segmentación de las imágenes verbales (poé-
1687). Igual suerte tuvieron los madrigales a dos voces (género didáctico Ül'IIS) y en su individuación musical mediante la combinación siempre distin-
por excelencia) de Bemardino Lupacchino y Giovan Maria Tasso (antes de ta de algunos procedimientos polifónicos, reducible a algunas oposiciones de
1559-1688) y los ricercares a dos voces de Grammatio Metalla (antes de base: tratamiento homofónico o imitativo de las voces; conducción conso-
1591-1688). Para Domenico Mazzochi, los madrigales (de los cuales public~ nante o disonante de las partes; andadura diatónica o cromática de los de-
un libro en 1638) son las «obras en la música más dignas de mención••, y ltlllK. El uso extensivo (y no más excepcional, como en el siglo XVI) de esta
propone a Marenzio, Macque, Nenna, Luzaschi, Gesualdo; en 1652 y 1678, Gltima oposición (diatónico/cromático) potencia las combinaciones posibles
el cantante papal Domenico dal Pane saca a luz sus madrigales, ejercitacio- hlr cuatro a ocho) y permite, por consiguiente , asignar a cada segmento
nes efectuadas en la escuela del gran didacta Anton Maria Abbatini, «unien· dc<l texto un tratamiento polifónico diferente a todos los demás. Es-
do, junto a un perfectísimo estudio, una melodía de incomparable belleza, IJIII'máticamente:
expresando vivamente los sentimientos más propios de la poes ía a base de
mover y remover los efectos de quien lo escucha ». No se trata de reta-
guardia, o de gusto antiguo, o de supervivencia mal entendida de la orto-
doxia contrapuntística del siglo XVI: músicos insospechadamente <<moder-

6 7
blico en casa propia, en el propio castillo de Gesualdo, sus últimas obras (ha-
ciendo venir desde Nápoles al editor musical Giovan Giacomo Carlino), ha-
Belta, poi eh~ ~·assenti} homof. conson. crom.
yan sido poetizadas en su casa para el uso exclusivo de Jos múltiples textos,
come ne port:J il cor
aún no identificados, de sus madrigales. Sin embargo, los textos gesualdia-
porta i tormenti, imit. conson. crom.
nos corresponden a la poética dominante en boga entre los madrigalistas de
che tormentato cor puo ben sen- alrededor de 1600. Si es verdad que, como se ha dicho, el enlace concep-
pseudo- conson. diat. tual entre los miembros lógicos del texto le otorga el vínculo formal a las
tire
polif. diferentes y aisladas imágenes musicales, es necesario ver un poco más de
(falso cerca la constitución de la nueva poesía madrigalesca.
bordón) El acontecimien~o editorial que tuvo mayor fortuna entre los músicos
imit. fue la publicación, en 1602, en Venecia, de las Rime de un napolitano an-
la doglia del morire, sioso de abrirse camino y destinado a convertirse en el poeta más famoso
dison.
(diat.) del siglo: Giovan Battista Marino (1569 t 1625). Raramente una publicación
homof. con son. diat. poética tuvo una acogida musical tan rápida: aparte del napolitano Giovan Do-
e un'alma senza core
imit. dison. erom. menico Montella, que logró en anticipo dos textos para sus madrigales a cin-
non puo sentir dolore.
co voces impresos en 1594 y 1596 (señal que en Nápoles los textos mari-
El texto seis versos en total (heptasílabos), está subdividido en seis seg- ruanos ya circulaban desde hacía algún tiempo), de los madrigales de Mari-
mentos lógi~os, seis imágenes verbales. Al músico 1~ bast~, pues, con tra- no hicieron repentino y abundante uso no sólo compositores napolitanos: en
bajar solamente seis de las ocho posibilidade~ c?n:bmatonas,~ara obtener 1602, los florentinos Marco de Gagliamo y Giovarmi Del Turco, y Tomma-
una fuerte individuación de cada una de las sets tmagenes poetlca~ (la opo- so Pecci, de Siena; en 1603, Salomone Rossi y Giovan Bernardo Colombi,
. ·, 's completa está entre los dos versos finales). A esta sene de po- de Mantua; Pomponio Nenna, de Nápoles; el modenés Alfonso Fontanelli,
stcton ma , · 1 · gu1 'd d 't ·
laridad se superpone además la variabilidad metnca y a trre an ~ n ~- el bariense Giuseppe Colaianni, el siciliano Antonio 11 Verso; en 1604, los
ca: mientras que en el tactus del siglo XVI la proporción entre la mudad me- napolitanos Ascanio Mayone y Bernardo Bolognini; el ferrarés Pietro Maóa
trica para cada sílaba (brevis: tonga) era norm_a~ent~ _d~ 1: 2 (negralblan:
0
corchea/negra), para Gesualdo la unidad metnca silabtca puede pasar ¡ Marsolo; Girolamo Ghisuaglio, de Rírnini; Orazio Vecchi, de Módena; los
lombardos Orazio Scaletta y Tiburzio Massaino; en 1605, Santi Orlandi, de
golpe a través de proporciones de 1:4 o 1:8, d~ la corchea a la redonda. Florencia; en 1606, Francesco Bianciardi, de Siena; el boloñés Domenico
-- 1e nta de los pasos cromáticos y disonantes, recreados
1a cont orston ·, ·en't va-
d Brunetti; los napolitanos Giuseppe de Puente y Giovan Vicenzo Macedonio;
lores largos y extenuantes, se alterna ex abrupto la declamac~on. prectpt a. a Bartolomeo Barbarino, de Pésaro; en 1607, los napolitanos Scipione Den-
en corcheas de los pasajes diatónicos y consonantes, o los lujunosos melis- tice, Crescenzio Salzilli y Francesco Lambardi; el cremonés Bernardo Cor-
mas en semicorcheas. . d· 1 Ki, el veneciano Giovanni Priuli, el romano Giovarmi Cerisini, y Agostino
El resultado: la exactitud, la fluidez, el discurso tempe:ad~ d~l m~ n~a Agazzari, de Sie na; en 1608, Antorúo Gualtieri, Dattilo Roccia, Vincenzo Li-
«regular» se han desvanecido, quedan robustecid~s de pobforu~ tmagmattva
hcrti, Amante Franzoni, Girolamo Frescobaldi, Marc'Antonio Negri, Seve-
y exuberant e, st,· Pero discontinua· Para garantizar la relac10n 1entre los ro Bonini; en 1609, Sigismondo d'India, Gabriello Puliti, Domenico Maóa
miembros heterogéneos y aislados del madrigal queda el.texto, e « Conce~-
Melli, Giovanni Ghizzolo, Johann Grabbe, Johannes Hieronymus Kapsber-
to>> sutil que enlaza entre sí las imáge nes ve~?ales Y mu~Ical~s, por analofa
por antífrasis, por paralelismo 0 por negac10n. ~St, ar?ttranamente, se e- ¡¡cr; en 1610, Alessandro Sciella, Enrico Radesca, Lodovico Bellanda; en
0 1611, Heinrich Schütz, Giovan Francesco Anerio, etc. Pero más aún que la
jase de cantar el texto -como ha hecho Strawmsky mstr;.tmentando est~
1 antidad de músicos que echaron mano de Marino impresiona la frecuencia
d · 1- vendría a menos
manga, . el único
.vínculo
.. formal: la) mustca de Gesua ·
1 on que ciertos madrigales suyos fueron puestos en música de textos como
do, alterada, sonaría moderna y fósil al rrusmo tiempo.
Alma afjlitta, che fai?, Ch'io mora, ohime, ch'io mora?, Giunto e pur Lidia
11 mio, O chiome erranti, o eh~. Pallidetto mio sole, Pargoletta e colei, Rie-
2. GIOVAN BATTISTA MARINO Y LA POESIA PARA MUSICA ,¡,. la primavera, Se la doglia e'l martire, Sospir che dal bel petto, Tomate, o
No se conoce al autor del texto de este madrigal de ~esuald~.. Excén-
111ri baci existen decenas y decenas de composiciones madrigalescas. Sola-
llll'nte pocas composiciones de Petrarca, de Tasso y de Giambattista Gua-
trico y aristocrático en todo, Gesualdo desdeña las ~lewones P<_>ettcas h~­
bituales entre sus contemporáneos: es más bien postble que, ast como pu uní tuvieron una suerte mayor a aquella de Marino. ¿Qué cosa, en la lírica

9
8
mariniana atraía tanto a los compositores? Baste confrontar aquí que, a ma- MARINO
nera de eJemplo, dos madrigales, uno de Tasso (puesto en música por ~~ca Párvula es aquella
Marenzio y por Sigismondo d'lndia) y el otro de Marino (puesto e_n mustca que enciende mis deseos
entre otros por el mismo d'India, por Pomponio Nenna y por Antoruo Il Ver- y párvulo eupido
so), compuesto ambos sobre un único tema: la mujer pequeña. que me asaeta el corazón.
Mas en el alma siento
gran fuego, gran llaga, gran tormento.
TASSO

La dove sono i pargoletti Amori, Común es el tema, común la vivaz invención: la mujer amada parece un
ed altri ha teso l'arco, pequeño Cupido, idealmente armada (como éstos) de arco y flechas. Pero
altri saetta al vareo, la textura de los dos madrigales es muy diferente. Tasso se entretiene en
altri posice le quadrella d'oro, describir los pequeños amores y el ambiente; declara la semejanza de los
voi parete un di l'oro temas (••voi parete>> ); con una construcción concesiva ( ••e se voi non ave-
scherzando in verde colle o 'n riva ombrosa ll) ... ,, ) argumenta la paradójica semejanza objetiva; también en el paralelis-
fra la turba vezzosa; mo lógico de figurante y figurado esquiva, no obstante, la simetría formal y
e se voi non avete auree saette, ac difunde en una sucesión mixta de heptasílabos y endecasílabos, donde el
le dolci parolette rragrupamiento lógico de Jos versos contrasta con el esquema binario de
e i dolci sguardi son facelle e strali hts rimas. De muy diversa manera, Marino organiza su estrategia en seis
e i bei pensieri in voi son piume ed ali. versos rimados y reagrupados de dos en dos, con una severa simetría: al
¡Nlralelismo perfecto de los versos 1-2 y 3-4 (el verbo principal, en común,
1111tá sobreentendido en el verso 3) responde simétricamente el último dís-
TASSO tko, que con maestría, sorprende por lo imprevisto del final, excedente (un
1111decasílabo trimembre allí donde, por simetría, se esperaba acaso un hep-
Allí donde están los párvulos Cupidos, IIKOabo bimembre). Al montaje discretamente discursivo y argumentativo
a unos les ha tendido el arco, dr Tasso lo reemplaza por una epigramaticidad sintética; la comparación des-
a otros asaeta al paso, ¡Jiptiva de los temas (enana/Cupido) Marino lo reemplaza por la pura y sim-
a otros prepara las flechas de oro; plr identidad de los efectos (de los <<mali d'amore); la eficacia del artificio
parecéis uno de ellos •• proporcional al esquemático laconismo de la composición; queda, pues,
jugando sobre una verde colina o en una ribera umbrosa
dl'l madrigalismo de Tasso, el juego «punzante» de las nítidas imágenes, ••to-
entre la fresca espesura, do Kustancia y todo vivacidad >;.
y si no tenéis saetas de oro, Allí donde se recurre a ••la exquisitez y a la facilidad de la sentencia»,
las dulces palabras nu puede el concepto salir repentinamente y de improviso»; y cuando ma-
y las dulces miradas son llamas y flechas
y vuestros bellos pensamientos son plumas Y alas.
ror es «la brevedad» de la composición, <<tanto más fluida, apetitosa y en-
I1'1'1Cnida ésta deviene ». Estas son palabras sacadas del Arte del verso de
lllll~Ompañero (primero amigo, luego terrible enemigo) de Marino, Tomma-
10 Stigliani: ilustran bien la concentración sobre la sinteticidad del ••concep-
MARINO
lo• vivaz en el madrigal mariniano, que a los músicos de comienzos del si-
Pargoletta e colei tln XVII debe parecerles la condición ideal para reducir toda la composición
ch'accende i desir miei, • un madrigal en un giro conciso de imágenes verbales-musicales nítidas
e pargoletto Amore aiKladas, para hacerlas jugar por contraste y paralelismo. Si se comparan
che mi saetta il core. el madrigal de Marenzio con texto tassiano y e l de Nenna (o de los otros)
Mane /'anima io sento 1 texto mariniano, se verá que el de éstos es más musicalmente vivaz,
e gran foco e gran piaga e gran tormento. e 1111 rápido proceder por repetición y simetría de breve respiro, por dar
11
10
la vuelta rítmica de improviso, por instantáneos desgarramientos armónicos Una cruel tempestad
rápidamente suturados. Todo, con un efecto un poco burlón de despropor- está hecha mi vida
ciones entre la riqueza, la intensidad del discurso musical patético y la fu- después que poco a poco
gacidad efímera del pretexto poético. No todos los músicos que componen transformado me siento
sobre las rimas de Marino se comportan, sin embargo, con la consición «pun- en hielo, en juego,
zante» de Nenna y de otros napolitanos: el joven He inrich Schütz, por ejem- en lluvia, en viento.
plo, aprovecha la brevedad de los miembros poéticos destacados para dila- Hielo de miedo y fuego de deseos,
tarlos musicalmente al máximo, en una representación musical florida y opu- lluvia de llanto y viento de suspiros.
lenta de imágenes desvinculadas y aisladas, pero luego prolongadas, alarga-
das y amplificadas, con sonoridad fastuosa e imitaciones polifónicas fan- La relación entre figurante y figurado es equívoca; ¿el amante es como
tásticas. la tempestad, o la tempestad como el amante? «Conceptos» semejantes pro-
A Marino ya su siglo le atribuyó un papel de jefe de escuela, de promo- veen al músico gran abundancia de imágenes concretas, musicalmente imi-
tor y máximo artífice de la lírica «conceptuosa••, del uso sorprendente y vi- tllble s (lluvia, suspiros, fuego, ... ), pero resultan extraños en el registro con-
vaz de la metáfora. En realidad, se trató, por así decir, de un fenómeno re- vencional de temas amorosos practicados por los madrigalis tas durante casi
trospectivo de inducción historiográfica: tan ostensible fue su comportamien- un siglo. La ligereza y ductilidad de la polifonía madrigalesca permite, sin
to de protagonista literario, tanta la resonancia pública de su exuberante más, un tratamiento potenciado del léxico convencional de figuras verbales-
obra maestra -el poema en 5.123 octavas L'Adone (1623)- , que, a cuen- musicales (Pomponio Nenna, por ejemplo, no vacila en ilustrar las palabras
tas hechas, se confirió a Marino el rango de iniciador e innovador en todos •morir di doppia doglia • (morir de doble dolor) con dos disonancias simul-
los sectores de su producción literaria. Al contrario, en la poesía para mú- tdneas y distintas: no consiente, sin embargo, la reinvención constante, ca-
sica, o sea, en la lírica recogida principalmente e n las Rime de 1602 (am- In por caso, de todo un código de figuras siempre renovadas, de un regis-
pliadas luego en 1614 bajo el título de La lira), Marino debió su inmenso tro estilístico mutable, así como lo exigiría en cambio, la deliberada extra-
éxito musical más bien a la moderación, a la temperada «mediocridad» de vagancia de las metáforas practicada\> por los extremis tas contemporáneos
sus invenciones conceptuosas y metafóricas respecto a un grupo de poetas tn predecesores) de Marino. De hecho, la fortuna musical de Rinaldi, Ca-
bastante más audaces que él en imaginar similitudes eruditas y sorprenden- auni, Grillo, Stigliani estuvo circunscrita a un número destacado de casos
tes, y todos activos mucho antes de 1602: el boloñés Cesare Rinaldi, el me- 11nco más que aislados, y la selección que los músicos operaron en lo inter-
ridional Stigliani, el véneto Guido Casoni, el genovés Angelo Grillo (abad be- 1111 de su producción poética evitó las invenciones metafóricas más a ultran-
nedictino, tuvo un papel destacado como propulsor de la moda literaria y mu- an y se afirmó sobre una razonable «mediocridad» temática concorde al ejem-
sical del madrigal espiritual, afín en todo a los madrigales profanos, a ex- llln mariniano: tratamiento agudo y espiritoso de metáforas y temas amoro-
cepción de los temas, que eran devotos). Estos poetas habían tomado co- I UK considerados convencionales. Los músicos, en resumidas cuentas, no
mo materia de sus madrigales temas algunas veces extravagantes: no so- 1r aventuraron a ir más allá del marco tradicional del código amoroso ligado
lamente los cabellos, los ojos, el seno, la mano, la voz de la mujer amada, al género madrigalesco: y no obstante e l notable refinamiento de la técnica
sino también los defectos de ella, los pies, los abanicos, las manchas del ves- polifónica, prevalecieron la constancia y la continuidad del género. La re-
tido, las abejas, los perros falderos, la luciérnaga, e l polvo en los ojos, la nuncia a los géneros poéticos más complejos (soneto, octava rima, canción,
clepsidra... Para Stigliani, la vida de un amante puede volverse um1 eexlina) en favor del epigramático madrigal fue entonces casi total.
tempestad: Vehículo duradero de una transmisión y de una consolidación del reper-
lorio poético para música fueron sobre todo algunas antologías poéticas de
Una tempesta ria 11111drigales solos, verdaderamente copiosas: las Fiori de madrigali di diver-
Jata ela vita mia: tf 11utori illustri (1598), el Giardin di rime nel quale si leggono i ji.ori di ni-
Poscia eh'a poco a poco .,,,.~.~imi pensiere (1608), Le muse sacre, scelta di rime spirituali (1608), la
divenuto mi sento (,lrirlanda dell'aurora, scelta di madrigali de piu jamosi di questo seco/o
e di ghiaccio, e di joco, llti09), que son ordenados por autores, y clasifican los frutos ilustres de la
e di pioggia, e di vento. ltka tassiana junto a las adquisiciones más recientes; el inmenso Gareggia-
Ghiaccio di tema, e joco di desiri, lf~t~lo poetico (1611) está en cambio ordenado por temas (La bella parvulita,
Pioggia di pianto, e vento di sospiri. hl'ilo rubio, Cabello negro, Bella frente, Ojos bellos, Be lla boca, Bello re-

12 13
gazo, Mano aramada, Mano florida, Besos dulces, Besos mordaces, Canta- verdi), donde comparece <<la bellisima Adriana», que, en el palacio de lama-
triz, etc.). Analógicamente, algunos músicos compilan colecciones temáti- ga Irene, <<astuta engañadora•>, con su canto <<arrebata los corazones y los
cas de madrigales: Gabriele Fattorini publica La rondinella en 1604; Cor- tranquiliza y calma>>, cantando <<hermosas canciones, arias nuevas», y el aria
ne lius Schuyt, el Hymeneo overo madrigali nuptiali en 1611; Orazio Brog- de la romanesca (<<Romana ha !'aria, e in otro versi e stretta» ). Por el con-
nonico, La bocea y Gli occhi en 1614-1615. Estas analogías literarias reflejan trario, la rica cosecha de madrigales en alabanza a las cantantes virtuosas,
por un lado las elecciones poéticas de los músicos de finales del siglo XVI y como la Basile, se abastece a su vez de la comparación poética para des-
comienzos del XVII, y por el otro entregan a los madrigalistas <<supervivien- cribir el canto gorjeado, culminante en el episodio mariniano del ruiseñor en
teS>> (y hasta finales de siglo) un repertorio de los textos para música ahora el Adone (VII, 33):
ya consolidados: Giovanni Valentini en 1616, Cario Milanuzzi en 1620, Tar-
quina Merual en 1624, Galeazzo Sabbatini en 1625, Francesco Vignali en Udir musico mostro, o meraviglia
1640, Giovan Battista Bianchi e n 1675, Giovan Maria Bononcini en 1678 lle- che s'ode si, ma si discerne appena,
gan a utilizar todavía estas mismas analogías, donde Marino va de primer come or tronca la voce, or la ripiglia,
actor. or la ferma, or la torce, or scema, or piena,
Pero el significado de Marino para la Historia de la Música del siglo XVII orla mormora grave, or l'assottiglia,
no se agota en su rico haber de poesías madrigalescas: también el Adone or fa di dolci groppi amplia catena,
tiene una importancia capital. Poema mitológico y antiheroico (y como tal e sempre, o se la sparge o se l'accoglie,
deliberadamente <<diferente» respecto a Orlando furioso y Gerusalemme li- con egual me/odia la lega e scioglie.
berata), anormal y desbordante en las dimensiones y en la preordenada la-
berinticidad, éste representa también una sedimentación jamás tan rica de Escuchar al músico prodigioso, ¡qué maravilla!,
la literatura mitológica y lírica antigua y moderna, un compendio copioso y que se oye, sí, pero se entrevé apenas,
luminoso de lo que se puede tratar poéticamente: se convirtió, por consi- cómo ora trunca la voz, ora la retoma,
guiente (no obstante la condena en el Indice), en el marco de referencia cul- ahora la detiene, ahora la retuerce, bien mengua, bien crece,
tural e intelectual para toda la poesía del resto del siglo XVII (fuente directa o la modula grave, o la adelgaza,
o indirecta, eso sí, de tantos dramas mitológicos músicables, a partir de la ya hace de dulces grupos amplia cadena,
Catena d'Adone hecha en Roma en 1626). En la esfera de lo susceptible a y siempre, ya la derrame ya la recoja,
ser tratado poéticamente, al contrario de lo efectivamente poetizado en el la ata y desata con proporcionada melodía.
Adone, reaparecen testimonios de la nueva ciencia y de la nueva filosofía fun-
dada en la experiencia sensible y el conocimiento sensorial, sorprendentes
por su actualidad y coraje intelectual. Ya que interesan aquí los hechos de 3. LA MUSICA PARA VOZ SOLA
naturaleza sonora, baste citar la descripción anatómicamente individualizada
del órgano auditivo, que cataloga por partes Jos pequeños huesos aurictúa- La vocalidad exuberante y gorjeante del ruiseñor mariniano se encuen-
res (<<lenticular, yunque, estribo y martillo>>) y el tensor tympani, el peque- tra en ocho <<Octavas melismáticaS >> sacados del Adone y entonados a dos
ño músculo que Jos subtiende, descubierto (como el estribo) muy poco an- voces agudas y bajo continuo, ocho años antes de la publicación del poema,
tes (Canto VII, oct. 16). En el universo abierto y múltiple, problemático y en las Musiche a due voci, de Sigismondo d'lndia (1615): es el largo monó-
escéptico del Adone «es del poeta el fin, no tanto <<la maravilla» (como siem- logo de la maga Falsirena sorprendida de amor por Adone (Ardo, lassa, o
pre se ha querido estrechamente entender, elevando esta afirmación polé- non ardo?; XII, 198-204, 207) titulado aquí, sin embargo, Pensieri de nove-
mica de Marino al rango de declaración poética) cuanto si acaso la ávida ex- l/a amante. Sigismondo d'India era, en 1611, maestro de música de cámara
periencia del conocimiento sensible, al cual nada se le escapa: ni siquiera, del duque de Saboya, donde (de 1608 a 1615) pasó una temporada también
por supuesto, la música de ese tiempo. Baste señalar aquí a Adriana Basile el poeta, y pudo entonces recoger de la fuente estas ocho estrofas del poe-
y Virginia Ramponi - primera protagonista de Arúznna, de Monteverdi, és- ma, en elaboración desde hacía mucho tiempo. Las ocho estrofas en octava
ta; suprema virtuosa del canto de cámara, aquélla- tomadas como paran- rima son conducidas sobre un bajo <<estrófico,, o sea, un esquema melódico
gón para describir el personaje alegórico de Lusinga (VII, 88). La referen- y armónico fijo del bajo que se repite a cada estrofa del texto (o, como en
cia a la Basile se vuelve luego tópica: al año siguiente del Adone, en 1624, el caso de la octava rima, cada dos o cada cuatro versos: esta última va-
apareció la Venezia edificata, de Guillo Strozzi (el literato amigo de Monte- riante es la adoptada en este caso). E l recitado musical de estos 64 versos

14 15
es larguísimo, a causa de la incansable vocalización de las dos voces: cier- rini: el número 41, por ejemplo, es una serie de cinco madrigales sacados
tos melismas llegan a unas sesenta notas para cada sílaba y las dos voces del monólogo de Mirtillo (acto 3. •, escena l. '); el número 24, otro madrigal
juntas totalizan 112 notas de me lismas sobre la última y más importante pa- también sacado de un monólogo, lleva el título explícito de «madrigal en es-
labra del texto, «amore». Téngase en cuenta que en los «pasajes•• o <<pa- tilo recitativo••. Diferenciado está, en cambio, el tratamiento de las octavas
seos .. melismáticos las dos voces proceden unas veces paralelas y simultá- extraídas de la Gerusalemme y del Orlando. Algunas están tratadas como
neas, otras, en cambio, altemadamente (a la nota tenida de una correspon- si se asistiese a una ideal recitación escénica del monólogo: así el número
de el <<paseo» vocalizado de la otra, y viceversa): se tendrá así una idea de 34, la imprecación de Armida, titulada «octava en estilo recitativo,. Otras,
la dilatación sonora que sufre el texto del monólogo en semejante manera por el contrario, más que recitados son «Cantados» en un estilo florido y vo-
de canto. El ambiguo encanto de esta música consiste e n la oposición entre calizado, sobre bajos estróficos convencionales y tradicionales: «sobre el ba-
el armazÓn armónico muy elemental del bajo y el efecto retardante de los jo de la romanesca» (núm. 25), «Sobre el bajo del aria de Génova» (núm.
<<pasajes•• melismáticos, que aplazan lo más posible la consecución de la 42), «sobre el bajo del aria de Ruggiero de Nápoles» (núm. 43). En este
cadencia. último caso, a la fórmula del bajo ha quedado impreso, además del nombre
No es este el único estilo de canto solístico en boga en aquella época. de la ciudad de origen, el nombre mismo de un personaje ariostesco. Una
La <<monodía•• de los primeros decenios del siglo XVII (el empleo del térmi- última posibilidad de entonar narrativamente (y no recitativamente) octavas
no es ligeramente impropio y no perfectamente coetáneo, ya que remonta épicas (o sonetos) consiste en la adopción de «arias para cantar octavas» (o
a las anticuadas teorizaciones de Giambattista Boni, 1635) comparte con el •para cantar sonetos»): la misma melodía vocal, y no solamente el bajo, se
madrigal polifónico el interés primordial por el texto, pero no ya en el sen- repite tal cual sobre el texto de cualquier octava (el número 33, siempre
tido de la artificiosa representación o reproducción musical de las imágenes Arrnida) o sonetos Oos números 31 y 32, Petrarca y Marino). Otra fuente
poéticas, ni de la «plenitud y suavidad del empaste sonoro••, sino en el sen- poética ilustre, pero mucho menos frecuente, es la Arcadia, de Jacopo San-
tido de la alocución, de la recitación, del <<bello y gracioso cantar•• y del <<ha- nazaro, del cual están sacados los tercetos esdrújulos de los trozos núme-
cer comprender todos los sentimientos del poeta••. Por tanto, si la <<mono- ros 39 y 40.
día•• tiene una estructura compositiva de gran duración más esquemática y A todos estos fragmentos musicales, compuestos sobre endecasilabos
débil que el madrigal polifónico, ésta lo derrota, sin embargo, en la versa- y organizados estróficamente (aunque no estuviese en el bajo) antes que a
tilidad estilística, en la adaptabilidad a los diversos modos del discurso ca- la manera discursiva y recitativa de los madrigales, convendría e l nombre
noro: una versatilidad estilística que (respecto a la regularidad de las elec- de •aria». Pero cuando las «arias•• son compuestas sobre versos medidos,
ciones poéticas de los madrigalistas) es ante todo versatilidad literaria, co- puestas de moda por Caccini y luego practicadas asiduamente por los mo-
mo muestra una mirada a los cinco libros (1609-1623) de las Musiche «para nodistas, son todavía diversas: en el ritmo regular y acentuado, en la dic-
cantar solo•• o a dos voces <<en el clavicordio, chitarrone, arpa doble y otros ción silábica, en la duración brevísima, en la articulación de las frases mu-
instrumentos similares, del mismo Sigismondo d'lndia. aicales de cadencias sucesivas. Puestos en circulación a finales del siglo XVI,
Las primeras Musiche a voce sola (1609) son voluminosísimas: 47 textos aobre todo por obra del poeta de Savona, Gabriello Chiabrera (1552 t 1638),
(algunas veces articulados en más partes) organizados como un cancionero con la intención de restablecer la métrica poética de los líricos griegos, es-
poé tico en música, no ya como un libro de madrigales polifónicos (21 trozos tos textos tienen habitualmente un argumento jocoso: de allí la denomina-
como promedio). La sección inicial (números. 1-20) bastaría por sí sola para ción de «scherzi••, frecuente en las publicaciones tanto literarias (como la
colmar un libro monódico: después de una invocación del cantor-poeta («Ca- antología de Scherzi tk' sig. academici trasjormati, editada en 1605) como
ra mia cetra andiamne•• ), aparecen alternativamente madrigales (textos de musicales (así los Scherzi musicali a tres voces, con «ritomelli» instrumen-
Marino, Guarini, Rinuccini) y arias (Chiabrera). La distinción entre madri- tales muy brillantes de Claudio Monteverdi, 1607).
gales y arias contrasta con la primera colección de Nuove Musiche, de Cae También Sigismondo d'lndia, prefiriendo las formas recitativas y narra-
cini (1602): los madrigales tienen textos afines (o idénticos) a aquellos del tivas largas, da numerosos ejemplos de tales arias y scherzos: algunas ve-
madrigal polifónico, y estructura musical dicursiva; las arias tienen texto es ces sobre textos brevísimos tres-cuatro versos por estrofa. En el segundo
trófico, y los versos son frecuentemente <<medios, (versos de acentuación Ubro, todo para dos voces (1615), éstos contrastan con las larguísimas <<OC-
fuerte y rígida, como cuadrasílabos, pentasílabos, exasílabos y octosílabos, tavas paseadas•• de Marino y de Tasso. En e l tercer libro, para voz sola
en oposición a los versos libres madrigalescos, heptasílabos y endecasíla (1618), predomina el estilo recitativo: además de los madrigales (uno de los
bos). Al primer grupo pertenecen también ciertos trozos puestos en música textos está copiado de un madrigal cromático de Gesualdo, que d'India imi-
sobre fragmentos de monólogos del Pastor /ido, el drama pastoral de Gua tó también en su tercer libro de madrigales polifónicos), allí figuran sonetos

16 17
de Petrarca y de Marino, octavas de la Gerusalemme liberata, una «carta más, d'lndia recogió un libro entero de músicas escérúcas hechas en Turín
amorosa>> de Marino (un monólogo lamentoso en la tradición de las «epís- aquellas de Musiche e balli para los festejos nupciales de 1619-1621:
tolas heroicas» de Ovidio, a menudo imitado en el siglo XVII; cfr. § 23), un La presencia de fragmentos teatrales en las publicaciones monódicas no
extracto de Amaranta de Giovanni Villifranchi, un fragmento en eco (Ahi, debe asombrar. Entre tanto, rrúentras el madrigal polifórúco está destinado
chi fia che consoli il dolor mio? .. . io). El cuarto libro (1621) da la indicación a ser cantado «a tavoJino, (*) por el placer rrúsmo de los cantores (sean és-
explícita de Jos autores de los textos: acaso d 'India imita aquí el ejemplo tos profesionales o aficionados, cortesanos o ciudadanos), la monodía tiene
de cantores-compositores-literatos como Francesco Rasi o como Bartola- un comportarrúento «recitativo» intrínseco: e l aislarrúento de cada voz con-
meo Barbarino, que en sus libros de músicas monódicas solían señalar los siente la individualización de un personaje recitante, y por otra parte la téc-
nombres de los poetas, entre los cuales figuran ocasionalmente ellos rrús- rúca de la ornamentación vocal requiere cantantes profesionales que sepan
mos. En efecto, también en el cuarto libro de d'India dos «lamentos» reci- ofrecer, con eficacia y refinarrúento, e l texto y el canto a un público de oyen-
tativos (de Orfeo y de Apolo) son frutos declarados de la musa poética del tes y espectadores (son frecuentes las advertencias coetáneas en tomo al
músico. Todo el libro está empeñado en la elección de Jos textos: la invo- comportamiento y a la equilibrada gesticulación facial y corpórea que deberá
cación inicial es un soneto de Bembo (Piansi e cantai lo strazio e l' aspra tener el cantante virtuoso). Además, la monodía recitativa representa con
guerra), y Juego viene otro soneto, de Petrarca, las tres octavas en estilo el inicio del siglo, una prerrogativa de pocas cortes, una novedad preciosa
recitativo del bautismo y muerte de Clorinda en la Gerusalemme, un <<canto exhibida públicamente sólo en pocas ocasiones señaladas y conmemorati-
de ruiseñor>> extraído de una fábula pastoral de Francesco Bracciolini, un diá- vas; los cantantes virtuosos están controlados por los príncipes italianos;
logo a dos voces de Marino y, del rrúsmo poeta predilecto, una versión más los aparatos celebrativos y de agasajo (cfr. lectura 1) se enriquecen con la
completa e íntegramente puesta en música de la <<Carta amorosa» ya utili- intervención de pocos grandes cantantes cortesanos. En Florencia están Jos
zada en el tercer libro. Diseminadas entre uno y otro fragmento recitativo Caccini (Giulio, su mujer, las hijas: una, Francesca, publica un libro con sus
del libro, las arias estróficas aligeran el tono literariamente sustentado. Musiche, 1618, y un halieto escérúco de tema ariostesco, La liberazione di
El quinto libro (1623) comprende otros tres lamentos sobre textos del Ruggiero dall'isola di Alcina, de 1625), Vittoria Archilei; en Roma destacan
autor (de Jasón, de Dicto, de Olimpia). Junto a éstos figuran dos trozos de los cantantes manterúdos por el melómano cardenal Montalto; a Mantua acu-
música teatral ejecutados tres años antes en la corte de Turín: e l aria de la den al aretino Francesco Rasi (el intérprete del Orfeo de Monteverdi con-
Virtud Heroica Jo che del ciel i sempiterni campi, cuatro cuartetas de ende- vertido más tarde en caballero), y la napolitana Adriana Basile, que ~on la
casílabos sobre bajo estrófico cantados en Ale accoglienze, halieto hecho el voz, la habilidad de acompañante instrumental, la belleza y las buenas ma-
30 de enero de 1620 por la llegada de Cristina de Francia, esposa del he- neras conquista Jos favores de los príncipes y de los poetas de Italia (tes-
redero al trono Vittorio Amadeo (ver la descripción de la lectura número limorúados en un Teatro delle glorie plagado de poesías en su honor y en un
2), y el madrigal Questo dardo, quest'arco cantado por la diosa Diana en una volumen de Lettere de diversi principi dirigidas a ella, impresos en 1623 y·
fiest a de bailes con aparición alegórica hecha, siempre en honor de Mada- 1628); estos rrúsmos honores heredará Juego su hija Leonora Barorú, gran
ma, en e l rrúsmo invierno. La costumbre de insertar en las colecciones de rnntante también ella (como testimorúan los Applausi poetici e n su gloria apa-
música de cámara para voz sola también trozos de músicas teatrales se re- recidos en 1639). El entusiasmo coetáneo por estos grandes virtuosos y
monta a Jos orígenes del género: en las Nuove musiche de Caccini de 1602 ¡>or el nuevo estilo de canto es hiperbólico. <<Los suaves suspiros, los acen-
figura, parte del Rapto de Céfalo, de Chiabrera, hecho en Florencia para las tos discretos, el gorjear moderado, los felices ligados, las osadas caídas, las
bodas de Medid-Navarra de 1600, en aquellas de 1614, una <<romanesca» rlcvadas subidas, los entrecortados caminos, la firmeza, el morir de una voz
cantada en la Mascherata di ninje di Senna, de Ottavio Rinuccini y bailada dt• donde salía otra reconfortante voz que iba hasta las estrellas para dete-
en el palacio Pitti en 1611; las Musiche de Marco da Gagliano de 1615 con- lltlr aquellas esferas, eran, ni más rú menos, maravillas celestes>>: ésta es
tienen el Balto di donne turche bailado en Pitti aquel rrúsmo año; el séptimo 111 descripción (digna del ruiseñor marirúano) de la voz de Adriana Basile.

libro de madrigales de Monteverdi (1619) se abre con la introducción al bai l.11 metáfora astronórrúca se encuentra en el título de una antología romana

le Tempro la cetra y se cierra con un diálogo-halieto, Tirsi e Clori (Mantua, dt• monodías de 1629: La risonante sjere da velocissimi ingegni armonica-
1616); las dos secciones del octavo libro monteverdiano (1638) terminan ltlllnte raggirate... con il primo mobile del [basso} continuo.
con un balleto <<en género representativo» completo (el B alto dell'ingratc, La carrera rrúsma de un músico como Sigismondo d'India, que (no obs-
Mantua, 1608) y una introducción al baile (¿Viena?, 1637); asimismo, entn·
los madrigales póstumos de Monteverdi (1651) aparece una canzonetta tea (*) Reunidos alrededor de una pequeña mesa (tavolino), los cantantes entonaban
tral (de la Proserpina rapita, de Giulio Strozzi, Venecia, 1630). Por lo de 1 1 appeUa
las diferentes partituras. (N. del T.).

18 19
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tante la publicación de tres libros de motetes concertados) se mantuvo le- 4. CLAUDIO MONT EVERDI, HASTA 1620
jísimos de la modesta polvareda de las capillas eclesiásticas, es indicativa de
la órbita cortesana del canto para voz sola. Noble parlemitano, d'lndia debió Durante la primera parte del siglo XVll italiano sobresale la figura de Clau~
frecuentar la corte de los Médicis desde el inicio del siglo en 1610 aparece dio Monteverdi (Cremona, 1567 t Venecia, 1643). Cuerpo central de su
en la corte de Piacenza, en 1611 obtiene un cargo estable de los Saboya, obra son los ocho libros de madrigales (hasta el sexto incluido se trata de
alrededor de 1623 pasa a Roma al servicio del cardenal Maurizio di Savoia, madrigales a cinco voces), según la regla de una época que veía en la pro-
pero sirve también a los duques de Módena, para los cuales compone en ducción madrigalista el compendio ideal de toda la personalidad artística de
1626la !sola di Alcina tragedia del conde Fulvio Testi; en el mismo año co- un compositor (ejemplos de ritual: Monte, Wert, Luzzaschi, Marenzio, Mac-
labora en Roma en la fábula musical de tema mariniano La catena d'Adone <¡ue, Nenna, Venosa). La preeminencia de los madrigales en la producción
(murió un par de años después). Cantante además de compositor (como to- rnonteverdiana responde además a la posición social del músico hasta 1612:
dos los monodistas), se hizo admirar en Florencia por los virtuosos del cír- rn 1590 fue tañedor de viola, en 1602 maestro de capilla en la corte de Man-
culo de Caccirú; pero a diferencia de tantos monodistas, además de las Mu- lua, o sea, en la práctica, proveedor de músicas polifónicas sobre textos li-
siche para voz sola (dedicadas a los Famese, a los Saboya, a los Este, a los lt~rarios para el noble entretenimiento privado de un círculo cortesano o aca-
Habsburgo, a la reina de Francia), compuso también ocho libros de madri- d6mico. Las dos publicaciones sacras controladas por Monteverdi en 1610
gales y dos de villanescas, dedicados, también éstos, a potentados y diplo- y en 1641, la Sanctissimae Virgini missa senis vocibus, ac vesperae pluribus
máticos. La categoría de su música es por sí misma nobiliaria, ya que, se- tll'cantandae, cum nonnullis sacris concentibus, ad sacella sive principum cu-
gún sus declaraciones, aborrece los «movimientos ordinarios», la «modula- hicula accommodata y la Selva morale e spirituale, tienen, comparadas con
ción actual ordinaria», «aquellos pasajes ordinarios ahora ya hechos comu- In producción regular de madrigales, un carácter excepcional, casi un doble
nes», y busca «el verdadero estilo con intervalos no ordinarios, pasando con mmpendio monumental de su actividad ••pública» como maestro de capilla
la mayor novedad posible de una consonancia a otra•• (o sea, mediante el rn Mantua y Veneciahfero en realidad, con la asunción al puesto prestigio-
empleo ostensiblemente anómalo de la concatenación de consonancia y afsimo de maestro de capilla de la República de Venecia en 1613, también
disonancia). pnra el compositor de madrigales carnbió la relación con el público: baste
Pasarán todavía algunos años antes que el canto para voz sola se vuelva , ilar que en su nueva condición, más autorizada y acomodada, Monteverdi
un género editorial de gran consumo. Ya el cuarto y el quinto libro de d'ln- pudo concederse el lujo de editar el sexto libro de madrigales (1614) sin de-
dia contiene, sin embargo, un síntoma elocuente en tal sentido: como anun- dicatoria alguna (en otras palabras: sin subvención rú patrocinio, excepto la
cian los títulos, las arias sobre texto estrófico distribuidas entre los recita- nyuda del editor mismo, que sabía que podía dar por seguro el óptimo re-
tivos llevan, además de la parte de bajo continuo, también las letras alfabé- Multado del negocio editorial)} También el estilo de sus madrigales venecia-
ticas que señalan (en un código cifrado rudimentariamente) los acordes para nos registra una situación ~ª~o.dema~Wespecto a la de Mantua
rasguear en la guitarra española. Este género ligero de «Scherzi» para can- y un resquebrajamieriioaela esfera totalizante de la polifonía madrigalesca
tar con la guitarra se difunde a partir de los años 20, sobre todo en Venecia y de su destino esotérico. Más singular aún es que sus mayores publicacio-
y en Roma, donde algunos músicos se especializan en la publicación de se- llt'S venecianas contengan todavía una constante referencia, directa o indi-
mejantes Scherzi del/e ariose vaghezze commode da cantarsi a voce sola: Car- rt•cta, al antiguo patrocinio de los Gonzaga, muy sufrido y sentido por el mú-
Io Milanuzzi (nueve libros así titulados, de 1622 a 1643), Giovan Pietro Ber- aico: en el sexto libro, una versión a cinco voces del Lamento d'Arianna ha-
ti, Martino Pesenti, ••ciego de nacimiento». Además gozan de gran favor n• pareja con una sextilla de lamento (Lagrime d'amante al sepolcro delta-
ciertas colecciones de Canzonette o de Villanelle que contienen solamente mata, 1610) por la muerte prematura de la protagonista misma de Arianna,
el texto con las cifras de la guitarra española: famosas son aquellas de Re- Caterina Martinelli (Mantua, 1608); a Caterina Medid Gonzaga está dedi-
migio Romano y de Pietro Milioni. Con esta nueva producción de pequeñas tndo al séptimo libro; al emperador Fernando II, e l octavo libro, y a lama-
estrofas destinadas al consumo menudo, al entretenimiento ciudadano y po- drastra de éste, Eleonora Gonzaga, la Selva morale e spirituale: los dos pri-
siblemente populachero, las músicas lánguidamente vocalizadas de los meros contienen músicas teatrales hechas en Mantua, el último es una ver-
monodistas ilustres no tienen nada para repartirse: al contrario, a partir •ión espiritual latina del Lamento d'Arianna monódico, transformado en
de los años 20 desaparecen de allí los productores, los cultivadores, la l'ianto delta Madonna.
práctica. Esta actitud retrospectiva es la manifestación exterior de una ambiva-
lrncia profunda que subyace en toda la personaliad de Monteverdi. Si él fue
rl eficaz disgregador de la totalitaria globalidad del lenguaje madrigalesco,
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fue también un seguidor muy cauto y tardío de las vanguardias estilisticas está proyectado sobre una serie de episodios solísticos intercalados a partir
del momento, ya sea en el campo musical o en el literario. Tardía es, por de la exclamación en todas las voces del verso-clave, el verso final <<¡Oh!
. ejemplo, la adopción de la lírica de Marino: por primera vez, en e l sexto li- memoria feliz, ¡oh! alegre día»:
bro (1614), aparece Marino, y de una forma por lo demás enteramente anó-
mala, ya que Monteverdi pone música a cuatro sonetos suyos y a una can- vv. 1-2: dúo (S, S)
ción, pero deja en cambio totalmente de lados los epigramáticos madrigales VV. 3-4 dúo (C , T)
tan preferidos por otros. Es más los sonetos marinianos están de acuerdo v. 14: <<¡Oh! memoria feliz . .. "• a 5 voces
con dos sonetos de Petrarca: el empleo de formas poéticas complejas y ar-
vv. 5-6: solo (S)
tificiosas como el soneto, desde hace ya mucho tiempo abandonado por los
V. 7 trío (S, S, C)
músicos (en total, sólo uno de los primeros cinco libros del mismo Monte-
v. 8 dúo (S, S)
verdi), es sin embargo, el indicio no de una restauración literaria y estilis-
V. 14:· «Oh! memoria feliz.. . "• a 5 voces
tica, sino de un interés nuevo por la articulación de la forma musical de vas-
tas dimensiones. La epigramaticidad musical de Gesualdo y compañia, fun- dúo (S, C)
vv. 9-11:
dada sobre la transliberación musical de un <<Concepto•• encerrado en pocas vv. 12-13: trío (C, T, B)
imágenes poéticas <<punzantes >>, es sustituida en los sonetos de Petrarca y v. 14: << jÜh! memoria feliz ... "• a 5 voces
de Marino del sexto libro de Monteverdi por extensas superficies sonoras
grandes contraposiciones entre episodios a varias voces y e pisodios solísti- El recurso fundamental para la obtención de tales articulaciones forma-
cos (donde alguna vez las voces solas individuan los personajes de un diá- les, literariame nte motivadas pero musicalmente determinadas in P~mis, e_s
logo amoroso). Antes que la forma musical concisa injertada e n el concepto la adopción, a partir del quinto libro de madrigales (16~5), del bajo cont~­
poético, lo que hay aquí es una concepción de la forma musical obtenida por nuo, premisa indispensable para el empleo de la voz solista e~ la compagi-
la distribución preordenada de secciones, de frases, de períodos que se nación de un madrigal polifónico. Por definición, las partes mus1cales de una
corresponden y contraponen uno a otro según una articulación y una dispo- polifonía no podrán ser menos de dos, pero ?olame~~e e l can~o. de una voz
sición amplias uy sintéticas. sola de la individuación plena con un personaje (vendico o fictiCIO): por tan-
En · Ohime il bel viso, ohime 'l soave sguardo• (Petrarca), las dos so- to, sólo el bajo continuo (segunda «VOZ») permite a Monteve~di tomar_ a la
pranos se limitan a exclamar 16 veces sus «Ohime>• , mientras las otras tres letra las palabras, cantadas sólo por la soprano, de un madrigal de Glam-
voces proceden gradualmente en la enunciación de los primeros versos del battista Guarini, «Tamo, mia vita» (en el quinto libro):
soneto (ampliamente condimentados también de <<ohime>>); es singular tam-
bién la construcción musical de los versos 5 y 6, donde simultáneamente a Contralto, tenor, bajo
las largas y lánguidas exclamaciones de las sopranos, te nor, bajo y contral- Soprano y b. c.
to, enuncian sufridamente sílaba por sílaba el resto del texto: T'amo, mia vita
la mia cara vita
S, S: e t ohime.. . T: il dolce riso, dolcemente mi dice
S, S: et ohime .. . B: il dolce riso ond'uscl il dardo, T'arno, mia vita
S, S: et ohime .. . A: il doce riso ond' usd il dardo e in questa sola
di che morte altro ben, sl soave parola
di che morte altro ben gia mai non spero. par che trasforrni lietamente il core
per farmene signore
S, S: y ay de mí! T: la dulce sonrisa, Tamo, mia vita
S, S: y ay de mí! B: la dulce sonrisa de donde salió el dardo O voce,
S, S: y ay de mi! C: la dulce sonrisa de donde salió el dardo Tamo, mia vita
voce di dolcezza e di diletto
del que, salvo la muert e, otro bie n,
prendila tosto, Amore
de l que, salvo la muerte, otro bie n no espero.
stampala nel mio petto,
El relato nostálgico de un episodio amoroso del pasado en «Qui rise Tir- spiri solo per lei !'anima mia:
si, e qui ver me rivolse•, soneto de Marino concertado con bajo continuo,
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A 5 voces Homofoníalcadencia Imitaci6n!progresi{m
«Tamo, mia vita» lamia vita sial! Sl ch'io vorrei morire
ora ch'io bacio, Arnore,
Te amo, vida núa la beUa bocea del mio amate core.
mi querida amada Ahi, cara e dolce lingua,
dulcemente mi dice datemi tant'umore
Te amo, vida núa che di dolcezza in questo sen m'estingua-....
y en esta sola Ahi, vita mía, a questo bianco seno
palabra tan suave Deh stringetemi fin ch'io vengo meno
parece que transforma alegremente el corazón a questo bianco seno
para hacerme su señor Deh s tringetemi fin ch'io vengo meno
Te amo, vida núa a questo bianco seno
¡Oh! voz, Deh stringetemi fin ch'io vengo meno! ......_
voz de dulzura y de deleite, Ahi bocea, ahi baci, ahi lingua tomo a dire: _,..-
tómala pronto, amor, imprúnela en mi pecho - sl ch'io vorrei morire!
desfallezca sólo por ella mi alma.
Sí, desearía morir
ahora que beso, Amor
(Te amo, mi vida••; ¡sea mi vida!
la beUa boca de mi amado corazón.
¡Ay!, cara y dulce lengua
La exigencia de una articulación musical extensiva mejor que intensiva, dadme tanto ánimo
de un orden formal de naturaleza declamatoria, la búsqueda, en suma, de que de dulzura en este seno me extinga
una oratoria musical que no se limite a ilustrar musicalmente las imágenes ¡Ay! vida mía, en este blanco seno
verbales sino que sepa graduar el discurso, es, sin embargo, encontrable ¡Oh! estréchame hasta que desmaye
en los madrigales polifónicos sin bajo continuo que figuran en los libros cuar- en este blanco seno
to y quinto, editados en 1603 y 1605, pero compuestos en parte antes de ¡Oh! estréchame hasta que desmaye
1597. No es casual, entre tanto, encotrar frecuentemente en estos libros en este blanco seno
textos teatrales extraídos de los monólogos lamentosos del Pastor Fido (pe- ¡Oh! estréchame hasta que desmaye
ro esto podría, de por sí, no ser más que una adhesión a la moda musical ¡Ay! boca, ¡ay! besos, ¡ay! le ngua, vuelvo a
corriente, o al vivísimo interés de las cortes de Mantua y Ferrara por el decir:
drama pastoral de Guarini). La estructura misma de la música madrigalesca Sí, desearia morir
monteverdiana es el indicio más seguro de que a la práctica combinatoria
de un Gesualdo (ilustrada aquí en § I) se añade una dimensión constructiva. La novedad impetuosa de los madrigªle_arnonteverdianos, al menos has-
En ·Si ch'io vorrei morire• (cuarto libro)'ff;e alternan los episodios acorda- la el c'üiirto-libr-o;-corrsiste-entonte sen la articüiicióñ declamatoria del dis-
les, cadenciales, tonalmente fijos, con Ió"r episodios imitativos, enlazados l'lltSO-ml:lsical,_en lii"'Concepción de l~aoasada" e n los procedimientos
con disonancias exclamati~~~· y dispuestos en progresiones armónicas por de la correspondencia, de-las aJltífrasis, de la repetición, de la alternancia,
grados (¡hasta 11 cambio~estas últimas se corresponden entre sí en un 1lc la recapitulación de secciones musicalmente individuadas, y no en la au-
espejo, por movimiento ascendente o descendente, mientras que los episo- llacia GOntrapuntística o armónica. Cuando un teórico boloñés: el canorugó
dios acórdicos.,.s_~_on~te. siendo el verso de cierre la re- <iiov.aa-Maria Artusi, tutor del sentido común de la decencia polifónica, ata-
petición poética y musical exac~deL.v~o 'de apertura" - l'ó-eJAiialenta=y:fenaz polémica los madrigales del cuarto y quinto libro (L'Ar-
tusi, overo Delle imperfezioni delta moderna musica es de 1600 y la segunda
¡~arte de 1603, el Discorso secondo, de Antonio Bracciano da Todi - ¿seu-
dónimo de Artusi?- de 1608), lo hizo en el terreno de la permisividad con-
trapuntística de .detemúflades-pmeedimientos· disonantes que (aislados del
texto y del contexto) !~nJ19rrendos solecismos. Monteverdi re-
plicó con una declaración aparecida en la e dición de 1605 (y glosada por su
hermano Guilio Cesare en la edición por él supervisada de los Scherzi mu-

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sicali de 1607), el cual afinna el advenirni~ntQ.Jie una «Segunda práctica,. Los textos -de Guarini de Chiabrera, de Marino, de Tasso- son indife-
compositiva que (a diferencia dé la «primera•, la códífica a porZ"arlíñov.;po- rentemente madrigales y sonetos: Monteverdi ha disgregado el madrigal po-
ne a la oración [el texto) por señora de la annonía [de la músical?, y hO vi- lifónico y ha reconquistado con esto la soberanía del músico en su elección
ceversa. Pero justificar la licencia contrapuntistica mediante las7e~gencias poética aun desde el punto de vista formal. En la fase en que se encuentra
ilustrativas del texto es una argumentación teórica y una práctica composi- el séptimo libro, cada forma poética es apta para ser puesta en música, en
tiva antigua en cuanto al madrigal; por eso a Monteverdi no le resulta difícil una música capaz de hacer justicia en cada instante a cualquier configura-
instituir, para su propia herejía, una genealogía ilustre que se remonta hasta ción literaria.
Cipriano de Rore (destaca, entre los testimonios de la «segunda práctica• La sección final de libro ilustra, mejor imposible, la versatilidad de los
mencionados por Monteverdi, un tupido grupo de músicos de sangre noble, estilos. Baste catalogar el contenido: un madrigal de Guarini («Con che soa-
contrapuesto polémicamente a la «mecánica• doctrinariedad del canónigo bo- viti, labbra odorate•), cantado como un monólogo apasionado por una voz
loñés: el príncipe Gesualdo, Emilio de Cavalieri, el conde Fontanelli, el con- sola con acompañamiento alterno de tres grupos instrumentales diferentes
de Girolamo Branciforte, el cabaUero Del Turco, el gentilhombre Pecci). (dos chitarrones, clavicémbalo, espineta; tres partes de viola y bajo conti-
En realidad, la verdadera novedad de la <<segunda práctica•• montever- nuo; tres partes de viola da gamba y bajo continuo) que s uenan a la vez sólo
diana, que ninguno de los escritores polémicos pudo todavía explicitar (aun en los puntos culminantes; una romanesca para dos sopranos sobre una oc-
en 1633, Monteverdi anhelaba~sc.rfuir_un-tr-atado-musieal que, sin embar- tava rima de Bernardo Tasso, en el estilo florido de Sigismondo d'India; dos
g6;-nunca VIO (á- luí), reside quizá en el descubrimiento gradual de nexos «cartas amorosas para voz sola en género representativo•, o sea, recitati-
for:nales y nexos tonales que trascienden el horizonte modal de la polifonía vos de tipo teatral (el texto de la primera <<carta», L'amorosa ambasciatrice,
maarig~ajan irremediablemente s u valor totalizante. Inne- es un idilio en versos libres de Claudio Achillini, de 1612; el otro es un idilio
cesario es decir que los nexos formales eran (y no podían ser) tomados del atribuible a Rinucci, en heptasílabos a rima baciata; dos canciones sobre ver-
texto literario, pero desde una lectura del texto literario y de su orden re- sos medidos (cuadrasílabos; heptasílabos rotos y quinarios) concertados con
tórico que descubre, además de la dimensión de la imagen poética relevan- dos violines y bajo organizadas en una serie de variaciones estróficas (un
te y del concepto vivaz, la dimensión declamatoria, oratoria, elocuente. Un solo bajo repetido idénticamente estrofa por estrofa) intercaladas de ritor-
ejemplo «de transición• lo da, también en el plano de la técnica contrapun- nelli variados según el mismo principio; y finalmente el baile Tirsi e Clori
tistica, el singular hábito tonal de la sextilla Lagrime d'amante en el sexto (Mantua, 1616), construido sobre todas las variantes rítmicas posibles del
libro: esto se distingue por la repercusión silábica persistente de pocos acor- s~o, tanto en el diálogo ~troduct!vo hecho. de reci~tivos y arias (invi-
des largamente repetidos, que se suceden lentamente, en un formar perío- tación al baile) como en el baile prop1amente dicho (a cmco voces). Por la
~os extensos ~ue ~ menudo t.rasvasa de ~ endecasílabo al sucesivo y &ons- multiplicidad de los estilos musicales y de los géneros literarios puestos en
tltuye en su smtax1s de relacwnes armórucas una forma musical tonalmente obra el admirable Concerto de 1619 no es un libro de madrigales en el sen-
orientada y muy lejana del aislamiento de las imágenes poético-musicales de tido ~orriente del térrnin"7>. Más que pretender atribuirle un significado glo-
un madrigal gesualdian~ bal, total esto parece más bien una antología de lo modernamente << musica-
Si Monteverdi es de los primeros en adoptar el bajo continuo y el em- ble•, una exhibición de los recursos enormes, que el advenimiento de una
pleo solístico de las voces en los madrigales polifónicos, singularmente tar- concepción oratoria de la musica ha revelado.
dío aparece su acercamiento a la .monodía de cámara: tanto más sorpren-
dente esta demora en un autor precüzeñ-la-ereación de músicas teatrales
en estilo recitativo (su Orjeo fue hecho en Mantua en 1607, l'Arianna en 5. LA <<CRISIS • DEL SIGLO XVII
1608). En 1619, en el séptimo libro de madrigales, titulado Concerto, final-
mente aparece la m_Q!lodía. El fragmento de exordio es una invocación poé- Una obra como el Concerto monteverdiano de 1619 contribuye, en sen-
tica, «Tempro la cetra, e per cantar gli onori» (soneto de apertura de la Lira tido positivo, a superare! honzOñte luminoso, pero uniforme, del madriga-
mariniana de 1614): las cuatro secciones del texto son declamadas por una lismo polifónico, a disgregar la circularidad centrípeta. No menos decisiva
sola voz sobre un bajo estrófico e intercaladas por un ritorneUo instrumen- debió ser, en sentidO--negativo, la incidencia sobre la vida musical de acon-
tal que, al final desemboca en un baUetto. Un segundo soneto de Marino, tecimientos políticos, sociales y econórrucos calamitosos que, alrededor de
pero de tema pastoral (A quest'olmo, a quest'ombre) está tratado de forma 1620, pusieron a la Europa del siglo xvu en una duradera sjtuación de cri-
diferente: seis voces, dos violines, dos «flautas o fífara• se alternan en epi- ais. No es el caso de examinar aq~causas -algunas remotas, otras ac~­
sodios descriptivos en combinaciones sonoras siempre variadas_ Después luales- de la crisis de este siglo: basten sólo algunas consideraciones so-
de este doble exordio, monódico y coral, el grueso del séptimo libro está bre sus efectos.
constituido de duetos (13), tercetos (4) y cuartetos (2) con bajo continuo. La crisis económica y financiera puedo parecer ocasional, pero pronto
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se reveló profunda. En los años 1619-1622 la economía sufre un colapso de continúa, sin embargo, cultivando activamente el mito republicano, la altiva
proporciones e uropeas (mejor dicho, mundiales) que alteró a la industria ma- opos ición a Roma, la libertad de imprenta, de opinión, de pensamiento, que
nufacturera y al comercio agricola, al mercado monetario y al crecirrúento hace de ella una ciudad cultural de nivel todavía europeo: pero antes aun
demográfico de forma grave. La cri~onórnica..influy.~n la del final de la Guerra de los Treinta Años, marginada irremediablemente
producción de música impresa: la caída de li ~prenta musical italiana coin- por la competición mercantil, golpeada por la joven industria textil y manu-
cide con la desaparición del madrigal polifónicq) y ambos caen en el t~rcer facturera holandesa, por los armadores británicos, reducida más a centro tu-
decenio del siglo (cfr. §§ 1 y 12). Pero la caída no es solamente comercial: rístico que político, Venecia cae en guerra con los Turcos, y el sentirrúento
e n etcolaQso dekm~fleja también~tisis_Qolítica y social, No angustioso de su proxirrúdad dura el resto del siglo (hasta la paz de Carlo-
~en y no se editan máslñaarigaleS15§l:que éstos han dejado de ser- witz, 1699), carente sin más (al menos hasta la Santa Liga de 1683 con el
vir, han perdido sentido. Se derrumba la imagen del siglo XVI de una armo- papado, el imperio y Polonia) de aquellos ideales de cruzada antiotomana
nía social que se evoca musicalmente, reflejo mundano de la armonía de las que habían hecho de la batalla de Lepanto (1571) un episodio heroico y me-
esferas, reproducible en el canto <<a tavolino», a cuatro, cinco voces con- morable de la catolicidad. Si ésta es la condición de Venecia -que queda,
cordes y bien entonadas, de cuatro, cinco gentilhombres cultos y en armo- por varios motivos, como la ciudad más extraordinaria de Italia por la vida
nía entre sí, que canten con bello artificio madrigales de amor, conceptos intelectual, musical y teatral ~ndclresto de Italia-es-aún peor.
sutiles e invenciones musicales ingeniosas. Más concretamente, . se_r:esque- I..a--cruis pm:tüñcra:::y...traumática del siglo XY.II, que para algunas naciones
~aja el orden del siglo xvr de la sociedad ci~c\a..soll!:e la toma jóvenes (como Gran Bretaña) aS!IIJ1e el si@!!ig¡do..de-a:isiS-I:esolutiva y ten-
de-cóñC1encia eh1iSía(Iela.:arist1 cra~ia.Soí)fe)a vida de corte y de acade- dente hacia la economía capitalista y la política parlamentaria, y para otras
mia, sobre el ejercito de cultura y caballería como formas simbólicas de ejer- naciones (como Franc1a) conCliiCe;Por otrÜsmedios, ailñOderno absolutis-
cicio del poder y de la autoridad: y con este orden d~§pareee-eLfétlil..teue­ m~nomía...de_Estado, para Italia (y para España, el imperio y
no d~ga!,..€Li e urbanidad y cortesía u encarna. En la con- el este europeo) adquiere la connotación negativ11 gel estancamiento, del in-
flictividad social y política desencadenada por la crisis económica de 1620, movilismo, de la depresión, y sanciona lamiD-ginación -o al menos la mar-
el ejercicio del poder y de la autoridad debe ser manifiesto, inmediato, de ginalidad- política, económica e mteiectuaJ. Entre 1640 y 1660, la revolu-
un agresivo simbolismo, muy lejano del esoterismo cortesano del madrigal. ción inglesa y la república de Cromwell derriban el orden feudal y hacen una
El nivel de la vida civil, ya deteriorado a finales del siglo precedente por nación moderna, con la cual la restauración monárquica deberá consultar;
una serie de carestías graves, se degrada mucho más: crece el arbitrio de desde la oposición nobiliaria y burguesa contra el poder central, Mazarino
los pequeños funcionarios periféricos, la ineficacia fiscal de los gobiernos, la sale con la consolidación absoluta de la soberanía real y nacional. En ambos
capacidad del resurgente feudalismo meridional (del cual el príncipe Gesual- casos, la organización de la vida civil y política en una gran capital nacional
do es un representante brillante). Al desbarajuste político (las luchas entre (desde 1660, Londres y París con las ciudades más populosas de Europa)
Saboya y Mantua por la posesión del Monferrato -no obstante la espesa lleva consigo después la creación de una vida cultural de sociedad y de una
red de enlaces matrimoniales que proporcionan la ocasión para crear espec- opinión pública en sentido moderno. Es verdad que también el mundo es-
táculos musicales de calidad, como la Aria~a Dafne mantu;;ru¡s de pañol es sacudido por revueltas y revoluciones: más para una insurrección .
160~ainvaslóndelas tr~ales_en Man- nacional victoriosa, la portuguesa -el primer rey de l Portugal moderno se-
tua) sucede la caramiaa<.rael¡rpeste (desastrosa-aqí.lella manzoniana de 1630 rá Juan IV de Braganza, coleccicinista de música y músico él mismo--, ¡cuán-
e n el norte de Italia; catastrófica aquella del centro-sur de 1656), la pobreza tas fracasan! La revuelta de Cataluña dura desde 1640 hasta 1652, las in-
endé mica (que las grandes instituciones asistenciales religiosas y civiles ali- Kurrecciones de Palermo y Nápoles de 1647 se consuman en pocos días,
vian, pero no eliminan). La Iglesia, mediante sus órganos inquisitoriales y pero tuvieron el mismo resultado desastroso (pese a la oportuna interven-
las órdenes religiosas, cen'sufa-la~ciencia y la filosofía; y JID)d~a rión antiespañola de Francia). Sin e mbargo, la misma revuelta de Masanie-
de._co~ara la Itali~a. La catolicidad de la Contrarreforma se ha- llo y la efímera república napolitana que tuvo detrás no pasaron en vano: des-
ce más celosa)rexpaÍÍsiva, pero vive asediada: l~eHa-de-los--Treinta pués de la restauración española, autoritaria y obligada por las circunstan-
Años estalla al norte de los Alpes en 1618 y se desarrolla en el Norte, pero rias, populística, el orden de la vida social de Nápoles (máxima ciudad de
la partida es entre la Europ~España, Austria) y 1~ (Ale- ~;uropa antes, y de Italia después de la peste de 1656, que la diezmó) se
mama, Inglaterra, E8Cañaiílavia); las repercusiones cúÍturales e ideales de lu1ce más «moderno», el juego de las clases allí es cerrado, explícito, el con-
la guerra en Italia son fuertes, y amargo el conocirrúento del declive de la flicto entre el poder virreina! y la aristocracia (ciudadana y feudal) está in-
catolicidad. Venecia cae desde el punto de vista industrial y comercial, pero h•rpuesto por una clase <<Civil» de intelectuales y funcionarios abiertos a las
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novedades filosóficas de Francia e Inglaterra. No es una casualidad que el concéntrico de los humores corpóreos y de los cuerpos celestes; una por-
teatro de ópera, nacido en Venecia de formas empresariales virtualmente tada interna ilustra, en cambio, el Templum musicae, edificio admirable y fan-
capitalistas, se ordene en Nápoles después de 1650 sobre un modelo mixto tástico que contiene en sí todos los atributos de la «música práctica»). La
de patrocinio soberano y empresa pública, apoyada desde las organizacio- Guerra de los Treinta Años derrota al elector palatino, protestante, y des-
nes asistenciales (el hospital de los Incurables, propietario del teatro públi- plaza la ideología ilurninística y mística de procedencia inglesa a la clandes-
co), que luego se convierte en ejemplo para muchos teatros de ópera de tinidad del movimiento de los rosacruces: la proclamación pública de la ma-
Italia y de Europa. gia natural se exilia en las profecías iniciáticas, en la filantropía sectaria pro-
Desde el punto de vista económico, social y político avanzan las nacio- pagada subterráneamente. El movimiento religioso e intelectual de toda Ale-
nes como Holanda e Inglaterra, donde una agricultura fuerte sostiene a una mania: pero en la clandestinidad, la~ento ineficaz de una ar-
industria joven y mercantil, no como la de los países mediterráneos, corpo- monía universal patentemente escondida, es un jeroglífico h ' ·co, iner-
rativa y pasada, dedicada a la producción de mercancía de lujo (de un lujo te;-come-err10Séíñblemas alquímico-mus1c es en la Atalante fugiens del ro-
tanto más ostentado cuanto más se restringe, de hecho, el mercado de lu- sacruz Michael Maier (1617), impenetrables (y hasta hoy indescifrados).
jo). Desde el punto de vista cultural e intelectual las cosas no marchan de La crisis de l siglo XVII, abierta trágicamente con la Guerra de Jos Trein-
forma demasiado diferente: el estudio, tecnológicamente orientado y no más ta Añosy Iaaepresión económica de 1619-1622, se cicatriza en la_J;~da
exclusivamente especulativo, de las ciencias naturales, promovido por Ba- mitad del §.iglo. Más que dellibertinismo manifiesto de Jos Incógnitos ;;del
....-
con a partir del Advancement of learning (1605) en la Inglaterra de la res- mag¡c¡smo oculto de Jos rosacruces, eLarte musical (como el figurativo y el
a~quitec~ónico) s~ca ven~aja de la fuerte ~.rnaf!d<i de_«autotida~a cri-
tauración, se institucionaliza en la Royal Society; en Italia, en el país donde
SIS QQ.ii~máCSusqta ea:EtíroV<CmfraOquier. La retratística real de
ni siquiera un papa humanista como Urbano VIII sabe cómo evitar que se
Rubens y Velázquez, o la patricia de Frans ·Hals y Rembrandt, el clasicismo
procese a Galileo por su Dialogo sui massimi sistemi (1632), las únicas aca-
didascálico de Poussin o el alegórico de Pietro da Cortona, la arquitectura
demias científicas de relieve, la romana de los Lincei (1603) y la florentina
edificante y gesticulante de Bernini y Borromini o la solemne y majestuosa
del Cimento (1657), se deshacen una después de veintisiete años y la otra
de Hardouin -Mansart y Chistopher Wren son, bajo el perfil político y so-
después de diez. A la libertad de pensamiento de los países nórdicos y es-
cial, otras tantas proclamaciones públicas de autoridad- intelectual, moral,
candinavos (desde 1628 hasta su mue rte, en 1650, Descartes trabaja y pu- t•conómica o política. Con mayor razón la música, ejercicio artístico social-
blica en Amsterdam y luego e n Estocolmo, antes que en París), correspon- mente producido y consumido más que cualquier otro, se vuelve un arte pú-
de en los países católicos el liberalismo, la polémica (frecuentemente secre- blico, instrumento demostrativo favorito de la dimens ión autorizada (o au-
ta y cifrada, siempre rigurosamente elitista) de los intelectuales contra la lurit~a) q~e~voca el ejercicio polític~~ religioso del poder. En el orden
Iglesia y la religión (que los libertinos, antimonárquicos, pero también anti- ronflictual e i'gl~rtncípe mústcti, al noble diletante, al
populares, justifican, sin embargo, como una impostura útil, como un eficaz literato melómano, que cantan en privado (o se hacen cantar) madrigales de
instrumento de gobierno de la plebe tumultuaria 'y supersticiosa). Son lite· fnr.tura artificiosa, lo reemplaza el empleo explícitamente ideológico de la mú-
ratos libertinos, los académicos Incógnitos de Venecia, los primeros cela aka (cfr. § 11), la explotación activa de aquella predispos ición oratoria que
dores (si no los verdaderos patrocinadores) del teatro de ópera veneciano yn el séptimo libro de madrigales de Monteverdi había descubierto. Al mer-
en los años 40 (cfr. § 21). Desde Inglaterra, desde las tradiciones mágicaH rado homogéneo y autogenerador de la polifonía del siglo XVI lo reemplaza
y herméticas cultivadas en la edad de oro de Elizabeth I, llegan a Alemania, 111 rornisión concurrencia! y demostrativa de las grandes organizaciones es-
con las bodas de la hija de Jacobo I y del elector palatino (1613), las esp<' IAiules y religiosas de representación y propaganda (las cortes, las corpo-
ranzas de poder fundar, sobre el estudio de las ciencias y de la magia na ral'iones, los municipios, las basílicas, las catedrales, las órdenes). La cri-
tural, el advenimiento de una edad de paz, de armonía religiosa e intelectual 111, en suma, e n la esfera de la actividad musical, equivale a una verdadera
(desvinculada de la conflictividad «política» del papado, del fanatismo rapill rtvulución: disgr~gación de_uru>rden viejo e invención de procesos sociales
de los jesuitas del celo moralístico de los protestantes). La música les ha lllit'VOS.
bría manifestado de lleno el poder mágico como mediadora entre el macr11
y el microcosmos, la armonía del mundo y la armonía de los hombres: lu · CONCIERTO,
Utriusque cosmi maioris scilicet et minoris metaphysica, physica atque terlt
nica historia, del inglés Robert Fludd, editada en el Palatinado en 1617, r•• Otro orden de consideraciones, enteramente diferente, impone el título
la llave erudita, volitivamente enciclopédica (la portada de la obra materia ...mo del séptimo libro de madrigales de Monteverdi: Concerto. Aquí el
liza la armonía universal en la imagen de un hombre inscrito en el doble giru . .nhre «Concierto» está utilizado categóricamente: casi provocativamente

30 31
si se piensa que el sustantivo y las fonnas verbales y participales de él de- rjecución musi_cal, para_ denominar un fragmento de música de conjunto en
rivadas («concertar», «Concertado», <<concert;ante••) son aquellas que más I'Uanto tal (e mdependientemente de su constitución, estructura, forma,
frecuentemente se repiten en la terminología musical del siglo XVII. ele.). De esta manera, los Concerti di Andrea e di Gio. Gabrieli a 6-16 vo-
Pero la verdad es que no se trata, en principio, de un término técnico ¡·es 1587) conti~nen «música de iglesia, madrigales, etc., para voces e ins-
(como en cambio la historia dieciochesca de la palabra tendería a hacemos trumentos ~usicales» : música de conjunto de varios géneros y variada na-
creer). «Concierto» deriva del latín con-certare, o sea <<luchar juntos», «com- turaleza. Sm embargo, las primeras tentativas de definir sistemáticamente
petir juntos»: pero en el uso vulgar corriente, a la idea de «colaboración mi- rl té~o «concierto» no suceden en Italia sino en Alemania. y de estas
litante» se la ha sustituido por la de «concordar», «ponerse de acuerdo». tentativas _fueron parcialmente corresponsables los tres libros verdadera-
Por supuesto, tanto «concertar» como «concordar» hacen resonar una fuer- mente capitales de Concerti ecclesiastici a 1-4 voces y bajo continuo de Vi-
te alusión musical macrocósmica: la referencia a la afinación, a la exacta en- dan_a, que en Alemania t~..¿eron _una fortuna no menos considerable que en
tonación de las <<cuerdas» de dos <<corazones», no es otra cosa que el re- Italia (al menos ocho ediCIOnes Italianas sólo del primer libro desde 1609
flejo microcósmico de la idea de la annonía universal, con la cual es nece- hasta 1626, Y un cuarto libro aparecido en Francfort en 161S: tanto como
sario buscar estar en acuerdo, idea de cualquier modo implícita en la familia ha~taba para llenar tam?ié~ las más periféricas y exiguas Kantoreien (*), ca-
verbal (con)-certare. tólicas o no, de la provmcJa gennánica). En el intento de deducir de las de-
<<Concierto», en música, indica, desde el siglo XVI, un conjunto anno- nominaci?nes corrient~s una nomenclatura atendible de los géneros musi-
nioso, un grupo, siempre que sea numeroso y bien afinado, de ejecutantes r~les, Michael Praetonus (en el vol. III de su Syntagma musicum, Wolfen-
y de partes musicales (voces e instrumentos), y es más o menos sinónimo butel, 1619) debe consultar con los conciertos de Viadana: de esta manera
de «empaste» (como declara Ercole Bottrigari en el diálogo Il Desiderio ove- en la clasificación de Praetorius (adoptada luego por sus sucesores alema~
ro De'concerti di varii strumenti musicali, 1594). Se dirá «Un concierto de r~es) al ténnino «Concierto» termina por significar algo así como «motete la-
voces en música», «un concierto de violas••, «tocar un concierto», «instru- tino para pocas voces solistas y bajo continuo, con o sin instrumentos» co-
mento de concierto» (y será a menudo un instrumento de acompañamiento mo en el caso precisamente de los Concerti de Viadana. Pero Praetoriu~ co-
y afinación determinada, clavicémbalo, órgano, chitarróne o laúd), etc.; en noce también l~s ~úsi~s de la tradición policoral de los Gabrieli, y prevé
las portadas se leen frases del tipo Vespro della Beata Vergine, da concerto, ent?nces una Significación alternativa de «Concierto» como <<motete latino a
composto sapra canti fermi, sex vocibus, et sex instrumentis (Monteverdi, vanos coros».
1610); en la partitura del Orjeo, el mismo Monteverdi dice: <<Este canto fue El ~smo Praetorius, sabedor de la flagrante contradicción, intenta lle-
concertado al son de todos los instrumentos. » ~ar hacia una coherenci~ terminológica y de nomenclatura una palabra ita-
La palabra tiene entonces un primer sentido referido a la práctica de la liana ente:amente genénca ( y genéricamente empleada por los músicos) co-
ejecución de conjunto, por lo general con participación instrumental. Más es- ~o «COnCierto», y con este fin echa mano al significado etimológico ·origina-
pecíficamente, podrá indicar algunas veces un cuerpo de instrumentos en no de con-certare, verdaderamente muy remoto. De manera que, de la em-
el interior de una fonnación mixta vocal e instrumental: y en tal caso «con- pr~sa (conceptualmente vana) de mediar la descompesación entre una acep-
cierto» se contrapone a «Cappella» (exclusivamente vocal), como en las Li- tación totalmente ~ragmáti~a (la italiana) y una totalmente nonnativa (la ale-
tanie e motetti da concerto e da capella del boloñés Girolamo Giacobbi (1618). mana) de los ténnmos musicales en uso, nace la hasta demasiado manosea-
A finales del siglo XVII, << concerto grosso», más que un género musical de- da definición musicológica de «principio concertante» como «combate»
finido, indica un grupo orquestal numéricamente nutrido, al cual se opone •certa~en » entre voces musicales antagónicas, «competencia» entre uno ¿
un «concertino» numéricamente escaso (o sea, de solistas). Se trata de cual- ~ás solistas Y uno o más conjuntos (vocales o instrumentales), ,,competi-
quier modo siempre, en primer lugar, de un significado genéricamente re- c~ón» de elementos fonnales y estilísticos concurrentes. La etimología clá-
ferido a la unión sonora, a la distribución de las partes, y no pues de una SICa de c?n-certare en Praetorius sirve bien para explicar la denominación
denominación morfológica. Bas te recordar que la pareja de términos «con- de «concierto» dada tanto a los motetes a dos o más coros, como también
certo grosso/concertino» hacen con frecuencia su aparición sobre todo en a aq_uellos para pocas voces solistas: pero ésta imprime a la significación
las cantatas y en los oratorios ricamente instrumentados de compositores co~~ente de ~<concertar» («concordar .. , «poner en concierto») una conno-
romanos de los años 70, como Alessandro Stradella, y no en fragmentos ins- tacwn combativa Y agonística que falta por completo en el uso italiano de la
trumentales y orquestales. palabra, Y en la realidad de las páginas de música «concertada». (Histórica
Por una obvia extensión, no obstante, la palabra «concierto» sirvió bien
pronto, además que para designar la distribución vocal-instrumental de una (*) Escuelas corales. (En alemán en el original.)

32 33
y lingüísticamente insostenible es entonces una propuesta reciente de eti- musical. Y de cualquier manera, después de 1620, los intereses compositi-
mología, de conserere, que continúa todavía circulando aquí Y allá. . vos de Monteverdi toman direcciones dispares, múltiples.
Aclarando el· equívoco etimológico-terminológico en el cual Praetonus La distancia que separa el libro séptimo del octavo (1638) es, sin em-
implicó el concepto de «Concierto», continúa siendo cierto que aunque sin bargo, una distancia plena de actividad. Maestro de capilla de San Marcos,
connotaciones agonísticas, «concertar» (en la aceptación corriente, no_ t~;­ Monteverdi dirige frecuentemente los entretenimientos musicales en las ca-
minológica, de «concordar», ~poner de acuerdo••) presupone una cond1c1on sas patricias de Venecia o de los embajadores extranjeros. Compone músi-
inicial de heterogeneidad, de deformidad, de extrañeza de las cosas que son ca ~era y profana en abundancia, pero sólo una parte va a sedimentarse en
menester «Concertar•• entre ellas. En otras palabras, se hacen «Concertar», las dos últimas grañOes· coletciones auténticas: el octavo libro de madriga-
se coordinan se armonizan recíprocamente elementos que no se coordina- les Y la Selva Mora/e (1641); de otros fragmentos se adueñan los editores
rían ni armonizarían espontánea o naturalmente: voces con instrumentos, so- venecianos para ponerlos en publicaciones misceláneas, o para compilar es-
listas con el grueso instrumental, un coro con otro, una unión instrumental tos fragmentos. en «libros •• monteverdianos (los Scherzi musicali cioe arie e
nutrida con un grupo de solistas, pero también un estilo de canto con otr~, madrigali para una y dos voces, de 1632; la Messa a 4 voci e salmi a J-8
un estilo instrumental danzante con un fragmento de recitativo o con un epi- voci concerlati, e parte da cappella, aparecidos en 1650 bajo el cuidado del
sodio madrigalesco, etc. La unión, la concordia, la colaboración militante de discípulo de Monteverdi Francesco Cavalli; los Madrigali e can~onette para
cosas musicales diferentes y disparatadas, pero entre las cuales <<concerta- dos y tres voces, de 1561)c-De todas estas músicas, los únicos madrigales
das» representa una buscada convergencia de prop~n.si?ne~ nat~almente di- a cinco voces que todavía remotamente se pueden asimilar dentro de la for-
vergentes, una concordada atemperación de una uuctal dispandad de pr~­ ma estándar del género son tres madrigales espirituales a modo de apertu-
disposiciones. El concepto de «concierto», por tanto, presupone la p~urali­ ra de la Selva mora/e e spirituale:~> de estos tres textos, sólo el tercero es
dad, la multiplicidad, la diversidad de los componentes de una ejecución, o un II@drigauerQ_ageroy-propio (de argumento sacro) de .i\ñgefo Grillo; los
de una composición musical. En este sentido, el empleo del nombre "~on­ otros son de Petrarca (el Sí::i_ñeto de exordio del Cancionero, Voi eh'asco/tate
cierto» en la intitulación del séptimo libro de madrigales de Monteverdi es in rime sparse il suono, y una serie de tercetos del Trionfo del/a mgrle), y
altamente sintomático de la variedad, de la mescolanza, de la pluralidad de testimonian una vez más el grado de albedrío alcanzado por Monteverdi en
ingredientes musicales que Monteverdi, arbitrariamente, hace recíproca- las.._propia~ elecciones poéti9!_~, desvinculadas enteramente de hábitos for-
mente «Concertar». Por decirlo negativamente: el empleo del concepto males y estilísticos.
«COncierto» se hallaba escasísima legitimación en un estilo vocal del siglo En estos años, además de para las iglesias y los palacios de Venecia,
XVI intencionahnente homogéneo, compacto, equilibrado (no ob's tante el al- Monteverdi compone mucha música escénica para la corte de ~antua y tam-
to ~ado de articulación que esto alcanza en las más sutiles_ manifestacio~e.s bién para Parma y Piacenza. De esta colección no queda casi nada, a ex-
del madrigal polifónico del siglo XVII). Encuentra, en camb1o, aquel!~ le~tl­ cepción de l testimonio de s us cartas (enviadas en gran parte al secretario
mación en el organismo compuesto, dividido, discontinuo de la mús1ca d1e· de los Gonzaga Alessandro Striggio jr. , el libretista del Orjeo). Frecuente-
cisiete~ca, en su pluralidad estilística, en su constitución abierta y centrí~u· mente las cartas tratan no ya de cuestiones musicales sino de cuestiones
ga (cfr. § 8). Por lo demás, la misma ambigüedad de una p~l~?ra sus~en~1d_a administrativas, de la lentitud y el rechazo de la tesorería de Mantua para
entre tal significación genérica, pero profunda, y la definicwn termmolog1· distribuir los atrasadisírnos atrasos de la pensión de bida a Moteverdi. Es ca-
camente específica pero reductora de uno o más géneros musicales, es em· pitalla carta del 13 de marzo de 1620, con la cual Monteverdi refuta argu-
blemática de la condición crítica de todo el siglo. mentadamente las urgentes_peticiones ducales para que acepte la vuelta a
Mantua y asuma allí el puesto de maestro de capilla de corte. Monteverdi
le revela plenamente consciente del cambio de calidad que (además del cons-
picuo mejoramiento de retribución) ha comportado para él el paso al servi-
7. CLAUDIO MONTEVERDI DESPUES DE 1620 cio de la Repúbli9J_eneciana: sabe que el Estado veneciano le honra y re-
tribuye más que a cualquiera de sus predecesores (Willaert, Rore, Zarlino),
Después_ del Concerlo de 1619 y durante casi veinte años, M??tev~r<lt pero comprende también la diferencia que hay entre la profesionalidad del
no publicó ningún-libro de «madrigales••. En 1620-~622 rea~arec10 en m~ 1istema de nombramiento por concurso para el acceso a la capilla de
prenta por útlima vez la serie completa de sus madrigales a cmco voces (h San Marcos (vinculado al ascenso del maestro de capilla) y el arbitrario, in-
bros 1-IV): después de .aquella fecha, con la crisis económica y cultural, po londable patrocinio de un soberano; la que hay entre su posición de funcio-
co a poco comenzaron a faltar público y mercado editorial para este génc111 nario estatal seguro de su propio empleo altamente representativo y la no

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fiabilidad de los favores de una corte sujeta a las imprevisibles vicisitudes El empleo de instrumentos de viento como atributo sonoro de las divi-
de la dinastía no menos que a los abusos de la tesorería; la que hay entre nidades marítimas es absolutamente tradicional, forma parte de una <<icono-
una ciudad rica en impresores musicales y en instituciones religiosas, laicas grafía sonora•• procedente del siglo XVI, todavía vigente para el compositor
y diplomáticas potentes, todas buenas compradoras de servicios musicales, (cfr. § 20). Peores son los problemas que plantea la i.tnitación del canto de
y una ciudad centralizada en el estrecho círculo de una corte ducal. El co- los vientos:
nocimiento de tales diferencias es tanto más digno de destacar si se la com-
para a aquella, otro tanto desencantada y no menos verdadera, de un Ga-
lileo Galilei que, después de todo, abandona la enseñanza universitaria ve- «Más allá de ello he visto a los interlocutores ser vientos, cupidos, cé-
neciana para refugiarse en la tranquila, plena dedicación a las investigacio- firos Y sirenas y en consecuencia harán falta muchas sopranos; y se añade
nes que sólo la autoridad y la protección de un príncipe iluminado (el duque además que los vientos tienen que cantar, es decir, los céfiros Y los borea-
de Toscana), ya no la pública profesión académica de una república, le pue- les. ¿Cómo podré imitar el hablar de los vientos si éstos no hablan?t-zY có-
de generosamente garantizar. Lo que para el músico es una conquista pre- mo podré con ese medio moverles los~JS>.s? Ariaclna pudo hacerlo por
ñada de consecuencias (se ha hecho proveedor de un servicio destinado al ser ~~jer Y Orfeo también por ser hombre; y no viento. Las armonías pue-
público: la representación sonora de una autoridad, de una cultura dominan- den urutarles, y no con oraciones y estrépitos de vientos, el balar de las ove-
te), es para el filósofo, para el hombre de ciencia experimental, sometimien- jas, el relichar de los caballos, y así por el estilo, pero no imitan el hablar
to a la ley no escrita, pero vinculante, que) <para extraer utilidad del público de los vientos que no procede•.
es necesario satisfacer al público», mienffiís la comodidad del «Ocio» estu-
dioso no se puede «esperar de otros sino de un príncipe absoluto». j El orden métrico y prosódico de los bailes es poco adecuado, pero so-
Pero las cartas de Monteverdi son preciosas también porque permiteñ bre todo el pequeño drama no conmueve al músico, que por reflejo no sabe
penetrar, ocasionalmente, en algunos principios de poética que Monteverdi cómo conmoverá a su vez a los oyentes-
sigue en la composición. A falta del tratado que Monteverdi dijo desear es-
cribir para replicar a Artusi, cartas como la del 9 de diciembre de 1616 a
«Los bailes que llenan por entero todo el cuento no tienen pie de baile;
propósito de un texto de intermedios escénicos que el músico no sentía pa-
In fábula en sí, en lo que respecta a mi no poca ignorancia, no me conmueve
ra poner en música, toman el valor de declaraciones poéticas de compromi-
t•n ningún punto, e incluso la entiendo con dificultad, ni siento que ella me
so. Le preocupa, en el tema impuesto (una ,,fábula ma,rítima de las bodas
lleve con un orden natural hacia un fin que me conmueva. Ariadna me lleva
de Tetis »), la excesiva «bajeza» del elemento acuático, que requeriría (para
11 un justo lamento y Orfeo a una justa oración, pero ésta no sé a qué fin
ser verosúnil) sonoridades <<bajas••, de escasa eficacia fónica:
me lleva; por tanto, ¿qué desea Vuestra Señoría que )a música haga en
t'sta?.,
''··· diré, por consiguiente... , primero que en general la música quiere
dominar el aire y no solamente el agua; quiero decir con mi lenguaje que
los conciertos descritos en tal fábula son bajos y pegados a la tierra, una A pesar de ello, y para atemperar la solemnidad de estas declaraciones
grandísima falta hacia las bellas armonías, ya que éstas serán puestas en el tomadas siempre demasiado al pie de la letra por Jos modernos musicólo-
aire de la escena por los instrumentos de viento más graves para que, de I(OS, estaría bien tener en consideración un toque de ironía, si es verdad
esta manera, sean escuchadas por todos y dentro de la escena para que que para terminar Monteverdi aconsejó a su destinatario de Mantua de ha-
sean concertadas.. . A causa de tal defecto, en lugar de un chitarrone habrá l'cr componer a cada uno de los cantantes (Adriana Basile, Francesco Rasi,
tres, en lugar de un arpa habría tres, etc., y en lugar de una delicada voz l!lc.) la música de las partes de sirena 0 deidad que les correspondiera: «Que
de cantante convendría una voz esforzada; además de todo esto, conven- ai fuese cosa ésta que bien diese a un solo fin, como Ariadna y Orfeo, cier-
dría que la imitación del hablar fuese apoyada por :instrumentos de viento lamente aquí se necesitaría aún una sola mano, 0 sea, que tendiese al hablar
en vez de por instrumentos delicados de cuerdas, ya que las armonías de (Untando, y no como ésta al cantar hablando». También el calem-
los tritones y otros dioses marinos están apoyadas por trombones y come- btJu~ (*) final, costumbre atrevida, parece bastante más jocoso qu~ no prag-
tas y no por cítaras, clavicémbalos o arpas, puesto que esta operación, sien- rndt~co, como muestra el comentario a propósito de una de }as canelones con-
do marítima, se enmarca fuera de la ciudad, y Platón enseña que cithara de- Ilusivas del baile (6 de enero de 1617):
bet esse in civitate, et thibia in agris, de lo que se deduce que los delicados
serán impropíos o los propios <iaelicados. " ("') Juego de palabras. (En francés en el original. )
36 37
<< ... aquí falta ... una canzonetta en honor a los esponsales de los Prín- 11i11tros estilísticos identificables en el afecto de la Ira, la Templanza y la Hu-
cipes Serenísimos, la armonía que pueda ser oída en el cielo y en la tierra mildad (o suplicación) corresponden en música sólo el género <<temperado••
de la escena y en las que nobles bailarines puedan hacer noble danza, que Ylll género <<débil>·, faltando en cambio un género <<concitado» que sea ca-
al final tan noble me parece Jo más adecuado para una tan noble ocasión. " IJIIZ <!ue¡:>r~sentar musicalmente los afectos iracundos y guerreros. Los
Madrigaliguerrieri coñtienen, por-timto, fa marúfestación de este nuevo <<gé-
Pero el testimorúo más significativo de la poética monteverdiana lo ~ ntlro concitado•• (agitado): a su defirúción oratoria corresponde la.invención
la carta de 7 de mayo de 1627 a propósito de un tema dramático de atrevida rítmica de la subidivisión de la redonda en 16 semicorcheas redobladas o re-
invención, La finta pazza Licori, de Giulio Strozzi. Justamente en la figura butidas que, cuano se confía a un cuerpo de instrumentos, suscita el efecto
de la protagorústa, en los accesos de (fingida) locura se marúfiesta -por de- ltlrrible y enfurecido de una agitación batalladora. La aplicación de esta no-
fecto- la distinción capital entre la imitación de la palabra por la palabra y vedad rítmico-representativa al texto del Cpmllattimento .di.-Tancredi e Clo-
la configuración del discurso musical. rinda, tenebroso y romántico (16 octavas de la Gerusalemme liberata de-Tas-
111), es particularmente impresionante: mientras el tenor recita el texto, cua-
<<El papel de Licori, para ser más variado, no deberá caer en manos de tro violas y e~~':Í.:_émbalo irrútan con la i'e¡rert US!óñ ntmadade p-ocos acor-
mujer que no se transforme ora en hombre, ora en mujer con vivos gestos des pefféCfüs, Q~~r~-;t!t<<~:lOvirniento-del cab~llo,:;_ luego~ ia sapitie!)ta ba-
y divididas pasiones, porque la imitación de tal fingida locura deberá ser en- lnlla~~tu d~~ctgcdeJos-:-d asñüctlirnos guerreros (recurriendo oca-
tendida sólo desde el presente y no desde el pasado o el futuro. En conse- M ionalmente también al pizzicato). En escena, Tancredi y Clorinda miman
cuencia, la imitación deberá apoyarse en la palabra estricta y no en el sen- lns sucesos narrados por el Texto, y cantan las pocas interlocuciones en pri-
tido de la cláusula; entonces cuando se hable de guerra deberá imitar la mera persona, en especial el lamento de la guerrera moribunda, desde la
guerra; cuando de paz, paz; cuando de muerte, muerte, y así sucesivamen- ~~clamación lacera y abatida: <<Arnico 1 hai vinto; 1 io ti perdon, 1 perdona
te; con el fin de que las transformaciones e imitaciones se hagan en breví- 1u ancora, 1 al carpo no 1 che nulla pave 1 ... , (*) (nótese la trituración ja-
simos espacios de tiempo, con que quien haga este principalísimo papel que deante de los dos endecasílabos). El Combattimento fue representado en
mueve a risa y a compasión, será necesario que tal mujer deba dejar de la- 16~4 en casa ?~ _un patricio veneciano, <<en tiempo... de carnaval para pa-
do toda imitación que no sea aquella que la palabra dicta. , Natiempo de VIgilia, en presencia de toda la nobleza, la cual quedó conmo-
vida del afecto de compasión de manera que casi fue para verter lágrimas:
En otras palabras: la intensa imitación musical de la palabra despojada y aplaudió por haber sido canto de género nunca visto y oído••. El efecto
del contexto (es decir, entendida «sóJo desde el presente y no el pasado o novísimo, excitante del ''género concitado», y en particular de su ritmo de
en el futuro») será el sÍntoma de una locura-qÚe ·anulalüs-m~xos-sintácticos Mcrnicorcheas repetidas, debió parecer enorme cuando el Combattimento sa-
y r etóricos de la alocución verbal y musical, aquellos nexos que por sí solos lió impreso: Heinrich Schütz -uno de los que conocían bien el Combatti- ·
darían a las palabras sentido verbal y musical completo (§_precisamente mento, por haber realizado una traducción al alemán- hace resonar el «gé-
una locura que se apoya «en la palabra y no sobre el sentido de la cláusula», nero concitado» con el brarrúdo de los violines y el silabeo agitado de las
de/la fras-e):-Por-ei-cóñffano,-Cfettos-intermetliosesceñíCOSLteClaüaio Achi- voces apropiado a las palabras <<Singet dem Herrn ein neues Lied, macht
lliñ{-hechos en Parrna en 1628, en Monteverdi aciertan «con facilidad por- es gut auf Saitenspiel mit Schalle» (<<Cantad al Señor un cántico neuvo; ha-
que son casi todos sohloquios»; de todas las formas de recitación cantada cedlo resonar potente en vuestros arcos »), en la última de las Symphoniae
aquella del monólogo e sJa más obvia y probada, y representa por así decir sacrae de 1647. Al terror y a la conmoción de los dos caballeros tassescos
una condición de «normalidad» oratoria y musical, ya ampliamente experi- corresponde la exaltación formidable, el tremendismo bíblico de Jos salmos
mentada en la Arianna y en el Orfeo y, además, en tantísimos madrigales alemanes.
que está entretejidos ni más ni menos que como minúsculos monólogos. No En torno al Combattimento, Monteverdi organizó la primera mitad del
por nada, el primero de los tres capítulos del tratado concebido por Mon- octavo libro, los Madrigali guerrieri: paralelamente son dispuestos los Ma-
teverdi y jamás escrito habría debido versar <<alrededor de la oración» (los drigali amorosi. En el cuadro sinóptico de la página las dos series son con-
otros dos, alrededor de la <<armonía•• y la «rítmica•• ), verdadera base de la frontadas. El juego de las correspondencias simétricas está mezclado: al
música del siglo XVII, siempre teatral y oratoria (de hecho o en potencia). exordio de las Rime de Marino (<<Aitri canti de Marte... O canto amor») se
Más que nunca, en el prefacio al octavo libro, los Mad!j_~ el
amorosi, el marco de referencia conceptual es el de arte oratorio más que (*) <
<Amigo, /has vencido; /yo te perdono, /perdona tú aún, /al cuerpo no/ que na-
~~ de arte musical. Monteverdi parte de la constatación que a los tres re- da teme/ ... »

38 39
¡ j, _)"""')
',¡,.._e;.v.
contrapone un soneto de exordio de sigrúficado nomólogo y opuesto; dúos
y tríos se corresponden (pero las formas poéticas y el tratamiento musical
son muy heterogéneos); fragmentos en género representativo, de cámara o
y de corte, se enfrentan. Algunos textos aparecen entre los madrigales ·E
<<guerreros» sólo por el uso ocasional de imágenes bélicas y del <<género con- u
_o
"'
i:i
<l.)

citado>> (de esta manera la sinúlitud <<guerra é il mio statO>> en el soneto de » ~


"',_,
<l.)

u u u "'u u u u 0..
Petrarca << Ür che'l ciel», representación musical en verdad agitada del su- _o _o _o
<l.)
_o _o _o ,_,<l.)
» » o
frimiento amoroso); tal vez la metáfora del Amor guerrero está tomada ale- » > » » » ,_,
o
<l.)

gremente en broma, como en el trío de Giulio Strozzi, lleno de burlescas "'u


<l.)
"'u
<l.)
</)
<l.)
u
e
•<l.)
o o o
incitaciones marciales y caballerescas (<<vuol degli occhi attaccar il baluar- > > > ""
e
t?. G t?. ~
do... Sú presto.. . Tutti a cavallo••) (<<quiere de los. ojos atacar el baluarte...
Arriba, rápido... Todos a caballo••) o también, <<a gambe, a salvo, chi si puó
salvare>> (<<salgamos pitando, a salvo, sálvese quien pueda••) o bien ofrece
el pretexto al virtuosismo coral y a la búsqueda de efectos fonéticos pecua-
liares (como en ''Ardo, ardo, avvampo», la repetición balbuceante y rápida
del grito «acqua, acqua, acqua... >>, <<agua, agua, agua... >>).
En general, en ambas mitades del libro es absoluta la libertad (el libre
albedrío, se desearía decir) con que Monteverdi recurre a todos los recur-
sos formales e inventivos a su disposición, la de§f!le_nción por el discurso
<<tel_l1pera~~·· _l~~ontra2_9.§kión-deseen~te y conmovedora del género
<<moll~4.blandG,muell~)__aLs<eoncita_to., _(agitadQ, n~rvioso )-;-nasTifStrempleo
simultáneo (como en Or che'l ciel, allí donde los dos tenores cantan en tono
e
suplicante el verso 6, <<e chi me sface sempre m' innanzi... ,, (<<Y quien m<·
perturba siem~ está delante de mi... ,,), mientras los otros gritan en quin-
tas y octavas paralelas el verso 5, <<veglio, penso, ardo, piango•• (<<velo, pien-
so, ardo, lloro»). Las conexiones de géneros y estilos de las formas poéti·
cas, vinculantes en el madrigal polifóruco, son devaluadas: una arieta estró·
fica de heptasílabos y octosílabos como Non avea Febo ancora, de Rinucci
ru, puede también convertirse en una aria de ópera ideal, un monólogo qu(·
ignora del todo la propia constitución estrófica originaria (cfr. § 23).
Los principios constitutivos de la forma musical son heterogéneos, y
siempre manifiestos, perceptibles (no implícitos, como en el madrigal poli
fónico). Mentre vaga angiletta, un madrigal escrito por Guarini en 1581 cu
alabanza de una cantante de nombre Laura, ilustra los admirables efectoH
del canto virtuoso: los dos tenores la imitan palabra por palabra, gritand(J
vocalizando (<<garrula armorúa••), se doblan cromáticamente, <<pieghevol vo
ce•• (<<doblegable voz••), se empujan más en alto, <<e la spinge•• (<<Y la em
puja•• ), se rompen suspiradamente <<ti ac... centi•• (<<Con rot... a centos» ),
se vuelven <<e con ritorti giri» (''Y con retorcidos giros•• ), inducen o preci
pitan <<qui tarda- e la veloce» (<<aquí lenta- y allá veloz»),etc., según llli
esquema formal (una sarta de episodios en sucesión libre) que sólo el ex01
dio para voz sola sin acompañamiento y la conclusión cantable en ritmo te1
nario <<así cantado e ricantando•• (<<así cantando y volviendo a cantar••) cou
tienen juntos. Los textos estróficos son tratados a veces como verdaden111
canzonetas (la misma música para todas las estrofas), otras como ciclo mu

40
--------- - -
sical hecho de miembros musicales diversos pero homólogos (música diver-
sa pero de factura similar para cada estrofa), a veces como ciclo libre (tan-
tas secciones como estrofas tiene, cada una de factura diversa), otra, por
último, como un monólogo a múltiples voces, sin residuo alguno de estro-
ficidad (así la cancioneta resbaladiza Perché ten fuggi, transformada en la-
mento afectadamente patético). El canto <<a la francesa» en los madrigales
amorosos se reconoce por dos caraéteríshcas formales: el orden resposo-
~. (las frases, cantadas primero por una voz sola con el baÑ]o1ltinuo, vie-
nen repetidas luego·con-el «ripieno22. [relleno] de las-otras voces), y el sila-
beo rl)eiódiQsamente regular- (des...c.ot:ch_eas.Jigruj.as ara cactasiliiba)-:-.tt-e-sta
andadura discursiva, homogénea y graciosa, se opone la espectac ar ges-
ticulación sonora de los grandes sonetos.
El octavo libro de Monteverdi es el paradigma de la pllú:alidad y multi-
plicidad de los estilos musicales del setecientos: todos se pueden disfrutar, II. PROBLEMAS DEL SIGLO XVII MUSICAL
desde lo modesto de la canzoneta a lo emocional del gran monólogo, y con-
viven sin respetos de jerarquía. Su promiscuidad no es, sin embargo, inde-
corosa: las leyes del decoro estilístico que presiden su correcta distribu-
ción, vienen quizá reformuladas de vez en cuando, caso por caso, aprecia-
ble en la diversa pretensión y la diversa intención de cada texto. En todos
los casos, la elección es la del lEmguaje más eficaz (no necesariamente el
más obvio) para obtener -tal vez disfrutando los recursos todavía vírgenes
de la maravilla y del énfasis- la representación musical vivida de los efec-
tos, y, por tanto, la conmoción de los afectos del oyente (cfr. §§ 8 y 9). La
determinación de la forma musical, por fin, es siempre obtenida mediante
un juego de correspondencias, de simetrías, de repeticiones, mediante unn
distribución sintáctica de períodos y frases musicales que con la articulación
sintáctica del texto poético se confronta, la potencia, la exalta, o la contes·
ta, sin jamás delegarle las {unciones de constituir o sustituir los propio~
nexos formales. Dos articulaciones formales, dos sintaxis -una poética, lu
otra musical- se enfrentan y, se conciertan: a la multiplicidad fungible dt·
los estilos corresponde la plena madurez de formar períodos musicales C(l
paces de darse a sí mismos su propia configuración.

42
1!. CLASIFICACION DE LOS ESTILOS

La multiplicidad de los estilos mus icales -que se manifiesta ejemplar-


mente en el octavo libro de madrigales monteverdiano- es un problema es-
tético y poético del cual el «seicento .. , italiano o no, tuvo rútida consciencia.
El conocimiento era, ante todo, e mpúico: la experiencia musical de un hom-
bre que hubiese participado en la vida musical entre los últimos decenios
del siglo XVI y los primeros del XVII, que hubiese asistido a la disgregación
del predominio de la polifonía vocal, planteaba separadamente la pregunta
de la proliferación de estilos diversos. De forma superficial, se trataba de
tomar posición a favor o en contra de la música «moderna ••. Así hace Pietro
della Valle en 1640 en su discurso Delta musica dell;eta nostra, che non e
e
punto injeriore, anzi migliore di que/la delt'eta passata, escrito polérrúca-
mente contra un defensor de esta última. La distinción capital está, para De-
lia Valle, en el paso desde una concepción que identifica música y contra-
punto tout court (*) a una que contempla separadamente las tres diferentes
partes (tres componentes, tres requisitos) que juntos constituyen la músi-
ra: •contrapunto», «Sonido» y <<canto». En otras palabras, dentro del mar-
l'O teórico y práctico del arte contrapuntístico transmitido desde el siglo pre-
cedente, diferentes maneras de tocar y de cantar dan a la música moderna
cualidades diversas, distintas. Y se trata, por s upuesto, de maneras com-
positivas diversas, no solamente de formas de ejecución diversas: a cada gé-
nero de mús ica, en cambio, se destinan cualidades de «sonido» y de «can-
lo» específicas, variables. Innegablemente resulta un progreso, un enrique-
l'inúento de la música del siglo XVII respecto de la del siglo XVI.
El patricio romano Pietro della Valle (1586 t 1652), hombre de ingenio
versátil y experimentador, literario, anticuario, viajero de Oriente, era tam-
bién músico, compositor, entre otras cosas, de un Dialogo perla festa delta
l1urificazione -que, en 1640, es uno de los primeros oratorios en sentido
t•stricto, si bien nunca ejecutado en público-, donde, gracias a un clavi-

(*) Sin más. (En francés en el originaL)

45
cémbalo «triarmónico» suyo, intenta la operación vanguardista de imitar los clr lo apropiado y adecuado de cada estilo en una esfera delimitada de ar-
modos griegos mediante una afinanción «a la antigua»: hablaba de la música, lllnnentos: baste mencionar el capítulo Che si debborw usar vari stili, si co-
por así decir, desde adentro. Un diletante culto como el marqués Vicenzo ''"' varia é la materia del discorso, en el tratado de retórica literaria tal vez
Giustiniani (1564 t 1638), fmanciero pontificio y gran coleccionista de arte nllls leído del siglo XVII, el Uomo di lettere difeso ed emendato, del jesuita
- fue uno de los primeros en patrocinar la pintura muy controvertida de Ca- Unniello Bartoli (1645). Para los músicos, no por casualidad, la cuestión de
ravaggio y de sus discípulos- , en 1628 clasifica por su parte empíricamen- lc111 estilos se enciende en el sector de la música sacra católica, o sea, en
te y un poco a la ligera los géneros y los estilos musicales por él conocidos: un sector fuertemente vinculado al respeto de un canon estilístico tradicio-
1) los madrigales de Arcadelt, Lasso, Striggio, Rore, Monte y las villanes- nal, de un uso estatuido y consagrado (aquel de la polifonía romana de as-
cas de moda en los días de su infancia; 2) el gran progreso, respecto a es- ' rndencia contrarreformística, cfr. § 15), y por lo tanto naturalmente re-
tas personas, de polifonistas «deleitosos» como Marenzio, Giovanelli y Pa- lrltctario a la aplicación de innovaciones compositivas que son percibidas co-
lestrina; 3) la moda de los cantantes virtuosos, arraigada en Roma después rno incongruencias estilísticas y ruptura del «decoro».
de 1575 y luego en las cortes de Ferrara y Mantua; 4) los madrigales «lle- En 1643 el maestro de la capilla real de Polonia, Marco Scacchi (romano
nos de mucho artificio•• practicados en el círculo napolitano del príncipe Ge- clr·procedencia y formación), publica un Cribrnm musicum ad triticum syfer-
sualdo; 5) el favor del cardenal Ferdinando de Medid (luego gran duque de hrum, «tamiz» musical para separar el «trigo» del «salvado» de ciertos sal-
Toscana) en Florencia y del cardenal Montalto en Roma por Jos grandes can- mus de Paul Siefert, músico de Dantzig (*), el cual replicó con otro libelo,
tantes monódicos, Caccino y compañía; 6) la música sacra policoral, muy trnzado sobre un título todo en A e 1 en vez de en I y U como el de Scac-
apreciada también en España por el rey Felipe IV. De este modo -Gius- 1 hi: Anticribratio musica ad avenam scacchianam! Scacchi critica en los sal-
tiniani concluye no sin antes exponer sus razones- son «los varios gustos mus de Siefert ciertas licencias modernas como el empleo del bajo continuo
de Señores y Príncipes grandes que se deleitan•• los que hacen también cam- u de figuraciones cromáticas, incompatibles con el estilo tradicionalmente
biar «de tanto e n tanto.. . el modo y manera de cantar»: como sucede «en 11ignado a la composición de los salmos polifónicos: el estilo «a capella •.
el modo de vestir, que siempre se van renovando las formas de hacerlo, Smcchi, compositor versátil, autor de madrigales concertados y de las pri-
según son introducidas en las cortes de los grandes». Tan sugestiva es la lntlras músicas teatrales ejecutadas en Polonia, no es enteramente un mi-
mutabilidad de la moda musical que hasta en la música sacra romana -la •cmeísta (**): el presupuesto de su crítica es quizá la distinción neta entre
más ligada a la tradición- se atiende ahora más <<a la gran variedad y di- •Mus antiquus y modemuus -remontables ambos al ejemplo de Jos classici
versidad» que ''a la solidez y artificio del contrapunto••; y dado que ésta es autores, respectivamente antiguos y modernos-, y no el rechazo de esto
cosa que desea «más bien práctica y vivacidad de ingenio•• y no «gran ma- 1lltimo; el objeto de la controversia es la «differentia styli in arte musica di-
durez y ciencia exquisita de contrapunto•, la edad media de los maestros vrrsi• (por decirlo con una frase de Schütz que alude a la misma cuestión).
de capilla de las basílicas de Roma se baja hasta el punto de que el más an- l.os dos estilos, el antiguo y el moderno, tienen igual dignidad, pero funcio-
ciano entre aquellos «jovencitos•• , Vicenzo Ugolini, es ya ex maestro de la IIC!S diferentes: cada uno de éstos tiene leyes propias y propia constitución,
capilla de San Pedro a Jos cuarenta años... I U mezcla comprometería la eficacia, y más aún, la correción gramatical. el
El cuadro vivaz y vivido de la coexistencia y alternativa de diversos es- •clasicismo» de Scacchi, en suma, consolida el estilo de los «clásicos» an-
tilos (diversos por procedencia, antigüedad, destino, estructura, eficacia) tl¡¡uos (la polifonía sacra romana del siglo XVI) en una normativa suprahis-
bosquejado por Giustiniani constituye el terreno propicio para levantar, en tórica de la polifonía «a cappella", haciendo un estilo deffuido y codificado,
la musicología seiscientista, la noción misma del estilo. El concepto de es- fungible al lado (pero no juntos) de otros estilos - modernos- cada vez
tilo era bien conocido e n la literatura del «Cincquecento•• y, por su inter- c¡ue lo requiere la ocasión, el texto o el destino de una composición musical.
medio, el género musical más letrado, el madrigal (Marenzio en 1587 es- En efecto, a la división formal y estructural en dos partes de stylus an-
cribe de los madrigales «con manera muy diferente de la pasada, habien- hquus y modemuus (que Scacchi, recordador de la controversia Artusi-Mon-
do... por la propiedad del estilo alcanzado una... triste gravedad »; de igual ll'verdi, cfr. 4, llama también «primera» y «Segunda práctica») se s uperpo-
forma escoge textos petrarquescos y sannazarianos entre tejidos sobre la ne• una división funcional y sociológica de Jos estilos en tres partes: stylus
idea de un cambio de estilo: «Donde es conducido mi amoroso estilo a ha- m:lesiasticus (de iglesia), cubicularis (de cámara) y theatralis (de teatro). El
blar de ira, a razonar de muerte», «... y tu Fortuna cambia el crudo esti- 1i11tema estilístico scacchiano, argumentado en el Cribrum y en el Breve dis-
lo»): pero para el músico se trataba ni más ni menos que de una metáfora
literaria y no de un concepto terminológico definido. De la práctica literaria (*) La actual ciudad polaca de Gdansk.
proviene también la noción de la distinción de los estilos y de su «decoro•, (**) Persona que tiene aversión a las novedades.

