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Poder Judicial de la Nación

Cámara Federal de Apelaciones de General Roca


“Legajo de apelación de DÍAZ, Mónica Natalia
– TRIPAILAO, Paola del Carmen – GARRETON,
Matías Fernando – GARCÍA, Miguel Ángel y
otros en autos: ‘DÍAZ, Mónica Natalia –
TRIPAILAO, Paola del Carmen – GARRETON,
Matías Fernando y otros por usurpación (art.
181 inc. 1) - coacción agravada (art.149
ter. Inc.2a)’” (Expte. N° FGR
4919/2017/2/CA1) Juzgado Federal de General
Roca

En la ciudad de General Roca, a los veintinueve días del mes de

septiembre de dos mil diecisiete, siendo las 08:45 horas se

constituye en la sala de audiencias de estos Tribunales

Federales la Cámara Federal de Apelaciones de General Roca

presidida por el doctor Mariano Roberto Lozano e integrada

además por los señores vocales doctores Ricardo Guido Barreiro

y Orlando Arcángel Coscia, a efectos de recibir el informe in

voce previsto en el art.454 del CPP, en los autos arriba

indicados, con motivo del recurso de apelación interpuesto en

el momento procesal oportuno y agregado a fs.48/60 de este

legajo incidental. Comparecen al acto los doctores Victoria

Yasmín Naffa y Mariano Pedrero, defensores particulares en

representación de los imputados Paola Alejandra Reyes, Claudia

Liliana Reyes, Paola del Carmen Tripailao, Marcela Gisela Ruiz,

Mónica Natalia Díaz, Miguel Ángel García y Matías Fernando

Garretón. Cedida la palabra a los recurrentes por el señor

Presidente, éstos expresaron los agravios. En primer término lo

hizo la doctora Naffa y luego tuvo participación el doctor

Pedrero. No obstante, la doctora Naffa agregó luego algunas

Fecha de firma: 04/10/2017


Firmado por: MARIANO ROBERTO LOZANO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: RICARDO GUIDO BARREIRO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: ORLANDO ARCÁNGEL COSCIA, —1—
Firmado(ante mi) por: ELIANA BALLADINI , SECRETARIA

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consideraciones adicionales sobre el monto del embargo, lo que

había sido también motivo de agravio en oportunidad de

interponer el recurso. Culminadas las exposiciones de los

señores defensores el tribunal decide —y comunica a los

comparecientes— que realizará un cuarto intermedio durante el

cual deliberará y que, una vez que se arribe a un acuerdo para

la decisión de las diferentes cuestiones implicadas en el

recurso —lo que no insumirá más de los cinco días de que

dispone de acuerdo a lo reglado en el art.455, segundo párrafo,

del CPP— fijará día y hora para la lectura de lo resuelto,

haciendo saber a las partes que quedan dispensadas de la

obligación de comparecer a la reanudación del acto y que, en tal

caso, la notificación se practicará por las vías habituales. De

todo ello quedan notificados los letrados defensores de los

imputados, iniciándose el intervalo anunciado y dando comienzo

la deliberación por ante mí de inmediato. Siendo las 13 horas

de esta jornada de viernes y vista la necesidad de atender otras

cuestiones impostergables propias de la competencia del tribunal

y ajenas a esta causa, se suspende la deliberación hasta el

lunes venidero. En atención a que a partir de esa fecha la

Actuaria gozará de licencia ordinaria por compensación de feria,

se hace saber que a partir de entonces continuará en dicha

función la doctora Eliana Balladini, quien también se desempeña

en el tribunal como Secretaria de Cámara, de todo lo cual doy

fe.

Dando ahora continuidad a la elaboración del acta de audiencia

siendo las 14 horas del día miércoles 4 de octubre de 2017, hago

Fecha de firma: 04/10/2017


Firmado por: MARIANO ROBERTO LOZANO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: RICARDO GUIDO BARREIRO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: ORLANDO ARCÁNGEL COSCIA, —2—
Firmado(ante mi) por: ELIANA BALLADINI , SECRETARIA

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Poder Judicial de la Nación
Cámara Federal de Apelaciones de General Roca

constar que los señores magistrados han ido debatiendo por ante

mí en distintas ocasiones, desde el lunes 2 de octubre, sobre

las distintas cuestiones planteadas por los recurrentes y que,

finalmente, han acordado dictar resolución en los siguientes

términos: PRIMERO: Sobre cuestiones de orden general motivo de

agravios. A) Se esgrimió primeramente la necesidad de hacer

prevalecer el principio de autonomía universitaria según el cual

el gobierno de una casa de estudios de ese nivel terciario no

puede ser materia de intromisiones por parte de ningún poder del

estado y, por ende, el Poder Judicial de la Nación carecería de

potestad para tomar intervención en el conflicto del modo o con

los alcances que se revelan en esta causa. Ello no es de ninguna

manera así, pues la autonomía universitaria no implica sustraer

la vida universitaria del orden jurídico en general ni,

muchísimo menos, del penal en particular. La Corte Suprema de

Justicia de la Nación ha sostenido, a partir del precedente de

Fallos 322:842 (criterio reiterado luego, entre otros, en Fallos

333:1951 y 337:627) que “…el constituyente, tal como se advierte, no

ha venido sino a recoger un concepto ampliamente difundido en doctrina

y jurisprudencia en el sentido de que la autonomía universitaria

implica libertad académica y de cátedra en las altas casas de estudio,

así como la facultad que se les concede de redactar por sí mismas sus

estatutos, la designación de su claustro docente y autoridades. En tal

sentido ha dicho el Tribunal en el precedente de Fallos: 314:570 (voto

concurrente de los jueces Belluscio y Petracchi) que la universidad se

encuentra protegida -dado su carácter de entidad de cultura y

enseñanza- por un doble orden de libertades. En primer lugar, por una

libertad académica referente a la organización y el gobierno de los

claustros que represente una independencia tal que le permita alcanzar

los objetivos para los que fueron creadas. Segundo, por una libertad

doctrinal o de cátedra, que posibilite a los docentes "poner en


Fecha de firma: 04/10/2017
Firmado por: MARIANO ROBERTO LOZANO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: RICARDO GUIDO BARREIRO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: ORLANDO ARCÁNGEL COSCIA, —3—
Firmado(ante mi) por: ELIANA BALLADINI , SECRETARIA

