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CAPITULO 1. LA ATLANTIDA.

1.1. INTRODUCCION.

Desde Cabo Verde hasta Venezuela se extendía el continente de la Atlántida. Según Platón, el clima
de la Atlántida era meridional, por lo que permitía obtener dos cosechas anuales. Al norte había
numerosas montañas, mientras que la planicie donde estaba la capital de los atlantes descendía hasta
el mar.

Durante muchos siglos, según el filósofo, los atlantes fueron la civilización dominante en una buena
franja del mundo, aproximadamente entre los años 12.000 al 9.000 a. J.C. Al principio trataron de
crear una nación en que la fraternidad y la espiritualidad fueran los valores máximos, pero con el
tiempo, dice Platón, "se obsesionaron con el logro de ilícitas ganancias materiales y con el poder".

Al estudiar la cadena que forman las islas Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde se comprueba
que éstas reposan sobre una base sedimentaria, lo cual confirma que podrían ser los vestigios de un
continente sumergido. La comparación de su flora y de su fauna con la de América es demasiado
grande para ser casual. Los moluscos hallados en las islas son similares a los fósiles encontrados en
Europa y, de ellos, más de quince familias se han hallado tanto en las costas del Senegal como en
las Antillas. Difícilmente se podría mantener que los embriones hubieran podido cruzar con vida el
Atlántico. Referencias de las que normalmente se mencionan como "míticas" las tenemos en el libro
Sagrado de América Central, el Popol Vuh, que habla de una inmigración de gente llegada desde
muy lejanos lugares de Oriente. Quizás esta llegada se haya producido "saltando" de isla en isla,
mientras que una segunda inmigración tuvo que hacer rodeos para atravesar una parte del mar ya
desbordado.

Según parece la Atlántida desapareció hace unos once mil años. Los atlantes eran los depositarios
de las Tradiciones de los Patriarcas y, según la leyenda, habían llegado a un nivel muy alto de
conocimiento, especialmente en la magia sonora.

Incluso se habla de que se marcaron como meta condensar grandes cantidades de energía solar y
que, dejándose llevar por su orgullo técnico, se dejaron arrastrar hacia las enormes catástrofes que
hicieron desaparecer su continente.

Entre los que escaparon, algunos alcanzaron sus colonias en Africa. La raza roja, cobriza o atlante
había llegado a un alto grado de civilización y tenía colonias hasta Etiopía. Incluso la civilización
egipcia provendría de ellos.

La civilización egipcia tiene enormes similitudes con la americana, sea de Perú, América Central o
México. Igualmente, los iberos, etruscos, guanches, berberiscos, árabes y vascos también poseen
parecidos notables entre sí y a su vez en relación con muchos pueblos de América, lo que denota
origen y raza comunes.

1.2. CITAS DE AUTORES.


Antes de entrar en lo que son las referencias directas a la Atlántida, es preciso hacer un recordatorio
de algunas de las interminables leyendas, registros y menciones que en los libros antiguos de tantas
y tantas culturas del pasado se hallan, presumiblemente en conexión con el tema de la Atlántida.

En la América antigua son muchos los pueblos que en su historia ancestral, transmitida en forma de
mitología o de labio a oído, ubican el propio origen de su civilización al este del propio continente
americano, "allí donde sale el Sol y donde ahora sólo hay agua".

Los jeroglíficos de la pirámide mexicana de Xochicalco, interpretados por el francés La Plongeon,


igualmente aluden a "una tierra colocada en medio del océano y destruida, cuyos habitantes fueron
muertos y reducidos a polvo".

Un fragmento maya traducido en 1.930 por el filólogo brasileño O. M. Bolio dice: "en el
decimoprimer día, Ahau Katun, llegó la desgracia. Cayó una lluvia violentísima y llegaron del cielo
cenizas y en una sola oleada las aguas del mar se extendieron sobre la Tierra...y el cielo se
precipitó...y la tierra se hundió... y la Gran Madre Seyda quedó entre los recuerdos de la destrucción
del mundo." Las referencias a este acontecimiento también abundan en los libros orientales. Por
ejemplo, los Vedas hindúes hablan de "la gran agua".

En el Mahabharata o gran epopeya de los hindúes el semidios Manu, padre de la nueva humanidad
tras el desastre, también huye en una nave construida por él mismo. Este gran libro menciona "siete
grandes islas del mar de occidente destruidas por el cataclismo". Los Puranas, también hindúes,
hablan de "el final de una gran tierra, muy poderosa", situada en el Atlántico. Así, "el imperio del
mar de occidente fue engullido por las aguas".

En occidente con gran claridad nos podríamos referir al episodio de Noé y el arca, en el Antiguo
Testamento.

El mayor de la aviación turca S. Kurtis en 1.960 estaba fotografiando una zona del monte Ararat, en
la Armenia turca, cerca de la frontera con la URSS y con Irán. El descubrió a más de 2.000 m. de
altura algo ovalado y parecido a una barca, la cual estaba incrustada en la lava de las erupciones de
un volcán cercano.

Examinando las fotografías del mayor se vio que las medidas eran más o menos las mismas citadas
en la Biblia: 150 m. de largo y 50 m. de ancho. La profundidad era de unos seis metros.

Se enviaron copias de las fotos al mejor especialista en análisis de fotografías, que trabaja para el
gobierno de los EEUU, Arthur Brandeburger, quien no pudo otra cosa sino rendirse ante la
evidencia y declarar que efectivamente era una nave situada a 2.000 metros de altitud.

La primera cita directa del continente Atlántida se localiza curiosamente en una de las obras álgidas
de la filosofía occidental: los Diálogos de Platón. Pero sería interesante ubicarnos en aquella época
para luego extraer las conclusiones que consideremos oportunas, pues buena parte de la confusión
que existe hoy en día en torno a la realidad o no de la Atlántida tiene su origen en lo que ahora
comentamos.

Platón era de alguna manera el filósofo más reconocido en Grecia y en toda su órbita. El tenía unos
62 años cuando llegó a Atenas un filósofo joven y de provincia, Aristóteles, que por entonces tenía
18 años. Este ingresa en la Academia de Platón y permanece en ella durante varios años.

Hay quien dice que pronto se establece entre los dos una pugna bastante dura, pues Aristóteles
quiere acabar con el renombre de Platón para él quedar como el filósofo más influyente de la Grecia
clásica.

De ese modo, Aristóteles comienza a contradecir los argumentos de Platón intentado tumbar su
prestigio pero, a pesar de sus esfuerzos, no lo consigue. Un día Platón saca a la luz en una tertulia
pública algo que le había comentado en su juventud otro filósofo, Critias el joven, cuando este
último tenía noventa años, en relación con el tema de la Atlántida. Esta transmisión de la historia
por parte de Critias el joven a Platón fue durante una reunión de tipo familiar o quizás discipular. A
su vez, a Critias el joven se lo había contado Critias el viejo, cuando el primero tenía 10 años y el
segundo era muy anciano. Y, a su vez, Critias el viejo lo escuchó en una reunión selecta de uno de
los Siete Sabios de la antigüedad griega, llamado Solón.

Solón había recogido este relato en un viaje que realizó a Egipto, concretamente a Sais, la capital
del bajo Egipto y centro cultural del mundo civilizado de entonces. Allí era donde se encontraban
los famosos archivos del antiguo Egipto, que se remontaban a muchos miles de años atrás y que
actualmente han desaparecido también. Estos archivos por supuesto relataban entre otras cosas los
orígenes de la civilización egipcia, así como la historia de la Atlántida. Cuando Solón llegó al
templo de Sais comenzó a hablar de las maravillas de su pueblo griego, exaltando las hazañas de la
guerra de Troya contadas por Homero.

En un momento dado uno de los sacerdotes del Templo egipcio lo interrumpe y le dice que ellos
(los griegos) eran como niños, pues en realidad no conocían los ancestros ni la historia de su propio
pueblo, y ni siquiera las hazañas que habían realizado en el pasado. También le dijo que 9.000 años
antes que ellos hubo un gran imperio que se encontraba ubicado más allá de las Columnas de
Hércules, que intentó dominar los países de Europa y el norte de Africa, y que de hecho avanzó por
dos frentes. Uno a través de la Península Ibérica e Italia, para poder asediar Grecia. El otro frente de
ataque fue por el norte de Africa para llegar a Egipto. El pueblo de Atenas de aquel entonces fue
capaz de repeler el ataque, vencer a los atlantes y hacerlos retroceder, pues los atenienses eran
preeminentes en Grecia en cuanto a valor y destreza militar, a la vez que líderes de todos los
helenos. En realidad, los atenienses se quedaron prácticamente solos en la batalla, pues los demás
pueblos griegos se separaron de ellos en el momento crítico. Así Atenas, según Platón, salvó de la
esclavitud a aquellos que no estaban sometidos a ella y liberó generosamente a todo el resto que
habitaba mas acá de las columnas de Hércules.

