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La narración mediática
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alturas políticas de Washington habían leído alguna vez Las mil y una torias. Siempre que buscamos explicarnos, nos convertimos en una
noches. [Si lo hubiesen hecho] eso podría llevarlos a mejores conclu- historia. ¡Narramos! «Uno de los más agudos ensayistas norteameri-
siones para la comprensión interna de Bagdad y sus califas. Resulta canos, Hayden White, ha establecido que lo único que el hombre real-
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evidente, para mí, que la estrategia de Sadam es la misma que la em- mente entiende, lo único que de veras conserva en su memoria, son
pleada por Scherezade, quien cada noche, durante dos años y nueve los relatos. White lo dice de modo muy elocuente: “Podemos no
meses, le contó al rey una historia nueva para evitar que fuera conde- comprender plenamente los sistemas de pensamiento de otra cultu-
nada a morir. [Frente a la estrategia narrativa de Scherezade] sólo hay ra, pero tenemos mucha menos dificultad para entender un relato
dos salidas para enfrentar esas tácticas dilatorias, que tienen raíces que procede de otra cultura, por exótica que nos parezca”. Un relato,
culturales muy profundas. La primera es no jugar para nada el juego, según White, siempre se puede traducir sin menoscabo esencial, a dife-
evitar que Scherezade siga contando historias y, por miedo, cortarle la rencia de lo que pasa con un poema lírico o con un texto filosófico.
cabeza de inmediato. La segunda, Bush puede haber respondido a ca- Narrar tiene la misma raíz que conocer. Ambos verbos tienen su re-
da historia de Sadam-Scherezade con una de su propia inspiración, moto origen en una palabra del sánscrito, gna, conocimiento» (Mar-
dando como resultado una escalada de amenazas para ver quién pierde tínez, 2001: 41-42). Narramos en cuanto buscamos conocer-nos. Tal
la paciencia primero. La primera es la estrategia final escogida por vez por eso es que nos educamos a través de historias, amamos sedu-
Bush» (Eco, 2003: 4). Tal vez Bush nunca leyó esta historia obligato- ciendo con historias, vivimos para tener experiencias que se puedan
ria para comprender el poder de la narración. Pero existe la alternativa convertir en historias. Vivir es poder contar nuestro paso por el mun-
(algo inverosímil) de que sí haya leído Las mil y una noches y se haya do, ya que es «a través de la narración como damos significado y legi-
dado cuenta de que, si siguiera escuchando a Sadam-Scherezade, des- timidad a la realidad cultural» (Buxó y De Miguel, 1999: 19). Esta
pués de mucho tiempo lo perdonaría y terminaría durmiendo-amán- narrativización de la experiencia social y política nos pone frente al
dolo como el rey Sahrayar con Scherezade. Algo queda evidente, en potencial de comprensión y explicación de la narración.
todo caso: narrar es una estrategia de seducción, una táctica dilatoria, «La narración puede ir del registro de un cambio (por lo general,
un asunto de paciencia, una estrategia para mantenerse vivo. He ahí la existencial) a la exploración de sus causas (por qué se produjo el cam-
importancia cultural y comunicativa de la narración. bio o la situación) o a las consecuencias (qué produjo, qué nuevo or-
El mundo deviene narración; un minimalismo encantador, ya den instauró o no modificó)» (Ford, 2001: 264). La narración es una
que la vida de un sujeto resume el destino de todos los hombres; el forma de pensar, comprender y explicar a través de estructuras dra-
todo social adquiere sentido en una historia particular. «Hegel pri- máticas; cuentos contados que tienen comienzo, nudo y desenlace;
mero, y después Borges, escribieron que la suerte de un hombre resu- historias de sujeto que, con base en motivos, busca una meta pero en-
me, en ciertos momentos esenciales, la suerte de todos los hombres» cuentra diversos conflictos que le impiden llegar al objetivo, al final
(Martínez, 2001: 38). Desde siempre hemos desconfiado de los dis- se supera el obstáculo y la suerte cambia. Somos el relato que conta-
cursos que nos comprenden y explican a partir de razones, porque mos de nosotros mismos. «Un psicólogo como Jerome Bruner conje-
poco han logrado decirnos sobre cómo somos. Para ser y compren- tura que nuestra manera normal de dar cuenta de la experiencia coti-
dernos, contamos. Los seres humanos, las culturas y las sociedades diana toma la forma de una historia» (Eco, 1996: 144).
son experiencia; frente a ella podemos intentar comprensiones y ex- El predominio de lo narrativo se inscribe en diversas tradiciones.
