CRÓNICA DE LA ÉPOCA:
La inflación de 1984 ascenderá al 700%, pero las exportaciones aumentan a 8.500 millones de dólares
contra 5.000 millones de importaciones. La deuda externa, según revela el ministro de Economía,
Bernardo Grinspun, asciende a 45 mil millones de dólares. Durante la campaña electoral Alfonsín
defendió la necesidad de politizar la deuda, ya que las políticas de ajuste ortodoxo recomendadas por
los organismos internacionales debilitarían las nacientes de mocracias de la región, demasiado
vulnerables para soportar los efectos sociales de las medidas de austeridad. Alfonsín prometió pagar
sólo los compromisos legítimos de la cuantiosa deuda legada por la dictadura militar. El 12 de enero,
en la primera conferencia de prensa que ofreció al asumirel gobierno, Alfonsín volvió a repetir estos
conceptos y expresó su preocupación porel alza de lastasas de interés, que aumenta lo que la Argentina
debe pagar este año.
SE DISTRIBUYEN LAS CAJAS PAN ENTRE LOS MÁS NECESITADOS
Dos kilos de harina, leche en polvo, dos kilos de azúcar, dos litros de aceite, tres kilos de fideos, dos
kilos de arroz, un kilo y medio de comed beef, lentejas y porotos: éstos son los alimentos que contienen
las primeras 800 mil cajas que el Gobierno reparte entre los sectores carenciados, a través del Plan
Alimentario Nacional (PAN). El proyecto del PAN fue convertido en ley el 15 de marzo, después de
sufrir modificaciones en ambas cámaras legislativas.
Sudamericana, 1990.
PARA SABER MAS…: Como ampliación del tema publicamos parte de una nota en El
Bicentenario Fasc. N° 10 período 1990-2010 a cargo de Guillermo Vittelli, economista e
historiador.
Las dos hiperinflaciones argentinas tienen raíces y objetivos diferentes aunque se entroncan con un
mismo entorno externo que acentúa los saltos en los precios: se formaron al tiempo que la
macroeconomía mundial se mueve con reducida liquidez, reticencias al otorgamiento de créditos, pisos
elevados en las tasas nominales de interés, reflujos de capitales y exigencias de pago de las deudas
externas contraídas en la década de 1970. Y esos rasgos no son ajenos a sus desenlaces.
La primera hiperinflación argentina se enlaza con los planes de ajuste lanzados en junio de 1985 y
agosto de este año, el Austral y Primavera, que procuraron captar recursos líquidos en moneda externa
posicionando las tasas internas de interés muy por encima de las externas en un contexto de estabilidad
del tipo de cambio. Así se procuró suplir las escasas divisas logradas a través del intercambio
comercial otorgando premios exorbitantes al ingreso de capitales especulativos. Pero esos rendimientos
no podían perdurar.
Además, desde el lanzamiento del plan de agosto último y hasta el estallido de la híper, la inflación
sumó 109,5 por ciento, mientras que la devaluación fue solamente del 23 por ciento. Cualquiera
pronosticaba allí una corrida contra la moneda local. Por eso, en estos meses comenzó el rápido
drenaje de las escasas divisas que se poseen, y se llegará a comienzos del año próximo con sólo 400
millones de dólares en las arcas locales: las grandes ventas de reservas acentuarán la percepción de
imposibilidades de pago de las altas rentas, desencadenando la inmediata ruptura inflacionaria del plan
iniciado en este año.
Durante esta coyuntura, similar a los quiebres de todo plan de ajuste anterior, la capacidad de la
autoridad económica para prevenir o minimizar las devaluaciones y las aceleraciones de precios es
extremadamente reducida. Así, este entorno carente de divisas y de alta puja distributiva confluye en un
saltade precios cercano al 200 por ciento mensual cuando la autoridad económica procura lograr
divisas externas y recursos para las arcas fiscales gestando alzas pautadas en los precios internos: se
estima que hacia julio del año próximo sextuplicará las tarifas públicas mientras se implantará una
devaluación de la moneda local cercana al 150 por ciento.
Esos aumentos acentuarán los incrementos de precios ya que los intentos por captar recursos desde el
cambio en los precios relativos ocurrirán al tiempo que la economía transitará aún el tramo
inflacionario de ruptura del plan de ajuste previo.
Una posible segunda hiperinñación podría encontrar a las autoridades económicas procurando,
deliberadamente, licuar activos monetarios internos. Esa sería la diferencia con la primera. Para
vehiculizarla, se podrían lanzar dos aceleraciones pautadas de precios, que serán contestadas por los
agentes económicos que rápidamente ajustarán sus precios a los que intente definir la autoridad
económica. Pero el objetivo de política económica se cumplirá al diluirse la deuda pública en moneda
local a niveles intrascendentes por el efecto de la inflación.
El encadenamiento de las dos hiperinflaciones señala que la evasiva de los mercados financieros
externos a otorgar créditos durante la presente década extenderá, hasta comienzos de la década
siguiente, el empleo de los planes de ajuste como instrumento de corto plazo para obtener fondos
líquidos en monedas externas. Pero su reiteración, aunado al aprendizaje de los agentes económicos,
motivará que sólo gesten saltos desequilibrantes en los precios internos. (Fuente: El Bicentenario Fasc.
N° 10 período 1990-2010 a cargo de Guillermo Vittelli, economista e historiador.)