INTRODUCCIÓN A LAS

EPÍSTOLAS PAULINAS.
1. a y2. a A LOS TESALONICENSES
P. Bruce Vawter, C. M.
 CONOCE LA BIBLIA:
CONOCE LA BIBLIA: NUEVO TESTAMENTO
Una colección insustituible en cursillos bíblicos, reuniones NUEVO TESTAMENTO
de equipo, círculos de estudio...
Y para vivir

una auténtica ESPIRITUALIDAD BÍBLICA

• 7
IdLCSla DE SAN tó

INTRODUCCIÓN A LAS
EVANGELIOS
CARTAS PAULINAS
HECHOS
PRIMERA Y SEGUNDA
EPÍSTOLAS
A LOS TESALONICENSES
APOCALIPSIS

Introducción y Comentario
Por
Bruce Vawter, C. M.
• Firmas internacionales
St. Thomas Seminary
• Rigor científico Denver, Colorado

• Sencillez asequible

• Comentarios pastorales

Un servicio editorial de SAL TERRAE

para que todos c o n o z c a n y vivan EDITORIAL «SAL TERRAE»
LA PALABRA DE DIOS SANTANDER (España)
 GUlDK:
Traducido del original inglés, NKW TKSTAMENT HKADING
Introduction to the P a u l i n e EpiHtleu. I Thessalonians. II Theasalonians
The Iiturgical Prese-Collegeville, Minnesota

ÍNDICE
#

Págs.

Introducción a las Cartas Paulinas 5

El pensamiento de Pablo 5
Imprimí Potest: FRANCISCO DE BORJA VIZMANOS, S. J.
Los escritos de Pablo 41
a a
Prep. Prov. Castilla Introducción a la 1. y 2. Carta a los Tesalonicenses ... 51
Nihil Obstat: DR. AGAPITO AMIEVA Texto y Comentario de la 1.a Carta 59
Censor
a
Imprimatur: JAVIER AZAGRA
Texto y Comentario de la 2. Carta 85
Vicario General Pasajes usados en las lecturas de la Misa 99
Santander, 16 Octubre 1965
Abreviaturas 101
Ayudas de examen y temas de discusión 103

© EDITORIAL "SAL T E R R A E " - SANTANDER

PRINTED IN SPAIN N. B. — La traducción del N. T. está tomada de la versión española

del P. Felipe de Fuenterrabía, O. F. M. Cap., publicada por la Editorial
Verbo Divino. — Estella (Navarra).

Depósito legal: BU - 115 - 1966

N.o Rgtro.: SA - 134 - 65

HIJOS DE SANTIAGO RODHIGUEZ. - Molinillo, U. . BURGOS

 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS

EL PENSAMIENTO DE PABLO

Saulo de Tarso
"Circuncidado el octavo día, de la raza de Israel, de la
tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, y según la
ley, fariseo, y por el celo de ella perseguidor de la Iglesia;
según la justicia de la ley, irreprensible". (Fil3:5s). Así
describió el apóstol Pablo en los últimos días de su vida
su estado anterior a la conversión en el camino de Da-
masco.
El Nuevo Testamento, que es en realidad nuestra única
fuente de información sobre la vida de San Pablo, no
tiene para nosotros el interés de una biografía como tal.
Consecuentemente, cualquier vida de Pablo debe ser in-
completa por necesidad y ha de componerse de varios tex-
tos, algunos de J05 cuales son por su naturaleza total-
mente ocasionales. En realidad, la principal fuente son
los extensos "hechos" de Pablo, usados por San Lucas en
los Actos de los Apóstoles para describir el desarrollo de
la joven Iglesia en el mundo gentil. Por razón del interés
por Pablo, o también a causa de la actividad realmente
extraordinaria del Apóstol, conocemos sobre él más que
sobre cualquier otra persona que figure en la primera his-
toria del Cristianismo.

Primeros años
Pablo probablemente nació pocos años después de co-
menzar la era cristiana en Tarso de Cilicia, "ciudad ilus-
tre" (Act 21:39). Puesto que era todavía "joven" cuando
apedrearon a Esteban (Act 7:58) —suceso que ocurrió
pocos años después de comenzar la Iglesia en Jerusalén—,
Pablo debió de nacer mientras nuestro Señor estaba t o -
6 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
davía en Nazaret. "Joven" parece indicar que andaba cer-
ca de los treinta años. Tarso, ciertamente, en tiempo de
Pablo era una importante ciudad comercial, totalmente
cosmopolita y enteramente helenizada por la cultura grie-
ga común en todo el Oriente. Una poderosa colonia judía
estaba allí desde antes de la época de los Macabeos
(II Mac 4:30). Por tanto parece lo más probable que Pablo
sea por nacimiento griego, i. e. judío de lengua griega.
Hay algún indicio de que Pablo proviene de una im-
portante familia judía. Era ciudadano romano por naci-
miento (Act 22:28) y puesto que no se nos ha dicho cómo
su familia adquirió ese codiciado privilegio, se puede con-
jeturar que fue resultado de una compra. Más tarde se
dice cómo miembros de la familia de Pablo se enteran de
un complot contra la vida de éste después que le hicieron
prisionero en Jerusalén (Act 23:16). Se sugiere, pues, que
la familia de Pablo tiene entrada en los círculos de in-
fluencia ya que el complot ha sido preparado en conniven-
cia con el alto tribunal judío. El hecho de que Pablo
haya ejercido el oficio de fabricante de tiendas (Act 18:3),
no dice nada en contra de ello, porque era costumbre
de siempre el que los judíos de alto rango aprendieran
un oficio.
Por otra parte, el evidente respeto con que Pablo es
considerado por los líderes del judaismo de Palestina, du-
rante el tiempo de su persecución a la Iglesia, podría ar-
güir en favor de la influencia de su familia.
Su judaismo ferviente
Sea lo que fuere de la posición social de su familia, de
lo que no se puede dudar es de su ferviente espíritu judío.
Los judíos griegos no siempre fueron mirados como es-
trictamente ortodoxos por sus hermanos de Palestina. Sin
duda algunas veces los mismos judíos griegos, sensibles
a su inferioridad en este aspecto, reaccionaron de t a l ma-
nera que se hicieron, más que ortodoxos, fanáticos en su
INTRODUCCIÓN -A LAS CARTAS PAULINAS 7
adhesión al judaismo. Es posible que el mismo "celo" de
Pablo por perseguir a la Iglesia naciente haya que mirarlo
desde este punto de vista. Ciertamente que los Hechos de
los Apóstoles manifiestan en más de una ocasión que, sien-
do él ya cristiano, entre sus más implacables enemigos
estaban los judíos griegos.
El mismo Pablo, reconociendo su origen griego, se
apresura a añadir "pero educado en esta ciudad (Jerusa-
lén) e instruido a los pies de Gamaliel, según el rigor de
la ley patria, celador de Dios, como todos vosotros lo sa-
béis". El que la familia de Pablo cuidara de su educación
en las rígidas escuelas de Jerusalén demuestra que ellos
eran judíos no en el sentido griego sino más bien en el
que Pablo se caracteriza a sí mismo "hebreo de hebreos".
Esta actitud se ha reflejado de manera constante en los
escritos del Apóstol, que se presenta a sí mismo como un
hombre moldeado enteramente por la cultura judía y con
un escaso conocimiento de las formas del pensamiento
griego.
Es posible que toda la familia de Pablo se trasladase
a Jerusalén cuando él era todavía niño. En todo caso, lo
que sí es cierto es que llegó a la edad precisa para ser
instruido en la ley bajo la dirección del más importante
rabino de aquel tiempo, Gamaliel. En concreto esta edu-
cación le traiciona a Pablo en cada página de sus cartas,
donde es fácil ver cómo ha conocido plenamente y a fondo
la tradicional enseñanza de los rabinos y sus formas de
argumentar. Bajo esta tutela Pablo se hizo un rabino, un
doctor de la Ley.
Gamaliel, a cuyos pies se sentó Pablo, era el hijo (o
nieto) del gran Hillel, padre de la naciente escuela del
fariseísmo, que encarnaba las mejores tradiciones del j u -
daismo. En el relato que hacen de él los Hechos de los
Apóstoles (5:34-39) se le presenta como poseedor de la
misma tolerancia y moderación que había caracterizado a
Hillel. Más tarde los judíos habían de decir de Gamaliel
8 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
que "con la muerte de Rabban Gamaliel, el anciano, la
reverencia a la ley había desaparecido, y la pureza y mo-
deración de la misma habían muerto". Ciertamente que
Pablo no aprendió de él esa forma de farisaísmo frecuen-
temente condenada en los Evangelios, la cual había susti-
tuido el formalismo legalista por la religión espiritual y
que bastante frecuentemente terminaba en hipocresía.
El fariseo
En realidad el fariseísmo cuando fue enseñado por gran-
des maestros como Hillel y Gamaliel, era la forma de
religión aceptada por la gran mayoría de los judíos como
la verdadera interpretación del espíritu del Antiguo Tes-
tamento. Combinaba la reverencia por los libros sagrados
con el reconocimiento de que la religión había de ser un
modo actual de vivir, no permitiendo que se fosilizara en
los libros. Nuestro Señor en más de una ocasión se puso
del lado de los fariseos contra sus principales rivales, los
saduceos, quienes se inclinaban al escepticismo en religión
y eran paganos en su pensamiento, orgullosos y más inte-
resados por este mundo que por el mundo del espíritu. Pa-
blo, como vemos, siendo ya cristiano, miraba su educación
estrictamente farisea como una nota de legítimo orgullo.
El Evangelio también hace mención de otros fariseos que
desde el principio fueron atraídos por la doctrina de Nues-
tro Señor y que le aceptaron como el prometido de Israel.
Por lo tanto si es un hecho innegable, del que el Nuevo
Testamento no nos deja duda, que el farisaísmo en algu-
nas ocasiones degeneró en un fanatismo meramente na-
cionalista, no debemos olvidar que es igualmente verdad
el que tuvo en sus filas dignos herederos de la antigua re-
velación, quienes procuraban sinceramente conducirse de
manera irreprensible en la presencia de Dios según la
práctica de su Ley.
No hay razón para pensar que Pablo no fuera de igual
manera movido en su oposición inicial al Cristianismo. No
INTRODUCCIÓN »A LAS CARTAS PAULINAS 9
tenemos más información sobre su vida en Jerusalén de
cuando era joven. Pudo haber tenido la oportunidad de
ver a Jesús, el Maestro de Galilea, en alguna de las visitas
que Nuestro Señor hizo a la Ciudad Santa, y pudo haber
estado en la ciudad durante la Crucifixión, la Resurrección
y el nacimiento de la Iglesia en el día de Pentecostés. Sin
embargo, sobre esto guardan silencio Lucas y Pablo y se
puede presumir que él no tuvo contacto con la doctrina
del Cristianismo hasta el debate del que surgió la guerra
civil en las sinagogas de Jerusalén, algunos años después
de la muerte del Salvador. Entonces Pablo salió en de-
fensa de la ortodoxia judía contra una herejía peligrosa
y blasfema, como él pensaba.
En verdad, desde Pentecostés los cristianos de Jerusa-
lén habían estado soportando persecuciones esporádicas y
hostilidades de sus compañeros los judíos, mientras la Igle-
sia iba extendiendo firmemente su influencia. Con el ase-
sinato de Esteban (Act 6:8-8:3) surgió en el primer mo-
mento una evidente violencia y a continuación una perse-
cución en gran escala. La lucha comenzó de manera
característica en las sinagogas de los judíos griegos
(Act 6:8-11) a las que sin duda perteneció Esteban y Pablo.
Pablo aprobó la muerte de Esteban (Act 7:60) y tomó
parte principal en la persecución de los cristianos que
siguió.
La conversión de Pablo
Es probable que no mucho después Pablo fue derribado
por la gracia en el camino hacia Damasco, y con ello la
histórica marcha del Cristianismo cambió irrevocable-
mente de curso por la providencia de Dios.
En su celo por reprimir el desarrollo de la secta cris-
tiana, Pablo consiguió cartas de los altos sacerdotes de
Jerusalén en las que se le recomendaba a las sinagogas
de Damasco para que pudiera con entera libertad buscar
allí a los judíos cristianos. Nos da la impresión de que él
10 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
se sentía satisfecho del éxito que obtuvo la persecución en
Jerusalén y había concluido que ahora er£ el momento
de aplicar las mismas medidas de represión en la princi-
pal ciudad de la provincia romana de Siria- En estos
centros, impedidos de amenazar a la ortodoxia judía, el
movimiento bien podría cesar por falta de dirección. La
comunidad cristiana de Damasco sin duda fue fundada
por los cristianos de Galilea de quienes conocemos poco,
aparte de los primeros capítulos de los Evangelios Sinóp-
ticos.
La importancia dada a la conversión dé Pablo se re-
fleja en las tres diferentes narraciones que de ella apa-
recen en los Hechos de los Apóstoles (9:1-19; 22:4-21;
26:10-20). Estas narraciones se diferencian eA detalles mí-
nimos. Las diferencias probablemente son intencionales,
ya que los relatos en cada caso están destinados a descri-
bir la visión de Pablo en términos tradicionales copiados
del Antiguo Testamento. La Biblia, como lo hace siempre,
relata lacónicamente y del modo más simple y adecuado
al pensamiento humano, la revelación divina hecha al
hombre. Lo cierto es que Pablo era consciente de que Je-
sús de Nazaret, que había muerto, todavía vivía, que le
había hablado con autoridad divina y que en adelante
debía hacer su voluntad. "Cristo Jesús me alcanzó", había
de escribir más tarde (Fil3:12). Esta experiencia de Jesús
resucitado iba a servir para llamarle al apostolado y darle
el contenido de su mensaje apostólico. "¿No soy yo após-
tol? ¿No he visto yo a Jesús Nuestro Señor?" (I Cor 9:1).
Jesús se le había revelado identificándose con su Iglesia
perseguida. Aquí está la génesis de una de l#s enseñanzas
más características de Pablo, el Cuerpo Místico de Cristo.
Pablo continuó su camino a Damasco pefo hecho otro
hombre y con otras intenciones. En Damasco fue bautizado
por Ananías y se hizo cristiano.
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 11
Saulo cristiano
Naturalmente cristianos y judíos se maravillaron cuan-
do Pablo se levantó en la Sinagoga de Damasco, pero no
para buscar a los judíos cristianos y castigarles, sino
para dar testimonio de su fe cristiana y predicar a Jesús
como Hijo de Dios. Poco a poco se fueron convenciendo
hasta aceptarle por lo que ahora era, para alegría de los
cristianos y creciente odio de sus enemigos.
Sabemos del mismo Pablo que entonces se retiró a Ara-
bia por un período indeterminado (Gal 1:17), detalle que
no se narra en los Hechos de los Apóstoles. No se nos dice
dónde se retiró y con qué fin lo hizo. "Arabia" puede sig-
nificar, y probablemente significa aquí, el territorio rural
nabateo, justamente al este de Damasco, fuera de la es-
fera de influencia romana. Se puede pensar que Pablo se
retiró de los debates de la ciudad por un tiempo con el
fin de prepararse con la oración y la meditación a su nue-
va vocación. De cualquier manera, volvió pronto a Damas-
los judíos de Damasco, demostrando que Jesús es el Cristo"
(Act9:22). Aquí permaneció durante tres años (Gal 1:18).
Por fin sus adversarios los judíos forzaron su salida y
le hubieran quitado la vida de haber podido hacerlo. Con-
tando con la ayuda del representante local del rey de
Nabatea, Aretas IV, determinaron cerrar las puertas de
la ciudad para impedir su huida, cogiéndole así, a su pla-
cer, en la ciudad. Pero con la ayuda de sus hermanos los
cristianos, Pablo huyó de noche por encima de la muralla
de la ciudad y así escapó con vida (II Cor 11:32; Act
9:23-25). Se puede dar una fecha aproximada de este su-
ceso, ya que fácilmente pudo ocurrir del 37 d. C. o antes
del 40 d. C. El emperador romano Tiberio, enemigo e n -
carnizado de Aretas, no hubiera tolerado actividad algu-
na nabatea en o cerca de Damasco; sin embargo Tiberio
murió en el año 37 y Aretas en el 40,
12 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
De Damasco Pablo se dirigió a Jerusalén (Act 9:26-29;
Gal 1:18 ss). Aquí, al principio, también fue recibido con
alguna desconfianza por los cristianos, quienes encontra-
ron duro creer que el que antes era su más encarnizado
enemigo, se había hecho uno de ellos.
Pero Bernabé que había sobresalido en la Iglesia de
Jerusalén desde sus comienzos (Act4.-36) y que iba a ser
más tarde su compañero de misiones, defendió a Pablo
y convenció a los demás cristianos de la sinceridad de su
conversión. De nuevo Pablo se puso a predicar el Cristia-
nismo y a disputar especialmente con los judíos griegos.
De nuevo, también, esto puso en peligro su vida y terminó
por huir a Cilicia, su ciudad natal (Act9:30; Gal 1:21).
Su apostolado en Tarso y Antioquía
Pablo iba a permanecer en Tarso varios años. Sobre su
actividad durante todo este tiempo carecemos de infor-
mación, pero no sería difícil de imaginar por lo que, por
otra parte, conocemos del Apóstol. Sin duda tuvo aquí ac-
tividades apostólicas y controversias; para un hombre tan
irreprensible como Pablo hubiera sido extraño no tener-
las. Pero probablemente la mayor parte del tiempo la
dedicó a prepararse para un trabajo mucho mayor que se
le presentaba, asimilando lo que había aprendido de los
apóstoles Pedro y Santiago, con la ayuda de las luces
dadas por Dios y pensando sobre todas estas verdades
para sacar de ellas sus deducciones más profundas. Las
cartas que él ha escrito son testimonio de este su trabajo
que le sirvió de preparación.
Mientras tanto la predicación del evangelio iba avan-
zando a grandes pasos no sólo en Judea sino también en
regiones muy distantes. Lo inmediato que nosotros cono-
cemos de Pablo está en relación con el establecimiento del
Cristianismo en Antioquía de Siria. Aquí se habían hecho
cristianos no sólo judíos sino también griegos, esto es
gentiles. Bernabé fue enviado a Antioquía como represen-
INTRODUCCION A LAS CARTAS PAULINAS 13
tante de la Iglesia de Jerusalén y llevó consigo a Pablo,
desde Tarso, para tomar parte en el nuevo trabajo de ca-
tequizar (Act 11:19-26). Durante un año Pablo permaneció
en Antioquía. Este trabajo con los primeros cristianos gen-
tiles sería el presagio de la destacada vocación de Pablo
como Apóstol de los Gentiles. Muy oportunamente indica
Lucas en los Hechos de los Apóstoles que "fue en Antio-
quía donde los discípulos fueron llamados por primera
vez "cristianos". Este título, que les fue dado no por los
judíos, sino por los gentiles, indica la nueva dimensión que
iba a tomar la Iglesia por medio del ministerio de Pablo.
En este momento nos llega otro dato cronológico, aun-
que parcial, sobre la vida de Pablo. Al final de su estancia
en Antioquía, él y Bernabé fueron a Jerusalén para con-
solar a los cristianos de Judea que estaban experimentan-
do el hambre que entonces se extendía por varios lugares
del Imperio Romano (Act 11:27-30). El texto señala que el
hambre tuvo lugar durante el reinado del emperador Clau-
dio, y por lo tanto después del 41 d. C. Además el histo-
riador judío Flavio Josefo indica que el período del ham-
bre en Palestina fue bajo el gobierno de los procuradores
Cuspius Fadus y Tiberius Alexander, i. e., entre el 44 y
45 d. C. Fue por lo tanto en este tiempo cuando Pablo hace
su segundo viaje a Jerusalén del cual no hace mención en
sus cartas. Después él y Bernabé volvieron de nuevo a An-
tioquía llevando consigo al joven Juan, más conocido en
la primitiva Iglesia con el nombre de Marcos y que era
primo de Bernabé (Act 12:25).
Primer viaje misionero
Con el primer viaje misionero hecho en compañía de
Bernabé comienza en serio el trabajo de Pablo. Desde este
momento los Hechos de los Apóstoles dedican su atención
de manera exclusiva a la actividad misionera del g r a n
Apóstol. Nos ha parecido útil dividir la carrera apostólica
de Pablo como lo hacen los Hechos, en tres viajes misio-
14 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
ñeros y la etapa final hacia Roma con que termina Lucas
su obra. Sin embargo es dudoso que Pablo o Lucas con-
cibieran la actividad misionera del Apóstol como consis-
tente en viajes, en el sentido de que tuviera una base fija
de operaciones fuera del lugar donde se hallaba trabajan-
do. Más bien las bases de operaciones se encontraban en
aquel preciso lugar donde sucedía que se hallaba traba-
jando en sus viajes, siempre impaciente como estaba de
llevar la Buena Nueva de la Salvación a nuevos pueblos y
a nuevas regiones. El que haya vuelto sobre sus pasos al-
guna que otra vez en sus jornadas misioneras es un de-
talle incidental. En cada caso tuvo sus razones para hacer-
lo así, independientemente de toda idea de trabajar par-
tiendo para cada jornada de una base fija de operaciones.
En lo sucesivo, estaba destinado a realizar un viaje casi
continuo en la predicación del Evangelio y en sus viajes,
Lucas había visto figurado el movimiento de toda la Igle-
sia de Cristo "aún en los confines de la tierra" (Actl:8).
Lo que nosotros llamamos primer viaje misionero, des-
crito en Act 13-14, probablemente sucedió entre los años 45
a 49. Fue un modesto comienzo, a la vista de lo que Pablo
iba a realizar posteriormente. Lucas utiliza también la
historia para mostrar la talla creciente de Pablo en el
desarrollo de la Iglesia. Al comienzo de su hegemonía
permanece evidentemente con Bernabé; el nombre de éste
es mencionado el primero y el de Pablo el último en la
lista de los líderes de la Iglesia de Antioquía (Act 13:1)
y el primer destino de los dos misioneros es Chipre, patria
de Bernabé. Pero sin embargo al final del viaje no hay
duda de que Pablo es reconocido por todos como el alma
que dirige el trabajo de la evangelización.
Lucas también tiene ahora la oportunidad de comenzar
a llamarle Pablo, su nombre como Apóstol de los gentiles,
puesto que hasta este momento ha aparecido siempre
como Saulo. No hay razón para pensar que Pablo cambió
su nombre sólo en este preciso momento; más bien, como
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 15
muchos judíos de entonces y de ahora, tuvo de nacimien-
to un nombre estrictamente judío —en su caso el nombre
de su gran antecesor benjaminita, el primer rey de Is-
rael— y otro que era traducción o sonido similar, para
usarlo en las relaciones con el mundo gentil. Ahora que
Pablo comienza a emerger como representante de la Igle-
sia de los Gentiles, Lucas usa el nombre con el cual el
Apóstol sería conocido desde entonces. Ninguna otra cosa
se nos dice del trabajo de Pablo y Bernabé en Chipre, ex-
cepto su encuentro con Elymas Bar-Jesús, un judío con-
sejero del procónsul romano Sergius Paulus. Atravesaron
la isla de este a oeste, predicando en las sinagogas, aparen-
temente con algún éxito, pues habían conseguido la amis-
tad del procónsul, ocasionando así la intervención de
Elymas.
Lucas concluye el episodio relatando que el procónsul
"creyó y que estaba maravillado de la doctrina del Señor"
(Act 13:12). No es cierto si esto significa que se hizo cris-
tiano. Es posible, ya que el judaismo era una "religión
legal" en el Imperio Romano, y el Cristianismo en este
tiempo no era mirado con desprecio como una secta del
judaismo. En el Museo Metropolitano de Nueva York
hay una inscripción griega procedente de Chipre, que
menciona a un cierto Quinto Sergio (el resto del nombre
está perdido) como procónsul en el tiempo del Empera-
dor Claudio. Esto lo toman algunos como una referencia
a Sergio Paulo. Pero ni aquí ni en ningún otro documento
contemporáneo o escrito literario se da una información
concerniente a este hombre.
Apostolado en Asia Menor
De Chipre, Pablo y sus compañeros navegaron a la veci-
na Asia Menor, a la costera ciudad de Perge de Panfllia.
Al parecer no permanecieron aquí mucho tiempo sino que
inmediatamente comenzaron a planear cómo proseguir
más al norte, a Antioquía de Pisidia. En ella Marcos les
 16 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
abandona y se vuelve a su casa, en Jerusalén. Por Act 15:38
sabemos que esta partida fue ocasionada por cierto ren-
cor a la oposición de Pablo. Generalmente se piensa que
el rencor de Marcos no influyó en los ambiciosos planes
de Pablo para esta jornada; sin embargo puede haber
más en esta historia que nosotros no conocemos. Algunos
de los que sostienen que el pueblo de Antioquía y las otras
ciudades de este viaje, como Iconio, Listra y Derbe, son
los "Gálatas", a los que Pablo se dirige en la carta que
lleva este nombre, concluyen de Gal 4:13 que se apresuró
a ir a Antioquía después de haberse puesto enfermo en
Perge. Así lo que ocasionó la salida de Marcos parece
haber sido un cambio de plan por parte de Pablo.
Se supone en la narración una corta permanencia en
Antioquía y en Iconio. En Antioquía, después de predicar
una semana a los judíos, se determinó la manera de pro-
ceder en el ministerio de Pablo. Cuando él y Bernabé vie-
ron la resistencia que se oponía a la predicación del Evan-
gelio en la Sinagoga, pronunciaron las memorables pa-
labras: "Era necesario que la palabra de Dios fuera
predicada primero a vosotros, pero puesto que vosotros
os mostráis indignos de la vida eterna mirad cómo nos
volvemos a los gentiles" (Act 13:46). En Antioquía y en
Iconio los judíos enemigos y los gentiles finalmente influ-
yeron en las autoridades de la ciudad para expulsar a los
misioneros; sin embargo sus éxitos en la evangelización
fueron considerables.
Iconio es el escenario de la leyenda de Pablo y Tecla,
de tal manera que se hizo popular entre algunos herma-
nos y en la Edad Media. La leyenda tal como está pre-
sentada, no puede ser tomada como historia; sin em-
bargo contiene algunos datos que pueden ser la base de
un hecho. En particular la descripción que se hace de
Pablo es lo bastante desagradable como para no venir de
testigos oculares, más que de un posterior escritor de pia-
dosa ficción: "un hombre de moderada altura, con escaso
«•
INTRODUCCIÓN A* LAS CARTAS PAULINAS 17
pelo, piernas arqueadas, grandes ojos, cejijunto, y con una
nariz más bien larga". Pablo en esta época podía tener
cerca de los cuarenta años.
En las ciudades de Licaonia, Listra y Derbe, las últi-
mas que iba a visitar Pablo en este "viaje", él y Bernabé
encontraron por primera vez un ambiente puramente pa-
gano. Como acabamos de ver, ellos habían fijado su aten-
ción en los gentiles, pero hasta entonces sólo habían tra-
bajado con ellos por medio de la Sinagoga y con los gen-
tiles que habían tenido algún conocimiento del monoteís-
mo judío y de sus enseñanzas morales. En Listra los misio-
neros fueron tenidos por dioses, y la predicación de Pablo
se hubo de limitar a las más elementales verdades reli-
giosas (Act 14:10-17). Más tarde, después de un tiempo
considerable, el apóstol fue echado de la ciudad y con di-
ficultad escapó de la muerte a manos de los judíos que le
habían seguido desde Antioquía e Iconio.
Desde Derbe, Pablo y Bernabé volvieron sobre sus pasos
e hicieron de nuevo la visita a todas las ciudades del Asia
Menor que habían evangelizado, a pesar de la presencia
de sus enemigos en ellas. En Act 14:21, Lucas indica que
los nuevos cristianos estaban ya sufriendo la persecución,
estado que Pablo siempre consideraba normal en la Igle-
sia. Desde el puerto de Atalia, cerca de Perge, volvieron
navegando a Antioquía de Siria para informar a la Igle-
sia de allí sobre su sistema de admitir gentiles y los éxitos
que con ellos tuvieron. Los misioneros habían viajado al-
rededor de dos mil kilómetros.
El Concilio de Jerusalén
Lucas ha ordenado los Hechos de los Apóstoles de m a -
nera local más que estrictamente cronológica; por lo
tanto, nosotros no estamos siempre del todo seguros e n
qué orden sucedieron en realidad determinados hechos.
Sin embargo la mayoría de los comentadores identifican
el Concilio de Jerusalén de Act 15:1-35 con la relación d e
7 2
18 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
Pablo de un viaje a Jerusalén catorce años después de su
conversión, como cuenta en Gal 2:1-10. Las dos narracio-
nes están descritas desde dos puntos de vista diferentes;
el de Pablo es muy personal, teniendo en cuenta su pro-
pia parte en la predicación del Evangelio a los gentiles;
pero los mismos hechos parecen estar en duda. Es posible
que sucedieran durante el año 49 ó 50 p. C.
No todos los judíos cristianos están contentos con la
política que ahora se identificaba con Pablo, de recibir a
los gentiles convertidos sin obligarles a someterse a la
circuncisión y a la práctica de la Ley Mosaica. Debemos
de tratar de entender la legítima inquietud de algunos
de estos cristianos (aunque también Pablo decía que al-
gunos de ellos eran "falsos hermanos"). Para el judío la
Ley había sido durante largo tiempo, el seguro bastión
contra el mundo pagano. Si la Iglesia se hacía ahora gen-
til y abandonaba la Ley ¿se podría asegurar que las prin-
cipales máximas de moral, impuestas por la Ley perma-
necerían incólumes? ¿Se podría dividir la Ley, eligiendo
entre sus preceptos, para decidir lo que todavía obligaba?
Estos eran después de todo los primeros días de la Iglesia,
cuando muchos problemas como éste tenían que ser de-
cididos bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Posición de Pablo
La postura propia de Pablo fue inequívocamente clara,
y fue su buen criterio el que prevaleció para beneficio
perpetuo de la Iglesia. Si el Cristianismo hubiera perma-
necido unido al judaismo jamás hubiera llegado a ser de
hecho lo que ahora fundamentalmente es: una Iglesia
Católica. Aunque la elevada doctrina judía sobre Dios y
su código moral tan perfecto han influido durante largo
tiempo sobre algunos de los mejores espíritus del mundo
pagano, su influencia ha sido notoriamente limitada a
causa de la oposición de los gentiles a someterse a la Ley y
a sus prescripciones rituales y hacerse de hecho miembros
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 19
de otra nación. Cada consideración práctica impelía a la
disociación del Cristianismo de la Ley. Además no había
que atribuir la salvación a la Ley que, como Pablo iba
a describir más tarde, había sido el "pedagogo de Cristo",
sino más bien debía de ser reconocida la obra realizada
por medio de Jesucristo exclusivamente. En sus cartas
Pablo desarrollaría esta doctrina como una de las piedras
fundamentales de su enseñanza. En los Hechos se resume
en estas palabras dirigidas a Pedro: "¿Por qué tentar a
Dios queriendo imponer sobre el cuello de los discípulos
un yugo que ni nuestros padres ni nosotros fuimos ca-
paces de soportar? Por la gracia de Jesucristo creemos
ser salvos nosotros lo mismo que ellos" (15:10 ss).
Una vez que el problema se presentó en Antioquía fue
remitido a la Iglesia de Jerusalén, a la institución que
tenía la autoridad, y la solución dada allí fue la declara-
ción de independencia del judaismo. Sería inútil acen-
tuar la importancia de esta decisión. Actl5:20ss, 28 ss,
nota que por invitación de Santiago los cristianos genti-
les de Antioquía, Siria y Cilicia, que estaban viviendo en
regiones más intensamente habitadas por judíos, fueron
instruidos para obedecer a determinadas prescripciones
contenidas en Lv 17:8-13; 18:5-26, para no excitar la opo-
sición judía innecesariamente. Este no era un compromiso
con la decisión a que se llegó, sino una medida puramente
práctica que no llevaba consigo el sacrificio de ningún
principio. Estas prescripciones levíticas fueron interpre-
tadas por los judíos como obligatorias no sólo para ellos
mismos sino para todos los gentiles que vivían en su me-
dio. Pablo en Gal 2:10 añade que las autoridades de Jeru-
salén le pidieron que "se acordase de los pobres, cosa que
procuré yo cumplir con mucha solicitud". Los pobres en
cuestión eran los de la Iglesia de Jerusalén. En varias de
sus cartas vemos cómo Pablo urge a los cristianos gentiles
de las iglesias establecidas por él a ser generosos en con-
tribuir a la colecta que ha de enviar a Jerusalén. Este
20 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
trabajo de la práctica de la caridad se realizaba para dar
énfasis a la unidad esencial de la Iglesia, aunque los gen-
tiles y los judíos cristianos siguieron costumbres diferen-
tes, entre las que estaba su actitud ante la ley mosaica.
Así el problema se solucionó de raíz y Pablo quedó
libre para predicar el Evangelio a los gentiles sin estar
ligado a las prescripciones acostumbradas. Sin embargo
pasó mucho tiempo antes de que el problema se solucio-
nara de hecho. Las cartas de Pablo son testimonio de ello
respecto a los "judaizantes", que en todas las partes se
mantenían fuertes en las comunidades cristianas. Sin
duda muchos de ellos estaban de buena fe, pero el deber
de Pablo era indicarles las complicaciones últimas de sus
ideas que hubieran finalizado despojando a Cristo de su
título de Salvador. Más aún, en el terreno práctico, sin
duda muchos judíos, aunque eran cristianos, encontraron
duro el reajustar su pensamiento después de la larga tra-
dición de la ley. En Gal 2:11-14, Pablo nos dice que incluso
Pedro visitando Antioquía poco después del Concilio fue
incapaz de desafiar la opinión de sus compañeros judíos
y tuvo que ser increpado por Pablo por su conducta ambi-
gua respecto a los cristianos gentiles. "Si la justicia viene
de la ley —concluyó Pablo— entonces Cristo ha muerto
en vano" (Gal 2:21).
Segundo viaje misionero • de Pablo era dirigirse a Efeso, la ciudad principal de la
Con la aprobación de la Iglesia madre para su misión,
Pablo pronto vuelve a ponerse en marcha desde Antio-
quía. Su intención primera fue el volver a andar el ca-
mino recorrido en su primer viaje y así se lo propuso a
Bernabé. Sin embargo no fueron capaces de ponerse de
acuerdo para que les acompañase Marcos, al tomar Ber-
nabé partido por su familiar, y como resultado, Pablo
cambio sus planes (Act 15:36-41). Bernabé y Marcos mar-
charon a Chipre y nosotros no oímos más de ellos en los
Hechos de los Apóstoles. Pablo salió, esta vez, por la ruta
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 21
trascontinental a visitar las ciudades a donde habían lle-
gado en su último viaje, Listra y Derbe. Consigo tomó a
Silas, personaje importante en la Iglesia de Jerusalén. el
cual había venido a Antioquía (Act 15:22). Como aparece
más tarde, Silas era como Pablo, ciudadano romano, hecho
que probablemente influyó en la elección de Pablo. En
Listra tomó también consigo al joven cristiano Timoteo
(Act 16:1-3) que estaba destinado a ser su discípulo favo-
rito y su principal colaborador, el cual es mencionado en
casi todas las epístolas de Pablo. Pablo circuncidó a Ti-
moteo, no como una concesión al principio que la ley mo-
saica requería para el cristiano, sino para hacer posible su
ministerio entre los judíos, quienes sabían que la madre
de Timoteo era judía y le habrían considerado en su es-
tado de incircuncisión como un apóstata detestable.
El resto de la ruta de Pablo en el Asia Menor está suje-
to a discusiones. Lucas indica que ellos "pasaron a través
del territorio de Frigia y Galacia" (Act 16:6). Si por "Ga-
lacia" quiere indicar la provincia romana de este nombre,
ellos estuvieron en Derbe, Listra e Iconio. Si quiere decir
la región conocida con este nombre en los tiempos ante-
riores, Pablo hizo entonces un largo recorrido hacia el
norte y este, del cual no tenemos información alguna. Lu-
cas dice que "les impidió el Espíritu Santo hablar la pala-
bra en la provincia de Asia". Evidentemente la intención
provincia romana del Asia y blanco natural para su celo,
una ciudad donde más tarde iba a encontrar una Iglesia
floreciente. Pero por el momento era claro para él, por
algunos medios no revelados, que no era tiempo de que él
fuera allí. Tampoco le fue permitido entrar en Bitinia, al
norte del Asia Menor. Por una ruta, pues, que no nos es
enteramente conocida, los misioneros se encontraron en
Tróade, al noroeste de la costa del Asia Menor (Act 16:7 ss).
 22 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
Entrada en Europa
Fue en Tróade donde Pablo tuvo el famoso sueño del
Macedonio que le suplicaba cruzara para ayudarles (Act
16:9), suceso que marca otra época decisiva en la historia
de la Iglesia. Pablo reconoció la voluntad de Dios en esta
visión y tomó la decisión de predicar el Evangelio en
Europa.
Act 16:10 marca el comienzo de los "pasajes-nosotros"
de este libro, donde los trabajos de los misioneros se des-
criben en la primera persona del plural. Generalmente
se utilizan éstos para probar que Lucas, el autor, había
vuelto a ser compañero de Pablo. Sin embargo puede sig-
nificar que Lucas simplemente utilizó como fuentes el
testimonio de algún otro compañero de Pablo. Sabemos
por otra parte que Lucas fue ciertamente uno de los dis-
cípulos de Pablo. Por razón de que la evangelización de
Filipos se describe con mucho detalle, algunos han pen-
sado que el mismo Lucas era un macedonio a quien Pablo
encontró en Tróade (parecía por todos los hechos que
había sido gentil), y de quien Pablo pudo haber recibido la
primera sugerencia de ir a Macedonia.
En Filipos
Filipos, la principal ciudad de Macedonia, llegaría a ser
el emplazamiento de una de las Iglesias favoritas de Pa-
blo, como sirve de testimonio la delicada carta dirigida
a los Filipenses. Fiel a su política de aproximarse prime-
ramente a los judíos, Pablo comenzó su trabajo en el lugar
de oración de los judíos. Evidentemente que los judíos de
Filipos eran demasiado pocos y pobres para mantener
una Sinagoga; sin embargo, como era normal, un grupo
de gentiles de la mejor posición habían sido atraídos por
la eminente religión del Judaismo. Entre ellos estaban
una tal Lidia, "vendedor de púrpura en la ciudad de Tia-
tira", probablemente una rica mujer a quien Pablo había
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 23
bautizado y en cuya casa se hospedaban los misioneros.
Sin duda, por su medio Pablo se aproximó más fácilmente
a los gentiles.
De manera paradójica, Pablo, que anteriormente había
sufrido en manos de los judíos, en Filipos sufre nuevos
contratiempos al ser acusado de hacer proselitismo en
favor de los judíos. Mientras el Judaismo fue tolerado por
las leyes romanas, era ilícita toda actividad para hacer
conversos para el Judaismo entre los ciudadanos romanos;
los de Filipos, como es natural, no hacían distinción entre
Judaismo y Cristianismo, mirando a éste como una secta
del primero. En todo caso, la acusación contra Pablo y
Silas fue una medida posterior como aparece claro en los
Hechos. Fueron perseguidos por un motivo de muy poca
importancia, y fue que los exorcismos de Pablo sobre una
joven, que tenía trastornado el juicio, habían privado a
sus dueños de la ganancia que sacaban de supuestas reve-
laciones que ella tenía.
Una noche fue hecho prisionero Pablo en Filipos en
un motín originado por sus perseguidores y fue entonces
la ocasión de invocar por primera vez sus prerrogativas
de ciudadano romano. Por su deseo de satisfacer al po-
pulacho, los magistrados de la ciudad habían hecho gol-
pear a Pablo y Silas, crimen grave que bien podía costar
a las autoridades provinciales su puesto, e incluso sus vi-
das, por el interés que tenía Roma de guardar la inviolabi-
lidad de su ciudadanía. Los magistrados se consternaron
al descubrir que aquellos dos hombres eran algo más que
unos judíos predicadores que iban de paso y que podían
ser tratados con impunidad. Fue con cierto aire de triun-
fo como accedió Pablo a sus preocupados ruegos y el que
determinara dejar la ciudad sin recriminaciones. Los
Hechos, que han fijado su atención en los sucesos m á s
extraordinarios del modo de vivir del Apóstol en Mace-
donia, en realidad no han contado la historia completa
sobre Filipos. Por la carta a los Filipenses podemos dedu-

