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NICTOFILIA
N°4

DOSSIER

POESIA GROTESCA

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CRÉDITOS

© 2018, Editorial Cthulhu


© 2018, Pablo Espinoza Bardi, Diego Mariano Giménez Salas, Rigardo
Márquez Luis, Juan Pablo Goñi Capurro, Connie Tapia Monroy, Ariel
S. Tenorio, Ray Paz Quesquén, Morgan Vicconius Zariah, Rodolfo
“Maldoror” Montes de Oca, Rodrigo Torres Quezada, Paula A. Romero,
Godoy Gómez Aldair, Omar Luján S., Gonzalo del Rosario, Fratermo
Dracon Saccis, Silvia Alejandra Fernandez, José Ángel Conde, Cinthya
Díaz, Víctor Grippoli, Jonathan A. Hernández, Fernando Honorio, Dolo
Espinosa, Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo, Desirée Jiménez Sosa,
Sebastián Giorgi García, Angelique Reid, Eduardo E. Rmz. Pérez,
Daniel Canals Flores, Irán Infante, Juan Carlos M. Vazquez, Tania
Huerta, Jesús Herrera Matos, Matías Bragagnolo, David Alpuente
Ferrer, Karim Arredondo, Mario Romanet Rivas, Alejandra Palacios
Heredia, José Tochtli Fioravante, Guillermo Muñoz Hernández, Fredie
Aguirre Calderon, Gilda García Romero, Emilio Paz Panana, Amparo
Montejano, Patricia Marta Kieffer, Nathaniel Argueta Hernandez,
Kristina Ramos, Felipe Álvarez, Fratermo Dracon Saccis, Luis Bravo,
Angelo M. Rivera Barquero, José Luis Pascual Piernagorda, Glauconar
Yue.

NICTOFILIA. Revista Literaria Hispanoamerica de Terror


Año 03 - N° 04: Octubre 2018

Dirección: Marcia Morales Montesinos

Imagen de portada: «Inferno» de Celeste Gómez


Fanpage: https://www.facebook.com/CelesteGomezArts/

EDITORIAL CTHULHU
http://editorialcthulhu.blogspot.pe
editorialcthulhu@gmail.com

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CONTENIDO
Editorial por Marcia Morales Montesinos

EL USURPADOR DE CADÁVERES, Pablo Espinoza


Bardi
EL SERMÓN DEL ABORTADO, Diego Mariano
Giménez Salas
EL ARTE DE LA CARNE, Rigardo Márquez Luis
EL PRÍNCIPE, Juan Pablo Goñi Capurro
FOTOGRAFIÉ DOS VECES TU CUERPO, Connie
Tapia Monroy
TUS MUÑONES, Ariel S. Tenorio
PEQUEÑO DIARIO DE UNA SÁDICA GNÓSTICA,
Ray Paz Quesquén
FESTÍN DE CADÁVERES, Morgan Vicconius Zariah
SANTOS (NECRÓFILOS) PLACERES, Rodolfo
“Maldoror” Montes de Oca
GANGRENA CÓSMICA, Rodrigo Torres Quezada
DOLOR EX MORTUIS, Paula A. Romero
CALLEJONES DE CIUDAD, Godoy Gómez Aldair
NOCHE DE RITUALISTA, Omar Luján S.
LA NIÑA DE MI LINTERNA AZUL, Gonzalo del
Rosario
EX SOLEM IN UMBRA, Fratermo Dracon Saccis
LARVAS OBSCENAS EN MI OSCURO CLAUSTRO,
Silvia Alejandra Fernandez
SIBILA SATÁNICA, José Ángel Conde
ODA A SAKASAGAMI, Cinthya Díaz
SARCÓFAGO, Víctor Grippoli

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SANCTUM, Jonathan A. Hernández
MATER TENEBRARUM, Fernando Honorio
LA NADA, Dolo Espinosa
FRÍO XV, Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo
PERPETUUM TENEBRAE, Diego Mariano Giménez
Salas
EL HOMBRE AMARILLO, Desirée Jiménez Sosa
ARAÑA MOLECULAR, Sebastián Giorgi García
BUITRA, Angelique Reid
HÉCATE, Eduardo E. Rmz. Pérez
LOS CINCO NOMBRES DEL DIABLO, Daniel Canals
Flores
SUPER BOUDELAIRE ATRAPADO EN LOS
DESAGÜES, Ariel S. Tenorio
SUEÑOS BLANCOS, MASTURBACIONES
INCOLORAS, Irán Infante
BOSQUE NEGRO, Juan Carlos M. Vazquez
TUS OJOS, Tania Huerta
AL DESPERTAR, Jesús Herrera Matos
GUL, Rigardo Márquez Luis
ABRAZANDO EL CADÁVER, Matías Bragagnolo
LA PROFECÍA NEGRA, David Alpuente Ferrer
LAS HORAS DE LICÁN, Karim Arredondo
ARÁCNIDA, Mario Romanet Rivas
OLD FART, Pablo Espinoza Bardi
INSATISFACCIÓN, Alejandra Palacios Heredia
SANA LOCURA Y NORMALIDAD PATOLÓGICA O
DORMIR CON UNA ESCOPETA CON UN DEDO
EN EL GATILLO Y LA BOCA DE FUEGO PEGADA
AL CUELLO, José Tochtli Fioravante
PLACER, Guillermo Muñoz Hernández

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SACRIFICIO, Fredie Aguirre Calderon
ANIMAM PAUPERIS, Gilda García Romero
CRIATURAS, Emilio Paz Panana
EL MILAGRO DE LA MUERTE, Cinthya Díaz
TAMBORES, Amparo Montejano
LA ÚLTIMA HUMANA, Patricia Marta Kieffer
EL ACTO DE VIOLAR, Ariel S. Tenorio
DEJA QUE LA SANGRE FLUYA, Nathaniel Argueta
Hernandez
EL HAMBRE NO ESPERA, Kristina Ramos
DULCES SUEÑOS, Felipe Álvarez
ESCRIBIDOR, Rigardo Márquez Luis
GÉNESIS GENOCIDA, Fratermo Dracon Saccis
TIRANO, Luis Bravo
LA CORONA DE ODIO, Diego Mariano Giménez Salas
ÜNTERMENSCH, José Ángel Conde
SOMOS, Jesús Herrera Matos
MAL DO ROR, Ray Paz Quesquén
EL OSARIO, Angelo M. Rivera Barquero
SURGIERON DEL PANTANO, José Luis Pascual
Piernagorda
COLOQUIO DEMONOLÓGICO ENTRE LILITH E
ISHTAR, Glauconar Yue

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EDITORIAL
Por Marcia Morales Montesinos

En este cuarto número de la revista NICTOFILIA hemos


querido ofrecer una selección de poesía de temática grotesca
y/o bizarra, aquella poesía que ha tenido poca cabida en el
mundo lírico, que se encuentra plagado, en su mayoría, de
temática amorosa.
Sabedores que existe esta “otra” poesía —que no solo
tiene escritores, sino también lectores ansiosos por degustar
versos del más puro horror y depravación— optamos, y nos
vimos en la necesidad, de realizar un dossier dedicado a esta
poesía. Estamos seguros que nuestros lectores encontrarán en
estas páginas versos que jamás pensaron hallar en alguna otra
antología poética. Esperamos disfruten de cada una de las
infamias vertidas en este número y que esparzan por el mundo
este legado de literatura grotesca, que viene conquistando poco
a poco a más lectores.
Gracias a los poetas malsanos que colaboraron con este
número, no seríamos nada sin ellos: Pablo Espinoza Bardi,
Diego Mariano Giménez Salas, Rigardo Márquez Luis, Juan
Pablo Goñi Capurro, Connie Tapia Monroy, Ariel S. Tenorio,
Ray Paz Quesquén, Morgan Vicconius Zariah, Rodolfo
“Maldoror” Montes de Oca, Rodrigo Torres Quezada, Paula
A. Romero, Godoy Gómez Aldair, Omar Luján S., Gonzalo
del Rosario, Fratermo Dracon Saccis, Silvia Alejandra
Fernandez, José Ángel Conde, Cinthya Díaz, Víctor Grippoli,
Jonathan A. Hernández, Fernando Honorio, Dolo Espinosa,
Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo, Desirée Jiménez Sosa,
Sebastián Giorgi García, Angelique Reid, Eduardo E. Rmz.

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Pérez, Daniel Canals Flores, Irán Infante, Juan Carlos M.
Vazquez, Tania Huerta, Jesús Herrera Matos, Matías
Bragagnolo, David Alpuente Ferrer, Karim Arredondo, Mario
Romanet Rivas, Alejandra Palacios Heredia, José Tochtli
Fioravante, Guillermo Muñoz Hernández, Fredie Aguirre
Calderon, Gilda García Romero, Emilio Paz Panana, Amparo
Montejano, Patricia Marta Kieffer, Nathaniel Argueta
Hernandez, Kristina Ramos, Felipe Álvarez, Fratermo Dracon
Saccis, Luis Bravo, Angelo M. Rivera Barquero, José Luis
Pascual Piernagorda y Glauconar Yue.

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EL USURPADOR DE CADÁVERES
Pablo Espinoza Bardi

me fui cuarenta días al desierto con mi manto de monje loco/


me situé en la torre oscura y elucubré pócimas a través de mis
fluidos —¡solve et coagula!—, me dijo un enano de apariencia
fetal (producto de mi paranoia)/ rasuré mi cabeza como
símbolo de iniciación/ escribí poemas retorcidos en las
paredes con sangre y excremento/ cubrí mi cuerpo con vendas
de manera ritual/ transcribí maldiciones y sentencias en cada
apósito infecto/ me senté a través de los días en posición de
Baphomet, con una mano apuntando hacia al cielo y la otra al
abismo, hasta que se manifestó un diablo mórbido y
pestilente/ el infeliz me proponía situaciones impúdicas
mientras sacaba repetidas veces su lengua bífida y le dije:
vamos, tranquilízate, bebe algo conmigo/ me preguntó mi
nombre y le dije: Rasputín, the mad monk/ ¡imposible! —dijo
con desprecio—, a la semilla de Belial no se le puede pasar gato
por liebre/ imagino que estás consciente de que engañar a un
demonio trae consecuencias nefastas/ lo miré directamente a
sus ojos fatuos y le respondí: contempla mi barba casposa/
observa mis estigmas e imprecaciones labradas con maestría en
la piel en noches luciferinas: ¡tajo y dogma!/ mira —dijo
acariciando mi calva obscena y costrosa—, al monje loco lo
llevaron al palacio Yusúpov/ fue engañado/ envenenado/
baleado como perro y arrojado al averno helado/ fue enterrado
y exhumado para luego ser quemado en el bosque de
Pargolovo/ tú; sombra pusilánime y funesta, a mis ojos no eres
más que un usurpador de cadáveres… eso, y nada más.

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EL SERMÓN DEL ABORTADO
Diego Mariano Giménez Salas

Y entonces vi al último ángel mamando del pecho de su virgen


madre muerta
y a la última mujer pariendo con dolor a un dios.
Vi a las moscas cubrir el cielo y a los gusanos devorar a la tierra
y a los valles donde las escorias de otros tiempos vuelven a la
vida.
Vi los ojos de la serpiente y su ciencia me ha quemado la retina,
y vi a los viscosos adefesios que originaron.
Vi a la estirpe del Hombre abandonar, pesado y esponjoso,
los pantanos indescriptibles en la noche de los tiempos
y escuché las demoniacas ceremonias
que reverenciaban a la noche del Hombre ¡Entra a la noche…
¡Entra a la noche!, empezaron a repetir en coro
las voces atrapadas en las carroñas.
Y escuché su filosofía de estertor escapando
de los tajos de sus gargantas enquistadas en océanos de eones.
He visto a un dios masticado regir en su gloria gangrenada.
He visto a la muerte sosteniendo a un niño en brazos.
He visto a los ángeles ser masticados y devorados
para luego ser defecados en el rostro dios.
He visto cascadas de gusanos subiendo al cielo en columnas
monstruosas. He visto a las huestes del abismo engendrar el
dolor en la carne del Hombre.
He visto al sol capitular en algún rincón del ocaso.
He visto los agujeros del cosmos en las entrañas de una rata.
He visto las pieles de los niños goteando sangre aun fresca.

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He visto al Hombre sumergirse en aquella ciénaga con
voluntad
y como su raza era manchada con la pus de sus mujeres.
Vi como su prole copulaba en la saburra de sus adentros.
He visto como se untaban lujuriosos
del vientre inquieto de las moscas gordas
y como sus hijas proferían ladridos preñados de placer.
He visto a la figura de entre las figuras ascender
del podridero universal y tapar con sus alas leprosas
los ojos muertos del firmamento.
He visto a la sopa negra supurando de los fetos humanos.
He visto a los batracios frotar sus verrugas sobre el trono del
Hombre.
He visto la cruz de Cristo cubierta de larvas hambrientas.
He visto brotar sangre y esperma del costado abierto de dios.
He visto a las dimensiones del dolor traspasar los portales de
la tierra.
He visto escorpiones en la boca de nuestros hijos…

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EL ARTE DE LA CARNE
Rigardo Márquez Luis

Nunca enamores a un poeta,


ya que el numen es una voracidad
que infecta la tinta virginal
de los que sueñan a pleno día.
No hay peor horror que ser una musa,
ya que el amor profiere raros efectos,
pues un escritor descorazonado
es la génesis del peor de los monstruos.

Cuando el tintero no es suficiente


y la Venus regresa al estuche marital
el poeta se desnuda de civilidad
y sólo queda el trastorno inerte.
Allí entre el mecenazgo azaroso
los demonios cantan letanías
que eclipsan la moral cardial
para realizar un infame ritual.

Cuando la erómena no corresponde


la locura injuria ultrajando a la razón.
Alabado sea el néctar opiáceo
por domar los corceles desbocados
de tus dubitaciones.
Así puedo tomar tu corazón en allegretto
mientras que posas para mi
en completo mesmerismo.

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Suena el tritono en vertícordia,
mientras que tintinea la pluma
al besar la mudez de tu cuerpo
con el roció sanguinolento de mis labios.
Cual cisne crucificado abro tus muslos
para bendecirte con mis santos óleos.
Eres como una estrella, pues ya sin vida
sigues dándome bríos orgasmales.

Quiero sentirme a través de tus ojos,


saborear las espinas crueles de tu desprecio.
Es por eso que tus ojos; luceros esmeraldas
ya abandonaron sus cuencas,
serán el oficio que colgará de mi pecho.
Aun así, buscaré otros, para tejerlos
simulando ser astros
de la más bella constelación.

Ensalmo el verso de tu carne,


con azafrán y saliva de mi voraz lujuria.
Palpo los lunares nebulosos en tus lunas
para luego emancipar la bravura de tus pechos.
No habrá ofrenda para los gusanos,
por ello lanzo sal en forma de cruz
sobre la corola de tu feminidad
preservando el sabor adecuado.

Rosa límpida que versa en menguante


sueña en el tibio beso del arte de la carne,
que allí entre aceite, pintura y sangre
yo glorificaré tu belleza haciéndote inmortal.

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Desangrándome el corazón
he de cincelar los estratos de tu piel diamantina,
entre miradas ciclópeas de las almas custodiadas
por el Diabulus in amore que cercena mi alma.

Malhaya la muerte santiguase


a mi Príapo con el verbo de tu alma,
para rehacerte una vez más
y no conformarme con el juicio de Onán.
Querida Erató de la mirada trágica,
es hora de que partas hacía Mictlán,
pero no entristezcas por nuestra despedida,
ya que no desperdiciaré ningún pétalo de tu carne.