plicaciones teóricas y conceptuales, pero sólo podemos comunicar lo «El arte de narrar [...] es efecto de una inteligencia colectiva» (Vil-
que vivimos o deseamos si convertimos nuestras experiencias en his- ches, 2001: 146). «Desde el discurso religioso o la teología moral
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hasta la jurisprudencia; desde los géneros literarios breves como el vidar que nos educamos a través de historias y vivimos en un mar de
cuento, la fábula, la parábola o el ejemplo hasta los registros anecdó- cuentos, nos contamos historias, nos montamos nuestra propia pelí-
ticos o autobiográficos que se dan en la conversación cotidiana: de la cula y, por lo tanto, es a través de la narración como damos significado
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narrativa folclórica a los mitos» (Ford, 2001: 247). Narramos inscri- y legitimidad a la realidad cultural» (Buxó y De Miguel, 1999: 19).
tos en una tradición y narramos como colectivo, o mejor aún, para El narrar cumple diversas funciones: para impactar o sorprender,
conectarnos con los otros y crear comunidades de sentido. No hay ironizar, mostrar lo incomprensible, lo imprevisto y paradójico de la
narrativa sin cultura, es decir, sin leyes, sin convenciones; estén éstas naturaleza humana. Para explicar el origen y los hábitos de los hom-
establecidas o no en un código formal, lo que debe ser narrado se de- bres y las características de las cosas. Para transmitir enseñanzas so-
fine porque habitamos una pulsión narrativa o usamos la narrativa bre éste o «el otro» mundo. Para jugar y entretenerse. Para explorar
como dispositivo cognitivo, porque somos herederos del impulso de con la imaginación los mundos posibles, los misterios del universo o
narrar, que es de naturaleza transcultural y transhistórica, pero deter- los fantasmas del inconsciente. Para alabar, para criticar, para burlar-
minado por las culturas que deciden qué es lo que merece ser conta- se de los demás. Y también para explorarse a sí mismos. Otras veces
do y la manera de contarlo (Ford, 2001: 256-257). No sólo somos los es para mostrar estados o acciones elementales, emotivas o éticas,
hijos de estas tradiciones, sino que la misma identidad es narrativa, ejemplificadoras de la maldad o la bondad, la solidaridad o el egoís-
pues la narrativa actúa, configura memoria, anticipa futuro, provee mo, el heroísmo o la cobardía, la mentita o el engaño, la franqueza y
identidad (Chilun, 2000). Así, la narración es ese articulador entre la verdad, la astucia. Y también situaciones arquetípicas (símbolos
nuestro pasado y nuestro futuro: «Nuestras relaciones perceptivas recurrentes, estructuras rituales o míticas): pasajes, aprendizajes,
funcionan porque damos confianza a un relato previo [...] Nadie vive pruebas, conquistas (Ford, 2001: 258).
en el inmediato presente: todos ponemos en relación cosas y aconte- La capacidad y el potencial de interpelación-comunicabilidad de la
cimientos mediante el aglutinante de la memoria, personal y colecti- narración han sido probados en todos los tiempos. Sólo unos ejemplos:
va. Vivimos según un relato histórico [...] Este entramado de memo-
La Biblia, Génesis:
ria individual y colectiva alarga nuestra vida, aunque sea hacia atrás,
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. / Y la tierra estaba desor-
y hace destellar ante los ojos de nuestra mente una promesa de in-
denada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Es-
mortalidad [...] En el fondo, nosotros buscamos, en el transcurso de
píritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. / Y dijo Dios: Sea la
nuestra existencia, una historia originaria que nos diga por qué he-
luz; y fue la luz. / Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz
mos nacido y hemos vivido» (Eco, 1996: 144 y 152). Narramos por-
de las tinieblas. / Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó No-
que queremos encontrarle sentido a nuestro estar en el mundo.
che. Y fue la tarde y la mañana un día.
La narración ordena, articula, significa el caos que habitamos y
confiere origen, sentido, finalidad a nuestra experiencia (Chilun, Miguel de Cervantes Saavedra, El Quijote:
2000). «La narrativa nos ofrece la posibilidad de ejercer sin límites esa En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha
facultad que nosotros usamos tanto para percibir el mundo como para mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga
reconstruir el pasado. [...] A través de la narrativa adiestramos nuestra antigua, rocín flaco y galgo corredor.