24 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
cir que los éxitos misioneros de Pablo allí, habían sido
extraordinarios.
En Tesalónica
Desde Filipos los misioneros tomaron la vía Egnatiana,
la carretera romana que atravesaba Macedonia, a través
de Anfípolis y Apolonia, hasta Tesalónica. En Tesalónica
(Act 17:1-9) el familiar esquema se vuelve a realizar: la
oposición por parte de los judíos de manera casual hizo
que llevara a los misioneros más allá de lo que tenían
proyectado su viaje, después de haber comenzado Pablo
a predicar a Cristo en la Sinagoga.
Sin embargo, la Iglesia de Tesalónica se estableció bien,
después de este suceso. Tesalónica era una importante
etapa en el ministerio de Pablo ya que, entonces como
ahora, era la segunda ciudad de Grecia, pablo puso su
cuartel general en la casa de un judío por nombre Jasón,
y esta casa llegó a ser la primera iglesia de Tesalónica, en
la que se reunían juntos judíos y "gran número de cultos
griegos y de gentiles y no pocas mujeres de alto rango"
(Act 17:4). Las cartas a los Tesalonicenses de nuevo mues-
tran los éxitos importantes conseguidos en la predicación
del Evangelio, antes que los descreídos judíos consiguieran
poner al pueblo en contra de ellos —lo cual siempre era
una fácil posibilidad en la "democracia" de Tesalónica—
y así conseguir hábilmente que los misioneros se retiraran
de allí por un tiempo.
Se dirigieron al suroeste, hacia una antigua ciudad del
país macedónico llamada Berea y que todavía existe con
el nombre de Verria. Aqui, por excepción, los judíos acep-
taron de todo corazón el mensaje de Pablo y con ellos se
convirtieron a la Iglesia muchos gentiles (Act 17:10-12).
Cuando amenazó el peligro en Berea, éste fue originado
por los disgustados judíos de Tesalónica, no por los de
Berea.
Según Act 17:13-15: "Pero en cuanto supieron los ju-
INTRODUCCION A LAS CARTAS PAULINAS 25
dios de Tesalónica que también en Berea era anunciada
por Pablo la palabra de Dios, vinieron allí y agitaron y
alborotaron a la plebe. Al instante los hermanos des-
pidieron a Pablo camino del mar, quedando allí Silas y
Timoteo. Los que conducían a Pablo le llevaron hasta Ate-
nas, recibiendo de él encargo para Silas y Timoteo de que
se le reuniesen cuanto antes".
En Atenas
Por l T h 3 : l s sabemos que Timoteo se unió a Pablo en
Atenas, pero de vuelta fue enviado por él, como mensaje-
ro, a Tesalónica. Act 18:5 ponen a Silas y a Timoteo de
nuevo unidos a Pablo en Corinto. Por el texto superior,
generalmente se supone que Pablo viajó a Atenas por
mar; sin embargo, fácilmente pudo haber seguido la ruta
transcontinental que va a lo largo de la costa.
Los Hechos de los Apóstoles prestan especial atención
a la misión de Pablo en Atenas (Act 17:16-34). Aquí Pablo
fue por primera vez un verdadero griego, no el gregeizan-
te mirado así todavía en Macedonia y que era considerado
como un bárbaro por los verdaderos griegos. Atenas, la
ciudad madre de la cultura griega que Alejandro el Gran-
de de Macedonia había esparcido por todo el mundo, era
todavía el centro de la cultura y de la filosofía del mundo
civilizado, muy respetada por los romanos, que eran sus
maestros en política pero sus discípulos en las ciencias
del espíritu. Esta era la ciudad - escuela del Imperio. Aquí
el Cristianismo se puso en contacto con el pensamiento
gentil en su mismo origen.
Y aqui Pablo se encontró con una nueva reacción en la
predicación del Evangelio; no odio, no aceptación, ni per-
secución sino débil indiferencia. El popular Neo-Plato-
nismo que era la filosofía del día, no había puesto en con-
diciones a los atenienses para afrontar crudezas tales
como la idea de resurrección, que con éfasis les predicaba
Pablo. No iban a pasar muchos años hasta que se reali-