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cuestión la ciencia recibida, para investigar nuevas fronteras de lo

cognoscible, para transmitir versiones propias de la ciencia, no

reproductivas de versiones establecidas" (García de Enterría, Eduardo

"La autonomía universitaria" Revista de Administración Pública -

(R.A.P.)- Madrid, n° 117, pág. 12). En definitiva, el constituyente no

introdujo innovaciones en concepto de autonomía, sino que reiteró los

alcances de acuerdo con los lineamientos de la doctrina elaborada por

esta Corte en el fallo citado (…) Que por su parte la autarquía es

complementaria del término anterior y por ella debe entenderse -aun

cuando tal expresión no fue claramente definida por el constituyente-

la aptitud legal que se les confiere a las universidades para

administrar por sí mismas su patrimonio, es decir, la capacidad para

administrar y disponer de los recursos que se les asignará a cada una

de ellas, mediante los subsidios previstos en la ley de presupuesto,

como así también la plena capacidad para obtener, administrar y

disponer sobre los recursos propios que se generen como consecuencia

del ejercicio de sus funciones” (considerandos 11 y 12). Agregó la

Corte en el mismo fallo que “por amplia que sea la autonomía

consagrada por la reforma constitucional, ésta no deja de estar

engarzada en el ordenamiento jurídico en general, sin que pueda

sostenerse que la autonomía universitaria es por sí misma un poder en

sentido institucional” (considerando 18). Frente a esta

caracterización de la autonomía como atributo de las

universidades, emerge con nitidez que la invocación de dicho

principio no puede servir al propósito que persigue la defensa,

esto es, excluir la intervención del poder judicial en el caso,

por cuanto ello implicara nada menos que sustraerla

indebidamente al orden jurídico imperante en el estado de

derecho. Piénsese que sostener la hipótesis propugnada por los

recurrentes inhibiría la actuación de la ley penal y de los

jueces encargados de su aplicación si, por dar un ejemplo claro,


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Firmado por: RICARDO GUIDO BARREIRO, JUEZ DE CAMARA
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de resultado de una refriega entre miembros de los claustros

docentes, dentro de una facultad, se cometiese el delito de

homicidio. Y, si ello se impone por conclusión de este elemental

razonamiento, con mayor razón aún debe así sostenerse cuando,

como en el caso, quienes protagonizan el conflicto no son

miembros de ningún claustro universitario sino que son personas

ajenas a ellos, cuyo vínculo con la universidad deriva de un

contrato de servicios celebrado entre la casa de estudios y una

persona jurídica ideal que, a su vez, era quien les

proporcionaba trabajo. En suma, la ocupación de un edificio en

la sede de la facultad por parte de personas que no pertenecen

al ámbito universitario coloca esta circunstancia en el contexto

de las relaciones entre la universidad y terceras personas

ajenas a ella, marco que extralimita la autonomía de la casa de

estudios según la definición más arriba dada por las palabras de

la propia Corte. Este primer agravio debería, entonces,

desestimarse. B) Se alegó seguidamente la violación de derechos

constitucionales por lo que se definió como “criminalización del

derecho a la protesta social”, en el entendimiento de que la

realización de ciertas conductas —entre las que se contaría la

que es objeto de este proceso— deben quedar exentas de aplicar

las consecuencias que derivan de la ley punitiva en virtud de

factores que excluyen un juicio de reproche penal. Este planteo

encierra dos cuestiones que la recurrente no ha precisado de

modo suficiente, pero que el tribunal igualmente abordará. Uno

consiste en la alegación de un motivo de dispensa de la

responsabilidad penal que la recurrente no explica técnicamente,

pues no ha señalado que ello debe ser juzgado de ese modo porque

la conducta es atípica o si, llenando algún tipo penal, debe

Fecha de firma: 04/10/2017


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Firmado(ante mi) por: ELIANA BALLADINI , SECRETARIA

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excluirse la antijuridicidad por efecto de otra norma del

ordenamiento o, por último, si aún antijurídica la acción, queda

excluida la culpabilidad por la existencia de alguna causal que

así lo determine. El otro es pretender que la resolución que

juzgue sobre la exclusión de responsabilidad sea efectuada en

esta etapa del proceso. En relación con el primer aspecto, es

decir la imposibilidad de formular reproche penal a la conducta

investigada postulando la fórmula según la cual “no debe

criminalizarse la protesta social”, su invocación importa la

afirmación de que son las actuaciones judiciales las que

“criminalizan” esas acciones. Frecuentemente se acude a esta

defensa, machacando con ella, como método para hacer suponer que

sus autores son -como poco- injustificadamente sometidos a la

ley penal, de donde aparecen como víctimas inocentes de un

sistema perverso en el que los jueces resultan ser victimarios.