Precisamente cuando esta retirada se estaba llevando a cabo, un gran terremoto asoló toda la tierra,
destruyendo tanto a esa Grecia antigua como a la propia isla-continente de la Atlántida, lo cual
sucedió en un día y una noche. Así, el océano donde se hundió la isla tomó el nombre de dicho
continente: continente Atlántida y océano Atlántico.
En definitiva, del continente perdido se habla en dos de los últimos diálogos de Platón, los cuales
fueron escritos alrededor del año 350 a. J.C.

El primero de ellos es el Timeo, conversación que tuvo lugar teóricamente en Atenas el 421 a. J.C.
entre el filósofo Sócrates y tres de sus discípulos. Hasta lo comentado llegan las descripciones de
Platón sobre la Atlántida en el Timeo, pero Critias vuelve a hablar del tema en otro diálogo que
posee su nombre y que Platón no finalizó del todo. En este diálogo abundan detalles mucho más
ilustrativos acerca del continente-isla. Veamos algunos ejemplos.

El origen del pueblo atlante se fija en una época en la que los dioses deciden bajar del cielo a la
tierra y uno de ellos, Poseidón, descendiendo al centro de la isla-continente encuentra a una bella
doncella llamada Cleito, hija de un patriarca llamado Euenor o Evenor, según las versiones. El dios
se desposa con esta mujer y se van a vivir al centro de la isla, donde construyen un palacio y un
templo, rodeado de canales circulares concéntricos, llenos de agua.

El continente tomó el nombre del gigante Atlas, uno de los hijos de Poseidón.

Atlántida era una isla de costas refiladas y cortantes, pero existía una llanura central muy rica en
todo tipo de vegetales, así como minerales, caza, maderas, etc. Existía un perfeccionado sistema de
regadíos que aprovechaba el agua de nieve derretida de las montañas del norte de la isla,
canalizándola hacia los terrenos agrícolas.

La antigua gran ciudad era algo increíble en cuanto a técnica, arte, riquezas, arquitectura...En su
zona central estaba el palacio real y un templo dedicado al todopoderoso señor de los mares:
Poseidón (luego Neptuno para los romanos). Poseidón era a su vez el dios principal para los
atlantes.

El templo estaba ostentosamente decorado con oro, plata, marfil y un extraño metal parecido al
bronce llamado oricalco, que Critias describió como que "relucía como el fuego".

La isla central estaba totalmente rodeada por un canal circular concéntrico respecto a ella de 180
metros de anchura; luego había otro círculo de tierra de 360 metros de grueso; a continuación existía
otro canal de 360 metros y luego otro anillo de tierra de 550 metros, para terminar con otro canal de
agua con también 550 metros de ancho, en el que podían perfectamente caber grandes barcos. Estos
círculos concéntricos se encontraban unidos entre sí por un canal de agua que desde el centro
alcanzaba el mar abierto.

Esta civilización atlante llegó a ampliarse a las islas adyacentes, aparte de a los continentes europeo
y africano. Platón, por tanto, sugiere que incluso las civilizaciones más antiguas reconocidas como
tales por la ciencia oficial (Sumeria, etc.) en realidad provenían de la atlante.

Platón afirma en su diálogo: "y de esa isla se podía pasar a las islas que hay detrás y de ellas al
continente que cierra el gran mar Atlántico".
Por tanto, la referencia es clara con respecto al continente americano, el cual en Europa no se
conocía en esa época.

Una vez que el tema de la Atlántida llega al gran público ateniense, inmediatamente el joven
Aristóteles ve la oportunidad de desacreditar totalmente a Platón y lo ataca en ese aspecto.
Aristóteles se ha dado cuenta de que el relato de la Atlántida no podía ser demostrado y acusa a
Platón de mentiroso y de farsante. Casi lo tacha de irreverente y falto de respeto con las tradiciones
griegas, pues el diálogo de Platón ocurre durante la festividad de una diosa griega.

Aristóteles pone todas sus energías en el desprestigio de Platón y lo consigue, ayudado por las
limitaciones de la edad del segundo, que cuando eso tenía 79 años. Un año más tarde, teniendo 80,
Platón muere.

Aristóteles queda como una autoridad indiscutible en prácticamente todo lo que decía, tanto desde el
punto de vista filosófico como científico y eso continúa así nada menos que hasta la Edad Media.
Algunos autores como Paracelso, o ciertos sabios hebreos y árabes comienzan en esa época a refutar
a Aristóteles pero, indudablemente, todavía hoy se puede decir que muchos de los modelos de
pensamiento actuales poseen claras bases en los principios aristotélicos.

Es claro pensar que si esta victoria práctica de Aristóteles sobre Platón no hubiera sucedido, el mito
de la Atlántida no hubiera sido considerado como tal durante los siguientes siglos sino, quizás,
como registro de acontecimientos históricos; o, por lo menos, los oficialistas académicos
occidentales le hubieran puesto más cariño a la hora de buscar pruebas sobre la realidad de su
existencia pasada.

Así, durante casi dos mil años predomina la versión aristotélica y no es hasta el Renacimiento que
comienzan de nuevo a ser leídos de nuevo con imparcialidad los diálogos de Platón llamados Timeo
y Critias.

Pero finalicemos ya resaltando algunas cuestiones del segundo y último diálogo de Platón.

Critias habla de la organización administrativa, de una flota de 1.200 naves, de algunas de sus
ceremonias y de las maravillas de su arquitectura.

Leamos, por ejemplo, lo que decía en cuanto a la isla central en la que se hallaba el palacio de los
reyes, para comprobar el detalle y la vitalidad que posee el relato: "La isla en la que se hallaba el
palacio de los reyes tenía un diámetro de cinco estadios (cada estadio son unos 200 m.). Ahora bien,
la isla, los recintos y el puente los rodearon totalmente con un muro circular de piedra. Pusieron
torres y puertas sobre los puentes, en todos los lugares por donde pasaba el mar. Sacaron la piedra
necesaria de debajo de la periferia de la isla central y de debajo de los recintos, tanto al exterior
como al interior. Había piedra blanca, negra y roja. Y, al mismo tiempo que extraían la piedra,
vaciaron dentro de la isla dos dársenas para navíos, con la misma roca como techumbre.

Entre las construcciones unas eran enteramente simples; en otras, entremezclaron las diversas clases
de piedra y variaron los colores para agradar a la vista, y les dieron así una apariencia naturalmente
agradable. El muro que rodeaba el recinto más exterior, lo revistieron de cobre en todo su perímetro
circular, como si hubiera sido untado con alguna pintura. Recubrieron de estaño fundido el recinto
interior, y el que rodeaba a la misma. Acrópolis la cubrieron de oricalco, que tenía reflejos de
fuego".

"El palacio real, situado dentro de la Acrópolis, tenía la siguiente disposición. En medio de la
Acrópolis se levantaba el templo consagrado en este mismo sitio a Clito y Poseidón. Estaba
prohibido el acceso a él y hallábase rodeado de una cerca de oro. Allí era donde Poseidón y Clito, al
comienzo, habían concebido y dado a luz la raza de los diez jefes de las dinastías reales. Allí se
acudía, cada año, desde las diez provincias del país, a ofrecer a cada uno de los dioses los sacrificios
propios de la estación.

El santuario mismo de Poseidón tenía un estadio de longitud, tres plethros de ancho y una altura
proporcionada. Su apariencia tenía algo de bárbaro. Ellos habían revestido de plata todo el exterior
del santuario, excepto las aristas de la viga maestra: estas aristas eran de oro. En el interior estaba
todo cubierto de marfil, y adornado en todas partes de oro, plata y oricalco. Todo lo demás, los
muros, las columnas y el pavimento, lo adornaron con oricalco. Colocaron allí estatuas de oro: el
Dios de pie sobre su carro enganchado a seis caballos alados, y era tan grande que la punta de su
cabeza tocaba el techo. En círculo, en torno a él, cien nereidas sobre delfines -ese era el número de
las nereidas, según se creía entonces-. También había en el interior gran número de estatuas
ofrecidas por particulares. En torno al santuario, por la parte exterior, se levantaban, en oro, las
efigies de todas las mujeres de los diez reyes y de todos los descendientes que habían engendrado, y
así mismo otras numerosas estatuas votivas de reyes y particulares, originarias de la misma ciudad,
o de los países de fuera sobre los que ésta extendía su soberanía. Por sus dimensiones y por su
trabajo, el altar estaba a la altura de este esplendor, y el palacio real no desdecía de la grandeza del
imperio y de la riqueza del ornato del santuario".