26 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
zara la unión de la filosofía griega con la revelación bí-
blica y que nosotros conocemos con el nombre de la edad
patrística de la Iglesia. Los Hechos de los Apóstoles dejan
una pequeña duda de si Pablo miró su predicación a los
atenienses en gran parte como un fracaso. Por la prime-
ra carta a los Tesalonicenses sabemos que el Apóstol tuvo
otras preocupaciones, principalmente en lo que se refiere
al estado de la Iglesia en Tesalónica, que, como él supo
por Timoteo, estaba soportando una persecución por parte
de los que habían seguido la pista de Pablo desde la ciu-
dad. Debía de estar algo desanimado cuando decidió pasar
a la vecina Corinto.
En Corinto
Corinto, destinada a ser una de las mejores Iglesias de
la primitiva cristiandad, no dio tan buenos augurios cuan-
do fue visitada por primera vez por Pablo. Si Atenas com-
pendiaba mucho de lo mejor que tenía la cultura de los
gentiles, Corinto era el símbolo de muchas de las peores
cosas de la misma cultura. Ciudad rica, cosmopolita y co-
mercial, había adquirido una reputación desagradable des-
de tiempos antiguos y, aunque ahora era una ciudad to-
talmente romanizada, Corinto era prácticamente sinónimo
de inmoral. Sin embargo, en su descripción de los traba-
jos apostólicos de Pablo en ella (18:1-11), los Hechos de
los Apóstoles indican la gran amplitud que tuvieron los
éxitos de Pablo y que confirman las cartas. Aunque, en su
mayor parte, no fueron premiados sus esfuerzos con los
judíos, el presidente de la sinagoga de una importante
comunidad de judíos se convirtió, y "muchos de los de
Corinto escucharon a Pablo y creyeron y fueron bauti-
zados".
Además, la narración de la misión de Corinto nos pro-
porciona dos fechas cronológicas. Cuando Pablo llegó a
Corinto "encontró a un judío llamado Aquila, nativo del
Ponto, que acaba de llegar de Italia con su esposa Pris-
INTRODUCCION A LAS CARTAS PAULINAS 27
cila porque Claudio había ordenado que todos los judíos
salieran de Roma" (Actl8:2), Aquila y Priscila, dos con-
vertidos de Pablo, formaban parte de los judíos expulsados
de Roma por el Emperador Claudio, suceso que tuvo lugar
en el año 49 ó 50 d. C. y que es recordado por el historia-
dor romano Suetonio. Esto nos permite señalar la llegada
de Pablo a Corinto alrededor del año 50 ó 51. Por otra
parte, se confirma esto con el incidente de Gallio (Act
18:12-17). Gallio, hermano del filósofo Séneca y tío del
poeta Lucano, fue nombrado procónsul de Acaya (provin-
cia romana de Grecia) según Act 18:12, hacia el fin de la
estancia de Pablo en Corinto, que duró año y medio
(Act 18:11). Una inscripción encontrada en Delfos y pu-
blicada en 1905, confirma que Gallio fue procónsul por los
años 51 y 52.
Epístolas a los Tesalonicenses
El comienzo de la carrera literaria de Pablo también tuvo
lugar en Corinto. Aquí se le unieron Silas y Timoteo que
habían venido desde Macedonia (Act 18:5) y de ellos había
recibido noticias, que esperaba con ansiedad, del estado de
la Iglesia en Tesalónica. Por otra parte, durante el año
51-52 escribió la primera de sus epístolas canónicas, la
primera carta a los Tesalonicenses. Una segunda carta
siguió a ésta, sin duda, durante este período y a pocos
meses de la primera.
Fue probablemente en la primavera del 53, en el mo-
mento en que se reanuda la navegación después del in-
vierno, cuando Pablo vuelve a Jerusalén y a Antioquía de
Siria, haciendo una breve escala en Efeso que se hallaba
en el mismo camino (Act 18:18-22).
Tercer viaje misionero
La división que hacemos del apostolado de Pablo en via-
jes es, como lo hemos indicado anteriormente, artificial,
 28 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
y esto se puede comprobar con una cuidadosa lectura
de Act 18:18-22. De Corinto se apresuró Pablo en llegar
a Jerusalén con intención de realizar un deseo. Su estan-
cia en Jerusalén fue muy breve, lo mismo que en Corinto,
a la cual no volvió a mirar más como su cuartel general
sino simplemente como un lugar de parada en su camino
de vuelta a Efeso, en donde había quedado en unirse a
Aquila y Priscila. Por otra parte, mientras había pasado
año y medio en Corinto, permanecería durante dos años
en Efeso.
En Efeso
Aunque los Hechos de los Apóstoles dedican considera-
ble espacio a la historia de la misión de Efeso (Act 18:24-
19:40), sin embargo se nos dan muy pocos detalles. Efeso,
a donde Pablo había tratado de llegar en su primer viaje,
era la ciudad principal del Asia Menor. Como la Iglesia
estaba floreciente en Asia Menor, probablemente Pablo
consideró a Efeso como el centro de sus operaciones más
que a Corinto, que estaba más inaccesible. Desde este cen-
tro "todos los que viven en la provincia de Asia, judíos y
gentiles, oyen la palabra de Dios" (Act 19:10). Probable-
mente durante estos dos años el Evangelio se extendió
hacia el Oriente, hasta Colosos y la región del valle de
Lizus. Por la carta a los Colosenses, tenemos noticias de
una Iglesia floreciente en Colosas, Hierápolis y Laodicea.
Probablemente también la evangelización de Tróade tu-
vo lugar en este tiempo (cf. Act 20:5-12). El país por el que
pasó Pablo camino de Efeso, y donde iba "alentando a
todos los discípulos" (Act 18:23), es muy probable que in-
cluya las ciudades del Asia Menor evangelizadas durante
su primer viaje: Derbe, Listra, Iconio y Antioquía de
Pisidia, que mirarían a Efeso como su metrópoli. Es pro-
bable que desde Efeso dirigió Pablo a ellas su carta a los
Gálatas para animarles a luchar contra la herejía judai-
zante y que él había encontrado actuando con energía
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 29
entre ellos. Por todas estas razones la ciudad de Efeso es
de capital interés para el autor de los Hechos, que ve en
ella otra etapa de progreso de la Iglesia hacia Occidente.
Primera epístola a los Corintios
En Efeso, Pablo conoció a Apolo, un misionero cristiano
que había de desplegar mucha actividad en Corinto, a
donde había sido enviado por Aquila y Priscila (Act
18:23-28). La primera carta de Pablo a los Corintios, escri-
ta en el tiempo de su estancia en Efeso, fue en parte ori-
ginada por la actuación de Apolo en Corinto y de donde
tenía noticias alarmantes de una lucha de partidos que
amenazaban con romper la unidad de la Iglesia.
Los Hechos nos dan ciertos detalles de la historia de la
disputa originada por la predicación de Pablo en Efeso; el
famoso incidente de la Artemis de Efeso, "Diana de los Efe-
sios" (Act 19:23-40). Siendo dramático, sin embargo, este
incidente no provocó la salida de Pablo de la ciudad, sino
su mirada estaba ya puesta en otros campos de misión
más lejanos y totalmente independientes de cualquier
oposición (Act 19:21).
Parece lo más atinado pensar que Lucas, en los
Hechos, ha pasado por alto otras persecuciones sufri-
das por Pablo en Efeso, atento a dar relieve a lo que
era el símbolo de sus éxitos misioneros. En 1 Cor 16:9
Pablo menciona los "muchos adversarios" que se le opu-
sieron en Efeso y en la misma carta indica que "lu-
chó con las fieras en Efeso" (15:32), mientras un poco
más tarde dice a los romanos que Aquila y Priscila, que
estaban con él en Efeso, "por salvar mi vida, expusieron
su cabeza" (Rom 16:4). Estos hechos no se refieren al episo-
dio de Diana que ocurrió muy al final de la estancia de
Pablo en Efeso y en el cual no estaba directamente m e -
tido (cf.Act 19:31). Parece más razonable concluir, como
lo hacen muchos autores modernos, que la permanencia
de Pablo en Efeso fue mucho más movida de lo que parece
 30 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
sugerir la relación de los Hechos y que, en concreto, estuvo
prisionero por un tiempo.
Epístola a los Filipenses
La razón para pensar en su prisión —aparte de que Pa-
blo confiesa en 2 Cor 11:23 que estuvo prisionero frecuen-
temente, ciertamente con más frecuencia de las veces que
se menciona en los Hechos— es que la carta a los Fili-
penses, escrita mientras Pablo estaba en la cárcel, parece
datar de este período. Es muy afín en el lenguaje y en
las ideas a las cartas que nosotros sabemos con certeza
están escritas en este período, más que a las "otras epís-
tolas de la cautividad" (Efesios, Colosenses, Filemón) es-
critas más tarde cuando Pablo estaba prisionero en Roma.
La fiel Iglesia de Filipos, teniendo noticias de la desgracia
de Pablo, le conforta y anima y en contestación Pablo
expresó sus deseos de visitarles pronto y mientras tanto
enviaba a Timoteo como emisario suyo (Fil2:19-24; cf.
Act 19:21 s).
Algunos autores también creen que durante su perma-
nencia en Efeso Pablo hizo un viaje de ida y vuelta a Co-
rinto por mar; creen que tal visita es necesaria para ex-
plicar ciertas discrepancias entre la primera y la segunda
carta a los Corintios. Ante tales hechos, todos reconocen
que la narración que se hace de Pablo en los Hechos es
incompleta, al estar compuesta del material que era de
interés para el autor en la exposición de su esquema del
desarrollo de la Iglesia, más que de lo que hubiera pro-
porcionado una completa biografía del Apóstol.
Segunda epístola a los Corintios
La segunda carta a los Corintios nos proporciona una
narración más detallada de los viajes de Pablo, después
de dejar Efeso, que la sumaria exposición de Act 20:1.
Después del tumulto sobre Diana de Efeso, Pablo se dirige
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 31
a Tróade donde va a encontrar a Tito, el discípulo que
hacía mucho tiempo le había acompañado al Concilio de
Jerusalén (Gal 2:1), quien le iba a informar sobre el esta-
do de la Iglesia de Corinto. Por delicadeza, Pablo determi-
nó no seguir directamente hasta Corinto, sino esperar
noticias del efecto de su anterior carta de admonición.
Dejando a Tito, a quien había encontrado, atravesó Ma-
cedonia y visitó Filipos. Aquí le encontró Tito cuando le
trajo buenas noticias, y aquí fue escrita la segunda carta
a los Corintios.
Epístola a los Romanos
No está claro cuánto tiempo permaneció Pablo en Ma-
cedonia. Algunos concluyen de Rom 15:19, que el Apóstol
no estaba contento con la asistencia apostólica que pro-
curaba a las iglesias de Filipos, Tesalónica y Berea y llevó
también su actividad misionera a nuevos territorios que
se extendían hasta el Adriático. De Macedonia finalmente
volvió a Corinto, donde permaneció tres meses; es proba-
ble que los meses de invierno cuando la navegación es
imposible, hasta que determinó volver a Siria por mar
(Actl0:ls). Cuanto nos es posible determinar cronológi-
camente, aunque nunca de manera cierta, es que esto
tendría lugar en invierno del 57-58 d. C. De nuevo no se
nos dice nada de la actividad del Apóstol en Corinto,
pero es cierto que la epístola a los Romanos fue escrita
aquí por este tiempo. De modo diferente a las otras car-
tas, Pablo dirige esta epístola a la Iglesia que todavía no
ha visitado y de la cual no es su fundador, aunque su
plan actual es hacer un viaje a Roma (cf. Act 19:21). La
epístola difiere también de las otras cartas en que no h a
sido motivada por su ministerio, sino que, más bien, es
la elaboración doctrinal de algunos de los temas desarro-
llados en su carta a los Gálatas.
El resto de la narración del "tercer viaje misionero"
de los Hechos es de gran valor por la luz que arroja sobre
32 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
la historia de la primitiva Iglesia, pero dice relativamen-
te poco de Pablo. Cuando el Apóstol, en la primavera del
año 58, descubre un complot judío que se había organi-
zado contra él (las circunstancias del hecho no se han
esclarecido) abandona su viaje por mar y en cambio vuel-
ve a Tróade a través de Macedonia, acompañado por algu-
nos seguidores (Act20:3-6). En Filipos permaneció hasta
después de Pascua, a continuación, se quedó una semana
en Tróade, en la que había ahora una comunidad cristia-
na organizada (Act 20:7-12). Desde Tróade navegó hacia
el sur por la costa, haciendo escala en varios puestos, pero
procurando retrasarse lo menos posible, ya que había de-
terminado llegar a Jerusalén para Pentecostés (Act 20:13-
16). Por las epístolas conocemos el motivo de su ida a Je-
rusalén, que fue el dar para los pobres de la Iglesia-Madre
la colecta que había recogido en las iglesias de Macedo-
nia y Acaya, en cumplimiento del compromiso que tenía
hecho hacía mucho tiempo (cf. Gal 2:10).
Efeso era un lugar que Pablo no podía pasar com-
pletamente de largo cuando estuvo cerca. Desde la cerca-
na Mileto, citó a la Iglesia de Efeso, a la que dirigió una
conmovedora alocución, una de las más personales que
los Hechos le atribuyen, en la que vaticina los sufrimien-
tos que le esperan en Jerusalén por parte de sus hermanos
los judíos (Act 20:17-38). Sin embargo, su sombría predic-
ción de que no volvería a verles, no se cumplió, si juzga-
mos por lo que se dice en las epístolas pastorales.
En lo restante del viaje de vuelta a Jerusalén, en que
los misioneros siguieron la ruta por mar que recorrían
las naves de los comerciantes fenicios (Act 21:1-16), Pablo
fue advertido por dos veces, en Tiro y en Cesárea, de las
dificultades con que se iba a encontrar en Jerusalén. Pablo
y sus compañeros debieron de llegar con los corazones un
poco tristes a la Ciudad Santa, y probablemente la última
vez en la vida de Pablo.
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 33
Prisionero en Palestina
Las circunstancias del arresto de Pablo y su encarcela-
miento en Palestina nos las describen Act21:17-26:32. Las
advertencias y prediciones que tuvo en el viaje a Jerusa-
lén se cumplieron ampliamente.
La Iglesia de Jerusalén, como era natural, estaba com-
puesta por judíos que, siendo cristianos, observaban la
Ley Mosaica como, en realidad, el mismo Pablo hacía en
su vida privada. La predicación del Apóstol de la salvación
por la fe, en la que los judíos y gentiles estaban en una
posición de igualdad y en que la Ley era impertinente,
no fue inspirada en el desprecio a la Ley, la cual Pablo
siempre consideró como santa; tampoco intentó persua-
dir a los judíos a que abandonaran la práctica de lo que
formaba parte de su legítima cultura nacional y tradicio-
nal. Por su parte, sin embargo, no era renunciar a sus
principios, cuando se avino a lo que le propusieron los cris-
tianos de Jerusalén, de que hiciera una confesión pública
de su práctica de la Ley para calmar los rumores de que se
oponía a ella.
Esta estratagema falló y además era probable que fa-
llase. En Jerusalén, los judíos cristianos, que frecuentaban
la sinagoga y el templo y, en general, se portaban como
otros judíos, fácilmente podían dar la impresión de que
el Cristianismo no era otra cosa que una secta del Ju-
daismo — las divisiones doctrinales entre judíos, que for-
maban diversas sectas reconocidas, con frecuencia no eran
más pronunciadas, para quien juzgara desde fuera, que
las diferencias entre Cristianismo y el Judaismo prin-
cipal. En aquellas circunstancias los mismos judíos cris-
tianos podían incluso considerar su fe diversa conforme
a este punto de vista. Pablo, sin embargo, había comen-
zado un trabajo que era necesario para que no se reali-
zara tal confusión, ya fuera por parte de los judíos como
por parte de los gentiles. Su enseñanza sobre Cristo, como
3
34 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
punto central en la obra de la salvación, no hubiera deja-
do duda de que la nueva religión no era meramente una
nueva interpretación del Judaismo sino que le había su-
perado.
Sus enemigos, deseosos de tener algún pretexto para
castigar lo que ellos consideraban una traición, falsamen-
te le acusaron de introducir a los gentiles en los recintos
del templo, crimen que las autoridades romanas habían
determinado castigar con la muerte. Podemos hacer notar
que de nuevo fueron los judíos griegos, implacables ene-
migos suyos (Act 21:27). Se levantó un revuelo entre el
pueblo que finalizó con el arresto de Pablo, y sólo su ciu-
dadanía romana le libró de la arbitraria brutalidad de los
soldados romanos, cuya primera intención era apalearle
y después investigar en la verdad o falsedad del hecho.
Traslado a Cesárea
Después de un preliminar juicio oral delante del Supre-
mo Consejo Judío y que terminó en un desorden por causa
de un hábil juego de Pablo —pero en el que trató de
presentar el verdadero motivo de su persecución— el
tribunal romano en Jerusalén le trasladó en secreto, du-
rante la noche, a Cesárea para prevenir el que fuera ase-
sinado por parte de un grupo violento que se había de-
terminado a tomar la ley por sus manos. En Cesárea, que
era el cuartel general del Procurador romano, Antonio
Félix, de nuevo las autoridades judías acusaron a Pablo en
forma legal, pero sin resultado.
Ahora comienza para Pablo un período de unos cinco
años durante el cual será prisionero al menos teórica-
mente. Aunque tenía un cierto grado de libertad para
comunicarse con sus amigos y recibir sus visitas, sin em-
bargo sus viajes apostólicos, por el momento, habían lle-
gado a su fin. Antonio Félix, un oportunista sin escrúpu-
los, conocía, por su larga experiencia en Palestina (había
sido procurador desde el año 52-60) que las acusaciones
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 35
que se le hacían a Pablo no tenían fuerza, pero deseoso
y necesitado de estar a bien con las autoridades judías se
persuadió que era mejor tener a Pablo en la cárcel.
Cuando Félix fue quitado de su cargo por el empera-
dor Nerón en el año 60, fue reemplazado por Porcio Festo.
Festo fue un hombre honesto, cosa rara entre los procu-
radores romanos. Por otra parte, era un hombre sin ex-
periencia y los enemigos de Pablo, que no le habían olvi-
dado, trataron inmediatamente de aprovecharse de la can-
didez del procurador. Su plan era conseguir que Pablo
fuera enviado de nuevo a Jerusalén, con lo cual podrían
ponerle alguna asechanza y conseguir con ello su muer-
te. Festo, totalmente inconsciente, consintió en sus pla-
nes porque deseaba comenzar su carrera en Palestina ase-
gurándose la buena voluntad de los líderes judíos. Cuan-
do indicó a Pablo que fuera a Jerusalén para tener un
juicio delante del Sanedrín, trató de garantizar con su
propia presencia el que se hiciera justicia. Pero Pablo
sabía que, una vez que dejara la seguridad que le ofrecía
Cesárea, tendría pocas probabilidades de salvarse. Félix
ya le había tenido en prisión durante los dos años esti-
pulados para la preparación de una acusación formal y de
un juicio. Festo podría acarrearle un mayor mal al igno-
rar las fuerzas que se oponían a Pablo.
Pablo hizo la única cosa que podía hacer: apeló al
César haciendo uso de su prerrogativa de ciudadano ro-
mano y así forzó su salida de Palestina. Después de su
famosa defensa en presencia de Herodes Agripa II (Act
25:13-26:32) Pablo dejaba Tierra Santa probablemente
para no volver jamás.
Viaje a Roma
La narración gráfica del viaje de Pablo a Roma, escrita
en primera persona del plural (originariamente por L u -
cas o alguno de sus compañeros de viaje) es una de las
más interesantes de los Hechos (ce. 27-28) y contiene p r á c -
36 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
ticamente la única relación contemporánea de los peli-
gros de los viajes por mar.
Juntamente con otros prisioneros destinados a Roma,
Pablo fue transferido a un centurión de Cesárea quien
les embarcó en una nave que se dirigía a Asia. En Sidón
se le concedió a Pablo desembarcar para recibir las aten-
ciones de sus hermanos, indicando probablemente con esto
que el Apóstol se había puesto enfermo. Desde Sidón na-
vegaron al sotovento de Chipre y bordearon la costa de
Cilicia y Panfilia hasta que llegaron a Mira de Licia, en
la punta más al sur de Asia Menor. Aquí cambiaron de
barco, tomando una nave alejandrina destinada a Italia.
Con dificultad llegaron hacia oeste hasta Cnidus, donde
no pudieron desembarcar por el viento. Así navegaron
hacia el sur, al sotovento de Creta, donde desembarca-
ron con dificultad en el puerto de Buen Puerto.
Estaban en la mitad de setiembre cuando la navega-
ción comienza a ser peligrosa. Pablo aconsejó al centurión
invernar en Buen Puerto a pesar de las malas condicio-
nes de éste, pero decidió apresurarse hasta el puerto más
seguro de Fenice. Intentando llegar a él y navegando a
lo largo de la costa de Creta, les cogió un fuerte viento
noroeste y les arrastró al mar abierto. Durante dos sema-
nas fueron llevados por la fuerza del mar, hasta que por
fin naufragaron en la isla de Malta.
Después de invernar en Malta, navegaron de nuevo en
otro barco alejandrino y, habiendo alcanzado Siracusa de
Sicilia a los tres días, continuaron por la costa hacia arri-
ba, hasta Regio, en la punta de la bota de Italia. Dos días
más tarde, con viento favorable, desembarcaron en Pu-
teoli, entonces uno de los puertos principales de Roma.
Allí encontraron a cristianos que evidentemente perte-
necían a la Iglesia de Roma y con ellos permanecieron
durante una semana. "Y así —concluye Lucas— llegamos
a Roma. Y los hermanos de allí, teniendo noticia de
nuestra llegada, vinieron desde el mercado de Apio y las
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 37
Tres Tabernas; y, cuando Pablo les vio, dio gracias a
Dios y se animó. A nuestra llegada a Roma, a Pablo le die-
ron permiso para vivir por su cuenta con un soldado que
le guardase". (Act 28:15 s).
Epístolas a los Colosenses, a Filemón
y a los Efesios
La estancia de Pablo en Roma se, puede designar con el
nombre de "custodia libera militaris". Estaba técnica-
mente bajo custodia pero vivía en su propio alojamiento
con amplia libertad para escribir y predicar. Durante esta
época escribió la carta a los Colosenses cuando tuvo no-
ticia de las graves dificultades doctrinales a las que es-
taba haciendo frente aquella Iglesia. Juntamente con ésta,
envió una breve nota a Filemón, un cristiano importante
de Colosas y la carta a los Efesios que es un desarrollo
doctrinal de las ideas contenidas en la carta a los Co-
losenses.
Act 28:17 indica que hubo un pequeño contacto entre
los cristianos y los judíos de Roma, al sugerir que por
este tiempo la Iglesia de Roma estaba compuesta en su
mayoría de gentiles. Pablo hizo un gran esfuerzo en Roma
por atraer a sus hermanos los judíos, pero aparentemente
no tuvo mucho éxito. Act 28:28, al citar las palabras que
les dirigió a ellos, virtualmente describe el futuro de la
Iglesia en el mundo: "Sabed, pues, que la salud de Dios
ha sido ya comunicada a los gentiles y éstos la oirán".
La salvación ha pasado, pues, de los judíos a los gentiles,
y la Iglesia pertenece a todo el mundo.
Antes se pensaba que Lucas debió haber concluido los
Hechos de los Apóstoles antes de que Pablo hubiese sido
puesto en libertad, pues de lo contrario hubiera contado
este suceso en lugar de concluir con Pablo todavía en la
prisión. Pero ahora se ve que tuvo presente otra idea mu-
cho más importante. Deliberadamente terminó la n a r r a -
ción con Pablo todavía en Roma porque al final iba a
38 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
contar la historia que tenía intención de decir: LA IGLESIA
QUE HABÍA COMENZADO COMO UNA SECTA JUDÍA E N JERUSALÉN
HABÍA LLEGADO A SER UNIVERSAL DE HECHO Y E N SU ESTRUCTURA.
En realidad nos ha dicho de manera equivalente que Pa-
blo fue puesto en libertad, al decirnos que permaneció allí
"durante dos años completos" (Act 28:30). Como no pre-
sentaran contra él cargo alguno (de los cuales los judíos
de Roma no estaban enterados, según Act 28:21) sería
automático el que fuera puesto en libertad al final de
estos dos años. En las cartas que escribe Pablo desde Roma
durante este período del 61-63 d. C, aparece cómo miraba
él mismo con confianza su libertad. En este tiempo esta-
ban con él Aristarco (Col 4:10), Epafras (Filem 23), Demás
(Col 4:14; Filem 24), Jesús el Justo (Col 4:11), Lucas (Col
4:14; Filem 24), Marcos (Col 4:10; Filem 24), Onésimo
(Col 4:9; Filem 10), Timoteo (Col 1:1; Filem 1), y Tiquio
(Ef6:21; Col 4:7).
Ú l t i m o s años de Pablo
Para las etapas finales de la vida de Pablo dependemos
de algunos presupuestos y de cierto número de conjetu-
ras. Los presupuestos principalmente son que las cartas
pastorales son auténticas de Pablo y que fueron escritas
en el siguiente orden: 1 Tim, Tit, 2 Tim — ambas cosas
las sostienen comúnmente los autores católicos. La conje-
tura apoya la suposición de que Pablo llevó a cabo algu-
nas de sus intenciones que previamente había anunciado.
Apoyándonos en ellas podemos sugerir el siguiente iti-
nerario.
Después de ser puesto en libertad en el 63, Pablo fue
a España. Sabemos que tenía intención de hacerlo (Rom
15:24) y algunas fuentes patrísticas de los primeros tiem-
pos indican que lo hizo. Probablemente en su ruta de ida
o de vuelta de España hizo escala en la costa sur de
Francia. De vuelta de España en el año 64, pasó de largo
Roma, en este momento muy insegura para los cristia-
INTRODUCCION *A LAS CARTAS PAULINAS 39
nos, ya que Nerón les había acusado de quemar la ciudad.
En cambio, navegó directamente a Asia Menor, desem-
barcó en Mileto, y visitó Colosas, donde había anunciado
previamente su llegada (Filem 22). De Colosas se dirigió
de nuevo a Efeso donde dejó a Timoteo en el año 65
(1 Tim 1:3).
Epístolas a T i m o t e o y a T i t o
Desde Efeso, Pablo fue a Macedonia por el camino de
Tróade. De nuevo en Filipos, escribió la primera carta a
Timoteo. Desde Macedonia se dirigió, probablemente por
el camino de Corinto, a Creta, donde dejó a Tito (Tit 1:5).
A continuación subió a Nicópolis, en la costa occidental
de Macedonia, donde permaneció el invierno del 65-66.
Allí escribió la carta a Tito y fue también allí donde éste
se le volvió a unir (Tit 3:12).
Después de dejar Nicópolis, probablemente viajó al
norte a través del Ilírico y Macedonia antes de llegar a
Tróade, donde de nuevo fue hecho prisionero (2 Tim 4:13).
Se puede presumir que, como conocido líder de los cris-
tianos, Pablo fue una de las últimas víctimas de la per-
secución de Nerón dirigida contra los cristianos. De
Tróade sería llevado a Efeso, capital de Asia, para hacerle
un juicio preliminar (2 Tim 4:16 s); por esto, desde Mile-
to, se le envió a Roma. Esta vez su ruta sería directa: a
través del mar Egeo hasta el puerto de Corinto de Cen-
dra, en un barco con carga para el otro lado del istmo de
Corinto. Desde Corinto siguieron de nuevo la ruta del m a r
hasta Puteoli (2Timl:17; 4:9,21).
Pablo llegó a Roma en el año 66. Aquí escribió su s e -
gunda epístola a Timoteo. Fue decapitado en el imperio
de Nerón el año 67. Según la tradición su ejecución tuvo
lugar en la vía de Ostia, a las afueras de Roma, en el lugar
conocido como Tre Fontane, donde hay un monasterio
trapense. Su cuerpo fue sepultado en un cementerio de la
vía de Ostia, a corta distancia de los muros de la ciudad,
40 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
Sobre el lugar de su tumba hoy se levanta la gran Basílica
de San Pablo Extra Muros, que lleva el nombre del Apóstol.
El pensamiento de Pablo
El haber narrado la vida de Pablo supone que hemos in-
dicado su importante significación en la Historia de la
primitiva Iglesia. Como indicamos al comienzo, presidió
y experimentó las etapas cruciales por las que la Iglesia
se desarrolló desde una comunidad judía, que surgió en un
oscuro rincón del Imperio Romano, hasta transformarse
en un movimiento internacional de habla griega, estable-
cido firmemente en todos los centros del mundo civiliza-
do; en gran parte Pablo dirigió estas etapas de desarro-
llo y las inició. Una de las paradojas de la historia es que
al judío de Cilicia, hebreo de hebreos y fariseo, le atri-
buímos el hecho principal, bajo la protección de Dios, de
que la Iglesia haya prescindido de las amarras de sus orí-
genes nacionales y haya venido a ser posesión de toda la
humanidad.
Si la religión cristiana ha llegado a ser el molde de
la civilización occidental a la que nosotros pertenecemos,
se le debe a Pablo más que ningún otro hombre, Es por
esta razón por la que Lucas, aparte de lo fascinante de
la propia vida de Pablo, ha tomado la carrera de éste
como el contenido de la segunda parte de los Hechos.
Además de ser un extraordinario hombre de acción,
Pablo era sobre todo el líder más importante del primitivo
Cristianismo. Los grandes movimientos los originan las
grandes ideas, sin las cuales la acción es imposible. El
Cristianismo nunca podía haber llegado a ser lo que es
sin hombres como Pablo que, guiados por el Espíritu Santo,
aplican hasta sus últimas consecuencias el mensaje de la
verdad que el fundador del Cristianismo enseñó a sus pri-
meros discípulos en Galilea y Judea. Sin embargo, para
conocer plenamente la grandeza de Pablo, debemos no
INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS 41
sólo presentar lo que hizo sino también estudiar sus pa-
labras.
Siempre se ha reconocido que Pablo es el más impor-
tante de los escritores del Nuevo Testamento. Cuando
hablamos de "doctrina del Nuevo Testamento" o "teología
del Nuevo Testamento" frecuentemente no nos referimos
a ninguna otra cosa más que a alguna de las enseñanzas
de Pablo. De tal manera es verdad esto que los críticos
racionalistas, todos a una, determinaron designar al Cris-
tianismo histórico con el nombre de "Paulinismo", con lo
cual insinuaban que el gran Apóstol era el responsable
de la génesis y del desarrollo de lo que es fundamental en
nuestra fe. Críticos independientes de nuestros días, en
principio, han abandonado esta posición. Sin embargo,
admiten que Pablo ha comprendido mejor que ningún
otro de los cristianos primitivos el espíritu de la doctrina
de Jesús, y que a través del Apóstol llegamos hasta encon-
trarnos cara a cara con el Maestro mismo.
Para apreciar esto, debemos leer las cartas de Pablo
cuya tarea vamos a comenzar a continuación.
LOS ESCRITOS DE PABLO
¿Cartas o epístolas?
La pregunta puede parecer al principio extraña: ¿los es-
critos de Pablo se han de llamar cartas o epístolas? Para
nosotros parecen significar la misma cosa, aunque ordina-
riamente hablaremos de cartas y usaremos el término
"epístolas" más bien semiconscientemente como un tér-
mino tradicional o afectado, excepto cuando nos encon-
t-amos ante documentos bíblicos u otros documentos a n -
tiguos. Lo que queremos decir con la pregunta es: ¿son las
epístolas de Pablo cartas verdaderas, esto es, simples ex-
tensiones o sustituciones de su conversación, cartas como
 42 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
las que nosotros escribimos? ¿O son más bien formalistas
composiciones literarias, tratados morales o doctrinales
que utilizan la forma de carta como una ficción literaria?
Algo similar a esto, y que nosotros utilizamos hoy, se llama
carta abierta que se dirige a una persona individual o un
grupo, pero en realidad se pretende que sea pública. Si
los escritos de Pablo entraran dentro de esta categoría,
realmente deberíamos llamarlos epístolas en lugar de
cartas.
Contestar a esta pregunta no es tan fácil como pare-
ce. Por una parte, como ya hemos señalado continuamente
en las páginas anteriores, los escritos de Pablo están diri-
gidos a personas verdaderas, ordinariamente a comunida-
des más bien que a individuos, pero comunidades con las
que estaba en relaciones plenamente familiares y a las
que conocía personalmente. Fueron escritas para solucio-
nar problemas que le presentaban, para corregir abusos
de los cuales había oído hablar, para responder, en otras
palabras, a situaciones actuales y reales. Por lo tanto pa-
rece obvio que las diéramos el nombre de cartas en el sen-
tido estricto de la palabra. Pero por otra parte los cris-
tianos miran a las epístolas de Pablo como documentos
cristianos que son norma aplicable a la Iglesia en todos
los tiempos, y en realidad así fueron mirados desde el
comienzo.
Comparación con los papiros
La pregunta ha adquirido más importancia con el des-
cubrimiento, al final de la pasada centuria, de los "papi-
ros", un gran número de papiros manuscritos que datan
de los tiempos del Nuevo Testamento, encontrados prin-
cipalmente en las arenas de Egipto, y que se componen
de documentos comerciales y privados de todas las clases,
muchos de los cuales son cartas. Inmediatamente se reco-
noció que el lenguaje del Nuevo Testamento, no sólo el de
los escritos de Pablo, era el mismo griego familiar y vul-
INTRODUCCION A LAS CARTAS PAULINAS 43
gar del de los papiros, hecho que ha estado durante largo
tiempo velado por el lenguaje majestuoso, sonoro y poético
en el que era costumbre traducir la Biblia. Se ha descu-
bierto también que las epístolas de Pablo fueron escritas
en la forma de carta convencional de la época. La única
diferencia significativa está en la extensión, ya que mien-
tras el promedio de las cartas de los papiros es de unas
87 palabras, el promedio de las de Pablo es de 2.500.
Como consecuencia de estos descubrimientos uno de los
eminentes eruditos actuales llegó a esta conclusión: "Las
cartas de Pablo no son escritos literarios; son cartas au-
ténticas, no epístolas; las escribió Pablo, pero no para ser
públicas o para la posteridad, sino para las personas a las
cuales ellas van dirigidas. Casi todos los errores que se
han cometido siempre en el estudio de la vida y la obra
de Pablo, han provenido de descuidar el hecho de que
sus escritos no son de carácter literario sino epistolar"
(ADOLF DEISSMANN, Light From the Ancient East, p. 234).
Hay una verdad en esta exposición que nunca debié-
ramos olvidar y que, en la medida en que es verdad, debe
tenerse cuidadosamente presente. Pablo no vivió en el de-
sierto sino en un mundo de habla griega del cual ha
participado mucho. Es obvio que sus palabras tienen que
ser comprendidas, primero y principalmente, según el con-
texto que él las ha dado, en la situación concreta en la
que ha tenido que tratar. Es igualmente obvio que hay
que entenderlas según el espíritu popular con que han sido
escritas, por un hombre que trata familiarmente con sus
amigos: con esta medida el vocabulario, que es semejante
al encontrado en los papiros frecuentemente, puede arro-
jar mucha luz sobre el pensamiento de Pablo. Por la mis-
ma razón la tendencia moderna de traducir el Nuevo
Testamento en un lenguaje de conversación y popular
es buena, ya que de este estilo fue el griego en el que ori-
ginalmente fue escrito. Los escritos de Pablo no son com-
posiciones literarias elaboradas sino cartas.
 44 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
No sólo las cartas de Pablo se diferencia de las de los
papiros en la longitud sino también en otras cosas. No
es verdad cuando se dice que el Apóstol no tuvo presente
al público o a la posteridad cuando escribía. Y este es en
particular el caso de las cartas de Romanos y Efesios,
donde el Apóstol evidentemente ha elaborado ciertos as-
pectos de su enseñanza, más por causa de la doctrina que
por cualquier urgente interés pastoral de sus dirigidos, y
esto también vale para las otras epístolas. Propiamente
Pablo siempre fue consciente de su autoridad apostólica
y del hecho de que él no escribía meramente como un
cristiano privado a otro cristiano sino como el receptor de
la divina revelación que había de manifestar la "palabra
nueva" en el desarrollo del mensaje cristiano. Consideró
que sus cartas habían de ser guardadas y leídas por otros
además de sus primeros dirigidos (cf.Col4:16) como en
realidad sucedió. Por lo tanto son escritos de un profesio-
nal y esto se extiende a las epístolas y a las cartas.
Lenguaje y vocabulario
El lenguaje de las epístolas de Pablo, como el resto del
Nuevo Testamento, es el común al pueblo ordinario y que
los papiros nos le han colocado en su verdadera perspec-
tiva. Este lenguaje lo escribió Pablo con vigor y de manera
fluida, sin vacilación ni rebuscamiento de palabras. Evi-
dentemente Pablo pensó y escribió en griego, ya que las
epístolas contienen muchos semitismos, esto es, locuciones
arameas comunes en los evangelios que traicionan la pa-
ternidad literaria de aquellos para quienes el griego era
una lengua extranjera. Pablo era capaz de usar esta len-
gua con gran efecto dramático y algunos de los más tier-
nos pasajes del Nuevo Testamento son suyos. Su estilo es
exclusivamente el suyo propio y lo utilizó con el mayor
provecho. Sin embargo, al lado de los modelos del Nuevo
Testamento el griego de Pablo no es lo mejor. Era un hom-
INTRODUCCION A LAS CARTAS PAULINAS 45
bre culto y escribió como tal, pero no dedicó ni su educa-
ción ni su inteligencia a tareas literarias.
Antecedentes en el Antiguo Testamento griego
Si es importante interpretar las palabras de Pablo en
su marco contemporáneo, es aún más importante tener
presente todo lo que le separa de la civilización griega en
la que vivió. Aunque Pablo pensó y habló griego, origina-
riamente era judío, por preferencia y por educación. Pa-
rece que tuvo poco interés y muy poco conocimiento de
la literatura griega. Su medio ambiente literario fue casi
exclusivamente el del Antiguo Testamento y el de otros
escritos del Judaismo.
Esto significa que muy frecuentemente para la com-
prensión de ciertas palabras claves de su vocabulario teo-
lógico —tales como "redención", "salvador", "propiciación"
y muchas otras— debemos fijarnos en el Antiguo Testa-
mento griego más que en la sociedad pagana contempo-
ránea. El Antiguo Testamento griego, cuyo lenguaje le
era a Pablo más familiar que ningún otro, era en su mayor
parte una "traducción griega". Al poner las memorias de
la historia y pensamiento religioso de Israel en una lengua
que nace de una mentalidad completamente diferente, los
traductores de la Biblia griega inevitablemente hubieron
de usar palabras —únicamente las palabras griegas que
eran utilizables— muy frecuentemente en otro sentido que
el que tenían exactamente en el griego puro. Estas pala-
bras, cuando se encuentran en la Biblia griega, significan
lo que el contexto y la inspirada intención del escritor
les dio, no necesariamente lo que el griego etimológica-
mente puede indicar. Cuando Pablo usa estas palabras,
consagradas por la tradición centenaria judía, se ha de
presumir que Pablo quiso indicar con ellas lo que signifi-
can en el Antiguo Testamento griego, no lo que ellas p o -
dían significar para un griego pagano.
Esto es una verdad tan vulgar que nos podemos sor-
 46 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS
prender al saber cuan frecuentemente ha sido ignorada.
En tiempos pasados, Pablo ha sido mal traducido y, más
frecuentemente, mal interpretado por el abandono de este
principio. Es muy importante para nosotros que compren-
damos bien esto, ya que estamos ahora mucho más dis-
tanciados de su mundo contemporáneo y de la tradición
griego-judía de la cual fue heredero. Los modernos comen-
taristas que son también peritos del Antiguo Testamento
griego, prestan un buen servicio a los hombres al restau-
rar el pensamiento de Pablo en sus formas originales y
al apartarle de los caminos por donde Pablo nunca había
tenido intención de desviarse.
Aparte de la influencia del helenismo contemporáneo
y del griego del Antiguo Testamento, hay muchas cosas
en el lenguaje y en el estilo de Pablo que hay que atri-
buírselas únicamente a él. Ningún escritor del Nuevo Tes-
tamento tiene más formas características de expresión
que Pablo. Su estilo es más propio de un pensador enér-
gico que de un hombre sosegadamente meditativo. Sus
pensamientos brotan unos de otros, muchas veces sacri-
ficando el orden lógico. Tiene tendencia a los anacolutos,
esto es, a dejar una frase sin terminar, suspendida en el
aire, a causa de que un nuevo pensamiento le ha sugestio-
nado antes de que tuviera tiempo de expresar completa-
mente la frase anterior. Frecuentemente acentúa su pen-
samiento amontonando adjetivos y verbos de tal manera
que causaría la desesperación a un elegante estilista. Todos
estos giros son aumentados todavía más por el hecho de
que ordinariamente dictaba sus cartas a un escriba en
lugar de escribirlas él mismo. Es fácil imaginar cómo fre-
cuentemente sus secretarios debieron correr para poder
seguir el torrente de sus palabras, y cómo también fre-
cuentemente debieron de dejar de hacerlo.
INTRODUCCIÓN A «LAS CARTAS PAULINAS 47
La recopilación
Es probable que hasta el final del primer siglo del Cris-
tianismo no se reunieron las epístolas de Pablo. Los evan-
gelios escritos antes del final de este siglo, presentan
muy poca dependencia, si es que tienen alguna, con las
epístolas, las cuales, se puede presumir, eran desconocidas
a los evangelistas. Por otra parte, la literatura cristiana
de finales del s. i y comienzos del s. n supone un conoci-
miento de las obras recopiladas de San Pablo.
Las cartas dirigidas a las diferentes Iglesias, fueron
naturalmente guardadas por estas Iglesias y pasaron de
unas Iglesias a otras. Gradualmente fueron agrupadas en
una única colección hasta llegar al número completo que
tenemos ahora. Sin duda hubo otros escritos de Pablo que
no poseemos. El primer testimonio cristiano del canon del
Nuevo Testamento menciona sólo las epístolas de Pablo
que poseemos hoy y sólo éstas las ha considerado la Iglesia
como escritos inspirados.
El orden en que se encuentran las cartas ahora en
nuestras Biblias no es el original. Acerca de su orden ori-
ginal se tienen diversas opiniones: el orden actual pro-
viene de comienzos del s. iv. Como se puede var a las in-
mediatas, este orden no tiene nada que ver con el orden
en que fueron escritas las epístolas. El único cambio de
este orden es el que se refiere al lugar que ocupan Gálatas
y Efesios (la última es en realidad algo más larga que la
primera). Sin duda esta discrepancia tiene algo que ver
con la historia de la creación de la colección, pero esto es
materia para que la discutan los peritos.
Importancia
La relativamente temprana recopilación de los escritos
de Pablo testifica la importancia que ellos tuvieron en la
primitiva Iglesia. Su importancia no es menos evidente
hoy. Como es natural, las epístolas preeminentemente t i e -
48 INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS PAULINAS INTRODUCCION Á LAS CARTAS PAULINAS 49