capacidad de dar orden tanto a la experiencia del presente como a la Juan Rulfo, Pedro Páramo:
del pasado» (Eco, 1996: 145). Nuestra educación sentimental, moral,
Vine a Cómala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro
cultural y política se realiza a través de la narración. «No hay que ol- Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en
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cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues las parábolas, los diarios de viaje, los argumentos políticos o ideológi-
ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. cos, las memorias personales. La investigación y la teoría toman for-
mas narrativas para producir sus argumentos. Asistimos, entonces, a
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Esta herencia de explicarnos desde la experiencia narrada es celebrada un giro interpretativo que lleva a que «la teoría se mueva por analo-
en extremo por las culturas mediáticas. Así, en nuestra sociedad, asis- gías, por una comprensión «como si» [...] Cuando el curso de la teoría
timos a «un crecimiento de lo narrativo frente a lo argumentativo o cambia, las convenciones con las que ella se expresa varían también
informativo y de lo individual o microsocial frente a lo macro o lo es- [...] Las analogías provienen ahora más de los artefactos de la perfor-
tructural de la cultura contemporánea» (Ford, 2001: 246). Lo para- mance cultural que de los de la manipulación física: provienen del tea-
dójico es que, «para modernizarnos», en una sociedad heredera de lo tro, la pintura, la gramática, la literatura, la ley, el juego [...], analogías
ilustrado y que celebra lo racional y conceptual, asistamos a una na- explicatorias que son al mismo tiempo la evidencia de la desestabili-
rrativización generalizada. Esta necesidad compulsiva por relatar que zación de los géneros y del surgimiento del giro interpretativo» (Geertz,
es propia de la comunicación contemporánea se documenta en el éxi- 1991: 66). Habitamos la narrativización de la sociedad.
to del cine y la televisión y el descrédito de la razón y la ciencia. Este Esta narrativización de la sociedad ha llevado a que los modos de
hecho documenta: «1) el crecimiento de las zonas de información ge- narrar habiten la ambigüedad, los intersticios, lo flexible y la mezcla.
neral en los periódicos y también de sus lectorados y el decrecimiento A eso, Vilches (2001) lo ha llamado lógica fuzzy, «La lógica fuzzy es
de la lectura de las “zonas duras” (política, internacional, economía); que nada es absoluto. Lo indistinto, lo brumoso, el matiz. La lógica
2) la sucesión de casos que conmocionaron a la opinión pública y que fuzzy en el ámbito del discurso narrativo es el contexto de la confron-
generaron no sólo más debate, sino mayor continuidad y señalización tación entre el universo filosófico narrativo de Aristóteles y el de Bu-
en los medios que los temas planteados estructuralmente desde el Es- da. Ante la lógica aristotélica que afirma que toda cosa debe o ser o
tado o desde la sociedad civil; 3) el surgimiento y el éxito de los géne- no ser, sea en el presente o en el futuro, Buda proclama que el mun-
ros o subgéneros, fundamentalmente televisivos, estructurados a par- do no es eterno-no-eterno, ni tampoco que el mundo sea finito o infi-
tir de casos reales» (Ford, 2001: 249). La vida se cuenta, ésa es la gran nito. La idea fundamental del budismo es ir más allá de los mundos
promesa de los medios de comunicación de masas. opuestos, construidos por distinciones intelectuales y contaminacio-
En la actualidad, la vida, la ciencia, el conocimiento, se relatan en nes emocionales» (Vilches, 2001: 127). Esta lógica fuzzy llama a la
una diversidad de formatos que prometen realidad pero en forma de ambivalencia como lógica narrativa. En todo caso, lo que va a quedar
ficción; son encantadoras maneras de fabular el mundo de la vida; la de nosotros son nuestras historias, nuestros relatos. Para nuestro ca-
ciencia se ha convertido, también, en un asunto de narración. «Los in- so, somos parte de tradiciones narrativas como la telenovela y el bole-
dividuos que se piensan a sí mismos como científicos sociales son li- ro, el Chavo y Cantinflas, el tango y el vallenato. Esta tradición crea
bres ahora de dar a su trabajo la forma que deseen en términos de sus experiencia estética en la recepción, produce culturas que comparten
necesidades, antes que en términos de ideas heredadas sobre la forma productores y audiencias (Chilun, 2000).
en que eso debe o no ser hecho» (Geertz, 1991: 65). Así, la clasifica- El poder revelador de la narración está en que sólo si vivimos pode-
ción de los pensadores no se realiza desde las ciencias (filosofía, psico- mos contar; vivir significa encontrar nuestros modos de narrarnos.