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corso sopra la musica moderna (1649), y retomado luego por su discípulo l(cneidad de los dos criterios de clasificación -uno formal-estructural se-
Angelo Berardi en los Ragionamenti musicali y en la Miscellanea musicale I(Ún las características compositivas o expresivas (antiquuslmodernus; a ca-
(1681 y 1689), se articula de la siguiente manera (los autores citados entre pella/concertado; gravislluxurUJ.ns); el otro funcional y sociológico, según la
paréntesis cuadrados son los aducidos a modo de ejemplo por Berardi, y re- nplicación y la destinación (de iglesia /de cámara 1 de teatro)-, que cada
presentan, por tanto, el horizonte estilístico de los años 80, ¡no de los años nutor interpretó diversamente sin poderla, por otro lado, jamás componer
40!): 1111teramente. (Vale la pena hacer notar que las mismas denominaciones
t'orrientes en e l s iglo XVII para e l estilo <<grave», o «a cappella», o <<anti-
l. Misas, moteles, etc., a 4-8 voces sin órgano [Mo- I(UO» , y <<OSservato» [observado] o «alla Palestrina», aunque sustancialmen-
rales, Josquin, Willaer, Palestrina]. lt• sinónimas, son heterogéneas entre e llas; éstas hacen, en efecto, refe-
2. ldem con órgano, o para varios coros con órganos rencia a características paradigmáticas algunas veces diferentes del estilo
[B. Nanino, P. Agostini, F. Foggia, Graziani... ]. mismo: la conducta grave y serva de las partes, el medio ejecutivo, la ve-
Stylus 3. ldem en concierto con varios instrumentos [G. V. tustez de la tradición, el canon compositivo riguroso, la autoridad ilustre a
ecclesiasticus Sarti, Scacchi, Cossoni]. Imitar.)
4. Moteles y «conciertOS» en estilo moderno (Scac- La imposibilidad de empalmar sin residuos la definición formal-estructu-
chi lo llama «estilo bastardo•• , esto es, recitativos 1111 de un estilo con s u función social se muestra, además, más evidente en
y arias mezclados) la clasificación intentada por el jésuita Athanasius Kircher en la Musurgia
[Carissimi, Bicilli, Aless. Melani, G. Corsi Celano]. universalis (Roma, 1650). Kircher, en verdad, procede (aquí como e n s u in-
menso y laberintico tratado musicológico) con escasa sisternaticidad: sin em-
bargo, su clasificación está abierta a otros aspectos relevantes de la feno-
l. Madrigales <<da tavolino» (a cappella) [Marenzio, menología estilística del siglo XV!l que merece n consideración. Ante todo,
Nenna, Abbatini]. la distinción de Kircher entre e l stylus impressus y e l stylus expressus hace
Stylus 2. Música vocal con bajo continuo justicia a la doble determinación antropológica y poética, de los estilos y de
cubicularis [Monteverdi, D. Mazzocchi, Scacchi, Savioni]. IIU eficacia. Una misma composición, un mismo estilo, no obtienen el mismo ·
3. Música vocal con instrumentos solistas t•fecto sobre individuos diferentes, sobre poblaciones diferentes: la com-
[Caprioli, Carissimi, Tenaglia, L. Rossi...]. plexión afectiva del individuo (constitutio temperamenti) y los condicionamien-
tos climáticos-étnicos de las naciones (constitutio regionis) predeterminan la
t•ficacia de cada música, definen el stylus impressus, implícito, dado (al me-
l. Estilo «simple re presentativo•• (recitativo simple, lancóalico le place la música severa; al sanguíneo, la marcial, etc.; al alemán
-clima frío-, la música grave, lenta, elaborada; al italiano -clima templa-
el único que Scacchi conoce para la música teatral
Stylus do-, la música vivaz, melodiosa, festiva, etc.). En el stylus expressus, en
-cita como ejemplo a Caccini y Gagliano-, reser-
theatralis . c·ambio, se manifiestan las características estructurales intencionales ( <<cer-
vando el estilo mixto de recitativos y arias a la cuar-
ta especie del estilo eclesiástico) [Peri, Monte ver- la quaedam ratio et methodus») de la composición musical, sus razones so-
bre la poética. Los estilos expressi catalogados por Kircher en la Musurgia
di, Cesti, Pasquini, Cavalli, P. S. Agostini].
universalis son ocho, cada uno dotado de ejemplificaciones musicales o, por
lo menos, la mención de los compositores especializados (por lo general, mú-
Kicos de Roma, bien conocidos por e l autor):
El modelo scacchiano de la clasificación de los e stilos - surgido de la dis-
puta en tomo a la escasa <<decorosidad•• de algunas licencias respecto al es-
tilo <<antiguo» de música sacra, pero también del pleno reconocimiento de Stylus ecclesiasticus (de iglesia), ligatus o solutus (con o sin cantus fir-
las funciones múltiples que la composición musical había adquirido a mitad mus obligado):
del siglo- tuvo fortuna e irradió a Europa. Además de Berardi e n Italia,
e n el Norte lo adoptó Christoph Bemhard (1628 ·r 1692), colega de Schütz «Lleno de majestad, transporta admirablemente el ánimo hacia las co-
en la corte de Dresde, en su Tractatus compositionis augmentatus, donde sas graves y serias, imprimiéndoles su propoio movimiento••; ejem-
a su vez lo tomó para sí Johann Mattheson (Der vollkommene Capellmeister, plos: Palestrina, Lasso, Gregario Allegri, etc.; el stylus motecticus re-
1739). Junto al esquema de la clasificación se trans mitió también la hetera- presenta una variante <<para mayor variedad y exuberancia»;

48 49
111

Stylus canonicus (en canon): Stylus symphoniacus (instrumental de conjunto):


<<allí se manifiesta la máxima destreza del ingenio musical .. ; son ejem- su carácter (ejemplificado de nuevo en las composiciones de Kaps-
plos los romanos Romano Micheli y Pier Francesco Valentini, artífi- berger) está determinado por las combinaciones instrumentales;
ces de cánones artificiosísimos (por ejemplo, a 36 voces en nueve co-
ros; pero Kircher podría citarse a sí mismo por la solución de un ca- Stylus dramaticus o recitativus (recitativo teatral):
non enigmático de Valentini, el Nodus Salomonis a 96 voces reales
apto, por su naturaleza, para representar cualquier afecto (o también
en 24 coros ---{) a 512 en 128 coros, o a 128.000 en 32.000 coros,
el mutar inmediato de los afectos, mediante el cambio brusco de to-
o a 256.000 en 64.000 coros, o a 12.800.000 en 3. 200 coros [tanto
nalidad; el llamado stylus metabolicus), como se ve en el Euridice, de
que 232 días seguidos no bastarían para cantarlo todo], algo parecido
Caccini; en la Arianna, de Monteverdi, o en e l Sant'Alessio, de Landi.
en suma a las 144.000 voces de las almas beatas que en el Apoca-
lipsis entonan «canticum novum»- que canten incesantemente en ca-
Más aun que en su clasificación de Scacchi, los criterios Kircherianos de
non las notas SOL-SI-RE ... );
dcfmición y delimitación de los ocho estilos son patentemente heterogéneos:
ni!( se alternan desordenadamente los puntos de vista de las funciones so-
Stylus phantasticus (realizados sobre temas musicales de libre in-
l'it~les, de la estructura compositi_.a, de las modalidades de ejecución, etc.
vención):
Pero hay un criterio homogéneo de categorización de los estilos: éstos -de-
«método de composición instrumental muy libre y muy ágil, apto a dara Kircher- se distinguen principalmente por sus diversas propensiones
los instrumentos .. , en cuanto emancipado del texto; ejemplos: los y predisposiciones a imprimir en el oyente movimientos de diferente espe-
preludios, fantasías, tocatas y sonatas para teclado (Kircher cita al de y naturaleza, a embelesar los ánimos en modos y fines diversos con la
discípulo alemán de Frescobaldi, Johann jacob Froberger); ruerza y la eficacia de la música pathetica. En otras palabras, son las cuali-
dades «expresivas» las que constituyen los styli expressi, así como, al con-
Stylus madrigalescus: trario, la diferente «impresionabilidad» de los individuos y la de Jos pueblos
constituye los stilí impressi. (Queda todavía sin solución la flagrante contra-
«estilo itálico por excelencia, alegre, activo, lleno de gracia y suavi- dicción de un estilo, el dramaticus, que por definición es capaz de repre-
dad, indulgente con las disminuciones vocales y huidizo (cuando no Hcntar y suscitar todos los afectos, eludiendo, por tanto, a la especificidad
lo requiera el texto) de la lentitud», apto para representar afectos t•xpresiva de los otros estilos; en esto, Kircher restablece impücitamente
amorosis y dolorosos: ejemplos ilustres: Lasso, Monteverdi, Maren- un criterio de distinción sociológico -el estilo particular del teatro musi-
zio, Gesualdo; ral-, cuya descripción puramente psicológica del stylus ecclesiasticus o pu-
ramente práctico-ejecutiva del stylus symphoniacus, etc., parecía desa-
Stylus melysmaticus (medido): probar.)
«muy apto para los versos y los metros medidos •• , para textos es-
tróficos, para arietas y villanelas, solísticas o polifónicas, cantadas con
dulce concordia, sin concitación ni disonancias artificiosas; cita a G. !1. CIENCIA Y TEORIA MUSICAL
B. Ferrini della Spinetta (conocido hoy día a lo sumo como autor de
músicas de teclado); Tras la teoría Kircheriana de los estilos está la teoría psicológica de los
nfectos. Desde la teoría de los afectos -una herencia de la magia natural
Stylus hyporchematícus (de fiestas y festines o choraicus [halieto]): del siglo XVI, de la musicae vis mirifica (potencia maravillosa de la música),
rundada sobre las relaciones armónicas y simpáticas entre las proporciones
su efecto es de «excitar en el ánimo el regocijo, alborozo, lascivia, numéricas musicales y las pasiones del ánimo humano) el siglo XVII intenta
disolución»; son ejemplo, por un lado, las gallardas, las zarabandas, una sistematización racional. El tratado de Descartes sobre Les passions de
las courantes (corrandas), los «passamezzi .. , las alemandas (como es- /'dme (1649) distingue seis afectos fundamentales, seis estados de ánimo ele-
cribió el caballero Johannes Hieronymus Kapsberger, laudista ponti- mentales y simples: admiración (maravilla), amor, odio, deseo, alegría, tris-
ficio); por el otro, las músicas escénicas para balleti (bailetes) y teza. En 1732, la Psychologia empírica, de Christian Wolff, los subdividirá
festines; en dos categorías globales, affecti jucundi y molesti. De cualquier modo, los
50 51
afectos son determinados, según la fisiología antigua, por las diferentes com- no poderla salvar; hace luego seguir el llanto a seis voces de las vírgenes
binaciones de los cuatro humores vitales del cuerpo (sangre, flema, bilis c·ompañeras de la hija, compuesto con tanta habilidad que jurarías sentir sus
amarilla, bilis negra), correspondientes a los cuatro temperamentos exter- 1101lozos gemidos. En efecto, habiendo comenzado ellos con un diálogo fes-
nos (sanguíneo, flemático, colérico, melancólico), a los cuatro elementos (ai- tivo y en un tono de danza como el octavo, pone luego su llanto en. un tono
re, agua, fuego, tierra), a las cuatro cualidades elementales (húmedo-calien- muy diferente, en el caso en cuestión el cuarto mezclado al tercero. De-
te, húmedo-frío, seco-caliente, seco-frío), y así sucesivamente de corres- hiendo representar una historia trágica, donde el dolor vehemente y la an-
pondencia en correspondencia. Una relación equilibrada entre los cuatro hu- I(UStia del ánimo aplastan a la alegría, muy oportunamente él tomó aquel llan-
mores del cuerpo humano tiende hacia una condición de saludable armonía, to desde un tono que dista del octavo como distan entre ellos los extremos
su desequilibrio conduce a una desarmonización patológica. A través de los do! cielo, para expresar mejor con su naturaleza opuesta la diferencia de Jos
esprits animaux difundidos en el cuerpo humano, las cualidades melódicas, nfcctos, y nada más que esto es apto para representar tan tristes vivencias,
rítmicas armónicas específicas de una composición musical influyen, por me- tales vicisitudes trágicas entretejidas de afectos alternos.,,
dio del oído, sobre el equilibrio humoral del individuo y le provocan «per-
turbaciones" (pasajeras y gratificantes) del ánimo: afecciones, sensaciones · De manera frecuentemente menos sugestiva y más racional que el pa-
de pasiones determinadas. dre Kircher, con la eficacia expresiva de intervalos y tonalidad, consonancia
La tarea principal de la teoría musical del siglo XVII, empeñada en dar y disonancia, se confrontan el trabajo especulativo de otros musicólogos, ma-
un soporte científico y racional a la eficacia afectiva de la musica pathetica tt•máticos y hombres de ciencia del siglo XVII. Pero el cuadro de referencia
-eficacia que el siglo XVI percibía en términos de analogía y simpatía- es Ml' extiende. El problema de fondo no es tanto la teoría de los afectos, sino
entonces la determinación de la relación diferenciada y específica entre cada c¡uizá la indagación científica (especulativa y empírica) sobre la exacta de-
uno de los elementos musicales técnico-formales y cada uno de los afectos. lt•rminación física de las consonancias y disonancias, de las relaciones inter-
Kircher, en el capítulo VI del libro VII («QUé organización racional deba dar- válicas, del temperamento de la octava. Las soluciones que el siglo xvuin-
se a una melodía para mover un afecto dado»), según la costumbre, corro- lt•nta para estas cuestiones testimonian en qué medida la investigación sis-
bora la escasa sistematicidad de la argumentación con las abundantes ejem- tc•mática y experimental se va emancipando en sentido moderno, también
plificaciones de músicas coetáneas. Ocho son los afectos que se pueden ex- r n múscia, del respeto repetitivo y apriorístico por los antiguos. Menosca-
presar musicalmente: amor, dolor/llanto, alegría/exaltación, furor/indigna- lllln a los mitos y a los topoi literarios en torno a los afectos admirables e
ción, compasión/lágrima, temor/aflicción, presunción/audacia, admiración/es- Inescrutables de la música, en torno al ethos implícito en los modos griegos,
tupor (en otra parte, Kircher los reagrupa, sin embargo, en tres aspectos rn torno a la armonía de las esferas y a la de sus repercusiones sobre el
fundamentales musicalmente representables: alegría, quietud, tristeza). En Animo humano. Aquel conjunto tradicional de esquemas conceptuales analó-
la ilustración de los ejemplos musicales aducidos como paradigma de cada Kkos estaba, sin embargo, bien difundido en la cultura del siglo, y bastan
afecto, Kircher da verdaderas descripciones analíticas (todo Jo rudimenta- ln•s ejemplos para documentarlo: la segunda de las Dicerie sacre de Marino
rias que se quiera) de las virtudes eficaces de aquellos fragmentos. Así, en tres sermones ficticios, tres «razonamientos espirituales" compuestos en
un madrigal gesualdiano (paradigma ajfectus amoris) se ve «Cómo languide- lfH4-- se titula La música y entreteje una larga analogía entre las siete pa-
cen los intervalos, cómo suavemente. las voces se van sincopando, para ex- l•hras de Cristo en la cruz, los siete dolores de la Virgen, las siete cañas
presar la síncopa del ánimo languideciente"; famosa, aunque menos gené- de la flauta de Pan, Cristo/Orfeo, la música humana!mundanalinstrumenta-
rica, es la descripción del llanto conmovedor (en virtud de un repentino cam- lts, y así sucesivamente, sin ni siquiera una sola referencia a la música de
bio de tono) de la hija de Jephte en el oratorio homónimo de Giacomo Ca- 111 tiempo; en las Muse napolitane (1635) de Giambattista Basile -el her-
rissimi (paradigma ajfectus dolorosi): numo de la famosa Adriana-, la dedicada a la Museca alude irónicamente
1 la misma tradición allí donde dice: <<Recuerdo una vez haber oído de cierto
<< ... después de haber expresado ingeniosa y sutilmente en estilo reci- Plltudiante... Que este mundo es música. Música es el hombre y música ca-
tativo la acogida festiva que la Hija reserva a su padre Jephte, danzando al do cosa. Que el cielo se da la vuelta con la música. Que la belleza es música
son de instrumentos de todo tipo por sus victorias y sus triunfos, Carissimi V ¡los efectos! Músicas son llamados, y música es la buena salud•; en 1647,
representa mediante una mutación súbita de tono el espanto de Jephte, que N1colás Poussin se propone adoptar en pintura un sistema de «modos pic-
por el encuentro inesperado con su hija unigénita se precipita en afectos en- tóricos análogos a los modos musicales de los griegos y dotados de cuali-
teramente opuestos --{}el gozo al dolor y al lamento-, a causa de la irre- dndes éticas determinadas, adecuados a los variados temas pictóricos (pero
vocabilidad de su voto sedicioso contra su misma prole, desesperándose por 1l final del siglo, cuando el barlovento de la tonalidad moderna está ya con-
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sagrado, las Regles de composition de Marc-Antoine Charpentier codifican, tidianamente experimentada por la música polifórúca construida sobre el pa-
pero de verdad, el carácter específico de 17 tonalidades diversas -Doma- pel preponderante de los intervalos teórica y matemáticamente más delica-
yor alegre y marcial, Do menor oscuro y triste, etc.-: y en esta variante dos y precarios, precisamente las terceras y sextas de ambas especies.
tonal el topos de las cualidades afectivas de modos y de los tonos tendrá aún Temperada la gama de manera tal que obtener el mayCJr número posible de
una vulgaricación duradera). terceras y sextas justas (las solucioes intentadas son múltiples, la tendencia
Antes de adivinar e interpretar difusas relaciones de analogía y de sim- t•s urúvoca), la especulación sobre el valor ético de cada modo antiguo pier-
patía, el pensamiento del siglo XVII busca relaciones mensurables de identi- de significado y cede el paso a la consideración de la valencia expresiva es-
dad y de diferencia. En musicología esta «modernidad•• toma, verdadera- pecífica de cada uno de los intervalos (melódicos y armórúcos) independien-
mente, formar que a nosotros tal vez nos puedan parecer curiosas: pero la temente de la tonalidad de referencia, de la función de las disonancias como
contigüidad de especulaciones musicales y especulaciones científicas es fe- instrumentos eficaces de moción de los efectos (en cuanto portadores de
cunda, y sus frutos van decididamente en dirección racional y sistemática. perturbaciones pasajeras y de repente recompuestas desde el orden con-
De esta manera, Kepler, en su tentativa de explicar la estructura del urú- Honante), y en fin de la fuerza expresiva de las modulaciones.
verso (en los Harmonices mundilibri V, 1619) recurre a la música moderna: En tomo a la función expresiva de la tercera mayor y menor se decide
las armorúas celestiales no son ya metafóricas sino reales, aunque carentes la división en dos partes entre la difer~nte cualidad afectiva de las tonalida-
de sorúdo (Tommaso Campanella creía en cambio que, así como el catalejo des mayores y de las menores (es paradigmático el dúo de Carissirrú que
había revelado al ojo mundos antes invisibles, un aparato acústico concede- contrapone la hilaridad de Demócrito, en mayor, al llanto de Heráclito, en
ría un día la posibilidad de percibir la armorúa de las esferas). La afirmación menor, citado por Kircher). La división en dos partes, efectiva ya en la mú-
del astrónomo imperial, aparentemente absurda, es en cambio conceptual- sica polifónica de fmales del siglo XVI, durará luego hasta el siglo XIX, pero
mente audaz. Para Kepler las armorúas celestes son polifórúcas (no meras con algunas modificaciones sigrúficativas en la distribución de los afectos, re-
escalas), entretejidas de consonancias modernas (las terceras y sextas que sumible para mayor brevedad de la siguiente manera:
la tradición pitagórica consideraba en cambio imperfectas), determinadas
geométricamente (condición necesaria para justificar las terceras y sextas Tercera mayor Tercera menor
temperadas, diferentes respecto a los intervalos pitagóricos, determinados
aritméticamente, centradas y audibles en el Sol antes que sobre la Tierra). ternura } aspereza }
En otras palabras (y en lo que respecta al pensarrúento musical): para Ke- dulzura Siglos amargura
pler la música moderna (polifórúca) «revela» la estructura arquetípica de los a~egría XVlll-XIX ira Siglos
cielos (no es una irrútación suya), cosa que la música antigua (monódica) no VIgor tristeza XVIII-XIX
había jamás podido hacer. Esta es pues más «bella•• cuanto más afín a la mú- Siglos aspereza Siglos debilidad .
sica celestial, y es entonces, aun sin el auxilio conceptual del texto, porta- XVI-XVII { amargura XVI-XVII { ternura
dora de un significado propoio. (La actitud de un teórico anticuado y retros- ira dulzura
pectivo como Giovan Battista Dorú es en cambio opuesta totalmente, y po-
co productiva: sus escritos son una tentativa esforzada para demostrar la En la conjunción de la teoría de los efectos y la teoría de los intervalos
poliforúcidad de la música griega, presupuesto necesario para legitimar y dig- y de las tonalidades se puede ver un corrúenzo, un rudimento de una posi-
rúficar con las auctoritas de la antigüedad a la moderna música y emprender ble teoría poética y analítica de la composición musical moderna. Rarísima
luego el restablecirrúento -muy poco verosímil- de los effectus musicae.) y causal es, sin embargo, la consideración de que, más allá de la constitu-
En la especulación y experimentación para deterrrúnar científicamente ción de un intervalo, está el contexto (armórúco, tonal, rítrrúco) determi-
las relaciones exactas que producen los intervalos consonantes cobra un pa- nante, o al menos condicionante, de la eficacia expresiva. Un raro ejemplo
pel preponderante la consideración de las terceras y sextas mayores y me- en este sentido lo da una carta de Descartes a Mersenne, fechada el 4 de
nores. Tanto los «aritméticos•• (desde Zarlino al padre Martirú: consonan- marzo de 1630:
cias deterrrúnadas por las relaciones numéricas elementales, 1/1, 1/2, 113,
1/4... ) como los «geométricos» (desde Kepler a Tartirú: relaciones de su- "· .. una cosa es decir que una consonancia es más dulce que otra y otra
perficie de los polígonos inscritos en un círculo) o los «físicos» (Galileo Ga- cosa es decir que es más agradable. Todos saben que la quinta es más dul-
lilei y Christian Huygens -¡dos físicos hijos de músicos!-: coincidencia de ce que la cuarta, ésta más que la tercera mayor, ésta a su vez más que la
las vibraciones de dos ondas sonoras) no pueden desconocer la realidad co- menor; no obstante existen casos donde la tercera menor gusta más que la

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quinta, otros donde directamente una disonancia gusta más que una miento del unísono: en la unidad, en efecto, en cada especie de unidad (que
consonancia>>. la imperfección humana relegada en el mundo limitado y el finito de la di-
Pero entre tanto, Marin Mersenne -autor de la enciclopédica Harmo- versidad y de la variedad, de lo plural y de lo múltiple, no puede nunca al-
nie universelle (París, 1636-1637), verdadero compendio de musicología sis- canzar) se manifiesta el principio divino de cada cosa. Del mismo modo, la
temática, y promotor de una red finísima de correspondencia epistolar en- polifonía (o sea la música moderna) parece a Mersenne un apreciable, pero
tre hombres de ciencia y musicólogos de toda Europa- reprueba las com- después de todo imperfecto, reflejo de la música para una voz sola (o sea,
petencias compositivas (entre el francés Antaine Boesset y el holandés Joan la música verdadera y pura).
Albert Ban) que le ofrece el pretexto para especular comparativamente so- Los compositores, en cambio (a los cuales poco importa el unísono), son
bre las cualidades expresivas de la composición musical de un texto dado. bien sabedores del desnivel entre teoría y práctica. Marco Scacchi, en el
Aun en este caso -¿virtud del método racional?-, el bosquejo de análisis Hreve discorso s()/Jra la musica moderna, habla de una «Segunda práctica>> y
más agudo lo da Descartes, atento - a diferencia de los interlocutores y ami- niega, sin embargo, expresamente la existencia de una correspondiente <<Se-
gos de Mersenne- a juzgar también la configuración métrica y rítmica de
llllllda teoría .. . Los estilos, en efecto, sí cambian, pero la teoría de la com-
texto y música, s iempre omitida de todos los otros teóricos ocupados sola-
mente de entonación, armonía y melodía, consonancia y disonancia. (En ge- posición permanece única, válida tanto pai'a la primera como para la segun-
neral, la teoría del metro y del ritmo en el siglo XVII -como en los siglos du <•práctica .. , para el stylus antiquus como para e l modernus: cambian las
venideros- es bastante retrógada: el tratado de la Batuta de/la musica, de aplicaciones, no los principios.
Agostino Pisa, 1611, se limita a res umir mezcladamente tapoi y nociones El hecho es que para el siglo XVII la teoría de la composición se reduce,
del siglo XVI; las observaciones sobre la constitución temporal de la música •ustancialmente, a la teoría del contrapunto vocal: en esto, la continuidad
contenida en el Musicae compendium, de Descartes -escrito en 1618, pe- run el siglo XVI es total, con los grandes compendios teórico-prácticos de
ro impreso en 1650- no son enteramente, como alguno considera, una an- <iiuseffo Zarlino (lstituzioni armoniche, Venecia, 1558; Lodovico Zacconi
ticipación de las teorías tardodieciochescas sobre la periodicidad de la frase (Prattica di musica, Venecia, 1592 y 1622), Pedro Cerone (El melopeo y
musical, sino un esquema de teoría de las percepciones racionales de las· es- maestro, Nápoles, 1613), vulgarizados luego con prontitud en los demasiado
tructuras temporales; más importante -pero 'para los musicólogos de co- numerosos y de poco valor Specchi di musica, Arcani musicali, Primi albori
mienzos del siglo XVIII, para los contemporáneos no tant()- es el tratado musicali, Regole del contrapunto y Regole di musica, compilados a través de
De poematum cantu et viribus rhythmi, de Isaac Voss, 1673, que clasifica ludo el siglo por modestos eclesiásticos y usados por los aún más modestos
las cualidades expresivas y representativas de los metros poéticos griegos músicos de iglesia. Lo que los mejores tratados reciben de las innovaciones
y las aplica a los ritmos mus icales; síntoma erudito del hecho verdadera- furmales y estilísticas del siglo es, a lo sumo, la clasificación de los géneros
mente capital de que a una concesión del ritmo basada sobre el principio de y de los estilos (cfr. § 8), o también la nomenclatura organológica y la ilus-
la subdivisión de unidades dadas, como en la música mensura!, se le reem- lrnción de las prácticas ejecutivas instrumentales ( a título de ejemplo, so-
place por una fundada sobre las categorías, radicalmente diversas, de la bresalen aquí el Syntagma musicum de Michael Praetorius, Wittenberg-Wol-
acentuación y del movimiento temporalmente orientado). fl'nbüttel, 1615-1620, e Il Transilvano, de Girolamo Diruta, Venecia,
lli93-1610). La enseñanza sistemática de la composición está, pero queda
la enseñanza del contrapunto: con la sola y grave novedad que esto no hace
10. TEORIA Y PRACTICA juHticia a la triplicidad de «contrapuntO>>, <<Sonido .. y ••cantO>> de la música
moderna que realza Delia Valle (cfr. § 8).
Ritmo y metro no son los únicos sectores de la práctica compositiva que La teoría del contrapunto -la codificación sistemática de los intervalos
quedan <<descubiertoS >> en la teoría coetánea. En general, si -por un la- (melódicos y armónicos) y de sus concatenaciones posibles- constituye, a
d()- de las especulaciones y de las experimentaciones de los grandes teó- Ululo merecido, el cuadro de referencia constante para cada tipo de com-
ricos poco llega a los compositores, del otro lado la teoría musical del siglo pusición musical de los siglos XVII y XVIII. Se podrá prescindir, en alguna me-
XVII poco se cuida de poner al día su retórica compositiva a los aportes de dkla, de algunas reglas obsoletas, pero no del conjunto del sistema contra-
la moderna música. No es cuestión de retardos más o menos graves: la es- puntístico en cuanto tal. Al contrario, sin embargo, sí se podrá extender
cisión es de naturaleza radical. Es sintomático de la divergencia profunda de (mn arreglo a los géneros musicales más o menos <<observados .. ) el mar-
perspectiva que el padre menor Mersenne, es su esforzada obra de conci- tlrll permitido de licencia, pero no ya el dominio del sistema sobre aquellos
liador de las razones de la ciencia moderna con las de teología, reserve 27 UJICCtos de la práctica musical y compositiva que son constitucionalmente
páginas al tratamiento de todas las disonancias, pero dedique 30 al trata- •xlraños. La tratadística del contrapunto en el seiscientos, por ejemplo, es

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sustancialmente incapaz de formular una teoría de la modulación: su hori- decenio circulan en Italia los pequeños tratados que explican principios y ru-
zonte es, por constitución, el de la modalidad, no el de la tonalidad (a mita! dimentos. Es verdad que, al reimprimir su manual Del sonare sopra'l basso
del siglo, para explicar las alteraciones cromáticas de los modos se recurre ron tutti il stromenti e dell'uso loro nel conserto (Siena, 1607) en la parte de
a metáforas de varias especies: Kircher habla de «metabolismo» modal; Gio- bajo continuo de una colección suya de motetes en 1609, Agostino Agazzari
vanni d'Avella, de •eclipse» transitorio del modo). El contrapunto no da ra- revela dirigirse a los ejecutantes, no a los compositores: lo mismo puede
zón de la fraseología musical de corto aliento, típica de la música instrumen- decirse de la Breve regola per imparar a sonare sopra il basso, de Francesco
tal, siempre propensa (a falta del soporte conceptual y discursivo de un tex- Bianciardi, impresa en hojas sueltas (siempre en Siena, siempre en 1607).
to) a un verdadero frenesí cadencia! (quizá una cadencia cada compás, por Pero durante el transcurso del siglo la tratadística del bajo continuo asume
decenas o centenas de compases), allí donde el precepto áureo del contra- 11iempre más el rol de una retórica compositiva elemental, hasta llegar - in-
punto vocal sería tal vez aquello de •evitar la cadencia» (la dilatación artifi- dicio elocuente- a un título como Der General-Bass in der composition (El
ciosa de la conclusión del período); aun peor, también la misma música vo- bajo continuo en la composición, de Johann David He iniche, Dresde, 1728).
cal (tantos «madrigales» del séptimo u octavo libro de Monteverdi, por ejem- Esto no podrá, no obstante, hacer olvidar el desnivel, el desvío que existe
plo) perdona gustosamente este comportamiento y concatena alegremente entre el andamiaje conceptual de uñ sis tema teórico complejo y global como
cadencia tras cadencia, progresión tras progresión, repetición tras repeti- el del contrapunto zarliniano -verdadero canon- y la rudimentariedad de
ción. No se trata de herejías en las confrontaciones del contrapunto, que los pequeños tratados de bajo continuo, modestas ayudas que en el estudio
no ha sido violado: pero ciertamente, las redes del s istema son demasiado de una técnica descubren sin duda la cifra, pero no argumentan las razones.
abiertas y débiles como para poder recoger tantas peculiaridades de la prác- En estas condiciones, el adiestramiento de un mús ico en la composición
tica compositiva y ejecutiva, son demasiado uniformes para poder dar razón He confía siempre más al rol decisivo de la imitación: junto al estudio formal
de la proliferación de estilos y géneros. El tratado de contrapunto en las con- del contrapunto, al eje rcicio del bajo continuo, será la imitación no codifica-
frontaciones de la monodía de un Sigismondo d'lndia no pierde validez, pero da de varios géneros y estilos de la música moderna quien decida la forrna-
pierde autoridad dado que es impotente para explicar las razones de aque- dón de un compositor. Dado que la imitación de los grandes autores, de los
llas eflorescencias canoras exuberantes sobre un armazón de polifonía a dos ejemplos clásicos, es desde siempre un eje en el aprendizaje artístico, con
partes tan elemental y pobre. El contrapunto, finalmente, no da ni siquiera mayor razón lo había sido en la educación mus ical humanís ticamente orien-
razón s uficiente de la configuración cíclica o repetitiva de un scherzo, de un tada del músico del siglo XVII está quizá en el hecho de que hay allí zonas
aria estrófica (con o sin el •da capo», de una chacona o de un pas acalle, de conspicuas de la práctica musical corriente (todo lo que no es «estilo anti-
un courante o de una giga; no da razón de las oscilaciones o de los virajes I(UO» o polifonía <<observada .. ) que no tiene el soporte de un canon poético
bruscos de •afectos» en una tocata frescobaldiana, de las escalas y de las y teórico, de un corpus de ejemplos clásicos reconocidos: en el hecho de
progresiones raras de una fantasía de Sweelinck, del comportamiento con- que solamente la imitación directa de la práctica, del «hacer música», per-
trapuntísticarnente inerte de un recitativo teatral o de cámara. Hay, en re- mite aprender su reproducción. En otras palabras: si Zarlino suministra los
sumen, un área siempre más vasta de la práctica compositiva que, sin por mstrumentos compositivos necesarios y suficientes para componer un mo-
otra parte contradecirla, escapa al dominio de la teoría del contrapunto, y tete, un madrigal, aquellos mis mos instrumentos son necesarios pero insu-
que queda •descubierta» en la tratadística contemporánea. ficientes para componer una cantata, una tocata, una chacona, un aria, un
A este déficit lo suple, en cierta medida, la manualística para el bajo con- oratorio... La diferencia está e nteramente cubierta desde la práctica coti-
tinuo. El bajo continuo, en efecto, más que una práctica ejecutiva, es una diana de la imitación directa. Esta comporta, en términos institucionales, un
verdadera técnica de composición con leyes propias. Esas leyes no son in- ¡>Otenciamiento del concepto de escucha, por el camino del mayor papel di-
compatibles, por supuesto, con las del contrapunto: tiene n más bien el fin recto del maestro a falta de un canon teórico amplio y conclus ivo; e n tér-
de garantizar la conformidad contrapuntística de las partes, de las <<Voces .. minos de poética, una adecuación mimética a la moda, al <<gusto» musical
internas de la composición que no vienen tiscritas, •compuestas», por el del momento.
compositor , s ino a lo sumo cifradas y dejadas a la realización extemporánea Entre estos dos polos --entre las dos grandes escuelas musicales or-
del músico. La adopción del bajo continuo no es uniformemente rápida y ge- I(Ullosas de su ilustre genealogía por un lado, y el mercado público de los
neralizada por doquier en Europa (en Francia, por ejemplo, las primeras im- cantantes y de los músicos, sujeto a la mutabilidad del gusto, por el otro-
presiones con bajo continuo aparecen medio siglo después que en Italia: la Me juega en la Italia del seiscientos la suerte de <<una profesión que es me ra
Pathodia sacra el profrana del holandés Constantijn Huygens es de 1647; opinión, y de la cual no se da certeza alguna... , dado que esta práctica de
los Cantica Sacra, de Henry Du Mont, de 1652). Pero a partir del primer música con las diversidades de las escuelas es también diversa» <<Siempre

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quoad praxim, y no quoad scientiam•, especifica significativamente Antimo ltmtemente el juicio competente sobre la música contemporánea. «La mú-
Liberati, polifonista romano de ascendencia palestriniana directa, cuando en llica fue buenísima», «verdaderamente es música milagrosa», «fuimos par-
1684 se le pidió un juicio sobre las composiciones de los concurrentes -to- tfcipes de una música de una exquisitez perfecta»: son frases de contempo-
dos no <<romanos••- para el puesto de maestro de capilla del Duomo de Mi- nlneos cultos, cantantes, músicos, poetas. Prolifera el tapos de la inefabili-
lán). Una idea pintoresca de la mixtura de estudio formalizado, canónico y dad («el placer y el estupor que produjo en Jos ánimos de los oyentes este
de aprendizaje mimético la da un testimonio de la gran escuela romana de nuevo espectáculo no se puede expresar»): el seiscientos, literalmente, no
los años 40, e l castrato Giovanni Andrea Angelini Bontempi, que desde lo tiene palabras para describir las cualidades específicas de una composición;
alto de una carrera europea de medio siglo habla de esta manera en su His- ¡10r cierto le faltan los instrumentos críticos y analíticos que la teoría qui-
toria musica (Perugia, 1695): nientista del contrapunto ponía en manos de Zarlino, Zacconi, Artusi o Pon-
tio para describir un madrigal, un motete, una misa (instrumentos que des-
«... Las escuelas de Roma obligan a los discípulos a emplear cada día pués de todo adoptó también legítimamente en el siglo xvn y en el siglo xvm
una hora en cantar cosas difíciles y molestas, para la adquisición de la ex- el que pretendió examinar obras de polifonía vocal, como el padre G. B. Mar-
periencia; otra, en el ejercico del trino, otra en el ejercicio de los pasajes tini en su Esemplare o sia Saggio fondamentale pratico di contrappunto, Bo-
[melismas]; otra en los estudios de las letras; y otra en los amaestramien- lunia, 1774-1776). La escucha, la lectura analítica y competente del cantor,
tos y ejercicios de l canto, y bajo la audición del maestro, y delante de un del maestro de capilla, del diletante de madrigales, se reemplaza en el siglo
espejo, para acostumbrarse a no hacer algún movimiento incoveniente, ni xvu por la admiración estática, la escucha sensual o que aplaude, el juicio
de cintura, ni de frente, ni de cejas, ni de boca. Y todos éstos eran los em- enfático y genérico. Desde el artificio compositivo -que no debe ser «CO-
pleos de la mañana. Después del mediodía se empleaba media hora en el nocido sino por personas expertas en e l oficio y que hagan reflexiones par-
perfeccionamiento correspondiente a la teoría; otra media hora en el con- ticulares», como dice Giustiniani- toda la atención se traslada sobre losad-
trapunto sobre el cantus firmus; una hora en recibir y poner en obra los do- mirables efectos evocativos, alegóricos, afectivos o representativos de una
cumentos [las enseñanzas] del contrapunto sobre el papel [partitura]; otra composición (siempre que ésta no decaiga en mero ingrediente ceremonial,
en los estudios de las letras; y el resto del día en ejercitarse en el sonido en sonorización de un evento de otra especie o en entretenimiento social
del clavicémbalo, e n la composición de cualquier salmo o motete o cancio- l:onsuetudinario: en este caso la escucha se hace atmosférica, o distraída).
neta o cualquier clase de cantilena, según la disposición. Y éstos eran los Por lo demás, la pérdida de competencia en la producción y el consumo
ejercicios ordinarios de aquel día en el cual los discípulos no salían de casa. de la música repercute en la figura del compositor, que la paga con una pér-
Los ejercicios luego fuera de casa eran el ir muchas veces a cantar y oír la llida específica de conocimiento cultural y musical, y a la larga, con la pér-
respuesta de un eco fuera de la Porta Angélica, hacia Monte Mario, para dida de autonomía intelectual y de prestigio social (cfr. § 13). Al contrario,
hacerse, pues, por sí mismo de sus propios acentos; el ir a cantar casi to- •competentísima» se vuelve -entre producción y consumo- la reproduc-
das las músicas que se hacían en las iglesias de Roma; y el observar las ma- ción de la música: aumenta la habilidad ejecutiva de los cantantes y de los
neras de canto de tantos insignes cantores que florecían en el pontificado virtuosos, y con ésta su fama, estima reputación y condición social.
de Urbano VIII, el ejercitarse sobre ellas y el dar las razones al maestro, (Alguien objetará que verdaderamente se desarrolló en el siglo XVII una
cuando se retomaba a casa: el cual luego, para grabarle aún más en la men- oratoria específicamente musical, ]..tn código léxico y hermenéutico de «fi-
te de los discípulos, hacía allí los necesarios discursos y daba las necesarias guras» musicales retóricas, con los cuales descifrar el orden retórico que la
advertencias. Estos han sido los ejercicios y esta la escuela que, sobre la música vocal infiere del texto. Salvando las afinidades tradicionales - pero
música armónica [la música de arte], nosotros hemos tenido en Roma con genéricas y superficiales-- de música y retórica, el fenómeno específico fue
Virgilio Mazzochi, profesor insigne y maestro de capilla de San Pedro en el en realidad muy limitado. Más que un proyecto orgánico de poética musical,
Vaticano... " esto representó una tentativa - sustancialmente circunscrita a pocos teóri-
cos alemanes como joachim Bunneister, autor de una Musica poetica apa-
¿Por qué es importante interrogarse sobre la relación de escisión de ex- recida en 1606, o el discípulo de Schütz, Christoph Bemhard, autor de un
trañeza que en el siglo xvn se insinúa radicalmente entre la teoría musical Tractatus compositionis augmentatus quedado manuscrito- de racionalizar
y la composición (y que, al menos para Italia, tuvo consecuef\cias secula- con los instrumentos conceptuales de la tradición retórica clásica, y con la
res)? Porque esto comporta una «pérdida de competencia» musical genera- ayuda de la terminología retórica clásica, y con la ayuda de la terminología
lizada, causa una sensible inconmensurabilidad entre reflexión crítica y ex- retórica de préstamo, aquellas licencias compositivas de la moderna música
periencia musical. En todo el siglo (y hasta Mattheson o Rameau) falta pa- expresiva --de procedencia italiana- acerca de las cuales la teoría del con-
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trapunto no podía dar razones. En este sentido el fenómeno, aunque efíme- sical habrían hecho luego de cualquier modo un uso doméstico y no públi-
ro, fue de verdad significativo: en el sentido, por supuesto, de una amplia- co), en Nápoles los hospitales antes de fin de siglo ya producen en abun-
ción de la teoría del contrapunto hasta comprender y justificar -jy, por tan- dancia aquella mano de obra musical -cantantes, virtuosos, maestros de
to, neutralizar y exorcizar!- las licencias de otro modo irracionales. La re- música, maestros de capilla- que en el dieciocho los hará famosos en Eu-
tórica, en suma, funcionó aquí como legitimación de irregularidades lexica- ropa. La admisión de estudiantes externos -colegiales que acceden al hos-
les y sintácticas, no ya como promotora de una oratoria afectivamente efi- pital con el objeto preciso de adquirir allí una instrucción musical- es alen-
caz, ni se consolidó jamás en un código poético o hermenéutico coherente. tada por el hecho de que sus tasas de inscripción garantizan una base eco-
«Llamo ftgura a un cierto modo placentero y artificioso de emplear las di- nómica a las funciones más propiamente asistenciales de la institución. La
sonancias", dice Bemhard; puesto que él considera disonante hasta una lí- masificación es manifiesta en el número de estudiantes (del ordel del cen-
nea cromática ascendente o descendente --que él veía frecuentemente des- tenar), pero también en el tipo de instrucción, eficiente pero sumaria, con-
tinada a representar afectos de extremo dolor o de extrema delicia, y que, fiada tal vez a tres maestros para todo (uno .para el canto, el cérnbalo, el
sin embargo, el contrapunto, paradójicamente, pudo explicar solamente co- contrapunto, uno para los~instrurnentos, de arco, uno para los vientos).
mo una serie de ¡falsas relaciones consecutivas en una sola voz!-, acuñó Los conservatorios napolitanos proveen, precisamente, personal de ser-
el término «retórico, de passus duriusculus. Escapaba en cambio fatalmen- vicio musical de primer orden con un presupuesto musical público mucho
te a los «retóricos" alemanes la natura.leza armónicamente y no contrapun- más sólido que en el siglo precedente. El colegio germano-húngaro de Ro-
tísticarnente determinada de muchas «figuras, en uso en la música mo- ma, de los jesuitas, crea de su parte una élite musical destinada, además de
derna.) a las cortes italianas, a la propagación de la catolicidad en los países refor-
Se podrá discutir en tomo al grado y a la gravedad de la escisión de teo- mados: esto, por tanto, suministra de nuevo un área vastísirna, una deman-
ría y práctica en el seiscientos, del prevalecer del aprendizaje mimético so- da prestigiosa, y ostenta un nivel pedagógico alto y también una estructura
bre el formal, a la incidencia de la escucha no «Competente» y no «analíti- didáctica de grandes proporciones. Quien allí accede sin entrar en la carrera
ca»: el fenómeno es, de cualquier modo, sólido y problemático, y condicio- eclesiástica es espléndidamente patrocinado por potentados bien dispuestos
na nuestra comprensión de aquella música, así corno debió condicionar los a invertir mucho en la formación romana de los cantantes y músicos a su
modos de producción y de consumo musical de la época. Detrás de este fe- servicio. En Italia, la organización de la educación musical está, pues, con-
nómeno hay una realidad a indagar: en el siglo XVII, la instrucción del mú- fiada, de manera siempre más preponderante y siempre en mayor propor-
sico es siempre menos humanística e individual, siempre más masificada y ción, a la Iglesia, que sabe hacerla instrumento de propaganda confesional
finalizada para la prestación de un servicio. Corno en el siglo precedente, y de intervención cultural. En las postrimerías del siglo XVII, por otra parte,
los maestros de capilla tienn una escuela, en su casa, y algunos niños de también la educación de los nobles y de la clase dirigente --que contempla
coro (en su salario está comprendido una indemnización para la comida y el siempre, además de las letras, la danza, la esgrima, también el estudio de
alojamiento de éstos): ellos garantizan así, sobre una base mínima, el re- los rudimentos de la música- pasa de la gestión patricia de las academias
cambio constante del personal musical de la institución y la continuidad de literarias a la jesuítica, más eficiente, de los colegios de los nobles.
la escuela. Pero el siglo XV!l asiste también a la organización de la enseñan-
za de los grandes hospicios-conservatorios metropolitanos. Los institutos
asistenciales, los orfanatos y casas de expósitos de Venecia (l'Os pedaletto, U. PUBLICIDAD DE LA MUSICA
la Pieta, i Mendicanti), de Nápoles (S. Maria di Loreto, S. Onofrio, S. Ma-
ria della Pieta dei Turchini, i Poveri de Gesu Cristo), de Palermo (la Casa Atributo sonoro de la autoridad, requisito pedagógico de las clases he-
degli Spersi), fundados durante el siglo XVI, introducen en el transcurso del gemónicas, instrumento de propaganda y de persuasión: éstos son los po-
siglo XVII la enseñanza regular de la música. Las exhibiciones y las presta- los que subtienden el campo de la «publicidad, en el cual se mueve la mú-
ciones musicales organizadas o concedidas por los hospitales re dundan en sica del siglo XVII. A nuestro oído el término «publicidad" -un término que
ventajas económicas para la institución asistencial: e n Venecia, las colectas a mitad del siglo XVII, en las polémicas jesuíticas alrededor de la licenciosi-
para el apreciadísirno canto de las «jóvenes», en las funciones religiosas, per- dad moral del teatro, hace su primera aparición en el léxico italiano- asu-
miten hacer suya la dote. Mientras en Venecia la actividad rnu&jcal de los me una pluralidad de significados diversos. «Público» es por un lado el abun-
hospitales es, no obstante, exclusivamente interna (una vez casadas, las <<jó- dante empleo demostrativo que, corno nunca hasta entonces, de la música
venes» debían renunciar a cualquier actividad musical profesional, y las co- se ha hecho en las ciudades y cortes europeas del xvn (fiestas, torneos, cor-
legialas patricias entradas adrede en la Piedad para aprender allí el arte mu- tejos, balletti, espectáculos teatrales, servicios divinos y liturgias solemnes,
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odas celebrativas, etc.). No menos <<público••. pero de modo enteramente tantos ballets, Ballets de cour, masque, todas formas de celebración cere-
diverso, es el mercado editorial -en expansión sobre todo en las metró- monial del poder soberano (cfr. lectura 2). No asombra que ésta, de hecho,
polis del Norte, Londres, París, Amsterdam- de la música instrumental de 11'11 la concepción de la «publicidad" dominante en el XVII europeo: una pu-
cámara a finales del siglo, música consumida en privado, sí, pero apoyada bliddad que emana de un público socialmente muy seleccionado y, sin em-
por un gusto colectivo socialmente condicionado. En el uso lingüístico coe- bnrgo, convencionalmente delegado para representar la colectividad, y que
táneo el concepto de <<público" (adjetivo sustantivado o no) se aplica a co- retorna sobre éste antes que sobre toda la colectividad. Pero de la comple-
sas diferentes. Se aplica ante todo a la cualidad, intrínseca y representable, )11 dinámica social de las grandes ciudades, Venecia, Nápoles, París, Lon-
de un patrimoruo que pertenece al cuerpo social íntegro, a 1;¡. colectividad: drtls, Amsterdam, surgen también formas más generalizadas y envolventes
los poderes públicos, el bien público, las instituciones públicas, la clase o dr publicidad.
los magistrados que son hechos garantes, etc. Ello se refiere, no obstante Tanto como profundizar aún más en el sector de la didáctica musical
también, al disfrute, efectiva o virtualmente, colectivo, de una producción (t¡uc en el empleo social de la música .es directamente funcional) y en aque-
artística, de un evento destinado a un público en sentido estricto (una asam- llo de la orgaruzación profesional de los músicos, una mirada a la situación
blea de espectadores y oyentes) o en sentido lato (la clase de los amantes 1\Jt•ra de Italia - allí donde el máximo organizados y promotor de cultura no
de la música). Esto alude finalmente -en sentido moderna y vulgarmente •• la Iglesia- permite recoger algunas variables significativas en la noción
<<publicitario•>- a la función propagandística que revisten reclamos, estímu- di" la publicidad de la música. En París, por ejemplo, la instrucción musical
los, mensajes culturales e ideológicos, dirigidos a la colectividad con fines (lrofesional se desarrolla a escala individual (no dentro de orgarusmos esco-
de persuasión. Estas diferentes formas de la publicidad pueden ciertamente IAMLicos de tipo italiano), pero la patente que da derecho al ejercicio de la
coexistir, y de hecho coexisten a menudo, en el siglo XVII: la liturgia de una 111111eñanza, está regulada por un monopolio real concebido a la corporación
misa solemne ornada de música de una basílica romana es, al mismo tiem- dtl los músicos, la confraterrudad de Saint-Julien des Menétriers. El mono-
po, pública representación de un cuerpo social (un cuerp0 que abraza ideal- ¡aulio pasa luego, bajo Luis XIV, a la Académie Royale de Musique, que se
mente las jerarquías celestes y terrenas) y ocasión seductora para un es - drdica, sin embargo, sobre todo, a las inciativas espectaculares y provee a
pectáculo ceremorual colectivo, el cual, a su vez, no irá falto de una función t.. funciones didácticas lo suficiente para asegurar el recambio profesional
meramente publicitaria; tanto es así, que Pietro della Valle confiesa de buen ft•iológico (cfr. § 25). La gestión corporativa de la institución musical, ga-
grado ir «muchas veces a las iglesias donde bien se canta», iglesias donde rantizada por un privilegio de Estado, es un incentivo a la transmisión he-
más fácilmente él siente excitarse en el ánimo <<espíritus de devoción y de reditaria del oficio: dinastías enteras de músicos dominan el mercado musi-
compunción y hasta delicado deseo de la otra vida y de las cosas celestes". cnl de la ciudad durante deceruos y deceruos. Del mismo modo, el monopo-
Pero estas diferentes acepciones del término no se adaptan perfectamente lka de Estado tiene un efecto concentrador: la actividad de los músicos gira
y es menester distinguir caso por caso. 111 torno a la capital, a la corte, al soberano. El monopolio, si no favorece
La noción de público y publicidad varía cuando varían las formas de go- 11 difusión del ejercicio de la música, garantiza al «público» (al Estado y a
bierno, las estructuras de la sociedad, los modos de producción y de con- I UII formas públicas de representación) la disponibilidad de una formación
sumo artístico. Del mismo modo mudable es la extensión cuantitativa y cua- 1lempre eficiente de operadores musicales.
litativa del concepto. Es cierto que no faltaron en el siglo XVII eventos mu- El presupuesto musical público es, en efecto, muy fuerte. Bajo el Rey
sicales públicos en los cuales participó la ciudad entera (un caso entre otros: tlol la música del soberano --orgaruzada en los tres cuerpos musicales de
el agradecimiento público por el cese de la peste de 1631 en Venecia, con la Chapelle, de l'Écurie y de la Chambre (como decir música sacra, música
la puesta de la primera piedra del santuario votivo de la Salud y el canto de militar o de parada, y música de cámara: de esta última participa el grupo
una misa solemne compuesta a tal efecto por Monteverdi). Con más fre- de los 24 violons du roi, verdadera orquesta estable institucionalizada desde
cuencia, un evento se dirige a un número limitado de personas, a un ámbito 11 época de Luis XIII) -da trabajo a 150-200 músicos, la mitad establemen-
social circunscrito: será legítimo considerarlo público a condición de que e s- te inscritos en las plantillas de la corte (los musiáens ordinaires). Las oca-
te auditorio, limitado y circunscrito, sea representativo de una comurudad, llones que, en diferente medida, requieren aderezo sonoro de la música ce-
y que el evento tenga por intención marufestar el poder de sus promotores. rrrnorual van desde los grandes eventos históricos de la nación, como los
De esta manera, gran parte de la vida ceremorual (y, por tanto, también mu- l'e Deum triunfales de agradecimiento por las victorias bélicas, a las cos-
sical) de una corte tendrá -en cuanto acción de Estado- carácter público, tumbres de la etiqueta cotidiana, como el espectacular petit lever du roí o el
también cuando allí participen solamente los soberanos y los cortesanos, y ltJUPer du roi (¡que a decir verdad son celebrados en música un par de ve-
del pueblo a lo sumo los representantes políticos: es el caso, in primis, de lt'S al mes!). El favor que el soberano ostenta por la tragédie lyrique y la ac-

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tividad de organizador de s u artífice Lully, confieren a la activísima Acadé- tc1sie introduction to practicall musicke (Fácil introducción a la música prác-
mie e l tono y el carácter de una instancia normativa del gusto y de la cos- hca), de Thomas Morley, de 1597, y la Introduction to the skill of musick
tumbre teatral y musical de la vida pública parisiense (cfr. § 25). Un des- (Introducción a la destreza musical), de John Playford, de 1654 (en la duo-
pliegue tan asiduo y ferviente de músicas reales tiene un significado propa- Mcima edición, 1694, colaboró Purcell). Estos manuales, de estudio veloz
gandístico claro, de manifestación sonora del buen gobierno y de la esplén- y autodidáctico, son obra de dos impresos musicales, sabedores de que el
dida suerte de una nación floreciente y gloriosa: y presupone, por tanto, ins- l11cilitar la difusión rápida de los rudimentos musicales equiyalía a alentar el
tituciones musicales igualmente lozanas, la creación de un bien organizado consumo doméstico de música, por tanto, a ampliar el radio de la propia
sistema de funcionarios y profesionales musicales. Bajo el poder absoluto clientela virtual. Con la iniciativa editorial de Morley tuvo lugar el suceso
de Luis XIV se consolida entonces en Francia la función ceremonial y, aún de la escuela madrigalística inglesa, efímera, pero floreciente (un millar de
más, demostrativa de la música (como de las otras artes y ciencias, orga- madrigales aparecidos en una cincuentena de ediciones entre 1588-1627).
nizadas por el ministro Colbert en un sistema de academias destinadas a ga- l.a empresa editorial de Playford pone en cambio (después de la revolución)
rantizar el próspero desarrollo en beneficio de la nación y del bien público, las bases de la moderna editorial musical británica, medio potente de difu-
de la economía y del arte militar, de la técnica y de la industria); se conso- M ión del repertorio instrumental y vocal de cámara. En ambos casos queda,
lida una condición suya intrínsecamente pública y sin rodeos, literalmente, 1lgnificativa, la expansión de un vivaz mercado privado de música.
plebeya. La ciudad, la corte, asisten admiradas a las exhibiciones musica- ¿Pero es «privado» la palabra justa? En la segunda mita! del siglo, el mer-
les, que son dirigidas a la nación entera, antes bien, les pertenecen. (La di- ¡•ado de consumo musical doméstico, la propagación burguesa del diletan-
ferencia respecto a los programas esotéricos y enciclópedicos de la efímera tismo, da Jugar a formas empresariales y ocasiones sociales que prefiguran
Académie de Poésie et de Musique, fundada en 1570 bajo la protección de lonnas modernas de consumo público de la música. La apertura de los pri-
Carlos IX, no podría ser más evidente: esta academia cultivaba en el círculo meros conciertos públicos mediante pago en 1672 en Londres: organizados
de las reservadísimas reuniones dominicales las ciencias naturales, las len- en un comienzo en tabernas, éstos se radican en la vida ciudadana junto con
guas, la geografía, las matemáticas, el arte militar, y perseguía además el el radicarse del uso de bebidas para cons umir sociablemente (el café, el té).
adiestramiento de un número seleccionado de músicos y poetas en el ejer- Hn 1683, Henry Purcell pregona en la prensa periódica (la «London Gazet-
cicio de la música «medida» a la antigua, en el intento de procurar en los tc ») una suscripción para la edición, por él mismo preparada y distribuida,
propios socios los efectos de la regeneración moral que los antiguos atri- de sus sonatas a tres (en el «Gentleman's Journal», en cambio, en los años
buían a las virtudes de la música. Finalmente, la Académie fue hostilizada 00, aparecen de tanto en tanto arietas teatrales de Purcell). El compositor
desde el parlamento y desde la Sorbona, celosos de los privilegios y de la 11e confronta directamente con el público ciudadano y burgués, sin pasar ne-
inclinación que el soberano concedía a aquel club exclusivo de intectuales se- cesariamente a través de la mediación del patrocinio aristocrático o del mo-
gregados de toda publicidad.) nopolio real, como acontece, en cambio, en Italia o en Francia, Concierto
En Londres -¡donde el trono de los Stuart es bastante menos sólido público y consumo domés tico son las dos caras complementarias de una vi-
que el francés de los Borbones!- la contienda entre los músicos de la ciu- da musical metropolitana que derivan hacia una noción burguesa de <<publi-
dad y los músicos del rey para arrogarse el monopolio de la enseñanza y cidad», una noción que surge en el seiscientos inglés y holandés. Es una
del ejercicio público de la música es encarnizada y crónica. Las tentativas publicidad dinámica: su vehículo es una opinión pública que en la prensa y
de instituir una enseñanza pública de m4sica teórica, como la sostenida por en los círculos culturales de élite encuentra sus instrumentos, su centro de
John Bull des de 1596 hasta 1606, en seguida fracasan (las universidades de gravedad. Es una publicidad que choca, o al menos no es congruente, con
Oxford y Cambridge otorgan en cambio hasta comienzos del siglo XVI un doc- las formas de representación pública del poder real: en los mismos dece-
torado en música, el cual es obtenido, por ejemplo, por el laudista john Dow- nios, la misma corte británica de la restauración imita y adopta el orden or-
land, poco apreciado en la corte, pero aclamadísimo de los nobles amantes J!anÍZativo musical más vistosamente publicitario (en sentido absolutista) del
de la música por la intensa, penetrante melancolía -¡el más privado, el me- continente, al de la corte del Rey Sol: y el mismo Purcell, el árbitro del ges-
nos público de los efectos!- que inspiran sus cuatro libros de Airs, to musical ciudadano, es también funcionario eminente de la música del rey.
1597-1612, y las siete dolientes pavanas para consort de viola tituladas La- En la misma Francia de Luis )9:V, sin embargo, la música pública del
chrimae, 1604). Y, dm;ante todo el siglo, no se instituye en Inglaterra algo rey, en la corte y en la capital, margina pero no sofoca al consumo domés-
similar a la academia real de música de Paris. La profundidad de la diferen- tico de música. La escuela de laúd, gloriosa (un título como La rhétorique
cia de la situación británica respecto a la francesa la denotan sintomática- des dieux -puesto al manuscrito miniado que recoge las obras del máximo
mente también dos afortunados manuales de didáctica musical, la Plaine and laudista francés, Denis Gaultier- lo demuestra sobradamente), decae con

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el decaer de la autonomía política y cultural de la aristocracia (su destinata- diMtintas instituciones sean por ventura los mismos -en Bolonia, la circu-
ria natural) bajo el Rey Sol: el cual, por su parte, se deleita con la guitarra, llción entre el Concierto Palatino, la capilla basilical de S. Petronio, las ini-
instrumento mucho menos noble que el laúd. El exiguo y eminentemente rlulivas oratorianas de los Filippini y la audiencia académica de los Filarmó-
privado repertorio de las suites cembalísticas (las primeras colecciones im- rucos es intensa-, sus funciones son bien diferentes. Pero allí donde poder
portantes son las de Jacques Champion de Chambonnieres, de 1670, a las rtvil, político y eclesiástico son sólo uno, como en Venecia, Estado y parti-
que pocas otras -de Jean Henri d'Anglebert y Nicolás-Antoine Lebegue- culares concurren a la publicidad de las actividades musicales: aliado de los
siguieron antes del 1700) evoca no obstante tales caracteres salientes de la lu11ares institucionales (las «escuelas » de S. Rocco, S. Spirito, etc. , los
música para laúd, in primis el style luthé (o brisé), la imitación cembalística · hospitales»), los episodios extrainstitucionales en los cuales prospera la
de la típica refracción laudística de los acordes en arpegios desgranados. So- condición pública de la música adquieren una compacta solidez (¡los teatros
bre el principio de la estilización sumisa y artificiosa de la música de socie- de ópera!, cfr. § 21). Durante la estación operística -para las fiestas de
dad se funda todo el repertorio cembalístico francés. Todo homme de qua- Nuvidad-, los grandes castrati teatrales de fin de siglo (Francesco Antonio
lité -como Monsieur Jourdain, el burgués gentilhombre de la homónima co- l'i11tocchi, Domenico Cecchi,• Matteo Sassano, etc.), contratados de los tea-
médie-ballet de Moliere y Lully- mantiene un maestro de música y un maes- tros venecianos, se presentan cantando motetes solísticos durante las litur-
tro de baile. En una sociedad centrípeta y conformista como la de la capital !Pns en San Marcos, sin que la ósmosis ocasional de canto sacro y canto tea-
francesa diluvia la moda de los conciertos de cámara, promovida en los pa- troJ sea percibida como una contaminación inconveniente.
lacios de la nobleza parisiense. Conciertos <<privados••, es cierto, pero de ¿Y en Roma, en la capital del mundo católico? Según el Contrasto mu-
una privaticidad bien ostentada, si se da noticia en el <<Mercure galant», el aico del jurisconsulto Grazioso Uberti, de 1630, siete son los lugares ade-
correo de las vicisitudes políticas, sociales y culturales de la corte y de la t·uados para las producciones musicales romanas: <<escuelas», «casa priva-
capital; conciertos privados que formulan y consolidan un goíU selectivo y dos donde se hacen conciertos de música», «palacios de los príncipes», «igle-
normativo, al que conviene que todos se adecuen; conciertos privados que IUIS», «Oratorio», «al aire libre», «casas de compositores» (si Uberti hubie-
alimentan la importación de la música instrumental y vocal desde Italia y el ae escrito pocos años después, habría podido añadir el octavo lugar, el tea-
debate publicístico muy animoso en pro y en contra de la música italiana y tro, que en Roma tuvo asilo en casas privadas, es verdad, pero con pre-
francesa, en un ambiente de intelectuales que, en el campo de la literatura, tensiones públicas y publicitarias obvias: no puede verdaderamente consi-
del teatro y de la música, «hacen» opinión pública (acaso sea, tal vez, en derarse «privado» el palacio de la familia del pontífice, los Barberini, y su
contraposición polémica, pero perfectamente funcional, a la cultura oficial de tratro capaz de albergar ¡millares de espectadores!, cfr. § 20). En los co-
la corte). legios donde se forma la clase dirigente civil y religiosa el ejercicio de la mú-
No sólo París, con sus modelos sociales y culturales fuertemente con- aica culmina en las academias de fin de año o en las cantatas de carnaval;
centrados, y Londres, con su fervor mercantil y parlamentario, asisten a los conciertos se realizan en las casas y en los palacios que dan el tono a
una complejidad total de la música en la vida pública. También las ciudades la vida artística de la ciudad, aquellas de las familias papales y cardenalicias,
italianas hacen un consumo de música cada vez más público. Las guías mo- de los embajadores extranjeros, de los literatos de moda: además de cubrir
numentales de Ferrara, Génova, Venecia, Roma señalan a los turistas los el año litúrgico al son de la música, las iglesias celebran en presencia de la
conventos y las iglesias que tienen los mejores coros, los mejores organis- divina majestad y del pueblo de Roma la exposición del Sacramento durante
tas, las mejores monjas cantoras. Allí donde la gestión del poder está re- cuarenta horas seguidas, adoraciones, triunfos, exequias, canonizaciones y
partida entre diferentes instituciones, el aparato musical funciona como di- aniversarios; en tiempo de cuaresma y de adviento los oratorios fomentan
visa sonora individuante. Pueden surgir conflictos: la rivalidad entre capilla musicalmente la devoción y la piedad; <<al aire libre» se hacen espectáculos
del virrey y capilla del Tesoro de S. Gennaro, en Nápoles, desemboca al- de toda clase, torneos, cortejos, caballitos, mascaradas, luminarias, sere-
gunas veces en abierta polémica (no faltan en verdad las ocasiones 'festivas natas, carros de carnaval y siempre con música. Se deberán entonces con-
en que convergen poder político y eclesiástico, chocando música de corte liderar verdaderamente <<privadas», en la clasificación de Uberti, sólo las ca-
y música de ciudad). A su vez, la capilla virreina! pone obstáculos a la con- lBS de los compositores (como la de Abbatini, que tiene una academia en
tratación, en su plantilla, de cantantes teatrales (forasteros), propiciada por au casa, cfr. lectura 3).
el joven Alessandro Scarlatti, pero advertida como una instrusión indebida: En resumen: los contornos de una categoría dinámica como la de «pú-
portadores de una forma nueva y cautivante (y hasta con un poco de mala blico» son por su naturaleza conceptualmente fluidos (no tiene vigencia, en
fama) de <<publicidad», los divos de la escena contaminarían la sacralidad tra- efecto, para el concepto de <<publicidad» un concepto cultural y social y no
dicional de la música de capilla. Aun cuando los músicos al servicio de las ya jurídico -la misma rigurosa dicotomía que, en el campo del derecho, de-

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limita taxativamente lo «público» de lo «privado" y subordina esto a aque· La imprenta musical funciona también de vehículo oficial para aquellas
llo), y no consienten agotar, en una o dos fórmulas, la gran multitud de for- obras musicales a las que se desea garantizar la adecuada circulación: de es-
mas de consumo musical colectivo practicadas en el siglo XVII. Y sin em· la manera, la edición de los himnos a cuatro voces de Palestrina en un lu-
bargo, el papel propulsor de la «publicidad» puede verse en todas las ma· Jn"o libro coral in folio determina para el mundo católico la refonna del him-
nifestaciones musicales del siglo, en medidas y modos que el siglo XVI -re- tiAriO deseada por Urbano VIII (Amberes, 1644), pero en este gesto se ma-
cogido como estaba en la esfera totalizante de la polifonía vocal- ignoró, tdfiesta la autoridad de la Santa Iglesia Romana en cuanto tal, tanto es asf
y que tocará al siglo XVIII delimitar racionalmente y organizar institucional· QUtl sobre la impresión no figura en absoluto el nombre del compositor (ni
mente. Correlativa (si no directamente subordinada) al preponderante rol do los revisores musicales). Sobre un plano mucho más modesto, la activi-
público asumido por la exhibición musical en el siglo XVII, la escisión vertical dad de algunos revisores editoriales romanos que seleccionan y publican an-
entre las funciones diferentes de la ejecución y de la escucha crece también tologías de motetes y salmos, a pocas voces y bajo continuo, de músicos
en esta misma época: ¡y es una escisión densa, de muchas consecuencias! rumanos contemporáneos, es un instrumento eficaz de difusión de un gé-
Es en el siglo XVII cuando se pierde aquella circularidad entre producción y IICiro de música eclesiástic;¡ suficientemente moderna y s uficientemente ac-
consumo musical, aquel partícipe conocimiento de la escucha en los proée ce~aible para garantizar un repertorio musical decoroso y morigerado a to-
sos compositivos que, al menos idealmente, e stá implícito en la poética y diiK las capillas musicales, también las menos conspicuas (Fabio Costantini,
en la teoría de la polifonía vocal del siglo XVI; es verdad, sin embargo, qu<• nutcstro de capilla de Orvieto, publica 11 antologías semejantes entre 1614
en el tardío siglo XVII surgen formas generalizadas de diletantismo instru V 1639; don Florido de Silvestris da Barbarano, canónigo en Santo Spirito,
mental doméstico que se transformará luego en el núcleo vital de la cultura ltl antologías entre 1643 y 1672; el editor G. B. Caifabri, 4 antologías entre
musical burguesa del siglo xvm. Fuente de lujo y prestigio, divisa sonor:1 11!65 y 1683). En Francia, la concesión real del monopolio y privilegio de
de una institución, entretenimiento colectivo de una ciudad, aderezo acús Imprenta musical de la casa Ballard garantiza el máximo prestigio a las edi-
tico de una ceremonia, instrumento de culto, alegoría demostrativa del po- dnnes oficiales de las músicas patrocinadas por el rey (por ejemplo, las tra-
der: todas estas funciones, portadoras de ideología, dominan el horizonll· -dies lyriques de Lully, o los 50 grands motets reales de 1684-1686), y di-
del consumo musical y, si no superan del todo a las de la escucha sabedora IUnde a cualquier concurrencia de mercado -¡eliminándola!- con las edi-
y competente, sin más las segregan en una circunspección e litista. De to ciones de estos «documentos•• y «monumentos•• de la cultura de Estado des-
dos modos, la música se aleja cada vez más del conjunto de las ciencias tra lhmdos a la admiración de las naciones quizá más que el consumo práctico.
dicionales y adquiere a menudo los caracteres de la actividad servil, de In Acomienzos del siglo se imprime alguna vez en Italia la música integral de
prestación de un servicio, de la producción de un bien de uso (Mersenn<• lll(lmos espectáculos musicales principescos (por ejemplo, las dos Euridici
tiene el bello deseo de que se recree el orden enciclopédico de la Académi<• llorentinas de 1600, el Orjeo y la Dafne mantuanas de 1607-1608, la Catena
de Poésie et de Musique de fines del siglo XVI: la realidad se mueve en sen IAdone y el SanfAlessio romanos de 1626-1631): son ediciones destinadas
tido opuesto). Entre el ejercicio privado y la pública exhibición, entre el cul no tanto a la ejecución, a la reproducción sonora de un espectáculo irrepe-
tivo autónomo y las finalidades heterónomas de la música, surge en el siglo Uble, sino al testimonio futuro del esplendor de un evento político y artís-
XVII una contraposición problemática y fecunda que entrega definitivamenh• tlcnmente relevante, a la autoglorificación de una corte a los ojos de otras
al arte musical a los procesos y a los conflictos de una dinámica sociHI cortes italianas y europeas por medio de la espesa red de embajadores, te-
mode rna. Jidos, residentes, oradores principescos (puede suceder, no obstante, que
11 iniciativa de empresarios y cantantes de provincias recurra a las partitu-
nK impresas antes que pagarse la composición de una ópera nueva: así, la
12. EDITORIAL Y COLECCIONISMO (,'ulena y el SanfAlessio tuvieron algunas reposiciones imprevistas en Emi-
111 en los años 40, y esto último fue imitado asimismo en Polonia). Del res-
Si es verdad que en el siglo XVII europeo la vida musical se abre siem lo, los potentados reparan rápidamente que cuesta menos y causan más im-
pre más hacia la <<publicidad», es fácil imaginar las repercusiones sobre la presión las ediciones de las fabulosas escenografías de un espectáculo, que
editorial musical. Esta, fatalmente, tiende a restringirse: bastarán, en efer 111 publicación de sus músicas, documento hermético a los ojos de los des-
to, pocas buenas copias manuscritas en mano de los músicos justos para al llnntarios (que son príncipes, cortesanos, literatos y no ya músicos). De par-
canzar el público de oyentes que se intenta alcanzar. Al mismo tiempo, la llluras teatrales, después de los años 30, no se imprime casi nada más, y
circulación manuscrita de la música permite lo que la imprenta musical no •!teatro de ópera vivirá de una tradición totalmente manuscrita.
permite en igual medida: predeterminar, preseleccionar los destinatario~ Músicas de ceremonia destinadas a un uso repetitivo, pero exclusivo,

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como las Symphonies pour le souper du Roi, de La Lande, quedan en uso ninguna música d'arte), no ha quedado ni un solo manuscrito holandés, y no
largamente, pero sólo en manuscrito. Las capillas musicales de las grandes conoceríamos una sola nota si sus discípualos alemanes (Heinrich Scheide-
basílicas y de las congregaciones conservan su repertorio en forma manus- mann, Samuel Scheidt, Paul Slefert, Andreas Düben, etcétera) no hubieran
crita para uso propio, a menudo ligado a prácticas ejecutivas peculiares y, hecho circular sus copias manuscritas. Del repertorio virginalístico inglés no
por tanto, poco transferible (las músicas policorales de Virgilio Mazzochi y poseeríamos la fuente más importante, el colosal Fitzwilliam Virginal Book,
Orazio Benevoli en la Capilla Giulia, en San Pedro; las músicas instrumen- si su copista, el perseguido católico Francis Tregian, no se hubiese encon-
tales y los motetes con trompetas solistas en San Petronio de Bolonia, las trado en la condición de deber matar el tiempo (copiando música) en las cár-
misas y los réquiems de Estado en San Marcos de Venecia; misas, motetes celes londinenses de Fleet, donde pasó los últimos años de su vida
y salmos a dos coros y dos órganos en Santa María Maggiore de Bérgamo: (1609-1619).
las lecciones de tinieblas, las pasiones, las pastorales navideñas en el ora- La actividad editorial se restringe por doquier (y de manera catastrófica
torio de San Felipe Neri de Nápoles). Otras veces, consideraciones diver- en Italia), después de 1620, también por factores externos, conexos a la gra-
sas pueden «congelar» en una iglesia un repertorio manuscrito de música ve crisis económica de 1619-1622. El coste de la madera crece mucho, y
sacra. Parece que Alejandro VII se oporúa a la publicación de los motetes con ello el del papel (y a mitad de siglo los editores venecianos usan papel
y diálogos latinos de Giacomo Carissimi por la no rigurosa liturgicidad de hecho de estraza, grosero y frágil); crecen los costes de producción, por
sus textos (en efecto, por decir, un motete navideño suyo termina con una tanto, los precios al detalle; consiguientemente se restringe un mercado de
gaita (si placet): texto métrico latino en endecasílabos, pero ¡música de es- cualquier modo menguante. La crisis es evidentísima en el sector de las an-
trambote popular!: la interdicción valía, no obstante, para Roma y cualquier tologías, que son las publicaciones de más destacado carácter editorial (en
cosa de Carissimi era en cambio impreso, no por casualidad, en Alemania que el editor invierte mayormente el capital y la flojedad del mercado se re-
(él era maestro de música del Colegio Germánico jesuítico, destinado a la peréute más directamente), la crisis es más lenta en el sector de las publi-
defensa y propagación misionera de la fe católica en los países alemanes). caciones individuales (de hecho, es el compositor mismo o el dedicatario
Después de la muerte de Carissimi, disposiciones testamentarias y un do· quien cubre una parte notable de los costes de imprenta, o quien adquiere
cumento pontificio del Papa Clemente X tutelaron la integridad e inalienabi- grandes cantidades de ejemplares): pero un sondeo realizado sobre un re-
lidad de aquel repertorio manuscrito, propiedad del Colegio (lo que no im· gistro limitado - la producción en imprenta de los músicos que comienzan
pidió a Caifabri, por otra parte, publicar póstumamente una selección de Sa- con B y con G- da resultados verdaderamente elocuentes para la editorial
cri Concerti de Carissimi para el año santo de 1675): el éxito del congela- veneciana. Comparémoslo con los datos para las ediciones antológicas en
miento condujo, sin embargo --en éste y en otros tantos casos-, a la di· las principales ciudades italianas (Venecia, Milán, Bolonia, Roma, Nápoles),
lapidación del repertorio, una vez pasado el interés y la actualidad. Alemarúa, los Países Bajos, resumidos en el cuadro sinóptico siguiente. La
La libre circulación de las copias manuscritas comporta, en cambio, un desaparición de la editorial napolitana (modernamente lozana en la época de
fuerte tipo de dispersión y de selección precoz, determinada por el «gusto .. un Gesualdo, de un Montella) y de la milanesa (la más fuerte después de
(categoría de juicio ésta que en el siglo XVII hace su aparición). Del corpus Venecia hasta 1620) es menos impresionante que la caída de la editorial ve-
de las historiae latinas compuestas por Carissimi para el oratorio del Santf· neciana, que durante todo el siglo precedente y parte del XVII atraía para sí
simo Crucifijo y para el Colegio Germánico sobreviven copias cuidadas y au- u la gran mayoría de los músicos italianos, y los difundía regularmente tam-
torizadas: éstas están, sin embargo, en París, donde llevó la fama su discí- bién más allá de los Alpes. La concurrencia de la editorial alemana (que, a
pulo Marc-Antoine Charpentier, que las había copiado en Roma. Las cortes excepción de los grandes editores-distribuidores de Nuremberg, Francfort,
de las familias papales y de la aristocracia romana (Ottoboni, Pamphili, Chi· Colonia, es triturada en una humilde dimensión provincial) consiste en bue-
gi, Barberini, Ruspoli, Colonna) constituyen colecciones de manuscritos de na parte en la producción de antologías profanas y sacras en reimpresiones
cantatas y de arias de ópera producidas a sus expensas y para su consumo 11acadas del mercado veneciano, y fatalmente disminuye cuando declina el
por équipes de copistas: otras copias circulaban en el equipaje de cada can- Rujo editorial en la fuente. La continuación, de cualquier modo efímera, de
tante, otras se producen vez por vez sobre pedidos ocasionales de <<turis· la editorial alemana después de la depresión (que coincide además con la
tas>> nórdicos, jóvenes señores ingleses, alemanes y franceses que hacen t;uerra de los Treinta Años) se funda en cambio sobre la distribución, a ni-
el grand tour del continente. De las músicas para teclado que Sweelinck com· vel provincial, de música sacra protestante de consumo local. Algo análogo
porúa y ejecutaba durante los servicios religiosos reformados de Amster- Hucede en los estados vaticanos, en Roma y Bolonia. En la capital, además
dam, a expensas de la minicipalidad (a cuyo servicio estaba, ya que las iglc· de las antologías ya mencionadas, se publican series «ejemplares» de mú-
sias calvinistas no podían de por sí encargarse de ningún músico ni cultivar llicas sacras de consumo, como las 25 «obras., de salmos, himnos, letanías,

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misas y sobre todo motetes (0 «Conciertos sacros») del maestro de capilla
1 ~ ...... """ e;; 1 1 de Gesu y del Seminario romano (o sea, del máximo instituto italiano de for-
mación del clero católico) Bonifacio Graziani (t 1664), impresas (en gran par-
le póstumarnente) entre 1650 y 1678, o e l 18 (1645-1681) de Francesco
l'oggia, maes tro de capilla de San Juan de Letrán y Santa María la Mayor.
gn Bolonia, prácticamente desde la nada, los libreros Antonio Pisarri, Ma-
rino Silvani y Giacomo Monti inician hacia 1660 una actividad editorial flo-
rt•ciente, pero sustancialmente circunscrita a un «equipo» de maestros de
t•apilla locales, al cual ésta estimula la producción de verdad escesiva (pre-
ponderantemente sacra): éstos son Maurizio Cazzati, maestro de capilla en
San Petronio (más de 40 «obras•• desde 1659 a 1677); Gio. Paolo Colana,
au sucesor (12 obras desd~ 1681 a 1694); Cario Donato Cossoni, organista
de la basílica (11 obras desde 1667 a 1675); G. B. Bassani, organista y maes-
tro de capilla en Ferrara (22 obras desde 1677 a 1710). Más interesante
t¡ue esta editorial católica militante es el incremento de la música instrumen-
tal en los catálogos de los editores boloñeses de finales de siglo (desde 1666
11 1669, cirico <<obras•• instrumentales de G. B. Vitali, instrumentista de
S1m Petronio y luego vicemaestro en la corte de Módena; desde 1668 a
1689, cinco de Guiseppe Colombi, jefe de los instrumentos del duque de Mó-
dcna; desde 1669 a 1678, seis de Gio. Maria Bononcini, maestro de capilla
dt' la catedral de Módena). De todas formas, ni Roma ni Bolonia evitan la
depresión de la editorial musical italiana.
Una causa importante del reflujo editorial es de naturaleza intrínseca: el
ronsumo musical va identificándose siempre más con la audición, siempre
menos con la ejecución. La música <<concertada,, ¿suplanta el predominio
h>talizante y universal de la polifonía vocal del siglo XVI? Pues bien, la im-
prenta musical es un medio muy poco dúctil para traer consigo la prolifera-
l'ión de estilos, formas, funciones diversas. Un libro de madrigales regula-
1 1 res a cinco voces contiene por norma 21 madrigales: un madrigal por página
rn cada parte separada (en cada <<VOZ••), con tres páginas accesorias (por-
Inda y dedicatoria al comienzo, fudice al final), hacen cinco cuadernillos de
1 1 K4 páginas cada uno, o sea, seis folios. El octavo libro de Monteverdi, cons-
ta, en cambio, de ocho partes de formato pequeño, de 35, 43, 28, 91, 51,
~1!. 44 y 28 páginas cada una, y de una partitura in folio para el bajo conti-
nuo, de 81 páginas. Las dimensiones se alteran, cada libro nuevo es un pro-
blema nuevo de compaginación, de técnica tipográfica y editorial para resol-
ver. Y un único sect or del mercado << tira •• bien también en Italia: el de la
música instrumental, solís tica y de conjunto, destinada (como en su tiempo
•1 madrigal) al consumo privado. Se pasa de menos de 40 ediciones en el
1 uarto decenio del siglo a casi 70 en el octavo y a más de 110 en el último.
Gana la contienda sobre este mercado instrumental en expansión quien
ae procura las técnicas más modernas; la pierde quien persiste en las téc-
nkas anticuadas. La imprenta italiana está toda en caracteres móviles: un
¡N•dacito de plomo por cada nota. Es costosa y poco elegante (los penta-

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gramas aparecen cortados en tantos segmentos como notas y signos hay): t llt'nte en el siglo XVII, de colecciones musicales. Se trata a lo sumo de co-
no pennite ligar entre eUos los grupos de corcheas y semicorcheas (qUl', lel'donismo culto y erudito: se crean «gabinetes» de música como se crean
multiplicándose cada vez más en el curso del siglo, se vuelven por tanto, dr dencias naturales, o de diseños y estampas. Se trata, en la más verda-
poco legibles con los caracteres móviles): muy pronto ya no está a la altUIII d&<ra acepción del coleccionismo, de sólidas sustracciones de bienes de con-
de los problemas que se le plantean. En 1700, para reproducir las doble~ l lllllO al mercado; la importancia y e l valor de cotización de la colección es-
cuerdas de ciertos pasajes de las sonatas para violín solo de Corelli, el im ~~~ ligados a la no funcionalidad, a la representativa abstracta de la mercan-
presor boloñés está constreñido a insertar entre los caracteres móviles (qu" til ajena al comercio. De esta manera, la colección de instrumentos, de mú-
dan siempre solamente una nota cada vez) algunos pedazos de grabado mu lk:as impresas y manuscritas, de retratos de músicos recogida por el mú-
sical. El procedimiento del grabado musical viene siendo entre tanto prar lk:n ferrarés Antonio Goretti, decantada desde las guías monumentales de
ticado a gran escala desde algunos decenios en Holanda y en Inglaterra: do~ ~rrrara a principios de siglo, termina luego en la corte de Innsbruck, donde
«plazas» que, con la audacia capitalista y la libertad de comercio que las di11 ti, no obstante, segregada del uso corriente de la capilla. El rey Juan IV
tinguen, conquistan bien rápido el mercado europeo y en pocos años atrat•u dio Portugal reúne trua biblioteca musical muy al día, de la cual publica tam-
para sí la producción de música instrumental de Europa entera, Italia inclui - ~11 el catálogo impreso en 1649 (¡es todo lo que queda después de la des-
da. Sin embargo, el procedimiento del grabado no era desconocido en Italia. lfiii'Ción de Lisboa en el terremoto de 1755!): pero en su Dijesa delta mu-
Lo había practicado en Roma a finales del siglo XVI un flamenco, Simone Vt· lk'tl moderna (1649, edición italiana, 1666) el soberano se ocupa, en reali-
rovio, para grabar partituras y músicas en tablatura para cémbalo o laúd dad, de la polémica del siglo XVI -en aquel momento cualquier cosa menos
En 1615 y en 1627, siempre en Roma, aparecen dos obras maestras del gt- mudema- sobre ¡la licitud litúrgica del contrapunto figurado! Los duques
nero, los dos libros de tocatas de Girolamo Frescobaldi: la articulación ta dt Módena, que de todos los potentados italianos son (con los Medid) los
quigráfica alcanza aquí un grado de fineza no superado, que sugiere al ejt' qur persiguen la más coherente y empeñada política cultural de nivel nacio-
cutante el fraseo apropiado y organiza según una lógica musical y manual nal y europeo, hacen reunir hacia 1662 una conspicua colección de cantatas
sutil el enredo de las cuatro ••voces•• que se cruzan. Pero son e diciones dt• dt músicos romanos: más sorprendentemente, hacia 1688 mandan reunir
lujo: el fallido despegue industrial de tal técnica artesanalmente r e finadísinH1 dtl'«Jnas y decenas de manuscritos de arias de las óperas representadas por
y conde nada a quedar así confirma la marginalidad que la Italia musical Vil dCK¡uier en la Italia del Norte, y manuscritos de drammi per musica roma-
tomando en la Europa del siglo XVII. Por otra parte, el consumo .. pobre• 11 llll• seguramente jamás representados en Módena, casi en el intento de
«popular» de impresiones musicales es escasamente relevante: «libros t11 Hllltituir una antología abstracta de la vida teatral contemporánea (se pro-
coro» de uso litúrgico o devoto corriente, libros de cancionetas a menudu turno, entre otras, la obra casi completa, y póstuma, de Alessandro Stra-
privados de notas y dotados solamente con las cifras de la guitarra españnl11 • lbl). El patricio veneciano Marco Contarini, en 1679, inaugura en Piazzola
(la melodía se da por conocida... ) En Francia, en cambio, las canciones (t•tt 1111 Brenta un suntuoso teatro de corte: casi a modo de legitimación histó-
gran parte anónimas) de chansons y airs a boire asumen ritmo anual a pa1111 ftca de la propia iniciativa, hace recoger en una biblioteca las partituras de
de 1658, mensual desde 1694, y constituyen una fuente de recursos not u lllmts venecianas o no que logra recuperar. Entre éstas está la Incorona-
ble para el impresos BaUard. lfone di Poppea, de Monteverdi, que, .,fuera de uso» desde hacía treinta
¿Qué significa para el arte musical el reflujo, la depresión de la edito1lul lile'"· nadie la tendrá jamás en cuenta hasta nuestros tiempos (los códices
musical del siglo XVII? Principalmente, la pérdida del «horizonte histórico• ~u11larini volvieron a Venecia en el siglo XIX, a la Biblioteca de San Marcos).
de la música. Cada músico del siglo XVII conoce gracias a la imprenta las t i' La incidencia de tales colecciones en la vida musical y en el conocimien-
finadas obras de arte del madrigal del siglo XVI, Arcadelt y Gesualdo (dt to histórico de la música es exigua, casi nula. Estas preservan a los pro-
.l'los musicales del deterioro físico sustrayéndolos de su natural consumo,
§ 1); conoce las ediciones monumentales de Palestrina (cfr. § 15), comK 1
Frescobaldi (lo conocerá también Bach). Pero el mismo músico ignora, Hlu "r en el siglo XVII se ha hecho rápido, voraz, desigual: no lo preservan del
llvldo, a falta de un interés crítico por el pasado reciente.
embargo, la producción corriente de música sacra de las ciudades JejanaHv
vecinas. Concluida la validez universal del idioma polifónico, tan asiduanwu
te propagado por las impresiones del siglo precedente, el horizonte del u111 11. CONDICION SOCIAL DEL MUSICO
sico del siglo XVII se restringe a aqueUo de sus maestros personales, al 1'11
cuito menudo de los colegas de su ciudad, de los cantantes y músicoH th El procurador Marco Contarini pudo poner en pie, alrededor de 1680,
paso, de los habilidosos de copias manuscritas. 111 biblioteca de partituras teatrales venecianas también gracias a un gesto
A esta situación no puede -ni desea- poner remedio la institución f~t 111111ificativo de Francesco Cavalli (1602 t 1676), que en su testamento pre-
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dispone la conservación de sus propios manuscritos de drammi per musica, ll!'rados por temporadas y con pagas extras por sus prestaciones, indepen-
transformándose luego en el núcleo central de la colección Contarini. Cava- dientemente, también, del número de ensayos (independientemente, por
lli ha sido el primer productor de música operística sobre base empresarial: lant~, del éxito efectivo del espectáculo). El compositor, expropiado de su
de 1639 a 1666, y casi sin interrupción, produjo, temporada tras tempora- prop1o producto, paga entonces con una fuerte pérdida de prestigio social
da, la música de uno o dos dramas musicales al año representados en los Y artístico el paso hacia formas de producción modernas como las del teatro
teatros de ópera venecianos. El .suyo es el caso típico del artista producido de ópera empresarial. (De todos modos, es verdad que, en general, y aun
por la institución (y no viceversa). En la época de la apertura del primer tea- antes de la institución de los teatros públicos, son los cantantes -y no tan-
tro de ópera público en Venecia, Cavalli, con treinta y cinco años, está fir. lo los compositores de profesión- quienes alcanzan gloria y riquezas en la
memente encaminado en la tranquila y un poco burocrática tramitación de Italia. del siglo XVII, confirmación plena de la preeminencia que, en la expe-
la carrera de capilla: cantor y luego organista en San Marcos bajo Monte- rie~c~a musical del siglo, la pericia ejecutiva conquista sobre la práctica com-
verdi a la cabeza de la capilla ducal. Solamente a Jos treinta y siete años, JlOSitlva. Aún más: los poetas idolatrarán mucho más a los cantantes que a
en plena madurez, se inicia para Cavalli la carrera, por otra parte agotado- k1s compositores -en los teatros públicos s urge el uso de imprimir sone-
ra, competitiva y gloriosa de autor teatral: carrera que hasta unos pocos tos de encomio y de aplauso repartidos en la sala en honor de los virtuo-
años antes ninguno le había sabido pronosticar, carrera que hizo de él, en I OS-, o serán ellos mismos poetas: por ejemplo, el castrato caballero Lo-
cambio, el primer «Operista• a pleno título, el primer ejemplar, entonces, reto Vittori, autor de comedias y de un poema jocoso. Un signo de distin-
de una especie de músico destinado a una larga descendencia. Cavalli, lle- ción más: fuera de los teatros empresariales, las prestaciones canoras de
gado tarde y casi por accidente a la música teatral, a la cual dedicó toda la los mayores cantantes son remuneradas no en moneda sino con regalos pre-
segunda mitad de su larga vida, debe haber advertido la novedad de su pro- ciosos; en los contratos teatrales venecianos, en cambio, además del hono-
pia condición de operista respecto a la rutina de músico de capilla. Su de· rario está convenido el alojamiento gratuito de los cantantes, por la tempo-
terminación de conservar para la posteridad las propias obras teatrales (aun rada entera, en los palacios patricios.)
sabiendo perfectamente que el mercado operístico demanda no obras reci- Diferente es la condición del compositor en los teatros de corte. Uno
cladas sino siempre nuevas) es el indicio de un conocimiento de sí mismo como Antonio Cesti (1623 t 1669), oscuro fraile franciscano, maestro de ca-
que en vano buscaríamos en la generación sucesiva de autores de músicas pilla en Volterra, puesto ocasionalmente en contacto con las iniciativas tea-
teatrales en Italia: autores para los cuales la posición que a éstos esperaba trales. de los prín.ci~s de la casa Medid, es <<lanzado•• a sus veinte años por
dentro de la institución operística, con sus modos de producción y de con- los nusmos Medic1 a las escenas empresariales de Venecia como composi-
sumo, era algo obvio, <<natural•. tor Y cantante de ópera. El archiduque del Tiro!, cuñado de los Medid, lo
Es cierto que, sobre todo el teatro de ópera, crea un tipo de música nue· blcluye. en la corte con el cargo, creado exclusivamente para él, de maestro
vo. Para el compositor, participar en la empresa teatral -una empresa ar· de capilla de la cámara: en la práctica, jefe de los músicos de cámara del
tística que es de tipo capitalista, y estaba también en formas todavía ambi· 10berano (casi todos cantantes italianos), autor de músicas de entreteru-
guas y rudimentarias (cfr. § 21)- quiere decir exponerse al peligro y al éxi· rniento (cantatas de cámara), y finalmente maestro de capilla del teatro de
to público, a la lucha con los competidores y a las volubilidades del gusto, Op~ra de la corte. El fraile hace compatible la novedad de su inesperada vo-
en una medida que él no había jamás experimentado anteriormente. Sin em· ll!Ción teatral con los obstáculos que le interpone la orden religiosa, poco
bargo, también es verdad que raramente el músico es copartícipe directo propensa ~ tolerar tales compromisos con la secularidad de las tablas y la
(financieramente implicado) en la empresa teatral: por lo común, él trabaja frecuentación de las cantantes. Solamente la intervención del Papa del ar-
allí a contrato, de la misma forma que los cantantes o el figurinista. El mú- chiduque del Tiro!, del gran duque de Toscana y finalmente del err:perador
sico de ópera es un proveedor, no un promotor, de la empresa, a menudo logran procur~le la expulsión de la orden sin condiciones, úruco recurso pa-
confinado en el anonimato (libretos y partituras mrJten frecuentemente el ra poder continuar el programa de preparaciones operísticas emprendido por
nombre). Sin más, e l compositor está menos pagado que los cantantes de la corte de Innsbruc.k. Pasado a la corte imperial de Viena, el ex fraile y
renombre, protagonistas de sus óperas: y su subalternidad está agravada ahora caballero Cesti se vuelve capellán de honor e intendente de las mú-
por el hecho que, pagado el contrato, él cede al teatro (al empresario o al llca.s t~atrales: el mi~mo cargo honorífico, por tanto exterior a la plantilla
propietario) la propia partitura y no recibirá por esto más dinero por las re- Ul11tituc10nal de la capilla musical de la corte, tendrá en Florencia cuando, a
presentaciones sucesivas de su obra en otras ciudades, en otros teatros, lo~ cuarenta Y. ~eis años, allí retorne (el mismo año de la muerte, 1669).
mientras que los cantantes que canten obras de repertorio en gira por Italia M1mado Y cod1cmdo por las cortes como animador de espectáculos musica-
(cfr. § 22) serán de cualquier manera siempre, y espléndidamente, remu· lrH que alimentan las imágenes fastuosas, el músico vive en contacto con
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soberanos y potentados, por un lado; de cantantes y libretistas, por .o~o. Muy diferente es la situación de los músicos en una capital multiforme
Sus partituras sobreviven en las bibliotecas de sus protectores, los Chigt en com_o Roma, donde la vida pública y política está atomizada en miles de pe-
Roma y el emperador en Viena. Pero solamente las que entra_ron e~ ~l crr- ~uenos centros de poder y de iniciativa: el sistema de una monarquía elec-
cuito a menudo anónimo y rutinario de los teatros empresanales Italianos tiva Y no dinástica (¡además, gerontocrática!) como el papado hace prolife-
tuvieron (como aquellas de Cavalli) amplia difusión y profunda eficacia en la rar la~ cortes; cada cardenal es, en potencia, un heredero al trono y tiene
constitución de un gusto musical «medio•• del siglo XV!l (cfr. § 22). Las gran- u.n menage adecuado a sus pretensiones (si no a sus recursos). Pocos mú-
des prestaciones espectaculares de la corte vienesa como el inmenso, sun- Sicos, es ~erdad, pueden vivir de un solo oficio: el organista de una capilla
tuoso Pomo d'oro, representado en 1668 para las bodas imperiales, del cual será tamb1én cantor en una basílica, maestro de música de Jos hijos de un
habló toda Europa, fueron vistas y oídas una vez sola Y quedaron luego 1~­ p~cipe. Según un jurista como Uberti, e l máximo rango al que puede as-
tra muerta, jactancia -memorable, sí, pero no más disfrutable- de una di- p~ar un «virtuoso•• (o sea, un cantante profesional) en la corte de un prín-
nastía (cfr. § 24). Cipe o de un cardenal es al de <<ayudante de cámara», con todos los honores
Ya desde estos dos casos paralelos y, sin embargo, tan diferentes - Ca- que esto conlleva; el compositor será «a Jo sumo•• gentilhombre: pero no
valli y Cesti- aparece claro que no tanto lo~ mis~os músi~os s~o quizá 11e sabrían citar muchos ejemplos para el avanzado siglo xvn. La carrera por ,
las instituciones artísticas y la estructura soc1al forJan sus biOgrafías. Jean el beneficio eclesiástico (una renta frecuentemente mínima, pero garantiza-
Baptiste Lully (1632 t 1687), florentino, de familia ~umilde, e~igrado. des- da) ~e generaliza; buscar el dinero para una impresión musical, procurar a
de muy joven a París, se convirtió en el músico y bailarín favonto del Jove n u~ discípulo ~ puesto en una capilla basilical, comporta una competencia tá-
. Rey Sol, elevándose al rango de un funcionari9 de Estado, de un verdadero rata Y encarruzada entre colegas de condición social y económica mediocre
ministro plenipotenciario de Jos asuntos musicales. Cada vez más, Lully ad· por ~a obtención de los favores de un noble o de un prelado, que (a título
quiere el cargo de s uperintendente y compositor de la músi~. de cámara uras10nal, o de manera continua, pero en medida exigua) conce den a los mú-
del rey, la naturalización francesa, el oficio de m.a estro de mus1ca ?e la fa· •kos como a otras categorías de su clientela. La concurrencia profesional
lnÍlia real y, finalmente, la calificación de secretano real (en la práctica: s~~ '" fuerte: la congregación de S. Cecilia, instituida en 1585, cuenta con una
criptor de la deuda del trono). Autor, organizador, beneficia?o de .las ut1h cb1cuentena de agregados efectivos en 1664; pero veinte años después -en
dades de representación y de imprenta de todas las tragédtes lynques re t i momento d~ la aprobación papal del nuevo estatuto social, que se impone
presentadas en París y Versalles, de 1673 en adela?~e, en virtud de un mo 1 la observancm de todos los músicos activos en Roma, a excepción de Jos
nopolio teatral y de un privilegio de imprenta adqUlnd.o del s?ber~o•. _Lully cantores pontificios- los miembros agregados son alrededor de 250. Que,
lleva a e fecto una operación radical de propaganda e mstitucJOnalizacl.on ~~· lllbre un total de habitantes e n Roma que oscila en tomo a Jos 100.000, no
un gusto escénico-musical nacional que arrambla con todo eventua~ inflUJII IOn verdaderamente pocos: hechas las proporciones, es como si hoy en Ro-
extranjero (o autóctono, pero particularístico) y establece con aut~ndad l:n1 ma 8.000 músicos ejercieran profesionalmente su actividad y se congrega-
formas y Jos estilos del teatro de ópera francés para un largo s•g!o (cf• ltn en un sindicato único (en los mismos años del siglo XVII, en Venecia
§ 25). La operación, que no tiene igual en el siglo XVII; .e~- conduc1da c011 ·iudad una ve z Y media más populosa que Roma- la «subvención de los
una prontitud equivalente a la testimoniada vanidad y amb~~1o? del perso~ll lllthlicos de S. Cecilia» está limitada a un máximo de 100 miembros efecti-
je, y le produce honores, reputación, riquezas, rango nobiliano Y_ b1enes 111 WOI e ntre instrumentistas, cantantes y compositores, y el número de ••ta-
muebles (además de la envidiosa admiración de Jos contemporaneos: um1 lldures•• ?e todo tipo, especie y nivel activos en Venecia, es, de cualquier
apoteosis poética compuesta para la muerte de Lully imagina, entre 1? n· lllllera, s1empre inferior a los dos centenares). Las iglesias que mantienen
levante y lo jocoso, que ellnÍsmo Júpiter le nombra en los Campos ~líseoM .. plantilla estable una· capilla musical de cualquier entidad son, sin embar-
superintendente de la música de los dioses). Es, sin emb~go, tamb1~n ~~~~~ F· más o menos una docena (S. Pedro, S. Juan de Letrán, S. María laMa-
operación funcional del programa absolutista y de la política. expan~JOmslu flr, S. Lorenzo Y S. Dámaso, S. María en Trastévere, S. Luigi dei Fran-
de Luis XIV, funcional, del proyecto acadélnÍco global del pnmer rrurust111 1111. S. Giovanni dei Fiorentini, S. Spirito in Saxia, SS. Apostoli, Gesu y Se-
Colbert, impensable fuera de la aspiración centralizadora de hacer de Pa111 linaria romano de S. Apollinare); muchas, además, estipendian a un maes-
y de Francia el árbitro de Europa. Y, por supuesto, ~hay puest.o para 1111 lo dt• capilla, un organista, y recurren luego a las prestaciones ocasionales
solo Lully, en París y en Francia: muchos otros a~tistas . sobrev1VJan b1114 .. 111ntores adventicios en las solemnidades importantes. Si entonces no fal-
cando un patrocinador privado que resista, en su tram de me feudal, a la cc11 11 la demanda de prestaciones musicales, ésta no satisface todavía por en-
tralización del arte de Estado o buscando un puesto cualquiera en la co1l1 tillad Y por estabilidad la oferta. Alguien como Antonio María Abbatini miem-
(algunas plantillas de corte son, directamente, de rotación trimestral! lltn rminente de la congregación de S. Cecilia, maestro de capilla en,las ma-

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yores iglesias de Roma y maestro de música de varias generaciones, autor ti. Se explica también de esta manera -con la contigüidad de músicos e in-
de partituras teatrales para los dramas de Rospigliosi, músico culto que con- telectuales en las cortes privadas romanas- la presencia de tres músicos
grega en su casa una academia musical para debatir cuestiones teóricas Y de la corte de Cristina de Suecia, Arcangelo Corelli, Bernardo Pasquini y
prácticas, traza un resumen en suma deprimente de su caso en un ~capítu­ Alessandro Scarlatti, entre los primerísimos miembros de la Arcadia, la aca-
lo» autobiográfico en tercia rima dirigido a un literato bien introducido en la demia literaria (fundada en 1690) que representa la tentativa más orgánica
familia papal (cfr. lectura 3). de reestructurar la cultura italiana a escala nacional bajo e l sello de un res-
Pero Roma ofrece, no obstante, grandes ventajas: las escuelas musica- taurado primado cultural de Roma. Pero la presencia de los tres grandes
les de los jesuitas y las escuelas de algunos grandes enseñantes como Vir- músicos entre los Pastori Arcadi - una presencia quizá más honoraria que
gilio Mazzochi, Abbatini o Carissimi, son la fuente de los mejores cantantes efectiva- no tuvo continuación: se cuentan con los dedos de una mano los
de Italia y Europa; en Roma, al servicio de los embajadores y de los car- músicos que entraron luego en la Arcadia, en confirmación de la perdurable
denales extranjeros, pueden comenzar carreras musicales que llevan lejos; subalternidad in~electual reconocida en el oficio de músico.
soberanos en exilio voluntario, como Cristina de Suecia (en Roma desde En la sociedad italiana del siglo XVII, la condición corriente de los músi-
1656 hasta su muerte en 1689) o María Casimira de Polonia (desde 1699 a . cos es aquella de proveedores de servicios artesanalmente cualificados, no
1714), reemplazan en las empresas culturales y teatrales la autoridad polí- de artistas en la acepción moderna del término. Cavalli, en Venecia; Core-
tica de la cual han abdicado. Cuando es necesario, el despliegue de fuerzas lli, Pasquini y Scarlatti, en Roma, son la excepción más que la regla: una
musicales de la romanidad católica es impresionante (si deseamos prestar regla que en el ámbito de la corte coloca al músico profesional en el rango
entera fe a las entusiastas relaciones coetáneas): para la ordenación sacer- de los cocineros o de los coperos (en la mesa del Príncipe, tocando o can-
dotal del castratro pontificio Loreto Vittori (1643), 150 cantores en seis co- tando, él es el único que asiste), en el ámbito eclesiástico en el rango de
ros cantaron en la Chiesa Nova músicas de los mejores maestros de capilla; clero menor. Otras soluciones existenciales aparecen a lo más novelescas
en febrero de 1687, Cristina de Suecia celebra con una Accademia per mu- y pintorescas: Alessandro Stradella es el caso ejemplar del tipo de músico
sica la coronación de jacobo 11, el rey católico de Inglaterra: la música de de vida turbulenta, libertino y aventurero, intrigante y mujeriego, que par-
Pasquini, para cinco solistas y un coro de 100 cantores, es acompañad~ de ticipa en los pasatibmpos eróticos además de los musicales de la élíte, pero
un concierto de 150 instrumentos bajo la dirección de Arcangelo Corelli; en que termina por teher que refugiarse desde Roma a Venecia, a Turín, a Gé-
agosto de aquel mismo año, el embajador español prepara en la Plaza de Es- nova, siempre en tga, en la cárcel, o en peligro de muerte (termina ase-
paña una serenata (siempre de Pasquini) para cinco voces y 80 instrumen- sinado, a los trein a y siete años, por celos patricios, en Génova en 1682;
tos por la onomástica de la reina; era una forma de responder a la fiesta una vez muerto, a imentará, rápidamente, las fáciles mitologías de los effec-
pública que, a dos pasos de allí, los franceses habí~ d~do en el abril pr~­ tus musicae: a suS asesinos se les habrían caído los puñales de la mano si,
cedente para festejar la curación de su rey, una lummana y fuegos de arti- en la iglesia, le hubiesen oído cantar con voz angélica ... ). Pero no por esto
ficio en Trinita dei Monti, que comprendía también una ••soberbia serenata existe en el siglo XVII un tipo de músico verdaderamente rebe lde, contes-
acompañada de timbales, trompetas y cometas», y una «bellísima sinfonía tatario o simplemnte «cínico••: en las cantatas y en las obras teatrales de
de instrumentos compuesta por el famoso Arcangelo (Corelli), que había reu- Stradella -composiciones totalmente «regulares»- nada hay de transgre-
nido a los mejores violones (o sea, instrumentos de arco) de Roma ». sor, de extremista o de estoicamente rebelado (actitudes todas que, en cam-
En lo cotidiano, las dimensiones necesariamente minúsculas de las cor- bio, más de un literato y también algún pintor contemporáneo -como, en
tes privadas cardenalicias y principescas de Roma favorecen el comercio ambas actividades, Salvator Rosa- supo tal vez apasionadamente encamar
-que, por otro lado, se había hecho raro en el siglo XVII- de los músicos y orgullosamente propugnar en las propias obras).
con los literatos y los intelectuales. El correlativo musical, peculiarmente ro- Socialmente organizada y nominalmente tutelada, aunque no brillante, es
mano, de esta frecuentación es la cantata de cámara, composición po~tica la posición de los cuerpos musicales de representación. El mismo Abbatini
y musical de dimensiones exiguas (pocas arias intercaladas con recitativos (cfr. lectura 3) envidia la regularidad del doble empleo de los pífanos roma-
monologados, una o dos voces, el bajo continuo, tal vez dos violines), pero nos en Castel Sant'Angelo y en el Capitolio. Allí quedan restos feudales: los
de ingeniosa, animosa invención compositiva, destinada como es a un púb~­ trompetistas continúan siendo pagados mucho mejor que los otros instru-
co de pocos y competentes oyentes. Y, en efecto, son romanos, de naci- mentistas, en virtud del prestigio marcial (ya sea, no obstante, sólo simbó-
miento o de adopción, los mayores compositores de cantatas: Giacomo Ca- lico) de su instrumento. Para los otros, sin embargo, los salarios son bajos,
rissimi, Mario Savioni, Luigi Rossi, Antonio Cesi, Alessandro Stradella, Pier no raramente integrados en especie: solamente gracias a la concesión de ra-
Simone Agostini, Alessandro Melani, Marco Marazzoli, Alessandro Scarlat- ciones de cereales y vino, el maestro de capilla de S. Maria Maggiore de