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EL PRÍNCIPE
Juan Pablo Goñi Capurro

Querida Blancanieves
—te escriben tus enanos—
te extrañamos mucho
pero somos felices
al saberte dichosa.
Pobres ignorantes,
¿los encantaste también con
medias de seda, ligueros y tacos
tan altos como las pasiones
que desatas?
Llora Blancanieves,
las lágrimas hacen bien al cutis
que tanto aprecian
nuestros clientes.
Un cutis pálido que los deslumbra
bajo las velas que esconden las arrugas
de tus compañeras de faena,
un cutis pálido que los conduce a los jergones
donde vuelven a crearte a fuerza
de pasarte tanto las manos.

Por las noches rezamos


pidiendo a Dios que el Príncipe
siga cuidándote de malvadas envidiosas
y de los peligros del bosque.
Claro que te cuido Blancanieves,
el bosque no llega a las puertas de nuestro club,

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y las envidiosas se conforman con cobrar
sus servicios más baratos.
Te cuido tanto que tu espalda
tiene las huellas de las vergas,
para que recuerdes el peligro
que hay afuera, para que no sueñes
con escaparte.
Aún no me has dicho si es verdad
que la de los enanos es gigante,
te limitas a sorber las nuestras
aunque necesite el látigo
para que recuperes el ánimo.

Siempre te recordamos,
cada cena dejamos tu sitio libre,
en cada fiesta alzamos nuestras copas
deseando que tus días sigan diáfanos.
Una manga de borrachos
tus enanos del bosque,
con razón no te cuesta montarte
en las panzas vinosas de los marineros.
¿Qué pensaron que era un príncipe,
dónde se ha visto un reino que no se base
en la sangre de los inocentes y no tanto?
Mi reino son los muelles,
los monederos cargados
de los lujuriosos hombres
que bajan de los barcos.
Mis armas son las mujeres como vos,
una vez que aprenden a abrir las piernas
para que el dinero penetre en mis sacas.

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Soy domador de potrancas altivas,
un servidor dispuesto a satisfacer
las pasiones más bajas
con el fruto de mi trabajo,
las yeguas mansas que desnudan
los apetitos carnales.

Se despiden los enanos


con sus deseos en almíbar,
vaya a saber qué recuerdan
de su preciosa visitante.
¿Qué dirían al ver cómo sacudes
ese culo de órdago,
esas tetas de palacio?
¿Cómo te llamarían al verte cabalgar
sobre jamelgos desdentados?
Eché pulgas a Cancerbero
para colarme en el infierno,
pero ni allí encontré un espectáculo
semejante a tu cuerpo estremecido
por la violencia de una encamada.
Querida Blancanieves, no desesperes,
en unos pocos años serás vieja para estos trotes,
se caerá la estantería y se formarán pliegues
en tu piel marchita,
tu príncipe te dejará libre
y podrás volver a narrarles
cuentos felices
a tus dichosos enanos.

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FOTOGRAFIÉ DOS VECES TU CUERPO
Connie Tapia Monroy

Mañana vendrá un chico


con zapatillas tipo converse, de género
seleccionará una canción en youtube,
algo de Deep Purple, de seguro.
Mi cabeza estará apoyada en sus muslos
y planificaré en cómo liquidar lo nuestro
él no lo sabe aún, pero desmembrará tu cuerpo.
Se lo pediré cuando estemos desnudos fumando un cigarro
¿por qué no lo haría?
Te comeré de diferentes formas.
Mientras siga desnuda, con las piernas abiertas
le diré que siga moviendo su lengua.
otra canción sonará desde el parlante de la televisión
esta vez algo de Burzum
beberá el resto de la lata de cerveza
y cuando mis caderas logren calentarlo de nuevo
ahí, entre jadeos
le rogaré que te asesine en la cabaña cerca del mar
¿cómo piensas eso?
Solo guardo las fotos para volver a mirar
o disfrutar un poco más.

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TUS MUÑONES
Ariel S. Tenorio

Dos bestias de alquitrán en celo revolcadas


en las sábanas inmundas.
Tus muñones vos entonces
enterrada.
Los anzuelos genitales ciegos
lastimando el amor en direcciones opuestas
como un barullo de perros y en el aire
la furia, los chasquidos, dentelladas.
Tus muñones vos alegre
en las encías solitarias
y en la nada de tus voces.
Entreabierta bajo el tótem rojo
Y mi lengua blanca dibujaba
caminitos de babosa desde el centro del espanto
hasta el rastro de la sangre coagulada.
Tus muñones y el andar
vos condenada.
Yo enredado entre los hilos oscilando
con las venas secas enredadas
trepándose hasta el cuello y apretando.
Un demente liberado de la carne
arrugando las paredes con las uñas
enseñándote a morir sin sentir nada.
Tus muñones, vos entonces
de una buena vez por todas
enterrada.

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PEQUEÑO DIARIO DE UNA SÁDICA
GNÓSTICA
Ray Paz Quesquén

Día 1

Madre Pentesilea os dejo a vuestras hijas éste tu sangrante


manifiesto
Hallado en la concavidad de lo no revelado
En la suavidad de la curva lunar entre los riscos y peñas
Arrancad demonias las sienes de la falsa evolución de la
especie
Oh los malnacidos machos degradación de la materia
Infectos seres y su perjudicial cadena
Pero disfrutad de sus bienes
Su lengua una vez cortada puede lavar sus orificios
Su miembro no divino antes de cocerlo o atarlo al filo de sus
espadas
Introducirlo hacia sus huecos más jugosos
Antes
Mantenerlos en hambruna sin agua que calme su sed ni lave
su pestilencia
Que los piojos y alimañas invadan su pelaje hasta
multiplicarse
¡Qué fétido olor ascenderá como numen hacia la idea de la
belleza!
Laman hijas sus vellos
Oh sus axilas oh su púbico vello
Arranquen desde la raíz el pelambre ¡tráguenselo!
¡Hambrientas! ¡Hambrientas! mis condenadas al exilio

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Beban su orina y hagan beber la limpidez de la suya
Sí pronto no se sacian átense la espada en la superficie de su
vulva
La insurrección de vuestro clítoris
De espaldas abran sus piernas y penetren el filo puro
Que su sangre brote como una flor hecha de heces
Ah no teman herir algún órgano
Su muerte acaecerá como un regalo
Recuerden que acudí a las huestes Troyanas con doce de sus
madres
Y fuimos destrozadas hasta del propio espíritu
Y ahora tienen ante sus senos a sus bastardos primogénitos
A sus futuros reyes
¡No! ¡No! ¡No! Su prole será la infección del mundo
Aniquílenlos, que no supervivan ni sus huesos
Que no sean enterrados para que el viejo Caronte
No los conozca ni tengan acceso al infierno que un bien sería
para sus almas
Hagan queridas hijas lo que desde los dioses adúlteros y
malditos hicieron y siguen haciendo con vosotras.

Día 2

ORACIÓN

Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy


Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy
Amazona soy Amazona soy Amazona soy
Y no me amputaron el pecho para trenzar la flecha con el
mismo arco con que el bastardo Aquiles mató a nuestra
primigenia madre

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No tengo senos porque mi maternidad la he ofrendado a la
guerra no a Ares
¡Repudio y muerte a todo Dios macho cabrío!
Mi maternidad no es un regalo divino
Mi maternidad no es un oficio
Mi maternidad no es una misión arcaica
Mi maternidad será proteger mi ser de sus deseos calcinados
Fecundar mi hijo en mi idea de extinguirlos
Oh así cantaré hasta la última gota de sangre
Hasta la raíz de mis ancestras
De mi matriarcado indomable
Malnacidos voy por vuestros corazones
Para arrancarlos y arrojarlos al lecho pestilente de sus padres.

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FESTÍN DE CADÁVERES
Morgan Vicconius Zariah

Entre delirios y sangre, narcóticos sagrados hacen expandir en


las sombras la mente alucinada.
El cementerio centellea con extrañas luces grises y mi alma se
extasía en el sádico resplandor de la carne desgarrada.
Bajo la luz de la luna, las esculturas mortuorias observan
silentes nuestra orgía gastronómica.
Despedazando lo inmundo; tragando los deseos; blasfemando
a la muerte. Devorando sin pensar nuestra existencia fantasma.
Los dientes llenos de carne podrida, ¡amigos somos de los
gusanos! Que corroen nuestros cuerpos pecadores, generando
con nuestra carne vida nueva.
Pálido nuestro rostro mojado por la roja sangre del delirio. La
majestad de la muerte alimenta nuestros cuerpos. Su
descomposición química, su mano que todo lo envejece hasta
podrirlo, marchita con su roce las flores y desvanece la
juventud con el reflejo de su espejo.
Y al mirarnos, vemos nuestras caras descarnadas y la carne
pendiendo del mentón. Con los gritos y el aullar de los
demonios funestos, nos devoramos en romántico deseo, y el
dolor al comernos nos hace inmortales.
¡Somos necrófagos! Amigos de comer carne descompuesta y
beber sangre coagulada. El festín de las copas sobre lápidas
horadadas; la enorme mesa redonda de los homúnculos
descansa sobre tumbas centenarias.
Y al amanecer sólo quedan cenizas y huesos, y un cuerpo
arrullado al lado de un frío epitafio; que ebrio en demasía de

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alcoholes, duerme tranquilo en los valles de la muerte después
de una extraña canción espectral.

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SANTOS (NECRÓFILOS) PLACERES
Rodolfo “Maldoror” Montes de Oca

Miro deseoso tus ojos vacíos,


mientras muerdo tu boca verdosa;
y mi mano se aferra, filosa,
a tus senos, desnudos y fríos.

Con mi pene, erecto, sin bríos,


profano tu vagina viscosa.
Los gusanos, de forma amorosa,
me reciben con besos impíos.

Y fue con ellos, tus moradores,


que me fundí en una orgía profana;
degustando tus pútridos olores

¿Acaso importa que lleve sotana?


Si ya estás muerta, son pormenores
para una buena dama cristiana.

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GANGRENA CÓSMICA
Rodrigo Torres Quezada

Fetos vomitados
Desde las fauces
Del abismo primigenio
Danzan con intestinos
Carcomidos
Por costras cósmicas
Tras ellas se levanta
El olor
A carne quemada
Son las huestes sin piel
De una guerra porno-sádica
Hígados despellejados
Mierda con trazos de coágulo
Uñas infectadas de pus
Ombligos que escupen trozos de carne
Son las huellas del día a día
En esta pesadilla bestial

Yo, duende de la dimensión onírica,


Sobrevivo devorando encías
Menstruaciones
Semen seco
Saliva de ancianos
Que jamás vivieron

Desearía huir
Hacia las montañas de gangrena

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Donde las calaveras aún gimen
Y la penetración
Es por los intestinos
Ahí, donde nace la nueva humanidad
Que mira hacia arriba
Con ansias de destripar la luna
Y la galaxia
El anillo de Saturno
Rebanará su piel
Júpiter llorará órganos
Y Plutón será
Un epidídimo infectado
Con la sífilis espacial
De los astronautas prostitutos
Que devoran mis sueños

Bestias con aroma a náusea

Que me sea ligero


El abismo
Que se consuman en llamas
Los fetos, los órganos, los tejidos,
La vida

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DOLOR EX MORTUIS
Paula A. Romero

Otra vez mi silencio se ve aquí interrumpido;


Me pregunto qué querrán de mí para esta ocasión.
Resuenan los aleteos de aves dejando el nido,
De plumas posándose sobre fría putrefacción.

No puedo ver su rostro por mis ojos cerrados,


Tampoco puedo olerle en la humedad presente.
Recorriendo mi cuerpo, puedo sentir sus manos,
Apretando mi carne con pasión incipiente.

Toma mis vestiduras y las vuelve jirones,


Destroza mi camisa, desgarra mi blanda piel.
Voltea mi rostro, fuerte, rechinan los tablones,
Mientras pasa su lengua en mi mejilla de miel.

Separa, excitado, mis insensibles piernas


Y empuja una y otra vez. Sonríe con satisfacción.
Los gusanos escapan de todas sus cavernas,
Mas las cresas se quedan royendo en comunión.

Él susurra agotado. Amor; comienza a gritar


¿Amor es lo que siente? No hay amor en el más allá.
Sólo hay oscuridad y esto, el anhelo de llorar
Ante un destino que ya no se desvanecerá.

Me penetra y me ultraja. Disfruta con mis restos


Que están fríos, rígidos; que ya las alimañas

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Se los han devorado hasta dejar expuestos
Mis huesos y mi carne ante las telarañas.

Eyacula sobre mí, jadeando extenuado


Se deleita triunfante y me observa sonriendo
Lo contemplo de reojo, pues mi rostro volteado
Sólo ve la madera de este féretro horrendo.

Su aliento me repugna mientras besa mi boca,


Detesto su mirada recorriendo mi torso,
Odio su sonrisa que me hiere como una roca,
Que es como una navaja incrustada en mi dorso.

Acomoda su ropa y actúa con normalidad,


Se levanta tranquilo. Yo ya no tengo valor,
Soy un objeto carente de vida en la oscuridad
¿Por qué tengo que sentir este tormento, señor?

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CALLEJONES DE CIUDAD
Godoy Gómez Aldair

Callejones de la ciudad, impregnados de muerte, sangre,


putrefacción y semen.
Sus olores se mezclan bajo la gélida noche ritualística
preludiando al horror mental que en los callejones habita.
¿Cuántos en sus hondos, oscuros interiores han muerto?
¿Cuántos han sido violados? ¿Cuántos cadáveres adornaron
alguna vez sus calles? ¿Cuántos han sido engañados?
Pobres de aquellos desdichados que se adentren solos, la
exquisita fragancia de la perversidad los volverá locos. Y al
inhalar la maldad, pesadillas tendrán, cada noche viviendo en
carne propia todas las atrocidades de las víctimas que han caído
en los horrores que en los callejones habita.

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NOCHE RITUALISTA
Omar Luján S.

El ritual comenzó a las doce mientras todos estaban en goce


La sangre del infante se derramó en el altar del señor

Gritos de clemencia, cantos con vehemencia


Cuerpos desnudos, rituales oscuros

Bailes inmorales, contracciones anormales


Conjuros antiguos, dioses ambiguos

Los cuatro elementos, seis, seis, seis, tormentos


La daga de plata, la mano que mata

La sangre pura, sacrificio que cura


Virtud y pecado Lucifer alabado

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LA NIÑA DE MI LINTERNA AZUL
Gonzalo del Rosario

Desnuda y congelada te hallé


Perfecta niña de catorce
Tu piel es una fiesta de placer
Gozaré besando
Tus nacientes pezones
Lameré y morderé muy lento
Para guardarme el sabor de tu piel muerta
Helada fresca free adorada
Porque
Desnuda y congelada te hallé
Perfecta niña de catorce
Cómo me la has puesto mira toca lo dura que está
No te sonrojes
Aún sigues congelada, eres témpano y mi pene
A tu contacto se encoge de miedo
Le hablo y le explico que si alguien tenía que haberlo hecho
Ese alguien tenía que haber sido yo
Así que primero abrí cancha con mis dedos
Uno, dos, tres, siempre listos, despacito, ahora ya hay espacio
Te penetro como si fueras el fondo de un pantano
Y me resbalo siento tus coágulos
Mi placer entumece de razón
Ultrajo tu cadáver con más fuerza
Qué rico es al fin sentirte y saber que no puedes quejarte
Tampoco venirte
Me prometí que algún día ese cuerpito y tu carita serían mías

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Y heme aquí con tus piernas al hombro acariciando tu potito
helado
Porque
Desnuda y congelada te hallé
Perfecta niña de catorce
Desnuda y azul cual mágico sueño de Estambul
Me vengo dentro mientras mis manos se posan sobre tus
breves senos
Mi semen también ama tu sangre.