logía, antropología...), sino desde su estilo narrativo. Asistimos a nue- Quien no experimenta la vida no tiene nada que contar, ya que somos
vos modos de presentar las investigaciones, como lo son las historias una producción narrativa; narramos porque sólo allí encontramos sen-
literarias, los ensayos artísticos, las fantasías barrocas, los testimonios, tido, en la fábula, en el mito, en el deseo. La condición para narrar es
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tener experiencia, hacer significativa la rutina. «Podría relatar, a modo gibilidad de lo comunicado, experiencia que permite generar comu-
de ejemplo, cuánto me conmovió, en un viaje por la península Ibérica, nidad de sentido sobre la comunicación. La narrativa es una perspecti-
entrar por fin en una catedral en la que ninguna luz eléctrica había os- va para captar el significado o el funcionamiento de los fenómenos co-
curecido todavía con su iluminación el auténtico lenguaje de las anti- municativos; es una matriz de comprensión y explicación de las obras
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guas catedrales de España y Portugal» (Gadamer, 1991: 117). «Nin- de la comunicación. Para comprender cómo se entiende aquí, veamos
guna luz eléctrica había oscurecido», he ahí el asunto diferencial de lo cómo la categoría «narrativa» se ha utilizado en diversos sentidos:
narrativo, que implica no oscurecer con la tecnología sino revelar, visi-
bilizar, mostrar aquello que sólo se vive viviendo, teniendo experien- • Autor/obra: Aquí se entiende por narrativa el análisis de la pro-
cias, construyendo vivencias. ¡Sólo si vivimos construimos historias! ducción de un autor que haya construido una obra. Se busca com-
No es la alucinación tecnológica y esteticista de la cultura mediática prender su estilo audiovisual, sus recurrencias temáticas, sus mo-
el factor que promueve la comunicación, es su forma de narrar y su dos de intervenir la sociedad, sus planteamientos filosóficos y
cuento contado; los media tienen que encontrar sus modos de narrar narrativos. Una obra es maestra (Hitchcock, Bresson, Renoir,
porque se ha probado que la tecnología encandila pero no cuenta sola. Rossellini, Hawks, Ford) porque se destaca respecto a su contexto
Los humanos requerimos de héroes con los cuales identificarnos y gene- histórico, se revela contra el aparato económico-industrial, abre
rar deseo. Héroes herederos del amor; portadores de sabiduría; protec- perspectivas (Cassetti, 1994: 91-106).
tores de nuestros destinos. Y esos héroes y esos mitos nos los deben • Periodo: Es la narrativa de una etapa temporal en un autor o una
brindar los medios de comunicación como los grandes narradores de cinematografía establecida; por ejemplo, la narrativa de Buñuel
nuestro mundo que son. Esa pulsión por fabular el mundo de la vida y en México o la narrativa del cine argentino en la década de 1990.
esta energía por encontrar sentido en el mundo marca las culturas mediá- Se intenta comprender los elementos temáticos, las historias, las
ticas. Ahí está el poder de los media, sólo que, todavía, los medios de co- estéticas y los modos de producción dentro de una época deter-
municación no saben narrar, de ahí los continuos fracasos industriales y minada.
culturales. Por ahora debemos conformarnos con atisbos en cine, vídeo,
televisión, Internet, que nos permiten imaginar que todo puede ser po- • Escuela o movimiento: La narrativa da cuenta de un modo de
sible. Falta todavía experimentar; al mercado, también, le conviene. enfrentar y realizar la obra audiovisual; por ejemplo, la narrativa
del cinema novo brasileño o del neorrealismo italiano o del dogma
La pregunta política es si esta sociedad narrativa (y narratológica)
responde a una cultura de búsqueda, de construcción de nuevos relatos holandés o de la nouvelle vague francesa o del free cinema inglés o
de desarrollo, o es una vuelta de tuerca sobre el control, la segmenta- del new american cinema estadounidense. Se analiza un conjunto de
obras como expresión de una propuesta de pensamiento, estilo
ción no democrática, el poder distributivo en redes no centralizadas, el
flujo financiero/cultural, la reestructuración de los mercados, [...], un audiovisual y acción política.
dispositivo transmisor de sabiduría o de conocimiento o un dispositivo • Nacionalidad: La narrativa de una comunidad audiovisual aco-
de control y degradación social (Ford, 2001: 283). tada por el territorio simbólico desde donde se produce; por
ejemplo, la narrativa del cine español o del cine iraní. Se estable-
1. ¿Qué es la narración? cen las relaciones, las propuestas y las prácticas que caracterizan
la obra de un país. El cine y toda la comunicación reflejan las as-
La narrativa se ha constituido en «saber, oficio y práctica» que com- piraciones y los miedos de una comunidad, producen un horizon-
parten los productores y las audiencias; saber que posibilita la inteli- te de la identidad.