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Bérgamo, Alessandro Grandi, logra nutrirse decorosamente; en Bolonia, los ficativos honran la memoria de Schütz y de Purcell (cfr. § 17 y lectura 5):
instrumentistas del Concerto Palatino (cornetas y trombones nombrados por en estos hechos y tributos se manifiesta la reverencia intelectual de que go-
la magistratura ciudadana) adquieren tal vez, por mérito o ancianidad, el de- zaba su reconocida supremacía artística, pero se manifiesta también el pa-
recho a una hogaza diaria (de pan negro) ¡gratuita! Desde finales del siglo pel ideológicamente más integrado que tiene la música en la cultura protes-
XVI se van constituyendo confraternidades, compañías, congregaciones de tante. Por cierto, el siglo XVII no conoce genios incomprendidos, no comete
músicos: no son otra cosa que sociedades de mutuo socorro, que reglamen- injusticias contra artistas musicales en vida y no recurre a reparaciones pós-
tan también el derecho de ejecución en público y de enseñar música en ciu- tumas: pero no es ni siquiera propenso a divinizar a sus músicos (como su-
dad; en la práctica, éstas ejercitan un control en la distribución de la (esca- cede, en cambio, con algunos pintores, arquitectos o literatos, como Ru-
sa) oferta de ocasiones de trabajo y un monopolio corporativo contra la con- bens, Bernini o Marino). Es de memoria corta. La colectividad y el poder,
currencia de los músicos vagabundos o no reconocidos. Reunidos preferen- también en los casos en que (según las costumbres, cada vez diferentes,
temente bajo la égida de Santa Cecilia, los músicos de una ciudad proveen del lugar y de las estructuras sociales) tributan al músico honores fúnebres
de asistencia sanitaria y de sepultura común a sus propios miembros pobres superiores a lo común, lo consideran un digno representante de un <<arte»
(un ejemplo ilustre es, al contrario, la tumba de los cantores pontificios de · importante, sí, y de pública utilidad, pero que por su naturaleza caduca, fu-
la Sixtina, instituida en 1639 en la Chiesa Nuova, la iglesia de los oratoria- gaz, está por tanto destinada a corromperse precozmene en la memoria
nos de Roma); a falta de herederos, confiscan alguna vez la herencia. La (¡cuánto más larga y tenaz es la memoria de que gozan los polifonistas del
falta de herederos, después de todo, es tantq menos rara cuanto más fre- siglo XVI!). Convertido en proveedor de servicios musicales públicamente
cuentemente los músicos toman los votos eclesiásticos (única vía que per- consumidos, e l músico cae en una condición de relativa subalternidad social;
mite a las clases inferiores acceder a una formación cultural cualquiera y de su relación con la sociedad y el poder es, sin embargo, funcional, orgánica
aprovechar rentas y beneficios) y cuanto más numerosos son los cantantes y, en potencia, la capacidad social de su operatividad y productividad se ha-
castrati. La sociedad del siglo XVII, rígida, concede, en efecto, el ascenso ce enormemente más vasta y más articulada y múltiple: tanto como articu-
social y el enriquecimiento individual a los músicos de las clases subalternas lada y múltiple, tras la fachada falaz de una homogeneidad ideológica apa-
a condición de que éstos no metan a su familia: o matrimonio o patrimonio, re~temente compacta, es la estructura de la vida civil del siglo XVII, por do-
no ambos a la vez. El caso excepcional del campanero de Pistoya, Dome- qmer en Europa. .
ruco Melani, confirma la regla: siete hijos varones, todos encaminados a la
carrera musical y por eso, todos, o castrados o sacerdotes, o frailes, ex-
cepto uno solo destinado a continuar la familia que, en efecto, en el trans- 14. MUSICA INSTRUMENTAL Y MUSICA DE DANZAS
curso de dos generaciones, gracias a los éxitos musicales de los tíos can-
tantes y compositores, se enriqueció y consiguió títulos de nobleza. Ambivalente y problemática más que cualquier otra es la figura del ins-
Otro indicio elocuente de las relaciones que los músicos mantienen con trumentista del siglo XVJJ. Un recorrido tortuoso une la emancipación en el
la sociedad de su tiempo y con sus patrocinadores lo da, por fin, la celebra- Riglo XVI de la música instrumental de la vocal (cfr. vol. III, cap. IV, adonde
ción de su muerte y de su memoria. Para Corelli es erigido un monumento el lector encontrará, por otra parte, razones suficientes en torno a las de-
en el Panteón; para Pasquini, una fastuosa lápida con busto en altorrelieve nominacibnes de formas y géneros instrumentales, válidas además para casi
en San Lorenzo in Lucina; pero de las tumbas de Monteverdi y Cavalli, todo el siglo xvu) con la dignificación clasicista de la composición instrumen-
maestros de capilla «republicanos» y ostentadores del máximo rango social tal emprendida en la Europa de comienzos del siglo xvm, principalmente al-
permitido a un músico en la Serenissima, se ha perdido hasta el rastro. Ca- rededor del modelq, vuelto normativo, de las seis opera corellianas (cfr. § 15
valli, muerto acaudalado, viudo y sin hijos, deja disposiciones testamenta- y en general todo el capítulo II del vol. VI). Pero la naturaleza del instru-
rias para que los músicos de San Marcos canten dos veces al año, perpe- mentista es fluctuante: ejecutante -siempre-- él mismo, predomina algu-
tuamente, un ré quiem solemne a su memoria. Los castrati -;los más ricos nas veces en él el ejecutante virtuoso, otras el compositor ingenioso. Entre
entre los músicos!- instituyen, algunas veces, fundaciones benéficas con estos dos papeles se abre un vasto campo de mediación, poco accesible a
fin pedagógico o asistencial (así, por ejemplo, Loreto Vittori en Roma, o el la mirada de lo histórico: el campo de la improvisación, de la producción de
florentino Domenico Melani, ya cantante y diplomático del duque de Sajo- música que, no compuesta, se consume en el momento mismo de la ejecu-
nia, en la ciudad natal). Lully es, quizá, el único músico del siglo que se pue- rión. Del mismo modo, fluctuante es la determinación de la composición ins-
de permitir erigir para sí mismo y para su familia no sólo varias casas, sino trumental, de la misma página musical escrita, que lleva las huellas de las
también un sepulcro de familia. Hechos musicales y tributos poéticos signi- J>rácticas improvisatorias ocasionales (sobre todo, en los manuscritos) o bien
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(sobre todo, en las impresiones) descuenta un cierto margen de indetenni- letantismo instrumental, que es el alimento necesario de la expansión edi-
nación e indefinición notacional. Coexisten formas de notación abstracta co- torial del sector sonatfstico. Una publicación como esta de Gasparo Zanetti
mo la partitura y formas de notación prescriptivas co~o la tabl~dura (par.a es elocuente en tal sentido hasta en el título: Il scolaro... Per imparar a suo-
clavicémbalo, órgano, laúd o guitarra, en todas las vanantes naciOnales, CI- nare di violino et altri stromenti... ove si contegono gli veri Principii del!'arie,
fradas o no cifradas). Si la partitura es, por definición, «Composición» de passi e mezzi, salterelli, gagliarde, zoppe, baletti, alemane et correnti, ... con
dos, tres, cuatro y más partes melódicas concebidas de modo virtualmente una nuova aggiunta d'intavolatura de numeri... dalla quale intavolatura qua/
autónomo, la tablatura se limita a prescribir al instrumentista cóm~, cuándo si voglia persona da se stesso potra imparare di musica con facilita (Milán,
y cuáles sonidos debe extraer de su instrumento. En un cas?, el e)ec~~te 1645; la tabladura ideada por Zanetti es un sistema num~rico y alfabético
lee, recompone una composición, un texto que como tal eXIste también m- elemental que indica al violinista inexperto qué dedo apoyar sobre una de-
dependientemente de la ejecución, y lo reproduce; en el otro, el instrumen- terminada cuerda, y en qué parte poner el arco: el repertorio que Zanetti
tista ejecuta una serie de indicaciones operativas, del cual el fragmento mu- muestra a un principiante así está hecho con breves músicas de danza de
sical es el resultado final, transeúnte. rápido consumo).
El «Compositor» instrumental está, pues, suspendido entre la produc- Suspendido entre composición y ejecución, el músico instrumental en-
ción de un opus y el ejercicio de una actividad (una actividad que, en el cas? cuentra obstáculo y problemas diversos de los que afronta let compositor
en cuestión, equivale literalmente a un pasatiempo: la música como <<ma~hi­ QOr excelencia¡ o sea, el compositor de música vocal. Faltando el texto falta
ne a supprimer le temps• ). Las Ricercate (o sea, rice~cares) del orgarus~ a la música instrumental un soporte foilnal preexistente a la composición
napolitano Gio. Maria Trabaci (1603 y 1615) son consignadas en una parti- (que en buena medida predetermina un orden estilístico; cfr. § 8), y falta
tura a cuatro voces que, en el entretejido algunas veces muy rígido de las ~bié'!_un pretexto exQre§iyo y r~presen~tivo <lefinido. (La moda de Tas
partes, parece desdeñar toda consideración de manual de ejecutabilidad; pe- composiciones instrumentales sobre temas figurativos o con cometidos imi-
ro Sweelinck, músico no menos ardientemente devoto de los efectos arca- tativos o afectivos determinados - muchas de las tocatas o caprichos sobre
nos del contrapunto severo, pasa una tarde entera hasta medianoche en de- el canto del cuco, de Frescobaldi en adelante, y los «lamentos, débilmente
leitar a sus amigos con variaciones contemporáneas sobre melodías popu- afiligranados de Froberger, cfr. vol. VI, § 10- suple a esta última falta, pe-
lares (según el testimonio de uno de ellos). Los dos comportamientos -apa- ro encuentra un severo límite en el carácter necesariamente excepcional,
rentemente antitéticos, pero no incompatibles- delimitan el campo de ex- singular de tales pretextos). Más que en cualquier otra forma de produc-
presión del instrumentista del siglo XVII. Estos ~eflejan, por supuesto, ~­ ción musical coetánea, en la música instrumental la configuración formal de
bién las formas instrumentales en uso. Hay qmen ha razonablemente ilus- un fragmento está concebida dinámicamente: la forma musical de una fan-
trado, cómo, en los primeros decenios del siglo XVII, la distinción entre can- tasía, de una tocata, de un capricho, etc., -se construye y consuma a me-
ción (instrumental) y sonata -<los denominaciones que designan trozos de dida que ésa avanza. Sobre la búsqueda de simetrías Y correspondencias,
música de conjunto desde los caracteres formales, estilísticos y ejecutivos equivalencias y equilibrios entre las diferentes secciones que constituyen
en gran medida homogéneos- es sobre todo una distinción sociológica: los una composición (todas cosas que a la escucha o a la ejecución resulta a me-
autores de canciones son por lo general organistas (y como tales, dotados nudo mucho menos perceptibles que a la lectura) prevalece el procedimien-
de una formación teórica completa, además de la experiencia manual), los to discursivo, la organización del deslizamiento del tiempo en estudios de
autores de sonatas, por lo general instrumentistas (en su mayoría de violín, variable densidad y tensión, la orientación del movimiento que recorre un
el instrumento monofónico emergente). Más destacada es en estos últimos fragmento a través de fases de aceleración, ralentización, estabilidad, iner-
la búsqueda del efecto sonoro idiomático, el aprovechaJniento de los re~ur­ cia. A esta construcción de la forma del tiempo en la misma dimensión de
sos técnicos específicos del instrumento, la invención tímbrica más definida. la temporalidad concurren recursos disímiles. La frecuencia, rapidez, com-
El organista-compositor sobresale en cambio en la complejidad y nitidez del plejidad, dirección de las figuraciones << Omam~ntales•• - adjetivo éste que
tramado contrapuntfstico que, en el horizonte del violinista autor de s~na­ no será impropio usar solamente con tal de reconocer al ornamento-en -la
tas, ocupa una posición secundaria. Por supuesto, en el transcu~so del siglo mlísica instruiñeiftallüña1ii~~ión estructural decisiva!- produce diferentes
va predominando la producción de sonatas sobre aquella de canciones, la pu- fomliisae organización del tiempo: las escalas o· guirnaldas de semicorcheas
blicación de músicas instrumentales con caracteres idiomáticamente defini- por grados conjuntos en las fantasías de ]am Pieterszoon Sweelinck (1562
dos y destinados a instrumentos determinados sobre aquellas composicio- t 1621) tienen una soltura fantástica que la refracción de los acordes arpe-
nes consignadas al soporte neutro y analítico de la partitura, a l~ indete~­ giados a borbollones, también siempre en semicorcheas, Puede en un ins-
nación tímbrica y sonora. En la misma medida se desarrolla y difunde el di- tante transmutar en sonoridades aglomeradas o dislocadas. También el au-

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mento o la disminución de los valores de un tema dado, más que un artificio !a
g~niosa, la natural~z~ discursiva de música instrumental del siglo XVII -un
imitativo de naturaleza proporcional (y por tanto estática), tiende a adquirir discurso qu~ el mus1co va pronunciando en el acto, que tiene en sí y sola-
funciones de desviación, aceleración, intensificación de la estructura tempo- mente en SI (y n? en un texto poético o en un pretexto imaginativo) las r _
ral. En la fantasía cromática de Sweelinck -famosa ya en su tiempo- el zones de ~~ p~op;a organización retórica- está abierta también hacia la r=-
sujeto cromático descendente se mueve al comienzo por blancas regulares presentacJOn, ~ os afectos. La música instrumental «habla•• y <<Canta•• a la
(Re-Re-Re-Do#-Do-Si-Sib-La), el contrasujeto diatónico por negras: ambas par ~~e la m_usJca vocal. Es verdad que los afectos que ésta conmueve son
sufren gradualmente procesos de aceleración y de ralentización, absolutos ~enencos, sm la determinación de un texto, pero no por esto son menos
o relativos, de manera que las combinaciones posibles entre las velocidades mtens~s. Es elocuente la advertencia al lector que Girolamo Frescobaldi
parciales pasa a través de relaciones siempre mutables: (1583 1 1643) pone a sus monumentales libros de Toccate, aparecidos en
1~en-l62Z,_y varias veces reimpresos hasta 1637. Frescobaldi ilustra
Sujeto cromático Contrasujeto y jzguraciones separadame,nte la <<~anera de tocar con afectos cantables y con diversidad
d~ pasos••,_? sea, distribuyendo proporcionalmente la ejecución a una implí-
blancas negras
Cita ~n del texto musical. Los requisitos:
blancas corcheas
redondas blancas/semicorcheas
l. <<(. .. ) no debe este modo de tocar estar sujeto al compás, como ve-
redondas blancas
mos usarse en los madrigales modernos, los cuales, aunque difíciles '
redondas semicorcheas ilit di d ' se ,a-
semicorcheas c an ~or me, o e compás, llevándolo lánguido o veloz, y sp_sp(;!_ndiéndolo
negras
en el arre segun sus afectos o sentido de las palabras».
negras corcheas/semicorcheas
negras seisillos de semicorcheas 2. <<Eh las ~ocatas he teñido en co~sideración no sólo que sean copio-
sas de pasaJ~S diversos y de afectos, smo que también se pueda cada uno
negras corcheas
corcheas negras d~ eso_s P~~ajes toccu: separado uno del otro a fin de que el instrumentista,
sm obligac1on de ~alizarlas todas, pueda terminarlas donde más le guste».
~- <<Los ~omienzos de las tocatas sean hechos despacio y arpegiando;
(Se observa que el efecto de aceleración conjunta que invade el frag- y as1, en las li~ad_uras, o en las durezas, como también en el medio de la
mento comporta también algunas desaceleraciones y contempla también el obra, se. a:acaran Junta~, ~ara no dejar sin ?~tas al instrumento; este ataque
', efecto de aceleración compuesta, obtenido ralentizando el movimiento de se ~epetrra a gusto del ~terprete a beneplac1to de quien toca • . (Frescobaldi
\;) contrasujeto, o sea, ampliando la relación unitaria entre los dos; la conclu- esta preocupado ?or eVItar que el sonido de un acorde 0 de una disonancia
sión está, en cambio, marcada por el derribo de la relación de los valores se apague demasiado rápido e invita a arpegiar o a tocar repetidamente la
notas.) s
'J';" unitarios: por primera vez en los últimos compases el sujeto o tema proce-
-~or una andadura más expedita de las otras voces). E__!!_gt~sías ~ 4. <<En la última nota, tanto los trinos como los pasajes por salto 0 por
~--i>Sweelin_ck introduce en la estructura temporal de su músigumg_com- gr~do se deben detener aun cuando sean corchea o fusa, 0 disímil a la si-
plicación ~sgacial: el efe<;lQ <k_woximidMf LJejanía-pr:oGuFado podas-repe- guie~te: porque tal pausa evitará confundir un paisaje con el otro». (Fiso-
ticiones forte 1 piano (o alto 1 bajo) de las mismas notas. La sensación de nomia netamente delimitada de cada pasaje.)
estatismo, de momentánea y atonita ~uspensión suscitada por el eco es una 5. <<Las cadencias; aunque sean escritas veloces, conviene sostener-
perturbación deliberada del movimiento rectilíneo del tiempo (se trata de la~ [es decrr, r_etard~l~s] mucho; y en ~1 aproximarse al concluir de Jos pa-
cualquier manera de un eco anómalo y artificioso: espera el fin de la frase saJ~S o cadencia~ se Ira sosteruendo el tiempo más lento. El separar y con-
antes de responder, reverbera velozmente las frases breves, lentamente clurr de los pasajes será cuando se hallare la consonancia a la vez en ambas
las frases largas; a la larga, se percibe como un deslizamiento intermitente manos escnta en blanca ...
en dos planos paralelos). La búsqueda de la varietas -un principio poético 6. <<Cuan?o se ~ncontrare un trino en la mano derecha o en la izquier-
válido para toda producción artística de la época, y en la música instrumen- da, Y qu~ al mismo tiempo toca~e un pasaje la otra mano, no se debe [aqw1
tal no limitado a los ciclos de variaciones verdaderos y propios, sino aplica- compartrr nota por nota, smo solo buscar que el trino sea veloz, y el pasaje
do universalmente a cada forma compositiva- es en suma realizada en la sea lle~ado menos velozmente y afectuoso: de otro modo haría confusión».
movilidad y en su variada, caprichosa, momentánea organización estructural. (~os tnnos son ano~ados, sí, por extenso, en semicorcheas, pero son se-
Pero, además de hacer el capricho inventivo y la estructura temporal in- micorcheas convenCionalmente <<veloces», carentes del valor estructural que
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tienen en cambio las semicorcheas de un pasaje melódico expuesto en la carácter incoativo de la tocata, su originaria función preludiante e introduc-
otra mano.) tiva, permite, de cualquier manera, su uso organístico en el contexto lin-
7. <<Encontrándose algún pasaje de corcheas o semicorcheas en las dos güístico (cfr. § 15). La misma ambivalencia de función rige para las seis can-
manos a la vez, se debe llevar no demasiado veloz; y la que haga semicor- ciones del libro II, mientras que son obligados por lo organístico (en la des-
cheas deberá hacerlas algunas con puntillo>> . (Una breve y otra larga.) tinación Y en la estructura sonora llana y sobria) los himnos y los magníficat
8. <<Antes que se hagan los pasajes dobles con semicorcheas en ambas que alternan con el canto gregoriano (libro III). Decididamente cembalística
manos debiérase detener en la nota procedente, aunque sea negra [es de- y de cámara es en cambio la última parte de cada uno de los dos libros de
cir, de valor breve]: luego resueltamente se hará el pasaje, para tanto más tocatas. En el primero, las partituras (variaciones sobre un aria, sobre una
hacer aparecer la agilidad de la mano••. (Un suspiro, un «dos puntos>> antes melodía dada, por lo general de origen vocal, como el aria de la romanesca
del pasaje virtuosístico y afectuoso.) de la Mónica, del Ruggiero) tienen caracteres de invención melódica debi~
9. «En las partitas [es decir, serie de variaciones] cuando se encon- litada Y vocalizada análoga a las músicas coetáneas para voz sola (cfr. § 3),
traran pasajes y afectos estará bien tomar el tiempo largo: el cual se obser- con 1~ ventaj~, _ade_más, de la extensión del vfuculo al texto (exención que
vará también en las tocatas. Los otros sin pasajes virtuosos se podrán tocar permite al mus1co mstrumental una variedad de recursos métricos y rítmi-
un poco vivos de compás, remitiéndose al buen gusto y fino juicio del tañe- cos virtualmente inagotable, allí donde el compositor vocal debe en cambio
dor el guiar el tiempo, en lo que consiste el espíritu y la perfección de esta siempre adaptar a un número dado de sílabas y de acentos, con una síntaxis
manera y estilo de tocar». y una fraseología prefigurada por el ajuste métrico de su composición). Ca-
da uno de los dos libros contiene finalmente una serie de músicas de danza
Los dos libros de Toccate son los únicos de Frescobaldi publicados en sueltas (cinco gallardas, diez correntes) o agrupadas en suites rudimenta~
tablatura y no en partitura, y más que ninguna otra obra instrumental suya ~s: «balletto, courante y pasacagli», o «courante y ciaccona», o una «ga-
(las doce Fantasie a cuatro de 1608, los diez Recercan e [cinque] canzoni gliarda» Y una «courante» (*) interpuestas a las otras tres partes (sin título)
franzese de 1615, los doce Caprici fatti sopra diversi soggetti et arie de 1624, de las variaciones sobre el «aria llamada la Frescobalda» (un nombre, éste,
las Fiori musicali di diverse composizioni para el uso eclesiástico de 1635, que denota la fama antonomásica del fragmento, pero deja también enten-
las once Canzioni alta francese aparecidas póstumamente en 1645, además der implícitamente cuán vasto -más de lo demostrable- debió ser el re-
del único libro destinado expresamente «para toda clase de instrumentos», curso tácito a materiales ajenos o de público dominio, sobre todo en las mú-
más bien al teclado: las canciones a una cuatro voces de 1628) realizan, has- sicas de carácter coral).
ta en la notación, aquella sutil búsqueda de alocución «afectuosa» en la línea La importancia histórica que asume la música de danza en los desarro-
melódica, en la distribución de las disonancias, en el perfil irregular y elás- llos de la música instrumental del siglo XVII es enorme, decididamente ma-
tico de los ornamentos y «pasajeS>> (trinos, figuraciones, arpegios, diseños yor que la eventual relevancia artística que suelen tener los fragmentos de
caprichosos, etc.). Sobre todo, las dos docenas de tocatas que dan el título carácter danzante en las ediciones de música instrumental (para clavicém-
a los dos libros destacan por su cualidad discursiva: sus varias secciones balo, para violines o para otros instrumentos, da igual). Sí es obvio que en
-en realidad mucho menos nítidamente separables la una de la otra de lo los dos grandes libros frescobaldianos el prestigio mayor corresponde al dis-
que desearía hacer creer la susodicha advertencia 2- se extienden desde curso sublime de las tocatas, no a la vivacidad rítmica de la gagliardas y cou-
la sonoridad fastuosa y solemne de los exordios hasta el movimiento de dan- rantes: pero la música de danza insinúa también en ellas (y en la constitu-
za de algunos episodios en tiempo ternario, desde la contorsión gesualdia- ción de cada música instrumental contemporánea) los principios de una or-
namente atormentada de las «durezas y ligaduras>> (disonancias y retardos, ganización periódica y acentuativa de la frase musical que abre facultades
que pueden también desbordar en una tocata entera como la octava del li- compositivas e inventivas inexploradas. Al flujo idealmente incesante de la
bro Il) hasta las figuraciones melismáticas jubilosas o estáticas, desde el re- polifonía imitativa en los ricercares o en las fantasías (que tiende a camuflar
citativo enfático a la imitación rápida de los temas. (La comparación con la las junturas y los seccionamientos, a retardar la terminación del período)
música vocal, supongamos, de Gesualdo, Monteverdi, Segismondo d'India, a la industriosidad de la elaboración contrapuntística y figurativa en Jos ca~
etc., es pertinente, y coherente con el enunciado de la advertencia 1, que prichos sobre temas dados o en las canciones, a la recitación inspirada 0 ex-
paradójicamente toma como modelo de la ejecución instrumental el cantar
madrigales «Según el sentido de las palabras».) (*) En castellano existen los términos bailete, corranda, pasacalle, chacona, ga-
Las tocatas de Frescobaldi están destinadas indistintamente al clavicém- llarda, para sustituir, si así se desea, a los italianos o franceses, de mayor uso inter-
balo o al órgano (obligatorio, este último, sólo para cuatro del libro II" el nacional. (Nota del coordinador.)

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traña de las tocatas, la música de danza contrapone un tejido denso y de divulgación grande, media e ínfima de una danza aristocrática -mejor, de
pasajes cortos (una cadencia cada ocho, seis, cuatro o directamente dos un verdadero y propio baile ceremonial representativo- es la fortuna que
compases), pero dotados de una energía tonal mucho más concisa. La cor· disfrutó en el siglo XVII el baile epitalámico puesto como conclusión de los
pórea materialidad de los movimientos coreográficos genera por asimilación entreactos florentinos de 1589 (cfr. vol. III, § 41), denominado corriente-
una periodicidad de movimientos y gestos melódicos, armónicos: la fuerza mente «danza del duque•• o también <<aria de Florencia». Se trata en prin-
de gravedad que instituye nexos tonales rudimentarios, pero tenaces, entre cipio de una danza escénica coral compuesta por Emilio de'Cavalieri sobre
los grados fundamentales del tono (primero, cuarto, quinto grados) tiene un texto de fuerte caracterización métrica, seis heptasílabos esdrújulos que
una valencia acentuativa irresistible, que repercute en la fraseología meló- dan lugar a seis frases musicales de cuatro compases cada una en orden
dica. La actitud habitual del virtuoso instrumental que emplea los modelos nítidamente cadencia! (*) (.<¡Oh!, qué nuevo milagro. He aquí q~e a tierra
métricos, armónicos y melódicos de las músicas de danza y un uso exclusi· descienden, celeste alto espectáculo, los dioses que al mundo inflaman... ,,.)
vamente sonoro y camerístico (y no coreográfico) se inclina más, es ver· l~ditado en 1591 junto a las otras músicas de los entreactos y acogido en.
dad, hacia la elaboración artificiosa, la disimulación sutil del modelo, la su- 1600 entre las danzas del afortunadísimo tratado de danza de Fabricio Ca-
blimación en el juego de las figuras y de los pasajes idiomáticos: el músico roso, la Nobilta di dame, la «danza del duque» se convirtió en el modelo y
se adueña de la música de danza y, reproduciéndola en su instrumento, tien- proyectó el material melódico-armónico a infinidad de composiciones de to-
de a adulterada, a hacer de ella el mero objeto de un tratamiento ejecutivo do género y especie. Esto aparece en tablaturas de guitarra o laúd (Santino
y compositivo al que consigna el interés artístico del fragmento; complicán· (iarsi anterior a 1603; J H. Kapsberger, 1604; Pier Paolo Melli, 1614; J.
dola o refinándola, él aplaca su fisonomía original. El proceso es llevado al B. Besard, 1617). En colecciones de música para cémbalo (Fioriano Cana-
extremo en las suites de danza de los cembalistas franceses de fin de siglo, le, 1600 ca.; Sweelinck y Frescobaldi, Scipione Giovanni, 1652; G. B. Ferri-
pero a mitad de siglo las suites de un discípulo de Frescobaldi, Johann Jacob ni, 1661 ca) en música instrumental de conjunto, didáctica o no (L. Viadana,
Froberger, prefiguran la urdimbre devanada en arpegios difusos: el moví· 1610; Peter Philips anterior a 1919; Adriano Banchieri, 1620; G. B. Buo-
miento de danza está estilizado en un gesto melódico y sonoro esparcido y namente, 1626; G. Zanetti, 1645; Gioseffo Giamberti, 1657), en músicas vo-
evocativo, imagen remota de la corpórea movilidad de danzas como la ale· cales de cámara (Banchieri, 1626) y hasta en misas y moteles (Banchieri,
manda, la courante, la zarabanda, la giga, que a mediados del siglo XVII han 1613 y 1620, Frescobaldi alrededor de 1630): ¡y la lista es incompleta! Pe-
perdido ya desde al menos un par de generaciones todo comportamiento ro esto aparece también en aquel vehículo potentísimo de difusión musical
danzante, y, sin embargo, en tales circunstancias, el proceso de apropia· popular que fueron las tablaturas de guitarra española, un instrumento y una
ción de la música de danza por parte de la música instrumental de cámara práctica ejecutiva que casi suplantaron al laúd en el acompañamiento del can-
no se agota en la mera disfuncionalización y sublimación del material toma- to y en la música de danza en virtud de una facilidad de ejecución, propor-
do como modelo: el modelo mismo, con su constitución acentuativa y bina· cional tanto a la limitación de sus recursos melódicos como a la plenitud so-
ria, su periodicidad propulsiva, su articulación tonal simple y rútida, destiñe nora de los acordes arrancados con un solo gesto de la mano sobre las cin-
los procedimientos compositivos y ejecutivos de la música para instrumen· co cuerdas juntas (nueve con las cuerdas de redoble): Girolamo Montesar-
tos, contamina la estructura misma. El fenómeno de ósmosis entre danza do (1606), Foriano Pico (1608), Gio. Ambrogio Colonna (1620), Benedetto
y música instrumental --como los otros fenómenos sumariamente anuncia- Sanseverino (1620), Cario Milanuzzi (1622), Pietro Milioni (1627), G. B. Ab-
dos aquí en el dominio de la música instrumental- no está limitado cierta- batessa (1627), Fabrizio Costanzo (1627), Gio. Paolo Foscarini (1629), Fran-
mente sólo al siglo XVII; pero en este siglo alimenta y promueve un orden ceso Corbetta (1639), Agostino Trombetti (1639), Antonio Carbonchi
general de los principios compositivos, de la constitución misma del espacio (1643), G. B. Granata (1646), Stefano Pesori (1648), Tommaso Marchetti
sonoro (siempre más centrado en ejes tonales definidos) y del tiempo mu· (1648), Antonino di Micheli (1680) son algunos de los autores que incluyen
sical (siempre más orientado dinámica y acentuativamente). la «danza del gran duque,, en sus ediciones de danzas y de modelos instru-
La amplia área de coincidencia entre música instrumental y música de mentales de acompañamiento para la guitarra española.
danza es también la sede de los intercambios más llamativos entre música El «bailo del granduca>> (la «danza del gran duqu'e,,) «aria de Florencia>>
culta y música popular, intercambios que, sin embargo, en otros dominios circula de esta manera por todo el siglo XVII, frecuenta los ambiente~
de la música del siglo XVII debieron ser más intensos de cuanto logra per· más dispares. En Nápoles, esto sirve -junto a otras arias de uso napoli-
cibir hoy día la musicología histórica, miope por comodidad y por costumbre
respecto de las tradiciones musicales populares. El intercambio se dio en (*) («Oh che nuevo miracolo, Ecco ch'in terra scendono, Celeste alto spettacolo
ambos sentidos, de arriba hacia abajo, y viceversa. Un caso ejemplar de la !:Ii dei ch'il mondo accendono ... .. ) '

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tano corriente- para divertir al príncipe del Pentamerone de Giambattista Mas del Ruggiero apasionado pesca
Basile: y porque La Danza del duque en mí no encuentra
con un cascabel sólo hace la M arisca
«El príncipe, que estaba aburrido con tantos juegos, ordenó que vinie-
sen algunos instrumentos, y se cantase entre tanto, e inmediatamente un así que enojada el bello Pianton (*) renueva
grupo de criados que se divertían vinieron deprisa con piedre_c~as, pande- la Courante redobla, y me recue rda '
retas, cítolas, arpas, latas, quitafuegos, chapas, colgantes, rec1p1entes y he- el viejo frenesí con nueva fugacidad.
cho una bella sofronía [=sinfonía] y sonado el tenor de abate, Zefero, el bur-
lón giammartino, y el baile de_ Schiorenza [=Florencia~, s~ ~antó un ma?ojo Son verdaderamente poquísimas las danzas dotadas, como la «del du-
de canciones de aquel buen tiempo, que se puede mas rap1damente triVIa- que>>, de requisitos de empadronamiento tan circunstanciados: paterrúdad,
lizar que trovar». lugar y fecha de nacimiento. En general, es más frecuente el recorrido in-
verso: no de la danza noble de la música instrumental de consumo vulgar,
En Bolorúa, esto figura, con una docena de otras danzas de toda especie sino de la danza popular de origen incierto a formas <<altas>> de música ins-
y procedencia, en un soneto burlesco de Zan Muzzina, titulado La sua don- trumental con intenciones artísticas. Es este el caso de la tercera de las dan-
na per cavargli denari fa tutti i balli usati in Bologna: zas bailadas por la mujer de Zan Muzzina, la chacona. La chacona es una
danza de origen iberoamericano, de fuerte connotación étrúca y erótica (co-
mo lo fue antes que ésta la zarabanda); hace su primera aparición literaria
Fa lamia cruda ogn'or la Bergamasca
en una sátira de 1598 sobre la vida peruana coetánea, y el año después apa-
e nel susiego un Spagnoletto imita,
rece en un intermedio burlesco escrito para las bodas de Felipe III: una ban-
forma Chiacone in dimenar la vita,
da de ladrones baila la chacona, danza novísima y desenfrenada, para robar
ma con inchirú in Pavaniglia casca.
a hurtadillas la platería de un indio ingenuo. En el mismo 1599, el alarma-
Si move a la Gagliarda, e ben che frasca, dísirno fraile Juan de la Cerda pone en guardia a las mujeres de bien por los
e di Tor di Leon [tordiglione] forse piu ardita, movimientos corpo,rales obscenos de danzas como la zarabanda y la chaco-
meco finge la Zoppa, e poi scaltrita, na. En 1615 es suprimida de las representaciones teatrales por su irreme-
a un Paso e mezzo mi ha la mano in tasca. diable y contagiosa sensualidad. En la novela ejemplar de Cervantes La ilus-
tre fregona, la danza de la chacona -un baile colectivo «más vasto que el
Ma da Ruggiero appasionato pesca, mar>>- es cantado con palabras de esta guisa:
e perché il Bal del duca in me non trova,
con un sonaglio sol fa la Moresca, [... ] Requieran las castañetas
y bájense a refregar
sí che adirata il bel Pianton rinova
las manos por esa arena
la Corrente ribatte, e mi rinfresca
o tierra del muladar.
la vecchia frenesia con fuga nova.
Todos los han hecho muy bien,
Hace mi cruel mujer siempre la Bergamasca no tengo que les rectar;
y en el sosiego un Españoleta imita santigüense, y den al diablo
forma Chacona cimbreando el talle dos higas de su higueral.
mas con inclinaciones cae en la Pavanilla. Escupan al hideputa
porque nos deje holgar,
Se mueve en la Gallarda y bien coqueta, puesto que de la chacona
y del Tor di Leon [ =Tordillón] tal vez más osada
conmigo se finge la Zoppa (*), y luego avispada,
en un Passamezzo me mete la mano en el bolsillo.

(*) Se hace la coja.


(*) Juega con las palabras lamento y pimpoUo (pianto y piantone).
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nunca se suele apartar. [... ] Cumplido el primer baile, he aquí que se prepara
El baile de la chacona la pareja feliz a variar mudanza,
encierra la vida bona. y se apresta a agitar, poco modesta,
[... ] ¡Qué de veces ha intentado con mil actos la deforme y obscena danza.
aquesta noble señora, Muera el soez inventor que entre nosotros
con la alegre zarabanda, introdujo el primero esta bárbara usanza.
el pésame y perra mora (*) Llama a este su juego impío y profano
entregarse por los resquicios zarabanda y chacona el nuevo hispano [es decir, el americano]
de las casas religiosas
a inquietar la honestidad (¡A los bailarines, excitados y exhaustos, Venus concede luego el pre-
que en las santas celdas mora! [... ] mio al «finalizar el juego» en el lecho mismo que había albergado los amores
Que el baile de la chacona de Cupido y Psique!) El académico Incognito Angelico Aprosio (1645) de-
encierra la vida bona. nuncia a la chacona porque corrompe a los jóvenes: ningún carácter será nun-
ca atemperado lo suficiente como para poderse sustraer a la seducción de
(Al final, la noble señora se revela como lo que es, una sacrílega indiana este baile malintencionado y contoneante. En 1643, el Tacito Abburattato
amulatada que seduce a todos para dejarse poseer por el frenesí de la dan- (Callado charlatán) de Anton Giulio Brignole Sale, señala también represen-
za.) También en las comedias de Lope de Vega, y en el segundo decenio, taciones escénicas indecentes desarrolladas al son de la chacona.
resuena el himno de la chacona, vieja disoluta y sensual: «jVida bona, vida En Italia la música de la chacona llega, pocos años después de su naci-
bona, esta vieja es la chacona!''· En tantas otras obras literarias españolas miento en ultramar, por medio de las mismas tablaturas de guitarra espa-
de los primeros decenios el canto y el ritmo desenfrenado de la chacona en- tlola que fueron el canal colector de tanta música de baile de diferentes pro-
cuentran un eco pintoresco; en tantos tratados de moralidad levantan re- cedencias. El primer testimonio anotado es de 1606, la Nuova invenzione
probaciones indignadas. Que la fama de la chacona -como, poco antes, la d'intavolatura personare li balletti sopra la chitarra spagniuola, de Girolamo
de la zarabanda- fuese la fama indecorosa de una danza desaconsejable Montesardo, músico activo en (y tal vez nativo de) Nápoles, la capital es-
(¡pero registrada, en cambio, en los tratados de bailes de moda!), de orí- pañola de Italia. Junto a la chacona, en las tablaturas de guitarra española
genes oscuramente transoceánicos, acaso mucho menos propensos que sus aparecen siempre también los ritomelos llamados pasacalles, breves fórmu-
colegas españoles a reconocer con realismo la vida de las clases subalternas las instrumentales de origen ibérico que servían para introducir cualquier gé-
rurales y urbanas. En el último canto del Adone (XX, 84) -un canto todo nero de canción o para intercalarles las estrofas. A diferencia de la zaraban-
entramado con las danzas que Venus escoge para honrar la memoria de Ado- da -que, una vez renunciada al hábito original de la danza lasciva e impe-
nis, floridas moriscas, contrapasos, gagliardas, nizardas, ridones, etc.- Ma- tuosa sublima su naturaleza étnica en el comportamiento rítmico medido y
rino tiene palabras de (¿irónica, fingida?) indignación: severo de una danza instrumental lenta, y se convierte así en ingrediente
estable de toda suite instrumental de los siglos XVII y XVIII-, la chacona y
Compito il primo hallo, ecco s'appresta el estribillo del pasacalle no dejaron nunca enteramente en el transcurso del
la coppia lieta a variar mutanza siglo su indumentaria, genuina y peculiarmente popular: en las tablaturas gui-
e prende ad agitar, poco modesta, tarrísticas, danza y ritomelo se reducen a meras fórmulas armónico-rítmi-
con mill'atti d.ifformi oscena danza. cas, figuras sonoramente cadenciales por el fuerte perfil acentuativo (dos
Pera il sozzo inventor che tra noi questa fórmulas frecuentes de chacona y de pasacalle son las usadas, por ejemplo,
introdusse primier barbara usanza también por Monteverdi, respectivamente, Sol-Re-Mi-Si-Do-Re [-Sol] y La-
Cluama questo suo gioco empio e profano Sol-Fa-Mi[-La]). Concatenadas por decenas y decenas, las fórmulas de la
saravanda e ciaccona il novo ispano [i.e. !'americano] chacona y del pasacalle pueden ser repetidas a voluntad, para acompañar a
beneplácito canciones y danzas. La aplicación más caprichosa, más inventi-
va, más regocijante del principio de la variación perenne, implícita en la re-
petición obsesiva de los modelos de la chacona y del pasacalle, la dan los
Cento partite sopra passacagli (que comprenden además también chaconas)
(*) Otras danzas populares. en la edición de 1637 de las Toccate de Frescobaldi, un ciclo de variaciones

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que transcurren caprichosamente de un gesto sonoro a otro, de una actitud
afectiva a la otra, sin, no obstante, jamás exceder del torbellino hipnótico
de las fórmulas cadenciales de base, repetida incesantemente cada dos com-
pases. (La serie frescobaldiana, verdaderamente irúmitable, fue a menudo
imitada en el siglo XVII: pero la fijeza armónica de los modelos fatahnente
tiende a engendrar una uniformidad de movimientos musicales que condena
a una áurea monotonía a los rápidos pasacalles de clavicembalistas, pese a
todo apreciables, como el mesinés Bernardo Storace, 1664, o el napolitano
Gregario Strozzi, 1687, y que solamente en sus aplicaciones teatrales ul-
tramontanas de fin de siglo - las vastas chaconnes e passacailles de Lully y
Purcell, cfr. §§ 25 y 26- encontrará una función pertinente como gran dan-
za coral y ceremonial, función por otra parte bastante lejana, tanto de la con-
notación erótica de la danza iberoamericana como de las primeras aplicacio-
nes escénicas del pasacalle y de la chacona en Italia, que debieron ser de
III. LA MUSICA DE IGLESIA
carácter decididamente «bajo••, como resulta en aquella verdadera y típica
escena de la comedia del arte puesta en música que es el diálogo descarado
y burlescamente lamentoso de Madama Lucía y Cola Napoletano compues-
to por Francesco Manelli - apodado también li Fasolo- sobre la «chaco-
na»: en verdad el burlón «lamento» de Madama Lucía está acompañado no
por una chacona sino por un pasacalle tocado en la guitarra española -la
frecuente confusión entre los nombres de la danza y del estribillo, ambos
ibéricos, es sintomático de la fuerte afinidad estructural y funcional que con
su transcripción modélica en las tablaturas guitarrísticas italianas éstos asu-
mieron-, un tetracordio descendente menor Sol-Fa-Mib-Re en la primera
versión, 1628, un tetracordio descendente mayor Fa-Mi-Re-Do en la ver-
sión de 1636; siempre sobre el mismo bajo ostinato está entonado el rústi-
co balletto amoroso del final.)

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15. LA MUSICA EN LA LITURGIA CATOLICA

Si la historiografía de la música se ocupara un día en reconstruir, ade-


más de la historia de la composición musical, también la historia de la audi-
ción musical, podrá legítimamente preguntarse si el músico sacro más im-
portante del siglo XVII italiano no es por ventura Giovanni Pierluigi da Pa-
lestrina, muerto en 1594 (cfr. vol. IIJ, § 26). No es fácil responder a tal pa-
radoja. La fortuna editorial de Palestrina cesa aproximadamente en el se-
gundo decenio del nuevo siglo (las reediciones del siglo XVII más tardías
correspondieron a sus himnos, reeditados en 1625 y otra vez en el 44, des-
pués de la reforma de los textos deseada por Urbano III, cfr. § 12; las más
frecuentes -seis ediciones entre 1601 y 1613--, a sus motetes más apa-
sionados y menos severos, aquellos compuestos sobre el Cántico de Salo-
món y destinados a un uso tal vez no litúrgico, aunque si devoto): pero las
ediciones del siglo XVI de sus misas se encontraban en todas las capillas mu-
sicales de Italia, donde constituían un corpus que no requería sustitución
(¡los ejemplares que se han conservado llevan, en efecto, las marcas de un
uso asiduo y desgastante!). Es en el siglo XVII cuando surge el mito de Pa-
lestrina Princeps musicae, de Palestrina, «re staurador y benefactor de la mú-
sica»; es el siglo XVII quien acredita la leyenda (cfr. vol. III, § 24) de que
la palestriniana Missa Papae Marcelli (publicada en 1567) habría convencido
in extremis al Concilio de Trento de desistir del propósito de excluir del em-
pleo litúrgico a la música polifónica (Agostino Agazzari es el primero en re-
ferirse a esta leyenda, en su manual de bajo continuo de 1607, pero lo hace
para contraponer polémicamente la misa de Palestrina a aquel estilo «lleno
de fugas y de contrapuntos» que <<por las confusión y mezcla de las pala-
bras » ya no agradaba ni a los <<hombres entendedores y juiciosos» ni tam-
poco a los padres conciliares; en verdad éste era justamente el estilo de Pa-
lestrina por excelencia, unas veces temperado como en la Missa Papae Mar-
cetlt; otras, en cambio, llevado a vértices insuperados de complejidad
artificiosa).
La Missa Papae Marcelli no está presente únicamente de nombre en la
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experiencia musical del siglo xvn: Francesco Soriano publicó en 1609 una mento del número de las voces y la dis tribución en más coros (famosa -es
versión aumentada en dos voces (8 en lugar de 6), Gio. Francesco Anerio, siempre Delia Valle quien lo refiere- <<aquella gran música •• de Virgilio Maz-
en 1619, publicó una versión simplificada a cuatro voces que tuvo una vas- zocchi, maestro de la Capilla Giulia, <<no sé si a 12 o 16 coros, con un coro
tísima fortuna (fue reeditada hasta 1662). Soriano y Anerio eran músicos ro- de e~~ hasta en la cim~ de la cúpula»): que, por último, los márgenes de
manos, continuadores directos de la tradición de Palestrina, que terúa pre- elastiCidad, de toleranc1a o, más directamente, de indefinición del rito, en
cisamente en Roma s u sede eminente. Más aún, allí había un organismo ins- l?s cotejos ~e la mús!ca sacra son conspicuos, y penetran hasta en la prác-
titucionalmente encargado del cultivo del repertorio sacro palestrirúano y a tica de la rrusma Capilla Sixtina. Baste decir que, curiosamente, en el mis-
la preservación del estilo polifónico <<a cappe]]a, (o sea, cantando sin ins- mo día de Navidad, en la máxima iglesia de la cristiandad romana los can-
trumentos, solamente con voces masculinas, sopranos castrados y contral- tores pontificios van a cantar, en aquel 1616, una de las misas de Palestrina
tos en falsete) que --con una sinonimia un poco oblicua, pero elocuente escritas por encargo de Guglielmo Gonzaga para estar de acuerdo con el
(cfr. § 8)- se denominó también alla Palestrina: La Capilla Si.xtina, o sea, rito Y con los cantus finnus en uso en Mantua, ¡diferentes de los de Roma!
la capilla personal del Pontífice. En el año 1616 (uno de los rarísimos en que¡ Y luego: cuando cantan las vísperas en la capilla, los cantores pontificiales
es posible reconstruir considerablemete el repertorio), la Capilla Sixtina ce- 1 deponen a Palestrina, y ejecutan músicas muy variadas, mezclan salmos a
lebró con canto polifónico 33 misas festivas, solemnes en el palacio apostó- cuatro coros, Magníficat a 12 voces y antífonas para voces solas (solistas)
lico, en San Pedro, en Santa Maria Maggiore y en otras iglesias de Roma: <<muy b1en concertadas», composiciones frescas de miembros de la Sixtina
pues bien, en 29 ocasiones la misa cantada fue de Palestrina (los otros: Ani- pero también de músicos de moda no vaticanos ni apostólicos. '
muccia, Victoria, Soriano, Crivelli), en 24 ocasiones el motete del ofertorio Palestrina, en suma, es por excelencia el músico de la catolicidad· su mú-
fue de Palestrina. sica, un paradigma del estilo más verazmente eclesiástico, un can~n ejem-
¿Es, por tanto, necesario concluir que Palestrina predominaba incontro- plar de la música litúrgica católica reconocido por e l papado: pero en el em-
vertiblemente en la música sacra italiana o romana? No se puede afirmar. pleo de la poliforúa palestriniana no se agota ciertamente la totalidad de la
En efecto, se trataba de un modelo autorizado y autorizadamente sanciona- música de la iglesia italiana, ni se pueden con ésta resolver todos los pro-
do por e l jefe de la catolicidad. Pero será justo hacer la s iguiente observa- blemas y los conflictos que -antes y después del Concilio tridentino--
ción: que fuera de Roma la presencia (cantada y oída) de Palestrina fue cier- transcurren entre exigencias artísticas y exigencias litúrgicas. De qué natu-
tamente más exigua, tanto más cuanto que - no obstante Trento- el im- raleza fueron estos problemas y conflictos está elocuentemente documen-
pulso de la iglesia contrarreforrnista hacia la reglamentación unitaria del ri- tado en e l Editto sopra le musiche de 1665, un edicto promulgado por la con-
to, de la liturgia y del ceremonial debió con todo capitular con la multiplici- greg~~ió? de la S~cra ~isita Apostólica (competente en materia de disciplina
dad de las tradiciones litúrgicas y de las prerrogativas locales: que no a to- ecle~mstica) en e¡ec~c1ón de una bula de Alejandro VII (1657) e inspirado
dos, ni siquiera en Roma, la Missa Papae Marcelli parecía más placentera precisamente en el Circulo de los cantores de la Sixtina:
(Pietro Delia Valle declara admirarla, sí, pero añade que «estas cosas se tie-
nen ahora en estima no para servirse de ellas, sino para conservarlas y te-
nerlas guardadas en un museo como bellísimas antiguallas»; que la teoría mu- <<La Sacra Visita Apostólica, a fin de que la Constitución de la Santidad
sical venera a Palestrina como un ideal litúrgico-mus ical sumo, no tanto co- de, N. Señor s~bre las músicas tenga totalmente la debida ejecución, con el
mo un ideal estilístico taxativo (un ideal estilístico que ésta coloca por cierto oraculo en la VIva voz de su Santidad dispone y manda que en las músicas
en alto, en la clasificación de los estilos de la que se ha hablado en § 8, re- c?ncertadas co~ órgano, que en el futuro se harán en las iglesias y orate-
conociéndole empero, explícitamente, su circunscrita validez funcional y pre- nos de Roma rruentras se celebran los divinos oficios o está expuesto el San-
tísimo Sacramento, se observen puntualmente las cosas siguientes:
viendo su empleo para la composición del ordinarium missae; será en todo
caso el siglo xvm-Fux, Martini: cfr. vol. VI, §§ 8 y 33- quien lo erigirá Primero, que el estilo de las músicas a observarse en las misas salmos
en canon compositivo); que el cultivo palestriniano exclusivo de la Capilla antífonas, motetes, himnos, cánticos, etc., como también de las ~infonías'
Si.xtina es parte de un sistema de competencias institucionales en las cuales sea eclesiástico, grave y devoto. '
a la Capilla Giulia (la capilla de San Pedro) y a las otras capillas basilicales s:gundo, que en las misas no se canten sino las palabras prescritas por
de Roma corresponden el cultivo de formas más modernas y más monu- el M1s~l Romano en los oficios corrientes en la fiesta de cada día y en las
mentales de poliforúa sacra, formas que precisamente en la inmensa arqui- sólernrudades del santo, y especialmente que después de la Epístola no se
tectura del templo vaticano (terminado de construir por frn en el siglo XVII) cante otra cosa que el gradual o tracto, y después del Credo ninguna otra
conducen al fomento fónico y espacial del estilo palestriniano mediante el au- palabra que las del ofertorio, y después del Sanctus se cantará el Bendictus

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o también un motete, pero con las solas palabras que pone la Iglesia en el sea también castigado como perjuro en conformidad con la Constitución de
Breviario o Misal en honor del Santísimo Sacramento. Su Santidad. Dado en Roma el 30 de junio de 1665» .
Tercero, que en las vísperas, además de los salmos y del himno, no se
canten sino las antifonas corrientes según lo prescrito en el Breviario, y lo (Se habrá notado, si se observa bien, cuán poco importa la inteligibilidad
mismo se haga en las completas. y la perceptibibilidad del texto: en un rito confiado a una lengua no hablada
Cuarto, que cuando está expuesto el Santísimo no sea lícito cantar otras como el latín, cuenta la integridad del texto sagrado, no su comprensión en
palabras que aquellas que son puestas en el Breviario o Misal Romano en la asamblea de los fieles.) El edicto, en verdad, no debió surtir los efectos
honor del Santisimo Sacramento, y queriéndose cantar las palabras de la Sa- deseados, ya que Inocencia XI e Inocencia XII fueron obligados a reconfir-
grada Escritura o de algún santo Padre se deba antes obtener la aprobación mar en 1678 y en 1692 la bula papal de 1657: por lo demás, la misma abun-
especial de la Sagrada Congregación de los Ritos, según lo prescrito por la dante producción editorial romana de motetes para solistas con bajo conti-
Constitución, declarando que en este caso es necesaria dicha aprobación, nuo (cfr. § 12) explica las razones y al mismo tiempo ilustra la inutilidad de
pero no cuando las palabras son las prescritas por el Breviario o Misal, y tales disposiciones autoritarias.
que las palabras de los Santos Padres deban ser de uno solo, y no de mu- La realidad a la cual esas disposiciones buscaban poner freno era doble.
chos santos padres unidos conjuntamente. Desde el punto de vista moral, preocupaba la explotación de todos aquellos
Quinto, que no se cante _con voz solista, tanto grave como aguda, todo recursos compositivos, canoros e instrumentales, que el gusto moderno (de
o parte considerable de un salmo, himno o motete; pero, no cantándose a músicos y de fieles, pero también de los prelados) solicitaba, pero que re-
pleno coro, se cante alternativamente variando siempre el canto ya con vo- presentaban una seducción sensorial sospechosa de contravenir al decoro,
ces iguales, ya con graves y ya con agudas. a la sobriedad, a la compunción oficialmente deseados por la Iglesia. (La sos-
Sexto, que las palabras del Breviario y del Misal, así como de la Sagra- pecha es la de una invasora secularización de la música sacra: pero, en rea-
da Escritura y de los santos Padres se pongan en música ut jacent, de ma- lidad, la secularización de la liturgia no es más que el signo manifiesto de
nera que no se inviertan ni se interpongan palabras diversas ni se haga al- una secularización servil de la Iglesia misma -al fin y al cabo, del mundo-,
teración alguna. que se percibe hasta detrás de las formas más vistosas de piedad. Es, de
Séptimo, que en el tiempo de Pasión se cante sin órgano, conforme la cualquier manera, sintomático de un proceso generalizado de secularización
rúbrica y la Iglesia prescriben. el hecho de que el término mismo <<música sacra» surge solamente alrede-
Octavo, que en el término de veinte días desde la publicación del pre- dor de 1600: antes de esa fecha, o al menos antes del Concilio tridentino
sente edicto por los superiores y otros a quienes corresponde se pongan no habría tenido mucho sentido una delimitación terminológica recíproca d~
en los coros tanto estables como movibles las celosías o rejas estrechas, y «sacro» y «profano•• en música, áreas contiguas y quizá ambiguas, determi-
de tal altura que no se vean los cantores, so pena de la privación del oficio nadas más por el uso que por características estructurales distintivas. En
y otras según el arbitrio de la S. Visita. la cuidadosa delimitación de «Sacro•• y «profano•• emprendida por la Iglesia
Noveno, que cada maestro de capilla, y toda otra persona que regulara de la contrarreforma se halla la presunción de las ocasionales contaminacio-
la música o la dirigiera, contraviniendo a las cosas dichas más arriba, o al- nes --deliberadas o casuales- de un sector con el otro, contaminaciones
guna de ellas, merezca la pena de la privación del oficio y permanezca per- que en el empleo litúrgico de las artes resultan fuertemente problemáticas.)
petuamente inhabilitado para ejercitarlo y hacer música en un futuro, y aún Del punto de vista litúrgico preocupaba la práctica (establecida desde muy
sea multado en cien escudos, a aplicar por la cuarta parte al denunciante a comienzos del siglo XVII) de utilizar textos comodines -extraídos no sólo
(que será mantenido en secreto) y por las otras tres a lugares píos al arbi- de las Sagradas Escrituras, sino también de la literatura devocional moder-
trio de la Sacra Visita, y con otras penas también corporales, al arbitrio de na, y por tanto no siempre teológicamente irreprochables- para sustituir
la misma. los textos específicos del proprium de la misa (como el gradual y el oferto-
Décimo, que ningún maestro de capilla u otra persona particular en el rio) y de las vísperas (como las antífonas y los himnos), una práctica dicta-
futuro pueda hacer música en las iglesias y oratorios, como anteriormente da, por otro lado, por la obvia imposibilidad de poder actualizar continua-
ha sido establecido, si antes no hubiera jurado en manos del señor Cardenal mente un repertorio motetistico moderno que, en caso de intentar cubrir
Vicario de Roma o de su vicegerente para observar todas las cosas conte- el proprium de todas las misas y todas las vísperas del año, habría debido
nidas en el presente edicto, de otro modo incurra en las pensas supradi- cubrir algunos miles de textos diversos destinados, por otra parte, a un uso
chas, y luego de haber prestado juramente (que deberá hacerse una sola muy poco frecuente. (La contradicción es, obviamente, imposibles de eli-
vez y tenerlo registrado), si contraviniese en alguna cosa de las prescritas, minar una vez aceptada la premisa -¡nada obvia!- de que la música litúr-
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sacros, salvo que en el ofertorio, en la elevación, después del Agnus Dei, San Marcos de Venecia) públicó en su Vespro de/la Beata Vergine, de 1610:
y del mismo modo en las vísperas e ntre los salmos se pueden cantar mo- un monólogo ( <<Nigra sum») y un dúo ( <<pulchra es>>) de puro estilo recita-
tetes, pero de palabras devotas y que están extraídas de libros sacros y de tivo sobre textos del Cántico de Salomón, textos amorosos que sólo por ale-
autores eclesiásticos, sobre el cual particular podrán y deberán aquellos que goría pueden referirse al culto de la Virgen; un texto de tema trinitario (y
no tuvieren conocimiento suficiente recibir la instrucción de los reverendos por tal razón a tres voces) organizado como una competición de virtuosis-
párrocos, de sacerdotes de las iglesias y de otras personas inteligentes so mo canoro entre ángeles (·Duo Seraphirn clamabant alter ad alterum>> ); un
pena, por cada vez que se contravenga, de 25 ducados y otras penas••. tropo devoto del Salve regina, también esto resonante con efectos de eco
en los cielos ( •Audi coelum verba mea plena desiderio et perfusa gaudio/au-
dio» ); por último, una verdadera y propia sonata instrumental con violas,-cor-
Praprium Ordinarium Organo Canto gregoriano
netas, trombones, tejida sobre un cantus firmus cantado once veces solo
por la soprano, •Sancta Maria ora pro nobis ».
Tocata antes
Considerándolo todo, sin embargo, en la víspera monteverdiana de 1610
de la misa
-una vez explicada la aparente anomalía litúrgica de los textos de los mo-
Introito tetes y reconocida la aplicación sin rémoras de un estilo de canto recitativo
Kyrie Kyrie[I]
[Kyrie Il) de procedencia de ningún modo eclesiástica y peculiar en todo caso de las
Kyrie [III)
[Christe l) salas principescas (cfr. § 3)- merece mayor atención la música de los cin-
Christe [ll)
[Christe III) co salmos y de los dos Magníficat concertados (uno, a seis voces, más mo-
Kyrie [l]
[Kyrie II) desto, para el servicio de la vigilia; el otro, muy similar en la construcción
Kyrie [III)
[altematim} musical pero más sonoro y fastuoso, a s iet voces con instrumentos, para la
Gloria solemnidad verdadera). De hecho, es en los salmos y en los Magníficat --o
Gradual Canción después
sea en las secciones portantes del rito vespertino, homólogas del ordina-
de la Epístola
[altematim} rium de la misa -donde se hace más problemático conciliar la actitud mon-
Credo teverdiana hacia la elocución oratoria y afectiva (ilustrada aquí en los §§ 4
Ofertorio Ricercar después
y 7) con el ropaje sonoro decoroso y formalizado que la liturgia requiere.
del Credo
La solución de 1610 es compleja: salmos y magníficat son compuestos a 5,
Oraciones Tocata antes del
6 y 7 voces o a doble coro sobre los cantus jirmi propios, cantados en va-
después del Ricercar
lores largos por una de las voces. La repetición del cantus firmus de ver-
ofertorio sículo a versículo procura automáticamente la articulación musical del texto
Ricercar
[altematim} en tantas secciones cuantos sean los versículos, y garantiza también su uni-
Sanctus dad total: sobre esa urdimbre fuertemente segmentada y, sin embargo co-
(elevación) herente, el contrapunto coral y solístico de las otras voces y de los instru-
Tocata para la
mentos entre teje e pisodios fuertemente diferenciados de polifonía florida.
Elevación
[altematim} Son frecuentes los efectos de jubilus, el puro éxtasis canoro de las vocali-
Agnus zaciones agotadoramente lar gas y abiertas que -a menudo con respuestas
Bergamasca
en eco-- recorren órbitas sonoras celestiales pero gravitantes en tomo a
(Deo gratias) Capricho sobre
la fijeza del cantus firmus; en el Magníficat mayor, junto a las voces jubilan
la Girolmeta
también violines y cometas. En el extremo opuesto, Monteverdi recurre a
veces al falso bordón, aque lla seudopolifonía de uso festivo que consiste en
Aquí se ve que todavía en Venecia los márgenes de tole rancia y de ar- la recitación coral de Jos versículos salmódicos sobre un solo acorde, pun-
bitrio eran, sin embargo, más bien amplios. A la luz de documentos como tuada por una cadencia a la mitad y al final de cada versículo. La intermi-
éste, que atestiguan la estabilidad de usos litúrgicos locales en cierta medi- tencia programada y reiterada de prácticas compositivas heterogéneas pro-
da más permisivos que en Roma, se explican mejor las elecciones textuales duce sonoridades divergentes y provoca una audición excitada y «abierta»,
y estilísticas a primera vista arbitrarias de los motetes para cantar •entre condicionada además por una muy perceptible organización formal de pro-
los salmos•• que Monteverdi (tres años antes de acceder a la capilla de cedimientos alternos: así, en el primer salmo de la serie:

109
108
Dixit Dominus A 6 voces Magnificat al más alegre y previsto encadenamiento multiseccional. El mis-
[ ' 1 sobre el cantus fmnus. mo Monteverdi, en sus composiciones salmódicas venecianas, que no tie-
Donec ponam inimicos... Falso bordón o fabordón. nen cantus firmus, sortea a veces la trampa con procedimientos formales
que podrían parecer htbridas contaminaciones profanas: y en cambio son
Cadencia final de Fabordón. otras garantías de aquel «uniforme» estilístico que el rito -ajeno a las ex-
Repetida instrumentaliter: presiones afectivamente determinadas y discontinuas- exige. Dos casos
Virgan virtutis tuae Dúo de sopranos. entre otros.
C. f. en el bajo. En el Beatus vir para seis voces, instrumentos y bajo continuo (1641),
[ ' 2 la s ucesión de los versículos se mantiene unida mediante un doble elemento
V. 3 Tecum principium ... Fabordón. recur rente: la frase inicial («Beatus beatus vir»), cantada por la prime ra so-
Cadencia final de fabordón. prano y luego por todo e l coro con carácter festivo de «Canzonetta», está
Repetida instrumentaliter. intercalada (entera o fragmentada, pero siempre idéntica) cinco veces en la
serie de los primeros cuatro versículos y - luego de un episodio en modo
]uravit Dominus... Dúo de tenores.
menor y tiempo temario- reaparece triunfante al final del noveno y del dé-
C. F. en el bajo. cimo versículos, antes de la doxología; a esta frase canora de la bienaven-
[ ' 4
v. 5 Dominus a dextris ... Fabordón. turanza de los justos es correlativo --exactamente como en las «canzonet-
Cadencia fmal de fabordón. te» estróficas del séptimo libro- un estribillo danzarín a dos violines, in-
tercalado también (aislado o unido a la frase vocal) una media docena de ve-
Repetida instrumentaliter.
ces. Así, mientras e l salmo avanza, resuena en cada verso o semiverso al
]udicabat in nationibus ... Quinteto vocal. menos una de las dos siglas musicales de la alegría de los temerosos de
C. f. en el bajo. Dios, con un efecto cíclico de esperas-sorpresas que sostiene la «duración,
[ ' 6
interior de la composición.
V. 7 De torrente in via Fabordón.
Además de la concatenación de los versículos, otro problema formal per-
[sigue la doxología, Gloria Patri, a seis voces, siempre sobre el can- turba al compositor de salmos: la integración de ese cuerpo extraño que es
tus firmus, pero en otro tono) la doxología añadida al final. Una solución radical para ambos problemas la
del Lactatus sum de Monteverdi a seis voces, instrumentos y bajo conti-
nuo, de publicación póstuma (1650). Entrelazado en una serie de dúos vo-
cales e instrumentales (dos sopranos y dos violines; dos tenores y dos trom-
Detenerse en el Vespro monteverdino de 1610 quiere decir también re- bones; dos bajos y un fagot). el canto de los versículos está suspendido de
flexionar sobre su excepcionalidad. Como las misas, son bastante raras en un esqueleto rudimentario y continuo de un bajo ostinato perpetuo de cua-
el resto del siglo las vísperas concertadas conducidas sobre el cantus frr- tro notas (Sol-Sol-Do-Re), repetido de compás en compás 138 veces hasta
mus: las soluciones corrientes son tres (y después de 1610, Monteverdi mis- el completo agotamiento del texto salmódico. El efecto encantatorio de cir-
mo adopta todas). O un estilo coral silábico sin pretensiones artísticas, a vo- cularidad está basado en la fijeza tonal (Sol) de esas cuatro notas de bajo
ces plenas, tal vez a dos coros, que recita los versículos uno detrás del otro ostinato: aún mayor es la exaltación del «Gloria» final, proclamado a plena
sin detenerse en ninguno de e llos. O también un estilo abiertamente «ma- voz por el coro en tonos dirigidos centrífugamente hacia ángulos opuestos
drigalesco, , pocas voces y bajo continuo como en un madrigal patético del del horizonte tonal (Mi, La, Re, ... ). El bajo ostinato perpetuo resurge por
séptimo u octavo libro de Monteverdi: pero los salmos no son monólogos. último intacto sobre las palabras «Semper, semper» y opera de este modo
O por último el estilo concertado --coro, solistas, instrumentos- concen- retroactivamente como una soldadura - formal, pero tambié n conceptual-
trado singularmente en cada versículo, como para hacer muchas pequeñas con el canto del salmo: si no fuera por el «amén•• conclusivo, se continuaría
ariettas diversas, un encadenamiento de episodios solísticos y corales que ciertamente «in saecula saecolorum••.
a fuerza de ser distintos suscitan el efecto saturante de una acumulación no Tales procedimientos formales --eficaces en cuanto vistosos (y por tal
motivada. Es -no obstante la belleza sonora y la maestría melódica- el razón describibles en palabras)- se prestan mal a las imitaciones frecuen-
efecto que hacen los salmos de Cavalli, heredero probo pero modesto del tes. Y por cierto, las músicas sacras de Monteverdi Gamás reimpresas) son
Monteverdi sacro, y de Jos otros músicos de San Marcos que, renunciando por su naturaleza solemnes, excepcionales, destinadas a capillas musicales
al elemento litúrgicamente ortodoxo pero compositivamente insólito y <<en- de alto rango, en templos y ciudades que como Venecia tolerasen el uso li-
gorroso, del cantus firmus, consignan la composición de los salmos y del túrgico extensivo de los instrumentos y de los estilos extraedesiásticos.

no 111
. . . d d específicas se cultivan en las gran- se eleva con aquélla, se humilla con ella, corre con ella, reposa con ella, llo-
Otras tradiciones ~túqp.cas ClU ~ a;;asN' oles de Roma, etc. (se han indi- ra con ella, y de cualquier otra manera en que aquélla se disponga, más efi-
des iglesias y basílicas de Bol~rua, e un·apped~ento para la circulación de l cazmente ésta promueve los afectos de aquélla: donde, en suma, verá Vues-
eso constttuye un · d
cado en e1 § 12) • Y h , s relevante y generaliza o es en tra Alteza el arte de este autor servir de una juiciosa luz, de una despierta
repertorio. Estadísti.camen~e mu~ o maillas musicales de provincias, o de fuerza y de un vivísimo espíritu a la oración, y transformado casi en cincel
cambio el nivel medto y ba¡o de as ~dades· a los recursos vocales limita- de armónico escultor darle a las palabras un relieve para los oyentes; oficio
las iglesias menores de las gr~~:s ~~~sumo. de larga circulación y de me- que tan propio es del canto, cuanto es poco comprendido por muchos pro-
dos correspo~de ~n repertono las ere . aciones de maestros de .~a­ fesores de éste, los cuales con los intempestivos y demasiado frecuentes
diocre maestna, ligado a men~.d~ a (tfna bfo;affa ejemplar: Stefano Filip- quebrantamientos de las notas perturban y oscurecen los serenos cursos
pilla religiosos experto~ y rou t~ters. f de Rímini autor de 12 libros de de la oración, y con los demasiado ampulosos rodeos despedazan las pala-
pini, llamado ~1 Argentma, mon¡e ~:U:n~~20 en S. Stefano de Venecia, ha- bras, devoran su claridad y con varias codas de inanimados pasajes repre-
música de captlla, maestro ~e capR a desde el48 en adelante en S. Juan sentan monstruos y quimeras a quien los escucha. Quiso el valiente com-
jo Urbano VIII en S. Agustín e n ~I? ' 1690- y durante ese tiempo tam-
. R' · · --donde muno en • positor romper con el canto la corriente de la oración, pero de aquel modo
Evangelista ~n lffilnt dr 1 d Ravenna en el Gesú de Genova, en Mon- en que un agradable arroyelo entre pequeños guijarros franquea el pasaje
bién en Forli, en la cate a e M .• )
tefiascone, en la Repúbli~a ~e S~ c~:~¿rla de músicos de iglesia, Ales-
del agua, que ciertamente un rompimiento tal no sólo no hace oscuro su tri-
Represen~te egr~g¡o e :a acontraponer útilmente a la sublimidad de buto, sino más bien en virtud de aquellos pequeños repiqueteos redobla la
sandro Gr~di es. un e¡emplo p 1585 músico y luego maestro de las aca- claridad de las ondas y provoca en los oídos ajenos un dulcísimo murmullo».
Monteverdi. Nactdo alrededor de d 1E' íritu Santo así como de la catedral
demias religiosas de la Muer::
de Ferrara hasta 1617, y ma
~d: vi~~maestro d~ San Marco~ al lado del
d d 1627 maestro de capilla en San-
El topos del siglo XVI de la música como sierva de la oración (cfr. § 4)
está domesticado: más que justificar licencias y atrevimientos, sugiere y es-
mismo .Montev.erdi, y ~en~e d::d: muere durante la peste de 1630. timula una dicción atenta y nítida.
ta Mana Magg¡ore de B.ergam~ lexicógrafo del siglo xvm lo supone por Las mismas virtudes aplica Grandi, cuando pasó a Venecia, a un género
Probablemente septentnonal.. ., l nru·tana (1620) de sus primeros completamente diverso: el motete devoto para voz sola (con o sin violines).
. ili. n base a la reunpreslOn pa e .,
e~or ~tc ano e 3 4 voces (1610-1619): la equivocaclOn es Sustituto de Monteverdi, no le compete la producción de música litúrgica
cmco libros de motetes .a ~· 1 y 1 emotísimo sur (obras suyas se encuen- para la basílica: pero con los motetes a voz sola él alimenta precozmente
reveladora, la fortuna editona~~ e) r un testimonio ine quívoco de la fun- un género moderno destinado luego a una fortuna duradera, un género que
tran hasta en la catedral de frec~en~!mente reimpresos en Venecia y por si gratificaba el exhibicionismo canoro de los mejores solistas de San Mar-
cionalidad de esos m?tetes, bién más allá de los Alpes (aparecen por do- cos, encontraba también una sede receptiva en los oratorios privados, en
otra parte muy aprectados ~am h 1 an-os 70) Están estos motetes las capillas de los monasterios y de los conventos a la moda, en las «escue-
, árucas asta en os ·
cenas en anto1og¡as germ rte litúr ·cos y en parte no: colecciones en las» de las cofradías (una cantilena estrófica puesta en música por Grandi
compuestos sobre textos en pa . ~omologables para cantar en el pro- es explícita en tal sentido: "·· . Defende Virgo confraternitatem istam et Ve-
las cuales es fácil ~aliar textos pro~?s y el estilo es intermedio, rehúye netos populos tibi devotos•)). Es sintomático de su uso extraeclesiástico que
prium. Al contrano del Mo~te~er 1 sacr~, como del virtuosismo ca- estos motetes estén escritos «para cantar y tocar con el chitarrone, , ¡no
tanto de la afe~t~osidad rectta~~v:e~~~~e~s:Stilo «osservato» (*) e ~­ ya con e l órgano! Compuestos sobre textos no litúrgicos - verdaderos pas-
noro o compositiVO, tanto ~e d andamiajes sonoros sobre cantus ftr- separtouts genéricamente hagiográficos y marianos-, asumen un estilo con-
ta~ivo a cappella, co~o de o: ~oa;ese: menudo solistas y a veces dialoguís- tiguo al de los madrigales concertados, pero se distinguen de ellos por un
mt, un con~apunto sunple ~ olas imágenes cruciales del texto sacro m~- aspecto afectivamente más apagado, generalmente lejano de éxtasis y de la
•;cas da relieve oportuno a as s . , · · gulares Como di- exaltación Gamás alcanzan la capacidad gimiente, palpitante y sufii ente del
"diante configuraciones meto' dicas, ~órucas o ntnucas sm ·
Salve regina a dos voces de Monteverdi de 1641, testimonio de un pathos
ce la dedicatoria de sus motetes a cmco voces de 1614. espiritual soberbiamente indecoroso), Como mucho, si el texto compila pro-
las fugas del músico, sa escrituraría y estrofas métricas, el resultado será formalmente afín al de
Aquí la claridad de las palabras no desaparece con . ésta
ni d~l arte del hablar pierde s us méritos e n el arte del canto, smo que las cantatas profanas de las cuales Grandi fue uno de los primeros produc-
tores venecianos: recitativos, arietas, estrofas, ritornellos. En Bérgamo, fi-
nalmente al frente de una capilla ilustre, Grandi -sin cesar la producción
(*) Académico, que observa las reglas.
113
112
de motetes- se encamina hacia las grandes composiciones del ordinarium tuvo un papel determinante. El fenómeno aparece en toda su nitidez en
litúrgico: en tres años publica tres misas, tres Magníficat, 34 salmos. Y tam- tierras de misión. Dos casos ejemplares. Con ocasión de la llegada de las
bién al ordinarium aplica aquel criterio de una interpretación musical sobria- reliquias enviadas de Roma a la ciudad de México en 1578, los jesuitas
mente «oratoria• del texto sacro, máximo umbral de la música litúrgica ita- -además de la música litúrgica polifónica a la europea- organizaron pri-
liana de uso corriente en aquel siglo. mero danzas indígenas de •indios niños• adornados con plumas «con canto
de órgano» (o sea polifónico) «Concertado al modo español», pero acompa-
ñado con instrumentos indígenas como el teponaztli (tambor <<sagrado» de
16. MUSICAS DEVOCIONALES CATOLICAS dos sonidos), luego un cántico en honor a San Hipólito, patrono de la ciu-
dad, cantado en lengua náhuatl y con música ritual indígena. A fines del si-
No se agota en la liturgia el empleo que hace la Iglesia católica de la mú- glo XVII el jesuita milanés Gio. Maria Salvaterra, de familia noble, educado
sica, así como no se agotan en la celebración del rito las manifestaciones de en la danza y en la música, luego de haber solicitado ser e nviado a China
la religiosidad colectiva. Desde siempre, aliado de los ritos sacros la Iglesia (·Aprendí durante cuatro años -mientras estaba en el Colegio de Nobles
ha promovido formas colaterales de devoción comurútaria, laica o religiosa, de Parma- a tocar el laúd, al cual arte me apliqué mucho más cuando su-
que muy a menudo la música ha sido llamada a estimular y animar. Un ejem- pe... que con este arte uno de la Compañía había avanzado en la gracia de
plo: en los siglos XV y XVI -primero en Florencia, luego en los círculos ro- aquellos reyes chinos•), temrinó como misionero en la desolada península
manos que reurúó junto a sí el florentino Filippo Neri, fundador en 1575 de mexicana de la Baja California, donde experimeno personalmente Jos bailes
la congregación del Oratorio (cfr. vol. III, § 24)--:- el canto comurútario de rituales de los indios (notificó más de 30) y propagó la doctrina cristiana can-
las «laudh (laudes), o también «lodi•• (loas) devotas ha sido un instrumento tándola y haciéndola cantar a los niños indígenas.
poderoso de edificación religiosa laica. El fenomeno de las laudes polifórúcas La iglesia de Roma combatió por todos los medios el paganismo latente
es particularmente llamativo en la historia de la música italiana por haberse en las creencias religiosas de las clases inferiores y el paganismo patente
constituido en un repertorio bastante rico, y por la irradiación colectiva que de las tierras de misión, la difusión solapada de la herejía cristiana y las se-
este repertorio tuvo a través de los conventos de los oratorios (fundados ducciones pecaminosas del siglo; el combate se desarrolló principalmente
en Nápoles en 1568, en Bolorúa en 1616, en Florencia en 1632, y así hasta fuera del territorio propio de la teología y de la liturgia, en el campo de la
cubrir en el siglo xvn toda la península), gracias a una docena de ediciones movilización laica y religiosa de los individuos y de las masas. Los instru-
musicales de laudes oratorianas aparecidas entre 1563 y 1600 a cargo de mentos: la fundación de órdenes r eligiosas militantes dedicadas al proseli-
músicos que fueron compañeros del fundador del Oratorio (como Arúmuc- tismo y a la instrucción (como los jesuitas, los filipenses, los capuchinos, los
cia) o de padres filipinos dedicados también al ejercicio de la música (como barnabitas, que se remontan al siglo XVI, pero tuvieron su expansión máxi-
el padre Giovenale Ancina, edificador de un monumental Tempio armonico ma en el siglo XVII); el saneamiento pastoral, que -desde las misiones
delta Beatissima Vergine antológico, de 1599), gracias a numerosas edicio- parroquiales de Carlos Borromeo a lomos de mula, a la reorganización de
nes de los siglo XVI y XVII de laudes devotas no oratorianas (en el siglo XVII los seminarios, a la institución de centro de alta cultura, como la apertura
Florencia seguía siendo el centro de mayor producción), y por último gra- al público de la Biblioteca Ambrosiana de Milán, mandada en 1609 por el car-
cias a numerosísimas ediciones de textos solos, que dan por notas las me- denal Federico Borrome(}- atraviesa todos los estratos de la sociedad; el
lodías de las laudes, a menudo iguales a las de cantos populares profanos efecto propagandístico y demostrativo de las canonizaciones de santos mo-
de domirúo público. dernos; clamorosa fue luego la de San Carlos en 1610, la quíntuple canoni-
Pero este procedimiento de <<Cántese como•, o sea de la parodia espi- zación de 1622: San Ignacio de Loyola, fundador de los jes uitas; San Fran-
ritual de cantos populares urbanos de tema erótico o gnómico, practicada cisco Javier, promotor de las misiones jesuíticas en el Extremo Oriente; el
en gran escala y en cada época para las laudes, no es más que el caso mu- humilde labrador San Isidro de Madrid, San Felipe Neri y Santa Teresa de
sicalmente más vistoso de un proceso general de explotación y domestica- Avila, mística carmelita); e l relanzamiento de una devocionalidad inspirada
ción de la cultura popular -portadora engañosa de significados mágicos, sí, y mística que precisamente en la figura de Santa Teresa -de quien Gian
pero también instrumento eficaz de penetración misionera- emprendido Lorenzo Bernini eternizó en mármol el espasmódico éxtasis beatífic(}- en-
con celo propagandístico por la Iglesia (pero también por la sociedad civil) cuentra su justo epítome: la promoción de una hagiografía espectacular que
en la época moderna, proceso de apropiación que se cumple principalmente culmina apeósticamente en <<drammi per musica» como la Regina SanfOr-
entre los siglo XVI y XVIII. La disfuncionalización de la música popular, des- sola de Andrea Salvadori o e l SanfAlessio, el San Bonifacio, la Santa Ge-
tinada a objetivos alienígenos de recreación devota y edificación religiosa, noinda de monseñor Giulio Rospigliosi (cfr. § 20); la institución -siempre
114 115
en 1622-- de un organismo centralizado encargado de las misiones, la con- de capilla provenientes de España: la catedral de la ciudad de México, des-
gregación de propaganda fide (que encontró sitio en un espléndido edificio de 1591, concedía anualmente al maestro de capilla 80 días de licencia para
proyectado por Borromini); la celebración siempre más solemne y especta- que se procurase textos poéticos siempre nuevos para villancicos para can-
cular de los jubileos, cada cuarto de siglo, y la transformación urbanística IJir en Corpus Christi y en Navidad; la máxima gloria literaria de México en
de que la modesta ciudad papal del siglo XVI hizo el escenario sensacional el siglo XVII es sor Juana Inés de la Cruz, autora de numerosísimos villan-
de un peregrinaje continuo; la propagación de formas devocionales colecti- cicos; no es del todo imaginario - aun en los límites de lo verosúnil poéti-
vas complicadas, corno la adoración del Sacramento durante las cuarenta co- el aparato instrumental heterogéneo y estrepitoso que el texto de un
horas. villancico suyo sugiere, perfectamente proporcionado a los frecuentes es-
Que tanta secularidad y tanta seducción sensorial en realidad habían lle- tribillos onomatopéyicos del texto y el arrebato artístico del baile teatral do-
vado a buen fin tales prácticas devocionales, está testimoniado, no sin gar- cumentado en las músicas que nos han llegado: clarín, trompeta, trombón,
bo, en esta carta de un arquitecto florentino en la corte de España, Baccio corneta, órgano, fagot, violín, chirimía, tromba marina, cítara, violón, viola,
del Bianco, que relata a un príncipe Medid la celebración de las cuarenta rabel, bandola, arpa... )
horas por el nacimiento de la infanta en 1651: Si el campo mtegro de la música litúrgica está recorrido por una dialéc-
tica nítidamente perceptible entre la tendencia a la uniformidad canónica por
«El Santísimo.. . está expuesto con riqueza de luces y platería verdade- un lado y la aplicación de recursos artísticos múltiples por otro (cfr. § 15),
ramente con suma majestad y decoro; a los pies del altar hay un recinto con el área bastante menos definida de las prácticas devocionales da lugar a pro-
bancos puestos a lo ancho donde están sentados todos los músicos de la ca- ducciones musicales que difícilmente podrán resumirse en pocos caracteres
pilla real, arpa, trombón, corneta y realejo, con algunos tenores de corna- constantes. Antes bien, en una época de gran movilidad y ·actividad propa-
musa, y continuamente cantan himnos y laudes, pero en lengua española, gandística de la Iglesia - una movilidad y actitud que intenta abarcar con un
por ser la mayor lengua que hay en el mundo; de estar arietas estoy espe- gesto poderosamente unificante una realidad social y geográfica siempre más
rando y ya las he solicitado, y tan pronto como las tenga las quiero enviar fragmentaria y centrífuga-, el empleo devocional de la música tiende a ve-
al señor Atto [Melani], que en compañía de los suyos las haga oír a Vuestra ces a proliferar en formas y en ocasiones siempre variadas, que raramente
Alteza: pero con e l espíritu que las cantan aquí me parece será imposible se constituyen en una tradición artística autónoma. Por momentos, prepon-
el poderlas oír. En suma, el ir aquí a las cuarenta horas es corno entrar en deran las tradiciones locales, peculiares de una ciudad o de una institución
la escuela [de mús ica] de Gio. Battista de Gagliano [en Florencia], y más que las cultivan asiduamente, pero poco dignas de difusión extraciudadana
público tienen cuando concurran allí mayor cantidad de mozas [o sea mu- o extrains titucional. Es ejemplar el caso de los • sepulcros» practicados en
chachas], las cuales, hincadas en tierra, con el ojito fuera del manto, hacen Viena desde el séptimo decenio en adelante para el Jueves y el Viernes San-
la más bella cháchara con el confesor, con los frailes y aun con los mozos tos, cantados en italiano y representados como inmóviles cuadros vivientes
que oír se puede .. . » . contemplativos sobre un <<teatro» escénico montado en la capilla privada de
la emperatriz madre o en la capilla de la Corte Hofburg: género ilustre, pe-
(Las arietas que Baccio del Bianco oyó cantar y de las que quería enviar ro que quedó como prerrogativa exclusiva de la corte imperial.
la música a los amigos florentinos tueron probablemente villancicos, o sea, Fuertemente heterónomas son también las vicisitudes del oratorio, el
aquellos cantos estróficos vulgares de temas variados, pero a menudo y de •género de música devocional estadísticamente más relevante en el siglo
buen grado revestidos de palabras devotas -en suma: el equivalente ibé- XVII, del cual es, sin embargo, bastante inestable e incierta la definición mul-
rico de las laudes italianas- que, ampliamente cultivados en España y en tiforme Y dis continua la tradición artística, heterogéneo el marco institucio-
Portugal, a partir del siglo XVI tornaron las características de un género ••Sa- nal. (La rica historiografía musicológica sobre el oratorio del siglo XVII ha si-
cro•• autónomo, género dotado de un notable grado de complejidad artísti- do a menudo viciada por una perspectiva teológica: interesada en investigar
ca, pese a que fuese salvaguardada su sugestiva • popularidad», de la cual los pródromos y los precursores de las gloriosas épocas del oratorio en el
-en el metro, en el ritmo, en el carácter melódico de cantilena y danza- siglo xvm, o sea de Handel y Bach, ha sido proclive a ver una continuidad
rín- se amamantaba, una •popularidad» que lo hizo el vehículo predilecto en el cultivo del género musical del oratorio -una continuidad que uniese
de la devoción navideña. Su canto fue prohibido en las iglesias solamente sus ••orígenes » remotos y católicos a las grandes obras maestras de los dos
en 1765. Pero entre tanto el villancico se había transformado en el género músicos protestantes -aun donde no hubo continuidad sino sólo una mul-
musical ••sacro» favorito de las iglesias de las colonias iberoamericanas, que titud de prácticas devocionales y musicales diversas.) El nombre mismo de
promovieron por todos los medios su producción a cargo de los maestros <<oratorio» tiene escasísima cons istencia terminológica en el siglo xvu: más

116 117
que designar un género musical, designa un tipo de edificio sacro y su fun- en uso entre los filipenses. Esta circunstancia ha inducido a alguno a ver en
ción de lugar destinado a la plegaria. Las denominaciones coetáneas de los las laudes de los oratorianos el germen originario del género dramático-mu-
oratorios en música pueden ser en cambio muy diversas y genéricas: his- sical del oratorio, en la R appresentazione de Cavalieri su primera realización
torias, melodrama, cantata, diálogo, drama rhythmometrum, etcétera, son plena. Será más prudente, en cambio, tomar la R appresentazione por aque-
denominaciones equivalentes que sólo a finales de siglo son reemplazadas llo que fue, un acontecimiento teatral artísticamente excepcional (una ex-
por el término «oratorio». Bastará examinar someramente tres episodios cepcionalidad testimoniada por la lujosa edición musical) que, en la ocasión
de la presunta «lúst oria• durante el siglo XVII del oratorio en música (a prin- edificante, recurrió a aquel tipo de poesía devota -las laudes oratorianas-
cipios del siglo, junto al Oratorio de Roma; a mediados de siglo, en el Ora- cuya familiaridad compartían promotores y destinatarios del espectáculo: en
torio del Santísimo Crucifijo, a fines del siglo, en toda Italia) para constatar suma, nada más que la ocasional adopción de textos espirituales con finali-
cuán heterogéneas son sus determinaciones, cuán arbitrario es el uso ex- dad artística (del mismo modo, ya Palestrina había adoptado textos de Jau-
tens ivo y acumuaJtivo que del término «OratoriO» se SUele hacer. des para s us madrigales espirituales de 1581, o, en sentido contrario, en
Fue preeminente, ni más ni menos, la actividad edificante de los orato- 1613 Giovanni de Macque empleó el texto de un coro de la Rappresentazio-
rios en Roma: las primeras generaciones de los seguidores de San Felipe ne para hacer dos madrigales espirituales). Es a veces cierto que la inser-
continuaron el uso de los ejercicios espirituales y devocionales festivos, muy ción de laudes devotas en un contexto ritual-representativo es una práctica
frecuentes, Uevados a cabo al aire libre en verano y en el Oratorio de la Clúe- difundida también fuera de Roma y ya antes del siglo XVII. Por ejemplo: en
sa Nueva en invierno (el edificio actual es aquel, humilde en sus materiales un Trionfo della verginita impreso en Cremona en 1595 (una «Obrilla en la
de construcción - ladriUo y estuco-, pero espléndido en la configuración cual brevemente se trata de la excelencia del estado virginal, hecha para Vír-
arquitectónica, erigido por Borromini en 1640). En estas devociones la mú- genes de la Compañía de Sant'Orsola») se asiste a la representación de la
sica tuvo siempre un papel importante: con el canto comunitario de las lau- investidura de una monja, con el cortejo de ángeles y de santa vírgenes que
des, pero también con presentaciones de músicos pagados por la congrega- entre un acto y otro del rito de la investidura cantan octavas y laudes de-
ción (hay una larga tradición de simpatía de los cantores papales por el Ora- votas. Cantos de laudes y representaciones de temas sacros eran cultiva-
torio filipense, que remonta a la época del fundador y culmina en la erección dos en Florencia antes y después de 1600, en la cofradía del Arcángel Ra-
de la tumba privilegiada en los cantores de la Capilla Sixtina en la iglesia mis- fael, los antagonis tas florentinos de Cavalieri, Bardi, Peri, Rinuccini, Cac-
ma de los oratorianos, en 1639). Completamente anómala, respecto a esta cini, Gagliano... Por tanto, el género dialoguístico-musical del oratorio se ge-
práctica de cantos devotos y de músicas sacras, debió en cambio de ser la neró no de las laudes mismas, sino de las prácticas devocionales, de las cua-
Rappresentazione di Anima e di Corpo, de Emilio de'Cavalieri, compuesta les a lo sumo esas laudes fueron un ingrediente favorito.
«para recitar cantando» y puesta en escena por obra de los padres filipen- Una publicación musical que - mucho más que la irrepetible R appresen-
ses en febrero del año santo de 1600: se trató en realidad, de un gran acon- tazione de 1600- da una idea de la contribución de los oratorianos de Ro-
tecimiento mundano, engalanado por la presencia de decenas de cardenales ma al desarroUo de la forma dialoguística-musical del oratorio es, por su par-
entre los espectadores. El drama alegórico -a los dos antagonistas del tí- te, e l Teatro armonico spirituale, de Gio. Francesco Anerio (1619). Los ma-
tulo se suman otras personificaciones: el Tie mpo, el Intelecto, el Mundo, drigales espirituales y los diálogos en estilo recitativo de esta colección cons-
el Consejo, el Placer, las Almas condenadas, e tc.- está íntegramente en- tituyen un «teatro lúemal» (o sea, invernal) «de Jos evangelios e lústorias
tretejido de recitativos en versos bastantes fáciles, en rima asonante, inter- de la Sagrada Escritura y de las loas de todos los santos» (como se lee en
calados con secciones estróficas de metro variado (correspondientes a los la dedicatoria dirigida idealmente a Felipe Neri y a San Jerónimo, patrono
coros o a los diálogos). Una de estas secciones estróficas --el primer con- de la primera iglesia filipense en Roma, San Girolamo de la Carita). Es evi-
traste entre Cuerpo y Alma, en la escena cuarta del acto I (*): «Alma mía, dente la relación entre los madrigales y diálogos de l Teatro y las fiestas del
¿qué piensas? ¿Por qué afligida estás, s iempre arrastrando desdichas? 1 Qui- calendario litúrgico invernal: a la lectura latina de las Escrituras de cada fes-
siera reposo y paz, Quisiera placer y alegría, Y encuentro desazón y te- tividad, correspondía en el oratorio vespertino de los padres oratorianos el
dio.. . , _ tiene el mismo texto que una de las Laudi spirituali polifónicas apa- canto de una paráfrasis poética suya en italiano, que constituía su forma se-
recidas en 1577; y probablemente muchas otras estrofas genéricamente de- ductiva de vulgarización, así como el sermón constituía su comentario
votas cantadas por los coros de la Rappresentazione están sacadas de laudes exagético.
Las fuentes de los diálogos italianos del Teatro armonico son las Escri-
(*) ·Anima mía, che fai? Perché dogliosa stai, Sempre traendo guai? 1 Vorrei ri- turas (y, para las fiestas de los santos, la hagiografía). La naturaleza devota
poso e pace, Vorrei diletto e gioia, E trovo affano e noia ... • y edificante de estas músicas res ide, por tanto, en su función - una función
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de mediación entre el texto litúrgico en su ropaje latino, inaccesible a la ma-
yoría, y la multitud de los devotos- , no en los textos mismos (como es en
m"hco ""'"'"hco o Clona 'imlx>W de/W ""'""'"la Eut"'"ti", ''''" J.
bién las historiae, los oratorios latinos -obligados por las circunt~tancias a
cambio cierto para el canto comunitario extralitúrgico de las laudes o para basarse en la prosa histórica de la narración bíblica, así como en paráfrasis
las representaciones sacras y alegóricas). Un pretexto sugestivo para la in· poéticas italianas tendenciosamente interpretadas-, estaban colocados en
vención de los varios tipos de oratorio en música lo suministró de hecho la un contexto devocional que sugería una interpretación figurada. Lo ilustra
misma naturaleza intrínsecamente narrativa y dialoguística de muchos pasa- bien la descripción (dada en 1639 por un músico francés, André Maugars)
jes antiguos y neotestamentarios del proprium missae. Pero un incentivo po- de las reuniones que, cada viernes de cuaresma, la aristocrática Archico-
deroso para el cultivo del género debió también de darlo la recelosa cautela fradía del Santísimo Crucifijo tenía a su costa en el oratorio homónimo de
con la cual la Iglesia de Roma siempre ha administrado el acceso directo de Roma: en la apertura se cantaba un salmo o un motete, seguía una sinfonía
los fieles al texto de la Biblia. El oratorio, la recitación canora fascinante de instrumental, luego una historia del Antiguo Testamento cantada en música
escenas bíblicas y evangélicas, diestramente parafraseadas, fue el vehículo, recitativa «en forma de una comedia espiritual• (o sea: una voz para cada
pero también el filtro eficaz, de una vulgarización y divulgación controlada personaje); después de la predicación, la música <<recitaba» del mismo mo-
de las Escrituras, seguramente más atractiva y al mismo tiempo más inocua do el evangelio del día.
que la lectura de los textos sacros originales abandonada a la iniciativa indi- El autor de esta descripción sumaria se apasionó por la CUalidad extraor-
vidual. Biblia y vidas de los santos constituyen, en efecto, las dos grandes dinaria de la música recitativa italiana, desconocida por sus lectores france-
fuentes textuales que alimentan la gran mayoría de los oratorios en música ses, pero no ciertamente la compilación escritura! de los textos recitados:
del siglo XVII; los temas contemplativos y alegóricos son, en cambio, una que, sin embargo, no debieron ser casuales, si entre los ejetnplos del An-
categoría netamente minoritaria. tiguo Testamento él cita el episodio de Susana en el baño, entre los neo-
La desconfianza hacia las Escrituras se agudiza, en la Iglesia de la Con- testamentarios el :pisodi? de la Sam~tana junto al pozo. Los dos episodios
trarreforma, por la polémica antievangélica: de las Sagradas Escrituras figuran en elpropnum mtssae, respectivamente, del tercer sábado y del ter-
--que para los protestantes son la fuente exclusiva de la Revelación- la cer viernes de Cuaresma: habría tocado al predicador establecer en el ser-
confesión católica (una confesión que desde siempre exalta la preponderan- món intermedio una relación figura! con fines exegéticos entre estos dos tex-
cia de la propia tradición teológica y eclesial) da sobre todo una interpreta- tos (contiguos en el calendario litúrgico). En verdad, oratorio musical y ora-
ción no histórica o moral, sino «figurada». El Antiguo Testamento es leído toria sacra son géneros diversos, pero estrechamente concurrentes y con-
como una prefiguración del Nuevo Testamento, la historia del pueblo ele- vergentes en su intento de edificar a s us fieles seducié ndolos y conmovién-
gido es interpretada como símbolo de la vicisitud de la Redención. En la in- dolos: el triunfo de la oratoria sacra como género literario es simultáneo al
terpretación católica el sacrificio de Isaac --que en su contexto originario del oratorio musical, gracias a predicadores excelsos como el capuchino
era una fábula hebrea propuesta como ejemplo histórico (digno de imitación) Emanuele Orchi (su Quaresimale apareció póstumo en 1650) o el jes uíta Pao-
de una obediencia y entrega absoluta a la divinidad -es la prefiguración, la lo Segneri (su Guaresimale es de 1679). El oratorio latino, compuesto prin-
<<figura» del sacrificio del Hijo de Dios: la Crucifixión explica como símbolo cipalmente sobre pasajes bíblicos de la lit~rgia, es por lo habitual de una par-
la fábula en el Antiguo Testamento de Abraham e Isaac, así como a su vez te: dos de .ellos pueden, por tanto, combmarse figuralmente, en espejo al-
el cordero del sacrificio de esa fábula es símbolo del Cordero místico neo- rededor de la predicación, como en las sesiones paralitúrgicas cuaresm~les
testamentario. El Nuevo Testamento es el cumplimiento, la realización de del Santísimo Crucifijo descritas hace poco. El oratorio italiano, en cambio
cuanto el Antiguo había preanunciado explícitamente por boca de los profe- que hac~ un uso poé?cament~ parafraseante y netamente extralitúrgico d~
tas o implícitamente por medio de tales «figuras». La realidad histórica de las Escnturas, se articula habitualmente como un texto dramático dialogado
los sucesos de ambos Testamentos no está desmentida por una tal inter- en dos partes: entre la primera y la segunda se sitúa el sermón. En ambos
pretación figurada, está simplemente dejada de lado en favor de la relación casos, la contigüidad con la predicación es significativa.
simbólica que los liga como imágenes especulares en el designio inescruta- Las desemejanzas del oratorio latino y de l oratorio en lengua vulgar no
ble de la Providencia, en favor de una univocación de significado que ellas consisten, sin embargo, tanto en su diversa conformación o en el diverso
adquieren en la perspectiva de la historia de la redención por obra de Cris- grado de adherencia a las fuentes bíblicas: son las diferencias de funciones
to. El oratorio en música fue, en el siglo XVII católico, un vehículo poderoso y de usufructo las que los hacen dos géneros distintos. Enonnemente cir_
y eficaz de esta interpretación figurada de las historias bíblicas: lo revelan cunscrita fue la práctica del oratorio latino. Fue cultivado con regularidad y
explícitamente títulos de oratorios en lengua vulgar como Il sacrificio del Ver- sistemáticamente sólo por la mencionada Archicofradía del Santísimo Cru-
bo umanato figurato in quello delta figlia di ]efte o Abel figura dell'Angello cifijo en Roma: los cinco oratorios latinos de los viernes de Cuaresma can-
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tados en aquel club de nobles romanos constituyeron hasta comienzos del sus oratorios entre los turistas melómanos en Roma, fue celebrado en el
siglo xvm un uso duradero, corno una antiternporada oratoria] contrapuesta resto de Italia por sus cantatas profanas, no por cierto por sus historias bí-
a la temporada teatral carnavalesca. Principalmente al Oratorio del Crucifijo blicas, de uso exclusivamente romano. Un aislamiento muy análogo -agu-
estaban destinadas las historiae bíblicas de Giacorno Carissirni (1605 t 1674), dizado por el desinterés generalizado de la corte francesa por la música de-
muy elogiadas por los viajeros extranjeros de paso por Roma. Poderosa - y vocional- tocó a las historias y a las cantica latinas de Marc-Antoine Char-
aún hoy nítidamente perceptible a la primera audición- es la fuerza repre- pentier, alumno de Carissirni en Roma y autor en París de una treintena de
sentativa de la música de Carissirni, que saca amplia ventaja de la estruc- •oratorios•• que, cantados en las iglesias jesuíticas o en los h6tels particu-
tura particular de los textos mismos. Estos son extraídos de la Escritura, lwrs de la capital entre finales del siglo xvn y comienzos del xvm, no pro-
pero no sin un poco de paráfrasis y amplificación que enriquece la sobriedad dujeron ninguna costumbre duradera (los ternas son en su mayoría bíblicos,
de la prosa bíblica y ofrece amplios recursos a la ilustración musical imita- de tipo carissirniano -enjudicium Salomonis fue cantado muy a propósito
tiva (la tempestad marina de la historia de Jonás, que la Biblia liquida en en la sesión inaugural del parlamento francés en 1702-: en un cambio sin-
tres líneas, es largamente descrita en toda su meteorológica grandiosidad gular el recurso a la hagiografía moderna, con la sugestiva representación
por las palabras y por el canto de la historia carissimiana correspondiente). de la peste de Milán en 1576, en un oratorio en honor de San Carlos, Pestis
Además abundan las interpolaciones métricas (poéticas, por tanto, y no en mediolanensis).
prosa), que dan lugar a los episodios musicalmente más pintorescos y emo- Radicalmente diversa es la condición del oratorio en lengua vulgar, que
cionantes. De este modo, en la Historia divitis -el evangelio del segundo desde Roma inundó literalmente toda Italia en la segunda mitad del siglo,
jueves de cuaresma, la parábola del rico y de Lázaro- la narración del su- injertándose en tradiciones e instituciones locales preexistentes, 0 creando
ceso parafrasea sobriamente el texto de San Lucas en un recitativo confia- de hecho otras nuevas, con una eficacia propagandística que el oratorio la-
do al Historicus y (para las partes en discurso directo) a las voces del Rico tino no poseyó nunca. Junto con el teatro de ópera -y tal vez en mayor
y de Abraharn; pero luego está llena de escenas sugestivas interpoladas por medida (cfr. § 22)- , el oratorio en lengua vulgar procuró la unificación del
entero, las escenas hórridas y pandernoniales de los diablos que arrebatan gusto musical medio, la nivelación del horizonte de audición de la nación en-
el alma del Rico malvado ( <<larn satis edisti, Iam satis bibisti, Iam satis plau- tera. Vehículo de esta proliferación y difusión del oratorio en música fueron
sisti, Iam satis lusisti... , ) y del contraste entre los diablos y el alma («Quas las cofradías laicas (nobles y patricias) y las órdenes religiosas. (En la se-
gustabo epulas? 1Serpentes et viperas. 1 Quae bibarn vina? 1 Picern et s ulp- gunda mitad del siglo los jesuitas -inicialmente poco inclinados, en Roma,
hura. 1 Quali recubam lectulo? 1 Ferreo et candenti 1 ... 1 Quibus fruar spec- a la producción oratoria] pública, y celosos cultivadores en todo caso del dra-
taculis? 1 Teterrimorum daernonurn... ). Las escenas conmovedoras que con- ma escolástico latino, donde el espacio eventualmente concedido a la músi-
sagraron la inmensa fama de la historia de jephte son aquellas que, interpo- ca es exiguo- compiten con los mismos oratorianos filipenses; su actividad
ladas en la prosa bíblica del Libro de los Jueces, representan la exultación de promotores musicales se manifestó precozmente sobre todo ·e n el Sur
( ••Incipite in tyrnpanis, Et psallite in cyrnballis, Hirnnurn canternus Domino, en Messina y en Palerrno: pero el fenómeno espera ser adecuadamente in~
Et rnodulernur canticurn... ,) y luego la desesperación de la Hija y de las Vír- vestigado.) Gravando por completo las finanzas de los promotores, rentable
genes (··Plorate colles; dolete, montes; et in afflictione cordis rnei ululate» ). corno mucho en términos de edificación espiritual y concenso civil, el ora-
Pero ya se ha dicho que la fama de fephte es una fama de musicólogos torio adquiere, sin embargo, la fuerza incoercible de una costumbre ciuda-
(cfr. en § 9 el comentario de Kircher) y de coleccionistas (cfr. en § 12 las dana periódica: bastará citar aquí algunos casos, que testimonian la entidad
vicisitudes de los manuscritos de Carissimi), no una fama propiamente de de un fenómeno que asalta prácticamente a todas las ciudades de Italia.
oratorio: los oratorios latinos --obras reservadas a la ejecución ante un pú- En Roma, en el último decenio del siglo, un verdadero calendario de ora-
blico muy selecto corno el del Santfsimo Crucifijo o del Colegio Germánico torio corre paralelo al calendario litúrgico. Junto a las músicas de los ejer-
(donde Carissirni era maestro de música)- no tuvieron ninguna difusión fue- cicios dominicales de invierno del Oratorio filipense (no docwnentadas por
ra de s us sedes originales, y su música jamás fue impresa. (La edición de textos impresos), los libretos de oratorios impresos dan un cuadro cierta-
una media docena abundante de diálogos latinos a doble coro de Dornenico mente incompleto, pero, no obstante, siempre representativo de los orato-
Mazzocchi en sus Sacrae concertationes... pro oratoriis de 1664 es anómala rios de mayor pretensión. Cada año, en los viernes de Cuaresma funcionan
y tiene carácter retrospectivo, sin finalidad de uso práctico: se trata en rea- los cinco oratorios latinos del Santísimo Crucifijo; simultáneamente, al me-
lidad de obras -compuestas presumiblemente para el Santísimo Crucifijo- nos un oratorio filipense de San Jerónimo de la Caridad; uno o más orato-
que remontan a los años 30.) Carissirni, famoso entre los alemanes por la rios en la Cancillería; oratorios ocasionales en la Iglesia Nueva, en Santiago
propagación jesuita de sus músicas sacras más allá de los Alpes, famoso por de los Españoles; en carnaval, oratorios o dramas sacros en los colegios Na-

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sita en el sentido mismo del servicio divino, que es sobre todo exégesis teo- cuchar; el luterano, en cambio, canta escuchando y cantando escucha. Pese
lógica y espiritual del Verbo: ortodoxia doctrinaria y piedad mística están, a todo, las melodías corales luteranas llegaron también al área calvinista: de
por tanto, ligadas de modo inextricable. El orden formal de la misa es to- las 13 variaciones organísticas auténticas de Jan Pieterszoon Sweelinck so-
davía análogo al católico, y también es análogo el calendario litúrgico, am- bre melodías corales -<¡ue, ejecutadas antes o después del sermón o al co-
putado, por s upuesto, del culto de los santos (que tantas ocasiones litúrgi- mienz? y al final del servicio, lo interrumpen como cuerpos extraños sin in-
cas y dev.ocionales ofrece, en cambio, a la Iglesia de Roma) y todo basado tegrarse- solamente cuatro son realizadas sobre melodías del salterio gi-
en las Escrituras. nebrino, ocho sobre corales luteranos. Por otra parte, no es casual que la
Faltando el vfuculo de la sacralidad litúrgica -sagrado es el Verbo, no tradición organística sweelinckiana, más que en el área reformada holande-
el rito-, se comprende que haya faltado iniciahnente (a excepción del can- sa, haya tenido vigorosa continuación en la Alemania luterana, donde la apli-
to coral comunitario) una música litúrgica específicamente luterana. Dada la cación del principio de la elaboración organística de las melodías corales -en
compatibilidad formal y textual con amplios sectores de la liturgia católica, versos sueltos, para tocar alternatim estrofa por estrofa con el canto de los
la Iglesia luterana se alimenta abundantemente del repertorio motetístico la- fieles, o también en encadenamientos autónomos de variaciones o, por úl-
tino: el cosmopolitismo estilístico y la fama europea de músicos como Or- timo, en fantasías sobre cantus firmus- hallaba su utilización legítima en el
lando de Lasso (cfr. vol. III, § 28) favorecen este proceso osmótico. Alre- servicio divino y proporcionaba la oportunidad a publicaciones de órgano
dedor de 1600, las escuelas teológicas germánicas (donde a la enseñanza de compendiosas como los tres volúmenes de la Tabulatura nova del alumno
la retórica y de las lenguas se acompaña siempre el estudio de la música) de Sweelinck Samuel Scheidt, aparecidos en Hamburgo en 1624. )
cultivan una amplia área interconfesional de música latina, testimoniada en Los procedimienos de utilización artística del coral son diversos. Está,
pequeña escala por la vasta difusión germánica de los útiles Concerti eccle- ante todo, la simple armonización a cuatro voces de la melodía, el Kantio-
siastici, de Viadana (cfr. § 6), en gran escala por algunas antologías mote- nalsatz que, practicado desde finales del siglo XVI, poco a poco en el canto
tfsticas copiosas y longevas que -sobreviviendo tenazmente a los rápidos comunitario terminó por sustituir del todo la ejecución monódica del coral.
acontecimientos del gusto musical moderno- constituyeron hasta los tiem- Está luego su adopción como cantus firmus para elaborar por imitación po-
pos de Bach el horizonte polifónico normativo de todo buen músico de igle- lifónica, al modo de un cantus firmus gregoriano o profano en un motete la-
sia alemán: el Florikgium Portense (1603, 1608, 1621) bajo el cuidado de tino del siglo XVI: una cosecha de motetes conducidos de tal manera fue pro-
Erhard Bodenschatz, cantor del gimnasio de Schulpforta -de donde viene ducida por Michael Praetorius (1571 ca. t 1621), maestro de capilla de la
el título-, y el Promptuarium musicum (1611, 1612, 1613, 1617), de Abra- corte de Wolfenbüttel (su producción musical inmensa va con títulos latinos
ham Schadaeus, rector de Spira, prefieren los motetes a ocho voces en dos eruditos: los nueve volúmenes de las solas Musae Sioniae, 1605c1610, con-
coros: e l análogo Promptuarium, del católico Johannes Donfried (1662, tienen más de 1.200 composiciones litúrgicas de toda especie y tipo, latinas
1623, 1627), recopila, en cambio, motetes a dos-cuatro voces y bajo conti· y alemanas, sobre corales y no, para muchas y para pocas voces, y testi-
nuo: todas estas recopilaciones comparten la predilección por los motetes monian una voracidad estilística universal).
de escuela véneta y el desinterés hacia Palestrina y los romanos (una de- El coral experimentó poco después una aplicación ingeniosa a las técni-
marcación de naturaleza más estilística e ideológica que confesional, en cas del motete concertado de pocas voces, por obra principalmente de un
consecuencia). músico abierto hacia los estilos musicales italianos de la última hora: Johann
Aún en esta época, propensa a la interconfesionalidad, la música lutera· Hermann Schein (1586. 1630), cantor de Santo Tomás en Leipzig. En Jos
na se diferencia del repertorio católico, sin embargo, en un punto crucial: dos volúmenes de Opella nova (conciertos espirituales «de invención italia-
en la presencia -variablemente intensa, pero con todo problemática- del na» a dos-cinco voces con bajo continuo, 1618 y 1626), él se refiere. expre-
canto coral comunitario, del patrimonio poético-musical de melodías y tex· samente al modelo de los Concerti ecclesiastici de Viadana: pero sus mote-
tos estróficos de tema espiritual que fue promovido por el mismo Lutero y tes utilizan la melodía y el texto de la primera estrofa de varios corales. Mo-
que ha alimentado poderosamente las formas comunitarias de la piedad evan· dos melódicos (luteranos) y compositivos (italianos) diversos se confro'ntan
gélica (cfr. vol. III, § 23). (Este patrimonio poético-musical fue, a su vez, de esta manera en la adecuación contrapuntística y rítmica que el coral -pe-
rechazado por las confesiones reformadas de más estricta observancia -<:al· se a todo siempre reconocible- sufre para pode r ser tratado en dúos imi-
vinistas y zwinglianos, en Suiza, en Holanda, en las comunidades norteame tativos confiados a las voces agudas: la difracción es atrayente sobre todo
ricanas-, que en el servicio divino prohibían toda música artística y auto· allí donde verso por verso, el dúo de las voces parafraseantes queda in-
rizaban únicamente el canto monódico de los salmos. Para decirlo con un:t terrumpido por la enunciación del tenor del coral desnudo y áspero. (Pero
fórmula: el católico en la iglesia no canta, escucha; el calvinista canta sin es- los conciertos vocales sobre coral de Opella nova -género Juego usado y
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abusado por Scheidt- son solamente uno de los tantos géneros musicales Posthumus,_ conde ?e Reuss, celebrados en Gera el4 de febrero de 1636.
cultivados por Schein bajo la inspiración de modelos italianos. En el extre- Las «exeqwas musicales» constan de tres composiciones distm · tas _
'al fún b - . ,unce
mo opuesto, en la vertiente profana, están sus colecciones de composicio- r~moru e re ~uc1osamente predispuesto en vida del difunto, que (se-
nes conviviales y eróticas «auf Madrigal-Manier» y «auf Italian-Villanellis·- gun un uso germa_~co _de la époc:a) prescribió también Jos textos sacros y
che Invention», de títulos espiritosos: el Venus Kriintzlein, o sea, «guirnal- el tema de la ora~10n, fúnebre, as1 como el día de la ceremonia (el día de la
da de Venus .. , en 1609; la Musica boscareccia, en 1621-1628; los Diletti Pas- muerte de San _S~meon). El segundo de los tres fragmentos, un motete a
torali, en 1624; e l Studentenschmaus, «comilona estudiantil de una loable coro_doble, ~sta com~~esto sobre el tema de la predicación (el versículo del
compañía de la Vino-cerveza•, en 1626. Ni siquiera es necesaria la traduc- salmis~a «Senor ¿a QUien_tengo en el cielo fuera de ti?»), para ser ejecutado
ción española para captar, en la reiteración de los diminutivos-·cariñosos, la d~spues de ella; el conc1erto conclusivo a cinco voces antes de la inh _
sonora jocosidad de los textos métricos de tales «Canzonette•• a la italiana, c1ón sobre el Cántico de Simeón (Schütz; con genial inspiración, le ha ;:_
puestas en verso por e l mismo Schein: por ejemplo, «O Sternen ugelein! O gado de su parte las palabras del Apocalipsis «Bienaventurados Jos que mue-
Seiden Harelein! O Rosen Wangelein! Corallen Lippelein! O Honing Zünge- ren en el Señor», cantadas d~ lejos a tres voces -<los serafines y el anima
lein! O Perlemutter Ohrelein! O Elffenbeinen Hlilselein! O Pomerantzen beat:'--·. con_una brec~a lwnmosa que abre la gravedad del lamento musical
Brüstelein! Bisher an euch ist alles fein: Abr O du steinern Hertzelein, Wie haCJ~ el infinito de la bienaventuranza
. celestial). Por otra parte, antes de ¡a
dass du tiidst das Leben mein? ".) Orac1Ón resuena un ampJio conc1erto vocal <<O misa de re'qu ·em al
K · GI · - 1 emana»
El caso extremo de utilización del coral en la música artística, por últi- ( yne y ona) a ~e1s voces y bajo continuo. Pero el texto en realidad está
mo, es el empleo de los textos de los corales sin sus melodías, como fuente entera~ente compilado con los versículos bíblicos y con las estrofas coral
textual paralela a las Sagradas Escrituras: y es procedimiento estadística- que el difunto había hecho historiar sobre su propio féretro. Así como sob;:
mente relevante, tanto más cuando después de 1620, aproximadamente, la la tapa. y so_bre los la~os_ d~I sarcófago a cada versículo bíblico (de argumen-
adopción del coral (texto y música) se aclara mucho en la composición vo- to perutenc1al o sotenolog¡co) le corresponde una estrofa de coral de a _
cal, y que el siglo XVII luterano, si no asiste, como la Iglesia católica, a un ~ento afín, el seudogloria de la <<misa» sagitariana intercala el canto s~~­
proceso de secularización de la música sacra (un concepto sin sentido si se tico de lo~ versículos bíblicos con el canto a pleno coro de los textos y de
cree, con las propias palabras de Lutero, que «la música -toda la música, ~: m~lodi_as de los corale_s _respectivos. (Para verlo claramente, la distribu-
aun la profana- está al servicio de Aquel que nos la ha dado y la ha crea- c~~n bmana de 1~ composiCión - Biblia/coral- no es más que 1a manifesta-
do»), experimenta una escisión profunda entre el canto comunitario tradi- Clon son~ra del s1stem~ de correspondencias figuradas entre Escritura y can-
cional y una música artística hecha por primera vez a sabiendas del propio to _devoc1onal qu~ ~res1de toda la ceremonia fúnebre, y que está además im-
progreso. Es ilusorio creer en una continuidad histórica de la música lute- . bwdo de un sentlrruento profundo de la corruptible, inerme condición de cria-
rana, de la cual el canto comunitario del coral y sus aplicaciones artísticas tura hum~a: ~obre el sarcófago, los textos que aluden al castigo divino y
serían el vehículo: la dedicación de Bach al coral es, aunque muy diversa, a la pecarrunostdad terrena está colocados del lado de las piernas· aquellos
tal vez análoga a la dedicación de Praetorius y Schein, pero entre ellos no que prom~te~.clemencia y redención, del lado de la cabeza del rufunto. De
hay ninguna relación de descendencia directa o mediata. No solamente la una const1tuc10n
. figurada
_ y criaturesca no enteramente disúnil s on ¡a s1·e te
obra, verdaderamente monumental, del supremo músico luterano del siglo, «me di tacJon~s,_ Iatmas de la Pasión, los Membra]esu nostri compuestos en
Heinrich Schütz (Kiistritz en Turingia, 1585 t Dresde, 1672,) está visible- 1_680 por D1etr1c? Buxtehude para la corte de Suecia: cada cantata se de-
mente alejada del coral: es, asimismo, dudoso que Bach haya conocido al- tiene
. contemplativamente en una parte del cuerpo del Crucifi·JO -p1es, · ro-
guna nota de la música de Schütz o Schein. La interrupción no podría ser dilla_s, manos, costado, pecho, corazón, rostro-, compilando un pasaje del
más radical, e impone extraer a Schütz de esa perspectiva teleológicamente An?guo Testamento ~n el cual aparece esa parte -cantado por el coro des-
orientada hacia Bach mediante la cual se suele considerar su personalidad p~es de, u~a sonata mstrumental introductoria- con serniestrofas -tres
y su música, pero que no le corresponde de ningún modo. anas solístic~s- del himno atribuido a San Bernardo Rhythmica oratio ad
Por cierto, también en la obra de Schütz (en latín: Sagittarius) hay un unum, quodltbet
. d membrorum
. Christi patientis. Se advierte que toda ¡a mUSI-
· ·
caso llamativo de uso del coral: pero esto es tan anómalo, Y artísticamente ca Jiturg¡co- evoc10na~ ~rot~stante del siglo XVII -aun cuando ésta se so-
es tan excepcional, que confirma plenamente la regla de la rareza sagitaria- mete a formas de espmtualidad contemplativa tendenciaimente pietista co-
na respecto del canto coral comunitario, y que merece atención. Se trata ~o es el cas? d~ est~s Membr~ de Buxtehude- se procura sus textos' me-
de las Musicalische Exequiem, las «exequias musicales» concertadas antes diante c~mpila:1ón, sm .!as adic10nes de lírica religiosa moderna de las que
y después de la oración fúnebre para los funerales solemnes de Heinrich en camb1o está entreteJida la cantata bachiana.