33
EX SOLEM IN UMBRA
Fratermo Dracon Saccis

Velado el roce de la luz,


Es el goce triste consuelo
Una enrojecida pústula
Cuyo picor rodea su corazón
Centro de un universo abyecto
Libertad como una máscara
Libertad revestida por una cáscara
De un huevo deglutido por La Serpiente
Obrado por un camello piojoso
«Consagremos la mierda,
en divina gracia, regocijémonos».
Emancipación, eufemismo de esclavitud
Las cadenas de la insaciable felicidad
Onanismo que yaga el glande
Insensibiliza el clítoris
Florece en prolapso sanguinolento
Desentierra sus muertos
Sodomiza sus lápidas
Manosea las astillas del ataúd
Lame las larvas que consumen la carne
Con la punta de la lengua
Se revuelca en el fango
De la licuefacción cadavérica
Eyacula y reposa en el miasma
Sin hallar una imagen en el espejo
Más que trazas de su reflejo

34
El retorcido adefesio
Se inclina agradecido bajo la mesa
Recogiendo las migas de la caridad
Aurea mediocritas
El que atisba entre las sombras
Es mutado bajo el haz del acero quirúrgico
Resta apenas un despojo invidente
Que en espasmo de interminable agonía
Se caga
Se mea
Vomita abstracciones inconexas
Y en vana esperanza espinal
De osamentas fracturadas
De órganos colapsados
Mientras finge fortaleza
Por el rabillo de su careta sonriente
Se escapan los sollozos
Ante su inexorable extinción.

35
LARVAS OBSCENAS EN MI OSCURO
CLAUSTRO
Silvia Alejandra Fernandez

Me asombra un mundo nuevo, extraño y cautivante,


donde las hojas espejadas de las plantas, reflejan mi imagen
mientras camino por ese absurdo jardín.
Un césped carmesí, algo inconsistente,
mancha mis piernas, dejándolas moradas.
Los árboles gotean lágrimas de savia escarlata.
Oscura sangre del bosque que se evapora, tiñendo el aire.
Una bruma violácea empapa mi vestido, transparentándolo.
Cubro con mis manos mi cuerpo expuesto.
Y rio al darme cuenta nadie puede ver mi desnudez.
Sigo riéndome hasta que mis labios no tienen más risas.
Y mis ojos ya no pueden llorar.
Una áspera ropa me sujeta, avasallándome.
Miro a mi alrededor y veo a muchos en mi estado
Amortajados, morados, espantosos e inertes.
Veo sus ojos vacíos y sus pútridos cuerpos,
Y me rehúso a seguir ese destino.
Mis oídos se colman con golpes retumbantes.
Son los clavos que me encierran en esta lóbrega cripta.
Grito hasta no tener más voz, pero nadie escucha mi clamor.
Una oscuridad desesperante me envuelve.
Nada oigo, ni aún los latidos de mi corazón.
Muevo los dedos de mi mano hasta tocar una tela satinada.
Me afirmo brevemente a ese sutil contacto.
Y el horror me sobrepasa cuando siento
que algo inmundo trepa por mi brazo.

36
Larvas obscenas surgen en mi oscuro claustro
Me aguijonean la carne,
lacerándola con sus insistentes ondulaciones.
Un silencio infinito me rodea, ya no respiro.
Mi piel está cubierta de asquerosos gusanos.
Ya no puedo evitar que me invadan.
Mi cuerpo se ha paralizado y la rigidez me entumece.
Quiero ya dormir en sueño eterno.
Ya no quiero seguir viva si estoy muerta.

37
SIBILA SATÁNICA
José Ángel Conde

Las cabezas son cafeteras


y el devenir humano, tedioso,
calienta y hace humear el jugo del círculo.
En los túneles de descompresión cívica
duendes y trolls luchan contra heroicos guerreros mestizos,
pero en los cibervagones nadie se mueve
y todos miran a ningún sitio.
Los barrios son tentáculos interminables
de un colosal pulpo de hormigón.
Los edificios forman las paredes
de una inmensa boca que quiere tragarte,
sin piedad,
sin freno…
Las ratas son las únicas que sobreviven a todo,
tal vez porque su alma está forrada de oscuridad
o porque se alimentan de mierda.
Pura filosofía
flotando en el sincero idioma de los perros.

Pero todos los días,


en grandes avenidas de azúcar,
pasan tarros de crema
enfundados en abrigos aterciopelados.
La Belleza surge espontáneamente,
sinceramente,
en el andar casual de esas caderas inocentes
que pone notas con su perfume

38
a la música que inicia todo.
Sus miradas son caricias decisivas,
maternales y sonrientes tirones
que sacan mi alma de su funda negra
para retozar en el éter que nos separa,
pero no hay separación…
sólo música erótica de fondo.

También hay gritos como pasos,


dioses caminando atrapados
en cuerpos mortales inarticulables.
Sus deseos panteístas chocan con la masa patética,
que los encierra,
y sus quejas son alaridos,
insultos, incendios,
asesinatos en masa,
magnicidios…
o la guerra de la pasividad incomunicativa,
leyendo e interpretando el cosmos
en las oscuras paredes del sanatorio,
con los ojos vueltos al dolor cariñoso…

Esto es así,
aquí es ahora,
Inframundo 666-X,
con contraventanas para vivir
en un cielo que te guiña el ojo
mientras tus pies son parte de la cárcel del suelo.
Aquí no quiero tu puritana “amistad”,
tu sumisión banal a la mentira de la especie,
tu esclavitud biológica;

39
si quieres venir conmigo
tienes que arrancarte los ojos.

Arráncate los ojos.


No, tú sólo quieres perpetuar la trampa,
la broma universal.
De vez en cuando,
una pitia pelirroja de caderas poco divinas,
pero con ojos de fuego,
me enseña las mitologías que se esconden en el día a día,
y me conduce a su lecho de embriaguez,
por encima de los estertores bilíticos,
a través de túneles ultravisuales.
Lo veo todo como en un comic
y siento sus besos reveladores
y luego todo es espuma…

Pero así,
untados de grasa existencial,
somos ángeles caídos que,
constantemente,
bebemos del suelo florónico un éxtasis
que sirva de escalera al paraíso perdido.

Ahí fuera,
esa es la verdad,
me mezclo entre esos gloriosos culos
y abrazo todo.
Carne dulce,
constantemente acariciada
por las medias transparentes

40
del verdadero ultraser…
Belleza.

41
ODA A SAKASAGAMI
Cinthya Díaz

Cráneos putrefactos,
apilados por montón.
Peina el cabello de los muertos,
cuyas cabezas cercenaste.

Crea tu nido en las alturas,


cual guarida de araña.
Cepilla aquellas líneas infinitas
y maneja los hilos cual titiritera.

Llantos interrumpidos de un tajo,


reproches inconclusos sin oír.
Usa tu peineta
y silencia las quejas.

Acecha desde tu escondrijo


a las víctimas de hermosa melena,
corta sus cuellos
y trenza sus cabellos.

42
SARCÓFAGO
Víctor Grippoli

Dentro de su sarcófago mueve la cabeza putrefacta.


Ataúdes en piedra con signos alquímicos.
Pecaminosas líneas de destinos aciagos.
Sonrisa sin labios, pagana mueca macabra.
¡Te condenaron en vida por tiránica bruja arcana!

Otrora emperatriz de la noche, corrupta, malvada.


Muerta pero sintiente mueve sus manos.
Con anillos prometeicos, con fuegos fatuos.
Traza las formas para liberar la parca aciaga.
Acaricia sus senos apergaminados por la muerte.

Mi miembro se erecta al sentir su pecado.


¡Quiere que vaya a terminar el ritual comenzado!
¡Quiero usar su cuerpo desgastado!
Y mientras las bombas nucleares destruyen el mundo
gestaremos a la cabra humana del negro pandemónium.

43
SANCTUM
Jonathan A. Hernández

He probado la droga,
he transgredido,
he rajado
los negros velos de
dura sombra,
Alrededor mío
se arremolinan
estrellas primordiales, abismos,
las tumbas en el corredor inmenso del tiempo,
el rostro sin cuencas del infinito,
lividez y fuego,
pensamiento,
la mente ágil, la revelación
astral, demoniaca,
escrita con uñas en la negrura
de viejos ídolos idiotas,
una voz monótona suplica,
pide piedad dentro de toda esta barbarie,
el mono de la carne chilla de horror,
la mente recorre el pasillo de gusanos y
reliquias sangrientas, vestigios del
polvo que somos, que fuimos,
la puesta en escena de pecados y adversarios,
aristas retorcidas del cosmos,
la carne entrando en la carne,
la pluralidad ominosa,
las larvas del universo socavando cada historia,

44
volviéndola a su sitio en la inmensidad necrótica,
oscuridad entonces,
rotas las espinas del redentor,
laberintos esenciales,
ojos sin dueño, enloquecidos abriendo y cerrando,
en enloquecidos patrones.
Se hace la luz, un par de manos titánicas
sostienen una vieja pluma, punzan brebaje escarlata
y hacen trazos febriles en hojas amarillentas,
bosquejos, grabados perfectos,
de mecanismos y tejidos esenciales,
de conceptos inentendibles,
uno tras otro las manos derivan
a la escoria,
cuerpos humanos perfectos a los que infecta y maldice,
bacterias y negros hongos en el entendimiento,
la misma risa idiota, enferma,
accidentes, cataclismos putrefacción,
el súbito golpe colérico a la mesa derrama el tintero,
y toda la creación convulsiona,
baño de la sangre piadosa, barro rojo primigenio,
coágulos vitales arrancándose en
frenético carmesí,
la carcajada agrieta la sombra, caen
las hojas al mundo,
el rostro enloquecido de Dios
lanza una carcajada
idiota al vacío.

45
MATER TENEBRARUM
Fernando Honorio

Oh, madre…
La mesa está servida
Las velas arden
Y la cera cae sobre la piedra
Nuestros ojos hambrientos
Quieren ver tu desnudez

Muéstranos,
Oh madre,
El camino más puro
La salvación del cuerpo y del alma
La leche del rencor divino
Y la saliva de la eterna rabia
El árbol del conocimiento
La verdadera palabra
La canción triste de los vientos

Dinos, madre…
¿Por qué el mundo te olvida
Si vinimos de tus negras alas?
Eres la que nos dio la vida y el pecado
La risa y el llanto
La razón y la locura
El placer sin culpa
El vacío dolor…

No llores, madre…

46
Pues nosotros, tus hijos
Besamos tus cascos
Y pedimos perdón…
Por ser tan falsos
Por favor
Posa tus manos pálidas
Sobre este mundo cubierto de espinas
Es hora, que abras tus ojos al cielo hipócrita
Y que tu voz desgarre los oídos santos

Bebe, madre… de la sangre de la Virgen


Come, la carne del Nazareno
Y con sus huesos haz tu catedral
Oh, madre…
Lloramos por ti,
Lloramos y rogamos,
Suplicamos
Volver a tu seno
A tu útero
Al inicio del mismo tiempo…
Porque tú eres el mismo cero,
La voluntad suprema.

Oh madre,
Muéstranos la belleza
Que esconde tu desfigurado rostro…
Queremos volver a tu presencia
Que el mundo vuelva a ser polvo
Que entres en cada palabra
Que nos cubras con tu rojo manto
Tan oscura,

47
Tan fría,
Tan amada…
Madre de las tinieblas,
Madre del dolor
Besa nuestros labios azules
Y llénanos del verdadero amor…

48
LA NADA
Dolo Espinosa

De la nada vengo,
a la nada me dirijo,
entre una nada y otra nada intento
llenar el vacío
de un alma que no tengo
y una vida que no poseo.
Soy consciente,
veo y palpo,
siento y hablo,
gusto y huelo
pero soy menos que humano
o tal vez más,
no lo sé en realidad.
Me arrastro en las tristes tinieblas
de un mundo casi muerto.
Soy el detrito del desecho,
lo más bajo de este mundo gris que repta,
inexorable, hacia el final.
Me muevo entre el fango de lo que fuimos,
me regodeo en la memoria de lo que hicimos,
vivo del recuerdo,
suspiro por el brillante ayer
y reniego del oscuro futuro.
Nadie sabe qué ocurrió
y si alguien lo supo,
nunca lo contó.
Conozco nuestro pasado,

49
lo atesoro,
recuento nuestros logros
con el ansia del avaro,
pero la parte en que todo se derrumba
está escondida tras un tupido velo
que nadie ha podido mover
y si alguien pudo,
yo no lo puedo saber.
Vivimos ocultos en cavernas y simas,
rodeados de apestosa fealdad,
todo nace triste, retorcido,
deforme y purulento.
El mundo es oscuridad
y la vida desesperación.
De la nada vengo,
a la nada me dirijo.
Soy consciente,
veo y palpo,
siento y hablo,
gusto y huelo
pero soy menos que humano
o tal vez más,
nunca lo sabré
porque camino hacia la nada
y en la nada me perderé.

50
Frío XV
Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo

A lomo de cuervo viajamos por esta mota de polvo


Nosotros los nigromantes,
Y en nuestras costillas, los cuatro jinetes de la revelación.
A galope fiero se viene la noche,
Atronadora,
Cortan los últimos hilos de poca fe, van borrando pasos,
Y se escucha a lo lejos abrirse y estrellarse contra el suelo
Las cadenas que contienen a los súcubos,
Mientras los libres ruegan ser aprisionados.

Sentirás las tinieblas deslizarse por tus venas,


Bajo la piel, por la médula,
Y sibilante y húmeda rozará tu corazón,
Abrirás de par en par las puertas de tu alma al abismo,
Se llenarán de tintura carmesí tus alas, te derramarás,
Mancharás gota a gota los campos de batalla.

Agudizas los ojos, afilas el oído y el olfato,


Como el mejor cazador,
Cuando tú eres la presa.

51
PERPETUUM TENEBRAE
Diego Mariano Giménez Salas

De la muerte somos y a la muerte vamos.


El tiempo en su designio nos hunde vencidos,
de derrotas, de dolor y de heridas vestidos,
a su ultimo altar donde por siempre callamos.

Bajo estandartes de pena sumergidos


limpiados por el fuego a la noche entramos
en coro la letanía de los muertos cantamos,
preñados de dolor son sus versos perdidos.

¡Oh, muerte que sonríes cuando el niño ríe!


Sabe a polvo la dicha en nuestra boca
tras la ciencia que a tu limbo desemboca.

Ya desde el parto, bajo tu manto amortajados.


hasta la eternidad a tus abismos conjurados
muertas aves agitan sus alas en la eternidad.

52
EL HOMBRE AMARILLO
Desirée Jiménez Sosa

El hombre amarillo
me atormenta en la inmovilidad
y la fría angustia de mi cama.
Me estruja los órganos, me arranca
cada uno de los cabellos pálidos.
Colecciona las uñas de mis dedos
y mis espesos gritos de dolor.
Me aprieta los ojos, me desolla,
se alimenta de mi saliva fétida,
viene a chuparme los pies por la noche.