De este modo se proyecta sobre la opinión pública que

“criminalizar la protesta” consiste en transformar

arbitrariamente a inocentes en criminales y que esa

transformación es realizada por el poder judicial. Sin embargo

ello descansa sobre un sofisma inconsistente, según el cual se

criminaliza una conducta que no es delito cuando se somete a la

ley penal a un sujeto por el solo hecho de llevarla a cabo. Esta

afirmación no resiste el menor análisis. En esta misma dirección

el tribunal sostuvo, en “Grigor, Javier; Peralta, Jorge Carlos

Alberto s/ delito c/ la seguridad pública” (sent.int.294/11,

voto del juez Barreiro) que para la ciencia jurídica

“criminalizar” no es sinónimo de enjuiciar penalmente a quien no

lo merece, sino que ello define la labor del legislador cuando

decide que una determinada conducta merece un castigo del

Fecha de firma: 04/10/2017


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derecho penal, es decir, lo incluye como conducta descripta en

la ley, fijando una pena para quien la llevare a cabo, es decir,

incriminándola. De manera que cuando alguien afirma que una

conducta se criminaliza, no falta a la verdad si con ello señala

que el legislador la incluyó en un catálogo punitivo. Todo

abogado sabe que ningún habitante de la Nación puede ser juzgado

-ni, naturalmente, condenado- sin la existencia de una ley penal

anterior al hecho del proceso, pues así lo manda la Constitución

Nacional, lo que torna imposible que alguien sea llevado a

juicio criminal sin esa previa existencia de una ley que atrape

el hecho que se le reprocha. En el caso de conductas que

importan ocupar parte de un inmueble ajeno sin derecho alguno

sobre él acudiendo a ciertas modalidades para llevar adelante

esa ocupación, la “criminalización” de esa actividad es anterior

a la toma de las instalaciones que generaron esta causa penal y

se encuentra legislada desde antaño en el Código Penal, norma que

los jueces tienen el deber de aplicar. Es por ello que el

resultado al que por el momento se ha arribado aquí es la

consecuencia de que un grupo de personas observaron un

comportamiento que encuentra adecuación típica por encontrarse

descripto en una ley penal preexistente a los hechos y no porque

desde las estructuras del Poder Judicial se pretenda acallar un

reclamo de personas que demandan trabajo. En orden al segundo

aspecto del planteo —es decir que se decida ahora, en esta

etapa preparatoria del proceso, que la conducta no es

susceptible de reproche penal— encuentra dos obstáculos. El

primero reside en que, como quedó dicho, las defensas no

explicaron a qué nivel de análisis de la teoría del delito se

encuentra el factor que impediría continuar con las actuaciones,

Fecha de firma: 04/10/2017


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lo que impone una seria dificultad para el examen propuesto por

los recurrentes. No obstante, prescindiendo de ello, cabe

señalar que la etapa de instrucción no es el juicio, aunque en

general las defensas se empeñen en entenderlo así. Este primer

tramo del proceso penal es sólo para establecer si una persona

debe, o no, ser juzgada y no para condenar o absolver porque

esto es materia de debate ante otros magistrados, en la etapa

posterior que es el juicio en sentido propio, el único juicio

penal. La importancia de lo expuesto radica en que las

circunstancias que pudieran, acaso, excluir la antijuridicidad

de la conducta o la culpabilidad penden de la concurrencia de

factores cuya elucidación exige una profundidad de debate y

prueba que no se corresponde con la instrucción y por ello

difícilmente pueden ser examinadas durante ella en virtud de

limitado campo cognoscitiva que le es consustancial como una

inicial fase preparatoria del proceso penal; justamente por ello

sus conclusiones son eminentemente provisionales y quedan

sujetas a que sean corroboradas o desvirtuadas en el juicio tras

el debate, por lo que incumbe al tribunal oral expedirse sobre

esos aspectos sustantivos de la imputación en la etapa plenaria.

De manera que la pretensión esgrimida para que ese juzgamiento

integral de la conducta se anticipe y sea efectuado por este

órgano judicial que interviene por apelación en la instrucción

no puede ser atendido en la medida en que no hay motivo alguno

que permita descartar, hasta aquí, la tipicidad de las acciones

que han dado lugar a la formación de la causa —sobre lo que

volveremos luego—, sin que se avizore de manera manifiesta la

existencia de causales que permitan excluir su antijuridicidad

ni, menos aún, afirmar su inculpabilidad. Las razones

Fecha de firma: 04/10/2017


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precedentes permiten repeler también este aspecto de los

agravios. C) Se adujo como una última cuestión de orden general

la violación del derecho de defensa por dos motivos: el primero,

por haberse incorporado “unilateralmente” la prueba testifical

de Antehuil a fs.285/286 del principal, impidiéndose repreguntar

al testigo; el segundo porque los procesamientos se dictaron

cuando aún había prueba pendiente de producción solicitada por

la defensa. En relación con lo primero cabe señalar una

inexactitud en la alegación, puesto que lo que se incorporó no

fue, en rigor, una “prueba testimonial” en tanto fuente

probatoria personal —ello se da únicamente cuando un tercero

ajeno al proceso comparece en él y expone verbalmente ante el

juzgado acerca de hechos que le consten personalmente sobre los

que es interrogado— sino que lo que corre a fs.285/286 es un

documento —fuente probatoria instrumental— en el que consta una

declaración de un testigo prestada en otra causa. Precisado lo

anterior debe decirse que esa documentación fue agregada por

orden del magistrado instructor por haber advertido, en los

autos FGR7998/2017 “Pescader, Carlos y otros s/ abuso de

autoridad …”, que lo declarado allí por Antehuil podía ser de

interés en estas actuaciones (decreto del 12/7/17, según consta

en la consulta de dichas actuaciones por el sistema de gestión

interna “Lex100” que se practicó durante este acto por la

Actuaria). Si bien en el presente legajo no se dejó constancia

de la orden judicial impartida ello no constituye un defecto que

acarree la invalidez formal de la agregación de dicha pieza

documental ni tampoco la de su valoración como elemento de cargo

en el auto apelado. No sólo porque ni aún en el caso de haberse

observado el recaudo ritual omitido ello hubiera permitido a la

Fecha de firma: 04/10/2017


Firmado por: MARIANO ROBERTO LOZANO, JUEZ DE CAMARA
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defensa interrogar a persona alguna sino porque —y ello es

