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Brian Savitzky

Mi nombre es …

y decidí ser feliz

Autor: Brian Savitzky

Editor: Nerit Olaya

FichaTécnica

Título: Mi nombre es... y decidí ser feliz

Autor: Brian Savitzky

Editor: Nerit Olaya Guerrero

Formato: 140 mm. x 210 mm. 176 pp.

Soporte: Cubierta: folcote calibre 12

bond de 90 gr.

Tiraje: 1000 ejemplares

Publicado: Perú. Diciembre del 2016

Edición, corrección de estilo

y cuidado de la edición: Nerit Olaya Guerrero

Diseño y diagramación: Marco Montañez Padilla

marco1950ster@gmail.com

Hecho en Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2016-17144

Editado por:
Nerit Olaya Guerrero.

Cal. Lorenzo Rockovich N° 180 Urb. Maranga, San Miguel,

Lima.

Impreso en:

Printime SAC

Jr. Huancabamba 1060 Int. 113, Breña, Lima.

Primera Edición. Diciembre, 2016

ISBN: 978-612-00-2505-5

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin autoriza-

ción escrita de los editores.


Brian Savitzky

Índice

Capítulo Pág.

¿Qué te dejará este libro? 11


1.
Mi hermano hermana

15
2.
Pobre en cuna de oro
23
3.
Es cuestión de amor

31
4.
El Pichas, un Pito, el Palo y los Ojitos

39
5.
¿Al carajo con Dios?

45
6.
Hijo: ¡Ven! Toma asiento, tenemos que hablar

53
7.
Te quiero hermana
59
8.
“Yo seré feliz el día que mis hijos sean felices”

67
9.
“Papá, Papá, quiero ser Actor”

73
10. Un matrimonio, una pelea y 2 cazados
79
11.
Soy feliz y millonario sin trabajar

85
12.
Es cuestión de tiempo

89
13. Helado de Vainilla
97
14. Mi cuento de cuna
107
15.
Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

113
16.
Gabriel, mi flaco

143
17.
Mi Tenchy
151
18.
Enfermedad Terminal
161

Aquí empezamos... 167

¿Qué te dejará este libro?

Gracias por leerme. Tengo 24 años de edad. Empie-

zo a escribir este libro. Te vas a divertir leyéndolo.

En sus páginas encontrarás historias reales. Pue-

de ser mi vida, puede no serlo. Como quiera que sea, ten por

seguro que cada cirscunstancia, cada etapa, aunque en su

momento hubiera parecido adversa, dejó en mí algo bueno,

dejó en mí bastante... Pero, claro, sólo me di cuenta después.

Por eso escribo este libro, para que no esperes a que pase el

tiempo para que te des cuenta que, cualesquiera que sean tus

circunstancias, tú no estás aquí, en este mundo, por pura ca-

sualidad. Tu vida es algo especial. Tienes la dicha única de

existir, y sólo por este hecho eres alguien con mucha suerte.

Tu vida vale más de lo que crees.

Cuanto te suceda, cuanto ocurra en tu vida, sea lo que fue-

re, siempre puede resultar en algo valioso. Todo — ¡Todo!— lo

que te pase en la vida te deja un aprendizaje. No existe nada

malo. Todo suma, todo siempre es bueno. ¿Demasiado opti-

mismo? ¿Te es difícil de entender? Tranquilo; estamos recién

empezando. Sé que lo que voy a decirte ahora ha sido dicho

muchas veces; yo lo aprendí de Omar Villalobos. Escucha

(sí, escucha; a la vida hay que saberla escuchar): un día tu

papá y tu mamá se conocieron. Y luego de una o varias citas

(para cada caso aplica diferente), un espermatozoide se unió

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B R IANS AVIT ZKY

al óvulo de tu mamá, y simplemente tú empezaste a existir.

En un país como el Perú, la probabilidad de ganarse la lotería

es 1/33 millones. Si compras un ticket de lotería y la ganas,

eres un tipo muy suertudo y dichoso. ¿Correcto? Ahora bien,

el día en el que empezaste a existir solo 1 de 250’000 millones


de espermatozoides ganó la carrera. Es claro, entonces, que el

simple hecho de existir ya te vuelve alguien con mucha suer-

te, alguien único que simplemente es imposible e improbable

que venga “de casualidad”. Es más, ponte a pensar en todas

las veces en las que papá y mamá se unieron en el amor y

simplemente no exististe. Entiéndelo así: desde el principio

de tu vida eres alguien especial, muy especial.

Cuando entendí que tenía mucha suerte por el simple he-

cho de existir, sentí que era dichoso por vivir y ocupar un

espacio aquí en la Tierra. Fue un proceso en el que una serie

de acontecimientos e historias que me sucedieron, me ense-

ñaron, poco a poco, cosas muy importantes para mi vida. De

allí surge el título de este libro, pues en algún momento me vi

como un vivo testimonial de diferentes grupos, diciendo “mi

nombre es Brian y decidí ser feliz”. La idea es que tú, amigo

lector, pongas tu nombre en los puntos suspensivos del títu-

lo. Yo te contaré en estas páginas algunas historias, algunos

hechos, que sucedieron en diferentes etapas de mi vida, y

que no sólo son sucesos importantes en mi historia personal,

sino que dejaron en mí claves para ser feliz. Cada historia que

comparto contigo en este libro tiene el propósito de dejarte

alguna enseñanza que pueda serte útil para que empieces a

ver todo diferente a través del cristal de la felicidad como op-

ción de vida.

Puedes leer los capítulos en el orden que quieras. No es

necesario que sigas la secuencia ordinal (Capítulo 1, Capítulo

2, Capítulo 3… hasta terminarlo). Puedes simplemente abrir

12

¿Qué te dejará este libro?

el libro y decidir leer el que el azar te diga para leer hoy. Tú

decides cómo hacerlo. Lo importante es que sepas que cada

historia tiene un mensaje. Te dirá mi punto de vista. Ojo: es

mi punto de vista; ¡No tienes que creerme! Sólo déjame de-

cirte que a mí me funcionó. Pero este libro no pretende ser

una guía segura hacia la felicidad; es apenas un manojo de

breves historias en las cuales tú decidirás si quieres asumir


un rol.

Gracias por haber llegado hasta aquí en la lectura. Siento

mucha alegría porque estás leyendo esto. ¡Muchísimas gra-

cias! Sé que estas historias te ayudarán, sé que te servirán. Al

menos para saber que es posible caminar el camino que que-

rramos. Valdrá la pena. Estoy seguro que cuando termines de

leer el libro serás al menos un poquito diferente a la persona

que empezó a leerlo. Con que al menos un aspecto cambie,

con que al menos algo de diferente salga de ti al terminar el

libro, es suficiente.

Sin mucho que agregar, te invito a voltear la página y em-

pezar este viaje…

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B R IANS AVIT ZKY

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Capítulo 1

Mi hermano hermana

Una de las claves de la felicidad la encontramos cuando

entendemos y aceptamos verdaderamente que no todos

somos iguales. Entender honradamente el punto de vista de la

otra persona y respetarlo. La tolerancia es la base

fundamental para vivir en una sociedad buena y justa.

También es la base para que puedas ser feliz.

Recuerdo claramente las palabras de los miembros

de un jurado, en un programa de concurso de can-

to muy famoso en televisión, cuando evaluaban a

uno de los concursantes para que formara parte del grupo de

quienes disputarían el único trofeo (que incluía un premio

pecuniario).

—“Felicidades porque uno en este mundo es lo que uno

siente que es. Te felicito porque eres grande” —Dijo uno de los

miembros del jurado.

—“Ahorita estoy nerviosa porque nunca en mi vida pensé

cantar públicamente frente a muchas personas” —Declaró la

participante.

—“¿Nos quieres contar algo más de ti?” —Preguntó otro


de los miembros del jurado.

—“No; nada más. Lo que ven es lo que hay” —Aseguró la

participante en actitud firme que revelaba su satisfacción por

su opción sexual.

—“¿Le dedicas esto a alguien?” —A mi madre. —

—“¿Está ella acá contigo hoy?”

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B R IANS AVIT ZKY

—“No, lamentablemente ahora no está conmigo. Por el

simple hecho de ser como soy, por haber decidido lo que quie-

ro ser, estamos distanciados. Por eso se lo dedico con mucho

cariño porque igual, cambie o no cambie, soy su hijo”—

La concursante fue elegida para que disputara el trofeo

en este famoso concurso de canto. Dicha escena trajo con-

migo una lágrima de emoción y felicidad al ver a ese chico

llamado Marina Pinar estaba logrando su sueño a pesar de

las dificultades que la vida le puso.

—“Yo tengo que decirle a la mamá, que los hijos, son hijos.

Simple. Uno trae los hijos al mundo y luego los hijos hacen su

mundo. Y nosotros, los padres, las madres, debemos respe-

tarlos, adorarlos, amarlos. Porque para eso los hemos traído

a esta vida”. Dijo un miembro del jurado.

—“Marina, demostró su inmenso talento y pudo dejar su

mensaje que llegó a los corazones de todos los entrenadores”.

Dijo una voz en off mientras se mostraban las escenas de un

emocionado, o emocionada, Marina.

¿Tú ya decidiste ser feliz? Pues claramente, en esta socie-

dad, y en estos tiempos, un elemento clave si quieres serlo es

empezar a adoptar en tu vida, la bendita, y a veces algo com-

plicada, ‘tolerancia.’ La escena de Marina y el jurado me trajo

el recuerdo de las “rondas” que hacíamos algunos amigos del

colegio cuando estábamos en tercer año de secundaria. A la

salida de las fiestas de los quinceañeros, ya de la madrugada,

nos íbamos, luego de haber tomado algunos tragos, a una de

las más conocidas “zonas rosa” de mi ciudad, en búsqueda

de nuestros queridos amigos que habían decidido ser ami-


gas. Nos parecía divertido pasar en un carro, con resortera

en mano, y gritarles desde lejos: “¡Maricón! ¡Gay! ¡Travesti!”.

De vez en cuando tirábamos una piedra. Nos asegurábamos

16

Mi hermano hermana

de apuntar a las piernas. Sin darme cuenta, a mis 15 años me

había convertido en una persona completamente homofóbi-

ca. A mi corta edad no entendía el fundamento de cómo unas

personas que son hombres, pueden tener cosas con otros

hombres.

Pasé los siguientes tres años de esa manera. Juzgaba mu-

cho a estas personas. Mi religión simplemente me decía que

era inconcebible que eso sea tolerado. Aún recuerdo cuando

cada vez que veía a una persona así por la calle, o cuando

alguien daba su postura defendiendo el tema, simplemente

me llenaba de rabia e impotencia de cómo no podía hacerle

entender a estas personas que estaban equivocadas.

Pero a mis 18 años pasó algo que cambió todo. Lo narraré

en primera persona, pero podría ser la historia de cualquier

otra persona. Entonces digo que él y yo estábamos sentados

luego de haber ido por unos cigarros. Había estado lloviendo

fuerte y el frío había hecho que nos desplazáramos hacía la

tienda de la esquina. De pronto me dijo: “¿Puedo confiar en

ti? ¿Puedo contarte algo?” Y en ese momento empezó a llorar;

yo no entendía por qué. Lo conocía desde siempre, habíamos

pasado los mejores momentos de mi infancia. Aún no enten-

día qué pasaba. Le pregunté: “¿Hermano, estás bien? ¿Ocurre

algo?” Bastó colocar mi brazo sobre su hombro y el llanto se

hizo incontenible. Nunca había visto a alguien llorar así. Yo

no entendía qué pasaba. Estaba bastante confundido.

Luego de un rato, empezó a hablar: “¿Te acuerdas que

toda una vida mis viejos siempre se sorprendían cuando no

me veían con enamorada? ¿Alguna vez te conté que de peque-

ño prefería jugar con las muñecas en vez de usar las figuritas

de acción? Siempre mis viejos criticaban y se molestaban por

mi manera de caminar, por mis gestos. Pasé mucho tiempo


confundido; no entendía si lo que me pasaba era normal. Me

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B R IANS AVIT ZKY

gustaban más ellos, que ellas. Y ver los tacos de mi mamá

generaban en mí una emoción más fuerte que ver los zapatos

bien lustrados de papá”.

La vida me dio esta sorpresa. Uno de aquellos a quienes

había criticado, maltratado y menospreciado, estaba al lado

mío. Mi amigo de toda la vida, mi mejor amigo, mi herma-

no del alma, se convertía en lo que siempre había criticado.

En ese momento mi pregunta fue ¿Es acaso él tan malo que

merece ser rechazado? ¿Es que acaso vale la pena pasar toda

la vida rechazándolo, criticándolo, sin entenderlo? ¿Es que

acaso, si voy a andar con él, vale la pena llenarme de cóleras,

rabias, frustraciones por no entender que él es diferente? ¿Es

que acaso tiene sentido no entender nunca su posición ante la

vida y el mundo?

Claramente lo que aquí escribo no tiene que ver con pos-

turas religiosas, ni temas morales y éticos, ni con derechos ni

políticas. Este libro solamente es depositario de una serie de

historias que podrían tocarte y estimular tus resortes inter-

nos para que puedas empezar a pensar, al menos, si deseas

ser feliz. Recuerdo que alguna vez, en televisión, alguien dijo

que “vivimos en una época muy compleja en que las redes

sociales, los medios de comunicación en general, el cine, la

televisión, da mucha información. Y necesitamos un mundo

con tolerancia, donde realmente sepamos que todos somos

iguales. Y realmente este tipo de acciones, más allá de temas

religiosos (que son respetables), más importante de lo que

pueda pensar cada uno, en lo personal creo que la tolerancia

en los seres humanos es la base fundamental para poder vivir

en una sociedad buena y justa. No hablo ni de religión, ni es-

tado civil. Hablo de tolerancia y respeto. Nada más”. Dijo con

voz casi quebrada el grande de nuestra música GianMarco

Zignago.

18
Mi hermano hermana

Si deseas ser feliz, estar bien contigo mismo, una primera

cosa que necesitas es una palabra que proviene del término

latino ‘tolerans gen’, ‘tolerantis’, que significa soportar, car-

gar, tolerar. Si estás leyendo esto, papá, mamá, hijo, tía, tío,

jefe, obrero, supervisor, estudiante, profesor, etcétera; quie-

ro decirte que si deseas ser feliz sólo necesitas aceptarte y

respetarte y respetar y aceptar de manera sincera a los de-

más, sus opiniones, ideas o actitudes aunque no coincidan

con las tuyas. Sólo con tolerar y entender de manera sincera,

poniéndote verdaderamente en los zapatos del otro, vas a po-

der estar tranquilo contigo mismo, no llenarte de cóleras ni

frustraciones, para estar en paz contigo mismo y, por tanto,

trasmitir eso a los demás.

Te cuento lo que me ocurrió en una reunión de trabajo

hace ya un par de años. La empresa donde yo trabajaba es-

taba vendiendo un programa de capacitación de una univer-

sidad. Resulta que el programa debía ser vendido a empresa-

rios o conductores de organizaciones. La universidad exigía

que mi empresa le envíe un reporte diario con los avances del

día. El escenario era claro: por más que los cuatro dinámicos

y entusiastas muchachos que estaban a cargo de las ventas,

se esforzaran, llamando por teléfono todo el día, las cosas no

iban bien. Resulta que Tula, quien trabajaba conmigo en la

empresa pero en otra área, todos los días pedía el reporte de

trabajo diario, y veía, pues, que no se inscribían las personas

al curso. Claramente, al ser ella la cara de la empresa fren-

te a la Universidad, se preocupaba mucho por eso. En una

reunión, a dos semanas del inicio del programa y con solo

cuatro cupos vendidos (la meta era 35), tuvimos una reunión

de “directivos”. La reunión terminó en malos términos. Ella

exigía resultados. Yo exigía que entendiera, por su buena ma-

dre, que “el producto era tan malo que así llames por teléfono

a todo el Perú, nadie lo iba a comprar”. Literal; así se lo dije.

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Tula dejó la sala y con voz apagada y de mal genio dijo “bue-

no, Jorge, tú verás cómo lo solucionas y qué le dices al clien-

te”. Jorge era el jefe de ambos.

En esa discusión me faltó entender a Tula. Me faltó la to-

lerancia hacia sus requerimientos, hacia su punto de vista.

Me faltó entendimiento, y en vez de decirle que “el produc-

to era tan malo que así llames a todo el Perú, nadie lo iba a

comprar” (postura nada tolerante) debí haber ensayado algo

que realmente la respete, algo así como: “Tula, el producto no

está siendo aceptado por los clientes. Como puedes ver, los

chicos realizan más de 350 llamadas telefónicas al día y se

contactan en promedio con 40 ejecutivos. De estos, ninguno

se muestra interesado. Entiendo (ojo con esto: entiendo), que

necesitas reportar resultados al cliente y, pues bien, yo les

diré a los chicos que te hagan un informe donde especifiquen

la cantidad de llamadas, cantidad de personas contactadas,

lista de empresas y ejecutivos, y toda información para que

demuestres con fundamento que por mayor esfuerzo que ha-

gamos, es un tema con su producto. ¿Te parece?”

Ten presente siempre que muchos de los conflictos que se

presentan entre personas que viven y trabajan juntas ocurren

sencillamente porque cada quien es diferente. Los conflictos

surgen porque la gente tiene dificultad para aceptar el com-

portamiento y actitudes de otros. Solemos ver las cosas des-

de nuestro punto de vista, y no podemos siquiera imaginar

cómo sería nuestra visión si nos ponemos en una posición

diferente. Recuerda que tener conflictos no es el problema;

no manejarlos correctamente, sí lo es. Si quieres ser feliz de-

bes esforzarte por desarrollar la tolerancia y saber entender

de manera sincera la posición y puntos de vista de los demás.

Una de las claves de la felicidad la encontramos cuando en-

tendemos y aceptamos verdaderamente que no todos somos

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Mi hermano hermana

iguales. Entender honradamente el punto de vista de la otra

persona y respetarlo. La tolerancia es la base fundamental


para vivir en una sociedad buena y justa. También es la base

para que puedas ser feliz.

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B R IANS AVIT ZKY

22

Capítulo 2

Pobre en cuna de oro

Es feliz aquel que decide ser feliz, no aquel que sólo espera

serlo. Y justamente esto, el ser feliz, no depende de la

situación, sino de la decisión.

— “¡Mamá! ¿Hay cena?” —pregunté.

— “Claro hijo. Te he hecho una comida especial”

—Me dijo ella.

Yo tenía siete años y no me daba cuenta de lo que estaba

pasando. Era el menor de siete hermanos (tres mujeres y cua-

tro hombres). Estaba cursando el primer año de colegio. Te-

nía dos hermanos en secundaria (en colegio privado) y cuatro

hermanos más en la universidad que el único pulmón de la

familia, mi papá, tenía que alimentar, con la ayuda de mamá,

que llevaba el peso de la casa y tenía que hacer magia para

que el presupuesto alcanzara.

Para mí la comida estuvo deliciosa. Ese arroz con limón y

cebolla picada al estilo del cebiche peruano era algo especial.

“Gracias mami”, le dije. Y me fui a seguir jugando a la calle.

Crecí en una familia modesta. Me parecía un poco raro

que mamá me mandara a comprar sin dinero. No entendía

mucho el concepto de “fiar”. El señor Malara, dueño de la pe-

queña tienda que estaba al costado de mi casa, recibía la lista

que mandaba mi mamá, me entregaba las cosas, y yo las lle-

vaba de regreso. Jamás me pregunté ¿Por qué no me cobra el

Sr. Malara?

23

B R IANS AVIT ZKY

Llegué al colegio Salesiano Don Bosco. Toda mi vida ha-

bía querido estudiar ahí. Mis dos hermanos se iban todos los

días caminando durante 20 minutos. Anhelaba tanto la idea


de poder irme con ellos. Sin embargo, tuve que esperar que

uno de ellos, Arnold, termine su secundaria para yo recién

entrar. Mi mamá decía que era porque el colegio no permitía

que hubiera tres Savitzky’s al mismo tiempo. Al parecer, mi

madre, la Tenchy, pensaba mucho en mí y me protegía de esa

manera.

Fui un estudiante promedio (hasta el último año de se-

cundaria donde casi me expulsan). Sin embargo, jamás tuve

una nota desaprobatoria en la libreta bimestral. Educación

física y Arte eran mi especialidad. Mamá no fue a una sola

reunión de Padres de Familia para la famosa entrega de li-

bretas. Siempre el motivo era: “igual hijo, no me la van a dar

porque no he pagado”. Muchas veces la magia de la Tenchy no

alcanzaba para pagar la pensión a tiempo, pero papá se raja-

ba el lomo para, cada fin de año, poder pagar las pensiones

pendientes. Al colegio, con suerte, yo llevaba mi moneda de a

sol para mi papa y mi chifle. Toda una vida Brian Savitzky re-

petía a sus patas: "oe, invita". Sin embargo, Ronald y Tenchy

siempre se esforzaron por darme lo mejor y se angustiaban

porque muy pocas veces tuve libros. Yo me percataba de eso y

los tranquilizaba con mi consabida frase “tranquilos; saque-

mos fotocopia”.

Terminé el colegio y entré a una universidad privada. Fui

el único de los siete hermanos que tuvo ese privilegio. Tenía

que viajar en combi para llegar a la universidad. Cuando la

combi te dejaba sólo te quedaba caminar o juntarse con otros

tres tardones y pagar 70 centavos cada uno de taxi-moto.

Cada vez que veía la oportunidad (amigo con moto) lanzaba

mi pedido urgente: "¡llévame!". Seguramente más de una vez

24

Pobre en cuna de oro

pensaron: “este patita…otra vez pide jale y no aporta un sol si

quiera”. Muchas veces tenía que pedir prestadas las separatas

y resumirlas para devolverlas, puesto que no podía comprar-

las. Tenía que pedir a amigos que me presten su impresora,

o que compren su separata, y yo la estudiaba y luego les ex-


plicaba. Me volví experto en estudiar las separatas en tiempo

récord, y terminaba mi aprendizaje cuando explicaba a sus

dueños de qué se trataba. Cuando tocaba hacer el pozo en al-

guna fiesta, la mayoría de veces me decían: "oe… ¿Qué? ¿Eso

vas a dar? ya, sólo porque eres pata". Algunas veces tuve que

pedir prestadas camisas para las fiestas (de hecho algunas

de ellas aún no devuelvo). Y todavía recuerdo con cariño las

cenas de arroz con huevo frito que mamá, con mucho amor,

me daba. Aún siguen siendo mis favoritas.

A pesar de las limitaciones, papá y mamá me dieron mu-

chas cosas, me dieron cuanto pudieron. Pero, claro está, no lo

tuve todo. De hecho me considero el típico peruano de clase

media que en la universidad anduvo con gente de mayor po-

der adquisitivo y también gente con menor poder adquisitivo.

Y conocí gente buena, a la cual estoy eternamente agradecido

por todo lo que me soportaron. Hoy miro atrás y digo “gracias

Dios por ponerme tan buenas personas en el camino”. Sin

embargo, el punto crucial de esto es que no importa en qué

situación te puedas encontrar, no importa cuantas dificulta-

des tienes o que tantas preocupaciones hay en tu vida. Todos

—lee bien: ¡todos!— tenemos problemas, unos más fuertes

que otros. ¡Sí! Pero —siempre hay un pero—todos tenemos

la capacidad de resolverlos y salir adelante. Como dice Víctor

Frank, autor del libro El hombre en busca de sentido: “Si no

está en tus manos cambiar una situación que te produce do-

lor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese

sufrimiento”.

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B R IANS AVIT ZKY

Fui feliz con ese arroz con huevo de mi mamá. Fui feliz

sin llevar lonchera o pidiendo a mis amigos que me inviten.

Fui feliz con mis libros fotocopia. Fui feliz participando sólo

en los talleres de julio del colegio que no exigían compra de

materiales: teatro, danza, música. Fui feliz viajando en com-

bi, pidiendo que me impriman las separatas. Simplemente,

decidí ser feliz con lo que tenía y me esforcé por llegar a tener
aquello que me faltó. Cuando me di cuenta de que en algún

momento de mi vida decidí ser feliz y no esperar que la felici-

dad me llegué, pensé ¿por qué no compartir este hallazgo con

quienes estén dispuestos a escucharme? Decidí ser feliz con

lo que tenía, y aquí está este libro contándotelo.

Este capítulo lo estoy escribiendo justamente el día en

que acabo de comprar una estadía Orlando/Disney. Me iré de

vacaciones con mis tres sobrinos. Además, esto me hace caer

en la cuenta de que es parte de mí día a día, ya sea por trabajo

o por placer, viajar en avión, ¡y pensar que me pasé la vida

de estudiante universitario viajando en combi! Y por si fuera

poco, si todo sale bien, en unos meses viajaré con mi mamá a

México, a conocer a la Guadalupe.

El mensaje es simple. De verdad te digo que todos tenemos

la capacidad de ganarle a los problemas de la vida. Es más,

todos tenemos la capacidad de ser felices con lo que tenemos.

Como dijo Bill Gates: “Si naciste pobre, no es tu culpa. Pero si

mueres pobre, eso si es tu culpa”. No te quejes de la vida que

tienes y sé feliz tomando la decisión de buscar la vida que tan-

to sueñas. Sólo es cuestión de que decidas buscar tu destino,

que decidas mirar adelante y decir: “esto es lo que quiero para

mi vida; por tanto, empezaré a trabajar fuerte para lograrlo”.

No dejes que el entorno defina tu felicidad (o tu infelicidad).

Recuerda que de ti depende la actitud con la que afrontes tus

limitaciones o tus circunstancias adversas. De ti depende defi-

26

Pobre en cuna de oro

nir el límite de tus propias limitaciones. De ti depende alcanzar

la felicidad. Sólo tienes que decidir ser feliz y no esperar serlo.

Recuerda que es importante ser consciente que no es la

situación, sino la decisión la que regirá tu vida. Si en tu vida,

la situación no te da, como pasó conmigo, todas las facilida-

des para tener “esa vida ideal” que tanto quieres; de ti depen-

de disfrutarla con lo poco que tienes. De ti depende decidir

renegar todo el tiempo por lo que te falta, o esforzarte por

conseguir eso que tanto deseas. Es la decisión lo que hará que


todo en tu vida vaya mejor.

Me viene a la mente mi amigo Andrés, chileno de nacimien-

to pero con un amor inmenso por el Perú, a quien le robaron

más de ocho mil soles en laptop, celular, y demás aparatos. Su

publicación en redes sociales, después de dicho acontecimien-

to, es un claro ejemplo de lo que quiero decirte. Él escribió:

“Hoy decido agradecer a los ángeles que me robaron esta

mañana. ¿Por qué? Presta atención:

“Gracias porque, a pesar que no comparto su opción de

vida, eligieron un método sofisticado, planificado e incluso

innovador para robarme sin dañarme a mí o mi hija. Con esa

creatividad y determinación les juro que harían plata en cual-

quier otra cosa.

“Gracias por darme la oportunidad de ‘tomarme’ un día

totalmente desconectado y aprovechar de compartirlo con

mi gran amigo Dean Hrabar, que justo llegaba a Chile y me

acompañó a trámites y compras. Gran almuerzo y una con-

versa como no teníamos en años.

“Gracias por ‘hacerme el día’ al reírme imaginando cómo

voy a ir a la Volvo a demostrarles que no hacen los autos más

seguros del mundo.

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B R IANS AVIT ZKY

“Gracias porque, aunque forzado, renovaré mi celular y

computador por unos nuevitos de paquete. Esta bueno esto.

“Gracias por confirmar la maravilla del sistema Apple con

Icloud y Time Machine que en 5 minutos te dejan el celular

y computador configurado tal cual los tenía antes del robo.

Además que me permitió bloquear y borrar los otros a dis-

tancia.

“Gracias por recordarme que lo material se recupera o se

renueva; la vida, no.

“Gracias por darme el regalo de demostrarme que no voy

a permitir nunca que ninguna situación o personas indesea-

das manejen mi actitud o estado.

“Gracias por recordar que hay muchas personas que se


preocupan por mí y mi familia. Los quiero a todos.

“Termino el día agradeciendo por todos estos regalos de

hoy. Mañana será aún mejor”- Concluyó.

Algo que nos encanta a todos. Nos encanta echar la culpa.

Somos expertos en culpar a ese padre que no se hizo cargo de

nosotros. Culpamos a esa madre que nos maltrató de peque-

ños para corregirnos. Culpamos a todos los que nos ofendie-

ron, los culpamos por todo lo malo que nos hicieron. Culpa-

mos todo lo malo que nos pasa. Culpamos siempre cualquier

situación/condición que nos pasó. Sin embargo, debemos

aprender a culpar de una manera inteligente, de una manera

elegante. Se debe culpar a las personas, a las situaciones, a

las condiciones; no con la cabeza, sino con lo más profundo

de nuestro corazón.

Si en tu pasado te tocó vivir lo peor, culpa. Pero también

agradece, porque un padre que te abandonó te enseñó lo que

definitivamente tú no serás. Agradece porque la persona que

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te agredió, fue la culpable de que tú entiendas que eso no lo

vas a repetir en tu vida. Culpa a la madre que te agredió por

mostrarte lo opuesto a lo que quieres ser con tus hijos.

Si tu historia hubiese sido como tú querías, el día de hoy,

no serías quien eres. Todos tenemos problemas, todos tene-

mos culpas. A todos nos pasan cosas que no nos gustan, apa-

recen y aparecen situaciones y condiciones incómodas todo

el tiempo. Sin embargo, no pierdas el tiempo. Tu papá, tu

mamá, tu amigo, tu culpa, tu situación, tu condición, tu pro-

blema... todo eso, es tu mejor regalo. Si es que ellos tuvieron

un rol en tu vida; y aquellos que lo tienen ahora; no hubiesen

cumplido su función, tú el día de hoy no serías todo lo que

eres. Es feliz aquel que decide ser feliz, no el que sólo espera

serlo. Y justamente esto, el ser feliz, no depende de la situa-

ción, sino de la decisión.

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B R IANS AVIT ZKY

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Capítulo 3

Es cuestión de amor

Una forma de ser feliz es tomando la decisión de amar. Y esto

es algo que requiere mucho esfuerzo; pero definitivamente

vale la pena.

Gaby.- Hola

Brian.- ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

Gaby.- Estuve hablando hoy con Giuseppe acerca

de una red de mercadeo y me dijo que te comentara, que te

podría interesar.

Brian.- ¿Cuál Giusepeee?

Gaby.- Aguinaga

Brian.- Algo me comentó Diana Otero. ¿Trabajas con ella?

Gaby.- Sí, es lo mismo, pero es otra rama. Tito Villalta está en

mi rama, no sé si lo conoces. ¿Ya te explicaron?

Brian.- Algo. Me iba a reunir con ella. Pero igual, todas redes,

paso. No me interesa. Gracias.

Gaby.- Ja, ja. Bueno; igual, suerte. ¿Y qué tal? ¿Cómo te va?

Brian.- A mi bien. ¿Y tú ya sacaste plata en tu red?

Gaby.- Recién he entrado ayer. Pero ya tengo personas que

van a pagar hoy. Mi hermana cobrará a fin de mes. Yo tam-

bién al principio pensaba que era igual que todas y en reali-

dad me he informado mejor.

Brian.- Ja, ja. ¿Me vas a explicar?

31

B R IANS AVIT ZKY

Gaby.- ¡Sí! De hecho que tú eres un líder y por eso me dijeron

que te hable.

Brian.- ¿Qué vende la red?

Gaby.- Ya te voy a explicar bien. Lee con atención lo que te

envío.

Vino toda la explicación de casi seis párrafos los cuales no leí

nada… Y de repente añadió:

Gaby.- En persona te puedo explicar mejor.

Brian.- Ya, bacán. El viernes puede ser.

Gaby.- Ya, perfecto. Apunta mi número. No te voy a insistir ni


nada. Te mando un mensaje para avisarte el lugar y la hora.