"Por lo que respecta a las fuentes, la de agua fría y la de agua caliente, las dos de una abundancia
generosa y maravillosamente adecuadas al uso por lo agradable y por las virtudes de sus aguas, se
las utilizaba disponiendo en torno a ellas construcciones y plantaciones adecuadas a la naturaleza
misma de las aguas. En todo su derredor instalaron estanques o piscinas, unos al aire libre y otros
cubiertos, destinados estos a los baños calientes en invierno: existían separadamente los baños
reales y los de los particulares, otros para las mujeres, también para los caballos y las demás bestias
de carga, y cada uno poseía una decoración adecuada. El agua que procedía de aquí la condujeron al
bosque sagrado de Poseidón. Este bosque, gracias a la calidad de la tierra, tenía árboles de todas las
especies, de una belleza y una altura divinas. Desde ahí hicieron derivar el agua hacia los recintos de
mar exteriores, por medio de canalizaciones instaladas siguiendo lo largo de los puentes. Por esta
parte se habían edificado numerosos templos dedicados a muchos dioses, gran número de jardines, y
gran número de gimnasios para los hombres y de picaderos para los caballos..."

O veamos el siguiente párrafo, que habla de algunas de las leyes y principios fundamentales de
Atlántida, así como de la posterior degeneración en el cumplimiento de tales mandamientos: "Por lo
demás, había otras muchas leyes especiales sobre las atribuciones propias de cada uno de los reyes.
Las más notables eran: no tomar las armas unos contra otros; socorrerse entre sí, si uno de ellos
había intentado expulsar de una ciudad cualquiera a una de las razas reales; deliberar en común,
como sus antepasados; cambiar sus consejos en cuestiones de guerra y otros negocios orientándose
mutuamente, dejando siempre la hegemonía a la raza de Atlas. Un rey no podía dar muerte a
ninguno de los de su raza, si éste no era el parecer de más de la mitad de los diez reyes..."

"Durante numerosas generaciones y en la medida en que estuvo sobre ellos la naturaleza del Dios
dominándolo todo, los reyes atendieron a las leyes y permanecieron ligados al principio divino, con
el que estaban emparentados. Sus pensamientos eran verdaderos y grandes en todo; ellos hacía uso
de la bondad y también del juicio y sensatez en los acontecimientos que se presentaban, y eso unos
respecto de otros. Por ello, despegados de todo aquello que no fuera la virtud, hacían ellos poco
caso de sus bienes: llevaban como una carga el peso de su oro y de sus demás riquezas, sin dejarse
embriagar por el exceso de su fortuna, no perdían el dominio de sí mismos y caminaban con
rectitud. Con una clarividencia aguda y lúcida, veían ellos que todas estas ventajas se ven
aumentadas con el mutuo afecto unido a la virtud y que, por el contrario, el afán excesivo de estos
bienes y la estima que se tiene de ellos hacen perder esos mismos bienes, y que la virtud muere así
mismo con ellos. De acuerdo con estos razonamientos y gracias a la constante presencia entre ellos
del principio divino, no dejaban de aumentar en provecho de ellos todos estos bienes que hemos ya
enumerado. Pero cuando la inspiración divina que había en ellos empezó a decrecer debido al cruce
continuo con numerosos elementos mortales, es decir, cuando comenzó a dominar en ellos el
carácter humano; entonces, incapaces ya de soportar su prosperidad presente, cayeron en la
indecencia".

"Se mostraron repugnantes a los hombres clarividentes, porque habían dejado perder los más bellos
de entre los bienes más estimables. Por el contrario, para quien no es capaz de discernir bien qué
clase de vida contribuye verdaderamente a la felicidad, fue entonces precisamente cuando
pretendían ser realmente bellos y dichosos, poseídos como estaban de una avidez injusta y de un
poder sin límites. Y el dios de los dioses, Zeus, que reina con las leyes y que, ciertamente, tenía
poder para conocer todos estos hechos, comprendió qué disposiciones y actitudes despreciables
tomaba esa raza, que había tenido un carácter primigenio tan excelente. Y quiso aplicar un castigo,
para hacerlos reflexionar y llevarlos a una mayor moderación. Con este fin reunió él a todos los
dioses en su mansión más noble y bella: ésta se halla situada en el centro del Universo y puede verse
desde lo alto todo aquello que participa del devenir. Y, habiéndolos reunido, les dijo:......." En este
punto es donde queda inacabado el mencionado diálogo de Platón.

Es curioso que Critias se parara justo cuando iba a entrar precisamente en el meollo de la cuestión,
pues en el Timeo dijo que el diálogo habría de tratar de la guerra entre los dos países, así como de la
catástrofe que siguió luego y que hizo sucumbir a la mismísima tierra sobre la que se asentaba la
civilización atlante.

Hay varias hipótesis para esta súbita terminación: que el trozo que falta se perdió; que Platón se vio
imposibilitado para acabar el diálogo porque la muerte le sobrevino; que dejó inacabada su gran
trilogía de diálogos para dedicarse a su obra las Leyes; o quizás, que el resto de la historia sólo
podía ser transmitida, por ser saber esotérico, a sus discípulos más directos, y siempre de labio a
oído, en el más tradicional estilo.

La siguiente referencia a la Atlántida aparece trescientos años más tarde, a manos del geógrafo e
historiador Estrabón, que vivió en los tiempos de Jesucristo. Este autor dudaba de la veracidad de la
Atlántida.

A principios de la era cristiana hubieron opiniones para todos los gustos: Filón de Alejandría era
partidario de ella, Plinio el Viejo no está convencido y Plutarco pasa un poco de refilón sobre el
tema sin definirse. En cambio, hay algo en común entre todos ellos, pues sólo mencionan como
referencia de la Atlántida a Platón.

Sólo un filósofo del signo V llamado Proclo cita a un tal Marcelo, historiador y geógrafo, el cual
afirmaba que los datos acerca de la Atlántida fueron tomados por viajeros en una isla remota, y que
sobre el tema se había discutido ampliamente en las escuelas de Alejandría, en Egipto. Pero, como
hoy en día nadie sabe donde encontrar dicho manuscrito, la referencia resulta indirecta.

Durante el obscuro milenio que siguió a la caída de Roma casi no se habló o escribió sobre la
Atlántida.

Los navegantes que comenzaron a partir de inicios del siglo XVI a viajar a la recién encontrada
América volvieron a hablar del tema.

Entre los siglos XVI y XVIII las menciones fueron de un carácter tremendamente especulativo, con
demasiadas contradicciones entre sí.

La excepción a mediados del signo pasado fue el gran químico y físico francés Marcelin Berthelot
(1.827-1.907), impulsor de la termodinámica y autor reconocido por la historia de la ciencia, así
como ministro de Instrucción Pública y posteriormente de Asuntos Exteriores.

Berthelot y su grupo realizaron investigaciones en torno al tema de la Atlántida.

También a finales del signo XIX encontramos algo realmente interesante y congruente, bajo la
pluma y el ingenio de Ignatius Donnelly, un congresista norteamericano que también llegó a
vicegobernador de Minnesota. Era reconocido como el miembro más culto del Congreso. El publicó
The Antediluvian World (La Atlántida: el mundo antediluviano) en 1.882, el cual llegó a ser muy
leído en todo el mundo y que sigue siendo la base de la mayor parte de las teorías actuales serias en
cuanto a la Atlántida. Este libro fue un verdadero best-seller y de él se hicieron 50 reimpresiones
antes de ser revisado en 1.950.

No cabe duda alguna en cuanto a la soberbia capacidad intelectual de Donnelly, pues él tomó datos
de la mitología comparada, la historia, la botánica, la zoología, la oceanografía, la biología, la
filología, la arqueología, la geología, etc., realizando una magistral síntesis que daba la razón a
Platón y que pormenorizaba muchos más detalles sobre la Atlántida.
Según Donnelly, existen motivos más que suficientes para pensar que existió una cultura de un gran
nivel en tiempos que normalmente se llaman prehistóricos, y ésta estaba en el océano Atlántico. Su
centro era una gran isla continente situada al oeste del estrecho de Gibraltar.

Una serie de islas menores unían a la Atlántida tanto con Europa como con América. Las colonias
del imperio y sus zonas de influencia cultural y social se extendían por el oeste hasta Perú, el
Amazonas, el Golfo de México e incluso el valle del Mississipi, mientras que por el este alcanzaban
la costa oeste de Europa y Africa, el Mediterráneo incluyendo Egipto, el Báltico, el Mar Negro y el
Caspio. Por el norte llegaban hasta Irlanda. Sus contactos culturales y de intercambio comercial se
realizaban incluso con China y la India.

La Atlántida según Donnelly fue el verdadero mundo antediluviano; el Edén; los jardines de las
Hespérides; el monte Olimpo de los griegos; los Campos Elíseos, etc. y, en definitiva, la memoria
planetaria de un gran país donde la humanidad vivió durante mucho tiempo en paz y desarrollo
pleno.

