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Crónicas marcianas nació uno de los libros de ciencia ficción más famosos del siglo XX

SINOPSIS
Los marcianos presienten que unos seres alienígenas, llamados humanos, están a punto de
llegar a su planeta. Primero intentarán rechazarlos con violencia y técnicas mentales, pero
finalmente los humanos dominarán Marte, trayendo consigo anhelos y problemas que ya
tenían en la Tierra.

ANÁLISIS
Dejando de lado Fahrenheit 451, Crónicas marcianas es posiblemente el libro más conocido
de Bradbury. A pesar de su fama, y de ser interesantísimo, el conjunto no deja de ser
irregular, donde unos relatos muy sólidos conviven con otros más flojos, apañados entre
ellos por conexiones muchas veces muy forzadas. Crónicas marcianas sigue la evolución de
Marte desde los primeros intentos de los humanos por llegar al planeta en 1999, hasta la
desaparición de la humanidad, y de los marcianos (aunque hay un resquicio de esperanza),
en 2026.

En un primer momento, los humanos son rechazados de maneras muy originales, luego toman
posesión del planeta e intentan que Marte sea una nueva Tierra. Entonces estalla una guerra
atómica en la Tierra, e incomprensiblemente los humanos deciden volver (esta decisión
es lo que más me desconcierta de este libro); la parte final, que para mí es la más floja, son
historias de unos pocos humanos que se han quedado en Marte.

Como no podía ser de otra forma viniendo de Bradbury, hay partes poéticas preciosas y
partes muy juguetonas, con una creación de Marte muy exuberante e imaginativa. En
los cuentos, con toques melancólicos, humor, y varios giros, el autor te habla de
espiritualidad, materialismo, racismo, anhelos de cariño, colonialismo, o espíritu de
supervivencia.

Cuentos y enlaza-cuentos
Bradbury va alternando cuentos propiamente dichos, los cuales tienen protagonistas y
conflictos distintos, con pequeños pasajes independientes y titulados que sirven para enlazar
un relato con otro, y se vea la evolución de Marte.De estos últimos, me gustan mucho el que
abre la colección, “El verano del cohete”, por el hálito poético que tiene, y lo divertido que
era Bradbury para mostrar los efectos del despegue de un cohete en un pueblo; “Noche de
verano”, que es el más largo de estos pasajes enlaza-cuentos, por lo misterioso que resulta
que los humanos se están colando en las mentes marcianas sin ellos saberlo; o “Los
músicos”, donde un Bradbury macabro muestra a niños tocando el xilófono con las cajas
torácicas de los cadáveres de marcianos, antes de que los bomberos lo quemen todo
(bomberos que encienden fuegos, ¿ya le estaba dando vueltas Bradbury a Fahrenheit 451?).

Ray Bradbury

Pasando a los cuentos, “Ylla” es el primero, y es uno de mis favoritos. Bradbury aprovecha
a mostrarte la civilización de Marte, con frutos dorados creciendo de paredes de cristal, libros
metálicos con jeroglíficos, casas que giran buscando el sol, o pájaros de fuego que transportan
doseles cargados de marcianos. Ylla lleva veinte años casada, y comienza a tener visiones de
la llegada de un hombre. Bradbury muestra lo atrapada que se siente en ese matrimonio, y
los celos que esas visiones provocan en su marido.

“Los hombres de la Tierra”. Es una gozada. Tras una primera expedición fallida (la
explicación viene en el anterior relato), los hombres por fin llegan a Marte, pero les
desconcierta lo fríos que se muestran los marcianos. Después de hablar con varios, finalmente
llegan a un sitio donde les hacen la recepción que ellos esperaban… sin saber que les aguarda
una desagradable sorpresa. Aquí Bradbury habla del ego inflado de algunos, y de dar por
supuesto que todas las civilizaciones siguen los mismos patrones.

“La tercera expedición” es uno de los mejores, si no el mejor. De nuevo, unos astronautas
llegan a Marte, pero para su sorpresa descubren que han llegado a un pueblecito de Estados
Unidos. Aturdidos, creen que han viajado en el tiempo por alguna paradoja temporal, pero al
encontrarse con seres queridos que habían perdido, llegan a la conclusión de que han
alcanzado una especie de cielo. Es muy bonito, te habla del anhelo humano de la
inmortalidad, y acaba con un giro triste.