128 129
,,

A excepción de las extraordinarias Musicalische Exequiem (que fueron en Dresde: el evangelista, un tenor, recita el texto en falso bordón con cua-
impresas: ¿pero pueden acaso ser ejecutadas nuevam~nte fuera de su co.n, tro violas da gamba, pero los papeles significativos como el de Magdalena
texto ceremonial originario?), el empleo de las melodías corales en Schut7. o el de Cristo son cantados a dos voces, con bajo continuo.
es completamente raro: menos rara es la utilización de los textos extraídos Schütz denomina <<Opus ecclesiasticum primum» a las Cantiones sacrae
de las estrofas de los cantos corales. A través de su música - la .música dr latinas de la obra IV, aparecidas en 1625: pero permanece problemática la
una capilla de corte, ¡no de una capilla eclesiástica!-:- no. se manifiesta una destinación litúrgica (sea católica o protestante) de estos motetes compues-
devoción comunitaria: Schütz, Juteranamente, es liturg¡sta solamente en tos principalmente sobre textos rrústicos atribuidos a San Agustín (Medita-
cuanto exegeta individual del verbo divino, predicador en música. La bas~ tiones y Manuale) y a San Bernardo. La poliforua florida de tipo madrigales-
textual de las músicas sagitarianas es en su mayoría la Biblia: pero a la uru- co (no distinta del Israelsbrünnlein, de Schein) realiza todo el pathos peni-
dad ideal de este núcleo escritura! Schütz la reviste musicalmente de ma- tencial y contemplativo: se siente con qué fogosidad autoacusadora, vocali-
neras muy diferenciadas, como lo ilustra un rápido recorrido .al conjunt? de zaciones y disonancias cortan mal el pronombre personal (Ego sum tui plaga
sus obras, al menos de las impresas. No añadiría nada aludir a su pruner doloris.. . Ego enim inique egi ... >>) u oprimen con las imágenes verbales de
obra, Jos madrigales italianos de 1611 (cfr. §§ 1 y 2), a no ser en cuanto a sufrimiento, contrición, súplica. La obra V es un salterio alemán en Kantio-
que éstos debieron constituir el modelo genera?or de una obra maestra ~o nalsatz a cuatro voces, 150 salmos aparecidos en 1628 y reimpresos en
igualada de la música luterana: el Israelsbrünnlem, de Jo~. Herma.nn .schem, 1661: pero las melodías corales inventadas por Schütz no entraron jamás en
de 1623 compuesto a cinco voces «de una manera madrigalesca Italiana ex- el uso corriente del canto comunitario, de tal modo que su contribución más
traña y ~ncantadora• sobre textos alemanes edificantes extraídos d.e l?s Pro- luteranamente ortodoxa termina por ser lústóricamente omitible.
verbios de Salomón, de los Profetas, del Eclesiastés, de~ A?ocalipsi~. De- Las Symphoniae sacrae, obra VI (segunda de las obras «eclesiásticas»,
dicados a Jos burgomaestres y al consejo municipal de LeipZig y des~ados o sea, latinas) aparecieron en Venecia en ocasión de la segunda estancia ita-
probablemente más a la devoción civil que al se~cio d~~o, lo~ I?adrigales liana de Schütz en 1629. Aunque pasaron probablemente inadvertidos al sur
de Schein comparten con aquellos de Schütz la dilatacion larguis~a de los de los Alpes (no queda ningún ejemplar en Italia, ni hay autor italiano que
episodios y la petulancia de las osadías polifónicas .con fines _e~presivos; pe- aluda a ellos, estos motetes concertados a una-tres voces con dos-cuatro
ro en esta ,,fuente de Israel>>, en una prosa bíbhca metafonca y afectiva- instrumentos obligados y bajo continuo sobre textos salmódicos, evangéli-
mente densa, el lenguaje maduro del madrigal a la italiana se intensifica con cos y salomónicos, proceden de un horizonte en su conjunto todavía gabrie-
imágenes inusitadas, y el resultado es fascinante.) , . . liano (Schütz cita el nombre de Gabrieli en la dedicatoria y evoca su abun-
Maestro de capilla de la corte de Dresde durante mas de me?io. siglo dancia tímbrica en el aparato instrumental: violines, flautas, pífanos, come-
(de 1617 hasta su muerte), Schütz dedica en 1619 al elector de Sa¡orua, su tas, trompeta, trombones, fagotes). El canto induce, no obstante, a hacer
patrón, su segunda obra, los Psalmen Davids, «salmos alem~es a la ma- de predicador en las imágenes relevantes de la prosa bíblica, la forma con-
nera italiana• para ocho y más voces en dos-cuatro coros con mstrumentos. junta de cada uno de Jos motetes (bastante largos pero articulados rítmica
Ellos testimonian su origen estilístico venciano (había sido alumno de Ga- y melódicamente en una multitud de segmentos diferenciados) está tomada
brieli) por el fulgor sonoro y la declamación concitada (*) del texto davídico, de la marcha discursiva del texto. Fatal, dada tal actitud, la cercarua a Mon-
una concitación (**) que la riqueza consonántica del texto alemán acentúa. teverdi y a su oratoria musical: que debió llegar -personalmente o no- a
En el prefacio (que copia de cerca las instrucciones de Viadana ?ara la e¡e- Venecia en aque11629, y del cual las obras sucesivas llevan sus signos ma-
cución policoral, cfr. vol. III, lectura 19) Schütz dice haber escog¡do el stylus nifiestos. Estas son (después de la obra VII, las Musicalische Exequiem) los
recitativus -quiere decir: una recitación expedita- c?~o lo que me~or se dos libros de Pequeños conciertos espirituales (obras VIII y IX, 1636 y 1639)
adapta a los salmos, ya que éste, «Sin grandes repei:J.c10nes, va n~citando y los dos volúmenes de Symphoniae sacrae alemanas (obras X y XII, 1647
largamente la gran cantidad de palabraS>>: p.ero luego alerta a los. e¡ecutan- y 1650). Los 55 conciertos vocales para una-cinco voces y bajo continuo pri-
tes para adoptar un tiempo bastante sosterudo, para que se perciban clara- vilegian los textos del Antiguo Testamento en alemán para el gradual (co-
mente las palabras y no resulte en cambio una <<batalla de moscas»: En 1623 locados en proximidad a las lecturas del nuevo o en el servicio divino, su-
aparece su tercer obra, la Historia der... Auferstehung•. ~J evangeli? pascual ministrarán idealmente su comentario figurado), pero no faltan pasajes evan-
de Ja Resurrección según una compilación textual ya utilizada antenormente gélicos y paulinos, textos rrústicos de Agustín y de Bernardo (que, traduci-
dos o no, dan lugar a los recitativos más apasionados), lúmnos vespertinos,
(*) Agitada, excitada. y hasta algún coral luterano con su propia melodía: uno de ellos está com-
(**) Agitación. puesto por entero, 18 estrofas fúnebres tratadas como <<aria• variada a cin-

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co voces sobre bajo estrófico (había ya aparecido en 1625 con el título D1• de Schein, 1630) y dedicada, como la Israelsbrünnlein de Schein -del cual
vitae fugacitate). comparte algunas características- a la ciudad de Leipzig. Se trata, en rea-
Con sus Pequeños conciertos sin instrumentos obligados, Schütz tenía la lidad, de motetes paleo y neotestamentarios para cinco-siete voces a cap-
intención de reunir los músicos de toda la nación, ya que s u «pequeñez • (di- peUa (el bajo continuo es facultativo; solamente para algunos pocos frag-
ce en las dedicatorias) es proporcional a la condición dramáticamente indi- mentos está prevista la participación obligada de los instrumentos). Aquí se
gente de las capillas musicales germánicas durante la Guerra de los Treinta rapta mejor que en cualquier otra obra la vastedad del horizonte estilístico
Años (Schütz lo conocía bien: sus cuidadosos memoriales al e lector de Sa- aagitariano: Schütz, el propugnador de la moderna música italiana en Ale-
jonia documentan la decadencia pavorosa de la capilla de esta corte; preci- mania, celebra ahí las inalteradas validez y eficacia del estilo a cappeUa (no
samente en estos años 30 y 40 Schütz asume en efecto ad interim el cargo por azar el largo prefacio -reproducido aquí en la lectura 4- alude a la cla-
de maestro de capilla mucho más floreciente de la corte real de Copenha- Rificación scacchiana de los estilos: cfr. § 8); el uso enfático de las disonan-
gue). Pero, dimensiones aparte, la configuración musical y retórica de los cias recuerda la rica serie de madrigales y motetes napolitanos que Schütz
Pequeños conciertos es completamente igual a la de las más sonoras Sympho- se hizo enviar desde Nápoles en 1632; uno de los pocos motetes con texto
niae sacrae, e italianizante del mismo modo que ésta. En las Symphoniae pa- de coral trata la melodía luterana en imitación a la manera de un cantus /ir-
ra una-tres voces y dos violines dedicadas al rey danés en 1647 (pero que mus; por último un motete está extraído del mismo modo de los Concerti
contienen también composiciones de los años 30) la presencia de Monte- póstumos de Andrea Gabrieli (1578) y traducido al alemán inalterado. Unica
verdi está aquí. No sólo Schütz adopta su «género concitado• (cfr. § 7) y colección sagitariana declaradamente destinada al uso litúrgico luterano, los
en este prefacio alude a aquel de los Madrigali guerrieri de 1638 y a la es- Zwolf geistliche Gesiinge, obra XIII <<(doce cánticos espirituales a cuatro vo-
casa familiaridad de los alemanes con las peculiaridades rítmicas y violinís- ces para pequeñas cantarías», entre los cuales, misa y víspera alemanas)
ticas de la música italiana moderna: directamente adopta la música de Mon- fueron editados por un alumno (1657): el estilo antiguo encuentra aquí su
teverdi de un dúo de los Madrigali guerreri y de una chacona amorosa para aplicación más rigurosa y sobria, completamente exento de la afectuosidad
dos tenores y la reviste con el texto alemán de un salmo triunfal. <<Armado madrigalesca de la XI y de la IV obras (de la cual empero las plegarias <<pa-
el corazón de fe inamovible, En el reino de amor A militar vengo» se con- ra la mesa• sacan en parte el material musical); pero la letanía alemana es
vierte así en la imagen de un Dios belicoso en guerra contra sus enemigos; toda en notas negras, para hacer más evidente -dice Schütz- la lentitud
le hace eco la danza exultante de los justos, <<Céfiro gira y con suaves acen- Y la monotonía del canto de las letanías en el hábito germánico.
tos El aire hace agradable ... y... hace danzar .. . a Filis y a Cloris». La sus- De la Historia der... Geburt... Christi, el evangelio de la Natividad y de
titución de lo figurado -las imágenes del texto- vigoriza y engrandece, la fuga a Egipto, Schütz hizo imprimir en 1664 sólo la parte del evangelista,
sin alterarlo al figurante, o sea las imágenes musicales monteverdianas: la un tenor que canta en estilo recitativo con el bajo continuo (una novedad
palabra bíblica adquiere desde su canto una evidencia gestual literalmente absoluta en Ale mania, dice el autor): las intervenciones en discurso directo
inaudita, característica dominante de tonos estos «conciertos• sagitarianos son en cambio otros tantos pequeños «conciertos» con características tún-
de los años 30 y 40. En las Symphoniae para tres-seis solistas, con coros bricas e instrumentales adecuadas a los papeles (dos violette y violone para
complemetarios ad libitum y dos violines, publicados en 1650 (pero que se el Angel, flautas y fagot para los pastores, trombones para los sacerdotes
remontan en parte hasta treinta años antes), más que la paráfrasis alemana clarines y cometas para el rey Herodes). Schütz preparó idealmente par~
de un motete mariano de Alessandro Grandi, impresionan los grandes con- su impresión una última obra, un año antes de morir: el salmo 119 (118 de
ciertos evangé licos a muchas voces: el entrelazamiento de las similitudes es- la Biblia católica: Divina legis encomium) subdividido en 11 motetes a coro
criturales se entrecruza y refleja en el juego de las similitudes musicales, doble, con el Magníficat alemán. El salmo contiene el versículo -<<tus de-
en un espectacular teatro del oído. ·(En la larga parábola del sembrador, cretos son mis cánticos en la morada de mi peregrinaje terreno»- que
narrada por cuatro voces solistas, la advertencia de Cristo <<Quien tiene oí- Schütz determinó como tema de su propia oración fúmebre. Sobre el mis-
dos para oír, que oiga•• está extrapolada del contexto evangélico y procla- mo versículo, y siempre por voluntad del maestro, su alumno dilecto, Chris-
mado a coro doble como un ritomelo intercalado insistentemente en la narra- toph Bernhard, habría compuesto -según un testimonio tardío- el motete
ción: procedimiento épico que deteriora la integridad de la Escritura, sí, pe- fúnebre «en estilo palestriniano» cantado en los funerales de Schütz. La elec-
ro traduce en música toda su provocación verbal.) ción de tal versículo escritura! resume emblemáticamente una vida artística
Completamente distinta de estos «conciertos» es la obra XI, Musicalia larguísima y muy activa, dedicada con admirable variedad de formas y esti-
ad chorum sacrum o Gestliche Chor-Music («música oral espiritual• ), apa- los, pero con constante intensidad, a un solo fin artístico: la exégesis mu-
recida en 1648 (pero contiene también un motete funerario por la muerte sical de la palabra bíblica.

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Ya se ha hecho mención de Christoph Bernhard (cfr. § 10), joven coi:I lrdad de la experiencia artística personal de la cual Schütz bebe: él dispone
borador de Schütz en la capilla de Dresde como codificador de una nomen 1 HU propia voluntad de una multitud de estilos -de épocas y culturas di-
clatura retórico-musical que procede en realidad de la experiencia music;tl VIlrsas, desde los dos Gabrieli a Palestrina y a Monteverdi, desde Marenzio
sagitariana. Se ha puesto de relieve que sus ftgurae designan en su mayorfu 1 Viadana, a Gesualdo, de Lutero a Praetorius, a Schein, del teatro al ma-
licencias o anomalías contrapuntísticas puestas en obra intencionalmente: és drigal, a la iglesia-, posee de eUos las razones y las leyes constitutivas,
tas enriquecen el contrapunto musical en la rrúsma medida que el ornatus ube utilizarlos; toda eventual contaminación e ntre eUos está provocada a
(los adornos y las digresiones verbales) con el que el orador reviste su dis 18biendas, para dar evidencia sonora a la particularidad de un texto, de una
curso --elevándolo por encima del nivel de la comunicación verbal neutra- Imagen. La razón general reside, en cambio, en el contexto tonalmente
con el fin de deleitar y conmover a los oyentes para así poderlos instruir me- orientado y tonalmente detenninado e n el cual están colocadas las figuras
jor. En un sentido mucho más vasto, la estructura discursiva de la músic¡¡ retóricas sagitarianas. La licencia contrapuntística -que en el contexto de
comporta naturales afinidades con el arte retórico, y es una gran verdad pa- la modalidad polifónica se lirrúta a una perturbación gramatical pasajera e in-
ra el siglo XVII (también fuera de Alemania) que ciertamente «en tales licen- mediatamente reabsorbida en un sistema nonnativo de concatenaciones in-
cias agradables consiste todo el secreto del arte musical, teniendo éste, del terválicas- repercute con mayor fuerza sobre una frase musical entera,
rrúsmo modo que la retórica, sus jigurae, que tienden a fascinar y seducir exaltándola, cuando ésta asume una función tonal deterrrúnada. La música
insensiblemente al oyente>> (son palabras dichas por un francés, André Mau- 1agitariana (como la del Monteverdi veneciano) explota con fines expresi-
gars, a propósito de la música italiana, en 1639). Ahora bien, una intención vos y representativos la ambivalencia entre detenninación contrapuntística
oratoria vigorosa subtiende perceptiblemente la música sagitariana, en to- de los intervalos y función tonal de la sonoridad: y transforma en gesticula-
dos los estilos diversísimos cultivados por Schütz (en los Concerti spirituali ción oratoria (apoyándolo e n el texto) un lenguaje musical que, sin dejar de
de 1639, la voz del Señor verdaderamente «hace bailotear los cedros del someterse a la nonna contrapuntística, sabe darse la fonna sintáctica y sin-
Líbano como temeros lechales» y ciertamente «desteUa en Uamas de fue- tética de un discurso tonalmente organizado. La función poética de la tona-
go»; en la Musica corale de 1648 Jos hebreos expulsados de su reino del lidad es netamente preponderante respecto a .la de las figurae retórico-mu-
Bautista aúlla en el desierto, y verdaderamente los sembradores riegan de sicales (de las cuales puede quizá prescindir), en s u facultad de dar un or-
lágrimas el sembrado»; en las Symphoniae de 1650 el annazón de la pará- den fonnal significativo no al detalle menudo de la elocución, sino al discur-
bola evangélica asume en música dimensiones inmensas, e inexorable es la so en su extensión articulada: de darse, en suma, un orden retórico por fuer-
caída del ciego guiado por e l ciego, etc.). La composición (dice Schütz) es za propia. Basen algunos pocos ejemplos, diversos en época y estilo.
en efecto el arte de «traducir en música el texto>>. Y el texto -la prosa bí- El salmo 136 (135) -un salmo de alabanza y júbilo- tiene una estruc-
blica- es para Schütz texto hablado, texto recitado, no texto escrito: una tura poética sesgada: sus 26 versículos enumeran las gestas de Dios, pero
base textual objetiva (palabra de Dios), pero confiada a la declamación fer- · cada uno de ellos terrrúna con ls palabras <<porque es eterna su rrúsericor-
vorosamente individual de una acentuación melódica, rítrrúca, annónica, cla- dia>>. Para esta disposición binaria (A X B XC X D X ... ) conviene al pro-
ra y sugestiva. (A esto se aviene muy bien la misma naturaleza de la acen- cedirrúento antifonal elegido por Schütz en los Psalmen Davids de 1619: de
tuación alemana, que no es tónica y gramatical como la italiana o la latina los tres coros vocales diferentes, uno va desgranando los versículos, rrúen-
- «oráre, óro, oratiónis»- sino semánticamente deterrrúnada y ligada a la tras los otros dos (sostenidos por un cuarto coro marcial de trompetas so-
raíz etimológica de la palabra - <<béten, ich béte, des GebétS>>-; la estruc- las y timbales) le responden proclamando incesantemente la eterna bondad
tura de la prosa, métricamente indistinta, de los textos bíblicos concede ade- del Señor. Pero rrúentras el canto de los versículos va modulando a todas
más al músico-orador Schütz un mayor margen de elección interpretativo partes, el clangor (*) militar del ritomelo coral está anclado en un <<do ma-
en la recitación que el que la versificación italiana perrrúte a un Monteverdi). yor>> verdaderamente eterno: de este modo, en el espacio tonal recorrido
Pero sería, sin embargo, reductivo querer descifrar la fuerza declama- por el canto salmódico, ese ritomelo representa la imagen sensible de la ina-
toria y exegética de la música bíblica de Schütz mediante las solas figurae movible bondad del soberano celestial. Tanto más estrepitosa es, hacia el
contrapuntísticas descritas por Bernhard. EUas sí perrrúten, en efecto, de- final, su ocasional, transitoria aparición en <<re mayor»; sin ningún preaviso
nominar las licencias (superjectio, anticipatio, subsumtio, variatio, multipli- modulante, sorprende: el oyente queda desconcertado por la percepción ní-
catio, syncopatio, catachrestica, inchoatio imperfecta, ellipsis, abruptio, hete- tida de que virtualmente aquel eje tonal fijo puede colocarse literalmente
rolepsis, etc.), pero no perrrúten comprender las razones de su aplicación «en todo lugar>>.
expresiva eficaz. Estas serían por Jo menos dos, una particular y una gene-
ral. La razón particular es la profundidad de la <<memoria histórica», la vas- (*) Sonido de la trompa.

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El lamento de David sobre la muerte de Absalón, ·Fili mi, Absalon! • ca- resuena tres veces en eco: forte-mezzopiano-pianissimo. El clímax de
en las Symphoniae sacrae de 1629, es un largo monólogo doloroso. La in- la terribilidad musical se alcanza ahí donde de entre las cuatro voces que
vocación inicial de .la voz de bajo, secundada por cuatro trombones, recorre repiten incesantemente <<¿por qué me persigues? » se destaca el tenor se-
por triadas ascendentes y descendentes los grados principales del tono de gundo, que simultáneamente clama en notas largas y teñidas el nombre de
«Sol menor••. Los intervalos aumentados (al subir) y disminuidos (al bajar) Saulo: por tres veces, mientras la pregunta coral retumba en el doble eco
que resultan de aquel encadenarrúento equivalen -según la ternúnología de del mezzopiano y del pianissimo, el nombre de Saulo resuena siempre más
Bernhard- a los saltus duriusculi, y como tales (como intervalos inhabi- fuerte, cada vez en un tono más alto. No es ni más ni menos que la puesta
tuales) tienen efecto patético. El contexto tonalmente deternúnado (la re· en escena sonora, retóricamente motivada, de una simpre progresión (la re-
ferencia a las notas fundamentales de la armorúa) es lo que da unidad y, por petición de la misma en tres tonalidades vecinas por grado): peró el resul-
tanto, hace significante a una figuración melódica que, leída sólo contrapun- tado, efectivamente, es la representación del espanto que infunde una divi-
tísicamente, se reduciría a un cúmulo de solecismos (*) sin sentido. nidad formidable. Con la misma luz deslumbrante que ciega a Saulo se ma-
En el centro mismo del seudo-Gloria de las Musicalische Exequiem está nifiesta aquí, al oído del oyente, al ojo del historiador, la fuerza organizado-
colocado el versículo de la Sabiduría que como un cinturón circunda todo el ra de la tonalidad: articula, con sus nexos sintácticos perceptibles, un dis-
borde del féretro de Heinrich Posthumus: «Las almas de los justos están curso musical que puede ser discontinuo -alternativamente grandilocuente
en las manos del Señor, y no las toca el tormento de la muerte. Para los o alusivo, conmovido o doloroso, aterrorizado o gozoso--, y, sin embargo,
necios parece que ellos mueren, y su partida la consideran una aflicción: pe- coherente.
ro ellos están en paz ••. La antítesis entre el yerros de los necios y la bea-
titud de las almas de los justos es traducida en la contraposición simultánea
de un bajo y dos sopranos. El bajo canta sobre la muerte y la aflicción con 18. MUSICA SACRA DE ESTADO: FRANCIA E INGLATERRA
una lenta progresión que sube cromáticamente de grado, en lo alto; las so-
pranos cantan de modo estable, sin can1biar de tono, la «paz>> cae la prime- Heinrich Schütz se consideraba a sí mismo funcionario musical de corte,
ra vez sobre una disonancia (quinta disminuida); la segunda, alejado el bajo, no músico de iglesia. Cuál pudiese ser la utilización práctica de sus músicas
en una consonancia (tercera menor). Pero es la ambivalencia tonalidad-con- en la corte sajona, se desprende indirecta, pero elocuentemente, de un pro-
trapunto la que da sentido a ésta que es la cláusula concepual suma de todo yecto de clasificación archivística que, por encargo, él redactó para la corte
el canto fúnebre: sólo cambiando el contexto tonal (la falaz <<aflicción•• del de Zeitz alrededor de 1670:
bajo) cambia, moviendo hacia la <<paz, de una consonancia el significado to-
nal de la frase de las dos sopranos, pero éste cambia precisamente sólo en l. Grandes salmos, grandes conciertos espirituales, Te deum y otras
cuanto esta frase no cambia en absoluto, <<está en paz,, · cosas similares a voces plenas, con sus partes vocales e instrumentales, pa-
Por fin, un último fragmento famoso de Schütz: <<Saulo, ¿por qué me per- ra poder usar en todo momento según la necesidad.
sigues? Te será duro resistir a mi aguijón» (Symphoniae sacrae, 1650). 2. Salmos y conciertos a pocas voces, para utilizar al comienzo de un
Schütz selecciona de los Hechos de los apóstoles el solo discurso directo, la servicio de mesa principesco.
sola voz de Dios, de la cual su música quiere por tanto ser la imagen sono- 3. Conciertos para las ocho fiestas principales de Navidad, Pascua y
ra. Tres parejas de voces solistas (primero los bajos, luego los tenores, lue- Pentecostés.
go los sopranos, por fin los violines) repiten -recorriendo hacia arriba el 4. Conciertos para las fiestas menores: año nuevo, Epifanía, Purifica-
espacio de tres octavas y media- la frase inicial durante cuatro veces: ca- ción, Ascensión, Trinidad, etc.
da vez el cuádruple apóstrofe del nombre resuena en el ámbito de una oc- 5. Conciertos para los evangelios dominicales.
tava; la pregunta del Dios indignado forma cada vez una cadencia. El esque- 6. Cantos profanos y morales para la mesa principesca.
ma es rudimentario (tanto como terriblemente concisa es la pregunta), pero
versátil: la frase reaparece en varias tonalidades, cerca y hostiga al perse- Donde (en los puntos 2 y 6) se ve que de la música con texto sacro y
guidor Saulo desde todos los lados: el coro doble la recoge, y zarandea fe- moral se hacía a voluntad un uso también extraeclesiástico, coherente con
rozmente el nombre <<Saul» (siete veces en un compás y medio, siempre al una tradición institucional que se remonta a antes de la escisión entre mú-
mismo acorde); la pregunta -cadencia sólida: tónica- dominante -tóni- sica << sacra» y no sacra (escisión que, con todo, como se ha visto, en el ám-
bito luterano no habría tenido mucho sentido).
(*) Ténninos mal usados de una lengua. (Nota del coCJrdinador.) En Alemania más que en cualquier otro país de Europa, en el siglo XVII,

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más que en cualquier otro siglo, rige el principio cuius regio, eius religio. El ción del edicto de Nantes en 1685). No es para nada casual que precisa-
caso de Dresde ilustra bien la promiscuidad y discontinuidad confesional de mente en estos años, en 1684 y en 1686, el rey patrocina la impresión de
las cortes germánicas. Desde la época de Schütz, y paralelamente a la ca- ~es cole~ciones ejemplares de grands motets <<para la capilla real», impre-
pilla de corte dirigida por Schütz, el príncipe heredero instituye una capilla ~Ión ~estmada no t~nto a divulgar el consumo de una música sacra que era
musical, de · importación italiana, virtualmente católica. Cuando el príncipe m Pn_~~~ prerroga~va de la corte, cuanto a prescribir también en el campo
heredero sube al trono, el contraste con la capilla «alemana» de la corte se eclesmstico un e stilo musical peculiar de la nación francesa y la supremacía
hace agudo. Desde antes de la muerte de Schütz la preeminencia de la ca- de la Iglesia galicana. Esta intención demostrativa se entiende también en
pilla «italiana••, con sus virtuosos castrados, es clara; pero al próximo cam- sentido estricto: publicar en 1684 o en 1686 los grands motets reales de
bio de soberano, los italianos son despedidos en el acto. En 1697, por fin, Pierre Robert y Henry Du Mont, maestros beneméritos de la capilla real
el duque Federico Augusto pasa a ser rey de Polonia y se convierte por tal retirados en jubilación en 1683, significaba imponer a sus sucesores la per-
razón al catolicismo: él instituye formalmente una capilla real católica para- petuación de un modelo y de un estilo de música sacra agradable al sobe-
lela a la capilla protestante de la corte ducal (para su sucesor, el protestan- rano. El mismo concurso de 1683 para la sucesión de Robert y Du Mont
te Bach compuso su misa solemne católica, cfr. vol. V, § 37). Acaeceres fue una demostración de poder político-cultural: Luis XIV exhortó a los obis-
alternados de tal suerte no favorecen la conservación duradera de un re- pos de Francia a hacer participar a sus maestros de capilla, de los cuales
pertorio musical: la tradición sagitaria se disuelve en Dresde aún más rápi- - 35 en total- fueron seleccionados los cuatro que, por rotación trimes-
damente que e n otras partes de Alemania. tral, habrían regido y suministrado la música de la capilla real. El más emi-
Muy distinta es la condición de la música sacra de corte en los países nente de los vencedores del 83 fue Michel-Richard de La Lande (*) (1657
fuertemente centrados en tomo de una autoridad real estable y absoluta: t 1726). El más eminente de los perdedores -enfermo en la época de las
es, cada uno a su modo, el caso de Francia y de Gran Bretaña. Las dife- ~timas pruebas del concurso- fue Marc Antaine Charpentier (t 1704),
rencias de culto y de confesión - preponderancia católica en uno, protes- Idealmente compensado no obstante por el favor directo o indirecto de la
tante en el otro país- son irrelevantes respecto a las afinidades de estruc- corte, de la cual gozoó en su múltiple actividad parisiense: maestro de ca-
tura social y política, que incluyen el papel de las respectivas iglesias. La pilla de los jesuitas en Saint-Louis y de la Sainte-Chapelle, Charpentier fue,
afinidad es notoria también desde el punto de vista doctrinal y jurídico: a la más que el antagonista desafortunado de La Lande, su equivalente metro-
Iglesia anglicana, surgida en el siglo XVI como variante británica de la refor- politano, y más que las diferencias acaso sensibles de estilo personal entre
ma y sometida al gobierno directo de la corona, corresponde la Iglesia an- los dos, predomina, en la audición de sus grands motets, la sustancial unidad
glicana, que ostenta una relativa autonomía del pasado y atribuye al <<rey cris- de un estilo nacional de música sacra que, «inventado» en los primeros de-
tianísimo•• pre rrogativas bastante vastas en materia de jurisdicción eclesiás- cenios del largo reinado de Luis XIV, tuvo validez durante varias genera-
tica en el reino. Desde el punto de vista musical la afinidad es evidente (lo ciones. Baste citar el caso de La Lande mismo: en 1729 aparecieron los vein-
es, sin embargo, en diversa medida) bajo tres aspectos por lo menos: en te volúmenes de sus grands motets, todos póstumos, que se remontan en
la notable impermeabilidad de la música sacra francesa e inglesa a los esti- parte a los primeros años de su magisterio real, y luego sucesivamente re-
los extranjeros (mientras se ha visto el proceso de ósmosis que circula en- tocados por el mismo autor, «puestos al día» en el colorido armónico o la
tre la música luterana e Italia); en la disociación estilística e institucional en- P.l~tilla instrumental; entrados en la tradición de los conciertos públicos pa-
tre la música sacra de la corte (forjada autoritariamente por el gusto del so- nsienses -aquellos Concerts spirituels (cfr. vol. VI, § 5) de música vocal
berano y por las exigencias del ceremonial), y -en el extremo opuesto de e inst~mental que solían abrirse con la ejecución de un grand motel- , per-
la corte papal de Roma- desdeñosa del estilo polifónico <<antiguo•• sancio- manecieron en uso durante el resto del siglo, y desaparecieron completa-
nado por las respectivas catedrales urbanas (depositarias celosas y tenaces me?te. del repertorio sólo con la desaparición de aquel ancien régime a cuya
de la tradición polifónica de larga duración); en la actitud declamatoria, en- anc1arudad -<:omo las tragédies lyriques de tradición lullista (cfr. § 25)-
fática, elocuente que la música sacra de corte - una música sacra que apos- aportaron un fausto tan durable.
trofa al soberano de los cielos de tú a tú, con una altivez concedida sola- El empleo extralitúrgico de los grands motets no es una anomalía o una
mente a un monarca -pontífice- asume en las manos de los máximos mú- depravación del siglo XVIII. Los grands motets, compuestos normalmente so-
sicos de la nación, Lully en Francia y Purcell en Inglaterra. bre el texto de un salmo (por ejemplo, el Miserere), de una secuencia (co-
La Declaración del clero galicano sobre el poder de la Iglesia, de 1682, mo el Dies irae), de un cántico (como el Magnifica!), o de un himno (como
es uno de los tantos gestos de autoridad que la soberarúa absoluta de Luis
XIV dirige al mundo (la autoridad degenera en intolerancia con la revoca- (*) También se escribe su nombre como Delande.

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el Te Deum), pueden aún también tener textos poéticos latinos, co~o lo.s vre, Marseille, Montauban, Nancy, Nevers, Roue, Toulouse, Valence, y en
que el emprendedor Abbé Perrin -literato fa~oso po~ haber estado .unpli- varias iglesias de París... - en su Entretien des musiciens, una <<tertulia de
cado también en las prime ras empresas operísticas pans1enses- publicó en los músicos" entretejida de joviales consideraciones sobre la condición co-
1665 bajo el título de Cantica pro capella regis latine composita. Lo litú.rgico tidiana de los músicos de capilla, dedicados más al jarro y -si podían- a
no era, por tanto, en absoluto un requisito propio del grand motel, que Igual- la buena mesa que a las musas. Gantez lamenta, entre otras cosas, el mo-
mente con su aparato sonoro opulentamente instrumental estaba en dero- nopolio de imprenta de los Ballard, que anula la producción corriente de mú-
gación flagrante respecto a las normas concili~es: .a tal respecto, el s~be­ sica sacra. En efecto, aun a comienzos del siglo XVIII el catálogo de venta
rano debió más bien procurar a Du Mont una licencia expresa del arzob1spo de los impresores parisienses pone en lista un buen número de misas poli-
de París (que , por su parte, en Notre Dame hizo observar el dictado con- fónicas de Orlando de Lassus: mercancías de saldo, tal vez, pero también
ciliar tridentino con rigor hasta en los años 90, esto es, en una época en la modelos vigentes para la producción sacra provincial francesa del siglo XVII.
cual las catedrales de provincias se habían adecuado ya íntegramente a la Para los monarcas de Francia, en cambio, la polifonía observada pasa a asu-
moda musical corriente, permisiva tanto por el estilo como por el empleo mir un valor ceremonial específico: en estilo decididamente <<antiguo" (co-
de los instrumentos). Era litúrgicamente impropio, sobre todo, el sitio na- mo mucho, vigorizado con inserciones y duplicaciones instrumentales en la
tural del grand motet en el uso de la corte: cantado para ap~rtura de la «mi- práctica de ejecución) son los réquiem cantados en las exequias reales. La
sa baja solemne•• del rey, éste duraba quizá desde el lntrmto ~sta la Ele- Mis~a pro defunctis, de Eustache Du Caurroy -un músico (t 1609) que,
vación; le sucedía un petit motet solístico de carácter contemplabv~ y .devo- aludiendo al estilo anticuado de s us músicas, admitió «haber dormido duran-
to para la Elevación (a menudo se trataba de «conciertos sacro.s" Italianos, te cuarenta años»- fue cantada, póstuma, para las exequias de Enrique IV:
de Carissimi 0 de Francesco Foggia), luego el motete conclusivo sobre el editada en 1636, se transformó en un verdadero réquiem de Estado, en uso
texto salmódico «Domine, salvum fac regem•, de rito para las misas reales. hasta en el siglo XVIII. El severo réquiem a cuatro voces de Charles d'Hel-
«Bajo" era, por tanto, el aspecto litúrgico de la misa (celebrada en voz ba- fer, de 1656, fue cantado para los funerales de De La Lande -que en su
ja), «solemne" -Y heterónomo respecto a la liturgía- su aspe~to sonoro vida no compuso jamás una misa- y luego, en 1774, para el reposo del al-
ceremonial: la glorificación del monarca celeste por parte de1 monarca ma de Luis XV, e l cual, sin embargo, había sido inhumado (como, antes que
terrestre supera a la celebración del rito sacro y se extralimita en la degus- él, Rameau) con el canto menos austero y descamado de la Messe des morts,
tación estética del poder real. El grand motet es, en suma, un género sacro del meridional Jean Gilles (t 1705), un réquiem concertado que, exhumado
sin justificación litúrgica, su estilo está codificado más en función del cere- por el Concert spirituel en 1750, pasó a enriquecer de forma estable (hasta
hoy) el repertorio de las glorias vetustas e inmortales de la cultura nacional
monial que del culto. .
Esta disfuncionalización de la música sacra de corte -o, me¡or, su fun- <<clásica .. ofrecidas a la complacida admiración de la posteridad.
cionalidad a una liturgia ajena, la liturgia del poder del rey -conduce a una En la elaboración del estilo de música sacra cultivado a partir de los años
disociación de la música sacra tradicional, y crea una tradición nueva, para- 60 por los titulares de la capilla real, Robert y el versátil Du Mont, se des-
lela. Luis XIV nunca apreció la misa polifónica cantada, tal vez a causa del taca el gesto perentorio de Lully, músico extraño a las instituciones sacras,
estilo musical grave y circunspecto que le competía. No sorprende enton- pero intérprete musical absoluto de la imagen real. Suyo es el Miserere de
ces que, de todos los compositores que giraban de~tro o f~er~ d~ la ~orte, 1664, suyo e l Te Deum de 1677 que, junto con otros pocos motetes lullia-
solamente el <<parisiense•• Charpentier haya produc1do -s1 ?len ¡amas pu- nos, constituyeron -antes aún de su publicación en 1684- el modelo do-
blicado-- una docena de misas de cada tipo en uso en Francm antes Y des- minante del género del grand motel (en la incierta cronología de las obras
pués de la ascensión de Luis XIV: desde la misa p~ra los conventos. a una de Du Mont parece al menos cierto que sus magistrales grand motets no
sola parte vocal, con bajo continuo, a la misa en estilo ~e ca?ill~ o policoral; son anteriores, sino contemporáneos de los de Lully). Se trata de motetes
de la misa concertada de voces e instrumentos, a la rrusa solo mstrumental a doble coro, pero esta expresión tenía en el uso francés del siglo xvu (des-
para ejecutar alternatim (pero con «varios instrumentos en vez el órg~no" ), de la época de Luis XIII) un sentido completamente diferente del corriente
de la misa sobre cantus firmus a la rrúsa para Nochebuena entrete¡1da de en Italia y en Alemania: no dos coros equilibrados, de igual entidad y dis-
noiils populares. Entre tanto, en el resto de Francia continúa incesante la tribución vocal, que cantan alternativamente o juntos, sino un grand choeur
rutina polifónica de las maftrises, de las capillas musicales de las catedrales, numeroso (habitualmente a cinco partes) y un petit choeur de (cinco) voces
vívidamente descrita en 1643 por Annibal Gantez -maestro de scholae can- solistas, más la orquesta (cinco partes de cuerdas y los vientos). Para ex-
torum, sucesivamente, en Aigües-Mortes, Aix-en-Provence, Annecy, Ar- presar el efecto fónico en términos especiales: no la simetría o especulan-
Ies, Aurillac, Auxerre, Avignon, Carpentras, Grenoble, La Chatre, Le Ha- dad del doble coro de tradición italiana, sino una perspectiva sonora de le-

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janía 1 cercanía, multitud /individualidad. Grand choeur, petit choeur, solistas del discurso, no a las imágenes verbales: desdeña las figuras musicales re-
de a uno o en grupo se alternan, se contrastan, se aíslan, se funden no se- presentativas de Monteverdi y Schütz, y declama en cambio con todo pat-
gún un esquema formal, sino según las exigencias (en gran medida arbitra- hos el texto latino sacro como si fuese una oración o un sermón de Bossuet
rias) de la declamación del texto del motete, y dan orige n a un multiforme (el redactor de la citada Declaración galicana). El músico pone en evidencia
encadenamiento de secciones muy diversas y numerosas (tant as cuantos los pronombres nominales, las fomtas verbales, las conjunciones, no los sus-
sean los versículos, salvo la posibilidad de fragmentarlos o de soldarlos a tantivos y los adjetivos; en frases como «tu ... non horruisti virgirús ute-
gusto). Tampoco las secciones tienen constitución formalmente definida: los rum», « ... non confundar in aeternum... », son aquellas en cursiva las pala-
versículos solísticos son tratados como récits, declamaciones musicales que bras investidas por el mayor énfasis canoro (allí donde el compositor italia-
oscilan de la recitación subordinada a la peroración enfática, de la oración no resaltarla en todo caso su ••virginis», su ••aeternum ••, con melismas de-
suplicante a la proclamación alborozada (si De La Lande hace de ellos oca- corativos o con largas notas terúdas, o también su ••horruisti» y ••confun-
sionalmente verdaderas arias --airs con o sin instrumentos solistas concer- dar,., con disonancias). El grand motet corrobora por último tanto énfasis ex-
tados-, se trata de una mera extensión de las facultades declamatorias del plotando más a fondo que cualquier otro género musical los recursos armó-
canto hacia la melodiosidad formalizada, no ya de la adopción de un principio rucos peculiares de la música francesa: por eso resulta acentuado el efecto
estructural heterogéneo). extraño que esta música francesa suele suscitar en el oyente extranjero. Pa-
La acitud declamatoria invade toda la composición: no sería correcto de- ra el lector competente, baste citar un solo ejemplo tópico, el punzante en-
nominar dúos o tercetos a los récits a dos o más voces, ya que el orden acen- cabalgarrúento transitorio de retardos y anticipaciones disonantes de función
tuativo y rítmico de cada voz, bastante diferenciado, le salva deliberadamen- enfática: algunas veces, en la proximidad de una cadencia en modo menor,
te la individualidad. Los grandes coros -a veces fugados, pero más a me- esto se configura como superposición aparentemente irregular de una quin-
nudo entregados a declamaciones concitadamente ritmadas- son los can- ta aumentada, una séptima mayor y una novena sobre el tercer grado de la
tos de una muchedumbre, no de una masa anónima. La acentuación de las tórúca (en do menor: rrúb - sol - si - re - fa); pero sería incongruente deno-
líneas vocales --obterúdas mediante ornamentos melódicos y armórúcos: re- minarlo «acorde de novena sobre la mediante», ya que éste no asume esa
tardos, apoyaturas, portamentos de voz, mordentes... - se someten a un función armórúca (en témtinos funcionales, esto es, en todo caso la antici-
régimen oratorio, no al orden métrico del compás (más bien amorfo y fluc- pación de la tercera menor de la tórúca bajo un acorde de séptima de do-
tuante). El ritmo marcial y el sorúdo de la trompa militar de los Te Deum minante regularmente preparado y resuelto, anticipación tanto más signifi-
que glorifican la política de expansión o la prosperidad de la dinastía en oca- cativa cuanto que el acorde conclusivo de la cadencia suele suprimir preci-
sión de victorias bélicas y de hijos varones -la sinfonía introductoria de samente el efecto «menor» mediante la inserción de la tercera mayor).
Charpentier se ha hecho famosa con justo motivo en la sintonía de las trans- Como la francesa, también la música sacra de la corte inglesa sufrió en
rrúsiones televisivas de Eurovisión- son ejemplares de una concepción fi- los años 60 -con la restauración de la monarquía después de la república
gurativa y no formal, vivida y no abstracta del ritmo y del sorúdo. El canto de Cromwell- una reforma institucional y al rrúsmo tiempo estilística. El
gregoriano tiene lugar en los grands motets a lo sumo como requisito evo- modelo hacia el cual se orientó Carlos li Estuardo (1660-1685) en el resta-
cativo de la puesta en escena sonora: divisa tremenda al comienzo del Dies blecimiento de la corte londinense fue exactamente el de la corte francesa
irae lulliano, cantus firmus verdadero -que durante algunos compases su- (que él, primo de Luis XIV, conocía por haber pasado allí su exilio después
giere un efecto polifórúco «Sacramental»- en el himno Sacris solemniis, de de la decapitación de Carlos I en 1649): en tal sentido fue significativa la ins-
La Lande. titución, inmediata, de un conjunto de 24 ••violines» (en realidad una verda-
En los grands motets de Lully, Du Mont, De La Lande y Charpentier, dera orquesta de cuerda') que reproducía la «grande bande des vingtquatre
es sorprendente el radio amplísimo del recorrido emocional que transcurre violons de la Chambre du roÍ•• y que instauró en la corte un estilo orquestal
súbitamente de la contrición al júbilo, de la agresividad a la ternura, del éx- moderno, totalmente ajeno respecto a la tradición indígena de la polifonía ins-
tasis contemplativo al fervor militante. Llega a ser, en cambio, aburrida a trumental para consort de violas (una tradición que, gloriosamente cultivada
la larga la coacción ininterrrútente al discurso sosterúdo, al énfasis iniciativo. desde los tiempos de Isabel 1, se había perpetuado en las elaboradísimas
Exaltante es el apóstrofe suplicante de los imperativos en el Miserere de «fantasías •• violísticas de tres generaciones de músicos ingleses -cfr. vol.
Lylly: ••Miserere... dele ... lava me ... munda me . . . asperge me... averte fa- III, § 32-: del último de éstos, John Jenkins, muerto a Jos 86 años, en
ciem... crea... innova... redde ... confirma ... libera... benigne fac, Domine, 1678, fue quizá todavía alumno el rrúsmo Purcell adolescente, autor por su
... ••; monótona la fijeza tonal alucinada (siempre do menor). La retórica de parte de una docena de fantasías para viola, de invención melódica y con-
la música sacra de corte francesa está en trabazón directa, se atiene al tono trapuntística exuberante - una de ellas, a cinco partes, está construida en

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viva imitación en tomo a un nota perpetua; ¡un fa terúdo desde el principio 1664, incluirá ya los textos de los anthems solísticos de nueva factura, pro-
hasta el fin por la viola tenor!-, pero jamás impresas; el rrúsmo Purcell se ducidos para la corte de Carlos II por Matthew Locke, Pelham Humfrey,
convirtió en 1677 en director de una tradición vetusta que, bajo Carlos li Henry Lawes, John Blow: aquella generación de músicos que creció entre
se extingue defuútivamente, no obstante el Musick's monument que erigie- la república y la monarquía, y que se dedicó al género de música que el jo-
ra Thomas Mace con dolorida nostalgia a aquel repertorio en 1676, un tra- ven soberano retour de París parecía preferir. En la simultaneidad, la diso-
tado que quiso ser una retrospectiva «advertencia acerca de la mejor mú- ciación entre la restaurada vocación sacra! del glorioso repertorio polifórúco
sica práctica sacra y civil que jamás ha habido en el n;mndo•• ). ••anglicano» y la introducción por voluntad real de un estilo musical sacro
También en el sector sacro Carlos II impuso un género nuevo, el ant- moderno y ajeno adquiere los caracteres de un conflicto. Músicos y teólo-
hem concertado para voces solistas con bajo continuo y (frecuentemente) gos advierten la contradicción: la disidencia en tomo a la presunta «profun-
instrumentos concertados: verdadero homólogo britárúco del grand motel didad» de la nueva música (y en particular del uso eclesiástico de los ins-
francéa coetáneo (Anthem equivale a motete: como el motete continental, trumentos concertados) esconde el problema de la legitimación histórica del
el anthem podía ser polifórúco y a cappella -y así son los anthems de la tra- culto y de la monarquía. También antes de la república cronwelliana hubo
dición ilustre de la época Tudor y Estuardo antes de la revolución, cfr. voL ocasionalmente composiciones de anthems solísticos en estilo concertado;
III, § 31-, pero podía también asurrúr la forma de los motetes solísticos y pero sólo después de la restauración la brecha entre los dos estilos fues sen-
concertados del siglo XVII italiano. Pero adviértase que el empleo terrrúno- tida como el símbolo sonoro de posiciones también políticamente antagonis-
lógico de la palabras anthem para designar una composición musical litúrgica tas. ('Paradójicamente, son los «Whigs•• -los parlamentaristas, confesional-
es tardío y se remonta exactamente a la restauración, al Prayer book ema- mente propensos al puritanismo- los máximos sostenedores de la tradi-
nado de Carlos II en 1662). Pero, diversamente del caso francés, la situa- ción anglicana, rrúentras los «tories» - los realistas conservadores, fieles
ción inglesa es -tanto en política como en música- compleja en conflictos de la Iglesia de Inglaterra presbiteriana- se identifican en todo caso con
y antagorúsmos que generan una crónica inestabilidad: aunque muy abun- todo lo que proviene del soberano: incluso en las modas _musicales.)
dante, la producción de anthems concertados florecida bajo los Estuardos e En la interpretación política e idológicamente tendenciosa de la música
interrumpida con el ascenso de Guillermo III de Orange al trono real en sacra de corte, al anthem concertado de la restauración -un género ••pú-
1689, no pudo en efecto alcanzar jamás una durabilidad, una normatividad, blico•• , un símbolo real, cantado normalmente sólo en las ocasiones (los do-
una canorúcidad igual a las que el grand motel tuvo bajo la monarquía abso- mingos y las solemnidades) en las cuales el rey asistía personalmente al ser-
luta de Francia. No por casualidad, la tradición de los anthems de la restau- vicio divino en la capilla real, sin perjuicio, por tanto, del empleo del reper-
ración es casi únicamente manuscrita. torio polifónico transrrútido por el uso corriente de capilla- se presta tam-
La revolución puritana -además de haber incentivado el ejercicio do- bién por medio de aquel cierto margen de intervención «redaccional•• en la
méstico, burgués, de la música instrumental y vocal- había suprimido ra- selección de versículos salmódicos que el uso litúrgico anglicano tolera, y
dicalmente de las iglesias toda música artística (en ellas se toleraba úrúca- que da lugar al uso alusivo (con fines de propaganda o de polérrúca) del tex-
mente el canto comurútario de los salmos): el repertorio polifórúco sacro de to bíblico. Un ejemplo del empleo rú ingenuo ni neutral de los salmos: del
la tradición isabelina y jacobina, los anthems y los servicios de William Byrd, mismo salmo 18 (17 de la Biblia católica) puede extraerse la figura de un
Orlando Gibbons, Thomas Tomkins, Thomas Tallis (un repertorio cultiva- rey David doliente, suplicante, perseguido por los enemigos, ilustrada mu-
do, cierto, siempre solo en pocos lugares selectos -los pequeños coros de sicalmente en un anthem de Purcell (•l will lave Thee, O Lord») cantado
las grandes catedrales-, y, sin embargo, con una veneración igual a la ca- -parece- en 1679 en una momento de grave crisis político-dinástica, y la
tólica por el estilo palestriniano), había sido drásticamente interrumpido. La figura muy diferente de un David belicoso, triunfante, protegido por Dios
restauración, por supuesto, lo restableció plenamente; los coros de las ca- que campea en un anthem purce lliano cantado en 1694 para celebrar una de
tedrales de St. Paul en Londres, de Salisbury, York, Lincoln, Chichester, las batallas victoriosas de Guillermo lii contra Francia.
Wells, Canterbury, Durham, Winchester, Gloucester, Oxford, etc. , reanu- De Henry Purcell (1659 t 1695) quedan unos setenta anthems, casi to-
daron el canto de motetes y de ••servicios» sacros del tiempo de Isabel 1 y dos concertados para voces e instrumentos: las cuatro quintas partes datan
Jacobo 1, e igualmente hizo la capilla real. Una colección de los anthems de de la época de Carlos II. La actitud declamatoria es análoga al del grand mo-
uso corriente en la corte y en las catedrales, impresa en 1663, reproduce tel francés: en los versículos salmódicos, confiados de vez en vez al coro o
el texto de decenas de anthems polifónicos de Byrd, Gibbons, Tallis, Tom- al grupo de los solistas (tres voces masculinas, habitualmente: contratenor,
kins: material todo que se remonta a los primeros decenios de ese siglo, o tenor, bajo), la recitación del texto tiene una andadura melódica sucesiva-
al siglo precedente. Pero la rrúsma colección, en la reedición ampliada de mente desconsolada o jubilosa, que los ornamentos vocales y armónicos

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(apoyatura, retardos, disonancias transitorias) vienen a cargar de pathos ora- -que son de las más variadas especies, retardos, apoyaturas, de paso, in-
torio. Como el grand motet, el anthem concertado consiste en tantas sec- ter_valos aumentados o disminuidos- no perjudican, antes bien, exaltan la
ciones distintas pero encadenadas como son los versículos del texto, pero solidez tonal del fragmento («do menor•• ). La diseminación de disonancias
sin tomar jamás una disposición formal «cerrada». El rechazo casi absoluto tiene un objetivo representativo -es la imagen sonora de la invocación de-
de las formas cíclicas o periódicas -arias variadas o con da capo, ritome- sesperada del s almo 102 (101)- , pero se enraíza en la estructura misma
los, bajos ostinatos, movimientos de danza, etc.- es coherente con la na- de los dos temas mus icales sobre los cuales está entramado el fragmento:
turaleza prosística (no poética, no métrica, no estrófica) del texto, que la
música declama de cabo a rabo como una oración. Es sintomático que en
sus anthems Purcell evite rigurosamente aplicar a la composición vocal del Hear my pray -er, o Lord
texto bíblico el principio formal que él prefiere usar en cambio en toda otra Do Do Do Do Mib Do
producción suya: el bajo ostinato, un procedimiento (llevado por Purcell a
vértices altísimos de complejidad y de fuerza representativa, sobre todo en and Jet my cry- ing come un -to Thee
sus músicas teatrales, cfr. § 26) que inevitablemente da lugar a una forma Sol Sol La Sib-Do-Si~ Si~ Do Re Mib Do
<<cerrada». Si a pesar de ello alguna vez aparece en los anthems la rica de-
coración sonora de los bajos ostinatos purcellianos, será siempre Y única- En 1~ elaboración polifónica, el <<mi bemol>• del primer tema termina por
mente en los episodios exclusivamente instrumentales, como las sinfonías caer habitualmente en posición cadencia!, allí donde normalmente sería «ne-
introductorias de Rejoice in the Lord alway o en In Thee, o Lord, do 1 pul cesario» el << Re .. : en términos funcionales, la anomalía armónica aumenta la
my trust (construidas sobre modelos quinarios -sobre bajos ostinatos de tensión cadencia! y refuerza por consiguiente la tonalidad; en términos ex-
dos y medio o de cinco compases-, su asimetría congénita desequilibra con presivos, acentúa el énfasis vocativo de la partícula «O». La inflexión cro-
arte la estabilidad periódica y tonal implícita en la naturaleza del bajo máti~ ~inuos~ sobre la primera sílaba de «crying» - <<grito»- explota en
ostinato). camb.1? mten~IV~~en.te la ambigüedad modal/tonal del séptimo grado, pero
Como el grand motel, así Jos anthems purcellianos están llenos (hasta la tamb1en la fricc10n disonante que la produce inevitablemente con las otras
saturación) de la exigencia de dar ropaje sonoro siempre elocuente y paté- voces: en el contexto armónico, en cambio, la oscilación continua de la ter-
tico al texto escritura!: en tales elocuencia y patetismo se manifiesta efec- cera mayor Y menor - sib/si ~ y homólogos- no crea desorientación tonal
tivamente la realeza de una música sacra que, quitando el aspecto reveren- s~o. que viene ~rcibida como re petición constante, obsesiva- y por con~
cial, la compunción estilisticamente codificada de la música de iglesia de tra- s1gu1ente afirmativa-, de una perturbación cromática retóricamente mo-
dición, se dirige idealmente al soberano de los cielos, sin ninguna media- tivada.)
ción. Como en el grand motel, así en los anthems purcellianos contribuyen De los anthems concertados (que por otro lado no s on el sector artísti-
a tal fin recursos armónicos peculiares, qlie Purcell manipula con fantasía e camente más considerable de la obra purcelliana) pocos sobrevivieron en la
ingenio. Las singularidades de la armonía purcelliana - rica de sonoridad, conciencia histórica de la nación cuando perdieron su función. En la monar-
suculenta, rebosante de disonancias- son a menudo reducibles a la explo- quía constitucional surgida de la «revolución» incruenta de 1688 el anthem
tación de algunos residuos de la modalidad polifónica del siglo XVI (cargados perdura únicamente como género de celebración, género de repr~sentación:
de un color entonces decididamente arcaico) dentro de una organización pe- reservado por raras ocasiones excepcionales, compensó a lo sumo con la
riódica y sintáctica de las frases musicales ahora tonales. Frecuente y ejem- suntuosidad sonora la pérdida de frecuencia. Tuvieron en cambio favor y fa-
plar en tal sentido es, en proximidad de una cadencia conclusiva y en un mis- ma inmediatos y duraderos el Te Deum de 1694 y algunas odas extraecle-
mo compás, la presencia conjunta del séptimo grado sensible y del séptimo siás ticas escritas, como el mismo Te Deum, para festejar el día de San-
grado descendido confiados a dos voces diferentes: pero se trata de un efec- ta Cecilia, patrona de los músicos (una usanza de la Musical Sociey londi-
to colorístico, no estructural (de este modo, en la última página del ya ci- nense, de los años 80 en adelante). Entre todas las odas a Cecilia de Pur-
tado <<Rejoice in the Lord» el arcaísmo modal del <<Si bemol» inmediatamen- cell --que produjo también numerosas odas de cumpleaños y odas fúnebres
te antes de una cadencia en «do mayor» -verdadero velo cromático pin- para la corte, mientras que s u colega Blow solía componer las odas de años
toresco- se añade sólo en la repetición en eco, como para reforzar su efec- nuevo- se destaca la más vasta y ambiciosa, Hail, bright Cecilia, de 1692.
to aseverativo y evocativo). Un monumental fragmento de anthem al coro La larga cantata (1~ trozos para coro, 14 solistas y una orquesta enriqueci-
a ocho voces Hear my prayer, o Lord; acumula en 34 compases alrededor da de trom~e~as, tlrnbal~s, flautas, oboes) celebra entus iásticamente el po-
de un centenar de disonancias (algunas simultáneas): pero estas disonancias der de la mus1ca, recurnendo a los topoi un poco trillados de los effectus mu-

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sices y al elogio de las virtudes específicas de cada instrumento. Los mo
mentas más sobresalientes de la oda de 1692 son los coros (uno de e Uo11
representa de manera visionaria la armonía instaurada en el macrocosmo¡¡,
en las esferas celestes y en los átomos, por las virtudes de la música). P<•
ro el fragmento más famoso es el recitativo del contratenor 'Tis Nature·.,
voice: pasando del canto declamado al canto ornamentado, del lánguido su¡¡
piro al gozo erótico, de la disonancia voluptuosa a la modulación sufrient(•,
es la viva voz de PurceU -que quiere reservarse la ejecución de este fra¡;c
mento extraordinario- proclamado el mágico dominio de la armonía sobrt•
los afectos y los «espúitus animales» (cfr. § 9).
El fragmento es emblemático del culto intenso ~ivil y social si no li
túrgico y sacra!- que la nueva sociedad inglesa de finales del siglo XVII (un:t
sociedad civil emergida de dos revoluciones que la había proyectado hacia
la vanguardia social y política de Europa) tributaba al arte musical, instru· IV. EL TEATRO DE OPERA
mento selecto de edificación colectiva e individual:

E la voce stessa della Natura, intesa da tutta


la foresta folta e brulicante delle creature,
lingua urúversale non ignota
ad alcuna delle sue mille specie!
Dalla Natura essa ha appreso !'arte possente
di corteggiare l'udito e sedurre il cuore,
di esprimere e, ensieme, suscitare le passioni.
L'ascoltiamo, e subito ci coglie
l'afflizione o !'odio, la gioia o l'amore:
con catene invisibili essa lega la fantasía,
e insieme affascina i sensi, cattura la mente.

¡Es la voz misma de la Natura, entendida por toda


la foresta tupida y hormigueante de criaturas,
lengua urúversal no ignorada
de ninguna de sus mil especies!
De la Natura ha aprendido el arte poderoso
de cortejar al oído y seducir al corazón,
de expresar y, conjuntamente, suscitar las pasiones.
La escuchamos, y súbitamente nos apresa
la aflicción o el odio, la alegría o el amor:
con cadenas invisibles liga la fantasía,
y al mismo tiempo fascina los sentidos, captura la mente.

148
19. HISTORIOGRAFIA DEL TEATRO DE OPERA

~a Italia y R~E_a entera, }~E2."~~ má~-ll~Ji.Y!.9J1.se~...(;.ien,


~§..musical fu~.~guw.l~.tl~..~~~Ló!,L~_E;l ~~~tr.S..~~QEe~~: Su
vistosidad está exactamente medida por la complejidad de1 os recursos 'que
allí se utilizan: ninguna otra forma de producción artística moderna recurre
a fuerzas productivas y organizativas tan costosas, numerosas y diferencia-
das. Del mismo modo, arraigados en los hechos históricos y sociales están
toda la historia y la fortuna del teatro de ópera: condicionado por la situa-
ciones políticas y económicas dominantes, ~!,Q.JJ..e..ó.P.e.m.ha..sidQ._(y_e,,§),
de vez en cuando, in..§!rum~nto no indiferente g~R~JS.JJasión..o..fle_mqsj!iJJ-
~i<LrWd,\~J.)I9giGil.t.__pJ.fuJ.ica.~.rp.~.:g¡§XL-:a{'ü~-¡¡\lt9rid¡¡.d soberana, div~rs.i ón
c:Qfu~!j~y celebración CO~!]_!.QSl.la '(ida_ci.yil. · · ·
La introdücriOñdel-reátro de ópera tuvo repercusiones seculares: en Ita-
lia, en Francia, en Inglaterra, en los países germánicos, la vida operística
de hoy es la continuación de una tradición institucional que, con miles de
cambios (excepto la aparición de capitales teatrales extraeuropeas en el úl-
timo siglo: Nueva York, San Francisco, Buenos Aires, Sidney.. .), se puede
legítimamente hacer remontar sin interrupción al siglo XVII. La entidad mis-
ma del fenómeno y la persistencia de su tradición -una persistencia que
es proporcional a la capacidad dinámica del sistema operístico de cambiar,
desarrollar, tener funciones sociales y culturales nuevas, pero nunca rene-
gando de la propia constitución- explican el vivísimo interés que la histo-
riografía musical, literaria y teatral ha demostrado siempre - desde el siglo
XVIII- por los orígenes del melodrama (o por sus <<albores», según el titulo
de la edición más copiosa que de los primeros textos dramáticos para mú-
sica haya sido hecha hasta hoy). Interesaba conocer cómo, cuándo, dónde
y por qué había nacido una forma de arte aparentemente anormal y, sin em-
bargo, dotado de una fascinación tan duradera. Más que el trayecto que és-
ta ha realizado (un trayecto lleno de zonas deprimidas y pasos insidiosos),
interesaba el punto de partida, muy remoto, sobre el cual medir los arduos
y gloriosos' progresÓ~dos, o bien las pretensiones y las ambiciones
no cumplidas y frustradas.
Para mayor claridad -y con el riesgo de parecer esquemáticos- con-
vendrá anticipar rápidamente las dos respuestas distintas que la pregunta
de Jos orígenes admite: o~~- ~~ _que la ópera nace en Florencia en 1600;
151
o_§~.ffirá. que e l te¡¡_tr.o d~ hu'íll..e.r~n._Venecia en 1637. Optar por una en donde lo que cuenta es alabar -a los ojos de la corte y del mundo en-
de las dos respuestas -ambas legítimas a su manera- tendrá consecuen- J ero-lo extraordinario; la ópera de corte es ofrecida (o impuesta) a un vas-
cias críticas decisivas. También en querer aprobar ambas -las dos respues- to y seleccionado público de invitados como demostración suntuosa de la
tas, formuladas en términos significativamente diversificados, no son recí- magnificencia del soberano, de la bravura incomparable de los artistas a su
procamente incompatibles- será necesario hacer una cuidadosa distinción servicio; es costosísima (y quieren que se note ), pero fructifica en admira-
de los ámbitos conceptuales, si no se quiere incurrir en equivocaciones crí- ción, estupefacta envidia, consenso; se imprimen las músicas, las descrip-
ticas ruinosas. ~s verda<! qu~ en.. Flo.r~t:~fi?-!....~rl~l 1600,. fue RU~_!~­ ciones, las escenografías, para que también aquel que no ha asistido encuen-
C~!Ja @..E_14ridice, d~ Q.~!e\j.2 _~uccini, o sea, «:l~P~t.draroa.enteram...ente tre aquí documentación atrayente.
cantado cuya partitura ha quedado para la post~pdad (más bien las partitu- !:~.?~ra ~mpr§¡yi-ªte.s....po.t..su..natw::aJe~~-u.n ac9vtekimi.en..to.P'!!'a_[Ilu-
ras·,- yá que cada úno''éle-ros"dos mi:ísicosc iúe tomaron parte en la represen- ~~le (los costes son amortizados), la maravilla se hace costum-
tación,J!l~.9.1?2..~.. ~J&.s~. mandaron a imprenta en el mismo año ~;-s.e...r.ev.r.~§~~Qlam~nte ._~~eL!!ú~ma y cetebrá annáXim"'o'el -~to dei
de 1600 su ¡partitura integral de la ópera!, cfr. vol. III, §§ 41-43, también b~2~9l~_g_y,g_~c!'!nJ>. 9 deJa vida 'civU.:.q¡if'sablaüleiit~ il.tempera otia di- .
por los precedentes inmediatos de aquel espectáculo destinado a hacer épo- VJ~.t.J:i,iqs.J.Y!.9X~fl!Q~qs t!~gotia. está destinada a aquellos quealr~sisten (y
ca). Y es también verdad que a aquella primera ópera siguieron otras, un solamente a ellos); es una inversión financiera incierta y ambigua, pero quien
par de docenas representadas en los primeros cuatro decenios del siglo en allí va contribuye a su mante nimiento pagando de su bolsillo la entrada y el
las cortes de Florencia, Mantua y Roma. Pero es también, por otra parte, palco o la silla, y adquiere una diversión consumida socialmente y compar-
ve~d!IE..!I~~?te l::.~~titución. de teatro~ e~~.9J.]§!!f~1i'il$_g~re: tida entre varias clases sociales ciudadanas; lujosa, pero reproducible en se-
sana! -sucedida eñvenecill a ·~artit de 163T- 4)rocuró al nuevo genero la rie, la ópera de los teatros empresariales deja rastros de sí solamente en
estabilidao;'la- contmuidad;-la' regularidad y rrecuencia, en suma, la solidez los minúsculos libretos de ópera in-12" vendidos a la entrada del teatro, de
económica y artística que la convirtió en el espectáculo dominante de Italia los cuales solamente los literatos coleccionistas y los habitués entendidos
y de Europa en los siglos venideros. _fllraqójicam_~~~fu:¡nar 9~. conservan los ejemplares; la memoria del espectáculo empresarial, se se-
solamente la apertura de los teatros públicos ha transfQrmado en tradición dimenta en la costumbre de los espectadores asiduos: ir a la ópera es un
~~c~í~··~ históricamenie'-rel~va~i~~a uii ·&énero"ffitr~Lfºm'i0a"6Peril;~_-Y3t hecho social costumbrista, no un evento memorable. Es verdad que el mo-
que .d?-nd~ hubies.é::faltad~qy_~ll.~. ~~tit~cion_¡lli~~cl~,Se.~ªb.ifª•.fur.i.~a~o .,~ delo desencadenante de la ópera empresarial es la ópera principesca, de la
.un _e.,P.l§O.<!l.9 efím<;!to .YJ;l!DOso ~~. 1'!. \20a de ~!~..?...?..5.91'1eS-t~lian~_:!¿n­ cual ésta reproduce y mercantiliza los rasgos y las pretensiones: pero lo ha-
-m~..seiscientos. (Pero también lo opuesto es verdad: sin el estímulo para ce contaminando aquel modelo con los sistemas organizativos de la comedia
reproducir en una ciudad republicana como Venecia el espectáculo en boga del arte (cfr. § 21), y su comercialización no es un proceso superficial que
en las cortes principescas de Italia, aquella institucionalización no habría te- lo deja indemne, más bien altera la constitución en el momento mismo en
nido sentido.) el cual altera los motivos de su producción, los modos de su consumo, las
El proceso de institucionalización del teatro de ópera, puesto en marcha formas de su tradición y de su transmisión, Al final del siglo xvu, la ópera
en Venecia en el cuarto decenio - un proceso que veinte años después ha- empresarial ha suplantado, más bien suprimido, al modelo originario de la
bía ya invadido definitivamente Italia desde Milán a Palermo, y desbordaba ópera de corte hasta tal punto que muchas de las grandes y pequeñas cor-
los Alpes hacia Europa- influyó de manera radical sobre la estructura ar- tes de Italia y de Europa toman para sí, a su vez, el modelo de la ópera
tística del espectáculo de ópera: de manera que la fecha de 1637 es la dife- empresarial: bajo la tutela financiera y política del patrocinio soberano, ésta
renciación no tanto de dos formas organizativas del teatro de ópera - la~
-----··-- J" -
ópe- brilla con una luz quizá más fúlgida, pero no sustancialmente diferente a la
ra de corte y la ópera ·empresarial- , c~anto dé..d0s:m~@H:aGICátm~nte di- de los teatros ciudadanos, y el repertorio es, en gran medida, el mismo.
versos de entender, hacer y percibir el teatro musical. A tal punto, ~eeñ:' Ahora, aquella diferencia radical entre ópera de corte y ópera empresa-
t~e- utÍa ópera de 1640 y una de 1700 (o de 1750, o~de 1800) habrá una di- rial no escapará, ciertamente, en el momento mismo del traspaso, a los ob-
ferencia de categorías menor que la que hay, pongamos como ejemplo, en- servadores más agudos de la vida pública del seiscientos. Baste citar al je-
tre ~!_<21.~ (1607) y la,]JJC.P.!~?'IP:~W:~~~jJ:.o!JP..c,a (1643~. do§..QQ.~ras mu~­ suita Giovan Domenico Ottonelli que, en 1652, en s u tratado d'é.la Cristia-
~lir.ad.!!!i. PP..r ..e! ITI!smo compositor, ClaudioMonteverd1 y que, sm embar- na Moderatione del teatro, distingue, según los promotores y los sistemas
go, .están sideralmeñte":tejana.s: !iiía)ie.lcl.o.[ f: '""""'"·""''""' -··.-., -~.~----- organizativos, tres especies de <<Comedias cantadas» (o sea, óperas): la pri-
La ópera de corte es, por su naturaleza, un evento de celebración úni- mera, más vistosa y estimable, es aquella de las óperas <<hecha en los pa-
co, irrepetible, destinado a honrar una circunstancia dinástica o diplomática lacios de los grandes príncipes, y de otros grandes señores seculares ecle-

152 153
siásticos, (por ejemplo, la Euridice de 1600, ofrecida en el Palazzo Pitti a revivir la música teatral de la tragedia antigua o, cuando menos, de emular
expensas de nobles florentinos en ocasión de las bodas reales); la segunda sus efectos, viene ipso jacto erigida a medida por la idea de un teatro de
es aquella, del todo afín, de las óperas «que representan algunas veces a ópera que entre tanto, con el paso a la estructura empresarial y al disfrute
gentilhombres, ciudadanos virtuosos o académicos eruditos" (como el Or- ciudadano regular, se había olvidado tranquilamente de cualquier especula-
feo monteverdiano, patrocinado por la academia mantuana de los Invaghiti, ción académica en torno al papel que la música debió tener en el teatro grie-
puesta a su vez bajo la protección de la familia reinante); la tercera es aque- go y romano. Que los primeros albores del melodrama se confundiesen con
lla de las «mercenarias y dramáticas representaciones musicales», puestas los últimos resplandores del humanismo y además de un humanismo de pu-
en escena por cantantes y músicos organizados en compañías teatrales para ra cepa como el florentino, es una circunstancia que desde el primer seis-
ejecutar «Óperas compuestas por hábiles autores y dispuestas diligentemen- cientos -desde los escritos de un musicólogo anticuario como el florentino
te en música de acto en acto, de escena en escena, de palabra en palabra, G. B. Doni que, escribiendo un Trattado della musica scenica en los años
desde el principio hasta el fin,. Y es esta tercera especie de óperas la que 30, no sospechaba ciertamente que el progreso del teatro musical hubiese
suscita las más enfadadas inquietudes morales del jesuita: mientras las ópe- tomado otra dirección- no podía disgustar. Aún más, aquella reverbera-
ras de corte y las óperas académicas son iniciativas virtuosas o directamen- ción humanística de los inicios ha gustado a la historiografía operística mo-
te benéficas de políticos precavidos o de ciudadanos liberales, las óperas em- derna, que por varias razones ha sido propensa a prestar amplio crédito más
presariales, promovibles por cualquiera y a cualquiera accesibles, son des- a la inmantenida promesa de clasicismo que a las seducciones eficaces del
tinadas al lucro y alientan al público con las lisonjas más insidiosas (como la teatro de ópera rutinario. Para convencerse de esto, basta darse cuenta de
ostentosa exhibición pública de mujeres cantantes). Treinta años después cuáles son las dos fuentes principales, si bien inconfesadas, de la historio-
--el dominio de la ópera empresarial ya es total y pacíficamente reconoci- grafía operística moderna: los historiadores y teóricos del setecientos de la
do--, el primer tratado enteramente dedicado a la ópera, las Memorie tea- literatura italiana, y Richard Wagner.
trali di Venezia, del canónigo Cristoforo Ivanovich (cfr. lectura 6), hace la Son los literatos italianos del siglo xvm -Gio. Mario Crescimbeni en la
historia de los teatros venecianos sin cuidarse de los precedentes extrave- Istoria e Bellezza della volgar poesia (1698 y 1700), Ludovico Antonio Mu-
necianos de la ópera: se limita a subrayar que la pompa y el esplendor de ratori en la Perfetta poesía italiana (1706; cfr. vol. V, lectura 3), Pier Jaco-
los teatros venecianos no son para nada inferiores «a cuanto se practica en po Martello en el diálogo Delia Tragedia antica e moderna (1714-1715),
diversos lugares por la magnificencia de los príncipes, con la sola variante Francesco Saverio Quadrio en la Storia e ragione d'ogni poesia (1744), Gi-
que, en donde éstos lo hacen gozar con generosidad, , o sea, a sus expen- rolamo Tiraboschi en la Storia de la Letteratura Italiana (1772-1793), y otras
sas, «en Venecia se convierte en negocio••, o sea, en negocio y empresa. -los primeros que, escribiendo la historia de la literatura y por eso tam-
Cuando en 1708 el libretista de Hamburgo Barthold Feind publica sus Ideas bién la historia del teatro nacional- reflexionan sobre los hechos históricos
alrededor de la ópera (cfr. lectura 7) es, obviamente, a la ópera moderna, y artísticos del teatro musical. Estupefactos, asisten, sin embargo, cotidia-
empresarial, a la que se refiere. Parece entonces entender que el siglo XVII namente al suceso imperante de una forma de espectáculo lubrida, literal-
había advertido el valor discriminante de aquella institucionalización del tea- mente anormal y no se persuaden de ello. Nada, en efecto, podrá rescatar
tro de ópera que en la fecha <<Venecia 1637» emblemáticamente se resume. estéticamente la mezcla de sublimidad y trivialidad, la ignorancia o el des-
ÍLas óperas de corte eran eventos memorables, entregados como tales a las precio de las reglas dramáticas, la desenvoltura en la aplicación de las leyes
l c~ónicas; del_ t~atro ~e ó~era de todos lo~ dí~s --el empr~sarial- ponía aten- de la verosimilitud, el arbitrio de músicos y cantantes en perjuicio de las poe-
Ción en escnbrr la histona, meditar el s1gruficado y analizar la estructura, y sías, la suntuosidad escenográfica entretejida con el desempeño ético del

i apenas se daba cuenta del valor, del lugar enorme que esto tenía en la vida
, contemporánea.
...._ A partir del siglo xvm, en cambio, la historiografía y la crítica operística
teatro de ópera alrededor de 1700, a los ojos de quien, como los literatos
e intelectuales italianos militantes por primera vez en una organización na-
cional de la cultura (la academia de la Arcadia, ramificada en cada ciudad y
han optado siempre unilateralmente por la primera de las dos respuestas po- provincia italiana), es un intento por erigir laboriosamente el castillo con-
sibles en torno a los orígenes de la ópera, «Florencia 1600», sin siquiera ceptual y moral de la historia literaria de la nación. Turbados por la actua-
valorar -o peor, valorando solamente en negativo-- el peso de los cam- lidad, miran a los textos y a los testimonios de los albores del melodrama
bios ocurridos con la apertura de los teatros de ópera empresariales. La con- para medir sobre aquellos incunables la degradación que el mal gusto de un
secuencia de esta elección se puede explicar rápidamente. La pretensión hu- siglo por ellos rechazado --el XVII- ha infligido a la literatura dramática. A
manista y restauradora- declarada, no sin mil precauciones, por los pro- la música de las óperas del seiscientos, ellos no ponen atención alguna, y
tagonistas mismos de la primera hora, Rinuccini, Peri y Caccini- de hacer poco, o más bien con fastidio, velan por la música de las óperas de sus días,

154 155
ya que justamente a su fascinación irracional le atribuyen buena parte de la liana, la grand apéra... ). La mediación entre las razones formales de la mú-
perversidad que aflige al teatro italiano. (Más agudo que ninguno, Pier }a- sica y las razones poéticas del drama es siempre una mediación compleja y
copo Martello confía a un fingido Aristóteles la defensa, mitad mentira y mi- problemática: pero ·de esta mediación la discontinuidad musical y dramática
tad verdad, de la música teatral: <<Sólo la música... contiene el secreto im- congénita en la estructura de la ópera de los siglos XVII y xvm sometida al
portantísimo de separar el alma de cualquier cuidado humano, al menos por doble régimen del recitativo y del aria (recitativo = acción, aria = repre-
el espacio de tiempo en e l cual las notas pueden retenerlo, manejando ar- sentación del afecto), es la negación total. (También los literatos italianos
tificiosamente la consonancia, sea de las voces o de los instrumentos ... Es- del setecientos deploran la escisión del recitativo y aria, pero por razones
te arte, reducido, pues, a una perfección casi exquisita en Italia, merece muy diversas, in primis literarias: las arias, de hecho, con su estructura mé-
que Italia le haga su más caro y pomposo espectáculo, al cual asisten tam- trica caprichosa y cambiante que no encuentra correspondencia en ningún
bién los más austeros personajes con loable jovialidad; y merece otrosí que ejemplo ilustre de la literatura italiana precedente y es por eso mismo sos-
las naciones extranjeras consientan el deleitarse con esto que deleita justa- pechosa, son -cómplice la música- la sede de los peores excesos del mal
mente a Italia»). La petición de una regeneración del teatro italiano es im- gusto poético. Bastará la intervención regularizadora y homogeneizante de
pelente: los maximalistas, como Muratori, querrían que el repertorio se re- Metastasio -arias de un solo metro, con preponderancia estadística neta
dujese a pocas «nobles y correctas tragedias y comedias, que se podrían del heptasílabo, verso lírico ampliamente legitimado por la tradición de Pe-
representar todos los años en el teatro con honesta y provechosa recrea- trarca- para purificar suficientemente el <<dramma per musica•. En cam-
ción de los ciudadanos• (preferentemente sin música) y miran con envidia bio, en la visión wagneriana de la cuestión, cualquier interrupción de la con-
al gran teatro literario francés del siglo xvn. Otros más conformistas se con- tinuidad dramático-musical es sacrílega, y bajo su condena recae cualquier
tentan con el estilo más correcto que en el <<dramma per musica• introdu- aria dramáticamente no motivada, cualquier recitativo musicalmente irrele-
cen Apostolo Zeno y después Metastasio. Francesco Algarotti, en el Saggio vante. Superponer los principios de la historiografía operística de ascenden-
sopra l'opera in musica de 1775, volverá a coger el nudo de la cuestión: la cia wagneriana --<> sea, los principios hasta ahora tácitamente, inconscien-
regeneración (clasicista) del teatro en música es posible en las cortes, don- temente reconocidos por la musicología histórica- a los criterios de la his-
de la autoridad del príncipe no sucumbe ante los condicionamientos econó- toriografía literaria italiana de ascendencia setecentista conduce inevitable-
micos, no en el teatro empresarial condescendiente ante el pésimo gusto mente a aporías críticas tanto más paralizantes cuanto menos consciente
imperante. Algarotti preanuncia el clasicismo vienés y parisiense de la épo- sea el origen históricamente definido de los instrumentos críticos adopta-
ca gluckiana. dos. Y el hecho de que la contradicción irremediable entre las dos instan-
Un siglo después, Richard Wagner -el Wagner publicista y propagan- cias, la de los literatos del siglo xvm y la de los musicólogos wagnerianos,
dista de sí mismo, el Wagner defensor de teorías estéticas que labran el aparezca flagrante en el caso de la ópera metastasiana -de la cual ellos no
terreno de la propagación europea de sus dramas musicales, el Wagner de · pueden dar valoraciones diametralmente opuestas- permite percibir que
Opera y Drama (1852)- alimenta a la historiografía operística con un con- ellas son inconciliables de todas maneras, también allí donde el veredicto
cepto polémico muy seductor que se convierte rápidamente en otras manos sea, como en el caso de la ópera del seiscientos, uniformemente negativo:
en un preconcepto historiográfico tenaz: <<en la ópera moderna el medio ex- ¡uniformemente, sí, pero por supuesto no unánime!).
presivo, o sea la música, es impropiamente erigido como fin, mientras que Una ulterior costumbre historiográfica - tomada de la historia del arte-
el fin expresivo, o sea, el drama, es degradado a mero medio». En la pers- empaña a menudo la visión nítida de los hechos del teatro de ópera en el
pectiva wagneriana (desarrollada por los seguidores), la historia de la ópera siglo XVII, y es brevemente mencionada: la subdivisión en «escuelas» dis-
es la historia de las tentativas, siempre obstaculizadas y nunca realmente tintas, cada una dominante en un período diferente. La ópera ,,florentina••
logradas, de integrar mutuamente la música y el drama. El propósito implí- de los albores sería reemplazada por la ópera «romana•• alrededor de
cito en la historia de la ópera es la creación de un teatro que, como el grie- 1630-1640, después por la ópera <<Veneciana••, y finalmente (en el siglo XVIII)
go, esté profundamente arraigado en la vida y en la cultura del propio pue- por la ópera «napolitana». El concepto mismo de escuela -que implica una
blo, de la propia nación. De aquella historia y de este propósito el Musik- transmisión directa de competencias de maestro a alumno-- es sin duda vá-
drama wagneriano es o parece el obvio cumplimiento y coronamiento; de lido para la pintura o, en música, para la polifonía vocal o para el canto so-
todo aquello que lo precede se salvarán aquellos episodios que hacia una in- lista (cfr. § 10), pero se revela inadecuado y fuera de lugar de cara a pro-
tencional integración de drama y música estaban o parecía orientados (Mon- ducciones artísticas económicamente más complejas y basadas en la divi-
teverdi, Gluck, Weber), y condenará al resto (un resto que comprende sión del trabajo, como la arquitectura o, con más razón, la ópera. No será
Lully, Scarlatti, Handel, Metastasio, Mozart, Rossini, la ópera romántica ita- el estudio del arte, y por tanto de los instrumentos estilísticos y formales

156 157
en el interior de una escuela, sino más bien la adecuación a las exigenciaH privadamente en Nápoles en 1644, es anómalo). Son rarísimos, de cualquier
del mercado y la inserción en un organismo productivo lo que determin ar~ manera, los casos de repetición y en aquellos raros casos la emulación prin-
la formación del músico de teatro. Por otras parte existe una gran circula cipesca impone al menos una actualización s ustancial, como sucedió para la
ción de mano de obra musical entre los teatros de varias ciudades, y la di Dafne mantuana de 1608 (texto de Ottavio Rinuccini y música de Marco Ga-
fusión del repertorio se desarrolla a escala nacional. Por tanto, será legíli ¡¡liano), que representa una versión mejorada de la pionera Dafne represen-
mo y hasta necesario hablar de centros de producción operística diferentes, tada en Florencia en 1598 con música de Jacopo Pe.ro (cfr. vol. IV, § 43).
ocioso y engañoso hablar de ••escuelas» operísticas diversas y reconocer Cada repetición autorizada necesita del concurso de un personal técnico y
sus características estilísticas distintivas, correspondientes después de to artístico competente --cantantes, músicos, escenográficos, ingenieros tea-
do a fases sucesivas (y no simultáneas) del desarrollo del género. (De esto trales, además del verdadero inventor del espectáculo, que en esta época
resulta la «necesidad» de recurrir a expedientes críticos de emergencia co- es todavía el poeta- , personal que de preferencia será el mismo que pro-
mo lo de inventar una ••segunda escuela operística romana•• para dar cuenta curó la primera puesta en escena (así la Eurídice pudo ser exhibida en 1616
del fervor productivo de un centro teatral en un período diverso de aquel en Bolonia solamente en virtud de la intervención personal de Rinuccini y
que la categorización por «escuelas•• le había asignado. ) Peri).
La cuestión fundamental que se pone en el inicio de cualquier indagación Pero no de todas las óperas de estos decenios se conserva la música;
historiográfica es: ¿de qué fuentes disponemos?, ¿por qué de éstas y no de y casi totalmente desaparecidas (después de aquellas famosas de 1589; cfr.
otras?, ¿quién las ha producido y para qué fin? , ¿qué sentido tuvieron para vol. IV, § 41) son las músicas de los intermedios, o sea, de aquellas breves
quien las produjo y qué sentido tiene para nosotros?, ¿a cuáles preguntas pero espectacularísimas acciones escénicas cantadas y danzadas que, inser-
pueden ellas dar respuestas atendibles y a cuáles no? Era necesario aclarar tadas entre los actos de un drama verdadero (recitado, o más raramente
preventivamente las equivocaciones procuradas a la historiografía operística cantado) desde el siglo XVI y en toda la primera mitad del XVII fueron el gé-
moderna por la adopción inconsciente e irreflexiva de dos ••fuentes» ilus- nero espectacular que más descollaba en las cortes (la de Toscana in pri-
tres, pero indirectas y no desinteresadas - los literatos italianos del siglo mis), en las ciudades y en las academias de Italia. A los intermedios (con
XVIII por un lado, la musicología de impronta wagneriana por otro- antes música) les falta la acción dramática continuada de la ópera propiamente di-
de proceder al examen sumario de los hechos el teatro de ópera italiano y cha: pero en la práctica teatral los dos géneros conviven en una variopinta
europoeo del seiscientos y de las fuentes directas que permiten trazar su promiscuidad, y sería a veces arbitrario querer establecer el debe y el ha-
historia. ber en términos de adquisiciones de técnicas escénicas, literarias y mu-
sicales.
Fuentes importantes para entender correctamente e l significado de las
20. LA OPERA ANTES DE 1637 primeras óperas (y de los intermedios) son -además de las partituras y los
libretos- las descripciones que de los espectáculos dieron los contempo-
El recorrido que va desde ••Florencia 1600» a ••Venecia 1637•• no es un ráneos: descripciones oficiales, escritas y publicadas por encargo de los pro·
recorrido rectilíneo. El cuadro comple to e s heterogéneo y es jus to que así motores, y relaciones epistolares o de diarios dadas por los espectadores.
sea: cada espectáculo de corte tie ne por su misma naturaleza y función la Es tas descripciones - generalmente muy lacónicas sobre el mérito especí-
pretensión de ser valorado como un hecho singula, y no como eslabón de fico de la música y de la puesta en escena, a la cual tributaban por lo demás
una cadena. Pero, en la gran variedad, se perciben algunas constantes. alabanzas e ntusiastas, pero vagas- se refieren en general no tanto a cada
Las fuentes, ante todo. De una gran parte de los espectáculos musica- espectáculo cuanto al complejo de los eventos celebrativos pre parados para
les de esta época poseemos la música impresa, de muy pocos el manuscri- las grandes ocasiones de la vida de corte - matrimonios, nacinúentos, triun-
to. En una circunstancia que en la his toria de la ópera italiana - una historia fos, visitas de soberanos-, de los cuales la interpretación de un drama can·
que durante casi dos siglos pasa a través del comercio de copia por encar- tado es solamente uno de los ingredientes. En este sentido, la función con-
go- no se verificará más antes del siglo XIX. Se sabe que circularon ejem- textual de las primeras óperas como celebración alegórica del soberano, u
plares de estas partituras impresas: sirvieron a la propagación de un estilo, ostentación escénica de su esplendor en el interior de una serie de otras
de un tema, de la idea misma del espectáculo operístico; no sirvieron en cam- acciones colectivas, cortejos, banquetes, ritos religiosos, torneos balletti,
bio casi nunca, por sí mismos, a la reproducción en otra parte de aquellos etcétera toma un significado ceremonial que los temas mitológicos, siempre
espectáculos. (El caso de la Galatea de Loreto Vittori, publicada en Roma posibles de interpretaciones alegóricas y encomiásticas, confirman, y que
en 1639 sin haber sido nunca allí representada, y puesta en escena después no es radicalmente disímil del significado ceremonial de las fiestas teatrales

158 159
y coreográficas (asimismo distintas) de las cuales da un ejemplo la lectura 2. Kt"áfico de la ópera de las dos mamparas caían, de manera tal que sobre las
No raras veces, además de las fuentes musicales y las descripciones, ~~~~das nubes de una «es<_:ena de todo el cielo, aparecían, además de las
nos han llegado los grabados de las escenografías. En las maravillas del arte d1vmJdades canoras, -~b1én _d?s celestiales grupos de instrumentos.
escénico y en las ilusiones seductoras de la perspectiva teatral es donde los En verdad, la apanc1ón esceruca de los instrumentos en la apoteos1· fi-
patrones confían gran parte de la memorabilidad de las primeras óperas y nal de las Nozze degli dei. (Bodas de los dioses) es solamente la consecueneJa
s ·
.
de los intermedios. De los mecanismos y de los expedientes técnicos que extrema pero no lillpropia, de una concepción de la!> sonoridades instrumen-
disimulan incendios, inundaciones, vuelos celestes, magias, apariciones de tale~ que es _especta~ular y no orquestal, una concepción que desciende de
monstruos y de divinidades, cambios de escena repentinos que dejan al pú- los mtermedios del s1glo XVI (y de la cual dan testimonio verbal las ins · _
blico estupefacto, inventores y promotores son celosísimos. Pero, de corte . tán' . b" . cnp
Clones coe eas, s1 1en Siempre tan lacónicas, e n torno a los pormen
en corte, aquellos secretos circulan (algunos tratados, como la Pratica de de 1a parte mus1"cal). Los mstrumentos
· -los colores instrumentales-ores
fabricar scene e machine ne'teatri, de Niccolo Sabbatini, de 1637-1638, los llí . d
tili · son
a u_ za os_ co~o atnbutos_ sonoros de determinados personajes, de de-
codifican) y entran en el repertorio fijo de los inventores teatrales, por tan- termmadas s1tuac1ones; el ffilsmo sostén «neutro» del bajo continuo p d
to, en el conjunto de convenciones escénicas que cada dramaturgo dispon- tom~ para SI, ha'b"1t~s _sonoros camb1.antes mediante una hábil selección ue e
de
drá para los textos destinados a ser presentados con música. los mstrumen~os_ (v10line~, cémb~los, laúdes, órganos, arpas, guitarrones,
El lugar teatral es un lugar todavía indefinido y fluctuante, a veces ca- etc., ya Cavalien aconseJa <<cambiar instrumentos según el efecto del ·-
s ual (una sala destinada como teatro para la ocasión, como en el caso del tante», no o bstante sm . ifi rec1
espec. car la manera; cfr. vol. IV, lec. 17). El caso
Orfeo mantuano de 1607 de Alessandro Striggio jr. y Monteverdi), otro es- más elocuente es el de la partitura del Orfeo de Monteverdi, que especifi
table (como el teatro de los Uffizi, propiedad de los Médici, utilizado a par- a través de explicacion:s de distribución instrumental adoptada en 1607: 1~
tir de los intercambios de 1586), otras hiperdeterminado (como en el in- escenas pastorales están subrayadas por las alegres sonoridades de fla ta
menso y maravilloso teatro Farnese de Parma, construido en 1618 para un y flautines; las escenas infernales, por los timbres tenebrosos de Jos tru ~
espectáculo enteramente diverso y, sin embargo, forzadamente concebido, bones Y del realejo; los bailes por los pequeños violines a la francesa om,
de forma que se pudiesen aprovechar los aparatos escénicos dispuestos diez . t 1 . ., 'Y asl
suc~s1vamen e; a gran m~ocac~o~ en tercetos del citarista Orfeo (acto III)
años antes.) Si es variable e inestable la configuración de los escenarios y está entremezclada por vrrtuos1sti~os ntornelos de violines, cometas y ar-
los espacios teatrales al público, cambiante es también la colocación de los pas. Un empleo, en suma, <<naturalista» de las sonoridades y de las técni
instrumentos con respecto a la escena. Las soluciones propuestas son múl- Instrumentales, asociadas directamente a lo que el espectador ve en el ac~s
tiples. A los ojos de los primeros autores (como Emilio de'Cavalieri), la co- sobre el escenario. e0
locación ideal de los instrumentos sería detrás del fondo de la escena: pero Los temas dramáticos predominantes son mitológicos extraídos ge _
desde allí el sonido llega atenuado a los espectadores, y los cantantes no ralmente de Ovidio: el mito de Dafne (Florencia, 1598 y Mantua 1608)ne
pueden ver la cara de los músicos. Mejor entonces ponerlos en los basti- mito de Orfeo (la Eu~dice florentina d_e 1600, después 'Mantua, 1601; el o:- 1
dores a los costados de la escena. En Parma, en 1628, se colocaron los ins- feo dole~te,_ de G. Chiabrera y D. Belli, en Florencia en 1616; la Morte d'Or-
trumentos delante de la escena, pero la solución es acogida con desagrado: fe? mus~calizada ~or S. Landi en 16~~), el de Céfalo y Aurora (el Rapimento
parecía que entrever las cabezas de los músicos a la altura de los pies de dt Cefato, de Chiabrera y de CaccJru, en Florencia en 1600; la Aurora in-
los personajes en escena comprometía la ilusión escénica. Solamente en los g~nnata, de R. Campeggi y G. Giacobbi, en Bolonia, en 1608), el de Nar-
teatros de ópera estables, que obligarán al público a tolerar otros compro- CISO (el drama homór:nno de O. Ri?uccini no fue, sin embargo, jamás repre-
misos entre convención y verosimilitud, esta solución se impondrá unifor- Rent~do), el de ~?rom~~a (Bolorua~ 1610: R Campeggi - G. Giacobbi; Flo-
memente. De la no resuelta necesidad de colocar a los músicos cerca de la rencia, ~618: ~- ~~~ogruru - D. Belli), el del rapto de Proserpina (Casale,
escena pero en un lugar oculto a los espectadores, el gran espectáculo de 16ll: E. ~angliaru_ - G. C. Monteve~di; Bolonia, 1613: R. Campeggi
corte busca tal vez hacer una escenográfica virtud: así, en las Nozze degli G. G1acobb1; Venecia, _1630: G. Strozz1 - C. Monteverdi; Roma, 1645:
dei, representadas en Florencia en 1637 (el colosal espectáculo operístico P. Coloma ~- Mazzochi?), el de Acis y Galatea (Mantua, 1617, G. Chiabre-
que, celebrando las bodas del gran duque Fernando 11, poco propenso al tea- r~ S. Orlandi), el de Aretusa (Roma, 1620: O. Corsini- F. Vitali), el de Ado-
tro, con la beata Vittoria della Rovere, celebrada también el final irreme- ms (~~ma, 162~: O. Tronsarelli - D. Mazzochi; el Adone (Adonis) de J. Ci-
diable de la supremacía florentina en estas cosas), los instrumentos estaban ~ogruru Y ]. P~n, ya compuesto en 1611, no fue nunca representado), el de
colocados -parece- en dos grupos detrás de dos mamparas de utillería a Hora (Florencia, 162_8: ~- Salvadori - Marco de Gagliano), el de Diana (Ro-
los lados de la escena (que era el patio del Palazzo Pitti); en el final coreo- ma, 1629: G. F. Pansaru - G. Cornacchioli), el de Fetonte (Faetón) (Roma
160
161
1630: O. Tronsarelli- ]. H. Kapsberger), cubren la casi totalidad del reper- verosúnil sobre un fondo de unas cuantas verdades». Es lógico entonces
torio. En verdad, es flagrante la contradicción entre el predominio de estos que sean los temas pastorales (que, como confiesa Doni, <<representan dei-
mitos naturales y metamórficos de procedencia ovidiana y la. declarada pre- dades, ninfas y pastores de aquel antiquísimo siglo en el cual la música era
tensión de restablecer en música el teatro mágico de la antigüedad. Faltan natural y el habla casi poética •>) los más aptos para ser cantados por entero:
completamente Jos mitos heroicos del teatro griego de Esquilo, Sófocles Y a Dafne, Orfeo, Aretusa, Flora, a las divinidades de una nútica edad de oro
Eurípides, del teatro latino de Séneca, falta Edipo, Elec.tr~, Orestes, Alce~­ les está permitido dialogar cantando, sin maltratar excesivamente con esto
tes, Antígona, Ifigenia, Medea, Hércules... La contrad1cc1ón se hace ~~m­ las leyes de la verosimilitud. <<Más se conforma con el concepto que se tie-
fiesta en el prólogo mismo de la Euridice de Rinuccini, cantado paradÓJICa- ne de los personajes sobrehumanos el hablar con música que con el con-
mente por la Tragedia en persona, que declara, sin embargo, abdicar de las cepto y manifiesta noticia de los hombres adocenados, porque siendo el ra-
«tristes y lacrimosas escenas» y se propone despertar «en los corazones zonar más armónico, más alto, más magistral, más dulce y noble que el ha-
más dulces efectos» (de hecho, la Euridice, en derogación a los modelos blar ordinario, se le atribuye por un cierto connatural sentimiento a los per-
clásicos instaura la costumbre del final feliz, una convención que en todo el sonajes que tienen más de sublime y divino»: el mismo precepto vale para
seisciedtos italiano tolerará poquísimas excepciones). El título con diferen- las personificaciones y alegorías (las Virtudes, los Vicios), los <<patriarcas an-
cia más común para todas estas primeras óperas es el de <<fábula>>, <<fábula tiguos», los ángeles y los habitantes del paraíso, las divinidades fluviales y
pastoral>>, ,,fábula silvestre»: pero ,,fábula •• y <<mito>• son en esa época per- astrales. La lejanía, espacial, temporal o ideal, atempera en suma la inve-
fectos sinónimos. Es como si en el acto de regenerar las facultades pato- rosimilitud del recitar cantando, más bien confiere a la elocuencia de estos
poiéticas de la música, en el momento mismo de la creación de un lenguaje personajes una mayor nobleza y magnificencia. Aplicado a las personas his-
musical capaz de representar y mover Jos afectos, la fundación del ?uev_o tóricas y contemporáneas, el mismo principio parece inconveniente y sus-
género musical y teatral fuese colocada no bajo 1;¡ tutela de la catarsiS t:a- cita risa: pero <<en las ridículas>>, donde «son a propós ito las personas más
gica de Jos mitos heroicos y de sacrificios (de cara al susto d.el ~ue no solo tontas y que tengan un notable modo de razonar con inflexiones plebeyas»,
se atemoriza la lengua sino también el canto), sino e~ ~¡ t7mtono en~an~­ «<a imitación de sus modos, cuanto más se aproxima el canto a [su] hablar...
do y propiciatorio de una mitología metamórfica y ongmana. La frecmenc1a se vuelve tanto más jocundo y admirable»: el canto como caricatura. El Co-
misma del mito de Orfeo -que con el poder del canto amansa las fieras Y rago está también dispuesto a admitir que, con el pasar del tiempo, donde
vence a la muerte- , la importancia originaria del mito apolíneo de Dafne se continúen cultivando <<las representaciones atmónicas >•, el público <<Se
-ligado al nacimiento del laurel, atributo ~egetal de la g~oria po,lítica, pe_ro acostumbaría a probar cada cosa representada con música»; en suma, es
también de la gloria artística-, es indicativa en tal sentido. Mas especJfi-
bien previsible que la convención estética fundamental del teatro de ópera
camente, la adopción de los mitos ovidianos de transforma~ión y de su am-
-el canto como sustituto de la recitación- está destinada a radicarse en
bientación pastoral obedece a requisitos estéticos que a qmen se aprestaba
la conciencia colectiva, y que lo que en 1600 o en 1620 habría parecido in-
por primera vez a sostener con el canto una entera acción dramática pare-
congruente (un personaje histórico que se expresa cantando) de allí a algu-
cieron vinculantes. nos decenios habría parecido fuera de discusión. (A lo lejos se entrevén los
A este propósito, pocos testimonios coetáneos son .más elocuentes que
ferroviarios de Offenbach, que en las Vie parisienne cantan en coro el orden
el anónimo, pero sensato, juicio de un tratado manuscnto de una puesta .en
de las estaciones de la <<Ligne de l'Ouest» ... )
escena teatral, IJ Corago (o sea, el que <<sabe prescribir todos los medios
y modos que son necesarios a fin de que una acción dra.~ática ya compues- Conviene que e l poeta tenga presente ciertas sagacidades en la urdim-
ta por el poeta sea llevada a escena» con toda perfec~10n). Como el Trat- bre del drama destinado a ser cantado. El argumento del drama <<es nece-
tato delta musica scenica, de Doni, el Corago --escnto poco después de sario que busque o admita alguna máquina [escénica] de vez en cuando si
1630 probablemente por un florentino- compendia las. experiencias de los no siempre, o al menos alguna apariencia de grutas, de jardines, u otras va-
primeros tres decenios del seiscientos y a la ópera ded1ca muchas ob~e~a­ riedades, [así] como de coros, bailes, moriscas, matanzas» (o sea, comba-
ciones pertinentes. Baste mencionar aquí alguno de los pro?lemas artíst!~os tes danzados); lo que se hace para interrumpir el <<Sohloquio musical», a fin
que el Corago afronta (diversamente que Doni) con una mrrada pragrnat1ca de que no haya aburrimiento, y porque a los personajes sublimes de las ópe-
ras s ientan bien las <<extraordinarias exhibiciones». Será necesario evitar las
y experta. . .
El máximo defecto en el teatro --en cualquiera de sus mgredJentes- narraciones largas, que constriñen al músico a una excesiva uniformidad: y,
es la ,,falta de naturalidad»; «suprema dote del poeta>> es en cambio «la in- no pudiendo renunciar a ello, se las intercala con exclamaciones e interro-
vención de los acontecimientos dispuestos y entrelazados con un bordado gaciones del coro, o al menos se las varíen <<Con afectos diversos y figuras

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[retóricas] variadas y entre ellas opuestas••. Del mismo modo se proceda el terceto llano y esdrújulo, la redondilla, la canción y hasta -excepcional-
en los lamentos monológicos (cfr. § 23). mente- el soneto: todas formas que, sin embargo, desaparecen completa-
Tanto mejor si en el monólogo se inserta • un aria, pero muy bella>• , qui- mente de los • drammi per musica•• más o menos después del 1650) que es-
zá de dos o más estrofas. Un aria estrófica, en particular, se destina al pró- taban muy en boga entre los compositores de monodías (cfr. § 3). «Gran
logo que, «debiendo en el principio cautivar el ánimo del espectador», querrá cantidad y hermosura de estos metros ha descubierto y renovado para nues-
ser particularmente atrayente (en la costumbre de los primeros decenios, tro~ días ei señor Ga~riello Chiabrera. » Es difícil evaluar la importancia de
el prólogo es un aria estrófica cantada por personajes ideales - la Música, las 11Ulovac1ones métncas de Chiabrera para la introducción del aria en el
Apolo, Ovidio, ... - , compuestas sobre redondillas de endecasilabos rima- «dramma per musica•• (y, más en general, para la adquisición de una con-
dos ABBA). Es oportuno abundar en el uso del coro, que es <<una prerro- ~e~ión acentuativa y dinámica del ritmo musical), aun si es una importancia
gativa particular>> del recitar con música. Para dar después al capricho del mdrrecta. En s us textos teatrales para música, Chiabrera mismo, en efecto,
compositor y a la bravura virtuosística del cantante la ocasión <<de hacer de es notablemente parco en el uso de ariette, más de cuanto es en cambio
aquellos pasajes y vaguedades de los cuales se ve privado el corriente es-
Rinuccini, o sea el más sobresaliente de los libretistas, que desde la Dafne
tilo recitativo>>, será oportuno poner en escena •hombres que canten y no
apli~ regularmente los coros octosílabos y cuadrasílabos y confía a los per-
demuestren recitar••: trozos cantados, canzonetas, ariettas y scherzos, in- sonajes mayores octavas y tercetos.
sertados como tales en el diálogo, trozos en suma que también en un drama
recitado habrían sido cantados. (La convención fue muy tenaz, como com- La integración motivada del aria -o sea, de un cuerpo también formal-
prueban las canzonettas de Cherubino y la <<Donna é mobile>>.) La elocución mente extraño y heterogéneo- en el contexto dialoguístico y recitativo del
en <<las materias graves ... debe ser grande» y sostenida, pero en música drama es el problema dramatúrgico y estético que las normas convenciona-
conviene •advertir que los versos sean fáciles y claros»: se eviten los pe- les fijadas por el Corago en tutela de la verosimilitud, y con diversas modi-
ríodos largos y rebuscados, se abunde en las rimas. ficaciones perpetradas después por la costumbre operística, pretenden re-
En cuanto al metro poético, será antes que nada parecido al teatro trá- solver. Pe ro por otra parte, justamente el aria -o sea, la solución cada vez
gico y tragicómico del siglo XVI: versos sueltos, o sea, endecasílabos y hep- más c~ac~erística _Y representativamente eficaz de un problema formal y
tas ílabos libremente concatenados y sin esquema fijo de rimas. (Los mode- drall_laturw.co peculiar- abre a músicos y poetas el territorio más propicio
los literarios directos fueron, por un lado - lo confirma Doni-, la Canace, a la mvenc1ón (para mayor ventaja del auditorio). Ciertamente, el aria tiene
de Sperone Speroni, tragedia mitológica significativamente basada en Ovi- límites congénitos, y el Corago lo sabe: mientras el estilo recitativo <<verso
dio, y como los «drammi per musica» riquísima en heptasílabos y en rimas P?r verso, más bien palabra por palabra, secunda en todo y para todo ei sig-
frecuentes; por el otro, las fábulas pastorales creadas por Tasso y Guarini, nificado de la poesía», el aria <<no posee la perfecta imitación de los afec-
Aminta y Pastor !ido, con sus tramas amorosas entrelazadas y al tejido dis- tos••, <<porque si bien un aria alegre significa el afecto alegre, todavía no lo
cursivo hecho para <<madrigaletti» (pequeños madrigales) muy expresivos y expresa en particular cada verso y palabra en el modo que se debería>•. Es-
fácilmente aislables del contexto.) El recitativo de la ópera italiana quedó cogid~ un cie~o tono, un cierto movimiento, un cierto carácter rítmico y
después para siempre confiado a la versificación suelta. Además de la tra- melódico, el ana (so pena de perder su identidad) lo debe mantener de arri-
dición literaria vinculante, fue decisivo el hecho que, de todos los versos ita- ba abajo. (Desde un punto de vista estilístico, la mejora y perfeccionamien-
lianos, e l endecasílabo y el heptasílabo son los únicos que poseen una acen- to de las facultades miméticas del aria es la cuestión estética central a la
tuación relativamente libre (solamente el último acento es fijo sobre la dé - cual la historia de la ópera de los siglos XVII y XVIII es la respuesta. )' Está
cima y sexta sílabas, respectivamente), son entonces los únicos que garan- clar_o que e.l CorOf!o -como los poetas, Ios músicos y los espectadores-
tizan un poco de propincuidad a la declamación en prosa. Pero ya en la épo- está demas~ado dispuesto a tolerar las incongruencias estéticas de las arias
ca del Corago está razonablemente permitido y es loable... usar variedades dotadas de una • gracia y hermosura>> que falta en cambio en el estilo reci~
y extravagancias >> de metro poético en los <<drammi per musica ••, <<para dar tativo, el cual «genera tedio••, •es lánguido prematuramente•• y está ,,falto
ocasión al músico de salir de la uniformidad>>. A tal fin sirven las • canzonet- de. aque~os ornamentos y vaguedades que embellecen tanto el cantar» (pa-
tas de diversas arias••, o sea, aquellas arias y <<ariette » estróficas sobre ver- sajes, trm?s, gorjeos). La promiscuidad de un estilo como el recitativo que
sos medios (cuadrasilabos, pentasilabos, octosílabos con sus variantes agu- se canta sm compás (donde •mostrar e imitar el modo natural de razonar••)
das y esdrújulas; el hexasílabo aparece establemente en los años 30 -mé- Yde un estilo como el del aria, que es acentuativo, periódico estrófico me~
rito, sobre todo, de Rospigliosi-; el decasílabo inaugura hacia 1670 una lódicamente formalizado -en otras palabras, la problemática' conviven~ia de
carrera libretística gloriosa) o sobre formas literarias canónicas (la octava, una •prosa» y de una •poesía>> musicales- es advertida no ya como un obs-
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táculo, sino más bien como un recurso. El teatro de ópera del XVll y XVIII prendía un intermedio proyectado por Bernini, La Fiera di Farfa, verdade-
se encargará de extraer de esto la mayor ventaja. ra puesta en escena de una feria campesina); e n 1638 y 1639 fue ofrecido
Algunos episodios teatrales de estos decenios revelan que, donde la fun- el San Bonifacio, cantado por niños (Virgilio Mazzochi); en 1641, la San-
ción de mero entretenimiento de la ópera de corte prevalezca sobre aquella la Genoinda, ovvero L'innocenza difesa (Virgilio Mazzochi); en 1642, Lealtiz
alegórica y celebrativa, el «drarnma per musica» renuncia de buen grado al con valore, o Il Palazzo d'Atlante (Luigi Rossi), basado e n Ariosto; en 1643,
aura pastoral y mitológica que eran un requisito necesario en las primeras un último espectáculo hagiográfico (el Santo Eustachio, musicalizado por Vir-
óperas de corte, y tolera la extensión hacia temas muy diversos.' donde qui- ¡¡ilio Mazzochi), antes de la partida de Rospigliosi para la Nunciatura de Es-
zá la justificación estética del recitar cantando es menos ap~enuante, Y ~­ paña (el año después, la muerte de Urbano VIII sanciona oficialmente el fin
to más desenvuelto el recurso de las arias. El más significativo de estos epi- de las actividades teatrales barberinianas).
sodios - también del punto de vista institucional- es el que se remonta a En la heterogeneidad de los te mas dramáticos de esta primera serie con-
la iniciativa de dos grandes intelectuales toscanos en Roma, el pontífice rei- tinua de espectáculos de ópera sobre la base de temporadas, parece reco-
nante, Urbano VIII (Maffeo Barberini), y el prelado Giulio Ros pigliosi (fu- nocerse una búsqueda de liberada de variedad. Las óperas barberinianas se
turo Papa Clemente IX). Los sobrinos de Papa, instalados en los puntos neu- ven privadas del contexto celebrativo ocasional, del estímulo alegórico, de
rálgicos de la vida pública romana, patrocinan, a partir de los primeros años la predisposición ceremonial de las óperas de corte florentinas y mantua-
30 una serie de espectáculos operísticos de los cuales Rospigliosi abastece nas: cada año, para carnaval, la aristocracia romana y extranjera es invitada
lo~ textos y cuida personalmente los preparativos. En el origen de la serie a admirar los espectáculos producidos por el team (equipo) muy aplaudido
deberá estar presente el favor enorme encontrado en el SanfAlessio, pri- de Rospigliosi en varios lugares de la ciudad (preferentemente se utilizó una
mera iniciativa teatral de Rospigliosi (la música de Stefano Landi fue editada especie de hangar adyacente al palacio Barberini junto a las Cuatro Fuen-
en 1634). La vicisitud edificante de Alessio (que, abandonando las comodi- tes, con capacidad para 3.500 localidades: ¡los bancos para los espectado-
dades y la familia el mismo día del casamiento para dedicarse a la oración, res eran transportados cada vez desde varias iglesias romanas!). En la re-
retorna a Roma bajo los harapos de un mendigo, asiste a la aflicción de los gularidad periódica de éste, que se transforma en uno de los eventos más
parientes y a la inquebrantable fe de la esposa de encontrar un dí~ al amado importantes de la vida pública romana bajo Urbano VIII, la elección de te-
consorte y, sometidos a las contrarias exhortaciones del Demoruo y de un mas disparatados preserva al espectáculo de corte un aspecto de singulari-
Angel, oscila angustiado entre el Amor de Dios y el amor conyugal, pero dad que la constancia misma de la costumbre carnavalesca, en cambio, des-
· persevera siempre en la determinación ascética y expira, finalmente santo, mentía. El uso que Rospigliosi hace de las arias en sus dramas es s us tan-
entre el lamento de los parientes que lo reconocen solamente después de cialmente coher ente con las convenciones notificadas en el Corago. Pero
muerto) mueve, con hábil economía dramática, todos los registro~ de lo ~a­ por supuesto que el estilo recitativo, aplicado a un tema de romance, cómi-
t ético en la representación de los afectos alternos de los persona¡es; el diá- co o histórico, baja de tono, pierde en sublimidad. Tanto más resaltan los
logo de canto recitativo (un recitativo seco, pero en los puntos relevantes momentos consignados al canto arioso, a los lamentos de los protagonistas,
retóricamente excitado) está desgarrado por los coros pintorescamente e la- a las ariette cómicas de los per sonajes serviles. Prevalece la canzoneta can-
borados de los demonios, de los ángeles, de los sirvientes Y de las bufone- tada como tal: y en esta especie los músicos barberinianos dan prueba de
rías de los personajes cómicos (los pajes, el mismo Demonio). Represen- gran desenvoltura, con la adopción de fórmulas instrumentales y canoras
tado en 1631 y repuesto durante tres años, el Sant'Alessio -verdadero danzarinas, también de extracción baja y popular. Abandonado el aura pas-
<<drama musical>•, y no más «fábula», según el exacto decir de Rospiglio- toral, que a todo y a todos envolvía en el canto, se da plena licencia a cada
si- pudo contar sobre la vasta fortuna que la vida del santo gozaba desde personaje para cantar según el rango que le compete, en tono afectuoso y
siempre en la literatura popular y devota. Los espectáculos producidos por expresivo o bromista y despreocupado, con tal que asuma -por así decir-
Barberini y Rospigliosi en los carnavales de los años sucesivos son de va- la plena responsabilidad de su canto.
riada naturaleza, pero éstos también recurren a fuentes literarias m~y co-
nocidas o hagiográficas: La Erminia sul Giordano, de 1633 (la mús1ca de
Michelangelo Rossi fue editada en 1637), está extraída de la Gerusalemme 21. LOS TEATROS DE OPERA DE VENECIA
liberata; en 1635 y en 1636 fue preparada la vida de los SS. Didimo e Teo-
dora (con música de autor desconocido); en 1637, la «Comedia musical>• Chi Los gastos -enormes- para preparar las óperas de Rospigliosi se ins-
soffre speri, extraída de Bocaccio (musicalizada por Virgilio Mazzochi y Mar- cribían, íntegramente, en el presupuesto de la familia Barberini. Además de
co Marazzoli, fue repuesta en 1639 en una preparación memorable que com- dar una pública demostración de esplendor y liberalidad, poner en escena