Acorde con los presupuestos del autor, las mitologías de Egipto y Perú estaban ligadas a la religión
genuina de la Atlántida, que era fundamentalmente de base solar.

La colonia más antigua de los atlantes estaba en Egipto, donde esta cultura había sido levantada en
buena medida a imagen y semejanza de la antigua Atlantis.

La opinión de Donnelly era que los instrumentos de la Edad del Bronce en Europa eran originarios
de la Atlántida. Los atlantes fueron también los primeros en fabricar hierro.

La Atlántida fue igualmente el punto de proveniencia de las naciones arias o indoeuropeas, así como
de los pueblos semíticos. En cuanto al lenguaje, Donnelly dice que el alfabeto de la Atlántida está
en los orígenes del alfabeto fenicio, padre de todos los alfabetos europeos. El lenguaje atlante se
expandió desde Atlantis hasta los mayas de América Central.

En el cataclismo que provocó la desaparición de la Atlántida por el océano, prácticamente todos sus
habitantes perecieron. Unos pocos escaparon en barcos y balsas, llegando tanto al este como al oeste
con el relato de lo que había sucedido. De ahí provienen las diferentes leyendas y registros sobre el
gran Diluvio que se encuentran tanto en las culturas del este como del oeste del Atlántico.

El gran desacuerdo de base entre los planteamientos de Donnelly y las críticas que posteriormente le
hicieron los arqueólogos, entre otros, fue lo siguiente.

Donnelly se sustentó en lo que en antropología se conoce como "teoría difusionista", que es algo así
como dar un origen común a las culturas y civilizaciones que son parecidas, similares o análogas
entre sí. Por tanto, como suele ocurrir con la visión más esotérica del saber humano, no se piensa
que existan las casualidades o las correspondencias fortuitas. En tal sentido, Donnelly consideró que
las similitudes asombrosas entre las pirámides y centros ceremoniales de México, Egipto y Oriente
Medio se debían a que estas culturas se sustentaron en cimientos comunes, es decir, atlantes.
En cambio, la mayoría de los arqueólogos oficiales actuales se decantan a favor de la teoría de la
convergencia, que sustenta que las diferentes culturas tienen inclinación a evolucionar de una
manera semejante, aunque entre sí no se hayan relacionado de manera directa.

Por el contrario, Donnelly interpretó algo más que simples correspondencias sin hilo conductor en
aperos de labranza muy similares en Suiza y en Africa de la Edad del Bronce, o en los signos de
escritura de civilizaciones tan dispares como la azteca y la china. Según su punto de vista, no era
lógico pensar que la Edad del Bronce se hubiera transmitido de Europa a América a través de casi
6.000 kms. de mar vacío. Más bien, al contrario, él no sólo pensó que el continente de la Atlántida
sirvió de puente entre Europa y América, sino que la civilización atlante fue el principal foco de
irradiación hacia estos dos continentes durante la Edad del Bronce.

Si bien es evidente por el momento la escasez de pruebas irrefutables en cuanto a la existencia de la


Atlántida, las que apuntan a un sí de su existencia no son leves. Por ejemplo, uno de los
acontecimientos más impresionantes de la historia de la arqueología se encuentra posiblemente
ligado al cataclismo que acabó con la existencia de la antigua Atlántida.

En 1.933, el popular clarividente Edgar Cayce dijo lo siguiente en estado de trance: "en la porción
hundida de la Atlántida o Poseidia puede aún descubrirse parte de los templos bajo el fango
acumulado por tantos siglos en el mar, cerca de lo que llaman Bimini, frente a las costas de
Florida".

En 1.968 un equipo de buscadores submarinos realizó un sorprendente hallazgo: nada menos que
algo parecido a una construcción de 580 metros de largo y con forma de una especie de letra J,
hecha de enormes piedras rectangulares que descansaban en el fondo, a un kilómetro
aproximadamente de Paradise Point, en Bimini Norte, una de las islas de las Bahamas.

Muchos de los arqueólogos oficiales se apresuraron a decir que aquello era una formación natural,
pero hubieron otros que continuaron perseverando y que avanzaron mucho más los trabajos y
estudios, animados por atlantólogos y arqueólogos aficionados. Hasta fechas bastante recientes ha
sido el Doctor David Zink el que ha llegado más adelante con el tema. El se interesó por el
descubrimiento de Bimini cuando daba clases de inglés en una academia de las Fuerza Aéreas de los
Estados Unidos.

Desde 1.974 Zink ha sido el director de numerosas expediciones submarinas junto a Bimini Norte y
los resultados de los que ha pasado informe resultan harto interesantes.

Por ejemplo, un trozo de mármol muy desgastado que podría perfectamente ser una cabeza
esculpida. También habló de una piedra labrada y con los bordes machihembrados. Machihembrar
hace referencia a la unión de dos piezas tabloides por sus cantos, realizando una hendidura en uno
de ellos para que encaje el saliente de la otra.

También Zink describe el descubrimiento de pautas geométricas en la colocación de las piedras en


el lecho marino, con referencias astronómicas y astrológicas a las siete estrellas de la constelación
de las Pléyades.

En definitiva, para Zink no existe ninguna duda de que las piedras halladas fueron esculpidas o
colocadas por manos humanas, a la vez que no se pueden asimilar a ninguna de las culturas
conocidas.

Como ya veremos más adelante, más que pensar que la Atlántida extendía su territorio casi hasta
Florida, se sospecha que la zona del Golfo de México y del Mar Caribe pudieron haber sufrido un
gran hundimiento de tierras debido al mismo fenómeno que causó la desaparición del continente
Atlantis.

De los más de 10.000 libros y artículos que se han escrito sobre la Atlántida, uno de los más
fascinantes y documentados es el de Otto Heinrich Muck, titulado El Secreto de la Atlántida, el cual
fue publicado en 1.976 en Alemania, 20 años después de su muerte. Muck, nacido en Viena, tuvo un
enorme curriculum como efectivísimo ingeniero, pues a su nombre poseyó más de 2.000 patentes
registradas.

Contribuyó a perfeccionar los submarinos en la segunda guerra mundial, para que estos pudieran
estar sumergidos bajo el mar durante varias semanas. También fue un componente del equipo de
investigaciones que creó las bombas volantes V-1 y V-2, que en sí fueron los primeros proyectiles
dirigidos. Sus conocimientos llegaron incluso a abarcar una buena cantidad de las ciencias
modernas (geología, historia, matemáticas, etc.), pero nosotros hablamos de él aquí por el enorme
interés que le generó el tema de la Atlántida.

Muck se detiene bastante en la cuestión de cómo conciliar los conocimientos de la arqueología y la


historia modernas con la posible existencia de la Atlántida, y en cuanto a ello aporta interesantes
cuestiones.

Una de ellas es el hecho de que en los tiempos de la Atlántida una buena porción de Europa estaba
cubierta de nieve y hielo, pues se piensa que ese período de glaciación comenzó a retroceder en el
año 10.000 antes de Cristo aproximadamente. Muck aquí interpreta que la propia situación de la
Atlántida impedía que la Corriente del Golfo, que como sabemos es cálida, calentara como hoy lo
hace a las costas de Europa. Por el contrario, esa Corriente del Golfo era la que bañaba por entonces
a la isla-continente Atlántida dándole el clima templado del que precisamente Platón habla.

Pero recordemos algo acerca de la Corriente del Golfo o Gulf Stream. Esta se debe a la mayor
velocidad que poseen los puntos de la tierra situados a la altura del Ecuador. Es decir, debido al
fenómeno de la rotación de la tierra sobre su propio eje en 24 horas, una persona situada
exactamente sobre el Ecuador recorre en 24 horas unos 48.000 kms. (radio de la Tierra), lo cual
hace 2.000 kms/hora, mientras que según nos acercamos a alguno de los dos polos, la velocidad es
menor. Recordemos además que la Tierra gira de oeste a este y que por ello nosotros vemos al Sol
moverse aparentemente alrededor de nosotros en sentido contrario, es decir, de este a oeste. Pero si
visualizamos al océano Atlántico, veremos que con las masas de agua ha de suceder lo mismo. Esto
significa que las masas de agua que están en el centro del Atlántico van más deprisa que las que
están situadas más cerca de los polos. Así, las aguas de la zona ecuatorial del Océano Atlántico
debido a su inercia se dirigen hacia las costas americanas, fundamentalmente hacia el Mar Caribe y
el Golfo de México. Este efecto es el que genera precisamente la dinámica de corrientes en el
Océano Atlántico, con una corriente llamada Ecuatorial que va de este a oeste y que "rebota" en el
Golfo de México para constituir la Gulf Stream, la cual sale de México con una temperatura de unos
30º y progresivamente se va haciendo más templada hasta llegar a bañar prácticamente todas las
costas de Europa.