nen importancia por la misma importancia de Pablo. An- cimiento de la revelación cristiana. Con la majestuosa
teriormente hemos tratado de mostrar el grado de esta penetración de su inteligencia, descubrió conceptos teo-
importancia. lógicos que han servido de inspiración y de emulación a los
Sin embargo, hay que añadir que las epístolas de Pa- teólogos posteriores. No sólo es el iniciador de la teología
blo tienen una significación única, ya que son los primeros cristiana, es también un teólogo que merece ser leído por
escritos cristianos. Más antiguos que los escritos evangé- su propio derecho ya que su teología todavía hoy es válida
licos, más antiguos que el resto del Nuevo Testamento para nosotros.
tomado en su conjunto, son la primera exposición que te- Por todas estas razones necesitamos volver con fre-
nemos del depósito primitivo de la revelación tal como cuencia sobre las epístolas de Pablo. Son los primeros es-
era conocido y creído por los primeros cristianos mucho critos de la Iglesia, y también estarían en el corazón de
antes de que adquiriera su forma escrita en los Evange- todos los miembros de la Iglesia.
lios. Por lo mucho que conoce sobre el Señor y su obra de
salvación, Pablo está en dependencia de esta tradición
primitiva, la cual supone conocida para sus discípulos. Uno
de los valores de los escritos de Pablo consiste en que
podemos comparar sus expresiones más antiguas de con-
cepciones cristianas con expresiones posteriores de otras
partes del Nuevo Testamento y encontrar —admitiendo
siempre énfasis diferentes e ideas apropiadas a los distin-
tos entendimientos humanos— cómo estas expresiones
coinciden en lo fundamental.
Las epístolas paulinas son el primer intento de una
teología cristiana, realizado por un hombre de aguda inte-
ligencia religiosa. La revelación, la comunicación del co-
nocimiento divino, es sólo un material crudo de la teolo-
gía. La teología es la ciencia de la fe o de la revelación;
convierte a la revelación en una ciencia al llevar a la
razón a relacionarse con ella; ajustando sus diversas par-
tes en un todo compacto, sacando sus implicaciones, ex-
poniéndola en términos de experiencia humana para
hacerla más razonable y comprensible. La revelación per-
manece constante, pero la teología crece cuando los hom-
bres avanzan de un pensamiento a otro mejor, a través
de tentativas y errores, a lo largo de los siglos. Con Pablo
comienza este proceso histórico, y aun en el pequeño es-
pacio de sus cartas, podemos ver un desarrollo en el cono-
i
 PRIMERA Y SEGUNDA CARTA
A LOS TESALONICENSES

