Bulimia y Anorexia
Anorexia: proviene del latín y significa sin apetito, an-sin y orexis-apetito, falta
anormal de ganas de comer.
Bulimia: proviene del griego boulimós, bous-buey y limós –hambre, hambre de
buey, sensación de hambre insaciable e intensa.
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Uno de los enfoques posibles en la consideración de estas dolencias es el
psicosocial, y sostiene que en estas patologías no pueden dejarse de lado los
factores sociales, los ideales estéticos que preponderan en los mensajes
culturales y publicitarios, en donde la delgadez es un valor altamente preciado y
buscado siendo sinónimo de belleza y éxito. La presión que ejerce el medio social
y la impronta que va dejando la publicidad en las jóvenes hacen pensar en la
posibilidad de incluir su efecto como factor desencadenante en la aparición de
estas dolencias, que al actuar como estímulo coercitivo, favorece la emergencia
de lo disposicional ya instaurado en la estructuración de la subjetividad.
Descripción clínica
Anorexia nerviosa: definida como “el rechazo a mantener el peso corporal igual o
por encima del valor mínimo normal, miedo intenso a convertirse en obeso,
alteración de la percepción del peso o la silueta. En las mujeres prepuberales,
presencia de amenorrea (al menos tres ciclos consecutivos)”. Si la anorexia es
acompañada de atracones, purgas y vómitos provocados se denomina entonces
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como anorexia del tipo compulsivo/purgatorio.
Cuadro clínico:
Bulimia:
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garganta. Fatiga y dolores musculares. Inexplicable pérdida de piezas dentales.
Labios partidos. Oscilaciones de peso (5 ó 10 kg, arriba o abajo).
Anorexia:
Perspectiva histórica
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descripción médica de la anorexia nerviosa fue publicada por Richard Morton a
fines de siglo XVII, en 1689, quien relata un caso de una joven que a los dieciocho
años, comenzó a presentar síntomas de “consunción nerviosa”. El más temprano
de esos síntomas fue una pertinaz amenorrea secundaria. Mientras restringía
paulatinamente su ingesta alegando falta de apetito, la joven se abocó de manera
compulsiva a la lectura. Comenzó a vomitar y al cabo de dos años presentaba
hipotermia y estaba delgada como “un esqueleto recubierto con piel”, se consumía
día a día hasta morir. Este padecimiento según Morton era causado por “una
multitud de tristezas y preocupaciones ansiosas”.
En 1819 Rees afirmó que la anorexia no era una simple enfermedad de origen
físico sino que podía ser causada por “noticias desalentadoras o pasiones
depresivas.”
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En octubre de 1859 Louis Victor Marcé leyó en la Sociedad Médica de Paris, un
manuscrito titulado “Sobre una forma de delirio hipocondríaco” caracterizado por el
rechazo de los alimentos presente en jovencitas, con la convicción de que “no
pueden o no deben comer”.
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perfeccionando en su tratamiento, constituyendo su mayor triunfo el de devolver a
un número muy satisfactorio de estos enfermos a su plena capacidad. También
afirma que habremos de limitar nuestra elección de casos y que no es conveniente
aplicar la psicoterapia a la psicosis, así como tampoco cuando se requiera de una
rápida supresión de fenómenos amenazadores como anorexias histéricas.
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felatio, de castrar al hombre, de morder el pene, de embarazo, dando cuenta del
desplazamiento de la genitalidad a la oralidad. Es frecuente el fantasma de
fecundación por vía oral a través del alimento, típico de las teorías sexuales
infantiles, negadoras de la diferencia de los sexos. Ante estos síntomas es posible
la implicación subjetiva y el trabajo asociativo.
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Son patologías con una marcada intensidad pulsional, con severas alteraciones
en la estructuración del yo, no psicóticas, y con una marcada incapacidad por
parte del aparato psíquico para dar respuesta al excesivo montante de excitación
del que ha sido objeto. De forma tal, que el sujeto se ve imposibilitado para
encontrar vías de salida al apresamiento del que ha sido receptivo pasivamente en
tiempos inaugurales y estructurantes de su psiquismo.
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cumplir con la necesaria habilitación del niño en sus movimientos espontáneos y
creativos propios de la afirmación del yo. La madre no ha brindado una provisión
de alimento de una forma tranquilizadora, sin angustia, sin atiborrarlo de comida,
sin sentir que se vaciaba ella misma, en el acto de la alimentación.. No ha podido
instituir ritmos en su cuidado, constituyendo una presencia regular, previsible y
confiable.