En la figura correspondiente podemos observar las zonas isotermas (de similar temperatura) en el
planeta, las cuales están catalogadas para los 30º centígrados, 20º, 10º, 0º y -10º, entendiendo que
ellas se refieren a las temperaturas medias registradas durante el año en esas franjas. En ese gráfico
se puede observar la importancia capital de la corriente del Golfo para Europa, pues sus zonas
isotermas son más cálidas que las de las costas del oeste de Norteamérica, es decir, en el continente
europeo las bandas se encuentran más desplazadas hacia el norte. Pero gracias a los modernos
métodos científicos hoy en día no sólo podemos conocer las zonas isotermas actuales del planeta,
sino también las de épocas pasadas.

El método que lo hace posible es el análisis de los estratos sedimentarios de las tierras de los
diferentes lugares. Como sabemos, las capas de tierra más profundas corresponden a épocas más
antiguas, tanto más cuanto mayor sea la profundidad.

Analizando los restos de plantas presentes en cada uno de esos estratos se establece una relación
entre edad del estrato y tipo de vegetación existente. Como las diferentes especies vegetales son
distintas según las temperaturas medias, este sistema nos va a indicar qué temperaturas medias
existían en ese momento y ese lugar del pasado, con lo cual se pueden hacer gráficos de zonas
isotermas para diferentes épocas geológicas pretéritas del planeta.

Precisamente hace unos 11 mil años (9.000 a. J.C.) terminó la última glaciación (de Würm).

Los geólogos hablan de cinco glaciaciones durante el cuaternario (último millón y medio de años de
la Tierra) y la de Würm es la única que ha ocurrido durante el cuaternario reciente, que es el
subperíodo del cuaternario que llega hasta nuestros días. Durante esa glaciación los hielos o zonas
muy frías se encontraban mucho más al sur en Europa que hoy en día, con lo que las zonas
isotermas estaban muy desplazadas hacia el área cercana al Mediterráneo. Incluso en la Península
Ibérica llegaron a haber glaciares.

Esto coincide con la versión de Muck, y también con la fecha dada por Platón para la destrucción de
la Atlántida.

Por todo ello, la consecuencia de la desaparición de la isla atlante fue la posibilidad de que la
Corriente del Golfo alcanzara sin impedimentos las costas de Europa, lo cual generó hace unos
11.000 años la rápida finalización de la última glaciación.

La corriente cálida del Golfo hoy es vital para Europa, pues sin ella su clima sería mucho más frío y
seco.

Muck encuentra una clara relación entre esta cuestión de la Atlántida y la Corriente del Golfo, por
un lado, con las extrañas costumbres de apareamiento de las anguilas de Europa. Estas anguilas
nacen en el mar de los Sargazos, que está al sudoeste de las Azores.

Este es el mar que está en el centro del remolino de corrientes del Atlántico, es decir, circundado
por la corriente marina Norecuatorial y por la Corriente del Golfo. Todo lo que va a parar a este mar
de quietud se queda ahí y multitud de objetos y hasta de basuras se van acumulando
progresivamente.

Por tanto, la puesta de los huevos de las anguilas se realiza cerca de las Bermudas. Se supone que
una vez realizada la fecundación los adultos mueren. De los huevos nacen unas pequeñas larvas
transparentes en forma de hojitas, llamadas leptocéfalos. Estas pequeñas larvas se dejan llevar por la
corriente del Golfo a pesar de los peligros que hay en el camino, tales como los depredadores
marinos, llegando por esta causa un mínimo porcentaje del total a su destino. Este viaje dura nada
menos que 3 años y, una vez en Europa, remontan los ríos. En ese momento sufren una gran
transformación, pues se hacen casi cilíndricos y se forma la aleta dorsal. En esta fase se les
denomina angulas, subiendo los ríos en grandes bancos. Más tarde, cuando tienen 12 o 13 años de
vida cambia su color a negro plateado, les salen pequeñas escamas y aumentan de tamaño. Ahora se
llaman anguilas plateadas, están próximas a la madurez sexual y descienden al mar.

Atraviesan de nuevo todo el océano Atlántico hasta llegar nuevamente a la fosa de las Bermudas,
que es su zona de puesta de huevos. En este viaje de regreso sólo tardan cuatro meses. Aunque está
demostrado que las anguilas necesitan el agua dulce para alcanzar su madurez sexual, no parece
lógico un viaje tan largo para las crías exponiéndose a tales peligros. Esta poco apta para la
supervivencia costumbre tiene una explicación clara según nuestro interesante autor: en su memoria
instintiva estos peces todavía conservan, por así decirlo, el "mapa" del Océano Atlántico con la
Atlántida incluida.

Así, la Atlántida, que estaba mucho más cerca del mar de los Sargazos, daba cobijo con sus ríos a
las anguilas, protegiéndolas de sus mortales enemigos los depredadores. Así, todavía hoy siguen
buscando la protección de los ríos del "primer continente que se encuentra viajando hacia el este".
Otra cuestión interesante que citó Muck es que ciertas aves durante su migración a través del
Atlántico se quedan durante unas horas sobrevolando una zona vacía en el océano.

Un problema que trató de resolver Muck es que si la Atlántida efectivamente existió, lo lógico sería
pensar que algunos restos de su avanzada civilización hubieran quedado en Europa. Pero en esa
época según la historia y la arqueología oficiales habitaba en Europa el hombre de Neanderthal, que
supuso un nivel clásico de la edad de piedra, es decir, con toscas armas y poco avanzada cerámica.

En cambio, Muck pretende explicar con su teoría la escasamente clara aparición del hombre de Cro-
Magnon, que dejó en Francia y España vestigios de joyas, armas, pinturas de cierta perfección, etc.
Según Muck, la arqueología no deja claro cuñal es el origen del Cro-Magnon, y cómo es que éste
podría haber surgido directamente del Neanderthal. Para este autor, los Cro-Magnon dejaron rastros
suficientes para pensar que venían del oeste subiendo a lo largo de los ríos. Ellos físicamente eran
más altos, esbeltos y de piel rojiza, y tradicionalmente los atlantes se han asimilado a la raza roja.
Para Muck ellos eran atlantes o descendientes de los atlantes, después del trauma y la caída cultural
colectiva que supuso la destrucción de Atlantis. Para nuestro autor los más inmediatos
descendientes de los atlantes en el continente americano eran los indios pieles rojas. A su vez, este
autor tampoco pasa por alto las similitudes culturales y de raza existentes entre los pueblos de las
dos orillas del Atlántico. Es lógico pensar que la Atlántida, por su posición privilegiada y por su
nivel de civilización, obtuvo un grado importantísimo de influencia sobre muchas zonas de los tres
continentes próximos: América, Africa y Europa.

Las analogías entre las pirámides de Centro y Sudamérica con las de Egipto fueron motivo de
meditación para Muck.

También citó los paralelismos específicos entre los mayas constructores de pirámides y los vascos.
Incluso en sus gustos deportivos parecen tener mucho en común. Los antiguos mexicanos dedicaron
lugares privilegiados en sus ciudades para el juego de la pelota, y la afición de los vascos por este
deporte es más que evidente aún hoy en día.

En cuanto a la fisiognomía, tanto los mayas como los vascos poseen el perfil aguileño, y en lo que
respecta a la lengua vasca, no parece muy cierta la teoría de que sea sencillamente una lengua
"única e independiente". Así, Muck menciona en su extraordinario libro que un cura misionero
vasco se llevó una tremenda sorpresa al llegar a una lejana aldea de mayas puros en Guatemala,
pues ellos entendían al padre cuanto éste les hablaba en vasco.

Con respecto a sus costumbres agrícolas, tanto los vascos como los mayas usaban layas, que es algo
así como una especie de tenedor de dos puntas, en vez del típico arado.

1.3. TEORIAS SOBRE LA DESTRUCCION.

Según el francés Serge Raynaud de la Ferriere, fue un cambio en el eje de la tierra el que coincidió
con la destrucción de la Atlántida. En ese entonces el polo terrestre estaba orientado hacia las
Pléyades (las Hijas de Atlas), constelación generalmente llamada "las Atlántidas", cercana a Vega.

Las Xibaldaides, como se les llama también a "las Atlántidas", son mencionadas muy a menudo en
las tradiciones americanas referentes al cataclismo.

Recordemos que también Zink realizó descubrimientos importantes en cuanto a referencias en las
piedras sumergidas en relación con las Pléyades.