Introducción

El motivo de las cartas

Hemos visto anteriormente cómo Pablo fundó la Iglesia
de Tesalónica durante su segundo viaje misionero, proba-
blemente alrededor del año 50 d. C. Como notamos, su es-
tancia en Tesalónica debió ser un poco más larga que lo
que se deduce en apariencia de los Hechos. Seguramente
fue lo suficientemente largo para que el sentimiento po-
pular hacia Pablo, de entusiasmo cambiara en disgusto,
de tal manera que los judíos, que eran enemigos suyos,
pudieran levantar al populacho contra él. En 1 Th2:9, el
Apóstol recuerda a los Tesalonicenses que tuvo que hacer
trabajos manuales mientras estuvo con ellos, lo cual pre-
supondría también una estancia de algún tiempo. Phil 4:16
recuerda que Pablo recibió ayuda de los Filipenses "una o
dos veces" mientras estuvo en Tesalónica. Por todo ello
concluiríamos que Pablo trabajó durante varios meses
entre los de Tesalónica.
Después de su forzada salida de Tesalónica, y las breves
misiones en Berea y Atenas, Pablo finalmente llegó a Co-
rinto donde iba a permanecer durante cerca de dos años.
En Atenas Pablo se había unido a Timoteo, quien le trajo
noticias desagradables de que sus enemigos actuaban muy
vivamente en Tesalónica, y que los neófitos cristianos es-
taban soportando una persecución que, al principio, iba
dirigida contra él. Angustiado ante la constancia de s u fe
y para que su precipitada salida no fuera mal entendida,
Pablo envió de nuevo a Timoteo a Tesalónica para obte-
52 I Y II CARTA A LOS TESALONICENSES
ner por su medio informes directos. En Corinto se reunió
con Silas y Timoteo, que acababan de llegar de Macedonia
y por este último supo, para su contento, que los Tesalo-
nicenses permanecían firmes y seguros en la fe. Motivado
por esta alegría escribió la primera carta a los Tesaloni-
censes y es, en su mayor parte, una exhortación a perma-
necer constantes, exhortación nacida de la solicitud de
Pablo para sus queridos amigos. También tuvo ocasión de
contestar a algunas preguntas que les inquietaban y que
ellos le habrían comunicado por medio de Timoteo o en
una carta traída por Timoteo desde Tesalónica.
Como veremos, la segunda a los Tesalonicenses siguió
a la primera carta después de unos meses. Se presupone
que hubo una posterior información o una carta de los
Tesalonicenses. En esta segunda carta Pablo renueva las
palabras de aliento y les soluciona algunas dificultades
posteriores que habían tenido.
Las dos epístolas fueron escritas desde Corinto en el
año 51 ó 52.
Contenido de las cartas
Primera a los Tesalonicenses. Pablo se alegra por la cons-
tancia de los Tesalonicenses y se defiende contra sus
enemigos y de los Tesalonicenses que han dado una mala
interpretación a su salida y ausencia de Tesalónica
(1:2-3:13). Recuerda la enseñanza del Evangelio sobre la
moralidad de la sexualidad (4:1-8) y hace especiales reco-
mendaciones sobre la práctica de la fraterna caridad
(4:9-12). A continuación sigue una instrucción sobre la
segunda venida del Señor y su relación con los cristianos
que ya han salido de esta vida (4:13-5:11). La epístola
termina con exhortación final a la obediencia, caridad y
paciencia (5:12-28).
Segunda a los Tesalonicenses. Pablo da las gracias por
la fe y la constancia de los Tesalonicenses (1:3-12). Les
da una posterior instrucción sobre la segunda venida del
INTRODUCCIÓN 53
Señor, recordándoles que no es tan inmediata como algu-
nos de ellos se h a n imaginado (2:1-12). Da de nuevo las
gracias porque Dios les haya elegido (2:13-17), pide sus
oraciones y promete las propias (3:1-5), y les advierte de
los abusos que se originan con la expectación de la segun-
d a venida (3:6-15). Termina con un saludo (3:16-18).
Autenticidad de la primera a los Tesalonicenses
Hoy día no hay problema sobre el hecho de si Pablo es
el autor de 1 Th o si tenemos una carta íntegra precisa-
mente tal como él la escribió. Todo esto está bien testimo-
niado en la primera tradición: Marción, El Código mura-
toniano, Ireneo, Tertuliano y Clemente de Alejandría, todos
ellos del s. n, conocen y citan 1 Th como carta paulina.
Orígenes en s. ni escribió un comentario, que se ha per-
dido, sobre 1-2 Th. Nunca se ha presentado problema en
la tradición antigua sobre la autenticidad de 1 Th.
Algunos críticos de la escuela escéptica del último siglo
niegan la paternidad literaria de 1 Th a Pablo, algunas
veces de toda ella y más frecuentemente de determinadas
partes. Sus reservas hipercríticas han sido abandonadas
en todos los círculos de los peritos.
Autenticidad de la segunda a los Tesalonicenses
El problema es muy diferente respecto a la 2 Th. A pesar
de que el testimonio de la tradición antigua es tan in-
sistente en favor de la 2 Th como de la 1 Th, sin embargo
hay autores que rehusan atribuírsela a Pablo en el terre-
no crítico. Su autenticidad por primera vez se puso en
duda con el nacimiento del criticismo literario a comien-
zos del s. xrx. Durante este siglo hubo muchos críticos que
pensaron que no era de Pablo. Actualmente el número de
estos críticos desfavorables ha disminuido, pero hay toda-
vía autores de responsabilidad que no se persuaden de
que esta obra sea de Pablo.
Como en otras muchas cuestiones críticas, los vie-
 54 I Y II CARTA A LOS TESALONICENSES
jos argumentos han sido abandonados y los nuevos han
ocupado su lugar. Ciertamente, de la consideración del len-
guaje, hay poco que elegir entre la 1 y la 2 Th. De las
460 palabras distintas de las dos epístolas, no hay sino 27
que se encuentran sólo una vez en el Nuevo Testamento,
y de ellas 17 están en 1 Th y 10 en 2 Th. Por otra parte,
un igual número de palabras son exclusivamente paulinas,
las cuales solamente se encuentran en sus escritos del
Nuevo Testamento, y 37 son paulino-lucanas (el vocabu-
lario de Lucas tiene una gran influencia paulina). Algunos
creen encontrar una gran diferencia en el estilo de las
dos epístolas, pero su argumento ordinariamente no tiene
mucha fuerza. Es claro que hay muchas más semejanzas
que diferencias. Su misma semejanza se utiliza, de hecho,
para apoyar la pretensión de que 2 Th es una imitación
de 1 Th.
Existen dos argumentos principales que actualmente
utilizan diversos escritores contra la autenticidad de la
segunda epístola. Al primero le podemos llamar el argu-
mento de la incompatibilidad de la forma, al otro el de
la incompatibilidad del contenido.
Respecto al primero, se arguye que Pablo no hubiera
presentado, como lo hace, el problema sobre la inminen-
cia de la segunda venida que preocupaba a algunos de
los Tesalonicenses y originara el que ellos abandonaran
sus ocupaciones diarias. Su reacción es muy suave y no
deshace la oposición con su modo tajante acostumbrado.
A esto se puede contestar que Pablo no consideraba la
situación tal que requiriese medidas extremas. Simple-
mente los Tesalonicenses habían llegado a algunas con-
clusiones erróneas que podían ser corregidas sin gran di-
ficultad. No estaban a propio intento interpretando mal
el Evangelio. Lo mismo en 1 Th que en 2 Th la primera
intención de Pablo es animarles en lugar de censurarles.
En conexión con esto, se pregunta dónde aparece re-
pentinamente la opinión falsa que se combate en 2Th.
O Pablo lo sabía cuando escribió 1 Th o no lo sabía. Si lo
INTRODUCCIÓN 55
sabía ¿por qué no hizo mención de ello en 1 Th? Y si no
lo sabía ¿dónde la descubrió? Estas preguntas están muy
a propósito cuando se añade, como todos admiten, que las
dos epístolas fueron escritas muy próximas la una de la
otra, para explicar sus muchos parecidos.
Influidos por estas consideraciones, algunos autores
han pensado necesario invertir el orden de las dos epís-
tolas (lo cual parecería estar en contradicción con 2Th
2:15 y lTh2:17-3:6, además de no solucionar nada en
realidad) o concluir que fueron escritas a diferentes luga-
res de la comunidad de Tesalónica. Pero mientras todos
están en admitir que hay bastante de oscuridad respecto
a la relación entre las dos cartas, no parece que esto sea
de tal magnitud que impida el orden tradicional de las
cartas y el acostumbrado punto de vista de que fueron
escritas con unos meses de diferencia. Los modernos co-
mentaristas han insistido en que en 1 Th parece hablarse
de preguntas concretas que le fueron propuestas a Pablo
por los Tesalonicenses o por Timoteo en favor de ellos.
Esto podría explicar por qué no menciona el problema en
2 Th, aunque él le conociera. No envolvía ningún problema
doctrinal: la inminencia de la segunda venida era algo
que generalmente no se admitía en la primitiva Iglesia y no
insistió en decirles que, en definitiva, no era inminente.
Pero algo más tarde, cuando supo que las conclusiones
que habían sacado de este pensamiento estaban origi-
nando algunos desórdenes, entonces tuvo que volver a
exponer su doctrina sobre el tema.
Diferencias doctrinales entre la primera
y la segunda carta a los Tesalonicenses
Precisamente en este aspecto se pone un argumento su-
premo contra la autenticidad de 2 Th. Se dice que en esta
epístola se piensa algo diferente de la auténtica carta
paulina 1 Th. En 1 Th 5.1 el Apóstol dice a los Tesaloni-
censes que la venida del Señor será de repente, sin ser
 56 I Y II CARTA A LOS TESALONICENSES
anunciada, "como el ladrón en la noche". En 2Th2:3s,
por el contrario, el autor habla de numerosos signos que
han de preceder a la venida del Señor. ¿Es esto realmente
una contradicción? La intención de poner signos en de-
talle en 2 Th no es para dar un indicio por el que se
pudiera conocer la inminencia de la segunda venida sino
para señalar el hecho de que, ya que estos signos no
habían aparecido, todavía no era el momento de la veni-
da. Por lo tanto esto no se opone a la declaración de
1 Th 5:1, que también habla de "tiempo y circunstancias".
Ambas formas de hablar de la venida del fin de los tiem-
pos, dando importancia a sus respectivos signos repenti-
nos y que servirían para prevenir, eran comunes a los
círculos judíos y católicos de aquel tiempo; ambos se en-
cuentran juntos en un capítulo del Evangelio de Marcos
(13:6 s y 13:33 S).
Actualmente se concede que el material de 2 Th no
contiene anacronismos que excluirían su paternidad pau-
lina. La concepción del anticristo es corriente en la mo-
derna literatura judía y es razonable pensar que Pablo se
refirió a ella como cualquier otro escritor del Nuevo Tes-
tamento. La figura del "hombre del pecado", que se des-
cribe aquí, no se ha forjado después de Nerón — si fuera
así ciertos rasgos bien conocidos de Nerón, inevitablemente
se hubieran hallado en la descripción y sin embargo no
están.
Por lo tanto, aunque debemos de nuevo afirmar que
hay algunas dificultades innegables para atribuir la 2 Th
a Pablo, sin embargo, vistas una por una o en su conjunto,
no parecen ser tan importantes como para excluir la pa-
ternidad paulina. Es todavía más probable, y está próximo
a la evidencia, que escribiera 2Th que el que no la es-
cribiera.
Se podría añadir que quienes niegan la paternidad
paulina de la carta no recuerdan que 2 Th es una falsifi-
cación en el moderno sentido de la palabra. Una forma
literaria corriente de este período fue lo que se ha llamado
INTRODUCCIÓN ' 57
seudoepígrafe, por el que se atribuía una obra de uno a
un importante nombre del pasado y se escribía en su esti-
lo. En la Biblia, libros como los Proverbios, Sabiduría,
Eclesiastés, y el Cantar de los Cantares son seudoepígra-
fes atribuidos a Salomón, aunque fueron escritos siglos
después de su muerte. Actualmente numerosos autores
católicos piensan que la segunda carta de Pedro en el
Nuevo Testamento es epigráfica, que no fue escrita en ab-
soluto por el autor Apóstol de 1 Petr, aunque se le atribu-
ya a él y se exprese en su estilo. La seudoepigrafía, como
forma literaria legítima, la pudo utilizar un autor ins-
pirado que imitó el estilo de Pablo y utilizó su personali-
dad para la creación de 2 Th. Esto no afectaría al carácter
inspirado del texto y no habría obstáculo para que un
católico aceptase esta interpretación de 2 Th, si esto se
llegara a probar. Pero sencillamente parece que no se ha
probado.
Importancia de las cartas
Nadie pretendería decir que 1-2 Th están en el número
de los más importantes escritos de Pablo desde el punto
de vista doctrinal o del desarrollo de las ideas claves. Para
esto debemos fijarnos en sus cartas "mayores": 1 y 2 Cor,
Gal, y Rom. La única materia doctrinal que se anuncia
con cierta importancia en 1 y 2 Th es la segunda venida,
y, aunque por otra parte es un artículo definido del Credo
cristiano que profesamos, ordinariamente se subordina,
en nuestro pensamiento religioso, a muchos otros artícu-
los que consideramos mucho más fundamentales. Es ver-
dad que probablemente está demasiado subordinado como
intentaremos exponer en el comentario.
El valor de 1 y 2 Th radica, más bien, en la penetra-
ción inicial que nos proporcionan sobre los métodos p a s -
torales del Apóstol y que nos manifiestan su propia per-
sonalidad. Sin ellas no tendríamos una verdadera pers-
pectiva en la que se han de ver el resto de las cartas. Hay
 58 I Y II CARTA A LOS TESALONICENSES
una gran diferencia, por ejemplo, entre cartas como 1 y
2 Th y Filipenses, por una parte, y Gálatas, por otra; en
el primer caso, Pablo está escribiendo a Iglesias que le
producen gran alegría, y cuyas faltas si existían, eran
errores sin importancia, mientras en el segundo caso está
atacando dura y cruelmente una perniciosa herejía que
amenazaba con destruir el evangelio. 1 y 2 Th nos da
una limitada pero importante visión de una parte esen-
cial de la personalidad de múltiples perfiles del Apóstol.
Estas cartas también son importantes por lo que tienen
de común con el resto de los escritos paulinos. Hay una
insistencia en la línea del pensamiento de Pablo que
t Pablo, Silvano y Timoteo:
A la Iglesia de Tesalónica,
convocada en el nombre de Dios
corre a lo largo de sus cartas desde el principio hasta el
fin; son ciertos fundamentos que Pablo ha asimilado y
Salutación — 1:1
que constituyen para él una segunda naturaleza, — su én-
fasis sobre la fe, la esperanza y la caridad, por ejemplo,
y su convicción de la unión íntima que existe entre Cristo
y el cristiano. Algunas de estas ideas tuvo ocasión más
adelante de desarrollar y presentar en detalle. 1 y 2 Th
muestran cómo tales ideas desde el principio formaban
parte de su pensamiento.
Sobre todo, estas cartas son la primera relación de
los principios religiosos de uno de los más grandes maes-
tros de la edad de formación del Cristianismo.
Pablo no tuvo sino un medio de juzgar todos los actos
y sucesos, y este fue a la luz del Evangelio. Si estas epís-
tolas pueden ayudarnos a seguir su ejemplo, tendrán más
que justificada su existencia.
PRIMERA CARTA
A LOS TESALONICENSES
Texto y comentario
Padre y de Cristo Jesús, el Se-
ñor: Gracia a vosotros y paz.
- En todo momento damos
Solamente 2 Tesalonicenses y Filipenses tienen
este corto saludo, ya que respecto a estos cristia-
nos Pablo no tiene necesidad de insistir en sus
prerrogativas apostólicas sino meramente pre-
sentarse como un amigo siguiendo el estilo epis-
tolar convencional. Según esto, no escribe sólo
en su nombre sino también en nombre de Silvano
(siempre se encuentra en los Actos abreviado en
Silas) y Timoteo, quienes han sido sus compa- Act
ñeros en Tesalónica. Por la misma razón "noso- 17:4,15
tros" en lugar de "yo" predomina en esta epís-
tola. "En Dios Padre y en el Señor Jesucristo"
(los dos nombres en griego están unidos como
único fundamento) indica la fe cristiana que de-
fine la Iglesia de Tesalónica a la que Pablo se
dirige (en el griego secular "Iglesia" ekklesia,
significaría simplemente "asamblea"). "Gracia"
v "paz" que se encuentran en todas las saluta-
ciones de las cartas paulinas puede ser una adap-
tación cristiana del acostumbrado saludo griego
y judío. Son la gracia, o ayuda, y la paz las que fí0^¿¿7r
provienen de Dios y Jesucristo, al referirse al i°S
 60
gracias a Dios por todos vo-
sotros, haciendo continuamente
memoria en nuestras oraciones,
3
Y nos acordamos en presencia
de nuestro Dios y Padre, de vues-
tras obras en la fe, de vuestros
trabajos emprendidos a impul-
sos de la caridad y de vuestra
constancia en la esperanza, en
Jesucristo, Señor nuestro. * Y
I TESALONICENSES 1:3-£
5 I TESALONICENSES 1:6-9
le damos gracias, hermanos ama-
dos de Dios, sabiendo que sois-
de sus elegidos. 5 Porque nues-¡
tro mensaje de salud llegó a vo-'
sotros no sólo con palabras, si-
no con fuerza sobrenatural, con
Espíritu Santo, y con pleno re-
sultado. Ya conocéis por otra
parte nuestro comportamiento
en servicio vuestro, cuando es-
6
tuvimos ahí entre vosotros. Y
vosotros os hicisteis imitadores
nuestros y del Señor, aceptando
en medio de gran tribulación,
con gozo del Espíritu Santo, la
predicación del evangelio. 7 De
este modo llegasteis a ser un
ejemplo para todos los fieles de
Macedonia y de Acaya. 8 Y en
61
efecto así fue. Partiendo de vo-
sotros, la palabra del Señor ha
dejado oír su acento en Macedo-
nia y Acaya. Y más todavía la
fe que tenéis en Dios se ha di-
vulgado por todas partes; hasta
el punto de no tener nosotros
necesidad de hablar de ella.
n
Todos van divulgando la favo-

don de la salvación y a la consecuente armonía tomar parte en la salvación de Cristo. Es cierto

con Dios, que la ha realizado.
Acción de gracias — 1:2-10
Después del saludo, era costumbre el que los es-
critores de cartas manifestasen sus peticiones al
que la recibía. Pablo habitualmente acomoda
esta costumbre a las necesidades de sus lecto-
res. En el presente c^iso, inteligentemente toma
ocasión de la acción de gracias convencional, a
causa de las virtudes de sus lectores, para expo-
ner que su presencia entre ellos fue sólo para
bien, en contra de las acusaciones que sus ene-
migos estaban presentando contra él. Esto se
prueba por la acción de la fe de ellos, la obra de
i su caridad (así se debiera leer el texto), y la
duración de su esperanza. Esta es la primera vez
que se hace mención de las tres virtudes teolo-
gales en un documento cristiano. La asociación
de las tres es habitual en Pablo que, lo mismo que
aquí, siempre las juzga como principios activos
que encuentran su expresión en obras buenas
Pero el Apóstol se apresura a añadir que a él
no se le ha de atribuir nada por lo bueno que se
ha hecho en Tesalónica. Fue Dios quien les eli- E H : 4
gió, como una manifestación de su amor, para
que Pablo predicó el Evangelio, pero fue el Es-
5 píritu Santo quien dio la gracia (fuerza) para 1 Cor
que ellos pudieran recibir el Evangelio en pleni- 1c0P
tud de fe y confianza. Sin embargo a causa del 2:5
claro trabajo del Espíritu en sus corazones, los
Tesalonicenses saben cómo valorar adecuada-
mente el sentido de lo que Pablo v sus compa-
ñeros han hecho por ellos.
6 La actuación de los Tesalonicenses testimonia
suficientemente lo bien que lo entendieron, ya
que cada día se asemejaban más a los mismos
misioneros: recibiendo la palabra de Dios y cum-
pliéndola aún frente a la persecución (tribula-
ción) y alegrándose con la posesión del Espíritu
i Santo. De tal manera es verdad esto, que la fe
de los Tesalonicenses puede ser puesta de modelo
a los demás cristianos vecinos suyos. El Apóstol
no transige con la vana adulación; más tarde 3:10;
les dice que no son todavía perfectos y que nece- 4:1 s
sitan progresar más; sin embargo, él quiere de-
cirles que su compromiso con la fe ha sido de
8 todo corazón y sin reservas. De este hecho tam-
bién son testigos no sólo los de Macedonia y Aca-
ya, sino incluso de regiones más remotas. El fer-
vor con que ellos recibían la Palabra de Dios se
9 hizo noticia común. Los Tesalonicenses, aunque
 62 I TESALONICENSES 1:10 — 2.3
I TESALONICENSES *2:4-8 63
rabie acogida que nos dispensas- • > Bien sabéis, hermanos, que
teis y el modo como os conver- ¿—' nuestra llegada a vosotros mamiento no se basaba ni en el simulada codicia. Testigo de ello,
tisteis de los ídolos a Dios. Así no fue infructuosa. 2 Aunque en error, ni en la impureza, ni en Dios. 6 Ni tampoco hemos bus-
servís al Dios vivo y verdadero, Pilipos, como sabéis, sufrimos el engaño. 4 Una vez que Dios cado la gloria de los hombres,
IO y vivís esperando a su Hijo, malos tratos e insultos, confia- nos ha aprobado y considerado ni la vuestra, ni la de nadie;
7
que ha de venir del cielo. Dios dos en nuestro Dios, tuvimos va- dignos de recibir su mensaje de aunque, como apóstoles de Cris-
lo resucitó de entre los muertos; lor para predicaros el mensaje salud, hablamos, no para agrá- to, bien podíamos haber exigido
y él, Jesús, nos libra de la cóle- evangélico de Dios en medio de dar a los hombres, sino para algo de vosotros. Muy al contra-
ra divina que viene ya. un duro combate. 3 Nuestro Ha- agradar a Dios, que escudriña rio, os tratamos con toda suavi-
y aprueba los sentimientos del dad, como una madre que ali-
corazón. s Y así, bien lo sabéis, menta y acaricia a sus hijos,
la m a y o r í a d e ellos h a b í a n s i d o g e n t i l e s y s e r v i - nunca hemos procedido con pa- s
Así, llevados de nuestro gran
d o r e s d e lo q u e u n j u d í o l l a m a r í a m u e r t o s y f a l - Act 17:4 labras de adulación, ni con di- afecto, queríamos, no sólo entre-
sos dioses, se habían convertido al Dios vivo y
10 verdadero. En lugar de la desesperanza de su
idolatría, pueden mirar confiadamente el día del equipararle a muchos errantes predicadores que
juicio, esperando la venida del Señor para que Rom eran una plaga de la época, charlatanes de fan-
pueda, a su vuelta, hacernos participantes de la ¡5¿ll tásticas y nuevas filosofías y religiones, que ali-
eterna vida de Dios. En estas palabras finales 15:20-23 mentaban la sensualidad y embaucaban al sim-
Pablo ha introducido el tema de la segunda ve- ple. ¿No había con su conducta refutado tales
nida al que volverá más tarde. * acusaciones? No había hecho nada pensando
simplemente agradar a los hombres, sino más
bien había sufrido mucho en manos de ellos por
Misión de Pablo — 2:1-12
5 determinarse sinceramente a agradar a Dios. El
Pablo manda a los Tesalonicenses que examinen y sus compañeros habían tratado de ganar con-
la efectividad de su ministerio entre ellos, muy versos no diciéndoles lo que ellos desearían oír,
diferente a las acusaciones que se le habían ni habían conseguido ninguna ganancia perso-
hecho de ambición personal, negligencia y des- 6 nal en sus esfuerzos misioneros, ni de orden
cuido. El bien palpable que había realizado entre 7 material ni de prestigio a los ojos humanos. Todo
ellos es una prueba de que su venida no fue en lo contrario, pues aunque como emisarios de Cris-
vano. Las circunstancias de la misión en Tesa- to, tenían derecho a ser recibidos con honor y
lónica prueban la dedicación y el desinterés de sostenidos por la comunidad, voluntariamente 1 Cor
9:14
los misioneros. Acabada la ignominiosa acogida Act habían renunciado a sus derechos, prefiriendo vi-
16:2 s
que habían tenido en Filipos, inmediatamente se 2 vir humildemente entre los Tesalonicenses. No
metieron en nuevos conflictos en Tesalónica, pero habían exigido con autoridad sino que se habían
nunca teniendo en cuenta sus personas, sino mostrado siempre movidos solo por el amor.
siempre la causa a la cual estaban entregados. Act 8 Los Tesalonicenses pueden recordar, si quie-
Los detractores de Pablo habían intentado ren, la frecuencia con que Pablo les había de-
mostrado su amor que llegó hasta desear sacri-
 64
garos el evangelio de Dios, sino
sacrificar nuestras vidas por vo-
sotros. ¡Tan amados habíais ve-
nido a sernos! 9 Ya os acordáis,
hermanos, de nuestros trabajos
y sudores. Trabajando día y no-
che por no ser gravosos a nadie,
os predicamos el evangelio de
Dios. 1 0 Vosotros y Dios sois
testigos de nuestro comporta-
I TESALONI CENSES 2:9-13
miento íntegro, justo, irrepro-
chable entre vosotros, los que
abrazasteis la fe. l x Sabéis que
como un padre a sus hijos, así
uno por uno 12 os fuimos ex-
hortando, alentando, conjurando
a que llevaseis una vida digna
de Dios, que os convoca a su
reino y a su gloria,
13
Por esto, no cesamos de dar
I TESALONICENSES 2:14-15
gracias a Dios, porque, habien-
do escuchado su palabra, pala-
bra que predicamos nosotros, la
abrazasteis, no como palabra de
hombre sino como palabra de
Dios, cual en verdad es. Ella
obra con toda eficacia en voso-
tros, los que habéis abrazado la
fe. 1 4 Hermanos, tomasteis co-
65
mo modelo las iglesias de Dios,
que están en Judea, convocadas
en el nombre de Cristo Jesús:
Habéis padecido de parte de
vuestros conciudadanos lo mis-
mo que ellas de los judíos, 1 5 de
los que dieron muerte a Jesús,
el Señor, y a los profetas, y que
nos han perseguido. Ellos desa-

9 ficar su misma vida por ellos. Siempre actuó
como un padre amoroso y abnegado, sostenién-
dose con el trabajo de sus manos en lugar de 2Th
10 ser una carga para ellos. Siempre su conducta 3^7C"J
para con ellos fue irreprochable ante Dios y ante 20:34s
n los hombres. A cada uno de ellos individualmen-
te él le había amado con amor de padre, guián-
doles con el mandato y con el ejemplo por el
12 camino de la vida, que debían seguir, ya que Rom
8;1
Dios les había destinado a reinar con El en su
gloria. Incluso ahora, Dios les está llamando a
este reino y a esta gloria (así debería leerse el
texto). Con estas palabras finales Pablo introdu-
ce de nuevo el tema de la segunda venida.
Su fidelidad — 2:13-16
Pablo reanuda su acción de gracias que comen-
zó en 1:2. Todo lo que Pablo ha dicho anterior-
mente ha sido un motivo para dar las gracias y
un testimonio del bien realizado a través de su
predicación de la palabra. También el interés
con que los Tesalonicenses reciben la palabra que
se les predicó, es su testimonio de que la recono-
cen como la verdadera palabra del Dios. Este tes-
timonio ha sido confirmado por su constancia
14 ante las persecuciones. Pablo mira esto como un
favor concedido a los Tesalonicenses para que
ellos sean imitadores de la primitiva Iglesia de
Jerusalén soportando la disensión y el error de
sus propios paisanos por causa del Evangelio. Act
La persecución de Tesalónica también la comen- 8 : 1 s
zaron los judíos, que habían conseguido la ayuda
de sus compañeros gentiles de Tesalónica. Acti7:5
15 La consideración de sus compañeros los ju-
díos hace que Pablo reflexione sobre la conducta
de ellos, con palabras que recuerdan las de Núes- Mt23:37
tro Señor y del mártir Esteban, pero siempre Act7:52
tiene a la vista una concreta intención pastoral.
Uno de los vituperios usados contra los Tesalo-
nicenses fue sin duda la acusación de que, si
Cristo hubiera sido el realizador de las profecías
del Antiguo Testamento, su propio pueblo no le
hubiera rechazado. En estos pocos versículos Pa-
blo deshace este argumento y le dirige contra los
mismos que le han usado. Judíos, y en gran nú-
mero, aceptaron a Jesús como el prometido: así
"las Iglesias de Dios que estaban en Judea en Rom
9:11
Cristo Jesús" (14), Iglesias judías unidas en la
misma fe con la Iglesia gentil de Tesalónica. El
que muchos judíos no aceptaran el Evangelio se
debe, no a una falta por parte de Cristo, sino en
que participaron en la misma malicia que, aún
ahora, los Tesalonicenses experimentan de sus
 66 I TESALONICENSES 2:16-17
gradan a Dios y van contra to- sobre ellos la cólera de Dios
dos los hombres, 1 6 p u e s quie- hasta el día final,
ren impedir que hablemos de la 17
Por nuestra parte, herma-
salud a los gentiles. Así colman nos, separados por el momento
siempre la medida de sus peca- de vuestra presencia, no de vues
dos. Pero ahora ha descargado tro corazón, con todo deseo hici-
16
paisanos. Por esta razón, Pablo insiste en la in-
fidelidad de los judíos, contrastándola con la fe
de los cristianos, judíos y gentiles. Si la fe da
ánimos para mirar confiadamente el día del jui- i: io
ció, no así la infidelidad que será castigada a todo
trance.
La vehemencia del lenguaje de Pablo se debe
también a su convicción de que su propia perse-
cución en manos de los judíos forma parte de un
claro ejemplo de resistencia a la gracia. Parece,
en vista de que Pablo está continuamente vol-
viendo a este tema a lo largo de toda la carta,
que está en realidad deshaciendo las calumnias
que emplearon contra él en Tesalónica los judíos
y los gentiles, más bien que, como piensan algu-
nos autores, respondiendo a sus posibles y pro-
pias censuras. Todavía intenta mostrar que en
todo caso todo el valor pertenece a Dios.
Misión de T i m o t e o — 2:17-3:13
Pablo responde a otra calumnia, que su rápida
salida de Tesalónica y su fracaso en poder volver
era debido a la falta de interés para con sus con-
vertidos. Todo lo contrario, dice Pablo. Su forza-
da ausencia es sólo de cuerpo, nunca de espíritu; i Cor
5:3
se ha sentido "desolado" por ellos (literalmente,
"huérfanos") en el exilio, y más de una vez hizo
18 todo lo posible por volver a estar con ellos. El
Apóstol repite esta exposición del modo más ve-
I TESALONICENSES 2:18-20 67
mos lo posible por volver a ve- corona de gloria ante Jesús,
ros, 1 S y pretendimos i r — a l me- nuestro Señor, en su parusía?
nos yo Pablo, varias veces—, ¿No sois acaso vosotros? 2 0 S í ,
pero Satanás nos lo impidió, vosotros sois nuestra gloria y
19
Porque, ¿quién es nuestra es- nuestro gozo,
peranza, nuestro gozo, nuestra
hementemente posible. No la falta de intención le
había apartado de ellos, sino que siempre había
sido impedido por obstáculos que, como él había
sacado en conclusión, Satán había puesto en su
19 camino. ¿Por qué no habría de ser así? ¿No es el Rom
trabajo que ha realizado entre ellos el título que 1 :
presenta Pablo para mirar con alegría y esperan-
zo za la venida del Señor? ¿No es el continuo bien-
estar de los Tesalonicenses su interés personal,
si es que ha de ser hallado digno de elogio a la F¡I4:1
venida del Señor?
En el v. 19 el Apóstol utiliza por primera vez
el término técnico "venida" (parusía, literalmen-
te "presencia") para designar el primitivo pen-
samiento cristiano sobre la vuelta ,de Cristo para Mt
juzgar en el fin del mundo. La palabra, que ori- 2\\V^
ginariamente significa la aparición triunfal de
algún gran personaje, como un rey o un em-
perador, fue utilizada, desde el principio, por la
Iglesia en este sentido. Se encuentra seis veces
en 1 y 2 Th y en otras partes de las epístolas i Th
paulinas y del resto del Nuevo Testamento. L a ^ g ^ J i
doctrina de la segunda venida también aparece 2Tn
2:1 8
muy frecuentemente aún donde la palabra mis- "
ma no se emplea, como en la invocación litúr-
gica que cita Pablo en 1 Cor 16:22, Maranatha
(en arameo: "Señor, ven"). Es evidente que la Ap22:20
expectación de la venida del Señor era mucho
mayor al comienzo de la vida religiosa de la
primitiva cristiandad que en la nuestra.
68 I TESALONICENSES 3:1-5 I TESALONICENSES 3:6-10 69