53
ARAÑA MOLECULAR
Sebastián Giorgi García

Hemos crecido, eso es verdad. A través del tiempo, arrastrándo


los ojos y los años, hemos crecido. Araña Molecular, sabes que
te amo. Sabes que deliro con mi lengua temblorosa entre tu
piel húmeda. Hace cuanto no te toco… Hace cuanto mi música
nuclear no se estremece con la piel de tus alaridos.

Araña Molecular. Hembra torcida. Dama blanca de cabellera


en llamas y nervios afilados… Me haces falta. Tu intensidad, la
fuerza de tu carne devorándome. Queriéndome tragar vivo.

Te necesito. Que la flora intestinal vibre. Necesito las aperturas


del musculo y agitaciones en nuestra cama. Revolviéndonos en
licores oscuros y músicas de entrañas. Te necesito. Esta sed de
animal me pone a llorar sangre entre las tumbas y los pantanos
donde el crimen siempre está acechando.

Necesito ese clima infernal entre tus piernas. El moho y el


musgo que segregan esa miel pálida por la que los muertos
ruegan, deseando volver a probarla. ¡Ahh las carnes ricas en
nutrientes! ¡Los líquidos despertándose entre huertos de sangre
y leche que explota!

En esta cama de hospital, donde estoy tumbado, el horror es


una sensación cotidiana que, con sus colores de mugre y tedio,
me lame el cuerpo y el espíritu.

54
En este hospital inmenso, en este sarcófago de paredes
construidas con esqueletos y cadáveres mi desesperación brota
de maneras terribles, de blancas maneras que me hacen romper
las sabanas y morderme las manos hasta hacerlas sangrar.

¡Araña molecular! ¡Rompe las puertas de este hospital maldito


y ayúdame a recordar ese dolor que contigo era un placer
insuperable! ¡Húndeme ese veneno, esa herencia tuya
aracnoide, esa tradición de tarántulas! ¡Quiero que arda en mis
venas! ¡Que la fiebre estremezca de acidez mis neuronas y
estallen! ¡Sin ti el sufrimiento no es tan gozoso!

Las vísceras me duelen por el exceso de medicación. Las


pastillas y los químicos que me inyectan están destruyéndome.
Aborrezco esa criatura que veo en el espejo. ¡Del hombre que
conocías ya no hay ni rastro! Me sientan en una silla de madera
todas las mañanas y me administran a cucharadas el suero de
los inválidos.

¿En qué parte del mundo te encuentras que no me escuchas?


En las noches me escapo por la ventana y subo al tejado
gritando tu nombre con toda la fuerza que me queda en las
tripas y la garganta hasta que el dolor me muerde como una
maldita rata. ¿Por qué tengo tantas pesadillas con escorpiones
y demás artrópodos? ¿Qué significan? Tú que resolvías todos
los misterios y enigmas en mi vida con tu carne ardiente, con
ese gran abismo que detrás de tu telaraña guardabas para mí…
Esa fruta que yo sentía crujir, sabrosa, bañándome en jugos y
despertando las mayores tensiones en mi sexualidad
indomable.

55
Pujo, acostado en esta cama y con el sudor floreciendo. Pujo.
Para que una fiesta de vísceras y mierda salga a borbotones por
mi boca y mi ano. Pujo, para que el cielo enloquezca y todos
los desviados mentales junto con los doctores-torturadores
sean ensartados en lanzas y fritados vivos junto con los
mayores excrementos de esta tierra.

Pujo para que vengas y me muerdas, Araña Molecular. Ven y


destrózame. Haz fiesta con este cuerpo de enfermo humano.
No me aguanto este hedor, esta pus en abundancia. Toda esta
leche acumulada durante meses deformándome el cuerpo.
Creándome bultos de carne odiosa y repugnante. Acaba
conmigo, maldita criatura ¡Te amo tanto que hasta me dan
ganas de matarte! ¡Ven y destrúyeme! ¡Las vírgenes, los mesías
y los santos de todas las religiones jamás me han escuchado
pero sé que en alguna parte tú aún respiras y reproduces cosas
innombrables sobre el mundo! ¡Asesíname maldita!
¡Asesíname! Este cuerpo solo tenía sentido si era un caldo
suculento para ti, para el Gran Goce…

Dame el peor de tus golpes, el más cruel, el más duro, el más


vigoroso…

¡El definitivo!

56
BUITRA
Angelique Reid

¡Asedron, Achendrat! del infierno salgan


vean como cubro mi rostro
como le doy la espalda a Dios y a la Santa María
vengan y tomen mi desnudo cuerpo
que se ilumina suavemente con la vela de la candelaria.

Príncipe y gobernador del averno


desgarren mis carnes
transformen mi humanidad en ave de rapiña
ritual y sacrificio, con la sangre de un niño.

Lunes y martes… tres


jueves y sábado… seis
el siete disuelve mis aires de santidad
con la luz del sol, se va el poder de volar.

Bendigo al Cristo con la escoba negra


soy maldad y veneno
la sangre, mi sangre, tu sangre
arrancarte y comerte el corazón
en brutal sacrificio.

Danzar sobre tus tripas en violenta orgía


mientras espero a Lucifer como receptáculo
y deje su mala semilla en mi desgarrada vagina.

57
Desdobla mi cuerpo, consume mi alma
condéname, maldíceme, penétrame
una y mil veces, mientras olvido mi humanidad
blanca túnica, negras alas, sed de oscuridad.

Angélica belleza entre condena y condenados


sentarme en el pecho de los hombres
ahogarlos con mi maléfica presencia
hacerlos míos a las tres y treinta y tres
marcarlos con besos impuros
drenarles a sus hijos cada gota de pureza.

Oraciones y conjuros, perversidad entre mujeres


Dios no me ama, el diablo me aborrece
la voracidad de las llamas la llevo dentro de mí
maligna tentación, ven y termina en mi boca.

Sabbath sangriento, mis pecados manchan el altar


gemidos, orgasmos y espasmos, allí muere la inocencia
en la hoguera, al lado del sacrificado no santificado
soy la causa del mal terrenal.

La buitra es y será, la indigna entre las indignas


la contraparte de la madre del redentor
la puta del macho cabrío
la más divina tentación…

58
HÉCATE
Eduardo E. Rmz. Pérez

Cuenta una vieja conseja, para que el hombre que oiga atienda
Que una bella joven griega, vuelta un manantial de rabia y pena,
Una fría noche de otoño al dominio de la oscura luna nueva
Se internó en el bosque hasta al cruce de caminos llegar.

Ahí levanto un gran altar de piedras, lo cubrió con velas negras,


Lo perfumo con hojas de sauce, flores de lavanda y bayas de
tejo
Se despojó del oscuro manto, rasgo su blanca piel y finas
vestiduras
Y con viva voz llena de rencor, dolor, ira y tristeza; esta plegaria
cantó:

“Gran señora de la luna negra en los altos y oscuros cielos,


Peregrina nocturna, oscuridad argentina rodeada de estrellas.
Guía y compañera silenciosa de la noche, la muerte y las
sombras,
Dueña de las tierras yermas, ¡escucha el clamor de mi voz!

Castigo te suplico para el hombre inicuo, ladrón de mi honor,


Que me ha burlado y arrebatado la pureza por fuerza y dolor,
Dame tú, ¡Oh Gran Señora!, los medios, la fuerza y el odio
Para arrancar con mis propias manos su corazón sucio e impío.

A cambio siempre en esta noche, te entregaré una ofrenda de


varonil sangre,

59
Además de mi vida, cuerpo y alma para tu gloria en eterna
servidumbre”.
Desde lo alto, más allá de la penumbra y las estrellas de la
noche sombría,
Surgió un murmullo, acaso un reptante susurro, diciendo: “Así
sea, hija mía”.

De la tersa espalda descubierta brotaron largas y brillantes alas


negras,
Sus manos, otrora blancos lirios, se tornaron garras de oscuro
hierro frío,
Sus ojos azules como el cielo, perforando la oscuridad se
tornaron rojos tizones.
Así transformada, remonto el vuelo, con ansias de su infame
deseo consumar.

Desde entonces, cada otoño, durante la luna nueva, según la


leyenda
Profundo en el oscuro bosque, donde está el antiguo cruce de
caminos
Una hermosa joven seduce a promiscuos varones e incautos
mancebos,
Para entregarlos en holocausto de sangre a la eterna gloria de
la luna negra.

60
LOS CINCO NOMBRES DEL DIABLO
Daniel Canals Flores

Llueven cortinas de agua sobre el cementerio,


aludes de barro revientan los ataúdes.
Los cuerpos descompuestos avanzan juntos río abajo,
mezclados con féretros y troncos podridos.

Los vivos no se atreven a salir de sus moradas.


Hay una energía extraña en la procesión macabra.
Mephisto observa atento a sus hijos predilectos.
Amarillas ranas croan, los cuervos devoran ojos.

Hay un hedor putrefacto, vísceras purulentas flotan


repletas de gusanos voraces y huele a muerte podrida.
Los cadáveres llegan al estuario tenebroso
de las cabezas cortadas donde aguarda Satán.

Viciosos súcubos acarician fríos cuerpos,


profanando los mejores en orgías desenfrenadas.
En el estuario teñido de rojo, mezclado con aguas negras,
flotan las cabezas desechadas y lo cuerpos inútiles.

Belcebú solo quiere lo mejor para nutrir sus legiones.


Inmensas bestias brutales devoran los restos descartados.
y Cancerbero sin collar, orina sobre los huesos acumulados,
royendo los más carnosos.

Todo desemboca en el estuario,


cataratas de cuerpos nutren el lago desbordado por completo.

61
Lucifer sonríe en su trono confirmando sus tenebrosos
planes:
esta cerca de romperse el séptimo sello lacrado.

A lo lejos se oyen trotar, a los cuatro jinetes negros,


avanzando imparables hacia la última batalla.
Las campanas tañen a muerte, los obispos lanzan sus báculos,
despavoridos y los hombres caen arrodillados.

Las legiones malditas avanzan entre las brumas hediondas


armándose con los huesos roídos por las ratas.
Ya suenan ruidos de cadenas de tormento
azotando los cuerpos reanimados.

Hermanos siameses con lenguas bífidas


trotan controlando entre las filas,
montados sobre babeantes jabalíes
apestosos de dientes afilados.

Todo sangrará, hederá, se descompondrá,


cuando el Rey de las Tinieblas
inicie la conquista del mundo
con sus huestes malditas.

62
SUPER BOUDELAIRE ATRAPADO EN LOS
DESAGUES
Ariel S. Tenorio

Sombra golpeadora, sin boca, sin hocico


bandeja de oro en la llovizna, regálanos tus mapas,
así caminaremos con los pies despellejados.

Un rezo a Tot para que no vuelvas o seas inmundicia,


costra debajo de los puentes,
puntazo artero.
las piedras masticadas desde el aire
se burlarán de ti.

Querido nuestro, el mundo ya caía sin aviso


con sus horrores a cuestas.
¡Levántate!
Hoy también todo es humedad,
todo es puño, castigo, carcajada.
Mancha en las paredes de todas las letrinas,
tu soñabas París como un ojo tuerto apuntando al cielo.

No te nombro;
Proa del inexorable descender
con salpicaduras de mierda en un vestido de seda.

Para ti fumar: meter el dedo en la llaga sacrosanta,


en las conchas de las putas enfermas,
y en el lejano devenir de una cortina de dientes,
de poemas sucios que hablan de ti.

63
Espejo de fumar para gritarte un lenguaje de viejos,
temblar en un catre garabatos de sangre.
A ti, que ya nada.

Alma,
cosa de mentira,
títere mojado.

A ti, eterno soldado del cansancio sin sol.


Maraña de jugar como un gato en los mares del opio.
Sexo roto por exceso de caricias.
Llanto fiel.
Cansancio.
A ti.

64
SUEÑOS BLANCOS, MASTURBACIONES
INCOLORAS
Irán Infante

Oré al dios Rivotril


mientras mis dedos se hacían abismos
y los cerdos buscaban su chillido
llenando mi tráquea con la agonía del universo
Añoro golpear mi cabeza contra las horas líquidas
sentirla explotar en mil pedazos
ahora
¿Cuántos cortes debo hacer en mi cuerpo para profanar la
pureza de mis hijas que aún lloran Zoloft en los baños del
sanatorio?
¿Cuántas plegarias debo alzar al vacío para beber de su sexo, el
sinsentido de la existencia?
¿Cuántas agujas robaran mi alma y la sodomizaran con
electroshock?
¿Debo dibujar con mierda en tu vientre el agónico rostro de
Dios siendo empalado?
Purifícame con sangre menstrual
que corre por las piernas temblorosas de la oscuridad
Júzgame con la soledad del infinito
Vomítame en las cloacas del ser
Me arrastro sobre hojillas para amplificar el eco
que acecha en mi cerebro
¿Cuántas veces debo masturbarme para aligerar la enfermedad
atorada en el estómago?
¿Cuántas veces debo eyacular palabras muertas para que tu
sonrisa escriba epitafios en la tribulación de la estrellas?

65
El ocaso se acerca
y las voces bailan alrededor de mi heces
Me entretengo momificando mi verga
quizás sea el próximo ídolo al que tú ores
cuando la ansiedad drene tus vísceras
y beba de ti
la última gota de desesperación
Entonces
quizás mi cadáver arda en el firmamento del caos

66
BOSQUE NEGRO
Juan Carlos M. Vazquez

En nuestro bosque negro las raíces clavan sus garras


con más fuerza, en las carnes del suelo,
allí las abonan un ejército de cuerpos que se pudren despacio,
lento.
Las rosas negras crecen frondosas,
liando sus tallos con cordones de tripas,
espinas se afilan con esquirlas de huesos,
y los pétalos se maquillan de la sangre ennegrecida
que regarán los malditos mientras se van descomponiendo.

El árbol se mece entre gritos de viento;


Estallidos de almas torturadas dicen que son,
despojos que devora el olvido a crujido de huesos,
sin dedicatoria ni epitafios, asesinados, torturados,
ejecutados por su oscura palabra,
sin cripta o caja donde descanse la voz
sus nombres del maldecir eterno.

¡Los cuervos tan bellos, tan gordos! Cebados de ojos


purulentos,
comen a la carta sobre una mesa de corazón y cerebro,
¡El delicioso festín donde las ramas cortan sus cubiertos!
¡Están a punto nuestras podridas carnes!
¡Están a punto nuestros quebradizos cráneos!
¡Están a punto.... Nuestros malditos versos!

Las tripas cual cuerdas musicales

67
costillares como violines al viento,
que empiece la sinfonía de la noche,
con los muertos en el último concierto.
Otro siglo ha pasado, años, centurias de grotesco olvido,
en nuestras cuencas vamos llevando, ecos, caos
cargando en la espalda, donde fueran marcadas las garras
de enfurecidos cuervos, por esta arboleda oscurecida
se secarán nuestras ramas, nadie las pisará con sus ojos,
ni las estrujará a su pecho, no leerán la oscura prosa
de su putrefacta hojarasca, como si tuviera algo de valor
cada alma su ausencia maldiciendo.

Corta de nuestra tétrica maleza las flores de carne y hueso,


avivando hogueras de fuego fugaz, mordaz,
lee de nuestra piel que se hace muerte,
hoy extrañamos la carga en los hombros
el fluir de la sangre en las venas…

¡Shhh! silencio ¿No escuchas letanías del viento?