Son muchos los autores psicoanalíticos que incluyen en una misma serie a los
fenómenos psicosomáticos, las adicciones y los trastornos de la alimentación
como manifestaciones de lo irrepresentable, constituyendo estas manifestaciones
patológicas la derivación de esas primeras huellas no ligadas de carácter
traumático.
Freud dirá en 1920 en “Más allá del principio de placer”, que las huellas
mnémicas reprimidas relativas al tiempo primordial, no permanecen en el interior
del psiquismo en estado de ligadura y se encuentran en un más allá del principio
de placer produciendo una compulsión a la repetición.
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modalidades de funcionamiento psíquico de estructura representacional y no
representacional.
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En cuanto a la relación con el propio cuerpo hay una imagen distorsionada del
esquema corporal que la lleva a la búsqueda incesante de delgadez en donde la
obsesión por verse delgada pasa a ser condición de existencia.
En esta misma línea de una madre intrusiva de la que habla Chandler es que
Lacan define a la anorexia como deseo de “nada”, frente a una madre que atiborra
de comida, se trata de provocar un vacio. Comer nada sería un intento de
instaurar un límite a ese otro insaciable.
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madre ya que en esa etapa de la vida es ella el aparato de pensar de su bebé. Si
su inconsciente le impide la posibilidad de modificar el sufrimiento físico o psíquico
del bebé, éste corre el riesgo de verse empujado a actuar.
Para esta autora la economía adictiva tiene sus orígenes en las primeras
transacciones entre la madre y el lactante, lo cual comprende también la relación
de la madre con el padre del niño. Dice que los objetos de adicción concentran el
rol del objeto transicional, se podría decir, que se trata de una patología dentro de
la maduración normal de los fenómenos transicionales. El objeto transicional
auténtico es un objeto en vías de introyección, y luego de identificación, mientras
que los objetos de adicción son transitorios, siempre a ser recreados, porque
siempre están afuera. Pero esta carencia dentro de la organización psíquica
precoz se desarrolla mucho antes de la fase de maduración transicional.
Trabajo clínico
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que han dado lugar a un estereotipo que se repite a lo largo de toda la vida. El
analista es incluido en las series psíquicas compuestas por las figuras
significativas para el paciente, y es desde esa inclusión que podrá maniobrar con
sus respuestas inaugurando en muchas ocasiones una modalidad inédita de
vínculo a partir de la impronta que se construye en la relación transferencial
misma.
Se trata de una paciente de veintiséis años que consulta por anorexia y bulimia.
Cuando se presenta a la consulta me impresiona su imagen cadavérica; su rostro
expresaba una tristeza profunda y su cuerpo, una fragilidad tal que parecía
quebrarse. Pesaba sólo 42 kilos y medía un metro setenta. Era alguien que se
había transformado en la sombra de sí misma. Decide concurrir porque la invadía
una gran angustia que ya no podía dominar, sentía una desazón constante y una
imposibilidad cada vez mayor de ingerir alimentos. Cada vez que se encontraba
con la comida sentía un terror incontrolable, al que sólo podía restringir
apartándose de todo alimento que no fuera “estrictamente de dieta”.
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previsible y confiable (que conjeturo ausente y por lo tanto traumático en su
vínculo primario materno), como precondición para que juntas y paulatinamente
fuéramos encontrando mediante el recuerdo y la reconstrucción de su propia
historia los motivos que habían determinado su estado. Estado que por otra parte
no era nuevo sino que, con algunas “recuperaciones”, como las denominaba,
venía presentándose desde hacía diez años (los primeros seis bajo la faz
bulímica, los cuatro últimos con predominio anoréxico). Esta tarea fue llevada
adelante venciendo intensas resistencias de todo tipo.
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Se ha podido apropiar de una imagen corporal, diferente a la distorsión que tenía
de sí misma. Su relación con la comida es mucho menos apremiante, habiendo
ampliado considerablemente la variedad de alimentos. La comida no ocupa ya un
lugar protagónico (es ella misma quien ahora lo hace) y pasó a ser algo más en su
vida, de la que en muchos momentos puede disfrutar con placer. Aún así, en
ocasiones esporádicas se hacen presentes los “atracones” y los “vómitos”,
referidos luego por ella misma a situaciones traumáticas anudadas a lo pulsional,
del mismo día o de la víspera que le dejan un profundo sentimiento de vacío.
Generalmente cuando relata estos episodios agrega “pero yo creo que ya sé por
qué fue”, aunque su relato es con pena y vergüenza por esas repeticiones que aún
no terminan de ceder en sus apariciones. Nuestro trabajo continúa.
ANAHI REBAGLIATI
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Bibliografía
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RESUMEN
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