Estaba viendo tus videos en youtube. Estás en Aiesec, ¿ver-

dad? Siempre he escuchado pero no sé de qué se trata.

Brian.- Ja, ja 944458905. Me llamas para hacer acuerdo.

Jamás me llamó, y, obviamente, nunca fui. Pero un par de

meses después la llamé. Se celebraba una fiesta en mi casa.

Eran 7:50 p.m. Y luego de unas cervezas simplemente que-

ría salir con alguien. Estaba aprovechando mucho mi vida de

soltero. Así que me acordé de ella.

Sin pensarlo dos veces, la invité a misa. Luego fuimos a

comer y finalmente al cine. La película fue un desastre y, para

colmo, el aire acondicionado no funcionaba. Sin embargo, lle-

gué a conocerla y me pareció “interesante”. Estoy seguro que

a ella también porque hasta me dijo que le había quedado el

olor de mi colonia.

Pasó el tiempo y llegamos a ser enamorados. Todo fue

bonito, todo era especial. Viajábamos juntos. Estábamos

llenos de pasión, llenos de amor. Sentía que había llegado

a lo que llamo ‘la chi-ca’. Sin embargo, poco a poco, con el

32

Es cuestión de amor

pasar del tiempo nuestras diferencias fueron apareciendo.

Y no te voy a contar toda la historia porque de verdad te

digo que en este momento es incierta mi situación con ella, y

para cuando ya tenga terminado este libro, esta historia po-

siblemente haya cambiado. Sin embargo, cuando se trata en

temas de amor, déjame decirte algo. No tengo la menor idea

de tu edad. No sé si eres un chico de 12 años enamorado de

la profesora, o un adolescente de 15 que tiene a la mayoría

de sus amigas juntándose con los mayores. Tal vez eres un

joven universitario que tiene un romance, o eres de aquellos

que ha decidido no tenerlos y llevar una vida de soltero. A lo

mejor eres un papá felizmente casado, o una mamá que ama

a su esposo. No tengo idea si eres alguien que se divorció, o

alguien que perdió debido a la muerte a su ser amado. No sé

si huyes del amor, o si te acercas a él. Como quiera que sea,


déjame decirte que lo que vas a leer a continuación lo escri-

bí con el corazón, aunque por mucho tiempo me mantuve

frío y seco en estas cosas. Déjame decirte que siempre tuve

miedo al compromiso. Muy pocas veces era capaz de subir

una foto a las redes sociales, dedicar una canción, o poner

que de verdad la persona que iba conmigo al costado era lo

mejor que me había pasado en la vida. Tenía bien claro que

cuando se trataba de cosas de pareja, cuando se trataba de

amor, sencillamente tenía que ser entre dos, y que no era

necesario hacerlo público.

De hecho, mi última relación no tenía mucho de eso. Y

por tantas cosas de la vida un día, después de tantas equi-

vocaciones, perdí a la persona que tenía a mi lado. ¿Es tan

difícil reconocer estar enamorado? La próxima vez que llegue

el amor, lo cuidaré un poco más. Seré consciente de lo impor-

tante que es el amor y cuán importante es alimentarlo para

que cada detalle sume, y conservarlo y dar todo de mí para

que perdure.

33

B R IANS AVIT ZKY

Si toda tu vida fuiste alguien como yo, alguien que deci-

dió no cuidar lo que tenía, que decidió no regar ese jardín que

había empezado a florecer. Te aconsejo que no tengas miedo

de apostarlo todo. Valora y entiende el verdadero significado

del amor. Si cometes un error, presenta tus disculpas, y si te

las aceptan, sólo dedícate a amar.

Hoy no tengo pareja. Estoy muy enfocado en crecer como

profesional, hacer crecer mi empresa. Es mi primera prioridad en

este momento. Mi última relación, que tuvo muchos problemas,

me dejó el aprendizaje de que debo prepararme para estar en

condiciones de seguir al amor cuando éste llegue. Para eso, juzgo

necesario tomar cierta distancia, por ahora, de la posibilidad de

involucrarme con el amor. Sólo porque quiero tener la tranqui-

lidad para valorarlo realmente. Quiero enamorarme de nuevo.

Quiero que llegue esa mujer a la cual respete y ame. Deseo ver a la

mujer de mi vida feliz, sonriendo. Teniendo detalles con ella cada


vez que pueda. Quiero ser feliz amando a una mujer, y que ella

y yo nos sintamos como los seres más dichosos del planeta. Sin

embargo, si el día de hoy decido estar solo, es porque quiero hacer

una pausa para tomar en serio lo que es el amor. Muchos pien-

san que el amor es un sentimiento. Otros piensan que el amor es

esa pasión inmensa o esas ganas infinitas de tener sexo. Muchos

creen que el amor es abrazar todo el día a esa persona. Hay quie-

nes creen que el amor te da derecho de leer las conversaciones de

tu pareja, o prohibirle salir con amigos. Hay quienes creen que

el amor limita, que el amor pone “reglas”. Todos creemos que el

amor es algo que se siente; sin embargo, el amor, y todo lo que le

involucra, es también una decisión.

Aun recuerdo algo que escribí alguna vez:

“¿Cómo se reconoce que el amor es el amor y no una pro-

yección del ego o algo sexual disfrazado? ¿Cómo se reconoce

el amor?

34

Es cuestión de amor

“Esa pregunta hay que hacerla a un santo. ¿Cómo reco-

noces que lo que está viendo no es esquizofrenia, es milagro?

Cuando alguien pregunta ¿Es la mujer de mi vida? Yo respon-

do, si al tarot le preguntas si es la mujer de tu vida no vale la

pena ya. ¡NO ES! – ‘Esta persona tiene muchas cualidades

pero también muchos defectos’. Si lo quieres cambiar, ¡NO

ES! El verdadero amor es nada que quitar, nada que agregar

— Alejandro Jodorowsky en una entrevista.

“Es cierto, y lo sigue explicando bastante bien ¿Qué sig-

nifica amar? El primer amor es el amor físico. Las personas

comparten momentos: comen juntos, trabajan juntos, se ne-

cesita de una compañía. Después, el amor sexual, el amor pa-

sional. Se obtiene el placer, se calma la cosa hasta que viene

de nuevo la necesidad de placer y ahí se avanza. De placer

en discusión. Después viene el amor emocional, nos intere-

sa querernos, como si fuéramos unos niños. Luego, el amor

intelectual. Pero mucho intelecto, el sexo padece. Cuando te

ponen el intelecto en el sexo, el sexo se enfría. Por tanto, hay


que dejarlo vivir. Hay que dejar vivir la compañía, hay que

dejar vivir la sexualidad, hay que dejar vivir la unión emocio-

nal y hay que dejar vivir la unión espiritual. Pero hay que ir

más lejos. (Esto es lo que más me gustó). Se debe unir tu alma

a su alma. Hay que unir las conciencias. Es que a mí, lo que

más me gusta, lo que más me interesa es que tú progreses. Yo

te estoy viendo crecer, yo estoy viendo desarrollarte. Yo no te

digo a donde tienes que ir, vas a donde quieras, pero verte, ver

tu desarrollo es el amor consciente... ‘Quiero que me quieran’

eso no es amor. ‘Quiero quererte’, eso es amor”.

De hecho él continúa con su explicación, sin embargo,

creo que has entendido lo que quiero decirte. En la boda

de una amiga tomé nota de las palabras del sacerdote. Las

transcribo a continuación. Léelas. Juzga tú si son importan-

35

B R IANS AVIT ZKY

tes para tu vida. Dicen, para que entiendas realmente lo que

significa amar:

“Muchos piensan que el amor es un sentimiento. Pero dé-

jame decirte que no. Los sentimientos van y vienen. Hay días

que te levantas cruzado, hay días que estás boyante. Otros

días estás lleno de alegría. Hay días en que tu estado de áni-

mo es un asco, pero por este hecho el amor por tu pareja no

cambia. Si el amor fuera un sentimiento, cambiaría según tu

estado de ánimo. El amor va un poco más allá…

“El amor es una decisión. Es un acto de voluntad. Uno

decide amar. Perdona sin límites. Aguanta sin límites. No se

ríe. No es egoísta. No prohíbe. El amor no pasa nunca.

“El amor no se acaba. Uno no puede comprar amor.

Uno decide amar. Recuerda esto, y recuérdalo siempre.

Siempre va a existir alguien mejor que tu pareja. Siempre

existirá en el planeta alguien que sea mejor, que se desta-

que más, que te escuche más, que tenga más detalles o sea

más cariñoso. Recuerda que siempre habrá alguien mejor

a tu pareja; sin embargo, tú elegiste amar a esta persona,

imperfecta pero ideal para ti. Recuerda que el amor es una


decisión, y tú no has elegido estar con esa otra persona

que es mejor. Tú ya elegiste a tu persona y es la mejor del

mundo, de tu mundo.

“¿Estás seguro que no vale la pena esperar a alguien más?

No importa si hay alguien mejor o peor. Yo quiero a esta per-

sona con la que me casé, yo quiero a esta persona con la que

estoy. Quiero hijos con él, quiero hijos con ella. Nada te va

a garantizar al 100% que todo va a ir bien. El amor es una

decisión en las buenas y en las malas. El amor no se acaba

nunca; simplemente, si eso pasa, es porque no se quiso seguir

intentándolo. Todo pasa, menos el amor.

36

Es cuestión de amor

“Un consejo para que el amor dure: mantener siempre

viva la ilusión. Mantengan viva esa magia de recordar los mo-

mentos. Nunca terminarás de conocer a la persona amada. Y

si engorda; bueno, pues, ahora hay más carne.

“Si decides amar, esfuérzate por mantener la ilusión. Sé

creativo, y tu unión, tu matrimonio, funcionará.

“Una vez a un matrimonio de 60 años de casados les pre-

guntaron ¿Cómo hacen para mantenerse juntos? Él respon-

dió: yo viví en una época donde si algo no funcionaba no se

tiraba, se arreglaba.

“El amor no es egoísta, el amor no limita, el amor no pro-

híbe, el amor confía, el amor ama, el amor es una decisión

donde los dos tienen que remar. Y lo más importante, deben

entender que la única forma de ser feliz es tomando la deci-

sión de amar. Y eso, es algo que requiere de mucho esfuerzo,

pero que definitivamente, valdrá la pena.”

37

B R IANS AVIT ZKY

38

Capítulo 4

El Pichas, un Pito, un Palo y los Ojitos

Eres el promedio de la gente que frecuentas. Si quieres ser

feliz, empieza a considerar esto. Y es que, tal como lo dijo el


Quijote, “con quien andas, eres”.

Aún recuerdo cuando escuché el mensaje de un re-

conocido conferencista en mi ceremonia de pre-

miación de la universidad: “Si quieres volar con las

águilas, no nades con los patos”. Yo había ocupado el segundo

lugar en el orden de mérito en la universidad y tocaba recibir

mis premios por “tremenda” hazaña. Estaba con mis amigos

de toda la vida. Mi madre, la Tenchy, no había podido viajar

a la capital y se quedó en casa acompañando a Ronald, mi

padre. Ellos no pudieron estar con su hijo en esos momentos.

El reconocido conferencista hablaba: “Eres el promedio

de las cinco personas con las que más tiempo frecuentas. To-

marse el tiempo de pensar en estas cinco personas te ayudará

a pronosticar cómo te irá en la vida. Sólo ponte a pensar. Si

las cinco personas con las que más frecuentas son pesimis-

tas, tú serás pesimista. Si las cinco personas con las que más

tiempo pasas son personas ociosas, dejadas por la vida, sin

sueños, personas que culpan a todos por las cosas que les pa-

san; si esas cinco personas creen que la vida es injusta con

ellos, si son personas tóxicas, si son irresponsables; créeme

cuando te digo que tendrás tu quinto de todo eso…”

Rápidamente me puse a pensar en mí. Es natural que

cuando recibes un mensaje como este, pienses: “¡Mierda!

¿Quiénes son las cinco personas que frecuento?” En esos mo-

39

B R IANS AVIT ZKY

mentos el promedio jugó a mi favor, pues estaba rodeado de

gente buena. Estaban amigos míos, mi jefe, mi enamorada,

entre otros. Sin embargo, en un instante fugaz pensé ¿Con

quiénes siempre he estado rodeado? ¿Qué gente siempre me

ha acompañado? ¿La familia cuenta dentro de esas cinco per-

sonas? De hecho está última pregunta fue la que me animé a

preguntarle en público. Su respuesta, casi obvia y esperada,

fue un rotundo ¡sí, la familia cuenta! “Y, de hecho, muchas

veces; por eso tienes los casos de papá alcohólico e hijo con

el mismo problema; mamá depresiva, hijo con los mismos


problemas. Papás endeudados e hijos que tienen problemas

financieros. La familia juega un rol importante en tu prome-

dio…” mencionó.

Enfáticamente pregunté: “¿Y qué hacer si pasa eso, qué

hacer si la familia juega en tu contra? ¿Qué hacer si la familia

es pesimista? ¿Qué hacer si la familia no suma a tu desarro-

llo? ¿Qué hacer al respecto?” La respuesta fue categórica: “si

algo no te suma, apártalo”.

Me acordé de mi vida universitaria. La misma situación

económica y el hecho de no tener un ambiente adecuado para

estudiar en mi casa (con la cama al costado de mi escritorio

invitándome a dormir, o la bulla, simplemente no permitía

concentrarme) — hacía que pasara más tiempo en la casa de

mis amigos. Algunas veces tenía un examen el día lunes a

las a las ocho de la mañana, y desde el día anterior, a partir

de las nueve de la mañana, iba a la casa de mi querida ami-

ga, y ex enamorada también, Ela. Estudiábamos todo el día

y nos íbamos juntos a dar examen temprano. Tenía que aho-

rrar el pasaje, así que convenía quedarme a dormir. Luego del

examen volvíamos a su casa, hacíamos una pequeña siesta,

y nuevamente a estudiar. Pasaba tres o cuatro y hasta cinco

días fuera de mi casa estudiando. De hecho así era y eso ayu-

40

El Pichas, un Pito, un Palo y los Ojitos

dó mucho a que sea una persona responsable todo el tiempo.

Al darme cuenta de esto, y ahora que había escuchado tre-

mendo mensaje, empecé a relacionar las ideas y percibir que

gracias a diversos factores, la vida universitaria había puesto

a mi alrededor a buenas personas. La ‘Wafer’, con su papá

emprendedor y dueño de un restaurante, donde había una

refrigeradora que siempre tenía literalmente ¡de todo! Elita,

quien tenía una mamá empresaria e inversionista en bolsa de

valores y un padrino que me ofreció prácticas pre-profesio-

nales. La ‘Fio’ y su papá docente en una universidad en Piura,

una familia muy educada, de muy buenas formas, y centra-

da en valores. La ‘Zamba’, María Paz, primer puesto todo el


tiempo en la universidad, muy responsable, disciplinada y es-

tudiosa a pesar de tener casi casi su futuro asegurado con su

familia, hablando en términos económicos.

De hecho que fui afortunado. Toda mi vida en la uni-

versidad estuve rodeado y aprendiendo mucho de personas

que, en estos momentos que miro hacia atrás me doy cuen-

ta, aportaron muchísimo en mi vida. Y no sólo eso, sino que

tuve la fortuna de pertenecer a un voluntariado desde el ter-

cer año de universidad, y allí pude compartir tiempo, espacio

e intereses y actividades con gente con sueños, con ideales,

con la convicción de que podemos cambiar al mundo. Con el

‘Jesu’, la ‘Beto’, la ‘Tuti’, el ‘Zebaz’ y la ‘Vivi’ estuvimos casi dos

años consecutivos al menos por dos horas diarias, y viajamos

a congresos a la capital y teníamos la fiel convicción de que

trabajando con actitud de liderazgo, y haciendo que las cosas

pasen, podíamos lograr todo lo que nos proponíamos.

El mensaje es bastante simple. Rodéate de gente buena,

optimista, entusiasta, con valores, con sueños, y podrás en-

contrar la felicidad. Rodéate de gente pesimista, mala vibra,

que reniega por todo, que se queja por todo, y empezarás a

41

B R IANS AVIT ZKY

ver la vida como ellos. Elige bien el equipo con el que quieres

vivir tu vida, tú única vida. Si te rodeas de gente diferente,

gente con sueños, con ideales, gente que sea mejor que tú,

gente alegre, gente que quiera comerse el mundo, gente que

te impulse, créeme que automáticamente vas a sentir cómo

una felicidad interna empieza a crecer dentro de ti. Ese es el

sentido del epígrafe de este capítulo: “Eres el promedio de

la gente que frecuentas. Si quieres ser feliz, empieza a con-

siderar esto. Y es que, tal como lo dijo el Quijote, con quien

andas, eres”.

Si eres estudiante de colegio o universidad, júntate con

los mejores, aquellos que mantengan un equilibrio en su

vida. No andes con aquellos que sólo piensan en la fiesta del

fin de semana, en qué chica o chico se ‘agarran’ o qué días


hay de feriados para “huevear” todo el tiempo. Al contrario,

busca el equilibrio. No te digo que no salgas, no te digo que no

te tomes un traguito alguna vez. De hecho, yo era un experto

en eso. Una vez hasta gané el campeonato y me coroné como

“Mister Vikingo”. Sin embargo, si algo tenía yo y mis amigos,

es que jamás nos íbamos de juerga si es que antes no había-

mos estudiado. Celebrábamos como locos, sí; pero después

de cumplir todas las obligaciones. Sin ir muy lejos, Adriana,

María Paz, Fiorella, Picheo, Carlos, Tania, Anasilvia, Malu,

Wafer, el pelao Miki, y todos los demás; todos ellos eran mis

amigos, con quienes teníamos las fiestas. Sin embargo, to-

dos estábamos tranquilamente entre los 20 primeros puestos

en la universidad. Ellos fueron parte de mi promedio todo el

tiempo y estoy eternamente agradecido porque con ellos me

fui formando poco a poco. Y hoy puedo ver con gusto que,

profesionalmente, a todos nos está yendo muy bien.

"Si las cinco personas con las que andas piensan que es-

tán bien en su vida y que más adelante a pesar de todo lo que

42

El Pichas, un Pito, un Palo y los Ojitos

pase les irá mejor, tú pensarás lo mismo. Si esos cinco creen

que tiene que haber un equilibrio entre diversión y estudios,

tú mantendrás el mismo equilibrio. Si esos cinco son respon-

sables y la pereza no está en su mente, tú desarrollarás esa

misma proactividad. Por último, si esos cinco creen que la

vida es como tú quieras vivirla y no es la culpable de lo que

te pase sino que tú haces tu propio destino, tú tendrás esa

misma mentalidad…"

¿Estás trabajando actualmente? ¿Tienes una empresa o

trabajas para una? Pues, la ley del promedio también juega

para ti. Rápidamente piensa en las cinco personas con las

que más tiempo frecuentas en tu trabajo. Toma un papel y

un lapicero y anota los cinco nombres. Escribe el sueldo de

cada uno de ellos. Ahora que lo tienes, suma esos cinco mon-

tos y divide entre cinco. Posiblemente te habrás dado con la

sorpresa que tienes un monto aproximado a tu sueldo, lo que


estás ganando actualmente.

¿Quieres que te vaya mejor profesionalmente? ¿Quieres

ganar más dinero del que estás ganando? ¿Quieres crecer?

Pues es simple: elige bien a los que te rodean, elige bien a los

que suman a tu promedio. Elige bien qué quieres en tu vida:

¿Gente que sume en tu promedio o gente que te jale hacia

abajo cada vez que puede?

“Eres el promedio de la gente que frecuentas. Si quieres

ser feliz, empieza a considerar esto. Y es que, tal como lo dijo

el Quijote, con quien andas, eres”.

Pero a todo esto ese pueden oponer las siguientes pregun-

tas: ¿Dónde queda la caridad? ¿Dónde queda el amor al pró-

jimo? ¿Dónde queda la bondad? ¿Dónde queda el sacrificio?

¿Dónde queda el ayudar al que no está mejor que tú? ¿Qué

pasa si tienes ese hermano que necesita sí o sí de tu apoyo,

43

B R IANS AVIT ZKY

acaso no lo vas a ayudar? ¿Si algo no te suma, apártalo? ¿Aca-

so hablas de cosas, o de personas?

Si alguna de estas preguntas te asalta el pensamiento y

no tienes respuesta; tranquilo. Anda al capítulo 7 y tendrás el

complemento perfecto de toda esta información.

44

Capítulo 5

¿Al carajo con Dios?

Uno por sí solo es demasiado pequeño, demasiado imperfecto

como para lograr ser feliz por su propia cuenta. La felicidad

está en la humilidad, y para eso conviene reconocer que existe

algo más grande que tú.

Cursaba el quinto año de secundaria. Durante dos

años consecutivos había asistido a esos famosos

encuentros semanales con el objetivo de convertir-

me en ese ansiado “soldado de Cristo”, como lo mencionaba

en cada misa el famoso Padre Dómenec. Estaba casi conven-

cido de todo. De repente, por cosas de la vida, en ese quinto

año la ‘palomillada’ entró en la vida del pequeño Savitzky,


que era yo, y las clases de Filosofía se convirtieron en sus fa-

voritas. Una semana antes de la ceremonia de confirmación, y

casi casi por un acto de rebeldía, el pequeño Savitzky decidió

no confirmarse porque no estaba seguro de eso.

Allí empezó esa etapa de rebeldía, y en toda la etapa uni-

versitaria nunca fui a una misa, jamás me acerqué a una con-

fesión. Me consideraba como una persona que, si bien no era

atea, sentía que el hombre no tenía la capacidad de entender

a Dios, y no lo necesitaba (“y el hombre sí que te sufre/el Dios

es él” decía nuestro poeta universal César Vallejo). Si Dios era

tan grande y el hombre tan poca cosa, era imposible que, por

cosas de fe o gracia divina, se pueda asegurar que lo que esta-

ba escrito en una biblia era “gracia de Dios” y que allí estaba

la panacea y la solución a todo. Para mí, todo lo que hacía el

hombre se podía manipular; por lo tanto, si todo es manipu-

45

B R IANS AVIT ZKY

lable y el hombre es capaz de hacer de todo para lograr sus

fines, la religión se convirtió en no más que un método de

pensar que ya todo estaba escrito. Justamente, una canción

de Ricardo Arjona se convirtió en mi referente. Recuerdo que

la llegué a interiorizar tanto que era común hablar con Padres

y miembros de la Iglesia que sencillamente, a pesar de sus

esfuerzos, no podían hacerme entender toda su verdad.

No estaba seguro de ello, no estaba seguro si Dios existía

en verdad. No creía en la confesión ni mucho menos en la

Iglesia. Renegaba de eso que tanto se predicaba en un templo

pero que muy poca práctica tenía en la vida de las personas.

Inclusive, luego investigando algunas referencias acerca de

Dios y con el objetivo de reforzar mi poca fe, encontré un es-

crito que me llegó por mensaje a mi celular, el cual decía algo

así (no sé si la autoría es real, solamente copio y pego lo que

leí en ese momento, y lo realmente importante es que yo creía

en eso, en todo eso, en ese momento):

Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza:

Dios hubiera dicho:


"Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho. Lo

que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de

tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que

disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, todos los templos!!

obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son

mi casa, la de Dios, o del arquitecto del mundo....

Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los

lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor

por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije

que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu se-

xualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes

46

¿Al carajo con Dios?

expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes

a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que

nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un ama-

necer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos

de tu hijito...

¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí cómo

hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico,

ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si

yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de place-

res, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de

libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que

yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo

soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para

quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la

eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier


tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para con-

trolarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y

no hagas lo que no quieras para tí. Lo único que te pido es que

pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni

un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el

paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único

que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni cas-

tigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador,

nadie lleva un registro.

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o

un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te

puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta

fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.

47

B R IANS AVIT ZKY

Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportu-

nidad que te di.

Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te

portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te diver-

tiste?... ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Que aprendiste?...

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar.

Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti.

Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando

arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te ba-

ñas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que

soy?

Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan.

¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu sa-

lud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobre-

cogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico

lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que


estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de ma-

ravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas

explicaciones?

No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame den-

tro... ahí estoy, latiendo en ti.

Spinoza

[Nota de Ana: Fue expulsada de la comunidad judia de

Admsterdam por estos escritos.]

Por pensar así tuve problemas con mi enamorada, a quien

yo quería mucho. Ella era muy católica y, pues, por el hecho

pensar diferente llegamos a terminar lo que posiblemente

hubiese podido ser la relación de mi vida. Temas como el ma-

trimonio, la convivencia, las relaciones sexuales, y otros re-

lacionados a la pareja y a las normas de la Iglesia generaban

discusiones constantes que terminaban en batallas campales

donde los únicos perdedores éramos los dos. El día de hoy, las

cosas son diferentes.

48

¿Al carajo con Dios?

Era diciembre del 2015. Las deudas por inversiones en mi

incipiente empresa estaban latentes. Estaba bastante ajusta-

do. Mi socio y yo habíamos invertido una buena cantidad de

dinero y no teníamos ni un sol en el bolsillo. Para colmo, las

ventas no avanzaban. Por alguna razón, no teníamos ventas.

Por diversos motivos me encontraba solo. Y además me sen-

tía muy mal porque estaba convencido de que había hecho

daño a una persona especial para mí, una ex enamorada.

Esta emoción llamada culpa me tenía en la oscuridad. Era co-

mún sentarme en la oficina, tomar 12 cervezas, 10 cigarrillos

y conversar con Ámber y Viguito, mi zchnauser y mi viringo.

Tenía culpa dentro de mí, bastante culpa que no me dejaba

seguir avanzando. Las cosas no iban nada bien. Por último,

mi socio, con el que habíamos hecho inversiones en noviem-

bre, me había dejado. Espero que no suene dramático, pero

sí, estaba solo, y me sentía solo. Sin inscritos para los talle-

res que impartía, sin amor, sin pareja, sin socio, con deudas.
Buscaba en mi mente, en libros, quería la solución. Por más

que intentaba no lograba esa calma y paz interior para seguir

avanzando. Luego de pasar varios días así, decidí hacer algo

que hace más de nueve años no había hecho: confesarme.

¡Fue un milagro! Puedes llamarle como tú quieras: Uni-

verso, Dios, Buda. Ponle el nombre que quieras, y ubícalo en

la religión que quieras; es más, si no tienes religión, simple-

mente ubícalo en el espacio que sea. Pero, lo que sí te digo, y

te dejo bien en claro, es que lo que pasó ese día, que fue vital

en mí, no se debió a una simple reflexión, a un simple acto de

contrición o un evento representativo de recibir el "cuerpo

de Cristo". De pronto percibí que había estado viviendo en la

oscuridad, y vi cómo se hizo la luz. Todo lo percibí claro, lu-

minoso, y sobre todo sentí tranquilidad, paz, pero no quietud

sino muchas ganas de emprender todo con mucha energía,

con muchas ganas. Era un milagro que todo eso ocurriera

49

B R IANS AVIT ZKY

simplemente porque decidí volver a alguien a quien por mu-

cho tiempo había olvidado. Decidí volver a tomar la herencia

que mis padres me habían dejado, que se llamaba "Iglesia",

y que por mucho tiempo rechacé por haber crecido un poco

más. Ese día para mí fue mágico. No sé como explicar esa

sensación que sentía de llorar, llorar desesperadamente por

entender que había cometido un error. Un error enorme de

haber estado alejado de Él por mucho tiempo. Me había equi-

vocado, me había simplemente alejado de lo que había here-

dado de mis padres. La confesión me dio calma, me dio paz,

me dio tranquilidad. La comunión me hizo sentir que volvía

a casa. Es algo realmente inexplicable.

Después de ese día, que fue exactamente el 31 de diciem-

bre, antes de la misa de Año Nuevo. Empecé a sentir calma.

Una calma que me dio paz, tranquilidad, pero que me invi-

taba a actuar. Una calma que me permitió abrirme paso a

pensar con la cabeza fría y decir: “Ok, Brian, no estás solo.

Ok, Brian, es momento de actuar, de hacer algo. Dios te dio


capacidad, y, es más, Dios te está acompañando; nada puede

salir mal. ¡Adelante, el mundo espera!”.

A partir de ese día las cosas empezaron a marchar me-

jor. Mágicamente pensamos en equipo las estrategias correc-

tas para vender más. Habilitamos la oficina. Llegó un nuevo

socio que estaba dispuesto a apostar por lo que yo creía. Al

habilitar la oficina, empezaron a llegar personas a pedir in-

formes por nuestros talleres de verano. Y no dejaban de venir.

Pasamos de tener a 4 personas inscritas a cerrar un grupo

de 25. Pasamos de tener 6 personas inscritas en otro taller,

a cerrar con 40 para el 19 de enero. Todo empezaba a tener

sentido. La pregunta fue: ¿fui yo? La verdad que en este mo-

mento fui consciente que no, que yo soy demasiado pequeño

como para lograr grandes cosas solo.

50

¿Al carajo con Dios?

Si por un motivo te has mantenido alejado de Dios, de la

Iglesia o religión que heredaste, o del Universo (en caso no

tengas fe religiosa); te lo digo en serio: ¡No te alejes más! Hay

cosas en este mundo que son más grandes que nosotros y que

sólo vas a entender en el momento en que sientas cómo algo

superior te recibe y acoge, te llena de amor, y te da calma. Te lo

digo yo, que dudé por mucho tiempo, que renegué por mucho

tiempo y que tenía mi mente contaminada por creer aquello

que me convenía creer. Te lo digo en serio, Dios sí existe y no

importa cuál sea la idea, concepto o imagen que tengas de Él.

Si quieres ser feliz —te digo la verdad—te conviene creer en él.

Uno es demasiado pequeño como para creerse algo grande.

Como leí alguna vez de un gran fílósofo: “no hay nada más

valioso para el hombre que haber vivido en la virtud. Y es que

en caso viva en ella, después de la muerte le espera gloria y

eternidad. Y si por algún motivo, después de la muerte no hay

nada, pues déjame decirte hombre que no habrás encontrado

otra cosa más valiosa que haber vivido tu vida en la virtud”.

Es simple. Yo creo —repito—que uno por sí solo es dema-

siado pequeño, demasiado imperfecto como para lograr ser


feliz por su propia cuenta. La felicidad está en la humilidad, y

para eso conviene reconocer que existe algo más grande que

tú. Uno es demasiado pequeño como para creerse algo tan

grande, como para lograr grandes cosas solo.

51

B R IANS AVIT ZKY

52

Capítulo 6

Hijo: ¡Ven! Toma asiento,

tenemos que hablar

La felicidad tiene que ver con enfoque. Y es verdad que en lo

que te enfocas se expande. Lo mejor de todo esto es que en ti

está la capacidad de decidir qué quieres expandir, en qué te

quieres enfocar.

—“Ven, siéntate. Quiero conversar contigo. Y quie-

ro que por favor me digas la verdad. ¿Eres mari-

cón?”

Era un día normal. Regresaba de mi clase de inglés de lo

más tranquilo. Había rendido un examen el cual, sentía yo,

aunque con el inglés nunca se sabe, me había ido excelente.

Abrí la puerta de mi casa. Entré. Reconocí que Don Savitzky

estaba sentado en la sala. Sin polo, pecho al aire y pantalón

corto rojo. Una pierna cruzada y unos zapatos blancos sin

amarras le daban una bonita presencia. Salía justo del baño

y al parecer estaba esperando a alguien; jamás pensé que era

a mí.

Estas palabras salieron de su boca: “Brian ¿eres mari-

cón?”

Por si no lo sabes, maricón es una palabra vulgar del tér-

mino gay.

La verdad que yo me quedé frío. Jamás en mi vida se me

había ocurrido que mi papá me iba a preguntar algo así. ¿Qué

le había hecho poner esa pregunta en su programación men-

tal? ¿Por qué Ronald pensaba eso de mí? ¿Cómo carajos tuvo

53

B R IANS AVIT ZKY


la valentía para preguntarme? Yo sabía que él estaba sufrien-

do con eso porque era hijo de un tiempo y una cultura ma-

chista, porque su pasado de exitoso futbolista, de goleador, lo

encerraba en esa posición, aunque fuera un profesional ple-

namente realizado que había sido dos veces decano de una

facultad de la Universidad Nacional de Piura. Mi respuesta

fue simplemente sincera: “Papá, estás loco ¿De dónde sacas

esas cosas?” Tajantemente y muy seguro acerca de lo que yo

soy, de mi identidad le dije: “¡No hay forma!”.