primordial y define con suerte adversa el planteo de los

recurrentes— no se alegó la falsedad ideológica o material de

ese instrumento ni su agregación inhibe la posibilidad de que

Ceferino Antehuil sea citado como testigo en estas actuaciones y

pueda ser satisfecha la necesidad de la defensa de formular las

preguntas que sean de su interés. En lo que concierne al segundo

planteo —violación de la defensa por haberse dictado el

procesamiento con prueba pendiente— es preciso recordar lo que

esta cámara tiene dicho acerca de este aspecto. En autos

"Reinhold, Oscar Lorenzo y otros s/ delito c/ la libertad y

otros s/ incidente de apelación" (Expte.Nº P06310,

sent.int.74/10, voto del juez Barreiro) debió atenderse un

planteo de la defensa asentado en que no correspondía elevar la

causa a juicio porque había medidas de prueba solicitadas por la

defensa que estaban pendientes de producción. La analogía entre

aquel planteo y éste es suficiente para aplicar la misma

solución de entonces, ocasión en que se lo estimó improcedente

“porque de acuerdo a las normas que rigen el actual régimen procesal

penal la instrucción no está establecida para agotar las posibilidades

probatorias de la defensa ni de la fiscalía en orden al interés de

cada una de ellas. Su objeto está descripto en el art.193 del CPP y su

finalidad consiste en establecer si existe basamento suficiente para

iniciar juicio con relación a un imputado de la comisión de un delito.

Ello supone que la prueba reunida debe ser suficiente para ello,

aunque no es preciso que sea toda la prueba susceptible de ser

adquirida en el caso. La fase probatoria del proceso penal,

ampliamente contradictoria, no es la instrucción, razón por la cual la

satisfacción de aquella finalidad no conlleva la obligación de

producir toda la prueba que soliciten las partes -sea la acusadora o

Fecha de firma: 04/10/2017


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la defensa- sino, y únicamente, la que resulte suficiente para elevar

la causa o, de reverso, dictar el sobreseimiento del encausado. De

manera que la nulidad del auto de elevación a juicio fundado en la

pendencia de prueba, sea de cargo o de descargo, es completamente

improponible puesto que, ni aún en esa hipótesis existiría un vicio

procesal que habilitase sancionar con nulidad. En tales casos los

protagonistas del proceso tendrían, en la etapa siguiente, la

oportunidad de proponer prueba, producirla y hacer valer frente a los

magistrados que van a juzgar -el instructor y esta cámara no tienen

ese cometido- sus argumentos basados en el análisis de esas medidas a

fin de condicionar una decisión definitiva en favor de la condena o la

absolución”. Lo expuesto resulta, en opinión de este tribunal,

suficiente para desestimar este tramo de los agravios. SEGUNDO:

Sobre la imputación por el delito de usurpación: Recientemente

esta cámara tuvo ocasión de intervenir en una causa en la que se

ventiló la ocupación de la sede local de la ANSeS por el

sindicato ATE. De acuerdo a las constancias evaluadas en esa

ocasión, se trató de un episodio que no excedió de lo que es uno

entre tantos conflictos laborales atrapado por el derecho

colectivo del trabajo, señalándose que toda disputa entre

trabajadores y empleadores que habilita diversas vías de acción

directa no pueden ser resueltas por el derecho penal en la

medida en que no excedan de lo razonable ni pongan en peligro o

lesionen bienes jurídicos ajenos al conflicto. Dijo el tribunal

en dicho precedente que “cuando un gremio, a través de la persona

jurídica que ejerce una representación legalmente establecida —el

sindicato del sector— entabla una disputa con su empleador, la

resolución de ella dentro del marco del derecho no descarta las

medidas de acción directa, las que encierran la provocación de un daño

o perjuicio. Ese menoscabo de ciertos bienes jurídicos son siempre

tolerados por la sociedad —para ello dicta las normas legales y


Fecha de firma: 04/10/2017
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Firmado por: RICARDO GUIDO BARREIRO, JUEZ DE CAMARA
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reglamentarias destinadas a enmarcar y regular el conflicto laboral—

porque no se concibe la convivencia sin la posibilidad de que la

interacción entre sectores en pugna por ciertos intereses legítimos

para ambos desemboque en conflictos que el propio orden jurídico

contempla y para los cuales suministra ciertas herramientas, tanto a

las partes en disputa como al Estado, que las regula y dirime a través

de distintos órganos administrativos. Si, entonces: a) se ha

desenvuelto uno de estos enfrentamientos entre sindicatos reconocidos

legalmente, b) frente a un empleador a quien se la he dirigido la

reclamación, c) se ha afectado la sede misma de ese mismo empleador,

d) el perjuicio recayó en la actividad específica de este y e) no

trascendió de modo relevante para afectar derechos de terceros ajenos

a la disputa de manera que pueda juzgarse intolerable para el conjunto

social, entonces f) el derecho penal nada tiene que hacer aquí ”