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una ópera quería decir dar trabajo a un grupo inmenso de artesanos y abat1 L'll •teatral reflejan, algunas veces, contrastes y alianzas cambiantes de gru-
tecedores de mercancías (carpinteros, pintores, tapiceros, sastres, pelu pos ideológico-económicos en el seno del patriciado). La gestión de la em-
queros, chamarileros, cereros, copistas, etc.), que vivían del lujo de la clu presa teatral es confiada luego por toda una temporada (desde San Esteban
se dominante romana (¿será casual que en la Fiera di Faifa el intermedi11 hasta el martes de carnaval), o por una serie de temporadas, a la figura de
berniniano del Chi soffre speri de 1639, las únicas palabras cantadas por to un empresario (que también puede ser una sociedad de empresarios): éste
dos los vendedores fuesen gritos como «venga qua co'suoi quattrini», «AII Invierte el propio dinero en gastos seguros, algunos fijos para toda la tem-
signori, moneta, moneta», «bon mercato e non credenza•• ?). A los artistaH porada (el alquiler de la sala, la preparación de los decorados, el contrato
-todos los cuales, cantantes, compositores o escenógrafos, eran depen de los artistas), otros variables según el número de representaciones (la ilu-
dientes de familias o instituciones romanas-les aguardaban, en cambio, re minación del teatro, los músicos de la orquesta, los operarios pertenecien-
galos en especie: guantes, collares, platería. tes a los teatros), para obtener utilidades anticipadas (el alquiler anual de
En Venecia, en el carnaval de 1637, una compañía de músicos -mezcla los palcos), y para las utilidades diferidas, ligadas al éxito de cada espectá-
de cantantes romanos (los cuales, en 1636, en Padua, habían representado culo (las entradas, que todos -también los inquilinos de palcos- deben pa-
con música un torneo escénico, L'Ermiona, ideado por el noble Pío Enea l(ar, el alquiler de los bancos para quien está en platea). El tercer nivel de
degli Obizzi) y de cantantes tomados de prestado en la capilla de San Mar- operadores es el de los artistas, compositores, cantantes, escenógrafos, bai-
cos- alquila el teatro de S. Cassiano (un teatro para la commedia dell'arte) larines, sastres: a veces éstos intervienen también económicamesnte en la
y alli representa la Andrómeda, drama de Benedetto Ferrari y música d<' empresa, pero rápidamente se reducen al papel de profesionales pagados
Francesco Manelli, los dos cabezas de la compañía. El libreto contiene un en base contractual por sus servicios (los cuales entran a formar parte del
tributo «a la gloria de los señores músicos que en número de seis (asocia- pasivo en el balance empresarial). De un status aparte goza el libretista, o
dos con el autor) con gran magnificencia y exquisitez a sus expensas, y al- sea, aquel que es considerado el verdadero autor del <<dramma per musí-
gunas consideraciones, han representado Andrómeda». Al año siguiente, los ca»: a él corresponden los gastos de imprenta y las utilidades por la venta
mismos ofrecen la Maga Fulminata: el autor «ha podido de suyo y con so- del libreto. Esta economía separada equivale, en realidad, a una mayor (co)
lamente cinco compañeros músicos, con no más de 2. 000 escudos de gas - participación para el mejor funcionamiento de la empresa: no es infrecuente
tos, embelesar los ánimos a los oyentes», «Operaciones similares cuestan el caso de libretistas directamente emplicados en la gestión de los teatros,
infinito dinero a príncipes». Los músicos - también lo era el libretista Ferra- mientras que es más raro (después de las tentativas de los primeros años,
rü, compositor y virtuoso de tiorba- se asocian y producen ellos mismos regularmente terminadas en molestas situaciones de deudas) el caso de los
el espectáculo. En 1639, Ferrari y Manelli pasan al teatro SS. Giovanni y músicos empresarios. (En esta disparidad se refleja también el diverso ran-
Paolo, una vieja sala de comedias readaptada rápidamente por la familia Gri- go social de músicos y libretistas: mientras éstos pertenecen a una clase
mani para destinarla a la ópera. Paralelamente, en el S. Casiano entra una culta o directamente al patriciado, el grado máximo ostentado por Jos com-
nueva compañía, en buena parte indígena, constituida en tomo a Francesco positores de ópera es el de organista o vicemaestro de San Marcos, cuando
Cavalli: desde el punto de vista económico, la representación de sus N ozze no se trate de maestros de capilla comprometidos fuera de Venecia. Una
di Teti e di Peleo es un verdadero desastre, pero paradójicamente es tam- especie de tacita incompatibilidad prohibe, en cambio, al máximo funciona-
bién el debut de una fulgurante carrera de operista que durará prácticamen- rio musical del Estado, el maestro de capilla de la basílica, componer para
te sin interrupciones hasta 1666. Desde las primeras temporadas, la histo- los teatros: las excepciones -por ejemplo Monteverdi- son muy pocas.)
ria económica del teatro de ópera es una historia de bancarrotas y de pro- De los tres nive les de esta estructura económica, el crítico es, obvia-
cesos por falta de fondos, su historia artística es una historia de éxitos mente, el de empresario. No obstante la cobertura oculta o manifiesta de
incesantes. los propietarios, no obstante el interés profesional de los artistas, el riesgo
En la base de esta vital y fructuosa paradoja hay una estructura produc- financiero es suyo. Un factor de relativa estabilidad tutela, en condiciones
tiva singular que, con una cierta aproximación, se puede resumir en tres ni- normales, sus inversiones: la cost~mbre social de ir al teatro. El teatro de
veles de operaciones y tres categorías de operadores. Antes que nada es- ópera se enraíza firmemente en 1~· vida ciudadana y se vuelve rápidamente
tán los dueños del teatro: son las grandes familias patricias venecianas el ingrediente dominante de la in~ustria de la diversión colectiva que es el
-Tron, Grimani, Capello, Giustinian, etc.- que, en busca de una inver- carnaval veneciano. Pero acontecimientos imprevisibles (como el cierre de
sión inmobiliaria segura, compran o reorganizan los edificios teatrales, pero los teatros por orden del Estado en tiempo de guerra, en 1645) pueden cau-
sin intervenir directamente en la producción de los espectáculos (las inter- sar la pérdida completa de la inversión; y uno o más fracasos artísticos pue-
venciones ocultas son, en realidad, frecuentes: la competencia y la «políti- den desacreditar a la empresa, desincentivar las entradas y comprometer,

168 169
glos se los reutilizará para otras óperas en las temporadas sucesivas. ca11 muy afines a aquella de los precedentes y que serán «borradas» a su
En su conjunto, entonces, la estructura productiva de los teatros venc vez por los <<dramrrú per musica .. de la estación sucesiva. En una serie de
danos, aparentemente frágil, se revela tenaz y expansiva. Provoca cambioH productos esencialmente homólogos, el tipo de innovación y de antigüedad
radicales en las expectativas del público y en las convenciones artisticas. La -en la forma de las arias, en la urdimbre de la trama, en la singularidad de
continuidad y regularidad de las temporadas es, no sólo una costumbre so los temas, etc. - no altera la sustancial viscosidad del horizonte de expe-
cial, una necesidad colectiva, sino también un coeficiente econórrúco vital pa· riencia y de expectación: la saturación es neutralizada por la costumbre. Se
ra amortizar los ingentes gastos irúciales. Los contratos multianuales con pide, en suma, siempre algo nuevo que, ·sin embargo, satisfaga a la vez las
músicos y libretistas aseguran un estándar cualitativo bastante constante. mismas expectativas que lo viejo .había satisfecho. (El paralelo con la indus-
En el mercado de los cantantes rige, en cambio, la regla de contrato por tria cinematogáfica es. de perogtullo, pero.encaja a la perfección.) El grado
temporada, y los teatros luchan encarnizadamente por reunir el cast (*) más de convencionalidad de un teatro sujet o a tales leyes productivas es eviden-
prestigioso, procurando virtuosos y primedonne de toda Italia y también de temente muy alto (cfr. § 23), pero altísimo es también el margen de arbi-
más allá de los Alpes. Y es justamente en el sector de los cantantes donde trio en la aplicación de estas convenciones. (Significativamente, para el
la inflación de los costes provocada por el libre mercado crea graves dificul- •dramma per musica» veneciano no fue nunca escrito un tratado análogo al
tades. J;:L5.02'~.t.delh.;etigllt (**) .de. un~dx:arnma..per..musica»-~necian,o..de los C.:orago.) Mucho depende de la elección de los temas dramáticos, sector sen-
años 50 e& absorbido · solamente"p_odQS g~~to~ !p~S~~~~~...Y-I!!!e~PXQta.go­ •ibilísimo a los cambios del gusto y a las coyunturas de la vida pública ve-
nista cobre el doble de .lo que r~ibe Cav~lli. que es a su vez el composttor neciana. Grosso modo, las tendencias más notables son las siguientes.
mejor 'º ªgackuie _la pl~za. ~on_~r¡¡J.ldát,..der ~1w~J1t pro~ó.ll]~nta, Inicialmente persevera la explotación de los temas rrútológicos cultiva-
con ulteriw:x epJfjª.I?a)'.'aJos !livp_s cle..la escen¡¡... Por otra parte, una vez so- dos también en las cortes: Andromeda (1637, B. Ferrari F. Manelli), Delia
portados los gastos contractuales y de preparación, mínimos son los cos~e_s (1639, G. Strozzi - F. Manelli), Nozze di Teti e di Peleo (1639, O. Persiani
de gestión -mínimo es también el aparato orquestal, menos de lO m~st­ l<'. Cavalli), Adone (1639, P. Vendramin - F. Manelli), Amori d'Apollo e di
cos-, y_c¡1ga.;:epresentaGión .sucesiva del 'espectáoolo,,..,at!J:La -~~~ª ~~r:uva­ /)ajne (1640, G. F. Busenello- F. Cavalli), Amore innamorato (1642, P. Mi-
cía, aporta un beneficio de balance. Por tanto, si una ópera de corte ~uele che! G. B. Fusconi - F. Cavalli), VirtU de'strali d'Amore (1642, G. Faustini
representarse una, dos o tres veces en todo y por todo, en Venecta un · F. Cavalli), Bellerojonte (1642, V. Nolfi - F. Sacrati), Narciso ed Eco in-
<<dramma per musica" tiene carte para 10, 20 o 30 noches (y hay especta- mortalati (1642, O. Persiani - F. Vitali -M. Marazzoli), Venere gelosa (1643,
dores que asisten por lo menos 15 veces al mismo espectáculo). Si tiene N. E. Bartolini - F. Sacrati) son títulos que hablan por sí solos. Pero en Ve-
gran éxito (como el Giasone de Cavalli o la Dori de Cesti), un <<dramma per necia, todavía más que en Roma (desde donde proviene una parte del per-
musica » podrá quizá ser repuesto en una de las temporadas sucesivas, para sonal artístico), la tradición ovidiana no es más vinculante. Sería de todas
levantar la suerte de una empresa tambaleante. Pero es la excepción. Por · maneras verificado cuanto del interés rrútológico de los dramaturgos vene-
norma, la oferta se renueva siempre: dos dramasnue.y..Q§...QQ!___t~p.Qrªºa .y cianos es en realidad mediato a través del poema de Marino. Por lo demás,
por teatro, producidos por el rrúsmo cast es. la cost~e. En ciertos años, también el mundo novelesco y caballeresco de Tasso y Ariosto provee otras
íaSÓperas"ñúevas·'eii 'úria 'sÓTa'térrÍ¡)ofáda'· efe c-arn;;;al son ¡una docena! Ine- ocasiones para la representación de aquellas <<cambios de afectos » de los
vitable es la saturación del mercado, la nivelación de la oferta por super- cuales están ávidos los compositores, de aquellas admirables técnicas escé-
producción, la espiral de una competencia cada vez más sofisticada y fatal- nicas que encantan al público: baste citar a Armida (1639, B. Ferrari
mente siempre menos diferenciada. B. Ferrari), Bradamante (1650, P. P. Bissari ?), Medoro (1658, A. Aureli
Los cambios del gusto son veloces (ninguna ópera vieja puede ser re- • F. Lucio). Una novedad local son, en cambio, los temas extraídos de Ho-
puesta sin adaptaciones notables en el texto_ y en la mús~~?· la <<duración .. mero, de Virgilio, de la rrútología troyana y del complejo de historias y le-
de las óperas en la memoria colectiva es extgua. La tradtctOn del teatro de yendas referentes a los orígenes de Roma. También en esta elección con-
ópera, en un mercado tan abundante, es una tradición hecha por sustitución currieron motivos escenográficos: un Ulisse errante (G. Badoaro - F. Sa-
y rotación, no por acumulación: en la conciencia del público, los <<dramrrn crati) como el preparado por Giacomo Torelli en el SS. Giovanni e Paolo,
per musica» de una temporada son literalm~n~e reemplazados por los «dr~~­ en 1644, es por definición el tema más propicio para la suntuosidad de di-
rrú per musica» nuevos de la temporada stgutente, que poseen caractenstt- ferentes vistas eseénicas, derogando totalmente el precepto artistotélico de
la unidad de lugar y de tiempo. (Los libretistas italianos podía apelar sobre
(*) Reparto. (En inglés en el original.) este punto a la autoridad de Lope de Vega que -en una carta dirigida al
(**) Presupuesto. (En inglés en el original.) dramaturgo florentinojacopo Cicognini y publicada en 1633-- aconsejaba ur-

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dir «acciones que superen el espacio no sólo de un día, sino aun d~ rrm_chos bién Busenello, autor del libreto de la Incoronazzione di Poppea, que según
meses y años, para que se pueda gozar de los accidente~ de la histo~a no testimonios tardíos (las fuentes contemporáneas no dan el nombre del mú-
con la narrativa del hecho anterior, sino con la demostractón de las mtsmas sico) fue musicalizado por Claudio Monteverdi (1643). Sólo el escepticismo
acciones acaecidas en distintos tiempos»: la dramaturgia del teatro de ópe- pesimista y el inmoralismo agudo de los Incógnitos puede dar cuenta de cier-
ra se funda sobre la representación actual, directa, inm~diata de los suc~­ tas escenas llenas de fantasiosa pero desencantada irrisión: las imprecacio-
sos no sobre su evocación discursiva como el drama clástco.) Pero para all- nes de los dos soldados de guardia sobre Nerón y sus conquistas nocturnas
me~tar el interés «troyano» concurrió sobre todo la ideología republicana: (puestos allí inmediatamente después del monólogo inicial del deuteragonis-
Venecia sería la reencarnación moderna de la república romana, a su vez ta Ottone, iluminan con siniestro realismo un hecho que se apoya en la co-
descendiente de Troya. Desde las Nozze di Teti -donde se ha inserta_do rupción y la desvergüenza: pero tienen también la función de informar en
un «juicio de París•• aparentemente incongruente- abundan las referencias passant al espectador ignaro de circunstancias importantes para la compren-
troyanas: de 1640 es el Ritorno di Ulisse in p~tr!a (C. Badoaro C. ~onte­ sión del hecho); el altercado entre Séneca y Nerón, quienes se reprochan,
verdi); de 1641 son las Nozze d'Enea con Lav~nta (? - C. Monte~erdi) Y la con un rápido cambio de palabras y con silabeo nervioso, preceptos de una
Didone (G. F. Busenello F. Cavalli), que dedtca todo el acto pnmero a la razón política demasiado degradada; la solemnidad vacua de Séneca mori-
caída de Troya y solamente en el segundo acto (que idealmente se _desarro- bundo, ridiculizada por los mismos discípulos del filósofo en un <<balleto» fú-
lla muchos años después) llega la protagonista a las playas crutagmesas; Y nebre grotesco y gozoso; la representación poco lisonjera de la emperatriz
en el mismo año en la Finta Pazza (G. Strozzi - F. Sacrati) se declara ex- Ottavia, que recurre al abuso de poder y al chantaje para inducir a Ottone
presamente que' «Deve il veneto e 'l roman No~ d'Ac~e ~ec~ uscir, Ma al asesinato de Popea; el seg¡mdo diálogo de amor de los protagonistas, don-
dal buon sangue troian» (la peripecia tejida de miles de stgruficativos gestos de los <<Íervori dell'anima infiammata Trasumanata in estasi amorosa» - <<es-
irónicos es la de Aquiles en Esciros, uno de los h~cho~ pr~ced~nte_s a la tasi amorosa» que la música encama con evidente veracidad sensual- se
guerra de Troya). El camino está abierto al uso arbltrano e unagmat1vo de revelan instrumentos de una persuasión homicida, y así sucesivamente.
todo el repertorio mitológico e histórico clásico, siempre ~~ borde de la tra~s­ No dura, sin embargo, por mucho tiempo -en la vida intelectual de Ve-
figuración carnavalesca, de la diversión sagaz y escéptica: poco de J_ason, necia y en el teatro de ópera- la etapa fervorosa y cáustica de los Incóg-
de Alcestes, de los Hércules griegos y latinos se esconde en el Gtasone nitos. Durante toda la segunda mitad del siglo Venecia está en guerra con-
(1649, G. A. Cicognini - F. Cavalli), la Antigona delus_a ~ Alceste (~660, tra Turquía: una extenuante guerra defensiva. La objetiva comunidad de in-
A. Aureli - P. A. Ziani), las Fatiche d'Ercole per De1amra (1662, 1dem, tereses estratégicos con el imperio repercute desde los primeros años 50
ídem), que de las fuentes aprovechan en tod~ caso el aura _n~vele~ca para en los temas heroicos e imperiales de los <<drammi per musica». Alessandro
legitimar los más inverosímiles entre los «aCcidentes verosurules» mtrodu- vincitor di se stesso (1651, F. Sbarra-A. Cesti), Gli amori di Alessandro Mag-
cidos expresamente por el poeta para enriquecer la t~a~. (Unos cua~enta no e di Rossane (1651, G. A. Cicognini-F. Lucio), Scipione Africano (1663),
años después de la Euridice rinucciana, no la tragedta, s~o. la per~o~ca­ Muzio Scevola (1665), Pompeo Magno (1666: los tres de N. Minato y F. Ca-
ción del Capricho canta un prólogo significativo: <<ll Capncc1o son 10, dune valli) son ejemplos precoces de un filón de historias antiguas y de héroes
vedrete Opra su questa scenea D'accidenti ripiena E d'azione pria meste e belicosos que prácticamente continúa durante el resto del siglo. Quedando
firme un amplio margen de libertad novelesca, el aura de la romanidad au-
poscia liete••. . . gusta, de la gloria militar persa y babilónica, de la nobleza de ánimo de los
También el uso desenvuelto del patrimonio clásico tiene una exphcactón
ideológica. Los libretistas más brillantes de los años 40 -9,iilli..Q...§trozzi (pa- caudillos bárbaros, de la domable ferocidad de los tiranos, es de ahora en
dre adoptivo de una mujer compositora y cantante de gr~n fa~a-:Jrarbara adelante el aura dominante en los teatros venecianos (no sin amplias excur-
siones en los territorios halagüeños del <<vicio de Venus», al menos en aque-
Strozzi), .1L.f:.V1.~2.l}/ • ~ªio~o_J3isaccio~.- S,.cjpiQne J~rr!SP~fu~<??.10 ~a­
.9.: 1
doaro Giacinto Andrea Ctcognmt- S.Q!! EJ¿e!flbros o frJE!l.~~!~)::_ 5§.tt
llos períodos en los cuales la política de la «rienda suelta en aquellas cosas
que directamente no ofenden al Estado>> lo tolera).
miad~ los í~2ógtili~~. _qÚ ~'[U6 d~-in~ele<;JI!.a!~§:ftílirtiPos gu~.*~~a¡o
eCeTó.&!.~~Ji,Jiiip_Q"stl!f<}...I).U.acr-e es.cepticismQfil~~~cQ in olerall~ll.l:.~­
quier autoridad constit!Jida (sea ésta política, relig¡osa, m~ral o raciOnal; li- 22. LA DIFUSION DE LA OPERA EN ITALIA
te raíiameritésé-ciécíaran seguidores de Marino). Ahora bten, es compren-
sible que sean justamente los Incógnitos en recoger m~j~r que _nadie en Ve- La estructura económica y artística del teatro de ópera veneciano se di-
necia, la capacidad intelectual de aquella nueva, actualísm1a e_rr~egular for- funde y se enraiza al cabo de pocos años en todo el territorio italiano, e im-
ma de entretenimiento que es e l <<dramma per mustca». Incogmto es tam- pone por largo tiempo a la nación el melodrama como forma dominante de

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poles y de Sicilia (Palermo, M~sina) ¿be~cerata); por fin: los reinos de Ná-
rúa, Ancona, Ferrara, Rávena Pésaro M
producción cultural de tipo literario que es al mismo tiempo consumida en
escala nacional y accesible a un público no exclusivamente intelectual. (No Preguntarse de qué modo llega~ a~~s por dos ~eyes españoles.
se trata de reconocerle del mismo modo al <<dramma per musica» del siglo a escala nacional equívale a pregun~ creact?n de un «~Istema" operístico
XVII las características nacional-populares que Antorúo Gramsci, en una nota ópera de tipo veneciano con las trad· . se qule comprorrusos lleva a cabo la
de sus cuadernos de la cárcel, atribuye al melodrama del siglo XIX, un ver- s~pnme · tctones ocales pr
y sustituye en amplísima medida er0 ~eXIstentes
·
- que ella
dadero homólogo italiano -por el consumo que se hace de él- de las no- pttales (como Parma, Módena T , ' P no uniformemente: hay ca-
velas populares francesa e inglesa. Bastaría para evitarlo la comporobada de los espectáculos de corte ype urm) donde la resistencia de la tradición
, rmanece tenazmente 1 16 ,
composición elitista del público teatral. Y, sin embargo, el origen remoto, aun- ; pero equivale .todavía más a preguntarse a cuantos , tasta uso di70 y mas
pero necesario, del fenómeno observado por Gramsci, se halla precisamen- pres t a. No puede decrrse que la unifi . , d s versos se
te en la implantación del teatro de ópera en las ciudades de Italia a media- sigo ipso jacto una unificación de lo ca_cto~ e~ mercado operístico lleve con-
dos del siglo XVII.) La estructura del teatro de ópera empresarial es funcio- tico asume. La misma ópera -p s SI~! cla os_que el espectáculo operís-
. or e)emp o Glustzno (1683 N B
nal con la naturaleza de la clase dominante veneciana, pero -a diferencia 'G· Legrenzt),, la. historia del campesmo
· que se transforma e • · eregan-
de cualquier otra forma productiva de música teatral coetánea- lleva con- 1ecto y por ultimo emperados de 8 . . n guerrero, pre-
sigo la facultad de adaptarse a condiciones sociales y políticas hasta radical- una nota rú una coma primero en V tzan~to-, representada s in cambiar ni
mente diversas (los teatros de corte a finales del siglo son todos de tipo em- bién tener significados bastante d. enecta y luego en Nápoles, puede tam-
tversos: exaltación de 1 .d .
de la defensa de la patria en el rim r . . os t eales hermcos
presarial, con la sola variante de que para ellos hay un soberano dispuesto
a tomar a su cargo el déficit de la empresa), y admite, aún más, busca la de la monarquía en el segundo e! (el c~~o, glo:tfi~actón de la institución
participación de las clases medias (tanto más de buen grado cuanto esta par- ción en _Nápoles en honor del reinan~e ~!~osolioeanadtdo para la representa-
ticipación es, pese a todo, relegada a un papel económicamente minorita- te q~e mduce hasta al más refractario de 1 s por otra par_te de tal suer-
rio). Observándolo bien, una vez eliminado el equívoco de una presunta, pe- senttdo filomonárquico el drama de G. t. os espectadores a mterpretar en
ms mo: este prólog f
ro verdaderamente improbable, ,,popularidad», al teatro de ópera del siglo en escena una contienda entre N" ( d .. . o, en e ecto, pone
XVII se le reconoce una condición de «publicidad•• que constituye su carac- Alejandro (rey de Macedorúa) y Crr;o r1y e Asma), Crro (rey de Persia),
terística social e ideológica sobresaliente (cfr. § 11): publicidad activa, diná- de la realeza pero se postran finalesar t ufrgusto, que se disputan el prin1ado
men e ente a la ap · ·ó d
mica, en el doble sentido de propaganda (marúfestación del poder o de la de España sentado sobre Europa A .1 Afri , . anct n el soberano
autoridad) y de pertenencia a la esfera de la vida y de los asuntos públicos. la persorúficación de 1a Monarquí;) ~ aj 'ti ca Y Amen ca ~ sobrevolado por
Variará en cada caso, en más o menos, el radio de esta «publicidad••, pero ficación del mercado haya sido algu. s eg¡ mo so_s_pechar mcluso que la urú-
. . . nas veces facilitada ·
no la naturaleza de la operación «publicitaria». d·e- <<mdiferencta»
. en la acoaida
.,. del espectácu1o de opera, pord un cterto grado
El fenómeno mismo de una forma de producción y de consumo cultural · ston selectlva que presta más atención a 1 . • e una compre~-
pública, válida -en sentido geográfico y al menos virtualmente también en cas Y menos a los significados culturales ea~d se1~~cwnes canoras y escém-
eo g¡~os de los cuales el dra-
1
sentido social- para la nación entera, puede parecer algo natural a los he- ma es portador: de modo que a
zante el horizonte medio de las e a po~r~ -reducid~ a esta línea mirúmi-
1
chos, debido a cómo entró en el cuerpo mismo de la historia cultural de la
Italia moderna, Pero este fenómeno no deja de asombrar apenas se presta de la difusión del teatro de ópera¡e~ ttvas- ~oco tmp~rtaría a los fines
atención a cuáles eran las condiciones políticas de Italia de mediados del si- Italia del s iglo XVI!. a eterogenetdad política Y social de la
glo XVII, a las disparidades de estructura social en los estados que la com- Dadas ta~es premisas, es difícil establecer el sentido
ponían. Es suficiente la lista de los úrúcos estados que, de un modo u otro, en cuando, tienen los arreglos las alt . exa~to _que, de vez
fueron tocados por el fenómeno operístico, para darse una idea de cuán po- das al texto y a la música de al'gu edrractones, las modenuzacwnes infligí-
. . nos " ammt per mu · d
co propicias fueron las premisas sociopolíticas para el surgimiento de una regrmacwnes a través de Italia a d . . stca, urante sus pe-
red teatral propiamente nacional como la de la ópera. De Norte a Sur, es- los libretos como adecuaciones ~ec me~u OalJustificadas en los prefacios de
· esanas << uso de nuest
tos estados son (con las respectivas capitales administrativas y culturales) uso comente» 0 al uso de esta 0 aque 11a cmdad . A vece rastaescenas»,
d •al
.
el ducado de Sabaya (Turín), la gobernación española de Milán, la república nes
. son meros
. pretextos para ocultar 1 difi. .
as mo cacwnes d t s es s eclaracto-
· d
de Génova, la república de Venecia (que se extiende desde Bérgamo a Dal- crrcunstanctas accidentales (sustitucton
. , de un cantante po e ennma das por
r ~ ro, re ucctón
. ., t .
macia), los ducados de Mantua, de Parma y Piacenza, de Módena y Reg- o ampliacwn de un rol, inserción 0 boli .ó d
- did d a CI n e escenas córruc .,
gio, el gran ducado de Toscana (Florencia, Pisa, Liorna, Siena), el princi- o ana o e escenas por exigencias o tmpe . dimentos de técrúca as, supreswn
escérúca
pado de Massa, la república de Luca, el Estado de la Iglesia (Roma, Bolo- '
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coronada por cónsules y tribunos; Amor asimismo baja del cielo con Venus, importa saber quién lo ha escrito: haberlo colocado ahí, en ese punto de es-
Gracias y Amores, y corona igualmente a Popea como diosa de las bell~zas te drama, fue un golpe de teatro genial (debido, quizá, a algún anónimo
de la tierra y termina la ópera». Una doble coronación de la protagorusta, «Feboarmónico>> ).
terrena y celestial. En lugar del coro de los amorcillos y de la coronación . A ~a f~r:tuna de los Feboarmónicos sucede después de la mitad del siglo
celeste de Popea, las partituras ponen en cambio el puro, contagioso, sen- la mstt.tuc1on, en las mayores ciudades de Italia, de teatros de ópera em-
sualísimo éxtasis erótico del dúo de amor: «Pur ti miro 1 Pur ti godo 1 Pur presanales estables. Una imagen elocuente de la importancia del fenómeno
ti strigno 1 Pur t'annodo 1 •.. ''· Pues bien, de este triunfo explícito, inquie- la da, .mej.or que cualquier otro indicio, la fortuna teatral de una ópera ex-
tante cautivador del amor sensual - un amor sensual que durante todo el traord:nanamente longeva como el Giasone (Venecia, 1649) de Cicognini y
trans~urso del drama ha sorteado victoriosamente las conveniencias políti- Cavalli, tanto como se puede documentar principalmente en base de los li-
cas y morales, y que en el dúo final halla una cifra musical incandescente- bretos. En much~s casos la representación del Giasone coincide con la aper-
por lo menos tres músicos diferentes se disputan la paternidad. De hecho, tur~ o ~on los p:uneros años de una actividad teatral regular y durable; he
si ese dúo no figuraba (parece) en la representación veneciana de 1643, ya aqu1la lista: Milan, 1649; Florencia, 1650; Luca, 1650; Milán, [¿1650?]; Ná-
había sido cantado sin embargo, antes de entonces como conclusión del Pas- poles, 1651; . Bolonia, 1651; Piacenza, 1655; Palermo, 1655; Liorna,
tor regio de Benedetto Ferrari, pero no en la ~ersión ve~eciana _de 1~40, 1656-1657; V1cenza, .1658; Ferrara, 1659; ¿Milán, 1660?; Génova, 1661;
sino en la boloñesa de 1641 (y en otras sucesivas). El m1smo duo ub1cuo Ancona, 166.5; Venecta, 1666; ¿Brescia, 1667?; Regio Emilia, 1668; Roma
fue luego cantado en el carnaval de 1647 en Roma, sobre un «car:ro m~si­ 1?71; ~olorua, 1673; Bérgamo, antes de 1676; Roma, 1678 (representa-
cal>>, /l trionfo della jatica, puesto en música por Filiberto Laurenz1. Nactdo CIÓn pnvada con títeres); Génova, 1681 (con el título ll trionjo d'Amor nelle
en Romaña, pero de formación romana, Laurenzi había llevado consigo de vendete); ¿Génova, 1685?; Brescia, 1690 (Medea in Coleo). Treinta años
Roma a Venecia en 1640 lastar más aclamada de la época, aquella Anna Ren- desp~és, 1~ sit~ación es análoga: el Vespesiano, drama inaugural del teatro
zi -su alumna de canto- que en la Incoronazione di Poppea de 1643 había S. G10vanru Gnsostomo (1678) y primero de una serie notable de óperas
cantado el papel de la deuteragonista Octavia. En Venecia, Laurenzi había comp~estas por Cario Pallavicino para el mismo teatro, fue más tarde dado
producido también músicas teatrales, representadas en el mismo te~tro Y en Genova .<~680 y 1692), de nuevo en Venecia (1680), en Ferrara (1682
en la misma temporada que Popea. ¿Habrá quizá intervenido Laurenzt en la Y 1687), Milan (1685), Módena (1685), Parma (1689), Fabriano (1692 en
preparación veneciana de la Incoronazione? ¿Habrá frec~entado a ~enedet­ una presentación parcialmente importada de Parma), Liorna; (1693), R~ma
to Ferrari, o a los cantantes (venecianos) del Pastor reg:o de. Bolorua? ¿Fue (1693), Crema (1694), Bolonia (1695) y Nápoles (1707).
él o fueron ellos los que insertaron ese dúo en la Incoronazwnes? ¿Y cuán- En la época de Vespesiano, la organización rigurosamente binaria del
do? ¿En Venecia o después, en la época de la representación napolitana de «dramma per musica>> en recitativos y arias pennite siempre la sustitución
1651 (¿tal vez bajo la dirección de Cavalli?). o en ocasión de cualquier o~a ad libitum de las arias (texto y música) sin menoscabo para los recitativos
representación intermedia de los Feboarmónicos, de la cual hemos perdido tanto que en ciertos casos el revestimiento musical de un mismo drama pue~
las huellas? Y en suma, ¿de quién será la música del e ncantador, seductor, de hasta resultar profundamente cambiado, sin perjuicio de la acción. En la
misterioso dúo de amor? ¿De Monteverdi, autor probable de la Popea de ópera de mediados del siglo (como e l Giasone), el mismo principio está ya
1643? ¿O también - más verosímilmente- de Ferrari, de Laurenzi, o de presente, pero no de manera exclusiva: no faltan las escenas vinculadas a
Cavalli? Imposible decirlo, dado el estado de la cuestión: el oyente moderno ~a relación aria/recitativo mucho más sutil y fluida, y por Jo tanto poco ma-
deberá contentarse con experimentar toda su insinuante delicia canora y eró- rupulable (como la celebérrima -en el siglo xvu- escena del encantamien-
tica. Pero hará bien en reflexionar sobre la relevancia, por cierto modesta, to de Medea, ver?adero clou (*) del Giasone, a menudo imitada y parodiada
de las cuestiones atributivas en el campo del teatro de ópera de esta época, en las escenas corrucas de otras óperas), y destinadas a sobrevivir tanto
en el contexto de una forma de producción que, por su naturaleza, es co- cuanto d~ra la ópera en repertorio. Sea como fuere: ¿es exagerado imagi-
lectiva. Y será también justo hacer notar que una cosa es poner tal dúo de nar que ?peras c?mo éstas hayan contribuido poderosamente a crear un gus-
amor como sello de una historia de pastores enamorados, como el Pastor to, un ruvel medto de audición musical válido para toda Italia?
regio, o de. una alegoría moral carnavalesca como el Trion_fo della fatica, Y Dentro del panorama conjunto emergen, sin embargo, también las ca-
otra cosa muy distinta es, en cambio, hacerlo el apoteosis canoro ~e una r~ct~~sticas específicas de algunos centros. En Nápoles, por ejemplo, Ja ins-
historia que, como la de Popea y Nerón, está completamente conceb.tda so- titUCIOn del teatro de ópera tiene un significado político perceptible. El con-
bre el adulterio, la infidelidad, el suicidio amenazado, el disfraz, el mtento
de homicidio, el repudio y el exilio en perjuicio de los antagonistas. Poco (*) Atracción principal. (En francés en el original. )

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de de Oñate, virrey de la restauración tras la revuelta de 1647-1648, es que, paralelamente a este intento sugestivo, pero inane, de crear en casa
quien introduce a los Feboarmónicos en un teatro contiguo al palacio real, un tea~o de ópera capaz de medirse con las óperas de Venecia, los Medid
pero abierto al público; suya es la iniciativa de celebrar en Nápoles la re- patrocman la más modesta, pero eficiente empresa del teatro de la acade-
presión de la revuelta antiespañola de Barcelona (1652) con un drama ve- mia burguesa_ d~ los Sorgenti (Surgentes), un teatro pago que con un cierto
neciano nuevo, Verenwmúz l'amazzone d'Aragona (G. Strozzi-F. Cavalli), suceso econorruco da espectáculos «venecianos,, de Jos célebres Cavalli
que es una alegoría graciosa, sí, pero hasta demasiado transparente, de la Cesti, Ziani. '
supremacía de la corona española sobre sus provincias. En todo caso, des- En Milán, el repertorio del teatro ducal es completamente veneciano (en
de los comienzos, la ópera en Nápoles es una demostración pública de la 1653, una ópera en primera ejecución, el Orione, es en realidad un viejo dra-
autoridad virreina!, a sabiendas dirigida a un doble destinatario: la corte, por ma inédito veneciano de Cavalli). El intento del conde Vitaliano Borromeo
un lado, y la ciudad por el otro, o sea, a los dos estratos sociales sobre los de promover un pequeño teatro de vaciones en la Isola Bella, donde dar las
cuales, en antagonismo con la aristocracia feudal, se mantine (mientras du- óper~s del secretario del Senado milanés, Cario Maria Maggi -que trabaja
re) el poder del virrey español. La situación es aún más evidente después tamb1én para el teatro ducal como arreglador de los «drarnmi per musica•
de la apertura a la ópera del teatro público de San Bartolomeo (1654): a me- de importación-, no dura más de algunos años (1669-1673 ca.), pero pro-
nudo de una única ópera se da una doble representación, en la corte para duce .~lgunos ~e los libretos más divertidos y sutiles de todo el siglo. En-
el virrey y en el teatro para la ciudad; a finales de siglo, el interés constante tretejidos de s1gnos y alusiones a hechos verídicos de Ja vida civil milanesa
del poder por la buena marcha del teatro público llega a tal punto que un ?e
Y la b~ografía del propio autor, las óperas de Maggi no tuvieron, ni ha-
virrey (Medinaceli) se ocupa personalmente de la gestión del S. Bartolomeo bnan podido tener fuera de Milán, circulación alguna como no pudieron te-
y llama desde Parma al arquitecto teatral Ferdinando Galli Bibiema para dar nerla las comedi~s en dialecto (sin música) que Ma~gi produjo en los años
al viejo teatro un orden escénico modernísimo. Bajo Medinaceli se produ- 90 para ~¡ Coieg¡o de los Nobles. (El dialecto milanés no figura en sus dra-
cen en Nápoles óperas destinadas a una enorme fortuna, como Il trionfo di m~s mus1cales, pero aparece en algunos papeles de la Farsa musicale, es-
Camilla regina de'Volsci (1696, S. StampigliaG. Bononcini), La caduta de' cnta e~ ~664 ~o~ un cantante cómico que venía de la Pérgola, y en los dra-
decemviri (1697, Stampiglia L. Mancia): antes de entonces, en cambio, en mas «Civiles rusticos • de Moniglia, sus modelos declarados.)
un repertorio amplísimamente dominado por las importaciones venecianas, Además de tales diferencias y especificidades entre una y otra ciudad
son pocos y decididamente poco afortunados fuera de Nápoles los dramas del circuito «Veneciano• , se notifican también los casos <<anómalos•: los ca-
producidos in loco. Ni siquiera la llegada a Nápoles (1683), a causa de un sos de ciudades que se adhieren más tardíamente (son sobre todo las capi-
virrey que ya había sido embajador de España en Roma, de un jovencito co- tales ducales como Turín, Parma, Módena, las ciudades universitarias co-
mo Alessandro Scarlatti (1660, t 1725), que de Roma lleva consigo una fa- mo Padua, Pisa, Pavía, Catania); los casos donde el teatro popular regular
ma precoz de operista brillante, repercute sensiblemente en una programa- no s~ d~sarrolla de ~o.do es~ble (además de muchas pequeñas ciudades de
ción teatral sólidamente orientada hacia Venecia (más que otra cosa, com- provmc1~, como Fabnc1ano, V1terbo, Foligno, etc., es ¡0 que sucede en Man-
petía a Scarlatti, antes de la época de Medinaceli, el cuidado de la prepara- t~a, , ~ap1tal de un duc.ado en grav.e crisis y, sin embargo, paradójicamente,
ción musical de las óperas de importación, compredida la composición de nqwsliTlo .en graves vrrtuosos y virtuosas puestos bajo la protección del du-
arias nuevas y de escenas bufas). que Y act1vos. e.n los ~ayores teatros italianos); el caso, por fin, de Roma,
En Florencia, el cardenal Gio. Cario de'Medici, hermano del gran du- d?nde el condic1on~miento de la política cultural papal - una política que cam-
que, protege las iniciativas espectaculares de la corte. Es él quien promue- ?la .con cada camb1o de papa, y a menudo cambia en sentido antiteatrai-
ve la efímera, lujosa, fallida experiencia del teatro de la Pérgola (1657-1661), IITlplde por largo tiempo la instalación de una forma de producción que, co-
un teatro de tipo mixto, entre lo académico y lo empresarial (lo administra mo aquella del teatro empresarial, sobrevive solamente donde se garantice
la academia nobiliaria de los Inmóviles), que da, en total, dos grandes ópe- la continuidad. El intento, artísticamente feliz, del teatro Tordinona - un
ras mitológicas con máquinas (la Jpermestra, encargada a Cavalli para la inau- teatro público de tipo veneciano patrocinado por Cristina de Suecia y con-
guración en 1654, y siempre devuelta por dificultades técnicas hasta 1658, fiado a un. team ~r~ant~ (el.~xtravagante aventurero Filippo Acciaiuoli como .
y el Ercole in Tebe, puesto en música por Jacopo Melani en 1661) y una bre- empresano, e~ VIejo G10. Filippo Apolloni como libretista aplicado a resarcir
ve serie de «dramas civiles rústicos>>que hacen un uso amplio y pintoresco los dramas de IITlportación, los jóvenes Bernardo Pasquini y Alessandro Stra-
del toscano vernáculo para los personajes cómicos (como el Podes/a di Co- d~lla como encargados de la preparación musical)- funciona de 1671 a 1674,
lognole, de Jacopo Melani): el libretista de todos los espectáculos de la Pér- c1erra (c?mo todos los teatros) durante el año santo, pero en 1676 no pue-
gola es el académico Gio. Andrea Moniglia. No obstante, es significativo de reabnr por la fuerte oposición de Inocencio IX al teatro en general. Fue-

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ra de este episodio, en Roma hay poco o ningún interés por el ••dramma se destacó también por la participación (habitualmente prohibida en Roma)
per musica» veneciano antes de 1683: en ese año, el pacto de la liga santa de mu¡eres cantantes y por el aspecto escenográfico espléndido extraída
antiotomana con el imperio, Polonia y Venecia coloca, sin embargo, a Roma de Las Amazonas de Scitia, de Antonio Solís y Ribadeneira -s~ministran
y a Venecia, dos ciudades por tradición recelosas una de la otra-, en una a los ~edios políticamente hispanófilos de Roma (la embajada, los Colonna)
objetiva comunidad de intereses ideológicos. Es a partir de 1683 cuando se matena para espectáculos musicales memorables.
presentan en Roma óperas «venecianas» de producción veneciana o viene- Las pequeñas óperas que solamente por comodidad podemos denomi-
sa, cuando viene «de maravilla» la ideología marcial e imperial subyacente nar «arcaicas» -a causa del tema preferiblemente pastoral, o a causa de la
en los ••drami per musica» venecianos a finales del siglo, su predisposición afiliación (ideal o efectiva) de sus autores a la academia de Arcadia (fundada
a ser utilizados como manifestaciones de soberarúa y de autoridad. en 1690)- son, ~n ca~bio, óperas de pocos personajes (cuatro, cinco, seis),
Los tipos de óperas musicales que, con forzada intermitencia, son cul- d~ muy pocas _eXIgen~Ias _escenográficas (representables también en un jar-
tivados hasta entonces (y, por otra parte, también después de 1683) son dín, en un salan), de mtnga de aventuras y romance, de ambiente a menu-
muy variados; pero dos categorías - la de los dramas extraídos de come- do agreste, que los cardenales y los príncipes romanos presentaban con po-
dias españolas coetáneas y la de las pequeñas óperas arcádicas- son las cos gastos en las veladas de carnaval, o para las vacaciones otoñales en sus
preferidas. Contrariamente a lo que algunos afirman, el influjo directo del dominios s_uburban~s. Entretejidos como verdaderos «dramrni per musica••,
teatro español sobre el ••dranuna per musica•• italiano (más allá de algunas estas opentas resprran un «aura•• pastoral que no tiene ninguna relación con
afinidades genéricas, como el uso bastante irregular de las unidades de tiem- las f~bulas pastorales de los comienzos (cfr. § 20), y que es en todo caso
po, de espacio y de acción, o los elementos moralizantes y pintorescos, o funciOnal a ese proceso ~e «feudalización•• de las familias pontificales que,
la mezcla de personajes «altos•• y «bajos••) es apenas apreciable. Por tal ra- trasla~adas a Roma en vrrtud de la carrera de sus miembros eclesiásticos
zón, tanto más se destacan algunas óperas romanas de la segunda mitad del e~ la ¡er~rq~ía estatal, se arraigan en ella mediante operaciones de expan-
siglo XVII extraídas de originales españoles. El motor inicial fue probable- st~n temtonal. (Es c~nspicuo el caso de los Chigi, banqueros seneses que,
mente - una vez más- Giulio Rospigliosi, que de retomo de la nunciatura ba¡o el papado de Ale¡andro VII, adquieren, arramblando con todo territo-
de España prepara para los Barberini dos comedias musicales (Dal male il rios suburbanos como ~ Ariccia: al cabo de pocos años, confiado ~1 arreglo
bene y L'armi e gli amori, 1654 y 1656) copiadas fielmente de dos comedias de todo el lugar al arqwtecto papal Bemini, en Ariccia se representan ópe-
españolas de capa y espada de Antonio Sigler de Huerta y Calderón de la ras que se refieren explícitame~te al genius loci.) De las pequeñas óperas
Barca. Después ¡de la elección al solio pontificio -el breve papado de Cle- carnavalescas de pocos persona¡es merecen mención, sobre tOdo dramitas
mente IX, 1667-1669, fue un enorme incentivo para la actividad teatral ro- como Gli equivoci nel sembiante o L'onesta negli amori, :nusicados
mana-, Rospig~osi hizo representar otra comedia suya ••española'·~ · pero (1679-1680) por el joven Scarlatti y destinados a una enorme fortuna italia-
esta vez de asunto edificante: La cómica del cielo, e~traída de la Gran co- na en los teatros menores y privados, desde el feudo de Mazarmo en e l sur
media de la Baltasara, de Luis Vélez de Guevara, pone en escena la con- de Sicili~ (P_unta extrema d~ 1~ expansió~ me~dional de la ópera del siglo
versión a la vida piadosa y devota de una famosa actriz teatral española en XVII) a~ }ardm d~ la casa Alt.le n , en Venecta (úruca y además Privada repre-
la vida real (en las primeras escenas, sobre el escenario, se ve represen- sentaclon venectana en e l Siglo XV!l de una ópera de Scarlatti), en virtud de
tada la escena de un teatro de cómicos a punto de salir a e scena, pero la su simplicidad de montaje y del seguro efecto artístico.
escena en la escena permanece cerrada por la imprevista crisis mística de , (Es apr?pia~a una_digres~ó~ para eli~nar una leyenda que aflora aquí y
la protagonista). En cuanto al aspecto musical de estas comedias (puestas alla en la histonografía openst1ca: no eXIste una «ópera cómica,, del siglo
en música por Marco Marazzoli y Antonio María Abbatini), pocas canzone- XVII. ~xiste~ óperas de tema cómico, o también óperas entretejidas como
tas de configuración rítmica pintoresca interrumpen larguísimos diálogos re- ~omedias mas que como dramas. Pero durante todo el siglo éstas no cons-
citativos, escritos en un estilo «de moda••, que se imaginan recitados (más btu~eron una tradición unitaria, como en cambio ocurrirá en el siglo xvm.
que cantados) con una velocidad casi de prosa. Los modelos españoles no El s1glo xvn conoce una sola tradición operística continuada: la del «dramma
están, sin embargo, limitados a las comedias solamente. Dramas alegóricos per ~~sica» _de tipo v_en~ciano. Las óperas «cómicas•• son, respecto a esta
y mitológicos -como Ni Amor se libra de amor, de Calderón, recitado en tradicton nactonal y publica, meras variantes ciudadanas o privadas del cen-
español (con música de escena) en la embajada española de Roma en 1682 tro de óper~•. variantes expresa y acentuadamente autóctonas en oposición
y transformado luego en La Psiche de los romanos Giuseppe De Totis y al cosmopolitismo de las óperas venecianas de exportación. Entre ellas no
Alessandro Scarlati (Nápoles, 1683), o como La caduta del regno dell'Amaz- hay ninguna relación, ni tampoco tienen mucho sentido representadas fuera
zoni, del mismo De Totis y Bernardo Pasquini, colosal «fiesta teatral•• que de la ciudad de origen. Es éste e l caso de los dramas toscanos de Moniglia

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en Florencia, de las comedias de capa y espada de Rospigliosi en Roma, de nonciana para cuatro personajes, de argumento arcádico, cantada en R
los libretos novelescos de Maggi en Milán, de la gran parte de las pequeñas en 1696. oma
óperas «feudales» de la aristocracia romana, de las óperas de tema aven-
turero producidas por el maestro de capilla de la ciudad de Nápoles, Fran- Vehículo del aria de ópera y ~áxima atracción del espectáculo son los
cesco Provenzale, para ser representadas, no en el teatro de la ópera ofi- ~tantes. (Aun el esplendor arqUitectónico procurado por escenógrafo _
cial sino en presentaciones ocasionales promovidas por la aristocracia napo- males como Ferdinando Galli Bibiena mediante la introducción de la s ge
. pers-
litana. Por lo demás, Nápoles, en cuestiones de ópera cómica, enseña: el pectiVa <<por ángulo••, o de focos múltiples, potencia en última inst,. .... ·
·ó · -~aa 1
mismo origen de la ópera cómica napolitana en la primera década del siglo concentrac1 n VIsual sobre el personaje canoro --que canta sobre el
. pros-
xvm -o sea uno de los episodios decisivos para la creación de una tradi- cerno, en el centro de la boca del escenario- y lo hace objeto de una Visión
ción de óperas cómicas que atraviesa todo el siglo xvm- nace como inicia- deslumbrada y deslumbrante.) La carrera teatral de los más afortunado
tiva particular de la aristocracia ciudadana en contraposición de la ópera he- ..
tre e11os es vertJgmosa. U sen-
n tenor como Giovanni Buzzoleni -o sea ,_
roica patrocinada por la corte.) .
pe1vocal que en el siglo XVII no es nunca protagonístico- canta en l\1 t
-•P•
En los últimos dos decenios del siglo la red de los teatros de ópera, ex- (1682), Milán (1683, 1684, 1686, 1687), Reggio (1684, 1686), Mó:~:
tendidos uniformemente en toda Italia, permite y provoca una ulterior ho- (1685, 1690), Crema (1689), Piacenza (1690, 1700), Venecia (1690, 1691
mogeneización del repertorio. El fenómeno ascendente es la soberanía ab- 1693, 1703), Nápol~s (16~7, 1698): y la lista es seguramente incompleta:
soluta del aria y, por consecuencia, el papel preponderante adoptado por La soprano Marghenta Salicona -famosísima entre las cantantes de ,,....
los cantantes. Dos síntomas elocuentes en la estructura misma de las fuen-
-•a es-
cuela, la de Bolonia, que es, con diferencia, la más prolífica de la época-
tes: cada vez más a menudo Jos libretos de ópera incluyen los nombres de canta en Módena (16~7), Bolonia (1679), ~eggio (1679), Venecia (l6 0),
8
los cantantes (y de sus augustos protectores), que antes de ese momento M~tua (1?S2), V~necia (1682, 1683~, ~egg~o (1683), Vencía (1684, 1685);
eran raramente me ncionados; cada vez más a menudo la música de un dra- aqm la oyo y la VIO el elector de Sa)orua que, sustrayéndola abusiv"'"" t
ma es consignada en manuscritos que no contienen la partitura completa si- ·- d ¡ ~·•en e
a 1a prot eccwn e duque de Mandua la contrató establemente en la
no solamente las arias de la ópera (a menudo reducidas a las partes de la • corte
de ~resde; se sabe que canta en Munich en 1688; vuelta a Italia bajo Ja pro-
voz y del bajo continuo solamente). No sólo el revestimiento musical de un
teccJ~n de los duques de Parma y luego de Módena, canta en Milán (16 ),
drama se identifica siempre más con la simple suma de sus arias: los ma- 96
Regg~o (1697, 1699, 1701), Módena (1697, 1698) Turín (1699) l>·
nuscritos de este tipo son destinados a la reproducción doméstica de la mú- . • • v1ena
(1699), PJacenza .(1700), Venec~a (1703, 1705), Florencia (1710). La fama
sica teatral, al canto privado de las arias famosas, y de tal manera su con-
europea de una diva como la Salicola es tal que -junto a otros dos star co-
sumo coincide con el consumo que se hace de la cantata de cámara, o sea,
aquel género musical de pequeñas dimensiones (a una o a pocas voces con mo el castrado ~rancesco Pistocctú y el compositor Cario Francesco Polla-
bajo continuo y, tal vez, algún instrumento concertado), que, como la ópe- rolo- aparece Citada en el texto del Carnaval von Venedig, ópera de Rein-
ra, se funda en la alternancia de recitativos y arias y en textos poéticos vul- hard Keiser (Hamburgo, 1707). Se trataba de una fama no carente de tibe-
gares inventados (monológicos o dialógicos). Esto no significa que no exis- tes. . mundanos. No solamente su <<rapto » a Dresde la había consolidado·. un
tan diferencias estilísticas aún notables entre la música de teatro y la de las VIaJante alemán (Adam Ebert), que la .conoció en 1680, dice que «por un du-
cantatas de cámara: por estar destinada a un círculo restringido, selecto, re- cado de moneda se la podía lograr, y a veces, junto con una bandejita de
finado de entendedores, la cantata de cámara apunta más hacia sutilezas confituras, . bastaba también para poner contentos a la madre, al padre Y a1
compositivas que no sobre el gran efecto patético, como las arias de ópera. hermaruto». Pero
. .,esto solamente un caso entre diez• entre cien• que docu-
Sobre un escenario teatral, también las cantatas de cámara de operistas co- mentan
, la condicion mundana de la cantantes que preexistía en el teatro de
mo Cesti, Marazzoli, Stradella, Scarlatti diluirían en la vastedad del ambien- opera, pues ya en 1633, Fulvio Testi podía escribir desde Roma al du
te y del público sus afectaciones de invención poética, melódica y armónica. de Módena: <<Si Vuestra Alteza busca una perfecta honestidad en sus que
Pero esto no excluye una sustancial afinidad formal y una contigüidad fun- tantes, no se dirija a este cielo. Aquí las cantantes se toman algunas ¡¡can-
cional entre el aria de ópera y el aria de cantata: ni tampoco faltan entre los . cen-
cias placenteras, y también muchísimas de las otras mujeres, que no saben
dos géneros grados intermedios. Que no sorprenda, por ejemplo, encon- cantar, se hacen cantantes en esta parte••. Alrededor del teatro de óp
trar en un «drarnma per musica» de tema heroico como el Trionfo di Ca- tamb. , t 1d d . . era,
1en es e a o e la VIda social de la época, indudablemente, prosPera
milla, de Bononcini una docena de arias extraídas de una «Serenata» bo- y aumenta su seducción.
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23. CONVENCIONES FORMALES Y DRAMATURGICAS. papeles, a cada personaje de rango igual le corresponde de hecho, por nor-
EL LAMENTO ma, un número igual de arias y un igual grado de diversidad en su carácter
y afecto (del punto de vista del espectador vale obviamente el criterio re-
Los cantantes y el aria, vehículos y sede de las peores infamias estéti- cíproco: la cantidad y diversidad de las arias de un papel son el índice de la
cas a los ojos de los literatos del siglo XVIII, son los artífices y la fuente de importancia relativa del personaje). La <<tipología de las arias recabales del
la mayor delicia para los oídos de los espectadores. Por cierto, a partir de cúmulo de los testigos de muchos comentadores del siglo XVIII (cfr. vol. VI,
los años 70 a más tardar del siglo XVll y más o menos durante todo el siglo § 26) -una << tipología>> que infunde sospechas por la irreductible heteroge-
XVIII, el aria, aislada y aislable del contexto dialógico y recitativo, es lo que neidad de s us criterios, indiferentemente técnicos («aria rápida»), vocales
podemos llamar la <<unidad semántica» mfnima sobre la cual se concentra la (<<de bravura»), afectivos (<<patética», <<de desdén»), estilísticos («hablan-
atención musical de autores y público. No solamente el texto del aria -un te>•) o genéricos («de expresión»)- no contempla abiertamente un sistema
discurso poético completo en el ámbito de pocas imágenes verbales, una de- dramatúrgico, poético o musical auténtico y normativo. Pero, tomadas por
cena de versos, aproximadamente, comunica un concepto o un afecto uni- lo que éstas son - tentativas empíricas de describir la dosis, personaje por
tarios: cada aria tiene además su carácter musical definido e individual. Es personaje, de arias de diversos caracteres- , estos testimonios del s iglo
impos ibles seccionar un aria en s us componentes individuales sin amputar XVIII son igualmente válidos para el <<dramma per mus ica» del siglo XVII
su significado, sin reducirla a material verbal y musical inerte, irreconocible tardío.
(en otras palabras: quien cree «describir>• las arias atornizándolas en esque- Para la caracterización compositiva de l aria, más aun que el aspecto me-
mas formales de tipo ABA o ABB', a lo sumo da una presunta historia de lódico cuenta el aspecto rítmico y métrico, que es como decir la sede mis-
la ópera que se reduce a mera morfología de la música de ópera). Es inútil, ma de la conjunción entre la elocución del texto y la estructura musical. Los
por otro lado, buscar una intención deliberada, un carácter perceptible de recursos son virtualmente ilinútados, desde un máximo de regularidad a un
unidad o de unitariedad musical en el plano de un único ~dramma per mu- máximo de irregularidad rítmica y métrica. Un aria como la de Giasone que,
sica», en el plano de una entidad compuesta constituida por la suma de to- prácticamente surgiendo de las blandas plumas del lecho de Medea, se pre-
das las arias y de todos los recitativos de una única ópera. Más allá de la senta al público (en el acto 1 de la ópera de Gicognini y Cavalli), embargado
menor o mayor intencionalidad o inintencionada persis tencia de caracteres de una lasciva pereza, explota expresamente la hipnótica regularidad acen-
personales o en la escritura, en el estilo de cada compositor de época (per- tuativa de los hexasílabos, a lo cual corresponde en música un balanceante
sistencia que entonces no valdrá para una sola sino para muchas de sus ópe- ritmo temario (y se trata exactamente de una perversa canción de cuna, can-
ras), el ropaje musical en conjunto de un <<dramma per musica» s igue más tada por quien no quisiera jamás dejar tan dulce sueño):
bien el principio de la máxima variedad. Será tarea del libretista el pre dis-
poner una sucesión lo más variada, cambiante y multiforme posible de arias, X X X X
a las cuales el músico conferirá una fisionomía melódica, rítmica y composi-
tiva lo más científica y diferenciada posible. Ya se ha dicho, por otra parte, De- Ji- z1e, con- ten- ti
que cada aria de cada <<dramma per musica>> es virtualmente sustituible con che !'al- ma be- a- te,
un aria diferente que no sea, en contenido y significado, incompatible con fer- ma- te, fer- m a- te !
el texto del drama. La <<unidad semántica>> total estará, por lo tanto, dada, Su que- s to mio co- re
en música, no tanto por la partitura del compositor --que es a lo sumo una deh piu non stil la- te
cosa bibliográficamente re levante-, como, si acaso, por cada preparación le gio- ie d'a- mo- re!
de un <<dramma per musica», con todo el bagaje de las variantes, de las in- De- li- z1e míe ca- re,
terpolaciones, de las modificaciones. Unidad del aria y unidad del <<dramma fer- ma- te- vi qui!
per musica» coexisten, en suma, como categorías independientes e incon- Non so- piu bra- ma- re,
mensurables: la unidad de un aria es la unidad objetiva de un texto (poético ffil ba- Sta- co- sl!
y musical), la unidad del <<dramma per mus ica» es la unidad empírica de un
acontecimiento (escénico y dramático).
A la sucesión variada y discontinua de las arias se añade una exigencia (Sigue una segunda estrofa, de esquema métrico y música idénticos.)
de distribución sutil, hecha más por contrastes que por analogías: toca a la En la perfecta regularidad rítmica (son acentuadas la segunda y la quinta
trama dramática justificarla de manera convincente. En la jerarquía de los sílabas de cada verso, o sea una s ílaba cada tres, mientras que la primera

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1'

nota/sílaba de cada frase musical, de cada verso, está siempre <<in levare••), la reina exhorta explícitamente a su augusto consorte a admirar las bellezas
la voz, que literalmente se detiene en una larga nota tenida sobre las pala- de una virtuosa noble dama, de la cual ella misma está secretamente ena-
bras "fermate, fermate• -los instrumentos se callan de ·golpe durante un morada: el aria es, por tanto, al mismo tiempo, una implícita declaración -a
compás-, es un gesto musical de simple pero grande sugestión. (Esto no sí misma, y al público- de su inconfesable enamoramiento. Sólo este juego
significa que al hexasílabo completa siempre y úrúcamente el mismo carác- sutil de guiños explica la mutabilidad afectiva implícita en la estructura mé-
ter mecedor: para Metastasio, la fuerte cesura entre las sílabas tercera y trica de un texto poético que, leído ingenuamente, parecería contener un
cuarta hace, tal vez, al verso privilegiado de los afectos anhelantes, como · único, unívoco afecto. Con lo que se demuestra que en el nexo entre acción
en el aria de la Olimpiade «Se cerca, se dice "!'amante dov'e?". "L'amico dramática y aria, lejos de ser necesariamente debido a un pretexto, o frágil,
infelice" Rispondi "mori"»; para Da Ponte puede ser un verso idílico o gra- es funcional a una comprensión recíproca correcta.)
cioso, «Soave sia il vento» o «Se acaso madama». En general: a cada tipo No todo el teatro de ópera italiano del siglo XVII está regulado por la rí-
de verso corresponde, sí, un número relativamente limitado de soluciones gida especialización del recitativo y aria, de diálogo musicalmente consuma-
rítmicas típicas, pero no por eso su aplicación afectiva es rígidamente pre- do y de representación musicalmente orgarúzada del afecto momentáneo.
determinable.) En el extremo opuesto, la polimetría de un aria como la si- Antes bien, este régimen binario, dominante de manera casi exclusiva des-
guiente, que en seis líneas mezcla cinco metros distintos (trisílabo, penta- de el octavo decenio en adelante, es a su vez la aplicación extremada de
sílabo, heptasílabo trunco; decasílabo, tetrasílabo, decasílabo trunco), obliga convenciones representativas y dramatúrgicas aún más antiguas. La con-
al compositor --en este caso, Domerúco Gabrielli, 1688-- a una elocución vención, institución que repele a toda estética guiada por los ideales de la
excitada, nerviosa, palpitante como el afecto de trepidación erótica que po- originalidad y de la autenticidad expresiva, es, en cambio, una condición ne-
see en ese instante el personaje: cesaria y vital de la comunicación teatral: en sentido propio, «convención»
quiere decir, ni más ni menos, tácito acuerdo estipulado --en este caso-
Vedrai entre autor y espectador, entre escena y platea, un acuerdo que da por acep-
ne' suoi bei raí tados y compartidos, por ambos contrayentes, signos y códigos represen-
diviso il sol scherzar. tativos. Para captar el rol activo, dinámico, de las convenciones teatrales
In quel seno, in quellabbro, in que! volto, es necesario reconocer los marcos de referencia culturales, los «horizonte~
sta raccolto de espera», las espectativas que el público teatral lleva consigo. (Que el tea-
tutt'il bello per farsi adorar. tro de ópera producía un horizonte de experiencias y de expectativas fuer-
Vedrai ecc. temente consuetudinario y repetitivo ya ha sido ilustrado en § 21.)
Antes de la superiodidad completa del aria, la «U!Údad semántica» mírú-
Verás ma sobre la cual se centra la atención del espectador puede ser de varias
en sus bellos rayos especies. Puede ser, sí, el aria sola: aún las primerísimas óperas tienen
dividido al sol juguetear. arias estables, y los teóricos (como el Corago, cfr. § 20) recomiendan, en
En aquel seno, en aquel labio, en aquel rostro ciertas condiciones, su uso. Desde siempre se impone al autor del drama
está reurúdo el deber de justificar, de motivar en algún modo la inserción en el discurso
todo lo bello para hacerse adorar. dialógico de este cuerpo musicalmente resaltante, esta momentánea sus-
Verás, etc. pensión de los eventos escérúcos que es el aria. Pero en el «dramma per
musica» de mediados del siglo también el personaje único, el papel solitario,
El cambio rítmico del cuarto verso, que introduce la sonoridad marti- puede constituir una entidad autonómamente significante. Es éste sobre to-
lleante de decasílabos y tetrasílabos (acentos fijos sobre la tercera, sexta y do el caso de los personajes cómicos. Desvinculados de los acontecimientos
novena sílabas, y doble «levare•), está compensado por el «da capo» de to- decisivos de la acción, subalternos en la jerarquía de los interlocutores, los
da la sección irúcial. El recurso formal del <<da capo» sella la urúdad del aria personajes bufos viven una vida propia y gozan de una bufonesca extraterri-
y es tanto más funcional allí donde, como aquí, el aspecto antitético de la torialidad. Confiados a cantantes especializados, son ubicuos: fue quizá el ta-
primera y la segunda secciones es imagen sonora de un afecto intrínseca- lento histriórúco de un úrúco cantante el que hizo proliferar los jorobados bal-
mente compuesto y ambivalente, confuso. (Para darse plenamente cuenta bucientes en las óperas venecianas de los años 1648-1652, incluso en Gia-
de las implicaciones afectivas de un aria es necesario tener siempre presen- sone; desde la Arnalta de Poppea hasta el fin del siglo el personaje obligado
te el contexto de la trama dramática. En el caso en cuestión, con esta aria de la «vieja .. sagaz y lasciva fue cantado por tenores expertos en el travesti
190 191
caricatura!; un teatro de alto rango como el San Giovanni Grisostomo no re- (del xvu). Ambos están compuestos sobre un texto de Ott · Rin cini
. lm di · aVJo UC '
nunció por esto a la atracción de un cómico de rutina (Tomaso Bovi, que pero rad tea ente stmtos son sus orígenes, su configurac· - Ji · su
· 1 di . ton terana,
actuó ininterrumpidamente ¡de 1678 a 1700!) para los roles cómicos, estan- es t ruc t ura mustca . . ; son versas tambtén las tradiciones a ¡as que pertene-
darizados asimismo en sus nombres (Bleso, Lesbo, Zelto, Gildo, Leno ... ). ce, y 1as tradtciones que a su vez crearon.
El repertorio convencional de los gags cómicos, la suelta moralidad de las El éxito del la~ento de Ariad~a. fue conmovedor (<<no hubo ni una sola
arietas gnómicas, el espacio presumiblemente dejado a la improvisación dama que no verttese alguna lagnrruta con su llanto• dice el · de la
clownesca, coloqn a estos personajes en un horizonte que es familiar a to-
· ·' ,1 y duradero (aun
Premtere; , . .
a mediados del siglo XVII se dice
' cromsta
h ha-
ib'd h . , . Que «no a
do espectador de ópera, el de los «comici dell'arte•, de su arte l:ústriónico 1 o casa en 1a que, abtendo cembalos o tiorbas no tuVJ·e to
. ' se e1 1amen "
conocido, pero S¡empre divertido. (Fueron la especialización profesional de de Ariadna). Las fuentes musicales que nos han quedado cu , rtu-
. ., . entan su tO
los papeles y la funcionalidad de las escenas bufas, transferibles a voluntad na. p ublicado pnmero .en una verston madrigalesca a cinco vocesene · . ex
lib 1s -
de un espectáculo a otro, las que provocaron, alrededor de 1700, el dega- to ro de Monteverdi (1614), en la versión monódica el larn ció
· '1 .. , ' ento apare
jarniento de los episodios cómicos del cuerpo del <<dramma per musica•, y tmpreso so o en 1623, , en una edtcton que reproduce tamb1·en ,
as dos ar-
1 «C
no ya razones de depuración clasicista, atribuidas por los literatos del siglo tas amorosas en genero representativo» del séptimo libro p ·ón
Ód . d b'- · 1 . · ero la vers 1
xvm, en cambio, por espíritu de grupo o por miopía crítica, a la iniciativa mon tea e 10 crrcu ar antenormente en copias manuscrita · rto
. - d s, y tan cte
delibrerada de uno de ellos, Zeno; cfr. vol. VI, § 25). es que en e 1 rrusmo ano e 1623 un oscuro organista urbevet bli aba
También una secuencia de escenas señalada por una única escenografia
,. · · -
1a mustca sm mencton e su autor en una antología suya de m anopu
d
d' y en
e
puede constituir alguna vez una entidad significante. Una caracterización es- efecto, muchos manuscritos de músicas para voz sola conti' ono •as. .-.to
de Ariadna, a menudo en compañía de otros lamentos de cám enen el lame••
cénica sugestiva puede prevalecer sobre las unidades formales, musicales fin De
y literarias que la componen: con la aparición de un determinado tipo de es- 'echa
1•
t .
• empran~ son: un manuscnto romano (hoy en Venecia)
ara a es. ue
contiene también un lamento de Herminia sobre las octava~ d T ca.' .qun
1614
cena se desencadena en el público expectativas dramáticas y musicales con-
vencionales, el espectador ya pregusta las danzas de diablos que poblarán 't
manuscn o mo enes, d , 1623 ca., un manuscnto florentino que e · asso, m-
.
.é 1 - ·
b• n a mustca para algunos de los versos inmediatamente s contiene ta
una escena «infernal>>, las caricias vocales de una escena <<deliciosa•, los mo- · ¡ )a-
l lib . . .. ucestvos a
nólogos lamentosos de una <<hórrida prisión•, etc. Por fin, hay situaciones mento en e reto de la tragedta de Rinucclill, y que es ás
' · 1 · · , . • por tanto, Jl1
dramáticas convencionales que constituyen por sí solas unidades significati- q~e 1os ot ros, proxtmo a ongmal openstico; un manuscrito poseído or Lui-
vas suficientemente consolidadas para ser percibidas como entidades unita- ~ ~os~~ (hoy en Londres) y que contiene también un lamento de POJiJllpia
rias y autónomas: el lamento del (o, más a menudo, de la) protagonista, la (lffiltacton en versos sueltos de un episodio ariostesco) ca t m· ~..;-
invocación de un espíritu de ultratumba, la escena de amor con dúo, la can- bw'do a Monteverdi· por una mano coetánea. Fuentes tardí u amente a.,..a'
· . . as son· la par -
ción de cuna y el adormecimiento (con o sin sueño visualizado), etc. Baste frasts sacra latina publicada por Monteverdi mismo en la ¡ s ·
e va mora/e-In/la
de
examinar aquí un solo caso, el del lamento, que (si es lícito recurrir por un 1641 "P ·
,. tanto de/la Madonna sopra il lamento d'Ariadna) · un L
momento a un léxico teatral más del siglo XIX que del xvm) es la verdadera ' " dd ¡ ·
m a a ena, otra parodia sacra del ongmal, pero en italiano
. . ' amento uc> s-
't d , · • en un mantl
<<escena madre>> de muchos <<drammi per musica•. Se verá cómo en la de- en o e musicas . para la Semana Santa compilado en Roma en 1os anos - ~•o
finición de una escena convencional se cruzan y se superponen marcos de (h oy en Baloma); por fin, otro Lamento della Maddalena so~>ra 1d' • ·an-
·d · . ~' que r1n
referencia literarios y culturales heterogéneos, formas heteróclitas de per- na cont e m o en un manuscnto napolitano (hoy en Bolonia) Post . 6• 6
cepción musical y dramática. (E s ta u ttma 1ec a se deduce de otro lamento contenido en la enor
' 1 · • h · a 1 ~c-·
CJ.ón, e 1 Lamento del re dt. T umst: . . este
, nusma co1e
Es conveniente partir del examen de dos composiciones de Montever-
., se refiere a un hecho histonco. - · . la
di, semejantes y diferentes al mismo tiempo: el Lamento d'Arianna y el La- convers10n - pomposamente celebrada por los jesuitas d Pal n
1646--- d ' · · · · e ermo e
mento delta Ninfa. En un caso se trata de una escena operística (el verda- e un prmctpe musulmán al cnstiamsmo, conversión a 1
L 1
re-
dero clou de la Arianna dada en Mantua en 1608), pero que gozó de una fiere tam b.ten '
otro s ar amento delta prencipessa di Tun · ·
i m i•l ' a cua se
y
mustca' . de Loreto v·Itton,. e d'ttado en 1649. La tradición del )ISI, palabras á-
inmensa fortuna como cantata de cámara. En e l otro caso se trata de una
,. . amento de e
cantata, de un aria de cámara publicada en un libro de madrigales (el octa- mara d e argumento político prospera a medtados del siglo·' LUigi · · ROSSI. cOv _,_ •
vo, 1638), pero <<en género representativo•, o sea en estilo teatral (es sig- pone antes de 1641 un Lamento . della regina di Svezia por la m d
uerte e tJ -
G s
nificativa la prescripción del autor: el llanto de la Ninfa <<Va cantata a tempo tavo Adolfo, evento cructal de la Guerra de los Treinta Años· de G'taco... ......, 0
dell'affetto dell'anirno, e non aquello della mano•). Ambos, pero en diverso e . .. .
?nsslffil es un Lamento della regtna Mana dt Scozia sobre pal b
. . . ..Je
modo, son prototipos de una multitud de lamentos teatrales de este siglo G10. Fili'ppo Apollini', escnto · después del 50, en una época en la cual a los
ras stJ·
v

192 193
cesos cruentos de la revolución inglesa volvían a proponer el tema del re- O nembi, o turbi, o venti ¡Oh nubes!, ¡oh remolinos! ¡oh
gicidio evocado también en el coetáneo Lamento. dell~ _regina. d'lnghilter:a; sommergetelo voi dentr'a [vientos!,
un lame nto de Barbara Strozzi se refiere a la e¡ecucwn capital, requenda [quell'onde! ¿sumergidlo vosotros dentro de
por Luis XIII en 1642, de un noble opos~tor; un anónimo Lamento.di Mari- [aquellas olas
netta perla morte di Masaniello suo manto se re~ere, con to~os ":vame nte
caricaturescos, a los sucesos de la revuelta napolitana. E sta lista, mco~ple­ Carrete, or che e balene, ¡Corred, orcas y ballenas,
ta es suficiente para documentar la boga mundana del lame nto de camara e de le membra irnmonde y de sus mie mbros inmundos
c~mo modelo de poesía para música sobre temas de actualidad.) empiete la voragini profonde! llenad las vorágines profundas!
¿Qué nos dice este catálogo de las fuentes del lamento de Ariadna? Dos Che parlo, ahi! che vaneggio? ¡Qué digo, ay! ¿Qué delirio?
cosas: que este lamento, monólogo operístico, circuló como cantata de cá- Misera, ohime, che chieggio? Oh Teseo, oh Teseo mio,
mara; y que ésta tiene una fuerte propensión a !amiliariz~rse con otros 1~­ O Teseo, o Teseo mio, no soy, no soy yo
mentos de cámara análogos, de los cuales constituye el e¡emplo. El mono- non son, non son quell'io no soy yo quien tales agravios
logo de lamento se propaga entre literatos y músi~~s. Ya se ha vis~o .que non son quell'io che i feri detti dijo:
India componía lamentos sobre textos suyos (cfr. § 3); L~mento se mt1tul.a [sciolse: habló mi afán, habló el dolor,
una Proserpina gelosa de Gio. F elice Sanees (1636); el rrusmo texto de ~­ parlo l'affano mio, parlo il habló la lengua, s í, pero no ya
nuccini es puesto en música por Francesco Costa en 1626; G. B. Marmo [dolare [el corazón.
lo parafrasea en heptasilabos sueltos en su idilio Arianna, también éste pues- parlo la lingua si, ma non gia'I
to en música (por Pellegrino Possenti en 1623). Que, pese a todo, la Ariad- [core.
na fue el prototipo de toda esta proliferación de lamentos resulta de la Olimpia (? - ?) Olimpia (? - ?)
confrontación misma con el texto de uno cualquiera de ellos. Un caso pa-
te nte es el del Lamento d'Olimpia, demasiado flagrantemente copiado de la Voglio, voglio morir, voglio morire! ¡Quiero, quiero morir, quiero
Ariadna (¡hasta en la música!) como para poder admitir la atribución a Vano e il confortuo tuo, vana ogni morir!
Monteverdi. [aita, Vano es tu consuelo, vana toda
il martir con la vita [ayuda)
vedrai cosi fmire el martirio te rminaría
Ariadna (Rinuccini-Monteve rdi
Voglio, voglio morir, voglio morire! así con la vida.
¡Dejadme morir, ¡Quiero, quiero morir, quiero
Lasciatemi morire,
dejadme morir! morir!
lasciatemi morire!
E che volete voi che mi conforte ¿Y qué queréis vosotros que me
[conforte O Bireno, o Bireno, ahi non poss'io Oh Bireno, oh Bireno, ¡ay!, no
in cosi dura sorte, dirti Bireno mio,
en tan dura suerte, [puedo
in cosl gran martire?
en tan grande martirio? se per no esser mio le vele sciogli llamarte, Bireno mío,
Lasciatemi morire! [... ]
¡Dejadme morir! si para no ser mío las velas desatas
[...]
O Teseo, O Teseo mío, Oh Teseo, oh Teseo mío,
sí, que mío te quie ro llamar, Ma perche, o ciel, invendicato ¿Pero por qué, oh cielo, sin
si che mio ti vo'dir, che mio
[pur sei [que mío, pues, eres [lassi) [venganza dejas
aunque te sustraigas, ¡ay, cruel!, il tradirnento indegno, la traición indigna,
benché t'involi, ahi crudo, a gli
[... ] [a mis ojos e tu, del vasto e procelloso regno y tú, del vasto y tormentoso reino
[ ... ] [occhi miei
superbo domator, ché no'l soberbio domador, por qué no lo
¡Ay, que no responde, pues! somergi? sumerges?
Ahi, che non pur risponde!
¡Ay, que más que un muro es Eolo, ché non commovi i venti ¿Eolo, por qué no mueves los
Ahi, che piu d'aspe e sordo a'
[miei lame nti! [sordo a mis lamentos [alteri, [vientos altivos
perché non li sprigioni, por qué no los desaprisionas,

194 195
si che s'affondi entr'al vorace sí, que se hunda en el voraz seno netta• estrófica (cuatro heptasílabos rimados ABAB y un estribillo ·
[seno el desleal a mí, cruel Bireno? · 1 d ¡ íl b . , s1empre
1gua , e os ?~t~s a os en .nma .asonante): y como tal la habían tratado,
il disleale a me crudo Bireno? Pero, ¡ay de mí!; con soltura silab1ca, Brunelli y P~azza. A modo de ejemplo, una estrofa:
Ma troppo, ohime, dure querele demasiado duras querellas lanzo;
[spargo, ¡ah! , retomad a mí, voces serenas. <<Amor», diceva e'l pie,
deh ritom ate a me voci serene! Bireno, oh Bireno mío, mirando il cieL fermo
Bireno, o mio Bireno, en virtud del amor s i no el dolor, <<Dove, dov'e la fe
in virtude d'amor se non il duolo rrús justas iras refreno; che'! traditor giuro? .,
le rrúe giust'ire affreno; perdona, ¡ay de mí! , perdona, Miserella, ahi piu, no no,
perdona, ohime perdona, porque de una manera el corazón tanto gel soffrir non puo.
perche altro il cor, altro la lingua y de otra la lengua suena de una
[suona! [manera. «Amor•, decía, y e l pie,
mirando al cielo, detuvo,
Todos los lamentos citados hasta aquí son monólogos recitativos multi- <<Dónde, dónde está la fide lidad
seccionales. El lamento de Ariadna, fundador de la tradición, consta de cua- que el traidor juró? ..
tro secciones, en las cuales se suceden violentamente afectos constantes: Desdichada, ay!, más no, no,
desesperación mortal, autoconrrúseración, súplica al amante perjuro, evoca- tanto hielo sufrir no puede.
ción nostálgica de las alegrías pasadas, reproche de las promesas no man-
tenidas, imprecación de venganza dirigida al prófugo y -súbitamente des- De esta banal <<canzonetta», Monteverdi hizo una escena canora d ali
· L · e en-
pués, con un cambio abrupto de ánimo- aterrorizada consternación por la to tr.á~c:o. . a 1dea. (g~nial) fue la de extrapolar del texto estrófico de Ri-
impiedad de las propias palabras, pronunciadas literalmente «fuera de sí•• nuccJru el discurso mdirecto (en primera persona) de la Ninfa del di
· dir ' scurso
(<<No soy, no soy yo... Habló la lengua, sí, pero no el corazón•). Esta rrús- m ecto (en tercera pers ona), y de tratar a uno como un largo la t
• ( . ' men oso
ma sucesión, o una mezcla análoga de las rrúsmas pas iones, suministra el mono1ogo que 1gnora las cesuras est:óficas) confiado a la soprano, al otro
material literario y compositivo de los lamentos suces ivos. Pero en la A rían- como un. <<COro•• de .tres voces masculinas que• como fondo de un escenano ·
na original, en teatro, aquellas cuatro secciones estaban intermedias, a mo- sonoro 1deal, connuseran, con interjecciones de compasión la de
· · d 1 N' r . . • sespera-
do de tragedia clásica, por las intervenciones del coro de pescadores do- Cion e a m1a abandonada. (La operac1ón no habría s1do posible 5 · 1
lientes que, en la playa de Naxos, asisten a la desesperación de la bella rei- bIV eneJa de los heptasílabos, versos adaptados sea al texto estr ' fi a am-
. al · m
d
· la ' · o co e
na: de la música de estos coros no ha quedado huella alguna; ninguna de una arJa como rmucc~ana, sea al texto de un recitativo en versos lib )
las fuentes, todas evidentemente destinadas al uso camerís tico, guarda una La estructura musical fue la de un aria formalmente organizada n 1 rli~bs.
. . . .
de un recitativo: pero de un ana su¡ generis. Un baio obstinado un • o a re
sola nota. (Paradójicamente, la única música conservada para los coros de li ( . ' ' a passa-
los pescadores es la compuesta, sobre las rrúsmas palabras de Rinuccini, cag a. esquem~ m~lód1c?-armónico fijo, cuatro notas descendentes, La-Sol-
por Severo Bonini para un Lamento d'Arianna suyo publicado en 1613 y, Fa-MI), se ·rep1te unpas1ble · 34 veces:
. contra este fondo ríaido
, . • de spoJa · do,
por tanto, antes de la primera edición del lamento monteverdiano que, edi- ru dimen.ta~o, e 1canto smu~so, err.átJco, extraviado de la Ninfa tropieza, cho-
tado sin los coros, lo borró de la memoria en el horizonte de los ca, se fricciOna,
. .
provoca disonanc1as y durezas. También musica!rn ~ te~
por cons1gwente, una obra notable; pero no sin precedentes pues·o
contemporáneos). * .
en 1633 una Cantada ( ) a voce sola sopra tl passacaglio, di Gio. Fe¡¡ S
' l que ya
Muy distinta es la historia del Lamento delta Ninfa. Siempre sobre tex- ·b lli · ') · ce an-
(
ces 1 e s1ma. tiene exactamente el mis mo bajo obstinado, La-Sol-F -M'1
to de Rinuccini, éste no fue empero, como la Arianna, fruto de la colabo-
ración directa de poeta y músico. Este texto aparece (sin título) en la edi- exactamente la misma relación de .contradicción entre riaidez ,. del ba·JO ya mo-'
ción póstuma de las Poesie de Rinuccini (1622), una edición que Monteverdi ' rilidad de. la voz, exactamente la rrusma ambivalencia métrica en el te xt o (es-
utilizó también para otras composiciones del libro octavo. Pero Monteverdi tro fas anosas de heptasílabos y endecasílabos alternados o sea d
h • e versos
habría podido extraerlo también de una de las Canzonette a voce sola, de omologables a una declamación <<recitativa»; y de hecho poco ant d 1
fin , e l baJo . b . • ese
Gz. B. Piazza (1633), o directamente de uno de los Scherzi, arie, canzonet- o stmado se interrumpe por un momento y da lugar a algunos
te e madrigali, para voz sola, de Antonio Brunelli, que lo tenía musicado y
publicado desde 1614. Se trata del hecho de una inocente, jocosa <<canzo- (*) En español en el original.

196
197
compases de verdadero recitativo, de donde la denominación de «cantata" nación <<lamento»: se trata de arias, plañideras, sí, pero arias tout court, y
ants que la de «aria .. , que compete solamente a las composiciones de una no de <<lamentos». La denominación misma de <<lamento» aparece sólo en
sola pieza. A Monteverdi le corresponde entonces el mérito no tanto de la algún raro caso. En una de las copias manuscritas del Giasone, por ejemplo,
invención de un tipo tan sugestivo de aria sobre bajo obstinado, como de el gran lamento de Hipsipila en el tercer acto (un lamento tan eficaz que con-
s u aplicación a un «lamento .. anómalo: un lamento-aria, diríamos para dis- mueve, además de a los espectadores, al mismo Jasón, provocando su arre-
tinguirlo de lamento-escena de la Ariadna de 1608, del lamento-cantata de pentimiento y procurando, por consiguiente, el desencadenamiento del dra-
Ariadna en e l uso camerístico que se le ha hecho. ma) es designado como tal: pero se trata de un monólogo multiseccional del
Le eficacia del Lamento delta Ninfa fue enonne e inmediata. Publicado tipo del lamento de Ariadna, no de un aria sobre bajo obstinado. Esto no
un año después de la apertura de los primeros teatros de ópera en Venecia, significa que sería incorrecto llamar «lamentos» las arias de efecto doloroso
un año antes del debut de Cavalli, fue la fuente de decenas de arias-lamento sobre bajo obstinado (bastaría el Lamento del/a Ninfa para autorizarlo): sólo
teatrales sobre bajo. El prototipo monteverdiano -tetracordio diatónico en que será indispensable distinguir siempre entre «lamento» como escena, co-
proporción ternaria- se presta a variantes y contaminaciones significativas. mo monólogo, y «lamento» como aria. La distinción reside en la heteroge-
El aria-lamento de Casandra en la Dido de Cavalli, por ejemplo, está en tiem- neidad de las referencias culturales del término <<lamento»: en un caso se
po binario, el bajo es cromático (Re-Do# -Do ~ -Si-Sib-La), cuadruplicado refiere a un campo semántico que es dramatúrgico, literario; en el otro, a
(cuatro tetracordios contiguos durante cuatro heptasílabos sobre una exten- uno que es morfológico-musical.
sión total de dos octavas: ReLa, So!Re, ReLa, SolRe), prolongado (dos en- Entendida esta diferencia de fondo, es necesario darse cuenta de que
decasílabos en recitativo sobre un tetracordio cromático descendente La- una escena-lamento (un lamento como el de Ariadna y de sus descendien-
Mi): cada nota del aria de Casandra es distinta del prototipo monteverdia- tes) es percibida y reconocida como tal por sus características musicales.
no, no, sin embargo, el principio constructivo, ni tampoco el afecto doloro- La escena-lamento es la escena de desesperación, imprecación, autoconmi-
so. En la misma ópera, Hécuba evoca fuera de sí misma literalmente e l mis- seración de la heroína; es un monólogo resolutivo cantado en el momento
mo espíritu: de crisis de las vicisitudes del drama; es, en el ánimo de la protagonista, el
punto culminante de los conflictos quela historia ha desencadenado. Una de
X X X X las características constitutivas -ya ilustrada aquí para el lamento de Ariad-
na- es la alternancia ruinosa y abrupta de estados de ánimo opuestos, la
Tre- m u- lo spi- n- to,' representación excesiva de la desesperación mediante la explotación de es-
fle- bi- le e lan- gui- do, tados de conciencia y de inconsciencia extremos («non amant sed insaniunt
e- sci- mi su- bi- to... mulieres»). Como Ariadna, así Octavia en la Poppea impreca y de inmediato
se arrepiente de sus propias imprecaciones.
El bajo obstinado (tetracordio cromático descendente, ternario) se con-
juga aquí con el ritmo dactJ1ico obstinado de los pentasílabos (más bien de . . . Destin, se stai la su
los vocablos) todos esdrújulos, ritmo que por convención se suele aplicar a Giove, ascoltami tu:
las escenas de deprecación de ultratumba y de invocaciones del más allá se per punir Nerone
(son famosos los esdrújulos del encantamiento de Medea en Giasone: fulmini tu non hai,
<<Dell'antro mágico Stridenti cárdini ll vareo Aprítemi... »). (El tetracordio d'impotenza t'accuso,
descendente, diatónico o cromático, obstinado o no, simple o compuesto, d'ingiustizia t'incolpo!
se transforma luego en un emblema sonoro genérico de afectos plañideros: Ahí, trapasso tropp'oltre, e me ne pento, ...
s u tradición se ramifica y diluye en fragmentos altísimos como el Crucijixus
de la misa solemne de Bach, como una veintena de <<Lieder >> de Schuberl ... Destino, si estás allá arriba,
que hacen uso de él, como el comienzo del Cuarteto en re menor K. 421, Júpiter, escúchame tú:
de Mozart, que no por casualidad Momigny, en su Cours complet d'harmoni si para castigar a Nerón
-para ilustrar las raíces declamatorias de la fraseología musical-, revis tió rayos no tienes,
con las palabras de un <<lamento de Dido» suyo ... ) ¡de impotencia te acuso,
Se ha de tener, sin embargo, presente que en las partituras de ópera de injusticia te culpo!
de Cavalli y otros ninguna de las arias con bajo obstinado lleva la denomi- ¡Ay!, me excedo demasiado y me arrepiento...
198
199
(y la música pasa de golpe, sin modular, a una tonalidad lejana). Como Ariad- garización italiana en octava rima de Gio. Andrea Dell'Anguillara (un best-
na, extraviadas y fuera de sí son Octavia («che fo, ove son, che penso? »), seller: ¡por lo menos, 35 ediciones desde 1561 a 1677!) donde se lee un la-
Hipsipila ("oh dio, Che vaneggio, a chi parlo, ove mi trovo?») y todo el den- mento de Ariadna interpolado de 36 estancias (VIII, 106-141). Fuente de-
so pueblo lamentoso de las heroínas desafortunadas sobre Jos e scenarios de clarada de Anguillara fue a su vez el lamento de Olimpia de Orlando furioso
Venecia y de Italia. (Como eUas, todavía Eboli, en Don Carlos, de Verdi, (X, 20-34): los comentarios a Anguillara ponen en claro sus «Contrapuestas
se despedirá del mundo con un aria exaltada que oscila entre la blasfemia y digresiones••, las «conversiones eficaces», en suma, aqueUos desvíos brus-
la confianza, entre contrición y desesperación.) El cúmulo de invectivas, im- cos de estados de ánimo opuestos que agitan también a los lamentos de
precaciones, recriminaciones, compadecimientos, funciona a menudo tam- Ariadna y de otras. A su vez, Ariosto tomó de Ovidio el modelo del llanto
bién como exposición dramáticamente necesaria de hechos anteriores ne- de Olimpia: pero no de las Metamorfosis, sino de las Heroidas, de las «Car-
cesarios para la comprensión de la acción que de otro modo serían ignora- tas » en metro elegiaco de heroínas antiguas a sus amantes infieles. Angui-
dos por el espectador: pero, sobre todo, se cristaliza en un comportamien- Uara, vulgarizando a Ovidio para el lector italiano en el metro <<popular» de
to escénico y vocal individuado justamente en su desborde, en sus muta- la octava rima, le aplica un modelo ariosteo (a su vez extraído de Ovidio)
ciones afectivas escarpadas. (Es quizá anómalo, pero no ilegítimo, definir li- de experimentada popularidad. Por lo demás, no solamente Olimpia, sino
teraria y compositivamente una forma dramático-musical más por sus arti- también otros héroes y heroínas en el Orlando y en la Gerusalemme libe-
culaciones, o más bien por sus desarticulaciones deliberadas, que por la con- rata son gratificados con grandes escenas de desesperación «ovidianas».
formación verbal y musical de su texto.) Pero puede suceder, y de hecho Baste citar a Armida y a Herminia que, como Olimpia y con las mismas «COn-
sucede en las óperas de Cavalli y de sus contemporáneos, que una (y so- trapuestas digresiones» y «conversiones eficaces», alimentaron de su parte
lamente una) de las muchas secciones en las cuales consiste una escena-la- una nutrida serie de madrigales épicos ariostescos y tassescos. La Arianna
mento esté compuesta como un aria-lamento, con o sin bajo obstinado. Más rinucciniana recurre por lo tanto a su lamento -escena culminante de la ópe-
aún, con el aumento de la importancia del aria de ópera la tendencia es del ra- a un conocimiento generalizado de una serie concatenada de modelos
predominio de la sección ariosa sobre las secciones recitativas del lamento- literarios de vasto consumo, y recalca hábilmente sus imágenes poéticas ca-
escena (el proceso es manifiesto en las variantes infligidas a los lamentos racterizantes. Que las cosas eran precisamente así, que al lamento de Ariad-
de Isifile en el Giasone entre 1649 y 1681: cada vez más añadidos ariosos, na y a su prosapia era fácil asociar mentalmente su fuente ovidiana vulgar,
cada vez cortes más grandes a Jos recitativos), hasta la extinción de este que en suma haya un nexo entre la literatura de consumo y el horizonte cul-
tipo literario-musical de escena, totalmente subrogado en varias especies tural del espectador de ópera, está sugestivamente testimoniado por un pe-
de arias. Y, sin embargo, algo de la alternancia brusca y disociada de afec- queño, efímero documento, un impreso popular de pocas hojas y precio mó-
tos contradictorios, típica del lamento-escena, sobrevive en algunas arias dico, un Lamento d'Arianna abandonata da Teseo (Bolonia, 1640), que re-
con «da capo•• que contraponen una primera sección lamentosa a una sec- produce las 36 estancias de Anguillara: el tipógrafo, como le quedaba un po-
ción central furiosa, por ejemplo, todavía en el Giulio Cesare, de Handel, co de espacio, añadió a modo de apéndice el texto de una Arianna tradita,
Cleopatra cantará «Piangero la sorte mia Si crudele e tanto ria» sobre un que no era otro que el texto del lamento de Rinuccini, perfectamente co-
tetracordio descendente semi-obstinado, para desencadenarse luego súbita- nocido por todos en su versión monteverdiana.
mente en una invectiva, furibunda y estrepitosa, «Ma poi, morta, d'ogni in- No pasa inadvertido tampoco que las mismas Heroidas de Ovidio tuvie-
tomo Il tiranno e notte e giorno Fatta spetto agitero»; el «da capo» subraya ron un vasto éxito vulgar (en la versión en versos sueltos de Remigio Fio-
desoladamente la inutilidad de la imprecación. El lamento como aria y el la- rentino, una veintena de ediciones desde 1555 hasta 1630). Las «cartas» de
mento como escena descienden, por tanto, de dos tradiciones musicales di- Penélope a Ulises, Dido a Eneas, Hipsipila a Jasón, Hipermestra a Linceo,
versas y coexistentes en el horizonte cultural del público teatral, y hasta en Helena a París, etc., son, en la sustancia poética y retórica, otros tantos
la página musical, sin perder con eUo jamá su identidad, su reconocible <<lamentos»: y en el lamento teatral de estas mujeres se haUa el núcleo vital
especificidad. de tantas óperas del siglo XVII dedicadas a eUas. No solamente esto: la «car-
Pero el lamento de Ariadna, con su progenie camarística y teatral, per- ta heroica» de cuño ovidiano fue un género literario de moda en el siglo XVII
mite aproximarse también, por otro lado, al horizonte de las expectativas italiano (recuérdense las «Cartas amorosas» monteverdianas, publicadas jun-
que el espectador del siglo XVII lleva consigo al teatro. Como para las otras to al lamento de Ariadna en 1623). Las Epistole eroiche, de Antonio Bruni
óperas de los comienzos (cfr. § 20), fuente de la Ariadna fueron las Meta- (continuamente reimpresas de 1627 a 1678) son <<lamentos» en tercia rima
morfosis de Ovidio. En verdad, las Metamorfosis dedican pocos versos a la y en versos sueltos extraídos del Orlando, de la Gerusalemme, del Adone
heroína, transformada por Baco en constelación (VIII, 169-182): es en la vul- y de la historia antigua; los Scherzi geniali en prosa de Gio. Francesco Lo-
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redano, príncipe de los Incógnitos (una treintena de ediciones de 1632 a delo artístico, pero diversidad de los modos de producción y de consumo)·
1676), son otras tantas invectivas de héroes y heroínas. Los tema~ -R~­ ei:.teatrQ.d~. ~-aiE~I!:~?_P-::_senta ór._~~s _alemillJ-ª~-fl~.un .modo y. para un-pú:·
darnisto y Cenobia, Sofonisba y Masinisa, Séneca y Nerón, S~rnírarrus Y ~~­ bJ!c.o_a_fines .a los~v~n.e~l_ano~:._qu~ ~~~ a -~-ll. ye~ caracteres afines a aqué-
no, Aquiles furibundo, Popea suplicante, Seyano desfavorecido, Arubal m- llQ.s..\l~Jo~ ~!..~'E~~?-~~-~SIC:~!!!:..<:l~~ (reproducción de formas de con-
victo, He lena llorosa, Germánico traicionado, Roxana modesta, etc. - son sumo ~alogas rned1ante la adopción, mutatis rnutandis, del modelo artístico
de aquellos que los libretistas venecianos aprovecharon ampliamente a p~­ Y ~el Sistema produ~tivo); en París y en la corte de Francia, espectáculos
tir de los años 40. Es difícil eliminar la sospecha de que haya alguna relac10n d~lib~ra~arnente dis~tos de los italianos, producidos por un sistema orga-
entre este tipo de producción literaria de éxito y la propensión de tantos ruzatlvo Igualmente d1verso, «funcionan• en realidad corno un equivalente au-
libretistas y músicos a construir un «drarnrna per rnusica•• en tomo al gr.an tóctono, cultural e ideológicamente específico, del teatro de ópera italiano
lamento del protagonista, la pre disposición del público a reconocer en la m- (rech~z~ del modelo artístico y producción de un modelo artístico sus tituti-
vectiva en la «Carta de acusación» de un personaje mítico o histórico, la es- vo, distinto pero homólogo); el teatro inglés de la restauración asume en
cena ctilinmante de un espectáculo musical. La indagación, desde la historia SIJ..S ~sicas escé~~u~h?~ asP.~!9S 4e__~ m·úsjf¡~Q.Qcif~p~á}tá'ijána:'-='Y
de la música, desbordaría en este punto hacia la sociología histórica de la tam~é~esa,=, sm.crear, sin ernb_argo,, unatr~.dic:;i_ón operlstica:
cultura: baste haber ilustrado, en el caso del lamento, la complejidad Y la Pt:Q.P.~ ~ _R.QI~porta~>.ién directa. corno en carnbi.o suc~df?_¡;á ~n 1?.épqca·~e
fecundidad de algunas de las convenciones representativas que fueron el mo- ~.!!1!.-Y-Híl!!gel, m por imitación o sustitución (adopción selectiva de c~­
tor eficaz del teatro de ópera del siglo XVII. racteres peculiares del modelo artístico adaptados o destinados a un uso tea-
tral extraño); el te_.?_!~o e~!!(ipl, -~alrnente,_.tolera.,con resisten¡:;~_ y apJj~
solamente..en.dmelirnrnadas. condic10nesJos principios mismos del teatro ele
24. LA OPERA EN LOS PAISES ALEMANES: VIENA Y ópera,._d~li.Y.'!L.t~9.1Jªz? _en .cualquier .casu Ja apariencia itali¡¡.n;;¡ (refractarie-
HAMBURGO dad al .~odelo_ artístico,. aceptación limitada de sus presupuestos, y su su-
bro.gaclOn autoctona). Sm _duda, no ~~ s.ólo la constitución artística .o instic
En el ámbito de la historia de la cultura y de sus problemas recae tam- tu~QP~eatro de_óp_era la que varía de caso en. caso:_son distintas, de
bién un fenómeno eminente de la vida europea en la segunda mitad del siglo prus. en pru~. íatfoxmas del poder, la" estructura social, las condiciones cul-
xvn: la difusión de la ópera italiana más allá.deJos..Alpe,s,. Y la implantación t~ale~.-las. tradiciones literarias, teatr:ales y musicales. Funciones de esta
de tradiaóñeS-operístiCas tócales irracionales más o menos autónomas. Las <!ívers1dad son las mutaciones, superficiales o profundas, que el modelo ita-
formas que adopta el fenómeno son variadas, desde la importación de la imi- llano s~fre, .las reacciones que provoca. De cualquier modo, que de todas
tación hasta el rechazo, pero es común a todas la referencia: «el teatro de estas s1tuac10nes el teatro de ópera italiano sea la piedra de toque, es un
ópera italiano». Lo que para Italia fue el desarrollo, rapidísimo pero orgáni- ?ec?o de tal_alcance ~ue p~rjudica severamente todo intento de explicar y
co, de una institución teatral y social ciertamente nueva, pero fuertemente JUstificar, _P~IS por prus, la Implantación del teatro de ópera como fruto de
radicada en la realidad cultural de la nación, fue par¡¡._eLresto_!kLfu[~ el una contlnmdad con formas y tradiciones teatrales locales o nacionales
tr¡_¡.SQIªn_t~,~_Q~~e. a !odo problemático, eje 1?1 mqd[lu._art(s~CO.Y~·~r~tiyo preexiste~tes. El esfuerzo, muchas veces intentado, de atribuir, por ejem-
éxtraño. No se puede dar cuenta aquí de todas las s1tuac1ones s1gnificat1vas plo, a la opera de Hamburgo, los «Orígenes» de la ópera nacional alemana,
(y significativos son también aquellos episodios -tal vez muy precoces, co- o sea de algo d~ lo cual solamente el siglo XVIII tardío formuló la noción y
rno la serie de espectáculos musicales dados en la corte polaca entre el 1635 que sólo en el s1glo XIX tomará alguna forma, des na turaliza la verdadera na-
y 1648 gracias a un literato italiano, Virgilio ~uccitelli, ~ecretario ~ea!-:-. que, turaleza d~ un epi~odio que tuvo dimensiones locales y temporales, después
quizá sólo por razones de naturaleza dinástica, no tuVIeron contmuac1on en de todo crr~unscntas, y que fue orientado hacia e l exterior más que pro-
la tradición teatral; significativos son también los intentos fracasados -co- ye~tado hac~a_ el resto de Alemania. (En todo caso, aquel episodio harnbur-
rno las p9cas__ ~~presentaciones de óperas _it_a ~~!:a.s.z..~~~~-~!2.-&!!~t~r::­ gu~s, Y las dis putas_ ideológicas, morales y estéticas que él desencadenó,
darn en los añosM==;- sintomáticos"de· un comportarrue.n19 cy}t_l;!~!.de...re. tuVIeron consecuencias notables para la constitución de una tradición alema-
chazo hacia una novedad percibida como extraña). Basta si aquí se exami- na de polé~ca teatral, de una conciencia crítica y dramatúrgica que en el
nan sucintamente cinco casos muy distmtos, pero· todos bien característi- curso ~el s1glo XV!ll condujo a éxitos altísimos: la lectura 7 reproduce uno
cos: ·en la corte imperial de Viena se dan, en italiano, óperas virtualmente de lo~ ~cunables.) Por otra parte, donde trata de distinguirse entre ópera
idénticas a las de los teatros de Venecia, pero producidas «in loco• por una en rnus1ca Yteatro de ópera, la investigación de los «principios", de los «pre-
estructura teatral distinta de la veneciana (imitación y reproducción del rno- cedentes" Y de los <<albores» puede también remontarse a benplácito de un

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decenio o de un siglo hacia atrás para la historia musical de un solo país: topoi. neoplatónicos de la música mundana y sobre una red de correspon-
pero antes de tomar el punto crítico (la institucionalización del teatro de ópe- dencias emblemáticas entre divinidades planetarias, virtudes cristianas co-
ra), investirá de significados históricos excesivos a episodios que solamente lores heráldicos, modos musicales, carros triunfales y timbres instrum~nta­
al juicio posterior pudieron parecer <<decisivos... Dos de estos episodios, les --:-por ejemplo, Saturno = Templanza = negro = hipereólico = 3 tigres
dos «Óperas alemanas., que no fueron en absoluto decisivas, merecen men- = p~os Y arpa- ~ue, como la Seelewig, vulgariza temas y conceptos
ción por su valor significativo: más que un estadio precoz de la ópera ale- preeXIstentes, con el mtento no ya de introducir en Alemania un nuevo gé-
mana, ellas testimonian en realidad el encanto ejemplar que las primerísi- nero espectacular, sino de nutrir un programa pedagógico complejo en tor-
mas óperas italianas ejercitaron sobre los literatos (más que sobre los mú- no a las artes lógicas y a las artes sensibles. Que Jos primeros acercamien-
sicos) alemanes. tos ~!emanes a la ópera italiana fueron de naturaleza literaria antes aún que
Uno de los dos episodios es la · Seelewig•, frecuentemente camuflada co- mus1cal, r~sulta también de otro episodio a menudo considerado como pun-
mo la primera <<Ópe ra .. ale mana (1644) de la cual nos haya llegado la música to de part1da de una ficticia tradición operística nacional: la Dafne alemana
(de Sigmund Gottlieb Staden). En realidad, la Seelewig, una «fábula silves- qu: .Martin ~pitz extrajo de la homónima fábula renucciniana y que, con la
tre espiritual para cantar a la manera italiana», es, sí, un drama enteramen- mus1ca perdida de Heinrich Schütz, fue representada para las nupcias en la
te musicado en estilo recitativo, pero en su misma fuente desmiente que c?rte de S~joni~ en 1627 (*). Las fuentes de las cuales Opitz y Schütz hu-
se haya tratado de un espectáculo teatral propiamente dicho. Este es sólo biesen podido disp?ner materialmente eran, por un lado, el libreto impreso
uno de los tantos <<juegos de conversación >> , de los virtuosos pasatiempos de la Dafne flore~tma .(la música de Jacopo Peri no fue jamás publicada); por
académicos contenidos en los Frauenzimmergespriichspiele, de Georg Phi- o~o lado, la partitura 1mpresa de la música de Marco de Gagliano por la ver-
lipp Harsdorffer (Nuremberg, 1641-1649), una colección de juegos de so- swn mantuana de 1608 (de la cual, en cambio, no fue publicado el libreto
ciedad que calca modelos italianos (como los •Trattenimenli• de la acade- n? obstante las adiciones aportadas al texto por el mismo Rinuccini). Pue~
mia de los Intronati en Siena, que Harsdorffer demuestra conocer) y que bien, la Dafne alemana del 1627 no es más que la mera traduttión del texto
está hecha de una ecléctica mezcla de géneros literarios y temas filosóficos floren~o: 1~ f~ente de la iniciativa espectacular de Opitz y Schütz fue, por
de la más variada procedencia (italiana, francesa, española e inglesa). En es- tant~, ~n P:Z,m_IS, el testimonio literario -y no musical- de un espectáculo
te montón de invenciones conversacionales, Seelewig representa nada más ope~slico Italiano. (La única variante digna de notar entre Rinuccini y Opitz
que la académica imitación de dramas musicales italianos ya remotos, de los esta en el evento cruc~al de la fábula: la metamorfosis de Dafne en laurel.
cuales, en su viaje a Italia en 1629, Harsdorffer vio, como mucho, las edi- En la versión italiana, respetuosa de los cánones dramatúrgicos clásicos, és-
ciones impresas: son modelos reconocibles de la Seelewig, en efecto, las pu- ta acontece fuera de escena y es narrada por un heraldo al Coro conster-
blicaciones de las músicas de Cavalieri para la Rappresentazione de 1600 y nado; en la versión alemana, eliminando el heraldo, la metamorfosis es re-
de Agostino Agazzari para el Eumelio, un drama pastoral recitado en músi- presentada en e~c.ena, a la vista. La diferencia es indicio de una propensión
ca en el Seminario romano en el carnaval de 1601. Seelewig es también una al teatro .de. la V1~1ón, a la muestra directa y flagrante de los eventos, que
alegoría moral y edificante (el nombre de la protagonista quiere decir <<alma la tragedia literana alemana cultivó durante el seiscientos sin retroceder si-
inmortal), y los otros personajes llevan nombre no menos graves, como q~iera ante la crueldad y la violencia. Para e l teórico literario Sigmund von
Hettzigild = corazón, Gwissulda = conciencia, Trügewalt = fraude, etc.). Brrken, 1679, el terror y la piedad de la tragedia justifican ampliamente la
El resultado de la imitación es curiosamente híbrido, como allí donde la nin- puesta en escena del ahorcamiento, del fusilamiento o del asesinato de un
fa Sinnigunda (Sensualidad) halaga o incita a Seelewig al carpie diem y a la réprobo; sólo no será consentida la representación de las decapitaciones si-
despreocupación con una seductora imitación canora del ruiseñor, literaria- no solamente su relato, que será oportunamente corroborado mediante la
mente no lejana del homólogo episodio en el Adone de Marino (cfr. § 2), y exhibición de la cabeza decapitada sobre una bandeja. Es entonces coheren-
Seelewig le responde con un memento morí confiado a la morigerada melo- ~e ~ue, en presencia de una doble redacción de un «dramma per musica»
día de un coral luterano. Hacer de este extravagante ejercicio académico un 1~ano como el Ercole in Tebe veneciano de 1671, una con la muerte de l
precursor del teatro de ópera alemán no rinde, pues, justicia ni a la realidad tirano en : scena Y la otra con el feliz final alternativo, los teatros alemanes
histórica de las circunstancias en las cuales fue compuesta Seelewig ni al in- optase~ sm ~u?~ _por la trá~ca: y recargasen quizá la dosis de atrocidades.)
tento didáctico y educativo de su versátil autor. En los Frauenzimmerges- Op1tz no UlJCio, pues, nmguna tradición operística nacional. Pero su nom-
prdchspiele aparece también, insertada en la traducción de una comedia ale-
górica inglesa, la minuciosa descripción y la música de un masque imagina- (*) También se ha perdido la música (probablemente de Mateo Romero) de la pri-
rio: titulado Tugendsterne, o sea <<Astros de virtud .. ; éste se basa sobre los mera ópera española, «La selva sin amor» (1629), con texto de Lope de Vega.