*L> Por eso, no pudiendo resis-
f 4
-J tir más, nos conformamos
con quedarnos solos en Atenas,
2
y os enviamos a Timoteo, her-
mano nuestro y colaborador de
Dios en la obra de la evangeli-
zación de Cristo. El llevaba la
misión de confortaros y alenta-
ros en vuestra fe, 3 para que na-
die se inquiete por estas tribu-
¡aciones. Por otra parte, ya sa-
béis cuál es nuestro destino.
Os lo previnimos una y otra
vez cuando estábamos entre vo-
sotros: Que tenemos que sufrir
tribulaciones. De hecho así ha
sucedido. Así que ya lo sabéis,
5 B
Por eso, no pudiendo resistir
ya más, envié a Timoteo para
recibir informes de vuestra si-
tuación en la fe; no fuera que
os hubiese tentado Satanás y re-
Miltasen estériles nuestras fati-
gas. 6 Ahora, con la llegada de
Timoteo a nosotros y con las
buenas noticias que nos ha
traído de vuestra fe y de vues-
tra caridad, y del grato recuer-
do que conserváis siempre de
nosotros, deseando vivamente
vernos —-lo mismo que deseamos
nosotros veros— 7 hemos reci-
bido, hermanos, un gran consue-
lo por vuestra fe; y esto en me-
dio de nuestras graves dificul-
tades y tribulaciones. 8 Ahora
cobramos nueva vida, sabiendo
que perseveráis firmes en el Se-
ñor.
¿Qué acciones de gracias da-
remos ahora a Dios por este gran
gozo con que por causa vuestra
nos regocijamos en su presen-
cia? 1 0 Noche y día, con toda

También parece evidente, por la frecuencia
con que esta expectación es anunciada, que sen-
tían que la vuelta del Señor habría de ser muy
pronto; 2 Th trata especialmente de este tema.
Pablo ni lo afirma ni lo niega ya que no sabía
mejor que nosotros cuándo iba a tener lugar la
parusía: Cristo había revelado el hecho pero no
el tiempo. Sin embargo, parece claro que com-
partiera el sentimiento común de que habría de
ser muy pronto.
3:1
Como testimonio de su continua solicitud para
con los Tesalonicenses durante su ausencia, Pa-
blo les recuerda que ha sacrificado la compañía
de Timoteo, su querido amigo y colaborador, en
su difícil' misión de Atenas para enviársele a
ellos, para que les ayudara, como él mismo lo
hiciera, a ser fuertes en las tribulaciones. Las
"tribulaciones" (thlipsis) de que habla Pablo sig-
nifican sus sufrimientos y los de los Tesaloni-
censes, soportados por el Evangelio; esta pala-
bra que utiliza Pablo muy frecuentemente (más
que todos los demás autores del Nuevo Testamen-
to juntos) es para él virtualmente la forma cris-
* tiana de vida. De hecho, les recuerda, puesto que
saben que éste es su pensamiento profundo y su
enseñanza constante, que eso es parte de lo que
5 los cristianos han de sufrir en este mundo. Im-
pedido como estaba de irles a visitar, deseaba se
tranquilizasen, ya que habían resistido la ten-
tación y permanecido firmes en la fe.
í Y ciertamente Timoteo había traído esta cer-
tidumbre. Pablo escribe ahora con el entusiasmo
que la relación de Timoteo le había proporcio-
nado. Timoteo le había dado a conocer las bue-
nas noticias de su perseverancia en la virtud
(Pablo emplea el verbo evangelizo, "predicar el
Evangelio", una palabra del Nuevo Testamento
reservada para anunciar la Buena Nueva de sal-
vación), y que ellos todavía estaban tan firme-
7-9 mente unidos a él como él a ellos. Estas buenas
noticias enardecieron los esfuerzos que Pablo es- ^Act
taba haciendo entonces en Corinto y le renova- 18:5s
ron. ¿Cómo puede dar las gracias adecuadamen-
te a Dios por esta gran alegría que le ha pro-
10 porcionado? Su mejor modo de dar las gracias
será el renovar sus esfuerzos para volver a ellos
y así continuar la evangelización de Tesalónica
Act que tan repentinamente terminó por causa de
í*;21 la malicia de los hombres. Espera —dice— "com-
3! 12 pletar aquellas cosas que faltan a vuestra fe".
 70 I TESALONICENSES 3:11—4:1
instancia, le rogamos nos con- y con todos, como nosotros os
ceda ver vuestro rostro y com- amamos. 13 Que fortalezca vues-
pletar las deficiencias que haya tros corazones, haciéndolos irre-
en vuestra fe. 1 J Que el mismo prensibles en santidad ante Dios,
Dios, nuestro Padre, y Jesús, que es también nuestro Padre,
nuestro Señor, nos allanen el para cuando venga Jesús, nues-
camino hacia vosotros. 12 Que el tro Señor, con todos sus santos.
Señor os dé crecer y sobreabun- A Por lo demás, hermanos, os
dar en caridad de unos con otros í rogamos y exhortamos en
Por falta de adecuada instrucción, los Tesaloni-
censes, a pesar de su buena voluntad, habían
cometido errores que Pablo intenta corregir en
los ce. 4-5. Por esta instrucción, podemos sospe-
char los defectos que tenían en su formación.
n El Apóstol concluye la primera parte de la
carta —toda la cual ha sido una introducción—
con una oración para que Dios acoja favorable-
mente su deseo de volver con los Tesalonicenses.
12
Puede el Señor aumentar su caridad, de la cual
Timoteo le ha dado testimonio, de tal manera
que ella es no sólo el lazo que les une en una
fraternidad común, sino también el modo de que 12?°7™
se pongan en contacto con todos los hombres, Gal6:io
13
incluso con sus enemigos. Todo esto con el fin
de que, permaneciendo constantes en su virtud,
puedan perseverar en su buena voluntad de en-
contrar al Señor en su venida. Todavía insinúa
Pablo en un último momento el tema de la paru-
sía. Los "santos" del v. 13 es sin duda un semi- Mc23-j-h
tismo, refiriéndose a los santos ángeles. i-J
Exhortación a ia castidad — 4:1-8
Después de su larga introducción en la que Pa-
blo ha seguido el estilo convencional de las car-
tas del tiempo —pero con lo que lleva de adap-
taciones cristianas— el Apóstol se aplica a lo que
se llamaría el "cuerpo" de la carta, la materia
I TESALONICENSES 4:2-5 71
Jesús, el Señor, a que según Señor. 3 Esta es la voluntad de
nuestras enseñanzas sobre el mo- Dios, vuestra santificación: Que
do de agradar a Dios —cosa que os abstengáis de la fornicación;
4
ya hacéis— hagáis nuevos pro- que sepa cada uno guardar su
gresos. 2 A este propósito, ya cuerpo santa y decorosamente,
5
conocéis los preceptos que os sin dejarse llevar de la pasión,
dimos en nombre de Jesús, el como hacen los gentiles que no
específica sobre la que tiene intención de tratar.
El "Además, hermanos" del v. 1 se podría tradu-
cir mejor por "Y ahora, hermanos" para presen-
tar esto más claramente. Los puntos que Pablo
ha decidido tratar han sido, sin duda, determi-
nados por la relación de Timoteo, pero posible-
mente también por las preguntas que los Tesa-
lonicenses le habían enviado. Comienza con el
reconocimiento de que todo lo que puede reco-
mendarles, es que procedan cada vez mejor en
lo que ya están realizando: no hay serios erro-
res que corregir en su conducta y modo de pen-
2 sar. Ya están obedeciendo los preceptos que han
aprendido de Pablo y que reconocen venir en úl- 1 Cor
7:10s
timo término de Dios mismo.
3 La primera de éstas está relacionada con la
pureza sexual. Nada le separa tanto al pagano
del mundo judío como su actitud ante la moral
sexual, y los convertidos del mundo gentil, en el
que toda clase de libertinaje es tolerado, han de
estar continuamente recordando la nueva vida 1 Cor
que han abrazado, en la que la voluntad de Dios ?U1"9
es que ellos sean santos, practicando la santidad 1:2
< que excluye estos vicios. Al decir que todos deben
"poseer sus vasos en santidad y veneración", Pa-
blo muy probablemente utilizó un modismo judío
aplicado a la "esposa": el matrimonio cristiano
debe ser un noble estado, regido por el amor y el
5 deseo de agradar a Dios, y por lo tanto entera-
 72 I TESALONICENSES 4: 6-9
6
conocen a Dios; que nadie se para vivir en impureza, sino en
exceda ni ofenda en esta mate- santidad. 8 Por tanto, quien es-
ria a su hermano, porque el Se- tos preceptos desprecia, no des-
ñor toma a su cuenta vengar es- precia a un hombre, sino a Dios
tos desórdenes, según antes os que os hizo donación de su espí-
dijimos y os recalcamos. 7 Y así ritu. 9 Por lo que se refiere a
es. Dios no nos ha convocado la caridad fraterna, no tenéis ne-
n í e n t e o p u e s t o a la p r o m i s c u i d a d d e los g e n t i l e s ,
que reconocían como única norma sus apetitos
6 sensuales. Esta actitud cristiana frente al matri-
monio también les preservaría del crimen del
adulterio y, en general, de todo mal uso del esta-
do matrimonial, que el Señor no podía de nin-
7 gún modo pasar por alto. "Dios no os ha llama-
do a causa de vuestra inmundicia" es una tra-
ducción mejor hecha de la primera parte del v. 7
(¡ sobreentendiéndose que Dios no llama a nadie
a la inmundicia!): Pablo recuerda a sus lecto-
res que aunque antiguamente habían participado
del común reproche del impuro mundo pagano,
Dios había prescindido de ello llamándoles a
ser sus hijos y destinándoles a una vida de santi-
' dad. Por lo tanto para un cristiano las trans-
gresiones en esta materia no sólo son cosas ma- i Cor
6:19
las, sino también resisten a las intenciones de
Dios de darles el Espíritu Santo que es el funda-
mento de la santidad al habitar en el alma.
Caridad fraterna — 4:9-12
Pablo considera ahora la pregunta de la cari-
dad fraterna. ¿Por qué la menciona solamente
para añadir que él no tiene necesidad de escribir
sobre este propósito, ya que ellos muy bien han
dado prueba en su vida de que conocen el signi-
ficado de esta virtud y sus obligaciones, lo mis-
I TESALONICENSES 4:10-12 73
cesidad de que os escribamos hermanos, a progresar más y
nada. Dios mismo os ha enseña- más, i a a poner vuestro afanen
do cómo habéis de amaros unos vivir con toda calma, a ocuparos
a otros. 1 0 Y en verdad que lo de vuestros negocios, y a traba-
practicáis con todos los herma- jar con vuestras propias ma-
nos que viven en Macedonia en- nos según os lo recomendamos,
12
tera. Con todo, os exhortamos, Así viviréis honradamente a
mo en casa que fuera? Parece muy probable que
Pablo trate de esta materia porque posiblemente
le han preguntado por ella los líderes de la Igle-
sia de Tesalónica. Es también una buena pre-
sunción el que los modos específicos con que les
urge a ellos a hacer mayores progresos se los
ha sugerido la misma fuente.
11 "Vivid pacíficamente" no insinúa aquí el que
los Tesalonicenses hayan tenido querellas; más
bien el significado es: "¡Tened calma!" El evi-
tar la vana instigación, la chismorrería y la ocio-
sidad, sobre todo lo cua2 les había advertido pre-
viamente y dado su propio ejemplo, son reco-
mendaciones prácticas para estrechar los lazos
de la caridad que une a la Iglesia. Probablemen-
te, en todos estos ruegos Pablo hace referencia
a los resultados de la malsana fiebre de agitación
que se había apoderado de algunos de los Tesa-
lonicenses ante la supuesta inminencia de la
parusía. Sobre esto iba a escribir una vez más
12 en la segunda carta. El evitar estos excesos for-
talecerá a la Iglesia, edificará a los de fuera, lo
cual es siempre un deber misionero del cristiano,
y (piensa concretamente en evitar la ociosidad)
no les hará depender de otros: una forma tam-
bién de caridad.
 74 I TESALONICENSES 4:13-14
los ojos de los paganos, y no los difuntos. Así no os afligiréis
tendréis necesidad de la ayuda como los otros que no poseen
de nadie. nuestra esperanza. 14 Porque, si
13
No quisiéramos, hermanos, creemos que Jesús resucitó de
que desconocieseis la suerte de entre los muertos, también cree-
La parusía y los muertos — 4:13-18
Pero hay otra materia no relacionada con lo
precedente, que es mucho más importante en el
pensamiento del Apóstol, refiriéndose a que los
Tesalonicenses necesitan una instrucción más
amplia: una de las cosas que dejan de mencio-
narse en 3:10. No les consideraría a ellos igno-
rantes de la condición de la muerte ("aquellos
que están dormidos", modismo judío y gentil) en
relación con la parusía; el pensamiento cristiano
respecto a la muerte necesariamente debe dife-
rir del de los gentiles, para quienes sólo la pre-
i* senté vida era cosa cierta. En verdad los Tesalo-
nicenses ya conocían y aceptaban la doctrina de
la resurrección y que para el cristiano la muerte 1 Cor
en unión con Cristo sería una gloriosa resurrec- 15:12s
ción, ya que despertarían para participar en la
verdadera vida de la resurrección del mismo Je- 1 Cor
SUS COn DiOS. 15:42-45
Sin embargo, sus dudas con respecto a los
muertos tenidas entre ellos no tocó el tema de
su salvación eterna. Más bien, estaban preocu-
pados por si no tenían parte en la gran alegría
de la parusía que con tanta ansiedad esperaban.
Según ellos habían entendido, primero vendría
la parusía en la que el Señor gloriosamente re-
sucitado sería recibido por sus seguidores toda-
vía vivos, a continuación seguiría la resurrección
15 y el juicio final. Pablo se apresura a tranquilizar-
los y a desengañarlos de sus malentendidos. Los
I TESALONICENSES 4:15-16 75
mos que Dios llevará con Jesús vivimos, los que quedamos para
a los que se durmieron en él. la venida del Señor, no nos ade-
15
Apoyándonos en la palabra lentaremos a los que murieron,
16
del Señor, os declaramos lo si- Porque el Señor mismo, a una
guiente: Nosotros, los que aún orden, a la voz del arcángel y
que han muerto en Cristo no estarán en desven-
taja en comparación con los que todavía viven
en el momento de su venida. Cuando Pablo dice
"nosotros que vivimos, que sobrevivimos hasta
la venida del Señor", no implica necesariamente
que él mismo espere estar viviendo en este mo-
mento ya que, en otros lugares, de buena gana
abriga la posibilidad de su pronta muerte; me-
ramente intenta poner en contraste a aquellos de 151: Cor
entre nosotros (los cristianos), que estarán toda- , jl0s
vía en la vida en este momento de la parusía, i : 8s
con los que "han caído dormidos". F¡I2:17
Lo que ahora da a conocer, lo describe como
"palabra del Señor", dando a entender o que
fue dicho por Nuestro Señor pero no referido por Mt
los Evangelios (ya que nada de lo atribuido a 1 Í¡ :27 :
4 ; 30
Nuestro Señor en los Evangelios corresponde pre-
cisamente a la que Pablo dice), o (y esto es más
probable) que es una revelación hecha al mismo
16 Pablo. Según esta palabra, en el momento de la
parusía (que Pablo describe aquí en términos co- Dn
muñes a la imagen apocalíptica que se utiliza 1 2 ; is
en el Antiguo y Nuevo Testamento para descri- Mt24-31
bir la venida del Señor), el primero de todos los 1 Cor
sucesos será la resurrección de los muertos cris- 1Vc«r
17 tianos. Solamente entonces, los vivos, que mien- 15:23-52
tras tanto habrán asumido la semejanza del cuer-
po incorruptible de Cristo, se unirán con los
muertos que han resucitado, y todos juntos irán
al encuentro del Señor cuando descienda de lo
alto, para estar con él en su victoria final sobre
76
al sonido de la trompeta divina,
bajará del cielo; y los muertos
en Cristo resucitarán primero;
I TESALONICENSES 4:17
I TESALONICENSES* 4:18 77
l7
después, nosotros, los que aún
entre nubes al encuentro del Se- "> Consolaos, pues, mutuamente
vivimos, los que quedamos, sere-
ñor por los aires. Y así esta- con estas palabras,
mos arrebatados junto con ellos
remos siempre con el Señor.

la tierra y en la gloria del cielo por toda la eter-
18 nidad. Sin embargo, concluye Pablo, que no se 1 Cr
entristezcan los Tesalonicenses por aquellos que J ^ ^ I S
han muerto en el Señor, sino alegraos porque
todos participarán igualmente de la alegría de
la vuelta de Cristo.
El cristiano moderno puede estar tentado de
juzgar la inquietud de los Tesalonicenses sobre
este punto como una cosa relativamente de poca
importancia, y sentir que hay en ello muy poco
que le una con los cristianos de la primera edad
de la Iglesia. Como la Iglesia se ha hecho vieja
en la historia y la parusía ha permanecido siem-
pre en el futuro, esto ha dejado de ser el motivo
vital para una preparación espiritual que, en un
momento, fue obvia. Nosotros nos inclinamos
más a pensar en nuestra propia muerte y con
tal motivo, en el juicio particular que le seguirá.
El paso a este pensamiento se puede ya percibir
en los últimos escritos del Nuevo Testamento.
También sabemos, por la revelación cristiana,
que la parusía no es menos inevitable por haber-
se retrasado. Su tiempo nos es igualmente incier-
to como lo era para los primeros cristianos. Sin
embargo, sigue siendo para nosotros una motiva-
ción real tanto como lo fue para ellos. Segura-
mente sucede que el cristiano no piensa en ella
con la frecuencia que debiera ni reflexiona en su
significado cuando reza el Credo.
Además, perdemos de vista una verdad esen-
cial del Cristianismo si sustituímos totalmente
el juicio particular por el juicio final en nuestro
modo de pensar sobre nuestro último fln. Jesu-
cristo no es el Salvador de sólo individuos, o
meramente de una suma de individualidades;
es el Salvador de la Iglesia. Sin embargo, el jui-
cio final no es simplemente una superflua repe-
tición del juicio que ya lo ha pasado cada uno
individualmente. Es el acto final del drama de
la salvación, cuando Cristo presenta a su Padre
la salvación realizada en su Iglesia. El juicio
final nos recuerda la forma cómo debe ser reali- ,5:23i Cor
zada nuestra salvación individual, no en relación *28
puramente privada con Dios, sino en el cuerpo
social de la Iglesia, juntamente con muchos otros
a quienes mutuamente debemos ayudar y quie-
nes deben ayudarnos a consumar el destino que
Dios nos ha designado.
Además y sobre todo, el significado de la pa-
rusía es la manifestación de Jesús Nuestro Señor
en la Gloria. Nuestro primer sentimiento de pre-
vención contra la muerte y el juicio particu-
lar es la eterna salvación de nuestra alma, pero
nosotros tendríamos una mediana idea de nues-
tro fin en la vida si ella fuera el límite de nues-
tra esperanza en el futuro. En la parusía, en
donde participaremos en cuerpo y alma en el
triunfo de Cristo, para estar siempre con el Se-
ñor, nuestra salvación estará en la más íntima
relación con su gloria. El pensamiento de la pa-
rusía nos preservaría de hacernos a nosotros mis-
mos el centro de nuestra lucha por la salvación,
al recordarnos nuestra unión con otros cristia-
nos y nuestro destino a contribuir a la gloria de
Nuestro Señor.
La ansiedad de los Tesalonicenses por el mié-
 78
5 En cuanto al tiempo preci-
so, hermanos, no hace falta
que os escribamos nada. Vo- 2
sotros mismos sabéis perfecta-
mente que el día del Señor
vendrá como ladrón nocturno.
I TESALONICENSES 5:1-4
3
Cuando estén diciendo: "Paz
y seguridad", entonces mismo
les sobrevendrá de improviso la
ruina, como los dolores de parto
a la que está encinta; y no po-
drán escapar. 4 En cuanto a vo-
I TESALONICENSEá 5:5-7
sotros, hermanos, no "vivís en ti-
nieblas, como para que el día
del Señor os sorprenda como un
ladrón. 5 Todos vosotros sois hi-
jos de la luz, hijos del día. No
79
lo somos de la noche, ni de las
tinieblas. 6 Por consiguiente, no
nos durmamos como los otros,
sino velemos y estemos alerta,
7
Los que duermen, duermen de

La necesidad de estar preparado — 5:4-11

do de que sus muertos tuvieran sólo participa-
ción secundaria en la venida gloriosa del Señor,
no era algo sin importancia. Es el testimonio de
la sinceridad de su fe y de su caridad por los her-
manos que hablan partido.
El tiempo de la parusía — 5:1-3
Los Tesalonicenses también habían expresado su
deseo de ser más plenamente informados sobre
el tiempo de la venida de la parusía como podía
2 presumirse de lo anterior. Pero Pablo les recuer-
da lo que ya saben, que el tiempo es desconocido.
El mismo Jesús ha rehusado darlo a conocer.
Aquí, en lugar del término parusía, el Apóstol Me
usa la expresión del Antiguo Testamento "día Arn5.i¡¡
del Señor", sacada especialmente de los profetas. wt
Usando una comparación, conocida por proceder 24:42-44
del mismo Señor, compara la parusía a la venida
de un ladrón en la noche, cuando los hombres
menos lo esperan. Aquellos que se refugian en
una negligente y falsa seguridad, ignorando la
necesidad de prepararse simplemente porque la
venida del Señor no se ha de prefigurar con sig-
nos espectaculares e inconfundibles, les cogerá
inadvertidamente, y para ellos la parusía será
el comienzo de las aflicciones como los dolores
que le vienen repentinamente a la mujer a punto Mt24:8
de dar a luz.
Siendo así, el Apóstol, como es su costumbre,
procede a determinar las inevitables conclusio-
nes morales a sus lectores. "El día" en el lengua-
je del Antiguo Testamento era equivalente de
"el día del Señor". Los cristianos justos, que es- Am
tan preparados para recibir al Señor en su veni- 8:9"13
da, podrán llamarse "hijos del día", modismo se-
mítico equivalente a decir que "este día" está
destinado para ellos. Dentro de esta terminología
hace una asociación paralela de ideas, sugerida
por la "noche" del v. 2 y el "día" del Señor. La
oscuridad es propio de la noche y la luz propio
del día. En el lenguaje apocalíptico contemporá- Ef 6:12
neo judío, encontrado en el Nuevo Testamento y ^ s i l g
entre la comunidad que creó los llamados "Rollos
del Mar Muerto", oscuridad significa el mundo
presente y no regenerado, dominado por el poder
del mal, mientras los "hijos de la luz" son ios
elegidos de Dios, iluminados por su revelación.
6 Por consiguiente, dice Pablo, que los hijos de la
luz estén en vela, como es lo propio durante el
día, que no duerman, que esto se hace durante
la noche. En otras palabras, que estén vigilantes
7
a la venida de "aquel día". Así la embriaguez es
un vicio nocturno, pero la sobriedad es la carac-
terística del día.
Por lo tanto, los hijos de la luz deben tam-
bién ser sobrios: Aquí, sin duda, Pablo les está
advirtiendo contra la malsana e inútil inquietud
80 I TESALONICENSES 5:8-11 I TESALONICENSES 5:12-14 81

noche; y los que he embriagan,
de noche se embriagan. 8 Pero
nosotros, hijos del día, estemos
en vela, revestidos de la coraza
de la fe y de la caridad, y del
yelmo de la esperanza en la sa-
lud. 9 Dios no nos ha destinado
a ser objeto de su ira, sino a po-
seer la salud por Cristo Jesús,
nuestro Señor. 1 0 E 1 murió por
nosotros para que, ya nos encon-
tremos vivos, ya difuntos, entre-
mos entonces en la vida con él.
lx
Por eso, confortad mutuamen-
te vuestros ánimos y edifícaos
unos a otros, como ya lo ha-
céis.
1J
Os rogamos, hermanos, que
seáis reconocidos con cuantos
laboran entre vosotros, presi-
diéndoos en el nombre del Se-
ñor y amonestándoos. 1 3 Tened-
los en la mayor estima con ca-
ridad a causa de su trabajo. Vi-
vid en paz unos con otros.
14
También os rogamos, herma-
nos, que reprendáis a los que
viven en ociosidad; alentad a los
pusilánimes, confortad a los dé-
biles, tened paciencia con todos.