(“Legajo de apelación de Administración Nacional de la Seguridad

Social (ANSES)- Carriqueo, Orlando – Pedraza, Luciano – Micheli,

Nahuel en autos: ‘Administración Nacional de la Seguridad Social

(ANSES)- Carriqueo, Orlando – Pedraza, Luciano por averiguación de

delito – Usurpación -art.181 inc.1’”, sent.int. 452/2017). Sobre la

base de esa caracterización de un conflicto propio del derecho

colectivo del trabajo, las diferencias de ese caso con las acciones

que aquí se investigan son de una evidencia tal que no es preciso

describirlas en demasía. En efecto, los acontecimientos sucedidos

desde el inicio de la toma de parte de las dependencias edilicias de

la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional

del Comahue no tienen como antecedente un conflicto laboral entre la

universidad y su personal, sino entre una empresa particular

contratada regularmente por la universidad para labores de limpieza

edilicia en la facultad y un reducido grupo de sus integrantes; luego,

entre ellos mismos, ya conformada una cooperativa para continuar con

esa contratación. Fue así que, según manifestaron los responsables de

la casa de estudios, esas desavenencias internas entre los integrantes


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de la cooperativa provocaron la crisis de ésta, de resultas de la cual

dejó de cumplir con las obligaciones asumidas en el contrato y ello

revirtió en un mayor conflicto aún entre sus integrantes, algunos de

los cuales, al perder el salario que provenía del trabajo en el ente

cooperativo, decidieron reclamar puestos de trabajo, en las mismas

labores de limpieza, directamente a la universidad. La negativa de la

casa de estudios llevó, luego, a la toma mencionada por parte de

algunos de los ex cooperativos, decisión cristalizada en los primeros

días del mes de abril de 2017 y que se mantiene hasta la actualidad,

es decir que se viene prolongando por seis meses y ha afectado los dos

cuatrimestres de actividad académica, con lo que el perjuicio se

extiende, ya, a todo el año lectivo en curso. De este modo es visible

que las premisas tenidas en cuenta por esta alzada para sobreseer a

los miembros de ATE que ocuparon por algunas horas la sede de la ANSeS

no se presentan en este caso, ya que no es un conflicto entablado

por una entidad sindical reconocida legalmente ni el reclamo se

se dirige a un empleador de los ocupantes del edificio, sumado

ello a que la duración de las acciones investigadas ha tomado

una trascendencia tal que ha impactado negativamente en un

universo de personas —la comunidad educativa constituida en

derredor de la facultad— con una medida que supera, y lo hace

con creces, lo que puede considerarse tolerable para el conjunto

social, cualquiera sea la medida de esa tolerancia. Estas

sustanciales diferencias entre los hechos ventilados en el

precedente citado y los episodios de este legajo impiden,

entonces, aplicar en éste lo resuelto anteriormente en aquél.

Salvada esta cuestión que hace a la coherencia entre las

distintas decisiones que adopta el tribunal, cabe atender dos

asuntos que conciernen en particular al endilgado delito de

usurpación. A) En primer término el referido a un ingrediente

subjetivo asentado en la intencionalidad con la que los


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imputados, según la defensa, irrumpieron en el predio de la

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Dijeron, en relación

con ello, que la definición de la conducta de “despojo” debía

encontrarse en las normas del ordenamiento de fondo regulado en

el CCyC y que, entre los recaudos de éste, la ley civil exige el

ánimus domini en el sujeto activo de la desposesión. Si así se

entiende, razonaron, no podía considerarse la existencia de

usurpación ya que la toma del edificio se llevó a cabo —y se

mantiene hasta ahora— sin ánimo de apropiarse del lugar sino

como herramienta para la hacer visible el conflicto. Sin embargo

ello no es tal como se lo presenta, ya que el despojo que

caracteriza el delito de usurpación puede ser cometido aún

contra el mero tenedor, es decir contra aquel que tiene la cosa

sin sentirse dueño (art.1910 del CCyC), de donde es claro que no

es un requisito del tipo subjetivo de esta figura penal el obrar

con animus domini en el despojo, pues basta con que la exclusión

—total o parcial— de aquel que ejerce una tenencia o posesión se

materialice objetivamente, resultando indiferente el ánimo de

“dueño” que pueda abrigar en su fuero íntimo quien así acciona.

B) El segundo punto a considerar se vincula con la

individualización de los imputados que, a esta altura del

trámite permite especificar, en cuanto atañe a Marcela Gisela

Ruiz, que su participación como coautora no se encuentra

mínimamente acreditada, ni siquiera con el grado de

provisionalidad que requiere la etapa. En efecto, a diferencia

de cuanto acontece con el resto de las personas aquí procesadas,

el solitario dato valorado para identificarla y así vincularla

al proceso es la vaga referencia que hizo la testigo Costanzo

Caso a fs.84 cuando, interrogada sobre las personas presentes en

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el lugar, manifestó que “he visto a…Giselle que no me acuerdo el

apellido”, lo que no luce suficiente para sostener su

procesamiento, el cual, consecuentemente, deberá ser revocado

disponiéndose su falta de mérito. TERCERO: Sobre la imputación

del delito de amenazas coactivas, agravadas por el fin

perseguido, tipificado en los arts. 149bis y 149ter, inc. 2 a)

del CP. Los doctores Barreiro y Lozano dijeron: De acuerdo a la

descripción típica del delito de amenazas coactivas contenida en

el art.149 bis, último párrafo, del CP, comete ese injusto penal

quien “hiciere uso de amenazas con el propósito de obligar a

otro a hacer, no hacer o tolerar algo contra su voluntad”,

figura que a su vez se ve agravada cuando -como entendió el a

quo que aquí aconteció- “las amenazas tuvieren como propósito la

obtención de alguna medida o concesión por parte de cualquier

miembro de los poderes públicos” (art.149 ter, inc.2, a), del

CP). Ahora bien, en el caso de las personas que aquí vienen

procesadas una relevante dificultad para tener por configurado

ese delito viene de la mano de qué es lo que debe entenderse por

amenaza. La doctrina ha dicho que ella está constituida por

cualquier acto por el cual un individuo afirma deliberadamente

que quiere causarle a otra persona algún mal futuro (conf.