Ronald se había encontrado con alguno de sus hermanos

(tiene muchos hermanos), y, según parece, le había dicho

que su hijo Brian, el menor, el engreído, era, vulgarmente

“un rosquete”. Es más, hace un tiempo atrás en mi casa pa-

saba algo curioso, gente llamaba para molestar. Era común

que sonara el teléfono y empezaban a decir en el teléfono a

mis papás o a quien contestaba cosas falsas respecto a mí o

de mis hermanos. Y de verdad era algo traumático: “tu hijo

Brian es gay”, “tu no se qué es una puta”, “eres un tal por

cual”, etc. Una serie de insultos que comúnmente se encar-

gaban de hacer renegar y ofender a la persona que contesta-

ba el teléfono en mi casa. Claramente yo sabía el nombre del

tío que le había comentado eso a mi papá. Es más, según lo

que había entendido, eran varios los familiares que “estaban

hablando eso”. Al parecer el rumor se había expandido y le

tocó escucharlo a mi papá, quien no dudó en consultarme a

mí. ¡Oh miércoles!

Recuerdo que en ese momento sólo atiné a hacer algo

simple. Me senté en el mueble, miré a los ojos a mi viejo, y con

una sonrisa serena le dije: “Viejito hermoso, tranquilo. Tú sa-

bes que todo el tiempo la gente, y algunas veces la familia, se

encarga de comentar e inventar cosas acerca de nosotros. De

mí, de ti, de mis hermanos, de tu mujer. Sencillamente, no

54

Hijo: ¡Ven! Toma asiento, tenemos que hablar

hagas caso y confía en mí. Sabes que no es verdad eso que te

han dicho”.
Automáticamente, el Sr. Savitzky hizo el comentario más

común y esperado por cualquier persona: “Vamos a aclarar

las cosas con todos ellos”.

Recuerdo también cuando fui yo el que alguna vez recibió

también esa bendita llamada. Alguien, por el motivo que fuese,

llamo a contarme una "supuesta verdad" de la cual yo no esta-

ba enterado. ¿Cuál era el objetivo de ello? ¿Cuál era el objetivo

de perturbar la tranquilidad de una familia? La verdad que no

lo sé, pero igual, pasó. Y si bien es cierto que en su momento

molestó, sirvió para que nos acercáramos nosotros y conversá-

ramos más. Eso, que aparentemente era algo malo, nos unió.

Existe un principio clave en temas de liderazgo y desarro-

llo personal que todos debemos conocer y aplicar en nuestra

vida: "en lo que te enfocas, se expande". ¿Cómo es esto?

Imagina que estás en un cuarto de paredes blancas, y cada

una despliega tremendo destello blanco, como si fueran cua-

tro pantallas gigantes de cine que te brindan tremendo bri-

llo. El techo y el piso no se quedan atrás y también son como

enormes pantallas que te iluminan. De repente notas que en

una de las paredes hay una mancha negra. ¿Podrás concen-

trarte en seguir mirando el destello blanco, que es mayoría,

o inevitablemente tu mirada se va a dirigir y estar pendiente

de esa mancha negra?

Existe la tendencia a creer que lo peor ocurre primero.

“Te compro esta rifa para el gran sorteo, aunque sé que nun-

ca gano…” “Te vas a caer.” “Vas a jalar.” “Te va a decir que

no.” “Nueve de cada diez emprendimientos fracasan; ten cui-

dado”. Es curioso ¿verdad? Nada más imáginate situaciones

como estas:

55

B R IANS AVIT ZKY

- “¡Qué lindo, mi bebé! No te vas a caer por nada en el mun-

do y vas a fortalecer tus piernitas al correr de esa manera

tan rápida”.

- “Tienes 08, 10, y 09 en tus tres exámenes pero estoy se-

guro que en este examen que viene sacarás 17 y pasarás


con 11. No hay posibilidad de que jales”.

- “Esa flaca ha sido gileada (afanada, cortejada) por Juan,

Pedro, Óscar y hasta el Humberto. A todos les ha dicho

que no; pero ¿sabes? estoy convencido que contigo será

diferente. Te dirá que sí”.

- “Estoy seguro que con esa idea revolucionarás al Perú y al

mundo. Anda, haz tu negocio, te harás millonario, serás

uno de diez que logró el éxito. Empresario, millonario, fe-

liz”.

Son situaciones inverosímiles ¿verdad? Es curioso cómo

decidimos (la mayoría de veces, de manera inconsciente) en-

focarnos en lo negativo. Creemos que lo peor nos va a pasar

primero. Vemos esa mancha negra pequeña en esa enorme

pantalla blanca. Vemos el defecto en el cuadro, decidimos

enfocarnos en lo que nos hace daño. ¿Quieres un consejo de

amigo, de pata? Si en lo que te enfocas se expande; por favor,

decide enfocarte en cosas que valgan la pena.

Cuando el señor Savitzky me dijo “Vamos a aclarar las

cosas con todos ellos” sólo atiné a decirle: “Ronald ¿crees

que es necesario hacer eso? ¿Crees que vale la pena ir a re-

clamar? Dime la verdad, ¿tú crees eso de mí? ¿Por tanto, si

no lo crees, necesitamos ir a aclararles el asunto a ellos? ¿Es

necesario convencerlos a ellos de algo que tú y yo estamos

seguros? ¿Crees que sería inteligente enfocarnos en expandir

el problema?”

56

Hijo: ¡Ven! Toma asiento, tenemos que hablar

Después de esa noche, simplemente no hicimos nada. Se-

guí con mi vida. Terminé mi carrera. Terminé mi inglés. Me

pagué mi bachillerato con mi propio sueldo. Me fui a vivir a

Lima. Logré viajar y llegué hasta Egipto. Hice mi empresa a

los 23 años. ¿Y qué pasó con aquellos que dijeron eso de mí?

La verdad que muy poco sé de ellos ahora. Una que otra vez

se acercan a felicitarme, a decir que están orgullosos de mí.

Decidí enfocarme en mis cosas, en mis estudios, en mis

responsabilidades. Seguir con mi vida. Dejar de ver esa man-


cha creada de una manera estúpida, y seguir viendo el her-

moso paisaje blanco iluminado que la vida me ofrecía.

Si quieres ser feliz, tienes que decidir enfocarte en algo

bueno para que se expanda. Si toda una vida sufriste por falta

de dinero, y estás todo el tiempo enfocándote en la "preocupa-

ción por no tener dinero", pues no tendrás dinero, obtendrás

sólo preocupaciones y más preocupaciones por no conseguir-

lo. Si por mucho tiempo vives pensando que eres malo para

los negocios, que no sirves para algo, o que sencillamente el

destino puso esa incapacidad en ti; pues eso se expandirá

¿Qué pasará? ¡Obvio! Te irá mal en los negocios. Si toda una

vida te enfocas que "la gente te crítica y es mala contigo", “que

las personas te envidian y que eres pobrecito por ser ofendido

siempre”. Tendrás más de eso siempre. Tienes que convencer-

te de que todo el tiempo habrá gente que hablé mal de ti, que

te critique, que te haga daño, que sea “mala” contigo. No está

en ti evitar que esa gente sea así; no depende de ti. NO puedes

controlar eso. Si siempre estás pensando en "lo malo que eres

para los estudios, para la matemática o para el baile", pues

simplemente toda la vida te irá mal en eso.

Si yo me hubiese enfocado en querer averiguar quiénes

eran esas personas que llamaban a molestar, o insistir en sa-

ber el motivo por el cual lo hacen, o si me hubiese enfocado en

57

B R IANS AVIT ZKY

ir a reclamar porque estaban hablando tremendas mentiras

de mí. ¿Qué hubiese pasado? Simplemente no estaría tran-

quilo, simplemente el problema hubiese crecido. Más peleas

se hubiesen generado, más insultos, más preocupaciones,

más malos ratos. ¿Por qué? Porque si decidía enfocarme en

eso, pues eso se habría expandido más y más. Así funciona

esto.

Yo decidí enfocarme en las cosas que eran realmente im-

portantes, haciendo caso a las personas que realmente me

importaban. Es un principio clave que la felicidad tiene que

ver con enfoque. Y es verdad que en lo que te enfocas, se ex-


pande. Pero lo mejor de todo esto es que tienes la capacidad

de decidir qué quieres expandir.

58

Capítulo 7

Te quiero, hermana

Si eres el promedio de las cinco personas con las que más

frecuentas. ¿Debes asesinar a aquellos que restan en tu vida?

La felicidad está en el equilibrio entre estar bien tú y ayudar

a los demás. Ambas son labores que requieren mucho

esfuerzo; por tanto, debes saber bien cómo hacerlo.

Brian.- Definitivamente, vamos a hacer que esto sea

alucinante. Haremos nuestros propios talleres de

teatro. Juntos. Sí, definitivamente lo haremos. Cre-

ceremos juntos. Haremos que todo mundo sepa de los her-

manos Savitzky.

Nadia.- Bacán hermano, ¡qué bueno! ¡Vamos a hacerlo! Em-

pezaremos los talleres. ¿Qué te parece? Usaremos el nombre

de Ítaca, la isla de Odiseo, que es el nombre de mi grupo de

teatro.

Brian.- Está perfecto. Yo estoy trabajando los diseños. Ma-

terial publicitario. Nuestros primeros clientes serán estos

alumnos que han empezado a trabajar con nosotros, que ya

te conocen. Seremos grandes.

Nadia.- Sí, hermano, seremos grandes.

Sin embargo el proyecto quedó sólo en un simple papel. No

pude encargarme de las ventas porque tuve que viajar a otra

ciudad por un tiempo. Me di cuenta que sólo yo estaba empu-

jando la empresa, que si yo no estaba las cosas no se hacían.

Decidí hacerlo solo. Mi hermana se enojó conmigo. Se resintió

conmigo. Ella no entendía por qué había decidido eso. “¿Por

59

B R IANS AVIT ZKY

qué haces eso hermano? ¿Por qué dudas de mi capacidad? ¿Por

qué no quieres trabajar el proyecto conmigo? ¿Qué te he hecho

yo? ¿No te das cuenta que necesito trabajar esto? ¿No te das

cuenta que por mis hijos? ¿Por qué eres tan egoísta?”
Le expliqué el porqué de mi decisión. “Haré la empresa

solo, y si tú te sumas serás contratada por mí, pero no serás

socia. Un socio es alguien que aporta. Alguien que da valor.

Tú, hermana, no sabes de negocios. Pero eso se aprende. En

estos momentos estás en una etapa de inestabilidad. Un día

estás bien, un día estás mal; un día de buen humor, otro día

no. Aún no solucionas tus problemas con tu ex marido. Es-

pero que lo entiendas”.

No entendió. Y, claro, ahora que leo las palabras que le

dije, comprendo que fui duro. Pero eso es lo de menos; la

cosa es que simplemente luego de esa conversación, la em-

presa tampoco existió. Pasó un año, terminé la universidad,

me fui a la capital, estuve año y medio por allá. Y ni rastros

de la empresa. Ella se dedicó a sus cosas, yo a las mías. Nos

amistamos (de hecho, hasta nos olvidamos de aquella pelea).

Al parecer, la historia de Ítaca había llegado a su fin.

Un día de repente, habiendo aprendido mucho en mi tra-

bajo pero, habiendo también descubierto una idea de negocio

bastante interesante, se me ocurré formar mi propia empre-

sa. Pero no era una escuela de teatro. No. La idea consistía en

lo que es hoy la principal unidad de negocios de mi empre-

sa. Había decidido hacer talleres de liderazgo y habilidades

blandas para jóvenes. Esta idea empezó en mi cabeza. Cuan-

do le comenté a mi familia no es que alguna de ellos (inclui-

da Nadia) me haya comentado para trabajarlo conmigo. Así

que me lancé a la piscina solo. Sin embargo, un amigo mío

se unió y juntos la consolidamos. Un día cogí el teléfono y le

dije: “Hermana, ¿puedo usar el nombre de tu grupo de teatro

60

Te quiero, hermana

para ponérselo a la empresa que quiero hacer? ¿Puedo lla-

marla Ítaca?” Imagínate que baldazo de agua fría para ella.

¡BAAM! Su nombre, su sueño, su máxima autorrealización,

iba a dársela a una persona que hace mucho había rechazado

ser su socio. Aún recuerdo su voz clara: “Ok, hermano, no te

preocupes. Es tuyo”.
Esto fue algo después de tres años del fallido intento de

ser socios ella y yo. La empresa, Ítaca, en el primer año lo-

gró buenos resultados y tocaba, sí, iniciar algo nuevo en el

verano. Era el momento preciso, llamemos a la experta. Que

venga Nadia para los talleres de teatro. Esta vez el contexto

era diferente. La empresa ya estaba consolidada. Solamente

era sumar a una persona en el equipo. De esa manera, Nadia

se sumó. Entró como socia, y el día de hoy Ítaca es una reali-

dad. Desarrollando liderazgo a través de talleres como tal, y

también a través del teatro, la danza, la música, el clown; en

pocas palabras: el arte en general. Y te preguntarás ¿Quién

es la dueña de ese proyecto? Obviamente, la única persona

que es capaz de hacerlo y hacerlo espectacular: ¡Nadia! Y es

dueña, es socia, no es alguien a quien se contrata.

La ley del promedio te asegura que si una persona no te

suma en tu vida, debes apartarla. Claro, esto puede ser vis-

to como un egoísmo puro. Te digo algo: no tiene nada que

ver con eso. “Una cosa cierta es que nadie puede ayudar bien

a otra persona si es que antes no se encuentra bien consigo

mismo”. Si yo hubiese decidido hacer la empresa con mi her-

mana cuando su situación emocional era inestable, posible-

mente fracasaríamos los dos, ella y yo. Nadia necesitaba salir

de su burbuja. Ella debía crecer, darse cuenta por sí misma

que estaba para grandes cosas. En esos momentos, yo, como

chiquillo de 19 años, no podía asumir la responsabilidad de

cargar con emociones de otra persona. (A las justas podía con

61

B R IANS AVIT ZKY

las mías). Nadia tenía que demostrarse que realmente quería

esto. Ella tenía que hacerse notar (a ella misma) que era ca-

paz de grandes cosas. Después de esa conversación Nadia se

convirtió en una profesional de lujo. Sacó adelante sola a sus

dos hijos. Logró estabilizarse emocionalmente. Creció econó-

micamente. Se realizó sola como mujer. Ella se dio cuenta de

ello gracias a cosas que veía, cosas que conversábamos, cosas

que leía. Económicamente estaba mucho mejor. Ella misma


fue capaz de salir de ese hoyo que no la iba a dejar avanzar.

Salió por su cuenta cuando decidió crecer.

¿No te queda claro aún? Fíjate bien:

1. Tienes 19 años y en tu casa tienes un papá que es muy

pesimista. Todo el tiempo se está quejando de todo. La

pregunta es ¿debes alejarte de tu papá o debes ayudarle a

qué el vea el mundo de otra manera? ¿Me alejo o me acer-

co para cambiarle la mente? Si al final de cuentas una

persona que se queja no suma a tu promedio, entonces

¿debo apartarme de ella?

2. Tienes 24 años y estás montando tu propia empresa. Sin

embargo, has descubierto que tu hermano de 18 años,

quien empieza la universidad, está metido en drogas y

fuma marihuana. ¿Debes invertir tu tiempo y esfuerzo

en ayudarle, o simplemente dejarlo que él solo salga? Con

tal, un drogadicto no suma a tu promedio.

3. Todos los días tu hermana llega a la casa y te cuenta los

chismes de la familia. Es novedad que venga todo el tiem-

po a contarte y quejarse por lo que hizo o dejó de hacer

tal persona. Es una persona chismosa, pero es tu herma-

na. ¿Debes escucharle o evitarla? Al final de cuentas, una

persona que vive pendiente de las opiniones de los demás

y habla mal de las personas, no suma a tu promedio.

62

Te quiero, hermana

Ten en cuenta lo siguiente. Estas tres situaciones pueden

darse en tu vida, y si analizas el título del capítulo, éste te

hace una pregunta: Si eres el promedio de las 5 personas con

las que más frecuentas. ¿Debes asesinar a aquellos que res-

tan en tu vida? La respuesta es un tajante sí, pero ¡no!

En los tres casos anteriores obviamente estamos hablan-

do de tu papá, tu hermano y tu hermana. Estamos hablando

de personas con las cuales tienes un vínculo bastante fuerte.

Personas que quieres, personas que aprecias. Son personas

que son importantes para ti. Por tanto, no es así de simple

que les dices: “chau chau, no suman a mi promedio y listo”.


Si dentro de ti hay un profundo amor hacia ellos y decides

cambiarlos, decides ayudarlos a que sean mejor. Si dentro de

ti está ese deseo de querer ayudarles. No lo dudes: ¡hazlo! Es-

fuérzate por cambiar esa mentalidad de tu papá. Esfuérzate

por hacerle ver a tu hermana que no debe hablar de las perso-

nas y también en ayudar a salir a tu hermano de las drogas.

Solo ten en mente que, como ser humano, no eres inven-

cible. Necesitarás la suficiente fortaleza y fuerza para poder

seguir adelante a pesar de no encontrar cambios en ellos. Y

no creas que va a ser magia que de un día para otros ellos van

a cambiar. No funciona así. Va a requerir de tu trabajo, de tu

esfuerzo y de tu enfoque. Si lo puedes hacer, hazlo. Pero el se-

creto está en ponerte límites. Si después de tiempo, a pesar de

demostrar con el ejemplo que ellos están mal, y no cambian;

ahí es momento donde debes elegir: ¿sigo en esto, o empiezo

a enfocarme en mí? Eso ya depende específicamente de ti.

Recuerda que no siempre vas a poder ayudar a todos. Ponte

límites. La clave fundamental es hacerte la pregunta: ¿esta

persona, realmente quiere cambiar?

Si quiere hacerlo, la ayudo; si no, lo siento, pero debo en-

focarme en mí. Mira a mi hermana. Ella se dio cuenta de eso

63

B R IANS AVIT ZKY

por su cuenta y hoy es una de las principales accionistas de la

empresa que un día soñamos y hoy es una realidad.

La ley de los promedios no aplica del todo cuando los sen-

timientos entran. O mejor dicho, si quieres haz que no apli-

quen cuando los sentimientos aparezcan. La ley de los pro-

medios funciona en casos concretos:

- Si quieres tener buenas notas; no te juntes con los que

cada vez que entren a clase se sientan al fondo. No. Ele-

va tu promedio, siéntate adelante, toma nota. No tengas

miedo hacerlo.

- ¿Eres empresario y padre de familia y sientes que el dine-

ro escasea? No te juntes con personas que tienen creen-

cias limitantes acerca del mismo. Busca siempre juntarte


y aprender de aquellos que sí lo tienen. De personas de

negocios exitosos. Búscalas para hablar, lee sus libros, si-

gue sus consejos. Las personas tendemos a rodearnos de

aquellos que piensan igual que nosotros, como si noso-

tros fuésemos la gran cosa. Ahí estamos cómodos, pero

ahí está la soga que nos cuelga del cuello y se llama me-

diocridad, fracaso.

- Los de tu alrededor se mueven en corrupción. ¡Cuidado!

Tendrás tu quinto de eso aunque digas: “Ah, no, yo soy

incorruptible”.

- ¿Alcohol, drogas? ¿Acaso son ellos parte de tus cinco?

Busca siempre rodearte de personas que sean mejores

que tú. No asesines a quienes quieres, pero sí limítate en fun-

ción a tus capacidades, en función a lo que realmente quieres

en la vida. Recuerda que la felicidad está en el equilibrio en-

tre estar bien tú y ayudar a los demás. Ambas son labores que

requieren mucho esfuerzo; por tanto, debes saber bien cómo

64

Te quiero, hermana

hacerlo. De hecho, siempre es bueno pensar mucho en tí mis-

mo y darte cuenta que la felicidad está hecha para ti, antes

que para los demás. Esto es un principio clave de la felicidad.

Si no te convences, seguro la historia de mi madre te hará

entender. Para eso, anda al siguiente capítulo (el número 8) y

podrás complementar este mensaje.

65

B R IANS AVIT ZKY

66

Capítulo 8

“Yo seré feliz el día que

mis hijos sean felices”

Hay un principio clave de la felicidad que muchos confunden

con egoísmo. Y es que debes entender de una vez por todas

que para que puedas ser feliz, debes sentirte bien y cumplir

bien contigo mismo. Recuerda siempre que primero siempre

estás tú, luego tú y luego tú.


Siete hijos y un marido. Cada uno un problema:

Brian, que mucho toma; Alan, que está sin dinero en

Europa; Arnold y sus problemas con “la muchacha”;

Romina, que no les habla a sus hermanos; Noelia y sus rollos

con su esposo; Nadia y sus hijos; Ronald y sus cosas. Aún

recuerdo cuando la hermosa mujer de 60 años, con labios re-

secos y entre lágrimas, llegó a mi oficina y dijo: “yo seré feliz

el día que vea a mi familia feliz”.

Brian.- Madre ¿Qué tiene que pasar para que seas feliz?

Tenchy.- No lo sé. A mí me duele mucho la situación de la fa-

milia. No entiendo en qué momento nos convertimos en esto.

Sufro. No me gusta ver cómo se tratan mis hijos. Me duele

mucho esta situación.

Brian.- Tranquila, madre. Me imagino lo que debes sentir.

Tenchy.- No, hijo. Tú no sabes lo que significa el dolor de ma-

dre. No entiendes lo que significa que tu familia no esté uni-

da. Uno se esfuerza para eso. Duele. A mí me duele. Que no

quieran a su madre, duele, hijo. Duele.

67

B R IANS AVIT ZKY

Brian.- Mami. Una pregunta: ¿Qué tiene que pasar para que

tú seas feliz?

Tenchy.- ¡Ay, hijo! Muchas cosas.

Brian.- Yo sé, mamá. Son muchas cosas, pero elije una. Elije

una cosa para que tú seas feliz. Algo que tiene que pasar para

que tú seas feliz.

Tenchy.- La Rominita. Su aislamiento. No habla con nadie.

Para sola en su habitación.

Brian.-…

Tenchy.- Yo sería feliz si ella baja a comer con nosotros. Si se

amista con sus hermanos. Si se sienta a comer en Navidad

con nosotros.

Brian.- Claro, madre. Te entiendo.

Tenchy.- Si, sí. Si ella hace eso, yo sería feliz.

Brian.- ¿Quiere decir que si Romina, en esta Navidad, baja

a cenar con nosotros, tú ya serías cien por ciento feliz? ¿Tu


felicidad sería extrema? ¿Seria eterna?

Tenchy.- ¡Ah, no! Esa es sólo una cosa. Es que también…

Brian.- ¿Es que también…?

Tenchy.- Está la Nadia. Con sus problemas con Martín, que

no le pasa dinero y la pobre muchacha vieras cómo la pasa.

Sus hijos van creciendo y se dan cuenta de todo.

Brian.- ¿Quiere decir, amor, que si Romina se amista con no-

sotros y si Nadia sale adelante, tiene dinero y ya no tiene pro-

blemas con su exmarido; al pasar esas dos cosas, tú ya serías

completamente feliz?

Tenchy.- Bueno…este…Sí. ¿O no?

68

“Yo seré feliz el día que mis hijos sean felices”

Brian.- No lo sé, tú dime.

Tenchy.- Lo que pasa es que también me siento mal por Ar-

nold. Sus problemas con la muchacha que tiene. Y me deja

intranquila Alan, quien pasa problemas allá en Europa. Ni

que decir de Noelia, y Ronald. Hasta tú mismo…

Brian.- ¿Entonces? ¿Qué tendría que pasar en tu vida, para

que seas cien por ciento feliz? ¿Todos tus hijos tienen que es-

tar bien, verdad?

Tenchy.- Sí, claro.

Brian.- ¿Y tú puedes hacer eso? ¿Puedes lograr que ellos es-

tén bien?

Tenchy.- No… No, pues.

Brian.- Entonces ¿Qué tiene que suceder, que tienes que ex-

perimentar en tu vida, para que seas cien por ciento feliz?

Tenchy.- Claro, entiendo. De verdad, si no fuera por mis hijos,

yo quisiera estudiar una carrera. No depender económica-

mente de tu papá. Viajar, me encanta viajar. Cuando me casé,

a los 19 años de edad, todas mis metas se vinieron abajo. Yo

quería trabajar, tener mi dinero, conocer el mundo… Eso, eso

me haría feliz…

Su semblante cambió. Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Empezó a mostrarse contenta. Se llenaba de ilusión cada vez

que hablaba acerca de lo que la haría verdaderamente feliz.


De hecho, ese día, mi mamá se dio cuenta que su felicidad no

podía depender nunca de otra persona. Si su felicidad, como

madre, iba a depender de sus hijos (todos adultos ya), jamás

iba a poder ser feliz. ¿Entiendes lo que quiero decirte?

Ese día salió un plan de acción. Tenchy, entonces tienes

que viajar. Justamente, ahí mismo, vi la posibilidad de un

69

B R IANS AVIT ZKY

viaje a Orlando y otro a México. Ella disfrutó mucho cada

cosa y definitivamente, a pesar de que no podía desligarse

totalmente del amor incondicional a sus hijos, poco a poco se

ponía más ligera en las cosas que ya no tenía que cargar en su

mochila. Se enfocó en ella. Mi empresa tomó en alquiler su

sala y dos habitaciones para labores de oficina. También acor-

damos que yo le pagaría una renta por concepto de alquiler

de mi habitación y los trabajadores de la empresa tomarían el

servicio de alimentación con ella. Así, casi sin darse cuenta,

se había convertido en una empresaria y empezaba a ganar

su propia plata.

Es común la opinión de que quien piensa en sí mismo es

egoísta, y que eso es malo. Te castigan. Te ponen el sello del

patán del mundo. Pero te digo algo: allí hay una clave, pues

para poder ayudar a los demás, primero debes estar bien tú

y, una vez que descubras en lo que radica tu felicidad, podrás

inducir o ayudar para que otros también sean felices. La Ma-

dre Teresa de Calcuta tenía un alma tan pura que ella se sen-

tía bien ayudando a los demás, era feliz. Y así podía dedicarse

a ayudar a los más necesitados, ayudaba y ayudaba y no se

cansaba de ayudar (bueno, sí se cansaba, pero llevaba bien su

cansancio). Cualquier persona, desde el alma más solidaria

hasta el peor de los dictadores de la historia, todos buscaron

un fin mayor porque se sentían bien, primero, ellos mismos.

La clave es simple: primero estás tú, luego tú, y luego tú; si tú

estás bien, tu alrededor empieza a mejorar. Así podrás pro-

yectar tu felicidad a los demás. Y luego de eso, sólo luego de

eso, empezarás a descubrir lo grato que es ayudar a los otros.


No olvides que para poder generar eso, primero debes es-

tar tú ante todo. La pregunta es ¿hasta que límite debo enfo-

carme sólo en mí? ¿Y dónde queda la caridad?

Piénsalo de esta manera: mi mamá, luego de 40 años vi-

70

“Yo seré feliz el día que mis hijos sean felices”

viendo para sus hijos, ¿no merece ser egoísta? ¿Le dirías tú:

Tenchy, no seas egoísta? ¿Piensa en tus hijos? Es por demás

obvio que ella ya hizo mucho, ya ayudó. Ya hizo lo que te-

nía que hacer. Si su felicidad va a estar en ser egoísta, ¡que lo

haga! De hecho, medio que lo hizo (tampoco tanto, ella está

muy llena de amor por sus hijos). Después, en una conversa-

ción ya con mucha confianza y más abierta le dije: Madre, tú

cumpliste con tus hijos hasta el momento en que termina-

mos nuestros estudios en la universidad. Después de eso, to-

dos debimos hacer nuestra vida sin joder la tuya. Vive, viaja,

déjanos, disfruta. Es tu momento. No es egoísmo. Es amor.

Porque te amo, porque quiero que seas feliz, te digo que pien-

ses primero en ti, y déjanos a nosotros, que ya veremos la

forma de pensar también sólo en nosotros. Luego agregué:

Hay un principio clave de la felicidad que muchos confunden

con egoísmo. Y es que debes entender de una vez por todas

que para que puedas ser feliz, debes sentirte bien y cumplir

bien contigo mismo. Recuerda siempre que primero estás tú,

luego tú y luego tú.

71

B R IANS AVIT ZKY

72

Capítulo 9

“Papá, papá, quiero ser actor”

Muchos creen que la felicidad está en hacer lo que te

apasiona. En hacer lo que te hace feliz. Es verdad. Sin

embargo, puedes ir un poco más allá. Si la vida no te dio la

posibilidad de perseguir tu sueño; no te preocupes,

puedes tener dos.

Llegó ese día en que en el colegio nos hicieron un test


para encontrar nuestra vocación. Según el psicólo-

go que aplicó la prueba, sólo con resolver ese infor-

me encontraríamos aquello a lo que podríamos dedicarnos;

encontraríamos lo que en su momento no entendía: nuestra

pasión.

La verdad es que los resultados del test me dejaron per-

plejo. No los creí, pues las palabras ingeniero o médico no

estaban si quiera en mi imaginación. Estaba en problemas. El

test me había hecho una buena broma. Es más, hasta pensé

en decir que me devolvieran la plata. Aunque, para decir ver-

dad, creo que fue gratis, no me acuerdo muy bien.

Ronald.- Hijo, tienes que estudiar aquello que te guste.

Brian.- ¿Aquello que me guste? Ya papá, ya ¡Lo tengo!

Creo que la cara de Ronald, mi padre, fue de mucha felicidad.

Si bien la contabilidad había hecho de él un gran profesional,

parece que le seducía la idea de que yo fuese el “Ingeniero

Savitzky” de la familia.

Ronald.- Y bien. Cuéntame. ¿Qué haz decidido?

Brian.- Papá. Quiero ser actor.

73

B R IANS AVIT ZKY

Ronald.- ¿Qué?

Brian.- Si, papá. Siempre me ha gustado eso. Me veo en nove-

las. O en teatros. Me gusta, me gusta, me gusta mucho, mu-

cho, mucho. Debería ir a Lima a estudiar.

Tenías que haber visto su cara de decepción. Imagina

esto: 63 años de edad, conservador extremo, criado a la an-

tigua, donde el golpe pesaba, con un padre y una madre que

lo consentían. Aquel que lo sabía todo del mundo profesional

era él, Franklin Ronald Savitzky Mendoza. Aquel que el ma-

chismo era su tercer apellido. ¿Tener un hijo actor? ¡La que

se armaba!

“¡No puedes dedicarte a eso!” Ese puede ser tu hobby. De-

bes encontrar una carrera y después que termines, puedes

hacer eso. Así de categórico.

Entonces le di mi segunda opción:


Brian.- Entonces quiero estudiar ¡baile!

Ya se imaginan el final de la escena. Finalmente termi-

né eligiendo como muchas personas: ¿Derecho? mucha letra.

¿Ingeniería? mucho número. Me voy por el punto de equili-

brio: Administración de empresas.

No pude evitar ponerme a pensar: No entiendo. Todos di-

cen que debo dedicarme a lo que me apasiona. Si todos dicen

que debo encontrar aquello para lo que soy bueno, y yo soy

bueno para el teatro y para el baile, ¿por qué estudiar otra

cosa? ¿Por qué no dedicarme a eso?

Hice rabia. Hice mi catarsis y mi lloriqueo interno. Estaba

con mucha cólera por no estudiar lo que quería. Sin embargo,

dije, bueno, al menos estudiaré en la universidad privada de

mayor prestigio (era el único hijo que lo iba a hacer). Vamo’ a

probar, dije.