8 por la supuesta inminencia de la parusía. En Ef

cambio, que se revistan de las virtudes teológi-
cas de la vida cristiana, y, así seguros, no tienen
9
por qué tener miedo de la venida del juicio, pues-
to que Dios ha probado que desea su salvación
al enviar a Jesús al mundo como su redentor.
io Aquí Pablo hace mención por primera vez, y sólo
de pasada, a la doctrina fundamental de la muer-
te de Cristo en relación con nuestra salvación.
En las epístolas posteriores desarrollará esta doc-
trina cuando haya necesidad. Y estemos despier-
tos o dormidos —aquí vuelve sobre el significado
de "dormir" de 4:13—, ya estemos entre los vivos
o entre los muertos en el momento de la parusía,
todos nosotros estamos destinados a vivir con
«i Cristo por toda la eternidad. Por lo tanto, en
vista de todos estos motivos, que continúen los
Tesalonicenses confiados y ayudándose unos a
otros a levantar conjuntamente una Iglesia fuer-
te y unida.
Exhortación final — 5:12-22
Ahora Pablo se acerca al final de su carta, que
tiene intención de concluir con la recomendación
de una pléyade de virtudes favoritas. Lo primero
de todo, advierte a los Tesalonicenses para que
aprecien, esto es, para que reconozcan en la
práctica a aquellos que tienen autoridad en la
6:14 7 Iglesia, como los líderes y los instructores. Se les
"
Is59:17 13 ha de estimar, lo primero de todo, por su posi-
ción, pero aún más por lo bien que han trabaja-
do. Pablo, sin duda, tiene noticia de las dificul-
tades especiales a que tienen que enfrentarse los
líderes de la Iglesia en Tesalónica, ya que su rá-
pida salida no le había permitido todavía orga- Act
17:1
nizarla adecuadamente.
Por esta razón necesitaba hacer una recomen-
dación especial de estos hombres a quien había
14 dejado tras sí para continuar su obra. Probable-
mente los siguientes versículos están dirigidos a
ellos, los líderes, considerando el modo que te-
nían para cumplir con sus obligaciones. "Revol-
tosos" son probablemente aquellos de quienes ya
habló y que especialmente están indicados en
2Th, quienes estaban usando la inminencia de *'^
la parusía como una excusa para su holgazanería 3¡6 s
(la palabra originalmente era un término militar
aplicado al soldado que estaba fuera de filas). Sin
duda, entre los "tímidos" estaban incluidos aque-
llos que les faltaba confianza frente a la perse-
cución y los que se mostraban excesivamente co-
bardes ante la supuesta inminencia de la paru-
sía. Los "débiles" eran los miembros de cualquier
comunidad que, por alguna razón especial, nece-
sitaban la ayuda de otros. Para con unos y otros
15 hay que mostrar paciencia. Los líderes deben dar
o
 82 I TESALONICENSES 5: 15-20
15
Mirad que ninguno vuelva a cías a Dios en toda ocasión, por-
nadie mal por mal; sino en todo que ésa es su voluntad en Cristo
tiempo procurad el bien, tanto Jesús, sobre vosotros. 10 No im-
entre vosotros mismos, como en- pidáis las manifestaciones del
tre todos. 1 6 Alegraos siempre, espíritu. 2 0 N o despreciéis más
17
Orad sin cesar. 1 8 Y d a d g r a - los discursos que se dicen por
buen ejemplo de ello entre ellos mismos y con el
resto de la Iglesia, practicando la caridad uni-
versal y volviendo bien por mal — una recomen-
dación especialmente importante para una Igle-
sia que sufre persecución.
16-18 Lo que sigue va dirigido a todos. La alegría
cristiana, la oración, la acción de gracias, todas
ellas son la voluntad de Dios revelada a través
19-20 de Jesucristo. "No extingáis el Espíritu", añade
Pablo, e inmediatamente pone más claro su pen-
samiento: "No despreciéis las profecías". Diver-
sos dones del Espíritu Santo, algunos de ellos to-
talmente extraordinarios, estaban esparcidos en
la primitiva Iglesia cristiana. Uno de estos dones 1 Cor
era el de profecía, sin que signifique necesaria- 12
-14
mente la predicción de sucesos futuros, pero sí la
revelación de la voluntad de Dios de muchas
formas.
Estos dones estaban destinados a facilitar la
propagación de la fe en su minoría de edad. Pa-
rece sorprendente que Pablo se sienta obligado a
animarles en el uso de estos dones, ya que vemos
por 1 Cor que, si había alguna tendencia, era el
que la Iglesia les dieran demasiada importancia.
Pero probablemente este mismo hecho había ter-
minado en que ellos no fueran estimados debida-
mente, como dones de Dios para su Iglesia, por
parte de otros que no estaban de acuerdo con
21-22 ellos. Este extremo también debía evitarse. Las
palabras pretendidamente usadas en la profecía
I TESALONICENSE& 5:21-24 83
inspiración divina. 2 1 Pero mi- vuestro ser, el espíritu, el alma
riid y comprobadlo todo y que- y el cuerpo, se conserven sin
daos con lo bueno. 2 2 Apartaos mancha para la parusía de Jesu-
<le todo género de mal. a 3 Que cristo, nuestro Señor. 24 Fiel es
el mismo Dios de la paz os san- a sus promesas el que os ha con-
tinque enteramente, y que todo vocado; y él las cumplirá.
ni han de aceptarse crédulamente ni rechazarse.
Que sean juzgadas por quienes, han recibido el
don espiritual del discernimiento, y sobre esta 1 Cor
14:29
base o recibirlas como un don divino o recha-
zarlas como un nocivo engaño.
Conclusión — 5:23-28
La gracia y la paz fueron las primeras palabras
de Pablo a los Tesalonicenses, y también con es-
tas palabras se despide de ellos. Ruega para que
el Dios de la paz pueda santificarles completa-
mente, esto es, les haga merecedores de toda
bendición divina. Especificando, ruega para que
sean dignos de recibir al Señor en el tiempo de
la venida que ha sido su pensamiento preemi-
nente en esta carta. Pablo habla del hombre
como "espíritu y alma y cuerpo", sin embar-
go no divide con esto al hombre en tres partes
o componentes. Esta es más bien la terminología
tradicional del Antiguo Testamento en la que
cada uno de los tres términos puede usarse refi-
8* riéndose a todo el hombre. Al usar esta oración,
expresa al mismo tiempo su confianza de que
Dios, que ha comenzado en ellos la obra de la F¡M:S
salvación, será fiel a sus designios y ciertamente
les llevará a la vida eterna.
25 Orando por los Tesalonicenses, Pablo suplica
las oraciones de ellos por él. Estos versos finales
parece que van dirigidos de nuevo a los líderes
 84 I TESALONICENSES 5:25-28
25
Hermanos, rogad también ñor que deis a leer esta epístola
por nosotros. 2e Saludad a to- a todos los hermanos. 2S La gra-
dos los hermanos con el ósculo cia de Jesucristo, nuestro Señor,
santo. 2~ Os conjuro por el Se- sea con vosotros. LA SEGUNDA CARTA
26 de la Iglesia; el Apóstol pide que den las gracias
A LOS TESALONICENSES
en su nombre a toda la comunidad con el saludo
de la caridad cristiana y les encarga que lean Texto y comentario
27 su carta públicamente en la asamblea. De estos
orígenes proceden, de forma eventual, los escri-

28
tos paulinos coleccionados como documentos pú-
bucos cristianos. Concluye, como comenzó, con la t Pablo, Silvano } Timoteo:
A la Iglesia de Tesalónica,
convocada en el nombre de Dios,
Padre, y de Jesucristo, el Señor.
3
Como es justo, gracias de-
bemos dar a Dios en todo mo-
invocación de la gracia de Jesucristo. nuestro Padre, y en el de Jesu- mentó por vosotros, hermanos,
cristo, el Señor: 2 Gracia a vo- por lo mucho que va prosperan-
sotros y paz de parte de Dios do vuestra fe y por los progre-

Salutación — 1:1-2
La salutación es fundamentalmente como en la
Primera a los Tesalonicenses. Sin embargo, aquí
Pablo califica la gracia y la paz de su bendición
como "proveniente" de Dios Padre y del Señor
Jesús, como acostumbra a hacerlo en sus cartas.

Acción de gracias — 1:3-10

De nuevo, Pablo vuelve rápidamente a la ora-
ción convencional de acción de gracias. Lo que
sorprende en esta parte es la importancia que la
da, en contraste con el tono de 1 Th. Insiste que
es su obligación alabar a Dios por las virtudes
de ellos como si alguien hubiera preguntado la
conveniencia de ello. Quizás alguno de los Tesa-
lonicenses había hecho justamente tal pregun-
ta, juzgando la alabanza de Pablo en 1 Th como
algo meramente convencional y llena de dudas
divertidamente severas sobre los méritos de ellos.
Podemos pensar especialmente en los "revolto-
86
sos que va haciendo vuestra ca-
ridad, caridad de todos y de ca-
da uno para con los demás.
4 6
Nosotros mismos ante las igle-
sias de Dios, vamos poniendo
en vosotros nuestro legítimo or-
gullo por vuestra constancia y
por vuestra fe en todas las per-
secuciones y tribulaciones que
vais sufriendo. s Esta es una se-
nal cierta del justo juicio de
II TESALONICENSES 1:4-7
Dios. El mostrará que sois dig-
nos del reino de Dios, por el
que sufrís vosotros también.
Es justo a los ojos de Dios
que pague él con tribulaciones
a los que os afligen, 7 y a vo-
sotros, los atribulados, que os
pague con descanso eterno, des-
canso que será en nuestra com-
pañía. Esto sucederá el día de
la revelación de Jesús, el Señor,
II TESALONICENSES 1:8-11
cuando venga del cielo con los
ángeles, ejecutadores de su po-
der, 8 rodeado de fuego y Ha-
mas, para tomar venganza de
los que no quieren conocer a
Dios y rechazan la sumisión al
evangelio de Jesús, nuestro Se-
ñor. 9 Estos tales sufrirán el
castigo de la pérdida eterna, le-
jos de la faz del Señor y de la
gloria de su poder, 1 0 cuando
87
venga aquel día para ser glori-
ficado en sus santos, y para ser
la admiración de los que han te-
nido fe (¡pero vosotros ya ha-
béis creído a nuestro mensaje
de salud!)
n
Con la mirada fija en los
sucesos de ese día, rogamos sin
cesar por vosotros. Que nuestro
Dios os haga dignos de asam-
blea, y con su omnipotencia dé

sos" de 1 Th, quienes necesitaban ahora la con- 1 Th
5:14
tinua y vehemente confianza del Apóstol en su
capacidad para perseverar frente a la persecu-
ción y a la expectación de la parusía.
Por la misma razón, el Apóstol puede haber
dejado de mencionar la esperanza, dando mayor
importancia al hecho de que el incremento de la
fe y la caridad por lo cual había orado, se haya J J h
realizado; toda esta parte es una oración para que 3:10 s
se dé un incremento semejante en la esperanza
* de ellos. Por lo tanto, combina diversos motivos
para animarles. El, Pablo, Apóstol de Jesucristo,
está tan seguro de ellos que se precia de ello en
todas partes, poniendo su confianza en su ante-
rior constancia ("paciencia") y fidelidad en las
persecuciones y tribulaciones que habían sufrido.
5 Este, les dice, es el modo de decirles Dios que 1 Th
3
verdaderamente ellos están entre los elegidos y ^|
destinados para su reino eterno, ya que les ha 5:10-12
3 permitido sufrir por su amor. Dios, les recuerda,
es estrictamente justo, y si ha de castigar a los
injustos perseguidores, también premiará a los
que han sufrido por causa de la justicia, junta-
1
mente los Tesalonieenses y Pablo. 2 ™
La perspectiva de este premio es calmar la de
la parusía, que Pablo llama aquí, como en otras
partes, la "revelación" ("aparición") del Señor y 1 c°r,
la describe con el tradicional lenguaje judío. La .,1T:h
8 venida del Señor será causa de terror solamente 3:13
para los que rehusan el reconocimiento de la vo- s 6 6 :
luntad de Dios, y los que voluntariamente re-
9 chazan el Evangelio. A ellos mismos se deberá el
que Dios les rechace definitivamente, desterra-
dos para siempre de la presencia del Señor; para
ellos la gloria de la vuelta de Cristo no signifi- Mt 25:46
10 cara nada. Pero para sus fieles seguidores, entre
los que se cuentan los Tesalonieenses, será en
verdad el día de gloria. La victoria y el triunfo
de Jesús es igualmente la victoria y el triunfo de
su Iglesia. Por lo tanto, que los Tesalonieenses
renueven su confianza. Pablo está cierto de su
perseverancia final y de su participación en esta
victoria por causa de la fe con que han recibido
el Evangelio ("nuestro testimonio") que les ha 1 Cor
predicado. 2:1
Oración — 1:11-12
Consiguientemente a esta expresión de su con-
fianza, Pablo puede añadir la oración de la más
88 II TESALONICENSES 1:12 — 2:2 II TESALONICENSES 2:3-5 89

cumplimiento a todos vuestros
deseos de hacer bien y a la ac-
tividad de vuestra fe. 1 2 Así el
nombre de nuestro Señor Jesús
será glorificado en vosotros, y
vosotros en él, según la gracia
rle nuestro Dios y de Jesucristo,
el Señor.
C\ Por lo que toca a la paru-
£ sía de nuestro Señor, Cristo
Jesús, y a nuestra reunión con
él, os rogamos, hermanos, 2 que
no os desconcertéis tan facil-
mente, perdiendo el buen senti-
do. Y no estéis alarmados ni por
revelaciones carismáticas, ni por
palabras, ni por epístolas, a no- iniquidad, el hijo de la perdi-
sotros atribuidas, pensando que cj o n . * El se opone y se alza
el día del Señor viene de un mo- contra el nombre de Dios y con-
mento a otro.
3 tra todo ob
Que nadie os engañe de nin- J e t o sagrado, Uegan-
guna manera; porque antes ha do hasta sentarse en el templo
de venir la apostasía y ha de de Dios, proclamándose a sí mis-
manifestarse el hombre de la mo Dios. 3 ¿No recordáis que,

nía que el día del Señor ya estaba a la mano.

grande sinceridad, porque Dios, cuya gracia ("po-
der") es absolutamente necesario para que todo
esfuerzo humano tenga éxito, puede ciertamente
conceder su gracia para que los deseos de los Te-
salonicenses y las buenas obras, inspiradas por
su fe, puedan prosperar y llevarles al fin para el
12 cual les ha destinado. Si ellos demuestran ser
dignos de la llamada de Dios en el día del Juicio,
su gloria será también la de Jesús que ha hecho
posible su victoria (en lengua semítica, el nom-
bre de una persona es la persona misma tal como
puede ser conocida o poseída por otros). El Señor 17:6_11 s
es glorificado por los santos aún cuando es él
quien les glorifica. Y de nuevo, repite Pablo, el
que esto pueda realizarse, es debido totalmente
al amor de Dios que ha concedido su ayuda a los
hombres.
Todavía no es el momento de la parusia — 2:1-7
El Apóstol ha terminado la introducción, y aho-
ra comienza el cuerpo de la carta. Su inquietud
reside todavía, principalmente, en los "revolto-
sos", pero la instrucción la dirige a todos. Lo que
ha ocasionado esto es una declaración, indebida-
mente atribuida a Pablo, sobre la parusia (el
texto se habría de leer, no "por la venida..." "sino
2 con vistas a la venida..."). Esta declaración, uni-
da a una revelación o instrucción o carta, soste-
Pablo está dudoso del origen del rumor y posi-
blemente no fue plenamente informado de él.
En todo caso, se suponía que había sido una re-
velación de Pablo o una instrucción o una carta
11Th
:3 la que dio origen a ello, y esto es lo que se pone
ahora a negar vehementemente.
Este es el pasaje de 2 Th que origina el mayor
número de. dificultades para atribuir esta carta
a Pablo (véase en la introducción). Sin embar-
Jn go, igual que en 1 Th, Pablo ni afirma ni niega i™
la inminencia de la parusia. Lo que niega es que
el día del Señor haya comenzado ya (lo que se
traducía "muy próximo" en v. 2 ahora significa
3 "presente"). No sucumbáis ante esos falsos re-
latos, advierte Pablo, ya que es bien conocido que
deben ocurrir primero determinados sucesos, y
éstos todavía no han sucedido.
Primero debe ser la apostasía. El Apóstol no se
explica más, pero aparenta tener referencia de
una revolución general contra Dios por parte de
los hombres malvados, no una apostasía de la
Iglesia. Junto a esta apostasía será "revelado"
(deliberadamente usa la misma palabra que
aplicó a la parusia de Cristo) el que es la antíte- i ¡7
sis total del Señor que ha de venir, "el hombre
del pecado" que está destinado a la destrucción.
« Pablo va a caracterizar "el hombre del peca-
do" usando diversas alusiones del Antiguo Tes-
90 II TESALONICENSES 2:6-8
estando todavía entre vosotros, quidad está ya en acción. Sólo
os decía una y otra vez estas co- falta que desaparezca de en me-
sas? ° Y ahora sabéis lo que dio el que ahora pone impedi-
pone impedimento para que él mentó.
8
no se revele sino a su tiempo. Entonces se revelará el im-
7
En efecto, el misterio de la ini- pío. Y Jesús lo matará con el
tamento. Es implacable enemigo de Dios, consi- Dnii:36
derándose a sí mismo, en su repugnante orgullo,
como superior a Dios (por reverencia, Pablo dice
"todo lo que se llama Dios", ya que ninguno pue-
de en realidad ser exaltado sobre Dios). El "está
sentado en el templo de Dios", esto es, usurpa
el sitio propio de Dios y se pone para ser ado-
5 rado en lugar de Dios. Quizás con una nota de
impaciencia, Pablo recuerda a los Tesalonicen- Ez28:2
ses que ya les ha explicado todo esto anterior-
mente, cuando les predicó el Evangelio. Por este
verso y los siguientes podemos ver cómo muchos
detalles de la instrucción apostólica no han lle-
s gado hasta nosotros. Conocían los Tesalonicen-
ses —nosotros no lo sabemos— qué "retenía" al
hombre del pecado hasta que fuera revelado a
su debido tiempo. Conocían —pero nosotros no—
de qué poder carece el "misterio de la iniquidad"
que ya está actuando, pero que no puede plena-
mente actuar mientras carezca de este poder.
El "misterio de la iniquidad" es obviamente el
reino del "hombre del pecado"; probablemente
Pablo usa el término "misterio" como usó "reve-
lado" en el v. 3, para continuar el paralelo con Rom
u
la parusía, ya que "misterio" es una palabra que ^\l
se usa comúnmente para las revelaciones de Dios.
Literariamente, cientos de interpretaciones se
han aventurado para considerar la naturaleza
del poder de que ha sido impedido el "hombre
del pecado". Todo lo que parece cierto es que
II TESALONICENSES 2:9-10 91
aliento de su boca y lo aniqui- der, de señales e ilusorios por-
lará en la manifestación de su tentos, 1 0 y de todo género de
parusía. 9 La venida del impío seducción al mal para los que
por la acción de Satanás estará están en camino de perdición,
acompañada de toda clase de po- Y todo por no haber acogido el
nosotros jamás estaremos seguros a lo que se
refiere Pablo, ya que la llave para descifrar su
significado se ha perdido. Se notará cómo en el
v. 6 habla de "que", mientras en el v. 7 hay un
"quien". En el último caso, puede ser que esté
personificando y en ambos casos que esté pen-
sando en una colectividad más que en una cosa
individual. En todo caso, la intención que tuvo
al hacer mención de él es clara: es otro signo
para que los Tesalonicenses comprendan que la
parusía no ha llegado todavía porque el hombre
del pecado está todavía impedido.
Fin del Anticristo — 2:8-12
Cuando sea liberado del poder de que está im-
pedido, el hombre del pecado será "revelado",
solamente para ser destruido en el momento de**^** 3
la parusía; Pablo de nuevo describe esta destruc-*T7ii: 4
ción en términos del Antiguo Testamento, usados
9 en la victoria mesiánica. La "venida" del hombre
del pecado (otro paralelo con la parusía) será
una de las obras de Satán por la que el maligno
sostiene su batalla antigua contra el género hu-
mano. Cada día se adueña del lugar de Dios; por Mt24:24
medio del poder sobrehumano de Satán realiza-
rá señales y obras admirables con las que enga-
ñará a los hombres, quienes juzgarán ser obras
como las realizadas por Nuestro Señor y su Igle- 2 Cor
10 sia. Sin embargo, aquellos que serán engañados 12:12
y "que perecerán" (así se debe leer el texto) son 12:37-43