D’Alessio, “Código Penal de la Nación Comentado y Anotado”,

2da.ed., T. II, pág. 497; Breglia Arias – Gauna, “Código Penal y

Leyes Complementarias Comentado, Anotado y Concordado”, 2da.ed.,

pág.479), es decir, un perjuicio que necesariamente es

hipotético: es inexistente al tiempo en que se lo comunica y su

acaecimiento depende de la voluntad de quien lo anuncia. En

tales condiciones es claro que la sola circunstancia de que en

el momento en que el sujeto activo augura ese mal a la persona

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amenazada ésta ya venía padeciendo, por parte de éste, el daño

prometido, determina que no pueda sostenerse que se esté ante

una “amenaza” en los términos a los que alude la ley penal,

sencillamente porque el mal no es “futuro” sino “actual”. Por

otro lado el auto recurrido dispuso el procesamiento de los aquí

encartados “por los delitos de usurpación por despojo (art.181

inciso 1 del CP) y coacción agravada por el fin que persigue el

autor ante miembros de los poderes públicos (art.149 ter, inciso

2 a)” sin que el a quo dijese si los entendió concursar de modo

real o ideal, lo que constituyó un defecto pues impidió que los

encartados supiesen si estaban siendo enviados a juicio por dos

o por un solo hecho). Sin embargo, de ningún modo puede

entenderse que se esté ante un caso de concurso de delitos, sea

real o ideal. El primero debe descartarse porque se está ante la

realización de un solo hecho y no de dos. En efecto, puede

señalarse que quienes ocuparon parte de las instalaciones de la

UNCo de esta ciudad tuvieron en miras un objetivo que no fue

otro que el pregonado propósito de que personas que integraban

la Cooperativa Mariano Moreno fuesen integradas a la planta

permanente de esa casa de estudios. La acción que entendieron

útil para constreñir a las autoridades universitarias para que

aprobasen esa exigencia —a las que achacaron la responsabilidad

por el conflicto— fue la parcial ocupación de la Facultad de

Derecho, de modo que la explicitación de ese cometido (esto es,

el anuncio de que se permanecería en ese estado hasta tanto se

accediese al reclamo) nada agregó al episodio y objetivo

originales, ni constituyó un hecho futuro distinto que, como

tal, pudiese concurrir materialmente con la usurpación. En suma,

y dicho de otra manera, el delito que se imputó a los aquí

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encartados estuvo alcanzado por el derecho penal, según lo que

prescribe el art.181, inc.1° del Código Penal, desde que se

consumó la usurpación y lo sigue estando en tanto no cese el

despojo, de modo que el mero anuncio de que no se modificará ese

comportamiento no puede tener aptitud para sumar otro reproche

de esa naturaleza. Esa univocidad en el accionar de los

encartados permite descartar también que se esté ante un caso de

concurso ideal de delitos, a lo que se suma que “El delito de

coacción, al igual que el de amenazas, resulta de aplicación

subsidiaria, siendo su presupuesto de aplicación la no previsión

del hecho por otros tipos particulares –en los que aquellas

funcionen instrumentalmente para la vulneración de distintos

bienes jurídicos-, los que absorberían las figuras del art.149

bis” (D’Alessio, “Código Penal de la Nación Comentado y

Anotado”, T° II, pág.503). Finalmente también corresponde

considerar, en esta misma dirección, que la finalidad de la

usurpación es irrelevante para el derecho penal pues el

legislador no previó en su tipificación un elemento subjetivo

distinto del dolo vinculado a la “ultra-intención” con que se

comete ese delito. Queremos significar con ello que ninguna

forma agravada ni atenuada de usurpación está legislada en

función de alguna finalidad en su consumación distinta al dolo

directo de despojar a otro del uso y goce del inmueble, razón

por la cual el hecho de que se haya usurpado “con la finalidad

de” presionar a las autoridades para lograr puestos de trabajo

no transforma en un delito distinto, o más grave, esa

usurpación. Por lo expuesto deberá disponerse la admisión, sin

costas, de esta porción del recurso y revocarse la sentencia

apelada en cuanto dispuso el procesamiento de los inculpados en

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orden al delito de amenazas coactivas, agravadas, tipificado en

los arts. 149bis y 149ter, inc. 2, a), del Código Penal. El

doctor Coscia dijo: Como punto de inicio doy en mi voto por

reproducido cuanto informa el procesamiento acerca de las

circunstancias de tiempo, modo y personas en que acontecieron

los hechos. Además digo que aquella decisión del a quo se

encuentra suficientemente fundada, en el análisis que el caso

amerita, acerca de las responsabilidades criminales de los

incusos, todo según la etapa por la que transita la causa,

superando holgadamente el correcto estándar de motivación

exigido por la ley, mejor doctrina y jurisprudencia vigente.