74

“Papá, papá, quiero ser actor”

Ahora bien, hagamos una pausa a esta historia. Y permí-

teme hacerte unas preguntas:

¿Crees que estoy condenado al fracaso en este momento

de mi vida? ¿Crees que al no dedicarme a lo que verdade-

ramente me apasiona, era un castigo divino, era la cruz en

mi espalda que no me iba a permitir lograr lo que yo quería?

¿Crees que estoy condenado a no ser feliz por no haberme

dedicado a lo que realmente quería? ¿Crees que tengo que

culpar a mi padre por cometer tremendo acto de injusticia y

no haberme permitido estudiar lo que yo realmente amaba?

¿Crees que mi sueño fue truncado por culpa de mis padres?

Allí te dejo pensando.

Seguimos con la historia. Empezó mi carrera en la uni-

versidad. En el primer ciclo ocupé el octavo lugar en el cuadro

de méritos, y el primero o segundo lugares en los siguientes

ciclos, hasta que terminé. Encontré interesantes y me gusta-

ron los cursos de la especialidad. Contabilidad, Marketing,

Finanzas (solo la primera), Operaciones, Administración, me

fueron cursos gratos. También le encontré gusto a los otros


cursos. Sí, esos cursos que la mayoría de mis amigos decían

para que estudio esta hue#$$%: Filosofía, Geografía, Histo-

ria, la misma Teología. Cada curso que estudiaba, me gusta-

ba. De repente por cosas de la vida, empecé a trabajar en una

organización estudiantil de la universidad. Me convertí en su

presidente desde mi tercer año de universidad. Y partir de allí

encontré algo que llamó particularmente mi atención. Unos

lo llamaban Gestión de Personas; otros, Recursos Humanos.

Había quienes lo mencionaban como Liderazgo. El asunto es

que me gustó, me llamó la atención, le encontré sentido. Ha-

llé algo que me gustaba de verdad.

Asistir a congresos mientras estaba en la universidad. Es-

cuchar a muchos expositores. Ser presidente en esta organi-

75

B R IANS AVIT ZKY

zación. Trabajar con personas, y ver como se desarrollaban. Y

lo mejor de todo: tener la oportunidad de hablar en público.

Todo eso empezaba a generar en mí una ilusión de encontrar

algo en lo que, además de ser bueno, también me gustaba,

tanto e igual como el teatro, tanto e igual como el baile.

De hecho, cada vez que tocaba exposición era feliz. Los

exámenes escritos no eran algo que me gustara tanto. Sin

embargo, hablar, exponer, mostrarle a la gente con tu len-

guaje verbal y no verbal lo que sabes, siempre generaba adre-

nalina en mí. No es broma; me iba tan bien que la gente se

sorprendía. Jamás pensé que esa habilidad, relacionada con

esa pasión a la que llamaban liderazgo, iba a convertirse en la

razón de mi vida, en el medio de vida.

Mi empresa se convirtió en una escuela de liderazgo

para jóvenes. Desarrollamos en ellos habilidades como ha-

blar en público, trabajo en equipo, creatividad, innovación.

Hacemos que los jóvenes se dediquen a hacer que las cosas

pasen y no esperar que todo pase por ellos. Obviamente, lo

mejor de ello es que me permite hacer lo que me apasiona:

hablar en público. Hoy estamos en varias ciudades de Perú.

Estamos expandiendo el negocio a otros países. Gracias a


estos talleres tenemos historias que contar: la de Brenda,

que creó su propia empresa; Kiara, quien también está en

proceso de hacerlo estando en cuarto de secundaria; José,

quien empezó una organización en su universidad; Luis, con

su ONG de Liderazgo y Emprendimiento. Jóvenes que de-

sarrollaron su liderazgo y están haciendo cosas importan-

tes. Jóvenes que aseguran que encontraron eso gracias a ese

taller que llevaron con nosotros, con mi empresa. También

está la historia de Pamela, quien pasó de no poder hablar

frente a 10 personas, a hacerlo frente a 500 personas. En

fin, muchas historias, más de mil historias. ¿Sabes que es

76

“Papá, papá, quiero ser actor”

lo mejor de esto? Que todo fue gracias a que no me dejaron

seguir mi pasión.

Muchas personas creen que su vida se vio arruinada el

día que un padre no le permitió dedicarse a hacer lo que real-

mente querían. Muchas personas caemos en eso de echarles

la culpa a otros por las cosas que nos pasan. Lo peor es que,

si mantenemos esto por toda nuestra vida, sencillamente no

encontraremos gusto, ni sentido, a las cosas que nos pasen.

Te digo algo: si por un motivo no dejaron dedicarte a lo que

te apasiona, si por un motivo el día de hoy estudias algo que

no te gusta y lo haces por obligación, si el día de hoy estás

trabajando en un sitio que te desagrada, pero lo haces por-

que lo necesitas; no te preocupes. No bloquees tu vida sólo

porque en un momento no pudiste hacer y dedicarte a lo

que realmente te gustaba. ¿Sabes por qué? Porque si todo el

tiempo vienes echando la culpa a otros por lo que te pasó, si

todo el tiempo vives enfocado específicamente en indicar que

nunca serás exitoso y feliz porque no haces lo que te gusta, si

te enfocas en eso, simplemente lograrás que todo lo demás

que pasa a tu alrededor no tenga sentido. Al enfocarte en lo

negativo, en la culpa, en "mi vida quedó truncada por eso",

te limitas a no encontrar una segunda pasión. Recuerda que

las personas tenemos diversos talentos, y muchas veces sólo


basta enfocarse en querer encontrarlos para que empiecen a

aparecer.

Mi primera pasión era el teatro; la segunda, el baile. En-

contré una tercera que involucra el liderazgo, inspirar, hablar

en público, enseñar. Educar y educar. Hice una empresa con

lo último. Luego, he tomado clases particulares de baile. Tam-

bién, llevaré cursos de teatro. Solo piénsalo. ¿Te imaginas si

por el hecho de haber culpado a mis padres todo el tiempo, no

hubiese acabado mi carrera en cinco años? Si por eso hubiese

77

B R IANS AVIT ZKY

sido un flojo, desganado, con asco de la vida. Nada hubie-

se existido. No hubiese llegado a este momento en que ha-

blo contigo, querido lector, en este libro. Hoy le doy miles de

gracias a mi padre por obligarme a estudiar una carrera. Re-

cuerda que puedes encontrar el gusto a las cosas, encontrar el

lado bueno de todo lo que te pasa, y eso depende únicamente

de ti. Despierta la pasión por las cosas que haces; no por lo

que hay afuera, sino por lo que hay adentro. Eso no significa

que descartes aquello que tú pensabas que era bueno para ti

y que tú eras bueno para eso. No. También puedes conjugar-

lo en tu vida. El día de hoy me esfuerzo por hacer que mis

tres pasiones logren equilibrio en mi vida. Hago teatro, hago

baile, dicto talleres, enseño. Además tengo una academia de

teatro para niños. ¿Hermoso cierto? No trunques tu vida por

una decisión que te obligaron a tomar. Ese puede ser el inicio

de un hermoso camino que sólo descubrirás si decides vivir

cada detalle en todo lo que encuentras. Muchos creen que la

felicidad está en hacer lo que te apasiona. En hacer lo que te

hace feliz. Y sí, es verdad. No lo dudo. Sin embargo, puedes ir

un poco más allá. Si la vida no te dio la posibilidad de perse-

guir tu sueño; no te preocupes, puedes tener dos, tres, cuatro.

Todo depende de ti.

78

Capítulo 10

Un matrimonio, una pelea y 2 cazados


Sólo diez palabras: La verdadera felicidad se consigue sin

esperar algo de alguien.

¿Por qué no hiciste eso por mí? ¿Por qué le hablaste a

esa persona si a mí no me cae? ¿Por qué fuiste a su

fiesta si sabes que estamos peleados? ¿Por qué no me

compraste lo que yo quería? ¿Por qué nunca me regalas nada?

¿Por qué jamás tienes un detalle lindo conmigo? ¿Por qué no

eres como Juan, que sí tiene destalles con su esposa? ¿Por

qué es usted malo, profesor, y toma ese examen un lunes?

¿Por qué, jefe, nunca hace cosas para mantenernos motiva-

dos a nosotros los trabajadores? ¿Por qué no nos dan feriado

el 1? ¿Por qué siempre te expresas de mala manera? ¿Por qué

eres tan brusco? ¿Por qué eres tan sensible? ¿Por qué? ¿Por

qué? ¿Por qué?... ¡¿Y por qué no?!

Las personas siempre creemos tener el derecho de exigir

que las demás personas hagan cosas por nosotros. Es común

pensar y pelearnos con esa persona porque simplemente no

actuó como nosotros esperábamos. ¿Te has dado cuenta de

esto? Fíjate bien:

— Me peleo con mi papá porque no me da permiso para la

fiesta.

— Me disgusta mi jefe porque no trata a sus trabajadores

como yo espero que lo haga.

— Me molesta que mi enamorado no tenga los detalles como

darme una rosa, ser romántico, o cantarme una canción.

79

B R IANS AVIT ZKY

— Me enoja el Pancho, que le habla la Lulú, cuando sabe muy

bien que no me cae.

Constantemente en nuestra vida existe una fórmula má-

gica y que es la causante de los mayores de nuestros proble-

mas. Yo le llamó la función (o disfunción) Felicidad.

Mi felicidad está en función a que lo que yo espero de los demás, sea igual a lo
que el os hacen por mí.

Esta función dice que mientras las expectativas que tengas

sobre las personas sean cumplidas tú serás feliz. Si por algún

motivo esa persona hace lo que tú esperas que haga, dirás que

eres feliz. Pero si esa persona no hace lo que tú esperas, si esa

persona hace menos de lo que esperas, se genera un problema,

y ese problema es la causa de que tú sientas que no eres feliz. Y

lo peor no es sólo eso, sino que si esa persona hace más cosas

por ti de las que tú esperabas, ¡oh problema! también te genera

insatifacción o percepción de felicidad incompleta.

Piensa en Luchito y Marthita. Llevan tres años de ena-

morados y Marthita le reclama por qué no tiene detalles ni

es cariñoso y no le demuestra que la ama. Marthita espera

que Luchito le publiqué en su red social, le regale rosas o le

escriba una carta. Marthita empieza a decir: no soy feliz Y

constantemente se martiriza pensando que no es feliz porque

Luchito no hace lo que ella espera que haga.

En un mundo paralelo se encuentran Pedrito y Juanita.

Ellos, a diferencia de Luchito y Marthita, llevan solo un mes

de enamorados. Pedrito se desvive de amor por ella. Todos

los días la llama a preguntar cómo se encuentra y cada día le

deja un chocolate en su asiento de la clase. Hace poco le com-

80

Un matrimonio, una pelea y 2 casados

puso una canción y se la publicó en su red social. Y, a 15 días

de su cumpleaños, le está haciendo una sorpresa a Juanita:

le llevará mariachis para su fiesta. Pedrito, sólo baila con ella

en las fiestas y no hay día del fin de semana que no la vaya a

visitar. Inclusive, en días de semana, que tiene libre, le dice

para encontrarse. Con todo esto, en una conversación que tie-

ne Juanita con su amiga le dice: “es que Pedrito, ya demasia-

do se pega, muy cariñoso, muy todo. Me está aburriendo, no

estoy feliz con él”.

En la vida aprendí, y sigo aprendiendo y trato de enten-


derlo y asimilarlo, que mi felicidad no está en función a las

cosas que yo espero de los demás, ni mucho menos lo que

los demás hacen o dejan de hacer. Yo no puedo ir por la vida

esperando algo de las personas. Muchas veces, cuando a una

persona le damos el cargo de ser especial, creemos que esta-

mos en el derecho de poder exigir cosas. ¿Qué tan cierto es

esto? No tengo la menor idea; sin embargo hay algo cierto: la

felicidad no depende de que los demás hagan cosas por mí.

Si los demás hacen cosas por mí, me sentiré halagado, claro

que sí; pero no puedo hacer que mi vida y toda felicidad esté

sólo en función de ello. Hay que cambiar la fórmula. Veamos:

Mi felicidad está en función a las cosas que yo haga por los demás sumado con

lo que el os hagan por mí.

Es propio de nuestra cultura la tendencia a hacer drama

todo el tiempo. Nos encanta el drama; si no, no tendrían tan-

to éxito las telenovelas y cierto tipo de películas. ¿Sabes por-

que hacemos drama? Somos tan egocéntricos que creemos

fielmente que la vida gira en torno a nosotros. Nos creemos

el centro del mundo, creemos que todas las personas deben

actuar como nosotros creemos que es correcto.

81

B R IANS AVIT ZKY

Si aplicas la nueva fórmula a tu vida, créeme que serás

feliz todo el tiempo. Y es que sencillamente esta fórmula tiene

dos partes, Y aquí te pido seas indulgente con la explicación

‘matemática’. Trataré de ser claro. Tu felicidad debe estar en

función a dos partes (dos elementos en la sumatoria de la

fórmula). Una primera parte está conformada por lo que tú

haces por los demás, eso que tú haces para facilitar la vida al

resto de personas. Ese negocio para ayudar a las personas,

ese consejo que brindaste, ese apoyo que diste. La cosa es

que, si a eso que tú haces por el resto, no se le suma nada, no

pasa nada, porque al final de cuentas una constante (término

matemático), ya es mucho para tu vida y es suficiente.

Por tanto, si alguien hace absolutamente nada por ti, es

decir, esa parte del paréntesis se convierte en cero (y ya sabe-


mos que el cero no vale nada en una suma). No sumará nada

en la F(Felicidad) – función felicidad. ¿Qué pasará? Pues

nada, debido a que tú has definido tu felicidad en función a

una constante, y eso para ti es suficiente ¿Recuerdas?

Por otro lado, si alguien hace cosas por ti, y debido a que

son cosas que ni siquiera tú esperas que hagan (porque ya

has definido tu felicidad en función a una constante), es sim-

ple: tu nivel de felicidad aumentará y te sentirás mucho mejor

contigo mismo.

Te preguntarás ¿Porqué el 1 en la fórmula? Pues, la ver-

dad que era para que se vea bonita y más compleja. Quédate

tranquilo si no entendías el motivo de su existencia.

Me viene el recuerdo de mi primo. Se iba a casar. Resulta

que hace cierto tiempo este primo tuvo una discusión con mi

hermana mayor, Noelia. Al parecer la discusión había sido

muy pero muy fuerte entre ellos. La verdad que nunca supe,

ni sabré exactamente, lo que pasó, el asunto era, pues, que

82

Un matrimonio, una pelea y 2 casados

estaban peleados. Obviamente, mi primo envió las invitacio-

nes de la boda. Invita a mi papá, a mi mamá, a mis hermanos.

Iba a ser una boda de lujo al parecer. Aun recuerdo escuchar

alguna vez, ya sea en el carro, o un almuerzo, a mi hermana

Noe diciéndonos: ¿De verdad van a ir al matrimonio a pesar

de que ha discutido conmigo? ¿Van a ir? Mamá, papá, Brian,

Nadia: ustedes no deberían ir.

Llegó el día de la boda y mis padres, Tenchy y Ronald,

dicen: Vamos aunque sea a la misa, somo sus tíos y al menos

debemos cumplir. Recuerdo a mi madre preguntándome si

tenía algo de malo. Y, pues, según mi mapa mental, dije que

no. Que normal, que fueran a cumplir.

Con mi hermana Nadia era otra la historia. Siendo los dos

amantes de las celebraciones, de las fiestas, mucho más si son

bien rociadas, dijimos juntos y sin pensarlo: ¡vamos! Además

era una oportunidad perfecta para reencontrarme con mis

primos, pues se habían organizado una boda tan grande que


primos de Lima estaban llegando al famoso encuentro.

Así que fuimos a la misa y luego a la fiesta. Y cuando está-

bamos en plena reunión, tanto Nadia como yo recibimos un

mensaje de texto en nuestros teléfonos. Obviamente era mi

hermana Noelia, que estaba ofendida por la situación. Nos

enteramos que también se peleó con mi papá y mi mamá.

Hasta cierto punto entendimos su situación. Sin embargo,

con todo lo que haz visto en este capítulo ¿Crees que se hu-

biese evitado mucho si hubiese aplicado la fórmula correcta?

Si ella hubiese sido consiente de nuestra fórmula, se hu-

biese dado cuenta que no tenía sentido enojarse. Además,

quien había peleado con mi primo no era mi papá, no era mi

mamá, no era Nadia, ni mucho menos yo. Sea como fuere,

el conflicto era entre ella y él ¿Por qué incluir a todos en un

83

B R IANS AVIT ZKY

mismo costal? De hecho que es muy interesante esto, y de

algo estoy seguro y es que si ella hubiese entendido este con-

cepto (que no es complicado de entender), ese día no hubiese

estado enojada. Además, no hubiese estado alejada de la casa

por mucho tiempo (a partir de esa noche ella se alejó, aunque

son problemas pasajeros. Todos estamos muy bien ahora. De-

masiado bien. Mi hermana es un amor. Es una persona que

se preocupa mucho y quiere demasiado a sus hermanos. La

podría definir como una “leona” a la cual, le tocan a alguno de

sus cachorros y no dudará en sacar las garras por defender-

los. La adoro, es lo máximo).

Recuerda esto y entiéndelo: No te enojes, no te pongas

triste, no te enfurezcas. Recuerda que la gente no te hace co-

sas, la gente hace cosas, y tú decides si te afectan o no. Si

quieres ser feliz, aplica esta fórmula. La verdadera felicidad

se consigue haciendo cosas por alguien, no esperando algo de

alguien. Si las personas no hacen cosas por ti, no pasa nada.

Tranquilo. De hecho, por la confianza, por el grado de unión

que tengas con cada persona, o por otros factores, incons-

cientemente vas a esperar siempre algo de alguien, una con-


sideración, una muestra de afecto, una acción que en tu mapa

mental defines como obvia. Sin embargo, no tienes por qué.

Que las cosas lleguen de alguien si tienen que llegar. Pero si

no llegan, que no pase nada. La verdadera felicidad se con-

sigue sin esperar algo de alguien. Y si no estás de acuerdo;

tranquilo, acuérdate que hoy sólo estás leyendo mi punto de

vista.

84

Capítulo 11

Soy feliz y millonario sin trabajar

Es feliz el que sigue a su sueño, no el que sueña

todo el tiempo. Así que ¡rápido!

despierta y ponte a trabajar.

“Vas a volverte millonario. Sólo tienes que dedicarle

dos horas al día. ¿Tienes tres amigos? Suficiente con

eso. Es fácil, es sencillo, te vas a dar cuenta que en un

dos por tres ya tendrás esa famosa libertad financiera. ¿Quie-

res cambiar tu estilo de vida? ¿Quieres ser diferente? ¿Quie-

res hacer de ti tu propia empresa? Sólo dos horas diarias, y

nada más…”

Yo estaba realmente sorprendido. Cómo esta persona con

gran dominio de la oratoria hablaba a más de 400 personas.

Las trataba de convencer que su vida iba a cambiar por com-

pleto si hacían caso a lo que él mencionaba.

De hecho, no creí que haya sido el mensaje apropiado,

pero veo cómo argumentos como el que cito tienen efectivi-

dad para convencer a mucha gente. De hecho, al poco tiempo,

esta empresa quebró y hoy no existe más en el mercado. Ahí

entendí el argumento de este, muy poco preparado y honra-

do, señor.

¿Es así de fácil hacerse millonario? ¿Es así de sencillo:

consigo dinero y luego hago realidad mi sueño? ¿Puedes con-

seguir lo que quieres trabajando sólo dos horas diarias?

Hace poco mi empresa cerró un contrato por una suma

considerable. Pero no ha sido trabajando sólo dos horas dia-

85
B R IANS AVIT ZKY

rias, y eso que ya tenemos más de un año en el mercado. El

contrato fue precedido de 47 respuestas ‘no’ ante cada pro-

puesta que enviaba.

— “Hola empresa X ¿Le interesaría auspiciar un congreso de

liderazgo?… ¡No! Por el momento no es nuestra prioridad”.

— “¿Qué tal si capacitamos a todos sus trabajadores en temas

de trabajo en equipo?… ¡No! Por el momento no necesitamos

eso”.

— “¿Qué tal si te matriculas en un taller de liderazgo ahorita

que estás en cuarto o quinto año de universidad?… ¡No! ¡No!

La prioridad es acabar y encontrar trabajo”.

— “¿Qué tal si trabajamos un modelo social? No te cuesta

nada de dinero, solo tienes que darnos un espacio y dictamos

los talleres gratis… ¡No! La prioridad son nuestros propios

proyectos sociales”.

¿Por qué crees que te cuento esto?

Para cerrar ese contrato, te lo juro por mi vida, he tra-

bajado mucho en mi proyecto. ¿Crees que hubiese sido fácil

trabajando solo dos horas diarias?

Si quieres ser feliz, tener bienestar, tener salud, tener

cuentas bancarias con dinero y contratos millonarios, lo úni-

co que debes hacer es ¡dar el primer paso, empezar a trabajar

y avanzar todo el tiempo! No dormirte nunca. Mantenerte

despierto, trabajando mucho por alcanzar ese sueño. Si te

quedas sentado, diciendo: solo dos horas y ya, o es cuestión

de mañas más que tiempo trabajando, créeme que estás per-

dido.

La única manera de hacer tu sueño realidad es despertar

y ponerte a trabajar. Es más, te diría que inclusive pierdas

horas de sueño tratando de conseguir tu sueño, por sacar

86

Soy feliz y millonario sin trabajar

adelante ese, tu proyecto. Es que es simple. No hay otra ma-

nera de conseguir las cosas. Obviamente, estamos hablando

de una persona ética y moralmente correcta; está claro que si


quieres jugar al modelo socialmente aceptado donde las pen-

dejadas para conseguir licitaciones o no declarar impuestos

te pueden generar fortunas, ya mejor ni leas lo que sigue.

Para poder ser feliz y generar riqueza, debes, en primer

lugar, trabajar mucho. Luchar y perseverar por ese sueño. No

hay manera que algo sea fácil, que algo sea sencillo. Sin em-

bargo, esto es al principio, sólo para tomar impulso. Porque,

claro está, no te vas a pasar la vida en trabajar y trabajar, toca

divertirse, toca jubilarse joven.

— Cuestionamiento: “Entonces, me dices que debo tra-

bajar, y ahora que quieres jubilarte joven. Decídete, pues,

Brian”.

Después de leer este capítulo te aconsejo que vayas y ave-

rigües la historia de Harv Eker. Y si quieres ir más adelante,

lee su libro "Los secretos de la mente millonaria". Hubiese

sido fácil resumirte sus ideas y presentártelas; pero, ¡vamos!

trabaja, invierte tu tiempo e investiga, no te quedes con lo

que te he comentado.

Déjame decirte algo:

Toda mi vida, tuve, tengo y tendré muchos‘no'. Pero no se

trata de encontrar constantes ‘si' sino, por el contrario, se tra-

ta de tener la suficiente valentía para poder seguir mirando el

horizonte aun cuando los ‘no' parezcan opacar tu vida. Te lo

digo en serio, no creas que mi vida, o la vida de esa persona

que lees o sigues en facebook, o de ese famoso que ves por la

televisión o por Internet, o de cualquier persona que creas

conveniente, tuvieron constantes ‘si' para todo lo que hicie-

ron. ¡No! El éxito es un camino y para transitarlo es menester

87

B R IANS AVIT ZKY

armarse de valor para mantener la esperanza y no desesperar

cuando aparecen los constantes ‘no'. Que cada ‘no’ sea opor-

tunidad para renovar la certeza de que en la siguiente opor-

tunidad vendrá un gran ¡SÍ! No te detengas, camina, avanza,

toma aire, respira, pero jamás dejes que los ‘no’ le ganen a tu

sueño por el cual estás trabajando.


La única manera de hacer realidad tus sueños es traba-

jando más que el resto, es haciendo más que los demás. ¿Te

atreves a despertar y no dormir para poder cumplirlos? Espe-

ro de todo corazón que sí lo hagas. Porque sólo es feliz el que

sigue a su sueño, no el que sueña todo el tiempo.

88

Capítulo 12

Es cuestión de tiempo

Para disfrutar y ser feliz en la vida tenemos que vivir bien

el tiempo que nos toca vivir.

Eran las 2:15 p.m. Yo llegaba del colegio y desde la

esquina podía observar mucha gente en mi casa.

Se distinguía a la distancia a amigos, familiares, y

unas cuantas personas que no tenía la menor idea de quiénes

eran. No saludé a ninguno. Crucé la primera puerta, crucé el

largo pasadizo, en ambos lados había tíos, tías, primos y pri-

mas, sentados en sillas de plástico, llorando. Al ver a todos de

negro, imaginé lo que pasaba.

Al entrar por la segunda puerta vi lo que ya esperaba. Un

ataúd en el centro, y mi madre llorando desconsoladamente

al lado de un hombre extraño. Mi papá estaba en esquina, un

poco más calmado, conversando con alguien que al parecer

era un colega de trabajo. Tres de mis hermanos estaban al-

rededor de mi madre, mientras que uno conversaba con su

esposa, y los otros dos cuidaban a sus hijos. ¿Quién había

muerto? ¿Por qué mi mamá lloraba así?

Me acerqué a ella a decirle que se calme, pero no me hacía

caso. Nadie me decía qué pasaba. Nadie respondía mis pre-

guntas. No me miraban. Me ignoraban. Inclusive mis amigos

no decían ni una sola palabra.

Me acerqué. Sí, tenía que hacerlo. Tenía que acercarme

al féretro y ver. ¡Dios! Ahora entendía por qué mi madre llo-

89

B R IANS AVIT ZKY


raba de esa manera. Su hijo, el menor, el de 17 años, estaba

ahí, frío y sin moverse. Ojos claros y cabello castaño. Curio-

samente llevaba el mismo uniforme que yo tenía puesto. ¡Era

yo mismo!

Desperté. Rápidamente entré al cuarto de Ronald y Ten-

chy, mis padres. Eran las once de la noche y ellos estaban

viendo televisión. Les dije acabo de llegar, ya me voy a dor-

mir (a pesar que ya había estado durmiendo). Aproveché

para despedirme y decirle a cada uno, con un beso en la

frente: eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Buenas

noches.

Ese sueño marcó mi vida. A partir de ese momento tuve

consciencia de que en cualquier momento me puedo morir.

Un momento estoy; otro, no. Carajo, no somos infinitos, no

somos eternos. No tenemos todo el tiempo. Y si, es cierto, en

cualquier momento, es cuestión de tiempo.

— ¿Es cuestión de tiempo? ¿Qué significa eso? ¿Qué es el

tiempo?

Creemos que constantemente nuestra vida, nuestro tiem-

po, avanza de izquierda a derecha. Lo vemos como una serie

de acontecimientos que van del pasado, al presente y termi-

nan en futuro. Si toca representar lo que le llamamos tiempo,

podemos asegurar que todos lo vemos como una proyección

parecida a esta.

Un pasado que se fue, un presente que se vive, y un futuro

del cual no sabemos que espera de nosotros. Sin embargo,

como una vez escuché, las personas cometemos un error al

considerar que el tiempo avanza de esa manera.

90
Es cuestión de tiempo

Y es que lo que real-

mente ocurre es que el

tiempo se mueve de una

manera diferente. El tiem-

po no avanza de manera li-

neal, el tiempo se mueve de

manera cíclica. Como una

espiral en donde las perso-

nas se encuentran siempre

haciendo lo mismo. ¿No lo

entiendes?

Tú ya has estado an-

tes leyendo este libro, un libro. Esto ya lo viviste. Todo en tu

vida son actos ya repetidos. Cosas que ya pasaron. ¿No lo ves

aún? Las personas vivimos la vida haciendo nuestras cosas.

Vivimos en un vaivén de cosas. Hacemos siempre las mismas

cosas. ¿Cierto? Es ahí donde te topas con esa chica que se en-

cuentra un enamorado que es un patán y la trata mal. Y ella

está ahí. Un día, decide dejarlo, y resulta que tiempo después,

se encuentra un tipo que es igual o peor que el anterior. ¿Por

qué? Porque a las personas nos encanta repetir la historia.

También, es ahí donde encuentras a este alcohólico que

dice: “¡yo dejaré de tomar!”. Sin embargo, dos semanas des-

pués de dejar de hacerlo, no encuentra otro consuelo que ter-

minarse ese trago escondido en su casa. O también a ese dro-


gadicto que deja la droga por un mes y después cae en coma

por sobredosis en un descuido en su casa. Finalmente, tienes

a esa señora que luego de haber estado viviendo por 40 años

con un esposo que la maltrata, lo vuelve a perdonar porque

cree que puede cambiar.

Las personas vivimos constantemente cometiendo los mis-

mos errores una y otra vez. Siempre lo mismo. Caemos en lo

91

B R IANS AVIT ZKY

mismo siempre. Nos peleamos con ese familiar una y otra vez,

volvemos a enamorarnos del mismo que nos dañó tres veces

atrás. Caemos en el vicio, ese mismo que nos mata, y volvemos

a caer o encontramos otro que lo reemplace. Volvemos a caer,

volvemos a fallar. Repetimos la historia. Caemos en un círculo

vicioso que nos imposibilita el cambio. Que nos impide crecer.

Obviamente, todo puede ser diferente. Y claro está que la

única manera que lo sea es cambiando la historia.

Pero ¿Por qué es que caemos siempre en los mismos erro-

res? ¿Por qué es tan difícil cambiar la historia? ¿Por qué nos

encanta tropezar siempre con la misma piedra? La respuesta

es simple, y se encuentra en nuestra concepción de tiempo.

Las personas creemos que el tiempo es infinito. Creemos

que es un recurso ilimitado, que siempre está, que siempre

estará y por tanto, no hay que prestarle importancia. Y es por

ello, como sabemos que siempre lo tendremos, es que nos da-

mos la oportunidad de cometer los mismos errores una y otra

vez. Es porque sabemos que tenemos algo para siempre, que

no lo valoramos, que no le prestamos importancia. Cuando

creemos que el “tiempo es ilimitado”, cuando creemos que el

“tiempo es infinito” es que aceptamos que un “error lo come-

te cualquiera” o que “las personas tenemos la oportunidad

de equivocarnos varias veces”. Pero ¿sabes algo? si quieres

ser feliz, empieza a cambiar este concepto, empieza a cam-

biar esto que crees acerca de este, tu aliado. Te digo algo: si

quieres ser feliz, empieza a considerar que ¡no hay tiempo! El

tiempo no existe, el tiempo no está. No hay pasado, no hay


presente, no hay futuro. No existe el tiempo, sólo existe lo que

tú decidas hacer con él.

Crecí con mi familia nuclear compuesta por mis seis her-

manos, papá, mamá y yo. Fui el único hijo de los 7 Savizky

92

Es cuestión de tiempo

Olaya que creció en una casa con su familia nuclear. El res-

to de mis hermanos crecieron y vivieron con mis abuelas y

abuelos, tíos y tías. Por esa razón, creo que jamás pude darme

como ellos a los familiares que no eran parte de los nueve

nuestros. Ni siquiera con mis abuelas. Les tenía aprecio, afec-

to, claro está, pero obviamente era mucho más fuerte el amor

por mi madre, por ejemplo.

Por cosas de la vida, mi abuela, a quien llamábamos mami

Ia, cayó enferma. Ella era una persona muy jovial, alegre,

servicial, cariñosa, solidaria, buena. Nos daba mucho cariño

y también le gustaba que sus nietos la abracen y la engrían.

Cocinaba una carne seca buenísima y yo la veía así, idéntica

a la Tenchy, mi madre. A todos nos tomó por sorpresa. La

veíamos tan bien, tan llena de vida. Iba al mercado. Subía

y bajaba escaleras. Incluso se reunía y disfrutaba reuniones

con sus amigas, ex condiscípulas del colegio Santa Úrsula,

de Sullana, y en sus fiestas tomaba sus tragos (siempre con

mesura, claro). Inclusive se había ido de viaje varias veces al

extranjero. La mami Ia estaba muy bien. Sin embargo, por

cosas de la vida, y siendo testigos que de verdad el tiempo

no es tiempo y no existe posibilidad ante él, la mami Ia cayó

enferma.