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• Representación: Los medios de comunicación expresan modelos mediático mantiene las huellas del gesto narrativo que le ha dado vi-
de colocación del sujeto en ideologías, estrategias para estabilizar da. ¡Eso es lo propiamente comunicativo! ¡Su adentro!
los significados respecto a temas clave como la mujer, los inmi- El poder de interpelación (comunicar, llamar la atención, tener im-
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grantes, los jóvenes. Entonces, no se pueden analizar y comprender pacto) que tiene la narración se encuentra en que propone una relación
los modos en que una sociedad piensa políticamente un asunto a emocional y comprensible desde y en el hecho de contar historias. Po-
partir de las narraciones que proporcionan los medios de comuni- demos no saber qué significa, pero sabemos cómo disfrutar su historia.
cación. Se analizan los modos en que el cine, la televisión, la litera- La narrativa no es un aspecto del lenguaje, aunque todo el mundo lo ve
tura o cualquier otra mediación comunicativa establecen referentes como un producto del mismo (¡la dominación de la escritural!). La na-
respecto a determinadas realidades o sensibilidades, como lo feme- rrativa es una forma de pensar desde el contar, su fuerza se encuentra en
nino, lo étnico, lo juvenil, lo marginal; por ejemplo, la narrativa de que es un dispositivo de fabulación, de encantamiento, una estrategia
lo femenino en la televisión española. El argumento es que los me- de buscar la forma de la experiencia de la vida. «Los textos narrativos
dios de comunicación, a su vez, son ventanas abiertas al mundo, es- son aquellos cuyo significado está en las historias (en el cuento conta-
pejos de la vida y referentes colectivos de los modos legítimos de do)» (García Jiménez, 1996: 17). No hay narración que no esté media-
ser en la sociedad que participan de la producción de la realidad tizada por signos, símbolos y textos (Ricoeur, 2000: 203):
hasta el punto de reproducirla en toda su densidad y consistencia,
de liberar su sentido escondido y mostrar sus sobresaltos íntimos. • Mediación a través de los signos: con ello se afirma la condición
originariamente lingüística de toda experiencia humana. El ca-
Estos modos legítimos y constituidos de estudiar la narrativa, la asu- mino más corto entre mí y yo mismo es la palabra del otro, que
men como categoría para comprender el hecho comunicativo «desde me hace recorrer el espacio abierto de los signos.
el afuera» (autor, periodo, movimiento, nacionalidad o representa- • Mediación a través de los símbolos: expresiones con doble sentido,
ción); por el contrario, la propuesta de este texto es comprender la que produce un conflicto de interpretaciones. No hay quizá crea-
narrativa mediática en el «adentro»: en él se quiere encontrar el mo- ción simbólica que no esté arraigada, en última instancia, en el
do propio de comunicabilidad de la obra mediática. En este sentido, acervo simbólico común a toda la humanidad.
se asume que la narrativa (Vladimir Propp en García Jiménez, 1996: • Mediación a través de los textos. Gracias a la escritura, el discurso
16-17) es la forma del contenido (acontecimiento, acción, persona- adquiere una triple autonomía semántica: respecto a la intención
jes, espacio y tiempo) y la forma de la expresión (sistema semiótico del locutor, respecto a la recepción del auditorio primitivo y res-
de mediación del narrar: radio, tele, teatro). Se afirma la narratividad pecto a las circunstancias económicas, sociales y culturales de su
como una racionalidad intrínseca que busca hacer legible los mensa- producción. Lo escrito obtiene la condición de devenir-texto del
jes a través de las estrategias de organización del discurso mediático; discurso.
como formas del relato que comparten procedimientos comunes y
referencias arquetípicas vinculantes a partir de los referentes mora- La narración opera en estos tres niveles: signos, símbolos y textos que
les, estéticos y dramatúrgicos conocidos (Chilun, 2000). La narrativa marcan el acto de narrar pero se diluyen en historias. La narración es
se refiere, aquí, a los mecanismos mediante los cuales se establece el un proceso por el que una obra audiovisual sugiere a un espectador
intercambio simbólico y dramatúrgico entre quien produce y quien los pasos que lo conducen a completar una historia, a comprender lo
asiste al mensaje mediático. Todo porque cada acto de comunicación contado, no lo que se quiso decir. Así, la narración es un compendio
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de instrucciones que orientan la producción, la percepción y la com- • Selección y disposición de los acontecimientos y de las acciones
prensión del relato. Estas instrucciones se refieren a esquemas de narradas, que hacen de la fábula una historia completa y entera,
contar establecidos en la sociedad (géneros y formatos), esquemas que consta de principio, medio y fin.