“Aunque siga brillando la luna” habla de la colonización. Llega una cuarta expedición, y
los marcianos corpóreos han muerto de varicela (los etéreos siguen vivos), llevada por los
anteriores astronautas. Uno de los hombres parece volverse loco al matar a otros. Lo que
realmente sucede es que intuye que los humanos destrozarán Marte para crear una nueva
Tierra, ignorando todo lo que había antes, y quiere evitarlo.

“La mañana verde” es intrascendente, y si vale algo es por las imágenes que crea Bradbury.
En él, un hombre está empeñado en que crezcan árboles en Marte, para que se pueda respirar
bien; parece una tarea imposible, pero el misterioso suelo marciano obrará un milagro.

“Encuentro nocturno” es muy curioso. El protagonista, Tomás, se encuentra con un anciano


que reconoce disfrutar de Marte, ya que las cosas cotidianas que daba por sentadas en la
Tierra son distintas en ese planeta. Más tarde Tomás se encuentra con un marciano en
extrañas circunstancias, y nunca se sabe si Tomás se ha encontrado con una visión del pasado
o del futuro, y por tanto, con una civilización muerta o una que ni siquiera ha nacido.

En “Los globos de fuego”, un grupo de sacerdotes viaja de Marte buscando liberar a los
marcianos de posibles pecados. El cuento trata de espiritualidad, de la búsqueda de
transcendencia, y de cómo imponer nuestro punto de vista nos puede confundir cuando
encontramos otra civilización. En mi opinión, tiene el pasaje más bonito de todo el libro,
cuando el protagonista se acuerda de los globos de fuego que hacían volar en su pueblo el 4
de julio cuando era niño.

“Un camino a través del aire” no es el más sutil, pero está bien. Bradbury trata del racismo,
y en él, los negros de Estados Unidos abandonan en masa el país para ir a Marte (lo cual hace
incluso más incomprensible que regresen en cuanto, más adelante, comience la guerra
nuclear).

“El marciano” es bonito y retoma uno de los temas recurrentes de la colección: la posibilidad
de reencontrarse con los seres queridos ya fallecidos. En esta ocasión, una pareja madura
añora que su hijo muerto estuviera con ellos, y para su asombro, este aparece al día siguiente.
Pero ese reencuentro es una ilusión que esconde algo.
“Fuera de temporada” es de los que menos de gusta, a pesar de que habla de la avaricia. Un
hombre pone un puesto de perritos calientes, esperando forrarse con la llegada de más y más
humanos. En un encontronazo con un marciano, lo mata, y más tarde otros marcianos lo
persiguen. El principal problema que le veo es que las acciones de los marcianos no son
muy coherentes: toda esa persecución, todo lo que se molestan, simplemente para acabar
con una ironía.

“Los pueblos silenciosos” es el que menos me gusta. Está muy bien el Marte abandonado
que dibuja Bradbury, pero la trama es bastante tonta (casuales llamadas de teléfono, travesías
en coche que no conducen a nada…), y no acaba de funcionar, a pesar del humor que tiene.
Aquí un hombre que se ha quedado solo en Marte, recibe una llamada de una mujer, y este
espera que sea la mujer de su vida.

“Los largos años” es muy melancólico. Un hombre vive con su familia en un Marte desierto;
cuando llegan unos astronautas, estos se dan cuenta de que la familia no puede estar viva. De
nuevo aquí, el anhelo de que no desaparezcan los seres queridos.

En “Vendrán lluvias suaves” no hay personajes, y es simplemente la destrucción de una


casa automatizada en California, cuando la guerra nuclear está en pleno apogeo. Si merece
la pena es porque está escrito por Bradbury, y la evolución de los acontecimientos es muy
imaginativa.

Cierra la colección un buen cuento, “El picnic de un millón de años”. Todo parece desolado,
pero siendo Bradbury, acaba con una nota de esperanza: una familia humana, que ha huido
de la Tierra y espera la llegada de otra familia, quiere que renazca la humanidad, ahora en
Marte.

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