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bre es igualmente importante para la música alemana, y merece una digre- pulo de Opitz, Paul Fleming), confiado a la silabicidad rigurosamente isócro-
sión extrateatral. E l horizonte literario de la Alemania del siglo XVII--o sea, na (una negra por s ílaba) .de la música de Andreas Hammerschmidt (Weltli-
de un país políticamente desmenuzado, escenario y víctima de una guerra che. ?~en, a una voz y baJo contmuo, 1642), toma ipso jacto fa divertida re-
de treinta años que fue a su vez el resultado y la fuente de desgarramientos ~etrtJvrdad de una cancioncilla melindrosa (no diferente de tantas arias ita-
religiosos y sociales seculares- es un horizonte fuertemente ecléctico. En lianas para voz sola sobre estrofas de octosílabos):
Alemania (pero no en Francia, ni en Italia, ni en España) circulan activa-
mente las troupes teatrales que representan Shakespeare y los dramas isa- X X X X
belinos (¡el Doctor Faustus, de Marlowe!), mientras los literatos se alimen-
tan de la poesía de Marino por un lado (las publicaciones de los Incógnitos ... )
( Nicht zu har- te, nicht zu weich,
tuvieron gran audiencia, entre otras cosas, por s us implicaciones ideológi- bald, zu- gleich, bald nicht zu- gleich,
nicht zu lang- sam,
cas y políticas), del preciosismo parisiense por el otro en el área católica; nicht zu schnel- le,
nicht ohn' Un- ter- scheid der Stel- le.(... )
además, el teatro latino de los jesuitas desarrolla una acción didáctica im-
portante en la promoción de las clases dirigentes. Es el eclecticismo de un
Más afin a la ~altura del heptasílabo, el dímetro yámbico toma también
país desprovisto de una literatura nacional cons istente, un país de muy re-
los temas Y el estilo u:bano y coloquial: es ejemplar el elogio de la amistad
ciente unificación lingüistica. Con su tratado de poética (el Buch von der fraterna (un_te ma dommante_ en la liter~tw:a del seiscientos alemán, a la par
deutschen poeterei de 1624), Martín Opitz es el verdadero legislador de la c?n la lozarua ~e las acadellllas uruversrtanas y civiles y de Jos collegia mu-
futura poesía y literatura alemanas. En su clasificación de los géneros poé- stca, patronos rdeales y destinatarios natos del florecimiento de arias de cá-
ticos no falta la poesía para música: mara alema~as~ entrelazado por otro imitados de Opitz, Simon Drach, y can-
tado por Hemnch Alber t (Arien oder Melodeyen, 1640):
.... . la poesía lírica, género muy apto para la música, requiere, sobre to-
X
do, un ánimo libre y contento, y, contrariamente a los otros géneros, re- X X
x'
quiere ser adornada de muchas bellas frases y preceptos. En lo que con-
Der Mensch hat nichts
cierne a sus temas, puede describir todo cuanto sea compendiable en una so ei- gen,
so wohl steht ihm
breve composición: galanterías, bailes, banquetes, bellas damas, jardines, nichts, an,
als dass er Treu
viñedos, elogios de modestia, vanidad de la vida, etc., pero, sobre todo, ex- er- zei- gen
und Freund- schaft hal- ten kann. (. .. )
hortación a la alegría»,

Si una tal poesía para músicos de orientación anacreóntica pudo tener Común a ~odo este repertorio canoro de cámara de mitad de siglo (del
copiosa lozanía (poética y musical) después del mismo Opitz, fue sobre todo cua~ Adam_ Knege~, muerto a los t,reinta y dos años, en 1666, fue el com-
gracias a los principios normativos introducidos por Opitz para la versifica- posrtor mas aprecrado; Johann Rist -teólogo, poeta y músico diletante-
ción alemana, que él redujo a su moderna cons titución acentuativa. La faz el e~ponente más repre~entativo de la ideología académica y fraternalística
misma de la música vocal sobre textos vulgares (desaparecido todo residuo que mvade esta produc~Ión, Y Gabriel Voigtlii.nder -trompetista en las ciu-
polifónico, depuesto el andar prosaico o himnódico de los textos bíblicos y dades Y cortes del Báltrco- el vulgarizador más singular por haber recogi-
de los corales) resultó regenerada, la moda de las arietas estróficas de cá- d? en 164~ un~ antología de canciones italianas, francesas e inglesas pro-
mara con bajo continuo (con o sin instrumentos concertados) fue fortaleci- vrs~as por el ~_rsm~ de textos alemanes) es de todos modos una silabicidad
da. La métrica alemana se funda preferentemente en la alternancia regular casr progr~matJca, mg~nuamente_ ~reocupada -parecería- de dejar trans-
y rigurosa de silabas fuertes y débiles, acentuadas o no, en analogía a los parentar bren tod~ la m~srtada mtrdez métrica de Ja nueva poesía alemana
pies yámbicos (débil/fuerte) y trocaicos clásicos (f/d), más raramente al dác- reformada por Op1tz. Indirectamente, con esta reforma se beneficiaron gran-
tilo (f/d/d) y al anapesto (d/d/0. Mientras el verso épico, heroico, trágico, demente aquellos que, más tarde, se dispusieron a componer en lengua ale-
es por excelencia el trimetro yámbico (que con su cesura obligada después mana dramas enteros para música.
de la sexta sílaba, equivale en todo caso al alejandrino francés, y poco se ~¡ desde el aura civil que rodea a poetas y a músicos alemanes de mitad
presta a la composición melodiosa), la poesía lírica prefiere los dímetros yám- de Siglo ~e P~~an a observar los hechos, mucho más crudamente políticos,
bicos y trocaicos. Un texto en dímetros trocaicos como el siguiente (la ma- de la mst1tucron de los teatros de ópera en Jos países aleman ¡ dr
liciosa ilustración de las modalidades de un beso ejemplar, debida al discí- b· d L es, e cua o
cam Ia e tono. os dos polos extremos del fenómeno son Viena y Ham-
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burgo. No habían faltado en la corte imperial, en la primera mitad del si~lo, ras) Y equipos (llenos de partituras) a Viena. En Viena la continuidad es en
las representaciones teatrales (con o sin música) habituales en las cortes Ita- cambio doblemente asegurada: por el larguísimo reinado de Leopoldo I
lianas: italianos son además los maestros de capilla, Y muchos de los can- '(1657-1705) y por el sistema productivo monolíticamente estable introduci-
tantes de corte. Pero en el 1651 son llamados a Viena dos hombres de tea- do por el soberano.
tro «venecianos», el conocido Benedetto Ferrari y el escenógrafo Giovanni Leopoldo 1, además de compositor de algún mérito y versado en estilo
Burnacini, para producir no ya dramas para música al estilo italiano, sino tor- eclesiástico, camerístico y teatral, es también un gran conocedor de la fun-
neos y balleti con música: espectáculos ceremoniales, m~mentos salien~es ción ceremonial y demostrativa que adquieren los espectáculos de corte, mo-
del protocolo de corte. Una ópera en plena regla (pero Siempre entendida mento de fuerte cohesión social y política alrededor de la figura y de la ins-
como ostentación del poder imperial ante los ojos del mundo) será dada por titución imperial. La manifestación más clamorosa de su política teatral ex-
el personal de la corte, por primera vez (texto de Ferrari y ~úsica del maes- pansiva y suntuosa -debidamente difundida por doquier por las relaciones
tro de la capilla imperial Antonio Bertali), en la dieta de Ratisbona en 1653, del Theatrum Europaeum y por otras gacetas y hojas de ••avisos >>- Leo-
ante los príncipes electores del imperio. Será difícil sobrevalorar la_vaüa poldo la da con los festejos de sus nupcias con la infanta Margarita de Es-
ejemplar de un gesto tal: la ópera se difunde en las cortes alemanas JUS~a­ p~ña, festejos que duraron dos años. El programa espectacular habla por sí
mente como el espectáculo emblemático de la autoridad soberana. En el ffi!S- ffilsmo: antes aún de la llegada de la prometida (diciembre de 1666), en julio
mo año 1653 la corte de Baviera festeja la visita del emperador y devuelve se celebró su cumpleaños con una «Opereta" alegórica de Francesco Sbarra
el favor con' la representación de la primera ópera producida en _Munich y Antonio Cesti, Nettuno e Flora festeggianti, introducción a un balleto com-
(L'Arpa festante, de G. B. Maccioni, es en realidad una breve awón dra- puesto, como todos los bailes y baletti de corte, por el maestro de música
mática de elogio: la partitura manuscrita, hoy en Viena, le fue regalada al de los bailes Johann Heinrich Schmelzer. En noviembre, otro baile celebra
augusto huésped). En el mismo verano, el archlduque del Tirol--¿e regre- el Concorso dell'allegrezza universale (en el mismo mes se festeja el cum-
so de un viaje por las cortes italianas, que fue muy denso de mus1ca Y es- pleaños de la emperatriz madre, Eleonora Gonzaga, regularmente celebra-
pectáculos- preparó en lnnsbruck un verdadero_te_atro de ópera, para el d?. c?n un «dramma per musica» producido por su capilla musical privada,
cual se aseguró la colaboración estable de un team 1tali~o de rango: ~1 ma~s­ dirig¡da por el veneciano Pietro Andrea Ziani). El espectáculo nupcial públi-
tro de música fray Antonio Cesti, e l libretista Gio. Filippo Apollom, van~s co más sensacional es la «Fiesta a caballo» La contessa dell'aria e dell'ac-
castrati italianos y la primadonna Anna Renzi. (Grancias a ellos Y a su Argza qua, una cósmica glorificación del mito cesáreo entrelazada de símbolos he-
fue precisamente en Innsbruck -donde en 1655, en viaje hacia Roma, ce- ráldicos,. ceremonias marciales, motivos caballerescos: la fiesta tuvo lugar
lebra su conversión al catolicismo- donde Cristina de Suecia, habiendo ab- en el patio de honor del palacio imperial, en enero de 1667, textos deSbarra
dicado al trono sueco, asiste por primera vez a esa maravillosa novedad de l músicas de Bertali, bailes de Schmelzer, coreografías del florentino Ales~
mundo católico que es la ópera, de la cual se hará patrocina~ora en Roma._) sandro Carducci, un centenar de instrumentos de arco y docenas de instru-
También en el mismo año de 1653 está de viaje en Alemarua Atto Melaru, mentos de viento, un millar de comparsas a pie y a caballo, además de la
el célebre castrado al servicio de los Medici: canta en presencia del empe- augusta participación del emperador en persona. Para carnaval, nuevos ba-
rador, pero desempeña también misiones diplomáticas ~landestina~ Y acti- lle~ti: come~ias: una fábula pa_storal (la Galatea, texto de Antonio Draghl y
vidades de espionaje (actividad que, de escándalo en escandalo, cultiVará en mus1ca de Z1aru), y el drama JOCoso-moral Le disgrazie d'Amore, de Sbarra
escala europea durante otro medio siglo)... . y cesti, con músicas bailables de Schmelzer y Leopoldo l. En junio, para el
La imagen de soberanía, la pretensión imperial que en Alemama queda cum~leaños del soberano, se da La Semirami (una ópera compuesta por
indeleblemente asociada a los espectáculos de ópera («las óperas son cosas C~st1 en_ I~sbruck, pero que se quedó en su cajón); para el de la empera-
más para reyes y príncipes que para comerciantes y negociantes », se~ten­ tnz, en JUlio, otro balletto a caballo de Schmelzer con introducción musical
cia agriamente Johann Mattheson en 1728, a propósito de 1~ _decadencia _d e de Sbarra y Cesti en noviembre y diciembre, óperas para la emperatriz ma-
la ópera hamburguesa), es un elemento de fuerza y de debilidad: garantiza dre y balletti navideños. Pero el evento supremo, la ópera-monstre, el es-
su diseminación rápida hasta en las cortes minúsculas, pero más fuertemen- pectáculo más memorable, fue ll ponw d'Oro, una enorme ,,fiesta teatral»
te que en Italia vincula la continuidad institucional al favor_o al_d~s~avor de representada sólo en junio de 1668, después de dos años de preparativos.
un soberano, a las cambiantes y no previsibles circunstancms dinasticas. Es El texto y la música, de Sbarra y Cesti, estaban listos en el invierno de
justamente sintomático el caso de Innsbruck: extinguida I_a rama -~e l_os p~­ 1666-1667, pero no el teatro de madera ni el sorprendente escenario pre-
cipes del Tiro! en 1665, el archlducado pasa bajo la administrac1on lffipenal parado por Ludovico Ottavio Burnacini, especifícamente para la puesta en
directa, y el eficiente staff teatral tirolés se traslada con sus armas (cano- escena del Pomo d'Oro. La augusta esposa -o sea, la destinataria (por ex-

208 209
preso decreto, al final de la ópera, del sumo Júpiter Y. en contra de la mit~­ el cumpleaños del emperador, en la residencia estival de Laxenburg, Leo-
logía clásica) de aquel áureo pomo que, ásperamente disputado por Juno, MI- nida in Tegea, << dramma per musica•• de Minato-Leopoldo I Schme!zer-Bur-
nerva y Venus, tantas vicisitudes, peripecias y tensiones provocara entre nacini~Ventura; a mitad de noviembre, para la onomástica del emperador,
las divinidades celestes y los héroes terrestres que pueblan la ópera, car- La prosjJerita di Elio Seiano, <<dramma per musica• de Minato-Draghi, y pa-
gada de episodios secundarios y de acciones paralelas- dio a luz un here- ra el cumpleaños de la empératriz madre Penelope, <<dramma per musica•
dero al trono (y Cesti dispuso un añadido «natalicio• al prólogo), el herede- de Minato-Draghi-Schmelzer-Burnacini-Ventura; el22 de diciembre, para el
ro a su vez falleció (y Cesti repuso el prólogo «nupcial» de un primer mo- cumpleaños de la reina de España, Aristomene Messenio, <<dramma per mu-
mento) antes de que la ópera fuese finalmente puesta en escena para el cum- sica• de Minato-Sances-Leopoldo 1-Schmelzer-Bumacini-Ventura; y así de
pleaños de la emperatriz, nuevamente embarazada. Pero el espectáculo año en año. Morían las esposas de Leopoldo l y cambiaban entonces los
-un prólogo, cinco actos, seis balletti incorporados en la acción, 23 cam- días genetliacos y onomáticos; moría el viejo Sanees; no morían jamás Mi-
bios escénicos, 38 personajes cantantes, un número no preciso de compar- nato (t 1698), Draghi ('!' 1700), Schme!zer padre (t 1680) e hijo (t 1701),
sas y bailarines- resultó tan largo, que se tuvo que representar en dos Burnacini ((1707), los dos Ventura. Producen infatigablemente cuatro, cin-
días distintos. En la composición de la música intervino también el empera- co, seis espectáculos musicales al año, espectáculos siempre nuevos y siem-
dor todos los loci communes de la ópera italiana estuvieron incluidos (la- pre iguales, destinados a deleitar a la corte con pocas representaciones y a
me~tos invocaciones de ultratumba, aire pastoral, escenas infernales, he- terminar finalmente en los estantes de la biblioteca imperial. Formalmente,
. roísmo~ belicosos, canciones de cuna, etc.); la disposición orquestal, lejos son en todo y por todo óperas italianas, similes a las óperas de tipo <<Vene-
de la sonoridad modesta habitual de la ópera veneciana (dos violines, dos ciano•: algunas de ellas son absorbidas en el circuito teatral italiano. Pero
violas y algunos instrumentos para el bajo continuo), recuerda la instrumen- el teatro de ópera de Leopoldo I -<le un soberano que sobre la escena eu-
tación «figurativa• de las óperas de corte italianas de principios de siglo (cfr. ropea contrapone a la turbulencia del Rey Sol la valiente defensa del status
§ 20); trompetas para las escenas marciales, cometas, trombones, fagotes quo- sustituye la idea de la continuidad y del progreso (idea implícita en la
y realejos para el más allá, violas de gamba y «graviórgano• (claviórgano) iniciativa teatral veneciana) con los <<Valores • opuestos: máxima estabilidad,
para Jos lamentos. Toda la pompa profusa en el Pomo d'Oro -ciertamente persistente identidad. En vez de la estructura económica empresarial (in-
el espectáculo más laborioso del siglo-- se consumó en aquella única repre- versión del capital, amortización de los costes, aprovechamiento de los pro-
sentación: el mismo teatro, erigido ad hoc, permaneció después casi inuti- ductos) rige el principio, mitad feudal y mitad absolutista, de la ostentación
lizado. La vida teatral de corte, después de aquella espléndida locura, se de- de la riqueza imperial mediante una desmesurada dilapidación del erario pú-
sarrolló en las mismas salas del palacio imperial sobre bases institucionales blico y el derroche continuo de recursos artísticos sin recambio. Las con-
más sólidas, necesariamente más rutinarias. diciones mismas de existencia de la ópera a la italiana resultan profunda-
Estas bases son dos: un equipo funcionarial dedicado a la producción del mente desnaturalizadas. Las expectativas son rígidamente predeterminadas
quehacer espectacular de corte, y un calendario teatral estrechamente. co- con la etiqueta de corte, el público es preseleccionado en función de la úni-
nectado a Jos aniversarios celebrativos de la vida cortesana. Bumacllli, el ca variable en el calendario de la ópera de corte vienesa, o sea la ocasión
artífice de las maravillas escénicas del Pomo d'Oro, es responsable de la celebrativa y su configuración protocolaria. Para el entretenimiento carna-
puesta en escena; Joh. Heinrich y Andreas Anton Sclunelzer, de las músi- valesco, destinado al círculo restringido de la corte, se aprecian Jos dramas
cas de baile; Santo y Domenico Ventura, de las coreografías; muerto Sbarra de tema moral-político-satírico, como La lanterna di Diogene (1674), una co-
y habiendo partido Cesti en 1668, les sucedieron Nicolo Minato en 1669 media en clave (Alejandro Magno es Leopoldo, Darío rey de Persia es
-procedente de Venecia y del círculo de Cavalli- y Antonio Draghi, des- Luis XIV, Diógenes es el <<poeta maldiciente••, o sea Minato mismo, etc.);
de 1658 en Viena, activo primero como libretista y después como compo- para las ocasiones <<públicas•, o sea para los espectáculos oficiales destina-
sitor, finalmente (desde 1674) como «intendente• de las músicas teatrales: dos a toda la corte y a la aristocracia ciudadana, es de rigor, en cambio, el
en treinta años, los dos produjeron juntos cerca de 10 docenas de óperas. heroísmo greco-romano, no sin un grado de todos modos alto de alusividad
En cuanto al calendario, baste referirse al repertorio de un año cualquiera, política (el Tullio Ostilio aprendo il tempio di Giano, representado en la épo-
el 1670: cambiados los títulos, éste vale para cualquier otro año. Para car- ca de asedio turco, hace alusión explícitamente a las iniciativas bélicas de-
naval sobre un escenario «secreto•• (o sea, para el círculo restringido de la fensivas de Leopoldo).
corte), Le risa di Democrito, «entretenimiento musical>• de Minato-Draghi- Muy alejada de la bien acorazada reglamentación funcional y ceremonial
Schmelzer-Burnacini-Ventura; para la semana santa, la «representación sa- de la ópera vienesa, la ópera de Hamburgo representa el caso extremo de
cra• Sette consolazioni a Maria Vergine, de Mianto-Sances; en junio, para adopción ,,flexible• del modelo venciano. Hamburgo, con 70.000 habitantes

210 211
en 1675 (casi la mitad de Venecia), es la segunda metrópoli del imperio, y presarios que le sucedieron antes y después de la muerte de Schott fraca-
la más viva y abierta hacia el resto de Europa, en virtud de una próspera saron. Es difícil establecer exactamente a qué capitales monetarios, apoyos
vocación comercial y financiera y de una constitución civil celosa de su pro- políticos y autorizaciones civiles pudiese recurrir el eminente Schott: es cier-
pia autonorrúa y neutralidad. La ciudad-estado de Hamburgo, puerto mer- to que el teatro era entendido como una cosa suya, tan cierto que su muer-
cantil y turístico, acoge refugiados políticos y confesionales, potentados en te fue conmemorada en el teatro mismo con una composición (La morte del
la ruina y soberanos en vacaciones momentáneas. Goza de las ventajas del grande Pan) de johann Mattheson, el astro naciente de la música hambur-
bienestar republicano (l. 000 faroles callejeros son una primacía europea en guesa. En cambio, en manos de los arrendatarios -negociantes que redu-
el siglo XVII) y de las ventajas del comercio de ultramar (son de este siglo cían los costes de la puesta en escena, escatimaban en los contratos con
XVII las primeras salas de té y de café), pero asite también al conflicto ideo- los cantantes, ahorraban en el mantenimiento del montaje, del vestuario y
lógico-económico de las oligarquías patricias y de los grupos de interés, que del edificio y que quizá no podía contar, como Schott, con el sostén y la sim-
se enmarcara de buena gana bajo la forma de discusiones teológico-morales patía del patriciado local y de la aristocracia extranjera residente- el teatro
entre luteranos ortodoxos y pietistas (el teatro de ópera no resultó inmu- decae artística y físicamente; frente a patios de butacas desiertos, la em-
ne). Muchas y notorias son las afinidades con Venecia: la instalación de un presa se extingue lentamente (1738). No es solamente una cuestión de ta-
teatro de ópera afín a los vencian~~,Ji~á...sin.emb_a¡:gp...,~,gy~;!nñi10ae lento artístico o habilidad: ni siquiera la gestión de un músico de teatro ge-
lñía. ~
liñltacióñ<felibijilé!a7lacoñS:ecuencia-neeesama.oo.una.~&tmctiii
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FPO-
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nial como Reinhard Keiser (1703-1707) dio éxitos económicos lejanamente
d.~-.S!i.f~t~k.a...Ja..Q.~J~_s Q_tras .ci\ula!f~~.. !Ü~!}.}~S. No es Ia _iniciati_va auto- proporcionados a los éxitos musicales, realmente excelsos (Keiser es un mú-
rizada de un soberano (a expensas del budget de la corte), smo la libre em- sico ·de rango europeo: sólo la naturaleza discontinua y heteróclita de la tra-
presa de ciudadanos acaudalados que, con el consentimiento del senado ciu- dición operística en el siglo XVIII alemán, y el hecho de haber sido operista
dadano, deciden erigir y abrir (1678) un tea~ el G¡jp.J>J:.,JDaJ:kt (el ••merca- de cuerpo y alma, lo relegaron a los ojos de la posteridad en la categoría
99 d~gansos~. _qu~JepdráTa.éstructura ar<iült~~~..,:~.2!li.n;ú~­ subalterna de los músicos de importancia local, categoría de la cual -¡con
tros italianos, con alquiler anual de los palcos, alquiler por velada de las pla- mayor razón!- no hubiese jamás salido un operista como Alessandro Scar-
teas, e-¡;;greso fijo (cfr. § 21). Que a los promotores n~int.eresa..4!!to latti, activo con éxito sólo en Roma, Nápoles y Florencia y silbado en Ve-
imitar tal cual la ó¡><>ra italiana (tal como la ven en Italia los turistas extran- necia, donde a su fama póstuma no hubiese socorrido la persistente fortuna
~Jef<isf'éo!rí~ I:.éi>i~.dücii::pára la propiª'.ciu!f¡¡d.Pstitución.digna,~e de sus cantatas de cámara.) En sumo, sólo el interés del propietario por el
y civil del teatro público, está confirmado por la circunstancia nada obvia de buen mantenimiento de la empresa garantiza el éxito del teatro estable
q~e ·en' Haiñburgo. la;·Óperas se dan en alemán y no (como en Viena y en hamburgués.
todos los teatros abiertos en Alemania) en italiano. ~~-~.1IQ.~n..a®]an­ Pero no fue ésta la única diversidad congénita entre el teatro de ópera
te, sin embargo., . algunas_arias .son, cantadas...en....itafum.o;,.se~tta~ge_n~¡¡l: del Gansemarkt y los teatros italianos. A la incierta distinción entre propie-
mente-d~ arias ext~aídas de <<dral]UJ}i,pf!I: musiq¡/> o.tigioariamente.Jtalianos,) dad y empresa corresponde la ausencia de aquel incentivo económico y ar-
Pero l~~ ~ari~te~ q~e· et"~~d~[~' productivo venecia~o sufre en Hamburgo, tístico poderoso que es, en Venecia, la competencia entre distintas empre-
a simple vista modestas, son aún más notables: baste resumirlas es- sas. Schott y sus herederos detentan una especie de privilegio teatral, y so-
quemáticamente. licitan al senado que sean desterradas de la ciudad las compañías de come-
La distinción entre propietario del teatro y eiJlpres(,lljoJ~ru:Ial, vital en diantes, espectáculos que van en detrimento -<!icen- de la afluencia de
Venecia,.~és-m~cho-m~S:."debire'ií 'Hifmourgo:~'íj;;'·el cLub de los promofórés público a la ópera (mdice de una concepción comunitaria del teatro son las
q;e .guían el teatro.hási:a i685 sobresat"e'' un jurista de alto rango y acauda- razones adoptadas por la viuda de Scohtt en 1702: mientras la riqueza lo-
lado senador, Gerhard Schott, que después de adquirir la propiedad del tea- calmente producida y localmente consumida de la ópera, institución estable,
tro, guía por sí mismo la empresa teatral hasta el 93, la arrienda (con re- va de todos modos en beneficio de la econorrúa de la ciudad, las ganancias
sultados desastrosos) en 1694-1695, y la retoma después (con una breve de las compañías cómicas de paso emigran fuera de la ciudad... ). En Vene-
interrupción en el 99) hasta su muerte (1702), pasando a la viuda, que la cia, la competencia teatral hace elevar los costes de contratación de los can-
administra aún por un año. Sólo de 1703 en adelante el arrendamiento del tantes, pero la pluralidad de la oferta y la diferenciación de los carteles ga-
teatro pasa a ser regular, pero la propiedad se reserva por contrato nota- rantizan un nivel competitivo y el interés del público. En Hamburgo, la uni-
bles facultades de intervención en la programación y gestión. Pero mientras cidad del teatro comporta una cierta atenuación de los costes (de todos mo-
bajo la guía del propietario Schott (que se ocupa también de técnica escé- dos, agrandados por la condición económicamente concurrencia! de los can-
nica) la empresa teatral prospera financiera y artísticamente, todos los em- tantes empleados en los teatros de corte): pero la decadencia en la rutina

212 213
y acostwnbramiento del público son un riesgo constante. Pero más proble- de Viena y Hamburgo, los modos en los cuales Alemania se apropia de la
mática aún es otra de las diferencias respecto a Italia: en Hamburgo el tea- ópera son muchos y muy distintos. Dada la escasa cohesión del fenómeno,
tro está abierto, no sobre la base de temporadas (como en Italia), sino du- el sistema autocrático vienés tiene chances de supervivencia mucho mayo-
rante todo el año. Quitando la cuaresma, el adviento, las fiestas religiosas, res, tanto más que, adoptado por otras cortes que fueron centros operísti-
los meses estivales, la ópera es activa todos los lunes, miércoles y jueves, cos importantes (Dresde, Hannover, Munich), éste quita sitio al sistema
desde enero a diciembre, con una media de un centenar de representacio- «capitalista» de la ópera hamburguesa y lo mina constriñéndolo a una autar-
nes anuales y de, más o menos, cinco (¡pero también hasta diez!) óperas quía insostenible. A la larga, en el cuarto decenio del siglo XVIII, la ópera
nuevas al año. Es ésta una diferencia que prefigura la actual entre las com- en alemán simplemente se extingue, sustituida en todas partes por la ópera
pañías operísticas estables de los teatros alemanes y el efímero cast de di- italiana, producida en las capillas musicales (italianas) de las cortes alema-
vos y de comprimarios adventicios habitual en los teatros italianos de ópe- nas o importadas de Italia y distribuidas activamente por las compañías ope-
ra, entre el centenar de ensayos de una preparación berlinesa y la media rísticas itinerantes. Dos años después de la clausura definitiva de la ópera
docena de ensayos de una puesta en escena turinesa. Pero aquí hay una di- alemana estable, en 1740, el Gansemarkt hamburgués se abre con éxito a
ficultad: la breve estación veneciana está, como se ha visto (cfr. § 22), en la ópera italiana y entra establemente en el circuito -un circuito que va de
función a la circulación de los cantantes y de las partituras por toda Italia; Graz a Copenhague- de la compañía de los hermanos Mingotti.
en cambio la producción continua de la compañía estable de Hamburgo equi- Y también con todas sus congénitas debilidades económicas e institucio-
vale a un bloqueo del circuito. Bloqueo que también está en los hechos. Los nales, la ópera de Hamburgo es un episodio extraordinario de la historia tea-
teatros de ópera que representan en alemán son pocos: el teatro de tral del siglo XVII. En ninguna otra ciudad de Europa se han oído tantos
Braunschweig (1690-1749), de estructura empresarial pero reque rido y pa- <<dramrni per musica» de procedencias tan diversas, se han visto espectá-
trocinado por el duque de Braunschweig-Wolfenbüttel, activo en las ferias culos de tan diferentes tendencias. Nwnéricamente irrelevantes (menos de
de carnaval y de San Lorenzo (el maestro de capilla más eminente: Georg 10 sobre un total de 250), pero culturalmente significativas son las óperas
Caspar Schürmann); el teatro de Leipzig (1693-1720), un teatro público ac- sobre temas del Antiguo Testamento dadas en los primeros años, casi una
tivo durante las tres ferias anuales y decididamente pobre (la dotación es- captatio benevolentiae en las confrontaciones con el clero, receloso para con
cénica comprendía en total: un «bosquecillo••, un «jardín de cipreses», una el teatro: Adam und Eva en 1678 (C. Richter- J. Theile), Michel und Da-
••sala», una «Sala real» y un «infierno»), instituido por el compositor Niko- vid en 1679 (H. Elmenhorst J. W. Franck), Esther en 1680 G. M. Koler
laus Adam Strungk, que puso en ello todo su esfuerzo; y el teatro de corte N. A. Strungk), etc. Pero desde el primer año se traducen y revisten de
de Weissenfels (1684-1736), dirigido por el maestro de capilla Johann Phi- nueva música dramas venecianos de tema histórico, como la Prosperita e Ca-
lipp Krieger (que había frecuentado en Venecia al viejo Cavalli). Por razo- dula di Elio Seiano, de Minato (música de Strungk). No obstante, si en con-
nes de geografía, de política y de calendario, un intercambio más o menos junto los libretos de procedencia veneciana predominan, no siempre se pue-
regular de personal y repertorio pudo desarrollarse sólo entre Braunsch- de decir que se trate de importación directa: después de 1690 serán a me-
weig y Hamburgo: en ambos centros hay libretistas como Friedrich Chris- nudo óperas venecianas preparadas con antelación en Braunscheweig. Ni la
tian Bressand y Johann Ulrich Konig, compositores como Johann Sigismund preponderancia veneciana es excesiva. Algunos temas son extraídos de dra-
Kusser y Reinhard Keiser, cantantes renombrados como la espléndida mas literarios franceses, o directamente de fuentes mitológicas o literarias
Mme. Margarita Susanna Kayser (una virtuosa que intentó, también en va- (como el Adonis de Chr. H. Poste! y R. Keiser de 1697, tomado del «más
no, el empresariado del Gansemarkt hamburgués y que, con su capacidad amable poeta del mundo»: Marino); se oyen también partituras originales
vocal y su versatilidad expresiva - sorprendente, a juzgar por la parte que francesas en francés o en traducción (como Acis et Galatée, de Lully, dada
Keiser le reservó en la -Tomyris, 1717, con su Re sobreagudos repique- en 1689 y respuesta en alemán en el 1695), partituras originales italianas
teantes y furibundos, y con los enternecimientos improvisados de la melo- en italiano o en traducciones (como la monumental Gerusalemme liberata,
día-, desmiente por sí misma la fábula según la cual los cantantes de la ópe- de G. C. Corradi y C. Pallavicino, una coproducción Venecia-Dresde del
ra de Hamburgo eran burgueses y gente del pueblo aficionados: una fábula carnaval de 1687 -casi el sello de la alianza militar antiotomana entre Jos
coherente sólo con el mito optimista, pero infundado, de la <<popularidad» dos estados-, repetida en Hamburgo en italiano en 1694 y en alemán en
de la ópera hamburguesa). Pero Hamburgo-Braunschweig es un círculo muy el 95). Los años 1695-1699 vieron triunfar en traducción alemana las es-
exiguo para permitir el funcionamiento a pleno régimen de un sistema pro- pléndidas partituras de las óperas heroicas de Agostino Steffani. Demasiado
ductivo que exige un mercado más bien expansivo y ágil, un mercado que poco se sabe de las músicas compuestas por los operistas hamburgueses
Alemania (a diferencia de Italia) no pudo ofrecer. Entre los polos extremos antes de la era de Reinherd Keiser para poder valorar plenamente el im-

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y acostumbramiento del público son un riesgo constante. Pero más proble- de Viena y Hamburgo, los modos en los cuales Alemania se apropia de la
mática aún es otra de las diferencias respecto a Italia: en Hamburgo el tea- ópera son muchos y muy distintos. Dada la escasa cohesión del fenómeno,
tro está abierto, no sobre la base de temporadas (como en Italia), sino du- el sistema autocrático vienés tiene chances de supervivencia mucho mayo-
rante todo el año. Quitando la cuaresma, el adviento, las fiestas religiosas, res, tanto más que, adoptado por otras cortes que fueron centros operísti-
los meses estivales, la ópera e s activa todos los lunes, miércoles y jueves, cos importantes (Dresde, Hannover, Munich), éste quita sitio al sistema
desde enero a diciembre, con una media de un centenar de representacio- <<capitalista» de la ópera hamburguesa y lo mina constriñéndolo a una autar-
nes anuales y de, más o menos, cinco (¡pero también hasta diez!) óperas quía insostenible. A la larga, en el cuarto decenio del siglo XVIII, la ópera
nuevas al año. Es ésta una diferencia que prefigura la actual entre las com- en alemán simplemente se extingue, sustituida en todas partes por la ópera
pañías operísticas estables de los teatros alemanes y el efúnero cast de di- italiana, producida en las capillas musicales (italianas) de las cortes alema-
vos y de comprimarios adventicios habitual en los teatros italianos de ópe- nas o importadas de Italia y distribuidas activamente por las compañías ope-
ra, entre el centénar de ensayos de una preparación berlinesa y la media rísticas itinerantes. Dos años después de la clausura definitiva de la ópera
docena de ensayos de una puesta en escena turinesa. Pero aquí hay una di- alemana estable, en 1740, el Gansemarkt hamburgués se abre con éxito a
ficultad: la breve estación veneciana está, como se ha visto (cfr. § 22), en la ópera italiana y entra establemente en el circuito -un circuito que va de
función a la circulación de los cantantes y de las partituras por toda Italia; Graz a Copenhague- de la compañia de los hermanos Mingotti.
e n cambio la producción continua de la compañia estable de Hamburgo equi- Y también con todas sus congénitas debilidades económicas e institucio-
vale a un bloqueo del circuito. Bloqueo que también está en los hechos. Los nales, la ópera de Hamburgo es un episodio extraordinario de la historia tea-
teatros de ópera que representan en alemán son pocos: el teatro de tral del siglo XVII. En ninguna otra ciudad de Europa se han oído tantos
Braunschweig (1690-1749), de estructura empresarial pero requerido Y pa- <<dramrni per musica» de procedencias tan diversas, se han visto espectá-
trocínado por el duque de Braunschweig-Wolfenbüttel, activo en las ferias culos de tan diferentes tendencias. Numéricamente irrelevantes (menos de
de carnaval y de San Lorenzo (el maestro de capilla más eminente: Georg 10 sobre un total de 250), pero culturalmente significativas son las óperas
Caspar Schürmann); el teatro de Leipzig (1693-1720), un teatro público ac- sobre temas del Antiguo Testamento dadas en los primeros años, casi una
tivo durante las tres ferias anuales y decididamente pobre (la dotación es- captatio benevolentiae en las confrontaciones con el clero, receloso para con
cénica comprendía en total: un «bosquecillo••, un «jardín de cipreses», una el teatro: Adam und Eva en 1678 (C. Richter- J. Theile), Michel und Da-
<<sala», una ••sala real» y un ,,infierno»), instituido por el compositor Niko- vid en 1679 (H. Elmenhorst J. W. Franck), Esther en 1680 (J. M. Koler
laus Adam Strungk, que puso en ello todo su esfuerzo; y el teatro de corte N. A. Strungk), etc. Pero desde el primer año se traducen y revisten de
de Weissenfels (1684-1736), dirigido por el maestro de capilla Johann Phi- nueva música dramas venecianos de tema histórico, como la Prosperita e Ca-
lipp Krieger (que había frecuentado en Venecia al viejo Cavalli). Por razo- dula di Elio Seiano, de Minato (música de Strungk). No obstante, si en con-
nes de geografía, de política y de calendario, un intercambio más o menos junto los libretos de procedencia veneciana predominan, no siempre se pue-
regular de personal y repertorio pudo desarrollarse sólo entre Braunsch- de decir que se trate de importación directa: después de 1690 serán a me-
weig y Hamburgo: en ambos centros hay libretistas como Friedrich Chris- nudo óperas venecianas preparadas con antelación en Braunscheweig. Ni la
tian Bressand y Johann Ulrich Konig, compositores como johann Sigismund preponderancia veneciana es excesiva. Algunos temas son extraídos de dra-
Kusser y Reinhard Keiser, cantantes renombrados como la espléndida mas literarios franceses, o directamente de fuentes mitológicas o literarias
Mme. Margarita Susanna Kayser (una virtuosa que intentó, t ambién en va- (como el Adonis de Chr. H. Pastel y R. Keiser de 1697, tomado del «más
no, el empresariado del Gansemarkt hamburgués y que, con su capacidad amable poeta del mundo»: Marino); se oyen también partituras originales
vocal y su versatilidad expresiva -sorpre ndente, a juzgar por la parte que francesas en francés o en traducción (como Acis et Galatée, de Lully, dada
Keiser le reservó en la - Tomyris, 1717, con su Re sobreagudos repique- en 1689 y respuesta en alemán en el 1695), partituras originales italianas
teantes y furib undos, y con los enternecimientos improvisados de la melo- en italiano o en traducciones (como la monumental Gerusalemme libera/a,
día-, desmiente por sí misma la fábula según la cual los cantantes de la ópe- de G. C. Corradi y C. Pallavicino, una coproducción Venecia-Dresde del
ra de Hamburgo eran burgueses y gente del pueblo aficionados: una fábula carnaval de 1687 -casi el sello de la alianza militar antiotomana entre los
coherente sólo con el mito optimista, pero infundado, de la ••popularidad» dos estados-, repetida en Hamburgo en italiano en 1694 y en alemán en
de la ópera hamburguesa). Pero Hamburgo-Braunschweig es un círculo muy el 95). Los años 1695-1699 vieron triunfar en traducción alemana las es-
exiguo para permitir el funcionamiento a pleno régimen de un sistema pro- pléndidas partituras de las óperas heroicas de Agostino Steffani. Demasiado
ductivo que exige un mercado más bien expansivo y ágil, un mercado que poco se sabe de las músicas compuestas por los operistas hamburgueses
Alemania (a diferencia de Italia) no pudo ofrecer. Entre los polos extremos antes de la era de Reinherd Keiser para poder valorar plenamente el im-

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pacto, presumiblemente fuerte, que debieron tener el estilo patético, la ma- Pero ya antes de entonces, los célebres Feboarmónicos (del mismo modo
nera grande, la elocuencia sublime de Steffani sobre el público y sobre los que tantos actores cómicos italianos famosos, como Tiberio Fiorilli, «Sca-
músicos de Hamburgo. Cierto es que la inspiración orquestal, la invención ramuccia••) habían pisado París, y junto a ellos Gi¡¡como Torelli el ma,go
melódica jactanciosa y la afectividad aguda de Keiser parecen deberle algo d~~fEJZ5!nica veneciana, c2.~.E.c?ll~<l~l~ en 1645-ae-iíñaFíñia·¡;a_;:-
a las óperas compuestas por Steffani -un italiano crecido en Alemania y des- za parisiense_rUlf¡U[Ganfuda y iñífád recitada. cOiiio- enell:éafiONovlssimo
tinado a los rangos medio-alto de la carrera diplomática y eclesiástica- pa- de Vénécia, en el prólogo dél .B'éifir-;;Jáñte aparecía al fondo de la escena la
ra el teatro de los duques de Hannover, un teatro erigido en los años 80 no vista de la plaza de San Marcos, así en la Finta Pazza parisiense, Torelli
sólo para emular aquellos de Venecia (donde los duques de Braunschweig hizo aparecer de improviso, en el panorama del puerto de Esciros, la Ile de
y de Hannover, proveedores de milicias contra los turcos, residían general- la Cite, con la vista del Pont-Neuf, del monumento a Enrique IV y de las
mente durante el carnaval patrocinando cantantes, músicos y libretistas), si- torres de Notre#Dame: un hermoso efecto de representación teatral, la ciu-
no también para señalar el papel que Hannover, en vistas de la inclusión en dad que se admira estupefacta a sí misma en la ilusión escénica, un efecto
el colegio de los príncipes electores (1692), se arroga en la política imperial. hecho precisamente para atraer la simpatía de los espectadores franceses.
Finalmente, la tradición literaria del teatro alemán de argumento políti- Que s~ dejaron ca~tivar hasta un cierto punto. :[~r~lli_J2~Ill)i!!leció ~11 ~arís
co, junto a una costumbre dramatúrgica propensa a la puesta en escena de ~a..uumcena.Q.~.ag22..a~r§.P.arar teatros y escenas, pero el favor hallado
la violencia y de la crueldad política, favorecen la frecuente representación por la ópera en música italiana Cüeeñsüi'ña"u61D."Las maravillosas máquinas
en Hamburgo de «drammi per musica» nuevos sobre temas contemporá- escénicas del costosísimo Orfeo fueron rápidamente destinadas con mucho
neos, como en 1686 (pocos años después del sitio turco de Viena) la doble mayor éxito a la representación de Andromede, tragedie a machines, prepa-

l
ópera que canta el ascenso y la caída del gran visir Cara Mustafá (L. V. Bos- rada al efecto por Pierre Comeille, y bastante parsimoniosa en e l uso de la
tel ]. W. Franck), o en 1706 el Masagniello furioso, de Feind y Keiser. No música, rigurosamente eliminada de todos modos de los diálogos. -··-· ~
faltan tampoco las óperas de tema ciudadano (un poco como los dramas «Ci- De la ópera italiana chocaba, en efecto, al gusto francés, sobre todo, la
viles rústicos» del teatro florentino de la Pérgola), sazonados de personajes inverosimilitud del canto dialogal, y con ella chocaban la indulgencia de los
dialectales y de salaces sátiras de costumbres. También Keiser produce en m~sic~s italianos h~cia la expresión melódica que interrumpe la acción, los
1701 StOrtebecker und fijdge Michaels (las sangrientas aventuras de dos cor- episodi_os se~undano~ y las divagaci~nes cómicas, la inobservacia de las re- /
sarios ajusticiados en Hamburgo), y en 1725, dos óperas «Cómicas••, e l Ham- glas aristotélicas (urudad de lugar, tiempo y acción), pero también el canto
burger j ahrmarkt y la Hamburger Schlachtzeit (la feria y la matanza de Ram- v?_caliz~d? y la ~~z artificial de. los castrati, fer-ozmente burlados por la opy·-
burgo) que el senado censuró ¡por indecencia! mon publica panstense y de todos modos muy lejanos de los ideales vocales
franceses (que pre_fi~ren...más bien la voz de cabeza de los contraltos mas-·
culinos, los -haute-con/res). Ni. siqt uefa "cuando 'Mazaiiñó-aéínüstrando· un
~ '
25. LA «TRAGEDIE LYRIQUE»: JEAN-BAPTISTE LULLY gran olfato por los acontecimientos musicales italianos (su informador era
entre otros, ubicuo, el conocido Atto Melani), no se dirigió más a Roma,
Si el primer acercamiento de los alemanes a la ópera italiana (Opitz, sino a Venecia, o sea a Cavalli, para la ópera que se representaría en oca-
Harsdorffer) fue un acercamiento literario, el.de los franceses {ue un_ac~r­ sión de las bodas de Luis XIV con la infanta de España (sello nupcial de la
camiento autoritario. Autoritario gesto político fue el de Mazarino (el minis- Paz de los Pirineos, 1659, que fue la obra maestra diplomática de Mazari-
tro~car<Ienarque s ucedió a Richelieu en el gobierno de ía nación), que in- no, pero una garantía poco menos que efímera para la paz europea), no fue
trodujo en París la ópera italiana e n el ámbito de un vasto proyecto deita- mayor la dicha encontrada por el <<dramma per musica•• italiano en París. El
lian1zaeién-de1a -culhíi:a·en.·ur corté "y-é'ffla"éápitaC.Ifii'iianizacíóñs)gííificaba ~ veneciano de 1654 -<!Ue es quizá, con el Giasone, la ópera más ág!'(
aliárizacoñ. el partidci"filofrancés en 1talia: no sor¡)rende e ncontrar en París, Y ligera de las tantas escritas por Caval!h.. gracias también a un libreto de
en los años 40 y 50, un grupo de músicos italianos procurados a Mazarino Minato tan feliz que luego quedó en ÜSohasta para Bononcini y Hiindel (cfr.
por los Medid, los Famese, los Este y, sobre todo, por los Barberini, los vol. V, 41)-, fue preparado en 1660 para salir del paso sobre una escena
sobrinos de Urbano VIII que, caídos en desgracia bajo su sucesor (el fi.loes- móvil en el Louvre, en espera de que estuviese listo e l inmenso teatro de
pañol Inocencio X), pasaron en Francia un exilio dorado. Los Barberini lle- las Tullerías, construido por el arquitecto teatral Gaspare Vigarani (sucesor
van consigo una experiencia operística brillante (cfr. § 20): práctica_!Eent~ de :rorelli) para dicha ópera celebrativa. ~,!!~~ .E,~risiens,e h!~t~C.O.I!;;.,
___.. . . __,. ____
barberiniana -es -la.primera ópera-compuesta expresamente pafa~l[fo"rj:~-P..ª--
-r--- --- ~

C~.§!Q.!le~~~~,;,.eLpapel.,d,e,:~~l!t~~ro~gonista fu~,S2DÉ.S;
ñsiense, el Orfeo de Francesco Buti y Luigi Ross1, representado en el1647. ..dQ_a un bantono;, lgs.tJ;es ·aG.! ~ del on_gma.l4J.e¡:Qt!_g~ cinco ac-
-----
216
·-~·-- ... ~ ·- •·' -
217
tos, ~~ggn,elJ.lso..vigente<e&·la&•tFagedias·:y·-'€emedia:;¡J rancesas; y entre un P~~~e-~~~p¿jmro~~J?.!I!~§.t2s, con.~1Jitt~~erlª.kt;,.s~~J.ttill2.~..
áct9 ·y, el otro .se inter.clarpg~tJlf1~§J~.~.~-~~ffi~l.sJi??.~?kfl.b))ínt~%os ~~-fíemo~..S9~Hf.~d~ (c~n _carta patente d~l 28 de junio de 1669)_~~~
y cóii}ihQs (de vascos franceses y españoles, de aldeanos ibéricos: de Sca- n_Q~ernll.M~~.!!<:;JJJ§J:J!~"'-~n nuestra cmdadjs.f;gi_~u"en..l~ s tras
ramuccia y Trivellino, de esclavos negros y marinero, de saltimbanquis, de c~~-ªg~s.~~..!"~Í!l9· academias .de músí:Ca'"para' 'cantar públicamente dramas
sátiros y silvanos) compu_~~.t ~ p_m:Jt~i!Rti.§.t~,!...J1Jly, compositor de la mú- teatrales, como se hace en Italia, en Alemania y en Inglaterra, por la dura-
sica instrumental y t le' oaile 'del rey. Pero no por esto la ópera veneciana ción de 12 años. Pero al haber sido informados que los cuidados esfuer~os
gustó mucho (se la encontró simplemente demasiado larga, más de ocho ho-
. ,-- --------""·
Y l~r.9J!.!gªQQ.s..por~el--señ~¡pn ~!l..esta~empr-esa"Yft:Nlau.RR9i9.9J4Yk>-
..

ras sin entenderse una sola palabra). Tampoco gustó demasiado la música r~~~namente nuestE~.iPJ.~~ón y elevar la música al nivel que nos ha-
de Cavalli para el Ercole amante de Buti, la «tragedia representada para las bíamos pr(ijñieslo'71íeñios creído que, para mejorar, había sido opor,tun.O..&QJk."_...,.
bodas de ls majestades cristianísimas» en febrero de 1622. También aquí, fiar: la. dir.ección.a,.U!lí:l.P~rsona q~J.CJ.".cual~ean notables la exneriencia..yJas
entre cada uno de los cinco actos, se habían intercalado 18 entrées de ba- ~<:<j.dades!.l,.~I!-!~..,~~~.<k~fu&a.,di;.p.Qder.-f{)~ai.~R!.~~-~(tps~~.eL.
llets musicadas por Lully, y el rey figuraba personalmente en los papeles can~o ~a a's9Qn...es.c.~!}ica, así como también de constituir conjuntos de
vi¿>Tiñes~_ !tr..9§..JDi-ñfó5.'-~-~------~~-",_,__...._~-·,-·.· ·
de Plutón, de Marte y del Sol (uri papel este que le competía por antono- 5 ··
masia): no por casualidad a los espectadores -víctimas después de todo de -~@ fin, bie~.~.s~.d~,mteligenci;u--J!~.JQS.N.í!ndes conocimien-
la infeliz sonoridad del gran teatro-la larguísmw{ybellísima).'ópera•de·€a- t~~__g~~yjrido.,en-tintrtísiCá'11u·estro- q~:~erido· y·-bien:?;;;;a<(o Jeán~Bap­
valli ~ció, más que ot~ª~cosa;..•un": b;uet.,r-eaLcQillbinado.,cen.,llli'flaema tiste Lully -que diariamente nos ha dado y nos da tantas pruebas' agrada-
t~ágico canfaa~]fi)j.'f.~§[Ga:~""~<;oQJJ!kSintomáticu. :vuelco de,perspeGtiv.a_y_ de bles~<Ieque él está a nuestro servicio, y que por eso hemos honrado
infe~s;·'E!~E..r~Qjf¿,-amaJJte,fit~Y.Rt.!!n tiWPP.,eLúl.tim9..dtamaJUusíGal..ita~i:!Po co~-~~~g_de-~~rintendent~Y"'SR.WR<l~~QI~~l~J.<~.,.m~~~c~Jeñüe'~f¿;-ca-
¡)roducidÓ e!.t f+'!ll~ia. · · · ..l!!ar~-::,¡,)e perrrutlmos y le concedemos, con la presente ·carta finnada de
···t1ilijili9.§.ición..ma.zaruúana.de-Ja-ópera.jtaJian.a. frag¡_ s.Q. pues Gunto al fra- nuestro puño, instituir una academia real de música-en nuestra ciudad de
caso~d~ su política cultural italianizante, junto al .proyecto jamás ejecutado París, que estará compuesta por el número de personas que él crea conve -
por Bernini para la ampliación del Louvre). O, más bien, ftmQonó ~­ nientemente, y que elegiremos y registraremos sobre las bases de las re-
vocación, como tal muy fructífera, Rª!'i!..PJ.Q..duc.ir.Jm...gén~r.Q~)~abte.a~ ferencias que él nos dará, para hacer representaciones en nuestra presen-
orgúñosamente autóctono:_la tra:i~ue. (Esta denominación, hoy cia (cuando así nos plazca) de dramas musicales compuestos tanto de ver-
corriente, data en realidadde'T"STgj.o xvm: el sigl~-~,.Y!LQr,~..:... sos franceses como en otras lenguas, a semejanza de las academias de Ita-
~n.musique, perfecto homólogo del itallirñO:,dramma per musica».) La lia. Y el señor Lully podrá gozar de ello paratoaa:laV:iaay'füe'gode"ét~éi
autoritariedad de la iniciativa mazariniana quedó empero impresa en la na- hno suyo, que asumirá hereditariamente e l sobredicho cargo de superinten-
turaleza misma de la ópera francesa. Autoritario fue el gesto con el cual dente de nuestra música, con facultad de asociarse a quien le parezca opor-
Luis XIV la instituyó, estableciendo la Académie R~siQue, orga- tuno para la institución de la academia ya mencionada.
nismo estable destinado en exclusiva a su producción. .6J!1;s.lri~~!.R~­ Y para indemnizarlo de los grandes gastos en que deberá incurrir para
pel
~-
que tuvo, por investidura
. - - . . • .,.... ~·F,.,.,.
real, destreza organizativa y talento..artístico,
..,....o<~~~''l\ll""-t(f'~Y'l",~·· .,.~~::-~.~'1-;·_~"(,¡o ~-•,.......,.,,.,,..• •
. v•'< • -
las mencionadas representaciones tanto a causa del teatro, de las máqui-
un -sólb'"tnú'SIC"d:'"'Lúlfy. Es lillportante leer la patente concedida por el Rey nas, de las escenas y del vestuario como de las otras cosas necesarias, le
~""-Sot'<(I:tillye11'T672 (un precedente de intento para introducir las represen- concedemos dar en público todos los dramas que componga, incluidos aque-
taciones operísticas en francés, sobre la base de un privilegio real concedi- llos que sean representados en nuestra presencia, sin ser necesario que pa-
do a Pierre Perrin y Robert Cambert, había fracasado, después de un par ra la ejecución de dichos dramas se sirva de músicos que se encuentren en
de espectáculos, por intrigas económicas y envidias artísticas): nuestra dependencia; como también requerir aquellas sumas que considere
oportunas y de colocar guardias u otros oficiales en los ingresos a los luga-
<<Siendo las ciencias y las artes los ornamentos más notables de los · Es- res donde se harán dichas representaciones, haciendo al mismo tiempo ex-
tados, ningún divertimiento ha sido más agradable - después de haber da- presa prolúbición a cualquier persona de cualquier calidad y condición (com-
do a nuestros pueblos la paz- que el hacerlos revivir llamando a nuestro prendidos los oficiales de nuestra corte) de acceder sin pagar, como tam-
lado a todos aquellos que tienen fama de sobresalir, no sólo dentro de los bién prolúbiendo a quien sea de hacer cantar cualquier drama integramente
confines de nuestro reino sino también en el extranjero. Y para inducirlos en música, tanto en francés como en otras lenguas, sin el consentimiento
a perfeccionarse posteriormente los hemos honrado con los signos de nues- escrito del señor Lully, con el riesgo de una multa de 10.000 liras y de la
tra estima y benevolencia. Y ya que entre las artes liberales la música ocu- confiscación del teatro, máquinas, escenas, vestidos y otras cosas, a bene-
-·----,..,..:..ot/P~~l:.,.,,.._...
218 219
ficio nuestro por un tercio, un tercio para el hospicio general y un tercio pa- que la música sabe expresar», un diálogo pastoral que, sin embargo, no en-
ra el señor Lully, el cual podrá también crear escuelas privadas de música tusiasma a Monsieur Jourdain, más que cansado de las habituales pastora-
en nuestra ciudad de París y donde é l considere necesario para el bien y el lenas puestas en boga por el preciosismo literario coetáneo (pero objeta el
beneficio de dicha academia real. Y ya que nosotros la instituimos siguiendo maestro de baile: «cuando se deben recitar personajes con música es pre-
el modelo de las de Italia, donde los gentilhombres cantan públicamente mú- ciso que, para la verosimilitud, se termine e n lo pastoral. El canto siempre
sica sin apartarse de las conveniencias nobiliarias, Ql!~~eg19§. y .9i~¡x;>nemos ha sido emolumento de los pastores, y no es natural que príncipes o bur-
que cualqui~_:~tilhombre y noble da~~ p_~~Ae.~81~~!-.~~..~<:>.~.m~~~.?fl~os gueses cante en diálogo sus pasiones»); el acto segundo se concluye con
ar~'ffi~¡>~.cfaclil!?~ti~·nfte'Stl<!:~a.éá<f!.!!!!~'!l.,._~~.,..P~F:J~·o }.;~ y:~\i!'o_de un ballet de aprendices de sastrería que ponen a prueba el traje de moda
nobleza y de s us privilegios, .S~~g?.~· .9t!:~CAQ.. e P1mtmi~~4>··· ·· · · de Monsieur J ourdain; el acto tercero con un ballet de cocineros que sirven
..._ _ .----...-~~ ....... ·-..· .-.a. un banquete ofrecido a los huéspedes de Monsieur Jourdain; el acto cuarto
Esta última cláusula, más que reflejar un supues to uso de los teatros pú- está todo centrado en la divertida ceremonia turca de investidura infligida
blicos italianos (donde, sacando algún cantante honrado por sus méritos ca- al son de bastonazos a Monsieur Jourdain (Lully mismo tiene, frente al rey,
noros con el título de caballero, cantaban profesionales y no ciertamente los el rol bufo del muftO; el desenlace en el último acto se festeja finalmente
nobles) o prefigurar un improbable acceso de diletantes aristocráticos a las con un verdadero ballet, alegremente políglota (españoles, italianos, fran-
escenas de la Académie, tutelaba las ambiciones nobiliarias de Lully mismo ceses cantan y bailan a porfía, pero la conclusión coral es un himno al teatro
que, adquirido por donación real el cargo hereditario de superintendente (un de Moliere-Lully: «Quels spectacles charmants, quels plaisirs gofitons-nous!
cargo venal según el cual el intestatario pagaba una tasa anual porcentual al Les dieus memes, les dieux n'en ont point des plus doux»). En otros casos
valor nominal del cargo mismo), podía legítimamente considerarse miembro los intermedios cantados y bailados constituyen otros tantos episodios de
reciente de las noblesse de robe. Por el resto, el privilegio real confería a una única acción que transcurre paralela y autonóma, sin un nexo evidente
Lully y a sus descendientes una autoridad verdaderamente absoluta sobre o necesario, paralelamente a la comedia en la cual se ensamblaron. Se ins-
el teatro musical de la nación entera. Cuando en 1685 y 1688, bajo la ola taura entonces una relación de alteridad o de reflejo entre inte rmedio y co-
del éxito parisiense de las tragédies lyrique,s· ti~J:ll.llY'.,:M"~J!.~.'t~ñ-qw­ media, como en Georges Dandin (1668): la amarga comedia del campesino
s ier-en abrir ·teatfos-<re~éra ;¡,&aré]r~Señiádas, t1.tyi~n que adqul:iifel rico, pero mezquino, engañado y burlado por la joven esposa ciudadana, es-
derecho·~.!f~\íl!Y.}~~.uS:~i:e.d~~;-; ~~·;-;~rt~7·¡; A~dérñie'i~ciaQU'e tá interrumpida por las alternas peripecias amorosas de una cuadrilla de pas-
aslimii:'eJ pago de las pensiones vitalicias a la viuda y a los hijos. A diferen- tores (Climene, Cloris, Tircis y Philene) cantadas musicalmente, en un con-
cia de las otras academias requeridas por Richelieu (la Académie Fran<;aise) traste-analogía tanto más irónico cuanto mayor es la deformidad estilística.
y Juego por el ministro del Rey Sol, Colbert (la Académie des Sciences, la Pero una cosa era suministrar intermedios, entrées y pastoralerías para
Académie des Inscriptions, Médailles et Belles-Lettres, la Académie de las comedias de Moliere o para los ballets de la corte, y otra cosa muy dis-
Peinture et Sculpture, la Académie d'Architecture), la Acadérrúe de Musí- tinta era sostener con música una tragedia. Los obstáculos que se interpo-
que no tuvo estatutos y, más que un autorizado foro de artistas, científicos nían en Francia a la empresa radicaban no tanto en la diversidad entre la
y literatos e mpleados por el erario público para el enriquecimiento moral y música trances y la música italiana -una diversidad que a mitad del siglo
económico del reino, fue un organismo productivo confiado a la gestión ple- XVIJ es ya perceptible (Lully hizo de esto el objeto de un humorístico diálo-
nipotenciaria de un solo hombre : Lully. go bilingüe en el Ballet de la raillerie, 1659), pero que solamente con la ópe-
La toma de posesión del teatro de música francés por parte de Lully se ra de la madurez de Lully y su póstuma consagración tomará las formas de
fundaba ciertamente en el favor real, pero también en una experiencia tea- un verdadero contraste de estilos nacionales recíprocamente inconciliables-
tral ya s uficientemente prestigiosa. De_:;_c!_e_lf)63..a.16:ll...LY!ly_fue el colabo- sino en los distintos presupuesto estéticos y en el peso relativo enorme-
rador musical estab,le .de.. Moliere: fffito. deJa colab.oració~na docena_ mente más alto que el teatro literario tenía en Francia, tanto como para ha-
dec amédie-baLÍets, o sea, comedias reU~na!¡_c!e_~?Ltrtes._qe. balleto..más...o.JIIe- cer inevitablemente de él la instancia esté tica normativa sobre la cual con-
nos-mte·g rados"en'iá acción. La integración máxima se ha logrado en el di- mensurar la creación de la nueva tragedia con música. (En Italia, en todo
vertido-BvurgéoiS'ltentilliombre (1670): cada entrée, cada número de ballet caso -se ha visto en§ 21-, el «dramma per musica>> fue una sublimación,
es una inseción bien motivada e n ese punto específico de la comedia, y en- una difini.ficación de la forma teatral dominante, la «Commedia dell'arte».) El
tra a formar parte constitutiva. En el acto primero, el maestro de música teatro trágico de Corneille y de Racine, en su regularidad y en su pathos
y el maestro de baile prueban los fragmentos que someten a la atención del sublime, proyecta una sombra imperiosa sobre la iniciativa Julliana, que, en
exaltado burgués, en particular «Un pequeño e nsayo de las varias pasiones efecto, salió al encuentro de no pocas críticas y censuras por parte literaria.

220 221
De qué tipo fuesen estas disputas resulta por ejemplo de la Critica dell'o- introducido para unir mejor a Hércules con la tragedia y para «hacer resal-
pera o esame delta tragedia intitolata «Alceste• (Alceste, 1674, es 1~ segunda tar maravillosamente su gloria» (vencedor de la Muerte y de las propias pa-
tragédie lyrique producida en la Acadérrúe por Lully y por su libretista esta- siones); idem el amor de Licomedes por Alcestes y la herida mortal que in-
ble, Philippe Quinault, que estaba ligado a Lully por contrato y desde 1673 flige a Admeto, causa más noble de la muerte de éste que la enfermedad
a 1686 proporcionó el texto de dos de sus trece tragédies lyriques). Apare- de la cual cae víctima en Euripides; úiem para los amores volubles de Cefisa
cida anónima, la Critica dell' «Alceste• se debe a Charles Perrault, el futuro por Lychas y Straton (personajes córrúcos, confidentes de los protagonis-
autor de los famosos «Cuentos de Mamá Oca». Alineado desde siempre en- tas), ya que es perfectamente. tolerable la broma entre los secuaces de los
tre los «modernos•• en la querelle des anciens et des modernes, que despe- héroes, pero también por el eficaz contraste entre la fidelidad de éstos y la
dazó el mundo literario francés de la segunda rrútal del siglo XVII - la dis- infidelidad de aquéllos, y finalmente porque la quinceañera Cefisa introduce
puta entre los sostenedores de la supremacía y ejemplarida~ de la literatura un oportuno polo opuesto al viejo y noble Feres, que, como ella, rechaza
griega y latina (con Boileau y su Art poétU¡ue de 1674 en pnmera fila) Y los morir por salvar al rey Admeto; úiem la aparición celeste de Apolo, que ha-
defensores de la dignidad autónoma de la literatura francesa moderna, no ce erigir un monumento fúnebre a la memoria de quien se sacrifique por Ad-
vinculada a la observancia rígida de los cánones clásicos- y autor del poe- meto, pasaje·escenicamente eficaz para justificar la erección del catafalco so-
ma Le siecle de Louis le grand (1687) que , exaltando la prosperidad de las bre el cual morirá después Alcestes y para eleminar largos y fastidiosos re-
artes bajo el Rey Sol, señaló al siglo XVII como el verdadero grand siecle de latos informativos; idem para la sorpresa desagradable de Admeto ante la
la nación Perrault es un testimonio no sospechoso de repulsión preestable- vista de la mujer muerta, que procura un pasaje repentino y conmovedor
cida con~a el teatro en música: y en efecto, la suya es una Crítica amplia- del júbilo a la desesperación; úiem, finalmente, la victoria de Alcides sobre
mente positiva, defensiva. Pero su atención, como la de todos los difama- sí rrúsmo, que, agregando una especie de nudo episódico con su desenlace,
dores de la ópera (incluido Boileau), está enteramente dirigida al texto, no redobla la atención y el placer» (es la ya citada doble victoria de Hércules,
al aspecto musical de la tragedia: y esta unilateralidad de ~cercarrúento crí- que de semidiós se vuelve un héroe sublime, en el cual no será improbable
tico es por sí un indicio elocuente de la gran preponderancia del teatro lite- ver la imagen de Luis XIV). Cleón-Perrault, declara oportuna y necesaria
rario en el horizonte cultural de quien, en la corte o en la capital, abordaba una cierta adecuación del sujeto antiguo a los usos y costumbres del siglo
la tragédie lyrique. . ., corriente, adrrúte de buen grado que «los autores antiguos tuvieron un ge-
En la Critica se confrontan el defensor Cleón (que, hac1endo alus1on al nio superior a los modernos en la descripción de las cosas de la naturaleza,
antagonismo entre los gustos de la corte y de la capital, atribuye parte de de los sentirrúentos del corazón humano y en todo lo que concierne a la ex-
las críticas movidas al Alceste en París al favor que la ópera había contratado presión»: << pero en las obras del espíritu se observan también otras cosas,
en Versalles) y el difamador Aristipo, que se declara preventivamente <<muy como el decoro, el orden, la economía, la distribución, la relación de las par-
contento de la música y de las escenas», pero disgustado de la poesía. La tes con el todo», cosas que son fruto de la experiencia, de forma que el dra-
crítica de Aristipo apunta a la versificación y a la trama de la tragedia, así maturgo moderno, aventajado sobre los antiguos, los supera bajo otros as-
como a la presencia de los personajes córrúcos (de los cuales, sin embargo, pectos. En cuanto a la intervención de las divinidades, la condena horaciana
entre tanto todo París canta las arietas, dice Cleón) Y la eliminación de al- del deux ex machina vale, sí, para la tragedia y la comedia, pero no tiene
gunos episodios de l original de Eurípides. Cleón justific~ por ~e?arado las curso para la ópera, que en los tiempos de Horado no existía. Y la obser-
divergencias de Eurípides: el diálogo Apolo-Muerte ha s1do elimmado por- vancia de lo verosímil y de lo merveilleux, de lo <<maravilloso» prescrita por
que, preanunciando los eventos, atenuaría la expectativa, úiem el relato de Aristóteles, va graduada género por género: la comedia se alimenta sólo de
la tristeza de Alcestes, porque a Alcestes, mujer sabia y madura, no que- Jo verosímil; la tragedia tolera alguna intervención de lo <<maravilloso•; la
dan bien los lamentos amorosos (habrían provocado la risa); ídem el diálogo opera, en cambio - tercer género, simétrico a la comedia-, se nutre prin-
de Admeto que convence a Alcestes a sacrificarse por él, porque hoy por cipalmente de lo <<maravilloso». Es entonces óptimo en la ópera el cambio
hoy no se toleraría que el marido convenza a la mujer para que '?uera en imprevisto de escena, desde la tierra, al cielo y a los infiernos. (Lo •mara-
su lugar; ídem al diálogo del rey con Feres, porque no es converuente q~e villoso» en efecto, con sus efectos escénicos sorprendentes, funciona casi
Admeto maltrate al viejo padre: úiem el discurso del lacayo, que se queJa como una coartada a las infracciones que música y puesta en escena inevi-
de Alcides (Hércules) poniéndole motes, ya que la idea que se nos hace mo- tablemente inflingen a las leyes de la verosimilitud. ) La verdadera categoría
dernamente de Hércules no tolera su representación como un borracho; de l juicio final es, para Perrault, el << buen gusto» de los honnetes hommes,
ídem para la restitución de Alcestes velada ante Admeto, engaño digno de de la gente culta: un criterio que incluye la idea del consenso comunitario,
una comedia y no de una tragedia; el amor de Alcides por Alcestes ha sido la instancia normativa de un hábito cultural colectivo.

222 223
En el debate en pro y en contra de la ópera -un debate de y por lite· de to~o esto. ~n la _ópera francesa~e!Jie!Jl.J!(>_9e la acción !!!!>'~ rS!@I_EQUen-
ratos que molesta y aguijonea a la ópera francesa con sus exordios durante te Y tiende a ~rnarse con el ~em~-<!~~g~Lc_a: .. el tiempo empleado
más de un .siglo, y desde Francia desborda después en el siglo xvm hacia e~ los é\'eñfÜSyei tiempo idealmente necesario para la suce-
Alemania e Italia- no escapan las irregularidades y las anomalías de la tra- sión real de los hechos están en una relación de virtual identidad. El pre-
gédie lyrique, juzgada desde el punto de vista de los cánones dramatúrgicos cepto aristotélico de unidad de tiempo es observado cuando menos en el in-
clásicos. Pero vista desde de la ópera italiana -es decir, del modelo que terior de cada acto: la liaison de scene -la regla que prohibe hacer salir de
el privilegio real concedido a Lully declara querer imitar (o sustituir)-, sal- escena a todos los personajes al final de una misma escena- es aplicada
ta a la vista la propincuidad notable de la tragédie lyrique con el teatro trá- puntualmente, y no hay nunca un cambio de lugar en el medio de un acto
gico, del gran siecle: una propincuidad que significa desviación total de la ópe- (~alvo las apariciones «maravillosas», las divinidades, las magias). Un indi-
ra coetánea italiana (para la cual -sea dicho entre paréntesis- un estre- CIO revelador de ese continuum musical-dramatúrgico lo dan las notas de pa-
cho examen comparativo con las fuentes literarias antiguas, como aquel he- so que en el bajo continuo comunican suavemente una escena con la otra:
cho por Perrault sobre Alcestes, no sería ni posible ni interesante). entre dos diversos segmentos del texto dramático (cada escena tiene una
El precepto de la verosimilitud se refleja en la estructura misma de la tonalidad de base unitaria) no hay interrupción, sino concatenación. La ex-
música. Una distinción italianamente neta entre recitativo y aria, entre récit pansión me lódica, la cual comporta un engrosamiento y una reducción del
y air, en la tragédie lyrique simplemente no se da (con una lógica excepción: transcurso del tiempo musical y dramático, es bastante temperada, y debe
la canzonetta cantada <<como tal" por un personaje generalmente inferior, ser ~iempre motivada por el texto y por su dimensión teórica, o por la evi-
que decide y declara cantar, justamente, una canzonetta como pasatiempo). dencia de los eventos dramáticos.
El material melódico con que son !}ilyanadQ§)os récitá ~s es homo- Aquella expansión melódica puede también no darse y la expresión con-
~eo: entre unos y otros hay una diferencia ggdual de d~~ fiarse enteramente al énfasis declamatorio del recitativo: la escena más ce-
~sor-enra-organ:tzaciOn retóncQ:~ J¿ declamación es casi..exclU§i- lebrada de Armide (1686), el monólogo de Armida, que quiere matar en el
v~ilá~n..lqp_!ill§_: pero en el récit e] ri,.!!:n_g.,e.s.tá-som~ti>i~­ sueño al enemigo Renaud y en cambio se enamora de él perdidamente, tu-
oo..,ge li'<li'Cc!Qn, al punto Qi'ie,'eñüñ""determmado momento, se alternan li- vo fama de ser el momento más grande, más poderoso, más ~verdadero»
bremente metros binarios y temarios (la alternancia es una mera conven- de toda la historia de la tragédie lyrique (Rameau mismo exaltó muchas ve-
ción gráfica, imperceptible al oído: el único aspecto métrico perceptible es ces su calidad representativa y expresiva en sus escritos teóricos anterio-
el acentuativo y enfático del texto declamado, que la grafía musical simple- res Y posteriores a su actividad de compositor teatral, pero el conflicto en
mente secunda). El air se ~.L~s o menos el ánimo da Armida es expresado más por virtud de pausas y cortes lace-
fte,mente de uno o dos versos pa~cplan.n!!Q~e. e¿<:pr~jyos, ~e perfil ñieÍó- rantes, de exclamaciones agitadas e inconexas que a fuerza de caracteriza-
disg ill'áSresaUao01sOñeñ'SiiíñaYÓría frases en posición cadeilciai):« Ter- ción melódica o armónica. El recitativo lulliano, en tales momentos (verda-
minez mes tOiiññents, puissant maitre du monde; Sans vous, sans votre deramente raros) de gran excitación afectiva, sabe hacerse poseer por una
amour, hélas! Je ne souffrirai pas», es la triple invocación de lo en su mo- histrionicidad física que al recitativo italiano coetáneo le falta de hecho (o es
nólogo en Isis; en el prólogo de Alceste, la pregunta melódicamente punzan· dejado a la bravura del ejecutante). También el air subyace remiso a los dic-
te de la Ninfa del Sena, «Le héros que j'attends ne reviendra-t-il pas! " (Luis tados de la declamación dramática del texto. La construcción sintáctica de
XIV estaba entonces ocupado en la campaña de Holanda), resuenan ocho la fra~e y del período musical en la melodía lulliana es de gran soltura, fa-
voces en un air de 25 versos. La forma musical de los récits y de los airs vorecida por la indeterminación acentuativa de la métrica y prosodia france-
es entonces retóricamente determinada y fluida (a Goldoni, que asistía por sas (en el alejandrino, que es el verso exclusivo del teatro literario y el ver-
primera vez a un espectáculo de la Académie de Musique, pareció curioso so base del teatro musical, cuentan más las cesuras que los acentos). Poco
que el primer acto terminase sin una sola aria: había tomado las seis airs antes del monólogo exaltado en Armida, el aria del sueño de Renaud -que,
por un recitativo ininterrumpido... ). por un contraste dramatúrgicamente necesario, es plácida, idílica, suave-
En efecto, el discurso musical de una tragédie ~ desenvuelve, está toda entrelazada de frases «irregulares» (11, 6, 11, 8, 7, 7 compases).
r...or ~ecir,_:~l.l:-ti.~ll!ItO~Jeal~~ Enla ópera italíaña el tiempo de la acción ~ero el resultado no es ciertamente el de una dicción asimétrica y sesgada,
transcurre intermitente y arbitrariamente: va más rápido en los racitativos, srno de una naturaleza sostenida, sonora, de una «normal>> adherencia al tex-
queda momentáneamente suspendido en el aria (que representa de manera to declamado. El efecto de persuasiva, balanceante regularidad es procura-
alargada un efecto indiferente instantáneo y duradero), se rompe con cada do por el diseño orquestal ondulado y ligero de corcheas continuas en 3/4,
cambio de escena, y la música, que tiene su propio tiempo, poco se ocupa y por la sonoridad cubierta y voluptuosa de los violines con sordina.
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Por sí solo, el uso contenido de los recursos musicales en el diálogo dra- funérailles de la Foire parodia igual a Lully cantando «La foire est morte»);
mático -la clasicista atenuación de la fogosidad de los medios expresivos- finalmente, la pompa fúnebre en honor de Alcestes, una marcha lúgubre do-
privaría empero a la tragédie lyrique de su razón de ser. La acción, además minada por la sonoridad de dos flautas (evocadora de las tibias que, en los
de los diálogos, debe ser entregada a eventos visibles, a episodios intrínsi- bajorrelieves de los sarcófagos romanos, acompañan los cortejos fúnebres)
camente espectaculares. Son estos eventos y episodios los que salvaguar- e interrumpida por el llanto desconsolado de una plañidera; en la conclusión
dan, con la petición de lo «maravilloso••, los derechos de la música, sin da- del acto, la aparición <<maravillosa» de Diana y de Mercurio que acompaña-
ñar la verosimilitud. Entre las reglas dramatúrgicas de la tragédie lyrique, rán a Alcides en su viaje de ultratumba para recuperar a Alcestes para los
existe la que impone el construir cada acto alrededor de un incidente, de vivos. En el cuarto acto, Caronte, barquero de las Sombras y cobrador en
un acontecer preeminente, y este acontecer o incidente (de naturaleza mi- el ingreso al infierno, personaje subalterno del Hades, está caracterizado
tológica, mágica, ceremonial o alegórica) tiene que suministrar un pretexto burlescamente por un air cómico, pero el rango real de Plutón y Proserpina
adecuado a un «espectáculo-en-el-espectáculo» abundantemente aderezado está connotado por el atributo real por excelencia, el «largo» de ritmos fuer-
de música y danza: son los llamados divertissements, diversiones de los sen- temente acompasados de la ouverture a la francesa, que introduce un diver-
tidos y digresiones momentáneas de la acción al mismo tiempo. Tomemos tissement infernal en honor a Alcides. El quinto acto finalmente, es un úni-
una vez más Alceste. Después del prólogo (que es un gran divertissement co, gran triunfo coral por la salvación de Alcestes y la magnanimidad de Al-
alegórico), el divertissement del acto primero está constituido por cantos y cides, con el concurso de Apolo y de las Musas, que descienden del cielo
bailes de la fiesta náutica en honor a los esposos, Admeto y Alcestes (pes- entre cantos y danzas de pastores y nobles tesalios. Las ocasiones para in-
cadores y marineros codo con codo con ninfas y tritones); pero (golpe es- tercalar a los récits y a los airs un frecue nte, abundante alarde de músicas
cénico) la fiesta naval ofrecida por e l celoso Licomedes es una trampa para y bailes no escasean, por tanto. Y con la complicidad de lo «maravilloso» y
raptar a Alcestes y hacer caer al mar a Admeto y a Alcides; la acción del de los divertissements intercalados a propósito, lo verosímil -esta conven-
drama está encaminada, el acto se concluye con las intervenciones <<mara- ción primordial y sacramental de la dramaturgia francesa- sale inmune de
villosas» de Thétis (que desencadena una tempestad del mar) y Eolo (que desfiguraciones sacrílegas. El epítome de la unión de música y danza bajo
la aplaca), pretexto de efectos de música meteorológicamente evocativa. En los auspicios de lo <<maravilloso» y del ceremonial son ciertas colosales cha-
el acto segundo se ve el asedio, el asalto y la conquista de Esciros (reino conas y pasacaglias tocadas y cantadas en la apoteosis final de algunas tra-
de Licomedes) por parte de los tesalios seguidos por Admeto y Alcides; es gédies. De todas, la más soberbia es la pasacaglia del divertissement en el
un divertissement bélico, una sección enteramente guerrera, ilustrada musi- acto quinto de la Arinide (los P laceres, los Amantes afortunados y los Aman-
cal y coreográficamente en cinco densísimos minutos -en el final de una tes felices aparecen por magia de Armides para entretener a Renaud du-
perspectiva temporal fuertemente acelerada- mediante coros contrapues- rante su ausencia). El esquema de cuatro compases (es el habitual tetra-
tos de asediados y asediantes, marchas de trompetas y timbales, marciales cordio descendiente, Sol-Fa-Mib-Re) es reiterado y variado un centenar de
entrées de ballet; el golpe de escena al final del acto: Admeto es herido de veces: un cortejo de violines, flautas, oboes, solistas vocales y coros se de-
muerte; la aparición <<maravillosa» de Apolo con las Artes, que erigen el ca- sarrolla en una dimensión temporal hipnótica y mágica al mismo tiempo, in-
tafalco destinado a aquel que quiera sacrificarse en vez del rey, y concluye móvil y vertiginosa.
el acto. El tercer acto -verdadera cuirñlñación de la tragédie, y página sin Lo «maravilloso» de la mijQlogía..antigua '(Cadmus et Hermione, Alceste,
igual en la historia de la ópera del seiscientro por extensión y solemnidad Thésée, Atys, Isis, Psyché, Bellérophon, Proserpine, Persée, Phaéton) _x...rl.
de invención teatral- tiene una estructura ceremonial de grandes dimen- mun?o f~~<!:.~a épi~ ~el ~en~afimiemo (Amadis, Roland, Armide) ..Q.W.-
siones: primero, el lamento desconsolado, severo, de Alcestes por la suer- porcJOnan, pues, iñil pretextos a la música lulliana, pero estos temas -so-
te del moribundo Admeto, haciéndole eco e l coro de los tesalios con un tri- ~_.flaapr'bB<kión pre VIa déT~v:~soñ1anibién ~tra~'tánt:asale­
ple y doloroso «Hélas! »; después, el coro de júbilo por la salud recuperada gorías fabulosas 'de un soberano"OiVinizado e idolatrado, de un nuevo Apolo
de Admeto; luego, el repentino descubrimiento del catafalco, con el cadá- que conduce una política europea agresiva y es aclamado en su patria como
ver de Alcestes muerta para salvar al consorte, y el unánime pesar coral el pacificador del mundo, como un nuevo Pericles y Augusto. Los prólogos
(la frase de «Alceste est morte» -una larga, grave, poderosa cadencia en son explícitos al propósito. Descifrar en la trama de las tragédies lyriques de
Sol menor, ritualmente proclamada tres veces por el coro- es de aquellas Quinault y Lully las alus iones intencionales o impremeditadas a la vida de la
que tuvieron larga vida en la memoria colectiva de los franceses: sesenta corte de Versalles se transforma e n un juego de sociedad predilecto de la
años después, más o menos idéntica es la música de ··Hyppolite n'est plus », aristocracia y de los intelectuales de París. Y, sin embargo, se celebran allí,
en el Hyppolite et Aricie, de Rameau, pero ya en 1718 la ópera comique Les por e ncima de todas las demás, las virtudes del amor y de la gloria, ideales

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caballerescos y aristocráticos propuestos a la imitación unánime de la nueva paginación orquestal (constantemente a cinco partes de base: dos violines,
y de la vieja nobleza francesa. La tragédie lyrique goza también econónúca- dos violas, bajo, con duplicaciones y partes suplementarias de flautas, oboes,
mente del favor que el rey le demuestra (una carta de Madame de Sevigné fagotes). ~~por eso nú~~~ _difusi<1!!.Q~as trag:t~~-L~!!!!Y1_Ai§_c;;~ta
en 1673 relata: «El rey decía algunos días atrás que, si está en París cuan- en l~s er2._~~1a1i, tue. for~~~~~~t~-~2?~~.~.!L~!.~!;(apj~~9· El monumento
do se represente la ópera, irá todos los días. Este cumplido valdrá 100.000 musical Y teatrru~oal JOven, ambicioso monarca sobrevivie espléndido
francos para Lully). Habitualmente se da en Versalles la primera represen- Yaislado a su artífice (Lully muere en 1687) y a la larga decadencia del rei-
tación de la ópera, que pasa luego a la Acadénúe. El coste de las produc- no del Rey Sol (que después de 1685 poco se interesa ya por la ópera).
ciones es prohibitivo en relación a la exigüidad de su número: la norma es
de una tragédie al año. Pero la Acadénúe -que tiene una compañía esta-
ble- está en actividad regularmente cada martes, viernes y domingo, con 26. MUSICAS TEATRALES EN INGLATERRA Y EN ESPAÑA
una pausa pascual y algún otro breve período de clausura (las premieres su-
ceden habitualmente después de Pascua, cuando la estación teatral está ter- «Música LP~~ han sido siempre reco!!.oci<!i!.s CQ.IJlo...hennanas que,
minada y no hace competencia a la ópera). Sobre todo, las óperas afortu- avanz3iia'ócie la mano, se sostienen recíprocamente. Si la poesía es la ar-
nadas quedan en el repertorio y son respuestas a la carrera apenas se de- monía qe las Eal~~Lrr.lli.slsé!..~~llm!.QPÍ'LQ~.J<Is_m:>J.e§; y como!a poe--
bilita el interés por la novedad del año: la sala de la Acadénúe, situada en sía se eleva sobre la prosa y el arte oratorio, así la música exalta la poesía.
el Palais-Royal, en el corazón de París, está siempre llena de gente, y la Cada una de ellas puede sobresalir singularmente: juntas, ellas son exce-
empresa prospera. Thésée (1675), por ejemplo, se repone en 1677, 1678, lentísimas, puesto que solamente entonces no falta nada a su respectiva per-
1679, 1688, 1698, 1707, 1720, 1729, 1744, 1754, 1765, 1767, 1770 y 1779: fección, y brillan como brillan espíritu y belleza en una única persona. En
104 años de representaciones son (si bien con las modificaciones y altera- nuestra nación, la poesía y la pintura han logrado su madurez: también la
ciones que la partitura original sufrió en el ya entrado siglo XVII) el primado música, si bien es aún menor de edad, es una muchacha precoz y hace bien
absoluto de longevidad de la ópera europea de los siglos XVII y XVIII. Casi en esperar lo que ella podrá llegar a ser en un futuro en Inglaterra, cuando
todas las tragédies lyriques de Lully (a diferencia de las de sus sucesores) sus maestros encontraren un mayor estímulo. Por ahora está aprendiendo
sobrevivieron hasta la época de Rameau; Armide se dio también en 1764, el italiano, que es su mejor preceptor, y estudia también un poco de modos
trece años antes que Gluck musicara el mismo texto. El privilegio de im- a la francesa, para darse maneras un poco más alegres y agraciadas. Más
prenta concedido a Lully en 1672 consolidaba durablemente la imagen de alejados del sol, nosotros somos de una maduración más lenta que las na-
las monumentales partituras lullianas (la primera ópera editada fue Isis, en ciones vecinas, y nos tenemos que contentar con sacudimos de encima la
1677, publicada curiosamente en partes separadas: de 1679 en adelante, las barbarie poco a poco. La edad presente parece ya dispuesta a una cierta
partituras aparecieron el núsmo año de la premiere, y finalmente, fueron im- delicadeza y aprende a distinguir entre una fantasía salvaje y una proporcio-
presas las óperas anteriores a 1678). nada y precisa composición••.
Las .óperas de Lully -muy diversamente de los <<dramnú per musica"
italianos~~p'Wdilcictosyconsunúdos por docenas- CQ.IlS.ti.tu.y.etHllbCanon.me- Así, H~nry Pureen, a través de la pluma del poeta John Dryden, pre-
!Jl~~~Su representación es parte integrante, por así decirlo, del pano- senta al público, en 1691, la partitura de sus músicas de escena para The
rama cultural urbano de París durante casi un siglo. La frecuencia <ieJas._p¡¡- prophetess, or The history of Dioclesian. (Es normal, en Inglaterra como en
rodias verb~s, tea!J;ales,Y.!IJ_!c'si~es cpmprueba ~~ P,erqu(able_Q.Oill!!.aJidad otras partes, que las dedicatorias de las ediciones musicales sean escritas
eñ'fOa'ó'Síos niveles de la sQ<;i~dad ciudadana. Son ingredientes constituti- por literatos de profesión, por encargo de los músicos: pero esyeculiar de
vos yaocllinel1tos ·autorizados de un gusto, de un estilo musical francés que la tradición poética inglesa, la profunda simpatía entre las razo~es.de"h1poe-
asciende a código estético normativo y va en contra de una tipificación plu- síu las dt: la música, que se transparenta también por estas pocas lineas
rigeneracional. Tratados polénúcos como la Comparaison de la musique ita- .de...Dcyden, autor de·varias poesías para la música de Pureen y de una· oda
lienne et de la musique fram;aise, de Jean Le Cerf de la Viéville (1704) san- en su memoria; cfr. lectura 5). El influjo de la música italiana y de la-fran-
cionan la orgullosa autonomía (y superioridad) de los progresos del estilo mu- ce~~~_evjden!e, a primera audición y a primera lectura, e~_da p~~ de
sical francés, una autonomía que es plenamente verificable sobre la página P~ (Es ocioso preguntarse, como hacen algunos, sobre cuál de los dos
musical escrita y a la audición: en las fórmulas idiomáticas de la melodía, en influjos predomina: el.!!.s.til<?._d~_ Purcell, vorazmente heterogéneo y versátil,
los ornamentos interpretativos de las partes, en el tratanúento de la armo- seáde tooes modos~yario y diverso hasta lo irreconocible donde no inter-
nía y de las modulaciones, en la estructura núsma de la partitura y de la com- ~~te impr~nta personal en la invención armónica.y_en..~l es-
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tro melQQk:.Q.) Lé!_!!!!l~~-de J>\.lr~~U,.-ª.ljnl_entada.~te de las fuen- cías poéticas_profundas (como en las palabras de Lorenzo al comienzo del
~cesas (de las tragédies en musique de Lully -de todosrrmdos;-en quinto acto de El mercader de Venecia).
parte;c~esibles en las partituras impresas-, al menos Cadmus et Hermio- ld.JillÍ~eEf!!C!J1i.al y c.amav.alesca-· de~acciones escénicas, ballet,
ne fue representada en Londres e n 1686) e italianas (una partitura manus- d~c.ole.ctiva, música para baile y canto declamatorio fue cultivada asidua-
crita de la E rismena de Cavalli, con una tradÜcCióñ inglesa contemporánea ~dur~te toda .la mita_d __del $ig!o en los masques, los ballets represen-
del texto, ha vuelto a emerger algunos años atrás, y se sabe por cierto de tativos preparados en la corte y en los palacios de la aristocracia, que de
al menos una ópera italiana - no identificada- representada en Londres en los ballets de corte francés e italiano (cfr. lectura 2) fueron un sofisticado
1674) está íntimamente predispuesta a la evocación escénica s~estiva, a potenciamiento en el sentido de la invención alegórica, espectacular, exu-
la fu~i)tecarac{~nzáclón-histrÓruca:· a- Já 'ges&ulación-répres~~tiva, berante y en el sentido de la complejidad formal (gracias, sobre todo, a la
mÚcho más que aquella de tantos contemporáneos suyos, italianos, activos colaboración durante treinta años entre el dramaturgo Ben Jonson y el ar-
productores de <<dramrni per musica». Esta predisPOsición. nece~!.. sí, quitecto !fugo Jones). La música de las masques (por lo poco que se sabe:
es, sin embargo, insuficiente para crear Q_9r sí sola...unaJ;radición....Qp~tica de su aspecto musical com-puesto y un poco casual quedan fragmentos, co-
de- aiguna-·rrnportancia. EñaüséñCia dé.las .condiciones culturale~_ ~jnstitu­ mo, por otra parte, sucede con los ballets homólogos franceses e italianos)
ciOñat~s·propicias para acoger aquella novedad dramático-musical aje~a que a.cc~_de muy tarde al estilo recitativo, que es una condición indispensable ·-de
-:---... . ,.______ ......,.......-....- --~ ....-, ~
es e!featro de ópéra ..::..Condiciones que en Inglaterra se verificaron sólo en ja.r_ectta9_0n mu~1c~de y na acción dr~!Jlática .cualqJJiera. (Las monodías de
el priÍner. decenio del siglo xvm- , la vena teatral de Purcell se manifestó cámara temperamentales y lánguidas de Caccini sí tuvieron en Inglaterra
forzosamente en formas productivas que, vistas desde el continente, apa- una fortuna precoz y difundida, quizá también en virtud de una cierta pro-
recen anómalas y episódicas, relegadas en una efímera especificidad autóc- pensión de la poesía inglesa a asociar la música con los efectos melancóli-
tona y (muerto Purcell a los 36 años en 1695) carentes de la continuidad cos: P_~o la p~~ra aplicación artísticamente pretenciosa del estilo recita-
histórica: lo que se llamaría un <<despilfarro» de la historia, en s uma, si no tivo italiano a un texto dialogufs1ico" iíigies'paréceremoñtarse sofarñente 'a-.
fuese, por definición, carente de sentido una concepción teológica de la his- \o_s años..alre áedor ae. 1630,-al lamentÓ de Ero y LeiD!dio com12.uesto- por
toria del arte musical. Nicolás Lanier, cal!tante, laudista y_pintor, al regreso de un viaje a Italia).
El em~a._música tiene una tradición rica en el teatro in- ~ modos, e~ la n:asqw.. (y formas afines, cfr. lectura' 2) ..xi!,
_g~::::ESapenas del caso recordar-¡;¡ usÓiibüñctante que hace el teatrOisa- t~d<::JW~J:.a bay una difer.tncia_de función, radical e indestructible: la di-
belino de inserciones canoras, sobre todo, .Shak~speare. Hay bala_das o~can­ ferencia qu~ hay entre la ceremonia Y. !~ .repr~sentación, . e.ntre)a. ~.~J(e.bra­
zonetas-de -carácter gnómico o narrativo- para los personaje ~.~CUI}darios, ci¿~¿:>munitari~d.e -~~ nto ~o7ial simb.ólico_ y afirmativo y la simulación ~s­
pero también alguiJ,as veces cantos confiados a personajes protagónicos en ceruca..con.venctonal y vero~tmil de un conflicto .o de_un proceso ejemplar y
los momentos cru~T~íés. de sus acontecimientos dramáticos, como la can- admirable~ La heJ:.erogénea mezd.a de.acción..y__danza...ballet..YJ.!!úsica en la
ción de Ofelia, enloquecida, en el Hamlet o, en el Otclo, la canción del sau- '!_!~qu_e no repres_enta, en sum_a,, ~R~e<:.edente_de.Ja..ópe.ra,_y~~ó
ce cantada por Desdémona (se conserva manuscrita la música c.o n.acompa- mas bt~~cho~ :_or:to_un obstaculo Para la ÍIJlQlantgción en Ingla-
ñamiento de laúd); son también verdaderas representaciones musicales en terradel teatro~_n_m&~i<;a., La masque había hecho furor bajo Jacobo I y Car-
el'"<trama~ :;espectáculos-en el-espectáculo», como el ballet de Gallet evo- los I, que dilapidaron sumas disparatadas en montajes siempre más fantas-
cado por Próspero en la Tempestad (1611), una comedia mágicamente en- magóricos. Por la misma razón, la república cronwelliana proscribió lamas~.
tretejida de efectos sonoros y de esotéricas armonías recónditas. (En el Glo- que (fueron, sin la embargo, celebrados algunos privadamente, en ambien-
be Theater, al aire libre, y en el teatro cubierto de Blackfriars, la posición t'eSescolares, o también en ocasiones diplomáticas excepcionales); y Car-
de los. músikos shakesperianos -que, como el laudista y compositor Ro- los II, el rey de la restauración, no quiso restaurar su uso, políticamente
bert Johnson, eran, pues, los músicos del rey- respecto al escenario no desacreditado. Pero el horizonte cultural de la aristocracia quedó, sin em-
está definida: muchísima música se -«haee » directamente sobre el es.kena- bargo, nostálgicamente ligado a aquella forma de espectáculo ceremonial
rio, p~ro ésta proviene a menudo, invisible, desde el interior o desde lo alto multiforme como una prerrogativa de casta inalienable. De modo que, de la
de la escena, como si formase parte d~l ornamento escénico). Sin embargo, masque desnaturalizado y desfuncionalizada, sobrevivió solamente, pero mu-
en"erteatro shakesperiano --cuando, desde luego, no sea mero contorno cho más te nazmente, la variante teatral. Ya antes de la revolución puritana
sdñoro=- IamúS~á;Jñ'ás que vehículo canoro de la emoción (como en el tea- algunos dramas comportaban la representacióñ e scénica -de una masque (sin
_____
tro de ópera), es un simple requisito-§!r.W;~~o.Ifvede tal y_ezy.rqv..o.car_
en el ánimo de lo~pet§.9.0ljes; en "§f'rus_f!l!:_SO, fuertes emociones,_.¡:es0nan-
la~i~~§~r'fS:.en_ t;fbaífé Céñtr¡il); desi:mé's<fefaCCeSo
Óe Carlos II al trono, en una vida teatral pública que en Londres fue lozana
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como jamás lo había sido hasta entonces (ce.E_~.-~o...millar de dramas, nas de distintas--P!_ocede~~ias hil~~!~ucidas al inglj~-, pero hacía
cómicos o..trágicos, pero _cas i todos aderezados...con insercion~ preceder su representac10n con fragmentos ~gleses en prosa,
desde 1660 al 1700), el ~atr~_E!ililic.o...mismo-adquifió-aEJI:Iel-paf:lel.de...h!.w" actos extraídos de viejas comedias que eran seleccionadas precisamente por-
de encuentro de la aristocracia,Jie.rito social-comunitario. que bajo los pJj- que, conteniendo un pretexto cualquiera para la representación escénica de
~~r~~- Stu~d~s~ollaban las masques de corte y privados, e incorporó de una masque o de algún otro entretenimiento musical, proporcionaban una
buena gana en la acción de los dramas verdaderas masques en miniatura. <<justificación» para introducir una representación recitada enteramente con
De la masque jacobita y carolino, estas masques proyectados sobre la es- música. D.«: e~te modo _parecía a los _ojqs de la gente de teatro ing!esa que
cena, segregados en el espacio teatral, accesibles a los personajes del dra- un fra!!l®.nto teatr~ en prosa, en sí y por sí carente de señtido; -ai~iado' co­
ma, pero no a sus «verdaderos» protagonistas, o sea, a la nobleza, -~~ mo estaba de su propio contexto, procuraba un pretexto .s.uficientemen~
v~ mero resto formal l<tm~liUlum~ée~. de ~@.%. ~~ortación cama- persua~vo Y racional para <<legitimar.. estéticamente la representación de
da al baile, y_ halle- comunitario. Pero se trató, para ser exactos, de un resto ~era,, o sea, de algo que en Nápoles, en Hamburgo o en París era acep-
f~~-;¡j por-~~h~"'tfe""ffiPo-r"idfcado en una experiencia teatral colectiva muy tado pacíficamente por todos, y que en un lapso de menos de cinco años,
antigua. los rrúsmos londinenses habrían aceptado tan incondicionalmente hasta con-
Para el público inglés .de la. restauraci6n,~el . emplee..escénim~!11Ú­ seguir meter a Londres i,e n_e l número de las capitales internacionales de la
sica se identifica, pues, con los modos sancionados de _la transición autóc- ópera italj_ana cantada en italiano! · · ·· ·· ·· · · · ·' " --- ···-~
tona: sonorización de contorno (la...a§.{Jlal]ladaact-music, ft:agmeatos..ins.t:.ru:; ~plantación,~~r_Q trilE1fal,_ de Ja ópera italiana en Londres
mentales para e~~~tar . añtes del prólogo y antes. de..€ada uno...de los cinco -extrema y casi accidental consecuencia de una progres iva toma de posi-
actos de un espectáculotJ ef~sonoros~peculiares (en la acción),....ip~::_-:._ ción de la escena dramática inglesa por parte de las exhibiciones canoras y
ciones canoras en la acción, en tod_o lugar s.ean justifiE bles (canzon.e~.n-_ coreográficas- provocó en ese momento no poco desconcierto en el mun-
tadas por pasatiempo, por alegría o por melancolía); y accion~~ogr~fi­ do..de los actores teatrales, que temíañ pe rder el público y las ganancias por
c~~_....pequeñas. masques~trapsferidos a 'Ia.Ji~~ó.E~S.é!!lca. (El la competencia operística. Pero al cabo de cuatro críticos años se llegó a
efecto de estas inserciones puede ser también soberbio y teatralmente efi- una ~eestructuración (realmente racional, esta vez) del sistema productivo,
caz: una ironía grotesca y feroz recorre, por ejemplo, la escena del Mas- en vutud de la cual a1 teatro Drury Lane le correspondió el drama inglés
saniello de Thomas Durfey, 1699, en la cual la esposa del pescador revo- (con o s in música) )(. al teatt:o de Ha.Y.mar.ket la ópera italiana. El beneficio
lucionario, la obscenamente gorda Blowzabella, prueba las alegrías del po- fue considerable también para el teatro en lengua inglesa, que tranquilamen-
der asistiendo complacida a un masque que las nobles damas, sus súbditas, te pudo finalmente desembarazarse, cada vez que así lo quiso, del oropel
representan para ella. Blowzabella ignora, sin embargo, que rrúentras tanto mus_ical redundante que , en la precedente condición de prorrúscuidad, había
Massaniello ha sido asesinado, y masque, que es una alegoría transparente proliferado más allá de toda conveniencia dramatúrgica. Si en 1706 un autor
de su desventurado acceso al poder, se coqcluye con la Rebelión, la Muer- del Drury Lane podía escribir que «al presente nuestras escenas se encuen-
te y el Verdugo que obligan a Blowzabella a bailar con ellos: «Forma parte tran en un estado decadente, y en el combate encarnizado entre Drury La-
del espectáculo, Señora, tiene que ir con ellos»; poco después se verá el ne Y Haymarket, la Música y la Poesía, estas dos hermanas, se pelean co-
cadáver de Blowzabe lla colgando de la horca.) La ley de la verosirrúlitud -la mo vendedoras de pescado en el mercado », cinco años después el crítico
repugnancia de aceptar e l diálogo dramático recitado musicalmente- es apa- teatral Joseph Addison confirmaba tranquilamente la nueva realidad con es-
rentemente soberana: pero es una soberanía en verdad ilusoria y paradóji- tas palabras: -
ca. La verosirrúlitud dramática «enloquece .. , en efecto, cuando, como ocurre
en gr~meq[daen· él teatt:o ·inglé s de la r:es-tauración, cada pretexto, hasta «Nada ha alarmado tanto al público inglés como el recitativo itali~o en
el más inverosúnil, es bueno para rellenar la acción de músicas y bailes en su primera aparición en escena. La gente estaba muy maravillada al oír a
cañtidad s uficiente para satisfacer el apetito del público por la exhibición ca- un general cantar con música sus órdenes, o a una darrúsela relatar con mú-
nora y coreográfica. El paradójico extremo de una verosimilitud formal res- sica un recado... Pero, diga lo que se dijere en una primera audición, no
p~da "eón fUerte menoscabo de la verosirrúlitud s ustancial se tuvo justo en P. · considerar e ' ~o de sostener la acción con7
el momento crucial del paso al teatro de ópera a la italiana. En 1705, el tea- [ecitativo much<L!Ilás..cruweniente..q~ag~llO .9!!.~.Qr..~Y.álec{iJm....nuestras­
~...D.r.ur.y.J..ane (en competencia con el teatro de Haym"!PfMJ puso· en ~p.~~~-~~~s--a~t:s de e_sta_ inn~siQ.n,_sie:ndo mucho más naturi!IJ'i:fr.@: ··
escena, con gran éxito por primera vez en Inglaterra, una ópera verdadera, s~eton de un ana a un recttatlvo que el. pasaJe de una canción_al habla des-
cantada de ca~ a·rabo, Ia A':sinve:--uñ"";Qastiche» de _arias de _ópera italia- nuda y cruda: esto era el método vigente en las óperas de Purcell».
~--

232 233
Cuando habla de la§....~óperas g~.Pwc~ll?~ (o_@. ~':l~~II2.~~.!'!.Uilgle­ mente aterido, a dllras__pe.na~<Jd:iculan ..§us palal;>r¡¡s con un curioso tremolar
sa_s~ d~'""a;jz!}1if f!P~as, c.omo se las ijamaba entonces, o «se~ó~ras» como de voz. Es el mismo afectq_ap!ic.ildo~PQr Purce.U ~~~el Kini;..A.'dh;,:,:r.o~ el
las Uamaq hQlJ.?~-~~@.licos, Addison se refiere a una medi~ docena es~s~ tremolo estremeci(lo-dé)os__yjolines. Mucho más flagrante es, sin embargo,
de _dramas que deliberadamente conceden un jugar llWY...@tiguo a_ks musi- la Clifetéiicia 'entre- Purcell y Lully: el coro de Isis queda rígido por su ex-
cas de escerÍa~-propof'ci¿nadas por Purcell.enJos. cinco_ú.ltitJ:lo§.J!fu>s<i;Sll trema diatociclciaO;ércoro'del King ArlhuresrecomaO,én"caiñ6iO,"por un
yida. Con la única excepción de king Arthur (1691), un drama de tema he- e.§.treiñéc¡¡ci~o cr_~\TI<!tlC9.llevl!s_tador (sóló~la-idea-mism.a-del hielo pued.e
roico y patriótico en tomo a los míticos orígenes británicos (concebido por contener en su interior, en el siglo xvn, la sonoridad, totalmente equívoca,
el autor, John Dryden, como continuación ideal de su Albion and Albanius, de dos acordes consecutivos de quinta aumentada en primera inversión); a
que, con la mediocre música del francés Louis Grabu, había sido en 1695 la ingeniosa frialdad lulliana, Purcell responde con una glaciación armónica-
uno de los poquísimos, fracasados intentos de representar públicamente una mente melódica difysa en un~ina;:lam~nto comoel del quinto acto de The
verdadera ópera en inglés), se trataba de dramas preexistentes adaptados fqiry_queen, sobre un bajo obstinado q~~--e-s. uña'tortuosa, ~genio.sa variant~
a propósito para ser completados con episodios musicales Y coreográficos del habitual _tetracordio des.c~den.te.. (Re -Do#-Re-Do ~ -Si-La-Sib-Soi-La­
abundantes: Dioclesian (1690) es la adaptación de un drama jacobita; The Fa-Sol-La-[Re]). Pero también hay que decir que este trozo de bravura (y
fairy queen (1692), una serie de masques espectaculares en arreglo con el de conmovedora belleza) está puesto allí en frío, sólo porque en ese punto
Sueño de una noche de verano, de Shakespeare; The Indian queen (1695), de la comedia shakesperiana, en la adaptación de finales del siglo XVII, Obe-
un drama de Dryden; The tempest, finalmente (1695?), una vieja reconstruc- rón -el rey de las hadas- expresa el deseo de oír cantar un «noble la-
ción (1674) de La tempestad, de Shakespeare. En todas estaS.!<QperaS•• ri~ mento» (en realidad el aria-lamento sirvió quizá también para ganar tiempo
el,pr¡;~p_to (enunciado por Dryden) que sola11_1ente a los personajes me~~­ para preparar un cambio de escena admirable, mágicamente procurado por
res o-.l?.eriféricos y a los personajes sobrenaturales, Y- no .a los protagorus- Oberón inmediatamente después del lamento: aparece, en efecto, en esce-
tas, correspon~~-el.cañJ.Q: y que «musicales» por ex_cele_ncia son los m~­ na un jardín chino encantado, en el cual se desarrolla la fantasmagórica mas-
mentos mágicos, ceremoniales o espec~c;t,!tares (de manera no del todo di- que conclusiva del espectáculo).
ferente de cuanto sucede con los divertissements de la ópera francesa). En el mundo encantado y sorprendente de tales apariciones mágicas, o
En todas las ~óperas» son evidentes los préstamos de la música contie- también en el mundo sufridamente humano de un pequeño drama excepcio-
nental. La escena del hielo en King Arthur (una escena glacial evocada por
el mago Osmond para ilustrar cómo el fuego del amor puede vencer tam-
nal como..Dido..ami..Aeneas_(una
-- ....... verdadera......ópera
··--·-···'" ,_...,_
_
.,..~ -

recitados ,con.música,de..cabQ. <t r ago en un espectaculocóñCef>ido en 1689


--·----
en miniatura - tres actos

bién el más frío de los corazones, una escena mágica Yalegórica y, asumo- para una escuela de jóvenes aristocráticas, pero reducido después,-corñode-
do, cómica) presenta los siguientes momentos: el preludio instrumental pa- costumbre, a episodios de una masque escénica, cuando en 1700 fueron pre-
ra la aparición de Cupido en los páramos desiertos del reino del Frío; el re- sentados junto a la comedia shakespeariana Medida por Medida, ¡en un tea-
citativo de Cupido que despierta al Genio del Frío; el canto del Genio del tro público!- , unaópera que, np 9b§.tgJnt~ Jas ,dimensionesAprohib.itiYameJl­
Frío que, aterido, articula las sílabas a duras penas; el aria danzante de Cu- t~y§)c\llas, es una de las pocas obras maestras del teatro music_al eu~o­
pido, que se ríe del Genio del Frío; el solemne recitativo (acompañado por peo del siglo XVII todavía ampliamente disfrutable), Purcell aprovecha con in-
la orquesta) con el cual el Genio del Frío, reconociendo a Cupido, lo reve- ventiva lnfatigahle. los recúrsos de ÜrÍ,.prÓcediffiien·té; c~mpositivo en-el' cual
rencia; la exhortación dirigida por Cupido a los pueblos del Frío a desper- se ~tac!! sobre cualquier otro músico de su si~o:. ~bstiñado;,Ade..:.
tarse y amarse recíprocamente; la danza de la entrada de los pueblos del ~.QS._grandes pasacalles y checonas festivas ( mo a Jel Ktng Art-
Frío, el coro de los Pueblos del Frío que siguen la invitación de Cupido y, hur, que recuerda a la Armide lulliana), además de las arias-lamentos (Dido
ateridos, bailan juntos (la música de este coro y de esta danza es sus~­ en el Dido and Aeneas se presenta para despedirse del púl5lico ·-y del mun-
cialmente igual a la del canto inicial del Genio del Frío); finalmente, el ana do- con los dolorosos lamentos sobre bajo obstinado, dos arias de subli-
de Cupido triunfante, de la cual se hace eco con la misma música el coro midad trágica insuperable), el bajo ob.stjn~9.Q__pJ,i..[~elli_¡mg_ ~.!} tpdas sus. l,(a-
jubiloso interrumpido momentáneamente por el caluroso dúo de Cupido con riantes - lento o veloz ternario, temario o binario, diatónicQ o crQJ.llático,
el Geni~ del Frío. Un.~rdad~~o- episodio .de masque y, como. tal,- auténti- mayor o menor, súnétrico o asimétrico, figurado o esquemático, variado o
came nte «in~l~s ": Pe~o la música _del ~en!~ ~el ~río,. del coro":"y....de.J.a...danza inmutable-. se presta a la representación de cualquier d\\>cur!ü). po.éfico,. él
cleros Pu~I?JQ§ .~el Fríp e§ imit:¡.da por entero de un mode lo lulli~..&:.l!M:: desarrollo de cualquier acontecimiento .. El estati~!J1o estDI~tl!ra\l:n.~Itl~S.9Jl;
tÓ acto..deJsis.se..abr~una escena que repr~senta~~<!_dO natúral deLbajo ob~tinato (que fija y bloquea el desarrollo de la acción en la
de la Escitia»; Jos Pueblos de los Climas Glaciales cantan un coro literal- imagen de un único "efecto y de una úrúca situación perdurable tan~o ~iierripó·
~----.
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cuand<Hittre·'Slf«<bstínacla-i"-epetieióH;-indifer,entemente..~an muy, o ¡:ioc~ El éxito cuantitativamente bastante modesto, si no realmente fallido, de
numerosas) es rescatag.Q.J.tQJJ.os..lilál:~ll~-~amplios-deJib_ertag armónica .Y los intentos calderonianos de crear un teatro musical español fue previsto
m'eiódlca que ¡)(~cisamente .la Jtr.eyi_~Je,,_ipa)t~.~~~$s~bil!dad rí~rni§...P_e­ por el mismo Calderón: en el prólogo de su primera obra enteramente can-
riódi~ y tofl31 de la parte del bajo P~ern;úte aJas~ QJ:..r~. I>Cl!1~s (~s más tada, _La púrpura de la rosa (1659-1660: el tema es el de Venus y Adonis),
atrevidas licencias contrapuntísti<;alLnJL<;!esQ!Jician, en efecto_, la..Qrientación la Tnsteza objeta que la «cólera española» -la índole irritable e intempe-
fOñaíy eCaspecto il}étrico_cltid3f!1_ente perceptible, en cada puntQ..y !!!Qlllell:__ rante de la nación- no tolerará una acción «toda música». Fue profeta cer-
_tQ)_,__En más de un movimiento de danza, una coreográfica cir.cularidad-so5;;. tero: La púrpura de la rosa fue la primera, pero también, antes de Celos
tiene .más. de uno de Jos bajos obstinac.los purcellianos, y legitima así, ulte- aún del aire matan (1660, mito de Céfalo y Procris), la penúltima fiesta tea-
riq-rmente, su inserción ent!!ÜOS~bailes.y_los..balletSA~)a§.'.:.'óQéri'iS:oé" Ia tral íntegramente cantada en la corte de España. Tal vez tuvo una discreta
re~uracíOn:-"((:a comeñt'e" del «dramrna per musica, italiano, y por eso del fortuna -siempre gracias a Calderón, y siempre sobre temas mitológicos-
ami coñ-;(fa capo», suplantó -<iiez años después de la muerte de Purcell- la forma mixta de teatro recitado con inserciones musicales, un género tea-
también este priñ.cipio formal, llevado por Purcell a un grado no superable tral cultivado con asiduidad suficiente para que a la larga terminase por to-
de virtuosismo compositivo y fascinación interpretativa. También de otra mar el nombre mismo de una de las dos moradas reales donde éste se solía
conquista purcelliana la historia de la ópera londinense desperdició la heren- practicar: la (villa de caza de la ) Zarzuela, término todavía vigente para de-
cia: aquel «Wnio Q~e.e-~pres~o~rzí~&~'?~s in_glesas, _con signar la variante española de la opereta. Una de las consecuencias de la
las cuales Purcell sabía conmover las pasiones en los corazones de su_s _oyen- efímera fortuna del teatro con música española es la desoladora escasez de
tes», genio reconocido-¡)'o r uiíe ditórque, publicando póstumamente..s_u§JJlú- las fuentes musicales supervivientes, incluso para las zarzuelas mitológicas.
sicas vocales, las piíso bajo el título '.élocuente de Orpheus britam#cus.) De Celos aún del aire matan, musicalizado por el máximo compositor espa-
Una serie de ¡iro ruóicionésy coiwenciones controla el uso escénico de ñol del_ siglo, el arpista y cembalista de la corte Juan Hidalgo (1614-1685),
la música también en el teatro español del seiscientos. Pero más que de pre- sobrevwe la partitura manuscrita, pero de La púrpura de la rosa original se
ceptos estéticos, se trata de la aplicación simbólica de estilos de composi- ha perdido todo, mientras que nos ha llegado la partitura de la música com-
ción diversos, por obra, sobre todo, del gran dramaturgo Pedro Calderón puesta en 1701 por Tomás de Torrejón y Velasco, para una representación
de la Barca. La noción de la ópera debió haber llegado a España, sobre to- dada en Lima, Perú. La música de una tercera ópera «española~ espera ser
do, gracias a los arquitectos teatrales florentinos Cosimo Lotti y Baccio del estudiada por musicólogos hispanistas: El robo de Proserpina, una «comedia
Bianco, activos en la corte madrileña, y gracias a Giulio Rospigliosi: repre- armónica» (no de Calderón) producida y representada en la corte española
sentantes, por tanto, de una fase preinstitucional, «pre-veneciana•• de la ópe- de Nápoles en 1678, con música del napolitano Filippo Coppola, que no po-
ra. Pero los esfuerzos conjuntos de los italianos y de Calderón encontraron co debió sufrir para adecuarse a un estilo de canto teatral muy ajeno (en
no poca resistencia: Baccio del Bianco se refiere en 1652 a una fiesta tea- Nápoles, en 1682 fue dado también Celos aún del aire matan, no se sabe
tral con música (quizá La fiera, el rayo y la piedra) organizada por Calderón, con qué música ni con qué éxito; también en esta provincia del reino his-
con máquinas, entremeses jocosos, bailes, etc.: pánico la instalación de una variante española de la ópera quedó sin conse-
cuencias •. tanto más en presencia de un teatro de ópera ya consolidado so-
«Las músicas las ha compuesto del señor don Domingo Scherdo [?], to- bre la norma italiana). En suma: dos tercios de las huellas musicales indi-
ledano muy virtuoso y deseoso de introducir el estilo recitativo, pero poco rectas de aquella empresa calderoniana se deben buscar necesariamente en
a poco, pues no puede entrar en la cabeza de estos señores que se pueda la pe:Ueria (¡Nápoles, Perú!) de la periferia (España) de la ópera europea
hablar cantando, y él espera ganar con paciencia las voluntades y hacerles del s1glo XVII. En cuanto a no muchos fragmentos de zarzuelas supervivien-
gozar de aquello que tanto censuran sin haberlo oído ni visto, y por eso mon- tas, se los encuentra en los cancioneros manuscritos, recopilaciones de
señor nuncio Rospigliosi ya ha compuesto una fábula a propósito para ha- «ari~s ~~ (o, por decirlo a la española, de tonos) para voz sola y bajo continuo
cérsela ver a Su Majestad y a estos señores virtuosos ». destmados al uso doméstico.
La debilidad intrínseca y al mismo tiempo la fuerte sugestión del intento
(La novedad de los espectáculos con músicas y máquinas era tal en Es- de Calderón está en la serie de prohibiciones y prescripciones que, en las
paña, agrega el florentino, que le tocó hacer todo a él: de carpintero, de dos óperas de 1659-1660 como en las zarzuelas de tema mitológico, regulan
herrero, de pintor, de ingeniero, de sastre ... ) El hecho es que la España la distribución de los estilos de canto entre los personajes de una acción dra-
del siglo XVH no produjo ninguna tradición durable de teatro español en mú- mática. Por lo poco que las fuentes existentes permiten decir, estas reglas
sica, ni tampoco aceptó la importación de óperas italianas. son de naturaleza simbólica (y congruentes, por otro lado, con el uso espa-
236 237
ñol de distinguir hasta en la denominación entre tonos humanos y divinos,
arias profanas y espirituales). Hay una voz (o coro) fuera de escena para la
voz de Dios, origen y fuente de toda armonía. El estilo recitativo italiano
-en una versión que, a decir verdad, a un músico como Hidalgo le sale un
tanto anquilosada- está reservado a las divinidades precristianas (el estilo
mitad canoro, o sea «divino••, y mitad hablado, o sea <<humano», denota su
naturaleza de prefiguraciones imperfectas de la divinidad cristiana). La sua-
vidad de una melodía oculta casi siempre seducciones diabólicas. A los per-
sonajes rústicos e inferiores corresponden las coplas, fórmulas melódicas es-
terotipadas que, repetidas tantas veces como sea necesario, se prestan a
consumar - narrativamente más que recitativamente- largas porciones de
diálogo en cuartetas (en Celos aún del aire matan, una copla de este tipo
es repetida una quincena de veces, y consecutivamente en tres escenas,
con un efecto de mecánica interacción y de indiferencia a la elocución del V. LECTURAS
texto que es la antítesis más radical imaginable al recitativo italiano). A los
personajes bajos son también delegadas (o relegadas) las danzas. En las zar-
zuelas intervienen también otras combinaciones: como allí donde, en E llau-
rel de Apolo (1657 ca.), Apolo y Cupido se dirigen cantando (como corres-
ponde a las divinidades) a los personajes humanos, pero coloquian recitando
entre ellos; o también como cuando, en La Estatua de Prometeo (1672 ca.),
queda coherentemente excluído de la expresión canora -divina o grotes-
ca- incluso el papel serio y humanístico del protagonista Prometeo.
Tal concepción atributiva y simbólica de los estilos teatrales de canto y
de recitación -antitética de la concepción funcional (para el recitativo) y ex-
presiva (para el aria) de la música teatral italiana- trae aparejada necesa-
riamente una pluralidad de formas que, si parecerá eclecticismo estéril o en-
gañoso a una estética fundada sobre el <<valor, de la unidad estilística, al dra-
maturgo español, en cambio, debió parecerle un potenciamiento notable de
las posibilidades representativas. Esta concepción es la manifestación, ideo-
lógicamente coherente y sonoramente nítida, de una visión de la armonía co-
mo emanación divina, que se refleja en las vanas especies de tonos huma-
nos o divinos: una visión de ascendencia neoplatónica y agustiniana que in-
vade el teatro calderoniano ennobleciéndolo y sublimando, aun bajo las apa-
riencias de las alegorías mitológicas, el me nsaje cristiano. Una visión desti-
nada a no tener continuación alguna ni en España ni en otro lugar de Euro-
pa, y que ilumina, sin embargo, de una luz dorada y estática la naturaleza
fecundamente contradictoria de un siglo <<Crítico•• como es el seiscientos.