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de referencia (historias canónicas), esquemas procedimentales (drama- • Acciones que provocan un cambio de suerte, un «nudo» por des-
turgia) y esquemas estilísticos (marcas de significación que constru- hacer, una «peripecia» sorprendente, una sucesión de incidentes
yen comunalidades y diferencias) (Cassetti, 1994). Esto significa que «lamentables» u «horrorosos».
la narrativa se concreta en su «adentro» como una serie de formas • Producción de historias, en la medida en que compensa la peripe-
efectivas de conexión de los acontecimientos (relaciones de causali- cia mediante el reconocimiento, que sella el destino del héroe
dad o contradicción), construcción de la temporalidad (orden, fre- mediante un último acontecimiento que aclara toda la acción.
cuencia, duración), relato desde el espacio (relaciones de elementos, • Toda historia debe producir en el espectador la catarsis de la com-
ambientación y montaje) y constitución del estilo (procedimientos pasión y del terror.
técnicos, lingüísticos y estéticos). Así, la narración es el acto de inter-
pelar (llamar a relación) a partir de la actuación de diversas estrate- 2. Narración y cultura mediática
gias de comunicabilidad que presentan tres ejes de acción: la unidad
de personaje o sujeto, la unidad de espacio o universo del relato, y la El potencial de acción simbólica de los medios de comunicación está
unidad de tiempo. Ricoeur (2000: 190) afirma que el tiempo es el en la competencia que tiene para producir vínculo y conexión entre
elemento fundamental para la narración: «El carácter común de la los seres humanos, para imaginar relatos en los que quepamos todos.
experiencia humana, señalado, articulado y aclarado por el acto de Para realizar este ideal comunicativo, los medios tienen como poten-
narrar en rodas sus formas, es su carácter temporal. Todo lo que se cial el hecho de que son máquinas narrativas. La narración o su efec-
cuenta sucede en el tiempo, arraiga en el mismo, se desarrolla tem- to, llamado trama o historia, produce dispositivos de comprensión so-
poralmente; y lo que se desarrolla en el tiempo puede narrarse». cial, como muy bien ejemplifica Eco en El péndulo de Foucault,
La trama es el resultado, pero, a su vez, el acto de producción de la cuando Jacobo Belbo dice: «Yo jugaba con el folletín, para darme un
narración. Siguiendo a Ricoeur (2000: 191-197), la trama es el con- paseo fuera de la vida. Me tranquilizaba porque me proponía lo inal-
junto de combinaciones mediante las cuales los acontecimientos se canzable [...] Tenía razón Proust: la vida está mejor representada en
transforman en una historia o bien, correlativamente, una historia la música mala que en una Missa Solemnis. El arte nos engaña y nos
se extrae de los acontecimientos. «La trama es la mediadora entre el tranquiliza, nos hace ver el mundo tal como los artistas quisieran que
acontecimiento y la historia». Toda trama es una forma de síntesis de fuese. El folletín hace como si bromeara, pero luego nos hace ver el
lo heterogéneo, «Un tomar conjuntamente, que integra acontecimientos mundo tal como es, o al menos tal como será» (Eco, 1996: 132). He
en una historia y que compone, conjuntamente, factores tan heterogé- aquí un testimonio del potencial de conexión e identificación que
neos como las circunstancias, los personajes con sus proyectos y moti- generan los relatos mediáticos, no es evadirse de la realidad, sino ir al
vos, interacciones que implican cooperación u hostilidad, ayuda o encuentro de las experiencias de la vida. «La asociación de imágenes,
impedimento y, por último, casualidades». La narrativa, entonces, ambientes, razones, sentimientos y sensaciones con la contextualiza-
puede ser comprendida como «el acto de hacer-relato», como la ac- ción de detalles de la vida privada [...] forma lazos dialógicos que
ción de «elaboración de la trama», que se expresa en cuatro interven- implican a la audiencia en la recreación de significados o realidades
ciones: [...], significa interactuar imaginativamente la relación entre la ex-
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periencia personal y aquellos códigos y convenciones con cuyas imá- nar cinco tipos clásicos de conflicto como origen del relato: ser huma-
genes se identifica por razones de uso, gusto y popularidad, así como no frente a hombre; ser humano frente a sociedad; ser humano frente a
de criterios estéticos, ideológicos y de activismo político, creando así él mismo; ser humano frente a naturaleza; ser humano frente a desti-
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narrativas interiores y marcos de acción» (Buxó y De Miguel, 1999: no. Y una más, productores vs. audiencias: «La relación de hegemonía
19). Comprender las máquinas narrativas mediáticas significa, en- de los emisores frente a la resistencia de las audiencias requiere de la coope-
tonces, adentrarse en uno de los modos preferidos de intervención ración. Para que haya conflicto es necesario que haya cooperación para
cultural en la sociedad contemporánea. que éste pueda realizarse. Pero cooperación no significa consenso. No
En este texto se quiere afirmar que la especificidad de la comunica- hay duelo sin acuerdo previo entre las partes, sin una necesaria seduc-
ción se encuentra en la narración; que comunicar es la búsqueda de las ción por el otro que le lleva a buscarlo para encontrarlo en el terreno
formas antes que la de los contenidos que se despliegan; que el comu- de la lucha. No hay lucha o resistencia sin terrenos comunes, de en-
nicador es un experto en la narración, antes que un productor de teoría tendimiento sobre algunas reglas. ¿En qué consiste esa cooperación?