Pero la teoría de Muck es realmente una de las más congruentes y completas para encajar este
rompecabezas. Según él, existen evidencias más que suficientes para pensar que fue un asteroide
que colisionó con la tierra el que generó la destrucción de la Atlántida, aparte de una serie de efectos
paralelos no poco importantes.
En 1.930 se llevó a cabo un reconocimiento aéreo completo con fotografías de todo el territorio de
los EEUU para realizar unos planos destinados al catastro. Al norte de la península de Florida y
dando al Océano Atlántico se encuentra la ciudad de Charleston, en el estado de Carolina del Sur.
Al norte de esta ciudad hay unas tierras de cultivo muy buenas, diríamos que excelentes. Los
propios agricultores que las trabajan las consideran diferentes a las demás. Ellos las denominan bays
(bahías), pues son como dunas curvadas o semicirculares. Vistas desde el aire estas bahías son
óvalos. Se observan cosas interesantes en esta especie de dunas semicirculares. Por un lado, se ve
claramente que son el producto del impacto de algo que vino de arriba y ello hizo que ciertas capas
un poco más profundas de la tierra se mezclaran con los estratos superficiales. Además, existe en
ellas una ligera radiactividad que favorece también el crecimiento de las plantas. Para los científicos
está claro que esta zona constituye un campo de caída de un enjambre de meteoritos, lo cual sucedió
en tiempos pre-históricos.

Observando las fotografías aéreas se comprueba que esta zona terrestre plagada de impactos de
meteoritos adquiere en su conjunto una forma ovalada, pero esa elipse se completa al juntarla con
una zona ya situada dentro del mar.

Y así es, efectivamente, frente a las costas de Charleston se definen en su lecho hasta más de tres
mil cráteres de forma ligeramente ovalada y que poseen además todos ellos por el lado del sureste
una pared algo más prominente. Pero no se ha de confundir este tipo de cráteres con los que hay en
la Luna, por ejemplo. En los cráteres meteoríticos de nuestro satélite se observa un gran desorden en
su enorme cantidad de impactos, pues hay muchos que están sobrepuestos con otros y esparcidos de
una manera muy irregular. Ello indica que los cráteres lunares han sido el resultado de muchos
millones de años de impactos meteoríticos.

En cambio, lo que ocurre en Charleston y en sus costas es bien diferente, pues queda claro que el
susodicho enjambre de viajeros celestes hizo colisión con la superficie del mar y la tierra
prácticamente con simultaneidad y provenientes todos desde la misma dirección. Ello lo demuestra
también el hecho de que los pequeños cráteres en conjunto conforman un gran óvalo o elipse. Para
Muck esto fue fácil de interpretar, debido a su experiencia en cohetes, misiles y demás. La
conclusión fue simple: estos cráteres fueron abiertos por algo -rocas evidentemente- que llegaron
desde el aire y desde el lado opuesto a la situación de los rebordes más prominentes. Así,
fragmentos del asteroide provenientes del noroeste impactaron en esta zona dejando el lecho marino
realmente acribillado.

Pero la cuestión no quedó sólo en una serie de impactos secundarios, lo cual habría quedado un
tanto incompleto sin la detección del "principal culpable" del cataclismo.

Más lejos del punto comentado anteriormente, es decir, más adentro en el mar, se localizan dos
depresiones gigantes que son conocidas comúnmente como la Fosa de Puerto Rico, con nada menos
que 9.220 m. de profundidad desde el nivel del mar (las más profundas del Atlántico) y 720.000
kms. cuadrados de superficie. Tengamos en cuenta que el lecho Atlántico por lo general posee unos
4 kms. de profundidad, excepto en la zona de la Dorsal Atlántica, donde tiene entre 3'5 kms. y 1 km
de hondo. Probablemente sea un poco difícil imaginar la potencia del impacto de esos grandes
pedazos, los cuales alcanzaron el fondo del mar con la suficiente fuerza como para perforarlo. En
todo el desarrollo de su libro Muck insistió en tomar totalmente en serio los planteamientos de
Platón. Es decir, muchos autores anteriores a él, incluso atlantólogos, habían interpretado las
descripciones de Platón como algo en general, pero no en todos sus detalles.

Así, algunos pensaron que en realidad la Atlántida se localizó en el Mediterráneo. Por ejemplo, en
1.939 el arqueólogo griego Spyridos Marinatos propuso que la Atlántida fue en realidad la isla Egea
de Thera, que fue destruida parcialmente por una erupción volcánica en 1.470 a. J.C. y que se sitúa a
100 Kms. al norte de Creta. Este acontecimiento pudo provocar la catástrofe para una parte de la
civilización minoica, que en esa época todavía era floreciente. En ese acontecimiento hubo torrente
de cenizas, erupciones volcánicas, terremotos y maremotos, con lo que la hipótesis podía dejar
ciertamente a muchos satisfechos. Pero ese no fue el caso precisamente de Muck, cuya inspiración
era encontrar una teoría coincidente con Platón prácticamente en su totalidad.

Precisamente el filósofo griego habló de "una desviación de las estrellas en su curso y la destrucción
por el fuego de todas las cosas sobre la tierra". Para Muck el asteroide provenía seguramente del
grupo Adonis, que tiene órbitas de giro en torno al Sol con un grado de excentricidad preocupante
sobre todo para planetas interiores del sistema solar como es el caso de la Tierra.

Según los fascinantes y certeros cálculos de Muck, el asteroide A -como él lo llamó- debía tener
unos diez Kms. de diámetro, acorde con sus observaciones de los cráteres del fondo oceñnico. A
400 Kms. de altura el asteroide comenzó a despedir el resplandor rojizo del hidrógeno ardiendo,
siendo su dirección como ya se había dicho proveniente del noroeste. Dejó tras de sí una estela de
gases incandescentes de 30 a 50 Kms. de largo. En cuestión de dos minutos entró en la parte más
condensada de la atmósfera terrestre y estalló. Muck habla del "gran estallido", que supuso una
explosión de increíbles dimensiones. Debido a ello el asteroide se dividió en cuatro partes, cada una
pesando miles de millones de toneladas, que cayeron al mar. Dos de ellas generaron la Fosa de
Puerto Rico y sus pedazos más pequeños alcanzaron las costas de Carolina.

Los otros dos grandes fragmentos penetraron la corteza terrestre en uno de sus puntos sensibles, la
Dorsal Atlántica, poniendo en acción esta zona con sus volcanes.

Muck calculó que la fuerza explosiva del choque del meteoro contra la Tierra equivalió a 30.000
megatoneladas de nitroglicerina, equivalente a la de 3.000 bombas H medianas. La Dorsal Atlántica
se puede observar según los mapas oceanográficos como una gran cadena montañosa de unos 2.700
m. de altura que va desde Islandia hasta la plataforma antártica. En la zona de las Azores,
precisamente, la cadena atlántica forma una masiva altiplanicie de 1.100 kms. de largo por 400 kms.
de ancho. En esta región existen montañas volcánicas al norte y algunas cimas sobresalen en la
superficie, formando el archipiélago de las Azores, el cual por lógica ha de ser el resto más genuino
del continente atlante. El tamaño y la forma de esta meseta submarina es muy similar a lo que se
describía acerca de la Atlántida, con montañas al norte y con una superficie aproximada de 450.000
kms. cuadrados, es decir, similar a la de España.

Si tenemos en consideración que la Dorsal Atlántica es uno de los puntos sensibles del planeta
según la teoría de la tectónica de placas o de deriva de los continentes (véase más adelante),
podremos imaginar la posterior activación que se produjo de su serie de volcanes submarinos, así
como terremotos y maremotos que fueron más que suficientes para destruir en pocas horas a la isla-
continente.

Teniendo en cuenta la posición de la meseta submarina de las Azores, se deduce que la isla-
continente Atlántida estaba relativamente cerca de la grieta que separa las dos grandes placas del
Atlántico.

La Tierra está compuesta por varias envolturas superpuestas y concéntricas y se suelen diferenciar
cuatro capas: corteza, manto, núcleo externo y núcleo interno.

La que ahora nos interesa conocer un poco más es la primera, llamada corteza sólida o litosfera, que
tiene un espesor variable dependiendo del punto del planeta de entre 10 y 40 kms. de grueso, siendo
mínimo en el lecho oceñnico (10 kms.) y máximo en los continentes (40 kms.). Está formada por un
material rocoso de densidad 2'8 a 3 (en el núcleo la densidad es entre 9 y 12). La corteza se llama
también sial (sílice y aluminio, sus principales componentes) y es de tipo granítico. La parte más
externa del manto se llama sima (sílice y magnesio) y es de tipo cristalino, llegando hasta los 1.000
kms. de profundidad.

Por debajo de la corteza terrestre ya existen zonas de magma fundido.