Sin entender el motivo, y obviamente también sin que-

rer saberlo, se la llevaron a Ecuador. Estuvo mucho tiempo

por allá. La Tenchy, fiel amante de su madre, se fue con ella.

Pasaron unos meses cuando, enterado por mis hermanos, el

doctor ya lo había dicho todo: la abuelita quiere irse a su casa

en Piura, quiere pasar sus últimos días allá. No hay mucho

que podamos hacer ya acá para salvarle.

Recuerdo que ni bien la trajeron, fui a verla. Ella esta-


ba dormida, y no supo que yo estuve ahí. De igual forma, en

comparación a mis hermanos, a mi mamá, a mis tíos, a mis

93

B R IANS AVIT ZKY

tías, a mis primos y primas, yo era el que casi ni se aparecía.

Y es que a decir verdad, eso era cierto. Por algunas estúpidas

razones siempre priorizaba otras cosas antes que la visita a la

abuela. Te soy sincero, sólo la visité dos veces durante el tiem-

po que estuvo enferma. La primera vez fue cuando recién la

trajeron de Ecuador. La segunda, el día que murió.

Ese día fue terrible para mí. Te lo juro, ese día lloré mares.

No entendía qué estaba pasando en mí. Ese día, al estar acos-

tado con mi mamá en un colchón y de repente escuchar entre

murmullos, la Ia murió fue un golpe demasiado fuerte. Era mi

segunda visita. Era la segunda vez que estaba ahí con ella, y

mira tú, ironías de la vida, ella se iba sin dirigirme una sola

palabra. Pero, ¿sabes algo? Ese día fue una gran lección para

mi vida. Una lección que me dejó mi abuela y que el día de hoy

aplico en cada momento. ¿Sabes cuál? Que no hay tiempo.

Por creer que el tiempo es infinito e ilimitado me permitía

decirme a mí mismo, y decirle a mi mamá (que mucho debe

haberle dolido): voy mañana a verla, mami. Hoy estoy ocupa-

do. No tengo tiempo. Mañana con Noelia te juro que sí voy.

Y sí, por creer esa estúpida regla que tengo todo el tiempo

del mundo, no estuve con mi mamá en los momentos más

difíciles de su vida. Por creer que el tiempo es infinito, no me

despedí de una abuela que, según lo que todos me dijeron

después, me amaba con locura y me consideraba un “churre”

bien guapo y cariñoso.

Sin embargo, como se lee en el capítulo 13, hay que apren-

der a convivir con lo que el destino tiene para ti. Hay que sa-

car una lección de todo. A partir de ese momento comprendí

que no hay forma de cometer los mismos errores una y otra

vez. No hay forma de seguir entendiendo que el tiempo es

algo ilimitado; sino, es momento de saber que simplemente

"no hay tiempo".


94

Es cuestión de tiempo

Me apena mucho recordar, pero estoy muy agradecido

con mi abuela por la enseñanza que me dejó. Gracias a ella, y

estoy seguro que por eso lo hizo, es que el día de hoy, mi ma-

dre, la Tenchy, es mi primera prioridad. Es gracias a mi mami

Ia que saludo con unos buenos días, un beso y un abrazo a mi

mamá al despertar cada mañana. Es gracias a la mami Ia,

que el día de hoy le doy todo a mi mamá: la estoy llevando

de viaje a los lugares que le falta conocer, le ayudo en casa en

todo lo que pueda, le brindo amor cada día que puedo y no

hay un solo día que ella no escuche de mi boca un te quiero

mucho mamá.

Es gracias a mi Ia que entendí que no hay tiempo. Y por

tanto, si tuve un sueño a mis 23 años que era crear una em-

presa, dije hay que hacerlo, y lo hice. Es gracias a mi mami

Ia que acepté irme a trabajar y vivir solo a Lima, aún con 21

años de edad. Es gracias a mi abuela querida que entendí que

es necesario un te quiero y un gracias cada día. Es gracias a

ella que entendí que debo aprovechar cada oportunidad, que

cada segundo cuenta, que no puedo dormirme, que no debo

esperar a que el tiempo pase, porque el tiempo nunca pasa; lo

único que pasa es aquello que yo decido hacer con él y lo que

dejo de hacer.

Mi mami Ia me enseñó que no hay tiempo. Eso lo apliqué

para todos los aspectos de mi vida, profesional, personal, fa-

miliar. La mami Ia me enseñó esto y se fue para siempre. En

cambio tú, te lo digo en serio, no seas tonto y no esperes que

alguien se vaya para que recién lo entiendas. Si ya leíste esto;

suficiente. Cambia tu vida. No cometas los mismos errores,

no tropieces con la misma piedra. Métete esto en tu cabeza y

repítelo todo el tiempo: ¡No hay tiempo! Debes entender que

la única manera de poder disfrutar y ser feliz en la vida es

viviendo bien el tiempo que te toca vivir.

95

B R IANS AVIT ZKY


96

Capítulo 13

Helado de Vainilla

El hombre es un ser que por naturaleza

siempre busca ser mejor. Por tanto,

el ser feliz también tiene que ver con eso.

Si quieres ser feliz no hagas siempre lo mismo.

La felicidad se activa

viviendo constantes retos.

Imagina que estás en tu casa, sentado en ese sillón

enorme que acabas de comprar. Al lado tuyo, tu bebi-

da favorita (una gaseosa, una cerveza, un jugo). Ima-

gina lo que quieras. Tus pies están recostados sobre otro cojín

de un material especial que parece que te hicieran masajes

todo el rato. Tu cuello reposado en el respaldar, un televisor

prendido mostrando tu programa favorito, ese que no puedes

dejar de mirar todo el tiempo. Aire acondicionado que pone

el ambiente tal cual tú lo prefieres. Entra tu esposa (o tu hijo,

tu hija, tu amiga, enamorada, no lo sé) y te dice: ¿Te provoca

un heladito de vainilla?

¿A quién no le gusta el helado de vainilla? ¿A quién no le

agrada ver su programa favorito? ¿A quién no le gusta que le

soben sus pies o estar sentado sobre ese hermoso cojín, có-

modo y saludable? Es verdad, a todos nos gusta estar cómo-

dos. A todos nos gusta el helado de vainilla. No existe persona

alguna que no lo haga. No hay sola persona que te diga, a mí

no me gusta el helado de vainilla Y bueno, si tú estás leyendo

esto, y no te gusta el helado de vainilla, (francamente yo lo

prefiero de lúcuma) ponle el sabor que más te guste, la cues-

tión es que te guste el helado.

97
B R IANS AVIT ZKY

Fíjate bien, te presento un ejercicio

bastante simple. En la imagen tienes 5 ca-

denas, cada una formada por 3 eslabones.

Te voy a planear un objetivo y vas a tener

30 segundos para resolverlo. ¿Está bien?

Confío en que solo usarás 30 segundos y

si no tienes la respuesta no harás trampa.

¿Va? Perfecto.

Con 5 cadenas, de 3 eslabones cada una, deberás formar

una sola cadena lineal.

¿Sencillo verdad? El único tema es que cada vez que abras

un eslabón, acumulas 1 punto, y cada vez que lo cierras acu-

mulas 2 puntos.

Tu objetivo es hacerlo con 12 puntos. Tienes 30 segundos

a partir de ahora…

(30 segundos después…)

¿Lo hiciste? Bueno, es fácil. Simplemente tomas el primer

eslabón de la primera cadena, lo abres, y lo unes a la segunda

cadena. (3 puntos). Repites esto 4 veces y ya está: 12 puntos.

¡Fácil!

Ahora, fíjate bien, te voy a dar 30 segundos más para que

lo hagas con menos de 12 puntos. ¿Está claro verdad? Menos

de 12 puntos. Treinta segundos a partir de ahora…

98

Helado de Vainilla

(30 segundos después…)

¿Lo hiciste? Bueno, si ya te sabías el ejercicio no importa.


Si lo hiciste con menos de 12 puntos, te felicito. Si no lo hi-

ciste, te daré una oportunidad más. 30 segundos más. ¿Ok?

Empieza ahora…

(30 segundos después…)

Si lo tienes, perfecto. Si no, última oportunidad. Y esta vez

sí es la última. 30 segundos. Recuerda, menos de 12 puntos.

(30 segundos después…)

¿No lo tienes hasta ahora? No te preocupes. Te digo como

hacerlo: tomas una sola cadena y abres los tres eslabones (3

puntos). Con cada eslabón abierto, unes dos cadenas (6 pun-

tos). Por tanto lo hiciste con 9 puntos. ¡FÁCIL!

Pregunta: ¿Puedes hacerlo con menos de 9 puntos?

La verdad que cada vez que hago este ejercicio en algu-

na conferencia siempre encuentro dos tipos de participantes.

Por un lado, aquellos que una vez que les dices: tienes 30 se-

gundos, rápidamente empiezan a buscar la solución al reto.

Están pensando y pensando cómo hacer el ejercicio en menos

de 12 puntos. Una vez que se acaba el tiempo, les digo: “30 se-

gundos más”, y ellos siguen intentando. Inclusive, cuando ya

les digo que se acabó el tiempo y voy a dar la respuesta, ellos

dicen “no, por favor; quiero hacerlo por mi propia cuenta”.

En cambio el otro participante es aquel que le dices que

tiene 30 segundos para hacerlo con menos de 12 puntos. In-

tentan 10 segundos y como no obtuvieron respuesta, por su

mente empieza ese mensaje: “no me salió, ya fue, pero para

qué hacerlo si la respuesta está en Internet, seguro que nos

dirá cómo hacerlo, mejor espero”.

99

B R IANS AVIT ZKY

Tenemos dos casos particulares. Dos casos que demues-

tran lo que significa helado de vainilla. Y es que a todas las

personas nos encanta estar en nuestra zona de vainilla. Sí,

esa zona conocida como la zona de conformidad. Aquel es-

pacio donde estamos cómodos, tranquilos, sentados. Ese es-

pacio que se convierte en nuestra rutina, en esas cosas sen-

cillas que nos mueven el día a día: levantarse, ir a estudiar o


trabajar, regresar, dormir; al día siguiente volver a lo mismo.

Esa es la zona de vainilla, o también llamada zona de confort.

Las personas queremos estar cómodas. Por naturaleza bus-

camos la comodidad. Nuestro primer espacio de comodidad,

de confort, es el vientre materno. Allí estábamos tranquilos,

recibiendo la comida, un lugar calientito, donde estábamos

siempre nadando felices. Nos encantaba estar ahí, estába-

mos a gusto. Sin embargo, un día apareció el cambio, y eso

significó que saliéramos de la barriga de mamá (donde está-

bamos tan bien), que nos arrebaten nuestra zona de como-

didad, que nos introduzcan a una zona de incomodidad que

generalmente nos provoca dolor, nos genera arrebatamiento.

¿Te das cuenta ahora por qué nos da tanto miedo salir de ru-

tina? Porque toda nuestra vida, cada vez que nos quitaron

de nuestra rutina, significó ¡dolor! Fíjate bien: una vez que

naciste, un desconocido te recibió y te dio un palmazo en la

colita. ¡Que malvado! ¡Te saca de la rica barriga de tu mami,

y te maltrata! Esta primera experiencia en el mundo queda

grabada como una fórmula matemática, como una ecuación:

cambio = dolor. Y todo va bien hasta que un día te cambian el

seno materno por un aparato de plástico, horrible e insípido.

Otra vez salir de la rutina significa dolor. En un momento, sin

darte cuenta, dejas la cama de tu madre y te vas a la cuna. Al

parecer las personas que amas, están empecinadas en hacer-

te sufrir. La historia sigue, y a medida que vas creciendo te

das cuenta que debes compartir aquello que era tuyo ¡tuyo!

100

Helado de Vainilla

Tu mamá ¿Con quién debes compartirla? Con ¡papá! Y, más

triste aún, será que unos años después, te mandan fuera de

casa porque quieren lo mejor para ti, y de esa forma, te vas y

asistes al nido.

Como te habrás dado cuenta, toda nuestra vida, siempre,

salir de la rutina, salir de nuestra zona de vainilla, nos pro-

vocó dolor, nos causó molestia. Este efecto es así porque a las

personas, por naturaleza, nos gusta estar cómodos. Sí, ¿ver-


dad? Si no veamos qué preferimos: ¿Sentarnos en una silla

con espinas o con unos hermosos cojines? ¿Dormir en cama

de agua o en el piso? ¿Tener tres comidas al día o sólo una? Es

obvio, preferimos nuestra zona de vainilla.

¿Recuerdas algún refrán? Veamos el siguiente:

camarón que se

se duerme se lo

lo lleva la

corriente

Es un refrán muy conocido y lo aceptamos como cierto.

Sé de muchas historias acerca del camarón y acerca de la co-

rriente. Lo más probable es que leíste sin ninguna dificultad

camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Sin embar-

go, vuelve otra vez al refrán, y verifica si realmente dice eso.

¿Notaste la diferencia? Hay palabras que se repiten, que es-

torban, que incomodan, que están demás; pero no las vemos.

La zona de vanilla es así, es inconsciente, no nos damos

cuenta que estamos en ella. No nos damos cuenta que esta-

mos en la rutina, no nos damos cuenta que estamos en zona

de confort. ¿Por qué? Porque estás cómodo, y si estás cómodo

¿para qué cambiar? ¿Para que detenerme a leer pausadamen-

te el refrán? Esto es zona de vainilla, zona de confort, zona de

rutina, zona donde nada de las cosas grandiosas pasan.

101

B R IANS AVIT ZKY

¿Quieres ser feliz? Atrévete a salir de tu zona de confort,

de tu zona de vainilla. ¿Cómo lo haces? Atrévete a ponerte

retos, a hacer más difícil tu vida para que de alguna forma

puedas superarte cada día más.

Recuerdo que cuando yo estaba en el colegio mis padres,

Ronald y Tenchy, hacían malabares y estaban siempre ajusta-

dos (y agitados) para pagar la pensión del colegio. No alcan-

zaba para pagar un servicio de movilidad, pero esto me daba

la oportunidad de caminar 20 minutos con mi hermano para

ir al colegio, y esas caminatas eran amenas, conversábamos,

nos reíamos, la pasábamos bien. Ya hablé sobre el tema de los


libros. Era curioso como los colegios se entercaban en cam-

biar los libros año a año. Como he referido, en vista de que

la situación económica no estaba buena, yo les decía a mis

padres que no me compraran los libros, que yo sacaría foto-

copias. Y así, cuando dejaban una tarea del libro, mi amigo

Velázquez me prestaba su libro para que yo sacara fotocopia.

Cuando tocaban hacer trabajos grupales en clase, pedía per-

miso al profesor para sentarme con alguien que tuviera libro

y trabajar juntos. Si eso no estaba permitido, tenía que espe-

rar a que alguno terminara y, en el tiempo de sobra, hacer la

tarea.

En la universidad pasó algo parecido. ¿Recuerdas que te

conté que viajaba en combi? Pagar cinco soles de taxi no esta-

ba entre mis posibilidades. Había que hacer la cola, bañarse

30 minutos antes, y sentarse en un sitio incómodo. También

te he contado lo de las separatas, que cuando no había para

comprarlas tocaba decirle a un amigo que me prestara la

suya, yo resumirla, explicarle, y de esa forma aseguraba es-

tudiarla. Las impresiones siempre me las hacía mi ex-enamo-

rada y amiga Ela Coz. De ella te he dicho que estudiábamos

juntos, en su casa, donde pasaba dos o tres días estudiando,

102

Helado de Vainilla

y que muchas veces me quedaba a dormir en su casa para

ahorrarme el gasto del pasaje.

Saliendo del tema económico, para los exámenes era una

historia parecida. Siempre iba un poco más allá (al menos los

primeros ciclos). Mis amigos estudiaban hasta las dos o tres

de la madrugada. Yo me amanecía. Era común estudiar hasta

las siete de la mañana (en casa de Eli), lavarme la cara, tomar

desayuno, e ir directamente a cumplir con mi examen de las

ocho de la mañana.

Te había dicho que, por muy adversas que sean las cir-

cunstancias, siempre te dejan una enseñanza, siempre pue-

den ser aprendizaje. Ahora te muestro cómo la adversidad

puede ser un útil medio para salir de la situación cómoda, la


del helado de vainilla. Sin darme cuenta, mis circunstancias

adversas me llevaban a esforzarme un poco más que el resto.

Sin darme cuenta, había estado siempre, sin tomar mi helado

de vainilla.

¿Recuerdas que te conté que cuando estuve en tercer

año de universidad, mientras que unos amigos se dedicaban

solo a estudiar, yo lideraba una asociación estudiantil? No te

miento, andaba todo el día en mi laptop de reunión en reu-

nión. Tenía menos tiempo para estudiar que mis compañe-

ros, pero eso hacía que aprovechara más ese recurso escaso.

Jamás estuve cómodo un solo día. Aún recuerdo cuando me

tocó viajar a Lima (por esta organización) un jueves. Estuve

el fin de semana allá capacitando y capacitándome, y volví el

domingo, y en el bus, en esas 16 horas de viaje, estudié para

mi examen de Finanzas 3, que fue ese el lunes a las 3.00 p.m.

Saqué 17 de nota.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque en la vida descubrí

que la felicidad depende de cuán lejos quieras llegar, y eso

103

B R IANS AVIT ZKY

está en función de todo lo que quieras hacer por romper siem-

pre tu zona de conformidad, por salir siempre de tu zona de

vainilla.

Cuando terminé la universidad, ya habiendo interioriza-

do este concepto, recuerdo haberle dicho a mi mamá: “no te

preocupes, yo me pago mi título de bachiller”. Y así lo hice.

Además, desde que salí de mi casa, en enero del 2013, y me

fui a vivir a Lima, empecé a ser totalmente independiente. No

recuerdo haber tenido que pedirle dinero a mi mamá o papá,

ni si quiera para el viaje. Yo solo fui, pagué mi cuarto, y ja-

más, desde ese día, pedí a mis padres una sola moneda. ¿Por

qué? Porque sabía que ellos ya habían cumplido, sabía que si

aceptaba, estaba en zona de conformidad, y lo que yo quería

era superarme cada vez más.

Cuando decidí volver a casa y hacer mi empresa, el día

que llegué, lo primero que hice fue: “ok Tenchy, ok Ronald,


he vuelto a su casa, pero eso no significa que tendrán que

mantenerme”. Lo hice no sólo por ellos, para que no se preo-

cuparan, sino principalmente por mí. Fijamos montos. Y no

he faltado a mi compromiso. Quien más se beneficia no son

mis padres sino yo, que así salgo de mi zona de confort, de

vainilla.

¿Quieres ser feliz? Asume retos, exígete al máximo, pon-

te la soga al cuello y apriétate las nalgas y piensa ¿Cómo hago

para salir en esta, que ahora, es mi zona de confort?

No sé si eres estudiante, padre de familia, ama de casa,

empleado o empresario. Sólo sé que todas las personas po-

demos salir de nuestra zona de confort y dedicarnos a hacer

más cosas.

- Matricúlate en algún curso: inglés, computación, danza,

teatro. Aprende algo nuevo siempre. Cada día. Si no tie-

104

Helado de Vainilla

nes dinero, encuentras muchos cursos gratuitos en Inter-

net.

- Aporta en tu casa así no te pidan. Si ya trabajas, si ya

cuentas con un salario, y en tu casa te dan todo, empieza

a limitarte. Paga por concepto de alquiler de tu cuarto,

paga tu comida. Pero haz algo, no te quedes en lo gratis.

- Lee algún libro. Esto es básico. Cinco minutos al día. Sólo

cinco minutos y poco a poco y empezarás a expandir tu

zona de confort. A retarte un poco más.

- Piensa en la estrategia que podrías ejecutar en tu em-

presa. Piensa en qué cosa puedes innovar, piensa qué de

nuevo puedes hacer. ¿Por qué no expandirte? ¿Por qué no

entrar en una nueva línea de negocio? ¿Por qué no hacer

una nueva empresa?

- Haz deporte. Al menos 20 minutos al día. Eso recargará

tu cuerpo de oxígeno, te permitirá limpiar tu organismo y

te dará la correcta energía de hacer nuevos retos.

No te conformes con nada. El día que lo hagas, perdiste

el juego. Toda la vida, sube tu valla. Simple. Jamás te con-


formes con lo que tienes; jamás te quedes con lo logrado. No

te conformes con el sueldo recibido. Busca más. Creaste una

empresa. Perfecto ¿Qué más? ¿Dónde la expandirás? ¿Cuán-

tas nuevas crearás? ¿11 al final de ciclo? Eres más que eso.

¿Trabajas 8 horas diarias igual que el resto? ¿Cuánto es lo

estudiado para tú último examen? ¿Puedes hacer más por la

mujer que quieres? ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Es-

tás con alguien que no te valora, con alguien que te hace daño

y aún así quieres permanecer ahí? ¿A cuántas conferencias,

talleres, cursos has asistido? ¿Con quiénes te comparas?

¿Eres el de los dos ojos buenos donde viven ciegos y tuertos?

... Simple: ¿A qué altura has puesto tu valla?

105

B R IANS AVIT ZKY

Como lo mencioné antes, y lo vuelvo a decir, la única ma-

nera de lograr cosas maravillosas es poniéndote la soga al

cuello cada vez que puedas. Apretarte las nalgas a tal punto

que la única salida viable sea seguir creciendo, seguir avan-

zando. No te duermas, no descanses, jamás te detengas. No

te conformes con nada. El día que lo hagas, simple... perdiste

el juego.

¿Por qué es necesario salir de la zona de vainilla? Te lo

digo por experiencia propia. Cada vez que me reté a salir

de mi zona de confort, ocurrieron cosas maravillosas. Si no

hubiese salido de mi zona de vainilla no existiría Ítaca, mi

empresa, y si no me hubiese seguido retando, no estaría pre-

sente (este año), en cuatro ciudades del país y con miras de

expansión a todo el Perú y Latinoamérica. Si no hubiese sali-

do de mi zona de confort, no hubiese arriesgado por mi Certi-

ficación Internacional de Life Coaching. Si no hubiese salido

de mi zona de vainilla, no existiría este libro. Si siempre me

hubiese mantenido allí, sencillamente el día de hoy no sería

feliz. Te invito, pues, a serlo junto conmigo. Seamos conscien-

tes que el hombre es un ser que por naturaleza siempre busca

ser mejor. Por tanto, el ser feliz también tiene que ver con eso.

Si quieres ser feliz no hagas siempre lo mismo. La felicidad se


activa viviendo constantes retos

106

Capítulo 14

Mi cuento de cuna

Así empezó un sueño,

así empezó una historia,

así empezó mi viaje a Ítaca.

La asociación estudiantil que empecé a dirigir cuan-

do me encontraba en tercer año de universidad es

una organización presente en más de 122 países y

que recién estaba llegando a Piura como ciudad, y se encar-

ga de promover el liderazgo en los jóvenes. Allí comprendí la

importancia del desarrollo de las habilidades personales de

liderazgo, pero era sólo un complemento a mi carrera y casi

una actividad de tiempo libre. Alguna vez pensé por qué no

hacer una escuela que desarrolle habilidades en los jóvenes.

Pero no pasaba de ser una pregunta suelta que me hacía de

vez en cuando.

Pasé los últimos tres años de mi carrera universitaria sin

trabajar en una práctica profesional que el mercado exigía.

Yo había decidido ser presidente de esta organización estu-

diantil. Eran mis estudios, y mi presidencia. Muy enfocado.

En esos 3 años (2010, 2011, 2012 e inclusive parte del

2013) tuve la oportunidad de viajar por el Perú. Estuve en

más de 40 congresos nacionales que reunía a gente de las me-

jores universidades del Perú (De Piura, Pacífico, San Marcos,

De Lima, Católica y San Pablo de Arequipa, entre otras). En

los congresos recibíamos la visita de expositores de prestigio,

quienes no perdían la oportunidad de recalcar la importan-

cia que tiene el desarrollo de habilidades personales para el

107

B R IANS AVIT ZKY

éxito profesional. Hablábamos mucho de liderazgo, trabajo

en equipo, inteligencia emocional, habilidades de negocia-

ción y de influencia, entre otras.

Además pude estar en conferencias internacionales con


jóvenes de diversos países de cada uno de los cinco continen-

tes. Estuve en Ecuador, Chile, y Egipto. Todas con un mismo

objetivo: promover el liderazgo en los jóvenes. Llegué a la

certeza de que el liderazgo y las habilidades personales en los

jóvenes es algo que sí o sí (no hay alternativa) necesitas para

desarrollarte de manera íntegra y que la universidad, por

ahora, no muchas veces ofrece del todo.

Una vez terminada la universidad conseguí un trabajo en

Lima. Entre a trabajar en una empresa que se dedica al di-

seño y comercialización de programas de capacitación para

altos ejecutivos; es decir, cursos de capacitación pero para

empresas. Las principales empresas del Perú (por no decir

todas) habían invertido alguna vez en capacitar a sus direc-

tivos y trabajadores. Curiosamente, los cursos que más soli-

citaban las empresas para sus directivos eran justamente los

relacionados en temas de liderazgo o habilidades personales.

No faltaba quien solicitaba el curso de “Liderazgo Emocio-

nalmente Inteligente” o “Herramientas para un mejor trabajo

en equipo”. “Técnicas de ventas”, “Coaching”, “Comunicación

Asertiva”, entre otros.

La pregunta se caía de madura: ¿Por qué esperar a que

una persona llegue a un cargo de directivo para recién ca-

pacitarlo en habilidades personales? ¿Por qué no son educa-

dos desde la universidad o colegio en estos temas que son tan

necesarios el día de hoy? Con la experiencia en esa empresa

y conociendo a más de 70 expositores internacionales que

había conocido y hablaban de estos temas y que llegaban a

Perú a brindar sus conocimientos en el mercado ejecutivo,

108

Mi cuento de cuna

me cuestioné nuevamente: ¿Será verdad que las personas

necesitan conocer y desarrollar estas habilidades desde tem-

prana edad? Y la pregunta de fondo fue: ¿Si estas habilidades

son tan importantes, por qué no hay alguien que te enseñe a

desarrollarlas cuando eres joven?

A partir de ahí empecé una investigación que involucraba


dos aspectos: nuestro sistema educativo y la empleabilidad

juvenil.

Por un lado, un sistema educativo tradicional, de la era

industrial, sólo se enfoca en desarrollar en los jóvenes (la ma-

yoría de su tiempo) su habilidad de pensar, de resolver ejerci-

cios de carácter lógico matemático. Los exámenes de ingreso

a la universidad son acerca de temas en los cuales hay que

tener una buena memoria y facilidad para resolver problemas

de matemática y lenguaje, además de las fechas y ubicación

de los accidentes geográficos.

Una vez que ingresas, en la universidad la mayoría de tus

cursos son para que te llenes de información teórica acerca

de diversos temas afines a tu carrera. Tus prácticas son de

ejercicios que tienes que resolver. Llegar a la respuesta y te-

ner un buen procedimiento es la clave de todo.

Al terminar la universidad vas a tu primera entrevista de

trabajo y te das con la sorpresa de que todo lo que aprendis-

te en el colegio y la universidad te sirve sólo para el 20 por

ciento del proceso de selección. Te das cuenta de que los co-

nocimientos y eso que tanto estudiaste es apenas el principio.

Te das cuenta de que estas empresas, más que preguntarte

acerca de los que sabes o aprendiste, te preguntan acerca de

ti: ¿Qué fortalezas tienes? ¿Cuáles son tus principales debili-

dades? ¿Cuál es tu principal motivación en la vida? ¿Cómo te

ves de acá a 10 años? ¿Qué es lo que más te gusta hacer? ¿A

109

B R IANS AVIT ZKY

parte de la universidad qué otras cosas hacías? ¿Sabes traba-

jar en equipo? ¿Has tenido la oportunidad de dirigir perso-

nas?

Entonces, con esto ya claro en mi mente, y con mi ciclo

de aprendizaje llegando a su fin en la empresa donde estaba

trabajando, tenía dos opciones:

1. Postulo a otra empresa. (Varias opciones en el camino).

2. Creo mi empresa que se encargue a desarrollar habili-

dades personales en jóvenes, en la ciudad de Piura, para em-


pezar.

Elegí la opción 2. Para esto, realicé una serie de viajes

hacia el norte del Perú, a Piura. Luego de casi dos años volví

para conocer su realidad y ver si era factible iniciar este ne-

gocio.

Empecé con los trámites como documentos, Sunat,

Sunarp, capital de trabajo, cuenta en el banco. Hasta la par-

te del marketing: propuesta de valor, nuestra razón de ser,

visión, misión. Así surgió Ítaca, cuyo nombre registrado en

la Sunat, el 9 de octubre del 2014, fue Ítaca Formación Pro-

fesional S.A.C.

Empecé a visitar colegios. Tres fueron los elegidos: Tu-

ricará, Vallesol y Santa María. Además de ello di una con-

ferencia en la Universidad de Piura. Todas totalmente gra-

tis. Luego de las mismas, vi cómo en realidad los jóvenes se

daban cuenta que aquel contenido que les brindábamos les

generaba valor, les generaba algo nuevo en sus vidas y podían

ver la importancia que tenía para ellos. Así que, al ver que

tenía aceptación mi producto, empecé las ventas y con ello se

logró tener la primera promoción de verano con 28 estudian-

tes matriculados.

110

Mi cuento de cuna

Ítaca sigue creciendo. Tenemos un programa de prácti-

cas para estudiantes, tenemos presencia (hoy, 2016) en cua-

tro departamentos del Perú y con planes para crecer a nivel

nacional, primero, y Latinoamérica después. ¿Qué viene más

adelante? No es difícil de imaginar.

Esto es parte de la historia y el origen de Ítaca. No tengo

idea cómo será el camino, posiblemente sea difícil. Pero de

una cosa si estoy seguro: en unos años, en un futuro no tan

lejano, todo mundo hablará de Ítaca. Empezamos con cuatro

departamentos, luego serán quince departamentos, y más

y más. Llegaremos a Ecuador, Colombia, Chile y Argentina.

Tendremos nuestra propia escuela –sede principal– en la ciu-

dad de Piura, con capacidad para albergar a más de 2.000 es-


tudiantes con un sistema integrado de formación estudiantil

que desarrolle las habilidades que realmente necesitan, que

los ayude a despertar su pasión, a encontrarse a ellos mismos

e iniciar su propio futuro.

Además de ello, que a medida que vamos creciendo, inte-

gramos en nuestro sistema de formación un modelo de con-

tribución a la sociedad. Como Brian y como Ítaca, tenemos

un fiel compromiso con la educación. Si queremos lograr un

verdadero cambio en nuestro país, debemos invertir en las

personas. Son ellas, quienes después de descubrir su talento,

después de descubrir que realmente todo es posible, después

de desarrollar su liderazgo, van a convertirse en futuros bue-

nos empresarios, buenos políticos, buenos profesores, en las

buenas personas que el país necesita.

Sin embargo, somos conscientes que no todas las perso-

nas pueden acceder a nuestros programas de formación. So-

mos conscientes que existen muchas personas que no pueden

pagar por nuestros programas. Personas que, estando inte-

resados en el mismo y por no contar con solvencia económi-

111

B R IANS AVIT ZKY

ca, quedan fuera. La pregunta es: ¿Se puede cambiar el país

educando en estos temas a unos cuantos? ¿Se puede hacer

una real reforma en el sistema educativo dejando a algunas

personas de lado?

La única forma de reformar el sistema educativo es lle-

gando a la mayor cantidad de gente posible. De esta mane-

ra, en Ítaca, tenemos nuestro proyecto Uno x Uno. Esto da

la oportunidad a que, por cada persona que pague por llevar

nuestro curso, beneficie a otra persona para que lleve el mis-

mo curso pero totalmente gratis.