social; que comunicar es producir conocimiento desde el acto de na- Precisamente en la aceptación del conflicto como base de la comuni-
rrar. Así, las narrativas mediáticas son simultáneamente dispositivos cación, en la evidencia de que sin conflicto no hay comunicación. Sin
de producción y dispositivos de análisis de la actuación de los me- conflicto no hay historia, no hay narración. Como el virus, el conflicto
dios de comunicación. ¿Qué se estudia para la producción/análisis de tiene por misión desarrollarse y autorreplicarse» (Vilches, 2001: 135).
las narrativas mediáticas? El contar, el narrar, el conflicto, las compe-
tencias, las intervenciones, el estilo, la memoria, la significación. Competencias narrativas: La potencia de las culturas mediáticas se
halla en el hecho de que productores y audiencias comparten las
El contar: En el acto comunicativo, el habla situada en la acción so- competencias narrativas: lo que se produce se sabe comprender.
cial constituye sus significaciones en la práctica de los participantes: ¿Desde qué competencias? Desde las competencias de producción,
dramatúrgicas, referenciales, estéticas y de modo.
• el contar: quién lo dice, a quién, cómo, cuándo, respecto a qué.
• el contexto: los estilos, los canales, el contexto en el cual actúa.
• Competencias de producción: Los modos, como las lógica» de
• los propósitos, los intereses y las metas (las intenciones).
producción y consumo, determinan la producción del relato.
El narrar: El acto y el acontecimiento de narrar construyen modelos • Competencias dramatúrgicas: Las estrategias y las tácticas de
comunicativos en los que interactúan todos los actores, para generar así construcción y resolución del conflicto, de construcción de perso-
«un flujo de transferencias y reacciones interpersonales» (Buxó y De najes y de manejo temporal.
Miguel, 1999: 14). Los elementos narrativos que participan en él son: • Competencias de referentes narrativos: Los modelos narrativos
• Los sujetos: el productor, el actor y el espectador o la audiencia. que intervienen en el relato (géneros y formatos) como mecanis-
• Lo dramatúrgico: el argumento, la caracterización de los persona- mos expresivos en los cuales se negocia entre tecnologías, oralida-
des y matrices culturales.
jes, las acciones.
• Las intenciones: los contextos y las finalidades. • Competencias estéticas: Las marcas culturales, de estilo y de mo-
do de contar que se establecen en la expresión mediática, que ac-
El conflicto: La narración tiene como fundamento una situación del tualizan valores y juicios acerca de lo bello o lo aceptado como
conflicto producida por una carencia inicial. Así, nos podemos imagi- institución del gusto validado.
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• Competencias de tono: Los puntos de vista que toma el relato se- narrativa, e intervenimos/producimos el mundo de la vida desde los
gún la intención de expresión y representación desde la que se relatos. Los medios de comunicación «funcionan como soportes cul-
producen los mensajes. turales uniendo memoria, representación, ritual y narración» (Buxó
y De Miguel, 1999: 17).