Entonces, como suele fallar el cuerpo que hoy integro

ocasionalmente, cuanto expresa el magistrado de grado no se

encuentra conmovido por los argumentos expuestos por el

recurrente, bastando las razones desarrolladas que el señor juez

de sección para no admitir el recurso y, por ende, confirmar lo

resuelto, en aquello relativo a las imputaciones vinculadas a

los delitos de usurpación y coacción calificada, según mi

honesto entendimiento. Luego, como dejará constancia el acta y

según consenso al que se arribó en deliberación, me remito a los

demás tópicos que aparecen decididos de consuno, sin agregar

otras consideraciones. En lo principal y avanzando en mi camino

de análisis, tal lo dicho arriba, no vislumbro un conflicto que

solo admita ser entendido, canalizado y resuelto en el marco de

la autonomía de la Casa de Altos Estudios (art.75, inc.19, CN;

concordantes, afines y leyes dictadas en consecuencia), según

reclama la defensa de confianza. Estamos, lamentablemente, ante

la exteriorización de conductas previstas en el Código Penal de

la Nación, que merecen investigación ante los órganos del estado

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constitucional de derecho. Todos somos iguales ante la ley y un

conflicto administrativo y/o laboral no puede ni debe ser

enmascarado, como se pretende, en un caso de “represión a la

protesta social”. Asistimos, como en tantos otros legajos, a una

infracción a la ley criminal; por tanto aquella confusión debe

ser desandada y todo puesto en un adecuado lugar de

entendimiento. La autonomía universitaria ha quedado

adecuadamente explicada arriba, y por respeto a brevedad

expositiva, a ello me remito. Menos aún puede interpretarse que

la invocación de derechos consagrados en la Constitución

Nacional (por ejemplo, el derecho al trabajo, el derecho a

peticionar, el derecho a reclamar ante las autoridades

instituidas, etc.) inocule o provea de legalidad al reclamo,

colocándolo inmediatamente por encima de otros derechos

igualmente consagrados en el mismo Código Político de la

República. Enseña el constitucionalismo que los derechos

reconocidos están alcanzados por principios tales como el de

“relatividad” o “carácter no absoluto”, siempre, claro está, que

los límites encuentren base en reglamentos razonables dictados

por leyes ajustadas al proceso de sanción. Así, desde antaño, la

Corte Suprema de Justicia de la Nación ha establecido que

“Ningún… derecho reconocido por la Constitución, reviste el

carácter de absoluto. Un derecho ilimitado sería una concepción

antisocial. La reglamentación o limitación del ejercicio de los

derechos individuales es una necesidad derivada de la

convivencia social. Reglamentar un derecho es limitarlo, es

hacerlo compatible con el derecho de los demás dentro de la

comunidad y con los intereses superiores de ésta última…” (CSJN

136:170, “Ercolano, Agustín c/ Lanteri de Renshaw, Julieta”,

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sentencia del 28/04/1922). Y en este caso, el instructor

judicial ha comprobado la toma ilegal de la Facultad de Derecho

y Ciencias Sociales de la UNCo, con subsecuentes e imponderables

perjuicios no solo para el derecho a estudiar, sino también para

el derecho a trabajar de los demás integrantes de la unidad

académica (docentes y no docentes) y de conjunto social que vive

alrededor del fenómeno que representa la vida universitaria

local y regional. Es indiscutible que esta inadmisible e

injustificable usurpación de las instalaciones por más de cinco

meses ha colocado en emergencia a casi la totalidad del año

académico de miles de alumnos; usurpación que ha incluido

coacción agravada sobre una autoridad pública, en la prosecución

de un fin delictivo principal y único: imponer el pase a planta

permanente de los trabajadores en conflicto. Aquellas acciones

han subvertido los mecanismos en trámite tiñendo de ilegalidad

general y penal a un conflicto entre partes que discurría por

carriles ordinarios. Y así, no poseyendo amparo o justificación

aquella acción en términos del sistema punitivo, sus autores

aparecen prima facie penalmente como responsables, tal como

decidió el instructor. Y aclaro con puntualidad que según tengo

para el fallo, la expresión “poderes públicos” del tipo penal

seleccionado no se agota en considerar las autoridades

vertebrales del gobierno nacional, provincial o municipal. Muy

por el contrario, con acierto explica Laje Anaya, que el sujeto

pasivo del delito correctamente entendido es la “administración

pública”, afectada por la coacción en su libre y normal

determinación para decidir acciones que le son propias a su

particular giro o gestión (“Comentarios al Código Penal, Parte

Especial, T. I, Depalma, Bs. As., 1978). Entenderlo de adverso

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significaría una limitación incongruente frente a la

interminable lista de agencias gubernativas en todas sus esferas

y jerarquías con capacidad decisional, agencias ésas y sus

responsables que se sustraerían indebidamente de la protección

penal en trato. Por ello es que al estudiar este tipo especial

de amenazas no se puede desatender al propósito del autor. El

extenso cúmulo de pruebas colectadas, reseñadas y evaluadas por

el señor juez Greca al momento de dictar el procesamiento merece

cuidada reproducción en la instancia oral y pública de juicio

para su total y concluyente valoración. Lugar en el cual se

despejarán, por ejemplo, la eventual unidad o separación de

acción entre ambas ilicitudes citadas, como así también podrá

establecerse frente a esa magistratura, si el caso amerita o no

la aplicación de la coacción agravada como un auténtico delito

autónomo. Porque, tal lo que enseña la literatura jurídica, en

esa subsunción legal el bien jurídico tutelado es la libertad o

capacidad de determinación para tomar decisiones, en tanto,

precisamente, esa acción afecte la esfera de libertad para

ejercer derechos y tomar decisiones por parte de los

funcionarios habilitados a ese fin. De allí que lo que se

proteja en definitiva es la libertad de obrar contra acciones

antisociales limitantes, desplegadas sobre los responsables de

tomar medidas, con capacidad decidente en la materia propia del

ilegal reclamo. Tal como cita el auto puesto en crisis “… el

delito de coacción sanciona el modo antisocial de exigir, el

medio prepotente de requerimiento; en consecuencia lo que se

castiga es la ilicitud de la exigencia, más allá de ilicitud o

licitud de lo exigido…”. Y, pruebas a la vista, los ex

trabajadores de la cooperativa de limpieza optaron por una

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modalidad prepotente, antisocial, despreciativa de los derechos