92
amor de la verdad que los hu-
biera salvado. 1 J P o r eso les en-
vía Dios un poder que induce
al error, J 2 para que crean en
la mentira y sean así condena-
dos cuantos no dieron fe a la
II TESALONICENSES 2:11-13
verdad y se complacieron en la
maldad.
13
Nosotros debemos dar con-
tinuamente gracias a Dios por
vosotros, hermanos, a quienes
tanto ama el Señor. Dios os eli-
II TESALONICENSES 2:14-15
RÍO desde toda la eternidad pa-
rá daros la salud por la santifi-
cación que obra el espíritu y
por la fe en la verdad. 14 Con
tal fin os convocó por medio
del mensaje de la salud, anun-
93
ciado por nosotros, para da-
ros la posesión de la gloria de
nuestro Señor Jesucristo. 1 5 Así,
pues, hermanos, manteneos fir-
mes y guardad las enseñanzas
que aprendisteis de nosotros, ya

quienes voluntariamente han rechazado la gracia
de Dios y rehusado aceptar su patente verdad.
Por otra parte, en la verdadera Iglesia de Dios
está la salvación contra este engaño (cf. vv. 13-
11 17). Los que han querido su propia destrucción
12 serán abandonados por Dios a ella. No tendrán Rom
1:28
a nadie a quien culpar sino a sí mismos ya que
han preferido el mal al bien.
Lo que Pablo llama "hombre del pecado" es
más familiarmente conocido en la tradición cris-
tiana por el Anticristo ("el que está en lugar de 1 Jn
Cristo"), término del Nuevo Testamento sólo en- 2:18 s;
2:22;
contrado en los escritos joánicos. Esta figura era 4:2s
ya corriente en la literatura judía y aparece en 2Jn7
el Nuevo Testamento bajo diversos nombres. Sin 1 Jn
embargo, corrientemente "él" está representado 2:18
en el Nuevo Testamento por una serie o una co- Mt 24:24
lectividad más bien que como un individuo. En
2 Th Pablo parece estar pensando en una per-
sona individual, que compendiaría, por lo tanto,
el espíritu anticristiano, y sería el instrumento
por excelencia de Satán. En este caso, como per-
sona individual, obviamente es la figura escato-
lógica, es decir, el que pertenece a los últimos
tiempos, inmediatamente antes de la parusía.
Sería por lo tanto ocioso tratar de identificarle
con un personaje histórico conocido.
Por otra parte, Pablo ha insistido en que "el 2:7
misterio de la iniquidad ya está actuando". Así,
esté o no esté hablando de un hombre único del
pecado en los precedentes versos, él estaría de
acuerdo con Jn en que "muchos anticristos han
surgido". Siempre y en cada época, la Iglesia
y el cristiano se enfrenta a los que han usurpado
el lugar de Dios y engañan a muchos con su
habilidad en ofrecer un sustitutivo especioso del
Evangelio al que se unen "poder, señales y en-
gañosas maravillas". Muchos han sido, a lo largo
de la historia, estos anticristos: podemos pensar
en el Césaropapismo, en la Ilustración y más re-
cientemente, en el omnipotente Estado y la om-
nipotente Ciencia. Por lo tanto las palabras de
Pablo de advertencia y de consolación son igual-
mente apropiadas para nosotros hoy en la pers-
pectiva que él originariamente intentó darlas.
Acción de gracias y exhortación — 2:13-17
Después de esta visión de la destrucción final
del hombre del pecado y su misión, Pablo vuelve
a su oración de acción de gracias que, una vez
más, dice se ve "obligado" a dar. Ahora su mo- 1TM:4
tivo es la elección que Dios ha hecho de ellos J o s 1 : 1 8
como "primicias" (aparchen), esto es, como sus
criaturas especialmente favorecidas (o Pablo
pudo haber dicho, Dios los eligió ap'arches "des-
de el comienzo"). Más bien que para la destruc-
ción, los Tesalonicenses están destinados a la sal-
vación por medio del poder santificador del Es-
14 píritu Santo y su fe salvadora. Tal ha sido la i n -
 94 II TESALONICENSES 2:16 — 3:3 II TESALONICENSES 3:4-9 95

de viva voz, ya por carta. 1 6 Que O Por lo demás, hermanos, dará del maligno. 4 Nosotros te- cíe todo hermano que se entrega
el mismo Señor nuestro, Cristo t-J orad continuamente por no- nemos puesta nuestra confianza a la ociosidad y no sigue las
Jesús, y Dios, nuestro Padre, que sotros, para que la palabra del en el Señor de que, lo mismo enseñanzas que recibieron de
por pura bondad nos ha amado Señor vaya difundiéndose triun- que cumplís ahora, seguiréis nosotros. 7 Ya sabéis cómo de-
y nos ha otorgado consuelo y falmente, como sucede de hecho cumpliendo lo que os ordena- béis imitarnos, porque no vivi-
aliento imperecederos y una fe- entre vosotros, 2 y para que Dios mos. 5 Que el Señor dirija vues- m i s entre vosotros en ociosi-
liz esperanza, 17 infunda valor nos libre de los hombres injus- tros corazones al amor de Dios d::d, 8 ni comimos de balde el
en vuestros corazones y los con- tos y malvados: Que no es de y a la constancia en la espera de pan de nadie. Todo lo contra-
firme en bondad de obras y de todos la fe. 3 Fiel es el Señor Cristo,
G
rio. Trabajamos duramente día y
palabras. que os dará seguridad y os guar- En nombre de nuestro Se- noche .para no ser gravosos a
ñor, Cristo Jesús, os mandamos ninguno. ' Y no porque no tu-
que os mantengáis a distancia viéramos derecho a ello, sino
tención de Dios de llamarles a la salvación en su
Iglesia, para que puedan participar de la venida
de Cristo en su gloria. 1 Th5:9 3 Aunque los hombres demuestran la infidelidad,
La condición para esta feliz conclusión de su el Señor es fiel a sus promesas y oirá las oracio- ]' ™
elección es que ellos depongan todo vano temor 111:2 Cor 1 nes de Pablo en favor de los Tesalonicenses. Esto
y se mantengan firmes en el Evangelio que han le hace a Pablo confiar en que los Tesalonicenses
recibido, y que Pablo les ha predicado con su llenarán todas las esperanzas que ha puesto en
palabra y que está en relación con lo que les es- s ellos. Puede Cristo inspirarles el divino amor y
16-17 críbió. Que hagan esto y pueden estar seguros la paciente expectación de su venida.
que Dios, que les ha mostrado su amor dándoles
el privilegio de esperar la eterna salvación, con- Contra el hombre desordenado — 3:6-12
tinuará dándoles las disposiciones y la fuerza
para perseverar hasta el fin. 3!,™ Queda, sin embargo, un punto en el que debe
insistir en el más duro lenguaje. Si los Tesaloni-
censes quieren conseguir el fin a que Dios los ha
Petición de oraciones — 3:1-5 destinado, han de cumplir debidamente sus obli-
Pablo comienza la conclusión de su carta rogan- gaciones y evitar la contaminación espiritual
do oraciones a los Tesalonicenses para que pue- con los que viven desordenadamente, esto es, que 1 Th
da continuar su predicación en provecho de ellos. evitan el trabajo en la disculpa de que la parusía 4;11 s
"Que la palabra del Señor pueda dilatarse y ser i está cerca. Tal práctica es contraria a la predi- iTh2:9
glorificado aún en medio de vosotros". Primero cación de Pablo y al ejemplo que les dio mien-
y principalmente está ansioso porque su predi- 8 tras vivió entre ellos. En Tesalónica Pablo había
cación del Evangelio pueda tener en Corinto el hecho lo que no hacía ahora en Corinto, soste-
2 éxito que tuvo en Tesalónica. En conexión con nerse a sí mismo con su propio trabajo más que 1 Cor
esto, menciona a los hombres inquietos y malos depender de la ayuda de la Iglesia a lo cual tenia 9;12-18
que se oponen a él, refiriéndose probablemente Act 9 derecho. Habia hecho esto por amor al Evange-
a los que más tarde le iban a denunciar a Gallio. 18:12-17 lio, pero puede servir también de ejemplo de la-
96 II TESALONICENSES 3:10-14
porque queríamos daros un ejem- glada, sin hacer nada y metién-
plo que imitar. 1 0 Y así fue. dose en todo. 1 2 A los que así
Mientras estuvimos entre voso- viven, mandamos y exhortamos
tros, os inculcamos más de una por amor del Señor, Cristo Je-
vez esto: "El que no quiera Ira- sus, que trabajen con todo so-
bajar, que no coma". J 1 Y os lo siego para comer su pan. 1 3 Y
decimos por lo siguiente: Nos vosotros, hermanos, no os can-
informan que algunos llevan en- seis de hacer el bien. 1 4 Si al-
tre vosotros una vida desarre- guno no obedece esta orden que
10 boriosidad que se ha de imitar. Esta fue también i Th
11 su doctrina mientras estuvo con ellos. Aunque *j^
ya había notado en su primera carta su tenden- 5:14
cia a la ociosidad, le ha llamado la atención el
que aparentemente en este aspecto no hayan
mejorado sino más bien empeorado. "Sin hacer
nada, sólo ocupados en curiosearlo todo", equi-
vale a no hacer otra cosa que mirar lo que hacen
12 ios demás. Aunque tiene que condenar esta con-
ducta, sólo lo hace por el bien de ellos. Que ellos
corrijan sus yerros y cesará el malestar de la
Iglesia al ser una carga para los otros.
Recomendación final y conclusión — 3:13-18
Pablo se dirige de nuevo a toda la Iglesia. "No
os canséis de hacer el bien", les dice. Con esto
probablemente quiere decirles que no imiten de
ninguna manera al desordenado sino que más
bien perseveren diligentemente en cumplir con
todas sus obligaciones de cualquier clase que
1< sean. Lo que Pablo les encomienda en esta carta
se debe tomar con toda seriedad. A todo aquel
que demuestre ser recalcitrante la Iglesia debe
señalarle como tal y ser excluido de su sociedad. 1 Cor
5:11s
Esta es una clase de excomunión que sólo tiene
la intención de ser medicinal, para que el her-
II TESALONICENSES 3:15-18 97
os enviamos por la presente, te- paz os conceda la paz siempre
nedlo en cuenta; y no entréis y en todas las ocasiones. 1T El
en familiaridad con él, para que saludo es de mi puño y letra:
se avergüence. 1 5 No le tengáis P A B L O . Esta es la señal de
sin embargo como a enemigo; todas mis cartas. Así escribo,
antes corregidle como a her- 18
La gracia de nuestro Señor,
mano. Cristo Jesús, sea con todos v 0 .
16
Que el mismo Señor de la sotros.
mano descarriado pueda volver en razón. Pablo
15 insiste particularmente en este punto último. La
Iglesia debe siempre actuar con caridad, jamás
con espíritu de venganza, ya que para con el her-
mano revoltoso todavía continúa la responsabi-
lidad de la Iglesia.
De nuevo, gracia y paz son las palabras finales Rom
de Pablo a sus creyentes discípulos. "En donde 15:33
quiera" probablemente podría leerse "de cual-
quier modo" (tropo en lugar de topo en el texto
17 griego). Para evitar el peligro de que en el fu-
turo se le atribuyan falsamente a él otras car-
tas, el Apóstol añade al final de la carta que ha
dictado, unas pocas palabras escritas por él mis-
mo. Como quien no tiene costumbre de escribir,
Pablo trazó unas letras grandes y claras que son Gai6-.ii
inconfundiblemente suyas. Una vez que las vean,
los Tesalonicenses sabrán cómo reconocer una
auténtica carta de su evangelizador e instruc-
18 tor. Se despide con una bendición en el nombre
del Señor Jesús.
 Pasajes de la primera carta a los Tesalonicenses
usados en la lectura de la Misa

1:2-10 Domingo sexto después 4:1-7 Segundo Domingo d e

de Epifanía Cuaresma
2:2-9 San Agustín de Canter- 4:13-18 Misa de Réquiem en el
bury (28 mayo) día de la muerte o en-
2:13-16 Santos Ciríaco, Largo y tierro
Esmarardo (8 agosto) 5:14-23 Sábado de Témporas de
Cuaresma

Pasajes de la segunda a los Tesalonicenses

usados como lectura en la Misa

2:1-8 Sábado de Témporas de Adviento.

7»
 ABREVIATURAS

Gn — Génesis Jl — Joel
Ex — Éxodo Am — Amos
Lv — Levitico Ob — Obodiah
Num — Números Jon — Joñas
Dt — Deuteronomio Miq — Miqueas
Jos — Josué Nah — Nahum
Jue — Jueces Hab — Habacuc
Rut — Rut Sof — Sofonías
1 Sam — 1 Samuel Ag — Ageo
2 Sam — 2 Samuel zac — Zacarías
3 Re — 3 Reyes Mal — Malaquias
4 Re — 4 Reyes Mac — Macabeos
1 Cron — 1 Crónicas Mt — Mateo
2 Cron — 2 Crónicas Me — Marcos
Esd — Esdras LC — Lucas
Neh — Nehemias Jn — Juan
Tob — Tobías Act — Actos
Jdt — Judit Rom — Romanos
Est — Ester Cor — Corintos
Job — Job Gal — Galatas
Sal — Salmos Ef — Efesios
Prov — Proverbios Plp — Pilipenses
Cant — Cantar Col — Colosenses
Sab — Sabiduría Tes — Tesalomcenses
Sir — Sirah Tim — Timoteo
Qoh — Qoheleth Tlt — Tito
Is — Isaías Flm — Pilemon
Jer — Jeremías Heb — Hebreos
Lam — Lamentaciones Sant — Santiago
Bar — Baruc Pe — Pedro
Ez — Ezequiel 1 Jn — 1 Juan
Dan — Daniel Ju — Judas
Os — Oseas Ap — Apocalipsis
 AYUDAS DE EXAMEN Y TEMAS DE DISCUSIÓN

Pablo: Perseguidor y Apóstol páginas 5-17.

1. ¿Qué nos enseña el Nuevo Testamento sobre el lugar de naci-
miento de Pablo y su familia? ¿Por qué eran los judíos griegos
frecuentemente fanáticos en su adhesión al Judaismo? ¿Quién
era Gamaliel? ¿Eran todos los fariseos censurables?
2. Lee los tres relatos de la conversión de Pablo (Act 9:11-19; 22:4-21;
26:10-20) e indica las enseñanzas importantes que se repiten en
cada relación. ¿Cuál son algunos de los menores y diversos
detalles?
3. Describe la permanencia de Pablo en Arabia y Damasco. ¿Por
qué creemos que huyó de esta ciudad antes de 37 d. C. o después
del 40 d. C ? ¿Cómo le recibieron los cristianos de Jerusalén? ¿Por
qué tuvo que volver a Cilicia, su ciudad natal?
4. ¿Es totalmente correcto tiaolax ó& "el primer viaie misionero" d.e
Pablo? ¿Cambió su nombre por esta época? ¿Es posible que un
procónsul romano se hiciera cristiano en esta época? ¿Cómo fue
castigado Elimas, el mago (Act 13:10-12)?
5. Deduce el contenido de la doctrina de Pablo del sermón que pre-
dicó en Antioquía. (Act 13:14-50). ¿Creyó que era un hombre de
buena presencia? Indica sus actividades en las ciudades de Licao-
nia, de Listra y Berbe.

II
Pablo en los Hechos de los Apóstoles páginas 17-33.
1. ¿Ha contado Lucas los incidentes de la vida de Pablo localmente
o cronológicamente? ¿Estaban los judíos cristianos contentos de
la manera cómo recibía a los gentiles cristianos? ¿Cuál era la
postura de Pablo? ¿Cómo fue resuelto el problema?
2. Identifica a Bernabé, Marcos, Silas y Timoteo. Localiza en el mapa
de la cubierta: Antioquía, Chipre, Listra, Derbe, Iconlo, Frigia

104 AYUDAS DE EXAMEN Y TEMAS DE DISCUSIÓN
y tJalacia ¿Por qué es materia de discusión la ruta de Pablo en
Asia Menor?
3 ¿Poi qué Pablo decidió ir a Europa? Explica la frase "pasajes -
nosotros" ¿Qué provecho hizo en Pilipos, Tesalónica Atenas y
Corinto'
4 ¿Por que es la ciudad de Efeso de principal ínteres para el autor
de los Hechos? Describe el dramático incidente de Diana de Efeso
Nombra las "epístolas de la cautividad" ¿Fueron todas ellas es-
critas a \m tiempo'
5 ¿Qué nos dice el mismo Pablo de sus viajes en 2Cor 11 9-33?
¿En qué se diferencia la epístola a los Romanos de las demás
epístolas' ¿Por qué volvió a Jerusalén con el corazón triste?
III
Últimos años del Apóstol páginas 33-41.
1 ¿Cómo se realizaron las propias advertencias de Pablo y las pre-
dicciones que se le hicieron en el camino a Jerusalén' ¿Cómo
demostró que el Cristianismo no era una mera interpretación del
Judaismo sino que le superaba' ¿Por qué fue hecho prisionero en
la Ciudad Santa'
2 Contrasta la forma en que fue tratado Pablo por el procurador
romano Antonio Félix y Porcio Festo ¿Por qué Pablo apeló al
César y pidió que se le llevara a Roma?
3 Describe lo más sobresaliente del viaje de Pablo a Roma Actual-
mente se le honra como patrono de Malta, lee el relato del in-
vierno que él pasó allí (Act28 1-10) y da razón de la devoción de
los malteses al Apóstol
4 i En qué presupuestos v conjeturas nos apoyamos para determinar
las etapas finales de la carrera de Pablo' Describe su itinerario
desde el año 63 a 66 ¿Por qué los peregrinos visitan en Roma Tre
Fontane la vía de Ostia y San Pablo Extra Muros?
5 ¿Cual es el gran significado de Pablo en la historia de la primi-
tiva Iglesia? Muestra por qué Pablo ademas de ser un hombre
de acción fue también el supremo líder intelectual del Cristia-
nismo primitivo ¿Qué es la "Teología del Nuevo Testamento'"
AYUDAS DE EXAMEN Y TEMAS DE DISCUSIÓN 105
IV
Los escritos paulinos páginas 41-49.
1 ¿Las palabras cartas y epístolas significan la misma cosa? ¿Como
deberíamos llamar nosotros los escritos de Pablo, cartas o epís-
tolas? Actualmente las consideramos como documentos norma
tlvos del Cristianismo, ¿fue esto siempre verdad?
2 ¿De qué manera ayudó a los peritos el descubrimiento de los pa-
piros de Egipto a comprender las cartas de Pablo? ¿Por qué es
bueno traducir el Nuevo Testamento en un lenguaje corriente?
¿En qué se diferencian sus cartas de las de los papiros?
3 ¿Pablo pensaba y escribía en griego? ¿Era un literato? ¿Como
ayuda el Antiguo Testamento griego a comprender su mensaje?
¿Por qué anteriormente ha sido muy frecuentemente mal tradu-
cido y mal interpretado?
4 ¿Por qué se dice que el estilo de Pablo es mas bien el de un hom-
bre de acción que el de un pensador? ¿Cuándo fueron coleccio-
nadas sus epístolas? ¿En qué orden están colocadas las epístolas
en nuestras Biblias?
5 ¿Cuál es la singular importancia de las epístolas paulinas? Dis-
tingue entre revelación y teología ¿Por qué debemos dirigirnos
frecuentemente a estas cartas?
V
Introducción a la Primera y Segunda a los Tesalomcenses
paginas 51-59.
1 ¿Cuándo fundó Pablo la Iglesia de Tesalónica? ¿Permaneció lar-
go tiempo entre sus nuevos convertidos? ¿cuando y por que les
envío la primera carta? ¿Cuando y por que la segunda'
2 Indica el contenido de cada carta ¿Siguen ambas el mismo pa-
trón? Algunos críticos escépticos han negado la autenticidad de
la primera carta ¿se puede sostener hoy ampliamente esta po-
sición'
3 ¿Cuál son los argumentos contra la autenticidad de la segunda
carta, basados en el lenguaje, estilo incompatibilidad de la forma,
e incompatibilidad del contenido? Valora cada uno de estos a r -
gumentos y determina tu posición propia

106 AYUDAS DE EXAMEN Y TEMAS DE DISCUSIÓN
4 ¿Que diferencia se dice que hay en la doctrina para distinguir
la segunda carta de la primera? ¿Las dificultades innegables que
existen para atribuir 2Th a Pablo excluyen completamente su
paternidad literaria? ¿Hay algún indicio de que esta carta es
una falsificación? Explica la seudoepigrafía como forma lite-
raria
5 Aunque 1-2 Th no son de los mas importantes escritos de Pablo
desde el punto de vista de su doctrina y del desarrollo de los
conceptos claves, haz una lista de las razones por las cuales su
estudio es esencial para que nosotros comprendamos el pensamien-
to de Pablo
VI
Notas introductorias a la Primera carta a los Tesalonicenses
paginas 59-70.
1 Compara la salutación de 1 Th 1.1 con la salutación de alguna de
las otras cartas de Pablo ¿Por qué no menciona aquí sus pre-
rrogativas apostólicas? ¿Cómo adopta el acostumbrado saludo
griego y judio?
2 Cita la primera referencia de las virtudes teológicas en un docu-
mento cristiano. ¿Cómo muestra Pablo que ellas son los funda-
mentos que han de encontrar su expresión en las buenas obras?
3 ¿Se atribuye así algo de todo lo bueno efectuado en Tesalónica?
¿Por qué la fe de los Tesalonicenses se poma de modelo a sus ve
cinos? ¿Alaba a sus convertidos?
4 ¿Qué acusaciones h a n hecho contra Pablo sus detractores? ¿Como
refuta estas falsas acusaciones? ¿Qué pruebas les da de fidelidad?
¿Puedes explicar la vehemencia de su lenguaje?
5 ¿Como rechaza la calumnia de que no se ha interesado por los
Tesalomcenses? Explica los términos • parusia, maranatha, thlipsis
y evangelizo ¿Cual es el significado de la oración con que el
Apóstol concluye la primera parte de su carta?
VII
El "cuerpo" de la carta páginas 70-84.
1 ¿Cómo exhorta Pablo a sus convertidos a practicar la castidad»
¿Cual es la actitud cristiana hacia el matrimonio? ¿Qué recomen-
daciones hace Pablo sobre la caridad fraterna'
AYUDAS DE EXAMEN Y TEMAS DE DISCUSIÓN 107
2 ¿Qué enspño Pablo sobre la parusia y los muertos? ¿Los vivos y
los muertos participaran igualmente de la alegría de la venida
del Señor'
3 ¿Como demuestra Pablo que el juicio final no sera una mera re-
petición del juicio individual'
4 Demuestra como los pensamientos sobre la parusía impiden que
nos hagamos a nosotros mismos centro en la lucha por nuestra
salvación
5 ¿Como 'los hijos de la luz deben prepararse para el 'día" del
Señor? ¿Qué virtudes recomienda Pablo' ¿Como concluye esta
carta?
VIII
Una lección sobre la parusía páginas 85-97.
1 Contrasta la salutación y la acción de gracias inicial en 1 Th y
2 Th ¿ Qué lecciones nos enseña Pablo aquí sobre el sufrimiento'
2 En la oración que sigue, Pablo insiste en la necesidad de la ayuda
de Dios, sin la cual ningún esfuerzo humano tiene éxito En
cuentra otras ilustraciones de esta doctrina en las dos cartas
3 ¿Que dijo Pablo a los Tesalomcenses sobre el tiempo de la paru
sia y sobre las señales que precederían a este suceso glorioso'
¿Es posible identificar al "Hombre del pecado" o Anticnsto con
algún personaje histórico conocido'
4 ¿Con que clase de acción de gracias concluye Pablo su carta'
5 ¿Anima Pablo a los que evitan el trabajo con el pretexto de que
la parusía está muy cerca' ¿Que recomendación final les h a c e '
Más ayudas para la discusión y estudio del texto del Nuevo Tes-
tamento fácilmente se encontraran preguntando las razones por las
cuales los pasajes sacados de la Primeía y Segunda a los Tesalom-
censes de la pag 99 se usan como Epístolas para la lectura de los
días indicados
 ÍNDICE DE LOS TOMOS PUBLICADOS

1. INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO

Roderick A. F. MacKenzie, S. J.
Rector del Instituto Bíblico de Roma
2. EVANGELIO DE*SAN MARCOS
Gerard S. Sloyan, S. T. L.
3. EVANGELIO DE SAN LUCAS
Carrótt Stuhlmueller, C. P.
4. EVANGELIO DE SAN MATEO
David Michael Stanley, S. J.
5. EVANGELIO Y EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
Raymond E. Brown, S. S.
6 HECHOS DE LOS APOSTÓLES
Neal M. Flanagan, O. S. M.
7 INTRODUCCIÓN A LA EPÍSTOLAS PAULINAS.
1.a y 2.a A LOS TESALONICENSES
Bruce Vawter, C. M.
8 EPÍSTOLAS A LOS GALATAS Y ROMANOS
Barnabas M. Ahern, C. P.
9. 1/ 1 y 2.a A LOS CORINTIOS
Claude J. Peifer, O. S. B.
10 A LOS FILIPENSES, EFESIOS, COLOSENSES Y FILÉMON
M. Kathryn Sullivan, R. S. C. J.
11 EPÍSTOLAS PASTORALES DE SAN PABLO
1 ' y 2 -1 A TIMOTEO — TITO
Robert T. Siebeneck, C. PP. S
12 EPÍSTOLA A LOS HEBREOS
John F. McConnell, M. M
13 EPÍSTOLAS DE SANTIAGO, JUDAS Y PEDRO
Eugene H Maly, S. T. D.
14 EL LIBRO DEL APOCALIPSIS
William G Heidt, O S B

EDITORIAL "SAL TERRAE". - Apartado 77. - SANTANDER (España)