Esto es parte de la historia Ítaca. Queremos que sea la

más grande escuela de formación en liderazgo y habilidades

personales para jóvenes. Es una promesa. Ahora, si quieres

conocer más de lo que hacemos, cómo lo hacemos, informa-

ción sobre en qué ciudades o países venimos trabajando o si


quieres contribuir con nuestro modelo social, puedes entrar

a las redes sociales de Ítaca o mías:

Facebook : Brian Savitzky

SnapChat : Brian.Savitzky

Instagram : BrianSavitky

Twitter

: @_BrianSavitzky

Youtube

: Brian Savitzky

www.briansavitzky.com

Ítaca Perú

www.itaca.com.pe

Facebook: Itaca.Pe

informes@itaca.com.pe

#ElViajeDelHéroeEmpiezaAhora…

112

Capítulo 15

Mi re-jodido país o

los diez mandamientos para cambiar

Enfócate en conseguir aquello que el mundo necesita,

no en quejarte por todo lo que falta.

Había logrado conseguir una entrevista de 30 mi-

nutos con uno de los más grandes líderes en el

ámbito de los negocios en el Perú, un señor de 89

años, quien con su vasta experiencia había logrado grandes

cosas en su vida. Su cadena de empresas a nivel nacional lo

convertía en uno de los hombres más ricos del país, y todas

sus organizaciones habían crecido año a año. Era autor de

libros sobre desarrollo personal y liderazgo, publicados y dis-

tribuidos en el Perú y Latinoamérica. Tenía, reconocido pres-

tigio y trayectoria en los ámbitos de los negocios, formación

y educación. Por primera y única vez en su vida, Julio estaba

en frente de él. A sus 35 años tenía muchas preguntas y poco

tiempo, así que debía aprovecharlo al máximo.

Luego de 25 minutos conversando, la última reflexión que

dejó la conversación abierta y que sorprendió a Julio fue so-


bre los jóvenes de hoy, su manera de actuar, trabajar, vivir.

Dijo:

“Nosotros los viejos somos especiales. Las personas de

mi edad, aquellos de mi generación, estamos cien por ciento

seguros de que la clave del éxito es una sola: planificamos

bien las cosas. Imagina que hay una piscina en frente y no-

sotros estamos a unos veinte metros. Las personas como yo,

primero nos ponemos ropa de baño, una ropa adecuada para

113

B R IANS AVIT ZKY

poder nadar bien. Sabemos que el cloro afecta el cabello, así

que nos ponemos nuestro gorro de baño y también lentes. No

corremos hacia la piscina porque sabemos que el piso está

mojado y podemos resbalar y caernos y hacernos daño. Tam-

poco hacemos ‘clavados’, pues es algo innecesario si el objeti-

vo es el mismo: entrar al agua. De esta manera, caminamos

solamente, observando cada detalle posible. Cuando estamos

en el borde, medimos la temperatura del agua. No tiene que

estar muy fría porque eso afecta nuestro rendimiento, ni muy

caliente. Una vez que hemos hecho esto ¿Qué sigue? Ahora si

nos podemos meter a la piscina.

¿Qué pasa con los jóvenes de ahora? Ni siquiera se ponen

ropa de baño. Ven la piscina y no les interesa si el piso está

mojado. Ellos corren, se tropiezan, se lastiman. No cuidan su

cabello del cloro del agua. ¿Tú crees que les importa llevar

lentes? ¡Nada! Es más, con decirte que muchas veces no les

interesa si el agua está fría o caliente; y ni qué decir de algu-

nos que ni siquiera se fijan si la piscina tiene agua. Así funcio-

nan los jóvenes. Y esa es la diferencia con la gente como yo, la

gente de mi generación que ha alcanzado el éxito”.

Julio, algo desconcertado, preguntó:

— “Y tú, con esto que mencionas ¿Qué forma de trabajar y

vivir recomiendas a todos nosotros, a todas las personas?”

Con un tono de voz elevado y exclamando su idea respon-

dió:

— “¡Pues la segunda, la de los jóvenes!”


— “Pero ¿por qué?” —preguntó asombrado, y añadió: —“Estás

diciendo que los jóvenes de ahora no se preocupan por plani-

ficar sus cosas, sus negocios, su vida. Estás diciendo que la

clave de tú éxito es haber hecho las cosas como tú las hiciste,

114

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

que es algo totalmente opuesto a lo que hace la juventud de

ahora”.

El hombre suspiró y luego de cinco segundos en silencio

respondió:

“Es cierto Julio, siguiendo mi consejo y mi modelo se lo-

gra el éxito. Sin embargo, con lo otro, se logran cosas mara-

villosas”.

¿Cómo sobrevivimos en un mundo tan pesimista? Los me-

dios de comunicación, la televisión, los periódicos, la radio,

inclusive las personas que nos rodean tienen, por lo general,

una postura negativa hacia nuestra manera de pensar, nuestra

manera de vivir. Cada vez que alguna persona quiere iniciar

algo, otros la bloquean y dicen que no va a poder, que es sólo

un sueño y que no es realista. Es común escuchar que si quere-

mos alcanzar el éxito debemos seguir un modelo, una forma de

hacer las cosas, y que si no lo hacemos así no nos va a ir bien.

Las noticias del día a día muestran una realidad terrible de

corrupción, asesinatos, muertes, robos, faltas de respeto, fal-

tas de cumplimiento a la norma. Muchas personas aseguran

que no basta “querer cambiar el país”, sino que, como está tan

contaminado, debes evitar que este “te cambie a ti”.

En el noticiero estelar en un conocido canal de televisión

de nuestra cadena nacional encontré:

— Asesinan a balazos a dirigente de construcción civil.

— Viuda de policía asesinado protagonizó desgarradoras es-

cenas.

— Capturan a tres presuntos autores del crimen de policía.

Sospechosos son interrogados.

— Ministro Urresti le pidió a Martín Belaúnde que no se en-

tregue. Humala marcó distancia.


115

B R IANS AVIT ZKY

— Patricia Robinson pide que no la involucren en triángulo

amoroso. Oficializó denuncia por chuponeo.

— Comerciantes atacaron a policías durante operativo. In-

tervienen “cachina fashion”.

— Intervienen dos puestos en mercado Santa Anita. Ven-

dían productos “bamba”.

— Una perdió su bebe y la otra terminó con dedo amputado.

Brutal pelea de mujeres.

Fueron noticias de un día cualquiera, propaladas en un

conocido canal a las once de la noche, justo antes de dormir.

¿Será que el Perú (o tu país) es un lugar tan malo? ¿Será cier-

to que lo único que tenemos son aspectos negativos que nos

condenan como país?

Con este tipo de información los medios de comunica-

ción nos transmiten pesimismo, y llegamos a creer que todos

los que vivimos en este país estamos destinados al fracaso.

Así mantienen el “status quo”, y posiblemente pueden argüir

que así nos hacen sentir menos infelices que el resto, que nos

muestran lo peor para hacernos sentir mejor.

¿Cómo sobrevivir en este mundo cargado de pesimismo?

¿Cómo se puede ser feliz, sin morir en el intento, en este mun-

do cargado de muchas personas que se enfocan solamente en

las cosas malas que pasan? ¿Cómo ayudar a cambiar el país

y no dejar que éste te cambie? Si en verdad quieres todo esto

debes hacer ciertas cosas, debes adoptar ciertas cuestiones en

tu estilo de vida. Son diez cuestiones que escuché y aprendí

de Julio en una conferencia, pero que decidí darles contenido

en función a mi experiencia. Son cosas que puedes aplicar en

tu vida personal, familiar, en el trabajo, en tu universidad,

con tus amigos, con tu pareja, con tus compañeros de fiestas.

116

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

En general con cualquier persona o grupo de personas. Si ha-

ces caso a este mandamiento de 10 cosas simples que puedes


trabajar desde ya, sencillamente no habrá forma en que no

puedas sobrevivir en este mundo o país cargado de pesimis-

mo disfrazado de realismo sensato. ¿Listos? ¡Ya!

1. Vende un sueño

¿Te has puesto a pensar quiénes son aquellos que te dicen

que tu país, o que tu mundo, o que el sitio donde estás ahori-

ta, está jodido? ¿Alguna vez te has puesto a pensar quién es

esa persona que te dice que las cosas van mal? Posiblemen-

te la persona que te dice no te endeudes con los bancos es

porque nunca se informó bien acerca de las tasas de interés

y se descontroló con los mismos y, por tanto, le fue mal. Es

probable que alguien te diga la política es corrupta porque

alguna vez estuvo frente a un caso de corrupción y no pudo

hacer algo al respecto o ¿por qué no? esa persona participa o

participó en actos de corrupción. Y acaso sea lo más acertado

que esa persona que te dijo 9 de cada 10 emprendimientos en

Perú cierran es porque justamente su negocio fue uno de esos

9 y porque le echa la culpa al mercado por su incapacidad de

ver nuevas soluciones.

Date cuenta que las personas que creen que tu país, o su

mundo, van por mal camino, es porque para ellos, su país, y

su mundo ya está jodido. Es porque deciden ver la mancha

negra en la pantalla blanca (¿recuerdas?). Es porque deciden

enfocarse en lo negativo porque ellos ya lo vivieron. ¿Cómo

hacer para no contagiarte de ellos? Muy simple: teniendo y

vendiendo un sueño.

¿Cómo es eso de tener y vender un sueño? Te puedo con-

tar el típico ‘caso’ de libro, pero te hablo en primera persona,

a partir de mi experiencia. Cuando creé mi empresa, lo hice

117

B R IANS AVIT ZKY

soñando con un colegio modelo y una verdadera reforma del

sistema educativo. Soñaba con cambiar la mentalidad de mu-

chos jóvenes y hacer que ellos desarrollen su pasión y lideraz-

go por cambiar el país. Ese sueño me mantenía con vida por

mucho tiempo. Ese sueño me hizo dejar de ver las noticias y


conocer gente buena, gente que estaba haciendo cosas. Cuan-

do me convencí de ese sueño, empecé a comentarlo; entonces

aparecieron socios que se sumaron durante los dos primeros

años, sin cobrar un solo sol. Ese sueño lo hicieron suyo esos

más de 45 jóvenes que durante un tiempo trabajaron en mi

empresa aun cuando no les entregaba un gran sueldo o una

super comisión. Toda la gente que se rodeó conmigo, lo hizo

solamente porque abrí sus ojos de esperanza, porque les hice

ver que mi sueño de cambiar la educación del país era tam-

bién su sueño y que juntos íbamos a lograrlo. ¿Quieres so-

brevivir? Empieza a soñar y a comunicar tu sueño aunque te

crean loco. No seas como muchos, quienes perdieron la magia

de soñar simplemente porque algo malo o desagradable pasó

en sus vidas. No pierdas la ilusión. Sé un niño, ten fantasía.

Recuerdo cuando tocó hacer una obra teatral con nues-

tro grupo de Ítaca. Niños y adolescentes, más de 40 personas

en escena representando “El poder de la fantasía”. Era una

adaptación de la película “La historia sin fin”. Representába-

mos la historia de un niño que, cansado del bullying, decidió

refugiarse en los libros. A pesar de no creer que la magia era

posible, a pesar de que el maltrato recibido le robó la fantasía,

decidió leer un libro más. En esta obra me tocó representar a

Gumor, el enviado de “la Nada” y su misión era destruir fan-

tasía, destruir el mundo de los seres fantásticos, de la magia.

Durante la obra, el personaje principal, Atreyu, ya no po-

día más. A él le habían encargado la misión de salvar fantasía,

sin embargo, ya casi todo había sido destruido por la Nada.

118

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

Habían muerto todos los personajes de fantasía, sólo queda-

ban unos cuantos. Micky Mouse, Rapunzel, Encantada, Ca-

perucita Roja, Alicia, etc. Todos los personajes del mundo del

mundo de fantasía habían desaparecido por la nada.

Atreyu (camina observando la paredes)

Gumor .- Si te acercas más te haré mil pedazos.

Atreyu .- ¿Quién eres?


Gumor .- Soy Gumor y tú, quien quiera que seas, tendrás el

honor de ser mi última víctima.

Atreyu .- No moriré tan fácil, soy un guerrero.

Gumor .- Si eres guerrero, pelea con la Nada.

Atreyu .- Lo haría, pero no pude cruzar los límites de fanta-

sía

Gumor .- Ja, ja, ja, ja, ja…

Atreyu .- No le veo la gracia.

Gumor .- Fantasía no tiene límites, ah...

Atreyu .- Eso no es cierto, mientes…

Gumor .- Niño tonto, no sabes nada de la historia de fantasía,

es el mundo de las fantasías humanas, cada parte, cada cria-

tura, pertenecen a los sueños y esperanzas de la humanidad,

por consiguiente no existen límites para fantasía ja, ja, ja…

Atreyu .- ¿Por qué está muriendo entonces?

Gumor .- Porque los humanos están perdiendo sus esperan-

zas y olvidando sus sueños; así es como la Nada se vuelve más

fuerte.

Atreyu .- ¿Qué es la Nada?

119

B R IANS AVIT ZKY

Gumor .- Es el vacío que queda, la desolación que destruye a

este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.

Atreyu .- ¿Por qué?

Gumor .- Porque el humano sin esperanzas es fácil de contro-

lar y aquel que tenga el control, tendrá el poder ja, ja, ja, ja,

ja…

Atreyu .- ¿Quién eres realmente?

Gumor .- Yo formo parte del poder que fortalece a la Nada,

me encomendaron matar al único capaz de destruir a la

Nada, perdí su rastro en el pantano de la tristeza, su nombre

es Atreyu…ja, ja, ja, ja, ja…

Atreyu .- Si nuestro destino es morir, yo moriré luchando,

atácame Gumor; aquí te espera Atreyu.

Gumor .- Muere entonces (se genera una lucha entre Atreyu

y Gumor)
Se liberó la batalla y obviamente no te diré el desenlace.

Sin embargo, con las palabras de Gumor antes de morir, te

digo:

Humanos:

No dejen de soñar, ni de tener ilusiones ni esperanzas.

Solo así, la Nada se hace más fuerte. Ese vacío que queda,

la desolación, solo existe porque los humanos han dejado

de creer que fantasía es posible. En verdad les digo esto:

no corten las alas que te da el refugiarte en un libro, no

dejen de creer que todo es posible, no dejen de pensar que

la Nada los puede destruir, salven el mundo de fantasía,

salven el mundo de los sueños. .

120

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar


2. Da un Norte
Para sobrevivir y no dejarte contaminar por este mundo

contaminado haz de tener un horizonte. No basta con soñar.

No. Además debes trabajar mucho para dar una dirección, un

sentido a tu sueño. Tienes que transitar el camino para llegar

a tu sueño. Un norte se convierte en esa visión, en ese hecho

tangible que demuestra que vas a cumplir ese sueño. Da di-

rección a las personas que están contigo. A tu familia, mués-

trale un camino, una meta. A tus amigos, diles a dónde quie-

res ir, a dónde quieres llegar, y diles que quieres llegar con

ellos. A tus trabajadores cuéntales qué es lo que ves y cómo lo

ves, hazles notar que la única manera de llegar es con ellos,

de la mano. A tu esposa, cuéntale como ves esa vejez, habla

de los detalles, y de esa manera, solo de esa manera, juntos

podrán elegir el mejor camino.

3. Crea equipo; conquista corazones

Sea ese equipo que se llama familia, sea ese equipo que

se llama trabajadores, sea tu esposa, tu hija, o tu enamorada.

Sea tu grupo de socios. Siempre que quieras ganar el cerebro

de tu equipo para un sueño, debes primero conquistar sus

corazones.

Se dice que somos animales racionales. En efecto, lo so-

mos; tenemos la habilidad enorme de pensar antes de actuar.

Pero te digo algo: ¿Existirá alguna persona que no le guste

una muestra de cariño desinteresado? ¿Habrá alguna perso-

na que no le guste un gracias o un por favor antes de alguna

frase? ¿Existirá alguna persona que no le interese un detalle,

una frase, un abrazo, un consejo, una preocupación que vaya

por encima de solo lo que se tiene que hacer?

Recuerdo que trabajé como Jefe Comercial en una em-

presa. Tenía a 6 ejecutivos de telemarketing (ventas por telé-

121

B R IANS AVIT ZKY

fono). Todo el día tenían que sentarse junto a un teléfono y

hablar, hablar y hablar. Vender, vender y vender. Un trabajo

aburrido. La rutina los mataba. Y más, cuando no vendían


nada (y desde ya su comisión era baja), el aburrimiento y es-

trés los devoraba. Cuando llegué, me di cuenta que implicaba

un reto. A esas personas no iba a poder motivarlas, ganarlas,

por la razón; tenía que ir más allá.

Eran personas amigables. Empezamos a hacer amistad.

Dejé en claro que no se hacía lo que yo creía correcto, y los

convocaba a reuniones casi interdiarias para definir las cam-

pañas de ventas juntos. Además, empezamos a tener reunio-

nes uno a uno, donde ellos me contaban cómo se sentían en

su trabajo, o qué cosas podríamos hacer para que sea mejor.

Justamente por ello, cambiamos los teléfonos (de esos que

tienes que levantar para contestar, a otros que usaban un au-

ricular). Eso les daba libertad en las manos. Era un pequeño

detalle pero que mejoró su sensación de encierro, de ‘atadura

de manos’.

Además de ello inserté los famosos “team buildings”

(construcción de equipo). Eran una vez al mes. Era algo que

se hacía por primera vez. Nos juntábamos todos los miem-

bros de la empresa (desde el Gerente General hasta el tele-

marketero, el que llamaba por teléfono) a conversar de posi-

bles soluciones para la empresa. Esto ayudó mucho para que

en cuatro meses el clima laboral mejore bastante.

Conversaba con ellos. Pero hablábamos de cuántas ventas

llevas, o cuánto de comisión recibirás. ¡No! Eran conversacio-

nes simples: ¿Cómo te va en la universidad? ¿Qué tal con tu

familia? ¿Cómo te va con tu enamorada? Yo tenía la posibi-

lidad de comer fuera de la oficina, pero prefería comprar mi

comida y llevarla a la oficina, y compartir con ellos la hora del

almuerzo (cada quien llevaba el suyo). Conversábamos, veía-

122

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

mos televisión y nos reíamos un rato. Pasábamos el tiempo.

Sin darme cuenta, estaba realizando un objetivo importante:

en vez de tener trabajadores a cargo mío, tenía amigos.

Recuerdo que el día que llegué me tocó lidiar con Zandri-

ta. Ella era 10 años mayor que yo, y con mayor tiempo en la
empresa. Algo curioso que pasó con ella es que nos hicimos

demasiados buenos amigos. Fíjate bien, chico de 21 años lle-

gaba a dirigir el trabajo, dar las pautas. Pero ¿qué paso? Nos

llevamos de maravilla. Nos hicimos amigos. Le contaba mis

cosas; ella también las suyas a mí. Pensábamos juntos. Es

más, jamás sintió que yo la pasaba por alto. Así como yo nun-

ca sentí que por ser el encargado final, el responsable, estaba

por encima de ella.

Incentivar el diálogo, incluir, involucrar a la gente que te

rodea en las decisiones que vas a tomar, ayuda a ganar co-

razones. Inspira confianza. Ojo, esto es así no sólo en una

empresa. Piensa en tu familia. Piensa en ese hijo al que le

dices: “no vas a salir el fin de semana a la fiesta. ¡Está dicho!”

¿Crees que a tu hijo le gustan las órdenes? ¿Crees que tu

hijo va a responder con amor frente a una prohibición? No

hay forma.

Debes tratar siempre de llegar a un acuerdo, de llegar a

sostener un diálogo. Recuerdo una vez que mi sobrino Ga-

briel, de 11 años, había insultado a una compañerita de su

clase. Le había dicho groserías. Según él, las había dicho de

juego, pero aun así eran groserías. Además, las quejas de par-

te de sus profesores siempre estaban. Ese día nos sentamos

a conversar:

Brian.- ¿Cuéntame que pasó?

Gabriel.- No tío, es que estábamos jugando. Los dos nos está-

123

B R IANS AVIT ZKY

bamos insultando. Pero así de juego. Y yo le dije ‘puta’. Pero

de broma. Porque así nos jugamos.

Brian.- ¡Ah! Entiendo. ¿O sea que los dos se molestan?

Gabriel.- Si, tío. Los dos.

Brian.- Entiendo perfectamente. ¿Y quién molesta más? ¿Tú

o ella?

Gabriel.- Yo, tío.

Brian.- Entiendo. ¿Tú quieres a tu mamá?

Gabrial.- ¿Qué me preguntas?


Brian.- Si quieres a tu mamá.

Gabriel.- Si, tío.

Brian.- ¿Qué pasaría si a tu mamá, un señor de su trabajo, le

dice ‘puta’? Pero por jugar nada más. ¿Crees que tu mami se

sentiría contenta, o se reiría?

Gabriel.- No.

Brian.- ¿Entonces, crees que está bien decirle esa grosería a

una niña? Aun cuando me dices que no te gustaría que le di-

gan eso a tu mamá.

Gabriel.- No.

Brian.- Entonces. ¿Qué sugieres?

Gabriel.- No sé tío.

Brian.- Si supieras ¿Qué sería?

Ese día Gabriel se comprometió a ir a la Dirección del

colegio. Se comprometió asistir a una reunión con los papás

de la pequeña y pedirles disculpas. Además, dijo que lo dejá-

ramos sin play station por un mes. Y por si fuera poco, que

124

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

el castigo de expulsión de dos días del colegio iba a ser un

premio. Así que mejor que le den otra tarea: limpiar el patio,

el aula, o algo.

De hecho, seguimos lidiando con Gabriel. No vayas a creer

que ahora es un perfecto niño. Pero este pasaje de su vida

es vital para entender que mover los corazones, incentivar el

diálogo, hacer entrar en confianza a las personas, genera que

puedas ganarte un equipo en cualquier ámbito de tu vida.

4. Explica a cada quien el sentido de su trabajo y

de su vida

¿Qué quieres lograr en tu vida?

¿Qué quieres mejorar en tu vida?

¿Qué aspecto de tu vida quisieras cambiar? ¿Qué no te

hace feliz hoy?

¿Por qué es importante para ti lograr esto?

¿Qué va a pasar si haces eso?

¿Qué NO sucedería si es que no lo haces?


¿Cómo está la gente que te rodea cuando mejores esto?

¿Qué sientes cuando lograste cambiar esto?

¿Por qué esto tendría gran impacto en tu vida?

¿Qué pasa si NO haces nada?

¿Qué es eso que realmente quieres cambiar?

¿Qué significa para ti lograr eso?

¿Qué aspecto de tu vida quisieras lograr con eso?

¿Habiendo logrado eso, como serías tu?

¿Quién se beneficiaría con ese ser tuyo ideal?

¿Cuál persona cercana sería a la que le brindarías más

apoyo?

125

B R IANS AVIT ZKY

¿Y cuando estás ahí, cómo son ellos contigo?

¿Qué no sucede al no lograrlo?

¿Qué no sucede al lograrlo? ¿Cómo cambia tu vida? ¿En

qué te conviertes?

Una serie de preguntas poderosas que puedes hacer a per-

sonas que aprecias: hijo, papá, mamá, trabajador, enamorado,

enamorada, novia, novio, tío, hija; a cualquier persona. Soste-

ner conversaciones profundas que lleguen a conclusiones con-

cretas hará que te enfoques en otros sueños, que descubras lo

que realmente quiere la otra persona y tener la alegría de ver

cómo su vida se llena de emoción al saber que no tenemos que

quedarnos en nuestra rutina, sino que podemos y tenemos de-

recho a soñar. Y soñar que podemos lograr eso que tanto que-

remos (y que tanto quiere la gente que nos rodea) significará

un gran avance para sobrevivir en esta sociedad tan pesimista.

Te lo digo yo, que he trabajado en este proceso con muchos

jóvenes y puedo ver con gusto emprendimientos nuevos a cada

rato, puedo ver sueños hacerse realidad, puedo ver más felici-

dad y menos pesimismo en el mundo.


5. Despersonaliza la reforma, el cambio
— “Quiero hacer cambios en la empresa para mejorar el per-

sonal”.

— “Vamos a despedir a 6 de los vendedores para insertar un

sistema de venta online. Eso aumentará las ventas”.

— “Vamos a mudarnos a otra ciudad con toda la familia por-

que hay mejores oportunidades”.

— “Te voy a cambiar de colegio, para que vayas a uno de me-

jor calidad”.

— “Vamos por aniversario de bodas a un nuevo lugar. Ir

cada año al mismo como recuerdo ya aburre”.

126

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

— “Quiero cambiarme de carrera. La que estudio ahora no

me hace feliz. Chau a la Ingeniería. Quiero ser artista

papá”.

Propiciar iniciativas de cambio en las personas que te ro-

dean o en los ambientes que te rodean, siempre va a ser com-

plicado. Pero las complicaciones se atenúan notablemente

cuando haces notar a las personas que te rodean que ellas te

interesan, que son importantes para ti, y que por esta razón

te alegran sus logros y que si se proponen un cambio para

ellas también será bueno para ti, que ese cambio implica una

mejora en la vida de todas las personas que están alrededor.

Recuerdo cuando me tocó hacer una sesión de Coaching

con Carla, mi socia en la empresa. A los 23 años de edad ella

se encontraba estudiando Ingeniería Civil. Pero ella decía

que sencillamente no se veía construyendo puentes, que su

vida no estaba orientada a elevar construcciones, que se sen-

tía frustrada por eso. Claramente le pregunté: ¿Qué quieres

en tu vida?

— “Quiero vivir de negocios, vivir de empresas. Amo dictar

talleres, dar conferencias. Hablar en público. Me apasiona el

liderazgo” —Respondió.

— “¿Qué carrera te permitiría tener eso? Pregunté. —Ingenie-

ría Industrial” —me dijo.


— “¿Qué es lo que te mantiene estudiando ingeniería civil y

no te lleva a cambiarte de carrera?”

— “Mi mamá” —respondió con cierta tristeza.

Empezó a contarme que había mucha presión. Su mamá

no iba a entender que el cambio de carrera iba a ser favorable.

Para su mamá, era importante que ella termine una carrera.

Ya con 23 años, pasar de octavo a quinto ciclo (por el cambio

127

B R IANS AVIT ZKY

de carrera), era algo que no iba a funcionar. Para su mamá,

era una vergüenza algo como eso. Carla sentía esa presión. La

pregunta clave fue: ¿Qué es lo que te hace feliz? La respuesta

no fue directa todavía, pero sí se ratificó en que no se sentía

feliz al pensar en que se pasaría la vida construyendo casas o

en obras relacionadas a la Ingeniería Civil.

Luego de 45 minutos de sincera conversación Carla tomó

una decisión: ¡me cambio de carrera! Claro estaba que el mé-

todo que debía usar para comunicarlo no podría ser el tradi-

cional método usado por todos: “Mamá, voy a cambiarme de

carrera porque no me gusta la que estoy estudiando; a mí no

me hace feliz, y lo más importante soy yo. Así que tienes que

aceptarlo”.

Había que trabajar en una estrategia correcta, una mane-

ra clave para comunicar el mensaje correcto y despersonali-

zar la reforma. Fueron 3 piezas claves que Carla trabajó.

a. Mamá quiere que yo sea feliz. Si mi felicidad está en algo

que no es lo que me gusta estudiar. ¿Mamá podría estar

feliz con eso?

b. Mamá seguramente pensaría que yo me iba a retrasar en

mis estudios, que iba a perder tres años de carrera uni-

versitaria. Eso no le iba a gustar.

c. Mamá iba a pagar mucho más dinero del que ya había

pagado. ¿Era justo para ella hacer eso? ¿Era justo seguir

pagando por la confusión de su hija?

Carla fue con un plan de acción para persuadir a su ma-

dre. Armó su argumentación así:


“Mamá. Lo que te voy a decir quiero que lo entiendas

bien. Sé que puede parecer algo loco para ti. Pero primero me

escuchas y luego me das tu opinión. ¿Te parece? Esto es algo

128

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

que nos va a beneficiar a las dos. Sabemos que somos tú y yo

en este mundo, porque papá no está. Y justamente por eso, te

digo que escuches con atención lo que quiero decirte.

Tú sabes bien que la Ingeniería Civil no es lo mío. Sa-

bes bien que jamás me ha gustado esa carrera, que la estudio

obligada. Nunca me he atrevido a decirlo, pero creo que sí

te dabas cuenta. Pensando en esto, te digo algo. Mi vida, en

un futuro, no está construyendo puentes. Si me dedico a eso,

¿Sabes qué va a pasar? Seré mediocre. Seré una profesional

del montón, que no destaca, que no hace diferencia. En cam-

bio, si me dedico a otra cosa que realmente me guste, seré

brillante. Seré única. Soy muy buena en gestión, en negocios,

en ventas. Soy buena hablando en púbico. Soy muy buena en

temas de liderazgo, en temas de personas. Sé mucho de eso.

Ahí está mi talento.

¿Por qué es importante que tu hija trabaje en lo que es

buena? Porque sólo así, las dos, tú y yo, saldremos adelante.

Sólo así podré darte todo lo que te mereces. Terminando In-

geniería Civil sólo conseguiré terminar una carrera; en cam-

bio, terminando Ingeniería Industrial, terminaré una carrera

que nos hará felices a las dos. ¿No quieres ver a tu hija feliz y

exitosa y darte todo lo que te mereces?

¿Pierdo tres años? No mamá; al contrario, estoy a tiem-

po. Ganamos tres años. Prefiero tomarme este tiempo, que

arrepentirme toda mi vida de no haber tomado una decisión.

Si termino esa carrera, será solo el título. Si me cambio, será

mucho más que eso, seré brillante. Seré exitosa. ¿Por qué es-

toy segura de eso? Porque ahora, con 23 años, ya tengo una

empresa. Soy socia y tengo el 50% de una sede en Perú. ¿No

lo sabías? Pues fíjate que sí. Y mira, si todo sale bien, estos

pueden ser mis ingresos mensuales. Aun sin acabar mi carre-


ra, aun sin tener el título, tengo la experiencia, las ganas, y la

129

B R IANS AVIT ZKY

motivación suficiente para poder tener eso. ¿Qué vas a gastar

más plata? No, mamá. Yo asumiré los gastos. Tú apóyame

con los pasajes y demás. El resto es mío. Mira este flujo de

dinero. Esto es lo que puedo ganar haciendo lo que me gusta.

¿Qué piensas al respecto?”.

Ese día Carla despersonalizó la reforma. Ese día Carla se

dio cuenta que el cambio no sólo era importante para ella; en-

tonces, tenía que hacer notar que era importante para todos

(ella y su madre).

Este caso de Carla puede serte útil. Tómalo. Hazlo tuyo

y aplícalo en cuanto puedas, en tu organización, en tu fami-

lia, con tu novia, esposo, esposa, hijo, hija, mamá. El cambio

es bueno, siempre y cuando todos perciban las bondades del

mismo.
6. Tu credibilidad personal lo es todo
Este es un tema bastante peculiar. Hasta me da miedo

comentarlo o tratarlo.

Tenemos que ser conscientes de las áreas de nuestra vida

en las que tenemos credibilidad y en la que nos falta traba-

jar para lograrla. Si yo quisiera hablar de la relación pareja y

cómo llevarla de la mejor manera para ser feliz, sencillamen-

te no tendría credibilidad ante quienes me conocen, y yo no

estaría cómodo, no me sentiría feliz hablando eso a un audi-

torio que no me conoce, aun cuando no saben de mi vida pri-

vada, pues lo que importa es cómo yo me siento. No se trata

de ‘hablar bonito’ sobre algún tema sino de ser feliz motivan-

do a otras personas a que también sean felices. Y para esto no

conozco otra forma, no quiero hacerlo de otra manera, que

desde mi propia vida. No vendo sebo de culebra (la panacea

que venden los charlatanes en mi país); hablo con la verdad.