Hay algo en la bruma que corona en su niebla
a los reyes del bosque negro,
lo huelo tras el gelatinoso despojo
que se posa sobre el cieno,
acaricia la espesa piel pútrida flotando ciénagas,
es un reclamo hechizando al hombre;

¡Venid suicidas! Acercaos asesinos,


¡hijos de la violencia y la absurda gloria¡
Aquí tenemos lianas para que los vistan de horca el cuello,
y así colgados en cada rama,

68
decoramos el árbol con sus cadáveres como adornos
navideños.

Aquí quedaremos, alimentando por milenios la tierra,


lentamente nos descomponemos, en esta maldición
que nos pudre eternamente por lo que fuimos,
y al final seremos.

Maldita nuestra estirpe


Benditos los que vienen,
pues siempre habrán quienes abonen la tierra,
somos tantos que no cabemos en el infierno.

¡Bienvenidos al bosque negro!


¡Graznar! ¡Graznar! Mil risas buitres negros
Que aquí siempre tendrán el plato lleno.

69
TUS OJOS
Tania Huerta

Tus globos oculares brillan en mis manos limpias.


Entre los dedos resbalan en su transparente savia
y encandilan en mis dedos la sangre que los va uniendo
como el semen que gotea de mi pene descubierto.

Tu espalda, llena de músculos, lleva las marcas ovales


de suntuosa cadena que la sostuvo en el brío de mi embestida
final.
Sangre mora que cubriste mi falo como cortina,
como rosa serpentina que brotó de tu ano blanco
que se abrió como capullo a mi vil verga ladina.

Mis uñas entraron prestas a tus hermosos faroles, recubiertos


de pestañas,
que cubriéronse de coágulos de brillantes gotas rojas
al arrancarlos de un grito de feroz placer carnal.
Ahora tus bellos ojos yacen entre mis falanges
admirando el terso culo que bañado en sangre ríe
y recibirá certero una parte de tu ser.

Abriendo tu ano bendito, introdúzcote los globos


que desde adentro verán al monstruo de un solo ojo
que visita tus entrañas entre gritos de venganza y de fingido
placer.

Corto tu rosada lengua antes de que me ensordezcas,


creyendo en verdad ser niña,

70
la cual posará gustosa al lado del verde iris que se asoma por
tu culo
que por momentos me guiña.
Y para el final de cuento, agarro el falo durito
uniéndolo con el mío que, entre sangre y semen, yacen
como dulces hermanitos.

71
AL DESPERTAR
Jesús Herrera Matos

Y si esta mañana todos dijéramos frente al espejo la frase de


Travis ¿Estás hablando conmigo? Mandaríamos al demonio a
quién nos habla, porque si no es a nosotros ¿A quién más?
Despertaríamos del letargo de nuestra vida consumista, llena
de mierda, mal humor y falsedad. Si esta mañana al despertar
veríamos reflejada la imagen de un gran coleóptero, ¿qué
haríamos? ¿Nos preocuparía ir a trabajar en el oficio que
odiamos para saciar la necesidad? Mejor esperar debajo de la
cama a que entre alguien a aplastar al insecto. Si esta mañana
al abrir los ojos estuviera el conejo blanco en la madriguera
listo para saltar ¿Saltarías? O quizás mejor quieras tomar la
píldora azul y dormirte en el cuento, tener dulces sueños y
prosperidad.

Yo no.

Si esta mañana al mirarte no hubiera ninguna imagen reflejada


solo dos orificios huecos. ¡Qué sensación esa!, cuando ya no
tienes que verte y ver aflorar tu verdadera naturaleza.

Si esta mañana al despertar estuviese el cuervo de la infelicidad


en el dintel de mi puerta para decirme ¡Nunca Más! ¡Nunca
Más! Yo le diría encabronado ¿Estás hablando conmigo?
Porque no hay nadie más aquí ¿A quién demonios crees que le
hablas? Punto.

72
GUL
Rigardo Márquez Luis

Sangre y huesos para altar,


los anti dioses honran al carnicero,
su alma rabiosa quiebra las hojas,
en busca de la excitación carmesí.

Sopla el tétrico aroma


sobre los juncos de su leyenda,
galopan los gemidos de varios niños,
entre la abominable vereda de Rostov.

Trotamuertes de horror refinado,


aún vaga por la senda del placer,
cuando la noche extravía al curioso,
sus huesos roídos encontraran.

No se puede contener su apetito,


nunca se extinguirá su perversión.
Sus uñas podridas inician el ritual,
en laberinto boscoso
sus dientes te descarnarán.

Hay dolor en su hambre,


pues hombre nunca fue.
La naturaleza de Dios
le negó el orgasmo,
por lo que se deleitó
con las rosas más inocentes

73
de un paraíso tan perdido.

Hay sombras que la carne necrotizan,


te acarician los parpados exhaustos
para llevarte a su madriguera.
Grita lo que desees mi noble señor,
el impío animal ha devorado
ya tus pies, y en la penumbra
tu dulce carne fornicará.

74
ABRAZANDO EL CADÁVER
Matías Bragagnolo

Despierto con un fuerte gusto a muerto en la boca.


Tengo todos esos cadáveres ocupando la cocina,
en el departamento 213.
¿Ustedes?

Todo coqueteo con la muerte parece haberse vuelto


frenético.
Al último le ofrecí cincuenta dólares por su espíritu,
y me sentí liberado del rigor mortis en un completo shock.

Alaridos de gatos en celo interrumpiendo el silencio de una


madrugada
Fantasías en silenciosa desesperación,
contrito el delirio caníbal brotaba.
“Penétrame con tu luz, maldito,
hasta la castración ritual”.
Sus rodillas en trance de sexo.

El resultado final fue sólo explícito.


Espasmo, eyaculación, alivio, vómito.
La prostitución brotaba de sus labios,
libidinizando la carne putrefacta;
y terminé bebiendo de su cráneo
fluidos sobrecogedoramente deprimentes.

Metí en bolsas de plástico herméticas la compulsión.


Tomé su corazón y preparé mi comida favorita.

75
La carne, luego de las invocaciones pertinentes,
fue convertida en una substancia gelatinosa.

La sangre en el suelo aumentaba y aumentaba,


era casi un baño turco repleto de jarras de vidrio
conteniendo genitales
y fotos Polaroid en lejía.

Y en un rato la necesidad de matar de nuevo.

No había llorado desde hacía mucho tiempo.


De alguna manera predestinado a la sodomía,
sentí implotar sobre mí las lobotomías
de la cabeza en el refrigerador.

Llorando aún, me acosté sobre una cruz en llamas.


Fue el clímax de mi imbecilidad,
una pesadilla hecha sexo.

¡Cuán arrogante la carne humana es!


Estúpido había sido al pensar que podía evitar
caer en el fuego caníbal de la existencia.

76
LA PROFECÍA NEGRA
David Alpuente Ferrer

El cazador, impregnado de oscuridad


se había aproximado a la madriguera de los demonios

Su piel estaba sucia de sangre y barro


los nudillos en carne viva apretaban la empuñadura de su
cimitarra
Un sudor frío le recorría la espalda
y su frente ardía
con una fiebre que lo embotaba.

No se percató de las sombras que descendieron por la


bruna pared
no escuchó el jadeo impío de las bestias
ni percibió el hedor de sus entrañas muertas

Cayeron sobre él, sujetando sus miembros


desarmándolo y clavando sus garras en la piel
Los gritos de dolor se mezclaron con aullidos de júbilo y
satisfacción

Su cuerpo fue arrastrado hasta las profundidades


descendió hasta el centro mismo de aquel vasto imperio
excavado en roca volcánica
Pero no fue desmembrado
ni devorado
ni expuesto en las galerías como trofeo
Era una época oscura

77
y hasta los demonios sucumbían al Tiempo
y lo necesitaban
֍

Yacía en un lecho de piedra fría


Notaba la boca seca, inhalando y exhalando por ella
mientras su mente flotaba en una nada opaca
poblada de alucinaciones
de cantos de sirena
y perversas seducciones
Mas sintió cómo colocaban aquel cuerpo
apergaminado y encogido, junto al suyo
Y su mente ya no estuvo sola

Aquella criatura
que era sabia y milenaria, lo precisaba
no por su carne o su alma mortal
En ese momento eran una misma cosa
Se penetraron
se fundieron
Y la Noche dejó de ser su único reino

78
LAS HORAS DE LICÁN
Karim Arredondo

La luna extasiada en el fulgor de su cenit,


oprime a la noche contagiada de sombra,
su hechizo me quiebra los huesos
y un aullido de espanto en la ausencia
presiente al asesino renacer en mí.

Pequeña núbil en esta desolada ciudad


¿por qué no has cerrado la puerta?
Tu sexo despierto me señaló el rastro,
tu carne impoluta me endureció el miembro,
cumpliré la liturgia de animal en celo.

Entre profundas horcajadas de terror


se mece el filo de tu muerte violenta,
esperpénticos jirones atrofian tu belleza
mientras mi paladar herético y profano
agota el delicioso cáliz de tus venas.

Mi orgasmo palpita todavía frenético,


húmedo en las bruñidas mieles de tu pubis.
La bestia se extingue en un gemir colmado
Y yo miro en el espejo, otra vez horrorizado
tus inertes despojos yacer sobre el suelo.

79
ARÁCNIDA
Mario Romanet Rivas

Ella siempre va por encima,


lloviendo su cabello sobre mi vista,
la espina dorsal arqueada
avanzando impune contra su piel.

Ella siempre va por arriba


aunque imagino que por hambre cae,
tal vez de día, sin ser ella,
porque en la noche es su quehacer.

Avanza danzante con el equilibrio


habitual en los funambulistas,
entre tantos atractivos no concluyo
cuál despierta más mi lascivia.

¿Son los huesos que blasfeman contra su piel?


¿Son los cabellos que goteantes me señalan?
Ella sabe bien que me complace
y se ofrenda,
se excede,
se quiebra,
se convida.

Pensar que en un principio le temía


y hoy admiro sus costillas triunfantes
frente a la piel tan reticente.

80
Pensar que antes me llamaba al asco
ver el atrevimiento de su tibia
quebrantando la carne sin reparos.

Desde arriba siempre actúa


con desenfreno en sus contorsiones,
con esa insólita magia
que ha de infligir a su osamenta.

Ingrato de mi parte sería


dejar de lado aquel negro cabello
que resbala acuoso por su rostro
absorbiendo mi mirada perpleja.

Aquellos viscosos hilos decían


que no solo de cabellos se trataba,
y es que en su fórmula se incorporaban
los desprendidos apéndices de su faz.

¡Tus cuencas quedaban libres cada noche!


¡Tus untuosos trazos por tus filos arrancados!
Tu arte se desata
y se corrompe,
se pulveriza,
se vulnera
y aun así renace.

Desde la esquina más oscura ella llega


y suyo hace el techo, reptando hacia el centro,
con un elegante seseo.

81
Noche tras noche desde mi cama te veo
encelado y adepto, sin conciliar el sueño,
esperando al infierno.

82
OLD FART
Pablo Espinoza Bardi

ellos copulan/ ellos juegan a copular/ es patético pero eso no


les importa/ su mete y saca es una ilusión/ su cuerpo está
viejo/ manchado/ arrugado/ estéril/ hollejo sobre huesos
descalcificados/ ella gime y putea/ él la abofetea y le escupe la
cara/ ella juguetea con sus lánguidos genitales/ humedece con
saliva sus bellos púbicos, sí, sus pendejos/ pero a él no se le
para/ no se le pone dura/ aunque a estas alturas ya no importa:
«actuar» es el nombre del juego/ ella le ofrece su culo/ un
gordo y carnoso culo de teenage pornstar/ y él se lo azota; con
fuerza, con ira… como le gusta/ con una larga varilla/ la que
deja rojizas marcas que se acentúan en su blanca piel/ él, de
forma melosa, le pide que por favor le defeque encima/ pero
ella se siente indispuesta y le promete que para la próxima le
llenará su boca de tan exótico manjar/ que para la próxima su
chorro de amor vendrá con sorpresas/ para juguetear y
degustar/ él asiente y sonríe como un niño que sabe de
antemano su regalo de navidad/ están felices/ están en
éxtasis… luego, con furia homicida, él la amenaza con un
revolver/ «¡di qué eres mi puta!, ¡dilo!»/ le dice el muy cabrón/
mientras presiona el revólver contra la cabeza de ella/ con
fuerza, con ira… como le gusta/ él está completamente
desnudo/ sólo lleva unas estúpidas botas de vaquero/ estilo
John Wayne/ ¡es un puto cowboy!/ es el chico malo de la
película/ y se ve simpático/ ¡no!, más bien se ve grotesco/
como cartoon de los 40's/ como mono disney en blanco y
negro/ entonces ella grita y dice: «¡viólame papito, viólame!»/
y él tira de su rubia cabellera/ de sus trencitas de colegiala/ con

83
fuerza, con ira… como le gusta/ «¡viólame papito, así, así, que
rico!», dice mientras la toma del cuello y la asfixia con una
pequeña correa…/ entonces saca su dentadura de un vaso con
agua… para hacerle más cochinadas/ para morderle la
espalda/ el cuello/ sus glúteos/ para degustarla toda… para
finiquitar este show/ con fuerza, con ira… como le gusta/
…luego se abrazan/ él dice que la quiere/ ella le cobra.

84
INSATISFACCIÓN
Alejandra Palacios Heredia

Cuerpos de protuberantes carnes,


un vaivén de gemidos lánguidos.

Masas corpóreas sudorosas,


sin diferencia entre lo masculino y femenino.
Vello púbico castaño oscuro, abundante y rizado,
piernas cortas, rechonchas y velludas.

A falta de un trasero formado,


un par de ubres grandes y caídas,
pezones erguidos de areola café.

Ella cree que ‘él’ se excita.


Él piensa que sólo ‘eso’ puede obtener.

Un vaivén de formas grotescas,


donde cada uno esquiva su realidad.

Un vaivén de gemidos lánguidos,


el sudor abrillanta sus mórbidas carnes.

La satisfacción de la insatisfacción
y la eyaculación forzada sobre su voluptuosa barriga,
fin de la puesta en escena.

Ella cree que ‘él’ se excita.


Él piensa que sólo ‘eso’ puede obtener.

85
SANA LOCURA Y NORMALIDAD
PATOLÓGICA O
DORMIR CON UNA ESCOPETA CON UN
DEDO EN EL GATILLO Y LA BOCA DE FUEGO
PEGADA AL CUELLO
José Tochtli Fioravante

¡Oh, god! Don´t point that gun at me.


Sangre y orines como premio de consolación por el crimen
imperfecto para un homicida sentimental.
Ovaciones y medalla de oro para un acróbata pasional,
siempre en la cuerda floja de su débil salud mental.
Don´t point that gun at me.
Can I save my life at any price?
Amante mediocre, simulador profesional,
hijo del deliruim tremens parido por el método letal.
Exuberante esclavo con libertad artificial,
megalómano atrevido condenado a la pena capital.
Don´t point that gun at me.
For god´s sake won´t you listen tome?
Ahora dime, descarado sádico sexual,
¿cómo limpiarás tu deshonra esparcida por toda esta
habitación nupcial?
La esquizofrenia te convirtió en un sicario, un hambriento y
despiadado chacal,
mas la paranoia te seca, paraliza tus sentidos y te exhibe como
un asesino serial.