Así, los continentes son como masas de sial flotando en el sima. Por todo esto, podríamos comparar
la Dorsal Atlántica con la soldadura de un tanque de combustible o de gas a presión. Precisamente
esta zona es relativamente débil, porque es el producto de sucesivas "soldaduras", las cuales se van
generando por los consecutivos enfriamientos de los materiales ígneos que lentamente van
surgiendo del interior. Al entrar en contacto con las aguas del Océano Atlántico el enfriamiento es
lógicamente más rápido.

La perforación del lecho marino por la caída de los meteoros gigantes en esta zona es comparable a
que uno de estos tanques recibiera un fuerte impacto. Ello generaría no sólo una salida de la presión
por el orificio sino que la línea de soldadura, que posee una mucho menor resistencia, se rasgaría.

Como consecuencia el contenido del tanque sale por la rotura a grandes temperaturas. Lo mismo
podía haber ocurrido con los grandes fragmentos del meteorito. Después de producirse el enorme
impacto, el magma no sólo salió al océano por las perforaciones producidas, sino por una buena
parte de la Dorsal Atlántica. Esto supuso que la isla-continente Atlántida perdiera su estabilidad y
soporte, pues al perderse magma por la grieta atlántica las dos placas colaterales oscilaron
hundiéndose un tanto en la zona de unión entre ambas. Recordemos que el apoyo del sial es el
sima.

Solamente los picos más altos del continente quedaron por fuera, que son los que hoy en día
constituyen las Azores. Muck escribe: "Toda la isla se vio envuelta en una trampa de llamas".

Según continúa Muck, "de las profundidades surgió a las aguas del Atlántico magma al rojo vivo y
se generó vapor hirviendo que subió con increíble velocidad. Trombas huracanadas coronadas por
nubes en forma de hongo subieron más arriba de la troposfera. Sobre todo el área se formaron nubes
de vapor y cenizas tan grandes como continentes".

Esto que explica Muck está totalmente en línea con el hilo conductor seguido hasta ahora, pues al
abrirse en parte la grieta atlántica las aguas del océano también intentaron penetrar hacia los
adentros de la tierra. Es decir, se evaporaron enormes cantidades de agua marina.

La causa, como conclusión, del hundimiento de la isla continente fue precisamente la salida del
magma hacia la superficie, lo cual generó una depresión y por tanto un cierto hundimiento de las
dos placas atlánticas por el lado donde ellas se unen.

Incluso la cifra que había dado Platón sobre el tiempo que tardó Atlantis en hundirse la vio Muck
como muy exacta según sus cálculos: "en un solo día pavoroso y una sola noche pavorosa". Parece
claro que en la zona del continente atlante no quedó nadie para contar lo que había sucedido, con lo
que los historiadores no se deberían sentir inseguros a la hora de valorar algo del pasado que no
tuvo la oportunidad de dejar prácticamente ningún registro humano.

A la vez sucedieron otros varios cataclismos geológicos en prácticamente todos los continentes, por
ejemplo en la propia América, cuyo ángulo nordeste sudamericano se inclinó hacia el Atlántico,
mientras que a la vez la región noroeste sudamericana se elevó sobre el Pacífico, realzando lo que
hoy en día son los Andes.

Es decir, debido al propio centro de gravedad de la placa, el lado atlántico del continente americano
se hundió quizás 30 o 50 metros, mientras que el borde del Pacífico pudo subir hasta 3.000 metros o
más.

Todavía en este continente, una gran parte de América Central se hundió para formar el Golfo de
México y el Caribe, con el rosario de islas que contiene. Es relativamente fácil trazar la costa con
una línea dibujada a partir de Florida a las Bahamas, Santo Domingo, Puerto Rico, las Antillas y la
costa norte de Sudamérica.

Muck piensa que el gigantesco acontecimiento quedó plasmado en el calendario maya. Así, el inicio
de este calendario coincidiría precisamente con la catástrofe, que según cálculos de algunos
expertos fue el 5 de junio del año 8.498 a. J.C. Aquel día el Sol, la Luna y Venus estaban en línea,
por lo que Muck pensó que esta conjunción desvió el asteroide de su órbita cuando pasaba cerca de
la Tierra. Muck llegó incluso a fijar la hora del impacto alrededor de las 8 de la noche según el
horario de la longitud donde ocurrió éste.

La basculación de placas tectónicas que ocurrió en América no sucedió con las placas de Europa y
de Africa porque estos dos continentes son mucho más anchos en el sentido oeste-este. Así, las
costas de Europa bajaron ligeramente y rompieron en algún punto. En cambio, las placas
americanas son más estrechas. Esa es la explicación por la que en la cordillera de los Andes se
encuentran en estratos de tierra a 4.000 metros de altura restos fósiles de conchas marinas y de
peces. En cambio, la isla-continente Atlántida cayó quizás unos 3.000 metros hacia el fondo del
mar. Platón hablaba de un pico de varios miles de metros de altura en Atlantis, con lo cual por
lógica hemos de pensar que deben de existir actualmente montañas altas en las Azores. Y así es,
efectivamente, pues son varias las que pasan de los 1.000 metros de altura.

Los estudios con sonar que han realizado los soviéticos y los norteamericanos en la zona donde se
supone que estuvo Atlantis han demostrado la existencia de relieves muy similares a los que
describió Platón en relación con el antiguo continente. Hasta tal punto es así que a esos relieves se
les ha ido bautizando con nombres como: cabo Platón, llanura Poseidón, etc. y hasta le dedicaron
otro accidente submarino a Aristóteles. En general, al conjunto de la altiplanicie submarina le dieron
la denominación de Atlántida.

La nube de vapor que se elevó hasta considerable altura también contenía productos mortales para la
vida, generados por la ignición de los materiales del propio cometa.

El diluvio de que habla la Biblia y los registros ancestrales de muchas culturas antiguas se pueden
relacionar con las enormes cantidades de agua que se evaporaron y que por lógica posteriormente
tuvieron que precipitar de manera tumultuosa. Todavía el comentario de Platón acerca de un mar de
lodo que impidió la navegación pasadas las Columnas de Hércules (Gibraltar), tiene según el hilo
principal de exposición una total lógica.

El autor avanza más y más hacia un panorama congruente al citar la desaparición todavía no
explicada de los mamuts, que vivían por entonces en el norte de Asia, en Siberia, la cual estaba libre
de hielos. El número de estos animales era numerosísimo allí, incluso de decenas de miles.

Lo interesante de la cuestión es que los primeros restos encontrados fueron inicialmente fósiles,
hasta que se comenzaron a descubrir animales casi intactos enterrados entre los hielos de Siberia.
Para que se produjera una congelación en tan buenas condiciones de esos animales era necesario
que ésta fuera tremendamente rápida.

Además, la disección de estos animales tan bien conservados ha demostrado que muchos de ellos
tenían en su estómago comida que había sido ingerida recientemente, con lo cual parece que la
muerte y la congelación que sufrieron fue súbita, quizás en un plazo de como máximo 2 o 3 días.

Según Muck, una nube tóxica repleta de gases mortíferos flotó dejándose llevar por los vientos
alisios para asfixiar hombres y animales allí donde descendía. Esta nube cubrió lo que era el hábitat
natural de estos antepasados del elefante y los exterminó en cuestión de horas, quedando muchos de
ellos con la comida dentro de su aparato digestivo.

El tipo de vegetales que conservaron en sus entrañas es una incógnita para los científicos, pues era
propio de una zona más cálida que la actual Siberia, con lo cual se podría pensar que hubo un
brusco cambio de clima debido a una variación de la dirección del eje de la Tierra. Igualmente,
tampoco ellos han dado explicación a la forma en que los mamuts quedaron congelados. Lo que sí
ha quedado claro con las pruebas del carbono 14 es que esos mamuts congelados vivieron hace unos
12.000 años aproximadamente, lo cual también coincide con nuestro argumento principal.

Respecto a por qué como humanidad no hemos conservado un mínimo registro de lo que ocurrió,
Muck calcula que nuestra especie tardó unos tres mil años en recuperarse del cataclismo. Durante
mucho tiempo perduró sobre la Europa norteña una enorme nube de ceniza volcánica, que filtraba
enormemente los rayos del Sol.

Después de todo este período en el que prácticamente se bajó de nuevo a los niveles de la barbarie,
no fue hasta el año 5.000 a. J.C. que se comenzó de nuevo a gestar lo que solemos entender como
civilización. De lo que fue y representó la Atlántida a esa época sólo llegaron leyendas y vestigios
muy deslabazados. Esto quitando lo que se supone fue la continuación de la cultura de las colonias
atlantes, entre ellas la egipcia.

La doctora Asher, de la Universidad de los Angeles, dijo públicamente que si la Atlántida en


realidad había existido, tenían que haber quedado una serie de restos en el lecho submarino en la
zona en que aproximadamente se supone estuvo el continente hundido, es decir, enfrente del Golfo
de Cádiz. La doctora pasó a los hechos y dirigió un equipo profesional de exploración submarina
que rastreó la mencionada zona.