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to» (Vilches, 2001: 134). Otro modelo paradigmático es Shakespea- tiva podría generar industria, se rompería la comunidad entre pro-
re, en quien se dice que están contenidos todos los modos de contar ductores y públicos. Lo cierto es que requerimos tener referencias
posibles. Así, la narración es «un laboratorio de formas en el que en- modélicas narrativas desde donde producir, disfrutar e interpretar
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sayamos las configuraciones posibles de la acción para comprobar su ¿Cómo se puede comprender el género como mecanismo referen-
coherencia y su verosimilitud» (Ricoeur, 2000: 194). te del acto de narrar? Una estrategia para asegurar la comunicabili-
La imaginación reglada a la que se alude tiene un marco potente dad, unas fórmulas para estabilizar el desorden de la creación; unos
de comprensión desde la categoría de genero. El género es definido co- referentes desde donde enfrentar el acto de narrar, los modos de ase-
mo la forma del contenido, la forma que toma el relato, según Bajtin. gurar el movimiento narrativo, y una táctica para generar arquetipos
El género es un conjunto de reglas comparadas que permite al autor y producir identificación; un modelo para organizar la producción y
utilizar formas comunicativas reconocidas que generan un sistema la industria y los rituales de producción; unos modos de encuentro
propio de expectativas para las audiencias (figuras recurrentes, perso- con las lógicas culturales de cada sociedad.
najes, ambientes, referencias históricas, temas, referencias a la litera-
tura y a las otras artes, estilo...). Los géneros son matrices culturales Estrategia de comunicabilidad: Los géneros son un conjunto de
universales, populares y tradicionales; por lo tanto, asignan una com- reglas, estructuras repetitivas y convenciones que garantizan la esta-
prensión (casi) universal a las historias. No son los temas, son los mo- bilidad de la comunicación entre el autor o la industria y el especta-
dos de contar los que generan comprensión universal. La categoría gé- dor. No se conserva hasta el infinito, sino que se transforma, pues su
nero sigue siendo problemática en su comprensión, pues cada campo forma de operar es hacerlo en la tensión entre lo conocido y lo inno-
académico (la literatura, el cine, la televisión) ha llegado a unos vador. El género, por tanto, establece un contrato entre productores
acuerdos específicos. Unos se refieren a los géneros mediante el dis- y audiencias al producir un conjunto de convenciones comparadas,
positivo de la comunicación (discursivos, epistolares, literarios, mu- no sólo con otros textos similares, sino también entre textos y au-
sicales, dramáticos, radiofónicos, cinematográficos, Televisivos), diencias, textos y productotes, productores y audiencias. Constituye
mientras que otros hacen referencia al cine y determinan que son los una práctica cultural (Mazziotti, 2001: 182-183).
estilos mediante los cuales se cuentan las historias (por ejemplo, el
western, el policiaco, la ciencia-ficción, la comedia...); unos más creen Referente narrativo: El género establece los modos en que se arti-
que son los diversos tonos del relato (como el melodrama, la tragedia, cula la disrupción/restauración de la pérdida del equilibrio inicial a
la comedia, la épica...); otros afirman que son los formaros (la tele- causa de la aparición del conflicto (Mazziotti, 2001: 183). Ahora
novela, la sitcom, el talk sbow, el reality); los minimalistas, finalmente, bien, el modo de contar la búsqueda del sujeto de la historia tiene un
terminan distinguiendo sólo entre ficción y realidad. Lo único claro canon clásico aristotélico que establece «personajes que realizan o su-
es que el género como modelo expresa un tono, un modo de construir fren acciones en el transcurso de los acontecimientos, y cuyas accio-
la historia, unas convenciones compartidas entre productores y nes transforman la situación de un personaje a partir de un estado
públicos en el modo de contar la historia. Si a esta confusión se le inicial a un estado final [...] Los preceptos aristotélicos dicen que el
agrega el hecho de que hoy reina lo intersticional, lo híbrido, lo múl- personaje no sea ni peor ni mejor que nosotros, que sufra rápidos
tiple, la conclusión podría ser que no hay géneros puros en la expre- cambios de fortuna, peripecias y anagnórisis, que la acción llegue a
sión y que todo da lo mismo. Pero no es así, pues si existiera ese caos un punto de catástrofe al que siga la catarsis» (Eco, 1996: 135-136).
nada podría ser comprendido masivamente, ninguna obra comunica- Los géneros trabajan sobre arquetipos o referentes morales universales
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a los que siempre se alude, pues todo género recupera mitos, temas y nica (establecen modelos para el acto de narrar) y económica (gene-
problemas que encarnan intentos instituidos como modos legítimos ran industria). Los géneros actúan como formas ritualizadas que or-
de leer el mundo y estructurar el sentido social. «La narración se basa ganizan los modos de la narración mediática:
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• Estructura: esqueleto de la historia articulado de manera cohe- Bibliografía
rente. Establece las acciones clave y fija sus relaciones y las pautas
Buxó, M.” Jesús y De Miguel, Jesús M. (1999). De la investigación audiovisual.
de las transiciones. Barcelona: Proyecto a.
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