86
Don´t point that gun at me.
Don´t point that gun at me.
¿Por qué no apuntas la escopeta a la bestia, al infame autor
material?
Acaba con todo, ponle fin a tu permanente remordimiento
moral
y hazte un favor, un favor infinito a tu entorno social
y borra con un dedo todas las barbaridades descritas en esta
aberración de composición textual.

87
PLACER
Guillermo Muñoz Hernández

El dolor como una droga recorre la piel


Suspendida en nubes de sádico amor
Inestable bomba de fluidos y placeres
Mancillada y sometida, penetrada y destruida

Seis dolorosos y catárticos orgasmos


La carne abrazada por el deseo y el terror
Extraviada en los remansos de la locura
Entumecida por los embates de una verga enardecida

Tu vulva enrojecida late al compás de la penetración


Los dedos horadan toscamente, dilatando
Saliva y sangre humedecen e invitan a penetrar
Tu ano roto, abierto, arrullado en suplicio

Los pezones sienten la fría caricia de la tortura


Mordidos y destazados por los dientes del enamorado
Lacerados, participes de la excitación y del daño
Pero siempre indemnes y palpitando con el corazón

Sensación amigablemente desconocida


El cabalístico siete llega incrementando la agonía
Los dientes se aferran a tu palma siniestra
Lágrimas se confunden con la sonrisa del dolor
Lentamente las bocas se encuentran en un beso de amor
Las ataduras se aflojan igual que la tensión
Las heridas comienzan a sanar el placer del dolor

88
Una vez más las máscaras dejan atrás tu perversión

89
SACRIFICIO
Fredie Aguirre Calderon

Oscura ambición apresó al iniciado


y sordos oídos le presta al maestro.
Habiendo en la fría negrura escapado,
aprisa corría con rumbo al encuentro
de viejos grimorios ahora olvidados
saberes al que él no tenía derecho,
malignos secretos otrora escondidos
que acaso podríanle dar un provecho.

Febril y curioso halla un tomo raído


que un árabe orate escribió en el pasado.
Piel rara envolvía este libro elegido,
con raros grabados se hallaba adornado.
Promesas terribles el texto anunciaba,
futuro sombrío, horribles arcanos,
con torpe lectura el adepto observaba,
ajeno al destino que estaba cercano.

Ya pronto se atreve el discípulo osado,


dibuja los signos que en rojo aparecen,
prepara imprudente aquel rito deseado,
invoca los seres que a él le sirviesen.
Reclama a los dioses la pronta respuesta,
lacera su carne ofreciendo su pago,
proclama a los vientos terribles sentencias
que el viejo maestro le había ocultado.

90
Mas solo responde una risa al llamado:
el viejo que acaba el hechizo incompleto.
Muy tarde comprende el alumno espantado
la trampa de la que le hicieron objeto.
Su sangre en ofrenda entregó voluntario
y el maestro conjura nuevo maleficio,
en vano pretende escapar el sectario:
horrenda, una voz, ya aceptó el sacrificio.

91
ANIMAM PAUPERIS
Gilda García Romero

Cera seca obstruye mi vista.


Has triturado mis huesos con dientes afilados,
estrujaste mi corazón hasta sacar la última gota de sangre.
Hay carne podrida por doquier y no puedo escapar.

El hálito candente me mantiene a tu vera.


Ya no tengo voluntad. Estoy maldita.
Caigo de bruces cada vez que te sigo,
tus pasos en llamas me llevan al segundo círculo.

El lodazal me ha inundado por dentro,


aun así, te deseo desde mi perfidia.
Almas cantan nuestro destino post mortem.

La luz me está ya prohibida. No tengo derecho.


Tus garras incandescentes me queman el pecho,
Ardo como una quimera miserable.
Eres mi destino eterno.

92
CRIATURAS
Emilio Paz Panana

Aún recuerdo sus senos puntiagudos,


tocando el tacto de mis ojos
y mis manos bañadas en sangre
aferrándose a su cuello de hembra.
Y en ese cuartucho abandonado,
con olor a sangre y muerte,
me encuentra Satanás hablando.
Bebemos una copa de buen vino,
conversamos del pacto y del tiempo,
de las entrañas que están en el piso
y de aquellas niñas decapitadas en la esquina.
Hablamos de los cien cuervos de Babilonia
y de los doscientos perros de Hiroshima.
Cada uno de ellos es un bebé abortado,
la sombra de la guerra que se posa
sobre nuestras cabezas rapadas.
Camisas negras y lingotes de oro,
todo lo que tengo,
y el diablo no lo quiere.
Maestro del disfraz y de la mentira,
se disfraza de mujer y me hace el amor.
Sexualis amoris que desciende por mi columna
mientras me arrebata los miedos y los sueños.
Aún recuerdo aquel momento,
aún lo recuerdo,
tan presente como el mundo que está bajo mis pies,
como esos senos que hincaban mis ojos

93
y que daban placer el morderlos,
pellizcarlos. Arrancarlos del pecho latente y caliente
de ella que me dijo que me amaba,
pero que se acostaba con diez hombres más.
¡Ay puta triste!
Se quedó fría en mi cama
y ahora era una súcubo más de Satanás.
Pero y de mí, ¿qué quedaba?
Solo estaba rodeado de cuerpos decapitados,
de gusanos que chupaban la sangre del piso
y de alguna especie perdida de dinosaurio.
Paría una cebra sin rayas
y de mis ojos aleteaba un colibrí decapitado.
¡Ay Satanás! ¡Ay criatura roja!
¿Cuántos días más me tendrás en este manicomio?
Llévame contigo y que mi pecho sea nido
para tus ángeles transformados en demonios.
Porque es lo último que me tocará decirte
antes que me arrebates la lengua
con aquella mano y ganzúa
con las cuales te masturbas
mientras ves morir a mis hermanos.
¿Cuándo me tocará morir
o quieres seguir jugando con mi destino?
Satanás, ¿cuándo es mi turno?

94
EL MILAGRO DE LA MUERTE
Cinthya Díaz

Voy a buscarte
a las entrañas de la tierra
para profanar tu eterno descanso.

Al hallarte,
aspiro tu hedor enfermizo.

La ropa estorba,
las alimañas recorren con lascivia tu cuerpo.
Las imito con ferviente deseo.

El falo despierta en mis labios,


anhelante de un último beso.
Segregas fétidos líquidos
con los que me lubrico gustosa.

Entra en mí y
con tu miembro marchito
fecunda esta pútrida matriz
Indigna portadora del simiente de la muerte.

Tu inerte virilidad cumple su cometido.


Semen y larvas se escurren de mi vagina.
Febril deseo concedido.
Maldito propósito cumplido.

A diario visito tú tumba

95
para que tu espectro sea testigo
del creciente feto en mi vientre.

Es la prueba viviente
de que la vida se engendra con muerte.

96
TAMBORES
Amparo Montejano

Un-dos, un-dos…

La noche fulgura cieno tras los alcores,


ulula, enunciando pestes y mil hedores.
Repican campanas tristes del cementerio,
y cientos de calaveras zapan el huerto.

Un-dos, un-dos…

Cabalga ciega la noche tras la espesura,


sembrando los corazones de vil locura.
Crepitan los tamboriles en las carretas,
y cientos de ánimas negras rugen inquietas.

Un-dos, un-dos…

Reluce el flácido anélido del moribundo,


vaciando las negras cuencas de los difuntos.
Crocitan las meigas viejas al son, ¡cerriles!,
y cientos de tripas granas peinan las crines.

Un-dos, un-dos…

Vozna la parda morralla que baja al monte,


exhala flácidas lenguas de eterno fuego.
Recorren las Cascabeles el horizonte,

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y cientos de inermes rorros donan de espetos.

Un-dos, un-dos…

Voltea el macho cornudo la negra tea,


encaja el tórrido bálano en castas piernas.
Copulan brujos y brujas cual su Maestro,
y cientos de gritos tristes arrastra el viento.

Un-dos, un-dos…

Derrama el amanecer su salva al cielo,


mas, la divina niña desflorada, ha muerto.
Llorando marcha su madre por los rincones,
y cientos de madres rotas portan crespones.

Un-dos, un-dos…

Dolida la vieja finge pesar eterno,


Aun relamiendo carne de los mochuelos.
Sobando el himen oculto de la niñita,
y sobre la blanca tumba…, cien margaritas.

Un-dos, un-dos.

98
LA ÚLTIMA HUMANA
Patricia Marta Kieffer

Le sangraban las mejillas.


Le dolían la cintura, la cabeza y las rodillas.
Pero ella estaba viva.
La guerrera de la selva, ahora una fugitiva,
escondida en la maleza, escuchaba al invasor:
—¡Queda una humana viva! ¡Puedo percibir su olor!
¡Arrancadle la cabeza! —ordenaba el Destructor.
—Cuando acabemos con esto, cumplida nuestra misión,
que no quede nadie vivo sobre la faz de esta tierra,
acabaremos la guerra.
Volveremos a Quirón.

Habían llegado cinco. Cinco naves invasoras.


En cuestión de pocos días, las fuerzas conquistadoras
destruyeron las ciudades, el mundo, la humanidad.
Solo ella estaba viva, en completa soledad.

Cubrió su cuerpo con barro para quitarse su olor


Solo quería esconderse, escapar del invasor.
Mas… ¿Qué sentido tenía? pensó con desesperanza.
¿La única sobreviviente de aquella feroz matanza?
¿Quién poblaría el planeta? ¿Quién daría su simiente
para crear nuevos seres sobre las ruinas ardientes?
Miró su vientre vacío.
Miró la tierra asolada.
Y un destello en su mirada
brilló con la nueva idea: Había urdido un plan.

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Aceptando el desafío, se internó en la selva oscura
y alzó su grito de guerra, grito de odio y locura:
¡Malditos, no vencerán!
Uno de ellos la escuchó.
Se internó en la espesura
persiguiendo a la mujer
que bien sabía correr,
trepar y ganar altura.

Finalmente la alcanzó…
porque ella se detuvo. Con sensuales movimientos
se desnudó frente a él. No tenía sentimientos,
ni terror ni repulsión. Tan solo aquel pensamiento
que por su mente cruzó.
Se le acercó lentamente y con mucha suavidad
acarició las escamas y la piel del invasor.
Se colocó de rodillas… y simplemente, esperó.
El invasor espacial no rehusó la tentación:
Dos tentáculos enormes de su cabeza salieron
y con fuerza se adhirieron
al cuerpo de la mujer.
Ella gritó de dolor cuando él la penetró.
Soportó hasta que sintió
que él llenaba su vientre
con la esperada simiente.
Entonces desenterró del barro que la cubría
a su mortífera daga y en un solo movimiento…
los tentáculos cortó.
El atacante cayó, herido de mala muerte.
Pero ella no esperó: con una furia animal

100
se abalanzó con vigor sobre el cuerpo ya tendido
y asestó el golpe final.
Su enemigo estaba muerto. Ella lo había vencido.
Y en un loco frenesí de emociones desatadas,
siguió clavando la daga, desgarrando los despojos
y con ira sin igual y feroces dentelladas,
arrancó carne, piel y entrañas, que con saña devoró.

***

Vio partir las cinco naves de regreso a su planeta.


Una sonrisa mordaz se dibujó en su cara.
¿Creían que eliminaron todo vestigio de vida?
¡No saben qué les espera! —gritó en tono vencedor.
Miró su vientre abultado.
Doce luces azuladas brillaban en su interior.
No sabía cuál sería el resultado final
de aquella cruza de especies, alienígena y humano.
Pero eso no importaba. Solo importaba la vida
que su vientre ahora lleva.
Distinta a la original,
concebida en una guerra,
la nueva especie sería, en un futuro cercano,
la estirpe, la vida nueva,
que poblaría la Tierra.

101
EL ACTO DE VIOLAR
Ariel S. Tenorio

Anestesiados por la bomba


los perros se ahogan en las bocas de tormenta.

Las ciudades doradas en la cima,


las grandes ciudades negras por el fuego.

Las canciones tristes de esperanza


de angelitos apaleados en la cuna.

¿Se quema Dios a veces?


¿Se quema el nombre rojo cobre
y quiebra
el vientre de sirenas?

Por sola respuesta;


afila Dios ese cuchillo en el hueso lento que yo soy.

Se llena de silencio
el cuenco de la nada.

Anestesiado por la bomba,


retiro mi párpado,
descubro un ojo enorme
ciego y bestial como la luna.

Ahí va mi cuerpo acribillado en la frontera


lo escucho silbar como una piedra.

102
Ahí va mi cuerpo y los hombres que le temen
sonríen y lo escupen.

Ya tallé la marca en la blanca rajadura


de la arena.

Ya borré las huellas.

Dejé la sangre limpia entre la espuma,


un ovillo sobre cal,
los pelos y el pellejo.

Ya borré las huellas,


no he llorado todavía.

Lo que fue,
lo que haya sido,
no descansa aquí.

De tu saliva fría,
parte un barco hacia la noche.

Cuando al fin te marches,


y olvides todo,
devuélveme despacio.

103
DEJA QUE LA SANGRE FLUYA
Nathaniel Argueta Hernandez

Deja que la sangre fluya


Que la vida escape tibia de tus venas
Que el dolor abandone tu cuerpo y alma
Húndete en el olvido del sueño eterno

Deja que la sangre escurra


Desde tus venas hasta el suelo
En pequeñas gotas de tibieza carmesí
Y que la roja marea que da vida a tu cuerpo
Se lleve tu temor y desesperanza

Deja que la sangre corra


En pequeños ríos sobre tu piel
Y que su manto de roja seda
Cubra tu cuerpo lleno de frío

Deja que la sangre surque


Tu rostro con llanto de roja iridiscencia
Deja que llegue hasta tus labios
Y saborea en esas lágrimas granate
La dulce y oscura liberación

Deja que la sangre se consuma


En la crepitante llama de la muerte
Deja que se queme como incienso
Y que el embriagante aroma que libere
Guíe tu alma al descanso eterno

104
EL HAMBRE NO ESPERA
Kristina Ramos

Cuando llega el día


Comienza la melodía
El crujir de mis tripas
Su muerte anticipa

Bajo hasta mi sótano cojo mi comida


Pero siempre me aseguro que esté dormida
Es más delicioso cuando la agarras desprevenida
Los alaridos condimentan la carne podrida

Hace meses la tengo ya herida


Esperando que las moscas dejen sus larvas hervidas
Un postre suculento y purulento
Que degusto sin remordimiento

Cada uno de mis cuchillos afilados esperan


Deseosos por desmembrar por fin a la presa
Un golpe en la cabeza la deja aturdida
Mientras la sazono a mi gusto y medida

El sudor por el miedo el gusto intensifica


Cuando la voy despedazando la sangre salpica
Calculo el tiempo mientras agoniza
Para empezar con la receta de mi abuela Eloisa

Corto la cabeza y la separo


Entretanto el aderezo preparo

105
Prendo el fuego y mi olla con agua hirviendo
Mientras los huevos voy batiendo

La saliva se me escurre por la boca


Como perro hambriento que con un trozo de carne se aloca
Cuento los pedazos esparcidos por la mesa
Cuidando mis porciones de las ratas, asegurándome que nada
desaparezca

Piel, vísceras y huesos


Papas, zanahorias y fideos
Carne humana para cocinar
Una delicia para mi paladar

Saltado de sesos es todo un suceso


Ojos con sal y pimienta al gusto
Extirpo sus fluidos pegajosos
Relamiendo sus intestinos

El calor apremia
y la sangre cuajada
ha sido devorada

Amo ese hedor húmedo y caliente


que se aglomera en el ambiente
Extasiado y cansado
Acompaño la comida con una cerveza bien fría.