130

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

Tampoco es que yo sea un desastre en el tema de pareja,

pero cuando he estado en alguna relación, siempre se ha ter-

minado. Mi mamá, con su inmenso amor de madre, dice que

aún no ha llegado la mujer indicada. Sin embargo, creo yo

que estoy preparándome aun para una relación seria, creo me

falta mucho. Estoy creciendo y desarrollándome mientras es-

pero pacientamente que llegue la persona indicada y amar de

verdad. No soy, pues, el mejor ejemplo para temas de amor.

Sin embargo, si algo puedo decirte es que, si bien es cierto

que mi credibilidad en este aspecto de mi vida no es la mejor,

hay otras áreas de las que sí puedo hablarte. Ya te he habla-

do de mi familia, de la relación económica de mi empresa,

y la mía propia, con mi madre y con su casa. Toma de allí lo

que te resulte bueno. También fíjate en lo que hago ahora: me

dedico a entrenar a la gente para que asuma el liderazgo de

su propia vida, a salir de su zona de conformidad, a retarse.

Y esto que yo hago ahora lo demuestro con hechos, aunque

pueda parecerte poca cosa o que son temas muy domésticos


cuando te digo, por ejemplo, que yo pago una renta por los es-

pacios que ocupo en casa, que asumí gastos por suministros,

y que, además del alquiler de espacios para las oficinas de

mi empresa, estoy dispuesto a hacer aportes en situaciones

extraordinarias y jamás lo hago pesando si otros hermanos

aportan o no lo hacen así. Simplemente me exijo a mí mismo.

Justamente por esto me asiste la facultad de poder decirle al

resto de personas: ¡exígete!

Por otro lado, en cuanto a mi empresa, Ítaca, no la pre-

sento como la ‘top’ de su rubro, ni como la más exitosa, ni

como la de mejores ingresos. No. Nada de eso. Simplemente

la muestro como el resultado de mucho trabajo, como la ma-

terialización de un sueño, como la realización de una convic-

cíon, que me ha llevado a disertar ante varios miles de per-

sonas aun cuando había empezado hablando ante auditorios

131

B R IANS AVIT ZKY

de sólo algunas decenas de personas. Por eso es un logro im-

portante que ahora Ítaca esté presente en cuatro ciudades de

mi país; empieza a tomar forma. Eso me lleva a poder decirte:

Carajo, si yo puedo hacerlo, tú también puedes hacerlo. Claro

que puedes, si estamos tú y yo conformados, como dice Omar,

del mismo CHON: carbono, hidrogeno, oxígeno y nitrógeno.

¡No hay genios! Bueno, sí hay genios. Pero ¿qué hace ge-

nio a un genio? La perseverancia. Y para poder exigirte eso,

déjame decirte que todos los días empiezo a trabajar en mi

proyecto desde las nueve de la mañana y termino a media

noche y más.

Si vas a exigir trabajo, ¡trabaja el triple!; si vas a exigir

confianza, ¡confía en la gente!; si vas a exigir responsabilidad,

¡Sé Responsable!; si vas a exigir buena vibra, ¡proyecta buena

vibra!; si vas a exigir amor de tu pareja, ¡ama a tu pareja!;

si quieres que tus hijos te respeten, ¡respétalos!; si quieres

que tu familia te hable con amor, ¡habla con amor!; si quieres

paciencia, ¡sé paciente!; si quieres que te perdonen, ¡perdona!

Todo en la vida se basa en la credibilidad que puedas mostrar.


Solo así, cuando la gente perciba que eres lo que dices, empie-

zas a sobrevivir sí o sí a este mundo pesimista que crees estar

viviendo, y te irá mejor en tu vida.

7. No llames a tus amigos si no califican

¡Esto es clave. Que entre en tu mente y nunca salga de allí!

Es propio de los seres humanos, de su naturaleza social,

hacer grupos, círculos. Por eso no nos extrañamos que cuan-

do alguien accede a un cargo importante llame a sus amigos

a trabajar con él o ella. Si, por ejemplo, te vuelves gerente,

regidor, director, gobernador regional, automáticamente mi-

ras al costado y llamas a tus amigos a trabajar contigo. Se-

guramente así sentirás cierta seguridad porque te rodeas de

132

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

gente a quien consideras que serán leales; o tal vez sentirás

satisfacción porque das trabajo. En el sector público es co-

mún que quienes acceden a un cargo de primer nivel llamen

a sus amigos para, así, pagarles o devolverles favores.

¿Es correcto llamar a algún amigo para que ocupe un car-

go aun cuando no esté calificado para ello?

Sea cual fuere el proyecto que inicies (hablando del mun-

do profesional), no es la mejor idea llamar a tus amigos sim-

plemente porque son amigos. Llámalos sólo si son personas

realmente calificadas a aportar valor al negocio o al área

donde estas trabajando. Júntate con quien veas que es capaz,

con quien creas que realmente incrementará valor, con quien

sientas tú que su aporte será mucho mayor que comparado a

estar solo. Buscar a tus amigos para darles cargos de confian-

za, sólo asegurará que las cosas no salgan como realmente

esperas. Tus amigos, son amigos; no siempre serán los pro-

fesionales que esperas, o que necesitas. Considéralo siempre.


8. Nunca ensombrezcas a tu superior
“Es un ratero”. “Es un sobón”. “Siempre hace todo mal”.

“Es que mi papá es un malo”. “Es que el profesor es una bes-

tia”. “No puede hacer nada bien”. “Es un infiel”. “Es un co-

rrupto de primera”. “Es un ineficiente”. “Mejor lo haría yo”.

“Nada puede hacer bien”. “Es un doble cara”.

Los calificativos el párrafo anterior son sólo algunos de

los que acompañan a la imagen o al nombre de un superior,

sea un jefe, un gerente, un papá o una mamá, un presiden-

te de la asociación estudiantil donde trabajamos o cualquier

otro espacio, ya sea público o privado, el gobernador regional

o el presidente de la república.

No sé si será exactamente como voy a decirlo, pero es casi

133

B R IANS AVIT ZKY

instintivo que las personas culpemos a quien está por enci-

ma de nosotros porque, según nos parece, toma malas deci-

siones o hace cuestiones que no nos parecen bien, y, entonces,

tendemos a ensombrecerlo, a hablar no muy bien acerca de

ellos. Pero, tendríamos que preguntarnos lo siguiente: “si yo

creo que lo puedo hacer mejor ¿por qué no estoy en su lugar?”

Entrar en el círculo de la maledicencia es ingresar a un

estado o situación de resentimiento, que en verdad lo único

que produce es sufrimiento, pues nos acostumbramos a re-

godearnos con la sensación de pesimismo y fatalidad porque

“las cosas son así, pues, y no se puede hacer nada”. Lo mejor

es que nos liberemos de esa carga pesada y hablemos. Si por

algún motivo alguna vez has visto que el superior, aquel que

está arriba tuyo en una posición diferente, hace cosas que no

te parecen, y quieres que eso cambie; es simple: dilo. Eso te

libera. Una vez escuché a una persona decir que jamás de-

berías decir una palabra de otra persona si es que esta no es

un elogio. Y es que es verdad. No te acostumbres “al raje”, “al

chisme”.

Nuestro país es percibido como un re-jodido país por al-

gunos, por el hecho que nos encontramos rodeados de per-


sonas que sólo se enfocan en detectar los defectos de las per-

sonas que están por encima de ellos, en un cargo de mayor

rango, o con mayor especialidad.

Hay una gran verdad: “la humildad hace que crezcas”. Y

la humildad hace que realmente aprendas, te desarrolles. La

humildad hace que realmente no ensombrezcas a tus supe-

riores o tus paralelos. La humildad hace que realmente te en-

foques en ser mejor. Me viene el recuerdo de Sergio, un chico

de 22 años de edad. Yo tenía 23 años cuando estaba creando

mi empresa, y lo escuché hablar en público en alguna con-

ferencia. Despertaba tanta pasión, despertaba tanto interés

134

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

por escucharle que dije, quiero conocerle. Quiero ser como

él. Un joven, un año menor que yo, se había convertido en un

modelo, un referente.

Yo aceptaba que Sergio tenía cualidades, algunas mejores

que las mías; y eso me impulsó a seguir creciendo. Me llevó a

conocerlo. A saber quién era en realidad, a conocer su histo-

ria, a inspirarme en él. Hoy, luego de formar Ítaca, sabía que

la única forma de tener la mejor empresa era tener a la mejor

gente conmigo. Lo invité a participar y ahora estamos juntos

en esto. Cada vez que dicta una conferencia, me llena de emo-

ción y no dudo en felicitarlo. Cada vez que veo cómo se vuelve

viral con un video que sube en sus redes sociales, o un post

que escribe acerca de la vida, no dudo en felicitarlo y decirle

lo grandioso que es. Porque es verdad, es un maestro. Y estoy

feliz de tenerlo a mi lado. ¿Quién dijo que estaba mal rodear-

se con gente que era mejor que tú? ¿Quién dijo que tienes que

ensombrecer a tu superior? ¿Quién dijo que no puedo brillar

junto con otra persona?

Este concepto muy pocos lo entienden. Es que hay mu-

chos que aun perciben al mundo de manera egoísta. Creemos

que si no somos solo yo por delante de todos, no nos va a ir

bien. Sin embargo, yo entendí, que no necesito ser solo yo,

sino que existe un nosotros. Y el reconocer que hay gente que


es mucho mejor que yo, hace que siga avanzando más y más

por lograr mis sueños y alcanzar mis objetivos. El darle luz

a las personas que están conmigo, en vez de oscurecer sus

logros, hace que viva más tranquilo, hace que me sienta en

paz conmigo mismo y, al mismo tiempo, me ayuda a crecer.

Si tienes un colega, un amigo, un superior, un socio. Ja-

más, pero así te lo digo, ¡jamás! hables mal de él. Que no salga

de tu boca algo que no sea elogio. Jamás se te ocurra criticar,

juzgar, dar una opinión. Si vas a corregir, dilo de frente. Pero

135

B R IANS AVIT ZKY

jamás ensombrezcas el trabajo de la gente que te rodea. Es-

fuérzate por hacerlo mejor, por diferenciarte; así empezarás

a darte cuenta que nuestro querido país, y la gente que tene-

mos, no estamos tan mal como comúnmente se piensa.

9. Mantén siempre la calma

…Ahora que el mundo tiembla bajo tus pies

y los continentes se quiebran otra vez

y las estrellas son fugaces y caen

descubres de golpe la efimeridad.

Busca su mano y sus promesas

pero quien puede aguantar la prueba

que puede aguantar tempestad

si no es amor de verdad.

En medio de la tempestad

en contra de la furia del mar

y de los cuatro elementos

yo no voy a fallar

yo estoy aquí…

[De una canción de Gloria Trevi]

Cuando empezaba a escribir este apartado me vino auto-

máticamente “En medio de la tempestad”, una de las tantas

canciones de Gloria Trevi. De hecho, al ser el último de siete

hermanos, crecí escuchando diversos tipos de música y can-

ciones. Y esta canción me dice cosas alentadoras y protecto-

ras, como que alguien va a estar allí, que alguien no va a fallar


cuando las cosas estén mal. De hecho, las canciones de amor

nos acostumbran siempre a este concepto. El concepto en el

136

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

que esa persona está ahí en los tiempos dífíciles.

Los momentos difíciles siempre van a estar. La tempestad

va a llegar en el momento que menos piensas. Y de hecho,

como dice Gloria Trevi, cuando llegue ese momento, alguien

no debe fallar, alguien debe estar ahí. ¿Quién debe ser ese

alguien? Nadie más que tú mismo. Tú debes estar ahí, bien

plantado, viéndote, y diciendo: “estaré siempre contigo a pe-

sar de todo, porque confío en ti, porque creo en ti. Porque sé

de lo que eres capaz”.

Este es todo un tema. Y de verdad, que es un tema que de-

bes trabajar muchísimo. Mantener la calma te ayuda a abrir

el panorama. Te ayuda a pensar de manera positiva y ver la

manera de salir del agujero en el que estás metido, que pa-

rece profundo, pero que no es más que un vaso con agua a

medio llenar.

Mantener la calma te ayudará a abrir el horizonte. A ana-

lizar siempre infinitas posibilidades. En algún momento de

mi vida estuve al punto de la depresión. Mis desaciertos dolo-

rosos en el amor, y el hecho de que un socio me dejara en el

momento más crítico de la empresa, hizo que entrara en un

cuadro de soledad, donde Amber y Viguito (mi schnauzer y

mi viringo), 12 latas de cerveza y 10 cigarros eran mi compa-

ñía mientras veía cómo giraba el ventilador de la oficina. Sen-

tía que todo se derrumbaba. Casi ni creía ya en mi producto.

¿Será que hice bien al decidir hacer mi empresa? ¿Será que

debí irme por el camino de las empresas ya consolidadas?

¿De verdad vale mi producto tanto como yo creo?

La pregunta es: ¿Cómo mantener la calma en momentos

difíciles? Aún recuerdo que ese día, me puse de pie. Y unas

palabras de un amigo fueron claras: “el día de hoy estas he-

cho mierda, y por estar hecho mierda, crees que los proble-

137
B R IANS AVIT ZKY

mas que tienes son más grandes que la capacidad que tienes

para solucionarlos. Así que, termina de hacerte mierda hoy,

pero mañana, te bañas, pones una buena canción a todo vo-

lumen, y vas a dejar de sentirte mierda. Vas a sentirte el

mejor, y el sentirte el mejor, hará que veas estos momentos

como transitorios. Así verás el panorama para enfocarte en

realmente una solución. Sé que puedes, no por algo decidí

ser tu socio…”

El día siguiente fue vital. De hecho, me junté con mi equi-

po, y en grupo, pensamos. ¿Qué hacemos para salir de esta

crisis? (Obviamente mis rollos de pareja ellos no podían so-

lucionarlos, pero decidí hacerlos aparte). Luego de eso, los

resultados fueron favorables. Crecimos, aprendimos. Lo hi-

cimos. Y solo fue porque aclaramos la mente, porque abri-

mos el panorama, porque empezamos a crear cosas, en vez

de quejarnos de las cosas.


10. No te pierdas a ti mismo
— “Tengo el súper negocio. Mira. Tú entras a la licitación con

tu empresa. Yo te hago ganar. Necesitamos capacitación. Es

necesaria y la están pidiendo. Se van a presentar 16 empre-

sas. Tú cobras todo, pero el 20% es mío. Yo te juro que te hago

ganar y todos nos vamos contentos. ¿Cómo la ves?”

— “Es simple. Mira. A la Sunat le puedes ver la cara cuando

quieras. Todos los ingresos que tengas, no los factures. Así

mismo, yo tengo un contacto que nos puede vender facturas.

De esa manera. ¡Baam! ¡Negocio redondo! Así puedo llevarte

la contabilidad. ¿Qué dices?”

Aún recuerdo conversaciones de este tipo. Y te lo digo en

serio, me ha pasado muchas veces. En repetidas ocasiones,

he tenido la oportunidad de entrar a este tipo de jugadas. Es

que es lo más fácil es conseguir dinero. Varias veces han tra-

138

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

tado de convencerme para que entre a estas famosas ‘movi-

das’. Y no sólo eso. He conversado con mucha gente, que sen-

cillamente cuando les pregunto por qué hacer esto así, sólo

atinan a decir que así funcionan los negocios. Otra clásica

respuesta: “pasa en la política, pasa en los negocios, pasa en

toda la vida. Es así mi bro; toca acostumbrarse”.

En la vida vas a tener infinitas posibilidades de salirte de

tu camino. Todo pinta tan bonito cuando llega alguien y te

dice: “mi cholo, te llevas 80.000 soles en un ratito”. Y de re-

pente, tu cerebro en un instante dice: “¡la puta que te parió,

son 80.000 de una manera sencilla!” Y más cuando llegan

en ese momento cuando las cosas están mal, cuando te estás

ahogando y necesitas un salvavidas. Y por un momento dices:

“no importa cualquiera que sea el salvavidas, sólo necesito

sobrevivir”.

Pues bien, en esos momentos, cuando te estés ahogando

y creas que necesitas cualquier salvavidas para sobrevivir,

debes poner la pausa y decir “¡lo haré diferente!” Sólo así,

sólo de esa manera no te perderás a ti mismo. No perderás


la esencia.

Una vez escuché decir que no basta con tener sueños y

querer cambiar el mundo, sino que hay ocasiones en que de-

bemos exigirnos que no nos dejemos cambiar por el mundo.

Y es que, de verdad, lo más difícil no es hacer las cosas co-

rrectas; lo más difícil es no dejar de hacer las cosas correctas

sólo porque el mundo no las hace así. Y en esa pequeña dife-

rencia está la clave. En esa pequeña forma diferente de hacer

las cosas, en esa pequeña acción de hacer las cosas legales,

aunque cuesten más y demoren más, en esa pequeña acción,

entenderás que el mundo sí tiene sentido.

Con todo esto, quisiera que puedas entender algo que es

139

B R IANS AVIT ZKY

muy sencillo. No tenemos un “re-jodido país”. Es mentira eso.

La sociedad, la gente que está mal, la gente que cree que el

Perú/El mundo está hundido, es porque ha perdido la espe-

ranza de encontrar algo mejor. Sin embargo, hay personas

que son diferentes. Y tú puedes elegir ser alguien diferente.

El simple hecho de tomarte la molestia en leer este libro es

porque buscas algo bueno. Estoy seguro que tú y yo podamos

decir juntos que el Perú o el mundo no está tan mal como nos

pueden acostumbrar a decir o escuchar.

Mi país, tú país, el mundo, tienen buenas personas, bue-

nos gerentes, buenos políticos; incluso ocurren buenos he-

chos todos los días. El problema es que eso, si sale a la luz, no

se vende. No es comercial. Pero quédate tranquilo y busca, no

en la televisión, no en la radio. Anda más allá y empezarás a

darte cuenta que no estamos jodidos como nos tienen acos-

tumbrados. Practica este decálogo que hoy te dejo y créeme

que empezarás a ver el mundo con otros ojos.

Es simple:

“Vende un sueño a los que te rodean y dales un lugar de

llegada, un norte. Conquista sus corazones para crear un

equipo. Esto se logra motivando a cada quien a que encuen-

tre el sentido de su vida.


Si quieres cambiar algo, incluye a todos. Recuerda que

no es porque tú quieres o crees que se debe hacer, sino que

es porque todos quieren o creen que se tiene que hacer así.

Cuida mucho tu ‘marca personal’. Tu credibilidad per-

sonal lo es todo para las buenas relaciones con los demás,

para tu proyección en el colectivo social, para tu trabajo,

para tu vida.

Elije bien a tus amigos, sobre todo si trabajarás proyec-

140

Mi re-jodido país o los diez mandamientos para cambiar

tos nobles con ellos. Y jamás ensombrezcas a tu superior,

pues eso te confina a una situación de resentimiento que

no te permite ver tu horizonte y niega tus posibilidades de

cambio.

Mantén siempre la calma ante cualquier tempestad.

No te dejes arredrar por los embates de pesimismo, por la

imagen de un mundo tan pesimista; ante ello, conserva tu

esencia, conserva quién eres, no te pierdas nunca a ti mis-

mo. Mantente firme, auténtico, actúa con ética y moral bien

plantadas. Que tus principios jamás se vean afectados por

las presiones de un mundo que quiere obligarte a ser alguien

que no eres”.

141

B R IANS AVIT ZKY

142

Capítulo 16

Gabriel, mi flaco

Soy especial, soy el mejor. Valgo mucho.

Soy una excelente persona. Soy muy bueno.

Cumplo todo lo que me propongo.

Todo me sale siempre bien. Soy mucho más

de lo que los demás piensan de mí...

¿Quieres ser feliz? Empieza por decirte todo esto.

Crecí con mis tres hermanos, tres hermanas, papá y

mamá, en una casa de la calle Arequipa, en Piura.

Soy el menor de los siete hermanos Savitzky Ola-


ya, y disfruté siempre sus caricias, su manera de engreírme.

Mamé de la teta de mi madre hasta los cuatro años de edad,

y dormí en la misma cama con papá y mamá hasta los cinco

años de edad, cuando pasé al cuarto de los hombres. [Había

una habitación para las mujeres, donde estaban mis herma-

nas, y una para los hombres.] Me sentí bien porque pasaba a

ser ‘grande’. Fue un tiempo muy divertido. Pasaba tiempo con

Noelia (mi hermana mayor) y ‘Batata’ (mi hermano mayor,

cuyo nombre verdadero es Ronald, como mi padre) cuando

me llevaban a comer, a pasear. Pasaba tiempo también con

Alan, cuando iba a patinar. Mis hermanas jugaban con mi

cabello largo a hacerme peinados o cantar “Menudo” (grupo

musical famoso en esa época). Mi hermano Arnold me ense-

ñaba a ser el mejor arquero que pueda haber existido en el

barrio sur y el Colegio Salesiano Don Bosco, como él. Ten-

chy y Ronald, mis padres, siempre estaban pendientes de mí;

aunque no iban a las reuniones de colegio (ya conté que era

por falta del pago mensual por el servicio educativo), siempre

me preguntaban cómo me iba en el colegio, y yo siempre res-

pondía mi consabido “bien”.

143

B R IANS AVIT ZKY

Mi Primera Comunión se realizó con dos años de prepa-

ración en donde todos los domingos, religiosamente, tuve que

ir a misa con Tenchy y Ronald. Recuerdo que tres horas de

clases era lo que separaba la misa del almuerzo. Mis papás

eran los delegados de la actividad, y se encargaban de todas

las cosas: la realización de la misa, el compartir, el regalo

para el cura, las clases, las actuaciones, etc.

Hasta ese momento no me daba cuenta de nada. Sin em-

bargo, hoy miro atrás y pienso en lo dichoso que fui.

La diferencia de edad entre mis seis hermanos es de sólo

un año; en cambio yo llegué después de ocho años de Alan

(que así dejó de ser el último). Solo, sin nadie a quien me

comparen, sin ningún otro lado de la moneda. ¿Por qué te

digo esto? Verás. Mis seis hermanos crecieron en la casa de


mi abuela, mi mami Nina, en la urbanización Piura. Allí vi-

vían mis hermanos, mi mamá, mi papá, y varios tíos (herma-

nos de mi papá), y, obviamente, sus hijos. Resulta, que al ser

tantos niños juntos, al vivir tantas personas en un solo sitio,

era imposible no caer en las comparaciones:

- “Que la Susana es más guapa de las nietas…”

- “Que el Marco es más inteligente que el Kevin…”

- “Mira la diploma que sacó María. ¿Por qué Martha no lo

logró también?”

- “Mira que buen profesional el Carlos. ¿Por qué el Toño ni

siquiera ha sacado su título?”

El más guapo, el más inteligente, el más seguro de sí mis-

mo, el que mejor baila, el que mejor canta, el más pendejo,

etc. Eran todas las comparaciones constantes a las cuales

mis hermanos (primos) vivieron sometidos. Yo, por el con-

trario, tuve la dicha de ser un como un número impar. Sin

144

Gabriel, mi flaco

embargo, alguna que otra vez recuerdo alguna comparación

con mi primo, hermano del alma, Diego. Que el más bonito,

que el más inteligente, que el más ordenado. Comparaciones

y comparaciones. Todas sin sentido, pero siempre existieron,

comparaciones.

Tengo dos ahijados. Enzo y Gabriel, de 11 y 10 años de

edad, respectivamente. El primero, hijo de mi hermana

Noelia, ocupa el primer puesto en el colegio, sabe cantar,

siempre obtiene diplomas, es delegado de su clase, cumple

con todas sus tareas, no necesita profesor particular porque

hace todo por su cuenta, jamás ha ido a ciclo de recuperación

de verano y nunca ha jalado un curso. Siempre en el último

bimestre lo exoneran por su buen desempeño durante el año.

Gabriel, a las justas está en tercio superior, no canta tan

bien que digamos, no ha recibido un solo diploma, es de los

“palomillas” de la clase (esos que van al fondo del salón de

clase y molestan a sus compañeros) se le pasa siempre alguna

tarea, no hace sus cosas sin profesor particular. ¿Verano? A


todos menos uno. Nunca fue exonerado en su último bimes-

tre.

Un día mi padre empezó a llamar la atención a Gabriel

porque no había aprobado un examen. Entonces escuché las

frases que por mucho tiempo había escuchado de la boca de

mi padre, sus hermanos, en la casa de mi abuela: “Eres un

irresponsable, un vago, un desconsiderado. Mira al Enzo,

cómo él solo hace sus tareas, como él se preocupa, como él

saca diplomas. ¿Y tú? Eres un malcriado, irrespetuoso… ¿Por

qué no puedes ser como él…?”

Una voz dentro de mí dijo que no debía permitir que se

repitiera la historia, que no ocurriera lo mismo que pasó

con mis hermanos y primos, con mis sobrinos. Sentí que

145

B R IANS AVIT ZKY

era el momento de hacer algo. Con firmeza, con seguridad,

pero en tono conciliador le dije: “Papá, cálmate. No es bue-

no comparar. Todos somos diferentes. Unos somos buenos

para algo, otros no. No todos tenemos la misma capacidad;

sin embargo, todos tenemos diferentes talentos. No le digas

eso a Gabriel. Entiendo que así has crecido tú, que así cre-

cieron tus hermanos. Pero no es la mejor manera de ayudar

a mejorar. Es, más bien, un grande error. No hay que repe-

tirlo. Deja de decirle cosas al Flaco, a partir de ahora yo me

encargo de él”.

Gabriel dudaba mucho de su capacidad. Durante mucho

tiempo había sido descalificado: “eres un malcriado, eres un

indisciplinado. No eres buen en matemática. Hay alguien que

es mejor que tú”. Había mucho por hacer. Quedamos en que

todos los días íbamos a sentarnos a estudiar desde las cuatro

de la tarde todos los cursos. Él cumplía y yo también. Mate-

mática era su principal complicación. Le costaba mucho rea-

lizar una ecuación, o un análisis de los ejercicios. Le dedicá-

bamos mucho tiempo, día a día, a estudiar y hacer tareas. Sin

embargo, lo más importante. Es que empecé a cambiar las

creencias que él creía tener.


“Eres el mejor estudiante, mi flaco hermoso. Eres respon-

sable. Eres un niño que cumple siempre sus tareas. ¿Sabes?

La matemática es fácil, a ti no te cuesta nada entenderlas.

Eres bastante bueno, mi amor, sigamos así. Te espero a las

cuatro en punto. No te olvides. Recuerda que eres un niño

que cumple siempre con todo lo que le dejan. Eres el mejor

estudiante del mundo flaco”.

— “¿De verdad tío?”

—“Claro, lo eres. Mira todo lo que estudias y te esfuerzas. ¿Tú

crees que alguien más lo hace? Eso te hace el mejor”.

146

Gabriel, mi flaco

Aún recuerdo ese 23 de diciembre (sí, previo a la Noche

Buena), cuando estábamos sentados a la mesa. Sonó el teléfo-

no. Era su profesora. Gabriel pasó matemática. No jaló nada.

No irá a verano. Ese año Gabriel pasó todos sus cursos sin ir

a un ciclo vacacional. La alegría que sentimos todos fue alu-

cinante. La cara de él, emocionado, feliz por su logro, es algo

que quedó grabado en mí. Luego de toda la emoción, corrió

a mí, me miró y sólo atinó a decirme: “¡gracias por creer en

mí, tío!”

Durante toda tu vida puede que hayas instaurado ciertas

creencias en tu mente. Puede que constantemente te hayan

hecho creer cosas de ti, que no son ciertas. Afirmaciones que

tú asumes como ciertas, pero que no hay razón lógica que las

fundamenten: “no puedo, estoy muy viejo, estás muy joven,

eres malo en matématica, eres un irresponsable, no tendré

tiempo, no tengo la capacidad, no me lo merezco, yo no soy

así, yo no puedo hacerlo…”

¿Quieres ser feliz? ¿Quieres lograr todo lo que te propon-

gas? ¿Quieres realmente empezar a sentirte mejor? Empieza

por eliminar esta manera equivocada de hablarte. Cambia

aquellas palabras negativas que constantemente te dices por

algunas que realmente valgan la pena. Esto jugará en tu fa-

vor. Tu cerebro es mágico y sigue indicaciones. Aquello que

le dices, lo cree. Aunque al principio le cueste, poco a poco


empieza a asimilar la información y hacer que todo trabaje

para que se cumpla de verdad.

Intenta dedicarte un día entero a repetirte constamente:

“soy un estúpido, soy un estúpido, soy un estúpido…” Lo que

pasará es que tu cuerpo empezará a mostrar síntomas de ello,

de “ser un estúpido”. Te pondrás medio lento para pensar. Es-

tarás sin ganas para hacer las cosas. Por el contrario, anda

por la vida creyéndote el mejor. Anda por la vida diciéndote

147

B R IANS AVIT ZKY

constantemente que puedes hacerlo todo. Que puedes alcan-

zarlo todo. Que realmente eres la persona más feliz y dicho-

sa del planeta. Que todo lo puedes. Poco a poco, tu cerebro

asimilará esta información y empezará a hacer que las cosas

encajen a la perfección.

I am the greatest. I said that even before I knew I was.

[Muhammad Ali.]

Esta es una de mis frases favoritas. Traducida al español

posiblemente no tenga el mismo impacto. Pero dice algo así:

“Soy el mejor en todo. Dije esto inclusive antes de saber que lo

era”. Y es verdad. El cerebro cree todo lo que le dicen y es por

eso que crees que el cielo es azul, que Dios es varón. Porque lo

primero que le dicen al cerebro lo asimila como una realidad.

¿No sería mejor decirle cosas que nos ayuden, en vez de cosas

que resten? ¿No sería mejor engañar a nuestro cerebro para

que este juegue a nuestro favor? ¿No sería mejor eliminar los

“no puedo”, “no soy”, “no me lo merezco”, y empezar a tener

sí puedo, “sí soy”, “me merezco esto y más”? “¿No sería mejor

decir, como se lo dije a mi sobrino, que eres la persona más

dichosa del planeta, o la más responsable, o la más estudiosa,

o la mejor en todo?”

Claro está que no por decir “soy la persona más saludable

del planeta”, de un día para otro voy a serlo. No quiere decir

que por repetirte soy “el mejor en los negocios”, este va a

convertirse en algo rentable de un momento a otro. ¡No! Esta

magia no funciona así. Para que Gabriel logrará su objetivo,


aparte de empezar a cambiar sus creencias, aparte de decirle

todo lo que le decía, aparte de cambiar la manera cómo él se

hablaba a sí mismo, hubo mucho trabajo de por medio. Todos

los días estudiábamos de cuatro de la tarde a diez de la noche.

Todos los días, religiosamente. Para su examen final de mate-

mática hicimos un esfuerzo mayor. Llegamos hasta la una de

148

Gabriel, mi flaco

la madrugada. Practica y practica. Aprendiendo y aprendien-

do. Por eso te digo, la fórmula mágica empieza con un cambio

en la manera de hablarte, pero continua con mucho trabajo

de por medio.

¿Quieres ser feliz? ¿Quieres lograr todos tus objetivos?

¿Quieres cumplir tus sueños? ¿Quieres que las cosas que

creías imposible empiecen a ser posibles en tu vida? Empieza

desde ahora. Empieza a decirte todos los días lo especial que

eres. Empieza a decirte que eres el mejor. Libera tu ser de las

opiniones o comentarios de los demás porque realmente eres

mucho más de lo que los demás piensan. ¿Quieres ser feliz?

Empieza por repetirte siempre lo especial que eres. Empieza

a decir que eres el mejor, que vales demasiado. Empieza a

decirte que eres una excelente persona. Empieza por decirte

que cumples todo lo que te propones. Repite: “todo me sale

bien”. Repite: “Soy mucho más de lo que los demás piensan

de mí”.

149

B R IANS AVIT ZKY

150

Capítulo 17

Mi Tenchy

Las dos caras de la moneda de la felicidad son:

agradecimiento y entrega incondicional

al servicio de los demás.