Allí encontraron restos de columnas y caminos trazados en el fondo del mar. La doctora Asher dijo
literalmente: "Las únicas inmersiones realizadas por mi grupo tuvieron lugar en aguas
internacionales, a 17 millas de la costa y a lo largo de Cádiz, a unos 29 metros de profundidad.
Sobre una plataforma que databa de unos 7.000 años a. J.C. y que por entonces se encontraba al
nivel del mar, el equipo de la Asociación Mediterránea de Investigaciones Atlánticas descubrió
restos de columnas, bloques de piedra y al parecer carreteras".

Según el equipo de estudiosos y profesores que estaba en relación con la expedición, los restos
hallados frente a la costa de Cádiz no podían constituir parte de civilizaciones usuales para nosotros
y para la historia oficial, tales como la fenicia o la romana. Las fotografías demostraban que el tipo
de arquitectura era de unos rasgos bien diferentes a los que se encuentran catalogados.

A finales de los años 70 el arqueólogo e investigador psíquico de la Universidad de Cambridge T.


C. Lethbridge, habló acerca de la relación entre la Atlántida y Tartessos (la Tarshish bíblica), cuya
existencia algunos remontan hasta 6.000 años a. J.C. y más. Tartessos estaba ubicada entre dos ríos
en el sur de España, junto a las columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar). Lethbridge también se
interesó por otras muchas leyendas del norte de Europa que mencionaban tierras desaparecidas,
como la tradición bretona de la tierra de Ys, el Tir Nan Og escocés, el Lyonesse de Cornualles, el
Avalon de la historia de Arturo, etc.

Si tratamos de hacer congruentes estos datos demostrados con el hilo fundamental que hemos ido
siguiendo, proponemos la siguiente versión. Si la catástrofe fue de la magnitud que se supone,
podemos imaginar que el hundimiento de tierras se produjo en varios lugares ubicados en el entorno
del escenario fundamental. Es decir, los restos civilizados que se han hallado en las costas de Cádiz
perfectamente pueden indicar que parte de este golfo también se formó como consecuencia del
hundimiento de tierras, lo cual no quiere decir que esta zona -presumiblemente Tartessos-estuviera
unida al continente Atlántida por tierra.

Esto es algo similar a lo que se puede sospechar en cuanto a los restos bajo el mar hallados en la
zona del mar Caribe, que confirman que existió un gran hundimiento de tierras en lo que ahora es
ese mar y el Golfo de México. Por ello, tanto este último caso del Golfo de Cádiz como el del mar
Caribe se pueden considerar como efectos colaterales, aunque ciertamente impresionantes.

Incluso, se podría considerar la posibilidad de hundimientos de tierras en torno a las islas británicas
e Irlanda.

Dicho de otra manera, el cataclismo afectó de forma seria a lo que presumiblemente eran algunas de
las colonias y zonas de influencia atlantes.

1.4. ¿ES CONGRUENTE LA EXISTENCIA DE LA ATLANTIDA CON LA TEORIA DE LA


DERIVA DE LOS CONTINENTES?.

Esta es prácticamente la mayor pega que se podría poner a la teoría de la existencia de la isla-
continente Atlántida.

Pero hagamos un breve recordatorio acerca de lo que es la teoría de la tectónica de placas o de


deriva continental. El meteorólogo alemán Alfred Wegener en 1.915 sacó a la luz su teoría y en esa
época se le tachó prácticamente de loco, no siendo hasta la década de los años sesenta cuando los
científicos encontraron suficientes pruebas experimentales que corroboraban totalmente los
presupuestos de este autor.

Las teorías geológicas anteriores a Wegener dibujaban un núcleo terrestre sólido rodeado de una
corteza de plomo fundido y capas de rocas cada vez más solidificadas, todo ello envuelto por una
corteza rígida y fina (litosfera).

En cambio, para Wegener la gran diferencia era concebir a la corteza como móvil, aunque por
supuesto con un lentísimo desplazamiento a lo largo de millones de años.

El comenzó a elaborar esta teoría observando los dibujos de las costas de los continentes. Si
recortamos cada continente individualmente nos daremos cuenta de que unos con otros pueden
encajar con bastante facilidad. Un caso muy típico es el de la costa del este de América con la costa
oeste de Africa.

Así, según Wegener en épocas muy remotas existía tan solo un continente, al que él dio el nombre
de Pangea.

Para este científico los continentes y las grandes islas se encuentran cimentados sobre bloques más
profundos que tienen forma de placas, las cuales constituyen la litosfera (sial). A su vez, las placas
"flotan" en un mar semifundido de materia cristalina llamada sima. Las placas entre sí están
separadas por grietas.
Hay algunas grietas por donde lentamente surge hacia la superficie roca fundida o magma, que
obliga a esas dos placas a separarse un poco más. Después esa lava se enfría y pasa a formar parte
de las placas y por tanto de la litosfera. Un ejemplo de este tipo de grieta es la Dorsal Atlántica
Central, que atraviesa el océano del mismo nombre de norte a sur. Esta dorsal está plagada de
innumerables volcanes submarinos. De tal manera, el lecho o cuenca atlántica a ambos lados de esa
grieta es una losa de roca enfriada después de salir del sial. Esta cuenca por supuesto se va haciendo
cada vez más grande o más ancha a este y oeste.

El problema de espacio en la superficie se arregla porque hay otras grietas llamadas zonas de
subducción, donde lo que ocurre es que una placa se va metiendo por debajo de la otra por efecto de
su propio peso, es decir, de la gravedad. Este rozamiento de placas puede generar actividad sísmica
cuando la tensión acumulada entre las dos placas se libera bruscamente. Así, el Océano Atlántico se
va expandiendo a este y oeste, empujando tres placas gigantes: norteamericana, sudamericana y
africana.

Wegener en realidad nunca se preocupó de la Atlántida y ni siquiera la mencionó, pero muchos


detractores de la civilización perdida han usado la teoría de la tectónica de placas como excusa para
dar carpetazo a la cuestión con un resultado negativo respecto a su posible existencia.

Lo curioso del caso es que muchos de los mapas o esquemas del primigenio continente Pangea que
se utilizan comúnmente para ilustrar las teorías de Wegener, no coinciden con los que el propio
autor de la teoría realizó originalmente.

Pero la verdad acerca de la cuestión es que el propio Wegener, después de muchos intentos, no
logró hacer encajar los continentes del todo y para ello él mismo, el padre de la teoría, dejó en
medio un gran lago, según su propia hipótesis. Podría ser un buen ejercicio el que el propio lector
recortara de un mapa mundi los continentes y jugara con ellos tratando de encajarlos.

Es evidente que sí queda sitio más que suficiente para que hubiera existido la Atlántida.

En realidad, la teoría de la tectónica de placas no invalida en absoluto la teoría de la Atlántida


desaparecida sino que, más bien, indirectamente hasta podría apoyarla bastante.

La otra cuestión, aparte de si existía "hueco" o no para la Atlántida en el primigenio continente


Pangea, es la cuestión del motivo de la destrucción del continente hundido.

Está claro que en la zona donde se piensa que estuvo la Atlántida no existe ni hubo un motivo para
el hundimiento de esta isla-continente en relación con la teoría de la deriva de los continentes.

Es decir, la Atlántida no estaba cerca del equivalente de ninguna falla de San Andrés, como ocurre
con California, con lo que efectivamente la propia teoría de la deriva continental nos ayuda a
descartar la hipótesis de un hundimiento generado por mecanismos "normales" dentro de la
dinámica normal terrestre. Aún cuando la Atlántida estaba muy cerca o incluso rozaba la grieta
atlántica, no hay que olvidar que a partir de esa zona "se crea" litosfera tanto a este como a oeste. Es
decir, la grieta atlántica no es una zona de subducción donde una placa se mete debajo de la otra y
donde las tensiones acumuladas dan lugar a fuertes y violentos terremotos.

En cualquier caso, es obvio que un terremoto normal no puede hundir así como así una isla-
continente, ni un maremoto y ni siquiera una serie de erupciones volcánicas.

Esto nos ayuda en nuestras investigaciones, apoyando lo propuesto por el preclaro Muck: el
hundimiento del desaparecido continente se debió a una catástrofe de grandes dimensiones ajena a
los mecanismos normales terrestres, puesto que estamos hablando de algo acontecido hace 11.000
años aproximadamente y no cien millones de años atrás, por ejemplo, con lo que ya podríamos
plantear la posibilidad de otros cambios geológicos más abundantes en el pasado de nuestro
planeta.

Así, la hipótesis (casi teoría) de la intervención de un factor externo (del espacio exterior) está
totalmente viva y coleando.

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