Como un experto cocinero quedo admirado


De tantas delicias
Que como un cerdo me he atragantado

106
El hambre no espera me repetía mi abuela

107
DULCES SUEÑOS
Felipe Álvarez

Ven y recuéstate sobre mi cuerpo desnudo.


Desenvuelve tu lengua sobre mis pechos pequeños.
Descubre el aroma de mi incólume sexo.
Desata tu perversión como en tus oscuros sueños.

Tu mirada lasciva consigue inquietarme.


Recorres mis caderas, mientras revelas tu miembro.
Aquí me tienes, sumida bajo tu indecente ser,
Esperando te hundas bestialmente dentro.

Con tus enormes manos cubres mi boca


Intentando aplacar mis gemidos de placer y temor.
Me embistes brutalmente y sin contemplaciones
Por mi inexplorada vulva, provocándome dolor.

Pero mi llanto culpable no consigue calmarte.


Frenéticamente comienzas a abofetearme.
Ahogas mis quejidos hundiéndome en la almohada
Mientras buscas otro sitio para penetrarme.

El dolor y el placer se mezclan en éxtasis.


Nos une el secreto y la tentación.
Descargas tus frustraciones haciéndome tuya.
A la vez que falazmente me pides perdón.

Dejas caer tu peso sobre mi cuerpecito.


Aprietas mi cuello y me jalas el pelo.

108
Tus jadeos se tornan guturales feroces
Con el frenesí de un animal en celo.

Acercas tu miembro enrojecido a mi boca


Mezclas tu saliva con las lágrimas de mi mejilla
Te masturbas compulsiva y fuertemente
Desparramando sobre mi rostro tu semilla.

Si los demás supieran que nuestro amor no es fraterno.


Si conocieran nuestro gran secreto, te odiarían.
No comprenderían que yo también te deseo
A pesar de ser tu hermana. A pesar de ser una niña.

109
ESCRIBIDOR
Rigardo Márquez Luis

En opiácea medianoche, ante la ausencia de Morfeo,


asediado por los demonios de amores marchitos,
mi corazón enfermo se petrificó en forma mórbida,
era ya el invierno de mi rosa crepuscular.
A la distancia sonaban infernales cantos,
noctámbulas campanadas de bienvenida.
Es hora me dije, los sepultureros nunca duermen.

En grisácea soledad, sin el auspicio de Afrodita,


abrazado por lo umbrío de la fatua tinta,
mi memoria sangra en delirios platónicos,
siendo ya el epitafio de mis domingos proféticos.
Ante mi lecho, siento la caricia famélica,
réquiem cadavérico de cortesía.
Es hora me dije, los malaventurados nunca temen.

En la muerte inoportuna, el sueño llora por mi elegía,


incomprendido por las falacias del tramoyismo post-
moderno,
mi nombre se vuelve cenizas en la miseria de mi destino,
desahuciado por las fuerzas mecanicistas de la existencia.
El susurro de los grillos a dúo con ulular velo,
precipitó mis oídos a la serenísima audiencia.
Es hora me dije, los inquisidores nunca sueñan.

Deseaba que las sombras fueran onirismos,


simples deformaciones de los arquetipos

110
que giran en la elíptica de una mala estrella,
esa que persigue a todo hombre que va más allá.
Nacer en el seno de las bellas artes es mal agüero,
pensar es un pecado que se vuelve fatal al escribir,
es triste que la mayoría en el mundo padece ceguera del alma.

El señor láudano es el único


que me comprende,
no me juzga, no me contradice,
el sólo me escucha fielmente,
hasta podría liberarme de esta purulenta existencia,
y no me dejaría nunca con el corazón roto,
desangrando sueños hasta ser una
arabesca sombra de lo que una vez fui.

Fatigado por los menesteres de la normatividad,


me deje llevar por un extraño fenómeno en levedad.
Un tirón quedo se extendió en todo mí ser,
como si estuviese en medio de una fuerte atracción,
reminiscencias de un tenebrario divisé en lejanía.
Mi cuerpo bifurcó su extensión liberando mi alma,
me sentí tan grácil y sutil similar a una burbuja.
Vi sombras que se unían hasta crear horizontes sin fin,
y no hubo miedo en lo etéreo de mi viaje.

No existe nada más hermoso que el firmamento,


una pintura de luz que se extiende en lo eterno.
Allí entre la magnificencia de los astros,
contemplé la belleza de la perfección.
Los remolinos del cosmos me mostraron
la raíz de donde procede nuestra razón.

111
De antaño fuimos el reflejo
de una fluctuación amorfa.
Reptamos incandescentes
hasta emanciparnos del concepto.
Igual que la maleza desatendida
poblamos todo a nuestro paso.
Somos partículas demenciales que imitamos
una grandeza incomprendida.

No hay bien o mal,


Sólo existe lo que hacemos.
Hay infinitos llenos de egoísmo,
esos que vuelven calamidad la existencia.
Y hay finitos saturados de ensoñación,
que hacen de la vida un dulce poema.

El mensaje astral es simple,


la locura es la llave para ascender,
a donde los demiurgos nos esperan.
No temas pues, a ser caos pensante,
satírico en el arte que la noche te asigne.
La vida es un continuo suicidio de momentos,
vuélvete un Dios de mundos nunca imaginados.

112
GÉNESIS GENOCIDA
Fratermo Dracon Saccis

Como motas de polvo las gotas aparecen


Se evapora la sangre, la descompresión invade
Dedos de hielo incrustados en la garganta
Ruptura vital, un crujido insonoro habla
El sendero es inamovible en su mirada
Escruta el Sol hacia el infinito
Su visión se agota, tarde o temprano
Cargada esfera de fulgor débil
Indiferencia ante las breves larvas
El sonido ahora existe
Al sumergirse en el aire
Todo se precipita a la base densa
La fragilidad impide la llegada
Pero a otro nivel es factible la entrada
Impacto, encuentro, colisión de fuerza
La belleza del efecto borra las causas
Intestinos libres abren sus ojos
Le sostienen la mirada a la lengua
La sangre los une sin diferencias
Huesos y cartílagos se independizan
Aunque de su relación aún quedan marcas
El lienzo recibe más trazos
El pincel cada vez acorta su distancia
Las salpicaduras ya no son pasivas
Aún no sobreviven, pero son más nítidas
Fracturas cervicales, craneales, femorales
Costillas rotas perforan pulmones

113
Arterias rotas deslizan hemorragias
Para recibir las nuevas descargas
Ahora son heridas la cosecha de su visita
Se ponen en pie ignorándolo todo
Chapotean, caen, se vuelven a parar
Buscan refugio entre las sombras
La paz encontrada es apenas un pestañeo
La espalda es abierta como un libro
Páginas de músculos, un lomo de vértebras
Garras hojean escudriñando las costillas
La información es absorbida con dientes
Cada hebra de carne, líneas digeridas
Sus alaridos agónicos no son ordinarios
Ondas espinosas se expanden, amplifican
Son un oprobio a la naturaleza y la lógica
Un idioma que exhala aberración
Sintetización incoherente de carne
Tendones se entrelazan rodeando cartílagos
Estructuras oseas configuradas como exoesqueletos
Grasa actuando como conductor eléctrico
Los músculos ponen en marcha la legión de adefesios.

114
TIRANO
Luis Bravo

Una deforme figura ennegrecida, una nube ácida de


desolación
Arrancas las lenguas de quienes se arrodillan en busca de
redención
Como parásitos ciegos buscan los tesoros de la vida
Llenándose la boca de heces, nadando en sangre podrida
Tú no eres un ser que anhela cobardes a su lado
Dragón despiadado que ascenderás hasta morder el cuello
sagrado

Madre fornicará con hijo, llenándole la boca de vómito


Masturbará a su hija agonizante en un ritual sórdido
Penetrando su débil vulva impoluta con pasión
Abriendo su garganta, gimiendo de emoción
Bañará a su hijo en la sangre de su propia familia
Y se correrá orinándose encima de él, salvaje parafilia
Esclavizará la carne de su propio hijo a la estatua de roca
Viéndolo estallar como una uva madura en la boca

En silencio eterno, los ojos se saldrán de las órbitas


¡El tirano se ha alzado! ¡El maldito hijo de satanás!

El longevo dragón eterno, el parásito del fin del mundo


La estrella del caos brilla tanto como el mismo infierno
Aspirando las almas, drogándose con la esencia de la energía
Los ríos de sangre bañarán el templo, la peste pudrirá la vida
El todopoderoso de la entropía, el cataclismo oscuro

115
A su orden, robará la luz del universo
Haciéndola danzar en su núcleo perverso
Los humanos como moscas se acercarán a él
Festín de sangre, festín macabro, como Caín y Abel
La transgresión definitiva, la tentación sin salida
Masticar el cráneo plateado, del cobarde mesías

116
LA CORONA DEL ODIO
Diego Mariano Giménez Salas

Tambores de odio se alzan rasgando la quietud


la hora signada no será por siempre pospuesta.
Los juramentos hechos con sangre no serán olvidados
y no se secaran las lágrimas en los laureles del tiempo.
No serán perdonados los nombres musitados en la oscuridad.
El viento de la noche es portador de antiguos gritos.
Los sillones crujen en medio del silencio de una casa
abandonada.
Llantos en los oscuros rincones resuenan como ecos aún.
No será del cielo la norma que impoluta destrone a la risa y
su decoro.
Será el lamento la suprema música que preciada brotará de las
heridas inocentes.
Las loas abismales se enseñorean dentro de los muros eternos
de la ciudad.
Los brotes de luz son sofocados con el ébano esencial del
orbe.
No hay desdicha mayor que la gloria agusanando la retina,
tampoco dote que ennoblezca el supurante castigo de las
flamas circundantes.
Los gusanos abrieron grietas en los salones del empíreo
Cavaron túneles en el cerebro de los dioses
Depositaron sus huevos tras las galerías de sangre.
Sórdidas voces se agitan en la noche del tiempo.
Los engendros de la razón imperan sobre el escritorio
y la sudada sien del heraldo es herida por su pensar.
Las serpientes danzan en el interior de su fortaleza

117
y a ellas sucumbe con hambre sin medida.
Las lejanas glorias y las interminables memorias de aquellos
ebrios de luz
han encallado en el trono hincado en el mármol de los
campos de muerte.
No hay paz en esta morada hasta que unten mis heridas con
la sangre de ellos.
En un interminable bosque de picas y cruces al viento pudriré
a mis enemigos…
en vida.
Hablaré por sus gargantas cerradas por el tajo del esmero,
y tallaré mis emblemas en sus pieles antes de que se las
engullan los perros.
El hambre es interminable, no hay ni habrá gloria que silencie
la denigración.
Que supuren las almas escaldadas en el desolladero del
momento infinito.
Que expongan sus carnes rojas y vivas al filo del viento frio
de las mañanas odiadas.
Que las moscas abran sus alas y cubran en cielo con una
noche ciega
donde solos las larvas entonen sus cánticos burbujeantes.

118
ÜNTERMENSCH
José Ángel Conde

Todavía nos preguntamos por qué sigues existiendo


cuando, desde tu nacimiento, estás destinado
al campo de concentración de tu identidad,
cuando toda posibilidad de elección ha sido anulada
de un paisaje que nunca ha sido tuyo,
en el que tan sólo te desarrollas
porque nosotros te dejamos,
extendido en el suelo del hábitat de inmundicia
sobre el que te desarrollas junto con los demás ejércitos de
detritus,
masas de carne tan sólo orgánicas,
sub-humanos,
con la única necesidad de ser que tendrían nuestros propios
excrementos,
la de servir de río escatológico de todo lo sobrante,
tan poco que ni siquiera es nada.

Feo, deficiente, débil, pobre, perdedor.


Te hemos concedido vivir para que sientas
la agonía de tu propia podredumbre,
para que cada día te torture incesantemente
con la realidad de su propia inutilidad,
tan sólo para que sintamos el maravilloso placer
del desarrollo ritual de tu infección y corrosión,
tan sólo para que sientas que nunca podrás ser como
nosotros,
para que todos los días nuestras miradas te escupan

119
sin que puedas cambiar nada,
tu vida con las vidas de los demás vacíos,
distribuyéndose entre dígitos
hasta el día eterno de vuestra desaparición global
en un destino común de opresión.

Espeso el aire,
el que nosotros te arrendamos.
No se respira libertad.
Tus rodillas astilladas de obedecer y producir,
te exprimes durante tu ocio en zumo de esclavo,
uno más de nuestros sabores.
Queremos tu vida, no tu opinión.
¿Cómo te atreverías a vivir sin nuestro combustible,
si no sabes vivir?
Consúmete en los grilletes candentes de tu producción.
No vas a cambiar nada,
porque no puedes ser nada.
Nosotros gestamos y diseñamos tu servidumbre,
desde antes que nacieras.
Existes,
pero eres inútil.
Nosotros los perfectos,
los que tenemos derecho a excluirte
como los anticuerpos aniquilan los virus,
plaquetas inteligentes y dominadoras
en el cuerpo de este universo terrible
pero favorable por siempre a nuestros intereses.
Nosotros los que tenemos derecho a no escucharte,
materia inexistente y eternamente sobrante,
a dejarte aislado y lejos de todo,

120
a pedirte si quisiéramos,
amablemente,
que te autodestruyas.
Sería natural,
sería justo,
sería lógico.
Pero, en la mismísima esencia de nuestra grandeza,
está nuestra misericordia,
esa misma que te permite despertarte a cada mañana
para que asistas a nuestras orgías de poder y belleza,
para que, en definitiva,
personificación del asco,
seas el objeto último de nuestra cósmica burla.

121
SOMOS
Jesús Herrera Matos

Somos la nota de una crónica policial/ somos el verso


incógnito del poeta/ somos el tumor benigno de alguien/
somos el suspiro del caminante que llora por lujuria y por
hambre/ somos la esquirla que hiere la vida/ somos la maldita
desdicha de la madre que gime en el sucio camastro de un
hotel/ solos los hijos indeseados del Padre/ somos el rencor
de Caín/ el mejor amigo del César/ somos la prostituta de
nuestra amante/ somos todas las lunas llenas con sus lobos en
nuestras camas/ somos la crisálida eterna/ somos el niño que
mira el globo que no puede recuperar/ somos la comida ácida
en la boca/ somos el llanto de las berlinesas de 1945/ somos
los ultraviolentos del Ejército Rojo/ somos la piedra que se
arroja/ somos la conspiración en un sótano/ somos la falsa
palmadita en la espalda/ somos todos los hombres mirando
una pantalla/ somos el muro que divide la ciudad/ somos la
ciudad que reza/ somos la mano junto al botón/ la línea del
no regreso/ somos la autodestrucción inevitable/ somos el
sistema de gobierno corrupto y extinto/ somos la posesión
más insignificante/ somos la estupidez estandarizada/ somos
el polvo del saber/ somos el triunfo de Lance Armstrong/
somos la bomba atómica cayendo en Hiroshima/ somos el
sueño tranquilo de Paul Tibbets/ somos el doctor Mengele
escogiendo niños gemelos/ somos el general Rommel
metiéndose un tiro/ somos los chicos de Scottsboro
condenados a muerte por una mentira.