238

,
l. UN BANQUETE MUSICAL: FLORENCIA, 1608

Como en los siglos xv y XVI (cfr. vol. III, § 24, y IV, lectura 4), la mú-
sica fue también en el siglo XVII un ingrediente prestigioso de los más me-
morables banquetes de corte. Se reproduce aquí (infligiendo algunos cortes
al fantástico menú) la dispos ición del banquete ofrecido por el gran duque
de Toscana el 19 de octubre de 1608 en el salón del «Cinquecento» del Pa-
lacio Viejo en ocasión de la boda del heredero al trono. La descripción -re-
cibida de una fuente autorizada, el tratado de los banquetes Lo scalco prat-
tico (El trinchante práctico) (Roma, 1672), del insigne cocinero Vittorio Lan-
cellotti da Can1erino-- es interesante por varias razones. Como en los ban-
quetes de Ferrara del siglo precedente, los intermedios musicales entre un
<<plato» y otro cumplen la función de verdaderos <<entremeses»: momento
de alivio y diversión de los sentidos, separaciones y al mismo tiempo unio-
nes entre las fases sucesivas del desarrollo del banquete. Pero la exube-
rante cantidad de ofertas musicales diversas del siglo XVI es reemplazada
aquí por una organización completa de los intermedios musicales, homogé-
neos entre ellos y todos convergentes hacia la apoteosis del gran <<concier-
to» final. (¡más de 150 ejecutantes!, según un testigo): sobre máquinas au-
tomáticas aparecen y desaparecen personajes alegóricos que rinden tributo
con su canto a Jos esposos y a la dinastía. Más que relleno de episodios mu-
sicales y espectaculares, el banque te es transformado en un gran espectá-
culo, ceremonial en el cual los invitados son, más que espectadores, com-
parsa: sobre la estupefacción (¡en breve, agotada!) prevalece la autorrepre-
sentación. Tal vez se admiran las prestaciones extraordinarias, literalmente
inefables (cfr. § 10,) de los cantantes, nombrados de uno en uno (Vittorio
Achilei, lppolita Recupito, Melchiorre Palantrotti, Francesca y Settimia Cac-
cini, hijas de Giulio Romano: la flor del virtuosismo canoro de Roma y Flo-
rencia. El canto virtuoso para voz sola es prerrogativa de los príncipes, ra-
reza privilegiada (cfr. § 3), y, como atributo de la supremacía florentina, es-
te canto es exhibido con una puesta en escena que garantiza el alto rango
de la corte. Un banquete así realizado realmente es (como todos los res-

241
tantes festejos espectaculares de aquellas nupcias: dos pequeñas fábulas con 1~ mesa, a la derecha, se sentaba la serenísima esposa; después, la serení-
música de Chiabrera; el juego del • Calcio» (especie de fútbol) en Santa Cro- suna gra~ duq~~sa, y a la izquierda, el serenísimo esposo; después, por or-
ce; una velada de baile en el Palacio Pitti; la fábula pastoral «!l giudizio di den, los ilustn sunos señores cardenales del Monte , Sforza, Farnese, Mon-
Paridea - tema preferido para casamientos, hasta el Pomo d'oro (*)vienés talto Y Este, el serenísimo archiduque de Austria, y [el] gran duque Ferdi-
en 1668, cfr. § 24----- recitada en el Palacio de los Oficios con seis interme- nando, todos en un lado_ Continuaban después, en tomo a la sala, otras 15
dios musicales, un balletto a caballo en Santa Croce, la batalla naval de los mesas, de?_ajo de .las cuales fueron primero acomodados los frutos, para qui-
Argonautas sobre el Amo) también un mensaje de poder y de ostentación tar confus1on; arnba de cada mesa había un palco, utilizados a la hora de la
enviado al mtmdo entero (o, más concretamente, a las cortes europeas). cena para que se colocasen prfucipes y caballeros incógnitos; debajo de es-
No por casualidad las informaciones más minuciosas de las festividades flo- tos palcos había una botillería para cada mesa. La mesa real fue servida con
rentinas y de las máquinas espectaculares puestas en funcionamiento se leen cuatro platos, y las otras quince, dos platos por mesa, en las cuales se en-
en el correo que un ingeniero teatral de Mantua, enviado a propósito a Flo- contraban damas que fueron servidas por sus maridos y hermanos. En el
rencia por los Gonzaga, mantuvo con la corte de Mantua (cfr. · Civilta man- fondo ~e la sala, Y. oponiéndose a la mesa real, había un bellfsimo aparador
tovana•, XII, 1978, p. 14 y subs.), la única en aquel tiempo capaz de com- de ¡afamas, platos unperiales, reales y comunes, paneras, tazas de distintas
petir victoriosamente con Florencia en el esple ndor de las fiestas dinásticas. clases, todo hecho de azúcar, y tan natural, que muchos quedaron maravi-
Se dice, por otra parte, que fiestas de esta especie, si gustosamente os- llados; nunca habían vis to una cosa tan bella.
tentan los últimos recursos de las artes escénicas y musicales, responden,
sin embargo, a un código ceremonial, tenaz y repetitivo. Por ejemplo: el
gran «concierto (un concie rto en la acepción amplia del término) que cierra Primer servicio frío
el banquete nupcial del 1608 se remonta a la tradición de un famoso motete
a 40 voces compuesto por el mantuano Alejandro Striggio para una recep-
ción de los Medid en 1561, ofrecido a Guillermo Gonzaga con ocasión de Pasteles con forma de rosetón, de ternera. , con seis bolas alrededor he-
chas de pasta de mazapán, con tres flores de lis en la cara de la bola azul_ ..
s u casamiento ese mismo año, y repetido en ocasión de otros casamientos
ducales en Munich en 1568 (cfr. «Early Music», VIII, 1980, p. 329 y subs.). Salchichones cortados.- . servidos con una corona imperial sobre pasta
de azúcar...
Se nota finalmente que ni el cocinero Lancelloti ni otras fuentes men-
cionan textos, ternas, personificaciones de los episodios musicales del ban- Pavos con alas, colas y cuello alto de pasta de azúcar.. . ; la pechuga del
quete. En todo y por todo se sabe que entre los personajes cantores apa- pavo, lardada menudamente con rodajitas de calabaza ...
recen la Aurora, Venus, e l Amor, una ninfa y Apolo. La indiferencia de los Huevos revueltos a modo de montecillo.. _ con las tres flores de lis mi-
destinatarios frente a las referencias inconográficas y mitológicas, su imper- niadas de oro, entremezclados con los escudos de la serenísima esposa he-
meabilidad a las intenciones alegóricas de los autores del espectáculo - una chos con huevos revueltos a modo de montecillo._. con las tres flores de lis
impermeabilidad e indiferencia proporcionales al desgaste y vacuidad de un en pasta de pistacho... con dis tintos emblemas de las casas Médicis y
Aus tria._.
repertorio s imbólico agotado- es un fenómeno que incide fuertemente en
la cultura del siglo XVII, y que espera ser indagado y definido. Zumo, con sabor de guindas sobre .. _
Manjar blanco en mediorrelieve con forma de flores de lis . ..
Banquete realizado en Florencia en el casamiento de su alteza serenísi- Gallos de India asados, lardados con lonjillas de cidra condimentada ...
ma Cosme 11, gran duque de Toscana, con la serenísima Maria Magdalena, Gelatina en mediorrelieve, con gallos de India debajo semejando águilas
archiduquesa de Austria, con 34 platos, servido en la sala real de Palazzo reales .. .
Vecchio el domingo 19 de octubre de 1608 a la noche. Flores de lis rellenas con condimentos hechos de pasta de mazapán.. .
Fue puesta la mesa real en la cabecera de la sala, en forma de media Jamones helados en azúcar, servidos sobre seis bus tos de león .. .
luna, con una escalinata y baldaquinos de damasco blanco encima, con ri- Cortezas condimentadas, con canelones de caramelo encima ...
quísimos encajes en oro, con un mantel blanco bordado e n oro bellísima- Un carro dorado, tirado por cuatro palomas blancas, de pas ta de azúcar
mente trabajado, sobre el cual fueron puestos los cubiertos en la mitad de con un Cupido de la misma pasta, con las riendas en la mano, lleno de ci~
dras condimentadas ...
(*) Gran •testa teatrale •, en cinco años, con música de Pietro Antonio Ces ti Otro carro tirado por dos capones blancos de pasta de azúcar._. lleno
(1623-1669), conjuntamente para las bodas de Leopoldo I y la infanta Margarita. de pequeños mazapanes. __

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Otro carro tirado por dos conejos blancos con cochero.. . lleno de pe- rebanadas de trufa, salchichón raUado, yemas de huevo cocidas al horno...
queñas tortas de pistacho. . . Sopas reales de pecho y piel de capones, lonchas de quesos frescos de
Otro carro tirado por dos pavipollos blancos de Ind1a... lleno de pmtadas leche de búfala fritas en mantequilla, con ojos y orejas de cabritos. ..
de Génova grandes ... Estarnas asadas, servidas con lirios de hojaldre .. .
Un león, un cabaUo con un hombre armado arriba, un águila, un oso de Pasteles a la inglesa, de ternera, bocados de molleja, sesos de ternera,
mantequilla... médula...
La reina de Francia hecha de pasta de azúcar, a caballo ... Lirnoncillos cortados, con azúcar; gelatina con trozos de pecho de capón.
El rey de Francia a caballo, en acto de guerrear...
En ambas cabeceras de la mesa real había un árbol grande hecho de azú- Cuando llegó este segundo servicio apareció en el aire un carro triunfal,
car, con algunas jaulas también de azúcar con pa!arillo vivos ~ los que con- sobre el cual estaba el señor Melchiorre, debajo de la capilla de Su Santi-
tinuamente se escuchaba cantar. Armida, con Rinaldo, dunruendo encade- dad, quien venía recitando con música versos en alabanza a los serenísimos
nado en un carro tirado por dos dragones, todo de azúcar espolvoreada. esposos, entreterúéndose cantando hasta que fue servido el tercer servicio;
entonces el carro se retiró.
Júpiter en un majestuoso trono con un rayo en la mano. . .
Clorinda lánguida con Tancredi armado a su lado en act1tud de de rr a
mojarle la cabeza con el agua que tenía en el casco.
Plutón con una cadena en la mano y con Proserpina en brazos ... Tercer servicio
Hubo además otros centros de mesa, hechos con pasta de azú.car•. l.o s
cuales, después de ser llevados a la mesa, se quitaron para que no lffipldie-
Estarnas hervidas, cubiertas con una pasta de rodajas de cardo, trufas
sen la vista de l teatro... [... ]
y lonchas de jamón...
Hogazas rellena~ de me mbrillos almibarados, huevos, cidra condimenta-
Primer servicio de cocina da y pistacho, cocidos en horno.
Capones hervidos con sopa debajo, cubiertos con rodajas d7 cardo, bo- Faisanes asados afaisanados, quitados luego del papel y servidos en ca-
cados de mollejas, lonchas de jamón, salchichón rallado y salchichas de se- nastitas de pasta de mazapán.
sos y carne de puerco... . _ Pastelitos de hojaldre, de ternera, bocados de molleja, lonchas de ja-
Mollejas fritas de ternera, servidas con rodajas de pa_n de Espana... món, piñón, rodajas de trufas, yemas de huevo con su caldo con huevos ba-
Pastelillos rellenos, con carne de ternera, trufas pequenas, bocados de tidos y zumo de limón.
mollejas, carne y médula vacuna. Verduras asadas, servidas con tostadas Albóndigas reales redondas, del tamaño del fondo de un plato real, de
de pan de la grasera y con hierbas fritas alrededor.. . ternera, mollejas y médula...
Codorniz asada, servida con salchicha frita. Tortas hechas con almendras bañadas con clara de huevo, pecho de ca-
Hojaldre de manzanas y rebanadas de calabaza. pón asado, hígados de pollo asados ...
Naranjas agrias cortadas con servilletas debajo.. . . . Aceitunas en porcelana; uvas de parra, con servilletas debajo ...
Al aparecer este primer servicio salió la señora V1ttona, en una nube,
de una de las cabeceras de la mesa, y en otra nube de 1~ otra cabecera ?e
la mesa la señora lppolita, las dos pomposamente vestidas, cantando sm- Cuando se trajo este mismo servicio aparecieron, por el mismo camino
gulares 'versos alabando a la serenísima esposa, en~eterúéndose cantando de donde virúeron las primeras nubes, en un carro triunfal, las dos hijas del
y paseando durante un cuarto de hora, hasta que llego el segund~ plato, ~o­ señor Giulio Romano, que acordes cantaban con toda exquisitez; y en el ins-
mento en el que las nubes desaparecieron por donde hab1an vemdo. tante en que se quedaron quietas, aparecieron de nuevo las dos señoras,
Vittoria e lppolita, de una cabecera de la mesa, y de la otra, sobre carros
triunfales, vestidas soberbiamente de ninfas; y compitiendo, a veces can-
Segundo servicio tando solas y a veces en conjunto, al final, las cuatro juntas cantaron con
Ternera hervida, servida con flores de borraja en ahrubar... tanta suavidad que no hubo palabras que lo pudiesen explicar, y de esta ma-
Tórtolas asadas, servidas con rodajas de pan de España... , nera continuaron hasta que apareció el otro plato. Entonces t odos los carros
Pichones rellenos con carne y piel de mollejas, grasa de vaca, medula, se retiraron por el camino por donde habían verúdo.

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Cuarto servicio pastas de Génova deliciosísimas, en tanta cantidad que parece cosa impo-
sible el poderlo describir, con las cuales todas aquellas damas fueron es-
Cabezas de ternera sin huesos... servidas con sopa imperial debajo... pléndidamente obsequiadas por su alteza.
Gallos de India asados, servidos con un festón rodeado de pasta de
mazapán.. .
Pichones adobados fritos, servidos con rodajas de pan de España .. . 2. UN BALLET DE CORTE: TURIN, 1620
Rosetones de pasta de hojaldre, rellenos de carne de membrillo .. .
Ternera asada, servida con tartaletas en tomo al manjar blanco. Los esponsales de Cristina de Francia con el heredero al trono de Sa-
Hojaldre de manzanas con trozos de calabaza. .. boya, Vittorio Amedeo, en 1619 dieron lugar a una serie de festejos de los
Al llegar este servicio, en un momento se vio sobre la mesa que estaba cu~es, si bi~n fragmen~~s y dispersos, quedan abundantes vestigios lite-
al final de la sala, sobre el aparador ya mencionado, formarse un fondo que ranos Y musicales. Su pnnc1pal artífice fue el marqués y poeta Ludovico d'A-
representaba la Gloria del Paraíso, con luces, músicos e instrumentos, que glie, que para la música se valió de la colaboración de Segismondo d'India
llenaban la vista de los que miraban; y máxime siendo de tal número y con (cfr 3). A ellos es atribuible con certeza el balletto del Po, de la Stura y de
tan diversos vestidos, como ángeles, santos y santas, que parecía infinito; la. Dora, ofr:c1dos enton~es en honor de Cristina antes de su entrada pú-
quienes con sonidos y cantos, haciendo conciertos recíprocamente de mú- blica en Turm, en los pnmeros días del carnaval de 1620, en una villa su-
sica y cantos en diversas maneras, dieron ocasión a los presentes de con- burbana del carden~! M~urizi~ de Saboya (descrito en M.-Th. Bouquet, Sto-
vencerse de la grandísima Gloria de la que se goza en el cielo, midiéndola na del Teatro Regw dz Tormo, vol. 1, Caja de Ahorros de Turfn, 1976,
con la suave melodía que en esta vida mortal sentían, la cual con nuevos app. 11). Carlos Manuel I en persona participó en la preparación del torneo
conciertos musicales continuó siempre hasta que terminó la comida. a .caballo realizado el 18 de febrero de 1620 en la plaza Castello, fl giudizio
dt Flora; en la corte, en cambio, fue expuesto el balletto de las Accoglienze
probable invención de D'Aglie. La lectura de la descripción impresa del ba~
Segundo servicio de dulces lletto (reproducida aquí íntegramente por el ejemplar de la Biblioteca Olive-
riana de Pesaro, donde llega tal vez gracias a un noble de Pesaro ávido co-
Servilletas perfumadas para todos.. . leccionista coetáneo de hechos relacionados con fiestas y espectáculos. Cfr.
Tortas blancas de manjar blanco .. . Diario histórico de la literatura Italiana, XLI, 1903, pp. 42-77) es, además
Tortas verdes de queso fresco de leche de búfala, de requesón, queso de tediosa, instructiva. Más que los caracteres específicos de los balletti de
parmesano rallado y jugo de acelgas ... Saboya (de los cuales trata magistralmente M. Viale Ferrero, Feste del/e
Pasteles de trufas, rodajillas de cardos y endrinas secas ... Madame Reali di Savoia, Instituto Bancario San Pablo, de Turfn, 1965) po-
Pasteles de membrillos enteros ... ne el acento en ilustrar aquí la característica propia de ciertos ingredientes
Queso parmesano y marzal con servilletas ·debajo... del espectáculo turinés de 1620, y de sus mecanismos: una característica
Peras florentias, manzanas rojas, cardos con sal y pimienta.. . que lo asemeja a otros muchos balletti y mascaradas dadas en la corte de
Manjar blanco frito e n mantequilla, en rodajas ... Italia. ~la florentina in primis) en los primeros decenio del siglo xvu, pero
Aceitunas, uvas, castañas con sal y pimienta, hinojos... tamb1en al ballet de cour francés (francesa era la destinataria de éste y fu-
Pasta frita a la romana en jofainas reales. t~ promotora de otros tantos balletti de Jos Saboyas; empapado de fran-
Carne de membrillos de Portugal y carne de membrillos de Bolonia. .. cesismos es, como el aura cultural turinesa, el texto mismo de la descrip-
~ión «t~tte» por «trote ••, :<piazza•• por <<posto a sedere••, «allee•• por <<VÍa-
Al final se dio el agua para las manos, con paliUos y flores de obsequio, ~»: «ana•• usada en masculino, «cadanza• por «cadenza••, «violoni•• por «vio-
y levantados los manteles, fue hecha por los serenísimos príncipes una be- lini», etc. ,, y la masque de la corte inglesa bajo los primeros Estuardo. No
llísima barrera, terminada la cual el serenísimo gran duque Fernando orde- se trata tanto de una relación de recíproca influencia y derivaciones sino
nó que todo aquello que estaba en la sala se dejase llevar por el pueblo, re- más bien de una profunda afinidad funcional, estructural y fin~ente
tirándose, junto con los serenísimos esposos, la gran duquesa y otros se- simbólica. '
renísimos y los señores cardenales, con todas las damas, las cuales fueron Nada puede ilustrar mejor tal afinidad que la comparación sumaria (ver
a servir a la serenísima esposa, hacia las habitaciones; y pasando por la ga- pp. ), entre este ballet turinés y dos ballets escénicos más o menos con-
lería se encontraron con una grandísima mesa llena de nobles confituras y temporáneos, elegidos arbitrariamente entre las decenas y decenas que fue-

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ron preparados en París y Londre s: el ballet real de la Délivrance de R e- sica della pace regale, en Mitologie. Convivenze di musica e mitologia, cui-
naud, ofrecido en París el 29 de enero de 1617 (texto de Estienne Duran- dado por G. Morelli, La Biennale, Venecia, 1979). En los tres casos esta
do, resumido y puesto en música por Gabriel Battaille, Pierre Guédron y victoria culmina en el momento en el cual el mundo real de la corte (los es-
Anta ine Boesset, editados e n H. Prunieres, Le ballet tú cour en France pectadores) y el mundo imaginario de los bailarines se sobreponen e iden-
avant Benserade et Lully, Laurens, París, 1914, apéndice; escenas y co- tifican: el baile colectivo. En los tres casos se trata de la puesta en escena
mentario en M. M. McGowan, L'art du ballet tú cour enFrance, 1581-1643, de una glorificación encomiástica, alegórica y simbólica del soberano y de la
éditons du CNRS, París, 1963, cap. VI) y la masque principesco de Oberon, dinastía reinante, una glorificación que «Construye» una imagen pública de l
ofrecido en Londres por el año nuevo de 1611 (texto de Ben Jonson y es- soberano como depositario y dispensador de la armonía (política e interior).
cenas y figurines de Iñigo Jones, reproducidos y comentados en A B ook of La fiesta colectiva es 'r eemplazada en un rito ceremonial afirmativo; todo dis-
masques, al cuidado de T.]. B. Spencer y S. W. Wells, Cambridge Univer- fraz carnavalesco transgresor es sublimado -según un precepto tácito que
sity Press, 1970; músicas s upervivientes de Alfonso Ferrabosco y Robert rige para todo el siglo XVII- en la protocolaria celebración de un código ina-
Johnson en Four hundred songs and dances from the Stuart masque, al cui- lienable, el código del honor y de la nobleza de la sangre y del derecho di-
dado de A. ]. Sabol, Brown University Press, Providence, R. l., 1978, ad vino. Minuciosamente descritos, los trajes de los bailarines son la señal vi-
indicem y apé ndice A). sual de aquella etiqueta ceremonial. ·
Para todos estos ballets representativos, tan diversos, valen algunos ca- Pero sería erróneo hacer de cada muestra de espectáculo un fardo his-
racteres comunes. La entrada de los espectadores en el lugar del espectá- toriográfico y querer encontrar en los ballets de corte, en las mascaradas,
culo equivale a la e ntrada en el «tiempo, de la fiesta, en la dimensión ideal en las masques del siglo XV11 los antecedentes o los orígenes del teatro de
de la corte que se autorrepresenta. El telón se abre con una visión suges- ópera. Por cuantas afinidades pueden encontrarse en el campo de la técnica
tivamente espantosa (paisaje rupestre, grutas, rocas), que una serie más o escenográfica, del estilo de canto o de las fuentes mitológicas, balletto di cor-
menos nutrida de cambios escénicos modificará paulatinamente hasta la apo- te y dramma per musica son géneros radicalmente diversos, incompatibles
teosis escenográfica final. Del mismo modo, las primeras acciones y los pri- por función (ceremonial versus representativa) por estructura temporal
meros balle ts son de carácter claramente grotesco, cómicamente desarmó- (tiempo de la fiesta versus tiempo de la acción), por organización espacial
rucos (Vicios, Sátiros, Demonios nefastos) con sonidos «bajos» (instrumen- (escena y plantea comunicantes versus incomunicantes), por roles relativos
tos de viento). Directamente, en la masque jacobita este exordio burlesco de la música (accesorios versus esenciales) por ámbito social (corte versus
o inquietante antes de la aparición de los masquers (Oberon con su séquito) ciudad o Estado), por intento (alegoría o simbología versus diversión o emo-
es desarrollado hasta formar una verdadera antimasque, concebido como un ción de los afectos). Verdadero e s tal vez justo lo opuesto, es decir, que
«espectáculo de extrañezas», «una falsa masque» que Ben Jonson predis- el teatro de ópera suplanta a los ballets de corte, donde aquél asume for-
pone con arte para hacer resaltar mejor la masque propiamente dicho: por mas institucionales estables, mientras que, en cambio, una tradición tenaz
regla general, la antimasque tiene carácter cómico y grotesco, es casi siem- de ballets de corte pudo constituir un obstáculo duradero a la implantación
pre recitada sin canto, con danzas estrambóticas, confiado a actores de pro- del teatro de ópera. Es el caso de Inglaterra (cfr. § 26); e s el caso de la
fesión (no a nobles cortesanos diletantes que pe rsonifican los masquers). En corte de Jos Saboyas, por largo tiempo ávida de ballets y tan sólo tardía-
los tres casos, de cualquier manera, los personajes y Jos bailarines más no- mente ávida de óperas. En Turín, también un literato habilísimo como Ema-
bles toman la delantera en escena: hasta cierto punto los protagonistas del nuele Tesauro (que en su tratado de poética, el capital Cannocchiale aris-
balletto - las dos infantas, Luis XIII, el principe Henry- todos presentes totelico, de 1670, exalta los <<figurativos balletti, que con la maravilla de los
en la escena desde el principio (en la masque, ¡solamente después de la con- aparatos, con la extrañeza de los vestidos, con la vivacidad de Jos actos,
clusión de la antimasque!), dan lugar a la danza principal del balletto. Luego con el curioso rrietro de los pasos, al dulce resonar de Jos instrumentos mu-
ellos mismos, habiendo descendido del escenario a la platea en presencia de sicales•• aluden a <<algún saludable o político documento»), cuando se presta
los augustos espectadores, introducen el baile colectivo, que constituye la a escribir una «tragedia musical» - L'Akesti o sia l'amor sincero en cinco
cima y la verdadera culminación del ballet de corte. actos, impresa anónimamente en 1665-, nos deja un espacio casi nulo a la
En Jos tres casos, el canto como solista tiene una función que es propia representación musical de Jos afectos (a las arias) y produce un espectáculo
de los criados: exhor ta a los bailarines o a los cortesanos a la danza y anun- h!brido que denota, bajo todos los aspectos, la asombrosa perifericidad de
cia las apariciones escénicas. En los tres casos el ballet manifiesta (en una Turín con respecto al lozano mercado operístico o contemporáneo.
manera visible y audible) la victoria de la Armonía sobre la Desarmonía, de Le accoglienza, balletto de las serenísimas infantas de Saboya, en honor
la Virtud sobre el Vicio, de la Regla sobre el Arbitrio (cfr. P. Walls, La mu- de Madama de Francia, representado el 30 de enero de 1620.

248 249
Le accog/ienze (El agasajo) La délivrance de Renaud
Oberon (Londres, 1611)
(Turín, 1620) (La liberación de Reina/do) (París, 1617)

Las infantas conciertan un ballet con sus Luis XIIL joven de dieciséis años, celebra con un ballet Cortejo de entrada de los soberanos y de
damas e invitan a las damas de la nobleza de corte la asunción del poder y el fin de la regencia de los embajadores de España y de Venecia
ciudadana. la reina madre y de sus consejeros; elige personalmente en la sala de los banquetes, dispuesta pa-
el tema de Tasso del balleto: la liberación de Reinaldo de ra el espectáculo (pífanos).
Ostentación de las toilettes de las damas los maléficos encantos de Armida.
en la calle.

Banquete ducal: gastronomía y música en La escena está preparada en la sala grande del Louvre. [ANTIMASQUE:)
formas más modestas que en Florencia en
1608 (cfr. lectura 1); la nobleza no admi-
tida en el banquete ducal pasa el tiempo
bailando.

Acceso de las damas y los caballeros a la


sala, después de la familia reinante (sue-
nan trompetas).

Telón: el templo de la Gloria, el]ardfn de Telón: perspectiva del palacio y de un paisaje al fondo. Telón: rocas oscuras, claro de luna.
las Virtudes, el Parnaso.

Las infantas con 12 damas; el Mán CORO INVISIBLE: invitación a las alegrías del amor (gran Un Sátiro (suena la trompa tres ve-
que combate las fieras; los Vicios pe- concierto para 64 voces, 28 violas, 14 laúdes). ces), luego diez Sátiros que dialogan
rezosos; las Virtudes trabajadoras; confusamente con movimientos extra-
ocho Poetas laureados y las nueve Mutación: montaña rocosa, una gruta hórridamente ame- ños, finalmente su prefecto Sileno,
Musas. na. que anuncia la llegada del Príncipe de
las Hadas Oberón [ = el príncipe
·Madrigal del Mán: exhorta a la virtud y Reinaldo [=el duque de Lynes confidente del rey] Henry, joven de dieciséis años, pri-
abandona a los Vicios. amodorrado; s obre él el Demonio del fue- mogénito de ]acobo I).

Ballet grotesco de los vicios fugitivos go [=el rey que arde de amor por los súbditos fieles
(trombones y cometas). y de desdén por los enemigos] y 12 Demonios [=gen-
tileshombres) dejados por Armida vigilando a Reinal-
do; Reinaldo avanza hacia la platea, el rey desciende
algunos escalones al sonido de 24 Espíritus (24 vio-
lines).

Entrée de balleto de Reinaldo con los demonios del fuego, Se abren las rocas: aparece espléndido el
del agua, del aire. palacio iluminado de Oberón.

Entrées extrañas y extravagantes de Espíritus y De- Dos Silvanos durmientes custodian el


monios. palacio: los Sátiros los provocan y za-
hieren (cantan un canon burlesco). Si-
leno los interroga.

Ballet de 14 personajes: Reinaldo y los 13 Demonios. Canción de los sátiros a la luna.


Ballet grotesco (Branle) de los Sátiros.

canto del gallo

Los Demonios desaparecen, entran dos Caballeros ar-


mados a la antigua (música de trompetas); por hechizo
de Armida la escena se transforma en un

jardín delicioso con las fuentes burbujeantes

emerge una ninfa desnuda y despeinada

Aire de la ninfa: ordena a los Caballeros dejar a Reinaldo


y a Armida.
Aparecen seis monstruos; dos búhos-ahogados, dos
perros-aldeanos, dos monos-doncellas; los monstruos
atacan a los Caballeros.

Entrée bufa/grave de los monstruos y de los caballeros.

Los Monstruos huyen y los Caballeros divisan a


Reinaldo.

Aire de Reinaldo: canta su felicidad amorosa.

[Entrée de los Caballeros con Reinaldo]: Los Caballeros li-


beran a Reinaldo de su dorado cautiverio.

Arrnida corre, asiste desesperada a la desolación del


jardín encantado, convoca a sus Ministros demoníacos:
tres con forma de cangrejo, dos de tortuga, dos
babosas.

Aire de Arrnida: reprueba a los Monstruos. MASQUE:


Entrée de los monstruos y sus metamorfosis en horribles
viejas.

Aparece la Virtud Heroica con alabar- Terremoto: el jardín de Armida se transforma en una des- Se abre el palacio: aparece el Pueblo de las
da y cornucopia, atributos de imperio nuda caverna; entra en escena, sobre un carro, un denso Hadas, que circundan a ÚJs Caballeros
y riqueza. bosque, en el fondo, ruinas antiguas. [=los 13 gentileshombres rnasquers],
que circundan a Oberón.
Cuarteta de la virtud heroica: (música de En el bosque, Pedro el Emútaño que con su sabiduría
S. India, cfr. § 3): había urdido la liberación de Reinaldo, y 16 soldados El carro triunfal de Oberón tirado por
del ejército de Godofredo. osos blancos y guiadns por los Silvanos
Exhorta a las virtudes a asistir a Ma- avanza hacia el proscenio (tañidos de
dama Real en su llegada. Coro de los soldados de Godofredo: a la búsqueda de triunfo).
Re.inaldo.
Banet de las Vrrrudes ( • srruorua• de •cien Canción dirigida al Rey Arturo.
voces• e instrumentos). Diálogo cantado del Ermitaño con los soldados: anuncio
de la liberación de Reinaldo. [ =Jacobo 1, sentado en la sala]
Aparece Apolo.
Coro [y ballet] de júbilo (92 voces y más de 45 ins- Discursos de encomio de un Silvano y
Madrigal de Apolo: invita a los poetas a trumentos). de Sileno.
celebrar a Cristina.
Canción de dos hadas (dos chiquillos al so-
Ballet de las musas y de los poetas (•ar- nido de 10 laúdes).
monía dramática y grave• ).
Ballet de las hadas menores: 10 pajes
Aparece la Gloria.

Madrigal de la Gloria:

Anuncia el cambio de escenografía.

Se abre el templo de la Gloria: aparecen so- Desaparecido el bosque móvil, aparece el pabellón dorado de Canción a coro completo: exhortación al
bre un arco triunfal el Honor, la Victoria Godofredo, con palmas y trofeos de victoria. baile de los masquers.
y /aFama.
Apoteósis de Godofredo [=el rey] y de sus Caballeros Ballet de entrada de los masquers: Obe-
Madrigal del Honor: exhorta a las Infan- [=los mismos gentileshombres que personificaban al rón y los Caballeros bailan
tas a recibir dignamente a Madama principio a los Demonios con espléndidos adornos; a
Real. una señal del rey, bajado del trono, tiene inicio el Canción: incitación para proseguir las
danzas de los rnasquers
Gran Balleto de las Infantas con sus da- Gran ballet triunfal (violines) Ballet grande de los masquers: Oberón y
mas (violines).
los caballeros bailan largamente
luego el
Reverencia de las Infantas a Madama
Canción: exhortación para abrir las dan-
Real (· dulcísima melodía· coral e ins- zas colectivas.
trumental).
''Habiendo impedido el rigor del invierno que se preparasen las cons-
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trucciones y los apartados por la llegada de Madama y siendo a la vez ne-
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cesario posponer su entrada solemne en esta ciudad hasta el principio del
·¡¡; siguiente mes de marzo, Madama, deseosa de estar con Su Alteza y con
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las Serenísimas Infantas y de pasar los días de carnaval en Turín, resolvió
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entrar privadamente, un día de máscaras y disfraces, que fue el 14 del pa-
sado enero, acompañada por Su Alteza, las Serenísimas Infantas, los prín-
cipes, las damas de la corte y por un buen número de caballeros, todos ellos
disfrazados y enmascarados con curiosas y hermosísimas invenciones.
No se podría expresar la consolación de las Serenísimas Altezas y de
toda la ciudad, que ante su inesperada presencia concurrió precipitadamen-
te, pero las Serenísimas Infantas, entre otros, decidieron homenajear tan
feliz y deseada llegada con todos los mayores signos de júbilo, de obser-
vancia y de afecto que pudiesen provenir del interior del corazón. Concer-
taron por esta causa con sus damas un ballets, al cual siendo invitadas todas
las damas de la ciudad, cada una de éstas ornadas a cual mejor, con los más
ricos vestidos y cubiertas con las más preciosas gemas, aparecieron ese día
en carrozas por el acostumbrado paseo de la calle del Po, adonde también
fue la nobleza de caballeros de la corte conforme a la costumbre, y más nu-
merosa de lo habitual, y admirables por la suntuosidad de los vestidos, por
la cantidad inestimable de joyas y por los variados y pomposos arneses de
los bravos caballos de la escolta.
Su Alteza decidió recibir a Madama y a las Infantas Serenísimas en sus
habitaciones, las más cercanas al salón donde debía representarse la fiesta.
Por lo que a estos efectos hizo preparar una opípara cena, en la cual com-
pitieron truchas de monstruosa grandeza, atunes y otras suertes de peces
de mar, con los animales de tierra y con las aves, que suelen aparecer en
las comidas más dignas.
Fue todo presentado con graciosísimo orden y con ornamentos de di-
versas flores, las cuales, confundiendo sus olores con los del ámbar y de
otros perfumes en gran abundancia, exhalaban una suavidad incomparable.
A estos manjares sucedieron frutas raras no esperadas en esta estación.
Luego las pastas de azúcar y las confituras trabajadas sutil e ingeniosamen-
te representaban todo lo que de más hermoso, más nuevo y más gracioso
se admira en la naturaleza. Aumentaba el deleite del gusto la suavidad de
las músicas, que nutriendo al oído volvían los ánimos ajenos totalmente en
gozo satisfecho. En estos momentos ya se habían reunido las damas de la
ciudad y casi toda la otra nobleza en el aposento bajo, y allí se entretenían
bailando hasta que llegó el fin de la cena, poco antes de la medianoche. En-
tonces, subiendo a lo alto, fue cada uno sentándose en el lugar que le había
sido asignado, siendo el salón, por comodidad, divido de esta manera. Se
alzaba hacia el norte de una gran escalinata con 10 escalones cubierta con
tapices de Soria, en cuya cima se desplegaba una tarima donde estaban dis-
puestas las sillas de Sus Altezas debajo de un rico baldaquín que también
255
podía albergar a las damas de palacio. Desde los ángulos de la núsma tarima teco, sposa reate,
se extendía a cada lado un largo palio cubierto de terciopelos y de brocados varea della Virtu, puo i giorni e 1'ore
que terminaba en un telón, el cual, teniendo como límite nubes que inúta- trar piu lunghe e felici e glorioso
ban perfectamente a las naturales y pintado con bellísimos paisajes, formu- prender da tanto nume
laba al través en la parte opuesta a la escalinata una bellísima perspectiva. lena al coros, aure al volo, ali alle piurne.
Debajo de los palcos fue luego delinútado el espacio a los caballeros sobre
otra escalinata, y después a los otros espectadores entre ésta y las colum- Quien por el placer tirano
nas que sostenían los núsmos palcos. Estando así ordenadas las cosas, y pisa el sendero florido
después de la llegada de las Serenísimas Madama e Infanta Margarita acom- mísero, al fm traicionado,
pañadas de Su Alteza y de los Serenísimos Prfucipes, declarado el silencio cae en el abismo del perpetuo daño.
con el sonido de las trompetas, se vio de repente desaparecer el telón co- Solamente quien el monte rocoso de la Virtud
mo un rayo y esconderse entre las nubes, dejando ver en un instante tan- contigo, esposa real,
tos objetos dignos de admiración que muchos quedaron maravillados. Ya que atraviesa, puede a los días y a las horas
se ofreció primeramente un monte alpestre y árido de cuyas rocas pendían sacar más larga felicidad gloriosa,
algunas ortigas y plantas espinosas entre los matojos y hierbas rígidas y des- tomando de tantos dioses
coloridas, en cuya cima fulguraba con vivísimos rayos el templo de la Glo- aliento en la carrera, auras en el vuelo, alas en las plumas.
ria, todo de cristal, con columnas de oro, y en el medio aparecían las Se-
renísimas Infantas María y Catalina, con doce de sus damas vestidas de rei-
nas, como diremos después. En la falda del centro, el Afán, como un nuevo Tras lo cual, mientras agitaba contra los ya nombrados vicios la nudosa
Hércules, manejaba la porra aterrando leones, serpientes, jabalies y otras porra, los expulsó de ese ameno lugar hacia el salón, donde aparecieron con
fieras sueltas; y junto a los pies del mismo monte se veían, perezosos y dur- pequeñas túnicas verdes con arabescos de plata, llevando cada uno el jero-
núentes, el Amor, el Ocio, el Olvido, la Pereza, el Sueño, la Gula, el Vicio glífico que les fue atribuido por los antiguos, comenzaron sin dilación a tocar
y el Placer. A la derecha verdecía, un poco menos alto que el monte, un en los trombones y las cornetas un cierto aire truncado con algunas artifi-
jardfu delicioso considerado como el de las Virtudes, colmado de plantas y ciosas lentitudes, a cuya cadencia bailaron los vicios su ballet, deteniéndose
de flores, con algunos hermosos compartimientos en paseos diferentes y en- a veces, como aturdidos, retomando luego los pasajes de figuras en imita-
riquecidos de peregrinos vasos a los lados, donde las mismas Virtudes se ción de aquellos que, oprimidos por el sueño, vacilan y se tropiezan entre
mostraban en acto continuo de componer guirnaldas y de entrelazar coro- sí, pero con exactísima medida y tan a tiempo que quedó indeleblemente
nas. A la izquierda surgía, en medio de un poblado bosque de laureles, el impreso en la memoria de los circunstantes. Terminado el ballet y escon-
monte Parnaso, con la cima levantada casi hasta el cielo, donde parecía que rl!éndose éstos en las cavernas y en las grutas cavadas al pie del monte, se
VIO aparecer vagamente, próxima a una fuente que en el jardfu de las Vir-
Pegaso se lanzase al vuelo sosteniéndose sobre las patas traseras y res-
quebrajando las nubes con las alas. Allí, al murmullo de una límpida fuente, tudes lanzaba agradables chorros de agua y regaba las hierbas y las flores
se sentaban ocho poetas aparentando escribir entre las nueve Musas pom- a la Virtud Heroica, coronada de flores y con una falda de tisú recamada d~
posamente vestidas y con los instrumentos en la mano, representando las oro..Le ondeaba un manto semejante al tisú sobre los hombros, con largos
ciencias y las artes liberales a las cuales cada una estaba inclinada. Pero los encaJeS de oro en la orla, y desde la cintura se extendía, sobre la ya nom-
ánimos representados de diversas maneras por aquellas construcciones y brada falda, una especie de delantal, también éste bordado en oro, teniendo
personajes fueron pronto raptados por la armonía del Afán, que cantó el si- en la mano derecha un bastoncillo de mano y con la izquierda sosteniendo
guiente madrigal: el cuerno de la abundancia lleno de frutas y flores, y avanzando un paso can-
tó estas palabras:

Chi del piacer tirano


Jo, che del ciel ne'sempitemi campi
calca il sentier fiorito, suUe grand'ali d'oro il volo stendo
núsero alfin tradito e cinta di corone alto risplendo
cade in abisso di perpetuo danno. bella Virtu fra lunúnosi lampi,
Sol chi'l monte sassoso figlia inmortal di Giove il mondo or segno

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d'orme celsti in questa augusta parte, Voi che d'ebumea lira
dove sposa real, figlia di Marte,
dotti saettatori
il Vizio atterra, il mio nemico indegno.
con note lusinghiere
eternate d'eroi l'opre guerriere,
Gia per montana via ella d'onore
in che cinto d'allori
e della Gloria al tempio ardita sale,
e fatta lungo de pensier mortale de' Franchi il giglio d'or fra voi s'amrnira,
di mie pompe s'adoma il crine e'l core raddo pino il concento
sulle cetere d'or gli archi d'argento.
Siate voi dunque scorta, alme sorelle,
della gran diva el peregrin cammino; Vosotros, que de ebúrnea lira
ecco com'ella con fatal destino doctos asaetadores
saetta in terra i cori, in ciel le stelle. con notas lisonjeras
eternizáis de héroes las obras guerreras,
Yo, que del cielo en los sempiternos campos ahora que ceñido de laureles
con grandes alas de oro el vuelo extiendo de los Francos el lirio de oro entre vosotros se admira,
y ceñida de coronas en lo alto resplandezco redoblen el concento
bella Virtud entre luminosos rayos, sobre las cítaras de oro los arcos de plata.
Hija inmortal de júpiter, el mundo ahora marco
de huellas celestes en esta augusta parte,
donde esposa real, hija de Marte, Agregáronse entonces a pleno coro las Musas, y habiendo bajado entre
al Vicio aterro, mi enemigo indigno. tanto al teatro los Poetas coronados de oro con hojas de laurel, con lamini-
llas de oro centelleantes entre los cabellos, en organza de color amaranto
Ya por el montañoso camino, de honor con arabescos de plata, también en forma de coronas y ramas de laurel abier-
y de la gloria al templo valerosa sube, tas por delante y larga hasta la mitad de la calza blanca con largos cortes
y lejos de cualquier pensamiento mortal de pasamanos de oro y un manto de tisú con oro, perfilado alrededor de al-
de mis pompas se adorna los cabellos y el corazón. tas puntas o puntillas de oro, hicieron de esa armonía dramática y grave un
gentilísimo ballet con insuperable belleza y disposición. Cuando los poe tas
se hubieron retirado, la Gloria, con una corona de oro llena de preciosísi-
Sed vosotros acompañantes, almas hermanas
mas gemas en la cabeza, vestida con una falda de tela de plata con trabajos
de la gran diva en el peregrino camino,
de oro alrededor y de un manto de tisú con oro bordado de flores de seda
y he aquí cómo ella con fatal destino,
con oro y plata, y teniendo una trompeta en la mano, desató el canto desde
hiere en tierra a los corazones, en el el cielo a las estrellas.
la parte más alta del Tempo con estas palabras:
En ese momento las Virtudes descendieron al suelo con vestidos hasta
media pierna de color verde, adornadas con arabescos de oro y de plata, Alrne grandi e famose,
con los coturnos plateados, y con las cabelleras largas entretejidas con he- cui del mio ciel poggiar diede alle cime
bras de oro, pero teniendo cada una en las manos una insignia de pasta que opra e pensier s ublime:
las hacía distinguir particularmente; y con la sinfonía de al menos cien voces anime gloriose,
y de otros tantos instrumentos bailaron con increíble agilidad un ballet bas- uscite, uscite ormai
tante largo, con cabriolas y graciosísimas vueltas, al final del cual, Apolo, a rimirar qua! luce
coronado de rayos, con un manto y una vestimenta roja adornada de bor- qui de' gran gigli d'or la diva adduce.
dados de oro también con forma de rayos, y con su lira en la mano, hizo Accoglietela voi: a tanto merto
oír, cantando al monte Parnaso, las siguientes palabras: veggasi il tempio della Gloria aperto.
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Almas grandes y famosas, ta de todas ellas conforme por todas partes y de una inusitada riqueza, pero
quienes hicieron elevar a las cimas de rrú cielo tampoco se estimaba menor la novedad de la forma ayudada también por la
obra y pensarrúento sublime: gracia de l porte. Porque la vestimenta en tela de oro y plata repujada, guar-
almas gloriosas, necida con seis vueltas o vías de bordado largo de más de dos dedos, todos
salid, salid ya barnizados de oro, se ceñía al busto como una armadura y alargaba enton-
a admirar qué luz ces las faldas, que rozaban la tierra, como también la punta de la manga
aquí de gran flor de lis de oro la diva trae. abierta, con forro de tela de oro de color encamado que, cortada con forma
Recibidla vosotros: a tanto mérito de hojas saliendo en forma de palma, era del mismo largo. Resplandecía en
véase el templo de la Gloria abierto. las espaldas el manto de finas láminas de plata que, cayendo y dilatándose
con bella pompa, se recogía por los flancos de la cintura, donde se enlazaba
Abriéndose, por tanto, el templo de la Gloria, se vio además cómo, po- con el cinturón de dos palmos y medio de ancho todo bordado en rojo pro-
co a poco, desaparecía una roca en el medio del monte, y en ese Jugar le- fundo sobre el fondo de láminas de oro. Pero de una belleza admirable y de
vantarse de improviso un arco triunfal dedicado al Honor, sobre el cual en- precio casi inestimable se extendía en el pecho el collar, terminando en el
tre la Victoria y la Fama se sentaba el mismo Honor coronado de flores, espacio del centro con una joya, ésta y aquél compuestos de diamantes y
con un vestido de tela de oro con el manto también de tisú con oro, traba- de otras gemas de tanta calidad y cantidad que quedó superada la luz de las
jado con flores naturales y con la corona recamada en oro, y sacudiendo con lámparas dobles encendidas en tomo al salón y deslumbrados Jos ojos de
la derecha el cetro, cantó este madrigal: los presentes. Así avanzando, comenzaron, al sonido de Jos violines, con
agradable majestad y con majestuoso donaire, a bailar s u ballet de 40 bellí-
lte, voi che mercaste simas figuras, formando entre unas y otras durante una hora continua dife-
per sentier de' sudori rentes pasajes de correntes y gallardas con tanta justeza y tan bien tiempo
della Gloria gli allori, que parecía hecho por costumbre y no por arte. Finalizado dicho ballet cer-
ad incontrar colei ca de la gran escalinata, después de una gran reverencia, fueron conducidos
che dee 1'Alpi arricchir di serrúdei. por Su Alteza y sus Serenísimos hermanos a sentarse con las Sererusimas
Ite, mente s'innalza alla gran diva cuñada y hermana, por las que fueron recibidos con alegría, rrúentras todos
arco d' onor eh'eternamente viva. los instrumentos y todas las voces, escuchados antes separadamente, se
juntaron e hicieron una dulcísima melodía. Entonces, callando éstos, reanu-
Id, vosotros que adquiristeis daron los violines solos un fragmento bailado por las Sererusimas Altezas,
por senderos de sudores y también otras danzas de favor para regocijo y gusto de aquellas damas y
de la Gloria los laureles caballeros, y de este modo llegó el fin de la fiesta.
para encontrar a aquella (En este punto, un heraldo con trompetas «publica•• e l cartel de desafío
que diosas de los Alpes enriquecen de serrúdioses. en e l torneo del príncipe Filiberto, bajo el nombre de príncipe Fiam-
Id, rrúentras se alza a la gran diva rrúdoro.) .. .
arco de honor que eternamente viva.

Con este canto se movieron s úbitamente las Sererusimas Infantas, con 3. CONDICION SOCIAL E INTELECTUAL DEL MUSICO:
las doce damas del templo de la Gloria, para encontrar a Madama y para ANTONIO MARIA ABBATINI
conducirla con ellas a gozar con las otras sabias y valerosas reinas el pre-
rrúo de la inmortalidad, y pasando primero por la puerta del arco triunfal se Alrededor de 1667, Antonio María Abbatini (Cittá di Castello, 1609 ca.
dividieron luego siete para cada lado del monte, conduciéndose por dos ca- t 1679 ca.) dirige un capítulo autobiográfico a Sebastiano Baldini - literato,
minos oblicuos en el baile, donde se encontraron de nuevo, y pareja a pa- poeta, autor de textos de cantatas burlescas con música de Antonio Cesti,
reja se pusieron en orden. Llameaba en s us cabezas una corona entretejida Atto Melani, Alessandro Stradella, Marco Marazzoli, etc.; secretario de la
de flores de talco con tremolantes de perlas finas separadas por gruesfsi- Sapienza (la Universidad de Roma), era amigo íntimo de la familia del papa
mos diamantes y rubíes, y ondeando por encima un gran penacho de garzas Alejandro VII Chigi- y le pide interceder ante el «patrón» (como él llama,
con plumas de colores que se concordaban con el vestido. Era la vestimen- con burlona irreverencia, al pontífice) para que le procure favores sin ma-

260 261
yores detalles. La calidad literaria de la poesía de Abbatini es pésima, y más y hacen todos los hombres, y con razón,
oscura que una alusión (por ejemplo, aquella refutación teórica contra un ale- porque sois docto, justo y pío,
mán, v. 193 y s ubs.). De la autobiografía del compositor resultan, sin em- y a cualquiera de buena gana hacéis servicios,
bargo, algunas circunstancias significativas de su vida y, más en genral, de en suma sois ideal para mi caso.
la condición de los músicos de aquella época: la peregrinación continua de 10 Del palacio no busco beneficio,
una a otra de las mayores capillas musicales romanas, desde el Gesu (v. 80) que son treinta años que lo tengo con cuidado
a Letrán (v. 85), de Santa Maria Maggiore (v. 109 y subs.) a San Luis, igle- si bien yo no diga nunca el divino Oficio.
sia nacional de los franceses en Roma (v. 114 y subs.); la comisión papal No me da ni pan ni vino co·mo tienen costumbre
(v. 100 y subs.) de dar un ropaje musical digno al texto de los himnos re- de dar todos los otros beneficios,
visado por el papa humanista Urbano VIII (Abbatini adaptó los nuevos tex- 15 sino sólo daño me aporta y me procura.
tos a la música de los himnos de Palestrina: la edición, suntuosa, apareció Aquí se necesitaría otro Padre Albrizii
en Amberes en 1644, como ha sido indicado en el § 12); la actividad ince- que describiese el daño que me produce,
sante de Abbatini como profesor, maestro de compositores y de cantantes el tormento que sufro y los grandes suplicios.
extendida después hasta en Sudamérica con la corriente de las misiones Dejo que se me despilfarre toda ganancia
(v. 133 y subs.; cfr. § 10); la condición social y económica mediocre en la 20 pero más me oprime y me aflige el pecho
cual, con respecto a los cantores y tañedores (v. 163-168), está un maes- el no poder decir la misa sino a la griega.
tro de capilla, obligado a vivir con las escasas rentas de un beneficio ecle- A ser privado estoy obligado
siástico (v. 10 y subs.) y una provisión modesta de la capilla (v. 247 y s ubs.) de los bienes que suele dar la Dataría,
y en buscar pensiones y subsidios (v. 25 y subs.) para poderse pagar el lujo y del bocado tragado a mi despecho.
de un cochero de vez en cuando (v. 250 y subs.); la fama de teórico que 25 Yo os juro, ¡oh Baldini!, aje mía
rodea a Abbatini (v. 148 y subs.) sobre el fondo de decadencia de los es- que el otro día por desesperación
tudios teórico-musicales en el siglo XVII (en los versos 178-192 hay una lar- me iba a arrojar por la ventana.
ga lista de teóricos de los siglos xv y XVI), motivo intrínseco del decaido Jntenté con valor una cierta pensión
prestigio del maestro de capilla (cfr. § 10); las academias musicales hube escrito con grata respuesta,
(v. 206-246) que funcionaron en la casa de Abbatini desde 1663 en adelante 30 pero oíd cual fue la canclusión.
con canto de madrigales (cfr. § 1), ejecuciones vocales e instrumentales al Rápidamente a esto el Perobitum objetó
clavicémbalo, discusiones y lecciones teóricas (algunas, manuscritas, son diciendo que, teniendo yo esposa, la dispensa
conservadas todavía en el Civico Museo Bibliográfico Musicale de Bolonia). es necesario que yo tenga para tal propuesta.
Ninguna alusión, en cambio, a la producción de música teatral (cfr. § 22), Quedé como una estatua, no obstante el corazón piensa
que para Abbatini, evidentemente, debía de ser no más que uno de los tan- 35 suplir todo lo que sea necesario
tos servicios generales prestados para «diversos príncipes•• (versos para tener el pan seguro en mi mesa.
151-153). El capítulo, reproducido aquí íntegramente, está entre las cartas Me informo del gasto y (es verdad)
de Baldini en la Biblioteca Vaticana (ms. Ch.igi L. VI. 191). veo que impide mi deseo;
así queda frustado mi pensamiento.
40 Del hado, del destino perverso y cruel
hasta al cielo me quejo en mi dolor,
Al señor Bastiano Baldini que roda esperanza está ya puesta en olvido.
¿Cuál pensáis que fuese mi aflicción
de no poderme asamar en mi vida.
He querido muchas veces, oh mío Baldini, 45 a una plaza, ni siquiera al Capitolio?
narraras plenamente mi condición Y sin embargo me he esforzado, y envidia
y haceros la anatomía de mis destinos, he dado a los mejores de mi profesión
ya que estáis próximo a las orejas del patrón, buscando siempre saber el quia.
5 y os estima mucho, como también yo Con vuestra ayuda, tengo cierta fe
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50 en poder conseguir lo que yo querría, Mientras yo estaba con aquellos ciudadanos
por eso, os lo ruego, prestadme atención. 95 pasando el tiempo en cacerías, músicas y cantos,
Ahora os explico todos mis pensamientos, en barreras (*) torneos, carreras y festines,
el nacimiento, la patria y todo cuanto me llama el patrón a Roma, ¡oh cuántos
en el curso de mi vida hice de mi mujer y de los hermanos queridos
55 que informado de todo lo que he hecho fueron los lamentos y dolorosos los llantos!
podáis con frente alta pedir 100 Llegado a Roma, el patrón con maneras gratas
al patrón el remedio a mis dolores. me manda que yo disponga de la música
Perdonadme si osado es mi hablar de los himnos arreglados por el gran Urbano.
porque si callo la verdad no sabréis En mis días no gusté mejor comida;
60 ni podréis nunca por mí nada hacer. a casa retorné con alegria,
Ahora abrid las orejas y oíd 105 dando gracias al cielo por el bien que me envía.
que mi patria es Cittá di Castello Para servir a tal señor, pero con calor,.
y soy de los Abbatin, como sabéis. me puse a transcribirlo al son mejor
A m{ me otorga, como a éste y a aquél, y como en un año lo hice, con gran presteza.
65 de noble ciudadano los privilegios, Después sobre el Monte Esquilino, donde está Maggiore
esta amable ciudad, Tiferno el bello, 110 la gran Madre de Dios, tuve el encargo
rica en palmas, coronas y adornos de ser el director de la armonía.
de hombres ilustres en todos sus rincones: Por el trabajo continuo tuve miedo
que también mis glorias los han hecho egregios. de consumirme, por eso corrí a servir
70 En mi edad más tierna abrieron los caminos de San Luigi los anhelados muros.
a las ciencias los Padres j esuitas, 115 Aquí me establezco, porque se suele decir:
y a la música atendí en toda edad. el papado de los maestros es San Luigi.
Desde los catorce años las invitaciones Y aquí pienso vivir y morir.
no rechacé de maestros de capilla No se canta aquí nunca en los tonos frigios,
75 de la patria, con óptimos resultados. porque no hay risas, ni jamás alboroto
En poco tiempo en una y otra parte 120 sólo en el lidio, como se usa en París.
se hablaba de mí con maravilla Hago aquí un punto, y ahora aquí detengo el paso,
todos ]osquín, Palestrina me llamaban. porque cansado estoy, y no me está permitido
Corrió la fama a Roma a toda brida, ir más allá, porque estoy muy débil.
80 fui llamado al gobierno del Gesú; Pero diré solamente que ahora hace cuarenta años
llegado, a más de uno hice fruncir las cejas. 125 que yo hago de mozo de cuerda,
Creéis acaso que jamás una cosa así sucedió, y hay quienes me quieren asado y quienes hervido.
que un jovencito de dieciséis años solamente, Ya son casi once años
llegase a tal grado, e incluso más arriba, que me encuentro al servicio de los franceses,
85 porque sucedí a Cifra en San Giovanni, otros veinte serví en el Esquilino.
jefa y madre de todas las iglesias, 130 En Letrán siete años y pocos meses,
donde jamás se va cargado de ropa. dos años no cumplidos en el buen Gesu,
Por las muchas fatigas, al final se volvió que son cuarenta en total, malgastados.
mi naturaleza flaca y endeble: En todos los empleos arriba mencionados he formado a más
90 medio muerto volví a mi pueblo. de cien alumnos e incluso castrati:
Después de rehecho y para establecerme en la vida,
me casé con Dorotea Giustini,
muy rica en bondad y nobleza. (*) Un juego.

264 265
en que en Italia se usaban las lecturas
135 por todo el mundo están, hasta en el Perú; de la música, y esto no es un cuento?
no hay iglesia de sacerdotes ni de frailes
Puede de ello dar fe Bolonia donde acaso
en Roma, que de ellos no esté llena; fue, en verdad, rica plaza donde Pare[i)a (*)
en la capilla papal son los primeros. 180 dejó por ella de España los otros cuidados.
Diciendo esto tomo vigor, y retomo Publicó mientras trabajaba en aquel Estado
140 mayormente respiro, ¡oh querido amigo!, de fresca edad un noble tratado,
que todo lo que he dicho es apenas dos tercios. y hubiese publicado más si hubiese vivido más
He impreso diez obras; y reflexionad ¡De esta manera de tal ciencia en todas partes
bien sobre lo que os digo, que os asombraréis 185 se tenía la verdadera luz, para bien componer,
porque de cuanto hice no renuncio a nada. a nuestra confusión: miserable estado!
145 Nunca tuve gran sed de dinero, Hoy, todos aborrecen a Guido, Boecio,
porque de rabia hubiese muerto de seguro, Fogliani, Zerlino, Aron, Franchino,
como vos mismo además llegaréis a concluir. Clarea, Cuglielmo, Poncio, Torre (**),
A las consultas que fueron enviadas a Roma, 190 el Lusitan, Trigin, Psello, Bonini,
desde Nápoles, Bolonia y Portugal y algún otro, que nunca terminaría
150 solamente yo respondí, yo solamente aclaré la oscuridad. si todos los escritores aquí quisiese citar.
Mil veces he servido, si no me equivoco, Entonces, ¡Oh Baldin!, qué maravillas
a príncipes diversos con distintos problemas, si cuando aquel alemán vino a sostener
y sirvo todavía, ya que estoy en el baile. 195 la conclusión de cada armonía
De todo lo que he dicho en estos versos ninguno, por dios, jamás se dejó ver,
155 nunca tuve de regalo un céntimo, para hacerle, al menos, vulgar oposición:
sólo se despacharon gracias a mi tozudez. sólo yo hablé por simple gusto,
Otras cosas se necesitan además del pan y de vino porque en Alemania las lecciones públicas
que es la provisión (no digo mal) 200 son como en Portugal, en Inglaterra,
de las capillas, apenas, ¡oh mío! Baldino que enseñan las razones de componer.
160 La música instrumental perfecta, En tal defensa existió una desbandada
nace de maestros, de voces e instrumentos; de hombres cultos de toda profesión:
y vale más que cualquier otra música. atónito regresó a su tierra.
Los instrumentistas tienen con qué entretenerse sus dientes 205 ¡Ahora podéis ver a qué estado estamos reducidos!
porque tienen dos plazas para subsistir: una en Castello, P ero una academia en mi casa
165 en Capitolio la otra, y están contentos. he abierto hace muchos años; y no os moleste
Después el noble grupo de los cantores que yo me duela con Vuestra Señoría
goza perpetuo el palacio Papal qué el único en toda Roma habéis sido
un servicio que jamás vi más bello. 210 en no haber venido por aquí jamás, ¡qué descortesía!
Asombraos con mis palabras, que no estoy loco; Aunque nadie os invite, yo os lo he pedido
170 de la música son causa formal más de mil veces, siempre en vano:
los maestros, y no obstante yo no estoy dentro de ese grupo. no sé cual de nosotros es más desgraciado.
Se puede decir entonces que no tiene sal en la mollera
quien se pone a ser maestro en una capilla, (*) Se refiere al importante teórico andaluz Bartolomé Ramos Pareja (c. no sé
porque tiene el pan en vida sólo en el hospital. 1440-1491).
(**) Se refiere al poeta y teórico español del siglo xv Alfonso de la Torre.
175 ¿Dónde está aqueí tiempo y aquella edad tan bella,
267
266
Estay enojado con vos, y paulatinamente me impiden en parte el caminar
215 va creciendo la bilis: pero aquí callo, pero la edad me pesa más y más me cansa,
caería en locuras como un hombre insano. y me convendría retornar a la patria.
Vuelvo a deciros entonces lo que hago 260 no siendo mis ingresos suficientes
en la academia de la que anteriormente he hablado, ni para dejarme llevar por un solo caballo.
para sacarme a mí del lío y a vos del compromiso. ¡Oh si volviese aquella antigua costumbre!,
220 Se comienza a cantar con gran gusto, porque yo aún quisiera correr mi lanza,
en la mesa los perdidos madrigales, para acertar en la lectura cuya la estrofa
que la razón no digo por respeto. 265 vosotros tenéis! Y si bien esto es chanza
Después sigue mi discurso, y tomo alas o por decirlo mejor gran irreverencia,
para izarme ·hasta los cielos armoniosos, disculpad de cuanto dije a mí y a mi panza.
225 que son iguales a los de !caro. Cuanto os he dicho, lo he dicho en conftanza,
Tienen todas las libertades los virtuosos y porque sé que no os faltan modos
de contradecirme en todo lo que he razonado, 270 de consolarme. Os hago una reverencia
aunque a hacerlo no se animan. ligado a vos con más de mil nudos.
Pero Kirchem {!], siempre discute,
230 Del Pan Orlandi, general del Carmelo,
dudas propone como el amado Lelio. 4. CONCIENCIA HISTORICA Y CONCIENCIA ESTILISTICA:
TerminafÚl la cuestión, que sin mal HEINRICH SCHÜTZ
siempre sucede por gracia del cielo,
se dan las debidas loas a quien más lo merece. Heinrich Schütz (cfr. § 17), maestro de capilla - y, en cuanto tal, ver-
235 Se ve la verfÚld sin velo, daderamente un funcionan~ de la corte de Dresde, sometió a la atención
porque son casi todos de primera línea, del propio patrón, el duque Johann Georg 1, un gran número de memoriales
y todo el bien se ve de lejos. y súplicas para el buen funcionamiento de la capilla (particularmente afligi-
Después se pasa al cémbalo, y a cafÚl disputa dos son los memoriales de los años 30 y 40, que proponen soluciones de
se comienza por demostrar su valor emergencia para garantizar la incierta supervivencia en las graves angustias
240 con el canto y el sonido que liga al alma y al corazón. bélicas y económicas). En el memorial de 1651 (que acompañó con la pre-
El tiempo se fija en tres horas sentación al duque de la obra XII recién impresa), Schütz, de 66 años, pidió
desde las veintiuna hasta lo que quefÚl, licenciarse o al menos ser ayudado en buena parte de las tareas propias de
pero nunca se termina sin pasmo. la capilla. Para sostener dicha súplica, Schütz aduce no solamente las razo-
Hace cinco años que realizo esta fiesta nes de la volubilidad de la moda musical (¡sastres y músicos están sujetos
245 con algunos gastos (para decirlo como en confesión) a quedar pasados de moda rápidamente, dice!), sino también aduce la labo-
que pensar más lejos al ánimo despierta. riosidad ininterrumpida de un empeño artístico e institucional ya larguísimo,
Me encuentro en Roma, solamente con la provisión que desde la primera juventud le ha costado grandes estudios, grandes sa-
que tengo de la iglesia; ni siquiera un céntimo crificios y grandes viajes (por razones de conveniencia, Schütz omite, sin
como he dicho, tuve jamás de las personas. embargo, hacer re ferencia a los repetidos viajes a Copenhague, donde re-
250 Por esto no invento problemas ni discusiones sidía la capilla de corte en tiempo de guerra).
y para vivir según creo, como conviene, Una verdadera autobiografía, entonces, de la que resultan: la formación
deudas no haré, que no say tonto. humanística, antes que musical, del joven Schütz; el aprendizaje y publica-
Porque cierta porción me viene al año, ción de sus madrigales en Venecia, bájo Giovanni Gabrieli (un músico que,
que suple a la boca lo que falta. de joven, vivió en la. corte bávara, y que tuvo luego siempre relaciones es-
255 para tener buena casa y buena vestimenta. trechas con Alemania: dedicó a los alemanes Fugger sus obras y llegó a ser
Por si poco fuera, el pie, la pierna y la cadera jefe de escuela de un nutrido grupo de jóvenes músicos nórdicos, cfr. § 1);

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el gesto solemne de Gabrieli agonizante que, como recuerdo, le deja un ani- ver el mundo) recibí de buen grado, partiendo para Venecia -casi en con-
llo (a través de su confesor, el hermano Taddeo de Venecia, que en 1615 tra de la voluntad de mis padres- en el año 1609. Cuando después de mi
dedicó póstumamente al duque de Baviera las gabrielianas Canzoni e sonate llegada (y después de haber frecuentado un tiempo a mi maestro) me di
instrumentales); el altísimo conocimiento que Schütz tuvo de su papel Y de cuenta de la importancia y dificultad del estudio de la composición, y de mi
su situación histórica; la seriedad de su empeño institucional, siempre de- poca preparación inicial, y por esta causa comencé a lamentarme y a amar-
dicado a salvaguardar una cierta «gravedad alemana» (con palabras de otro garme de haber desertado tan precipitadamente de mis estudios uruversi-
memorial) en el ejercicio de la capilla. En realidad, Schütz -<¡ue propone tarios (en los cuales había ya hecho algunos progresos), no pude, sin em-
hacerse ayudar por un castrato empleado en la capilla «italiana>> del príncipe bargo, por menos que aceptar las cosas como eran y cumplir con los obje-
heredero- se da bien cuenta de la inminente italianización y secularización tivos por los cuales había venido a Venecia: de esta manera dejé del todo
de la orientación musical de corte. los otros estudios y me dediqué con la máxima diligencia al estudio de la
Que él, músico profundamente experto en la música italiana, no com- música. En el cual, con la ayuda de Dios, tuve tanto éxito que pude publicar
parta las grandes y útiles aplicaciones del estilo italiano a la moda -¡un es- en Venecia (tres años después de mi llegada y uno antes de dejar Italia) mi
tilo sin doctrina! (cfr. § 10)-, aparece con toda evidencia en el prefacio de primera obra, en lengua italiana (dedicada con toda mi gratitud al landgrave
la obra XI (1648), la Geistliche Chor-Music donde la polifonía vocal sin bajo Moritz), obteniendo las alabanzas particulares de los mejores músicos de Ve-
continuo toca un vértice absoluto de fuerza representativa y elocutiva. La necia. Y después de haber publicado esta mi primera pequeña obra fui ex-
declaración sagitariana (*) es un documento emblemático de la pluralidad de hortado y alentado no solamente por mi profesor, Giovanru Gabrielli, sino
los estilos -estilos de tradición remota y estilos modernos- y de su coexis- también por el maestro de capilla [de San Marcos] y por otros músicos, don-
tencia en la práctica compositiva y ejecutiva del siglo XVII: sin dar el nom- de recogería los más felices éxitos. Ocupado en Venecia un año todavía (a
bre, Schütz alude a los tratados que en tomo a la cuestión de la pluralidad expensas, esta vez, de mis padres), para perfeccionar los estudios, murió
de los estilos estaba ahora redactando y publicando en el Báltico el italiano mi profesor: sobre su lecho de muerte, dispuso y ordenó a su confesor, un
Marco Sacchi (cfr. § 8). agustino, que me entregase un cierto anillo para su perenne memoria. Ha-
[Memorial para el duque de Sajonia] bía tenido entonces razón el landgrave Moritz en sostener que quien desea-
«Aprovecho la circunstancia del humilde ofrecimiento de esta pequeña se aprovechar las enseñanzas de aquel hombre, de grandísimo talento, no
obra núa que aparece ahora bajo el nombre de Vuestra Alteza Serenísima tenía que dudar un minuto en instalarse en su escuela.
para señalar las vicisitudes de mi vida, no poco afligida desde la juventud Llegado desde Italia por primera vez a Alemania en 1613, pensé para
hasta hoy, no sin pedir, con profunda devoción a V. S. S. que me perdone mis adentros en cultivar todavía por algunos años secretamente los estu-
y preste en la ocasión benévola atención. Venido al mundo el día de San _Ca- dios musicales -en los cuales había hecho ya buenos cimientos- para pro-
lixto [14 de octubre] del año 1585, cuando apenas tenía 13 años he de¡ado ducir después, en algún buen momento, una obra realmente digna. No me
la casa de mis padres, de feliz memoria, en Weissenfels, y desde entonces faltaron estímulos ni admoniciones asiduas de mis parientes para probarme
he vivido siempre en países extranjeros, educado primero durante varios en otros campos, con mis cualidades, mérito y estima, aunque más modes-
años -como puer cantor en la capilla de corte del landgrave Moritz [de Hes- tas, y a considerar la música como pasatiempo: como finalmente me dejé
se] en Kassel- en la música y en el estudio del latín y de otras lenguas. convencer. Estaba entonces por volver a meter mano en los libros, tanto
Y quizá porque desde siempre la voluntad de mis padres fue contraria a_ la tiempo abandonados, cuando quiso Dios Omnipotente -<¡ue sin duda desde
idea de que yo un día pudiese hacer profesión de la música, una vez perdida el regazo de mi madre me había predestinado a la profesión de la música-
la voz de soprano me trasladé a la universidad de Marburgo para continuar de hacerme llamar desde Dresde en 1614, para el servicio del bautismo del
los estudios emprendidos, elegir una profesión conveniente y obtener un duque Augusto, hoy administrador del Archicapítulo de Magdeburgo, y
rango honorable. Pero estos propósitos núos (sin duda por voluntad divina) -después de haber dado buena prueba de nú- para ofrecerme en nombre
fueron rápidamente desbaratados: el landgrave Moritz -<¡ue quizá había no- de V. A. S. la dirección de su capilla. Con esto mis padres no quisieron con-
tado mi inclinación notable por la música durante mi servicio en su capilla-, tradecir más la voluntad divina, y fui inducido a aceptar con devota gratitud
de paso por Marburgo, me propuso una beca de estudo de 200 táleros al la condición honorífica que se me ofrecía, determinado a sostenerla con la
año para que fuese sin problemas a Italia a la escuela de un músico y com- máximo celo. Cuáles hayan sido después de 1615 (año de mi nominación en
positor famoso, pero ya anciano, propuesta que (como joven deseoso de el puesto en el cual perseveraré hasta que Dios y V. A. S. lo deseen) hasta
hoy, por el espacio de más de 35 años, mis logros, de poco valor, pero no
(*) Schütz significa saetero a sagitario, en alemán. de poco esfuerzo, es cosa de la que V. A. S. guardará de algún modo en

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el recuerdo. Y me sea permitido agradecer la bondad y la gracia divina que manera de escribir música y bien dispuestos a librarse de él, le dijeron a la
por tanto tiempo, al lado de mis privados estudios y a la publicación de dis- cara que después de 30 años ni un sastre ni un maestro de capilla sirven ya
tintas obras musicales, me han concedido de servir devotamente a V. A. S. para nada -y es ciertamente verdad que la moda del mundo tiende a sa-
en ocasión de una multitud de solemnidades (visitas imperiales, reales, elec- ciarse rápidamente de las maneras y las costumbres a la antigua y a libe-
torales y principescas, dentro y fuera de los estados de V. A. S.) de pro- rarse de ellas. Si bien yo no pueda presumir de la misma manera·por aparte
veer la educación [musical] de los hijos amadísimos de V. A. S., de asistir de cada uno de los hijos de V. A. S. (que gracias a Dios siempre han sido
a todos sus bautismos, de prodigarme continuamente desde el inicio de mi benévolos conmigo), podría todavía sucederme con alguno de los nuevos mú-
dirección para hacer de la capilla de corte de V. A. S. la más famosa de Ale- sicos que -si bien equivocándome- tienden a preferir sus nuevas mane-
mania, y de haberla conservado hasta hoy decorosamente. Desearía gran- ras de canto y descartar las antiguas.
demente poder continuar dirigiendo la capilla de corte de V. A. S. como he Y si bien [Giovanni] Andrea Bontempi [Angelini] el eunuco italiano del
hecho hasta ahora. Pero no solamente por causa del continuo estudiar, via- príncipe heredero duque Johann Georg, varias veces ha dejado entender ha-
jar y escribir que el ejercicio de la música me ha acompañado desde niño (y ber sido adiestrado desde joven en la composición, aún más que en el can-
que el peso de mi profesión y de mi empleo han hecho indispensable, si to, y también se ha ofrecido espontáneamente a prestar servicio y a dirigir
bien yo crea que bien pocos incluso entre las personas más eruditas se dan la capilla -cada vez que yo lo quisiese- en mi lugar, lo he querido referir
realmente cuenta, ya que no existe tal estudio en nuestras universidades), a V. A. S. como conclusión de este memorial, para solicitar el graciosísimo
más bien por causas de mi edad y del debilitamiento de mi vista y de las parecer de V. A. S. y para saber si, con Vuestro Serenísimo consenso yo
fuerzas corporales, no estoy absolutamente seguro de poder servir más en pudiese aceptar la oferta del ya nombrado Andrea Bontempi y dejarlo algu-
la capilla con el debido decoro, ni de mantener en la vejez el buen nombre nas veces dirigir la música en mi lugar. Cosa que, por lo poco que yo pueda
merecido en la juventud: según los médicos tendré ya que interrumpir el llegar a entender, V. A. S. haría bien asintiendo rápidamente (casi a título
continuo trabajo, el continuo escribir, el continuo meditar, si no deseo des- de prueba), ya que el arriba nombrado Bontempi, por un servicio tal, no de-
truir mi salud. Por eso vea la benevolencia de V. A. S. de qué manera he sea aumento alguno de su retribución ni ninguna modificación de su cargo
estado inevitablemente constreñido a exponerle, humilde y devotamente, to-. y se contenta con el tratamiento del que goza cerca del Serenísimo Príncipe
do lo que he dicho más arriba, y le suplico - no solamente por las razones heredero. Este joven está bien cualificado para desempeñar tal servicio, y
ya dichas, sino también teniendo en consideración que todos los hijos de he tenido desde Venecia (donde ha estado ocho años más o menos) infor-
V. A. S. están ya enseñados- que grad osamente procure colocarme en maciones favorables en tomo de la indudable calidad por él demostrada,
una condición más tranquila, a exonerarme del servicio regular de la capilla cuando en varias ocasiones de solemnidades cele bradas en esa Serenísima
(para que yo pueda dedicarme a recopilar, completar y mandar a imprimir, sustituyó al maestro de capilla dirigie ndo públicamente en las iglesias, y e~
para mi buen nombre, las obras musicales emprendidas durante mi juven- más que nada persona discre ta, de modos corteses y conciliantes. Pido por
tud), y a considerarme (en el modo que más gustara a V. A. S.) una pen- esto a V. A. S. se digne informarme de su voluntad, tanto más que no qui-
sión: en tal caso aceptaría de buena gana que V. A. S. quisiera reducir un siera aprovecharme continuamente de los buenos servicios de esta persona
poco de mi retribución. Si todavía V. A. S. no quisiera sacarme de la capi- sin haberle informado preventivamente a V. A. S. [... ]
lla, o prefiriese por ahora (antes que tomar a otro maestro de capilla) con- Dresde, 14 de enero de 1651.
tentarse con el modesto servicio que yo, faltándome las fuerzas, podré pres- De V. A. S., servidor humilde y devotísimo,
tar, me considere V. A. S. dispuesto a prestar con reconocimiento toda mi Heinrich Schütz, maestro de capilla».
asistencia y a merecer hasta la tumba el título de maestro de capilla de
V. A. S. y de su Serenísima Casa, para que pueda serme asignada la cola- [Prólogo a la Geistliche Chor-Music]
boración de una persona calificada que aligere mis tareas, asista cotidiana- «Benévolo lector:
mente a los jóvenes músicos entrados ahora en la capilla de V. A. S., prac- Es conocido y archisabido cómo, llegado a nuestros ojos y a nuestras
tique las ejercitaciones necesarias, sepa coordinar la música y llevar el tiem- manos de alemanes, el estilo de composición concertado sobre el bajo con-
po: porque de otra manera disminuyendo todavía mis fuerzas (si Dios me tinuo, proveniente de Italia, tanto nos ha gustado que ha encontrado más
hace vivir todavía por más tiempo) me podría pasar lo que le ha sucedido a secuaces que cualquier otro estilo anterior a éste: dan copiosa prueba de
un cantor anciano y no privado de méritos de una ciudad bastante renom- esto las variadas obras musicales publicadas y vendidas por nuestros libre-
brada, el cual hace un tiempo me escribió para lamentarse de que los se- ros musicales. Ahora no quisiera yo ciertamente censurar tal propensión:
nadores más jóvenes de la ciudad, poco o nada satisfechos de su anticuada al contrario, en ella reconozco una gran cantidad de ingenios de nuestra mis-

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ma nación, hábiles y dotados para profesar la música, a los cuales no envi- nadie vaya a entender cuanto he dicho como si yo quisiera proponer 0 re-
dio las alabanzas merecidas, y agrego de buen grado las mías. Pero está comendar ésta o alguna obra mía para información, o para que sirva de mo-
por otra parte fuera de duda -y lo saben todos los músicos educados en delo a los otros (sería el primero en reconocer la pobreza de mi proceder).
una buena escuela- que en el dificilísimo estudio del contrapunto ninguno Al contrario, para ejemplo de todos, destino para uso a los ya nombrados
podría emprender buen orden ni tratar convenientemente otro tipo de com- autores_ italianos canonizados (por así decir) por la opinión de los mejores
posición si antes no está bastante ejercitado en el estilo sin bajo continuo, compositores, y a los otros autores clásicos antiguos y modernos, que con
y así no se ha provisto de los requisitos necesarios de una composición re- sus obras excelentes e incomparables resplandecen de clara luz en uno y
gulada -que (entre otros) son: las disposiciones de los modos; las fugas en otro estilo a los ojos de los que quisieran asiduamente estudiarlos, exa-
simples, mixtas e inversas; el contrapunto doble; las diferencias de los va- mmarlos Y hacerse guiar sobre el recto camino del estudio del contrapunto.
riados estilos musicales; la conducción melódica de cada una de las voces; Y además alimento la no infundada esperanza que un músico por mí bien co-
la conexión de los sujetos; etc.-, de los cuales escriben difusamente los nocido, más versado en la teoría y en la práctica, dará a luz rápidamente tul
eruditos teóricos y son instruidos a viva voz de los estudiantes del contra- tratado sobre e stas cosas, que será de gran ventaja y utilidad particular-
punto en la schola practica: sin los cuales para tu1 compositor experto no exis- mente para nosotros los alemanes. Y haré cuanto esté en mí para solicitar
te composición alguna (aún cuando ésta pareciese una armonía celestial pa- el cumplimiento, en total beneficio de los estudios musicales.
ra oídos poco adiestrados en la música) o sea que no valdría más que una Finalmente: Así como cualquier organista podrá gustar de acompañar
cáscara de nuez vacía. con discreción y precisión mi obra (si bien, a decir verdad, haya sido con-
Me he decidido por esto a emprender una pequeña obra sin bajo conti- cebida sin bajo continuo), tampoco tendrá que disgustarse en reducirla a ta-
nuo como la presente, con la cual quizá podría recordar a muchos, y espe- blaturas o en partitura: confío, en efecto, que no sólo no lamentará el em-
cialmente a los jóvenes compositores alemanes, que, antes de avanzar ha- peño Y la fatiga invertidos en esta operación, sino que este tipo de música
cia el estilo concertante, rompan con los propios dientes esta dura nuez, pa- producirá mucho mejor el efecto deseado.
ra buscar el dulce gajo y el justo fundamento de un buen contrapunto, y sos- ¡La gracia de Dios sea con todos nosotros! El autor».
tengan allí su primera batalla. Por otra parte, también en Italia, -recta y
verdadera escuela de toda música- cuando en mi juventud eché los funda-
mentos de mi profesión, era común que los principiantes comenzasen por 5. MUSICA CELESTIAL Y «TOPOh POETICOS: ODAS A LA
elaborar lUla pequeña obra, sacra o profana, sin bajo continuo: como posi- MUERTE DE HENRY PURCELL
blemente en Italia se continúa haciendo todavía hoy. He querido anotar aquí
mi recuerdo personal en tomo al estudio de la música (y para acrecentar la En sus 36 años de vida, Henry Purcell acumula muchos oficios en la cor-
fama de nuestra nación) para que cada uno haga de él el buen uso que quie- te inglesa (compositor ordinario de los violines de corte, organista en West-
ra y sin desear con esto desacreditar a ninguno. minster Abbey, cantor y organista de la capilla real, afinador de los instru-
Pero no se puede por otra parte pasar en silencio que ni siquiera este mentos del rey); la intensa actividad teatral, editorial y didáctica fuera de la
estilo de música de iglesia sin bajo continuo (que por eso me complací en corte suple los magros salarios reales, y conquista también la estima uni-
denominar Musica coral espiritual) es toda de una sola especie. En efecto, versal de la metrópoli londinense. Muere en 1695, la víspera de Santa Ce-
varias de estas composiciones son tramadas con pleno coro -con las par- cilia, fiesta que él había muchas veces celebrado sonoramente con sus odas
tes vocales dobladas por los instrumentos-, pero otras están, en cambio, en honor a la música (cfr. § 18). El lamento de los literatos y de los músi-
concebidas de tal manera que dan un efecto mejor si, en vez de duplicar o c~s es unánime: nos han llegado una docena de composiciones poéticas pu-
triplicar las partes, se le asignan partes a las voces y partes a los instru- blicadas a la muerte de Purcell. El músico es comparado con David, con An-
mentos: y darán buen efecto si se las acompaña con el órgano o directa- fión, con Orfeo (Orpheus britannicus es el título de dos volúmenes póstu-
mente con dos o tres coros (cuando una composición es de ocho, doce o mos de sus músicas vocales); a Virgilio, Tiziano, Miguel Angel, artistas «di-
más voces). De estas dos diversas especies aparecen algunas en mi peque- vinos~ por excelencia: halagüeño es también el acercamiento a los nombres
ña obra, hecha esta vez sólo para pocas voces: y en particular entre las úl- de dos músicos coetáneos como Corelli y Lully, nombres en los cuales ya
timas hay alguna donde, en las partes instrumentales, he omitido la impre- antes de 1700, la conciencia artística europea resume la «clásica» perfec-
sión del texto (el músico competente sabrá actuar análogamente, donde con- ción de las dos tradiciones musicales dominantes, la italiana y la francesa
venga, en algunas de las composiciones precedentes). (de ambas, Purcell había bebido con inventiva voracidad; cfr. § 26). Pero,
Con todo esto deseo, no obstante, públicamente protestar y suplicar que sobre todo, para llorar a Purcell -como a cualquier otro tema poético de

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naturaleza musical- los poetas ingleses disponen de un abundante arsenal nus y Adonis (La ouverlure tiene un estilo lulliano: el prólogo contiene una
de imágenes que ilustran la fuerza de los efectos musicales, un repertorio alegre crítica de Cupido a la infidelidad amorosa vigente en la corte; en el
de topoi que se ha sedimentado en los siglos XVI y XVII, y que acumula con- acto 1, a la seducción de Venus -su voz hechicera está rodeada por la so-
ceptos neoplatónicos y cristianos (la armonía de las esferas, el acuerdo en- noridad de una flauta que la dobla insistentemente en terceras- sigue un
tre el macro y el microcosmos, la función ética de la música, los coros an- divertissement de cazadores que alientan a Adonis a los placeres venatorios;
gelicales, las odas musicales de la divinidad, etc.). en el acto II se asiste a la lección que Venus da a Cúpido y a los amorcillos,
Un suculento concentrado de semejantes temas, motivos e imágenes lo da que al son de una danza aprenden a silabear, y al baile de las Gracias, sobre
la oda a la muerte de Pureen compuesta por John Dryden, el poeta amigo un pasacalle ostinato; en el acto III Venus asiste desolada -¡sin flauta!-
suyo y colaborador. Aparecen· allí, en la primera estrofa, las analogías orni- a la muerte de Adonis herido por el jabalí: el patético diálogo es confiado a
tológicas con los sonidos del mundo natural; en la segunda, el mito pagano un recitativo muy emotivo, sellado con el lamento fúnebre de los amorcillos
de Orfeo en el más allá; en la tercera, la idea cristiana de los coros· celes- sobre e l cuerpo de Adonis).
tiales conjugada con la imagen de una escala musical bajada del cielo sobre
Mark how the lark and linnet sing,
la tierra, ¡un gradus ad Parnassum cristianizado! Pero la música de Pureen
with rival notes
-que supera a los rivales como el ruiseñor al canto de otros pájaros- es
they strain their warbling throats,
en verdad omnipotente; no sólo se basta por sí sola para volver del revés
to welcome in the Spring.
la desarmonía del infierno (y, por tanto, para destruirlo), ¡sino que directa-
But in the close of night ,
mente logra amaestrar el canto celestial de los ángeles! En otras palabras:
when Philomel begins her heav'nly !ay,
agotados y trivializados, reducidos a meros esquemas poéticos fungibles,
they cease their mutual spite,
los mitos y los motivos de la armonía de las esferas, de los efectos éticos
drink in he r music with delight,
de la música, de la música celestial valen siempre menos por los significa-
and list'ning and silent, and silent and list'ning, and
dos propios que en ellos están estratificados, siempre más como un juego
[list'ning and silent obey.
poético evocativo, paradójico tal vez, pero al mismo tiempo pesaroso y su-
gestivo. (Un vestigio del recorrido de esta progresiva desmitologización y
poetización del concepto de música Jo da el hermoso libro de]. Hollander II
The untuning of the sky. Ideas of music in English poetry, 1500-1700, Prin-
ceton University Press, 1961). So ceas'd the rival crew Pureen carne,
La música de esta oda a la muerte de Pureen --dos contratenores, dos they sung no more, or only sung his fame.
flautas de pico y bajo continuo- es de John Blow, colega de Pureen en la Struck dumb, they all admir'd the godlike man:
capilla real y s u presunto maestro (diez años más viejo, le sobrevive hasta the godlike man
ya adentrado el nuevo siglo). Es un himno tiernísimo, lleno de voluptuosi- alas! too soon retir'd,
dad canora, de débil disonancia y de mórbida eflorescencia melismática so- as he too late began.
bre las palabras más llenas de emoción (.... . sing .. . warbling .. . heav'nly We beg not hell our Orpheus to restare;
.. . music .. . godlike .. . alas! .. . harmony .. . tuneful ... lament ... rejoice had he been there,
... ••; al contrario, la desafinación infernal, la <<jarring sphere•• (esfera discor- their sov'reign's fear
dante), es confiada a un solecismo armónico crudamente silabeado). El arte had sent him back befare.
musical de Blow (Amphion anglicus) es ampliamente asimilable al de Pur- The pow'r of harmony too well they knew,
cell, si bien Blow no tuvo jamás relaciones con el teatro. Con una excep- He long e'er this had tun'd their jarring sphere,
ción, notable. Su Venus and Adonis -entretenimiento escénico-musical re- and left no hell below.
presentado privadamente en la corte alrededor de 1682, ¡con una amante
de Carlos Il en el papel de Venus y la de su hijita en el de Cupido!- que III
no duró más de lo que duró después Dido and Aeneas de Purcell; pero se
trató de cualquier manera (como en el caso de Dido) de una verdadera, mi- The heav'nly choir, who heard his notes from high,
núscula ópera, donde la languidez melódica del recitado de Blow se adapta let down the scale of music from the sky;
bien al erotismo agudo con que son presentados los trágicos amores de Ve- they handed him along,

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and aU the way he taught, and aU the way they sung. y todo el camino él fue maestro, todo e l camino cantaron.
Ye brethren of the lyre, and tuneful voice, Oh, vosotros, cofrades de la lira y la dulce voz,
lament his lot, but at your own rejoice. lamentad su sino, pero alegráos por vosotros.
Now live secure and linger out your days, Vivid seguros ahora y disfrutad vuestros días.
the gods are pleas'd alone with Purcell's lays, Los dioses gozan sólo con los cantos de Purcell
nor know to mend their choice. y no piensan modificar su elección.