de terceros ajenos a su conflicto, e ilícita para dirimir un

reclamo. La sustanciación completa del caso frente al estrado

público de juicio mostrará si la coacción ha adquirido la

calidad de delito absorbido o absorbente, patentizando si fue

empleada como medio para la comisión de otro delito, o la

inversa. Esta ha sido la hipótesis construida por el

investigador y que, observada en esta limitada instancia, tiene

probabilidad suficiente para encausar a los sindicados por ese

conjunto típico, desestimando su reclamo recursivo. No por poco

ha enseñado Creus que el delito en análisis es “…un delito

subsidiario, cuyo presupuesto de aplicación es la no previsión

del hecho por otros tipos particulares, en los que la coacción

funcione instrumentalmente para la vulneración de distintos

bienes jurídicos…” (Baigún -. Zaffaroni – Terragni, “Código

Penal y normas complementarias. Análisis doctrinal y

jurisprudencial”, T. 5, pag. 591, con cita de CNCas.Penal, Sala

IV, 17/09/99, “Rojo, Horacio”, causa 1229, LL. On Line). Y, a

propósito de esto último, bien vale recordar también que además

que nos encontramos ante un delito de peligro y de mera

actividad (ob. cit., Tomo 5, pag. 567 y ssgts.), delito éste que

a la fecha se encuentra, lamentablemente, en curso de ejecución.

Afirmo por tanto que los argumentos sin crítica suficiente y

efectiva en el discurso del apelante no han comprometido a la

decisión de grado, por lo que voto entonces por declarar

inadmisibilidad el recurso de apelación también en este punto.

Mi voto. CUARTO: Sobre el embargo: La queja se asentó en la

ausencia de fundamentación para disponer sobre esta medida y,

asimismo, encerró allí la referida a lo excesivo del importe,

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fijado en $ 10.000 para cada procesado. En torno a lo primero no

corresponde aceptar el cuestionamiento, puesto que el magistrado

explicó, en el punto 3 del capítulo VII de su sentencia, las

pautas que debían tenerse en cuenta para disponer el embargo

previsto en el art.518 del CPP, enunciando correctamente cuáles

eran. Distinto cabe resolver en torno a la cantidad definida que

—aquí sí lleva razón la recurrente— aparece elevada en orden a

la finalidad de esa cautelar. Por ello se entiende adecuado,

para responder a un eventual pago de tasa judicial y a

honorarios mínimos de la defensa —pues no hay renuncia a la

percepción de retribución por esas faenas— embargar a cada

imputado por la suma de $ 1.500, suma a la que se reducirá la

fijada por el a-quo. QUINTO: Conclusiones: Efectuadas las

consideraciones precedentes para ordenar las modificaciones

sobre el auto recurrido, en lo que resta de éste el tribunal

entiende adecuado remitirse, para su parcial confirmación, a los

términos de esa decisión. Ello así por cuanto si el art.455 del

CPP, tercer párrafo, autoriza a las cámaras de apelaciones a

despachar el rechazo de recursos en esta misma audiencia

mediante la nuda remisión a los fundamentos del magistrado si

es que entiende que, para la confirmación de la decisión

apelada, no resulta necesario consignar criterios no

considerados por el juez que previno, con mayor razón aún cabe

aplicar esa metodología cuando la alzada, con fundamentos

propios, modifica una parte de lo resuelto por el juez de grado

pero sostiene, en lo que resta, sus razonamientos y

conclusiones. Por ello corresponderá decidir la suerte de la

apelación del modo señalado, sin imponer con costas en virtud

del éxito parcial obtenido (art.531 del CPP). En virtud de los

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considerado, SE RESUELVE: I. Revocar, por mayoría, el auto de

fs.346/360 en cuanto ordenó el procesamiento de los allí

nombrados por el delito de amenazas coactivas agravadas previsto

en el art.149 ter, inc.2, a), del Código Penal; II. Revocar

íntegramente el procesamiento ordenado en ese mismo pretorio

contra Marcela Gisela Ruiz, a cuyo respecto corresponde dictar

la falta de mérito; III. Reducir el embargo decretado a la suma

de $ 1.500 para cada imputado; IV. Confirmar, en lo demás que

decide, el pronunciamiento apelado; V. Eximir del pago de costas

en la alzada; VI. Notificar a las partes que a las 16 horas del

día de la fecha se dará lectura a la presente, acto para el cual

se las releva de la obligación de comparecer, en cuyo caso la

notificación de lo decidido se cursará de inmediato por vía

electrónica. Con lo que se da por finalizada la audiencia,

previa lectura de la presente, firmando los señores jueces por

ante mí, que doy fe.

Fdo: BARREIRO – LOZANO - COSCIA


Ante mí: Eliana Balladini - Secretaria

Fecha de firma: 04/10/2017


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