122
MAL DO ROR
Ray Paz Quesquén

Canto Primero

El pequeño niño, recién nacido, bañado por esa execración


que llaman aire
Debe ser arrancado de su lecho
Si destartala tu miseria y la enjuga de tierna ignorancia
Sé fuerte y examina su rostro suave con tu propio rostro
cargado de verrugas
Con tu pubis repleto de ladillas y orines
Verás que es eterna su limpidez
¡Ah! El contagio de su alma blanca no debe someterte
Tú: guardián de la piedra del suicidio
Tú: estentóreo grito de los moribundos
Tú: fruto amargo de las invocaciones de las lágrimas
Tú: hiena, lobo, rata, mosca, piojo, sabandija
Con tus largas y mugrosas uñas dibuja la marca de la cruz en
su frente
Y un círculo de eternidad en su pecho de hojas
Y ahora con tus colmillos atestados de bacterias de millones y
millones de años
Muerda el centro de ése fino y aromático pellejo como a una
cáscara de fruta
Contén en tu propia lengua la sangre humilde que brota
desde el hoyo de su cascarón
Sangre de un ángel azul
Tritura un sesgo de su frente y algunos huesos de su
esternón

123
Succiona la médula, los cartílagos, la grasa y los líquidos
¡Pero no permitas que muera!
Lleva ese cuerpo desnudo de dolor y gritos que alcanzan las
bóvedas ocultas
A la montaña sagrada
La más alta invención de la tierra
Ahí te aguardan en su cavidad
Cerca de los cactus y la flor de loto
Las tres piedras filosas que te obsequio
Cuando hayas alcanzado el sitial
Coloca su sublime cráneo ya roto entre las dos piedras más
robustas
Y con la elegida irrumpe en su cráneo con la furia de tus
padres
Con el odio que habita en las fieras racionales
En la víbora que traga sus huevos
En la rata preñada que muerde el veneno
Molido el cráneo, arroja los sesos a las aves rapaces
Verás cómo nutren sus alas con la muerte
La procreación del infinito desde el vuelo de la sangre
El pensamiento es la robusta basura que los dioses
Arrojan en el testa vacía de los hombres.

124
EL OSARIO
Angelo M. Rivera Barquero

Cuando endebles brazos abrazan el ocaso,


doce sombras caminan al osario.
Coro de apóstoles en peregrinación,
En silencio, en contemplación.

Ya la noche cae sin tregua.


El silbido del viento entre el tejado.
Grillos y sapos empiezan su canción
al paso de las doce lamparillas al panteón

Tierra movida, inscripciones y lápidas.


Algunas viejas y otras recientes
anuncian que la muerte ha visitado
el convento en reciente pasado.

La oscuridad se cuela por el cerrojo


despidiendo su olor putrefacto,
en cada pared, en cada peldaño.
¡Templo de huesos y cráneos!

Algunos santos,
Algunos nobles,
Algunos ricos, algunos sin mérito
riendo de la Madre y su séquito.

¡Ya empieza el ritual!


Los hábitos negros de las manos,

125
y en centro encandenado
yace un cuerpo abandonado

Una joroba en lugar de espalda.


El cráneo roto con un crucifijo clavado.
El exorcismo practicado
por el Aquelarre endemoniado

Estigmas en sus manos.


La burla del Maligno ante lo sagrado.
Abdomen abierto desparramando
vísceras, heces y vómito blanco.

Yace el cuerpo inerte, inmutable...


Oraciones y cantos.
El trance de sombras bailando
de las profanadoras del sepulcro santo.

¡Crack! ¡Crack! ¡Crack!


El cuerpo inerte, ¡Ya no lo estaba!
Ojos desorbitados
de las monjas por todos lados.

Dientes de lobo entre la cabellera.


Dos hondos huecos en su cráneo.
Afiladas navajas como garras...
¡El cuerpo está caminando!

¡Una por una, caen al suelo!


En convulsiones agonizando...
Cómo insectos a la luz

126
a su muerte avanzando...

Ya la Madre solloza con angustia


entre cuerpos y llorando
¡Vade Retro, Bestia!
¡Al infierno seas condenado!

127
SURGIERON DEL PANTANO
José Luis Pascual Piernagorda

Surgieron del pantano.

En procesión condenatoria.
Hirviendo de lluvia y veneno.

Hijos de Los Profundos.


El légamo forjó su piel
en largas y antiguas noches.

Sus ojos hendiduras verdes.


Su mirar llamas titilantes.
Su reflejo hundido en aguas negras.
Su heraldo una cruel pestilencia.

El miedo late en su sangre


impulsándoles a nutrirse.
Guiados por ansias de muerte
se arrastran con patetismo
tras la niebla cenagosa.

Surgieron del pantano.


Vienen para inundar el mundo
con ideas borrosas.
Cobijándose en penumbras y ecos
predican un credo imposible
de larvas, gusanos y arpías.

128
Vienen por cientos, por miles,
gritando mantras nefandos.
Tatuados con luz de luna
que sus cuerpos ruinosos absorben.
Se hinchan como inmundicia
listos para reventar frente a nosotros,
listos para morir nuestra vida.

Surgieron del pantano


secos de cualquier verdad,
adquiriendo firmeza en sus pasos
al traspasar el umbral limoso.
Fuiste ciego, dios traidor,
alumbrando a estos seres rotos
que mienten revoluciones
cortando sus propios dedos.

Acabarán con el hombre.


Sus pies húmedos de escoria
aplastarán nuestras creaciones.
Inútiles formas de vida
plagarán la tierra umbría,
orbitarán el planeta
y pudrirán estrellas y dioses,
y tragarán virus y demonios,
y ninguno podrá pararlos.

Su olor a amoníaco ya asoma.


Sus voces infames serpentean.
El aire ya sabe a escombro.
El mundo tiembla a su paso.

129
Pero no podemos verlos,
pues su ceguera es la nuestra
pero su esperanza es distinta.
Con su palpitar menguante,
surgieron del pantano
y no recuerdan cómo volver.

130
COLOQUIO DEMONOLÓGICO ENTRE LILITH
E ISHTAR
Glauconar Yue

Entre los desiertos de Nod, la madre oscura y primera mujer


halló que los hijos de Seth habían erigido una gran muralla.
¡Cuál no sería el asombro de la misma no-diosa al ver la
edificación de los siete sabios! Verdaderamente se habían
apurado en huir de la maldición del Creador y el desierto que
habitaban por designio Suyo. Pensar que la mayoría de su
estirpe seguían siendo esclavos del mismo que los creara para
su regocijo, del mismo cuyas limitaciones no pudieron soportar
y que los había denigrado a estos odiados parajes y a su sufrida
condición carnal. Lilith compartía con ellos Nod que había
elegido por designio propio sobre la tierra de insensible idilio
del Inicio; tenía también como ellos un cuerpo expuesto al
placer y sufrimiento del que se hizo dueña. Lo que su cuerpo
no llevaba era la maldición de ser mortal, ni el intoxicante fruto
del bien y del mal, por el cual los hijos de Eva creían en la
patética ilusión de poder hallar la vía recta, cuando en el fondo
el creador no había dejado senda alguna más allá del Edén que
pudiera guiarlos de vuelta, y mientras los mortales buscaban
cabizbajos rastros entre las arenas, Lilith corría libre sobre las
infinitas planicies hacia el horizonte que ella eligiera, trazando
caminos que pronto desconcertarían a los hombres, quienes
los llamarían diabólicos mientras caían en sus redes para acabar
devorados por la no-diosa cuando ella le concediese a alguno
tal gracia.

131
Mas estos hombres tras las murallas se apartaban ahora del
castigo del Creador y del Creador mismo, pero también así del
dominio de Lilith, pues del miedo y desconcierto, acaso tras
esta roca pudieran plantar las semillas del fruto del bien y del
mal y acaso criar un árbol recio y testarudo en contra de la
absurda realidad del desierto, una estirpe de mentiras
resguardada en este nuevo poder. Lilith, por otra parte, era aún
en aspecto como ellos, y así, más discreta y ágil que cualquier
perra o serpiente o las mismas arenas del desierto, se introdujo
tras las puertas de Uruk en la forma de una hermosa mujer, de
la primera mujer que siempre fue. Y vio el lapislázuli que
recubría los majestuosos palacios en una fortificación nunca
antes vista. Verdaderamente la ciudad había surgido del
intelecto de estos hombres que, apartados del Creador,
recuperaban sus fuerzas.

Ciertamente no en vano habían erigido esta maravilla, pues al


centro de este primer contrauniverso, creado a imagen del
universo que imaginara el mortal para contrarrestar el mundo
en que lo dejara Dios; no presidía tan sólo el hogar de un
hombre enaltecido, sino un gran templo que en todo denegaba
al Creador y complacía los sentidos del cuerpo de este mundo
en el que ahora el hombre se sabía. Subiendo las escaleras hacia
la elevada puerta, Lilith oyó el coro de gemidos de hombres y
mujeres envueltos en ritos carnales. El frenético calor que
manaba y rodeaba toda la estructura sólo se veía superado por
la extática visión de cientos de cuerpos desnudos
revolviéndose entre luminosos fuegos más allá de toda
conciencia, unidos más bien en un sólo gemido de innúmeros
orgasmos, un ser inmaterial y flamante cuya efigie brillaba
soberbia al fondo del salón con una vara de poder en cada

132
mano y entre éstas una ardiente desnudez de violenta vulva y
pezones penetrantes. Por vez primera aquí quiso Lilith tomar
un lugar no aparte sino entre los hijos de Adán, e hizo a un
lado sus vestiduras tomando parte en los ritos, entregando sus
piernas y pechos y vagina a aquél ser que impregnaba todo este
espacio y a los hombres que la rodeaban, y hasta mediante
éstos entraba en su cuerpo, sangre y espíritu, tal que Lilith la
conoció y pudo así ver a Ishtar en el glorioso poder de su
ardiente piel e insaciable clítoris.

LILITH:
La supo una diosa guerrera del deseo carnal, mas también la
reconoció en su origen: pues había surgido de los cuerpos y
almas de los hijos de Eva, tal como Eva surgió del cuerpo y
deseo de Adán, para no ser mujer sino un producto deleznable
y sombra del único habitante deseoso del Edén, a su vez
sombra de su propio creador. Cadena de remedos que
encerraban una única tautología de difunta barba blanca. ¿No
sería ésta, entonces, la final contraparte, la Eva final para el
Adán primero?

ISHTAR:
¿Quién eres tú, ser terreno? Tu mínima turbada mente no
alcanza a dilucidar la verdad ni aun bajo mi gracia. Soy el
sentido del mundo salido de los hombres mismos, en contra
del sentido autótrofo del que huyeron. Que sepas bien que
éstos, los míos, largo ha tornaron su espalda a aquella remota
ausencia que no hace más que imponerles rigor, y hacia su
conquista han tornado su falo enaltecido en mí, que soy la vida
misma, el poder, potencia y fertilidad, y en nada asemejo al
negro caos y vacío original que es la muerte, la cual habita en

133
tu ser y es lo que te enceguece. Los que me sigan serán
poderosos y tendrán vida en abundancia.

LILITH:
Lejos estoy yo de la muerte e inacción del Dios y los mismos
dioses. Dime pues, ¿cuánto más podría buscar un hombre tras
concebirte? Si eres verdaderamente diosa de la fertilidad, cual
te han nombrado, di, ¿qué saldrá de ti más que tú misma?
¿Quién buscaría nada más estando en tu éxtasis? ¿A dónde más
irán los hombres que se contenten con tu victoria? Tu propia
eternidad y seducción te hacen incambiable, y como
intrsacendible eres ley, permanencia, deber cadáver. Yo soy la
que negué el Todo, la que quebré el paraíso y trascendí la
perfección, vencí a la muerte.

ISHTAR:
Hablas de forma ingenua: más que perfección, soy en sí mismo
el ardiente deseo y mi placer es sed insaciable. ¿Dónde más
grande fertilidad que en el deseo siempre nuevo de volver a mí,
siempre un paso más allá? ¿Qué vida más cierta y nueva que
aquella en la que el hombre perpetua al hombre mediante la
penetración de su semilla en mí? Yo soy la única llave hacia la
supervivencia, yo soy la única vida de las generaciones. Y tú, ¿a
dónde lleva tu errabunda carrera más que a la perdición?
¿Cómo manará de ti vida sin unirte a nadie, ser aislado, perdido,
incompatible? Criatura estéril, eres tú la que pretende
perfección en tu parcialidad intransigente.

LILITH:
Bien dices que no vivo para nadie más, que ningún hombre
podrá salir beneficiado de mí, nadie gozará impune de mi carne

134
ni nacerá de mi cuerpo sino más bien perecerán para mi propio
goce, pues este goce es todo mío y de nadie más. ¡Oh ente
colectivo de entrega impersonal! ¡Ser inmaterial, etéreo, vano!
¿Acaso tienes deseo propio? No eres más que la respuesta a
anhelos ajenos, vacua en ti misma, espectro sin rostro ni fondo.

ISHTAR:
Yo soy la mera encarnación del poder, mi fuerza es inagotable.
Observa la furia de mi sexo, no hay hombre que no doblegue,
todos sin excepción son propiedad mía. Inclínate ante la furia
de mi sexo: su vehemencia asola ciudades, derriba murallas, no
hay arma que la resista. Mi nombre es el poder de este mundo.

LILITH:
Bien dices que puedes arrasar con ciudades y hombres, tu
fuego y acero quebrantará la roca a tu paso y tu nombre
avasallará a todos los demás. Mas yo soy todo aquello que
nunca será el hombre, fuera de él, soy serpiente de sombra,
lechuza nocturna, y mientras a tu paso caigan los montes, no
podrás atrapar mi invisible presencia bajo las arenas. Yo soy
aquello que no tiene nombre, que siempre renace de la eterna
duda e incertidumbre, soy el paso siguiente, la pregunta
prohibida, yo quiebro toda dominación y por mí se resquebraja
todo templo en sus cimientos. Así también tiraré abajo tu torre
y crearé la discordia entre los hombres, cuyos dominios serán
múltiples y perdidos, cuya esperanza caerá desvanecida, y todo
descendiente del árbol del bien y del mal se retorcerá, toda
esperanza le será incierta. Así me hallaré en tu templo mismo
y seré tu doncella, y haré tuya mi esterilidad, y el que todo creyó
haberlo visto dirá: "No eres más que un brasero que se apaga
con el frío, una puerta trasera que no detiene la ráfaga ni el

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huracán, un palacio que aplasta al valiente, calzado que oprime
el pie de su propietario". Ambigua y terrible será tu fama,
venerada y odiada por siglos, y crecerá tu ira y no sabrás más
que soltar el Toro del Cielo contra tu propia ciudad y el diluvio
contra tus propios hijos; mientras yo discurriré invisible por los
tres caminos que escapan entre tierra, mar y cielo, y cuando
más ida me crean, ahí será que más presente esté, en ti y en
todo aquello donde no me sospechen, seré la asesina de críos,
y mi poder crecerá con la desesperación de los hombres.

ISHTAR:
Mísero ser terreno, perra lamentable, no reparo más en tu triste
y abandonada existencia, como nadie jamás ha de reparar en ti
ni habrá templo alguno en tu nombre. Los míos cubrirán hasta
las costas de Biblos y la remota y gloriosa Cartago, terror de
emperadores no nacidos, y la inmensidad de mi ser jamás será
rivalizada por la fugacidad de tu sombra. Haz lo que puedas,
que no volveré a tornar a ti mis ojos, serán tuyos los bordes y
los límites, mas todo lo iluminado y grande será mío milenios,
pues soy la dueña de hombres y ciudades.

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