6. LA ORGANIZACION EMPRESARIAL DE LOS TEATROS


VENECIANOS: CRISTOBAL IVANOVICH
Advertid cómo cantan alondra y pardillo
con notas a porfía En 1680, en Venecia están activos simultáneamente siete teatros dedi-
esfuerzan sus cantoras gargantas cados a la ópera. La competencia -artística y comercial- es aguda; las le-
para recibir la primavera. yes del mercado repercuten sobre la política de los precios de la entrada
Pero cuando la noche muere no menos que sobre los criterios de programación; desde hace tres años
y Filomela entona su celestial canción está abierto un teatro de ópera <<pobre», el S. Angelo, que practica precios
olvidan sus rencillas, más asequibles al «pueblo» que a los «nobles y mercaderes»; desde hace
beben en su música con deleite dos años los hermanos Grimani -hombres nobles dedicados desde largo
y atentos y mudos, mudos y atentos, atentos y mudos tiempo a las iniciativas teatrales- han inaugurado el más grande y suntuo-
[obedecen. so de los teatros de ópera, un verdadero teatro de lujo, el S. Giovanni Gri-
sostomo, donde -acompañados de una orquesta teatral numerosa, como
jamás se había visto hasta entonces- aparecen en escena los mejores can-
II tantes de las cortes europeas. Mientras tanto, en su villa de Piazzola Sul
Brenta, el procurador Marco Contarini, <<con heroica generosidad y magni-
Así se aquietaron los contendientes cuando Purcell llegó ficencia», prepara un espléndido teatro de ópera para el verano: un teatro
y nunca más cantaron, o cantaron sólo su fama. privado de corte en plena regla, en el momento de mayor expansión de los
Atónitos, admiraron a aquel hombre divino, teatros empresariales ciudadanos. Los duques de Braunschweig -provee-
el hombre divino, dores de milicias a la Serenísima- permanecen largamente en Venecia y
tan presto ido, ¡ay!, patrocinan compositores y cantantes de ópera. Para carnaval, otros sobe-
tan tarde llegado. ranos (los duques de Módena y Mantua con particular asiduidad) frecuentan
No rogamos al hades nos devuelva a nuestro Orfeo; los teatros. El Mercure galant de París refiere las impresiones teatrales de
que si allí hubiera estado los turistas de rango.
antes nos los habrían devuelto En este clima de euforia teatral, el canónigo de San Marcos Cristóbal
sus soberanos temerosos. lvanovich (un dálmata residente en Venecia desde 1657) dedica en 1681 a
Bien conocen ellos el poder de la armonía. Jos hermanos Grimani las Memorie teatrali di Venezia, un «recorrido histó-
Muy pronto él habría vuelto del revés su discordante esfera rico» (o sea, un ensa~o de historia) sobre el origen, las funciones y la or-
y acabado con el infierno mismo. ganización de los teatros de ópera de Venecia que - a menos de medio si-
glo desde su institución- sanciona por primera vez la historia, ahora ya ilus-
tre, de éstos. Libretista por su cuenta, lvanovich parece, sin embargo, más
III interesado en describir la configuración empresarial de los teatros y su sig-
nificado ideológico y civil -frecuentes fueron las alusiones a la importancia
El coro celestial, que en las alturas escuchó sus notas política del teatro, instrumento de autoridad y de control social- que su or-
hizo descender del cielo musical escala: ganización artística. Los teatros son una jactancia republicana de Venecia
por ella le subieron (que se considera legítima descendiente de la república romana: un tema

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que -reconducido a los orígenes troyanos de Roma- aparece con frecuen- tiene entretenimientos, puede con el ocio fácilmente degenerar en propó-
cia en los temas operísticos venecianos de los primeros decenios; cfr. § 21): sitos de pésimas consecuencias.
pero en ellos se realiza también aquel venecianismo, amalgama de arte y
negocio, perfil estético e inversión financiera, que Ivanovich ilustra separa-
damente (adquisición del capital inicial y entradas anuales garantizadas me-
diante asignación y alquiler de los palcos; gastos fijos y gastos de gestiones CAPITULO JI: BREVE DESCRIPCION DE VENECIA Y DE LOS
por la preparación y la representación de los dramas; entradas nocturnas AGRADABLES ENTRETENIMIENTOS DE QUE GOZABA ANTES
condicionadas al éxito). DE QUE SE INTRODUJESEN LOS TEATROS Y QUE TODAVIA
Además de los capítulos reproducidos aquí, las Memorie teatrali -que GOZA EN LAS CUATRO ESTACIONES DEL AÑO Y EN
finalizan con una tabla cronológica de los drammi per musica (¡poco menos PARTICULAR EN TIEMPO DE CARNAVAL
de 200!) representados en Venecia entre 1637 y 1681- tratan, sobre to-
do, de los altibajos que conducen a la apertura del primer teatro en 1637 [... ] La primavera. A veces en el inicio de esta nueva estación se goza
(cap. V) de la historia de los teatros de Venecia antes de 1637 (VIII), de de todo tipo de ejercicio caballeresco en el picadero. Este está situado cer-
los procedimientos para la asignación de los palcos de los embajadores (¡pro- ca de los Mendicanti, capaz para 70 y más caballos [... ], mantenido por una
blema diplomático delicado!) (XI), de las magistraturas propuestas a los tea- academia de patricios. Los otros pasatiempos que suceden por lo común
tros (XII), de la ganancia que obtiene el libretista (XVI), del gran teatro Con- son de damas y caballeros con el beneplácito de la ciudad; ya por el princi-
tarini di Piazzola (XVII), de la utilidad de la cronología de los espectáculos pio de cuaresma comienza el juego del balompié, practicado por gentiles-
(XIX-XX). hombres solamente en el lugar del tiro al blanco en S. Bonaventura, con mu-
cha concurrencia de nobleza y otras personas. [... ] El segundo día después
de Pascua comienzan los frescos, donde cada noche será fiesta desde el Pa-
CAPITULO I: LA REPUBLICA DE VENECIA, IMITANDO lacio Pesare hasta el Puente de la Croce [... ] se hace el recorrido de las
LA GRANDEZA DE LA ROMANA, RENOVO LA MAGNIFICENCIA góndolas llenas de damas y caballeros, de ministros de los príncipes y de
DE LOS TEATROS otros forasteros que allí concurren [... ]. Llegan generalmente al fin de esta
alegre estación los entretenimientos de la Ascensión, respetables antes por
No existió jamás otra república en el mundo que mejor superase a todas la famosa comparsa del Bucentauro [... ] en segundo lugar por la feria en la
las otras repúblicas que aquella de Roma, ni ninguna otra que mejor imitase Plaza de San Marcos, que dura 15 días, frecuentada desde la mañana hasta
a ésta que la República de Venecia. [... ] Y de hecho, de las ruinas de aqué- la noche por un número infinito de damas y caballeros y de máscaras, atraí-
lla, trajo su nacimiento ésta, sucediendo tanto al puesto de una gran repú- dos por la fastuosidad preciosa de las mercaderías que vienen aquí para ser
blica como a la herencia de genio a ella semejante en la magnificencia. [... ] expuestas, particularmente sobre el Listone, que parecen un Perú, por el
Aquí, sin embargo, no está mi pensamiento para fmmar historias o panegí- oro y la plata y por las piedras preciosas de gran valor. En la plaza se abren
ricos en loas a Venecia, que a sí misma se alaba. Sólo para reforzar mi pre- más casillas de figuras que bailan (marionetas y títeres) que continuamente
sente tarea en las Memorie teatrali diré de paso cómo el Tiempo, en la sim- entretienen a la plebe y a los forasteros.
ple circulación de las cosas humanas, vio transportados desde las riberas
del Tíber a aquellas del Adriático los juegos teatrales, porque ni siquiera de El verano. En esta calurosa estación estival continúan los frescos en el
esto cediese Venecia a Roma la antigua. habitual paseo [... ] a menudo dan vueltas en el Canal [Grande] las barcas
No hay nadie versado en la historia que no proclame los entretenimien- armoniosas con bellísimas serenatas, que atraen con la exquisitez de las vo-
tos carnavelescos de Venecia, tan semejantes a los de las antiguas bacana- ces un infinito número de góndolas. [.. . ] Cada fiesta se hacen peleas a pu-
les de Roma, por los que entonces y ahora se hacía y se hace peregrino el ñetazos por Castellani y Nicolotti, sobre diversos puentes, entre los cuales
mundo para observar las pompas. está el famoso de S. Barnaba. [... ]
Son objeto de política refinada, de la cual depende la felicidad del gobier- El otoño. Si bien esta templada estación sea la acostumbrada para hacer
no, la abundancia y los juegos, mediante los cuales, usados en la medida de urbanas las villas, por la nobleza y la ciudadanía que en aquéllas se lleva pa-
lo honesto, adquiere el príncipe el amor de los pueblos, que nunca mejor ra gozar del campo, en Venecia se abre algún teatro de comedia, entrete-
se olvidan del yugo sino cuando están saciados o entretenidos en placeres. nimiento de noche por demás de curioso y agradable. [.. . ] Principian los en-
La plebe, cuando no tiene qué roer, roe la fama del príncipe, y cuando no sayos de las óperas primero en las casas de los caballeros protectores o
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[co] interesados en los teatros, y después sobre las escenas curiosas de las . dos entre las mayores grandezas, y sus máquinas eran las maravillas del
voces nuevas, que luego se disfrutan con genio en tiempo de representa- mundo. Si allí figuraba la caída de Faetón, se hacía caer por el carro a algún
ción públiéa, etc. miserable condenado, entre los aplausos populares. Lo mismo se hacía in-
El invierno. He aquí la estación del carnaval que hace correr a los fo- troduciéndose Muzio Scevola, que se quemaba la mano, y otras similares
rasteros y dar continuo movimiento a los ciudadanos acostumbrados a go- representaciones, queriendo acostumbrar al pueblo a las tragedias y a los
zarlo cada año, después de la ocupación anual o de las ocupaciones políticas horrores. Hoy, sin embargo, se ha introducido el teatro con la música, para
o domésticas. Primero son los teatros de música en dar comienzo con es- aliviar el ánimo y para una virtuosa creación, viéndose aparecer máquinas
plendor y magnificencia increíbles, para nada inferior de cuanto se practica ingeniosas, sugeridas por el drama, que atraen mucho entre las pompas es-
en diversos lugares por la magnificencia de los príncipes, con la sola varie- cénicas y hábitos, que satisfacen la curiosidad universal. Se han visto ele-
dad que, donde éstos lo hacen gozar con generosidad, en Venecia está he - fantes al natural, camellos, carros conducidos por fieras, por caballos, ca-
cho el negocio, y no puede correr con para decoro que corre en las ocasio- ballos por el aire, caballos que bailan, máquinas soberbias figuradas en el
nes en que de los mismos príncipes se celebran a menudo los nacimientos aire, en la tierra, en el mar con artificios extravagantes y con plausibles in-
y los casamientos para mayor ostentación de su grandeza. Continúa la re- venciones, hasta hacer descender por el aire salones reales con todos los
citación de los dramas hasta el último día de carnaval, como también de las personajes y músicos, iluminadas de noche todo el tiempo, y a hacerlas su-
comedias; así que cada noche hay entretenimientos de más horas en más bir de nuevo con mucha admiración, y miles de otras formas. [... ]
teatros con variedad de óperas, y para atraer más suelen aparecer dos por
[estación en cada] teatro. [.. . ] El día de S. Esteban, e l 26 de diciembre, se
inicia el carnaval con máscaras, cuando no son prohibidas con precisas CAPITULO VII: LA INTRODUCCION DE LOS DRAMMI IN MUS/CA
proclamas. HA REDUCIDO LA CONCURRENCIA -0 SEA LA AFLUENCIA
(Sigue aquí una larga descripción de los entretenimientos del carnaval. ) DE PUBLICO- A LAS COMEDIAS, DESDE ENTONCES
REDUCIDAS A NADA

CAPITULO IV: DE LOS TEATROS ROMANOS, Antes de que se introdujeran los drammi in musica en Venecia, era mu-
Y DE LA DIFERENCIA QUE HAY EN TRE AQUELLOS Y cho más agradable la comedia. Las compañías de cómicos eran famosísirnas,
ESTOS DE VENECIA y el fin de e llas era atraer con la virtud una concurrencia noble, que fuera
de éstos no había otros entretenimientos teatrales. [Sus] esfuerzos repre-
[... ] Verdad es que en muchos lugares de Italia se ven instalados tea- sentaban la utilidad y el honor. [... ] Pero estos [cómicos], viendo disminuir
tros soberbios antes de que se instalasen en Venecia, pero es también ver- el concepto de sus virtuosos empleos desde que ha comenzado la poesía ves-
dad que no se representa en las mismas ocasiones señaladas, o de matri- tida de música a caminar con fastuosidad sobre los teatros, esquivan a más
monios, o de nacimientos de príncipes, como en Parma, en Florencia, etc. no poder el ejercicio en Venecia, donde en ausencia de la noble concurren-
Desde que fueron introducidos en Venecia, continúan los recitados públicos cia no resulta para ellos el decoro y la utilidad que les compensaba la dedi-
cada carnaval, con cuyo ejemplo en muchas partes de Europa se practica lo cación al estudio y la aplicación provechosa y de leitable. Por los gastos que
mismo. Y para señalar la diferencia que hay entre é stos [teatros] y los que necesariamente e mplean para mantenerse en el puesto y si los teatros mu-
había en Roma, conviene examinar todas las circunstancias. sicales no cambian a tiempo, los de las comedias irán deteriorando la con-
La diferencia [principal] es que ahora los teatros tienen capacidad de po- dición, con evidente peligro [... ] de desaparición.[... ]
co número de personas, respecto a los antiguos; además, en vez de esca-
linatas se fabrican de palcos, la mayor parte para comodidad de los nobles,
mientras las damas quieren estar sin máscaras en ellos y gozar de toda li- CAPIT ULO IX: CUANTOS TEATROS HAN ESTADO Y ESTAN
bertad. En el sitio del medio [o sea, la platea] se alquilan cada noche, es- EN EL PRESENTE EN VENECIA Y EL TIEMPO DE SU LLEGADA
caños sin distinción de personas, ya que el uso de máscaras quita la nece-
sidad del respeto que se usaba para los senadores y ·las matronas de Roma Sigue aquí una historia sumaria de los 12 teatros de ópera activos en con-
que aparecían con majestuosidad, queriendo Venecia, como nacida libre, tinuidad o con intermitencia entre 1637 y 1681 en Venecia: S. Cassiano,
conservar para todos la libertad. No son luego de compararse las pompas, abierto a la ópera en 1637; S. Salvatore, 1661; SS. Giovanni y Paolo, 1639;
ya que Roma prodigaba grandes tesoros en los espectáculos, ya enumera- S. Moisés, 1640; Novissirno, 1641; SS. Apostoli, 1649; S. Apollinare, 1651;

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teatro de los Salones, 1670; S. Samuele, 1656 (dedicado en realidad sola- escena del drama fuere de cambio [de escena] y que las invenciones de las
mente a las comedias; S. Angelo, 1677; S. Giovanni Grisostomo, 1678; tea- máquinas se encontrasen fuera del mundo. Estas son las causas por las cua-
tro de Cannareggio, 1679). les crece cada año más el gasto, pero no crece, al contrario se disminuye
la paga a la entrada, lo que pone en riesgo la posibilidad de continuar, si no
se regulan mejor las cosas actuales.
CAPITULO X: EL USO DE ALQUILAR PALCOS, Y EL DERECHO
QUE ADQUIERE QUIEN LOS ALQUILA
CAPITULO XIV: EL BENEFICIO QUE GANA EL TEATRO
La utilidad más segura que tiene cada teatro consiste en los alquileres QUE REPRESENTA «DRAMMI IN MUSICA»
de los palcos. Estos son cerca de 100, más el gallinero divididos en más fi-
las; y no todos tienen el mismo precio, que se considera por el orden y por Tres fueron, a mi parecer, los objetos que hicieron introducir los tea-
el número, según su colocación [... ]. Desde un principio cuando se fabrica tros en el mundo, y son precisamente aquellos tres fines asignados por el
un teatro suelen practicarse dos tipos de utilidad, la primera, una donación retórico, o sea, lo honesto, lo gozoso y lo útil. Y en efecto, ¿qué entrete-
en dinero para cada uno de los palcos (esto sirve en gran parte para los gas- nimiento puede ser más honesto que aquel que viene sugerido a los hom-
tos de la construcción y ésta ha sido la causa principal de la construcción bres por la Virtud misma? Lo gozoso, después, no puede ser mayor de lo
de tantos teatros fabricados con tantas facilidades y rapidez), la segunda es que nace desde las armonías enseñadas hasta por el movimiento de las es-
que se conviene un alquiler anual, y se paga cada vez que en el año el tea- feras: donde, agregadas estas a las otras circunstancias del teatro, lo dan
tro trabaja: no de otra forma viene hecho este pago, en consideración a los en tres formas de disfrute, al ojo por la fastuosidad, al oído por la música y
gastos que implica el teatro y de la comodidad que recibe quien lo tiene en al ingenio por la poesía. Lo útil, finalmente, como necesario instrumento pa-
alquiler. El jus que adquiere !el poseedor de este palco es el tenerlo por ra sostener el concepto del teatro con los gastos tratados en el capítulo pre-
derecho propio, sin facultad de cederlo a otros, además de usarlo para él y cedente y para animar la voluntad hacia las operaciones virtuosas, de cuyos
de prestarlo a beneplácito [... ]. Hay además otros palcos puestos en el piso intereses es un amable estúnulo. Diversas son las utilidades que se sacan
superior y en el gallinero, que por estar en sitios más incómodos e inferio- del teatro: la primera, la de las entradas (o sea, billetes) que sirven como
res no se alquilan todos desde un principio, sino que se van alquilando cada entrada para cada noche; la segunda, los sitios que se alquilan de noche en
noche o también cada año a disposición libre del patrón del teatro mismo, noche; la tercera, la contribución convenida con los quioscos que sirven re-
que trata de encontrar lo más posible para su mayor beneficio. frescos. Todas estas utilidades se hacen considerables cuando encuentra
[buena acogida] la ópera, cuyo resultado, bueno o malo, depende de miles
de accidentes por lo general originados por los juegos extravagantes de una
CAPITULO XIII: LOS GASTOS QUE SE TIENEN QUE HACER ridícula.fortuna, que ordinariamente suele ir aparejada con el juicio del vul-
EN EL TEATRO go. La última utilidad que se obtiene es la de los alquileres de los palcos,
que, por ser cerca de cien, siempre es considerable: y éste, tenga o no éxi-
El teatro, antes de recibir utilidad alguna, encuentra muchos gastos, que to el drama, siempre es el mismo, y no puede faltar anualmente cada vez
todos atañen a la representación de los dramas, sin la cual cesaría absolu- que se represente teatro en carnavaL La utilidad que se logra del teatro de
tamente todo su interés. El primer [gasto], y más considerable es el de la la comedia consiste [únicamente] en el alquiler de los palcos, mientras toda
contrata de los hombres y de las damas que cantan, siendo reducidas las otra utilidad es para los cómicos: a los cuales está obligado el patrón del tea-
pretensiones al exceso (donde antes se contentaban con actuar mediante tro a hacer un regalo con lo que se logra por esos palcos.
una participación en las ganancias o con un honorable reconocimiento). Se
paga al maestro que pone en música el drama y sigue el gasto de los ves-
tidos, de hacer los cambios de escena, de fabricar máquinas, del maestro CAPITULO XV: EL PRECIO QUE SE HA PRACTICADO DESDE UN
de bailes, de recompensar cada noche a los operadores y a los músicos de PRINCIPIO Y QUE AHORA SE PRACTICA
la orquesta y de mantener iluminado el teatro [... ]. Al principio bastaban EN LA TAQUILLA
dos voces exquisitas, pocos números de arias para deleitar, pocos cambios
de escenas para apagar la curiosidad; ahora más se observa una voz fuera Los gastos del teatro son más que ciertos; pero las utilidades derivadas
de lugar, que no las mujeres que haya tenido Europa. Se desearía que cada (como se ha dicho) de los juegos de la fortuna son inciertas. El teatro tam-
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bién busca acrecentar sus ganancias; pero el ingreso de la taquilla, que es 7. DRAMATURGIA DE LA OPERA: BARTHOLD FEIND
fundamento principal del interés, en vez de crecer, va disminuyendo, con
evidente perjuicio y peligro de perder la continuación de este noble entre- En el siglo XVll italiano, la ópera no fue nunca objeto de consideración
tenimiento. El poco precio eleva el gasto considerable de las pompas, in- crítica ni por los hombres de cultura ni por los hombres de teatro (con las
troduce más facilmente al vulgo, ignorante y tumultuario, y hace perder el solas excepciones de dos napolitanos, el literato Giuseppe Gaetano Salva-
don y el comediante y libretista Andrea Perruccio, que en los respectivos
decoro de aquella virtud que aparece no menos por gusto que por aprove-
tratados sobre la Poetica toscana all'uso, 1691, y Dell'arte rappresentativa
chamiento. El primer año que apareció en Venecia el "dramma in musica••
Premedita/a ed all'improvviso, 1699, dedican algunos renglones pertinentes
(1637) se limitó como honesta contribución a pagar solamente cuatro liras a las exigencias específicas del teatro de ópera). En Francia, en cambio, en
por entrada [o sea, billete] que servía de pasaporte para entrar en el tea- el gran siecle del arte trágico y cómico, una crítica teatral atenta y experi-
tro. Prosiguió su u~o de inalterable, no obstante fuese una fortuna siniestra mentada intervino asiduamente en el sector del teatro con música: pero lo
las que encontrasen las representaciones, hasta el año 1674, y duraría to- hizo casi siempre con criterios exclusivamente literarios y rigurosamente
davía si Francesco Santurini aquel año, con la comodidad del teatro de clasicistas, con una consideración generalmente negativa de aquella misma
San Moisés alquilado ventajosamente, con las escenografías y materiales forma espectacular que en la vida teatral de la corte y de la capital gozaba
que sirvieron el año anterior a una gala académica y con una mediocre com- en cambio de un prestigio altísimo. También los defensores de la ópera
pañía de cantantes, no hubiera violado la integridad del uso antedicho con -acusada-de transgredir las leyes de la verosimilitud, del decoro de las uni-
un cuarto de ducado [o sea, menos de 2 liras] en la taquilla. Esta ventajosa dades aristotélicas de tiempo, lugar y acción- rebaten con argumentos li-
novedad gustó a todo el mundo, por lo que él, seducido por la ganancia, y terarios y no hacen nunca verdadera justicia a la estructura dramatúrgica-
siéndole ofrecida la continuación del teatro de San Moisés, pensó y eligió mente peculiar de las tragédies lyriques (cfr. § 9, y volumen VI, lectura 3).
fabricar el teatro de San Angelo, con el beneficio de regalo de los palcos, Faltando una tradición literaria ilustre como la italiana o la francesa, pe-
y abrirlo con el mismo precio en la taquilla el año 1677 [... ]. Una reducción ro e~ presencia de una preocupación ético-religiosa tanto más aguda, Ale-
excelente de la mitad [en el precio de entrada] alentó el concurso con el per- mama --que desde Italia había importado el nuevo género teatral-musical
juicio de Jos teatros acostumbrados a recibir las cuatro liras mencionadas, (cfr. § 24) y desde Francia la controversia sobre él- produjo una tradición
haciendo que el famoso teatro SS. Giovanni e Paolo se redujese después de crítica importante sobre problemas morales, estéticos, dramatúrgicos de la
40 años de tan decorosa contribución al ya nombrado cuarto [de ducado] en ópera: una tradición que recorre con vigor toda la crítica literaria y teatral
el año 1679, y con su ejemplo en el año 1680 aquéllos de san Salvatore y alemana de todo el siglo xvm (cfr. G. Flaherty, Opera in the development of
San Cassiano, no quedando otro [teatro] al primer precio que el nuevo tea- German critica[ thought, Princeton University Press, 1978). El libretista de
tro de San Giovanni Grisostomo, donde se ve empleada toda la magnificen- Hamburgo Barthold Feind (1678 t 1721) intervino con espíritu escéptico, a
cia mayor de los [... ] hermanos Grimani. la vez divertido y acre, en la polémica protestante en torno a la legalidad
moral de la ópera, pero también en la controversia clasicista de los france-
ses. En sus Idee intomo a/l'opera (1708) cita y desmiente en varias ocasio-
nes al código clásico del discurso Sur les opéras, del francés Saint-Evremond
CAPITULO XVIII: SI ES PARA BIEN O PARA MAL LA (un ensayo que, editado en 1683 y después frecuentemente reeditado, se
INTRODUCCION DE LOS TEATROS EN EL MUNDO reproduce en los años 70). Su experiencia de hombre de teatro es directa
(Feind es el autor de los más aclamados drammi per musica de Reinhard
Keiser, como el Masagniello furioso de 1706), su experiencia de especta-
Si este problema se propusiese en una academia, daría ciertamente a dor es vastísima (demuestra conocer bien y personalmente los teatros de
dos grandes genios gran campo para sostener el pro y el contra [... ] Se con- Italia, Francia y Alemania): tanto más pragmática y desencantada e s su pre-
cluiría al final que el teatro ha sido antes y sería todavía [hoy] un gran bien ceptiva de dramaturgo musical. La óptica de Feind es in primis literaria: pe-
si se conservase el decoro de sus primeros orígenes, si el abuso no tuviese ro de la doctrina de los afectos (cfr. § 9) -de la importancia recíproca de
Jugar, y si los genios se templasen con mejor sentimiento. Pues este pro- temperamento, pasión, acción de los personajes- da una interpretación
blema me parece a mí más político que académico, y como tal para ser de- contemplada desde las exigencias escénicas e histriónicas de la ópera. Más
cidido más por la autoridad de quien manda que por la pluma de quien que los cánones aristotélicos valen para él las costumbres teatrales de cada
escribe. nación. Central, como para los clasicistas franceses, es la cuestión de la ve-

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rosimilitud: pero reconoce en esto la naturaleza intrínsecamente convencio- dan, y que se maten melodiosamente a golpes de espada o lanza los solda-
nal. La convención teatral -casi un pacto tácitamente estipulado entre el dos en combate?» A mí me parece que un muchacho que leyese y viese por
autor y su público, entre el escenario y la platea (cfr. § 23)- es un factor primera vez un dramma per musica daría en seguida un juicio semejante,
dinámico, sometido a usura y regeneración, a revisiones e innovaciones. En aunque se le quisiera persuadir de que se trata de cosas verdaderas y de
este .sentido sus Idee sull'opera son un bosquejo raro y precoz de drama- que el poeta había querido dar por verdadero (a través de los actores) lo
turgia del teatro de ópera, el único legítimamente referible al horizonte del que es, en cambio, una ficción. La verdad, en los dramas, viene de todos
siglo xvn. modos representada mediante ficciones: de otra forma no sería ciertamente
~ Ninguno podrá tacharme de misantropía si digo que una ópera es. una menos ilícito recitar en versos que cantar. Se trata de imitar de algún modo
cosa antinatural y espléndida impostura en que la poesía y la música (can- a la naturaleza, y quien quiera ver algo totalmente natural, ofrece diaria-
tada o ejecutada) concurren con la misma excelencia. Cada uno estará, al mente representaciones siempre nuevas el gran escenario del mundo, no
contrario, dispuesto a aceptar que se hable aquí solamente de las óperas me- ciertamente el (mucho más htunilde) de las. óperas y de las comedias. Un
jores por calidad de música, poesía, teatro, actores y escenas. Cada nación drama es por así decir solamente un juego de sombras, en el cual se ve ru-
ensalza en esto su preeminencia sobre los franceses, los franceses sobre tidamente cualquier cosa sin tocar carne ni cuerpo; y si en pleno día se en-
los italianos, los alemanes sobre los franceses (pero no sobre los italianos) cienden cientos de lámparas y el espectador está en la obra en la oscuridad,
y los franceses sobre los alemanes. La folie de los franceses es superior a ¿quién querrá convencerlo de que los actores exigen que crea que sea de
todos en las cosas antinaturales, la estulticia de los italianos en las cosas na- noche, cuando el sol está todavía en el horizonte? Estatuas, fuentes, cas-
turales y la extravagancia de los alemanes en las simples: así aquéllos tras- cadas artificiales, etc., son y quedan cosas naturales aunque no tienen es-
cienden el horizonte de la estupidez y llegan a los vértices máximos, éstos píritus animados; pero no se ha oído jamás decir que la idea que de ellos
en cambio, por debilidad, no llegan tan lejos, carentes de tantos beaux es- nos hacemos haya sido petrificada con ellas. El recitativo (de cualquier es-
prits: Pero los franceses tienen el atenuante de haber sido seducidos y per- pecie practicado en las óperas) es muy distinto de la melodía de las arias,
vertidos por los italianos y por los alemanes hacia una pomposa debilidad, de los cantos y de las canciones ordinarias. Para pedir, para contar, para
ya que sus obras son mucho más recientes que las italianas y alemanas, co- ordenar, para leer, hay en música reglas, notas y armonías cada vez dife-
mo bastaría para demostrar -donde la cosa no fuese muy notoria- el pri- rentes. Un punto y coma, un punto final, un punto interrogativo, un punto
vilegio concedido por el presente rey de los franceses a la Académie de Mu- exclamativo, una coma, dos puntos, tiene cada uno las propias reglas y ca-
sique (como se llama la empresa operística parisiense). En efecto, antes de dencias, distintas como el fuego del agua, y cuando, cantando, un actor lee
1671, que yo sepa, en Francia no fue veqdida ópera alguna; desde enton- una carta en una ópera compuesta por un músico exquisito como Reinhard
ces, nos ha dado unas ochenta, todas de divinidades paganas, mitos grie- Keiser, se notará casi un tertium quid entre cantar y hablar, que se destina
gos, valientes caballeros, ballets y otras cosas de invención, para mayor glo- a cada recitativo (a menos que se lo quiera acompañar durante toda la obra
ria de su monarca: y preferentemente lamentables tragédies, en las cuales con un acompañamiento nutrido como el de las arias, según la moda estram-
éstos (en cuanto espíritus heroicos) resultan muy bien. La vertu de sus vir- bótica practicada en La Haya, moda que no puede dejar de causar fastidio
tuosos -por lo que he visto y escuchado-- es tan mediocre que se percibe por la falta de variedad y por la ensordecedora, continua multitud de instru-
la diferencia entre el canto ordinario y el canto artístico: y en esto son mu- mentos). Si bien que de cuando en cuando se compone un recitativo <<ario-
chas las diferencias con los italianos y con los (bastante pocos) alemanes, SO>> u <<obligatorio», ya que fue versificado como arioso por el poeta mismo,
entre los cuales el arte ha logrado cumbres incomparables. [. .. ] o porque sea como sea expresa un afecto particular, como un frenesí, un
Por muchas personas sensatas he oído criticar severamente -si no real- sobresalto de ánimo, etc. No creo ni siquiera que alguien quiera razonable-
mente rechazar del todo-- las óperas porque en ellas se canta continuamen- mente poner en duda que en el canto se pueda dar a un discurso diez veces
te. Dice Saint-Evremont, en su discurso Sur les opéras: «Otra cosa en las más energía que en la declamación o en la simple lengua hablada. ¿Qué cosa
óperas están.contra la naturaleza que hiere mi imaginación: es el hacer can- es, en efecto, el canto sino un sostener el discurso y la voz con la máxima
tar el drama desde el inicio hasta el final, como si los personajes que se re- fuerza y energía? Pero un discurso sostenido no deja por esto de ser un dis-
presentan hubiesen convenido ridículamente de tratar en música las cues- curso, y no es en absoluto antinatural [... ] En la poesía de los dramas mu-
tiones más insignificantes o más capitales de su vida. ¿Podemos acaso ima- sicales se oyen reyes, emperadores y emperatrices tutearse entre ellos o
ginarnos que un patrón llame cantando a su servidor, que cantando le confíe con los mensajeros y la servidumbre sin distinción poética entre el <<tÚ», y
una comisión, que el amigo cantando se confiese con otro amigo, que en con- el <<Usted», el <<VOS»: es verdad que invita civili los príncipes no se tutean,
sejo se delibere cantando, que se expresen cantando las órdenes que se pero es cosa acostumbrada en la poesía y en los dramas, y entonces no an-
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tinatural. Así, no se dialoga en versos en la vida cotidiana (rúngún patrón dría sospechar que con esto yo quiera disminuir los méritos y la reputación
ordena en poesía a su servidor que le limpie los zapatos) y jamás ha oído a de algunos que, con óptimas intenciones, han seleccionado similares temas
ninguno de los críticos de ópera lamentarse por este hecho. Pero si las ópe- bíblicos para hacer sus dramas. Para huir de tal sospecha apelo al parecer
ras se debieran escribir en prosa, éstas no serían más óperas, ya que una razonabilísimo de Saint-Evremond: <<el teatro pierde todo atractivo en la re-
ópera es un poema tejido con muchos diálogos y puesto en música según presentación de las cosas sacras, y éstas pierden mucha de su religiosa con-
lo que prescriben los versos, y no viceversa, así como es el poeta quien sideración sobre el escenario». Pero él va más allá, y dice que el pasaje del
ofrece al músico, mediante los versos, la oportunidad a la invención, y el mar Rojo, la mandíbula del asno de Sansón, Josué que detiene al sol, etc.,
músico lo debe seguir por esto [... ] representados en teatros no serían tomadas como historias verdaderas: y
No sé, por otro lado, si Saint-Evremond no se contradice cuando acon- que se terminaría entonces rápidamente por dudar de la veracidad de la Bi-
seja "retomar la moda de las comedias donde fácilmente se podrían insertar blia. (Este último argumento no me parece en absoluto probable.)
bailes y música que no dañarían en absoluto a la representación. Se cantaría Los italianos se atienen, por lo demás, por amor de la propia patria, a
un prólogo con agradable acompañamiento musical; en los intermedios el los temas romanos y griegos, de los cuales saben plasmar excelentemente
canto animaría las palabras que figurarían con el espíritu [o sea la alegria] el genio (como demuestran los libretos del incomparable Matteo Noris). Los
de lo que sería representado. Terminada la representación se cantaría un franceses prefieren, en cambio, los mitos de Ovidio y las historias inventa-
epílogo, o cualquier reflexión sobre las grandes cualidades de la ópera re- das para la glorificación de su gran Luis: pero, en estas últimas, cuidan más
presentada, etc. ... Pero si es lícito cantar prólogo y epílogo sin cometer pe- la calidad y la distinción de los individuos que personifican los personajes dan-
cado de inverosimilitud, ¿por qué no entonces todo el drama? En el prólogo zantes (generalmente señores nobles) en vez de al sujeto y al carácter de
y en el epílogo aparecen exactamente los mismos tipos de diálogo que en aquel que los actores tendrían que representar - para no hablar después de
el drama; se imparten las órdenes, se discute la Uegada inopinada de cual- las inauditas adulaciones y alegorías con las cuales aluden a las gestas ma-
quier fabulada divinidad (como testimonian todos los prólogos de las óperas ravillosas de su soberano (como dan fe todos sus ballets, prólogos, panegí-
francesas). Y si en cambio Saint-Evremond entendía poner en el prólogo in- ricos, etc.)-, si bien no se puede negar a ellos un hermoso talento en la
venciones de cualquir otra especie, habría visto gustoso el ejemplo. Y de invención y la realización de los prólogos, en los cuales, por otra parte, tam-
cualquier manera esta opinión, que el recitar cantando sea por fuerza anti- bién los italianos (a diferencia de los alemanes) sobresalen. En Hamburgo
natural, trae consecuencias tales que --donde él las hubiese tratado--le ha- se siente un fuerte disgusto por los mitos fabulosos de las divinidades pa-
brían atraído las censuras severas de sus correligionarios de la cleriquería ganas, y no sabría citar un solo ejemplo de esta especie que haya tenido
papista: en efecto, ¿cuántas plegarias y cuántos modos de decir que debe- buen éxito; si bien después yo me he convencido que no se encuentran en
rían ser declamados se oyen, en cambio, cantar en las iglesias? Es de tal Hamburgo más de 20 personas en grado de valorar adecuadamente la deli-
manera antigua esta costumbre que no parece tenga algo de antinatural. cadeza o la virtud de una ópera, y de aquellas 20 personas generalmente
Pero no es el caso de detenerse más tiempo sobre una crítica tan fútil. no veo rúnguna en los espectáculos. En Venecia y en París hay, en cambio,
Bien mayores son los defectos que afligen a las ópera, por cuanto concierne observadores más sagaces, cosa que anima bastante a los poetas, tanto más
tanto a los sujetos como a los actores, tanto a la poesía como al teatro y a que éstos llegan a cobrar 400 táleros, y en Londres hasta 800 guineas (o
sus máquinas. Ante todo, toda la gente razonable desaprueba la represen- sea, más de 2.600 marcos hamburgueses de moneda fuerte) por sus libre-
tación de historias bíblicas en teatro, y la profanación de las cosas sagradas tos, ya que cada dos o tres representaciones, una se da a su beneficio (y
sobre el escenario con las más eminente y aparatosa vanidad. Ninguno po- con precios de entrada aumentados).
drá contestarme que, en la condición de los tiempos presentes (en los cua- Se tome, pues, el tema por donde se tome, será necesario en cada caso
les las costumbres cristianas son tan divergentes de las prístinas), muchas que los caracteres de los personajes estén bien diferenciados los unos de
excelentes historias extraídas de la Biblia podrían abastecemos la mejor ma- los otros y examinados atentamente según su temperamento. Por ejemplo,
teria para nuestros espectáculos, para desterrar las caras de las divinidades si se presenta un gran rey, el más sabio monarca de la Tierra, será nece-
paganas y sustituirlas mediante la introducción de los ángeles o (como hizo sario cuidar que no crea en todo cuanto le dice un mensajero burlón, y so-
en Hamburgo el doctor Poste! en sus días) por dioses tutelares. Pero en bre ésto no fundar sus propios juicios (no tendría dificultades en citar ejem-
verdad, aun cuando se elija un sujeto «indiferente» [ni moral, ni inmoral], plos muy recientes si lo quisiera). Un filósofo, un magnánimo, un enamora-
se encontrará siempre algún alma pía pronta a ofenderse, a menos que su do, un ansioso, un sospechoso, un desesperado, un celoso, un titubeante,
fe no sea, a su vez, "indiferente» al punto de asistir sin fastidio a la viva etc. , deberán ser presentados según su propio temperamento y hablar a su
representación escénica de las faiblesses de los heroum Scripturae. Se po- manera (muy diversos en cada caso): cosa que, sin embargo, requiere gran
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capacidad, porque las variedades son centenares, más bien millares, varia- del palco y qué se puede hacer aparecer desde abajo. Debe, en resumen,
bles según la época, las costumbres, las naciones. [... ] conocer bien todos los recursos del escenario para seleccionar temas que
Hoy día no tiene vigencia la observancia del Spatium XXIV Horarum (o se presten a ser representados. Debe entonces, con un único tema, traer
sea, de la unidad de tiempo): no se sabe ni siquiera (y mucho se han roto obras, de vez en vez, diversas para el teatro de Braunschweig (el más per-
la cabeza) si Aristóteles, prescribiendo la duración de un día, pensase en fecto), el de Hannover (el más hermoso), el de Hamburgo (el más grande),
un día natural de veinticuatro horas o en un día convencional de doce horas. el de Leipzig (el más pobre) o el de Weissenfels.
A propósito de esto dice el trágico francés Pierre Comeille: «En mi caso El mejor teatro de Europa, el más grande y el más ágil desde el punto
encuentro tan incómodo encerrar ciertos temas en un tiempo tan breve que de vista de los cambios escénicos, es el incomparable teatro real de las Tu-
no sólo les concedería las veinticuatro horas enteras, sino que también ha- llenas de París: no se podría pensar en uno más majestuoso y suntuoso.
ría uso de la licencia (concedida por el filósofo) de superarlas un poco e iría Pero los señores franceses deben dejar el mérito al ingerúo arquitectórúco
sin escrúpulos a treinta horas»; después de lo cual da ejemplos de cómo tam- de un italiano, Gaspare Vigarani. El más artificioso es, tal vez, el Famese
bién Eurfpides y Esquilo habían derogado tal punto. Pero no es necesario de Parma, donde se puede ir en góndola entre la platea y el anfiteatro. El
incomodarlos: methodus es y resta entonces y siempre arbitraria, y cual- más largo es el de Fano; el más amable, el de S. Angelo, en Venecia; el
quiera es libre, si, cree, de reconocer tan gran autoridad. Verdad es que más pequeño es el de S. Cassiano; el más hermoso, el de San Marcos ( =
en las tragedias recitadas, de las cuales hablan Aristóteles y Comeille, la ¿S. Luca?, ¿de S. Moisés?) siempre en Venecia. No he visto el de Turfn y
libertad suele estar muy condicionada, y los griegos, los latinos y hasta los los de Roma no se han abierto más después del último gran terremoto. Sin
alemanes modernos se atuvieron a estas reglas: pero en las óperas no se ser de los mayores, el de Bruselas, hecho construir por el príncipe elector
nos deja fácilmente imponer reglas tan estrechas. He tomado para miMa- de Baviera, es uno de los más bellos, y la platea está bien dispuesta y es
sagniello furioso un arco de tiempo de seis-siete días y no me enfadaría si de grandísima altura: los cambios de escena están cuidados igual que en Pa-
otro tomara diez. Cierto, representar en escena, en tres horas, historias rís, sin ser tan magrúficos, pero en compensación mucho mejor es la or-
de siete u ocho meses, o de dos años, sería el indicio de una gran simpleza, questa. El teatro ordinario de París, cerca del Palais-Royal, haría, compa-
tan irrespetuosa de toda verosimilitud que me parece inconveniente hasta rado con otros, una triste figura, si no fuera por la pompa y el esmero de
a mí. Si se ve en escena alzarse el sol, después de un cuarto de hora éste las escenografías que hacen olvidar la mediocridad de la arquitectura (*):
estará en mitad del horizonte, donde tendremos un día de treinta minutos: muy sorprendentes son, sin embargo, los coros, donde aparecen más de 30
entonces será legítimo un argumento que dure seis días. En el Massagnie- doncellas espléndidamente vestidas y un número todavía mayor de hom-
llo, para evitar lo inverosfrnil de la partida y del regreso de Don Pedro de bres. Se pueden ver 16 espíritus que combaten entre las nubes; sin bajar
Nápoles a Venecia, he inventado que él no partiere nunca de Nápoles y sim- el telón se asiste a cambios de escena instantáneos, y de ordinario compi-
plemente haya simulado el viaje en los enfrentamientos de don Velasco y ten mutuamente 12, 16 o hasta 20 bailarines. No por casualidad de bailes
Aloysa. [... ] Dado que en esta obra he entretejido tres enlaces diversos y de coros consisten preponderantemente las óperas que allí se dan. En cam-
muy embrollados, no ha sido fácil separarlos sin una ficción, procurada, sin bio, en vez de asistir a las empresas y a las vicisitudes amorosas de los pro-
embargo, por lo general, a través de cambios de escena. En efecto, si poco tagonistas, allí se•ven en cada escena solamente tendresses y douceurs, cosa
gustosamente salto del aposento de la escena tercera a la sala de la escena enteramente distinta de las óperas italianas y alemanas. Muy poco natural
cuarta o a la galería de la escena siguiente, otro tanto sucede introduciendo es que allí luego hagan aparecer tan a menudo divirúdades y persorúficacio-
en tres escenas consecutivas tres distintos paisajes, a menos que lo exija nes de fuentes, árboles, colinas y ríos con figura humana que, para hacer
una necesidad extrema o que intervenga alguna brujería. Y de cualquier ma- ver sus máquinas, bajan del cielo de pie a las divinidades, en cada acto, y
nera, haciendo así, el poeta se creará una pésima reputación entre los ope- que concluyan sus dramas (sean tragedias recitadas o cantadas) de manera
rarios dedicados a las escenas. El debiera conocer bien el teatro: debe sa- siempre tan lúgubre que no sobrevive a menudo más de uno o dos sobre
ber cuántas veces en una ópera se pueden cambiar los bastidores, cuántos la escena (cosa que en Alemania y en Italia se consideraría ridículo). Más
se pueden retirar a la vez y cuántos hacer aparecer, el tiempo necesitado allá de todo esto, sus óperas consisten, por lo general, sólo de recitativos;
por los obreros para evitar que los espectadores deban esperar en vacío an-
tes que aparezca la próxima escena (como sucede ahora en Hamburgo y Le- (*) Acerca del Coliseo del Buen Retiro de Madrid, inaugurado en 1640, la con-
pizig, cuando allí se representan óperas nuevas). Debe saber también qué desa D'Aulnoy (Viaje por España, 1679) escribía (tomo l, pág. 216): · El teatro es
máquinas escénicas para glorias y divinidades, de qué carros volantes dis- muy lindo. Está como ya anoté, pintado y dorado. y sus aposentos se cierran con
pone el teatro y dónde están suspendidos, cómo está ensamblado el piso celosías semejantes a los de la Opera de París. • ·

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r
las arias son, tal vez, no menos de tres o cuatro, y cuando las recitan en- de las figuras retóricas, ya que el buen orador esconde siempre lo más po-
tonces todo el auditorio (que, fuera de alguna damisela, consiste por lo ge- sible su arte y sus figuras.
neral solamente en abbés) se pone de canturrearlas, de modo tal que la ac- Por lo que concierne al inicio de un drama musical, es innecesario decir
triz termina por hacer de mala gana la figura del cantor luterano que entona que no será cosa de poco artificio si al levantarse el telón se vieran reuni-
el canto de Jos fieles: un comportamiento semejante parece a cualquier ale- dos en la escena muchos personajes que entonan un coro: pero la cosa ter-
mán cosa extraña, y ofrece la ocasión del escarnio. (Aunque no entienda el mina por parecer deficiente y desagradable si se convierte en una costum-
por qué: país donde vas, costumbre que encuentras.) A sus glorias las ha- bre y todas las obras comezaran con coros, ya que los espectadores sabrán
cen descender tan rápidamente del techo de las escenas que se estaría sen- antes de que se levante el telón que verán a 10 ó 12 personajes cantando
tado de creer que sus nubes caen del cielo; las empresas de guerra y los juntos un aria. [.. . ].
asedios a las ciudades los tratan bufonescamente antes que seriamente, tan- En las óperas, las arias, espíritu y alma del espectáculo, funcionan casi
to más que los soldados, vestidos todos principescamente, parecen más que como glosas del recitativo y representan lo más gracioso y artístico de la
nada óptimos equilibristas y acróbatas. Y tienen, quizá, también razón de poesía. Ya he dicho otras veces que las arias se diferencian del recitativo
hacer una distinción entre las empresas bélicas verdaderas y empresas bé- no solamente por el método poético o por los caracteres impresos en bas-
licas teatrales, ya que a menudo en el teatro resulta absurda cualquier cosa tardilla. Lo dicho en esos caracteres se debe distinguir por una moraleja,
que en la naturaleza merece la aprobación, y viceversa. una alegoría, una sentencia o una semejanza (enunciadas en el antecedente
La disposición de las escenas y de las entradas consiste, principalmen- y con sus bellas aplicaciones en el consecuente) que se refieran a lo que ha
te, en unir las unas con las otras sin esfuerzo, de manera que casi no se sido dicho en el recitativo precedente o que den alguna enseñanza, alguna
advierte el pasaje de la una a la otra. Por ello, el espectador no tiene la im- información, alguna sugerencia. En su defecto, el aria deberá consistir en
presión de que el actor sale de escena por la sola razón que no tiene nada una plegaria, pero de una expresión tierna y bien distinta de la del recitati-
más que decir, sino se hace de modo que se manifieste -tácitamente me- vo, en un turno o algo parecido. En cuanto al número de personajes que la
diante la acción y comportamiento, o bien declarándolo explícitamente- los canten, un aria será simple, dúo, trío o cuarteto, y algunas veces también
motivos de su entrada y de su salida. Por ejemplo: si hay un alboroto, si sexteto, etc. [... ]. El género de las arias no tien otra regla que la de evitar
alguien cae desmayado, si un muchacho hace el amor y lo ve el padre, si lo más posible e l verso alejandrino [o sea, el verso trágico, equivalente al
dos amantes discuten, etc. , la razón se encuentra en la acción misma. Pero endecasílabo italiano], por consideración al cantante (por la misma se evita-
si yo hago aparecer una persona sola, dos o tres, una después de la otra y rá una duración excesiva del aria, no más de ocho versos). Pero, por lo de-
en cada escena trato cualquier cosa en particular, que no tenga ninguna más, se deja enteramente al arbitrio del poeta el enhebrar dos, tres o cua-
unión con Jo anterior, ni con lo que sigue, la cosa resulta desorientadora e tro versos agudos o llanos sin interrupción, de mezclar trocaicos, anacreón-
ingenua. [... ] Pero algunas veces no se puede evitar, un poco por [la esca- ticos, dactílicos, anapésticos, etc., el escribir el aria con o sin el daccapo,
sez de] los recursos del teatro, un poco para ahorrar tiempo: y de cualquier de hacer rimar todos los versos o solamente algunos, a su total benepláci-
modo las reglas son las reglas, y no leyes (tan es verdad que la observancia to: y nadie se d€lje dictar leyes por nadie. De todas maneras, para los hu-
de las reglas impide a uno ser pésimo poeta, pero no puede hacer, sin em- mores furibundos se destinan los versos dactílicos y anacreónticos, y para
bargo, ipso jacto, uno excelente). Y mientras los actores están fuera de es- los alegres se adaptan las palabras sonoras y escurridizas con muchas vo-
cena, sus personajes proveerán a sus asuntos y será necesario que, de al- cales (sobre todo, a y o). [ ... ].
guna forma, nos den cuenta de ello cuando vuelvan a entrar en escena. [... ] El recitativo saldrá mejor y más hermoso si es en versos breves, ya
El final del primer acto debe desembocar en un desbarajuste total y los que los alejandrinos [o los endecasílabos] no solamente son trabajosos para
personajes deben estar envueltos en forma tal en el enredo que ni el es- el compositor, sino que vuelven fastidiosamente larga a la ópera [... ]. En el
pectador ni el lector puedan adivinar la intención del poeta. Y esta confusión género recitativo no es necesario poner atención en absoluto a la disposi-
debe no solamente ser mantenida en todo el acto segundo, sino continuar ción de las rimas en lo que destacan los italianos, quienes a menudo hacen
hasta la última escena, para que la atención del espectador quede bien aten- más de la mitad de sus versos de recitativo sin rima. Pero ninguna nación
ta. (Hablo, por supuesto, de aquellos espectadores que van a la ópera por del mundo es tan cuidadosa, dotada y hábil en los recitativos como Jo son
la ópera misma, y no por vía de conversación[... ].)[... ] En cambio, lasco- los franceses, que con éstos suplen todo de lo que carecen en sus arias.
sas funcionan mal si el lector o espectador puede ya prever la conclusión Hay mucho por decir todavía sobre el estilo de las óperas. Bastará que
del drama y el fin del poeta después de haber leído o visto el primer o el yo diga que así como e l discurso debe ser el intérprete del corazón y dejar
segundo acto: el que depende de la ignorancia o de la deficiente aplicación transparentar la índole de lo que se habla, así esta índole deberá necesaria-

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mente estar dispuesta según el carácter del personaje e influído por la pa- dramas, para complacer al público, cosa que habría dejado de buen grado a
sión que lo agita. Un hombre soberbio será presuntuoso, uno magnánimo, los vagabundos charlatanes y a los arlequines de feria antes que introducirla
generoso, un experto del mundo, sobrio, un enamorado, tierno y galán, el contra natura en un entretenimiento tan honesto y civil como los drammi
relato histórico de un mensajero, extenso, etc. Estas cosas son esenciales, per musica. [... ] Si no se puede renunciar a insertar un personaje cómico
y bastan dos o tres escenas para tener idea del ingenio y de la discreción en los dramas, se hará bien en confiarle el papel a un satírico que aguijonee
de un excelente poeta. Y como en una ópera aparecen varios personajes dis- los vicios más comunes.
tintos por caracteres y por pasiones, y cada uno de ellos deberá con su pro- Las restantes acciones de los personajes son dictadas no tanto por las
poio carácter expresar su voluntad y sus acciones según las leyes del de- reglas del arte oratoria, sino quizá por la naturaleza de la pasión que se ex-
coro, ésta es una de las razones principales que hacen de un drama el gé- presa y por la bravura de los virtuosos (en la que sobresalen los italianos).
nero poético más alto, pero también el más difícil. [... ]. Para darse cuenta El poeta debe conocer bien las cualidades de cada virtuoso y reflexionar so-
de esto se deben examinar los sujetos y las materias ordinarias del arte poé- bre qué carácter sea el que más le convenga, sin lo que no será posible ex-
tico [... ]. Si aparece en escena un emperador o un monarca, está en el poe- presar convenientemente el afecto deseado. Al contrario, resulta tedioso el
ta el hacerlo hablar de vez en cuando, en plurale majestatis (como conviene poeta que no da al actor ocasiones de ostentar sus virtudes, y se limita a
cuando se deben impartir órdenes) o en singular (más verosímil para una ponerle en la boca simples déclarations d'amour u otras pasiones carentes
declaración de amor, ya que en el gabinete privado no es menester tener de movimiento y mutación. [... ] Los afectos de mejor resultado -que re-
tan en cuenta el respeto de sí mismo). Las declaraciones de amor se pue- quieren, sin embargo, un arte y una experiencia consumados- son aque-
den hacer sea explícita y directamente, sea en formas floridas con alusiones llos que no se manifiestan hablando, los que se transparentan más desde un
peregrinas, hipérboles, enigmas, según el carácter de los personajes: cuan- comportamiento heroico que no desde el discurso, los que son actuados más
to más tiernas, floridas y discretas, tanto mejor (aunque el público raramen- que enunciados: el espectador se conmueve tácita y secretamente sin ne-
te aprecia delicadezas semejantes). Cuando se unen en escenas muchos per- cesidad de palabras. [... ] De cualquier manera, allí donde faltan los afectos
sonajes vienen al pelo los coros y las entrées, en particular en ocasión de faltan también las acciones, y allí donde están escondidas las acciones habrá
anuncios de importancia, triunfos, victorias, sacrificios, batallas, magias, un gran hielo en el teatro. Cuanto más naturalmente el poeta se imagina la
exequias, banquetes de júbilo, etc. Las entrées de ballet tienen como fin si- idea del objeto y del afecto a representar y cuanto más exactamente re-
mular en escena mediante determinadas figuras y posturas corpóreas aque- flexione sobre el mouvement d'esprit que ese afecto requiere, en las circuns-
llas acciones (buenas o malvadas) que suelen ocurrir en la vida civil: las ce- tancias en que éste se manifiesta, o bien las inventa oportunamente, cuan-
remonias de sacrificios judaicos paganas u orientales, las lamentaciones fú- do no las hay, tanto mejor le resultará [la representación d]el afecto. Por
nebres, los comportamientos de los maestros pedantes, la lujuria de los ban- esto disiento de los tragediógrafos franceses -que en esto imitan a los grie-
quetes, etc. gos y a los latinos- cuando se limitan a referir mediante narraciones y men-
Estas consideraciones, me conducen a hablar del mimo, o del cómico. sajes las acciones más importante, de suerte que la acción principal conce-
A decir verdad, esto no pertenece de hecho a la ópera, y el teatro dege- dida al actor se reduce a un relato lleno de melancolía (sobre todo si se tra-
nera con su presencia, ya que parece que se desea, con toda determina- ta de la muerte de algún personaje): y en esto ---{;Omo en tantas cosas-
ción, impulsar a la gente a reír, cosa inconveniente y contraria a un verda- divergen mucho de los ingleses. A alguien con ánimo compasivo le parece
dero goce: en efecto, si algo me agrada, me regocijo; y desde luego no la cruel ver en escena el apuñalamiento de un personaje: sin embargo, las ca-
escarnezco, ya que sólo nos mofamos de lo que despreciamos. En Hambur- lles y las plazas están siempre llenas de las más atroces ejecuciones capi-
go se ha arraigado la costumbre de que sin un arlequín no se hace ninguna tales. ¿Y qué cosa hay tan despiadada como ver en escena la manera en
ópera: síntoma de un difundido mauvais gout y mal esprit del público. Lo que un personaje (pongamos Lucrecia) se atraviesa con un puñal y se deja
que entre la gente fina pasa por ser vulgar y ridículo, allí encuentra la máxi- caer sobre una silla? Puede suceder que la gente vil desee que en casos se-
ma aprobación, como se ha visto el pasado año en ocasión de la ópera Le mejantes, como en las escenas arlequinescas, se vea chorrear de la boca
Carnaval de Venise, tan absurda y llena de gestos desagradables que pare- del muerto un río rojísimo de sangre que coloree toda la escena: tales na-
cía una verdadera grosería. Sin embargo, el tema ha encontrado tant<? aplau- turalia no están ciertamente de moda en la ópera, y convienen a los sumo
so como no puede creerse: hasta los mozos cerveceros iban allí a derrochar al teatro de marionetas. Pero por otra parte el relato no me da ni la mitad
su dinero, con lo que se ve que este carnaval de Venecia hamburgués no de la idea que me da la directa representación del suceso (aparte el hecho
fue ciertamente el mismo Carnaval de Venise representado en París en de que no siempre se está dispuesto a creer en los informes ajenos), y de
1699. Siempre me han pedido expresamente el introducir un cómico en mis cualquier manera los largos y múltiples relatos están bien en las comedias

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recitadas, nunca jamás en las óperas, donde ni el espectador ten<iria la pa- ridícula: cosa que, en cambio, en los tiempos del difunto señor Gerhard
ciencia de escucharlos cantar hasta la última sílaba, ni el cantante la fuerza Schott, fundador del teatro, se hizo con resultado absolutamente sorpren-
de sostenerlos. En las óperas francesas la conclusión del drama conlleva por dente. Representar un pantano, un matadero, un horno de calcinación, un
lo general la muerte de una o más personas: sin embargo, creo que el pú- basurero es desaconsejable, e induciría a los espectadores a recurrir a pa-
blico parisiense no es menos delicado que el resto del mundo. Es, en cam- ñuelos, a ampollas de perfume, a tabaqueras (aparte el hecho que su nariz
bio, algo sucio ahorcar gente en escena, o meterla en un horno encendido, se molesta en cualquier caso por el humo de las lámparas). Las cárceles se
o transformarla en osos y monstruos para hacer que refunfuñen o bramen prestan eficazmente a bellas escenografías, pero éstas ahora se ha vuelto
en vez de cantar: son cosas que contravienen al decoro del teatro de la tan comunes y frecuentes que se las ve prácticamente en todas las óperas.
ópera. También en las escenografías, cuanto más próximas están a la naturaleza,
Recuerdo haber oído afirmar que no es conveniente presentar en la ca- mejor resultan, mientras que, en cambio, hace un efecto mediocre y mise-
ma a un personaje: pero una cosa es encontrarse en la cama por amoríos Y rable intentar representar el puente de Rialto con un puente cualquiera, o
otra cosa es encontrarse allí por reposo o enfermedad. [... ] Sin embargo, la puerta Flaminia mediante el Brocksbrücke de Hamburgo. El quondam
sé que la muerte de Lucrecia no habría ciertamente tenido el mismo efecto Schott era cuidadosísimo con las escenografías, y son testimonio sus esce-
si, en vez de representarla en escena, se hubiese relatado: se trata de la nas del Kalkberg de Luneburgo, del Capitolio, del Templo de Salomón (que
acción principal y de la mayor emoción que aquel hecho -<J.Ue sin esa muer- él sólo valía algo así como 15.000 táleros). Es, en cambio, cosa bastante
te estaría incompleto- presenta para el teatro. El buen poeta no desper- inconveniente tener que bajar el telón a cada instante durante una ópera, o
diciará jamás ocasiones semejantes para influir en las emociones del públi- sea, asistir a un teatro desequilibrado por mutaciones de escenas que se lo-
co. En la caída de Turno de la misma ópera, el espectador oscila durante gran sólo a medias. Nada disgusta tanto al espectador, sobre todo en las
largo rato entre el temor, el deseo y la atención. El poeta obtiene siempre escenas en que hay un efecto de magia y en donde todo es cuestión de una
el efecto adecuado si representa con naturalidad las emociones: y podrá de- fracción de segundo: cosas que franceses e italianos saben efectuar con gran
cir que las ha representado con naturalidad cuando el lector o el espectador maestría, que en e l teatro de Braunschweig son reguladas a la perfección
esté conmovido, cuando la cosa le parezca verdadera y suscite en él ira, y, sin embargo, están descuidadas en el teatro de Hamburgo. Escoger co-
terror, esperanza, piedad o furor. Y esto es Jo que en el arte poético se mo tema de una ópera un asunto que se desenvuelve siempre en un palacio
llama divinum quid. [Sir William Temple, en su tratado Of poetry, refiere o en una ciudad es aceptable sin más, pero no completamente regular y en
que frecuentemente muchos oyentes, al oír recitar las tragedias del renom- absoluto necesario. Una limitación así privaría al espectáculo de una parte
brado tragediógrafo inglés Shakespeare, se ponen a chillar a voz en cuello de su brillo, y si el poeta fuese siempre tan riguroso consigo mismo se des-
y a llorar en abundancia. En la Comédie de París, cuando Mme. Dancourt pojaría a las óperas (de) tan bellas escenografías que podrían, en cambio,
personifica a la protagonista de Andromaque [de Racine) o Médée [de Cor- atraer al espectador, en provecho del cual se las representa. Es verdad, un
neille), se ve llorar no solamente a las damiselas, sino también a los más poeta astuto evitará pasar de golpe del cielo a la tierra, y viceversa, y no
galantes y charmants héroes de guerra de retorno del frente. [... ]. resultaría menos ridículo colocar una escena en Nuremberg y la sucesiva en
Para hablar todavía un poco de las escenografías: el poeta demostrará Augusta, ni aunque se tratase de la comedia del doctor Fausto.
escaso ingenio si se limitara a inventar los acostumbrados bosques, gale- En Italia y Alemania las óperas se concluyen, por lo general, con un co-
rías, gabinetes, salas, antecámara, jardín, calles, e tc. , cosas que se ven ro, en el que participan todos o casi todos los personajes. La intención de
siempre en todos los dramas. Hay quien va a la ópera por la música, quién esta costumbre es óptima, porque logra un gran efecto y produce un gozo
por las escenas, quién por los temas y las acciones dramáticas, .quién, final- colectivo, que a justo título de recompensa acompaña al espectador hasta
mente, por las bufonerías o por los vestuarios, y todos ellos desean satis- la salida del teatro. Pero en las óperas francesas no se considera necesaria
facción por el precio que pagan. Un teatro se distingue además (y en par- semejante conclusión (que necesaria de por sí no es), ¡y que por mi parte
ticular el de la comedia) por las bellas escenografías: un poeta hará bien en no dudaría en suprimir porque me parece banal! Todos los espectadores sa-
demostrar también aquí su experiencia, y le convendrá entonces tener al- ben ya (incluso sin leer el libreto) que cuando entran en escena todos Jos
gunas nociones de arquitectura y mecánica. [... ] El teatro de Hamburgo es personajes, y se colocan en fila como una media luna sobre el escenario,
quizá el que permite el mayor número de cambios de escena, dado que se estamos ante e l coro final. Sea como sea, en las tragedias no se hará jamás
pueden cambiar Jos bastidores 39 veces, y acaso un centenar de veces los uso de esta costumbre, prefiriendo quizá (como sugieren las reglas anti-
decorados. Sin embargo, es un pecado que no se pueda mostrar, por ejem- guas) dejar de lado gran parte de los personajes y cerrar la acción con la
plo, una bella escena acuática o una tormenta de mar (que allí resultaría muy consternación de los dos o tres principales. Al espectador que desagrade

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tal cosa le aconsejo ahorrar el dinero del billete hasta la próxima comedia.
[... ]
Para concluir, diré que, pese a los gastos, la pompa y el lujo, no obs-
tante la mejor de las músicas, no obstante las escenografías más espléndi-
das, una ópera resulta aburrida si la poesía es chapucera. Es verdad que un
compositor puede poner música a cualquier cosa, incluso a los peores chis-
tes: pero la experiencia está para mostrar si lo hace a gusto y si un mal poe-
ma puede suscitar en él emociones fuertes. Me queda aún por destacar que
la ópera ha sido inventada para ser practicada en un Estado acomodado, co-
mo pasatiempo de la gente voluptuosa y ociosa, pero también para ejercitar
las virtudes de tantos artistas y entendidos, y para ser contemplada con
ojos inocentes por espectadores inocentes, ni más ni menos que un fuego
de artificio, un torneo, una justa u otras manifestaciones de júbilo colectivo: BIBLIOGRAFIA
cosa, pues, no sólo indiferente desde el punto de vista moral, sino también
lícita. Protestar contra ella es tan inútil como inane, y si por los incompe-
NB: Los números en negrita hacen referencia a los capítulos.
tentes de poesía, música y pintura se la cuenta entre las locuras indignas
de un cristiano, ello no me atañe: en moral tengo tal vez principios diferen-
tes a esos mediocres y tendría ahora que adentrarme en una larga disputa La historia de la música del siglo XVIJ se incluye, en la tradición musicológica ale-
mana y anglosajona, bajo la categoría, bastante elástica, de estilo «barroco»: R. HAAS,
con ellos. Medio mundo, y casi diría la mitad más despierta, la aprueba o
Die Musik des Barocks, Athenaion, Wildpark-Postsdam, 1928; M. F. BuKOFZER, Mu-
al menos acepta su existencia de buen grado como algo ni edificante ni re- sic in the baroque era from Monteverdi to Bach, ]. M. Dent, London, 1948 (trad. it.:
probable. Así es: los hijos del mundo -como dicen las Sagradas Escritu- La música barocca, Rusconi, Milano, 1982); C. V. PALISCA, Baroque music, Preten-
ras- son más astutos en sus asuntos que los hijos de la luz>>. ci-Hall, Englewood Cliffs, N. J. 1968; W. BRAUN, Die Musik des 17. jahrhunderts,
Atheniaon, Wiesbaden, 1981; Metodológicamente notable es el ensayo de G. STEFA-
NI, Musica barocca. Poetica e ideología, Bompiani, Milano, 1974. Una contribución re-
ciente a la discusión sobre el «barroco" artístico es aquella, sobria en la actitud crí-
tica y vasta en el horizonte , de A. BLUNT, Some uses and misuses of the terms Baro-
que and Rococo as aplllied to architecture, Oxford University Press, London, 1973
(trad. it. in A. BLUNT-C. DE SETA, Architettura e citta barocca, Guida, Napoli, 1978).
1-2 Ayuda fundamental en el estudio del madrigal es E. VOGEL-A EINSTEIN-F. LE-
SURE-C. SARTORI, Bibliografía del/a musica italiana vocale profana pubblicata dal1500
al1700, Staderini-Minkoff, sil., 1977: no suplanta todavía a la vieja ejemplar Bibliot-
hek der gedruckten weltlíchen Vocalmusik Italiens aus den f ahren 1500-1700 de E. Vo-
GEL (consúltese en la reimpresión de G. ÜOLMS, Hildesheim, 1962). Poco dice del ma-
drigal seiscentesco la tambié n capital A. EINSTEIN, The Italian madrigal, Princeton
University press, Princeton, N.J, 1949: para la comprensión de sus criterios artís-
ticos y teóricos es en cambio importante (bastante más allá del compromiso indicado
en el título) S. SCHAMALZRIEDT, Heinrich Schültz und andere zeitgenossische Musiker
in der Lehre Giovanni Gabrielis. Studien zu íhren Madrigalen, Hanssler, Neuhausen-
Stuttgart, 1972; para Jos madrigalistas ingleses, J. KERMAN, The Elizabethan madri-
gal. A comparative study, American Musicological Society, New York, 1962. en la par-
te literaria, el estudio más concluyente, U. SCHULZ-BUSCHHAUS, Das Madrigal. Zur
Stilgeschichter der italíenischen Lyrik zwischen Renaissance und Barock, Gehlen, Bad
Hombourg v.c. H. , 1969, para integrar, sin embargo, O. BESOMI, Ricerche intorno
alta ·Lira• dí G. B. Marino, Antenore, Padova, 1969. A la rica bibliografía marinia-
na se puede acceder a través de la edición, verdaderamente ejemplar, del Adone a
cargo de G. Pozz¡, Mondadori, Milano, 1976.

300 301
·:

3. Para Adrianna Basile, Leonora Baroni, los Caccini, ver las «voces• del Di· 6. Para la historia del término •concerto• ver la •voz• de E. REIMER (1973)
zionario biografico degli italiani: pero para Giulio Caccino y su estilo de canto, los es- Handworterbuch der musikalischen Terminologie, F. Steiner, Wiesbaden, 1972 ss.;
tudios de H. W. HITCHCOCK En · The musical quarterly•, LVI, 1970, y en •Joumal L. SPJTZER, Classical and Christian ideas of world harmony, Johns Hopkins Press,
of the American musicological society•, XXVII, 1974), que ha cuidado también las Baltimore, Md. 1963, que traza el contexto ideológico y literario más amplio (cap. V).
ediciones de las Nuove Musiche de 1602 y 1614 (A-R Editionso, Madison, Wi., 1970 De los orígenes del Concerto Grosso trata O. ]ANDER, Concerto grosso in.strumenta-
y 1978). Los cinco libros de músicas solistas de Segismondo d'India (a propósito de tion in Ronze in the 1660's and 1670's, en •Journal of the American musicological so-
él, véase F. MOMI'ELLIO, s, D'l., Ricordi, Milano, 1956) aparecerán pronto en la se- ciety•, XXI, 1968.
rie Musiche rinascimentali siciliane, dedicada hasta ahora en gran parte a músicos del 8 -10. Sobre la teoría musical del siglo XVII (en espera de la próxima publicación
siglo XVII (De Santis, Roma, 1970-1973; Olschki, Firenze, 1978 ss.). Para la relación de la colectiva Geschichte der Musiktheorie, a cargo del Staatliches Institut für Mu-
poesía/música, véase S. LEOPOLD, Chiabrera und die Monodie: die Entwicklung der sikforschung, Preussíscher Kulturbesitz, Berlín), véase la mesa redonda National pre-
Arie, in . Studi musicali•, X, 1981. Las investigaciones de N. FORTUNE sobre la mo· dilections in seventeenth-century music theory, en •Joumal of music theory•, XVI,
nodía vocal están compendiadas en el cap. IV del vol. IV de The New Oxford history 1972, y los ensayos D. P. WALKER, Studies in mu.sical science in the late renaissance,
of music, Oxford University Press, London, 1968 (trad. it.: Storia del/a musica, IV, The Warburg Institute-E.j. Brill, London-Leiden, 1978, así como algunos estudios
1, Feltrinelli, Milano, 1969), interesante también por el análisis comparativo con la monográficos: Z. M. SZWEYKOWSKY, Musica moderna w ujeciu Marka Scacchiego.
práctica monódica inglesa coetánea (para su máximo exponente, véase la monografía Z. dziejów teorii muzyki w XVII wieku, Polskie Wydawninctwo Muzycne, Kraków,
de D. PoULTON, john Dowland, Faber & Faber, London, 1972, para integrar con el 1977; J. MüLLER-BLATTAU, Die Kompositionslehre Heinrich Schützens in der Fassu.ng
único número dowlandiano del •Joumal of the Lute society of America », X, 1977). seines Schülers Christoph Bernhard, 2. • ed., Barenreiter, Kassel-Basel, 1963;
4 y 7. De la copiosa bibliografía monteverdiana, baste mencionar cinco volúme· U. SCHARLAU, Alhanasius Kircher (1601-1680) als Musik schriftsteller. Ein Beitrag
nes recientemente aparecidos en Italia: Atti del convegno di studi dedicato a C. M., zur Musikanschauung des Barock, Gorich & Weiershauser, Marburg, 1969 (cfr. la
en la · Revista italiana de musicología•, 11, 2, 1967; C. M. e il suo lempo. Rellazioni reseña de G. STEFANI en la •Nueva revista musical italiana», IV, 1970); W. SEJDEL,
e comunicazioni, s.ed., Verona, 1969; C. M., Lettere, dediche e prefazwni, al cuidado Descartes' Bermerkungen zur musikalischen Zeit, en · Archiv für Musikwissenschaft•,
de D. de'Paoli, De Santis, Roma, 1973; C. GALLICO, M. Poesía musicale, teatro e mu- XXVII, 1970: M. DICKREITER, Der Musiktheoretiker j ohanes Kepler, Francke, Bem-
sica sacra, Einaudi, Torino, 1979. P. FABBRI, Monteverdi, EDT, Tornino, inminente. München, 1973 (cfr. la reseña de G. MORELLI en la •Revista italiana de musicología,
Se leen además provechosamente D. ARNOLD, M. ,]. M. Dent, Lontúm, 1963, y The VII, 1973); H. LUDWING, Marin Mersmne anda seine Musiklehre, Buchhandlung des
M, companwn. D. Arnold y N. Fortune, Faber & Faber, London, 1968, además del Waisenhauses, Halle a. d.S.-Berlin, 1935. Los textos de Pietro Pella Valle y Vicenzo
capítulo monteverdiano en C. DAHLHAUS, Untersuchungen über die Entsehung der har- Giustiniarú están editados en A. SOLERTI, Le origini del melodratna. Testimonianze
monischen Tonalitiit, Barenreiter, Kasel-Basel, 1968, y el artículo de N. PIRROTA, dei contemporanei, Bocea, Torino, 1903. Para el bajo continuo y su retórica, véase
Scelte poetiche de M., en la •Nueva revista musical italiana•, II, 1968. F. T. ARNOL, The art ofaccompaniment/rom a thorou.gh-bass as practised in theXVJ/th
and XVJ/Jth centuries, Oxford Urúversity Press, Oxford, 1931, y P. WILLIAMS, Fi-
5. Es fundamental la investigación de R. ROMANO, Tra XVI e XVII seco/o. Una cri- gured bass accompaniment, Edinburgh Urúversity Press, Edinburgh, 1970. Faltan es-
si economica: 1619-1622, en · Revista histórica italiana•, LXXIV, 1962 (ahora tam- tudios profundos sobre el aprendizaje musical: para Italia, cualquier breve informa-
bién en R. ROMANO, L'Europa Ira due crisi. XIV e XVII seco/o, Einaudi, Torino, 1980). ción de lectura recomendable se encuentra en G. MORELLI, Ragguagli dalla provin-
Pero véase también las contribuciones de historia social, política y económica sobre cia pedagogica, en el Conservatorio di musica · Benedetto Maree/lo• di Venezia,
el seiscientos aparecidos repetidamente en la revista · Estudios históricos» (por ej., 1876-1976, s.ed., Venezia, 1977, y en E. SURIAN, L'esordio teatrale del giovane Gas-
los del mismo autor, IX, 1968; de R. VILLARI, XII, 1971 y XVIII, 1977; de l. WALLERS· parini. Alcune considerazioni sull'apprendimiento e tirocinw musicale nel Sicento, en
TEIN, XIX, 1978). Para el contexto europeo, el volumen Crisis in Europe, 1560-1660, Francesco Gasparini (1661-1727). Atti del primo convegno internazionale (Camaiore,
a cargo de T. Atson, Routledge & Kegan Paul, London, 1965 (trad. it., Crisi in E u- 29 setiembre - l 'ottobre 1978), al cuidado de F. Delia Seta y F. Pipemo, Olschki, Fi-
ropa, 1560-1660, Guida, Napoli, 1968), 1965, Thegeneral crisis ofthe seventeenth cen- renze, 1981. Es ejemplar la investigación documental sobre la institución músico-pe-
tury, G. PARKEI!y L. M. Smith, Routledge & Kegan Paul, London, 1978. El mismo dagógica jesuítica de TH. D. CuLLEY, jesuits and music, /: A study o/ the musicians
concepto de •crisis• del seiscientos es reexanlinado (también polémicamente) en Tu. connected with the Gem1an College in Rome during the 17th century and of their ac-
K. RABB, The struggle for stability in early modern E urope, Ox.ford University Press, tivities en Northern Europe, Jesuit Historical Institute, Rome-St. Louis, Mo., 1970.
New York, 1975;]. DE VRIES, The economy o/ Europe in an age o/ crisis, 1600-1750, 11-13. Del empleo ideológico de la musica trata, en el caso clamorosísimo de
Cambridge University Press, Cambridge, 1976; l. WALLERSTEIN, Y a-t-il une crise Francia, el bello libro de un historiador, R. M. lSHERWOOD, Music in the service o/ the
du xvu siecle?, en •Annales. Economies, sociétes, civilisations• XXXIV, 1979; V. G. king. France in the seventeenth century, Cornell University Press, lthaca, N. Y.-Lon-
KtERNAN, State and society in Europe, 1550-1650, Blackwell, Ox.ford, 1980. Para la don, 1973. Más en general, óptimo el estudio ya citado de STEFANI (para Italia). Para
historia de la cultura, baste citar aquí tres ensayos de excepción: M. FOUCAULT, Les las instituciones musicales nacionales y ciudadanas, basta con consultar en las •VO-
mots el les choses, Gallimard, París, 1966; P. Ross1, 1 filosofi e le macchine ces• respectivas en The new Grove dictinary of music and musicians, Macrnillan, Lon-
(1400-1700), Feltrinelli, Milano, 1976, y F. A. YATES, The Rosicrucian enlightemnent, don, 1980. Escasfsimos los estudios sobre la editorial musical: para Italia son capita-
Routledge &Kegan Paul, London, 1972. les C. SARTORI, Dizionario degli editori musicali italiani, Olschki, Firenze, 1958, y

302 303
O. MISCHIATI, bzdici, cataloghi e avvisi degli editori e librai musicali italiano da/ 1591 e mpleo de la música instrume ntal en la liturgia trata S. BONTA, The uses of the sonata
a/1798, Olschki, Firenze, 1982; D. W. KRUMMEL, English music printing 1553-1700, da chiesa, en •Joumal of the American musicological society.. , XXII, 1969. La legis-
The Bibliographical Society, London, 1975. Raros son los estudios de historia social lación eclesiástica en la música sacra está compendiada en F. RoMJTA, Ius musicae
de la música: panorámico es H. RAYNOR, A social history of music from the middle liturgicae. Dissertatio historico-juridica, Marietti, Torino, 1936. Para la música sacra
ages lo Beethoven, Barrie & f enkins, London, 1972. Para Inglaterra y Francia me- francesa, véanse los capítulos respectivos del óptimo J. R. ANTHONY, French baroque
recen menci6n D. C. PRICE, Patrons and musicians of the English renaissance, Cam- music from Beaujoyeulx lo Rameau, Batsford, London, 1973 (reimpreso e n 1978);
bridge University Press, Cambridge, 1981, y los dos volúmenes de M. BENOIT (Ver- para la música organística, G. MORCHE, Muster und Nachahmung. Eine Untersu-
sailles et les mttsiciens du roi. Étude institutionnelle et socia/e, 1661-1733, A. et. J. Pi- chung der klassischen franzosischen Orgelmusik, Francke, Bem-München, 1979.
card, París, 1971) y C. MASSIP (La vie des musiciens de París au temps de Mazarin Para el oratorio, italiano y no, católico y protestante, los dos volúme nes de
(l643-1661). Essai d'etude socia/e, ibíd. 1976) en la serie La vie musicale en France H. E. SMITHER, A history of the oratorio. The oratorio in the baroque era, University
sous les rois Bourbons. Para Italia abundan los materiales (sobre todo e n las revistas of North Carlina Press, Chape! Hill, N. C. , 1977, dan un cuadro bastante actualizado,
•Notas de archivo para la historia musical• , 1924-1943, rist. R. Patron, Bologna, completable con las contribuciones más recientes sobre la actividad oratoria! de cen-
1970-1971, y · Revista italiana de musicología», Olschki, Firenze, 1966 ss.), pero fal- tros como Bolonia, Florencia y Perusa, provistos por C. VITAL! (en la · Revista lta-
ta un trabajo de síntesis o algo análogo al apreciable F. HASKELL, Patrons and pain- tiana de Musicología .. , Ll, 1979) (en B. BRUMANA (y • Esercizi. Arte, música, spet-
ters. A study in the relations between 1talian art and society in the age of the baroque, taco)o .. , m, 1980).
A. A. Knops, New York, 1963. 17-18. Fundame ntal es la Geschichte der evangelischen Kirchenmusik, a cargo
14. Para la música instrumental italiana es fundame ntal C. SARTORI, Bibliogra- de F. Blume, Barenreiter, Kassel-Basel, 1965 (que en la edición inglesa, Protestan/
fía della musica strumentale italiana stampata in Italia fino al 1700, Olschki, Firen- church music. A history, Gollancz, London, 1975, está aumentada entre otras cosas
ze, 1952 y 1968. A la música para teclado está de dicada la serie editorial Corpues of por un óptimo tratamiento de la música anglicana, de W. SHAW). A los no demasiados
early keyboard music (American lnstitute of Musicology, s. l. 1963 ss.), promovida estudios monográficos sobre Purcell (el más importante: J. A. WESTRUP, P., 7.' e d.,
por el autor de una investigación monumental: W. APEL, Geschichte der Orgel und Kla- J. M. Dent, London, 1975; F. B. ZIMMERMANN, H. P. 1659-1695. His lije and time,
viermusik bis 1700, Barenreiter, Kassel-Basel, 1967 (trad. ingl. : The history of Key- Macmillan, London, 1967) se contrapone la bibliografía sagitaria, desbordante. Mien-
board music lo 1700, Indiana Univer sity Press, Bloomington, In. 1972). El mismo tras dos revistas ( •Acta sagittariana .. , Barenreiter, Kassel-Basel, 1963 ss., y
APEL produce ahora una serie análoga de Studien über die frübe Violimnusik, en · Ar- • Schütz-Jahrbuch .. , ibíd. 1979 ss.) y una serie de volúmenes misceláneos (Sagitta-
chiv für Musikwissenschaft .. , XXX, 1973 y subs . En espera de la monografía de rius, Beitriige zur Erforschung und Praxis alter und neuer Kirchenmusik, ibíd., I,
F. HAMMOND, Giro/amo Frescobaldi, de próxima publicación, véanse los comentarios 1966 ss.) garantizan la difusión de mercado y la actualización crítica de la imagen de
introducidos a los volúmenes de la e dición crítica de las obras frescobaldianas em- Schütz en el mundo protestante, quedan como fundamentales Gunto a la edición de
prendida por la Sociedad Italiana de Musicología e n los Monumenti musicali italiani, las Gesammelte Briefe und Schriften, al cuidado de E. H. Müller, Bosse, Regensburg,
Suvini Zerboni, Milano, 1975 y subs. En el área de los músicos de teclado noreuro- 1931) las monografías de H. J. MosER, H. S., Sein Leben und Werk, Barenreiter,
peos se puede acceder a través de A. CuRTIS, Sweelinck's keyboard musci. A study Kassel, 1936 (reimpreso e n 1954; trad. ingl.: H. S., His life and work, Concordia
of English elements in seventeenth-century Dutch composition, Oxford University Pubtishing House, St. Louis, vMo. 1959), y de H. H. EGGEBRECHT, H. S., Musicus
Press, London, 1972; pero e l estudio más estimulante sobre Sweelinck es el de poeticus, Vandenhoeck & Ruprecht, Gottingen, 1959. En italiano se leen W. ÜST·
F. NosKE, Forma formans, en · Intemational review of the aesthetucs and sociology HOFF, H. S., L'incontro storico fra lingua tedesca e poetica musicale italiana nel Sei-
of music .. , VIL, 1976. Para la música instrumental de conjunto, véanse en general. cento, Centro Te desco di Studi Veneziani, Venezia, 1974, y H. S. e il suo lempo. Alti
W. S. NEWMAN, The sonata in the baroque era, University of North Carolina Press, del J. • convegno internacionale di studi (Urbino, 29-31, luglio 1978), G. Rostirolla, So-
Chape) Hill, N. C., 1959 (reimpreso en 1966), y en particular E. SELFRIDGE-FIELD, cieta Italiana del Flauto Dolce, Roma, 1981. Sobre la llamada •retórica musical• (co-
Venetian instrumental musci froom Gabrieli to Viva/di, Blackwell, Oxford, 1975 (trad. dificada sobre todo en los tratados de Bemhard: cfr. ]. MüLLER-BLATTAU, cit.) véase
it.: La música instrumenta/e a Venezia da Gabrieli a Viva/di, ERI, Roma, 1980). Para la •voz• del New Crove cit. y C. DAHLHAUS, Die figurae superficiales in den Trakta-
la música de danza, véanse las •voces• del New Grove cit. e impuestas (por otra par- ten Christoph Bernhards, in Berich über den internationalen mttsikwissenschftlichen
te, de dirección muy variada) como TH. WALKER, Ciaccona and passacaglia: remarks kongress Bambery 1953, Barenreiter, Kassel-Base, 1954.
on their origins and early history, en •Joumal of the American musicological society», 19-20. Los textos de las fábulas pastorales florentinas se leen en A. SoLERTI,
XXI, 1968, y W. KIRKENDALE, L'Aria di Fiorenza id est il Bailo del Gran Duca, Olsch- Gli albori del melodramma, 3 vol. , Sandrom, Milano [1904]; una selección de y des-
ki, Firenze, 1972. de libretos seiscentescos en A. DELLA CORTE, Drammi per musica del R inuccini allo
15-16. El título de la Geschichte der katholischen Kirchenmusik, II, a cargo de Zeno, 2. vol., UTET, Torino, 1958; una diversa selección al cuidado de P. Fabbri
K. G. BRENREITER, Kassel-Basel, 1976, promete más de lo que en verdad tiene. Op- aparecerá pronto en un tomo de la colección. El teatro italiano, Einaudi, Torino. Al
timo, en cambio, G. SETEFANI, Música e religione nell'Italia barocca, Flaccovio, Pa- cuidado de H. M. Brown (Gar land Publishing, New York, 1977 ss.), desde el facsímil
lenno, 1975 (cfr. la reseña de M. BARONI, e n la · Revista italiana de musicología•, de 17 partituras seiscentescas (con libretos). Los textos teóricos de comienzos de
XII, 1977). Una selección de obras de Grandi es accesible en la disertación de siglo se leen en A. SOLERTI, Le origine del melodramma, cit, (y ahora también en una
M.. SEELKOPF, Das geistliche Schaffen von Alessandro Grandi, Würzburg, 1973. Del colección de fuentes documentales operísticas que cubre todo el siglo e n Italia, Fran-

304 305
cia y Alemania: Quellentexte zur Konzeption der europiiischen Open im 17. jahrhun- L. BIANCONI, Funktionen des Operntheaters in Neapel bis 1700 und die Rolle Alessan-
derl, al cuidado de H. Becker, Barenreiter, Kassel, 1981; cfr. la reseña de L. BIAN- dro Scarlattis, in Colloquium Alessandro Scarlatti, Würzburg 1975, al cuidado de w.
CONI en la · Revista italiana de musicología•, XVIJ, 1982), mientras que aqueUas de O~thoff Y J. Rude-Dronke, Schneider, Tutzing, 1979. Un ejemplo de los estudios
fmales de siglo son examinadas en R. FREEMAN, Apostolo Zeno's reformo[ the libretto, (Sie~pre más frecuentes) que ilustran las vicisitudes de cada uno de Jos •drammi per
en •Joumal of the American musicological society•, XXI (1968). BriUante es el tra- mus1ca .. representado~ en los teatros de toda Italia: L. LINDGREN, 1 trionfi di Cami-
tamiento de los problemas estéticos y artísticos de los orígenes de la ópera en el ca- lla, en · Studi mus1cah•, VI (1977). Del lamento (operístico o de cámara) tratan M.
pítulo VI de N. PIRROTTA, Li Due Orjei. Da Poliziano a Monteverdi, Einaudi, Torino, MURATA, The recitative soloquy, en •Joumal of the American musicological society.. ,
1975; cualquier consideración sobre la historiografía de la ópera en L. BIANCONI, Sto- XXXII 0~79), Y E. RosAND, The descending tetrachord: and emblem of lament, en
ría dell'opera e storia d'Italia, en la · Revista italiana de musicología•, IX (1974). Abun- •!he mus1cal quarterly•, LXV (1979). La producción de cantatas (con preponderan-
dan las investigaciones sobre la escenografía (apreciables: P. BJURSTROM, Giacomo Cia romana) ha s1do sopesada en la serie de estudios The Wellesley edition cantata in-
Torelli and baroque stage design, Nationalmuseum, Stockholm, 1962; C. ·MOLINAR!, dex senes (~l cu1dado de O. Jander e altri), WeUesley CoUege, Wellesley, Ma. , 1964
Le nozze degli dii. Un saggio sul grande spettacolo italiano nel Seicento, Bulzoni, Ro- ss.; resum1do el tratamiento de G. RosE, The Italian cantata of the baroque period,
ma, 1968; Illusiones e pratica teatrale. Proposte per una lletura dello spazio scenico da- en Gattungen der Mustk m Emzeldarstellungen. Gedenkschrift Leo Schrade ¡ Fran-
gli intemzedi fiorentini al/'opera comica vmeciana, catálogo de la muestra al cuidado che, Bem-München, 1973. ' '
de F. Mancini, M. T. Turaro y E. Povoledo, Pozza, Vicenza, 1975), mientras falta 24-26. El acceso a la inme~sa bibliografía sobre el teatro de ópera en los par-
en cambio hasta la fecha un tratamiento total satisfactorio de la música teatral italiana ses alemanes (excluida la corte v1enesa, para la cual véanse: F. HADAMOWSKY Ba-
de la primera mitad del siglo: son excepciones un libro polaco (A. SZWEYKOWSKA. rocktheater am Wtener Kaiserhof, en •Jahrbuch der GeseUschaft für Wiener Th~ater­
Dramma per musica w teatrze Wazónw. Karla z dziejów barokowego dramatu, Polskie foschung 1915/52:·· A Sexl, Wien, 1955: M DIETR!Cll!. Goldene Vlies-Opern der Ba-
Wydawnictwo Muzycne, Krakówn, 1976), las indicaciones forzosamente sumarias de rockzetl lhre Poltltsche Bedeutung und ihr Publikum, Osterreichische Akademie der
la •VOZ•· Opera en New Crove, cit. , o tratamientos específicos como S. LEOPOLD, Que- W1ssenschaften: Wien, 19?5; H. SE!FERT, DieOper am Wiener Kaiserhofim 17. j ahr-
/le bazzicature poetiche, appellate ariette. Dichtungsformen in der frühm italienischen hundert, Schnetder, Tutzmg, llliTllnente) se realiza a través de R. BROCKPAHLER,
Oper (1600-1640), en •Hamburger jahrbuch für Musikwissenschaft•, IIl (1978). Para Handbm;h zur Geschichte der Barockoper in Deutschland. Lechte, Emsdetten, 1964.
las óperas Barberini-Rospigliosi: M. MURATA, Operas for the Papal Cour/1631 -1668, Para la opera de Hamburgo (además de los anuarios lii y V, 1978 y 1980, del •Ham-
UMI Reschar Press, Ann Arbor, Mi. , 1981. burger Jahburch für Musikwissenschaft .. ),) véase, en general, H. C. WOLFF, Die Ba-
21-23. Los tratados de S. T. WORSTHORNE, Venetian opera in the seventeenth rockoper in Hambu_rg (1678-1738), 2 vol., Moseler, Wolfenbüttel, 1957, y, en parti-
century, Oxford University Press, Oxford, 1954, y de N. MANGINI, I teatri di Vene- cular, K._ZELM, Dte Opern Reinhard Keisers, Katzbich.ler, München-Salzburg, 1975.
zia, Mursia, Milano, 1974, se pueden completar con los comienzos interesantes (si Los ya Citados R. M. ISHERWOOD y]. R. ANTHONY tratan en extenso también la ópera
bien fuertemente ideologizados) del capítulo veneciano en L. ZORZI, /1 teatro e la cit- francesa. En particular véanse luego: H. PRUNIÉRES, L'opéra italien en France avant
ta. Saggi sulla scena italiana. Einaudi, Torino, 1977, y con los aportes multidiscipli- L~l?', Champion, 19~3; C: GIRDLESTONE, La tragédie en musU¡ue (1673-1750) consi-
narios de Venezia e il melodramma nel Seicmto, al cuidado de M. T. Muraro, Olsch- déree comme genre ltttératre, Droz, Geneve-París, 1972; J. NEWMAN, jean-Baptiste
ki, Firenze, 1976. De los modelos empresariales y de los condicionamientos produc- Lully and his tragédies lyriques, UMI Research Press, Ann Arbor. Mi. 1979.Sobre
tivos trata la segunda parte de L. BIANCOM!-TH. WALKER, Seventeenth-century Italian el co~cto estilístico Italia-Francia: G. MORCHE, Corelly und Lully. Üb~r den Natio-
opera. Two essays in social history, Cambridge University Press, Cambridge, 1982: n~lsltl, en Nu?vi studi corel/iani, a cargo de G. Gianchin, Olschki, Firenze, 1978. Ade-
un resumen de la misma investigación, junto a una mesa redonda sobre Seventeenth- ~as, La musrque de scene de la troupe de Shakespeare, a cargo de ]. P. Cutts, Edi-
century music drama (coordinada por P. Petrobelli) que examina la cuestión a escala ttons du C.N.R.S., París, 1959, para la música teatral en Inglaterra baste remitirse
europea, se lee en el R eport of the twelf congress, Berkeley, 1977, Barenreiter, Kas- a la bibliografía sobre PurceU, así como a~ fundamental E. J. DENT, Foundations of
se!, 1981. Del lado más estrictamente musical son algunas óptimas monografías so- Englts~ opera. _A st~dy of mustcal drama m England during the seventeenth century,
bre músicos venecianos eminentes: W. ÜSTHOFF, Das dramatische Spiitwerk Claudio Cambndge Uruverstty Press, Cambridge, 1928, y a dos estudios recientes sobre el
Monteverdis, Schneider, Tutzing, 1960 (y del mismo autor, el ensayo Maschera e mu- t~atro de 1~ restau_ración: E. HAUN, _But hark! more hannony. The libretti of Restora-
sica, en la •Nueva revista musical italiana», 1, 1967); J. GLOVER, Cavalli, Bastsford, tton opera m Engltsh, Eastern M1chigan University Press, Ypsilanti, Mi., 1971, y C.
London, 1978; E. RosAND, Barbara Strozzi, virtuosissima cantatrice: /he composer's A. PRICE, Muste m the R estoranon theatre: with a catalogue of instrumental music in
voice, en •Joumal of the American musicological society•, XXXI (1978). the Pl~ys 1665-1713, UMI Research Press, Ann Arbor, Mi., 1979. De la vasta aun-
La difusión de la ópera veneciana en Italia está ilustrada por L. BIANCONI, TH. WALr que dtspersa biblio_graffa sobre música teatral española, baste mencionar la edición (crí-
KER, Dalla · Finta pazza. alla • Veremonda· : storie di Fibiarmonici, en la · Revista tica Y documentanamente ilummante, y rica en remisorias bibliografías ulteriores) de
italiana de musicología .. , X (1975). De la rica bibliografía local y erudita que trata de J. VÉLEZ DE GUEVARA, Los celos hacen estrellas, a cargo de]. E. Varey, N. D. Sher-
la institución de teatros de ópera en todas las ciudades italianas, baste mencionar al- gold y J. Sage, Tamesis Book, London, 1970.
gún estudio reciente: P. BJURSTROM, Feast and theatre in Queen Christina's Rome,
Nationalmuseum, Stockholm,1966; R. L. WEAVER-N. W. WEAVERAchronologyofmu-
sic in the Florentini theater, 1590-1750, Information Coordinators, Detroit, Mi., 1978;

306 307
INDICE DE NOMBRES
ABBATTESA, Giovan Battista, 93. ARTUSI, Giovan M aria, 25, 26, 36, 47,
ABBATINI, Anton Maria, 6, 48, 69, 81, 61.
83, 184, 261, 262, 264. AULNY, Condes d', 293.
ACCIAIUOLI, Filippo, AUREU, Aurelio, 173, 174.
ACHILLEI, Vittorio, 241. AVELLA, Giovanni d', 58.
ACHILLINI, Claudio, 27, 38.
BACH, Johann Sebastian, 76, 126, 128,
ADDISON, Joseph, 233.
138, 198.
AGAZZARI, Agostino, 9, 59, 101, 204.
BACON, Francis, 30.
AGLIE, L udovico d', 247.
BADOARO, Giacomo, 173, 174.
AGOSTINI, Paolo, 48.
BALDINI, Sebastiano, 261, 263.
AGOSTINI, Pier Simon, 48, 82. BALLARD, Los, 141.
AGUSTÍN, San, 131. BAN, Joan Albert, 56.
ALBERT, Heinrich, 207. 8 ANCHIERI, Adriano, 93, 106.
1¡ ALEJANDRO VII, 72, 103, 185, 261. BARBARJNO, Bartolomeo, 9, 18.
ALGAROTTI, Francesco, 156. BARBERINI, Familia, 7, 69, 72, 167, 184,
ALLACI, Leone, 178. 216.
Au.EGRI, Gregorio, 49. BARBERJNI, Maffeo. Ver URBANO VIII.
ANCINA, Giovenale, 114. BARDI, Giovanni, 119.
ANERIO, Giovan Francesco, 9, 102, 106, BARONJ, Leonora, 19.
119. BARTOLI, Daniello, 47.
ANGLEBERT, ]ean Henri d', 68. 8ARTOLONI, N. E., 173.
ANGUILLARA, Giovan Andrea dell', 201. BASILE, Adriana, 14, 19, 20, 37.
.ANIMUCIA, Giovanni, 102, 114. BASILE, Giambattista, 53, 94.
ANNIBALDI, Claudio, XIX. BASSANI, Giambattista, 75, 124.
ANTEGNATI, Costanzo, 106. BATTAILLE, Gabriel, 248.
APOLLONI, Giovan Filippo, 183, 194, 208. BELLANDA, Ludovico, 9.
APROSIO, lncognito Angelico, 97. BELLI, Dmenico, 161.
ARCADELT, Jacques, 6, 76. BEMBO, Pietro, 18.
ARCHILEI, Vittoria, 19. BENEVOLJ, Orazio, 72.
ARIOSTO, L udovico, 200. BERARDI, Angelo, 48.
ARISTÓTELES, 156. BEREGAN, Nicolo, 177.
ARúN, 267. BERNARDO, San, 129, 131.

309
r(i
1

BERNHARD, Christoph, 48, 61, 62, 133, BIWGNONICO, Ürazio, 14.


CASONI, Guido, 12, 13. COSTANZO, Fabrizio, 93.
134. ERUNATTI, Domenico, 9.
CAURROY, Eustache du, 141. COUPERlN, Fran<;ois, 197.
BERNINI, Gian Lorenzo, 31, 85, 115, BRUNELLI, Antonio, 196.
CAVALIERI, Emilio de', 3, 93, 118, 119, CRESCIMilENI, Gio. Mario, 155.
167, 185, 218. EIWNI, Antonio, 201.
160, 161, 204. CRISTIAN IV, Rey de Dinamarca, 5.
BERTALI, Antoni, 208, 209. BULL, John, 66.
CAVALLI, Francesco, 26, 35, 48, 77, 78, CRISTINA DE FRANCIA, 18, 247.
BERTI, Giovan. Pietro, 20. BUONAMENTE, Giovan Battista, 93.
80, 83, 84, 110, 168, 172, 173, 174, CRISTINA DE SUECIA, 82, 83, 208.
BESARD, Jean-Baptiste, 93. BUONARROTI, Miguel Angel, 275.
175, 178, 179, 180, 181, 182, 183, CRIVEI.LI, 102.
BIANCHl, Giovan Battista, 14. BURMEISTEk, joachim, 61.
189, 197, 198, 200, 210, 217, 218, CROMWELL, Oliver, 29, 143.
BIANCIAIWI, Agostino, 59. BURNACINI, Giovanni, 208.
229. CRUZ, Juana Inés de la, 117.
BIANCIARDI, Francesco, 9. BURNACINI, Ludovico Üttavio, 208, 209,
BlANCO, Baccio del, 116, 236. CAZZATI, Mauricio, 75.
210, 211.
BIANCONI, Cario, XIX. CECCHI, Domenico, 69.
BusENELLO, Giovan Francesco, 173, CHAMPION DE CHAMilONir:RES, Jacques,
BIANCONI, Giuseppina, XIX. 174, 175. CERDA, Juan de la, 95.
CERF, Jean le, 228. 68.
BICILLI, Giovanni, 48. BuTI, Francesco, 216.
CERISISNI, Giovanni, 9. CHARI'ENTIER, Marc Antonie, 54, 72,
BmKEN, Sigmund von, 205. E UXTEHUDE, Dietrich, 129.
BISACC!ONI, Maiolino, 174. CERONE, Pedro, 57. 123, 139, 140, 142.
BUZZOLENI, Giovanni, 187.
BISSARI, Pietro Paolo, 173. CERVANTES, Miguel de, 95. CHERICI, Sebastiano, 124.
BYIW, William, 144.
BLOW, john, 145, 147, 276, 277. CESTI, Antonio, 48, 79, 80, 82, 175, 183, CmABRERA, Gabriello, 16, 17, 18, 27,
BOCACClO, Giovanni, 166. CACCINI, Francesca, 19, 241, 245. 186, 208, 209, 210, 261. 161, 165.
BODENSCHATZ, Erhaerd, 126. CACCINI, Giulio, 3, 17, 19, 20, 46, 48, CICOGNINI, Giacinto Andrea, 174, 175, CH!GGI, Familia, 72, 80, 185.
BOEC!O, 267. 51, 119, 152, 154, 161, 231, 241, 245. 181, 189.
BOESSET, Antaine, 56, 248. CACCINI, Settimia, 16, 18, 241, 245. CICOGNINI, Jacopo, 161, 174. DACH, Sirnon, 207.
BOILEAU, Nicolás, 222. CAIFAB!n, Giovan Battista, 71. CLEMENTE IX, 166. DANCOURT, Mme., 298.
BOLOGNINI, Bernardo, 9. CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro, 184, CLEMENTE X, 72. DELANDE, Ver LA LANDE.
BoNI, Giambattista, 16. 236, 237. CLEMSEE, Cristoph, 5.
EONINI, Severo, 9, 196. DEMOCRITO, 55.
CAMBERT, Robert, 218. COLAIANNI, Giuseppe, 9. DENTICE, Scipione, 9.
EONONClNI, Giovanni, 182, 186, 203, CAMERINO, Vittorio Lancelotti, 241. COLBERT, 66, 80, 220.
217. DESCARTES, René, 51, 55, 56.
CAMPANELLA, Tomasso, 54. CoLOMBI, Giovan Bernardo, 9.
EONONCINI, Giovan Maria, 7, 14, 75. DESPREZ, Josquin, 48, 264.
CAMPEGGI, Ridolfo, 161. COLOMill, Giuseppe, 75.
BONTEMPI, Giovani Andrea, 60, 125, DIRUTA, Girolamo, 57.
CANALE, Floriano, 93. COLONNA, Familia, 72.
273. DONFRIED, Johannes, 126.
CAPELLO, Familia, 168. COLONNA, Giovan Ambrogio, 93.
BORROMEO, San Carlos, 115. DONI, Giovan Battista, 54, 155, 162,
CAPRIOLI, Cario, 48. COLONNA, Paolo, 75.
BORIWMEO, Federico, 115. 164.
CAPRICORNIUS, Samuel Friedrich, XVIII. Cor.oNNA, Pompeo, 161.
BORROMEO, Vitaliano, 183. DOWLAND, John, XVIII, 66.
BORIWMINI, Francesco, 31, 116, 118. CARA MUSTAFA, 216. CONTARINI, Marco, 77, 78, 279.
CARAPEZZA, Emilio, XIX. DRAGHI, Antonio, 209, 210.
BossA, Renato, XIX. CoNSTANTINI, Fabio, 71.
CARAVAGGIO, Michelangelo Merisi da, DRYDEN, John, 229, 233, 234, 276.
BossuET, jacques Benigne, 143. COPPOLA, Filippo, 237.
46. DOREN, Andreas, 73.
BOSTEL, Lucas Van, 216. CORBETTA, Francesco, 93.
CARilONCHI, Antoni, 93. DURANDO, Estienne, 248.
BO'!TiüGARI, Ercole, 32. CORELLI, Arcangelo, 76, 82, 83, 84, 275.
BOUQUET, M. Fh., 247. CARDUCCI, Alessandro, 209. DURFEY, Thomas, 238.
CORNACCHIOLI, Giacinto, 161.
Bovi, Tomasso, 192. CARISSIM!, Giacomo, 48, 52, 55, 72, 82, CORNEILLE, Pierre, 217, 293, 298.
BRACClANO DA Tom, Antonio, ¿pseudóni- 122, 123, 140, 194. EBERT, Adam, 187.
CORRADI, Giulio Cesare, 215.
mo de Artusi? , 25. CARLINO, Giovan Giacomo, 9. CORSI, Bernardo, 9. ELMENHORST, H., 215.
BRACCIOLINI, Francesco, 18. CARLOS I Estuardo, Rey de Inglaterra, CORSI CELANO, Giuseppe, 48. ENRIQUE IV, Rey de Francia, 141, 216,
BRACHROGGE, Johann, 5. 14:3, 231. 248.
CuRSINI, Ottavio, 161.
BRANCIFORTE, Girolamo, 26. CARLOS II, Rey de España, 177. ERRICO, Scipione, 174.
CORTONA, Pietro da, 31.
BRAUNSCHWE!G-WOLFENBÜTTEL, Conde CARLOS II Estuardo, Rey de Inglaterra, ESQUILO, 162.
COSME ll, Duque de Toscana, 242.
de, 214, 215. 143, 144, 145, 146, 231, 277. ESTE, Los, 20, 216.
CossoNI, Cario Donato, 48, 75.
BRESSAND, Friedrich Christian, 214. CARLOS IX, Rey de Francia, 66.
CoSTA, Francesco, 194. ESTUARDO, Los, 66, 144, 231.
BRIGNOLE SALE, Anton Giulio, 97. CAROSO, Fabrizio, 93. COSTANTINI, Fabio, 71. EURÍPIDES, 162, 222.
310 311
.,

F ABBRI, Paolo, XIX. GAGLIANO, Marco de, 9, 18, 48, 119, HARSDORFFER, Georg Philipp, 204. LALANDE, Michei-Richard de, 72, 139,
FARNESE, Cardenal, 243. 159, 161, 205. HASLLER, Hans Leo, 5. 141, 142.
FARNESE, Familia, 20, 216. GALILEI, Galileo, 30, 36, 54. HEINICHE, Johan David, 59. LAMBARDI, Francesco, 9.
FASOLO, Gio. Battista, 106. GALTIER, Denis, 67. HELFER, Charles d', 141. LANDI, Stefano, 51, 161, 166.
GALLI BIBIENA, Ferdinando, 182, 187. HERÁCLITO, 55. LANIER, Nicholas, 231.
FATTORINI, Gabriele, 14.
HOLLANDER, J., 276. LAURA, 40.
FAUSTINI, Giovanni, 171, 173, 178. GANTEZ, Annibal, 140.
HOMERO, 173. LASSO, Orlando di, 46, 49.
FEDERICO AUGUSTO, Rey de Polonia, GARSI, Santino, 93.
HORACIO FLACO, Quinto, 223. LASSUS, Orlando, 126, 141.
138. GASTOLDI, San Giacomo, 5.
HUMFREY, Pelharn, 145. LAURENZI, Filiberto, 180.
FEIND, Barthold, 154, 216, 287, 288. GERO, ]han, 6.
HUYGENS, Christian, 54. LAWES, Henry, 145.
FELIPE III, Rey de España, 95. GESUALDO, Cario, Príncipe de Venosa, 6,
HUYGENS, Constantijn, 58. LEGRENZI, Giovanni, 124, 177.
FELIPE IV, Rey de España, 46. 7, 8, 18, 21, 22, 25, 26, 50, 73, 76,
FENLON, late, XIX. 90, 135. LEOPOLD, Silke, XIX.
GmsuAGLIO, Girolamo, 9. IGNACIO DE LOYOLA, San, 115. LEOPOLDO 1, Emperador, 208, 209, 210,
FERNANDO, Archiduque del Tiro!, 79,
GHIZZOLO, Giovanni, 9. INDIA, Sigismondo d', 9, 10, 15, 16, 17, 211.
208.
GJACOBI, Girolamo, 32, 161. 19, 27, 90, 258. LlllERATI, Antirno, 60.
FERNANDO Il, Emperador, 21, 79, 80. lNOCENCIO XI, 105.
GIAMBERTI, Gioseffo, 93. LIBERTI, Vincenzo, 9.
FERNANDO II, Gran Duque de Toscana, INOCENCIO XII, 105.
GJBBSONS, Orlando, 144. LOCKE, Matthew, 145.
160.
GILLES, Jean, 141. ISABEL I, Reina de Inglaterra, 6, 30, 143, LOPE DE VEGA, Félix, 95, 173, 205.
FERRABOSCO, Alfonso, 248. 144.
GIOVANELLI, Ruggiero, 46. LOREDANO, Gio. Francesco, 201.
FERRARI, Benedetto, 168, 173, 178, 179, ISIDRO, San, 115.
GIOVANNI, Scipirnne, 93. Lo·n1, Cosirno, 236.
180, 207, 208. lVANOVICH, Cristóforo, 154, 280.
GJUSTINI, Dorotea, 265. LUCIO, F., 173, 175.
FERRINI, G. B., 50, 93.
GIUSTINIANI, Vincenzo, 46, 61, 168. LUIS XIII, Rey de Francia, 65, 141, 194,
FILJPINI, Stefano (llamado Argentina),
GONZAGA, Eleonora, 22, 209. ]ACOBO I, 30, 144, 231. 248, 251.
111.
GONZAGA, Familia, 22, 35, 242. ]ACOBO III, Rey de Inglaterra, 82. LUIS XIV, Rey de Francia, 65, 66, 67,
FlORENTINO, Remigio, 201. }ENKINS, John, 144.
GoNZAGA, Guglielmo, 103. 68, 80, 138, 143, 211, 217, 218, 220,
FJORILLI, Tiberio, 217. JERÓNIMO, San, 119. 222, 223, 224.
FLAHERTY, G., 287. GORE111, Antonio, 77.
GRABBE, Johan, 5, 9. ]OHAN GEORG I, Duque de Sajonia, 84, LUIS XV, Rey de Francia, 141.
FLEMING, Paul, 207. 132, 187, 269, 270. LULLY, XVIII, 66, 68, 71, 80, 84, 98,
FLUDD, Robert, 30. GRABU, Louis, 234.
GRAMSCI, Antonio, 176. ]OIIAN GEORG, Príncipe de Sajonia, 273. 139 , 141, 142, 143, 156, 2 15,
FoGGIA, Francesco, 48, 75, 140. ]OHNSON, Robert, 230, 231, 248. 216-229, 234, 275.
GRANATA, Giovan Battista, 93.
FONTANELLI, Alfonso, 9, 26. ] ONES, lfugo, 231, 248. LUPACCHINO, Bemardino, 6.
GRANDI, Alessandro, 84, 113, 132.
FONTEIIO. Ver NIELSEN, Hans. ] ONSON , Ben, 231, 248. LUTERO, Martin, 126.
GRAZIANI, Bonifacio, 48, 75.
FOSCARINI, Gio. Paolo, 93. GRILLO, Angelo, 12, 13, 35. ]VAN IV DE BRAGANZA, Rey de Portugal, LUSITAN, 267.
FRANCISCO JAVIER, San, 115. GR!MANI, Hermanos, 168, 286. 29, 77. LUZZASCHI, Luzzasc, 6, 21, 135.
FRANCHINO, 267. GuALTIERI, Antonio, 9.
FRANCK, J. W., 215. GUARINI, Gian Battista, 10, 16, 23, 24, K"APSBERGER, Johannes Hieronymus, 9, MACCIONI, G. G., 208.
FRANZONI, Amante, 9. 27, 40, 41. 50, 51, 93. MACE, Thomas, 144.
FRESCOBALDI, Girolamo, 7, 9, 50, 76, 87, GUEDION, Pierre, 248. KAYSER, Margarita Susana, 214. MACEDONIO, Giovan Vincenzo, 9.
89, 90, 91, 92, 93, 97, 107. GUILLERMO III DE 0RANGE, Rey de Ingla- KEPLER, 54, 162. MACQUE, 6, 21.
FROBERGER, Johann Jacob, 50, 87, 91. terra, 144, 145. KEISER, Reinhardt, 187, 213, 214, 215, MAGGI, Cario Maria, 183, 186.
FuGGER, Familia, 270. GUSTAVO ADoLFO, Rey de Suecia, 194. 216, 287, 289. MAIER, Michael, 31.
FuSCONI, G. B., 173, 174. KIRCHER, Atanasius, 49, 50, 51, 52, 53, MANCIA, L. • 182.
Fux, 102. 55, 58, 122, 267. MANELLI, Francesco (Uarnado JI Fasolo),
HABSBURGO, Los, 20.
HAENDEL, Gerg Friedrich, 156, 200, KóLER, J. M., 215. 98, 168, 173, 179.
GABRIEL!, Andrea, 33, 135. 203, 217. KóNIG, Johann Ulrich, 214. MANTUA, Duques de, 279.
GABRIEL!, Domenico, 190. HALS, Frans, 31. KRIEGER, Adan1, 207, 214. MARAZZOLI, Marco, 82, 166, 173, 184,
GABRIEL!, Giovanni, 5, 33, 131, 133, HAMMERSCHMIDT, Andreas, 207. KUBLER, George, XIX. 186, 261.
135. I-IARDOUIN MANSART, Jules, 31. KusSER, Johan Sigismund, 214. MARCilE"J· n, Tomasso, 93.

312 313
MARENZIO, Luca, 4, 5, 6, 10, 12, 21, 46, MINATO, Nicolo, 171, 175, 210, 211, ÜRLANDI, Santi, 9, 161. PUENTE, Giuseppe de, 9.
48, 50, 135. 215, 217. OnoBONl, Pietro, 72, 124. PULJTI, Ga briello, 9.
MARGARITA DE AUSTRIA, 209, 256. MINGOTTI, Angelo, 215. Ovm1o NASÓN, Publio, 18, 41, 161, 164, PURCELL, Henry, XVII, 67, 85, 98, 138,
MARíA CASIMIRA DE POLONIA, 82. MING01TI, Pedro, 215. 200, 201. 144, 145, 146, 147, 148, 229, 233,
MARiA MAGDALENA, Archiduquesa de MISCHIATI, Osear, XIX. 234, 235, 236, 275.
Austria, 242. MóDENA, Duque de, 20, 75, 77, 187, PADBRUE, Cornelis, 6.
MARINO, Giovan Battista, 9-14, 16, 17, 279.
PALONTRO'rri, Melchirre, 241.
PALESTRINA, Giovanni Pierluigi da, 46, QuAomo, Francesco Saverio, 155.
22, 26, 27, 40, 41, 53, 85, '96, 174, MOLIÉRE Uean Baptiste Poquelin), 68,
48, 49, 71, 101, 102, 103, 119, 126, QUINAULT, Philippe, 222, 228.
194, 204, 205, 215. 220, 221.
MARLOWE, 205. 135, 262, 264.
MOMIGNY, ]éróme Joseph, 198.
MARSOLO, Pietro Maria, 9. PAMPIIlLl, Familia, 72. RACINE, Jean, 221, 298.
MONIGL!A, Giovanni Andrea, 182.
MARTELLO, Pier ]acopo, 155, 156. PAMPHILI, Benedetto, 124. RADESCA, Enrico, 9.
MONT, Henry du, 58, 139, 140, 141,
MARTINELLI, Caterina, 22. PANE, Domenico dal, 6. R,\MEAU, 60, 225, 226, 228.
142, 186.
MARTINI, Giovanni Battista, 54, 61. PARISANI, Giovan Francesco, 161. RAMOS PAREjA, Bartolomé, 269.
MONTALTO, Cardenal, 19, 46, 243.
MASSAINO, Tiburzio, 9. PASQUINI, Bernardo, 82, 83, 84, 124, RAMPONI, Virginia, 14.
MoNTE, Cardenal del, 249.
MASSANIELLO Cfomasso Aniello d'Amal- 183, 184. RASl, Francesco, 18, 19, 37.
MONTE, Philippe de, 21, 46.
fi), 29. PECCI, Tomasso, 9, 26. RECUPITO, lppolito, 241.
MONTELLA, Giovan Domenico, 9, 73.
MATTHESON, ]ohann, 49, 60, 208, 212. PEDERSON, Magnus (llamado Petreo), 5. REMBRANDT, Harmenszon van Rijn, 31.
MONTESARDO, Girolamo, 93, 97.
MAUGARS, André, 121, 134. PERANDA, Giuseppe, 124. RENZl, Anna, 180, 208.
MoNTEVERDI, Claudia, XVII, 6, 18, 21,
MAURIZIO, Landgrave de Asia, 5. PERI, Jacopo, 3, 48, 119, 152, 154, 159, REUs, Heinrich Posthumus, Conde de,
22, 23, 25, 26, 27, 31, 32, 34, 35, 38,
MAURIZIO DI SAVOIA, 20, 247. 161, 205. 129, 136.
42, 47, 48, 50, 51, 58, 64, 75, 77, 78,
MAYONE, Ascanio, 9. PERRAULT, Char les, 221, 222, 223. RICHELIEU, Cardenal, 216.
84, 90, 97, 109, 110, 111, 112, 113,
MAZARINO, Cardenal, 29, 185, 216, 217. PERRIN, Pierre, 140. RICHTER, Christian, 215.
MAZZAFERRATA, 124. 131, 133, 134, 135, 143, 152, 156,
PERRUCIO, Andrea, 287. RINALDI, Cesare, 12, 13.
MAZZOCHI, Domenico, 6, 48, 161. 158, 160, 161, 169, 174, 175, 178,
PERSJANJ, Orazio, 173. RINUCCINI, Üttavio, 16, 18, 27, 40, 41,
MAZZOCCHI, Virgilio, 60, 72, 82, 103, 180, 192, 193, 194, 196, 197, 198.
PESJ<:NTI, Martina, 20. 119, 152, 154, 159, 161, 162, 165,
161, 166, 167. MONTEVERDI, Giulio Cesare, 26, 169. PESORI, Stefano, 93. 193, 194, 196, 197, 205.
Me GowAN, M. M. , 248. MONTI, Giacomo, 75. PESTELLI, Giorgio, XVIII. RIST, Johann, 207.
MÉDICI, Familia, 20, 77, 79, 80, 160, MONTZ, Landgrave, 270, 271. PETRARCA, Francesco, 10, 17, 18, 22, ROBERT, Pierre, 139, 141.
178, 183, 208, 215, 216, 242. MORALES, Cristóbal, 48. 35, 40, 41. RocciA, Dattilo, 9.
MÉDICI, Ferdinando de, 46, 243. MoRELLl, Giovanni, XIX. PETREO. Ver PEDERSON, Magnus. ROMANO, Remigio, 20.
MÉDICI, Gio. Cario, 182. MORELY, G., 249. PHILli'S, Peter, 93. ROMRO, Mateo, 205.
MÉDICI, Matías de, 178. MORLEY, Thomas, 67. PIAZZA, Giovan Battista, 196. RORE, Cipriano de, 35, 46.
MÉD!CI GONZAGA, Caterina, 21. MOZART, Wolfgang Amadeus, 156, 198. PICO, Floriano, 93. RosA, Salvatore, 83.
MEDJNACELI, Duque de, 182. MURATORI,, Ludovico Antoni, 155, 156. PISA, Agostino, 56. ROSPIGLIOSI, Giulio, 116, 164, 166, 167,
MELANI, Alessandro, 48, 82, 124, 217, PISARRI, Antonio, 75. 184, 186, 236.
261. NEGRI, Marc'Antonio, 9. PISTOCCHI, Francesco Antonio, 69, 187. Rossi, Luigi, 82, 167, 193, 216.
MELANI, Atto, 116, 208. NENNA, Pomponio, 6, 9, 12, 13, 21, 48. PLATÓN, 37. Rossi, Michelangelo, 7.
MELANI, Domenico, 84. NERI, San Felipe, 114, 115, 119. PLAYFORD, john, 67.
MELANI, ]acabo, 182. Ross1, Salomone, 9, 48.
NIEI..SEN, Hans (llamado Fontelio), 5. POLLAROLO, Cario Francesco, 187.
MELLI, Dome nico Maria, 9. RoSSINI, Gioacchino, 156.
NIVERS, Guillaume-Gabriel, 106. PüMPILIO, Angelo, XIX.
MELLI, Pier Paolo, 93. ROVERE, Vittoria della, 160.
NoLFl, Vincenzo, 173. PONTE, Lorenzo da, 190.
MERSENNE, Marin, 55, 56, 57, 70. RUBENS, Pieter Paul, 31, 85.
PONTIO, Pietro, 61.
MERULA, Tarquina, 14. RusPou, Familia, 72.
POSTEL, Christian Heinrich, 215, 291.
METALLO, Grammatio, 6. ÜBIZI, Pio Enea degli, 168 . POSSENTI, Pellegrino, 194.
METASTAS!O, Pietro, 156, 190. ÜFFENBACH, jacques, 163. POUSSIN, Nicolás, 31, 53. SABBATINI, Galeazzo, 14.
MICHELLI, Antonino da, 93. ÜÑATE, Conde de (!fugo Vélez de Gue- PRAETORIUS, Michael, 33, 34, 127, 135. SABBATINI, Niccolo, 160.
MICHELLI, Romano, 50. vara y Taxis), 182. PRIULI, Giovanni, 9. SACLE'I1'A, Orazio, 9.
MILANUZZI, Cario, 14, 20, 93. ÜPITZ, Martin, 205, 206, 207. Psm.w, 267. SACIV\TI, Francesco, 173, 174, 178, 179.
MILIONI, Pietro, 20, 93. ÜRCHI, Emanuele, 121. PUCITELLI, Virgilio, 202. SACHADEUS, Abraham, 126.

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SAINT EVREMONO, Carlos Marguetel, SORIANO, Francesco, 102. UBERTI, Grazioso, 69, 81. VIRGILIO MARON, Publio, 173.
287, 288, 290, 291. SPAGNA, Arcangelo, 125. UGOLINI, Vincenzo, 46. VITAL!, Filippo, 161, 173.
SALICOLA, Margherita, 187. URBANO III, 101. VITAL!, Giovan Battista, 75.
SPERONI, Sperone, 164.
SALVADOR!, Andrea, 115, 161. ST!GLIANI, 11, 12. URBANO VIII, 30, 60, 71, 166, 167, 262, VITTORI, Loreto, 79, 82, 84, 158, 194.
265. VITTORIO AMADEO, Duque de Saboya,
SALVADOR!, Giuseppe Gaetano, 287. STORACE, Bernardo, 97.
18, 247.
SALVATERRA, Giovan Maria, 115. STAMPLIGLIA, 182.
VALENTINI, Giovanni, 14. VOIGTLÁNDER, Gabriel, 207.
SALZILLI, Crescenzio, 9. STRAOELLA, Alessandro, 32, 77, 82, 83,
VALENTINI, Pier Francesco, 50. Voss, I saac, 56.
SANCES, Gio. Felices, 194, 197, 210, 183, 186, 261.
211. STRAVINSKY, l gor, 8, 242. VALLE, Pietro della, 45, 57, 64, 102, WAGNER, Richard, 155, 156.
103. WALTER, Thomas, XIX.
SANNAZARO, Jacopo, 17. STRIGGIO, Alessandro, 46.
VECCHI, Orazio, 5, 9. WALLS, P., 248.
SANSEVERINO, Benedetto, 93. STRIGGro, Alessandro, Jr. , 35, 160.
VELÁZQUEZ, Diego, 31. WEBER, Carl Maria von, 156.
SANTURINI, Francesco, 286. STROZZI, Barbara, 174, 194.
VÉLEZ DE GUEVARA, L uis, 184. WELLS, S. W., 248.
SARTI, Giovan Vincenzo, 48. STRozzr, Giulio, 14, 18, 38, 40, 41, 161,
VENDRAMIN, Paolo, 173. WERT, Jaches de, 21.
SASSANO, Mateo, 69. 173, 174, 180, 182.
VENTURA, Domenico, 210, 211. WII..I..AERT, Adrian, 35.
SAVIONI, Mario, 48, 82. STROZZI, Gregario, 97.
VENTURA, Santo, 210, 211. WOI..FF, Christian, 51.
SBARRA, Francesco, 175, 209, 210. STRUNGK, Nikolaus Adam, 214, 215.
VERDI, Giuseppe, 199. WREN, Christopher , 31.
SuRJAN, Elvidio, XIX.
SCACCHI, Marco, 47, 48, 51. VEROONCK, Comelis, 5.
SWEELINCK, Jan Pieterszoon, XVIII, 5, ZACCONI, Lodovico, 57, 61.
SCARLATTI, Alessandro, 7, 68, 82, 83, VEROVIO, Simone, 76.
58, 86, 87, 88, 93, 127. ZAN M uzzrNA (pseudónimo de Bartola-
124, 156, 182, 185, 186, 213. VERSO, Antonio 11, 9, 10.
meo Bocchini), 94, 95.
ScrALLA, Alessandro, 9. VIADANA, Ludovico de, 3, 33, 93, 126,
ZANETrJ, Gasparo, 87, 93.
SCHEIDEMANN, Heinrich, 73. TAOOEO DE VENECIA, 270. 127.
ZARLJNO, Gioseffo, 26, 35, 54, 57, 59,
TALLIS, Thomas, 144. VIAI..E FERRERO, Mercedes, XIX, 247.
,, SCHEIOT, Samuel, 73, 127, 128.
SCHEIN, Johannes Hermann, 127, 128,
TASSO, Bernardo, 27. VICTORIA, Tomás Luis de, 102.
61, 267.
ZEFERO, 94.
TASSO, Giovan Maria, 6. V!GNALI, Francesco, 14. ZENO, Apostolo, 156, 192.
130, 135.
TASSO, Torcuato, 10, 11, 17, 27, 39, 41, VILLIFRANCHI, Giovanni, 18. ZIANI, Pietro Andrea, 174, 183.
SCHMELZER, Andreas Anton, 210, 211.
194.
SCHMELZER, Johann Heinrich, 209, 210,
TEMPLE, William, 298.
211.
TENAGLIA, Francesco, 48.
SCHOTT, Gerhard, 212, 213.
TERESA DE AVILA, Santa, 115.
SCHUBERT, Franz, 198.
TESAURO, Emanuele, 249.
SCHUITZ, Comelis, 5, 14. TEST!, Fulvio, 20, 41, 187.
SCHÜRMANN, Georg Caspar, 214. T HEILE, Johann, 215.
SCHUTZ, Heinrich, XVII, 5, 7, 9, 12, 39, TIRABOSCHI, Girolamo, 155.
47, 61, 85, 125, 128-137, 138, 143, T!ZIANO, 275.
269, 270, 273.
TOLLIUS, Jan, 5.
SEGNERI, Paolo, 121. TOMKINS, Thomas, 144.
SÉNECA, L ucio Anneo, 162. TORELLI, Giacomo, 171, 173, 217.
SEVIGNÉ, Marie de Rabutin Chantal, 229. ToRRE. Ver RAMos PAREJA, Bartolomé.
SHAKESPEARE, William, 205, 230, 234, TORREJÓN Y VELASCO, Tomás de, 237.
298. TOTIS, Giuseppe de, 184.
SIEFERT, Paul, 47, 73. TRABACCI, Gio. Maria, 86.
SrGLER DE HUERTA, Antonio, 184. TREGIAN, Francis, 73, 237.
SrLVANI, Marino, 75. TROMBETTI, Agostino, 93.
SrLVESTRJS, Florido, 71. TRON, Familia, 168.
SóFOCLES, 162. TRONSARELLI, Ottavio, 161, 162.
SOLÍS Y RIVAOENEYRA, Antonio, 185. TuRCO, Giovanni del, 9, 26.

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