Salió embarazada a los 18 o 19 años. A partir de ese

momento decidió dedicarse al hogar, dedicarse a

sus hijos, y abandonó sus sueños, sus proyectos per-


sonales, su trabajo, su deseo de estudiar en la universidad. Y

tuvo siete hijos. Cuenta ella misma que iba con uno en bra-

zos, otro en la teta, otro más en el coche y uno corriendo ade-

lante. Además, ama a su esposo como no tienes idea. Y ni qué

decir del amor a sus hijos. ¡Dios! ¡Cómo se desvive por ellos!

Es una madre ejemplar, una esposa ejemplar. Siempre fiel,

siempre leal, siempre solidaria.

Sí. Mi madre es un ser único. Una vez mi hermana Noelia

escribió algo en redes sociales que la describe perfectamente.

He tomado de referencia su texto para contarte algo más de

ella.

“A pesar de no haber estudiado una carrera profesional

por dedicarse a sus hijos, es una mujer muy inteligente. Tra-

bajó con papá en tremendo estudio contable que él tenía y

rindió a la perfección. Y es que, de verdad te digo, mi madre

es un ángel. Una súper mujer, diría yo. Hace poco nos lleva-

mos un susto con papá, cuando una enfermedad peligrosa lo

tumbó. Era la primera vez que veía a mi madre tan asustada.

Ella, a pesar de todo lo que le ha podido haber pasado, a pe-

sar de cualquier discusión que ha tenido con papá, se dedicó

151

B R IANS AVIT ZKY

a cuidarlo. ¿Por qué? Porque simplemente lo ama. No puede

vivir sin él. Es algo maravilloso cómo puedo ver en ella tanto

amor desinteresado. Tanta preocupación por su esposo. Y al

mismo tiempo, tanto amor por sus hijos”.

Mi madre es una mujer que está al lado del hijo (incluido

papá) en los momentos más difíciles. Mi madre es una perso-

na que se desvive porque todos estemos bien. Nos ha cuidado

cuando hemos enfermado. Siempre nos hemos sentido prote-

gidos por ella, cuidados y amados por ella.

La Tenchy es una mujer admirable. Apenas terminó el

colegio se puso a trabajar para ayudar a la economía de su

hogar, a sus hermanos pequeños. Luego se casó, y tuvo hijos.

Se dedicó a su hogar. Es una mujer admirable. Una mujer dig-

na de respeto. Una amiga excelente, una esposa única. Una


hermana más. Siempre está para cada uno de nosotros, sus

siete hijos. Nos apoya en todo. Corre a hacer las cosas que le

pedimos. Y ahora corre por cada uno de sus diez nietos. No

hace diferencia con ninguno. Cada vez que alguien llega a la

casa, algún nieto, amigo, familia, no sé cómo se las arregla

pero todos se van contentos. Es tan servicial; en su mente

siempre está vivir por los demás.

¿Por qué hablarte de ella?

En primer lugar, porque —no sé si tú lo harás, pero yo sí—

doy gracias infinitas a Dios por lo que me ha dado. Me puso

al costado a un ser especial. Mi mamá prácticamente lo es

todo y estoy eternamente agradecido con ella. Todos los días

le agradezco por ser como es. Todo los días le agradezco por

ser la mujer que es. Por cada detalle, por cada esfuerzo. ¿Tú

has agradecido alguna vez a tu madre? Si vamos un poco más

allá tendría que preguntarte si haz agradecido alguna vez por

lo que tienes (sea mucho o poco).

152

Mi Tenchy

Entiende que la primera cara de la moneda de la felicidad

es la gratitud. Y no es que las personas felices son agradeci-

das; al contrario, las personas agradecidas son felices. Y esto

es verdad. Te he contado que yo no podía tener una vida de

comodidades o lujos como la de muchos amigos; sin embar-

go, era siempre grato recibir cuanto mis padres me daban,

por mínimo que fuera, y un “gracias” brotaba espontáneo,

claro, real, y me hacía sentir muy bien. Y es que si alguien

hace algo por ti. Hay que agradecer. Por todo, hasta lo míni-

mo. Un “gracias” te carga de energía positiva todo el tiempo.

Un “gracias” hará que seas feliz. Te lo aseguro.

Tómate un tiempo para ir a la siguiente página. Tienes

una hoja en blanco disponible que empieza con la frase:

“Querido………………………..”. En el espacio punteado es-

cribe el nombre de aquello que es tu mayor creencia. Queri-

do Dios, Yavé, Alá. Si no crees en nadie simplemente escribe

Querido Universo. Pero dedícale esta carta a eso que es más


grande que tú. ¿Qué le tienes que escribir? Simplemente, vas

a agradecerle por todo lo que tienes hoy. Y piensa en todo,

todo lo que tienes, desde el aire que respiras, hasta esas per-

sonas que te rodean. Piensa en todo. Todas las cosas que tie-

nes y vas a tomarte el tiempo de agradecerle por ello. ¿Es-

tamos claros? Ve a la siguiente página y empieza a escribir.

Recuerda todo aquello por lo cual te sientes agradecido...

153

B R IANS AVIT ZKY

Querido ….......................................................

154

155

B R IANS AVIT ZKY

¿Cómo te sientes ahora? Si has hecho bien el ejercicio em-

pezarás a sentirte un poco mejor contigo mismo. De hecho, el

hacer esto, el darte cuenta de todo lo que tienes y dar gracias

por ello, es la clave para que empieces a disfrutar tu vida. Es

la primera cara de la moneda de la felicidad. Marca esta hoja

del libro, y cada vez que sientas que las cosas no van bien, que

las cosas no han salido como lo esperabas, que simplemente

crees que todo está mal, que sientas estar en lo más hondo,

vuelve aquí. Vuelve aquí y lee nuevamente esto que tienes.

Vuelve aquí a leerte, y reconectarte contigo mismo. Vuelve

darte cuenta de todo por lo que estás agradecido.

¿Qué sigue ahora? Hemos dicho que agradecer te hará fe-

liz. Esa es una cara de la moneda de la felicidad. La otra cara

es también agradecimiento, pero de las otras personas hacia

ti. ¿Cómo logras eso? Entregándote al servicio de los demás.

Un buen ejemplo: la Tenchy.

Lee con atención. ¿Quieres ser feliz? Sé consciente que

todo lo que logres en la vida no es para ti, sino es para el

resto. ¿Cuántas vidas podrías ayudar a cambiar? ¿A cuántas

personas podrías motivar a ser feliz? ¿Tu negocio, qué de bue-

no contribuirá a tu país, a tu comunidad? ¿Qué harás, día a

dia, por la felicidad de tus hijos? ¿Cómo sería feliz tu esposa?

¿Qué harás para tener un matrimonio feliz? ¿Qué harás por


tu colegio, por tus amigos? ¿Qué harás para que las personas

que te rodean sean más felices?

Pero, ¡atención! No es tu obligación hacer feliz a nadie.

Estamos claros en que, si queremos hacer el bien a los demás,

primero debemos estar bien nosotros mismos. Sin embargo,

es claro también que la felicidad en su término más eleva-

do está en la trascendencia hacia los demás, hacia los otros.

Somos seres sociales, y nuestra realización plena está en el

servicio a los demás. Sé consciente que todo lo que hagas en

156

la vida sea movido por motivos trascendentes. Por motivos

que vayan más allá de un buen sueldo, de un buen carro. La

manera más elevada de ser feliz es procurando una vida me-

jor para todos. Y no es que tengas que pasarte la vida traba-

jando para los demás. No es que tú tengas que trabajar por

ellos. Eso sería terriblemente malo para todos. Malo para ti

porque te convertirías en esclavo de los demás; malo para los

demás, porque se convertirían en parásitos y no se desarro-

llarían como personas. A veces basta con un consejo, un apo-

yo sincero y desinteresado, una palabra de aliento, un gesto,

un favor. Vivir al servicio de los demás en todo lo que hagas

significa estar consciente de que no hay manera en que no se

esté al servicio de los demás, que tu ‘bisnes’, cualquiera que

sea, no tiene sentido sin los demás, se realiza en los demás,

en los otros.

Yo aprendí de la mejor, y aprendí de su ejemplo, de sus

actos, de su entrega: la Tenchy me enseñó que debo ser agra-

decido y que debo siempre, pero siempre, en todo lo que hago,

considerar mi legado, mi huella. ¿Qué voy a hacer para que

las personas estén mejor? ¿Qué voy a hacer para que las per-

sonas procuren ser felices? ¿Qué puedo hacer para que más

y más personas puedan disfrutar su vida, puedan aceptar-

se como son, puedan alcanzar sus sueños, puedan ser lo que

realmente quieren ser y hacer lo que realmente quieren ha-

cer?

Yo no hice Ítaca, mi negocio, porque fuera rentable, por-


que me haría millonario. Si decidí hacer una escuela de for-

mación en liderazgo fue porque realmente sentía y sabía que

los jóvenes en Latinoamérica necesitan algo más. No me de-

diqué a hacer conferencias de liderazgo y emprendedurismo

porque me pagaban bien. No. Me dediqué a esto porque me

di cuenta de que mis habilidades de oratoria eran útiles para

157

B R IANS AVIT ZKY

inspirar y entrenar a más y más personas a lanzarse a la

piscina y hacer eso que realmente quieren. Si puedo dar el

ejemplo y mostrar el camino, bendito sea Dios por darme

tremenda misión en la vida. No me especialicé como Coach

porque estaba desempleado y necesitaba dinero. Para nada.

Si decidí ser Coach, a mis 23 años de edad, fue porque sabía

que podía ayudar a mucha gente a encontrar paz, encontrar

calma. Porque sabía que podía dar ese consejo preciso, po-

día hacerte esa pregunta adecuada, decirte esa palabra ade-

cuada para que te sientas mejor. No quiero expandir mi ne-

gocio por todo el Perú y Latinoamérica para ganar prestigio,

para sumar mi ego. No. Lo que yo quiero es llegar a todos

los jóvenes de la región, y revolucionar el sistema educativo

para que todas las personas reciban educación de calidad,

cambien su mentalidad, encuentren su propósito en la vida,

hagan lo que realmente aman, hagan lo que realmente quie-

ren hacer.

De la misma manera, si decidí escribir un libro, no es por-

que quiera tener un distintivo que diga Brian Savitzky tiene

un libro. No es porque quiero presumir y alardear. No. Si me

dediqué más de nueve meses a esto fue porque sabía que tú —

sí, tú, que estás leyendo esto—puedes cambiar por completo

al conocer mi testimonio. Tu vida podría ser diferente solo

con leer un capítulo, siempre que tú quieras realmente lograr

algún cambio, encontrar algún rumbo. Y es por ello que lo

escribí. No por mí. Lo hice pensando en ti, y solamente en ti.

Siempre tuve presente que, en mi vida, lo más importante

soy yo. Pero más importante es lo que yo pueda hacer por


el resto. Lo que yo pueda dar a los demás. Lo que yo pueda

contribuir para la mayor cantidad de personas posibles. Em-

pezando desde casa, con mi madre, mi padre, mis hermanos

y sobrinos, mis trabajadores, mis socios, mis alumnos, las

158

personas que me escuchan en conferencias o en mi canal de

youtube, o tú, que estás leyendo este libro.

No sé si te diste cuenta, pero lo primero que te dije al em-

pezar el libro fue un “gracias”. ¿Recuerdas? Esto es porque

siempre entendí que las dos caras de la moneda de la felicidad

consisten en ser agradecido, por un lado, y en entregarte de

manera incondicional al servicio de los demás, por el otro.

¿Te das cuenta como tiene sentido?

159

B R IANS AVIT ZKY

160

Capítulo 18

Enfermedad terminal

Sé feliz aceptando todo lo que se te presente en la vida.

El dolor vendrá, pero la clave está en

no permitir que venga sin esperanza.

En un post para una red social escribí:

“Besé a la mujer más hermosa del mundo. Y estre-

ché la mano del hombre más grande del planeta.

Desde hace días que en familia venimos afrontando jun-

tos un problema de salud. Dios me ha dado la oportunidad

de compartir estos momentos con ellos; con aquellos valien-

tes que por más de 24 años me vienen tratando con amor.

De esta manera es inevitable pensar: ¿Les he dado suficiente

cariño? ¿He hecho todo lo posible por hacerlos sentir orgullo-

sos? ¿Les he dado ya suficientes besos por la mañana al des-

pertarme o al despedirme para cada conferencia o cada fies-

ta? ¿Les he dado suficientes gracias por todo lo que han hecho

por mí? ¿Les he devuelto algo de todo lo que me dieron?

Claro está que yo tengo bien en clara las respuestas a esto.

Tengo en claro que he aprovechado al máximo cada segundo


de mi vida, con quienes considero, las mejores personas del

planeta. Sin embargo, tú, si estás leyendo esto y tienes la opor-

tunidad de tenerlos contigo, ahí, ahora. No pierdas la oportu-

nidad de besarlos, abrazarlos y decirles cuantos los quieres.

Aún con los millones de defectos que puedan tener; ellos han

logrado el milagro de que puedas existir, que puedas respirar;

y eso por sí solo ya es bastante. No pierdas el tiempo critican-

161

B R IANS AVIT ZKY

do sus defectos. Recuerda que ellos están aprendiendo a ser

buenos padres así como tú estás aprendiendo a ser buen hijo.

Cuídalos. Ámalos. Diles “Te quiero” cada vez que puedas.

Agradece. Ama. Aprovecha cada segundo con ellos. Perdóna-

los. Sonríeles. No pierdas la oportunidad de besar a la mujer

más hermosa del mundo y estrechar la mano del hombre más

grande del planeta”.

El texto del post iba acompañado con una imagen dividi-

da a la mitad, donde en el lado izquierdo aparecía yo besando

a mi madre, y en la otra tomando la mano de mi padre.

Durante mis 24 años de vida no había visto a mi padre

enfermo. Jamás en mi vida lo vi en cama, indefenso, necesi-

tando mi ayuda. Siempre había sido el viejo duro, fuerte, que

nada lo detenía para trabajar. De repente, un doctor fue el

primero que le dijo lo que para él, estoy seguro, es el mayor

de sus miedos: “Sr. Savitzky, tiene parkinson”.

El abuelo Salvador, su papá, tuvo ese mal. Seguramente

por eso a mi papá le daba tanto miedo. Por lo poco que sé,

la vejez de mi abuelo fue bastante triste, y el parkinson jugó

en eso un rol más que importante. De hecho, no tener el con-

trol de sus movimientos, perder el equilibrio, no controlar su

organismo, sus necesidades; el mostrarse totalmente depen-

diente, le dieron a Salvador una vejez terrible. Para mi padre,

el mal que mató a su padre y que le causó tanto dolor había

llegado a él.

Luego de esto, algo más fuerte apareció. Una inicial in-

digestión se convirtió en un cáncer al colón. La verdad es


que la situación era complicada. Por primera vez en 70 años,

veíamos a papá enfermo, y con una enfermedad tan grave.

Los siete hermanos quedamos alelados con la noticia. Sin

embargo, alguien tenía que tomar la batuta y liderar el pro-

162

Enfermedad terminal

yecto. El liderazgo empezó a surgir y no tuve otra opción que

encargame a organizar todo. Ser el hermano menor al cual

le tocaba liderar esta etapa fue la decisión más dífícil que se

haya podido encargar.

Nos dimos tanto a trabajar como equipo que realmente

yo sabía que papá se iba a salvar. Mis seis hermanos tenían

algo en común: todos ellos sufrían por una posible muerte

de papá. Era común verlos llorar, o preocuparse en exceso.

Sufrían mucho por pensar en el dolor que generaría la muerte

de mi padre. Entonces recordé un principio bastante intere-

sante que escuché una vez de un conferencista colombiano:

“La mayor de las angustias para el hombre es vivir el dolor

sin esperanza”. Recuerdo muy bien la historia de este señor,

trataré de contártela tal cual el mismo la contó:

“Era el padre más feliz del mundo. Tenía tres hijos divi-

nos y una esposa única. En mi trabajo me iba de maravilla.

Jamás en mi vida me había sentido tan bien haciendo lo que

me gusta. Estaba contento, estaba feliz. Lo tenía todo. Dine-

ro, felicidad, amor. Era el hombre más feliz de toda Colombia.

“Un día, una llamada cambió el rumbo de mi vida por

completo. Eran las 2 y 50 de la madrugada. Era raro escu-

char el teléfono. Pensé que Pedro y Luis estaban llamando

para que los recojamos de la fiesta. Pero desde ya eso se me

hacía raro porque yo me acordaba que habíamos charlado en

la cena, y ellos dijeron claramente que se iban a quedar a dor-

mir donde su amigo. No desperté a Susana para no preocu-

parla y fui inmediatamente a contestar el teléfono.

“Desde que escuché el tono de voz entendí lo que había

pasado. ¿Señor Ramírez? Lo sentimos mucho. Hubo un ac-

cidente en el auto donde estaban sus hijos. Lastimosamente


ninguna de las personas ha podido sobrevivir.

163

B R IANS AVIT ZKY

“En ese momento el mundo se me vino abajo. Lloré de-

soladamente junto a mi esposa y el pequeño Óscar. Había

perdido a mis dos hijos. Luego de todo el velorio, y lo duro

que fue enterrar a ambos, no encontraba la fuerza para se-

guir adelante y al mismo tiempo darle fuerza a mi esposa. Fui

al único refugio al cual acuden los hombres cuando lo han

perdido todo. Conversé con el Padre José Ignacio. Y luego de

hablar con él, entendí el mensaje divino y la gracia del dolor.

“A partir de la muerte de mis dos hijos, a partir de ese

gran dolor, a partir de esas grandes pérdidas, aprovecho más

mí tiempo con el pequeño Óscar. No me pierdo ningún parti-

do de fútbol que tiene. Voy a cada una de sus actuaciones. Ha-

blo con él todos los días al menos 15 minutos en el desayuno.

Jamás permito estar un fin de semana fuera de casa. Y si toca

viajar por tema de conferencias, me vengo con él.

“Lo mismo con Susana, el amor de mi vida. Vivo por ella

y tengo muchos detalles para que se enamore más de mí día

a día. Disfruto un café en las mañanas y tenemos una salida

al menos una vez por mes donde tratamos de revivir nuestro

amor, donde nos enamoramos más.

“El dolor de la partida de mis dos hijos fue el dolor más

grande que haya tenido hasta ahora. Sin embargo, ese dolor

sirvió para darme cuenta de lo importante que es el vivir

tiempo de calidad con las personas que más amas. El dolor

y la pérdida de ellos dos hace que no haya día alguno en que

no bese a mi esposa y abrace a mi hijo. El dolor que tuve fue

fuerte, pero, gracias a Dios, jamás permití que este dolor me

quite las esperanzas. Esto, justamente, es la clave para que

seas feliz”.

Yo había recibido esa enseñanza, ese testimonio. Por eso,

aunque yo quería que mi papá viviera muchos años más, en

164

Enfermedad terminal
mi esquema mental sí cabía la posibilidad de que lo podría

perder. Me dije a mí mismo: “¿Si, luego de todo este proceso,

papá se va, qué de esperanzador puede haber en un situación

como esta?” La verdad que esto es un concepto que puedes

aplicar en tu vida para que todo empiece a tomar sentido:

cualquier suceso que pase, por más malo que sea, trata de

darle la vuelta a la tortilla y pensar ¿Qué de esperanzador

tiene este dolor en mi vida? Yo sabía que si papá se iba, se-

ría muy duro. Sin embargo, traté de aprovechar al máximo

todo el tiempo con él. Terminé mi tesis en tiempo récord por-

que sabía que él quería eso. Pasé todas las tardes, mientras

estaba internado, conversando con él. Sabiendo más y más

cosas respecto a su vida que ni enterado estaba hasta esos

momentos. Viajé con él a Lima y todo el día era conversar y

conversar. Decirle cuanto lo quiero, cuanto lo admiro y cuan-

to lo amo. Además, la familia que había estado desunida por

‘rollos’ personales, empezó a trabajar en equipo. Los renco-

res desaparecieron y todos empezamos a comunicarnos de

una manera tan fluida, que, casi sin darnos cuenta, se estaba

cumpliendo el sueño de papá de ver a sus hijos unidos. La

verdad, que en medio de tanto dolor, empecé a ver lo positivo.

Eso me mantuvo siempre optimista, y feliz, a pesar de estar

viviendo tremenda angustia.

Gracias a Dios, a la ciencia, y a tantas oraciones hechas

por tanta gente, papá salió bien de la operación. Eliminaron

el cáncer, y papá salió bien de todo. De hecho, que fue lo me-

jor que haya podido pasar. Habíamos salido victoriosos ha-

ciéndole frente a una enfermedad letal. Sin embargo, lo más

importante de esto es que hagas tuya la certeza de que “se

es feliz cuando se acepta cualquier situación, así venga con

dolor, pero sin permitir que el dolor venga sin esperanza”. En-

tiende que la vida nunca va a ser color de rosa. Entiende que

el milagro de la vida es poder tener problemas. Entiende que

165

B R IANS AVIT ZKY

la gracia del dolor permite aprender, y en el aprendizaje está


el crecimiento y en el crecimiento está la felicidad.

Sufres por ese chico que te deja. Te lo digo en serio, llo-

ra, sufre todo lo que tengas que sufrir, pero jamás pienses

que tu vida está acabándose por eso. Ten en cuenta que ese

sufrimiento es parte de tu proceso de crecimiento, y que, si

bien es cierto, el día de hoy hace mucho daño, usa eso para no

cometer los mismos errores.

Sufres por la pérdida de un ser querido. Es cierto, duele

pensar que no verás a esa persona. Duele pensar que se va

para siempre. Sin embargo, las personas estamos de pasada

en este mundo. No puedes hacer nada por alguien que ya no

está; pero sí puedes hacer algo a quienes aún están. Si quie-

res puedes llervale flores, o lo que quieras, a quien ya no está.

No pasará nada. Pero si llevas amor a quien aún vive contigo,

será un milagro de vida, de felicidad.

¿Te tocó una enfermedad jodida? ¿Te duele pensar que

tienes poco tiempo de vida? Pues fíjate que tienes dos opcio-

nes: llorar, y sufrír más tu enfermedad, o puedes tomar el

camino de aprovechar cada segundo que te queda para hacer

eso que realmente amas, para hacer ese viaje, ese salto en pa-

racaídas, dar ese beso, declarar tu amor a esa persona. Sé que

duele tener algo que hará que dejes de respirar, sin embargo,

el dolor más grande se originará cuando llegue ese momento

en el que tienes que irte y no hayas podido hacer si quiera un

diez por ciento de lo que realmente querías hacer.

Sé feliz aceptando todo lo que se te presente en la vida. El

dolor vendrá, pero la clave de la felicidad está en no permitir

que ese dolor venga sin esperanza.

166

Aquí empezamos…

Hemos llegado juntos hasta aquí. Este es final de

este libro que ha permitido poder comunicarnos.

Es momento de despedirnos. La verdad que me

causa mucha alegría llegar hasta este instante en que tú y yo

hemos de decirnos adiós. Te digo algo: eres alguien especial.

Te lo dije al principio, y te lo digo al final. ¡Estás vivo! ¡Mira


qué maravilla! ¿Tienes problemas? Agradece por ellos. En

eso consiste vivir, eso es lo rico de la vida. Entiende de una

buena vez que todos tenemos problemas. Unos estamos más

jodidos que otros, sí; pero todos tenemos problemas. No pier-

das más tiempo viviendo aburrido o renegando por la vida

que te tocó. ¿No sería mejor levantarte y empezar a disfrutar

la vida que tienes? ¿No sería mejor empezar a vivir y dejar

de lado la sobrevivencia sufrida de cada día? Pero… ¿Es dí-

ficil? Claro que es difícil, jamás te dije que iba a ser sencillo.

¿Quieres hacer de tu vida algo diferente? ¿Quieres empezar

a disfrutar este precioso regalo que tienes? Tienes aire que

entra por tu nariz, tienes latidos en tu corazón, tienes sangre

por todo cuerpo ¿Qué más necesitas? ¿Será que quieres en

verdad levantarte y empezar a hacer algo, o vas a quedarte

sentado, en el mismo lugar, en el cual estabas al empezar al

leer el libro?

Cuando tenía 20 años de edad, recuerdo que una frase de

Robert Frost era el lema del equipo con el cual estábamos tra-

bajando: “Dos caminos divergieron en el bosque y yo tomé el

camino menos transitado”. Piénsa un poco: ¿Qué es más fácil:

encontrar gente que se queje por todo, o encontrar personas

que acepten con alegría lo que lo tocó vivir? ¿Qué es más fácil:

renegar o llorar por el mundo que tienes, o empezar a hacer

167

B R IANS AVIT ZKY

algo por cambiarlo? ¿Qué es más fácil: encontrar personas dis-

conformes y apáticas porque algo no les gusta, o personas que

hagan las cosas por cambiar aquello que no les gusta?

Has llegado al final del libro. Sin embargo, es apenas el

comienzo. Es el inicio de una nueva persona, de alguien que

está decidido a ser feliz. Alguien que está decidido a hacer

que su vida valga la pena. Alguien que está convencido de que

no existe de casualidad, sino que realmente ocupa un espa-

cio en esta tierra para hacer algo. Y hacer algo grande. Es tu

comienzo.

Definitivamente, no en vano eres ese papá o mamá de


unos hermosos hijos, que si bien no son perfectos, son lo

mejor que te ha pasado en la vida y, a pesar de los errores,

aceptas hoy el ser feliz con ellos. No en vano eres esa madre

soltera, que lleva tiempo sin un marido porque la abandonó,

o porque tú decidiste alejarte de una relación inviable, pero

has decidido sacar a tus hijos adelante, y a pesar de los pro-

blemas que puedas tener, eres la mujer más maravillosa del

planeta, la mujer perfecta, la mujer más feliz de este mundo.

El día de hoy te das cuenta que no en vano eres ese chiquillo

o chiquilla, que le acaban de partir el corazón por un amor,

por alguien que en este momento de tu vida te está haciendo

daño; sin embargo, eres consciente de que el dolor pasa y que

es parte también de la vida, pero felizmente puede darnos es-

peranza de cambio y de una vida mejor. Sabes que aunque en

este momento tengas rocas, fuego, tormentas, en tu camino,

pronto, muy pronto, vendrá la calma. Luego de la tempestad,

lo sabemos, siempre sale el Sol.

Es que el día de hoy eres otro. El día de hoy entiendes que

las personas somos diferentes, y por tanto, cada una piensa

de manera distinta. ¿Quién dijo que todos deben pensar como

tú? ¿Quién te hizo amo y señor de toda la verdad? ¿Quién te

168

Aquí empezamos…

dio autoridad para imponer tu punto de vista? Hoy eres con-

siente que la respuesta a estas tres preguntas es nadie; por

tanto, aceptas, entiendes, toleras, las opiniones y decisiones

de los demás.

El día de hoy sabes que puedes ser feliz con lo que tie-

nes. Y sabes que siendo quien eres, con las limitaciones que

puedas tener y aunque los problemas puedan parecer más

grandes que tú, hay algo que es mucho más grande que eso:

tu capacidad para resolver cualquier adversidad que la vida

te presente. Recuerda que Dios es tan grande, tan pero tan

grande, que, así no creas en él, te dio la capacidad para hacer

posible todo lo que quieras. Y te dio la capacidad de decidir

ser feliz, te dio la capacidad de poder encontrar solución aun


al mayor problema que te encuentres. Porque si el problema

existe, también está tu felicidad y tu actitud que tengas para

enfrentarlos.

El día de hoy has decidido cambiar. Y si eres ese enamo-

rado, enamorada, esposa, esposa, ya sabes que el amor es una

decisión y, por tanto, decides amar, decides darlo todo por

esa persona. Es cierto que no es perfecta o perfecto. Es cierto

que no es la mujer o el hombre ideal. Pero también es cierto

que es aquella persona que tú elegiste y, por tanto, hoy sabes

que eres feliz sólo por el hecho de decidir serlo, al lado de él

o de ella.

Eres sabio como el Quijote porque sabes que “con quien

andas, eres”. Seas lo que fueres, estudiante de universidad,

chico de colegio, padre de familia, jefe de una empresa, ca-

beza del hogar, ya tienes en claro que debes cuidar muy bien

tu promedio, debes andar siempre con gente que aporte en

tu vida; pero esto no te va a quitar tu lado humano, pues eres

consciente de que serás feliz en la entrega y servicio a los

otros, a los demás.

169

B R IANS AVIT ZKY

A partir de hoy tú decides qué quieres expandir en tu

vida. El día de hoy decides no expandir más las quejas, preo-

cupaciones, dolores. El día de hoy sabes que no sólo existe esa

mancha negra en la pared, sino que existen muchas cosas,

que puedes deleitarte ante muchos más paisajes que puedes

recorrer, muchas más canciones que puedes bailar. Porque ya

sabes que primero estás tú, luego sigues tú, y luego también

estas tú. ¿Eres egoísta? Para nada. Hoy ya tienes en claro que

estás cuidando mucho este tu ser, tu vida. El día de hoy sabes

que la única manera de ser útil a la felicidad de los demás es,

primero, estando bien contigo mismo, y una vez que eso ocu-

rra, empezarás tu segundo viaje, el viaje de apoyo a quienes

más te necesitan.

Sal; anda; corre; vete. Cómete el mundo. No culpes más al

resto por no tener la vida que quisiste tener. Al contrario, mué-


vete para conseguir esa vida que quieres. Si la vida te arrebató

un sueño. ¿Quién dijo que no puedes tener dos? Por favor, em-

pieza a moverte. Usa tus pies, tus manos, tu cabeza, tu espalda,

tu cuello. Usa todo cuerpo para lograr todo lo que quieras, para

que por fin seas feliz, teniendo lo que tienes y luchando por

tener todo lo que te falta. Ya sabes que el día de hoy tu felicidad

no depende de nadie más. El día de hoy te liberas de esperar

algo de los demás. ¡No más! Hoy sabes que tu felicidad depen-

de sólo y exclusivamente de ti. Hoy sabes que debes levantarte

y dejar de pensar que los sueños se cumplen con solo soñar.

Hoy empezarás a trabajar día a día, minuto a minuto, para

poder lograr eso que tanto quieres. Y ese proyecto que tienes

en mente, lo harás realidad porque decides hacerlo. Porque sa-

bes que no hay tiempo. Y como no hay tiempo, no vas a elegir

quedarte comiendo tu helado de vainilla todo el rato. ¿Verdad?

En estas páginas has conocido parte de mi vida. Este li-

bro te ha contado parte de mi historia. Conoces de Brian, de

170

Aquí empezamos…

Tenchy y de Ronald. Sabes algo de mis amigos, de Ítaca, mi

empresa. Sabes de Amber y Viguito. El día de hoy has termi-

nado de leer parte de lo que yo he hecho, de lo que yo viví,

y cómo lo viví. El día de hoy has terminado de leer algunos

capítulos de mi vida. La pregunta es: ¿Qué historia vas a con-

tar? ¿Cuál va a ser la historia de tu vida? ¿Cuál será ese cuen-

to que dejarás escrito en un papel? ¿Cuál será ese recuerdo

en la memoria de la gente? ¿Qué contarás a tus hijos? ¿Qué

contarán tus hijos de ti? ¿Qué van a decir tus padres de ti?

¿Cómo serás recordado? ¿Qué dirá la gente el día que ya no

estés? ¿Cuál será tu legado? ¿Por qué habrá valido la pena

tu presencia aquí? ¿Qué será aquello que contarás en unos

años? ¿Qué habrás hecho para no hacer de este mundo, un

aburrido mundo? ¿Cuántas sonrisas habrás sacado? ¿A cuán-

tas personas habrás ayudado? ¿Qué harás para dejar el mun-

do, tu mundo, mejor como lo encontraste?

Terminaste de leer parte de mi vida. Perfecto. Hemos ter-


minado. Es hora de continuar la tuya, tu vida, tu historia.

Gracias por usar tu tiempo leyendo este libro. Te deseo una

felicidad verdadera, una felicidad sincera, una felicidad úni-

ca. En pocas palabras, te deseo de corazón, una mágnifica

historia…

Brian Savitzky

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Colofón

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